Familia y Vida Cotidiana en America Latina Siglos Xviii XX - 216 230
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Amancebamiento y matrimonio en el
Paraguay (siglo XIX)
Barbara Potthast
1 "La moral pública no está de lo mejor y se dice que (en) Francia el 'dictador supremo' José
Gaspar Rodríguez de Francia ha exigido cumplir todos los mandamientos menos el sexto
(anglizado el séptimo)". Así describía un viajero inglés, Michael Mulhall, su impresión del
Paraguay a mediados del siglo XIX. Y no era el único. En 1820, el médico suizo J.R. Rengger,
anotaba en su diario: "No puedo, por todo lo que he visto hasta ahora, dar un cuadro de
costumbres favorables de la población local"1. A fines de siglo, después de una guerra
desastrosa, el país tenía fama de ser un "país de las mujeres" porque tenía un exceso
demográfico del sexo femenino, y se decía que éstas eran libres de costumbres y hasta se
peleaban por los hombres que llegaban al país2. Altas tasas de nacimientos ilegítimos y de
mujeres cabeza de familia parecen corroborar esta imagen. Pero ¿Son estos datos
demográficos realmente el indicio de una relajación de las costumbres sexuales? A los
europeos les parecía que sí, pero los paraguayos eran de otra opinión. Escuchemos a un
español, Ildefonso Bermejo, que a mediados de siglo vivió por varios años en el Paraguay:
"En el campo se veían [¡] jóvenes de ambos sexos, caminar y ejercer sus faenas
campestres completamente desnudos, bañarse juntos hembras y varones, y retozar
de manera sexos encontrados, que yo mismo me he visto precisado á tomar
diferente rumbo para desatender escenas ofensivas á la moral. Lo más extraño del
caso es que lo verificaban, persuadidos de que no lastimaban el pudor ni
maltrataban las buenas costumbres"3.
2 Hace algunas décadas una anciana recordaba: "Nosotros los de antes […], éramos
inocentes; no había malicia en nada y nos respetábamos mucho. Así podían bañarse en el
arroyo hombres y mujeres y aquellos nunca molestaban a ninguna mujer"4.
3 ¿Quiere decir esto que el Paraguay del siglo XIX, era algo así como el paraíso terrenal,
donde no existía el pecado original? Esto ciertamente no, pero parece que sí existía un
código de moral diferente al de la doctrina católica. En las siguientes páginas, voy a
indagar sobre esta moral, poniendo énfasis en las relaciones entre los géneros y las
formas de su convivencia, es decir: las relaciones sexuales, el concubinato y el
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familiares y las costumbres sexuales. La presión del cura local y también el control social
dentro de los pueblos hacía difícil que la gente en estas circunstancias evadiera las
normas establecidas. Hemos encontrado varios casos de indios fugitivos que casi siempre
estaban vinculados en alguna relación ilícita13. En las ciudades, el control -si es que
existía- era menor.
15 La importancia de este factor, que quisiera denominar control institucional y sanción
(positiva o negativa), también puede explicar el aumento de la ilegitimidad a lo largo del
siglo XIX, observada en todas las parroquias examinadas. Durante el gobierno del Dr.
Francia, la iglesia se encontraba bajo una presión muy severa y el dictador hizo todo lo
posible para reducirla a un instrumento sin poder en manos del estado. Sus medidas, que
en esta parte no puedo describir en detalles14, tuvieron como consecuencia una
disminución de clérigos. Al terminar su largo gobierno, por lo menos la mitad de las
parroquias estaban sin cura permanente. Y como al Dr. Francia mismo no le importaban
los problemas morales, al final no quedaba ninguna institución que tuviera interés en
reforzar el matrimonio cristiano.
16 Otras maniobras políticas, especialmente en su legislación, referente a enlaces
matrimoniales entre la elite "blanca", aumentaron aún más el abandono de los modelos
cristianos de la familia en la población paraguaya. Quisiera describir sólo a grandes rasgos
esta medida inusitada, que -en mi opinión-generalmente se ha interpretado
erróneamente: En 1814, poco tiempo después de la declaración de la independencia, el Dr.
