Teoría Literaria
Teoría Literaria
Teoría Literaria
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Lunes 1 y 3 de abril del 2024
1.- Mignolo- Teoría e Interpretación (Introducción)
Teoría se emplea para hacer referencia a las reflexiones que los propios
escritores hacen sobre la literatura. Es así como, en este nivel, puede justificarse
la estrecha interrelación que R. Wellek concibe. entre la interpretación (e.g.
crítica de obras particulares) y la teoría (é. g. reflexión sobre los principios
generales de la literatura); b) Teoría se emplea como derivación del ·paradigma
de la ciencia, para designar una actividad~ (e.g. ciencia teórica-empírica del
texto literario) que tiene por objetivos la formulación, refutación, y
modificación de hipótesis y de teorías.
Mi tesis es que, en el primer caso, teoría es sinónimo de definiciones esenciales
y se emplea en el paradigma de la comprensión hermenéutica; en el segundo
caso, es sinónimo de sistema interrelacionados de conceptos, y se emplea en el
paradigma de la comprensión teórica.
-Paradigma fenomenológico:
------- Teorías de la estructura ontológica de la obra literaria: Permite proponer
una relación entre lenguaje y literatura, en la que la segunda se caracterizaría
por ser su frase imaginaria y determinar la literatura por su doble carácter
ficcional. La finalidad del enunciado (o mundo narrado) y la ficcionalidad de la
enunciación (acto narrativo).
------- Teoría de la recepción: El par comprensión/ interpretación se postula
como una doble operación. En la primera el intérprete se une al texto y en la
segunda describe fenomenológicamente esa comprensión.
Paradigma sociológico:
En este paradigma las teorías intentan resolver los problemas y responder a las
preguntas que suscitan las relaciones entre el texto y la estructura social. El
concepto nuclear es el de ideología. Es posible encontrar también en este
paradigma dos tipos de teorías: aquellas que focalizan las relaciones entre las
estructuras del texto y la "estructura significativa".
Paradigma psicoanalítico:
El concepto nuclear es el de "sujeto" y la teoría trata de articular el proceso de la
significancia que, en la práctica poética, se establece en el recorrido del "nivel
semiótico" al "nivel simbólico". En suma, es una teoría general del "sujeto
donde se inscribe una teoría del sujeto poético". La teoría del sujeto domina y
controla la articulación de las relaciones entre el texto y el mundo social.
El rápido recorrido anterior nos enseña dos cosas: toda teoría inscrita en un
paradigma puede tener relaciones con las teorías de otros paradigmas; toda
teoría se caracteriza por su dependencia de un paradigma fundamental. Toda
teoría consta de un referente, aquello de lo cual se habla y de un vocabulario en
el que se basa la construcción de sus proposiciones fundamentales. Las
proposiciones contienen los atributos que designan las propiedades del objeto.
El objeto de cada una de ellas lo determina su estructura conceptual específica,
la estructura conceptual genérica y el paradigma en el cual se inscribe. Es
precisamente esa distinción la que nos permite postular múltiples paradigmas y
múltiples teorías.
Las teóricas genéricas pertenecientes a un paradigma, tiene por objeto teórico
objetos de un género g. Las propiedades genéricas se establecen a partir de un
axioma de base (A(tg), que permite derivar (en las teorías en sentido fuerte) o
inferir (en las teorías en sentido débil) la base primitiva (B(Tg)). Los axiomas
definen el paradigma; en tanto que la base primitiva, las Tg de un mismo
paradigma.
Las teorías específicas (modelos o diagramas) (Te) pertenecientes a un
paradigma, tienen por objeto teórico los objetos de una especie e. Las
propiedades específicas se establecen a partir de un axioma de base (A(Te)) que
permite derivar (en las teorías en sentido fuerte) o inferir (en las teorías en
sentido débil) la base primitiva (A(Te)).
Toda teoría literaria es, como hemos visto, una teoría que depende de un
paradigma teórico ajeno al quehacer literario.
El equivalente de paradigma teórico en la comprensión genética podríamos
denominarlo paradigma hermenéutico. La interpretación de una obra es,
necesariamente, una comprensión hermenéutica, en tanto que todo estudio de
los principios generales presupone una comprensión teórica.
La crítica se independiza de la teoría en la medida en que ella es un aspecto de
la comprensión hermenéutica; la teoría se independiza de la crítica según
encuentra en la explicación el necesario análisis de laboratorio para contrastar la
validez de sus hipótesis empíricas.
2. Entre la teoría de la literatura y la poética general- García Berrio:
En los Estados Unidos existe una tendencia difundida y prestigiosa hasta hace
poco, el deconstruccionismo, que parte de la negación radical del significado de
los textos verbales y en consecuencia de los poéticos y literarios. Esto es, se
niega la licitud de atribuir un significado universal y objetivable a los textos
analizados.
Uno de los elementos más importantes en las crisis actuales de la Teoría
literaria me parece que es la innegable desproporción entre los adelantos
formalistas de la crítica moderna en el conocimiento de la estructura material-
verbal del texto literario, en contraste con el grado muy inferior de
conocimientos y de experiencia sobre otras dimensiones conceptuales,
imaginarias o estéticas constitutivas del texto artístico.
El segundo factor que incide en la actualidad problemática de la crítica puede
ser la tendencia a privilegiar el espacio del receptor. La poética de la recepción
tiene el mérito de completar el diseño del espacio autor/texto/receptor, donde se
produce el significado de la obra literaria.
