PDF Bruno Bonoris Que Hace Un Psicoanalista - Compress
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COLOQUIO DE PERROS
@coloquiodeperroseditorial
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Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización por
escrito del editor.
Hecho el depósito que establece la ley 11.723
Coloquio de Perros no es una editorial. Es una alianza vital, una
conspiración. El sueño de una contracultura en salud mental. Editar libros
es nuestra estrategia para la liberación anímica. Los libros son prácticas
situadas: tecnologías que conectan ideas y cuerpos, afectos y políticas,
conocimientos y transformaciones. Porque hay letras, imágenes y sonidos
que movilizan. Nuestros amigos andan por ahí, impulsando una escena
psicopolítica alternativa, creando mundos sensoriales y cognitivos en los
márgenes de la ciudad letrada y de los campos disciplinares. Los perros
somos todos aquellos inconscientes que se rebelan. No sabemos ni
podemos encajar en este mundo. Tampoco queremos. Lo demuestran
nuestras ansiedades, depresiones, insomnios, contracturas, apatías,
anorexias... El síntoma es nuestro territorio de investigación y resistencia.
Los perros encontramos en los síntomas un nuevo punto de partida.
Estamos asediados por los espectros de la tradición: hay imágenes de
cambio que impiden cambiar. Cuando la herencia se convierte en
respuesta, entorpece la invención y el contagio de nuevas prácticas
intelectuales y políticas. Sin embargo, existe una experiencia
generacional, ambivalente y dispersa, que nos incita a sentir, pensar y
actuar en común.
Los perros venimos del futuro.
Índice
Cubierta
Portada
Créditoss
Crédito
Dedicatoria
Dedicatoria
Epígrafe
Prólogo
Soñar. Corte e inicio
Conjeturar.
Conjet urar. Experiencia
Experiencia y teoría
La teoría, también
Al menos dos
El análisis del analista
Tonterías, empieza ya
Lo que se dice
Abrir. Asociación libre y atención flotante
Una hipótesis y un método
¿Quién sabe?
La conversación analítica
La disponibilidad del analista
La confusión freudiana
El diván
Otriicar. Responsabilidad, rectiicación y localización
El punitivismo psi
El inconsciente del lacanismo
¿Quién gana con el síntoma?
Responsabilidad
Responsabilida d y rectiicación
rectiicación
La demanda de análisis
Amar. Introducción al problema de la transferencia
No se puede vivir del amor
Obstáculo y motor
Cuestiones
La transferencia de la transferencia
El bien y el deseo
Causar. El deseo del analista
Los neutrales
La contratransferencia
Un deseo más fuerte
La neurosis del analista
El lugar que le corresponde
Las tetas del analista
Fingir olvidar. El sujeto supuesto saber
La erótica del saber
El engañador engañado
El prejuicio más radical
Una tirada de dados
Entre dos sillas
Interpretar. La lectura analítica
de no comprender” (“Der
(“Der Mut, nicht zu verstehen”,
verstehen”, titulaba ya un
artículo de 1932) y la función de la “conjetura”, son algunos tópicos
que conversan bien con los temas retomados aquí. Para dar un
caso: los paralogismos del analista en su efecto y su teoría, o en su
acto y su pensar, podrían obtener algunas mediaciones con la
ayuda de Reik. Porque si la atención flotante es la suspensión de la
comprensión, se trata entonces de un “no pensar” –“no pensar”
que se juega, aunque probablemente no del mismo modo, en el
momento en el que el analista es sorprendido–.
Sea como fuere, por estas vías el libro de Bonoris se encamina a
polémicas de las que no rehúye. Tarea del lector es hacer el
balance. Un interlocutor en ocasiones un poco de más construido
–en una cuota en cierta medida inevitable si, como sabemos desde
Freud, el sujeto siempre parcializa el objeto– no le impide dar
fuerza a las preguntas que eleva. De las múltiples, una sola parte se
recortará aquí.
Es la cuestión de la “responsabilidad”. Llamar al analizante a
“hacerse cargo” de su papel en aquello de lo que se queja debido a
que tanto la queja como su objeto serían a secas un modo de goce
querido es, desde luego, reingresar en el redil de la psicología (post
o prefreudiana) del yo. Si ya para Freud la satisfacción
primeramente no es del yo, sino de la pulsión, y el síntoma
transige diversas partes con sendos intereses libidinales, para
Lacan, por su lado, el modo como la pulsión goza no ocurre sin el
montaje del fantasma, es decir, una componenda donde el Otro, el
a, el sujeto, el falo y demás elementos se sueldan en solidaridad.
Por eso el motivo de que el yo para Freud sea masoquista sólo a
condición de que el superyó sea sádico y viceversa, reside en que
tal lazo que se establece entre el sujeto, el objeto, el Otro, etc., hace
a lo que de “complejo” tiene el asunto. Hacer que el yo “asuma” su
masoquismo no vuelve al superyó menos sádico (más bien,
entraña el riesgo de deslizar al analista a esta última posición), e
insistir en que el goce del sujeto sería su entrega como objeto al
Otro descuida el correlato de que al mismo tiempo él se rehúsa. A
falta de lo cual el analista incurre en el desplazamiento del chiste
freudiano: ahorcar al sastre aunque la culpa sea del herrero.
