El Descubrimiento de Los 10 Libros de Vitruvio
El Descubrimiento de Los 10 Libros de Vitruvio
El Descubrimiento de Los 10 Libros de Vitruvio
El descubrimiento, en 1414, de una copia manuscrita del libro “De Architectura”, de Vitruvio,
despertó un gran interés dentro del mundo de la arquitectura y del humanismo siendo el
germen de toda una serie de tratados que vieron la luz durante el Renacimiento.
Hacia 1486 Fra Giovanni Sulpicio da Veroli publicó la primera impresión de la obra sin traducir,
todavía en latín vulgar. La siguiente la realizó Fra Giovanni Giocondo y en 1521 Cesare
Cesariano presenta la primera traducción al italiano. A estas ediciones sucedieron otras ya
traducidas al idioma del país impresor.
La obra, estructurada en diez libros, expone los conocimientos de su época sobre la teoría y la
práctica arquitectónica, entendiendo el arte de construir edificios, a los que dedica los siete
primeros libros, y las obras públicas y los diseños de máquinas para construir edificios. Vitruvio
estudia en el libro primero los principios de la arquitectura en general, así como la elección de
los lugares propicios para edificar una ciudad o una casa.
En el sexto libro estudia los edificios privados y sus medidas, y el séptimo lo dedica a la
decoración y ornamentación de los edificios. El octavo está dedicado a la hidráulica con
explicaciones sobre procedimientos para encontrar y conducir el agua. El noveno libro es un
tratado de Gnómica y el décimo versa sobre el estudio de las máquinas de la construcción.
Durante la Edad Media, se encontró un compendio de estas ideas, que se tituló ¨Los Diez Libros
de la Arquitectura¨. Muchos arquitectos renacentistas retomaron estas ideas y las aplicaron en
sus obras, contribuyendo así al legado duradero de Vitruvio. Estos libros no solo son una fuente
de inspiración, sino también una ventana al pensamiento arquitectónico de la antigüedad.
Bramante
Donato Bramante (1444-1514). Fue el primer gran arquitecto del Cinquecento. Su formación
como arquitecto tuvo lugar en la corte de Ludovico Sforza, en Milán. Se interesó por la
arquitectura, tanto desde el punto de vista teórico como desde el punto de vista práctico.
Investigó sobre el empleo de los órdenes clásicos y de las plantas centralizadas. Sus primeras
obras están en Milán. Allí intervino en la iglesia de San Sátiro, a la que añadió un pequeño
oratorio: Santa María presso San Sátiro (14478). Con posterioridad se establece en Roma,
donde se ocupó, en 1502 de la construcción de San Pietro in Montorio, mandado edificar por
los Reyes Católicos en el mismo lugar en el que, según la tradición, fue martirizado San Pedro.
El edificio está en la línea de los templos romanos de planta central. Bramante trabajó en un
proyecto para la iglesia de San Pedro del Vaticano, aunque quien finalmente la llevó a cabo fue
Miguel Ángel Buonarotti. El proyecto de Bramante, del año 1506, era un proyecto de planta de
cruz griega tenía en el centro una cúpula, ábsides en los extremos de los brazos y cúpulas de
menor tamaño en ellos.
Bramante se convertiría en el arquitecto del plan del papa Julio II para la renovación de Roma.
Comenzó en el Vaticano, donde conectó el palacio y la Villa Belvedere con una serie ascendente
de patios flanqueados por pasillos con arcadas. Desde los apartamentos papales, una vista en
perspectiva (ahora interrumpida por un ala de la biblioteca) atravesaba rampas y fuentes hasta
una exedra en el nivel más alto. Si bien su axialidad recordó el antiguo complejo de templos en
Palestrina, el simbolismo del Cortile del Belvedere (1507-7) combinó matices de villa y teatro
romanos. El proyecto más optimista de Julio II fue crear un nuevo Basílica de San Pedro para
reemplazar el antiguo edificio Constantiniano. La medalla de la fundación y el "plan de
pergamino" de Bramante dan una idea del primer proyecto no ejecutado: una gran cruz griega
con cuatro cruces subsidiarias y torres de esquina recordó los planes centralizados de la iglesia
de Leonardo. La cúpula tipo panteón de una sola carcasa se apoyaría en cuatro grandes pilares
aislados de diseño original e influyente. El trabajo comenzó en estos muelles, y por la muerte
de Bramante en 1514, habían sido abovedados con arcos cruzados, y se había construido un
coro, utilizando los cimientos del siglo XV construidos para Nicolás V. Una orden gigante de
pilastras: dórica en el exterior, corintia en el interior – dio unidad vertical.
