Edward M. Bridge: Organizacion Panamericana de La Salud Organizacion Mundial de La Salud
Edward M. Bridge: Organizacion Panamericana de La Salud Organizacion Mundial de La Salud
Edward M. Bridge: Organizacion Panamericana de La Salud Organizacion Mundial de La Salud
EDWARD M. BRIDGE
N=~~OS, Al·C~
1965
PEDAGOGIA
MEDICA
EDWARD M. BRIDGE
Profesor de Farmacologíay FisiologíaAplicada,
Escuela de Medicina, Universidaddel Estado de
Nueva York en Buffalo; Consultor en Educación
Médica, OrganizaciónPanamericanade la Salud
PARTE I
PARTE II
PARTE III
APENDICES
vii
PREFACIO
ROBERT S. FISK
Decano, Escuela de Educación
Universidad del Estado de Nueva York en Buffalo
ix
INTRODUCCION DEL AUTOR
AGRADECIMIENTOS
xiii
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Quiero ser
médico
"¿Así ES QUE quieres ser médico?", le dices al hijo del vecino, y miles de
recuerdos acuden a tu mente. Pensarás "por qué estudié yo medicina?
¿Me engañé en la inocencia de mi juventud? ¿Valía la pena? ¿Qué le
diré a este muchacho que está pensando ingresar en la profesión de
Hipócrates?" ¿Le dirás: "Pues bien, hijo mío, tienes un largo camino
por delante", y volverás a tus asuntos sin resolver en tu propia mente
esas confusas preguntas o sin siquiera dirigirle unas cuantas frases
útiles?
Pero, veamos. ¿Por qué la gente decide estudiar medicina? ¿Llega a
esa decisión después de considerar cuidadosamente las ventajas y los
inconvenientes? O, como en mi propio caso ¿fue sólo un sentimiento
vago e inocente al principio? ¿Deberíamos, en nuestra calidad de
maestros, tratar de orientar a los alumnos cuando van a decidir sobre
su carrera? ¿O añadiremos prejuicios y confusión a un asunto que
únicamente puede resolver la persona interesada? Como profesores de
escuelas de medicina, en muchos casos tomamos la decisión al seleccio-
nar, para ser admitidos, sólo a aquellos que están "mejor preparados"
y que demuestran poseer ciertas cualidades que juzgamos importantes.
Pero ¿quién sabe con seguridad cuáles son estas cualidades? Entre los
16 y los 20 años la juventud es todavía bastante flexible y la educación
puede influir sobre ella. Nuestras escuelas de medicina actúan con
respecto a estos problemas con un grado de seguridad que no comparto
enteramente. Las respuestas no me parecen tan sencillas y claras. Basta
analizar los métodos de selección y luego los resultados con ojo crítico.
No hay más que aplicar las técnicas que se emplearon en la formación
2
Quiero ser médico 3
científica recibida. Se verá que muchos de lo3 dogmas se vuelven dudo-
sos. Recuérdense los múltiples factores que influyeron en su propia
decisión de estudiar medicina y las razones que hubo para escoger
finalmente una determinada especialidad. ¿Se debió todo a un orden
lógico que podía haber sido previsto por algún miembro benévolo y
paternalista de un comité de selección?
No obstante, es un hecho que la juventud continúa, año tras año,
tratando de hacer carrera en esta profesión, y las escue'as de medicina
hacen su selección de la mejor forma posible entre los numerosos candi-
datos. Disponemos de un conjunto de procedimientos y pruebas útiles,
bastante bien estandarizado, que nos ha proporcionado estudiantes y
graduados que, en general, han sido de buena calidad. Sin embargo,
tengo la impresión de que obtenemos un falso sentido de seguridad de
las calificaciones numéricas derivadas de exámenes de admisión pro-
fesionalmente preparados. Tengo también la impresión de que, con
frecuencia, nos olvidamos de que nadie ha demostrado la existencia de
una relación consecuente entre esas calificaciones y el éxito académico o
profesional ulterior. En efecto, el éxito de un médico general y la ori-
ginalidad en promover la suma total de los conocimientos humanos no
se correlaciona bien, según parece, con ninguno de los procedimientos
académicos. Nuestro refinamiento en estos aspectos es menor del que
hacemos alarde. Quizá debamos impugnar la validez de algunos de
nuestros procedimientos "científicos" y técnicos de selección, y adoptar
una nueva actitud respecto de nosotros mismos y de nuestros estu-
diantes como seres humanos. Los dos están sujetos a flaquezas y tro-
piezos pero, sin embargo, siempre están buscando algo mejor. Tal vez
debamos rendir menos homenaje a las maravillas mecánicas de la
época moderna y tener presente que la naturaleza humana y la inteli-
gencia humana se han mantenido admirablemente estables a través de
la historia.
Jorge siempre quiso ser cirujano. Su madre dice que le vino la idea
mientras observaba como ella aderezaba un pollo. Así nació su interés
por la anatomía. Andrés escuchó el sermón de un misionero en su
iglesia y jamás lo ha olvidado. Enrique trabajó un verano como ayu-
dante en un hospital y lo que allí vio lo inspiró. Juan pasaba gran parte
de su tiempo con su tío médico, y decidió que la carrera de medicina
era para él. La familia se alegró enormemente cuando el hijo menor
decidió estudiar medicina, después que el hijo mayor había estudiado
para sacerdote. A Francisco le entusiasmaban los cursos de biología
que había tomado y le atraía la posibilidad de aplicarla a los seres
humanos en lugar de enseñarla o dedicarse a la investigación en ese
4 Capítulo I
campo. El padre de Arturo es médico y era natural que éste siguiera esa
profesión. Si a todo esto uno le agrega una consideración similar sobre
sus propios sentimientos entre los 16 y los 20 años, se obtendrá una
buena muestra de los jóvenes que empiezan a pensar en la medicina
como carrera. Y si se examinan los registros de las escuelas de medi-
cina, en las que se insiste que cada candidato presente una breve com-
posición sobre el tema "Por qué quiero estudiar medicina", se encon-
trarán muchas observaciones divertidas-y también mucha hipocresía-
ya que los estudiantes se esfuerzan por decir aquello que, a su juicio,
los comités de selección quieren oír. También se han publicado in-
teresantes estudios sobre las razones que han inducido a algunos a
estudiar medicina (1).
Hágase el siguiente experimento. Reúnase en un ambiente tranquilo
y de compañerismo con un grupo de diez estudiantes que han sido
admitidos a la escuela de medicina de la que usted es profesor, los cuales
empiezan a enfrascarse en el estudio de las asignaturas del primer año:
anatomía, bioquímica, estadística, etc. Pregúnteles sobre las impre-
siones que les produjeron los médicos, las enfermedades y la muerte
cuando por primera vez en la vida se enfrentaron con ellos. Presénteles
una o dos situaciones en las que una persona sin formación profesional
se encuentra repentinamente ante un caso de emergencia que requiere
atención médica, y pregúnteles cómo se sentirían ellos, en su calidad
de estudiantes de medicina, y qué harían en tales circunstancias. Si
la reunión se celebra en un ambiente de compañerismo, libertad y
franqueza, le sorprenderán algunas de las observaciones. Puede en-
sayar también este otro experimento: Muéstrele al grupo unos cuadros
o fotografías sobre el tema de las relaciones humanas y pídale a cada
uno de los alumnos que los interpreten. Estimúlelos a que averiguen
las razones a que se deben las diferentes reacciones. Si se orienta la
discusión con cierta habilidad, se descubrirá bastante sobre las actitudes
de los alumnos y se tendrá quizá una idea de lo que les induce a estu-
diar medicina. Para que las respuestas resulten reales y no superficial-
mente elaboradas, deben obtenerse indirectamente y no como respuesta
a una pregunta directa. Podría citar muchos ejemplos de la situación
a que me refiero, pero si se le dedica el tiempo necesario a estos ex-
perimentos se dispondrá de ejemplos propios, más reales que los que
yo pudiera mencionar.
Durante un período de tres años, les dí clases en América Latina a
estudiantes del primer año de medicina en un cursillo que comprendía,
entre otros temas, una introducción a los problemas de salud del país
respectivo y el criterio de la prevención. A pesar de circunstancias poco
propicias-se trataba de un curso nocturno y que competía con asig-
naturas más importantes-la asistencia fue buena y los estudiantes
Quiero ser médico 5
participaron activamente en las discusiones. Una materia que siempre
suscitaba considerable interés era la relación de los problemas de salud
del país en cuestión y el plan quinquenal del Ministerio de Salud en-
caminado a mejorar la situación. Cada estudiante sabía algo de las
condiciones nacionales, pero el hecho de que por primera vez se le
presentara el problema en su aspecto global hería su orgullo y desper-
taba en ellos un profundo interés. Se formularon muchas preguntas y
numerosas observaciones. Más adelante, en el transcurso del año,
cuando se le pidió a cada uno que indicara en un cuestionario su in-
terés por alguna especialidad, más de la tercera parte de los estudiantes
señaló la salud pública como un campo atractivo. No se hizo mención
alguna de las asignaturas del primer año.
No es mi intención sugerir un método de selección de funcionarios
de salud pública, sino únicamente subrayar el hecho de que los estu-
diantes llegan a la escuela de medicina con poderosos incentivos hu-
manos y con el deseo de colaborar en forma positiva para mejorar la
suerte de otros. Los procedimientos que utilizan los comités de selec-
ción a menudo no descubren esto o hacen caso omiso de ello. Y noso-
tros, al organizar el plan de estudios y enseñar nuestros cursos rara
vez reconocemos o aprovechamos estas preocupaciones humanas,
aun cuando tan poderosas motivaciones decididamente podrían con-
tribuir a hacer más efectiva la enseñanza.
Hace pocos años visité una escuela de medicina que admite estu-
diantes directamente de la escuela secundaria, pero que dedica el pri-
mer año de estudios a aquellas asignaturas que en otras escuelas se
incluyen con más frecuencia en los cursos premédicos: química, física,
matemáticas y biología. Se me invitó a una sesión nocturna del Con-
sejo Estudiantil, a fin de que pudiera escuchar sus observaciones sobre
los cursos, los profesores y el programa de la escuela en general. En
esa ocasión descubrí que una considerable proporción de los estu-
diantes de los primeros dos años (ciencias premédicas, morfológicas y
fisiológicas) participaba en actividades que no estaban incluidas en el
programa de estudios, referentes a las enfermedades diarreicas y a la
nutrición de niños que vivían en uno de los sectores más pobres de la
ciudad. Las actividades comprendían algunas charlas, pero la mayor
parte del tiempo (las noches, los sábados y los domingos) se destinaba
a visitas domiciliarias con objeto de que se enteraran de problemas de
salud, nutrición, actitudes, ingresos y necesidades de la familia. Los
estudiantes cooperaban también en algunas de las actividades de los
centros de salud pública del lugar. Me sorprendió esta inusitada activi-
dad fuera del programa y pregunté cómo se había originado y cuál
era su propósito. Un tanto desconcertado, uno de los alumnos me ex-
plicó que todos se presentaban en la escuela de medicina con la idea
6 Capítulo i
de llegar a ser médicos, pero que, especialmente durante los dos pri-
meros años, ni oían ni veían nada que se relacionara con enfermos o
con tareas de la profesión médica. Este programa especial les hacía
sentir un poco como el médico que esperaban llegar a ser algún día.
En otro país se me pidió que organizara un nuevo programa de
estudios premédicos y un procedimiento de selección ulterior. Se me
sugirió, además, que de ser posible, tanto durante el curso como du-
rante la evaluación se insistiera en la personalidad, actitudes, espíritu
de iniciativa y cualidades humanas. Mientras reflexionaba sobre la
manera de llevar a cabo esta tarea, recordé el tema de una conversación
casual que tuve con un decano de una Facultad de Medicina, y lo que
leí después sobre esas ideas en el Journal of Medical Education (2).
Con ciertas modificaciones, adapté aquel procedimiento a una serie
de diez sesiones de discusión libre durante el año de estudios premé-
dicos. Según el plan, la clase debía dividirse en grupos de doce a quince
estudiantes y a cada grupo debía asignarse un instructor (o de pre-
ferencia dos). Los grupos se reunían semanalmente en un ambiente
cómodo y ameno. Después de dar la bienvenida a los estudiantes y de
conversar con ellos, se reunían alrededor de una gran mesa (el comedor
servía admirablemente a este fin). El instructor solamente indicaba el
tema de la discusión, después de lo cual permanecía en silencio en un
rincón de la sala. Así sucedía efectivamente; se quedaba callado y no
daba a entender, en ninguna forma, que podría ayudar en algo, ni
aprobaba o desaprobaba nada durante la sesión. La discusión con-
tinuaba hasta que todos se ponían de acuerdo y así se lo informaban
al instructor. Salvo para explicar las reglas y cerciorarse de que todos
las habían comprendido al principio de la sesión, se le recomendaba
al instructor que no tomara parte alguna en aquélla, ni siquiera para
definir términos o explicar el tema tal como había sido redactado. Al
final de la discusión se eliminaban todas las barreras establecidas, se
servía café y, después de un período de conversación general, el grupo
se dispersaba. Pero la responsabilidad de cada estudiante no terminaba
con esto, pues en un plazo de 48 horas (el fin de semana), cada uno
debía presentar: a) un breve resumen del debate, b) sus opiniones per-
sonales sobre el tema, y c) un juicio crítico de la reunión.
Por supuesto, los temas debían seleccionarse por su carácter estimu-
lante y educativo y debían alentar la expresión de actitudes que re-
flejan la personalidad y los valores socioculturales. En el Apéndice 1 de
esta obra aparecen ejemplos de estos temas. Al principio de cada sesión,
siempre había algunos momentos de embarazoso silencio, pero pronto
se formulaban preguntas acerca de los términos usados y el significado
del tema y, después de diez o quince minutos, se había iniciado un
activo debate. Las interrupciones se sucedían y, con frecuencia, se
Quiero ser m dico 7
exponían argumentos simultáneos entre subgrupos. En un plazo sor-
prendentemente breve, empezaban a perfilarse las características in-
dividuales con modalidades que tendían a persistir a través del curso.
Por ejemplo, los dirigentes se destacaban pronto, y eran aceptados por
los demás por su evidente capacidad para analizar los problemas y
coordinar el aporte de los otros. Algunos se refugiaban más en la
demagogia, pero no necesariamente retenían el respeto del grupo en
otras ocasiones. Unos pocos estudiantes permanecían callados durante
la mayor parte del curso, pero en los informes escritos indicaban un
grado de participación pasiva en el tema completamente insospechado.
Se pusieron de manifiesto diversas actitudes, tanto individuales como
del grupo en su totalidad. La ética, la moral, las responsabilidades
sociales, los problemas nacionales, la educación, las carreras: todos
estos temas fueron objeto de discusión.
De acuerdo con los planes originales, el programa debía servir prin-
cipalmente como instrumento de diagnóstico para identificar aquellas
cualidades que no se evidenciaban con otros procedimientos de selec-
ción. Pero permitió también comprender los antecedentes de cada estu-
diante, algunos de los factores que motivaron la decisión de seguir la
carrera de medicina, la capacidad que tenían para resolver problemas
difíciles, y las formas en que colaboraban con sus compañeros. El
programa era también de carácter educativo, y, aunque no se había
previsto, los resultados tenían algunas de las características de la
psicoterapia de grupo. Recomiendo este procedimiento como un
experimento para comprender a los estudiantes de los cursos premé-
dicos y evaluar los factores que los atraen a la medicina. Los comités
de selección podrían utilizar dicho método, con algunas modificaciones,
para valorar esas cualidades que generalmente se descuidan en las
pruebas más sistemáticas sobre antecedentes intelectuales y académicos.
En las páginas precedentes he tratado de señalar ciertas actividades
y apreciaciones de los estudiantes de cursos premédicos que proporcio-
nan una clave de los motivos por los que se sienten atraídos hacia la
medicina. He descrito algunas experiencias que me han sido útiles
para comprender algunas de las cualidades personales que a menudo se
ocultan detrás de una apariencia osada. Me he abstenido, deliberada-
mente, de formular algún comentario sobre los procedimientos que
comúnmente se utilizan para distinguir las "ovejas de las cabras" en
la mayoria de las escuelas de medicina. Nos referiremos a ellos más
adelante. En cambio, he concentrado la atención en un aspecto que
con frecuencia se descuida, ya sea por falta de interés o porque se
estima que de nada sirven los medios de diagnóstico disponibles.
Por mi parte, creo que las características humanas de los estudiantes
que siguen cursos premédicos no son menos importantes que las in-
8 Capítulo i
telectuales y científicas para pronosticar el éxito en la profesión médica.
Pero si se me piden pruebas al respecto, me encontraré en la misma
situación de quienes destacan otros aspectos: no hay prueba verdadera
alguna que resista el análisis crítico. Ultimamente se han perfeccionado
dispositivos mecánicos para elaborar y evaluar procedimientos de
aplicación de pruebas casi exclusivamente en los campos intelectual
y científico. Dichos medios son tan satisfactorios en su empleo y los
resultados tan minuciosamente matemáticos que tendemos a pasar
por alto lo que no logran, y tal vez no puedan lograr. No obstante, ha
llegado el momento de examinar las dos caras de la moneda, ya que si
pudiéramos comprender y aprovechar las fuerzas que impulsan a los
estudiantes hacia las escuelas de medicina, la enseñanza sería más eficaz
y los graduados podrían tener más éxito en el ejercicio de la profesión.
LA ENTREVISTA
CARTAS DE REFERENCIA
POSIBLES SOLUCIONES
Habilidaden el estudio
La aptitud para la lectura y el conocimiento del vocabulario que
tenga el estudiante son de utilidad, pero no constituyen en forma alguna
los únicos elementos importantes. Por lo menos tan importante como
ellos es la capacidad del individuo para comprender sus propias apti-
tudes y limitaciones, y el conocimiento adecuado de diversos métodos
de estudio a fin de que pueda adaptarse a cualquier clase de experiencia
educativa que se le presente. También debe poseer hábitos, método y
un grado conveniente de autodisciplina. No puede esperarse que estudie
con provecho si está asediado por presiones y distracciones en su vida
de hogar, o por inhibiciones psicológicas paralizadoras. Es posible
que el estudiante se beneficie de orientación tanto antes de ingresar en
la escuela de medicina como después de admitido. El éxito en sus es-
fuerzos presupone un programa educativo basado en principios peda-
gógicos bien fundados.
Es fácil medir la competencia en lo que respecta a aptitudes para
la lectura y vocabulario general. No olvidemos, sin embargo, que el
lector lento y concienzudo posee la capacidad de captar mejor algunos
aspectos del material impreso que el que lee rápidamente. Además, la
lectura a ritmo lento no es impedimento para el juego de la imaginación,
para la originalidad o la comprensión humana. Para mi, sería más
importante el discernimiento del estudiante en cuanto a sus propias
características de aprendizaje, sus hábitos, método y autodisciplina.
El expediente de sus estudios anteriores permitirá inferir algo a este
respecto, pero también en este caso los elementos significativos serán
consecuencia de un mejor conocimiento del propio estudiante.
Educación humanista
Bajo esta denominación se incluye algo más que una lista de los
cursos del college aprobados con notas satisfactorias. Para cualquier
carrera que se elija, revisten importancia la amplitud de los verdaderos
intereses; la perspectiva del mundo y el lugar que el individuo ocupa
en éste; la comprensión de las personas, la sensibilidad respecto a sus
sentimientos, y la satisfacción de enseñar y ayudar a los demás. Estas
cualidades se originan en el hogar y en el ambiente social en grado aún
mayor que en los cursos organizados.
Según lo que entiendo por educación humanista, una pequeña parte
podría evaluarse mediante pruebas estandarizadas, pero en general
sólo se puede determinar mediante la comprensión del estudiante y de
26 Capítulo i
su medio social. Probablemente se obtenga información útil de la lista
de cursos tomados con anterioridad, complementándola con entrevistas
celebradas con el estudiante y con sus padres.
Caráctery personalidad
Es en extremo difícil definir lo que estos conceptos encierran y, sin
embargo, todo el mundo los comprende en forma general. Comprenden:
integridad personal; reconocimiento y respeto de los derechos de los
demás, así como de los propios; buenas relaciones personales; con-
fianza en sí mismo y ecuanimidad para encarar dificultades; honestidad
y objetividad; principios muy altos de la conducta en toda ocasión.
¿Qué factores contribuyen a su formación y cómo se pueden evaluar?
Ojalá supiera las respuestas a estas preguntas. Tenemos todavía mucho
que avanzar por este camino.
Para evaluar el carácter y la personalidad, no conozco nada mejor
que el conocimiento personal o las descripciones anecdóticas del com-
portamiento del estudiante en situaciones reales. Sería conveniente
disponer de un criterio impersonal para medir cualidades personales,
pero difícilmente parece razonable esperar que ello ocurra. Los in-
tentos que se realizan actualmente para lograrlo están todavía en una
etapa experimental y muy vulnerable. En el Apéndice 3 de esta obra
se presentan algunas ideas sobre la evaluación de estudiantes de medicina.
Educación científica
Huelga explicar lo que es evidente. La medicina se basa en la ciencia,
y los progresos futuros serán consecuencia de un enfoque científico,
tanto de los componentes físicos como de los psicológicos y sociales
de las enfermedades. El grado de importancia de la preparación en
el campo de la ciencia depende únicamente de la naturaleza del plan
de estudios profesionales.
Se pueden confeccionar con gran pericia y exactitud procedimientos
de evaluación que comprendan la preparación en ciencias, y la parte
del examen MCAT relativa al aprovechamiento científico es probable-
mente satisfactoria para esta finalidad. Sólo quiero formular dos pre-
guntas: ¿Se ha de exigir la misma profundidad de información para
todas las escuelas, independientemente de la orientación dada? ¿Deben
quedar satisfechos los comités de selección con que el estudiante reúna
los requisitos mínimos para poder hacer frente a las actividades del
curso subsiguiente, o se ha de dar preferencia al que posea información
más amplia y las mejores notas? Se trata de dos criterios distintos,
basados en diferentes filosofías de educación.
REFERENCIAS
(1) a. Fabricant, N.: Why We Became Doctors. Grune and Stratton, Nueva
York, 1954.
28 Capitulo I
b. Brody, I. A.: "The Decision to Study Medicine". New Engl J Med
252:130-134, 27 de enero de 1955.
c. Rogoff, N.: "The Decision to Study Medicine". En Merton, R. K.,
editor, The Student Physician, Harvard University Press, Cambridge,
Massachusetts, 1957, Parte II, pág. 109.