La comunicación del autor con los lectores en términos de significado estético
es posible porque hay impulsos homogéneos que recorren, mediante el esquema
material del texto, el espacio completo de la comunicación literaria y artística en
general. A su vez los símbolos son entidades semánticas alojadas en ritmos de
espacialización, según los cuales el poema, el cuadro o el edificio producen el
entendimiento entre emisores y receptores sobre la base de unas coordenadas
esenciales de orientación antropológico-espacial.
Parece que la estética literaria y la poesía corroboran la existencia y
operatividad de universales estíticos, ajenos a cualquier forma azarosa de
convencionalismo o de consenso social. El efecto estético es esencialmente el
resultado de que se cumpla un sistema de convergencias universales, cuya
consecuencia en el ámbito de la comunicación artística se instaura sobre el
texto. Descubrir y explicar los contenidos y mecanismos textuales, inmanentes a
su esquema material y que lo trascienden en sus espacios aledaños de la
producción y la recepción del sentido, es a mi juicio, como siempre, la tarea
actual de la crítica.
La poética tiene su origen después de la división clásica de las disciplinas
científicas. En Grecia aparece entre un conjunto de materias relativas a la
formación del discurso, en el tronco de la Gramática, la Retórica y la Dialéctica.
La Retórica era la ciencia clásica de la expresión que se ocupaba de las
modalidades prácticas, lógicas y comunicativas del discurso. La Dialéctica fue
una ciencia cuyo contenido se diluyó tempranamente; correspondía a la
constitución intelectual de los contenidos, que habían de ser sucesivamente
estructurados y expresados por la Retórica. La Poética aborda el estudio de una
modalidad especial del discurso verbal, que es el discurso artístico.
SÓCRATES: Porque no sería buen rapsoda aquel que no entienda lo que dice el
poeta. Conviene, pues, que el rapsoda llegue a ser un intérprete del discurso del
poeta, ante los que le escuchan, ya que sería imposible, a quien no conoce lo
que el poeta dice, expresarlo bellamente. ¿No es digno de envidia todo esto?
(...) porque si hablaras por cierta técnica, también podrías hacerlo sobre los
otros poetas, pues la poética es un todo. ¿O no?
(...) no es gracias a una técnica por lo que pueden hablar así, sino por un poder
divino, ya que, si supiesen, en virtud de una técnica, hablar bien de algo, sabrían
hablar bien de todo.
2.- LA REPÚBLICA- PLATÓN
No piensa que se deba difundir las malas ideas o los malos ejemplos a las
jóvenes y próximas generaciones. Callar la mayor parte de la historia y que no
haya una historia, que... ¿sea censurada?
Es importantísimo que los primeros discursos que oiga sean a propósito para
conducirle n la virtud.
-Tienes razón; pero, ¿qué deberán enseñarnos esas fábulas en orden a la
divinidad?
-Por lo pronto, es preciso que los poetas nos representen por todas partes a Dios
tal cual es, sea en la epopeya, sea en la ocia, sea en la tragedia.
Por consiguiente, Dios, siendo esencialmente bueno, no es causa de todas las
cosas, como se dice comúnmente. Y si los bienes y los malos están de tal
manera repartidos entre los hombres que el mal domine. Dios no es una causa
más de una pequeña parte de lo que les sucede a los hombres y no lo es de todo
lo demás. A él sólo deben atribuirse los bienes; en cuanto a los males es preciso
buscar otra causa que no sea Dios.
Tales son las dos clases ele narraciones de que quería hablarte.
-Muy bien.
-La primera, como ves, admite pocos cambios, y tan pronto como ha encontrado
la armonía y el número que la convienen, casi ya no hay necesidad de emplear
otros, porque el mismo tono y número bastan por lo ordinario.
-Así es.
-La segunda clase, por el contrario, ¿no te parece que necesita de todas las
armonías y de todos los ritmos para expresar bien lo que quiere decir, puesto
que abraza todos los cambios imaginables?
-Es cierto.
- Pero todos los poetas, y en general los que refieren alguna cosa, emplean ya
una, ya otra de estas narraciones, o 1as mezclan.
Por lo menos, puedes decimos que la melodía se componentes de tres
elementos: las palabras, la armonía y el número.
3.-BADIOU- SOBRE LA POESÍA (LA REPÚBLICA DE PLATÓN)
Partamos de dos constataciones elementales. Uno: el decir de los poetas, desde
el momento en que son autores de fábulas, se impone como relato de lo que
tiene, tuvo o tendrá lugar. Dos: el relato es indirecto, directo -lo cual quiere
decir mimético- o mixto.
<<Y Crises suplicaba a los griegos, a todos los soldados, a los Atridas que
tienen de los pueblos el mandato.>>
Ves que el poeta no pretende hacer creer que es otro, y no él, quien habla.
Expone las palabras de Crises como si fuera un testigo que cuenta lo que vio u
oyó. El estilo es indirecto. Pero en los versos que siguen, el poeta habla como
si fuera Crises. Sin duda, intenta persuadirnos de que no es él, Homero, el que
habla, sino el viejo sacerdote.
Y es así, atribuyéndole el decir a un locutor que se supone distinto del poeta,
como Homero redactó casi todos los relatos de lo que sucedió en Troya o en
Ítaca. Ése es el estilo directo, o mimético: Homero es como un actor que, en
verso, juega el rol de papá.
Hay relato cuando alguien refiere objetivamente, de algún modo desde el
exterior, las palabras pronunciadas por unos y otros, así como todo lo que
sucede en el intervalo entre esas palabras.