Francia dictó un decreto que prohibía el matrimonio entre paraguayos y extranjeros, los
que en este caso eran ante todo los comerciantes porteños e inmigrantes españoles
llegados a fines del siglo XVIII, atraídos por el auge económico que acompañó la creación
del virreinato del Río de la Plata. Esta ley les permitía casarse solamente con indios de los
pueblos o las castas. El decreto ha sido interpretado por los historiadores como un intento
consciente de intensificar la ya profunda mezcla racial de la población paraguaya y
amalgamar los grupos étnicos15. En otro lugar he demostrado que esta ley muy
probablemente tuvo otros objetivos más bien económicos, pero incluso si la intención
hubiera sido fortalecer la mezcla racial no tuvo el éxito esperado. Un análisis de los
registros matrimoniales y también de documentos narrativos revela que la elite en vez de
casarse con gente de la clase baja u otras razas, contraía matrimonio consensual dentro
de su propia clase social, en este caso, con los extranjeros y la elite criolla local y esperaba
que muriera el dictador16. Por esta razón no había ningún grupo o institución durante la
primera mitad del siglo XIX, que controlara y promoviera el matrimonio y la formación
familiar, e incluso en los estratos más altos de la sociedad, el embarazo y los nacimientos
fuera del matrimonio no llevaban ningún estigma. Así, por ejemplo, el ya citado médico
suizo Johann Rudolf Rengger relata:
"Las mujeres y muchachas jóvenes a menudo son singularmente desenvueltas en
sus conversaciones… y una chica soltera de buena familia no encubre su parto
llegado el momento y se muestra después públicamente, sin la más mínima
vergüenza"17.
17 La población mestiza de la clase baja siempre había vivido en relaciones informales y
uniones de concubinato, pero durante el gobierno del Dr. Francia, incluso el estado, las
clases más altas y la iglesia en el Paraguay llegaron a aceptar esta forma de vida. El
intento del sucesor de Francia, el presidente Carlos Antonio López, de "remediar" esta
situación e imponer más rigurosamente la moral católica, tuvo muy poco éxito, aunque la
elite, que ahora había vuelto a desempeñar un papel importante, al menos en la vida
social, generalmente se destacará por su mayor adhesión a la moral católico-europea.
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Pero era demasiado pequeña, heterogénea y sin poder como para ejercer influencia en la
situación general. Las tasas de ilegitimidad seguían creciendo y después del intento de
influir en la situación familiar durante los primeros años de su gobierno, el presidente
López no volvió a ocuparse demasiado de la moral sexual de sus súbditos18.
18 En resumen, el alto porcentaje de unidades domésticas dirigidas por mujeres y los
nacimientos ilegítimos en el Paraguay fueron producto de la migración de mujeres y
hombres, por razones que se basaban en el sistema económico, político y la cultural del
país. A saber: las condiciones de la producción yerbatera y del servicio militar, la
debilidad de la iglesia fuera de las antiguas misiones jesuitas y el intenso mestizaje.
Además, tal vez la tradición guaranítica, que recalcaba más los lazos sanguíneos entre
padres, hijos y hermanos (o sea, la familia de origen) que la relación entre los cónyuges,
haya jugado un cierto rol, al menos en las áreas rurales. Ésta concordaba bastante bien
con la cultura española de los primeros conquistadores que habían traído más bien la
tradición medieval en su "bagaje cultural" y aun conocían uniones consuetudinarias e
instituciones como la barraganía. La posterior reforma del Concilio de Trento apenas tuvo
impacto en este rincón abandonado del imperio, de manera que el concubinato o como se
decía en esa época, el amancebamiento, seguía siendo una forma de relación aceptada por
la población paraguaya.