(2) Jackson, G. G., y Kellow, W. F.: "An Experiment with Group Interviews
in the Selection of Medical Students". J Med Educ 33:491-500, junio de
1958.
(3) Stalnaker, J.: "Attitudes of High School Students toward Higher Educa-
tion". J Med Educ 38:730-736, septiembre de 1963.
(4) a. Wantman, M. J., en Buros, O.: Fourth MentalMeasurements Yearbook,
Oryphon Press, Highland Park, New Jersey, 1953, pág. 817.
b. Wesman, A. G.: Fifth Mental Measurements Yearbook, ibid., 1959,
págs. 931-933.
(5) Gough, H. G., Hall, W. B., y Harris, R. E.: "Admissions Procedures as
Forecasters of Performance in Medical Training". J Med Educ 38:983-
988, diciembre de 1963.
(6) a. Viel, B., y Requena, M.: "Analysis of the Results with the Entrance
Examination in the School of Medicine of the University of Chile". JMed
Educ 33:352-362, 1958.
b. Viel, B.: "Análisis de los resultados de métodos de selección utilizados
en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile", informe pre-
sentado a la Escuela, 17 de diciembre de 1963, inédito.
(7) Bender, W. J.: "The Top-One-Percent Policy". HarvardAlumni Bulletin
64:21-25, 30 de septiembre de 1961.
(8) Capen, S. P.: The Management of Universities. Foster and Stewart,
Buffalo, Nueva York, 1953, págs. 256-270.
Por fin soy estudiante
de medicina
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AFEE
CAPITULO 2
Por fin soy
estudiante de
medicina*
La evolución de un médico
EL SEGUNDO AÑO:
LA ENFERMEDAD COMO UN DESEQUILIBRIO
Cuando el estudiante de medicina empieza a estudiar patología,
microbiología y farmacología, está ya familiarizado con el ambiente de
la escuela y sabe lo que se espera de él. Probablemente ha establecido
sus propios métodos de estudio y tiene algún criterio para seleccionar
los aspectos que parecen importantes. Las materias abarcadas no son
menos amplias que antes, pero tratan de las enfermedades, los agentes
que las causan y los principios básicos de tratamiento, todo lo cual está
más cerca de sus intereses y aspiraciones. Incluso en el laboratorio,
donde continúa pasando gran parte de su tiempo, puede percibir una
relación con la práctica de la medicina. El estudiante empieza a tener
un poco más de confianza cuando amigos y vecinos le piden su opinión
acerca del dolor de las articulaciones o sobre una previa operación. El
estudio es difícil, continúa dedicándole las noches y los fines de semana,
y los exámenes siguen produciendo varias crisis en su vida. No obstante,
la fase inicial ha terminado, y la meta se vislumbra con mayor claridad.
En ciertos aspectos, sin embargo, surgen nuevas incertidumbres. Las
enfermedades no parecen encajar en casillas bien definidas como es-
peraba, y cada autopsia revela sorprendentes diferencias aunque el
diagnóstico principal siga siendo válido. Lo "normal" es ilusorio, pues
hasta los órganos enfermos pueden contener "células normales", y los
matices de diferencia son a veces cuestión de juicio más que de hecho.
Si el bacilo tuberculoso causa la tuberculosis, se debería esperar una
relación directa y simple de causa y efecto. Pero no parece ser así;
muchos otros factores influyen en la iniciación y el desarrollo de la
enfermedad y en la región del organismo que es afectada. Aun las drogas
comunes, esas maravillosas píldoras y soluciones recetadas por el
médico de sus sueños, no son tan mágicas en la realidad. A veces fallan
completamente; otras, tienen el efecto inverso o reacciones secundarias
que las hacen inútiles. ¿Qué hace un médico en tales circunstancias?
¿Qué base firme puede servirle de guía en la práctica domiciliaria?
42 Capítulo 2
Casi parecería como si las enfermedades mismas no existieran. En vez
de ello, un comienzo relativamente simple se complica más y más con
efectos secundarios y reacciones compensatorias, muchas de las cuales
se ocultan completamente de los cinco sentidos primarios. Toda la
situación se torna confusa y casi no hay un fundamento sólido a que
atenerse. Los rayos X y los laboratorios constituyen los únicos medios
de localizarlos. ¿No hay alguna manera de hacer frente a la enfermedad
con criterio científico, quizá clasificando todas las variables en una
computadora?
Durante este período, la mayoría de las escuelas ofrecen un curso
en métodos de diagnóstico. Es esta la primera oportunidad de trabajar
con pacientes y usar el estetoscopio. El estudiante escucha el corazón
humano y el sonido del movimiento de la válvula, oye la entrada y
salida del aire de los pulmones, palpa el borde del hígado más abajo de
las costillas, examina los órganos genitales masculinos y femeninos, y
golpea la rodilla para observar los reflejos. El descubrimiento de un
signo "anormal" le produce una viva emoción, especialmente si a al-
guien se le ha escapado. Pero a veces resulta ser solamente una varia-
ción de lo normal. ¡Cuán difícil es ver y oír y sentir con la exactitud
del instructor! El arte de preparar una buena historia clínica y de
efectuar un examen médico minucioso es muy distinto del procedi-
miento de aprender hechos y teorías en las ciencias básicas. En los
cursos anteriores, "pensar" significaba saber los hechos y haber me-
morizado las explicaciones, pero ahora los libros y las clases no ayudan
mucho. Es preciso adiestrar los sentidos. Hay que valerse por sí mismo.
La experiencia es lo importante: hacer, ver, oír, sentir y todo lo demás.
Mientras más se acerca el estudiante a la medicina propiamente dicha,
más estimulante es el trabajo. No se puede olvidar una experiencia
auténtica o un paciente que se ha llegado a conocer íntimamente. Esta
es la medicina.
Con frecuencia, el programa comprende también un curso de in-
troducción a la psicología médica y a la psiquiatría. Al principio, parece
muy poco científico y apenas digno de que se le dedique atención seria-
mente. Pero surge la pregunta: ¿Por qué algunos estudiantes al
considerar la misma situación y los mismos datos-un problema hu-
mano o familiar-llegan al final a conclusiones completamente di-
ferentes? ¿Cómo es posible que un paciente con síntomas físicos de-
mostrables no tenga manifestación alguna de enfermedad orgánica?
¿Es verdad que el 60% de los pacientes que llega al consultorio del
médico necesita asesoramiento y orientación de carácter psicológico?
El primer encuentro con la enfermedad mental avanzada puede ser
terrible, y el estudiante puede sentirse casi abrumado al darse cuenta
de la magnitud del problema total. Se debilita la confianza y satis-
facción en esa vida ideal del médico, y el estudiante empieza a buscar
Soy estudiante de medicina 43
alguna parte menos complicada del conjunto, tal vez alguna especiali-
dad o un laboratorio protegido, donde pueda vivir con hechos y se-
guridad lejos de la incertidumbre y de la confusión. En este afán por
buscar la seguridad, los libros ayudan muy poco, y aun los profesores
de ramos clínicos no dan respuestas satisfactorias. Y, sin embargo, se
está creando una nueva visión de los médicos y de la medicina, y el
objetivo está realmente más cerca.
REFERENCIAS
(1) Becker, H. S., Geer, B., Hughes, E. C., y Strauss, A. L.: Boys in White;
Student Culture in Medical School. University of Chicago Press, Chicago,
1961.
(2) Merton, R. K., editor: The Student Physician;Introductory Studies in the
Sociology of Medical Education. Harvard University Press, Cambridge,
Massachusetts, 1957.
X' M
El éxito en medicina
CAPITULO 3
El éxito en
medicina
EN LOS DOS capítulos anteriores he destacado algunos de los motivos e
impulsos que hacen que los estudiantes se sientan atraídos hacia la
medicina y que influyen en ellos después de haber ingresado en la
escuela de medicina. Al término de sus estudios universitarios les
decimos: "Ahora ustedes son hombres que están legalmente calificados
para practicar la medicina y en condiciones de proporcionar al público
un servicio sin supervisión o control. Pertenecen ustedes a una
profesión que trabaja independientemente y que asume grandes
responsabilidades con relación a la vida, la felicidad, y el bienes-
tar humano. Excepto en el caso de alguna notoria negligencia
de sus deberes, ustedes sólo tienen que rendir cuenta a Dios". La verdad
es que si un médico se mantiene alejado de la cárcel y no compromete
su nombre en revistas profesionales puede ejercer la medicina casi en
completo anonimato por lo que respecta a sus colegas y a la escuela de
la cual se graduó.
En el fondo, los profesores de medicina tienen un concepto de lo
que debe ser y hacer el producto de sus esfuerzos, y lo definen en una
enunciación de objetivos que aparece en los folletos anuales o
prospectos. No obstante, si profundizamos un poco, frecuentemente
resulta evidente que a pesar de los términos elegantes y los altos ideales,
el concepto sigue siendo vago. En realidad es muy poco lo que se sabe
sobre el éxito que una escuela de medicina alcanza en sus objetivos
manifiestos, o el éxito que sus egresados logran en la labor profesional.
Evidentemente, si queremos evaluar la labor de una escuela de medicina
52
El éxito en medicina 53
y de sus profesores, debemos empezar por definir claramente el éxito.
Pero es muy difícil expresar en palabras lo que significa el éxito y
comparar los distintos grados de éste en las diversas actividades de
los médicos. Sin embargo, la mayor eficacia en la labor educativa de
las escuelas de medicina dependerá del concepto que se tenga de la
calidad del producto final y de la forma en que los egresados de las
escuelas de medicina actúen en su vida profesional.
Los comités de selección exploran el horizonte para los jóvenes con
un "gran futuro", pero el futuro está cambiando continuamente. Los
profesores hacen lo mejor que pueden para proporcionarles los conoci-
mientos que cada uno necesitará, pero el progreso de la ciencia en
diez años relega esto al plano de lo anticuado. Las escuelas de medicina
organizan cursos de repaso y un programa de educación continuada,
pero el resultado final seguirá siendo oscuro según el interés e iniciativa
de los que asisten y de los que no asisten a estos cursos. Tratamos de
estimular a los perezosos, inspirar al tipo medio y ayudar al ambicioso
para que se acerque más a ese ideal que, aunque vago, creemos está
representado por el médico que triunfa. Quizás ahora, estimado lector,
valdría la pena que usted se detuviese unos pocos minutos a reflexionar
y filosofar un poco sobre el significado del éxito, y sobre la relación
que existe entre lo que usted está haciendo ahora con su propio futuro
y con el futuro de sus estudiantes.
SELECCION DE ESTUDIANTES
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70 Capítulo 3
en un significado más amplio. También necesita algún tiempo libre que
puede dedicar a cursos de su elección o a participar en actividades
culturales. Quizá si se hiciese un análisis del actual sistema de enseñanza
se podría dividir el material de cada curso en dos partes, una de las
cuales representaría las necesidades mínimas de cada individuo, y la
otra, las necesidades mínimas para un interés particular. En las escuelas
de medicina hay también lugar para la enseñanza de biografía, historia,
problemas sociales, relaciones humanas, filosofía y aun literatura. Con
la debida planificación esto se podría también hacer dentro de la esfera
médica, manteniendo al mismo tiempo los valores correspondientes a
un enfoque amplio. Algo de todo esto se puede aprender también por
emulación. El mayor obstáculo que probablemente se presenta para un
desarrollo de esta naturaleza es la falta de preparación del profesor
científico. Y como ya se ha dicho antes, cada materia de estudios, por
muy científica que sea, presenta oportunidades para influir en las
actitudes, personalidad y carácter del estudiante. Sin embargo son muy
pocos los profesores que saben ver esta oportunidad y la aprovechan.
No puedo creer que la ciencia merezca tan elevada prioridad que el
humanitarismo y el altruismo deban ser eliminados de las vidas de los
estudiantes de medicina, tal como parece suceder a juzgar por algunos
estudios recientes. Creo que debe ser motivo de preocupación para los
profesores el hecho de que los estudiantes de medicina no dediquen
cierto tiempo para participar en las innúmeras actividades culturales
que ofrece cada universidad moderna. ¿Es realmente sólo una sombra
que pasa, cuando el sistema de exámenes se convierte en una batalla
de ingenio, y todo el proceso de educación se asemeja a la proverbial
"carrera de ratas"? ¿Estamos desviándonos hacia la situación en que
la enseñanza universitaria se convierta sólo en disciplina y sumisión,
en que la educación en su verdadero sentido se obtenga únicamente
después de completarse los años de escuela? ¿Por qué no proporcionar
más oportunidades para el desarrollo del estudiante como persona, de
sus más amplios intereses, y de su filosofía de la vida en relación con
los tiempos? ¿Sería mucho pedir que se dedicaran algunas horas cada
semana a fomentar las cualidades que permitan al estudiante ser un
científico más eficaz así como un mejor médico general? ¿No podríamos
modificar un poco la actual fórmula para inculcar en todos los princi-
pios más elevados al mismo tiempo que construimos laboratorios más
grandes?
Es probable que algunos de los graduados terminen sus carreras
como Preservéd Jones: descontento de sí mismo, insatisfecho con lo
que ha logrado y habiendo realizado uno de sus objetivos, pero perdido
muchos otros. Posiblemente algunos pocos encuentren su camino
hacia el pináculo de Osler. El resto avanzará lo mejor que pueda con
El ixito en medicina 71
la preparación que le hemos dado, siempre buscando y esperando algo
mejor, pero sin saber adonde dirigirse para encontrarlo. Sin embargo,
muchos de aquellos cuyas realizaciones permanecen desconocidas,
encontrarán consuelo en las palabras de Abou Ben Adhem, el personaje
descrito por el poeta Leigh Hunt (7) en un clásico verso inglés. En él,
el autor describe el sueño de "Abou Ben Adhem (i que la buena estrella
le guíe!)" en el cual vio a un Angel que escribía en un libro de oro.
Abou le preguntó al Angel qué era lo que estaba escribiendo, a lo cual
el Angel le replicó "los nombres de aquellos que aman al Señor". Abou
le preguntó "¿y es el mío uno de ellos"? "No lo es", replicó el Angel.
Entonces Abou habló suavemente pero sin amargura, "Te ruego
entonces, que escribas mi nombre como el de alguien que ama a sus
semejantes". A la noche siguiente el Angel volvió y le mostró a Abou
la lista de los nombres que el Señor había bendecido, "Y he aquí que
el nombre de Ben Adhem figuraba a la cabeza de todos los otros".
REFERENCIAS
(1) Peterson, O. L., Andrews, L. P., Spain, R. S., y Greenberg, B. G.: "An
Analytical Study of North Carolina General Practice". J Med Educ
31:1-165, Parte 2, diciembre de 1956.
(2) Price, P. B., Taylor, C. W., Richards, J. M. Jr., y Jacobsen, T. L.: "Meas-
urement of Physician Performance". J Med Educ 39:203-211, febrero de
1964.
(3) Gregg, A.: "Narrative of a Specialist". Amer J Psychiat 100:191-194,
abril de 1944. Publicado también en For Future Doctors, University of
Chicago Press, Chicago, Illinois, 1957, págs. 88-97.
(4) Osler, W.: "The Master Word in Medicine". En Aequanimitas with Other
Essays. Blakiston, Filadelfia, Pensilvania, 1943, págs. 349-371.
(5) Hertzler, A. E.: The Horse and Buggy Doctor. Harper, Nueva York,
1938, pág. 33.
(6) Atchley, D. W.: "The Healer and the Scientist". The Saturday Review,
9 de enero de 1954.
(7) Hunt, Leigh: "Abou Ben Adhem and the Angel". The Poetical Works
of Leigh Hunt. Oxford University Press, Nueva York, 1923, pág. 93.
Pedagogía
m&dica
fs,
CAPITULO 4
Pedagogia
médica*
EN MUCHAS ESCUELAS de medicina, suscitaría muy poca atención una
presentación del tema de la pedagogía médica; podría incluso hasta
alejar al auditorio de la sala de conferencias. Los maestros y los educa-
dores de maestros han sido objeto de escarnio y han sido condenados
porque se les atribuye la mayoría de los males y las deficiencias del
adiestramiento de la juventud. Al parecer, esto no indica, en forma
alguna, que haya falta de fe en la educación misma, sino solamente
un desacuerdo con los métodos empleados y con el lento ritmo de
progreso. La desconfianza común en el educador profesional ha inva-
dido también el campo de la medicina. Sin embargo, los médicos y los
profesores de médicos han estado tan absortos en sus propias activi-
dades profesionales que la mayoría de ellos desconoce la existencia de
sus vecinos profesionales, los educadores. Por fortuna, la situación
ha empezado a evolucionar. Una a una las escuelas de medicina están
reconociendo la utilidad de la pedagogía en el planeamiento y ejecu-
ción de programas de enseñanza, y están agregando educadores pro-
fesionales a su personal. Actualmente, por lo menos diez escuelas en
los Estados Unidos cuentan ya con personas que poseen esta clase de
experiencia, o por lo menos están tratando de lograr sus servicios.
¿Cómo se explica esta actitud hacia la pedagogía y los pedagogos?
No es que la materia de que trate sea contraria a los intereses y obje-
* El material que aparece en este capítulo fue presentado originalmente en el
Segundo Laboratorio de Relaciones Humanas y Enseñanza de la Medicina, cele-
brado en Santiago, Chile, en mayo de 1963.
74
Pedagogía médica 75
tivos de la escuela de medicina. El término pedagogía deriva del antiguo
griego y se refiere a la orientación y adiestramiento de la juventud; su
significado ha variado muy poco con el transcurso de los siglos. Toda-
vía se le define como el arte, la práctica o la profesión de la enseñanza,
y como la instrucción sistemática acerca de sus principios y métodos.
Debido a una discrepancia entre la acepción del término y la impresión
que el vulgo tiene de su significado, ha surgido un nuevo concepto
que es a la vez un prejuicio. Quizá esto se deba a que todos oyen hablar
de los errores y fracasos de los maestros, pero pasan por alto los no-
tables adelantos que se han logrado en el pasado y que se logran con-
tinuamente en la actualidad. Si se comparan las realizaciones educa-
cionales de los graduados de las mejores escuelas secundarias hoy en
día con las de hace una o dos generaciones, se verá que las diferencias
son muy grandes.
No pretendo explicar la situación actual ni defender a los pedagogos,
quienes no están libres de pecado. Su vocabulario profesional puede
ser ofensivo y perjudicial. Los cursos exigidos son a veces sumamente
técnicos y parecen ser principalmente un medio para lograr un título o
un aumento de sueldo. Tal vez la insistencia actual en la psicología de
los roedores y el aprendizaje de los ratones sea otra fuente de disensión
y prejuicio. Conozco el caso de un médico que regresó de la guerra
ansioso de aprender el arte de enseñar, a fin de poder aplicarlo a su
trabajo con estudiantes de medicina. Se matriculó en un famoso insti-
tuto pedagógico, pero después de unas semanas de clase se retiró desi-
lusionado. Pasó un año asistiendo a la biblioteca y visitó diversas escue-
las especialmente seleccionadas. Observó toda clase de maestros en
acción, comparando diferentes métodos y doctrinas. Siguió su propio
instinto y sus intereses particulares. Al final del año, aprobó los exá-
menes que exigía la escuela, pero como había asistido a tan pocas
clases durante el curso, su "certificación" como maestro suscitó gran
desacuerdo dentro de la escuela. Finalmente logró su propósito y
pudo utilizar con provecho su experiencia en medicina. Es indudable
que existe bastante desavenencia acerca de la pedagogía y los proble-
mas de las instituciones de formación de maestros. Pero nadie negará
los progresos que se han logrado en la psicología del aprendizaje.
Se ha desarrollado un nuevo concepto de la relación entre maestro y
estudiante, y un nuevo reconocimiento de la utilidad de diversos méto-
dos y técnicas de enseñanza. Como médicos, la mayoría de nosotros
nos dedicamos preferentemente a un campo de actividad y tenemos muy
poco tiempo para mantenernos informados de los progresos que se
realizan en los otros. Con mucha frecuencia seguimos ciegamente los
métodos pedagógicos de nuestro profesor universitario favorito, sin
darnos cuenta de que se han logrado importantes adelantos en peda-
76 Capítulo 4
gogía, al igual que ha sucedido con los viajes espaciales y con la fisión
del átomo.
Con el objeto de pasar revista a algunos acontecimientos recientes,
quiero volver por un momento al renacimiento del interés en la peda-
gogía médica que tuvo lugar en la institución a la que estoy vinculado,
la Universidad de Buffalo, en el Estado de Nueva York. Tuve la buena
suerte, allá en aquella "edad media", de ser miembro fundador de un
nuevo partido académico, que bien podría denominarse el partido
popular radical intransigente. El único interés en común de sus miem-
bros era el sincero deseo de mejorar la suerte de los pobres y oprimidos
estudiantes de medicina-así creíamos en esa época-derivada de la
falta de comprensión y humanidad por parte del personal docente,
especialmente en las ciencias básicas. Cada quince días nos reuníamos
en pequeños grupos con los estudiantes del primer año, para revivir
con ellos sus experiencias en el aprendizaje de la medicina, sus temores
y sus dolores de cabeza durante los exámenes, y su desaliento por las
exigencias del programa. Este primer objetivo era para nuestra propia
información y beneficio. Además, nos hacíamos acompañar de los
estudiantes para visitar a los pacientes en las salas del hospital, a fin
de que observaran la labor de los consultorios externos, organismos de
salud, y laboratorios de investigación, de modo que pudieran experi-
mentar, en forma sencilla, la vida de un médico. Con esto se trataba
de orientarlos hacia la profesión de la medicina y de liberarlos de las
pesadas obligaciones del programa corriente de la Escuela, más que
de enseñarles alguna rama especial del saber.