Lo mimético es, por ejemplo, si alguien se expresa como si él mismo
pronunciara las palabras de los otros, va a esforzarse por hablar, en la medida de
lo posible, como se supone hablan todos aquellos de los que anuncia va a tomar
la palabra.
Habrá que pensar muy bien, en cambio, antes de imitar la vacilación, la
debilidad, o hasta la cobardía de un individuo expuesto a la enfermedad, a los
tormentos de los celos amorosos o a los peligros de la guerra. Allí se impone un
estilo indirecto frío. ¿Por qué empeñarse en la imitación de esas figuras
individuales en las que ningún sujeto puede advenir?
Finalmente, nuestro futuro ciudadano, si debe contar lo que ha visto, hará uso de
una fuerza narrativa mixta. Combinará en proporciones variables la imitación y
el relato simple, el estilo directo y el estilo indirecto, en función de aquello de lo
que se trata. No obstante, dado que las verdades son menos frecuentes que las
flaquezas ordinarias, el estilo indirecto, o relato simple asumido como tal,
dominará en las conversaciones y aún más en los discursos públicos.
4.-MCKEON- IMITACIÓN
La imitación ha mostrado una desacreditación en la crítica moderna. <<(...) La
imitación es el primer intento, y quizá aún no superado, a pesar de los intentos
que se ha hecho de ampliarlo, de regular las relaciones entre la naturaleza y el
arte que existen en la poesía>>, menciona Saintsbury.
5.- HAVELOCK- PREFACIO A PLATÓN
No es normal que un autor tan hábil y experto como Platón permita, como
remate de una obra, que las ideas se le dispersen en las últimas páginas. Y, sin
embargo, la parte final de La república se abre con un análisis de la naturaleza
de la poesía, no de lo político.
Sin hacer diferencias entre poeta y pintor, Platón pretende demostrar que el
artista genera una versión de la experiencia dos veces apartada de la realidad;
que su obra es frívola, cuando no peligrosa tanto para la ciencia como para la
moral; que los grandes poetas griegos, empezando por Homero y terminando
por Eurípides, han de ser excluidos del sistema educativo de Grecia.
De hecho, los propios términos en que Platón hace la concesión a la poesía,
dejándola en libertad para defenderse, si ello le place, son ya condenatorios.
Porque la trata, en efecto, como a una especie de prostituta, o como a una Dalila
muy capaz de seducir al Salomón platónico, desposeyéndolo de su fuerza al
menor descuido. El objetivo de Platón consistirá en la experiencia poética como
tal. Una experiencia que nosotros calificaríamos de estética y que, para él, es
una especie de veneno psíquico. Hay que tener siempre preparado el antídoto.
Platón parece apuntar a la destrucción de la poesía como tal, excluyéndola en
cuanto vehículo de comunicación.
Así, el poeta consigue añadir color a su expresión por el empleo de palabras y
de frases5, engalanándose con los recursos del metro, del ritmo y de ya
armonía6. Los cuales son como afeites que, aplicados a la apariencia exterior,
disimulan la pobreza de la expresión tras ellos oculta. Así como el artista
gráfico acude al ilusionismo para engañarnos®, así confunden nuestra
inteligencia los efectos acústicos empleados por el poeta.
Dicho en pocas palabras, lo que Plafón ataca en el poeta es justamente lo que
nosotros le aplaudimos: su registro, su universalidad, su dominio del abanico
emotivo humano, su intensidad y sinceridad, su capacidad para expresar cosas
que sólo el puede expresar, de revelarnos cosas que sólo él puede revelarnos.
Para Platón, todo ello constituye una especie de enfermedad, y no queda más
remedio que preguntarse por qué.
Para él, la poesía, en cuanto disciplina docente, no plantea solamente un peligro
moral, sino también intelectual. La poesía confunde los valores humanos,
privando al hombre de carácter y despojándolo de toda percepción de la verdad.
Sus cualidades estéticas son meras frivolidades, e indignos de imitación los
ejemplos que nos proponen. Así argumenta el filósofo.
Lo que más nos sorprende es que Platón se niega a trazar una distinción formal
entre épica y tragedia en cuanto géneros diferenciables, o entre Homero y
Hesíodo, por una parte (porque también de este último se menciona), y los
poetas trágicos por otra. Ningún estudioso habría sucumbido a la tentación de
reducir el objetivo de Platón, en estos contextos, al teatro, sí no hubiera sido por
el hecho de que el filósofo parece dedicar excesivo espacio al análisis de la
reacción emotiva del publico ante la representación.
Platón preconiza una clasificación práctica, aunque bastante simplista, de la
poesía, en tres epígrafes: la que relata lo que sucede, por boca del poeta; la que
teatraliza lo que sucede, permitiendo que los personajes hablen por sí mismos;
la que mezcla una y otra modalidad.
o. O, de otro modo (y con ello no se incurre en inconsistencia), se advierte a los
jóvenes que la virtud es el ideal, por supuesto, pero que es difícil y suele quedar
si recompensa. En la mayor parte de los casos, la falta de principios resulta más
remuneratoria. ¿Acaso no otorgan los dioses sus favores al injusto, con
frecuencia? Y, en todo caso, la conducta inmoral siempre puede expiarse por la
vía rápida, mediante los correspondientes ritos religiosos.
