Aldo Bolaños Baldassari (Lima, 1957) : ISBN: 978-612-4202-53-7
Aldo Bolaños Baldassari (Lima, 1957) : ISBN: 978-612-4202-53-7
Aldo Bolaños Baldassari (Lima, 1957) : ISBN: 978-612-4202-53-7
Aldo Bolaños
Compilador
© Ediciones Copé
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Aldo Bolaños Baldassari, Compilador
Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin previo permiso escrito del editor.
Todos los derechos reservados.
Prólogo 9
Agradecimientos 11
Introducción 13
Referencias de los autores 41
CAPÍTULO I
IDENTIDADES, ORÍGENES Y DESCENDENCIAS 45
Roberto Pineda Camacho 47
La historia, los antropólogos y la Amazonia
Óscar de la Torre 83
Los ambiguos efectos de la fluidez y la contingencia:
la postemancipación en el Brasil fronterizo
(Amazonía, 1888-1950)
CAPÍTULO II
EL CUERPO Y EL LUGAR 147
CAPÍTULO III
HÉROES CULTURALES, ÍCONOS 235
CAPÍTULO IV
FUNDADORES Y RESISTENCIA 325
8
Prólogo
Cuatro ediciones, ochenta y ocho artículos compilados, casi cinco mil ejemplares
distribuidos y distribuyéndose por toda la Amazonía, son las cifras positivas que,
durante estos siete años, ha generado este proyecto comunicacional de Petróleos del
Perú en alianza con el Observatorio Andino del Paisaje (colectivo de investigación
preocupado por los temas amazónicos y su permanencia y supervivencia en el tiem-
po) que dirigen Guadalupe Martínez, geógrafa y Aldo Bolaños, arqueólogo.
A medida que pasa el tiempo, las prioridades de protección del territorio amazó-
nico son mayores y más urgentes. Solo nos hace falta evaluar si estas prioridades van
a la misma velocidad que las reales condiciones de impacto que tenemos los seres
humanos para con los últimos pulmones del planeta. Cuando lleguemos a superar
las cifras de mejoras y defensa de la Amazonía y disminuir las de impactos; habremos
revertido el destino y generado esperanzas de futuro.
Esto es lo que pretende lograr esta serie editorial “Amazonas Ruta Milenaria”,
convertirse en un “vademécum” general de la información vital producida por el
hombre sobre este vasto e incomprendido aun, territorio verde.
Ad portas a concluir las celebraciones por los cincuenta años de nuestra Empresa
y los 40 del sello Ediciones Copé, queremos renovar nuestras intenciones y com-
promiso por la Amazonía con la esperanza de contribuir a su protección y defensa.
Son tiempos de definiciones y de marcar posición, son tiempos de luz en el camino
y de hacer frente a la ceguera y la negación, de un planeta que clama por respeto,
racionalidad y permanencia. En esto creemos en PETROPERÚ.
Agradezco a todos los autores que dieron su autorización para volver a publicar sus
trabajos de investigación a: Roberto Pineda Camacho, Rommel Plasencia Soto, Pablo
Ibáñez Bonillo, Luciana Murari, Óscar de la Torre, Cristiana Barreto, Laura Pérez Gil,
Regina Polo Müller, Fernanda Chocron Miranda, Sandro Adalberto Colferai, María
Ataide Malcher, Michael Heckenberger, Matías Méndez López, Angélica Motta, Juan
Carlos La Serna,Valeria Biffi,Arturo E. de la Torre, Michael A. Uzendoski, Paola Revilla
Orías, Ruby Esther León Díaz, Nini Johanna Cortez Perdomo. Muy especialmente
a Juan Domingo Mogrovejo, quien nos da a conocer materiales arqueológicos e in-
terpretaciones de zonas muy poco trabajadas de Amazonía en Perú.
12
Introducción
El tomo IV de Amazonas Ruta Milenaria nos pregunta ¿qué es ser amazónico? y trata
de aproximarnos a los modos en que se construye la identidad y, de permitir al lector,
conocer una serie de casos que exponen los ángulos complejos y contradictorios de
esa institución social. Esta introducción, que expone la articulación general de la com-
pilación que se presenta, se ocupa, en primer lugar, de las dinámicas de la identidad
en el contexto económico, social y ambiental en el que Amazonía vive hoy día. Un
segundo gran tema es el relativo a definir previamente a la lectura de los artículos,
qué es la identidad y como se construye, a fin de medir los procesos que de ello se
derivan para el caso de Amazonía, es decir, aproximarnos a las categorías de base del
ser amazónico desde la naturaleza. El tercer tema trata sobre la identificación de las
«superficies» del «ser amazónico», desde donde emanan los principales discursos y
preceptos de la identidad amazónica, tratando de entender sus reglas, sus interrelaciones
y los espacios y lugares que dejan en la sombra. Finalmente, se presenta una reseña
breve de los artículos incluidos en términos del aporte individual de cada uno para
comprender el ser amazónico desde la postulación de un proceso de «amazonización»,
el cual es necesario retomar a fin de lograr un adecuado equilibrio de Amazonía,
entre la naturaleza, las personas que la habitan y quienes la poseen.
14
Introducción
que la habitan. Los artículos seleccionados en este tomo buscan aportar elementos
para definir el ser amazónico en su carácter multidimensional, pero preguntándonos
cuáles son las dimensiones específicas al «yo» que juegan en la definición de una
identidad amazónica colectiva. Por ello, se abordan personajes, físicos o mitológicos,
que representen ser «hijos» del lugar, pero desde diversos ángulos de mirada, como
la condición de ser biológico, ser social, del yo espiritual, o desde su papel en los
procesos históricos, sociales y culturales donde se funde y se forja el carácter de los
pueblos. El objetivo final es dar a conocer las miradas críticas a los estereotipos sociales
vigentes con los que se define el ser amazónico, tanto desde el interior como desde
el exterior de Amazonía.
15
Amazonas: Ruta Milenaria IV
La identidad tiene entonces una doble dimensión: una subjetiva y otra objetiva.
Es subjetiva en la medida en que se forma desde la elección del individuo al adoptar
una manera de ser a partir de su yo intelectual, desde donde interpreta el mundo.
Pero la identidad solo existe cuando se materializa en el producto de una acción,
derivada también del conjunto de elecciones posibles para los individuos. Adquiere
allí un carácter práctico, concreto, objetivo. Por ello, al materializarse en los productos
y objetos es posible identificar la identidad y no solo en un discurso escrito u oral,
sino también en un discurso material de interpretación simbólica. De este modo, si
bien la identidad de estos productos y objetos puede ser relativa a diferentes contextos
de tiempo o de lugar, ya no son subjetivas, porque trascienden a los individuos y se
hallan también fuera de ellos.
Cada objeto es, entonces, una identidad, pero, al mismo tiempo, cada grupo de
objetos también lo es a partir de sus relaciones de afinidad, repetición, variación,
definición formal, funcional o de uso, de sus procedencias, de sus productores. Es
en esa medida de relaciones que se revelan los lazos de coexistencia compartida en
los espacios de la vida social. Solo cuando se establece este tipo de relaciones, es que
podemos definir conjuntos de materiales, de productos y objetos significativos en
términos de marcadores de identidad de grupos y colectivos sociales de diversas es-
calas. Dependiendo de qué relaciones se usan y quién las usa, se definirán entonces
distintos tipos de conjuntos o, lo que es lo mismo, distintas identidades. Pero, además,
es necesario considerar que, por último, los productos y objetos de la identidad son
1 Elisa Fernández (2011). Identidad y personalidad: o como sabemos que somos diferentes de los demás. Sociedad
Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (SEMP y P) Vol. 2 (2012) nº 4. ISSN: 2253-749X.
16
Introducción
La identidad ordena mentalmente los objetos y ellos definen sus contornos, orde-
nan sus tiempos, cualifican sus magnitudes y finalmente, los empaquetan con ciertos
requerimientos de conservación y de acabado externo (resane de grietas, recompo-
sición, los nuevos puentes y caminos o embellecimiento de los espacios comunes a
todos los objetos). La identidad nos lleva, al igual que los objetos, más allá de la simple
coexistencia; de la dispersión y la heterogeneidad, pasar a la concentración y la ho-
mogeneidad, como si las personas fuéramos uno solo, una unidad, un nuevo cuerpo,
que toma también forma en los símbolos materiales. Pero esa fachada embellecida,
estática como todos los productos y objetos de la identidad que se venden hoy, es solo
la pantalla de la lucha entre la permanencia y la coherencia, entre aparecer y desapare-
cer, entre ir y venir, entre estar lejos y cerca, entre ser unos y ser otros; lo importante
es estar en el discurso, salir en la foto o exponer el autorretrato, o procurar no estarlo.
Volviendo a la pregunta, qué significa ser amazónico, más que buscar una identidad
que lo defina, la interrogante debería conducir a saber, más bien, qué identidades son
17
Amazonas: Ruta Milenaria IV
las que conforman el ser amazónico, cómo evolucionan y hacia dónde, cuáles son
sus atributos homogeneizadores y al mismo tiempo diferenciadores y distintivos de
las personas y grupos. Podríamos decir, simplificando en metáfora, lo que significa el
ser amazónico si lo intentamos en una definición única, como un sujeto posible de
retratar en un discurso, en una fotografía, en un cuadro, en una poesía, en una historia;
pero considerando que cada una de estas obras no puede contener el conjunto de
personas y objetos que conforman el lugar.
Superficies de identidad
Partiendo de estas premisas, Amazonía tiene tantas identidades como personas le per-
tenecen, por ello responder a si existe un ser amazónico, una única identidad amazó-
nica, es como tratar de reducir el mundo en una frase. Pero veamos, más bien, cómo
se conforma la idea de la existencia de un ser amazónico, cuáles son los elementos
formadores de este ser y cómo conviven en ella los enunciados que en su transcurso
y devenir se han ido integrando.
Naturaleza y cultura son los dos componentes iniciales del discurso del ser amazó-
nico. En la época precolonial, los pueblos de Amazonía se distinguen por una serie de
rasgos distintivos de su obra material y espiritual recuperados por los arqueólogos y
etnohistoriadores, que se expresa claramente en los objetos y sus formas de hacerlos en
correspondencia a modos de vida específicos, a una identidad propia, única y singular,
distinta, por ejemplo, a la de los pueblos andinos, aunque con espacios de contacto y
tradiciones mutuas. Una unidad expresiva y autorrepresentativa que evoluciona pro-
18
Introducción
gresivamente a través del tiempo y que deja ver las diferencias y las individualidades
de cada grupo humano específico paralelamente. Las crónicas y los documentos co-
loniales que recogen la historia de los incas establecen también cómo estos conocían
a los amazónicos como «antis», dándoles una identidad propia, diferenciada del resto,
la cual no era una denominación étnica, sino más bien designaba, como se ha dicho,
un «mundo». Esta característica de «mundo amazónico» con base en su naturaleza y
cultura, está vigente aún en nuestra visión contemporánea de Amazonía.
2 Francismar Álex Lopes de Carvalho. «Imagens dos índios na Amazônia espanhola, nos séculos XVI e
XVII», en Revista de Indias, 2018, vol. LXXVIII, nº 274, pp. 687-733. ISSN: 0034-8341. https://doi.
org/10.3989/revindias.2018.021
19
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Al inicio de la conquista del Pirú, lo que conocemos hoy con el nombre de Ama-
zonía se llamaba «montaña» (la ceja de selva que ya se integraba en las economías
nacionales), denominación que hasta las últimas décadas del siglo XX se usaba en la
educación en el Perú (costa, sierra y montaña). Como puede verse, la pertenencia a
Amazonía como lugar geográfico se ha extendido en el espacio y el territorio en el
transcurso del tiempo. Hoy día, se considera Amazonía a toda la cuenca hidrográfica,
incluidos los Andes orientales, parte de la Orinoquía hacia el norte y el alto y medio
Paraná hacia el sur.
Los recursos naturales de Amazonía han sido siempre un motivo que ha individua-
lizado su identidad. El oro de El Dorado, las maderas finas, las especies, las frutas, los
peces, la fauna, todos ellos como atributo de la «eterna» abundancia amazónica. Pero,
además, el derecho del Terra, y el «patronato», sustentos jurídicos de la apropiación de
las tierras conquistadas desde la época de la conquista, inclusive vigentes hasta 1980,
alimentó la idea de Amazonía como tierra de nadie, cuyas supuestas riquezas pueden
ser explotadas libremente con el derecho de propiedad, primero, durante la corona
española y, luego, durante los estados republicanos.
3 Espinoza Soriano,Waldemar 2007. Amazonía del Perú. Fondo Editorial del Congreso de la República del
Perú-Promperú.
20
Introducción
4 Morgana Herrera. «La construcción de la peruanidad de la Amazonía: el caso del IV Centenario del
Descubrimiento del río Amazonas de 1942», en RIRA, vol. 3, nº 2 (octubre de 2018), pp. 121-169.
ISSN: 2415-5896 https://doi.org/10.18800/revistaira.201802.004.
21
Amazonas: Ruta Milenaria IV
22
Introducción
interactuando entre ellos en el transcurso de los siglos y hasta el día de hoy. Pueblos
del interior de Amazonía acostumbrados a desenvolverse en su compleja geografía
y que tienen distintas formas de habitar. Pueblos que juntos, aunque divididos, for-
maban un todo, un mundo virtuoso, más allá de las eventualidades históricas de su
época autónoma. Pero, naturaleza que es causa también de desamparo de los pueblos,
cuando las colonias y las nuevas repúblicas imponen condiciones de integración a
partir de la coacción y la violencia, de la destrucción de los recursos naturales más
valiosos a costa de la depredación del ambiente natural.
El flujo humano en la cuenca de los mil ríos es un latido permanente, que corre al
ritmo de la condición fluvial y del bosque. Este flujo va empujando o retrocediendo
los límites del territorio y el suelo. Hoy, rompe las barreras al libre tránsito y de la
reunificación de los lazos entre las personas y entre los pueblos, más allá de las fron-
teras que hasta fines del siglo pasado les fue imposible. Los límites de los territorios
étnicos y los límites políticos de los estados surgidos en los Andes y Amazonía, han
sido generadores de identidades diversas (domesticas, regionales, nacionales, comunales,
religiosas, étnicas, económicas, gremiales, etcétera) qué se expresan en innumerables
itinerarios culturales viejos y nuevos, que han sido esbozados en los tres tomos ante-
riores de esta serie de libros Amazonas Ruta Milenaria.
23
Amazonas: Ruta Milenaria IV
A lo largo de este libro veremos investigaciones que nos permitirán definir los
campos de delimitación de la identidad. Es decir, los distintos discursos que interactúan
y que forman eso que llamamos «ser amazónico» y que no parecía tener una forma
definida, pero su existencia se nos revela como innegable. La definición del ser ama-
zónico, finalmente, es algo que va entre lo mítico y lo racional. Estos dos elementos
funcionan permanentemente juntos, más aún, considerando que el pensamiento mítico
indígena y el pensamiento mítico de los primeros conquistadores son la cuna fuerte
que sostiene el desarrollo de un conjunto de ideas posteriores acerca de Amazonía y
que han influido e influyen permanentemente en sus actuales habitantes, así como
en todos aquellos que la miran o la escuchan, es decir, una mitología contemporánea.
El juego de reglas más contemporáneo son las de identidad como países soberanos
(propietarios). Estás se basan en la pertenencia a una historia, a un territorio y a un
destino común, como parte de una gran comunidad nacional. Esta es una identidad
movilizadora, unificadora y homogeneizadora en términos de ciudadanía y derechos.
Pero también lo es en el reconocimiento oficial de las nacionalidades e identidades
24
Introducción
diversas que conforman no solo el ser amazónico, sino también el ser peruano. En
este sentido, se trata de una figura como la del «indígena nacional», el «amazónico
nacional», intentando ocupar un espacio junto al resto de los demás ciudadanos del país.
El juego jurídico legal concentra, revela y permite leer los derechos alcanzados por
los pueblos como resultado de sus luchas de resistencia, por ejemplo, a las políticas
extractivas por los daños ambientales implícitos y que yacen pasivos, sin corrección.
La resistencia pone sus reglas en las dinámicas de la identidad, en la oposición entre
amazonización y civilización, entre lugar de vida y lugar de explotación, ya men-
cionados líneas arriba. Del mismo modo, el aislamiento voluntario de los pueblos
indígenas, impone reglas de respeto, y leyes, entendidas como formas de resistencia
a los influjos de la civilización occidental y el mercantilismo de su economía en el
territorio amazónico y refuerzan el concepto del derecho a la identidad y a la libre
existencia.
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
El primer artículo, «La Historia, los antropólogos y la Amazonía», del doctor Rober-
to Pineda Camacho, nos ubica en el tema de la definición del ser indígena amazónico
desde su pertenencia primaria, desde el ser nativo, herederos de una ancestralidad
biológica y cultural y una genealogía familiar y cultural. El autor nos presenta la mi-
rada antropológica colombiana y cómo se ha ido transformando en interpretaciones
sucesivas del indígena. La antropología representa bien la mirada académica oficial
del «otro», la que nos permite conocer a los indígenas como parte de un discurso
producto de la observación; en unos casos observación participante; en otros, no. A
este respecto, El trabajo de Pineda muestra cómo la visión del indígena ha sido muy
bien descrita, analizada e interpretada por los investigadores durante el desarrollo de
la disciplina, pero esta prolijidad nos llama a la reflexión también, acerca de la poca
visibilidad del discurso antropológico del propio indígena acerca de sí mismo.
26
Introducción
ción de sus identidades ha ido cambiando desde los primeros recién llegados hasta
ahora: «su experiencia en Amazonía rural a finales del siglo XIX e inicios del XX,
y (…) los procesos de mezcla racial, los patrones de movilidad geográfica, el acceso
a la propiedad agraria, y la generación de estrategias y narrativas políticas propias».
27
Amazonas: Ruta Milenaria IV
El segundo capítulo, El cuerpo y el lugar, parte de la idea del cuerpo humano como
la base desde donde emana el ser social. La pertenencia a un lugar determina la forma
en que transcurren las distintas etapas de la vida y del cuerpo, pero ¿nacer en Amazonía
te hace amazónico? El capítulo se aproxima desde diversas miradas de lo que significa
nacer, vivir y morir en Amazonía. Enfoca también, más allá de la muerte biológica del
individuo, el trascender a partir de la obra individual que expresa los elementos de la
identidad o el morir fuera de los parámetros establecidos por las marcas de identidad.
28
Introducción
amazónicos y es realmente raro en pueblos del interior de Amazonía contar con museos
en los pueblos que puedan de algún modo ayudar en las relaciones interculturales.
La doctora Regina Polo Muller es la autora del cuarto artículo del capítulo «El
arte amazónico en la actualidad y su influencia en el arte contemporáneo brasileño».
La investigación tiene por objetivo estudiar «las relaciones entre el arte indígena y el
arte contemporáneo». Para ello analiza la pintura corporal en un pueblo indígena del
Bajo Xingú, como parte de la experiencia estética en la construcción de la identidad,
absorbiendo en ella las esencias de los seres de la naturaleza y transformándose en
29
Amazonas: Ruta Milenaria IV
aquellos por intermedio del cuerpo y su acción artística reflectiva del cosmos. El ar-
tículo nos presenta nuevamente el cuerpo como el eje del paisaje y la transformación
del espacio, (la aldea, el territorio sagrado) durante el tiempo ritual, en el lugar de
«convivencia cósmica de todos los seres». Pero, además, analiza los patrones estéticos
indígenas desde categorías antropológicas y de la crítica del arte contemporáneo, lo
que nos permite entenderlo como una de las dinámicas básicas de la identidad, el
instinto creador humano criado en Amazonía; es decir, la reelaboración de la vida y el
universo como garantía de la «continuidad y reproducción en proceso». Finalmente,
se puede decir que es una lectura que nos llama a leer este libro mirando nuestros
cuerpos frente a un espejo.
30
Introducción
El tercer capítulo, «Héroes culturales, íconos», trata el modo en que los pueblos
amazónicos construyen su ser desde la memoria y la historia, desde donde emanan
estereotipos y valores, que son representados en héroes culturales, objetos y paisajes
que identifican gentes y gentes que identifican paisajes. Se trata de conocer como los
ancestros median entre las personas y el lugar, desarrollando sus relaciones de arraigo
y pertenencia, de apropiación y de participación en el grupo social como elementos
de su autoidentificación. El capítulo invita a conocer a estos personajes y materias,
contribuyendo a la conservación de su memoria y la comprensión de sus mensajes y
también a la reflexión crítica de la reproducción de algunos de estos estereotipos y
valores, tanto en el medio rural indígena como en las ciudades amazónicas.
El primer artículo del tercer capítulo, «Xinguano héroes, ancestros y otros. Mate-
rializando el pasado en los cuerpos de los jefes, espacio ritual y paisaje», de Michael
Heckenberger, nos ubica en los procesos de «amazonización» que aún se conservan
«sedimentados» en las dinámicas de la construcción social de los ancestros en el grupo
de los Kuikuro, en la cuenca del río Xingú, en el Bajo Amazonas. Dos aspectos son
importantes a este respecto, en primer lugar, el papel de la persona (y sus cuerpos)
en la construcción de la historia y la memoria y, en segundo lugar, la constitución de
códigos rituales y mitológicos que permiten la interpretación del espacio, la producción
del paisaje y la organización social del territorio desde la sabiduría y el conocimiento
de los ancestros; expresada en leyendas e historias de acontecimientos que cumplen
el papel de los elementos de la conciencia histórica de estos grupos indígenas en-
carnada en los jefes tribales. Pero, al igual que en las sociedades contemporáneas, esta
conciencia histórica, que puede diferir entre grupos, se adapta a los mecanismos y
formas necesarias para la reproducción del orden establecido, que se constituye en un
mecanismo de poder y riqueza entre las distintas jerarquías de jefes. Queda claro al
final del artículo, que el ser amazónico, en este caso el ser indígena amazónico, es un
estado de desarrollo de alta complejidad social y racionalidad, equivalente en nivel de
progreso de la llamada civilización, pero más profunda y no tan banal.
Matías Méndez López nos presenta cómo se construyen los arraigos y las identi-
dades desde la psiquis de la religiosidad en Amazonía en su investigación «La reina de
la floresta: La virgen de la concepción como mensajera del Sí Mismo en la doctrina
del Santo Daime». En ella se analiza la construcción social de la Virgen de la Floresta
desde la perspectiva de la psiquiatría, en este caso, aproximándose desde el análisis del
inconsciente colectivo y el papel de los arquetipos en la formación del ser religioso
y la significación de sus íconos. La iglesia del Santo Daime es reconocida dentro del
grupo de las «religiones de ayahuasca», incorpora elementos provenientes de dife-
rentes «(…) tradiciones y matrices culturales, como son la fe cristiana, el espiritismo
kardecista, la umbanda afro-brasileña y la medicina tradicional de los pueblos nativos
del Amazonas». Comprende un vocabulario y códigos complejos de simbolización
de conducta de sus miembros y su acción central es la ingesta de ayahuasca como
31
Amazonas: Ruta Milenaria IV
medio de sanación espiritual, física y de conexión con los «seres de otro mundo»,
nos deja descubrir cómo cada uno de estos componentes representan distintos mo-
mentos de la historia amazónica, distintos estratos y sedimentos que se condensan
en el ser religioso, tanto desde una óptica cristiana adquirida como desde una óptica
de la religiosidad amazónica nativa. De este modo, la religión del Santo Daime, en
forma de sincretismo cultural, nos revela cómo se siguen dando los procesos de
amazonización, especialmente si consideramos que las religiones de ayahuasca junto
a otras iglesias son propias de Amazonía actual y funcionan como una respuesta de
resistencia a los procesos de «desamazonización» de Amazonía. Este proceso se inicia a
partir de la conquista europea del continente americano, la implantación forzada de la
fe católica junto a sustratos míticos traídos por los conquistadores. Este hecho resalta
al indicar una de las sustancias desde donde emana uno de los discursos sobre el ser
amazónico; es decir, aquel discurso que considera que Amazonía es de todos y no solo
de los amazónicos y que oculta en la «sombra» de Jung, tal como explica Méndez en
su artículo, ese espacio donde se guardan los aspectos disonantes y «sombríos» en la
definición del Yo, su verdadero significado. Así, «Amazonía de todos» se constituye en
la máscara de identidad que oculta los procesos históricos de invasión, explotación,
genocidio, olvido y exclusión de los pueblos amazónicos y que las construcciones
sociales como la religión del Santo Daime, nos dejan ver.
32
Introducción
este como un ser atrasado fuera de los intereses del Estado moderno. El artículo nos
permite entender la manera en que en el transcurrir del tiempo y progresivamente
las fotografías del indígena y del bosque amazónico, en vez de evolucionar con sus
realidades y dinámicas cambiantes y permanentes, han decidido perpetuar la imagen
tribal, como lejano culturalmente de los habitantes urbanos y las actuales ciudades
dentro y fuera de Amazonía.
33
Amazonas: Ruta Milenaria IV
El artículo «Juan Santos: ¿el invencible?», de Arturo E. de la Torre López, trata desde
el estudio crítico de las fuentes y el significado, en términos de triunfo y derrota, de
Juan Santos Atahualpa, quien encabezara un levantamiento de las tribus amazónicas
del flanco oriental andino de la sierra central del Perú contra el virreinato. Juan Santos
era del Cusco; tuvo una educación religiosa que lo llevó a viajar por varias partes del
Perú y del mundo y hablar los idiomas nativos (quechua y campa) y castellano y latín.
Los hechos tuvieron lugar entre 1742 y 1746 en la selva central del Perú cuando,
después de años de trabajo de convencimiento, decide encabezar una rebelión contra
los abusos de los corregidores y el papel de los misioneros al excluir a los amazó-
nicos de ser ordenados como curas y jefes de doctrina. No renegaba de la religión,
rezaba en latín, y no queda claro en las fuentes, puesto que acerca de él solo las hay
indirectas, su intención restauradora del Imperio inca o la de tomar posesión de sus
reinos por derecho hereditario, o tal vez, ambas. De algún modo, el relato nos enfrenta
permanentemente entre la visión de Juan Santos como héroe cultural de la resisten-
cia indígena y de la amazonización, y la visión de los realistas, españoles e indígenas
serranos adecuados al orden colonial en su papel de «héroes de la civilización», pues
lograron detener el avance de los «bárbaros» o «salvajes». El conde de Superunda, quien
«pacificó» la región (asedio, persecución, prisión o muerte a quienes apoyaban al líder
rebelde), tiene una calle que lleva su nombre en pleno centro de Lima. Dos memorias
que conviven en la capital no amazónica de un país amazónico y seguro, como en
el resto de países amazónicos; dos memorias desde las cuales emanan las formas de
nuestra identidad y que hoy ocultan este enfrentamiento vital. Como dice el autor,
«la intangibilidad del espíritu que animaba la revuelta era su principal arma», pues, en
el cuerpo de Juan Santos se habían encarnado entonces todos los mitos y todos los
ancestros y, por ello, representaba la restauración del orden antiguo, no necesariamente
el orden inca y sí, más bien, uno referido a Amazonía antes de los españoles, o también,
quizá, a un nuevo orden amazónico inverso donde el poder nacería del bosque y no
solo de los apus andinos. Por eso es válido preguntarnos ¿Representó Juan Santos el
primer y único intento amazónico de conquistar los andes a diferencia de lo sucedido
hasta entonces? Desde los años 600 después de Cristo se inician los primeros intentos
de dominio territorial de los Wari, pueblo ubicado en la sierra central de los Andes
peruanos y primer imperio andino (en los tiempos anteriores a este se trataba de
interacciones de intercambio, asentamientos ceremoniales y flujos migratorios de ida
y vuelta entre Andes y Amazonía) hasta la imposición del Imperio inca, que, luego de
repetidos y frustrados intentos, se establece un statu quo entre andinos y amazónicos.
34
Introducción
5 Luis Miguel Glave. «El Apu Ynga camina de nuevo. Juan Santos Atahualpa y el asalto de Andamarca en
1752», en Perspectivas latinoamericanas, nº 6, 2009, pp. 28-68.
35
Amazonas: Ruta Milenaria IV
36
Introducción
si depende de alguna genealogía verificada por la historia, sino, más bien, presentar
cómo sus estrechos espacios de representación han servido para viabilizar al Estado
colonial como a los republicanos y al actual Estado plurinacional. Se nos presenta
entonces, una situación de construcción de un ícono cultural desde la memoria oral
como «relato legendario», convirtiéndose este en el transcurso del tiempo en un hecho
concreto y pasando a ser la condición de existencia social del grupo. La encarnación
de los ancestros del grupo social en el rey afroboliviano nos revela la importancia de
la memoria colectiva africana en un lugar de Amazonía andina y en su papel en la
construcción del paisaje yunga amazónico, en Bolivia.
Rubí León Díaz y Nini Johana Cortez Perdomo nos presentan, desde la pers-
pectiva del trabajo social, el artículo «Comunidades indígenas: ¿víctimas pasivas o
agentes reflexivos frente al ecoturismo? Algunas consideraciones a partir de un pro-
ceso de intervención en el Trapecio Amazónico». En él se aborda el ecoturismo, un
tema de interés actual y que tiene que ver con lo que discutimos en este capítulo
acerca de cómo se construyen los íconos de la identidad, no solo desde el cuerpo
en términos físicos, como lo hemos visto en los artículos anteriores, sino además
sociales; es decir, cómo los cuerpos humanos se convierten en una representación
social, una escenificación de lo que es y, en este caso también, de lo que no es. Nos
deja ver, además, las formas en que los trabajadores sociales intervienen en esos pro-
cesos y en el dilema ético y académico de modelar personas y grupos en función
de determinadas interpretaciones sociales o en el papel de facilitadores de procesos
de autodefinición social, a veces con efectos perversos no previstos. Las autoras nos
cuentan lo que vieron, aprendieron y entendieron participando en la elaboración
del Plan de Vida Comunitaria de la reserva indígena de Mocagua, ubicada en el
Trapecio Amazónico, zona de la triple frontera Colombia, Perú y Brasil. El conjunto
de los argumentos se mueve en medio del conflicto principal, el de la ausencia o
deficiencia de servicios básicos (salud, educación, comunicación, infraestructura pú-
blica) que debería ser implementados por el Estado y la expectativa de la posibilidad
de acceder a ellos mediante el ecoturismo, que el mismo Estado promueve, con el
riesgo de la mercantilización de su cultura, territorios y bienes por manos ajenas
a las de las comunidades. Las preguntas antropológicas acerca de si el ecoturismo
afecta la «pervivencia» de lo cultural toman en ese contexto social un sentido más
sociológico, el de si se trata, en realidad, de un proceso de «sobrevivencia» desde lo
cultural, en el que los márgenes de la negociación de los indígenas con el capital,
y peor aún con el gran capital, les deja un espacio estrecho en el que se negocia el
lucro a cambio de la necesidad, siempre a favor del primero. León y Cortez, en esa
dirección, resumen la posición previa de otros autores, de que el ecoturismo solo
«como un negocio para sacar ganancias, pierde su esencia».
El ecoturismo «oferta» el patrimonio natural y cultural convirtiendo los paisajes
sagrados indígenas en circuitos turísticos, las danzas, los bailes, las comidas y los ele-
mentos del origen como las leyendas y los mitos en folclor, los objetos cotidianos
37
Amazonas: Ruta Milenaria IV
como las cerámicas, los tejidos, las cortezas de árboles pintadas llamadas llanchamas en
artesanías exóticas listas para la venta. Es así que las imágenes ícono del «buen salvaje»
junto a las de la selva misteriosa, inexplorada, vacía, utilizadas para la promoción del
mercado turístico tanto por las empresas como por los países, contrasta con la cada
día más necesaria y obligada, pero ausente formación de la imagen de los indígenas
como «ciudadanos y sujetos colectivos». Tal como se expresa en los testimonios re-
cabados por las autoras en seis comunidades indígenas, ellas mismas reclaman que los
elementos de su cultura, parte viva, aunque residual del proceso de amazonización,
no sean fagocitados por el mercado, las empresas, los empresarios, los turistas y los
consumidores nacionales de un mundo urbano hambriento, ambicioso y banalizado.
Finalmente, podremos apreciar en este excelente trabajo las formas en que las comu-
nidades indígenas resisten a las dinámicas del mercado tratando de intervenir en la
modelación de su imagen e identidad y evitar su «desamazonización».
Como parte final del capítulo, se incluye un fragmento de la crónica del fran-
ciscano Fray Pedro de Aguado (1538-1609,) Historia de Venezuela, Tomo II, escrita
en 1581 y fue publicado en 1919, después de que fuera prohibida su publicación
durante la colonia. En esta ocasión presentamos del capítulo 1 al 47 del Libro
Dezimo (sic). El documento relata la rebelión de Lope de Aguirre contra la Corona
Española en el año 1561 en los capítulos concernientes a su participación en la
expedición de Pedro de Ursúa por el río «Marañón», que hoy conocemos como
Amazonas, en la búsqueda de El Dorado. Esta crónica nos permite acercarnos a un
personaje particular de la historia de la conquista española de América que se ha
convertido en un mito y se ha ido transformando progresivamente desde los hechos
de la rebelión hasta el día de hoy. Al igual que en el caso de Juan Santos Atahualpa,
ocurrido casi dos siglos después, tenemos la evolución del personaje central de un
hecho histórico hacia el mito, en el que el análisis de su narrativa y la forma en
que se idealiza al personaje adquieren más importancia que el hecho histórico en
sí mismo.Varios temas respecto a la formación del mito son interesantes y merecen
resaltar. En primer lugar, y por eso lo transcribimos aquí, la rebelión de Lope de
Aguirre sucedió en Amazonía; sin embargo, no sucede esto por alguna relación
especial con ella más allá de la búsqueda de oro y riquezas. En la carta que le envía
a Felipe II expresa: «Es río grande y temeroso: tiene de boca ochenta leguas de
agua dulce, y no como dicen: por muchos brazos tiene grandes bajos, y ochocien-
tas leguas de desierto, sin género de poblado, como tu Majestad lo verá por una
relación que hemos hecho, bien verdadera. En la derrota que corrimos, tiene seis
mil islas. ¡Sabe Dios cómo nos escapamos deste lago tan temeroso! Avísote, Rey y
Señor, no proveas ni consientas que se haga alguna armada para este río tan mal
afortunado, porque en fe de cristiano te juro, Rey y Señor, que si vinieren cien mil
hombres, ninguno escape, porque la relación es falsa, y no hay en el río otra cosa,
que desesperar, especialmente para los chapetones de España». En sus cartas, Aguirre
refleja que Amazonía era una tierra difícil para el poblamiento: «(…) este río tan
38
Introducción
mal afortunado» y refuerza la imagen de tierra misteriosa poblada por salvajes y por
lo tanto el valor de su aventura.
39
Amazonas: Ruta Milenaria IV
fueron heredadas del mundo griego, pero es durante el cristianismo que el bárbaro se
convierte en una categoría excluyente, de menor jerarquía humana. La civilización
y la religión transforman en bárbaros a los americanos nativos de América, de ahí la
necesidad de civilizarlos, de «convertirlos» por medio de la religión, en el fondo, no
tanto al cristianismo como en realidad a la «civilización».
Terminando con la pregunta inicial, qué es ser amazónico, las lecturas del tomo
IV Amazonas Ruta Milenaria nos dejarán clara una idea, que el ser amazónico implica,
por definición, «amazonizarse» y con seguridad, el lector, acompañado por este libro,
podrá explorar en sí mismo si es un civilizado, un bárbaro, un amazónico o, simple-
mente, un amazonizado como el compilador de este libro.
40
Referencias de los autores
Capítulo 1
1.1 Roberto Pineda Camacho. "La historia, Los antropólogos y la Amazonia",
Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, 1 (July-December 2005):
121-135. https://doi.org/10.7440/antipoda1.2005.07
Capítulo 2
2.1 Juan Domingo Mogrovejo. Representaciones humanas en la cerámica forma-
tiva de las tierras bajas de la Amazonía nor-peruana, cuenca del Morona". Inédito
Capítulo 3
3.1 Michael Heckenberger. Xinguano Heroes,Ancestors, and Others. Materializing
the Past in Chiefly Bodies, Ritual Space and Landscape. Time and Memory in
Indigenous Amazonia, Anthropological Perspectives. Editores Carlos Fausto y
Michael Heckenberger. University Press of Florida, 31 pág., 2007.
3.3 Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi (2018). Otredades y permanencias: foto-
grafía histórica y exposición contemporánea del bosque y el indígena amazónico.
En LíNeas Generales, 0(001), 60-70. Doi: http://dx.doi.org/10.26439/en.lineas.
generales2018.n001.1831
Capítulo 4
4.1 Arturo E. de la Torre. ¿El invencible? Histórica (Lima),Vol. XVII, N° 1, (1993),
pág.239 – 266. PUCP. http://www.aetorre.com/nmrs/almacen/HISTORI1.pdf
42
Referencias de los autores
4.4 Nini Johanna Cortez Perdomo, León Díaz, Ruby Esther. Comunidades
indígenas: ¿víctimas pasivas o agentes reflexivos frente al ecoturismo? Algunas
consideraciones a partir de un proceso de intervención en el Trapecio Amazónico.
Trabajo Social, [S.l.], n. 9, ene. 2007. ISSN 2256-5493. Disponible en: https://
revistas.unal.edu.co/index.php/tsocial/article/view/8513.
4.5 Fray Pedro de Aguado. Historia de Venezuela escrita en 1581. Tomo 2 / por
Fray Pedro de Aguado y publicada, bajo la inspección de la mencionada Acade-
mia, por disposición del Gobierno del General Juan Vicente Gómez. MADRID
ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DE JAIME RATÉS Costanilla de San
Pedro, número 6.I919, páginas 233 – 413. URI: http://www.cervantesvirtual.
com/nd/ark:/59851/bmc1r712
43
CAPÍTULO I
IDENTIDADES, ORÍGENES Y
DESCENDENCIAS
Óscar de La Torre
Luciana Murari
Tierra de salvajes
Desde el siglo XVIII, en particular, la selva fue concebida, en términos generales,
como una región inepta para la civilización, en contraste con la región de los Andes,
al menos propicia para un eventual progreso o desarrollo. Las montañas de los Andes
fueron, en efecto, comparadas con las zonas templadas del mundo, lugares apropiados
para el desarrollo de la civilización.Allende la cordillera Oriental, las inmensas sabanas
del Orinoco o la exuberante vegetación verde de la Amazonia eran un territorio sin
historia donde campeaba la «barbarie», donde los hombres —aún los «racionales»—
caían, sometidos por la ley de la selva, a la condición humana más abyecta o al imperio
de los instintos (Serje, 1999).
Cuando, en 1924, fue publicada La Vorágine, los letrados bogotanos apenas pudieron
comprenderla. La Vorágine no sólo carecía de una referencia en la literatura nacio-
nal, sino que fue leída como el eco de una naturaleza salvaje donde los hombres se
contagiaban —en una especie de mimesis— de la misma condición salvaje. Como
novela de la selva —como texto—, se recibió a partir de los mismos imaginarios que
circulaban entre los letrados y ciudadanos del interior, que veían en cierta medida
como natural la violencia ejercida por los caucheros. Casi nadie captó su propósito de
denuncia social, de denuncia de la situación de oprobio que sufrían tanto los indios
como los caucheros frente a las rapaces casas caucheras. La desilusión de Rivera no
podía ser mayor; frente a uno de sus críticos (el poeta Jorge Trigueros), diría: «... la
obra se vende pero no se comprende. Es para morirse de desilusión» (Rivera, 25 de
noviembre de 1926, Ordóñez, 1987: 69-70).
Como ha sido advertido por Enna von der Walde, el fracaso de la mediación de
La Vorágine se debió en gran medida a la incapacidad por parte de la ciudad letrada de
incorporar al espacio de la Nación estos territorios de frontera, definidos por fuera
de la Historia, en el sentido de al margen de todo proceso civilizatorio. La condición
natural connotaba la negación de la historia y una visión de los indios como «salvajes».
Todavía a finales de la década del sesenta del siglo pasado, La Vorágine y otras no-
velas de la selva eran percibidas como ficciones, como una gran metáfora de la selva
Durante los siguientes cincuenta años, la región amazónica colombiana sería ape-
nas estudiada por los etnólogos. Con excepción del gran trabajo de Irving Goldman
sobre los cubeo del Vaupés, cuyo trabajo de campo fue realizado entre 1937 y 1939
pero cuya monografía sólo sería editada en 1963; de los escritos de Marcos Fulop de
48
Roberto Pineda Camacho
A este desolador panorama se debe añadir una nula o casi inexistente investiga-
ción arqueológica en toda la región. Los escasos estudios existentes en la Amazonia
—entre ellos, los de Betty Meggers y Clifford Evans (1957)— seguían por lo general
los parámetros expuestos por Julian Steward en el Handbook of South American Indians
(1949), según el cual en la Amazonia se había presentado un fenómeno de involución
cultural, debido a la escasa capacidad del bosque para sostener sociedades complejas.
Aunque Meggers variaría parcialmente su posición —al distinguir entre sociedades
complejas de varzea y sociedades de tierra firme—, la adaptación al medio ambiente
siguió siendo percibida como la clave para comprender la historia de la cuenca.
La etnología de urgencia
En 1967, Gerardo Reichel-Dolmatoff publicó un documento titulado «A Brief Re-
port on Urgent Ethnological Research in the Vaupés Area, Colombia», en el marco
de un gran programa internacional destinado a rescatar para la ciencia las culturas en
peligro de extinción cultural y biológica; dos años antes, en 1965, Alicia Dussán de
Reichel editó su influyente escrito Problemas y necesidades de la investigación etnológica
en Colombia. Doña Alicia organizó su material desde una perspectiva regional, desta-
cando la urgencia de realizar trabajos de campo en los diferentes grupos aborígenes
del país. En la Amazonia, resaltó la necesidad verdaderamente imperiosa de realizar
investigaciones de campo, dadas la precariedad de los trabajos etnográficos en la ma-
yoría de las comunidades indígenas y la amenaza de extinción cultural y biológica que
enfrentaban muchas de ellas. Los Reichel eran también conscientes de la importancia
de efectuar trabajos de investigación sobre los procesos de aculturación (de hecho,
habían realizado estudios clásicos a este respecto en la Sierra Nevada de Santa Marta),
y para el efecto, Gerardo contrató al eminente etnólogo brasileño Egon Schaden, de
la Universidad de Sao Paulo, quien por entonces era un experto en el tema en Brasil
y autor del importante libro Aculturação indígena (1969), en el cual describió y analizó
los procesos de cambio entre los indígenas del Brasil como consecuencia del contacto
con el «mundo de los blancos».
49
Amazonas: Ruta Milenaria IV
por entonces Jon Landaburu y otros investigadores iniciaron densos trabajos sobre
las lenguas aborígenes.
En los enfoques de los etnólogos predominó nuevamente una mirada que privile-
giaba la vida tradicional, el medio interno, analizado en general con una perspectiva
de organización social que combinaba un enfoque de descendencia —propio de la
gran antropología inglesa africanista— con una perspectiva de la alianza levistraussiana.
Ya Goldman había utilizado el concepto de «linaje» para entender la organización
social cubeo; en el Vaupés, los nuevos trabajos afinaron con más detalle el funciona-
miento de los «linajes», la importancia de la jerarquía social y de los «hermanos de
madre». Allí, la alianza se constituyó en un elemento clave para entender la dinámica
regional, en la medida que se destacó la existencia de un sistema regional fundado
en la exogamia lingüística.
Sin duda, esto contrastaba con el estilo tradicional malinowskiano del trabajo de
campo, caracterizado por grandes temporadas in situ y un aprendizaje de la lengua.
Los nuevos tesistas —muchos de los cuales pasaron largas temporadas de campo en
sitios muy «tradicionales» (como el río Pirá Paraná o el Mirití Paraná)— no dejaban
de sentir cierta desconfianza ante Desana, aunque con frecuencia lo leían y era para
ellos una fuente importante de reflexión.
50
Roberto Pineda Camacho
En Brasil, por su parte, Charles Wagley, Eduardo Galvao y Darcy Ribeiro im-
pulsaron los estudios regionales de la Amazonia; Ribeiro propuso el concepto de
51
Amazonas: Ruta Milenaria IV
«transfiguraciones étnicas» e intentó explicar bajo esta óptica lo que ocurría en los
diferentes frentes de expansión agrícola, ganadera o forestal en los territorios indios.
Años más tarde, Roberto Cardoso de Oliveira, un discípulo de Darcy Ribeiro, acuñó
el concepto de «fricción interétnica» para caracterizar las relaciones de los ticuna del
río Amazonas con la sociedad nacional.
Sin duda, la genealogía de estos conceptos es compleja y hay que entrelazarla con
ideas y perspectivas que emergían también en las antropologías y ciencias sociales
metropolitanas. La sociología de la explotación latinoamericana se vinculaba con la
sociología de la colonización africana que hacia énfasis en el estudio de los procesos
de cambio en el ámbito de una situación colonial, en la que los dos términos de la
ecuación se influyen y recrean mutuamente, como el amo y el esclavo de la filosofía
hegeliana. El desarrollo engendraba el subdesarrollo, como dos caras de una misma
moneda.
La crisis de la antropología
En ese nuevo panorama, las antropologías latinoamericanas tuvieron, en general, una
sacudida importante. En México, Bonfil Batalla y otros investigadores de la Escuela
Nacional de Antropología e Historia se rebelaron contra los presupuestos del indige-
nismo mexicano y su peculiar matrimonio con el Estado mexicano. En 1970, publi-
caron De eso que llaman la antropología mexicana, donde rompían con la antropología
aplicada tradicional. Los antropólogos mexicanos enfatizaron la idea del indio como
una categoría colonial y estimularon el estudio de las relaciones interétnicas a través
de los conceptos de clase y etnia.
Bajo este ámbito, los nuevos antropólogos de América Latina impulsaron traba-
jos de campo en los que cada vez tomó más importancia la acción que la reflexión
teórica. Los etnólogos colombianos más radicales de la región amazónica —como
Horacio Calle Restrepo— pregonaron incluso el abandono de la grabadora y otros
52
Roberto Pineda Camacho
53
Amazonas: Ruta Milenaria IV
54
Roberto Pineda Camacho
Sin duda, este movimiento hacia la historia no ha sido exclusivo de la región del
Caquetá-Putumayo, sino que lo encontramos también en otras regiones de la Ama-
zonia. Pero pareciera como si en estas otras regiones, la urgencia del trabajo histórico
fuese menor, debido a que es posible tener cierta inteligibilidad de tipo sincrónico.
Sin embargo, a medida que la perspectiva histórica nos ilumina algunos aspectos
de su pasado, comprendemos que también su presente etnográfico es la cristalización
de profundos ciclos históricos y no son sociedades estables, bien delimitadas, con
territorios y gentes distribuidas de forma tradicional. Por ejemplo, a finales del siglo
XIX, en toda la región delVaupés se presentaron grandes movimientos mesiánicos, con
indígenas que se autoproclamaron como Segundos Cristos, imbricados en el contexto
de procesos de evangelización y de creación de una sociedad regional cabocla en
toda la región del río Negro. Su supuesta naturaleza tradicional obedece, entonces,
más bien a nuestra mirada que a sus propiedades intrínsecas.
En este contexto, las sociedades amazónicas y la selva, lejos de ser expresiones del
mundo natural, ajeno a la expansión de la civilización, deben comprenderse en el
marco de la temprana inserción de la Amazonia en la economía-mundo, que provocó
una debacle demográfica de una población estimada en por lo menos 6.000.000 de
personas en el siglo XVI, y que generó también importantes transformaciones en su
medio ambiente y la génesis de nuevas sociedades.
55
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Esto no obsta para que no podamos afirmar, sin ser chauvinistas, que, en gran
parte, esta nueva conciencia histórica se debió al trabajo de los antropólogos lati-
noamericanos, aunque con frecuencia sus artículos, anteriores cronológicamente, no
aparezcan mencionados en revistas internacionales, con excepción de aquellos que
fueron traducidos al inglés, o sus autores mantienen fuertes vínculos con la academia
norteamericana o europea.
En el caso de los trabajos históricos sobre la Amazonia, una gran parte de ellos son
aún descripciones minuciosas del escenario externo, sin suficiente conexión con la
experiencia de sus pobladores o con la historia local contemporánea.
Esto significa que deberíamos comprender más la textura cultural de los proyectos
misioneros, de las Casas caucheras y de las nuevas formas de ocupación y apropiación
de sus recursos.
56
Roberto Pineda Camacho
Estas nuevas tendencias han mostrado problemas y enfoques que podrían enri-
quecer nuestros propios estilos de antropología histórica en la Amazonia, de manera
que debemos activar nuestro diálogo con dichas orientaciones, aportando nuestras
propias experiencias y herramientas, nuestra propia tradición acumulada durante casi
tres décadas, aquí y allá, a la mesa común.
¿Es esto posible? Antes de responder, y para terminar, permítaseme situar esta
discusión en un campo más amplio.
Epílogo
Roberto Cardoso de Oliveira ha planteado la necesidad de considerar la relación an-
tropologías periféricas o del sur versus antropologías metropolitanas sobre la premisa
de que la antropología es una sola, conformada por diversos paradigmas: funcionalismo,
estructuralismo histórico, cultural, interpretativo. El mismo autor entiende paradigma
en un sentido relajado, diferente de su definición propiamente kuhniana. Aclara que
la historia de las ciencias sociales no es un proceso de sucesión paradigmática, sino
más bien de articulación, de coexistencia en diferentes grados, de estos paradigmas
(Cardoso, 1996).
En este sentido, la idea no es construir un toldo aparte, sino cultivar nuestro propio
estilo, injertando lo que parezca relevante, teniendo la conciencia de que ese bloque
que llamamos antropología también ha sido construido en gran parte por las antro-
pologías periféricas o del sur.
57
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Comparto las ideas de Carlos Uribe (1997), cuando comenta el artículo de Esteban
Krotz, en cuanto que la antropología latinoamericana o el antropólogo latinoameri-
cano no debe verse como víctima de sus condiciones frente a la relación dominante
del norte.
58
Roberto Pineda Camacho
Bibliografía
59
Amazonas: Ruta Milenaria IV
KROTZ, ESTEBAN. 1996. «La genera- SERJE, MARGARITA. 1999. «La con-
ción de teoría antropológica en América cepción naturalista de la naturaleza. Un
Latina: silenciamientos, tensiones intrín- desafío al ambientalismo», en Revista de
secas y puntos de partida», en Maguaré, Antropología y Arqueología, Universidad de
Revista del Departamento de Antropología, los Andes, vol. 1, Nº 1-2, pp. 5-70.
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11-12. SOTO,ÁLVARO. 1969. Mitos de los cubeo,
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ORDÓÑEZ, MONSERRATT. 1987. Indians, Bull. 143, pp. 659-689, Washing-
La vorágine.Textos críticos, Bogotá,Alian- ton, Bureau of American Ethnology.
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TORRES, ALFONSO. 1969. Mito y
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Research, Bull. 9,Vienna, pp. 53-62. Certain Feeling of Homeless. Remarks
1968. Desana. Simbolismo de los indios on Estaban Krotz Anthropology of the
tucano del Vaupés, Bogotá, Universidad de South», en Critique of Anthropology, vol.
los Andes. 17, Nº 3, pp. 253-261.
60
Los colonos andinos de Yurinaki1
El presente artículo trata sobre el discurso colono. Nos interesa centrarnos en el discurso
de los sujetos que estuvieron involucrados en los procesos de colonización en la selva
central. En ese sentido, la selección consciente o no de recuerdos, acontecimientos y
hechos interpretados por experiencias posteriores la consideramos decisiva.
En nuestra historia, uno puede ubicar puntos de inflexión como el hecho de migrar,
pues a partir de ella es que se pueden entrever los nudos o eventos significativos, pues
esta no solo presupone la existencia de un yo necesario y cuestionador, sino que
también existe —no lo olvidemos— solo a través del relato y el texto.
1 Este artículo es parte del proyecto «Identidad colona: migración andina y adaptación al trópico húme-
do» que se desarrolló bajo el marco institucional del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de
la UNMSM, durante 2009.
2 Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Dirección electrónica: [email protected].
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Por ejemplo, en la sierra peruana han sido los indígenas los delimitados como tales,
y los mestizos o «mistis» han sido descritos generalmente como grupos de poder o
coerción, pero no como «grupos étnicos».
En segundo lugar, este breve trabajo quizás ayude a rebasar la distinción usual de lo
«andino» y lo «amazónico», pues las dinámicas en este caso concreto, se entrecruzan y
se expresan en distintas manifestaciones como la recreación cultural, los matrimonios
mixtos y la pequeña agricultura.
Para el Perú han sido importantes los trabajos de Santos y Barclay (1995) y de
Sala i Vila (2001) sobre las características y el impacto de la colonización andina en
62
Rommel Plasencia Soto
Sala i Vila describe la marcha de los colonos huantinos hacia el valle del río
Apurímac, explicándola como una migración de capital y de mano de obra hacia zonas
que en cierto modo estaban libres del alcance de los poderes locales que asfixiaban a
gran parte de las provincias del norte del departamento de Ayacucho.