Con una semana por medio, los instructores se reunían para inter-
cambiar experiencias y discutir los problemas de la enseñanza que todos
empezaban a reconocer. A estas reuniones invitábamos profesores de
otras escuelas y otros departamentos de la Universidad, a fin de bene-
ficiarnos con su experiencia. En consecuencia, se establecieron rela-
ciones muy valiosas entre los instructores de medicina, por una parte, y
los pedagogos, psicólogos, sociólogos y administradores, por otra;
en realidad, se establecieron relaciones con diversas personas de muy
variados campos de actividad que tenían verdadero interés en los
problemas de la enseñanza en cualquier nivel que fuese. A la larga,
muchas de estas personas ajenas a la Escuela de Medicina asistieron a
cursos de toda clase en dicha Escuela, observaron la labor de los estu-
diantes en los laboratorios, consultorios externos, y con el paciente,
participaron en reuniones clínicas de personal, "CPC" (Conferencia
Clínico-Patológica), observaron las principales dolencias de los pa-
cientes, etc., hasta que se formaron una idea del sistema de educación
que se seguía en la Escuela. Los años siguientes fueron fructíferos, y
culminaron con un libro, organizado y escrito conjuntamente bajo la
Pedagogía médica 77
dirección editorial del Dr. George E. Miller, titulado Teaching and
Learning in Medical School ("Enseñanza y Aprendizaje en la Escuela
de Medicina") (1). Desde entonces, se ha ampliado el interés por la
pedagogía médica. Constantemente se solicita asesoramiento y ayuda a
los pocos centros que ahora existen para el adiestramiento de educa-
dores profesionales que se dediquen al campo de la medicina o para
dar a los profesores de medicina experiencia en pedagogía. Lamenta-
blemente, el prestigio de una persona que tiene verdadero interés en
la enseñanza de la medicina es muy inferior al de un investigador en
medicina, y los alicientes para seguir esa carrera son limitados. No
obstante, cada vez más médicos se están dando cuenta de que, si bien
no han nacido para maestros, hay varias maneras en que pueden apren-
der a enseñar y ser más eficaces. Y encuentran también una satisfac-
ción que no esperaban en el establecimiento de estrechas relaciones de
trabajo con los estudiantes.
En el pasado, generalmente se ha dado por supuesto que cuando se
es experto en bioquímica, obstetricia, oftalmología o cualquier otra
especialidad se es también, automáticamente, un buen maestro. Por
fortuna, así es en muchos casos, pero la mayoría de nosotros, indi-
viduos no excepcionales, podemos realizar una labor más satisfactoria
si tenemos la oportunidad de aprender algo de la ciencia de la peda-
gogía y observamos ejemplos de buena práctica docente.
Examinemos brevemente la pedagogía médica y algunas de las fun-
ciones del maestro. En las páginas siguientes, tal vez sólo se logre dar
al lector una rápida ojeada a este otro aspecto de la educación. Con
todo, una vez introducido el tema, posiblemente sea para ustedes, como
lo fue para mí, más interesante y estimulante que lo que era de esperar.
Entre las características de un buen maestro, he seleccionado las
cinco siguientes para analizarlas en forma especial. El maestro con-
siderado como:
Experto en su especialidad.
Científico en la psicología del aprendizaje.
Técnico.
Líder.
Ideal y modelo de sus estudiantes.
(1) Miller, G. E., editor: Teaching and Learning in Medical School. Harvard
University Press, Cambridge, Massachusetts, 1961.
(2) Tyler, R. W.: "Achievement Testing and Curriculum." En Williamson,
E. G., editor: Student Personnel Work. University of Minnesota Press,
Minneapolis, 1949, págs. 391-401.
(3) Para solicitar información y fuentes de material de enseñanza, diríjase
a: A.A.A.S. Science Teaching Center, University of Maryland, College
Park, Maryland.
(4) Se pueden obtener en español ediciones adaptadas del material antes
mencionado (3). Si se desea información, diríjase al: Departamento de
Asuntos Científicos, Unión Panamericana, Washington, D.C.
(5) McGuire, C.: "A Process Approach to the Construction and Analysis
of Medical Examinations." J Med Educ 38:556-563, julio de 1963.
vi - 1,
Métodos y medios a la
disposición del maestro
CAPITULO 5
Métodos y
medios a la
disposición
del maestro*
CON MOTIVO DE mis visitas a varios países del Hemisferio Occidental,
en varias oportunidades he tenido el placer de conocer estudiantes uni-
versitarios, principalmente de escuelas de medicina, y de conversar con
ellos, obteniendo impresiones acerca de las ideas de la generación
que no tardará mucho en producir dirigentes. Aparte de las generali-
dades, hay dos aspectos que reiteradamente han atraído mi atención.
El primero es el grave interés que demuestran los estudiantes de Amé-
rica Latina, en contraste con sus colegas del norte, por los problemas
sociales de sus respectivos países, y el segundo es su actitud hacia el
trabajo escolar y los hábitos de estudio que, según tengo la impresión,
son muy semejantes en todo el mundo. Ilustraré este último aspecto con
un ejemplo.
En mis paseos vespertinos por los parques de varios países, he visto
numerosos jóvenes que se pasean con un libro en la mano (frecuente-
mente sostenido en la espalda) y la ansiedad en el rostro, al mismo
tiempo que van murmurando algo. Al principio, el escaso conoci-
miento que tenía del idioma me impidió comprender lo que murmura-
ban, pero a medida que pude entenderlo mejor, me di cuenta clara-
* El material que aparece en este capítulo fue presentado originalmente en el
Primer Laboratorio de Relaciones Humanas y Enseñanza de la Medicina, celebrado
en Santiago, Chile, en agosto de 1962.
94
Métodos y medios del maestro 95
mente de que gritaban a los cuatro vientos textos de Homero, derecho
romano, revoluciones políticas, cálculo, gramática inglesa, fórmulas
bioquímicas y el diagnóstico diferencial de la hernia umbilical. El libro
lo tenían para consultarlo, y se consideraba necesario hasta que, al
igual que los actores se aprendían las líneas de memoria. Evidentemente,
los pobres muchachos esperaban "tragarse" todo el libro (probable-
mente numerosos libros) en preparación para ese día amenazador y
aciago en que debían demostrar su inteligencia y su sabiduría en los
exámenes finales. Como todos los jóvenes capaces, sin duda poseían
grandes poderes de adaptación, y los utilizaban de la mejor forrma
posible para cumplir los requisitos exigidos p'or los profesores.
He visitado también laboratorios y salas de hospital donde prevalecía
un ambiente totalmente distinto. Se estudiaba la naturaleza directa-
mente mediante el experimento o la observación de seres humanos en-
fermos. En una escuela, un curso de cien estudiantes del curso premé-
dico salía en excursión al campo cada cierto tiempo a buscar insectos,
flores, plantas, piedras, animales pequeños, lo que pudieran encontrar
por allí. En los días siguientes estudiaban cada ejemplar, describían sus
características, hacían la disección de su estructura o anatomía, los
clasificaban según el lugar que le correspondía en la naturaleza, y
sacaban sus propias conclusiones acerca de su modo de vida. Se re-
curría entonces a los libros para ver cómo otros científicos habían en-
focado problemas semejantes, y conocer cuáles eran los elementos
comunes que les había sido imposible identificar con las limitadas
muestras de que disponían.
Igual satisfacción causaba ver que la naturaleza humana se estudiaba
en forma tan profunda en los años de estudios clínicos. Cuando se
asigna a un estudiante un paciente seriamente enfermo para que lo
examine y siga el curso de su padecimiento desde el momento de in-
gresar en el hospital hasta que está completamente recuperado y reali-
zando todas sus actividades normales, el neófito aprende muchas cosas
sobre la enfermedad, los problemas de diagnóstico, y los aspectos
técnicos del tratamiento. Pero si las condiciones del caso han sido bien
organizadas por los profesores, el alumno tiene también la responsa-
bilidad de explicarle la enfermedad a la familia, al mismo tiempo que
estudia los efectos que la enfermedad tiene en el hogar y los efectos que
el hogar tiene en la enfermedad y en la convalecencia. Además, si el
estudiante visita la casa del enfermo una o más veces, capta una nueva
dimensión del asunto, lo que tendrá aplicación para cualquier enferme-
dad que encuentre en el futuro. El pasar por esa experiencia, no como
observador distante sino como un amigo íntimo y un consejero, provee
algo totalmente distinto de lo que puede ofrecer una clase teórica o un
libro de texto. Al observar este tipo de enseñanza, fue obvio para mí
que algunos estudiantes estaban asumiendo responsabilidades de
hombres y no de muchachos; otros menos preparados solamente
96 Capítulo 5
miraban el drama de la vida y de la muerte desde la galería. En el fondo,
no obstante, había un maestro de amplios conocimientos, un guía y
consejero que puede prestar atención y apoyo a cada uno de acuerdo
con las necesidades y el individuo.
En todas estas situaciones, buenas y malas, que constituyen en
realidad sólo algunos ejemplos de lo que se llama "educación", existen
los mismos propósitos y las mismas buenas intenciones, a saber: apren-
der y enseñar. Peroicuán diferentes son los métodos y cuán desiguales
los resultados! ¡Cuán insípidos son y cuánto derroche representan en
algunos casos, y cuán estimulantes y eficaces en otros!
El título del presente capítulo-métodos y medios a la disposición
del maestro-suscita diversas preguntas. Por ejemplo, ¿cuáles son los
métodos de enseñanza más adecuados en medicina? ¿Basta con pre-
sentar información científica y técnica en clases bien organizadas y
dejar el resto a los estudiantes? ¿Da realmente los mejores resultados la
asignatura dura que requiere el máximo de inteligencia, fuerza y
tiempo por parte de los alumnos? ¿Cómo puede un maestro seguir los
principios del aprendizaje activo mediante la experiencia y, al mismo
tiempo, proporcionar a sus alumnos los beneficios del conocimiento
acumulado, contenido en libros, y la sabiduría de la experiencia?
¿Cómo puede el maestro equilibrar las numerosas variables en una
situación apta para el aprendizaje y, sin embargo, mantener presente
y ante sus estudiantes los objetivos de la escuela de medicina y la na-
turaleza de los servicios profesionales que sus egresados están destinados
a desempeñar? Estos son problemas de carácter filosófico y social, así
como educativos, y nadie puede ofrecer respuestas precisas. Son tantas
las diferencias entre países, entre estudiantes, y entre asignaturas que,
en verdad, no hay un solo método de enseñanza que sea mejor y que
pueda aplicarse a todos los casos. No obstante, hay ciertos principios
y normas universales que pueden contribuir a proporcionar una orien-
tación y una perspectiva. Antes de abordar directamente la cuestión
de los métodos y medios puede ser de utilidad examinar algunas ge-
neralidades.
PROPOSITOS Y METODOS
No creo que sea una exageración decir que la mayoría de los maestros
sigue el método de tradición. Son pocos los profesores que se dan
cuenta de la relación directa que hay entre la manera de enseñar y los
resultados que esperan alcanzar. En realidad, pocos de nosotros hemos
tratado de definir y analizar lo que esperamos de los estudiantes como
resultado de la hora de clase o del año académico, fuera de "un amplio
conocimiento de la materia". Sin embargo, una escuela de medicina
tiene ciertas funciones y responsabilidades para con la comunidad, que
Métodos y medios del maestro 97
no se pueden pasar por alto, y en cierta forma el programa de enseñanza
debe promover concretamente esos propósitos. Por otra parte, una vez
que se ha esclarecido lo que un departamento quiere alcanzar con sus
enseñanzas, la selección de métodos y medios es fácil y lógica.
A menudo es sumamente difícil decidir lo que se debe enseñar y lo
que no se debe enseñar, y no es necesario decir que el problema no se
limita exclusivamente al campo de la medicina. El maestro de primer
grado de la escuela primaria tiene que encararlo al tratar de seleccionar
lo que más le convenga a sus pequeños alumnos en esa determinada
etapa de desarrollo. El profesor de literatura o de historia o de ciencias
en la escuela secundaria tiene ante sí una enorme cantidad de materia,
de la cual debe seleccionar sólo aquella parte que más le convenga para
lograr sus propósitos. Y, por supuesto, la situación en las universidades
es todavía más difícil.
Los educadores profesionales se han preocupado por estudiar e in-
vestigar esta cuestión. Comienzan por definir los objetivos que se
persiguen en términos de lo que el estudiante debe poder hacer después
de completar el curso o programa. Según las finalidades de la escuela,
ello puede consistir en adquirir la aptitud para leer, para usar una
máquina de escribir con rapidez y exactitud, para pilotear un avión,
para hacer el diagnóstico del coma diabético, o para ayudar a resolver
los problemas de un conflicto marital y un hogar desecho. A menos que
se concentre la atención primeramente en los propósitos específicos y
en un análisis de la naturaleza de la preparación que es necesaria para
lograrlos, es probable que tanto la enseñanza como el aprendizaje sean
de carácter vago y difuso, y se efectúen sin método ni sistema. Como
una manera de introducir la lógica y la razón en lo que de otro modo
podría convertirse en una situación educativa caótica, los pedagogos
sugieren que se distingan cinco categorías según los objetivos que se
persiguen, a saber: información, comprensión, destreza, actitudes y
apreciaciones. Estas categorías han resultado ser útiles en medicina,
al igual que en otros campos de la educación.
Si una persona quiere aprender a tocar el piano, no empieza asis-
tiendo a una serie de clases teóricas tres veces por semana durante un
año académico. Ni el profesor hace que el estudiante participe en una
discusión sobre la historia de la música y la biografía de pianistas, a
base del material de lectura asignado. Ambos aspectos son valiosos en
alguna etapa del progreso del estudiante, pero no son los requisitos
esenciales. Tampoco se lograría mucho con el estudio y empleo de los
primeros modelos sencillos de pianos como ejercicios de laboratorio.
El estudiante debe adquirir una destreza, una técnica, una coordina-
ción de los ojos, los oídos, la mente y los músculos de los dedos. Esto
lo conseguirá únicamente mediante la práctica día tras día y año tras
g9 Capitulo 5
año. La situación es esencialmente la misma respecto al uso del este-
toscopio, la preparación de historias clínicas, el aprendizaje de técnicas
quirúrgicas, o el arte de administrar un departamento o una escuela de
medicina. He estado presente en clases en que se describían los detalles
microscópicos de una estructura anatómica antes de familiarizar a los
estudiantes con el microscopio. También he asistido a excelentes clases
sobre los soplos cardíacos y los detalles de su relación con fuerzas me-
cánicas, condiciones patológicas y el electrocardiograma, pero dichas
clases tenían lugar en un momento en que los estudiantes jamás se
habían colocado el estetoscopio en el oído. Para aprender técnicas, es
necesario empezar por realizar la tarea en cuestión, aunque sea de
manera vacilante, y repetirla hasta que se afinen los sentidos a la si-
tuación y a sus variaciones. Durante las etapas iniciales, ni la lectura,
ni las clases, ni las demostraciones, por muchas que sean, pueden
sustituir a la experiencia real. Al organizar el plan de estudios, es
preciso analizar las habilidades y técnicas que se desea que el estudiante
adquiera, y planear experiencias y una práctica adecuadas. El examen
final no ha de consistir más que en observar cuidadosamente la actua-
ción de cada estudiante, y si éste no revela suficiente destreza, su cali-
ficación debe indicar que "necesita más práctica bajo supervisión".
Por otra parte, las principales fuentes de información son la biblioteca,
la clase magistral y la conversación con expertos. Desgraciadamente, en
muchas escuelas de medicina el aprendizaje se basa tanto en las clases
que no queda mucho tiempo para obtener información de otra manera.
El conferencista presenta su tema de la manera más eficaz posible, y
espera que el auditorio comprenda la lógica y retenga una gran parte
de los hechos. Se facilita una bibliografía del material suplementario
pero los informes exigidos y los exámenes son los únicos medios de
controlar su empleo por el estudiante. Los maestros tienden a hacer
caso omiso del hecho de que durante la carrera profesional, la in-
formación no se adquiere en paquetes bien etiquetados, adquiridos en
el supermercado médico, sino que debe ser localizada por el propio
médico, de preferencia en la biblioteca. El profesorado haría bien en
planear por lo menos una vez al año una tarea que requiera la búsqueda
de información que no figure en los libros de texto. Junto con ella se
daría orientación y ayuda sobre la manera de usar la biblioteca. Ade-
más, cuando la información se ha localizado, ya sea en una clase, un
libro de texto o una revista, es preciso que el estudiante encuentre la
forma de retenerla en su memoria para poder emplearla después. Con
frecuencia, este es un asunto individual, pero también depende del tipo
de material. Poder recordar la estructura química de una larga serie de
drogas es un proceso muy diferente, por ejemplo, a discutir el diagnós-
tico de cálculos renales. Como método de controlar si el estudiante ha
Métodos y medios del maestro 99
adquirido o no la cantidad esencial de información (hechos), el tipo de
examen de múltiple selección es muy conveniente.
El objetivo de la comprensión se relaciona claramente con el de la
información, pero al nivel de las relaciones, la síntesis y el juicio.
¿Aprendieron ustedes algún estribillo para reforzar su memorización
de la anatomía de los huesos de la mano? Tal método puede ayudar a
recordar palabras o detalles específicos, pero agrega muy poco en el
sentido de verdadero conocimiento, juicio o utilidad práctica. Del
mismo modo, la habilidad para reproducir el Ciclo de Krebs en la
pizarra posiblemente indique conocimiento, pero si no puede aplicarse
a situaciones concretas, análogas y diferentes, es probable que sea de
muy poco valor. Para comprender se requiere algo más que memori-
zación y lógica. Es necesario asociar en la mente la nueva información
con otra experiencia, antigua o nueva, e incorporarla en una serie de
generalizaciones, orientaciones y principios. La información adquiere
así una nueva cualidad de utilidad y puede aplicarse a diversas situa-
ciones a medida que surgen, incluso a las que no son conocidas. La
mejor manera de fomentar la comprensión probablemente consistirá
en organizar una discusión entre estudiantes con miras a encontrar la
solución de un problema en el cual tienen un interés personal y una
responsabilidad. En el curso de tal discusión, es cierto que se necesita
información; pero durante el intercambio de ideas, los hechos pierden
su carácter aislado y entran en forma integrada a formar parte de la
experiencia de la persona. Para estimular el intercambio de ideas y
experiencias que influyen en la solución del asunto, el maestro debe
procurar que se tengan presentes los propósitos y el problema de que se
trata. También debe crear un ambiente de cordialidad y libre de críticas
y de burlas. Si la discusión se dirige con un espíritu demasiado autori-
zado, es posible que al final los estudiantes hayan llenado sus cuadernos
de apuntes, pero sin haber comprendido mucho la materia.
El mejor método que se ha encontrado hasta ahora para evaluar la
habilidad del estudiante de integrar y usar su información es el de
McGuire. Su sistema enfoca la atención en ocho niveles de compren-
sión: recordar hechos aislados, interpretación de significado, habilidad
de hacer generalizaciones de datos específicos, interpretación de datos,
aplicación de hechos a situaciones conocidas, aplicación de hechos a
situaciones desconocidas, evaluación de datos, y síntesis de conceptos
nuevos (1).
Todos reconocemos la importancia de las actitudes y creencias en la
determinación de la naturaleza de las personas. No obstante, la defini-
ción de "actitudes" y la manera de abordarlas en una escuela de medi-
cina suelen estar rodeadas de misterio. En el libro de Miller y sus cola-
boradores (2a), se señala que las actitudes son sentimientos a favor o
Ioo Capítulo 5
en contra de algo que influye en nuestras reacciones y en nuestro com-
portamiento. Son susceptibles de modificación a medida que se ad-
quiere más educación y experiencia, pero la cuestión de si cambian o
no depende de factores psicológicos dentro del individuo. Cada persona
ha desarrollado modalidades de reacción durante la niñez, que de-
terminan la confianza interna con la que puede enfrentarse a los cam-
bios y adaptarse a lo nuevo.
Rosinski (3) ha dado cuenta de un estudio de siete actitudes seleccio-
nadas de estudiantes de medicina, y de los cambios que ocurren a
medida que prosiguen su adiestramiento. En aspectos directamente
relacionados con el trabajo con pacientes y familias-compasión,
derechos de los pacientes, honradez intelectual, y aceptación de respon-
sabilidad clínica-los estudiantes de los últimos años recibieron cali-
ficaciones un poco más elevadas que los del primer año. Sin embargo,
en el reconocimiento del lugar que le corresponde a la investigación en
la medicina, se observó una pronunciada disminución entre los alumnos
de cursos más avanzados. Entre éstos se apreció también menos la
necesidad de autoeducación. Korman y sus colaboradores (4) han
estudiado las actitudes de alumnos y maestros acerca de lo que consti-
tuye la verdadera función de un médico. Estas actitudes sin duda in-
fluyen en los objetivos que los estudiantes se fijan y en lo que obtienen
de valioso en su adiestramiento. Las consecuencias de dichos estudios
para la labor de los profesores de medicina son evidentes. En el men-
cionado libro de Miller (2a) se presentan algunas sugerencias para
evaluar actitudes, y en el Apéndice 3* de esta obra aparecen ejemplos de
técnicas útiles.
En general, los maestros se preocupan más por impartir conoci-
mientos y por facilitar la comprensión y la técnica que por influir en
actitudes. Tal vez esto se debe a que las actitudes no se pueden enseñar
directamente y en forma sistematizada. No obstante, en cada contacto
con los maestros, se ejerce una influencia en uno u otro sentido sobre
los sentimientos del estudiante respecto a la asignatura y al instructor.
Tengo la impresión de que todo este aspecto merece más atención de
la que se le dedica actualmente, y que tal vez debiéramos tener más
cuidado de comportarnos debidamente para que nuestra influencia no
sea negativa.
Es difícil definir la última categoría que señalan los pedagogos: las
apreciaciones. Quizá sea preferible emplear el término "intereses". El
significado es más amplio que el de actitudes e indica un reconoci-
miento de valores, especialmente inmateriales, y cierta sensibilidad para
percibir la calidad. Lo que estimamos y nos proporciona agrado se
convierte en incentivo para la acción. Los móviles que orientan las
* Véase pág. 317.
Métodos y medios del maestro Io0I
LA CLASE
B. Desventajast
1. Es fácil dar una clase, pero no necesariamente tiene relación con
lo que aprende el que escucha.
2. La participación del estudiante es pasiva, lo que limita el valor
de la clase en el proceso de aprendizaje.
3. Es difícil mantener la atención de los alumnos, especialmente al
final del día o cuando están fatigados.
4. Existe el peligro de que el conferencista, que está más preocupado
por su presentación, haga caso omiso de las dificultades que ex-
perimentan los estudiantes en comprender el material de la clase.
5. Es tan fácil dar clases informativas que probablemente se descuiden
otros objetivos y otros métodos de enseñanza.
6. La atención que los estudiantes conceden al proceso de tomar
apuntes interfiere con el aprendizaje.
7. Una buena presentación requiere comprensión del método y ex-
periencia en su uso.
C. Sugerencias
1. Definir primero el objetivo de la clase-información, orientación,
entendimiento, estímulo de nuevos intereses, etc.-y planearla
sobre esta base.
2. Hacer un esquema para ayudarse en la ordenación de la estructura
lógica de la clase y asegurarse de que no se pasará algo por alto.
