Arte de Mesopotamia
El arte mesopotámico es una división cronológica y geográfica de la historia del arte que
trata de Mesopotamia durante la Edad Antigua. Hace referencia a las expresiones artísticas de
las culturas que florecieron en las riberas de los ríos Tigris y Éufrates desde el Neolítico (hacia
el VI milenio a. C.) hasta la caída de Babilonia ante los persas en el año 539 a. C
Entre ambas fechas se desarrollaron
las civilizaciones sumeria, acadia, babilonia (o caldea), casita, hurrita (Mittani) y asiria (arte
asirio).
Tras milenios pendulando entre el predominio de la Baja Mesopotamia y la Alta Mesopotamia,
la región, al formarse el imperio persa, se incorporó a una dimensión espacial de orden muy
superior, que el imperio de Alejandro Magno y el helenismo conectaron con la época
romana (arte persa, arte helenístico). Incluso en la época anterior a los persas, el arte
mesopotámico tuvo varias vías de contacto, a través de la guerra, la diplomacia y el comercio
a larga distancia, con el de las demás civilizaciones del Antiguo Oriente Próximo (arte de la
civilización hitita y otras del Asia Menor; arte fenicio, del antiguo Israel y de otras civilizaciones
del Levante mediterráneo; y el arte egipcio), e incluso con el arte de la India y del Asia central.
Cerámica[editar]
Desde el Neolítico, la cerámica (que aparece en Anatolia hacia el 6000 a. C.) es el
principal elemento diferenciador de la cultura material, puesto que los cambios
tipológicos, a veces muy sutiles, permiten identificar el origen y la datación de las
piezas y de su contexto arqueológico.
Su función como recipiente para la conservación y el transporte de todo tipo de
alimentos y bebidas (incluso de otros materiales) es crucial en un momento en el que
se estaba desarrollando (pasando de aldeana a urbana)8 la primera economía
productiva con excedentes, división del trabajo y comercio a larga distancia. De no
menor importancia es su valor como vehículo de expresión artística; tanto en el
modelado como en la decoración, en estrecha relación formal con piezas escultóricas
o de orfebrería, y con la pintura en otros soportes.
Incluso los primeros documentos que registraron la historia (Uruk, hacia 3300-3200 a.
C.), al hacerlo mediante tablillas de arcilla grabadas con escritura cuneiforme,
estuvieron íntimamente ligados a la cerámica mesopotámica.
Metalurgia y orfebrería
Hacia la mitad del III milenio a. C. se produjo el florecimiento de la metalurgia. Si bien
desde milenios atrás se fabricaban objetos de metal a base de materiales metálicos
encontrados tal cual en la naturaleza (metal nativo), fue en este período cuando
aparecieron las primeras técnicas de forja y de obtención de metal a partir de
minerales metalíferos (mena).11
Además de los metales preciosos (oro, plata y su aleación natural, el electro) y
del plomo, entre los primeros metales destacó el cobre, que poco después se
comenzó a alear con estaño o con arsénico para fabricar bronce, que a diferencia de
las anteriores (relativamente fáciles de trabajar) era una materia muy resistente y
adecuada para la fabricación de armas y todo tipo de utensilios y obras de arte; lo que
requería su fundición y la obtención de la forma requerida mediante un molde o la
técnica de la cera perdida. Estos dos tipos de bronce convivieron durante unos mil
años en diferentes zonas geográficas del Antiguo Oriente Próximo: el bronce
arsenioso se dio al sur de Mesopotamia, en Canaán, al este de Anatolia y en
el Cáucaso; y el bronce de estaño en toda Mesopotamia, Irán, Siria y Cilicia. La única
región donde estos dos tipos de bronce convivieron fue Mesopotamia. Hacia principios
del II milenio a. C. el bronce de estaño terminó por imponerse.4
Hacia 1200-1000 a. C. se incorporó el uso del hierro en la metalurgia, posiblemente a
partir del descubrimiento de la tecnología de carburación; aunque en esta época su
escasez y alto precio (muy superior al del cobre y en muchos casos similar al del oro)
restringía su uso al ámbito militar, y no se popularizó hasta mucho más tarde.11
En los documentos de la época se distinguían tres profesiones relacionadas con el
trabajo de los metales: el qurqurru era el encargado de la obtención del metal desde el
mineral, esto es, el metalúrgico; el nappahu o fundidor, era el encargado de fabricar
las piezas a base del material obtenido del qurqurru; por último, el kutimmu se
encargaba del trabajo de los metales preciosos (la orfebrería).11
El trabajo del bronce dorado tuvo un particular desarrollo en el reino de Urartu (desde
el Cáucaso hasta el norte de Mesopotamia) entre el siglo IX y el VII a. C.12
A diferencia de la cerámica, que solía producirse en talleres autónomos, la metalurgia
era un sector controlado por el Estado, dado su carácter estratégico y la necesidad de
obtener sus materias primas por comercio a larga distancia.
