El Espacio Sonoro Del Bombo Con Platillo
El Espacio Sonoro Del Bombo Con Platillo
El Espacio Sonoro Del Bombo Con Platillo
Salvatore Rossano
Palabras clave: bombo con platillo; bombo; ruido; espacio sonoro; murga
Keywords: bombo con platillo; bass drum; noise; sound space; murga.
*Este artículo es parte de una investigación empezada en el año 2002 y que está siendo elaborada bajo forma
de tesis doctoral tutelada por el profesor Enrique Cámara de Landa
Dossier: Joven etnomusicología de ámbito latinoamericano 185
¿Tocan?
Bombo: del latín bombus, ruido
(Diccionario de la Real Academia Española)
1 Sin hablar de mi curiosidad respecto del fenómeno del carnaval porteño, la cual provocaba comentarios
como: “para ver murgas hay que ir a Uruguay”, o “si querés ver algo mejor tenés que ir al norte o a
Gualeguaychú”.
2 Entrevista del 17.01.08. Se puede apreciar un pequeño video editado a partir de esta entrevista en http://
www.youtube.com/watch?v=KTPsLcgC50I
3 Término con el cual se reiere, desde una perspectiva emic, al intérprete de bombo con platillo en las
murgas porteñas, diferente de bombisto, ejecutante de bombo criollo en la música del folclore norteño
argentino.
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9 Obviamente el mismo sonido podrá en algún momento resultar molesto a Y, dependiendo
de su estado físico o psicológico. El mensaje sonoro, sin embargo, será reconocible y
decodiicable.
10 Tablero Vallas: “Dislocación”, p. 861.
11 Marcelo Pisarro: “Es Carnaval, diviértase, es una orden”, Clarín, 09.02.2013, consultado ese
mismo día, htp://www.clarin.com/sociedad/Carnaval-diviertase-orden_0_862713875.html
12 Este tipo de artículos contra las murgas, sin embargo, no es tan frecuente como en los años
pasados. Se enmarca en una serie de intervenciones de la prensa local alrededor del uso
democrático del espacio público y de los problemas derivados de situaciones como los
cortes de calles en manifestaciones políticas, accidentes, carnavales, etc. Lo que llama la
atención es que es una provocación que llega desde la academia y que utiliza palabras
duras y tajantes; también por eso ha provocado una serie de respuestas, tanto desde
la comunidad del carnaval como desde revistas online, periódicos o sitios oiciales de
universidades. Es sugestivo también que los miles de comentarios en la revista online hayan
sido borrados por Clarín a los pocos días de la publicación del artículo. Cf. Rodrigo Daskal:
“De dilemas públicos, hinchas futboleros y murgas de carnaval”, htp://www.perio.unlp.
edu.ar/node/2864; Fernando Casas: “Clarín y la murga de los renegados”, htp://www.
diarioregistrado.com/Sociedad/70542-clarin-y-la-murga-de-los-renegados.html; González
Leni: “La alegría es sólo porteña” htp://elguardian.com.ar/nota/revista/1119/la-alegria-es-
-solo-portenia; Ramiro Giganti: “Ataquen al carnaval, sean snob, es una orden (de otros, no
mía)”, htp://argentina.indymedia.org/news/2013/02/831578.php; varios artículos en el blog
htp://pensarcarnaval.blogspot.com.ar.
188 Revista Argentina de Musicología 2012
los lugares comunes que rodean las actividades musicales de las murgas:
• El intérprete de bombo en las murgas es “un tipo”.
• Este “tipo” toca de forma imprecisa.
• La misma técnica imprecisa es utilizada de la misma forma en el corso, la
marcha sindical, el acto político, la tribuna de la cancha.
•
•
El modo de ejecutar el bombo es rutinario y estremece.
Los sonidos que producen las murgas son una fuente de contaminación
acústica urbana equiparable a otras como el tráico, las sirenas de la
ambulancia, etc.