3. Adaptar la materia al interés y conocimiento de los estudiantes.
4. Distribuir el énfasis del asunto de acuerdo con el tiempo disponible
y la importancia de cada punto.
5. Explicar las relaciones de la información nueva con la parte an-
terior de la materia y la subsiguiente.
6. Anticipar las preguntas de los alumnos y ofrecer oportunidades
para éstas por lo menos tres o cuatro veces durante la clase.
7. Incluir algunas ilustraciones, ejemplos, anécdotas, chistes. Un
poco de buen humor contribuye a la retención de la información.
8. Plantear problemas relacionados con la materia y el interés de los
alumnos. La solución de problemas agrega una actitud expectante.
9. Proporcionar al alumno al principio de la clase un esquema del
tema a tratar. Esto ofrece una orientación y simplifica el proceso de
tomar notas.
10. Proporcionar también una lista de las palabras técnicas que se
usarán. Frecuentemente la cantidad de palabras nuevas para
el estudiante es mucho mayor de lo que piensa el conferencista.
t Ibid. (2c).
io6 Capitulo 5
11. Hablar clara y naturalmente, como en una conversación personal
e íntima.
12. Mirar directamente a los ojos de todos los estudiantes uno por
uno; esto indica un mensaje para él.
13. Asegurarse de que las diapositivas, los carteles, la pizarra y las
proyecciones, etc., presentan los datos e información en forma
simple y directa, sin distraer la atención de los alumnos con datos
no esenciales.
14. Arreglar en lo posible la luz, ventilación, pizarra, demostraciones,
proyectores, etc., para que exista un máximo de eficiencia humana
y mecánica y un mínimo de perturbación y distracción.
REFERENCIAS
(1) McGuire, C.: "A Process Approach to the Construction and Analysis
of Medical Examinations". J Med Educ 38:556-563, julio de 1963.
(2) a. Miller, G. E., editor: Teaching and Learning in Medical School, Har-
vard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1962.
b. Ibid., pág. 94.
c. Ibid., págs. 97-99.
(3) Rosinski, E. F.: "Professional, Ethical and Intellectual Attitudes of
Medical Students". J Med Educ 38:1016-1022, diciembre de 1963.
(4) Korman, M., Stubblefield, R. L., y Martin, L. W.: "Faculty and Student
Perceptions of Medical Roles". J Med Educ 39:197-202, febrero de
1964.
(5) a. Secretaría de Salud, Educación y Bienestar de los Estados Unidos de
América: Medical Education Facilities. Publicación del Servicio de
Salud Pública No. 1180-A-lb, 1964.
b. Harrell, G. T., Hamilton, J. M., y Butt, A.: "A Multidiscipline
Student Laboratory: Incorporation in a Simple Building Design".
J Med Educ 39:828-837, septiembre de 1964.
c. Harrell, G. T.: "Form of the University Teaching Hospital". J Med
Educ 39:1005-1019, noviembre de 1964.
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¿Qué he de
enseñar mañana?
CAPITULO 6
¿Qué he de
enseñar
mañana?
SI USTED ES maestro, se habrá hecho esta pregunta innumerables veces
y continuará haciéndosela mientras se dedique a la enseñanza. En ella
se sintetiza la esencia de la función que desempeña el maestro en la
escuela, y también el incentivo (o tedio) de la profesión docente. Al-
gunos maestros no se preocupan mucho por este problema, pues para
ellos la respuesta es sencilla y consiste simplemente en seguir el tema
asignado y lo que indica el libro de texto. Para otros, es motivo cons-
tante de ansiedad. "Ayer mi clase no resultó tan buena como debería
haber sido. Los estudiantes no están progresando satisfactoriamente.
¿Qué innovación podré introducir?". Este aspecto merece ser conside-
rado, ya que en la respuesta a esta pregunta reside la filosofía de la
educación de cada uno.
En la escuela de medicina, la situación tiene sus propias peculiari-
dades, ya que son muy pocos los profesores que se sienten responsables
de todo un curso. En su lugar, dictan un número fijo de clases que
abarcan temas previamente asignados, están presentes durante ejerci-
cios de laboratorio en que se supervisa el trabajo independiente y la
iniciativa de grupos de estudiantes, o visitan las salas de hospital
algunas horas a la semana. Durante el año, el profesor de medicina
llega a conocer superficialmente a muchos estudiantes y a unos cuantos
más a fondo. Es muy raro que conozca a alguien realmente bien, a
menos que el estudiante decida practicar en su laboratorio y le ayude
"4
¿Quá he de enseñar mañana? 115
en sus trabajos de investigación. Por lo tanto, la enseñanza en la
escuela de medicina tiende a ser menos personal, y se relaciona más
directamente con la materia o los pacientes hospitalizados. Cual-
quier relación de intimidad entre profesor y alumno tiene generalmente
su origen fuera de la sala de clase. La dirección y continuidad del pro-
grama se mantiene mediante el horario fijo de la institución. En estas
circunstancias, la enseñanza se ha prescrito en gran medida de ante-
mano y permite una interacción mucho menor entre alumno y mentor
que en otras situaciones, por ejemplo, especialización al nivel del
doctorado.
La respuesta a la eterna pregunta acerca de qué se debe enseñar
mañana y cómo hacerlo, ejerce una gran influencia sobre el estudiante.
No sólo determinará la cantidad de lo que aprende, sino también su
actitud hacia el aprendizaje en su totalidad. Todos hemos asistido a
clases en que la atención se ha concentrado en tal forma que todavía
podemos, muchos años más tarde, recordar detalles, y todos hemos
sentido también el terrible aburrimiento de otras clases. En ningún
caso la educación del estudiante es estrictamente pasiva, cualquiera
que sea la clase. "Este profesor da siempre la misma clase cada año.
Los apuntes de Juan, del año pasado, tienen todo lo que necesitas
saber para aprobar los exámenes". "Este otro profesor sabe su materia,
pero icómo aprender tanto!". "Házle un par de preguntas, o asienta
con la cabeza cuando te mire. Esto le causa buena impresión". "Esa
clase fue tan interesante que olvidé tomar apuntes. ¿Puedes prestarme
los tuyos?". Los estudiantes tienen sus propias normas sobre lo que
constituye la buena enseñanza, pero ellas no necesariamente se ajustan
a las nuestras. No cabe duda de que el aprendizaje puede ser más
estimulante y eficaz si ambas partes se compenetran mejor de los ob-
jetivos y métodos. En un intento por comprender el criterio de los
alumnos, McKeachie y sus colaboradores (1) han estudiado los factores
que dan satisfacción a los estudiantes en los cursos a base de clases en
el college. Si bien sus resultados se refieren a los métodos de enseñanza
más que a la selección del contenido, contribuyen a orientar a cual-
quier maestro en cuanto a sus funciones. En el cuadro 1 se presentan
algunas observaciones de la lista que han preparado y que se aplican
especialmente a la enseñanza de la medicina.
Los educadores profesionales insisten, muy lógicamente, en que el
contenido de la enseñanza debe tener relación directa con las finalida-
des de la escuela en su conjunto, y con la contribución que cada hora
de clase aporta a la consecución de los objetivos generales. Señalan
también que el método de instrucción y la naturaleza de los exámenes
que permiten juzgar la labor de los estudiantes deben basarse también
en esos mismos objetivos. Por muy lógico e importante que sea este
concepto, he podido convencer a muy pocos de mis colaboradores a
zi6 Capitulo 6
CONTENIDO DE LA ENSENANZA
EL AUDITORIO
He vacilado en utilizar la palabra "auditorio" porque casi da la idea
de alguien que escucha un drama o una clase dada con alguna autori-
dad. Pero también pone de manifiesto la relación entre estudiante y
maestro, en la que uno es el receptor interesado y el otro el que tiene
algo que ofrecer. En algunos aspectos, la enseñanza no se diferencia
del teatro, y he visto cómo un profesor de declamación y arte dra-
mático mantenía ensimismados a un grupo de profesores de medicina
mientras disertaba sobre el arte de la pedagogía. Empleo el término
¿Qué he de enseñar mañana? Hl9
auditorio sin referirme al número de personas que lo forma; podría ser
un estudiante o un grupo de cinco a quince, o un curso de 200 alumnos.
La importancia del término estriba en la relación que entraña.
Es de lamentar que muy pocos profesores de medicina puedan cono-
cer a sus estudiantes más que a través de las relaciones superficiales
que se establecen en las actividades habituales. Los oradores se turnan
ante cursos numerosos, del mismo modo que pequeños grupos de
estudiantes se turnan para llevar a cabo ejercicios de laboratorio y
experiencias clínicas. Son pocas las oportunidades que se presentan
para establecer o continuar relaciones estrechas entre estudiante y
maestro. Salvo raras excepciones, el plan de estudios, la enseñanza por
cátedras, y los ejercicios individuales son planeados y realizados por
los profesores, y hay muy pocas oportunidades de tomar en cuenta la
opinión del estudiante o de comprender cómo reacciona al contenido
de la enseñanza. Muchos alegarán que esto es a la vez inevitable y
conveniente. Dirán que es absurdo que un alumno que sabe poco o
nada acerca de un tema contribuya al planeamiento y a la enseñanza.
Personalmente, estoy totalmente en desacuerdo con esta conclusión y
trataré de explicar las razones que tengo para ello. La diferencia de
opinión surge respecto de las preguntas siguientes: ¿cuán importante
es el interés y la motivación para el aprendizaje? y ¿sabe siempre el
maestro qué es lo que conviene enseñar a determinado curso en un
momento dado? Me pregunto si el lector ha ido alguna vez a una biblio-
teca, o se ha dirigido a algunos de sus colegas, con objeto de buscar
información que necesita desesperadamente para salvar la vida de
algún paciente o pariente. Si ha tenido que hacerlo, habrá podido
apreciar cuán diferente es el proceso de aprendizaje bajo una motiva-
ción intensa, tanto en rapidez como en permanencia, de la adquisición
de conocimientos que habitualmente y sin inspiración alguna tiene
lugar en muchas escuelas. Dichas experiencias se han corroborado en
repetidas ocasiones en el laboratorio de psicología, y ya no puede
dudarse de la importancia de la motivación en el aprendizaje. El
verdadero problema consiste en saber cómo puede el maestro aprove-
charla en relación con un gran número de estudiantes. Es evidente
que, en primer lugar, debe conocer a sus estudiantes, y conocerlos
como integrantes del curso y como individuos. Mientras el maestro no
logre este objetivo, su labor será por necesidad mecánica, sin enfoque
directo y menos estimulante para los alumnos de lo que debiera ser.
En el Capítulo 2 se ha presentado un resumen de la vida y de las acti-
tudes de los estudiantes de medicina, vista por un grupo de sociólogos
que convivieron con ellos durante un largo período de tiempo. Voy a
repetir algunas de las observaciones formuladas por la gran importan-
cia que tienen para comprender al auditorio.
120 Capítulo 6
"La medicina es la mejor de las profesiones".
"Cuando se empieza a ejercer queremos ayudar a la gente.... Queremos
ganar dinero suficiente para llevar una vida cómoda, pero éste no es nuestro
interés primordial".
"Queremos aprenderlo todo, ya que nos será util cuando seamos médicos".
"Tenemos que estudiar muy intensamente".
"Debieras estudiar de cuatro a seis horas cada noche".
"A pesar de todos nuestros esfuerzos, no podemos aprenderlo todo en el
tiempo disponible".
"Seleccionamos las materias importantes de estudio descubriendo lo que
el profesorado quiere que sepamos".
"Es enorme la responsabilidad que pesa sobre el médico".
"Necesitamos toda la experiencia que podamos obtener en el hospital".
"El profesor puede humillar e incluso degradar al estudiante (hasta el
punto de impedirle que prosiga la carrera) .... Es necesario causar una
buena impresión".
¿Ayudan estas observaciones a organizar las clases del futuro? Con-
fío en que por lo menos sirvan de orientación y puedan ser útiles como
sugerencias.
Hay también otras maneras de conocer más directamente a los
estudiantes que el profesor tendrá mañana y su actitud respecto del
contenido y el método de la enseñanza. Conozco un maestro excelente
que organiza su clase a base de un buen libro de texto y espera que los
estudiantes hayan leído el capítulo asignado antes de venir a clase. Su
presencia en el aula tiene por objeto principal contestar preguntas,
dirigir el debate, explicar y ampliar aquellos aspectos que los alumnos
no hayan comprendido al estudiar por su cuenta. También se preocupa
de la continuidad e integración del material, a fin de situar los detalles
en la perspectiva total del tema. Este profesor enseña a varios cursos
de treinta alumnos, pero logra conocer a cada uno individualmente, y
relaciona la enseñanza directamente con las necesidades e intereses del
grupo. Otro profesor, en un departamento de ciencias básicas, organiza
semanalmente una "sesión de café" para grupos de diez a quince
estudiantes por turnos. Esto tiene lugar inmediatamente después de una
clase teórica y su finalidad es crear un ambiente cordial y un interés
amistoso en sus relaciones con los estudiantes y, al mismo tiempo,
contar con una caja de resonancia para conocer las reacciones que
provoca la enseñanza impartida durante la semana. Cuando las clases
son numerosas y es difícil ponerse en contacto con todos, algunos
miembros de la facultad pueden mantener relaciones estrechas con un
grupo representativo en un club o por medio de alguna actividad fuera
del programa, y el resultado sería beneficioso para todos. Otro proce-
dimiento útil es el examen crítico anual del curso hecho por toda la
clase, lo que dará buenos resultados si el personal encuentra el tiempo
necesario para reunirse con la clase, escuchar con interés el informe
¿Quéhe de enseñar mañana? I2I
LO ESENCIAL Y LO ACCESORIO
Todo el mundo reconoce la importancia de enseñar conceptos y
principios en lugar de detalles, y cada maestro cree que esto es lo que
él hace. Pero, cuántas complicaciones surgen cuando los detalles son,
como sucede a menudo, los medios para la comprensión de principios
y éstos son necesarios para dar a los detalles su debida perspectiva.
Consideremos, por ejemplo, la anatomía. Como resultado de estudios
internacionales de nomenclatura, se sabe ahora que la anatomía y sus
diversas subdivisiones utilizan unos 10.000 términos para definir las
estructuras del cuerpo humano y sus relaciones. En dichos términos
están contenidos los principios de la estructura anatómica y los detalles
necesarios para comprender y comunicarse con otras personas. Más
que cualquier otro grupo de profesores de medicina, los especialistas
en anatomía saben lo que comprende su materia y están en condiciones
de seleccionar lo que reviste más importancia de lo que tiene menos
importancia. En esta terminología se está tratando de distinguir varias
categorías según su grado de importancia, y de analizar el material en
su totalidad, a fin de determinar con más precisión los amplios aspectos
conceptuales. Este enfoque parece bien fundado y podría aplicarse con
igual provecho a las ciencias fisiológicas, patológicas y psicológicas. El
vocabulario constituye un instrumento conveniente para identificar y
analizar el material basado en hechos. La ulterior tarea de cómo selec-
cionar lo que es más importante revelará variaciones según la natu-
raleza del tema. El esfuerzo de los estudiantes por aprender tendrá más
recompensas cuando la impresión de que se aprende a ciegas en un
campo de conocimientos limitados se sustituye por la comprensión de
lo que tiene importancia.
En los aspectos clínicos existe una situación análoga. Con demasiada
frecuencia, es corriente entre maestros y estudiantes preferir lo ex-
traordinario y lo poco común. Según ellos, siempre se presentan opor-
tunidades para aprender acerca de enfermedades comunes, pero un
caso determinado puede ser el único con que el estudiante se enfren-
tará en toda su vida. En contraste, conozco un departamento de pe-
diatría que después de un detenido estudio sobre su programa de en-
I22 Capítulo 6
señanza, llegó a la conclusión de que sus alumnos necesitaban conoci-
mientos y experiencia sólo en cinco aspectos principales, a saber:
1. Atender al paciente con criterio profesional, es decir, aprovechar
conocimientos básicos para orientar la solución racional de problemas
clínicos.
2. Familiarizarse con las modalidades del crecimiento y desarrollo
de niños en la medida en que influyen en la salud y en las enfermedades.
3. Tener experiencia en las enfermedades comunes de la infancia y
la niñez.
4. Comprender al niño como ser social tanto en la salud como en
las enfermedades.
5. Establecer una relación bien concebida entre médico y paciente,
incluso un sentido de responsabilidad moral por el bienestar de la
infancia.
El profesorado del departamento mencionado supone que hay
interés y motivación por parte del estudiante, pero de todos modos
emplea métodos pedagógicos encaminados a estimularlos e incitarlos
a rendir más. El programa de instrucción y los exámenes se orientan
directamente hacia el logro de estos objetivos. De este modo el apren-
dizaje no se limita a esos temas, ya que se fomenta la experiencia en
otros aspectos y existen oportunidades para aprovecharlas por todos
lados. Esta es, pues, una clara definición de objetivos y una manera de
seleccionar lo que es más importante, lo que beneficia igualmente a
los profesores y a los estudiantes.
La diferencia entre lo que es más importante y lo que es menos
importante en la enseñanza de la medicina, debe basarse en definitiva
en la utilidad que representa para la práctica clínica y en la evaluación
que uno tiene de las innovaciones que probablemente se introduzcan
en los próximos veinticinco años. Difícilmente puede ser de otro modo
mientras el 85 al 90 % de los egresados ejerzan alguna forma de práctica
clínica. Esta diferencia se comprende más fácilmente en relación con
la situación internacional que dentro de un solo país. En todos los
continentes no se registra la misma prevalencia y distribución de
enfermedades, ni tampoco en las diversas divisiones geográficas de un
solo país de gran extensión. El clima, el suelo, los alimentos, el agua,
las costumbres sociales, la flora y la fauna, y muchos otros factores
influyen en la salud y en las enfermedades. Debido al reconocimiento
de este simple hecho, es imperativo que la patología característica de
la región en la que se espera que los graduados actúen sirva de criterio
básico para seleccionar lo que es importante que se enseñe. Si bien es
cierto que la creciente movilidad de la población y de los médicos
introduce un elemento de duda en ese sistema, todo el mundo reconoce
que es imposible enseñarlo todo en forma cabal. Creo que es preferible
¿Qué he de enseñar mañana? 123
un plan de selección bien concebido a una exposición, bajo gran presión,
de un gran número de hechos que con mucha frecuencia no dan re-
sultados permanentes en el aprendizaje. Se obtiene también cierta
compensación si un departamento de enseñanza logra despertar sufi-
ciente interés e iniciativa en los estudiantes a fin de que continúen su
educación por su cuenta después de graduarse.
EL INDIVIDUO
LA CLASE MAGISTRAL
ENSEÑANZA CLINICA
REFERENCIAS
CAPITULO 7
El idioma de
la medicina'
EL CONOCIMIENTO DE las enfermedades y de su tratamiento es muy su-
perior a la capacidad de cualquier ser humano para absorberlo y utili-
zarlo. El desarrollo de especialidades y subespecialidades en medicina,
y el sistema de consultas profesionales han liberado a los médicos, en
cierta medida, de la necesidad de tratar de saberlo todo. La práctica
colectiva y el fomento de los servicios de biblioteca permiten también un
acceso más fácil a los conocimientos de medicina y a los rápidos ade-
lantos que se producen cada año que transcurre. En cambio, el estu-
diante de medicina hace frente a una tarea cada vez más difícil. No
sólo debe absorber los conocimientos fundamentales antiguos, sino que
muchos de sus profesores esperan que se convierta también en un joven
especialista en su propio campo de actividad. Lo que el estudiante de
medicina puede absorber en seis años es limitado, y es probable que
las escuelas de medicina se verán pronto obligadas a agregar otro año
al plan de estudios, a encontrar algún método para distinguir lo que
reviste más importancia de lo que no tiene tanta, o a idear un sistema
que incremente la eficacia del aprendizaje.
Un elemento clave para resolver este problema podría ser el vocabu-
lario o idioma de la medicina. Al igual que otras profesiones y especia-
lidades, la medicina tiene su propio idioma técnico. Mientras que el
neófito no haya aprendido este idioma y los conceptos que los diferentes
términos denotan, no se beneficiará mucho de la enseñanza y no podrá
emplear en forma satisfactoria la información que se le presenta.
* Reimpreso con la autorización del Director de la revista Journal of Medical
Education, en la que se publicó por primera vez (Volumen 37: 201-210, marzo de
1962).
140
El idioma de la medicina I4I
METODOS
RESULTADOS
Como era de esperar, se comprobó que existía una gran variedad en
la frecuencia con que se emplean los términos técnicos en las publica-
ciones de medicina general. La palabra más común-paciente-apare-
cía por término medio una vez en cada 100 palabras seguidas. En el
extremo opuesto, 725 términos técnicos figuraron una sola vez, y la
muestra fue de tal naturaleza que muchos otros miles de vocablos,
principalmente de las diversas especialidades, sencillamente no apare-
cieron. El cuadro 2 muestra la distribución en grupos de frecuencia de
los 989 términos y raíces más comunes comprendidos en los límites
establecidos para el estudio. Cada grupo representa un número arbi-
trario de palabras relacionadas en forma general con frecuencia y
confiabilidad. Por ejemplo, el grupo I comprende los 50 términos más
El idioma de la medicina I45
Porcentajes
Indice de Número Total del total
Grupos frecuencia de cumula-
frecuencia términos tivo Dentro de Cumu-
los grupos lativo
APLICACIONES
Los datos obtenidos en el presente estudio representan un primer
intento de anáisis del idioma de la medicina. Ha permitido obtener unas
1.000 palabrals y raíces que comprenden la materia principal de las
publicaciones actuales de medicina general. Esta cantidad parece
pequeña, en realidad, en comparación con los 13.000 vocablos nuevos
que el estudiante de medicina ha de aprender durante su primer año de
estudios profesionales. Además, entre estas palabras aprendidas el
primer año son muy pocas las que figuran en la lista, y las que aparecen
son en extremo sencillas. Es evidente que existe una gran discrepancia
entre el estudiante y el médico general, entre la información que se
espera que el alumno aprenda y el material de lectura con que tendrá
que familiarizarse cuando ponga sus conocimientos al servicio del
público. Si bien es enorme la discrepancia inherente a la naturaleza de
las dos situaciones, es desalentador comprobar el abismo que existe
entre el trabajo diario de los estudiantes y el objetivo por el cual in-
gresan a la escuela de medicina. Si esta situación se reconociera más
claramente al planear revisiones y mejoras del plan de estudios de
medicina, quizá se podría sustituir el sentido de frustración e inutilidad
que muchos estudiantes de medicina experimentan durante los primeros
años, por un mayor interés e iniciativa.