Manrique (s/f) y Hvalkof (1992) nos advierten sobre las relaciones generalmente
conflictivas entre colonos andinos y asháninkas del Perené y Obenteni, respectivamente.
Puerto Yurinaki
Como una forma de pagar la deuda externa, contraída para financiar la reconstrucción
del país después de la guerra con Chile, es que el presidente Cáceres otorga en 1892
cerca de medio millón de hectáreas en la zona del Perené (departamento de Junín)
a la compañía británica Peruvian Corporation. Este hecho tuvo un rol fundamental
en la gestación del actual perfil productivo de la zona, pues en general, ha sido la
selva central la que precozmente se ha incorporado a la economía mercantil y la
colonización masiva.
Luego de construida la carretera hacia Huancayo en 1940, por presiones del Estado
en 1946, la compañía inglesa empieza a vender sus terrenos a nuevos colonos. Muchos
de ellos no sólo eran los antiguos feudatarios del extenso latifundio, sino también
nuevos colonos de origen extranjero y de la sierra central.
63
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Es a partir de los años 50 que los colonos asentados en los terrenos de la Peruvian
Corporation empiezan a reivindicar esas tierras, que para esa época se había constituido
en dos empresas para eludir las presiones de sectores gubernamentales que exigían su
parcelación: la Compañía Agrícola Pampa Whaley y la Negociación Perené.
Los que fundaron el pueblo de Puerto Yurinaki venían de esa cantera. Agricultores
serranos que lograron, apoyados por la Federación de Campesinos de Jauja y con la
ayuda de políticos regionales, el reconocimiento de sus posesiones y entraron en la
dinámica de la agricultura comercial que entonces empezaba una nueva etapa, por
los precios ventajosos en el mercado internacional del café y de la demanda urbana
de frutas.
Es así que los primeros días de enero de 1962, un grupo de personas reunidas
con el nombre de Asociación Agrícola «La Esperanza de Yurinaqui Bajo» acordaron
fundar el poblado. Encabezaban dicho acuerdo los colonos Isaías Quiroz y Lucio
Roca, comunero huancaíno.
A 300 metros sobre el nivel del mar, Yurinaki se recuesta sobre una playa de la
margen izquierda del río Yurinaki que desemboca en el Perené.
64
Rommel Plasencia Soto
Redes ampliadas
El trabajo de campo en el cual se basan los datos que exponemos a continuación fue
realizado en el mes de octubre del 2009.1 Revisamos las actas de nacimientos que
están depositadas en el municipio y que datan de 1998 para indagar sobre el origen
de los padres y tener la certeza de que las uniones se realizan entre copoblanos o si
existe una red más abierta en las preferencias conyugales.
Según este cuadro, quizás podamos inferir que los colonos de Puerto Yurinaki,
utilizan distintas estrategias y arreglos para construir su sociedad. Sus prácticas ma-
trimoniales lo realizan generalmente entre «paisanos» con posibles fines de identidad
cultural y de cooperación. Los provenientes de las zonas rurales del departamento de
Junín diseñan una suerte de «endogamia regional». Los comuneros de Huancavelica
y Apurímac podrían ser considerados como el trasvase del subdesarrollo rural de sus
lugares de origen.
1 Quiero agradecer a Paola Pando Cachique y Milagros Romero, estudiantes de antropología por el
trabajo de campo realizado.
65
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Varones
Año Ayacucho Huancavelica Apurímac Junín Otros
2000 3 1 7
2001 1 1 11 6
2003 1 6 1
2004 2 1 4 3
2005 2 6 2
2006 4 4 21 4
2007 1 1 1 9 7
2008 3 1 6 2
2009 1 2 9 2
Mujeres
Año Ayacucho Huancavelica Apurímac Junín Otros
2000 1 8
2001 1 15 4
2003 1 6 1
2004 1 1 5 3
2005 3 5 2
2006 3 3 25 3
2007 4 2 7 7
2008 1 2 7 2
2009 2 1 9 2
Fuente: Centro Poblado de Yurinaki, Libros de Matrimonios, 2000-2009.
Retórica de la colonización
66
Rommel Plasencia Soto
Si no cumplías las noventa tareas, no podías salir y muchas veces la gente no podía
cumplir, pues acá les atacaba rápidamente el paludismo y la anemia, la gente sufría
mucho por el alimento.
Mis padres eran agricultores, cuando éramos niños vivíamos con ellos. A mis
hermanos les dio estudios superiores, a mí casi nada, pues yo salí como aventurero
de la casa.
Luego salimos en grupo de La Esperanza hacia el otro lado del río Perené, pasando
por Pampa Julián, Boca Tigre, La Unión; así salimos en grupo, avanzamos por Cahuide
Alto, Bajo Cahuide y así llegamos a Yurinaki.
67
Amazonas: Ruta Milenaria IV
En 1962, luego de cumplir dos años aquí, decidimos organizar un pueblo en esta
zona. Por aquel entonces nosotros entrábamos por Metraro2, teníamos que sacar
nuestras cositas y nuestros productos con mulos hacia Metraro, entonces consideramos
que era necesario hacer una carretera de Puerto Yurinaki hacia Metraro y con esa
esperanza organizamos la directiva de la Asociación Agrícola de Puerto Yurinaki que
se encargaría de la construcción, fueron nombrados el agente municipal, el teniente
gobernador y yo estaba a la cabeza dirigiendo la junta directiva como eje principal
que movía todos los acuerdos que teníamos.
Por el año de 1962 se había visto la salida de los primeros botes de un nativo de
Choringabini,Adolfo Gutiérrez, y de otro paisano también, un tal Tomás, cuyo apellido
no me acuerdo. Ellos han sido los primeros en sacar su bote fuera de borda y trasladaban
a la gente hasta Pampasilva y ya había mayor movimiento, por aquel entonces este
lugar era un potrero, una pampa que estaba en posesión de la comunidad nativa de
Pucharini. Nos relacionamos fácilmente con los amigos nativos y conversábamos con
los jefes, especialmente el jefe que dirigía esta comunidad, un tal Mishari, también
era el jefe de la comunidad Mariscal Cáceres de Metraro, era un señor que conocía
bastante pues era licenciado del ejército.
2 Metraro es, según las versiones franciscanas y la propia tradición asháninka, el lugar donde se refugió
Juan Santos Atahualpa.
68
Rommel Plasencia Soto
Nosotros nos relacionábamos muy bien con los hermanos nativos de Pucharini
gracias a Juan Jacinto, a Manuel Camañari, a sus hijos. Fueron buenas personas, nos
han dado la mano a nosotros, yo lo reconozco porque soy el primer hombre que ha
llegado aquí y he sufrido bastante, pero nos hemos unido con ellos y nos hemos ganado
su confianza. Siempre íbamos a Pucharini, a la comunidad, pues tenían yuca, papaya,
plátano; muchos alimentos para comer, ellos nos vendían, y así nos relacionábamos
como amigos, incluso hemos jugado fútbol con ellos.
Los nativos tenían bastante relación con los colonos, incluso hasta con la compañía,
que les había dado alambres de púas para que críen ganado. Nosotros convencimos a
la comunidad para que nos den terrenos para el estadio, para jugar o hacer deporte,
porque aquí había muchos jóvenes y no había en que ocuparlos, lo único que hacíamos
era ir al río a bañarnos, a lavarnos, ir a cazar, a pescar, eso era todo lo que hacíamos, así
que necesitábamos nuestro campo deportivo para jugar y hacer deporte, los nativos
muy amablemente nos facilitaron el terreno para el campo deportivo.
69
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Nosotros no podíamos hacer ningún conflicto, usurpar o quitar un terreno, eso nos
dijo el doctor Raúl Zárate Jurado, el prefecto departamental de Junín. Casi a fines de
1962 llegaron ellos acá, vino el doctor Raúl Zárate Jurado, el prefecto ubicó, verificó
el terreno, vino conjuntamente con los investigadores de la policía de Huancayo, el
señor Calderón Gamarra, después don Domingo Toribio, tres investigadores, más los
dos policías. Ellos verificaron todo ese terreno y nos dijeron que el conflicto que
hacíamos era por gusto, que el señor Demetrio Inga fingía conocer o saber todo ese
asunto, pero su única intención era seducir a la gente diciéndoles: —¡ese terreno es de
nosotros!, ¡va a ser de nosotros!, pero era en vano, lo hacía solamente por molestarnos.
Para nuestra suerte, más tarde, la Asociación Juan Santos Atahualpa se dividió en
dos grupos: la parte baja estaba dirigida por Demetrio Inga y la parte alta por Jorge
Tramontana, que era un señor muy caballero, él era de Huancavelica, de la provincia
de Pampas, pero trabajaba como contador público en Lima, él tomó parte de nuestra
directiva, pues era también colono como nosotros.
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Rommel Plasencia Soto
los hombres que realmente querían trabajar por el pueblo, estaba el mismo Jorge
Tramontana, el señor Edmundo Millas, los hermanos Martínez, el señor Alfonso
Quispe, Juan Ramírez Lazo,Alfonso Sevilla, personas conocidas y muy entusiastas que
realmente vinieron a unirse con nosotros para trabajar, desde entonces empezamos
a trabajar con Juan Santos Atahualpa en Puerto Yurinaki, nos unimos e hicimos una
sola fuerza para formar nuestro pueblo.
Allí vivían la familia Beltrán, los Pacheco y muchos más, pues no tenían a donde
ir para estudiar. Nuestra escuelita estaba a cargo de un profesor adventista.
Calculo que el año 1962 en todo el valle del Perené había algo de dos mil colonos.
Ya éramos bastante, nosotros formamos el pueblo de Palmatambo, también Dos de
Mayo, más adentro, también por Yurinaki.
Yo seguía soltero. Llegué acá cuando tenía 19 años. Acá pasé mucho tiempo y
trabajé, estuve soltero hasta los 38 años de edad, trabajé mucho en la agricultura
con fines de apoyar a mis padres, porque mi padre sufrió un robo en Huancayo, de
repente ese fue el motivo que me llevó a la Compañía a trabajar, pero no solo me
quedé trabajando, anhelaba tener un terreno por acá por la selva y he logrado tenerla
gracias a la colonización.
Pasado el tiempo yo conversé con la señorita que trabajó conmigo aquí, me apoyó,
para eso yo ya la había elegido entre todas las chicas que trabajaban conmigo. Yo
siempre he trabajado con personal femenino contratado como cocineras, las traía de
Huancavelica, de Huancayo, para que trabajaran conmigo. Ellas me aceptaban y venían
a trabajar con mucha responsabilidad, eso sí les decía: ¡usted señorita va a trabajar,
pero con mucho respeto, yo la voy a tratar como si fuese usted una hermana o un
familiar, en su centro de trabajo no debe pasar nada y si eso sucede yo soy el único
responsable!, así trabajábamos.
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
Las muchachas trabajaban un mes, tres meses, otras tomaban medio año y yo les
liquidaba su pago lo que era justo por su trabajo, así entre todas esas muchachas yo
tenía que elegir una para mi esposa.
Ella llegó a trabajar conmigo, era una de las chicas más buenas y muy amable, de
repente le faltaba educación, pero tenía mucha disposición para el trabajo, entonces yo
la tomé por mi esposa y luego le avisé a mis padres que la señorita que había venido ya
se iba a quedar conmigo, entonces llegamos a un acuerdo para formar nuestro hogar,
mis padres se alegraron mucho y fueron ellos quienes conversaron con los padres de
la señorita, yo fui también solo a formalizar el compromiso.
Yo he trabajado desde muy joven, tenía una finca nada más, la primera producción
que hemos hecho es el café, he sido caficultor, ahora también estoy cultivando café
pero he trabajado más con cítricos, también tengo paltos, platanales.
Llegué a tener esposa, a tener hijos y ya tenía que empezar educar a mis hijos,
cuidarlos bien, alimentarlos mejor, pero como yo ya tenía mi trabajo, ya casi no me
sacrificaba, ya sabía de donde cosechaba, mientras sembraba en la chacra había para
comer y para ayudar a la familia, eso era suficiente.
En Yurinaki aún nos faltaba mucho, aunque ya había un estadio habíamos pensado
en organizar un pueblo e íbamos todos con esas miras, pero dentro del grupo que
formamos la agencia municipal, en ese tiempo (de 1962 a 1964) teníamos agentes
municipales que revocábamos cada tres meses, medio año o un año, parece que
no trabajaban bien. Un día realizamos un cabildo abierto, para eso conversamos
con el alcalde que para aquel entonces era el señor Juan Carrión Ruiz, agricultor
naranjero de La Esperanza, él tomó el cargo como alcalde del distrito de La Merced
de Chanchamayo, era un gran amigo.
Opinamos que era necesario hacer un cabildo abierto y nombrar un alcalde parcial
para así poder trabajar siempre y no estar de revocatoria en revocatoria, pues así nunca
íbamos a progresar, entonces hicimos un cabildo abierto y nombramos como alcalde a
una persona que era de José Olaya, el señor Enrique Cossío, lo elegimos a él y desde
esa fecha ya empezamos a trabajar formalmente.
72
Rommel Plasencia Soto
Así se formó nuestro pueblo, ya habíamos dividido las obras públicas y empezamos
a trabajar una por una, cada institución.También pensamos en el agua potable, el agua
se hizo posible gracias a las gestiones que realizó un buen amigo, el señor Estrada, que
con mucho entusiasmo trabajó para que nuestro pueblo cuente con este elemento vital.
La enfermedad que más nos aquejó aquí fue el paludismo, la anemia, las infecciones
por los mosquitos y otros bichos que nos picaban constantemente. Para tratarnos
teníamos que ir muchas veces a La Merced, incluso a Lima si la picadura de esos
insectos venenosos era muy grave.
Aparte de todo eso, muchas veces también hemos sufrido desgracias como incendios
a causa del roza y quema que se hacía en las chacras, principalmente en la parte alta
del pajonal. Aproximadamente por el año 1965 se produjo uno de los incendios más
grandes que sufrimos, fue por un pequeño fuego y afectó a toda la falda del cerro que
está cerca de las cataratas, prácticamente barrió toda la zona de Palmatambo y llegó
hasta la comunidad nativa de San Jerónimo, todo se quedó «pelado» a consecuencia del
incendio, muchos animales del monte murieron pero felizmente no murió ninguna
persona.
Ellos nos apoyaron muchísimo y gracias a ello se logró cristalizar el centro de salud
aquí y también gracias a las gestiones que hicimos pidiendo apoyo a la Universidad
Cayetano Heredia de Lima, ellos nos apoyaron con muchas medicinas, el Estado nos
apoyó muy poco, solamente nos apoyó en la construcción del hospital.
La forma como nos apoyó el doctor Kanashiro fue en preparar jóvenes para la
atención de medicamentos, pues no había enfermeras, tampoco el doctor podía venir
acá muy seguido, solamente venía a veces el doctor De Marini como profesor, con
apoyo de otros médicos, pero no era suficiente. Se preparó a cinco jóvenes de aquí
para que ellos se dediquen a poner inyecciones, el reparto de pastillas, ampollas, todo
eso; se fueron a preparar en el hospital de La Merced por tres meses, luego volvieron a
trabajar acá, con ellos hemos hecho campaña de salud apoyando a otros pueblos, hemos
trabajado apoyando a Palmatambo, José Olaya, Chirani y a muchos pueblitos más.
La primera iglesia que se formó aquí fue una evangélica que se inició en una casita,
era la Iglesia Peruana. En obras públicas ya teníamos designado un terreno para la iglesia
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
Los evangélicos no tienen nada ajeno a nosotros, por el contrario, pienso que
queremos superar el pueblo todos unidos, sin distinción alguna, esa es la opinión de
la autoridades del pueblo. Nosotros no podemos discriminar a nadie, todos somos
seres vivientes.
Cuando recién llegamos aquí hubo muchos provincianos que se juntaron con las
nativas, no hubo ninguna rivalidad por juntarse con las nativas, muchos de mis amigos
se casaron con ellas, viven bien.Al casarse vivían en el lugar adecuado para ellos, donde
pudieran vivir más tranquilos, para eso ellos elegían el sitio. Ellos viven bien, no hay
distinción: ¡que tu familia es nativa! o ¡mi hijo es así!, no, todo es tranquilo, incluso
actualmente se siguen dando casos de convivencia de nativos y colonos.
Para cruzar el río lo teníamos que hacer en huaros, aquí hubieron dos huaros por
donde cruzábamos con nuestras cargas, pagábamos de acuerdo a la cantidad de bultos,
por sacos de café o por cajones de fruta. Para sacar nuestros productos de las chacras
teníamos que hacerlo con acémilas, mulos y burros, así llegábamos hasta el huaro para
cruzar el río y transportarlo en bote o lancha. Luego de la construcción de la carretera
Marginal, la única preocupación era llegar de la chacra a las orillas del río, cruzar al
otro lado y esperar un carro para ir por la carretera a La Merced.
Yo tengo una sola finca, los colonos tenemos parcelas. Con el tiempo nuestros
hijos jóvenes también quisieron tener su propio terreno, de esa manera nuestros hijos
mayores han salido a otros lugares a buscar nuevas chacras, pero aquí en Yurinaki todos
tenemos una sola parcela, una sola propiedad para cada colono. Los colonos acordamos
tener unánimemente 10 hectáreas, pero solo hemos llegado a siete.
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INSCRITOS 2007
Ayacucho Huancavelica Apurimac Junín otros
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Término
Lucio Roca representa el papel del colono abnegado que a través del trabajo y el
sufrimiento por domar estas ásperas tierras, se cualifica y endurece como el hierro.
Con Lucio Roca, creo percibir una vía popular del discurso colono. Notamos
una crítica del rol de Estado y su lógica excluyente. Siente simpatía y respeto por
la población asháninka, a la cual reconoce que sin su ayuda hubiese sido imposible
sobrevivir en la cuenca delYurinaki. Pareciese que el hilo conductor de los agricultores
contestatarios de la Peruvian Corporation estuviera presente en sus recuerdos.
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Bibliografía
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Los ambiguos efectos de la fluidez y la contingencia:
la postemancipación en el Brasil fronterizo
(Amazonía, 1888-1950)
Óscar de la Torre1
Si desde un punto de vista legal y político el año 1888 señaló el final de la esclavitud
en Brasil, la abolición significó el inicio de una nueva etapa para los proyectos de liber-
tad que los afrobrasileños venían desarrollando desde mucho antes. Los historiadores
han mostrado cómo la Ley Áurea constituyó un momento significativo para los casi
tres cuartos de millón de personas que todavía eran esclavos, lo que les convertía en
bienes semovientes, como el ganado, y en trabajadores explotados casi sin límites. Sin
embargo, desde otro punto de vista, el 13 de mayo de 1888 fue parte de un proceso
gradual de erosión de la institución esclava, protagonizado tanto por los abolicionistas
organizados como por los propios esclavos. Mientras unos presionaban para aprobar
leyes que acortaran la vida de la institución esclava, o que le pusieran fin, los otros
transformaron gradualmente los límites del cautiverio al desarrollar una economía
autónoma, al crear familias y comunidades, al erigir una vibrante cultura propia, o
al adoptar estrategias más rupturistas como la fuga, la rebelión, o el cimarronaje. En
último extremo, como nos recuerda la historiografía reciente, los caminos hacia la
libertad fueron múltiples y complejos (Schmidt-Nowara, 2011: 116).
Tanto en Brasil como en el resto de América Latina, los historiadores van reconstru-
yendo los proyectos de libertad de los ex esclavizados de manera gradual y fragmentaria.
Poco a poco sabemos más sobre sus actividades económicas y políticas en el ámbito
urbano, sobre sus trayectorias específicas de acceso a la ciudadanía, y también sobre
sus condiciones de vida en el ámbito rural. En Brasil, a la ya significativa producción
sobre la postabolición en Río de Janeiro, São Paulo, y Bahía, se le van uniendo otras
regiones como Minas Gerais, la región Sur, la Amazonía y otras provincias nordestinas,
si bien todavía existen importantes vacíos tanto temáticos como regionales1. Y uno
de ellos es, precisamente, cómo las condiciones sociales en los territorios de frontera
afectaron a los proyectos de libertad que los ex esclavos construyeron después de 1888.
2 Por frontera voy a considerar las «áreas geográficas escasamente pobladas y periféricas a los centros
de poder económico y político, que [en un momento determinado] experimentan rápidos procesos
de cambio demográfico, agrícola, o tecnológico» (Little, 2001: 1). Traducción propia, a menos que
se indique lo contrario. Para finales del siglo XIX e inicios del XX la mayoría de estados brasileños,
incluyendo las áreas cafeteras de Río de Janeiro, São Paulo y Minas Gerais, tuvieron fronteras internas
en expansión, por lo que también haré referencia a ellas.
3 Véase también Bolland, 2002.
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Belém y su hinterland fluvial (ríos Acará, Guamá, Mojú, Capim), el Bajo Tocantins, la
isla de Marajó, la región de Bajo Amazonas, y la frontera con Maranhao —véase Mapa
1— (Bezerra Neto, 2001: cap. 5). En 1890 los municipios de estas regiones mostraban
a menudo porcentajes de población negra cercanos o superiores al 10%: Cametá un
11%, Igarapé-Mirim un 15%, Acará un 9%, y Abaeté un 7% (Brazil. Direitoria Geral
de Estatistica, 1898: 3, 80-85).
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Estos grupos eran mayoritarios tanto a nivel estatal como en muchos municipios,
tanto urbanos como rurales, en porcentajes que generalmente oscilan entre el 40 y
el 80%. Caboclos y mestizos representaban el 54% de la población del estado, pero
en municipios como Faro llegaba al 80%, en Itaituba al 73%, y en Óbidos al 59%
(Brazil. Direitoria Geral de Estatistica, 1898: 3, 80-83). En la práctica, indios, negros
y blancos de la Amazonía frecuentemente unieron sus destinos, formando familias
que quebraban las jerarquías étnicas impuestas por las élites brasileñas. Tal dinámica
parece haber estado presente en esta región ya desde la época tardocolonial, cuando
los tres principales grupos étnicos entraron en contacto en el espacio amazónico
(Harris, 2011: 40, 122).
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Así, por ejemplo, en los ríos Trombetas y Erepecurú, un área marcada por una
fuerte presencia negra debido a la existencia de notables mocambos o comunidades
de esclavos fugados desde inicios del siglo XIX, numerosas familias se formaron al
calor de estas migraciones. Un joven llamado Clemente Antonio dos Santos emigró
en algún momento de la década de 1870 desde una comunidad rural del municipio
de Alenquer (región de Bajo Amazonas) hasta el lago Erepecú, en el adyacente mu-
nicipio de Oriximiná (Funes, 2003: 242). Dos Santos era descendiente o bien de los
cimarrones del quilombo de Pacoval, en Alenquer, o bien de libertos asentados en
tierras del mismo municipio.6 En cualquier caso, su ruta siguió las de otros lavradores
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Esta última estrategia no parece haber estado entre las escogidas por Clemente, aunque
algunos descendientes de cimarrones sí las pusieran en práctica.7
7 Entrevista colectiva con Nicanor (nacido en 1940), Aldenor Pereira de Jesús (nacido en 1953), Teresa
Fernandes Regis (nacida en 1938), y Raymundo Dias Barbosa (nacido en 1947), 6 de junio de 2009;
Cartório Ferreira (Óbidos), Autos de Manutenção de Posse, Elysio Pessoa de Carvalho versus Raimundo
da Costa Lima, 1926, págs. 61-62.
8 Entrevista a Manoel Ramos dos Santos (nacido en 1948), Comunidad Terra Amarela (Vigia, Pará), 19 de
marzo de 2009.
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9 Entrevista a Seu Alcides (nacido en 1940), 26 de marzo de 2009; también entrevista con Dona Bena
(nacido en 1922), 1 de abril de 2009; Nadi Ferreira dos Santos (nacido en 1948), 3 de marzo de 2009;
Manoel Santana Ferreira (nacido en 1940), 25 de marzo de 2009.
10 Sobre el concepto de posse y su importancia en la historia de los campesinos brasileños, véanse Holston,
2008: 121-122; Motta, 1998: 123, 140-144.
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11 Instituto de Terras do Pará, Autos de Medição e Discriminação de Joaquim Tavares de Souza e Esposa,
1911; Autos de Medição Massaranduba, José Antônio Picanço Diniz, 1921.
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que existen sobre ellas, podemos decir que para inicios del siglo XX (quizá antes),
cuando una serie de actores nuevos llegan a la región amazónica, dichas estrategias
estaban ya formadas y habían sido practicadas con anterioridad.
12 Artículo 68 de las Disposiciones Transitorias: «Aos remanescentes das comunidades dos quilombos que
estejam ocupando suas terras, é reconhecida a propriedade definitiva, devendo o Estado emitir-lhes
títulos respectivos». Disponible en www.cpisp.org.br/htm/leis/index.html (consulta: mayo de 2011).
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Después de la abolición, las relaciones comerciales con las casas comerciales con-
tinuaron, y comerciantes como Francisco dos Santos Amaral, los hermanos Milton y
Gumercindo Ferreira, y otros, ampliaron su presencia en los castañales del Curuá.14 Sin
embargo, las actividades de estos comerciantes no fueron percibidas como amenazas
para la autonomía de Pacoval, ya que sus habitantes no se veían obligados a trabajar
para ninguno de ellos en concreto. Con el modelo tradicional de comercio, al que
los mocambeiros llamaban «libre,» los diferentes agentes comerciales competían por
comprar las castañas al mejor postor, una competencia en los precios que naturalmente
beneficiaba a los productores (Muniz, 1907: 33, 40, 41).
13 Cartório do Segundo Ofício de Alenquer (ó C2A), Inventário post-mortem de Candido José Simões,
1873, pág. 5; Inventário post-mortem de Manoel Pinto Monteiro, 1887.
14 Entrevista con Maria José Monteiro, Pacoval (Dona Piquixita), 22 de abril de 2009 (nacida en 1915);
Muniz, 1907: 17.Véase también De Azevedo, 2002: 44.
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15 Fundaçao Cultural Tancredo Neves, «Congresso do Estado: Senado». Folha do Norte, 9522 (23 de
septiembre de 1921).
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y María Monge, quienes fundaron los extensivos troncos familiares que originaron
la comunidad. En el municipio de Ananindeua, bajo río Acará, se halla la comunidad
de Guajará Miri, cuyos orígenes míticos se remontan al casamiento del conde Coma
Melo con su esclava Olimpia y la cesión en herencia de las tierras del conde a tres
mujeres esclavas conocidas como las «Tres Marías». Una historia similar se da en las
villas negras de Boavista do Itá y Macapazinho, en el municipio de Santa Isabel.
16 Comunidades de São Judas, Guajará Miri, Boavista do Itá, y Macapazinho, en Castro, 2005; Acevedo y
Castro, 1998: 37-49; O’Dwyer y De Carvalho, 2002: 193, 195; De Gusmao, 1999: 146.
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Este proceso reflejaba en realidad uno mucho más amplio. La flexibilidad y la in-
formalidad en el acceso a la propiedad agraria permitieron que se forjaran estrategias
diversas y variadas para defender el derecho a la tierra por parte de las comunidades
negras. Algunas enfatizaron los lazos con comerciantes, otras con antiguos propieta-
rios de esclavos y aun otras esgrimieron documentos de varios tipos como bases para
edificar sus narrativas y sus estrategias de reproducción y defensa comunitaria en las
décadas de la postabolición. Investigaciones actuales sobre las comunidades negras
rurales en la Amazonía han empezado a desenterrar la variedad y diversidad de dichas
estrategias, ofreciendo una panorámica que reafirma la riqueza de estas tradiciones
políticas en la región.
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17 Un abogado de la compañía minera Santa Patrícia se presentó una mañana de 1979 acompañado por
la policía y esgrimiendo un título de compra de las tierras, y forzó a las veinticinco familias a dejar sus
tierras a cambio de una ínfima compensación monetaria bajo la amenaza de arresto. Entrevista con
Antônio Souza, lago Abuí (Oriximiná), 5 de junio, 2009.Véase Acevedo, 1998: 234-238.
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Bibliografía
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Una selva de aventuras y misterios:
expediciones amazónicas en la literatura brasileña
de los años 1920 y 19301
Luciana Murari2
Introducción
A partir de 1925, algunas novelas publicadas en Brasil han creado representaciones
literarias de viajes a la selva amazónica, vislumbrando descubrimientos, aventuras y
sucesos sorprendentes en ese encuentro con lo desconocido. En este artículo, habla-
remos de la presencia de la Amazonía en el imaginario brasileño, por medio de na-
rrativas de fantasía y misterio vividas por ocasión de viajes ficcionales a su territorio.
Las historias que comentaremos son algunos de los marcos textuales que delinearon
los rasgos particulares de la región en el imaginario brasileño, en un momento crítico
de la historia del país: los años de 1920 y 1930. Creemos que las narrativas ficcionales
pueden enseñarnos mucho sobre la presencia de la Amazonía en la cultura brasileña, y
sobre cómo la naturaleza desconocida y no comprendida podía proporcionar abrigo
a las virtualidades de diferentes proyectos nacionales.
intelectuales ansiosos por la sincronización del país con el mundo.2 El afán de ac-
tualizarlo de acuerdo con el progreso de los países capitalistas centrales se estableció
como un proyecto para llevar a cabo tan pronto como fuera posible, y aquella re-
gión parecía tener un lugar privilegiado en la creación de ese futuro. La literatura
amazónica ha ayudado a impulsar la inserción de dicho territorio en la imaginación
progresista del país y en el ideal modernizador que se había difundido largamente
entre los brasileños cultivados. Desde principios de la década de 1920, el anhelo por
la transformación social y productiva del país ejercía presión sobre el sistema político
tradicional. Brasil todavía era un país principalmente rural, pero la perspectiva de que
continuaría siendo así parecía cada vez más distante. La industrialización, la tecnología
y la riqueza capitalista sonaban como apelaciones poéticas a los oídos de muchos de
nuestros intelectuales.3
En ese orden de ideas resulta necesaria una breve revisión histórica que nos permita
comprender la realidad de la Amazonía en ese momento. A finales del siglo XIX, la
época del ciclo del Hevea brasiliensis —árbol similar al caucho—, fuente del látex, hizo
fortunas rápidas y llenó la región de aventureros, cazadores de fortunas, trabajadores
extranjeros, inmigrantes brasileños de las regiones secas interioranas, comerciantes
y capitalistas. Las capitales Manaos y Belén se convirtieron en ciudades modernas y
dotadas de los refinamientos de la civilización europea.4
Sin embargo, el apogeo de la extracción del hevea solamente duró poco más de
tres décadas. La prosperidad lograda en Brasil durante los últimos años del siglo XIX
estaba destinada a terminar pronto, dado que las semillas del hevea fueron introducidas
en Inglaterra y luego transferidas a la región sureste de Asia. Allá, las plantaciones de
bosques homogéneos hicieron el sector mucho más eficiente que la extracción de
látex a partir de los ejemplares dispersos en grandes áreas de la selva brasileña. Desde
1910, la decadencia extractiva parecía inevitable, y las antes prósperas Belén y Manaos
cayeron en el olvido y la miseria. Se estima que dos millones de personas sufrieron
las consecuencias de la crisis.
2 Ese fue un tema decisivo en la creación literaria sobre la Amazonía, como constatamos en los escritos de
los más grandes autores de obras precedentes sobre la región.Ver: Luciana Murari, «Ao Revés da Utopia:
Metamorfoses do ambiente amazônico nas obras de Franklin Távora, Euclides da Cunha e Alberto
Rangel», Fronteira: Journal of Social,Technological and Environmental Science Vol: 3 n.o. 2 (2014): 55-66.
3 Para una síntesis de los hechos decisivos de este período en Brasil ver: Helena Carvalho Lorenzo y
Wilma Peres Costa, A década de 1920 e as origens do Brasil moderno (São Paulo: Universidade Estadual
Paulista, 1997); y Dulce Pandolfi, «Os anos 1930: as incertezas do Regime», en O Brasil republicano: o
tempo do nacional-estatismo. Do inicio da década de 1930 ao apogeu do Estado Novo, Volume 2, orgs. Jorge
Ferreira y Lucília de Almeida Neves Delgado (Rio de Janeiro: Civilização brasileira, 2003), 13-38.
4 Para conocer la historia de la extracción de hevea en Brasil, en esa época, ver Barbara Weinstein, A
borracha na Amazônia: expansão e decadência, 1850-1920 (São Paulo: Hucitec/Edusp, 1993).
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Luciana Murari
Tal fue el contexto en el cual se enmarcan las novelas que serán estudiadas y
que pueden ser definidas como «novelas de aventuras». La elección de las mismas
no respondió a cualidades estéticas, sino al hecho de que expresan el lugar ocupado
por la Amazonía en la mente de los brasileños instruidos, pues el resto del país la
conocía muy precariamente, y aunque inflase mucho el orgullo nacional, impresio-
naba la fuerza con la que hasta entonces había frustrado los intentos por convertirla
en un escenario para la modernidad brasileña naciente. Los textos escogidos fueron:
La Amazonía misteriosa (1925) de Gastao Cruls, La República 3000 (1930) y Kalum
(1936) de Menotti del Picchia, En el Pacoval de Carimbé (1933) de Fernando Bastos
de Ávila, Savia (Seiva, en portugués, 1937) de Osvaldo Orico, y En busca del oro (1938)
de Aurélio Pinheiro.
5 El libro de Gastão Cruls fue claramente inspirado en La Isla del Dr. Moreau, de H.G. Welles (1896). La
novela de Cruls fue traducida al inglés en 1944 y editada por Zelio Valverde en Rio de Janeiro, con el
título de The mysterious Amazonía. Ver: Roberto de Sousa Causo, Ficção científica, fantasia e horror no Brasil.
1875-1950 (Belo Horizonte: Editora da Universidade Federal de Minas Gerais, 2003).
107
Amazonas: Ruta Milenaria IV
una India fantástica. Paradójicamente, sus propios mitos indígenas aún estaban por
ser descubiertos por la literatura.6
Una de las grandes calidades del libro es proporcionar una visión detallada y bien
informada de la naturaleza amazónica. El escritor hizo bellas descripciones del esce-
nario, y se concentró en la historia del viaje, las dificultades del desplazamiento en la
selva, la observación cuidadosa de la dinámica de los elementos y especies naturales,
en informaciones sobre los medios de supervivencia y en la rutina durante un largo
viaje de exploración. No se trata, sin embargo, de una naturaleza vista como un paisaje,
como una bonita escena mirada desde lejos, sino desde dentro, en la proximidad de
la gran cantidad de organismos vivos de la selva.
Según él, un grupo de mujeres emigró del Imperio inca durante la conquista es-
pañola, lo que explicaría su lengua quechua y su grado avanzado de civilización, muy
superior al de los nativos del valle del Amazonas. Dos teorías alternativas dilucidaban
la exclusión de los hombres: ellas se habrían rebelado contra los soldados y decidieron
abandonar la tierra natal, cuando se enteraron del encarcelamiento de Atahualpa y de
la caída en desgracia del Imperio inca, con la victoria de Francisco Pizarro. Para otros,
ellas eran las vestales que guardaban los Templos del Sol de los incas y habrían huido
a los bosques antes de que cayeran bajo el poder del invasor. Tal era la explicación
histórica de la leyenda.
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Luciana Murari
narrador y las mujeres del pueblo. Un médico alemán, el profesor Jacob Hart-
mann, se había ganado su confianza e hizo gestiones para que le permitieran
realizar experimentos imposibles de llevar a cabo en Europa, por razones éticas
que, según él, eran incomprensibles. Hartmann había partido a la Amazonía en
busca de una tribu aislada en donde pudiera hacer tales experimentos con sus
prisioneros. Entre las Amazonas, sin embargo, encontró algo mucho mejor, pues
podía tomar a uno de los recién nacidos de un parto de gemelos para extermi-
narlo, ya que era común que entre las sociedades indígenas, los niños con alguna
malformación o —en el caso de las Amazonas— los hijos de los hombres fueran
despreciados y sacrificados.
Con la ayuda de dos asistentes, además de promover las más inauditas mezclas
entre especies animales, Hartmann había realizado experimentos como el cruce
entre una mujer indígena y un mono, creando una especie de híbrido que llamaba
«homínido», «gratificando» a la india con un tratamiento rejuvenecedor. Asimismo
llevó a cabo la creación de un niño de proporciones gigantescas y otro de propor-
ciones diminutas; y la eliminación del habla de un inmigrante sirio que había sido
capturado.
No era necesario que uno de los asistentes del doctor Hartmann se llamara
«Adolfo» para que lo narrado nos hiciera recordar a los experimentos científicos de
los médicos nazis. El libro La Amazonía misteriosa es una clásica distopía, que tantas
veces encontramos en la literatura de ficción científica. ¿Y si la ciencia, creadora del
sueño de libertar la humanidad de los males de la enfermedad, de la pobreza y de los
desarreglos naturales, diera al hombre un poder sin límites, al punto de poder crear
pesadillas tales como los experimentos de Hartmann? ¿Cuáles son los límites de la
ciencia en su busca de libertar a la Humanidad?
Era un placer viajar con las amazonas. La naturaleza les pertenecía y tanto en la tierra
abierta de los grandes bosques, como en las pequeñas canoas, cruzando y volviendo a
cruzar los ríos o la red de lagos y arroyos, no había peligros ni trampas que les limitaran
la mirada. Sabían e imitaban los píos de todas las aves, leían en la superficie del agua el
109
Amazonas: Ruta Milenaria IV
nombre de los peces que todavía estaban sumergidos, tenían señuelos y engaños especiales
con que atraían y capturaban animales, nadaban rápido como nutrias, subían la cumbre de
los árboles más agigantados y, a veces solamente por el olor, adivinaban los animales que
se escondían a distancia. En una ocasión, solo porque enaltecí la belleza de la floración,
Mallila, muy rápidamente, subió el tronco de un palo, y, desde arriba, hizo una lluvia de
pétalos sobre nuestras cabezas.7
7 «Dava gosto viajar com as Amazonas. A natureza pertencia-lhes e tanto na terra firme, varando as
grandes florestas, como sobre as pequenas ubás, cruzando e recruzando os rios caudalosos ou a rede
dos lagos e igarapés, não havia perigos e escolhos que se lhes antolhassem. Elas conheciam e imitavam
o pio de todas as aves, liam na superfície das águas o nome do peixe que ainda estava submerso, tinham
engodos e armadilhas especiais com que atrair e apanhar as suas embiaras, nadavam ligeiras como lontras,
subiam à grimpa das árvores mais linheiras e agigantadas e, às vezes, unicamente pelo olfato, adivinhavam
os animais que se acantoavam à distância. De uma feita, só porque eu lhe elogiasse a beleza da florada,
Mallila, com rapidez extrema, subiu pelo tronco polido de um pau-mulato e, em pouco, lá do alto, era
uma chuva de pétalas sobre as nossas cabeças». Gastão Cruls, La Amazonía misteriosa (Rio de Janeiro:
Ariel, 1935), 239-240. Traducción de la autora.
8 Sobre la Revolución de 1930 en Brasil ver: Boris Fausto, A revolução de 1930: historiografia e história (São
Paulo: Companhia das Letras, 1997).
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Luciana Murari
Sin embargo, un accidente del helicóptero que había venido a rescatarlos reveló
la frontera eléctrica que daba acceso a otro mundo. De esta manera ingresaron en
la «República 3000», una civilización fundada por antepasados cretenses e incas.
En algún momento de la era precolombina, los cretenses habían colonizado a los
incas y los sometieron a su autoridad, dando lugar a una civilización que ahora
era superior en todos los sentidos a la modernidad occidental. La sociedad que la
novela describe a partir de entonces es un delirio histórico-futurista, que plantea
un escenario en donde sería posible realizar la utopía tecnológica de un mundo
gobernado por la ciencia más avanzada.
En ella, todas las mejoras tecnológicas a las que se aspiraba en Brasil habían sido
superadas por tecnologías tales como la «electricidad cósmica» y la «telenergía de
irradiación personal». Lo más curioso es que esa sociedad científica —en principio
en la literatura brasileña de los años 1920 y 1930 admirable en su racionalidad supe-
rior— se muestra imperfecta, pues su unión dependía de la opresión sufrida por los
incas de parte de los cretenses. Eso obligó a que los personajes escaparan, no sin antes
hurtar un tesoro de objetos de oro que —aunque estorbara su marcha— garantizaría
su prosperidad futura. Por último, los fugitivos de la República 3000 se unieron a sus
compañeros prófugos de la cena caníbal de la tribu:
La marcha continuó, heroica y tenaz en medio de las mayores pruebas y peligros. Pero
templados esos organismos en las vicisitudes de esta vida primitiva, pudieron ofrecer una
resistencia inmejorable a la intemperie y a las sorpresas repentinas del agresivo y misterioso
111
Amazonas: Ruta Milenaria IV
infierno verde.9 Y fue así que este grupo de fuertes un día volvió a entrar en la comodidad
de la civilización.10
9 «Infierno verde» es un epíteto utilizado para referirse a la Amazonía, consagrado por una conocida
compilación de cuentos sobre la región, que fue publicada por primera vez en 1908. Ver: Alberto
Rangel, Inferno verde. Scenas e scenários do Amazonas (Tours: Arrault, 1927).
10 «A marcha prosseguiu, heroica e pertinaz, no meio das maiores provações e perigos. Mas, temperados
esses organismos nas vicissitudes dessa vida primitiva, ofereciam uma invencível resistência às intemperies
e às bruscas surpresas do agressivo e misterioso inferno verde. E foi assim que esse grupo de fortes um
belo dia reingressou no conforto da civilização». Menotti del Picchia, A República 3000 (São Paulo:
Companhia Editora Nacional, 1930), 239. Traducción de la autora.
112
Luciana Murari
Al mismo tiempo, la región seguía apareciendo como una tierra «al margen de
la historia» —nombre creado por el escritor Euclides da Cunha en 1909—11, o sea,
un vacío donde sería posible empezar una nueva civilización: «Virgen de hombres y
virgen de historia. En un trozo de tierra aún no pisado por nadie, bajo la cual no hay
ni túmulos ni ruinas enterradas... sería como inaugurar la vida»12. La percepción del
vacío demuestra la inexistencia de una mirada en dirección al medio ambiente, que
fuera capaz de evaluar lo que él poseía de propio, la multiplicidad de fenómenos y
elementos del mundo natural que hacía de la región un escenario privilegiado para la
vida. Al fin y al cabo, no parece que existiera en su interior nada más que un espacio
físico bidimensional ocioso a ser ocupado.
113
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Con la información del mapa y la ayuda del indígena aruan, la protagonista y sus
ayudantes pudieron, después de todo, llegar al local donde se guardaba el acervo de
la tribu, el cual fue cuidadosamente desenterrado de su lugar sagrado. Allí, encon-
traron tres inmensas urnas hechas de una arcilla lustrosa, roja, de grano fino, que les
permitía ver relieves de colores brillantes. En cada una se podían divisar tres animales
amazónicos tallados en un grado de perfección increíble. Además de la gran cantidad
de objetos, la científica consiguió una proeza aún mayor: el último superviviente del
pueblo pudo traducir las inscripciones de la cerámica ornamentada, y demostró que
los objetos eran libros que —a través de las escenas y figuras que adornaban los vasos
gigantes— contaban la historia de los aruan, a partir de su emigración desde el océano
Pacífico, en un lugar cerca de la actual Nueva Zelanda, hasta su desaparición. El indio
leyó entonces lo que sería la primera lengua escrita conocida de los indígenas que
vivieron en el territorio brasileño. El texto intenta mimetizar las formas de elocución
de las narrativas orales tradicionales:
Allí, donde el kiwi, pájaro huraño y triste que cava la tierra y en ella se anida, se originó
la nación pacífica que ha aprendido a tomar del cuerpo del suelo generoso alimento y
colores que iluminan los ojos. La magia de los colores y el encanto de la luz sedujeron a
los hijos de mi pueblo, artistas de nacimiento.
Sin embargo, los colores y la luz del sol emanan: ahí donde se levantó el sol, había que
encontrar el origen de los colores y la fuente inagotable de la luz.
Y un día, toda la nación de los artistas hambrientos de color y de luz fue en busca del sol,
el origen de los colores y fuente de luz inextinguible.
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Luciana Murari
Y atravesaron mares inmensos y tocaron tierras desconocidas; pero el sol siempre se retiró
antes de las personas que lo buscaban.
(...) Ahora era el bosque, entretejido con un enmarañado de lianas, cortado de mares de
agua dulce: no más se escuchó el grito estridente de kiwi ni se veía la sombra del eucalipto
y del kauri delgado: pájaros multicolores llenan los bosques de alegres rumores: árboles
desconocidos tapaban el sol, huyendo, huyendo siempre.
Y se veían a su alrededor: la tierra era buena y generosa y rica en color y luz, los cuales
alegran la vista y deleitan el corazón.
16 «Lá onde o “kiwi” soturno e sorumbático escavando o solo se aninha na terra amiga, aí teve origem a
nação pacifica que aprendeu a tirar do chão generoso o alimento do corpo e as cores que alegram os
olhos. A magia das cores e o encanto da luz seduziam os filhos de minha gente, artistas de nascimento.
Mas as cores e a luz promanam do sol: lá onde o sol nascia, lá devia se achar a origem das cores e a fonte
inextinguível da luz. E um dia toda aquela nação de artistas sedentos de cores, famintos de luz, partiu
em busca do sol, origem das cores e fonte inextinguível de luz. E atravessaram mares imensos e tocaram
terras desconhecidas; mas o sol recuava sempre diante da gente que o buscava (...) Agora era a floresta,
entrelaçada de lianas, emaranhada de timbós, cortada de mares de água doce: não mais se ouvia o grito
estridente do kiwi, nem davam sombra o kauri milenário e o eucalipto esguio: árvores desconhecidas
tapavam o sol, que fugia, que fugia sempre. E olharam em torno de si: a terra era boa e generosa e rica
de cores e de luz, que alegram os olhos e encantam o coração. E fixaram-se na terra: outros irmãos
chegaram, chegaram outros artistas; e a nação fez-se grande na paz, na abundância e nas artes; e a nação
se estendeu por toda a linha de terras em que os mares de água doce casam com os mares de águas
salgadas». Fernando Bastos de Ávila, No pacoval de Carimbé (Rio de Janeiro: Calvino Filho, 1933), 205.
Traducción de la autora.
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
La novela escrita por Bastos de Ávila fue una respuesta a la precariedad de conoci-
miento acerca de las tribus indígenas que habitaban el actual Brasil antes de la invasión
europea. Todas ellas aparecen como grupos de tradición oral, que no conocían la
escritura, y cuya cultura material estaba compuesta, casi en su totalidad, por elemen-
tos perecederos. Su instrumental hecho en piedra era reducido, sus casas habían sido
construidas con materiales de la flora local, y pocas comunidades dejaron registros
en cuevas. Inclusive en el presente es poco el trabajo arqueológico que se ha hecho
en la Amazonía, no obstante de que hay algunos lugares donde la tierra es favorable
para la conservación de los restos materiales.17
17 John Hemming, «Os índios do Brasil em 1500», en História da América Latina Colonial, Volume I, org.
Leslie Bethell (São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo. Brasília: Fundação Alexandre Gusmão,
1999), 101-127.
18 Sobre este asunto ver: Luiz Costa Lima, O controle do imaginário: razão e imaginação no Ocidente (São Paulo:
Brasiliense, 1984).
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Luciana Murari
Henry Ford, que parecía proporcionar una esperanza de salvación para la economía
de la región en crisis.
En la novela, la fuerte represión puso fin a la revuelta, pero lo que dictó el des-
tino de los personajes fue la naturaleza, cuya acción no se pudo reprimir. Como
Uitá, Ellen fue víctima de la pororoca u ola de marea, un fenómeno producido por el
encuentro de las corrientes de los ríos con las aguas del océano, lo que ocurre en la
desembocadura del río Amazonas y sus afluentes costeros. Allí los ríos fluyen contra
19 Greg Grandin, Fordlândia: ascensão e queda da cidade esquecida de Henry Ford na selva (Rio de Janeiro:
Rocco, 2010).
20 Caboclo: mestizo de blanco con indio.
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
la corriente, derribando árboles y formando olas muy altas. Después del trágico fin de
los protagonistas, el narrador evoca a los trabajadores pobres de la Amazonía, quienes
buscaban establecerse en la región, pero veían derrotados sus esfuerzos por la corrien-
te del río, el cual disolvía la tierra y creaba masivos deslizamientos que a menudo
daban lugar a la pérdida de todo el resultado de su trabajo de plantación, crianza de
animales y de construcción. La lección era simple: en la Amazonía, la naturaleza era
más fuerte que los hombres.
Sin embargo, después de todas esas desventuras, el mensaje último era optimista.
Esta es otra de las constantes de la literatura amazónica: aunque los individuos sean
destruidos, como personajes de la lucha diaria contra los elementos de la naturaleza
salvaje, la trayectoria colectiva dibuja una conquista lenta, aunque inexorable. Una vez
más, la Amazonía se convierte en el lugar de la utopía. Así lo creían los dos personajes
que aparecen en las últimas páginas de la novela, un europeo y un estadounidense que
dialogaban sobre la región. Una vez más, el futuro de la humanidad estaba reflejado
en el pasado mítico, en el que aparece grabado el destino de la región. Se esperaba
entonces la reanudación de las inversiones en la Amazonía, gracias al descubrimiento
de la cloración de látex, que permitiría producir un excelente aislante. Eso daría lugar
a nuevas fuentes de riqueza capaces de hacer volver la prosperidad, por medio de la
modernización tecnológica y social del mundo amazónico:
21 «A obra de civilização ali plantada comunicara ao seu entusiasmo a centelha de um descobrimento. Não
estaria ali, em verdade, o Eldorado previsto, desejado e sonhado por tantas criaturas? Não seria aquilo
a promessa da lenda, que aparecia e desaparecia, como simples miragem, aos olhos de tantos caçadores
de quimeras? Seus olho, encharcados de verificações, povoados de confrontos otimistas, refaziam o
milagre dos aventureiros e conquistadores, localizando na Tapajônia industrial o mito luminoso do ouro.
Sim. Devia estar ali a semente daquele parque áureo, idealizado em vários lugares e diferentes épocas
pela cobiça ou pela fantasia dos pesquisadores apressados. Nem Manoa, nem Quivira, nem qualquer
capital de riquezas imaginárias poderia disputar a Boavista a palma do triunfo, quando aquelas terras
trabalhadas começassem a produzir, atiçadas pela ambição do lucro real». Osvaldo Orico, Seiva (São
Paulo: Companhia Editora Nacional, 1937), 194. Traducción de la autora.
118
Luciana Murari
De todo lo que vendrá un día, una nueva vida, la transformación de los barrancos anónimos
en otros núcleos de trabajo y en nuevas fuentes de riqueza.
La tierra, resistente y duradera, acabará finalmente por ceder a la violencia de los ataques,
dejándose domesticar por los tractores, dominar por los machetes, asustada por los gases,
revuelta por las rejas de arado.22
5. Bosques de oro
Llegamos a 1938 con En busca del oro (novela del Amazonas) de Aurélio Pinheiro.
Esta nueva expedición imaginaria a la cuenca del Amazonas relata la búsqueda de
una mina de oro, actualizando así el mito de El Dorado en el centro de una ciudad
moderna, Manaos, en donde los efectos de la decadencia producida por la extracción
del hevea están ocultos al lector.A pesar de gozar de condiciones de vida confortables,
los personajes caen en una obsesión enfermiza y contagiosa que los lleva a un viaje a
una de las zonas de más difícil acceso y de peores condiciones para la supervivencia
en la región.
La aventura, sin embargo, es una vez más un intento fallido: al llegar al destino, los
aventureros descubren que la mina de oro que había sido mencionada por un indio
no era más que un depósito de mica dorada. Empero, la desesperación no somete
a los viajeros, ya que ellos transfieren su codicia a un bosque de caucheras (Castilla
ulei), materia prima alternativa para la producción de látex, que encontraron durante
su viaje en busca de oro.
22 «De tudo aquilo surgirá, um dia, uma vida nova transformando os barrancos anónimos em outros
núcleos de trabalho, e novas fontes de riqueza. A terra, inóspita e resistente, acabará cedendo à violência
das arremetidas, deixando-se amansar pelos tratores, dominar pelos terçados, assustar pelos gases, revolver
pelos arados». Osvaldo Orico, Seiva, 199. Traducción de la autora.
119
Amazonas: Ruta Milenaria IV
—¡Coraje, Luís! ¡Coraje! Mis presentimientos jamás fallan. No hay oro en el valle del
Amazonas: pero lo que hay es mejor que el oro:— Hay este enorme Cauchal, que te
enriquecerá en unos pocos meses! (...)
