La Voluntad de Dios

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UNA EXPLICACIÓN DE TRES DISTINCIONES DE LA VOLUNTAD DE DIOS QUE

SE REVELAN EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

DOCENTE: JULIO BENÍTEZ

ESTUDIANTE: JUAN DAVID RÍOS LOPEZ

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA I

SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO

MEDELLÍN – 28 FEBRERO 2021


Bosquejo

Introducción

I. Definición del término “Voluntad” en las Escrituras

II. La voluntad decretiva de Dios

III. La voluntad preceptiva de Dios

IV. La voluntad de disposición de Dios

Conclusión

Bibliografías

2
Introducción

Este ensayo abordará la importancia del conocimiento de la voluntad de Dios en

áreas donde es necesario que el hombre adquiera, hasta cierto punto, una comprensión más

profunda de los propósitos y objetivos que rigen el universo en el que vive. Este universo es

el escenario en el que se manifiesta el gobierno soberano que el Creador tiene sobre todo.

Para ello, se intentará abordar uno de los problemas que surgieron debido a algunos

malentendidos y malinterpretaciones en torno al sabio e inmutable consejo de Dios, al

disponer del pecado para llevar a cabo Su plan.

Además, de que eso resulta en un gran misterio del que el hombre nunca llegará a

entender en esta vida, puesto que no es asunto suyo inmiscuirse en las obras de Dios con

respecto a su creación, si es necesario proporcionar por medio del testimonio de las

Escrituras y de un razonamiento que se somete a lo que está prescrito en ella, una respuesta

simple a las incógnitas que los seres humanos generalmente se hacen en relación con esto.

Al respecto, en la teología reformada se han encontrado útiles varias distinciones que han

sido aplicadas a la voluntad de Dios, que traerán una mayor claridad y un correcto

entendimiento de esta cualidad del Ser de Dios y de las maneras en que esta se manifiesta

en diversas partes en las Escrituras. Pero de eso se hablará más adelante.

3
I. Definición del término “Voluntad” en las Escrituras

Primero, es preciso definir lo que el término “voluntad” significa, para poder así

adentrarse en las profundidades de las variadas connotaciones que tiene en diferentes partes

de las Escrituras. Para esto, se valdrá de una estructura básica proporcionada por el

diccionario de Wycliffe, que presenta claramente la diversidad de palabras empleadas en

los idiomas bíblicos para aludir a esta propiedad esencial de la Divinidad:

La Biblia utiliza varios términos para indicar la voluntad. Las palabras más comunes
en hebreo y arameo son hapes (deleitar, desear, complacerse), rayin y seba (querer),
en tanto los términos griegos más usados son boule, thelema y eudokia (buen placer,
beneplácito). Estas palabras se aplican al ser humano y a Dios.1

Es importante notar aquí, la fuerza que esta palabra tiene dependiendo del contexto

escritural en el que se encuentre, y como esto despliega de forma maravillosa el rico y

amplio concepto de voluntad en lo que a Dios respecta. Por eso, en la Biblia la palabra

griega “Boule” hace referencia al plan predeterminado y providencial de Dios, mientras que

“Thelema” indica nociones tales como consentimiento, deseo, propósito, resolución y

mandato. Igualmente con las palabras en hebreo y arameo, que se ciñen de uno de estos

significados en función del contexto en el que se desempeñen.

Por consiguiente, esta palabra es mucho más compleja de lo que comúnmente se

piensa y representa una de las tantas perfecciones del Ser de Dios como espíritu

autoexistente, autosuficiente e infinito, quien no depende de nada fuera de sí mismo para

ser quien Él es y para hacer lo que Él ha dispuesto de acuerdo con Su beneplácito. En vista

1
Paul Feinberg, “La voluntad de Dios”. En Diccionario Bíblico Wycliffe, ed. Charles F. Pfeiffer et al., (Buenos
Aires, Argentina: Peniel, 2016), 1736.
4
de esto, teólogos como Bavinck han argumentado que: “La voluntad de Dios es

soberanamente independiente de todo lo externo a él mismo”. 2 No es necesario para Dios

una determinación que venga de afuera, o una ley que lo coaccione a actuar de cierta

manera y a la cual él esté sometido. Teniendo en cuenta que Dios es independiente y

completamente otro, separado de su creación, solo hay una ley o regla por la que pueda

actuar, y esa es la de su propio carácter santo e inmutable. Esto ha sido discutido a lo largo

de la historia y se ha asociado con la libertad absoluta que tiene Dios como creador

supremo y soberano, a diferencia de las limitaciones volitivas que poseen sus criaturas

finitas y contingentes.