Como consecuencia de todo ello, el adolescente griego se ve continuamente
condicionado hacía una actitud que en el fondo es cínica. Es más importante
mantener las apariencias que llevar la practica a la realidad. El decoro y el buen
comportamiento1 no se quebrantan de modo evidente, pero sí el principio
interno de lo moral
Lo que se está juzgando es la tradición griega y su sistema educativo. Las
principales autoridades que se citan en apoyo de este tipo de moral entre dos
luces son los poetas. Sale a relucir el nombre de Homero y el de Hesíodo, y se
citan párrafos de ambos; también de otros.
Tan pronto como comprendemos que La república constituye un ataque contra
el sistema educativo griego, la lógica de su organización total se nos manifiesta
claramente. Luego, las sucesivas críticas a la poesía empiezan a encajar a la
perfección, cuando nos percatamos de que los poetas son fundamentales dentro
del sistema educativo
Las palabras de Platón nos indican con toda claridad que no le interesa
distinguir entre épica y tragedia en cuanto géneros —tal como suele hacerse—,
sino entre diferentes tipos básicos de comunicación verbal. Según su criterio de
clasificación, el teatro entra en la épica, exactamente igual que la narrativa.
dad. Para Platón, Ja realidad no puede ser sino racional, científica y lógica. El
medió poético» lejos de desvelar las verdaderas relaciones de las cosas o las
verdaderas definiciones de las virtudes morales, tiende una especie de pantalla
refractaria que disfraza y distorsiona la realidad —y que, al mismo tiempo, nos
distrae jugando con nosotros, apelando a las zonas más chatas de nuestra
sensibilidad.
Es como si Platón esperase que la poesía desempeñe todas las funciones 1 que
dejamos para la enseñanza religiosa o la formación moral, y para los libros de
texto.» Los manuales t y las historias, las enciclopedias y las obras de
referencia. Trátase de un modo de concebir la poesía que no da lugar a
plantearla tal como nosotros la entendemos. Ni por un momento se considera
que la poesía puede ser un arte sometido a sus propias reglas, ni una fuente de
información ni un sistema de adoctrinamiento.
(...)
Lunes 22 de abril del 2024- Notas de clase y luego, notas de lecturas
Poeta como intérprete o mediador de la belleza divina. Primera mímesis
platónica. Alguien que está en el lugar de otro, tocado por la divinidad. Los
discursos y su significación como los agentes de la afectación, tanto del poeta
como del espectador.
El entusiasmo genera la emoción que es el primer paso para la mímesis, según
Platón. La poesía homérica era como la enciclopedia del mundo antiguo. Hay
un desgaste muy fuerte de afecto para crear un vínculo.
A partir de la diferencia entre el saber (técnica y ciencia) y el don divino,
Sócrates critica la “enciclopedia homérica”. Las musas están del lado de la
poesía, en cambio las técnicas se expanden en las actividades plurales.
A partir de la crítica a Homero, Sócrates desacredita el saber relacionado con el
discurso. Ión propone que las cosas propias del rapsoda son relativos a los
discursos, pero no distingue entre los modos de decir y los contenidos, esto
permite a Sócrates confundir a Ión. Todo el saber sobre el discurso es un saber
superficial, cosmético, según Platón. Critica la mediación simbólica de los
poetas a través de lo cual se crea un vínculo social.
El mito del carro alado en el Fedro o de la belleza---> La escritura que se lo
dan a los hombres y el faraón lo recibe y lo critica porque haría pensar que la
gente tiene un saber que no tiene.
El amor como deseo que caracteriza la posesión divina. Expresión belleza,
contenido: verdad. El tercer tipo de delirio no se puede realizar sin la ayuda de
las musas. Para comprender los humanos necesitamos analogías. Pero una
ciencia del alma sería una ciencia sin fin. Para hacer comprende a los hombres
basta como una analogía.
Arriba los caballos que tienen toda la sabiduría, mientras nosotros abajo hemos
caído y hemos olvidado esas contemplaciones. El cabello alado persigue a los
caballos de los dioses, buenos y magníficas, pero no se puede, se cae porque
esos caballos no son suficientes.
Las almas caídas se han impregnado en una cosa sola, por ejemplo, las
personas. La belleza está ligada a las esencias y el deseo del amor es de este
modo un deseo por el conocimiento entendido como una recuperación de lo
previamente visto.
El furor del amor se instala en la poesía. El amor de un acceso a las ideas.
La reflexión de los discursos se inscribe en el campo de la educación. El niño no
puede diferenciar lo que es alegórico, de lo que no lo es. Los primeros discursos
que los infantes deben oír deben ser basado en la virtud.
6. PLATÓN, EN BÚSQUEDA DE LA SABIDURÍA
Havelock escribe: «Lo que se está juzgando es la tradición griega y su sistema
educativo. Las principales autoridades que se citan en apoyo de este tipo de
moral entre dos luces son los poetas. Sale a relucir el nombre de Homero y el de
Hesíodo, y se citan párrafos de ambos; también de otros.
Podría parecer que la República se plantea un problema que no es filosófico en
el sentido especializado del término, sino más bien social y cultural. Lo que
pone en cuestión es la tradición griega en sí, sin olvidar los cimientos sobre los
que se levanta.
La verdadera médula de la República platónica no tiene más función que
presentarnos "la imagen refleja ampliada" del alma y de su estructura. Uno de
los problemas que debe afrontar el hombre de hoy para comprender a Platón y
el alcance revolucionario de sus propuestas respecto a la cultura helénica
tradicional es darse debida cuenta de que, para los griegos, la poesía era distinto
de lo que es para el hombre moderno y contemporáneo.