—¡Tenemos el cauchal y el coraje para bajarlo en poco tiempo! No piense más en mi-
nerales. Esta mica, este pobre aluminato de potasio, fue una buena lección: nos mostró
la verdadera mina para explorar. Dentro de un mes estaré de vuelta con los recursos y los
hombres. ¡Será una devastación!23
No hay en ese fragmento ningún rasgo de ironía. Ahora sí tenemos una historia
con un fin venturoso: el regreso de la expedición fue «feliz y rápido», y la devastación
generó una «pequeña fortuna», dejando a los expedicionarios nada más que gestio-
narla. Llama la atención, en la lectura de esta novela, el frenesí de los personajes por
plasmar su horizonte utópico personal, y la riqueza inagotable que conducía al lujo
y la ociosidad. La narrativa de una aventura malograda que finaliza con la creación
de una fortuna fácil por medio de la extracción predatoria de recursos forestales, nos
hace recordar las últimas palabras de una de las más grandes obras de la historiografía
brasileña, Visión del paraíso de Sérgio Buarque de Holanda, publicada en 1959. En
este libro, el historiador observó cómo la mentalidad de los portugueses, al ser menos
imaginativa que la de los españoles, condujo a un estricto realismo en la explotación
de la tierra.
Tendremos también nuestros «Eldorados». Los de las minas, por cierto, más aún el del
azúcar, el del tabaco, el de tantos otros productos agrícolas que se sacaban de la tierra
fértil, mientras era fértil, como el oro se extrae hasta agotarse del cascajo, sin retribución
por sus beneficios. La procesión de los milagros habrá de continuar así a través de todo
el período colonial y no la interrumpirá ni siquiera la Independencia o la República.24
23 «—Coragem, Luiz! Coragem! Os meus pressentimentos nunca falham. Não há ouro no vale do
Amazonas, mas há melhor do que ouro: —mas há melhor do que ouro:— há esse cauchal imenso, que
o enriquecerá em poucos meses! (...) —Temos o cauchal e temos coragem para derrubá-lo em pouco
tempo! Não se pensa mais em minérios. Essa malacacheta, esse pobre aluminato de potássio, foi uma boa
lição: mostrou-nos a verdadeira mina a explorar. Dentro de um mês estarei de volta com mercadorias
e homens. Vai ser uma devastação!». Aurélio Pinheiro, Em busca do ouro (romance amazônico) (Rio de
Janeiro: A Noite, 1938), 256. Negritas originales. Traducción de la autora.
24 «Teremos também nossos eldorados. Os das minas, certamente, mas ainda o do açúcar, o do tabaco, de
tantos outros gêneros agrícolas, que se tiram da terra fértil, enquanto fértil, como o ouro se extrai, até
esgotar-se, do cascalho, sem retribuição de benefícios. A procissão dos milagres há de continuar assim
através de todo o período colonial, e não a interromperá a Independência, sequer, ou a República».
Sérgio Buarque de Holanda, Visão do paraíso: os motivos edênicos no descobrimento e colonização do Brasil (São
Paulo: Brasiliense, 1994), 334.Traducción de Estela dos Santos. Ed cast.: Visión del paraíso. Motivos edénicos
en el descubrimiento y colonización del Brasil (Caracas: Biblioteca de Ayacucho, 1987), 406.
120
Luciana Murari
Conclusión
En conclusión, podemos hacer un balance de estas novelas de aventura y de misterio,
cuyo entusiasmo nacionalista se dirigió al pasado y al futuro, a la historia y a la uto-
pía, al primitivo y al poshumano, a la artesanía y a la tecnología avanzada, a Brasil y
al capitalismo internacional. Basados en un imaginario amazónico poblado por seres
y lugares maravillosos o verdaderos, los intelectuales brasileños compusieron una
literatura en la que la historia, la ciencia y la magia dividieron espacios, describiendo
una realidad cuyos vacíos de significación fueron llenados con expresiones simbólicas
de los deseos y miedos inspirados por la selva.Vemos que la literatura de ficción, a su
manera, encontró en la narrativa de aventuras un lenguaje capaz de expresar la angustia
de los hombres ilustrados por un país que buscaba conocerse a sí mismo con el fin de
transformarse, pero sin olvidar quien era de verdad, o sea, su identidad. Por eso, man-
tener el contacto con el pasado grabado en la naturaleza y en la vida comunitaria de
los pueblos amazónicos en donde aquel todavía podía leerse, era parte de su esfuerzo.
La otra parte tiene que ver con el hecho de que la Amazonía parecía tan imposible
de dominar en su totalidad, y de que eran tan misteriosos sus posibles tesoros, que
en su futuro se le podía proyectar cualquier cosa. Se sabía por dónde empezar y a
dónde se quería llegar, pero los caminos eran inciertos y los resultados imprevisibles.
La Amazonía es, en las novelas de que hemos hablado, una inmensa pantalla donde
se proyectaban los temores y esperanzas alimentados por los brasileños. En ese os-
curo depósito de enigmas, fragmentos de historia y de leyendas fueron entretejidos
con sueños, quimeras y utopías que hoy nos suenan viejas, pero que nos ayudan a
comprender algunas de las experiencias que hemos vivido en nuestro país desde la
primera mitad del siglo XX.
121
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Bibliografía
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Luciana Murari
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El hallazgo de un cañón en el Bajo Xingú.
Patrimonio, identidad y tierra
Introducción
El mes de junio de 2013 el municipio de Porto de Moz fue sorprendido por la ines-
perada aparición de un herrumbroso cañón.Yo me encontraba en la región recopi-
lando datos para mi tesis doctoral sobre la conquista portuguesa del siglo XVII y, sin
pretenderlo, me vi involucrado en la tumultuosa irrupción de aquel objeto. Lo que
sucedió a continuación podría definirse como una de aquellas «situaciones sociales»
a las que se refería Max Gluckman y que permiten, a partir de un acontecimiento
determinado, el análisis del haz de relaciones que mantiene unidos a los distintos
miembros de una comunidad. Si Gluckman (1940) estudió en su célebre artículo la
inauguración de un puente en una colonia británica del continente africano, en el
presente texto voy a tratar de reconstruir las reacciones encontradas que provocó el
descubrimiento de aquel cañón. A partir de las entrevistas y observaciones realizadas
durante los días del descubrimiento, trataré de ensayar algunas propuestas sobre la
construcción de patrimonio e identidades entre los distintos grupos que conviven
en la región del bajo Xingú. Mediante este caso concreto pretendo reflexionar sobre
los derechos de las minorías y la propiedad de la tierra en la Amazonia brasileña,
problema fundamental en la historia reciente de la región.
126
Pablo Ibáñez Bonillo
127
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Desde el año 2007 las comunidades de Maripí y Tauerá, junto a sus vecinas Ta-
perú, Turú y Buiugú, litigan para que el estado las reconozca como quilombolas o
afrodescendientes. Para ellos este reconocimiento es tanto una cuestión de identidad
cultural como de control de la tierra que vienen ocupando desde hace décadas y de
la que dependen para su supervivencia, siendo la comercialización de farinha (harina
de mandioca) y otros productos agrícolas su principal actividad económica. Desde el
final de la dictadura militar (1964-1985) y la promulgación de la Constitución Federal
de 1988 el estado brasileño viene ofreciendo varios itinerarios para que las comuni-
dades campesinas regularicen su situación territorial. Dado que la mayoría de ellas
han sufrido experiencias históricas de esclavitud, desarraigo y violencia, hoy en día
la titulación de la tierra sigue siendo un problema pendiente y muchas comunidades
no tienen ningún título de propiedad que las acredite como dueñas de las tierras que
ocupan. Eso las coloca en una situación de riesgo a medida que la Amazonía se abre
a la llegada de inversores y migrantes que compiten por estas tierras sin dueño legal.
La lucha por la tierra en la Amazonía brasileña, y concretamente en el estado de Pará,
es una de las historias más trágicas de los últimos años, contando ya en su saldo con
centenares de muertos y amenazados en un pulso violento y desigual por el control
1 Según Victoria Quintero, «el patrimonio está configurado por el conjunto de elementos que
un colectivo social considera representativos de su identidad como tal» (Quintero 2009: 41). Estos
elementos son dotados de significado a través de un proceso social. «La noción de patrimonio remite a
una construcción de carácter político que dota de un refuerzo simbólico especial a determinados bienes
(o actividades) que se dirigen a la consolidación de un “nosotros” determinado» (Quintero 2009: 48).
Se habla de patrimonialización para referir «el carácter dinámico, procesual y de construcción social
que tiene el patrimonio, de interacción entre diferentes agentes que construyen y reconstruyen diversos
significados» (Quintero 2009: 49).
128
Pablo Ibáñez Bonillo
de los recursos de la región. Es por esta permanente amenaza que las comunidades
rurales han intentado regularizar su situación en los últimos años a través de los dis-
tintos mecanismos que el Estado pone a su alcance.
2 Datos del Cadastro Nacional de Unidades de Conservação, actualizado en febrero de 2015. http://
www.mma.gov.br/images/arquivo/80112/CNUC Categoria Fevereiro 2015.pdf (consultado el
05/04/2016).
129
Amazonas: Ruta Milenaria IV
3 Araújo, F.C. Reforma agrária e gestão ambiental: encontros e desencontros, UNB/CDS. Brasília/D.F., 2006
(citado en Pacheco 2009: 17). La cifra actual de asentamientos es de 9.256 (http://www.incra.gov.br /
assentamento).
130
Pablo Ibáñez Bonillo
131
Amazonas: Ruta Milenaria IV
En el momento del descubrimiento del cañón yo no sabía que uno de esos propie-
tarios podía ser el mismo Francisco que me acompañaba. Solo en los días posteriores
creía averiguar que muchos años atrás Francisco había comprado unas tierras y que
la propiedad de esos lotes era puesta en cuestión por el reclamo de los quilombolas.
Eso le hacía dudar del proyecto quilomba, en una duda que se veía reforzada por su
disciplina de partido. Y es que el Partido de los Trabajadores, que tradicionalmente
se había posicionado a favor de causas semejantes, venía virando en los últimos años
hacia posiciones más desarrollistas que chocaban con la tupida red de los movimientos
sociales de Porto de Moz. La evolución definitiva del PT se había evidenciado recien-
temente a raíz de la construcción de la presa hidroeléctrica de Belo Monte sobre el
río Xingú, una cuestión ambiental de enorme importancia regional y nacional en la
que el partido de Lula y Dilma Rousseff se había comprometido especialmente. La
defensa de la construcción de la presa por parte de los militantes y regidores del PT
había sido la muestra definitiva de la nueva agenda que el partido venía adquiriendo
en la Amazonía, una agenda distinta a la de los quilombolas y sus aliados. Tal y como
me declaró un líder local del PT, los quilombolas reclamaban un territorio demasiado
grande y de una manera demasiado ambigua.
Entre los aliados de los quilombolas, por otra parte, destacaban especialmente la
parroquia local, controlada por el muy progresista obispado del Xingú, y el Sindicato
de los Trabajadores Rurales (STTR), dos fuerzas de una enorme influencia regional
que también se inscriben, como el PT, en tendencias mucho más profundas, de alcance
nacional. Así, por ejemplo, la labor del obispado del Xingú en la conformación de
las Comunidades Eclesiásticas de Base (CEB) y en el acompañamiento de sus luchas
sociales en las últimas décadas no puede disociarse de la corriente de la Teología de la
Liberación ni de los efectos del Concilio Vaticano II y de la Conferencia de Obispos
en Medellín de 1968, acontecimientos que ayudaron a canalizar una corriente de
pensamiento crítico dentro de la iglesia brasileña, dando origen a la Comisión Pas-
toral de la Tierra (CPT). Erwin Krautler, obispo del Xingú desde 1980 tras suceder a
su tío Eurico Krautler, se ha convertido en una figura pública de gran trascendencia
gracias a su liderazgo en campañas en favor de las comunidades más desfavorecidas
de su obispado, lo que le ha valido múltiples amenazas de muerte. Por su parte, el
STTR tiene también una larga trayectoria dentro del sindicalismo comunitario que
ha permitido la emancipación de los trabajadores rurales sometidos históricamente
a las dominaciones de patrones y coroneles primero, y de ganaderos y terratenientes
después. La labor del STTR debe enmarcarse en las luchas compartidas con otros
movimientos nacionales de corte similar como la Central Única de Trabajadores
(CUT) o el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST).
132
Pablo Ibáñez Bonillo
Tanto la parroquia local como el STTR han sido actores centrales en los mo-
vimientos sociales de Porto de Moz (Moreira 2008) y actuaban en 2013 como los
principales valedores de los quilombolas del Bajo Xingú. Por eso respaldaron su
decisión de acudir al Comité de Desarrollo Sostenible a exigir la devolución del
cañón. Aquel pedazo de hierro que horas antes apenas sí tenía valor, comenzaba ya
a cargarse de significados mucho más profundos y visibles. Tuve la oportunidad en
aquellos días de entrevistar a uno de los responsables de la comunidad quilombola,
quien pudo confirmarme aquel cambio de valoración. Al enterarse de la aparición
del cañón, según me contó, los mayores de la comunidad habían reaccionado con el
mismo temor con el que solían recibir los hallazgos de otros objetos antiguos.Ya no
era solo indiferencia ante un pedazo de hierro, sino la intuición de que aquel objeto
podía traer desgracias a la comunidad. Los jóvenes, sin embargo, más formados y
por ello mismo responsables del liderazgo externo de las comunidades, opinaban de
una manera diferente. Aquel cañón no solo no iba a suponer un problema, sino que
debía ser recibido como un regalo o un don del pasado, una prueba adicional en su
reivindicación colectiva por el derecho a la tierra.Y por eso mismo habían acudido
tan pronto al CDS para exigir su devolución.
La lectura que los jóvenes quilombolas hicieron del cañón es sumamente intere-
sante y debe interpretarse como parte del proceso de reinvención y recreación de su
identidad colectiva, un esfuerzo por recuperar elementos culturales del pasado que
faciliten la cohesión actual del grupo y el reconocimiento externo de su identidad
afrodescendiente. En esa línea, tal y como ha venido ocurriendo en muchas otras
comunidades quilombolas del país, los miembros más jóvenes de la comunidad han
realizado una apuesta clara por enfatizar determinadas expresiones culturales asociadas
a cierta idea de «africanidad», como la práctica de capoeira, el consumo de gengibirra
(mezcla de cerveza, cachaga y jengibre) o la ejecución de danzas y géneros musicales
como gambá o carimbó. Junto a estas prácticas, resulta habitual también la reconci-
liación con y apropiación de patrimonios monumentales y objetos antiguos. Tal y
como pude recoger en mis entrevistas con los miembros de las cinco comunidades,
hoy existe una mayor conciencia de la importancia de la conservación de estos obje-
tos (ya sea cerámica indígena o botellas antiguas), que son guardados en colecciones
particulares a la espera de habilitar un espacio comunitario permanente para dicho
fin. Estas piezas son interpretadas por las nuevas generaciones como un patrimonio
histórico que legítimamente les pertenece y que refuerza su vinculación con la tierra
que ahora reclaman, una materialización de su identidad y de «su proceso de cons-
trucción y vivencia colectiva» (Hernández y Ruiz 2011: 175).
Esta apropiación del pasado permite la cohesión del grupo, pero también contri-
buye a modelar la jerarquización interna de las comunidades. Son los nuevos líderes,
asesorados desde fuera, quienes definen los límites del patrimonio y «educan» a los
demás. Estos jóvenes líderes, formados en las ciudades, ven aumentado su prestigio
133
Amazonas: Ruta Milenaria IV
social por la capacidad que tienen para valorar en su justa medida (según el criterio
externo) el patrimonio colectivo, accediendo a una posición de privilegio que permite
legitimar su liderazgo, puesto en duda muchas veces desde el interior de la comunidad
por su propia juventud, inexperiencia o exposición a las corrientes citadinas. En ese
sentido, el patrimonio es siempre una herramienta al servicio de las élites instruidas
que son capaces de apropiarse del capital simbólico que un cañón o un yacimiento
puedan albergar (Quintero 2009: 44). Esta visión del patrimonio como un arma en
la definición de las luchas sociales o como un espacio de conflicto entre distintos
actores, teorizada en los últimos años por autores como Néstor García Canclini o
Francisco Cruces, será la que guíe mis interpretaciones sobre el hallazgo del cañón
en el presente artículo.
Por otra parte, este proceso de patrimonialización de las costumbres y los objetos
no se dirige solamente hacia el interior del grupo en su búsqueda de definir una
identidad cohesionada o una nueva jerarquía social, sino que se proyecta también
hacia el exterior buscando el reconocimiento ajeno. Para unas comunidades que tan
injusta como habitualmente son acusadas de carecer de historia propia y de sólidos
fundamentos para sus reivindicaciones identitarias, elementos como el cañón suponen
un argumento de peso en su comunicación con el resto de grupos del municipio
y del estado. Siendo tan importante la cuestión del reconocimiento positivo en el
desarrollo de las minorías culturales (Taylor 1993), estos procesos de apropiación y
resignificación se nos aparecen como totalmente comprensibles. No hay nada repro-
bable en ellos aunque sí abren la puerta a dos discusiones de trascendencia. La primera
está relacionada de nuevo con la propiedad del cañón, puesto que la apropiación del
mismo por parte de las cinco comunidades quilombolas implica la exclusión del resto
de habitantes municipales de un objeto susceptible de haber recorrido otros proce-
sos de patrimonialización. En un entorno tan polarizado y violento como resulta
la Amazonia paraense, es sencillo comprender el celo de los quilombolas y de sus
aliados por proteger ese bien, pero quizás en el futuro se planteen otras posibilidades
que permitan reconciliar sus aspiraciones con los procesos etnogenéticos de otras
comunidades urbanas o ribeirinhas que comparten el espacio municipal.
La segunda discusión tiene que ver con el tipo de relato histórico que las comu-
nidades amazónicas construyen para cimentar sus identidades y sus reivindicaciones
territoriales. Los líderes quilombolas a los que pude entrevistar tenían una conciencia
clara de que el cañón pertenecía a un tiempo anterior al de su comunidad actual,
formada en la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, otras voces que pude reco-
ger en aquellos días tendían a elaborar un relato en el que se superponían todos los
tiempos y los objetos. Al descubrir el cañón yo había planteado la posibilidad de que
este perteneciera al tiempo de los holandeses y del fuerte de Maturú, lo cual signifi-
caría una antigüedad de 400 años que todavía no ha sido posible verificar. Según mi
hipótesis, tal y como comenté aquellos días, el cañón habría sido contemporáneo de
134
Pablo Ibáñez Bonillo
los esclavos de Angola que los holandeses tenían en el fuerte al momento de la con-
quista portuguesa en 1623. Este dato, desconocido hasta entonces, pronto se filtró en
las interpretaciones locales y estaba ya a plena vista en el relato que algunas personas
compartían pocos días después, un relato en el que los esclavos angoleños aparecían
como los cargadores del cañón en un pasado brumoso en el que se confundían las
figuras de los holandeses (siglo XVII), los cabanos (1835-1840) y el empresario cau-
chero José Julio de Andrade (1899-1948).
En ese sentido, vale la pena señalar que en la mentalidad de las comunidades ri-
beirinhas que conocí en el Bajo Amazonas el tiempo histórico parece dividirse en
tres épocas que funcionan como hitos temporales con los que organizar los distintos
objetos que se van encontrando en el subsuelo o en el fondo del río. El tiempo de
los indios es el más antiguo de todos y sus vestigios son tratados con una mezcla de
miedo y respeto, pues generalmente se asume que sus antiguos propietarios fueron
los primeros habitantes de este lugar y que algún día podrían regresar a buscar sus
vasijas o las caretas antropomorfas que proliferan en los depósitos de tierra negra. La
relación con los indígenas y su pasado, de todas maneras, depende mucho del discurso
al que las comunidades hayan sido expuestas en los últimos años, siendo más amables
las visiones influidas por los movimientos de izquierdas y la teología de la libera-
ción. Sorprendentemente, el tiempo de la conquista europea y del periodo colonial
acostumbra a estar ausente de la tradición oral ribeirinha, que pasa de puntillas por
la ocupación portuguesa y se explaya en el tiempo de los cabanos decimonónicos,
representados en las historias como rebeldes contra la causa de un Brasil unido, salvajes
que trajeron el caos y la muerte a los igarapés4. Las historias de cabanos hacen alusión
a tesoros, saqueos, violaciones y rupturas traumáticas. El tercer tiempo histórico que
ordena la tradición oral es el tiempo del patrón, la seringa y la castaña, en el que ya se
insertan las comunidades actuales, reconociendo a sus ancestros (de hasta dos o tres
generaciones) como participantes de dicho periodo.
4 Se trata de una visión muy conservadora del proceso histórico y deudora de una historiografía puesta
al servicio de los vencedores del conflicto. Esta visión tan negativa parece no reproducirse en otros
lugares que no he visitado, como en determinadas zonas del bajo Tapajós que actuaron como centro de
resistencia de la Cabanagem.
135
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Mientras en Taperú se realizaba el seminario después del hallazgo del cañón, con
la participación del párroco local, del prefecto y de otras autoridades municipales, yo
tuve la oportunidad de entrevistar a miembros de algunas familias disidentes, las cuales
se quejaban (quizás hipócritamente) de no haber sido invitadas al evento. En realidad,
la invitación tampoco hubiera servido de nada porque ellos ya tenían muy bien defi-
nida su posición. Estaban en contra de la reivindicación quilombola, de hecho estaban
en contra de la propia palabra quilombola, que pronunciaban de manera grotesca y
burlona («carambola», por ejemplo) para mostrar todo su desprecio, tal y como ya
había escuchado que ocurría en la ciudad. Sus argumentos para estar en contra eran
5 «Defensoria realiza oficina com Iterpa para demarcação de terras quilombolas».Agencia Pará de Notícias,
02/06/2015. Disponible en http://www.agenciapara.com.br/noticia.asp7id ver=113128 (consultado el
11/04/2016).
136
Pablo Ibáñez Bonillo
muchos y de signo variado. El más evidente de todos ellos tenía que ver con la falta
de voluntad para vincularse a una identidad débil y traumática que automáticamente
les retraía a los tiempos de la esclavitud. Nosotros no queremos ser esclavos, decían.
Su actitud resoluta respecto a aquel tema se proyectaba también hacia una anciana,
cuyo testimonio era especialmente precioso por la nitidez de sus recuerdos sobre las
costumbres de sus antepasados. Los oponentes locales a la causa quilombola habían
identificado esos recuerdos de la anciana como una grieta por la que se filtraba su
verdadera herencia afrodescendiente y en un último intento por detener la filtración
le habían prohibido a aquella mujer, que en la época tenía 95 años, recordar las cosas
del pasado y, mucho menos, contarlas a desconocidos. Tampoco les parecía una bue-
na idea realizar trabajos arqueológicos en su comunidad. Se trataba de un esfuerzo
de olvido colectivo muy similar al que he podido observar en otras comunidades
ribeirinhas de la región respecto a las viejas historias animistas sobre los espíritus,
la metamorfosis de los cuerpos, los encantados que viven en el fondo del río o las
actividades de los pajés de bancada o hechiceros locales. En ambos casos se ejerce una
presión colectiva sobre los ancianos para obtener su silencio cómplice y hacer morir
con ellos el recuerdo de unos tiempos que se quieren silenciar. Si el patrimonio sirve
para proyectar la imagen que nos gustaría tener de nosotros mismos, el olvido y el
silencio pueden jugar por omisión una función similar.
137
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Y así ocurría también en la comunidad de Maripí. Las familias a las que entre-
visté mostraban abiertamente su temor a que la titulación colectiva de las tierras
les perjudicase en sus actividades económicas habituales. Por un lado tenían miedo
a las posibles limitaciones y sanciones económicas que el Instituto Brasileiro do
Meio Ambiente e dos Recursos Naturais Renováveis (IBAMA) pudiera infligir-
les, a semejanza de lo que ocurría en la vecina RESEX Verde para Sempre. Este
temor se veía sustentado en una serie de rumores que circulaban por la región y
que remitían al desencanto que hoy sentían los habitantes de la RESEX. Por otro
lado, las personas a las que entrevisté estaban seguras de que la titulación colectiva
de la tierra les arrebataría el control de las parcelas que en los últimos años venían
explotando. Era este un temor que compartían con otras familias que se habían
asentado en los últimos tiempos en zonas que ahora reclamaban los quilombolas
como parte de su territorio tradicional. Estas familias de migrantes temían verse
obligados a abandonar el lugar e incluso aseguraban que los quilombolas ya estaban
ocupando «sus» tierras.
138
Pablo Ibáñez Bonillo
6 La carta fue secundada con una recogida de firmas y un acto público que organizó la Associação São
Benedito, una asociación que incluye a los ganaderos y agricultores de la comunidad de São Benedito
y alrededores, zonas potencialmente afectadas por los reclamos territoriales de los quilombolas.
139
Amazonas: Ruta Milenaria IV
La Amazonia, por tanto, está atravesada por distintos discursos y aspiraciones que
entran en contradicción y que remiten a dos visiones opuestas del desarrollo. Estos
antagonismos tomaron cuerpo ante mis ojos a partir de la aparición del cañón, el cual
seguía siendo celebrado en el centro del salón comunitario de Taperú mientras yo
recogía los testimonios en Maripí. La reacción de los entrevistados en Maripí ante la
noticia del descubrimiento del cañón era espontánea y unánime: lo primero que había
que hacer era averiguar dónde había aparecido el cañón exactamente y después ver a
quién pertenecía en realidad. Porque si había aparecido en Maripí no se entendía que
«los de Taperú» lo hubieran ido a buscar al Comité. No les parecía bien, en definitiva,
que se hubieran apropiado del cañón de malas maneras, violentando el espacio neutral
que suponía el Comité para el Desarrollo Sostenible. Incluso llegaron a fanfarronear
ante mí con la posibilidad de ir en aquel mismo instante a Taperú y recuperar el
cañón a la fuerza. Ahora bien, ¿por qué el cañón era tan importante precisamente
para aquella gente que se empeñaba en silenciar los recuerdos de los ancianos? Me
preguntaron si el cañón era valioso y no supe bien qué responder. Obviamente, ellos
no valoraban las historias que el objeto pudiera contar, sino que su voluntad era
silenciar esas mismas historias, hacerlas desaparecer, callar las voces que les pudieran
emparentar en un pasado común de esclavitud y oprobio con sus vecinos. El cañón
se había convertido en una amenaza real para las familias de Maripí.
Y para los demás actores, ¿por qué era tan importante el cañón? Una mujer llegó
a decirme que el cañón era una doble y definitiva prueba: de la existencia de Dios y
del pasado esclavo de los quilombolas.
140
Pablo Ibáñez Bonillo
¿Cómo era que aquel pedazo de hierro podía llegar a confirmar la existencia de
Dios? La respuesta quizás pase por entender las causas que hicieron del cañón, a ojos
de todos, un bien patrimonializable. Estos bienes, por lo general, deben cumplir tres
características que se encontraban en el cañón: deben ser objetos excepcionales, escasos
y poseedores de una considerable profundidad temporal. Estos rasgos confieren un
aura mágica a determinados objetos que pasan a acaparar la atención de la comunidad
y que se convierten en depositarios de los más variados significados (Quintero 2009,
Cruces 1998). Además, en el caso concreto del cañón, se puede pensar en otros argu-
mentos que reforzarían su excepcionalidad, como por ejemplo su carácter agresivo,
bélico y por tanto transmisor de ciertos valores de resistencia y masculinidad que se
ven aumentados por la forma fálica del mismo. Pero también su origen europeo o la
naturaleza metálica, sólida e inquebrantable, de un objeto que alude a un determinado
imaginario regional en el que son muy conocidos los cañones de Belém y Macapá y,
por proximidad, también los del fuerte de Gurupá. En este sentido, el hecho de que
los quilombolas situaran el origen histórico de su comunidad en Gurupá incrementaba
el valor simbólico del cañón.
7 «Los monumentos presentan la colección de héroes, escenas y objetos fundadores. Se colocan en una
plaza, un territorio público que no es de nadie en particular pero es de “todos”, de un conjunto social
claramente delimitado, los que habitan el barrio, la ciudad o la nación. El territorio de la plaza o el
museo se vuelve ceremonial por el hecho de contener los símbolos de la identidad, objetos y recuerdos
de los mejores héroes y batallas, algo que ya no existe pero es guardado porque alude al origen y la
esencia» (García Canclini 1990: 178).
141
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Durante aquel segundo viaje a Porto de Moz me enteré del peculiar destino que
había tenido el viejo cañón. Según me dijeron en la ciudad, un grupo de hombres de
Maripí había ido finalmente hasta Taperú para recuperar el cañón. Es difícil saber si
realmente pensaban regresar cargados con él o si simplemente querían escenificar de
manera violenta su desacuerdo con la apropiación del mismo por parte de sus veci-
nos. Sea como fuere, su visita derivó en una pelea. Me fue imposible confirmar esta
historia, pero, en cualquier caso, el cañón no se movió de Taperú. Ante la posibilidad
real de que alguno de los múltiples enemigos que tiene la causa quilombola intentase
apropiarse de aquel objeto, los líderes comunitarios decidieron guardar el cañón en
un lugar seguro que solamente conocerían unas pocas personas.Yo no fui una de ellas,
obviamente, y tampoco volví a ver de nuevo el poderoso artefacto en que se había
convertido aquella reliquia histórica, que sigue hoy a orillas del Xingú a la espera de
que sus significados sean actualizados y requeridos en el futuro8.
8 Tras la redacción de este artículo fui informado de que el cañón continúa a día de hoy en la comunidad
de Taperú, donde es expuesto en el salón de la escuela local. Según mis informantes, todavía no se han
realizado acciones para su estudio o conservación.
142
Pablo Ibáñez Bonillo
testimonios de la dominación más que de una apropiación justa y solidaria del espacio
territorial y del tiempo histórico. Las marcas y los ritos que lo celebran hacen recordar
aquella frase de Benjamin que dice que todo documento de cultura es siempre, de
algún modo, un documento de barbarie» (García Canclini 1990: 179).
143
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Bibliografía
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Pablo Ibáñez Bonillo
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CAPÍTULO II
EL CUERPO Y EL LUGAR
Juan Domingo Mogrovejo Rosales
Cristiana Barreto
1. Introducción
Las representaciones humanas en los restos arqueológicos de las antiguas culturas pe-
ruanas han sido fuente de numerosa información para quienes intentamos reconstruir
sus sociedades. Los soportes son variados, y los grados de realismo también varían de
forma notable, desde las magníficas y artísticas botellas mochicas y waris hasta dibujos
esquemáticos en algunas pinturas rupestres y petroglifos. Anteriormente, los usos de
estas imágenes y esculturas se hacían de forma directa, sin mayor filtro o análisis de las
funciones de estas representaciones, hoy en día, sin embargo, el análisis iconográfico
nos permite una aproximación más científica y exacta al valor artístico representativo,
funcional e incluso ritual/simbólico de estas.
Para otros grupos amazónicos, los antropólogos han hecho una gran labor en
las últimas décadas para el estudio de las representaciones artísticas y su simbolismo.
Tenemos estudios para varios tipos de soportes, como el textil en el caso de los mat-
siguengas y yines (Rojas 2003, 2017) y la cerámica para los awajún (Nolte 2016), o
en general para los shawis (García 1993-2000).
Martha Rojas Zolezzi menciona que los dibujos y diseños en los textiles son
metonímicos, es decir, no son una copia fiel de los objetos, plantas o animales del
mundo exterior, sino que basta representar una parte de estos. Por otro lado, lo que
las mujeres representan en los textiles son objetos, utensilios, plantas, mamíferos, flores,
reptiles, aves, peces y seres divinos de la mitología matsiguenga (2003:88,89).
Josefa Nolte señala que los diseños geométricos de la decoración awajún que
aparentemente son solo dibujos armónicos sin contenido, muestran un conjunto de
patrones esenciales a partir de los cuales se construyen las formas que representan
diversos elementos de la naturaleza y de su entorno (2016:66). En las diversas páginas
su trabajo se muestran estos códigos simbólicos a partir de los cuales quedan plasmados
los mismos elementos que se representan en el kené shipibo/conibo, es decir, plantas,
animales, peces, etcétera.
Resumiendo, queda evidente entonces que los diseños, dibujos y símbolos de los
actuales pueblos amazónicos no solo son dibujos artísticos decorativos, representan
sobre todo partes de la visión que tienen de su mundo y entorno ambiental. Estos
estudios nos permiten entender que los diseños transmiten a su vez mensajes y ex-
presiones simbólicas que, aunque son difíciles de decodificar, nos pueden brindan
las pautas esenciales para entender las estructuras que organizan la distribución de
contenidos. Consideramos que una vez establecidos los parámetros básicos para hacer
cruces comparativos de información, podemos enfrentar la ardua tarea de entender
el mundo simbólico del material amazónico prehispánico.
150
Juan Domingo Mogrovejo Rosales
Cerámica
A) Dibujos y representaciones pictóricas
La decoración pictórica está presente en varios estilos prehispánicos de la Amazo-
nía peruana, que en el estilo napo tiene los diseños pintados más complejos. En la
cerámica formativa amazónica, los dibujos en general se hacen más bien mediante
las técnicas de incisión, pero también hay representaciones excisas. Por ejemplo para
la fase más antigua registrada en el Datem del Marañón, sus patrones decorativos
muestran líneas y puntos, en patrones aparentemente geométricos, sin embargo, un
análisis detallado de estas revela oposiciones, ordenamiento del espacio decorativo e
incluso simplificaciones de elementos representativos como el agua o ríos en forma
de líneas ondulantes.
B) Esculturas
Las esculturas no son muy comunes en el registro arqueológico amazónico, en general
se trata de figurinas, adornos de cántaros (golletes) y ocasionalmente protomas de
botellas. Para este trabajo hemos escogido un conjunto de 20 especímenes escultóri-
cos procedentes de la cuenca del río Morona, que representan o parecen representar
personajes antropomorfos. En la mayoría de los casos se trata de figurinas o partes de
figurinas de cuerpo sólido, y un solo espécimen de cuerpo hueco.
Petroglifos
Los petroglifos o grabados rupestres son diseños simbólicos o naturalistas grabados
en rocas o piedras, mediante el desgaste o abrasión. Se desconoce si en los sitios ama-
zónicos con este tipo de representaciones, en algún momento estos diseños también
estuvieron pintados, lo cual es probable, pues en la sierra existen lugares que combinan
151
Amazonas: Ruta Milenaria IV
tanto diseños grabados en la roca como pinturas —por ejemplo, en Huanca (Huanca),
Macusani (Puno)—.
Con los petroglifos hay numerosas limitaciones para su estudio, pues como bien
señala Jean Guffroy, a diferencia de otros soportes es más difícil obtener asociaciones
que nos den fechados, contexto cultural y por último su finalidad o significado ritual
(1999:16). Una excepción es el caso de Cumpanamá donde Santiago Rivas logró en-
contrar importantes asociaciones respecto a estos petroglifos, en una investigación en
curso con importantes descubrimientos para periodos tempranos (Rivas Com. Pers.)
Además de los sellos, y como podremos observar más adelante, hay varias repre-
sentaciones humanas realizadas con tal nivel de detalle que permite observar algunos
rasgos que pueden interpretarse como cicatrices decorativas, algo que por ejemplo
también se puede encontrar en vasijas mochica (Woloszyn 2008:74).
152
Juan Domingo Mogrovejo Rosales
Para poder sacar algunas conclusiones sobre los contenidos simbólicos y las fun-
ciones de las representaciones humanas, trataremos de ordenar y describir el material
del cual disponemos.
Cronología
De acuerdo con los estudios realizados al material de San Lorenzo, hemos logrado
caracterizar preliminarmente no solo varios estilos formativos, sino también una
división en fases para el periodo formativo. Estos resultados en gran parte fueron
facilitados por las asociaciones espaciales del material, y también por las comparacio-
nes con el material arqueológico ecuatoriano de los cantones limítrofes y vecinos a
nuestra zona de trabajo.
153
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Entre los diversos especímenes que muestran semejanzas con el material ecuato-
riano, tenemos una pequeña figurina con decoración incisa (figura 516), que tiene
un estilo de decoración similar a lo que Porras llama Upano achurado (1984:173).
Un caso curioso es de una figurina femenina que carecía de piernas (figura 517), y
que suponíamos originalmente tenía las piernas completas y que estas se rompieron
en algún momento, y fueron erosionados los muñones. Sin embargo, este espécimen
es similar a una figurina también femenina registrada por Porras, que identifica con
la fase Chiguaza (1500-1000 a.C.) (1984:123), la cual también tiene las extremidades
inferiores cortadas, es decir, que al parecer en ambos casos se está representando de
modo intencional a una persona amputada (ibid.: 237 figurina 17a,b, 348). El ejemplar
del Morona tiene como una cushma completa, mientras la de Porras tiene una falda
con decoración.
Corpus de material
El material escultórico que representa humanos y que procede de la cuenca del río
Morona consta de 20 especímenes. Estos pueden dividirse en:
Cabezas
Tenemos 9 cabezas, la mayoría muy pequeñas con apenas unos 3 o 5 centímetros (137,
141, 142, 147, 153, 155, 156) y una de 7 centímetros (167).Todas son de interior sólido,
cocción oxidante, y en todos los casos resulta obvio que formaron parte de una pieza
más grande. Debido a que no tenemos un cuerpo, figurina o protoma con este tipo
de cabezas pequeñas, queda a la especulación de qué pieza o tipo de vasija proceden.
Estas cabezas tienen los ojos almendrados en general, varios presentan un pun-
to o un círculo en medio del ojo, y se observa que hay un interés deliberado en
154
Juan Domingo Mogrovejo Rosales
representar los cabellos, la nariz, la boca e incluso tocados. Aunque es una impre-
sión preliminar, al parecer también hay esfuerzo en representar algunas diferencias
entre representaciones masculinas o femeninas. La cabeza 167, tiene además de un
complejo tocado en la cabeza unas líneas sobre el rostro que parecen tatuajes o
cicatrices decorativas.
La última cabeza es más grande y diferente a las anteriores, tiene 9 x 8.6 centímetros
de medidas, el interior hueco, y representa un individuo aparentemente masculino
con orejeras y un tocado especial (173). El estilo representado también es diferente y
suponemos es posterior al estilo Upano. Esta cabeza parece que formó parte de una
figurina de un individuo masculino, y por la complejidad del tocado, la presencia de
orejeras y un collar, puede representar un apu (jefe tribal), o a un personaje mitológico.
Cuerpo
Tenemos 9 especímenes, de tamaños variados, pero todos de cuerpo sólido (149, 151,
154, 163, 165, 166, 172, 516, 517). Un rasgo interesante es que a pesar de ser piezas
incompletas en 5 especímenes observamos que representan personajes femeninos, lo
cual se muestra por dos rasgos notorios como la presencia de senos (149, 172, 517) y
por parecer «embarazadas» (165, 166). En relación con estos personajes, la 165 tiene
un estilo poco naturalista y es posible que se trate del espécimen más antiguo del
corpus, tiene senos, en la parte que corresponde al abdomen, una pequeña cavidad.
El espécimen 166 es mucho más artístico, y muestra una mujer con el cabello partido
por la mitad y lo que parecen ser unas trenzas, tiene el abdomen abultado que parece
representar el embarazo, y como rasgo interesante, unos círculos concéntricos sobre el
abdomen. La figurina 517 ya la mencionamos y posiblemente represente una mujer
con las piernas amputadas. El único espécimen que parece ser masculino (151) tiene
cortes o incisiones en la cara que parece ser el mismo tipo de decoración escarificada
que se observa en el espécimen 167.
Las tres últimas figurinas representan una especie de ave antropomorfa (154),
una especie de tortuga antropomorfa (163) y algo que parece un tambor o canasta
antropomorfa (516).
Partes de cuerpo
Hay dos especímenes, una representa una pierna algo obesa o robusta, y que debió
formar parte de una figurina (150), y la otra es un fragmento de figurina (164), que
es muy curiosa por la postura que representa, pues se observan dos piernas con una
especie de pantalón, el tronco de la figurina está perdido. Estas piernas están mos-
trando una postura de estar sentado como en flor de loto, pero con las bases de los
pies oponiéndose. Es una postura que en yoga se denomina baddha konasana, que en
español es la postura del zapatero. Uno de los beneficios de esta postura es que abre
las caderas y se recomienda a las mujeres que van a dar a luz.
155
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Símbolos
Como ya mencionamos, hay indicios indirectos de que existe una función mágica o
ritual para estas representaciones, pero al repasar las diversas características representadas
en los especímenes encontramos algunos patrones que creemos tienen que ver con
estos contenidos. El primero es que varias cabezas pequeñas tienen, a pesar del tamaño,
suficientes elementos para distinguir partes corporales, peinados y tocados, que parecen
representar personajes masculinos. Por el contrario, los especímenes que representan
cuerpo son mayormente femeninos y hay dos que enfatizan el estado de gravidez,
una de ellas con círculos concéntricos sobre el abdomen, rasgo que no es natural
o artístico sino simbólico. No podemos decir si se trata de esculturas propiciatorias
para la fertilidad (como en el caso de las conopas) o si representan específicamente a
personajes como una «madre» mitológica.
Tres especímenes muestran personajes híbridos, uno parece ser una tortuga antro-
pomorfa, otro una especie de ave antropomorfa, y finalmente un tambor o canasta
antropomorfa, en los tres casos seres imaginarios, que podrían formar parte de his-
torias o mitos.
4. Discusión
Como mencionamos en la introducción, en este artículo queremos, en primer lugar,
presentar un conjunto de materiales arqueológicos con un gran contenido simbólico.
Sin embargo, queda evidente a través de la descripción de estos, que se abren muchos
campos de estudio y de interpretación sobre este material.
Asimismo, en relación con las identidades representadas, tenemos que dilucidar las
de los seres mágicos o míticos a los cuales se le han añadido características antropo-
morfas, que sin duda tienen características funcionales para su identidad simbólica,
como rostros con ojos y boca para comunicarse, brazos para realizar alguna función
manual, etcétera. Esta hibridación o humanización también simboliza las soluciones
conceptuales respecto a las relaciones y vínculos de la realidad y mundo humano, a
realidades y mundos diferentes.
156
Juan Domingo Mogrovejo Rosales
Estas simbiosis o relaciones de estas «realidades» en las culturas andinas están seña-
ladas en la existencia de varios mundos, sobre todo con el de los «ancestros», que son
los entes producto de la transformación de los individuos al morir. Estos contenidos
tienen relación directa con las funciones y utilidad de estas representaciones para la
sociedad y las personas que las crearon. Es decir, es evidente que estos objetos tienen
contenidos simbólicos y narrativos, lo que queda dilucidar es cómo se utilizaban y
en qué contextos sociales y espaciales.
Para el análisis de sus funciones, podemos utilizar los criterios de Lumbreras estable-
cidos a partir de cuatro aspectos de estudio, que incluyen el análisis formal, el análisis
del contexto, los vestigios o restos físicos en los objetos, y la información etnográfica
(Lumbreras 1984:3). De acuerdo con esto, en el caso de los ejemplares mostrados,
por el momento solo podemos decir que formalmente se trata de adornos/protomas
escultóricos o partes de figurinas, pues los otros criterios no están disponibles por el
momento, y tampoco la información etnográfica, pues los actuales pueblos jíbaros
no usan ni elaboran objetos similares.
Una de las tareas pendientes en este punto es cómo estas figurinas o botellas (de
las cuales eran parte los protomas escultóricos) eran utilizadas en ceremonias o ri-
tuales. Para este efecto no solo serán útiles los criterios mencionados por Lumbreras,
sino también el análisis del corpus iconográfico en sí mismo por categorías de re-
presentación, y eventualmente las huellas de uso que se puedan encontrar, como ya
demostramos en un contexto particular mochica (Mogrovejo 1996).
157
Amazonas: Ruta Milenaria IV
158
Formas de figurar el cuerpo en
la Amazonía precolonial
Cristiana Barreto1
De hecho, esta observación sobre la «no representación» del cuerpo en las artes
amerindias amazónicas parece tener sentido si consideramos la rareza de las produc-
ciones materiales y visuales, como las efigies, ídolos, estatuas, estatuillas o dibujos en
los que son claramente reconocidas personas, personajes o los mismos cuerpos hu-
manos o animales. Casos como las «muñecas» de cerámica Karajá o los postes rituales
Kuarup en el Alto Xingu, donde cada uno a su manera constituyen cuerpos que
representan personas, genéricas o específicas, son raros en la producción amerindia
actual. A primera vista, parece haber un mayor énfasis en el arte no figurativo, con la
composición de objetos o dibujos con formas o motivos geométricos, que no nece-
sariamente se refieren a las personas o a sus cuerpos. Sin embargo, esto solo puede ser
el resultado de conjuntos de lectura o reconocimientos de la representación corporal
más restringidos y codificados de manera cultural, que se reducen extremadamente
después de los procesos de reducción (en términos geográficos y demográficos) por
los que pasaron estas sociedades después de la conquista europea.Teniendo en cuenta
los repertorios artísticos conocidos en el registro arqueológico de las diferentes ocu-
paciones precoloniales de la Amazonía, sospechamos que en el pasado, las formas de
representación corporal debían seguir lenguajes panamazónicos mucho más amplios
y son fácilmente reconocibles como representaciones de personas o personajes en un
amplio espacio de comunicación, tejido por extensas redes regionales de interacción
social e intercambios estilísticos en las formas de representación de los seres (Barreto
2010).
Sin lugar a dudas, la representación humana es una de las características que distin-
gue a los complejos arqueológicos del Amazonas del resto de las antiguas ocupaciones
de las tierras bajas de América del Sur, que están ausentes en las tradiciones de artefactos
arqueológicos de la zona central, noreste, sur y sureste de Brasil, incluyendo la franja
costera. (Excepto por los famosos «zoolitos» de los sambaquis, esculturas de piedra
pulida.) En ese sentido, en la Amazonía precolonial, las prácticas de representación
humana se acercan a las de los pueblos andinos y circuncaribeños.
Los contextos arqueológicos en los que aparecen estos registros sugieren que la
práctica de fabricar objetos o imágenes antropomórficas, generalmente asociadas a
lugares específicos, se derivaría de dinámicas de demarcación del territorio y registros
de memoria intencional asociados con la ocupación de lugares determinados.Asimis-
160
Cristiana Barreto
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Aunque todavía no está claro quiénes fueron los agentes de estos entierros de
cerámica (si los propios fabricantes de cerámica o los ocupantes posteriores, con la
intención de limpiar simbólicamente los vestigios de las ocupaciones anteriores), la
elección de piezas figurativas de cuerpos humanos y animales parece indicar desde el
principio una clara relación entre estas piezas y la memoria de los lugares ocupados
(Barreto 2013).
Además de esta relación con la territorialidad, otro elemento común a las repre-
sentaciones antropomorfas de la Amazonía es la recurrencia de temas relacionados
con la reproducción, la transformación del cuerpo y la relación entre humanos y
animales, lo cual es consistente con lo que sabemos hoy sobre ontologías animistas
y las perspectivas documentadas en la etnografía presente (Descola 1992,Viveiros de
Castro 2002).
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
Otras referencias sobre transformación son las figuraciones de personajes con aspec-
to de chamán sentados en bancos y, a veces, sosteniendo una maraca, lo cual es común
tanto en las urnas funerarias (Guapindaia 2001) como en los vasos antropomorfos
(Gomes 2001, 2010). También existen las figuras «duales» de la cerámica de Tapajó,
donde se percibe un cuerpo humano o un animal, según la perspectiva del observador
(Guapindaia 2004, Gomes, 2001, 2010). También hay cuerpos humanos cuyas partes
anatómicas están compuestas de animales, o escenas narrativas de interacción entre
humanos y animales. Las famosas piezas líticas de la región de Nhamundá-Trombetas,
con sus llamadas figuras «alter-ego» y a veces llamadas ídolos, son buenos ejemplos
de este tipo de representación. (Imagen 2)
La recurrencia de estos temas nos informa no solo sobre la antigüedad de las formas
perspectivistas y animistas de percibir el mundo, sino que también señala el hecho de
que no parece haber ninguna incompatibilidad entre las prácticas de representación
corporal en medios destacados y separados del propio cuerpo y estas teorías que
presuponen formas corporales inestables y transformacionales. Por el contrario, sospe-
chamos que dichas representaciones, al menos en las urnas funerarias donde hay una
clara intención de preparar un nuevo cuerpo para los muertos, hayan sido realizadas
con la intención de fijar las cualidades humanas y evitar la pérdida de humanidad a
través de la confección de cuerpos cerámicos antropomorfos sólidos, visibles y dura-
deros. Pero también tenemos a aquellos cuerpos que presentan cualidades que no son
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Cristiana Barreto
estrictamente humanas; sino que son figuras híbridas, mitad humana, mitad animal o
incluso sobrenaturales, que parecen retratar la capacidad de transformación corporal
de algunos seres (Barreto, 2009: 131-132).
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
Cuerpos reflejados
El primer modo de figuración del cuerpo que identificamos es lo que llamamos
«cuerpos reflejados». Se trata de cuerpos representados en las grandes urnas funerarias
globulares, en el estilo de Joanes Pintado nombrado así por Meggers y Evans (1957)
y cuya morfología general se adapta a la del cuerpo, y no solo a una figura bidimen-
sional pintada aplicada a la superficie tridimensional de la vasija. En estas piezas, el
cuello de la urna generalmente representa un rostro con un par de ojos grandes, y la
parte globular forma el tronco, dando una forma abultada al vientre. Los detalles que
componen el cuerpo, tanto modelados como pintados, figuran a un ser híbrido como
un pájaro humanizado, probablemente una arpía, o un búho que lleva adornos como
aretes y collares usados por humanos. Un tubo suspendido hecho un collar pectoral
parece representar un inhalador de huesos. De este modo, el tema de la transforma-
ción aparece aquí retratado en la forma de este ser híbrido, cuyas cualidades, tal vez
chamánicas, son evocadas por el estado transitivo entre el ser humano y el ave y el
consumo de sustancias que permiten la transformación.
166
Cristiana Barreto
Al igual que en el resto del material Marajoara de este estilo de Joanes Pintado,
las cerámicas están hechas y son decoradas obedeciendo a un eje de simetría central
que divide la pieza en mitades o cuadrantes, según los cuales los cuerpos son cortados
por el medio, distribuidos y unidos de forma concatenada.
Cuerpos sentados
Un segundo modo de representación corporal que identificamos en las cerámicas
arqueológicas del Amazonas, así como en las urnas funerarias que componen cuerpos
enteros modelados en cerámica, es el que está compuesto por piezas que representan
figuras humanas sentadas.
Estas son las piezas antropomorfas que, de acuerdo con los argumentos de Evans y
Meggers (1968), son comunes en los sitios de la Tradición polícroma del Amazonas,
desde los complejos de subtradición de Guarita en la Amazonía central hasta el río
Napo, y también en los complejos del área del estuario como el estilo Pacoval Inciso
en Marajó y en las urnas Maracá y Caviana. En estas piezas, los cuerpos están formados
por protuberancias más tubulares de las cuales salen piernas dobladas, más o menos
estilizadas, y a veces ausentes, y brazos modelados a lo largo del cuerpo. La cabeza está
demarcada por una constricción o separada de la pieza en forma de tapa. (Imagen 4)
Aquí queremos enfatizar los elementos que creemos que están relacionados con
la forma de evocar el tema de la transformación del cuerpo. En primer lugar, la posi-
167
Amazonas: Ruta Milenaria IV
ción sentada, aunque las extremidades pueden estar más o menos estilizadas, siempre
indican piernas dobladas con las rodillas apuntando hacia arriba, la cual es una posi-
ción comúnmente adoptada por los chamanes que aparecen sentados en sus bancos
para realizar sus rituales. En las urnas de Maracá y Caviana, este atributo llega a ser
bastante exacerbado, incluyendo la representación de los bancos (McEwan 2001). En
segundo lugar, en los estilos Pacoval inciso (Marajó) y Guarita (Amazonía central)
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Cristiana Barreto
existe la forma metafórica en que los cuerpos están compuestos de partes anatómicas
que corresponden a representaciones de animales. Por ejemplo, tenemos brazos que
están hechos de serpientes, hombros que son aplicaciones modeladas en cabezas de
pájaros y ojos resaltados por incisiones en forma de escorpión (Moraes 2013: 223;
Schaan 1997: 180). Para muchos autores, esta técnica de representación que John
Rowe denominó «kenning» en la iconografía Chavín, y que también es muy común
entre otras culturas andinas (como Moche,Tiahuanaco e Inca) simboliza los procesos
de transformación tanto físicos como espirituales (Rowe 1962; Urton 2008). En el
lado amazónico, Santos-Granero nos remite a varias etnografías de mitos de origen
en los que las creaciones primordiales se producen como actos de organización de
especies, donde cada especie está formada por cuerpos y partes de cuerpos de otras
especies naturales.
Según este autor, «las ontologías amazónicas no solo son animistas y perspectivistas,
sino también constructivistas», ya que conciben a todos los seres vivos como entidades
compuestas, formadas por cuerpos y partes del cuerpo de una diversidad de formas
de vida (Santos-Granero, 2012: 41).
Las figuras sentadas con cuerpos compuestos por animales parecen estar relacio-
nadas con la expansión de la tradición polícroma en la Amazonía Central y Alta entre
los siglos IX y XVI de la era cristiana. Su aparición en el área del estuario también
parece ocurrir en épocas más recientes cerca de la conquista europea, como es el caso
de las urnas de Maracá (Guapindaia 2001; Barbosa 2011). Desafortunadamente, no
tenemos información sobre las urnas denominadas «Caviana», porque los ejemplares
conocidos son de colecciones descontextualizadas.