La ordenación de los términos médicos más comunes de acuerdo con
la frecuencia con que se emplean en las publicaciones corrientes, pone
de manifiesto varios aspectos interesantes. Por ejemplo, la palabra
"paciente", con su equivalente clínico "caso" es el tema más sobresa-
liente. Le sigue la palabra "tratamiento". En un lugar importante de la
lista figuran también: enfermedad, diagnóstico, operación, infección,
I50 Capitulo 7
Recuento Recuento
de fre- de fre-
cuencia* cuencia*
Ejemplo 1 Ejemplo 4 (cont.)
Paciente 9.774 Linfocito 198
Caso 3.078 Leucemia 144
Enfermedad 2.301 Mieloide 3
Historia 195
Paciente ambulatorio 78 Ejemplo 5 Sistema nervioso
Ejemplo 2 Cerebro 345
Tratamiento 3.267 Neurona 345
Terapia 3.027 Lóbulo 300
Hospital 1.368 Cerebrum 195
Atención 309 Encéfalo 192
Sanar 231 Meninges 96
Curar 204 Cordón 93
Enfermera 156 Hemiplejía 60
Rehabilitar 90 Sensación 60
Aliviar 60 Movimiento 45
Prescribir 24 Volición 45
Apoyar 21 Parietal 36
Resucitar 18 Aracnoide 27
Sostener 15 Occipital 24
Mejorar 12 Médula 21
Paliativo 12 Lentícula 18
Restaurar 6 Cerebelo 15
Mitigar 3 Coroides 15
Restituir 3 Vestíbulo 12
Ejemplo 3 Bulbo 9
Infección 1.623 Dura 9
Abceso 210 Circunvolución 9
Local-focal 204 Temporal 9
Pus 141 Basilar 6
Supuración 54 Pallidum 6
Furúnculo 45 Amígdala 3
Carbunco 6 Calloso 3
Divieso 6 Epéndimo 3
Epidural 3
Ejemplo 4 Fórnix 3
Sangre 3.183 Cerebro medio 3
Cáncer 642 Pons 3
Leucocito 207 Tálamo 3
*Número de veces que vuelve a aparecer la palabra por millón de palabras seguidas.
El idioma de la medicina I51
corazón, sangre, etc. Estos vocablos son, evidentemente, no sólo los
medios más comunes de comunicación, sino que representan también
importantes aspectos del trabajo del médico. El análisis de los datos
demuestra que al disminuir la frecuencia a los niveles más bajos, au-
mentan en grado creciente las palabras de carácter especializado. Salvo
algunas excepciones, la tendencia es de lo general a lo particular. Si se
ampliara la muestra a fin de incluir material de los departamentos de
enseñanza de las escuelas de medicina y las especialidades profesionales,
este hecho sería aún más patente. A juzgar por experiencias análogas
en otros campos, se podría prever que cada especialidad injertaría una
rama de su propio vocabulario en la terminología común de medicina
general.* Existe una lógica y un orden de sucesión entre el tronco y sus
diversas ramas, pero no necesariamente entre éstas. Los pormenores de
dicha pauta y secuencia podrían ser útiles en la enseñanza y el aprendi-
zaje de la medicina.
Entre los términos médicos presentados en las listas hay algunos con
significado similar o que suponen matices de diferencia. Baste mencionar
los ejemplos 1 y 2 de la lista C. Otros tienen un significado preciso, pero
se relacionan con una situación médica central (ejemplos 3 y 4). Es
evidente que el número de conceptos básicos representados en la lista
completa es mucho menor que el número de vocablos. Hay todavía
otros términos que pueden agruparse en torno a una especialidad, un
aspecto pedagógico (ejemplo 5) o una enfermedad. La jerarquía de
frecuencia es interesante, y al parecer guarda cierta relación con la
importancia, la complejidad o el detalle.
Aunque el conocimiento del vocabulario de medicina no resolverá,
por sí solo, problemas educativos, puede constituir un medio útil para
abordarlos. El primer paso necesario, y quizá el único que es indispen-
sable para la adaptación por parte del maestro, consiste en tener en
cuenta el número de términos que los estudiantes de medicina deben
aprender durante el primer año. Las clases se pueden modificar ligera-
mente, y el empleo de palabras en libros de texto y material de lectura
complementario puede modificarse y simplificarse sin alterar el signifi-
cado. Para complementar los pesados volúmenes de referencia que
actualmente circulan como libros de texto, se podría también facilitar
material técnico e histórico sencillo (8). Además, si cada cátedra de las
escuelas de medicina analizara su vocabulario especializado y lo pre-
sentara en una lista a los estudiantes, con alguna indicación acerca de
su importancia relativa, el alumno estaría en mejores condiciones de
adaptarse por su cuenta a las exigencias de la situación.
Los estudios sobre vocabulario tienen todavía otra aplicación: en
* Un glosario de términos psiquiátricos, publicado por Hinsie y Campell, en
1960, contenía 8.200 palabras (7).
152 Capitulo 7
la selección del material que haya de enseñarse y el orden y la forma de
su presentación, es decir, en la organización del plan de estudios. Con
mucha frecuencia, el contenido del curso es equivalente a un libro
estándar de referencia o a la suma total de los conocimientos de ac-
tualidad, incluso la investigación más reciente. Un análisis cuantitativo
del vocabulario podría constituir una valiosa guía para precisar los
objetivos y definirlos en términos comprensibles. Sería también de
utilidad para establecer niveles de materias y un orden de presentación,
basados en alguna relación lógica con el proceso de aprendizaje. El
análisis del vocabulario de una cátedra permitiría identificar términos,
agruparlos de acuerdo con hechos, relaciones, conceptos y principios,
y ordenarlos con criterio práctico. Si bien dichos vocablos y grupos son
únicamente los símbolos del conocimiento y los medios de aprendizaje
y comunicación, una vez que hubieran sido identificados, el departa-
mento interesado podría estudiar el contenido del curso con un nuevo
sentido de objetividad, valorar su importancia relativa, y planear el
programa de enseñanza en consecuencia.
COMENTARIOS
Comúnmente se piensa en la medicina como ciencia y como arte,
pero no como idioma. Nadie negará el carácter científico de la medi-
cina, ni la destreza y arte que se requiere para cuidar tanto del cuerpo
como del espíritu de las personas enfermas. Sin embargo, la medicina
es también un idioma que posee su propia terminología y sus propias
definiciones. El número de nuevas palabras, ideas y conceptos que el
estudiante de medicina debe adquirir para poder continuar sus estudios
y comunicarse con pacientes y colegas es mayor que la carga que en-
traña el aprendizaje de un idioma extranjero. La mayoría de los alumnos
se percatan vagamente de este aspecto, especialmente durante los cursos
de anatomía, bioquímica y patología. Pero por lo general el nuevo
vocabulario se aprende gradualmente, y si el programa educativo avanza
a un ritmo razonable, el aprendizaje prosigue sin dificultad. Una vez
que se ha superado la primera crisis y el estudiante se convierte en in-
terno en un hospital, el idioma de la medicina parece entonces tan
natural que el médico a menudo se olvida de los problemas del princi-
piante.
No es una exageración afirmar que el aprendizaje académico se efectúa
principalmente, aunque no en forma exclusiva, a través de las palabras.
Expresado de otro modo, las palabras son los símbolos de la experiencia,
los hechos y los conceptos, y constituyen un aspecto esencial del cono-
cimiento. Sin estas palabras-símbolos y la habilidad para evocarlas, el
alumno no podría demostrar su conocimiento ni el médico relacionar
su ciencia con el problema del paciente. Las palabras son el fundamento
El idioma de la medicina 153
del aprendizaje, la clave para adquirir conocimientos, y constituyen
valiosos elementos en su aplicación a la práctica de la profesión.
En el estudio a que nos referimos aquí, se pone de manifiesto una
vez más el hecho de que el paciente, su enfermedad y su tratamiento
constituyen la preocupación central de la medicina. Este simple hecho
tiende a quedar oculto con los rápidos adelantos científicos del siglo
y el entusiasmo y prestigio que acompañan a la investigación médica
moderna. Por otra parte, en la formación de los estudiantes de medicina
ha habido un cambio de orientación, sustituyéndose el concepto de la
enfermedad en el ser humano por el adiestramiento en diversas espe-
cialidades. En el mundo entero, los profesores están habituados a
concebir la medicina como si estuviera dividida, por naturaleza, en
unidades definidas que poseen un orden de sucesión inherente y una
lógica propia, a saber: anatomía, fisiología, patología, medicina clínica,
especialidades, etc. En realidad, la organización de la educación médica
es, sin embargo, obra del hombre y de época reciente. La medicina
antigua centraba su orientación en el paciente, su enfermedad y su
tratamiento. La ciencia de la medicina empezó a desarrollarse con el
estudio de la anatomía, y desde entonces todos los estudiantes de
medicina han hecho lo mismo. Luego, la ciencia médica se amplió a
fin de incluir la patología y la fisiología y, a la larga, las otras numerosas
"disciplinas". Con el estudio internacional de educación médica llevado
a cabo por Flexner, y con la publicación de sus informes (1910, 1912
y 1925), se estableció una pauta y un orden de sucesión para la educa-
ción médica que son ahora clásicos y casi incontrovertibles. No obstante,
actualmente existe una tendencia oculta de descontento y una conciencia
de que la pauta de Flexner posiblemente no satisfaga todas las necesi-
dades de la sociedad moderna. Tal vez la educación médica deba li-
berarse en cierta medida del dogma del "Flexnerismo" y volver a
considerar al paciente como su preocupación central. El idioma de la
medicina podría constituir un valioso instrumento en la búsqueda de
una nueva orientación, porque puede servir de guía objetivo para
identificar conceptos y evaluar la importancia relativa de éstos para
las funciones del médico en la sociedad.
REFERENCIAS
(1) Nómina Anatómica. Revisada por el Comité Internacional de Nomencla-
tura Anatómica, nombrado por el Quinto Congreso Internacional de
Especialistas en Anatomía, celebrado en Oxford, Inglaterra, en 1950.
Aprobada por una reunión de dicho Comité que tuvo lugar en París,
Francia, el 24 de julio de 1955. The Williams and Wilkins Company,
Baltimore, 1956.
(2) Estudios sobre terminología inglesa y empleo de la misma
(a) Thorndike, E. L.: "Word Knowledge in the Elementary Schools".
Teachers' College Record 22:334-370, 1921.
154 Capitulo 7
(b) Thorndike, E. L., y Lorge, I.: Teachers' Word Book of 30,000 Words.
Columbia University, Teachers' College, Bureau of Publications,
Nueva York, 1944.
(c) Lorge, I.: "Word Lists as Background for Communications".
Teachers' College Record 45:543-552, 1943-1944.
(d) Hildreth, G.: "Evaluation of Spelling Lists and Vocabulary Studies".
Elementary School Journal51:254-265, 1950-1951.
(3) Estudios sobre idiomas extranjeros
(a) Beke, G. E. V.: French Word Book. The Macmillan Company,
Nueva York, 1929.
(b) Morgan, B. Q.: German Word Frequency Book. The Macmillan
Company, Nueva York, 1928.
(4) Estudios no lingüísticos
(a) Powers, S. R.: Important Terms Compiledfrom Textbooksfor General
Science, Biology, Physics, and Chemistry and from Other Reading
Material for Scientific Subjecis. Columbia University, Teachers'
College, Bureau of Publications, Nueva York, 1926.
(b) Chall, J., y Dale, E.: "Familiarity of Selected Health Terms". Edu-
cational Research Bulletin 29:197-206, 1950.
(5) Estudios diversos
(a) Lawrence, A. J.: A Vocabulary of Business and Economic Terms in
Popular Usage. Bureau of School Service, College of Education,
University of Kentucky, Lexington, Vol. XVII, No. 3, marzo de 1945.
(b) Bertotti, J. M.: "Mathematics Vocabulary of Current Periodical
Literature". Mathematics Teacher 34:317-319, 1941.
(6) Gregg, Alan: "Language and the Practice of Medicine". U. S. Armed
Forces Journal7:1596-1604, 1956; o For Future Doctors, University
of Chicago Press, Chicago, Illinois, 1957, pág. 79.
(7) Hinsie, L. E., y Campbell, R. J.: Psychiatric Dictionary. Oxford Uni-
versity Press, Nueva York, 1960.
(8) Material técnico e histórico sencillo. Existe una gran variedad de publi-
caciones de este tipo en forma de libros y artículos de revistas popu-
lares o semicientíficas. Los siguientes se mencionan simplemente
como ejemplos:
(a) Roueche, Berton: Eleven Blue Men, and Other Narratives of Medical
Detection. Little, Brown and Company, Boston, Massachusetts, 1960.
(b) Penfield, Wilder: The Torch. Little, Brown and Company, Boston,
Massachusetts, 1960.
(c) Heiser, Victor: An American Doctor's Odyssey. W. W. Norton and
Company, Nueva York, 1936.
(d) Pare, Ambrose: Apologie and Treatise. University of Chicago Press,
Chicago, Illinois, 1952.
Apendice
Lista A-989 términos médicos y raíces más comunes, ordenados en seis grupos
según su frecuencia. Dentro de cada grupo se ha seguido un orden
alfabético.
Grupo IV. 193 términos, índice de frecuencia 234-114 por millón de palabras
seguidas.
Abceso Contraer Estreptoquinasa Linfa
Aberrante Control Etiología Linfocito
Actinomices Convulsión Exacerbar Lumbar
Activo Corteza Excretar Lúmen
Adenoma Crecer Experimento Masa
Adherencia Curación Extirpación Materia fecal
Aerobio Curso Exudado Medio
Alcohol Cutáneo Feocromocitoma Médula
Alvéolo Dañar Fibrina Membrana
Anastomosis Dar a luz Flora Menstruar
Anatomía Defecto Frotis Mental
Anoxia Dermis Funcionar Mesenterio
Apéndice Desarrollar Glándula Metabolismo
Aplicar Determinar Globulina Metástasis
Articulación Diarrea Heces Miositis
Ataque Dieta Hematología Mitral
Aurícula Dilatar Hemoptisis Movilizar
Autopsia Disentería Heparina Monilia
Bacilo Diuresis Hidratación Murmullo
Básico Embolo Hiperplasia Nacimiento
Benigno Encefalitis Histología Nariz
Bishidroxicu- Endometrio Historia Nasal
marina Enfermera Hombro Náusea
Bloqueo Entérico Hongo Neoplasma
Cara Eosinófilo Hueso Nitrógeno
Catéter Epidémico Incidencia Obstetricia
Cefalalgia Eritrocito Incisión Oftalmología
Cerebro Esclera Infiltrar Ojo
Cervix Esclerosis Infundir Organo
Cicatriz Esófago Inhibir Os
Circular Espasmo Inmune Parto
Cloramfenicol Esperma Insuficiencia Pediatría
Cloruro Esputo Invasión Periférico
Coágulo Estado Investigar Piperoxan
Comienzo Estafilococo Irritar Pituitaria
Compuesto Estéril Leucemia Plaqueta
Congénito Estimular Leucocito Pleura
Congestionar Estreptodornasa Ligadura Polimorfo
'55
15 6 Capítulo 7
Grupo IV (cont.)
Pólipo Radiación Shock Tubo
Potasio Recaída Sinus Unguento
Práctica Reducir Taquicardia Uretra
Prematuro Reflejo Técnica Vago
Progreso Resistir Tensión (stress) Vendar
Pronóstico Retener Tetania Vértebra
Pubis Sanar Tiouracil Vitamina
Pulso Secretar Tipo Vitro
Purulento Sedimento Tono Yodo
Pus Segmento Tos
Químico Severo Tráquea
Grupo VI. 384 términos, índice de frecuencia 57-18 por millón de palabras
seguidas.
Abducción Apoplejía Cáliz Conjuntiva
Aborto Aprehensión Cánula Constipación
Absorber Aracnoide Cápsula Consultar
Accidente Arterenol Carbohidrato Continencia
Acné Articular Cauterizar Corea
Adaptar Ascitis Celulitis Córnea
Adyuvante Ascórbico Central Cortar
Aerobacter Aspergilo Cetosteroide Cráneo
Agar Astenia Ciego Criterio
Aglutinar Ataxia Cierre Cuadrante
Albúmina Atetosis Cinesia Cuerno
Alergia Atópico Cirrosis Corpus
Alimentario Atropina Clavícula Debilidad
Ameba Aureo Cloremia Dedo
Amida Auscultación Coartación Deformar
Amígdala Axila Coco Degenerar
Amputar Azoemia Colágeno Delirio
Analgésico Babinski Colesterol Desechos
Aneurisma Balance Coma Dextrosa
Anfetamina Barbitúrico Compensar Dicumarol
Angio Bario Comporta- Diente
Ano Basófilo miento Diferencial
Ansiedad Bicarbonato Concentrar Digerir
Antagonista Bilirrubina Concepción Dígito
Apaciguarse Bióxido Consciente Dihidroes-
Apetito Blastomices Conducir treptomicina
Apice Cabeza Confortar Dinámico
Aplasia Cadera Congestionarse Disco
158 Capítulo 7
Grupo VI (cont.)
Discracia Evaluar Hipótesis Morfología
Disectar Excitar Hirsutismo Motivar
Disminuir Expirar Ictero Mover
Distrofia Exterior Idiopático Muñeca
Doler Extravasarse Ilion Mutilar
Dorso Fagocito Impedir Narcótico
Eclampsia Farmacia Impulso Necropsia
Ectópico Fascia Incapacitar Neostigmina
Eczema Fase Inculcar Neumococo
Efecto Fatiga Influenza Neutrófilo
secundario Fémur Ingerir Núcleo
Efedrina Fenilefrina Ingestión Nucleoproteína
Efusión Fenómeno Inguinal Occipucio
Embrión Fibrilación Injertar Ocular
Empaquetar Filtro Inocular Ombligo
Endocrino Flanco Insertar Ooforitis
Enfermo (sinón. Flebitis Inspeccionar Opio
sick) Flexión Inspirar Optico
Enfisema Fluoroscopio Instituto Oreja
Enucleación Folículo Instrumento Organismo
Enyesar Fondo Interno extraño
Eosina Fórceps Intersticial Ortopédico
Epidermoide Formación Invadir Ortopnea
Epilepsia Fosa Islote Oscilar
Epinefrina Fulguración Isquemia Osteomielitis
Epistaxis Furúnculo Jeringa Paget
Epitelio Fusión Juntura Palpitar
Eritema Gamma Labio Papiledema
Erosión Gangrena Lactar Paralizar
Erupción Gantrisina Laparotomía Paranoia
Escalofrío Gasa Lengua Paraplejía
Escápula Gelatina Leucopenia Parásito
Escoliosis Generalizar Ligamento Paratiroide
Escroto Glóbulo blanco Linfoma Parénquima
Esfínter Glucosa Litiasis Parietal
Espalda Gordo Maduro Parkinson
Especialista Grano Malestar Parturición
Específico Granulación Manipular Patente
Espectro Granulocito Mantener Patognómico
Espiroqueta Gravidez Masaje Pecho
Espontáneo Grueso Medial Pectoral
Esqueleto Hematócrito Mediastino Pedículo
Esquizofrenia Hematoma Médula Pedúnculo
Esternón Hematoxilina (medulla) Pepsina
Esteroide Hereditario Meperidina Perineo
Estertor Hernia Método Personal
Estoma Hialino Micología Peste
Estrechez Hidrolizar Miembros Petrolato
Estría Hilio Mineral pH
Estrógeno Hipófisis Mínima Pigmento
Apéndice I59
Grupo VI (cont.)
Placebo Queratosis Saco Testosterona
Placenta Quinidina Sala Tiazol
Plástico Radio Salino Tibia
Policitemia Recién nacido Sarpullido Tieso
Poliomielitis Recurrente Schick Tifoidea
Poro Refractario Seborrea Timo
Portador Región Secobarbital Tobillo
Potente Relajar Sobrevivir Tópico
Precipitar Remedio Succión Tragar
Prescribir Reparar Sufrir Transplantar
Prevenir Residente Sulfato Transversal
Proceso Residuo Suplemento Trasudado
Proctitis Resistente Suprimir Ulcera
Protuberancia Resolver Supurar Vacuola
Próximo Resorción Suspender Veneno
Prurito Resucitar Tableta Viable
Pseudomonas Retrógrado Tapón Voluntario
Punción Rinitis Telangiectasia Vólvulo
Purgar Ritmo Temblor
Quejarse Rutina Tenso
Proyectos experimentales en la
enseñanza de la medicina
CAPITULO 8
Proyectos experi-
mentales en la
enseñanza de la
medicina*
EN LA MAYORÍA de las universidades y escuelas profesionales, los métodos
de instrucción aceptados son las clases y los trabajos prácticos de
laboratorio o en el terreno. Los hechos esenciales se presentan al es-
tudiante y se espera que éste utilice los apuntes de clases y el material de
lectura complementario. En algunas actividades, el trabajo práctico en
el laboratorio o en el terreno sirve para ampliar y dar un fundamento
más sólido al contenido de las conferencias. El éxito se juzga en gran
medida por la habilidad con que el alumno exponga, en el momento del
examen, el material aprendido. De acuerdo con este sistema, el estu-
diante desempeña una función casi exclusivamente pasiva.
A pesar del éxito de este sistema en el pasado, es evidente que adolece
de ciertas limitaciones, y en muchos lugares se ha procurado desarrollar
métodos pedagógicos que concedan más importancia a la responsabili-
dad e iniciativa del alumno. Dewey, Whitehead, Hutchins y muchos
otros han aportado una importante contribución en este sentido, y
hoy día existe una manera diferente de enfocar la educación en la mayo-
* Reimpreso con la autorizatión de la revista Journal of Medical Education, en
la que se publicó por primera vez (Vol. 29:17-24 de marzo de 1954).
Proyectos experimentales 163
METODOLOGIA
EL PROGRAMA
En 1924, Charles A. MacArthur (2) realizó un intento por remediar la
discrepancia entre filosofía y práctica de la educación en los años de
estudios preclínicos. MacArthur estaba convencido de que el verdadero
aprendizaje daba sus mejores frutos cuando los estudiantes resolvían
problemas mediante su propia iniciativa y esfuerzo.
