Bloque de Constitucionalidad y Proceso de Inconstitucionalidad de Las Leyes - Edgar Carpio Marcos

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Bloque de constitucionalidad y proceso de


inconstitucionalidad de las leyes

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Bloque de constitucionalidad y
proceso de inconstitucionalidad
de las leyes*
Edgar Carpio Marcos

La dificultad del derecho comparado consiste, principalmente, en


que las palabras y las expresiones no tienen, forzosamente, el mismo
sentido, ni siquiera cuando ha habido una transposición de la misma
expresión de un Derecho a otro
Louis Favoreau, El bloque de constitucionalidad,
E ditorial Civitas, Madrid 1991, pág. 17.

SUMARIO : I. Introducción. II. E l “bloque de constitucionalidad”: el caso francés.


II.1. Origen de la expresión. II.2. Antecedentes del bloc de constitutionnalité. II.3. E l
contenido del bloque de constitucionalidad. III. E l bloque de constitucionalidad
en E spaña. III.1. Un concepto discutible y discutido. III.2. Las diferentes versio-
nes del bloque de constitucionalidad en la doctrina española. III.3. E l bloque
constitucional y bloque de la constitucionalidad. IV. E l bloque de constitucionali-
dad “de la” Corte Constitucional colombiana. V. E l bloque de constitucionalidad
en el Perú. V.1. Constitución de 1979, bloque de constitucionalidad y Ley Orgá-
nica del Tribunal de Garantías Constitucionales. V.2. E l bloque de constituciona-
lidad y la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. V.2.1. Contenido del bloque
de constitucionalidad. V.2.2. E l requisito de “conformidad con la Constitución”
para integrar el bloque de constitucionalidad. V.2.3. El status de las normas que for-
man parte del bloque de constitucionalidad en el sistema de fuentes del derecho.
VI. Bloque de constitucionalidad y control de validez de las fuentes primarias.
VII. E l bloque de constitucionalidad y el Código Procesal Constitucional perua-
no: ¿la caída de un fetiche?

I. INTRODUCCIÓN

En el Estado constitucional de derecho los límites que se imponen al legislador


no provienen sólo de la Constitución. En efecto, la existencia de una pluralidad
de órganos con competencias normativas de carácter primario ha generado que

* E ste trabajo, con ligeras variantes, corresponde a la conferencia pronunciada en la Facultad de

Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de San Cristobal de Huamanga, el 12 de ju-


nio de 2004, con ocasión de sus Bodas de Plata.

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80 • E dgar Carpio Marcos

la Norma Suprema al sólo establecer pautas mínimas sobre su producción legislati-


va, reenvíe o encargue su desarrollo a diversas fuentes de jerarquía.1
Ciertamente este fenómeno se ha reflejado en la organización y funcionamien-
to de los diversos sistemas de justicia constitucional. Y es que si las fuentes con
rango de ley ya no reciben sus límites sólo de la Constitución, entonces las tareas
de control que se encomiendan a los tribunales constitucionales tampoco se pueden
efectuar sólo desde lo que disponga la lex legum.2
En el derecho comparado, esta “ampliación” del parámetro de control, es decir,
de las normas a partir de las cuales pueda determinarse la validez/invalidez de las
normas con rango de ley, se ha pretendido explicar a través de la expresión “bloque
de constitucionalidad”. Sin embargo, por muy loable que pueda ser ese propósito,
ha de advertirse inmediatamente que, en diversos países de América Latina y algu-
nos de E uropa, con tal expresión se designan muchas cosas, no siempre con un
sentido uniforme: composición legislativa del parámetro de la acción de inconstitu-
cionalidad, rango constitucional de fuentes del derecho distintas de la Constitución
formal, leyes “materialmente” constitucionales, tratados sobre derechos humanos,
leyes orgánicas e, incluso, jurisprudencia de los tribunales internacionales de protec-
ción de los derechos humanos.
La elasticidad semántica de la que se encuentra premunida la expresión3 ha he-
cho que con ella se pueda aludir efectivamente a todas aquellas situaciones, sin que
genere mayor resistencia. Pero su utilización frecuente y la paulatina recepción en la
doctrina y jurisprudencia constitucionales,4 no significa institucionalización como

1 Cfr. sobre el particular, G UASTINI , Riccardo, “La Costituzione come limite alla legislazione”,

en Analisi e Diritto, 1998, Giappichelli editore, Torino, 1998, pp. 107 y ss.
2 Cfr. sobre la estructura cada vez más compleja del parámetro en el proceso de inconstituciona-

lidad de las leyes, la síntesis de AJA, Eliseo y G ONZALES, Markus, en el libro colectivo Las tensiones entre el
Tribunal Constitucional y el Legislador en la Europa actual, E ditorial Ariel, Barcelona, 1998, pp. 266-272.
ROUSSE AU, Dominique, La justicia constitucional en Europa, CE PC, Madrid, 2002, pp. 67 y ss. F E RNÁN-
DE Z RODRÍGUE Z , José Julio, La justicia constitucional europea ante el siglo XXI, E ditorial Tecnos, Madrid,
2002, pp. 57 y ss.
3 Tal vez sea este el sentido en el que quepa entenderse la calificación de “feliz expresión” con

que Gustavo Z AGRE BE LSKY [“Processo Costituzionale”, en Enciclopedia del Diritto, t. XXXVI, Milano,
1987, p. 538] se ha referido en torno al bloque de constitucionalidad.
4 E s el caso, por ejemplo, de la doctrina y jurisprudencia constitucional panameña. Cfr. HOYOS,

Arturo, “E l control judicial y el bloque de constitucionalidad en Panamá”, en Boletín Mexicano de Dere-


cho Comparado, N°. 75, México, 1992, pp. 785 y ss. RODRÍGUE Z ROBLE S, Sebastián, “Algunas reflexio-
nes sobre la doctrina del bloque de la constitucionalidad en Panamá”, en Anuario de Derecho Constitucio-
nal Latinoamericano, Medellín, 1995, pp. 391 y ss. Pero también la de un sector de la doctrina nacional:
Cfr. B LUME F ORTINI , E rnesto, “E l bloque de la constitucionalidad municipal en el Perú”, en Temas de
Derecho Municipal, CAL, Lima, 1999, pp. 147 y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 81

categoría jurídico-normativa, y ni siquiera que tenga “un significado preciso general-


mente aceptado”.5
Por ello, no creo que resulte ocioso detenerse en el tema, a fin de esclarecer
sus antecedentes, indagar sobre su origen, el significado con el cual nació, los di-
versos sentidos que al bloque de constitucionalidad se le da en el derecho compara-
do y, por cierto, analizar su recepción en nuestro ordenamiento, cuyos antece-
dentes, como se sabe, no puede remontarse más allá de la actuación del malogrado
Tribunal de Garantías Constitucionales, durante la vigencia de la Constitución de
1979.6

II. E L “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD”:


E L CASO FRANCÉ S

II.1. O RIGE N DE LA E XPRE SIÓN


La expresión “bloque de constitucionalidad”, de origen francés, y desconocida
en el derecho constitucional de todo el siglo XIX y casi todo el XX , no es de cuño
legislativo o jurisprudencial, sino doctrinal.7 La opinión más extendida es que ésta
fue acuñada a mediados de la década de los 70’ por Louis Favoreau, quien la utilizó
en un trabajo dedicado a explicar la Decisión D-44, de 16 de julio de 1971, emitida
por el Consejo Constitucional francés.8 Dicha monografía, aunque concluida en
1974, sólo se publicó al año siguiente, en 1975, en un libro colectivo publicado en
homenaje al gran administrativista galo Charles E isemmann.9
E n dicho trabajo Favoreau daba cuenta de una Decisión innovadora del Con-

5 RUBIO LLORE NTE , Francisco, “Bloque de constitucionalidad (Derecho Constitucional)”, en


Enciclopedia Jurídica Básica, t. 1, Civitas, Madrid, 1995, p. 817.
6 Un análisis sobre el desenvolvimiento del malogrado Tribunal de Garantías Constitucionales

en E GUIGUREN PRAELI , Francisco, “El Tribunal de Garantías Constitucionales: las limitaciones del mo-
delo y las decepciones de la realidad”, en Lecturas sobre temas constitucionales N. 7, Lima, 1991, pp. 15-59.
LANDA, Cesar, “Del Tribunal de Garantías al Tribunal Constitucional: el caso peruano”, en Pensamiento
Constitucional, Lima, 1995, pp. 73 y ss. E SPINOSA SALDAÑA B ARRE RA, E loy, “E l tratamiento del control
de constitucionalidad en el Perú: balance y perspectivas”, en Prudentia Iuris, N. 31, Buenos Aires, 1993,
pp. 7 y ss.
7 Cfr. AMIRANTE , Domenico, “Annotazioni introduttive ad uno studio della giurisprudenza cos-

tituzionale in Francia”, en Quaderni Costituzionali, N°. 2, 1989, especialmente, pp. 316-324.


8 Cfr. la referida Decisión en F AVORE AU, Louis y PHILIP, L, Les grandes décisions du Conseil Consti-

tutionnel, Sirey, París, 1986, pp. 239-254.


9 E l trabajo de Louis F AVORE AU lleva el título de “Le principe de constitutionalité: essai de défi-

nition d´apres la jurisprudence du Conseil constitutionnel”, en AA.VV. Melanges Eisenmann, Cujas, 1975.
La referencia al bloque de constitucionalidad: p. 33.
82 • E dgar Carpio Marcos

sejo Constitucional, mediante la cual declaró la inconstitucionalidad de una ley,10


que modificaba, a su vez, una disposición legislativa de 1901, que limitaba el régi-
men de las asociaciones. Para declarar su invalidez, el Consejo consideró que la ley
cuestionada debía ser analizada no sólo a partir de la Constitución francesa de
1958, sino también tomando como norma paramétrica a la Declaración Francesa
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. A fin de justificar esa am-
pliación del parámetro, el Consejo sostendría que si bien formalmente la Declara-
ción de 1789 constituía un documento distinto a la Constitución de 1958, ésta era
aludida directamente por su preámbulo: “Le peuple français proclame solennelle-
ment son attachement aux Droits de l’Homme et aux principes de la souveraineté
nationale tels qu’ils ont été définis par la Déclaration de 1789…”. Por cierto, no era
la primera vez que el Consejo apelaba a la Declaración de 1789. Ya un año antes,
mediante la Decisión D-39, de 19 de junio de 1970, el Consejo había declarado que
tal Declaración formaba parte de las normas con valeur constitutionnelle.
Tales decisiones, en la práctica, suponían un incremento considerable de las
normas con las cuales el Consejo estaba facultado para realizar el control previo de
constitucionalidad. Al lado de la Constitución de 1958, ahora también había que
considerar a la Declaración de 1789. ¿Pero a título de qué? Como se verá más ade-
lante, a Favoreau no se le ocurrió otra idea que parafrasear una categoría dogmática
existente en el derecho administrativo, y denominar esa nueva estructura del pará-
metro del control constitucional con la expresión “bloque de constitucionalidad”.
No obstante, últimamente se ha puesto en cuestión que la paternidad de la ex-
presión se deba a Favoreau. Según Pablo Manili, esta frase ya había sido utilizada
en 1970 por Claude E meri, en un trabajo publicado en la Revue de Droit Public, en el
que se comentaba una Decisión del Consejo Constitucional de 1959, mediante la
cual se analizó la validez constitucional del Reglamento de la Asamblea Nacio-
nal,11 tomando no sólo a la Constitución como norma paramétrica, sino también a
la Ordenanza N°. 58-1100, del 17 de noviembre de 1958, expedida por el Poder
E jecutivo.
Al criticar que una disposición del E jecutivo formara parte del parámetro de