De ahí que la Biblia mencione los distintos actos de Dios en el tiempo y espacio en

la esfera de su creación, donde ha querido desplegar la infinita sabiduría de su consejo. De

modo que, “la voluntad de Dios es el atributo por el que Dios aprueba y determina toda

acción necesaria para la existencia y actividad de sí mismo y de toda la creación.” 3Es por

ella que sostiene y ordena todo lo existente conforme le plazca. Él es libre para hacer con lo

que le pertenece lo que Él quiera. Su voluntad es autónoma y, por medio de ella, ha

manifestado su bondad deliberada al crear el universo (Gn 1:1), al crear al hombre (Gn

2:7), al escoger un pueblo para sí mismo (Dt 7:6), y permitir que allí naciera el Mesías

prometido, quien llevaría a cabo en el tiempo la eterna salvación de los suyos (Lc 1:30-33).

También al escoger a un grupo de entre los hombres para vida eterna (Ef 1:4-5),

disponiendo de circunstancias dolorosas con el propósito de santificar a su pueblo (Rom 5:

3-4), y en los detalles más insignificantes al ojo humano (Mt 10:29-31). La voluntad de
2
Herman Bavinck, ed., Dogmática Reformada (Viladecavalls, España : Clie, 2023), 228.
3
Wayne Grudem, Doctrina Bíblica :enseñanzas esenciales de la fe cristiana, trad. de Miguel A. Mesías
(Miami, Estados Unidos: Editorial Vida, 2005), 95.
5
Dios es la causa de todo cuanto existe, o en palabras de los veinticuatro ancianos

registradas por el apóstol Juan: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder;

porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Ap 4:11).

Pero considerando todo lo anterior, es necesario aclarar que la voluntad de Dios es

una sola, no es como si hubiera más de una, sino que se han distinguido tres principales

facetas de ella en la historia, lo que se tratará a continuación.

II. La voluntad decretiva de Dios

La primera es su voluntad decretiva u oculta, es aquella que “incluye sus decretos

ocultos por los que gobierna el universo y determina lo que sucede”. 4Hace referencia a su

plan determinado y de su gobierno providencial soberano sobre todas las cosas creadas, de

tal manera que orquesta y dirige cada cosa hacia el fin que el designo para ellas, conforme a

la inmutabilidad de su consejo eterno. John MacArthur lo define de esta manera:

Es su determinación perfecta y su ordenación soberana de todas las cosas,


pertenecientes ambas a Él (incluidos sus decretos y actos) y a su creación (incluidos
los acontecimientos de la historia y los pensamientos y los actos de las personas),
todo para la magnificación de su mayor gloria.5

La aportación final de la cita, “para la magnificación de su mayor gloria”, refleja el

propósito mismo de la creación y el inseparable vínculo que existe entre los decretos de

Dios y Su gloria. Es por esto por lo que el apóstol Pablo, en una doxología, hace eco de esta

gloriosa verdad al decir: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la
4
Grudem, Doctrina Bíblica :enseñanzas esenciales de la fe cristiana, 96.
5
John MacArthur y Richard Mayhue, Teología sistemática, trad. de Loida Viegas Fernández (Grand Rapids,
Estados Unidos: Portavoz, 2018), 190.
6
gloria por los siglos. Amén.” (Rom 11:36). Este aspecto de la voluntad divina no puede ser

violada, ya que constituye el designio de Dios, que es el fundamento de todo. De modo que,

cada cosa que sucede en el universo está dentro de lo que Dios quería que sucediera, nada

puede escaparse de su gobierno.

Ahora bien, surge un problema con esto y es que, si todo está dentro del plan de

Dios, eso incluye el pecado tanto de los ángeles que se rebelaron contra Dios como el de los

hombres que desobedecieron el mandato explícito que Él les había dado, cayendo así en

una desgracia que se extendería hacia toda su descendencia. Esto convertiría a Dios en el

autor del pecado, despojándolo de Sus atributos de pureza y santidad absoluta. Por ende, el

resultado de esta deducción que no tiene en cuenta lo que la Biblia dice acerca de la

fidelidad y bondad inherentes de la Deidad, es colocar la culpa del caos y desorden que se

ve en el mundo sobre Dios, pues fue Él quien finalmente lo dispuso así.

Esto no es más que un intento por parte del hombre de exonerarse o librarse del

peso de la culpa que carga sobre su conciencia. John MacArthur asevera: “La voluntad

decretiva de Dios corrobora todas las cosas, pero no coacciona a sus criaturas para que

hagan algo”.6 Esto no significa que Dios fuerce las decisiones libres de los agentes morales,

obligándolos a cumplir con sus designios. Más bien, se vale de las acciones pecaminosas de

los hombres para cumplir con sus buenos y santos propósitos.