Con respecto a las urnas de estilo Pacoval Inciso, que están presentes en los sitios
de la fase Marajoara, es interesante observar que ocurren en dos modos: tanto en
la forma de representación del cuerpo «normal» (es decir, con la representación del
frente y la espalda), como en la forma de representación reflejada (es decir, con dos
frentes opuestos de modo simétrico), lo que nos hace suponer que esto habría sido
un modo de representación corporal que se originó fuera de Marajó, y que posterior-
mente habría sido absorbido por el sistema iconográfico de esta fase, adaptándolo a
un lenguaje local más antiguo que existía antes de la fase de Marajoara, con la técnica
de reflejo (Barreto 2009: 2002).
Cabe notar que tenemos dos formas muy distintas de representar los cuerpos, las
cuales ocurrieron de manera simultánea en Marajó durante al menos un tiempo, que
probablemente fue en un momento tardío. Los cuerpos reflejados parecen ser un estilo
local, mientras que los cuerpos sentados parecen estar distribuidos en la mayor parte
de la cuenca del Amazonas desde el segundo milenio de la era cristiana. Es posible
que esta concomitancia refleje los cambios identificados por Neves en la Amazonía
169
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Esto nos lleva a que nos replantemos no solo la posición de la Fase Marajoara
dentro de la Tradición Polícroma del Amazonas, sino también la posibilidad de que
la sociabilidad que favorece a un intenso flujo de estilo y que es característica de
las extensas redes de relaciones entre las sociedades indígenas de Guyana y Amapá
documentadas en la actualidad (Gallois 2005), puedan tener su origen en el pasado
prehistórico.
Cuerpos duales
Finalmente, hay otras formas de figurar cuerpos en la Amazonía indígena precolonial
características del área-bolso que se encuentra entre la Amazonía central y la zona
del estuario, con su epicentro en la gran aldea que se formó en la desembocadura
del río Tapajós en el Amazonas, y que abarca los estilos cerámicos de la tradición
Inciso-Punteada, denominados Santarém, Konduri y otras variaciones aún poco es-
tudiadas (Gomes, 2001; Guapindaia, 2004).Ya hemos comentado sobre la existencia
de vasijas con representaciones más narrativas en la cerámica tapajónica, en las que
se retrata la interacción entre humanos y animales. Unos ejemplos de estas narrativas
son: unas vasijas en forma de cocodrilo con una figura humana «montada» en su cola,
o un vaso en forma de jaguar que sostiene a un ser humano entre sus patas y lame
su cabeza. (Imagen 5)
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
Consideraciones finales
El ejercicio tipológico con los modos de representar cuerpos en la cerámica ama-
zónica del pasado precolonial, aunque aún se encuentra en investigación, revela que
además de un lenguaje panamazónico, centrado en temas recurrentes de la relación
entre humanos y animales, reproducción y transformación corporal, hay variaciones
importantes, directamente relacionadas con las cuestiones ontológicas y la concepción
de la vida, muerte, humanidad y lo sobrenatural. Además, reflejan diferentes formas
de concebir las capacidades de los agentes de los objetos.
Una vez que se han mapeado estas diferencias entre los complejos cerámicos, vemos
que encontramos elementos de aproximación con los complejos andinos, y quizás
aún más con los circuncaribeños. Además, percibimos correspondencias muy exactas
con los regímenes de materialidad descritos en la actualidad por las etnografías ama-
zónicas, lo que nos hace percibir la larga duración y persistencia de estos regímenes
animistas, perspectivistas y constructivistas.
172
Cristiana Barreto
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175
Amazonas: Ruta Milenaria IV
176
Cuerpos en transformación: sobre la noción de persona y
el control alimentar entre los yaminawa
Desde hace ya varios años las nociones de persona y cuerpo vienen recibiendo una
atención especial por parte de los etnólogos dedicados al estudio de las sociedades
indígenas amazónicas. Un punto de inflexión fundamental fue el trabajo clásico de
Seeger, Da Matta y Viveiros de Castro (1987) que, asumiendo el desafío propuesto por
Joanna Overing en lo que se refiere a apartarse de la lógica de la descendencia como
principio organizador en el estudio de las sociedades amerindias, proponen abandonar
la aplicación de las teorías explicativas desarrolladas a partir de los datos etnográficos
relativos a sociedades de otras partes del mundo para, así, poder definir las sociedades
amazónicas en sus propios términos. En contraste con la prevalencia que los grupos
corporados tienen en las sociedades africanas, los autores destacan la importancia de
los idiomas simbólicos asociados a la persona en las sociedades amazónicas, como ya
venían indicando algunas etnografías. Este trabajo, a modo de nuevo programa teórico
para el estudio de las sociedades indígenas de las Tierras Bajas de América del Sur
(TBAS), concede al cuerpo una preeminencia destacada, siendo, por un lado definido
como «matriz de significados sociales» y fuente privilegiada de reflexión por parte de
las sociedades amazónicas en la elaboración de sus cosmologías; y por otro, conside-
rado como arena fundamental de los procesos de la construcción social de personas.
Son varios los desdoblamientos temáticos y teóricos que ha tenido el abordaje del
cuerpo como unos de los principales ejes en la configuración social y cosmológica
de las poblaciones indígenas de las TBAS. Un aspecto que me interesa en particular
es la idea de la acción sobre el cuerpo como mecanismo estratégico en el proceso
de la construcción social de las personas. El cuerpo se nos aparece como algo a ser
modelado por medio de diferentes técnicas o prácticas con el objetivo de adquirir
las características y valores preconizados socialmente, en un proceso en el que ética
y estética van de manos dadas. Entre los yaminawa1 encontramos varios procesos y
prácticas cuya razón de ser está en alcanzar habilidades y atributos valorizados que se
refieren a los más diversos ámbitos: llegar a ser buen cazador y guerrero; ser trabaja-
dor o trabajadora; tener un cuerpo sano, fuerte y bello; poseer conocimientos sobre
cura. Varios de los principios que definen esos modelos se refieren al desarrollo de
las capacidades requeridas para cuidar y mantener el bienestar de las personas más
próximas y queridas, proveerles de lo que necesitan y, en última instancia, posibilitar
la reproducción social. Si hablo de procesos, es porque estas habilidades, conocimien-
tos y capacidades se adquieren progresivamente, y su manutención requiere también
de cuidados. Aunque el conjunto de estos mecanismos comprende situaciones que
podríamos caracterizar como excepcionales, en el sentido de que no forman parte
de la vida diaria —por ejemplo, lo que se suele llamar «iniciación chamánica», la
reclusión de las muchachas en su primera menstruación o la del matador—, muchas
otras hacen parte de las prácticas cotidianas. Bañarse al amanecer, cuando el agua del
río está todavía fría; usar eventualmente eméticos; ingerir infusiones preparadas con
determinadas plantas o evitar ciertos alimentos son prácticas destinadas a desarrollar
y mantener un cuerpo kerex —duro, fuerte— y combatir así la debilidad, la delgadez
(irabada) y la pereza (xadi). Del cultivo de un cuerpo con las características adecuadas
depende directamente la capacidad productiva de cada uno. Debe tenerse en cuenta
que, de la misma forma que ocurre entre otros grupos indígena amazónicos (Des-
cola, 1998; Erikson, 1996; Gray, 1997, p. 138-142; Hugh-Jones, 1992; Teixeira-Pinto,
1997), tanto la pereza como la mezquindad son actitudes absolutamente condenadas
entre los yaminawa (Pérez Gil, 2006) y que, como señala McCallum (2001, p. 76) en
referencia a los Cashinahua, la posibilidad de ser generoso y de cuidar de las personas
próximas depende en buena medida de la capacidad de una persona para producir.
Entre el amplio conjunto de cuidados que una persona tiene con su cuerpo,
quiero tratar aquí aquellos que se refieren especialmente a la alimentación. Lo que se
debe o no se debe comer, dependiendo de las circunstancias en que se encuentre la
persona, es un tema comentado frecuentemente por los yaminawa. Son numerosas las
situaciones que exigen tener precauciones con lo que se come: aparte de las anterior-
mente mencionadas que implican momentos de liminaridad (adquisición o aumento
de poderes/conocimientos chamánicos, reclusión del matador o de la muchacha que
tiene la menarquía, por ejemplo), los contextos en los que se debe tener cuidado con
la alimentación son tantos, que esta cuestión acaba tornándose una preocupación
cotidiana. Esto es así porque los alimentos ingeridos tienen efectos sobre el cuerpo
que van mucho más allá del simple suministro de los nutrientes necesarios para la
subsistencia. La salud propia y la de la familia más próxima, la belleza, la capacidad
para desarrollar y preservar las habilidades y cualidades que permiten el llevar a cabo
con éxito las actividades productivas y otras socialmente valorizadas son aspectos que
dependen directamente del cuidado alimentar.
Contextos
Si hacemos un levantamiento sobre las situaciones que implican el control alimen-
tar entre los yaminawa, podemos distinguir varios tipos. Quizás las más evidentes y
178
Laura Pérez Gil
llamativas son aquellas en que las restricciones son más severas y forman parte de un
conjunto más amplio de condicionamientos que implican un estado de liminaridad,
distinguiéndose, en ese sentido, del contexto estrictamente cotidiano.
Dietas chamánicas
Incluyo en este tipo de situaciones los procesos que se refieren a la adquisición y
aumento de poder y conocimientos chamánicos. En ese caso, el control alimentar
es la circunstancia que sigue necesariamente a la realización de una serie de orda-
lías —hacerse picar por diferentes avispas y hormigas, ingerir la miel producida por
las primeras, chupar una sustancia extraída de la boa— y al consumo de diferentes
substancias, como ayahuasca, tabaco, yune y pimienta, entre otras2. Deben tenerse en
cuenta, acerca del chamanismo, dos aspectos principales. En primer lugar, entre los
yaminawa la adquisición de conocimientos y poderes chamánicos era, por lo menos
hasta un par de décadas después del contacto permanente con la sociedad envol-
vente, que ocurrió a comienzos de la década de 1960, un proceso emprendido por
la mayor parte de los hombres jóvenes, como parte de su formación como adultos.
En otras palabras, las facultades y capacidades desarrolladas a través de ese proceso
eran pretendidas por los hombres —y esperadas en ellos— de forma generalizada
y no exclusivas un número restringido de especialistas. Aunque el ejercicio del
chamanismo está asociado prioritariamente a los hombres, no estaba restringido a
ellos; sabemos de mujeres yaminawa que aprendieron y ejercen técnicas y prácticas
chamánicas, tales como determinadas formas de cura o la costumbre de ingerir
ayahuasca.
En segundo lugar, este proceso no era puntual o único, sino gradual, acumulativo
y constituido por una serie de momentos sucesivos que consistían en la realización
de una prueba y/o la ingestión de una determinada sustancia y el cumplimiento del
resguardo consecuente: control alimentar, aislamiento social y abstinencia sexual.
Aunque la mayor parte de los hombres yaminawa hayan pasado durante su juventud
por estas experiencias, el grado de conocimiento y poder adquirido por cada uno
de ellos depende de su propio interés y de la capacidad para resistir las pruebas y los
resguardos hasta el punto de completarlos adecuadamente. Mientras que para algunos
fue algo simplemente episódico, otros han continuado a lo largo de sus vidas, en mayor
o menor medida, sometiéndose a cada cierto tiempo a estos procesos, cuya duración
podía variar de tan solo dos o tres meses, a dos o tres años.
2 En mi tesis (Pérez Gil, 2006) ofrezco una descripción más detallada de este proceso. En lo referente
a la planta que los yaminawa llaman yune, se trata de la solanácea Brunfelsia grandiflora (Salas; Beltrán,
2000), conocida en la región amazónica como chiric-sanango e no Brasil como manacá, usada como
alucinógeno, planta medicinal o propiciatoria de caza por varias poblaciones indígenas y mestizas
(Carneiro da Cunha; Almeida, 2002).
179
Amazonas: Ruta Milenaria IV
3 Toé es la denominación regional de la Datura sp. En relación a las plantas denominadas por los yaminawa
yaba y txai, no disponemos de identificación. En base a otras etnografías sobre grupos pano, podemos
presumir que el txai sea Opuntia sp. Ver, a respecto de estas plantas y su identificación científica, Pérez
Gil (2006, 124125).
4 Por ejemplo mukaya entre los Kaxinawa, tsibuya entre los Yawanawa y tsibuya o buaya entre los propios
yaminawa y los txitonawa. De cualquier forma, no todas las personas que tienen poderes/conocimientos
chamánicos reciben estas denominaciones. Se refieren a tipos de practicantes con características
específicas, a quienes se atribuye un alto grado de poder y de quienes se dice, de forma generalizada
entre los grupos mencionados, que ya han desaparecido.
5 Los yaminawa afirman categóricamente que antiguamente no consumían bebidas fermentadas. Cuando
la chicha o el chapo de plátano fermentaban, lo desechaban porque consideraban que su ingestión
perjudicaba el cuerpo. Tan solo en los rituales de escisión de clítoris las preparaban para emborrachar a
las muchachas que iban a sufrir la operación.
180
Laura Pérez Gil
Dietas de sangre
Otro contexto en el cual una persona debe cumplir con dietas rigurosas es la situación
del matador. Cualquier persona que haya provocado la muerte de otra por algún me-
dio que implique el derramamiento de sangre —esto, por lo tanto, no se aplica a las
muertes por agresión chamánica o envenenamiento, por ejemplo— debe someterse
a la «dieta de sangre» (ibi saba). Esta misma denominación recibe la dieta que debe
seguir una muchacha cuando tiene su primera menstruación, lo que nos remite a la
analogía que otros autores (Albert, 1985; Conklin, 2001;Taylor, 1985) han encontrado
entre los procesos corporales femeninos asociados a la procreación y el que sufre el
matador cuando la sangre de su víctima —su enemigo— se introduce en su cuerpo,
analogía esta derivada del carácter productivo que atribuyen a la guerra, o sea, según
algunas interpretaciones, la guerra sería fundamentalmente un mecanismo para captu-
rar potencia vital y/o identidades del exterior que posibiliten la reproducción interna
del grupo (Conklin, 2001; Fausto, 1999; Taylor, 1985; Teixeira-Pinto, 1997; Viveiros
de Castro, 2002). Los yaminawa consideran que cuando se mata a alguien, la sangre
de la víctima se introduce en el cuerpo del matador a través de la boca y las uñas, y
se acumula en la barriga. El vientre del matador se llena con la sangre del enemigo,
sangre que carga su yuxin6 (awe yuxin ibi, el yuxin de su sangre). En esta situación
el hombre debe realizar un resguardo riguroso que implica fundamentalmente una
dieta alimentar estricta, aislamiento social, abstinencia sexual así como la prescripción
de determinados comportamientos. En realidad, la idea del vientre lleno de sangre
proveniente de otro ser es también la que prevalece en el caso de la embarazada y, de
hecho, la semejanza entre las restricciones alimentares que deben cumplir el matador
y la embarazada aluden a la asociación conceptual entre estos dos estados.
Normalmente, dado que en general las acciones guerreras eran colectivas, los
periodos de resguardo tienen también este carácter. Los hombres que volvían de un
enfrentamiento y habían matado a alguien se aislaban en una casa situada a cierta
distancia de la maloca —o gran casa comunal— y permanecían allí, bajo la vigilancia
6 El concepto de yuxin, central en muchas cosmologías pano, alude, en líneas generales, al principio vital
que todos los seres vivos poseen. Abarca un abanico amplio de significados, que va desde una especie
de energía difusa que permea las substancias corporales de todos los seres, como la sangre, a entidades
antropomorfas y con agencias individualizadas. Todo tiene yuxin —los árboles, el río, los animales, las
personas—, aunque el grado de agencia y potencia es diferente entre los diferentes seres. Los yuxin
pueblan también la mitología y los diferentes ámbitos de la cosmología yaminawa.
181
Amazonas: Ruta Milenaria IV
y los cuidados de algún hombre más viejo, hasta la conclusión de la dieta. Debían
dormir poco, especialmente durante los primeros días, para no convertirse en unos
dormilones pero también para evitar la actividad onírica. Mientras dura el periodo de
reclusión, los hombres debían pasar las noches despiertos, entonando cantos de guerra
y fumando o mascando tabaco. Durante las primeras noches, debían permanecer de
pie, sujetando sus armas. Debían, igualmente, usar una hamaca nueva que no hubiese
sido utilizada con anterioridad. Al iniciar la reclusión, se cortaban el pelo y pintaban
todo su cuerpo con huito. Varios hombres afirman que se trataba de una forma de
controlar el tiempo de dieta, ya que la desaparición de la pintura, aplicada sucesivas
veces, indicaría que la dieta ya había durado el tiempo suficiente, pero otro explicó
que el huito también ayuda a expulsar la sangre. Quizás está práctica esté asociada a
la costumbre de pintar también con huito a los recién nacidos para ayudar al endu-
recimiento de su cuerpo aún frágil y expuesto, durante su gestación, a la sangre del
vientre materno.
Durante este período, los hombres no deben quedarse quietos, sino que tienen que
mantenerse en movimiento, pasar los días caminando por la selva a la busca de presas
para llevar carne a su familia, aunque ellos no pueden consumirla, y teniendo siempre
cuidado de no tocar sangre cuando abaten a un animal, porque ello les «estropea» el
cuerpo. Esta no es, sin embargo, la única conexión entre la dieta del homicida y la
actividad de la caza. Dos de los grandes peligros, en caso de incumplir las diferentes
reglas, son la posibilidad de convertirse en presa fácil para sus enemigos, invirtiéndose
así las perspectivas, y la de tornarse un mal cazador. Además, se dice que el matador
adquiere el betsa —traducido como «suerte en la caza»— de su víctima. En ese sen-
tido, las medidas adoptadas durante la reclusión no parecen tener como objetivo la
eliminación completa de la sangre del enemigo, sino, más bien, su depuración. Como
ocurre entre otros grupos indígenas, hay algo de la víctima que el matador incorpora.
182
Laura Pérez Gil
7 En la Amazonia peruana se refieren a este estado con el término «saladera». Es importante resaltar que
el estado de yupai deriva, precisamente, del descuido corporal. No se trata de falta de conocimiento
sobre las técnicas de caza, o de una falta de habilidad personal para esa actividad específica, sino de
la falta de disposición para mantener el cuerpo en las condiciones adecuadas. De hecho, cuando un
hombre comienza a tener resultados mediocres en la caza, se apresurará a usar substancias purgantes,
como la planta llamada anate, o un conjunto de plantas, algunas de ellas utilizadas también en la práctica
chamánica, como el yune (chiric-sanango en el español regional, Brunfelsia grandiflora) y que exigen dieta
(Pérez Gil, 2006, p. 50-59). Quien no tiene esta disposición para hacer uso de esas prácticas, es calificado
de xadi.
183
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Como mencioné anteriormente, la dieta que las muchachas deben cumplir cuan-
do tienen su primera menstruación se llama también ibi saba. De cualquier forma, la
menarquía y la menstruación no parecen ser objeto de grandes elaboraciones rituales
entre los yaminawa, a diferencia de lo que ocurre entre otras sociedades indígenas9.
Tan solo cuando tiene su primera menstruación, la muchacha debe cumplir ciertos
resguardos alimentares. El principal conjunto de restricciones se refiere a los animales
muy sanguinolentos, como la sachavaca, el motelo o la huangana, porque si son consu-
midos, en el futuro la mujer tendrá menstruaciones abundantes y cólicas estomacales.
Lo indicado es comer peces pequeños, que tengan poca sangre.Asimismo, al igual que
el matador, debe evitar los alimentos asados porque se le puede ennegrecer la cara.
También es recomendable el uso, durante ese periodo, de ciertos remedios vegetales
(disa) llamadas ibi rau (donde ibi significa «sangre» y rau significa «medicina») que tienen
la virtud de reducir la duración y el dolor propios de la menstruación. La menarquía
constituye uno de los momentos en que el cuerpo de la joven es modelado a través
184
Laura Pérez Gil
del uso de los vegetales adecuados y del control alimentar; la falta de estos cuidados
provocaría que el cuerpo adquiriese características indeseadas.
Además de las restricciones alimentares, los padres deben evitar cortar árboles gran-
des durante los primeros días de vida de su hijo, especialmente aquellos considerados
peligrosos como la lupuna (xunua), el ishpingo (aku), el xihuahuaco (kuma), la catahua
(ada) o el cedro (ishkanate). En especial acerca de la lupuna, varios etnólogos dedica-
dos a los grupos pano registran que se considera un árbol particularmente peligroso
(Calavia, 2006, p. 153; Cárdenas Timoteo, 1989, p. 131-132). Según los yaminawa, es
la morada de Xuba, un ser fuerte y agresivo que puede causar enfermedades a quien
pasa cerca o a quien trate de derribarlo sin tomar las debidas precauciones, y especial-
mente nocivo para los padres con hijos recién nacidos. El espíritu del árbol se puede
llevar el alma del niño (iwi awe yuxin ewe wae yuxin wia). Por esa razón, las mujeres
yaminawa casadas con mestizos y madres de niños pequeños temen especialmente
185
Amazonas: Ruta Milenaria IV
La mayor parte de los resguardos que la mujer debe cumplir durante la gestación se
refieren más a los cuidados con su propio cuerpo y a facilitar el parto que al cuidado
con el niño que se forma en su vientre. Estos cuidados se extienden al período posparto
y tienen el objetivo de evitar deformaciones corporales y eventuales enfermedades.
Existen dos tipos principales de riesgos para una mujer en estas circunstancias: vol-
verse barriguda o quedarse muy delgada. Ambos aspectos atentan contra el modelo
estético yaminawa, pero tienen también otras connotaciones: una barriga demasiado
voluminosa, como queda explícito en el caso del matador, está asociada al descontrol
y al exceso, al descuido del cuerpo; igualmente, la delgadez es signo de debilidad, que,
aparte de estar asociada a la enfermedad, fácilmente deriva en pereza e incapacidad
para desempeñar adecuadamente las tareas cotidianas.
Si en el caso de los resguardos destinados a preservar la salud del niño, los efectos
del alimento ingerido inadecuadamente son pensados, básicamente, como el ataque
de la agencia implicada en la substancia consumida, los problemas sufridos por la
madre parecen ser concebidos como derivados, principalmente, de una transmisión
de características: puede volverse gorda como una sachavaca, o demasiado delgada
como el carachupa kaxta tetxukuru si come estos animales. De todas formas, la idea
de transmisión de características del animal al bebé no está completamente ausente.
Entre los Yawanawa del río Gregório (Acre, Brasil) ese aspecto queda más claro. Du-
rante el embarazo, están vedadas a la pareja de progenitores las crías de determinados
animales (perdiz, cerdo salvaje, anta...) porque su consumo provocaría más adelante
en el niño una enfermedad llamada genéricamente ninsu, que traducen como «ata-
que». El nombre de las plantas usadas para tratar estas enfermedades —como ocurre
también entre los yaminawa, los nombres de los remedios vegetales son los mismos
que los de las enfermedades que curan— está compuesto por el nombre del animal
consumido y un sufijo -a, que hace referencia a una transformación consumada: de
ese modo, kuma vakea podría ser traducido como «convertido en cría de perdiz» awara
vakea como «convertido en cría de anta», y así sucesivamente. Ello es consistente con
el hecho de que los síntomas del «ataque» aluden al comportamiento característico
del animal ingerido inadecuadamente (Pérez Gil, 1999, p. 69).También los Kaxinawa
conciben determinadas enfermedades sufridas por los bebés como una conversión
temporal en el animal prohibido a los padres durante el embarazo (Lagrou, 2007, p.
356). Entren los Katukina, sin embargo, la confusión entre hombre y animal en el
186
Laura Pérez Gil
Otro de los aspectos que caracteriza a las disa es que son aplicadas de una forma
particular: se calientan las hojas en agua y se aplican en forma de compresa en la parte
afectada del cuerpo. No es necesario que sea el disaya quien la aplique, y cuando sus
servicios son solicitados, consisten simplemente en definir que planta debe ser usada,
ir a buscarla e indicar la forma como debe aplicarse y la dieta que el paciente debe
seguir. Es normalmente la madre o la esposa del paciente quien se ocupa de hacer
las sucesivas aplicaciones de las hojas. Las introduce en una ollita que contiene agua
caliente, las moja bien, las exprime y las aplica. Las familias suelen reservar una olla
pequeña para calentar las disa específicamente, y, aunque ya no se utilicen utensilios
de barro para cocinar, en varias casas vi ollas pequeñas de ese material siendo usadas
en estas ocasiones. Los yaminawa explican que en los cazos usados para calentar las
disa no se puede cocinar nada más, especialmente carne y pescado, para evitar que
olores y restos de alimentos puedan perjudicar la eficacia de las plantas. De hecho,
ello está relacionado con la tercera característica de las disa: la necesidad de cumplir
187
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Los yaminawa conocen y usan otros tipos de plantas que no son clasificadas
como disa, pero que son también recolectadas en la selva. Algunas de ellas tienen,
igualmente, finalidad terapéutica o preventiva, pero la forma de aplicación es variada
(baños; ingestión mezclada con masato o con agua) y no exigen dieta: el anate es
usado regularmente como purgante, para limpiar el cuerpo y para tratar la desgana
y la falta de apetito; toosba rau, para evitar el embarazo y too rau para promoverlo;
xuri widi rau, para que el bebe aprenda rápido a caminar; daxi ate sababa rau y pese
para prevenir que los niños enfermen; hua rau, para facilitar el parto, etc. Otra cate-
goría es pustavete, que designa de forma general un conjunto de plantas usadas para
atraer a personas del sexo contrario y que se caracterizan por su olor agradable.
Antes del contacto permanente, las plantas pustavete hacían parte de la vestimenta
cotidiana de los yaminawa. Finalmente, se usan con frecuencia plantas que los ya-
minawa obtuvieron en su momento de las poblaciones mestizas o indígenas de la
región, principalmente de los Amahuaca y Ashaninka, por medio del intercambio o
de la compra. De hecho, los yaminawa son ávidos coleccionadores de plantas, que,
una vez adquiridas son plantadas y cultivadas en los patios de las casas y pasan a ser
consideradas propiedad privada de quien las consiguió, aunque ello no impide que
circulen entre las personas de la aldea. Su uso complementa el de las disa e implica,
incluso, varias ventajas: son de acceso más rápido y fácil dado que se cultivan en
los patios de las casas; y no hay necesidad, de la misma forma que ocurre con los
medicamentos farmacéuticos, de cumplir resguardos alimentares y sexuales. Entre
las plantas que no son disa destacan los piri-piri. Este término se refiere a un con-
junto de plantas de la familia Cyperaceae ampliamente utilizadas por los mestizos y
188
Laura Pérez Gil
10 El rube txatxi, que en español llaman ampero de tabaco, es una de los varios modos como los yaminawa
consumen tabaco. En este caso particular, que es considerada una de las formas más fuertes, primero
se sumergen las hojas de tabaco en agua, se exprimen y el caldo resultante se hierve hasta que espesa,
mezclándose entonces con cenizas de la palmera chapaja.
189
Amazonas: Ruta Milenaria IV
En el caso de la evitación del jaguar, pesa también, en las explicaciones dadas por
los yaminawa, la consideración de que la ingesta de su carne sería una especie de
acto caníbal por el hecho de que este animal es un predador. Este punto nos lleva
a uno de los principios que rigen la ética alimentar de los yaminawa aquí expuesta.
Entre los factores que definen la cualidad de los animales como adecuados para el
consumo están sus propios hábitos alimentares. Son excluidos, de forma general, los
animales carnívoros como, aparte del jaguar ya mencionado, los tigrillos, la nutria,
el hurón, el caimán grande y los perros salvajes11; los animales que se alimentan de
carroña, como el buitre; algunos animales domésticos como la vaca o el cerdo, de
cuya carne los yaminawa sienten asco porque esos animales comen pasto —asociado
a la suciedad12— y sangre, respectivamente. El rechazo que sienten hacia la carne de
11 Aunque el mono blanco (xido ushu) es eventualmente consumido, era una de las referencias constantes
en las listas de animales que no se debían comer de la mayor parte de las personas con las que hablamos
de ese asunto. Sobre él, un informante kaxinawa comenta que, aparte de frutas y miel, come también
sapos, serpientes y motelos: «é bicho carniceiro, por isso pouca gente o come» (Carneiro da Cunha;
Almeida, 2002, p. 475). La carne de este animal es especialmente perniciosa cuando se tienen niños
pequeños.
12 Debe de tenerse en cuenta a este respecto la consideración de que para construir una aldea o un
caserío es necesario clarear un área del bosque. De la misma forma que ocurre en relación a la chacra,
mantener la aldea limpia implica eliminar todas las hierbas bajas y matorrales que tienden a invadir
de forma inmisericorde tanto los caminos como los patios que rodean las casas. En los patios, tan
solo se mantienen, distribuidas espaciadamente, las plantas cultivadas, que normalmente tienen usos
terapéuticos o preventivos, y eventualmente algunos árboles frutales. La asociación de la hierba con
la suciedad tiene también que ver con el hecho de que posibilita la persistencia, entre otros bichos y
pequeños animales, de unos insectos hematófagos que buscan, como las garrapatas, adherirse al cuerpo
de las personas generando gran incomodidad. Para mantener libres de estos bichitos los cuerpos de
las personas que viven en una casa, es necesario mantener el patio limpio. En contraste, el bosque,
190
Laura Pérez Gil
Por el contrario, otros animales son considerados «limpios» —y, por lo tanto, ade-
cuados para su consumo, especialmente en situaciones de liminaridad— porque se
nutren solo de elementos inorgánicos como el pez boquichico (huwe) que se alimenta
de lodo (Carneiro da Cunha;Almeida, 2002, p. 555) y la raya que, según los yaminawa,
se alimenta tan solo con granos de arena del lecho del río.
Los más viejos suelen proporcionar listas más amplias sobre los animales que no
deben ser consumidos de forma general, y afirman que antiguamente esta lista era
mayor. En ella se incluían varios animales que actualmente son consumidos normal-
mente, por considerar que provocaban el malfuncionamiento de algunos órganos
corporales y la degeneración somática en general: comer zúngaro-achuni (xixi waw)
provoca ceguera; comer carachupa-mama, hace que la persona se quede calva y muy
delgada; la piraña genera dolor de espalda; comer hígado de sachavaca, motelo o caimán
provoca la caída de los dientes; consumir cualquier tipo de huevo acarrea la aparición
de bultos por toda la cara; el pez chambira (huuxuma) acucia el emblanquecimiento
prematuro del cabello, y así sucesivamente. Los hombres, de forma general, evitaban
también el consumo de algunos animales como el carachupa o el caimán, porque se
consideraba que su mudez les hacían olvidar sus cantos chamánicos (kuxuiti). Inver-
samente, procuraban comer animales como los monos maquisapa y coto, hembras,
porque «saben gritar».
dominado por grandes árboles y matorrales de menor altura, pero nunca hierba invadiéndolo todo, es
considerado un medio más limpio y fresco, donde además la persona se encuentra protegida del sol,
también fuente de enfermedades.
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
Los diversos principios que rigen las dietas en cada unos de los contextos men-
cionados responden a objetivos específicos, pero se rigen por una misma lógica que
13 De todas formas, quien quisiera conservar el poder chamánico debía evitar comer mucho, especialmente
mucha carne. Como nos decía un viejo yaminawa, su alimento era el tabaco. El uso relativamente
frecuente de eméticos tenía por objetivo, precisamente, expulsar restos de alimentos que, según los
yaminawa, van acumulándose en el estómago y tornando a la persona pesada.
192
Laura Pérez Gil
Cuerpos en transformación
Los contextos descritos hasta aquí hacen referencia a situaciones en las que el cuer-
po es pasible de sufrir modificaciones.Varios de ellos son estimulados expresamente,
mientras que otros están asociados al propio ciclo vital y social de la persona. Eso no
quiere decir que el cuerpo sea todo el tiempo pasible de modificación en el mismo
grado. Aunque, durante la infancia, el cuerpo, por su aspecto inacabado y aún blando,
sea particularmente vulnerable, a medida que la persona van creciendo, va haciéndose
más resistente y duro. De todas formas, también los procesos ligados al ciclo vital
son pensados como resultado de una interacción con agencias externas, y no como
producto exclusivo de un desarrollo inmotivado o intrínseco del cuerpo.
193
Amazonas: Ruta Milenaria IV
expresa ese hecho diciendo: «Ewe bibii14 ea xubaya wade», que me fue traducido
como «mi primo me hizo crecer», aunque una traducción más literal sería: «mi
primo me hizo tener pecho». Xubaya significa literalmente «quien tiene pecho»,
y es el término que designa a las muchachas púberes o adolescentes que aún no
tuvieron hijos. Es normal que durante ese periodo de la vida, las jóvenes ten-
gan diversas aventuras amorosas. Al fin y al cabo, ellas constituyen el paradigma
de belleza femenina y, por lo menos como estereotipo, el principal objeto de
deseo sexual de los hombres. Aunque las aventuras sexuales disminuyen cuando
finalmente estabilizan su situación marital con una pareja con la que se dan
bien y cuando tienen su segundo o tercer hijo, no necesariamente cesan, ya que
son relativamente frecuentes los lances sexuales extraconyugales. La expresión
citada remite a la idea de que a través de las relaciones sexuales, el cuerpo de la
mujer crece y se desarrolla, adquiriendo los atributos que lo definen como un
cuerpo fértil y nutricio. El pecho voluminoso es considerado signo de una vida
sexual activa durante la adolescencia. Hustuma, una mujer bastante corpulenta,
explicaba en una ocasión, entre risas, que su marido siempre se quejaba de que
tuviese el pecho grande porque eso significaba que había tenido muchas rela-
ciones sexuales cuando era joven, antes de casarse con él.
Como destaca McCallum (2001, p. 16) a respecto de los Kaxinawa, las relaciones
sexuales son conceptualizadas como un intercambio. Si el inicio de la actividad sexual
es necesario para la actualización de la capacidad reproductiva femenina, también lo
es para el desarrollo corporal masculino. En correspondencia a la expresión anterior-
mente comentada, un hombre dirá «ewe bibii ea kadi wade», mi prima me hizo crecer.
El verbo kadi significa «crecer, madurar, engrosar», pero no es específico del cuerpo
masculino, sino que se usa, por ejemplo, para referirse a maduración de algunos pro-
ductos de la chacra. Es interesante notar que se trata de un proceso de maduración
que implica dureza y que, en ese sentido, se distingue de los procesos de maduración
que implican ablandamiento (patxi). El maíz es quizás el ejemplo paradigmático de
los cultivos que se tornan kadi: pasan primero por un estado en el que están tiernos
y más tarde se endurecen. De hecho, la simbología del maíz y su asociación con el
crecimiento corporal y la dureza han sido destacadas por algunos investigadores del
los grupos pano. Para los Kaxinawa, el maíz es el símbolo clave de la juventud en el
ritual iniciático del Nixpupima, por su crecimiento rápido y por la celeridad con que
pasa de estar tierno a estar duro, cualidades de las que, se espera, participen los huesos
de los niños —al fin y al cabo formados a partir del semen paterno, que no es sino
una trasformación de la chicha de maíz fabricada por las mujeres—, y sus dientes, que
comparten una semejanza formal con los granos del vegetal (Lagrou, 2007, p. 459).
También entre los Matis, la rapidez de su crecimiento y su dureza convierten al maíz
14 Bibii es la categoría que designa a los FZS y MBS del ego femenino y a las MBD/ FZD del ego
masculino. El casamiento y, sobretodo, las relaciones sexuales ocurren preferencialmente entre bibii.
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Laura Pérez Gil
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
sin embargo, en el caso de los hombres que tratan de desarrollar sus conocimientos y
capacidades chamánicas, estos animales magros son adecuados porque en ese caso se
pretende tornar el cuerpo leve. De la misma forma, si determinados pescados como
el boquichico o el bagre son considerados adecuados para quien está realizando la
dieta de sangre, quien está siendo tratado por una picada de raya o de serpiente debe
evitar comer cualquier tipo de pescado, ya que, caso contrario, la herida se pudrirá
de la misma forma que la carne de los pescados tiende a estropearse rápidamente.
Los atributos de un determinado animal que son significativos tampoco son siem-
pre los mismos. Por ejemplo, si el caimán no es apropiado para el consumo de quien
se inicia en el chamanismo porque no emite sonidos, sí lo es para el matador porque
su carne es dura y es un animal difícil de capturar, aunque lo adecuado es comer su
cola. Dado que uno de los peligros que acechan al matador es sufrir la venganza de
los parientes de su víctima, debe comer animales considerados mañosos, como el
caimán y la perdiz para, él también adquirir la habilidad de escapar de quien pretende
darle caza. En ocasiones los atributos son evidentes y observables —en la mayoría
de los casos, podríamos decir—, pero en otros casos, estos se nos revelan a través de
los mitos. Este es el caso de los animales con potencia chamánica como la boa o las
diversas especies de monos. De la misma forma, si los alimentos del hombre blanco
son absolutamente nocivos para el desarrollo del poder chamánico —los yaminawa
dicen que, al igual que lo dulce y otros alimentos, hacen que el ñuwe15 de la persona
se vaya—, algunos de ellos como la pasta, el arroz o la harina de mandioca («farinha»)
son requeridos cuando alguien tiene que cumplir una dieta como resultado de un
tratamiento con disa, cuando se prohíbe absolutamente la ingestión de carne.
En el caso de las dietas asociadas a contextos de cura, no suele haber gran ela-
boración sobre las alimentaciones prohibidas o permitidas, salvo la oposición entre
alimentos cárnicos y vegetales ya comentada. Se hace tan solo mención a la necesidad
de evitar alimentos que se pudren rápidamente, como el pescado y la papaya, cuando
se trata de curar heridas. Sin embargo, en el caso de la cura, la lógica de la transmisión
de atributos se nos aparece de forma muy específica en otro dominio. Constituye,
efectivamente, uno de los mecanismos a través de los que operan los kuxuiti (rezas
para la cura o para la agresión chamánica). Olores, colores, temperatura, suciedad/
limpieza, forma, y así sucesivamente, son las cualidades de los objetos o elementos
de todo tipo (animales, elementos geográficos, vegetales, fenómenos meteorológicos,
objetos de la cultura material, tanto indígena como blanca, etc.) activadas por medio
de los kuxuiti: la frescura del agua es usada para aliviar la fiebre; evocar la imagen de
una persona tumbada en la hamaca (con brasas debajo, como suelen hacer los yami-
nawa en las noches frías) es usado para provocar fiebre y debilidad a través del calor y
15 Ñuwe es un concepto central en el chamanismo yaminawa que hace referencia tanto al poder chamánico
como a la persona que alcanzó un nivel elevado en su desarrollo (Pérez Gil, 2006).
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Laura Pérez Gil
la flojera que les están asociados; la oscuridad de las noches de luna llena es apto para
generar ceguera; la acidez del limón provoca malaria; las imágenes del cedro caído
en el agua tiñéndola de rojo, o de un rincón de la quebrada donde la tierra se torna
rojiza a causa del gotear continuo del agua aparecen en los kuxuiti usados para curar
o provocar hemorragias en las mujeres16.
Cuerpos nawa
La insistencia de los yaminawa acerca de la alimentación, de lo que debe o no puede
comerse en cada momento y porqué, tiene también su reflejo, como no podría ser de
otro modo, en su perspectiva sobre el mundo de esos nuevos nawa18 que les impusie-
ron su presencia algunas décadas atrás. La actitud de los yaminawa hacia los blancos y
mestizos se ha definido siempre por su ambigüedad. Si por un lado se sienten atraídos
irremediablemente por ellos y, sobre todo por sus objetos, por otro lado, existe una
16 En el kuxuiti traducido y analizado por Townsley (1988) es evocada la imagen del sol ocultándose en
el horizonte vespertino y los colores rojos que lo acompañan atenuándose hasta desaparecer: de igual
forma que el rojo celeste se desvanece, se trata de hacer desaparecer la hemorragia de la mujer que
recibe el tratamiento, basándose para ello en la identidad cromática de los dos elementos establecida por
el curador en el canto.
17 El papel de agencias exteriores como elementos desencadenantes de transformaciones que constituyen
condiciones de posibilidad de la construcción social de la persona condice con el papel de la alteridad
como constituyente de lo social entre las sociedades amerindias (Fausto, 2001; Menget, 2001; Viveiros
de Castro, 1986).
18 Nawa, como formador de etnónimos entre los pano es un colectivizador glosado frecuentemente como
«gente». Se trata de un término que se refiere fundamentalmente a la alteridad y que es traducido
como «enemigo». Entre los yaminawa, como ha ocurrido entre otros pano, pasó, a partir del contacto, a
ser usado casi exclusivamente para aludir a los blancos y mestizos, y, de hecho, los yaminawa lo suelen
traducir, hasta en los contextos más inverosímiles como los mitos, como «mestizo». Para una reflexión
extensa sobre el término nawa, ver Calavia (2002).
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crítica a determinadas formas de comportamiento con las cuales se les asocia, entre
las que destaca la mezquindad.
La atracción y una cierta admiración que los yaminawa sienten por los nawa se
traduce en un discurso recurrente y compartido por muchos de ellos en el que
expresan su deseo de convertirse en mestizos. No voy a discutir aquí lo que sig-
nifica «convertirse en mestizo» para los yaminawa, aunque es necesario insistir en
que, ciertamente, no significa lo que pudiera interpretarse desde una teoría en que
la identidad es concebida como algo esencial, estático y definido en términos de
exclusión; lo que me interesa es señalar el papel de la alimentación como vector
fundamental de una transformación que opera como una especie de proyecto
siempre inacabado, como un horizonte difuso al que no queda claro si realmente
se quiere llegar o de qué forma19.
La ambigüedad del sentimiento que se tiene hacia los nawa y su mundo tiene
aquí también su reflejo. Por un lado, los cambios alimentares ocurridos a partir del
contacto son considerados como los causantes de una decadencia corporal, conde-
nada principalmente por los más viejos y que se manifiesta sobretodo en la pérdida
de potencia chamánica —de lo cual bebidas alcohólicas y azúcar son los principales
culpables—, pero también en la menor capacidad cinegética o fortaleza corporal en
comparación con los antiguos. A este respecto y haciendo referencia a evitaciones
alimentares que las generaciones precedentes observaban en su dieta cotidiana, un
líder Yawanawa comentaba que sus antepasados eran mucho más fuertes y resistentes
al frío, a las enfermedades o a cualquier penuria porque cuidaban mejor la alimenta-
ción. En su reflexión establecía una relación explícita entre la decadencia que percibía
entre sus congéneres, referida básicamente a aspectos somáticos, y el cambio de los
hábitos alimentares a partir del contacto, efectuado a través de la introducción en la
dieta de animales y peces que antes no eran consumidos, y de la incorporación de
los alimentos del hombre blanco.
Por otro lado, los yaminawa han asumido con entusiasmo una serie de prácticas
alimentares asociadas estrechamente a los nawa. Me refiero específicamente al con-
sumo frecuente y abundante de masato, una bebida fermentada fabricada a base de
mandioca y de uso extensivo en toda la Amazonia peruana. Puede parecer extraño que
mencione el masato, de origen claramente indígena, como un cambio alimentar que
los yaminawa asocian al mundo mestizo, pero lo cierto es que, antes del contacto, no
consumían bebidas fermentadas. Dado que consideraban que eran perjudiciales para
el cuerpo —además de ahuyentar el poder chamánico, provocan dolor de barriga—,
19 Tratar adecuadamente sobre esta cuestión escapa del objetivo y el espacio de este artículo. He
reflexionado sobre ello con algo más de detalle en otros trabajos (Pérez Gil, 2009a, b). Mi interés aquí
es, simplemente, apuntar las relaciones existentes entre procesos actuales de cambio en el mundo social
yaminawa y la ética alimentar descrita.
198
Laura Pérez Gil
cuando las bebidas hechas a base de plátano o maíz20 fermentaban por descuido,
eran desechadas. A pesar de saber que el masato y las masateadas —reuniones festivas
que giran en torno al consumo de masato— son propias de los Ashaninka y de ellos
los aprendieron, conciben esos elementos de su vida actual como parte del proceso
«civilizatorio» en el que se encuentran inseridos. Insisto en que aquí, «civilización»
—como demuestra Peter Gow en relación a los Yine (Gow, 2001)— no puede ser
entendido en su sentido de progreso, ni hace referencia a un supuesto nivel cultural
más elevado, sino que adquiere significados particulares que giran en torno a la idea
de la mezcla (mezcla con otros) y a la adquisición de nuevas capacidades y potencia-
lidades (Carid, 2007; Pérez Gil, 2009a).
El papel central de las masateadas en la vida yaminawa radica, en gran medida, en sus
dimensiones sociales: constituyen tanto un elemento privilegiado de mediación con el
exterior cuanto una expresión de la sociabilidad grupal, reactualizando periódicamente
los lazos entre las familias que componen el grupo (Pérez Gil, 2006). Sin embargo, hay
otro aspecto que constituye una de las razones, me parece, del éxito de las fiestas de
masato y que tiene que ver con un cambio respecto de las capacidades consideradas
deseables en un hombre adulto. Si antes los hombres ambicionaban adquirir capacidad
y conocimiento para practicar el chamanismo o para cazar, por ejemplo, el objetivo
para muchos hombres radica ahora en ser capaces de desenvolverse en un mundo
exterior distinto del de los yuxin: el mundo de los nawa. Es innegable que muchos
hombres yaminawa aspiran a obtener de los nawa, o como ellos, los recursos y objetos
que han sido incorporados en su vida cotidiana y que hoy en día consideran como
necesarios y desean. Pero aunque los yaminawa aspiran a ser otros, lo hacen a través
de mecanismos que parecen aludir, más bien, a los límites de esa alteración o, por lo
menos, a la forma como ellos la conciben. Si mestizos y blancos tratan de acercarlos
a la «civilización» a través del cambio de las costumbres o del trabajo, por ejemplo,
los yaminawa insisten en hacerlo a través de sus cuerpos.
20 La prevalencia de la yuca es también posterior al contacto; antes de ello, el maíz era el cultivo vegetal
predominante.
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Bibliografía
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Laura Pérez Gil
201
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202
El arte amazónico en la actualidad y su influencia en
el arte contemporáneo brasileño
estudio de un caso concreto, los asuriní de Xingú sobre los cuales realizo mi investi-
gación podrá, por otro lado, presentar una reflexión que responda a las expectativas
de este encuentro. Tratar el tema del grafismo, la pintura corporal y el arte cerámico,
los rituales y danzas de los asuriní, en lo que tengan en común o compartan con el
resto de pueblos nativos de la región, podrá presentar la pujanza de un arte actual y
la importancia que lo estético asume en estas sociedades.
Como punto de partida y bajo este presupuesto, esta aproximación nos permitirá,
a su vez, tratar la relación entre el arte indígena amazónico actual y el arte contem-
poráneo.Y todo ello para reflexionar acerca de la contribución que la investigación
sobre las artes nativas puede aportar a la comprensión de nuestras propias experiencias
estéticas y viceversa, ejercicio intrínseco de la antropología, mi campo de trabajo.
En primer lugar, considero que, como han demostrado otros estudiosos (Dias, 2000;
Lagrou, 2005), el arte contemporáneo que abandona el estatuto de arte como «do-
minio autónomo del juicio humano» y como «un fin en sí mismo», verificado del
Renacimiento a la Ilustración, dirige su interés a las prácticas artísticas de sociedades
indígenas por su carácter integrado en los diversos dominios de la vida social y su
naturaleza múltiple, activa, participativa y colectiva.
La noción de agencia define que, en las artes indígenas, los objetos y demás
manifestaciones expresivas tienen más la función de provocar estados y procesos de
conocimiento y reflexión, así como transformaciones sociales u ontológicas, que la
de ser contempladas. A partir de esta noción, se refuerza de forma más directa el es-
tablecimiento de analogías con las manifestaciones del arte conceptual y del arte de
la performance. De esa forma, se contribuye a explorar la idea de contemporaneidad
en el arte indígena amazónico. Las interacciones entre objetos y personas y entre ob-
jetos pensados como personas para regular estilos de producción artística (Gell, 1998)
constituyen, por ejemplo, otra perspectiva de análisis y comprensión de la cultura
material en sociedades indígenas en su relación con los conceptos contemporáneos
de la obra de arte.
204
Regina Polo Müller
específicas que precisan ser analizadas en un contexto».Y citando a Gell, afirma que
más que un análisis meramente representativo, necesitamos un análisis de la agencia
de los objetos o de los grafismos en el contexto de las interacciones sociales.
Para esta autora, «lo que caracteriza a la pintura corporal y facial ritualmente más
eficaz y, por tanto, más apreciada en el ritual de iniciación de niños y niñas kaxinawa,
es su cualidad de estar mal en vez de bien hecha: las líneas gruesas aplicadas con los
dedos o mazorcas de maíz, con rapidez y poca precisión permiten una permeabilidad
mayor de la piel a la acción ritual» constituyendo el «...“ropaje” liminar de los neófitos
a causa de su... susceptibilidad a los procesos de transformación».
En el resto de dibujos, la forma se amolda a ellos sin que se modifiquen las ca-
racterísticas formales, identificadas en cualquier soporte. El motivo Juaketé, a su vez,
solo se aplica en la forma del cuerpo humano. El círculo de donde parten las líneas
205
Amazonas: Ruta Milenaria IV
y los rombos que cubren el tronco y los muslos se aplica sobre la articulación de
las piernas y el tronco. El fondo de la olla se desplaza por el cuerpo hacia el círculo
formado por la articulación de los miembros al cuerpo, distinguiendo la forma del
objeto de la forma humana. Juaketé sigue el patrón tamkyjuak (rombo) cuya traducción
es «pintura de pierna» (tamaky = pierna, espinilla; juak = pintura). Este patrón se usa
preferentemente en la pierna, por debajo de la rodilla hasta el tobillo. En esta parte del
cuerpo es donde las muchachas practican frecuentemente las técnicas de la pintura.
El patrón «pintura de pierna» es propio de esa parte del cuerpo, y por la analogía
entre la forma de éste y de la olla de cerámica, redondeada, se transpone al objeto,
obedeciendo a la misma regla de división del espacio en superficie curva. En el cuer-
po como un todo, la duplicidad de patrón Juaketé a partir de los dos círculos de la
articulación muslo-tronco, sigue la anatomía del cuerpo, dividiéndolo en dos, en dos
sentidos: dos piernas y dos partes del cuerpo, miembros inferiores-tronco.
Para definir las características formales del dibujo asuriní es importante, antes de
nada, comprender los principios de orden del espacio y entenderlos a través de la
relación entre percepción visual y proceso cognitivo.
206
Regina Polo Müller
que delinean las figuras, sino los espacios negros existentes entre ellos, tal como nos
enseñan a ver los asuriní.
Del patrón tayngava tenemos, por ejemplo, el motivo «pata de tortuga», o el motivo
del adorno labial: se trata de variaciones de la ‘greca, forma básica de la mayoría de los
dibujos asuriní. El resto de patrones presentan pocas variaciones como las del patrón
tamakyjuak (romboidal) (tamakyjuagí, mytupepá). A veces, las variaciones de un patrón
poseen mínimas diferencias morfológicas como el kwasiarapara (diagonal).Así, la forma
tayngava predomina sobre las demás en un sentido estadístico y semántico. Cubre cate-
207
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Su ejecución parece exigir gran pericia por parte de la autora al realizar la geome-
trización simétrica exacta del área a ser decorada, es decir, la repetición de la misma
forma hasta completar totalmente la zona dibujada.
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210
Regina Polo Müller
Se podría pensar, a partir de ese ejemplo comparativo, que el chamán así como el
artista son «motivadores» de la «experiencia formativa», ya sea ésta entendida como
acción reflexiva en la evaluación de la existencia, o como intervención cultural.
Del uso de la máscara a las danzas, música y representaciones teatrales que componen
las performances rituales entre los pueblos indígenas, son innumerables los aspectos
que pueden ser abordados, de forma que quede patente su lugar preeminente en los
sistemas expresivos de las artes indígenas en Brasil.Ya se ha descrito el uso de la máscara
como «una iconografía materializada en forma tridimensional y extra-somática que
asume una expresión somática en el contexto de la actividad ritual y coreográfica» a
través de la cual «premisas filosóficas sobre el orden macro-cósmico son actualizadas
en el plano de la experiencia sensorial del individuo» (Vincent, 1986: 160). Además
de esta naturaleza sensorial, táctil, visual y sonora de los códigos simbólicos que es-
tructuran las manifestaciones expresivas en los rituales y reordenan así el pensamiento
(idem: ibidem), profundizamos sobre el carácter reflexivo de esta experiencia estética,
aproximándolos al arte teatral.
De ese modo, abordamos rituales como performances escénicas, en las que los
diferentes lenguajes se integran: danza, música, artes plásticas (adornos, objetos, pintura
corporal), teatro (ritos e incorporación de personajes), literatura (narrativas míticas,
discursos rituales) y escenografía (organización espacial para la acción ritual).