10 Ha de recordarse que en Francia, el control constitucional es de carácter previo, es decir, se

realiza antes de que la disposición legislativa entre en vigencia. Cfr. sobre el tema, B E NAZZO , Antone-
lla, “Il sindacato di costituzionalitá in Francia, fra controllo diffuso e ricorso d’eccezione”, en Quaderni
Costituzionali, N°. 3, 1989, pp. 583 y ss. ALE GRE MARTÍNE Z , Miguel Angel, Justicia constitucional y control
preventivo, Universidad de León, León 1995, passim. B RE WE R CARÍAS, Allan, El control concentrado de la
constitucionalidad de las leyes (Estudios de derecho comparado), E ditorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1996,
pp. 70-71.
11 MANILI , Pablo Luis, El bloque de constitucionalidad. La recepción del derecho internacional de los derechos

humanos en el derecho constitucional argentino, E ditorial La Ley, Buenos Aires, 2003, p. 284.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 83

control constitucional, con sorpresa, E meri señalaría: “on peut á juste titre s´éton-
ner que la Haute jurisdiction…construise ainsi un véritable bloc de la constitution-
nalité [podemos, con justo título, asombrarnos que la Alta jurisdicción haya cons-
truido, de ese modo, un verdadero bloque de la constitucionalidad]”.12
E n cualquier caso, y al margen de a quién se deba la paternidad de la expresión,
lo cierto del caso es que, como indica Manili, Favoreau es quien más ha trabajado,
desarrollado y difundido el concepto, mismo que hoy es de uso generalizado en la
doctrina francesa, si bien en ninguna de aquellas decisiones —y posteriores— el
Consejo Constitucional se haya referido a un bloc de constitutionnalité,13 pues, en su lu-
gar, ha preferido utilizar el de principes et régles de valeur constitutionnelle.14

II.2. ANTE CE DE NTE S DE L BLOC DE CONSTITUTIONNALITÉ


Como sucede con muchas otras categorías del proceso de inconstitucionalidad
de las leyes, el concepto “bloque de constitucionalidad” es tributario de una idea
análoga existente en el proceso contencioso-administrativo francés. Como recuerda
el mismo Favoreau, se trata de una adaptación del concepto “bloque de legalidad”
(acuñado por Maurice Hauriou, a principios del siglo XX ), con el cual el Consejo de
E stado francés realiza el control de legalidad de los actos administrativos.
Mediante el “bloque de legalidad” se hace referencia a “todas las reglas que se
imponen a la Administración en virtud del principio de legalidad”.15 E n su concep-
ción originaria, comprendía a toda regla o principio que autorizaba y, al mismo
tiempo, limitaba la actividad de los órganos de la Administración Pública. E n ese
sentido, estaba compuesto básicamente por la ley formal, esto es, por el acto legis-
lativo dictado por el Parlamento, por los principios generales del derecho, y tam-
bién por los reglamentos dictados a su amparo cuya observancia era exigida por el
Consejo de E stado. E n razón de la “unidad de rango” que poseían las fuentes que
la conformaban, la doctrina administrativista era unánime en destacar que se trataba
de un bloque de normas de estructura normativa “monolítico e inescindible”
Hoy, por cierto, tal composición del “bloque de legalidad” o, como también se
le denomina “fuentes de la legalidad”, se ha visto rebasada,16 pues siguiendo a la ju-

12 MANILI , Pablo Luis, El bloque de constitucionalidad, citado, p. 284.


13 Cfr. F E RNÁNDE Z SE GADO , Francisco, “E l modelo francés de control político de la constitucio-
nalidad de las leyes. Su evolución”, en Derecho N°. 46, Lima, 1996, pp. 327-328.
14 PARDO F ALCÓN, Javier, El Consejo Constitucional Francés. La jurisdicción constitucional en la Quinta

República, CE C, Madrid, 1990, p. 117.


15 F AVORE AU, Louis, El bloque de la constitucionalidad, citado, p. 20.
16 LAUBADÉ RE , André de, Manual de Derecho Administrativo, E ditorial Temis, Bogotá, 1984, pp. 77

y ss.
84 • E dgar Carpio Marcos

risprudencia del Consejo de E stado, la doctrina admite que en su seno se encuen-


tra, además de las leyes, reglamentos y principios generales del derecho, la Constitu-
ción, la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, el Preám-
bulo de la Constitución de 1946 así como los tratados internacionales.17
Aunque actualmente el bloque de legalidad esté compuesto por una serie de
fuentes de rango, origen y naturaleza diversa, en su significación originaria, con tal
expresión sólo se aludía al conjunto de fuentes legales mediante los cuales se limita-
ba y controlaba la actuación administrativa. E n ese sentido, con el concepto “blo-
que de legalidad”, en el Derecho Administrativo francés se describía no sólo al
conjunto de normas que limitan la actuación de los órganos de la administración
pública, sino también para designar a las normas que cumplían una función proce-
sal: la de servir como parámetro de control al Consejo de E stado en la evaluación
de validez de los actos administrativos.

II.3. E L CONTE NIDO DE L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD


E l contenido del bloque de constitucionalidad, desde que fue formulado, ha
sido objeto de importantes matizaciones, debido a la ampliación incesante de la que
ha sido objeto por obra del Consejo Constitucional. E n la actualidad, el bloque lo
integran la Constitución de 1958, el Preámbulo de la Constitución de 1946, la De-
claración de Derechos de 1789 y los “principios fundamentales reconocidos por las
leyes de la República”.18
Dos son, al menos, las características que cabe resaltar del contenido del bloque
de constitucionalidad francés. Por un lado, las fuentes que lo integran se caracterizan
por tener una “unidad formal de rango”. E n segundo lugar, al igual que el “bloque
de legalidad”, cumplen una función procesal en el control previo de constitucionali-
dad que se confía al Consejo. Veamos separadamente todos estos aspectos.
a) El rango formalmente constitucional de las fuentes que componen el bloque
de constitucionalidad francés
E n el derecho francés con la expresión “bloque de constitucionalidad” se alude

17 Cfr. F AVORE AU, Louis, Legalidad y constitucionalidad. La constitucionalización del derecho, Cuadernos

del Instituto de E studios Constitucionales, Universidad E xternado de Colombia, N°. 59, Bogotá,
2000, pp. 23 y ss. donde se alude a la transformación progresiva del principio de legalidad “en un tol-
do en el que cabrán no sólo las leyes y los decretos ley, sino también los reglamentos, y después de la
segunda guerra mundial, los principios generales del derecho y la jurisprudencia”.
18 Cfr. sobre el particular, PASSAGLIA, Paolo, “La giustizia costituzionale in Francia”, en AA. VV.,

Esperienze di giustizia costituzionale, T. 1, (a cura di Jorg Luther, Roberto Romboli, Rolando Tarchi),
Giappichelli editore, t. 1, Torino, 2000, pp. 214 y ss. Asimismo, F AVORE AU, Louis, El bloque de constitu-
cionalidad, citado, pp. 30 y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 85

a un conjunto de fuentes que, por diversas vías, se consideran que todas forman
parte de la Constitución de 1958. Así sucede, en primer lugar, con la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Sabido es que cuando en 1789 se expidió la Declaración, éste no fue considera-
do como un documento que perteneciera formalmente a la Constitución, al extre-
mo que la expedición de esta última sólo se produjo un par de años después, en
1791. La idea entonces prevaleciente era que su dictado previo a la Constitución te-
nía el propósito de servir como un conjunto de postulados éticos y morales del na-
ciente E stado de Derecho, y que sus derechos, siendo una conquista de los france-
ses, era extensivo para todos los pueblos civilizados.19
Se trataba, por así decirlo, de un documento no normativo. No obstante, más
adelante, el preámbulo de la Constitución de 1946 la incorporaría. Similar criterio,
ya con la fundación de la V República, fue seguida por la Constitución de 1958,
cuyo Preámbulo nuevamente la volvió a enunciar. Aunque la clase política francesa,
la doctrina constitucional y la jurisprudencia inicial del Consejo Constitucional, en
los primeros años siguientes al inicio de sus actividades, fueron reacios a reconocer-
le virtualidad jurídica, sobre la base de que éste había sido reconocido en el Preám-
bulo y no en el articulado de la Norma Fundamental, es lo cierto que su rango
constitucional se derivaba del hecho de formar parte de la Constitución misma,
pues el Preámbulo no es un documento ajeno a la Constitución formal, sino uno
de las partes que la integran.20
E n ese sentido, más que tratarse de una “elevación” a rango constitucional de
la Declaración de 1789,21 con la Decisión de 16 de julio de 1971 el Consejo Consti-
tucional en realidad la rescató del olvido, generando con ello un “aumento” consi-
derable de las disposiciones formalmente constitucionales en Francia.22
Similar es la situación que acontece con el Preámbulo de la Constitución de

19 “E l decálogo del género humano escrito en todos los idiomas”, por aquel “concilio ecuménico

de la razón y de la filosofía modernas”, son las bellas y sintomáticas palabras de LAMARTINE , A. (His-
toria de la revolución francesa, s/f, Sopena, Barcelona, t. 1, p. 225).
20 Sobre el particular, T AJA DURA, Javier, El Preámbulo Constitucional, E ditorial Comares, Granada,

1997. Por lo que al caso francés se refiere, ver, especialmente, pp. 91 y ss.
21 Cfr. T ROPPE R, Michel, “La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789”,

en su libro Por una teoría jurídica del Estado, Universidad Carlos III de Madrid-Dykinson, Madrid, 2001,
p. 297 y ss., en el que plantea el problema de legitimidad del control constitucionalidad a partir de la
Declaración de 1789.
22 Sobre los problemas que ha comportado la introducción de la Declaración de 1789, Cfr. tam-

bién el trabajo de PARDO F LACÓN, Javier, “Parlamento y Juez Constitucional en Francia: ¿Un modelo
de relaciones diferente o simplemente peculiar?”, en AA.VV. Parlamento y Justicia Constitucional, Aranza-
di, Barcelona, 1997, particularmente, pp. 207 y ss. Asimismo, AMIRANTE , Doménico, Giudice Costituzio-
nale e Funzione Legislativa, Cedam, Padova, 1994, pp. 159 y ss.
86 • E dgar Carpio Marcos

1946,23 el otro componente del bloque de constitucionalidad. Aunque se trate de la


condensación de los valores, principios y tradiciones de una Norma Fundamen-
tal que ya no se encuentra en vigencia, su enunciación explícita en el Preámbulo
de la Constitución de 1958 ha permitido que el Consejo Constitucional rescate
su valor normativo, en especial, con relación a los referidos a los principios políti-
cos, económicos y sociales a los que allí se alude. De ahí que el valor normati-
vo-constitucional que se le reconoce al Preámbulo de la Constitución de 1946 tam-
poco pueda decirse que se debe a una suerte de “labor constituyente” del Consejo
Constitucional.
Por cierto, la primera vez que el Consejo Constitucional la utilizó como un do-
cumento de valor jurídico-constitucional vinculante fue con la Decisión 54, de 15
de enero de 1975. Sin embargo, como anota Pardo Falcón, la primera Decisión me-
diante la cual se vetó un proyecto de ley por encontrarse en abierta incompatibili-
dad con los principios del Preámbulo de la Constitución de 1946, fue con la Deci-
sión N° 105, de 25 de julio de 1979.
Finalmente, el bloque de constitucionalidad se compone por los “principios
fundamentales reconocidos por las leyes de la República”. A diferencia de lo que
sucede con la Declaración de 1789 y el Preámbulo de la Constitución de 1946, es-
tos “principios fundamentales reconocidas por las leyes de la República” no han
sido expresamente enunciados por el Preámbulo de la Constitución de 1958. Sin
embargo, de ello no se puede deducir que tales principios no tengan, formalmente,
valor constitucional. E n efecto, el carácter constitucional que hoy se acepta poseen
dichos principios, se explica por un proceso de reconocimiento en la Carta de 1958
que podríamos catalogar como de “a doble grado”. E n efecto, como ya se ha teni-
do oportunidad de advertir, la Constitución del General De Gaulle reconoció y
otorgó valor normativo-constitucional al Preámbulo de la Constitución de 1946.
E ste último Preámbulo, a su vez, hace referencia a los denominados “principios
fundamentales reconocidos en las leyes de la República”. De manera que al resta-
blecerse la vigencia del Preámbulo de la Carta del 46, simultáneamente se restable-
ció la vigencia de aquellos “principios generales reconocidos en las leyes de la Re-
pública”.
Tales principios, por cierto, más allá de la fuente en la cual se puedan encontrar
(“…contenidos en las leyes de la República”), no se confunden con los principios
generales del derecho de origen “legislativo”. Tampoco constituyen lo que, por de-