Platón escribe como si nunca hubiera oído hablar de la estética —o del arte—,
empeñándose en tratar de los poetas como si la función de éstos estribara en
proporcionar enciclopedias métricas al público. El poeta es fuente, por un lado,
de información esencial, y, por otro, de formación moral, también esencial.
La memoria era el verdadero eje de sustentación de la cultura de la oralidad
poética. La enunciación poética en la antigua Grecia se proyectaba, comunicaba
y mantenía en función de la diosa Mnemosyne.
Pero, en realidad, según Platón, también el poeta, en el acto mismo de crear el
personaje, actúa por «imitación» suya. Actualmente, esto nos parecerá muy
extraño. Sin embargo, en sus análisis, nuestro filósofo hace referencia a una
determinada situación histórica.
Por lo que concierne a la forma, Platón divide los enunciados poéticos en tres
grupos: a) los del relato indirecto, b) los del relato directo hecho por vía de
imitación, c) los que conjugan los dos tipos de relato, procediendo en parte de
manera indirecta y en parte directa. Al segundo grupo pertenecen todas las
composiciones teatrales, trágicas y cómicas. El ejemplo típico del tercer grupo
lo constituyen los poemas homéricos, en los cuales la imitación prevalece en
gran medida por sobre la narración.
Pero el arte de este pseudo-demiurgo es algo de muy poco valor. Se asemeja a
aquel modo de producción o, mejor dicho, de reproducción que se obtiene
tomando un espejo y girándolo hacia todos lados: «de esta manera se produce
velozmente el sol y lo que hay en el cielo, velozmente la tierra», y así todo el
resto. Pero las cosas producidas de esta manera no son sino «apariencias, no
cosas que existen verdaderamente en la realidad». Lo mismo vale para los
contenidos de los enunciados poéticos: no dependen del verdadero
conocimiento, sino de la pura opinión, y, por ello, son meras apariencias de las
cosas.
El poeta, pues, no tiene «ciencia» de las cosas que dice, ni tiene siquiera una
«recta opinión», porque no tiene con las cosas de las que habla aquella relación
y familiaridad que, si no produce conocimiento verdadero, produce por lo
menos una opinión conectada con la verdad. Existe un segundo aspecto
negativo de la poesía: justo mediante esa gama compleja y polivalente de
expresiones miméticas, ella involucra al hombre no en la mejor parte de su
alma, sino en la peor, en la parte irracional y pasional, por lo que lo corrompe.
Platón denomina el conocimiento del ser sensible en devenir con el nombre de
doxa, opinión, mientras indica con el término de episteme el conocimiento y la
ciencia del ser eterno. Con este texto llegamos al núcleo del problema: la cultura
de la oralidad poético-mimética es sustituida por una nueva forma de cultura,
que revoluciona los contenidos basados en la doxa, proponiendo los nuevos
contenidos basados en la episteme. Así, la mentalidad de la poesía homérica es
sustituida por una nueva mentalidad: la del logos filosófico.
Es evidente que, si no se explican estos hechos de manera adecuada, sería
necesario admitir que Platón incurrió en una clamorosa contradicción: por un
lado, habría desencadenado un ataque frontal contra la oralidad, mientras por el
otro, absurdamente, habría defendido la misma oralidad, colocándola por
encima de la escritura.
1. POÉTICA- ARISTÓTELES
Por lo tanto, en estas tres diferencias consiste la imitación, como dijimos al
principio: en los medios, los objetos y la manera de imitarlos.
En efecto, el imitar es algo connatural a los hombres desde niños, y en esto se
diferencian de los demás animales, en que el hombre es muy proclive a la
imitación y adquiere sus primeros conocimientos por imitación; y también les es
connatural el complacer a todos con las imitaciones.
Y prueba de ello es lo que ocurre en las obras de arte: pues las cosas que vemos
en la realidad con desagrado nos agradan ver sus imágenes logradas de la forma
más fiel, así por ejemplo ocurre con las formas más repugnantes de animales o
cadáveres. Y una causa de esto es que aprender es algo agradable no solo para
los filósofos, también para el resto de las personas por igual, aunque participan
de ello en una pequeña medida.
Pero la poesía se dividió conforme a la índole de los poetas. En efecto, los más
respetables imitaban las acciones más nobles y las de tales personas, mientras
que los más viles imitaban las de las personas de más baja estofa, componían
desde un principio invectivas, al igual que los otros componían himnos y
encomios.
La comedia es, tal como dijimos, imitación de personas de baja estofa, pero no
de cualquier defecto, sino que lo cómico es una parte de lo feo. Efectivamente,
lo cómico es un defecto y una fealdad que no contiene ni dolor ni daño, del
mismo modo que la máscara cómica es algo feo y deforme, pero sin dolor.
Así, la tragedia es la imitación de una acción seria y completa, de una extensión
considerable, de un lenguaje sazonado, empleando cada tipo, por separado, en
sus diferentes partes, y en la que tiene lugar la acción y no el relato, y que por
medio de la compasión y del miedo logra la catarsis de tales padecimientos. Por
«lenguaje sazonado» entiendo el que está dotado de ritmo, armonía y canto, y
por «empleando cada tipo, por separado»; quiero decir que unas partes se
realizan solo por los metros, y otras, en cambio, por canto.
