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65 Años de Historia Banreservas

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS
DE LA REPÚBLICA DOMINICANA
65 AÑOS DE HISTORIA

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS
DE LA REPÚBLICA DOMINICANA
65 AÑOS DE HISTORIA

ROBERTO CASSÁ

Santo Domingo, R. D.
2013

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Edición: Ángela Peña
Diagramación: Rafael Delmonte
Diseño de cubierta: Gadiel Acosta

Colaboración especial: Luis Marcos Soto


Coordinación general: Mónica Bernard

Primera edición, 2013

© Roberto Cassá

De esta edición:
© Superintendencia de Bancos de la República Dominicana

ISBN: 978-9945-0-8
Impresión: Editora Amigo del Hogar, República Dominicana

SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA


Av. México No. 52, esquina Leopoldo Navarro
Apartado postal 1326
Teléfono y fax (809)685-8141 | (809)685-0859
www.sb.gob.do

Todos los derechos reservados.


Queda hecho el depósito que previene la ley sobre derecho de autor.

Impreso en República Dominicana / Printed in Dominican Republic

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CONTENIDO

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11
CAPÍTULO I
Antecedentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .19
CAPÍTULO II
Creación de la Superintendencia de Bancos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .39
CAPÍTULO III
Evolución durante la última etapa de Trujillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . .71
CAPÍTULO IV
Recomposición bancaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .121
CAPÍTULO V
Expansión del sistema financiero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .171
CAPÍTULO VI
Reforma y nueva crisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .215
CAPÍTULO VII
Redefinición: Supervisión basada en riesgos . . . . . . . . . . . . . . . . . . .253
ANEXO I
Cronología de los superintendentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .313
ANEXO II
Semblanzas de los superintendentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .315
ANEXO III
Cronología de los intendentes generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .335
ANEXO IV
Semblanzas de tres intendentes generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .337
ÍNDICE ONOMÁSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .341
ÍNDICE DE CUADROS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .337

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PRESENTACIÓN

La Superintendencia de Bancos se complace en editar el presente estudio del his-


toriador Roberto Cassá: Superintendencia de Bancos de la República Dominicana. 65 años
de historia. Es resultado de la solicitud hecha al autor por esta institución para que
elaborara un texto con una panorámica de la evolución institucional, que cubriera
adicionalmente antecedentes y contextos.
Tiene por finalidad el conocimiento de los procesos institucionales de la Superin-
tendencia de Bancos desde su fundación hasta la actualidad. Se pueden seguir los hitos
de los desarrollos legales y operativos que ponen en evidencia cómo una institución que
surgió sobre bases limitadas ha llegado a una significativa madurez en prácticamente
todos los aspectos de su funcionamiento.
Este libro se plantea integrar la marcha administrativa, pautas técnicas de la
inspección y la supervisión bancarias y las normativas legales que han marcado
la actividad de la entidad.
Conjuntamente con el rastreo de la evolución de la Superintendencia de Bancos, se
visualizan contextos y antecedentes. En primer término se toma nota de los procesos
económicos que acompañaron la fundación y actividad de bancos y otras entidades
financieras en República Dominicana desde finales del siglo XIX. En el mismo orden
se analizan las regulaciones legales en que se sustentaron estas entidades privadas
al igual que las repercusiones limitadas que tuvieron sobre la evolución general de
la economía dominicana. Por tal razón el núcleo inicial de la contextualización his-
tórica se sitúa durante el período de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, en el
cual se asistió a un fortalecimiento de la banca, que acompañó el de la economía en
sentido amplio, lo que tuvo por principal componente el surgimiento de una banca
estatal de fomento y del Banco Central de la República Dominicana, con potestad
de emisión monetaria a partir de su creación en 1947.
Durante el régimen de Trujillo la Superintendencia de Bancos no tuvo que
sortear dificultades mayores a causa de la excesiva centralización del capital por
parte del dictador y de la impronta extraordinaria del aparato estatal en la economía

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65 AÑOS DE HISTORIA.

nacional. Pero el surgimiento de la banca privada, desde muy poco después de 1961,
planteó retos institucionales inéditos que tuvieron que ser afrontados mediante su-
cesivas reestructuraciones en las instituciones económicas y financieras del aparato
estatal y, en particular, en la Superintendencia de Bancos. Además, el país se fue in-
sertando de manera progresiva en planos crecientes de la economía internacional.
A la larga uno de los resultados de todo ello fue una proliferación desordenada de
entidades financieras y la comisión de prácticas inadecuadas y contraproducentes
de parte de una porción de ellas. El país asistió a las experiencias dolorosas, reseñadas
sumariamente en este libro como elementos contextuales, de coyunturas críticas en
el sistema financiero que culminaron con la quiebra de importantes bancos.
Ante todo ello la Superintendencia de Bancos tuvo que reformular sus compo-
nentes operativos e institucionales, como parte de reformas que se produjeron en el
funcionamiento del sistema financiero. Resultó perentorio para la reproducción de
un esquema de acción estatal que la institución se adecuase a las exigencias deriva-
das de esta realidad y de los cambios que se iban sucediendo a escala internacional
por efecto de la denominada globalización económica.
Este relato histórico, por lo tanto, concluye, con un trazado básico de lo que
hoy es nuestra institución, llegada a un grado de desarrollo que ha repercutido en
su eficacia de manera concluyente. Como expresión de las consecuencias de este
replanteamiento institucional después de 2003 ningún banco ha colapsado. Los
conatos de situaciones críticas, como se ilustra a propósito de la que atravesó uno
de ellos en el año 2005, han podido ser satisfactoriamente resueltos en beneficio
de la estabilidad económica nacional y de la capacidad de ingreso de la población
dominicana, habida cuenta del efecto devastador que tienen los estremecimientos
del sistema financiero como se puso de manifiesto con motivo de la quiebra de tres
de los principales bancos del país.
Este libro tiene el mérito de haber sido producto de la consulta de varias fuentes
que permitieron a su autor montar series estadísticas largas, extraer algunos de los
puntos significativos de la evolución de la legislación atinentes a la temática y rastrear
principios organizativos y operativos de la Superintendencia de Bancos a lo largo de
su historia.
El resultado es una obra que contribuye a un mejor conocimiento de aspectos
de la economía dominicana y de la práctica de los organismos estatales encargados
de regularla. Conjuntamente se abren perspectivas para búsquedas ulteriores que
incluyen aspectos esenciales de su evolución como es precisamente el de su sistema
financiero.
La Superintendencia agradece al profesor Roberto Cassá haber dedicado su
tiempo a la preparación de esta obra.

SUPERINTENDENCIA DE BANCOS
2013

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INTRODUCCIÓN

C on este libro se contribuye a la conmemoración del sexagésimo quinto aniversario


de la Superintendencia de Bancos de la República Dominicana. Se ha escrito por
solicitud del entonces superintendente Haivanjoe NG Cortiñas, ratificada por el
actual, Rafael Camilo.
Se trata de un texto de corte institucional, dirigido a trazar una panorámica de la
trayectoria de la entidad, aunque con el sello particular de un autor. De tal manera,
se podría considerar como un producto que se supedita a requerimientos institucio-
nales, pero con una síntesis personal. Por tanto, los recortes expositivos están sujetos
a que permitan la visualización de la evolución de la Superintendencia de Bancos a
lo largo de su historia.
Debe enfatizarse que no se tiene como objeto de estudio al sector financiero
de República Dominicana. Varias obras se han escrito sobre esta materia a partir
de la ya clásica de Julio César Estrella,1 que por su antigüedad no cubre las décadas
recientes. Entre ellas se cuentan monografías temáticas o acerca de instituciones
específicas, sobre todo del Estado,2 pero sin acometer, como lo hizo Estrella, al sistema
financiero en su conjunto, a partir de sus nudos determinantes en la moneda, el
crédito, los organismos reguladores y las entidades de intermediación. Cabe señalar
algunos antecedentes académicos, hoy reconocidos por haber iluminado el proceso
que llevó al establecimiento de la Receptoría de Aduanas en 1905, que, aunque no

1
Julio César Estrella, La moneda, la banca y las finanzas en la República Dominicana, 2 vols., Santiago
de los Caballeros, 1971.
2
Por ejemplo, Frank Moya Pons, Pioneros de la banca dominicana. Una historia institucional del Banco
Popular Dominicano y el Grupo Financiero Popular, Santo Domingo, 1989; Abraham Medina, 50 años de
historia bancaria. Banco de Reservas, Santo Domingo, 1991; Roberto Saladín S., Historia del Banco de
Reservas de la República Dominicana, Santo Domingo, 1982; Roberto Saladín S., El Banco de Reservas
hacia el siglo XXI, Santo Domingo, 1999.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

se focalizan en el sector financiero propiamente, no dejan de tocarlo.3 También se


han escrito textos, sobre todo de corte periodístico, acerca de situaciones puntuales
de bancos que han pesado en momentos de la historia de las últimas décadas.4
Estos libros a menudo entran en detalles acerca de situaciones críticas en el
desenvolvimiento bancario, lo que en esta obra solo se integra de manera restringida,
para contextualizar procesos significativos de los giros que ha experimentado la
supervisión bancaria nacional, función cardinal de la Superintendencia de Bancos
y, por tanto, objeto de este estudio. La importancia que ha tenido recientemente la
banca en el país amerita una vasta investigación académica, lo que por adelantado
está excluido en estas páginas.5
El presente estudio tiene que adoptar una visión distinta. Resulta evidente que
analizar el desenvolvimiento de una institución requiere establecer conexiones con
distintos factores externos a ella, como la evolución económica, las políticas públicas
y los propios contornos del sector financiero, en especial del aparato bancario.
Un balance primordial de la investigación es la maduración que ha conocido la
Superintendencia de Bancos. De organismo pequeñísimo y elemental en los tiempos
iniciales tras su creación, ha pasado a un nivel de amplitud que le permite acometer
plenamente sus funciones, en lo que ha incidido la tecnificación y profesionalización
logradas. Esto se ha producido fundamentalmente en vinculación con la ampliación
del sector financiero y la ocurrencia de crisis vinculadas a la debilidad previa de la
supervisión y otros factores, con impactos desfavorables sobre la economía nacional.
Durante cierto tiempo, la Superintendencia de Bancos marchó a la zaga del cre-
cimiento de la banca, aunque no faltaron esfuerzos para reencauzarla de manera
adecuada. Los efectos de las deficiencias en los mecanismos de inspección, por una
parte, obligaron a la adopción de nuevos instrumentos y políticas, pero también al
fortalecimiento institucional. Esto último se ha manifestado primordialmente en la
profesionalización del personal y su cualificación académica subsiguiente.
Hoy se está en presencia de una entidad pública de calidad excepcional,
de estándar internacional, que ha podido superar sus contornos de largo plazo y
ejercer sus funciones gracias a la capacidad de sus técnicos y a las orientaciones de
apego a las normas por parte de sus autoridades de tiempos recientes.
Este resultado presente debe guiar la consideración de la trayectoria de la Su-
perintendencia de Bancos, condicionando el prisma de la exposición, sin concesión
apologética alguna. Pero la captación de los contenidos de la realidad actual solo es
posible a través de un recorrido por el tiempo, desde los inicios de su funcionamiento
3
Antonio de la Rosa, Las finanzas de Santo Domingo y el control americano, Santo Domingo, 1972. El autor
de este estudio fue el intelectual haitiano Alexander Poujol, quien utilizó ese seudónimo. Igualmente,
es de destacar a César Herrera, Las finanzas de la República Dominicana, 2 vols., Ciudad Trujillo, 1955.
4
Félix Calvo, Los hijos de Mercurio en la quiebra de Bancomercio, Santo Domingo, 1996; Freddy Aguasvivas,
Todas las posibilidades, Santo Domingo, 2009; Freddy Aguasvivas, El banquero del presidente, Santo Domingo,
2010; Juan Temístocles Montás, La crisis bancaria del 2005. Cómo y por qué, Santo Domingo, 2009.
5
Lo más aproximado al doble objeto de la banca y la supervisión en Daris Javier Cuevas, Economía
financiera. Un enfoque bancario, Santo Domingo, 2007.

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INTRODUCCIÓN

e incluso algunos antecedentes previos, que ponen de relieve el prolongado atraso


de la economía dominicana y de las instituciones financieras. En términos expositi-
vos, el objetivo se logra mediante la división de la evolución de la Superintendencia
de Bancos en grandes etapas. Estas trascienden los marcos de la entidad, ya que
implican conexiones con el Estado y sus políticas, la evolución de la economía na-
cional y el avance del sector financiero. Lo que interesa es develar las situaciones
particulares que han generado un entorno temporal específico.6
Por consiguiente, se ha dividido la exposición en capítulos, correspondientes a
etapas:

s Antecedentes (1880-1946).
s Creación de la Superintendencia de Bancos (1947-1948).
s Evolución durante la última etapa de Trujillo (1949-1961).
s Recomposición bancaria (1962-1975).
s Expansión del sistema financiero (1975-1989).
s Crisis y reforma (1990-2003).
s Redefinición: supervisión basada en riesgos (2004-2012).

Aunque, como se observa, el factor determinante de estos momentos sucesivos


se encuentra en la evolución del país y, en especial, de su sistema financiero, el objeto
está delimitado, conforme a lo ya indicado, a las tareas de inspección y regulación
que lleva a cabo la Superintendencia de Bancos, como parte de lo que en la actua-
lidad se denomina la Administración Monetaria y Financiera, compuesta por la Junta
Monetaria, el Banco Central y la Superintendencia de Bancos. Pero cabe insistir en
que las características de la actividad de la Superintendencia están derivadas de la
evolución del sistema financiero, de los mecanismos regulatorios y, en particular, de
las entidades de intermediación. En consecuencia, resulta indispensable contextualizar
el funcionamiento de la misma, ya que sus etapas están articuladas con la evolución del
sistema financiero, el cual a su vez depende del proceso histórico global, en primer
término del sistema político.
En la primera etapa no existía sistema alguno de supervisión. Esto guardaba
relación con el primitivismo del sector financiero en el país, derivación del atraso
global, pese a la modernización económica registrada en algunas coyunturas. Apenas
había unos pocos bancos extranjeros, situación que experimentó variación tan solo
con la fundación del Banco de Reservas en 1941 y del Banco Agrícola en 1945. No
fue casual que la creación de la Superintendencia se vinculara a la del Banco Cen-
tral y su capacidad emisora, lo que requería una atención al desenvolvimiento de
las entidades de intermediación, no obstante la ortodoxia conservadora de la banca
6
Se deben reflexiones acerca de la periodización de la Superintendencia de Bancos en su relación
con el sistema financiero dominicano a varios de sus funcionarios entrevistados: Jesús Geraldo
Martínez, Daris Javier Cuevas, Luis Montes de Oca y Jesús Castaño.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

extranjera y la subordinación de la pública a las conveniencias del tirano Rafael L.


Trujillo.
Se dedica el segundo capítulo a examinar las funciones asignadas a la Superin-
tendencia de Bancos a raíz de su fundación como parte del conjunto de las institu-
ciones públicas de regulación e intermediación. Se analiza la Ley de Bancos 1530,
del 9 de octubre de 1947, que asignó funciones a la Superintendencia, y se traza una
visión de largo plazo de la evolución del sistema financiero en su relación con el
conjunto de la economía.
Más adelante se recorre el desempeño de la Superintendencia de Bancos desde
el inicio de sus operaciones hasta la caída de la dictadura. Sobresalen en este período
el contexto de escaso peso del sector financiero en la economía nacional y los
moldes en que se llevaban a cabo las operaciones, en función de la visión ortodoxa
de los principales representantes de la alta burocracia del régimen y del propio dic-
tador. En esos años la institución se caracterizaba por su pequeñez y la casi ausencia
de verdaderas tareas de inspección y regulación.
Tras la caída de la tiranía se conocieron momentos de expansión del sistema fi-
nanciero. Se pasó a un sistema económico caracterizado por el funcionamiento del
mercado sin las interferencias derivadas del corporativismo de Trujillo a favor de sus
intereses particulares. La redistribución de ingresos que siguió a 1961 operó en el
sentido de ampliar el papel del sector financiero, como se observa en la expansión
del crédito bancario.
Gracias a tal contexto, se instalaron bancos extranjeros y se amplió el espectro
de entidades de intermediación. Se ha considerado adecuado destacar algunas de
esas innovaciones desde 1962, como la fundación del Banco Nacional de la Vivienda
y las asociaciones de ahorros y préstamos, o, más adelante, las financieras de de-
sarrollo, luego rebautizadas como bancos de desarrollo. En 1971 se emitió la ley
171 para regular los bancos hipotecarios, que dieron un empuje suplementario a la
construcción de viviendas. No obstante tales novedades, en lo fundamental la Su-
perintendencia de Bancos continuó siendo un organismo pequeño. Fueron pocas
las reformas en sus mecanismos operativos, por lo que la entidad continuó teniendo
poca incidencia y su personal siendo objeto de escaso aprecio.
Hacia mediados del decenio de 1970, tras varios años de dinámico incremento
del producto interno bruto (PIB), comenzó un proceso de diversificación y am-
pliación del sistema financiero. Se fortalecieron las tasas de crecimiento de los indi-
cadores de su incidencia y, en consecuencia, se amplió la participación del sector
financiero. Este dinamismo estuvo acompañado por la fundación de centenares de
entidades de intermediación, sobre todo las llamadas financieras, que terminaron
recibiendo el calificativo formal de financieras comerciales, en su mayoría no regu-
ladas. Tal proceso dio lugar a que la capacidad de inspección resultara desbordada
y, en cierta medida, reducida a la obsolescencia. A finales de los años setenta, con la
democratización del sistema político, se produjeron mejorías en el desempeño de
la entidad, pero, a falta de instrumentos regulatorios acordes con las condiciones

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INTRODUCCIÓN

vigentes, resultaron insuficientes para detener la expansión desordenada de bancos y


otros tipos de instituciones de intermediación y la quiebra de la mayor parte de ellos.
Como resultado de tal situación, se planteó entre las instancias gubernamentales
la necesidad de cambios. Un amplio debate se entabló entre diversos actores del
sistema, que terminó plasmado en regulaciones dirigidas a restaurar el orden y a
prevenir quiebras y otras ocurrencias negativas. No obstante, no fue posible aprobar
una nueva ley, por lo que las regulaciones quedaron en el plano de normativas pro-
visionales aprobadas por la Junta Monetaria. Mientras tanto, la Superintendencia de
Bancos experimentó mejorías de significación, que, sin embargo, resultaron insu-
ficientes para contener nuevos episodios que siguieron al estallido de una segunda
crisis en el sector financiero en 1989.
Esta situación culminó en 2003 con la quiebra de tres de los mayores bancos del
país. Lo ocurrido tuvo efectos negativos sobre la economía nacional y el nivel de
ingreso de la población. Meses antes se había aprobado por fin una nueva ley, la vi-
gente 183-02, pero no hubo tiempo de aplicarla por la ausencia de reglamentos. En
lo inmediato, tras introducir reformulaciones de políticas, la entidad supervisora se
propuso el cometido de contribuir a evitar una quiebra generalizada de la banca y,
poco después, de restaurar la confianza de los agentes económicos. A lo largo de los
años siguientes se han perfeccionado los mecanismos de inspección y supervisión,
lo cual ha contribuido a evitar nuevas quiebras y a mejorar la eficacia del sistema
financiero.
Son muchas las voluntades que han colaborado con la realización de este estu-
dio. Se ha recibido la cooperación de la propia Superintendencia en las personas de
algunas de sus figuras dirigentes. El superintendente Haivanjoe NG Cortiñas designó
a Mónica Bernard, encargada del área de Cultura, para que localizara información y
efectuara los contactos con funcionarios de la entidad, activos o jubilados, así como
con otras personas del sistema financiero. Don Marcos Soto, ex intendente, se prestó
generosamente a secundar las acciones de Mónica Bernard en la búsqueda de datos
y personas. Él tiene el mérito de conservar multitud de documentos que resultan
cruciales para la comprensión de los hitos de la entidad y sus funciones. Cabe des-
tacar la acogida brindada por parte de varios ex superintendentes, en orden de sus
períodos: Antonio Alma, Frixo Messina, Leonor Sánchez Baret, Persia Álvarez de
Hernández, Alberto Atallah, Julio Cross, además de Rafael Camilo y Haivanjoe NG
Cortiñas. Gracias a ellos se obtuvieron apreciaciones sobre las políticas que han
normado el funcionamiento de la entidad. Se hizo el esfuerzo por localizar a to-
dos los superintendentes, en especial de las décadas recientes, pero no siempre fue
posible entrevistarlos. Se agregan veteranos de la entidad, en su mayoría hoy día
jubilados o ubicados en otros entornos, entre los cuales están: Mairení Manzano,
Julio Cotes, Ramón Checo, Héctor Urbáez, Jesús Castaño, Zunilda Paniagua, Dhi-
mas Santos, José Núñez, Daris Javier Cuevas y Luis Montes de Oca. Funcionarios
más jóvenes, entrados en años recientes, han sido no menos importantes para ca-
librar los procesos de los últimos tiempos, en definitiva los de mayor significación.

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65 AÑOS DE HISTORIA.

Entre ellos se destaca Heyromi Castro y Jesús Geraldo Martínez. Por disposición de
los superintendentes, Luis Montes de Oca, Jesús Castaño y Jesús Geraldo Martínez, los
tres últimos funcionarios activos, recolectaron importantes materiales de períodos
recientes que complementaron los aportados por don Marcos Soto. Martínez, en
muestra de empatía, con ayuda de Luisa Ericka Pérez, compuso series financieras,
con sus correspondientes tasas y coeficientes, que arrancan de 1958, un aporte de la
mayor significación. En el mismo orden, Castaño preparó dos breves estudios sobre
temas puntuales, uno de los cuales se reproduce parcialmente.
Por otra parte, se acudió al fondo Superintendencia de Bancos del Archivo Ge-
neral de la Nación (AGN), donde se conservan más de 2,500 unidades de instala-
ción.7 La consulta de una muestra de ellas se hizo con la ayuda de Rocío Devers. Por
razones de tiempo resultó imposible examinar la generalidad de esa abundante docu-
mentación, que ofrece posibilidades abiertas de profundización del conocimiento. La
restricción del tiempo y la visión de que los materiales colectados por don Marcos
Soto, Mónica Bernard y los funcionarios mencionados resultaban suficientes para
los fines propuestos, llevó a la decisión de no acudir al archivo “muerto” de la propia
Superintendencia. Todo ello quedará pendiente de consulta para futuras indagaciones.
Asimismo, se localizaron fotografías en el Departamento de Materiales Especiales
del AGN gracias a la gestión de su director Gadiel Acosta.
Particular importancia han tenido las colecciones del Fondo Presidencia, de
Konrad Schnitzel (Conrado) y de algunos periódicos, en especial Listín Diario, El
Nacional, Hoy, El Diario y El Radical. Se reprodujeron fotos de otras procedencias:
Auge, de México, edición especial dedicada a la República Dominicana, 1955; Libro
azul de Santo Domingo; El papel moneda dominicano, Miguel Estrella e Isaac Rudman.
Algunas fueron bajadas de la Internet. Una foto de Jesús María Troncoso Sánchez
fue gentilmente facilitada por la firma de abogados “Troncoso y Cáceres” y algunas
de Máximo Ares García, por sus descendientes.
Se destacan dos tipos principales de fuentes seriales en el fundamento empírico
de este libro. Primero, los informes anuales de la propia Superintendencia de Ban-
cos, que en los años iniciales se encontraban anexos a las memorias de la Secretaría
de Estado de Finanzas. En segundo lugar, los boletines de la entidad, que comen-
zaron a prepararse a inicios de la década de 1970. Buena parte de ese material lo
atesora don Marcos Soto, mientras otra se localizó en el AGN. Cabe añadir un con-
junto de informaciones económicas, centradas alrededor del sector financiero, que
se encuentran básicamente en los boletines mensuales del Banco Central y en otras
publicaciones de esa oficina, como sus informes anuales sobre la economía nacional
y la serie histórica 1958-2003.
El principal problema encontrado en relación a las fuentes se refiere a la calidad
de las informaciones cuantitativas. Se ha apreciado que son de factura algo defectuosa

7
Archivo General de la Nación, Guía de los fondos del Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2012.

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INTRODUCCIÓN

por períodos, y que solo en décadas recientes se han tornado más confiables. Las
mismas se toman en forma aproximativa, por cuanto, como se ha señalado, el objeto
no es el sistema financiero. Basta con lo que arrojan para tener nociones suficientes
sobre los contextos en que se ha desenvuelto la Superintendencia de Bancos. De
todas maneras, se ha optado por no realizar todos los posibles análisis cuantitativos.

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CAPÍTULO I

ANTECEDENTES

La Superintendencia de Bancos fue creada por la ley 1530, de 9 de octubre de


1947, como parte de un paquete de disposiciones legales que acompañaron la im-
plantación de un sistema monetario nacional, dentro del cual lo más relevante fue la
emisión de moneda fiduciaria por el Banco Central. Se trató de un paso tardío, pese
a su potencialidad para incrementar
la capacidad del Estado dominicano
de aplicar políticas económicas y fi-
nancieras. En realidad, el panorama
previo a 1940 mostraba mayores va-
cíos institucionales, pues las aduanas
se encontraban bajo administración
del gobierno de Estados Unidos, con
        XIX. el fin de garantizar el pago de la deuda
externa, y no existía ninguna entidad bancaria dominicana. Esto no era sino expre-
sión de una situación general: de manera secular, el Estado dominicano se había
caracterizado por su raquitismo, como componente del atraso económico del país.

EL ATRASO SECULAR DE LA ECONOMÍA DOMINICANA

En el primer tercio del siglo XX la economía dominicana era una de las más
atrasadas de América Latina, no obstante los avances que se habían experimentado
en el sector exportador con la introducción de la industria azucarera moderna y
de otros rubros agrícolas. El inicio de este proceso, hacia 1880, encontró un país
que arrastraba factores seculares de pobreza y aislamiento. Tal fardo incidió en
la modernización, poniéndole límites en razón de la inhabilidad de los secto-
res superiores de acometer un proyecto viable de desarrollo nacional capitalista.

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65 AÑOS DE HISTORIA.

Finalmente, la punta de la acumulación, la industria azucarera, quedó casi toda en


manos de compañías estadounidenses. Sobrevino así un abismo entre los sectores
modernos y el resto del país, lo que favoreció la perpetuación del atraso global.
Todavía a finales de la década de 1920 era muy limitada la inserción de la econo-
mía dominicana en el mercado mundial. Desde aproximadamente el estallido de la
Primera Guerra Mundial las exportaciones se habían estado incrementando a una
tasa anual bastante más acelerada que la anterior. No obstante, con una población
de algo más de 1,200,000 habitantes, las exportaciones apenas totalizaban 31 millo-
nes de dólares en 1927, año de buen desempeño antes del estallido de la crisis de
1929. El per cápita de exportación apenas se elevaba a unos 25.8 dólares.
A partir de 1930 se produjo una grave recesión, generada en el hundimiento
de las exportaciones. Hasta 1933 se mantuvo una tendencia abrupta a la baja de los
indicadores económicos. Ese año las exportaciones totalizaron apenas 9.5 millones
de dólares, menos de la tercera parte del valor registrado seis años antes. Esta grave
situación fue uno de los determinantes del establecimiento de la dictadura de Tru-
jillo, quien implantó un nuevo esquema de poder dirigido a recomponer las líneas
principales de funcionamiento de la sociedad y la economía.
El nuevo régimen adoptó medidas tendentes a favorecer el crecimiento de los
rubros productivos dirigidos al mercado interno, lo que fue factible porque las
obras públicas construidas por el Gobierno Militar de Estados Unidos a partir de
1917 habían posibilitado la integración de un mercado nacional. Esto se insertó en
un fortalecimiento del aparato estatal, que permitió impulsar políticas proactivas
de crecimiento.1 Fueron los casos del fomento de la agricultura mercantil, como en
el arroz, los repartos de tierras para forzar el pleno empleo o la continuación de la
red nacional de carreteras. Pero, como ha sido tratado ampliamente, el régimen de
Trujillo se sostuvo sobre la base de la extorsión a la casi totalidad de la población, a
la que se extraían excedentes por vía de precios desiguales entre ciudad y campo,
controles monopólicos y abusos
de todo género, que incluían
despojos, expropiaciones de
tierras y uso de mano de obra
semi-esclava.
El atraso secular y la seve-
ridad de la crisis internacional
dieron lugar a que a lo largo de
la década de 1930 persistiera
la depresión de la economía.
     
La entrada de Estados Unidos
a la Segunda Guerra Mundial fue el detonante de una reversión de tendencias,
de forma que se retomó un crecimiento acelerado a partir de 1942. Durante los

1
Roberto Cassá, Capitalismo y dictadura, Santo Domingo, 1982.

20

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ANTECEDENTES

casi cinco años de guerra el país ahorró más de 80 millones de dólares, cifra muy
elevada para entonces, que financió un abanico de medidas, como la creación del
Banco Agrícola, la fundación de empresas industriales, el impulso de la industria
azucarera por parte de Trujillo y la cancelación de la deuda externa, de lo cual se
desprendió la creación de la moneda fiduciaria nacional.
Desde 1945, despejados los
obstáculos al comercio interna-
cional derivados de la guerra,
la economía dominicana entró
en una coyuntura de crecimiento
sostenido. De acuerdo a las cuen-
tas nacionales del Banco Central,
que comenzaron a calcularse des-
de 1950, el PIB a precios de mer-
cado pasó de 459.4 millones de
pesos en 1950, a 714.1 millones
en 1957, lo que implica una tasa
promedio anual de crecimiento
      
cercana a 7.5%.
Estos últimos desarrollos conformaron el telón de fondo para la fundación de
la Superintendencia de Bancos. La regulación y la inspección financieras se tornaron
una necesidad aparente, aunque todavía a lo largo de la década siguiente no se re-
gistró un coeficiente significativo de penetración bancaria.

LA BANCA HASTA 1940

El panorama arriba esbozado ayuda a explicar el débil desarrollo de la banca en


las décadas de modernización agrario-exportadora. La generalidad de las funciones
típicas de la banca moderna eran llevadas a cabo por empresas consignatarias de
los puertos, que articulaban importación y exportación y que operaban como agentes
de cambio y de crédito. Esas empresas a menudo recibían adelantos de los com-
pradores foráneos de productos dominicanos, generalmente en forma de créditos
por medio de letras de cambio. Con esos recursos se financiaba buena parte de las
importaciones. Desde esta articulación con el exterior, se abrían cadenas de crédito
que llegaban hasta las unidades productivas a cambio de compromisos de compra
y venta de mercancías importadas y de los géneros locales. Esos consignatarios ac-
tuaban como agentes de contrapartes externas –bancarias, comerciales, marítimas
o de seguros– en la concertación de diversos títulos comerciales, como cartas de
crédito. A pesar de la rusticidad y pequeñez de sus operaciones, su presencia resul-
taba indispensable para la conexión comercial con el exterior. Se puede afirmar que
constituyeron el principal antecedente de la banca en la historia moderna del país.

21

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Estas empresas comerciales casi siempre tenían corta duración a consecuencia


de la precariedad en que se desenvolvía la economía dominicana. De hecho, casi
siempre estaban rodeadas de factores críticos, al grado de que existían por la nece-
sidad de los negociantes de otros países que traficaban con la República Dominica-
na. El crédito que podían ofrecer implicaba tasas de interés usurarias, componente
crucial de las tenues y en lo fundamental contraproducentes relaciones que unían
al campesinado con el mercado.
Desde finales de la década de
1860 también habían hecho apari-
ción las denominadas Juntas de Crédi-
to, entidades que reunían a los comer-
ciantes más poderosos de los escasos
puertos, con la función de avanzar
dinero al gobierno a altas tasas de in-
terés. Su operación ayudó a estabilizar
la tasa de cambio del papel moneda,
por cuanto el gobierno cesó las emi-
          !"
siones. Contribuyeron decisivamente
a acelerar la modernización económica, pues sus integrantes acumularon capitales
suficientes para realizar inversiones en otras áreas. Sin embargo, tuvieron el efecto
de restringir el crédito en beneficio casi exclusivo del gobierno. Es sintomático que
de ninguna de ellas se desprendiera la creación de un banco.
Pero, por más que la modernización fuera limitada, su avance requería el es-
tablecimiento de bancos, en primer término porque el Estado no ejercía ninguna
tarea de intermediación financiera y los contados consignatarios no llenaban los
requerimientos en cuestión. En los círculos dirigentes se advirtió la conveniencia del
establecimiento de bancos desde la década de 1870. Como se estilaba, los intentos al
respecto se llevaron a cabo con las garantías que otorgaban las concesiones, entre
cuyas cláusulas sobresalía la exclusividad de tal tipo de establecimiento en una
circunscripción territorial durante un determinado plazo.
Prácticamente ninguna de las concesiones otorgadas por el gobierno para la
instalación de bancos se concretó, dado que sus beneficiarios sistemáticamente
evidenciaron intenciones especulativas: se comprometían a fundar un banco con
la expectativa de traspasar los privilegios recibidos a alguna empresa de un país
desarrollado.
En esas condiciones, los pocos ensayos que lograron materializarse no pasaron
de tener una existencia fugaz, lo que se puede atribuir a la pequeñez de la economía
y a la falta de conocimientos en el público acerca de las transacciones bancarias.
De acuerdo a Julio César Estrella, el primero que operó en el país fue el Banco
Nacional, con capacidad emisora, por concesión a la firma estadounidense Prince &

22

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ANTECEDENTES

Hollester, de New York, pero apenas operó los primeros cuatro meses de 1870.2 La
finalidad de este banco se dirigía a la adquisición de bonos del gobierno en pesos
fuertes por medio de bonos que tendrían fuerza liberadora para el pago de impuestos.
Esa entidad nunca constituyó su capital de un millón de pesos ni compró bonos
gubernamentales.3
El siguiente de los establecimientos autorizados que llegó a operar fue el Banco
Comercial, que abrió las puertas en enero de 1886, por iniciativa del francés Isidore
Mendel, financista asociado a Ulises Heureaux, quien obtuvo la participación de
figuras importantes de las finanzas, como Eugenio de Marchena, David Coén y
Julián de la Rocha.4 Sus operaciones se prolongaron durante dos años, por lo que
propiamente inició el negocio bancario, conforme al criterio de Estrella. Empero,
fue liquidado a instancias del propio presidente de la República, quien prefería
que Mendel representara directamente al gobierno en el exterior para la obtención
de un gran empréstito. Parece que el Banco Comercial operó sobre la base del capital
propio, de 70,000 pesos fuertes, ya que los depósitos que recibió fueron insignificantes.
De todas las ulteriores con-
cesiones propiamente bancarias,
la única que tuvo consecuencias
prácticas fue la que condujo a
la fundación del Banco Nacional
de Santo Domingo por el Crédit
Mobilier de París. En 1889 esta
compañía recibió la potestad de
realizar emisiones monetarias, lo
que le otorgaba una dimensión
estratégica en la modificación de
los parámetros con que se desen-
volvían los intercambios y el cré-
#  $ %
dito. Hasta no mucho antes, las
emisiones de papel moneda experimentaban depreciaciones rápidas por la falta de
correspondencia entre las riquezas circulantes y los montos de las emisiones.
Este banco entró tempranamente en dificultades a causa de la manipulación
codiciosa de que fue objeto por el dictador Ulises Heureaux, quien lo había autori-
zado con la condición de que realizara ventajosos avances presupuestarios de hasta
100,000 pesos. En realidad, su función como intermediario financiero fue casi nula,
pues se limitó a emitir una cantidad de moneda de plata, que pronto fue recogida
y sustituida por otra de menor calidad, reconocida comúnmente como “clavao”.
No parece haber recibido depósitos importantes del público, aunque no se dispone
por el momento de informaciones precisas.
2
Estrella, La moneda, t. I, pp. 72-73.
3
Ibíd., p. 74.
4
Ibíd., p. 82.

23

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Llegado un punto en que no podía seguir con operaciones normales, el banco


fue intervenido abusivamente por el gobierno y traspasado en 1895 a la San
Domingo Improvement Co., empresa de capital estadounidense que desde 1892 se
había hecho cargo de la administración de las aduanas para pagar los empréstitos
contratados originalmente con la compañía holandesa Westendorp en 1888 y 1890.
El gobierno propició el traspaso sobre la base de que la Improvement pagara la
deuda con el banco, ascendente a 370,000 pesos. En los años 1897 y 1898 culmi-
nó la inestabilidad con emisiones masivas de papel moneda realizadas por ese
banco –la finalidad que tenía para el gobierno–, que provocaron la parálisis de las
transacciones de mercado. No había condiciones, pues, para el establecimiento de
bancos. De hecho, tras la muerte del dictador en julio de 1899 el Banco Nacional de
Santo Domingo pasó a una situación de quiebra.
Ante la inexistencia de bancos, al-
gunas empresas de cierta dimensión
continuaron realizando operaciones
propias de ellos en la economía mo-
derna. Fue el caso sobresaliente de la
Casa Jimenes, dedicada a la exporta-
ción de campeche por Monte Cristi.
Estrella menciona otras firmas en las
&  #  $ %
principales regiones del país dedi-
cadas a compra y venta de giros y operaciones similares de corresponsalía bancaria:
entre otras sobresalían Baduí Dumit y Augusto Espaillat y Sucs. en Santiago, Moya
Hermanos en La Vega, Gineste & Chanel en Sánchez, J. M. Batlle en Puerto Plata,
Freites Hermanos en Azua e Ilshenn, Shumager y Frighthen en San Pedro de Macorís.
En esos años no podían asomar atisbos de regulación de ningún género, tanto por
las condiciones caóticas que caracterizaban la economía como por el carácter ele-
mental que seguían teniendo esas transacciones.
Para que el manejo de operaciones financieras entrara en una nueva fase hubo
que esperar a que adviniera una situación de estabilidad con el gobierno de Ramón
Cáceres, entre 1906 y 1911. Primordialmente se planteó aplastar el protagonismo de
los caudillos, lo que estuvo fuera de las posibilidades. Pero fue suficiente para que
se perfilaran proyectos de fomento y, subsiguientemente, se ampliara la presencia
de compañías extranjeras de cierta dimensión, sobre todo en el azúcar. Esta adminis-
tración ratificó la Convención Domínico-Americana concertada en 1905. Por medio
de ella, el gobierno de Estados Unidos pasó a administrar las aduanas hasta que se
saldara la deuda externa. Esta fue consolidada en 1908 y fijada en 16 millones de dó-
lares, a los que se agregaron 4 millones adicionales para obras públicas. En adelante,
República Dominicana no podría elevar la deuda externa ni modificar los aranceles
sin el consentimiento del presidente de Estados Unidos. Esto incluía la imposibilidad
de emisión monetaria, tras la adopción del dólar como unidad oficial. En ese estado

24

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ANTECEDENTES

de debilidad y dependencia, el Estado dominicano carecía de atributos soberanos,


lo que descartaba intervenciones activas en asuntos económicos.
No obstante, el contexto de estabilidad política durante el período de Cáceres
favoreció el incremento de los intercambios y la fundación de empresas. La primera
manifestación novedosa en el aspecto financiero fue una rústica entidad creada por
el puertorriqueño Santiago Mi-
chelena, cuyo sustento princi-
pal estuvo en la administración
de los fondos de la Receptoría
de Aduanas, por lo que no ope-
raba todavía exactamente como
un banco. El siguiente hito en la
historia bancaria local fue el es-
tablecimiento, en 1908, de una
primera sucursal de The Royal
Bank of Canada, que ya venía
expandiéndose por la zona del
Caribe. No se han localizado
detalles del funcionamiento
del Royal Bank, aunque está
' (   ) *+ ,( 
fuera de duda que por primera
vez el país dispuso de manera consistente de un banco con todos los atributos cono-
cidos desde mucho antes en los países centrales. Según se advierte en los anuncios
de prensa, recibía depósitos del público y otorgaba créditos. Como entidad extran-
jera concitó la confianza, pues no se le ponderó en la misma forma que los ensayos
previos. La ley 4911, de noviembre de 1909, contribuyó a favorecer la instalación de
otras entidades de capital extranjero, la primera de las cuales fue el Banco Nacional de
Samuel Jarvis en 1912.
No debió ser casual que
por esos mismos tiempos se
emitiera la primera regu-
J.M. Batlle Co MARINA No. ()
&

lación bancaria en la histo- Comisionistas importadores y exportadores.


Consignatarios de las líneas Hamburguesa (Hamburg-America Linie)
ria del país. Es de suponer y General Trasatlántica Francesa.
Depósito de productos de “La Habanera”. Puerto Plata, R. D.
que, ante la perspectiva de
 -. /
establecimiento de bancos
extranjeros, se hizo evidente para los círculos gobernantes la necesidad de que exis-
tiera una normativa. Como se verá, la ley 4911 establece los requisitos mínimos que
debían acompañar el establecimiento de los bancos (capital requerido) y su fun-
cionamiento (relación entre depósitos y capital), pero, en realidad, no presuponía
la supervisión de sus operaciones. Estaba vigente una concepción que dejaba un
margen amplio de acción a las entidades financieras, por lo que se suponía que los

25

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

depositantes debían asumir los riesgos de pérdida de su dinero, al margen de cual-


quier tipo de intervención de instrumentos de supervisión. Esto motivó que entre
los agentes económicos se extendiera la noción de que los únicos bancos confiables
eran los de capital extranjero.
Manuel M. Patín, un veterano de aquellos tiempos iniciales y del grupo de técnicos
pioneros de la Superintendencia de Bancos –donde ingresó en 1952 como contador
inspector–, dejó un cuadro impresionista de lo que era la banca en los primeros
decenios del siglo XX, específicamente a partir de 1924, año en que él comenzó a
laborar, cuando solo existían tres bancos, dos canadienses y uno estadounidense.
Sobresale que eran los propios bancos los que imponían de común acuerdo las
reglas de juego, sin tomar en cuenta aparentemente la normativa del sector público.

Los bancos estaban regidos estrictamente por un convenio inter-


bancario suscrito por las instituciones existentes. En dicho convenio
se fijaba, entre otras cosas, el tipo de interés en cuentas de depósitos
y operaciones de préstamos, tipos de cambios interior y exterior, por-
centajes de comisiones, etc.
Era usada por todos los servidores bancarios la palabra de origen
inglés “staff”, la cual incluía todos los funcionarios y empleados.
El “staff” estaba integrado en su mayoría por adolescentes esco-
gidos de comprobada idoneidad, apariencia física y otras cualidades
que se exigían a los seleccionados; y en el banco adquiríamos nuestra
formación de instrucción, de orden y responsabilidad. Nos sirvió de
una gran escuela. Los trabajos de secretariado ejecutivo en inglés y
español desempeñados hoy por damas solamente, en aquel tiempo
estaban a cargo de hombres.
Los trabajos que debíamos registrar en libros se efectuaban a
mano. Las únicas máquinas que conocíamos eran las de escribir, no
eléctrica, y una de sumar.
No existían cajeras sino cajeros. Estos funcionaban encerrados en
jaulas de hierro, cuyas puertas estaban herméticamente cerradas.
No existía un sistema uniforme para la contabilidad bancaria, o
una clasificación “estándar” de cuentas. Cada banco aplicaba el siste-
ma establecido por su casa matriz en el exterior y los nombres de las
cuentas y los formularios y comprobantes estaban redactados en el
idioma de Shakespeare […]
Los “juniors” (principiantes) comenzaban ganando US$600.00
anuales (veinticinco pesos mensuales) [sic]; como yo tenía cono-
cimientos de inglés, me concedieron la gracia de comenzar con
US$50.00 mensuales […]

26

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ANTECEDENTES

El negocio de préstamos estaba conservadoramente dirigido. Las


operaciones crediticias se ajustaban estrictamente a la capacidad de
pago del prestatario […]
No existían las regulaciones de un sistema de Encaje Legal para
los depósitos y préstamos […] Los bancos de la época mantenían so-
lamente una reserva de dinero en efectivo en bóveda en relación al
total de los depósitos.
Las solicitudes de créditos eran decididas por el criterio personal
de los directores bancarios en aquella época, dentro de su límite dis-
crecional de préstamos.
Como ya hemos dicho, solamente existían instituciones bancarias
extranjeras, las cuales garantizaban los depósitos con todos sus recur-
sos disponibles, no solamente con los que pertenecían a la institución
en nuestro país, sino con aquellos que poseían sus sucursales en el
exterior.
Como la moneda de curso legal era el dólar norteamericano, es de
suponer también que libremente se podía disponer de esa moneda.
Los bancos negociaban con otras extranjeras [sic] para transferencias
por correo o cablegráficas, compra de giros, pagaderas en el exterior al
tipo de cambio establecido de acuerdo estrictamente con el convenio
interbancario vigente.5

Como aspecto interesante, acota Patín, en esa época el principal medio para la
formación bancaria se llevaba a cabo por medio de estudios en el Queen’s Univer-
sity de Canadá, por cuenta del Royal Bank exclusivamente para sus empleados. En
caso de buenas calificaciones, el banco devolvía el costo del curso. Solo más ade-
lante comenzó la impartición
de cursos de contador público
en la Universidad de Santo Do-
mingo. Por lo que se infiere, los
especialistas veteranos termina-
ron su formación en contabili-
dad en la única universidad del
país.
Lo sustantivo de la legisla-
ción de 1909 fue que el Estado
comenzaba a prestar atención a
proteger el funcionamiento de
la banca. Con el paso del tiempo
0  ) *+ ,( 

5
Manuel M. Patín, “Medio siglo de banca (1924-1974)”, pp. 1-4. El original mecanografiado fue
reproducido sin fecha por la Superintendencia de Bancos, pero es de suponer que se escribió en 1974.

27

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

las empresas comerciales comenzaron a abrir cuentas corrientes y a incrementar


su conexión con instrumentos financieros. Se expandió el crédito, sobre todo a las
empresas de magnitud. Expresión de esto fue el establecimiento de nuevos bancos,
entre los que sobresalió el National City Bank, que durante sus primeros años en el
país adoptó el nombre de International Banking Corporation. El estadounidense
Samuel Jarvis fundó el Banco Nacional, al parecer con independencia de cualquier
entidad de su país. Como nota interesante, unos cuantos comerciantes locales,
algunos de origen extranjero, suscribieron acciones en el Banco Nacional de Jarvis.
En los primeros años de la ocupación militar norteamericana, iniciada en 1916, se
asistió a un florecimiento de las inversiones y a un incremento de su rentabilidad, lo
que se conoció como “danza de los millones”, en símil con lo acontecido en Cuba
en esos mismos años. Las informaciones obtenidas indican que las operaciones ban-
carias se expandieron notablemente. Es probable que las casas matrices destinaran
recursos para aumentar el monto de los créditos, habida cuenta de la escasa propen-
sión al ahorro e incluso a la apertura de cuentas corrientes. Aunque las compañías
azucareras extranjeras siguieron siendo las principales beneficiarias del crédito, hi-
cieron aparición nuevos demandantes, entre los cuales sobresalieron los colonos
cañeros dependientes de los ingenios, en general terratenientes dominicanos,
los más grandes de ellos de raigambre urbana. De la misma manera, al expandir
notablemente sus operaciones a la sombra de las divisas que se recibían por expor-
taciones, los comerciantes incrementaron sus negocios y se acercaron a la banca.

0 $ 1 

Esta coyuntura concluyó abruptamente a mediados de 1920 con la disminu-


ción de los precios del azúcar y otros rubros de exportación. La generalidad de
los comerciantes importadores, con existencias gigantescas que vieron disminuir

28

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ANTECEDENTES

gran parte de sus precios, fueron a la


bancarrota. Lo mismo sucedió con los
colonos, quienes se habían endeudado
con el fin de avanzar frenéticamente el
fomento de nuevas tierras para el culti-
vo de la caña.6
De golpe, los tres bancos tuvieron
que afrontar el proceso de quiebras.
Se vieron forzados a hacerse cargo de
propiedades embargadas, entre las
cuales sobresalieron extensas áreas
de colonias cañeras. Incluso algunos
ingenios tuvieron que ser ejecutados
por no poder pagar sus préstamos.
Aunque las empresas pudieron ser
traspasadas, los bancos perdieron su-
mas significativas de dinero. En cierto
sentido, se asistió a la primera crisis
bancaria de la historia dominicana.7
Pero no hubo quiebras de bancos, de
seguro porque las casas matrices envia-
ron capital suplementario para sortear
la situación. El Banco Nacional de Jar-
vis tuvo que ser vendido a uno de Esta-
dos Unidos, que optó por retirarse del
$ .) 
país pocos años después.
A pesar del retorno a una situación más normal desde 1923, la banca acentuó
una actitud conservadora. Los gerentes extranjeros moderaron la proclividad a
prestar a los terratenientes, por lo que debió retroceder el coeficiente de pene-
tración bancaria. Los primeros datos que se tienen del conjunto de los depósitos, a
mediados de la década de 1930, arrojan montos harto reducidos. Entonces seguían
existiendo los mismos bancos de antaño: The Royal Bank of Canada, National City
Bank y Bank of Nova Scotia, también de capital canadiense, establecidos en el país
en 1908, 1917 y 1920, respectivamente. Había desaparecido desde tiempo atrás el
banco de Michelena, a resultas de la entrada del National City Bank, del que Miche-
lena había sido una especie de representante local. Este banco continuó la administra-
ción de los fondos de la Receptoría de Aduanas hasta su traspaso al gobierno en 1941,
y estaba relacionado a la industria azucarera por medio de vínculos con la Cuban
Dominican Sugar Co., luego cambiada de nombre a West Indies Sugar Corporation.8
6
F. Moscoso Puello, Cañas y bueyes, Santo Domingo, 1975.
7
Abelardo René Nanita, La crisis, Santo Domingo, 1924.
8
Estrella, La moneda, t. I, pp. 97-99.

29

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Como señal de lo anterior, el total


de depósitos no solo era bajo, sino que
tendía a mantenerse estancado en la
segunda mitad de la década de 1930,
lo que se observa en el cuadro II.1 del
capítulo siguiente. Tal contexto expli-
ca que no prosperaran los intentos de
fundar establecimientos financieros
por parte de agentes económicos lo-
cales. Al parecer hubo una excepción
mayor, que no pudo durar mucho
tiempo, conocida gracias a Julio C. Es-
trella: la Compañía Bancaria Nacional.
Existió entre 1928 y 1933, por gestión
empresarial del Lic. José Cordero In-
fante, en asociación con personalida-
des del gobierno de Horacio Vásquez,
entre ellos el vicepresidente José Dolo-
res Alfonseca.9 El capital inicial fue de
100,000 dólares, aunque no se consig-
2'34 5
nan los activos que llegó a tener. Es de
presumir que tuvo que cerrar las puertas cuando sus dueños perdieron posiciones
en el Estado dominicano, en el contexto del corporativismo de Trujillo, aunque
algunos de ellos, como Andrés Pastoriza y Rafael Espaillat, siguieron en altas posi-
ciones gubernamentales.
No deja de llamar la atención que du-
rante la década de 1930 el dictador no se
planteara crear un banco, estatal o parti-
cular. A lo más que llegó fue a autorizar
una empresa usuraria que administraba
la que terminaría siendo su esposa, María
Martínez. Se dedicaba a realizar avances a
cuenta de los salarios a los empleados pú-
blicos, con el fin de tenerlos cautivos en
la recepción de jugosas tasas de interés.
Este negocio respondía a un patrón
de entidades dedicadas a recibir dinero
del público para proceder a realizar présta-
-%   (  mos pequeños, cuya característica consistía

9
Estrella, La moneda, t. I, pp. 102-103. Su fuente fue el propio José R. Cordero Infante.

30

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ANTECEDENTES

en un margen de intermediación en extremo alto. Recibió la denominación de


casas de préstamos de menor cuantía. Las garantías provenían generalmente de
hipotecas sobre propiedades urbanas y rurales. Ningún instrumento legal las regu-
laba, a no ser los códigos civil y de comercio. Es decir, ninguna autoridad pública
velaba por los intereses de los depositantes en ellas, sino que eran tratadas como
cualquier otra compañía mercantil, a pesar de la voluntad de Trujillo de crear las
normativas necesarias para favorecer la expansión de los negocios, en particular los
suyos. Varios de esos establecimientos seguían existiendo en 1947, cuando se inició
la regulación y supervisión formal.

LA PRIMERA LEY DE BANCOS

En 1909 el Estado dominicano dio


un paso hacia adelante en la regula-
ción de la actividad financiera, al do-
tarse de un primer instrumento legal
sobre la materia, la ley 4911.10 Esta ley
se insertó en los propósitos de institu-
cionalización que llevaba a cabo el go-
bierno de Ramón Cáceres, como parte
del proyecto para impulsar el desarro-
llo económico. Se había puesto en evi-
dencia que la instalación de empresas
extranjeras que se estaba produciendo
en esos años requería acompañarse
de instituciones bancarias, como se ha
visto hasta entonces sustituidas por ins-
tancias informales.
Esta ley posiblemente fue calcada
de alguna otra de un país cercano o
*3  
de condiciones similares, pues previó
numerosos aspectos que no fueron aplicados, en la medida en que no concordaban
con la realidad del atraso del país. Es sorprendente, en primer término, que pre-
viera tres tipos de bancos: los de emisión, los hipotecarios y los refaccionarios. Los
primeros, como indica su nombre, estaban facultados a emitir billetes, lo que era
común en muchos países todavía. Sin embargo, esto no aplicaba en las condiciones
vigentes en el país, puesto que se había adoptado el dólar como moneda oficial des-
pués del desorden monetario de los últimos años de la dictadura de Heureaux, y no

10
Ley sobre Instituciones Bancarias, No. 4911, de 15 de noviembre de 1909, Gaceta Oficial, No. 2041,
20 de noviembre de 1909.

31

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

se visualizaban intentos de modificar esta situación mediante la posible emisión de


monedas locales. En el caso de los bancos hipotecarios, si bien su instalación no esta-
ba impedida por ninguna otra regulación, no tuvo efecto, seguramente por la cuasi
ausencia de un mercado inmobiliario, aunque al parecer una parte de los créditos
que se otorgaron en los años siguientes estaban amparados en garantías de inmue-
bles. De tal manera, en la práctica la ley solo tuvo vigencia para los llamados ban-
cos refaccionarios, “destinados especialmente a facilitar las operaciones agrícolas
e industriales por medio de préstamos privilegiados; pero sin hipoteca, otorgando
su garantía para operaciones determinadas y emitiendo títulos de crédito a plazos
cortos, que causen réditos y son pagaderos en día fijo”. Los escasos bancos que se
establecieron en las décadas siguientes posiblemente tuvieron un carácter mixto,
puesto que estaban autorizados a hacer los dos tipos de préstamos, “refaccionarios”
e hipotecarios, aunque esto no se reconociese expresamente por contraponerse con
la ley.
Todo banco debía obtener un permiso del Poder Ejecutivo para operar en una
de las tres categorías contempladas. Los bancos de emisión requerían un capital
inicial de 500 pesos, los hipotecarios de 100 y los refaccionarios de 50. Los aumen-
tos ulteriores de capital precisaban la autorización de la Secretaría de Estado de
Hacienda. Además, todo banco debía dotarse de un fondo de reserva ascendente al
30% de su capital, que se iría constituyendo con el 10% de los beneficios anuales. Todos
debían acogerse a las leyes dominicanas y tener carácter dominicano. Se estipulaba
también que el banco emisor debía entregar el equivalente del valor en oro ante la
presentación de billetes.
Lo que se entendía por regulación era asignado a la Secretaría de Hacienda,
mediante un registro de inscripción, que abarcaba también las modificaciones de
los estatutos y otras informaciones. La supervisión de las actividades quedaba a car-
go de un interventor designado para uno o varios bancos. Según el texto legal, el
punto relevante de las inspecciones radicaba en el seguimiento de las emisiones de
moneda, bonos hipotecarios y otros valores, las cuales tenían que guardar corres-
pondencia con el capital pagado de la entidad bancaria. En su artículo 85 esta ley
acordó atención a las funciones de los interventores: comprobar la existencia del
capital, autorizar los balances mensuales, llevar registro de las cuentas y de los títu-
los emitidos, cuidar que la emisión de títulos no sobrepasase la cantidad permitida,
certificar la cancelación de esos títulos y su destrucción, asistir a los sorteos, llevar
un libro con el valor de los títulos en circulación y los que se destruyeran, vigilar el
cumplimiento de los estatutos y presentar a la superioridad dos informes anuales
relativos a las operaciones del banco.
Se preveían diversas multas por las violaciones de estas disposiciones. Las emi-
siones requerían autorización previa, no se permitía que los bancos fundaran esta-
blecimientos productivos o entraran en sociedad colectiva de estos, las sucursales
debían responder a las obligaciones de la oficina principal, no se podrían comprar

32

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ANTECEDENTES

las propias acciones o hacer operaciones con garantía de ellas. La tasa de interés
mensual máxima se fijó en 3/4 del 1% o 9% anual.
Por último, la ley establecía las partidas contables a incluirse en el activo y el
pasivo de los balances mensuales. Los interventores debían proceder a comparar
esas partidas con los saldos de las cuentas contenidos en los libros, aunque no podrían
exigir la documentación de base salvo mandato de la Secretaría de Hacienda. En
caso de liquidación o disolución, los interventores representarían a los tenedores de
títulos de crédito.
Es difícil pronunciarse acerca del grado de aplicación de esta ley, aunque algunos
de sus requisitos sin duda se observaron. Pero todavía el sistema financiero era en
extremo débil y la ley no se correspondía con esa realidad.

LA SITUACIÓN EN 1937

Por el momento, no existe información consolidada acerca de la evolución de


la banca antes de 1936, cuando comenzó a compilarse ese tipo de estadística por
disposición del gobierno. No debería ser difícil montar estos datos, pues la ley de
1909 obligaba a los bancos a publicar sus estados de cuentas en la prensa, como se
observa en los periódicos de mayor circulación de la época. El tema queda a intere-
sados en la historia financiera. Para períodos previos a 1908, cuando se estableció
la primera oficina de un banco comercial propiamente dicho, el tema es más com-
plejo por la naturaleza ya vista de las entidades de intermediación financiera, que no
entregaban estados al gobierno.
El cuadro I.1 permite apreciar aspectos claves de las operaciones de los bancos
existentes en 1937, el Royal Bank, el Nova Scotia y el National City Bank. Se asume
que las casas de préstamos de menor cuantía no facilitaban información para estos
fines, y si lo hacían tenían escasa importancia.
En diciembre de 1937 esos bancos formales tenían depósitos por 7.1 millones de
dólares. Se observa, en primer lugar, que las cuentas de ahorro eran mayores que
las corrientes, señal de que era todavía escaso el uso de ciertos instrumentos banca-
rios en las transacciones comerciales. Como se verá más abajo, en breve tiempo esta
proporción comenzó a experimentar variación. También es interesante la casi nula
presencia de depósitos a plazo fijo, lo que evidencia que no existía un mercado de
ese género.
Prácticamente todo el efectivo en caja, por casi 1.4 millones, se encontraba en
billetes de dólares. Se ignora si las autoridades imponían restricción al uso de
los depósitos para préstamos. De todas maneras, las operaciones con las cuentas
corrientes obligaban a mantener cierta liquidez.
En cualquier caso, como se ha referido, la política crediticia de esos bancos ex-
tranjeros era muy cautelosa. Requerían garantías sólidas y trataban de no sobrepasar

33

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

ciertos umbrales más allá de sus recursos a la mano. Es lo que se observa en el total
de créditos contenido en el cuadro, que se elevaba a 3.7 millones, poco más de la
mitad de los depósitos. El gran grueso de los créditos, por casi 2 millones ese mismo
año, se hacía con garantía hipotecaria.

Cuadro I.1
Resumen consolidado de la banca
Diciembre 1937
(miles de dólares)
%        3,439
%      ) :;<=
1 34
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1  DAnuario estadístico de la República Dominicana, 1937.

Quedaba una suma de casi otros 2 millones, resultante de restar los créditos a los
depósitos y el efectivo en caja. En ausencia de un banco central, es casi seguro que
se trasladaba al exterior.
Existen escasos indicadores que muestren los alcances de las operaciones banca-
rias. A partir de la mejoría de las estadísticas oficiales bancarias, en 1940, se tienen
datos de algunas de las actividades básicas, como la expedición de giros, valores y
créditos comerciales al exterior. Es llamativo el peso de las operaciones vinculadas
con el exterior, lo que ofrece una señal de la relación prioritaria de la banca con el
comercio en gran escala de exportación e importación. Las actividades comercia-
les internas, al ser menos formales y de menor dimensión, se llevaban a cabo con
limitada participación de los instrumentos bancarios. Como se puede observar en

34

/LEUR6,%LQGE DP
ANTECEDENTES

el cuadro I.2, en 1942 los “valores al cobro” exteriores eran 3.1 veces superiores a
los interiores. Para 1954, con la expansión que había experimentado el aparato pro-
ductivo orientado al mercado interno tras la Segunda Guerra Mundial, esa relación
disminuyó a 2.4 veces.

Cuadro I.2
Principales bancos comerciales
Valores al cobro (dólares y pesos*)
Exteriores/Remitidos y cobrados Interiores/Remitidos y cobrados
Año No. Producto recibido No. Producto recibido
1937 =;B<!
1942 A;=<< <;BA> ;  A;A:B
1947 ;!< A;>  B;A:> "; :B
1954 A; AA;" = A:;B:A B;AB
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1  DAnuario estadístico de la República Dominicana, 1954

BANCOS ESTATALES Y DINÁMICA FINANCIERA

Aunque débilmente, el estallido de la Segunda Guerra Mundial produjo resul-


tados favorables a la economía dominicana, que se ampliaron en el momento en
que Estados Unidos tomó parte en la con-
flagración, a causa de la disposición de su
gobierno de elevar artificialmente el precio
del azúcar importado con el fin de garantizar
el abastecimiento.
Tal impacto se advierte en el monto de
los valores exportados, que pasaron de 17.1
millones en 1941 a 60.3 en 1946. De acuerdo
a cálculos realizados pocos años después, di-
rigidos a evaluar las condiciones en que se
iba a efectuar la reforma monetaria y finan-
ciera que tuvo por hito principal la funda-
ción del Banco Central en 1947, el producto
comenzó a crecer, con lo que quedaba atrás
el estancamiento que había sido característico
de la década de 1930. Uno de los técnicos
estadounidenses que colaboraron en la funda-
ción del Banco Central, Walter Krausse, reali-
zó estimados de la evolución del ingreso nacio-
.     ;B=! nal a partir de las informaciones estadísticas

35

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

existentes.11 Según esos cálculos, el ingreso nacional se duplicó entre 1940 y 1945, al
pasar de 88.5 a 174.5 millones de dólares. No es difícil suponer que estas estimacio-
nes tenían por principal referente el sector exportador. El crecimiento acelerado
en realidad comenzó en 1942, cuando el ingreso se estimó en 119.1 millones. El
incremento anual promedio de los cuatro años siguientes ya igualó al que sería ca-
racterístico en la década de 1950, cuando el Banco Central comenzó a elaborar sus
estadísticas. No obstante, en la primera parte de la década de 1940 se asistió a una
inflación desconocida anteriormente, que situó los precios en 1946 en el doble de
los vigentes en 1940.
Aunque el país no pudo realizar importaciones cuantiosas mientras duró la guerra,
parte de estos excedentes empezaron a realizarse, lo que dio lugar a una reacti-
vación de las inversiones y los negocios en sentido general. Por consiguiente, se
incrementó el papel de las transacciones financieras. Esta nueva situación se plasmó
en indicadores como los montos de depósitos y préstamos, siempre de acuerdo con
los datos oficiales.

ATENCIÓN DEL RÉGIMEN DE TRUJILLO A LA BANCA

A pesar del crecimiento de la economía y de la expansión de la actividad banca-


ria, que tuvo por principal pivote las creaciones del Banco de Reservas y del Banco
Agrícola, la ley 4911 de noviembre de 1909 no se modificó en lo esencial, pero sí
se dictaron disposiciones sobre instituciones bancarias o sobre sus operaciones que
daban cuenta del peso que le acordaba el grupo gobernante a este componente de
la estructura económica.
En antecedente a la creación de la legislación financiera en 1947, el gobierno ra-
tificó el requerimiento de autorización del Poder Ejecutivo para el establecimiento
de bancos de cualquier tipo, lo que se extendió, mediante la ley 197 de 1943, a “toda
institución, entidad, sociedad o asociación destinada a realizar regularmente opera-
ciones de préstamos de cualquier naturaleza”.12 En medio del auge incipiente, tras
el alza en los precios de los productos de exportación del año anterior, el gobierno
se adelantaba a impedir la proliferación de pequeñas entidades de intermediación
que no tuviesen el carácter formal de un banco. Es probable que ya se apuntara
hacia la decisión de fundar un banco emisor, pero sobre todo se debía perseguir
que el Banco de Reservas, fundado dos años antes, mantuviese un amplio control

11
Informe elaborado por el Dr. Walter Krausse, apud Estrella, La moneda, t. I, p. 359. Existe copia de
ese importante y poco citado documento en las bibliotecas de la Dirección de Estadísticas y del
Ministerio de Economía. Puede ayudar a afinar criterios sobre lo acontecido durante la Segunda
Guerra Mundial en términos de los sectores del producto. A tal respecto, es significativo que no
incluyera el sector financiero. Conforme a Krausse, el sector comercio permaneció estático en su
participación en el ingreso nacional en poco más de 16%. Ibíd., p. 360.
12
Ley sobre Instituciones Bancarias, No. 197, 18 de febrero de 1943, Gaceta Oficial, No. 5874, 22 de
febrero de 1943.

36

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ANTECEDENTES

sobre las operaciones propias de la banca comercial. De todas maneras, quedaban


exceptuadas de esta ley todas las entidades ya existentes, las casas de compra-venta
y los establecimientos de préstamos de menor cuantía, regidos por disposiciones
especiales. Con el tiempo se vería la importancia que le acordaba el gobierno a estos
dos últimos tipos de establecimientos, aunque su peso tendió a decrecer después
de 1947.
Pero lo más importante se
produjo en la sombra: los estu-
dios dispuestos por el régimen
acerca de la conveniencia de
una reforma financiera que tu-
viese por centro la capacidad de
emisión de moneda fiduciaria
nacional. De sus conclusiones
se desprendió la necesidad de
la creación de la Superinten-
dencia de Bancos en octubre
de 1947, por cuanto el sector
     0   
financiero entraría en una situa-
ción por completo distinta, en la que se juzgaba que la supervisión bancaria sería
indispensable.

37

/LEUR6,%LQGE DP
/LEUR6,%LQGE DP
CAPÍTULO II

CREACIÓN DE LA
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

La creación de la Superintendencia de Bancos formó parte de un conjunto de


medidas entre las que destacó la del Banco Central, que tendría por principal co-
metido la emisión del peso, moneda fiduciaria de circulación forzosa. La historia
económica del país entraba en una nueva fase, que requería de instrumentos nove-
dosos, los cuales, a su vez, se inscribían en los procesos de fortalecimiento del Estado
que acompañaban los dinámicos ritmos de crecimiento de la economía desde las
postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

EVOLUCIÓN DE LA BANCA EN LOS AÑOS ANTERIORES A 1947

La principal información acerca de la banca durante el prolongado régimen


de Rafael Trujillo se encuentra en la colección del Anuario estadístico de la República
Dominicana,1 que comenzó a publicarse en 1936 y concluyó en 1954. Al igual que su-
cede para etapas posteriores con las series del Banco Central y la Superintendencia
de Bancos, las que provienen de los Anuarios estadísticos no se pueden relacionar
de manera directa con esas otras posteriores, pues las categorías cambian; por ejem-
plo, las estadísticas previas a 1950 no contienen el concepto de activos, sino de colo-
caciones. Pero como lo que interesa es saber qué pasaba hasta 1947 o poco tiempo
después, los referidos Anuarios ofrecen un panorama consistente de la banca. Esa
estadística es fiable por la rigurosidad con que se hacían esos levantamientos en el
período de Trujillo y porque el sistema financiero era en extremo pequeño: tres bancos
hasta 1944 y luego seis a partir de 1948, todos ellos con operaciones de montos
modestos, por lo que existía poco margen para el error.

1
Anuario estadístico de la República Dominicana, varios años. Esta publicación, hoy día casi desconocida,
abrió una nueva época en materia de información, pues hizo entrar al país en la edad estadística.
En efecto, para ella se recopilaban datos sobre muy variadas materias, algo que anteriormente no se
producía.

39

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

En una primera etapa del período para el que se dispone de informaciones, se


observa en el cuadro II.1 que los depósitos totales se mantuvieron estancados, en
concordancia con la parálisis en que se encontraba la economía tras la estabilización
mínima que siguió a los años extremos de crisis (1930-1933). En el momento previo
a la creación del Banco de Reservas, el nivel de presencia era ínfimo, de apenas
doce establecimientos en todo el país, incluidas las sedes de los tres bancos; de ese
total, seis oficinas correspondían al National City Bank, cinco al Royal y la última
al Nova Scotia. En una parte de las cabeceras provinciales no había sucursales de
esos bancos.
Entre 1937 y 1939 los depósitos apenas aumentaron de 7.0 a 7.5 millones. La
reactivación de la economía que provocó el inicio de la guerra en Europa tuvo un
moderado efecto sobre la variable, que se elevó a 11.1 millones en 1941. Pero fue
la entrada de Estados Unidos en la contienda y su impacto en el precio del azúcar
lo que dio lugar a que la economía y el sistema bancario pasaran a una coyuntura
novedosa. En 1942 los depósitos brincaron a 17.2 millones (incremento de 54.9%),
lo cual solo fue el inicio de la pronunciada curva ascendente, que culminó en 43.7
millones en 1947; esto es, en cinco años se asistió a una multiplicación por 2.5 veces.

Cuadro II.1
Depósitos de los bancos comerciales
(miles de dólares y pesos desde 1947)
Gobierno/ Ctas.
Total Cuentas
Diciembre Total total corrtes.
cuentas Particulares Gobierno de
de: depósitos deptos. Partic./ctas.
corrientes ahorros
(%) Ahorros
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1937 !;> ! 3,439 :;<=
1938 !;B" :; B= 3,966
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1  DAnuario estadístico de la República Dominicana;@G
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40

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

Respecto a los componentes de los depósitos, lo más significativo que se observa


es la tendencia a decrecer la participación de las cuentas de ahorro, que pasaron de
51.0% del total en 1937 a 30.1% en 1946. La contrapartida fue el crecimiento ace-
lerado de los depósitos del gobierno, lo que revela un importante movimiento de
ganancia de posiciones del Estado respecto a los agentes económicos privados por
efecto de los cuantiosos recursos fiscales generados en las transacciones con el exte-
rior. Así se observa que en 1940 los depósitos del gobierno en el sistema financiero
totalizaban 729,000 dólares (7.5% del total), mientras que en 1946 alcanzaban a 5.5
millones (14.2%). Esa participación de los recursos estatales no cesaría de seguir
creciendo en el transcurso de los años ulteriores, para culminar en 32.0% en 1951.

Cuadro II.2
Colocaciones de los bancos comerciales
(miles de dólares y pesos)
Créditos/
Saldo Cuentas Otras Corto
Total Hipotecarios Otros Depósitos
 corrientes garantías plazo
(%)
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1  DAnuario estadístico de la República Dominicana;@G

En cuanto a los créditos, se produjeron variaciones importantes en el curso de


los años. Lo primero que se advierte en el cuadro II.2 es una inicial tendencia de
disminución sostenida de la proporción de los créditos totales sobre los depósitos.
En 1936 esta relación se ubicaba en 55.6%; es decir, no obstante su prudencia, los
bancos extranjeros prestaban algo más de la mitad de los depósitos. Sin embargo,
desde 1940 esta relación entró en una curva descendente, hasta llegar a 14.0% en
1946. Dado que no existían todavía mecanismos reguladores, es probable que tal

41

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

evolución tuviera que ver con una escasa disposición a conceder préstamos en las
condiciones de la guerra. En los años posteriores la relación volvió a subir, hasta
estabilizarse en algo más de 30% desde 1948, en lo que debió incidir la creación del
Banco Central y la Superintendencia, con sus regulaciones sobre encaje legal. En
1953 se observa un coeficiente anormalmente alto (53.9%), posiblemente debido a
los múltiples manejos que implicó la cancelación de la deuda interna.
Se observa asimismo, a partir de 1944, el desplome de los préstamos hipoteca-
rios, tanto en términos absolutos como relativos, que en los años anteriores habían
significado en promedio algo más de la mitad de los créditos. La recuperación que
experimentaron estos préstamos después de 1948 no logró, ni de lejos, que se acer-
casen a su participación relativa anterior.
De lo antes señalado se desprende que tras la conclusión de la guerra, y más
todavía a partir de la creación del Banco Central y la Superintendencia de Bancos,
el sistema de créditos se recompuso sobre bases nuevas. Frente a la minimización de
los créditos hipotecarios, cobraron cuerpo los realizados con otras garantías y los de
corto plazo (comerciales).

LA LEY 1530

En octubre de 1947 se promulgaron tres instrumentos legales llamados a cons-


tituir la zapata inicial del sistema financiero dominicano: la Ley Monetaria, la Ley
Orgánica del Banco Central y, por último, la Ley de Bancos, la 1530, del 9 de octu-
bre de 1947.2
Esos ordenamientos legales culmi-
naron los estudios que venían realizan-
do desde dos años atrás los altos fun-
cionarios más preparados en materia
económica y financiera, encabezados
por Jesús María Troncoso, quienes
contaron con la asesoría de reconoci-
dos expertos internacionales, entre los
cuales descollaron Henry C. Wallich,
Robert Triffin, Walter Krausse y el ar-
gentino Raúl Prebisch.
Por medio de la ley 1528 se creó el
peso oro, de uso obligatorio en el terri-
torio nacional. La ley 1529 estatuyó el
funcionamiento del Banco Central.
Por su parte, la ley 1530 definía el
- . régimen legal de los bancos y ponía su

2
Gaceta Oficial, No. 6699, 13 de octubre de 1947.

42

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

supervisión a cargo de la Superintendencia de Bancos, creada al efecto como de-


pendencia de la Secretaría de Estado de Tesoro y Crédito Público, que más adelante
recibió el nombre más común de Secretaría de Estado de Finanzas. El superinten-
dente era nombrado por el Poder Ejecutivo, por un período indeterminado, y tenía
la potestad de asistir a las sesiones de la Junta Monetaria, aunque sin derecho a voto;
debía tener experiencia bancaria y en contabilidad, y no podía estar relacionado
ni recibir gratificaciones de ninguna entidad bancaria. La Superintendencia se sos-
tendría, de acuerdo al artículo 7, de cuotas pagadas por las entidades bancarias y
definidas por la Junta Monetaria, pero que no podrían sobrepasar 1/20 del 1% de
los activos.
Se establecía que banco
era un término genérico para
definir entidades que reciben
depósitos del público sobre los
que se pueden expedir che-
ques. En caso de existir dudas
acerca de la condición de una
de ellas, el superintendente
) 4  *+ ,(     B:B examinaría sus papeles para
dictar una resolución. Si se
limitaba a aceptar depósitos ocasionales no sería considerada como banco, pero
estaría sujeta a un régimen especial, determinado por la Junta Monetaria, y a las
inspecciones de la Superintendencia.
Entre las funciones principales del superintendente se encontraban: realizar una
inspección general anual obligada a cada banco; proveer información a ese banco de
los resultados de la inspección, con énfasis en las irregularidades en caso de existir
y propuestas de corrección; informar al secretario de Estado de Tesoro y Crédito
Público y a la Junta Monetaria sobre las irregularidades o faltas graves que pusieran
en peligro los intereses de los depositantes, al igual que las normas adoptadas para
el efecto; hacer un arqueo semestral de los billetes y monedas en todos los bancos,
incluido el Banco Central; colaborar con los tres bancos del Estado para asegurar
la corrección de sus operaciones; promover un sistema uniforme de contabilidad
en colaboración con el Departamento de Estudios Económicos del Banco Central.
Otras atribuciones debían elevarse a la Junta Monetaria previo dictamen del su-
perintendente, como la apertura de un nuevo banco o de una sucursal, la fusión de
dos o más bancos y la modificación de estatutos y capital.
Esta ley también detallaba los requisitos que debían presentar los solicitantes de
autorizaciones para instalar todo tipo de bancos y de sucursales de bancos extranje-
ros. La Junta Monetaria las evaluaría mediante investigaciones, tanto desde el punto
de vista del interés público y la seriedad de los accionistas, como de la radicación del
capital y las reservas.

43

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Uno de los aspectos más importantes de la ley era la fijación, en el artículo 19,
de un requerimiento de capital mínimo para cualquier banco ascendente a 100,000
pesos, más un fondo de reserva de 20% de ese capital. La Junta Monetaria podía exi-
gir aumentos del capital si se establecían sucursales. Es de notar que la cifra mínima
de 120,000 pesos era considerable en aquella época, por lo que se entiende que fue
fijada para controlar la entrada de potenciales inversionistas en el área.
De acuerdo al artículo 18, se
tomarían medidas para limitar
préstamos a inversiones en caso
de que el capital y las reservas se
redujesen a menos de un 10% de
los activos, sin incluir el encaje
legal. En caso de persistir la defi-
ciencia y de que la entidad no pre-
sentara un plan de recuperación
en un tiempo prudente, el super-
intendente podía pedir a la Junta
Monetaria la liquidación, para so-
meterla a una autoridad judicial.
Es interesante que ninguno de
H  I@ + @ J
los tres órganos creados por ley
tuviera, individualmente, la potestad para disolver un banco, aunque la última pala-
bra la tenía desde entonces la Junta Monetaria.
En el mismo orden, se le otorgó a las filiales de los bancos extranjeros ya instala-
dos en el país un plazo de 10 años, prorrogable por la Junta Monetaria, para que su
capital y reservas alcanzasen la proporción mínima de 10% sobre los activos.
Otro aspecto de importancia fue el relativo al encaje legal, considerado en la
época el principal instrumento de regulación de las operaciones. Para tal efecto,
se diferenciaron los depósitos a la vista de los de ahorros, a plazos y especiales. No
obstante, en la ley no se definía el encaje para cada uno de estos tipos de depósitos,
sino que se dejaba al arbitrio de la Junta Monetaria de acuerdo al artículo 55 y otros
siguientes de la Ley Orgánica del Banco Central. La primera resolución de la Junta
Monetaria, de 23 de octubre de 1947, fijó el encaje legal en 25% para los depósitos
a la vista y 12.5% para los de ahorro, a plazo fijo y especiales. El encaje se debía cal-
cular sobre los depósitos de cada día, sujetos a revisión por la Superintendencia. En
caso de haber deficiencias, se estipulaba una multa de 1/10 del 1% por día, suma
que, pagada al Banco Central, debía contribuir al presupuesto de la Superinten-
dencia de Bancos. En caso de prolongarse la deficiencia, la Junta Monetaria podía
prohibir nuevos préstamos e inversiones o, en el extremo, solicitar la liquidación del
banco a la autoridad judicial competente.

44

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

Conforme al artículo 21, en caso de quiebra o liquidación de un banco los de-


pósitos tendrán privilegios hasta 1,000 pesos por cuenta, y hasta de 3,000 pesos si se
trataba de una sociedad mutualista o cooperativa.
En el artículo 25 se establecían las principales prohibiciones, como adquirir bie-
nes raíces no necesarios para el funcionamiento del banco, conceder préstamos por
montos superiores al 50% del valor de las garantías, conceder préstamos sin garan-
tías por más de 1,000 pesos sin disponer de información fidedigna del solicitante, o
extender créditos a una persona o compañía por más del 20% del capital y reservas
del banco, límite que podrá ser aumentado al 30% cuando el incremento estuviese
representado por obligaciones contra una provisión de fondos o una garantía de otro
tipo; en caso de existir una autorización expresa del superintendente, el límite
podría ser elevado al 50%.
Como se observa, la ley era muy flexible en cuanto a la posibilidad de que una
persona recibiera montos elevados en crédito, flexibilidad que aumentaba en el
caso de los bancos extranjeros, los cuales estaban habilitados para poner de referen-
te el capital de su empresa matriz. Sin embargo, se prohibía otorgar préstamos con
garantía de las propias acciones o de otros bancos más allá del 15% del capital, al
igual que préstamos a cualquier empleado o accionista del banco, salvo que contase
con la aprobación de su junta directiva, y aun así solo hasta un 5% del capital y dando
aviso a la Superintendencia.
Otras prohibiciones, contenidas en
el artículo 26, propendían a evitar que
los bancos se involucrasen en negocios
diferentes a su objeto. En tal sentido, no
podían participar en una empresa salvo
que lo hiciesen mediante la compra de
valores; tampoco podían adquirir accio-
nes de otras compañías por más del 20%
del capital de estas y sin que implicase
más del 10% del capital del propio ban-
co. Únicamente se autorizaba sobrepa-
sar estos límites en caso de necesidad en
defensa de créditos y previa autorización
de la Superintendencia. De todas mane-
ras, la Superintendencia podía dictar
resoluciones para fijar límites en obliga-
ciones de bolsas y de otros tipos. Tam-
bién quedaban impedidos de otorgar
créditos por más de tres años, salvo auto-
rización expresa de la Superintendencia;
podría haber excepciones de inversiones
* & ) en acciones y otras obligaciones, pero sin

45

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

exceder el capital pagado y sin que traspasasen el límite de cinco años. Igualmente,
para evitar problemas mayores, se estipulaba que el superintendente podía exigir
ajustar el valor de las inversiones a su valor comercial, eliminar partidas que no
representasen valores reales, disminuir las dudosas y ordenar constituir reservas
para ellas.
Esta ley posiblemente estuvo inspirada en la legislación internacional en boga,
por recomendaciones de los expertos que asesoraron la creación del Banco Central.
Aunque establecía limitaciones a la capacidad de operación de los bancos, las mismas
resultaban laxas, puesto que quedaban sujetas a excepciones por decisión de la Junta
Monetaria. Tal discrecionalidad se ajustaba a lo incipiente del sistema financiero y
a las conveniencias del régimen de Trujillo, que en razón de su carácter autocrático
dejaba abiertas posibilidades de manipulación de las variables financieras.

RELEVANCIA DE LA NUEVA ENTIDAD

Desde 1946 el gobierno anunció el propósito de saldar la deuda externa y crear


de nuevo una moneda fiduciaria nacional. El primer pronunciamiento en tal sen-
tido lo hizo el mismo Trujillo en un mensaje del 8 de octubre de 1946, en el que
proponía a las Cámaras Legislativas una reforma global del sistema financiero. En
ese texto y en otros que emitieron personalidades del régimen, se destacó la trans-
cendencia de que un país pudiese emitir su propia moneda. Aunque la moneda en
sí no era un factor de incremento de la riqueza, lo que era evidente por la formación
de riquezas que había fomentado el régimen –a diferencia de los gobiernos ante-
riores–, bien dirigida podía potenciar el esfuerzo por el desarrollo. Venía a ser con-
dición sine qua non que la única moneda legítima sería “representativa de riquezas
[…] e instrumento para servir, no para dirigir, nuestra cruzada hacia el desarrollo
sano y equilibrado de la economía nacional”.3
Trujillo aprovechó este plan para volver a destacar el contraste entre las épocas
pasadas, caracterizadas por la frustración, y el presente de realización nacional. Procla-
maba en ese discurso que había tenido que desplegar una transformación completa,
lo que equivalía al surgimiento de un nuevo ordenamiento estatal: “Fue aquella una
labor penosa, áspera, ingrata, lenta y de detalle; pero correspondía a esa visión de
conjunto de la organización del Estado que desde un principio pude captar y que
me llevó a la convicción de que éste no podía sobrevivir, ni mucho menos servir los
fines de su creación frente a su pueblo y frente al mundo, si no se llevaba a efecto
en seguida una transformación drástica, pero de urgente perentoriedad, en los con-
ceptos que en el manejo de la Hacienda Pública habían prevalecido en el país casi
de un modo tradicional”.

3
S. Salvador Ortiz, “Proyecciones de la política monetaria de Trujillo”, Estudios de la economía dominicana,
Ciudad Trujillo, 1954, p. 14.

46

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

Hay razones para aceptar que Trujillo estuvo atento a la labor que realizaban
los funcionarios especializados para sentar las bases del sistema financiero. En
diversas comunicaciones que remitió a partir de finales de 1946 expuso su con-
cepción de que debía instalarse
un sistema regulador escrupu-
losamente normado, pero con
la autonomía necesaria de cada
una de sus partes. Enviaba a los
agentes privados el mensaje de
que cada banco podría deter-
minar sus políticas, las cuales
por tanto no estarían sujetas
a mandatos provenientes del
sector público; al mismo tiem-
po defendió el criterio de que
el Banco Central, la Junta Mo-
 @         +  $       netaria y la Superintendencia
 4   *(  + 2    + '  K @ 5 $3) 5; de Bancos fuesen investidos de
   
amplias atribuciones. Por ejem-
plo, se mostró partidario de que la Superintendencia tuviese la facultad de realizar
inspecciones al Banco Central o de que el Banco Central no fuese una dependencia
de la Junta Monetaria.
El dictador recogió los pareceres de los economistas para proponer un progra-
ma que conjugara la estabilidad financiera con el propósito de que redundase en
beneficio del desarrollo económico. En tal sentido, enunció un primer principio
de que el crédito debía expandirse racionalmente, de manera que no provocase
inflación; en la misma dirección, propuso la armonización de las políticas fiscales y
monetarias, todo ello orientado a garantizar la estabilidad de los precios en benefi-
cio del consumidor y de la capacidad de generación de riquezas.
El mismo hecho de que se creara una moneda nacional fue considerado por los
funcionarios del régimen como un factor de descenso de la inflación, puesto que
la circulación del dólar impedía que el país dispusiera de mecanismos para accio-
nar sobre los precios. En la misma línea, se argumentó que la institución emisora
a crearse debería mantener las reservas estrictamente necesarias para garantizar
la estabilidad, por lo cual era conveniente darle uso productivo a los excedentes
en dólares recogidos por el gobierno en el momento de la creación del peso. Se
veía también crucial que se observara la legislación que dio lugar al Banco Central
para una administración adecuada de esas reservas monetarias, medio de prevenir
cualesquiera fluctuaciones nocivas. Estaba sobrentendido que el peso debería estar
totalmente respaldado por oro y divisas para que mantuviese el valor externo y la
convertibilidad.