23 Con excepción de los 3 últimos párrafos, que se refieren a la desaparecida Unión francesa, el

resto de disposiciones ha sido rescatado por el Consejo Constitucional. Cfr. PARDO F ALCÓN, Javier,
El Consejo Constitucional Francés. La jurisdicción constitucional en la Quinta República, citado, p. 127.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 87

cirlo así, podríamos denominar “principios constitucionales”, que en Francia recibe


la denominación de “objetivos de valor constitucional”.
E n efecto, los denominados “principios fundamentales reconocidos en las leyes
de la República” no hacen referencia, a un conjunto normativo de dimensiones vir-
tualmente ilimitadas,24 ya que como ha expresado el Consejo Constitucional, sólo
comprenden a aquellos derivados de la legislación republicana que hayan sido apro-
bados antes de la entrada en vigor del Preámbulo de la Constitución de 1946, esto
es, hasta el 26 de octubre de aquel año; requiriéndose para tal efecto, que hayan
sido reconocidas a lo largo del tiempo sin ninguna excepción. De ahí que dentro de
tal concepto (jurídico indeterminado) no ingresen los principios que pudieran reco-
nocerse con posterioridad a la entrada en vigencia de la Carta de 1946, y tampoco
los principios constitucionales de la Carta de 1958.
Por otro lado, por principios u “objetivos con valor constitucional”, el Consejo
Constitucional entiende a aquellos principios que subyacen a la Constitución de
1958, aún cuando éstos no estén expresamente reconocidos en algunos de sus dis-
positivos. Se tratan de principios “derivados” o “implícitos” de ciertas normas
constitucionales que, por ello, han sido también calificados por la doctrina francesa
como de auténticos “principes géneraux du Droit constitutionnel” francés.25 Según
Pardo Falcon, hacia 1990, entre ellos, el Consejo Constitucional sólo había recono-
cido al principio de separación de poderes, el principio de continuidad del servicio
público y el derecho de defensa en materia no penal.
E n suma, se trate de la Declaración de 1789, del Preámbulo de la Constitución
de 1946, de los principios fundamentales reconocidos en las leyes de la República
(constitucionalizados, según se dijo, por el Preámbulo de la Carta de 1946), o, in-
cluso, de los principios con valor constitucional, el concepto de bloque de constitu-
cionalidad comprende a un conjunto de normas y principios de valor formalmente
constitucional. De ahí que Favoreau haya podido afirmar que se trata de un conjun-
to de “textos de nivel constitucional”,26 “un conjunto” “soldado”27 de normas, lo
“suficientemente armonioso y coherente”,28 en la medida que “la verdadera Consti-
tución francesa se presenta… como portadora de una doble declaración de dere-
chos…, repartidos entre la Declaración de 1789, el Preámbulo de 1946 y la Consti-

24 B URDE AU, Georges, HAMON, Fracis y T ROPPE R, Michel, Manuel Droit Constitutionnel, 24 édition,

LGDJ, París, 1995, p. 679.


25 Cfr. F AURE , Bertrand, “Les objectifs de valeur constitutionnelle: une nouvelle catégorie juridi-

que”, en Revue francaise de Droit Constitutionnel, N°. 21, 1995, pp. 47 y ss.
26 F AVORE AU, Louis, El bloque de constitucionalidad, citado, p. 24.
27 F AVORE AU, Louis, El bloque de constitucionalidad, citado, p. 41.
28 F AVORE AU, Louis, El bloque de constitucionalidad, citado, p. 42.
88 • E dgar Carpio Marcos

tución de 1958, complementados por los principios fundamentales reconocidos por


la leyes de la República”:29 “un conjunto compacto, granítico, indisoluble, entre la
Constitución y los tres cuerpos normativos indicados, que juntos debían ser consi-
derados como si todos ellos fueran una sola Constitución”.30
b) La función procesal del bloque de constitucionalidad
E n razón del rango formalmente constitucional de las fuentes que integran el
bloque de constitucionalidad francés, y, por tanto, de tener la capacidad para direc-
tamente limitar al legislador, ellas cumplen también una función procesal en el con-
trol previo de constitucionalidad confiado al Consejo. E n concreto, todas las nor-
mas que lo componen sirven como normas de referencia, cánon o parámetro de
control sobre la totalidad de fuentes que en el derecho francés pueden someterse a
la evaluación del Consejo.
No obstante ello, en los últimos años cierto sector de la doctrina francesa,
como Le Mire o Francois Luchaire, han planteado la necesidad de extender esa
función procesal del bloc de constitutionalité a las leyes orgánicas, sobre la base de que
éstas tendrían una superioridad jerárquica sobre las leyes ordinarias.31 Tal extensión
del bloque se ha postulado a partir de algunos pronunciamientos del Consejo,
como la decisión 59-2 DC, de junio de 1959, mediante la cual se declaró la inconsti-
tucionalidad del artículo 79 del Reglamento de la Asamblea Nacional, por conside-
rarse que este había regulado una materia sujeta a reserva de ley orgánica —las con-
diciones de elegibilidad e incompatibilidad parlamentaria—.
Recordándose este precedente, no ha faltado quien ha sostenido que las leyes
orgánicas cumplen una función de norma paramétrica sobre el reglamento parla-
mentario y, en mérito de ello, susceptible también de extenderse sobre las leyes or-
dinarias.32 De modo que, en su versión procesal, el bloque de constitucionalidad
debería integrar, además de aquellas que tienen rango constitucional, aquellas otras

29 F AVORE AU, Louis, El bloque de constitucionalidad, citado, p. 41.


30 G ARCÍA B E LAUNDE , Domingo, “E stado y Municipio en el Perú” en Anuario de Derecho Constitu-
cional Latinoamericano, Fundación Konrad Adenauer, Uruguay, 2003, p. 410.
31 Cfr. PASSAGLIA, Paolo, “Le fonti primarie como parametro nei giudizi di legittimitá costituzio-

nale: alcuni spunti di riflessione offerti dall´esperienza francese concernente le leggi organiche”, en
AA. VV. Il parametro nel giudizio di costituzionalitá, Giappichelli editore, Torino, 2000, pp. 475 y ss.
32 La misma situación ha podido percibirse en el control de constitucionalidad realizado sobre le-

yes en materia financiera, donde existen pronunciamientos del Conseil en los que el control se ha efec-
tuado con referencia a la ley orgánica introducida mediante Ordenanza del 2 de junio de 1959. Tales
tipos de pronunciamientos, que se inauguraron con la Decisión 60-8 DC, del 11 de agosto de 1960,
ha llevado a este sector de la doctrina plantear que al lado del fenómeno de “inconstitucionalidad di-
recta”, también existe la hipótesis de una “violation médiate”.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 89

fuentes de rango legal que cumplen también la función de limitar el proceso de


producción legislativa.
Por su parte, el Consejo Constitucional no ha sostenido explícitamente que
fuentes como la ley orgánica tengan el carácter de “principios y reglas de valor
constitucional”, que es la expresión que el Consejo utiliza para identificar las
fuentes formalmente constitucionales que conforman el bloque de constitucionali-
dad. Y es que así como existen precedentes que involucran a las leyes orgánicas
dentro del parámetro de control, también hay decisiones en las que el Consejo se
ha negado a efectuar un control de constitucionalidad tomándolas como normas
paramétricas.
E n síntesis, la eventual y episódica función procesal de ciertas fuentes legales
no ha terminado con su inclusión en “el bloque de constitucionalidad”. Al menos
hasta ahora, como se ha dicho, ese bloque sólo incluye a las normas y principios de
rango constitucional. De ahí que incluso ciertos autores consideren que cuando el
Consejo Constitucional toma como referencia a las leyes orgánicas al evaluar la legi-
timidad constitucional de una ley, no lo hace como si integrase el parámetro de
control, sino como una “norma anexa” a él, cuya virtualidad sería la de proporcio-
nar al Consejo una “lectura topográfica del texto constitucional”.33 Y es que en
Francia la noción del bloque de constitucionalidad está fundamentalmente vincula-
da a la unidad de rango de las fuentes que la componen, siendo la función procesal
que cumplen una consecuencia de ello, y no a la inversa.

III. E L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD E N E SPAÑA

A diferencia del modelo francés, en E spaña la expresión “bloque de constitu-


cionalidad” es de origen fundamentalmente jurisprudencial. Fue tempranamente
adoptada por su Tribunal Constitucional en una de sus primeras sentencias, la STC
10/82.34 Y ha calado también en la doctrina, aunque los alcances que se le han
brindado no sean en modo alguno uniformes. No obstante, quien pensase que en-
tre el modelo francés y español del bloque de constitucionalidad se exprese una
misma realidad, erraría. E ntre uno y otro, en efecto, existen notorias diferencias,
por la sencilla razón de que mediante el referido concepto, en E spaña, se ha pre-

33 Cfr. PASSAGLIA, Paolo, “Le fonti primarie como parametro nei giudizi di legittimitá costituzio-
nale: alcuni spunti di riflessione offerti dall’esperienza francese concernente le leggi organiche”, en
AA. VV. Il parametro nel giudizio di costituzionalitá, citado, p. 480.
34 Cfr. MANILI , Pablo Luis, “E l ejercicio incompleto del poder constituyente y el bloque de cons-

titucionalidad en E spaña”, en Revista Peruana de Derecho Constitucional, N°. 2, Lima, 2000, pp. 163 y ss,
donde se da cuenta pormenorizada, sobre todo, de su evolución en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional español.
90 • E dgar Carpio Marcos

tendido responder a distintos problemas. Se trata, por cierto, de respuestas que


han tenido poco éxito, como puede corroborarse de un estudio detenido de la me-
jor literatura sobre el tema.