Por «palabra» entiendo concretamente la composición de los versos, y por
«composición musical» aquello cuyo sentido es totalmente evidente. Y puesto
que la imitación conlleva acción, y esta se realiza por individuos que actúan,
quienes necesariamente son de una manera u otra en función de su carácter o su
manera de pensar (pues por eso decimos que las acciones tienen determinadas
cualidades). Dos son las causas de las acciones: la manera de pensar y el
carácter, y según estas tienen éxito o fracasan todos. Pero la imitación de la
acción es el argumento.
Así pues, las partes de toda tragedia son necesariamente seis: el argumento, los
caracteres, la elocución, la manera de pensar, el espectáculo y la composición
musical. En efecto, los medios con los que imitan son dos partes, el modo de
imitar, una, las cosas que imitan, tres. Y aparte de estas, ninguna más.
Con todo, el elemento más importante de todos es la trama de los hechos; pues
la tragedia es imitación no de personas, sino de acción y de vida, y la felicidad y
la infelicidad están en la acción, y el objetivo es un tipo de acción, no la calidad.
Así pues, el principio y en cierta medida el alma de la tragedia es el argumento;
en segundo lugar, están los caracteres. Qué es el reconocimiento ya se ha dicho
anteriormente. Los tipos de reconocimiento son: en primer lugar, está el menos
artístico y el más empleado, a causa de la incompetencia de los poetas, el que se
produce por señales.
En segundo lugar, están los forjados por el poeta, y por tanto, faltos de arte. El
tercero es el que tiene lugar a través del recuerdo, cuando uno siente una
determinada emoción al ver algo. El cuarto es el que se produce por el
razonamiento. Es propio de toda tragedia el nudo y el desenlace. Los hechos
que están fuera del drama y algunos de los que están dentro constituyen muchas
veces el nudo, y lo demás es el desenlace.
Corresponde al pensamiento todo aquello que debe ser procurado mediante el
lenguaje. Sus partes son: demostrar, refutar, suscitar pasiones, tales como
compasión, temor, ira y otras semejantes, y además la amplificación y la
disminución. En cuanto a la elocución, uno de los puntos dignos de
consideración es el de los modos de elocución, cuyo conocimiento corresponde
a del actor. Las partes de la elocución, en conjunto, son estas: la letra, la sílaba,
la conjunción, el artículo, el nombre, el verbo, el caso y la frase.
La virtud de la elocución es que sea clara pero no baja. Ahora bien, muy clara es
aquella que emplea palabras usuales, pero es baja. Un ejemplo es la poesía de
Cleofonte y la de Esténelo. En cambio, es noble y alejada de lo vulgar aquella
que emplea palabras raras; y con «palabras raras» me refiero a los vocablos
extraños, las metáforas, los alargamientos, y todo lo que se aparta de lo usual.
Pero si uno compone todo su discurso de este modo, habrá o enigma o
barbarismo; esto es, si lo compone a base de metáforas, será un enigma, y si lo
hace a base de vocablos extraños, barbarismos. Pues la acepción propia del
enigma es que, hablando de cosas existentes, unirlas con términos
inconciliables.
2. RANCIÉRE- DE LA REPRESENTACIÓN A LA EXPRESIÓN
En ¿Qué es la literatura?, Sartre opone la poesía que se sirve de las palabras de
manera intransitiva, como el pintor de los colores, a la literatura que se sirve de
ellas para mostrar y demostrar.
La "petrificación" de la que nos habla aquí el crítico de Hugo no remite a una
postura del escritor que instauraría el silencio de su palabra. Representa la
oposición entre una poética y otra, por la que la novedad romántica rompe
claramente con las reglas formales de las Bellas Letras y con su espíritu.
Si nos remitimos a los términos clásicos de la poética -la inventio que hace a la
elección del tema, la dispositio que organiza sus partes y la elocutio que
ornamenta convenientemente el discurso-, la nueva poética, que triunfa con la
novela de Hugo, puede caracterizarse como el cambio profundo del sistema que
las ordenaba y las jerarquizaba; la elocutio ocupa el lugar de la inventio, que
hasta el momento la gobernaba.
Cuatro grandes principios animaban la poética de la representación. El primero,
planteado en el primer capítulo de la Poética de Aristóteles, es el principio de
ficción. Lo que hace la esencia de un poema no es el uso de una regularidad
métrica, más o menos armoniosa, es el hecho de que se trata de una imitación,
una representación de acciones. En otras palabras, el poema no puede definirse
como un modo del lenguaje. Un poema es una historia y su valor o su ausencia
de valor se basan en la concepción de esa historia.
La poesía y la pintura una y otra cuentan una historia, que remite a normas
fundamentales comunes de la inventio y la dispositio. El principio de ficción
presenta un segundo aspecto. Presupone un espacio-tiempo específico en el que
la ficción se propone y se aprecia como tal.
El segundo principio es el de genericidad. No es suficiente que la ficción se
anuncie como tal. También tiene que ser conforme a un género. Ahora bien, lo
que define a un género no es un conjunto de reglas formales, es la naturaleza de
lo que se representa, de lo que constituye el objeto de la ficción. Fue Aristóteles
otra vez quien planteó este principio en los primeros libros de la Poética: el
género de un poema —epopeya o sátira, tragedia o comedia— está ligado a la
naturaleza de lo que representa.
Una ficción pertenece a un género. Un género se define por el tema
representado. El tema ocupa un lugar en una escala de valores que define la
jerarquía de los géneros. El principio de genericidad implica entonces un tercer
principio, que llamaremos principio de decoro. El que ha elegido representar
dioses en vez de burgueses, reyes en vez de pastores, y ha elegido un género de
ficción adecuado, tiene que prestar a sus personajes acciones y discursos
apropiados a su naturaleza, y por consiguiente al género de su poema.