Compárese semejante manejo de la culpa –praxis correlativa de
su concepto, es cierto– con la sutileza de la maniobra de Freud que
se trasluce en el relato que Smiley Blanton nos dejó de su análisis
con él. Las autocríticas de infantilismo que éste hacía al comienzo
del tratamiento encontraban en Freud la respuesta inclaudicable
de que la culpa es un indicio fundamental de la resistencia, y la
exhortación a asociar sin reservas. Su sentencia seguida de que
uno no es responsable por su inconsciente sólo puede entenderse
a la luz de su agregado: porque mientras emerge el material no
debe ser objeto de juicio moral alguno. Sólo tras haberse
expresado el pensamiento consciente y el pensamiento
inconsciente –y sólo entonces– estarán dadas las condiciones de
juzgar qué se desea. Si la ética es el juicio sobre nuestra acción, tal
como insiste Sara Glasman en un artículo ya clásico, aquí se trata
entonces de la ética del deseo. No obstante, como la culpa supone
una satisfacción masoquista, es un problema cuando esta
demanda de la neurosis es respondida por el analista. Bajo el
estandarte de la ética, es sabido, también puede conducirse a
destinos gozosos
gozosos..
En cuanto a la responsabilidad, tal vez no convendría censurar el
AGUSTÍN KRIPPER
Soñar
corte e inicio
navidad. De día, la luz del sol. No puedo estudiar sin mucha luz. Por
eso siempre me costó estudiar de noche. Aunque para escribir la
noche no está mal. La lectura es diurna; la escritura, nocturna.
La biblioteca y la luminosidad. ¿El debate de las luces? ¡Ja! Esto
que decís me recuerda a la contratapa original de los Escritos. Allí
Lacan decía que proseguía un solo debate, siempre el mismo: el
debate de las luces. Luego Miller eliminó esa contratapa y puso el
extracto de una entrevista, donde dice, entre otras cosas: “existen
individuos, es todo”. Lacan hablando de individuos, el tipo que se
dedicó décadas a estudiar el sujeto dividido. Esta maniobra
milleriana me parece propia del oscurantismo que el mismo Lacan
denunciaba en aquella contratapa. En algún punto siento que
estoy dando, junto a algunos colegas, ese debate de las luces. No
hay grandes pretensiones. Se trata de brindar un debate racional y
argumentado, que permita la conversación con otras disciplinas.
La palabra “racional” me produce escalofríos. Lo que quiero decir
es que me harté del retorcido lenguaje lacaniano, del
oscurantismo de la inefabilidad de la experiencia. Probablemente,
con los problemas técnicos sucede algo de esta índole. ¿Qué
hacemos los analistas lacanianos? ¿Qué sucede dentro del
consultorio? ¿Por qué a veces sentimos que los conceptos pierden
todo tipo de referencialidad práctica, y otras, que la teoría pasa a la
experiencia con una fuerza irrefrenable? ¿Se trata de los textos que
leemos o del modo en que los leemos? Al mismo tiempo, ¿de qué
manera los problemas clínicos se transforman en interrogaciones
conceptuales? ¿Cómo ver un problema cuando se está tan
convencido de lo que se hace? ¿Se extrae algún saber de la
práctica, o más bien se extrae un no saber?
Tengo ganas de escribir sobre esto, pero estoy buscando otro
tipo de escritura, más ensayística, más libre, que prescinda de la
apoyatura a los textos. Una escritura en la intersección del
concepto y la sensibilidad. Tal vez en un futuro me pueda soltar
más. Bajar la guardia.
Se puede prescindir de los textos a condición de servirse de ellos.
Perder el apoyo en el momento de decir. Sí, deinitivamente... acabo
de notar por primera vez esa foto de la máquina de escribir
prendiéndose fuego. ¡Es notable! Vengo al consultorio hace meses
y nunca lo había
había visto. Lo
Lo que es la repr
represión.
esión.
Estoy acá para cambiar mi relación con la escritura. Ahora puedo
darme cuenta de eso, los motivos por los que te llamé. A vos.
¿Y Carlos Kuri? Es lo más enigmático, no sé muy bien qué decir
de él porque no lo conozco; de hecho, no tengo presente su rostro.
Sé algunas cosas de él y de “la trova rosarina”. Muchos escribieron
en la revista Conjetural
Conjetural.. Allí hay un psicoanálisis muy potente, pero
lo cierto es que todavía no leí mucho de ellos. Ahora que recuerdo,
leí un libro de Kuri para la investigación UBACyT.
¿Qué libro? No me puedo acordar el nombre
¿Qué libro?
¡Sí! Nada nos impide, nada nos obliga.
Conjeturar
experiencia y teoría
La teoría, también
Al menos dos
experiencia a través
los teoriza. ¿Pero del concepto.
cómo Primero
se obtendrían esoshay efectos
efectos si yno
luego se
existe
ningún tipo de cálculo para lograrlos? ¿Son las capacidades
obtenidas por el propio análisis? ¿Es el inconsciente lo que dirige la
cura o se trata de una plena entrega al azar?
Estoy de acuerdo con Schejtman cuando dice que sentarse
detrás del diván, en tanto tal, no mejora las capacidades del
analista. Se pueden pasar décadas escuchando pacientes sin
poder captar jamás la lógica de un caso. Ni al zorro ni al diablo les
alcanza con ser viejos, dice con exactitud, “la clínica no es cuestión
de olfato sino de conceptualización, de formalización [...] es un
experiencia,12 y no
sobreagregado a la experiencia, no va de uyo”.13 Es aassí que
de ssu que
distingue “lo que es la experiencia analítica, de la clínica que es
ella”.14 Sc
producto de ella Schej
hejtman
tman dest
destaca
aca llaa import
importancancia
ia de la
conceptualización y la formalización para cualquier cura
psicoanalítica, pero considera que es algo que se agrega
secundariamente a la experiencia. Esta es una idea muy difundida
en el psicoanálisis lacaniano. En general se omite que la
experiencia ya es el “producto” de una conceptualización más o
menos rigurosa. La asociación
asociación libre, por ejemplo, es el método que
Freud implementó con ines terapéuticos en función de una
hipótesis. La pregunta que se hizo fue cómo acceder a lo
inconsciente una vez que la hipnosis ya no era un método iable.
