Artista Nacional

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Artista Nacional: Josefina Pla

1. Biografía

María Josefina Teodora Pla Guerra Galvany (Isla de Lobos, 9 de noviembre de


1903 - Asunción, 11 de enero de 1999), más conocida como Josefina Pla, fue una
poetisa y dramaturga española con doble nacionalidad paraguaya.

Escribió poesía, cuento, novela y ensayo. Tuvo una gran influencia sobre las
futuras generaciones de intelectuales de Paraguay. A lo largo de su vida recibió
numerosos premios y distinciones por su labor literaria, por su defensa de los
derechos humanos y por la igualdad entre hombres y mujeres.

2. Formación

Muy joven viajó a Paraguay para casarse con el artista y miembro de la


aristocracia de Asunción Julián de la Herrería (1888-1937), a quien había conocido
en 1924 en Alicante, España. No fue muy bien recibida: la llamaron "gitana
advenediza", y durante décadas fue marginada de los círculos sociales de la
ciudad, provincianos y conservadores, que desaprobaban la forma en que se
desenvolvía. Pero eso no le impidió una rica producción artística e intelectual.

En los inicios de su carrera se dedicó al periodismo; durante la guerra de


Paraguay con Bolivia llegó a dirigir una revista para las trincheras. Poco antes se
había iniciado en la poesía. Los críticos consideran que, junto al poeta H. Campos
Cervera, Josefina Plá es la iniciadora de una nueva etapa en la historia de la
literatura paraguaya. Aunque escritos bajo la influencia del modernismo de Rubén
Darío (quien también había marcado la producción de su compatriota Manuel Ortiz
Guerrero), los primeros poemas de Pla ya denotan una nueva estética que rebasa
este movimiento para inscribirse en la contemporaneidad. Su poesía logró
convocar a los escritores de la Generación del 40, sobre todo a aquellos que
conformaban el grupo llamado Vyá raity. Sus versos son de gran poder sensual y
evocador.
3. Obras

Año Obras

1934 El precio de los sueños

1950 Una Novia para Mario

1960 La raíz y la aurora

1965 Rostros en el agua

Invención de la muerte

1966 Satélites oscuros

1968 El polvo enamorado

Desnudo día

1975 Luz negra

1927-1977 Antología Poética

1982 Follaje del tiempo

Tiempo y tiniebla

1984 Cambiar sueños por sombras

1985 La nave del olvido

La llama y la arena

Los treinta mil ausentes

1996 De la imposible ausente


4. Viajes

Desde su llegada se incorpora al que hacer la cultura del país. Actuó en el


periodismo radiofónico y escrito, con cortos intervalos, desde 1927 hasta 1952,
fecha esta última en la cual, absorbida por la cátedra, abandona el periodismo
profesional, aunque prosigue sus actividades a nivel literario y crítico.

Colaboró en importantes publicaciones de las dos Américas, como “Cuaderno y


Revista de Historia de América y México"; “Anales del Instituto de Arte Americano”,
de Argentina; “Americas Journal of Interamerican Studies”, de Estados Unidos, y
también en revistas europeas, como “Cuaderno Hispanoamericanos”, de Madrid;
“Humboldt”, de Alemania; “Cuadernos y Cahiers des Amériques latines”, de París,
etc.

Sus actividades cubren en el Paraguay de la Real Academia Española, de la


Academia Hispanoamericana Rubén Darío, y miembro de honor de la Sociedad de
Escritores Argentinos.

En los últimos años se dedicó a la investigación del pasado cultural del Paraguay,
prácticamente desconocido. Era la autora del capítulo correspondiente a
Paraguay, en la “Enciclopedia de Arte Americano”.

Ha promovido localmente iniciativas renovadoras de los aspectos plásticos y


literarios. En 1953, bajo el título de “Arte nuevo”, puso en marcha la actualización
de las manifestaciones plásticas paraguayas.