Todos estos tópicos están relacionados de cierta forma con una escucha
somera y prejuiciosa, donde el “bombo” se convierte en una abstracción mental
de su correlato físico. La visión de Pisarro releja una idea de “bombo”, una
idea que cierto tipo de prensa trata de transmitir: un instrumento fastidioso,
tocado sin habilidad, relacionado con prácticas, espacios y “tipos” sociales
bien deinidos, a menudo estigmatizados. Según esta visión, es un instrumento
que se interpreta de la misma forma en marchas, estadios de fútbol o en las
manos de las murgas. Los que lo tocan, por ende, son de igual forma agitadores
(posiblemente peronistas o kirchneristas), barrabravas, negros murgueros... Esta
supuesta homogeneidad ejecutiva entre los contextos de uso del instrumento
contribuye a ocultar la gran variedad que existe en la interpretación del bombo
con platillo, sobre todo desde la murga, una práctica coréutico/musical viva y
heterogénea, que es precisamente en las diferencias sonoras entre los grupos
donde funda gran parte de su identidad. Asimismo, se ponen en el mismo plano
manifestaciones que implican códigos, actores y funciones diferentes: aunque
haya un intercambio constante entre los diversos campos y estéticas aines esto
no quiere decir que sean la misma cosa.
En una escucha que no discrimina las diferencias, el resultado musical
se percibirá de la misma manera si hay un interprete o cincuenta, así como
no importará si hay platillos o no, si estos cambian de dimensiones, forma o
modalidad de sujeción al bombo, de qué tipo son los parches, si son ainados o si
se percuten con un batiente felpado, un palo de escoba o un trozo de tubo plástico
(la famosa “manguera”). El bombista de murga (el cual muy probablemente
se haya perfeccionado en el instrumento durante diez o más años de ensayos
constantes) se transforma en un individuo molesto y sin ninguna competencia
musical. Nuevamente es la idea de él la que prevalece: el hombre del bombo se
convierte en un icono de alteridad, salvajismo, imperfección, disonante con la
sociedad “bien”13, instruida y tranquila.
13 El pensamiento de que los hombres se puedan distinguir según la diferentes percepciones del
ruido remonta al siglo XVII, promovido por los ilósofos moralistas franceses y llega hasta
los críticos de la sociedad moderna. A principio del 1800 Schopenhauer escribía: “Durante
mucho tiempo he mantenido la opinión de que la cantidad de ruido que uno puede soportar
imperturbable es inversamente proporcional a su capacidad mental y por lo tanto, puede
Dossier: Joven etnomusicología de ámbito latinoamericano 189
En su retórica, Pisarro apela inamente al imaginario grotesco que
habitualmente involucra a los interpretes de bombo: individuos de clase baja,
toscos, violentos, vagos y, con toda probabilidad, gordos14. “Un tipo con un
bombo, ¿por qué gasta tanta energía? ¿Por qué no va a laburar?”, comentaba el
marido de la señora citada anteriormente, después de haber deinido el bombo
como un instrumento “denigrante”. En este panorama nebuloso no hay espacio
para el tecnicismo: el bombista no es nada más que un dispensador de ruido,
aquel ruido oscuro que complace a las masas populares. De la misma manera,
no se discrimina el bombo solo del bombo con platillo: todo es bombo, a pesar de
que las diferencias entre los dos instrumentos sean evidentes.
considerarse como una medida bastante razonable de la misma”, Cf. Andrés Sánchez
Pascual: Parábolas, aforismos y comparaciones (Barcelona: Edhasa, 1995).
14 El curioso paralelo entre las dimensiones del instrumento y la apariencia física de su intérprete
es de vieja data y se lee en la ironía de un reciente artículo publicado en el periódico
Página 12. El autor, argumentando cómo y por qué la famosa marcha militar San Lorenzo
está muy difundida, se lanza en una descripción romántica de cómo en las más diversas
etapas y situaciones de la vida de los argentinos se ha podido escuchar esta marcha: “Es la
experiencia, también de pibes y ya no tanto, de haberla visto y oído tocar / pasar en vivo, por
alguna banda de regimiento, de la cana, de bomberos o simple retreta, con pilchas de milico
o no, pero coloridas y marchando. Es sólo la melodía […] a puro bronce salvaje y percusión
–con el platillo arriba del bombo con un ejecutante gordo, por favor–, y con el inconfundible,
maravilloso inal, en que el bombo irrumpe con un solo toque a solas, marca la pausa, la coma
en el aire antes de la explosión del nombre que cierra y signiica, el protagonista absoluto de
la marcha: “Ho-nor / ho-nor / al-gran... (silencio de bronces, golpe en el parche y/o platillos)
¡¡Ca-bral!!” Y el “chan / chara-rán” del inal. ¡Qué bárbaro!” Juan Sasturain: en htp://www.
pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-213211-2013-02-04.html , consultado el 05.05.2013.
