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2.1 Características de la inteligencia emocional.

Otro de los autores que más aportaciones ha hecho sobre el tema de


inteligencia emocional es Daniel Goleman quién popularizó el término en 1995 con
su libro del mismo nombre.

La inteligencia emocional, según Goleman, “es la capacidad para reconocer


sentimientos en sí mismo y en otros, siendo hábil para manejarlos al trabajar con
otros”.

Se refiere a las siguientes habilidades:

➢ Sentir
➢ Entender
➢ Controlar
➢ Modificar los estados de ánimo.

2.1.1 Conceptos básicos de la inteligencia emocional.

Antes de introducirnos en los conceptos de inteligencia emocional es


importante saber otros conceptos como competencia, inteligencia práctica o incluso
competencia emocional:

Una competencia es un rasgo personal o un conjunto de hábitos que llevan a un


desempeño laboral superior o más eficaz o, por decirlo de otro modo, una habilidad
que aumenta el valor económico del esfuerzo que una persona realiza en el mundo
laboral.

Inteligencia práctica: una combinación de destreza y experiencia. Así pues, aparte


del CI son nuestras habilidades prácticas y las capacidades técnicas que podamos
dominar las que determinarán nuestro desempeño cotidiano.

La pericia es, en gran medida, una combinación entre el sentido común y los
conocimientos y habilidades concretos necesarios para desempeñar
adecuadamente nuestro trabajo. La pericia se adquiere mediante el aprendizaje
cotidiano y nos permite comprender los entresijos de una determinada profesión, un
conocimiento real que sólo puede ser fruto de la práctica.

Una competencia emocional es una capacidad adquirida basada en la inteligencia


emocional que da lugar a un desempeño laboral sobresaliente.

La inteligencia emocional determina la capacidad potencial de que dispondremos


para aprender las habilidades prácticas basadas en uno de los siguientes elementos
compositivos: la conciencia de uno mismo, la motivación, el autocontrol, la empatía
y la capacidad de relación.

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Principios de la inteligencia emocional:

1. Recepción: Cualquier información que


incorporemos por cualquiera de nuestros
sentidos.
2. Retención: Corresponde a la memoria, que
incluye la retentiva (o capacidad de almacenar
información) y el recuerdo, la capacidad de
acceder a esa información almacenada.
3. Análisis: Función que incluye el
reconocimiento de pautas y el procesamiento de
la información.
4. Emisión: Cualquier forma de comunicación o acto creativo, incluso del
pensamiento.
5. Control: Función requerida a la totalidad de las funciones mentales y físicas.

Estos cinco principios se refuerzan entre sí. Por ejemplo, es más fácil recibir datos
si uno está interesado y motivado, y si el proceso de recepción es compatible con
las funciones cerebrales. Tras haber recibido la información de manera eficiente, es
más fácil retenerla y analizarla. A la inversa, una retención y un análisis eficientes
incrementarán nuestra capacidad de recibir información.

De modo similar, el análisis que abarca una disposición compleja de las tareas de
proximidad con la información, exige una capacidad para retener (recordar y
asociar) aquello que se ha recibido. Es obvio que la calidad de análisis se verá
afectada por nuestra capacidad para recibir y retener la información.

Estas tres funciones convergen en la cuarta es decir la emisión o expresión ya sea


mediante el mapa mental, el discurso, el gesto u otros recursos, de aquella que se
ha recibido, retenido y analizado.

La quinta categoría (de control), se refiere a la actividad general del cerebro por la
cual éste se constituye en "desertor" de todas nuestras funciones mentales y físicas,
incluyendo la salud general, actitud y las condiciones ambientales. Esta categoría
es de particular importancia porque una mente y un cuerpo sanos son esenciales
para que los otros cuatro funcionen; recibir, retener, analizar y emitir puedan operar
en la plenitud de su potencial.

Veamos a continuación como Daniel Goleman (1999), define las características más
importantes de la Inteligencia emocional.

• Las habilidades de la inteligencia emocional son sinérgicas respecto de las


cognitivas y los “trabajadores estrella”, tienen unas y otras.

• Las emociones descontroladas pueden convertir en torpe a la gente más


inteligente.

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• Pero el hecho de poseer una elevada inteligencia emocional, no garantiza
que la persona haya aprendido las competencias emocionales que más
importan en el mundo laboral sino tan sólo que está dotada de un excelente
potencial para desarrollarlas.