Arquitectura
La determinación geográfica (escasa disponibilidad de piedra y abundancia de arcilla)
se ha considerado la causa principal de la preferencia mesopotámica por el adobe y
el ladrillo como base material de su arquitectura. Aunque gran parte de la arquitectura
es adintelada (con el uso de vigas de madera), el arco y la bóveda (adecuados para
su construcción con dovelas de ladrillo) son más comunes que en la arquitectura
egipcia. La principal diferencia con ésta fue la mucha menor importancia de
los monumentos funerarios. Son otras dos tipologías básicas para el urbanismo y la
arquitectura las que nacieron en Mesopotamia: el templo y el palacio. Las casas de
los dioses, de los reyes o de las gentes del pueblo se denominaban con el mismo
nombre: É en sumerio, bītu(m) en acadio. La necesidad de segregación y defensa
hizo que tanto los edificios singulares como los complejos de edificios de función
religiosa y política, y las propias ciudades se rodearan de murallas.
Los templos mesopotámicos tomaron forma de pirámides escalonadas (ziggurat), lo
que dio origen al mito de la torre de Babel (identificada con Etemenanki, el ziggurat de
la ciudad de Babilonia, templo dedicado a Marduk -aunque tradicionalmente se
relacionaba, por proximidad fonética, con Bal o Bel-19 ).
El palacio de Mari (rey Zimri-Lim, siglo XVIII a. C.) es la estructura palaciega más
antigua conservada, aunque las hubo en las ciudades de Baja Mesopotamia desde
el Período Dinástico Arcaico, y siempre se reprodujo la estructura modular
rectangular, derivada de las viviendas comunes, a la que se añadían elementos de
prestigio, como bóvedas, columnas, escalinatas y todo tipo de decoración. Las
estancias se articulaban en torno a un patio central en dos zonas diferenciadas (una
pública y otra privada), aunque sólo había una gran puerta de acceso. El palacio
asirio se concebía como una ciudadela amurallada, dentro de la que también se
encontraba un templo. En el periodo paleoasirio se construyó el palacio de Shamshi-
Adad I en Assur. Los más importantes palacios del periodo neoasirio (siglos IX-VIII)
fueron los de Nínive (el palacio de Asurbanipal II y el palacio de Senaquerib), los
de Nimrud (el palacio de Asurnasirpal II y el palacio de Titglarpiliser II) y el
de Khorsabad (el Palacio de Sargón II). Ya en el periodo neobabilónico (siglos VII-VI
a. C.), el palacio de Nabucodonosor II en Babilonia dio origen al antiguo mito de
los jardines colgantes (pensil23 ).