15 Carlos Vega: Los instrumentos musicales aborígenes y criollos de la Argentina (Buenos Aires:
Centurión, 1946); Rubén Pérez Bugallo: Catálogo ilustrado de instrumentos musicales argentinos
(Buenos Aires: Ediciones del Sol, 1993); Irma Ruiz, Rubén Pérez Bugallo, Héctor Luis
Goyena: Instrumentos musicales etnográicos y folklóricos de la Argentina, (Buenos Aires: Instituto
Nacional de Musicología “Carlos Vega”, 1993).
16 El etnomusicólogo Norberto Pablo Cirio, en varias ocasiones, pone entre comillas la palabra
“bombo” cuando se reiere al membranófono empleado para acompañar la danza y los cantos
de la charanda (o zemba) en la localidad de Empedrado (Corrientes), para diferenciarlo del
bombo tubular usado en la música criolla; Cf. Norberto Pablo Cirio: “Perspectivas de estudio
de la música afroargentina: el caso de las prácticas musicales vigentes en el culto a San
Baltasar”, Resonancias, 13 (2003), pp. 67-91. Respecto a este tipo de tambor afrodescendiente,
cabe señalar un error que aparece en el New Grove, donde Stobart se equivoca en la
descripción de sus técnicas de ejecución. En efecto, una de las principales características de
este tambor reside en que dos intérpretes, sentados sobre el tambor, percuten cada uno un
190 Revista Argentina de Musicología 2012
parche, mientras Stobart declara que es sólo uno: “Otro instrumento de forma cónica, de
probable origen africano, se toca en Argentina para la danza del candombe. A diferencia
de otros bombos, los cuales se ejecutan generalmente de pié, caminando o sentados […], el
intérprete se sienta encima del instrumento, el cual toca con sus manos o con dos pequeños
palos.” (“A further conical shaped instrument, of probable African origin, is also played in
Argentina for the dance form candombe. Unlike other forms of bombo, which are usually
played standing, walking or seated (…), the player sits astride the instrument which he
plays with his hands or two small sticks”). La traducción es mía.
17 Pérez Bugallo no podía no haber advertido su relevancia en el ámbito urbano bonaerense
en su investigación sostenida por el Fondo Nacional de las Artes en la década de los 80 y
seguramente conocía las manifestaciones musicales del carnaval porteño. En su reconocida
obra sobre el chamamé, el autor hasta da por cierto que las murgas porteñas conservaban
rasgos del candombe “hace poco más de medio siglo”. Cf. Rubén Pérez Bugallo: El chamamé:
raíces coloniales y des-orden popular (Buenos Aires: Ediciones Del Sol, 1996 p.150-151); en
Rubén Pérez Bugallo, Adolfo Colombres, Ángel Hechenleitener: Literatura popular bonaerense:
Cancionero Tradicional, (Buenos Aires: Catálogos, 2004), p. 406, Pérez Bugallo aporta una
deinición de murga.
18 Las primeras investigaciones académicas sobre las murgas porteñas fueron promovidas por
Alicia Martín desde la cátedra de antropología de la UBA. Cf. entre otros: Alicia Martín:
Tiempo de mascarada. La iesta del carnaval en Buenos Aires, (Buenos Aires: Colihue, 1997); Alicia
Martín: Fiesta en la calle. Murga, carnaval e identidad en el folcklore de Buenos Aires (Buenos
Aires: Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, 1997); Alicia
Martín: “Las murgas como manifestación del carnaval porteño”, Revista de Investigación
Folklórica, 1 (1998) pp.16-19; Alicia Martín (ed.): Carnaval en Buenos Aires: la murga sale a
la calle, la iesta es posible, Artículos de estudiantes del Seminario Carnaval en Buenos Aires
(Buenos Aires: Departamento de Filosofía y Letras, 2001); Alicia Martín (ed.): Folklore en
las grandes ciudades. Arte popular, identidad y cultura (Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2005);
Alicia Martín: “Folclore en el Carnaval de Buenos Aires”, tesis doctoral defendida en la
Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), Buenos Aires, 2008. Gracias a su labor,
varios jóvenes investigadores han desarrollado detallados estudios acerca de las prácticas
del carnaval en diversos aspectos; Cf., entre otros, Analía Canale: “La iebre murguera que
quita el aliento. Una visión del resurgimiento de las murgas porteñas desde el folklore”,
Cuadernos, 18 (2002), pp. 249-264; Analía Canale: “La murga porteña como género artístico”,
en Alicia Martín (ed.), Arte popular, identidad y cultura (Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2005)
pp.211-232; Analía Canale: “La murga en la producción cultural de Buenos Aires, tradición
y resigniicación”, tesis de licenciatura en Ciencias Antropológicas de la UBA, Buenos aires,
2006; Analía Canale y Hernán Morel: “Actores y representaciones en la patrimonialización
Dossier: Joven etnomusicología de ámbito latinoamericano 191
la vecina murga uruguaya o el mismo candombe argentino, los cuales han
sido objeto de interesantes análisis. Por otra parte, tampoco los principales
de las agrupaciones del carnaval porteño”, Cuadernos de Antropologia Social, 21 (2005), pp.111-
131; Hernán Morel: “Fiestas de carnaval en la Ciudad de Buenos Aires”, en Comisión para
la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires (ed.): El
espacio cultural de los mitos, ritos, leyendas, celebraciones y devociones (Buenos Aires, 2003), pp.