Tenemos una interrogación, una hipótesis y una experiencia
inédita.
Podría reprochárseme que estoy subrayando nimiedades, ya que
el redoblamiento conceptual implicaría una vuelta a la experiencia
mediada por la clínica. En deinitiva, con algunos rodeos, se
airmaría que la experiencia siempre es acompañada por una
conjetura. Sin embargo, se sostiene con tenacidad la divergencia
radical entre los dos ámbitos y las dos tareas concomitantes a cada
uno de ellos. En la experiencia psicoanalítica el analista analiza; en
la clínica psicoanalítica, el clínico (y no el analista) teoriza sus
efectos. El analista, por lo tanto, no piensa; quien lo hace es el
clínico. Boxaca y Lutereau lo dicen así:
nunca cuando [el analista] piensa su práctica puede ser el mismo que produjo
efectos con el dispositivo [...] hay una separación inconmensurable entre la verdad de
la praxis y el saber que busca iluminar ese acto que, en el mejor de los casos,
casos, también
ende al analista.15
sorprende
sorpr
Por ejemplo, López se sirve de esta cita para airmar que de las
tres patas de la formación del analista –estudio, supervisión y
análisis personal–, “la más relevante es el pasaje de analizante a
analista en la conclusión de un análisis, siendo cualquier otra
comparación”.27 Yo leo
condición contingente en comparación” leo ot
otra
ra cosa:
cosa: no se
se
trata de que el pasaje de analizante a analista sea la única
condición necesaria para realizar un acto analítico, sino que el acto
analítico es la condición necesaria para el pasaje de analista a
analizante.
Cuando se discute sobre la necesidad del propio análisis como
eje de la formación del analista, se cae en un falso problema por la
simple razón de que no existe a lo largo y a lo ancho del mundo
psicoanalítico alguna corriente, escuela o autor que sostenga lo
contra
con rio..28 Si ha
trario hayy algo que lo
loss analis
analistas
tas hacemos
hacemos es analizar
analizarnos
nos..
De hecho, todavía hoy, algunas personas llegan a nuestros
consultorios con la demanda de ser analistas. Un síntoma para el
psicoanálisis, dije, pero no necesariamente para quien consulta.
Aunque no tengamos la respuesta que explique estas ideas
hipervalentes, al menos podemos señalar cierta correlatividad: la
depreciación de la teoría, el saber, los textos, el pensamiento, o
cualquier cosa que recuerde a alguna abstracción.
¡Pero la teoría
teoría es cuerpo! ¿Por qué le quitamos su peso?
Prieto airma que “nadie se hace analista sólo leyendo libros,
[alguien] se vuelve analista atravesando su propio análisis, sólo de
ese modo se puede ocupar esa posición que implica renunciar a
imprimir
impr imirlele al analizant
analizantee nuestr
nuestros
os prejuicios””.29 Mi opinión
prejuicios opinión es que
nadie queda exento de interpretar al analizante según los propios
prejuicios por el mero hecho de haberse analizado. En general, a
los prejuicios se los cura en la calle y en el escritorio, y a los
síntomas en el diván. El prejuicio del que debe curarse el analista
primero la experiencia,
por último, el retornoluego
a lalaexperiencia
teorización de lo experimentado,
acompañado con lasy
esis..30 Per
hipótesis
hipót Pero
o com
como o ya sostuv
sostuvoo Bleg
Bleger
er en 1969
1969:: “de ni
ningun
ngunaa
manera podemos actualmente aceptar el esquema ingenuo que
supone [...] que los hechos están ahí y que ateniéndonos a la
observación y estudio de los mismos es de donde deducimos las
hipótesis y posteriormente las teorías, que pueden ser validadas o
confrontadas volviendo a dichos hechos”.31
“¿Cómo podríamos
podríamos ayudar a ubicar ese imposible de soportar en
otro
otro sujet
sujeto,
o, si an
antes
tes no he
hemos
mos pasa
pasado
do por la eexper
xperienc
iencia?”,,32 se
ia?”
pregunta Lombardi. Esta inquietud no resultaría tan extraña si se
sostuviera como posición epistemológica que para tratar un
sufrimiento hay que pasar por él. Pero no es así. Ningún
psicoanalista propuso conformar una comunidad de
psicoanalistas
psicoanalis tas anónimos.
anónimos. Lo que se dice es que habría que pasar
por esa experiencia y no otras, la del análisis lacaniano, con sus
fundamentos teóricos, sus conceptos, y sus medios y ines
especíicos. La epistemoempatía de lo real solo valdría para los
lacanianos. “Sentir para creer”, susurran los más desconiados;
pero al inconsciente no hay que rezarle, hay que ponerlo en
marcha. Es sorprendente que este tema no despierte discusiones
en ninguna escuela de psicoanálisis. “No estoy diciendo –aunque
la cosa no es imposible– que la comunidad de psicoanalistas es
una Ig lesiaa”,33 dijo Lacan
Iglesi Lacan,, que había estudi
estudiado
ado mu
muyy bien la
verneiunung.. Los dogmas están a la orden del día. Tal vez este sea
verneiunung
el más esencial.