III.1. UN CONCE PTO DISCUTIBLE Y DISCUTIDO


Si hay un denominador común en el debate sobre lo que quiera que signifique
el bloque de constitucionalidad en E spaña, o las normas que la integran, ese dato es
la profunda ambigüedad del concepto. E n efecto, se ha juzgado que con tal expre-
sión “no parece que se pueda hablar todavía de un solo concepto…ni definir con
claridad sus características o las normas que la integran”.35 Pese a gozar de “general
aceptación en nuestra doctrina y jurisprudencia” “sin embargo, no es posible en-
contrar la misma unanimidad a la hora de precisar su contenido y alcance. De
modo no siempre explícito se le han atribuido diferentes sentidos, lo que ha gene-
rado una incógnita en los términos de su propia definición. E sta diversidad en el
modo de enfocar la cuestión ha levantado no pocas críticas que, viendo en el blo-
que una importación distorsionadora de límites poco claros, propugnan su desapa-
rición”.36 Por ello, “estamos ante una acepción más que adoptada, “raptada”…del
constitucionalismo francés”.37
A las críticas y reparos en la transpolación de esta expresión, habría que sumar
el confuso y contradictorio desarrollo que se le ha dado en la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional,38 que ha comprendido (y después, excluido) de ella una di-
versidad de normas, heterogéneas entre sí.39 A lo que hay que agregar, por cierto,
las diversas acepciones y sentidos con los que el Tribunal Constitucional lo ha em-

35 CABO DE LA VE GA, Antonio de, “Nota sobre el bloque de constitucionalidad”, en Jueces para la
democracia, N°. 24, Madrid, 1995, p. 58.
36 RE QUE JO RODRÍGUE Z , Paloma, “Bloque constitucional y comunidades autónomas”, en Revista

de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, Monográfico sobre “Las perspectivas del E stado
Autonómico”, Vol. II, Madrid, 1998, pp. 117-118.
37 RODRÍGUE Z -ARMAS, Magdalena Lorenzo, “Reflexiones en torno al concepto del bloque de la

constitucionalidad”, en AA.VV. Estudios de Teoría del Estado y Derecho Constitucional en honor de Pablo Lu-
cas Verdú, t. IV, UNAM-Universidad Complutense, Madrid, 2000, p. 2611.
38 E ntre una de las posiciones, escasas, que han observado, por el contrario, una importante la-

bor de esclarecimiento de la jurisprudencia constitucional, aunque referida al rema del reparto de


competencias, AJA, E liseo y PÉ RE Z T RE MPS, Pablo, “Tribunal Constitucional y organización territorial
del E stado Autonómico”, en AA.VV., La justicia constitucional en el Estado democrático, Tirant lo Blanch,
Valencia, 2000, p. 157.
39 B ALAGUER CALLEJÓN, María Luisa, El recurso de inconstitucionalidad, CEPC, Madrid, 2001, p. 109,

donde indica que inicialmente el Tribunal Constitucional incluyó dentro del bloque a la Constitución a
los E statutos de Autonomía, para hacerlo posteriormente con el reglamento parlamentario.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 91

pleado. Como ha expuesto Ferreres, “esas distintas denominaciones no siempre se


remiten a la misma realidad, usándose de forma errática y carente de rigor, por lo
que su utilidad como concepto y categoría bien definidos jurisprudencialmente es
prácticamente nula”.40

III.2. LAS DIFE RE NTE S VE RSIONE S DE L BLOQUE


DE CONSTITUCIONALIDAD E N LA DOCTRINA E SPAÑOLA

Tal vez el mejor intento por esclarecer los diversos significados que en la doc-
trina española se le ha brindado al “bloque de constitucionalidad”, sea el realizado
por Antonio de Cabo.41 Según este autor, cuatro son al menos los significados que
se han atribuido al bloque de constitucionalidad.
E n primer lugar, como equivalente a lo que en la doctrina italiana se denomina
“normas interpuestas”, esto es, aquellas normas que no siendo formalmente consti-
tucionales, sin embargo, sirven de parámetro para determinar la validez de otras
fuentes. Incluidos en esta concepción del bloque, estarían las normas de delegación
de facultades legislativas, los reglamentos de las cámaras, los estatutos de autono-
mía y ciertos tratados sobre derechos humanos. Con esta descripción del bloque,
en realidad reflejaría sólo un concepto procesal: “no existe nada que las unifique si
no es el hecho de que ‘sirven’ para determinar la constitucionalidad de otras según
lo dispuesto en la Constitución”.42
Aunque Antonio de Cabo lo plantee como uno de los significados con que se
ha hecho uso de la expresión, vinculada a la inmediatamente precedente, está
aquella comprensión del bloque según el cual se trataría de “un conjunto concreto
de normas que sirve para enjuiciar la constitucionalidad de otra norma específi-
ca. E l bloque sólo surgiría en el supuesto de su impugnación. Se habla así de la
determinación de ‘su bloque’ (de la norma impugnada), y no de (un) bloque en
general”.43
E ste último alcance del bloque, en Italia, se encuadran también bajo la proble-
mática de las denominadas “normas interpuestas”, pues, como han puesto de relie-
ve Paolo Carnevale y Alfonso Celotto, en relación a determinadas fuentes, además
de la Constitución en el parámetro, es posible encontrar otras normas o hechos
normativos, de carácter aleatorio, cuya presencia es, precisamente por ello, de ca-

40 F E RNÁNDE Z F ARRE RE S, Germán, “Comentario (al artículo 28.1 de la LOTC)”, en AA.VV.


Comentarios a la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, Tribunal Constitucional-BOE , Madrid, 2001,
pp. 400-401.
41 CABO , Antonio de, “Nota sobre el bloque de constitucionalidad”, citado, pp. 58 y ss.
42 CABO , Antonio de, “Nota sobre el bloque de constitucionalidad”, citado, pp. 58-59.
43 Idem, p. 59.
92 • E dgar Carpio Marcos

rácter “eventual”.44 E s el caso del tertium comparationis, en aquellos casos en los que
se impugna a una ley o norma con rango de ley por infracción de este principio. E n
efecto, en hipótesis donde se cuestiona la violación del principio de igualdad, no es
suficiente que se indique la norma impugnada y el precepto constitucional que lo
contiene. E s preciso indicar un término de referencia, que se designa como tertium
comparationis, respecto al cual la igualdad se reputa lesionada. “La indicación de un
ulterior elemento (de comparación) es necesaria para mostrar el por qué se considera
violada la norma constitucional que consagra el principio de igualdad”.45
Según una tercera impostación, con la expresión el bloque de constitucionali-
dad se aludiría a aquellas normas “materialmente” constitucionales que, por supues-
to, no se encuentran recogidas en la Constitución formal o escrita. Tal impostación
del bloque es, desde luego, directamente tributaria de la distinción difundida por
Carl Schmitt entre Constitución y leyes constitucionales. E s decir, de la distinción
entre lo que formalmente integra la Constitución de aquellas leyes que si bien for-
malmente tienen en el ordenamiento una jerarquía inferior, sin embargo, “por su
contenido” forma parte del “concepto” de Constitución.
Desde esta perspectiva, el bloque comprendería a aquellas fuentes que, inde-
pendientemente del rango formal que pudieran tener, disciplinan tópicos “material-
mente constitucionales”.46 E n tal condición se encontrarían las leyes orgánicas47 y
los reglamentos parlamentarios.48 A lo que se añadiría, en aquellos países como el

44 Cfr. CARNE VALE , Paolo y CE LOTTO , Alfonso, Il parametro “eventuale”. Riflessioni su alcune ipotesi
atipiche di integrazione legislativa del parametro dei giudizi di legittimitá costituzionale delle leggi, Giappichelli edi-
tore, Torino, 1998.
45 CE RRI , Augusto, Corso di Giustizia Costituzionale, Giuffré editore, Milano, 2001, p. 114. E n la

doctrina italiana, Antonino Spadaro y Antonio Ruggeri han sugerido comprender bajo la idea del
“blocco di costituzionalitá”, tanto a los elementos de naturaleza normativa como a las de carácter
“factual” del parámetro, en tanto que elementos compenetrados los unos con los otros. Cfr. SPADARO ,
Antonino y RUGGE RI , Antonio, Lineamenti di giustizia costituzionale, Giappichelli editore, Torino, 2001,
p. 104 y nota 12.
46 Sobre los diversos sentidos que pueden brindarse a la expresión “constitución en sentido ma-

terial”, veáse G UASTINI , Riccardo, Estudios de Teoría Constitucional, UNAM, México, 2001, pp. 43 y ss.
Asimismo, MORTATI , Constantino, La Constitución en sentido material, CE PC, Madrid, 2000 y, en particu-
lar, el epílogo de Gustavo Zagrebelsky a la edición en castellano, a pp. 229 y ss.
47 E s el caso de RAMÓN F E RNÁNDE Z , Tomás, Las leyes orgánicas y el bloque de la constitucionalidad,

E ditorial Civitas, Madrid, 1981.


48 Sobre el tema del reglamento parlamentario y su ubicación en el parámetro a título de norma

materialmente constitucional, permítasenos la remisión a nuestro trabajo “E l reglamento parlamenta-


rio como canon de control en la acción abstracta de inconstitucionalidad”, en AA.VV, El Derecho Pú-
blico a comienzos del siglo XXI. Estudios en homenaje al profesor Allan Brewer Carías, Thompson-Civitas, t. 1,
Madrid, 2003, pp. 1075 y ss. Cfr. asimismo, MODUGNO , Franco, L’invaliditá della legge. Teoría della Costi-
tuzione e parametro del giudizio costituzionale, t. 1, Giuffre E ditore, Milano, 1970, p. 204.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 93

español, que se hayan configurados como E stados compuestos, las fuentes que re-
gulan la configuración de las regiones, como los estatutos de autonomía, o lo que
en nuestra experiencia podrían ser las leyes marco de regionalización, etcétera.49
No es, por cierto, este último significado un tema que goce predicamento ge-
neralizado. Sin perjuicio de que quepa aquí reproducirse las alegaciones contra el
concepto de constitución en sentido material que se ha formulado en la doctrina,50
una crítica frontal a tal pretensión (la de equiparar la noción del bloque como un
conjunto de normas materialmente constitucionales) es la que ha formulado Juan
Luis Requejo Pagés: “Hablar de ‘Constitución en sentido formal’ y, por contraste,
de ‘Constitución en sentido material’ es, jurídicamente, tan incorrecto (…) como
referirse a la Trinidad disociando la terna, indisoluble, que la compone. E n térmi-
nos jurídicos y en un ordenamiento organizado en función de formas, no hay más
Constitución que la que formalmente tiene tal carácter; no hay norma al margen de
la forma ni normas revestidas de una forma específica que, en virtud de funciones
‘materiales’, puedan recabar para sí las cualidades propias de normas albergadas en
formas distintas. Admitir la existencia de normas que, sin serlo formalmente, son
materialmente constitucionales, por tener como objeto la producción de normas
por los órganos superiores del E stado, supone partir del presupuesto de que, en
primer lugar, lo definitivo de las constituciones es precisamente tal objeto y de que,
en segundo término, el que positivamente no se formalicen como constitucionales
normas que inequívocamente lo son desde el punto de vista lógico no tiene mayor
trascendencia que la dificultad que con ello se genera a la hora de identificar las
verdaderas normas constitucionales de un ordenamiento, algo que, con mayor al-
cance, termina redundando en la consiguiente desjuridización de aquellas normas
formalmente constitucionales que no pueden ser calificadas lógicamente como tales
en sentido propio por tener atribuidos objetos diferentes”.51

49 Cfr. E X PÓSITO G ÓME Z , E nriqueta, “E l bloque de la constitucionalidad como parámetro en

la distribución territorial del poder”, en AA. VV. Il parametro nel giudizio di costituzionalitá, citado,
pp. 341 y ss.
50 Sobre el tema de la Constitución en sentido material, perceptible ya en el pensamiento de

Sieyés, entre la mucha bibliografía existente: Cfr. MORTATI , Constantino, La Constitución en sentido mate-
rial, CE PC, Madrid 2000, con epílogo de Gustavo Zagrebelsky. Un tratamiento especial, denunciando
el multiuso de su formulación, en SPADARO , Antonino, Contributo per una teoria della costituzione. Fra
democrazia relativista e assolutismo etico, t. 1, Giuffré E ditore, Milano, 1994, pp. 23 y ss. Para las referen-
cias al pensamiento de Sieyés, permítaseme la remisión a mi trabajo, “La Jury Constitutionnaire en el
pensamiento de Sieyés”, en Boletín Mexicano de Derecho Comparado, N°. 95, UNAM, México, 1999,
pp. 269 y ss.
51 RE QUE JO PAGÉ S, Juan Luis, “Constitución y remisión normativa. Perspectivas estática y diná-

mica en la identificación de las normas constitucionales”, en Revista Española de Derecho Constitucional,