• Las conclusiones de un estudio realizado en Harvard exponen que las


personas pueden experimentar intuitivamente, en los primeros treinta
segundos de un encuentro, la impresión básica que tendrán a los quince
minutos…o al cabo de medio año.
• La intuición y las sensaciones viscerales constituyen un índice de nuestra
capacidad para captar los mensajes procedentes del almacén interno de
recuerdos emocionales, nuestro patrimonio personal de sabiduría y
sensatez.

Las características de las capacidades de la inteligencia emocional son:

• Independencia. Cada persona aporta una


contribución única al desempeño de su
trabajo.

• Interdependencia. Cada individuo depende


en cierta medida de los demás.

• Jerarquización. Las capacidades de la


inteligencia emocional se refuerzan
mutuamente.

• Necesidad pero no suficiencia. Poseer las capacidades no garantiza que


sean “productos” acabados.

• Genéricas. Se pueden aplicar por lo general a todos los trabajos, pero cada
profesión exige competencias diferentes.

2.1.2 ¿Cómo surgió la inteligencia emocional?

A pesar de que varios psicólogos ya habían señalado la insuficiencia de los


elementos cognitivos y racionales como únicos indicadores de inteligencia, el
concepto surge en 1983 con el psicólogo Howard Gardner, quien considera a los
test de coeficiente intelectual como insuficientes para lograr una apreciación de la
inteligencia.

Existen dos formas elementales de inteligencia emocional:

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• Inteligencia interpersonal. Implica entender y comprender las emociones
de los otros y tener la habilidad de reaccionar según el estado anímico del
otro.
• Inteligencia intrapersonal. Implica entender y comprender las propias
emociones, de tenerlas en cuenta al momento de tomar decisiones y ser
capaz de regular las emociones según la situación.

La difusión del concepto entre la población, a partir de la divulgación científica


llevada a cabo por diversos académicos (entre los que cabe destacar al psicólogo
Daniel Goleman, autor del libro más vendido sobre el tema), fomentó la aparición
de seminarios, talleres y cursos vinculados al aprendizaje de la inteligencia
emocional, que se generalizaron rápidamente en la sociedad, especialmente en el
ámbito empresarial, proveyendo técnicas y herramientas para reforzar las
habilidades intra e interpersonales.

La divulgación del concepto también impulsó la aparición de numerosos test, con


el objetivo de medir, calcular y comparar las habilidades emocionales de las
personas, pero al no ser las características afectivas y sentimentales de fácil
medición, muchos de estos test no cuentan con aval científico.

2.1.3 Elementos de la inteligencia emocional.

El gran teórico de la Inteligencia Emocional, el psicólogo Daniel Goleman, señala


que los principales componentes que integran la Inteligencia Emocional son los
siguientes:

1. Autoconocimiento emocional (o
autoconciencia emocional).

Se refiere al conocimiento de nuestros propios


sentimientos y emociones y cómo nos influyen.
Es importante reconocer la manera en que nuestro
estado anímico afecta a nuestro comportamiento,
cuáles son nuestras capacidades y cuáles son
nuestros puntos débiles. Mucha gente se
sorprende de lo poco que se conocen a ellos
mismos.

Por ejemplo, este aspecto nos puede ayudar a no


tomar decisiones cuando estamos en un estado psicológico poco equilibrado. Tanto
si nos encontramos demasiado alegres y excitados, como si estamos tristes y
melancólicos, las decisiones que tomemos estarán mediadas por la poca
racionalidad. Así pues, lo mejor será esperar unas horas, o días, hasta que
volvamos a tener un estado mental relajado y sereno, con el que será más sencillo
poder valorar la situación y tomar decisiones mucho más racionales.

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2. Autocontrol emocional (o autorregulación).

Nos permite reflexionar y dominar nuestros sentimientos o emociones, para no


dejarnos llevar por ellos ciegamente. Consiste en saber detectar las dinámicas
emocionales, saber cuáles son efímeras y cuáles son duraderas, así como en ser
conscientes de qué aspectos de una emoción podemos aprovechar y de qué
manera podemos relacionarnos con el entorno para restarle poder a otra que nos
daña más de lo que nos beneficia.

Por poner un ejemplo, no es raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si
fuéramos esclavos de la emoción del momento estaríamos continuamente actuando
de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos arrepentiríamos. En cierto sentido,
buena parte de la regulación de las emociones consiste en saber gestionar nuestro
foco de atención, de manera que no se vuelva contra nosotros y nos sabotee.