406-418. Serie Temas de Patrimonio, nº 7; Hernán Morel: “Murgueros (de)trás del carnaval.
Identidad, Patrimonio y Relaciones de poder en el espacio cultural de las murgas”, tesis de
licenciatura defendida en la UBA, Buenos Aires, 2005; Hernán Morel: “Políticas oiciales
y patrimonialización en el carnaval porteño”, Revista Runa, 29 (2008), pp. 139-158. Desde
la etnomusicología se señalan dos tesis de licenciatura presentadas en Italia (Tarducci,
Lorenzo: “La Murga di Buenos Aires”, tesis de licenciatura, Università la Sapienza, Roma,
2004; Rossano, Salvatore: “Il bombo con platillo, uno strumento che non existe”, tesis de
licenciatura, Università di Bologna, 2004, así como varias ponencias y artículos del autor
(Cf. por ejemplo, Salvatore Rossano: “Murga y carnaval, de ‘cosas de negros’ a patrimonio
ciudadano. Construcción de identidad en la murga porteña”, Etno-Folk, 14-15 (2009),
pp. 574-595) y las recientes investigaciones de Michael O’Brian (Michael O’Brian: “Year-
round Carnival: Virtual and Live Performances of Contemporary Argentine Murga and
the Limits of Mediation”, British Forum for Ethnousicology, Belfast, 2013. La murga ha
llamado solo tangencialmente la atención de los investigadores de las tradiciones musicales
afrodescendientes y desde los estudios de música popular se destaca la tesis doctoral de
María Eugenia Domínguez, que analiza las deiniciones emic de “música rioplatense” (María
Eugenia Domínguez: “Suena el Río. Entre tangos, milongas, murgas y candombes: músicos
y géneros rio-plantenses en Buenos Aires”, tesis Doctoral defendida en la Universidad
Federal de Santa Catarina, Florianópolis, 2009. Varios trabajos han sido publicados desde
diferentes perspectivas, ya sea por los nuevos protagonistas y estudiosos del carnaval como
por músicos que han sentido la necesidad de poner por escrito algunos de los patrones
básicos del estilo musical y desarrollar la técnica de ejecución del bombo con platillo, Cf. por
ejemplo, Coco Romero: La Murga porteña, historia de un viaje colectivo (Buenos Aires: Atuel,
2005); Zelmar Garín: Introducción a la percusión de Murga porteña (Buenos Aires: edición del
autor, 2003); Juan Brusse y Ariel Poggi: Bombo al plato. Una mirada al bombo de murga (Buenos
Aires: edición de los autores, 2010). En los últimos años son más numerosas las tesis de
licenciatura que analizan diversos aspectos de la murga, tanto en Argentina como en Italia
(Cf., entre otros, Valerio Di Cesare: “Los Guardianes de Mugica”, tesis de licenciatura,
Università la Sapienza, Roma, 2004; Antonio Merola: “La carnevalizzazione della realtà: la
murga. Il fenomeno argentino e l’esperienza italiana”, tesis de licenciatura, Università la
Sapienza, Roma, 2007). De la misma forma, se han producido estudios relativos a la historia
del carnaval de Buenos Aires como, por ejemplo: Enrique Horacio Puccia: “Breve historia
del carnaval porteño”, Cuadernos de Buenos Aires, XLVI (1974); Romeo César: El carnaval de
Buenos aires (1770-1850.) El bastión Sitiado (Buenos Aires: Editorial de las Ciencias, 2005);
Luciana Vainer: La murga porteña, recorrido por los carnavales de 1970 a 2004 (Buenos Aires:
Papel Picado, 2005). Asimismo, existen estudios desde las ciencias de la comunicación (Cf.