47

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

En resumen, el Banco Central, al tener el monopolio de la emisión, asumía la


obligación de compatibilizar estabilidad y desarrollo por medio de la promoción de
la liquidez y de la solvencia del sistema bancario, del mantenimiento del valor de la
moneda y de su convertibilidad, de la conservación de las reservas monetarias y del
equilibrio de las transacciones con el exterior.
A diferencia de antaño, con una mo-
neda propia el crédito estaría al servicio
del incremento de la riqueza nacional. Por
tanto se defendió una política dirigista, ad-
mitida como heterodoxa, sustentada en el
control selectivo del crédito. No cabe duda
de que eso fue en efecto lo que se produ-
jo, solo que no en función de un abstracto
desarrollo nacional, sino de los intereses
corporativos de Trujillo. Los antecedentes
del Banco de Reservas y del Banco Agrí-
cola trazaban las pautas de la política a se-
guir, cauta y desarrollista al mismo tiempo.
Ya con la posibilidad de manejo moneta-
rio, estos dos bancos estatales pasaron a
encontrarse en condiciones óptimas para
su función a favor del desarrollo. Eviden-
cia de ello se encontró a posteriori en la
expansión acelerada del crédito, que en
el caso del Banco de Reservas pasó de 5.5
millones en 1946 a 25.5 millones en 1952;
por su parte, el Banco Agrícola, que fue
creado en 1945 con 2 millones de capital,
pasó a tener 100 millones en 1952.
En cuanto al Banco Central, el prin-
cipio cardinal que se plasmó en la ley
orgánica consistió en una sólida reserva
monetaria –en oro, divisas y derechos en
2     *  @
el Fondo Monetario Internacional (FMI)–
con un mínimo de un 50% de la emisión. En esa ley se estipuló la garantía ilimitada
del Estado a la emisión monetaria. Más aún, con el tiempo se proclamó que el go-
bierno mantenía una reserva superior a la requerida. Por ejemplo, en 1954, después
de la liquidación de la deuda interna, la reserva debía estar situada en 22.3 millones,
pero se elevaba a 31.1 millones. Era evidente que el régimen hacía galas de fortale-
za, pues se estaba beneficiando de los altos precios de las exportaciones por efecto
de la guerra de Corea, entre 1950 y 1953.

48

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

Realmente, la creación de la moneda nacional tuvo consecuencias beneficiosas


en la expansión del crédito, la disminución de los precios y la reducción de las tasas
de interés, que pasaron a colocarse entre 6 y 7% para la banca comercial y en 4%
en los créditos del Banco Agrícola, cuando antes habían oscilado entre 10 y 12%.
En lo que respecta propiamente a la supervisión bancaria, se proclamaba el efecto
a favor del desarrollo que estaba llamado a tener el régimen legal de los bancos,
sujeto a la administración de la Superintendencia de Bancos, pues los crecientes
recursos del sistema financiero se orientarían a la creación o ampliación de empre-
sas agrícolas e industriales. Esta proclama realmente se plasmó con motivo de las
maniobras efectuadas en 1953, que llevaron a la formal desaparición de la deuda
interna sobre la base del incremento artificioso de los activos de los tres bancos esta-
tales, lo que permitió que estos se canalizaran en beneficio de empresas propiedad
de Trujillo: la ley 3590 de ese año permitió que los bancos realizasen inversiones
de todo género y la ley 3646 autorizó al Banco Agrícola a emitir obligaciones para
captar recursos que le posibilitaran extender créditos por el orden de 50 millones de
pesos, lo que le hizo factible adquirir por 20 millones varias empresas de Trujillo. La
culminación de la expansión del crédito fue la autorización al Banco Central, por
medio de la ley 3681, para descontar o comprar documentos. Todo ello implicaba
un aumento de la emisión en forma de títulos, para que la banca estatal financia-
se las actividades de Trujillo sin vulnerar los preceptos en boga de la regulación
bancaria, puesto que esos valores presionaban poco sobre el tipo de cambio y la
tasa de interés.

LAS PRIMERAS ACCIONES TRAS LA FUNDACIÓN

A pesar de la importancia que se le concedió a la Superintendencia de Bancos


como institución partícipe de la autoridad financiera del Estado, los primeros infor-
mes dejan la impresión de que no se sabía lo que se tenía entre manos, no obstante
la presencia de norteamericanos experimentados en la Junta Monetaria. Estos ase-
sores, que habían estado laborando en el Banco de Reservas, tuvieron protagonismo
en el diseño de los instrumentos que acompañaron la creación del peso.
En la práctica, por lo que se infiere de las comunicaciones y resoluciones, la Su-
perintendencia respondía a las orientaciones normativas que se fijaban en la Junta
Monetaria. El superintendente fue designado como asesor de la Junta Monetaria, a
cuyas sesiones debía asistir. En realidad, en su relación con la superioridad del Es-
tado, la Superintendencia obedecía a los dictados del secretario de Finanzas, quien
además era el presidente de la Junta Monetaria. Esta situación se ratificó en la ley 708
de 1965, aunque paulatinamente la Superintendencia fue ganando espacios pro-
pios, que fueron recogidos por la ley vigente, la 183-02, de noviembre de 2002.
De manera puntual, las primeras acciones, días después de la fundación, consis-
tieron en la emisión de tres circulares: la número uno aclaraba que su dirección era

49

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

la calle Mercedes 38 y el apartado postal el 33; la número dos remitía un formulario a


la banca para que informase las transacciones con divisas, y la número tres solicitaba
a los administradores de los bancos comerciales informes semanales sobre sus exis-
tencias de billetes y monedas.4
En sesión del 23 de octubre de 1947, la Junta Monetaria definió una metodología
para que se recogiera la información relativa a encaje legal en un formulario. Este
constaba de quince casillas, en las cuales se debían consignar los datos desglosados
sobre depósitos según tipo de cuenta.
Un mes después de creada, la Superintendencia comenzó a emitir resoluciones
firmadas por su titular Virgilio Álvarez Sánchez, en las que aprobaba los ejercicios
financieros de todos los bancos. En la resolución No. 4, de 9 de diciembre de 1947,
se instruía a los bancos comerciales sobre la forma en que debían publicar sus balan-
ces anuales. Ese esquema se hacía extensivo a los estados condensados de las opera-
ciones al concluir cada trimestre. La publicación debía realizarse no más de treinta
días después del cierre del ejercicio anual, y veinte días del trimestral. El instructivo
se correspondía con la metodología corriente de la contabilidad: en el activo se
debían consignar los efecti-
vos depositados en caja, en
el Banco Central, en la Re-
serva Federal de los Estados
Unidos, en la casa matriz, en
el exterior y en otros bancos
corresponsales; además se
debían incluir los cheques
sobre bancos locales, obli-
gaciones gubernamentales,
otros bonos y valores, prés-
tamos y descuentos, bienes
inmuebles y otros activos. En
el pasivo se debía consignar
&     $       .  ; el capital pagado, los fondos
)+    de reservas, las ganancias no
repartidas, las reservas para
intereses, los montos de las cuentas corrientes, de ahorro y de otros tipos, y las deu-
das con otros bancos y corresponsales.
De las informaciones recopiladas se desprende que en sus primeros tiempos a la
Superintendencia de Bancos, por orientación de la Junta Monetaria, le interesaba
controlar básicamente la existencia de dinero en los bancos comerciales, el movi-
miento de las divisas y la aplicación de las resoluciones acerca del encaje legal, esta-
blecido en 25% para los depósitos a la vista y 12.5% para los de ahorro, plazo fijo y

4
Informe de 1947 de la Superintendencia de Bancos al Secretario de Estado de Finanzas.

50

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

especiales. No queda claro si antes de la creación de la Junta Monetaria, en octubre


de 1947, había regulaciones acerca del encaje legal, pero lo más probable es que no
fuera así, porque no se han encontrado referencias alusivas al tema, pero sobre todo
porque no existía una emisión de moneda fiduciaria y la moneda local fraccionaria
que venía emitiéndose desde 1938 se suponía que tenía valor intrínseco. Abona tal
hipótesis el hecho de que los dos bancos comerciales extranjeros carecían de capital
y reservas en 1947.

    $         ' K @ 5$3) 5+ G
C @  

Se estableció una etapa de transición, durante la cual coexistieron los dólares y


los pesos, en la que el encaje legal podía mantenerse en forma de billetes de pesos,
dólares o moneda fraccionaria nacional. Se dejaba a los bancos la opción transitoria
de depositar la proporción “que les convenga” de esos recursos en el Banco Central.
A tono con tales preocupaciones, entre el 7 y el 28 de noviembre de 1947 se
llevaron a cabo dieciséis inspecciones en las oficinas principales y las sucursales de
los bancos comerciales. Por lo que se desprende de la memoria de ese año, las ins-
pecciones se limitaron a contabilizar la existencia monetaria. El primer resultado
fue que en las bóvedas de los tres bancos comerciales y sus trece sucursales había
10,463,526 dólares y pesos, a los que se agregaban 4,165,000 dólares en el Banco
Central.
Aunque no se da ningún detalle, se concluye que se cumplían las disposiciones
sobre encaje legal “en exceso”. En los años subsiguientes se mantuvo la tónica de que

51

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

las inspecciones se llevasen a cabo en todas las sucursales por separado. A menudo se
trasladaba el mismo superintendente, incluso a sucursales en otros lugares del país.
De manera invariable se consignaba que los bancos “se encontraban dentro de las
disposiciones legales que rigen el encaje legal y que la existencia de sus efectivos
verificados estaba de conformidad con los libros de contabilidad”.5

Cuadro II.3
Disponibilidades de los bancos, noviembre 1947
%   !;=A:;B"!>
&  A;"::;="A>
.    "><;"!>
%      =;<";>>>>
  =;<B;>>>>
1  DAnuario estadístico de la República Dominicana;B=!

A partir del momento en que se dispuso el traspaso de varias compañías agrícolas


e industriales al Banco Agrícola, estas quedaron también bajo la supervisión de la
Superintendencia. Fueron las siguientes: Chocolatera Sánchez, Almacenes Generales
de Depósitos, Salinas Nacionales, Minas de Sal y Yeso, Ferrocarriles Dominicanos,
Mecanización Agrícola y Fábrica de Sacos y Cordelería. A veces se variaban las cla-
sificaciones de las empresas, obviamente por decisión del propio Trujillo, quien
procedía a reorganizarlas a su conveniencia.

)  $3) 5

5
Superintendencia de Bancos, “Informe de 1948”, p. 253. Todos los informes anuales de la
Superintendencia de Bancos, en caso de no tener referencia editorial, forman parte de las memorias
de la Secretaría de Estado de Finanzas, que durante unos años se denominó de Tesoro y Crédito
Público.

52

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

Desde el punto de vista conceptual, en un inicio el ámbito de las inspecciones


no se apartó mucho del enunciado señalado anteriormente, como se observa en
uno de los preámbulos de la memoria de 1952, en el que se expresa que se acor-
dó “señalada consideración a las disposiciones legales vigentes, relativas a los tipos
máximos de intereses, al monto de las inversiones que cada institución está autori-
zada a realizar, a los límites de operaciones de préstamos, a los respaldos crediticios,
a los cálculos y composición de los encajes legales, a la correcta presentación de los
balances y a otras disposiciones de no menos importancia”.6

1  L' M$3) 5

Dos años después se estableció una conexión entre las variables cubiertas por
las inspecciones y las estadísticas que la Superintendencia consideraba necesario
adjuntar a sus informes anuales.

Sobre los préstamos realizados por las instituciones bancarias, los


depósitos individuales y comerciales, y de ahorros, los préstamos rea-
lizados por el Banco de Crédito Agrícola e Industrial de la República
Dominicana, las inversiones en títulos públicos de los bancos comer-
ciales y del Banco Central, la existencia de efectivo en caja y de los
depósitos de los bancos comerciales en el Banco Central, compra y
venta de divisas, promedio de los depósitos de los bancos comerciales
y encajes legales requeridos, resumen de los depósitos vigentes en los
bancos comerciales […].7

6
Superintendencia de Bancos, “Memoria 1952”, p. 222.
7
Superintendencia de Bancos, “Memoria 1954”, p. 272.

53

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO EN EL LARGO PLAZO

El análisis de series que abarcan un período prolongado permite captar proce-


sos que de otra manera no se apreciarían suficientemente. Sin embargo, tal análisis
comporta problemas derivados de los cambios de metodología en la elaboración de
las estadísticas y las cifras diferentes que sobre una misma variable ofrecen diversas
instituciones.
Una primera dificultad se presenta en la incompatibilidad entre los datos prove-
nientes de los Anuarios estadísticos y los de la serie histórica elaborada por el Banco
Central. Como se observa en los cuadros II.2 y II.4 el brinco entre los valores de la
cartera de préstamos en el período 1950-1954, provenientes de los Anuarios, y los
de 1958-1959, primeros años de la serie del Banco Central, no puede responder
más que a diferencias en la metodología de elaboración de ambas estadísticas. Por
ello, se ha optado por no incorporar al análisis que sigue el período previo a 1958,
limitándolo al realizado en páginas previas.

Cuadro II.4
        

Cartera/Activos
 Activos Cartera de crédito
%

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1959 ">"> BB> !B!
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1966 A"":> " !> <AA
1967 A"!:> ">B> " <
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54

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

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2006 =<B;=B> A=:;>< = " 
2007 ":<;=""=! :>>;A<:B "<>
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2009 <!";=< = :B";> >B" " "
2010 !!!;>>< =">;><B"B "!B
2011 B>;AAA< =BB;:A=A "<
Fuente: Hasta 1999 datos de la serie histórica del Banco Central; desde 2000, datos de
la Superintendencia de Bancos.

55

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

De acuerdo con la serie de estadísticas financieras (1958-2011), preparada por


el Departamento de Gestión de Riesgos y Estudios de la Superintendencia de Bancos,
por amabilidad de su director, Jesús Geraldo Martínez, con la colaboración de Luisa
Ericka Pérez (cuadro anexo II.1), hasta 1973 los datos disponibles corresponden
a las variables financieras de la banca comercial. A partir de 1974, estas series in-
cluyen los datos de los intermediarios financieros no monetarios publicados por
el Banco Central en el CD-Room interactivo “Estadísticas del Banco Central de la
República Dominicana: 1947-2003”. Esto genera un incremento significativo de la
relación activos/PIB, por lo que se procedió a prolongar la serie relativa solo a la
banca comercial, para analizar los datos homogéneos de las relaciones activos/PIB
(cuadro anexo II.2).
Por el lado de los valores del PIB, ya se ha visto que hubo cálculos retrospectivos
desde inicios de la década de 1940, dirigidos a tener una idea de la evolución inme-
diatamente previa de la economía dominicana. Esos estimados no fueron tomados
en cuenta posteriormente para fines de elaboración de series estadísticas. El Banco
Central comenzó a realizar cálculos acerca del PIB desde su propia fundación en
1947, aunque solo comenzó series oficiales a partir de 1950. Hoy día, sin embargo, la
recopilación de esta variable realizada por la propia institución comienza en 1958,
es decir, nueve años después de montada la serie. No está establecido por qué se
omitió el grueso de la década de 1950, pero es probable que se haya debido a una
consideración crítica de la fiabilidad de los datos.
Otro problema que se enfrenta con la serie histórica del PIB a precios corrientes
–que es la que se relaciona con las variables financieras– es el cambio de metodolo-
gía que se operó en 1991, que resulta en una modificación importante en los valores
estimados de esa variable; por ejemplo, en el primer año de aplicación, la nueva
metodología arroja valores superiores en 28% a los que resultan con la metodología
anterior. Estas variaciones en el estimado del PIB producen saltos bruscos en las
relaciones entre esa variable y las financieras, lo que dificulta el análisis de las series
históricas cuando desaparecen los valores del PIB según la metodología anterior. En
el cuadro II.5 se ha tratado de soslayar este problema presentando valores alternati-
vos (según la metodología empleada) que permiten solapar series disímiles.
Por lo tanto, estas series estadísticas a menudo tienen mayor valor para dar
cuenta de espacios temporales restringidos, en los cuales la información es funda-
mentalmente homogénea y los procesos no presentan disrupciones que dificulten
la claridad de su percepción.
Para fines generales, la relación clave en el largo plazo, y aun en ciertos aspectos
de la coyuntura, es entre activos y PIB. Los demás coeficientes apuntan a aspectos
más específicos sobre determinados comportamientos del sistema bancario, por lo
que tienen menos importancia en la perspectiva del largo plazo. Desde luego, per-
miten apreciar procesos coyunturales de cierta relevancia, que tienen que ver con
decisiones de los agentes del sistema financiero o bien con situaciones que se les
impusieron por el funcionamiento global de la economía.

56

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

A partir de estas series cuantitativas se puede formular la tesis sobre la corre-


lación positiva entre el crecimiento de la economía y la participación del sector
financiero en el PIB. Entre 1959 y 1961, años de crisis abierta de la dominación
trujillista, el PIB, a precios constantes, según se observa en el cuadro del anexo II.3,
se mantuvo fundamentalmente estancado: aunque en 1960 experimentó un creci-
miento de 4.9%, en 1961 retornó prácticamente al valor de 1959, ligeramente por
debajo de 770 millones. En esos mismos años el coeficiente de activos de la banca
comercial sobre el PIB a precios corrientes se redujo desde 22.4% en 1958 a 19.3%
en 1960 y 21.0% en 1961. Es llamativo que los activos del sector bancario llegaran a
un mínimo de 139.6 millones en 1960 frente a 160.2 millones de 1958. En la larga
serie del cuadro II.4 se observa que únicamente en 1964 se registró otra ligera caída
en los activos bancarios, de apenas 2.7%.

Cuadro II."
         
/PIB corriente (%)

Act. Bca. Act. Bca. Act. Sist.


 Act. Sist.
Comerc.*/ Comerc.*/ PIB Financ/PIB
año: Financ/PIB, %
PIB, % NM**, % NM**, %

1958 AA=
1959 A<
1960 B:
1961 A>
1962 A>=
1963 A>!
1964  =
1965 A= 
1966 A"
1967 A:
1968 A!
1969 A<B
1970 A!
1971 A !
1972 A!B
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1982 :A  ""=
1983 A B "A

57

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Cuadro II.5
         
/PIB corriente (%) - Continuación

Act. Bca. Act. Bca. Act. Sist.


 Act. Sist.
Comerc.*/ Comerc.*/ PIB Financ/PIB
año: Financ/PIB, %
PIB, % NM**, % NM**, %

1984 A<A =!"


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1986 :  "= 
1987 A!= ">B
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1990 A<= =":
1991 A:  > : ! :>A
1992 A== B =B :A!
1993 A<" BB ==< ::"
1994 A": B =A! :A
1995 A<> A>> =A: :A"
1996 A B AA! ="B :<>
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1998 ::" A<> =<A :"B
1999 :!: :>A ">! =
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2001 ="A :B  "B" "A=
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2003 "B =A  <=< "::
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%  BB<      (    
EE#.D&0     @       

En los años siguientes a la muerte de Trujillo, probablemente por el ambiente de


incertidumbre que provocaba la inestabilidad política, la recuperación del PIB inicial-
mente mostró un ritmo mayor que el de los activos bancarios. Es curioso que fuese en
1965, año de la Revolución de Abril y de caída en el PIB, cuando la relación activos
banca comercial/PIB sobrepasó el valor mostrado en 1958, para alcanzar un 24.8%.
El incremento en este coeficiente no se generó únicamente por la disminución del
PIB, puesto que los activos se elevaron desde 199.6 a 227.5 millones.

58

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

A partir de 1966 se entró en una fase sostenida de incremento de la profundi-


dad bancaria. Del nivel promedio de 20.7% en 1961-1963, se pasó a 25.1% en 1966,
siguió a 27.1% en 1970 y culminó en 36.1% en 1974. Este crecimiento tan acelerado
del coeficiente activos de la banca comercial/PIB respondió, todavía con mayor
claridad que en períodos anteriores, a los efectos favorables del crecimiento sobre
la dinámica de los activos bancarios. Lo que subyacía era que la economía domini-
cana había crecido en el quinquenio anterior (1969-1973) a un ritmo promedio de
11.3% anual.
En 1974 las magnitudes de las principales variables bancarias experimentaron
un salto impresionante: según las cifras de la serie histórica del Banco Central (re-
lativas a la banca comercial), los activos crecieron en 48.5%, evolución originada
fundamentalmente en el incremento de los depósitos a la vista de la banca en el
Banco Central (108.2%) y en un incremento de 43.5% en el crédito interno; según
las cifras de la Superintendencia (relativas a todo el sistema financiero), los activos
del conjunto del sistema se incrementaron ese año en 94.1% y la cartera de crédito
en 95.5% (ver cuadro anexo II.1). La contrapartida de esta dinámica de los activos
de la banca se ubica en la registrada por los depósitos del público, que crecieron en
43.6%. Se puede resumir, en consecuencia, que 1974 fue un año de enorme expan-
sión en la liquidez de la economía, posiblemente por el incremento de 44.0% en el
valor de las exportaciones. Sin embargo, el PIB real perdió parte de su dinamismo
anterior, pues solo creció en 6.0%.
A partir de 1974 el valor del coeficiente activos del sistema financiero/PIB mues-
tra una tendencia a mantenerse estancado por debajo del 50% (también la relación
activos bancarios/PIB se mantiene por debajo del valor alcanzado en 1974); solo
en años contados se supera ese valor. El nuevo despegue de los activos del sistema
financiero se produjo a partir de 1999, como se observa en las diversas mediciones
que figuran en el cuadro II.5, dependiendo de la serie de PIB que se utilice. Medida
contra las más recientes estimaciones del PIB a precios corrientes, la relación activos
del sistema financiero/PIB aumentó desde 35.9 en 1998 hasta 53.4% y 53.3% en
2002 y 2003, cuando estalló la crisis de tres de los principales bancos.
El último aspecto relevante de esta serie es el comportamiento en la casi década
transcurrida entre 2003 y 2011. Como se acaba de ver, la relación activos/PIB había
alcanzado un máximo en 2003, tanto para la banca, ya transformada en banca múl-
tiple, como para el conjunto del sistema financiero. Ahora bien, en 2004, cuando
se hizo sentir el impacto de los gigantescos fraudes, por efecto de las quiebras de
los bancos que los realizaron, se produjo un desplome de ese coeficiente desde ese
53.3% a 40.2%, valor que no se logró sobrepasar en los años posteriores. Tan solo en
2011 se observa una leve elevación hasta 42.0%, muy inferior al predominante en los
años previos a las quiebras. El efecto de esta situación fue tan intenso que ocasionó
que el coeficiente activos/PIB no se recuperara hasta el día de hoy. Este coeficiente
no se correspondió con la dinámica de crecimiento de la economía desde 2005.

59

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Pero con todas las oscilaciones registradas, evidentemente, se produjo un creci-


miento sostenido en la relación examinada. Analizando el indicador de profundi-
dad financiera de la banca comercial, se observa que la relación activos/PIB, que
alcanzó un promedio de 22% en promedio en los años 1958-1959, aumentó a 36.1%
en 1974 y posteriormente a 51.9 en 2003. Aunque después de ese año se experimentó
el retroceso visto, la serie que incorpora la nueva medición del PIB muestra que, de
todas formas, la relación activos bancarios/PIB se mantiene considerablemente por
encima de los valores históricos. Una evolución paralela se tiene cuando se analizan
las series de activos del sistema financiero y PIB.
Con relación a la participación de la banca comercial en el sistema financiero,
se observa una disminución desde 77% en 1974 a 54% en 1987. Es a partir de 1990
(con la reforma del sector financiero) y sobre todo de 1995 cuando se retoma un
peso creciente de la banca en el sistema, que alcanza un promedio del 80% de los
activos del sistema financiero durante el período 2003-2011.

Cuadro II.6
       
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La conclusión plausible que tiene esta dinámica radica en que las reformas que
se introdujeron en el sistema financiero a partir de 1991 y sobre todo de 1993, que

60

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

culminaron en la Ley Monetaria y Financiera 183-02, de 2002, despejaron obstácu-


los que impedían la expansión de la banca múltiple. Adicionalmente estas refor-
mas contribuyeron a disminuir impactos negativos que había registrado el sistema
financiero hasta esos años, como la quiebra de algunos de los principales bancos y
notoriamente de la generalidad de las llamadas financieras comerciales.

61

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

CUADRO ANEXO II. 1


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Valores en millones de pesos y porcentajes

Producto Tasa de Tasa de


 Activos Cartera de
Interno Bruto Activos crecimiento Disponibilidades crecimiento
año: % PIB* crédito
nominal* nominal (%) nominal (%)

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62

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

Índice
Tasa de Cartera de Cartera Tasa de Disponi-
Nivel de Captaciones de
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morosidad % PIB* solven-
nominal (%) PIB* total nominal (%) depósitos
cia

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63

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

CUADRO ANEXO II. 1 (continuación)


   !"  # $&'+;<=>$=
Valores en millones de pesos y porcentajes

Producto Tasa de Tasa de


 Activos Cartera de
Interno Bruto Activos crecimiento Disponibilidades crecimiento
año: % PIB* crédito
nominal* nominal (%) nominal (%)

1996 A::; :::> =;A > AA< :<> :;>="A> :> =B;>B:A>
1997 A!=;=A:B> B;BB!B> B= ::" ";: B >  > <;=:!>
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64

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

Índice
Tasa de Cartera de Cartera Tasa de Disponi-
Nivel de Captaciones de
crecimiento crédito% vencida Captaciones creci miento bilidades /
morosidad % PIB* solven-
nominal (%) PIB* total nominal (%) depósitos
cia

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65

/LEUR6,%LQGE DP
/LEUR6,%LQGE
CUADRO ANEXO II.2
Estadísticas históricas del Sistema Financiero. Activos/PIB (millones y %)

Act. Banca Act. Sist. PIB. A Act. Bca. Act. Sist. Act. Sist. Activos Bca.
 PIB. Nueva Act. Banca
comercial Financiero. precios comercial/ PIB Finc/ Financ/ comercial/
de: metodología comercial / PIB,%
(BC) (SB) corrientes NM,% PIB,% PIB NM,% Sist. Financ.
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DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

CUADRO ANEXO II.3


PIB a precios constantes
Millones de pesos
Precios 1962
1952 ""! 
1953 "">!
1954 " A"
1955 <  
1956 < >A
1957 !A::
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68

/LEUR6,%LQGE DP
CREACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

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1990 :;!:<B Precios 1991
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69

/LEUR6,%LQGE DP
/LEUR6,%LQGE DP
CAPÍTULO III

EVOLUCIÓN DURANTE
LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO

ENTIDADES BANCARIAS EN LA DÉCADA DE 1950

Las actividades de la Superintendencia de Bancos pudieron mantenerse en planos


restringidos a lo largo de la década de 1950 debido a que no se alteró la estructura
del sistema bancario tras los cambios vistos.
Escasearon las novedades. La primera
fue la fundación del Banco de Crédito y
Ahorros en 1949. Su principal propieta-
rio era Antonio Ibarra Fort, hijo de Juan
Alejandro Ibarra, un conocido promotor
inmobiliario que construyó la barriada de
Villa Francisca a partir de 1912. Es posi-
ble que Trujillo autorizase la instalación
de este banco como pretendida evidencia
de que existía un clima de respeto a la in-
versión privada. De todas maneras, en nin-
gún momento el Banco de Crédito y Aho-
rro llegó a una dimensión que pusiera en
riesgo la primacía del Banco de Reservas.
Al parecer, se planteó pagar tasas pasivas
de interés superiores a las del Banco de
Reservas. Esto ocasionó que algunos ren-
tistas que basaban sus inversiones en prés-
tamos con garantía hipotecaria, lo que era
común en la época, depositaran dinero en
-  0  cuentas de ahorro de este banco.

71

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

En los años 50 no se fundó ningún otro banco, por lo que el crecimiento del
sistema se limitó a acompañar el dinamismo del PIB. Pero esto no requería de
un sistema bancario moderno, ya que el crédito no desempeñaba una función clave
en el esquema prevaleciente de formación de capitales controlado por Trujillo con
participación del Estado.
La formalización del sistema monetario-financiero en 1947 no tuvo una inciden-
cia significativa en ampliar la dimensión del sistema bancario. Lo único relevante
radicó en que el gobierno pasó a tener información precisa de lo que acontecía
con algunas variables bancarias que interesaban para el control económico y la es-
tabilidad política. Sin embargo, como se verá más abajo, los dos organismos de la
autoridad financiera pública no tuvieron que formular correctivos importantes al
desenvolvimiento de la banca, por la razón aludida de que esta operaba de acuerdo
a parámetros conservadores, dada su vinculación con el propio Estado o con casas
matrices de bancos canadienses, ya reconocidos por su ortodoxia en el manejo de
los negocios.
En síntesis, la banca mantuvo inalterada una estructura determinada por la co-
participación del Estado y el capital extranjero de origen canadiense. Las entidades
de capital local eran todas de escaso monto, limitadas, con la excepción ya señalada,
a las casas de préstamos de menor cuantía. Las entidades estatales fundamentalmen-
te tenían el cometido de recoger los recursos del propio sector público y de hacer
operaciones con fines de fomento. Por tanto, a pesar de disponer de una porción
secundaria en el total de los activos del sector financiero, la banca extranjera era la
que se distinguía por manejar los préstamos al sector privado.
Aunque los objetivos de los bancos estatales y extranjeros fueran distintos, am-
bos sectores gozaban de amplias garantías: los estatales de todo el tinglado de poder
de Trujillo, por definición incuestionable e interesado en que las operaciones se
realizaran correctamente; la banca extranjera disponía del respaldo de las casas ma-
trices, lo que tenía indudable incidencia en una economía minúscula.
El sector estatal estaba dirigido por el Banco Central, que por ley no incluía ope-
raciones comerciales por tener el cometido exclusivo de regular el desenvolvimiento
del sector financiero nacional y su conexión con el exterior. El Banco Agrícola
recibía cuantiosas sumas para su capitalización con el objetivo de incentivar el de-
sarrollo productivo, sobre todo agrícola e industrial. Estaba supuesto a no obtener
beneficios, por lo que desde su fundación presentó un perfil particular, distinto al
de la banca comercial y asimilado a la banca de fomento. Únicamente el Banco de
Reservas, el primero en crearse de la triada, tenía un propósito propiamente comer-
cial, derivado de la recepción de depósitos del público. Empero, el grueso de los
depósitos de este banco provenía de las instituciones estatales, todas obligadas por
ley –como continúa siendo la norma hasta hoy– a operar con esa institución. Preci-
samente, la factibilidad inicial del Banco de Reservas provino del hecho de recibir
los recursos de las aduanas, cuando cesó de funcionar la Receptoría de Aduanas de
administración estadounidense, en 1940.

72

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

Como se acaba de indicar, la


banca extranjera estaba limitada a
los canadienses The Royal Bank
of Canada y Bank of Nova Scotia.
Ambos podían reclamar la condi-
ción de veteranos experimentados,
dignos de la confianza del público.
Es elocuente que Trujillo no se plan-
teara en ningún momento sacarlos
de circulación, en lo que interve-
nía en primer término los límites
de su relación sutil con los inver-
,(#@$ 
sionistas extranjeros, pero también
la decisión de respetar áreas de su presencia por motivos técnicos y económicos.
Era el caso sin duda de la banca, puesto que la presencia de los bancos extranjeros
introducía una mínima competencia, saludable para el funcionamiento del sector y
del conjunto de la economía.
El siguiente cuadro ofrece una visión del peso relativo de los bancos hacia el
final de la dictadura. Se advierte que los dos bancos canadienses mantuvieron una
porción significativa de los activos. Esto indica que operaban con eficacia y que, no
obstante el rígido corporativismo trujillista, un sector importante del capital local y
extranjero seguía prefiriendo relacionarse con ellos.

Cuadro III.
Activos de la banca, 1957
(miles de pesos)
Banco
   ";!=<
     0   B>;
 *  @ =;=!B
   +) A;<A
) *+ ,(  A=;B:!
) ,(#@$  >;:B
  =A ;>A
1  D$    ;Q.  B"!R

Se agregaban, por último, las casas de menor cuantía, previstas por la legisla-
ción desde mucho tiempo atrás, aunque en lo fundamental no sujetas a supervisión
durante la década de 1950, sobre todo antes de la promulgación de la ley de 1955
sobre préstamos de menor cuantía, a la que se hará referencia más adelante. Entre
las principales, que tenían sus locales en lugares céntricos de Santo Domingo, se
encontraban las de Nadal, Sosa y la Compañía de Inversiones. De igual manera,
en La Vega, Santiago y otras ciudades había entidades de ese género. El monto de
sus activos era muy reducido, aunque no quedó contabilizado por no ser objeto de

73

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

verdadera supervisión. Un último componente del sistema bancario existente en los


años postreros del trujillato fue la creación de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad
en 1949. Aunque con una estructura propia, dependiente de los depositantes, ope-
raba como una entidad pública.
Entre las atribuciones de la Superintendencia se incluyó el seguimiento a las
operaciones de las compañías de seguros, pero más bien por razones políticas o
de insuficiencia institucional. Otras novedades, como se observará, carecieron por
igual de mayores consecuencias, como fue el caso del Instituto Nacional de la Vi-
vienda y de una Bolsa de Valores que en realidad no prosperó. En buena medida,
la competencia de los bancos privados se restringía a la ciudad de Santo Domingo.
En el resto del país era casi exclusiva la predominancia del Banco de Reservas,
que en 1954 contaba con nueve sucursales fuera del Distrito Nacional y una en
Ciudad Trujillo. El Banco Agrícola tenía sucursales en una proporción importante
de las provincias. Del lado de la banca privada, solamente el Royal Bank of Canada
tenía cierta presencia en el interior, con cuatro sucursales (Santiago, Puerto Plata,
La Romana y San Pedro de Macorís), mientras que el Banco de Crédito y Ahorro te-
nía sucursales en Bonao y Baní, cuyas operaciones debían ser insignificantes. Como
expresión del pausado proceso de expansión bancaria, tres años después el Royal
Bank estableció una sucursal en la avenida San Martín de la ciudad capital, el Nova
Scotia otra en la ciudad de Santiago y el Banco de Crédito y Ahorros una en la ave-
nida Braulio Álvarez, otra en el ensanche La Fe y una última en Santiago.
Hasta los mismos finales del régi-
men de Trujillo se mantuvo tal situa-
ción, como se advierte en la distribución
de los activos de esos bancos. En 1957,
el 91.2% de los 428 millones de pesos
contabilizados en las seis entidades
que conformaban la banca pertenecía
al Estado. Si se aísla el Banco Central
y el Banco Agrícola, por no ser bancos
comerciales, se observa que el Banco
de Reservas manejaba el 75% de los
activos de la banca comercial, en tanto
que los dos bancos extranjeros solo lle-
gaban al 23%.
A Trujillo no le interesaba la expan-
sión bancaria en abstracto, puesto que
hubiese conllevado un protagonismo de
los grupos principales de la burguesía
     *  @
tradicional. El Banco de Reservas, por
tal razón, recibió el monopolio de las cuentas públicas desde su misma creación y el
Banco Agrícola ejerció la exclusividad de la banca de fomento. La tolerancia a los

74

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

dos bancos canadienses se puede interpretar como producto de un cálculo político,


con tal de que quedasen circunscritos a posiciones secundarias.

ESTRUCTURA ORGÁNICA Y PERSONAL DE LA SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

En sus primeros años, la Superintendencia de Bancos era en extremo pequeña,


lo que guardaba relación con sus limitadas prerrogativas y actividades. No solamen-
te se contaba la empleomanía con los dedos de los pies y de las manos, sino que las
funciones no estaban claramente deslindadas, por cuanto no había departamentos
ni cualquier otro criterio de especialización de actividades por grupos de personas.
Se infiere que la categoría clave era la de inspector técnico, que solo con el
tiempo fue dividida en tres escalas, además de la de inspector especial. El número
de inspectores por lo demás era muy reducido, como se ve en el hecho de que en
1948 apenas ingresaron dos. Había además auxiliares, a los que se agregaban meca-
nógrafos y mensajeros.
Al parecer, en los hechos la dirección de
las actividades técnicas la llevaba el segundo
al mando, con el cargo de contador ayudan-
te hasta 1957. De acuerdo a las memorias de
los primeros años de la década de 1950, las
personas que ostentaban las posiciones de
inspectores o auxiliares fueron las siguientes:
Josefina Bounpensiere, Joaquín Hernández,
Ignacio Manuel González, Pedro Miguel Ca-
ratini, Manuel María Patín, Carlos Manuel
Peña Frómeta, Luis A. Martínez, Enrique
García, Amadeo Serra, Germán Martínez, Ju-
lio Bodden, Sigfrido Objío, Osvaldo Suncar
Méndez, Julio César Sardiñas, Rafael Arturo
Núñez y Julio Oscar Félix Gimbernard.1
En 1952 se produjo una reorganización
administrativa, concebida para prestar los
& .  
servicios con mayor eficacia, de la cual se des-
prendió un plan a diversos plazos. Se designaron nuevos inspectores y se les instruyó
en los principios técnicos del sistema financiero para desempeñar sus funciones.

1
Julio Oscar Félix Gimbernard fue designado superintendente de Bancos por el Gobierno de
Reconstrucción Nacional, presidido por el general Antonio Imbert Barrera, por medio del decreto
92, de 9 de agosto de 1965. Su nombre no figura en la relación de superintendentes seguramente
por haber entonces dos gobiernos en el país y por el hecho de no haber ejercido funciones, dado que
las sedes de todos los bancos comerciales se encontraban en la zona del gobierno constitucionalista
presidido por Francisco A. Caamaño. Información de Marcos Soto.

75

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Un aspecto relevante de este plan fue la aprobación por el presidente de la


República del Reglamento Interno, en el que se consagraron disposiciones sobre
organización administrativa, con atribuciones y funciones del personal técnico y
administrativo. Ese año se incorporaron nueve puestos, y se previeron creaciones
adicionales para el futuro próximo. Entre ellos cabe destacar el de encargado de la
Sección Técnica y de Inspección, el primer asomo de organización departamental.
Es posible que en tal reorganización se introdujeran por primera vez las figuras de
inspectores especiales, de larga impronta posterior, y la de un contador inspector,
encargado del área propiamente contable.

LOS PRIMEROS SUPERINTENDENTES

A pesar de las limitaciones en el


desempeño de funciones y su escasa
relevancia en el organigrama guberna-
mental, Trujillo procuró que la Superin-
tendencia estuviera dirigida por figuras
de peso, capaces y confiables para él y los
restantes agentes económicos. Esto venía
a resultar un equivalente de la presencia
de técnicos extranjeros en el Banco de
Reservas o de empresarios reconocidos
en la Junta Monetaria. Aunque había
una política financiera pautada por la
ortodoxia y las recomendaciones de los
constructores extranjeros del sistema, se
expresaba el imperativo de infundir con-
fianza y asegurar la eficacia requerida,
lo que era responsabilidad del superin-
tendente, no obstante su limitada rele-
vancia efectiva, puesto que dependía de
' K @ 5$3) 5
la Secretaría de Finanzas y giraba desde
entonces alrededor del Banco Central. Precisamente, una de las regularidades en la
designación del funcionario consistía en su desempeño previo o posterior de fun-
ciones en el Banco Central o en oficinas del área financiera.
El primer superintendente fue Virgilio Álvarez Sánchez, una señal de la impor-
tancia que el régimen le concedía a la institución. Era hijo de Virgilio Álvarez Pina
(Cucho), posiblemente el privado de más permanencia de Trujillo, no obstante el
hecho de que cayó en desgracia en varias ocasiones. El hijo brillaba en la constela-
ción de altos funcionarios, pues era objeto de las cortesías del mismo Trujillo, quien
le pedía con frecuencia que lo acompañara a su lado en actos y ceremonias.

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

En otros casos pudieron ser escogidos sujetos carentes de las competencias es-
pecíficas, pero que le otorgaban dignidad al cargo, como fue el de José Manuel
Machado, uno de los que siguió a Álvarez Sánchez en 1951. Casi una década después
fue designado rector de la Universidad, posición prestigiosa al tiempo que difícil.

         $    

Otro superintendente que destacó fue S. Salvador Ortiz, considerado como uno
de los primeros economistas del país, en extremo competente y dotado de un ele-
vado nivel cultural. Era de los pocos funcionarios habitualmente consultados por
Trujillo acerca de temas económicos. Por eso es de presumir que lo designó en el
organismo cuando sobrevinieron tiempos difíciles en las postrimerías del régimen.
Con cierta frecuencia, Trujillo llamaba por teléfono a Ortiz, sobre todo cuando fun-
gía como presidente de los bancos del Estado. Trascendió que Ortiz era capaz de
cuestionar posiciones del tirano sin temer las consecuencias. Al frente de la Super-
intendencia de Bancos, Ortiz se preocupó por dotarla de una biblioteca que tuviera
no solo una bibliografía especializada, sino también que abarcara el mayor campo
posible de temas económicos.

Cuadro III.2
Relación de superintendentes
durante la época de Trujillo
Año de
Superintendentes
nombramiento
' K @ 5$3) 5 B=!
-. .)  B=B
. .  B"=
2 SS + B"=
1 . 5#G 5 B""
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. .  B<>

77

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Normalmente Trujillo prefería que el titular durase poco tiempo, como parte de
su estilo de rotar las posiciones elevadas del Estado para atemorizar a los cortesanos.
Esto se advierte en la lista de los superintendentes hasta 1961, bastante extensa ya
que algunos de ellos permanecían apenas unos meses.

Cuadro III.3
Relación de los primeros vice-superintendentes
Año de
Vice-superintendentes
nombramiento
$ @  G B"!
   ;) B"B
.1L  B<>

Es interesante que hubiese más estabilidad en el nombramiento de los contado-


res ayudantes, quienes en verdad eran los que dirigían técnicamente la institución,
por cuanto se debió tener conciencia de que debían ser personas con experiencia
bancaria. La posición cobró mayor relieve cuando se instituyó el puesto de vice-
superintendente. Esos funcionarios, que en algunos momentos tuvieron otra de-
signación, eran nombrados por decreto, previa recomendación del secretario de
Finanzas.

SOSTENIMIENTO DE LA ENTIDAD

El artículo 7 de la Ley General de Bancos 1530 dispuso que el financiamiento de


la Superintendencia debía provenir de una contribución pagada por todas las enti-
dades financieras, conforme al monto de los activos de cada una. En una de sus pri-
meras resoluciones, la Junta Monetaria determinó que tal contribución ascendería
al 1/20 del 1% de los activos. Tal disposición implicaba que el grueso de los recursos
provendría de los bancos estatales. Más aún, al inicio los dos bancos canadienses
fueron beneficiados con exenciones de las cuotas que les correspondían, bajo el
supuesto de que no se requería inspeccionarlos, medida que luego fue revocada.
Mientras tanto, se creó un Fondo Especial para la Superintendencia de Bancos
por medio de la ley 2251, de 8 de febrero de 1950, que contemplaba las partidas
de apropiaciones anuales por las leyes de gastos públicos y las transferencias de la
Secretaría de Estado del Tesoro.
Se infiere de los informes anuales que los aportes comenzaron a operar en 1950.
Hasta entonces, el financiamiento de la institución se basaba en transferencias del
presupuesto de la Secretaría de Finanzas, seguramente muy pequeñas por no haber-
se reclutado mucha gente todavía.
En todos los casos consignados a partir de 1952 se establece que los presupuestos
elaborados para la Ley de Gastos Públicos eran siempre cubiertos por las sumas que

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

arrojaban esas contribuciones y que quedaba un sobrante que posteriormente se


traspasaba a la Secretaría de Finanzas.
Los años para los cuales se obtuvieron registros de esas asignaciones presupues-
tarias son los siguientes:

Cuadro III.4
Asignaciones presupuestarias a
la Superintendencia de Bancos
Año Monto
1957 >>;A>>
1958 >";!>>
1959 ";A>>
1960 A=;:>>
1  D.  

La distribución de la carga, como se ha señalado, no pretendía gravar a los ban-


cos canadienses o al minúsculo banco privado nacional, sino mantener la apariencia
de institucionalidad que acordaba la independencia del organismo. Así se puede
verificar en la distribución de la carga de 115,200 pesos en 1959:
Cuadro III.5
"     
de la Superintendencia de Bancos, 1959
Banco Monto de cuota
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     0   :;>>>
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.  &  B>>
1  DQ.  B"BR

LOS LOCALES

Una de las manifestaciones palpables del carácter incipiente de la Superinten-


dencia de Bancos durante su primera década fue la mudanza frecuente de su do-
micilio. Cuando fue creada, en 1947, se decidió ubicarla en el Banco Central, visto
como una entidad madre hasta en ese aspecto. El primer lugar escogido para las dos
nuevas instituciones fue la casona colonial que había servido de residencia al tirano
Ulises Heureaux, en la calle Mercedes No. 38, hoy 52, sede actual de la Academia
Dominicana de la Historia, la Academia de la Lengua y la Academia de Medicina.
El Banco Central fue ubicado en el primer piso y la Superintendencia en parte del
segundo. La secuencia de mudanzas ha podido ser establecida gracias al testimonio
de Mairení Manzano y las investigaciones de Marcos Soto.

79

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

A inicios de 1951 se trasladó a escasas manzanas, a un piso completo del edificio


El Palacio, de construcción bastante reciente, en El Conde esquina 19 de Marzo.
En 1953 por primera vez se reubicó fuera del casco colonial, en el recién inaugura-
do edificio del Banco Agrícola, en el Malecón. En 1955 se mudó a la segunda planta
de un local del Banco de Reservas, al lado de su nueva sede, en la Isabel la Católica
esquina Mercedes, donde antes estuvo el City Bank y posteriormente la oficina prin-
cipal de la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos, lugar en el que operó por
unos cuatro años. Ese espacio era compartido con la Caja de Ahorros para Obreros
y Monte de Piedad. Al finalizar 1959 de nuevo pasó a la sede del Banco Central,
enfrente de la actual. Esta última mudanza estuvo vinculada a la preocupación de
Trujillo por llevar un control personal de la marcha de la banca ante la crisis general
que socavaba al régimen.2

H     $      L%;    3)+     1

Después de la muerte de Trujillo continuó por años la inestabilidad del asenta-


miento. Esto ponía de relieve la escasa relevancia que se acordaba a la Superinten-
dencia de Bancos, que seguiría sin un local propio y digno.
No ha quedado claro cuándo se produjo el traslado a la antigua residencia de
Ramón Imbert Rainieri (Moncho), en la hoy avenida Sarasota No. 28, donde vive en
la actualidad Antonio Imbert Barrera, pero debió ser poco después de la muerte de
Trujillo. No duró mucho tiempo ahí, volviendo a la zona colonial.

2
No siempre coinciden las fuentes acerca de la cronología de las mudanzas: relatos de los veteranos,
los informes de la Superintendencia y las notas de Marcos Soto.

80

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65 AÑOS DE HISTORIA.

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83

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

El nuevo lugar fue la Isabel la Católica No. 70, esquina Emiliano Tejera, donde
con posterioridad se instaló el Banco Popular y en la actualidad se ubica el Museo
Policial. En 1963 se mudó a otro local, muy próximo al anterior, también en la Isabel
la Católica, frente al Banco de Reservas, donde funciona desde hace años el Centro
Domínico-Alemán. Luego se produjo el traslado al edificio de la Dirección General
de Bienes Nacionales, en la Pedro Henríquez Ureña esquina Pedro A. Lluberes. En
1964 se reubicó en la Dirección General de Rentas Internas, en Las Damas esquina
El Conde, hoy sede de la Embajada de Francia. Ahí se estabilizó por varios años,
hasta la construcción del edificio inaugurado en 1969.3
Esos locales eran todos pequeños. Aun en los edificios modernos a la institución
se le asignaba un espacio reducido. Casi todas las actividades se desarrollaban en un
amplio salón, carente de divisiones internas. En el edificio El Palacio, hasta el super-
intendente tenía su escritorio a la vista de los demás empleados.

ASESORÍA DE EMPRESA CONTABLE EXTRANJERA

Dadas las carencias técnicas del personal y su escasa experiencia, la Superinten-


dencia fue autorizada, el 5 de marzo de 1950, a suscribir un contrato con la Stagg,
Mather & Hough para que asesorara en la inspección de la contabilidad de todos los
bancos del sector público, el Banco de Crédito y Ahorros y el Monte de Piedad. Por
razón no estipulada, quedaron fuera los dos bancos extranjeros.
Esta empresa debió ser seleccionada por su experiencia en el país, puesto que había
colaborado con las gestiones del Banco de Reservas posiblemente desde su fundación.
Como aspecto de la ventajosa experiencia in situ, la empresa contaba con personal
norteamericano radicado en el país.
De acuerdo a la letra del
contrato, la firma auditora se li-
mitaba a proporcionar asesoría,
pero mientras se mantuvo en
vigencia en realidad era ella
la que llevaba a cabo el pro-
ceso, con una participación
secundaria de los inspectores
de la Superintendencia. Es de
señalar que la Stagg, Mather &
% G    +)
Hough no realizaba las inspec-
ciones para el cumplimiento de la normativa bancaria, sino más bien en función
de la contabilidad de los bancos. Los resultados fueron calificados de “excelentes”,
y es de presumir que el personal gubernamental fue adecuadamente entrenado.

3
Entrevistas con Mairení Manzano y Marcos Soto.

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

De tal manera, cuando se juzgó que habían sido asimilados los procedimientos, se
rescindió el contrato. En 1952 el informe anual de la entidad pudo proclamar que
en ese año ya no hubo participación de técnicos extranjeros y trazó un balance de
contribuciones. “Haciendo uso de los análisis resultantes de nuestras inspecciones,
la Superintendencia de Bancos ha contribuido al perfeccionamiento de los sistemas
contables y a la ejecución de la política crediticia y bancaria dictada por la Junta
Monetaria”.4

LA EMPLEOMANÍA EN LOS INICIOS

Durante los primeros años de existencia, la Superintendencia contó con una


empleomanía ínfima.5 En 1951, a unos tres años de creada, la planta de personal
no llegaba a veinte. Los principales puestos eran los siguientes: superintendente,
su secretario, un mecanógrafo, un encargado del Área de Seguros, un tenedor del
libro de registro del encaje legal y cuatro inspectores. En ese momento el mecanó-
grafo era Manuel Ciprián, el encargado de seguros Arturo Gil Ruiz y la tenedora del
encaje legal Amanda Garrido. Los primeros cuatro inspectores recordados fueron
Julio César Sardiñas, Oscar Félix Gimbernard, Manuel María Patín y Pedro Miguel
Caratini; este último entró un poco después que los demás.
Todos los inspectores eran contables, aunque no con grado universitario. No
obstante, desde el momento en que ingresaban a la Superintendencia, estaba so-
brentendido que eran técnicos de sobrada capacidad, con la experiencia necesaria
para realizar las inspecciones y desempeñar otras funciones. Por ello fue generaliza-
do que estos técnicos siguieran estudios en pos de mejorar su calificación profesio-
nal. Varios de los mencionados y otros que se incorporaron con el tiempo realizaron
estudios avanzados y recibieron el título de contador público autorizado (CPA). De
manera que, aunque institución humilde, la Superintendencia se adecuaba a un
patrón de cierta calidad dentro de la empleomanía media del gobierno.
Entre los sectores medios de la ciudad capital se gozaba del buen nivel de la
educación implantado por Eugenio María de Hostos y sus discípulos normalistas
a inicios de siglo. Era ciertamente una educación de élite, pero que aseguraba la
calidad, de forma que el educando se encontraba en condiciones de entrar al mer-
cado laboral con las dotes necesarias para un desempeño eficiente. La institución
era endeble, sus funciones eran elementales, la misma preparación técnica de sus
integrantes en sí era anticuada, pero existía un nivel de formación general mínimo
que era regla en el sector público de la época.
Después de los primeros pasos, cuando se completó una empleomanía juzgada su-
ficiente por el momento, la Superintendencia se mantuvo dentro de marcos modestos.

4
Superintendencia de Bancos, “Memoria de 1952”, p. 223.
5
Lo que sigue se basa en entrevista a Mairení Manzano.

85

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

A lo sumo, a partir de 1955 se hacían dos o


tres creaciones de puestos por año. De todas
maneras, es de destacar que ingresaron per-
sonas llamadas a tener amplia incidencia en
el organismo regulador y en otros del Estado,
como el doctor Antonio Rodríguez Gómez,
quien con los años llegó al puesto de inten-
dente general, o la licenciada Luisa de Windt,
quien comenzó su carrera como inspectora
de tercera clase. Como nota curiosa, en 1957
el licenciado Jacobo Majluta, futuro presiden-
te de la República por poco más de un mes,
probablemente recién graduado, ingresó con
el rango de inspector de tercera clase.
Empero, poco a poco se fue ampliando
la empleomanía como consecuencia de la
aplicación de las funciones definidas por ley.
- .  
Creció ante todo el número de inspectores,
situado para finales de 1961 en unos veinticinco, no obstante los recortes de perso-
nal que se habían hecho pocos años antes a causa de la austeridad decretada en los
años 1959 y 1960. El total de empleados de acercaba al medio centenar.

EL ORGANIGRAMA INICIAL

Se ha apreciado que los inicios fueron un tanto inciertos desde el ángulo del
desempeño de las funciones. No había divisiones departamentales ni definiciones
precisas de competencias. Pasaron años incluso sin que se aprobara el reglamento
a la ley 1530, para especificar aspectos del funcionamiento del organismo. A tono
con las exigencias de avanzar en las tareas, cuando se perfilaba el final de la asesoría de
la empresa estadounidense de auditoría, se aprovechó la aprobación del reglamento
para plasmar en él un esbozo de funcionamiento interior.
A tal efecto, el 8 de agosto de 1952, S. Salvador Ortiz, titular de la Secretaría de
Estado del Tesoro y Crédito Público, tras someterlo al presidente de la República,
aprobó por medio de la resolución 190-52, el Reglamento interior de la Superinten-
dencia de Bancos.6 Estaba dirigido a un objeto delimitado y no al conjunto de la ley:
“las atribuciones y deberes del personal de esa dependencia”.
Por una parte, se ratificaban las atribuciones del superintendente contenidas
en la ley 1530, en torno a “la aplicación y administración del régimen legal de los

6
El ejemplar mecanografiado se encuentra en la biblioteca de la Superintendencia. Se tuvo acceso a
él gracias a Marcos Soto y Mónica Bernard.

86

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

bancos”, al igual que lo correspondiente al


Área de Seguros, regida por la ley 96 de 20
de marzo de 1931, y la supervisión de las ca-
sas de préstamos de menor cuantía y las casas
de empeño y compraventa, de acuerdo con la
ley 3283. Asimismo, el superintendente debía
aplicar las decisiones del secretario de Estado
del Tesoro y Crédito Público, “quien es su su-
perior jerárquico inmediato”.7 Por medio de
este instrumento se consolidaba la ubicación
institucional en el interior de la mencionada
Secretaría de Estado, con lo que se descartaba
cualquier atisbo de autonomía. Empero, de la
misma manera, el reglamento ratificaba que el
superintendente tenía la potestad de asistir a
las sesiones de la Junta Monetaria y de los ór-
ganos directivos de los bancos del Estado, con
el fin de colaborar con sus administradores en
$$ @ C 5
asegurar la corrección de las operaciones. El
mismo funcionario quedaba responsabilizado de dirigir las inspecciones y mantener
informados tanto al secretario del Tesoro como a la Junta Monetaria sobre los resul-
tados, en particular si había violaciones a las normativas establecidas. Se consignaba
que el superintendente en persona debía asistir, o hacerse representar, a la incine-
ración de billetes deteriorados.
También se especificaban otras dos competencias operativas: formular recomen-
daciones al secretario de Estado para la designación de cargos técnicos o las desti-
tuciones y otras sanciones; y presentar un informe mensual al secretario de Estado
superior y una memoria anual en la primera mitad de enero sobre las actividades,
estado de las operaciones de los bancos y compañías de seguros y la recaudación de
los impuestos. Todo esto reafirma que el régimen había optado por no conceder
ningún margen de autonomía a la entidad, seguramente con el fin de que quedase
subordinada a los lineamientos trazados por la Secretaría de Estado del Tesoro.
A tono con los perfiles autocráticos existentes, en el artículo 11, el último del re-
glamento, se dejó al superintendente la discrecionalidad para cambiar o aumentar
las “atribuciones consignadas en el presente reglamento a las distintas secciones o
a sus funcionarios y empleados”, en aras del “mejor funcionamiento y organización
del servicio a su cargo”. Pero, de todas maneras, en un párrafo se estipulaba que el
superintendente tendría que obtener al respecto asentimiento de la superioridad.
Por primera vez se estableció una división en cinco secciones: Inspección, Seguros,
Archivo y Aprovisionamiento, Contabilidad y Correspondencia. Es de notar que estas

7
“Reglamento interior de la Superintendencia de Bancos”, p. 1.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

secciones no se definían como departamentos, lo que indica una visión poco de-
sarrollada de un organigrama. Secciones como Correspondencia o Contabilidad
quedaban en igualdad de condiciones que la de Inspección. De tal manera, la única
definición de organización de tareas técnicas se producía en la división entre esa
sección y la de Seguros, habida cuenta que las otras tres se referían a aspectos admi-
nistrativos internos.
Además de especificar las funciones del superintendente, en este reglamento
interno lo más importante versaba sobre las asignadas al contador encargado de la
Sección Técnica y de Inspección. Aun así, no se iba demasiado lejos. El primero de
los ocho acápites ordenaba al contador encargado velar por que las inspecciones
se llevasen de manera satisfactoria, conforme a las leyes y a las instrucciones del
superintendente. Sorprende la discrecionalidad que se acordaba a ambos funcio-
narios. El contador encargado era quien tenía a su cargo formular el plan anual de
inspecciones, aunque debía contar con el asentimiento del superintendente. El mis-
mo contador debía encabezar las visitas a los bancos e impartir instrucciones a los
inspectores. En adición, debía preparar los informes de cada una de las inspeccio-
nes, de los cuales se remitían copias a las entidades bancarias. Por último, también
era su responsabilidad llevar registros de las existencias de billetes en las bóvedas,
los cómputos de los encajes legales, las transacciones con divisas y los movimientos
interbancarios.
Funciones parecidas fueron asignadas al jefe de la Sección de Seguros. Se obser-
va el interés por garantizar el pago de los impuestos sobre las primas cobradas, señal
de que el área deparaba mayores beneficios al Estado. Este funcionario debía velar
por el cumplimiento de la Ley de Seguros y distintos reglamentos y disposiciones.
Se codificaban las operaciones de registro requeridas con el fin de mantener un
control riguroso del desenvolvimiento de las operaciones en el área. También tenía
que dirigir en persona las inspecciones a las aseguradoras.

LAS TAREAS DE INSPECCIÓN

Aproximadamente durante las dos primeras décadas de ejercicio de las inspec-


ciones no existió un patrón único para su realización, puesto que cada banco llevaba
un sistema contable específico. Eran muy distintos los criterios aplicados por los
bancos canadienses, de añeja experiencia, y los del sector público nacional.
Aunque el número de bancos era reducido, en los primeros tiempos los escasos
inspectores no daban abasto para llevar a cabo esa tarea. A inicios de la década de
1950, cuando se decidió comenzar la rutina de las inspecciones, como se ha visto, se
tuvo que optar por contratar a una firma norteamericana de auditores. Esto no se
debió únicamente a falta de personal, sino sobre todo a inexperiencia. Los técnicos
de la compañía extranjera, aunque laboraban al margen de la entidad, contribuyeron

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

a asentar los parámetros de la inspección, con el tiempo incorporados orgánicamente


y aplicados por los inspectores dominicanos.
El mecanismo en cuestión se centraba en inspecciones in situ: llegaba un equi-
po de dos o tres inspectores a una sucursal bancaria, conversaban con el gerente
para que les mostrara los reportes y procedían a fiscalizar las principales cuentas.
Normalmente comenzaban por contar el efectivo en bóveda, seguían los efectivos
en manos de los cajeros y por último se pasaba a la reserva, lo que resultaba más
lento. Un arqueo de ese tipo se prolongaba comúnmente por dos o tres días y, en
teoría, se llevaba a cabo cada seis meses. Lo cierto es que durante un largo tiempo
se realizó a lo sumo una vez al año, e incluso a veces pasaba más tiempo sin hacerse.
Si la sucursal era de cierta dimensión, duraba más días y se enviaba un equipo más
numeroso. Era el caso de las casas matrices, sobre todo de los bancos de mayores
dimensiones, en primer lugar el Reservas. Llegó un momento, a medida en que se
fue dominando el procedimiento y se incrementaron los equipos, que se dejó de
hacer la inspección a una sucursal aislada y pasó a realizarse sobre toda la entidad,
lo que incluía la sede y las sucursales.
Un segundo componente de las inspecciones se llevaba a cabo por correo, soli-
citando información a los depositantes o acreedores. Dada la gran cantidad de con-
sultas por ese medio, la Superintendencia obtuvo franquicia postal el 1 de abril de
1950. Como el número de cuentas era voluminoso, la información obtenida en los
libros de los bancos se cruzaba con la que se solicitaba a los depositantes o acreedo-
res de manera aleatoria, de acuerdo a porcentajes para cada banco. Especial impor-
tancia se acordó a las cuentas de ahorro, que representaban una porción elevada del
total de captaciones y se consideraban las más importantes para la estabilidad finan-
ciera. A pesar de que el cotejo de ambas fuentes de información era una operación
lenta y que no se encontraron nunca divergencias importantes, el procedimiento se
mantuvo.
El Banco Central no estaba sometido a inspecciones, salvo en el conteo de bi-
lletes. En los hechos, además, los criterios al respecto para los bancos estatales eran
menos exigentes que para los privados. Desde cierto momento se incluyeron las
casas de préstamos de menor cuantía, pero no así las casas de empeño, por cuanto
no había instrumentos legales al efecto.
La forma embrionaria en que se realizaban las inspecciones se compensaba con
el escaso número de bancos y los montos reducidos que manejaban. Todo se faci-
litaba por estar supuesto que los bancos se ajustaban a los parámetros necesarios
para llevar un manejo adecuado, fuera por las exigencias de las casas matrices en el
exterior de unos o por la búsqueda de estabilidad de parte de Trujillo. Igualmente
los clientes se esmeraban en pagar, en lo que debían incidir parámetros morales
vigentes y el temor a la autoridad omnímoda. Hasta el Banco Agrícola tenía una
reducida tasa de moras; los mismos campesinos pobres –según se consigna en docu-
mentos y entrevistas– trataban de explicar las posibles causas de los atrasos, cuando

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

se producían, y casi invariablemente terminaban honrando sus compromisos. Los


entrevistados no recuerdan mayores problemas en las labores, lo que se prolongó
durante la década de 1960.

RECOMENDACIONES Y APORTES

Tanto la acción de la compañía neoyorkina como el propio mando de la Superin-


tendencia fueron más allá de la revisión contable y, en los casos en que lo juzgaron
necesario, transmitían recomendaciones a los bancos.
En las inspecciones se anali-
zaban todas las cuentas, con el
objetivo de comprobar el cum-
plimiento estricto de las dispo-
siciones de la legislación ban-
caria y monetaria nacional y las
reglamentaciones dictadas por
la Junta Monetaria, tendentes a
asegurar la solidez y mantener la
liquidez del sistema. De ahí que
se concediera cuidadosa aten-
ción a la aplicación de las dispo-
siciones legales y regulaciones
vigentes relativas a los tipos de
interés, monto de las inversio-
nes que cada institución estaba
autorizada a realizar, límites de
los préstamos, proporción entre
el activo y el capital y reservas,
respaldos crediticios, cálculos y
composición de los encajes lega-
les, correcta presentación de los
balances y fijación de tasas de
depreciación.
      *+ ,
Con los resultados de las ins-
pecciones se solicitaba a los bancos que los ajustes procedentes de conciliaciones de
cuentas no se retardasen y que se estableciesen cuentas especiales, por ejemplo para
documentos vencidos, cuando la cuenta de préstamos y descuentos no se encontraba
segregada. Esto dio lugar a que se afinaran algunas de las funciones, llevadas a un
plano analítico: “Con el propósito de que todas las cuentas del activo y pasivo, así
como las cuentas de Productos y Gastos reflejasen con exactitud sus balances y

90

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

aparecieran debidamente clasificadas en sus respectivos registros, hicimos impor-


tantes recomendaciones tendentes a que los ingresos, erogaciones y operaciones
fuesen debidamente clasificadas y contabilizadas”.8
Entre las recomendaciones sobresalieron las transmitidas a los bancos cana-
dienses, en el sentido de que apartaran una porción de los beneficios para crear
un capital local. El Royal Bank, en aceptación del requerimiento, depositó 250,000
pesos en el Banco Central. En los años siguientes, sin embargo, siguió pendiente
que ambos bancos cumpliesen con el aprovisionamiento del capital necesario. Al
parecer, había diferencias de criterios entre las entidades bancarias canadienses y la
instancia reguladora, que se amparaba en el artículo 18 de la Ley General de Ban-
cos, que concedía diez años para que todos los bancos del país operaran conforme
a la proporción definida de capital en relación con los activos. En 1956, en vísperas
del vencimiento de ese plazo, el Royal Bank tenía un capital de 800,000 pesos, que
apenas significaba el 5.9% del total de sus activos, por lo que el superintendente lo
compelió a incrementar de inmediato el monto de capital y reservas.
Más complicada era la posición del Nova Scotia, que para finales de 1956 no había
constituido ningún capital, pese a que sus activos habían crecido hasta situarse en
cerca de 9.5 millones de pesos. Se instó a su administración a que contabilizara los
activos fijos de su propiedad en el país. Finalmente, en mayo de 1957, a pocos meses
de cumplirse el plazo, bajo la presión de la Superintendencia, el Nova Scotia llenó el
requisito de la disposición legal y constituyó un capital de 625,000 pesos y un fondo
de reservas de 125,000. Empero los problemas de ese banco no concluyeron, pues
en 1958 sus activos casi se duplicaron, por lo que el capital, que había sido elevado a
1,350,000 pesos, resultaba insuficiente para cumplir con el artículo 18 de la Ley Gene-
ral de Bancos, dado que solo alcanzaba al 8.98% del total de activos.
Los informes de la Superintendencia enfatizan que, en ocasiones, las institucio-
nes públicas y privadas objetaban las recomendaciones surgidas de las inspecciones,
pero que generalmente se les explicaba que era preciso adecuarse a la normativa en
su integridad.
La conclusión general es que se estableció una interdependencia entre el auge
de la economía en esos años y la salud del sistema bancario, que mantuvo la solven-
cia y la liquidez sin perjuicio de la elevación del monto total de los préstamos de los
bancos comerciales y los adelantos y redescuentos del Banco Central.

MANEJOS FINANCIEROS CON LA DEUDA INTERNA

En 1953 el gobierno decidió cancelar el endeudamiento interno, que se había


incrementado en los años anteriores como mecanismo para sostener altas tasas de
inversión. La operación se llevó a cabo por medio de la capitalización de los bancos

8
Superintendencia de Bancos, “Memoria de 1952”, p. 222.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

del Estado. De tal manera, lo que era un pasivo en un área se traspasó a otra por
consideraciones que en principio no aparecieron expuestas en los documentos de
los funcionarios que elaboraron el plan.
Como se trataba de un paso trascendente, articulado alrededor de entidades
bancarias y propiciado por Trujillo en persona, se conformó una comisión de alto
nivel en la que tomó parte el superintendente de Bancos. Además de disponer el
aumento del capital de los bancos del Estado, se elevaron las tasas de interés bajo
el supuesto de que las empresas tenían beneficios considerables, por lo que po-
dían soportar una restricción del crédito interno. Se reformaron algunos aspectos del
funcionamiento de la banca en torno a un con-
venio interbancario, que entró en vigor el 1 de
enero de 1953, con el propósito declarado de
“evitar que el crédito fuese utilizado para fines
especulativos y para la importación de artículos
de lujo”. En contrapartida de tales restriccio-
nes, se ampliaron las facilidades de crédito a
los exportadores de productos agrícolas. Entre
otras medidas, se elevaron las comisiones en
las transacciones de divisas, los intereses a las
cartas de crédito de viajeros y comerciales. Los
intereses sobre préstamos pasaron de 6 a 7%
anual y los adelantos de 7 a 8%. Como una no-
vedad, se autorizó la concesión de préstamos
garantizados con bonos del tesoro, cédulas hi-
potecarias y otros valores.9
De acuerdo con lo visto, al cancelarse la
deuda interna se emitieron acciones privilegia-
das de los bancos del Estado, por medio de leyes
  *  @
expresas. El Banco de Reservas emitió acciones
por 4,986,000 pesos, al 5% de interés anual durante quince años. El Banco Agrícola
hizo una emisión de 12 millones en dos series, ambas al 3% de interés. Se modificó
la Ley Orgánica del Banco Central para que este pudiese adquirir esas acciones de
los bancos del Estado. Inmediatamente después, en octubre, por ley se reconoció
como elegible un 50% de esas acciones para encaje legal, lo que completaba el cír-
culo de maniobras por medio de la banca.
A lo largo del año, el capital autorizado del Banco Agrícola se elevó de 20 a 100
millones y el capital pagado de 11 a 32.5 millones. “Al aumentar el capital del Banco
Agrícola, puede decirse que la estructura de la institución tomó un nuevo giro y
que se encauzó definitivamente dentro de las características de una corporación

9
Superintendencia de Bancos, “Informe de 1953”, p. 3.

92

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

nacional de fomento, al mantener en propiedad una serie de empresas de diversas


naturalezas”.10 A fin de cuentas, como se ha abundado, estos incrementos de capital
de la banca del Estado, realizados en aquel momento con pocos aportes de dinero
efectivo, sirvieron para racionalizar parte considerable del dispositivo industrial y
agrícola montado por el dictador.
En tanto que “corporación de fo-
mento”, el Banco Agrícola realizó ope-
raciones muy activas de venta y compra
de empresas, cuyo sentido era contribuir
a capitalizarlas. Por ejemplo, avanzado
1953, fueron vendidas la Chocolatera
Sánchez, la Mecanización de la Mina de
Barahona, las Salinas Nacionales, la Mina
de Mármol, Yeso y Travertino y la empresa
Mecanización Agrícola, por un total de 17
millones de pesos. En un momento dado
el Banco Agrícola solo tenía en adminis-
tración el Ferrocarril La Vega-Sánchez y la
Lotería Nacional.
Pero paralelamente se produjo un
. . 
movimiento inverso de adquisición de
empresas o de inversiones, como el aporte de 255,000 pesos en acciones de la Com-
pañía Exportadora de Cacao, uno de los monopolios más rentables de Trujillo. En
octubre de 1953, la ley 3646 autorizó al Banco Agrícola a realizar negocios sobre
la base de la emisión de 50 millones de pesos en bonos, cuya venta se vinculó a la
adquisición del Ingenio Río Haina, por 20 millones. Explícitamente se reconoció el
subsidio a esa empresa de Trujillo: “Con el excedente de emisión, el Banco proce-
dió a financiar varios colonos del país para que estos continuaran la explotación de
las tierras que les fueron cedidas en propiedad por el Generalísimo Doctor Rafael
Leonidas Trujillo Molina, el cual decidió efectuar este traspaso con el objeto de ex-
tender el sistema de colonato en la industria azucarera”.11
La trascendencia de estas operaciones bancarias vinculadas a la liquidación de la
deuda interna ilustra cómo la banca estatal fue puesta al servicio de la acumulación
de capitales de Trujillo. El entramado de la expansión del emporio económico del
dictador tuvo en esa banca su soporte decisivo. Evidentemente, todo el dispositivo
legal y de supervisión bancaria operó en allanar el camino para que estas operacio-
nes pudiesen llevarse a cabo. Debió tener razón el superintendente Milton Messina
cuando reclamó, en la memoria de ese año, el protagonismo de la Superintendencia

10
Ibíd., p. 8.
11
Ibíd., p. 10.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

de Bancos en las operaciones de cancelación de la deuda. Messina significó que


“prestó su más decidida y efectiva colaboración” a los ejecutivos del Banco Agrícola
para las operaciones señaladas, al igual que la Junta Monetaria en lo que le corres-
pondía determinar. En un texto posterior, una conferencia dictada en San Cristóbal
en el local del Partido Dominicano, el 23 de enero de 1954, todavía siendo superin-
tendente, Messina racionalizó el punto de vista del régimen, al presentar esta opera-
ción como un puntal de la maximización financiera en pos del desarrollo nacional.

Las consecuencias de la cancelación de la deuda, en el campo


de la economía, han sido de gran provecho al fortalecimiento de la
banca y la moneda. En primer término la operación contribuyó a la
disminución del medio circulante, al utilizarse los excedentes pre-
supuestales para el pago de amortización e intereses de los títulos
anteriormente emitidos, con el propósito de organizar la defensa del
territorio nacional de las alevosas maquinaciones del comunismo in-
ternacional que amenazó la paz y tranquilidad del pueblo dominica-
no en los días de Cayo Confites y Luperón.
Contribuyó al aumento de la liquidez de los bancos del Estado al
disminuir la cartera de inversiones en bonos y aumentar el efectivo
en caja. Y por último, al mantenimiento en un nivel conservador de
la proporción de reservas a emisión que exige la Ley que regula las
operaciones del Banco Central.
Puede decirse que esta brillante operación efectuada en el curso
del año, sin que sobreviniesen problemas que impidieran la continua-
ción del programa de desarrollo económico que venía ejecutando el
Gobierno, es el resultado de la ejemplar organización administrativa
que en el sector de la Hacienda Pública y en el Sistema Bancario ha
logrado el Gobierno bajo las sabias orientaciones del Generalísimo
Trujillo.12

La contrapartida a estos subsidios por decenas de millones de pesos consistió en


contraer el medio circulante en alrededor de 66 millones, lo que de paso contribuyó
a una ligera disminución del índice de precios para finales del año.
De todas maneras, como recoge Julio César Estrella, estas ampliaciones de capi-
tal producían una presión sobre la estabilidad que generó preocupaciones,13 por lo
que en adelante el dictador se empeñó en que el sistema financiero siguiese operan-
do con la regularidad deseable. A tal fin, por medio de la ley 3647 de 8 de octubre
de 1953, dispuso la creación de un organismo denominado Consejo Protector de
Bonos y otros Valores Públicos Similares.
12
Milton Messina, “La banca nacional, instrumento fundamental de la política económica de Trujillo”,
Estudios de la economía dominicana, p. 112.
13
Estrella, La moneda, t. II, pp. 181 ss.

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

RESPALDO A LA ADQUISICIÓN DE CINCO INGENIOS AZUCAREROS

En enero de 1957 culminó la transacción mediante la cual la Azucarera Haina,


de nuevo formalmente propiedad de Trujillo, adquirió los ingenios Consuelo, Ba-
rahona, Boca Chica, Quisqueya y Santa Fe, los cuatro primeros propiedad de la West
Indies Sugar Corporation y el último subsidiario de la South Porto Rico Sugar Com-
pany. El precio fijado para esas cinco plantas industriales fue de 38,330,000 pesos,
equivalentes a dólares. Cuando se firmó el contrato se entregó una primera suma de
10.4 millones, y la restante quedó supuesta de saldarse al concluir las zafras de 1957,
1958 y 1959 por partes iguales.
La Superintendencia de Bancos se limitó a registrar la existencia de la opera-
ción, pero no informó acerca de un hecho fundamental: que la reserva monetaria
del Banco Central quedaba en garantía del pago del remanente de casi 28 millones
de dólares, como aval del crédito concedido por la matriz del Bank of Nova Scotia.
El mantenimiento en secreto de esta operación obedecía a razones lógicas de le-
galidad, ya que violaba varios artículos de la Ley del Banco Central, pero también
a la finalidad de que no se alterara la estabilidad financiera, sobre todo que no se
produjera una devaluación del peso. En aquel momento el valor del peso estaba
sostenido por una reserva monetaria de 32.9 millones de dólares, cuyo núcleo prin-
cipal estaba en lingotes de oro por un valor de 11.4 millones.
Es razonable pensar que tanto el pago del inicial como de las tres anualidades se
hizo no solamente con cargo a los beneficios de las empresas de Trujillo, sino tam-
bién con el apoyo de nuevas maniobras en el sistema financiero del país. En primer
término, inmediatamente antes de la operación, el 30 de noviembre de 1956, se
elevó la emisión monetaria a 62.3 millones y el activo del Banco Central quedó en
85.7, lo que significaba un incremento de 7.7 millones respecto al año anterior. El
estado anual del Banco Central reconocía que este incremento se había producido
básicamente por medio de inversiones en títulos, que terminaron en una cifra de
22 millones de pesos, principalmente constituidos por bonos del Banco Agrícola y
de otras empresas estatales. Se registraron asimismo otras transacciones de menor
monta con cédulas y acciones de las mismas empresas y de otras. A lo largo de 1957,
con el amparo del rápido crecimiento de la economía, se incrementaron los créditos.
Por su parte, el Banco de Reservas elevó sus inversiones en casi 3 millones de
pesos, en su generalidad constituidas por bonos de la Corporación Dominicana de
Electricidad, Azucarera Haina, Flota Mercante y otras empresas. En total, los présta-
mos del Banco de Reservas pasaron a casi 37 millones en 1957, incremento superior
al de los depósitos de todo tipo, de apenas 7 millones. En resumen, la adquisición
de los cinco ingenios comportó maniobras de grandes proporciones sustentadas en
la robustez que había mostrado el sistema financiero.
Fue de tal consideración el monto envuelto en este financiamiento del emporio
de Trujillo por el sector público que no cesaron las operaciones confusas y secre-
tas. El sistema financiero del Estado se puso, sin cortapisa alguna, al servicio de los

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

negocios del tirano. Con posterioridad, el Banco Central aclaró una cronología de
algunas de estas operaciones. Es evidente que las consecuencias quedaban fuera del
radio de acción de la supervisión bancaria. El principal intermediario extranjero de
todo esto fue la casa matriz del Nova Scotia en Toronto.
En diciembre de 1957 el Banco Central tomó 6 millones de dólares al Nova Sco-
tia, deuda que se podía expandir hasta 12 millones. En agosto de 1958 se consolidó
una deuda previa con The Banker’s Trust Co. en el Nova Scotia. La Junta Monetaria
aprobó que 16 millones de dólares en oro de la reserva monetaria que se encontra-
ban en New York pasaran a la sede del Nova Scotia. En abril de 1960 se autorizó al
Banco Central avalar dos empréstitos del Banco de Reservas con el Nova Scotia por
22.5 millones de dólares para la Azucarera Haina. La misma cronología indica que,
con esta transacción, la deuda total con el Nova Scotia se elevó a 45 millones, que
incluían acreencias previas con The Banker’s Trust desde 1955, a consecuencia de
los déficit provocados por la Feria de la Paz. Otros pagos se hicieron con las expor-
taciones de azúcar.14

ÁREA DE SEGUROS

En 1950 se determinó que la Superintendencia se hiciese cargo de la revisión


de las operaciones de las compañías de seguros, ante el hecho de que no se había
creado una entidad especializada en el área. Aunque estas empresas propiamente
no estaban sujetas a la supervisión bancaria, el gobierno prefirió no crear otra ins-
titución, ordenamiento que se mantuvo hasta 1968. Para esa fecha en varios países
de América Latina todavía no se habían creado superintendencias de seguros, por
lo que, al igual que en otras materias, el régimen de Trujillo prefirió atenerse a los
estilos en uso en la región.
Abonaba la decisión el hecho de que la actividad de seguros tenía escasos al-
cances cuantitativos y operaba sin reglas muy definidas, no obstante existir una le-
gislación particular. Varias de las compañías ni siquiera se habían registrado en el
país, como un medio de bajar costos y, en particular, de no pagar impuestos. Por lo
demás, el régimen había intentado, a inicios de la década de 1930, suprimir la com-
petencia de las compañías extranjeras, tras la fundación de la Compañía de Seguros
San Rafael. Las presiones que se suscitaron contra esta vocación monopólica de
Trujillo lo llevaron a desistir del propósito, aunque otorgando ventajas a esta única
empresa dominicana.
En 1950 comenzó la labor de inspección de las compañías de seguros, aunque de
manera bastante informal, simplemente con el fin de asegurar el pago de impues-
tos. En teoría, desde el inicio de tal actividad la Superintendencia se regía por la

14
Perfil del Banco Central de la República Dominicana. 50 años de historia, Santo Domingo, 1997, p. 26.

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

Ley de Seguros de 20 de marzo de 1931 y algunas modificaciones ulteriores. Como


resultado de esta experiencia se emitió una nueva ley, la No. 3438, promulgada el 29
de noviembre de 1952, que estipulaba nuevos impuestos según los tipos de seguros,
en sustitución de los previos. Las nuevas tasas impositivas eran: 4% para seguros de
vida, 5% sobre seguros ordinarios y 8% sobre las compañías no autorizadas.
A inicios de 1952 había en el país diecinueve compañías autorizadas. En el curso
de ese año se autorizó una nueva licencia a favor de The London Assurance. Co-
menzó un proceso de formalización que conllevó varios pasos, como el requisito de
que los agentes de seguros se proveyesen de permisos. Poco a poco el régimen se
propuso suprimir las operaciones de empresas no autorizadas, con el fin de obtener
mayores impuestos de las que operaban regularmente.
Al incrementarse las actividades de supervisión, se vio la necesidad de modificar
una vez más la legislación, por lo que una comisión procedió a formular un proyec-
to que culminó en la ley 3551, de 15 de mayo de 1953, que obliga a todas las empre-
sas del ramo a radicarse legalmente en el país en el curso de seis meses y a invertir
al menos un 30% del valor de las primas netas cobradas cada año. Todavía meses
después, por medio de la ley 3662, se introdujeron modificaciones suplementarias a
las normativas. Pero el verdadero cambio de la legislación, en concordancia con los
objetivos gubernamentales, se produjo, tras una amplia discusión, con la ley 3788,
promulgada el 19 de marzo de 1954.15 La misma apuntaba a incluir el conjunto de
temas necesarios para solucionar todos los posibles problemas de funcionamiento
del área. Unos seis meses después fue promulgado el reglamento, por medio del
decreto No. 136 del 1 de septiembre de 1954.
En este último instrumento se ratificaba el plazo perentorio a las compañías no
registradas. Solo excepcionalmente se autorizarían de manera expresa operaciones
puntuales a empresas del exterior. También se previó que algunas empresas po-
drían ser exceptuadas de esta regulación si demostraban que sus casas matrices no
les permitían instalarse en otro país. De igual manera, se obligó a todos los que se
involucraran de cualquier manera en la venta de seguros a que se inscribieran como
agentes, también sujetos al pago de impuestos.
La nueva ley regulaba las inversiones, que se fijaron en 50% del valor de las
reservas anuales de las pólizas, y no menos del 30% del total de las primas cobra-
das. Las compañías quedaban facultadas para adquirir valores y títulos emitidos o
garantizados por el Estado o por sus instituciones autónomas, acciones de empresas
nacionales en áreas productivas, propiedades inmobiliarias, préstamos con garantía
hipotecaria, depósitos a plazo fijo en bancos del Estado y préstamos a los asegurados
hasta un 20% del total de las inversiones.
Existía una dinámica de incorporación de empresas extranjeras, por lo que el
régimen se preocupó de establecer los sistemas necesarios para que pagasen los

15
Gaceta Oficial, No. 7672.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

nuevos impuestos. En 1954 se confeccionaron cuatro tipos de formularios para que


las compañías remitiesen informes mensuales, con copia a la Oficina de Estadísticas.
Es curioso que Trujillo no se plantease una diversificación más allá de los seguros de
ley, posiblemente porque el sistema de seguros de vida no encajaba con los cánones
monopólicos que le otorgaban ventajas en el mercado.
Hasta el 30 de mayo de 1961 las incorporaciones legales fueron siempre de ase-
guradoras extranjeras. Por ejemplo, en 1954, además de la única empresa domini-
cana (San Rafael), había seis de Estados Unidos, cuatro de Canadá, once de Inglate-
rra, dos de Cuba, una de Holanda y una de Brasil.
Los propósitos fiscales de la legislación y de la actividad de la Superintendencia
se evidencian en el incremento de los impuestos, que generalmente sobrepasaban
las expectativas que se formulaban en la Ley de Gastos Públicos. Así, en 1954 la re-
caudación se elevó a 159,864 pesos, y para 1958 a 251,695 pesos, con un excedente
sobre lo presupuestado en la Ley de Gastos Públicos de 51,000.
Posiblemente animado por los volúmenes de recursos circulantes, se decidió
establecer, mediante la ley No. 5035, de 21 de noviembre de 1958, un seguro de
vida, cesantía o invalidez para todos los empleados públicos con sueldos inferiores
a 400 pesos mensuales. El propósito es fácilmente identificable: extender los proce-
dimientos monopólicos y de compulsión al consumo. Empero, por razones que no
se establecieron, no se volvió a mencionar el tema, señal de que hubo dificultades
operativas o se suscitaron resistencias ante las cuales a veces el régimen prefería
sabiamente ceder.