El mal nunca es algo distinto de la falta de decoro. Cuatro criterios de decoro:
primero, la conformidad a la naturaleza de las pasiones humanas en general;
luego la conformidad a los caracteres y a las costumbres de determinado pueblo
o personaje, tales como nos los hacen conocer los buenos autores; luego el
acuerdo con la decencia y el gusto que convienen a nuestras costumbres; por
último, la conformidad de las acciones y de las palabras con la lógica misma de
las acciones y de los caracteres propios a un género.
El principio de decoro define una relación del autor con su tema cuyo resultado
solo el espectador -cierto tipo de espectador- es capaz de evaluar. El decoro se
siente. Los "literatos" de la academia o de los periódicos no lo sienten. El
principio de decoro descansa así en una armonía entre tres personajes: el autor,
el personaje representado y el espectador que asiste a la representación. El
público natural del dramaturgo, como el del orador, es un público de gente que
"viene a instruirse para hablar", porque la palabra es su asunto propio, ya sea
que se trate de dar órdenes o convencer, de exhortar o deliberar, de enseñar o
gustar.
Y el principio de actualidad y que puede definirse así: lo que regula el edificio
de la representación es la primacía de la palabra como acto, de la
performatividad de palabra.
El sistema de la representación se basa en la equivalencia entre el acto de
representar y la afirmación de la palabra como acto. Este cuarto principio no
contradice al primero. Este afirmaba que es la ficción lo que hace el poema y no
una modalidad particular del lenguaje. El último principio identifica la
representación ficcional de acciones con una puesta en escena del acto de habla.
El sistema de la ficción poética depende de un ideal de la palabra eficaz. Y el
ideal de la palabra eficaz remite a un arte que es más que un arte, que es una
manera de vivir, una manera de tratar los asuntos humanos y divinos: la
retórica. Los valores que definen la potencia de la palabra poética son los de la
escena oratoria. Esta es la escena suprema a imitación de la cual y con vistas a
la cual la poesía despliega sus propias perfecciones...
Primado de la ficción; genericidad de la representación, definida y jerarquizada
según el tema representado; decoro de los medios de la representación; ideal de
la palabra en acto. Estos cuatro principios definen el orden "republicano" del
sistema de la representación. Esta república platónica en que la parte intelectual
del arte (invención del tema) gobierna su parte material (el decoro de las
palabras y de las imágenes) puede adaptarse igualmente bien al orden jerárquico
de la monarquía que al orden igualitario de los oradores republicanos.
La poesía expresiva está hecha de frases e imágenes, de frases-imágenes que
valen como manifestaciones de poeticidad, que reivindican para la poesía una
relación inmediata de expresión, como la planteada entre la imagen esculpida en
un capitel, la unidad arquitectural de la catedral y el principio unificador de la fe
divina y colectiva.
3. DE LA POESÍA DEL FUTURO
La contradicción entre lo social y lo individual no es más que la expresión
superficial de una contradicción más fundamental, situada en el corazón mismo
de la nueva definición de la originalidad poética. Porque la poética
antirrepresentativa tiene dos principios que se contradicen. Según el principio
de indiferencia, ningún tema gobierna una forma o un estilo que le sean propios.
No hay nada que el poeta esté obligado a decir de una manera determinada. Lo
propio del arte es realizar, a través de cualquier tema, su pura intención. Pero si
la poeticidad es un modo de ser del lenguaje, es porque supone, por el contrario,
una relación determinada del lenguaje con lo que dice.
Al contrario del libre artista, el poeta es aquel que no puede expresar nada
distinto de lo que expresa y que no puede expresarlo en ningún otro modo del
lenguaje. Lo que permite estar en armonía con el estado del desarrollo del
pensamiento humano es la identidad entre esa virtud originaria y un defecto. La
poesía solo identifica su historia con la historia del pensamiento a título de
prehistoria.
La poética romántica está ante un dilema: asume esta teleología histórica que
convierte a la poética nueva en una hermenéutica nueva de la poesía pasada, o
reivindica esta poética como principio de producción de una poesía nueva, lo
que la obliga a construir en la teoría y a realizar en la práctica la literatura como
unión de dos principios contradictorios: el de una diferencia específica, inscripta
en la vida objetiva del lenguaje y del espíritu, y el de una indiferencia absoluta
de la voluntad artística.
Lo que Hegel teoriza, entonces, es la imposibilidad de que surja de la poética
romántica una figura nueva del arte de escribir, esa figura que dos siglos van a
buscar bajo el nombre de literatura. Hegel elige como blanco la tentativa de
conciliarlas para transformar al romanticismo en principio de una poesía
generalizada.
Schiller había introducido, sin duda, una solución de contigüidad en esta visión
al distinguir dos formas y dos edades de la poesía: la poesía ingenua y la poesía
sentimental. Esta "ingenuidad", muy alejada de toda simpleza primitiva, se
manifiesta en la poesía de los griegos, expresión de una continuidad entre los
sentimientos subjetivos, los modos de vida colectivos, la religión común y las
formas del arte.
Sentimental es la poesía propia de la modernidad, la poesía de un mundo que
persigue una naturaleza perdida, opone los sentimientos del corazón a la prosa
del orden social o las artes y las instituciones de la civilización a las costumbres
naturales. La poesía sentimental es la poesía que se comprende como una forma
separada, opuesta al mundo prosaico, obligada a hacerse valer frente a él.