Comenzó por estimular a los estudiantes interesados a que llevaran a
Proyectos experimentales i65
Número Porcentaje
Interés por la medicina clínica ................... 41 30
Trabajo relacionado con el curso de la escuela de
medicina .................................... 35 25
Trabajo relacionado con el curso de estudios pre-
médicos .................................... 7 5
Experiencia fuera de la escuela de medicina: hogar,
empleo, etc .................................. 16 12
Deseo de "llevar a cabo investigaciones" sin idea
clara de la finalidad que se persigue ............ 7 5
Facilita el cumplimiento de los requisitos exigidos.. 10 7
Sigue el curso sin motivo alguno. Al principio no
tiene interés................................. 14 10
Ninguna razón válida. Circunstancias no bien de-
finidas, por casualidad ........................ 9 6
139 100
EVALUACION
OBSERVACIONES
El método de enseñanza mediante proyectos ha sido empleado en
numerosas escuelas de medicina, aunque no se han publicado muchos
informes al respecto (3-7). Los programas varían considerablemente, así
como también los objetivos. En algunas escuelas, los proyectos a corto
plazo sustituyen a uno o más trabajos prácticos de laboratorio realizados
en el aula, y un pequeño grupo de estudiantes en conjunto establecen los
procedimientos y efectúan las observaciones. En otras se asignan traba-
jos a grupos de estudiantes sobre problemas de interés mutuo que llevan
172 Capítulo 8
REFERENCIAS
(1) Dewey, John: Experience and Education. The Macmillan Co., Nueva
York, 1938.
(2) MacArthur, Charles A.: Comunicación personal.
(3) Booker, W. M.: "Employment of the Project Method as a Laboratory
Teaching Technique". Journal Assoc Amer Med Coll 19:350, noviembre
de 1944.
(4) Jordon, H.: "Use of the Project Method of Teaching Histology". Journal
Assoc Amer Med Coll 22:90, noviembre de 1947.
(5) Tepperman, J., Tepperman, H. M., y Bass, A. D.: "Experience with a
Laboratory Project Program in the Teaching of Pharmacology". Journal
Assoc Amer Med Coll 23:114, noviembre de 1948.
(6) Booker, W. M.: "Laboratory Teaching in Toxicology". Journal Assoc
Amer Med Coll 28:35, abril de 1953.
(7) Comunicaciones personales.
Xft» "j
~,
Objetivos de las
escuelas de medicina
CAPITULO 9
Objetivos de las
escuelas de
medicina*
CUANDO LOS FUNDADORES de las instituciones de enseñanza asocian en
la creación de éstas a personas interesadas, formulan sus planes y
solicitan la autorización oficial para que puedan funcionar, tienen un
propósito definido. Sin embargo, una vez en marcha, las responsabili-
dades de organización, administración y apoyo financiero, así como las
exigencias diarias, absorben tan completamente la atención de los funda-
dores y autoridades que poco a poco los propósitos originales se van
esfumando hasta convertirse en antecedentes históricos nebulosos y
distantes. Una institución activa y en movimiento tiene un sentido de
destino y la urgencia de avanzar. Pero, rara vez hay tiempo para re-
flexionar con calma acerca del rumbo que ha de seguir o para expresar
los objetivos en términos que puedan constituir un faro para los que
recién ingresan a sus aulas o una orientación para quienes trabajan y
estudian dentro de sus predios.
Sin embargo, todos reconocemos el valor de contar con una direc-
ción y una filosofía en torno a la cual podamos organizar nuestros
esfuerzos. Los comités acogen con agrado una tarea concreta que se le
asigna para llevar a cabo; los empleados trabajan mejor si comprenden
cómo contribuyen al progreso de la entidad, y cada dependencia de una
organización debe integrarse con las demás para que pueda cumplir su
APRENDIENDO A PENSAR
sencia del shock por el color de los labios y la piel, las condiciones del
pulso y el estado mental del individuo. Unos rápidos exámenes le per-
miten darse cuenta de que la hemorragia tiene varias procedencias que
contribuyen a la situación. El cirujano ve con agrado que el interno y el
estudiante estén tomando ciertas medidas necesarias, pero con su amplia
experiencia reconoce que hay otros cursos de acción que también son
importantes para hacer frente a la emergencia. Una vez que ha tomado
su decisión, procede a llevarla a la práctica con una sensación de con-
fianza de que, tenga o no éxito al final, está cumpliendo su deber como
médico. En otras palabras, al igual que el estudiante y el interno, ha
adaptado lo que sabe a la solución del problema. Ninguno de ellos ha
expresado en palabras la mayor parte de lo que se ha estado haciendo.
Y, sin embargo, gran parte de los conocimientos empleados los han
adquirido probablemente mediante palabras: clases, lecturas, y con-
versaciones con otros. No obstante, la mayoría de las actividades las
han realizado bajo la dirección de pautas o conceptos más amplios que
las palabras. Estos podrían convertirse en palabras con el fin de expli-
carlos a estudiantes o colegas, pero la acción ha sido determinada por
una vinculación mucho más rápida del presente con experiencias pre-
vias. Los tres han "pensado", pero en diferentes niveles de amplitud y
madurez.
Cabe preguntarse qué puede hacer un maestro para fomentar este
proceso de pensar, y para desarrollarlo hasta convertirlo en hábito, en
pauta y en fuerza que oriente la conducta en forma lógica. ¡Cuántas
veces hemos visto desmoronarse los intentos de algún profesor bien
intencionado por hacer pensar a sus estudiantes! No creo que se pueda
obligar al estudiante a pensar de buenas a primeras. Lo que se necesita
ante todo es proporcionarle experiencia, información y un vocabulario
adecuado. No basta lanzar las palabras e ideas a los estudiantes en el
aula. En cierto modo, es preciso que se capten, se absorban y se integren
en el pasado del alumno. Es indispensable darles tal permanencia que
el estudiante reaccione con más eficacia a causa de lo aprendido. Tal
vez sea conveniente alguna repetición y refuerzo, pero es todavía más
importante darles la oportunidad de utilizar las nuevas palabras e
ideas en situaciones verdaderas o mediante experiencias ajenas planea-
das de acuerdo con las condiciones que prevalecen en la sala de clase.
En las escuelas de medicina siempre existen oportunidades de esa na-
turaleza.
Se empieza por presentar un problema que requiere solución. Puede
ser una historia clínica, un paciente o la búsqueda de una explicación
para una reacción observada durante un experimento en fisiología o
bioquímica. En las situaciones clínicas, el problema puede presentarse a
veces mediante la dramatización de roles o una película, para introducir
I84 Capítulo 9
I86 Capítulo 9
estimulantes tanto para los dirigentes como para los estudiantes, y que
proporcionan compensaciones muy distintas a las de la enseñanza
ordinaria. El estudio del pensamiento de científicos y eruditos de cual-
quiera especialidad puede constituir una base ideológica para el estu-
diante de medicina. Si el estudio se complementa con la discusión libre
acerca de la evolución de las ideas en el estudioso y en su sociedad, se
habrá fomentado la pauta y el hábito de pensar.
En cada departamento existen oportunidades para ayudar a los estu-
diantes a desarrollar pautas de pensamiento. Sin embargo, muy a
menudo esas oportunidades quedan perdidas bajo la presión de transmi-
tir información en un número limitado de horas del plan de estudios.
Como consecuencia de esas presiones, el maestro tiende a dominar el
proceso mental de los alumnos y se pierde la actividad tranquila e inde-
pendiente que es necesaria para reorganizar la experiencia y reconocer
nuevos rumbos. La enseñanza autoritaria es, por su misma naturaleza,
contraria a la estimulación del pensamiento independiente. La tarea
del maestro no es en modo alguno sencilla, pero merece que se le preste
atención.
EL HABITO DEL ESTUDIO
REFERENCIAS
1EN.>
vlithu
P7 , ,
CAPITULO 10
Exámenes
y notas
Tal vez les parezca que las ideas que he expuesto representan ideales,
pero que son muy poco prácticas. Más adelante me referiré de nuevo a
este aspecto. Pero, ya sea que el sistema de exámenes se modifique com-
pletamente o se mantenga en su forma actual, hay varias maneras de
Exámenes y notas I99
REFERENCIAS
MOI -"~"\~
CAPITULO 11
Exámenes exter-
nos en las cien-
cias médicas*
EL EXPERIMENTO
RESULTADOS
El experimento permitió elucidar dos problemas que tienen reper-
cusiones que van más allá del ambiente local: a) ¿son capaces los estu-
diantes de medicina de organizar y dirigir sus propios estudios sin las
presiones académicas tradicionales?, y b) ¿cuáles son las ventajas y des-
ventajas de los exámenes externos en las ciencias médicas?
La respuesta a la primera pregunta puede obtenerse de un análisis de
las calificaciones de los estudiantes que participaron y de su compa-
ración con el grupo nacional que tomó los mismos Exámenes de la
Junta Nacional.* Los datos se presentan en los cuadros 1, 2 y 3.
CUADRO 1 CUADRO 2
Promedio de notas obtenidas en la Promedio de notas en Farmaco-
primera parte de los Exámenes de logia obtenidas en la primera parte
la Junta Nacional por estudiantes de los Exámenes de la Junta Na-
del grupo experimental. cional.
Promedio de
estudian- exámenes
es Farma- Otras 5 Grupo Grupo
tes cología asignaturas experimental nacional
1952-1953 71 81,8 82,2 1952-1953 81,8 80,6
1953-1954 61 81,6 81,5 1953-1954 81,6 80,8
CUADRO 3
Porcentaje de notas que significan distinción y repro-
baciones en Farmacología, obtenidas en la primera
parte de los Exámenes de la Junta Nacional. Las pri-
meras corresponden a 88 puntos y más; las segundas
a 74 y menos.
Distinciones Reprobaciones
Grupo Grupo Grupo Grupo
experimental nacional experimental nacional
1952-1953 8,5% 13,5% 1,4% 13,6%
1953-1954 8,2% 11,5% 6,6% 9,5%
OBSERVACIONES
CONCLUSION
El presente capítulo representa una pequeña contribución al acervo
de experiencia con los exámenes externos. Los resultados, que han sido
suficientemente alentadores, indican que los principios básicos posible-
mente constituyen una clave-pero una sola clave-para reorientar la
educación médica hacia objetivos que han cambiado en cierta medida
desde que en 1910 Flexner sentó las bases de la pauta que se usa en la
actualidad. Cabe esperar que otros se interesen también y que, mediante
el esfuerzo conjunto, se pueda resolver el dilema inherente al sistema de
exámenes vigente en las escuelas de medicina.
REFERENCIAS
profesores de medicina
:í,
CAPITULO 12
Preparacióon de
profesores de
medicina
den del estudio, pero descubrió también, según el relato, un viejo pape-
lero y una caja llena de notas sueltas para muchos discursos "extempo-
ráneos". De este modo, se descubrió el gato encerrado: el Dr. Welch
jamás asistía a una reunión pública en la que podía ser invitado a
disertar sin antes echarse al bolsillo unos cuantos papeles con algunas
ideas que podrían venirle bien. Estar preparado era uno de sus lemas.
Es posible que algunas personas sean, por naturaleza, mejor dotadas
que otras en el arte de la enseñanza. Pero esto no niega en forma alguna
el valor del estudio y el desarrollo de habilidades con cierta finalidad.
Muchas personas parecen poseer también aptitudes especiales para la
música, las matemáticas, el dibujo, el empleo de palabras y el calor de
los sentimientos humanos. Pero sin adiestramiento y práctica el músico
nada logra, el genio matemático se puede convertir en un minero del
carbón, y la persona amistosa puede llevar una vida solitaria. Las apti-
tudes naturales, si están presentes, no bastan. Independientemente de si
una persona es un genio o simplemente un profesor común y corriente
como usted y como yo, puede mejorar su habilidad y su actuación
mediante el esfuerzo bien dirigido. Sería sumamente desalentador tener
que volver atrás y elegir a nuestros padres cuando se considera una
carrera.
Hoy en día, en muchas escuelas de medicina se presta relativamente
poca atención a las aptitudes de educador en la selección de profesores y
jefe de departamentos. La erudición en una asignatura determinada es el
principal criterio; la productividad que pueda ofrecer en investigación y
el número de publicaciones que haya producido constituyen las pruebas.
Partimos del supuesto de que la erudición en un campo limitado y la
experiencia obtenida mientras se vive en el medio universitario harán
al buen maestro. Por fortuna o por desgracia, esto sucede en un
número suficiente de casos que nos alientan a olvidar los demás. En la
educación de nuestros propios hijos, desde las guarderías diurnas hasta
la escuela secundaria, pedimos a gritos mejores maestros y una en-
señanza más eficaz. Pero en las escuelas profesionales, nos lanzamos a
una guerra defensiva en nombre de la libertad de enseñanza con el fin de
evitar toda interferencia con la autorización para enseñar como se
nos enseñó, sin las "sandeces" de los educadores profesionales.
Evidentemente, algo no anda bien. Todos ensalzan al científico mé-
dico por su habilidad para explorar lo desconocido y ofrecer respuestas
que sean beneficiosas para todos. El mismo se da cuenta cabal de la
enorme cantidad de conocimientos que debe aprender en su especialidad
en cualquier aspecto que sea, sin embargo . .. "No nos atrevemos a de-
cir que la enseñanza es importante; actuamos como si no revistiera im-
portancia cuando formulamos planes y cuando nos encargamos de la
224 Capitulo 12
Y/ ei
NUEVOS METODOS
diantes del último año. Más tarde se asoció a él el Dr. Guillermo Gil. Los
resultados obtenidos con los estudiantes de medicina los alentaron a
intentar un experimento semejante con los profesores de la Facultad
de Medicina. Se organizó cuidadosamente un programa de dos semanas
y se invitó a participar en el mismo a los profesores interesados en
mejorar su habilidad como maestros. Se le dio el nombre de "labora-
torio" para indicar que tenía por objeto la experimentación más que la
instrucción didáctica. El título de "Laboratorio de Relaciones Humanas
y Enseñanza de la Medicina" ponía de relieve también que en la forma-
ción de un profesor era, ante todo, esencial comprender las relaciones
entre estudiante y maestro y enseguida aplicar los principios a las situa-
ciones en que se efectúa la enseñanza-aprendizaje. Grupos de doce a
quince profesores bajo la dirección de un psiquíatra han participado en
el programa de dos semanas y 70 horas, con notable éxito.
El plan del "laboratorio" consiste en una serie de discusiones sin
estructura planeada, breves charlas informales, lecturas seleccionadas
seguidas de discusiones de grupo, y varios ejercicios de dramatización.
Cada individuo y el grupo en su totalidad tienen oportunidades de con-
versar en un ambiente de franca camaradería acerca de las actividades
diarias y otros temas de interés mutuo. La importancia del curso reside
menos en la materia enseñada que en la experiencia de un maestro que
vuelve a vivir las actividades, responsabilidades, sentimientos y acti-
tudes de un estudiante. A medida que el maestro experimenta las mismas
luchas y emociones que apenas presentía en sus estudiantes, obtiene una
nueva idea de la función del maestro. El programa tiene mucho en
común con el Laboratorio Nacional de Adiestramiento* que tiene lugar
durante el verano en Bethel, Maine. En el informe de Ganzaraín, Gil y
Grass (7) figuran otros pormenores y ejemplos de algunos de los re-
sultados obtenidos.
La Organización Panamericana de la Salud ha aceptado este tipo de
"laboratorio" como parte de su programa de adiestramiento de pro-
fesores de medicina para América Latina. Como consecuencia de esta
experiencia, es posible que algunas personas se beneficien de cursos
sistemáticos de educación que tratarán de la teoría del aprendizaje, pro-
cedimientos aplicables a la sala de clase, desarrollo del plan de estudios,
métodos de evaluación y principios de administración aplicados a
departamentos y escuelas de medicina. Los estudios superiores en la
especialidad del profesor requieren un tipo distinto de programa y
durante muchos años han existido oportunidades en este sentido. Se
prevé que a medida que los centros regionales y los dirigentes con la
debida formación inicien sus actividades en América Latina, esos pro-
* Una sección de la National Education Association con sede en Washington, D. C.
236 Capítulo 12
gramas ejercerán una influencia cada vez mayor sobre la, calidad de la
enseñanza y, por ende, sobre la calidad de la atención médica asequible
en los países participantes.
Desde 1956 la Universidad Nacional de Buenos Aires ha organizado
un programa especial de adiestramiento para los médicos que eligieron
la carrera docente, ya sea a tiempo parcial o a tiempo completo. La
situación y promoción del profesorado dependen ahora de tal prepara-
ción. El programa continúa por un período de cinco años y exige varias
horas de trabajo por semana. Durante el primer año se sigue un curso
de clases sobre la filosofía e historia de la ciencia, y el candidato lleva a
cabo investigaciones sobre un aspecto previamente aprobado. En el
segundo año se prosigue la investigación, hay un segundo ciclo de
clases sobre métodos pedagógicos dictados por un educador profesional,
y el candidato debe presentar un informe original a la clase para que
ésta formule los comentarios pertinentes y se pronuncie al respecto. En
el tercer año, se espera que participe por lo menos en un 50 % de las
actividades docentes ordinarias de su departamento y que presente un
informe original ante un grupo de profesores. El programa del cuarto
y quinto año es esencialmente el mismo que el del tercer año, excepto
que la participación en la enseñanza que se exige es sólo del 30 % de las
actividades del departamento. Los exámenes anuales y finales deter-
minan la promoción del candidato y su reconocimiento como "pro-
fesor autorizado".
Es necesario contar con programas más amplios y avanzados para
profesores de medicina que deseen seguir una carrera en pedagogía e
investigación pedagógica. Actualmente se ofrece un número limitado de
oportunidades en dichas especialidades en los Estados Unidos de
América. En Santiago, Chile, se está organizando una institución que
se encargará del adiestramiento de esas personas; para que funcione
eficazmente y abarque todos los aspectos necesarios, será preciso contar
con los servicios de educadores profesionales, médicos orientados hacia
la educación, y psiquíatras con experiencia en trabajo en grupo. En las
escuelas de medicina se ensayan esas combinaciones, así como el esta-
blecimiento de departamentos de pedagogía médica. Creo que la labor
con que esos departamentos especializados contribuyan a las actividades
de la institución justificarán el que se les dé una categoría comparable a
la de cualquier otro departamento de enseñanza.
APLICACION DE PROGRAMAS
REFERENCIAS
Nuevos conceptos
del saber
EL ERUDITO EN LA HISTORIA
VIII y IX, renació en Europa el saber del período anterior. Revivió poco
a poco el interés por aprender, y con el establecimiento de las universi-
dades en los Siglos XII y XIII se inició una nueva era. Aparecieron los
eruditos librepensadores como Huss, Erasmo y Vesalio, quienes impug-
naron todo lo que no estaba de acuerdo con la verdad y la naturaleza,
como ellos las entendían. Los eruditos empezaron a ocuparse del
hombre, del lugar que ocupa en el universo y de las realidades de la
naturaleza. Este movimiento humanista influyó en todos los aspectos
de la vida, incluso en el desarrollo de la ciencia.
Desde el punto de vista del saber y de.la educación, la trama de la
historia se diversifica y se hace más especializada. Las ciencias físicas
avanzaron rápidamente con Copérnico, Galileo, Newton, Lavoisier y
muchos otros. Francis Bacon preconizó una filosofía y un método
científico. Montaigne apartó de la educación de los niños el concepto
de la memorización, y abogó por una serie de principios que todavía
prevalecen. "Nada es tan importante como despertar el interés y el
afecto", escribió (3) hacia fines del Siglo XVI, "de otro modo, sólo se
forma una multitud de asnos cargados de libros. Mediante el látigo, se
les da un puñado de conocimientos para que los retengan, cuando lo
que conviene es no sólo depositarlos, sino que los asimilen y entren a
formar parte de su mente y de su alma".
Juan Comenio, destacada figura del Siglo XVII, elevó el concepto
de erudición a un nuevo nivel. En los principios de educación que
preconizó, era moderno en casi todo sentido. Censuró los inútiles
ejercicios de repetición de gramática y retórica de su tiempo, esbozó
un sistema de educación basado en el desarrollo y la comprensión de
los estudiantes, y preparó libros de texto adecuados a sus intereses.
Reconoció la necesidad de contar con métodos pedagógicos fundados
en la psicología de la naturaleza humana, e insistió en que la educación,
para ser eficaz, debía relacionarse con la vida y las realidades de la
comunidad de la que procedían los alumnos y a las cuales regresaban.
En muchos aspectos, Comenio se adelantó a su tiempo. Sus libros de
texto continuaron usándose mucho después de su muerte, pero sus
conceptos fundamentales influyeron sólo lentamente en el desarrollo de
la educación en general.
A fines del Siglo XVII, varias órdenes católicas aceptaron como una
de sus responsabilidades la educación general de la juventud, y estable-
cieron programas para la formación de maestros. De especial signifi-
cación histórica fue el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cris-
tianas, y su dirigente, Juan Bautista de La Salle. El programa estaba
destinado a la población laica que pensaba dedicarse al magisterio; el
idioma que se utilizaba en la instrucción era el vernáculo y no el latín.
Además de las tres asignaturas básicas-lectura, escritura y aritmética-
a
248 Capítulo 13
EL SABER EN MEDICINA
estímulo para una nueva ciencia y el fin del árido y autoritario escolasti-
cismo de la Edad Media. Con la publicación de sus estudios clásicos de
anatomía humana en 1543 se inició la era de la ciencia moderna y se
modificó la definición del saber. Paracelso (1493-1541) ya había
impugnado y desacreditado muchas de las doctrinas de Galeno e in-
sistido en las reformas de la medicina. Ambrosio Paré (1510-1590), el
cirujano barbero de los campos de batalla, escaló nuevas metas del
saber y ha recibido de la posteridad el título de "padre de la cirugía".
A Galileo (1564-1642), Leeuwenhoek (1632-1723) y a Malpighi (1628-
1694) le debemos el desarrollo del microscopio y los comienzos del
amplio y nuevo campo de la anatomía microscópica, la fisiología y la
patología. Con la descripción de la circulación de la sangre por Harvey
(1578-1657) se preparó el terreno para un amplio progreso. Una vez
que se descubrió el llamado método científico de investigación, su
empleo fue lo que caracterizó al nuevo tipo de estudioso interesado en
la observación, el análisis de causa y efecto, la verificación mediante la
experimentación, la proyección de los resultados a otras situaciones, así
como la búsqueda continua del elixir de la vida y la explicación de los
fenómenos biológicos mediante mecanismos físicos.