% G  ;  .  & 

Con el tiempo los recursos de las aseguradoras comenzaron a cobrar cierto peso
en el sistema financiero. En 1958 las fianzas depositadas se elevaron a 1,055,000 pesos.
Las inversiones de las compañías del ramo ese mismo año ascendían a 356,763 pesos,

98

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casi en su totalidad en cédulas hipotecarias del Banco Agrícola. En los años ante-
riores, desde que se empezaron a aplicar las normativas, estas compañías habían
acumulado inversiones por 1,037,243 pesos. Pero el indicador más interesante es la
evolución de las primas, que en 1958 se elevaban a 5,495,593 pesos.
Se suscitaron frecuentes divergencias entre la Superintendencia de Bancos y las
compañías, que acudían a subterfugios legales para no declarar una porción de las
primas sobre seguros de vida, generalmente las incluidas como “préstamos automá-
ticos”, y así eludir el pago de impuestos. Ante estos problemas, se reforzó la labor de
inspección, que a veces fue calificada como “exhaustiva”, señal de que normalmente
no era demasiado rigurosa. El resultado fue detectar que algunas de las asegurado-
ras se amparaban en cláusulas legales para no reportar primas cobradas y así eludir
el pago de impuestos. Generalmente, después de consulta con las matrices en el
exterior, las aseguradoras se avenían a pagar los impuestos, por lo que se juzgaba
innecesario aplicarles sanciones.

MONTE DE PIEDAD

Con la creación de la Caja de Obreros y Monte de Piedad en 1949, con funda-


mento en una ley promulgada dos años atrás,16 el régimen no se atuvo a su actitud
conservadora en cuanto a regulaciones en el área financiera. Con posterioridad se
introdujeron modificaciones para que la entidad quedara pautada por las disposi-
ciones de las tres leyes del sistema monetario y financiero de octubre de 1947. El
propósito de su fundación era facilitar el crédito a personas de escasos ingresos, para
que no se vieran obligadas a acudir a prestamistas aislados o a las casas de préstamos
de menor cuantía, entidades que no habían tenido un desarrollo significativo, ade-
más de que tendían a escapar de la supervisión oficial. El gobierno buscaba crear un
mínimo de condiciones para que sectores de las clases trabajadoras pudieran acudir
a préstamos con una tasa inferior a las de los usureros, aunque algo superior a la de
la banca formal. El Monte de Piedad se fundó con un capital de 100,000 pesos apor-
tado por el Estado, que se contempló duplicar años después. En teoría, el fondo de
reservas debía engrosarse anualmente con el 20% de las utilidades, mientras que el
50% de las mismas se dedicaba a ulteriores préstamos. Con el tiempo, la experiencia
del Monte de Piedad sirvió de marco para el intento de regularizar el funcionamien-
to de las casas de empeño.
El Monte de Piedad operaba como una entidad pública, por lo que los integran-
tes de su consejo directivo eran designados por el Poder Ejecutivo. Incluso las remu-
neraciones de sus directivos debían ser refrendadas en las instancias superiores del
Estado. Los integrantes de la Junta Directiva no podían tener intereses contrarios ni

16
Ley que autoriza el establecimiento de Monte de Piedad, No. 1490, 26 de julio de 1947, Gaceta
Oficial, No. 6670, 2 de agosto de 1947.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

haber incurrido en quiebras. La institución quedó bajo la tutela de la Secretaría de


Economía Nacional, a la cual debía informar, aunque las adscripciones instituciona-
les variaron en sucesivas modificaciones de la ley.
La Junta Directiva fijaba los intereses y los plazos, así como las normas para regir
las operaciones, de conformidad con la Junta Monetaria. El administrador general
estaba a cargo de la gestión interna y de regir las operaciones. En aras de garantizar
la probidad de estas, se instituyó una función supervisora, ejercida por una comisión
responsable de verificar las prendas en garantía y la corrección de los registros en
los libros.
Las principales operaciones de la entidad eran otorgar préstamos con garantía
prendaría de bienes muebles, incluso en manos de terceros o del deudor, descontar
sueldos a empleados públicos o privados y realizar ventas en públicas subastas o de
grado a grado. También podía obtener préstamos de entidades públicas y privadas
por un importe no superior a cinco veces el monto de su capital.
Los préstamos solo podían otorgarse por un plazo de seis meses, aunque renova-
bles mediante el pago de los intereses vencidos y los recargos. En beneficio del deudor,
a este se le acordaba el derecho de amortizar el valor de la deuda en cualquier mo-
mento dentro del plazo convenido.
En caso de no efectuarse el pago de la deuda, el Monte de Piedad procedía a
vender las prendas que constituían la garantía en pública subasta, realizada por el
contralor de la institución, en función de vendutero público. El precio de la prime-
ra puja era fijado por el administrador, siempre por encima de los valores adeuda-
dos. Se publicaba un anuncio en la prensa diaria, informando el lugar y la fecha del
remate. Si los bienes empeñados no eran adjudicados en la subasta, quedaban en el
Monte de Piedad por el precio de la primera puja y podían ser vendidos de grado
a grado a terceros. Le estaba prohibido conservar bienes raíces, salvo los necesarios
para su funcionamiento.
En teoría, el Monte de Piedad debía operar como una entidad autónoma de
carácter mutualista. Esto no se produjo por cuanto rápidamente los directivos intro-
dujeron manejos ventajosos que desnaturalizaban los propósitos, aunque lo hacían
con cuidado. También se registró la práctica de conceder préstamos sin las garantías
de lugar, lo que se interpretaba como resultado de sobornos.17 De diversas maneras
los directivos se conectaron con casas de préstamos de menor cuantía o de empeño,
con el fin de apropiarse de las prendas perdidas por los deudores al precio más bajo
posible. Se realizaron investigaciones que no lograron conjurar estos males. Aun así,
el régimen proclamaba que el Monte de Piedad llenaba a cabalidad una “importan-
te función social”.18
Con el fin de corregir los problemas, se introdujeron correctivos al funciona-
miento del organismo por medio de la ley 4817, de 19 de diciembre de 1957. Entre

17
Explicaciones al respecto se deben a Julio Cotes en entrevista.
18
Superintendencia de Bancos, “Informe de 1957”, p. 354.

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

otras novedosas disposiciones, esta ley estableció que el superintendente pasaba a


ser asesor del Monte de Piedad, con derechos similares a los de los integrantes de la
Junta Directiva, aunque sin potestad de votar.
Para el financiamiento el gobierno acudió a varios expedientes extraordinarios,
como fue el ahorro escolar obligatorio, instituido por medio de la ley 4125, de 14
de mayo de 1955. Durante unos años se trató de movilizar a maestros, directores de
escuelas públicas y privadas y padres para inculcar en los niños el hábito de ahorro,
mediante una libreta que se distribuyó ampliamente por todo el país. El 30 de abril
de 1958 la Superintendencia de Bancos envió un oficio a la Secretaría de Estado de
Finanzas, en el que expresaba un alerta por no concedérsele atención suficiente al
ahorro escolar, con lo que se desnaturalizaban sus “elevados fines de previsión”.
Dentro de idéntica tesitura, el régimen fijó un dispositivo de ahorro obligatorio
para los servidores de la administración pública. No se emitió ley, sino que se esta-
bleció por medio del decreto 2166, de 17 de octubre de 1956. El tema no se siguió
mencionando mucho, señal de que encontró un ambiente de hostilidad, que llevó
a descontinuar su vigencia, al igual que otras medidas forzosas de ahorro y de con-
sumo de artículos de los monopolios del régimen.

CASAS DE PRÉSTAMOS DE MENOR CUANTÍA

Desde el despuntar de la década de 1950, la Superintendencia de Bancos se pro-


puso someter a control a las casas de préstamos de menor cuantía, pero fue con la
promulgación de la ley 3741, de 18 de enero de 1954, cuando recibió la autorización
expresa para ejercer controles sobre esos tipos de préstamos. Conforme a esa legis-
lación, las entidades no podían prestar más de 500 pesos a cada cliente, y debían
aplicar tasas de interés reguladas. A partir de cierto momento, el Banco de Crédito
y Ahorros también fue autorizado por la Junta Monetaria a efectuar operaciones de
menor cuantía.
Es posible que la aplicación de esa ley se revelara insuficiente, por lo que al año
siguiente se promulgó una nueva que la derogaba, la 4290 de 1955.19 Aunque fue
objeto de modificaciones en artículos y párrafos puntuales, esta ley quedó recono-
cida como el instrumento de regulación de las entidades de préstamos de menor
cuantía. Ratificó que las empresas no podrían hacer préstamos superiores a 500 pesos,
los cuales devengarían intereses de 2% mensual con garantía inmobiliaria y de 2.5%
con garantía personal o de empresas de un capital de por lo menos 10,000 pesos; de
no haber ninguna garantía, la tasa de interés podía elevarse hasta 3% mensual.
Las casas de menor cuantía requerían autorización de la Junta Monetaria, a tra-
vés de la Superintendencia de Bancos, la que debía evacuar un dictamen. La oficina

19
Ley sobre Préstamos de Menor Cuantía, No. 4290, 25 de septiembre de 1955, Gaceta Oficial, No.
7893, 1 de octubre de 1955.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

quedaba facultada para restringir o prohibir nuevos préstamos o establecer deter-


minados encajes legales. También estaba autorizada a revocar las licencias por reco-
mendación de la Junta Monetaria en caso de violación de los propósitos de la ley.
Era posible una suspensión de hasta cinco años, y en caso de violaciones graves la
revocación definitiva.
Estos negocios tenían que depositar una fianza de 500 pesos si operaban en el
Distrito Nacional, y menor si lo hacían en otras provincias, así como aportar una
suma anual para los gastos de inspección de 700 pesos en el Distrito Nacional y 200
pesos en municipios. Cada casa de menor cuantía solo estaba autorizada a operar en
una demarcación determinada; en caso de quererse expandir a otras, le era preciso
obtener licencias adicionales. Estas pequeñas empresas deberían llevar los libros
de contabilidad exigidos por el código de comercio, un libro de préstamos con los
datos de las operaciones y un libro de caja con las informaciones en curso.
Era frecuente que incurrieran en irregularidades que la Superintendencia de
Bancos trataba de corregir, proclamando una retórica de protección a la clientela,
“constituida en su gran mayoría por personas de módicos recursos y de muy poca
o ninguna experiencia en negocios crediticios”.20 Los diferendos requirieron con-
sultas legales sobre la certificación de títulos, los vencimientos de los préstamos y
las tasas de interés. Uno de los casos más sonados se produjo en relación a Pedro
Sánchez Abreu, dueño de una de esas casas, denunciado en la sección Foro Público
del diario El Caribe21 y sometido a una investigación exhaustiva.
Si bien se trataba de llevar a cabo inspecciones, se juzgaban poco provechosas
y demasiado laboriosas debido a la enorme cantidad de operaciones involucradas.
Por tal razón, se restringieron a unas pocas entidades, en su mayoría localizadas en
Ciudad Trujillo y muy ocasionalmente en otra ciudad, como Santiago. En la década
de 1950, se consignan, entre las registradas, las siguientes casas de menor cuantía:

Cuadro III.6
Casas de préstamos de menor cuantía
en la década de 1950
& $3) 5    
G 0@      
  %    
-. 4 4    
G&      
G*   &  $ 
 ..  $1 .
1  +%     
1  2     
1  DAnuario estadístico de la República Dominicana;@G

20
Superintendencia de Bancos, “Informe de 1957”, p. 355.
21
“Denuncia manejo de usurarios”, El Caribe, 13 de diciembre de 1958.

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

En 1957 el gobierno autorizó a la Superintendencia de Bancos a inmiscuirse en


la regulación de las casas de empeño y compra-ventas que, a diferencia de las casas
de préstamos de menor cuantía, operaban completamente al margen de regula-
ciones legales, a pesar de existir una ley, la No. 387, de 1 de noviembre de 1932,
modificada por la No. 850, de 31 de marzo de 1945, relativa a su funcionamiento.
Se interpretó que la ley 4290, sobre préstamos de menor cuantía, facultaba a la Su-
perintendencia a fiscalizar esos negocios y se ratificó que el interés legal que podían
cobrar no debía traspasar el 4% mensual, el doble del común en préstamos de par-
ticulares con garantía hipotecaria.
Se llevó a cabo una investigación en todas las casas de empeño y compra-ventas
de la ciudad capital, y el informe que resultó puso de relieve que funcionaban de
manera irregular, por lo que se envió a los dueños copia de la legislación para que
la aplicasen. No parece que esto surtiera mayores efectos, lo que ponía de relieve
un nuevo límite a las posibilidades de control por parte del aparato administrativo.
En los años siguientes se detectó que algunas de estas empresitas seguían realizando
operaciones ilegales. Incluso se sometió a juicio a una de las casas de menor cuantía
de la ciudad de Moca, cuando se comprobó que prestaba a una tasa de interés supe-
rior a la autorizada. El caso se llevó al Juzgado de Primera Instancia, que falló con la
condena al pago de 1,000 pesos de multa. Todavía peor, al descubrirse un déficit de
6,277 pesos, el contable fue condenado a seis años de trabajos públicos por abuso
de confianza, pena que fue reducida por la Corte de Apelación de La Vega a dos
años de reclusión.

CREACIÓN DEL INSTITUTO NACIONAL DE LA VIVIENDA

Trujillo en persona, a pesar de no ser presidente nominal desde 1952, motivó


la creación de un organismo tendente al fomento de la vivienda. Resultado de ello
fue la ley 4549, de 23 de septiembre de 1956,22 que establecía el Instituto Nacional
de la Vivienda (INVI), como organismo autónomo, dependiente de la Secretaría de
Estado de Salud Pública y Previsión Social. Su administrador y los vocales de la junta
directiva eran nombrados por el Poder Ejecutivo. También tenían participación en las
deliberaciones, como asesores, el secretario de Industria, el gobernador del Banco
Central y el superintendente de Bancos. Este último, designado asesor permanente
del INVI, quedaba encargado de fijar las normas generales, aprobar la memoria
anual y revisar los estados mensuales, lo que requirió de una activa labor de coordi-
nación en las sesiones del consejo directivo.
La ley orgánica estableció los principios que regirían al INVI, que era definido
como un organismo autónomo, con el objeto de impulsar el financiamiento para

22
Ley Orgánica del Instituto Nacional de la Vivienda de la República Dominicana, No. 4549, Gaceta
Oficial, No. 8035, 6 de octubre de 1956.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

viviendas “higiénicas y económicas en todo el territorio nacional” a personas de mo-


destos recursos, con plazos de hasta 30 años. Se inició con un capital de 2 millones
de pesos, conformado por una emisión de bonos a 4.5% anual y a un término de
treinta años; la emisión debía ser dirigida por el secretario de Estado de Finanzas,
por solicitud del Consejo Administrativo del INVI. La amortización de los bonos
y sus intereses se haría con los beneficios de operativos, aunque contaban con la
garantía del Estado. Gran parte de la ley versa acerca de las condiciones para la
realización de esta emisión, pero también facultaba al INVI a nuevas emisiones de
bonos después que se agotase la inicial, e instituía la creación de un fondo de reser-
vas sobre la base de las utilidades corrientes.
El Instituto podía conceder préstamos con garantía hipotecaria, construir vivien-
das económicas, emitir obligaciones propias, tomar dinero a préstamo, comprar y
vender letras y otros documentos de crédito para la actividad, participar en sociedades
cooperativas para el efecto y constituirse en asegurador contra riesgos. Se le dotó de
privilegios tendentes a garantizar el reembolso de los créditos.
Cuando se planteó que la Superintendencia iniciase las inspecciones al INVI,
fueron suspendidas por decidirse el traspaso de esta institución como dependencia
del Banco Agrícola. Por ello, la labor de la Superintendencia se canalizó a través de
las inspecciones al Banco Agrícola. Esta reubicación institucional indica que, por
razones no aclaradas, el régimen prefirió congelar el ámbito de acción del INVI.
Su ubicación en el área de acción del Banco Agrícola ratificaba una práctica de
una década, durante la que este había operado como el principal mecanismo para
la extensión de crédito hipotecario para la construcción. Pero su campo de acción
había sido muy limitado, por lo que la existencia del INVI planteaba la necesidad de
ampliar las operaciones crediticias para apoyar la construcción. Habría que esperar
a la caída de la dictadura para que los medios dirigentes del país se plantearan la im-
portancia de esta actividad. En los años siguientes el INVI dejó de ser mencionado
en los informes relativos al sistema financiero.

ASESINATO DE SERVIO TULIO CASTAÑOS ESPAILLAT

En 1957 se decidió reformular el título de la segunda figura de mando de la


institución. Por el decreto 3368, de 8 de diciembre de ese año, pasó a denominarse
vice-superintendente y se le asignaban atribuciones llamadas a asegurar que las
tareas técnicas se llevasen a cabo de manera profesional.
Uno de los especialistas más capacitados en las ciencias económicas, Servio Tulio
Castaños Espaillat, fue el primer designado en esa posición, que ocupó a partir del
10 de diciembre, dos días después del decreto. A pesar de su juventud, era ya
catedrático universitario. Algunos de sus compañeros, que se daban cuenta de que
esa capacidad conllevaba riesgo si no se la ponía al servicio incondicional del régimen,

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

le llamaban el Paul Samuelson dominicano, en alusión al futuro Premio Nobel de


Economía. Su sueldo era ya inusual, de cerca de 800 pesos, lo que le permitió
fomentar una finca cerca de Bayaguana.23
De súbito apareció en la prensa la información de que había dejado una nota
suicida, supuestamente por haberse arrojado al mar. El suceso provocó extrañeza,
pues Castaños no exteriorizaba críticas al régimen entre sus compañeros de oficina.
Es posible, por lo que indican los consultados, que la nota fuera escrita por él mis-
mo para dar pábulo a la especie. Su cadáver nunca apareció. Al parecer, por lo que
indica su colega Héctor Urbáez, Castaños presentía algo, pues esa tarde abandonó
el trabajo antes de la hora habitual, en estado de nerviosismo. Algo similar había
apreciado su hijo los últimos tres días antes del crimen.
En la época se creyó que se trató de un crimen no relacionado con el desempeño
de sus funciones como vice-superintendente. Los familiares, sin embargo, llegaron
a la conclusión de que fue una acción criminal del régimen, motivada porque Cas-
taños preparaba un escrito sobre temas económicos en el cual sometía a crítica
al régimen de Trujillo.24 Ese escrito, por desgracia, no ha sido localizado por los
descendientes del occiso. Entre sus compañeros de labores se supuso que el hecho
pudo estar provocado por la negativa del afectado de librar un documento legal a
un gánster cubano. Hubo otras conjeturas, entre las cuales la más importante es
la de su hijo Tulio Salvador Castaños, relativa a que el vice-superintendente había
expresado oposición a la enajenación de la reserva monetaria y que transmitió
informaciones en ese sentido a un periodista puertorriqueño.
El hecho contribuyó a crear un clima de temor, aunque nadie osaba hablar contra
el régimen. Dada la pequeñez de la institución, todos los empleados se conocían
perfectamente entre sí, y se recelaba de algunos a quienes se sindicaba como inte-
grantes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Estos, sin embargo, no hicieron
daño; más bien, uno llegó a plantearse proteger a uno de sus compañeros, cuando,
a mediados de 1960,25 le aconsejó que no se detuviera delante del local del Movi-
miento Popular Dominicano, que le quedaba camino a su hogar.

23
Entrevista con Héctor Urbáez.
24
Información de Arturo Martínez Moya.
25
Entrevista con Mairení Manzano.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

EL VICE-SUPERINTENDENTE
ASESINADO
El hijo del Dr. Servio Tulio Castaños Espaillat ha entregado para
este libro una semblanza de su padre que forma parte de un escrito
más amplio. Además de aspectos de su vida, incluye informaciones
preciosas acerca de las circunstancias que lo llevaron a ser víctima
del trujillato. El autor fue sometido a estrecha vigilancia inmediata-
mente después del asesinato de su padre y pudo escapar a provoca-
ciones que le tendieron agentes del espionaje. Resaltan asimismo las
condiciones de espanto a que fueron sometidos sus familiares tras el
crimen. Al igual que en otros escritos, se han omitido partes y se han
introducido ligeras modificaciones formales.

SEMBLANZA DE
SERVIO TULIO CASTAÑOS ESPAILLAT
Por TULIO SALVADOR CASTAÑOS VÉLEZ

Servio Tulio Castaños, mi padre,


nació en Moca el 19 de septiem-
bre de 1923, hijo de Dilia Es-
paillat Espaillat y León de Jesús
Castaños Pérez. Procreó dos hijos
con las señoras Antonia Vélez y
Milagros Mata García.
Desde temprana edad exhi-
bía una inteligencia excepcional.
A los 14 años escribió un cuader-
no de poemas, dentro de los que
se encontraba uno dedicado a
Homero, muchacho con trastor-
nos mentales e hijo del dueño de
la pensión en que vivía. $ @  G  

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

A los 19 años llegó a Nagua como maestro de escuela. Recuerda su


esposa Milagros Mata que en Nagua organizó diversas actividades depor-
tivas y culturales: fomentó obras de teatro con temas sociales, estimuló la
práctica del deporte e hizo construir la primera cancha. Además organizó
tertulias literarias y recogió niños de las vías públicas y caminos rurales
para llevarlos a la escuela.
Emigró a la entonces Ciudad Trujillo, hoy Santo Domingo. En el año
1945 ingresó en la Universidad de Santo Domingo, donde se graduó de
abogado. Solo pagó en dicho centro su primera inscripción por sus ex-
celentes calificaciones. Ganó en tres ocasiones consecutivas los premios
anuales universitarios de literatura Francisco J. Peynado que celebraba la
Facultad de Derecho entre 1947 y 1949. Los trabajos que presentó fueron
los siguientes: “La evolución del problema fronterizo domínico-haitiano
en su aspecto jurídico y social”, “El infanticidio visto a través de las co-
rrientes criminológicas” y “Posición del Código Penal Dominicano frente
a la teoría jurídica del Inter Criminis”.
Se graduó con honores en 1949. Hizo su tesis de grado sobre el ré-
gimen carcelario del país. Instaló su oficina de abogado con doscientos
pesos que recibió al ganar el Concurso Pro-Feria Agropecuaria de 1952.
Ganó otros concursos en esos años.
Realizó investigaciones sobre las causas de la prostitución y escribió
una novela trágico-romántica ambientada en la época de la colonia inti-
tulada “Venganza maldita”, inspirada en la tragedia de las niñas prostitui-
das, la cual fue radiada por la entonces Voz Dominicana.
Fue redactor de los periódicos La Nación y El Caribe en 1948 y años
siguientes, donde tenía también una columna sobre temas económicos y
jurídicos.
Casi todas sus producciones, trabajos y escritos desaparecieron como
consecuencia de saqueos por intervención del SIM a su vivienda.
Fue consultor jurídico de la Secretaría de Educación en 1951 y poco
después procurador fiscal de la Segunda Cámara Penal del Distrito Ju-
dicial de Santo Domingo. En este cargo defendió a campesinos que se
quejaban de la invasión de sus tierras por parte de gente poderosa, entre
ellos familiares del tirano. Fue acusado por ellos ante el mismo Trujillo y
terminó destituido. Desde entonces sus actividades fueron siempre vigila-
das de cerca. Se negó a colocar la placa de “En esta casa Trujillo es el Jefe”
y alegó que en su casa el jefe era él.
Se destacó rápidamente como abogado, economista y escritor. Fue
titular de las cátedras de Economía Política y Cálculo Financiero en la

107

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Facultad de Economía, Finanzas y Comercio en la Universidad de Santo


Domingo. Fue presidente del Colegio de Profesionales y del Colegio de
Abogados y Notarios. En diciembre de 1957 asumió el cargo de vicesu-
perintendente de Bancos. Había antes ocupado el de jefe de la Sección
de Seguros y técnico de esa institución.
El 11 de noviembre de 1959, teniendo solo 36 años recién cumplidos,
se le vio por última vez en sus cátedras a tempranas horas de la noche.
Más tarde, luego de un imprevisto y extraño apagón de luces solo en la
Facultad de Derecho, al salir fue apresado en la calle que está entre el
paraninfo Dr. Defilló y la Escuela de Farmacia. Fue introducido en un
carro Volkswagen color marrón oscuro, de los denominados cepillos, que
acostumbraban usar los calieses del Servicio de Inteligencia Militar para
vigilar a la ciudadanía o cometer sus crímenes. Al día siguiente, 12 de
noviembre, se encontraron rastros de sangre en uno de los baños del
Alma Mater, donde parece que se inició su martirio. Fue llevado por or-
den de los tristemente célebres Candito Torres Tejeda y Johnny Abbes a
la prisión de torturas conocida como La Cuarenta. Allí fue salvajemente
torturado, para luego ser lanzado a los hornos de la incineradora donde
se quemaba la basura.
Cerca de las 12:30 de la noche del mismo día se presentó en casa de su
hermano Julio César y su padre León de Jesús, en la calle Hostos No. 40,
el ayudante procurador fiscal del Distrito Nacional, Dr. Reynoso Duarte,
para informar de su “suicidio” y entregar sus pertenencias y una nota su-
puestamente escrita por él.
Su hermano Julio César se lanzó en una lancha por toda la costa li-
toral de la ciudad durante dos días buscándolo hasta que un guardia del
puerto que dirigía la operación le dijo en voz baja: “Doctor, vámonos de
aquí, no le echemos más muertos a este muerto”.
Unos días después dejaron caer por debajo de la puerta de entrada de
la casa, mientras se hacían los rezos de los nueve días, una nota que decía:
“Julio, te habla un amigo, te recomiendo que te asiles con tu familia, por-
que te van a matar a ti también”. La nota fue entregada a Candito Torres
partiendo del decir popular: “Cuando pones las llaves de tu casa en las
manos del ladrón, este difícilmente te robe”.
Como consecuencia de esa tragedia familiar, su padre, afectado de
diabetes y con graves dolencias cardíacas, jamás volvió a ingerir alimen-
tos, enfermó y cayó postrado definitivamente para morir de pena un mes
y trece días después de la desaparición de su hijo, el 24 de diciembre a las
siete de la noche.

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

Días después del crimen caía asesinado, en un supuesto accidente de


tránsito, su amigo y compañero de oficina de abogados Dr. Fernando Ta-
várez. Lo aplastaron con un camión en la entonces avenida Tiradentes.
Servio Tulio Castaños Espaillat fue siempre una persona interesada
por los problemas sociales. Se manifestó desde joven desafecto con el ré-
gimen, por lo que hacía mucho tiempo que se le venía observando. Una
de las causas de su asesinato habría sido negarse a firmar una autorización
para que Trujillo sacara del país reservas auríferas y haber dado la infor-
mación de esa intención a unos periodistas puertorriqueños. También ha-
bría denunciado que Trujillo hacía uso personal de unos treinta millones
que había traído el ex dictador Fulgencio Batista. Para esa época, su ex
esposa Milagros Mata García formaba ya parte de los grupos antitrujillis-
tas en New York.
Amaba profundamente su país e inculcó en sus hijos ese mismo amor.
Quienes lo conocieron lo recuerdan como un intelectual brillante, luces
propias, gran firmeza de carácter, alegre, amigo solidario y buen sentido
del humor. Sus hijos lo recuerdan como el excelente y consagrado padre
que fue.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

MEDIDAS DE AUSTERIDAD

En 1958, a consecuencia de la recesión en Estados Unidos el año anterior, se


presentó una situación difícil en la economía dominicana, pues cesó el dinamismo
que se estaba registrando desde la Segunda Guerra Mundial.
Como se ha visto, en los años previos Trujillo había realizado maniobras que
comprometían la capacidad de endeudamiento y la estabilidad del sistema financie-
ro. Otra medida, adoptada en 1959, que presionó adversamente la evolución econó-
mica fue una asignación presupuestaria extraordinaria de 50 millones de pesos para
incrementar los gastos militares y de seguridad.
La nueva coyuntura fue mal manejada por Trujillo, quien dispuso medidas re-
cesivas, como la elevación de los impuestos. El Estado tuvo que utilizar todos sus
recursos para impedir un mayor deterioro. Resultó inevitable apelar a despidos y to-
mar previsiones para frenar la fuga de capitales, incluso de la propia familia Trujillo.
Pulularon los controles como si hubiese un estado de guerra. Dado que al dictador
le preocupaba en extremo la evolución financiera, se hizo designar presidente de
los bancos estatales, con lo que vulneraba las competencias de la Junta Monetaria y
demás organismos especializados.
En la Superintendencia este estado de cosas repercutió en primer lugar en el
despido de una parte de la empleomanía: nueve técnicos fueron cesados. Hasta el
salario del superintendente Milton Messina fue reducido de 1,500 a 1,000 pesos,
medida que poco después él pudo revertir gracias a los despidos. Las capacidades
de supervisión resultaron notablemente disminuidas, pero no se presentaron di-
ficultades con ningún banco
importante, y la única señal
que amagaba el requerimiento
de una intervención logró ser
mantenida a raya.
En los meses finales de su
dominio, Trujillo anuló las
atribuciones técnicas de la
Superintendencia. En medio
de una situación crítica, perci-
bía la estabilidad a través del
control exhaustivo de corte
personal, como era lo típico
- . 1 3 5 T)   1.0
del ordenamiento que enca-
bezaba. Acaparó su atención el desbordamiento de variables como la deuda y la
fuga de divisas. Desde su posición preeminente en el sector financiero, el 19 de ju-
nio de 1960, en vísperas de las sanciones de la Organización de Estados Americanos,
impulsó la creación de una Junta Coordinadora de Exportaciones e Importaciones.

111

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Entre 1959 y 1961 fueron designados ocho superintendentes. Algunos pasaban


tan fugazmente que los empleados de la dependencia ni siquiera captaban que hu-
biese tomado una sola disposición. A partir de los datos recogidos acerca de Sal-
vador Ortiz, hay razones para pensar que despachaban directamente con Trujillo,
quien saltaba las competencias del secretario de Finanzas. “El Jefe” concebía reme-
dios disparatados, de los cuales resultaba arduo disuadirlo.

DIFICULTADES DEL BANCO DE CRÉDITO Y AHORROS

Las dificultades económicas experimentadas en las postrimerías del régimen de


Trujillo solo alcanzaron a un banco comercial, el más pequeño e indefenso, el Ban-
co de Crédito y Ahorros. Carecía de los montos de capital con que contaban todos
los demás, y había ganado su espacio en el sistema financiero sobre la base de una
vulnerable política de pagar altos intereses a los depositantes. Aun así, al parecer
algunos de ellos decidieron ir liquidando sus cuentas a plazo fijo, con el fin de co-
locar el dinero en condiciones menos riesgosas. Adicionalmente, mermó la cartera
de crédito de ese banco, como de todos, en virtud de la contracción de la economía
iniciada en 1958.
En 1959 para la Super-
intendencia resultó evidente
que ese banco enfrentaba
problemas de liquidez. Los
inspectores comenzaron a
encontrar escollos para rea-
lizar su labor, y una suerte
de pulseo se entabló entre
el banco y la dependencia
estatal. Abundaban los pre-
textos para posponer ins-
pecciones, lo que permitía
. .5)          Superban- al banco hacer ajustes de
cos; B 1; 3;.$ ;K .$ ; @ urgencia en sus cuentas.
*; L   # ;  .  3 5; 2  + - 5;  
# ;S +$ @ +  Aun a sabiendas de la si-
tuación crítica, se optó por
no agudizarla, por lo que las inspecciones no fueron llevadas hasta sus últimas con-
secuencias. En algún que otro momento se detuvo una inspección, evidentemente
por orden superior, por el temor de las consecuencias previsibles de su resultado.
De todas maneras, se reportó que en algunos de los arqueos de billetes se habían
detectado faltantes para cumplir con la regulación del encaje legal, pero no se to-
maron medidas mayores. Don Mairení Manzano interpreta que se temió una posi-
ble crisis bancaria si la desconfianza se extendía a otras entidades. Es probable que

112

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

tal actitud estuviera sancionada por una decisión política que solo podía provenir
del mismo Trujillo, aunque fuera sugerida por el superintendente o el gobernador
del Banco Central. De todas maneras, el Banco de Crédito y Ahorros pudo seguir
operando, gracias a la laxitud de la autoridad financiera, aunque sus coeficientes
de solvencia no se deterioraron en extremo. Aun así, continuó experimentando di-
ficultades, que concluyeron con su traspaso a otro banco en 1967. La pequeñez de
la economía y del propio sistema financiero incidió en evitar que los problemas de
este banco se extendiesen, pues los mecanismos imperantes resultaron suficientes
para conservar la estabilidad.

DETERIORO DE LA SUPERVISIÓN

Cuando se abrió la etapa de crisis de la dictadura, en 1958, como resultado de la


conjugación de factores políticos y económicos, se intensificaron las maniobras para
acomodar las finanzas públicas a las conveniencias del dictador y de las decisiones
que tomaba en materia de gastos públicos o movimientos de capital. Anteriormente
estos manejos no repercutían de una manera significativa en la evolución econó-
mica debido a los controles gubernamentales. Pero, en el escenario de parálisis del
crecimiento del producto y de presiones sobre la evolución de las cuentas presu-
puestarias y las transacciones con el exterior, fue necesario proceder a desconocer
las reglas de juego admitidas.
La hipoteca sobre la reserva monetaria desde 1957 posiblemente fue la primera
alteración flagrante del orden, tras la cual se fueron agregando nuevas situaciones
y medidas que obligaban a ocultar la realidad. La decisión de Trujillo de designarse
presidente de los bancos del Estado evidencia la importancia que le otorgaba a la
cuestión financiera, similar a la política, la diplomacia y la seguridad del Estado. El
correlato de esa relevancia fue la anulación de la supervisión, por lo que la entidad
responsable en los hechos quedó como un organismo inoperante. Así se recono-
ció en la memoria de 1961, redactada por Virgilio Mainardi Reyna, recién retorna-
do del exilio y designado por el Consejo de Estado en enero de 1962.

Si bien es cierto que nos corresponde vigilar la aplicación del régimen


legal de los bancos no es menos cierto que a través de los años esa vi-
gilancia y las recomendaciones que hemos efectuado, languidecieron
lamentablemente por el hecho evidente de que la Superintendencia
de Bancos en el régimen político anterior perdió autoridad frente a
funcionarios investidos de poderes y prerrogativas colocadas a niveles
más altos que los del Superintendente.26

26
Superintendencia de Bancos, “Memoria de 1961”, p. 1.

113

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Tras la minimización que ha-


bían sufrido las inspecciones entre
1959 y 1961, el superintendente se
propuso dar cuenta “con fidelidad
absoluta de la verdadera situación
de los bancos”. Ante todo reconoció
una delicada situación en el Banco
Central, producto de los retiros de
reservas por 38.4 millones de pesos
aproximadamente; se había llegado
al extremo de que, en febrero de
1961, la emisión monetaria de 85.6
millones estaba respaldada por solo
4.4 millones. Mainardi Reyna acota-
ba que lo más grave consistió en la
' . * +
extracción de las reservas en oro de
10,389,905 pesos. Para el 31 de di-
ciembre de 1961, la reserva en oro ya se había reconstituido en 3 millones de pesos,
aunque “no había experimentado ninguna diferencia apreciable que nos permita
estimar que el Banco Central se encamine hacia su recuperación”. Evidentemente
se había estado violando la Ley Orgánica del Banco Central sin que se adoptara
ninguna medida correctiva, como el pago de una multa de 1/2% mensual sobre la
diferencia con la reserva necesaria.
Por otra parte, se detectó que el Banco Central había violado los límites en la
adquisición de acciones redimibles de los bancos oficiales, las cuales no debían su-
perar el 40% del promedio de las rentas totales del Estado en los dos últimos años.
Las irregularidades habían llegado al grado de hacer figurar un capital ficticio del
Banco Central de 77 millones de pesos, mediante el decreto 6498, de 28 de febrero
de 1961.
Como parte de la inestabilidad, se llegó al extremo de emitir moneda fraccio-
naria en papel, lo que acentuó la desconfianza del público. Otro exceso que desna-
turalizaba la función del Banco Central fue la creación de una sección comercial,
con facultad de llevar cuentas de ahorros y corrientes y las demás transacciones
de la banca comercial, a juicio retrospectivo de la Superintendencia “entrando en
competencia con los bancos comerciales en una forma ajena a la naturaleza de un
Banco Central”.
Aun así, no hubo obstáculos a que se llevasen a cabo las inspecciones regulares
de las existencias de papeletas en la bóveda del Banco Central, como era práctica
rutinaria en aquella época.
No era mejor la situación del Banco de Reservas, institución que dejó de cum-
plir la normativa del encaje legal de 30% sobre depósitos a la vista y 15% sobre
los de ahorro y plazo fijo. Al 31 de diciembre de 1961, se calculó que el Banco de

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

Reservas debía de tener un encaje de 14.4 millones de pesos, cuando en realidad


solo contaba con 4.6 millones, apenas el 32.2% del requerido. Aun con el cómputo
de valores del Estado, hasta un 45% de los encajes exigidos, quedaba un déficit de
2.9 millones. También en este banco se hicieron maniobras dolosas, como la de
enero de 1961, consistente en elevar el capital en 8 millones de pesos. Ya en 1960
se había dado un incremento de capital injustificado, tras un ajuste realizado poco
tiempo antes, por lo que sus cuentas llegaron al plano de la ficción. En conclusión,
el Banco de Reservas atravesaba una situación crítica que incluía la disminución de
los recursos líquidos desde 24.8 millones en 1960 hasta 8.8 millones en 1961, y la
de los depósitos de 67.7 a 60.9 millones. La Superintendencia determinó que no se
habían hecho las provisiones requeridas y se habían continuado las medidas reñidas
con la regulación bancaria, como el retiro de más de 1,500,000 pesos de reservas
acumuladas durante cinco años.
Aunque no al grado crítico del Banco Central y del Banco de Reservas, el Banco
Agrícola también confrontó graves dificultades, que incluían numerosas hipotecas
vencidas sin que se tomaran medidas, y más de cuatrocientos préstamos carentes del
respaldo necesario, sobre todo por no haberse registrado las garantías hipotecarias.
En términos relativos, empero, fue el banco que menos dificultades confrontó, por
lo que en lo fundamental pudo sostener sus operaciones crediticias.
Ante este panorama, la conclusión de Mainardi Reyna consistió en proponer un
proyecto de reestructuración técnica y administrativa de la Superintendencia, “con
el fin primordial de que, en lo adelante, todas las labores inspectoras que desarrolle
tengan una visión mucho más amplia y eficiente”, lo que a su juicio debía formar
parte de “las aspiraciones del pueblo dominicano de establecer y mantener un ge-
nuino régimen de derecho”.
A tono con este dispositivo restrictivo, la labor de la Superintendencia quedó
articulada a la del Banco Central, con lo que se apartó un tanto de su adscripción
a la Secretaría de Finanzas. En 1960 se decidió que recibiese asesoría del Banco
Central, similar a la que este organismo debía brindar a la banca comercial. En
contrapartida, la Superintendencia pasó a proporcionar información minuciosa al
Banco Central sobre variables del movimiento bancario que pudieran tener reper-
cusiones en la coyuntura económica, lo que se inscribía en un dispositivo político
extraordinario.

115

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

ANECDOTARIO

Antonio Rodríguez Gómez, intendente general durante largo tiempo,


recopiló anécdotas relativas al desempeño de las funciones de los inspec-
tores. Recoge situaciones chistosas, pero que retratan las peripecias que
atravesaban los servidores de la Superintendencia cuando era una insti-
tución pequeña y con un presupuesto tan escaso que no podía ofrecer
condiciones mínimas a los inspectores para trasladarse a los locales de los
bancos. Una parte de estas anécdotas fueron publicadas en Superbancos, el
órgano del Club de Empleados que existió desde finales de la década de
1970. En estos refrescantes textos, Rodríguez Gómez rememora épocas
que ya adquirían ribetes míticos.
Rodríguez Gómez es un inspirado escritor, poeta, ensayista. Entre
otros libros es el autor de Romance de un conquistador, hermoso poemario
donde se revela intuitivo, sutil. El precioso álbum contiene ilustraciones
de Aurelio M. Grisanty y fue publicado en 1981.

116

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

NOVATADAS
1
DE UN INSPECTOR AUXILIAR

Por DR. ANTONIO RODRÍGUEZ GÓMEZ

En el transcurso de una inspección que se realizaba en la oficina


principal del Banco de Reservas, a mediados del año 1952, un inspector
auxiliar recién nombrado en la Superintendencia de Bancos, que se en-
contraba laborando en la oficina del Royal Bank of Canada, fue reque-
rido por el jefe del grupo que inspeccionaba el Banco de Reservas para
que auxiliara a sus compañeros en las labores de mecanografía de las
confirmaciones de saldos de cuentas de depósitos que eran enviadas a los
clientes.
El inspector novato, tan pronto llegó a la oficina del Banco de Re-
servas, después de recibir las instrucciones del jefe de grupo, tomó pose-
sión de una rígida máquina de escribir, y comenzó a dar teclas. Con una
agilidad increíble las presentó al jefe de grupo. Este le dijo pura y sim-
plemente que tenía que repetirlas todas, absolutamente todas, por una
inadvertencia. Resignado y sorprendido, el novato inspector, que creía
que había hecho una gran labor, lo único que atinó a preguntar humilde
fue la razón. La respuesta que recibió fue porque había usado papeles
sellados de la inspección del Royal Bank of Canada. El inspector dijo que
guardaría todo el trabajo como recuerdo, ya que no había servido para
nada. El jefe de grupo le dijo serenamente: —Haga usted el trabajo que
se le ha asignado y recuerde que en materia de supervisión bancaria, el
recuerdo sentimental es una cosa de poca importancia.
En ese momento se le solicitó que explicara por qué, estando en una
inspección en el Banco de Reservas, había utilizado papeles sellados que
eran de la inspección del Royal Bank of Canada. Eran las 8:00 de la noche
de un día del mes de diciembre y el inspector se quedó sorprendido y no
habló ni media palabra. Se guardó la respuesta para otra ocasión.

1
Se han introducido ligeras modificaciones formales a la copia de este texto facilitada
por don Marcos Soto.

117

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Media hora más tarde, mientras contaban las reservas en efectivo del
banco, el jefe de grupo les pidió a todos los inspectores actuantes que
seleccionaran del menú del restaurante Mario un plato para la cena, con
cargo al Banco de Reservas. Cuando al genial inspector auxiliar le tocó el
turno de pedir, con el menú en la mano le dijo al mozo con estridencia:
—Para mí yo quiero arroz, habichuelas y carne.
En ese momento saltó desde el otro extremo el jefe de grupo y le dijo:
—Ya no tienes que explicarme por qué tú confundes el Royal Bank con el
Banco de Reservas.
Cosas que pasan en estos menesteres.

118

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EVOLUCIÓN DURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE TRUJILLO.

UN ÍCONO DE LOS ORÍGENES


Pocos son los veteranos aún vivientes de los primeros pasos de la Super-
intendencia. Se ha tenido la ocasión de entrevistar a don Alfonso Mairení
Manzano, quien laboró entre 1951 y 1985, es decir 34 años. Sus aprecia-
ciones tienen valor histórico. Reve-
lan que en la institución existía una
voluntad de superación a través del
estudio y el trabajo, por lo que, de
manera generalizada, las personas
que ingresaban sin conocimientos
especializados los iban adquiriendo
como parte de una práctica profe-
sional in situ. Aunque la entidad
carecía entonces de mecanismos
formales de formación del perso-
nal, entre sus filas surgía espontá-
neamente el propósito de la supe-
ración.
 (. .5 Esto se aprecia en la carrera de
Manzano, quien fue designado men-
sajero por medio del decreto 15258, en diciembre de 1951. Había nacido
en San Pedro de Macorís el 22 de diciembre de 1932, por lo que tenía
19 años. Su salario en esa primera posición era de 25 pesos mensuales.
Realizó estudios de mecanografía, taquigrafía, gestión de archivos y otras
materias, empeño que motivó su ascenso a oficial auxiliar encargado del
archivo en 1955. En 1957 fue designado mecanógrafo. De manera inter-
mitente desempeñó la función de sustituto del secretario del superinten-
dente. Su salario fue mejorado hasta 110 pesos al mes. Desde cierto mo-
mento alternó su trabajo con la enseñanza de las habilidades que había
acumulado.
Su carrera pasó a una etapa nueva con el ascenso a inspector secre-
tario en 1959. Sobrevivió a los recortes en el personal de ese tiempo.
En 1963, al ser promovido a la condición de inspector de tercera clase,

119

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

comenzó a ejercer tareas propiamente técnicas. En 1967 fue promovido


a inspector de primera clase, en cuya categoría se mantuvo durante diez
años. Había ya cursado la carrera de Derecho en la Universidad Autóno-
ma de Santo Domingo. En 1977 fue promovido a encargado de la unidad
de las asociaciones de ahorros y préstamos. Durante un corto período, en
1978, quedó como inspector especial, tras lo cual fue designado asistente
del intendente, posición en la que se mantuvo hasta 1985, cuando fue
pensionado. En ese momento su sueldo era de 1,000 pesos mensuales.
Con un monto de pensión que ha quedado desfasado con los años, ejerce
esporádicamente actividades de abogado y notario. En 1982, durante la
superintendencia de Frixo Messina, recibió la medalla de plata al mérito
del servidor público.

120

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CAPÍTULO IV

RECOMPOSICIÓN BANCARIA

EL NUEVO CONTEXTO DE LA SUPERVISIÓN

A l iniciarse 1962, con la instalación del Consejo de Estado se allanó el camino para
un nuevo ordenamiento político que superaba la tiranía de treinta y un años. En el
caso de la supervisión bancaria no se produjeron modificaciones en los esquemas
técnicos, pero se ajustaron a parámetros más objetivos al dejar de obviar realidades,
como era propio del entorno de la autocracia en el que se entremezclaban los inte-
reses personales del “Jefe” con las funciones estatales. La supervisión bancaria dejó
de estar al servicio de un interés particular, lo que introdujo mayor efectividad en
sus labores.
Lo anterior no quiere decir, por supuesto, que no se presentaran problemas.
El más importante de ellos consistía en las dificultades de liquidez, encaje legal y
otros coeficientes regulados que confrontaba la banca estatal. La Superintendencia
de Bancos por momentos los trató con un criterio menos exigente, pero que no
desconocía las realidades. Por ello, en lo fundamental se procedió a detectar y a re-
gistrar en los informes esas situaciones. La supervisión pasó a tener un alcance más
objetivo y eficiente que se correspondía con un contexto de cierto debilitamiento
de la robustez del sistema financiero. Ahora bien, a pesar de que se había despejado
el camino desde el punto de vista político, se presentaba el obstáculo de la parálisis
técnica de la institución, que durante años no había experimentado innovaciones y
cuyo personal se mantenía estancado en cuanto a su nivel de preparación.
Sin duda a partir de 1962 los bancos requerían mayor atención. Aun así, durante
largo tiempo no se presentaron situaciones globales delicadas, por cuanto la banca
en su conjunto seguía respondiendo a parámetros sanos. Los escasos eventos que
requirieron correctivos, que serán objeto de examen en las páginas siguientes,
no tuvieron mayor significación y pudieron ser solucionados sin que se acudiera a
medidas extraordinarias.

121

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Pese a que no se alteraron los preceptos de la supervisión bancaria, desde ese


año se conocieron procesos de mejorías que se correspondían con el entorno nacio-
nal existente. Se adoptaron medidas que contribuían a eficientizar las tareas en el
contexto de libre competencia. Fue el caso de la creación del Departamento de Ins-
pección, que antes existía solo nominalmente. Esto fue resultado de la iniciativa de
Ramón Checo, poco después de que ingresara a la institución. Para ello se contrató
a unos veintidós contadores, todos jóvenes aunque ya con cierta experiencia en la
Corporación de Electricidad y otras empresas estatales. Al poco tiempo, el personal
total se colocó en algo más de cien personas.1

INSTALACIÓN DE NUEVOS BANCOS

En el ámbito atinente a la supervisión bancaria el componente más destacado de


la situación posterior a la caída de la dictadura consistió en la conformación de un
mercado bancario sujeto a cierta libre competencia. Aunque el sector estatal siguió
teniendo una presencia decisiva, debió compartir de manera creciente el mercado
con la banca privada, que hasta entonces había tenido una participación reducida y
había sobrevivido posiblemente debido a consideraciones políticas.
Desde los primeros días de
reinstalado el Consejo de Esta-
do, en enero de 1962, dos de
los más grandes bancos de Es-
tados Unidos, el Chase Man-
hattan Bank y el First National
City Bank, se interesaron en
instalar sucursales en el país.
El primero estaba vinculado a
) .) ,
la poderosa familia Rockefe-
ller y el segundo había tenido una presencia muy importante hasta 1941, cuando
traspasó sus activos al Estado. En mayo de 1962 la Junta Monetaria acordó autorizar
las operaciones de esos dos bancos. El perfil de ambos era similar: combinaban una
tónica conservadora, propia de una tradición experimentada, con la búsqueda de
un espacio amplio en el mercado gracias al prestigio que les deparaba la fortaleza
de sus casas matrices. Los medios de negocios en el país de inmediato depositaron
confianza en ellos.
Al año siguiente, por resolución de la Junta Monetaria de 23 de agosto, se au-
torizó la apertura del Banco Popular, con un capital pagado de 675,000 pesos, del
cual el 77.4% correspondía a accionistas dominicanos. La Junta Monetaria enun-
ció el criterio de que esa presencia del capital nativo merecía respaldo, por ser un

1
Entrevista con Ramón Checo.

122

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

precedente auspicioso para el desarrollo de la banca nacional, además de que ese


banco se proponía “operar en una serie de renglones que jamás han sido objeto de
preocupación alguna por parte de los bancos establecidos en el país, lo cual podría
contribuir de manera efectiva al desarrollo económico de nuestra nación”.
En los años posteriores fue característico que se ampliara la presencia de la ban-
ca en todo el país, por medio de sucursales en los ensanches de las principales ciu-
dades. Desde sus primeros pasos, el Banco Popular instaló sucursales en Santiago,
Moca e Higüey, mientras el Chase, también de inmediato, instaló una sucursal en
Santiago. Todavía más rápida fue la apertura por todas partes de sucursales de las
asociaciones de ahorros y préstamos: en 1963 se destacó su temprana existencia en
Puerto Plata, San Pedro de Macorís, Baní, La Romana y La Vega.
Diez años después, existía un total de 136 oficinas principales, agencias o sucur-
sales, excluyendo al Banco Central, de las cuales 24 habían sido creadas en el mismo
1972, como se observa en el cuadro siguiente.

Cuadro IV.1
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No. de
Entidad
 
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123

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Un cuadro de los activos de las instituciones financieras en ese mismo año per-
mite evaluar el avance de la banca privada, nacional y extranjera. En 1972, de acuerdo a
cifras estimadas por la Superintendencia, el Banco de Reservas continuaba teniendo
una amplia hegemonía, con 241 millones de pesos en activos, frente a 300 millones
de la banca comercial privada.

Cuadro IV.2
     !  
supervisadas, 1972
(miles de pesos)
Entidad Activos
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1  D$    ;Q.  B!AR;:
# D $          @; 4  +
O 

CREACIÓN DEL BANCO NACIONAL DE LA VIVIENDA


Y DE LAS ASOCIACIONES DE AHORROS Y PRÉSTAMOS

La escasa construcción de viviendas había resaltado como un déficit de las polí-


ticas de Trujillo, cuyas iniciativas en esa área se limitaron a la creación del Instituto
Nacional de la Vivienda. Tras el cambio del sistema político, un nuevo paso fue la
fundación del Banco Nacional de la Vivienda.2 El hecho de que este nuevo banco
estatal pudiera captar recursos del público y recibirlos del gobierno, le dio un
impulso a la actividad.

2
Ley No. 5894, de 12 de mayo de 1962. Por medio de la ley 06-04, de 11 de enero de 2004, pasó a
denominarse Banco Nacional de Fomento de la Vivienda y la Producción.

124

/LEUR6,%LQGE DP
RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

Una novedad de relevancia


en el sistema financiero después
de la muerte de Trujillo fue la
creación por medio de la ley
5897, de 14 de mayo de 1962,
de las asociaciones de ahorros
y préstamos. Estas se diseñaron
como parte de un sistema diri-
gido al fomento de la vivienda
popular, en conjunción con el
Banco Nacional de la Vivienda,
que tenía la potestad de regular-
las y supervisarlas. Por tal razón,
durante años escaparon a las ins-
#   '@   pecciones de la Superintenden-
cia de Bancos. Las asociaciones
estaban concebidas para operar como entidades cooperativas, carentes de propieta-
rios, con el fin de contribuir a la adquisición de viviendas. Los ahorrantes disponían
del derecho a intervenir en la designación de sus autoridades, en particular los inte-
grantes de la junta directiva, quienes no debían percibir ningún tipo de beneficios.
El mecanismo era ya común desde décadas atrás en muchos países, pero no se había
introducido en República Dominicana porque al régimen de Trujillo no le intere-
saba que se desarrollaran entidades no regidas por el Estado o el capital privado.
En las nuevas condiciones políticas inauguradas desde enero de 1962, se ponde-
ró la conveniencia de estimular la aspiración a la vivienda propia, por lo que la mo-
vilización de recursos con ayuda de las asociaciones contribuyó decisivamente a tal
propósito de sustrato político. Se sabe que la idea de crear estas entidades provino
de la asesoría de los organismos
internacionales que tomaron
preeminencia en la reorienta-
ción de las políticas públicas, en
especial la Agencia Internacio-
nal para el Desarrollo (AID) del
gobierno de Estados Unidos.
Las fuentes de financiamien-
to de las asociaciones fueron va-
rias. Por una parte, cada una de
ellas procuró obtener depósitos
a plazo fijo de ahorristas de sus
respectivas demarcaciones. Tam-
bién obtuvieron financiamiento
internacional, en lo que el Banco &    #   '@  

125

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Nacional de la Vivienda actuaba como intermediario. Por último, instituciones cre-


diticias del Estado hicieron emisiones de diversos tipos de certificados financieros
para captar recursos que permitiesen contribuir al financiamiento de viviendas para
los sectores de bajos y medianos ingresos. Incidió también que, transitoriamente, la
autoridad monetaria y financiera exonerara a las asociaciones de mantener encaje
legal, como forma de estimular el acrecentamiento de sus operaciones. Tal medida
se justificaba por la seguridad atribuida a los préstamos, todos con garantía hipote-
caria y con respaldo adicional del Banco Nacional de la Vivienda. Esto explica que
se diera una situación única en el sistema financiero, de un volumen mucho mayor
de préstamos que de depósitos de ahorros, cual fue el caso en 1965, cuando los pri-
meros ascendían a 7 millones y los segundos apenas a 2.9 millones.
Al principio el alcance de las asociaciones fue limitado. Durante los primeros
años de vigencia se fundaron contadas entidades y sus activos se mantuvieron en
niveles modestos. Para 1964 ya existían siete asociaciones que habían integrado algo
más de 6,000 ahorristas. Este ritmo se mantuvo en los años siguientes, tal como se
observa en 1965, cuando, a pesar de la situación política, se agregaron casi 2,500
nuevas cuentas.
En el segundo lustro de los años 60, a medida que se fue definiendo el auge que
empezó a tomar la economía, sobre todo en sus finales, se crearon más asociaciones
y su capital se amplió. Como parte de las expectativas en este sistema, se fueron
conformando en diversas ciudades cabeceras de provincia comités gestores de las
asociaciones, lo que se juzgaba como señal auspiciosa del desarrollo del “espíritu pú-
blico”; de tal manera, entre oficinas centrales y sucursales cubrieron la generalidad
de las ciudades cabeceras de provincia y empezaron a hacerse presentes también en
municipios con cierta dinámica económica.
Algunas ganaron un espacio
en determinados ámbitos regio-
nales, como la Asociación Cibao
de Ahorros y Préstamos, mientras
otras se mantuvieron más restrin-
gidas a un universo local. A la lar-
ga únicamente dos de ellas, am-
&  &  )+& 
bas radicadas en Santo Domingo,
alcanzaron dimensión nacional: la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos y la
Asociación La Nacional de Ahorros y Préstamos. Cuando ya se había consolidado
una presencia generalizada, las dos abarcaban una porción muy elevada de los acti-
vos de todas las del país.
Llegó un momento en que se estabilizó la posición de las asociaciones en la es-
tructura del sistema financiero, con una presencia significativa, aunque siempre bas-
tante por debajo de la banca comercial. Usualmente el porcentaje de los activos de
estas entidades oscilaba entre 12 y 15% del total de los intermediarios financieros.

126

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

Como nota característica, el número de asociaciones se mantuvo bajo, en contraste


con otros tipos de entidades.
A pesar de incorporar miles de pequeños ahorristas, en todos los casos las aso-
ciaciones fueron producto de la iniciativa de núcleos de empresarios y profesionales
que proyectaban intereses en la industria de la construcción. Coexistieron así, junto
con los ahorristas, sectores de ingenieros, ferreteros, fabricantes de artículos de la
construcción y otros. Estos últimos, al hacer aportes mayores de acciones y contro-
lar la mecánica de funcionamiento de las asociaciones, lograron amplias cuotas de
participación en los consejos directivos. Aunque no repartían beneficios por su ca-
rácter mutualista, operaron como medio de articulación entre el sistema financiero
y ámbitos empresariales.

EXPANSIÓN DEL NEGOCIO DE SEGUROS

El fortalecimiento de la clase media y de la actividad empresarial privada con-


tribuyó a expandir las operaciones de seguros tras la muerte de Trujillo. Una nota
distintiva del crecimiento de este subsector fue la fundación de empresas dominica-
nas, que con rapidez pasaron a tener una participación considerable en el mercado.
Ese interés se plasmó en algunos años en que se incorporaron diversas compañías,
siempre por autorización en decretos del Poder Ejecutivo. Fue el caso de 1964,
cuando recibieron autoriza-
ción la Compañía de Seguros
Aguilar, Seguros Pepín, Unión
de Seguros (Santiago), Compa-
ñía Nacional de Seguros y La
Universal, Compañía General
de Seguros. A lo largo de la dé-
cada se crearon 30 compañías
de seguros.3
Hasta 1961 la única empre-
sa nacional en el ramo era la
Compañía de Seguros San Ra-
    $   (   4  )   fael, que había pasado a ser de
     $     $  U   ' 5;   propiedad estatal y recibía in-
# ;. .5+ 
centivos especiales. En el nuevo
contexto disminuyó abruptamente la participación oficial; incluso la fundación de
algunas de las aseguradoras privadas se benefició de la experiencia acumulada du-
rante años por la estatal y las extranjeras. En sentido contrario, se observó durante

3
Breve reseña histórica del mercado asegurador en la República Dominicana. Página Web de la
Superintendencia de Seguros.

127

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

varios años una corriente de retiradas del país de empresas extranjeras, seguramen-
te por no poder sostener la competencia con las locales, que contaban con mejores
medios para captar clientes.
La supervisión de las actividades de las compañías de seguros resultó ser más
compleja que la de la banca por el superior número de compañías, dado el interés
de las empresas y del público consumidor en cubrirse con seguros de diversos tipos.
En adición, la legislación existente ofrecía márgenes de interpretación en muchas
de sus cláusulas, lo que dio lugar a frecuentes controversias entre la Superintenden-
cia de Bancos y algunas de las compañías. A veces las diferencias versaban acerca de
las interpretaciones sobre los impuestos a pagar, mientras en otros casos la Superin-
tendencia adoptaba la posición de defensa de los consumidores, cuando se produ-
cían resistencias de parte de las compañías para cubrir los compromisos. Llegó el
caso extremo de una compañía dominicana, desaparecida pocos años después, que
fue declarada “en rebeldía” por negarse a satisfacer las sumas debidas a los clientes
cuando se producían accidentes de tránsito y otras situaciones similares.
En poco tiempo se hizo materia de consenso que la última ley reguladora del
sector, de 1958, había quedado obsoleta y que era necesario adoptar una nueva
legislación, acorde con el contexto económico creado desde 1962. En consecuen-
cia, en el seno de la Superintendencia de Bancos se emprendieron iniciativas para
promover la adopción de un nuevo marco legal. A lo largo de 1968 diversos equipos
evaluaron la situación y realizaron propuestas con asesoría internacional, que des-
embocaron en el proyecto de ley que terminó promulgado en enero de 1969.4
El componente institucional más relevante fue que la supervisión en el ramo
de los seguros dejaba de ser atribución de la Superintendencia de Bancos, para lo
cual se estipulaba la creación de la Superintendencia de Seguros. Es curioso que
este nuevo organismo empezara a operar el 1 de enero de 1969, días antes de pro-
mulgarse la ley referida. La Superintendencia de Bancos se desligó por completo
de esa temática, lo que significó un alivio a causa de las exigencias que planteaba la
amplitud de la actividad y las decisiones que debían ser adoptadas.
Inicialmente la Superintendencia de Bancos tuvo que dar apoyo a la nueva ofici-
na, que requería asesoría y asistencia administrativa y técnica. No fue casualidad que
la primera ubicación de la Superintendencia de Seguros fuese la segunda planta del
edificio de la Superintendencia de Bancos, recién concluido.

4
Ley de Seguros, No. 400, de 10 de enero de 1969.

128

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

OTRO ÍCONO

Héctor Urbáez fue otro de los


técnicos que asoció su vida con el
cumplimiento de responsabilida-
des en la Superintendencia de Ban-
cos, si bien tuvo también intensa
experiencia en el Banco Central y
en la actividad docente. Nació en
Santo Domingo el 8 de octubre de
1941 e ingresó a la Superintenden-
cia en noviembre de 1958, con 17
años, gracias a la recomendación
de un tío ante el superintendente
Salvador Lluberes Peña. En ese mo-
mento la oficina se encontraba en
la Isabel la Católica, frente al Nova
Scotia, en un local muy pequeño,
2 H 3 5 donde se congregaba la treintena
de empleados.
Por su edad, laboró como mecanógrafo titular. Es interesante que
compartiera el patrón entonces común de personas que ingresaban muy
jóvenes en puestos de baja categoría e iban escalando posiciones por la
experiencia acumulada y el tesón del estudio.
A los dos años, Urbáez pasó al área de operaciones de encaje legal y
estadísticas bancarias, entonces no separada en un departamento espe-
cífico. Había aprendido las técnicas de los estados bancarios gracias a
Luis Martínez. Entonces no había un sistema consistente para los diversos
bancos y continuamente había que resolver múltiples problemas, por lo
cual se consideraba una labor compleja.
Duró seis años en la elaboración de series del sistema bancario, que
corregía la experta Luisa de Windt, graduada de Contabilidad. También
recibió instrucción sobre encaje legal de Lidia Lapeireta, vice-gobernado-
ra del Banco Central, cuando la Superintendencia compartía el local del
Banco Central entre 1959 y 1960.

129

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Urbáez ganó fama por su dedicación al trabajo y la disposición a labo-


rar horas extras de manera voluntaria.
A inicios de la década de 1960 fue ascendido a la condición de ins-
pector, básicamente para ir a la sede de los bancos y allí hacer conteo de
efectivo y microfilmación de cheques.
Mientras tanto había seguido estudios universitarios, y en 1963 obtuvo
el título de licenciado en contabilidad en la Universidad Autónoma de
Santo Domingo. Lo ayudó en tal sentido haber estudiado la secundaria
en la Escuela de Peritos Contadores, donde recibió un nivel adecuado de
contabilidad y mecanografía.
Habiendo entrado con un salario de 100 pesos en 1958, devengaba
250 pesos en 1965. En APEC le ofrecieron ese año 400 pesos mensuales
por dar clases. Se trasladó a esa institución, donde laboró por nueve me-
ses, tras los cuales marchó a Puerto Rico y Estados Unidos a seguir estu-
dios especializados. Retornó tras esos estudios a APEC, donde se mantuvo
hasta 1968.
Gracias a una relación antigua con Diógenes Fernández, gobernador
del Banco Central, ingresó como técnico a esa institución, donde duró
16 años en el área de Encaje Legal primero, y luego en el Departamento
Financiero. Ahí trabajó de cerca con el gerente Juan Esteban Hernández.
Desde esa posición contribuyó a promover modificaciones del método
de contabilidad del Banco Central. Terminó llegando al cargo de subjefe
contador, con sueldo de 450 mensuales. Cuando el cambio de gobierno
en 1978, Diógenes Fernández salió del Banco Central y Urbaéz fue despe-
dido, a su juicio injustificadamente.
Pasó al sector privado, básicamente a entidades vinculadas a Leonel
Almonte. En el Banco Español, por ejemplo, laboró durante cuatro años.
Tras muchos años volvió a la Superintendencia de Bancos en 2001,
donde fue designado jefe de grupo de inspectores. Ahí pudo seguir de
cerca la evolución del Banco Intercontinental (Baninter), que pudo eva-
luar debido al conocimiento de los antecedentes de los bancos dirigidos
por Leonel Almonte y José Ureña.

130

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

DEFICIENCIAS EN EL ENCAJE LEGAL

La expansión de la banca privada en la década de 1960 se llevó a cabo en un


entorno institucional del sistema financiero todavía bastante débil. Durante los pri-
meros años el número de empleados de la Superintendencia de Bancos se mantuvo
incambiado y fueron mínimas las acciones tendentes a mejorar su capacidad. Por tal
motivo, no se pudo superar un esquema rutinario en las inspecciones, restringido
fundamentalmente al conteo de billetes y al cálculo del encaje legal. Evidentemente
esta situación no se correspondía con la apertura de decenas de nuevas sucursales
bancarias por todo el país, con el incremento bastante acelerado de los activos tota-
les y con la función creciente del sistema financiero en la economía nacional.
Acontecieron dos situaciones que alteraron la posición de la banca en relación
al encaje legal. Por una parte, en razón de la debilidad señalada, faltó la suficiente
presencia de la autoridad supervisora para encauzar el desarrollo de los bancos
dentro de límites prudentes; por otro lado, se produjeron confusiones en los pro-
pios bancos acerca de la interpretación de cláusulas relativas al encaje legal que no
fueron ajenas al interés de estos en expandir sus negocios sobre la base de la con-
fianza en la estabilidad del sistema financiero en su conjunto.
Estas confusiones se relacionaban con la resolución de la Junta Monetaria, del 7
de noviembre de 1962, de elevar los porcentajes de los encajes legales como forma
de contrarrestar el asomo inflacionario que se había desencadenado con la expan-
sión del consumo desde finales de 1961. Varios bancos no tomaron las medidas para
adaptarse a la nueva normativa y quedaron en una posición de déficit. La Junta
Monetaria procedió a otorgar un plazo de seis meses a toda la banca comercial para
que cumpliera con los encajes legales.
Inicialmente la entidad más afectada fue el Banco de Reservas, que quedó en
una posición deficitaria de casi 4.6 millones de pesos, aunque también fue signi-
ficativa la situación del Banco de Crédito y Ahorros, con déficit de 703,000 pesos.
El 17 de octubre la Junta Monetaria decidió que al Banco de Reservas no se le
computasen para fines de cálculo el conjunto de depósitos denominados República
Dominicana, bajo el supuesto de que había tenido que soportar grandes cargas de
financiamiento al sector público. Aun así, para finales de 1963 la deficiencia en los
encajes de este banco seguía siendo elevada, de casi 3.3 millones de pesos. El Banco
de Crédito y Ahorro disminuyó el déficit, pero no lo eliminó.
La situación se deterioró más aún por la disminución de la actividad económi-
ca que se registró en la segunda mitad de 1964 a consecuencia de la inconsistente
política económica del Triunvirato, que provocó desconfianza en la población. Se
registró una disminución en los depósitos y las disponibilidades en caja, al tiempo
que aumentaron los préstamos, lo que condujo a agudas deficiencias de encaje le-
gal. Incidió en esa situación la recomendación del Fondo Monetario Internacional,
como parte del acuerdo stand-by, de que se elevase el encaje legal. Tal lineamiento
fue aceptado por la Junta Monetaria, de manera especial respecto al Banco de

131

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Reservas, al que se fijó un encaje del 80% de los depósitos que excedieran las cifras
de 31 de mayo de 1964, hasta que se corrigieran las deficiencias y se pagaran los
adelantos recibidos del Banco Central.
A consecuencia de la coyuntura recesiva de la economía en las postrimerías de
1964, las disminuciones en los activos se extendieron a los dos bancos canadienses,
mientras que los estadounidenses, por su parte, tuvieron reducciones algo superio-
res a 2 millones de pesos. Sin embargo, prácticamente todos los bancos aumentaron
sus carteras crediticias, como el Reservas en 12.6 millones, el Royal en 4.6 millones
y el First en 2 millones.
Ante esta situación, la Junta Monetaria no tuvo otra salida que imponer san-
ciones a los bancos que incurrieron en deficiencias prolongadas en los encajes, y
en 1965 se logró retornar a una normalidad básica en los coeficientes bancarios.
Coadyuvó también la disminución de la emisión monetaria y el aumento de las
reservas internacionales que ocasionó la parálisis económica durante una parte del
año, a raíz de la Revolución de Abril, y la entrada extraordinaria de divisas no utili-
zadas en importaciones por efecto del estado en que se encontraba el país.

SENTIDOS DE LA LEY 708

Al cabo de pocos años de la caída de la dictadura, los medios dirigentes del


sector financiero llegaron a la conclusión de que era preciso modificar el régimen
legal mediante una nueva ley. Tal requerimiento se generaba en gran medida en la
complejidad de las operaciones que introducía la incorporación de las asociaciones
de ahorros y préstamos y otros tipos de entidades de intermediación financiera, a lo
que se agregaban las expectativas de nuevos procesos que incluían la expansión de
las operaciones y un papel cada vez más importante de las mismas en la economía
nacional.
No se ha obtenido información específica acerca de las circunstancias que lleva-
ron a la confección de la nueva ley, pero el hecho de que fuera aprobada en abril de
1965, al año y medio de la instauración del Triunvirato, es suficiente para suponer
que emanó de los grupos sociales dirigentes. Hay que tomar en cuenta que no exis-
tía Poder Legislativo en esos momentos, por lo que el Triunvirato tenía la potestad
de emitir leyes. En ese período, en el sistema político existían pocas mediaciones
entre los intereses de los grupos empresariales y las políticas de Estado.
Con todo, esta ley5 en buena medida era una réplica de la de 1947, considerada
obsoleta. La generalidad de los artículos se repite en ambas, por lo que los cambios
se refieren a algunas proporciones cuantitativas y a determinados aspectos puntua-
les de atribuciones.

5
Ley General de Bancos, No. 708, 14 de abril de 1965, Gaceta Oficial, No. 8940 (bis), 19 de abril de
1965.

132

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

En primer término, si bien se dejaba el requisito de 10% de capital sobre el acti-


vo, se estipulaba que el monto mínimo de capital suscrito y pagado debía elevarse a
300,000 pesos si la sede se ubicaba en Santo Domingo, permaneciendo el requisito
de 100,000 de capital si la sede o una sucursal estaban fuera de la ciudad. Los ban-
cos extranjeros debían constituir un capital de un millón de pesos, más un 20% de
reservas. Por otra parte, cada banco debía tener un capital adicional, equivalente al
20% del mínimo por cada sucursal u oficina, requerimiento que se reducía a 10%
en caso de no existir en esas ciudades otros establecimientos bancarios. Obviamen-
te, este artículo, que elevaba el capital mínimo para montar un banco, se concibió
para frenar la posibilidad de que franjas emergentes de la clase media pudiesen
incursionar en el negocio financiero formal.
Otro parámetro cuantitativo que se modificó fue el privilegio a los depósitos de
ahorro en caso de quiebra, que se elevó hasta 3,000 pesos, valor que se ampliaba has-
ta 10,000 pesos para cooperativas y sindicatos. Los límites establecidos en la ley 1530
a los montos de créditos a personas, al igual que las excepciones y los que quedaban
sujetos a autorización de la Superintendencia, permanecieron invariados. De todas
maneras, se estipuló que si se trataba de una empresa exportadora con un capital
mínimo de 50 millones de pesos, el valor del préstamo podría llegar a 60% de los
depósitos más el 50% del capital pagado del banco. Esto implicaba un privilegio
que hoy día sorprende, puesto que no se acompañaba de requisitos de garantía,
sino que explícitamente establecía ventajas para los contados grupos económicos
eventualmente capaces de constituir en conjunto empresas de tal dimensión. Que-
da claro que la legislación ratificaba el propósito de favorecer al estrato superior del
empresariado, en detrimento de posibles grupos competidores, y que la banca se
encontraba en la mira de los sectores que detentaban los resortes del poder político.
Muy pocos otros elementos novedosos tuvo la ley 708. En términos generales, de
manera sutil, el artículo 6 amplió las posibilidades de control de la Superintenden-
cia sobre las entidades financieras.
Esta ley no tuvo efectos inmediatos, por cuanto no se acompañó de un reglamen-
to de aplicación y los acontecimientos iniciados diez días después de promulgada
inhibieron todo tipo de iniciativa empresarial. En cualquier caso, las restricciones
apuntadas no constituyeron un obstáculo, ya que el nuevo contexto del poder polí-
tico obligaba a redefiniciones en otro sentido. La salida que se encontraría para un
relanzamiento de la banca fue la promoción de instrumentos de nuevo tipo, como
se verá a continuación.
Posteriormente la ley fue objeto de modificaciones puntuales, que comenzaron
durante el gobierno provisional de Héctor García Godoy, en aspectos como el por-
centaje máximo que se podía conceder a un prestatario. La primera enmienda se
produjo por medio de la ley 194, de 30 de abril de 1966, en la que se reformulaban
los artículos 25 y 38. La siguiente de importancia tardó trece años: por medio de la
ley 108, de 17 de abril de 1979, se modificó el artículo 37.

133

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

REGLAMENTO INTERIOR DE LA LEY 708


Y LA REORGANIZACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA

En 1965 no hubo condiciones para elaborar un reglamento a la ley 708. Todavía


en 1966 resultó difícil emprender esa tarea, con un gobierno provisional y luego
con otro que debió conceder primero atención a tareas urgentes. Cuando se logró
un mínimo de normalización de la vida política, a inicios de 1967, se planteó la
pertinencia de que la ley vigente fuera dotada del correspondiente reglamento. Al
igual que en 1952, se le tituló como “Reglamento interior”. A este documento se le
concedió importancia, pues permitió introducir definiciones acerca de la estructura
organizativa de la Superintendencia de Bancos. No deja de ser interesante que en
aquel momento no se plantease la necesidad de aprobar una nueva ley, sino a lo sumo
especificaciones ligeras que no requerían ese paso, pues se referían a procedimientos
y organización interna. En otros aspectos, la Junta Monetaria hacía uso de sus potes-
tades para concretar las políticas efectivas.
El 2 de febrero de 1967 el pre-
sidente Joaquín Balaguer dictó el
“Reglamento Interior de la Super-
intendencia de Bancos”, No. 934,
en ejercicio de las atribuciones del
artículo 55 de la Constitución.6 Este
material era más detallado que el
precedente de 1952, y en adelante
fue tomado como referencia para
las modificaciones sucesivas de la es-
tructura orgánica.
Se ratificó la adscripción de la Su-
perintendencia como dependencia
de la Secretaría de Estado de Finan-
zas. Además del ámbito bancario, al
igual que antes, debía cubrir el Área
de Seguros, así como las operaciones
de menor cuantía, y se introdujo la
posibilidad de realizar inspecciones
a las asociaciones de ahorros y présta-
mos. También se le adjudicó jurisdic-
1  *    0 
ción sobre las entidades que realizan
transacciones con divisas y las dedicadas a negociar acciones o cualquier tipo de
títulos, reguladas por la ley 550, del 24 de diciembre de 1964.

6
Gaceta Oficial, No. 9023, 8 de febrero de 1967.

134

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

En lo fundamental, las prerrogativas del superintendente reproducían las con-


tenidas en la ley, si bien, mediante el artículo 22, se le otorgaba la facultad para
cambiar o aumentar las atribuciones a secciones y funcionarios. Una modificación
importante introducida fue que ya no quedaba como integrante de la Junta Moneta-
ria, sino que sería invitado eventualmente por esta, lo que planteaba la disminución
de su incidencia en el influyente organismo.
En el reglamento aparecen nuevas instancias de mando. Por una parte, en el ar-
tículo 8, se introdujo la figura del asesor del superintendente como funcionario for-
mal del organigrama, implícitamente colocado en la segunda posición. Además de
las tareas que le asignase el titular, el asesor debía revisar las informaciones recibidas
de los bancos y demás instituciones financieras; controlar la eficiencia del sistema
de encaje legal, asesorándose para ello de los inspectores; revisar los informes de las
inspecciones a los bancos antes de ser sometidos a la consideración del superinten-
dente; por último, se le otorgaba la capacidad de iniciativa de someter proyectos y
otros materiales a consideración del superintendente.
El reglamento también estatuyó el cargo de intendente general, quien, de acuer-
do al artículo 9, sustituiría al superintendente en caso de ausencia, enfermedad o
impedimento. Además de las funciones que le pudiera confiar el superintendente,
el intendente general debía llevar el control del cumplimiento de las leyes relativas
a asociaciones de ahorros y préstamos, aseguradoras, etc.
Se aprecia una reorganización consistente en fundir todas las actividades admi-
nistrativas en una sola oficina. Temporalmente continuó un Área de Seguros. Las
demás funciones pasaron a ser divididas en el Área Técnica y de Inspección –ya
contemplada en el reglamento de 15 años antes– y la dependencia de estadística
y análisis, una creación que deslindaba la evaluación de lo que se recababa en las
inspecciones y lo que provenía de envíos rutinarios de los bancos, y que, por tanto,
planteaba un potencial refinamiento de las tareas técnicas.
El conjunto de las actividades de inspección seguía correspondiendo al contador
encargado de esa sección. Este debía, en lo fundamental al igual que antes, formu-
lar el plan de inspección del año, asegurar que la labor se llevase a cabo de manera
satisfactoria, hacer las recomendaciones a los inspectores en cada caso, colaborar
con ellos en la preparación de los informes, dirigir investigaciones especiales orde-
nadas por el superintendente, preparar un informe anual de las labores desarrolla-
das, que incluía una recapitulación de las inspecciones generales, y otros trabajos.
Al encargado de la Sección de Estadística y Análisis se le asignaba la función de
analizar todos los formularios enviados por las instituciones financieras, sin impor-
tar su carácter. A partir de ellos debía analizar la solidez y liquidez de los bancos y ve-
rificar el cálculo de los encajes legales. Asimismo, esta sección debía preparar series
estadísticas acerca de la banca y facilitar a la Sección de Inspección informaciones
convenientes para un mejor trabajo.

135

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

El reglamento también contenía todo un título de Disposiciones Generales, con


cinco artículos dedicados a garantizar la disciplina laboral, la asistencia, la puntuali-
dad, la no comisión de abusos con los permisos de salidas y las licencias y la estipu-
lación de sanciones, incluidas amonestaciones, multas, suspensión y destitución. Es
posible que en ese momento se hubiese producido un relajamiento de la disciplina
y que se plantease la necesidad de restaurarla.

LAS FINANCIERAS DE DESARROLLO

Desde 1964 la asesoría de organismos internacionales, particularmente de la


Agencia Internacional de Desarrollo, puso a consideración del Gobierno dominica-
no la conveniencia de que se creara una banca de inversión, con el objeto de respal-
dar el fomento de actividades productivas, con énfasis en la industria y la agricultu-
ra. Esas entidades, a diferencia de los bancos comerciales, no debían inmiscuirse en
los negocios de cuentas corrientes, sino limitarse a captar dinero mediante cuentas
a plazo fijo, para dirigirlo específicamente a otorgar créditos a mediano y largo
plazo para la creación o ampliación de empresas agrícolas e industriales. Estas ope-
raciones facilitarían la canalización de recursos provenientes de préstamos blandos
de organismos internacionales y de eventuales donativos para el desarrollo.
En ese momento prevalecía el criterio de fomentar nuevos sectores empresa-
riales que promovieran el desarrollo económico. Aunque no se desechaba abierta-
mente el presupuesto reformista contenido en los lineamientos de la Alianza Para
el Progreso, en realidad el enfoque para el desarrollo se derivaba hacia la gestación
de nuevos núcleos empresariales surgidos de la clase media. En definitiva, se trataba
de propender al fomento económico, bajo el supuesto de que este era posible aun
en el caso de que no se adoptaran políticas reformistas.
Se emprendieron gestiones que quedaron interrumpidas por el estallido de
abril de 1965. El posterior despliegue de la ayuda de Estados Unidos le dio mayor
relieve a tales propósitos, lo que se observa en el hecho de que el instrumento legal
para tal fin fue adoptado durante el gobierno provisional de Héctor García Godoy y
promulgado el día antes de entregar la presidencia a Joaquín Balaguer.7
En los considerandos de esta ley se aprecia que el desarrollo industrial se con-
cebía fundamentado en su integración con el sector agropecuario, por lo que con-
venía alentar la agricultura comercial para sustituir gradualmente la de subsistencia
y contribuir así a elevar el nivel de vida del campesinado. Estaba implícito que el
papel fomentalista del Estado debía canalizarse a través de esas financieras, que es-
timularían a los inversionistas.

7
Ley sobre Sociedades Financieras de Empresas que Promueven el Desarrollo Económico, No. 292,
30 de junio de 1966, Gaceta Oficial, No. 8994.

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

La denominación de las empresas acogidas a los beneficios de esta ley 292 tenía
que expresar taxativamente su carácter de financiadoras de inversiones, usasen o no
la palabra banco. Los beneficios otorgados por la ley eran importantes. En primer
lugar, las financieras de desarrollo eran liberadas de los requisitos de encaje legal
establecidos por la Ley Orgánica del Banco Central, aunque la Junta Monetaria po-
dría fijar un encaje legal sobre los recursos recibidos del público. Aunque el capital
tendría que ser de por lo menos 300,000 pesos, las financieras no quedaban obliga-
das a integrar un fondo de reservas. De acuerdo al artículo 6, “en vista de su función
esencial de canalizadoras de la inversión de capitales, estarán exentas del Impuesto
Sobre la Renta e impuestos similares que se establecieren en el futuro, siempre que
el monto imponible no exceda del 15% de su capital pagado y en reservas”. Esta
exención impositiva se concedía por doce años desde el momento de la constitu-
ción de la compañía. También las utilidades de los inversionistas en esas financieras
quedaban exentas del Impuesto Sobre la Renta en un 50% durante diez años, así
como los beneficios que se invirtiesen en la compra de acciones de las financieras,
hasta el 40% de la renta neta de la persona o de 75,000 pesos al año.
Todas estas cláusulas, que se articularon para estimular el flujo de capitales hacia
dichas entidades, prefiguraban lo que con el tiempo constituiría el lineamiento cru-
cial de las políticas de estímulo a la inversión en sectores productivos, como quedó
plasmado en la ley 299 para el desarrollo industrial de 1968.
Para asegurar que los incentivos de esta ley canalizaran los recursos hacia présta-
mos a las actividades productivas y limitar el riesgo de los autopréstamos, el artículo
5 establecía que las financieras tan solo podrían poseer acciones de una empresa
hasta el 45% del capital, límite que se podría sobrepasar cuando las empresas fuesen
organizadas por la financiera “en interés de acelerar el desarrollo económico del
país”. Otra limitación estipulada era la de no conceder créditos a una misma empresa
por más del 10% del capital, monto que podía elevarse al 20% si las garantías eran
suficientes; se requería la aprobación de la Junta Monetaria para conceder créditos
a sus propios directivos.
Pese a esas regulaciones, en los hechos las sociedades financieras que se comen-
zaron a constituir unos años más tarde operaron en lo fundamental para canalizar
créditos blandos y de largo plazo a sus propios dueños. Estos no tenían interés en
que sus entidades financieras participasen en industrias u otras empresas, puesto
que preferían canalizar los recursos por sí mismos.
En definitiva lo que estaba en juego era que las financieras de desarrollo tras-
ladaran recursos de diversos orígenes hacia los aparatos productivos modernos, en
particular hacia la industria manufacturera. Esos recursos podrían originarse en
sectores agrarios atrasados, cuyos propietarios tenían la expectativa de operar como
rentistas, pero más importantes fueron los préstamos blandos de organismos inter-
nacionales y bancos del exterior, juntp al papel intermediario del Estado, abierto a
hacer aportes a las financieras de desarrollo, con lo que favorecía un interés particular
como parte de un propósito de fomento económico.

137

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Aun con los incentivos arriba indicados,


el avance de las financieras de desarrollo
fue relativamente lento. Para 1972, es decir,
seis años después de emitida la ley, existían
muy pocas. Su crecimiento se dinamizaría
en los años ulteriores, pero nunca lograron
acercarse en importancia al sector bancario
comercial, que gozaba de mayores ventajas
para atraer depósitos.
La ley 292 estuvo relacionada con las fun-
ciones que la Agencia Internacional para el
Desarrollo le otorgó al empresario Tomás
Pastoriza, uno de los individuos más talen-
tosos de los reducidos círculos pensantes de
los sectores superiores tradicionales. Pasto-
riza recibió de la AID una suma entonces 03& 5I-+J
significativa, en concepto de préstamo no
reembolsable, para crear la primera entidad de este tiop, la Financiera Domi-
nicana, llamada a servir de modelo para el sistema crediticio dirigido al desarrollo
económico. Sin duda ese cometido fue cumplido, puesto que la Financiera Domini-
cana operó como un importante referente durante años. Con esos recursos apoyó la
fundación de no pocas empresas productivas, en su mayoría pequeñas y medianas.
Su límite principal parece haber radicado en la dificultad para captar recursos
adicionales.
Durante algunos años la única réplica que tuvo la Financiera Dominicana fue
la Corporación Financiera Asociada (COFINASA), fundada como subsidiaria de la

-*S53 5;    C10#$;)      

138

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

Gulf and Western, empresa de capital norteamericano que adquirió el Central Ro-
mana en 1967, desde el cual se fue expandiendo hacia ramas variadas de la actividad
económica, sobre todo en el este del país.
A pesar del apoyo que significaron los préstamos blandos o en títulos, el impacto
inicial de las financieras de desarrollo no fue espectacular. Sus activos normalmente
se situaban en menos del 10% de los totales.