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consideraran adecuada, a veces tenemos la impresión que casi reproducían las palabras
originales de los feligreses. Por eso podemos suponer que las fuentes son de algún valor
documental y que las razones alegadas en ellas suelen coincidir con las expuestas por los
propios peticionarios, aunque algunos puedan haber estado aconsejados por el párroco
acerca de los argumentos indispensables, como el deseo de "servir mejor a Dios". Si
comparamos los argumentos antes y después del reglamento mencionado, esta impresión
se corrobora, ya que después de 1845 aumentan considerablemente los argumentos que
estaban en concordancia con el derecho canónico, como por ejemplo, la legitimación de
los hijos o el mejoramiento de la conducta moral. Mientras que antes de 1845, un poco
más de la mitad de los peticionantes para la dispensa tenían hijos comunes (o la mujer
estaba embarazada) y sólo un 5% decía que un motivo para casarse era el deseo de
legitimar la prole, en 1846 ya era el 34 %. En 1864 esto había disminuido otra vez a un 23
%, pero la tendencia estaba bien clara. Antes de esta reforma eclesiástica de 1844, el
motivo más importante además del deseo de legalizar la prolongada relación ilegítima,
era el deseo de ayudarse mutuamente y proteger a la novia (70%). Los hombres
mencionaban causas bastante mundanas para casarse, como p.e. Miguel Gerónimo
Dominguez, quién declaró que "siendo tan trabajosa la vida de un hombre constituido en
orfandad como él se ve, sin tener quien lo asista en su madura edad, y escasez o pobreza,
le es de suma necesidad tomar una compañera conocida que lo ayude y… su casa en las
ocasiones, como súbdito, tiene que obedecer a sus jefes en los servicios públicos" (IM
1843). Antonio Villagra también alegó como la causa principal: "el ser yo huérfano de
padre, y no tener en mi casa una persona quien llegue a cuidar, el corto interés que tengo
para mi subsistencia cada ves que mis jefes me destinan a los servicios de la patria como
cabo que soy un urbano de esta" (IM 1845). Desgraciadamente sabemos poco de las
razones de las mujeres para casarse, y rara vez leemos observaciones como la de Vicente
Vargas, de que su novia dice: "vive una vida difícil y trabajosa sufriendo barios insultos é
importunaciones de su padre ebrio, sin la compañía y consuelo de otras hermanas, pues
todas ellas habían tomado estado de matrimonio y viven fuera de la habitación" (IM
1845). La mayoría de las solicitudes contenían sólo una fórmula casi estereotipada de que
los hombres querían proteger a su novia, que casi siempre era pobre y huérfana de padre
o tenía que sostener a una madre anciana y a sus propios hijos. En un total de 70% de los
documentos, los peticionantes declaran que tanto su novia como ellos son pobres y no
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los paraguayos se casaba (y sigue casándose en muchos lugares del campo paraguayo)
después de varios años de concubinato y del nacimiento de más que un hijo. La mujer
quería estar segura de que el compañero era trabajador y de confianza, que no la
golpearía infundadamente ni a ella ni a sus hijos, y que no derrochaba sus ingresos en
juegos y bebidas. Las mujeres, a su vez, tenían que probar sobre todo su fidelidad al
compañero. Así, por ejemplo, se frustró el matrimonio previsto entre Ramona Espinola y
Jerónimo Sanabria, que habían convenido en casarse si todo iba bien cuando él regresara
de su servicio militar, que duraba varios años ya. Pero cuando Sanabria regresó de su
servicio en 1860 y encontró a su compañera embarazada, sabiendo que él no podía ser el
causante del embarazo, desistió de los planes de casarse con ella30.
26 Sobre todo las demandas de dispensa de un impedimento matrimonial, que muchas veces
se hacían después de un largo amancebamiento y el nacimiento de varios hijos, como se
señalaba anteriormente, confirman la existencia de esta mentalidad premoderna del
matrimonio como un proceso en el siglo XIX. Otro indicador es el lugar de origen de los
demandantes de una dispensa. Alrededor del 90% de los novios con impedimento 31 vivían
en el mismo pueblo. Es cierto que estos novios también estaban predestinados a tener
algún impedimento matrimonial, pero se observa claramente la tendencia a casarse
después de un largo noviazgo o concubinato, y casarse con una persona bien conocida.
Solamente así era posible prevenir malas sorpresas, y como el matrimonio tenía la
desventaja de no poder disolverse fácilmente, era preferible amancebarse primero. El
matrimonio no era el comienzo, sino el apogeo de la formación de la pareja y de familia.
En esta mentalidad se reflejan tanto el concepto premoderno32 como también la situación
socioeconómica de la mayoría de los paraguayos, que no permitía planes a largos plazos
ni seguridad económica o emocional.
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Fuente: Genealogical Society of Utah, Film Area, Paraguay, Asunción, Parroquia de la Encarnación,
Bautismos 1818-37, 1837-1863, Film no.1161925, 1161926; Villa Rica, Bautismos 1820-47, 1846-58,
Film no. 1291343, 1291344 Santa Rosa, Bautismos 1792-1853, 1855-1862, Film no. 1219486,
1219487. Concepción, Horqueta, 1802-1889, Film no. 1219248. Los números de Villa Rica 1860
fueron extraidos de Barbara Ganson: „Following their Children into the Battle: Women at War in
Paraguay, 1864-1870", en: The Americas, XLVI, no.3, January 1990, 335-371.
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Demandas de divorcio
Fuente: Genealogical Society of Utah, Film Area, Paraguay Archivo de la Arquidiócesis de Asunción,
Obispado de Asunción, Divorcios 1808-1838, 1821-1846, 1844-1859, 1843-1862, 1858-1894,
1895-1911, Filmes nos. 0636176-0636181.
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NOTAS
1. Michael G Mulhall. The Cotton Fields of Paraguay and Corrientes. Being an Account of a Tour through
these Countries. Preceded by Annals of Cotton-Planting in the River-Plate Territories from 1862 to 1864.