Escultura
La inexistencia de piedras duras en la zona de aluvión de la Baja Mesopotamia
convertía este tipo de material en un producto de lujo, objeto del comercio a larga
distancia (que proporcionaba también gemas de la
India, marfil africano, lapislázuli centroasiático o ámbar nórdico),27 lo que explica que
la estatuaria monumental no sea tan frecuente como en la escultura egipcia. Sólo
algunos reyes asirios mandaron realizar estatuas de bulto redondo, siendo mucho
más frecuentes las de pequeño tamaño, de terracota o incluso de bronce o materiales
preciosos (piedras finas -glíptica-, metales, etc. -véase la sección de metalurgia y
orfebrería-).28 Obsidiana, diorita, dolerita, serpentina, hematites, jaspe, cornalina, este
atita, alabastro o incluso materiales tan corrientes en otras regiones como la piedra
caliza, eran objeto de cuidado tratamiento. Muy abundantes son los sellos cilíndricos,
utilizados como marcas de identidad, que se grababan en relieve inverso y se hacían
rodar sobre la superficie a dejar "firmada". Los asuntos de los relieves sigilares
(sellos) suelen consistir en representaciones mitológicas de horribles divinidades o de
poderosos genios luchando con fieras y domándolas. Los temas de los relieves
monumentales se ajustan a la glorificación del monarca, quien por lo común se
presenta rodeado de cortesanos y recibiendo tributos de los países vencidos,
luchando con sus enemigos y sometiéndolos a terribles tormentos, en partidas de
caza u ofreciendo sacrificios.29 Estelas grabadas al bajorrelieve marcaban los hitos
militares de los reyes y su actividad ritual y legislativa; mientras que
los kudurru cumplían funciones de marcaje de límites. Exvotos ofrecidos a las
divinidades representaban a sacerdotes o altos dignatarios. También fue muy
abundante la representación de imágenes de dioses, espíritus malignos o protectores,
u otros personajes de la mitología
mesopotámica (Gilgameš, Enkidu, Uanna, Ninhursag). La decoración de los muros de
los palacios asirios incluyó vastos frisos de bajorrelieves de batallas, cacerías o
escenas cotidianas.30 Monumentales lamasu o kirubi protegían las puertas, y los
muros de Babilonia se decoraron con animales fantásticos (Mušḫuššu) al bajorrelieve
policromado mediante la técnica de la cerámica vidriada. En otros contextos, se
esculpían otras figuras teriomórficas, como los siete "hombres pez" (apkallu o abgal).
Contemporáneamente a los inicios de la escultura egipcia, se desarrolló en la Baja
Mesopotamia la escultura sumeria (con su prolongación en la acadia, babilónica o
caldea), y más tarde en la Alta Mesopotamia la escultura asiria. La escultura
mesopotámica, en ambas zonas, se caracterizó por la robustez de las formas, sobre
todo, de las humanas (rechonchas y con vigorosa musculatura, anchas espaldas, aire
severo, pómulos salientes, ojos muy abiertos, pobladas cejas y escasos pliegues en la
vestimenta, la cual suele llevar grandes franjas). Los relieves ofrecen por lo común
mayor profundidad que los del arte egipcio, con algún intento de perspectiva y más
intensidad en la reproducción de detalles. La escasez de representaciones puramente
pictóricas, y el hecho de que los relieves habitualmente se pintaban convierte a la
escultura en la principal de las artes figurativas mesopotámicas. El tratamiento de la
figura humana implicaba la personalización: se representa siempre a personas
individualizadas, muy a menudo con su nombre grabado. De hecho, se pretende
sustituir a la persona más que representarla, lo que implica el denominado realismo
conceptual y convenciones artísticas en cierta medida similares a las egipcias: cabeza
y rostro desproporcionados respecto al cuerpo, simplificación y regularización de las
formas mediante la ley de la frontalidad (figuras de perfil y con el ojo de frente, aunque
los hombros y el pecho guardan la posición natural -a diferencia de lo común en
Egipto-), la simetría axial (de derecha a izquierda),
el geometrismo o geometrización (inclusión en un esquema compositivo como el
cilindro o el cono) y la perspectiva jerárquica (modificación del tamaño según la mayor
o menor importancia, no según la mayor o menor lejanía). Aunque la calidad de
ejecución escultórica suele considerarse como inferior a la de Egipto, es
significativamente mayor el realismo con que suele tratarse la figura de los animales,
siempre más expresiva que la del hombre (en las representaciones humanas no se
pretende el realismo, sino la adecuación conceptual). En cambio, los motivos
vegetales, poco presentes, suelen representarse de forma estereotipada, desprovistos
de naturalidad o realismo.