BANCOS HIPOTECARIOS DE LA CONSTRUCCIÓN

En la misma tónica de movilizar recursos financieros en apoyo a fines definidos


de las políticas públicas, se consideró la pertinencia de crear un instrumento adicio-
nal para el fomento de la vivienda, lo que llevó a la promulgación de la Ley Orgáni-
ca sobre Bancos Hipotecarios de la Construcción, No. 171, de 7 de junio de 1971.8
Las asociaciones de ahorros y préstamos estaban dirigidas a promover la deman-
da para sectores de ingresos bajos y medios, pero el acrecentamiento de la clase me-
dia durante esos años planteó la necesidad de cubrirle a ese sector social los reque-
rimientos. En la filosofía política del presidente Joaquín Balaguer, de orientación
reformista conservadora, la propiedad operaba como un factor de promoción social
y estabilidad política, por ser vista como inductora de un comportamiento asociado
al trabajo, el ahorro y la inversión; en consecuencia, la clase media estaba llamada
a ser el factor más dinámico del crecimiento económico. Por otro lado, la industria
de la construcción era ponderada como la de mayores efectos multiplicadores sobre
la dinámica económica, por proveer empleos masivos, demandar materias primas y
bienes industrializados y tener efectos visibles en la coyuntura.
No se trataba únicamente, por
tanto, del simple fomento de la vi-
vienda para clase media, sino, como
reza la ley, “de obras de urbanización
y edificaciones en general, y asimis-
mo, la construcción de parques in-
dustriales, centros comerciales, ho-
teles, moteles, apartamentos-hoteles,
oficinas, escuelas, clínicas, centros
médicos y viviendas”. El fomento de
esas actividades de construcción pa-
saba a ser, pues, objeto de los bancos 2 %
hipotecarios.

8
Ley Orgánica sobre Bancos Hipotecarios de la Construcción, No. 171, 7 de junio de 1971, Gaceta
Oficial, No. 9233, 24 de junio de 1971.

139

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

El capital requerido para los bancos hipotecarios era mayor que el de las finan-
cieras de desarrollo: 500,000 pesos, la mitad de los cuales deberían estar pagados al
inicio de las operaciones y la otra mitad en el lapso de un año. Tenían que constituir
también una reserva de 20% del capital, excluido el encaje. Ese fondo de reserva
debía acrecentarse constantemente con el traslado de al menos 2.5% de las utilida-
des anuales.
El instrumento legal orientó que determinadas fuentes de recursos dieran sus-
tento a estos bancos, en particular provenientes de instituciones autónomas del Es-
tado, compañías de seguros, bancos y financieras de desarrollo. Mediante ventajas
se facilitaba que las aseguradoras invirtieran en estos nuevos bancos los porcentajes
de los beneficios a que estaban obligadas por medio de la ley 3788.
Los bancos hipotecarios fueron autorizados a emitir títulos de renta fija o va-
riable, fuesen bonos, cédulas hipotecarias u otros valores, a un plazo máximo de
20 años, debiendo ser cada emisión autorizada por la Junta Monetaria. De ahí en
adelante, esos bonos quedaban sujetos a toda clase de operaciones sin necesidad de
permisos de una autoridad financiera. Asimismo, podían contratar créditos en el
país y en el exterior y recibir depósitos a plazo.
Además de hacer préstamos garantizados con hipotecas a los adquirientes de vi-
viendas, estos bancos, de acuerdo al artículo 5 de la ley, podían realizar operaciones
con las industrias de la construcción o prestar para el fomento de urbanizaciones
y edificaciones, o participar en el capital de empresas de la construcción, aunque
nunca en exceso del 20% del capital del banco. También podían hacer préstamos
de corto plazo, contra entrega de documentos sobre transacciones comerciales a no
más de 120 días.
Se estableció un límite a la participación de los bancos hipotecarios en las ac-
ciones de las empresas financiadas: el 45% del capital de estas. Normalmente, no
podían conceder a una empresa o persona créditos superiores al 10% del capital y
reservas, aunque, como en otros instrumentos financieros, podrían llegar al 20% en
caso de existir garantías suficientes.
Los incentivos eran iguales a los de las financieras de desarrollo: exención del
Impuesto sobre la renta durante 12 años hasta el 15% del capital para el banco y del
50% de las utilidades de los inversionistas.
Por razones a discutir, el impacto de estas instituciones fue bastante mayor que
el de las financieras de desarrollo, aunque los incentivos eran los mismos. Posible-
mente se debió a que el mercado inmobiliario registraba una dinámica expansiva
superior a la de la industria manufacturera y que las expectativas de personas de di-
versos niveles sociales se depositaban en mayor medida en edificaciones y viviendas
que en plantas industriales.

140

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

INTRODUCCIÓN DEL PRIMER CATÁLOGO DE CUENTAS

Hasta 1965, como se ha señalado, cada banco llevaba el sistema de contabilidad


que le pareciera adecuado, aunque estaba obligado a adaptarlo en los informes tri-
mestrales y anuales que se daban al conocimiento del público, sujetos a revisión por
la Superintendencia. Esta tenía que adaptarse a los formularios de esas entidades,
lo que obligaba a la resolución permanente de dificultades para aclarar la situación
que atravesaban y sobre todo el conjunto del sistema. Entonces se listaban las cuen-
tas de ahorro y corrientes, una de las tareas más arduas, pero no en un formulario al
efecto y sin que conllevase la asignación de códigos. Sin embargo, lo sustancial era
que el acrecentamiento de las inspecciones por el aumento de los activos y del nú-
mero de oficinas bancarias tras la muerte de Trujillo demandaba un sistema único
de contabilidad del conjunto de las instituciones financieras.
Desde poco después de 1962, se hizo patente para los funcionarios de la autori-
dad monetaria y financiera que un sistema uniforme de contabilidad tornaría más
sencillas las inspecciones, permitiría una comparación en el desempeño de todos
los bancos y facilitaría la obtención de criterios acabados sobre la evolución de las
diversas variables por separado y del sistema financiero global. El requerimiento se
hacía más urgente en la medida en que se habían establecido dos nuevos bancos del
exterior y se había fundado un banco de capital predominantemente dominicano.
En conjunto, estas tres entidades de inmediato pasaron a tener un peso de bastante
consideración, por lo que, en caso de adoptar nuevos criterios de contabilidad, se
complicaría aún más la labor de inspectores y analistas de la entidad supervisora.
Cuando se emprendieron los estudios a tal efecto se observó que lo más urgente
era lograr la homogeneidad de la banca comercial, por cuanto las asociaciones de
ahorros y préstamos tenían menos peso en el sistema financiero y estaban pautadas
por criterios más comunes, en tanto que otros tipos de entidades, como las financie-
ras de desarrollo, todavía se hallaban en pañales.
A decir del informe anual del superintendente, en los meses en que se produ-
jeron los estudios, los mismos requirieron gran parte del tiempo de labores a los
funcionarios de la Superintendencia, orientados por el criterio de la trascendencia
que tendría el nuevo instrumento contable, llamado a marcar un hito en el proceso
de desarrollo de la institución, aunque no variaba el fondo de la metodología de la
supervisión.
En general, el desempeño de la Superintendencia hasta la caída del régimen de
Trujillo no había traspasado la rutina, pues la evolución del sistema financiero no
presentaba exigencias perentorias de innovaciones. Pero la nueva situación política
posibilitó el inicio de la modernización. Durante los primeros años obró a favor
el hecho de que no se realizaron despidos masivos por razones políticas o de otro
género. Un momento de remozamiento de los trabajos se produjo desde finales de
1965, durante el gobierno provisional de Héctor García Godoy, con la llegada de

141

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Delio Canela a la posición dirigente, quien decidió utilizar la experiencia acumula-


da por el personal gracias a una compenetración con él.
Entre las medidas adoptadas por Canela estuvo la contratación de un técnico
mexicano del Centro de Estudios Monetarios de América Latina (CEMLA), recor-
dado por su apellido Miranda. La presencia de este asesor constituyó el primer hito
en el avance de la Superintendencia conforme a las exigencias del desarrollo en
perspectiva del sector financiero. En el año y meses de su estadía comenzó a pre-
pararse el proceso de implantación de nuevos elementos para la inspección, el nú-
cleo básico de la labor, llamados a tener por centro la adopción de un catálogo de
cuentas. Por la misma época el Banco Mundial envió a un experto de nacionalidad
cubana con idéntico propósito.
Al consultar a Canela sobre su experiencia como superintendente y si introdujo
novedades o fue pionero en alguna actividad considerada un hito, testimonió:

Acepté el puesto solo si el Gobierno me apoyaba en reestructurar


la SB, que en ese tiempo era también Superintendencia de Seguros
y así fue.
Había que sacar a la SB de una oficina pública rutinaria y sin sig-
nificado. Contratamos personal adicional con estudios universitarios,
con salarios competitivos, los preparamos para su ejercicio junto con
el personal existente para ejercer una función verdaderamente pro-
fesional. Se revaloraron los salarios de los empleados existentes. La
generalidad de todos ellos fueron exitosos, hicieron carrera. Creemos
que la proyección profesional y exitosa de la SB tuvo ahí sus inicios y
fue potenciada en lo adelante.
Adquirimos el solar que hoy la SB ocupa comprándolo al Banco
de Reservas, esto para hacer el edificio actual. Se pagó todo con las
multas que los bancos comerciales habían pagado al Banco Central
por deficiencias de Encaje Legal y cuyos fondos estaban en el Banco
Central que nunca habían sido tocados. Se dieron los pasos para ini-
ciar el edificio actual pues hasta entonces el gobierno había estado
mudando las oficinas nuestras de un lugar a otro. Después de que
fuera un tema social, legislamos sobre la manera como los bancos de-
ben calcular los intereses de cuentas de ahorro de los depositantes.9

Lo primero que hizo Miranda fue dictar un curso acerca del concepto de catá-
logo de cuentas. Este instrumento implicaba que los bancos quedaban obligados a
registrar sus operaciones en un documento general, común a todos, diseñado por
la entidad supervisora y no por el propio banco, como había sido lo habitual hasta
entonces.

9
Testimonio de Delio Canela.

142

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

1        3       

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

En el catálogo de cuentas lo medular residía en la inclusión de las cuentas que


permiten el registro de las informaciones (o las referencias sobre ellas) que avala-
ban una operación. Entre las cuentas que contenía la primera versión elaborada
durante la gestión de Canela sobresalía la de préstamos, mediante la cual se regis-
traban los diferentes tipos de préstamos y sus correspondientes garantías por tipo,
se llevaba el control de los vencimientos y se relacionaba con una estructura por
sectores económicos o tipos de garantías, como hipotecarias o sin desapoderamiento.
Posiblemente el punto más álgido era la calidad de la garantía, ante la tendencia
de algunos prestatarios a ofrecer más de una vez una misma propiedad, que por lo
demás podía ser frágil, como cabezas de ganado. Por lo tanto, el catálogo permitía
un estudio ponderado de la calidad de la garantía como recurso para determinar la
solvencia de cada deudor y la salud de la entidad bancaria en su conjunto.10
En el mismo orden, el catálogo de cuentas permitía un estudio sistemático de va-
riables claves del desenvolvimiento bancario, como la relación entre activos y capital
o la relación entre depósitos y préstamos otorgados, todo conforme a lo dispuesto
por la ley 708 entonces en vigor. Según Ramón Checo, la introducción del catálogo
tuvo la importancia de incorporar un formulario diario de reportes, antes inexisten-
te, que incluía depósitos, efectivo y créditos, y que por tanto permitía determinar
cuánto dinero había en circulación, desglosado en los diversos tipos de créditos.
Estos datos posibilitaban dar un seguimiento más sistemático y exhaustivo a cada
banco, por lo que supusieron un peldaño superior de la inspección. En efecto, si
se constataban variaciones en la cartera de créditos, el encaje legal o el efectivo, el
Departamento de Inspección procedía de inmediato a despachar un equipo de por
lo menos cuatro integrantes, que duraban normalmente entre una y dos semanas
en el banco.
Finalmente, por medio de la resolución No. 4-66, de 31 de octubre de 1966, del
superintendente Salvador Aybar Mella, se aprobó el primer catálogo de cuentas,
poco después publicado por la imprenta del Banco Central.11 Se hizo constar en él
la colaboración de técnicos del Departamento de Estudios Económicos del Banco
Central, así como de oficiales ejecutivos de los bancos comerciales.
Ese instrumento debía comenzar a regir a partir del 1 de enero de 1967 para
las cuentas reales, del mes de julio de ese año para los bancos cuya contabilidad
coincidiese con el año calendario y del final del segundo trimestre para los bancos
que efectuasen cierres trimestrales. Desde esas fechas, el catálogo pasaría a ser el
“sistema obligatorio para el registro de las operaciones de los bancos comerciales”.
Asimismo, el instructivo anexo, de acuerdo a la aludida resolución, tendría “que
ser tomado en cuenta para registrar las operaciones bancarias, de acuerdo con las
agrupaciones presentadas en el mismo”.

10
Explicaciones al respecto en entrevista a Julio Cotes.
11
Superintendencia de Bancos, Catálogo de cuentas para los bancos comerciales, Santo Domingo, 1966.

144

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

Se dio realce al catálogo sobre la base de que superaría la dispersión de los sis-
temas de las operaciones de los bancos, por las dificultades que generaba para “una
sana y fructífera orientación de la política monetaria y crediticia […]”. Se apostaba a
que el registro ordenado de las operaciones iba a permitir un control más adecuado.
En una de las versiones del catálogo, ya en fase unificada, se resumen sus objetivos.

1. Regular y unificar el registro y presentación de las operaciones


contables bancarias.
2. Servir como instrumento de control de las actividades del sistema
financiero.
3. Facilitar la preparación de estados financieros.
4. Proporcionar información adicional necesaria para ampliar los
conceptos de los reportes que se generen.
5. Permitir la consolidación de las informaciones financieras de todas
las instituciones del sistema.

Por otra parte, se partía del criterio de que el instrumento articulaba principios
comunes de la contabilidad con un marco analítico, combinación que “crea las bases
para el apropiado manejo de las instituciones financieras y el sano desenvolvimiento
de sus actividades. Permite también satisfacer plenamente las necesidades de políti-
cas y análisis monetarios”.12
Las versiones más desarrolladas del catálogo de cuentas se basaron en los prin-
cipios de cuentas nacionales de las Naciones Unidas, al igual que en la clasificación
industrial internacional de las actividades económicas de ese organismo. Por los
primeros se dividía la economía de un país en gobierno, empresas no financieras,
instituciones financieras, instituciones sin fines de lucro, a lo que se agregaba el
sector no residente. La clasificación industrial dividía la economía en agricultura y
otros sectores primarios, minas, manufactura, electricidad, construcción, comercio
y hotelería, transporte y comunicaciones, establecimientos financieros y seguros,
servicios comunales y actividades no bien especificadas. Por último, se emitieron
unas Reglas de Agrupación de Cuentas para la formulación del estado de contabili-
dad mensual o balance general anual. Todas las partidas debían condensarse en un
formulario para ser firmado por el administrador del banco y su contador.
Al inicio la implantación del sistema de catálogo de cuentas fue sencilla, puesto
que, como se ha visto, con excepción del Banco Agrícola, las asociaciones de aho-
rros y préstamos y pocas otras entidades, únicamente existía en la práctica un tipo
de banca, la comercial tradicional, representada por dos bancos canadienses, dos
norteamericanos, uno estatal y dos privados nacionales, uno de ellos en realidad

12
Superintendencia de Bancos, Catálogo de cuentas unificado de las casas de préstamos de menor cuantía,
Santo Domingo, 1987.

145

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

de capital mixto. De manera que la introducción de la metodología se limitó a la


banca comercial. Ya entonces había aparecido otro tipo de banca, la de ahorros y
préstamos, pero como estuvo inicialmente bajo la tutela del Banco Nacional de la
Vivienda quedó fuera de la aplicación del nuevo instrumento. De tal manera, a la
larga, se produjo cierto desfase entre la complejización de la banca y los mecanis-
mos instrumentados por su organismo supervisor.

ADOPCIÓN DE SUCESIVOS CATÁLOGOS DE CUENTAS

La extensión del sistema de catálogo de cuentas a los demás tipos de bancos


vendría a ser un logro ulterior. El dominio del primer catálogo de cuentas no fue
sencillo, pues requirió una reingeniería del conjunto de las operaciones. Por lo de-
más, no constituyó ninguna panacea, dado que siguieron empleándose las hojas de
gran tamaño, casi inmanejables.
Ese primer catálogo de cuentas de 1966 permaneció como el instrumento ex-
clusivo de la inspección y análisis, aunque con el transcurso de los años se le fueron
introduciendo correcciones y nuevos apartados.
No pasó mucho tiempo, tras el inicio de su aplicación en enero de 1967, para
que se presentasen inconvenientes, sobre todo por la disparidad de criterios operati-
vos entre los bancos dominicanos y extranjeros. Los técnicos de la Superintendencia
fueron dando respuestas a estas situaciones, pero después de un tiempo llegaron a
la conclusión de que era inevitable una revisión completa de las cuentas principales
y de las subcuentas. El titular de la Superintendencia, Máximo Ares García, proce-
dió a solicitar información escrita a cada uno de los bancos acerca de las necesida-
des que tuvieran para equilibrar en lo posible las diferencias entre ellos.
Se llegó a la conclusión de que resultaba indispensable preparar un nuevo es-
quema de catálogo que, “aunque básicamente ceñido al patrón original abarcara
satisfactoriamente los más pequeños detalles que cada institución de crédito consi-
derara conveniente a su desenvolvimiento”.13 En el segundo semestre de 1968, por
consiguiente, fueron convocados los representantes de los bancos en reiteradas oca-
siones para sostener intercambios, conjuntamente con el director del Departamen-
to de Estudios Económicos del Banco Central. A la postre se alcanzaron todos los
acuerdos necesarios para un nuevo catálogo, para aplicarse a partir del 1 de enero
de 1969. A juicio del superintendente Ares, la implantación de ese segundo catálogo
de cuentas para los bancos comerciales ha “cumplido los propósitos que inspiraron
su creación al servir como una fuente inestimable de informaciones para la mejor
orientación de la política crediticia y monetaria del país”. Tan solo fue necesario
introducir ligeras modificaciones a tres de las cuentas a lo largo de 1969. A partir
del catálogo modelo, se fueron realizando desarrollos deslindados para los diversos

13
Superintendencia de Bancos, “Memoria 1969”.

146

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

tipos de entidades financieras, sobre la base de que cada una de ellas contenía pecu-
liaridades que obligaban a replicar el instrumento mediante adaptaciones.
De manera continua se fueron desagregando los conceptos de las cuentas, al
punto que en un momento se hicieron en gran medida inservibles ante el exceso de
información. Se llegó al grado de que, en definitiva, solo unos cuantos ítems eran
los que verdaderamente revisaban los analistas y se tomaban en cuenta para medir
la salud de los bancos.
Es de interés para apreciar el desarrollo institucional de la Superintendencia
visualizar la evolución de los catálogos de cuentas que se fueron aprobando para los
distintos tipos de instituciones financieras por medio de resoluciones de la propia
Superintendencia de Bancos. Se pone de relieve que la adaptación se constituyó du-
rante años en el principal esfuerzo en materia normativa, con un destacado nivel de
aplicación, puesto que se pautaban las operaciones de las entidades y se facilitaban
las tareas de inspección. Las principales resoluciones al respecto son las siguientes:14

s No. 178, de 1978, que establece el catálogo de cuentas para las


financieras de desarrollo.
s No. 1-80, de 6 de febrero de 1980, que obliga a las casas de préstamos
de menor cuantía a enviar un estado de situación y un estado de
ganancias y pérdidas.
s No. 2-80, de 22 de febrero de 1980, que establece una codificación
para el registro de los documentos que deben ser procesados por
los bancos.
s No. 3-80, de 1980, que establece el catálogo de cuentas para las
casas de préstamos de menor cuantía.
s No. 2-81, de 1981, que establece el catálogo de cuentas para los
bancos comerciales.
s No. 3-81, de 1981, que establece el nuevo catálogo de cuentas
para los bancos hipotecarios.
s No. 4-86, de 20 de noviembre de 1986, que establece el catálogo
de cuentas para las financieras comerciales.
s No. 2-88, de 30 de abril de 1988, que establece el catálogo de
cuentas unificado del Banco Nacional de la Vivienda.
s No. 2-90, de 7 de julio de 1990, que modifica los catálogos de
cuentas unificados.
s No. 2-93, de 5 de julio de 1993, que agrega al catálogo de cuentas
unificado las cuentas y subcuentas que deberán incluir los bancos
autorizados a ofrecer servicios múltiples bancarios.

14
Se basa en una recopilación de las resoluciones emitidas por la Superintendencia de Bancos,
entregada por Marcos Soto.

147

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

s No. 3-93, de 5 de julio de 1993, que agrega al catálogo de cuentas


unificado las cuentas y subcuentas requeridas para la aplicación
de las normas prudenciales de la segunda resolución de la Junta
Monetaria de 11 de diciembre de 1992.
s No. 1-94, de 8 de febrero de 1994, que elimina, modifica y agrega
cuentas al catálogo de cuentas unificado.

Se deriva de la cronología que durante más de diez años en lo fundamental no


se modificó el primer catálogo de cuentas establecido en 1966, y que a partir de
1978 se fue adaptando a diversos tipos de entidades, al tiempo que se hicieron di-
versas reformas a medida que se aprobaban normas que contribuían a perfeccionar
las versiones anteriores.
El catálogo de cuentas elaborado para las llamadas financieras comerciales es un
ejemplo de esa dinámica de modificaciones y ajustes.15 Se justificaba a causa de que
estas entidades no estaban reguladas por leyes especiales, situación que acentuaba
la dispersión de sus sistemas de contabilidad. Este catálogo, por tanto, revistió cierta
importancia normativa en un momento en que se producía una multiplicación ace-
lerada del número de estas entidades, las cuales comenzaban a representar un serio
problema. Como se recoge en uno de los considerandos, el catálogo tenía el propó-
sito de someter a las financieras y a sus operaciones a un mínimo de control. De he-
cho, el término genérico de financieras comerciales, hasta donde se ha establecido,
se empleó por primera vez de manera formal en este documento, precisamente en
los momentos en que habían entrado en rápido crecimiento.
Otro catálogo de cuentas que resultó importante fue el de los bancos hipoteca-
rios de la construcción, habida cuenta del peso que habían alcanzado poco tiempo
después de comenzar a operar en 1971 y de que presentaban peculiaridades que
obligaban a diferencias con los bancos comerciales, al sustentarse en créditos hipo-
tecarios y, consecuentemente, en operaciones inmobiliarias. Ese catálogo, resultado
de la resolución 3-81, comenzó a regir el 1 de enero de 1982.16
Cada nuevo catálogo de cuentas incluía mejorías técnicas que incorporaban las
experiencias de su aplicación en los otros tipos de entidades. Durante la fase de
proyecto se recibían sugerencias de actores y de asesores nacionales y extranjeros.
Un giro en esta trayectoria de desarrollo técnico fue la adopción de un catálo-
go único a partir de 1990. Se estaba en la antesala de reformulaciones normativas
del sistema financiero, que se verán en el próximo capítulo. En los años siguientes,
como sigue mostrando la cronología, se le introdujeron a este instrumento unificado
diversas cuentas, subcuentas y especificaciones sobre materias colaterales. Esto úl-
timo es lo que se observa en resoluciones como la 9-94, de 1994, que establece un

15
Superintendencia de Bancos, Catálogo de cuentas para las Financieras Comerciales, Santo Domingo, 1986.
16
Superintendencia de Bancos, Catálogo de cuentas para Bancos Hipotecarios de la Construcción, Santo
Domingo, 1982.

148

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

instructivo operativo para la determinación de los límites para créditos individuales


y a partes vinculadas, que fue seguido de otros similares de la misma fecha sobre
provisiones, operaciones contingentes, etc.
Un hito culminante en esta trayectoria fue la adopción del manual de contabi-
lidad para instituciones financieras, mediante la resolución No. 13-94, que lo hace
obligatorio para el registro contable y la obtención de las informaciones resultantes.
Incluye el propio catálogo de cuentas junto a los estados financieros y otros compo-
nentes.17 En años siguientes se produjeron sucesivas modificaciones del manual de
contabilidad y otros instrumentos colaterales. En la cronología se observa que la úl-
tima variación del manual de contabilidad se llevó a cabo por medio de la resolución
No. 7-02, de 8 de marzo de 2002, que modificó sus tres primeros acápites.

EL SIMBAD

En contraste con la prolongada continuidad previa en los mecanismos contables,


desde finales de la década de 1970 comenzaban a desarrollarse nuevos instrumen-
tos, que respondían a requerimientos derivados de la ampliación de las operacio-
nes, la diversidad creciente de tipos de instituciones financieras y las posibilidades
de aplicación de la informática, aunque todavía eran bastante incipientes.
Otro de los hitos en esta dirección fue la adopción del Sistema de Información
Mecanizada para la Banca Dominicana, que pasó a conocerse por el acrónimo de
SIMBAD. Preparado por un equipo conjunto de una misión del CEMLA y personal
de la Superintendencia, fue adoptado durante la última fase de la gestión de Anto-
nio Alma, como uno de los tantos logros de su fructífero desempeño.18
En cierta manera el SIMBAD constituía un complemento de los catálogos de
cuenta. El propósito principal de este novedoso instrumento radicó en que “las au-
toridades […] identifiquen fácilmente aquellas instituciones bajo su control que
reflejen una alta posibilidad de enfrentar dificultades financieras […] con la fina-
lidad de sentar bases más amplias para formar juicios anticipados acerca de la con-
dición de la institución y de esta manera diseñar acciones correctivas apropiadas y
sobre todo oportunas”.19 Constituía simultáneamente un mecanismo para que la
institución supervisora detectara problemas y una herramienta gerencial “diseñada
de forma tal que hace disponible información significativa y actualizada de manera
que pueda ser utilizada efectivamente por los ejecutivos bancarios en la toma de
decisiones”.

17
Se publicó en libro: Superintendencia de Bancos, Manual de contabilidad para instituciones financieras,
Santo Domingo, 1994.
18
Superintendencia de Bancos, Sistema de información mecanizada para la banca dominicana (SIMBAD),
Santo Domingo, 1982.
19
Ibíd., p. 2.

149

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

El SIMBAD constaba de varios elementos básicos: sistema de información con la


sistematización de los datos de encaje legal, balances contables, etc.; elaboración de
informes trimestrales para determinar la condición de cada entidad y tener las bases
para las recomendaciones de acción a tomar; evaluación por grupos de analistas,
con el propósito de determinar las causas de problemas actuales o potenciales. Estos
informes debían remitirse a un sistema de procesamiento de datos denominado I
COBANE, llamado a ser compartido por los bancos, el Banco Central y la Secretaría
de Finanzas. Se concibió este tipo de informes para alimentar al SIMBAD, con lo
cual la Sección de Análisis de la Superintendencia podía elaborar estudios.
Un esquema diseñado en el propio documento base permite entender las
interrelaciones de actividades.

150

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

INSTALACIÓN DEL BANCO CONDAL Y SU TRASPASO AL BANCO DE SANTANDER

Cuando se hizo evidente que la economía dominicana estaba comenzando a


recuperarse del estancamiento que la caracterizó entre 1964 y 1967, nuevos grupos
financieros del exterior mostraron interés en instalar sucursales en el país. Uno de
los primeros fue el español Banco Condal, de Barcelona. Aprovechó las dificulta-
des que seguía atravesando el Banco de Crédito y Ahorros, con el que la autoridad
monetaria y financiera continuaba una actitud de tolerancia para evitar problemas
mayores. En particular, en las inspecciones la Superintendencia trataba de ayudar
a que ese banco superara sus problemas, los cuales se juzgaba que no eran de gran
dimensión, no ponían en riesgo el sistema financiero y ni siquiera apuntaban a una
posible quiebra. Como parte de esta actitud se favoreció que los activos del Banco
de Crédito y Ahorros pasaran al Banco Condal. El traspaso no dejó de constituir un
logro, habida cuenta de las dudas que se habían suscitado en el público al conocerse
de una u otra manera la existencia de problemas.
Uno de los componentes de la operación radicó en que permanecería el grueso
de la empleomanía del Banco de Crédito y Ahorros, incluyendo algunos integrantes
del grupo dirigente. Esto devela que no había grandes pretensiones en los planes a
futuro. No hubo una inyección de recursos de envergadura, y el Banco Condal no
logró posicionarse de manera relevante en el mercado financiero. Sus competidores
eran bastante fuertes, en un mercado de pequeña dimensión que no auguraba toda-
vía una expansión acelerada. Pocos fueron los pasos que pudo dar la recién creada
entidad bancaria, como la instalación de una sucursal en Constanza, destinada a
atender las necesidades del grupo emergente de agricultores ricos que prosperaban
en el cultivo de vegetales gracias a las condiciones climáticas, una parte considerable
de los cuales eran españoles. Hasta entonces no existía una sucursal bancaria en esta
pequeña ciudad enclavada en la Cordillera Central.
Cuando a los dueños del Banco Condal se les hizo evidente que las posibilidades
de expansión en el mercado dominicano eran limitadas, convinieron en traspasar
sus activos al Banco de Santander, de mayor categoría, uno de los más grandes de
España. Empero, a este último le sucedió algo similar que al Condal; por lo visto, su
crecimiento en el país no alcanzó un ritmo similar al del conjunto de la economía,
por lo que, lejos de ganar participación en el sistema financiero, la vio disminuir.
A su gerencia internacional le debió parecer carente de atractivo permanecer en
República Dominicana, no obstante haber iniciado ya una dirección de penetración
en mercados latinoamericanos. Como resultado, el Banco de Santander resolvió
vender sus acciones de la sucursal en el país y traspasar los activos a un banco domi-
nicano creado para tal efecto, el Banco Español.
Este caso ilustra un comportamiento creciente de la banca internacional, para la
cual el reducido mercado financiero dominicano no ofrecía alicientes. Más adelante
se entrará en detalles al respecto, al evaluarse el origen nacional de la composición
accionaria de la banca dominicana. Esta reticencia no fue ajena al posterior despegue

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

de la banca local, un componente de relevancia en los rasgos de la economía y de


las finanzas de los años ulteriores.

MULTAS: GÉNESIS DEL LOCAL

Pese a la vocación por la ortodoxia de los bancos canadienses, como se ha visto,


incumplieron los requerimientos de encaje legal. Es posible que esto se debiera a
confusiones debidas a los criterios distintos de aplicación de la regulación según
tipo de cuenta y destino de los préstamos por sectores económicos. Tras la caída de
Trujillo el encaje legal había pasado a ser un instrumento de desarrollo, dirigido a
favorecer el crédito al aparato productivo, por lo que experimentó cambios.
La principal multa se impuso al Royal Bank por la forma en que utilizó una acu-
mulación previa de divisas. Estaban en depósito en virtud de las cláusulas del encaje
legal, que originalmente estipulaban un 30% para las cuentas corrientes y 15% para
las de ahorro. En un momento dado de 1964, los gerentes decidieron poner en
venta el grueso de esas divisas, con lo que provocaron una caída de los recursos para
encaje legal. Los inspectores, que se atenían a la política vigente de afectar lo menos
posible el prestigio de los bancos,20 captaron la situación y pidieron orientación al
superintendente Mario Ginebra, muy abierto a los planteamientos provenientes de
los técnicos. De manera un tanto inesperada, el superior instruyó que se impusieran
multas, seguramente para dar una señal de que las normas no debían ser violadas.
En realidad, el Royal Bank se encontraba en un estado por completo sano, pero
faltó a las regulaciones, tal vez a causa de la falta de antecedentes. La gerencia del
Royal elevó una protesta, pero no pudo sostenerla a causa de haber quedado palpa-
blemente establecido que había violado la regulación acerca del encaje legal.
Al verse el monto a ser recaudado por las multas, se obtuvo la autorización del
gobierno para no traspasarlo a su cuenta general, lo que permitió crear un fondo
especial que fue depositado en el Banco Central. Esto se mantuvo discretamente,
aunque la suma de la primera multa al Royal era considerable, de alrededor de
250,000 pesos que, con otras multas aplicadas al Scotia Bank, alcanzó un total de
alrededor de 300,000 entre ambos bancos.21
Ante la disponibilidad de recursos que se acumuló en ese fondo, en 1967 se
decidió construir un local definitivo, lo que se consideró sería un hito en la conso-
lidación institucional.

20
Entrevista con Héctor Urbáez.
21
No se han consultado documentos al respecto, que se deben encontrar en el “Archivo Muerto” de
la Superintendencia, situado en el sector de Herrera, o en el Archivo General de la Nación. Las
versiones de los entrevistados en lo fundamental coinciden, aunque divergen en algunos detalles,
mientras dejan otros sin una conclusión precisa.

152

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

     $    

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

El edificio iba a permitir albergar un número mayor de empleados, establecer


la división física entre los departamentos, instalar nuevos equipos; en fin, conceder-
le un realce del que hasta entonces había carecido. Es posible que se escogiera el
lugar por su cercanía tanto con el Banco Central como con la Secretaría de Estado
de Finanzas.
Los estudios técnicos de la edificación se confiaron al ingeniero Juan García
Godoy y el diseño al arquitecto Gay Vega. Se calculó preliminarmente un costo total
de 200,000 pesos. La edificación tendría dos plantas, aunque también un área de
parqueo a ras de tierra debajo de la primera.
El 1 de agosto de 1969 se inauguró el nuevo edificio con presencia del presidente
Joaquín Balaguer. El discurso central de la ceremonia estuvo a cargo del superinten-
dente, Máximo Ares García, quien había alentado la obra.
En ese momento ya existía la Super-
intendencia de Seguros, de forma que la
función de supervisión bancaria dispon-
dría en el futuro del conjunto de la super-
ficie del nuevo edificio, aunque al inicio
se le cedió el segundo piso a la Superin-
tendencia de Seguros. La sede para esta
última institución, construida tiempo des-
pués, formó parte del mismo proceso y se
situó al lado.
Una década después, durante la ges-
&  4 5    tión de Antonio Alma, se amplió la sede,
al construirse una tercera planta y cerrarse el área del parqueo para destinarla a
oficinas, con lo que el edificio pasó a tener cuatro plantas. Alma impulsó la habilita-
ción de nuevas áreas para el estacionamiento.

INTERVENCIÓN DE LA POLÍTICA

Después del triunfo de Joaquín Balaguer en las elecciones de 1966 se introdujo


un factor hasta cierto punto desconocido en la Superintendencia de Bancos: la in-
terferencia de motivos políticos en un organismo llamado a desempeñarse confor-
me a parámetros técnicos. Desde luego, toda práctica estatal es por definición polí-
tica, pero la introducción de intereses sectarios entra en conflicto con las exigencias
de eficacia técnica. Durante la época de Trujillo, a pesar del despotismo imperante,
se había mantenido una actitud más profesional respecto al funcionamiento de este
organismo. Como nadie podía manifestarse en contra del orden trujillista, no se
planteaban los despidos por razones políticas. Incluso en los años inmediatamente
posteriores al tiranicidio de 1961, los diversos gobiernos mostraron cierta actitud
respetuosa hacia las competencias técnicas especializadas.

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

Ese clima fue alterado desde julio de 1966. Los recuerdos registran múltiples
despidos destinados a cambiar la composición del personal y dar prioridad a los
partidarios del grupo de poder. Incluso durante años se exigió a muchos empleados
que entregaran cuotas partidarias. A pesar de ello, no quedó excluida del todo la
preocupación por la competencia técnica de la institución, por lo que se aceptó
el ingreso de personas provenientes de otras orientaciones políticas o, sobre todo,
que se evaluaran por consideraciones técnicas. Aun en medio de cierto ambiente
político enrarecido, se permitió que se mantuvieran en sus puestos algunos viejos
empleados. Todo esto contribuyó a mantener la capacidad de realización de las ins-
pecciones y otras funciones. De todas maneras, la intervención de la política fue uno
de los factores que incidieron en el estancamiento de la eficiencia global. Algunos
supervisores se limitaron a mantener la rutina, sin introducir cambios. Otros, como
Máximo Ares García, se preocuparon por que se mantuviera un estándar técnico
mínimo, por lo que pusieron cierto coto a exigencias políticas.
Con la llegada a la presidencia del Partido Revolucionario Dominicano dismi-
nuyó ese comportamiento, aunque no se superó por completo. En los primeros
tiempos, recuerdan algunos de los entrevistados, se cesanteó una parte del personal.
Luego vino una posición distinta, pues, estabilizada la nueva situación, disminuyó
el interés partidario. Incidió al respecto la posición independiente del licenciado
Antonio Alma, designado al frente de la entidad por el presidente Antonio Guzmán
sobre la base de consideraciones profesionales. Sus sucesores, Frixo Messina y Sofía
Leonor Sánchez Baret, en la administración de Salvador Jorge Blanco, mantuvieron
una postura de apego a parámetros técnicos, no obstante ser la segunda dirigente
del partido en el gobierno. Por tanto, no se registraron despidos masivos ni ingresó
mucha gente sobre la base de consideraciones puramente políticas.

CONTRATIEMPOS CON LA INVERSIÓN POPULAR

En diciembre de 1964, mediante la ley 550, se aprobó un nuevo instrumento,


coherente con el espíritu que animaba a medios dirigentes del Estado y del sector
privado de abrir espacios del sistema financiero, tanto para una participación en las
entidades como para la recepción de créditos en mejores condiciones. En este caso
se trató de la regulación de entidades comerciales e industriales que ofrecieran al
público acciones u obligaciones de cualquier otra naturaleza. La Superintendencia
de Bancos quedó facultada para ejercer las funciones de supervisión de este tipo de
compañías y para llevar la inspección de sus operaciones.
No hubo tiempo antes de abril de 1965 para que esta normativa empezase
a surtir efectos. Pero en 1966 se estructuraron por lo menos tres compañías, que
entonces recibieron una amplia publicidad, basadas en la venta de sus acciones a
pequeños tenedores, la entonces denominada “inversión popular”.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

En los primeros tiempos se depositaron grandes expectativas en que la moviliza-


ción de recursos de personas de clase media e incluso sectores populares contribuyese
a la mejoría de su situación, al incremento de la inversión y el empleo y a una mayor
dinámica general de la economía, habida cuenta de la pequeñez del sector empre-
sarial tradicional. Sin embargo, no pasó demasiado tiempo para que se pusiera en
evidencia que tales empresas confrontaban gravísimos problemas, que terminarían
haciéndolas inviables. El principal provino de la falta de controles suficientes que
previniesen la comisión de abusos por quienes quedaron como directivos.
Como se trataba de una realidad nueva en la estructura económica, no se dispuso
de los mecanismos para resolver a tiempo situaciones puntuales, ni para establecer
los correctivos a la normativa citada que impidieran las irregularidades y contribu-
yesen a hacer sustentable este tipo de empresas. En particular, la Superintendencia
de Bancos tomó cartas cuando el deterioro de las empresas llegaba a planos de
gravedad, en medio de escándalos mayúsculos, y ya era inevitable su intervención
o liquidación. Es interesante que fuera a raíz de la relación de la Superintendencia
con estas compañías cuando por primera vez, desde 1947, tuvo que proceder a in-
tervenir empresas de cierta dimensión y proceder a su liquidación.
Para finales de 1966 los problemas en
esas pocas compañías fueron tomando ca-
rices agudos. La primera manifestación se
produjo en la Cervecería Cibao, radicada
en La Vega, cuyo consejo de administra-
ción se escindió en dos grupos en pugna.
El superintendente Ares García se acercó
a ellos en procura de proteger a los más
de cuatro mil pequeños inversionistas. Al
no poder detener el deterioro por vía de
la persuasión, por resolución 2-67, declaró
intervenida esa empresa. Hizo gestiones
para recabar el capital para que la planta
comenzara la producción.
La única propuesta que se juzgó acep-
table fue la de Antonio Molini, empresario
que había pasado años en Brasil y quien
ofreció una inyección de capital de 400,000
pesos, además de aval para un préstamo
bancario por otros tantos 400,000. Una
&    @ 5  ;      asamblea de accionistas, realizada el 25
 @   
de junio de 1967, aprobó el plan someti-
do por Molini, quien quedó como presidente de la junta directiva tras invertir la
suma prometida. Poco después fue levantada la intervención de la entidad pública,

156

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

cuando se consideró que había cesado “el estado de descomposición que afectó
por mucho tiempo a la Cervecería”.22 Con todo, Ares García decidió mantener una
fiscalización constante para prevenir nuevas dificultades. No tardaría, empero, en
volver a deteriorarse la situación.
Ante las quejas de accionistas, la Super-
intendencia prefirió designar a una firma de
auditores para que preparara un diagnósti-
co, el cual condujo a la resolución 5-69, de 8
de junio de 1969, para intervenir de nuevo
la empresa. En adelante todas las operacio-
nes de la planta tuvieron que ser refrendadas
por la Superintendencia. Fueron destacados
varios inspectores que tomaron el control de
las instalaciones industriales y las oficinas ad-
ministrativas. En ese momento la producción
había caído a niveles mínimos, por lo que
la Superintendencia hizo gestiones de abas-
tecer la planta de materias primas y envases
gracias a créditos. Poco después, el consejo
de administración designó a Luis H. Suá-
.3O S
rez como administrador por un año, con la
encomienda de revertir el estado calamitoso a que había conducido la gestión de
Molini. A este se le achacaron gastos exagerados de publicidad a través de una em-
presa suya, que minaron los dividendos de la cervecería, reducidos en 1968 a 17,000
pesos, no obstante contar con un capital pagado superior a 4 millones de pesos. Se
adujo también que la distribución de los productos era llevada a cabo por una com-
pañía propiedad de Molini, que quedó incluso con deudas.
En 1967 se replicaron las dificultades en la primera compañía de inversión
popular, la Corporación Dominicana para Industrializar Productos Agrícolas (Co-
doinpa), que en poco tiempo había reunido un capital considerable proveniente de
más de ocho mil pequeños inversionistas. La historia se repitió, aunque en versión
empeorada. “Al igual que la Cervecería Cibao –señaló Ares García– las intrigas y las
diferencias de criterios a nivel administrativo hicieron caer la empresa en una pará-
lisis prolongada, que unida a la falta de capacidad de sus administradores provocó la
ruina total de la Compañía”. Tras estudiar el informe del contador Alfred Wiese Del-
gado, la Superintendencia llegó a la conclusión de que “no existía, prácticamente,
ninguna posibilidad de que Codoinpa se recuperara de tan grave situación”. Cundía
la desconfianza entre los accionistas y los bancos se negaban a otorgar créditos. El
31 de agosto de 1967, por resolución 6-67 de la Superintendencia, Codoinpa quedó
intervenida, con vistas a solicitar su liquidación a las autoridades correspondientes.

22
Superintendencia de Bancos, “Memoria 1967”.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Una tercera situación se produjo con Refrescos Dominicanos, que recibió aho-
rros de más de tres mil personas para una planta de bebidas gaseosas. Durante la
Revolución de Abril se arruinó la materia prima que se hallaba en la aduana de San-
to Domingo, por lo que solicitaba entonces exoneraciones para reponerse de estas
pérdidas. En esta empresa se produjo un cambio de administración. El nuevo titular,
basado en una auditoría, sometió a la justicia por malversación de fondos a dos pre-
decesores, quienes quedaron en libertad bajo fianza. Se registró que la fábrica había
entrado en una nueva parálisis y que las maquinarias se encontraban en mal estado.
Aun así, la Superintendencia hizo esfuerzos infructuosos para dotar a la compañía
de capital de trabajo a fin de que pudiera volver a operar.

EL BANCO DE LOS TRABAJADORES

En 1972 hizo aparición algo que rompía los cánones en el todavía pequeño y
tradicional sector financiero. Se trató de la fundación de un banco estatal dirigido
al fomento de los trabajadores. Se declaraba que entre sus propósitos sobresalía la
movilización de recursos provenientes del propio mundo del trabajo. En realidad,
esa entidad recibió facultad para recabar ahorros forzosos, pues los trabajadores
tendrían que hacer aportes de sus salarios. Por tal razón, el banco no fue bien reci-
bido por los sindicatos.

$       

La idea de su fundación surgió entre un grupo de personas con experiencia en


el sector bancario y con los vínculos políticos necesarios para obtener asentimiento.
Parece que se suscitaron dudas en las altas instancias del gobierno, particularmente
en el propio presidente Balaguer, pero al final este dio luz verde.

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

El Banco de los Trabajadores se proclamó depositario de un interés genuino de


promoción de los intereses de los obreros. Sin embargo, rápidamente se puso de
manifiesto que algunos de los directivos del banco procedieron a operar de acuerdo
a sus intereses y no tardaron en manifestarse dificultades. Empero, paralelamente
a la labor de la Superintendencia, obró un sentido político de protección al banco.
Los inspectores no tenían los medios para imponer sanciones, por lo cual las irregu-
laridades seguían produciéndose.
A medida que se exacerbaban las dificultades, en la Superintendencia se dispuso
un alerta que llevó a renovadas inspecciones. La actitud independiente de los super-
intendentes Alma y Messina determinó que se pasara a censurar la administración
de ese banco. Como resultado de una inspección en 1984, Messina remitió una
correspondencia al Consejo de Directores. En esa carta resumió los resultados de
la investigación, en un pormenorizado informe. La situación no era explosiva, pero
presentaba deficiencias que podían presagiar un agravamiento de no ser objeto de
rectificación. La consistencia de ese superintendente se puso de manifiesto cuando
asumió la responsabilidad inherente a su cargo.

Se observó que se están incumpliendo algunas de las disposicio-


nes establecidas en el reglamento para préstamos personales, aproba-
dos por la Superintendencia de Bancos en fecha 20-7-77, así como la
Resolución de la Junta Monetaria y el Catálogo de Cuentas.
Dentro de estos incumplimientos está aquel que en fecha 20-7-77 la
Junta Directiva del Banco, acogiéndose a lo dispuesto en la Ley No.
412, en su artículo 35, dictó un reglamento para préstamos persona-
les en el que se especifica que el monto prestado no debe exceder del
equivalente a tres sueldos de salarios sin embargo existen varios casos
en que se viola esta disposición.
Por otra parte, a la cuenta de Sobregiros Temporales en cuenta
corriente no se le está dando el cabido uso, ya que en el listado de
cuentas corrientes se mantienen sobregiros hasta con 200 y 300 días,
sin ser transferidos a dicha cuenta ni a la Cartera Vencida.
En cuanto a la documentación de respaldo de los Créditos Co-
merciales, se observó que el 65% adolece de deficiencias en dichas
documentaciones, siendo la mayor incidencia, la no evidencia de Es-
tados Financieros y la carencia de información del cliente en la Car-
tera de Revisión.
Las deficiencias que resultaron al evaluar las garantías, son de un
37% siendo la más significativa la falta de avalúo con un 9% y la no
evidencia de pólizas de seguros contra incendios con un 6%.
En la revisión de los pagarés, se observó que no existe una separa-
ción entre los vencidos, vigentes y los cancelados. Estos se encontra-
ban dispersos, situación ésta que dificultó nuestra labor de revisión.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

La Cartera de Crédito a nivel consolidado asciende a 17,979,900


y está integrada por préstamos personales, ascendentes a 13,525,090,
equivalente a un 75% de esta, los préstamos comerciales que ascien-
den a 2,418,419, equivalente a un 14% y los créditos hipotecarios a
2,036,391 que representan un 11%. La reserva para créditos de dudo-
so cobro a la fecha de la inspección asciende a 318,492.
En cuanto a los créditos concedidos al sector privado fueron ca-
lificados y o criticados la suma de 516,453, equivalente a un 30% de
la muestra que fue de 1,737,064, resultando un 3% como problema
potencial, un 24% deficiente y el resto 3% como dudoso, los montos
calificados como pérdidas no son significativos.
La cartera vencida al 31 de mayo presenta un balance de 1,314,648,
equivalente a un 7% de la cartera total. Este balance no presenta la ra-
zonabilidad del mismo, ya que existen pagarés comerciales vencidos
en vigentes, ascendentes a 769,853 y sobregiros vencidos sin incluir
en el mismo por un monto de 144,200. De tomarse en consideración
estos montos, la cartera vencida ascendería a 2,228,701, equivalente
a un 12% de la Cartera ascendente a 17,979,900. Es oportuno señalar
que los créditos con más de 6 meses de vencidos ascienden a 822,630,
equivalente a un 63% del total vencido.23

Este fue el resumen esencial, pues la lectura del expediente completo revela
otros problemas. Con todo, Messina reconocía que el banco cumplía con la esencia
de la ley 412 al fomentar, por medio del crédito, la creación o el fortalecimiento
“de cooperativas y otras organizaciones de carácter económico de los trabajadores”.
Al final, ante la acumulación de las malas prácticas, se tornó inviable la conti-
nuidad del banco. Constatadas las violaciones a las normativas, la Junta Monetaria
dispuso la apertura del proceso de liquidación. De seguro, esta decisión estuvo me-
diada por consultas a niveles altos del poder político. El banco fue ocupado, sus
autoridades fueron cesanteadas y las operaciones paralizadas.
Esas ocurrencias tempranas indican que comenzaba a prefigurarse en germen
lo que vino a ser en tiempos posteriores un comportamiento común en entidades
financieras pequeñas y algunas grandes. En tal sentido, el Banco de los Trabajadores
ocupó una posición de precursor.

23
“Informe de la inspección efectuada al Banco de los Trabajadores Dominicanos”. Tras el título se
hizo constar: “Este informe es estrictamente confidencial”.

160

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

ATENCIÓN DESARROLLISTA AL ENCAJE LEGAL

Máximo Ares García, superintendente que procuró mantener un estándar ele-


vado en el funcionamiento de la institución, se planteó sistematizar la revisión del
cumplimiento del encaje legal por medio de una nueva unidad y la ampliación de
las atribuciones del departamento encargado de realizar los análisis correspondien-
tes, que en lo sucesivo recibió el nombre de Departamento de Encaje Legal, Análisis
y Estadísticas.

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A la cabeza de la nueva unidad se colocó al licenciado Andrés Vanderhorst. De-


bía determinar si los bancos estaban canalizando los préstamos de acuerdo a los
porcentajes establecidos para los diferentes tipos de depósitos, incluyendo los pa-
sivos no representados por depósitos. La creación de este departamento evidencia
el empeño por superar las debilidades técnicas. El énfasis no era nada desdeñable,
porque en las visiones de la época se consideraba que las regulaciones sobre encaje
legal eran las fundamentales para el mantenimiento de la salud de los bancos. De tal
manera, los perfeccionamientos logrados en este terreno por Ares García contribu-
yeron a que la Superintendencia, no obstante sus limitaciones, cumpliese gran parte
de su cometido. Con el propósito de dar seguimiento a las disposiciones acerca del
encaje y su correcta aplicación por los bancos, como parte de la reorganización de
1967, el superintendente Ares procedió a alentar el fortalecimiento del departa-
mento mencionado.

161

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

A la postre, ya para la década de 1970, se consideró que el encaje legal debía


dejar de ser primordialmente un mecanismo regulador para devenir en un medio
de impulso al desarrollo económico, además de ajustarse a las exigencias técnicas
en uso a nivel internacional. Así lo expuso el veterano Manuel M. Patín, en el im-
portante texto ya citado, como uno de los logros del sistema financiero dominicano.

Un sistema de Encaje Legal científico, cuidadosamente elaborado


para fines de nuestro desarrollo integral, modificado para ajustarse
a las actuales necesidades, rige la aplicación de los depósitos y otras
disponibilidades de los bancos comerciales, cuyas características más
fundamentales entre otras son las siguientes: a) Coadyuvar a la cana-
lización de los recursos bancarios hacia las fuentes de producción, lo
cual, a la vez que fomenta la actividad económica en ese sector, anula
las presiones inflacionarias que resultarían de la reducción del encaje
en efectivo; b) Tiene el atractivo para los Bancos, de poder obtener
mayores utilidades si efectúan las inversiones señaladas; c) El propó-
sito central del sistema consiste en estar encaminado al fomento de
la economía, utilizando la mayoría de los recursos monetarios que los
Bancos Comerciales destinan a las actividades productivas, de manera
que la reducción de la tasa en efectivo “congelado” no coadyuve a
fomentar presiones inflacionarias.24

Desde finales de la década de 1970 se impulsó que los préstamos a la industria


y la agricultura quedaran exentos del requisito del encaje legal en proporciones
crecientes, lo que dinamizó el crédito tendente al desarrollo económico sin conse-
cuencias inflacionarias. Ramón Checo informa que en aquella época se interpretó
que el mismo Balaguer fue el mentor de esta medida.
Está registrado, en efecto, en las anotaciones preparadas por el ex intendente
Marcos Soto, que a partir de 1987 se produjo un vuelco, cuando el encaje legal
empezó a ser utilizado como instrumento monetario más definido para canalizar
recursos. “En base a los depósitos de cuentas de ahorro, a plazo y especiales, el
porcentaje requerido para los préstamos a los sectores productivos era de un 45%,
manteniéndose en un 25% para los préstamos al sector comercio. Para los certifi-
cados financieros, los porcentajes eran de un 55% para los préstamos a los sectores
productivos y 25% para el sector comercio”.25
El cuadro contenido en la resolución al efecto de la Junta Monetaria, de 3 de
diciembre de 1987,26 permite visualizar los porcentajes adoptados para favorecer

24
Patín, “Medio siglo de banca”, p. 5.
25
Entrevista con Marcos Soto.
26
Superintendencia de Bancos, Nuevo sistema de encaje legal para la banca comercial, aplicable a partir del
1ro. de enero de 1988, Santo Domingo, s. f., pp. 1-2.

162

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

el fomento de los sectores productivos, en forma progresiva según el tipo de cuentas


que brindaban mayor seguridad.

Cuadro IV.3
Encaje legal, por depósitos y destino
Depósitos a la vista
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En esta resolución de la Junta Monetaria se estipularon principios en la aplica-


ción del encaje legal tendentes a su aplicación más correcta y beneficiosa para la
finalidad desarrollista. “Los requerimientos de encaje no cubiertos de cada renglón
en particular serán agregados a las exigencias del siguiente renglón y podrán ser cu-
bierto con las inversiones reales correspondientes”. Y más adelante: “Por otra parte,
los bancos comerciales deberán mantener el nivel de su cartera de préstamos al co-
mercio dentro de los niveles establecidos en la presente Resolución, entendiéndose
que el excedente en dicha cartera les será requerido en efectivo”.
Se deberían excluir del encaje legal los créditos otorgados con recursos prove-
nientes de préstamos internacionales y se especifica con claridad qué se entiende
por sectores productivos. También se dispuso que los pasivos originados por los
depósitos previos para cubrir importaciones a través de cartas de crédito y otros
instrumentos quedaran sujetos al requerimiento de un encaje de 100% en el Banco

163

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Central cuando se utilizasen divisas de esta institución, lo que se relacionaba con el


llamado “mercado paralelo de divisas”. Los bancos podrían mantener hasta un 50%
del encaje en billetes nacionales. Los datos semanales se debían proporcionar todos
los días al Banco Central, con copia a la Superintendencia; es decir, el encaje se
calculaba sobre la base de los pasivos al cierre de cada día, de acuerdo a las partidas
contenidas en el catálogo de cuentas, pero incluyendo las operaciones de toda la
semana.27 Cualquier deficiencia en el encaje legal se podría cubrir con el excedente
de efectivo en moneda nacional el día después del cierre del cálculo. Si el Banco
Central efectuaba los cargos dispuestos en el artículo 23 de la ley 708, los mismos
pasaban a la Superintendencia.

CONTROL DEL MICROFILMADO DE CHEQUES

Otro aspecto de importancia en esos años fue la creación, a inicios de la década


de 1970, de una unidad de microfilmado, encargada de visitar diariamente las ofi-
cinas de los bancos “con la misión de presenciar y certificar físicamente los proce-
sos de microfilmados y/o fotocopiados de los cheques y otros efectos de comercio
pagados por los bancos”. Lo que antes quedaba a discreción de los propios bancos
para seguridad de registro de las operaciones, pasaba a estar sujeto a la inspección
continua de la Superintendencia.
Esta innovación se concibió, en primer término, para garantizar la legalidad de
los documentos copiados, con la finalidad de que “los mismos pudieran ser admiti-
dos como medios de prueba en cualquier procedimiento judicial o administrativo”.
En tal sentido, se elaboró un formulario en el que se registraban los datos básicos
relativos a los documentos copiados. Más adelante, el superintendente Frixo Messi-
na emitió la resolución No. 1984, de 4 de enero de 1984, que impartía instrucciones
a las oficinas bancarias para conservar los rollos de las películas o las copias fotostá-
ticas de los cheques y cualesquiera otros instrumentos de comercio por un período
de diez años.

LA CAJA DE AHORROS Y PREVISIÓN SOCIAL

Pese a haber estado en el exilio por largo tiempo, Máximo Ares García se ganó
la confianza del presidente Balaguer, quien apreciaba la voluntad de introducir me-
jorías sobre la base de ideas traídas desde Venezuela. Por tal razón, interpreta don
Marcos Soto, se mantuvo tanto tiempo en el cargo, situado al margen de la evolu-
ción de la política.

27
Ibíd., pp. 2-3.

164

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

Una de las iniciativas de mayores consecuencias radicó en la creación de la Caja


de Ahorros y Previsión Social para los empleados de la Superintendencia. Ares con-
tó para ello con el respaldo de Balaguer, no obstante el plan de austeridad en curso.
Su apertura se hizo posible gracias a un aporte inicial de 60,000 pesos, en la época
una cifra considerable.28
De acuerdo a sus estatutos,29 los empleados debían cotizar el 5% de sus emolu-
mentos y la institución colocaría el doble, esto es, 10%. Más adelante, dichas cifras
se elevaron a 7 y 14%.
Esta creación contribuyó a fomentar el sentido de pertenencia y la solidaridad
gregaria. Se la juzga como uno de los hitos en el decurso de la Superintendencia.
En los inicios se incorporaban a la Caja de Ahorros también quienes laboraban
en el área de Seguros. Todos los empleados y funcionarios calificaban, aunque la
afiliación era voluntaria. La estructura incluía una asamblea de los asociados y una
directiva de cinco integrantes, electa por la primera.
Se hizo posible recibir préstamos, sobre todo para la adquisición de viviendas. El
acceso al crédito estaba regulado en los mismos estatutos.
Mientras estuvo al frente Ares García, la Caja se mantuvo pujante. Luego entró
en una descapitalización y letargo. El superintendente Antonio Alma la recuperó
en 1978 sobre la base de un rediseño operativo. La usó en particular para mejorar
las prestaciones que recibieron las personas despedidas con el propósito de elevar
el estándar técnico.

RECONOCIMIENTO DEL DESFASE

Aunque no introdujo parámetros técnicos novedosos, Ares tomó las medidas


necesarias para que la supervisión se llevara a cabo de manera adecuada. Lo hizo
no obstante el desfase que él mismo era el primero en reconocer. En buena medida
esta tónica se mantuvo los años posteriores a su salida.30
En presencia de Balaguer, en el discurso de inauguración del edificio, el 1 de
agosto de 1969, el superintendente Ares reconoció que la entidad no llenaba los
requisitos para cumplir con sus funciones a causa de la baja estima que recibía en
el ordenamiento estatal.31 Alertaba a la posibilidad de que el rezago se hiciera cre-
ciente ante el previsible dinamismo del sector bancario. Por su trascendencia, se
transcribe una parte de ese discurso.

28
Entrevista con Marcos Soto.
29
Estatutos de la Caja de Ahorros y Previsión Social de los servidores de las Superintendencias de Bancos y de
Seguros, (Santo Domingo), s. f.
30
Entrevista con Dhimas Santos.
31
Se basa en la transcripción de una memoria de la institución. Se han hecho ligeras modificaciones
de puntuación para hacer más fácil la lectura.

165

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

DISCURSO DE
MÁXIMO ARES GARCÍA
[FRAGMENTO]
L a idea de que la Superintenden-
cia de Bancos es un organismo burocrá-
tico inoperante debe quedar borrada
definitivamente de la mente de aque-
llos que desconocen la elevada misión
social que cumple esta institución en el
campo de la economía nacional.
Todo Estado organizado refuerza la
seguridad de sus recursos con el con-
curso de dos de sus más nobles institu-
ciones. La primera, las Fuerzas Armadas
Nacionales, que a la par de su deber
primordial de defender la Soberanía
del Estado lleva sobre sus hombros tam-
bién la responsabilidad de preservar y
.3O S
defender el patrimonio de la Nación; y
la segunda, la Superintendencia de Bancos, que controla y fiscaliza los
recursos monetarios de la Nación a través del control y fiscalización de las
operaciones financieras realizadas por los bancos. […]
Para que haya progreso creciente se hace indispensable la acción per-
manente de las instituciones mencionadas; porque son estas las que con-
trarrestan la dispersión de sus recursos y los canalizan hacia los objetivos
perseguidos por el Ejecutivo de la Nación para la aplicación racional de
una política orientada hacia el campo del desarrollo y fomento de la eco-
nomía. […]
La Superintendencia de Bancos es un valor de utilidad y no una cosa,
porque nace cuando el progreso de evolución de la banca alcanzó el plano
desde el cual debía iniciar su etapa de progreso hacia un mayor y mejor
perfeccionamiento. […]

166

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

La Superintendencia de Bancos, confabulada con la evolución y pro-


greso de las actividades bancarias, se presenta hoy inaugurando el edificio
que albergará sus propias oficinas. Dará alojamiento a la Superintenden-
cia de Seguros para dar cumplimiento a la planificación original que con-
templó la presencia de estas dos instituciones bajo un mismo techo, ya
que cuando fueron iniciados los trabajos de construcción estaban ambas
bajo una sola dirección. […]
Este edificio debió ser inaugurado muchos años antes ya que la Super-
intendencia de Bancos lo tenía planificado y poseía los recursos indispen-
sables para su ejecución; del año 1962 al 1966 la Ley General de Bancos
fue reformada dos veces por gobiernos de facto para minimizar el radio
de acción de la Superintendencia de Bancos y confundir la posición jerár-
quica del superintendente con la de otros funcionarios que están dentro
del marco de su acción fiscalizadora. La parte visible de sus fondos fueron
incautados para entorpecer su desenvolvimiento administrativo hasta que
posteriormente fueron pasados al Fondo General de la Nación, para ser
usados en servicios de guerra en la reciente conflagración bélica.
La Superintendencia de Bancos fue impulsada a una vida nómada ya
que de orden superior se le pidió varias veces desalojar los locales que
ocupó para complacer aspiraciones de personas morales y jurídicas. Las
vicisitudes señaladas solo sirvieron para robustecer la fe de los servidores
de la Superintendencia y estimular la acción para el logro de lo que hoy
contemplamos convertido en realidad.
Cuando nos hicimos cargo de la dirección de este organismo pusi-
mos en conocimiento del Honorable Presidente de la República el esta-
do de deterioro en que se encontraba la institución por la influencia de
fuerzas negativas que incidieron en el desenvolvimiento de su precaria
existencia y debemos declarar aquí, con toda franqueza, que merced a la
receptividad que tuvo y tiene el Jefe del Ejecutivo para la solución de los
problemas que la Superintendencia de Bancos ha ido presentando se han
podido obtener algunos logros, entre los que resalta la construcción de
este edificio que hoy inauguramos.
Al despedirnos expresamos también la necesidad de dignificar la vida
de la institución, manifestando que solo el Presidente de la República po-
dría hacerlo. Esta aspiración no ha sido todavía llevada a la consideración
del mandatario.
Del conocimiento que tenemos en escala continental de las Leyes
Bancarias que rigen las actividades de los bancos y determinan la función
de la Superintendencia de Bancos hay muchos aspectos en los cuales se

167

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

destaca categóricamente la ubicación de la institución dentro del meca-


nismo estatal.
Por ejemplo, la Ley de Venezuela nos dice en su artículo No. 104 lo si-
guiente: La inspección, vigilancia y fiscalización de los bancos e institutos
de crédito a que se refiere esta Ley y de las casas de cambio queda a cargo
de la Superintendencia de Bancos, servicio técnico especial adscrito al Mi-
nisterio de Hacienda o al Despacho Ejecutivo que disponga el ciudadano
Presidente de la República en consejo de ministros.
La Ley 708 que rige las funciones de este organismo, aunque en su
exposición de motivos expresa que por razones de adaptación a los prin-
cipios administrativos tradicionales del país, la función fiscalizadora del
Superintendente se ha hecho depender de la Secretaría del Tesoro y Cré-
dito Público (hoy Secretaría de Finanzas), el Superintendente de Bancos
informará al Secretario del Tesoro sobre cualquier asunto de importan-
cia en esta materia. En cuanto la actuación del Superintendente sea de
importancia para la política monetaria, la Ley coordina en lo posible las
decisiones del mismo con las funciones de la Junta Monetaria. […]
Así se expresaron los Técnicos Economistas en la exposición de moti-
vos que sirvió de base a la Ley General de Bancos, que ellos confecciona-
ron con la colaboración nativa.
La Ley de Venezuela ubica la Superintendencia de Bancos como el or-
ganismo a través del cual el Ejecutivo realiza su política de control y fisca-
lización de la banca y da poder al Presidente de la República para utilizar
cualquiera de los ministerios como puente entre la Superintendencia de
Bancos y el Ejecutivo de la Nación.
La Ley Dominicana divide en dos las funciones de la Superintenden-
cia de Bancos: en el aspecto monetario, financiero y jurídico entrelaza y
armoniza sus funciones con las de la Junta Monetaria. Este organismo le-
gislativo vota las resoluciones que la Superintendencia como poder ejecu-
tivo vigila y hace cumplir; designa las cuotas que los bancos deben aportar
al presupuesto de la Superintendencia y las resoluciones de este organis-
mo que son Leyes a cumplir; solo son apelables ante la Junta Monetaria.
La segunda función es la que la Superintendencia cumple en el con-
trol y fiscalización de la banca, que “por razones de adaptación a los prin-
cipios administrativos tradicionales del país la función fiscalizadora del
Superintendente de Bancos se ha hecho depender de la Secretaría del
Tesoro y Crédito Público”, hoy Secretaría de Finanzas.
Es la función fiscalizadora y no la Superintendencia en sí, la que se
ha hecho depender de la Secretaría de Finanzas. La posición dual de

168

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RECOMPOSICIÓN BANCARIA.

interrelación de la Superintendencia de Bancos con la Junta Monetaria


en varios de sus aspectos y con la Secretaría de Finanzas, exclusivamente
en función de control y fiscalización de la banca, por razones de adap-
tación a los principios administrativos tradicionales del país, no pueden
hacer de este organismo una dependencia real ni de la Junta Monetaria
ni de la Secretaría de Finanzas separadamente; y para corregir este error
de interpretación someteremos al Ejecutivo un proyecto de Ley que diga,
como en Venezuela, adscrita a la Secretaría de Finanzas y no dependencia
de esta Secretaría.

169

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CAPÍTULO V

EXPANSIÓN
DEL SISTEMA FINANCIERO

APERTURA MASIVA DE FINANCIERAS

Desde finales de la década de 1970 comenzó un proceso de ampliación acele-


rada del sistema financiero. De la amplitud y rapidez del mismo se desprende que
una porción de los beneficios que habían obtenido diversos actores económicos a
partir de los años 60 buscaba áreas más ventajosas de reinversión, y que aparecieran
nuevos grupos de intereses que perseguían abrirse paso a través de la banca. Era el
caso de emigrantes de retirada de Estados Unidos, después de ahorrar sumas que
juzgaban suficientes para volver al país y disfrutar de mejores condiciones de vida.
De la misma manera, sectores favorecidos de la clase media buscaban formas de
promoción.
En la época resultaba fácil ins-
talar un banco u otro tipo de enti-
dad financiera. Por una parte, los
montos de capital exigidos eran
bajos, pero sobre todo las regula-
ciones estipuladas en la ley 708 no
se correspondían con un escena-
rio expansivo como el que ya se es-
taba presentando. Pero esos requi-
sitos eran mucho mayores que los
  @   necesarios para fundar una finan-
ciera, puesto que estas no estaban
sujetas a regulaciones. Los mecanismos de supervisión, aunque mejorados respecto
a parámetros previos, resultaron insuficientes para detectar en conjunto todos los
problemas y, sobre todo, para darles solución. Se cometieron abusos de variados

171

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

signos, los cuales no fueron ajenos a los atractivos que ofrecía el sector financiero, a
menudo con vistas a la comisión de fraudes. Era común que comenzaran a fundar-
se empresas financieras que violaban comúnmente las normativas acerca de capital,
encaje legal o destino de los préstamos.
Donde este fenómeno se produjo en mayor medida fue en las financieras, en-
tidades no sometidas a las exigencias de los bancos, por lo cual los nuevos inver-
sionistas prefirieron canalizar sus expectativas a través de ellas. En el lapso de diez
años se crearon más de ochocientas, algo inusitado que rompía con los parámetros
limitados con que había venido funcionando el sistema financiero en las dos déca-
das previas.1
Una de las principales razones de la rápida expansión de las financieras fue el
atractivo que suponían las elevadas tasas de interés que ofrecían como forma de
competir con la banca tradicional. Esto atrajo a una porción importante de aho-
rrantes, lo que se plasmó en la ampliación de la participación de estas entidades en
el monto de los activos financieros. Muchas entraron en el procedimiento conocido
como “la pirámide”, que demandaba un crecimiento incesante de los depósitos, por
lo que quedaban expuestas a fáciles quiebras en perjuicio de los depositantes.

ESTABLECIMIENTO DE NUEVOS BANCOS

El proceso no se limitó a las


financieras, pues en esos años
grupos más ambiciosos se plan-
tearon fundar bancos. Se con-
solidaba con ello la tendencia
a la complejización del sistema
financiero, hasta entonces muy
concentrado en pocas empresas,
sobre todo bancarias.
Para 1975 continuaba inalte-
rada la estructura bancaria que,
.    en lo fundamental, había sen-
tado sus bases en 1962. Existían
casi los mismos bancos que una década antes. Después de la fundación del Banco
Popular durante años no habían hecho aparición nuevos bancos, si se asume que el
Banco Santander en el país era una suerte de continuación del Banco de Crédito y
Ahorros. Los primeros bancos fundados en la década de 1970 no alcanzaron mucha
significación, aunque anunciaron un fenómeno de envergadura posterior. Entre

1
Entrevista con Dhimas Santos.

172

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

ellos se encontraban el Banco de Santo Domingo, el Banco de los Trabajadores y el


Banco Metropolitano.
En realidad, en los años previos a 1980 la entrada de nuevos sectores a la activi-
dad financiera de cierto calibre se había producido más bien a través de las asocia-
ciones de ahorros y préstamos, algunas de las cuales estaban condicionadas por la
formación de núcleos de intereses a su derredor. Pero ni siquiera se había alterado
la participación de esas asociaciones en el total de activos.
Los nuevos bancos apun-
taban a captar segmentos
particulares del mercado.
Varios de ellos, para abrirse
campo, desde temprano uti-
lizaron técnicas similares a
las de las financieras, sobre
todo la de ofrecer tasas de
interés más elevadas a los
ahorristas.
Algunos de estos esta-
blecimientos obtuvieron         @      
de inmediato bastante peso, lo que condujo a pugnas entre ellos y los bancos más
reconocidos. Fueron los casos del Banco Antillano, presidido por Polibio Díaz, y del
Banco Universal, propiedad de Leonel Almonte.
Los capitales involucrados
en los nuevos bancos eran de
pequeña monta, por lo que en
realidad no suponían un reto
para los ya establecidos, que
mantenían ventajas obvias, co-
menzando por la solvencia re-
conocida por el público. El pro-
blema radicaba en los efectos
de las prácticas no ortodoxas,
que eran vistas por los organis-
mos reguladores y de supervisión
como amenazantes para la esta-
) (   H@  
bilidad. Sin embargo, durante
años no se tomaron medidas correctivas generales y hubo que esperar a que estalla-
ra una corriente de quiebras de las entidades financieras, en varios casos generadas
por la práctica de los dueños de prestarse a sí mismos sin garantías suficientes.

173

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

OFICINA EN SANTIAGO DE LOS CABALLEROS

Durante la gestión de Altagracia Bautista de Suárez, entre 1975 y 1977, la Super-


intendencia de Bancos decidió instalar una oficina en la segunda ciudad de la Re-
pública, la cual fue inaugurada el 15 de octubre de 1975. De acuerdo a lo que reza
una relación retrospectiva, se ponderó necesario establecer esa oficina en razón del
crecimiento que habían experimentado los bancos y las financieras en esa ciudad y
las aledañas. Así se facilitaría la realización de inspecciones para que las entidades
financieras mantuvieran niveles eficientes de funcionamiento. Como parte del pro-
ceso, en enero de 1980 se creó también una oficina del Banco Central en Santiago.

.$ ;        $    ;(  .      
   *  # 1 3(  

Al frente de la nueva oficina de la Superintendencia fue nombrado Augusto


Lozada, con el cargo de intendente de la región norte, título que buscaba denotar
la importancia que se le concedía, no obstante sus limitadas funciones iniciales. El
mismo documento detalla lo que se hacía entonces: “Las labores de estos empleados
en los primeros tres años de esta dependencia se limitaban a presenciar los procesos
de microfilmación de los cheques y otros documentos de comercio que procesaban
diariamente los bancos comerciales”.2
Al igual que había sucedido en Santo Domingo, durante los primeros años se
produjeron algunas mudanzas del local. Comenzó con tres empleados en la calle 16
de Agosto esquina Sánchez. En 1978 se ubicó en la segunda planta del edificio del

2
“La creación de la oficina de la Superintendencia de Bancos en Santiago de los Caballeros”.
Documento escrito por Marcos Soto.

174

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

Banco del Comercio Dominicano


en la misma calle Sánchez esquina
El Sol. Y solo en 2002 se dotó de un
local propio en la avenida Juan Pa-
blo Duarte esquina Benito Juárez.
También experimentó variaciones
la denominación de la oficina: en
1988 se convirtió en Departamen-
to de la Región Norte, a cargo de
un director, y ya en fecha reciente,
en 2009, se denominó Dirección
de la Oficina Regional del Norte,
dependiente del gerente general
de la institución. C  $    $     
Con el paso del tiempo se fue-
ron ampliando las actividades de esta oficina. En la actualidad procesa las solicitudes
de usuarios, tramita los documentos para la sede central, supervisa las entidades
bancarias y les brinda asistencia técnica.

UN PRIMER INTENTO DE MODERNIZACIÓN INSTITUCIONAL:


LA GESTIÓN DE ANTONIO ALMA

Durante los Doce Años de presidencia de


Joaquín Balaguer, como se ha expuesto arriba,
intervinieron en buena medida consideracio-
nes políticas en algunos aspectos de la gestión
de la Superintendencia de Bancos. También
se ha visto que, de todas maneras, Balaguer a
menudo concedía apoyo a consideraciones
técnicas, pero la posición de superintendente
casi siempre recayó en figuras de perfil político.
Tal patrón se rompió con la llegada al po-
der del Partido Revolucionario Dominicano en
1978. El presidente Antonio Guzmán juzgó ne-
cesario que la jefatura de la Superintendencia
fuera ocupada por un profesional en la ma-
teria. Era una forma de mantener al partido
lejos de la capacidad de incidir, sobre la base
  
de perfilar una administración personal (“mi
gobierno”), en lo que entró en conflicto con el líder partidario José Francisco Peña
Gómez.

175

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Como empresario experimentado, por lo visto Guzmán se preocupó por ase-


gurar la eficacia de la supervisión del sistema financiero. Algo equivalente hizo en
el Banco Central con el nombramiento de Eduardo Fernández, y en la Secretaría
de Estado de Finanzas, con Manuel José Cabral. Guzmán apuntaba a un gobierno
tecnocrático, con asesoría en el área económica de personalidades del más elevado
estándar, como el jesuita José Luis Alemán, catedrático de la Universidad Católica
Madre y Maestra.

$          .   L  I.LJ   4        
$        4      @ '  S; . $ ; 4  & 5; -    - ;
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Tras consultas, Guzmán escogió a Antonio Alma, vicepresidente del City Bank
en el país, por tanto con vasta experiencia en el área. Al entrevistarse ambos, Alma
solicitó al presidente que se despidiera a la mitad del personal, por responsabilizarlo
del estado desastroso que percibió en la institución.3 Guzmán replicó sugiriendo
que no hubiese despidos, sino incorporación de personas nuevas. En conclusión,
Alma pidió tiempo para reencauzar la Superintendencia por parámetros técnicos,
pero no mediante despidos ni reclutamiento de nueva gente, sino de la preparación
de quienes laboraban. Tenía el reto de adecuarla a los cambios que en los años an-
teriores se habían producido en el sistema financiero, de los cuales había devenido
que, en los hechos, gran parte de la supervisión la llevaba a cabo el Banco Central.
En la institución supervisora no se había superado el perfil básico que acompañó su
nacimiento; sus tareas seguían siendo muy limitadas, su personal poco preparado
y la estructura no se correspondía con las necesidades. Por ello, se había venido
3
Gran parte de este relato proviene de entrevista con Antonio Alma. Posteriormente, el licenciado
Alma entregó una relación escrita contentiva de las medidas principales que impulsó durante los
cuatro años de mando.

176

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

produciendo una sustitución de facto de funciones de la Superintendencia por el


Banco Central, que se daba ya como natural pero no con el espíritu de la ley 708 y
con el crecimiento que empezaba a producirse en el sistema financiero.
A juicio de Alma, el gran logro a perseguir era que la supervisión fuese hecha
verdaderamente por la Superintendencia. Decidió paralizarla, dejándola al nivel
mínimo de funcionamiento, únicamente para los temas imprescindibles, de forma
que, por lo menos, en ese lapso no colapsara el concepto de la inspección. Centró
esfuerzos en la capacitación del personal, para lo cual se dirigió al Centro de Estu-
dios Monetarios de América Latina (CEMLA). Técnicos de esta institución con sede
en México se trasladaron al país para ofrecer cursos y asesorías que redundasen en
un desempeño renovado. Las tareas de entrenamiento a cargo de especialistas de
diversos países de América Latina se prolongaron por 18 meses.
Adicionalmente, Alma juzgó necesario hacerse acompañar de un equipo de per-
sonas de nivel y experiencia, varias de las cuales tuvieron que ser reclutadas en el
Banco Central. A tal efecto, fue “prestada” Zunilda Paniagua, a la sazón del Departa-
mento Financiero del Banco Central, quien asesoró a Alma durante los cuatro años.
Incorporó también a ese equipo a Antonio Rodríguez Gómez, reintegrado como
intendente general, a Diógenes Peña, a Leandro Nolasco, este último designado
jefe de inspectores, y a Santiago Santana como asesor económico, con la misión de
producir una evaluación mensual del estado de la economía dominicana, que era
distribuido entre los bancos y otros agentes financieros.

4 (          

Logrados estos objetivos, el superintendente juzgó llegada la hora de reclutar


jóvenes recién salidos de las universidades, dotados de un grado de calificación su-
perior al que había sido común. Algunos de estos técnicos noveles, tras adquirir
competencias en la Superintendencia de Bancos, pasaron luego a ocupar funciones,
a veces elevadas, en bancos privados y en el Banco Central.

177

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Se implantó una reorganización global, que incluyó la creación de varios depar-


tamentos, entre los cuales sobresalió el de Planificación Económica, que debía
proceder a realizar el análisis de las informaciones recogidas por la supervisión
bancaria. Ese nuevo departamento técnico, cuya creación fue recomendada por
la asesora principal, tendría el objetivo de separar las inspecciones de la evaluación,
algo vital que no se había logrado todavía y que tendría repercusión sobre el desem-
peño futuro.4 Tal supervisión analítica se hacía para cada banco por separado. Por
su lado, la asesora Paniagua asumió la tarea de dar seguimiento a estas evaluaciones
del nuevo departamento pues, desde su posición en el Banco Central, ella había
conocido de cerca la evolución de los bancos.
Las solicitudes de instalación de entidades financieras pasaron a ser evaluadas
invariablemente por la Superintendencia, la cual las presentaba a la Junta Moneta-
ria. La relación con los bancos entró en una fase nueva, pues la institución estaba en
capacidad de sustentar cualquier solicitud o punto de vista ante la Junta Monetaria.
Además de continuar recibiendo las asignaciones presupuestarias de la Secretaría de
Finanzas, se mantuvieron las consultas con ella sobre temas económicos y financieros.
Se revisaron todos los manuales de procedimientos, lo que implicó una mejo-
ría significativa en el desempeño de las tareas básicas. Sin embargo, se mantuvo el
núcleo del modelo de supervisión, por considerarse que no estaba en entredicho.
Alma y los integrantes del equipo dirigente llegaron a la conclusión de que lo que
procedía para ajustar la práctica de la supervisión a la realidad del sistema financie-
ro era impulsar mejorías puntuales en los procedimientos. Para que las nuevas fun-
ciones se pautaran correctamente y el personal encargado de ejecutarlas lo hiciera
de manera adecuada, se buscó también la asesoría de técnicos de Chile y Bolivia,
países con mayor tradición de supervisión.
De acuerdo con la concepción enunciada, se introdujeron novedades prácticas
en los mecanismos de supervisión. Al inicio de una inspección, el mismo Alma se
presentaba en el banco el primer
día. Eso obligaba al gerente a re-
cibirlo, lo que antes no era usual
a causa de la desvalorización que
acompañaba la tarea de los ins-
pectores. La débil preparación
de los técnicos había abonado esa
indiferencia ante la institución
supervisora. Tras dejar al grupo
laborando, el superintendente re-
gresaba a los tres días para volver a
conversar con el gerente. Gracias
&        $   
a ello, estima, se ganó una imagen

4
Entrevista con Zunilda Paniagua.

178

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

de autoridad antes ausente. Cuando se concluía el informe de auditoría, de nuevo


Alma lo entregaba al gerente del banco, a quien daba treinta días para aplicar las
recomendaciones. Cumplido ese plazo, iba un funcionario a comprobar que las
instrucciones se habían tomado debidamente en cuenta.
Alma es de opinión que esta nueva modalidad en las inspecciones contribuyó a
superar las pequeñas debilidades que exhibían algunos bancos. Por tanto, concluye,
se logró mejorar el sistema financiero en su conjunto.
En 1978 no había computadoras, ante lo cual se procedió a iniciar una tecnifi-
cación basada en la incorpora-
ción de la informática. Se puso
en funcionamiento un centro
de cómputos, lo que permitió
el tránsito a un novedoso es-
quema de registro, en el que el
papel pasaba a tener importan-
cia secundaria.
Ya con la capacidad de re-
cabar y procesar información,
se modificó el contenido del
Boletín, hasta entonces cir-
    $       @
     ; B!B%  ;   54  D cunscrito a balances de las
 #G 5;1+. ;  +;S ; instituciones financieras. Se
#+S53 5;$5;..G 5;'S;
3 5; W    *; %@   2 3 5    ; decidió agrupar los renglones
-  ;%  +. ;   ; S de todo el sistema financiero
+ 
para obtener datos agregados,
lo que facilitaría realizar análisis generales tanto a los técnicos del sector público
como a los del privado.
El arquitecto Gay Vega, quien había diseñado el edificio, fue encomendado para
construir un cuarto piso, lo que permitió ampliar el área, superar inconvenientes
resultantes del incremento de la empleomanía y, al mismo tiempo, dignificar al
personal, pues hasta entonces no era raro que los inspectores realizaran sus tareas
en pasillos. El espacio se acrecentó todavía más cuando la Superintendencia de Se-
guros construyó su local propio.
Con el fin de fortalecer la formación del personal se tomaron disposiciones su-
plementarias. Por una parte, se creó un fondo para el financiamiento de estudios
universitarios a empleados y descendientes, por medio de un convenio con la Fun-
dación Apec de Crédito Educativo. En el mismo orden, se organizó una biblioteca,
puesto que los libros que se tenían desde el inicio no estaban clasificados. Se nutrió
su colección con obras básicas sobre economía, moneda, banca y temas afines.
En resumen, con estas condiciones novedosas, a partir de 1980, de acuerdo a las
anotaciones del mismo Alma, se logró que la Superintendencia de Bancos realizara

179

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

en su totalidad las inspecciones previstas dentro de sus atribuciones. Inmediatamente


antes no se lograba cubrir ni siquiera el 50% de las entidades que debían fiscalizarse.
Más importante fue el logro de una calidad renovada, a tono con los tiempos.
En palabras del superintendente: “Se fortaleció la imagen institucional de la SB,
convirtiéndose en una de las instituciones más respetadas de parte de los bancos
comerciales e instituciones bajo su supervisión”.5 Tal nueva percepción le ganó la
autoridad para elaborar un código de ética para las instituciones financieras y que
estas lo acogieran.
Esto permitió que la Superintendencia comenzara a ganar cierta confianza no
solo en la banca local, como se acaba de citar, sino de organismos internacionales
y de instituciones homólogas de otros países, lo que permitía el flujo de mayor asis-
tencia técnica. En lo inmediato, sobresalió que se ofreciera asistencia administrativa
en el área al gobierno haitiano.
El balance retrospectivo de Alma es que fue a partir de su administración cuando
la Superintendencia de Bancos comenzó a ejercer sus responsabilidades de manera
integral.