211
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Podemos decir que en los rituales chamanísticos de los asuriní de Xingu, el mo-
vimiento del cuerpo estéticamente organizado, la danza, conforma —da forma— la
manifestación del personaje (el espíritu presente), así como las acciones de los demás
personajes de la trama cósmica, fundada en la relación de alteridad. De este tránsito
entre planos y del intercambio entre seres depende el orden del cosmos, su repro-
ducción y, en consecuencia, la supervivencia de los humanos.
212
Regina Polo Müller
Desde el punto de vista del espacio, el ritual establece relaciones cósmicas y sociales
entre categorías «diferentes» de seres, ya sean sobrenaturales y humanos, o humanos y
humanos. Durante la realización del ciclo de rituales Turé, la casa comunal se abre, y
juntamente con el patio externo y la casa de los visitantes se transmuta en el propio
cosmos donde el mundo de los humanos se relaciona con las otras esferas cósmicas.
La construcción de la cabaña tukaia para atraer/hospedar los espíritus en los rituales
chamanísticos, transforma igualmente el espacio de la aldea en el de la convivencia
cósmica entre seres de los diferentes planos de la realidad asuriní.Tan importante para
la reproducción social como los vivos de la aldea, son los seres ancestrales mitológicos
y los espíritus que pueblan el cosmos asuriní y participan en la vivencia humana, a
través de los rituales.
213
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Entre los Xavante, pueblo Je que habita en el estado de Mato Grosso (centro de
Brasil), las relaciones entre géneros, entre categorías sociales (jóvenes, adultos, líderes
de grupos políticos y linajes, etc.), entre grupos sociales (mitades exogámicas, gru-
pos de edad, etc.), se expresan y constituyen objeto de la experiencia sensible en las
interpretaciones rituales.
Entre los kayapó-Xkrin, pueblo Je que habita en la Amazonia, estado de Pará, los
rituales más importantes son los que se relacionan con la iniciación y la nominación.
Como describe Vidal (1977), rituales de iniciación marcan el paso del individuo
de sexo masculino de la fase de pubertad a la madurez. En los rituales de nominación,
individuos de los dos sexos reciben sus nombres ceremoniales. Íntimamente relacionada
a las actividades estacionales de caza, recolección, pesca y agricultura, la nominación
puede realizarse, por ejemplo, en la fiesta del maíz, que a su vez se combina con el
ritual de las máscaras Kukoi (mono prego) y Pot (tamanduá). Desarrollados en varias
ocasiones de forma paralela, los rituales de nominación y de iniciación acompañan
el ciclo anual de las actividades de subsistencia durante la vida en la aldea, dando
expresión ritual a estas actividades.
Vidal (1992) observa que en los rituales de nominación e iniciación entre los Kikrin,
la pintura corporal se complementa con la ornamentación de artilugios de plumas,
cera, algodón y paja, todos ellos fabricados por los hombres. Describe igualmente
el caso del ritual de nominación femenina nhiok, en el que existe una secuencia de
pintura corporal y de ornamentación utilizada por diferentes personajes. De acuerdo
con la investigadora, la estampación de jenipapo de las muchachas nhiok, aplicadas
con estilete, expresa simbólicamente la «socialización» del cuerpo humano. El uso de
tinte de carbón y de polvo azul de cáscara de huevo del pájaro Tinamus, por parte de
los hombres, representa un proceso de transformación. En el ritual de nominación
femenina nhiok se asiste a la transformación del guepardo en gavilán así como de las
nominadas en colibrís, listas para volar. El guepardo se adorna y grita como el gavilán
indicando que él es especial y, simultáneamente, las dos cosas. Los guepardos-gavilán
ayudan a la adquisición de la identidad humana y social al posibilitar a las iniciadas
la obtención, en sí misma, de la esencia de las aves. De esta forma el ritual afirma la
existencia de una guepardo-gavilán en un mundo en que los humanos son hom-
bres-aves (Giannini apud Vidal, 1992: 174).
214
Regina Polo Müller
215
Amazonas: Ruta Milenaria IV
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216
Interacciones en las ciudades amazónicas
desde la perspectiva de la cartografía móvil
1. Introducción
El objetivo de este artículo es deliberar sobre un enfoque de los procesos de comu-
nicación a partir de las particularidades y materialidades que pueden ser identificados
entre los escenarios empíricos observados en la Amazonía brasileña. Se trata de una
Amazonía que no niega las designaciones naturales en sus interacciones, sino que,
por el contrario, se integran a ellas, reorganizando la vida cotidiana y estableciendo
formas de vida de acuerdo con la dinámica del medio natural en el que está inmersa.
Por tanto, los flujos de comunicación observados en la región han sido profundamente
influenciados y pueden ser abordados desde manifestaciones materiales necesarias para
la integración con la naturaleza.
Realizar dicho enfoque implica abordar, por un lado, lo que ciertamente caracteriza
a una población integrada al medio en el que vive y, por otro lado, la demanda cada vez
mayor de articulación con el sistema mundo, lo cual es común a todos y se antepone
a las particularidades locales. Por tanto, no dirigimos nuestra mirada a lo exótico de
las relaciones cotidianas de los habitantes de la Amazonía, sino a las particularidades
que son enfrentadas por las prácticas de interacción al mismo tiempo en que ocurren.
1 Doctora en Comunicación por la Universidad Federal de Río Grande del Sur (UFRGS), doctora en
Ciencias Sociales por Universidad Católica de Lovaina (KU Lovaina) y magíster por el Programa de
Postgrado Comunicación, Cultura y Amazonia de la Universidad Federal de Pará (UFPA). Es graduada
en Comunicación Social (Periodismo) de la UFPA.
2 Doctor en Sociedad y Cultura en la Amazonía, Universidad Federal de Amazonas (UFAM) y magíster
en Comunicación Social por la Pontificia Universidad Católica de Río Grande del Sur (PUCRS). Es
profesor en el curso de Periodismo en la Universidad Federal de Rondônia.
3 Doctora en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de São Paulo (USP) y magíster de la
misma institución. Es profesora asociada en la Universidad Federal de Pará (UFPA).
Amazonas: Ruta Milenaria IV
1 Según el diccionario (Ferreira, 1988, p. 892), [...] el término se origina de la palabra maroma, que sería
una cuerda gruesa utilizada para cruzar un río, o un «armazón de espeques altos y aislados, sobre el que
se construye una vivienda a orillas del río». En el diccionario virtual (Informal, con fecha de acceso: 2
de julio de 2013), maromba sería: «un piso alto, hecho de tablones o troncos, donde se coloca el ganado
durante las grandes inundaciones en la región amazónica. También sirve para proteger a las plantas,
animales domésticos y objetos de utilidad del ribereño. La maromba es utilizada para protegerse de las
aguas de los grandes ríos».
2 Desde 2010, el Grupo de Investigación de Procesos de Comunicación (PESPCOM) ha realizado
investigaciones de campo en ciudades del interior del estado de Pará para el desarrollo de trabajos de
maestría y doctorado y de proyectos de cooperación a nivel nacional e internacional. Entre las ciudades
que fueron objeto de investigación se encuentran: Óbidos y Santarém, en la parte occidental de Pará,
Breves y Melgaço, en el archipiélago de Marajó, Cametá y Tucuruí, ubicados, respectivamente, en las
Mesorregiones Nororiental y Sudeste de Pará.
218
Fernanda Chocron Miranda, Sandro Adalberto Colferai y Maria Ataide Malcher
En la misma dirección, França señala que la clave analítica para pensar sujetos
está en la interacción: «Una cosa es hablar de la presencia viva y constituyente de los
procesos comunicativos en la vida social y otra cosa es analizar estos mismos procesos:
analizar cómo se produce la comunicación que constituye la vida social» (França, 2006,
p. 11). Para França, estos procesos imponen algunas demandas, como, por ejemplo,
ya no pensaremos en los sujetos de la comunicación, sino en reconocer a los sujetos en
comunicación. Los primeros serían los agentes del proceso comunicativo aún percibidos
en una perspectiva lineal o estrictamente vinculados a los medios de comunicación.
Por otro lado, los sujetos en comunicación serían los agentes en permanente interacción
y, en el caso abordado aquí, diversas interacciones en las que los elementos de la na-
turaleza ocupan un lugar destacado.
El entendimiento defendido aquí dice lo siguiente: «la sociedad existe como una
realización permanente de los actos e intercambios posibles gracias a la comunicación»
(França, 2008, p. 82). La comunicación tendría entonces como objeto de estudio las
interacciones a partir de las cuales las personas se constituyen social y culturalmente.
Por tanto, al reconocer esta dinámica, no hay forma de pensar que la cultura es her-
mética; la comunicación, un proceso lineal, y el objeto de la comunicación como un
tema restringido a los medios de comunicación.
219
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Percibimos la comunicación como un proceso, o más bien, en proceso, pero, sobre todo, en
el dinamismo de los escenarios empíricos en los que es necesario observar/revelar los
objetos de estudio del área. Entendemos que al observar los procesos comunicativos
uno está visualizando las interacciones que promueven y/o disuelven las conexiones
socioculturales que delinean la vida en un contexto determinado. Por tanto, toda rea-
lidad sociocultural es esencialmente comunicativa, ya que lo que la hace existir como
sociedad/cultura es la fuerza de las interacciones entre los sujetos que la componen,
y puede o no estar mediada por aparatos tecnológicos.
A partir de este entendimiento, creemos que sería apropiado llamar realidades socio-
culturales (por tanto, comunicativas) a los escenarios empíricos observados. Sin embargo,
tal vez dicha construcción no sea lo suficientemente clara para expresar lo que deli-
nea nuestras acciones de investigación: entender la Comunicación como un «ángulo
de entrada» (Braga, 2011). Así, sin descuidar el reconocimiento de las implicaciones
semánticas y epistemológicas, hemos trabajado con la comprensión de realidades co-
municativas (por tanto, socioculturales). Aunque parezca inconsistente desde el punto de
vista semántico, dado que lo comunicativo estaría dentro y delinearía lo sociocultural,
consideramos importante hacer esta demarcación textual, teniendo en cuenta toda la
discusión epistemológica en torno a esa perspectiva.
220
Fernanda Chocron Miranda, Sandro Adalberto Colferai y Maria Ataide Malcher
La expresión Ciudad Forestal nos da la noción de una zona urbana singular desarrollada a partir
del conocimiento, los idiomas y las experiencias sociales de poblaciones formadas dentro de otra lógica
de ciudad, donde antiguos caminos de piedras dan paso a la construcción de caminos de suelo apiso-
nado, que luego son asfaltados, conservando las prácticas de vida ribereñas en estos nuevos espacios
de vida. (Pacheco, 2006, p. 24)
Los hábitos de la vida en la selva que se mantienen en los entornos urbanos como
«[...] prácticas residuales y emergentes [...]» delinean la rutina de la ciudad y resultan
del «[...] diálogo frecuente de las costumbres tradicionales con formas renovadas para
expresar la vida material y simbólica constituidas por la vida urbana» (Pacheco, 2006,
p. 23).
221
Amazonas: Ruta Milenaria IV
De la misma forma en que los barcos entran río adentro llevando consigo a la
ciudad, los caminos que irradia la ciudad hacia dentro del bosque son formas de
extensión, en venas abiertas, entre árboles y arroyos que van de la zona urbana hacia
dentro de la selva. Pero estos caminos no se imponen, sino que se agregan y ajustan
a las demandas del bosque. Por tanto, no dominan a la naturaleza, al contrario, se
entrelaza con el bosque y se convierte en otro elemento más en la multiplicidad de
paisajes de las ciudades amazónicas contemporáneas.
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Fernanda Chocron Miranda, Sandro Adalberto Colferai y Maria Ataide Malcher
Tomando como punto de partida el modo particular de percepción entre las po-
blaciones indígenas, especialmente de la Amazonía, Viveiros de Castro (1996; 2002)
propone un multinaturalismo, en contraste con el multiculturalismo occidental, que
implica una corporalidad en las relaciones con la naturaleza en una inversión de los
planteamientos formulados por los occidentales. Mientras que entre estos el punto
de vista crea el objeto, ya que el sujeto es una permanencia ante el mundo, entre las
poblaciones amerindias, el punto de vista crea el sujeto, que es así manejado por el
punto de vista (Viveiros de Castro, 1996, p. 126).
En este proceso, se crearon nuevos espacios urbanos, pero a partir de una lógica
desintegrada, en la que la naturaleza es considerada un obstáculo para la expansión
y un motivo de retraso, los cuales son precisamente aspectos de la concepción del
223
Amazonas: Ruta Milenaria IV
desarrollo. A diferencia de las carreteras, que casi siempre son rectas3 y que todo lo
cortan, los caminos que se extienden desde estas ciudades, recorren los espacios a su
alrededor respetando el medio que encuentran como, por ejemplo, accidentes geo-
gráficos o cursos de agua. Estas carreteras de líneas rectas, en cambio, se cruzan y se
conectan entre sí mediante trochas (caminos secundarios), formando un tablero que
no se integra, sino que busca la subversión del bosque y del medio ambiente que
encuentra al frente.
4. Cartografía móvil
Al volver a estos escenarios, es esencial reflexionar sobre las posturas necesarias para
avanzar en la producción de conocimiento sobre las interacciones comunicativas
observadas en los espacios urbanos amazónicos. Y es a partir de esta reflexión que
surge la necesidad de adoptar la postura de la cartografía móvil (Miranda, 2013), es-
pecialmente cuando se considera la región amazónica desde su atributo más evidente
y recurrente: la exuberancia natural.
3 Término recurrente en la región que hace referencia a las carreteras que siguen rutas anteriores, definidas
a partir de mapeos que no consideran particularidades geográficas, sino la lógica de integración espacial
y acceso a las propiedades rurales.
224
Fernanda Chocron Miranda, Sandro Adalberto Colferai y Maria Ataide Malcher
A diferencia de las posiciones tomadas por las cartografías catastrales, que se cons-
truyen desde arriba y a las que «nada escapa», Martín-Barbero (2004, p. 13) enfrenta a
América Latina con una «cartografía [que] se mueve» en múltiples direcciones. Desde
arriba, la mirada parece completa y satisfecha con la monumentalidad, pero no vemos
los flujos, no sentimos las interacciones sociales, y mucho menos medimos el dina-
mismo y la multicontextualidad de los procesos comunicativos. Debido a escenarios
como este, Martín-Barbero nos invita a usar un lente de aumento para resaltar las
particularidades que no se capturan en el sobrevuelo. Se trata de permitirse mirar de
cerca, sentir, sentir y dejarse afectar por los fenómenos observados, estando abiertos al
«impulso creativo», como comentó Mompart et al. (1998, p. 73) y completa Rosário
(2008, p. 215): «El cartógrafo es alguien que vive la experiencia, que experimenta,
que se entrega al camino y va apreciando en él lo que su percepción le permite,
eliminando la posibilidad de distanciarse del objeto y la razón pura».Y esto requiere,
según Passos y Barros (2009, p. 30), «[...] una inmersión en el plano de la experiencia,
donde el conocer y el hacer se vuelven inseparables, evitando cualquier pretensión
de neutralidad».
225
Amazonas: Ruta Milenaria IV
La cartografía móvil se presenta como una postura de investigación que nos permite
estudiar escenarios empíricos específicos de la región amazónica, lo que a su vez des-
concierta a las certezas teóricas y metodológicas y exige una conducta sensible a los
diversos factores y singularidades que delinean lo empírico en esta parte del país. Es
una postura de investigación-vida en la que el investigador se deja afectar por lo que
estudia y desde la cual es posible investigar el objeto de estudio de la comunicación
de una manera procesal, lo cual es fundamental para la comprensión de las realidades
comunicativas (Por tanto, socioculturales) que observamos en los paisajes de la Amazonía.
Por tanto, al ser esencialmente procesal, es exclusivo de cada investigador y no está
configurado como un método o procedimiento metodológico disponible4.
Es esta dinámica que Pacheco (2009) llama el régimen del agua, a partir del cual se
establecen relaciones humanas con una fuerte dependencia de las aguas de los ríos y
arroyos5. Es la experiencia la que lleva a la percepción crítica de estas realidades, tal
como explica Pacheco sobre un viaje:
[...] al llegar al puerto noté el bote que estaba en el río seco y a personas esperando la autorización
para embarcar. Fue curioso descubrir la hora real de partida. Le pregunté a un miembro de la tripu-
4 Según Miranda (2013 p. 12) «La cartografía móvil es el resultado de la articulación que hice entre las
marcas de la postura de investigación-vida de Martín-Barbero, las coordenadas teóricas que guían y
mueven mis cosmovisiones, y el diálogo con los escenarios empíricos comunicativos que me inquietan
en la región amazónica y los que se mueven dentro de mí».
5 Es un pequeño curso de río, generalmente de aguas oscuras, que entrelaza el bosque. Debido a su
tamaño y poca profundidad, es adecuado para transportar solo botes pequeños.
226
Fernanda Chocron Miranda, Sandro Adalberto Colferai y Maria Ataide Malcher
lación de la lancha rápida, quien respondió: —«Cuando la marea suba, ¡viajaremos!». Incluso en
el siglo XXI, en la era en la que existen las formas más creativas de comunicación, el Amazonas y
su Marajós permanecían profundamente conectados y dominados por el régimen del agua. (Pacheco,
2009, p. 24)
Es esta sintonía fina lo que hace que los barqueros puedan, incluso de noche,
reconocer el curso del río para decidir por dónde navegar. No se guían por cartas
de navegación, sino por su experiencia y porque se acoplan con el medio, con una
conciencia refinada de los marcadores ambientales por los cuales se toman decisiones
considerando el barco como una extensión de sí mismos.
Es esta sintonía fina lo que hace que los barqueros puedan, incluso de noche,
reconocer el curso del río para decidir por dónde navegar. No se guían por cartas
de navegación, sino por su experiencia y porque se han acoplado al medio, con una
percepción refinada de los marcadores ambientales por los cuales toman decisiones
concibiendo al barco como una extensión de sí mismos.
La estrecha relación con la naturaleza hace que las inundaciones periódicas de los
ríos amazónicos, que parecen alterar la vida cotidiana, no impliquen necesariamente
cambios que causan extrañeza, incluso si causan algunas perturbaciones, en las comu-
nidades que actúan con el medio ambiente. Esto es lo que sucede en Óbidos, donde
los residentes, a pesar de tener dinámicas diarias vinculadas a la urbanidad y teniendo
6 El río Madeira es el principal afluente del margen derecho del río Amazonas y pasa por los estados
brasileños de Rondônia y Amazonas.
227
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Cuando sube el agua, se crean islas dentro de la ciudad que se conectan con las
marombas. Son nuevos caminos construidos para, por ejemplo, ir de casa al trabajo.
Si en algún lugar ha llegado el agua y todavía no se ha construido una maromba, se
debe dar la vuelta por aquellas que ya existen hasta que algún residente cree un nuevo
camino. El agua hace que las calles se sumerjan, pero por otro lado hace visibles las
interacciones preferidas de los residentes.
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Fernanda Chocron Miranda, Sandro Adalberto Colferai y Maria Ataide Malcher
Las casas construidas sobre pilotes incrustados en los cauces de los arroyos son
un indicador de que las relaciones del hombre con y en la naturaleza ya no ocurren
8 Vivienda de madera construida a orillas de ríos o en zonas inundadas, suspendida sobre el agua.
229
Amazonas: Ruta Milenaria IV
en el medio del bosque, sino en sus fronteras, rodeadas por calles y predios, sin que
se niegue la permanencia de formas de vida e interacción previamente constituidas.
La aparente confusión y contradicción que se revela a los ojos de quienes ven esta
distribución por primera vez se desvanece y presenta gradualmente su propia estética,
de encajes y penetraciones, así como formas de supervivencia adoptadas por aquellos
que vienen a la ciudad y traen en su equipaje los hábitos de la vida a la orilla del río.
Debido a esta dinámica, queda claro que «[...] más allá de las visiones míticas y los
discursos ambientalistas, la Amazonía está habitada por poblaciones milenarias, que
han aprendido a vivir con la naturaleza que se impone a su alrededor» (Monteiro y
Colferai, 2011, 38).
6. Consideraciones finales
Ante lo anteriormente expuesto, creemos que es necesario cuestionar la comuni-
cación implicada en la dinámica entre el hombre y la naturaleza en la Amazonía,
tomada aquí de las imposiciones presentes en la dinámica del agua y ejemplificadas
por las marombas. Evidentemente, estos no son aparatos de comunicación como los
dispositivos electrónicos, entre ellos los televisores y las computadoras, sino que están
configurados como un elemento material de interacción. Si bien las marombas no
son un medio para la difusión de contenido, sin duda es una materialidad que permite
establecer relaciones, que son comunicativas, entre los individuos en el medio y a partir
de imposiciones naturales, en un claro acoplamiento del ser humano a la naturaleza.
Para reconocer particularidades que necesitan ser analizadas y que sean potencial-
mente capaces de contribuir con las discusiones en el campo de la Comunicación en
las dinámicas de interacción de la Amazonía, asumimos la postura de la cartografía móvil
como una forma necesaria para investigar las dinámicas de la vida en un escenario
móvil y singular, lo que es explicado por la observación de las interacciones hechas
visibles por las marombas existentes en las ciudades forestales observadas.
230
Fernanda Chocron Miranda, Sandro Adalberto Colferai y Maria Ataide Malcher
Es desde esta perspectiva que creemos que es necesario, para el trabajo con un ob-
jeto de estudio sobre la Comunicación en la Amazonía, comprender que al investigar
realidades de comunicación también debemos considerar los contextos socioculturales
atravesados por dinámicas y determinaciones naturales. Por tanto, al reflexionar sobre
los escenarios complejos desde una ángulo teórico-metodológico flexible y atento
al movimiento de las ciudades amazónicas, abordamos el esfuerzo de trabajar desde la
perspectiva de la invención, tal como argumenta Martín-Barbero (2004, p. 241-242).
En esta postura, son fundamentales el desapego y la creatividad para la producción de
conocimiento que colabore con la investigación de la vida en la Amazonía a través
del punto de vista de la comunicación.
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
Bibliografía
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232
Fernanda Chocron Miranda, Sandro Adalberto Colferai y Maria Ataide Malcher
233
CAPÍTULO III
Angélica Motta
Michael Heckenberger
Michael Heckenberger
Los Kuikuro tienen mucho en común con otros pueblos amazónicos, según lo
que se ha documentado ampliamente en la historia etnográfica reciente (después
1 La aculturación de personas externas en la sociedad regional o, como dice Coelho (2001), «convertirse
en humanos», parafraseando a un jefe Aweti cuyo pueblo había sido aculturado en la sociedad Xinguana
hace algunos siglos, y los límites culturales impenetrables han caracterizado las interacciones de la región
en los tiempos recientes. Desde principios del siglo XIX los Bakairi (Carib), Trumai, Suyá (norte de
Ge), lkpeng y otros se han involucrado en la esfera sociopolítica de la nación Xinguana. La nación de
los pueblos relacionados con Xinguano ha incluido grupos secundarios que han entrado en el actual
territorio aproximadamente en el último siglo y se han relacionado con comunidades establecidas o
«curadas» que por lo general ocupan la naciente de la cuenca del río Xingu, o alto Xingu, desde hace
por lo menos 1250 años (véase Franchetto y Heckenberger, 2001).
237
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Los Xinguanos, en general, son notables entre los pueblos amazónicos etnográfica-
mente conocidos al grado en que la construcción ritual de las personas está vinculada
a la genealogía real o imaginaria. La historia y la memoria cultural son activas, así que,
al hablar, por genealogía, de modo específico mediante la realización de ceremonias
mortuorias y otros ritos principalmente de paso, forma recuerdos culturales presentes
de los antepasados fundadores y «sedimentos» en el lugar. No es sorprendente que el
reconocimiento y la conmemoración de antepasados, o simplemente la «ancestrali-
dad», sea una característica fundamental de la reproducción simbólica y social y de
238
Michael Heckenberger
Haciendo historia
Los Kuikuro tienen diversas formas de narrativa, así como innumerables formas en
las cuales las prácticas rituales y diarias están sedimentadas en la cultura material y
3 Véase Foster 1995 y Wagner 1989 para ver un ejemplo comparativo interesante en Nueva Irlanda. En
este caso, los nombres se traspasan de abuelos a nietos, según su género y edad, e incluyen distintos
nombres para cada persona, relacionados con las restricciones de nombre de la madre y el padre (y
la prohibición de nombres hablados), pero también están relacionados con las historias de vida. Los
nombres repetidos a través de las generaciones forman un proceso continuo, y el jefe actual ya ha llevado
distintos nombres; sin embargo, aún conserva el nombre de su abuelo como nombre principal durante
interacciones públicas supralocales.
239
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Los ciclos rituales de los Xinguano también reflejan una concepción diferente
del tiempo. Muchas actuaciones están orientadas a la comunicación con los espíri-
tus, como en el caso de unduhe —rituales de enmascaramiento—; otros, como los
ritos principales de paso, iniciaciones notables y celebraciones mortuorias, recrean el
tiempo genealógico y una relación con figuras del antepasado inmediato (Franchetto
2001, 2003). Los cambios históricos también son claros, particularmente en tiempos
recientes, ya que la consciencia histórica fue tomada por el contacto con la sociedad
nacional (ver Turner 1991, 1993). La arqueología y la etnohistoria reciente sugieren
que la historia indígena precolonial fue puntualizada con cambios dinámicos a gran
escala, a lo largo de los periodos nacionales y coloniales. Algunos aspectos de la cons-
ciencia histórica, que ha sido parte de la historicidad y temporalidad de los Xinguano
por medio de sus historias son «calientes» (dinámico e histórico) y/o «frío» (cíclico
y mítico), dependiendo del contexto y perspectiva (Hill, 1988). Las personas y sus
cambios de humor, según vayan atravesando eventos, lugares y contextos, historia
puntual, le dan una calidad dinámica, dentro de una teoría completa de la historia
que por sí misma es contexto o está orientada al estado anímico (Basso 2005).
4 Véase Franchetto 1986. 1992, 1993, 1996a, 1996b y 2001, 2003 para una descripción definitiva de los
ciclos y formas históricas y temporales entre los Kuikuro a partir de la investigación etnolingüística
realizada desde 1975.Véase también Basso 1973, 1985, 1995 y 2001 para una investigación estrechamente
relacionada con el dialecto Kalapalo del Alto Xingu Carib, estudiado desde finales de 1960.
240
Michael Heckenberger
está basado tanto en ideas de actores, sus estados de ánimo, motivaciones y objetivos,
así como en eventos. Además, los actores son tratados en términos de sus relaciones
de uno con el otro, de los sentimientos que ellos provocan dentro de cada uno y los
motivos que surgen de esos sentimientos. Es este enfoque que le da a la narrativa
histórica de los Kalapalo un carácter distintivo diferente al de la sabiduría europea
contemporánea, en el cual la motivación personal se encuentra subordinada a procesos
generalizados, fuerzas, ideas o intereses que son mantenidos para que puedan existir
en el espacio abstracto, independientemente de los individuos. Es muy parecido a la
visión histórica del «Gran Hombre», la cual se enfoca en las motivaciones personales
como fundamentales, pero el énfasis de los Kalapalo en los procesos interpersonales
sugiere que, a esta visión europea de la historia, como otras más modernas, se encuen-
tra enfocada en diferentes problemas y se manifieste diferentes ideas de causalidad.
241
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Los líderes hereditarios son como ancestros vivos, precisamente debido a que ellos
cuentan con genealogías y, mediante estas, vienen a encarnar de manera legítima a
los ancestros fundadores del grupo.
El discurso formal de los jefes recrea su fuerza en la legitimidad del pasado y las
relaciones históricas de los pueblos y en las cosas contenidas en narraciones. Este
es un tipo especial de historia, la cual centra su atención en individuos humanos
específicos, jefes notables, y cómo ellos abarcan personajes históricos más grandes o
segmentos más grandes de la sociedad: la suma de los «cuerpos» sociales subordinados
a ellos, enmarcado en un idioma de descendencia de antepasados fundadores.
Esto
puede plantearse como una cuestión de cuán alto o profundo se puede involucrar a
la genealogía grupal, dentro de una sociedad regional de jefes que se ha reducido a
lo largo del tiempo desde la creación humana.
En aneti itarinu, el cual es hablado solo por jefes titulares primarios en eventos
rituales, el otomo (grupos locales completos) es referido como «niños» (kangamuke),
un uso que define de modo recíproco a los jefes como padres del grupo. Aneti itariñu
lidia específicamente con ancestros nombrados, pero también con relaciones entre
generaciones, como herencia de sustancias, lugares y objetos, que se unen de manera
indeleble a ciertas personas individuales, constituyendo la base de la «autenticación
cosmológica» de las jerarquías sociales (Weiner, 1992). Mediante las estrofas del dis-
curso principal, se invoca una serie de ocho antepasados fundadores
y finalmente
vinculadas a los tres jefes que crearon el Kuhikugu otomo, una comunidad de un
solo pueblo que existía en el momento en que Karl von den Steinen registró por
primera vez la sociedad del Alto Xingu alrededor de 1880. Los ancestros llamados en
una secuencia de aneti itariñu pertenecían a las casas antiguas de oti otomo, un pueblo
grande anterior a la fundación de Kuhikugu otomo, el lugar original ancestral de los
242
Michael Heckenberger
5 Amatuagu, uno de los ocho jefes Oti otomo que ayudaron a fundar Kuhikugu otomo de los Kuikuro
(ancestros de la actual aldea lpatse otomo), también era jefe de una comunidad más antigua, comunidades
del siglo diecisiete y dieciocho, Tafununu, con sus sitios ancestrales del Caribe alrededor del lago más
grande (Ipa) de la región, también llamado Tafununu, Ipa otomo (véase Basso, 1995).
243
Amazonas: Ruta Milenaria IV
y otros humanos. En varias etapas, las relaciones de parentesco entre fallecidos y los
aneti vivos se reafirman, por ejemplo, en lamentos formales donde los dolientes gritan
su relación de parentesco, como hijos, hermanos, padres, abuelos o afines, que luego
se mapean en el espacio en arreglos clasificados según los movimientos y acciones
de las personas vivas de su espacio habitacional.
244
Michael Heckenberger
Preparando jefes
Las concepciones jerárquicas de las relaciones sociales, que dependen de lazos legítimos
con los antepasados, están vinculadas de manera inevitable con cuestiones históricas,
a la herencia del pasado. Como manifestaciones terrenales de líneas ancestrales de
poder, los jefes vinculan a los individuos contemporáneos con la historia colectiva
y, en última instancia, con los ancestros fundadores de la propia sociedad Xinguano.
Todos los Kuikuro tienen antepasados, en la medida en que los antepasados recientes
son recordados de una forma u otra, pero algunos pueden describirse como antepa-
sados, no solo padres y abuelos sino figuras apicales por medio del cual se recuerda
la genealogía grupal. Como descendientes apicales de los jefes anteriores, los primo-
génitos de los primogénitos, aneti ekugu, son antepasados apicales
de los grupos vivos,
y la historia colectiva se vuelve isomorfa situacionalmente con los jefes, como temas
agregados. La historia y la subjetividad se construyen mediante el anetau (plural de
aneti) y los vínculos sociales que encarnan.
6 El artículo publicado en 1993 por Carneiro sobre la ceremonia del kwarup menciona muchas cosas
mencionadas en este documento, y las descripciones de Agostinho (1974) y Basso (1973, 1985) ofrecen
mayor información y variedad sobre el ritual. El autor ha participado en seis kuarup; una vez (1994)
como pariente adoptado; otras dos veces en la aldea de Kuikuro (2001, 2003) como visitante del
contingente Kuikuro; dos veces en la aldea de Yawalapiti (1993, 2003); y una (1993) en la aldea de
Kamayura.
245
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Los cambios de cuerpo o persona, construcción social y simbólica, están más di-
rectamente en cuestión. En el caso de personas de alto rango, esto incluye no solo el
intercambio directo entre cosas y personas en proporciones similares sino también un
intercambio más generalizado entre seres sociales de todo tipo, incluidos antepasados,
otras comunidades humanas y seres no humanos. Las interacciones entre antepasados
pasados y presentes, como las generaciones de padres e hijos en iniciaciones, implican
el «reemplazo» de viejos ancestros (jefes mayores) por otros nuevos. Los hijos e hijas
inmediatos de los jefes fundadores de Kuikuro y, a través de ellos, de los ancestros
fundadores de Xinguano, son los aneti ekugu, los «verdaderos» jefes varones y el itankgo
(singular y plural), o mujeres de alto rango.
De héroes y casas
En las concepciones complejas de los Kuikuro sobre la personalidad, la jerarquía se
basa en la distinción de antigüedad, a precedencia temporal. En entornos sociales,
246
Michael Heckenberger
Las distinciones de rango formalizadas y el estatus de élite definido, donde sea que
sean ampliamente reconocidos como legítimos, dependen en gran medida de la ge-
nealogía real. El rango social se enmarca en un idioma de descendencia, pero requiere
poca profundidad de conocimiento de la genealogía real: la legitimidad está ligada a
antepasados recientes
específicos. En estas sociedades, la descendencia, al estar un paso
más cerca de los antepasados fundadores,
se convierte en una dimensión primaria en
la definición de las identidades sociales y los límites. Los enlaces genealógicos reales
a menudo se pierden después de tres o cuatro generaciones, pero solo se necesita las
relaciones con predecesores inmediatos para establecer vínculos con genealogías más
profundas, que con el tiempo se reducen a unos pocos individuos críticos, como es
común en sociedades sin registros escritos.8
7 Hïsene es la variante Kuikuro de un término con equivalentes en otras lenguas xinguanas. Para referirse
a individuos que no ocupan una posición principal, se usa la palabra Kamaga, la cual posiblemente
proviene de la palabra brasileña camarada. No obstante, el asunto principal es el estatus de élite y alto
rango que está debidamente delimitado y nombrado.
8 Adams y Kasakoff (1986:61) observan que las sociedades orales rara vez «registran genealogías bastante
completas de más de tres generaciones» y las que se remontan a épocas más antiguas son/fueron
«descendientes de un héroe tribal o de un semidiós, despojados de todo vínculo que no fuera necesario
para atar a los vivos a una red de relaciones identificables».
247
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Esto crea un nivel superior de individuos de alto rango, una comunidad de pares
de hombres y mujeres que son indiscutiblemente fuertes sobre todo en sangre y
están separados (aneti) del resto de la sociedad. Estos individuos heredan nombres y
posiciones directamente de sus antepasados y, a lo largo de sus vidas, llegan a cosas
comunales y sagradas «propias»: objetos, estructuras, espacios, conocimiento ritual,
lenguaje, a medida que alcanzan poder en la política. Los principales entre los jefes
titulados o «sentados» son aneti ekugu (jefes «verdaderos» o «grandes»; y las mujeres
itankgo), especialmente llamados «dueños» (oto), el hugogó oto (el «dueño del medio»)
y el eté oto (el «dueño del pueblo») y, por extensión, sus herederos y colíderes: her-
manos menores, sobrinos y sobre todo hijos e hijas. Estos hombres deben tener un
excelente dominio del complemento del conocimiento y el comportamiento de
los principales, además de ser capaces de llevar a cabo los rituales más importantes;
aquellos que han aprendido a realizar el discurso del principal (aneti itariñu) tienen
que recibir formalmente a los mensajeros de las comunidades pares.
Un segundo nivel está compuesto por figuras políticas más débiles y ascendentes,
jefes «más pequeños» (aneti insoño) que, si bien tienen derechos especiales y prerroga-
tivas, patrocinan rituales, proyectos laborales, oración, y están subordinados a los jefes
primarios. Estas figuras secundarias alcanzan prominencia y avanzan hacia la grandeza
(aneti ekugu) al actuar como patrocinadores temporales de rituales menores, como el
enmascaramiento de hombres y rituales de flauta, y los rituales femeninos basados en
la jerarquía inclusiva, incluidos los hombres y mujeres que se relaciona con la fuerza
de los propios reclamos estatus de aneti.
248
Michael Heckenberger
En un nivel, el jefe es primus inter pares entre los jefes de hogar de casas múltiples,
sobretodo no principales, pero a un nivel comunal superior, el jefe está simbólica-
mente situado en el vértice de una pirámide, como cabeza del pueblo, grupos de
aldeas, o incluso la región, dentro de una sociedad de jefes que incluye a todos los
antepasados apicales
(fundadores), incluida la primera familia (amanecidas).9 Mientras
que el grupo local (otomo) es el equivalente de la casa máxima del jefe, también es
altamente fraccionado y multicéntrico. Por tanto, lo que en un nivel o en un contexto
parece bastante cristalino, piramidal y céntrico, se evapora en un entorno más amorfo,
multicéntrico, y de arena «plana» de intereses en competencia y grupos de intereses
cambiando la escala, perspectiva y marco de tiempo. Sin embargo, esto no niega la
organización jerárquica subyacente de las relaciones sociales.
9 Esto se muestra cuando se eligen representantes de las filas de los anetï para que intervengan o
participen principalmente en los rituales, lo cual los marca de forma gráfica. En un reciente movimiento
«democrático», la jerarquía del jefe principal se reprodujo en la organización comunitaria recientemente
formada: el hermano mayor (1), jefe principal, como presidente honorario; el segundo hermano mayor
(2) como presidente; su cuñado como vicepresidente; el hermano menor (medio hermano entre 1 y 2)
como secretario; y el hijo mayor de 2, el hijo mayor de 2 y el hijo mayor de 1 y 2 como tesorero.
249
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Celebraciones mortuorias
La gente no nace o se posiciona simplemente en una línea de desarrollo, sino que
se construye de manera social por medio del discurso y el desempeño. Las personas
renacen o «crecen» habitando y animando ciertos espacios y objetos, y las personas de
alto rango en particular están especialmente marcadas a través de rituales principales de
crisis de vida, exclusivos del aneti y llevados a cabo cada año. El proceso de creación de
jefes y la reproducción de la jerarquía comienza mediante el derecho de nacimiento,
pero es en las acciones ritualizadas en donde esa jerarquía se expresa y negocia con
mayor claridad, en ornamentación, orientaciones corporales y espaciales, y compor-
tamiento. La historia está «calibrada» de manera visible para cambiar las condiciones
sociales y políticas contemporáneas y la composición del grupo a través del desempeño
de los jefes en rituales, particularmente aquellos que conmemoran o «reemplazan» a
los antepasados (ver
Wagner, 1989). El estado individual es construido o aumentado
de manera indeleble. Los artículos de riqueza exclusivos, incluidos objetos, diseños,
espacios, estructuras, narrativas, dialectos principales, e incluso disposiciones corpo-
rales en entornos formales, se convierten en propiedad de personas específicas, en sus
vidas, y son exclusivos de la élite anetau. Estos artículos se convierten en posesiones
inalienables de jefes que representan y perpetúan las jerarquías sociales, los cuales se
reinventan, aunque no «desde cero», con cada paso, cada ritual de nacimiento y muerte.
250
Michael Heckenberger
La forma en que los participantes visitantes en estos ritos se dividen con precisión
en las configuraciones en forma de pastel alrededor del círculo de la plaza es también
otro ejemplo de cómo se inscriben las relaciones sociales en su lugar, en este caso
reflejando el carácter necesariamente supralocal (inter-otomo) de estos rituales. El
exterior se toma aquí para tener diversos significados: los antepasados y sus suegros,
otros grupos Xinguano, u «otros» aún más distantes, que significa «indios feroces» y,
hoy, «gente blanca» (que se han diversificado ampliamente en los últimos dos siglos
e incluyen numerosos y variados miembros de culturas no indígenas). Regalar es un
251
Amazonas: Ruta Milenaria IV
elemento importante de estas diversas relaciones externas, y los jefes también median
el exterior a través de regalos. Los intercambios rituales o económicos de bienes de
prestigio, incluidos collares, tocados, bancos y, en particular, adornos como collares
de dientes de jaguar, diademas de piel de jaguar, ciertos aretes especiales y símbolos
comunes como el arco de madera negra, son una manifestación crítica de autoridad
principal y poder político.
Hoy, los ídolos de madera están por encima de los jefes recientemente enterrados.
Están vestidos como los kuge vivos deben estar, con cinturones, collares, tocados y
pinturas, y se les da comida, participando por última vez en el mundo de los vivos.
El cuerpo de la madre divina, por así decirlo, es consumido productivamente por
cada generación posterior, no solo mediante el ídolo kuarup, ocupado con brevedad
(una noche) en la culminación del egitse, sino en todas las construcciones principales,
incluidas la casa de los hombres y sobre todo la casa del jefe (tajihe) y la casa de los
muertos (tafite), una estructura en forma de reloj de arena sobre la tumba especial, que
contiene diversos símbolos de rango principal. Los jefes traen consigo ciertos objetos
y sustancias, que reflejan un poder ancestral que solo los jefes pueden usar. Los jefes se
colocan en el lugar de estos seres ancestrales, y exclusivamente usan no solo la madera
de kuarup, sino también las partes del cuerpo de los jaguares, los parientes paternos
de los creadores, así como los espacios donde se colocan estas cosas.
252
Michael Heckenberger
proporcionar los medios para movilizar estrategias políticas alternativas, pero estas
deben ser legitimadas a través del reconocimiento ritual de los grados de jefatura
para entrar en los flujos políticos dominantes de las casas competidoras. Los artículos
de riqueza, sobre todo los bienes de prestigio, no son propiedad exclusiva de perso-
nas de élite, solo rotan entre jefes clasificados, pero claramente los jefes tienen una
ventaja en las cantidades y cualidades de los bienes que controlan. Podemos esperar
que haya una exclusividad aún mayor en el pasado, tanto en dimensiones espaciales
como materiales, dadas las poblaciones mucho más grandes y la falta de herramientas
industriales, especialmente metal, pistolas, bicicletas y motores, entre otros artículos
modernos de lujo.
No es solo en los rituales de crisis de vida de los principales que estas distincio-
nes son importantes. El jefe también imparte discursos exhortatorios, destinados a
engatusar o alabar valores básicos de los Kuikuro, que no se predican tanto como se
representan por medio del despliegue apropiado de su cuerpo y su voz, por ejemplo,
en la noche en la plaza, solo, cuando solo se le puede escuchar. La direccionalidad
dominante de la oración política y la autoridad de la historia del mito se expresan de
manera más elocuente, discursivamente, en el lenguaje del jefe y, de manera corporal,
en la orquestación ritual (Franchetto 1993, 1996a, 1996b, 2001). Los antepasados de-
finen, en última instancia, cuáles son los valores tradicionales, o la forma «correcta» e
«incorrecta» de ser una persona, ya que los jefes son refracciones de los antepasados
que actúan de la manera en que lo hacen porque personajes importantes lo hicieron
en el pasado.
Creando paisajes
La forma en que el tiempo corpóreo, social, ecológico, cosmológico y ritual se
combina para precipitar la memoria cultural es tanto situacional como estructurada
por la tradición. Involucra tanto las acciones presentes como su articulación con los
residuos de acciones pasadas (cultura material y entorno construido). Extender his-
torias más allá de los recuerdos específicos de personas vivas depende de cuestiones
de práctica y de paisaje. En esta escala, el enfoque cambia de lo que se dice a lo que
hace la gente, a su experiencia vivida. Esta temporalidad se sugiere en el artículo de
referencia de Seeger de 1977 sobre las concepciones de Suyá del espacio y el tiempo,
enmarcando el tema de la personalidad en formas no previstas ni por las tendencias
ecofuncionalistas o estructuralistas que habían dominado la antropología regional. En
particular, Seeger apunta a lo contextual, elementos procesales e históricos del entorno
construido y, en particular, sugiere la importancia del «lenguaje corporal» o deixis
corporal. En particular, él observa acciones situacionalmente diferentes en entornos
ceremoniales y en momentos no ceremoniales cuando las divisiones del espacio
ejercen un control menos rígido sobre las actividades individuales. Esta cartografía
representa gráficamente una historia cultural única (Santos-Granero 1998). Como
253
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Seeger recuerda, parte de ser educado como novato era aprender los nombres de los
lugares que visitó (1977). Este conocimiento se aprende tanto desde el hogar hasta la
audición, y la experiencia común vinculada a las personas (incluyendo investigadores)
con otras personas, desde cualquier momento.
El presente caso resuena fuerte en particular con los Suyá, no solo porque los
hablantes del sur de Arawak y Gé comparten la organización de la plaza central, de
modo genérico, sino porque los Suyá son muy cercanos geográfica e históricamente.
Entre Xinguanos, en específico, Basso señala: «las historias sobre antepasados y lugares
ancestrales constituyen un puente narrativo que conduce de experiencias reales en
los últimos tiempos a las historias del pasado muy lejano (2001: 296, traducción del
autor). La división que dio origen a los Kuikuro, por ejemplo, es bien recordada en una
variedad de historias, algunas de las cuales están relacionadas con los jefes nombrados
en el discurso principal. Otros nombres principales pertenecen a épocas más antiguas,
a mediados del siglo XVIII, cuando los hombres blancos eran «feroces» y atacaron
varios asentamientos Xinguano ancestrales de los Kuikuro, y otros se remontan aún
más, a los siglos XVI y XVII, cuando incluso las aldeas ancestrales más antiguas eran
ocupadas y abandonadas (ver Franchetto 2001; Heckenberger 2005). Estos nombres
de personas y lugares no solo se cuentan en el discurso principal, el aneti itariñu, pero
son marcadores permanentes de asentamientos pasados, por lo que el recuerdo del
asentamiento es, hasta cierto punto, isomorfo con los principales jefes de ese lugar.
Estas historias y nombres del pasado también forman un grupo de recursos históricos
de los que los jefes recurren para hacer puntos sobre el pasado.
Los lugares ancestrales y las figuras y eventos históricos que emprenden no solo
enmarcan la conciencia histórica, sino que también constituyen una especie de lenguaje
cultural de la historia, análogo a los enunciados, estrofas y secuencias de la historia
narrativa. En los sistemas Xinguano de producción de lenguaje y conocimiento, uno
puede llegar prácticamente a cualquier parte y, por extensión, a cualquier persona,
siguiendo la lógica y la arquitectura del paisaje. La historia es así expresada, producida
y reproducida en un paisaje históricamente definido de lugares mayores y menores,
escenarios especiales y locales, unidos mediante el tiempo y el espacio por las acciones
específicas discretas de los seres humanos y otros seres.
Las relaciones sociales no se basan solo en quiénes son las personas sino también,
y quizá lo más importante, en quiénes fueron, de dónde vinieron en términos de
antepasados y en qué lugares han estado. Igualmente crítico es quiénes serán o debe-
rían ser, debido a cómo reemplazan, no alcanzan o superan a los ancestros de antaño,
preservado en la memoria narrativa: jefes, chamanes, arqueros y otras grandes perso-
nas. Los jefes en particular siempre son recordados en su lugar, como la historia de
la creación de héroes. Los jefes son jefes precisamente porque son oto, dueños de la
arquitectura pública y obras y rituales, y porque están en o incluso «de» estos lugares
254
Michael Heckenberger
La «verdadera» casa (une) Xinguano también es una historia, y está hecha de acuerdo
a estándares de construcción muy exigentes: cada espacio, cada poste, viga, bastón y
puerta tiene un nombre, y cada uno está posicionado de una manera altamente estan-
darizada. El diseño de una verdadera casa también sigue un patrón muy regular, con
dominios específicos marcados de acuerdo con el género y las diferencias funcionales,
en particular un área pública central y un área doméstica periférica. También marca
las relaciones jerárquicas que caracterizan a todas las casas, expresadas en donde uno
duerme o almacena sus cosas. La hamaca del individuo de más alto rango en cada
una de las dos divisiones del hogar está situada a lo largo del eje largo de la casa; el
de la derecha, cuando uno entra por la puerta principal, es el de mayor rango de los
dos: el «dueño» de la casa (une oto).
255
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Los pueblos se presentan de acuerdo con un diseño muy claro, una gramática
arquitectónica basada en significados ampliamente compartidos con respecto a las
orientaciones espaciales. En otras palabras, la arquitectura y la organización espacial
codifican mucho sobre la sociedad, estética, organización política, cosmología, re-
laciones de género. Las aldeas son metáforas para la sociedad, como Lévi-Strauss y
aquellos influenciados por él lo han demostrado de manera tan elocuente. Como se
señaló, los Xinguano tienen un gran conocimiento de la geometría: es decir, de los
puntos, líneas y áreas y de sus propiedades, medidas y relaciones en el espacio. Esto
se hizo evidente cuando estaba realizando mi propio mapeo, con asistentes Kuikuro,
de los lugares, casas, pueblos y sitios arqueológicos que conforman su territorio. Xin-
guano, aunque carecen de un sistema cuantificado de medición, tienen un sistema
sofisticado de reproducción de distancias y ángulos que, cuando se combina con su
desarrollado sistema de conteo, proporciona los medios listos para una arquitectura
e ingeniería de alta precisión.
Al igual que los espacios dentro de las unidades domésticas y las casas, los espacios
de los pueblos se asignan sistemáticamente a diferentes grupos de parentesco en fun-
ción de sus posiciones en la jerarquía social, con los principales individuos que viven
por lo general en puntos cardinales opuestos El uno al otro. No hay duda, en otras
palabras, de quién es quién en un pueblo: la casa del jefe tiene raíces que salen de los
extremos, habitualmente es más grande y siempre se encuentra en uno de los puntos
cardinales. En los pueblos de los Kuikuro, la familia de hugogo oto está en el punto
sur, y su familia ha mantenido esta posición durante al menos las últimas seis décadas.
El pueblo en sí es, por tanto, un observatorio, no solo un observatorio cosmológico
orientado como lo es a los puntos cardinales, sino también un observatorio de las
relaciones sociales de los aldeanos.
256
Michael Heckenberger
La historia cultural y política se sedimenta «en paisajes terrestres más amplios, una
vez organizado nuevamente de acuerdo con la misma lógica socioespacial que las
casas y pueblos (ver figura 9.2). Los paisajes, como hemos señalado, están poblados de
recuerdos, historias del pasado, que también representan y perpetúan las condiciones
contemporáneas de territorio y propiedad. Aunque la propiedad real de la tierra más
allá del pueblo se basa principalmente en el usufructo, la continuidad en la tenencia
de la tierra se mantiene entre generaciones, ya que los jardines de mandioca se con-
vierten en arboledas de piquíes «propios» y heredables entre parientes muy relacio-
nados dentro del contexto de patrones de rotación de los campos a largo plazo. Las
relaciones que empoderan a algunos y excluyen a otros son diversas, pero simbólicas
y el capital económico está altamente concentrado en manos de los jefes hereditarios.
Es fácil imaginar que, en el pasado, las tierras y los recursos principales, así como la
mano de obra y el flujo de riqueza material, hubieran estado más controlados de
manera estrecha por los grupos de élite, creando las condiciones para una economía
completamente política.
10 Las reflexiones de Ellen Basso (1985, 2005) sobre el discurso, la actuación y, específicamente, «deixis» son
de gran importancia en este caso, ya que los kalapalo son miembros del mismo «grupo» lingüístico de la
cultura/nación regional de los Xinguano.Véase también Franchetto 1986, 1993, 2001.
257
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Discusión
Aunque el alcance del presente ensayo, que, al igual que otros grandes aportes, se
centra en patrones etnográficos, un análisis más profundo del pasado sugiere que es
probable que los patrones de exclusividad y poder mencionados en este documento
se habrían definido e impuesto de manera aún más estricta, lo que hace que la brecha
entre la élite y el pueblo se evidencie cada vez más y se haga difícil resistirse. A medida
que ocurrían cambios, las orientaciones repetitivas y precisas de este a oeste, derecha
a izquierda, el centro de los círculos y el centro de las líneas, nos indica que durante
sus rituales y vida doméstica existía una disciplina relacionada con movimientos cor-
porales, lo cual es claramente visible en contextos arqueológicos. Los asentamientos
grandes y distribuidos, con gran densidad de población del pasado profundo, algunos
diez veces más grandes que las aldeas actuales, muestran que es probable que muchas
de las relaciones descritas hayan sido más intensas y complejas. Asimismo, fueron por
lo menos ocho veces más, como muchos de ellos, ordenados por una clara y casi
cristalina división en centros o nodos jerarquizados.
11 Con frecuencia es difícil obtener una respuesta concreta, por no decir una fórmula o una unidad
formalizada, con respecto a los diseños corporales y cosas, y a través de los lugares que ejemplifican
los análisis matemáticos de los Xinguano. Sin embargo, los principios están codificados en casi todo:
recuento de líneas, fabricación de símbolos, tramas, postes de casas, cuya distancia ha sido medida con
sumo cuidado utilizando briznas de hierba, espiguillas pistiladas o incluso una cuerda larga y extendida
que puede graduarse en función de la distancia medida desde el pecho hasta la mano extendida de la
persona a cargo: principalmente el «codo».
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Michael Heckenberger
o fatalismo, ni intentan acelerar el cambio, nomás que la mayoría de las personas, por
lo menos en el mundo no occidental y, en particular, en el mundo de los nativos
americanos (Hill, 1988). Su historia es interesante en cuanto a la etnología regional,
sin embargo, se presta atención a sus ancestros específicos, así como a la forma en que
las personas, cosas y lugares llegan a representarlos durante los rituales. No obstante,
su historia está escrita en sus cuerpos, viviendas, espacios colectivos y el entorno
construido más amplio, tanto o más de lo que se narra. Su historia ha sido marcada
por las historias de lugares, personas y eventos específicos, personajes históricos de
distintos tamaños y edades, todos clasificados según su orden socio histórico preciso.