Buenos Aires, 1864, p. 108; Johann Rudolf Rengger. Reisenach Paraguay in den Jahren 1816-1826, hrsg;
Aarau V. A Rengger. 1835, p. 409; véase también ibid., p. 411; J.P. u G.P. Robertson. Dr. Francia von
Paraguay, geschildert während eines vierjährigen Aufenthaltes in dieser Republik, nebst den nothigen
Erläuterungen über die südamerikanische Revolution, 3 vols. Quedlingburg u. Leipzig 1839, III, p. 145;
Charles Blachford Mansfield. Paraguay, Brazil and the Píate. Letters written in 1852-1853. With a
sketch of the author's life by the Rev. Charles Kingsey, New York, 1971. Cambridge, 1856, pp.
352/53; George Frederik Masterman. Siete años de aventuras en el Paraguay. Buenos Aires, 1871, p.
50, o el comentario del ministro francés, Laurent-Cochelet, cit. en Milda Rivarola. La polémica
francesa sobre la Guerra Grande. Eliseo Reclus: La guerra del Paraguay. Laurent-Cochelet: Correspondencia
consular. Asunción, 1988, p. 110.
2. Alexander Jonin. "Durch Süd-Amerika: Reise und kulturhistorische Bilder", vol. 1: Die Pampa-
Länder, Berlin 1895, p. 815; Krier, Hubert. Tapferes Paraguay, Tübingen, 1982, p. 42.
3. Ildefonso Bermejo. Vida paraguaya en tiempos del viejo López. Buenos Aires, 1973, pp. 199/200. Los
paraguayos, que son descritos siempre como personas muy aseadas, se bañaban diariamente en el
río, hombres tanto como mujeres, y esto sin pudor, lo que llamó la atención de casi todos los
viajeros. Véase Michael Mulhall. Cotton Fields…, p. 86, 108; Theogene Page. Le Paraguay et les
républiques de La Plata. Paris, 1851, pp. 10/11; Alfredo Viola (ed.). "El diario de Nicolás Descalzi",
Anuario del Dr. Francia, IV, No. 4 (1982), p. 44; Reise Rengger, p. 450; Robertson, Dr. Francia, III, pp.
146-48; George Masterman. Siete años…, pp. 25/6; Héctor Varela. Elisa Lynch. Buenos Aires, 1934,
pp. 200, 206, 223, 229/30.
4. Entrevista con María Concepción Cancado, en La Tribuna, 1.3.1970.
5. Compare Thomas Whigham. The Politics of River Trade. Tradition and Develop-ment in the Upper
Plata, 1780-1870. Albuquerque, 1991.
6. Barbara Potthast. "El mestizaje del Paraguay como identidad y mito nacional", así como Sonia
Steckbauer. "El bilingüismo en el Paraguay", ambos en: Karl Kohut/Barbara Potthast-Jutkeit
(eds.). El espacio interior de Sudamérica. ¿Centro o periferie del continente sudamericano?, pp. 345-362,
381-400.
7. Para más detalles, véase Barbara Potthast-Jutkeit. ¿Paraíso de Mahoma o país de las mujeres? El rol
de la familia en la sociedad paraguaya del siglo XIX. Asunción, 1996, pp. 89-104 y los cuadros
correspondientes.
8. Desgraciadamente para los historiadores, estos libros no contienen la misma informacoión
como en otras regiones latinoamericanas. No hay registros separados para españoles, indígenas y
castas, y no se mencionaba el grupo étnico salvo cuando se trataba de pardos, el resto eran
considerados "paraguayos". En los pueblos de indios, que existían hasta 1848 como entidad
jurídica propia, solamente se distinguía entre naturales y forasteros. Otro problema es el hecho
de que durante el gobierno del Dr. Francia, por falta de clérigos, gran parte de las parroquias eran
administradas por el cura de una iglesia vecina.
9. Los intervalos irregulares se deben a los problemas de la iglesia paraguaya durante el gobierno
de Francia, cuando muchas parroquias perdieron a sus párrocos.
10. Barbara Potthast. "Hogares dirigidos por mujeres e hijos naturales. Familia y estructuras
domésticas en el Paraguay del siglo XIX", en: Ricardo Circerchia (ed.). Formas familiares, procesos
históricos y cambio social en América Latina. Quito 1998, pp. 131-148; "Alleinerziehende Mütter" in einer
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J. Cooney and Th. Whighman (eds.). El Paraguay bajo los López. Algunos ensayos de historia social y
política. Asunción: Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, 1994, pp. 61-108, o de la misma "La
moral pública en Paraguay: iglesia, estado y relaciones ilícitas en el siglo XIX, en Pilar Gonzalbo y
Cecilia Rabell (eds.). Familia y vida privada en la historia de Iberoamérica. México, 1996, pp. 133-159.