N°. 39, Madrid 1993, p. 131.
94 • E dgar Carpio Marcos

Finalmente, para un sector importante de la doctrina española, tras el concepto


del bloque de constitucionalidad se aludiría a la existencia de un ordenamiento
complejo, en el que las normas que la componen tendrían por propósito regular el
reparto de competencias entre el E stado y las comunidades autónomas.52 Desde
este punto de vista, el bloque cumpliría una doble función: Por un lado, para com-
prender al conjunto de normas materialmente constitucionales, en el sentido que
ellas regulan, ex constitutione, la distribución de competencias entre el gobierno cen-
tral y el regional; y, de otro, como normas que cumplen una función procesal, en
tanto que constituyen el parámetro de aquella legislación que incida en la regulación
de aquella distribución de competencias. E n razón de esta doble función y de su re-
lación con los anteriores conceptos del bloque, es que De Cabo ha podido advertir
que esta última versión “no aparece incontaminada, sino simultáneamente con las
demás”, deudora de las concepciones anteriores y, por tanto, susceptible de desti-
narle las mismas críticas argumentales.
Hasta tal punto ha llegado el uso y abuso del concepto de “bloque de constitu-
cionalidad” que, últimamente, Javier García Royo lo ha rescatado para comprender
en él a las normas que expiden los gobiernos locales. A su juicio, las normas que
puedan expedir estos gobiernos locales cumplen una “función constitucional reser-
vada”, que si bien no termina asignándole un rango superior a la ley o a cualquier
otra fuente estatal, sin embargo, sí proyecta “una reserva de ley específica” y “reali-
za una función constitucional prolongada en el tiempo”.53
E n definitiva, en E spaña, tras el concepto del bloque de constitucionalidad se
ha pretendido explicar diversos fenómenos, no de un modo totalmente satisfacto-
rio, que ha llevado a Francisco Rubio Llorente afirmar que el artículo 28 de la
LOTC, a partir del cual se ha construido la idea del bloque, no es otra cosa que una
disposición “superflua”, “que no puede servir…de base para construir un concepto
de bloque de la constitucionalidad compatible con nuestro derecho positivo, por
una doble razón. E n primer lugar, y sobre todo, porque la utilización como medida
de la constitucionalidad de otras leyes, de las normas a que dicho precepto alude no
es ni puede ser consecuencia de esa alusión ni depende, por tanto, de ella. E n se-
gundo término, porque el régimen jurídico de las normas aludidas es muy heterogé-
neo: ni la transgresión de todas ellas determina el mismo vicio, ni la función consti-

52 Ver, entre la abundante bibliografía existente en este sentido, a parte de las ya citadas, las re-
flexiones de Francisco T OMÁS Y VALIE NTE en su informe presentado a la Sexta Conferencia de Tribu-
nales Constitucionales E uropeos. AAVV., Tribunales constitucionales europeos y autonomías territoriales, CE C,
Madrid, 1985, pp. 175 y ss.
53 G ARCÍA ROCA, Javier, “E l concepto actual de autonomía local según el bloque de la constitu-

cionalidad”, en Luis López Guerra, Coordinador, Estudios de Derecho Constitucional. Homenaje al profesor
Dr. D. Joaquín García Morillo, Tirant lo blanch, Madrid, 2001, pp. 641 y ss. La cita a pp. 655-656.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 95

tucional de la mayor parte de esas normas se agota, a diferencia de lo que ocurre


(cuando ocurre) con la ley orgánica, en los procedimientos de declaración de in-
constitucionalidad”,54 por lo que a su juicio, si se conserva, debería de reservarse
“para designar aquellas normas que tienen como contenido propio, no como efecto
derivado, la delimitación de competencias entre el E stado y las comunidades autó-
nomas”.55

III.3. E L BLOQUE CONSTITUCIONAL


Y E L BLOQUE DE LA CONSTITUCIONALIDAD

Frente a este desolador panorama, y ante la ausencia de una labor esclarecedora


del Tribunal Constitucional español, no ha faltado quien haya propugnado la nece-
sidad de replantear la manera cómo el debate se ha efectuado. Y así, se ha sosteni-
do que la explicación de lo que quiera que el bloque de constitucionalidad signifi-
que no habría que indagarse a partir del precedente francés ni, a su vez, sobre la
teoría de las normas interpuestas del derecho italiano. Tampoco desde el artículo 28
de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional español, pues, en realidad, con la
expresión bloque de constitucionalidad se aludiría a dos ideas, dos “conceptos nor-
mativos autónomos”, que, porque se tratan de dos realidades distintas, requerirían
de una denominación específica. E n ese sentido, Paloma Requejo Rodríguez ha
sostenido la necesidad de distinguir entre “bloque constitucional” y “bloque de la
constitucionalidad”.
“E n el caso del bloque constitucional, sostiene, la Constitución actúa como
norma de contenido abierto que llama a otras disposiciones a completar lo que ella
misma no dice respecto de la estructura del sistema”. Desde esa perspectiva, el blo-
que tendría por función “moldear de modo definitivo el armazón del ordenamien-
to, identificando cuál es su estructura”,56 a partir de normas constitucionales incom-
pletas que apelan a los componentes de esta categoría para que, como fragmentos
de Constitución articulados formalmente fuera de la misma, definan la estructura
del ordenamiento”.
E n ese sentido, “el bloque constitucional está(ría) formado, además de por la
Constitución, por esas normas encargadas de configurar o programar una determi-
nada estructura de entre las prefiguradas o programables. Su función es constitutiva

54 RUBIO LLORE NTE Francisco y F AVORE AU, Louis, El bloque de la constitucionalidad, citado, pp.

110 y 116, respectivamente.


55 RUBIO LLORE NTE , Francisco, “Bloque de constitucionalidad (D. Constitucional)”, en Enciclope-

dia Jurídica Básica, citado, p. 817.


56 R E QUE JO R ODRÍGUE Z , Paloma, “Bloque constitucional y comunidades autónomas”, citado,

p. 120.
96 • E dgar Carpio Marcos

y, en este sentido, constituyente de la estructura del sistema, aunque no constitu-


yente del sistema mismo, pues esta función le corresponde en exclusiva a la norma
suprema, la Constitución. Las normas del bloque constitucional, en suma, se com-
portan como normas de reconocimiento del sistema en la estructura por ellas confi-
gurada, lo cual significa: primero, que el bloque constitucional se erige en contenido
normativo de un principio estructural del ordenamiento; segundo, que esta función
estructurante del sistema es la única que marca la inclusión de una norma en el blo-
que constitucional, no su posición jerárquica, ni su procedimiento de elaboración,
ni el carácter básico del tratamiento normativo que se le reserve para una determi-
nada materia y, en tercer lugar, y como consecuencia de esta función de norma de
reconocimiento, que el bloque constitucional es imprescindible para la identifica-
ción de la pertenencia de las demás normas al ordenamiento.”57
A diferencia del bloque constitucional, el “bloque de la constitucionalidad” sólo
podría actuar como un término operativo “si se adopta como eje definitorio su
función procesal. Sus normas no desempeñan una función intrínseca específica
(…). No son creadas para definir la estructura del sistema, sino para, una vez dada
ésta, llenar su contenido con el tratamiento jurídico que les demanda la Constitu-
ción. E n conclusión, sus componentes actúan con un margen de movilidad muy
limitado como cierre jurídico que complementa, concretando o interpretando, de-
cisiones adoptadas con gran abstracción por la Constitución en campos material-
mente diversos, siempre vinculados a las relaciones entre normas y al margen de
cualquier cuestión estructural (…) Más que un bloque normativo es un bloque pro-
cesal, e incluso el término bloque es aquí confuso, no sólo porque el verdadero
mobil que lleva a articular esta categoría son razones de conveniencia práctica a la
hora de resolver el proceso de manera más ilustrada, sino también porque la idea
de bloque, como algo compacto, es falsa, pues su composición adquiere gran diver-
sidad y mutabilidad al integrarse en él unas normas en función de otras que son ob-
jeto de enjuiciamiento”.58
E n suma, la existencia de un “bloque constitucional” sólo podría justificarse en
aquellos ordenamientos complejos, donde existe una diversidad de sujetos investi-
dos con potestades normativas, cuyo desarrollo, sin embargo, la Constitución no ha
terminado por configurar en todos sus detalles y, por lo tanto, ha dispuesto que
otras fuentes, por ella también instituidas, la realicen, obrando —la primera, esto
es, la Constitución, y las segundas— como reglas de reconocimiento del ordena-

57 RE QUE JO RODRÍGUE Z , Paloma, “Bloque constitucional y comunidades autónomas”, citado,

pp. 120-121.
58 R E QUE JO R ODRÍGUE Z , Paloma, “Bloque constitucional y comunidades autónomas”, citado,

p. 121.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 97

miento jurídico. De manera que el concepto y legitimidad del bloque constitucional


se hallaría, más que en un eventual reconocimiento formal en la LOTC, en la fun-
ción que estas normas cumplirían en el sistema de fuentes del derecho de un deter-
minado ordenamiento jurídico.
E n tanto que, el concepto del “bloque de la constitucionalidad”, más que tra-
tarse de un “bloque”, esto es, un conjunto de normas que tienen el mismo rango,
se trataría, por el contrario, de normas que tienen una función procesal, consistente
en insertarse en el parámetro de control cuando el Tribunal Constitucional juzga la
validez de ciertas fuentes primarias que reciben de aquellas sus límites materiales y
formales.
E l planteamiento no deja de ser persuasivo. Pero denota, en los múltiples es-
fuerzos que la doctrina ha hecho para delimitarla o concretarla, su insuficiencia y el
escaso valor que puede tener para explicar problemáticas semejantes en esta parte
del Continente, donde se la ha aceptado y goza de cierto predicamento.

IV. E L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD


“DE LA” CORTE CONSTITUCIONAL COLOMBIANA

E n América Latina, uno de los países que cuenta con un desenvolvimiento de


la jurisdicción constitucional verdaderamente ejemplar es, de lejos, lo que sucede
con la Corte Constitucional de Colombia. É sta fue creada por la Constitución de
1991 y, desde que entró en funcionamiento, en febrero de 1992,59 su labor ha sido
realmente fructífera, a tal punto que ha revolucionado la forma de comprender el
derecho en el vecino país del norte.60
Como también sucede en otros países latinoamericanos, la expresión “bloque
de constitucionalidad” no fue introducida formalmente por la Constitución de
1991.61 No obstante, la Corte Constitucional la rescató en forma expresa, por pri-

59 Cfr. O SUNA PATIÑO , Néstor, “Los primeros diez años de la Corte Constitucional colombiana”,
en AA.VV. Tribunales y justicia constitucional, UNAM, México, 2002, p. 326. T OBO RODRÍGUE Z , Javier,
La Corte Constitucional y el control de constitucionalidad en Colombia, E diciones Jurídicas Gustavo Ibañez,
Bogotá, 1996, p. 74.
60 NARANJO ME SA, Vladimiro, “La nueva jurisdicción constitucional colombiana”, en AA. VV. V

Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, UNAM, México, 1998, pp. 601 y ss. Ver, asimismo, el
número monográfico “E l impacto de la jurisprudencia de la Corte Constitucional en la creación y el
desarrollo del derecho”, de la Revista de Derecho Público, N°. 15, Universidad E xternado de Colombia,
Bogotá, 2002, donde desde diversos frentes se alude a la forma cómo la jurisprudencia de la Corte
Constitucional ha influido en el desarrollo del derecho en Colombia.
61 Cfr. D UE ÑAS RUÍZ , Oscar José, Control constitucional. Análisis de un siglo de jurisprudencia, E dicio-

nes Librería del Profesional, Bogotá, 1997, pp. 167 y ss.