Se ha observado que la capacidad de autocontrol está muy ligada a la habilidad a


la hora de utilizar el lenguaje: en muchos aspectos, saber gestionar adecuadamente
las propias emociones depende de encontrar narrativas que nos permitan priorizar
más unos objetivos a largo plazo que otros que tienen que ver con ceder a los
impulsos de lo inmediato. Esto encaja con el hecho de que la Inteligencia Emocional
tiene mucho en común con la Inteligencia Verbal; tal y como se ha visto al analizar
las puntuaciones en pruebas de inteligencia de muchos individuos, ambos
constructos psicológicos se solapan mucho.

3. Automotivación

Enfocar las emociones hacia


objetivos y metas nos permite
mantener la motivación y
establecer nuestra atención en
las metas en vez de en los
obstáculos. En este factor es
imprescindible cierto grado de
optimismo e iniciativa, de modo
que tenemos que valorar el ser
proactivos y actuar con tesón y
de forma positiva ante los
imprevistos.

Gracias a la capacidad de motivarnos a nosotros mismos para llegar a las metas


que racionalmente sabemos que nos benefician, podemos dejar atrás aquellos
obstáculos que solo se fundamentan en la costumbre o el miedo injustificado a lo
que puede pasar.

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Además, la Inteligencia Emocional incluye nuestra habilidad a la hora de no ceder
a las metas a corto plazo que pueden llegar a eclipsar los objetivos a largo plazo, a
pesar de que los segundos fuesen mucho más importantes que los primeros si nos
fueran ofrecidos también a corto plazo (proyectos ambiciosos, planes de ganar
mucha experiencia, etc.).

4. Reconocimiento de emociones en los demás (o empatía).

Las relaciones interpersonales se fundamentan en la correcta interpretación de las


señales que los demás expresan de forma inconsciente, y que a menudo emiten de
forma no verbal. La detección de estas emociones ajenas y sus sentimientos que
pueden expresar mediante signos no estrictamente lingüísticos (un gesto, una
reacción fisiológica, un tic) nos puede ayudar a establecer vínculos más estrechos
y duraderos con las personas con que nos relacionamos.

Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los demás es el primer paso


para comprender e identificarnos con las personas que los expresan. Las personas
empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias
relacionadas con la IE.

5. Relaciones interpersonales (o habilidades sociales)

Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra
felicidad personal e incluso, en muchos casos, para un buen desempeño laboral. Y
esto pasa por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan
simpáticas o cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas
vibraciones; una de las claves de la Inteligencia Emocional.

Y es que este tipo de inteligencia está muy relacionado con la Inteligencia Verbal,
de manera que, en parte, se solapan entre sí. Esto puede ser debido a que parte
del modo en el que experimentamos las emociones está mediado por nuestras
relaciones sociales, y por nuestra manera de comprender lo que dicen los demás.

Así, gracias a la Inteligencia Emocional vamos más allá de pensar en cómo nos
hacen sentirnos los demás, y tenemos en cuenta, además, que cualquier interacción
entre seres humanos se lleva a cabo en un contexto determinado: quizás si alguien
ha hecho un comentario despectivo sobre nosotros es porque siente envidia, o
porque simplemente necesita basar su influencia social en este tipo de
comportamientos. En definitiva, la Inteligencia Emocional nos ayuda a pensar en las
causas que han desencadenado que otros se comporten de un modo que nos hace
sentirnos de un modo determinado, en vez de empezar pensando en cómo nos
sentimos y a partir de ahí decidir cómo reaccionaremos ante lo que otros digan o
hagan.

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2.1.4 Importancia de la inteligencia emocional.

Debido a la poca correlación que existía entre el coeficiente cognitivo general de las
personas (CI) y el éxito obtenido en sus vidas, es que aparece el término de
inteligencia emocional. Fue a partir de este momento, que se le reconoce como
indicador de logro o éxito de las personas. La inteligencia emocional juega un papel
importante en la educación de hoy en día, ya que a través de ella se logra desarrollar
la motivación, el control de impulsos, la regulación de los estados de ánimo, y el
relacionarse con los demás.

Todas estas capacidades les permiten a las personas desarrollarse de una manera
más efectiva y con mayores probabilidades de logro. La inteligencia emocional se
refiere al uso inteligente de las emociones: de forma intencional se logra que las
emociones trabajen con el objetivo de guiar al comportamiento y ayuden a pensar
de manera que mejoren los resultados. Esta inteligencia puede utilizarse de dos
formas: De forma intrapersonal, que se refiere a su desarrollo y uso en relación a
uno mismo, y de forma interpersonal, que se relaciona con la efectividad en las
relaciones con los demás.