COMPOSICIÓN DEL PERSONAL Y SUS CONDICIONES DE INGRESOS

Parejo a los procesos de modernización, durante la gestión de Antonio Alma se


produjo una ampliación de la empleomanía y ajustes en sus remuneraciones, como
parte de la política redistributiva del gobierno de Antonio Guzmán. Una visión de lo
que era entonces la Superintendencia de Bancos, en términos del número de sus
integrantes, se obtiene de una lista que registra los empleados que se involucraron
en las tareas de la liquidación del Banco de Santo Domingo, entre abril y diciembre
de 1979. En el cuadro se consigna el cargo de cada persona y el sueldo que devengaba.
Se observa que los sueldos de los jefes de departamento oscilaban entre 1,100 y
1,300 pesos mensuales, los jefes de grupo tenían una remuneración de entre 800
y 900, los inspectores de primera clase ganaban normalmente 700, los de segunda
clase 600 o algo menos y los de tercera clase alrededor de 400. El cuadro es intere-
sante porque igualmente muestra las remuneraciones de otros puestos, aporta los
nombres de una porción considerable de quienes conformaban la empleomanía
en 1979 y detalla sus cargos. Se comprueba que, además de los jefes de grupos, 55
inspectores intervinieron el banco (14 de primera clase, 21 de segunda y 20 de
tercera), distribuidos en nueve grupos, cada uno con un jefe.

5
Notas entregadas por Antonio Alma.

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

Cuadro V.1*
Recursos humanos aportados por la Superintendencia de Bancos
en 1979 para la liquidación del Banco de Santo Domingo
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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Cuadro V.1 (Cont.)


Recursos humanos aportados por la Superintendencia de Bancos
en 1979 para la liquidación del Banco de Santo Domingo
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ACTIVIDADES RECREATIVAS

En expresión de consolidación institucional y manifestación de los márgenes de


libertades y ejercicio de derechos, desde la década de 1960 la empleomanía comen-
zó a organizar actividades recreativas. En la época de Trujillo esto era impracticable
por el clima de miedo y por el escaso número del personal.
Una de las primeras tradiciones, seguramente impulsada por la superioridad,
fue la conmemoración del aniversario de la fundación en el mes de octubre. Hasta
el presente esto se observa escrupulosamente, y consiste en una misa seguida de un
agasajo a todo el personal.
Durante la gestión de Antonio Alma, en 1980, se creó un club de empleados que
tomó a su cargo la realización de actividades recreativas, que generalmente conta-
ban con la cooperación del superintendente. De acuerdo a la rememoración que
hacen personas de la Superintendencia de Bancos, ese club organizaba festejos en
los días de las secretarias, las madres y los padres,6 así como para los hijos de los socios.
No hubo que esperar a que existiese el club para que los empleados realizaran
actividades deportivas. Está registrado en el documento referido que en 1967, con
apoyo del superintendente de entonces, Máximo Ares García, se formó el primer
equipo de softball, que en años siguientes comenzó a distinguirse en la Liga Inter-
bancaria. En 1970 derrotó a los equipos del Banco Central, Banco Agrícola, Banco
Popular y The Royal Bank of Canada.
Hacia 1978, en conexión con la concepción del superintendente Alma, se am-
pliaron las actividades deportivas, extendiéndose a otros países. Aun cuando años
después desapareció la Liga Interbancaria, el equipo de la Superintendencia de
Bancos se mantuvo jugando.

6
“Actividades culturales, deportivas y recreativas”. Documento entregado por Marcos Soto.

183

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

En la misma época de Alma se inauguró la biblioteca de la institución, que más


tarde, en 1980, durante la gestión de Persia Álvarez de Hernández, se bautizó con
el nombre de Salomé Ureña de Henríquez, y en ese mismo año se creó el Círculo de
Lectores, que operó mediante la adquisición de numerosas obras las cuales eran
distribuidas a título de préstamo con el objetivo de que fuesen discutidas.
Otro hito en el orden cultural fue la creación de Superbancos, órgano del Club
de Empleados. Esta revista fue un medio de cooperación entre el mando de la ins-
titución y su empleomanía organizada. En sus números se recogían noticias de ac-
tividades, textos sobre la materia profesional y artículos sobre diversos temas de
los propios empleados. El hecho de que Alma escogiera esa publicación periódica
como mecanismo de difusión de algunas de sus concepciones contribuyó a acercar
a la dirección con la empleomanía.
En la misma época, en conexión con el Club de Empleados, se creó una or-
questa, que recibió el nombre de Superbanda, la cual amenizó con frecuencia las
actividades festivas. También bajo la gestión de la licenciada Persia Álvarez de Her-
nández, años después, se registró un florecimiento de las actividades culturales y
recreativas. Como parte de ello fue creado el Coro Superintendencia de Bancos,
con frecuentes presentaciones durante los años 1995 y 1996.

BENEFICIOS SOCIALES A LA EMPLEOMANÍA

Durante la gestión de Alma se registró un importante componente de desarrollo


institucional en beneficio de la empleomanía, mediante sistemas de prestaciones
sociales. Esto se correspondía con el ambiente reivindicativo existente en la época,
cuando se produjo una mejoría de los ingresos de gran parte de la población. El
gobierno de Antonio Guzmán trazó un giro de orientación respecto a la que ha-
bía pautado las administraciones de Balaguer. Este último buscaba altas tasas de
inversión, sobre todo en obras de infraestructura, por lo que trataba de mantener
comprimidos los salarios. Interpretando los lineamientos programáticos del Partido
Revolucionario Dominicano, Antonio Guzmán trató de compatibilizar las aspiracio-
nes de la población con una estrategia que más adelante recibió el calificativo de
demanda inducida.
Alma se empeñó en mejorar la calidad de las prestaciones sociales existentes.
Fue el caso del seguro médico, en el cual se introdujeron numerosas modificaciones
para eficientizar el servicio y ampliar sus coberturas. Lo mismo sucedió con la Caja
de Ahorros, que había sido creada por Ares García. Para poder atender la multitud
de reclamos por cesantías y demás prestaciones estipuladas en sus estatutos, se obtu-
vo una inyección de recursos del gobierno. Así, según los términos de una memoria
acerca de los años de gestión de Alma, la Caja de Ahorros y Auxilio de los empleados

190

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

de las Superintendencias de Bancos y Seguros pasó a cumplir los fines que dieron
origen a su creación.7
Ya se señaló que en 1981 la Superintendencia firmó un contrato con la Funda-
ción de Crédito Educativo para la creación de un fondo rotatorio, con aportaciones
anuales de diez mil pesos, cuyo objeto era otorgar préstamos para el financiamiento
de la educación de los empleados y sus hijos.
Más adelante se instaló una cafetería para el servicio de alimentos preparados a
precios reducidos y se anunció la construcción de un parqueo techado para guare-
cer los vehículos de funcionarios y empleados.
En razón de la elevación del precio del petróleo, se adquirió un autobús de
treinta plazas para el traslado de la porción de menos recursos del personal en rutas
determinadas.

LA PRIMERA CRISIS: LIQUIDACIÓN DEL BANCO DE SANTO DOMINGO

Avanzada la década de 1970, la expansión de la economía durante un buen nú-


mero de años había conllevado un aumento significativo del medio circulante, lo
que, como se ha visto, creaba oportunidades para la instalación de nuevos bancos.
Una de las mayores novedades de esos años fue la fundación del Banco de Santo
Domingo, el cual tenía por presidente y principal promotor a Juan Manuel Taveras
Rodríguez, aunque con otros importantes accionistas. Abrió las puertas en 1974,
inicialmente solo con su sede de la avenida San Martín.
Hacia finales de la década,
en la Superintendencia se reci-
bieron señales de la existencia
de problemas de gravedad. En
un inicio a los inspectores les
resultó complicado establecer
lo que sucedía, seguramente
por falta de experiencia en
tal tipo de situaciones. Final-
mente, al ahondarse el análisis
de la información compilada,
se constató que la administra-
ción de ese banco había violado
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cláusulas de la Ley de Bancos,
en particular en lo referente a préstamos a los dueños. Con posterioridad se estable-
ció que hasta se habían adquirido residencias suntuosas con los recursos del banco.

7
Superintendencia de Bancos, Progreso institucional. Memorias 1978-1982 (Resumen), Santo Domingo,
1982, p. 55.

191

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

No había antecedente comparable en la historia reciente del país, pues no se habían


recibido aún señales de las dificultades del Banco de los Trabajadores.
Cuando quedó patente la existencia de problemas, una parte de los dueños
vendió sus acciones a José Luis Corripio, quien quedó con aproximadamente una
tercera parte del capital. Con él seguían inversionistas de Venezuela, Puerto Rico y
Antillas Menores, aunque el conocido empresario llevaba la representación. Corri-
pio colocó en la jefatura del Banco de Santo Domingo a Luis Bobadilla, un experi-
mentado profesional, lo que abría la posibilidad a una solución.
En un momento dado, la Su-
perintendencia recibió la convo-
catoria del gobernador del Ban-
co Central, Eduardo Fernández,
para tratar el problema de la
solvencia de ese banco. La posi-
ción del Banco Central fue sacar
al Banco de Santo Domingo de
la Cámara de Compensación, lo
que equivalía a su quiebra inme-
diata. Por el momento, se des-
cartó otorgarle redescuentos.
          Antonio Alma trató de no
liquidar el banco, por los per-
juicios que podría conllevar al sistema financiero y por el convencimiento de que
existía la posibilidad de capitalizarlo. Se inclinaba a favor de una solución alternati-
va, dado su pequeño tamaño. El presidente Guzmán apoyó la posición de Alma, al
grado de que, convencido de la capacidad emprendedora de Corripio, sugirió que
se le concediese otra licencia para operar un banco.
Finalmente prevaleció el criterio de que se liquidase, ante lo cual la Superinten-
dencia tuvo que inclinarse por no estar dentro de sus prerrogativas la de conceder
asistencia a un banco en problemas. Pero Alma logró que esa medida se llevara a
cabo de manera sui generis, a fin de que los ahorrantes y depositantes no tuvieran
pérdidas y no se lesionara la estabilidad del sistema financiero.
El Banco de Reservas fue comisionado para otorgar apoyo y, al efecto, se estable-
ció un contrato de asistencia administrativa. Se buscó a una firma internacional de
auditores, la Peat, Marwick and Mitchell. A la postre, sin embargo, tras someterse el
problema a la Junta Monetaria y quedar en manos de un tribunal, el Banco de Re-
servas se hizo cargo de los activos del banco intervenido, procediendo a ocupar los
locales de sus sucursales. Todos los depositantes fueron compensados debidamente.
Los únicos que perdieron dinero desde el punto de vista contable fueron los accio-
nistas. Si hubo pérdidas por parte del Banco de Reservas fueron de pequeña monta.
Esta intervención impidió la ocurrencia de una situación traumática.8

8
Entrevista con Antonio Alma.

192

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

De acuerdo a los datos publicados por la Superintendencia de Bancos, los ac-


tivos del Banco de Santo Domingo significaban, antes de su intervención el 30 de
marzo de 1979, apenas el 2.2% del total de la banca comercial al finalizar ese año,
lo que hizo posible la referida solución.
En el estado de situación al 31 de marzo de 1979 que elaboraron los auditores,
se estableció que el banco tenía un capital social de 3,514,975 pesos y una reserva
de 701,445. Se comprobó un déficit de 1,679,346 pesos, por lo que el capital total
quedó reducido a 2,323,114. A esa fecha, como viene de verse, los activos ascendían
a 39,390,010 y los pasivos a 37,016,896 pesos. La comunicación que acompañó a esos
estados financieros, fechada el 11 de agosto de 1980 y dirigida al “Superintendente
de Bancos, Liquidador Legal del Banco de Santo Domingo”, señalaba las irregula-
ridades detectadas:

La cartera de préstamos, descuentos y activos relacionados ascen-


día a 31,082,348 pesos al 31 de marzo de 1979 y a esa fecha, la reserva
para posibles pérdidas en la realización de estos activos sería por un
valor aproximado de 5,824,882 pesos. Si al 31 de marzo se hubiera
hecho dicha provisión, la pérdida neta del año y el déficit acumulado,
se hubiera aumentado en esa misma suma […]
Al 31 de marzo de 1979 el Banco tiene registrado como “otros acti-
vos”, partidas que en nuestra opinión, para cumplir con los principios
de contabilidad generalmente aceptados, debieron registrarse como
gasto al ser incurridos y no amortizarse en varios períodos contables,
como se ha venido haciendo. Entre dichas partidas se incluyen: gastos
hechos para la puesta en marcha del Club de Ahorrantes del Banco,
gastos de organización de las sucursales, gastos de instalación de equi-
pos de computadoras y otros […]
Los problemas financieros y de liquidez del Banco, reflejados en
una pérdida neta de 110,558 pesos en el período de tres meses ter-
minado el 31 de marzo de 1979, un déficit acumulado de 1,678,347
pesos al final de ese período, una significativa deficiencia de encaje
legal y una proporción de capital y reservas inferior al 10% de su acti-
vo neto sujeto a riesgos […].

La suspensión de operaciones, de acuerdo a la legislación vigente, tuvo que ser


refrendada por la Cámara Civil y Comercial de la Tercera Circunscripción. Para la
Superintendencia este proceso implicó un reto por su novedad. El mismo superin-
tendente encabezó los trabajos junto a otras noventa y tres personas que participa-
ron en períodos variables de hasta nueve meses. Un despliegue de tal naturaleza
requirió una descripción de funciones, con su manual de operaciones correspon-
dientes. El superintendente Alma, en hecho inédito, fue designado liquidador

193

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

legal, para lo cual contó con la asistencia de un auditor interno, de un comité asesor
y de unidades especializadas.
La conclusión del proceso de liquidación tomó años, como es común. La admi-
nistración de los activos constituyó uno de los temas más sensibles que tuvieron que
encarar los superintendentes desde Alma hasta Leonor Sánchez Baret y otros poste-
riores. A medida que los propietarios pagaban las acreencias que habían contraído,
se les devolvían las propiedades que habían sido embargadas como garantías. Se les
exigía asimismo que reconocieran una porción de los intereses vencidos.

OTRA PIEZA
DEL ANECDOTARIO

El intendente Antonio Rodríguez Gómez extendió el radio de sus


anécdotas a tiempos entonces bastante recientes, con la finalidad
de mostrar jocosamente las privaciones que habían debido sufrir los
empleados de la institución. Es interesante que se reiteraran temas
vinculados a la retribución para alimentación.

UN INSPECTOR VEGETARIANO 1

Por Dr. Antonio Rodríguez Gómez

Hasta los años de la década de los sesenta, la dieta de los inspectores y


otros funcionarios de la Superintendencia era de 5.0 pesos, mientras era
apenas de 3.0 pesos para los auxiliares y de 1.5 pesos para los choferes.
Con esa fortuna de dinero se desplazaban los inspectores por todo el país,
haciendo malabares para extender los pocos pesitos de dieta, que por
suerte en esos años todavía no estaban tan deprimidos por los procesos
inflacionarios. No obstante, era difícil sobrevivir.
Durante la programación de una inspección de veinte días para la
ciudad de Santiago de los Caballeros, a un inspector le entregaron 100
pesos. En presencia de sus compañeros, antes de partir para Santiago,
pagó deudas contraídas con prestamistas por un valor de 70 pesos. Es decir,
solamente le quedaron 30 pesos para veinte días de dietas.

1
Se le introdujeron ligeras modificaciones formales a la copia del original entregada por
Marcos Soto.

194

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

Eran seis inspectores, y cinco de ellos se hospedaron en el hotel de


Percida, donde por 3.0 pesos daban alojamiento, desayuno, almuerzo y
cena. Con los restantes 2.0 pesos hacían alardes de burgueses, bebien-
do cerveza grande a 35 centavos y medias botellas de ron a 70 centavos,
acompañadas con Coca Cola o Pepsi Cola de 10 centavos.
Cuando alguno de los cinco inspectores mostraba alguna reserva ex-
tra-dieta, invitaba a los demás y se perdían en los suburbios de la ciudad.
Al regresar al hotel siempre se preguntaban dónde dormía y comía, con
1.33 pesos que le quedaba de dieta, el inspector que nunca los acompaña-
ba, que calificaban como el genio de las finanzas. Lo de dormir se quedó
en el misterio de oso que hiberna, pero lo que nunca se supo fue cómo
ese querido compañero recuperaba las energías perdidas con el deleite
del sueño de la noche.
Todo se aclaró en el momento en que abordaban el vehículo que los
transportaría a Santo Domingo cuando el inspector de marras, con un
paquetito en la mano le dijo a los demás: —Aquí está lo que me sobró
de la comida de ayer. Discretamente levantó un ángulo de la envoltura,
apareciendo de inmediato como hermanados en el fondo del paquete un
soberbio pedazo de yuca salcochada y un gigante guineo con ínfulas de
plátano barahonero. Este era un come víveres.

EVOLUCIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA

Con la expansión registrada por las entidades financieras en la década de 1980,


la Superintendencia de Bancos resultó desbordada. Ya en 1978 la situación se perfi-
laba complicada, con 301 oficinas bancarias en todo el país, que debían ser cubier-
tas por 77 inspectores. Pero fue a partir de ahí que se disparó el número de oficinas,
sedes y sucursales. Por tanto, la Superintendencia carecía de la posibilidad de reali-
zar las inspecciones requeridas, con lo que a la larga se revirtieron en cierta medida
algunos de los logros de Antonio Alma años atrás.
Los recursos que se recibían resultaban a todas luces insuficientes. Hubo que
esperar a la reforma financiera de la década de los 90 para que los aportes de las
entidades sometidas a supervisión se elevaran a un sexto del uno por ciento de los
activos, bastante más que antes pero todavía pocos. Por lo tanto, no se podía incre-
mentar el personal en la medida de las necesidades. Tampoco se podían elevar los

195

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

salarios, que fueron quedando desfasados tras las alzas efectuadas a inicios del go-
bierno de Guzmán. Cuando se comenzó a aplicar un programa de austeridad, a mi-
tad de la gestión de Jorge Blanco, resultó imposible disponer alzas salariales, por lo
que los estándares de ingresos se fueron erosionando en comparación con los que
estaban vigentes en el sector privado, cuanto más en la actividad financiera, todo el
tiempo superiores a la media. Un inspector devengaba a mediados de los ochenta
un sueldo de unos 1,200 pesos al mes, años antes considerado aceptable, pero ya
erosionado por la inflación. Esto último alentaba las ofertas corruptoras que podían
recibir los inspectores de parte de
entidades que buscaban desarrollar-
se al margen de las regulaciones.
El superintendente Frixo Messi-
na, nombrado en 1982, procedió a
despedir a todos aquellos que le ge-
neraban dudas. Tuvo que enfocar-
se en combatir la corrupción para
garantizar que las inspecciones se
siguieran haciendo de acuerdo a
parámetros de idoneidad. El esfuer-
zo debió dar sus frutos, porque su
sucesora en 1985, Leonor Sánchez
Baret, reconoce que encontró una
institución honesta, en la que la ge-
neralidad de los inspectores y otros
técnicos se negaban a aceptar cual-
quier tipo de soborno de los intere-
sados en vulnerar las disposiciones
legales. Por tal razón, acota, ella no
1O.  tuvo que acudir a despidos.9 A su de-
cir, los casos de aceptación de sobor-
nos se siguieron manejando de manera puntual, ya que tenía la firme convicción
de la honradez de la generalidad de la empleomanía, no obstante los bajos niveles
salariales.
De acuerdo a la declaración de Frixo Messina, cuando captó que se mantenía la
disposición del Banco Central para llevar el seguimiento por lo menos de los bancos
más importantes, dispuso que la Superintendencia dejara de hacer inspecciones
regulares. De la misma manera, se planteaba el problema que significaba el reque-
rimiento de inspeccionar a las asociaciones de ahorros y préstamos, que dejaron de
estar supervisadas por el Banco Nacional de la Vivienda, al tiempo que este mismo
pasó a estar sujeto al control de la Superintendencia de Bancos.

9
Entrevista con Leonor Sánchez Baret.

196

/LEUR6,%LQGE DP
EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

Messina intentó superar estas dificultades mediante la solicitud de que la Super-


intendencia fuese incorporada a la Junta Monetaria. El presidente Salvador Jorge
Blanco estuvo de acuerdo con esta propuesta, pero no se puso en práctica, lo que
el ex superintendente entiende producto de resistencia de integrantes de la Junta
Monetaria. Por tanto, consideró necesario transmitir al Presidente todas las situacio-
nes complejas con las que se encontraba, actitud que mantuvo su sucesora Sánchez
Baret. Ambos declaran haber sentido respaldo ante sus ejecutorias, aunque estas no
alteraban situaciones fundamentales. Messina, en particular, le hacía saber al presi-
dente Jorge Blanco que era partidario de que se establecieran mecanismos para que
la banca se pusiera al servicio de los sectores productivos. Jorge Blanco asentía, pero
Messina reconoce que no hubo un giro de políticas, pese al respaldo que recibía en
tales posturas de otros altos funcionarios del área económica, como el secretario
de Finanzas Manuel Cocco y el secretario Técnico de la Presidencia Orlando Haza.
Registra que en realidad no hubo nunca debates organizados sobre las materias que
él ponía sobre el tapete.

*   - .       -  

A pesar de los intentos de regulación, Messina llegó a la conclusión de que se


había establecido un laissez-faire con las financieras. Advirtió a Jorge Blanco –según
declara en su testimonio– que había que poner coto a la proliferación de esas enti-
dades. Argumentaba al respecto que, por lo que le dictaba su experiencia en el área,
no todo el mundo tenía las condiciones para ser banquero. De hecho se produjo una
coincidencia entre su parecer y el de algunos de los bancos ya existentes, que mostra-
ban oposición a lo que sucedía, sobre todo a la creación de los bancos de cambio.
En meses se habían creado unas ochenta financieras, muchas de las cuales quebra-
ron al cabo de poco tiempo.

197

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Messina fue más lejos al advertir los manejos irregulares que hacían algunas
de las financieras. Se propuso cerrar las que incurrían en peores prácticas, pero al
llevar el tema a consideración del Presidente, este paró la propuesta. Por lo menos
obtuvo del jefe del Estado el respaldo para que se las obligara a ajustarse a las regu-
laciones. Pero, de más en más, resultaba imposible llevar un control efectivo ante la
proliferación de nuevas empresas de este tipo y la restricción de recursos que limi-
taba los márgenes de acción de la supervisión.
No tardaron los choques entre los intereses emergentes y los criterios de super-
visión. Por ejemplo, el superintendente Messina se opuso a la pretensión de Leonel
Almonte de abrir una sucursal en Santiago sin llenar los requisitos estipulados por la
ley 708. En el mismo orden, se planteó un diferendo respecto al interés del influyen-
te banquero para fundar una compañía de seguros, pues la ley establecía la prohibi-
ción de que desde un banco surgiera una aseguradora. El punto de vista de Messina
pudo prevalecer gracias a que el presidente Jorge Blanco le ofreció apoyo. A pesar
de eso, Messina entendía que en la Junta Monetaria no se le prestaba adecuada
atención a los problemas que venían incubándose con la explosión del número de
financieras y las señales de que incluso algunos bancos comenzaban, por primera
vez en la historia del país, a implicarse en malas prácticas.

DESENVOLVIMIENTO RUTINARIO

Como parte del panorama de esos años, la propia Superintendencia entró en


una fase de letargo, al agotarse la ardua mejoría de Alma y otros intentos de man-
tener la eficiencia. Durante años no se produjeron modificaciones de los criterios
técnicos centrales. Se mantenía el esquema de inspecciones in situ basadas en cum-
plimientos, cada vez más inhábiles para detectar la evolución de los procesos y de las
entidades por separado, y no se introducía la informática generalizadamente.
Desde inicios de la década de 1980, con la fundación de financieras, uno de los
aspectos más importantes radicaba en estudiar las solicitudes. Estas requerían la
aprobación del superintendente en persona, quien las examinaba sobre todo si el
proyecto tenía cierta envergadura. Aunque no hubo variaciones conceptuales en las
labores, este proceso de expansión financiera requirió que se regulara la fundación
de entidades del mercado informal, lo que fue logrado por Leonor Sánchez Baret.
Se trabajó en incorporar a muchas financieras antes no acogidas a la regulación,
lo que incluía a algunas de cierta dimensión. Desde Alma hasta Sánchez Baret y po-
siblemente algunos superintendentes ulteriores, se trató de mantener la vigilancia sobre
las financieras, cuyo número seguía creciendo. Pero no había instrumentos para dete-
ner un proceso vertiginoso, que se sabía iba a llevar a desajustes. Excepcionalmente se
llegó a cerrar algunas en esos años, cuando violaban flagrantemente las normativas,
que, no obstante estar desfasadas, todavía permitían mantener el control, imponer

198

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

ciertas sanciones, evitar quiebras y prevenir en lo inmediato cualquier alteración


sensible del sistema.
En el mismo interés de extender
la aplicación de las regulaciones, a
mediados de la década de 1980 se im-
pulsó la transformación de las casas de
cambio en bancos de cambio. Esas em-
presas también habían proliferado y
eran de las que ofrecían mayores pro-
blemas para la supervisión.
Incluso algunos bancos grandes
que experimentaron dificultades se
plegaron a las recomendaciones del
organismo supervisor o del Banco
Central y pudieron sobrevivir y entrar
en fase de recomposición sana. Hubo
entornos ejecutivos de algunos ban-
cos, sin embargo, que mostraron poca
disposición a acogerse a los lineamien-
tos que se les hacía llegar, lo que no
fue ajeno a que más adelante se vieran
sobrepasados por circunstancias ma-
           
croeconómicas desfavorables.
El desbordamiento de la capacidad de supervisión se conectó parcialmente con
las situaciones por las que atravesaba la economía. Hasta el primer lustro de la dé-
cada de 1980 el país desconocía, entre otros problemas nuevos, todo lo referente a
devaluación y poco sobre inflación, pues desde inicios de siglo se había adoptado
el dólar y durante largo tiempo el peso mantuvo la paridad. Llevar las cuentas en lo
sucesivo requería solucionar numerosos aspectos que se iban presentando.
En los casos requeridos, la Superintendencia colocaba un inspector, solo o al
frente de un equipo, que permaneciese en el local de la sede principal, para que
interviniese activamente en el conocimiento de las operaciones. El jefe del equipo
informaba directamente a la superioridad varias veces por semana, como medio
para asegurar que se tomaran todas las disposiciones necesarias.
Estas funciones se realizaban pese a que los niveles de preparación técnica no
mejoraban en muchos aspectos, no obstante los programas formativos que Alma
había impulsado. Se impartían cursos con dominicanos y extranjeros y se enviaba a
alguna que otra persona a seguir otros de mayor exigencia en el exterior. Pero no
era suficiente: paulatinamente se producía un deterioro imperceptible en la calidad,
lo que se hacía sentir en los medios superiores de la institución. Si bien operó en sen-
tido favorable la determinación de los supervisores, a partir de Alma, de no obedecer

199

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

a motivaciones políticas, por lo que se respetaron muchos veteranos y se reclutaban


a menudo personas con condiciones mínimas de formación, pesaba un lastre de
politización ya visto. La Superintendencia en ningún momento estuvo exenta de de-
terminadas interferencias, y después de 1986 habría episodios en los que volvieron
a manifestarse designios de ponerla al servicio de una causa partidarista.
Todo el tiempo se suscitaban diferendos con las entidades bancarias, como a
propósito de las tasas de interés, en momentos en que la legislación no contemplaba
su indexación y se había alterado la estabilidad de décadas del tipo de cambio. Algunos
bancos que se basaban en créditos de largo plazo, sobre todo los hipotecarios, y las
asociaciones de ahorros y préstamos se plantearon elevar las tasas de interés, para lo
cual acudieron a la Superintendencia. También los deudores hicieron reclamos a la
superintendente Sánchez Baret, amparados en la letra de la ley vigente sobre la ma-
teria. Ella les dio la razón.10 Esto fue uno de los capítulos de un problema que llegó
a visos de gravedad en esos años en que se había alterado el antes casi inconmovible
tipo de cambio, temática que era competencia del Banco Central.
Ante las dificultades, se hizo inevitable variar el criterio de la inspección en los
primeros años de la década de 1980, para restringirlo a las sedes principales. Pero,
como se multiplicaban financieras, casas de cambio y de préstamos de menor cuantía,
no se conjuraban los escollos y más bien se ampliaban las debilidades institucionales.

10
Entrevista con Leonor Sánchez Baret.

200

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

JULIO COTES

Julio Cotes Juliao fue otro


meritorio servidor durante dé-
cadas de la Superintendencia de
Bancos. Nació el 23 de mayo de
1934 en la barriada de San An-
tón de la ciudad de Santo Do-
mingo. Desde temprano realizó
estudios especializados en la Es-
cuela Colón y más adelante en
-   - 
la Academia Santiago, donde se
formó como archivista, mecanógrafo y contable.
Inicialmente comenzó a estudiar Derecho en la universidad, pero se vio
compelido a dejar la carrera en tercer año por haber aceptado un trabajo.
Por esta razón optó por concentrar su esfuerzo formativo en el área de
contabilidad.
Comenzó a trabajar en la Colecturía de Rentas Internas No. 2, de
donde pasó al Departamento de Contabilidad de la Dirección General de
Rentas Internas, puesto en el que se mantuvo por diez años hasta 1961.
Todavía joven, Cotes se integró a la Superintendencia de Bancos el pri-
mer día laborable de 1962. Permaneció en la institución hasta 1987, cuan-
do fue pensionado.
Poco después, durante la gestión de Emilio de Luna, retornó a la
Superintendencia, pero duró solamente alrededor de un año. Optó en-
tonces por renunciar debido a desacuerdos en cuanto a los derechos de
vacaciones.
Comenzó como mecanógrafo de los estados contables de todos los
bancos, lo cual era factible porque existían pocos. Eran documentos, a
su decir, complejos, que llevaban un largo rollo de papel. Su dominio de

201

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

la técnica llegó a tal grado, que durante el gobierno de Juan Bosch fue
requerido para preparar un estado financiero de todo el sector público.
Se hizo un experimentado inspector, que se trasladaba a los bancos
con un maletín profesional, en el cual guardaba documentos claves de
contabilidad. Sintió el respeto de que era objeto un inspector de la
Superintendencia, principalmente cuando se trasladaba a sucursales del
interior del país. Comenzó con el grado de 3ra clase, y fue escalando
hasta llegar a 1ra clase, luego a inspector especial y, por último, a jefe de
grupo, cargo que ostentaba cuando fue jubilado. Recorrió, pues, un pro-
ceso paradigmático propio de un servidor público capaz y responsable.
Entre sus funciones se encontraba la de formar a los nuevos inspecto-
res reclutados, lo que incluía la transmisión de experiencias empíricas y
de pautas que debían observarse escrupulosamente.
El punto central de su labor como inspector radicó en evaluar la car-
tera de créditos, con el objetivo de relacionar la porción vencida con la
totalidad. También procedía a cuadrar los cortes de los bancos en los
estados de cuentas, lo que comenzaba con el efectivo, seguía en los gastos
y sueldos y así sucesivamente. Se consideraba la calidad de las garantías y
se prestaba la mayor atención a los préstamos al sector privado, implícita-
mente para favorecer los destinados a la producción. De ahí que debiera
fijarse en cada caso el nivel del encaje legal, menor en la industria que
en el comercio. Ganó experiencia en la culminación de las inspecciones,
consistente en la redacción del informe que se presentaba al gerente de
la entidad bancaria, antes de ser oficializado por el superintendente en
persona.
Tomó parte en la supervisión de las operaciones de la Caja de Ahorros
y Monte de Piedad, donde apreció la existencia de irregularidades, por
lo que propuso la elaboración de nuevas normativas, en aspectos como
garantías, intereses y ejecución de préstamos.
En 1987, junto a Marcos Soto, recibió una medalla por méritos.
Hoy día devenga una pensión de 21,000 pesos mensuales, que ha so-
licitado sea revaluada por haber quedado desfasada respecto del nivel
salarial actual de un jefe de grupo, de unos 100,000 mensuales.

202

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

EXPANSIÓN, LIQUIDACIONES Y CONCENTRACIÓN POR FUSIONES

A mediados de la década de 1980 primaban las entidades financieras que no


se acogían a la legislación vigente ni al control de la Superintendencia de Bancos.
Como se ha comentado, se hizo evidente que muchas personas sin preparación o
experiencia procedían a fundar ese tipo de negocios o casas de cambio.
En ese entorno de falta de supervisión, creció el conjunto de prácticas que des-
conocían los principios de la regulación bancaria y hasta de la contabilidad. Esto úl-
timo estaba asociado a la preparación de fraudes, algunos de magnitud, en perjuicio
de ahorrantes, depositantes, inversionistas y sector público. Se cernía una amenaza
sobre la marcha de la economía en su conjunto, aunque en los primeros años del
proceso las entidades con amplios fallos todavía no reunían capitales grandes. Pero
con el tiempo fue acrecentándose el poderío de algunos bancos, generalmente de
creación reciente, que sustentaron una expansión acelerada sobre la base de prác-
ticas que no observaban los preceptos en materia de riesgos, a veces mediante la
violación flagrante de las normativas.
Esto planteó una situación extraordinaria para la Superintendencia de Bancos,
al grado de verse absolutamente desbordada. No solamente la mayoría de las finan-
cieras no eran objeto de ninguna supervisión, sino que las que estaban sujetas
a control en realidad eran inspeccionadas de manera somera y cada vez menos
eficiente. Esta situación, que cobró amplio cuerpo mientras avanzaba el segundo
lustro de la década de 1980, no tardó en ser la antesala de una nueva crisis del sistema
financiero del país.
Se llegó al extremo de que la misma Superintendencia carecía de nociones aca-
badas acerca de lo que acontecía. Aparentemente, ni siquiera tuvo la potestad de
someter a control este desbordamiento desordenado. Se ha indicado que el pro-
blema se puso en conocimiento de la Junta Monetaria, sin que hubiese reacciones
claras durante un tiempo. Solo se procedía a intervenciones para evitar quiebras o
corridas bancarias en casos de deficiencias de magnitud. Después del paréntesis de
indecisión, tan pronto la Junta Monetaria reguló las financieras, en 1988, comenzó
una corriente de quiebras, por cuanto no podían cumplir los requisitos de encaje
legal y se hicieron pasibles de multas.11
Entre finales de la década de 1970 y de la siguiente se fundaron varios bancos
que terminaron experimentando problemas, algunos concluidos mediante liquida-
ciones, mientras otros se recompusieron gracias a fusiones y otras maniobras, no sin
que una parte de ellos también terminara en la quiebra.
El proceso de creación de estos bancos fue tomando un ritmo creciente y lle-
gó a su cenit entre 1985 y 1986. La siguiente cronología, aunque incompleta, así
lo ilustra.

11
Entrevistas con Ramón Checo y Dhimas Santos.

203

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

s 1980. Banco del Comercio.


s 1981. Banco Nacional de Crédito.
s 1982. Banco Universal y Banco Regional.
s 1985. Banco BHD, Banco Antillano, Banco Cibao, Banco Mercantil,
s Banco Gerencial y Fiduciario.
s 1986. Banco Dominicano del Caribe, Banco Panamericano,
Banco Intercontinental, Banco Domínico-Hispano.
s 1987. Banco del Exterior Dominicano.12

La generalidad de esos bancos terminó quebrando o fusionándose. Para el


segundo lustro de la década de 1990, diez años después del auge, el número de
bancos se estabilizó en unos quince, aunque algunos se fusionaron poco después y
tres de ellos quebraron en 2003.
Todavía había muchas financieras, puesto que unas quebraban y se fundaban
otras. En 1997 se contabilizaron 490 registradas en la Superintendencia de Bancos,
en tanto que las casas de préstamos de menor cuantía eran 42 ese año, después de
la quiebra de muchas de las 92 existentes en 1987.
Al abrirse la corriente de
quiebras de las financieras, como
lo explica Dhimas Santos, se creó
una situación caótica, puesto que
los dueños a menudo sustraían
diversos bienes, se ocultaban y
hasta abandonaban el país. Para
la Superintendencia esto requirió
esfuerzos “terribles”. Se creó una
Comisión Técnica de Intervencio-
nes, que pasó a dirigir equipos
especializados. Era preciso in-
cautar los bienes de las financie-
ras quebradas con la finalidad
de devolver la mayor parte po-
sible a los depositantes, para lo
.$ ;      ;    %) cual se contó con un cuerpo de
$      @   $   
la Policía Nacional.
Cuando un banco se encontraba en proceso de liquidación sus activos eran tras-
pasados a otro. A menudo esto se llevaba a cabo sin que se observaran todos los
requisitos. En otros casos, los propietarios de un establecimiento en problemas

12
Superintendencia de Bancos, La banca en República Dominicana. Ayer y hoy, Santo Domingo, 2011,
pp. 28-29. Hay ligeras diferencias cronológicas con el original en razón de que algunos bancos
comenzaban a operar en un año posterior al de su fundación. Tampoco se consignan algunos
cambios de nombre.

204

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

preferían adelantarse a una interven-


ción del Banco Central y la Superin-
tendencia de Bancos. A veces incluso
los dueños preferían hacer un buen
negocio vendiendo a otros. Esto últi-
mo se vio entre algunos de los escasos
bancos extranjeros, que se inclinaban
por no competir en las nuevas condi-
ciones y optaban por cerrar sus ope-
raciones en el país.
Se registró, en consecuencia, un
proceso de concentración de activos
con una dinámica más acelerada que
la creación de entidades nuevas. A
medida que pasaba el tiempo se mag-
nificaba la quiebra, liquidación o tras-
paso de financieras, casas de cambio
y algunos bancos. Unos pocos bancos
absorbieron varios otros, así como ac-
tivos de financieras. Resulta difícil tra-
 *+ ,( 
zar un mapa de estos procesos, pero
por lo menos se ha logrado una información básica acerca de las fusiones que prota-
gonizaron algunos de los bancos que tipificaron ese momento expansivo del sistema
financiero.13
El banco privado nacional más antiguo, el Banco de Crédito y Ahorros, como se
ha visto, fue adquirido por el Banco Condal de España en 1967. En 1977 el Banco
de Santander, también de España, adquirió el Banco Condal Dominicano y se trans-
formó en Banco de Santander Dominicano. El Banco Español, de España, adquirió
en 1986 el Banco de Santander Dominicano y se convirtió en Banco Español Domi-
nicano. Al año siguiente, 1987, el Banco Universal, de reciente creación, adquirió el
Banco Español Dominicano.
El The Royal Bank of Canada fue adquirido en 1985 por el Banco del Comercio
Dominicano (Bancomercio), de reciente creación, en 1975. Ese mismo año, Banco-
mercio obtuvo el traspaso de la sucursal del Bank of America, entonces uno de los
más grandes del mundo. Después de estas fusiones que contribuyeron a expandir su
poder y a experimentar graves deficiencias que lo llevaron a ser intervenido, el Ban-
co del Comercio fue absorbido por el Banco Intercontinental (Baninter). Baninter,
además de haber adquirido Bancomercio, incorporó los activos del Banco Osaka y,
en 2001, del Banco del Exterior Dominicano, fundado en 1986. Comenzó entonces

13
Aspectos de este proceso en entrevista a Héctor Urbáez.

205

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

la fulgurante expansión de Baninter, sostenida en parte gracias al reclutamiento de


algunos técnicos de probada experiencia.
Otro banco que creció con
celeridad fue el Banco Nacional
de Crédito (Bancrédito), funda-
do en 1981, y que se expandió
notablemente desde 1987 gra-
cias a la adquisición del Chase
Manhattan Bank, que se había
instalado en el país en 1962. A
raíz de la mega crisis bancaria
de 2003, tras ser liquidado, los
activos de Bancrédito pasaron al
Banco León.
También el Banco del Pro-
greso fue resultado de sucesivas
  #     reestructuraciones o fusiones.
Partió del cambio de nombre,
en 1984, del Banco Girod Dominicano por el de Banco del Progreso Dominicano.
Incorporó luego al Banco de Boston, fundado años atrás. En ese proceso sumó los
activos del Banco Metropolitano, uno de los primeros de la nueva banca, fundado
en 1974.
Poco después, en 2001, el
Banco BHD se hizo cargo del
Banco Gerencial y Fiduciario.
Un protagonismo parecido
de fusiones se produjo a partir
del Banco Regional, el Banco
Antillano y el Banco Panameri-
cano. En sucesivas operaciones,
los tres confluyeron en Uniban-
co en 1990. Años después el
Banco Unibanco desapareció,
al igual que el Banco Corporati-
vo Internacional y el Banco La-
&   S   +1 
tinoamericano.
Gran parte de los problemas que llevaron a las liquidaciones y fusiones se des-
prendían de manejos incorrectos, de la concesión de beneficios crediticios exage-
rados y ventajosos a los dueños y de dispositivos contradictorios en las operaciones:
por una parte, la oferta de altas tasas de interés pasivas como medio de captar
depositantes, a un nivel tal que generaba inestabilidad operativa; y, por la otra, el

206

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

ocultamiento de las verdaderas tasas de interés activas por medio de comisiones


cobradas por anticipado.
Se presagiaba una crisis bancaria, como efectivamente aconteció entre 1989 y
1990. La misma fue estimulada por las rivalidades que enfrentaron a algunos de los
bancos que operaban como polos de la expansión y de la integración de otros.

LA SEGUNDA CRISIS BANCARIA

En el fondo, en la evolución del sistema financiero subyació algo más delicado


que los manejos de las financieras. Se trató de la disposición de ejecutivos bancarios
a vulnerar las regulaciones en aspectos como las tasas de interés, los coeficientes
entre capital y activos y, sobre todo, la tendencia a los autopréstamos y a otras opera-
ciones de uso privilegiado de los recursos captados. Para tales fines se establecieron
esquemas fraudulentos con el propósito de violar las normativas: fue el caso relevan-
te de la creación de entidades paralelas –algunas públicas, aunque aparentemente
separadas, otras de carácter secreto– o la doble contabilidad.

%   (    H@  

Había pasado ya bastante tiempo desde lo ocurrido en el Banco de Santo Do-


mingo en 1979. Si bien las lecciones con ese banco contribuyeron a contener acti-
tudes y a fortalecer mecanismos de supervisión, con el tiempo estos se debilitaron,
como se ha visto, a lo que contribuyó la tardía reacción de la Junta Monetaria ante
los problemas que se vislumbraban con la creación de centenares de financieras.
El primero que registró problemas fue el Banco Universal, propiedad de Leonel
Almonte. El fundamento de su actuación radicó en captar grandes volúmenes de

207

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

depósitos sobre la base de ofrecer tasas de interés que superaban sensiblemente las
de los otros bancos. Se inició una espiral, ya que para sostener el pago de los altos
intereses resultaba indispensable captar recursos frescos. Esto solo podía sostenerse
hasta un momento dado, cuando comenzara a quebrarse la confianza del público,
se detuvieran los nuevos depósitos y se produjeran retiros masivos de fondos.
Lo que a posteriori se supo de los procedimientos del Banco Universal pareciera
haberse tornado en un modelo para los bancos que después se embarcaron por ese
rumbo, pues puso en evidencia los mecanismos para obtener beneficios elevados
operando con los depósitos del público al margen de las regulaciones.
En el clímax de los pro-
blemas, cuando ya no se soste-
nían las maniobras, la jefatura
del Banco Universal optó por
transformar los depósitos en
cuentas de ahorro en acciones,
con lo que se hacía aparecer
como dueños a quienes no pa-
saban de ser simples depositan-
tes, muchos de pequeña escala.
En su calidad de accionistas, es-
tos ahorristas tenían que com-
partir las responsabilidades del   @    @        
banco, por lo que sus recursos
pasaban a constituir garantías en todos los sentidos, y en consecuencia quedaban
congelados.
Mientras la evolución del Banco Universal tomó años en desembocar en su li-
quidación, no sucedió lo mismo con otros que habían crecido menos, aunque se
beneficiaron del avance fulgurante del sistema financiero por aquellos años. No
solo incidió en estos bancos el mal manejo, sino que surgieron con debilidades que
no pudieron superar en ningún momento; en la medida en que acudieron crecien-
temente a procedimientos no ortodoxos, se fueron agudizando sus problemas.
Al finalizar la década de 1980 se abrió, por consiguiente, una corriente de quie-
bras que culminó en una crisis bancaria sin precedentes en el país. La anterior crisis
únicamente había afectado a una entidad, el Banco de Santo Domingo, y se conjuró
con facilidad, sin que amenazara extenderse a otras. Esta segunda crisis se inició con
la corriente de quiebra de las financieras, pero al extenderse tuvo efectos mucho
mayores en la confianza del público sobre la salud del sistema.
Entre los orígenes de este fenómeno, destaca Daris Javier Cuevas, se encontró el
exceso de liquidez que conoció el sistema financiero desde inicios de la década de
1970, en lo que incidió el ingreso de recursos provenientes del exterior por parte de
grupos dispuestos a la especulación temeraria. Evidentemente confluyeron varios

208

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

otros factores, como la falta de experiencia en el manejo de una situación de este


género, tras un crecimiento acelerado del sector financiero.
En esa coyuntura se puso en evidencia que varios bancos confrontaban dificul-
tades. Como lo apunta Luis Montes de Oca, en comentario escrito, hizo aparición
un concepto hasta ese momento desconocido en el argot del país, “el feriado banca-
rio”, para significar que los bancos que entraban en él no participaban en la cámara
de compensación, es decir, en el sistema de pagos. Para escapar a esa situación,
algunos acudieron a fusiones, como las vistas en el pasado acápite, pero estas no
pudieron detener los deterioros. De ahí que la crisis bancaria se prolongase durante
parte de la década de 1990.
Posiblemente el primer caso muy sonado fue el del Banco del Comercio, que
había crecido a raíz de haber absorbido los activos del Royal Bank of Canada, lo
que lo catapultó a una posición importante. A un grupo emergente le resultaba más
atractivo, como sucedió en este caso, pagar bien a un banco extranjero con deseo de
retirarse del país que esperar a crecer por sus propios medios.
Aunque no se aproximaban ni individualmente ni como grupo a las posiciones
de las instituciones dominantes en el sistema financiero, el hecho de que varios bancos
a la vez experimentaran problemas marcó una coyuntura en la historia financiera
del país y constituyó uno de los factores que llevaron a acelerar los estudios que cul-
minaron en la reforma financiera de inicios de la década de 1990.
Varios de estos bancos tardaron
en ser intervenidos. El último de ellos
fue el Banco Latinoamericano, de ca-
pital venezolano, liquidado a finales
de 1995, es decir, cuando ya estaban
en vigencia los reglamentos que dieron
lugar, años después, a la ley 182-02.
Algunas de las financieras de de-
sarrollo, denominadas ya bancos de
desarrollo, no dejaron de participar
en esta tendencia. Cuando se detectó
el abanico de irregularidades en que
incurrían, varias fueron intervenidas
y liquidadas a inicios de la década de
1990, lo que abonó el terreno a favor
del establecimiento de la banca múl-
tiple.
De mayores consecuencias fue lo
acontecido en el Banco del Comer-
cio, establecido sobre la base de la
participación de numerosos pequeños
  & % y medianos comerciantes, muchos de

209

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

ellos en New York o que habían pasado largas estadías en esa urbe, agrupados en
una federación. Aunque se proclamaba el vínculo con esa organización, en realidad
la estructura accionaria dependía de los aportes individuales de sus accionistas. La
amplitud de la base accionaria no solo permitió compilar el capital necesario para
su fundación, sino que coadyuvó a localizar cuantiosos aportes de depositantes. En
pocos años Bancomercio se posicionó como una de las entidades básicas de la banca
comercial, solo superada en activos por el Banco de Reservas y el Banco Popular.
La plana ejecutiva de este banco, comandada por José Ureña, se embarcó en
negocios vinculados. El mismo banco emprendió proyectos de bastante dimensión
para la época, como la construcción de un hotel en la avenida George Washington.
Ante las dificultades de liquidez, los ejecutivos de Bancomercio acudieron a adelan-
tos del Banco Central que, al no poder repagar, precipitaron su bancarrota. Llegó
un momento en que la Superintendencia tuvo que intervenir Bancomercio, des-
pués que falló en el programa que se impulsaba en esa época para sanear entidades
deterioradas. Los instrumentos puestos en vigencia con la reforma financiera, que
se analizan aparte, contribuyeron a la identificación de los problemas, a la interven-
ción legal y a las iniciativas desarrolladas desde instancias diversas del Estado, que
culminaron con el traspaso de Bancomercio a un banco pequeño, creado apenas
pocos años atrás, el Banco Intercontinental, Baninter. La transacción se hizo en aras
de prevenir una nueva crisis de confianza.
Pero esta fusión no conjuró las malas prácticas. En realidad, los problemas de
Bancomercio se trasladaron a Baninter, también aquejado desde su nacimiento por
maniobras contrarias a las normas, aunque a este último le fue posible sobrevivir y
crecer aceleradamente sobre la base de una agresiva competencia, tal como lo ha-
bían hecho sobre todo los dos grandes bancos previamente intervenidos.

210

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

Antonio García, inspector de tercera


clase, narra, en documento entregado
para este libro, un episodio aconte-
cido cuando iba a realizar labores en
San Francisco de Macorís e Higüey.
De nuevo se perciben las dificultades
que acompañaban las acciones de
los inspectores y la integridad de mu-
chos de ellos.        '     G 
  S           
) 5  S   $ 

MEMORIA
DE DOS MALETINES
Por ANTONIO GARCÍA

Yo era estudiante de sexto semestre de Contabilidad de la Universidad


O&M cuando sometí una solicitud de empleo en la Superintendencia de
Bancos. Me evaluaron a través de un pliego de 22 temas, como cálculo
matemático, análisis de préstamos, la ley 708 que regía el sistema banca-
rio, análisis de préstamos y otros similares. Obtuve una puntuación de 98
sobre 100, lo que fue confirmado por el señor intendente Marcos Soto y
la señora Asalia Andino, encargada de Inspección.
Ese mismo día ingresé como inspector de tercera clase del área de
Banca de Desarrollo. Años después pasé a laborar en el área de Bancos
Comerciales y más adelante en Auditorías Bancarias, como supervisor se-
nior del Departamento de Supervisión y Fiscalización II. Actualmente soy
coordinador del área de Agentes de Cambio y Remesas.

211

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Compartiré una vivencia ocurrida durante el transcurso laboral, que


puedo calificar como suerte o prueba.
Hace varios años me encontraba con colegas realizando una labor de
supervisión en San Francisco de Macorís. En la mañana del 27 de sep-
tiembre de 2004 nos dirigimos a una entidad bancaria. Al salir del lugar
observé un pequeño bulto o maletín en medio de la calzada. Lo tomé y
lo dejé en la habitación. Pocos minutos después apareció un vendedor so-
bre una moto con dos canastos. Me quedé sentado en la galería del hotel
y se dirigió a mí para preguntarme si había visto un pequeño bulto que se
le había extraviado. Le pregunté si había dinero, a lo que me respondió
que en el bulto se encontraba el producto de la venta de la semana, por
más de 90,000 pesos, de una empresa donde laboraba. Sin muchas vueltas
entré de nuevo a la habitación y le hice entrega del maletín, tras lo cual le
aconsejé que tuviera más cuidado. Me di cuenta de que había perdido el
bulto por haberse pasado de tragos la noche anterior.
Al término de la administración del licenciado Vicente Bengoa, me
asignaron realizar una inspección en Higüey. No me había salido el dine-
ro correspondiente a la dieta
y tuve que viajar de urgencia
a bordo de un autobús de la
compañía Covacha desde el
parque Enriquillo. Antes de
llegar al destino, un pasajero
se durmió a mi lado, bajó en
La Romana y dejó a mi lado un
hermoso maletín. No tuve más
opción que tomar el bulto.
Ya en el banco de inspección,
.    4  @-  
guardé el maletín en un escri-
torio. No tenía idea de lo que contenía, pero cuando terminé de trabajar,
lo abrí y me percaté de que tenía una cantidad indeterminada de dólares
y varios fajos de billetes de dos mil y mil pesos. Encontré una tarjeta de
presentación en un pequeño bolsillo de la parte exterior. En ella se en-
contraban los datos del dueño, de la ciudad de La Romana.
Como me dispuse a devolverlo de inmediato, solicité a un mensajero del
banco que comprara una funda de color negro. No le informé lo que había
en el maletín, pero le pedí que me llevara a La Romana. Ahí tomamos un

212

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EXPANSIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO.

motoconcho para llegar a la morada del dueño del maletín. Nos recibió
la señora de la casa, que nos dijo que era la esposa de un señor Kunhardt,
que coincidía con la tarjeta de presentación. De inmediato le entregué a
la señora el maletín y le expliqué que su esposo lo había dejado olvidado
en el autobús. Ella quiso entregarme una recompensa. El mensajero, al
ver lo que sucedía, se marchó incómodo, tras reclamar que debí haberle
informado lo que sucedía. Me calificó de pendejo.
Una semana después, el ingeniero Francisco Kunhardt llamó a Freddy
Beras, quien se comunicó con Vicente Bengoa, en ese momento superin-
tendente de Bancos. Le manifestó el deseo de realizarme un homenaje.
En ese momento me encontraba de vacaciones. Me convocaron pero sin
que se me explicara lo que pasaba. El domingo el superintendente me
pidió que lo acompañara a las dos de la tarde a Color Visión. El público
nos recibió de pies. El señor Kunhardt hizo una llamada desde un hos-
pital de Miami, expresando que observaba en vivo el programa y explicó
que en el bulto había 1,070,000 pesos, además de tarjetas de crédito y
documentos de identidad. Esa suma estaba destinada a una operación de
corazón abierto.
Para mí fue de enorme alegría salvarle la vida a esa persona.
Don Freddy me hizo entrega de una medalla, que conservo hasta hoy.
Le expresé que no era una persona rica, pero que me enseñaron que ha-
bía que entregar lo que no nos pertenece.
Soy integrante de la Defensa Civil del Club Deportivo y Cultural de
Barrio Lindo de Constanza, del Club Amantes del Progreso en el Km 25
de la Autopista Duarte, de la Junta de Vecinos de Calero en Villa Duarte y
de la escuela de Artes Marciales de La Vega.

213

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CAPÍTULO VI

REFORMA Y NUEVA CRISIS

REQUERIMIENTO DE UNA REFORMA FINANCIERA

A medida que se agravaban los problemas en la banca, se fue percibiendo la nece-


sidad de que se adoptaran nuevos instrumentos regulatorios. Resultaba ya evidente
que la legislación, sobre todo la ley 708, había quedado obsoleta. El gobernador del
Banco Central, Luis Toral, impulsó en 1986 el inicio de las consultas y los estudios,
con asistencia de asesores de otros países, para la elaboración de un código mone-
tario y financiero.
La Junta Monetaria adoptó provisiones tendentes a restringir la fundación
de nuevas entidades por medio de la exigencia de que se atuvieran a regulacio-
nes mínimas. En resolución de 23 de enero
de 1985 consignó que las no reguladas por la
ley recibirían la designación de financieras co-
merciales, como recurso para que tuviesen que
registrarse. Esto se inscribía en un esfuerzo
semántico dirigido a despejar ambigüedades.
Ya antes, en resolución de 16 de diciembre de
1982, las financieras de desarrollo habían pa-
sado a denominarse bancos de desarrollo para
diferenciarlas de las demás. En cuanto a las
casas de cambio, por medio de resolución de
11 de agosto de 1983 comenzaron a recibir el
nombre de agencias de cambio. Las casas de
préstamos de menor cuantía de hecho fueron
reconocidas como financieras; por resolución
de la Junta Monetaria de 22 de marzo de 1985 se
&           
$     derogó el límite de 500 pesos a cada préstamo,

215

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

aunque se estipuló que ninguno podría superar el 5% de su capital. Por último, en


resolución de 17 de octubre de 1987, se introdujo el concepto de Grupo Financiero,
con vistas a formalizar y trasparentar en lo posible las vinculaciones entre distintos tipos
de entidades financieras, antes de que se contemplase el paso a la banca múltiple.
En los debates se involucraron distintos actores del sistema financiero. El pro-
ceso se desenvolvió durante años sin que se lograra consenso. Fue con motivo de
la ya vista declaración de quiebra de numerosas financieras y de los problemas de
varios bancos que se logró hacer arrancar un proceso de concreción de nuevos
instrumentos. Incidió en ese sentido el hecho de que en 1990 aconteciera una crisis
macroeconómica que develó algunos problemas que venía registrando el modelo
de crecimiento. Balaguer había tratado de mantener el proyecto desarrollista, que
seguía centrado en el papel estelar del Estado a través de la inversión, al tiempo
que comportaba una protección al empresariado nacional, pese al escepticismo que
tenía en cuanto a los regímenes de incentivos existentes, como los que se han obser-
vado en las bancas de desarrollo e hipotecaria.
A pesar de sus reticencias, Balaguer tuvo que acoger las recomendaciones de or-
ganismos internacionales para introducir nuevos criterios en las políticas públicas.
El primero de ellos radicó en la culminación del cuestionamiento a los incentivos
existentes. Además de programarse reducciones paulatinas de los incentivos a la
industria y otras ramas productivas, se planteó el requerimiento de una reducción
de los aranceles. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo fue enco-
mendado de hacer estudios y propuestas que dieron lugar a una reforma arancela-
ria, aprobada por el decreto No. 339, de septiembre de 1990. Se establecieron en
ella ocho tasas de arancel, según el tipo de mercancías importadas, la más alta de
las cuales fue de 35%.1 Las reorientaciones en las políticas públicas introducidas a
inicios de la década de 1990 provocaron un impacto en la evolución ulterior de la
economía nacional, que rápidamente retornó al crecimiento.
Sobre todo en 1991, en torno al Banco Central se conformaron equipos con el
fin de fortalecerlo, como la cancelación del fondo FIDE y el abandono de su ejerci-
cio de supervisión bancaria en sentido general. Entre los temas analizados por los
equipos estuvo la evaluación de las instituciones públicas de regulación financiera
y los instrumentos con que operaban, así como los bancos y otras entidades finan-
cieras del Estado. La realización de estos estudios se llevó a cabo sobre la base de
un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo. Se conformó un equipo de
asesores internacionales, compuesto principalmente por expertos chilenos. Entre
ellos se encontraba un ex superintendente de bancos de Chile.
Un momento clave en el proceso de la reforma financiera se dio en 1992, a par-
tir de un decreto que validaba las resoluciones de la Junta Monetaria. Uno de los
componentes de mayor importancia fue la introducción de la banca múltiple, por
resolución del 2 de abril de ese año, como se observará en un acápite posterior.

1
Inicialmente se aplicó una sobretasa de 30% de cada tasa, que se desmontó en tres años.

216

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

Los técnicos extranjeros produjeron un documento que se anexó a la justifica-


ción de un préstamo de cien millones de dólares para sustentar la reforma finan-
ciera. Fue concebido como código financiero, orientado a superar la dispersión en
la materia. Pero no se logró su aprobación en el Congreso, aunque sí por la Junta
Monetaria en 1994 y quedó como la principal plataforma monetaria.
En las Cámaras aparecieron reticencias a un instrumento legal tan amplio y es-
pecializado, uno de los motivos de la tardanza de diez años para su aprobación. Con
el paso del tiempo, empero, se produjeron desfases, que se enmendaron. Hubo que
esperar a 2002 para la promulgación de la esperada ley, después que el gobernador
del Banco Central hasta 2000, Héctor Valdez Albizu, reactivara el proceso. Se había
optado por poner en vigencia sus contenidos principales por medio de reglamentos
aprobados por la Junta Monetaria. Uno de los documentos claves versó sobre el
“Fortalecimiento de los mecanismos de supervisión” y se constituyó en el referente
normativo básico de todas las tareas emprendidas en torno a la temática en los
tiempos por venir.

FUNDAMENTOS DE LA EVOLUCIÓN SUBSIGUIENTE

Uno de los principales correlatos de las orientaciones aprobadas desde que


arrancó el designio de la reforma financiera fue nombrar un nuevo titular de la
Superintendencia de Bancos. Balaguer comprendió que no procedía reiterar la tra-
dición de colocar a un político, e insistió en la importancia de que la Superinten-
dencia de Bancos se pusiera a la altura de las circunstancias. Es posible que incidiera el
hecho de que el superintendente del momento, Hermes Quezada, estuviera aquejado
de mala salud, por lo que no podía hacer frente a los nuevos retos.
Persia Álvarez de Hernández, hasta entonces técnica del Departamento Finan-
ciero del Banco Central fue designada al frente de la Superintendencia en 1993. En
la selección debió pesar el hecho de que ella había estado coordinando los debates
y acciones para la reforma financiera, en los cuales surgía como punto recurrente
el fortalecimiento de la instancia supervisora. Días antes de su designación, la Junta
Monetaria había aprobado uno de los documentos atinentes al área, recogido en un
libro: Normas prudenciales. Tiempo después salieron otros documentos impresos en
cuya confección tomó parte la señora Álvarez de Hernández.
La nueva superintendente, tercera mujer que ocupaba esa posición, no cono-
cía personalmente a Balaguer, quien no obstante le ofreció apoyo y en todo mo-
mento mostró estar en sintonía con sus propuestas.2 Ante la delicadeza por la que
atravesaba el sector desde finales de la década anterior, con motivo de las quiebras,
se puso de manifiesto la importancia de que el propio presidente se involucrase
en el apoyo a la gestión supervisora. En particular, su respaldo permitió despejar

2
Entrevista con Persia Álvarez de Hernández.

217

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

presiones provenientes de los grupos económicos afectados por la supervisión y las


decisiones que se tomaban para compeler la normalización de las cuentas o, en
el límite, proceder a la intervención y liquidación de entidades. Estaba en agenda
imponer medidas puntuales o nuevas normativas, aunque actores influyentes enten-
dieran que se contraponían con sus intereses. De tal manera, la adopción de nuevos
criterios de regulación tenía que contar con la ratificación presidencial.
Se ha visto que, por lo menos desde Antonio Guzmán, los presidentes habían
prestado atención a la regulación bancaria y se reunían periódicamente con los su-
perintendentes; pero la intervención de Balaguer en este momento tuvo un alcance
inédito, tanto porque se insertaba en la resolución de conflictos como, sobre todo,
porque contribuyó a impulsar una reestructuración de las normativas. Por primera
vez se planteó una variación global de modelo de supervisión como parte de la reforma
financiera, también la de mayor alcance desde la fundación del Banco Central.
Por diversos motivos, resultó imposible que en lo inmediato los agentes eco-
nómicos que se abocaron a discutir los contenidos de la reforma financiera se pu-
sieran de acuerdo en torno a la miríada de problemas sobre el tapete. Era lógico
que algunos de los bancos tradicionales, que apostaban a mantenerse en torno a
criterios ortodoxos, se sintieran preocupados ante nuevas realidades, incluidas las
quiebras bancarias y sus efectos sobre la economía en su conjunto. Los motivos de
divergencias parecen haber sido numerosos. No pocos puntos quedaron en suspenso
durante años, lo que dificultó la adopción de lineamientos consistentes para la re-
forma financiera.
En esta etapa se pudo avanzar por medio de normativas puntuales, pero no
culminó en un conjunto integrado. Para lograr el asentimiento de actores a estos
avances, la Junta Monetaria tuvo que hacer concesiones. La más importante de ellas,
al parecer, fue la gradualidad en la aplicación de varias de estas normativas. Gene-
ralmente se desembocaba en tal solución de compromiso por solicitud expresa del
sector bancario, que por ese medio buscaba proteger márgenes de rentabilidad,
habida cuenta de los costos que suponía la adopción de los nuevos preceptos. Tal di-
lación formaría parte de las condiciones que, en la práctica, neutralizaron en buena
medida muchas de las realizaciones de la reforma de la primera mitad de la década
de 1990. La plasmación de esas dificultades se evidencia en el hecho de que el pro-
yecto de código monetario y financiero que finalmente se presentó no se aprobara
sino hasta 2002.

LA GESTIÓN DE PERSIA ÁLVAREZ DE HERNÁNDEZ

A pesar de que la orientación en curso contemplaba la disminución de la inci-


dencia del Banco Central sobre la Superintendencia de Bancos, por la fuerza de las
circunstancias esto continuó sucediendo. Al menos, la superintendente llevó con-
sigo a un nutrido colectivo de técnicos de su organismo de origen, compuesto en

218

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

parte por personas que habían estado involucradas en los estudios para la reforma
financiera. El Banco Central cedió por tiempo limitado unas cuarenta personas.
Con algunas de ellas se conformó parte del equipo dirigente, compuesto mayori-
tariamente por mujeres: Ada Pantaleón, designada directora del Departamento de
Inspección; Angélica Fondeur, a cargo del Departamento de Análisis; Rosanna Ruiz,
asesora principal. Miguel Reyes fue nombrado consultor jurídico. Los traslados se
produjeron por medio de una resolución de la Junta Monetaria, que autorizaba
licencias sin disfrute de sueldo en el Banco Central.
Álvarez de Hernández y sus acom-
pañantes encontraron a una empleo-
manía de casi setecientas personas.
Tras una evaluación, fueron despedi-
das en breve unas trescientas, con el
fin de proceder a una elevación de
las competencias técnicas globales. Se
determinó que, por falta de rudimen-
tos educativos suficientes, muchos no
estaban en condiciones de asimilar
nociones indispensables de las fun-
ciones técnicas. Algunos inspectores,
para poner un caso, ni siquiera eran
bachilleres. A los despedidos se les
concedieron seis meses de compensa-
ción, lo que fue consensuado con el
Banco Interamericano de Desarrollo,
que desembolsaba los recursos.
Además de los cuarenta técnicos
& K @ 5 2 3 5
del Banco Central, se procedió de
manera paulatina a ingresar a unas cien personas. Se buscaron en especial jóvenes
recién graduados, a cuyo efecto se firmaron contratos con la Universidad Católica
Madre y Maestra y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo para que facilitaran
datos de los egresados con mejores calificaciones en años previos en carreras como
Economía, Administración y Contabilidad.
La reestructuración del personal fue el mecanismo adoptado para poner la insti-
tución a la altura de unas necesidades mucho más exigentes que pocos años antes. A
muchos de los que permanecieron se les ofrecieron cursos de capacitación y actua-
lización, que se llevaron a cabo con un rigor que incluía la aplicación de exámenes.
A los de menor nivel educativo se les reubicó, de forma que pudieran continuar
siendo útiles. La elevación de la cualificación del personal fue fruto de una tesonera
labor de formación, similar a la emprendida quince años antes por Antonio Alma,
aunque ahora los requerimientos eran mayores. Por ejemplo, todos los inspectores
tuvieron que revalidar su condición por medio de diversas pruebas. No pocos de los

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

jóvenes recién reclutados en los referidos centros de educación superior termina-


rían obteniendo grado de maestría o doctorado en el exterior, mientras otros, en
mayor número, maestrías en universidades dominicanas.
Una porción de estos recién llegados de las universidades pasaron a constituir el
armazón de la institución. Al concluir el proceso más intenso de reestructuración,
algunos de ellos se marcharon a la banca privada o a empresas de auditoría, puesto
que en la Superintendencia de Bancos todavía no había niveles salariales competi-
tivos con el sector privado. Otros, en cambio, siguieron su carrera en esta oficina.
Casi todos los del Banco Central retornaron a sus puestos, ya que ahí cifraban sus
expectativas futuras.
En ese programa formativo desempeñó un papel destacado la firma chilena In-
ternational Link, que permaneció por varios años. Uno de sus especialistas, el domi-
nicano Manuel Andrés Brugal Kunhardt, quedó como residente en el país. También
se estableció un acuerdo con la Superintendencia de Bancos de Chile, gracias al
interés por colaborar que mostró su titular Florencio Guzmán, entonces una suerte
de decano latinoamericano, con una experiencia que puso al servicio de su contra-
parte dominicana. Durante años envió trimestralmente a República Dominicana al
intendente de Bancos de Chile, Ernesto Livacic, quien más adelante alcanzó la posi-
ción de superintendente. Este asesor se centró en el cumplimiento de los acuerdos
de Basilea, lo que se examinará más abajo. Otros acuerdos de colaboración fueron
establecidos con las superintendencias de México y Bolivia. Como en esos países se
tenía experiencia en los mecanismos alternativos de supervisión, el apoyo que brin-
daron sus asesores contribuyó a reducir los costos de la variación del modelo. Sin
haberlo solicitado, se obtuvo igualmente cooperación técnica de la Reserva Federal
de los Estados Unidos.
Al concluir tal esfuerzo, el fruto resultante fue contar con un personal grosso
modo de nivel internacional, juzgado un hito a ser tomado en cuenta. El país dejó de
estar rezagado gracias a la cualificación obtenida y estuvo en condiciones de avanzar
hacia nuevos esquemas de supervisión, lo que debía redundar en mayores niveles de
garantías para la solvencia del sistema financiero.

NUEVOS COMPONENTES DE LA SUPERVISIÓN

Poco después de la entrada del equipo dirigente encabezado por Persia Álvarez
de Hernández, se definió el objetivo esencial de avanzar hacia la consecución de los
principios definidos en el primer Acuerdo de Basilea, problemática hasta entonces
no tratada en la institución.
Se consideró prudente, como se había hecho después de 1978, paralizar las ins-
pecciones hasta que el personal estuviera en condiciones de aplicar nuevos linea-
mientos. Durante seis meses, en medio del cénit del programa formativo, no se
realizaron. Pero cuando volvieron a hacerse, los asesores internacionales evaluaron

220

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

que el país, en poco tiempo, había alcanzado el parámetro técnico normal de América
Latina.
Los preceptos aprobados redundaron en propiciar el avance hacia un nuevo
esquema de inspección y, en general, de supervisión. En adelante predominaría la
inspección realizada fuera de la entidad bancaria, en la misma Superintendencia,
sobre la base de la información enviada por la primera.3 Se puso como punto de
referencia avanzar a un concepto basado en la calificación, que dejara atrás su res-
tricción en torno al cumplimiento de objetivos.4 Esto fue posible por los avances que
se fueron incorporando en la tecnología informática. En efecto, este nuevo curso de
acción hubiera sido antes imposible, cuando se manejaban en papel los gigantescos
formularios de los catálogos de cuentas. El procesamiento automático de las infor-
maciones facilitaba ubicarlas y establecer relaciones entre ellas.
En lo sucesivo, solo se acudió a la sede de un banco cuando los análisis ofre-
cían indicios de que algo irregular estaba aconteciendo. Se establecieron criterios
puntuales sobre temas considerados cruciales a la luz de la ampliación del sistema
económico y el papel creciente de la banca, como el llevar un seguimiento, caso a
caso, de los principales cien deudores de cada intermediario.
El uso del instrumental informático requirió un nuevo proceso de capacitación
del personal. A la luz de los serios problemas por los que atravesaban algunos de
los bancos grandes, quienes se dedicaban a ponderar soluciones captaron que, da-
das las magnitudes de las operaciones, resultaba a menudo difícil o imposible que
un técnico sin dominio de la informática pudiera determinar manejos incorrectos,
cuanto más ocultos, como el de la doble contabilidad.5 De manera que pasó a ser
objeto de atención la superación de este eslabón débil de la tecnología.
En las instancias técnicas había conciencia de que, gracias a los recursos de la
informática, era posible la doble contabilidad o la existencia de bancos paralelos
ocultos, pero aun así se reconocía que resultaba en extremo difícil descubrirlos.
Para hacerlo, según opinan varios de los consultados, no era suficiente revisar los
balances de las transacciones de la cámara de compensación, sino que hubiese sido
necesario examinar cada una de las cuentas en detalle, banco a banco. Evidente-
mente, esto último supone niveles sofisticados de recursos tecnológicos, un gran
personal y un dispositivo expreso.
En aquellos momentos todavía los progresos en materia informática eran limi-
tados, pues su introducción fue un proceso lento, a partir de un nivel exiguo de
dominio. Tal limitación constituía la principal restricción a las posibilidades de apli-
car los nuevos principios. El tema solo se pudo poner sobre el tapete en términos
concluyentes más adelante.
De todas maneras, las diversas medidas de la reforma financiera fueron intro-
duciendo mecanismos de control que dificultaban la ocurrencia de irregularidades

3
Entrevista con Zunilda Paniagua.
4
Entrevista con Persia Álvarez de Hernández.
5
Entrevista con Zunilda Paniagua.

221

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

graves y de montos importantes. Presionaban al respecto las quiebras registradas en


1989, que luego se imbricaron con la coyuntura macroeconómica del año siguiente,
lo que no fue ajeno a nuevos episodios de quiebras, fusiones o intervenciones. En
realidad, parte de los cambios en la regulación solo pudieron implementarse des-
pués de 2003, ante la presión de las circunstancias, cuando la magnitud de la tercera
crisis bancaria amenazó al conjunto del sistema financiero y apuntaba a un empeo-
ramiento de la coyuntura económica. Parece válido especular que, de no haberse in-
troducido los correctivos de la reforma financiera en la década de 1990, se hubiesen
producido graves eventos de quiebras adicionales y, tal vez, una corrida bancaria.
La reforma financiera iniciada en esos años constituía un punto de partida de
un objetivo más particular, consistente en superar un esquema tradicional de su-
pervisión que, si bien había sido mejorado en sucesivos momentos, no había sido
cuestionado en su raíz. No obstante los avances experimentados desde la introduc-
ción de los catálogos de cuentas, el país se había quedado rezagado en relación a
las exigencias internacionales y a los niveles logrados por la generalidad de países
de América Latina. En palabras de Persia Álvarez de Hernández, estaba en juego
aproximarse a los estándares internacionales entonces vigentes.
En las condiciones de un sistema financiero cada vez más complejo, de magni-
tudes antes insospechadas, con vínculos y articulaciones con el mundo y una parti-
cipación significativa en la composición del producto interno bruto, la supervisión
bancaria pasaba a tener una importancia considerablemente mayor que antes. Se
requería acuciosidad y el desarrollo de condiciones que no se tomaban en cuenta,
como la autonomía operativa del organismo fiscalizador, su participación en la au-
toridad monetaria y financiera y la capacidad de imponer sanciones al margen de
otras instancias del Estado. Adecuarse a esas nuevas realidades requería un marco
legal, por lo que los avances de las reformas se orientaron por el requerimiento de
legislación novedosa que cubriese todos los aspectos.
No obstante, se partía del reconocimiento de que los nuevos mecanismos, por
más desarrollados que estuviesen, no impedían de por sí la posibilidad de manejos
fraudulentos o, en general, malos. Los estorban, cierto, y de manera muy importan-
te también los minimizan en sus alcances, pero no los impiden. En definitiva, en
tal reconocimiento radica la renovada misión de la Superintendencia de Bancos.
Igualmente, se tenía conciencia de que una coyuntura económica recesiva o de-
presiva podía accionar desfavorablemente sobre la banca, en tanto que en aquellas
condiciones su participación en la economía se había tornado mucho más impor-
tante a causa del papel creciente del crédito y de las operaciones de intermediación
financiera.
Todas las reformulaciones vistas pusieron sobre el tapete la necesidad de un ade-
cuado financiamiento de la institución supervisora. Se acordó elevar la contribución
de los bancos a 1/6 del 1% de sus activos. Todavía era insuficiente ante las deman-
das crecientes, por lo que se estableció un fondo especial nutrido con recursos del

222

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

Banco Central. En 1995 se consiguieron 84 millones de pesos y 88.1 en 1997. Este


último año los aportes de los bancos se elevaron a 39.7 millones.
Los efectos fueron reconocidos en una asamblea de la Asociación de Superin-
tendencias de Bancos de América Latina, realizada en Santo Domingo en 1995.

AVANCES EFECTIVOS

El tránsito al nuevo esquema de supervisión comportó acciones específicas que


lo prepararon y lo pusieron a prueba. Se trazó un plan para realizar una evaluación
integral de los bancos, uno a uno, sin importar su tipología o tamaño, con la finali-
dad de construir un mapa sobre las situaciones particulares que permitiera arribar
a una visión integral. El cumplimiento de esa fase llevó un año y constituyó el fun-
damento para un replanteo de la inspección y de las competencias generales de la
supervisión bancaria.
Antes de ir a un banco, se hacía una evaluación basada en la información dis-
ponible que este había proporcionado y se verificaban las alertas y la aplicación
de las guías de inspección. Con esta primera panorámica, el equipo discutía una
estrategia, a menudo con participación de los asesores internacionales. El esquema
de inspección aplicado implicaba desechar el criterio previo, consistente en el cum-
plimiento de los objetivos, esto es, dejaba de tener un carácter fundamentalmente
retrospectivo para proyectarse hacia el desempeño en el futuro previsible.
Hasta entonces, como se ha señalado, las financieras no eran en lo fundamental
objeto de inspecciones, lo que para ellas constituía una ventaja, ya que podían vul-
nerar fácilmente regulaciones existentes sobre materias claves, como encaje legal o
la relación entre activos y capital. Pues bien, no solo se procedió a evaluar a la gene-
ralidad de financieras que no se habían acogido a la supervisión, sino que se incluyó
a cualesquiera tipos de entidades, sin importar su situación contable. Este paso re-
sultó clave en la reorientación ulterior de la fisonomía del sistema financiero.
De acuerdo al testimonio de Persia Álvarez de Hernández, se formaron tres tipos
de equipos según la condición de las entidades: las que funcionaban normalmente,
las intervenidas y las ya liquidadas. Los dedicados a las intervenidas o liquidadas
tuvieron que duplicarse, dado el incremento en el número de ellas. Las últimas
suponían graves contratiempos. Por un lado, era necesario acudir a las instancias
judiciales, por lo que hubo que desarrollar una labor pedagógica en la judicatura,
con el fin de acelerar el proceso. Pero lo más laborioso resultaba la confiscación
de bienes de los propietarios y captar otras garantías, amén de resarcir a los depo-
sitantes, preocupación fundamental como es de rigor. Por momentos hubo más de
doscientos inspectores evaluando las entidades liquidadas.
Se elaboró un nuevo instrumento de análisis, más desarrollado que el catálogo
de cuentas: la guía de inspección. Sin embargo, no se descartó el catálogo de cuen-
tas, sino que se mejoró. Particularmente, en relación a la unificación de funciones

223

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

en la banca múltiple, que fundía a la comercial con la hipotecaria y la de desarrollo,


se estableció un nuevo catálogo único, que facilitaba la tarea de los inspectores y el
análisis de las informaciones sobre la base de partidas homogéneas que permitían
un panorama integrado, a diferencia de lo realizado hasta entonces. Como parte del
proceso, después de puesto en práctica ese catálogo de cuentas, en 1994 y 1995 se pro-
cedió a evaluar su aplicación mediante la comparación de los informes previos y los
presentes que remitían las entidades financieras. Lo que medularmente interesaba
era en qué medida se aplicaban o no los lineamientos de Basilea, en ese momento
Basilea I, en cuanto al capital mínimo que debía tener una entidad bancaria en fun-
ción de los riesgos de crédito, mercado y tipo de cambio que afrontaba.
Cuando se determinaba que no se cumplían estos preceptos, se sometía a la
entidad a un proceso de reestructuración. Existía todo un programa especial para
lograr el ajuste, en el que se integró una porción considerable de las entidades que
seguían funcionando normalmente. Se perseguía concederles la oportunidad de
modificar sus patrones operativos y sus parámetros contables para que se ajustaran a
las exigencias de Basilea. En los plazos otorgados debían cumplir con las exigencias
relativas a temas definidos en la metodología, como requisitos del capital, cartera
de préstamos o coeficientes diversos, como el de liquidez. Se trabajaba para que la
empresa mejorara sus estándares, y si no cumplía los criterios podían imponérsele
multas; solo después que probaba no poder hacerlo era que se procedía a interve-
nirla, puesto que se suponía que afectaba al conjunto del sistema, aun en los casos
de las pequeñas financieras.
Pocas fueron, en términos relativos, las entidades que pudieron adaptarse a las
nuevas normativas. A gran parte de sus dueños no les interesaba acoplarse a las
regulaciones, puesto que podía requerir aportar capital fresco y, como ya habían
hecho uso de los depósitos del público para negocios propios, preferían la quiebra.
También se produjo lo contrario: dueños de financieras que habían fracasado por
falta de experiencia o circunstancias del mercado y que, al proceder a la liquida-
ción, hicieron lo posible por devolver los recursos depositados por terceros. En tales
casos no fue necesario acudir a la justicia.
Tres fueron los pilares del nuevo esquema de supervisión. El primero, la eva-
luación de los activos sobre la base de los riesgos, para lo que se examinaban los
deudores de mayores cuantías. El segundo, la evaluación de las inversiones a las que
se destinaban los préstamos. Por último, el examen de la cartera de crédito y las rela-
ciones vinculadas, por cuanto estas últimas suponían una agravación del riesgo. Este
pilar de la supervisión consolidada había cobrado importancia en razón de las redes
de intereses que se habían tejido en el interior del sistema financiero y con otros
sectores económicos, como el comercio, la industria o los medios de comunicación.

224

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

EFECTOS INMEDIATOS DE LA APLICACIÓN DE LOS NUEVOS PROCEDIMIENTOS

La nueva metodología que se comenzó a aplicar en 1994, aunque todavía en fase


de prueba, con rapidez comenzó a dar frutos. Se estaba en la fase final de quiebras
de las financieras, lo que todavía perturbaba el desenvolvimiento del sistema finan-
ciero y, en cierta manera, del conjunto de la economía.
Como se ha visto, en el momento culminante de la segunda mitad de los
años ochenta, hubo en funcionamiento más de setecientas financieras, a las que
se agregaban las casas de préstamos de menor cuantía, que totalizaban unas cien.
En 1993 quedaban más de cuatrocientas financieras, la mayoría aquejadas de los
problemas que las acompañaron desde sus orígenes. La aplicación de la nueva me-
todología de inspección aceleró el ritmo de cierre de todas ellas. Persia Álvarez de
Hernández calcula retrospectivamente que, en agosto de 1996, cuando concluyó su
gestión, sobrevivían unas doscientas financieras y sesenta casas de menor cuantía.
Es decir, las primeras se disminuyeron a la mitad de las existentes antes de que se
aplicaran los preceptos novedosos de inspección y evaluación. Tras las nuevas regu-
laciones de la Ley Monetaria y Financiera de 2002, el descenso siguió vía libre, hasta
quedar estables unas dieciocho financieras.

LA BANCA MÚLTIPLE

Una de las mayores consecuencias de las reformas de la primera mitad de la


década de 1990 sobre el sistema financiero radicó en la normativa hacia el estableci-
miento de la banca múltiple, con el fin de transparentar y maximizar la eficiencia de
los bancos. El número de entidades, el incremento de los activos y la multiplicidad
de propósitos introducían problemas hasta entonces desconocidos para el control
de las operaciones por parte de la administración monetaria y financiera. El pro-
ceso se iba tornando cada vez más complejo en la medida en que algunos bancos
comerciales procedían a fundar entidades conexas, consideradas vinculadas por ser
básicamente de los mismos accionistas, pese a que muchas de esas operaciones es-
taban prohibidas por ley. Las vinculaciones con empresas de servicios o productivas
introducían graves escollos a la buena marcha del sector y dificultaban sobremanera
la inspección. En consecuencia, se consideró más adecuado que no hubiese diversos
tipos de bancos, como estaba estipulado en la variedad de leyes, para que los existen-
tes pudieran dedicarse a un espectro amplio de operaciones.
De tal manera, se llegó a la decisión de que desaparecieran los tres tipos de ban-
cos –hipotecarios, de desarrollo y comerciales– para que se fundiesen en uno solo,
la banca múltiple, que pasaría a estar acompañada por las asociaciones de ahorros
y préstamos y por otras entidades que no llenaban los requisitos de los bancos. Este
cambio terminaría de cobrar cuerpo con la aprobación de la ley en 2002, por lo que se
analizará más abajo. La fusión en un solo banco estaba llamada a facilitar sus propias

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

operaciones pero también la supervisión. Quedaba ratificado el principio de la pro-


hibición de vinculaciones, aunque no se solucionaban todos los posibles problemas
porque, además de los diversos tipos de intermediarios financieros, seguirían exis-
tiendo compañías de seguros y agencias de colocación de valores.
Según consigna Jesús Castaño, en un estudio acerca del tema,6 la transformación
hacia la banca múltiple se inició con la segunda resolución de la Junta Monetaria
del 2 de abril de 1992, en la cual se dispone que las entidades que cumplan con los
requisitos establecidos en ella podrán ofrecer servicios múltiples previa aprobación
de la Junta Monetaria y la Superintendencia de Bancos. El capital del banco múlti-
ple resultado de la fusión se estableció en 50 millones de pesos. Castaño abunda en
el sentido de que las entidades de intermediación no se acogieron a esa resolución,
con el alegato de que no habían sido consultadas. La Junta Monetaria decidió susti-
tuir esa resolución por otra del 11 de diciembre de 1992. Aunque esta última tenía
carácter provisional, comenzó a operar formalmente. Su oficialización solo fue de-
finitiva con la ley de 2002.
El tránsito de los bancos comerciales y de otros tipos a múltiples, acontecido
entre 1993 y 1996, tuvo por consecuencia la conformación de un sistema bancario
más sano que anteriormente. Desaparecían conexiones confusas, amparadas en las
competencias y conveniencias de cada tipo de banco. De por sí, la reducción del nú-
mero de financieras supuso una mejoría en la eficacia global del sector, aunque con
el componente de entrañar concentración de capital. Para los bancos disminuyeron
los costos y las operaciones que tenían que realizar dueños, público y evaluadores.
En principio, las cosas se tornaron más sencillas, aunque la experiencia estaba lla-
mada a mostrar que no estaban exentas de riesgos, incluso grandes.