Dice Rodríguez Ponte: “El analista se hace en el análisis. Este
para
y muymílejos
es eldel
punto principalísimo
número [...] esión
dos [la formación
formac el elemento
teórica]”.34número
teórica]”. La causauno,
del
analista, en todos los sentidos aristotélicos, es la experiencia. Si se
sigue esta hipótesis al pie de la letra es posible concluir que si
alguien está bien analizado –aunque sea un comerciante, un
abogado
abog ado o un iingen
ngeniero
iero–
– es un psi
psicoa
coanalis
nalista
ta en popotenc ia.35 Me
tencia.
pregunto cómo alguien podría analizar sin saber nada sobre teoría
psicoanalítica, cómo podría llevar adelante su práctica sin sus
36
pasaje de de
fragilidad la imposibilidad a laladiicultad
la teoría sobre formación es del
unaanalista.
muestra Luego
de la
concluye:
Lo que hay que entender es que el análisis comenzó con alguien que no se analizó.
Hay que partir de esa base: Freud no se analizó, el llamado autoanálisis no es análisis
[...] nos vemos obligados a sostener que puede haber analistas sin haber pasado por
el análisis. Es decir, que hay que admitir un momento misterioso en el comienzo de
la historia del psicoanálisis, o encontrarle la vuelta a sostenerse en una paradoja. 39
Tonterías, empieza ya
falta
haganlas escuelas
falta para salir
consultorios parade la de
salir soledad delescolar.
la lógica consultorio. Tal vez
Además, muchísimos analistas no han inalizado su análisis, no
por falta de tiempo en el diván, sino por la falta de un criterio
común acerca de lo que esto signiicaría. No hay un mínimo
acuerdo
acu erdo sobre
sobre cuá
cuáll es el in de anális is,41 en nin
análisis, ninguno
guno de lo loss
sentidos del término. Y diícilmente pueda terminarse un análisis
si no se tiene un criterio claro y distinto de cuál es el inal. Me
pregunta
otro modo.es fundamental y nos permitirá leer la cita de Lacan de
La cuestión, a mi entender, gira en torno al “se “se dice”, al
impersonal que Lacan utiliza para indeterminar la identidad de los
interlocutores. “¿Qué importa quien habla?” dijo alguien. De eso
trata la clínica psicoanalítica, especialmente en sus comienzos.
Pasar de un “yo hablo” (analista o analizante) a un “eso habla”. Estoy
de acuerdo con Boxaca y Lutereau en que el “se dice” remite al
decir y no a los dichos, a lo que queda olvidado tras lo que se dice
en lo que se escucha/entiende. No se trata de lo que efectivamente
dijo el analizante o el analista, sino de un efecto de lectoescritura
sobre esos dichos que abra la posibilidad de un “se dice que...”.
No existe experiencia que no esté siempre ya atravesada por la
clínica, entendida ahora como la intervención más o menos
calculada del analista en función del texto, de los conceptos y de
sus prejuicios. La experiencia misma del hablar en un análisis, el
modo en que se maniiesta lo “efectivamente dicho” ya está
intervenida, es el resultado de un dispositivo único de producción
de textualidad: la asociación libre y la atención flotante.
dispositivos y montajes
al mismo tiempo, es unaexperimentales de las
situación practica queciencias
provocaexperimentales conocidas.
transformaciones Pero,
en su objeto,
gracias a instrumentos particulares de producción de esos efectos” (Althusser, 1975-76:
181).
7 “Mi idea, cuando intento divulgar el psicoanálisis (es decir, llevarlo más allá del
intercambio
interc ambio entre colegas, sin que pierda su rigor) es mostrarle
mostrarle a los demás que eso que
intento transmitir, de alguna manera, ya lo saben [...] Desde mi punto de vista, el
psicoanálisis no es una teoría, sino un modo de experiencia que se comprueba en la
vida cotidiana”
cotidiana” (Lutereau,
(Lutereau, 2018).
2018).
8 Estoy de acuerdo con Miller cuando dice que “[...] no hay ningún punto técnico en el
análisis que no se vincule con la cuestión ética, y es para nuestra comodidad de
exposición que distinguimos entre ética y técnica. En el análisis las cuestiones técnicas
son siempre cuestiones éticas, y esto por una razón muy precisa: porque nos dirigimos
al sujeto” (1987: 13).
9 Cf. Lacan, 1964.
10 Farrán, 2020: 51.
31 Bleger, 1969.
32 Lombardi, 2018: 27.
33 Lacan, 1964: 12.
34 Rodríguez Ponte, 2005: 26.
35 Cf. Suarez, 2005.
36 Lacan lo dice en estos términos
términos:: “Con el psicoanálisis sucede como con el arte del buen
cocinero que sabe cómo trinchar el animal, cómo separar la articulación con la menor
resistencia.
le es propioSe[...]
sabe
Esque existe,entender
preciso para cadaque
estructura, un modo
no disecamos de conceptualización
con un cuchillo, sino que
con
conceptos” (1953-1954: 12).
37 Zaore, 2012: 159.
38 Rodríguez Ponte, 2005: 26.
39 Ibid.: 26-27.
40 Así lo expresó con mucha claridad Morales Montiel: “1. Para volverse psicoanalista es
necesario haber pasado por la experiencia del análisis con un analista. 2. Freud fue el
primer psicoanalista. 3. [...] Para volverse psicoanalista es necesario que Freud haya
pasado por la experiencia del análisis con un analista. 4. [esto] implica que hubo al
menos un psicoanalist
psicoanalistaa antes que Freud. 5. (2) y (4) son contradictor
contradictorios”
ios” (2017).
41 Tomás Pal suele decir que el in de análisis se realiza cuando se terminan las
prestaciones
prestac iones de la prepaga. Es una deinición
de inición bastante ajustada a la realidad.
42 Roazen, 1995: 138.
43 Lacan, 1973: 327.
44 Lacan, 1977: 4
45 Schejtman, 2013: 30.
46 Ibid.: 35.
47 Boxaca y Lutereau, 2013: 14.
48 Ibidem.
Abrir
asociación libre y atención flotante
su paciente tome
La respuesta la palabra,
de Freud esasociación
es clara: decir, paralibre
que ylaatención
palabra lo tome?
flotante.