El fragmento es la unidad expresiva, la unidad metamórfica cualquiera -sueño,
guijarro o palabra acertada, cita o programa- donde el pasado y el porvenir, lo
ideal y lo real, lo subjetivo y lo objetivo, lo consciente y lo inconsciente
intercambian su poder. Es el pasado hecho presente y el presente lanzado hacia
el futuro. Es lo invisible que se ha vuelto sensible y lo sensible espiritualizado.
Es a la vez la presentación de sí mismo del sujeto-artista, la individualidad de la
obra en la que este queda abolido y un momento del proceso de formación del
mundo del espíritu.
La poética del fragmento proporciona entonces la unidad anhelada entre el
principio de igualdad y el principio de simbolicidad. El fragmento es símbolo:
trozo cualquiera y microcosmos de un mundo. Es libre fabricación de la
imaginación y es forma viva transportada en el movimiento de las formas de la
vida. El fragmento n la resolución de las contradicciones de la nueva totalidad.
Y si la literatura proviene de allí, es por la escisión de lo que pretendía reunir.
Toda la historia de la literatura, de hecho, será tal vez la del destino de esta
"guirnalda de fragmentos" que al antiguo orden narrativo y discursivo le oponía
la imagen de otra totalidad.
Hegel opone una consecuencia rigurosa a esta poética de la poesía
universalizada: la universalización de la poesía es el estricto correlato de su
historización. La epopeya ya no es la representación de los dioses y de los
héroes en una composición y una forma métrica específicas. Es la expresión de
la vida de un pueblo, ya que la poesía corresponde a cierto estado del lenguaje
que en sí mismo refleja un estado de las relaciones entre el pensamiento y su
mundo.
La objetividad del poema épico exige que "el poeta como sujeto se borre ante su
objeto y se disuelva en él", y, no obstante, "el poema épico, en su calidad de
obra de arte efectiva, debe provenir de un solo y único individuo".
El poema puede ser al mismo tiempo un libro de vida, tallado en el tejido de la
vida colectiva, y la obra necesariamente individual de un artista único. La
epopeya es la utopía del poema y una forma de poesía. Manifiesta la exacta
entre expresión del genio creador individual y la poeticidad inherente a un
mundo común.
Lo que caracteriza la operación de Hegel es la transformación de la poética
romántica en teoría del clasicismo. La poética romántica se vuelve así contra
sus teóricos. Su programa para el porvenir se convierte en interpretación del
pasado. Y esta interpretación del pasado muestra a su vez que el programa del
porvenir carece de él. Lo que implica que el corte de Schiller se radicaliza.
La potencia de pensamiento de la poesía es la de un espíritu que no se conoce
aún más que en la figura y el ritmo de un lenguaje que a su vez se toma en lo
figurado de la imagen y en el espesor temporal de su materialidad. Esto es lo
que pone a la poesía en consonancia con un mundo en el que las actividades
individuales y colectivas no están sometidas aún a la racionalidad jurídica o
económica.
La prosa no es solamente una manera de pasar de una línea a la siguiente, ni
tampoco una simple metáfora para oponer la realidad empírica a los ensueños
de la imaginación. Es un mundo histórico. Y este mundo histórico prescribe el
fin de la poesía como forma esencial del pensamiento, como forma de
representación de los "grandes intereses" del espíritu.
La epopeya era el poema de un "estado originalmente poético del mundo". La
novela, en cambio, se presenta como esfuerzo por devolver su poeticidad a un
mundo que la ha perdido. Pero un esfuerzo semejante es contradictorio. No se le
devuelve su poeticidad a un mundo que la ha perdido. La novela se ve entonces
condenada a no representar más que su propia condición: la distancia entre las
aspiraciones poéticas y la prosa del mundo burgués.
Lunes 06 de mayo del 2024.- Notas de clase, luego, notas de lecturas
Árbol, tiene sustancia y material. Cuando el artista intenta imitar este árbol
haciéndola una Venus, la madera determina la forma nueva de la Venus, cierta
necesidad de la madera que se respeta. Los artistas juegan a trascender las
habilidades de la madera. Logran configurar la textura de la tela sobre un cuerpo
(incluso siendo una piedra o mármol lo que usa). La forma del objeto es retirada
de la mímesis en el objeto natural. Pero por otro lado debe respetar la sustancia
con los cuales trabaja, en este caso, con palabras.
El acontecimiento de la literatura se encuentra en la experiencia. En el
encuentro entre el texto y el lector.
La vanguardia es inverosímil, La vanguardia e encarga de explicar lo que está
haciendo. Una de las cosas de la vanguardia es hacer manifiestos. Aquí se
rompen las formas, uno de ellos es Picasso.
El artista utiliza y reafirma su imitación según la necesidad material y la
probabilidad. Siempre es preferible lo imposible verosímil a lo posible
inverosímil. Verosimilitud es una creencia que existe una comunidad
homogénea (A veces las cosas que son reales no se creen que hayan ocurrido
por el mismo sentido común del acto).
La mímesis aristotélica toma un aspecto considerable y único. En relación de la
estructura narrativa que este hombre representado se encuentra. El artista puede
imitar a los hombres como son, como se piensa que son o como deberían ser.
El discurso implica una lógica que tiene que ver mediamente con los hechos
reales que se representa. El discurso es una estructura de significación
verosímil. Los escritores visibilizan la lengua de un pueblo.