19. Véase p.e. los casos de Victoriano Caballo, Archivo Nacioanl de Asunción (ANA), Sección
Judicial y Criminal (SCJ) volumen 1507, año 1860 [en adelante se cita la documentación del
archivo de la forma siguiente: ANA-SJC 1507 (1860)], Casimira Ocampos ANA-SJC 1606 (1847),
Antonio Toledo y María Ramona Villalova o Juan José Espinosa, IM 1845. [los documentos del
Archivo de la Arquidiócesis de Asunción (AAA) se citan de la forma siguiente: nombre(s), tipo de
documento, año, en el presente caso: nombre, impedimento matrimonial (IM) y año].
20. Citas de peticiones de una dispensa de un impedimento matrimonial 1845.
21. ANA-SJC 1649 (1860). Para otros casos comp. Potthast, "Paraíso…", pp. 174-178.
22. Para mayores detalles, vea Barbara Potthast, "Paraíso…", p. 170.
23. Si los padres no vivían juntos, era la costumbre de dar una vaca a la madre para ayudarla a
criar al hijo. Comp. Barbara Potthast, "Paraíso…", p. 195.
24. Citas en Marilyn Godoy Ziogas. Indias, vasallas y campesinas. La mujer rural en las colectividades
tribales, en la colonia y en la república. Asunción, 1987; y Marilyn Godoy Ziogas, Olga Caballero
Aquino y Manuelita Peña de Escobar (eds.). Pintadas por sí mismas. Historia de diez vidas. Asunción,
1986.
25. Informe del juez de Paz de Asunción, Parroquia de la Catedral, ANA-SH 337 y ANA-SJC 2198,
Causa de María del Rosario Silva.
26. AAA, Divorcios, Fca. Ignacia Roxas contra Pasqual Valiente, 1829. Villeta.
27. Carlos Rey de Castro. La clase rural paraguaya. Prólogo del doctor Manuel Domínguez.
Asunción, 1903, p. 19; George Thompson. La guerra del Paraguay. Buenos Aires 1910-1911 vol. I, p.
11; Teodosio González. Infortunios del Paraguay. Buenos Aires, pp. 98-100. Marilyn Godoy Ziogas et.
al., Pintadas, pp. 129-130 recoge testimonios de mujeres paraguayas de hoy, que afirman que una
vez casadas, uno tiene que aguantar casi todo y prefieren por ello vivir en concubinato.
28. Por ejemplo, IM 1843 de Blas José Alvares y Gregoria Rojas, IM 1842 de José Domingo Saldívar,
así como algunos casos en los documentos matrimoniales, donde se pedía la absolución posterior
de un impedimento para revalidar el matrimonio.
29. El argumento denominado "separación: difícil vecindad" puede considerarse también como
una forma de declarar el amor, ya que la argumentación habitual era, que reincidían en las
relaciones ilícitas, porque vivían cerca y volverían a encontrarse. Para la situación contraria, de
no querer seguir con la relación por falta de amor, véase p.e. el pleito entre Carlota Encina e
Indaleció Mongelóss, ANA-SJC 1824 (1864), donde ella se queja de que el seguía persiguiéndola
para reanudar el vínculo. Ella declara que el amor "ya no existe a causa de sus malos tratos" y que
por esto no hay ninguna posibilidad de seguir la relación. Comp. también las quejas de divorcio y
el fallo de los jueces, que casi siempre se justificaba con la falta de amor y hasta el odio entre los
cónyuges.
30. ANA-SJC 1649 - Celos, fundados o no, eran la causa más importante de parte de los hombres
para querer separarse de sus mancebas o esposas o castigarlas. Comp. Barbara Potthast,
"Paraíso…", pp. 152-154 y las actas de divorcio.
31. Desgraciadamente no podemos analizar este factor en los libros-registros de casamientos, ya
que eran muy mal llevados y muchas veces no proporcionan datos sobre el lugar de nacimiento y
los padres.
32. Jack Goody. Die Entwicklung von Ehe und Familie in Europa, Frankfurt M. 1989, pp. 89-91, 162-168,
208-209, 259; o Ann Twinam. Public Lives and Private Secrets. Gender, Honor, Sexuality, and Illegitimacy
in Colonial Spanish America. Stanford, 1999, pp. 36-50.
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