Dos posiciones correlativas aunque no simétricas, que serán el
fundamento de cualquier tratamiento analítico. Sin asociación
libre y atención flotante no hay psicoanálisis.
La asociación libre es una consigna técnica correlativa a una
hipótesis: existe un saber no sabido, el inconsciente. Su in es
posibilitar “las vías de acceso” a este tipo de saber. Como dije, el
psicoanálisis es la puesta a prueba de esta hipótesis, por eso es un
experimento, pero sobre todo es una praxis, debido a que no se
trata únicamente de la veriicación de esa hipótesis sino también
de su uso como instrumento para modiicar la realidad. Freud se
tomó en serio la idea de inconsciente –presente en la ilosoía
desde siglos atrás– en la medida en que lo consideró como “algo
vivo,, palpable y objeto de experimentac
vivo experimentaciónión””,5 y no solo como una
abstracción. Ahora bien, dado que la asociación libre es correlativa
de la hipótesis del inconsciente, dependiendo de cómo
entendamos el estatuto del inconsciente nuestra concepción de la
asociación libre se verá afectada. Por ejemplo, si entendemos que
el inconsciente ya está escrito
escrito,, es probable que creamos que la
asociación libre es en sí misma curativa, y lo cierto es que nadie
cura su neurosis meramente hablando.
En la búsqueda de un método de ampliación de la conciencia,
Freud encontró en las ocurrencias de los enfermos un sustituto
satisfactorio para la hipnosis. La asociación libre permitió que se
presenten en la supericie los pensamientos involuntarios que se
interponen en la trama deliberada, pero que en circunstancias
corrientes
corr ientes son rec hazados,6 como ver
rechazados, veremos,
emos, por diversos moti
motivos
vos..
“Diga también
podría ser una lo que de
forma nunca diría la
enunciar enregla
una fundamental.
conversación ordinaria”,
¿Quién sabe?
Freud parte del supuesto de que hay un saber no sabido, y que ese
saber lo poseería, de algún modo, el paciente. “El psicoanálisis
sigue la técnica de hacerse decir por los mismos a quienes estudia,
si ello cabe, la solución enigmas”..7 Parece
solución de sus enigmas” Parece una gran estafa, ya
que los pacientes nos consultan suponiendo que disponemos de
un saber sobre su deseo. Somos sujeto supuesto saber, y es cierto
que poseemos un saber, pero no ese. Al mismo tiempo, cuando el
analista le dice a su paciente “diga lo que se le ocurra, será
maravilloso”, lo está instituyendo como sujeto supuesto saber. 8
Estos supuestos cruzados que produce la regla fundamental son la
base de la transferencia. Sin embargo, el supuesto subyacente es el
de un saber que nadie tiene pero que podrá ser leído en la medida
que se sorteen ciertos obstáculos. Para ello pondrá a hablar al
paciente. El analista supone un saber sin sujeto: el
e l inconscient
inconsciente.
e.
El movimiento que resulta novedoso es que para acceder a esta
saber Freud propone tomar una actitud de plena ignorancia frente
al sentido de lo que se dice. Una de sus grandes propuestas fue
tratar a cualquier texto como si fuera un sueño, es decir, como algo
que en principio no se entiende. De hecho, llegó al sueño
secundariamente, una vez que ya había tratado al síntoma como
un lenguaje encriptado (¡como un sueño!). Freud se preguntó:
¿qué quiere decir eso? Trató a la palabra como signiicante, como
algo que en sí mismo no signiica nada. Así le dio vida al
9
inconsciente.
No hay que comprender demasiado pronto, dirá Lacan. No
debemos saturar el tex
texto
to con aquello que parece querer de
decir(nos).
cir(nos).
Hay que sostener la rigurosidad conceptual y metódica necesaria
para dejar que el texto se abra. No debemos anticipar la
signiicación con el poder que nos coniere el lugar del oyente.
Ningún saber que creamos poseer previamente a un análisis –
sobre el complejo de Edipo, sobre los tipos clínicos, sobre las
posiciones sexuadas, etc.– puede funcionar, en tanto tal, como
código de lectura. Esto signiica, en términos freudianos, que la
terapia analítica procede per vi di levlevare
are:: “no quiere introducir nada
nuevo, sino restar, retirar, y con ese in se preocupa por la génesis
de los síntomas patológicos y la trama psíquica de la idea
gena””.10 Ac
patógena
pató Actúa
túa como
como un esc esculto
ultorr que retir
retiraa de la piedr
piedraa lo que
recubre la forma de la estatua contenida en ella; a diferencia de la
sugestión que lo hace per vi di porre, como un pintor que deposita
colores donde antes no había nada. Quien propone un saber que
ya sabe, hace “psicología
“psicología”.”. En cambio, el psicoanalist
psicoanalistaa bascula
entre la ignorancia advertida y la conjetura provisoria. provisoria. Entre
asociación libre e interpretación.
El paciente debe hablar “libremente” para poder comunicarnos
el saber que no sabe. Pero claro, “no le pedimos enseguida que nos
sentido”.11 El pro
diga el sentido”. problema
blema es evidente:
evidente: si le solicitamos
solicitamos al
paciente que nos diga qué signiica un sueño, un lapsus o un
síntoma, responderá que no lo sabe, porque de hecho es así: no lo
sabe. Es muy común que ante nuestra pregunta por el por qué, los
analizantes nos respondan con un simple “no sé”. Por este motivo,
si bien la pregunta de fondo es por la causa del padecimiento,
nuestras intervenciones
aparición de deberán¿qué
un decir que importe: matizarse paracon
se lo ocurre habilitar la
esto?, ¿de
dónde viene tal cosa?, ¿qué signiica tal otra? No le pedimos al
paciente que reflexione, sino que se observe a sí mismo. No le
pedimos que piense, porque si el Yo “piensa”, eso no puede hacerlo
hacerlo..
