Babilonia

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babilonia: así se

descubrió la
ciudad de la
legendaria torre
de babel Babilonia Descubrimientos Arqueolog ía
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Felip Masó

Actualizado a 30 de noviembre de 2023 · 10:13 · Lectura: 5 min


Vista de las ruinas de Babilonia tras la restauración a que fueron sometidas
en la década de 1980.
Foto: iStock

los antiguos profetas judíos predijeron a menudo la total


destrucción de Babilonia, en la época en que ésta era la ciudad
más poblada y poderosa de Mesopotamia, entre los siglos VII y VI
a.C. Jeremías, por ejemplo, proclamó: "Ba- bilonia será
convertida en un montón de ruinas, una madriguera de chacales,
un mo tivo de estupor y de burla y un lugar deshabitado".

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Finalmente, los oráculos se cumplieron, y Babilonia fue varias


veces saqueada y entró en declive. Prácticamente abandonada,
fue consumiéndose y desapareciendo lentamente entre el polvo y
las filtraciones del Éufrates. Los primeros viajeros europeos que la
visitaron no vieron más que ruinas.

El rabino Benjamín de Tudela, en el siglo XII, escribió: "Las ruinas


de la antigua Babel tienen una extensión de treinta millas;
todavía se encuentra allí el palacio derruido de Nabucodonosor y
los hombres temen entrar en su interior al estar infestado de
serpientes y alacranes".
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Vídeo: Así era Babilonia

RIGOR GERMÁNICO
El estado del lugar desanimó a los arqueólogos que trataron de
excavar el yacimiento. A principios del siglo XIX, Austen Henry
Layard, el primer en intentarlo, renunció ante la enorme
cantidad de escombros que debía remover. Pero la situación
cambió cuando, en 1898, el emperador alemán Guillermo II
impulsó la creación de la Deutsche Orientgesellschaft, la Sociedad
Alemana para el estudio del antiguo Oriente, cuya primera
misión fue la excavación de las ruinas de Babilonia.

La dirección de la empresa se ofreció a Robert Koldewey,


historiador del arte, arqueólogo y arquitecto con gran
experiencia de campo en excavaciones europeas y orientales.
Koldewey ya había participado, en 1887, en la excavación de los
yacimientos mesopotámicos de Surghul y al-Hiba, donde se
familiarizó con la arqueología del adobe, esencial en el éxito de su
futura misión.

Koldewey ya había participado, en


1887, en la excavación de los
yacimientos mesopotámicos de
Surghul y al-Hiba.
Robert Koldewey, el arqueólogo alemán que excavó las ruinas de Babilonia.

Foto: Cordon Press

En primer lugar, Koldewey fue enviado a Babilonia en una


misión de reconocimiento y allí descubrió los primeros ladrillos
esmaltados de la aún desconocida puerta de Ishtar. A su regreso
a Berlín informó de que Babilonia sería el lugar perfecto para
llevar a cabo las excavaciones. Cuando seguidamente se le notificó
su nombramiento como director, exclamó en una carta: "Me han
nombrado director de las excavaciones con una paga de 600
marcos mensuales... ¡Estoy loco de alegría! Cuando pienso que si
alguien me hubiera dicho hace dieciséis años que yo llegaría a
realizar excavaciones en Babilonia le habría tomado por un
loco...".

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UN ARQUEÓLOGO MODERNO
Koldewey fue uno de los primeros auténticos arqueólogos de
Oriente, en un momento en que llegaba a su fin la figura del
excavador-erudito que había imperado hasta
entonces. Acompañado por un equipo multidisciplinar, en el que
figuraban especialistas como el arquitecto Walter Andreae o el
filólogo y asiriólogo Bruno Meissner, Koldewey demostró un
extraordinario rigor en el método arqueológico e hizo de la
excavación de Babilonia la mejor llevada en Mesopotamia hasta
entonces.

Koldewey no sólo se preocupaba por los grandes y bellos


objetos; recuperaba todos los fragmentos que encontraba, los
identificaba, catalogaba y restauraba para posteriormente
enviarlos a Alemania o Estambul, donde eran depositados en los
museos.

Además, llevaba un meticuloso diario de excavación en el que


dejaba de lado la literatura de aventuras y se limitaba a explicar
los descubrimientos de una forma analítica y muy profesional,
alejada de los pintorescos y románticos relatos anteriores.

Koldewey dejaba de lado la literatura


de aventuras y se limitaba a explicar
los descubrimientos de forma analítica
y profesional.
Avenida procesional de Babilonia, tras su restauración.

Foto: iStock

Hizo gala, asimismo, de una excepcional capacidad de


organización y de logística y de una entrega sin límites a su labor.
Desde que empezó sus trabajos en marzo de 1898, trabajó en el
yacimiento de forma prácticamente ininterrumpida hasta 1917;
de hecho, durante los primeros seis años no dejó el yacimiento
más que una sola vez. Su mente estaba preocupada tan sólo por
el éxito de la misión. En su diario se dirigía a sí mismo esta frase:
"Bueno, Koldewey, ahora puedes hacer esto pero nada más que
esto. ¡Todo lo demás no importa!".
Su estrecho colaborador Walter Andreae testimoniaba: "Podría
casi asegurar que Koldewey vivió y pensó día y noche en estas
ruinas y descubrimientos durante los diecinueve años pasados en
Babilonia y los ocho últimos de su vida en Alemania".

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LA AVENIDA PROCESIONAL
Koldewey inició las excavaciones en una zona conocida entre los
árabes como el Kasr (el Castillo), donde una tradición situaba los
palacios de la ciudad. Realizó allí una gran cata de 10 por 15
metros. Ante su asombro aparecieron dos muros paralelos con
una distancia entre ellos de 41 metros. Al principio pensó que
eran los muros del palacio real, pero en realidad se trataba de
un monumento no documentado en las fuentes: la gran avenida
procesional de la ciudad, con sus ladrillos esmaltados en forma
de leones y dragones, símbolos de los dioses Ishtar y Marduk.

Salió a la luz la gran avenida


procesional de la ciudad, con sus
ladrillos esmaltados en forma de
leones y dragones,
Fragmento de la puerta de Ishtar que se exhibe en el Museo de Pérgamo de
Berlín.

Foto: iStock

Presionado desde Berlín a fin de que hallara piezas que pudieran


trasladarse a Alemania y exponerse en los museos, Koldewey
tuvo que realizar nuevas catas que le permitieron, en un plazo de
apenas tres años, devolver a la luz los edificios más significativos
de Babilonia.

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BABILONIA
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Pese a ello, sólo había explorado una pequeña parte del extenso
yacimiento de Babilonia, de 300 hectáreas. Faltaban por
descubrir aún sus formidables murallas o el zigurat Etemenanki,
identificado con la legendaria torre de Babel. Este último edificio
había quedado muy dañado en tiempos de Jerjes (sigloV a.C.), y
las filtraciones de agua, a causa del alto nivel freático del río,
habían engullido los ladrillos de arcilla, de modo que lo único que
quedaba de él era un charco con la forma cuadrada de la base y
la marca de la escalera principal.

Lo único que quedaba de la legendaria


torre era un charco con la forma
cuadrada de la base y la marca de la
escalera principal.
Grabado que representa la construcción de la torre de Babel, en Babilonia.

Foto: Cordon Press

La mayoría de piezas fueron enviadas a Berlín, pero no fueron


exhibidas hasta más de diez años después de terminadas las
excavaciones. Entonces causaron una gran impresión entre el
público, que no sólo podía admirar un arte nuevo y desconocido,
sino palpar la realidad de la ciudad más mítica de toda la
historia: Babilonia.

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