Ana Elizabeth Salvi: “Nacionalización del carnaval en Argentina: (re)signiicaciones del
Estado y de dos murgas porteñas”, tesina de licenciatura, UBA, Buenos Aires, 2011) o la
musicoterapia (Leandro Fidelef: “La Murga como herramienta para el trabajo con canciones
en Musicoterapia”, tesis de licenciatura, UBA, Buenos Aires, 2010). De gran importancia es
también la publicación de una revista (El Corsito) que desde el 1995 apunta a la difusión
de varios temas relacionados con la iesta del Carnaval. Editada en el marco del Centro
Cultural Ricardo Rojas de la Universidad Nacional de Buenos Aires por el investigador
Coco Romero, cuenta con la participación de académicos y protagonistas de la tradición
murguera; es gratuita y destinada a un público muy heterogéneo.
192 Revista Argentina de Musicología 2012
19 “The combination of cymbals with bass drum (one performer) as a measure of economy is
very largely obsolete. However, the efect produced by a player striking a cymbal ixed to
the bass drum with a held cymbal simultaneously with a stroke on a bass drum is efective,
particularly in the military band and when requested for a particular reason”. James Blades,
James Holland: “Cymbals”, en Grove Music Online (Oxford Music Online: Oxford University
Press, 2001), consultado el 07. 05. 2013. La traducción y el resaltado en negrita son de mi
autoría.
20 Es interesante notar cómo las diferentes deiniciones emic pueden dar pistas para relexionar
en torno a otros aspectos de la tradición musical como la posibilidad que se conceda mayor o
menor importancia al diseño melódico (o a una determinada sonoridad) respecto al aspecto
rítmico o que uno de los dos instrumentos posea más prestigio, consideración, valor cultural
etc.
Dossier: Joven etnomusicología de ámbito latinoamericano 193
o insiders (intérpretes, actores del carnaval, público competente, vendedores y
fabricantes de instrumentos de percusión…) los cuales pueden denominarlo
mediante diversos términos: bombo con platillo21, bombo de murga, bombo murguero,
bombo porteño, bombo de cancha. Por otro lado, los outsiders, es decir, los que
no sienten proximidad, no conocen o no han vivido física o emotivamente el
carnaval callejero y las prácticas de las murgas (o de las hinchadas), se reieren
al membranófono denominándolo únicamente bombo. Dentro de los dos ámbitos
separados aquí por comodidad, sin embargo, se generan procesos semánticos
mucho más complejos, donde la palabra bombo puede deinir (también para
los insiders) tanto el instrumento doble usado por las murgas como los bombos
chatos presentes en otros ámbitos urbanos. No es raro además que a la palabra
bombo se le agreguen otros términos modiicadores (directos o indirectos) que
detallen su contexto de uso, su técnica de ejecución o su signiicado político:
bombo de marcha, bombo con manguera, bombo peronista. También en estos casos,
las diversas signiicaciones pasan por asociaciones heterogéneas, variables en
el tiempo y en función de los diversos grupos sociales. Pero es más probable
que para los insiders estos modiicadores lingüísticos remitan a un bombo
que no comprende los idiófonos mientras que para los outsiders lo hacen a un
indiferenciado bombo chato de grandes dimensiones, con o sin platos.
Lo que me parece más interesante señalar es que los que conocen las
funciones y comparten los códigos corporales, musicales y/o extra musicales
de las murgas reconocerán también las diferencias entre los dos instrumentos
y nunca lo confundirán. Lo contrario sucederá con los que no participan
corporalmente en las prácticas asociadas a ellos, considerándolos a menudo
intercambiables: desconocer la música o los sonidos del “otro” puede, como
hemos visto, desarrollar una aversión hacia sus prácticas musicales; asimismo,
confundir los dos instrumentos puede llevar a igualar sus espacios sonoros,
los cuerpos que lo disfrutan, alimentando la creación de generalizaciones
denigratorias.
La diversas percepciones acústicas de los dos instrumentos se han
asociado también a las diferentes maneras en las cuales los cuerpos ciudadanos
han intervenido colectivamente en el espacio publico, “con-movidos” o no por
sus sonoridades y los sentimientos (o las pasiones) estimuladas por estas. La
respuesta corporal además, varía sensiblemente según los ámbitos y las ocasiones
en los cuales se los utiliza. De manera particular, entre las agrupaciones de
carnaval, la presencia o no del bombo con platillo es determinante, ya que sólo a
través de su acompañamiento se puede realizar la danza de la murga.
