Tarea 6.3. Alimentacià N en El Lactante e Infancia
Tarea 6.3. Alimentacià N en El Lactante e Infancia
Tarea 6.3. Alimentacià N en El Lactante e Infancia
DEPARTAMENTO SANIDAD
Podemos considerar que un bebé está preparado cuando adquiere las destrezas
psicomotoras que permiten manejar y tragar de forma segura los alimentos. Como
cualquier otro hito del desarrollo, no todos los niños lo van a adquirir al mismo tiempo,
aunque en general estos cambios suelen ocurrir en torno al sexto mes.
El lactante debe presentar un interés activo por la comida, que desaparezca el reflejo
de extrusión, que sea capaz de coger comida con la mano y llevarla a la boca y que
mantenga la postura de sedestación con apoyo.
En nuestro medio, es excepcional que más allá de los 6 meses de edad todavía no se
hayan comenzado a ofrecer otros alimentos distintos de la leche. Aunque en ocasiones
puede ocurrir en niños que toman LM y que no han mostrado aún un interés activo por
la comida, esta práctica es inadecuada. Se desaconseja demorar el inicio de la AC por
encima de las 26 semanas de edad, ya que esto también puede aumentar el riesgo de
problemas nutricionales, como el déficit de hierro.
Algunos riesgos pueden ser: Las carencias nutricionales (Fe y Zn), el aumento del riesgo
de alergias e intolerancias alimentarias, una peor aceptación de nuevas texturas y
sabores y una mayor posibilidad de alteración de las habilidades motoras orales.
B- Pautas de introducción de los distintos tipos de alimentos y su
justificación:
Sólidos con riesgo de atragantamiento (frutos secos enteros, manzana o zanahoria cruda,
etc.): a partir de los 3 años.
Fruta y verdura:
Se recomienda evitar durante el primer año de vida las verduras de hoja verde con alto
contenido en nitratos, como la acelga, la espinaca o la borraja, por el riesgo de
metahemoglobinemia. En el caso de introducirlas en la alimentación, deben
representar menos del 20% del contenido total del plato. En los niños mayores, hasta
los 3 años, conviene no dar más allá de una ración diaria de estos vegetales.
Hay que introducir al niño a una serie variada de sabores (ácidos,dulces…) para que se
vaya acostumbrando y reduzca el riesgo de rechazo en el futuro.
Cereales:
Si la madre se extrae leche por otros motivos, se podrían añadir los cereales en polvo a
la leche extraída para dar al niño en alguna de las tomas, pero es un error sustituir una
toma de pecho por leche de fórmula con el único objetivo de dar cereales, ya que
puede condicionar un destete precoz innecesario y no son alimentos de consumo
obligatorio en el proceso de diversificación, especialmente si la dieta es equilibrada y
rica en hierro a través del consumo de otros alimentos como las carnes. En estos casos,
se pueden mezclar las harinas con frutas, verduras o agua.
Se recomienda evitar los azúcares libres en la dieta de los lactantes. Por ello, si se
consumen cereales en polvo u otros productos específicos para lactantes, hay que
desaconsejar aquellos que contengan miel o azúcares añadidos en su composición.
Alimentos ricos en proteínas:
Este grupo está constituido fundamentalmente por las carnes rojas, el pollo, el
pescado, el marisco, los huevos y las legumbres. Se pueden ofrecer en forma de puré,
cocinados y desmigados o en pequeños trozos en lactantes más mayores. Ofrecer
diariamente alimentos de este grupo, de forma variada, especialmente aquellos ricos
en hierro.
Lácteos:
Entre los 6 y 12 meses, la leche materna sigue siendo el alimento principal, por lo que
se recomienda mantenerla a demanda, sin disminuir el número de tomas. La
alimentación complementaria no es “sustitutiva”, sino “complementaria”. Si el lactante
mayor de 6 meses realiza al
menos 4-5 tomas de pecho al día, no se precisan otras fuentes de lácteos. Si la madre
trabaja fuera de casa, se puede ofrecer la aimentación complementaria las horas que
esté fuera, y cuando regrese del trabajo continuar con el pecho frecuente y a
demanda. Se puede ofrecer yogur natural o queso desde los 9 meses y leche de vaca
entera a partir de los 12 meses. Hay que tener en cuenta que la leche materna sigue
siendo el lácteo de primera elección y se recomienda por encima de cualquier otra
leche, siempre que madre e hijo lo deseen, hasta los 2 años o más. En el caso de
lactantes no amamantados, la fórmula indicada por encima de los 6 meses de edad es
la fórmula de continuación. Según se vaya diversificando la dieta, disminuirá la
cantidad de leche ingerida, aunque se recomienda mantener al menos dos raciones de
lácteos diarios (aproximadamente 500 ml al día).
Por lo tanto el niño estará en condiciones óptimas de salud y niveles adecuados para su edad y
datos clínicos.