REORGANIZACIONES INTERNAS

Desde 1967 el organigrama se había mantenido en los términos definidos por


el superintendente Ares García, quien, como se ha visto, introdujo un nuevo re-
glamento de organización interna. Las innovaciones técnicas que se produjeron a
partir de la gestión de Antonio Alma y que conocieron un relanzamiento durante
la de Persia Álvarez de Hernández requirieron ajustes en la organización interna.
En 1978, once años después de la aprobación del aludido reglamento, el super-
intendente Alma consideró necesario auspiciar una reorganización. De acuerdo a
las memorias de la institución, en una primera ocasión se dispuso la eliminación de
los cargos de sub-intendente y actuario consultor. Todavía en esa ocasión la estruc-
tura organizativa se mantuvo bastante igual. El núcleo operativo siguió articulado
alrededor de las secciones de inspección y de análisis.
En una segunda fase de la reorganización impulsada por Alma, se varió la denomi-
nación de secciones por la de departamentos y se crearon nuevas áreas en temáticas
6
Jesús Castaño, “Transformación de la banca especializada en banca múltiple”, pp. 2-3.

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

que se iban perfilando como de importancia, lo que implicaba una ampliación de


las funciones técnicas. De acuerdo con la recopilación realizada por técnicos de la
institución, la estructura orgánica quedó definida de la siguiente manera, según
puestos de mando, departamentos y secciones.7

s Superintendente de Bancos.
s Intendente General.
s Intendente Regional Norte.
s Departamento de Inspección.
s Departamento Administrativo y Personal.
s Departamento de Finanzas.
s Asesor Económico.
s Departamento de Control y Procedimiento.
s Departamento de Encaje Legal, Análisis y Estadísticas.
s Departamento Legal.
s Biblioteca.
s Sección de Bancos Comerciales.
s Sección de Emisión y Fomento.
s Sección de Estadísticas.
s Sección de Encaje Legal.
s Sección Sistema de Ahorros y Préstamos, Cías. de Préstamos de Menor Cuan-
tía y Caja de Ahorros para Obreros y Monte de Piedad.
s Sección de Análisis.
s Sección de Revisión.

Sobresale que al jefe de la oficina en Santiago se le reconociera el grado de in-


tendente regional. En este momento se creó un tercer departamento técnico, con el
nombre de Control y Procedimiento, encargado de estudiar y aplicar las normativas,
con lo que comenzaba a perfi-
larse una visión más sistémica.
Igual de importante fue que
el área legal llegara al estatus
de departamento. Pero lo más
relevante fue la división inter-
na en secciones antes inexis-
tentes: bancos comerciales;
emisión y fomento; estadís-
ticas; encaje legal; ahorros y
préstamos y menor cuantía;
\   $           
*(   1 (
7
“Las organizaciones internas de la Superintendencia de Banco”, p. 3. Documento entregado por
Marcos Soto.

227

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

análisis, y revisión. Se ha visto que bajo la gestión de Alma hubo reclutamientos de


jóvenes con el criterio de que tuviesen buena preparación, por lo cual debieron
ocupar algunos de estos puestos.
Seguramente por imperativos de eficacia funcional, Álvarez de Hernández pro-
puso una variación de la nomenclatura de departamento por la de directores, ade-
más de eliminar las secciones. Ya había cambios en ese sentido durante la breve
gestión de Zeneida Santos de Contreras en 1988.8 Quedaron ocho directores, corres-
pondientes a la categoría departamental, además de otras figuras.

s Superintendente de Bancos.
s Intendente.
s Intendente Regional Norte.
s Asesora.
s Consultor Jurídico.
s Director de Estudios y Análisis Financiero.
s Director de Auditoría Bancaria.
s Director del Programa de Entidades Financieras en Liquidación.
s Director de Sistemas y Tecnología.
s Director de Inspección.
s Director de Control Interno.
s Director del Programa de Entidades Financieras Intervenidas.
s Director Administrativo.

-$ @ +( 1.0

8
Información de Luis Montes de Oca.

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

Se observa un nuevo énfasis en los aspectos técnicos, al parecer más orientado


al aspecto analítico. Además del inevitable Departamento de Inspección, que, aun-
que no se reconociese así, seguía siendo el núcleo duro de la institución, sobresale
la creación de una dirección de Estudios y Análisis Financiero, y otra de Auditoría
Bancaria. Es de destacar la inclusión de una dirección de Sistemas y Tecnología,
señal de que se había interiorizado el requerimiento de aplicar los avances de la in-
formática. También sobresale la atención acordada a las entidades intervenidas, por
cuanto la resolución de este tema tenía una importancia crucial desde unos cinco o
seis años antes.
Se consigna en el mismo documento que Álvarez de Hernández promovió una
segunda reorganización. Lo más importante de ella fue que le confirió realce a las
áreas de Inspección y Análisis Financiero, que quedaron bajo el mando de inten-
dentes. Incorporó asimismo tres asesores y mantuvo bajo el mando de directores las
áreas de Entidades Financieras Intervenidas, Sistemas y Tecnología, y Región Norte,
además de las administrativas.
Varios de estos cambios fueron objeto de replanteamientos durante las gestiones
de José Santos Taveras y Vicente Bengoa. Hacia 1997 el primero dejó el cuadro di-
rectivo siguiente.

s Superintendente de Bancos.
s Intendente.
s Asistente del Superintendente.
s Asesor y Director del Programa de Instituciones Financieras
Intervenidas y en Liquidación.
s Consultor Jurídico.
s Director de Estudios y Análisis Financiero.
s Director de Sistemas y Tecnología.
s Directora de Inspección y Auditoría.
s Directora Administrativa.
s Director Técnico Regional Norte.
s Directora Administrativa Región Norte.

La última reorganización significativa se llevó a cabo durante la gestión de Julio


Cross (2003-2004). Después se estableció el organigrama actualmente vigente y que
se detallará más abajo. Por lo que refiere el citado documento, en ese momento
se clasificó a los funcionarios en cuatro categorías: ejecutivos, de áreas técnicas, de
áreas administrativas y asesores. Se introdujo el puesto de gerente como tercera posi-
ción en mando, al que se agregó en ese mismo orden el de contralor y el de asesor
general. Además de dos asesores, especializados en las instituciones en observación,
los funcionarios técnicos se encargaron de las áreas básicas, al igual que los adminis-
trativos en sus competencias específicas.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

s Superintendente.
s Intendente.
s Gerente.
s Contralor.
s
Asesores:
s Asesor General.
s Dos Asesores Técnicos de Instituciones en Observación.
s Asesora Técnica.

Funcionarios de Áreas Técnicas:


s Normas y Estudios.
s Inspección.
s Programa de Instituciones Intervenidas y en Liquidación.
s Análisis Financiero.
s Regional Norte.
s Consultoría Jurídica.
s Secretaría y Comunicaciones.

Funcionarios de Áreas Administrativas:


s Sistemas y Tecnología.
s Recursos Humanos.
s Administrativo.
s Auditor Interno.

-      

230

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

LA LEY MONETARIA Y FINANCIERA 183-02

En noviembre de 2002 fue pro-


mulgada la Ley Monetaria y Finan-
ciera, que desde entonces ha regido
todas las actividades relativas a la su-
pervisión bancaria y al funcionamien-
to de la propia Superintendencia de
Bancos.9 Tomó nada menos que una
década lograr que todos los actores
se pusiesen de acuerdo en torno a
un texto integrado que recogiese los
cambios que se venían produciendo
desde algo antes de 1992 y que se ha-
bían estado plasmando en reglamen-
tos, resoluciones y otros instrumentos
regulatorios. La prolongación de los
estudios y debates dio lugar a que, en
algunos casos, estos mismos cambios
fueran superados por la aparición de
nuevas circunstancias en un mercado
1   L +. +1 
en continuo dinamismo y por los re-
querimientos de correctivos ante las experiencias de la puesta en práctica de algu-
nas de las medidas.
Lo más laborioso residió en el conocimiento de las visiones múltiples por parte
de los congresistas, lo que ocasionó que las propuestas tuvieran que ser pasadas de
una legislatura a otra. Esto, a su vez, se complicaba por los cambios de gobierno y de
las composiciones de los dos estamentos legislativos. Es posible que a partir de cierto
momento se agudizara la percepción de que era imperativo apurar el examen de las
propuestas a la luz de la vigencia de los reglamentos y de la evolución del sistema
financiero. Sin embargo, la ley fue aprobada cuando ya eran evidentes los síntomas
de las graves perturbaciones que culminaron en la quiebra de tres bancos en la pri-
mera mitad de 2003. De todas maneras, la ley 183 se constituyó en el pivote para la
reestructuración ulterior de muchos aspectos del sistema financiero, en particular
algunos de los más destacados de la supervisión bancaria, habida cuenta de que
la experiencia mostraba que era necesario profundizar alrededor de determinadas
temáticas, aunque sin que conllevase el cuestionamiento de la validez de esta ley.
Desde luego, la legislación apunta a un abanico amplio de aspectos que tocan
el centro de funcionamiento del sistema financiero. Por ello, comportó un ajuste

9
Ley No. 183-02 que aprueba la Ley Monetaria y Financiera, 20 de noviembre de 2002, Gaceta Oficial,
No. 10187, 3 de diciembre de 2002.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

significativo, esperado desde hacía tiempo, dada la obsolescencia para entonces de


la ley 708 de 1965.
La glosa que se hace a continuación se limita a destacar algunos de los com-
ponentes relevantes de esta ley sobre la regulación bancaria. Como su título lo
indica, atiende a los ámbitos monetario y financiero, entendiéndose el primero
en torno a la estabilidad de precios y el segundo en cuanto al “cumplimiento de las
condiciones de liquidez, solvencia y gestión que deben cumplir en todo momento
las entidades de intermediación financiera […] para procurar el normal funciona-
miento del sistema […]”. Asimismo, se parte de una definición conceptual de la
intermediación financiera como “la captación habitual de fondos del público con
el objeto de cederlos a terceros, cualquiera que sea el tipo o la denominación del
instrumento […]”.
Ante todo la ley 183-02 reconoce en la Junta Monetaria la instancia resolutiva de
la regulación del sistema financiero, lo que, de acuerdo al artículo 1, comprende
aspectos tan amplios como políticas, reglamentación, ejecución, supervisión y apli-
cación de sanciones. Toda reglamentación atinente al sistema financiero debe ser
aprobada por la Junta Monetaria y cualquier disposición particular que establezcan
el Banco Central y la Superintendencia de Bancos queda subordinada a tales nor-
mativas de escala superior. En consecuencia, únicamente la Junta Monetaria tiene
la facultad de evacuar reglamentos, divididos en monetarios y financieros, de vali-
dez muy general, previa consulta durante un plazo no menor de quince días con
los sectores interesados. También tiene la facultad de confeccionar los reglamentos
internos de los tres órganos de la autoridad monetaria y financiera: la propia Junta
Monetaria, el Banco Central y la Superintendencia de Bancos. Las dos últimas ins-
tituciones solo tienen la potestad de elaborar instructivos. Los actos de la Junta Mo-
netaria se denominan resoluciones y los del Banco Central y la Superintendencia de
Bancos son instructivos y circulares. Las resoluciones solo pueden ser impugnadas
“en ocasión de la interposición de un recurso frente a un acto dictado en ejecución
de los mismos”.
Mediante el artículo 5 se establece que los órganos de la Autoridad Monetaria y
Financiera gozan de autonomía funcional, organizativa y presupuestaria. Las rela-
ciones entre el Banco Central y la Superintendencia de Bancos se regirán por prin-
cipios de economía, cooperación, coordinación y competencias.
De manera más particular, la Junta Monetaria queda facultada para determinar
las políticas monetarias, cambiarias y financieras, aprobar el programa monetario,
dictar los reglamentos de la ley, aprobar cualquier otro reglamento, así como los
presupuestos del Banco Central y la Superintendencia de Bancos, otorgar y revo-
car la autorización a las entidades de intermediación financiera, autorizar fusiones,
absorciones y otras actividades a propuesta de la Superintendencia de Bancos, co-
nocer los recursos contra actos de los otros dos órganos, remitir al Poder Ejecutivo
propuestas de la legislación, designar y remover a algunos de los funcionarios supe-
riores de los dos otros órganos.

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

El Banco Central queda facultado para ejecutar las políticas monetarias, cam-
biarias y financieras, de acuerdo a los programas aprobados por la Junta Monetaria.
Por su parte, la Superintendencia de Bancos, de acuerdo al artículo 19, recibe
las siguientes funciones:

Realizar con plena autonomía funcional, la supervisión de las entida-


des de intermediación financiera, con el objeto de verificar el cum-
plimiento por parte de dichas entidades de lo dispuesto en esta Ley,
Reglamentos, Instructivos y Circulares; requerir la constitución de
provisiones para cubrir riesgos; exigir la regularización de los incum-
plimientos a las disposiciones legales y reglamentarias vigentes; e im-
poner las correspondientes sanciones a excepción de las que aplique
el Banco Central en virtud de la presente Ley. También le correspon-
de proponer las autorizaciones o revocaciones de entidades financie-
ras que deba evaluar la Junta Monetaria. Sin perjuicio de su potes-
tad de dictar Instructivos y de la iniciativa reglamentaria de la Junta
Monetaria, la Superintendencia de Bancos puede proponer a dicho
Organismo los proyectos de Reglamentos en las materias propias
de su ámbito de competencia. La Superintendencia de Bancos tie-
ne potestad reglamentaria interna de carácter auto-organizativo con
aprobación de la Junta Monetaria, así como potestad reglamentaria
subordinada para desarrollar, a través de Instructivos, lo dispuesto en
los Reglamentos relativos a las materias propias de su competencia.

El sostenimiento de la Superintendencia se financia con aportes semestrales de


las entidades sometidas a supervisión, consistentes en un 1/6 del 1% de los activos.
Ese porcentaje puede ser modificado por la Junta Monetaria.
El superintendente es designado por decreto presidencial por un período de dos
años, sujeto a renovación. El funcionario solo puede ser removido por conflictos de
intereses, violaciones a la confidencialidad y otras causas parecidas estipuladas en el
artículo 11 y por acuerdo de las tres cuartas partes de los miembros de la Junta Mo-
netaria. El superintendente no puede formar parte de ningún consejo empresarial,
público o privado, a no ser que se desprenda del ejercicio de sus funciones.
A su vez, el intendente debe haber tenido experiencia previa en la Autoridad
Monetaria y Financiera durante un mínimo de tres años. Sus funciones son sustituir,
asistir y representar al superintendente. El intendente es designado por la Junta
Monetaria por un período de dos años y escogido por una terna presentada por el
superintendente.
La ley también establece las competencias de otros dos funcionarios de la Su-
perintendencia: el gerente y el contralor. El primero tiene la potestad de dirigir la
administración interna y hacer sugerencias acerca de ella, al igual que mantener
informado de todos los aspectos administrativos al superintendente. El contralor,

233

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

designado por la Junta Monetaria, tiene a su cargo fiscalizar y controlar las opera-
ciones y cuentas de la Superintendencia.
En cuanto al sistema financiero, establece su clasificación en bancos múltiples,
entidades de crédito (divididas a su vez en bancos de ahorro y crédito y corporacio-
nes de crédito), asociaciones de ahorros y préstamos y cooperativas de ahorro y cré-
dito. Define también las operaciones que puede desarrollar cada tipo de institución,
requisitos para su establecimiento y los parámetros de comportamiento, mediante
un conjunto de indicadores. La clasificación de las entidades financieras constituyó
una de las novedades más importantes de la ley, aunque en la práctica venía ya ope-
rando en relación a los bancos múltiples.
Uno de los aspectos más relevantes de la ley, que recoge la experiencia de quie-
bras recientes, se refiere a los sistemas de control de riesgos y de controles internos,
con sus correspondientes políticas administrativas. De acuerdo al artículo 55, “las
entidades de intermediación financiera deben contar con adecuados sistemas de
control de riesgos, mecanismos independientes de control interno y establecimien-
to claro y por escrito de sus políticas administrativas”. Las entidades deben pro-
porcionar las informaciones de lugar al público para que los clientes conozcan los
riesgos a que están expuestos. Igualmente, están obligadas a documentar sus opera-
ciones y enviar los datos correspondientes al Banco Central y a la Superintendencia
de Bancos, para que ambas instituciones atiendan a sus respectivas competencias.
En lo que se refiere a la función de supervisión, el instrumento legal establece,
mediante el artículo 57, el procedimiento de la inspección y la potestad de la Super-
intendencia para requerir cualquier información, aunque dentro del respeto del se-
creto bancario. El artículo 19 la autoriza verificar el cumplimiento de la legislación.
El artículo 69, por su parte, le concede la potestad de tomar acciones correctivas
cuando sean requeridas. El artículo 60 establece que las entidades de intermedia-
ción financiera deben implementar planes de regularización para realizar acciones
correctivas inmediatas con vistas a restaurar la solidez y la solvencia. En los casos
en que el intermediario ponga en peligro los depósitos o su estabilidad, se deberá
llevar a cabo una supervisión más intensa.
En diversos artículos, otorga atención a aspectos del estatus del personal de las
tres instancias de la autoridad monetaria. Por ejemplo, el artículo 7 establece que
no se podrá intentar ninguna acción civil o penal por actos realizados durante las
funciones. Y si, de todas maneras, llegara a haber una causa, los costos de defensa
son asumidos por la administración monetaria y financiera.
Por medio del artículo 51 se estipula todo lo relativo al intercambio de informa-
ción entre los órganos de la administración monetaria y financiera y entre estos y
otras instancias del Estado. La solicitud a los bancos para fines tributarios o judiciales
solo tiene validez cuando provenga de las instancias de la autoridad monetaria y
financiera. Con esto se autoriza el acceso a información confidencial y a evitar dupli-
cidades. En el mismo orden, el artículo 58 permite el intercambio con supervisores
de otros países, si bien se regula el traspaso de datos confidenciales, aunque se utilicen

234

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

con fines de supervisión. Siempre en el interés de asegurar la disponibilidad de


información sobre las operaciones, se establece que los intermediarios financieros
solo pueden invertir en el exterior cuando exista un acuerdo de intercambio con el
país receptor.
En el artículo 57 se estipula que la supervisión se divide en inspección de campo
y análisis de gabinete. Cada año se debe definir un plan de las supervisiones. Las
inspecciones de campo tienen por propósito evaluar los riesgos y la calidad de los
activos, así como fiscalizar el nivel de provisiones y la suficiencia de medidas para
cubrir riesgos. Quedó sujeto a reglamento el establecimiento de los criterios para la
evaluación y medición de los riesgos en los créditos, inversiones, etc.
Pese a la importancia que tuvo esta ley, no trasciende el criterio metodológico
de la supervisión basado en el cumplimiento de parámetros objetivos. Más allá de
comprobar ese cumplimiento, la Superintendencia quedó sin fuerza legal para pro-
mover correctivos o acatamientos de la normativa. Tal limitación sería objeto de
ponderación con motivo de la crisis bancaria de meses después, aunque ya se era
consciente entre sectores de la autoridad monetaria y financiera de la necesidad de
orientar las reformas en esa dirección. Diversas evaluaciones de la ley han conclui-
do en la conveniencia de llevar las competencias de la Superintendencia a nuevos
planos, con el fin de ampliar sus márgenes de autonomía.
Quedaron temáticas importantes sujetas a especificación en reglamentos, a ve-
ces por disposición expresa de los redactores de la ley o porque con posterioridad
se observaron deficiencias. Fue el caso de la imposibilidad de que la Superintenden-
cia fijase los requisitos de capital dependiendo del perfil de riesgo de cada banco.
A pesar de esta carencia, se hizo tónica que la entidad supervisora transmitiera sus
criterios a los propietarios o directivos de los bancos para que procediesen a la
correspondiente asignación de capital.
Como ya se señaló, la ley se deriva de un enfoque orientado a vigilar el cumpli-
miento de parámetros y en la suficiencia de provisiones, pero no a la evaluación
de riesgos, que requiere una “mirada más integral donde se comprenda el rol del
consejo en el establecimiento de políticas de crédito y se cuestione la calidad de di-
chas políticas desde el punto de vista de riesgos. También en este punto las prácticas
de supervisión deben avanzar en los análisis, y la evaluación de las metodologías”.10
Poco después expertos internacionales consideraron que la ley solo se acerca de
manera embrionaria a una evaluación de riesgos de mercado, componente crucial
para la aplicación de una supervisión basada en riesgos.
Estas y otras carencias fueron tomadas en consideración en los reglamentos que
se elaboraron desde finales de 2003 y en las reformulaciones que se les hicieron a
estos en momentos ulteriores.

10
“Detailed Assessment of Compliance of the Basel Core Principles”, p. 18.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

DETERMINACIONES DE LA FUTURA CRISIS

Ya se ha visto que en los años posteriores a 1985 se estaba incubando una se-
gunda crisis en el sistema financiero, que fue pospuesta gracias a las fusiones y a
las posibilidades de maniobra que tenía la Junta Monetaria para impedir que las
situaciones particulares de un banco se extendieran al conjunto. Por tal razón, pu-
dieron conjurarse las posibles consecuencias sobre todo el sistema financiero de la
liquidación del Banco Universal y de la virtual quiebra del Banco del Comercio. La
segunda crisis, desde 1989, se circunscribió a una miríada de financieras pequeñas
y a una parte de los bancos, sin que afectara al sistema financiero en su conjunto.
Pero de más en más se profundizaban las condiciones para una disrupción de en-
vergadura a causa de que determinadas regulaciones habían dejado de ser efectivas
para responder a las circunstancias.
Los intentos que se produjeron en la primera mitad de la década de 1990 para
introducir mejoras sustanciales a la regulación, si bien lograron atenuar problemas,
no lograron eliminarlos. En ello incidió que gran parte de esas normativas quedara
sin aplicación o resultara insuficiente para impedir los manejos de algunos banque-
ros. Quedó vía libre para que determinados bancos en fase de expansión acelerada
replicaran las fallas que habían caracterizado a los que absorbían. Una de las dife-
rencias era que las operaciones fraudulentas cada vez tenían mayor envergadura.
Como ya se ha indicado, la limitante más importante a la aplicación de la re-
forma financiera de la década de 1990, aprobada por la Junta Monetaria hasta que
hubiese una nueva ley, consistió en la decisión de ese organismo de autorizar que
los bancos llenaran los requisitos de capital y provisiones estipulados por las nuevas
normas en plazos largos. Para ello se otorgaron sucesivas prórrogas. El primer pla-
zo fue de tres años, al que siguieron otros.11 Se eludía el requerimiento de que los
bancos fuesen compelidos a adaptarse con prontitud a tales normas. Por lo que se
ha establecido, estas posposiciones se debieron a un conjunto de factores que inclu-
yeron solicitudes expresas de los bancos, razones técnicas esbozadas por sectores de
la autoridad monetaria y financiera y consideraciones fiscales del gobierno.
Igual de contraproducente, como lo expresa Julio Cross, fue que se produjeran
modificaciones de las nuevas normas “casi siempre para flexibilizarlas y facilitar su
cumplimiento”. Fue el caso de la primera resolución de la Junta Monetaria, de 27
de septiembre de 2001, por medio de la cual autorizaba a la Superintendencia de
Bancos a permitir que solo se constituyera el 60% de las provisiones requeridas. Se
puede inferir que estas dispensas alentaron a los bancos con problemas a profundi-
zar las prácticas incorrectas.
Casi nadie se percataba, ni siquiera en los medios de la autoridad financiera y
monetaria, que se estaba gestando una situación crítica, aunque era evidente que

11
J. J. Cross, “Raíces, orígenes y ambiente donde se desarrolló la crisis bancaria de 2003”, p. 6.

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

algunos de los bancos, en particular Baninter, recibían favores especiales. Cross re-
coge un informe de la Superintendencia sobre Baninter, de finales de 1993, en el
que se admite que las provisiones de ese banco debían llegar a 70.9 millones de pe-
sos por cartera riesgosa, pero gracias a un programa transitorio solo le correspondió
constituir 5.9 millones.
Se entabló entonces una dinámica por la que los bancos con problemas bus-
caron resolverlos a través de la atracción de nuevos depositantes sobre la base del
pago de altas tasas pasivas de interés. De manera progresiva los bancos comenzaron
a soslayar la realidad, lo que les fue posible en buena medida gracias a contar con
influyentes medios de comunicación.
Tal género de maniobras fue facilitando en los bancos con problemas las opera-
ciones ocultas, hasta que condujeron a la constitución de entidades paralelas. Esto
estuvo conectado con la fundación de bancos “off shores”, tanto en países con un
aceptable nivel regulatorio como en otros donde no existía.
Fueron tres los propósitos principales que animaron a la creación de bancos
paralelos clandestinos. Primero, se eludía el cumplimiento de la normativa del en-
caje legal, con lo que esos bancos utilizaban un porcentaje más alto de los activos,
de alrededor de 20%, para préstamos. En segundo lugar, se escapaba a todo género
de supervisión, con lo que se violaban todas las normas prudenciales antiguas o re-
cientes. Por último, se evadía el pago de impuestos, con lo que la rentabilidad de los
transgresores de la ley los colocaba en condiciones harto ventajosas. En síntesis, el
banco paralelo permitía incrementar sustancialmente el monto de los préstamos, la
obtención de un mayor nivel de rentabilidad y un margen más alto de intermedia-
ción gracias a las maniobras con las tasas de interés.
Esas operaciones clandestinas se acompañaron por otras compañías dirigidas a
recoger préstamos y otros recursos o a ofrecer servicios y bienes simulados, o bien
a sobrevalorarlos. Se creaban cuentas especiales o ficticias, en las cuales se cerraban
operaciones en las que se presentaban como activos desembolsos por cuenta de
vinculados. Cross explica la mecánica de estos artilugios:

s Se sobregiran cuentas de vinculados, al final del día se cubren sobre-


giros con depósitos de terceros seleccionados electrónicamente o se
transfieren automáticamente a cuentas de préstamos cuyo historial de
pago se mantiene al día mediante cargos a nuevas cuentas de préstamos.
s Al final de cada día, esas operaciones son eliminadas de los registros
contables vía artificios electrónicos.12

Adicionalmente, los recursos inflados en el banco paralelo, gracias a la oferta


de altas tasas de interés, permitieron una expansión de los préstamos a vinculados

12
Ibíd., p. 22.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

a menores tasas de interés. Con esto se obtenían beneficios extraordinarios, ya que


escapaban a las regulaciones sobre concentración de vinculados y esos negocios re-
cibían subsidios por cuenta de estas bajas tasas de interés. Al igual que había aconte-
cido con los bancos que protagonizaron la segunda crisis, partes de esos beneficios
se extraían del circuito del banco, se canjeaban en divisas y se sacaban del país.
Ante todas estas maniobras, parece que los ejecutivos de la administración mo-
netaria y financiera no supieron reaccionar, quizás por los altos niveles de influencia
política que detentaban algunos dueños de bancos. Tal influencia se canalizaba a
través de medios de comunicación y de beneficiar intereses particulares para am-
pliar todavía más su capacidad de incidencia en el sistema político. Pero de estas
malas prácticas se desprendían déficits enormes en esas actividades subsidiarias, que
debían ser alimentadas con los excedentes de los bancos.
La magnitud de tales prácticas pudo haber sido advertida si se hubiese practi-
cado una supervisión correcta, puesto que eran evidentes. El hecho de que esto no
aconteciese durante años fue expresión de la influencia de banqueros en partidos
políticos, grupos de presión e instituciones estatales. En resumen: esta situación
reveló un plano de subordinación de los agentes estatales gravitantes en el sistema
financiero ante el poder económico de la cúspide de los banqueros. Aquellos que
incurrían en las peores prácticas tomaron la delantera sobre los que se abstenían de
ellas para magnificar sus dividendos y volcarlos en retroalimentar la influencia en
el sistema político. Si esta incidencia no llegó a anular mayores márgenes de inde-
pendencia del poder político, se debió a la ocurrencia de pugnas por la hegemonía
entre algunos de los mayores grupos financieros.
En cualquier caso, lo que resulta indudable es que no se llevaron a cabo las ins-
pecciones y los estudios que hubiesen logrado detectar la existencia de los bancos
paralelos y prevenir el estallido de la crisis de 2003. Según Cross, esto hubiera sido
posible si la Superintendencia hubiese tenido acceso a la cámara de compensación
del Banco Central, si el Departamento Financiero del Banco Central hubiera hecho
un cotejo de los totales transados vía cámara con los movimientos reportados en el
analítico, si se hubiese producido una simple auditoría de bóveda y si se hubiese
realizado un análisis de gabinete de la información contenida en los analíticos en-
viados por los bancos. También toma nota Cross del hecho de que el Banco Central
no informase regularmente a la Superintendencia sobre el acceso de los bancos
a facilidades de última instancia, de la falta de coordinación entre la autoridad
monetaria y financiera y otras instituciones públicas, y de que no se preparara un
mapa adecuado de vinculaciones accionarias.
Sin duda la crisis puso en evidencia el conjunto de limitaciones que caracteriza-
ban los esquemas de la supervisión, sobre todo al no tomarse en consideración la
gestión integral de riesgos. Se ignoraban los más delicados –los que iban más allá de
la simple evaluación del crédito– como el cambiario, de mercado, de liquidez, de
tasas de interés, de gestión y de país.

238

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

En suma, se puede llegar a la conclusión de que la crisis se originó en la exa-


cerbación de las malas prácticas a consecuencia de las debilidades en que cayó la
supervisión bancaria. Este fenómeno estaba conectado con el fortalecimiento del
poder de la banca en el interior de la estructura económica y con correlatos políti-
cos no ajenos a la debilidad de las instituciones públicas, como parte de un tipo de
organización estatal que iba perdiendo capacidad arbitral y regulatoria, a tono con
las conveniencias de los intereses gravitantes.
De tal manera, la crisis bancaria no fue producto de un solo factor aislado, sino
de factores referidos al conjunto de mecanismos de reproducción del poder polí-
tico y del económico. Cabe agregar que también fue resultado de circunstancias
coyunturales vinculadas a la forma en que se manifestaban los intereses inmediatos
de los agentes económicos y de cómo se articulaban con las políticas públicas.
En particular, este resultado no fue ajeno al ritmo acelerado del crecimiento
de los activos financieros, que contenía una lógica un tanto independiente de los
aparatos productivos. La búsqueda de beneficios extraordinarios por parte de los
banqueros se contrapuso a las conveniencias globales del sistema, sobre todo de sus
esferas productivas. Tal contradicción venía incubándose desde tiempos anteriores.
La falta de una perspectiva adecuada acerca del papel de la banca en cuanto a con-
sideraciones del desarrollo económico no fue ajena a lo acontecido. Las ventajas de
que se nutrió la banca se contrapusieron con los requisitos para el sostenimiento
de una política anclada en los aparatos productivos y favorable a la elevación de los
niveles de vida de la población.
Incidieron asimismo otras orientaciones que se imbricaron con las prácticas
bancarias. Seguramente la más importante tuvo que ver con la adopción creciente
de monedas extranjeras, sobre todo el dólar, en transacciones comerciales y ope-
raciones financieras. Esto provenía del debilitamiento del peso tras los procesos
inflacionarios que se habían iniciado a finales de la década de 1970. No se trató úni-
camente de que la moneda dominicana se depreciara en relación al dólar y demás
divisas, sino que la devaluación se producía de manera irregular, con lo que podía
causar daños de consideración a los agentes económicos que operaban sobre la base
del peso. De más en más, a lo largo de las décadas de 1980 y 1990 diversos bancos
procuraron protegerse incrementando sus transacciones en divisas extranjeras.
No tardaron los bancos en tomar ventajas de la dolarización, ante todo mediante
la posibilidad de ampliar sustancialmente los márgenes de intermediación sobre la
base de la brecha entre las bajas tasas de interés que debían abonar a sus acreedores
internacionales y las altas tasas con que prestaban en dólares a sus clientes locales,
con todo más reducidas que las tasas de interés en pesos. A pesar de los riesgos que
entrañaban estas operaciones ante la posibilidad de devaluación, muchos clientes
preferían asumirlos por la conveniencia inmediata de pagar intereses algo más bajos.
Advino así una agudización del riesgo país, esto es, de los eventuales efectos
de fluctuaciones desventajosas de la moneda nacional. En los primeros años esta
orientación fue un tanto errática a consecuencia de la falta de experiencia en el país

239

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

acerca de procesos de devaluación. Empero, de manera creciente, una parte de los


ahorristas depositó expectativas en las divisas, aunque los intereses fueran menores.
En el corto plazo, la utilización creciente del dólar en las transacciones internas
contribuía a la estabilidad monetaria y financiera y permitía posponer la opción de
devaluar. A juicio de Cross, se difería el problema mediante el endeudamiento en
dólares para no presionar al mercado cambiario. Cross registra que la Junta Moneta-
ria, en su tercera resolución de 12 de febrero de 1999, determinó colocar topes en la
cartera de préstamos en aras de la estabilidad monetaria, pero excluyó la cartera de
préstamos en moneda extranjera. Supone el mismo especialista que de esa manera
se buscaba que la demanda en divisas no presionara al mercado cambiario. Los pa-
sivos en monedas extranjeras pasaron de un nivel reducido a mediados de la década
de 1990 a un tope cercano a 3,000 millones de dólares en 2003.

EL INFORME DE ARISTÓBULO DE JUAN

Aunque en la Superintendencia
no se sabía lo que pasaba en algunos
de los grandes bancos, se olía en el
ambiente, pese a que no se comen-
tase de manera formal, que existían
señales de desequilibrios que podían
desembocar en quiebras ulteriores.
En las postrimerías de la década de
1990 todavía se procesaba lo acon-
tecido años antes con la quiebra de
las financieras y las intervenciones
de bancos para propiciar fusiones o
liquidaciones. Este antecedente tan
próximo debió pesar para que en
1999, por iniciativa del superinten-
dente Vicente Bengoa, se contrata-
ra al experto español Aristóbulo de
Juan, uno de los más reconocidos en
materias bancarias a escala mundial.
Es posible que en la búsqueda de este
    -
especialista pesase la prolongación
del plazo de gradualidad para la aplicación de al menos una de las normas estipula-
das por resoluciones de la Junta Monetaria en 1992 y años siguientes, lo que había
dejado un flanco débil para que una variación macroeconómica provocase nuevas
situaciones críticas. Además, en los medios dirigentes de la institución se debía de
tener conciencia de que la supervisión adolecía de fallas importantes.

240

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

En el estudio realizado por De Juan se tomaron muestras que permitieron visua-


lizar el nivel de aplicación de las normas prudenciales vigentes en cuatro bancos.
De acuerdo a ese informe, el conjunto de la banca atravesaba una situación difícil,
que no se reflejaba en las estadísticas y los estudios oficiales. A pesar de los meca-
nismos de la doble contabilidad y de los bancos paralelos, no por casualidad fueron
los bancos que en mayor proporción incurrieron en ellos los que quedaron peor
calificados.
De manera relevante, para julio de 2000 se constató que Baninter ya afrontaba
una situación de virtual quiebra pues, de hecho, había perdido su capital. El tema
de Baninter adquirió ribetes particulares por la posición cimera que ocupaba en el
sistema financiero, la expansión que había experimentado en los años previos y la
influencia política que detentaba su presidente, Ramón Báez Figueroa. Bancrédito,
otro de los bancos importantes en el momento, quedó evaluado de manera pareci-
da a Baninter. Los bancos grandes que sobrevivieron el vendaval de 2003, tres años
antes se encontraban en mejores posiciones, aunque dentro de un contexto de de-
terioro global.13
Cuando el informe fue presentado, provocó consternación y de una vez suscitó
una delicada repercusión política. Hipólito Mejía había quedado triunfador en las
elecciones del mes de mayo y se organizaba el proceso de traspaso en todas las ofi-
cinas del Estado. Bengoa decidió poner en conocimiento del documento al gober-
nador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, pero ambos estaban preparando la
salida de sus respectivos puestos, por lo que aparentemente optaron por no tomar
cartas en el asunto.
Parece que, igualmente, los nuevos directivos del Banco Central y la Superinten-
dencia de Bancos decidieron no dar curso a lo que podría desprenderse del informe
del experto español. Es de presumir que obró una determinación política para que
no se adoptasen las medidas que se corresponderían con la situación que trazaba
el referido informe. En tal caso, se desconocía el alcance del deterioro de algunos
bancos. Lo más llamativo al respecto es que la firma de auditorías que laboraba para
Baninter no había indicado la existencia de problemas mayores, lo que luego tuvo
repercusiones en su sede principal en el exterior. El panorama mostrado por el au-
ditor externo había contribuido a mantener la apariencia de normalidad.
Aristóbulo de Juan fue contratado por segunda vez en 2003 y produjo un nuevo
estudio, que permitió visualizar retrospectivamente lo que se estaba gestando desde
antes de 2000 y estalló en 2003.

13
Explicaciones al respecto en entrevista a Luis Montes de Oca.

241

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

EL INFORME FSAP DE 2001

Alberto Atallah fue designado superintendente de Bancos por el presidente


Hipólito Mejía tan pronto tomó posesión. En el período de transición, el equipo
del Partido Revolucionario Dominicano que iba a asumir el gobierno gestionó que
el país fuese incluido en el Financial Sector Assessment Program (FSAP), del
Banco Mundial y el FMI, dirigido a evaluar a los sistemas financieros y su grado
de adecuación para responder a situaciones de crisis. De acuerdo a una narración
gentilmente enviada por escrito para esta investigación por el señor Atallah, en lo
relativo a la función de supervisión, el estudio diagnosticó una entidad “con bastan-
tes debilidades institucionales y muy limitada para ejercer una supervisión eficaz”.14
Este informe fue considerado por los técnicos de la Superintendencia de Bancos
como el más importante realizado hasta entonces por una entidad internacional
acerca de la supervisión bancaria en la República Dominicana. En las entrevistas
practicadas, dicho estudio es tomado como punto de inflexión de la evolución del
sistema financiero y del desempeño de la Superintendencia de Bancos; la imagen
de debilidad institucional que él ofrecía es contrastada con los resultados de un in-
forme similar en años posteriores, que resalta logros importantes.
Los expertos extranjeros del referido programa hicieron notar que de los 25
principios de Basilea, ninguno se cumplía y solo uno medianamente.15 La Superin-
tendencia, aseguraban, “carecía de autoridad sancionatoria”, lo que debilitaba su
capacidad de supervisión de evitar malas prácticas bancarias. Acotan que la Super-
intendencia de Bancos estaba aislada de la Junta Monetaria y sin vínculos directos
con el Banco Central, por depender de la Secretaría de Estado de Finanzas. El Ban-
co Central era el encargado de manejar informaciones claves de los bancos, como
liquidez y encaje legal, las cuales llegaban con retrasos a la entidad supervisora. En
conclusión los expertos consideraban que “la metodología y herramientas de inspec-
ción eran obsoletas, atrasadas, lo que limitaba considerablemente su efectividad”.16

LA GESTIÓN DE ALBERTO ATALLAH

Además de estar advertido de una institución que presentaba debilidades, Al-


berto Atallah tomó posesión del cargo, de acuerdo a sus comentarios escritos, pe-
netrado de la importancia de la estabilidad del sistema financiero para el desarrollo
del país, por su importante papel en la asignación de los recursos. Era consciente

14
Alberto Atallah, “La Superintendencia de Bancos en el período agosto 2000-abril 2003”, p. 3.
15
Información de Luis Montes de Oca.
16
“Detailed Assessment”, p. 3. Diversos técnicos entrevistados de la Superintendencia de Bancos
hicieron referencia de este estudio de 2001. Los puntos enumerados por Alberto Atallah coinciden
con lo explicado por esos entrevistados.

242

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

de que “una mala administración de estas funciones puede incrementar el riesgo


natural que envuelve esta actividad y dado que el capital es el corazón del sistema
de la economía capitalista, el buen funcionamiento de los mercados de capitales
(que incluye el mercado financiero), es la clave para el buen funcionamiento de la
economía”.17 La naturaleza de la actividad financiera la hace muy distinta a las de-
más de bienes y servicios, al comportar un factor de riesgo específico. Por tal razón,
a juicio de Atallah, la supervisión es vital para “mantener la estabilidad del sistema
financiero, promover la eficiencia y la competencia de los mercados bancarios y
financieros, y proteger a los consumidores […]”. La asimetría entre activos y pasivos
deja abierta la posibilidad de una pérdida de confianza y retiros masivos de depó-
sitos, lo que a su vez puede llevar a un contagio. También registra asimetría de la
información, en perjuicio de los pequeños depositantes, lo que da lugar a compor-
tamientos inadecuados de las instituciones financieras.
Sobre estas bases se planteó la ela-
boración de un Plan de Desarrollo
Institucional, con el apoyo del progra-
ma FOMIN del Banco Interamericano
de Desarrollo, que permitió la contra-
tación de técnicos internacionales.
Se produjo una modificación de la
estructura orgánica de la Superinten-
dencia, de su sistema de evaluación de
los intermediarios, de la metodología
para el análisis de la coyuntura, así
como la adecuación de los manuales
de inspección y la incorporación de
una infraestructura tecnológica para
el dominio de la información cuanti-
tativa.
Sobre la base de esos cambios, se
revisaron los criterios de inspeccio-
nes, retomándose las de tipo general
para ver los componentes operacio-
nales, y unas trimestrales dispuestas
    )
para evaluar la calidad de los activos y
conceder atención a las normas sobre
riesgos de mercados que habían sido establecidas por la Junta Monetaria. Se puso en
marcha un proyecto de Central de Riesgos, destinado a proporcionar información
sobre clientes, con énfasis en los mayores deudores. En el mismo sentido se incorpo-
ró una faceta de la inspección extra situ, basada en el sistema CAMELS, orientada a

17
Atallah, “La Superintendencia”.

243

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

un seguimiento permanente de la situación de los bancos y de su cumplimiento de


las normativas existentes. Así, según la consideración de Atallah, se puso en ejecu-
ción un “nuevo enfoque de supervisión que incluía la evaluación exhaustivamente
de los activos y pasivos, el capital, liquidez, las partidas fuera de balance, así como el
cumplimiento de las políticas de la entidad, la gestión de los directivos de la misma,
sistema de control interno, planes contingentes y otros aspectos”.18
En esta gestión, por disposición del presidente Mejía, se atendieron nuevos pro-
blemas, entre los cuales sobresalió la búsqueda de soluciones para el pago de los
depósitos de las entidades en proceso de liquidación, la mayoría de las cuales ha-
bían quebrado diez años o más antes. Se inició una práctica dirigida a prevenir el
lavado de activos sobre la base de resoluciones de diversos organismos del Estado y
de coordinaciones entre ellas. Se estipularon penas por este delito y se pasó a exigir
a las entidades financieras la asunción de responsabilidades.
También se destaca la creación del Departamento para la Defensa al Usuario de
los Servicios Financieros. Esta preocupación estaría llamada a cobrar relieve duran-
te las administraciones posteriores. En otro aspecto más normativo, se cambió el
método “de lo percibido por lo devengado, a fin de adecuar el sistema contable a los
estándares internacionales, revisándose el manual de contabilidad de las entidades
financieras para el cambio del método, lo que nos colocó en igualdad de condicio-
nes que la mayoría de sistemas financieros […]”.
Por último, se anotó como un hito que en la Ley Monetaria y Financiera de
noviembre de 2002 se reconociese al superintendente como miembro de la Junta
Monetaria y se le otorgase mayor capacidad de aplicación de sanciones.

LA MEGA CRISIS BANCARIA

Se infiere que, a pesar de las señales, las autoridades monetarias y financieras no


esperaban una situación explosiva en el área bancaria. La lectura de los documentos
de la Superintendencia de Bancos sugiere que para diciembre de 2002 el sistema
financiero se encontraba en una situación básicamente normal. De acuerdo a la in-
formación analítica de ese año, el coeficiente de riesgo crediticio se situó en 4.25%,
lo cual representaba una disminución ligera respecto al trimestre previo, cuando el
promedio de riesgo había sido de 4.33%.19
En todo caso, se aceptaba cierto componente de riesgo en las inversiones extran-
jeras, con un coeficiente de 4.45%, superior en 0.15% al del trimestre anterior. Era
indudable que el sistema financiero había seguido mostrando signos de expansión,
como se observa en el coeficiente de penetración bancaria, que mide la incidencia
de los créditos en el conjunto de la economía, que registró un nivel de 41.3%.20
18
Ibíd., p. 5.
19
Superintendencia de Bancos, Boletín Estadístico, No. 36 (diciembre de 2002), p. 18.
20
Ibíd., p. 23.

244

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

En términos generales, aunque existían señales indicativas de problemas, para


diciembre de 2002 los principales coeficientes del sistema financiero mostraban una
situación correcta, particularmente el índice de solvencia, como se advierte en el
cuadro acerca de los bancos múltiples que fue insertado en el Panel de expertos
que analizó posteriormente la crisis. Los tres bancos que quebraron unos meses más
tarde exhibían índices de solvencia por encima de 10.

Cuadro VI.1
Índices de solvencia de algunos bancos, diciembre 2002

Capital Activos y
Índice de
Entidades normativo contingentes
solvencia
ajustado ponderados
 *  @ A; "<= A>;>"A =A
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1  D$    ;Boletín Estadístico;#:<I     A>>AJ

Sin embargo, se advirtieron las elevadísimas tasas de interés que ofrecía Baninter,
por momentos de hasta 30%, que hacía sospechar que buscaba desesperadamente
mayores volúmenes de depósitos que no podían sino ir dirigidos a cubrir requeri-
mientos urgentes.21 De igual manera, empezó a llamar la atención a los especialistas
la diferencia a favor del deudor en las tasas de interés aplicadas en tarjetas de crédito.
El hecho de que se acercaran tanto las tasas pasivas y activas podía ser considerado
como un indicador de que atravesaba por una situación a la larga insostenible.
Paralelamente, en el entorno económico venían produciéndose señales nega-
tivas que trascendían el desempeño del sistema bancario. Desde 2002 se asistió a
un deterioro del tipo de cambio que ponía de relieve dificultades económicas cre-
cientes. En la medida en que fue empeorando el panorama macroeconómico, se
crearon condiciones para que las maniobras de algunos grandes bancos, que hasta

21
En esto han coincidido prácticamente todos los entrevistados a los cuales se les formuló de manera
expresa un comentario sobre el tema.

245

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

entonces habían podido ser controlados, pasaran a tornarse inmanejables. Esto es,
los déficits en las cuentas públicas y con el exterior operaron como el factor deto-
nante de la agravación de la fragilidad de la banca.
Desde cierto momento, el Banco Central recibió la solicitud de un elevado volu-
men de redescuentos. En los estados de cuentas mensuales de Baninter se acreditó
este apoyo como depósitos del público, lo cual implicaba una irregularidad mayús-
cula. Al ser enterada, la Superintendencia de Bancos procedió a exigir a la entidad
que corrigiese esa alteración de la realidad, lo que formó parte del cuadro de preci-
pitación hacia la imposibilidad de que ese banco siguiese operando como lo había
venido haciendo.
En la Superintendencia de Bancos era ya un rumor generalizado que Baninter
confrontaba una situación crítica. Particular impacto tuvo el hecho de que en alguna
ocasión las inspecciones a Baninter fuesen suspendidas por instrucciones emana-
das desde el Palacio Nacional, por solicitud del banco.22 Rafael Camilo recogió este
parecer al indicar: “Esta situación se agrava cuando existe un contubernio entre
las autoridades y los accionistas de la entidad, lo cual impide libertad de acción al
supervisor […], convirtiendo la supervisión en una farsa. No fue ni una ni dos veces
que del Palacio Nacional se dieron órdenes de retirar a los supervisores de una de
las entidades quebradas”.23
Está fuera de dudas que el presidente de Baninter, Ramón Báez Figueroa, había
logrado una posición muy sólida dentro del sistema político, que le permitía manio-
brar a su favor. Esto le dio margen para continuar las prácticas fraudulentas.
Según recoge el ex superintendente Julio Cross, se supo retrospectivamente que
los resultados de una inspección no fueron comunicados por la Superintendencia
al propio banco.24 Puede afirmarse, aunque no esté sustentado documentalmente,
que existía un propósito político de proteger el funcionamiento de Baninter en
razón de las maniobras que efectuaba, las cuales incluían el financiamiento de acti-
vidades que no se correspondían con los propósitos de un banco, así como favores y
concesiones a figuras de la vida pública del país, sobre todo de la política, sin impor-
tar que estuviesen en el gobierno o la oposición, como parte de un posicionamiento
desde el que se proyectaba incidir en el sistema político. En los hechos, la incidencia
política lograda por Baninter no tenía parangón en la historia dominicana.
El deterioro de las cuentas condujo a que el banco solicitara un volumen de re-
descuentos todavía mayor que el arriba visto, demanda que, al parecer, al ser someti-
da a la consideración del presidente Mejía, fue denegada. De golpe se deterioraron
las relaciones entre el ejecutivo bancario y la cúspide del poder político del país.

22
También en este punto coinciden prácticamente todos los entrevistados que en aquel momento
laboraban en la Superintendencia de Bancos.
23
Rafael Camilo, “La crisis bancaria de 2003. ¿Cómo y por qué? del ingeniero Temístocles Montás”,
29 de abril de 2009, p. 6.
24
Entrevista con Julio Cross, quien poco después asumió la jefatura de la Superintendencia de Bancos.
Cross había antes formulado este dato en su escrito citado.

246

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

Se sucedieron conflictos que fueron registrados por la prensa, como la acusación


de que uno de los ayudantes del presidente de la República había abusado de una
tarjeta de crédito en perjuicio del banco. En medio de esos conflictos y de un dete-
rioro acelerado de las cuentas del banco, este quedó a merced de los movimientos
del mercado cuando numerosos depositantes procedieron a retirar sus fondos por
temor a un crack. En poco tiempo se planteó la operación de traspaso de Baninter
al Banco del Progreso, con aval de la Junta Monetaria, lo que rápidamente fue de-
jado sin efecto cuando los adquirientes descubrieron la magnitud insospechada de
los problemas.
El nudo de lo que había llevado a tal desenlace residía en que Baninter tenía una
dimensión mucho mayor que lo que reportaba. En realidad, había dos bancos en
funcionamiento: el que registraba oficialmente las operaciones y el que quedaba a
la sombra. La dimensión verdadera del banco era tres veces la informada. El prime-
ro tenía activos por 26,000 millones de pesos, mientras que el clandestino llegaba a
la exorbitante suma de 55,000 millones.
De acuerdo a las explicaciones proporcionadas, el mecanismo de la contabilidad
paralela comportaba que no se registraran numerosos préstamos o depósitos con el
fin de eludir el cumplimiento de la normativa del encaje legal. Era obligatorio, por
consiguiente, que una porción elevada de las operaciones se llevasen a cabo de ma-
nera oculta o clandestina. De igual importancia era que la porción formal del banco
ocultaba las pérdidas y las traspasaba al banco doble, y se aparentaba que el banco
seguía ajustado a coeficientes adecuados. Ayudaba a esta ficción el hecho de que en
aquella época no se llevaba el control de los certificados financieros.
Según el panel de expertos internacionales, el mecanismo implicó una sofistica-
da contabilidad que permitía rejuegos entre el banco legal y el oculto. Un programa
informático realizaba trasiegos diarios de cuentas de un banco al otro para aparentar
normalidad.

En términos simples y partiendo de la identidad contable activos más


costos directos más gastos igual a pasivos más capital más ingresos, se
hacía al final del día una deducción de una parte de los activos y/o
los gastos y una parte de los pasivos a una entidad ficticia denominada
“Interbanco”. Para encubrir el que una parte de los depósitos del ban-
co no se reflejaran en la contabilidad, ya que estaban contabilizados
en Interbanco, se efectuaba una operación en reversa, en la cual los
depósitos de Interbanco volvían al pasivo de Baninter bajo la deno-
minación depósitos TE (tratamiento especial), con lo cual todos los
depósitos quedaban incorporados en Baninter, y los gastos y activos
de Interbanco, volvían bajo el nombre genérico de Finanzas Empre-
sariales, que se transformaba en Baninter en una cuenta rectificadora
de pasivos (o complementaria de pasivos), restándose a los depósitos,

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

con lo cual, Baninter mantenía su tamaño reducido a la vez que con-


tenía todos los depositantes del banco de tamaño real.25

Hay lugar para aceptar que la administración monetaria y financiera y la auto-


ridad política del país desconocían la existencia de ese banco paralelo. Al mismo
tiempo, es perceptible que, ante la evidencia de problemas delicados en el que en
realidad era el principal banco del país, faltó la voluntad política y la aplicación de
los mecanismos técnicos. Según indican personas entrevistadas, dadas las limitacio-
nes de recursos tecnológicos en la informática, resultaba casi imposible descubrir el
banco paralelo y la magnitud de sus operaciones. Pero, al mismo tiempo, la adop-
ción de medidas para una supervisión más rigurosa hubiese permitido visualizar la
situación real. Una de las personas entrevistadas indica que hubiese bastado con un
análisis de las transacciones en la cámara de compensación para constatar el trasie-
go de recursos de una porción de Baninter a la otra.
Lo cierto es que los mecanismos de supervisión en uso demostraron que todavía
no se hallaban a la altura de las necesidades del sistema financiero, no obstante los
importantes avances registrados, en razón de las oportunidades que brindan los
sistemas informáticos avanzados a bancos de gran tamaño para incurrir en malas
prácticas.
Ya llegado el desenlace, tras captar la magnitud del problema, la Junta Moneta-
ria procedió a intervenir a Baninter. Se trató de la quiebra bancaria con más peso en
el producto interno bruto de un país que se haya registrado en la historia mundial
contemporánea. El hoyo descubierto alcanzaba 55,000 millones de pesos, equi-
valente al 14% del PIB de ese año y un 60% del presupuesto gubernamental.
Se tomó la decisión de connotación política, como es bien conocido, de resarcir
a todos los depositantes, aunque la ley 183-02 estipula que solo se debe hacer con
quienes tienen depósitos menores de 500,000 pesos. La autoridad política justificó
que el pago inmediato a todos los depositantes, sin importar el monto del depósito,
constituía el precio para mantener la confianza del público en el sistema financiero
nacional y evitar una corrida bancaria. Pero tal salvamento requirió la inyección de
los recursos faltantes por parte del Banco Central, lo que produjo una aguda depre-
ciación de la moneda dominicana y una inflación acelerada. El salvamento conllevó
la emisión de 110,000 millones de pesos por el Banco Central, 40,700 millones de
ellos en 2003 y 57,000 en 2004.26
El tipo de cambio pasó de 17.56 en enero de 2003 a un tope de 54.81 pesos por
dólar a inicios de febrero de 2004. El índice de precios (con base en 1999), por su
lado, aumentó desde 137.25 en enero de 2003 hasta 251.8 en octubre de 2004, es
decir, en menos de dos años los precios se incrementaron en 83.5%. La dimensión
del impacto del fraude bancario no tenía parangón en la historia conocida.27
25
“Panel de expertos internacionales”, p. 13.
26
Camilo, “La crisis bancaria”, p. 11.
27
Entrevista con José Manuel López Valdés.

248

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

La economía entró en una situación caótica, el ingreso de la casi totalidad de


la población experimentó un deterioro pronunciado y se acentuó la desconfianza
en el sistema financiero. Como señal de ello, el PIB experimentó una disminución
de 0.3% en 2003, algo que tenía contados precedentes en la historia económica
posterior al establecimiento de las cuentas nacionales en 1950. Lo más dramático
de todo: el nivel de pobreza pasó, de acuerdo a cálculos oficiales, desde 32.3% de la
población en abril de 2002 a 49.8% en octubre de 2004.28
La mala práctica bancaria no se limitó a Baninter, puesto que otros dos bancos
acumularon problemas de tal magnitud que obligaron a la Junta Monetaria a inter-
venirlos, liquidarlos y traspasar sus activos a otros. Se trató del Banco Nacional de
Crédito (Bancrédito) y del Banco Mercantil, el primero en la cuarta posición dentro
del sistema por sus activos y el otro en la séptima. Entre abril y mayo de 2003 estos
bancos también requirieron el incremento de la asistencia en adelantos y redes-
cuentos que les venía otorgando el Banco Central.
En el mes de mayo de 2003, la Superintendencia inició un plan de regulariza-
ción en el Banco Mercantil, que implicaba un seguimiento continuo de las opera-
ciones. Cuando se puso de relieve que los accionistas no estaban en capacidad de
inyectar el capital necesario para restablecer la normalidad, la autoridad monetaria
y financiera, con la asesoría del Fondo Monetario Internacional, evaluó opciones
que desembocaron en la venta de los activos al Republic Bank de Trinidad y Tobago.
También en este caso el Banco Central tuvo que hacer un aporte cuantioso dirigido
a prevenir riesgos de una crisis sistémica.
En el caso de Bancrédito se puso de relieve una situación un tanto distinta, deri-
vada del alto nivel de autopréstamos que habían practicado sus dueños.29 Eventos y
análisis posteriores determinaron que las causas de la situación de ese banco fueron
principalmente el alto nivel de la cartera improductiva, las transacciones en exceso
a lo permitido con partes vinculadas, locales y del exterior, y los retiros de depósitos
motivados por rumores, lo cual se aceleró con la confirmación de la quiebra de
Baninter.
No prosperaron los esfuerzos para regularizar la situación de Bancrédito, por lo
que se optó por el traspaso a otro grupo económico, decisión tomada el 15 de julio
de 2003, con la venta de las acciones al Banco Profesional, entidad que antecedió
al Banco León. Los compradores se comprometieron a entregar al Banco Central
acciones de las empresas del grupo económico del sobrante eventual tras las audi-
torías de lugar.
Tanto el Banco Mercantil como Bancrédito habían incurrido en el estableci-
miento de bancos paralelos, aunque en proporciones inferiores a Baninter.
28
Antonio Morillo López, “República Dominicana: Estimaciones de la pobreza monetaria con la nueva
metodología oficial de medición y comparación con metodologías previas, 2000-2011”, Unidad
Asesora de Análisis Económico y Social, Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. www.
economia.gob.do.
29
Superintendencia de Bancos, Memoria de 2003.

249

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

POSICIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA ANTE EL FRAUDE BANCARIO

En las extensas notas, Alberto Atallah, superintendente de Bancos cuando ex-


plotó la crisis, ofrece una explicación de las causas del fraude y una relación sumaria
de las principales acciones emprendidas.
Implícitamente, como responsable de la entidad supervisora, Atallah argumenta
que se desconocía todo lo que acontecía con el Banco Intercontinental hasta el 13
de enero de 2003, cuando el Banco Central comunicó los resultados de una eva-
luación de la cartera de préstamos de Baninter, realizada tras el otorgamiento, en
el último semestre de 2002, de facilidades por unos 7,000 millones de pesos para
necesidades de liquidez. Es en ese momento que la Superintendencia, de acuerdo
a Atallah, “se entera de los problemas de liquidez de esa entidad y de que el BC le
había otorgado facilidades de crédito en forma considerable para el monto de los
activos de ese banco […] pues el Baninter estaba registrando en su contabilidad los
recursos del BC como certificados financieros y no como adelantos del BC”.30
Estas explicaciones coinciden con los datos recabados por otras vías, que inclu-
yen cronologías, como la preparada por Julio Cross, siguiente superintendente. Sin
embargo, resulta sorprendente que, tras años de irregularidades luego comproba-
das, la Superintendencia no hubiera podido detectarlas. La eficacia del ejercicio de
las atribuciones de la entidad quedó en entredicho. Aun así, Atallah juzga que este
caso no fue resultado de “debilidades” de la supervisión, ya que las firmas interna-
cionales de auditoría tampoco se percataron del fraude. No se sabía, ciertamente,
de la existencia del banco paralelo, pero sí de que Baninter atravesaba por una situa-
ción de alto riesgo a causa de la deficiente gestión, lo que es un sentir común en la
actualidad, puesto de manifiesto por Luis Montes de Oca. Sin que haya razones para
especificar responsabilidades, no cabe duda de que la supervisión estuvo atravesada
por deficiencias.
En el mismo sentido, Atallah indica que de acuerdo a la experiencia internacio-
nal, “ningún régimen de supervisión o fiscalización financiera puede evitar las malas
prácticas y los fraudes bancarios, como el reciente caso de la cartera hipotecaria
basura en los principales bancos y entidades financieras en los Estados Unidos”.31 El
juicio de Alberto Atallah acerca de la correcta supervisión bancaria que se ejercía en
su administración se sustenta en los logros alcanzados por el programa de desarrollo
institucional que él desplegó, basado en el FSAP de los organismos internacionales,
que habría puesto fin al panorama de debilidad institucional y limitación para el
ejercicio de la supervisión eficaz, tal como se enunciaba en las conclusiones del
FSAP, recapituladas por el propio Atallah.
Es válido concluir que la metodología de supervisión adolecía de debilidades,
pero no al grado de ser inhábil para detectar un fraude de la magnitud del que se

30
Alberto Atallah, “La Superintendencia”, p. 7.
31
Ibíd., p. 8.

250

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REFORMA Y NUEVA CRISIS.

produjo en Baninter. Está presupuesto que la supervisión como actividad se justifica


sobre la base de que se encuentra en condiciones de detectar los problemas y con-
tribuir a solucionarlos de manera adecuada.
No hay dudas de que el mecanismo informático utilizado en Baninter para llevar
la doble contabilidad y las relaciones entre el banco formal y el paralelo clandestino
dificultaba en extremo el descubrimiento de la actividad fraudulenta. Precisamente
ahí radicó uno de los aspectos en que los logros alcanzados por la supervisión a
inicios de la década de 1990 se fueron quedando desfasados. Pero aun así, la magni-
tud del caso era tal que pudo y debió haber sido detectado. De hecho, como se ha
razonado en otro apartado, existían manifestaciones que debieron haber llamado
la atención y conllevar acciones extraordinarias. Eran demasiado notorios los exa-
gerados gastos de publicidad, la adquisición de medios de comunicación por sumas
elevadas y las tasas de interés pasivas ofrecidas por Baninter, muy por encima de
la generalidad de los demás bancos. Todos eran indicios de un proceso llamado a
concluir en el colapso.
En Baninter se produjo una interferencia política, que se venía arrastrando des-
de años y que operó para dificultar las tareas de inspección que hubiesen puesto
en evidencia las irregularidades. Se puede especular la existencia de un entendido
entre instancias del poder político y este banco, que incluía un trato atenuado de la
supervisión. De otra manera no se explica que Baninter estuviera violando precep-
tos desde mucho tiempo atrás. Como se ha afirmado, algunos de los entrevistados
que laboraban entonces en la Superintendencia de Bancos señalan de manera cate-
górica que se conocía la existencia de problemas en Baninter, pero que nadie osaba
mencionarlos por relacionarlos con factores políticos. El informe de Aristóbulo de
Juan, entregado al gobierno poco tiempo antes de la asunción de la presidencia de
Hipólito Mejía, evidencia que el problema venía de viejo.
Informada por el Banco Central (a mediados de enero de 2003) de que Banin-
ter atravesaba una situación crítica, la Superintendencia asumió sus funciones, de
seguro por indicaciones expresas del presidente Mejía, quien tuvo que tomar las
decisiones más importantes ante un problema de tanta envergadura. En lo sucesivo,
la evolución de Baninter se revistió de un agudo matiz político, aunque ninguna de
las partes lo aceptara taxativamente. Por lo demás no había solución alguna que no
fuera exigir a Baninter una rectificación de la forma en que había venido operando
en los años anteriores.
A tal efecto, la Superintendencia requirió a Baninter la elaboración de un plan
de recuperación, previsto en la recién aprobada Ley Monetaria y Financiera, que
incluía su capitalización inmediata, la reducción de los gastos administrativos, el
cierre de sucursales y otras medidas de racionalización. De manera coordinada, el
Banco Central y la Superintendencia procedieron a dar seguimiento a este plan.
No logrados los objetivos enunciados, a finales de febrero la Junta Monetaria apro-
bó la solicitud de fusión de Baninter con el Banco del Progreso. Fue a raíz de este
acuerdo preliminar de ambos bancos cuando se puso en evidencia que el volumen

251

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

de activos triplicaba el hasta entonces conocido por las autoridades. De acuerdo a


Atallah, la Superintendencia procedió a solicitar la intervención del banco, y pos-
teriormente a plantear su liquidación, junto a la adopción de acciones judiciales
contra los responsables del fraude.
El colofón conocido de todo esto fue la decisión del presidente Mejía de que
se reconociesen todos los depósitos de Baninter, sin importar las cantidades y los
propietarios. A juicio de Atallah, al igual que de todos los funcionarios del gobier-
no, esta decisión contribuyó a evitar un colapso del sistema de pagos y mantuvo la
confianza de los agentes económicos del sistema bancario. De nuevo el problema
adquirió una dimensión política, puesto que se violaba la Ley Monetaria y Financie-
ra y se debería proceder a una masiva emisión monetaria, principalmente por vía de
títulos, para resarcir a los perjudicados por el colosal fraude.

252

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CAPÍTULO VII

REDEFINICIÓN:
SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS

EVALUACIÓN DE LA SUPERVISIÓN BANCARIA ANTE LA CRISIS

Conocedores del funcionamiento del sistema financiero llegaron a la conclusión


de que la crisis de 2003 ponía en evidencia un grave problema de supervisión. Varias
de las personas entrevistadas incluso indicaron, de diversas maneras, no entender
cómo se pudo producir esta situación después de tantas resoluciones adoptadas
por la Junta Monetaria con bastante antelación. Esto es más llamativo en la medida
en que se había contado con la asistencia de misiones de técnicos internacionales
de probada experiencia. Igualmente existían por lo menos dos documentos funda-
mentales, aunque mantenidos en confidencialidad, que diagnosticaban los proble-
mas de la banca y la debilidad de la supervisión: la ya vista revisión de Aristóbulo
de Juan en 2000 y el FSAP preparado por el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial a solicitud del Gobierno dominicano en 2001. Más aún, la Superin-
tendencia de Bancos había llevado a cabo inspecciones anuales en los años previos
a la crisis, que arrojaban resultados que debían concitar atención. En la última, de
2001, por ejemplo, se detectó un incremento en el riesgo de crédito de Baninter de
5.99% a 13.06% y se determinó un faltante de provisiones de 810 millones de pesos,
lo que significaba una pérdida de 34% del patrimonio.1
Esos materiales planteaban que se estaba frente a un deterioro de coeficientes
de la banca, aun cuando se desconociesen ciertamente muchos de sus trasfondos.
Sin embargo, como lo pone de relieve el Panel de expertos internacionales contra-
tados en la ocasión, no se aplicaron correcciones en los documentos señalados, lo
que revela un plano fundamental de deficiencias en la supervisión de aquella época.

Llama la atención del Panel que la SB había detectado a través de sus


propios equipos deficiencias significativas en los bancos, había recibido
1
“Panel de expertos internacionales”, p. 15.

253

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

asesorías de expertos externos e informes de organismos internacio-


nales que daban cuenta de serias debilidades patrimoniales y de la
calidad de los procesos de seguimiento del riesgo, y sin embargo sus
autoridades no reaccionaron con la oportunidad y contundencia
necesarias para poner en práctica las recomendaciones formuladas,
corrigiendo a tiempo las desviaciones, lo que al menos habría redu-
cido el monto de las pérdidas ocasionadas. Cabe señalar aquí, que
dos años después del FSAP aún no se corregían en los hechos las
deficiencias al momento de la evaluación que las autoridades habían
argumentado que estaban cumplidas y que correspondía considerarlas
así aunque eran posteriores a la fecha de corte de evaluación.2

El Panel recoge que desde 2000 la Superintendencia de Bancos aplicó 193 mul-
tas “por montos muy reducidos y por causas de trascendencia relativa”. Pero solo
se aplicaron dos de esas sanciones a Bancrédito y una al Mercantil, mientras que
Baninter quedó exento de ellas. En este punto concluye que la Superintendencia de
Bancos “no actuó con la profundidad y oportunidad requeridas”.
En conclusión de su evaluación, los expertos lanzan un cuestionamiento a la
administración monetaria y financiera, al considerar que una “verificación cruzada
selectiva de determinadas operaciones habría permitido constatar que las mismas
no estaban registradas en la contabilidad oficial”.3
Otra de las consideraciones fue que la Superintendencia de Bancos actuó reves-
tida con poca autoridad, lo que se tradujo en situaciones como que la administra-
ción de Baninter únicamente accediera a proporcionar informaciones a través de
un canal exclusivo, casi siempre con tardanza considerable.
Al parecer, estas apreciaciones provienen en su mayoría de testimonios reca-
bados de personas involucradas en el proceso, brindados en los tres períodos en
que esos expertos laboraron en el país. No hacen por lo demás referencias a otros
documentos, además de los arriba mencionados. Es importante indicar, con todo,
que coinciden con funcionarios de la Superintendencia que juzgaron estar en con-
diciones de opinar.
Aunque sin hacer uso directo de aval documental, de manera más expresa que
los integrantes del Panel, el siguiente superintendente, Julio Cross, atribuye a su
antecesor no haber dado curso ante la administración de Baninter al resultado de
una inspección acerca de deficiencias en coeficientes técnicos estipulados por las
resoluciones de la Junta Monetaria.4

2
Ibídem.
3
Ibíd., p. 16.
4
Entrevista con Julio Cross.

254

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

PROPUESTAS DE SUPERACIÓN

Al margen de las fallas operacionales que se produjeron en las tareas de la Su-


perintendencia, por lo menos desde que Baninter recibió los activos del Banco del
Comercio, es decir, más de seis años antes de su quiebra, resultaba necesario deter-
minar las grietas normativas y legales que coadyuvaron a que la supervisión fuese
defectuosa y que, en caso de haber existido, se produjeran interferencias políticas.
Para entidades y consultores internacionales quedó patente que procedía intro-
ducir modificaciones considerables en los principios de la supervisión. Ya se habían
formulado recomendaciones al respecto en las conclusiones de la firma de Aristó-
bulo de Juan y en el documento FSAP del Fondo Monetario y el Banco Mundial,
que fueron retomadas posteriormente por ambas entidades y por el Panel de ex-
pertos internacionales. A juicio de
estos, pese a los esfuerzos de años
anteriores, todavía sobresalía “la
ausencia de una cultura de super-
visión pública bien asentada”, lo
que se entrelazaba con la “falta de
respaldo de las autoridades supe-
riores a los cuadros técnicos a car-
go de la supervisión”.
La primera recomendación de
los expertos sugería que la Super-
intendencia “debe ser reforzada y
2@ #S+L.  C    $  
profundizada en la forma, direc-
@  %   G
ción y contenidos contemplados
en el Plan de Fortalecimiento Institucional […] Resulta indispensable establecer un
sistema de evaluación de la efectividad con que el país está realmente mejorando la
supervisión pública, a fin de evitar que se transforme en un mero cambio formal en
la regulación, pero sin que mejore verdaderamente ‘la práctica de la supervisión’.
Es decir se debe evaluar y mantener un monitoreo continuo sobre la eficiencia y
efectividad alcanzadas por la supervisión bancaria en RD”.
Con tal formulación se recuperaban las propuestas previas, puesto que eran
totalmente coincidentes para un punto de partida. Pero, para que el monitoreo
recomendado tuviera sentido, había que conceder mayor autonomía a la Superin-
tendencia, lo que debía incluir la potestad de elaborar normativas y otras atribucio-
nes. En particular, cuestionaban lo que se podía entender como una subordinación
inadecuada respecto a la Junta Monetaria y al Banco Central en diferentes aspectos.5

5
A juicio de Luis Montes de Oca, la ley 183-02 fortaleció y amplió las potestades de la Superintendencia de
Bancos, pero no al grado de la autonomía necesaria respecto al Banco Central y la Junta Monetaria.

255

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Debe dotarse a la SB de real autonomía frente al BC y la JM y consi-


derar que su relación con el Poder Ejecutivo no la transforme en un
mandatario de éste. Deberían trasladarse a la SB las facultades de dic-
tar reglamentación interna y externa, manteniéndosele la supervisión
bancaria de manera exclusiva. De igual forma, el superintendente de-
bería gozar de plena autonomía para el nombramiento y remoción
de todo el personal de la SB. Adicionalmente, la SB debe ser consul-
tada por el BC de manera previa, requiriéndose su pronunciamiento
favorable, al otorgamiento de asistencia de liquidez a cualesquiera de
las entidades supervisadas por ella […].6

El Panel señala que esto último se logró en el Reglamento de prestamista de


última instancia, de enero de 2004. Se desprende que procedía acentuar la fuerza
de la Superintendencia en el interior de la autoridad monetaria y financiera, no
solo dotando de autonomía su accionar, sino también estipulando que las otras ins-
tancias tuvieran que solicitar su opinión en los temas que le competen por ley. Esto
incluía relevantemente la capacidad de ser la última instancia en la aplicación de
resoluciones y sanciones.

Debe reformularse […] el régimen de apelación a las decisiones


tomadas por la SB, eliminando las instancias administrativas y en
especial aquella ante la JM, y reservando para casos muy calificados la
instancia judicial, ajustándola para darle un trámite procesal y técnico
adecuado, de modo de otorgarle un carácter correctivo eficaz a las
sanciones de aquella.7

En un plano general, procedían modificaciones de fondo en la práctica institu-


cional, las cuales debían estar contenidas en reglamentos y otras normativas com-
plementarias, habida cuenta de las dificultades que conllevaba lograr una reforma
de la ley 183-02. Dicha mejoría solo sería posible si provenía de “una decisión po-
lítica de las autoridades del Estado al más alto nivel, de modo de dotar a la SB de
las facultades y atribuciones de acuerdo a los estándares internacionales”. Entre los
principales aspectos que tendrían que incluirse sobresalían:

s Regulación consolidada a nivel de grupo financiero, incluyendo los


“off shore”.
s Estricta regulación y monitoreo de la cartera vinculada.
s Pleno acceso de la Superintendencia a toda la información de los bancos,
incluyendo los informes de los auditores externos.

6
“Panel de expertos internacionales”, p. 17.
7
Ibídem.

256

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

s Fortalecimiento del régimen sancionatorio, aumentando las sanciones.


s Incorporación, para los propietarios, directores y administradores de
bancos y grupos financieros, de la evaluación “fit & propper” según los
estándares internacionales.8

*    +  ]   $    

ACCIONES INMEDIATAS DE LA SUPERINTENDENCIA

Cuando la crisis bancaria entraba en su apogeo, el 26 de marzo de 2003, el pre-


sidente Mejía consideró necesario sustituir al gobernador del Banco Central, Frank
Guerrero. El nuevo, José E. Lois Malkún, acudió a los organismos internacionales
con el fin de obtener cooperación para que la situación no desembocase en una
quiebra generalizada. El Banco Central se hizo cargo del manejo global de la situa-
ción, aunque se planteó la búsqueda de una cooperación de la Superintendencia
de Bancos. Días después, en medio de rumores y
temores, y ya Baninter en proceso de ser interve-
nido por una comisión especial, fue sustituido el
superintendente Atallah y designado Julio Cross,
quien tomó posesión el 14 de abril.
Mientras tanto, se avanzaba en negociaciones
con el Fondo Monetario Internacional, dirigidas
a un plan de contingencia que impidiese la ex-
tensión de la situación al conjunto de los bancos.
En esos días se produjo un conato de corrida en
Baninter, que empezó a repercutir en otros bancos,
-  entre los cuales sobresalió Bancrédito.

8
Ibíd., p. 18.

257

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

De inmediato Cross asumió una perspectiva de empoderamiento institucional,


con el fin de que la Superintendencia de Bancos cumpliera con los cometidos de
sus funciones en medio de una situación en extremo delicada. En la cronología re-
trospectiva preparada por él mismo, delimitó ámbitos de competencia con el Banco
Central en oficios emitidos el 21 y el 25 de abril. En el primero fijó su posición acer-
ca de los alcances de las tareas de la Superintendencia y en el otro expuso criterios
sobre las acciones que debían encaminarse de inmediato.
No obstante las medidas de urgencia adoptadas por el gobierno y el anuncio de
negociaciones con el FMI, otros bancos tuvieron que admitir una situación de falta
de liquidez. Ante la situación creada, los integrantes de la autoridad monetaria y
financiera barajaron diversas opciones. En la entrevista concedida, el superinten-
dente Cross refiere que propuso al presidente Mejía la concertación de un emprés-
tito de 3,000 millones de dólares en bonos soberanos, dirigidos a crear un fondo de
cobertura del riesgo cambiario, con el cual se hubiera canjeado parte de la deuda
de corto plazo por otra de largo plazo, con la consecuente reducción de la presión
sobre el mercado cambiario. Su propuesta no fue aceptada.
Un momento clave en el
proceso fue la firma del acuer-
do stand-by con el FMI. Uno
de los componentes de este
acuerdo fue la exigencia del
FMI de que se elaborase un
plan de fortalecimiento de la
Superintendencia de Bancos.
En lo que respecta al sector
financiero, el acuerdo con el
FMI propendía a la recapitali-
zación bancaria y al fortaleci-
    miento del marco institucio-
nal, mediante la concesión
de mayores grados de autonomía al Banco Central y a la Superintendencia de Ban-
cos. El gobierno quedaba obligado a disolver Baninter y concluir la venta de los dos
otros bancos quebrados, Bancrédito y Mercantil. Por otra parte, las “condicionalida-
des previas” incluyeron la adopción de un programa de inspecciones asistidas con
expertos de otros países.
Como resultado de estos acuerdos, la Superintendencia puso en ejecución un
Plan de Fortalecimiento Institucional (PFI) a partir de julio, a cuyo frente se colocó
una unidad de ejecución y gestión. El mismo, conforme a lo informado con poste-
rioridad, “representa un serio compromiso de las autoridades nacionales frente a
la comunidad internacional con la finalidad de prevenir futuras crisis en el sistema
financiero nacional”.9
9
Superintendencia de Bancos, Memoria institucional 2003, Santo Domingo, (2004), p. 12.

258

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

El punto de partida del PFI fue la realización inmediata de las inspecciones


asistidas, con el propósito de determinar hasta qué grado existían todavía “malas
prácticas contables en los bancos múltiples y hacer una evaluación de la solvencia de
estos”. La determinación de esto último incluyó la solicitud de declaraciones juradas
a directivos y propietarios de los bancos, inspecciones de documentos y comproba-
ciones de balances en la cámara de compensación. Durante los últimos cuatro meses
del año cobró mayor intensidad la ejecución del plan de supervisiones asistidas.
Los expertos internacionales tenían la misión de transferir la tecnología de la
supervisión más desarrollada, que incluía el examen de los sistemas utilizados por
los bancos y de sus riesgos operacionales. Como resultado de esta asistencia de
organismos internacionales, se comenzó a contemplar la necesidad de definir un
nuevo esquema de la supervisión, basado en riesgos, aunque esto fue puesto en
práctica mucho más adelante. De inmediato el personal de la Superintendencia entró
en acción, siendo dividido en varios equipos, algunos de los cuales contaron con la
colaboración de técnicos del Banco Central. Estaba planteado que de esas inspec-
ciones de urgencia emergiese una nueva metodología, consistente en la interacción
de inspecciones in situ, extra situ y consolidadas.
Paralelamente estaba operando una consultoría bajo el programa FOMIN del
Banco Interamericano de Desarrollo, con vistas a sistematizar esa metodología en
manuales de procedimientos. Asimismo, en coordinación con el Banco Central,
la Superintendencia elaboró un proyecto de ley que ayudara a resolver eventuales
debilidades sistémicas.
Se abordó una reestructuración de la Superintendencia, a fin de que se adapta-
ra a las exigencias de la hora y a lo que debía ser una práctica de nuevo tipo en el
futuro. Ese plan incluyó una activa capacitación técnica, de nuevo en coordinación
con el Instituto Tecnológico de Santo Domingo y la Pontificia Universidad Católica
Madre y Maestra. El 14 de octubre se aprobó un nuevo organigrama, a partir del
cual se procedió a revisar los reglamentos internos. Varios otros aspectos tuvieron
relevancia en el trazado de una estrategia de reestructuración de largo plazo. Algunos
de ellos fueron los siguientes:

s Actualización tecnológica.
s Programa de transparencia de la supervisión, dividido en Programa
de garantías hipotecarias y Mapa de vinculados.
s Creación del Departamento de Inteligencia Financiera.
s Mejoría de los procesos contables internos y de la infraestructura
física.
s Plan estratégico.
s Reglamento para el cierre del programa de instituciones interve-
nidas y en liquidación.

259

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

ELABORACIÓN DE REGLAMENTOS

Un último aspecto fue la celeridad en la confección de los reglamentos de la Ley


Monetaria y Financiera, bajo la dirección de la Junta Monetaria.
Al estallido de la crisis a inicios de 2003 ya estaba aprobada la ley 183-02, pero
era inoperante por no haber sido elaborados sus correspondientes reglamentos.
La crisis sorprendió a los funcionarios del área financiera, por lo que tuvieron que
posponer la adopción de los parámetros normativos que permitiesen la puesta en
vigencia de la ley. Quedaba un ámbito indefinido, puesto que era reconocido que
la ley previa de 1965 ya no se correspondía con las necesidades, mientras que las
resoluciones de la Junta Monetaria en los años 1992 a 1994 resultaban insuficientes
para dar solución a los problemas que estaban en el tapete.
Logrado cierto control de las operaciones mediante las intervenciones y liquida-
ciones, junto con las inspecciones arriba detalladas, avanzado el año 2003 se trasladó
el énfasis de los esfuerzos a la elaboración de los reglamentos considerados claves
para la puesta en práctica de la ley. La Superintendencia se orientó, según declara-
ción de Cross, a fortalecer su capacidad decisoria como requisito indispensable para
desempeñar sus funciones. De todas maneras, se integró a un esfuerzo conjunto
con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el BID y el Banco Central
para la confección de los reglamentos en cuestión.
De acuerdo a la memoria de ese año, en la segunda mitad de 2003 se elabora-
ron los siguientes reglamentos de la ley vigente: Normas de Adecuación Patrimo-
nial; Normativa para la Supervisión Consolidada; Definición de Grupos Económicos
(partes vinculadas); Procedimientos de Disolución y Mecanismos Subsidiarios de
Liquidación de Bancos; Reglamentos de Sanciones; Reglamento de Prestamista de
Última Instancia; Reglamento de Evaluación de Activos; Reglamento del Fondo de
Contingencia; Reglamento para la Liquidación de las Entidades Intervenidas y en
Liquidación al momento de la promulgación de la LMF; Reglamento de Apertura
y Funcionamiento de las Entidades de Intermediación Financiera (“Fit & Proper
Principles”); Reglamento Cambiario; Reglamento para el Tratamiento de las Inver-
siones Internacionales (incluye subsidiarias y “off-shores”); Planes de regularización;
Clasificación de Activos y Constitución de Provisiones; Concentraciones de Riesgos y
Límite de Créditos a partes Vinculadas.10
Para agosto de 2004, de acuerdo al mismo tipo de fuente, cuando concluyó la
gestión de Cross al producirse el traspaso a la segunda administración del Partido
de la Liberación Dominicana, se habían aprobado dieciocho reglamentos, en tanto
que otros cuatro estaban en fase de culminación.
El número de reglamentos de la ley 183-02, sus alcances y la cronología de su
aprobación han quedado como materia de debate en el interior de la institución
supervisora. Algunos funcionarios y técnicos acentúan las limitaciones de estos

10
Ibíd., pp. 14-15.

260

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

instrumentos. Luis Montes de Oca, por ejemplo, uno de los mejores conocedores
de la temática, puntualiza que en verdad no fueron dieciocho reglamentos, sino
solo once los aprobados antes del cambio de gobierno, tres de ellos en 2003 y los
restantes en los primeros ocho meses de 2004. En el primer período fueron los de
Sanciones, Fondo de Contingencia y Disolución de Entidades; y en 2004 fueron los
siguientes: Cambiario, Evaluación de Activos, Inversiones en el Exterior, Vinculados,
Apertura y Funcionamiento, Normas Prudenciales de Adecuación, Prestamista de
Última Instancia y de Auditores Externos.11 El diferendo puede deberse al criterio
acerca del momento de aprobación, habida cuenta de que antes de la sanción por la
Junta Monetaria, cada reglamento era objeto de conocimiento en varias instancias.
También se concedió atención, por sugerencia del FMI, a las garantías del riesgo
sistémico. El superintendente Cross cuestionó el punto de vista de este organismo
internacional, para el cual bastaba la opinión de una firma privada de auditoría para
decretar la insolvencia de un banco. Replicó que esto solo podía ser atribución de
la oficina que él dirigía, con lo que expresaba la búsqueda de que esta ganase más
peso en la autoridad monetaria y financiera. Se tuvo que aceptar su punto de vista.

.   4 *(    @     ;    @   
L ; 3    (2@ #S G+%-@  @

Al parecer, algunas de estas normativas se elaboraron en forma demasiado rá-


pida, razón por la cual casi todos estos instrumentos fueron objeto de revisiones
ulteriores y de modificaciones globales o parciales.