Los platillos, de hecho, son fundamentales para el correcto funcionamiento
de las performances murgueras ya que, entre otras cosas:
22 Cf. entre otros, Félix Luna: El 45: crónica de un año decisivo (Buenos Aires: Sudamericana,
1975); Alberto Ciria: Política y cultura popular: la Argentina peronista, 1946-1955 (Buenos
Dossier: Joven etnomusicología de ámbito latinoamericano 195
músicas pertenecientes al carnaval en el futuro sistema simbólico peronista23.
Desde aquellos días el bombo entró en el discurso político, acompañando los
eventos de masa, convirtiéndose en símbolo sonoro del peronismo y el apoyo
de la clase obrera al gobierno del Coronel. En el discurso político peronista el
“ruido” de la iesta del barrio se fue identiicando con el “ruido” del auténtico
pueblo argentino, aquella “masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y
la grandeza de la Patria”, como proclamó Perón aquel mismo 17 de octubre24.
No faltó mucho para que el bombo se transformase también en “la voz del
pueblo”, del “pueblo trabajador y peronista” que el caudillo quiso poner en un
mismo plano semántico. También la famosa marcha de origen carnavalesco Los
muchachos peronistas recuerda esta voluntad del líder, identiicando al pueblo
con el pueblo peronista: “ese gran argentino /que se supo conquistar / a la gran
masa del pueblo”; “el pueblo entero esta unido / y grita de corazón: / ¡Viva Perón!
¡Viva Perón!”25. Tomando prestadas estéticas del carnaval, los actos justicialistas
se transformaron en una iesta del pueblo, de donde el bombo no supo ya salir.
Sin embargo, los bombistas que se involucraron activamente en la política
generalmente no utilizaban los platillos. La delimitación entre los espacios era
clara para los intérpretes, que a partir de los años 60 eran más cercanos a los
sindicatos o las hinchadas futboleras que a la iesta del carnaval.
De hecho, lo que a mi parecer ha contribuido a añadir complejidad en la
percepción y valoración de estos instrumentos fue su inserción en las tribunas
de las canchas de fútbol. Para dar un marco temporal al uso de ambos en estos
espacios hay que remontarse de nuevo a los años de los primeros gobiernos
peronistas, los cuales coincidieron con el aumento de la concurrencia de los
sectores bajos y medios a los espectáculos deportivos y al comienzo de la
transmisión televisiva de partidos de fútbol. Fue entonces cuando la Marcha
Peronista empezó a cantarse en los estadios y las hinchadas empezaron a
adoptar el bombo de banda en sus prácticas, estableciendo un connubio con
el peronismo y el carnaval urbano. Las rivalidades entre barrios y las llamadas
“barras fuertes” (o “bravas” después de los 80) se formalizaron en este mismo
periodo, empeorando en los 60, década en la cual se registraron las primeras
víctimas de estos conlictos.
Los antagonismos barriales ya se sentían también entre las murgas, las
cuales a veces se desaiaban “a las trompadas” entre un corso y el otro, costumbre
que podían tener durante los mismos concursos de carnaval.
Aires: Ediciones de la Flor, 1983); Juan Carlos Torre: Perón y la Vieja Guardia Sindical. Sobre los
orígenes del peronismo (Buenos Aires: Sudamericana, 1990).
23 Cf.: Daniel James: “17 y 18 de octubre de 1945: el peronismo, la protesta de masas y la clase
obrera Argentina”, Desarrollo Económico, 27 (1987), pp. 445-461.
24 Discurso de Juan Domingo Perón en la Plaza de Mayo (17/10/1945), en htp://www.
pjbonaerense.org.ar/Peron_Discursos_17101945.aspx
25 Cf. Gisele Amaya Dal Bó: “La iesta del monstruo” desarticulación paródica del discurso y del
mecanicismo de representación populistas, en htp://amayadalbo.blogspot.com.au/2011/03/la-
iesta-del-monstruo-desarticulacion.html. 2011.
196 Revista Argentina de Musicología 2012
Ya llegó la Gloriosa
Banda de Boedo, viene alentar
Llega la caravana
Bombo y bandera, es carnaval...
(Canto de la barra Buteler de Boedo)
26 Alicia Martin cita la canción “Murgas de otros tiempos (1947-1954)” de Guigue Mancini que
recita “[...] Recuerdo que en Villa Urquiza, en Palermo y en Saavedra/ siempre las mejores
murgas salían en carnaval/ Y si algunas se topaban se daban como en la guerra /Terminando
muchas veces en el hospital [...]”. Martín: “Folclore”, p.138.