Las emociones cumplen un rol fundamental en la vida de la persona, desde edades


tempranas. No solo alteran la atención, sino también ciertas conductas de respuesta
de la persona y su memoria. Como resultado de las emociones están los
sentimientos, que pueden ser verbalizados (palabras). Fisiológicamente, las
emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos
con la finalidad de crear un comportamiento más efectivo. Conductualmente, las
emociones sirven para establecer nuestra posición frente al entorno, y nos impulsan
hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros.

Desarrollar nuestra inteligencia emocional es fundamental para relacionarse mejor


con sus hijos, de modo que ambos puedan manejarse mejor en el mundo de las
emociones y adaptarse a los cambios.

"Las normas que gobiernan el mundo laboral están cambiando. En la actualidad no


sólo se nos juzga por lo más o menos
inteligentes que podamos ser ni por nuestra
formación o experiencia, sino también por el
modo en que nos relacionamos con nosotros
mismos o con los demás", esta es la gran
cruzada de Goleman, que desde todos los
ámbitos posibles se comience a considerar la
inteligencia emocional y sus competencias
como claves para el éxito personal y
profesional. A continuación, se muestra una
colección de frases que ilustran sus
planteamientos:

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• Los argumentos más convincentes y poderosos se dirigen tanto a la cabeza
como al corazón. Y esta estrecha orquestación entre el pensamiento y el
sentimiento es posible gracias a algo que podríamos calificar como una
especie de autopista cerebral, un conjunto de neuronas que conectan los
lóbulos prefrontales – el centro ejecutivo cerebral, situado inmediatamente
detrás de la frente y que se ocupa de la toma de decisiones- con la región
profunda del cerebro que alberga nuestras emociones.

• De este modo, resulta ciertamente paradójico que las habilidades "blandas"


tengan una importancia decisiva en el éxito profesional en los dominios más
duros.

• La excelencia depende más de las competencias emocionales que de las


capacidades cognitivas.

• Incluso en las profesiones técnicas y científicas, el pensamiento analítico


ocupa un tercer lugar, después de la capacidad de influir sobre los demás y
de la motivación de logro.

• A la hora de tomar una decisión, "el primer paso es siempre muy consciente,
deliberado y analítico, pero no debemos desdeñar el aspecto emocional
porque ambos son igualmente importantes. Es lo que se denomina
corazonada, intuición”.

• La capacidad de percibir este tipo de sensaciones subjetivas, tienen un


origen evolutivo. Las regiones cerebrales implicadas en las sensaciones
viscerales son mucho más antiguas que las del centro del pensamiento
racional.

• Los circuitos nerviosos ligados a los centros emocionales (la amígdala) nos
proporcionan una respuesta somática- una sensación visceral- de la decisión
que debemos tomar.

• La expresión clásicamente utilizada para referirse a este tipo de sensibilidad


que nos orienta es la de sabiduría.

• Nuestra mente no está organizada como un ordenador que pueda brindarnos


una pulcra copia impresa de los argumentos racionales a favor y en contra
de una determinada decisión, basándose en todas las ocasiones anteriores
en que hayamos tenido que afrontar una situación similar. En lugar de ello,
la mente hace algo mucho más elegante, calibrar el poso emocional que han
dejado las experiencias previas y darnos una respuesta en forma de
presentimiento o sensación visceral.

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• Cuando disponemos de los recursos emocionales adecuados, lo que
anteriormente parecía amenazador, podemos terminar abordándolo como un
desafío y afrontarlo con energía y hasta con entusiasmo.

La inteligencia emocional desempeña un papel central en el éxito o el fracaso de


todo tipo de relaciones humanas, desde las sentimentales y familiares hasta los
vínculos laborales.

También es un factor determinante en el funcionamiento de las organizaciones, ya


que la empatía, autocontrol emocional y motivación de las personas puede
condicionar el trabajo en equipo, haciéndolo más o menos eficiente y satisfactorio.

Estas habilidades también son importantes en la capacidad de las personas de


convencer, manipular e incluso dominar a los demás (los líderes tienden a ser
personas emocionalmente inteligentes).

Este concepto también ha tenido un enorme impacto en el ámbito educativo,


introduciendo la cuestión de los elementos emocionales en la relación
entre docente y alumno, y la importancia que esto tiene al momento del aprendizaje
cognitivo. Tanto la inteligencia emocional del docente como la de la o el alumno
tienen un peso significativo en el resultado exitoso o no del proceso de enseñanza.

La inteligencia emocional es muy importante porque, entre otras cosas, favorece en


gran manera el establecimiento de relaciones sociales sanas, pues incluye la
habilidad de compartir y entender lo que sienten los demás.

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