Conferenciante sobre diversos aspectos culturales paraguayos en centros


extranjeros, como Seattle, Alfred (Nueva York), VI Bienal de San Pablo, Sociedad
de Autores Argentinos, Instituto de Cultura Hispánica (Madrid), etc.

Toda su vida se ha dedicado al Paraguay, su país de adopción, convencida como


está, y como lo ha manifestado más de una vez, que investigar el pasado cultural
de estos pueblos es una forma de seguir y exaltar la huella espiritual española.
5. Anecdotas

...Hace ya mucho año, yo todavía era jovencito, casi mitaí, trece para doce.
estábamos todo afuera del corredor de la estancia de siesta; yo taba sirviendo el
mate a la gente y todo el mundo taba tomando su descanso y alguno contando
chiste porque ese día había venido un gringo que quería comprar una vaquillona y
hablaba tan mal el castellano, y nosotros por la otra punta tampoco lo hablábamos
bien y así era una conversación muy chistosa y no turbábamos todo mientras uno
hablaba como el gringo lo otro cuéra no reíamos y todavía no habíamos terminado
parece de reír y taba yo cebando el mate que le acababa de cambiar su yerba y
de repente se oye un ruido como un avión que vuela bajo y se acerca, esto yo lo
digo ahora porque ya sé cómo e que suena el avión, pero entonces todavía no
habíamos tenido ninguno por allí y por eso que todo no asustamos grande. Y el
ruido se iba cercando y parecía que la tarde que ya iba bajando se hacía claro otra
ve, y no levantamos todo y miramos por cima la casa y vimos una cosa larga,
grande, todo encendido parecía un pájaro de juego que volaba en el suelo de
miedo y yo me oriné en lo pantalones no me importa luego decirlo ahora porque yo
era un mitaí, pero algún peón con bigote grande le pasó igual así que para qué
voy tener vergüenza de contar. Y todo creímos que se venía para nosotros y todo
no echamos al suelo cuerpo a tierra y metimos la cabeza donde podíamos
pensábamos que iba a caer por nosotros y que ninguno no iba quedar. Pero la
cosa aquella bajando bajando se entró por el lago y allí no más se hundió... Más
de do cuadra de la casa cayó y hasta nuestra espalda llegó la salpicadura.
Caliente caliente te digo. Alguno le hizo ampolla.

No me va creer repito, pero demasiado hubo lástima que ya todo se murió, pero
cada uno contó a la gente, su pariente o sino su conocido y así estoy seguro que
mucho todavía por allá se recuerda.

¿Y qué lo que iba pasar? Allí por el sitio donde aquella cosa se había hundido
enseguida el agua comenzó hervir. Y hervía y hervía y no paraba. Se tuvo
hirviendo toda la noche. Ninguno de nosotros no podía dormir. No llamo la cabeza
por nuestro poncho y mirábamos ver si algún momento se apaga, pero qué
esperanza seguía siempre hirviendo y con ese ruido que hace cuando amaneció
nadie se jue a su trabajo ni el capatá quiso que no fuéramos porque todo estaban
con miedo si pasaba alguna cosa y había que salir corriendo...

Y siguió hirviendo ese día, y el otro... y parecía que no iba querer parar.
Y nosotros sin hacer nada ni siquiera tomábamos mate porque se no fue toda la
gana hasta de comer. ¿Dormir? ¿Quién lo que iba dormir con aquel lago que
parecía puchero que hierve? Pero alguien tenía que animarse hacer algo, ¿no? Un
peón medio viejo corajudo se animó para cercarse un poco al lago se santiguaba
cada paso, pero cuando volvió dijo que en la orilla todo estaba llena de pecados.
Seguro se había cocinado con aquella agua tan caliente. Entonces otro medio
chusco, dijo por qué no comemos un poco de ese pecado cocinado sin trabajo.
alguno no se río mucho porque no sirve reír demasiado por si acaso. Otros dijeron
que por nada del mundo iban comer ese pecado que a lo mejor tenía payé porque
aquella cosa de juego no era de este mundo. Otro dijo que yo me animo comer
cosa de este mundo y del otro mundo tai'en porque tengo hambre.