Es decir, aquello no convierte a Dios en el autor del pecado, pero este siempre había

estado dentro del plan que estableció desde la eternidad pasada. De tal forma que, al

rebelarse los ángeles en el cielo y al pecar los hombres desobedeciendo a Dios, estarían

6
John MacArthur y Richard Mayhue, Teología sistemática, trad. de Loida Viegas Fernández (Grand Rapids,
Estados Unidos: Portavoz, 2018), 192.
7
cumpliendo con su voluntad decretiva. Su control y dominio es absoluto, nada está fuera de

su jurisdicción. Él tiene la prerrogativa y el derecho soberano de determinar tanto los fines

como los medios para llegar a ellos. Hogde tenía razón al hacer esta aclaración con respecto

a esto:

Una voluntad decretal positiva no puede consistir con una voluntad decretal
negativa; esto es, Dios no puede hacer pecar a los hombres. Pero una voluntad
decretal negativa puede consistir en una voluntad preceptiva afirmativa; esto es,
Dios puede mandar a los hombres que se arrepientan y que crean, y, sin embargo,
por sabias razones, abstenerse de darles arrepentimiento.7

III. La voluntad preceptiva de Dios

Con todo, hay un aspecto de la voluntad de Dios, que si puede ser quebrantada, y de

hecho lo es, y con mucha frecuencia, y esa es conocida como la voluntad “preceptiva” o

“revelada” de Dios. Wayne Grudem la define de este modo: “Esta voluntad revelada de

Dios es la voluntad declarada de Dios respecto a lo que debemos hacer o lo que Dios nos

ordena hacer”8se relaciona con los mandamientos, preceptos y estatutos revelados en las

Sagradas Escrituras, que describen la conducta que todo hombre de llevar en su vida sobre

la tierra. Por lo tanto, esta faceta enfatiza la responsabilidad que el hombre tiene con Su

creador de vivir de acuerdo con el estándar de justicia que estableció en su revelación

especial (la Biblia), y también en su ley moral escrita en el corazón de cada ser humano (la

consciencia).

A su vez, que a diferencia de la voluntad decretiva, esta ha sido revelada, con el fin

de que gobierne y regule cada área de la vida terrenal. Bavinck hace una clara distinción
7
Charles Hodge, Teología sistemática, trad. de Santiago Escuain (Barcelona, España: Clie, 2010), 231.
8
Ibíd.
8
entre estas dos: “Con Su voluntad preceptiva no dice lo que él hará; no es la norma de su

conducta; no prescribe lo que Dios debe hacer, sino que nos dice lo que debemos hacer

nosotros. Es la norma de nuestra conducta”9, esto se nota claramente en la gran gama de

imperativos que se encuentra en las Escrituras, que hablan de como Dios quiere ser

adorado, servido, amado y obedecido. Estos principios deben ser seguidos por cada

persona, sea que hayan recibido la luz de la Palabra, o que fueran sumidos en las oscuridad

e ignorancia de ella, cada uno es responsable ante Dios tanto por la observancia, como por

la desobediencia a sus mandatos.

Cabe considerar que, algunos teólogos han abogado por la palabra "permisiva", que

denota una capacidad para frustrar la voluntad preceptiva de Dios. Tal es el caso de R.C.

Sproul, quien aunque utiliza este término, es consciente del cuidado y el peligro que se

corre al no dar una explicación clara con lo que se refiere que Dios concede un permiso

para pecar. Esto no debe entenderse como si Dios diera el derecho moral de desobedecerle,

dice él; sin embargo, el hecho de que permita ciertas circunstancias o acciones pecaminosas

no quiere decir que las apruebe o esté de acuerdo con ellas. 10 En consecuencia, es deber del

hombre caminar recta y justamente en los caminos y en las obras que Dios ha trazado para

él en su ley, resumida en los Diez Mandamientos como fruto de su voluntad preceptiva. Él

le ha manifestado lo que exige y demanda de su parte, y que al hacerlo o no hacerlo, este

cumpliría con su voluntad soberana.

9
Herman Bavinck, ed., Dogmática Reformada (Viladecavalls, España : Clie, 2023), 303.
10
R.C Sproul, <<Cómo conocer la voluntad de Dios, un programa con R.C Sproul>>, Renovando Tu Mente
(blog), último acceso 12 de octubre de 2020,
https://es.ligonier.org/RTM/como-conocer-la-voluntad-de-dios/.
9
IV. La voluntad de disposición de Dios

Por último, entendiendo que la voluntad decretiva y preceptiva son parte de su

voluntad general, aún quedan otras facetas que constituyen el misterio de su soberano

designio.11Y una de las que se han reconocido es: la voluntad de disposición de Dios, que

como bien lo expreso R.C Sproul consiste en aquello que complace y agrada a Dios. Se

centra en Su actitud hacia las criaturas.12De una forma que transmite o comunica la relación

que hay entre Él, la causa última de todas las cosas, y su creación, el efecto del libre acto de

su voluntad decretiva al llamar las cosas que no eran, como si fuesen (Rom 4:17).