11
Notas de Luis Montes de Oca.

261

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

INSPECCIONES ASISTIDAS Y CONSOLIDADAS

Con el programa de inspecciones asistidas, desarrollado con el apoyo del FMI


y la participación de una empresa mexicana de auditoría, se perseguía determinar
de inmediato la posible existencia de malas prácticas y de estructuras externas que
“reducen la transparencia de los estados financieros y dificultan una evaluación de
la situación real del banco y del grupo financiero y de los riesgos del sistema en
otros bancos, con el fin de corregirlas en breve”.12 Se habían avanzado pasos pre-
vios, como requerir declaraciones juradas de los accionistas y la gerencia, arqueos
de bóvedas y conciliación de los registros contables, balances de las sucursales en su
relación con los estados financieros y seguimientos en la cámara de compensación.
Lo que estaba en juego era suprimir los sistemas de doble contabilidad, para lo
cual resultaba imperativo superar los niveles laxos de supervisión que se producían
en la práctica con el propósito de favorecer los intereses de determinados bancos.13
Este programa acentuaba el papel del análisis, con el fin de determinar y evaluar la
solvencia. Para tal fin se procedió a diferenciar el “capital regulatorio” y el “capital
económico”, pues el último refleja una situación más real y acorde con las prácticas
internacionales. Las áreas claves del análisis de las inspecciones asistidas fueron las
siguientes:

s Entendimiento de la estructura del grupo.


s Integridad de los sistemas de información.
s Controles internos, contabilidad y pruebas específicas a:
- Depósitos.
- Créditos a relacionados.
- Adjudicación de bienes.
- Preparación de estados financieros.14

Como se aprecia en el cuadro siguiente, el programa de inspecciones cobró


intensidad.
Concomitantemente se adoptó un proyecto de transparencia bancaria dirigido
a proteger a los ahorrantes y depositantes por medio de una evaluación de las ga-
rantías hipotecarias y el esclarecimiento de los vínculos de los usuarios del sistema
bancario. Se buscaba, por consiguiente, asegurar los cobros en caso de ejecución.
En el mismo orden, se elaboró un programa tendente a diseñar un mapa de vinculados,
con lo que se buscaba regular en la práctica el otorgamiento de créditos a estos,
reglamentar su identificación, definir su estatus y desarrollar sistemas para medir los
grupos de riesgos. Como resultado de este programa se delineó un universo de 162
grupos de riesgo, con la presencia de alrededor de 2,100 empresas. Todo lo anterior
12
Superintendencia de Bancos, Memoria institucional 2003, p. 23.
13
Entrevista con Julio Cross.
14
Superintendencia de Bancos, Memoria institucional 2003, p. 24.

262

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

debía facilitarse de manera automática con sistemas informáticos de los bancos


conectados con la Superintendencia.

Cuadro VII.1
Resumen de las inspecciones realizadas en 2003
Tipo de inspección Cantidad
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El conjunto de los programas que las instancias de la administración monetaria


y financiera se plantearon desarrollar requirió apoyo internacional, para lo cual se
conformó un equipo del gobierno que negoció préstamos con el Banco Interameri-
cano de Desarrollo y el Banco Mundial. Un primer préstamo fue dirigido a apoyar
la cooperación técnica del exterior, por un monto de seis millones de dólares, con
el propósito de realizar las inspecciones asistidas y la conversión del Banco Nacional
de la Vivienda en banco de segundo piso.
El préstamo más grande, de 100 millones de dólares tomados al BID, se dirigió
a ayudar la recapitalización del Banco Central, conjuntamente con un programa
de mejoría de la supervisión bancaria y la implementación de nuevas políticas
monetarias.
Por último, el Banco Mundial otorgó un préstamo de 14 millones de dólares
para el fortalecimiento del sistema financiero a través de proyectos a cargo de diversas
instituciones estatales.

PROPUESTA GUBERNAMENTAL DE FORTALECIMIENTO DEL SECTOR FINANCIERO

Al llegar por segunda vez al gobierno el presidente Leonel Fernández en agosto


de 2004, en medio de las secuelas convulsas de la quiebra bancaria, su equipo econó-
mico se fijó una estrategia de recuperación económica que se plasmó en un docu-
mento remitido al Fondo Monetario Internacional sobre acciones a tomar en los

263

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

años 2004-2006.15 En él se planteaba administrar una política monetaria restrictiva,


destinada a reducir déficits, controlar la inflación y contribuir a la recuperación de
la confianza y de la demanda interna. Aun así, los funcionarios no proyectaban un
retorno inmediato al crecimiento de la economía. Todo ese plan estaba concebido
para lograr un alivio en cuanto a la deuda de los bancos comerciales, ampliar el
crédito y recapitalizar el Banco Central y el Banco de Reservas.
Para conseguir esos objetivos se enunciaron compromisos de una gestión guber-
namental que otorgase mayor autonomía al Banco Central y a la Superintendencia
de Bancos, con lo cual se tomaba nota de las propuestas que habían enunciado
organismos y expertos internacionales. El punto al que el gobierno concedió la
mayor importancia radicó en la recapitalización de la banca a corto plazo y sin gra-
dualidad, teniendo como centro la evaluación de sus activos. De ahí partiría una
estrategia económica de corto plazo centrada en la normalización de la banca, vista
como la clave para un relanzamiento de las operaciones económicas y la subsiguiente
recuperación del crédito.
En primer lugar se eliminaba toda gradualidad en el cumplimiento de las nor-
mas bancarias, a diferencia de lo que se había permitido en los años anteriores, lo
que implicaba sacrificar a una parte de las entidades de intermediación financiera.
Los bancos que se encontraban en ese momento en situación de subcapitalización
quedaban obligados a alcanzar un coeficiente de solvencia –capital sobre activos
ponderados– de 10% para diciembre de 2004. La Superintendencia de Bancos emi-
tió una circular que especificaba los criterios para calcular el patrimonio neto. En
adelante, la institución desempeñó un papel crucial en el despliegue de esta estra-
tegia, mediante evaluaciones continuas del proceso de recapitalización bancaria.
Se esperaba que en abril de 2005 todos los bancos entregaran estados financieros
auditados de 2004, que mostrasen la elevación del coeficiente del capital al nivel
requerido.
Todos estos propósitos conllevaron una sostenida presión del gobierno sobre el
sector bancario como cuestión de vida o muerte para el futuro. Sobre esta base es
que se puede entender la importancia que le concedió el presidente Leonel Fernández
a apoyar en persona la gestión de la Superintendencia de Bancos, al frente de la
cual colocó a Rafael Camilo. Particular atención se concedió a la posibilidad de que
algunos bancos no pudiesen recomponerse en el plazo proyectado, por lo cual se
anunció que, en tal caso, estarían forzados a adherirse a un plan de rehabilitación.
Si los accionistas no estaban en condiciones de recapitalizar sus entidades, el
gobierno se comprometía a fortalecerlas “dentro del marco establecido en la ley” y
se decidió: “Cualquier gerente o director que se determine en cualquier momento
que no es apto ni apropiado, será suspendido de inmediato”.16

15
“República Dominicana. Memorando de políticas económicas para 2004-2006”. Está precedido de
una correspondencia de 14 de enero de 2005 dirigida a Rodrigo Rato, director del Fondo Monetario
Internacional, firmada por Héctor Valdez Albizu, Vicente Bengoa y Temístocles Montás, gobernador
del Banco Central, secretario de Finanzas y secretario Técnico de la Presidencia, respectivamente.
16
Ibíd., p. 13.

264

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

*      *(        1.0 L.  C


+- S  .  5

Un punto crucial de este dispositivo radicó en el compromiso de que los bancos


estatales se someterían a los mismos requisitos que los privados. Hasta finales de
2007, las utilidades de esos bancos deberían ser reinvertidas en su totalidad para
recapitalizarse.
En el orden normativo, el Gobierno dominicano se adelantaba al Fondo Mo-
netario en la adopción de resoluciones tendentes a implantar mejores prácticas,
acordes con estándares internacionales. De la mayor trascendencia fue el compro-
miso de una reformulación de los criterios para la valoración de activos. Ya la Junta
Monetaria había iniciado una revisión de las reglas de valoración de activos y consti-
tución de reservas, con vistas a que “los bancos gradualmente observen normas más
estrictas durante un período de 3 años”. Después de alcanzar el 10%, reflejado en
los estados financieros, desde mayo de 2005 todos los bancos quedaban obligados
a entregar planes de negocios para los siguientes cinco años, en los cuales debían
demostrar su solvencia y viabilidad durante una transición de tres años. Inmediata-
mente después, la Superintendencia de Bancos quedaba encomendada de evaluar
esos planes y de sostener intercambios con los gerentes de los bancos, para garanti-
zar el coeficiente de solvencia requerido.
Para los meses inmediatos, el gobierno se comprometía a que la Junta Monetaria
aprobase un paquete de reglamentos sobre contabilidad y supervisión consolidadas.
En un tiempo posterior también debería aprobar un reglamento sobre los riesgos
de mercado y de liquidez, así como presentar un proyecto de modificación de la
Ley Monetaria y Financiera para mediados de 2005, dirigido a ampliar el plazo de

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

mandato de la Junta Monetaria a cinco años, introducir la ratificación congresional


a los nombramientos de gobernador del Banco Central y superintendente de Ban-
cos y a que se armonizara con una ley sobre riesgo sistémico. Este aspecto de la es-
trategia no se cumplió, puesto que el gobierno prefirió desarrollar los instrumentos
necesarios a través de reglamentos después que canalizara ante el Poder Legislativo
una propuesta emanada de la autoridad monetaria y financiera de modificación de
la ley 183-02 que no fue aprobada.17

*       $      $ +     
 4       *(  I4  54    );   J

En los compromisos asumidos por el gobierno para lograr una mejoría sustan-
cial de la capacidad de supervisión quedaron prefigurados algunos de los compo-
nentes centrales del esfuerzo desplegado en el porvenir por la Superintendencia de
Bancos.

La Superintendencia estableció recientemente un sistema para su-


pervisar la liquidez bancaria que consiste en informes diarios que
muestran los cambios en las posiciones de caja y depósitos de cada
banco, y comparan los indicadores de liquidez con datos de períodos
anteriores. Esta información será utilizada por el área de verificación
documental (inspección de gabinete) para asegurar la supervisión
apropiada de los bancos. La Superintendencia desarrollará para ene-
ro de 2005, basándose en un diagnóstico de las áreas con problemas,

17
Información de Luis Montes de Oca.

266

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

un plan para fortalecer su capacidad de supervisión a través de: (i) un


programa intensivo de fortalecimiento de las capacidades; (ii) accio-
nes específicas para mejorar el análisis financiero y las inspecciones
de campo; (iii) soporte tecnológico mejorado; (iv) y una reducción
de los procedimientos administrativos burocráticos. Para febrero de
2005, la Superintendencia nombrará a un director ejecutivo de am-
plia experiencia en materia de supervisión, encargado de poner en
práctica un plan para marzo de 2005 para elevar la central de riesgos
a los más altos estándares regionales para diciembre de 2005.18

PAUTAS DE LA PRIMERA GESTIÓN DE RAFAEL CAMILO

A pesar de que el superintendente Julio Cross emprendió las primeras acciones


de acuerdo con los organismos internacionales, su sucesor Rafael Camilo se planteó
como punto de partida una reflexión acerca de lo que había sucedido, por cuanto
proveería claves para trazar lineamientos. Se encontró con un momento de aguda
desconfianza de los agentes económicos en el sistema bancario, por lo que juzgó
necesario centralizar acciones para superar tal situación.

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2  ;  * ;  @;- ' +- S  .  5  (        
$   
18
“Memorando de políticas económicas para 2004-2006”, p. 16.

267

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Retrospectivamente, Camilo aseveró que “la quiebra de tres importantes bancos


nos mostró cómo las debilidades en la regulación y en la capacidad de detectar a
tiempo prácticas fraudulentas pueden generar problemas a toda la economía. La
expansión de los medios de pago asociados al rescate de los bancos quebrados y la
incertidumbre y la desconfianza generada respecto al futuro de la economía con-
llevaron a una severa crisis económica […]”.19 Partía de la interrelación entre el
funcionamiento del sistema financiero y las políticas macroeconómicas: “Dicho de
otra manera, un buen sistema financiero es una condición necesaria para crecer.
Los intermediarios financieros canalizan los recursos de los depositantes y al contar
con fuentes de información confiables sobre las empresas, pueden identificar los
proyectos más rentables y asignar de manera eficiente el capital”.20
Lo que subyacía en la visión de Camilo se vinculaba a una dimensión política: el
apoyo taxativo del presidente Fernández para que procediese a mejorar el desem-
peño técnico de la institución y que esta se normara por criterios de independencia
respecto al resto del Estado y los intereses que gravitan en el sector financiero. Inde-
pendencia y fortaleza se consideraron vitales para resolver situaciones difíciles en el
futuro. Al cabo de dos años de gestión, pudo proclamar que tal objetivo se había lo-
grado y que era “una de las conquistas más importantes para el país, como elemento
clave para superar cualquier amenaza al sistema financiero”. A su juicio, el núcleo
de esta nueva realidad institucional radicaba en que la entidad supervisora había
pasado a realizar sus labores “sin la interferencia de factores extraños”.21
En función de tales razonamientos, después de conformar un equipo de fun-
cionarios experimentados, Camilo elaboró un curso de acción que resumió en seis
puntos:

1. Elaboración, aprobación y puesta en vigencia de las normativas


que mandaba la Ley Monetaria y Financiera.
2. Capitalización de los bancos que presentaban insuficiencia de
capital.
3. Limpieza del sistema, disolviendo instituciones insolventes que
no podían ser capitalizadas.
4. Fortalecimiento de la capacidad técnica de la Superintendencia
de Bancos, a través de la contratación de personal altamente cali-
ficado, introducción de los más sofisticados avances tecnológicos
y cambios significativos en los procesos administrativos.
5. Modernización del esquema general de supervisión, en procura
de generar procesos eficaces y eficientes, superando así el modelo
de “Supervisión por Cumplimiento”.

19
Superintendencia de Bancos, Memoria institucional 2008, Santo Domingo, 2009, p. 18.
20
Ibíd., p. 19.
21
Superintendencia de Bancos, Memoria institucional 2006, Santo Domingo, (2007), p. 7.

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

6. Y, como una derivación de todas estas medidas, la restitución de


la confianza del público en el sistema, pues sin confianza no hay
sistema financiero alguno que funcione.22

En poco tiempo se hicieron sentir los efectos de la participación que en los


programas gubernamentales pasó a tener la Superintendencia de Bancos. El índice
de solvencia del sistema bancario, un indicador clave, se había deteriorado notable-
mente a lo largo de 2003, al grado de situarse en diciembre en 8.8%, algo más de
tres puntos menos que un año antes, cuando se encontraba en 12%. Para diciembre
de 2004 superó la mejor situación de dos años atrás al colocarse en 12.9% (4% por
encima del año anterior).
Esta evolución fue producto de un incremento del patrimonio técnico del sector
bancario, inducido por el cese de la gradualidad en el cumplimiento de los coefi-
cientes durante la gestión de Julio Cross. Aunque los activos totales entraron de
inmediato en una fase de recuperación, el patrimonio lo hizo todavía con mayor
celeridad en razón de que se exigía a los bancos cumplir con los coeficientes esta-
blecidos, en primer lugar el de solvencia. El patrimonio, ya situado en una relación
correcta al concluir 2004 y con un monto del orden de 21,000 millones de pesos, se
duplicó con creces en los cuatro años siguientes, al llegar a 47,000 millones en 2008.
Los activos de la banca pudieron seguir creciendo con un fuerte nivel de cobertura,
y pasaron de 365,000 millones en la primera fecha a 597,000 millones en 2008, lo
que significó una variación de 64%. Incidían al respecto tanto la recuperación de la
confianza como el crecimiento de la economía, que entre 2005 y 2008 se situó por
encima del 8%.
Otros indicadores fueron mejorando, aunque a veces de manera más pausada,
a tono con la recuperación económica. Fue el caso de la cartera vencida, que llegó
a colocarse en un elevado 9.2% en diciembre de 2003, con una cobertura de pro-
visiones de apenas el 59.5% de los préstamos vencidos. Al año siguiente el nivel de
morosidad de la cartera había disminuido a 7.9% (5.1% en 2002), lo que era signi-
ficativo pero todavía insuficiente. Sin embargo, en 2004 las provisiones se colocaron
en 101.8%. En los años ulteriores, como se verá más abajo, siguieron mejorando
estos indicadores.
Con el fin de contribuir a consolidar la recuperación de la confianza en la banca,
el superintendente diseñó un programa de encuentros con los ejecutivos de las
entidades de intermediación financiera, para tratar tanto aspectos operativos inme-
diatos como normativos generales. Lo último estaba concebido para que ayudara a
las revisiones de los reglamentos de la ley previamente aprobados y de otros que se
encontraban en fase de elaboración. Tales encuentros perseguían no solo obtener
informaciones y opiniones de los ejecutivos bancarios, sino también fortalecer la
transparencia de la gestión pública y contribuir al reforzamiento de controles internos
por parte de los propios bancos, con vistas a prevenir situaciones incorrectas.
22
Ibíd., p. 20.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

PROGRAMA CON LAS INSTITUCIONES INTERVENIDAS Y EN LIQUIDACIÓN

Desde poco después de las quiebras, la Superintendencia se propuso resarcir en


lo posible a los depositantes cuyos recursos habían quedado congelados, por lo que
se prestó la mayor atención a los procesos de liquidación de los bancos. Además de
los grandes bancos quebrados, se desplegó un esfuerzo por reordenar los expedientes
de otras entidades en liquidación desde mucho antes, como el Banco Corporativo y
el Banco Hipotecario Panamericano.

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Para este programa fue contratada una firma de auditores externos, KPMG, a fin
de que determinara los valores de los activos y la condición de los bienes de los ban-
cos intervenidos y de sus deudas. En pocos meses se logró casi concluir esta labor;
empero, el proceso de pagos fue lento: en 2003 se hicieron pagos por 27.3 millones
de pesos y en 2004 por 17.7 millones, en lo fundamental provenientes de recursos
generados por los propios activos en liquidación.

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

ESTUDIO DE JESÚS CASTAÑO BOLQUE


SOBRE LA ACTUALIZACIÓN DEL MANUAL
DE CONTABILIDAD

Jesús Castaño Bolque preparó dos estudios técnicos como con-


tribución para este libro. El segundo trata acerca del Proyecto de
Actualización del Manual de Contabilidad, para la adecuación a
las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF).
A continuación se reproduce un extenso fragmento.

El objetivo que se busca con este proyecto es proporcionar a las enti-


dades supervisadas un instrumento técnico actualizado para el registro y
presentación contable uniforme de las transacciones y operaciones eco-
nómicas y financieras, fundamentado en las normas contables emitidas
por el organismo supervisor, las cuales están basadas en un alto grado en
las Normas Internacionales de Información Financiera, lo cual facilitará
la función de supervisión.
Con la actualización del Manual de Contabilidad se espera superar
las asimetrías existentes sobre los criterios que norman los registros, pre-
paración y presentación de la información financiera, como resultado de
las transacciones contables realizadas por las entidades financieras super-
visadas, motivado por los cambios que en los últimos tiempos han venido
experimentando los mercados financieros, los cuales podrían repercutir
en las principales variables macroeconómicas del país.
Además, para que las EIF procesen y reporten su información con-
table, siguiendo estándares uniformes de aceptación internacional que
faciliten conocer la exposición de los riesgos asumidos, el Manual deberá
considerar conceptos y principios básicos que permitan que dichas enti-
dades provean informaciones fiables para la toma de decisiones por los
usuarios del sistema.
La ejecutoria del proyecto por parte del organismo supervisor está
sustentada en la facultad que tiene para establecer planes de contabilidad

271

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

a la EIFyC, de acuerdo a lo estipulado en el artículo 54 de la Ley Monetaria


y Financiera de fecha 21 de noviembre de 2002. Además, la Superinten-
dencia ha emitido normas sobre la materia, como serían:

s Resolución No. 13-94 y sus modificaciones, en fecha


9-12-1994. Su implementación se inició el 1 de enero de
1995.
s Resolución No. 12-2001, de fecha 5 de diciembre de
2001, relativa al cambio de método contable de lo perci-
bido a lo devengado, donde se especifica que las EIFyC
deberán adaptar sus sistemas de contabilidad para que
a partir del 1 de enero de 2002, todos sus ingresos sean
reconocidos cuando se devenguen y no cuando se per-
ciban. En este sentido fueron emitidas las resoluciones
06-2002 y 7-2002, de 8 de marzo de 2002.
s Circular No. 12-05, emitida el 30 de septiembre de 2005,
donde se aprueba y pone en vigencia el “Instructivo para
la adecuación del Manual de Contabilidad para Institu-
ciones Financieras”, para que el mismo sirva de base
para introducir los cambios necesarios, conforme a las
nuevas regulaciones dictadas por la Autoridad Moneta-
ria y Financiera, a las Normas Internacionales de Infor-
mación Financiera, así como al Manual de Estadísticas
Monetarias del Fondo Monetario Internacional.
s Circular No. 7-08, emitida en fecha 28 de agosto de 2008,
que con sus modificaciones aprueba y pone en vigencia
el “Instructivo para la Clasificación, Valoración y Medi-
ción de las Inversiones en Instrumentos de Deuda”, para
que sirva de base a las entidades de intermediación fi-
nanciera para la adecuada valoración de sus inversiones.
s Resolución No. 1 - Acta 2010-004, sobre Adopción e Im-
plementación de las NIIF, emitida por la ICPARD, que
entrará en vigencia en 2014. Especifica que no es aplica-
ble a las EIF por ser un sector regulado y que no existe
inconveniente con los auditores externos para la adop-
ción de las NIIF.

272

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

El proyecto de modificación del Manual de Contabilidad se inició con


la elaboración de una matriz para comparar cada uno de los estándares
de las NIIF con la normativa vigente en el país. Sobre los resultados se
efectuó una autoevaluación de cumplimiento para cada uno de dichos
estándares, donde se identificaron las normas que han sido adoptadas,
las que han sido adoptadas parcialmente o las no adoptadas, con el fin de
determinar las posibles ventajas o dificultades existentes en el desarrollo
del proyecto de convergencia para avanzar en la transición a las Normas
Internacionales, considerando las normas prudenciales aplicadas por el
supervisor.
En cuanto a las normas específicas que conforman el marco contable
regulatorio para las EIF, se identificaron las siguientes:

s Manual de Contabilidad para Instituciones Financieras.


s Reglamento de Evaluación de Activos.
s Instructivo de Valoración de Inversiones.
s Instructivo de Activos Intangibles.

Asimismo, se incorporan las normas sobre criterios prudenciales de-


sarrolladas y que recogen, a través de la contabilidad, los efectos de la su-
pervisión consolidada, como el Reglamento de Elaboración y Publicación
de Estados Financieros Consolidados. Estos temas están íntimamente re-
lacionados y pueden proyectar una mejor visión de los objetivos a alcan-
zar con la puesta en vigencia del proyecto de modificación del Manual de
Contabilidad.
El desarrollo de este proyecto de plan de acción de modificación del
Manual de Contabilidad favorece en lo siguiente:

a. Lograr la aplicación de prácticas contables similares a nivel


regional, con criterios prudenciales homogeneizados para la su-
pervisión de las partidas que conforman los estados financieros.

b. Avanzar en el proceso de transición a las NIIF, considerando


sus últimas actualizaciones incorporadas.

c. Dar cumplimiento a los Principios Básicos de Basilea para una


Supervisión Bancaria Efectiva y avanzar en la implementación
de los Acuerdos de Capital I y II.

273

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

c.1 Facilitar la aplicación del nuevo enfoque de Supervi-


sión Basada en Riesgos.
c.2 Eficientizar la aplicación del Proceso de Supervisión
Consolidada y Transfronteriza.
c.3 Presentación y divulgación de informaciones en forma-
to estándar de estados financieros.

La elaboración del plan de acción, junto al desarrollo de temas com-


plementarios –como un Instructivo sobre Instrumentos Financieros De-
rivados, que modifica al Instructivo para la Clasificación, Valoración y
Medición de las Inversiones en Instrumentos de Deuda y Otros– están
enmarcados dentro del contexto de construcción del proyecto de armo-
nización de las normas contables y de supervisión aplicadas a los bancos y
demás entidades financieras en la región.

PRINCIPIOS DE LA SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS

Desde el mandato de Julio Cross, comenzó a mencionarse la necesidad de que


se adoptara un esquema global de supervisión, para que estuviese en condiciones
de prevenir con mejores instrumentos la ocurrencia de riesgos sistémicos o de sus
efectos devastadores sobre el conjunto de la economía. Era consecuencia del hecho
de que el país se había quedado rezagado tanto en las normativas de la supervisión
como en la eficiencia de su aplicación.
Los organismos internacionales fueron los más activos propugnadores de una
variación de los principios de la supervisión, por entender que en el área bancaria
radicaba el principal factor perturbador del desenvolvimiento económico. Los ase-
sores internacionales, especialmente los vinculados al Fondo Monetario, evaluaron
que la generalidad de formulaciones de la Ley Monetaria y Financiera y de los regla-
mentos inicialmente adoptados entre 2003 y 2004 respondía todavía a la supervisión
de cumplimiento, por lo que había que reformular la perspectiva metodológica
para pasar a la basada en riesgos.
La magnitud de las quiebras de 2003 había mostrado el peligro que representa-
ba la inestabilidad financiera en un país con débiles instituciones en gran parte de
sus ámbitos. De tal manera el cambio que debía experimentar la Superintendencia
de Bancos, en cuanto a los principios que debían regir sus atribuciones, quedaba

274

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

revestido de un alcance que envolvía el conjunto de la reproducción económica y


las posibilidades de una recuperación hacia futuro.
En otros términos, resultaba imperativo que la banca no siguiese expuesta a
riesgos tan flagrantes, por lo que el Estado tenía que fortalecer su capacidad regu-
latoria. Y el primer paso debía radicar en el ejercicio eficiente de la supervisión,
que permitiese obtener la información para compeler a los bancos a adecuarse a
las regulaciones. Los preceptos de la nueva metodología aceptaban la división entre
análisis de gabinete e inspección de campo; esta última debía tener por objeto eva-
luar los riesgos, a partir de la calidad de los activos en función de las ponderaciones
y clasificaciones requeridas. De tal manera, el sentido de la supervisión de campo
era proveer los insumos para un análisis de políticas y desempeños empresariales
que debían ser realizados en esa misma fase.
Era necesario, por consiguiente, que los nuevos principios acerca de los riesgos
se complementasen con una metodología de supervisión que los pudiese detectar
y que incorporase mecanismos para superar las prácticas incorrectas y aplicar san-
ciones. Muchos de estos principios ya estaban contemplados en la Ley Monetaria
y Financiera, por lo que procedía hacerlos operativos por medio de reglamentos e
insertarlos en un procedimiento de nuevo género de la supervisión.
El artículo 46 de la Ley Monetaria y Financiera ya establecía el requerimiento de
un patrimonio técnico mínimo en relación a los activos y operaciones ponderados
por los distintos tipos de riesgos enfrentados. En el reglamento sobre patrimonio
se estableció un mínimo de 10% de los activos ponderados por los tres principales
riesgos: el crediticio, el cambiario y el de tasa de interés.

*(  ;     N- S  .  5;   %    S   * 
+  N  ^$^ +&5  ,S 5,; 1.0

La visión global de la gestión de riesgos que proponía el nuevo paradigma im-


plicaba la evaluación de las instancias dirigentes de las entidades bancarias y la de-
terminación de sus propensiones a los riesgos en los negocios. Tal materia estaba
tratada en el artículo 55 de la ley, que le concedía relieve a la gestión interna de

275

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

las entidades de intermediación financiera al exigir sistemas de control de riesgos,


mecanismos de control interno y formulación de políticas administrativas llamadas
a garantizar la eficiencia en las operaciones, como en la calidad de los activos. En
suma, los bancos debían dotarse de manuales de procedimientos y de mecanismos
para disminuir los riesgos por razones gerenciales.
Algunos de los riesgos particulares debían ser objeto de ponderación especial,
como el de crédito, hasta entonces observado exclusivamente a partir de la sufi-
ciencia de provisiones, cuando según la nueva metodología se debían analizar las
políticas de crédito y su calidad. El núcleo de la atención debía trasladarse hacia la
verificación de la calidad de políticas a fin de avanzar “en el análisis y la evaluación
de las metodologías de otorgamiento crediticio ya sea en las carteras comerciales
para empresas como las carteras de personas (consumo hipotecario)”.23 Puesto que
las entidades de intermediación debían formular sus políticas administrativas para
aclarar las pautas de la concesión de créditos o de los proyectos de inversiones, era
de esperar que variasen muchos de sus parámetros de funcionamiento para pasar
a contar con sistemas de control de riesgos y control interno.
El establecimiento de una central de riesgos en la Superintendencia de Bancos,
alimentada por los informes periódicos de las propias entidades financieras y por los
resultados de las inspecciones y sus correspondientes análisis, estaba llamado a facilitar
la determinación de los índices de riesgos y las provisiones correspondientes, las
concentraciones de riesgos y los excesos de los límites individuales y a las partes
vinculadas.
En la Ley Monetaria y Financiera y sobre todo en el Reglamento de Concentra-
ción de Riesgos, ya se habían definido criterios para la determinación de grupos
de riesgos, como dos o más personas que estén vinculadas por vía patrimonial, por
parentesco o gestión, las sociedades con un controlador común o los que se presu-
mieran vinculados, todo lo cual quedaba sujeto a aplicación por parte de la Superin-
tendencia. Se consideró que la normativa existente sobre los límites de concesión de
créditos a partes vinculadas cumplía con los requerimientos del momento y se ajus-
taba a su reinserción en la metodología de la supervisión basada en riesgos. Como
se ha visto, ningún préstamo podía exceder el 10% del patrimonio, límite que se
podría incrementar hasta el 20% en caso de existir garantía hipotecaria en primer
rango. En cuanto a los créditos a partes vinculadas –que incluyen a los accionistas,
administradores, empleados y funcionarios, al igual que a sus familiares– no podrían
sobrepasar el 50% del patrimonio de la entidad. Por tanto, la nueva metodología
de supervisión comportaba una información exhaustiva acerca de las vinculaciones
entre los grupos financieros y de estos con el resto de los aparatos económicos.
Otra área capital de la nueva metodología radicaba en el plano internacional.
Todo el sistema de control de riesgos, por obligación, tenía que extenderse al ex-
terior y a la relación del país con otros, por lo que la consideración del riesgo país

23
Ibíd., p. 18.

276

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

quedaba incluida en la función de supervisión. Una de las implicaciones de esta


inclusión era identificar deudores en el extranjero.
Por igual, los Principios de Basilea de 1988 incorporaban el concepto de riesgo
de mercado, lo que fue contemplado en el artículo 55 de la Ley Monetaria y Fi-
nanciera y se desarrolló en el reglamento correspondiente. Se precisaba, en conse-
cuencia, un sistema de medición de esos riesgos que utilizase pruebas de estrés para
evaluar los probables escenarios ante situaciones imprevistas.
Se agregaba también el riesgo de liquidez, en cuya definición se había avanzado,
aunque todavía resultaba preciso lograr que los bancos trazaran estrategias para
conjurarlo. Básicamente, se había definido ya el ratio mínimo de liquidez en fun-
ción del vencimiento de los activos líquidos, que para los 30 días siguientes debía
mantenerse en 80% y para los 60 a 90 días en 70%. En el reglamento se habían es-
tipulado las definiciones de lugar y las pautas para establecer la exposición al riesgo
de liquidez por plazos. Por tanto, ya existía un punto de partida para la supervisión
de este aspecto, aunque no con la suficiente referencia a análisis de concentración
de los acreedores principales. Por ejemplo, hasta entonces los planes de contingen-
cia no tenían que ser remitidos a la Superintendencia.
Como era lógico esperar, se presentaron dificultades operativas a la implemen-
tación de los componentes del nuevo esquema. Se avanzó con un manual de super-
visión en riesgos, pero su magnitud dificultaba hacerlo operativo, lo que planteó la
necesidad de experimentar guías de inspección factibles de aplicar. Por el momento
se usaba una matriz de riesgos para las entidades, pero era necesario introducirle
nuevos componentes. En adición, ante el hecho de existir numerosas resoluciones
de la Junta Monetaria, que incluían reglamentos, circulares e instructivos, era nece-
sario uniformar las técnicas de supervisión.
Después de dos años de ejercicios se reportaba que “todavía el proceso de de-
terminación de riesgos resulta engorroso pues requiere muy altos niveles de coordi-
nación y de definición de temas de procedimientos […]”. Aún no se registraba un
seguimiento permanente de cada entidad, a menos que esta lo solicitara. Tampoco
se había logrado que los contactos se diesen a través de los puntos centrales de con-
tacto (PCC), y las revisiones extra situ no recibían normalmente las actas de los con-
sejos de administración de los bancos, juzgadas vitales para apreciar sus políticas.
Por último, la Superintendencia de Bancos requería obtener autorización para
desarrollar la supervisión consolidada. Diversos dispositivos debían montarse en tal
sentido, como a propósito de las relaciones con autoridades de otros países, para
poder avanzar al nuevo esquema de supervisión.

277

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

CUMPLIMIENTO DE LOS PRINCIPIOS DE BASILEA

Todo el programa de reestructuración del sistema financiero y de la función


de supervisión estuvo orientado por el propósito de que incorporara los preceptos
sobre prácticas bancarias adoptados en el Comité de Basilea.
Los acuerdos de Basilea habían experimentado dos fases. Los primeros se plas-
maron en pautas de 1988, entre las cuales la principal consistió en que los bancos
debían tener un volumen de capital de por lo menos 8% del valor de sus activos. En
teoría eso se venía cumpliendo en el país, aunque no otros elementos relacionados
con la homogenización en los requerimientos de solvencia. En su momento, esas
pautas habían sido suficientes para contribuir a afrontar los estremecimientos de los
sistemas financieros en América Latina, Asia y otras regiones.
Desde 1999, sin embargo, habían comenzado consultas para un segundo instru-
mento dirigido más específicamente a bancos internacionales. El acuerdo se presen-
tó en junio de 2004, alrededor de los diversos tipos de activos de riesgos, los com-
ponentes del funcionamiento de las Superintendencias y la disciplina del mercado
a través de la transparencia. Esta segunda fase respondió a las situaciones de vola-
tilidad de las finanzas internacionales, vinculadas a los procesos de desregulación y
globalización. Ante ello se requerían normas más sólidas sobre adecuación de capital.
“Los nuevos instrumentos financieros minimizaron las restricciones existentes y las
hicieron más sencillas de soslayar. Asimismo, contribuyeron a que los mercados fueran
más completos, ofreciendo más margen para la cobertura o la administración de
riesgos financieros”.24
A mediados de 2004 los reglamentos elaborados no habían logrado incorporar
los Principios de Basilea. De acuerdo a memorias ulteriores de la Superintendencia,
solo se cumplía a medias uno de los veinticinco principios entonces definidos por
el referido comité. El esfuerzo normativo posterior, en consecuencia, se orientó
a dar cumplimiento cabal a estos principios hacia el esquema integral basado en
riesgos. Se tenían expectativas sobre los efectos inmediatos que tendría la adopción
de Basilea II, en aspectos como la mejoría de los procedimientos de evaluación de
riesgos, nuevos modelos de riesgos en torno al sistema de gobierno corporativo, la
concienciación de la dirección, las herramientas de información y el uso obligado
de nuevas tecnologías de difícil empleo por instituciones pequeñas. Se esperaba que
en 2006 más del 50% de los activos bancarios calificaran en Basilea II y que a partir
de 2010 se incorporaran adicionales enfoques de avanzada.
Para mediados de 2006, conforme a Camilo, una evaluación de este proceso, lle-
vada a cabo por la asesoría del Office of the Superintendent of Financial Institutions
(OSFI) de Canadá, arrojó que ya se cumplían veinte de los veinticinco Principios
de Basilea.25 Entre los referidos a la supervisión, se cumplían de forma total cuatro

24
Ibíd., p. 17.
25
Ibíd., p. 4.

278

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

principios, los 3, 4, 5 y 10, relativos al marco legal de la supervisión, la autoridad para


revisar y rechazar transferencias de propiedad, la protección legal a supervisores y los
requisitos de que los préstamos de los bancos a empresas e individuos relacionados
fuesen monitoreados y provistos de medidas para controlar o minimizar los riesgos.
Siete principios se habían cumplido parcialmente, y solo dos no habían podido serlo:
el 2, que cada agencia bancaria tuviera independencia operacional; y el 6, acerca de
arreglos para compartir información entre supervisores de distintos países.

APROBACIÓN DEFINITIVA DE LAS NORMAS

El legado dejado por la administración de Cross fue recogido y proyectado por


su sucesor Camilo, quien decidió involucrarse personalmente en el conocimiento
de los reglamentos previamente sometidos a estudio y aprobación, en algunos ca-
sos de manera provisional. Durante cierto tiempo este esfuerzo acaparó el centro
de la atención de la Superintendencia, debido a que se barajaba la hipótesis, con
participación de algunos de los expertos extranjeros, de que la mega crisis bancaria
había tenido lugar tanto por factores políticos como por debilidades operativas e
insuficiencias de las pautas normativas. Al parecer, según refieren algunos de los
entrevistados, una parte de los reglamentos se habían aprobado con demasiada ce-
leridad, en lo que intervino la presión del Fondo Monetario y la necesidad de pro-
yectar una determinación rectificadora que insuflara confianza en los agentes del
mercado. Los dos últimos instrumentos aprobados bajo la gestión de Cross se anun-
ciaron apenas diez días antes del traspaso del gobierno al presidente Fernández y
la designación de Camilo: el 5 de agosto, la Junta Monetaria aprobó el Reglamento
sobre Auditores Externos y modificó el artículo 9 del Reglamento sobre Normas
Prudenciales de Adecuación Patrimonial, que había sido aprobado el 30 de mayo
de ese mismo año.26
Camilo tomó en consideración los trabajos realizados en los meses previos, pero
se propuso completarlos y sistematizarlos. A tal efecto, en 2005 procedió a fortalecer
el Departamento de Normas, a cuyo frente se colocó a José Núñez, un veterano lle-
gado a la institución en 1985. Esto formaba parte de un interés de continuidad ins-
titucional, ya que varios de los que tomaron protagonismo en la profundización de
los estudios y las soluciones provenían de una gestión anterior o, más bien, habían
tenido destacada participación en la Superintendencia pero habían sido cancelados
por razones políticas.
En las resoluciones de la Junta Monetaria de esa nueva etapa se observa una
continua atención al aspecto normativo del sistema financiero, por lo que fue
estableciendo modificaciones a artículos puntuales de algunos de los reglamentos o
bien procediendo a su aprobación “definitiva”.

26
Banco Central de la República Dominicana, Memoria 2004, Santo Domingo, s. f., pp. 37-38.

279

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

El 14 de octubre de 2004 se instruyó a las gerencias del Banco Central y la Super-


intendencia de Bancos para que procediesen a una revisión del Reglamento de Eva-
luación de Activos (REA), lo que abrió el proceso de perfeccionamiento en el sentido
indicado, dada su importancia cardinal. Fruto de lo anterior, el 23 de diciembre de
2004 la Junta Monetaria aprobó “en principio” el proyecto de dicho reglamento.
Únicamente quedaba pendiente la inclusión de sugerencias que habían surgido
en los intercambios con los “sectores interesados”.27 No tomó casi nada introducir
esos ajustes, ya que seis días después, el 29 de diciembre de 2004, la Junta Monetaria
aprobó y autorizó la publicación de la “versión definitiva del REA”.
Ese mismo día 29 de diciembre, la tercera resolución de la Junta Monetaria mo-
dificó el artículo 49 del Reglamento de Apertura y Funcionamiento de Entidades de
Intermediación Financiera y Oficinas de Representación, que había sido aprobado
el 11 de mayo de 2004.
El esfuerzo en cuestión se proyectó todavía más en 2005 con la aprobación de
nuevas normativas. El 10 de marzo de ese año, fue aprobada la publicación del pro-
yecto de Reglamento de Riesgos de Mercado, con el fin de recabar criterios de los
interesados. El objetivo principal de ese instrumento legal apuntaba a los riesgos de-
rivados de “operaciones activas y pasivas, por descalces de plazos y movimientos en
las tasas de interés y cambio”. En esa sesión se hizo lo mismo con el proyecto de Re-
glamento de Riesgo de Liquidez. El alcance de este último comprende la definición
de los lineamientos básicos que deberán observar las entidades de intermediación
financiera para evaluar la idoneidad del proceso gerencial de su manejo de liquidez
y los niveles de exposición al riesgo vinculado.28 También en esa sesión se estudió el
proyecto de Reglamento para la Preparación y Publicación de Estados Financieros
Consolidados. Como expresión de la celeridad con que trabajaban los técnicos de la
Superintendencia, el 29 de mayo la Junta Monetaria aprobó, “de manera definitiva”,
el Reglamento de Riesgo de Mercado.29
El 28 de abril, por medio de la tercera resolución de la Junta Monetaria, se apro-
bó una versión modificada del Reglamento de Supervisión en Base Consolidada,
que tiene por propósito “evaluar el riesgo global sobre la entidad de intermediación
financiera de que se trate para determinar las necesidades patrimoniales a nivel
agregado, sin perjuicio y en adición a las que le sean requeridas a dicha entidad a
nivel individual, no consolidado, por relaciones del patrimonio técnico […]”.30 Se
sobrentiende que su aplicación debía circunscribirse a las entidades que de alguna
manera controlen otras de apoyo, de servicios anexos o de otros géneros, o cuando
formen parte de un “grupo económico o financiero, con el que le corresponde
efectuar estados financieros consolidados […]”.

27
Ibíd., p. 40.
28
Ibíd., p. 127.
29
Ibíd., p. 37.
30
Ibíd., p. 128.

280

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

El mismo 28 de abril se autorizó la publicación, para fines de consulta, del pro-


yecto de Reglamento de Protección al Usuario de los Servicios Financieros, el cual
apunta a regularizar procedimientos en defensa de los derechos de los usuarios
en sus reclamaciones, “a manera de asegurar la equidad, salvaguardar la seguridad
jurídica y el respeto a los derechos […]”. Este reglamento fue aprobado finalmente
el 19 de enero de 2006.
El 20 de septiembre de 2005 se aprobó la versión final del Reglamento de aplica-
ción de la ley 92-04, que crea el programa excepcional para la prevención del riesgo
de las entidades de intermediación financiera. El 13 de octubre se conoció el pro-
yecto de Reglamento sobre Seguro de Fomento de Hipotecas Aseguradas (FHA),
con el propósito de promover el desarrollo de oportunidades de adquisición de
viviendas a los sectores de menor capacidad adquisitiva y con disminución del riesgo
crediticio de las entidades bancarias. El 22 de noviembre se aprobó un proyecto de
modificación de la ley 183-02, para dar cumplimiento a aspectos del acuerdo stand-
by con el Fondo Monetario Internacional.
El 8 de junio de 2006 se extendió el plazo para la entrada en vigencia de los
Reglamentos de Riesgos de Mercado y de Riesgos de Liquidez, para permitir que
las entidades pospusiesen los requerimientos de capital hasta el 30 de septiembre.
En los meses finales de 2006 se siguió la tarea. Primeramente, se aprobó de mane-
ra definitiva el Reglamento Cambiario, relativo a las operaciones en divisas. El 19 de
diciembre se aprobó una nueva versión del Reglamento sobre la Concentración de
Riesgos, que trata sobre “la determinación de los límites a la concentración de riesgos
del 10% y 20% del patrimonio técnico directo o indirecto, personas físicas o jurídicas
o grupos de riesgos”.31
En los años siguientes se siguieron introduciendo reformas, como la del REA,
de 14 de enero de 2008, relativa a qué préstamos serán clasificados como a mayores
y menores deudores y a microempresas, todo dirigido a favorecer a los pequeños
empresarios. Todavía hubo nuevas en este tenor: en fecha 18 de junio de 2009, por
sugerencia de la Asociación de Bancos Comerciales, se aumentó la categoría de ma-
yor deudor comercial a 10 millones de pesos, y de menor deudor a menos de la mi-
tad de esa cifra. Pero poco después, el 9 de julio, se volvió a establecer que el mayor
deudor era el que excedía los 15 millones de pesos. También se abrió una consulta
para la modificación al Reglamento de Normas Prudenciales de Adecuación Patri-
monial, que estaba en vigencia desde el 30 de marzo de 2004.

REVERSIÓN DE INDICADORES

La labor arriba vista se inscribía dentro de un propósito más amplio que pautó
la gestión de la Superintendencia de Bancos desde agosto de 2004. La clave radicó

31
Banco Central de la República Dominicana, Memoria 2006, p. 55.

281

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

en que contribuyese a la recuperación de la confianza de los agentes económicos


en el sistema financiero. Desde ese ángulo, dio pasos prácticos en sus relaciones con
los actores del sistema para hacerles llegar el mensaje de que existía una voluntad
de que se cumpliesen las disposiciones legales para restablecer la normalidad de
las transacciones financieras.32 El mismo Rafael Camilo anunció tales propósitos en
algunos discursos.
Parece fuera de dudas que estas actuaciones proactivas tuvieron incidencia en
la recuperación de las operaciones, lo que, a su vez, contribuyó a estimular el creci-
miento de la economía dominicana. Una porción de los agentes económicos recibió
favorablemente el cambio de gobierno de 2004, lo que se tradujo en un incremento
de los depósitos en la banca, partes de los cuales provenían del retorno de recursos
que anteriormente habían sido expatriados. Como expresión de esto, por ejemplo,
los depósitos de ahorro pasaron de 8,675 millones de pesos en 2003 a 11,130 millo-
nes en 2005. En términos más generales, el total de los pasivos de los intermediarios
no monetarios en las mismas fechas pasó de 69,448 millones a 97,922. La economía
dominicana, que había registrado una tasa de crecimiento negativo de 0.3% en
2003, exhibió un crecimiento acelerado de 9.3% en 2005. Este cambio de coyuntura
se expresó en la recomposición de la reserva monetaria, que había quedado en un
mínimo de 489 millones de dólares en 2003, y que saltó a 2,120 millones de dólares
en 2005.
Muchos ahorristas que habían sacado recursos de las entidades financieras e
incluso del país volvieron a mostrar confianza, estimulados por las elevadas tasas de
interés que continuaban vigentes para atraer depósitos, y que fueron registrando
una reducción paulatina en los años siguientes.
El efecto más visible fue la revaluación inmediata del peso dominicano, que se
estabilizó en alrededor de 28 pesos por dólar en 2005, para luego irse devaluando
lentamente en los años siguientes. Esa evolución contribuyó a incrementar la por-
ción de las transacciones financieras realizadas en moneda nacional, por cuanto los
agentes habían recuperado confianza en ella.

NUEVO PERSONAL Y ASESORÍA INTERNACIONAL

Para que las normativas pudiesen ser aplicadas debidamente, se juzgó requisito
indispensable un nuevo reforzamiento de la calificación del personal técnico. Ra-
fael Camilo procedió a ingresar decenas de técnicos jóvenes, muchos de ellos recién
graduados, principalmente de universidades privadas. Algunos fueron colocados en
posiciones elevadas, de manera que se produjo un cambio en el estrato de mando
y, más en general, en el personal técnico. Aunque no se puede decir que estuviese
ausente una perspectiva política, hubo esmero en que los reclutamientos se hiciesen

32
Apreciación de Jesús Geraldo Martínez en entrevista de 7 de agosto de 2012.

282

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

de acuerdo a criterios de calidad. Por la misma razón, fueron respetadas las per-
sonas calificadas que venían laborando desde administraciones anteriores. Camilo
mostró una voluntad de conjugar la continuidad de lo logrado con el imperativo de
la innovación.
Con tales propósitos se vio la conveniencia de renovar las asesorías internaciona-
les. En este momento la más importante fue la obtenida de la Oficina Supervisora
de Canadá, la OSFI, considerada una de las mejores del mundo. Varios técnicos
canadienses se trasladaron al país para intervenir directamente en las tareas de re-
composición institucional.
Uno de los retos más difíciles que hubo que afrontar fue llevar a las entidades
financieras a incrementar los niveles de cumplimiento de las normativas. Las debili-
dades se concentraban principalmente en las entidades pequeñas, como los agentes
de cambio y las corporaciones de crédito. Con vistas a superar esta situación, se
desplegó un esfuerzo de capacitación de funcionarios y empleados de las entidades
intermediarias, entre otras cosas con el propósito de que se mejorara la preparación
de los datos contenidos en los informes que deben rendir a la Superintendencia.
En el mismo tenor, se dispuso el establecimiento de nuevos tipos de sanciones
por incumplimientos de normativas o por deficiencias en la calidad de la informa-
ción proporcionada. De tal manera, las tareas formativas, la asesoría y las sanciones
pasaron a ir de la mano.

PUESTA EN VIGENCIA DE LA SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS

El trasfondo de lo arriba visto radicaba en una modificación conceptual de la su-


pervisión. Antes de la década postrera del siglo xx, se había mantenido un esquema
básico que provenía de 50 años antes. Paulatinamente, como se ha insistido, el país
se había quedado aislado de los avances internacionales en los procedimientos de
supervisión bancaria. En palabras de Rafael Camilo, cuando él llegó en 2004, cada
banco se relacionaba de una manera bastante discrecional con la Superintendencia,
a menudo aportaba información limitada y no cumplía numerosos componentes
de las normativas. Para superar esta debilidad, que constituía un eslabón frágil del
sistema financiero, se requería transitar hacia un nuevo modelo.
Lo que pautaba la adecuación de la supervisión a los estándares internacionales
establecidos, como se ha visto, era el cumplimiento de los Principios de Basilea. En
2004, según el informe del Fondo Monetario Internacional, en el país no se cumplía
ninguno de esos preceptos.
Los esfuerzos normativos examinados tenían por propósito, precisamente, avan-
zar en tal sentido mediante la aplicación de la Ley Monetaria y Financiera, lo cual,
a su vez, requería actualizar las disposiciones de esta. Por ejemplo, la versión inicial
del Reglamento de Evaluación de Activos evaluaba la cartera de los bancos única-
mente por la morosidad o el historial de pagos y no por la solvencia del prestatario,

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

como ya estaba formulado en los Principios de Basilea. Con replanteos de ese género
se contribuía a trasparentar los estados financieros de las empresas.33
Camilo acogió en su totalidad los principios de la supervisión basada en riesgos y
creó las condiciones de capital humano para su puesta en práctica, fortaleciéndose
su aplicación integral y la sistematización de sus componentes durante la gestión
de Haivanjoe NG Cortiñas. En 2008, después de cuatro años de gestión de Camilo,
18 preceptos se cumplían parcialmente y dos de manera total. A juicio de Camilo
y Montes de Oca, el cumplimiento parcial se debió a que con anterioridad no se
observaba ninguno de los principios, además de restricciones que se desprenden de
la Ley Monetaria y Financiera.

             5   2%       $ @   
* ;   $    

Gracias a los avances y la superación de dificultades, de todo el proceso de reno-


vación salió la puesta en marcha del esquema global de supervisión basada en ries-
gos, que después de fases preparatorias comenzó a ponerse en ejecución en 2009.
Puede aseverarse que la aplicación de este modelo de supervisión ha constituido la
innovación más relevante en el funcionamiento de la Superintendencia durante las
últimas décadas.
Tras estudios y pruebas, en 2010 se adoptó la implementación de la metodología
por medio de un documento que sistematiza sus componentes claves.34 En él se de-
fine el esquema a partir de las nociones de riesgos inherentes, calidad de gestión de
riesgo, riesgo neto, riesgo neto global y riesgo compuesto, todas las cuales confluyen
en una matriz de riesgo y en las partes del proceso de supervisión. Están supuestas

33
Información de Luis Montes de Oca, en entrevista junto con Rafael Camilo, 10 de septiembre
de 2012.
34
Superintendencia de Bancos, Proyecto marco de supervisión de entidades de intermediación financiera,
Santo Domingo, 2010.

284

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

a observarse las tendencias de mejorías o deterioros y la calificación del riesgo neto


global entre baja y alta. El riesgo compuesto refleja la solidez y solvencia de las
entidades de intermediación financiera. Todo el proceso opera a través de los pun-
tos de contacto de la Superintendencia (PCC).

$ @         ) '  

Como ha explicado NG Cortiñas, esto “ha implicado pasar de un esquema de


cumplimiento, caracterizado por un enfoque correctivo/reactivo, orientado hacia
la verificación del cumplimiento
de la normativa, con un nivel de
exigencia mediano/bajo para la
gestión interna, gobierno corpo-
rativo de las instituciones y califi-
cación de los supervisores, donde
la vigilancia del mercado era me-
nos necesaria, la asignación de los
recursos de supervisión era poco
flexible y la adaptación a cam-
bios e innovación relativamente
*( . . ;    El Día;  2@ #S
baja”.35
 G+%-@  @   5 S  Esta metodología busca opti-
  mizar la solidez de las instituciones

35
Palabras de Haivanjoe NG Cortiñas en el seminario sobre Supervisión Basada en Riesgos, noviembre
de 2011, p. 2.

285

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

financieras mediante la definición de lineamientos mínimos que deben acatar. En tal


sentido, ellas deben gestionar sus riesgos por sí mismas, tratando de salvaguardar los
recursos del público. De tal manera, la labor supervisora se centra en dar seguimien-
to a las estrategias de gestión de riesgos de cada una de las entidades financieras.
Por lo tanto, lo más importante en la metodología radica en diseñar sistemas de
evaluación que permitan ubicar, prevenir y reducir los efectos coyunturales desfavo-
rables sobre el sistema financiero en su totalidad y de sus entidades por separado.
La función de la Superintendencia se traslada más bien al ámbito de la aplicación
de esos mecanismos y sistemas preventivos y paliativos.
Todo ello comporta el requisito de establecer los contextos para la identificación
de los riesgos que conlleva la actividad financiera. En consecuencia, el énfasis de las
tareas de supervisión se ha desplazado desde una revisión a posteriori, restringida a lo
acontecido, hacia un enfoque preventivo, con una metodología operativa capaz de
evaluar la solidez de cada entidad, el contexto financiero, los riesgos envueltos y los
procedimientos de gestión, con el objetivo de definir un perfil de riesgos.
Se asume que este enfoque contribuye mucho mejor que el anterior a preservar
la estabilidad del sistema financiero y de sus entidades por separado, adopta una
perspectiva internacional, incorpora la prevención, la respuesta a los riesgos y pone
el énfasis en áreas críticas que requieren un nivel de revisión detallado. Por tanto,
no descarta componentes del sistema tradicional de supervisión, pero los amplía y
los complementa. Sobre todo adopta la perspectiva futura para ayudar a las entida-
des a sortear situaciones adversas originadas, no en sus propias debilidades, sino en
evoluciones del ámbito macroeconómico.
Ante todo, el modelo basado en riesgos contiene una dimensión integral y pre-
ventiva, como lo pone de relieve NG Cortiñas en la conferencia citada, por cuanto
“incorpora la revisión de todos los riesgos relevantes a cada entidad; y es preventivo,
dado que […] procura predecir situaciones de debilidad respecto a la gestión de
riesgos y controles internos promoviendo su corrección y continuo mejoramiento”.36
Siempre de acuerdo a NG Cortiñas, el modelo se sustenta en tres pilares bási-
cos: 1) requerimientos mínimos de capital basados en riesgo; 2) evaluación de la
autoridad supervisora dirigida a revisar y analizar los riesgos que asume la entidad y
la gestión que realiza de estos, y 3) estímulo de la disciplina del mercado y transpa-
rencia de la información relativa a la situación de las entidades que llega al público.
Con la supervisión basada en el cumplimiento no había posibilidad de adoptar
mecanismos preventivos. En cambio, la supervisión basada en riesgos facilita una
acción proactiva de la supervisión, que, al detectar situaciones problemáticas, pro-
cede a trasladar técnicos a la propia entidad para formular recomendaciones que
permitan superarlas.
Con esta variación, se dejó de girar alrededor del concepto de la inspección para
trasladarse al del análisis. Este replanteo sustantivo se manifestó en todos los órdenes

36
Ibídem.

286

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

de la organización interna, los programas generales, los objetivos institucionales


puntuales y las acciones de los colectivos de técnicos.
La puesta en vigencia de este esquema supuso un arduo esfuerzo de diseño de
instrumentos, que concentró la atención de una parte del personal más calificado
durante años. El punto crucial radicó en la definición de matrices de riesgos para
cada tipo de entidad de intermediación, en las que se definen sus actividades prin-
cipales y los riesgos que comportan. Consecuentemente, se debieron establecer los
parámetros para las inspecciones y las guías correspondientes para cada actividad
significativa. La focalización en el análisis que implica esta nueva metodología re-
quiere del montaje de una información sistemática proveniente del conjunto de
datos, como estados financieros, auditorías, informes especiales, resultados de ins-
pecciones, etc.
Los principales riesgos que se toman en consideración al implementarse la meto-
dología son los de crédito, mercado, liquidez, operacional y estratégico. Asimismo,
se segmenta el tipo de riesgos por ramas de actividad, con “las funciones de control,
la calidad de las utilidades y la suficiencia de capital de las entidades, determinando
el nivel de riesgo compuesto y su tendencia”.37 Por otra parte, se diseñó una detalla-
da mecánica de evaluación de los créditos, el historial de los deudores y la relación
de todo ello con el Reglamento de Evaluación de Activos. Por último, este modelo
de supervisión tiene la importancia de incorporar los componentes transfronterizos
y de gobierno corporativo de los grupos económicos, para obtener una dimensión
más cabal del riesgo.
Su puesta en funcionamiento ha requerido múltiples desarrollos institucionales,
por lo cual no fue posible completar de inmediato su aplicación después que pasó a
ser el referente normativo. Se ha requerido de una fase de transición con duración
de alrededor de cinco años. Lo primero a resolver fue la recomposición de la estruc-
tura orgánica de la Superintendencia, cuyo punto nodal radicó en la eliminación
de las diferencias entre los técnicos dedicados a la supervisión in situ y extra situ.
También, como se observará en un próximo acápite acerca del organigrama, ha
implicado la creación de nuevos departamentos que, precisamente, se encargan de
las diversas facetas del análisis sobre riesgos.
Un segundo requerimiento ha sido la recalificación del personal técnico, ya que
la supervisión supera el estadio de la pasiva evaluación ulterior para centrarse en el
análisis prospectivo que debe establecer relaciones con las posibilidades de evolu-
ción de la economía. En consecuencia, se aduce razonablemente que este modelo
requiere ser acompañado de un “cambio cultural” en la formación del personal,
puesto que este debe estar abierto a operar de manera próxima a las instituciones.
Se ha seguido avanzando en tales direcciones. A medida que pasa el tiempo, se
amplían los requisitos de Basilea, principalmente por efecto de la situación econó-
mica internacional, uno de cuyos componentes arranca de los problemas surgidos

37
Ibíd., p. 5.

287

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

en la banca de los Estados Unidos. En la actualidad comienza a regir una tercera


versión más compleja de tales principios.
Para 2012, al concluir la gestión de NG Cortiñas, se había logrado mucho. A
mediados de ese año cumplieron todos los puntos de Basilea I y una buena porción
de los de Basilea II. En la adopción de los preceptos de Basilea III la República Do-
minicana ha venido avanzando de manera más resuelta que los demás países de la
América Latina, lo que ofrece una señal de la condición innovadora que muestra la
Superintendencia de Bancos en el escenario dominicano.

ACTITUDES DE LA BANCA

Los efectos de la crisis de 2003, las nuevas cláusulas de supervisión, el entorno


internacional y dinamismo macroeconómico han incidido en un cambio de posi-
ción en las instancias dirigentes de la intermediación financiera. Se ha producido
una toma de conciencia de los riesgos que entrañan prácticas como la doble con-
tabilidad o los préstamos a vinculados sin la suficiente garantía. Las liquidaciones
de bancos y la condena judicial y apresamiento de algunos de los directivos que
incurrieron en tales prácticas llevaron a un acrecentamiento de las precauciones, a
lo que se suman las sanciones a los infractores previstas en la Ley Monetaria y Finan-
ciera y sus reglamentos.
Tal cambio de actitud no es ajeno al hecho de que después de la mega crisis no
se haya producido la quiebra de ningún banco de gran tamaño. Las liquidaciones
de entidades pequeñas se han realizado sin que supongan alteraciones del desen-
volvimiento del sistema financiero. El fraude cometido en el Banco del Progreso,
como se verá más abajo, pudo solucionarse sin necesidad de intervenir la entidad,
gracias a la disposición de una parte de los accionistas a hacer los aportes de capital
faltantes. Desde la quiebra del Banco de Santo Domingo, los ciclos de la banca que
concluían en crisis habían durado algo más de diez años. Las prospectivas indican
que los actuales esquemas de supervisión contribuyen más que antes a prevenir co-
yunturas críticas.
En opinión de José Manuel López Valdés, presidente de la Asociación de Bancos
de la República Dominicana, los ejecutivos bancarios han llegado a la conclusión de
que la relación estrecha con el sector público les resulta beneficiosa.38 La Asociación
de Bancos, como es lo usual en las organizaciones empresariales, tiene por propósi-
to la defensa de los intereses particulares del sector, pero los asocia a la condición de
desempeño conforme a las buenas prácticas bancarias. En función de tal principio,
la Asociación de Bancos se ha compenetrado con los propósitos de reformas que
han animado a las últimas administraciones de la Superintendencia, al entender
que contribuyen a aumentar las garantías para la estabilidad financiera. Aprecia el

38
Entrevista con José Manuel López Valdés.

288

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

nivel de tecnificación alcanzado en los años recientes como un logro que repercute
a favor de la propia banca.
Según detalla López Valdés, un resultado del proceso de reformas ha sido forta-
lecer la relación entre la Asociación de Bancos y los órganos de la autoridad mone-
taria y financiera, lo que se extiende a una fluida comunicación con el Congreso de
la República. Esta disposición ha estado motivada por la apertura de la Superinten-
dencia a evaluar los problemas con la Asociación y con los banqueros por separado,
en aras de encontrar soluciones mutuamente convenientes a los sectores público y
privado. En la actualidad existe un plan de trabajo permanente entre la Superinten-
dencia y la Asociación de Bancos, que contempla la participación de las entidades
financieras por separado. Por ejemplo, uno de los temas principales que es motivo de
consultas en el presente es el relativo al establecimiento de un reglamento acerca del
uso de las tarjetas de crédito. Se intercambian opiniones con el fin de consensuarlas.

*          2@ #S G+  *(  I 
   J1 3' . 5 3;-. L 5' ;L. );    

Al parecer, el cambio de la tónica en la relación formal entre los sectores público


y privado se produjo a raíz de la crisis de 2003, cuando ambas partes captaron que
debían colaborar. Acota López Valdés que anteriormente no se tomaban en cuenta
suficientemente los criterios de la Asociación de Bancos. La gravedad de lo aconteci-
do con la quiebra de Baninter demandó acciones enérgicas y la colaboración activa
entre las partes, que incluían concesiones que anteriormente no se producían. En
particular, destaca, la banca asumió los sacrificios que conllevaba la capitalización
acelerada que exigían los organismos internacionales con el fin de elevar los niveles
de cumplimiento de las normas prudenciales.

289

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Aunque la banca apoyó, a juicio del entrevistado, las reformas implantadas des-
de finales de 2003, es criterio compartido del sector que al retornarse a la normali-
dad unos años después las normas debieran ser objeto de flexibilización. En aquel
momento se argumentó, frente a las presiones del FMI, que el grueso de los bancos
que no quebraron estaban fundamentalmente bien gestionados. Explica que ante-
riormente los bancos no constituían las reservas requeridas por considerar que esas
regulaciones se dirigían solo a las financieras de desarrollo, al ser sus créditos los
menos seguros, y que la posposición del cumplimiento de algunas de las normas en
la década de 1990 se debió sobre todo a consideraciones fiscales.
En la actualidad el sector bancario considera fundamental que se respeten tasas
correctas de beneficios, que vincula con la confianza del público y el mantenimien-
to del capital en el área. Empero, comunica López Valdés, en la actualidad la banca
resiente una presión tributaria que juzga excesiva: aproximadamente el 60% de sus
utilidades se transfiere al fisco por medio de seis tipos de gravámenes. En especial,
se juzga como un problema la prolongación del impuesto del 1% sobre el monto
de los activos de los bancos, puesto que amenaza la rentabilidad y la competitividad.
En conclusión, se desprende que la banca solicita el replanteo de algunas de las
normas que acepta como necesarias en un momento de conmoción, pero que en las
condiciones actuales de normalidad no deben sostenerse.

LA GESTIÓN DE HAIVANJOE NG CORTIÑAS

El nuevo superintendente Haivanjoe NG Cor-


tiñas, nombrado el 26 de mayo de 2009, encon-
tró un panorama propicio para la consecución
de objetivos ulteriores, después que se había pro-
ducido la estabilización del sistema financiero y
continuaba un empuje dinámico de la economía
nacional. Como programa, se planteó articular el
desarrollo de los instrumentos regulatorios con la
adopción de los dispositivos necesarios para su im-
plementación. Esto se centraba en profundizar el
cumplimiento de la Ley Monetaria y Financiera y
sus reglamentos, así como las disposiciones que se
desprenden de circulares, instructivos e informes
de inspección.
Tal especificación de las metas fue asumida a
2@ #S G
través de la prioridad concedida a la modificación
del patrón de la supervisión. Lo que se había esbozado ligeramente con Cross y
empezó a cobrar cuerpo con Camilo, tomó visos de aplicación sistemática bajo la
gestión de NG Cortiñas: la aplicación de la supervisión basada en riesgos.

290

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

A pesar de que la decisión de avanzar en tal dirección se enunció en el mismo


2009, hubo que esperar cerca de dos años para que se tornase una realidad. En
efecto, durante 2011 y 2012 se estuvo poniendo en práctica un plan piloto de imple-
mentación de los preceptos del modelo de supervisión basado en riesgos. El asunto
es complejo por cuanto este esquema, todavía novedoso en el país, no desecha el de
cumplimientos, sino que más bien lo complementa. NG Cortiñas operó de acuerdo
a un concepto propio de los laboratorios, que comportaba retomar y reciclar los
aspectos reivindicables del anterior modelo para viabilizar el nuevo y dotarlo de sus
potencialidades.

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En lo que toca a la inspección, se ha puesto énfasis en la evaluación de lo cualita-


tivo, vista como un estadio superior de la supervisión por cuanto analiza la naturale-
za de la entidad de intermediación y su forma de operar. Tal matiz se ha desplegado
sobre todo a partir de inicios de 2012, con las inspecciones realizadas a la mayoría
de las entidades de intermediación financiera. Al momento en que concluyó la ges-
tión de NG Cortiñas únicamente habían quedado fuera unas pocas entidades de
pequeñas dimensiones. Así, el 96% de los activos del sistema financiero fue objeto
de evaluación en la primera mitad de 2012.
Igual o más importante en esta gestión fue el fortalecimiento institucional. Jesús
Geraldo Martínez visualiza que Camilo se había centrado en lo “externo”, es decir,

291

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

en los aspectos fundamentales que demandaba la situación económica y financiera


predominante, tales como restaurar la confianza de los agentes económicos en el sis-
tema financiero dominicano, el cumplimiento del acuerdo con el Fondo Monetario
y de los principios básicos de Basilea, la recapitalización de las entidades bancarias,
la depuración y el saneamiento de las entidades financieras, el salvamento exitoso
del Banco del Progreso, así como la elaboración, revisión y puesta en vigencia de las
normativas derivadas de la Ley Monetaria y Financiera, las cuales sentaron las bases
para la supervisión basada en riesgo. Por su parte, la gestión de NG se concentró en
lo “interno”, lo que quedó plasmado en lo institucional, el reordenamiento de la es-
tructura organizacional acorde al nuevo modelo de supervisión, la implementación
de procedimientos novedosos, el establecimiento de mecanismos de control más ex-
haustivos, el desarrollo de instrumentos regulatorios y la preocupación primordial
por la transparencia, además de la consolidación de los aspectos relativos al fortale-
cimiento del sistema financiero y el perfeccionamiento del esquema de supervisión
basada en riesgos iniciado por Camilo.
Conviene destacar que se mantuvo el impulso hacia la calificación técnica del
personal, de manera que el empeño del predecesor en este terreno logró proyectarse.
Se estudió una adaptación de la Superintendencia para que sus departamentos y
secciones estén acordes con el modelo de supervisión basado en riesgos, lo que im-
plica el realce del análisis sobre la inspección y, dentro de esta, la de gabinete sobre
la que se lleva a cabo in situ. Aquí se involucra un tema que continúa en debate, por
cuanto algunos técnicos experimentados siguen pensando que la supervisión debe
seguir siendo preponderante, mientras que la función del análisis debe residir en
complementarla.39
Como se observa en el organigrama vigente, se han ido agregando funciones
especializadas a lo que antes era restrictivo a la inspección. El siguiente acápite
revisa las funciones de estos nuevos departamentos, que responden a la compleji-
zación del sistema financiero en una economía de mayor dimensión. Es el caso del
peso que se le ha concedido a la supervisión cambiaria, en un contexto en que las
transacciones de divisas se encuentran en el centro de los sectores más dinámicos,
como las zonas francas, el turismo y las telecomunicaciones. En torno a este tema
también se suscitan divergencias, a partir del punto de vista de que la supervisión
cambiaria no debe ser potestad de la Superintendencia de Bancos, por cuanto el
riesgo cambiario es uno más y, en general, lo cambiario es una materia monetaria.40

39
Notas de Luis Montes de Oca.
40
Ibídem.

292

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

ORGANIGRAMA ACTUAL

La Ley Monetaria y Financiera 183-02 definió una modificación de la estructura


general de la institución en los órdenes legal, técnico y administrativo. Se volvió al
criterio de la organización departamental y se dividieron los asesores por competen-
cias específicas. Por último, el mando superior quedó dividido en superintendente,
intendente, gerente y contralor.

s Superintendente de Bancos.
s Intendente.
s Gerente.
s Contralor.
s Asesor General.
s Asesores Técnicos.
s Asesor del Intendente.
s Asesor del Gerente.
s Asesor Económico.
Directores de Departamentos:
s Normas y Estudios.
s Inspección.
s Análisis Financiero.
s Supervisión Bancaria.
s Inteligencia Financiera.
s Secretaría y Comunicaciones.
s Administrativo.
s Sistemas y Tecnología.
s Recursos Humanos.
s Financiero.
s Proyectos y Relaciones Internacionales.
s Región Norte.
s Programa Instituciones Intervenidas y en Liquidación.
Consultor Jurídico.

Aunque dentro de parámetros básicos, se asistió en esos años a modificacio-


nes en la división de los departamentos, lo que respondía a la necesidad de tornar
compatible la estructura con los requerimientos funcionales arriba expuestos. Entre
2005 y 2006 se produjo un cambio, por medio del cual se eliminó el Departamen-
to de Análisis Financiero y se retomó la supervisión in y extra situ. En 2009 hubo
otro, consistente en la división del Departamento de Normas en Normas, Registro
y Autorizaciones. Asimismo se convirtió el Departamento de Riesgo e Información
Financiera en Departamento de Gestión de Riesgo.41
41
Notas de Luis Montes de Oca.

293

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

Esta estructura permaneció hasta inicios de 2012. En ese momento se eliminó


el cargo de contralor, sustituido por el subgerente. Se ha establecido que el gerente
opere como un coordinador de los departamentos técnicos y el subgerente de los
administrativos. Entre los departamentos más novedosos del actual organigrama se
encuentran los de Prevención de Lavado de Activos y Crímenes Financieros, Sancio-
nes, Registros y Autorizaciones y Protección a Usuarios. Por otra parte, la supervi-
sión se dividió en dos departamentos.
De acuerdo a la última memoria institucional anual, correspondiente a 2011, las
funciones de los departamentos son las siguientes.

s Departamentos de Supervisión I y II. Se ha preferido dividirlos


para que cada uno comprenda seis grupos de supervisores con
idénticas funciones. La supervisión se hace de acuerdo a la meto-
dología basada en riesgos, por lo cual se planifica según la situa-
ción de las instituciones. Se observa la suficiencia de capital, la
calidad de las utilidades y los riesgos inherentes, particularmente
de crédito, operacional, de mercado, de liquidez y estratégico.
Los resultados de las inspecciones se discuten por actividades y
se establecen coordinaciones con otros departamentos técnicos
para el flujo de información y la profundidad de las evaluaciones.

s Departamento de Sanciones. Depende de las informaciones pro-


venientes de otros departamentos técnicos, y en muchos casos
ellos son los que inician los procesos. El departamento debe
proponer al superintendente y a otras instancias superiores la
sanción que procede. Tiene una comisión para infracciones gra-
ves y muy graves. Ha tratado de tomar una línea proactiva en el
levantamiento de información y el análisis.

s Departamento de Gestión de Riesgos y Estudios. Se encarga de le-


vantar la información estadística y publicarla conforme a criterios
metodológicos definidos. Debe también revisar los análisis rela-
cionados con la realización de funciones de la institución, al igual
que acerca de la evolución económica y financiera del país. Los
análisis e informes tocan tanto aspectos específicos como genera-
les sobre variables financieras, indicadores microprudenciales y
niveles de riesgos, todo en vinculación con el entorno económico
del país y del exterior. Entre los análisis que realiza se encuentran
las pruebas de estrés, nivel de bancarización, riesgo de cartera de
crédito por sectores económicos y análisis de coyuntura, además
de informes de riesgos temporales según tipos de entidades finan-
cieras. Lleva un Centro de Información Financiera y mantiene la

295

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Página Web con informaciones actualizadas en beneficio de los


usuarios.

s Departamento de Normas. Se compone de una división de Normas


y otra de Registro de Auditores. Se coordina con la Consultoría Ju-
rídica en lo que respecta a la preparación de normativas. Elabora
proyectos y se integra a comisiones para conocer las propuestas
acerca de leyes, reglamentos y otros documentos. Participa en la
elaboración de instrumentos de registros contables, manuales,
etc. También confecciona circulares de diversos tipos para la apli-
cación de los principios de las funciones. La división de Registro
de Auditores evalúa la calidad de los trabajos de las firmas de au-
ditoría para que se adapten a los requerimientos internacionales.
La Superintendencia no solo regula, sino que aprueba el desem-
peño de los auditores.

s Departamento de Registro y Autorizaciones. Fue creado el 29 de


julio de 2009 por circular interna del superintendente NG Cortiñas.
Evalúa las solicitudes de registro y aprobación de las entidades
de intermediación financiera y cambiaria, así como lo relaciona-
do con la apertura de oficinas y sucursales, aumentos de capital,
campañas publicitarias y nuevos productos financieros. Para dar
seguimiento a esos procesos lleva un registro de las entidades, con
resúmenes de las acciones institucionales de cada una de ellas.
Por último, lleva un formulario con las entidades inhabilitadas y
otro con las de apoyo y servicios conexos.

s Departamento Legal. Trabaja en la elaboración de propuestas


sobre leyes, reglamentos y sus modificaciones. A menudo coor-
dina acciones con otros departamentos y con personal de otras
dependencias del Estado. Representa a la Superintendencia ante
las organizaciones de la sociedad civil, las empresas, las institucio-
nes estatales, etc. Toma el protagonismo en situaciones de litigios,
emisión de opiniones y el examen de los instrumentos y actos
legales de las entidades, como estatutos, fusiones, operaciones de
valores, etc.

s Departamento de Prevención de Lavado de Activos y Crímenes


Financieros. Por su relevancia, novedad y la amplitud de sus labo-
res, las mismas se explican en un acápite aparte. Pero, en breve,
lleva estadísticas, dirige el intercambio de información, elabora
reportes de operaciones sospechosas y de transacciones monetarias.

296

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

s Departamento de Protección al Usuario. También por su nove-


dad se le ha dedicado un acápite especial. De todas maneras, se
encarga de una actitud proactiva de cara al público que utiliza los
servicios de las instituciones financieras, de forma que tenga la
información acerca de las regulaciones legales y los instrumentos
vigentes sobre temas que interesen.

NUEVOS DEPARTAMENTOS

Algunos de los aspectos más destacados de la modernización vinculada a las res-


puestas a la crisis de 2003 se han producido a través de la innovación que comporta
la puesta en vigencia de nuevas funciones que se compadecen con la complejización
del sistema y los requerimientos de servir al público, particularmente en la provisión
de información y asesoramiento en asuntos bancarios. La capacidad de innovación
que ha mostrado la Superintendencia se plasma en los alcances que han logrado las
tareas de los departamentos de Prevención de Lavados y de Protección al Usuario.
Las actividades que estos departamentos despliegan evidencian el impacto que ha
tenido la modernización de las funciones de la institución en la economía, la vida
social y la cotidianidad de los dominicanos.
El primer departamento creado en razón de las nuevas circunstancias fue el que
desde hace unos años se denominaba de Inteligencia Financiera. En realidad no surgió
de inmediato como departamento, sino que fue ganando terreno a medida que se
ponía de relieve su importancia y se creaban las condiciones de fortalecimiento de
las tareas. Los prolegómenos se remontan a 1999, bajo la gestión de Vicente Ben-
goa, cuando se creó la Unidad de Inteligencia Financiera. Años después, Alberto
Atallah dispuso que el área fuera elevada a la categoría de división. En noviembre de
2003 Julio Cross consideró que debía pasar a ser un departamento. Rafael Camilo lo
mantuvo como tal, pero le varió la denominación por Departamento de Prevención
de Lavado y Crímenes Financieros.42
Los cambios de titulares y las intervenciones de influencias políticas no contra-
vinieron el fortalecimiento de esa área. Todos los superintendentes estuvieron de
acuerdo en prestarle la atención debida, profesionalizar a sus encargados y conce-
derles el apoyo requerido. Como expresión de ello, Heyromi Castro ha permanecido
al frente de la actividad desde hace años, después de agotar otras etapas, incluida
una estadía en el Banco Central.
Este departamento evalúa las operaciones de lavado de activos. Se norma por las
cláusulas contenidas en la ley 72-02 sobre este delito, pero también se aplican otros
instrumentos legales, como el decreto 288-96, que se refiere a la ley 17-95 sobre el
tráfico de drogas.

42
Entrevista con Heyromi Castro.

297

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65 AÑOS DE HISTORIA.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.

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DP
REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

En estas regulaciones legales se ha introducido un concepto novedoso, que tipi-


fica la tenencia de dinero de origen ilícito como crimen grave, por lo que supone
una pena mínima de tres años de cárcel. En diversas leyes se estipulan criterios que
aseguran el castigo del lavado; la Ley Monetaria y Financiera prevé un máximo
de cinco años de cárcel, pero otras estipulan que la pena por ese delito puede llegar
a veinte años.
La vigilancia del lavado de activos ha implicado reforzar el requerimiento de
que los bancos determinen el origen de los fondos que reciben, con el fin de evitar
operaciones de blanqueamiento de recursos provenientes de actividades delictivas
o ilegales. Estas incluyen dinero proveniente de robos, corrupción, sobornos, nar-
cotráfico y otros delitos, y han cobrado importancia creciente desde hace décadas,
por lo que se ha considerado reforzar las previsiones para impedirlas o minimizarlas
en la medida de lo posible.
Con tal finalidad, toda entidad financiera debe informar a la Superintendencia
sobre cualquier nuevo depósito superior a 10,000 dólares que reciba, con un con-
junto de datos acerca del propietario y los medios por los que obtuvo el dinero.
Se concede mayor atención a los pagos y otras transacciones en efectivo, bajo el
supuesto de que la emisión de cheques resulta inconveniente a los involucrados en
acciones delictivas. Por lo que se informa, el sector financiero en ningún momento
ha opuesto resistencia alguna al desarrollo de esta vigilancia.
Estas labores se realizan en coordinación con instancias judiciales, policiales y
con las especializadas en el lavado de activos. La Superintendencia no interviene
más allá de sus funciones estrictas, consistentes en el análisis, aunque puede ofrecer
apoyos a labores de investigación. Solo hay intervenciones adicionales en los casos
en que se detecte que entidades financieras están involucradas en operaciones de
lavado. La Junta Monetaria debe ser informada de la evolución de las transacciones,
por cuanto se estima que entrañan factores de riesgo para la estabilidad del siste-
ma financiero. En el orden interno, esas evaluaciones se relacionan con las tareas
comunes del Departamento de Inspección, puesto que proveen insumos acerca de
los riesgos. Como es de rigor, los temas relevantes son objeto de conocimiento por
las altas instancias de la Superintendencia, en primer lugar el superintendente y el
intendente.
Se estima, como balance de las operaciones de este departamento, que se ha
observado una reducción significativa de la comisión de delitos o infracciones en
la banca, al punto de que República Dominicana ha ganado crédito internacional.
Existe cooperación con varios países, como España, Estados Unidos, Panamá, Gua-
temala y Venezuela.
Bajo la gestión de NG Cortiñas se ampliaron las tareas del Departamento de Pro-
tección al Usuario, creado durante la gestión de Camilo, a fin de “colocarlo dentro de
uno de los ejes estratégicos” de la gestión.43 Anteriormente el servicio de información

43
Observaciones de Haivanjoe NG Cortiñas, en carta a Rafael Camilo, 26 de noviembre de 2012.

299

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

a los ciudadanos lo realizaba un grupo de personas en el mismo local de la Superin-


tendencia. Hoy esa labor se ofrece en un local en Unicentro Plaza, en la avenida 27
de Febrero esquina Abraham Lincoln, lo que facilita la atención al público.
La masificación de los servicios financieros tornó la atención a los usuarios una
actividad perentoria, por lo que, de ser algo esporádico, se ha transformado en un
sistema en beneficio de la población, que incluye el uso de la Página Web como
medio de información, de manera que el público tiene acceso a explicaciones intro-
ductorias sobre sus consultas. Se atiende cualquier queja o solicitud de información
de quienes se presentan. Los temas más frecuentes tienen que ver con las tasas de
interés, cargos por moras, plazos de pagos o condiciones legales. Cuando se recibe
una queja o consulta de un ciudadano, ese departamento remite un informe a la
instancia que corresponda en cada caso, como puede ser el área legal, el Departa-
mento de Inspección o el de Análisis.
Hasta hoy, al decir de NG Cortiñas, no existe un aprovechamiento masivo de los
mecanismos creados para proteger a los consumidores de los servicios bancarios
debido a que la población no ha interiorizado su importancia. Por tal razón, la nove-
dad se ha acompañado de una campaña publicitaria orientada a crear una “cultura
bancaria”. Por medio de un programa televisivo semanal se difunde la conveniencia
de hacer uso de la banca, lo que se acompaña de una promoción del “consumo res-
ponsable” en aspectos como el uso de la tarjeta de crédito. Este último instrumento
es uno de los que mayor atención recibe en la perspectiva de protección de los
consumidores.

PRUEBA DE ESTRÉS

En el cambio del esquema de la supervisión, que se empezó a visualizar hacia


2004 y que todavía no culmina, sobresale un instrumento que se puso por primera
vez en práctica en 2007: la prueba de estrés. La misma se corresponde con la visión
que enfatiza el componente prospectivo de la supervisión, de manera que contribu-
ya a visualizar las posibles dificultades hacia futuro y se adelante en la elaboración
de soluciones.
La prueba de estrés esencialmente consiste en simular eventos que pueden ocurrir
en un futuro próximo dentro de las condiciones de desenvolvimiento de la eco-
nomía, para así establecer los márgenes de su impacto hipotético sobre el sistema
financiero. Los mismos pueden tener características endógenas o exógenas; esto es,
los riesgos pueden provenir del ámbito internacional o del nacional. Para los primeros
se toman tres parámetros principales, que son la llegada de turistas extranjeros, la
inversión foránea directa y las exportaciones totales, lo que permite visualizar hasta
qué grado pueden incidir las evoluciones económicas de Estados Unidos y de los
países europeos de la zona euro. Los riesgos asociados al entorno macroeconómico
interno se relacionan con el incremento de los déficits fiscal y de cuenta corriente,

300

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

que pueden dar lugar a una disminución del PIB, inflación o pérdida de la calidad
de la cartera.
Todas esas variables se despliegan en magnitudes cambiantes y en interacciones
que parten del supuesto de que una alteración de una de ellas está llamada a reper-
cutir de alguna manera en las restantes. De tal forma, los ejercicios de simulación
permiten establecer posibles rumbos de la evolución económica por venir y sus im-
pactos eventuales sobre la banca.
En 2007 y 2008 se hicieron pruebas de estrés aisladas entre sí, casi a manera de
ensayo. Posteriormente pasaron a efectuarse regularmente, y en la actualidad cada
semestre. Hasta la fecha se han aplicado ya ocho, en las cuales se han incorporado
las informaciones más recientes sobre la evolución de la economía y el funciona-
miento de la banca.
En julio de 2012 se realizó la última. Sobre la base de los diversos cálculos se
llegó a conclusiones acerca de los resultados hipotéticos que sobre los indicadores
bancarios tendría la ocurrencia de un escenario adverso en la evolución de la econo-
mía. Por ejemplo, el crecimiento de los activos, que en la actualidad es de 7.1%, se
reduciría a 4.1%; en la cartera de crédito la disminución podría ser mayor, de 10.9%
a 2.9%. El índice de solvencia, situado en el nivel vigente de 14.0%, disminuiría a
8.3% (todavía por encima del estándar internacional) y la rentabilidad del patrimonio
podría caer de 21.2% a -4.6%.
El resultado de esa prueba fue que, al momento de su aplicación, el sistema
financiero dominicano se encontraba en “una buena capacidad de resistencia ante
escenarios macroeconómicos adversos”. En tal conclusión se conjuga la evolución re-
ciente de la economía con el estado en que se encuentran algunos de los coeficientes
de mayor importancia en el funcionamiento de la banca, como el ya señalado de
solvencia, al concluir 2012 en 17.7%, muy por encima del nivel de 10 previsto por la
Ley Monetaria y Financiera y del 8% del estándar internacional. Se advierte que el
sector bancario “es más sensible a choques de tipo micro prudencial, fundamental-
mente asociados a la clasificación de la cartera de crédito, ya que los mismos tienen
un impacto muy significativo a nivel de solvencia”.