27 Cf.: Pablo Alabarces (ed.): Crónicas del aguante. Fútbol, violencia y política (Buenos Aires: Capital
Intelectual, 2004).
28 Después del éxito del bombo con platillo entre las hinchadas argentinas, “barras” de otros países
latinoamericanos como Chile o México también han empezado a utilizar este instrumento.
Esta inluencia se releja también en los cantos, la melodía de la Marcha Peronista, cantada por
muchos años por la barra de Boca, por ejemplo, ha sido adaptada en México por la hinchada
de los Pumas. Cf. Roger Magazine: Golden and Blue Like my Heart: Masculinity, Youth and
Power among Soccer Fans in Mexico City (Tucson: University of Arizona Press, 2007).
Dossier: Joven etnomusicología de ámbito latinoamericano 197
partidos políticos en las primeras elecciones al inal de la dictadura militar, algo
hasta entonces impensable. Su sonido rompió un silencio en las plazas que había
durado años: centenares de bombos29 salieron a la calle como sinónimo de iesta,
de “pueblo”. Entre ellos se distinguían a través de los colores; los eslóganes
remarcaban estas diferencias: “No son iguales / no son iguales / estos son los
bombos / los bombos radicales”, coreaban los sostenedores de Alfonsín30.
De todas formas la relación del bombo sin platillos con el heterogéneo
mundo simbólico del peronismo ha perdurado31 y fue el bombo de murga el que
entró con fuerza en otros tipos de marchas políticas. Desde inales de los años 90,
las murgas empezaron a protestar en las calles por la recuperación del feriado
del carnaval y algunas para dar soporte a asociaciones como Madres de Plaza de
Mayo, Abuelas, H.I.J.O.S. En el 2001 salió por primera vez un “frente murguero”
en las noches de los lápices, reivindicando el valor político del hacer murga32.
En estos años de gran crisis económica y social, las nuevas murgas juveniles
empezaron cada vez más a conformarse como espacios en donde recrear lazos
solidarios disgregados33. De ser una manifestación que quebraba la normalidad,
las murgas y las prácticas carnavalescas se convirtieron, a menudo, en un medio
de reconstrucción de orden en una ciudad violentada, cubriendo muchos de los
huecos dejados por las instituciones clásicas. Al no salir sólo durante el carnaval
29 Enrique Nuciforo, dueño de una de las más veteranas fábricas de instrumentos musicales,
ahora situada en el barrio del Tigre, recuerda la llegada de la democracia como uno de los
momentos más increíbles para las ventas de sus bombos. Principal proveedor de instrumentos
de percusión en la ciudad, tuvo que multiplicar el número de sus dependientes y trabajar sin
pausas durante semanas. Comunicación personal.
30 La iesta que celebró la victoria de Alfonsín fue descrita así en un artículo del diario Clarín:
“ ‘Parece un carnaval de hace cincuenta años’, comentó un hombre mayor, con un gesto
de positiva nostalgia, mientras su señora agregaba algo de ‘la alegría de las iestas de in
de año’, pero fue su hijo, un adolescente laco, cubierto de banderas argentinas y radicales,
quien pareció lograr la síntesis: ‘Pero, viejo, es la iesta de la democracia’ ”. Clarín, domingo
11 diciembre de 1983.
31 No es casual que en las marchas sucesivas al “corralito” del 2001 los elementos sonoros
utilizados fueran las cacerolas y no los bombos: en un momento en el cual la asociación bombo
/ política era fuerte estas protestas, que reivindicaban su espontaneidad y a-apoliticidad, le
quitaron su usual protagonismo.
32 “El Frente Murguero nace como una necesidad de no pocos murgueros que nos cruzábamos
en diferentes actividades, marchas y luchas en reivindicación por nuestros derechos
sociales y humanos [sic], ya sea como estudiantes, trabajadores o desocupados, en donde
deambulábamos, buscando un lugar que nos identiique, entendiendo la falta de una
representación política y con intereses comunes como ‘la Vuelta del feriado de Carnaval’,
(prohibido por la última dictadura militar) aparte de la identidad Murguera, decidimos
juntarnos y crear este Frente Murguero, en donde canalizamos y manifestamos nuestros
sueños”. Folleto de propaganda difundido en la misma marcha.