La verdad ya te digo nadie había cocinado en do día. Entonces el mimo peón viejo
corajudo dijo:

-Yo voy marcar por mi cuenta y si peco voy pecar para mí solito, si ustedes pyá
mirí quiere comer pecado va tener que ir rebuscarse.

Y se fue y nadie se animó ir con él. Pero él recogió cualquier cantidad pecado y
trajo y le puso sal y un poco aceite y empezó a comer y dijo:

-Etá muy rico.

Lo otro le miraba y quería tai'en comer, pero ninguno quería ser el primero para ir.
Hasta que uno se animó y luego otro tai'en y yo me juí con ello buscar y trajimos y
comimos y lo otro todo ya siguió el ejemplo y por do o tres días más tuvimos
comiendo aquel pecado cocinado de balde. Pero luego ya era un poco difícil para
distinguir el pecado fresco del otro que ya taba yné y ya no comimos más y
además apareció cantidad de pájaro grande que venía comer el pecado, aunque
ello tai'en andaban con miedo del ruido que hacía la cosa aquella hirviendo.

De noche uno o do de nosotros se subía a un cerrito que taba como a tres cuadras
de la casa para mirar y era una cosa que daba miedo ver aquella mancha roja
como un carbón encendido por debajo del agua y el agua hirviendo todo alrededor

Al cabo ya no podíamos más y el capatá me ordenó para montar a caballo para ir


hasta el pueblo do legua de allí llamar al cura que no voy decir quién era porque
más tarde dice fue un monseñor y yo respeto mucho y me encargó para decir lo
que taba pasando.

En el pueblo seguro mucho había vito aquella cosa encendida que venía cayendo
del cielo, pero como se desapareció atrás del monte nadie se había preocupado
más por saber. Y yo llegué al pueblo y le dije al cura y no me quería creer. Pero
luego ya me creyó; o si no, quería saber qué gran mentiroso que yo era y puso su
cosa en un valijín y me dio para llevar su hisopo y montó a caballo taren y se vino
conmigo a la estancia. De lejos ya oía el ruido y cuando estuvo cerca miró vio
hervir el agua y dijo: -Qué maravillas hace Dios. Y se puso su cosa que había
traído en un valijín y me dijo: -Vos me va acompañar para manejar el hisopo. Y yo
me sentí como si me había tragado una mandioca cruda-. - ¿Yo paí? le pregunté. -
Sí, vos. Y me mostró la cruz que tenía en la mano y me dijo: -Si va en compañía
de Dios ¿por qué va tener miedo?

Así me fui con el paí despacio y con su cruz en alto y mirando muy adelante hasta
llegar a la orilla. Había mucho pecado muerto y mal olor y cuando nos acercamos
salió volando cantidad de pájaro feo. Ahí taba el lago hirviendo que daba miedo y
aquella cosa que parecía una hoguera encendida debajo del agua y a mí la rodilla
me sonaba como el cencerro de la madrina.

Y el paí levantó la cruz y dijo una palabra... ¿Qué palabra? Yo no sé. Era como la
de la misa, e decir que no se entiende pero que tiene su virtud. Y me cree si quiere
y si no no me cree: pero ese mismo momento el agua comenzó a hervir menos y
menos y hasta que no quedó más que una burbujita aquí y allá por encima y un
poquito más ni siquiera la burbujita. Y la luna se asentó tranquila en el agua que
ante no podía. ¿Vos viste alguna vez la luna dentro de una olla que hierve?

... No. A nadie se le ocurrió averiguar si el agua taba muy caliente o no. Aunque
para cocer un pecado se necesita agua bien caliente, ¿no? Más que una semana
anduvimos todavía con miedo si no se pondría el agua a hervir otra vez. Y no. La
bendición del paí había sido que era santo remedio.

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