GESTIÓN DE PERSONAL

Desde el momento en que la Superintendencia de Bancos se enrumbó por la vía


de la modernización, colocó en el centro de la gestión la protección de su personal.
Para todas las autoridades que se han sucedido en tiempos recientes, ha quedado
palpablemente establecido que el fundamento principal del desempeño correcto
radica en un personal capacitado y dedicado al cumplimiento de sus tareas. Ello ha
conducido al despliegue de esfuerzos sostenidos tendentes a la profesionalización del
colectivo y a que labore en las condiciones más adecuadas para el buen rendimiento.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

El eje de esta política de personal ha radicado desde hace tiempo en la promo-


ción de la excelencia por medio del reconocimiento de méritos en el organigrama
jerárquico y en las escalas salariales. Se ha procurado que el mayor número de téc-
nicos tengan grados de maestría o de doctorado, lo que ha tenido su correlato en
materia de remuneraciones. Hoy día, el nivel de salarios en la Superintendencia de
Bancos es de los más elevados en el Estado, en concordancia con las exigencias de
formación especializada que conllevan las atribuciones de la institución. El nivel
promedio de salarios se asemeja al existente en el Banco Central, en contraste con la
desigualdad que hubo durante décadas, cuando la Superintendencia no traspasaba
una condición marginal en el organigrama del estatal.
Tal política de estímulos permite reclamar eficiencia y probidad, dado lo delica-
da que resulta la relación con instituciones de tanto poder económico como son los
bancos. De ahí que la vocación por la transparencia, que ha sido uno de los pilares
de las orientaciones presentes, se extienda al reconocimiento de esta realidad, que
implica baremos salariales por encima de la media del país. Se estima que de otra
manera sería imposible un desarrollo adecuado, ya que está sobrentendido que el
personal de la Superintendencia debe poseer una calificación profesional superior
a la de las entidades de intermediación financiera, públicas y privadas.
Es bien sabido que el sector bancario se caracteriza por niveles salariales eleva-
dos, sobre todo en sus estratos dirigentes. Sin duda, esta realidad plantea problemas
de diversas índoles para un país pobre. Al margen de las posibles consideraciones
sobre el particular, un deterioro sensible de los niveles salariales en la autoridad mo-
netaria y financiera del Estado conllevaría un desplazamiento automático de gran
parte de su personal hacía el sector privado, lo que produciría un debilitamiento
institucional. De hecho, camadas de técnicos que se formaron en la práctica en
posiciones medias y altas de la Superintendencia de Bancos migraron a las entidades
privadas, atraídos por las ofertas de remuneraciones superiores.
La protección a la empleomanía no se ha restringido a sus ingresos salariales,
sino también a la búsqueda de la estabilidad. En las últimas administraciones se ha
procurado ofrecer señales de aprecio por el personal, para que optimice la calidad
de su desempeño. Aunque ha habido momentos de cambios de gobierno u otras
situaciones en las que se han producido despidos, la tónica de los superintendentes
recientes ha sido dejar de lado estos factores para acentuar la preeminencia del
componente técnico, con la consiguiente estabilidad del colectivo.
Tal valoración se ha expresado en una variedad de instancias. Una de ellas es
el plan de pensiones, con el fin de que los empleados sientan que su futuro estará
garantizado cuando ya no puedan trabajar. En esta temática sobresale el contraste
entre los niveles de las jubilaciones de épocas anteriores y del presente. En parte, tal
desfase se ha debido a la confluencia de dos mecanismos: por un lado, los procesos
inflacionarios que deterioraron las jubilaciones, puesto que no se indexaban; por
otro ha sido el incremento de las retribuciones salariales en las últimas dos décadas.

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

Lo anterior no ha sido ajeno en principio a los problemas que confrontó el plan


de pensiones, cuando sufrió tendencias a la descapitalización. Esto incidió en las
dificultades para reconsiderar las jubilaciones de quienes dejaron de pertenecer a
la institución hace largo tiempo. El superintendente NG Cortiñas procedió a la re-
habilitación del plan de pensiones mediante la eliminación de los déficits existentes
y el consecuente incremento de los aportes de la institución. Ahí resalta el contraste
entre la superintendencia de hoy y la de tiempos anteriores.

ACTIVIDADES CULTURALES

En los años recientes, la Superintendencia ha prestado atención al desarrollo de


actividades culturales en beneficio del personal, para que disfrute de una vida más
saludable y creativa. A tal efecto se creó una Unidad de Coordinación Cultural, con
el propósito de ejecutar esos planes. Esto se ha concebido desde un ángulo partici-
pativo, que estimule a que el mayor número de personas reciban los beneficios en
las actividades. Por este medio se contribuye al desarrollo de los parámetros educa-
tivos y culturales de los empleados.
Cada año se elabora un plan que comprende programas de exposiciones, conver-
satorios, talleres y encuentros con escritores y artistas. También incluye la creación de
grupos artísticos y culturales de los propios empleados y sus familiares.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Desde 2010 se comenzaron a celebrar los encuentros. El primer conversatorio


de “Jóvenes Emprendedores”, el 13 de agosto de ese año, fue con Jesús Paniagua,
autor de la novela Duendes de sueños rotos. El 5 de noviembre del mismo año, se pre-
sentó a Nicolás Vargas con el propósito de comentar su reciente libro Al borde de la
tormenta. Siguieron otros invitados: Víctor Méndez Capellán, para presentar Si yo
pude, tú también; Rafael Rodríguez Jerez, con su novela Momentos; Osvaldo Montalvo
para que explicara el contenido de Crítica a la economía del estatuto, y Manuel Rodrí-
guez, sobre el libro Las nuevas relaciones dominico-haitianas.
El 1 de junio de 2011 se inauguró el Museo Institucional, ubicado en la última
planta, con el fin de conservar y exponer el patrimonio de reliquias, documentos y
fotografías.
Se ha retomado el desarrollo de la biblioteca, concebida para albergar una
colección especializada en temas económicos, monetarios, bancarios y conexos.
Ante todo busca adecuarse a las necesidades del personal técnico de la institución.
Contiene también videos, discos compactos y microfilmes. La consulta está ante
todo dirigida a servir a los empleados y funcionarios de las entidades del sistema finan-
ciero, así como a profesores y estudiantes que requieran información en los campos
en cuestión. Cuenta con una sala principal para la consulta de libros, folletos y
publicaciones periódicas, y con una hemeroteca.
Se ha instituido una galería de arte con el fin de organizar exposiciones indi-
viduales o colectivas. Además de contribuir a ampliar los conocimientos de los
integrantes de la Superintendencia en temas del arte, trata de apoyar el talento por
medio de la adquisición de obras para una colección permanente. La coordinación
cultural de la Superintendencia de Bancos organizó, el 24 de febrero de 2010,
la exposición colectiva Frontera, de los artistas Julio Valentín, Alberto Bass, Pedro
Céspedes y Mauricio Raissent. Muchas de las obras adquiridas se han ido ubicando
en los pasillos del edificio. Se proyecta reorganizar esa muestra para ofrecer una
visión más sistemática. Dentro del mismo campo de actividad, se han organizado
exposiciones en honor de artistas, como una de Cándido Bidó.
La coordinación cultural también se ha fijado el objetivo de contribuir a que
se conozca mejor el país por medio de excusiones a sus diversas regiones, para así
apreciar lugares de valor histórico, museos y escenarios naturales. Se realizan en
autobuses y participan decenas de personas.
El primero de esos recorridos, llevado a cabo el 31 de enero de 2010, se dirigió a
la ciudad de Santiago de los Caballeros para conocer lugares como el Centro León.
Otro tuvo por destino la ciudad de Bonao, para visitar el Museo Cándido Bidó, la
Casa Museo de Cristian Tiburcio y los preparativos del carnaval. En el sendero del
cacao se tuvo la oportunidad de entrar en contacto con el procedimiento de con-
fección del chocolate, tanto en su vertiente tradicional como en la moderna. Más
adelante se realizó una excursión por los charcos del Damajagua, en Puerto Plata.
En la misma línea de contacto con la naturaleza se organizó un pasadía en la isla
Saona, seguido de otros en los saltos del río Jima, Cayo Arena, Samaná y Los Haitises.

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

Asimismo, se hicieron paseos por Puerto Plata y Barahona, en los que se combinaba
el contacto con monumentos y lugares de valor histórico con playas y montañas de
los alrededores.
A partir de 2010 la coordinación cultural se ha involucrado en la nueva fase del
boletín interno, mediante el cual se preparan actividades alegóricas a efemérides
patrias y se hacen llegar cápsulas culturales por el correo electrónico. Un aspecto de
estas cápsulas es el empeño por el conocimiento de la trayectoria de la Superinten-
dencia de Bancos y la difusión de materiales que estimulan la acción cultural.
Un mural realizado en cerámica fragmentada, del artista Cristian Tiburcio, fue
colocado en la entrada de las escaleras para mostrar la historia de la entidad con
una simbología que la identifica y que plasma la intención de su administración de
contribuir al desarrollo artístico. En palabras de Mónica Bernard, “cada símbolo,
cada elemento tiene un significado que define el quehacer de la institución a través
de los años, y deja al espectador la libertad de interpretar. Es una obra moderna, que
cada vez que la observamos es capaz de darnos una lectura diferente, aumentando
el interés en nosotros y el valor para la historia”.44

ÚLTIMO BANCO EN DIFICULTADES

No obstante los avances logrados en la práctica de la supervisión en los años pre-


cedentes, que en algunos aspectos se consolidaban en esos días, en 2005 se presentó
una situación crítica en el Banco del Progreso. Lo acontecido mostró que todavía
era preciso avanzar resueltamente hasta completar las medidas de nuevo tipo. Lo
que quedó establecido fue que la ausencia de una supervisión consolidada toda-
vía dejaba brechas por las
cuales podían seguir pro-
duciéndose malos mane-
jos e incluso fraudes de
magnitud.
En apariencia, el Ban-
co del Progreso se encon-
traba sano, pues cubría los
coeficientes exigidos.45 In-
cluso el equipo de inspec-
tores con asesoría de una
empresa mexicana que se
 & %

44
“Mural Conmemorativo del 63 Aniversario de la Superintendencia de Bancos”, Superbancos Informa,
31 de diciembre de 2010.
45
La generalidad de detalles de esta narración proviene de entrevista a Rafael Camilo. Igualmente
se contó con la narración del gerente Luis Montes de Oca, conocedor del fraude en el Banco del
Progreso. No se han hecho consultas de materiales documentales, salvo las ligeras menciones en
informes de la Superintendencia.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

había armado para las inspecciones asistidas tras la quiebra de Baninter no detectó
ninguna irregularidad. Sin embargo, se puso de relieve un nuevo tipo de problemas:
la administración de ese banco había estado emitiendo valores en una institución
paralela, perteneciente a los mismos dueños. Esos valores eran vendidos en el banco,
el cual pagaba los intereses, pero sin registrar las operaciones en sus libros, lo que,
a juicio de Rafael Camilo y los técnicos que analizaron el asunto, ofrecía indicios
de fraude. El superintendente se enteró casualmente del caso, por la consulta que
le hizo un vecino acerca de un certificado. De inmediato dispuso una inspección,
que abrió el conocimiento de lo que sucedía. Se detectó que la cuenta de pago de
intereses se elevaba a centenares de millones al año. La misión mexicana no había
descubierto la existencia de esa cuenta, que se limitaba a recibir recursos del propio
banco para cubrir los intereses.
El hoyo era de alrededor de 13,000 millones de pesos, equivalentes en esos días
a algo menos de 500 millones de dólares. Se estableció que había sido producto de
manejos realizados por Pedro Castillo, administrador del referido banco. El monto
del fraude nunca fue públicamente ventilado por cuanto la totalidad de las pérdi-
das no provenían solo del mismo, sino de un conjunto de operaciones llamadas
por obligación a reventar, por requerir la continua emisión de papeles para pagar
intereses.
De acuerdo a lo que estableció la Superintendencia, el problema surgió como
consecuencia de la confianza que le tenían los principales dueños a su administrador
Pedro Castillo, quien había sido integrado a funciones directivas por Tomás Pastori-
za, fundador del banco desde la etapa previa del Banco de Boston. Castillo realizaba
transacciones favorables a los accionistas, que implicaban beneficios extraordina-
rios, con lo que renovaba su posición. Lo sucedido se juzgó producto del aparente
desconocimiento del negocio bancario por parte de los propietarios de los mayores
paquetes accionarios: Grupo Vicini, Familia Bonetti, Rafael Perelló y Miguel Barletta.
Al tiempo que representaba en apariencia los intereses de los accionistas, el ad-
ministrador los engañaba, operando diversos procedimientos de malos manejos
bancarios para conceder ventajas a unos sobre otros. Según estableció la Super-
intendencia con posterioridad, había informado a los integrantes del Consejo de
Administración que los papeles comerciales emitidos se elevaban a 1,000 millones
cuando el monto era mucho mayor.
Como parte de esa relación, los dueños no sabían lo que en verdad sucedía en
el banco, al grado de que el Consejo de Administración no recibía los informes
anuales que emitía la Superintendencia, no obstante el estilo inédito instaurado
por Camilo, de convocar una reunión para hacer él mismo entrega del documento.
En ocasión de reunirse con los dueños, antes de conocer lo que sucedía, Camilo
había sugerido que Castillo fuera relevado de una de las dos posiciones que osten-
taba, las de presidente del banco y del grupo. La empresa de valores era parte del
grupo, por lo que entendió que existían riesgos de vinculación que debían despejarse

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

con la separación de Castillo. Algunos de los accionistas sospecharon que había un


problema. Camilo decidió trasladarse al banco, donde comprobó que Castillo no
había hecho entrega del informe del año.
Como se ha reiterado arriba, no resultaba fácil descubrir un fraude, incluso de
esta magnitud, a causa de la inexistencia de la supervisión consolidada. El asunto se
agravaba en este caso por lo reciente de la creación de la Superintendencia de Valo-
res, que aún no había definido los parámetros técnicos para su accionar. Quedaba
un espacio muerto, puesto que la Superintendencia de Bancos carecía de jurisdic-
ción en el área de valores. Fue solo posteriormente, en 2010, cuando se aprobó el
reglamento que pauta las relaciones entre la banca y las entidades de valores.
Cuando se puso de relieve la gravedad del asunto, una delegación del FMI llegó
a la conclusión de que procedía la liquidación del banco, bajo el supuesto de que
los propietarios no podrían aportar una suma tan alta como la que faltaba. Camilo
discrepó, por considerar que una nueva quiebra acrecentaría la incredulidad del
público, en un momento en que todavía el país no se había repuesto de las quiebras
de 2003. A su juicio, convenía desde todo punto de vista compeler a los dueños del
Banco del Progreso a cubrir la suma faltante para salvarlo.
Se desarrollaron negociaciones durante seis meses, en los que los propietarios
buscaban fórmulas para no tener que hacer un gran aporte de capital. Al final,
Camilo anunció que haría intervenir el banco. El Grupo Vicini pidió que no se diera
ese paso e informó que se abocaría a una solución. Se calculó, sin confirmación co-
nocida, que tuvo que afrontar una pérdida superior a 200 millones de dólares. En
lo sucesivo el Grupo Vicini quedó como dueño mayoritario de ese banco, a cambio
de cubrir una porción amplia de las pérdidas.
En el proceso, el presidente Leonel Fernández ofreció apoyo a su funcionario
cuando sometió a presión a los banqueros. Intervino directamente en el asunto en
reuniones sostenidas en el Palacio Nacional, en las cuales se terminaron de pactar los
términos del acuerdo. En la segunda reunión con el Presidente, el superintendente
exigió a los accionistas que toda negociación posterior se realizase con la entidad
que él dirigía.

EVALUACIÓN DE ACTUALIDAD

En una suerte de balance de largo plazo, la Superintendencia de Bancos preparó


un documento acerca del sistema financiero dominicano en los primeros nueve me-
ses de 2012.46 El propósito fue presentar el conjunto de estadísticas que mostrasen la
situación financiera del país con el fin de destacar los frutos de las medidas puestas
en ejecución en los años anteriores. Por tanto, este análisis cuantitativo no se restringe
46
Superintendencia de Bancos, Evaluación del desempeño del sistema financiero dominicano, enero-julio de
2012, Santo Domingo, agosto de 2012. Se debe acceso a este documento a la cortesía del Dr. Jesús
Geraldo Martínez.

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

a 2012, sino que se remonta hasta 2006, para demostrar la tesis de que continúan
primando tendencias que avalan la robustez del sistema financiero.
En ese documento las conclusiones son expuestas en forma sumaria, ya que sub-
yace el supuesto de que las cifras hablan por sí mismas. Por una parte, se sostiene
que en 2012 ha continuado la dinámica de crecimiento, aunque a un ritmo infe-
rior al del año anterior. Se constata que se han mantenido estables los indicadores
micro-prudenciales, “denotando la estabilidad y solidez del sistema financiero”.
Entre 2006 y 2011 los activos totales del sistema financiero pasaron de 469,500
millones de pesos a 890,000 millones; la tasa mínima de crecimiento anual en ese
lapso fue de 11.4% y la máxima de 15%. Lo interesante es que desde 2008 se ha
incrementado la proporción de los activos financieros en el PIB, que de 37.9% en
2008 llegó a 41.7% en 2011; no obstante, como se constata en el análisis de largo
plazo, aun así no se ha recuperado el coeficiente existente en 2003 (53.3%).
La estructura de los activos continúa dominada por los bancos múltiples, que al
cierre de septiembre de 2012 registraron un monto de 780,400 millones, equivalen-
te al 82.6% del total. El otro componente significativo ha seguido siendo el de las
asociaciones de ahorros y préstamos, con 115,400 millones, lo que representa 12.2%
del total. Los bancos de ahorro y crédito registran activos por un monto de 28,600
millones, con un 3.0% del total; las corporaciones de crédito cuentan 2,700 millo-
nes, 0.3%, y el Banco Nacional de Fomento de la Vivienda y la Producción 17,400
millones, 1.9%.

Cuadro VII.2
! !     Q! =>$=
(miles de millones de pesos)
Tipo de entidad No. Activos % del total
.   " ! >= A<
 )+&  > "= AA
 )+   A= A < :>
      A! >:
#   '@  I#1'&J  != B

Resalta en este panorama la concentración de los activos en unas pocas entidades.


Los bancos múltiples quedaron estabilizados en quince, pero solo dos de ellos aca-
paraban el 48.3% del total de activos, uno privado, el Banco Popular, y el público
Banco de Reservas, con participaciones casi iguales. Si se toman los cinco primeros
bancos, que incluyen el Banco BHD, el Scotia Bank y el Banco León, se obtiene un
total de 70.3% de participación en los activos del sistema financiero.
De las principales entidades que figuran en el cuadro solo dos son extranjeras, el
Scotiabank y el Citibank, que como se observa concentran aproximadamente 7.45%
del total de activos. Los otros tres bancos foráneos, dos de ellos de capital venezolano,
son pequeños y apenas superan el 1% del conjunto. Solamente se registra partici-
pación extranjera en los bancos dominicanos en el BHD, con 48.5% de su capital.

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

Cuadro VII.3
Principales entidades en el total de activos, septiembre 2012
Entidades Participación%
&  A==B
 *  @ A:!B
2% !<
$  , "=
L  = :
&  )+&  ==<
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L#  )+&  A!
  , A>=
#   '@  I#'1&J B!
$ 5  "

Se desprende también de esta evaluación que la exposición del sistema financie-


ro dominicano en los mercados financieros internacionales se ha mantenido muy
baja. Esto se evidencia en la escasa participación de los préstamos tomados en el
exterior dentro de los pasivos y en las pocas inversiones o depósitos en otros países.
La segunda variable ha venido disminuyendo de manera consistente, desde 10.5%
en 2006 hasta 3.2% en 2011. En cambio, los préstamos tomados en el exterior tu-
vieron una leve tendencia al crecimiento hasta 2011, cuando su tasa de incremento
se colocó en 3%, a partir de 0.5% en 2006. En contraste, en 2012 este porcentaje se
ha reducido, lo que puede dar lugar a diversas interpretaciones, sobre todo la re-
nuencia de los bancos a endeudarse en divisas. En julio de 2012 solamente el Banco
de Reservas tenía una suma considerable adeudada al exterior, por 200.5 millones
de dólares sobre un total de 348 millones de toda la banca. Año y medio antes ese
total se elevaba a 481.1 millones. Esta baja exposición, como ha sido analizado, res-
ponde a las características todavía tradicionales del sistema financiero dominicano
que, en términos de los redactores de ese documento, todavía “se enmarca en un
modelo de banca tradicional, concentrado fundamentalmente en actividades de
intermediación de banca comercial y minorista, estando poco desarrollados los ser-
vicios de agencia, las finanzas corporativas y la gestión de activos, características que
parcialmente explican el bajo nivel de exposición de los bancos dominicanos a los
mercados financieros internacionales”.
La cartera de crédito privado ha tenido una evolución menos dinámica durante
el año 2012, lo que ha estado asociado al desplazamiento de los bancos hacia nuevas
formas de financiamiento e inversiones, particularmente con el sector público. En
los últimos tres años, el crecimiento promedio de la cartera de crédito público fue
de -5.1%, debido a que se registraron reducciones importantes en los años 2010
(-31.6%) y 2011 (-16.1%). Sin embargo, esta cartera aumentó de 32,900 millones en
diciembre de 2011 a 68,300 millones en septiembre de 2012.

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65 AÑOS DE HISTORIA.

Cuadro VII.4
  L     WY#
y a los activos (mllns de pesos y %)

Cartera de crédito
 Activos
Mllns pesos % PIB % Activos
2000 !";AA==> A;=!B A AB> <=A
2001 A!;!::> =A;AA=B! :=A <":
2002 A=!;<  A <:;B<>"= :"= <<A
2003 :AB;:B=A>  >;: : AB "=!
2004 :<";=<= A !"; !:A B: = 
2005 =A>;A AAB A>>;>:<= B< =!<
2006 =<B;=B> A=:;>< = A>= "
2007 ":<;=""=! :>>;A<:B AA> "<>
2008 "B!;!A!" :"A;=!!<B AA= "B>
2009 <!";=< = :B";> >B" A:" " "
2010 !!!;>>< =">;><B"B A:! "!B
2011 B>;AAA< =BB;:A=A A:< "<

En cuanto a la evolución del riesgo de crédito, la cartera vencida tuvo un incre-


mento de 3,947.5 millones entre diciembre de 2011 y septiembre de 2012, equiva-
lente a 27.6%, resultando el nivel de morosidad en 3.4%, en tanto que en diciembre
de 2011 había sido de 2.9%. Sin embargo, el índice de provisiones se mantuvo, en
septiembre de 2012, en 104.6%, lo que indica que las provisiones constituidas
cubren 1.05 pesos por cada peso de crédito vencido.
De acuerdo con el Reglamento de Evaluación de Activos, se revisó el historial
de pago de los deudores, asignándoles calificaciones desde A (sin retrasos) hasta
E (con incumplimiento mayor de un año). En septiembre de 2012 el portafolio total
arrojaba que el 69.01% se encontraba en la categoría A y solo 4.07% en la E.
En el mismo orden, el riesgo de mercado se continuó visualizando en un nivel
bajo. En septiembre de 2012, el Valor en Riesgo de Mercado ascendió a 5,400 millo-
nes, “ponderando 1.73 puntos porcentuales sobre el índice de solvencia (17.7%) y
representando el 4.89% del patrimonio neto”.
La Razón de Liquidez Ajustada (RLA) se mantiene por encima de los límites de
80% a 15 y 30 días y de 70% a 60 y 90 días. El coeficiente de liquidez de las disponi-
bilidades entre las captaciones totales, por su parte, se sostuvo en alrededor de 24%
en los primeros nueve meses de 2012.
En comentario acerca del riesgo operacional, la Superintendencia resalta que
“los resultados de los análisis muestran que las entidades de intermediación finan-
ciera continúan avanzando en el proceso de implementación, medición y gestión de
riesgo operacional”. El 16 de septiembre de 2010 la Junta Monetaria determinó que
el método establecido por el acuerdo de Basilea II debía ser implementado a ini-
cios de 2013. Las estimaciones del impacto del requerimiento de riesgo operacional

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REDEFINICIÓN: SUPERVISIÓN BASADA EN RIESGOS.

muestran que el índice de solvencia del sistema financiero disminuiría de 17.70% a


14.89%, manteniéndose bastante por encima del nivel mínimo de 10% establecido
en la Ley Monetaria y Financiera No. 183-02.
Un cuadro puede resumir los principales indicadores microprudenciales del
sistema bancario dominicano. Tomando como punto de referencia septiembre de
2012, se tiene su situación en 2006 y en 2011, suficiente para captar aspectos claves
de evolución de la banca en los últimos años.

Cuadro VII.5
Indicadores micro prudenciales del sistema bancario dominicano
Indicador 2006 2011 Sep-2012
*       & I*CJ A:" A== A:!
.  0  
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PERSPECTIVAS DEL FUTURO PREVISIBLE

Un reto de la Superintendencia de Bancos en el presente consiste en el perfec-


cionamiento de los mecanismos normativos y el logro de sucesivos avances en las
inspecciones para que estas se hagan en beneficio de los usuarios y de las propias
entidades financieras, puesto que la nueva normativa propende a minimizar los
efectos de fluctuaciones macroeconómicas sobre el funcionamiento de la banca.
Sin embargo, también se pondera la conveniencia de flexibilizar algunas normas
de acuerdo a las recuperaciones experimentadas por el país y por el sistema finan-
ciero en los años recientes, cuando la banca exhibe una situación estable y solvente.
Rafael Camilo enfatiza que, de todas maneras, no se trata de desregularizar sino de
flexibilizar normas, aunque dentro del espíritu de mantener los criterios acerca de
la necesidad de la regulación y la supervisión.
A partir de tal supuesto, se deriva que la ley 183-02 continúa teniendo vigencia,
dado su énfasis regulatorio, aunque muchos de sus aspectos puedan ser reformula-
dos o desarrollados. Rafael Camilo e integrantes de su equipo piensan que por tal
razón es conveniente conservar la ley, ya que su sustitución confrontaría numerosos
problemas, siempre y cuando se puedan introducir modificaciones puntuales.
Lo que pauta esta perspectiva es la conveniencia de que la banca contribuya a
nuevos peldaños en el crecimiento de la economía. De acuerdo a NG Cortiñas, la
Superintendencia de Bancos no debe intervenir en la determinación de situaciones

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

que corresponden al mercado, pero sí contribuir a que propenda lo más posible


a cometidos de desarrollo económico y de bienestar de la comunidad. El límite
posible de tales perspectivas se encuentra en que los mecanismos utilizados no pon-
gan en riesgo la estabilidad del sistema financiero o den lugar a consecuencias ma-
croeconómicas a la larga contraproducentes.
Se manejan objetivos alrededor de la ampliación de los servicios de la banca a
nuevos contingentes de la población, en razón de la certeza de los técnicos de que
así conviene para la elevación de su nivel de vida. Es el caso de un mayor acceso a
sucursales de entidades bancarias, sobre todo en lugares distantes de las ciudades
grandes que no cuentan con ese servicio. De la misma manera se sigue enfatizando
la expansión de los servicios de protección a los usuarios del sistema financiero,
mediante información y asesoría para que se beneficien de sus potencialidades y
prevean abusos o prácticas irregulares.
Es criterio compartido que los recursos disponibles en el sistema financiero
deben ser movilizados a favor del desarrollo económico o de la satisfacción de las
necesidades de la población, como la adquisición de viviendas de costo reducido.
Uno de los puntos de mayor interés que actualmente está en consideración es
la posibilidad de democratizar el crédito, en el presente concentrado en pocas
centenas de grandes o medianas empresas. La dificultad mayor para la consecución
de tal objetivo radica en las garantías, por lo cual Camilo se propone en lo inmediato
buscar apoyo gubernamental para el avance del microcrédito.
A su juicio, la ampliación del microcrédito no puede ser obra solamente de la
autoridad monetaria y financiera y ni siquiera del Banco de Reservas y de otras enti-
dades crediticias del sector público, puesto que, por medio de entidades de segundo
piso, requiere la participación de actores interesados como cooperativas, ONGs, aso-
ciaciones de pequeños comerciantes y artesanos, etc. También explora mecanismos
para que las sucursales bancarias estén en condiciones de apoyar la formalización de
negocios en las barriadas. Por ejemplo, la posibilidad de otorgar créditos a colma-
dos vinculados al programa de Solidaridad tendría por garantía el interés de seguir
participando en este último. Pero al mismo tiempo, evalúa, esos programas se difi-
cultan por los elevados costos, ya que la administración de los microcréditos resulta
engorrosa y requiere una multitud de personas. Concluye razonando que deben
aprobarse nuevos reglamentos y poner en práctica otros ya existentes.
Hay consenso en cuanto a mantener el estándar de calidad logrado en los últi-
mos años. La competencia técnica de la Superintendencia de Bancos es hoy una de
las mejores de América Latina, apenas superada sobre todo por Chile y Perú. La ins-
titución está llamada, a juicio de los técnicos, a seguir teniendo efectos beneficiosos
sobre la economía nacional, las propias entidades financieras y el público usuario.
Diversos factores hacen de la Superintendencia de Bancos un espacio institucio-
nal exitoso en el Estado dominicano, en la actualidad sustentado en el privilegio
a la competencia técnica, la minimización de los factores políticos, la adopción de
procedimientos tecnológicos de punta y el compromiso de cumplir los cometidos
establecidos por la legislación y los reglamentos de aplicación.

312

/LEUR6,%LQGE DP
ANEXO I

CRONOLOGÍA DE LOS SUPERINTENDENTES

1947-1949 ' K @ 5$3) 5 1974-1975 -@S 


1949-1954 -. .)  1975-1977     $3 5
1954-1954 . .  1977-1978 -   *)3 5
1954-1955 2 SS + 1978-1978 .3O S
1955-1955 2 L $   1978-1982   
1955-1956 1 . 5#G 5 1982-1985 1O. 
1956-1959 $ @ L   & G 1985-1986 L $3) 5
1959-1960 .  & 1986-1988   L
1960-1960 $$ @ C 5 1988-1988 \  $    
1960-1960     1988-1989 -L$ 
1960-1961 . .  1989-1990 *(    
1961-1961 - . 1 3 5 1990-1991 - .  5L@  
1961-1961  2 3 5 1991-1993 2  Z 5 
1961-1961   S   1993-1996 & K @ 5 2 3 5
1961-1962 .S  1996-1997 -$ @ 
1962-1963 ' . * + 1997-2000 '   
1963-1963  @   '  2000-2003     )
1963-1965 .S  2003-2004 - 
1965-1966 %   2004-2009 *(  
1966-1967 $ @ + .  2009-2012 2@ #S G
1967-1974 .3O S 2012- *(  
1  D         $    

313

/LEUR6,%LQGE DP
/LEUR6,%LQGE DP
ANEXO II

SEMBLANZAS
DE LOS SUPERINTENDENTES

VIRGILIO ÁLVAREZ SÁNCHEZ


(1947-1949)

Debió su carrera fulgurante a la relación de amis-


tad personal con Trujillo, entablada gracias a ser hijo
de Virgilio Álvarez Pina (don Cucho). Se hizo uno de
los funcionarios de mayor peso dentro del organi-
grama tras concluir la Segunda Guerra Mundial.
Realizó estudios de economía, por lo que tenía
competencias que le permitieron desempeñarse en
el área.
La dirección de la Superintendencia de Bancos fue su primera posición impor-
tante, y desde ella comenzó su carrera dentro de la alta jerarquía de la burocracia.
Posteriormente fue secretario de Finanzas y gobernador del Banco Central.

JOSÉ MANUEL MACHADO


(1949-1954)

Nació en Santo Domingo el 23 de agosto de 1913.


Obtuvo postgrado en Derecho en la Universidad
Complutense de Madrid, España, a la edad de 43
años luego de haberse titulado en la Universidad
de Santo Domingo de la cual fue rector.
Ocupó además los cargos de administrador ge-
neral de Bienes Nacionales, director de Presupuesto,

315

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

secretario de Finanzas, secretario de Estado del Tesoro y subsecretario de Estado de


Trabajo.
Miembro de la Corte de Arbitraje de La Haya, de la Asociación Interamericana
de Abogados y del Instituto Interamericano de Derecho Aéreo y del Espacio.
Como secretario de Estado de Asuntos Jurídicos, organizó la colección de la
Gaceta Oficial que estaba dispersa y abandonada en el sótano del Palacio Nacional.
Murió en Santo Domingo el 12 de agosto de 1995.

MILTON MESSINA
(1954 y 1960-1961)

Nació en La Vega en junio de 1923. Abogado


de profesión, graduado en 1946, pionero en cursar
estudios especializados de Economía en el exte-
rior. A instancias del primer gobernador del Banco
Central, Jesús María Troncoso Sánchez, realizó
un postgrado en Economía en la Universidad de
Columbia en New York.
Sobresalió desde joven por publicar artículos
sobre temas económicos en revistas especializadas. Fue el caso de Influencia de la
guerra de Corea en la economía dominicana (1954).
Ocupó los cargos de administrador del Banco Agrícola, vicegobernador del Banco
Central, secretario de Estado de Finanzas, secretario de Estado de Trabajo y Eco-
nomía Nacional y gobernador del Banco Central. Su breve paso por la Superinten-
dencia de Bancos en cierta manera culminaba una carrera que lo llevó a posiciones
elevadas, inusuales para un tecnócrata en la Era de Trujillo.
Posteriormente fue embajador en Washington, director de un grupo consultivo
del Secretariado Técnico de la Presidencia y asesor económico del presidente
Salvador Jorge Blanco.
Llevó también una oficina de consultoría acerca de temas económicos hasta
poco antes de su muerte en 2006.

316

/LEUR6,%LQGE DP
SEMBLANZAS DE LOS SUPERINTENDENTES.

HÉCTOR GARCÍA GODOY


(1954-1955)

Nació en Moca en 1921 y se graduó de abogado


en 1944.
Desarrolló una carrera como diplomático, que
lo llevó a ocupar el cargo de embajador en Gran
Bretaña y otros países.
En el ínterin fue designado por Trujillo en
elevadas funciones de la banca estatal, en cuyo
contexto fue superintendente de Bancos durante
un corto período. Se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores durante
el gobierno de Juan Bosch de 1963. Más adelante se vinculó al Partido Reformista,
en el cual llegó a la vicepresidencia.
Ocupó la presidencia de la República en condición provisional, en septiembre
de 1965, al concluir la Revolución de Abril.
Aceptó ser embajador en los Estados Unidos y la Organización de Estados Ame-
ricanos (OEA) tiempo después. Al retornar al país en 1969, fundó el Movimiento
de Conciliación Nacional (MCN), del cual fue candidato a la presidencia. Falleció
en 1970.

HÉCTOR LEÓN STURLA


(1955)

Nació en Santo Domingo el 31 de marzo de


1908. Poeta, abogado graduado de la Universidad
de Santo Domingo. Fue juez de instrucción durante
siete años. A finales de 1930 renunció a Trujillo y
partió hacia Nueva York. Regresó en 1947 y fue
nombrado subsecretario de Industria y Comercio.
Fue encargado del Control de Sacos y Botellas,
administrador del Banco Central y vicepresidente
del Consejo Administrativo. Como director de Control de Alquileres fue quien
escribió las primeras leyes de alquileres en República Dominicana.
Murió en Santo Domingo el 16 de junio de 2007.

317

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

FIDEL MÉNDEZ NÚÑEZ


(1955-1956)

Nació en Bayaguana el 6 de mayo de 1907.


Estudió en Puerto Rico y se hizo contador público
autorizado (CPA) en 1944. Se graduó de abogado
en 1953. De formación tecnocrática y de vasta ex-
periencia en sectores gubernamentales vinculados
a la economía, además de superintendente ocupó
los puestos de administrador del Banco Agrícola y
secretario de Estado de Finanzas, lo que lo tornó
uno de los funcionarios más importantes en la década de 1950.
Tras la muerte de Trujillo se desempeñó como asesor de empresas privadas y
docente universitario. Presidió la Fundación APEC entre 1967 y 1968. La biblioteca
de Unapec lleva su nombre desde 1971, a raíz de su fallecimiento.

SALVADOR LLUBERES PEÑA


(1956-1959)

Nació en Santo Domingo el 24 de marzo de


1911. Comenzó su carrera administrativa en 1930
en tareas de contabilidad. Se graduó de Derecho
en 1942. Ocupó elevados cargos en la época de
Trujillo: director general de Estadísticas entre 1949
y 1950, subdirector de Presupuesto, subsecretario
de Economía Nacional y del Tesoro y Crédito Pú-
blico, administrador del Banco Agrícola, diputado
y vicerrector de la Universidad de Santo Domingo. Fue uno de los superintendentes
que tuvo mayor duración en el ejercicio de sus funciones en la década de 1950.

318

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SEMBLANZAS DE LOS SUPERINTENDENTES.

MANUEL ENRIQUE DE POOL


(1959-1960)

Nació en Barahona el 31 de diciembre de 1911.


Estudió Banca Comercial.
Desempeñó los cargos de administrador general
del Banco Agrícola en dos ocasiones y administrador
general del Banco de Reservas.
Murió en Santo Domingo el dos de enero de
1978.

S. SALVADOR ORTIZ
(1960)

Nació en San Pedro de Macorís. En su juventud


frecuentó los círculos literarios de la ciudad oriental.
Se graduó de contador público y luego hizo
estudios avanzados de contabilidad y auditoría en
la Universidad de Chicago. Fue integrante de orga-
nizaciones de contadores públicos de los Estados
Unidos.
Publicó varios textos sobre economía y finanzas,
como “Notas acerca de la depreciación” y “Consideraciones acerca de la terminología
y clasificación de cuentas en contabilidad en la Hacienda Pública”.
Representó a República Dominicana en diversos eventos internacionales, como
la 7ma. Sesión de las Partes Contratantes del Acuerdo General sobre Aranceles y
Comercio, Ginebra, Suiza, en noviembre de 1952.
Fue uno de los principales asesores económicos de Trujillo. Autodidacta, poseía
una vasta cultura y un dominio de temas económicos. Se especializó en el estudio
del azúcar. Trujillo lo consultaba sobre variadas materias. Fue gobernador del Banco
Central entre 1953 y 1954, de forma que su posterior designación en la Superin-
tendencia de Bancos indica la conexión que se le concedía a ambas instituciones.
También fue secretario de Estado de Finanzas.
Después de la muerte de Trujillo abandonó todas las funciones públicas.

319

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

ANTONIO TELLADO HIJO


(1960)

Graduado de licenciado en Derecho en 1930.


Hizo carrera como técnico especializado en el
sector bancario, incluida la Superintendencia de
Bancos, donde llegó a la posición previa de vice-
superintendente, inmediatamente antes de ser
designado al frente de la institución.
El hecho de que fuera elevado a la condición
de superintendente es señal de que se adecuaba a
los requerimientos técnicos que demandaba Trujillo en esos difíciles años. Autor de
un tratado: Práctica del Derecho Comercial.

JAIME MANUEL FERNÁNDEZ


(1961)

Nació en La Vega en 1923. Realizó estudios


de Derecho en la Universidad de Santo Domingo.
Desempeñó diversas funciones en el gobierno,
como secretario general de la Liga Municipal
Dominicana.
Por disposición de Joaquín Balaguer, ocupó
importantes cargos, como secretario de Estado de
Educación.
Fundador, junto con Héctor García Godoy, del Movimiento de Conciliación
Nacional, fue candidato presidencial en las elecciones de 1978.

320

/LEUR6,%LQGE DP
SEMBLANZAS DE LOS SUPERINTENDENTES.

AUDILIO AMADO HERNÁNDEZ MARTÍNEZ


(1961)

Desde muy joven se inició en la administración


pública hasta llegar a ocupar la posición de subse-
cretario de la Presidencia. Era persona de confianza
de Trujillo a quien representaba en actos sociales.
Fue además gobernador del Banco Central de la
República Dominicana.
Murió el 11 de abril de 2004.

EDUARDO GARCÍA CAMBIER


(1961)

Nació el 20 de febrero de 1909 en San Pedro


de Macorís. Obtuvo el título de CPA (Contador Pú-
blico Autorizado) y la licenciatura en Finanzas. Se
empleó como mensajero en el National City Bank
el 22 de agosto de 1928 y laboró en el Banco de
Reservas durante más de 31 años donde desempeñó
diversas funciones entre ellas las de sub adminis-
trador general y auditor. En 1959 fue designado
administrador general del Banco de Crédito Agrícola e Industrial de la Republica
Dominicana y un año después contralor y auditor general de la República. En 1963
fue controlador de la Corporación de Fomento Industrial. En 1964 asesoró en la
fundación del Banco Popular Dominicano. Por espacio de 10 años sirvió como
administrador judicial del Centro Médico Nacional y de la Industria Textil del Caribe,
compañías intervenidas por el Banco de Reservas.
Murió en Santo Domingo el 15 de septiembre de 2011.

321

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

MARIO JOSÉ GINEBRA COCCO


(1961-1962 Y 1963-1965)

Nació en Santiago de los Caballeros en junio de


1917. Ingresó a entidades financieras desde joven,
hasta llegar a puestos directivos en algunas de ellas.
Cuando se constituyó la Asociación Dominicana de
Empresas Financieras fue designado su presidente.
Perteneció a diversos clubes sociales de la ciudad
de Santo Domingo.
Fue superintendente de Bancos en dos ocasiones,
señal de sus relaciones con círculos políticos y administrativos.

VIRGILIO MAINARDI REYNA


(1962-1963)

De familia prestigiosa de Santiago de los Ca-


balleros, muy joven, en 1932, tomó parte en un
conato insurreccional junto con los hermanos
Perozo. Fue un conocido exilado hasta la caída
de la tiranía. Se cuenta entre los fundadores del
Partido Revolucionario Dominicano, del que fue
dirigente después de su retorno al país hasta su
muerte. En el exilio tuvo experiencias en asuntos
de banca. Fue gobernador y síndico de Santiago y ocupó importantes posiciones en
los gobiernos de Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco.

322

/LEUR6,%LQGE DP
SEMBLANZAS DE LOS SUPERINTENDENTES.

BOLÍVAR BATISTA DEL VILLAR


(1963)

Nació en Bonao en 1936. Hizo sus estudios


secundarios en la ciudad de Santiago, tras lo cual
marchó a Italia donde concluyó las carreras de
Economía y Derecho.
Profesor de Economía de la Universidad Autó-
noma de Santo Domingo (UASD), es autor de los
libros Dependencia y desarrollo dominicano indepen-
diente y ¿Hacia dónde va el cambio?

DELIO ROMÁN CANELA ASCANIO


(1965-1966)

Nació en Santiago de los Caballeros el 30 de


noviembre de 1939. Allí realizó sus estudios ele-
mentales. Se graduó bachiller en la Escuela de
Peritos de Santo Domingo y obtuvo licenciatura
en Contabilidad en la Universidad de Santo Do-
mingo, en 1961. Tiene especialidad en cooperativas.
Servidor en los sectores público y privado,
intentó modernizar la Superintendencia en la me-
dida en que era factible en la época. Ha desempeñado los cargos de encargado de
la Unidad Moneda y Banca del Departamento de Estudios Económicos del Banco
Central; director del Departamento de Cambio Extranjero del Banco Central desde
1961 hasta 1965. Fue pionero en la regulación y administración del Sistema de
Administración de Divisas del Banco Central. Ejerció como docente en Apec sobre
Moneda y Banca.
Fue funcionario de Contraloría, auditor interno, vicepresidente de Finanzas y
Operaciones del Banco Popular Dominicano; vicepresidente de La Universal de
Seguros. Pensionado del Grupo Popular en 1989, pasó a ser consultor privado en
el área de administración de negocios. Actualmente es gerente de la cooperativa de
empleados de CEMEX.

323

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

SALVADOR AYBAR MELLA


(1966-1967)

Nació en Los Montones, Los Llanos, provincia


de San Pedro de Macorís, el 13 de julio de 1914.
Hizo sus estudios primarios en la escuela La Modelo
y los secundarios en la Escuela Normal Superior.
Estuvo casado con Cristiana Peynado, conocida
activista feminista durante el régimen de Trujillo.
Graduado de doctor en Derecho en 1944,
ocupó la posición de juez en varias ocasiones. Fue
director de Bienes Nacionales y de Estadísticas en la primera mitad de 1950. Por
unos meses fue asimismo el primer superintendente de bancos en los gobiernos
de Joaquín Balaguer a partir de 1966. Procuró seguir algunos de los lineamientos
modernizantes estatuidos por su predecesor, Delio Canela.
Fue el primer superintendente de Seguros, en 1969, posición que mantuvo hasta
1978.
Se retiró a la práctica privada. Dejó inédito el libro “Monografía de un hombre
del pueblo”. Murió el 30 de agosto de 1987.

MÁXIMO ARES GARCÍA


(1967-1974 y 1978)

Nació en Guayubín el 9 de noviembre de 1911


y pasó parte de su juventud en Monte Cristi. Se
unió a Desiderio Arias y tras el asesinato del gue-
rrillero por Trujillo, se vio precisado a abandonar
el país por la frontera domínico-haitiana. Viajó por
Puerto Rico, Curazao, Colombia hasta que pudo
establecerse en Venezuela donde permaneció hasta
el ajusticiamiento del tirano. Allí se desempeñó en
el área de seguros. También estuvo exiliado en España donde estudió Economía.
Fue de los fundadores del Partido Revolucionario Dominicano en 1943 y financió
propagandas de la organización en Caracas, en tiempos en que fue pionero en la
siembra de tabaco rubio y fundó la compañía de seguros La Previsora.

324

/LEUR6,%LQGE DP
SEMBLANZAS DE LOS SUPERINTENDENTES.

Regresó a Santo Domingo en 1962. Participó en la Asamblea Constituyente que


modificó la Constitución de la República en 1963. Fue senador por Monte Cristi y
se desempeñó como embajador extraordinario y plenipotenciario de la República
Dominicana en Venezuela.
Fue presidente del PRD, miembro vitalicio del Comité Ejecutivo Nacional y
presidente de la Comisión Consultiva.
Es posible que Joaquín Balaguer le propusiera el puesto de superintendente
como mecanismo para tender puentes hacia formaciones opositoras. Nunca dejó de
pertenecer al PRD, a pesar de que abandonó la actividad política por su avanzada
edad. Aunque no modificó ningún parámetro fundamental de las técnicas de supervi-
sión, trató de mejorar el desempeño de la institución, por lo que es recordado como
un ente dinámico en su interior.
Se distinguió, además, por haber creado la Caja de Ahorros y Previsión Social
de la institución. Fue sustituido en 1974 y repuesto en 1978 por corto tiempo.
Murió el 14 de febrero de 1986.

JUAN CASASNOVAS GARRIDO


(1974-1975)

Nació en San Pedro de Macorís en el seno de


una influyente familia de inmigrantes. Médico de
profesión. Antitrujillista convencido, se integró al
Partido Revolucionario Dominicano desde 1961.
Fue seleccionado por el profesor Juan Bosch para
presidente del Senado en 1963. Tras el golpe de
Estado del 25 de septiembre de ese año, se trató de
promoverlo a presidente provisional. Más adelante
se alejó de la actividad política y retornó a vivir a su ciudad natal.

325

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

ALTAGRACIA BAUTISTA DE SUÁREZ


(1975-1977)

Nació en 1921 en el ingenio Consuelo de San


Pedro de Macorís, procedente de familias oriundas
de Las Matas de Farfán.
Maestra, abogada, política, acompañó a Joaquín
Balaguer en la fundación del Partido Reformista
Social Cristiano. Se había iniciado en política como
encargada de la rama femenina del Partido Do-
minicano en el Distrito Nacional. Graduada en
Derecho en la Universidad de Santo Domingo, de 1942 a 1947 trabajó como abogada
en Azua, luego a pasó a ser subconsultora jurídica de la secretaría de Estado de
Finanzas, de Impuesto General sobre la Renta, de la Dirección del Impuesto sobre
Beneficios. Fue consultora jurídica de la Secretaría de Estado de Agricultura y de la
Secretaría de Asuntos Jurídicos en el Palacio Nacional, Diputada al Congreso Nacional,
secretaria de Estado de Trabajo, y Sin Cartera, presidenta del Consejo Nacional
de Educación Superior (CONES), secretaria de Estado de Educación, Bellas Artes
y Cultos, de Relaciones Exteriores, Superintendente de Bancos con rango de Se-
cretaria de Estado, administradora general de la Lotería Nacional, administradora
de la Fábrica de Pinturas Pidoca, secretaria de Industria y Comercio. A los 58 años
interrumpió su vida pública para cumplir uno de sus sueños, un título universitario
de La Sorbonne. Se marchó sola a París a vivir como estudiante en una pensión,
perfeccionó su francés y obtuvo grado post doctoral en derecho comparado.
Murió el 27 de julio de 2012, a los 91 años de edad.

326

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SEMBLANZAS DE LOS SUPERINTENDENTES.

JULIO E. DE LA ROCHA BÁEZ


(1977-1978)

Nació en Santo Domingo el 22 de marzo de


1917. Estudió abogacía en la Universidad de Santo
Domingo.
Fue secretario de Estado del Tesoro y Crédito
Público, director de Impuesto sobre la Renta, direc-
tor de Rentas Internas, hasta que fue pensionado
como superintendente de Bancos en 1978. Fue
condecorado con la Orden al Mérito de Duarte,
Sánchez y Mella. Presidió muchos años la Sociedad de Fervorosos de La Altagracia
y publicó un libro sobre esta advocación.
Murió en Santo Domingo el 24 de mayo de 1996.

ANTONIO ALMA
(1978-1982)

Nació en Santo Domingo el 23 de noviembre


de 1945. Trabajó en el First National City Bank
desde poco después que se estableciera en el país
en 1962. Alcanzó el puesto de vicepresidente, el
más alto que podía ocupar un dominicano en ese
banco. Tuvo ahí una experiencia de diez años,
algunos de los cuales pasó en el exterior.
Fue designado como superintendente por el
presidente Guzmán al margen de consideraciones políticas. Introdujo mejorías
técnicas de significación en su paso por la entidad. Protegió la formación del
personal en distintas disciplinas. Se preocupó asimismo por la seguridad social de la
empleomanía.
Retornó al sector privado, primero al área financiera, y luego se concentró en
actividades empresariales propias como hotelero. Ocupó la vicepresidencia ejecutiva
de la Asociación Hipotecaria de Ahorros y Préstamos.
En la actualidad es presidente del Club Naco.

327

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

FRIXO MESSINA
(1982-1984)

Nació en Samaná en 1936. En su juventud fue


miembro del Movimiento Revolucionario 14 de
Junio en la etapa clandestina contra Trujillo. Declara
seguir fiel a la ideología de esa organización, vista
por él como paradigma de los principios. Por los
avatares de la vida, de joven no pudo realizar estudios
superiores. Fue en 1972 cuando pudo graduarse en
administración de empresas en APEC. En época de
Trujillo laboró en la administración pública (Seguro Social y Aduanas). En 1962 fue
designado cónsul en El Salvador y luego se desempeñó en la Corporación Domini-
cana de Electricidad y el Instituto Agrario Dominicano. En 1966 ingresó en el City
Bank, donde comenzó una carrera en la actividad bancaria.
Con los años se hizo simpatizante del Partido Revolucionario Dominicano. Fue
nombrado superintendente por el presidente Jorge Blanco, gracias a la amistad que
desarrolló con él, inicialmente a través del Dr. Américo Espinal. Aceptó el puesto
sobre la base de que el gerente del City le concediera una licencia sin disfrute de
sueldo. Recibió el apoyo del mandatario, aunque a raíz de algunas situaciones lo
trasladó como administrador del Banco de Reservas, otro elevado puesto.

SOFÍA LEONOR SÁNCHEZ BARET


(1984-1986)

Nació en Moca dentro de una familia de polí-


ticos connotados. De profesión abogada. De vasta
experiencia como dirigente del Partido Revolucio-
nario Dominicano desde poco después de instalado
en el país tras la muerte de Trujillo.
Fue diputada al Congreso Nacional entre 1978
y 1982. En el gobierno de Salvador Jorge Blanco

328

/LEUR6,%LQGE DP
SEMBLANZAS DE LOS SUPERINTENDENTES.

fue designada superintendente de Seguros, tras lo cual pasó a la Superintendencia


de Bancos.
Tiene diversos textos sobre los derechos de la mujer y su participación en la vida
social. Fue vicepresidenta de la Internacional Socialista de Mujeres y ocupó posiciones
directivas en entidades femeninas, culturales y profesionales.
Actualmente está retirada de funciones públicas.

EMILIO DE LUNA
(1986-1988)

Con amplia experiencia en el Banco Central.


Gracias a ello, promovió algunos cambios de meca-
nismos de supervisión. En la actualidad es integrante
de la Junta Monetaria.

ZENEIDA SANTOS DE CONTRERAS


(1988)

Nació en Tenares el 9 de enero de 1949. En


1976 ingresó al Banco Central, donde laboró en
las divisiones de Encaje Legal y de Mercado de
Valores del Departamento Financiero. Llegó a
subencargada de ese departamento. Después de
ser superintendente de Bancos por corto tiempo,
retornó al Banco Central como ayudante del go-
bernador. Más adelante fue asignada de nuevo al
Departamento Financiero y a FIDE. En 1996 solicitó su jubilación.

329

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

JUAN LUIS SÉLIMAN


(1988-1989)

De formación universitaria especializada. Desde


joven adquirió experiencia en el sector financiero.
Dirigente del Partido Reformista Social Cristiano y
allegado a Joaquín Balaguer. Fue también director de
la Oficina de Desarrollo de la Comunidad (ODC).

RAFAEL AUGUSTO COLLADO


(1989-1990)

Integrante de una influyente familia de Cons-


tanza durante la época de Trujillo. Ocupó impor-
tantes cargos antes de llegar a superintendente de
Bancos, como director general de Foresta. Hombre
de confianza del presidente Joaquín Balaguer.

JORGE MARTÍNEZ LAVANDIER


(1990-1991)

Abogado, maestro, escritor, político.


Nació en La Vega el 24 de marzo de 1922. Fun-
dador de la Juventud Católica Dominicana, del
Centro Universitario Católico, de la Asociación
Estudiantil para Correspondencia Interamericana,
de la Asociación de Intelectuales Jóvenes “Atlántida”
y de los clubes de Estudiantes de la Universidad de

330

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SEMBLANZAS DE LOS SUPERINTENDENTES.

Santo Domingo donde estudió Derecho. Dirigió la Asociación Cristiana de Jóvenes


y la Asociación Dominicana de Boy Scouts.
Integrante de un Comité Moralizador, acudió como candidato a la presidencia
de la República por el Partido Demócrata Nacionalista en las elecciones de 1986.
Sirvió en el magisterio y en la administración pública por más de 35 años.
Fue director general de Aduanas, Rentas Internas, administrador general del
Banco Agrícola, director de Recuperaciones e Inversiones del Banco de Reservas.
Murió en Santo Domingo el 18 de julio de 2004.

HERMES H. QUEZADA T.
(1991-1993)

Nativo de Puerto Plata. Ocupó posiciones locales


durante años. Se asoció al Partido Reformista desde
su fundación. Hermano de José Quezada, uno de
los colaboradores cercanos de Joaquín Balaguer.
En las elecciones de 1966 Hermes Quezada fue
electo senador por su provincia. Ocupó importantes
posiciones en el gobierno en años ulteriores. A raíz
de su salida de la Superintendencia de Bancos, fue
designado en 1993 por el presidente Balaguer vicegobernador del Banco Central,
posición que ostentaba cuando falleció meses después.

PERSIA ÁLVAREZ DE HERNÁNDEZ


(1993-1996)

Por su experiencia en el Departamento Finan-


ciero del Banco Central, fue escogida para hacerse
cargo de la Superintendencia de Bancos, a pesar de
no tener filiación política. Emprendió las primeras
reformas de la institución tras la crisis que llevó a
la quiebra a numerosas financieras y algunos bancos.
Ocupó luego otras funciones públicas, entre ellas la
dirección de la Superintendencia de Pensiones.
Hoy es propietaria de una empresa de consultoría.

331

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

JOSÉ SANTOS TAVERAS


(1996-1997)

Nació en Santo Domingo el 26 de julio de 1946.


Realizó estudios de Economía en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo, donde se graduó
en 1972 y cursó una maestría en la Universidad de
Vanderbilt, Estados Unidos, en 1973.
Comenzó desde joven una carrera de funcio-
nario. Primeramente fue técnico del Centro Domi-
nicano de Promoción de Exportaciones. Pasó al
Banco de Reservas, donde dirigió dos departamentos. Más adelante, en 1983, fungió
de administrador de la Fábrica Dominicana de Cemento. El presidente Jorge Blanco
lo designó gobernador del Banco Central en 1984. Antes había sido secretario de
Estado de Finanzas. Estuvo poco más de un año en el cargo de superintendente
de bancos por designación del presidente Leonel Fernández.
Con posterioridad se ha dedicado a la actividad privada, como empresario al
frente de Agua Planeta Azul. Ha publicado varias obras, como La situación del tabaco
en la República Dominicana.

VICENTE BENGOA
(1998-2000)

Nativo de San Pedro de Macorís. Realizó estudios


de economía en Chile en las décadas de 1960 y 1970.
Se especializó en temas fiscales y financieros. Fue
miembro del Partido de la Liberación Dominicana.
Fungió como asesor de la Corporación de Em-
presas Estatales. En años recientes se desempeñó
como ministro de Hacienda y administrador del
Banco de Reservas.

332

/LEUR6,%LQGE DP
SEMBLANZAS DE LOS SUPERINTENDENTES.

ALBERTO ATALLAH
(2000-2003)

De profesión contable y administrador, se es-


pecializó en temáticas del sector público. Directivo
de un banco en la década de 1990. Formó parte del
equipo que promovió la candidatura presidencial
de Hipólito Mejía, de manera que su designación
respondió a un acto de confianza política.
Le tocó enfrentar las primeras etapas del co-
lapso de tres bancos en 2003. Fue designado luego
secretario técnico de la Presidencia.
Actualmente es diputado por el Partido Revolucionario Dominicano.

JULIO CROSS
(2003-2004)

De profesión contador, acumuló una vasta


experiencia en actividades de auditoría y en la
banca, tanto por cuenta propia como en empre-
sas del ramo. Supone que fue por su perfil técnico
que el presidente Mejía lo colocó al frente de la
Superintendencia de Bancos en un momento en
extremo difícil.
Al concluir esa misión, retornó al sector privado.
En la actualidad es vicepresidente del Banco del Progreso.

333

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

RAFAEL CAMILO
(2004-2009 y 2012)

De formación sociólogo en la Universidad Au-


tónoma de Santo Domingo, optó por desarrollarse
académicamente en el área económica cuando
marchó a México a realizar estudios de postgrado.
Tuvo una primera experiencia política en la
izquierda, como militante de los Comités Revo-
lucionarios Camilo Torres y el Partido Socialista.
Posteriormente ingresó al Partido de la Liberación
Dominicana, a cuyo comité central pertenece en la actualidad.
En el primer gobierno del presidente Fernández fue director de la Oficina
Nacional de Planificación.
Mantiene un perfil académico con proyectos de investigación relativos a la
historia económica y financiera del país en los siglos XIX Y XX.
En la segunda administración del presidente Fernández, a partir de 2004, fue
designado superintendente de Bancos, posición que ocupó hasta 2009, cuando
fue designado director general de Aduanas tras el fallecimiento de Miguel Cocco.
Retornó a la posición de superintendente de bancos por designación del presidente
Danilo Medina en el año 2012.

HAIVANJOE NG CORTIÑAS
(2009-2012)

De formación economista, con máster en Eco-


nomía y Planificación en CSUCA y postgrado en
la sede central del Banco Interamericano de
Desarrollo. Dirigente del Partido de la Liberación
Dominicana, fue designado contralor general de
la República en la primera administración del pre-
sidente Leonel Fernández (1996-2000).
Al retornar el Partido de la Liberación Domini-
cana al gobierno en 2004, ocupó la Superintendencia de Valores, entidad de la que
fue su primer titular. En la tercera administración del PLD fue designado superin-
tendente de Bancos hasta la asunción del presidente Danilo Medina, en 2012, quien
lo designa de nuevo como contralor general.

334

/LEUR6,%LQGE DP
ANEXO III

CRONOLOGÍA
DE LOS INTENDENTES GENERALES

Esta segunda posición comenzó a llamarse vice-superintendente a partir de su crea-


ción por medio de decreto 3368, de 8 de noviembre de 1957. Anteriormente, el
cargo que más se asemejaba era el de contador asistente, aunque sin prerrogativas
de sustituto del superintendente o de segundo en el mando. En 1967 el reglamen-
to 934, de 2 de febrero, reconoció a ese funcionario como intendente general, lo
que se ha mantenido hasta la fecha. Por tanto, reviste importancia también para
el conocimiento de la evolución de la institución conocer la secuencia de sus in-
tendentes. Se comprueba que permanecían mucho más tiempo en el cargo que
los superintendentes. Tendían a ser confirmados seguramente por razones de do-
minio profesional y conocimiento de la institución. Antonio Tellado fue el único
vice-superintendente que fue promovido al puesto superior en 1960. Esto se debía
a la connotación política del cargo de superintendente y a la técnica del intendente
general. Tres de ellos sobresalen por el tiempo que duraron y por hacer carrera en
la Superintendencia: Antonio Rodríguez Gómez, Marcos Soto y Daris Javier Cuevas.

1957-1959 Servio Tulio Castaños Espaillat 1986-1997 Marcos Soto


1959-1960 Antonio Tellado, hijo 1997-2000 Pedro Pablo Yermenos
1960-1965 Moisés Franco Llenas 2000-2002 Mirtha Medrano
1965-1978 Antonio Rodríguez Gómez* 2002-2004 Miguel Tineo
1978-1978 Zunilda Chevalier 2004-2012 Daris Javier Cuevas
1978-1982 Antonio Rodríguez Gómez 2012- Luis Armando Asunción
1982-1986 

E  5  @ M      B<" + (     4         
      

335

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ANEXO IV

SEMBLANZAS
DE TRES INTENDENTES GENERALES

ANTONIO RODRÍGUEZ GÓMEZ

Nació en La Romana el 23 de julio de 1929.


Fue uno de los empleados que permaneció más
tiempo en la Superintendencia, donde ingresó el 4
de agosto de 1952 como taquígrafo mecanógrafo.
Transitó el proceso normal de promociones de esa
época, gracias a estudios universitarios y experiencia
laboral. En diciembre del mismo 1952 recibió el
ascenso a oficial auxiliar. En 1954 pasó a ser auxi-
liar de contabilidad y, gracias a sus conocimientos
en el área, fue promovido de nuevo a la condición de inspector de primera clase
en 1957. Mientras tanto, llevó a cabo estudios en la Universidad de Santo Domingo,
donde recibió el título de doctor en Derecho. Esto le posibilitó ser designado
consultor jurídico en 1964, posición en la que duró meses, antes de llegar a la condición
de vice-superintendente en el gobierno de Héctor García Godoy. Fue separado en
1978, pero repuesto al cabo de poco tiempo, en reconocimiento a su capacidad y
dedicación.
De trato exquisito, se mantuvo cercanamente vinculado a la empleomanía e
impulsó las actividades deportivas y culturales. Poseedor de una rica cultura literaria,
dejó el libro de poesías Romance de un conquistador.
Fue jubilado en 1982, tras treinta años de labores, diecisiete de los cuales en la
segunda posición jerárquica. No volvió a trabajar en ninguna institución. Falleció el
15 de agosto de 1990.

337

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

MARCOS SOTO TEJEDA

Nació en San José de Ocoa el 20 de abril de


1939. Cursó allí sus primeros estudios, tras los cuales
se trasladó, en 1953, al Instituto Politécnico Loyola
de San Cristóbal. Concluyó los estudios secundarios
y universitarios en Santo Domingo. Fue un aficiona-
do desde joven a actividades deportivas, sobre todo
el béisbol.
Ingresó a la Superintendencia de Bancos el 12
de febrero de 1970 como inspector auxiliar del
Departamento de Encaje Legal, Análisis y Estadísticas. Continuó mejorando su
preparación profesional, con estudios primero de técnico bancario en la Univer-
sidad Nacional Pedro Henríquez Ureña y de Administración de Empresas en la
Universidad O&M, donde se graduó de licenciado en 1984. En 1975 fue ascendido
a encargado del departamento mencionado. Diez años después pasó a ser asesor
técnico del superintendente. Tras el paso por otras funciones, quedó como inten-
dente general en 1986 hasta su retiro once años después.
Ha sido profesor en la Escuela de Banca de la Universidad Nacional Pedro Henrí-
quez Ureña entre 1986 y 1991, profesor de la Escuela de Economía de la Universidad
Interamericana y profesor de la Escuela de Banca de la Universidad Apec.
Recibió la medalla al mérito del servidor público en 1986, entregada por el
presidente Joaquín Balaguer.
Recientemente ha obtenido el grado de doctor en Derecho en la Universidad
de la Tercera Edad.
Es autor de textos sobre la supervisión bancaria, algunos de ellos presentados
en conferencias, principalmente en las décadas de 1980 y 1990. Sobresale el libro
Supervisión bancaria. Una experiencia dominicana (1987). Escribió asimismo una sín-
tesis histórica acerca de su municipio natal: Ocoa. Veinte años de vivencias. 1940-1960
(2011).

338

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SEMBLANZAS DE TRES INTENDENTES GENERALES

DARIS JAVIER CUEVAS NIN

Antes de llegar a intendente general laboró en


los departamentos de Análisis Financiero y Normas,
y Normas e Inspección. También se desempeñó
como técnico de la Oficina Nacional de Planifica-
ción y como asesor de la Cámara de Diputados. Ha
tenido experiencia en el sector privado, como en
la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos.
Es economista y abogado graduado en la Univer-
sidad Autónoma de Santo Domingo. Cursó maes-
trías en Economía, con especialidad en política financiera, y en Negocios y Relaciones
Internacionales, con especialidad en mercados financieros. Es candidato a doctor en
Economía. A lo largo de su carrera ha seguido cursos especializados en temáticas
vinculadas al sector financiero.
Ocupó la posición de intendente general durante las gestiones de Rafael Camilo
y Haivanjoe NG Cortiñas, entre 2004 y 2012.
Ha sido profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, del Instituto
Tecnológico de Santo Domingo y otras universidades. Es autor de los libros Economía
en la era de la globalización y Economía financiera. Un enfoque bancario (2007).

339

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/LEUR6,%LQGE DP
ÍNDICE ONOMÁSTICO

A Balaguer, Joaquín, 134, 136, 139, 154, 158,


162, 164, 165, 175, 190, 216-218, 320, 324-
Abbes, Johnny, 109 326, 330-331, 338
Abreu B., Dulce N., 182 Barletta, Miguel, 306
Acosta, Gadiel, 16 Bass, Alberto, 184, 304
Adames, Adalgisa, 179 Batista, Fulgencio, 110
Aguasvivas, Freddy, 12 Batista, Yudith, 188
Alemán, José Luis, 176 Batista del Villar, Bolívar, 313, 323
Alfonseca, José Dolores, 30 Belliard A., Juan R., 182
Alma, Antonio, 15, 149, 154, 155, 159, 165, Bello Andino, Rafael, 227
173,175-181, 183, 185, 189, 190, 192-195, Bengoa, Vicente, 211, 213, 229, 240, 241, 264,
198, 199, 219, 226, 228, 313, 327 270, 297, 313, 332
Almánzar, Miriam, 188 Beras, Freddy, 213
Almonte, Carolina Mercedes, 188 Beras, monseñor Octavio Antonio, 51
Almonte, Leonel, 130, 173, 198, 207 Beras Peña, Ramón, A. 182
Alsina Puello, Manuel, 98 Bernard, Mónica, 6, 15, 16, 86, 184, 305
Alvarado A., Julio C., 182 Bidó, Cándido, 189, 304
Álvarez de Hernández, Persia, 15, 188, 190, Bidó M., Jaime, 182
217-223, 225, 226, 228, 229, 313, 331 Bisonó de Hernández, Divina, 179
Álvarez, Duarte Bolívar, 188 Blandino, Zeneyda, 188
Álvarez Pina, Virgilio (Cucho), 76, 315 Bobadilla, Luis, 192
Álvarez Sánchez, Virgilio, 47, 50, 51, 76, 77, Bolívar C., José, 182
313, 315 Bonetti, familia, 306
Andino, Asalia, 211 Bonnelly, Cosette, 179
Aquino, Juan Antonio, 182 Borbón, Jorge V., 182
Ares García, Máximo, 16, 146, 154, 157, 161, Bosch, Juan, 202, 317, 325
164-166, 183, 190, 226, 313, 324 Bounpensier, Josefina, 75
Ares Maldonado, César, 181 Brea, Lourdes A. N. de, 181
Arias, Desiderio, 324 Brea, Lourdes T. de, 182
Arias, Vinicio L., 181 Brenes, Katiuska de, 182
Asunción, Luis Armando, 261, 335 Brens C., Guarionex, 181
Asunción P., Pablo, 182 Brugal Kunhardt, Manuel Andrés, 220
Atallah, Alberto, 15, 188, 242-244, 250, 252, Bujosa, Guillermina, 112, 179
257, 297, 313, 333
Aybar Mella, Salvador, 144, 313, 324
C

B Caamaño, Francisco A., 75


Cabral, Manuel José, 176
Báez, Aura, 179 Cabrera, Miguel, 174
Báez Figueroa, Ramón, 241, 246 Cabrera F., Luis, 182

341

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Cabrera Fernández, Belba, 182 De la Cruz, Rachel, 188


Cabrera G., Hugo, 181 De la Rocha, Julián, 23
Cáceres, José M., 181 De la Rocha Báez, Julio, 313, 327
Cáceres, Ramón, 24, 25, 31 De la Rosa, Antonio, 12
Calletano R., Isaías, 181 De la Rosa, Juan, 183
Calvo, Félix, 12 De la Rosa, Neri, 161
Camilo, Rafael, 11, 15, 246, 248, 261, 264-268, De los Santos Ramírez, María, 188
275, 278, 279, 282-284, 289-292, 297, 299, De Luna, Emilio, 201, 313, 329
305-307, 311-313, 334, 339 De Pool, Manuel E., 77, 313, 319
Canela Ascanio, Delio Román, 142, 144, 313, De Windt, Luisa, 86, 129
323-324 Del Rosario, Julio A., 182
Caraballo, Mercedes, 181 Devers, Rocío, 16
Caratini, Pedro Miguel, 75, 85 Díaz, Polibio, 173
Casasnovas Garrido, Juan, 313, 325 Díaz B., Milagros, 182
Cassá, Roberto, 9, 10, 20 Domínguez, Atahualpa, 184-185, 303
Castaño Bolque, Jesús, 13, 15, 16, 226, 271 Dumit, Baduí, 24
Castaños Espaillat, Julio César, 109
Castaños Espaillat, Servio Tulio, 78, 104, 105,
107, 110, 335 E
Castaños Pérez, León de Jesús, 107
Castaños Vélez, Tulio Salvador, 105, 107 Espaillat Espaillat, Dilia, 107
Castillo, José H., 183 Espaillat, Rafael, 30
Castillo, Pedro, 306, 307 Espejo de Cabrera, Rita, 181
Castro, Heyromi, 16, 297 Espinal, Américo, 328
Castro, Manuel V., 181 Espinal M., Amarilis, 181
Cepeda, Feliciano, 182 Estrella, Julio César, 11, 22-24, 29-30, 94
Céspedes, Pedro, 184, 304 Estrella, Miguel, 16
Checo, Ramón, 15, 122, 144, 162, 203
Chevalier, Zunilda, 335
Ciprián, Manuel, 85 F
Ciprián, Máximo, 181
Cocco, Manuel, 197 Félix Gimbernard, Julio Oscar, 75, 85
Cocco, Miguel, 334 Fernández, Diógenes, 130
Coén, David, 23 Fernández, Eduardo, 176, 192
Fernández, Jaime Manuel, 111, 313, 320
Collado, Rafael Augusto, 313, 330
Fernández, Leonel, 263-264, 268, 279, 307,
Comas A. Freddy, 181
332, 334
Cordero Infante, José, 30
Fondeur, Angélica, 219
Corripio, José Luis, 192
Franco Llenas, Moisés, 78, 335
Cotes Juliao, Julio, 15, 100, 144, 176, 182, 201,
212
Cross, Julio, 15, 229, 230, 236-238, 240, 246, G
250, 254, 257, 258, 260-262, 267, 269, 274,
279, 290, 297, 313, 333 Gajdeczka, Przenek, 275
Cuello, Josefina, 179 García, Antonio, 211
Cuevas, Elbin, 267 García, Cándida V., 182
Cuevas Nin, Daris Javier, 12-13, 15, 185, 208, García, Emma de, 179
261, 267, 285, 303, 335, 339 García, Enrique, 75
García, Virginia, 179
García, Virginia E., 182
D García, Violeta, 176
García Cambier, Eduardo, 313, 321
De Hostos, Eugenio, María 85 García Godoy, Héctor, 77, 133, 136, 141, 313,
De Juan, Aristóbulo, 240-241, 251, 253, 255 317, 320, 337

342

/LEUR6,%LQGE DP
ÍNDICE ONOMÁSTICO

García Godoy, Juan, 154 K


Garrido, Amanda, 85
Gil Ruiz, Arturo, 85 Krausse, Walter, 35-36, 42
Ginebra Cocco, Mario José, 152, 313, 322 Kunhardt, Francisco, 213
Gómez Mota, Porfirio, 183
González, Ignacio Manuel, 75
González, José Ramón, 138 L
González, Nancy, 181
González, Nelson, 161 Languasco, Olga J., 182
González, Nurys, 179 Lapeireta, Lidia, 129
Green, Catalina, 161 León Sturla, Héctor, 77, 313, 317
Grisanty, Aurelio M., 116 Livacic, Ernesto, 220
Guerrero, Frank, 257 Livero G., Elio E., 181
Guerrero, Juan S., 182 Lluberes Peña, Salvador, 77, 129, 313, 318
Gutiérrez, Juan E., 188 Lois Malkún, José E., 257
Guzmán, Antonio, 155, 175, 176, 180, 190, López C., Andrés, 181
192, 196, 218, 322, 327 López Valdés, José Manuel, 248, 288-290
Guzmán, Florencio, 220 Lozada, Augusto, 174

H M

Haza, Orlando, 197 Machado, José Manuel, 77, 313, 315


Herasme, Pablo, 267 Mainardi Reyna, Virgilio, 113-115, 313, 322
Hernández, Joaquín, 75 Majluta, Jacobo, 86
Hernández, Juan Esteban, 130 Manzano, Mairení, 15, 79, 84, 85, 105, 112,
Hernández Martínez, Amado Audilio, 313, 321 119, 127, 181, 189
Herrera, César, 12 Marchena, Eugenio de, 23
Heureaux, Ulises, 23, 31, 79 Maríñez, Marcia, 179
Martín C., Antonio, 182
Martínez, Germán, 75
I Martínez, José V., 181
Martínez, Jesús Geraldo, 13, 16, 56, 265, 267,
Ibarra, Juan Alejandro, 71 275, 282, 291, 307
Ibarra Fort, Antonio, 71 Martínez, Luis, 129
Imbert Barrera, Antonio, 75, 80 Martínez, Luis A., 75
Imbert Rainieri, Ramón (Moncho), 80 Martínez de Trujillo, María, 30
Martínez Lavandier, Jorge, 313, 330
Martínez Moya, Arturo, 105
J Mata García, Milagros, 107, 110
Mateo, José Manuel, 182
Jana T., Luis E., 182 Medina, Abraham, 11
Jansen, Héctor Rafael, 182 Medina, Danilo, 334
Jarvis, Samuel, 25, 28, 29 Medrano, Mirtha, 335
Jiménez, Felipe, 182 Mejía, Engracia, 176
Jiménez, Hatuey, 112 Mejía, Hipólito, 241-242, 244, 246, 251-252,
Jiménez Belén, Mamerto, 161 257-258, 333
Jiménez Castillo, Zaida Ivete, 188 Mejía, Porfirio, 335
Jorge Blanco, Salvador, 155, 196-198, 316, 322, Mejía Báez, Andrés, 112
328, 332 Melo, Dilandy, 179
Jovine, Asalia de, 183 Mendel, Isidore, 23
Méndez, Altagracia E., 182
Méndez, Rafael, 267

343

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SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Méndez Capellán, Víctor, 184, 289, 303, 304 P


Méndez Núñez, Fidel, 77, 313, 318
Messina, Frixo, 15, 120, 155, 164, 196-198, Paniagua, Jesús, 304
313, 328 Paniagua, Zunilda, 15, 177-178, 221
Messina, Milton, 77, 93, 94, 111, 159, 160, 313, Pantaleón, Ada, 219
316 Pascual R., Rafael A., 183
Michelena, Santiago, 25, 29 Pastoriza, Andrés, 30
Miqui M., Manuel, 183 Pastoriza, Tomás (Jimmy), 138, 306
Molina Achécar, Luis, 289 Patín, Manuel María, 26-27, 75, 85, 162
Molina Morillo, Rafael, 285 Peña, Diógenes, 177, 189
Molini, Antonio, 156-157 Peña F., Pedro A., 183
Montalvo, Osvaldo, 304 Peña Frómeta, Carlos Manuel, 75
Montás, Juan Temístocles, 12, 246, 264 Peña Gómez, José Francisco, 175
Montes de Oca, Hipólito, 176, 181 Perelló, Rafael, 306
Montes de Oca, Luis, 13, 15, 16, 185, 209, Pérez, Enrique, 176, 181
228, 241, 242, 250, 255, 261, 265, 266, 284, Pérez, Luisa Ericka, 16, 56
292, 293, 303, 305 Pérez Espinal, Alejandro, 181
Morales, Fanny, 179 Pérez M., Enrique, 181
Morillo López, Antonio, 249 Pérez Méndez, Mirna Ruth, 188
Morillo, Milagros de, 181 Peynado, Cristiana, 324
Moscoso Puello, F., 29 Polanco, Ramón Antonio, 182
Mota A., Concepción, 181 Poujol, Alexander, 12
Moya Pons, Frank, 11 Prebisch, Raúl, 42, 45
Puello, Juana, 183

N
Q
Nanita, Abelardo René, 29
Natera, Juan J., 181 Quezada, Hermes, 217, 313, 331
NG Cortiñas, Haivanjoe, 11, 15, 184, 185, 255, Quezada, José, 331
261, 284-286, 288-292, 296, 299, 300, 303, Quezada, Manuel E., 181
311, 313, 334, 339
Nicasio R., Jaime H., 181
Nin, Xiomara Maura de, 182 R
Nina C., Pedro A., 182
Noboa, Carlos, 112, 127, 182 Raissent, Maurizio, 184, 304
Nolasco, Leandro, 112, 177, 181 Ramírez D., Carlos, 181
Núñez, Alina, 179 Rato, Rodrigo, 264
Núñez, José, 15, 279 Regús, Teófilo, 184, 267
Núñez, Rafael Arturo, 75 Reyes, Amelia Ciriaco de, 182
Núñez de León, José, 181 Reyes, Miguel, 219
Núñez P., Álvaro, 183 Reyes J., Rafael, 183
Rijo Caro, Lourdes J., 182
Rivera Santana, Francisco, 183
O Rockefeller, familia, 122
Rodríguez, Manuel, 304
Objío, Sigfrido, 75 Rodríguez, María, 182
Ortiz, S. Salvador, 46, 77, 86, 87, 112, 313, 319 Rodríguez Gómez, Antonio, 86, 116, 117, 177,
Ortiz G., Manuel A., 182 181, 189, 194, 335, 337
Rodríguez Jerez, Rafael, 304
Rojas T., Francisco, 182
Rojo, Yolandita, 179
Rosa F., Maximiliano, 181

344

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Rosario, Bolívar, 112 Tineo, Miguel, 335


Rudman, Isaac, 16 Toca Simó, Nelson, 161
Ruiz, Rosanna, 219 Toral, Luis, 215
Torres Tejeda, Candito, 109
S Tovar, Francisco Antonio, 181
Triffin, Robert, 42
Saladín, Roberto, 11 Troncoso Sánchez, Jesús María, 16, 316
Salcé Dotel, Juan, 182 Trujillo, Héctor, 47
Samuelson, Paul, 105 Trujillo Molina, Rafael Leonidas, 9, 13, 14,
Sánchez Baret, Sofía Leonor, 15, 155, 194, 20, 21, 30, 31, 36, 39, 46-49, 52, 58, 71-75,
196-198, 200, 313, 328 76-78, 80, 81, 83, 85, 87, 89, 91-99, 101,
Santana, Santiago, 177 103, 105, 107-113, 115, 117, 119, 124, 125,
Santos, Dhimas, 15, 161, 165, 172, 203, 204 127, 141, 152, 154, 183, 315-321, 324, 328,
Santos de Contreras, Zeneida, 227, 228, 313, 330
329
Santos Taveras, José, 228, 229, 313, 332
Sanz, Ana, 179 U
Sardiñas, Julio César, 75, 85
Schnitzel, Konrad (Conrado), 16 Urbáez, Héctor, 15, 105, 129-130, 152, 205
Segura D., Ana María, 181 Ureña, José, 130, 210
Séliman, Juan Luis, 313, 330
Serra, Amadeo, 75
Soto, Ángel María, 112 V
Soto, Marcos, 15, 16, 75, 79, 80, 84, 86, 112,
117, 147, 162, 164, 165, 174, 176, 183, 188, Valdez Albizu, Héctor, 217, 241, 264
194, 202, 204, 211, 227, 335, 338 Valdez R., Roberto A., 182
Suárez, Altagracia Bautista de, 174, 313, 326 Valentín, Julio, 184, 304
Suárez, Luis H., 157 Valverde, María R., 182
Suazo F., Flavio, 182 Vanderhorst, Andrés, 161
Suero, José Luis, 183 Vargas, Nicolás, 304
Suero Cuevas, Antonio, 181 Vásquez, Horacio, 30
Suncar Méndez, Osvaldo, 75 Vega, Gay, 154, 179
Swiston, Andrew, 275 Velásquez, Albastros, 182
Vélez, Antonia, 107
Veloz, Keitel, 127
T Víctor, Jorge, 267

Tatis, Rita, 188


Tavárez, Fernando, 110 W
Taveras Rodríguez, Juan Manuel, 191
Tejada, Francisco B., 181 Wallich, Henry C., 42
Tejada Sánchez, Darío, 183 Wiese Delgado, Alfred, 157
Tellado hijo, Antonio, 77-78, 313, 320, 335
Terrero, Nelson R., 181
Terrero Melo, Freddy, 181 Y
Thevenin, Luz del A., 181
Tiburcio, Cristian, 291, 304-305 Yermenos, Pedro Pablo, 335

345

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ÍNDICE DE CUADROS

Cuadro I.1: Resumen consolidado de la banca. Diciembre 1937. . . . . . . . . . . . . . . . . .34


Cuadro I.2: Principales bancos comerciales (1937-1954) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .35
Cuadro II.1: Depósitos de los bancos comerciales (1936-1954). . . . . . . . . . . . . . . . . . . .40
Cuadro II.2: Colocaciones de los bancos comerciales (1936-1954) . . . . . . . . . . . . . . . . .41
Cuadro II.3: Disponibilidades de los bancos (1947). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .52
Cuadro II.4: Relación cartera de créditos (1956-2011). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .54
Cuadro II.5: Relación activos banca comercial y sistema financiero (1958-2011) . . . . .57
Cuadro II.6: Activos banca/Activos sistema financiero (1974-2011) . . . . . . . . . . . . . . . .60
Cuadro anexo II.1: Estadísticas financieras. Serie Superintendencia de Bancos.
1958-agosto 2012. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .62
Cuadro anexo II.2: Estadísticas históricas del Sistema Financiero (1958-2011). . . . . . . . . .66
Cuadro anexo II.3: PIB a precios constantes 1952-2011 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .68
Cuadro III.1: Activos de la banca, 1957 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .73
Cuadro III.2: Relación de superintendentes durante la época de Trujillo 1947-1960 . . .77
Cuadro III.3: Relación de los primeros vice-superintendentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .78
Cuadro III.4: Asignaciones presupuestarias a la Superintendencia
de Bancos 1957-1960 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79
Cuadro III.5: Aportes de los bancos al financiamiento de la Superintendencia
de Bancos 1959. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79
Cuadro III.6: Casas de préstamos de menor cuantía en la década de 1950 . . . . . . . . . .102
Cuadro IV.1: Oficinas bancarias, 1972 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .123
Cuadro IV.2: Activos de las instituciones financieras supervisadas, 1972 . . . . . . . . . . . .124
Cuadro IV.3: Encaje legal, por depósitos y destino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .163
Cuadro V.1: Recursos humanos aportados por la Superintendencia de Bancos
en 1979 para la liquidación del Banco de Santo Domingo. . . . . . . . . . . .181
Cuadro VI.1: Índices de solvencia de algunos bancos, diciembre 2002 . . . . . . . . . . . . .245

347

/LEUR6,%LQGE DP
SUPERINTENDENCIA DE BANCOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA.
65 AÑOS DE HISTORIA.

Cuadro VII.1: Resumen de las inspecciones realizadas en 2003. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .263


Cuadro VII.2: Estructura del sistema financiero dominicano. Julio de 2012 . . . . . . . . .308
Cuadro VII.3: Principales entidades en el total de activos, septiembre 2012 . . . . . . . . .309
Cuadro VII.4: Sistema financiero: cartera de créditos en relación al PIB
y a los activos. 2000-2011 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .310
Cuadro VII.5: Indicadores micro prudenciales del sistema bancario dominicano . . . . .311

348

/LEUR6,%LQGE DP
Superintendencia de Bancos de la República
Dominicana. 65 años de historia, de Roberto
Cassá, se terminó de imprimir en los talleres
gráficos de Editora Amigo del Hogar, en el
mes de septiembre de 2013, con una tirada
de 1000 ejemplares.

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