33 Cf. entre otros: Mariana Chávez: “Contra la mishiadura, murgas a la calle”, Ciudades (2004)
pp. 3-9; Pablo A. Vommaro: “Aproximaciones a las relaciones entre juventudes, políticas
y culturas en Argentina y en América Latina actuales: miradas desde las modalidades de
participación política de los jóvenes en organizaciones sociales” (2011), en htp://www.
caicyt.gov.ar/iles/cdjuventudes/PDFs/ponencias/Vommaro.pdf. Consultado el 13.01.12.
198 Revista Argentina de Musicología 2012
37 Desde el 1997 las murgas son “patrimonio” de la Ciudad de Buenos Aires y las luchas para la
concesión de un presupuesto, así como de permisos para ensayar o la reglamentación de la
iesta etc. han sido asumidas por una Comisión de Carnaval compuesta por representantes
del gobierno y de los mismos murgueros. Cf., entre otros, Morel: “Políticas oiciales”.
38 Ésta sin embargo es sólo una cara de la medalla (que ya de por sí contiene muchas facetas),
ya que al entrar en el discurso político desde recorridos y lugares (barriales y no sólo)
diferentes, los numerosos grupos de murga reivindican cosas y valores muy heterogéneos.
39 Michel Serres: Los cinco sentidos. Ciencia, poesía y ilosofía del cuerpo (Madrid: Taurus, 2002),
p.141.
40 En un reciente discurso, citando una famosa frase asignada al “General”, ha declarado:
“¡Ché, el del bombo, como decía Perón, que se calle el del bombo! ¡No, que los bombos
no callen nunca, son maravillosos!” htp://www.casarosada.gov.ar/discursos/25263-acto-
de-inauguracion-de-la-terminal-de-trenes-y-omnibus-de-mar-del-plata-palabras-de-la-
presidenta-de-la-nacion, consultado el 20.04.2013.
41 Cf. Raymond Williams: Marxismo y literatura (Barcelona: Península, 1980).
200 Revista Argentina de Musicología 2012
uniformes42. Como se ha visto, hay que tener en cuenta, además, que en estos
procesos dinámicos las relaciones de poder juegan un papel importante, ya que
los signiicados simbólicos son ijados también por quién (cuándo, dónde, cómo
y para qué propósito) los deine o se apropia de ellos43. Aunque las signiicaciones
asignadas al instrumento hayan mutado dinámicamente, la asociación entre “el
bombo”, el ruido y lo marginal es muy profunda en Buenos Aires. Los signos
cambian pero pueden dejar huellas: aquellos depositados en el bombo han
generado marcas que, como heridas, aunque se curen y cambien de aspecto, han
permanecido en cierta forma en su cuerpo.
El caso del bombo con platillo se torna aún más complejo al haber tenido
que compartir territorios comunes (reales e imaginados) con el bombo solo, con
el cual ha sido a menudo comparado en los ámbitos lingüístico y semiótico. El
análisis de estas variables en el estudio del bombo de murga ha sugerido que
la percepción del mismo varía según grupos sociales y competencias: quienes
no comparten (o no conocen) las dinámicas culturales de sus intérpretes o las
prácticas en las cuales éste es un elemento catalizador pueden reaccionar de
forma conlictiva a su sonido, percibiéndolo a veces como molesto o amusical.
La misma reacción puede generarse si no se reconocen los códigos musicales
del instrumento, ya que, como apunta Varela, la escucha diferenciada entre
los distintos receptores puede ser en general iltrada por una experiencia
vivida y mediada por el proprio cuerpo44. Una audición que no estimula una
reacción corpórea y, por ende, una comprensión, puede depender también de
un desconocimiento de los códigos de su lenguaje musical y reglas, llevando a
identiicar instrumentos que pueden parecer similares pero que son, entre otras
cosas, acústica y morfológicamente diferentes.
Un estudio “multi-situado” 45, diacrónico y sincrónico sobre los diversos
ámbitos de uso de estos “sujetos sonoros”46, puede ayudar a descifrar los
procesos de intercambio de estéticas, o las poéticas de vivir tiempos y espacios
de cierto tipo de rituales festivos urbanos. El carnaval porteño contemporáneo,
aunque haya perdido su continuum temporal, no parece sufrir completamente
el efecto collage que puede afectar a los cityscapes posmodernos47. No es una
iesta “diluida”: sus signos y sus referentes no se han disociado completamente,
por lo menos en un nivel ideal. Si bien sus máscaras no ocultan o subvierten
48 “[…] I argue, is inextricable from the myriad situations where instruments are entangled
in webs of complex relationships—between humans and objects, between humans and
humans, and between objects and other objects”. Bates: “The social life”, p. 364.
202 Revista Argentina de Musicología 2012
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