98 • E dgar Carpio Marcos

mera vez, en la sentencia C-225 de 1995, y desde entonces se ha abierto camino,


generando debates y discusiones sobre los reales alcances del concepto.62
E n la referida sentencia, la Corte tenía que absolver la impugnación de una ley
por contradecir el derecho internacional humanitario, de cara con los alcances del
artículo 93 de la Constitución de 1991. Dicho precepto constitucional establece que
“los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que recono-
cen los derechos humanos y que prohiben su limitación en los estados de excep-
ción, prevalecen en el orden interno…”. E videntemente, en caso de conflicto entre
una ley y un tratado de esa naturaleza, el artículo 93 de la Constitución imponía re-
solver la antinomia haciendo prevalecer a este último. ¿Pero podía declararse su in-
constitucionalidad?
Para resolver esta cuestión, la Corte se preguntó sobre los alcances de la “pre-
valencia” de una norma sobre otra. Después de desechar una supuesta “supracons-
titucionalidad” de los tratados sobre esta materia, so pretexto de constituir ius cogens,
la Corte sostendría que “desde la perspectiva del derecho constitucional colombia-
no”, la única forma de armonizar el mandato del artículo 93, “que confiere preva-
lencia y por ende supremacía en el orden interno a ciertos contenidos de los conve-
nios de derechos humanos”, con el artículo 4°, “que establece la supremacía no
de los tratados sino de la Constitución”, era acudiendo a la noción del “bloque de
constitucionalidad”. A su juicio, el bloque “…está compuesto por aquellas normas
y principios que, sin aparecer formalmente en el articulado del texto constitucional,
son utilizados como parámetros del control de constitucionalidad de las leyes, por
cuanto han sido normativamente integrados a la Constitución. Son pues verdaderos principios y re-
glas de valor constitucional, esto es, son normas situadas en el nivel constitucional, a pesar de
que puedan a veces contener mecanismos de reforma diversos a los de las normas
del articulado constitucional stricto sensu. E n tales circunstancias —concluiría—, la
Corte Constitucional coincide con (…) el único sentido razonable que se puede
conferir a la noción de prevalencia de los tratados de derechos humanos y de dere-
cho internacional humanitario (CP arts. 93 y 214, numeral 2°) es que éstos forman
con el resto del texto constitucional un bloque de constitucionalidad, cuyo respeto
se impone a la ley”.
De esta forma, sin que la Constitución formalmente haya establecido que tales
tratados sobre derechos humanos tengan jerarquía constitucional, sino simplemente
que en caso de colisión con otra norma de rango legal aquellas tengan preeminen-
cia, la Corte terminaría asignando rango constitucional a las normas del derecho in-

62 Cfr. V E RG ARA CORTÉ S, Rodrigo, “E l bloque de constitucionalidad”, en Estudios de Derecho,

Año LX II, segunda época, Vol. LIX , N°. 133-134, Universidad de Antioquia, Antioquia, 2000,
pp. 13 y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 99

ternacional humanitario. Lo verdaderamente paradójico de esta construcción, no es


tanto que una regla, como el artículo 93 de la Constitución colombiana, que está
destinada a resolver un tipo específico de antinomias, se utilice para derivar de ella
una jerarquía que la Constitución no confiere; sino, fundamentalmente, que esa je-
rarquía constitucional de las normas del derecho internacional humanitario sea asig-
nada a partir de un concepto, como el del bloque de constitucionalidad, que en
Francia, país al que se hace referencia en la misma sentencia, sirve para explicar una
situación normativa por completo diferente.
Por cierto, la declaración de que una norma “prevalezca” sobre otra no siempre
culmina en una sanción de invalidez constitucional, como la Corte Constitucional
lo sugiere implícitamente. Y es que la noción de preeminencia de una fuente sobre
otra no culmina siempre y necesariamente en una declaración de legalidad/ilegali-
dad o de constitucionalidad/inconstitucionalidad, que implican siempre el recurso
al principio de jerarquía como medio para articular las relaciones verticales entre
fuentes formales del derecho; tal preeminencia también puede ser consecuencia de
que el sistema jurídico haya establecido que entre 2 fuentes del mismo rango, la
aplicabilidad de una o de otra se encuentre sujeta a las demandas del principio de
competencia.63
E n cualquier caso, más allá de los cuestionamientos que se pueda realizar a esta
sentencia de la Corte Constitucional,64 con ella se iniciaría un uso constante de la
expresión bloque de constitucionalidad,65 que, según la escasa doctrina que se ha

63 Cfr. sobre el particular, el clásico trabajo de CRISAFULLI , Vezio, “Gerarchia e competenza nel
sistema costituzionale delle fonti”, en Rivista trimestrale di diritto pubblico, Anno X, 1960, pp. 775 y ss.
64 Ciertamente, el establecimiento de que en caso de conflicto entre una ley y un tratado, deba

prevalecer el tratado no se desprende automáticamente que los tratados tengan jerarquía constitucional.
La jerarquía que una fuente formal del derecho pueda tener en el sistema jurídico no se determina
en función de criterios materiales, sino en base a razones estrictamente formales. Un buen ejemplo
de ello, nos lo puede dar la Constitución peruana de 1979, que previó, por un lado, que los tratados
sobre derechos humanos tenían formalmente rango constitucional (art. 105), en tanto que los demás
tratados con habilitación legislativa, un rango inferior a la Lex Legum, pero superior a la Ley, pues
en caso de conflicto, éstos prevalecían sobre la ley parlamentaria. Sobre la ordenación de las fuentes
del derecho, que en general en América Latina se ha descuidado, pueden verse, entre la abundante
bibliografía, B ALAGUE R CALLE JON, Francisco, Fuentes del Derecho. I. Principios del ordenamiento constitu-
cional, t. 1, E ditorial Tecnos, Madrid, 1991, pp. 81 y ss. Z AGRE BE LSKY , Gustavo, Manuale di Diritto
Costituzionale, Il sistema delle fonti del Diritto, t.1. UTE T, Torino, 1998, pp. 13 y ss, donde se alude a las
fuentes del derecho como expresión de los procesos de unificación política en la esfera del ordena-
miento jurídico.
65 E n la sentencia T-447 de 1995, expedida unos meses después, la Corte consideraría, por ejem-

plo, que los tratados internacionales sobre derechos humanos incluso tenían rango constitucional du-
rante la vigencia de la Constitución anterior a la de 1991.
100 • E dgar Carpio Marcos

encargado de analizar el tema, no ha dejado de llamar la atención por los aggiorna-


menti que se han podido observar.
E s el caso de la sentencia C-578, del mismo año, en la que la Corte indicaría
que el bloque de constitucionalidad no sólo lo integraba la Constitución y el dere-
cho internacional humanitario, sino también la Ley E statutaria sobre los estados de
excepción, de manera que era inconstitucional que una ley estableciese que se en-
contraba exceptuado de penalidad aquellos delitos cometidos bajo una situación de
obediencia debida en el ámbito militar. A juicio de la Corte, “La citada ley, junto a
las normas de la Constitución, integra el bloque de constitucionalidad, que sirve
para decidir la constitucionalidad o inconstitucionalidad de los decretos legislativos
que se dicten al amparo de los estados de excepción (…) E n este sentido, las nor-
mas contenidas en la ley estatutaria que regula los estados de excepción, que esta-
blecen límites o prohibiciones absolutas para la restricción, limitación o suspensión
de derechos, durante la anormalidad, se convierten en pauta de control de las leyes que tra-
tan sobre el uso de la fuerza en el escenario de la normalidad. E s importante precisar que
siempre que se habla de bloque de constitucionalidad, se hace porque en la Consti-
tución una norma suya así lo ordena y exige su integración, de suerte que la viola-
ción de cualquier norma que lo conforma se resuelve en últimas en una violación
del E statuto Superior”.
Unos meses más adelante, la Corte volvería a incidir sobre la pertenencia al
bloque de constitucionalidad de la referida Ley E statutaria sobre los estados de ex-
cepción, de manera que era inconstitucional un decreto, expedido en uso de las fa-
cultades derivadas del E stado de conmoción interior, por desconocer una exigencia
prevista en aquella, consistente en la obligación de motivar expresamente por qué
era o no necesario suspender una determinada ley.
A diferencia de lo que se afirmara en la sentencia C-25/1995, en la que a partir
del concepto de bloque de constitucionalidad se infiere el rango constitucional de
las normas del derecho internacional humanitario, en estas últimas sentencias la
Corte parece más bien aludir a un concepto de bloque de constitucionalidad seme-
jante al que cumplen las “normas interpuestas” del derecho italiano, esto es, no en
el sentido que su pertenencia al bloque confiera jerarquía constitucional, sino, bási-
camente en el sentido de que la integran todas aquellas fuentes que cumplen una
función procesal en el juicio de validez abstracta de la ley: la de servir como nor-
mas de referencia para establecer si las condiciones y límites impuestos al legislador,
sea por la Constitución directamente, o por la legislación a la que aquella reenvía,
indirectamente, fueron o no respetados.66

66Sobre el tema, UMPRIMNY , Rodrigo, El bloque de constitucionalidad en Colombia. Un análisis juris-


prudencial y un ensayo de sistematización doctrinal, en www.Internationaljusticeproject.org/pdfs/Uprimny-
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 101

Con posterioridad, la Corte ha tratado de racionalizar el uso de este concepto


a fin de hacer más previsible su contenido y, al mismo tiempo, con el propósito
de esclarecer el parámetro con el que juzga la exequibilidad de las leyes y nor-
mas con rango de ley. Por ejemplo, en la sentencia C-358, de 1997, la Corte
Constitucional distinguiría dos sentidos de la idea del bloque de constitucionali-
dad. E l primero, que denominaría “bloque de constitucionalidad en sentido es-
tricto”, en el que quedan comprendidos las normas con rango formalmente cons-
titucional. Según la Corte, ésta se encuentra “conformado por aquellos principios
y normas de valor constitucional, los que se reducen al texto de la Constitución
propiamente dicha y a los tratados internacionales que consagren derechos huma-
nos cuya limitación se encuentre prohibida durante los estados de emergencia
(C.P. art. 93)”.
E n segundo lugar, lo que la misma Corte ha denominado “bloque de constitu-
cionalidad en sentido lato”, “según la cual aquel estaría compuesto por todas
aquellas normas, de diversa jerarquía, que sirven como parámetro para llevar a cabo
el control de constitucionalidad de la legislación. Conforme a esta acepción, el
bloque de constitucionalidad estaría conformado no sólo por el articulado de la
Constitución, sino, entre otros, por los tratados internacionales de que trata el ar-
tículo 93 de la Carta, por las leyes orgánicas y, en algunas ocasiones, por las leyes
estatutarias”.67
Con posterioridad a esta sentencia, la Corte ha continuado “perfilando” ambos
sentidos en los que puede entenderse el bloque de constitucionalidad, ya sea seña-
lando qué fuentes se encuentran incluidas o, en su caso, excluidas. Por ejemplo, ha
señalado que se encuentra excluido del bloque de constitucionalidad los tratados in-
ternacionales que no versen sobre derechos humanos (sentencia C-358, de 1997;
C-582, de 1999).68 Tampoco forman parte del bloque las leyes estatutarias distintas

writing.pdf, p. 18 del manuscrito [publicado también en Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los derechos humanos. Compilación de jurisprudencia y doctrina nacional e internacional. De-
rechos humanos, Derecho internacional humanitario y Derecho penal internacional, Vol. I, Bogotá, 2001, p. 97 y
ss]. Allí se indica que de estos iniciales pronunciamientos no se infería con claridad cuál era la función
o la naturaleza del bloque de constitucionalidad. “Así, la sentencia C-225…señala que el bloque incor-
pora las “normas de rango constitucional”, lo cual no incluye a las leyes estatutarias que no tienen esa
jerarquía normativa. E n cambio, en las sentencias C-578… y C-135…la Corte adopta un concepto
más amplio, pues incluye también a las leyes estatutarias; en estas providencias, el bloque de constitu-
cionalidad parece entonces referirse a todas aquellas disposiciones cuya violación acarrea la inconstitu-
cionalidad de una ley…”.
67 Cfr. asimismo, la sentencia C-582, de 1999.
68 Sobre el tema, RAME LLI , Alejandro, “Sistema de fuentes del derecho internacional público y el