Esto se extrae del pasaje de 2 Pedro 3:9, donde se dice que Dios no quiere que nadie

perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. El dilema por resolver aquí es, si Dios

desea que los hombres lleguen al arrepentimiento para vida, ¿por qué entonces no extiende

su gracia salvífica hacia cada uno de los integrantes de la raza humana? Primero se debe

determinar a qué voluntad se está refiriendo el apóstol Pedro en el contexto de este pasaje,

si a la voluntad decretiva, preceptiva o a su voluntad de disposición, y para ello se apoyará

de otro pasaje de la Escritura que con relación a este punto declara que: “Vivo yo, dice

Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su

camino, y que viva” (Ez 33:11). En este versículo se ve claramente que el Señor no se

deleita en el castigo que el hombre recibe por causa de su transgresión, sino que se duele,

por así decirlo, de su desgracia, aunque con toda certeza condena y decreta el castigo de

ellos, porque se goza en la vindicación de Su nombre.


11
Sproul, ¿Puedo conocer la voluntad de Dios?, cap. 1.
12
R.C Sproul, ¿Puedo conocer la voluntad de Dios?, trad. de Elvis Castro (Florida, Estados Unidos:
Reformation Trust, 2016), edición para PDF, cap. 1.
10
Por esta razón, se deduce lógicamente, que la voluntad a la que se refiere Pedro aquí

es la voluntad de disposición de Dios. Él llama a los hombres a venir a Él para encontrar el

descanso que sus almas desesperadamente necesitan (Mt. 11:28), y que por necesaria

consecuencia, si estos la rechazan obstinadamente como prueba de su reprobación, Él no

dudara ni por un momento en derramar su justo juicio dándoles lo que les corresponde

como resultado de su extravío (Rom 1:27). Por consiguiente, quienes desean disfrutar de la

voluntad de disposición de Dios, deberán caminar en los senderos designados por su

voluntad preceptiva.13 No hay ningún conflicto de intereses en Dios, todo lo contrario, Dios

siempre ha querido una sola cosa: una familia de hijos que le adoren por la eternidad. Y así

lo ha decretado, y así se hará.

Conclusión

En resumen, la voluntad de Dios establece uno de los asuntos más importantes, si no

el más importante, en los que alguien se pueda involucrar jamás. Por este motivo, la Biblia

habla constantemente de ella, y lo hace de diferentes maneras, dependiendo del contexto y

trasfondo en el que aparece el término, y el sentido que adquiere en relación con su uso

aplicativo. Tanto la voluntad decretiva, que se refiere a los edictos soberanos del Rey del
13
Ibíd.
11
Universo que no pueden ser violados, como su voluntad preceptiva que apunta a los

mandamientos que el Señor ha establecido, que deben servir como la regla conductual por

la cual el hombre puede organizar su vida, y su voluntad de disposición, que describe la

inclinación interna de Dios con relación a sus criaturas, deseando su bienestar eterno y

mostrándoles el camino hacia él. Estos aspectos muestran claramente el carácter

multifacético y la riqueza de significado que contiene esta palabra en las Escrituras,

estableciendo los límites y el alcance al que el hombre puede llegar con respecto al

conocimiento de la soberana voluntad de Dios.

Bibliografías

Bavinck, Herman., ed. Dogmática Reformada. Viladecavalls, España : Clie, 2023.

Feinberg, Paul. “La voluntad de Dios”. En Diccionario Bíblico Wycliffe, editado por

Charles F. Pfeiffer, Howard F. Vos, John Rea, 1736. Buenos Aires, Argentina:

Peniel, 2016.

12
Grudem, Wayne. Doctrina Bíblica :enseñanzas esenciales de la fe cristiana. Trad. de

Miguel A. Mesías. Miami, Estados Unidos: Editorial Vida, 2005.

Hodge, Charles. Teología sistemática. Trad. de Santiago Escuain. Barcelona, España: Clie,

2010.

https://es.ligonier.org/RTM/como-conocer-la-voluntad-de-dios/.

MacArthur, John, y Mayhue, Richard. Teología sistemática, Trad. de Loida Viegas

Fernández. Grand Rapids, Estados Unidos: Portavoz, 2018.

Sproul, R.C. ¿Puedo conocer la voluntad de Dios?. Trad. de Elvis Castro. Florida, Estados

Unidos: Reformation Trust, 2016. Edición para PDF.

Sproul, R.C. <<Cómo conocer la voluntad de Dios un programa con R.C Sproul>>.

Renovando Tu Mente (blog). Último acceso 12 de octubre de 2020.

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Ítem Nota/10 Porcentaje
Introducción 10 1,5
Desarrollo 9,5 3,8
13
Conclusiones 9 1,35
Ortografía 9 1,35
Norma 10 1,5
Total 9,5

14

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