A través de todos estos cambios la medicina como profesión conservó
su arte y su humanidad. El parto, las enfermedades, la pobreza, el
hambre, la pestilencia y la guerra continuaron cobrando un fuerte
tributo de vidas humanas. En todas partes se solicitaban los servicios
curativos del médico y éste gozaba de gran aprecio, a menudo a pesar
de sus fracasos. El código de ética promulgado por primera vez por
Hipócrates continuó siendo el vínculo que unió a todos los médicos.
La medicina era un consorcio universal, y en el ejercicio de la misma
debían mantenerse elevadas normas de atención personal y de criterio
científico. Pero las responsabilidades del médico no terminaban con el
individuo. Cuando asolaban a Europa epidemias de malaria, tifus,
peste, viruela y cólera, como consecuencia del auge de los viajes y
medios de comunicación, se esperaba que el médico adoptara medidas
de control y evitara que las calamidades se ensañaran con las familias
y comunidades. A fines del Siglo XVII, la medicina social y la prevención
de las enfermedades comenzaban a aceptarse como especialidades de la
medicina.
Durante esa misma época, la enseñanza de la medicina experimentó
una importante evolución. Cuando se establecieron las primeras uni-
versidades en Italia, Francia y España y los estudiantes acudieron en
gran número a los pocos centros del saber, los únicos métodos ade-
cuados de instrucción eran las clases y las demostraciones. Como
resultado de las tradiciones de Galeno y de la escasez de libros, la
enseñanza-como es de comprender-era autoritaria. El aprendizaje
Nuevos conceptos del saber 253
EL SABER INDIVIDUAL
Por una extraña evolución de los acontecimientos, un movimiento
que comenzó por ser un medio de poner la educación y el saber al
alcance de todos ha tropezado con serios e insospechados obstáculos
derivados de su propio éxito. Me refiero al conflicto entre la educación
de las masas y el saber individual. Durante el Renacimiento y la primera
época de las universidades, miles de jóvenes recorrían enormes distancias
y aceptaban privaciones, incertidumbres y peligros para ir a sentarse a
los pies de maestros de renombre. La educación era un estímulo y una
oportunidad, una puerta que se abría a un nuevo mundo. Al ampliarse
los horizontes con el reconocimiento de los derechos del hombre y las
esperanzas de una sociedad democrática utópica, las escuelas y las
universidades fueron la clave del progreso y de una vida mejor. A
mediados del Siglo XVIII, la ideología humanista democrática en
Francia reclamaba educación para todos, gratuita y bajo control seglar.
Poco tiempo después se aceptó en Prusia, bajo Federico Guillermo II,
la responsabilidad de las autoridades públicas en materia de educación,
y la Revolución Francesa introdujo las reformas en Francia. En Ingla-
terra, las escuelas mantenidas por organismos privados e instituciones
de beneficencia ofrecían oportunidades de educación para los indigentes.
Las órdenes de los jesuitas y franciscanos de la Iglesia Católica estable-
cieron poderosos sistemas para la formación de maestros y para llevar
los conocimientos al Nuevo Mundo. En los Estados Unidos de América,
cuatro de los primeros líderes-Jefferson, Franklin, Paine y Samuel
Adams-defendieron enérgicamente los derechos del hombre y su
responsabilidad en participar en el gobierno. Durante el período de
Andrew Jackson, la esperanza y la aspiración no conocieron límites.
Aun el hogar más humilde no era obstáculo para ocupar el más alto
cargo, y se reconoció que la educación era importante tanto para los
dirigentes como para los ciudadanos.
La prosperidad y la riqueza nacional cada vez mayor, especialmente
en los Estados Unidos de América, facilitaron los medios para con-
vertir en realidad este ideal democrático de educación universal. En
1963, el 41% de los jóvenes estaban todavía en la escuela a los 18 años,
y el 17% asistía a colegios universitarios (20-24 años de edad). Y si
los servicios de educación pública fuesen suficientes para atender las
necesidades de todas las familias, la proporción sería todavía mayor.
Estas cifras son mucho más elevadas que las correspondientes de
Europa o de otras regiones adelantadas del mundo, pero en ningún
modo rebasan las aspiraciones de la humanidad. En el mundo entero el
hombre busca en la educación los factores materiales y espirituales que
necesita, y los únicos que se oponen al logro de este objetivo son los
obstáculos de la pobreza económica y la falta de madurez política.
258 Capítulo 13
REFERENCIAS
(1) Robinson, V.: The Story of Medicine. New Home Library, Nueva York,
1943, pág. 1.
(2) Cole, L.: The History of Education: Socrates to Montessori. Rinehart,
Nueva York, 1950, pág. 55.
(3) Montaigne, Michel E.: Citado en Ulrich, R.: Three Thousand Years of
Educational Wisdom. Harvard University Press, Cambridge, Massachu-
setts, 1954, pág. 301.
(4) a. Butts, R. F.: A Cultural History of Education. McGraw-Hill, Nueva
York, 1947.
b. Véase también la referencia 2 precedente.
(5) Johnson, Samuel: Imlac, Capítulo VIII.
(6) Seegal, D.: An Unbelievable Colloquy at Delphi. The Pharos, abril de
1964, págs. 47-53.
La educación médica en el
panorama mundial
CAPITULO 14
La educación
médica en el
panorama
mundial
Es MUY POSIBLE que el lector de este capítulo viva en una ciudad moderna
donde se dispone de agua, alimentos, electricidad, buenas viviendas y
cientos de comodidades asequibles sin gran esfuerzo, donde haya
trabajo para todo el que lo desee y donde prevalezca en el ambiente
una sensación de confianza y seguridad. Probablemente no le preocupa
la salud, sino que da por sentado que continuará viviendo entre sus
familiares y amigos hasta los 70, 80 ó 90 años y, con buena suerte y
gracias a los adelantos de la ciencia, tal vez hasta una edad aun más
avanzada. Si él o sus amigos se enferman, y aun si le temen a la posi-
bilidad de contraer una enfermedad, cuentan con los servicios médicos
competentes, así como con hospitales bien equipados. A pesar de los
titulares de la prensa y de la voz frenética de los locutores de radio, la
vida es agradable y ofrece buenas perspectivas.
Sin embargo, el cuadro no se presenta así para la gran mayoría de
los seres humanos. Cierto es que una mayoría vive en las ciudades y
que la proporción aumenta cada año. En efecto, hay una continua
migración de personas de los campos, haciendas y aldeas, atraídas por
las ventajas que ofrece la vida urbana, y que hace recordar el caso de
los insectos que en la oscuridad se acercan a la luz de la lámpara. Van
en busca de las comodidades, la seguridad y las oportunidades asequibles
262
Panoramamundial 263
a la población urbana, no con el fin de quitárselas, sino únicamente
para compartir los beneficios de la tecnología y la ciencia moderna. Lo
que encuentran, sin embargo, representa un extraño contraste con sus
aspiraciones y sueños. ¿Han visitado ustedes alguna vez los barrios
bajos de Chicago, las "favelas" de Río de Janeiro, las "barriadas" y
"poblaciones callampas", y los "cinturones de miseria" que circundan
la mayoría de las ciudades ubicadas en regiones de rápido cambio y
desarrollo? Por lo general, las personas que han residido durante mucho
tiempo en esas ciudades y los turistas extranjeros prefieren evitar esa
desagradable realidad, y con frecuencia no tienen idea de la manera en
que vive una gran parte de la raza humana. El caso tuyo, lector, es el
de unos pocos privilegiados, pero ¿por qué no detenernos a considerar
lo que pasa al otro lado de la calle?
En estos "cinturones de miseria" de rápida propagación, la vida es
dura y al mismo tiempo barata. En ellos la gente subsiste porque no le
queda más remedio. Su casa la constituye cualquier lote de tierra
desocupado en el que puede construir un albergue de materiales de
desecho. En este ambiente existe una gran promiscuidad sexual y la
natalidad alcanza proporciones elevadas; la tasa de mortalidad infantil
es igualmente alta. Se vive con la esperanza de encontrar alimento
suficiente para el día siguiente. El agua, incluso para cocinar y para
lavarse, se trae de alguna fuente pública desde lugares distantes, o, lo
que es peor, de una corriente de agua sucia. Las instalaciones sanitarias
son de la más primitiva fabricación y a menudo están situadas en una
pendiente escarpada, sin que exista la menor preocupación por otras
viviendas cercanas o más bajas. Sólo los recién nacidos están libres de
infestaciones parasitarias y antes de cumplir unos cuantos meses las
duras condiciones en que viven habrán también minado su salud y
energía. Abundan la inercia, la holgazanería y la desesperanza.
En extensas zonas rurales, las condiciones son apenas algo más
favorables; en algunos aspectos son mejores, pero en otros decidida-
mente peores. Hay más espacio y se ve más el sol, y hay tierras en que
sembrar cosechas alimenticias. La población carece de la inquietud que
causan las noticias sobre problemas económicos, sociales o de guerras.
La escuela es un lujo o una molestia que nadie desea. Los ecos de la
vida urbana casi no llegan a sus oídos y la vida transcurre de un modo
muy semejante a la de sus antepasados. Pero en este ambiente la dura-
ción de la vida es también corta, las enfermedades están muy extendidas
y tal vez se adviertan los efectos nocivos de la endogamia. En dichas
regiones, la partera inexperta, el herbolario y el curandero son los
"expertos" que "atienden" los problemas de salud de la comunidad.
En caso de accidente grave, o si una mujer tarda varios días en dar a
(
264 Capítulo 14
luz, la única manera de obtener asistencia consiste en llevar al paciente
a caballo o en bote a la lejana ciudad de la cual se sabe tan poco.
Entre las deplorables condiciones que prevalecen en los "cinturones de
miseria" y el aislamiento primitivo de las zonas rurales, por una parte, y
el refinamiento y la alta calidad de la atención médica disponible en e
los grupos prósperos de la ciudad, por la otra, existe un gran grupo
intermedio de personas que luchan continuamente por lograr una vida
mejor. Desean un hogar para criar a sus hijos y aspiran a darles algo
mejor. Se trata de una población que busca un nuevo modo de vida,
quizá logrando algún progreso, aunque a veces en forma demasiado
lenta para apreciarlo. De vez en cuando se desvían de su rumbo, pero
tarde o temprano regresan al punto central de las aspiraciones que son
comunes a toda la humanidad. Pero a través de toda esta miseria,
agitación, altibajos y progreso en las sociedades del mundo entero,
existe una preocupación por la salud y las desgracias que ocasionan las
enfermedades, la debilidad y la muerte.
Durante mis viajes he conocido muchos profesores de medicina y
médicos clínicos que percibían vagamente estos ecos de un mundo
distante, pero que no veían en ellos relación alguna con su trabajo ni
estimaban que les incumbía el asunto. Según ellos, el problema era
"de orden social" y "nada tenía que ver con la tarea de enseñar a
estudiantes de medicina y de curar a los enfermos". Un profesor me
contó de un estudio que él y sus alumnos habían realizado acerca de
la incidencia de parásitos intestinales en un sector pobre de la ciudad.
Esos proyectos, según me dijo, lo colocaban en una situación desconcer-
tante y planteaban a su vez nuevos problemas. Al final los estudiantes
siempre preguntaban qué podía hacerse para eliminar las condiciones
que habían descubierto. "Tengo que confesarles", señaló, "que no hay
nada que podamos hacer, porque si un día se les devuelve la salud, las
condiciones sanitarias son de tal naturaleza que se infectarán de nuevo
al día siguiente". Pero los estudiantes hacen preguntas y, felizmente,
siempre las harán. En estas preguntas y en el sentimiento instintivo que
las motiva se encuentra la clave del progreso si los maestros las con-
testan inteligentemente y en forma estimulante.
No hace mucho conversé con un médico joven que, después de tres
años de adiestramiento como residente en un hospital universitario de
América Latina, aceptó un cargo en una comunidad rural a 500 kiló-
metros de su domicilio y a unos 100 kilómetros del hospital pequeño
más cercano. Había vivido allí casi dos años como el único médico que
existía en el lugar, y se encontraba satisfecho con lo que había podido
lograr. Estaba dispuesto a regresar para realizar una etapa más de su
trabajo, pero, como es fácil comprender, no pensaba hacer de esta
Panorama mundial 265
clase de trabajo una carrera permanente. Criticaba a su escuela de
medicina, a muchos de sus profesores y a los libros de texto que había
usado porque no lo habían preparado para trabajar en las condiciones
que había encontrado en su propio país. Otro médico, un especialista
muy competente, decidió acompañar a un pequeño grupo de traba-
jadores de salud en una misión de dos meses a las comunidades situadas
en la cuenca interior del río Amazonas. Esta experiencia le sacó de su
apatía y despreocupación por los problemas de salud nacionales e
internacionales, y le infundió un gran interés, e incluso entusiasmo por
ellos. Adquirió así una nueva perspectiva de su profesión. A veces,
sólo cuando recibimos una fuerte impresión de la realidad nos damos
cuenta de los problemas mundiales de salud y de las responsabilidades
indirectas que incumben a la profesión médica.
Como profesores de escuelas de medicina, la mayoría de nosotros
nos preocupamos principalmente de nuestros cursos y de nuestros
estudiantes. En algunas ocasiones participamos en comités y de esta
manera ampliamos nuestros conocimientos alcanzando el nivel ad-
ministrativo de la escuela y de la universidad local. Pero son pocos los
que ven más allá de las situaciones diarias y perciben la relación de su
trabajo con los más amplios horizontes del país o de la humanidad en
general. Aunque no cabe esperar que las escuelas de medicina preparen
a sus estudiantes para actuar en todas las condiciones que probable-
mente encuentren dondequiera que ejerzan la profesión, no se justifica
la adhesión ciega a tradiciones pedagógicas o a utopías académicas
cuando éstas no responden al mundo real en que los egresados deberán
desenvolverse. Por lo menos deberíamos saber cuáles son los principales
problemas de salud de la región que nos interesa y orientar la enseñanza
de los hechos y principios hacia la búsqueda de medios para resolverlos.
Con el establecimiento de asociaciones nacionales de escuelas de
medicina ha surgido una nueva evaluación de objetivos y funciones, un
nuevo sentido de unidad y de esfuerzo conjunto hacia la realización de
fines comunes. Los dirigentes médicos comprenden mejor la importancia
de las diferentes enfermedades de cada país y de las características
regionales. Además, la profesión médica se ha dado cuenta de que
también le corresponde ayudar a resolver problemas tales como la
densidad y crecimiento de la población, así como el suministro de
alimentos y muchos otros que hace algunos años no se apreciaron.
Existe una enorme escasez de personal debidamente adiestrado para
atender las necesidades futuras de salud de la población mundial. Hacer
caso omiso de estos aspectos mayores del progreso al instruir a los
estudiantes de medicina y al proyectar nuevas escuelas de medicina,
equivale a refugiarse en la tradición y a perder contacto con los cambios
266 Capítulo r4
dinámicos de la época. El mundo se está convirtiendo rápidamente en
una unidad indivisible, y la salud del prójimo debe preocupar cada
vez más y más a todos y a cada uno.
Por fortuna, este concepto internacional de salud se reconoció hace
muchos años. En medida limitada tuvo su origen en conferencias
conjuntas convocadas sobre una base estrictamente voluntaria para
examinar la manera de combatir las epidemias que constituían una
constante amenaza para todos. Posteriormente, a través de la Sociedad
de las Naciones, primero, y más recientemente, por medio de las
Naciones Unidas, se establecieron organismos para la autoprotección
de los diversos países, así como también para la reducción o eliminación
de las causas de las epidemias en sus fuentes de origen. Ultimamente, se
ha concentrado mayor atención en proporcionar asistencia médica
adecuada a todos los pueblos, sin distinción de raza, color, situación
económica o posición geográfica. Se ha llegado a reconocer la buena
salud como condición esencial para muchas de las satisfacciones y
realizaciones de la vida. La salud, y su corolario, la buena atención
médica, han sido reconocidas por todos los países tanto los nuevos
como los viejos, como uno de los derechos de todos los habitantes. Ya
son pocos los que dudan de los beneficios que pueden obtenerse con la
planificación nacional de la salud, y de la responsabilidad que incumbe
a los gobiernos de garantizar a la población el acceso a una buena
atención médica, ya sea mediante instituciones públicas o privadas. No
obstante, las escuelas de medicina tardaron en reconocer que a ellas
también les corresponde cooperar en la solución de este problema
internacional o asumir la responsabilidad, al propio tiempo que
instruyen a los estudiantes para despertar en ellos una conciencia de
estos amplios problemas humanos. La finalidad de este capítulo es
reseñar algunos de los problemas internacionales de salud y señalar la
manera en que los educadores de medicina podrían contribuir a
resolverlos.
272 Capítulo 14
medicina. Para lograr todo esto ha sido necesario establecer nuevos
sistemas de planificación y cooperación entre los Ministerios de Salud,
las organizaciones de bienestar social, los organismos de las Naciones
Unidas y las instituciones filantrópicas privadas y extranjeras interesadas
en asuntos de salud. A fin de poder contar con una buena base en el
futuro planeamiento se están realizando estudios a nivel nacional para
determinar las necesidades de personal que existen en el campo de la
salud. Se espera que todo ello conduzca a una comprensión más clara
de la función que desempeñarán en el futuro las escuelas de medicina,
y a una nueva orientación en la formación y adiestramiento de los
médicos.
Un viaje por la América Latina permite observar el efecto que desde
1902 ha tenido en la salud de los pueblos de las Américas y en la calidad
de los servicios que presta el personal de salud, y en especial los médicos,
la Organización Panamericana de la Salud. En ese período hallamos a
esta organización internacional con su visión de objetivos y su programa
de actividades en variados aspectos, avanzando constantemente y
manteniendo siempre el tema central. A la vez se observa la labor
simultánea y a menudo cooperadora, de fundaciones y organismos
filantrópicos, tanto privados como públicos. Como resultado de ello
existe en la actualidad en cada país un cuerpo de especialistas preparados
y dedicados a la salud pública; activos y progresistas departamentos
de medicina social y preventiva en la mayoría de las escuelas de medi-
cina, y un cierto grado de interés en la tarea pedagógica empeñada en
preparar una nueva y distinta generación de médicos, todo lo cual sin
duda constituye un augurio prometedor para el futuro. Además se ha
llegado a comprender que la medicina debe hallar un equilibrio entre
la ciencia y la investigación por una parte, y su sentido humanitario e
idealismo social por la otra. Los profesores de medicina reconocen
ahora las nuevas oportunidades y posibilidades existentes y ya se
perfila un sistema característico de enseñanza médica. Y poco a poco se
comprenden cada vez más los objetivos por los cuales luchan la pro-
fesión médica y los organismos internacionales de salud: la prolongación
de la vida, la prevención de enfermedades y la promoción de la salud.
276 Capítulo 14
supuesto, cada departamento clínico tiene innumerables oportunidades
para poder instruir sobre estos aspectos, porque cada paciente tiene sus
propios problemas personales que no deben desecharse puesto que ellos
son parte también del motivo específico que le llevó a buscar ayuda
médica. Las escuelas de medicina pueden seguir dos caminos distintos
para preparar estudiantes a fin de que puedan prestar asistencia a todos
sus pacientes y en especial en lo referente a las humanidades médicas.
Uno es el conocimiento de la asignatura que el estudiante acumula para
su uso futuro, y el otro es la influencia que la enseñanza y los conoci-
mientos tienen en el propio estudiante como persona y en sus relaciones
con los demás, tanto en lo relativo al paciente como a las demás personas
de la sociedad. En cada departamento, básico y clínico, existen posi-
bilidades para impartir esta enseñanza, pero urgidos por la premura de
enseñar los elementos de la ciencia médica, a menudo se las ignora.
Los estudiantes ingresan a la escuela de medicina en el último período
de su adolescencia, en una edad en que luchan para adaptarse a una
sociedad adulta y a un tipo de vida maduro y permanente. En este
período de su vida, las relaciones personales, sus amistades y su integra-
ción en otros grupos revisten particular importancia, ya que los conduce
a alcanzar un sentido de confianza, avenencia y consumación. Esta es
la edad en que se despierta el interés por el ser humano y por la forma
en que vive el prójimo. Es una edad en que se comienza a buscar ayuda
para solucionar sus propios problemas y en que se comienza a desa-
rrollar un sentido de comprensión por los problemas de los demás. Es
una edad propicia para lo que nosotros, los maestros, llamamos las
humanidades médicas. Sin embargo, si los conocimientos y formación
que son tan importantes en esta época se postergan por tres, cuatro o
seis años, entonces se producen cambios naturales en los intereses y
objetivos del estudiante que luego se han de fijar de modo más perma-
nente e irrevocable. Así, si una escuela de medicina acepta el desarrollo
personal del estudiante y la inculcación de conceptos psicológicos y de
actuación recíproca en la sociedad como objetivos adecuados para el
plan de estudios, entonces el énfasis en las humanidades debe comenzar
desde un principio y continuar directa e indirectamente a través de los
años de formación acádemica.
En los departamentos de medicina social y preventiva estos objetivos
se observan en distintas formas. Algunas escuelas incluyen la enseñanza
de este aspecto en cada año y, a través de cursos más o menos formales,
abarcan los aspectos de sociología, estadísticas médicas, sanidad,
epidemiología, prevención de enfermedades, salud pública, etc. Otras
escuelas asignan durante el primer año a cada estudiante una familia
con niños, y a veces, si es posible, que entre sus miembros alguien sufra
de una enfermedad crónica. El fin que se persigue es que el estudiante
Panoramamundial 277
se mantenga en contacto con la vida y las condiciones de salud de la
familia por un período de uno a tres años. Luego se reúne a un grupo
de estos estudiantes y se discuten los problemas que se han encontrado
en esas familias, y el profesor amplía este material para incluir los
principales problemas que se presentan en el país y en la región. En
otras escuelas, al departamento de medicina social y preventiva se le
asigna poco tiempo en el plan de estudios pero, no obstante, se alienta
a los profesores a que impartan instrucción empleando los pacientes
de uno o de todos los servicios del hospital y del departamento de
pacientes ambulatorios. Esta instrucción está totalmente integrada en
la enseñanza de la medicina, cirugía, obstetricia y pediatría. En otras
escuelas se ha establecido con la cooperación del Ministerio de Salud
un "laboratorio de la comunidad", el cual generalmente está ublicado
en un distrito cerca de la escuela de medicina. En este laboratorio los
estudiantes trabajan bajo supervisión con una variedad de situaciones
que se presentan en el medio ambiente y la familia tomados de una
pequeña muestra de la población. Algunas escuelas ofrecen un programa
académico formal, pero lo complementan durante el curso del año con
un proyecto de investigación en la comunidad, que lleva a cabo un
grupo de estudiantes de medicina. Generalmente su finalidad es realizar
un estudio e investigación sobre las soluciones que se podrían aplicar a
importantes problemas de salud de la región, y termina con una pre-
sentación y discusión de los resultados obtenidos. ')-
Hay muchas maneras de enseñar con todo éxito la asignatura de
medicina social y preventiva, pero la elección dependerá en gran parte
de los intereses, las circunstancias y el personal local. Pero cualquiera
que sea el sistema que se elija, se podrá obtener buen resultado siempre
que se mantengan presentes ciertos principios. Como sugerencia,
quisiera señalar a continuación algunos de ellos:
1) Empezar la enseñanza de la medicina social y preventiva tan
pronto como sea posible. Una introducción de la asignatura utilizando
ilustraciones simples en el año previo al estudio de la medicina o durante
los días de orientación en el primer año de estudios, servirán para
preparar el terreno y crear un grado de receptividad para lo que vendrá
luego.