El plan de diseño urbano para la nueva Roma se extendió más allá del Vaticano. Al otro lado del
río, en la vieja ciudad, Bramante construyó una nueva calle, la Via Giulia, para ser dominada por
un colosal Palacio de Justicia, del cual solo se ejecutó la base oxidada. La iglesia de S. Celso
(ahora destruida), una versión a pequeña escala del primer plan de San Pedro, se inició (en
1509) en otra nueva calle, la Via de ’Banchi. La tribuna de S.Maria del Popolo (1507-9)
permanece relativamente sin cambios. Aquí Bramante agregó una capilla funeraria y un coro a
una iglesia existente. La bóveda de cañón artesonado y el ábside de nicho de concha
simplificado son una versión despojada del coro destruido de San Pedro, y la capilla de la tumba
cuadrada está iluminada por las llamadas ventanas "Serliana" inventadas por Bramante.
Como el gran escritor de arte y arquitecto Giorgio Vasari (1511-74) se dio cuenta de que la
ambición de Julio II era necesaria para el cumplimiento del genio arquitectónico de Bramante.
Su entusiasmo conjunto por la destrucción y la renovación le valió al arquitecto el sobrenombre
de "Bramante ruinante", y en un diálogo satírico contemporáneo se escucha a Bramante
muerto describiendo a San Pedro su plan para la reconstrucción del cielo.
Brunelleschi
"Qué hombre, por duro de corazón o envidioso que sea, no alabaría a Pippo, el arquitecto,
cuando ve aquí esta enorme construcción elevándose por encima de los cielos, lo bastante
vasta como para cubrir a toda la población toscana con su sombra, y hecha sin ayuda de vigas
ni complicados soportes de madera?". Casi seis siglos después, la admiración que en 1436
expresaba León Battista Alberti ante la gran realización de Filippo Brunelleschi –Pippo, como le
llamaban sus paisanos– aún no se ha desvanecido. La catedral de Santa María del Fiore es, sin
duda, una de las grandes gestas de la arquitectura y la ingeniería del Renacimiento, por la
pureza de sus líneas, sus dimensiones y el asombroso ingenio de sus constructores. El proyecto
se inició en 1296 y se prolongó a lo largo de 175 años.
En 1418, Filippo Brunelleschi tenía 41 años y era un maestro orfebre reconocido. Había nacido
en Florencia en 1377, diez años después de la votación a favor de la cúpula de Neri di Fiorabanti,
en la que su padre había participado. De hecho, la casa familiar de Brunelleschi estaba frente a
la catedral en construcción. No es difícil imaginar su infancia y juventud a la sombra creciente de
Santa María del Fiore y ante la maqueta de su cúpula, fuente de interrogantes.
Brunelleschi participó en el concurso de 1401 para las puertas del Baptisterio de San Giovanni.
Andrea Pisano, capo maestro de la catedral, había diseñado ya unas puertas forjadas en bronce
entre 1330 y 1336, pero se buscaba ahora un diseño escultórico aún más monumental.
Brunelleschi perdió el concurso frente a Lorenzo Ghiberti. Derrotado, se trasladó a Roma junto a
su amigo Donatello para estudiar sus ruinas durante los siguientes quince años.
Pippo regresó a Florencia entre 1416 y 1417 y se instaló en su antiguo hogar familiar. Al poco de
llegar, la Opera del Duomo le encargó los planos de la cúpula a partir de la maqueta de ladrillo.
Cuando se convocó el concurso, en 1418, Brunelleschi partía como uno de los favoritos, junto
con su rival Lorenzo Ghiberti. El concurso giraba en torno al sistema que se usaría para soportar
la cúpula durante su construcción, que debía seguir a rajatabla el diseño de Fiorabanti. Entre las
posibilidades había distintas propuestas de cimbras de madera, que servían para sujetar los
muros de la cúpula durante su construcción.
Otra alternativa era llenar el crucero de arena hasta crear un montículo lo bastante alto para
apoyar la cúpula sobre él, una técnica que ya había sido empleada en otras arquitecturas
románicas y góticas. También se emplearía posteriormente en obras como la catedral de Troyes,
en Francia, donde en 1496 se utilizó un montículo de arena de más de 30 metros de alto. La
Opera del Duomo rechazó con desdén este tipo de soluciones. Brunelleschi, sin embargo, tenía
una propuesta muy diferente: construiría la cúpula sin usar ningún sistema de apoyo.
Brunelleschi, sin embargo, tenía una propuesta muy diferente: construiría la cúpula sin usar
ningún sistema de apoyo
Esta idea causó un gran revuelo, ya que nadie era capaz de comprender cómo sería posible su
ejecución. Y aunque Brunelleschi se reservó la mayoría de los secretos técnicos de su
planteamiento, el prestigio del arquitecto y su pericia en otros encargos para el gremio de la lana
le valieron la victoria. En 1420, se eligió su diseño si compartiese la dirección de las obras con
Lorenzo Ghiberti, que quedó en un segundo plano.