La imitación social, o «sustitución» de antepasados, es una dimensión crítica, por no
decir el motivo principal de este patrimonio cultural, y señala la naturaleza transferible
y transcorpórea o metonímica de la historia, en especial en los banquetes fúnebres.
En el Alto Xingu, cuando se asume una personalidad pasada, tomándola por medio
de la manipulación e intercambio de sustancias rituales, se llega a «encarnar» entida-
des más grandes: casa (otomo mínimo), asentamiento de la plaza local (otomo típico) o
«nación» (otomo máximo), es decir, la comunidad o «persona moral» en general, cada
una de ellas dentro de un territorio determinado. Al igual que ocurre con muchas
pequeñas y medianas sociedades complejas que se han integrado de forma regional y
jerárquica, es fundamental contar con nociones claras de genealogía, substancialmente
ancestral y cosubstancialidad de la residencia. Sin embargo, la interrogante se man-
tiene: ¿cómo podemos observar estos encadenamientos sociohistóricos, los vínculos
específicos entre diferentes tipos de historias y los hechos históricos?
259
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Agradecimientos
Agradecemos a la Fundación Nacional de Ciencias, el Consejo de Investigación en
Ciencias Sociales y la Fundación William T. Hillman, quienes han financiado casi dos
años de investigación primaria en el pueblo Kuikuro entre los años 1992 y 2006.
Asimismo, agradecemos de modo especial a Bruna Franchetto y Carlos Fausto del
Museo Nacional de Río de Janeiro, colaboradores cuyos aportes y textos han inspi-
rado o influido prácticamente todos los aspectos de esta investigación sobre el pueblo
Xinguano. De igual forma, agradecemos a Ellen Basso por los aportes realizados
durante las últimas décadas, ya que han inspirado muchas de las ideas resumidas en
este trabajo. Por último y, en especial, agradecemos profundamente a los Kuikuro, y
sobre todo al jefe principal, Afukaka.
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Michael Heckenberger
Bibliografía
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
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Michael Heckenberger
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
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La Reina de la Floresta: la Virgen de la Concepción como
Mensajera del Sí Mismo en la Doctrina del Santo Daime
Introducción
La iglesia del Santo Daime es un movimiento religioso fundado a comienzos del siglo
XX en el corazón de la selva amazónica de Brasil, en cuyos rituales se consume una
bebida psicoactiva de origen botánico conocida comúnmente como «ayahuasca» o
«yajé». Si bien este brebaje ha sido utilizado desde tiempos muy remotos por diversos
grupos indígenas en el marco de sus ceremonias chamánicas (Luna, 2011; Schultes y
Hofmann, 2000), así como por curanderos mestizos en diferentes regiones urbanas
y rurales de Perú, Colombia y Ecuador (Luna, 1986, 2011; Vélez y Pérez, 2004), la
formalización de cultos religiosos basados en la ingesta ritual de ayahuasca es un
fenómeno contemporáneo que se da exclusivamente en Brasil (Labate, MacRae y
Goulart, 2010).
1 Psicólogo clínico. Docente de la Escuela de Psicología, Universidad Diego Portales (Chile). Magíster (c) en
Psicología Clínica de Adultos, Universidad de Chile. Dirección electrónica: [email protected].
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Serra decide abandonar su tierra natal para adentrarse en la floresta brasileña durante
el «boom» dela extracción del caucho de comienzos de 1900. Luego de una larga
temporada trabajando como seringueiro en las plantaciones de caucho, se unió a la
Guardia Territorial de Brasil, lo cual le permitió recorrer diferentes localidades de la
región fronteriza con Perú y Bolivia y conocer así las costumbres de los habitantes
indígenas y mestizos (caboclos) que poblaban aquellas zonas de la selva amazónica
(MacRae, 2000; Murilo, 2012).
De acuerdo con la doctrina daimista, Irineu Serra fue iniciado en el uso ritual
de la ayahuasca por un curandero peruano llamado D. Pizango, quien afirmaba ser
depositario del conocimiento ancestral de los antiguos Incas (Dawson, 2013; Ma-
cRae, 2000). Entre los habitantes no-indígenas de la región, los rituales de ayahuasca
eran considerados prácticas diabólicas, pues éstos incluían la invocación de entidades
espirituales nativas. Sin embargo, la primera vez que Irineu Serra tomó la bebida, «al
contrario de los diablos que esperaba, vio únicamente cruces, lo que le causó mucha
extrañeza y lo llevó a dudar de que se tratase realmente de algo diabólico» (MacRae,
2000, p. 16).
En una toma posterior, Irineu Serra tuvo la visión de una hermosa mujer con un
águila sobre su cabeza a punto de emprender el vuelo. Esta mujer reposaba apacible-
mente, sentada sobre una butaca en el centro de la luna.Al percatarse de esta presencia
femenina y tras sostener un breve pero conmovedor diálogo con ella, Irineu Serra
finalmente la identificó como la «Reina de la Floresta» o la «Virgen de la Concepción»
(Dawson, 2013; MacRae, 2000).
De acuerdo con la doctrina daimista, este primer encuentro y otros que le siguieron
marcarían el hito fundacional de la nueva iglesia. Según se cree, habría sido la Virgen
de la Concepción quien encargó a Irineu Serra crear la iglesia del Santo Daime.
Asimismo, se dice que habría sido ella quien transmitió a Irineu Serra los himnos
que se cantan durante sus fiestas y rituales. Con el pasar del tiempo y tras instalarse
en la localidad de Río Branco en el Estado de Acre, Brasil, Irineu Serra congregó
a un grupo creciente de seguidores, quienes reconocieron a la Virgen María como
su Patrona. Hoy la iglesia cuenta con miembros en Brasil y otros países de América
y Europa producto de la expansión del culto daimista más allá de los límites de la
Amazonía (Labatey Jungaberle, 2011).
266
Matías Méndez López
pechos femeninos con el fin de manifestar su lado interno femenino, el lado que les
capacita para ponerse en relación con la “tierra de los fantasmas”» (p. 180). En el caso
de Irineu Serra, y De acuerdo con la creencia de los miembros del Santo Daime,
quien lo visitó fue la Reina de la Floresta o la Virgen de la Concepción.
Analizando los relatos que se hacen sobre las experiencias visionarias de Raimundo
Irineu Serra y atendiendo a la presencia de la imagen de la Virgen de la Concepción
en las visiones del fundador de la iglesia del Santo Daime, es posible ver en qué
medida en la figura de la Virgen se condensan diversos elementos que son parte no
solo de la tradición cristiana, sino también del curanderismo amazónico, dos marcos
religiosos/espirituales que si bien provienen de contextos culturales claramente dife-
rentes, comparten una aparente «lógica» que las aúna. Consideramos, en este sentido,
que el caso de la presencia de la imagen de la Virgen en la iglesia del Santo Daime
representa una constatación concreta de las intuiciones de Carl Gustav Jung acerca
de la existencia de un inconsciente colectivo que trasciende la psique individual y
que vincula a los seres humanos más allá de sus biografías individuales y sus contextos
socioculturales e históricos. En este contexto, en este ensayo abordaremos el papel
que cumple la imagen de la Virgen de la Concepción en la iglesia del Santo Daime,
tomando como clave de lectura la teoría analítica de Carl Gustav Jung. Para efectos de
nuestro estudio, nos centraremos principalmente en el concepto de Ánima propuesto
por el autor, afirmando que la imagen de la Virgen puede ser entendida como una
representación simbólica de esta importante «figura arquetípica de la psique» (Stein,
2004). En este sentido, argumentaremos que la Virgen de la Concepción (en tanto
símbolo del Ánima) desempeñaría un rol de gran relevancia en el proceso de indivi-
duación de los miembros de la iglesia, siguiendo los pasos del fundador de la doctrina.
Cabe señalar que este trabajo no pretende tomar una posición en el debate respecto
de la legalidad o validez del consumo ritual de ayahuasca en contextos religiosos, sino
centrarse en el análisis de las visiones del fundador de la iglesia del Santo Daime desde
una perspectiva simbólica, ofreciendo algunas interpretaciones al respecto.
267
Amazonas: Ruta Milenaria IV
de las fuerzas que moldean y dan forma a la consciencia del individuo tales como
la familia, la sociedad, la cultura y la tradición, y en su condición de arquetipo, al
Ánima/Ánimus «solamente podemos percibirlo de manera indirecta al observar sus
manifestaciones» (p. 170).
268
Matías Méndez López
La primera vez que Irineu Serra tuvo noticia de la existencia de la ayahuasca habría
sido en el tiempo en que trabajaba como guardia fronterizo en el límite de Perú y
Brasil. Según relata Murilo (2012), en aquél entonces
Fue gracias a su primo Antonio Costa que llegó a conocer a unos hombres mestizos
que utilizaban la ayahuasca. En su primera toma, Irineu Serra tuvo la experiencia de
visitar tierras lejanas en lo que MacRae (2000) llama «sus primeros “viajes astrales”»
(p. 16), experimentando en carne propia los efectos subjetivos de la bebida.
Una noche de sábado, el Mestre tomó la bebida y se dispuso a mirar la luna lle-
na. Cuando la bebida comenzó a surtir efecto, la luna pareció hacerse cada vez más
grande, acercándose al punto que casi podía tocarla estirando una mano. En el centro
de la luna, Irineu distinguió la figura de una hermosa mujer, sentada en una butaca,
sobre cuya cabeza divisó un águila a punto de alzar el vuelo. Entonces, la mujer dijo:
1 Cabe señalar en este punto que el uso que se hace en el presente trabajo de la imagen de la Virgen
de la Concepción y otros elementos propios de la religión Cristiana responde al modo en que dichos
elementos son interpretados e incorporados por los miembros de la iglesia del Santo Daime, así como a
una lectura personal del autor a partir de un marco teórico establecido.
269
Amazonas: Ruta Milenaria IV
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Matías Méndez López
Por otro lado, la Virgen es la maestra que transmite la doctrina a Irineu Serra y lo
instruye en el arte de sanar, tal como lo hace el espíritu de la enredadera/serpiente
a los chamanes indígenas. Según afirman los miembros de la iglesia, la Virgen habría
transmitido sus enseñanzas en forma de himnos, los que son cantados durante las ce-
remonias y trabajos de cura. Esta transmisión de conocimiento y medicina a través de
cantos se asemeja a lo que ocurre con los Ícarosde los curanderos amazónicos, cantos
que serían «canalizados» por éstos durante sus rituales de sanación (Luna, 2011). En
palabras de Murilo (2012),
el Mestre Irineu, en sus primeros días de contacto con la bebida, escuchó susurros canta-
rines que le ordenaron compartir esos mensajes con sus acompañantes y preparar nuevas
canciones a entonar solemnemente durante el ritual de la ingesta. Con la fuerza del Dai-
me, los mensajes, que podían parecer frases ingenuas en un comienzo, se convirtieron en
vigorosas palabras doctrinarias. La vibración de las ideas y de los símbolos contenidos en
el himno y su contacto con las conciencias al unísono revelaron el poder de generar un
egrégor. (pp. 489-490, cursivas en el original)
271
Amazonas: Ruta Milenaria IV
2 Es preciso advertir a propósito de lo anterior que si bien existe evidencia que apunta a posibles efectos
terapéuticos asociados a la ingesta de ayahuasca y otras sustancias psicoactivas (Labate y Canvar, 2014;
Lima et al., 2011; McKenna, 2004), también es cierto que dicha práctica puede ocasionar en ciertos
casos una serie de efectos adversos sobre la salud física y psíquica de quienes las consumen, resultando
en graves trastornos de consideración psiquiátrica. Tal es el caso de personas que habiendo consumido
ayahuasca en contextos rituales experimentaron episodios psicóticos con presencia de ideas paranoides
y suicidas (dos Santos y Strassman, 2011). Asimismo, el consumo de ayahuasca está contraindicado en
personas que utilizan medicamentos antidepresivos que actúan sobre la recaptación de serotonina, pues
debido a la acción farmacológica de la bebida sobre el sistema nervioso central, la interacción de los
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Matías Méndez López
Comentarios
En este breve ensayo nos hemos centrado exclusivamente en la figura de la Virgen
de la Concepción en la doctrina daimista. Sin embargo, sería interesante proponer un
análisis más amplio que considere los demás íconos del panteón de la iglesia, el que
incluye además de la Reina de la Floresta a otros personajes de la tradición cristiana
como son San José, San Juan Bautista, el Arcángel Miguel, entre muchos otros.Todos
ellos pueden ser entendidos desde el prisma junguiano como aspectos de la psique
individual y colectiva que cumplen roles específicos en el proceso de individuación
de los miembros del Santo Daime. Asimismo, pueden ser vistos como símbolos que
se emparentan con ciertos elementos de la tradición chamánica de la selva amazónica
(Madera, 2009).
Por otro lado, sería interesante poder rastrear los aspectos comunes de las demás
líneas de trabajo espiritual que se funden en la doctrina del Santo Daime. Como men-
cionamos más arriba, la doctrina daimista integra elementos que provienen de otras
tradiciones como son el espiritismo kardecista y africano (Umbanda) y otros sistemas
espirituales de Oriente.Todos ellos dan forma a un complejo sistema simbólico que a
fármacos y el brebaje puede gatillar un síndrome serotoninérgico con resultado de muerte (Callaway,
2006; Frecska, 2007; dos Santos, 2013). Si bien la incidencia de este tipo de incidentes es relativamente
baja (Gable, 2007; dos Santos y Strassman, 2011), vale la pena tener en consideración estos riesgos a la
hora de evaluar en forma responsable la seguridad del consumo de sustancias psicoactivas.
273
Amazonas: Ruta Milenaria IV
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Matías Méndez López
Llama la atención que en la doctrina del Santo Daime, y siguiendo el análisis pro-
puesto, el Ánima solo es representada en su aspecto positivo y luminoso, a través de la
imagen de laVirgen. Esto nos lleva a preguntarnos dónde se encontraría la contraparte
sombría que compensa la dimensión positiva de la mensajera de Dios en el marco
simbólico de la iglesia. Una posibilidad sería considerar como tal a la serpiente que,
como vimos, es un símbolo que a menudo acompaña la imagen de la Virgen María
en la iconografía cristiana tradicional, como representación del pecado original. En
la Iglesia del Santo Daime existen pocas referencias directas a este poderoso símbolo,
si bien la serpiente es un elemento que suele estar presente en las visiones de quienes
consumen ritualmente la ayahuasca. Esto último resulta significativo, pues podríamos
pensar que el aspecto sombrío del arquetipo del Ánima (y por qué no, también del
arquetipo materno) es de alguna manera obviado, consciente o inconscientemente,
por los miembros de la iglesia.
275
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Bibliografía
ALONSO, J.C. (2004). La psicología ana- GABLE, R.S. (2007). Risk assessment of
lítica de Jung y sus aportes a la psicoterapia. ritual use of oral dimethyltryptamine (DMT)
Universitas Psychologica, 3(1), 55-70. and harmala alkaloids.Addiction, 102, 24-34.
276
Matías Méndez López
277
Otredades y permanencias: fotografía histórica y exposición
contemporánea del bosque y el indígena amazónico
Introducción
Desde finales de la década de 1860 el mejoramiento de los procesos fotográficos per-
mitió que una serie de técnicos y artistas, por iniciativa particular, o incorporados a
comisiones estatales, produjeran los primeros clichés fotográficos con motivos amazó-
nicos. Con los años, estas tempranas «expediciones fotográficas» fueron generando un
conjunto de imágenes que, expuestas en diversos escenarios y ante distintos públicos,
contribuyeron a la domesticación visual de la frontera interna peruana.
1 Juan Carlos La Serna es historiador por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Trabaja como
docente del Programa de Estudios Generales de la Universidad de Lima y es investigador en la Direc-
ción de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Cultura. Dirección electrónica: [email protected].
2 Valeria Biffi es antropóloga por la Pontificia Universidad Católica del Perú; tiene un máster en socio-
logía por la London School of Economics and Political Science. Se desempeña como docente de la
Maestría de Antropología Visual en esta misma universidad. Dirección electrónica: [email protected].
Amazonas: Ruta Milenaria IV
peruana. Desde una mirada al corpus visual, nos interesa responder estas preguntas:
¿cómo se leen las fotos del pasado como documentos históricos? ¿Cuáles son los
efectos que tiene la reapropiación de fotografías históricas con respecto a la población
indígena y el territorio amazónico?
Cabe anotar que la exploración visual de este documento está basada únicamen-
te en el análisis de la producción, selección y exhibición de imágenes. No hemos
contemplado el estudio de la audiencia que, de ser el caso, permitiría comprender el
proceso de consumo en sí.
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Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi
Para inicios del siglo XX, la producción de imágenes se multiplicó, una vez que
las rutas comerciales y turísticas abiertas en la región empezaron a ser constantemente
transitadas. Para estos andarines, la cámara y el registro fotográfico se convirtieron
en elementos inherentes a la experiencia de viaje. Asimismo, una serie de institu-
ciones privadas, que comulgaron con el Estado y las élites políticas e intelectuales
en su proyecto de dominio territorial, fueron estableciéndose en diversas regiones
de la Amazonia peruana, generando sus propios materiales fotográficos. Un caso
especialmente significativo son las imágenes elaboradas para el empresario y político
Julio César Arana, las cuales fueron utilizadas profusamente en su defensa frente las
numerosas acusaciones de explotación sobre la población indígena en sus caucherías
del Putumayo (Chirif y Cornejo, 2009; Flores, 2012). Al igual que otras empresas
científicas, comerciales y extractivas en la selva peruana, Arana colaboró activamente
en la publicidad estatal dedicada a la explotación de la riqueza amazónica.
Del mismo modo, resaltan los trabajos de vialidad, a fin de establecer caminos que
uniesen la ciudad de Lima a los ríos navegables, y, desde este punto, alcanzar el puerto
de Iquitos, la próspera capital cauchera peruana. Por último, la insistencia en destacar
la labor civilizadora y pacificadora de las fuerzas militares y órdenes religiosas entre
la población indígena. Al tiempo que las representaciones del territorio amazónico
281
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Para inicios del siglo XX, las innovaciones tecnológicas alcanzadas en la prensa
peruana permitieron ampliar los espacios de divulgación de las imágenes amazónicas,
que empezaron a ser consumidas por un creciente público citadino, el cual, a su vez,
se expandió como producto de una mayor alfabetización y el crecimiento de las clases
medias y sectores populares urbanos. Así, se destaca la importancia que alcanzaron
los medios impresos limeños en la construcción visual del bosque amazónico ante
una naciente opinión pública capitalina, mediante secciones como del interior, de
provincias o el Perú pintoresco, donde se reprodujeron reseñas de los viajes de explo-
ración, apertura de caminos o recorridos científicos, relatos que fueron acompañados
de imágenes realizadas por viajeros y comisionados (La Serna, 2015).
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Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi
283
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Callao con Iquitos— para luego ser remitido al pabellón peruano en la Exposición
Universal de París de 1900. El álbum, titulado República Peruana 1900, se compuso,
en su sección amazónica, de imágenes seleccionadas de las colecciones existentes
en los archivos gubernamentales y conocidos clichés que algunos fotógrafos, vin-
culados a las facciones políticas en el gobierno, generaron con anterioridad, entre
ellos Charles Kröehle y Federico Remy3, destacándose, además de tipos indígenas,
diversas imágenes sobre caminos y la población colona de la montaña.
Del mismo modo, hacia marzo de 1911, el ingeniero de la vía del Pichis, Rodolfo
Zavala, contrató a Carlos Meyer, fotógrafo establecido en la colonia de La Merced
(Chanchamayo), para elaborar un álbum con vistas de la selva central destinada a la
Oficina de Propaganda, Inmigración e Informaciones establecida, ese mismo año, en
París4. La colección fotográfica fue remitida a la Dirección de Fomento hacia enero
de 1912 y se componía de vistas de establecimientos colonos, la población indígena
y, sobre todo, destacaba la importancia de las obras viales que permitían alcanzar los
ríos navegables amazónicos.
Entrado el siglo XX, una vez que se tomó conciencia de la creciente importancia
que adquiría la divulgación de las imágenes fotográficas ante diferentes públicos,
aumentó el valor que alcanzaron los materiales generados por la Junta de Vías Flu-
viales dentro de las políticas oficiales5. Sus informes fueron publicados y, ampliamente
3 Varias de las fotografías reproducidas en este álbum firmado por Fernando Garreaud fueron
anteriormente publicadas en Lima Ilustrado y Monitor Popular o corresponden a los clichés que Charles
Kröehle —en sociedad con George Huëbner— había elaborado a finales de la década de 1880. Algunos
de estos clichés etnográficos también fueron exhibidos en la sección de antropología de la Exposición
Universal de Chicago (1893).
4 Esta dependencia estatal abrió sus puertas al público el 28 de julio de 1911, bajo la dirección de Carlos
Larrabure y Correa, quien, en una nota publicada al año siguiente señalaba que «en los salones destinados
al público, como en los reservados al personal de la oficina se han colocado mapas y fotografías de
nuestras principales ciudades, de las instalaciones industriales […], vistas de la montaña y de las obras de
arte más interesantes de los ferrocarriles del Perú» (Larrabure, 1912, pp. 2-3).
5 Institución estatal creada en 1901, con el fin de organizar una serie de exploraciones e investigaciones
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Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi
Por último, algunas de estas fotografías del territorio y población amazónica (v. gr.
Kröehle, Meyer, Silvino Santos, Lira) fueron editadas en una serie de tarjetas postales,
en blanco y negro y coloreadas en tricromía, alcanzando amplia difusión en el público
limeño durante las primeras dos décadas del siglo XX7.
en los territorios selváticos del sur peruano, en especial el Urubamba y el Madre de Dios, aunque
también tuvieron actividades en otras regiones de la selva peruana. La diversas comisiones de la Junta
entregaron una serie de informes, los cuales, según indicaciones explícitas en los contratos firmados,
fueron acompañados de imágenes fotográficas. Las colecciones generadas en estos viajes fueron utilizadas
para ilustrar las diversas publicaciones de la Junta sobre el río Madre de Dios.
6 El corpus fotográfico elaborado por la Casa Arana fue obra de un grupo de profesionales (Eugène
Robuchon, Manuel Rodríguez Lira, Silvino Santos) que fueron contratados por esta empresa para
construir un relato visual que evidenciara el esfuerzo y «sacrificio» que significaba llevar la «civilización»
—merced al transporte fluvial, el comercio y la nacionalización de los indígenas por medio del trabajo—
a los confines del territorio nacional. Parte de este material sirvió, asimismo, para la elaboración de un
film propagandístico, El Oriente peruano, expuesto en la sala del cine Excelsior de Lima, en agosto de
1921, ante un público que incluía a altos mandos militares, funcionarios públicos, representantes de la
prensa limeña y el presidente de la república Augusto B. Leguía.
7 Editadas por empresarios como Eduardo Polack, Lira & Gil y Luis Sablich.
285
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Para esta época, los contenidos de las imágenes no necesitaban representar situa-
ciones explícitamente salvajes o grotescas para fijar significados de otredad. Según
el imaginario colonial predominante, alimentado por diversos soportes, además del
fotográfico, por textos y diarios de viajeros, así como la vitalidad del discurso decimo-
nónico del progreso, los significados de las imágenes estaban dados de antemano. Las
fotografías de representación de la otredad, con contenidos explícitos, en su mayoría
performativas y fotomontajes, sirvieron para reforzar esos conceptos ya afianzados
socialmente.
Así, estas imágenes, aparentemente amigables, esconden una relación tensa —in-
cluso violenta— entre los indígenas y la población que representa el mundo moder-
no. Conflicto especialmente evidente en el marco del boom del caucho. Los famosos
horrores del caucho fueron ampliamente registrados por diversas fuentes, como el
famoso Libro azul británico. Informes de Roger Casement y otras cartas sobre las atrocidades
en el Putumayo (Chirif, 2012).
Desde una mirada al corpus visual, nos preguntamos ¿cómo se leen las fotos del
pasado como documentos históricos?, ¿cuáles son los efectos de esta reapropiación
contemporánea de fotografías históricas, con respecto a la población indígena y el
territorio amazónico? Finalmente, hasta qué punto estas exhibiciones fotográficas
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Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi
Susan Sontag ha señalado que las fotografías proveen la mayor parte del conoci-
miento que las personas tenemos sobre la manera de ver el pasado (Sontag, 2006).
Desde su creación, a mediados del siglo XIX, la fotografía fue considerada una he-
rramienta tecnológica capaz de representar la realidad tal como era. La representación
sería así el producto incuestionable de un aparato productor de conocimiento y no de
la mano del hombre (Edwards, 1992). Esta forma de entender la fotografía ha cambia-
do, profundamente, en más de ciento cincuenta años de experiencia fotográfica. Este
cambio da un giro para entender la producción fotográfica de un formato objetivo,
científico y proveedor de verdad, a una tecnología y formato de representación par-
cial basada en la posición del autor, su subjetividad y los alcances tecnológicos de los
propios aparatos fotográficos (Pink, 2006; Banks y Morphy, 1999).
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Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
Si bien las exposiciones Serpiente de Agua (2003) y Viaje consular (2014) tienen
el objetivo expreso de cuestionar la mirada tradicional que el público urbano ha
construido del sujeto amazónico, no necesariamente lograron el cometido e, inclu-
so, reinciden en una imagen de pasividad y diferencia, aun cuando, en ambos casos,
conjuntamente a las exposiciones se publicaron textos que integraron las fotografías
dentro de reflexiones más concienzudas. Por su lado, el público termina consumien-
do imágenes y reseñas que no contextualizan, de manera efectiva, el escenario y los
objetivos con que fueron producidas las fotografías.
8 En especial vale la pena revisar la muestra Exhibiciones: La invención del salvaje, en el Museo de quai
Branly, de París, en el 2011. Esta muestra fue organizada, según sus propios curadores, con el interés de
«descolonizar la mirada sobre el extranjero» (Blanchard, Boëtsch & Snoep, 2011).
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Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi
Comentarios finales
¿Por qué no se cuestiona la validez representacional de las imágenes? ¿Por qué no se
resalta que las fotografías reflejan miradas políticas y dirigidas? Al haberse asumido
el contenido de la imagen fotográfica como un enunciado de verdad, la capacidad
que tiene el público para cuestionar el valor de la fotografía histórica es mínima,
asumiendo, implícitamente, la validez de los contextos discursivos en que estas fueron
originalmente producidas. El material fotográfico sobre la Amazonía, en la medida
que no sale de la zona de confort del espectador, no se discute.
Las muestras fotográficas pueden ser excelentes puntos de partida para reflexionar,
dentro de la esfera pública nacional, los procesos históricos y las condiciones sociales
y culturales actuales de la población indígena. Ello nos exige, sin embargo, sacar al
espectador de la zona de confort, discutir acerca de lo que hay de verdad —y lo que
no— en una fotografía. Implica reconocer que, en la imagen, lo que se representa
es una referencia etnográfica del pasado. La docilidad de las fotografías desconecta a
la población indígena de su propio proceso histórico y sigue presentándola, ante el
público urbano y costeño, como la permanente amenaza al sueño del progreso, al
tiempo que su humanidad y, por lo tanto, su capacidad de ser integrados a la comu-
nidad nacional, sigue estando puesta en tela de juicio. Las etnias y los personajes, en
la medida que conforman una otredad, son intercambiables unos por otros (Bhabha,
1999) y, tal como ocurrió con las postales de inicios del siglo XX, no debería sorpren-
der que los huitotos, retratados en las caucherías del Putumayo, volvieran a aparecer
ante nosotros representando los conflictos socioambientales recientes en la selva del
Camisea o del río Corrientes.
9 Existen algunos casos de artistas plásticos, indígenas y no indígenas que se han apropiado de estas
imágenes históricas usándolas de referencia en sus pinturas, sobre todo las que se relacionan a la época
del caucho (Chirif y Cornejo, 2009). Estos trabajos podrían despertar otras miradas de resistencia, de
activismo o de reivindicación que terminen por derruir los viejos tópicos de pasividad y lejanía que el
público citadino limeño ha construido sobre la población amazónica.
291
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Miembros de la Comisión La Torre con indígenas huarayos. Fotografía de Luis Alviña, 1873. Colección
Jean-Pierre Chaumeil. Imagen ampliada, al parecer, para ser exhibida en la Exposición Departamental del
Cusco (1897) y donde se rindió homenaje al desaparecido explorador Baltasar La Torre. La fotografía, en tal
sentido, es parte de la mitificación que alcanzó esta expedición a la montaña del Cusco por parte de la élite
política e intelectual regional. Dice la reseña original: «Expedición del Coronel La Torre, Prefecto del Cuzco,
al Madre de Dios con tres huachipairis, vista tomada en la pampa de Ccosñipata. Año 1873. Masacrados por
huachipaires en el río Carbón. Nota.- Murieron todos menos el fotógrafo».
En el Putumayo. Portada del diario La Crónica de Lima, edición del 29 de agosto de 1912. Reproduce foto-
grafías de las caucherías del Putumayo, obra de Silvino Santos, de la «Colección Arana».
Numerosos medios peruanos publicaron las fotografías remitidas por el cauchero J.C. Arana para ilustrar
distintas notas sobre la región amazónica peruana. Estas imágenes sirvieron, a su vez, para reforzar la imagen
progresista y patriótica de este empresario frente a la opinión pública nacional, vinculando sus actividades al
posicionamiento del Perú en los confines del territorio nacional amazónico.
292
Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi
El bestiario domesticado
Tríptico de la exposición La Amazonia de Ch. Kröehle. Fotos y postales de fines del siglo
XIX y comienzos del XX, en el Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega, de la canci-
llería, 2010. Fotografía y tarjeta postal de la colección Humberto Currarino.
Portada del material elaborado para distribuir entre los visitantes de la muestra. Presenta una fotografía orig-
inal y una postal, en tricolor, editada por Eduardo Polack. En la imagen, los fotógrafos Kröehle (con rifle) y
Huëbner, ambos en el centro de la imagen, rodeados de indígenas, aparentemente asháninkas, en el Ucayali.
En el frente, el cuerpo de un lagarto, presa de caza.
Grupo de jóvenes huitotos pintadas y formadas, aparentemente, antes de un realizar un baile ante comisio-
nados oficiales. El cuerpo desnudo de la mujer indígena, expuesto y sexualizado.
293
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Indios caníbales del Putumayo, contiene la leyenda: «Los indios de este distrito, incluso muy jóvenes, se hacen
la guerra entre ellos, y comen la carne de los que han matado. Los dientes son llevados como trofeos, como
se ve en la tinaja» (en la tinaja se ve una cabeza sobresaliendo). En Customs of the World (Londres, 1913).
Álbum de Viaje. Fotografías de la Comisión consular al río Putumayo y afluentes. 1912. Díptico de la exposición en
el Centro Cultural de España, 2014.
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Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi
Afiche de la exposición J. César Arana: Álbumes fotográficos inéditos, de la colección Pablo Macera, en el Co-
legio Real, Seminario de Historia Rural Andina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2014.
En esta exposición se trabaja la figura del empresario J.C. Arana. La paradoja es que si bien se problematiza la
relación violenta que la explotación cauchera estableció con la población indígena, en las imágenes ofrecidas
en los afiches se insiste en el rol secundario y complementario del indígena frente al sujeto occidental —fo-
tógrafo o cauchero—, relación de subordinación que, justamente, la exposición desea confrontar.
295
Amazonas: Ruta Milenaria IV
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296
Juan Carlos La Serna y Valeria Biffi
297
La «charapa ardiente» y la hipersexualización de las mujeres
amazónicas en el Perú: perspectivas de mujeres locales
Angélica Motta1
Introducción
La referencia al tema de la sexualidad en la Amazonía peruana evoca con facilidad,
en el contexto nacional, ideas de desorden y exceso; características coherentes con la
percepción de primitivismo que, iniciada en la época de la conquista española, se ha
mantenido asociada hasta hoy con la región. Este carácter sexual excesivo y desordena-
do ha sido atribuido especialmente a la mujer amazónica, y se encuentra sintetizado en
la emblemática figura de la «charapa ardiente»1, representación ampliamente difundida
en el Perú según la cual «la mujer» de la región tendría una «sexualidad exuberante,
capaz de satisfacer las más altas exigencias masculinas» (Paredes, 2005:19) y, además,
estaría «dispuesta al juego erótico con liberalidad» (Chirif, 2004:62).
4 Se apela a ideas de sentido común nacional, que buscan localizar, sobre todo, al lector no peruano.
No entramos a tratar aquí los debates sobre la conformación de la nación peruana, ya que resultaría
innecesario para los fines de este artículo.
5 La población de Lima representa el 30.9% del total nacional (INEI, 2008).
300
Angélica Motta
La selva, por su parte, aun cuando comprende casi el 60% del territorio peruano,6
no es percibida como teniendo una importante presencia en la dinámica nacional. En
este régimen tripartito de representaciones, la selva se erige como una alteridad lejana.
Múltiples representaciones dan forma a la manera en que la Amazonía es imaginada
en el contexto peruano; pasaré revista a las más paradigmáticas. Una primera repre-
sentación asociada con la Amazonía, la de su pródiga abundancia, fue la que motivó las
primeras incursiones europeas en la región, a partir de la imagen de una especie de
«tierra prometida» plena de riquezas por conquistar. Con posterioridad, esta represen-
tación, ha sido reeditada a partir de booms extractivos de diferentes recursos naturales
con fuerte demanda en mercados nacionales e internacionales, como el caucho, el
oro, la madera y, más contemporáneamente, también los hidrocarburos.
6 En términos poblacionales, la selva representa el 13.4% del total nacional (INEI, 2008).
7 Según este concepto, «colonized people do not inhabit history proper but exist in a permanently
anterior time within the georaphic space of the modern empire as anachronistic humans, atavistic,
irracional, berft of human agency – the living embodiment of the archaic “primitive”» (McClintock,
1995:30).
301
Amazonas: Ruta Milenaria IV
La representación del sexo como instinto natural que debe ser controlado a partir
de fuerzas civilizatorias se entrelaza con nociones y jerarquías de etnicidad y género,
creando imágenes específicas de alteridad en las que la sexualidad funciona como
indicador de primitivismo.8
Estas primeras nociones han ido cobrando nuevas formas a lo largo del tiempo,
pasando de discursos religiosos de pecado, a discursos naturalistas de degeneración;
discursos de racismo científico y patologización de la sexualidad, actualizados a
partir de la mirada de personajes tan variados como misioneros, expedicionarios
científicos, buscadores de fortuna, militares, agentes de salud, entre otros que se
han aproximado a la región. Por los cambios en la configuración histórica y social
del área, la hipersexualización se habría extendido desde la población nativa a las
poblaciones mestizas urbanas, concentrándose sobre todo en las mujeres. Bastante
ilustrativa de este movimiento resulta una observación sobre la diferencia entre
mujeres indígenas y mestizas de Kuczynski-Godard, médico alemán responsable
por la Supervisión Sanitaria del Oriente,10 que entre los años 1938 y 1940 realizó un
vasto trabajo de campo en la zona.
Si la india pura por naturaleza es sumisa y pasiva (hecho que resalta de algunos recuerdos
del conde de Wavrin, de su vida entre los Jíbaros), la mujer mestiza, frecuentemente, y
por lo menos antes de agotarse en repetidos embarazos, es impetuosa y llena de «libido».
Así se explican otras observaciones de gran interés para nosotros, como, por ejemplo, la
conducta de una leprosa que en plena reacción febril, se unió con un joven sano quien,
muy enamorado de ella, no hizo caso de su enfermedad o condición. (La enferma, por
8 En algunos contextos, como el brasileño, debates en torno a desarrollos de este tema son particularmente
relevantes y vienen siendo realizados por distintos autores desde diferentes perspectivas (Parker, 2009;
Piscitelli, 2006; Carrara, 2004; entre varios otros; se ha tratado, además, sobre un estereotipo de mujer
hipersexualizada: la mulata brasilera (Giacomini, 1992; Moutinho, 2004) con la que sería interesante
establecer una mirada comparativa, aunque sería motivo de otro trabajo.
9 Para una revisión detallada al respecto, véase Chirif, 2004.
10 Nos referimos a una iniciativa de salud pública implementada por el gobierno peruano como parte de
los esfuerzos de las décadas de 1930-1940 para integrar la región a la nación.
302
Angélica Motta
supuesto, enseguida fue evacuada e internada; mostró durante casi 3 meses una reacción
catatónica, intermitente, y se restableció después de haberse unido, una vez más, con un
hombre de su agrado) (2004:100).
A lo largo de las formulaciones de las entrevistadas, se verá que más allá de sus
posicionamientos frente a la representación, surgieron una serie de reflexiones sobre
la región. Estas nociones más generales de alguna manera aproximan a aquellas que
rechazan la representación con quienes la aceptan. Esto revelaría la existencia de un
campo semántico compartido por la mayoría de las mujeres entrevistadas, referido a
ciertas características del ambiente sexual de la región y del comportamiento femenino.
303
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Yo no sé en qué sentido le hacen ardiente señorita, ¿tú crees que todos no tenemos el
mismo orgasmo? Bueno, por ejemplo, las personas de la sierra, la serranita, ¿ellos no tienen
ese mismo, cómo dicen, esa misma química de querer comer [«tener relaciones sexuales»]
a un hombre? o las señoras limeñas, por ejemplo, de tener esa relación, se tiene todo, no
sé por qué... porque aquí hay que tolerar mucho el sol así, ya le han puesto ya su... [risas]
yo pienso eso, pero todos conocemos que somos iguales (Noemi/36).
Las experiencias más frecuentemente relatadas por las informantes poseen un tono
de queja, pues se refieren a intentos o concretización de abusos, ofensas o malos tratos.
Sin embargo, la descripción de estas situaciones presenta una actitud asertiva de au-
todefensa. Todos los testimonios —sin excepción— expresaron ese tipo de reacción.
Noemí, por ejemplo, relató el caso de su hermana, abandonada en estado de gravidez
por un enamorado de otra ciudad; según refería, el sujeto en mención se negaba a
asumir responsabilidad alguna sobre la criatura, bajo el argumento de que no tendría
como saber si es su hijo, ya que en la selva —a su juicio— «no hay chicas decentes».
Noemí contó haber salido en defensa de su hermana de la siguiente manera:
[...] aquí ha pasado un caso también, se ha enamorado este chico de Huaraz [ciudad de
la sierra norte del Perú] de mi hermana, mi hermana era virgen, tenía sus 20 años, o sea,
en la casa, todas las chicas eran decentes [...] ella todavía era niña [...]. Qué ha pasado, que
el hombre se ha enamorado, la ha embarazado y no quiso nada saber ya de ella [...]. Mi
mamá le hizo llamar al hombre pues de quien está embarazada, le fue a buscar mi mamá,
le trajo y el bendito hombre qué dijo: «¿De quién estará embarazada? Porque aquí no
hay chicas decentes», dijo señorita, así [...] «Acá no hay chicas decentes y de quién estará
304
Angélica Motta
embarazada, eso no es mío», le dijo, cuando él le ha agarrado virgen a ella, «Tú eres el
único», yo me metí señorita, «Tú eres el único responsable de ella, ya la has comido, ya la
has hueveado, ya la has cachado12, ya la has... ahora te lavas las manos», le he dicho, «Así
son todos los afuerinos que vienen y se burlan de las chicas de acá, traen mal concepto»,
le he dicho, «Pero tú sabes muy bien que tú le has hallado virgen a mi hermana» [...] No
se hizo cargo, dijo «¿De quién será?», es algo ofensivo pues (Noemí/36).
Sonia relató el caso de su hija, que fue a realizar sus estudios superiores en otra
ciudad, y allí tuvo que enfrentar comentarios de sus compañeros de estudios por ser
ella una mujer de la selva. Describió los consejos dados a su hija para defenderse, pro-
poniendo una actitud asertiva y de confrontación, estrategia que evaluó positivamente,
ya que con ella, afirmó, su hija había conseguido «hacerse respetar». El caso de Sonia
no fue el único en aludir a ese tipo de situaciones; otras entrevistadas señalaron tam-
bién haber recibido consejo sobre el tema de sus madres o de otras mujeres mayores
que ellas, cuando enfrentaban la proximidad de migrar o estaban ya en ese proceso.
[...] cuando ella pues se fue a Huánuco [ciudad de la sierra central del Perú] a estudiar.
«Ah tú eres de la Selva, las mujeres de allá son bien calientes, ah sí, que por acá... son bien
fáciles» así y ella, pues, me contaba, así «mami —llorando me decía— mami así dicen»;
«pero, tú demuéstrale lo contrario hijita —le decía— demuéstrale que no es así, ponles en
su sitio a esa clase de gente —le decía yo— hazte respetar para que sepan que no todas
las mujeres somos así y diles también que las serranas también son iguales... así que no
se metan contigo», le decía yo [risas], así y se reía de lo que estaba llorando (Sonia/38).
Fue una situación muy incómoda cuando «oye flaca» que te digan «tú... las mujeres de la
selva son muy ardientes a ver vamos a comprobar» y todo eso.
¿Acá en Pucallpa o cuando has estado en otro sitio?
Acá en Pucallpa pero con personas que no eran de acá entonces yo lo que dije ¿no?
primero saber, sobre todo conversar con alguien, por eso le he dicho «¿De dónde sabes
de que todas las mujeres somos así?, ¿de dónde sabes?, te dejas llevar por los comentarios
de otros» esa fue mi respuesta. Pero fue horrible, horrible de que gente, personas de otra
parte tengan ese... cómo te puedo decir, tengan esa manera de expresarse con uno de acá
que somos de la selva, yo digo que es una cosa que no tiene sentido alguno (Wendy/25).
Cuando me fui a Huánuco, cuando o sea me han escuchado de otra forma [se refiere al
acento propio de la región] y como la señora había dicho «ella pues es de Pucallpa»... y
habían unos señores... «así... una charapita» y me he molestado [...], me ha dicho «serás
bien fuertota [“apetecible sexualmente”]» [...] Y cuando vine en el carro también un se-
12 Los términos «comido», «hueveado» y «cachado» hacen todos referencia a la actividad sexual.
305
Amazonas: Ruta Milenaria IV
ñor [...], me ha preguntado de dónde soy y le he dicho y me dice lo mismo, lo que dicen
que las chicas de la selva son así de ardientes, son calientes, y así lo mismo le he dicho...
«Eso depende de cada mujer» [...] se subió de tono, [...] o sea pensaba que yo como... era
fácil, como cualquiera que te habla de cosas más íntimas y yo le dije pues... «si vas a estar
sentado aquí en mi lado, a mí háblame bonito, pregúntame de otras cosas [...] eso creo
que no te interesa». Me ha dicho «ya... entonces vamos a platicar».
¿Ah... te quería hablar de cosas íntimas tuyas?
Sí, sí, sí, quería saber de mí, de cómo soy, me había dicho «cómo eres haciendo el amor»
[...] y es que él seguía sentado a mi lado y yo estaba sola y ya me empezó a acechar.
¿Y él de dónde era?
... yo venía de Huánuco, no sé de dónde me había dicho, pero hablaba como serranito
(Nadia/24).
[...] la persona que me decía ay que las charapas son así... las charapas... yo le digo «si
nosotras fuéramos así; entonces, por qué ustedes tienen hijos» ¿no?; porque, las charapas
si somos como dice «¡ay! las charapas son ardientes», que las charapas son así, que son así,
en... en todo sitio.
¿Qué te decía exactamente esta persona que...?
Que las charapas son bien... dice que nos gusta estar con hombres... eh, somos provoca-
tivas y yo le digo «ya pues, si somos así, si nosotras fuéramos así; ya pues, nosotras nomás
tuviéramos hijos, no tuvieran esas personas también» (Carla/22).
Casualmente donde yo trabajaba ahí decía un señor... que las mujeres de acá de la selva,
mayormente las pucallpinas, son ardientes... ¿por qué?... porque existe mucha prostitución
[...] y entonces yo le digo «un momentito, yo soy pucallpina, pero la prostitución hay en
todos sitios y de todos sitios van [...] yo le decía que la prostitución existe a donde vayas, «no
porque son calientes, ardientes, las de la Selva.» [...] yo le hacía ver «fulano de tal es prostituta
y es de tu sitio, de tu barrio, de tu... de tu posadita» y le hacía callar pues (Beatriz/46).
Estábamos ¿no? en la reunión... así estaban tomando mis amigas... creo que era en la
universidad creo, [...] me acuerdo que me dijeron «¿y. y las mujeres son ardientes y usted
cómo es?» me dijo; «yo quemo» le he contestado así, «yo quemo y te puedes quemar así
es que conmigo no te metas» le dije así ¿no? (Sonia/38).
Otro ejemplo muy expresivo de este tipo de posicionamiento frente a dicha repre-
sentación lo constituyó una marcha realizada en el año 2002 en la ciudad de Iquitos,
306
Angélica Motta
307
Amazonas: Ruta Milenaria IV
... siempre había esa libertad de, cómo decir ¿no?, de expresar, de conversar y más diálogo;
y en cambio, en otros sitios no. las casas están cerradas... las personas... ni con sus vecinos
tienen comunicación ¿no?, en cambio acá no, hay esa libertad de conversar con el vecino,
con la vecina, tú sales por ahí y ya estás conversando.Tienes más esa libertad de expresión
con tu comunidad (Sonia/38)
Las mujeres se describían, desde una identificación colectiva, como amigables, ale-
gres, divertidas, coquetas y sensuales.Además de eso, destacaban el uso de ropas ligeras,
lo que justificaban por el clima caliente de la región. De acuerdo con sus testimonios,
las personas de otras regiones del país habrían confundido esos comportamientos y
características con una actitud de ofrecimiento y facilidad de acceso sexual.
... de repente lo asocian en eso cuando nos ven a nosotras con ropa muy pequeña de re-
pente ¿no? con la calor nosotros los pucallpinos tenemos la costumbre de usar ropa muy
chiquita, pegada, que de repente se muestra mucho las... se ciñen bastante nuestros glúteos,
nuestras piernas y hace que los hombres ya le asocien con eso «están con calor, se ponen
ropa chiquita entonces podemos tener relaciones sexuales», ajá, «mucho más fácil sacarle
la ropa», pero no tiene nada que ver con eso (Liliana/24).
... las mujeres de acá de la región... qué te digo, pues ¿no? son así algo... sensuales, alegres,
dinámicas y... y cómo te puedo decir... ellos no ven; de repente, a veces, no... no se dan
cuenta que con su actitud, pues, están causando un... un atractivo a esa persona que te
está calificando ¿no?; pero, la verdad... pues... no, no es ese tipo de persona sino es la ca-
racterística... la mayor parte de las mujeres de acá, de... de buscar diálogo... conversar ¿no?
Y ser amigables sobre todo las chicas (Sonia/38).
308
Angélica Motta
Yo antes decía que ardientes eran [...] que llamaban así ardientes a lo que las chicas de
repente se entregaban al hombre, pero no, me he dado cuenta que no es así sino a lo que
somos divertidas, en la forma de baile, no sé, estar con alguien, cariñosas digo yo, sí, he
escuchado que así nos llaman, a las charapas [risas].
¿Y tú crees que es cierto?
Sí, porque somos bien divertidas (Talía/20).
... yo digo que la mujer de la selva es igual que todas las personas de otros lugares, esa es
mi manera de pensar, claro que sí en otras cosas, lo que son muy hospitalarias, muy alegres,
muy coquetas, no todas ¿no?, pero hay algunas así, pero después ardientes, libres, creo que
no somos así. Claro que somos libres en tener ideas y decir pero libres de meternos con
el que se cruce en nuestro camino eso creo no [...] somos igual que cualquier mujer de
otro lugar (Wendy/25).
... acá en Pucallpa es un sitio donde hay bastante liberación, a donde te vayas vas a ver
guambras, chibolas [mujeres muy jóvenes] en la disco como si no tuvieran papá, mamá
que les pongan freno. En Pucallpa son, como dice, la perdición. Pero, creo que es depende
de uno, ah.Y de ser ardientes, no todas somos ardientes [risas] (Daniela/23).
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
... le dice que son ardientes, porque conocen un chico que venga de afuera ya se desviven
las chicas, señoras, ¿di? [...] En el trabajo donde estaba, ahí venían colombianos, ¿ya? venían
de Tabatinga todo eso, de acá cerca nomás, la frontera. Las chicas ya, se conocían ahí en
la mesa, un grupo de puras mujeres así en un bar y los hombres acá que han llegado de
todo eso, de ahí estaban... se miraban, les miraban y entonces dos chicos vienen, ¿no? se
acercan «una cervecita, ¿podemos unir la mesa?» ya ahí, amistad, lo que yo he visto, ¿ya?
ahí. De ahí ya, al rato que están conversando con la cerveza todo eso, ya están ahí abra-
zándose, besándose, citándose, ¿ya? Ya... normal, ahora en el caso de mi trabajo [labores de
limpieza en una compañía del ramo petrolero], han experimentado los chicos, se van a las
discotecas, conocen chicas y ya... y ya está todo ya. Al día siguiente vienen los chicos, están
comentando lo que hicieron, ya «Sinceramente, realmente aquí las chicas son ardientes,
porque anoche me comí a dos» ¡así! (Fátima/40).
... por lo que son sacavuelteras [infieles], no quieren estar con uno. Dice hay que buscar
con lupa una mujer que sea ardiente pero para un solo hombre [risas] [...] porque, la ma-
yoría están viviendo con el marido pero tienen dos o tres por ahí escondidito.Y eso yo
digo, «qué buscan —yo les digo así— ¿qué pues buscan?, igual no más ahí tienen»; «No
tienen igual» me dice la otra [risas] «No tienen» [dice], «O sea, tú vas por el tamaño —le
digo— no vas porque realmente quieres a ese hombre» [risas] estas locas [...] yo así les
pregunto de broma en broma (Nancy/45).
Eso quería preguntarte, ¿tú por qué crees que tienen esa imagen o esa idea de las personas de la [selva]?
Bueno... sabes, de repente; porque [...] más se debe acá, como yo te digo, muchas niñas
adolescentes, que se han dado a lo que es la prostitución ¿No?; o sea, más que en cualquier
otro sitio, acá... qué te digo... casi el 90%. [...] y ese creo que es... como está conocido a
nivel nacional, internacional, creo y por eso piensan que todas estamos en el mismo, en
el mismo saco que digamos ¿no? (Sonia/38).
... lo hacen por dinero, y lo hacen por necesidad, no es porque les gusta el sexo o porque
son ardientes o porque les dicen «vamos a la cama» y ya lo hacen, o sea no es tanto por el
sexo sino por la necesidad que hay aquí en esta población ¿no? (Liliana/24).
310
Angélica Motta
Bueno señorita, eh, como te puedo decir, al 100% sí es verdad [que la mujer de la selva
es ardiente].
¿Tú crees que es cierto?
Sí, que es cierto, porque aquí hay niñas chiquitas ya están ya, ellas ya no, ya no esperan ya
ni su edad ya, de chiquitas ya se le ve que están, por eso yo pienso que si (Giovanna/44).
... cuando he vivido en Lima, si decían, pues ¿no? «Esa charapa, esa charapa, ahí vive una
charapita, cuidado con tu marido». Yo decía «¿A quién estarán diciendo?», «Negro, así
hablan ahí —le digo yo— ahí dicen que las charapas son ardientes y que quitan marido y
yo soy charapa» le decía yo [risas]; «No, tú eres diferente». No serán todas, pero si son así
[...] Vete a Iquitos, vas a ver que de 12, 11 años ya saben ya [...] Peor en este tiempo ya,
ellas mismas ya buscan ya, el que le agrada ahí ya (Nancy/45).
Entre las entrevistadas que afirmaban lo ardiente como característica de las mujeres
de la región, las explicaciones concernían al ambiente excesivamente libre, al deseo
sexual incitado por factores externos, como el clima caliente, e incluso a los efectos
de una fruta regional denominada aguaje.14 En cuanto al calor,15 Gilda explicó la
acción del mismo sobre la sexualidad, a partir de su impacto sobre el funcionamiento
hormonal. Ella señaló que en el clima caliente las hormonas «se alborotan» y como
resultado se daría un comportamiento sexual más activo. Aunque ella definiera lo
«ardiente» a partir de significados negativos, utilizó esta noción de modo estratégi-
co ya que la misma le permitía eximirse de responsabilidad sobre situaciones que
experimentó y que consideraba problemáticas: iniciación sexual y embarazo en la
adolescencia. En su relato, la responsabilidad por estos eventos es atribuida a factores
externos a su voluntad.
... dicen que por ser más calientes eso nos hace que de repente a temprana edad nosotros
tengamos nuestras experiencias sexuales y pues consigo un bebé; pues eso es lo que piensan
todos y llegando a analizar las cosas yo pienso que es así, porque si no lo fuera... de repente
yo sola hubiera sido la que he tenido un hijo a los 15 años y no, somos un montón de
niñas por acá que hemos tenido, de diferentes edades pero nadie ha llegado a los 20 años.
¿Y tú por qué crees que se da esto así?