´bloque de constitucionalidad´ en Colombia”, en Cuestiones Constitucionales. Revista mexicana de derecho


constitucional, n° 11, México, 2004, pp. 157 y ss.
102 • E dgar Carpio Marcos

de las que regulan los E stados de E xcepción, a las que el artículo 214 de la Consti-
tución les ha dotado de un status especial.69
Asimismo, se encuentran excluidos del bloque las leyes orgánicas, pues como
recuerda la sentencia C-423, de 1995, éstas “a pesar de tener características especia-
les y gozar de prerrogativas también especiales, no tienen el rango de normas cons-
titucionales; son normas intermedias entre el ordenamiento superior y las normas
ordinarias que desarrollan la materia que ellas regulan, las cuales están sujetas en
todo a su contenido; y segundo, porque en un régimen en el que prima la Constitu-
ción sobre la voluntad del legislador, el único habilitado para convalidar la inconsti-
tucionalidad de una norma por ser contraria o vulnerar con su contenido el bloque
de constitucionalidad vigente, es el Constituyente”. A juicio de la Corte, “La ley or-
gánica no tiene el rango de norma constitucional, porque no está constituyendo
sino organizando lo ya constituido por la norma de normas, que es, únicamente, el
estatuto fundamental. La ley orgánica no es el primer fundamento jurídico, sino
una pauta a seguir en determinadas materias pre-establecidas, no por ella misma,
sino por la Constitución”.
Pero si la Corte, por un lado, ha excluido del bloque de constitucionalidad a
determinadas fuentes, como las antes señaladas, por otro lado, en recientes pronun-
ciamientos ha comprendido a otras que no dejan de llamar la atención. De particu-
lar relieve es la sentencia C-191, de 1998, que sugiere que los tratados sobre límites
de Colombia forman parte del bloque de constitucionalidad, pues el artículo 102 de
la Carta de 199170 les habría dado jerarquía constitucional.71 Tal tesis fue confirma-
da en la sentencia C-1022, de 1999, en la que señaló que los tratados sobre límites
ya perfeccionados “no pueden ser demandados, puesto que en el fondo son nor-
mas que integran el bloque de constitucionalidad”.72

69E l artículo 214 de la Constitución de 1991 establece que “Los estados de excepción a que se
refieren los artículos anteriores se someterán a las siguientes disposiciones: (…) 2. No podrán suspen-
der los derechos humanos ni las libertades fundamentales. E n todo caso se respetarán las reglas del
derecho internacional humanitario. Una ley estatutaria regulará las facultades del Gobierno durante los
estados de excepción y establecerá los controles judiciales y las garantías para proteger los derechos de
conformidad con los tratados internacionales. Las medidas que se adopten deberán ser proporcionales
a la gravedad de los hechos”.
70 E l artículo 102 de la Constitución colombiana establece que “E l territorio, con los bienes pú-

blicos que de él forman parte, pertenecen a la Nación”.


71 Por cierto, dentro de los tratados sobre derechos humanos la Corte ha comprendido a los

Convenios de la OIT. Así lo sostuvo en las sentencias T-568, de 1999, y C-567, del 2000, si bien se
señaló que ello se derivaba del hecho de que se trataban de instrumentos internacionales que recono-
cían derechos que no podían ser suspendidos durante los estados de excepción.
72 E sta última afirmación lleva implícita y sugiere que los tratados sobre límites forman parte del

denominado “bloque de constitucionalidad en sentido estricto”, pues sólo a partir de su rango formal-
mente constitucional, es impracticable cualquier control de validez constitucional.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 103

E n suma, por muy discutible que pueda ser su construcción, en Colombia con
la idea de “bloque de constitucionalidad” se expresa dos cosas distintas. Por un
lado, un concepto sustantivo, que identifica a todas aquellas fuentes que en el orde-
namiento colombiano tienen rango constitucional. De otro, con la misma expresión
se hace referencia a un concepto estrictamente procesal. Desde esta perspectiva, el
bloque estaría compuesto por todas aquellas fuentes que son capaces de insertarse
en el parámetro con el cual la Corte juzga la validez constitucional (la exequibilidad
o no) de las normas que tienen rango de ley. E sta última comprensión del bloque,
que la Corte ha denominado en sentido lato, no sólo comprendería a las fuentes
que integran el bloque en sentido estricto, sino, además, a las fuentes de rango legal
que, por reenvío de la Constitución, son capaces de fungir en el parámetro de la ac-
ción de inexequibilidad.

V. E L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD E N E L PE RÚ

Con matices, sobre los que volveremos, en el Perú, con la expresión bloque de
constitucionalidad cierto sector de la doctrina nacional entendió que el legislador
(orgánico) no sólo había regulado la composición “legislativa” del parámetro de
control en la acción de inconstitucionalidad, sino, incluso, que extendió el mismo
rango de la Constitución a ciertas fuentes legislativas, como la ley orgánica.73 Por
cierto, el uso del concepto no ha pasado por desapercibido en la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional, la que en alguna que otra ocasión se ha hecho eco del
concepto.74
Sin embargo, esta recepción ha sufrido un proceso que no deja de ser sorpren-
dente. Por un lado, cuando se tuvo la oportunidad de formular un auténtico bloque
de constitucionalidad, al estilo del modelo francés, éste no sólo no adquirió carta de
ciudadanía sino, incluso, pasó desapercibido. Y, de otro, cuando desaparecieron sus
presupuestos normativos, al entrar en vigencia la Constitución de 1993, paradójica-
mente hay quienes han pretendido rescatarlo.

V.1. CONSTITUCIÓN DE 1979, BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD


Y LE Y O RGÁNICA DE L T RIBUNAL DE G ARANTÍAS CONSTITUCIONALE S
Como se sabe, la Constitución de 1979, al establecer su superioridad normativa
sobre cualquier otra fuente formal del derecho, ex artículo 105, estableció que los
tratados internacionales en materia de derechos tenían rango constitucional. E s de-

73 Cfr. B LUME F ORTINI , E rnesto, “E l bloque de la constitucionalidad municipal en el Perú”, en


Temas de Derecho Municipal, Colegio de Abogados de Lima, Lima 1999, pp. 147 y ss.
74 STC 0004-1996-AI/TC (Fund. Jur. N°. 2) y STC 007-2002-AI/TC.
104 • E dgar Carpio Marcos

cir, con el mismo rango de la Constitución escrita, y por disposición de ella misma,
las disposiciones formalmente constitucionales no se reducían a los 307 artículos
que ella anidaba, sino comprendía también a todas aquellas cláusulas de los tratados
ratificados por el E stado peruano que versaran sobre derechos humanos.
Tal extensión de las normas con valor constitucional, por cierto, no compren-
día sólo aquellas que se habían ratificado antes de la Carta de 1979. Abarcaba tam-
bién a aquellas que con posterioridad a su entrada en vigencia el E stado peruano
ratificase, y en la medida, naturalmente, que reconocieran derechos esenciales del
ser humano. Con una fórmula de esta naturaleza se habilitaba la posibilidad real de
plantear la existencia de un bloque de constitucionalidad integrado por fuentes que
en su conjunto se caracterizaban, como en Francia, por tener “unidad formal de
rango” y, en esa medida, como competentes para servir de parámetro de cualquier
tipo de legislación infra-constitucional. Se trataba, desde luego, de un modelo abier-
to, y no cerrado, como su par francés, pues a diferencia de aquél, que ya no puede
extenderse, los alcances del habilitado por la Constitución de 1979 dependía sim-
plemente de que el E stado peruano ratificase tratados sobre derechos humanos.75
No obstante ello, la doctrina de la década de los 80´ no reparó en que era posi-
ble plantear la existencia de un bloque de constitucionalidad compuesto por un
“conjunto compacto, granítico, indisoluble”76 de normas formalmente constitucio-
nales, y desde luego indisponible para el legislador ordinario.77
Una tímida referencia al concepto de “bloque de constitucionalidad” sólo se
pudo observar más adelante, al ponerse en funcionamiento el Tribunal de Garan-
tías Constitucionales, e incorporarse en su Ley Orgánica (Ley N°. 23385) una nor-
ma, semejante a una existente en la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional espa-
ñol, por medio de la cual se estableció que “Para apreciar la constitucionalidad o la
inconstitucionalidad de las normas mencionadas en el artículo 19, el Tribunal consi-
dera, además de los preceptos constitucionales, las leyes que, dentro del marco
constitucional, se hayan dictado para determinar la competencia de los órganos del
E stado”.
Se sostuvo entonces que la referencia a las leyes que efectuaba el artículo 21 de
la LOTGC, a fin de que el Tribunal de Garantías Constitucionales juzgue la validez

75 Sin la referencia a la noción de “bloque de constitucionalidad”, pero sí en el entendido que ca-


bía un control de la legislación que se le opusiera, Cfr. nuestro trabajo, “Constitución y tratados sobre
derechos humanos”, en El Constitucionalista. Revista de Estudios Constitucionales, N°. 1, Lima 1995, p. 7.
76 G ARCÍA B E LAUNDE , Domingo, “E stado y municipio en el Perú”, en Anuario de Derecho Consti-

tucional Latinoamericano, Fundación Konrad Adenauer, Montevideo, 2003, p. 410.


77 Sobre el particular, el muy documentado trabajo de MANILI , Pablo Luis, “La recepción del de-

recho internacional de los derechos humanos por el Derecho Constitucional”, en Revista Jurídica del
Perú, N°. 39, 2002, pp. 23 y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 105

constitucional de las normas con rango de ley, no podían ser otras que la propia ley
orgánica,78 pues éstas eran las únicas competentes para determinar “la competencia
de los órganos del E stado”. Quedaba, de esta forma, marcado el sendero del suce-
sivo debate en torno al bloque de constitucionalidad: no sobre la base del rango
constitucional de los tratados, sino en función de la propiedad que podían tener las
leyes orgánicas en el proceso de inconstitucionalidad de las leyes.
E n definitiva, si bien durante la Constitución de 1979 hubo la posibilidad de
introducir, con propiedad, el concepto de bloque de constitucionalidad, éste no
sólo no fue expresado, sino que ni siquiera fue rescatado por el Tribunal de Garan-
tías Constitucionales en ninguno de los pocos casos en los que tuvo la oportunidad
de resolver acciones de inconstitucionalidad. Tal posibilidad de desarrollar una ver-
sión en cierta forma parecida a la que existe en Francia, desde luego, no se derivaba
del artículo 21 de la LOTGC, sino del artículo 105 de la Constitución de 1979.