2) Siempre que sea posible, instruir sobre todos los aspectos en base a
un cuadro de problemas reales que los estudiantes conozcan y que los
estimule a hallar una solución. Suplemente todo esto con material
teórico, pero éste no debe predominar sobre lo demás.
3) Organizar programas de modo que cada estudiante llegue a conocer
íntimamente y de modo cabal una o más familias o situaciones de la
comunidad que presenten difíciles y serios problemas de salud en los
cuales influyan las condiciones sociales. En base a unos pocos casos
278 Capítulo 14 /
PROGRAMAS DE ADIESTRAMIENTO
REFERENCIAS
'tt
gl,
/?
Los estudiantes y
las reformas
universitarias*
NADIE ES PARTIDARIO de las reformas, excepto los reformadores. Todos
nos resistimos al cambio. Es posible que algunas personas acepten lo
nuevo sin protestar o, a veces, con una sensación de alivio y agrado,
pero el proceso en sí siempre es difícil. Consideramos el cambio con
aprehensión, porque creemos sinceramente que lo que estamos ha-
ciendo es lo mejor que podemos hacer dadas las circunstancias. Lo
nuevo es desconocido y altera nuestra manera habitual de proceder y,
al igual que les sucede a los niños pequeños, anhelamos la seguridad
que da la madre y el amparo del hogar. Y, sin embargo, el crecimiento
y el progreso dependen de la innovación, y ésta supone una reforma de
nuestra manera de pensar y de actuar. El cambio significa la sustitución
de hábitos viejos y cómodos por algo extraño y temible. Esto se aplica
tanto al individuo como a una organización o institución.
Si usted ha observado alguna vez la reacción de los animales que
pasan por el proceso del destete-ya sean gatitos, perritos o seres hu-
manos-tendrá una idea de los ingredientes esenciales de toda reforma.
En ella intervienen por lo menos dos individuos, uno de los cuales
* Con ligeras modificaciones, el material que aparece en este capítulo fue pre-
sentado originalmente en la reunión de la Asociación de Escuelas de Medicina de
México, celebrada en mayo de 1963, y también en la Tercera Conferencia de Di-
rectores de Escuelas de Salud Pública de América Latina, que tuvo lugar en Sáo
Paulo, Brasil, en septiembre de 1963. Fue publicado por primera vez en el Boletín
de la Oficina Sanitaria Panamericana(Vol. LVI, No. 2, febrero de 1964).
288
Los estudiantesy las reformas 289
decide que el cambio debe imponerse sobre el otro. La pobre víctima
protesta y se resiste: quiere su papilla, tiene miedo ante la posibilidad
de ser expulsado del nido, o no puede concebir que tenga que defen-
derse solo contra esos grandes y poderosos extraños que están aguar-
dando afuera. ¿Qué sucede si se transfieren estos sentimientos a una
familia de seis miembros, a una sala de clase de cien alumnos, a una
universidad o a un sistema nacional de enseñanza? Al duplicar los
números, las dificultades se cuadruplican por lo menos, y el período
necesario para alcanzar un objetivo se prolonga en consecuencia. Todos
somos criaturas de hábitos, y cuando se alteran los hábitos de cien, de
diez mil o de cien mil personas, las repercusiones pueden ser violentas.
Se ha dicho con cierta justicia que la práctica educativa está general-
mente atrasada en medio siglo en relación con lo que debería ser si se
utilizaran plenamente los conocimientos existentes. El retraso es pro-
bablemente mucho menor en las ciencias físicas y en la ingeniería. Pero
no me atrevo ni siquiera a indicar cuán a la saga está el mundo en el
aspecto de las relaciones humanas, sean éstas individuales, comunales o
internacionales. Por otra parte, el cambio y el progreso no pueden
imponerse más allá de cierto punto sin provocar una reacción, tal vez
en sentido inverso. El reformador se encuentra entre la espada y la
pared. Puede tener visión y estar convencido del valor de su teoría, pero
sin tacto ni cautela es posible que fracase completamente. Para que un
cambio sea de naturaleza permanente tiene que ser aceptado por un
gran núcleo de aquellos a quienes afectará. La historia registra ejemplos
de reformas precarias que han sido inducidas y mantenidas mediante
el empleo de la fuerza. Aunque la voluntad de la mayoría se modifique
tan sólo lentamente, el impulso que la alienta es fuerte y permanente.
El tiempo todo lo cura, pues los organismos vivos son extraordinaria-
mente adaptables.
Las escuelas de medicina, como todas las demás instituciones hu-
manas, rigen su conducta de acuerdo con pautas que varían relativa-
mente poco de un año a otro. Generalmente, es preciso que ocurra un
pequeño terremoto para que se sacudan de tradiciones arraigadas y se
inicien por el camino de la aventura. Los profesores y jefes de departa-
mentos se nombran cuando son jóvenes prometedores o una vez que
han llegado a la edad de la madurez y de los méritos profesionales. En
cambio, estos acontecimientos pocas veces ocurren antes de los 40
años, edad en que, como decía William Osler, se suele alcanzar la cul-
minación de las ideas y las innovaciones productivas. Además, la edad
cambia, así como también el espíritu de la juventud. El tiempo inexo-
rablemente exige su medida de adaptabilidad e imaginación y, a pesar
de comienzos auspiciosos, la edad y el conservatismo silenciosamente
nos abruman. Si bien es posible que la sabiduría persista en los profe-
290 Capítulo 15
LA REFORMA PEDAGOGICA
REFERENCIAS
Apéndice 1
1. Los padres deben educar a sus hijos con estricta disciplina hasta la edad
de 15 años.
2. ¿Cómo se ha de encarar el problema de la falta de honradez en los
exámenes?
3. ¿Cuáles son las tres faltas más serias contra la sociedad?
4. ¿Cuánta información sobre asuntos sexuales ha de recibir un niño antes
de los 12 años de edad?
5. Las leyes interfieren con la libertad personal.
6. Las desavenencias dentro de la familia se resuelven mejor en favor de
los miembros de edad más avanzada.
7. El éxito de un médico depende principalmente de su vocación.
8. La falta de honradez para con una institución pública es un pecado o
delito menos grave que el ser poco honrado con un amigo.
9. Cada persona cree que sus actos y decisiones se justifican plenamente
por las circunstancias que prevalecían en el momento de haberse consu-
mado, independientemente de lo que puedan parecerle a los demás.
10. Un médico es más apreciado por sus sentimientos humanos hacia sus
pacientes.
11. Un niño adoptivo debe ser siempre informado de las circunstancias de
su pasado antes de los ocho años de edad.*
12. La profesión médica tiene la obligación absoluta de facilitar atención
médica en las zonas atrasadas.*
13. ¿Qué diferencias hay entre el método científico y otros métodos para
resolver problemas?*
14. ¿Qué diferencias hay entre verdad, lógica, validez, prueba, intuición y
filosofía?*
310
Apéndice 2
SECCION X
En com-
De corm- En leto
pleto De Sin desa- desa-
acuerdo acuerdo opinión cuerdo cuerdo
De En com-
com- En pleto
pleto De Sin desa- desa-
acuerdo acuerdo opinión cuerdo cuerdo
El prestigio de la profesión
médica se deriva de una buena
relación entre el médico y el
paciente, más bien que del pro-
greso científico .................
La investigación médica es la
mayor contribución que un
médico puede aportar a la pobla-
ción y a la profesión de la medi-
cina ................... .......
Los médicos más famosos son los
que reciben los mayores in-
gresos ................. ....... __
A-3 Preparación
Las calificaciones que obtuve en
el bachillerato representan una
prueba satisfactoria de mis
aptitudes para estudiar medi-
cina ............................
El estudiante que no se siente
bien preparado en alguna
materia debe tratar de esta
cuestión con el consejero de
admisiones .....................
314 Apéndice 2
SECCION X (cont.)
De En com-
com- En pleto
pleto De Sin desa- desa-
acuerdo acuerdo opinión cuerdo cuerdo
SECCION Y
A-1 y B-1 Sentido de responsabilidadsocial
Si usted tuviera oportunidad y tiempo de realizar un estudio especial o
emprender una tarea o trabajo especial, ¿qué eligiría?
IV. Entrevista
Las finalidades de la entrevista son las siguientes:
a) Asegurarse de que el estudiante es una persona apta para la carrera de
medicina.
b) Verificar la exactitud de las respuestas a las preguntas más importantes
de las secciones X e Y.
c) Determinar en qué medida las ideas y principios que el estudiante ha
expresado en las secciones X e Y han influido en su conducta.
d) Evaluar la personalidad, las relaciones humanas, las cualidades de
dirigente, etc.
e) Examinar cualquier obstáculo al estudio y al resultado satisfactorio,
y determinar las necesidades de ayuda individual.
f) Determinar el grado de comprensión de la vida del médico y de los
problemas nacionales de salud.
V. Selección definitiva
La selección definitiva puede efectuarse a base de los aspectos que
figuran a continuación y en el orden de prioridad en que se enumeran.
a) Pautas seguidas en la conducta y experiencias anteriores (a juzgar por
las preguntas del punto III, secciones X e Y y la entrevista).
b) Personalidad, carácter y formación cultural (a juzgar por la entrevista).
c) Preparación técnica (en ciencias, matemáticas, psicología y sociología).
d) Aptitud para estudiar y aprender (según la entrevista, calificaciones
obtenidas en general y pruebas de aptitud verbal).
e) Comprensión de la carrera de medicina (a juzgar por la entrevista).
f) Estado de salud (según una minuciosa historia clínica y un examen
físico).
Apéndice 3
1. En actividades de la especialidad
A. ¿Ha demostrado algún pro-
greso en su competencia y com-
prensión en los siguientes aspec-
tos? (Indique con una "X" la
categoría correspondiente)
a) Preparación de historias
clínicas (claras, revelan dis-
cernimiento, bien presentadas,
legibles, etc.) ..................
b) Examen médico general.....
c) Examen pélvico (técnica e
interpretación adecuadas)......
d) Laboratorio y otros procedi-
mientos de diagnóstico (adecua-
ción, interpretación)............
e) Síntesis de los puntos 1, 2, 3 y
4, para establecer un diagnóstico
adecuado .......................
f) Tratamiento (compatible con
el diagnóstico, basado en una
cabal comprensión de los pro-
cesos básicos de la enfermedad,
reevaluación periódica de la
evolución del paciente, etc.)....
B. Disposición para compartir
responsabilidades y trabajos....
C. Disponibilidad ..............
OBSERVACIONES:
II. En el trabajo de las salas
A. Apariencia general..........
B. Puntualidad.................
C. Conocimiento del paciente. .
D. Comprensión del punto de
vista del paciente ..............
E. ¿Se ha documentado sobre los
problemas que plantea la aten-
ción del paciente? ..............
317
318 Apéndice 3
No
Poco hay
Sobre- Satis- Regu- satis- infor-
saliente factorio lar factorio mación
1. Definición
La inteligencia no equivale a los resultados de las llamadas "pruebas de
inteligencia". Es, más bien, la capacidad del individuo para organizar en
forma constructiva sus actividades y su vida en relación con su ambiente y
sus aptitudes naturales. Supone el reconocimiento de objetivos y el estableci-
miento de normas de acción bien concebidas en el sentido necesario. Utiliza
en forma eficaz las aptitudes individuales que la naturaleza distribuye desigual-
mente entre individuos y grupos, tales como la música, el sentido del color,
la facilidad de expresión, la aptitud para las matemáticas, la habilidad manual
y la empatía.
2. Influencia sobre el comportamiento
a. En el laboratorio, la inteligencia se demuestra en la rapidez con que el
estudiante reconoce un problema científico, el acierto de sus métodos para
resolverlo, y su capacidad para sacar conclusiones lógicas de un trabajo
experimental y de los resultados observados.
b. En la atención de pacientes, la persona inteligente es capaz de establecer
sin demora una relación de trabajo eficaz, de analizar el problema de salud
con el mínimo de distracciones que no vienen al caso, de utilizar una gran
variedad de fuentes de información en relación con el problema del diag-
nóstico y del tratamiento, y de llevar a cabo un programa de atención bien
enfocado que responda a las necesidades específicas del paciente.
c. En la comunidad, el estudiante inteligente reconoce la importancia de
los problemas sociales y se da cuenta de los complejos factores que inter-
vienen. Está capacitado para distinguir los aspectos más fundamentales de
las necesidades superficiales y para participar eficazmente en la búsqueda de
soluciones. Con tal propósito, establece buenas relaciones de trabajo-eon
otras personas y revela cualidades de líder.
3. Métodos de evaluación
No
Poco hay
Sobre- Satis- satis- infor-
saliente factoria factoria mació n
Aptitudes:
Sociales ..........................
Verbales .........................
Manuales .........................
Capacidad para:
Reconocer la existencia de pro-
blemas .........................
Establecer un procedimiento de
estudio y análisis ...............
Concentrar la atención en aspectos
fundamentales ..................
Formular conclusiones acertadas..
Adaptar el plan de acción a las
necesidades .....................
1. Definición
Inclinación al estudio y a la práctica de la medicina, acompañada del
sentido de pertenecer a la carrera y de dedicación a sus actividades. Con
frecuencia entraña una preocupación desinteresada por los seres humanos,
pero puede orientarse igualmente bien hacia el progreso científico. La in-
clinación no es una fantasía pueril, sino que se basa en aptitudes naturales,
suficiente experiencia auténtica para formarse una idea del adiestramiento
necesario y de la labor del médico, así como una personalidad adecuada. La
vocación es, por lo tanto, una síntesis de motivación, aptitudes y realismo.
MOTIVACION-INTERES
1. Definición
Conjunto de experiencias y sentimientos que orientan las actividades de
una persona hacia un determinado objetivo e influyen en el grado o intensidad
con que se empeña por alcanzarlo.
3. Métodos de evaluación
RESPONSABILIDAD
1. Definición
La responsabilidad de un estudiante de medicina suele confundirse con la
aceptación de disciplina externa, el cumplimiento concienzudo de las tareas
asignadas, la obediencia y la puntualidad. Lo que representa en verdad es
una cualidad interna, un sentido de la necesidad de actuar y el impulso para
reaccionar en forma conveniente. Supone autodisciplina para iniciar la
acción y fuerza suficiente para llevarla a su conclusión lógica y, además,
confiabilidad, integridad y honradez moral.
2. Influencia sobre el comportamiento
a. En el laboratorio, la responsabilidad se demuestra con la autodisciplina
para llevar a cabo experimentos y obtener información, así como con la
iniciativa tomada individualmente y en actividades de grupo. Se refleja
también en la exactitud y fidelidad de las observaciones.
b. En la atención de pacientes, se advierte en el grado de dedicación para
atender sus necesidades y en la disposición a sacrificar tiempo, energía y
otras oportunidades de aprender, si fuese necesario, con el fin de lograr el
resultado esperado.
c. En la comunidad, la persona con sentido de responsabilidad se percata
de los problemas sociales, siente el impulso de contribuir a su solución, y
participa activamente en la medida que se lo permitan sus demás obligaciones.
3. Métodos de evaluación
La responsabilidad se basa, pues, en un sentido de obligación para actuar
y contribuir al logro de un objetivo. La participación produce un sentido de
satisfacción, y la no participación un sentimiento de culpabilidad. Son útiles
las escalas de calificaciones, como lo que aparece en el cuadro 1 del Capítulo
10 (véase pág. 203) y el grado de objetividad puede aumentarse comple-
mentándolo con anécdotas y ejemplos.
Es evidente que lo que se evalúa bajo el epígrafe de "responsabilidad" se
relaciona de cerca con motivación, empatía, el deseo de ayudar a sus seme-
j antes y el afán de progreso.
CARACTER
1. Definición
Modos de vida, especialmente en un contexto social, que reflejan respeto
por la verdad, la honradez, la justicia, la dignidad humana y elevados princi-
pios de conducta en todo momento. Estas modalidades suelen asociarse con
actitudes de desinterés, humildad, democracia y dedicación a ciertos ideales.
Se manifiestan en muy diversas situaciones, pero especialmente en las activi-
dades que requieren exactitud, confiabilidad, integridad y el bienestar de
otras personas.
2. Influencia sobre el comportamiento
a. En el laboratorio, el carácter se demuestra en la actitud favorable hacia
la fidelidad en las observaciones, honradez en los registros, objetividad en los
Evaluación de estudiantes 323
juicios, cumplimiento de obligaciones, así como en las relaciones con otros
estudiantes e instructores.
b. En la atención de pacientes, el estudiante de "carácter" tomará en
cuenta los sentimientos y necesidades de los pacientes bajo su cuidado,
independientemente de su posición social. Tolerará sus manías y se empeñará
a conciencia en establecer un diagnóstico y un tratamiento adecuado. Se
ganará el respeto de pacientes, colegas y profesores por su sentido del deber,
la amabilidad para desempeñarlo y por llevar a feliz término sus actividades.
c. En la comunidad, las cualidades del carácter se demuestran en el grado
de participación en proyectos de bienestar social, la capacidad para anteponer
las necesidades de la comunidad al beneficio personal, el sentido de justicia
social en relación con personas en desgracia y menos privilegiadas, así como
una integridad de motivos y comportamiento que suscite el respeto de todos.
3. Métodos de evaluación
a. Opiniones de colegas, pacientes y profesores complementadas con
anécdotas.
b. Escalas de evaluación, como la que aparece a continuación:
CAPACIDAD CREADORA
1. Definición
Aptitud para efectuar, ejecutar o desarrollar algo nuevo y excepcional, de
calidad superior. El resultado es una idea, una forma, una expresión o un
dispositivo que abre nuevos horizontes para los demás. Dichas creaciones no
derivan de la simple fantasía o de la imaginación pura, sino que representan
una nueva combinación o síntesis de ideas, experiencias e impresiones
anteriores.
1. Programa de orientación.
2. ¿Cuáles son los objetivos principales del buen profesor universitario?
3. Continuación del tema.
4. Organización de un curso.
5. La enseñanza mediante la discusión.
6. Métodos de discusión en clase.
7. Examen basado en un trabajo de redacción.
8. El empleo de la prueba objetiva.
9. La disertación eficaz.
10. Niveles de instrucción.
11. Evaluación de la educación universitaria.
12. Orientación del estudiante: la responsabilidad del profesor.
13. El profesor universitario como orientador.
14. La ciudad de Nueva York como laboratorio pedagógico.
15. Psicología del aprendizaje.
16. ¿Qué debe observarse en una clase de práctica supervisada?
17. Los medios audiovisuales como parte integrante de una lección sencilla:
una demostración.
18. Tendencias en educación general.
19. Los dos primeros años en Hunter College.
20. Continuación del debate sobre el plan de estudios de Hunter College.
21. Clase de demostración.
22. Educación general en Hunter College.
23. Los miembros más jóvenes se reúnen para discutir el seminario.
24. Todos los miembros se reúnen para realizar la evaluación.
25. Sesión final.
* Citado en Diekhoff, J. S.: Tomorrow's Professor-A Report of the College
Faculty Internship Program. The Fund for the Advancement of Education,
Nueva York, 1960.
325
Apéndice 5
LISTA DE LIBROS
Actitud autoritaria del maestro, Apuntes de clase, 101, 102, 103, 108,
237, 259. 303 115, 127, 191
Actividades optativas, 5-6, 95-96 Argentina (véase Córdoba, reforma
Adiestramiento de maestros (véase universitaria de)
Preparación de profesores de Aristóteles, 245
medicina) Arte de la enseñanza, 75, 225, 226
Admisión a la escuela de medicina, Arte de la medicina, 53, 244
2-27 Asistencia a clase, importancia de,
admisión ilimitada, 10 189-190
examen de (MCAT), 10-14, 16, Asociación Americana de Facultades
18, 26, 54 de Medicina (Association of
aprovechamiento científico, 12- American Medical Colleges),
13 22, 178, 228
aptitud cuantitativa, 11-12 Asociaciones mentales en el aprendi-
aptitud verbal, 10-11 zaje, 80-81, 181
información general, 12 Asociaciones nacionales de escuelas
pruebas psicológicas para la, 16 de medicina, 265
(véase también Selección de Aspirantes a la escuela de medicina,
estudiantes) 2-27
Alejandría, Escuela de Medicina de, Atchley, Dana W., 60
251 Auditorio, los estudiantes como,
Alemania, educación universitaria 118-121
en, 294-298 Autoeducación, 191
sistema de exámenes, 200 Aydelotte, Frank, 215
Altruismo, 61, 70
Alumno (véase Estudiante de medi- Becker, H. S. (véase "Jóvenes de
cina) Blanco")
Bender, William J., 19-20
Anatomía, 36-37, 46, 205, 253
Bernard, Claude, 117, 126, 127, 128,
Años de estudio de medicina
185, 254
estudios clínicos, 43-48, 95-96 Biblioteca, uso por el estudiante, 98
(véase también bajo Experiencia) Boletín de la Oficina Sanitaria
primer año, 36-41
Panamericana,270
segundo año, 41-43 Bolonia, 251, 292-293
Apatía profesional, 186 Bond, Otto F., 143
Aprendizaje, 79-82, 89, 179 Bustamante, Miguel E., 270
asociaciones mentales en el, 80-
81, 181 Calificaciones
a base de la experiencia, 106-109, en cursos del college, 14-16, 25
163, 183 en la escuela de medicina, 22, 317-
etapas del, 37 324
psicología del, 75, 77, 79-82, y exámenes, 194-206
259, 305 obtenidas en los estudios y el
situación modelo de, 131 éxito posterior, 56
(véase también Enseñanza de la (véase también Exámenes y notas
medicina) y Escalas de evaluación)
329
330 Indice