Periodos sumerio, acadio y neosumerio[editar]
Los primeros ejemplos escultóricos pertenecen al periodo de Uruk y al periodo
dinástico arcaico, como la famosa Estela de los buitres, que representa al
rey Eannatum de Lagash triunfante de sus enemigos de la ciudad de Umma, los
cuales aparecen devorados por aves de rapiña. La gran mayoría de estas esculturas
tenían una función votiva. A comienzos del III milenio son muy abundantes las
representaciones de Gudea y de Ur-Bau (Ur-Baba o Kubaba).31 Entre las muchas de
Gudea que han perdido su cabeza hay dos estatuas sedentes del Louvre, conocidas
como Arquitecto del plano y Arquitecto de la regla por tener respectivamente, sobre
sus rodillas, un plano y una regla esculpida (de medida equivalente al pie babilónico -
27 centímetros, dividida en dieciséis partes iguales con otras
subdivisiones-).32 Característica distintiva de este periodo es la representación de los
personajes masculinos sin barbas, como los egipcios
Periodo paleobabilónico[editar]
En el primer periodo en el que la ciudad de Babilonia estableció su predominio sobre
el espacio mesopotámico, el testimonio histórico más importante es el
denominado Código de Hammurabi, una estela en la que el rey aparece portando los
símbolos del poder y la justicia y recibiendo del dios Shamash las leyes que se
inscriben debajo. Destacado por sus características formales es el notable relieve
denominado La reina de la noche o Relieve Burney, que representa probablemente a
una diosa (Ištar, Ereškigal o Lilitu) junto con motivos iconográficos animalísticos.
Periodo asirio
La escultura asiria, muy parca en estatuas, abunda en relieves sobre piezas
de mármol y alabastro. En ellos, se exagera la robustez de la musculatura
humana que se imitó de la escultura caldea. Los personajes de distinción y
los genios o dioses llevan grandes barbas con rizos escalonados (de los
cuales ya hubo algún ejemplar de pequeñas estatuas mitológicas y de
relieves en la escultura sumeria) mientras que los eunucos o servidores del
rey se presentan sin barba; y todos con trajes talares o, por lo menos, hasta
la rodilla ostentando grandes flecos o franjas en los bordes de la vestimenta.
Son también característicos del arte asirio (y del persa que le sucedió)
los lamasu que se colocaban a los lados de las puertas de los palacios
reales (kirubi o querubín —en el mundo judío—, también
denominados androsfinges —de los términos griegos andros, varón,
y esfinge—, una construcción quimérica caracterizada por mezclar
miembros de toro, león y águila con una cabeza humana) que tuvieron ya
sus antecedentes en las figuras pequeño tamaño de época sumeria y
babilónica (toros androcéfalos).
Periodo neobabilónico
A finales del siglo VII y durante el siglo VI a. C. Babilonia volvió a convertirse
en el centro político del área mesopotámica, bajo la llamada dinastía
neobabilónica o caldea (la XII). Muy impactante, por su policromía, es la
decoración escultórica de la Puerta de Ishtar.
Pintura
Son muy pocos los ejemplos conservados de pintura mesopotámica.
La policromía de estatuas y relieves se ha perdido en su mayor parte;
mientras que los frescos no son tan abundantes como en la pintura
egipcia y sólo aparecen excepcionalmente (palacio de Zimri-Lim en Mari -
siglo XVIII a. C.-, palacio de recreo de Tiglatpileser III en Til Barsip -siglo VIII
a. C.-)35
El mosaico y la taracea, técnicas de gran durabilidad, sí tienen algunos
ejemplos significativos en el arte mueble, como las espectaculares piezas
halladas en las tumbas reales de Ur (estandarte de Ur, arpas de Ur, juego
real de Ur -III milenio a. C.-)
El ladrillo vitrificado fue utilizado con criterios decorativos en ciertas
construcciones, incluso en algunos casos se le moldeaba en relieve para
formar figuras (puerta de Ishtar de Babilonia, siglo VI a. C.)
Cerámica
Metalurgia y orfebrería
Arquitectura
Escultura
Pintura