La consigna, dice Lacan, es que el sujeto se ausente para que el
signiica
signiicante
nte pueda
pueda hacer su ju ego..12 Al inc
juego inconsc
onsciente
iente se llega
llega de
manera indirecta, a través de rodeos.
La conversación analítica
apto o capaz
capaz par
paraa una cosa
cosa deter
determinad
minadaa”. El analista
analista pon
ponee en
marcha la función habilitar para que junto al analizante sean
capaces de producir un texto apto para ser leído y escrito, un texto
abierto, dinámico e impersonal:
impersonal: sin origen ni in, sin centro ni
límites, sin autor ni interprete; un texto en el que se distinguen las
regularidades, las discontinuidades, los deslices y las
ambigüedades. Tal vez esto sea un caso: un texto sin autor, sin
unidad, sin original y sin signiicación última. Una materialidad
incorporal en donde el escritor y el lector, confundidos entre sí,
promueven un texto, inacabado y diferido, del que forman parte.
¿Qué debe solicitar el analista al analizante para que se produzca
el texto analítico? Freud dice que debe pedirle dos cosas:
valor
valor,, tonterí
tonterías,
positiva), sinoas,que
o fuera de lalas
no omita trama
ideas(esta
que no es una
puedan premisa
tener esas
características. Estoy en desacuerdo con Miller cuando sostiene
que en un análisis “no solo se puede, sino que se debe decir
cualquier cosa [...] si no se dice cualquier cosa no se respeta la
reglaa”.18 Esto no se ajusta a los propós
regl propósitos
itos de la regl
reglaa fundamenta
fundamental.l.
El analista no le dice al paciente que diga pavadas, solo le pide que
no las excluya de su discurso. En un análisis se viene a hablar de
19
cuestiones
cuestiones iimport
mportante
antes.
s. Por eso no parec
parecee una buena metáfor
metáforaa la
de Freud cuando airma que en un análisis el paciente debe
comportarse como lo haría en una conversación en la que se habla
de bueyes perdidos. De nuevo, quien consulta no debe hablar –
como si fuese una exigencia del método– de cosas sin importancia
o que no
no vie
vienen
nen aall ca
caso,
so, se trata
trata de
de que nnoo llas omita.20 Sea como
as omita. como
fuere, este no parece ser un problema clínico típico; en general los
analizantes vienen a hablarnos de sus padecimientos, de
cuestiones que son importantísimas. A algunos les lleva más
tiempo que a otros. Impulsarlos a que digan “cualquier cosa” es un
contrasentido.
Otro modo en que puede malinterpretarse el “decir todo” es
como una exigencia de contar nuestros secretos, como en una
especie
espec ie de con
confesió
fesiónn reli
religio
giosa
sa o jurí
jurídica.21 Se iría
dica. iría a un anál
análisis
isis a
decir lo que no podría decirse en cualquier otro lugar por pudor.
Esto es parcialmente verdadero, ya que los analizantes nos
cuentan sus experiencias más íntimas. Se le pide al paciente, dice
Freud, una sinceridad total.
total. Para este caso vale lo mismo que para
el anterior: no hay ninguna obligación de decir nada en particular,
pero si ese tipo de pensamiento se presenta, no debe descartarse.
Preierohacia
atención la versión que expresa que
los pensamientos el paciente Un
involuntarios. debemodo
dirigirmás
su
sencillo de enunciar esta premisa podría ser, por ejemplo, “diga
“diga lo
que se le ocurra”.
ocurra”. Como dije, la idea no es que el paciente reflexione
sino que se observe a sí mismo. Freud realizó un análisis
fenomenológico muy sugerente sobre esta distinción. Dijo que
quien reflexiona tiene “la expresión tensa y el entrecejo arrugado”,
a diferencia de quien se observa a sí mismo, que muestra “una
falta de mímica”. “En ambos casos tiene que haber una atención
reconcentrada”, pero el que reflexiona ejercita una crítica de sus
pensamientos y, por lo tanto, desestima una gran parte de ellos.
Quien hace introspección, en cambio, no tiene más trabajo que
suspender la crítica, “debe conducirse con sus ocurrencias de
neutral”.22 En resu
manera totalmente neutral” resumen
men,, se llee pid
pidee lo m
mism
ismo
o que
al analista: que no comprenda.
La segunda premisa, la negativa, reza así: “renuncie a la crítica a
partir de la cual descarta los pensamientos involuntarios”. Existen
cuatro tipos de ocurrencias que típicamente se rechazan: las que
se consideran sin importancia, las que no forman parte de la
trama, las que parecen tonterías o las que producen pena o
vergüenza. Las tres primeras crític críticas as se realizan
“automáticamente”, sin la deliberación de quien habla. Las
conversaciones cotidianas nos exigen que prescindamos de este
tipo de información. Es que en principio no habría ninguna
ganancia en ser banales –por decir trivialidades–, ni estúpidos –
por decir tonterías–, ni “locos” –por decir incoherencias–. Pero en
un análisis le pedimos a los pacientes que no omitan ninguno de
estos residuos discursivos. Puede que allí se encuentre algo de
La confusión freudiana
psicoana
psicoanalist
lista]
a] opera
opera”. Est
Estaa última idea es mu
muyy signi
signiicat
icativ
iva,
a, pero
no en el sentido en que suele presentarse: el analista interpreta
con su inconsciente, debe elaborar sus hipótesis después de la
intervención, tiene que dejarse llevar por la experiencia de su
propio análisis, etc. Volveré sobre la referencia lacaniana para
detenerme en el signiicado de ese “no pensar”. Por el momento
quiero subrayar el carácter doble (lectura y escritura) de la
interpretación. Airmo que la lectura de un texto analítico es un
proceso racional y transmisible, que se nutre de una serie de
conjeturas provisorias y parciales, resultantes de una forma
particular de abordar un texto. El psicoanálisis es un modo de leer
textos. Seguramente existe un aspecto intuitivo en el accionar del
analista, pero este participa de manera más evidente en la
escritura que en la lectura del material.