O sea dicen que la calor hace que te hagas caliente, que tus hormonas se.
cómo te digo, se alborotan y eso pues hace ya que de repente sucedan las cosas, peor
cuando estás de repente con tu chibolo [niñito] [risas] ya pues las cosas se dan, yo pienso
así no sé si estaré equivocada o estaré dando la razón a una cosa que no es (Gilda/24).
Este tipo de argumento fue descalificado por Beatriz, quien resaltó la importancia
de la voluntad individual, en detrimento de condicionamientos externos, como el
clima, posición compartida por la mayoría las de mujeres entrevistadas.
14 El aguaje es un fruto pequeño de consistencia aceitosa, que crece en un tipo de palmera de pantano.
15 Factor mencionado por dos de las mujeres entrevistadas, una de cada grupo etario.
311
Amazonas: Ruta Milenaria IV
[...] dice que de la selva son más ardientes, que de otro sitio no son así [...] dice porque
hay muchas adolescentes que son madres solteras ¿no? adolescentes que tienen bebe y a
donde vayas hay adolescentes que tienen niños, que tienen hijos, ¿Cuál es la diferencia?
Porque son ardientes todas. Así que no, para mí es igual. El clima no lo hace, el que le
hace es uno... uno mismo a la persona (Beatriz/46).
El aguaje, una de las frutas de mayor consumo local, también fue utilizado como
explicación del comportamiento femenino ardiente en la región. Se consideró que
esta fruta contendría ciertos elementos en su composición, con efectos sobre las
hormonas, resultando en la producción de un deseo sexual más intenso. Telma lo
explicaba de la siguiente manera:
Así me dice mi marido también, [...] contiene mucho aceite, el aguaje, dice que de ahí,
este, provoca muchas hormonas, el aguaje y acá pues, en la región se come mucho aguaje,
en todas las esquinas ves las aguajeras con su salcita más el aguajina le toman, eso dice que
provienen muchas hormonas a las señoritas, por eso son ardientes y acá se come bastante
el aguaje, y a mi hija le encanta, yo cuando estaba embarazada de mi hija pues, anoche
le estaba contando [a mi marido], justamente le digo, anoche, este, «Cuando estaba em-
barazada de mi hija», le digo, «Yo comía bastante aguaje», me dice «Con razón tu hija ha
salido con bastante hormona», me dijo, «Por eso tu hija es así», me dice, «Le gustan los
hombres» y mi hija es así (Telma/42).
Esta idea sobre el aguaje fue rechazada tajantemente por Wendy, una entrevistada
que reivindicaba la «personalidad» de cada individuo en desmedro de explicaciones
basadas en factores externos como la bebida o la comida.
... la gente de afuera, la gente foránea especula mucho sobre la mujer pucallpina, ¿por qué?
Porque siempre se basan a los... a las bebidas, dicen que cuando toman... sobre todo la
aguajina, que te aumenta las hormonas, creo que eso es mentira, en mi manera de pensar
creo que eso es totalmente falso, no tiene nada que ver nada una cosa con otra. Tener
sus cosas, sus comidas sus bebidas no tiene que ver nada con la personalidad de alguien
(Wendy/25).
... mis hijos, mi marido no les deja comer mucho aguaje a mis dos hijos porque en eso de
lo que comen harto aguaje los hombres, los varones pues más que todo ¿Di? de ahí dicen
que les provoca las hormonas, por eso es que se hacen homosexuales, porque contiene
mucho aceite, no ves hay unos aguajitos que le dicen el shambo, bien rojito [...] Bien rojito
es, es aceitoso, eso dice que tiene bastante hormona y aparte de eso se toman la aguajina,
312
Angélica Motta
o sea el aguaje le disuelven, lo machacan y se hace cremolada [...] eso es lo que malogra
últimamente a los jóvenes y acá en Iquitos hay cantidad de homosexuales, que dios no lo
permita, mis hijos, yo le cuido mucho a mis hijos [...] por ejemplo, en su colegio de mis
hijos hay cantidad de homosexuales, colegiales, de 9 años, 12 años, ya son homosexuales.
Pero eso es lo que dicen las personas «Porque comen mucho aguaje» (Telma/42).
Habría además otro tipo de estrategia discursiva que admite características co-
múnmente asociadas a lo «ardiente» como parte de la realidad local. Se trata de ideas
encontradas entre mujeres de clase media,18 en las que se reconocen cualidades de ese
tipo para ciertas mujeres de la región, de las que claramente se distinguen, en términos
étnicos y/o de clase. Entre las mujeres de clase media entrevistadas también existía
un rechazo mayoritario hacia la representación; sin embargo, profundizando en sus
discursos encontramos, en algunos casos, que se levantaban claras fronteras de clase. Se
trata de discursos de distinción respecto de mujeres de sectores populares, en función
del comportamiento sexual, donde el recato constituye una marca de su posición de
mayor privilegio. En esa línea, Martha, joven estudiante universitaria, afirmaba que la
cualidad de ardiente atribuida a las mujeres de la selva en general, estaría más acorde
con la realidad de mujeres de sectores populares, de las cuales buscó distanciarse en
términos educativos y de «formación familiar», como evidencia su testimonio.
[...] ese estereotipo ya se dio desde muchos años atrás todo eso ¿no? ese concepto que
tienen para las de la selva ¿no? y que un poco fastidia porque en sí como hay chicas que
les gusta, pero se nota que en sí es de distintos lugares, por ejemplo acá en Pucallpa tú
tienes la gente del centro, la gente que está cerca al centro y la gente que vive en los
asentamientos humanos19 o sea distintas clases de familias ¿no?, entonces tú te das cuenta
313
Amazonas: Ruta Milenaria IV
que a una chica que tal vez, que vive cerca del centro que quizás tenga otra educación,
no tanto le va a agradar esto, ese concepto que tengan para las chicas de la selva; pero para
una chica que vive en un asentamiento humano más popular, le va a encantar te van a
decir «uy sí yo soy ardiente, me encanta» así te contestan.
[...]
¿Y por qué crees que las chicas de los asentamientos humanos dicen «sí es normal, yo sí
soy ardiente»?
No sé, yo pienso mucho por la preparación de los estudios, la educación de la familia; el
valor que te enseña tu mamá y tu papá para valorarte como mujercita, como varoncito. [...]
yo hacía encuestas en los asentamientos humanos la mayoría de gente a veces es analfabeta,
la mayoría de las personas no tienen estudios y tienen distinta forma de expresarse a lo que
tú ves... pero te acoplas ¿no? porque tampoco... depende de cómo eres ¿no? yo normal,
yo puedo convivir con ellos, ¿no? pero es distinta la forma de expresión que ellos tienen,
la risa, la grosería, como dicen las viejas chismosas, o sea la... un montón de cosas y veo
en las chiquitas que les dicen «cuando seas grande tú vas a ser una pishcota» y pishcota
acá es una loca, una cualquiera, una coquetona y entonces ahí tú vez eso pero en mi casa
si tu escuchas eso o mi papá escucha eso, «Cómo te atreves a decir eso» o «como vas a
hacerle crecer a tu hija diciendo que si es eso ¿no?» pero para ellos es risa (Martha/24).
En esa misma línea, otra mujer de clase media trazó también una frontera clara a
partir de la representación de la charapa ardiente, pero esta vez no con los sectores po-
pulares urbanos sino con otro grupo subalterno importante: el de las mujeres indígenas.
... para mi concepto, la mujer nativa [«de algún grupo étnico indígena»] es la más prosti-
tuta que puede haber [...] la mujer nativa, el hombre nativo vive en una sola casa, vive la
tía, el tío, el cuñado, el compadre... esto y todos esos hombres tienen relaciones con esas
mujeres y tienen hijos con esas mujeres. Entonces, yo digo pues... ¿no?, la mujer nativa es
la más prostituta que puede haber [risas] (Nidia/46).
En el caso de Pucallpa (la ciudad de la entrevistada en cuestión), la mayor parte de la ciudad está
constituida por asentamientos humanos.
314
Angélica Motta
¿Por qué crees que la gente dice eso de las mujeres de, de aquí de la Selva?
Yo no sé por qué, porque somos coquetas quizás, eh, somos libres, entonces, no estás
cohibida en nada pues, te gusta un hombre, te vas, bailas, comes, tomas, no sé qué haces
tú, te mueves y eres libre, y eres coqueta, y tienes ganas de hacer el amor, pues lo haces
(Noemí/36).
Bueno... sí somos ardientes; porque... no sé [...] porque así somos natural de la Selva que
somos calientes, que somos... como dicen... arrechas [risas] sí pues, bueno... yo digo así
¿di? yo que soy de la Selva, netamente de la Selva soy... como prácticamente... ardiente
¿di? (Bertha/43).
A mí me encanta que piensen que las mujeres de la selva son ardientes [risas] pero te diré
que a mí no me ofende en lo más mínimo, al contrario [risas] me llena de orgullo [risas]
de verdad, [...] a veces nos encontramos y dicen: «Nubia mira lo que están diciendo que
somos ardientes», «¿y? —les digo— mejor, eso nos da un valor agregado a las mujeres de
la selva» [...] porque ser ardiente significa tener mucha vida, tener energía, darlo todo y
así somos las mujeres de la selva, cuando amamos lo damos todo y de las formas en que
queremos darlo, eso es, [...] por eso cuando dicen «las mujeres de la selva son ardientes»; «Sí
somos ardientes, sí que somos ardientes y eso nos hace mucho más apetecibles, mucho más
atractivas» le digo; [...] a mí ni me ofende más bien me encanta que lo digan (Nubia/44).
315
Amazonas: Ruta Milenaria IV
como medio de descalificación de las mujeres, que ella optó por resignificar positiva-
mente para luego incorporarla como parte constituyente de su identidad.
[...] aquellos que han dicho, que han inventado, que han creado que las mujeres de la selva
son ardientes lo han hecho desde su punto de vista machista, con el fin de desprestigiar,
con el fin de decir «mira ve las ardientes se las levanta cuando queramos [...] lo ardiente
lo relacionan con la putería, con la pishcotería como decimos aquí [...] en el término
ardiente está la satanización que ha intentado de perjudicar a la mujer [...] pero los que
han querido hacer eso, conmigo por lo menos, no lo han conseguido porque yo me siento
orgullosa [risas] de que somos ardientes [risas] (Nubia/44).
... de cierta forma, a pesar de lo conservadas que son algunas familias, a pesar de eso tenemos
ciertas libertades, desde muy pequeñas, por el clima mismo te permiten usar ropas escasas
¿no? te permiten salir a la plaza, no te van a tener todo el rato en tu casa porque el calor,
el calor mismo nos obliga a ser menos reservadas en nuestra manera de vestir, los lugares
que frecuentamos; por ejemplo nosotras podríamos estar adentro ¿verdad? Escondiditas,
pero estamos aquí por el calor, por el sol y entonces a pesar de todo nos han dejado un
poco más de espacio para ser un poco más nosotras, creo que sí (Nubia/44).
Es un estereotipo muy marcado en casi todas las partes del país creo que porque las
mujeres acá tienden a decir que sí se sienten bien con su sexualidad, entonces si sienten
placer lo dicen y si quieren tener relaciones sexuales también lo dicen [...] y creo que
eso hace que las demás personas de otros lugares del país piensen que son muy ardientes,
que son muy calientes o muy liberales sexualmente pero no es así, sino que simplemente
que se sienten muy bien con su sexualidad y lo manifiestan. En cambio en otros lugares
la gente tiende a ser muy hipócrita, quizás de un modo, entonces las mujeres se sienten
que ellas son solamente un objeto para sus maridos, sus maridos sí pueden decir que sí
y decir que sí que uy la pasaron muy bien y todo y ellas si lo dicen es un pecado o algo
así, y eso se siente ¿no? y lo dicen las mujeres de otros lugares, lo dicen los hombres de
otros lugares (Yola/20).
316
Angélica Motta
Los testimonios de estas mujeres de clase media brindan pistas acerca de posibles
procesos de resignificación que podrían estar en pauta en el espacio regional, aunque
de una manera restringida. Cabe recordar que en los segmentos medios hay también
un mayoritario rechazo a la representación de «ardiente» como parte de la identidad
personal, y de manera colectiva se acepta su validez cuando está asociada a mujeres
de las que se distancian en términos socioeconómicos y étnicos.
… en esa ocasión cuando yo estaba fuera [en Huancayo], me gustó ¿no?, me gustó un chico
y lo vi en dos ocasiones en la primera solo nos vimos[...]y la siguiente vez que lo vi, si ya
tuvimos relaciones y me sentí tan motivada que hice cosas que normalmente se hacen en
la cama cuando estás muy motivada ¿no? y le gustó bastante, le gustó mucho que se quedó
sorprendido, se sentó y pensó y me dijo: «¿así son ustedes?» me dijo, «me gusta como lo
haces» ¿no? o sea refiriéndose tal vez a que allá son un poco más calmadas ¿no? «¿Así lo
hacen todas?» me dice, como queriendo saber si somos extrañas las mujeres... nosotras
¿no? «Bueno, ¿no hacen así acá?» le pregunté. «No, acá las mujeres son más calmadas» me
dice, «no tanto hacen eso, esperan de nosotros» «no es eso» le digo, «sino que de repente
lo quieren hacer pero no lo dicen porque tienen vergüenza pero si, nosotras somos así
en especial yo pero si hay chicas que así como acá no les gusta o de repente no lo dicen
también por vergüenza, en todo lugar hay indiferentes» le digo [...].
Pero tú, digamos, en lo que me cuentas tú no te molestaste por eso.
No, no me molesté para nada, mientras que no me lo digan de una manera que me haga
sentir de repente culpable ¿no? o que me haga sentir ofendida, no, para nada, nunca me
han dicho así «así son ustedes, ardientes, locas» ¿no? «¡Les gusta el sexo!» No, nunca me
lo han dicho de esa manera, solamente me lo han dicho de la manera que se quedan sor-
prendidos cuando tienen... cuando se tiene relación sexual ¿no? y cuando se quedan así
mirándonos de placer ¿no? pero no así como para que me ofenda (Liliana/24).
317
Amazonas: Ruta Milenaria IV
serían una modalidad de «recursos disponíveis para a ação social», que el individuo
podría asumir de acuerdo con la situación (Poutignat & Streiff-Fernart, 1998). El
caso de Liliana es ilustrativo, ella considera rentable el uso de esta característica en
el comercio sexual20, por ser una estrategia que le habría permitido alimentar las
fantasías de sus clientes foráneos y, consecuentemente, tener la posibilidad de un
mayor pago o de una eventual propina.
De repente como las chicas que tenemos acá que se venden por el dinero, por
necesidad, siempre cuando nos dedicamos a esto ¿ya? Tratamos de hacer que la pareja
se complazca ¿ya? Por decir somos muy. muy fingidoras en ese momento, fingimos
bastante para que piense que es el superhombre o que sí la complace, le gusta lo que
estoy haciendo ¿no? y para que él sienta que sí somos así pero no es por eso sino que
nosotras cuando nos dedicamos a esto, como son la mayoría de la población juvenil,
adolescente que se dedica a esto, lo hace de esa manera para que sienta que es muy
sensual, que es muy ardiente pero no es porque lo siente ¿no? no es porque le gusta
de repente ¿no? porque sabe que el fin de esto es un... para tener su propina ¿no?, para
tener su dinero que le va a servir para hacer sus gastos que necesita por que no tienen.
¿En tu caso, en tu experiencia digamos, tú que has trabajado en esto, has tenido experiencias con
hombres que venían de fuera, de Lima de repente o de otros lugares del país?
Sí.
¿Y ellos en algún momento te hablaban de estas ideas?
Sí.
Y digamos tú sabías que ellos estaban esperando que tú fueras la ardiente...
Sí, ajá, sí, en algunas ocasiones cuando tenía ese tipo de parejas me han dicho ¿no? «acá
dicen que las chicas son así, son bien ardientes, son bien sensuales, son bien calientes, ¿así
son todas ustedes?» me dicen ¿no? nos preguntan y supongo que a la mayoría de las chicas
que han hecho esto o que hacen esto les preguntarán lo mismo los que vienen de afuera
y sí me lo han hecho la pregunta.
¿Y tú qué les decías?
Que sí [con gesto coqueto y risas] (Liliana/24).
20 Liliana es la única entrevistada que en algún momento de su vida se dedicó al comercio sexual. Esta
característica no fue un criterio de inclusión ni de exclusión al contactar a las participantes de la
investigación.
318
Angélica Motta
... cuando estamos con mis primas entre nosotras sí nos decimos ¿no? «Somos sexys, somos
esto...», pero entre nosotras, pero que venga alguien y hable así no, el concepto de eso no
nos gusta; no nos gusta a la gente que más o menos nos preparamos ¿no? (Martha/24)
Nelly relata haber afirmado esta característica como parte de una estrategia de
flirteo con un hombre de procedencia foránea, estando acompañada por un grupo
de amigas, en un contexto lúdico.
A ver, te cuento, un día cuando estaba en el pedagógico nos hemos escapado ¿no? [...] nos
vamos un grupo de chicas, [...] ahí nomás hay un localcito [...] nos vamos pues a tomar y
ahí pues había... el dueño era un gringo [...] él era francés, francés y su amigo era de Estados
Unidos, no hablaban bien. y normal pues nos hacíamos amigos «oye ya pues una chela
[cerveza]» ya nos pusimos a tomar con mis amigas y como todas somos así pues alegres
«oye ya pues ven siéntate acá» [risas] molestándole pues ¿no? vienen a nuestro costado uno
se sienta acá otro más allá donde mi amiga; «Oye ¿y cómo es?» estábamos preguntándoles
pues de donde viene, porqué ha venido por acá, si tiene pareja, tiene hijos, mamá, papá,
todas esas cosas «No, yo buscar una peruana» dice; «¿Qué, porqué una peruana, somos tan
bonitas?» le digo yo así [risas] y se ríen pues; «No, también bonitas, bien bonitas... ardientes
también»; «¿Qué?» le digo yo; «ardientes también» me dice, no hablaban bien, bola bola
como se dice acá, y ya pues «¿Por qué ardientes?, le digo yo, «en qué sentido», me hago la
loca. «¿En qué sentido ardientes?»; «No, así moverse bien»; «¿Cómo que moverse?... ah ya
¡pon la música voy a moverme!» [risas] Mis amigas: «¡que se mueva!, ¡que se mueva!» y ya
pues ahí me he puesto a bailar y me voy y ¡le hago así!, le hago [hace gesto sexy] «¿Así?»
le digo, molestándole ¿no?; «Bien bonita eres» me dice; «Tranquilo me puedes llevar, ya
llévame» le digo yo [risas] molestosa pues soy. (Nelly/25)
319
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Consideraciones finales
La principal contribución de este artículo es una aproximación a las perspectivas de
las mujeres amazónicas sobre la representación de hipersexualidad que sobre ellas
circula en el país. Esta mirada endógena estuvo hasta ahora ausente en el tratamiento
del tema. Estudios precedentes (Chirif, 2004; Barletti, 2004) brindan información
valiosa al respecto de los diversos actores sociales e instancias, externos a la región,
que desde sus particulares miradas e interpretaciones de lo que ahí ocurría habrían
originado y mantenido en vigencia dicha representación. Sin embargo, en ellos se
considera la representación como una producción unidireccional, donde las atribu-
ciones de significado desde afuera hacia adentro explicarían la totalidad del fenó-
meno. Chirif, por ejemplo, señala que esta representación sería una producción de
la «sociedad dominante» (2004), mientras que Barletti afirma que la representación
sería una invención proveniente específicamente de Lima, motivada por una supuesta
envidia hacia la ciudad de Iquitos por su éxito en la época del caucho. Considero
haber demostrado, con los hallazgos aquí presentados, que la mirada externa solo sería
una parte del fenómeno.
Concuerdo plenamente con la tesis que apunta a las miradas externas y masculinas
como origen de la representación en foco, miradas configuradas por relaciones de
poder y marcadas a su vez por desigualdades de género y étnico-regionales. Sin em-
bargo, las representaciones sobre grupos sociales solo pueden entenderse a partir de la
consideración de las complejas y dinámicas relaciones entre las definiciones exógenas
y endógenas. Sin esta última dimensión se pierde de vista un elemento central: la capa-
cidad de las actoras sociales de recrear y negociar significados.Tal como señala Vance:
Dar por hecho que los símbolos tienen un significado unitario, el que les da la cultura
dominante, significa dejar de estudiar la experiencia y el conocimiento de los símbolos
en los individuos, así como la capacidad individual de transformar y manipularlos de una
forma compleja que se nutre del juego, la creatividad, el humor y la inteligencia. (1989:33)
A partir de las opiniones y experiencias de las informantes, este trabajo muestra que
la representación en cuestión no se puede entender desde una lógica unidireccional,
pues las actoras involucradas participan en procesos de recreación a partir de posicio-
namientos diversos.Algunos de estos discursos exponen, incluso, que la representación
marca fronteras internas entre mujeres de diversas procedencias étnicas y sociales. No
solo es un elemento que habla de relaciones interregiones e intergéneros, sino que
también es un recurso pasible de ser usado, a nivel intrarregional, en relación con
categorías diferentes del género femenino.
Por otro lado, es importante realizar algunas precisiones sobre el elemento étnico.
La representación de hipersexualidad se refiere, de una manera amplia, a la genera-
lidad de las mujeres de la selva peruana, sin un particular énfasis en lo propiamente
320
Angélica Motta
[...] las bandidas son guapísimas, los charapas tan feos y sin gracia y ellas tan regias. No
te exagero, Chichita, creo que las mujeres más bonitas que hay en el Perú [...] son las de
Iquitos. Todas, las que se les nota decentes y las del pueblo y hasta te digo que quizás las
mejores sean las huachafitas. Unas curvilíneas, hija, con una manerita de caminar coque-
tísima y desvergonzada, moviendo el pompis con gran desparpajo y echando los hombros
para atrás para que el busto se vea paradito (2004 [1973]:82).
21 Aunque en la actualidad los indígenas amazónicos no hayan sido totalmente despojados de contenidos
de sensualidad —como es el caso de los andinos— la representación se habría sedimentado sobre todo
en las mujeres mestizo-urbanas que, de alguna manera, estarían menos distantes de los ideales estéticos
hegemónicos.
22 Cabe señalar que en el Perú también tiene lugar este fenómeno de hipersexualización de población
afrodescendiente, aunque no cobra el destaque de las charapas ardientes, probablemente —y en parte—
por no ser la población afrodescendiente numéricamente tan importante como en los otros contextos
mencionados.
321
Amazonas: Ruta Milenaria IV
322
Angélica Motta
Bibliografía
323
Amazonas: Ruta Milenaria IV
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cago Press. 326 p.
324
CAPÍTULO IV
FUNDADORES Y RESISTENCIA
Arturo E. de la Torre López
Michael A. Uzendoski
1. Introducción
El estado de crispación que precedió al levantamiento de Juan Santos, no era exclusivo
de la selva central. El virreinato y toda Suramérica vivían un estado de enervamiento,
reflejado en los numerosos movimientos que tuvieron lugar durante la primera mitad
del siglo XVIII:
que, por otra parte, eran el único elemento de comparación posible con la administra-
ción castellana. La imagen del Tahuantinsuyu experimentó una creciente idealización.
La etnografía tardarla un siglo en nacer y la etnohistoria era inimaginable. Resultaba
natural que los movimientos disconformes utilizasen el pasado arquetípico como
elemento de oposición, presentando a «legítimos herederos destos reinos».
«... el día veinte de mano de mil setecientos treinta y siete, en el que Ignacio Torote. Ca-
cique y cabeza principal del pueblo llamado San Antonio de Catalipango, entro con toda
la gente del dicto pueblo en el de Santa Cruz de Sonomoro (que era primero y principal
de dichas Misiones) y quitó las vidas a tres misioneros sacerdotes de esta religión, a dos
Donados de ella, como también a otros quince cristianos de dichas Misiones…»5.
Entre los frailes asesinados se encontraba Fr. Francisco de San José, fundador del
convento de Ocopa y gran impulsador de la evangelización en la zona.
328
Arturo E. de la Torre López
A estas circunstancias hay que añadir un elemento negativo del que los españoles
fueron inconscientes portadores desde el histórico desembarco en Guanahaní: las en-
fermedades. La selva central había sufrido antes del alzamiento de Juan Santos varias
epidemias de viruela y cólera (1673, 1691, 1722-23, 1725 y 1736-37)9.
2. El estallido
Las primeras noticias de la revuelta aparecen en la documentación española de prime-
ros días de Junio de 1742. En Mayo, las doctrinas establecidas a lo largo de la cuenca
del Perené habían sido conmovidas por la presencia en el Pajonal de «un indio (Juan
Santos Atahualpa) que decía ser Inca, que llamaba todas las gentes de la Montaña»10.
329
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Los primeros españoles que tienen noticias del hecho son dos franciscanos, Fr.
Manuel del Santo y Fr. Domingo García, doctrineros de la Sal y de Pichana. La ca-
pacidad de convocatoria del recién llegado hizo concebir a Fr. Domingo la idea de
aprovechar la concentración con fines proselitistas, poniéndose en camino al encuentro
en de Juan Santos.
Al llegar al pueblo de Pichana, encontró en él a Fr. Manuel del Santo, a quien sus
indios le habían abandonado. El Padre le informó que el desconocido había expre-
sado su deseo de entrevistarse a solas con él. Temeroso, Fr. Manuel, en quien debían
pesar los recuerdos de la matanza de Sonomoro, rogó a su hermano de religión que le
acompañase.Antes de partir ambos escribieron una carta a su superior, informando de
las noticias traídas por dos negros, el Congo y Francisco, así como de sus intenciones:
«Viene este Indio, que dice ser Inca del Cuzco (llamado Atahualpa traído por el rio por
un Curaca simirinchi, que se llama Bisabequi; y dice que deja en el Cuzco tres hermanos,
uno mayor que él y otros dos menores; y que él tendrá poco más de treinta años; que su
casa se llama Piedra. Su ánimo es, dice, cobrarla corona que le quitó Pizarro y los demás
españoles, matando a su padre (que así le llama al Inca) y enviando su cabeza a España»11.
Ya hemos visto que en otras rebeliones contra la Corona las pretensiones legi-
timistas eran un hecho casi habitual. En este caso, sin embargo, aparecen elementos
extraños, como las referencias a los hermanos que tiene en el Cuzco, el nombre de
su casa —Piedra— y el recuerdo de la decapitación de Atahualpa y el posterior envío
de la cabeza a España.
La más preocupante noticia era, sin duda, el anuncio de su connivencia con Inglaterra:
«... que habló con los ingleses, con quienes dejó pactado que le ayudasen a cobrar su corona
por mar, y que él vendría por tierra...»12.
La idea, por sí sola bastaba para alarmar a las autoridades españolas. Pocos años antes,
Thomas Gage había enunciado la posibilidad de arrebatar a España sus posesiones
ultramarinas alentando la rebelión de sus súbditos coloniales:
«... si cualquier nación, en el momento mismo de Segar sus fuerzas allá proclamara la
libertad de mulatos, negros e indios, todos ellos, a cambio de esta libertad, se unirían a
aquella contra los españoles, tal cual les oí decir a menudo estando allá»13.
Se desconoce, a ciencia cierta, si Juan Santos llegó a establecer contactos con la
11 Ibidem; p. 2.
12 Ibidem.
13 Cit. Castro: op. cit.; p. 10.
330
Arturo E. de la Torre López
El propósito del rebelde era juntar a la gente de la Montaña y, una vez dueño de
la situación en la región llamar al levantamiento general en la sierra.
Otra característica notable del movimiento era el marcado nativismo que obligó
a los dos negros a emprender la huida:
«Llama a todos los indios Amajes, Andes, Cunibos, Sepibos y Simirinchis, y ya los más
los tiene juntos y obedientes a su voz; y todos clamando que no quieren Padres, que no
quieren ser cristianos, e incitándole a que les deje matar a los negros...»15.
A pesar de que el líder del movimiento parecía hablar quechua, campa y caste-
llano, es notable la preeminencia de los elementos serranos en su discurso, como el
manejo de un lenguaje semejante al que utilizaron los predicadores del Taki Onqoy
en el siglo XVI17:
331
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Aunque los dos franciscanos no lograron encontrar a Juan Santos, otro religioso,
fr. Santiago Vázquez de Caicedo, conversor de San Tadeo (Antis), inquieto por los
acontecimientos, decidió buscar al responsable y, para ello, emprendió viaje a Quiso-
pango. Al llegar allí se encontró con el rebelde:
«Llegó a dicho pueblo a las cinco de la tarde y al entraren él halló a los indios dispuestos
en forma de media luna. El padre grito: “Ave María”; y ellos por costumbre respondie-
ron: “Sin pecado concebida”. Cenaron los indios el círculo, cogiendo al padre en medio
y luego le quitaron de las manos el báculo con la cruz que tenía. Salió el fingido inca, y
saludándose ambos, el padre le preguntó su nombre y algunas oraciones en castellano, y
rezó el credo en latín. Hizo sentar al padre, y mandó que le trajesen de merendar. Díjole
después que había mucho tiempo que deseaba manifestarse; pero que Dios no le había
dado licencia hasta entonces. Que venía a componer su reino, y que su ánimo era salir a
coronarse a Lima; que no quería pasara España ni a reino que no fuese suyo. Que el virrey
podía tener a bien dejarle tomar posesión de sus reinos, porque de lo contrario a él y a su
hijo les tiraría el pescuezo como a unos pollitos»21.
«Que viese por donde había de escapar, porque su pariente el inglés vendría por mar, y
el combatirla por tierra»22.
La información, enviada al padre fr. José Gil Muñoz, es también canalizada por éste
a las autoridades virreinales a las que pone en alerta sobre «este demonio encarnado»,
como califica a Juan Santos23. El fraile, asimismo, incorpora una información propia:
332
Arturo E. de la Torre López
«Ya desde los años de 734 y 735, se tenía en Tarma noticia de este indio levantado, que
en esta se relaciones pero no se atrevió a arrimarse a Tarma...»24.
El dato resulta interesante, si bien, dado que no se trata del primer movimiento de
este tipo y todavía no existían elementos suficientes para que el franciscano pudiera
individualizarlo de los otros, no podemos asegurar la fiabilidad de la noticia.
En cualquier caso el aviso del P. Gil a las autoridades no tarda en causar el efecto
deseado. El Virrey, Marqués de Villa García, inició, con la celeridad que aconsejaba la
experiencia de la revuelta de Torote, los preparativos al respecto, tal como informaba
al superior franciscano:
«en este día se ha pasado orden a los Corregidores de Jauja y Tarma, para que auxilien al
Gobernador de es Frontera, y que con el mayor esfuerzo procuren reducir a quietud los
Pueblos de los indios convertidos, e impedirlos intentos del que denominándose Inca,
intenta conmover esa Montaña...»25.
Las órdenes eran que «cuanto antes entrasen con la gente que pudieran juntar, a
aprisionar al fingido inca»26.
Este segundo nombramiento resulta extraño, dada la primera actitud que, según
las informaciones traídas por los negros Francisco y el Congo, había adoptado el mo-
vimiento de Juan Santos contra los africanos. La solución propuesta tradicionalmente
a esta paradoja es el posible parentesco que, según se rumoreaba, existía entre Gatica y
24 Ibidem.
25 Carta del Marqués de Villa García a Fr. José Gil Muñoz (Lima, 19 de julio de 1742). AGI; Lima. 983.
26 Amich: op. cit.; p. 158.
333
Amazonas: Ruta Milenaria IV
el líder rebelde27. Sin embargo, las informaciones acerca de otros negros que actuaban
como espías de Santos28, parecen apuntaren otra dirección. La explicación del rechazo
hacia los negros era la condición de éstos de donados en las misiones y guardianes
de las mismas, lo que los convertiría en elementos peligrosos para la revuelta. Más
adelante, el líder rebelde entendió el beneficio que podía obtener de la condición
ladina de los esclavos, lo que les proporcionaba un notable conocimiento del arte de
la guerra, utilizable en provecho del levantamiento.
Las acciones bélicas de los españoles, en esta primera campaña de 1742, tuvieron
dos fases. La primera, más conservadora, trató que la rebelión no se extienda, creando
dos pequeñas unidades de caballería, de treinta hombres, que
Al tiempo, se inició una ofensiva cuyo peso fue a recaer en los naturales. Se cons-
tituyó una compañía de 150 indios «armados a su usanza», mandados por el cacique
Don José Calderón Conchaya, para internarse en la Montaña, medio al que les sería
más fácil que a los españoles, «por la habituación a traficar aquellos fragosos sitios»30.
La segunda fase, más ofensiva, se inició con la reunión de los dos corregidores en-
cargados de la represión, en Tarma. Milla y Troncoso acordaron realizar una maniobra
envolvente de los rebeldes, para ello, Troncoso avanzaría hasta Sonomoro, mientras
Milla lo haría hasta el poblado de Quimiri. Se sospechaba que el grueso de las fuerzas
de Juan Santos continuaba en Quisopango. El plan suponía que los rebeldes queda-
rían acorralados en el Cerro de la Sal, donde serían aniquilados o expulsados hacia
el Pajonal, si optaban por un repliegue hacia el norte31.
«Don Benito Troncoso... juntó de dicho valle y de Comas y sus anexos, setenta hombres
de armas y entró en la Montaña a principios de Septiembre y llegó con ellos a Sonomoro
el día 17 de dicho mes»32.
27 «... se decía que era cuñado de Juan Santos...». Cit. Castro: op. cit.; p. 95.
28 El negro Simón, descubierto por Troncoso; Castro: Ibidem.
29 Carta del Virrey, Marqués de Villa García, a Ensenada (Lima, 7 de agosto de 1742). AGI, Lima. 983; cit.
Loayza: op. cit.; p. 14.
30 Ibidem.
31 Amich: op. cit.; pp. 158 y 159.
32 Ibidem; p. 158.
334
Arturo E. de la Torre López
«... estando componiendo el puente del rio de la Sal, el día 17 de Setiembre, llegó una
porción de indios armados, y al instante dispararon tantas flechas, que quedaron muertos
los padres y el donado. Los indios de Quimiri salieron heridos los más. Los infieles cortaron
la cabeza al padre fray Domingo García, y después de haberla insultado, la enterraron en
la iglesia del Cerro de la Sal, y arrojaron los cuerpos al río»33.
Los primeros cincuenta hombres de Milla no pudieron salir de Tarma hasta prin-
cipios de Octubre. Se suponía que el resto de la tropa, comandada por el capitán
Francisco Abia, les alcanzaría más adelante. A mediados de Octubre la vanguardia
llegó al Cerro de la Sal, donde esperaron durante catorce días la llegada del resto de
la hueste. Finalmente, sin noticias del grupo de retaguardia y con informaciones de
que los rebeldes se encontraban en el poblado de Eneno, Milla emprendió la marcha
hasta ese poblado el día 1 de Noviembre. El avance no pudo ser más desgraciado. El
grupo fue atacado y, sin posibilidades de retroceder, trataron de alcanzar Nijándaris,
pero el recibimiento en este pueblo hizo necesario una retirada hasta la Sal, en primera
instancia, y a Quimiri, finalmente, a donde llegaron heridos casi todos los hombres34.
Troncoso, mientras tanto, cansado de esperar decidió atacar por su cuenta el poblado
de Quisopango, donde Juan Santos había almacenado un arsenal,
«en una especie de castillo, donde había juntado cantidad considerable de flechas y macanas,
al cuidado y custodia de sesenta Andes y Simirinches de valor»35.
33 Ibidem; p. 158.
34 Ibidem; p. 159.
35 Ibidem.
36 Este tipo de maniobra indican el buen nivel de preparación de los soldados mandados por el gobernador
y de este mismo.
335
Amazonas: Ruta Milenaria IV
La práctica se mantuvo hasta el día 4 de Agosto, en el que supo que Juan Santos
había entrado en Quimiri el primero del mismo mes. Mandó el franciscano al al-
calde de Quimiri y a un donado, para cerciorarse de la noticia. A su regreso, los dos
enviados contaron su encuentro con el rebelde que había proclamado no querer mal
a nadie. La noticia hizo
336
Arturo E. de la Torre López
«tuvieran los indios de Chanchamayo aquella noche grandes festejos, bailes y borracheras,
celebrando, corno los chunchos, la venida de su Inca, cantando en su idioma que beberían
chicha en la calavera del padre y en la del teniente»39.
Al día siguiente, 5 de Agosto, se produjo la toma de Chanchamayo:
«... amaneció la playa del río de Chanchamayo cubierta de infieles, que se apresuraban a
pasar a dicha hacienda con grande algazara; por lo cual el padre fray Lorenzo Núñez y los
demás que allí se hallaban, se retiraron y se fueron a Tarma»40.
«Este día le dió la mula de Don Pedro Escobar un par de coces muy buenas, pues lo tra-
jeron sin pulsos ni habla»42.
El día 23, un indio serrano informó que el «Indio levantado se había ido a Huan-
cabamba». Sus planes, según el confidente, Pedro José Pulipunche, eran regresar con
el ganado a Quimiri, posición que fortificaría. También declaró el indio cuáles eran
las intenciones del Juan Santos en lo que se refiere al intento de penetrar en la sierra,
volcando, para ello, su fuerza sobre la ciudad de Jauja, menos defendida que la de Tarma.
337
Amazonas: Ruta Milenaria IV
El día 25 se tuvo noticia de las informaciones que a la otra columna, había pro-
porcionado un tal negro Simón acerca del gran número de chunchos que aguardaban
a las tropas en Quimiri, convertido, desde las informaciones de Pulipunche, en el
primer objetivo del Gobernador.
La entrada y toma posesión del pueblo se hizo sin ninguna oposición y con el
tradicional aparato ceremonial de los españoles. Con una diferencia de una hora
arribaron al pueblo los hombres del General Santa.
El día siguiente se pudo averiguar que, las supuestas avanzadillas con las que se
habían enfrentado en BuenaVista, eran, en realidad, una patrulla de hostigamiento que
tuvo que retirarse, al tropezar con la unidad avanzando en perfecto orden. Una vez
en Quimiri, se agasajó a los indios capturados en espera de que esta actitud sirviera
para atraer al pueblo a sus habitantes que habían huido.
Durante los días siguientes, se produjeron algunas bajas entre las tropas milicianas.
El 8, tras recomendar prudencia al oficial al mando de la plaza la fuerza salió en di-
rección Chanchamayo, a donde se llegó el mismo día. De allí se continuó de regreso
a Tarma. Llegados a Laysacaca, el día 15, se recibieron noticias de que Chanchamayo
había sido atacado, con lo que Quimiri quedaba aislado. Las novedades no fueron
suficiente para mover al Corregidor Santa a auxiliar el fuerte.
338
Arturo E. de la Torre López
la expedición parecen significar que el proyecto de la misma era la captura del indio
rebelde. Sin embargo, la actitud del Corregidor había hecho que el desgaste hecho
resultase vano, ya que no se había logrado ninguna ventaja material y se habían per-
dido temporalmente los pueblos de Quimiri y Chanchamayo.
«... el repetir entradas a la Montaña, sería consumir gente, anuas y caudales, sin utilidad,
porque en ella residen los Indios más como fieras que como racionales; allí se mantienen
de pesca y de la caza, sin reducirse a compañía civil, esparcidos en cortas habitaciones, que
forman de árboles en el sitio...y. sin duda, con este conocimiento en los siglos pasados es
tradición constante que no se sujetaron al Imperio de los Incas, ni éstos trataron de am-
pliar por aquellas partes su dominación...Se reflectó que las tropas más briosas que allí se
introdujesen, perecerían sin gloria, consumidas de un trabajo infructuoso, sin el aliciente
de los metales preciosos de cuyas minas se carece...»44.
«Se advirtió que las Provincias de las serranías y valles no pueden peligrar, ni temerse de
aquellos bárbaros la menor irrupción, que sólo se contentan con algunas surtidas y robarlas
haciendas inmediatas a la espesura...»45.
**
Sin embargo, la situación no era contemplada así desde Madrid. Las informaciones
llegadas habían alarmado a Ensenada, quien no podía contemplar con buenos ojos
una acción tan conservadora con un indio rebelde cuando se trataba de recuperar el
prestigio perdido de España en Europa. Por otra parte, las noticias sobre la vinculación
de los ingleses en la acción, hacían temblar a la corte46.
43 Carta del Virrey, Marqués de Villa García, a Ensenada (Lima, 16 de Agosto de 1744). AGI; Lima, 983.
44 Ibidem.
45 Ibidem.
46 Carta de Sebastián de Eslava,Virrey de Nueva Granada, a Ensenada (Cartagena, 15 de mayo de 1744). AGI;
Lima, 983.
339
Amazonas: Ruta Milenaria IV
«Hallándose el Rey con noticias de que en las provincias del Perú hay varias inquietudes,
y en las de Jauja y Tarma alguna sublevación, movida y fomentada por un indio mestizo...
ha resuelto Su Majestad aplicar... todas las providencias que permite la actual constitución
de la Guerra, y que pide la precisión de atender al remedio de aquel daño y evitar las
perniciosas consecuencias, que de su continuación y aumento debe recelarse»47.
«Y de cualquier suerte puede usted asegurar a Su Majestad que este negocio (para mí
de ningún grave cuidado) quedará evacuado muy en breve con el castigo o perdón del
Indio y sus seguidores»49.
La columna, según Amich, llegó a Tarma a principios del año 1745. El proyecto era
llevar a cabo una entrada inmediata en la Montaña, para sorprender a los rebeldes que
se mantendrían en la confianza que les daba la estación húmeda, sin atender Llamas
los consejos de Troncoso acerca de la dificultad que iba a suponer una expedición en
aquellas condiciones climáticas.
La entrada, iniciada a principios de Marzo, al igual que las otras precedentes tuvo
dos ejes de progresión. El primero, iniciado por unos doscientos hombres mandados
por el propio Llamas, estaba dirigido al Cerro de la Sal, a través de Huancabamba. El
segundo, emprendido por ciento cincuenta soldados dirigidos por Troncoso, apuntaba
hacia el mismo objetivo desde Quimiri50.
47 Carta de nombramiento de Don José Manso (Madrid, 21 de diciembre de 1744). AGI.; Lima, 983.
48 Carta de Superunda a Ensenada (Lima. 30 de Agosto de 1745). AGI; Lima, 983.
49 bidem.
50 Cit. Amich: op. cit.; pp. 166 y 167.
340
Arturo E. de la Torre López
Tal como estaba previsto por los baqueanos que habían tratado de hacer desistir
a Llamas de la empresa, las condiciones convirtieron el difícil medio selvático, en
prácticamente insufrible.
Llamas tardó casi un mes en alcanzar el lugar del encuentro, donde no pudo hallar
a Troncoso que, llegado mucho antes al lugar había tenido que retirarse a Nijándaris,
donde tuvo un enfrentamiento con las fuerzas rebeldes descrito así por Amich:
«tuvo un pequeño combate con los indios de Nijándaris, y hubo heridos y muertos de
ambas partes. Finalmente se retiraron todos, sin más fruto que muchas enfermedades
contraídas por el cansancio y humedad, y mucha pérdida de caballerías, víveres y tropa»51.
«luego que llegase al Cerro de la Sal, saldría el curaca Don Mateo de Assia con su gente
a auxiliarle, y le entregaría en su poder al rebelde»52.
Los jefes militares decidieron, en junta reunida el día 20 de Agosto del mismo año,
adoptar definitivamente una actitud conservadora frente a los rebeldes. La expedición
de Marzo fue el último intento de capturar a Santos. La táctica, a partir de este mo-
mento, era aguardar al enemigo en el territorio propio, donde fuesen los rebeldes los
que tuvieran que tomar la iniciativa en un medio adverso a sus hombres y armas. La
única precaución de los realistas fue reforzar el control de la ceja de selva, evitando
la infiltración de posibles enemigos. No se renunciaba a la ofensiva, pero esta ya no
tendría el carácter pretencioso y global que, hasta el momento, había presentado. Se
acuerda la construcción de dos fuertes en Chanchamayo y en Oxapampa, que iban a
servir de avanzadilla en la Montaña y de control del paso de la sierra a la selva.
51 Ibidem; p. 166.
52 bidem.
53 Cit.Varesse, Stefano: La Sal de los Cerros. Lima, Retablo de Papel, 1974; p. 194.
341
Amazonas: Ruta Milenaria IV
«refrenar los Indios, contenerlos en su montaña, y aún aniquilarlos...Y que en las ocasio-
nes y oportunidades que juzgasen convenientes, se les hostilice y fatigue, sin permitirles
seguridad ni sosiego con ligeras partidas, hasta aniquilarlos...»54.
La selva consumía mucho más de lo que ofrecía y para las apuradas cajas virreinales
representaba un alivio económico el cierre de la región.
Este criterio económico era desconocido por los franciscanos, principales inte-
resados en que se recuperase cuanto antes la normalidad, acusando a las autoridades
virreinales de todo lo que estaba sucediendo:
«No sé qué concepto hacen algunos ministros del católico celo de Vuesta Majestad en la
reducción de los infieles al gremio de nuestra Religión Cristiana. Motívame esta duda,
verla repugnancia que manifiestan en auxiliar y fomentara los opéranos evangélicos, y la
dificultad que siempre hallamos para que se nos dé la limosna, que la piadosa y liberal
magnificencia de Vuesta Majestad nos tiene asignada de seis mil pesos anuales»55.
342
Arturo E. de la Torre López
«a causa de las repetidas extorsiones, que con los injustos y exorbitantes repartimientos,
hacen los Corregidores a los miserables indios y mestizos»56.
Las protestas no sirvieron para alterar la inercia que los acontecimientos habían
tomado y la estrategia planteada se siguió aplicando.
El verano de 1751 las fuerzas de Juan Santos toman la iniciativa y atacan el poblado
de Sonomoro. Desde la expedición de Troncoso el pueblo había pasado a control de
los españoles, que habían establecido un pequeño fuerte. El ataque no pudo romper
en fuerza la resistencia de los catorce hombres que defendían la posición, teniendo
que recurrir al asedio.Viendo lejana la posibilidad de recibir auxilio, los cercados de-
cidieron abandonar el pueblo. Bien que las huestes de Juan Santos no pudieron fijar
al enemigo, bien optaron por dejarlas abandonar el fortín, los soldados e indios fieles
emprendieron la retirada hasta la cercana ciudad serrana de Andamarca.
«Yo hago juicio que esto será de algunos indios serranos, parciales del Levantado, que
habrán salido a robar carne, y hecho el robo se metieron al monte»57.
A pesar de esta apreciación se tomaron las medidas necesarias para proteger las
posiciones defensivas que se entendían como más frágiles, promulgándose toda una
serie de medidas encaminadas a incrementar las guarniciones más endebles y que no
sirvieron de mucho. El mismo día que Torres exponía su opinión acerca del transcurso
de los acontecimientos, Juan Santos cercaba el pueblo de Andamarca, desamparado
de la protección enviada en su socorro desde Acobamba58.
56 Ibidem.
57 Copia en expediente legalizado de la carta del Coronel Bonifacio de Torres al Corregidor Cassastorres
(3 de agosto de 1752). AGI: Lima, 988.
58 Copia en un expediente legalizado de la Carta de Fr. Mauricio Gallardo a las Autoridades de la Provincia
de Jauja (Andamarca, 3 de agosto de 1752). AGI: Lima, 988.
343
Amazonas: Ruta Milenaria IV
El día 4 Juan Santos ocupó el pueblo, capturando a los dos únicos blancos que
se encontraban en él, Fr. Mauricio Gallardo y Fr. Juan de Dios Fresneda. Tras dos
días de ocupación las fuerzas rebeldes abandonaron la posición sin esperar siquiera el
encuentro con los soldados que ya acudían a rescatar Andamarca.
5. La declinación de la guerra
La toma y pérdida de esta localidad cierra la fase ofensiva de la revuelta y se convierte
en el último acto bélico de la misma.
Aparentemente, la incursión serrana sirvió para que Juan Santos fuese consciente
de sus escasas posibilidades en aquel medio, algo semejante a lo que habían com-
prendido los españoles tras sus campañas. Sin interés por ninguno de los dos bandos
por abrir de nuevo e fuego. La guerra va enmudeciendo hasta desaparecer del todo.
Los prácticos de la región habían comprendido, desde antes del inicio de las acciones
armadas, que en la guerra los resultados estarían condicionado por una de las formas de
acción: el terreno60. Ni las tropas rebeldes, ni su armamento, ni el ambiente -humano
344
Arturo E. de la Torre López
y físico-podían influir de manera tan decisiva sobre los acontecimientos como la aspe-
reza del territorio selvático. Conscientes de ello, las autoridades trataron de preservar,
en la medida de lo posible, a sus hombres del contacto directo con el marco de las
operaciones, reservándoles la tarea defensiva en la sierra y enviando a la Montaña una
unidad de indios, más familiarizada con el medio. Solamente, ante la gravedad de los
acontecimientos, se inició la doble expedición destinada a acabar con la revuelta. La
entrada, asimismo, se vio condicionada por las circunstancias geográficos, que sirvieron
para disminuir la velocidad de progresión y la posibilidad de empleo de las Armas de
caballería y artillería en beneficio de la infantería, haciendo indispensable el empleo a
fondo del Arma de ingenieros, cuya falta hubo de ser suplida por los frailes franciscanos
y los donados de las misiones. No tenemos noticias del modo que el terreno afectó
a las fuerzas rebeldes, aunque es de suponer que, dado su conocimiento del terreno
y el tipo de armamento utilizado, el perjuicio fuese mucho menor.
Si bien las tropas represoras no lograron capturar a Juan Santos, principal objetivo,
su reacción rápida —sobre todo en comparación con el levantamiento de Torote—
sirvió para limitar el alcance de la revuelta, que nunca abandonará el escenario del
río Perené y el Pajonal.
Aunque no existía una doctrina militar oficial para la época, podemos tomar
como tal las Reflexiones militares del Vizconde de Puerto, que vieron la luz en 1724 y
que puede servir de aproximación bastante exacta a la concepción que del Arte de
la Guerra tuvieron los oficiales encargados de reprimir la revuelta. El libro VIII de
la referida obra aconseja en caso de rebeliones la intervención inmediata y el ataque
sin dilación:
«... porque à las Rebeliones sucede lo que a las fuentes: cerca de su origen fácilmente se
atraviessan; lejos de su manantial ni aun con peligro se badean...»61.
«temerosos de la pena, abrazan el partido... del Soberano estrangero, que les ofrezca pro-
tección: Assi convendrá no perder tiempo en destruirlos, ó (si no ay otro remedio) en
perdonarlos»62.
345
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Por todas estas razones, la prudencia y la experiencia aconsejaban una actitud más
conservadora que la proclamada por la doctrina.
Todas las campañas contra Juan Santos serán, a partir de este momento, una pugna
entre dos interpretaciones de la doctrina y, sólo desde ese punto, entenderemos los
descalabros parciales que sufrieron los ejércitos realistas.
Las tropas de Juan Santos, por demás, se mostraron escurridizas, asestaron un duro
castigo a la columna de Milla, pero, fueron incapaces de detectar la expedición de
Troncoso desde Sonomoro a Quisopango y demostraron su incapacidad para en-
frentar a los soldados a campo abierto, lo que, en definitiva, limitaba el movimiento
a la Montaña y lo condenaba a la derrota a corto o largo plazo. Si tácticamente los
primeros enfrentamientos no habían inclinado la balanza de la guerra hacia ningún
lado, estratégicamente la guerra terminó con la entrada de los hombres de Troncoso
en Quisopango, el 9 de Octubre de 1742.
346
Arturo E. de la Torre López
Asimismo, los gritos de Troncoso no eran un recurso para levantar una moral
particularmente decaída:
«Luego que todos vieron al enemigo al instante en alta voz dijo el Señor Gobernador:
¡Viva el Rey de España!, a lo que respondieron todos, muy contentos: ¡Viva, viva!»63.
«Harás á tus soldados considerar el Abatimiento, en qué aquél solo día, mal logrado, pondría
á su Rey, que tanto los estima, y fia su Corona al valor de ellos…»64.
63 Ibidem.
64 Puerto: op. cit.; tomo V, libro XI, p. 236.
347
Amazonas: Ruta Milenaria IV
obligándoles a una precipitada fuga como contra de represenaciones hechas por el referido
Virrey, e igualmente por él...»65.
La postura tomada por las autoridades virreinales, a partir de 1743, es la mejor prueba
lo hasta ahora dicho: la derrota de Juan Santos se había fraguado en la primera campaña
y lo que se decidía, a partir de aquel momento, era el tiempo que tardarían los francis-
canos en reiniciar su labor evangélica en la región del Perené. De haber existido una
amenaza mismamente grave, elVirrey jamás hubiese adoptado una política tan cicatera.
65 Carta de Don Alfonso Santa de Ortega a SM solicitando empleo (es copia, 1760); AGI; Lima, 988.
66 Así figura al pie de las copias de las dos cartas que Santa remitió al Consejo; AGI; Lima, 988.
348
Arturo E. de la Torre López
Andamarca sirve para que Juan Santos cobrase conciencia de su apurada situación
táctica y escasas perspectivas. Quizás fuese esta realidad, cada vez más negativa, b que
provocase el endurecimiento de su mensaje y de su originaria actitud benevolente,
desembocando en el fin que algunas leyendas recogen.