La cúpula de la Catedral de Florencia o Santa María de las Flores es la obra más famosa y
controvertida de Brunelleschi. Con ella se remata la catedral gótica que estaba inacabada. Esta
enorme cúpula destaca sobre la iglesia y es una referencia visual en Florencia. Por la altura del
edificio, la cúpula que cubriera dicho crucero no podía ser totalmente semiesférica por posibles
problemas en el sistema de empujes y contrarrestos de fuerzas. La solución que llevó a cabo
Brunelleschi fue una superposición de dos bóvedas esquifadas, octogonales, una dentro de otra,
hechas de ladrillo, Divididas en tramos a modo de gajos. Esta innovación permitía un reparto de
esfuerzos, además de conseguir la sensación de ligereza. En la base los dos cascos se unían con
gruesas piedras. Ambas cúpulas se contrarrestan mutuamente.
Al principio de las obras, la facción de Ghiberti usó varias estrategias para sabotear la propuesta
de Brunelleschi. En distintas ocasiones se le acusó de no seguir las proporciones del proyecto
original de Fiorabanti, de problemas estructurales en la obra o de estar levantando una cúpula
oscura, sin suficientes ventanas. Ninguna de estas polémicas consiguió echar atrás el proyecto, y
tras llegar a la altura acordada en 1426 se aprobó su continuación sin estructuras auxiliares.
Quedaba por delante el proyecto de una linterna para rematar el conjunto, asignado a
Brunelleschi ese mismo año. Pero el capo maestro murió en 1446 sin ver acabada su obra, que
sería terminada en 1471 por Antonio di Ciaccheri. En el siglo XVI se hicieron nuevas
intervenciones, entre ellas la espectacular decoración interior de la cúpula. Es una composición
basada En el Juicio Final, inspirada en la Divina comedia de Dante. Giorgio Vasari fue su autor
principal y trabajó en ella desde 1568 hasta su muerte en 1574, y otros artistas la finalizaron en
1579. La fachada de la catedral quedó sin acabar y fue objeto de diversos debates y propuestas
a lo largo del siglo XVI. En 1587 fue demolida y no se reconstruyó hasta 1887, según un proyecto
de carácter neogótico que buscaba recuperar los principios estilísticos propuestos por Giotto
hacía cinco siglos. La tradición cuenta que Giotto, Andrea Pisano, Arnolfo di Cambio y Filippo
Brunelleschi están enterrados bajo la catedral. Aunque en las excavaciones de 1970 sólo se halló
la tumba de Brunelleschi, no deja de ser romántico pensar que los grandes maestros precursores
del Renacimiento descansan allí, como parte de su obra imperecedera.
Su obra se caracteriza por un intento de alcanzar la perspectiva central en los edificios. Lo
consiguió por aplicar las matemáticas, por basarse en las leyes de la geometría y de la óptica (se
relacionó con el matemático y físico Paolo del Pozzo Toscanelli). Para el florentino, la arquitectura
es racionalista, humana…se aleja del ideal gótico, donde la divinidad es el centro de todo.
Los Médici vuelven a encargar un trabajo a Filippo Brunelleschi. En realidad, fueron ocho familias
florentinas, pero, al no poder hacerse cargo de los costes, fue Cosme de Médici quien los
adquirió.
Le pidieron una iglesia nueva pero que recordara a las grandes obras de la antigüedad. Eso sí, la
referencia debía ser cristiana y el modelo su basílica. Así, la planta es de cruz latina con tres naves
y capillas laterales. El florentino diseñó un templo con base longitudinal, y en su crucero, casi
mínimo, dispuso una cúpula con linterna. ¿Qué se crea con esto? ¿Qué tiene de renacentista?
Un espacio matemático, geométrico, pues está modulado por el círculo inscrito en un cuadrado,
que es el que sirve como medida de las proporciones. Recordemos: el cuadrado es lo humano y
el círculo lo divino.
Respecto a lo estético, a lo puramente decorativo, vemos referencias grecorromanas. Por
ejemplo, la techumbre a base de artesonado con casetones cuadrados en la nave central.
También el entablamento corrido y los capiteles, corintios sobre columnas monolíticas en la nave
central, pero sobre pilastras en las laterales.
Brunelleschi jugó una vez más con los materiales para dar sensación rítmica a su arquitectura.
Columnas como soporte, entablamento decorado, capiteles compuestos y arco acanalados
encima, y, además, bóvedas vaídas en las naves laterales. Por no hablar de la pietra serena
florentina, con su color, diáfano, apacible.
Libro
Los Diez Libros de Arquitectura de Vitruvio son un tesoro invaluable en la historia de la
arquitectura. Escritos por Marco Vitruvio Polión, un arquitecto, escritor e ingeniero romano del
siglo l a.C., estos libros han influido en la práctica y la teoría arquitectónica durante siglos.