El diván
Demás
bajo está decir
ningún puntoquedeel diván
vista es
esuna herramienta
herramient
necesario a muy
para útil, pero
lograr una
conversación analítica. Lo fundamental es la posición que
sostengan tanto el analista como el analizante; en un consultorio
con diván, cara a cara, caminando por un parque, telefónicamente,
etc. Muchos de nosotros hemos practicado el psicoanálisis en
hospitales, clínicas y oicinas austeras, donde naturalmente no hay
divanes. Lo importante es seguir determinadas reglas, como en el
regla,
corazón decomo
no decir más
se dice enque lo que
francés” puede
(Lacan, tener
1975: 46). para decir, que lo que él tiene en el
20 Otra metáfora freudiana algo confusa es la del tren: “compórtese como lo haría un
viajero sentado en el tren del lado de la ventanilla que describiera
describiera para su vecino de
pasillo cómo cambia el paisaje ante su vista” (Freud, 1913: 135-136).
21 Cf. Bonoris, 2015.
22 Todas las citas de este párrafo se encuentran en Freud, 1900 (1899): 122-23.
23 Cf. Freud, 1926.
24 Cf. 1936.
25 Ibid.: 88.
26 Ibidem.
27 Esta pregunta me la hicieron tanto Tomás Pal como Facundo Guzmán, que no es
psicoanalista, sino historiador y analizante.
28 Freud, 1912: 111.
29 Ibid.: 112.
30 Ibidem.
31 Freud, 1923 (1922): 235.
32 Cf. Jullien, 2012.
33 Ibid.: 24.
34 Cf. Lacan, 1954-55: 369.
35 Jullien, 2012: 25.
36 Ibid.: 26-7.
37 “El término flotante no implica su fluctuación
fluctuación sino antes bien la igualdad de su nivel, lo
cual queda acentuado por el término alemán gleichschwebende
gleichschwebende”” (Lacan, 1956: 442).
38 Comunicación
Comunicación personal.
39 Jullien, 2012: 31.
40 Freud, 1912: 115.
41 Ibidem.
42 “Así, asociación libre y arte de la interpretación brindaron lo mismo que antes brindara
el recurso de la hipnosis” (Freud, 1924 [1923]: 208).
43 Ibid.: 207.
44 Ibid.: 208.
45 Cf. Freud, 1900 (1899).
46 Lacan, 1969: 397.
47 Freud, 1904 (1903): 238.
48 Freud, 1912: 119.
49 Cf. Carrere, 2018.
50 Ibidem.
51 El concepto de palabra plena más tarde será abandonado por Lacan por la sencilla
razón
verd adde
verdad seque ninguna verdad
medio-dice, es plena
es no-toda. o total. Como
Sin embargo, el mismo
la idea de queLacan dijoamás
la palabra
palabr tarde,
puede la
tanto
obstaculizar como vehiculizar una verdad es fundamental para nuestra práctica.
52 Lacan, 1953-54: 259-60.
53 Lacan, 1977: 6.
54 Lacan, 1958: 560. Cuando comentan esta cita Boxaca y Lutereau dicen: “cada analista
haría cumplir la regla fundamental de acuerdo con el punto en que haya avanzado en su
propio análisis
análisis y en sus interrogantes con respecto a la técnica en su articulación con la
ética del psicoanálisis”(2013: 22).
Otrificar
responsabilidad, rectificación y
localización
El punitivismo psi
La pregunta por la responsabilidad moral y jurídica ante un hecho
se presenta de inmediato en gran parte de los problemas de
nuestra época –sean políticos, sociales, familiares o individuales–.
¿Quién es el culpable? es la inquietud que debe resolverse con
urgencia.. Pareciera que encontrar al autor de nuestras desgracias
urgencia
(incluso si somos nosotros mismos) nos traería una calma
provisoria, incluso deinitiva. No dudo de la importancia de la
reparación ética y jurídica ante la realización de un daño. Además,
un acto de justicia puede ser muy bien un acto de salud, y no solo
para la víctima. Las diicultades comienzan cuando todos los
problemas se abordan desde esta óptica. Cuando la pregunta por
el quién obtura las preguntas por el cómo y el porqué.
El psicoanálisis no está exento de esta tendencia que adquiere
cada vez más el tono de una moral punitivista. De hecho, ciertas
prácticas analíticas fueron la punta de lanza para la realización de
un punitivismo psi1, que multiplicó su eicacia al disimular su
moralismo en una teoría pretendidamente soisticada y valiente
en términos éticos. “¡Los neuróticos son unos cobardes morales
que deben despertarse de su queja soporífera!”, dicen algunos
analistas, con la boca llena de un deseo decidido. Todo esto
recuerda al maravilloso inal del escrito “¿Qué es la psicología?” de
Canguilhem:
el ilósofo puede también dirigirse al psicólogo bajo la forma de un consejo
orientador [...] y decirle: cuando se sale de la Sorbona por la calle Saint-Jacques se
puede ascender o descender; si se asciende, uno se aproxima al Panteón que es el
Conservatorio de algunos grandes hombres, pero si se desciende, uno se dirige
seguramente al Departamento de Policí a.2
Policía.