349
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Juan Santos, sin haber vencido, nunca fue derrotado. El carácter de su levantamien-
to milenarista-mesiánico lo convertía en un movimiento mágico, como él mismo
pretendía, al que las autoridades españolas jamás podrían derrotar. La intangibilidad
del espíritu que animaba la revuelta era su principal arma. El ingreso del caudillo
en la Montaña para perderse de la historia, coincidió con su ingreso en el mundo
mítico selvático, desde el que hoy todavía espera el momento de regresar y dirigir a
los campas a la victoria definitiva.
350
Arturo E. de la Torre López
Bibliografía
351
El regreso de Jumandy: historicidad,
parentesco y lenguaje en Napo
Michael A. Uzendoski1
El presente trabajo1 se halla contextualizado por la tensión que existe entre la histo-
riografía y la antropología. Aunque tengamos una conciencia de que antropología e
historia no se pueden separar, seguimos debatiendo cómo combinarlas. Guillaume
Boccara, un antropólogo francés, señala que «si bien hoy en día los americanistas
reconocen tanto la necesidad de estudiar a las sociedades indígenas en su contexto
histórico... no parecen ponerse de acuerdo sobre el problema de la historicidad de estas
sociedades» (Boccara 2002: 49). El desafío al que se refiere Boccara es cómo desarrollar
formas de escribir la historia más articuladas con las culturas y subjetividades indígenas.
Aunque está emergiendo un fructífero debate sobre las historicidades indígenas o
historias alternativas en el Ecuador (véase, por ejemplo, Benavides 2004), se necesitan
también estudios etnográficos que articulen los acontecimientos históricos desde la
perspectiva indígena. Quisiéramos ver la creación de las historias alternativas como
procesos vivos de lenguaje y cultura. En este ensayo, propongo como un ejemplo el
levantamiento de 2001 en Napo. Las memorias de los participantes de este levanta-
miento nos ofrecen una oportunidad para investigar la historicidad indígena2 junto
a las características del discurso kichwa. Aunque hay excelentes publicaciones sobre
el levantamiento de 2001 (Barrera 2001, Chiriboga 2001, García 2001, Kingman
2001), nadie ha considerado estos eventos desde la perspectiva del lenguaje kichwa, el
idioma principal de los participantes. Napo fue un área donde la violencia fue intensa
y hubo muertes —una tragedia que sus habitantes nunca olvidarán—. Estando en
Napo, pude observar, por ejemplo, que todavía en junio del 2001, la gente hablaba
constantemente de sus recuerdos dolorosos y de las consecuencias de los eventos de
febrero. Este levantamiento tuvo un impacto muy fuerte en Napo. Fue algo parecido
a las luchas de los años noventa en la sierra o la «caminata» descrita por Whitten,Whi-
tten y Chango (1997); es decir, que este evento del 2001 refleja una transformación
de la conciencia popular, algo así como un pachakutik, una acción con un significado
cultural específico (Whitten 1996, 2003, Uzendoski 2005a).
El testimonio
Unos meses después de los eventos del 2001 en Napo, estuve presente en unas pre-
sentaciones (en kichwa) de unos estudiantes de los colegios bilingües interculturales
de la zona. Era un concurso sobre el tema de los levantamientos. Una mujer joven de
Pano, Daisy Tapuy, quien era mi alumna en el colegio intercultural bilingüe en Pano
durante 1996, habló sobre la revuelta en forma de testimonio —el modo tradicional
cómo se cuentan las historias indígenas—. No grabé lo que dijo porque había olvi-
dado mi grabadora en casa, pero escuché atentamente, y trato de reproducir aquí el
significado de lo que dijo3. También consulté las interpretaciones de otras personas
que escucharon el discurso, quienes contribuyeron a mi interpretación de los signi-
ficados del evento4.
Daisy habló del sacrificio que la gente tuvo que hacer en el levantamiento, un
periodo muy duro para los manifestantes. Por ejemplo, resistieron más de una semana
en el área del puente en Puerto Napo, sin mucha comida y bajo la presión de las
fuerzas armadas. También murieron dos o tres personas bajo el fuego del ejército y
otras resultaron heridas. Daisy habló de los muertos y heridos, quienes se inmolaron
por el bien del Runa causai, que quiere decir la forma de vivir de la cultura Napo
Runa. El concepto del causai, sin embargo, va más allá del concepto de la «cultura»
e indica también la fuerza interna o poder de la vida misma que circula a través de
todas las personas y seres del mundo natural. Hay un sentido mucho más profundo,
no solo en lo concerniente al sacrificio por defender la cultura Napo Kichwa de los
nuevos medios económicos y sociales que amenazaban su modo de vida, sino que
también se refirió a la causai como fuerza interna presente en los participantes en el
levantamiento del 2001.
3 El autor es hablante del kichwa del Napo y ha trabajado extensamente con el lenguaje del pueblo
kichwa, sus tradiciones orales y cosmovisión por más de diez años.
4 Doy gracias a Edith Calapucha, Esteban Calapucha, Juan Carlos Shiguango y otras personas más.
354
Michael A. Uzendoski
Después invocó la historia y dijo que los manifestantes se levantaron para defen-
der a su pueblo como lo hizo el gran rebelde Jumandy en el siglo XVI. Estableció
analogías entre el levantamiento de 1578 y éste del 2001. Habló de que el espíritu,
el samai de Jumandy, estaba con los manifestantes durante los días del levantamiento
y de que el poder de él estaba dentro de ellos. Estableció una relación entre el pen-
samiento-sentimiento de afecto del pueblo Napo Runa y el gran cacique Jumandy
quien murió luchando contra los españoles.
El tiempo no era un espacio imaginario divorciado del presente. Daisy afirmó que
el tiempo no escapa a los parentescos, ni al pensamiento emotivo, ni al poder de los
seres antiguos. Recogió un momento de emoción negativo y lo transformó en uno
positivo. A través del pensamiento histórico, surgieron los sentimientos de ser parte
del ayllu Napo Kichwa y ellos experimentaron afecto y solidaridad al sentirse todos
descendientes del gran cacique Jumandy.
355
Amazonas: Ruta Milenaria IV
356
Michael A. Uzendoski
«afín». Aunque el ayllu se base en la idea de consanguinidad, tiene que ser producido
a través de prácticas y los símbolos de la afinidad. La boda tradicional también sigue
esta lógica donde los participantes dicen que el fin es «transformar dos familias (ayllu)
en una». Lo ideal es transformar la afinidad en consanguinidad.
Otra cosa que he observado en Napo es que el samai se puede circular entre
personas a través de la mente. Un pensamiento negativo puede hacer enfermar a
una persona, o uno positivo puede transferir el samai positivo hacia otra persona. Un
chamán, por ejemplo, continuamente está emitiendo energía de su cuerpo (aicha)
que protege a su familia y su casa. El samai es invisible pero está presente en todas las
cosas. También se puede recibir el samai de los seres de tiempos míticos. En el ritual
de tomar la planta puma yuyu una persona recibe la sustancia y poder de los jaguares
míticos (Uzendoski 1999). Los petroglifos tienen samai infinito que han dejado los
seres míticos. En el lugar de Sapo Rumi hay dos piedras importantes que animan la
selva, supai rumi y sapo rumi. Una vez que la selva, como un ser de sentimientos, co-
noce y tiene sentimientos hacia quienes allí viven, no les hace daño, sino que mejor
les protege y les ayuda a vivir. El parentesco no solamente fluye de una persona a
otra sino también entre el mundo natural y las gentes, e igualmente entre los seres de
tiempos míticos y del presente.
357
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Viviendo en Napo, yo también he observado que hay una tendencia muy fuerte
a vincular el poder (samai o ushai) al amor (llakina) de los padres, tíos y abuelos. Por
ejemplo, un chamán me dijo que su tío le había dado poder. Me comentó que vivió con
él por muchos años y que «él me quería bastante”; como consecuencia, dicho chamán
había recibido más poder de su tío. El «amor» o llakina produce no solo relaciones
sociales sino también circula como la presencia afectiva del poder. Santos-Granero
(1994), ha mostrado relaciones metafísicas similares entre los Amuesha, quienes ven
la génesis de la vida misma formada por actos de amor. El amor, como sustancia de
vida y parentesco, circula como poder entre todos los seres vivos y divinos. Podemos
hablar de una etnoteoría del «amor», una teoría que vincula el «amor» estrechamente
con el poder y los parentescos espirituales. Dar «amor» o pensar bien de una persona,
es transferirle un poco de fuerza, poder o energía a él o a ella.
La historia y el mito
Mi argumento es que, en su modo de ver historia, la gente del Napo no interpreta
los eventos del pasado como un espacio imaginario-lineal aislado del pensamiento,
la acción humana y la memoria. Ellos ven la historia como un espacio mítico
que está vinculado con el presente a través de relaciones de sustancia y amor. En
términos de Vivieros de Castro (2001), el pensamiento histórico también crea
afinidad. La historicidad en este contexto no se trata de los eventos lejanos que
han pasado en lugares solo imaginarios o en tiempos distantes del presente. La
historia se contará o se recordará dentro de las estructuras del pensamiento-senti-
mientos de afecto, y su poder de influir y transformar el presente. Como establecí
358
Michael A. Uzendoski
«Cuando vinieron los españoles hacían esclavos y atormentaban a los indígenas. Los brujos
de entonces se reunieron para discutir. Resolvieron que todos se retiraran a la selva a los
rincones más retirados, en donde, para evitar que se los fuera a perseguir, se metamorfosea-
ron en tigres de todos los colores, todos animales enormes. Los que penetraban a la selva
para ir a cazar eran devorados. Hasta los pueblos eran asolados. Las fieras hicieron tanto
mal que los brujos de las poblaciones resolvieron poner fin a esta carnicería. Procuraron
descubrir el lugar donde se escondían las bestias. Penetraron en una gran sala subterránea
donde vieron suspendidas numerosas pieles de tigre, negras, mosqueadas, amarillas, etc.
Intrigados se ocultaron. Pronto vieron venir hombres que tomaban cada uno una piel de
tigre y se cubrían con ella. Acudiendo entonces la astucia, los condujeron hacia el cerro
Galeras. Cuando se hallaron todos los tigres reunidos en una gran caverna cerraron el
orificio por medio de una piedra enorme que tapa la salida y que se puede distinguir
desde lejos» (Warvin 1927:328-329, en Muratorio 1985:342).
Este relato es una fusión del mito de los mellizos que atraparon el «jaguar mundo
puma» en la montaña de Galeras y los eventos históricos de 1578. Sin embargo, en el
relato, el papel de los mellizos está tomado por los «brujos de las poblaciones». Ellos
son los que encierran en la montaña los jaguares «rebeldes» que están acabando con
la gente; así los «brujos» de la población crean un tiempo-espacio donde la gente otra
vez puede construir comunidades productivas y pueblos. No solo salvan a la gente
indígena sino también a los españoles; hacen la sociedad colonial posible y establecen
una relación de convivencia. Es el amor de los chamanes de la comunidad lo que
permite la vida (ver cuadro).
359
Amazonas: Ruta Milenaria IV
El rasgo más notable de este cuento de 1920 es tal vez lo que no dice. La relación
del narrador hacia los brujos y los eventos está ausente.Vale la pena preguntarse un
poco más sobre la relación entre el narrador y los personajes históricos dentro de las
tradiciones narrativas de Napo.
Historicidad indígena
Estoy de acuerdo con Laura Rival y Neil Whitehead (2001:10) en que necesitamos
estudiar más las calidades distintivas de la historicidad indígena frente a la historicidad
occidental (Sahlins 1997, Trouillot 1995). Según estos autores: «métodos diferentes
de ver la historicidad nativa nos llevarían tal vez a entender mejor —las experiencias
históricas de los que han sufrido dominación y colonización, o a entender lo que
significan estos eventos hoy día, o tal vez aprenderíamos también a percibir la tem-
5 Como dicen Pablo Macera Dall’Orso y Carlos Dávila Herrera (2004: 17), «la cosmovisión está presente
y a la vez oculta. Es implícita porque constituye la estructura que subyace a todas las acciones del grupo
colectivo».
360
Michael A. Uzendoski
poralidad desde una perspectiva nativa6». A lo largo de este breve análisis, podemos
establecer que no es cierto que los nativos de la Amazonía carezcan de esquemas
temporales-históricos. Lo que ocurre es que la historicidad indígena está construida
con principios de lenguaje y cultura distintos a las prácticas de producción de la
historia occidental, que está fundada en esquemas lineales del tiempo y carece del
simbolismo mítico del samai.
Por ejemplo, Udo Oberem (1980), que ha escrito un libro muy importante
sobre la historia del Alto Napo, enfatiza la transculturación. Después de analizar la
sublevación de los indígenas de Napo contra los Jesuitas en 1892, comenta sobre su
fracaso y el estado psicológico decaído de los indígenas frente a la sociedad blanca.
Escribe que
«los indios [sic] se retiran temerosos a la selva y dentro de poco tiempo vuelve a reinar
la paz en toda la región de Quijos [Alto Napo]. Con ello termina el último intento de
rebelión de los Quijos [Napo Runa] contra los blancos... Han perdido la confianza en
sí mismos, un hecho que ya se nota en la intranquilidad a comienzos del siglo [veinte]»
(Oberem 1980:116).
361
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Hoy en día, en el siglo XXI, vale la pena preguntar por qué Oberem se equivocó
en su análisis, porque el levantamiento de 2001 contradice claramente la hipótesis de
que los de Napo ya estaban sometidos psicológicamente a la sociedad blanca7.
Conclusiones
He presentado aquí cómo se crea la historia alternativa a través de los testimonios, una
manera de transformar la historia usando los símbolos y la poética oral de las culturas
indígenas. Se puede decir que, a través de la historicidad indígena, hay un proceso con-
trario a la etnogénesis (que asume un proceso lineal empobrecedor). En contraste con
esta etnogénesis, la historia mítica rompe las barreras étnicas, temporales y coloniales
7 La idea de reconectar con Jumandy refleja la transformación del contexto histórico en Napo de formas
de resistencia pasivas, detalladas por Muratorio (1982: 66-69), a formas más activas representadas por el
concepto de «autodeterminación».
362
Michael A. Uzendoski
Agradecimientos
Una versión de este ensayo fue presentada en el Primer Encuentro de LASA sobre
Estudios Ecuatorianos (18-20 julio de 2002), Quito, Ecuador. El trabajo de campo en
que se basa este estudio se desarrolló durante 26 meses entre los años 1994 y 2003.
El proyecto fue apoyado por la Comisión Fulbright (1994) y Pew Charitable Trusts
(1996-1997). Desde entonces he regresado a Napo cinco veces (2000, 2001, 2002,
2004, 2005). Mis actividades en 2001 fueron apoyadas por La Universidad Estatal de
la Florida (FSU) y en el 2002 por la Comisión Fulbright y FLACSO. Primero, agra-
dezco a todos los indígenas de la Provincia de Napo que me han ayudado no solo
en las investigaciones de su cultura e historia, sino en lo más importante: enseñarme
otra visión del mundo y de la vida. Les agradezco especialmente a las comunidades
de Sapo Rumi, Pano y Campo-Cocha.También, les agradezco mucho a Daisy Tapuy,
Luis Carlos Shiguango y Fermín Shiguango. También agradezco a Fernando García,
a Susana Cabeza de Vaca, a Julie Williams , a Juan Carlos Galeano y a muchas otras
personas quienes me han ayudado. Cualquier error en este trabajo corre bajo mi
responsabilidad.
8 Dice Godelier (1998:285), «más fundamentalmente, nuestro análisis nos llevan a concluir que ninguna
sociedad human sabría existir sin la presencia de dos dominios: el dominio de los intercambios
-independientemente de lo que se intercambie y de la forma en que se intercambie… y otro dominio
donde los individuos y los grupos conservan preciosamente para sí cosas, relatos, nombres, y formas de
pensamiento, que posteriormente transmiten a sus descendientes o a quienes comparten su misma fe.
Pues lo que se guarda son siempre ‘realidades’ que desplazan a los individuos y a los grupos hacia otro
tiempo, y que los colocan de nuevo frente a sus orígenes, frente al origen».
363
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Bibliografía
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365
Amazonas: Ruta Milenaria IV
366
Michael A. Uzendoski
367
De coronaciones y otras memorias.
Afrobolivianos y Estado plurinacional
Introducción
Hace varios siglos que los primeros africanos esclavizados llegaron a Charcas, antepa-
sado colonial de Bolivia, con los conquistadores europeos1. Desde entonces, fueron
introducidos en diferentes momentos del período colonial y republicano de Bolivia
hasta el siglo XIX, para trabajar en las minas, en la Casa de Moneda de Potosí, en
haciendas, hospitales, conventos y en el espacio doméstico. Su experiencia es aún
poco conocida. El relato histórico ha tendido a invisibilizarlos, amparándose en la
afirmación de que hubo escasa población «negra» en un territorio con amplia mayoría
indígena. El argumento del mestizaje eclipsó a su turno la vivencia afrodescendiente.
Es desde esta perspectiva que nos detenemos a estudiar la figura del «rey afroboli-
viano» coronado hace pocos años en La Paz. Atendiendo tanto al origen legendario
de su figura ancestral, como a la del «rey negro» de un pasado más próximo (colonial
y republicano), damos cuenta tanto del símbolo como del sentido que encarna su
resemantización, la misma que señala las claves de qué y cómo recordar. Proponemos
que la memoria oral del relato transmitida por generaciones, pero marginada por el
discurso histórico escrito, ha logrado resituarse a partir de la voluntad de algunos
afrobolivianos. Consideramos dos planos en que interviene la memoria activa y su
expresión: El local-rural, en que se enraíza el relato del «rey negro», y el regional,
esencialmente urbano, al que se exporta permitiendo la circulación y socialización
de la memoria reactualizada para ser vista. Buscando entender los mecanismos dis-
cursivos que se ponen en marcha, consideramos las categorías relaciónales que dan
cuenta de los móviles que llevan a los afrodescendientes a encaminar un proceso de
reetnificación de la memoria. No obstante, planteamos que el interés reivindicador
tiene que ver más con demandas concretas del presente que con el interés de forzar
continuidades con el pasado.
4 Esta coronación estuvo efectivamente respaldada por la Resolución del Consejo Departamental,
Prefectura (hoy Gobernación) de La Paz Nº 2033 del 15 de noviembre de 2007. El término afroboliviano
ha sido reivindicado los últimos años por algunos representantes de las comunidades yungueñas.
5 La capa fue confeccionada por Beatriz Cañedo Patiño, diseñadora boliviana que se encargó de la
indumentaria que utilizó el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, en su investidura en el Congreso
el año 2006.
6 La población afroboliviana en Nor y Sud Yungas (Chicaloma, Irupana, Suapi, Mururata, Chijchipa y
Tocaña) vive en su mayoría de la agricultura. Los productos cultivados son vendidos en los mercados de
Caranavi y Coroico, hasta donde llegan camiones de la ciudad de La Paz.
370
Paola Revilla Orías
capilla de una hacienda de Mururata durante la fiesta en honor del santo patrono,
Benito de Palermo7. ¿Cómo podemos entender estos acontecimientos en torno a la
figura de Pinedo?
Existe un relato oral circulando en los Yungas bolivianos sobre un antiguo «rey
negro» cuyo sucesor habría llegado esclavizado a la zona de Mururata. El mismo co-
noce varias versiones, con algunas variantes, que han conducido a la representación
del «rey afroboliviano» de la actualidad. Estamos entonces ante la puesta en evidencia
voluntaria de una memoria sobre cierto pasado afrodescendiente. Pero, ¿cuál?, ¿por
qué y con qué claves viene siendo rememorado? No partimos aquí de la idea de que
la memoria, en este caso oral, remita necesariamente a una verdad idiosincrática8. Nos
interesa la aproximación a aquellas dimensiones humanas y sociales que permiten la
producción del relato transmitido.
La versión más difundida dice que el príncipe africano habría llegado en el pe-
ríodo colonial (siglo XVII o XVIII) a Mururata, como propiedad de Ignacio Pinedo
de Mustafa, Marqués del Haro. La leyenda cuenta que otros afrodescendientes de la
misma hacienda habrían reconocido el linaje del joven al ver ciertas marcas en su
cuerpo, mientras éste se bañaba en un río. La documentación que hace referencia al
cuerpo marcado de las personas esclavizadas suele remitir a la violencia del mercader
o del amo que buscaba dar así cuenta de su posesión9. En este caso, en cambio, este
príncipe no es identificado por las cicatrices del hierro caliente del patrón, sino por
ciertas «marcas» que se habrían impreso en su torso en África, según deja entender
el relato, para memoria de su linaje10. Así, la intervención en el cuerpo del «esclavo»
es resignificada11. No da cuenta del sometimiento pero sí de la hidalguía de su por-
tador. Esta realidad cobra sentido a partir del reconocimiento que hacen los sujetos
esclavizados de las marcas12. El relato refiere que al morir, su padre le habría enviado
7 Santo africano, hijo de esclavos manumitidos en el siglo XVI. La devoción de Benito de Palermo está
extendida a lo largo de América Latina, donde es celebrado en distintas fechas dependiendo de las
tradiciones locales.
8 Entiéndase aquí memoria en su dimensión colectiva y presente, basada en el criterio de personas que
integran procesos en curso, es decir, como constructo social que se debate entre lo vivido, lo narrado, lo
recordado y lo olvidado, que forman parte de las claves de su producción, transmisión y conservación
9 Las marcas hechas con hierro al rojo vivo y denominadas carimba, imprimían en la piel del cautivo
bozal o criollo su condición de esclavitud o las iniciales de su amo. Muchos esclavos, hombres, mujeres
y niños, fueron marcados varias veces, ya sea por cambio de amo o a modo de castigo. Es el caso de
Catalina, joven esclavizada acusada de cimarronaje a mediados del siglo XVII en Potosí, Charcas. Su amo
pidió autorización al cabildo para marcar su rostro con hierro. Archivo de la Casa de Moneda de Potosí
(ACMP): Cabildo, Gobierno e Intendencia (CGI) 1136.
10 Este detalle es evocador, recordemos que en África, dependiendo de la región y grupo étnico, las marcas
en el cuerpo o escarificaciones tienen sentidos y significados rituales muy variados, según el lugar del
cuerpo en el que son hechas, el género, la edad, el estatus de la persona y el contexto en que se las hace.
11 Utilizamos el término «esclavo» para referir a la condición impuesta.
12 El tono del relato es muy evocador, aunque es difícil pensar —y menos documentar— que algunos
371
Amazonas: Ruta Milenaria IV
desde África una capa, una corona, un bastón de mando y un chaleco bordado con
que fue coronado por primera vez en Mururata. Más allá de si esto efectivamente
sucedió, es claro el nexo que quiere hacerse entre Bolivia y África, tierra tan lejana
como añorada por los afrodescendientes del enclave yungueño, que no han podido
o no han querido desvincularse de su presente13.
El hijo de José María Pinedo, Bonifacio, nacido en 1880, fue coronado en Mururata
en 1932 en la casa de hacienda de su patrón. Este último es todavía recordado por los
nonagenarios de Mururata (fotografía 2). Llevado en andas, Bonifacio habría presidido
la fiesta del Santo Patrón, Benito de Palermo, y dado inicio a los bailes interpretando
la «zemba» en honor al santo15.
372
Paola Revilla Orías
hijos, Juan y Aurora. Como rey, Bonifacio es recordado esencialmente por su papel de
mediador entre parejas y en ciertos litigios17. La ejemplaridad del «rey negro» reflejada
en el relato constituye un móvil de su transmisión y perpetuación en la memoria
colectiva. Julio Pinedo, actual «rey afroboliviano», es hijo del primer matrimonio de
Aurora, hija de Bonifacio. Preguntado sobre sus antepasados, Julio, heredero al trono,
refiere: «Mi papá nunca pudo reinar. Murió en un accidente. A mí me crió mi abue-
lo, Bonifacio Pinedo. Mi abuelo también asumió como rey, y hablaba a menudo de
nuestros antepasados. Eso, nomás, le puedo
17 «Bonifacio estaba muy bien considerado. Se permitía el derecho de recomendar a las parejas y era
mediador en los litigios». Declaración del afroboliviano Juan Angola Maconde (Ayala, 2011). De ser
así, el «rey negro» de la memoria oral yungueña podría remitir a la figura colonial del «rey por un día»,
cuya coronación anual era una ceremonia de algunas cofradías de negros, impulsada por los franciscanos
como móvil de integración a la sociedad. La tarea de este soberano era esencialmente la de consejero de
jóvenes parejas durante el día de Pascua, después de la misa.
18 Nada se sabe sobre la práctica de coronación del «rey negro» en Charcas en el período colonial.
La memoria oral viva nos remite a momentos precisos de coronación a los miembros de la familia
afroboliviana Pinedo que remontan por lo menos a 1832.
19 Cabe aclarar que esto solo sucedía en Mururata y no así en otras comunidades del entorno de Coroico
donde residen descendientes de africanos.
373
Amazonas: Ruta Milenaria IV
Para el caso específicamente charqueño, Teresa Gisbert nos recuerda que uno de
los pocos datos conocidos sobre un «rey negro» colonial lo proporciona Bartolomé
Arzans. Según el historiador potosino, durante el recibimiento al Arzobispo Diego
Morcillo de Auñón en 1716, se dejó ver en la representación de las partes del Mundo
(junto al Inca, al emperador de la China y al Gran Turco), un rey etíope con su corte:
«seguían después los etíopes con su rey coronado, con muy preciosas galas y jaeces»
(Gisbert, 2007: 21). Estos datos muestran la complejidad y carácter polisémico de la
representación del «rey negro». Poco numerosos, desarraigados, los africanos en re-
giones como Charcas/Bolivia se habrían acogido entonces, como propone Solange
Alberro, a las imágenes, representaciones y papeles impuestos por la empresa colonial,
en pos de ir dándole nuevos sentidos a su identidad (Alberro, 2005: 158)22. Habiendo
sentado estas pautas de precedente histórico directa o indirectamente vinculadas a
la figura del «rey negro» que venimos estudiando, notamos que las coronaciones del
siglo XX siguen propósitos claramente distintos.
20 Entiéndase por «negro» el concepto que aludía a la «calidad» impuesta a los africanos esclavizados
durante el período colonial.
21 A modo de ejemplo, en el Buenos Aires colonial, estos reyes, que podían ser la misma persona durante
varios años, eran entronizados con túnica, capa y corona para presidir las fiestas de los santos patronos
(Cirio, 2002: 88-100).
22 Entiéndase identidad como constructo social dinámico, que lejos de sufrir pérdida solo se enriquece y
reconfigura en cada encuentro cultural.
23 A este respecto ver: Cariaga, 2008.
374
Paola Revilla Orías
narca a nivel nacional24. Según declaración del entonces prefecto de La Paz, José Luis
Paredes, el acto se realizó «a iniciativa de la comunidad afroboliviana», representada
por Marfa Inofuentes y Jorge Medina25.
Además de los atributos que le fueron conferidos, el desde entonces «rey afrobo-
liviano» tiene un escudo diseñado hace algunos años cuyo lema es: «me guían mis
antepasados». Cuenta también con un sitio web de la Casa Real Afroboliviana que
actualiza a los visitantes sobre las redes y gestiones del soberano dentro y fuera de
Mururata26. En palabras de Julio Pinedo: «mi persona solo tiene sentido en la medida
en que represento la identidad de la comunidad afroboliviana, la cual ha sido plena-
mente reconocida en la Constitución del país»27. Esto implica el reconocimiento de
saberse encarnando el símbolo de una afrobolivianidad en proceso de construcción.
Julio Pinedo tiene sin embargo una relación particular con los afrobolivianos, según
a cuáles hagamos referencia. Hay que destacar que en este proceso intervienen una
pluralidad de voces, muchas se muestran críticas con la figura del rey, particularmente
las de afrobolivianos que residen fuera de Mururata, en otras comunidades yungueñas,
y que apenas están familiarizados con la figura del monarca28. El carácter sobrio y ca-
llado de Julio Pinedo, que según opinión de algunos no conglomera, parece alentar las
críticas. Su esposa doña Angélica Larrea, es especialmente considerada por su trabajo
en beneficio de la comunidad, y suele acompañar a su marido o acudir a las entrevistas
en su ausencia29. Julio Pinedo no tuvo hijos con Angélica Larrea, pero criaron como
a un hijo a su sobrino, Rolando, nacido el 30 de julio de 1994 en Mururata, quien es
considerado el heredero al trono. Actualmente Rolando reside en la ciudad de La Paz
donde trabaja y estudia comercio internacional.Asiste a sus padres y ha asumido además
la tarea de contribuir a la visibilización y fortalecimiento de la cultura afroboliviana.
375
Amazonas: Ruta Milenaria IV
La memoria oral sobre el «rey negro» hace uso de imágenes que se encadenan en
versiones que no remiten necesariamente al recuerdo o al hecho preciso, pero que
no obstante señalan reveladoras prácticas y ordenamientos sociales. Estas imágenes
contadas por los afrobolivianos resultan de cierta economía del pasado en el presente,
y permiten su reutilización para pasarle un mensaje a la sociedad boliviana del siglo
XXI. En palabras de Pierre Nora: «La memoria es por su naturaleza lo que se hace
de ella» (Nora, 1998: 27).
30 Para iluminar esta idea pensemos en el español Pedro Bohórquez, «falso inca» que no obstante logró
constituirse en símbolo de resistencia entre los indígenas del Valle de Calchaquí en el Río de La Plata
en los siglos XVI-XVTI.Ver: Urton, 1989: 203. Si bien esta figura tiene poco que decir sobre el incario,
remite a la no menos importante necesidad coyuntural de los calchaquíes de dar cuenta de su resistencia
a la dominación, a través del símbolo de esta representación encarnada en Bohórquez.
31 Como Roger Chartier resaltó a partir de la lectura de Reinhart Koselleck: «La escritura de la historia
que supone un orden cronológico, el cierre del texto y el relleno de los intersticios, invierte el proceder
de la investigación, que parte del presente, que podría no tener fin y que se confronta sin cesar a lagunas
de documentación» (Chartier, 2007: 26).
376
Paola Revilla Orías
Conclusiones
Controlar la definición e interpretación del pasado puede ser crucial para la negocia-
ción identitaria en el presente. Algunos afrobolivianos se muestran muy conscientes
de esta realidad. El discurso histórico tendió por siglos a su invisibilización o a su
reducción y estigmatización en la figura del «negro», «esclavo». La transmisión de
cierto relato sobre un «rey negro» llegado del África a los Yungas, y el precedente
republicano de coronaciones sucesivas a los antepasados de Julio Pinedo en ocasión
de la fiesta del santo patrón de Mururata, han llevado a algunos yungueños a resigni-
ficar el papel del soberano en las últimas décadas, logrando su reconocimiento como
autoridad afroboliviana a nivel nacional el año 2007.
Más que una autoridad política se trata de un vínculo simbólico con los antepa-
sados. Hoy por hoy, móvil de negociación y de resignificación identitaria que parte
32 Además se ha pesquisado y analizado muy poco sobre la historia de la esclavitud negra colonial y
republicana en Charcas y Bolivia. Sobre el papel de la escritura en el proyecto colonizador ver por
ejemplo: Mignolo, 1992: 97-112 y Subirats, 1994.
33 Sobre la intención visibilizadora de la población afrodescendiente, Marfa Inofuentes, representante
política de los afrobolivianos, expresó el día del acto de la coronación de Julio Pinedo: «Bolivia no solo
es indígena, sino también tiene su origen en los negros» (Vázquez, 2007).
377
Amazonas: Ruta Milenaria IV
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Paola Revilla Orías
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Comunidades indígenas: ¿víctimas pasivas o
agentes reflexivos frente al ecoturismo?
Algunas consideraciones a partir de un proceso
de intervención en el Trapecio Amazónico
«una modalidad turística especializada y dirigida, consistente en viajar o visitar áreas na-
turales “(...) con el fin de disfrutar, apreciar y estudiar los atractivos (paisaje, flora, fauna
silvestre), así como cualquier manifestación cultural (del presente y del pasado) que pueda
encontrarse en dicho lugar, por medio de un proceso que promueve la conservación; tiene
bajo impacto ambiental y cultural y propicia un involucramiento activo y socioeconómi-
camente benéfico de las poblaciones locales”»1.
1 Trabajadora social.
2 Trabajadora social.
1 Unión Mundial Por La Naturaleza (UICN), citado en The Nature Conservancy, Desarrollo del ecoturismo.
Un manual para los profesionales de la conservación, vol. I, Introducción a la planificación del ecoturismo,
Arlington,Virginia, 2002, p. 36.
2 Ulloa, Astrid, La construcción del nativo ecológico, ICANH, Bogotá, 2004, p. 340. La cursiva es nuestra.
Amazonas: Ruta Milenaria IV
3 Uribe Vélez, Álvaro, Plan de Desarrollo 2002-2006 «Hacia un Estado Comunitario», DNP, Bogotá, p. 140.
382
Ruby Esther León Díaz y Nini Johanna Cortez Perdomo
Ecoturismo en concesión
Hasta mediados de 2004, algunas comunidades indígenas del Trapecio Amazónico
venían adelantando actividades ecoturísticas de manera coordinada con el PNN Ama-
cayacu, trabajando en la prestación de algunos de los servicios que el Estado ofrecía
en el parque a los visitantes (alojamiento, alimentación, bebidas, auditorio, salón de
conferencias, dosel de la selva y el sendero ecológico Nainekumae). Este panorama
empezó a cambiar hace aproximadamente dos años, a partir de la licitación pública
internacional 001 de octubre de 2004, cuando la prestación de estos servicios fue
otorgada por el Estado colombiano al concesionario conformado por las agencias
privadas Aviatur, Ecodestinos y Decameron6.
4 El resguardo indígena es una institución legal y sociopolítica de carácter especial, conformada por
una o más comunidades indígenas, que con su título de propiedad colectiva gozan de las garantías de
la propiedad privada, poseen su territorio y se rigen para el manejo de éste y su vida interna por una
organización autónoma por el fuero indígena y su sistema normativo propio (artículo 21, Decreto 2164
de 1995).
5 Además de las entrevistas se realizaron diarios de campo personales. Dicha información fue procesada y
analizada fuera de la comunidad con el apoyo de la profesora Claudia Mosquera Rosero-Labbé, quien
introdujo importantes anotaciones sobre la intervención social profesional intercultural.
6 Esta empresa ha sido varias veces sancionada por la poca responsabilidad social y ambiental que ha
demostrado en la administración de servicios ecoturísticos. Parte de estas denuncias fueron presentadas
en la Conferencia «Privatización de los Parques Nacionales Naturales», organizada por el Colectivo de
Estudios Ambientales (Ceato), en la Universidad Central, el 27 de abril de 2006.
383
Amazonas: Ruta Milenaria IV
7 «Ofertar» es el verbo que utiliza el concesionario para referirse al ofrecimiento, en paquetes y planes
ecoturísticos, del patrimonio cultural y territorial de las comunidades indígenas a los visitantes/turistas.
Las múltiples referencias que hacemos a dicho verbo no implica que estemos de acuerdo con la
mercantilización.
8 Denominamos comunidades del río a las 41 comunidades indígenas que se ubican cerca o sobre de
ribera del Río Amazonas colombiano (Riaño Umbarilla, Elizabeth, Organizando su espacio, construyendo
su territorio, Unibiblos, Leticia, 2003, pp. 85-88).
9 Brosimum rubescens, madera de color rojo utilizada casi exclusivamente en la fabricación de tallas de
animales.
10 Astrocaryum chambira, palma usada para fabricar manillas.
11 Yanchama o tela de la selva, se extrae de la corteza de algunos árboles y es usada como lienzo para
dibujos y diseños indígenas.
12 Los PIV se reconocen en el art. 330-2 de la CPC/91, en el que se establece que los pueblos indígenas
deben «diseñar las políticas y los planes y programas de desarrollo económico y social dentro de sus
territorios, en armonía con el Plan Nacional de Desarrollo». También se encuentran reglamentados en
el Convenio 169 de la OIT adoptado por Colombia en la Ley 21 de 1991, en el cual se establece que
los pueblos indígenas tienen derecho «a decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de
desarrollo, en la medida en que este afecte sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a
las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio
desarrollo económico, social y cultural» (art. 7, Ley 21/91). Sin embargo, es importante aclarar que
los PIV aún no se encuentran reglamentados, ya que por falta de voluntad política aún no se aprueba
la Ley de Ordenamiento Territorial que daría paso a las entidades territoriales indígenas, como entes
autónomos y descentralizados que actuarían a partir de sus PIV.
13 Existen tres metodologías propuestas para la formulación de los PIV: una es de la Organización Nacional
de Indígenas de Colombia, la otra es de la Dirección Nacional de Asuntos Indígenas-Ministerio del
Interior y otra es de la Delegada para Minorías Étnicas de la Defensoría del Pueblo (véase Bibliografía).
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14 Malagón Bello, Édgar, «Las relaciones de bienestar social y los campos de intervención del Trabajo
Social», en Revista de Trabajo Social, Nº 2, 2000, Unibiblos, Bogotá.
15 Arocha R., Jaime, «Afro-Colombia en los años post-Durban», en Palimpsestus, Nº 6, 2006, Facultad de
Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá; SALAZAR, Noel B., «Antropología
del turismo en países en desarrollo», en Revista Tabula Raza, Nº 5, 2006, Universidad Colegio Mayor de
Cundinamarca, Bogotá; Brandon, Katrina, Ecoturismo y conservación: una reseña de temas claves, Worl Bank,
Global Environment División,Washington, D.C., 1996; González, M. y Marín, N., Reportaje investigativo:
ecoturismo y comunidades indígenas, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Estudio Ambientales y
Rurales, Maestría en Gestión Ambiental, Bogotá, 1997; The Nature Conservancy, op. cit.
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Amazonas: Ruta Milenaria IV
respecto. Una postura enfatiza que, ante el ecoturismo, las comunidades indígenas y
sus patrimonios intangibles tienen el riesgo de convertirse en mercancías susceptibles
de venderse y comprarse, por lo que las grandes empresas del turismo y los mismos
visitantes imponen su poder indefectiblemente sobre las poblaciones locales16.
16 Wyllie, Robert, Elito, James, Karch, Cecilia, citados por Salazar, Noel, op. cit., pp. 104-106.
17 Arocha R., Jaime, op. cit., p. 26.
18 Ibíd., p. 28.
19 Joseph y Kavoori, Maccannell citados por Salazar, Noel, op. cit., pp. 40-47.
20 Ibíd.
21 Ibíd., p. 108.
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Nos apartamos entonces de aquellas visiones que consideran a los y las indígenas y
otros habitantes de la frontera22 como incapaces de construir mecanismos de defensa
y resistencia frente a propuestas de progreso y desarrollo de los andinos y/o eurocén-
tricos. Al contrario, en aquella zona de frontera encontramos agentes reflexivos, que,
en palabras de Anthony Giddens23, son sujetos que comprenden los fundamentos de
las actividades que realizan, son capaces de ahondar discursivamente en los motivos
de éstas, y reconocen las posibilidades y límites del ecoturismo, a pesar de la impor-
tancia económica a corto plazo de esta actividad. Al respecto, un líder indígena de la
comunidad de El Vergel manifestó:
22 Como «de frontera», según Margarita Serje, han sido imaginados geopolíticamente algunos territorios
por «la Nación en Colombia, en el campo de la oposición civilizado-salvaje. En el concepto de la
Frontera resulta evidente la manera en que estas regiones se sitúan en la geografía de la evolución
unilineal de la historia como periferia, y cómo se ven marcadas en términos de su representación como
La Naturaleza. El mito de la Frontera conceptualiza y categoriza esos territorios como confines, baldíos,
territorios nacionales, tierras incógnitas que hay que desbravar; tierras de infinitas riquezas que aparecen
como mina sin dueño; las vastas soledades que pueden ser descubiertas y explotadas con el mismo gesto
de apropiación; a donde sólo llegan o los locos aventureros (héroes de Frontera), o los iniciados dotados
de una sensibilidad especial (naturalistas y letrados); el lugar de resistencia frente al orden establecido,
donde viven rudos grupos primitivos en estado de naturaleza o nidos de renegados en rebelión contra
el orden establecido» (SERJE, Margarita, El revés de la nación: territorios salvajes. Fronteras y tierras de nadie,
Universidad de los Andes, Bogotá, 2005, pp. 136-137).
23 Giddens, Anthony, La construcción de la sociedad: bases para la teoría de la estructuración, Amorrortu, Buenos
Aires, 2003, p. 24.
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Nuestra comunidad por ejemplo tiene para ofrecer una ruta de ecoturismo ahí dentro de
nuestro resguardo, que es uno de los planes básicos24, pero ofrecer otras cosas que van en
contra de la cultura es lo que yo no comparto. Por ejemplo una danza, es como vender
el conocimiento y la cultura nuestra, pues hágala, pero no la venda.
Es que debemos mezquinar nuestra cultura, porque toca conservarla, esas son estrate-
gias que se quieren buscar, como llevar un control. ¿Qué tal por ejemplo esas fiestas
en los lugares sagrados?, pues que la gente vaya, pero respetando los conocimientos,
porque si va irrespetando la cultura mejor no se le abren las puertas a los turistas.
Yo en ese sentido no comparto eso porque va en contra de la dignidad del pueblo y
son cosas que se deben mantener bajo celo. No todo se compra y no todo se vende».
(Efraín, Leticia, 2006)
Las palabras de este líder evidencian la mirada crítica que las comunidades han
forjado sobre el ecoturismo, especialmente en lo referido a «ofertar» su cultura como
un producto exótico que puede ser comprado y vendido por los visitantes. El relato
también demuestra que existe un manejo del lenguaje comercial, sin que ello impli-
que una aceptación acrítica de las implicaciones de implementar de manera directa
y total el ecoturismo en los territorios indígenas.
24 Según explicaba un equipo encargado del costeo de servicios ecoturísticos del Concesionario, los planes
básicos se ofrecen desde Bogotá para que los visitantes construyan su itinerario. Existen además los
planes adicionales que el visitante decide añadir a su plan básico, por lo general cuando ya se encuentra en
Leticia.
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danos y sujetos colectivos, gracias a los cuales la selva húmeda amazónica ha logrado
mantenerse hasta hoy. Así nos lo expresó un líder indígena de Azcaita:
Los turistas y las agencias, lo único que nos están dejando es la basura, las bolsas, ¿y
de beneficio?, no hay beneficio para las comunidades. Los paisanos se dejan engañar
por diez mil, veinte mil pesos, cuando estas agencias se están llevando todo el capital.
Hotel Decamerón...Yo no comparto que los compañeros huitotos construyan una
maloca en el hotel Decameron, eso es vender su cultura, su tradición, sus principios».
(Eduardo, Leticia, 2006)
25 Al respecto de la noción del ecoturismo, como verdadero turismo justo y equitativo con el medio
natural y cultural en donde se desenvuelve, véase Wearing, J. y Neil, J., Ecoturismo: impacto, tendencias y
posibilidades, Síntesis, España, 1999; y The Nature Conservancy, op. cit.
26 The Nature Conservancy, op. cit.; Guevara, Natalia, «San Andrés Isla. Memorias de la colombianización
y reparaciones», en Afro-reparaciones: memorias de la esclavitud y justicia reparativa para negros, afro colombianos
y raizales, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios
Sociales, Bogotá, 2007; Oliveira Santos, María Aurea, «Comunidad de la Boquilla: lo patrimonial
local en el escenario global», en Afro-reparaciones: memorias de la esclavitud y justicia reparativa para negros,
afrocolombianos y raizales, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro
de Estudios Sociales, Bogotá, 2007. Más información sobre proyectos de ecoturismo solidario se puede
encontrar en Echoway, Les sentiers du voyageur responsable, 2003, www.echoway.org
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de una distribución de las utilidades, no sólo para mejorar las condiciones de salud
y educación de las comunidades sino también para el manejo de las áreas protegidas.
Además, se considera que el ecoturismo no puede ser la única fuente de ingresos para
las comunidades, pues esa actividad se encuentra supeditada a inestabilidades econó-
micas, eventos políticos y épocas del año. Este principio del ecoturismo, para los y las
indígenas de las comunidades involucradas en esta actividad, es un aspecto evidente:
27 La chagra es una especie de huerto familiar, en el cual se cultivan una gran variedad de alimentos, entre
los que se encuentran la yuca dulce, yuca brava, ñame, plátano, ají, piña, batata, coca, tabaco, chontaduro,
caimo, totumo, marañón, guamo, uva, entre muchas especies más.
28 Fariña es una especie de harina a base de yuca brava, que es elemento importante en la dieta alimentaria
de estas comunidades indígenas, sobre todo de tikunas, cocamas y yaguas del Trapecio Amazónico.
29 La minga es una jornada de trabajo solidario convocada por una familia de la comunidad, por ejemplo,
para limpiar un rastrojo o construir una casa; tradicionalmente quien convoca ofrece los alimentos del
día a las personas que participan de la labor colectiva.
30 Además, es importante anotar que la asignación de estos puestos de trabajo generó conflictos
intercomunitarios, debido a la desigual participación laboral, ya que, por su cercanía, comunidades como
Mocagua y Palmeras tenían más posibilidades de trabajar en el Centro de Visitantes Yewae.
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una relación más justa y de reconocimiento con los saberes que los y las indígenas
poseen de su territorio.
«(...) nosotros tenemos lo más importante, ¿cómo así que el concesionario quiere venir a
mandar aquí?, ¡no! Es que tenemos la cancha para echar el partido, que es nuestro territorio;
tenemos los árbitros que son los intérpretes ambientales que guían a los jugadores; y pues
el concesionario pone los jugadores que son los visitantes. Pero ¿qué se puede hacer sólo
con los visitantes en el parque?, porque ahí dentro del CVY (Centro de Visitantes Yewae),
¿qué pueden hacer los turistas?, nada, aburrirse mirando para el río y no más.
Cualquier cosa que quieran hacer tienen que llamar a uno de nosotros. Entonces, ¿cómo
van a decir que quieren venir a imponer sus cosas como ellos quieren?» (Arturo, Moca-
gua, 2005)
Sin dejar de reflexionar de manera crítica sobre el negocio del ecoturismo, las seis
comunidades decidieron entrar a negociar con el concesionario. A principios del año
2006, algunos resguardos y comunidades indígenas asumieron la concertación de las
actividades susceptibles de desarrollarse en su territorio, sin el ánimo de enriquecerse
y siendo conscientes de las dificultades inherentes al ecoturismo. En ese sentido, co-
munitariamente se identificaron las actividades a ofrecer, la capacidad de carga31 de los
senderos y las obras a realizarse para recibir a los turistas que visitan las comunidades.
El proceso de intervención
Teniendo en cuenta este contexto y las críticas al negocio del ecoturismo elabo-
radas por parte de las comunidades indígenas como sujetos reflexivos, tuvimos en
varias ocasiones que decidir sobre el rol profesional. Al principio nuestra postura
era clara: «no permitir —si estaba a nuestro alcance— que el ecoturismo entrara a
la comunidad». Sin embargo, en el proceso de intervención con el Resguardo de
Mocagua, se nos pidió colaborar en ciertas actividades técnicas, específicamente
de formulación de proyectos y costeo de productos ecoturísticos, para que algunos
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Esa demanda de ayuda nos enfrentó a varios dilemas éticos personales y profesio-
nales. El primer cuestionamiento se relacionó con la exotización y explotación de
la cultura indígena que pudiera provocar desde nuestra intervención y, a la vez, con-
siderar a las comunidades indígenas como sujetos que se autodeterminan y deciden
de manera autónoma sus acciones u omisiones. Otra arista del dilema estaba en la
intervención profesional que exigía agenciar una acción a partir de representaciones
plurales, que generaran la participación y el empoderamiento de los sujetos involu-
crados en la relación profesional, lo que nos obligaba a «implicar a los sujetos tanto en
fijar los asuntos y temas sobre los que intervenir, en el uso de los recursos, así como
en el control sobre el conjunto del proceso de intervención»32. Para complejizar aún
más nuestra decisión estaba el hecho de encontrarnos en un espacio cultural parti-
cular, reconocido y protegido constitucionalmente, en el cual teníamos que respetar
la autodeterminación y autonomía de las comunidades y sus autoridades indígenas
en la toma de decisiones.
Con respecto a la manera en que sopesamos los argumentos para tomar la decisión,
vale la pena expresar que no existió una «técnica» en particular. Nuestras justifica-
ciones se derivaron del constante involucramiento con la comunidad, a partir de las
intensas conversaciones con mujeres y hombres y de la proximidad emotiva34. En
32 Ruiz Ballesteros, Esteban, Intervención social: cultura, discursos y poder, Talasa, Madrid, 2005, p. 168. La
cursiva es nuestra.
33 Arocha, Jaime, op. cit., p. 37.
34 La proximidad emotiva se relaciona con la capacidad de emocionarse antes, durante y después de
establecer una relación intercultural con el Otro, lo que se traduce, por ejemplo, en la empatía, que según
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primer lugar, si bien el ecoturismo es una actividad que motiva a los y las indígenas,
no es todavía una labor que de manera comunitaria incite a abandonar las labores
tradicionales como la visita a la chagra, la pesca, la caza y la fiesta. En segundo lugar,
existe un apoyo institucional importante por parte del PNN Amacayacu, que ha
orientado y sugerido modificaciones en cuanto a la manera como el concesionario
interlocuta con los resguardos y comunidades indígenas, anteponiendo siempre los
derechos de estas últimas a la consulta previa, la autodeterminación y la autonomía en
el manejo de sus territorios ancestrales. Otra justificación de nuestra acción profesional,
que contrasta paradójicamente con la postura institucional del PNN Amacayacu, es
la situación de abandono estatal en el que viven las comunidades indígenas, a pesar
de que conforman más del 40% de la población del departamento del Amazonas35.
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Por lo tanto, no es posible esperar que la industria del ecoturismo garantice derechos
a pueblos indígenas mediante la dinamización de la economía local. Es el derecho a
condiciones dignas de ciudadanía diversa, lo que implica la protección y el respeto a
la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas que habitan esta zona del país,
como obligaciones del Estado social de derecho colombiano.
Conclusión
Desde el trabajo social es posible intervenir en espacios étnicamente diversos, que
se encuentran en escenarios en los cuales se presentan hegemonías e ideologías del
desarrollo, como el ecoturismo. Lo importante es reconocer que si bien existen agen-
das políticas y económicas que se ciernen en temporalidades y sobre espacialidades
particulares, también es posible encontrar a sujetos contralaborando37 ideologías, por
medio de reflexiones críticas respecto de su situación, que influyen en las decisiones
que asumen frente a quienes desconocen su diferencia, convirtiéndolos en objetos de
apreciación y folclorización. Aprender a descubrir estas formas de reflexión desde la
intervención profesional facilita la resolución de dilemas éticos y la toma de decisiones
en relación con la acción profesional misma.
37 Arturo Escobar define contralabor (counterwork) como «la apropiación fenomenológica y colectiva de
las prácticas de la modernidad dominante, por parte de grupos populares que las recontextualizan en los
mundos vida culturales locales, produciendo un cambio continuo» (Escobar, Arturo, Más allá del Tercer
Mundo. Globalización y diferencia, ICANH, Universidad del Cauca, Bogotá, 2005, p.
38 Según Margarita Rozas, la visión mesiánica de la intervención se fundamenta «en un conjunto de
acciones desde las cuales se generan los procesos revolucionarios; para tal fin no es necesario ni la teoría,
ni la técnica solamente se debe afianzar el compromiso con los sectores populares». La crítica aquí
radica en que los otros, los sujetos intervenidos, son subestimados y quien está en el lugar de orientar
la transformación es el profesional (Rozas Pagaza, Margarita, La intervención profesional en relación con la
cuestión social: el caso del trabajo social, Espacio, Buenos Aires, 2001, p. 26).
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Bibliografía
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Historia de Venezuela escrita en 1581. Tomo 2 / por Fray
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se terminó de imprimir en octubre del 2019
por encargo de la Sub Gerencia Comunicaciones de
Petróleos del Perú - PETROPERÚ SA
Cuatro ediciones, ochentaiocho artículos compilados, así como cerca
de cinco mil ejemplares distribuidos y distribuyéndose por toda
Amazonía, son las cifras positivas que, durante estos siete años, ha
generado este proyecto comunicacional de Petróleos del Perú en
alianza con el Observatorio Andino del Paisaje (colectivo de
investigación preocupado por los temas amazónicos y su permanencia
y supervivencia en el tiempo) que dirigen Guadalupe Martínez, geógrafa,
y Aldo Bolaños, arqueólogo. Ad portas a concluir las celebraciones por
los cincuenta años de nuestra Empresa y los cuarenta del Premio Copé,
queremos renovar nuestras intenciones y compromiso por Amazonía
con la esperanza de contribuir a su protección y defensa. Son tiempos
de definiciones y de marcar posición, son tiempos de luz en el camino y
de hacer frente a la ceguera y la negación, de un planeta que clama por
respeto, racionalidad y permanencia. En esto creemos en PETROPERÚ.
ISBN: 978-612-4202-53-7
9 786124 202537