problema.
problema deUna vez airmado
la relación que nocon
del analizante es su
conveniente tratar
padecimiento vía el
la
responsabilidad subjetiva, bajo un “hacete cargo de lo que te pasa,
en deinitiva, es tu modalidad de goce” o cualquier tipo de
variación
variación matizada de esta sentencia, queda la pregunta por cómo
se aborda esta cuestión.
analistas:
Decir que el sujeto sobre el que operamos en psicoanálisis no puede ser sino el sujeto
de la ciencia puede parecer paradoja. Es allí sin embargo donde debe tomarse un
deslinde a falta del cual todo se mezcla y empieza una deshonestidad que en otros
sitios llaman objetiva: pero es falta de audacia y falta de haber detectado el objeto
que se raja. De nuestra posición de sujeto somos siempre responsables.10
somo
somos.
s. Como
Como
traducirse mejorseñaló
señ
enaló
esteEi
Eidelsz
delsztein,
tein,como
contexto el “planteo”
francés
francés position podría
o “postulación”.
El terrorismo ético lacaniano recae exclusivamente sobre el
analista: “ser psicoanalista
psicoanalista es estar en una posición responsable, la
más responsable de todas”.12
Para Lacan, el descubrimiento de Freud consiste en que existe
“un saber perfectamente articulado del que, hablando con
propied
pro piedad,
ad, ningún
ningún sujet
sujeto
o es resp
responsab le”..13 Est
onsable” Estaa frase
frase puede
leerse, al menos, de dos maneras distintas pero compatibles entre
sí. En primer lugar, si deinimos al sujeto como el efecto fugaz y
evanescente de la articulación signiicante (un signiicante
representa a un sujeto para otro signiicante), es imposible
adjudicarle cualquier tipo de responsabilidad por la sencilla razón
de que no puede
responsable, predicársele
ni reflexivo, ningún
ni volitivo, etc. Loatributo
mismo “subjetivo”: ni
para el sujeto
entendido como el asunto entre analizante y analista: aquello de lo
que se trata en un análisis. Por otro lado, si comprendemos al
sujeto como el parlêtre
parlêtre,, tampoco podemos adjudicarle la
responsabilidad porque no es ni el origen ni el autor de lo
inconsciente. Solo a partir de una metaísica de la sustancia y de
una topología esférica puede concluirse que lo inconsciente es un
atributo por el cual deberíamos responsabilizarnos. Está claro, sin
embargo, que el analizante está profundamente interesado en el
sujeto porque es el motivo de su sufrimiento
suf rimiento..
La segunda referencia es la de “Intervención sobre la
transferencia”, en relación al Caso Dora, en donde Lacan le
adjudica a Freud la siguiente intervención: “mira [...] cuál es tu
propia
pro pia parte
parte en el desorden quejas””.14 Rec
desorden del que te quejas Record
ordemos
emos la
la
lectura de Freud sobre el caso: Dora tenía razón en que su padre no
quería saber nada de su conducta ni de la del Sr. K para no ser
interrumpido en su amorío con la Sra. K. La queja de Dora revelaba
una verdad. Sin embargo, dice Freud, ella había hecho lo mismo,
nada, se había vuelto cómplice de esa relación.
no quería saber nada,
Ahora bien, ¿Freud le dice a ella que es cómplice?, ¿le pregunta por
su responsabilidad en aquello de lo que se queja?, ¿le dice que esa
fue su elección?, ¿interpreta un autorreproche detrás del reproche?
Nada de eso. Lo supone, pero no se lo dice. Esta es la diferencia
entre leer y escribir, entre la conjetura y su incorporación en el
material. Lo que Freud hace es “intentar primero que se convenza a
sí misma,
misma, por el rodeo del análisis, de la existencia de ese propósito
de enferma
enfermar”r”..15 Dej
Dejando
ando de lad
lado
o la imprecis
imprecisión
ión de la pal
palabr
abraa
“propósito”
sujeto), (lo inconsciente
lo importante es que no quiere
Freud nada porque
no pretende no es por
persuadirla un
medio de una intervención que apunte a su responsabilidad en el
asunto del cual se queja, sino que por medio de los rodeos del
análisis se convenza de que sus síntomas tienen una función en la
economía libidinal de todos los participantes del conflicto (el
padre, la madre, el Sr. K, la Sra. K, etc.) y no solo en su “aparato
psíquico”. Además, hay que recordar que fue el padre quien decidió
llevar a Dora para que Freud “la ponga en el buen camino”. Quien
consulta a una analista por decisión propia, salvo raras
excepciones, supone de entrada que hay algo que anda mal en su
posición subjetiva, por más que el problema sea con los otros. En
general, los analizantes están convencidos de que ellos mismos
son los únicos responsables de sus desgracias, incluso tienen la
idea de que existe una satisfacción masoquista en su padecer. “Si
no puede dejar de hacer eso que me hace mal debe ser porque me
gusta”, dicen convencidos. Implica mucho trabajo deshacerse de
esa idea. Tampoco se trata de echarle la culpa a los otros de los
propios infortunios. Tal vez estas sean las dos caras paródicas del
psicoanálisis: la culpa es de los padres o la culpa es del paciente. La
cl
clav
avee está en sali
salirr de la lógi
lógica
ca in
inocen
ocente-c
te-culpabl e.16 El ace
ulpable. acento
nto debe
estar puesto en el cómo y no en el quién, en el texto y no en el
autor, en el sujeto y no en el yo. Se trata de interrogar al síntoma en
su dimensión de saber: ¿por qué Dora cambió de actitud luego de
la escena del lago? ¿Qué pasó allí para que desde ese momento se
pase de la connivencia a la queja?, etc.