V.2. E L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD


Y LA LE Y O RGÁNICA DE L T RIBUNAL CONSTITUCIONAL
Con la Constitución de 1993, tal base normativa para construir un concepto
coherente y razonable de bloque de constitucionalidad desapareció. E l artículo 105
de la Carta del 79 fue suprimido y, en su lugar, se introdujo, la IV Disposición Fi-
nal y Transitoria de la Constitución, semejante en su estructura y sentido al artículo
10.2 de la Constitución española de 1978: “Las normas relativas a los derechos y a
las libertades que la Constitución reconoce se interpretan y aplican de conformidad
con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos
internacionales sobre las mismas materias ratificadas por el Perú”.
Aunque en ciertos sectores de la doctrina nacional se piensa que con dicha
cláusula constitucional se otorga rango constitucional a los tratados sobre derechos
humanos, incluyendo a la Declaración Universal de 1948,79 tampoco la doctrina ha
relacionado esa eventual jerarquía constitucional de los tratados con la noción de
bloque de constitucionalidad. Los escasos intentos de conceptualizarla, por el con-
trario, se han efectuado a partir del artículo 22 de la LOTC, semejante en su redac-

78 D ANÓS O RDOÑE Z Jorge y SOUZA CALLE , Martha, “E l control jurisdiccional de la constitucio-

nalidad de las normas jurídicas de carácter general”, en E GUIGURE N PRAE LI , Francisco, Director, La
Constitución peruana de 1979 y sus problemas de aplicación, E ditorial Cuzco, Lima, 1987, p. 358.
79 Cfr. B E RNALE S B ALLE STE ROS, E nrique, La Constitución de 1993. Análisis comparado, CIE DLA,

Lima, 1996, p. 581. LANDA ARROYO , César, “Jerarquía de los tratados internacionales en la Constitu-
ción del Perú de 1993”, en Revista Jurídica del Perú, N°. 16, 1998, pp. 3 y ss. CIURLIZZA, Javier, “La in-
serción y jerarquía de los tratados en la Constitución de 1993: retrocesos y conflictos”, en AA.VV., La
Constitución de 1993. Análisis y comentarios, Vol. II, CAJ, Lima, 1995, pp. 65 y ss.
106 • E dgar Carpio Marcos

ción al artículo 21 de la antigua LOTGC. Dicho precepto legal señala que: “al apre-
ciar la constitucionalidad o no de las normas objeto del control, (el Tribunal) debe
tomar en consideración también aquellas leyes que, dentro del marco constitucio-
nal, se hayan dictado para determinar la competencia o las atribuciones de los órga-
nos del E stado”.
Como es evidente esta construcción (y deformación) de la idea del bloque de
constitucionalidad toma como referencia al modelo español de justicia constitucio-
nal, y no al francés, de donde es originaria la expresión y tiene un significado y con-
tenido totalmente diferente, como hemos visto. Y es a esta construcción a la que
los escasos estudios sobre el tema han dirigido su crítica. Antes, sin embargo, de in-
gresar a desarrollar esa crítica es preciso aún detenernos en el análisis del contenido
de ese bloque descrito en el art. 22 de la LOTC.

V.2.1. CONTE NIDO DE L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD


a) Los preceptos de una ley orgánica que determinan la competencia y atribuciones
de los órganos del Estado
De entrada es preciso destacar que la referencia a las leyes que efectúa el art. 22
de la LOTC, más allá de su expresión general, no comprende cualquier clase de ley
o norma con rango de ley de las enunciadas en el inciso 4 del art. 200 de la Consti-
tución; precepto constitucional éste que no sólo tiene la virtualidad de crear el pro-
ceso de inconstitucionalidad de las leyes, sino, además, de fijar el “rango de ley” de
ciertas fuentes formales creadas por la Constitución. Y es que tal referencia a las
“leyes” del art. 22 de la LOTC, no puede desligarse de la descripción del contenido
que deben tener, según el cual para que una ley forme parte del bloque de constitu-
cionalidad, es preciso que se trate de un precepto que se haya “dictado para deter-
minar la competencia o las atribuciones de los órganos del E stado”. Se tratan, pues,
de normas que regulan competencias y atribuciones de órganos estatales y no,
como sucede en E spaña, donde las normas que forman parte de él, según el artícu-
lo 28.1 de su LOTC, además de las leyes orgánicas a las que se refiere el artículo
28.2 de su LOTC, comprende a las leyes que delimitan “las competencias del E sta-
do y las diferentes Comunidades Autónomas o para regular o armonizar el ejercicio
de las competencias entre éstas”.80
Porque se trata de normas que no pueden tener otro propósito que regular las
competencias y atribuciones de los órganos del E stado, el concepto de “leyes” utili-
zado por el artículo 22 de la LOTC debe entenderse en el sentido de comprender,
prima facie, a la “ley orgánica”, norma ésta que, según el art. 106 de la Constitución,

80
Cfr. PINIE LLA SORLI , Juan-Sebastián, Sistema de fuentes y bloque de constitucionalidad, E dit. Bosh,
Barcelona, 1994.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 107

precisamente regula la estructura y el funcionamiento de las entidades del E stado


previstas en la Constitución.
Se tratan, desde esta perspectiva formal, de “leyes orgánicas”, y no de cualquier
otra clase de fuentes, como podría ser el caso de las leyes ordinarias o simples de-
cretos supremos con los que eventualmente se regula la estructura, funcionamiento,
competencias y atribuciones de entidades del E stado no previstas directamente por
la Constitución [y que debido a una inveterada tradición legislativa en nuestro me-
dio suelen adjetivarse, inapropiadamente, como “leyes orgánicas” (caso, por ejem-
plo, de las leyes que regulan órganos y dependencias públicas, como ministerios,
entidades públicas descentralizadas, etc.)]. E stas últimas no podrían formar parte
del bloque, aunque no exista una exclusión expresa del artículo 22 de la LOTC,
porque al no tratarse de instituciones reguladas por la Constitución, su transgresión
no tendría ninguna incidencia o relevancia constitucional, directa o indirecta, de
manera que regulaciones legislativas que puedan afectarlas (modificándolas, trans-
grediéndolas, suprimiéndolas, etc.) no dejarían de plantear un simple problema de
colisión de normas de igual rango.
Asimismo, en lo que a las leyes orgánicas se refiere, por un lado, el artículo 22
de la LOTC no comprende a todas las leyes orgánicas; y, de otro, tratándose de nor-
mas orgánicas que tengan por finalidad regular la estructura y el funcionamiento de
los órganos del E stado previstos en la Constitución, tampoco parece razonable-
mente que pueda comprender a todos los preceptos que éstas puedan anidar.
E n primer lugar, no forman parte del bloque las leyes orgánicas que no tengan
por objeto regular atribuciones y competencias de los órganos constitucionales o
con relevancia constitucional. Lo verdaderamente importante según el art. 22 de la
LOTC no es que la fuente asuma la forma de una “Ley Orgánica”, pues mediante
este tipo de actos legislativos también se puede regular otros aspectos [caso, por
ejemplo, de los procesos constitucionales (art. 200 de la Constitución), los derechos
de participación política (art. 31) o las condiciones de la utilización y otorgamiento
a los particulares de los recursos naturales (art. 66)], sino que ésta desarrolle atribu-
ciones y competencias de órganos estatales previstos en la Constitución.81
E n segundo lugar, aún tratándose de leyes orgánicas que regulan la estructura y
funcionamiento de órganos previstos en la Constitución, la inclusión de éstas en el
bloque no comprende a “todos” los preceptos que la integran, pues el artículo 22
de la LOTC sólo ha conferido tal status a aquellos que tengan por finalidad “determi-

81 E rnesto B LUME entiende que también habría que incluir en el Bloque a las Ordenanzas Muni-

cipales. Cfr. Su trabajo, “E l despojo normativo y las alternativas para enfrentarlo a la luz de la Constitu-
ción de 1993”, en AA. VV. El rango de ley de las ordenanzas municipales en la Constitución de 1993, Munici-
palidad de Lima, Lima, 1997, pp. 28 y ss.
108 • E dgar Carpio Marcos

nar la competencia o las atribuciones” de tales órganos. Por tanto, preceptos de una ley
orgánica destinados a regular aspectos distintos de aquél “contenido” se encontra-
rían excluidos prima facie del bloque.
b) ¿El Reglamento del Congreso de la República?
Cabe, no obstante, preguntarse si la referencia a las “leyes” que regulan las atri-
buciones y competencias de los órganos del E stado se cierra con los preceptos de
las leyes orgánicas a los que antes se hizo mención, o también comprende al Regla-
mento del Congreso, pues si bien el reglamento cumple una finalidad análoga a las
leyes orgánicas, en tanto que regula la estructura y funcionamiento del Parlamento,
no es propiamente una “ley”, y tampoco formalmente una “ley orgánica”.82
E l Tribunal Constitucional, al parecer, ha admitido esa posibilidad. E n la STC
expedida en el E xp. N°. 004-96-AI/TC sostuvo que el artículo 75 del Reglamento
Parlamentario no se encuentra “comprendido dentro del ámbito de aquellas nor-
mas que determinan la competencia o las atribuciones de los órganos del E stado
(por lo que ) no forma parte del bloque de constitucionalidad…”. Lo que significa
que, eventualmente, existirían otras disposiciones reglamentarias que, en la medida
que sirvan para determinar la competencia o las atribuciones del Congreso de la
República, podrían ingresar dentro de los alcances del artículo 22 de la LOTC. Tal
afirmación del Tribunal Constitucional pone de relieve, prima facie, que al igual de lo
que sucede con determinados preceptos de la Ley Orgánica, no todos los preceptos
del Reglamento del Congreso —si es que el reglamento forma parte— se integran
al bloque de constitucionalidad, sino sólo aquellos que desarrollan competencias y
atribuciones del Congreso previstas en la Constitución.
Sucede, sin embargo, que si efectivamente (ciertas normas) (d)el Reglamento
parlamentario sirven para juzgar si una determinada fuente con rango de ley [ley or-
dinaria, ley orgánica o ley de delegación de facultades] es inconstitucional por la
forma,83 esa declaración de inconstitucionalidad no se debe siempre y en todos los
casos a la transgresión de las disposiciones que regulan las atribuciones y compe-
tencias del Parlamento, ni, en fin, el reglamento parlamentario es una “ley”, aunque
de ello no se pueda deducir que no se trate de una fuente formal del derecho, o
que no tenga el rango de las leyes (por lo demás explícitamente anunciado por el in-

82 Cfr. CARPIO MARCOS, E dgar, “E l reglamento parlamentario como fuente del derecho”, en Re-
vista jurídica del Perú, N°. 39, 2002, pp. 15 y ss.
83 Sobre la parametricidad del reglamento parlamentario en el juicio constitucional de la ley, Cfr.

RAVE RAIRA, Margherita, “Le norme dei regolamenti parlamentari come oggeto e come parametro nel
giudizio di legittimità costituzionale”, en Giurisprudenza Costituzionale, 1984, pp. 1849 y ss. CARPIO
MARCOS, E dgar, “E l reglamento parlamentario como canon de control en la acción abstracta de in-
constitucionalidad”, en AA.VV. El Derecho Público a comienzos del siglo XXI, citado, pp. 1075 y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 109

ciso 4º del artículo 200 constitucional).84 Y es que si ciertas disposiciones del regla-
mento parlamentario sirven para evaluar la validez formal de las leyes, esas disposi-
ciones no son precisamente las que regulan las atribuciones y competencias del
Congreso en cuanto órgano constitucional, sino, aquellas que, al tener relación con
el procedimiento legislativo, expresan, a su vez, sendos principios constitucionales
en las relaciones entre mayoría y minoría parlamentaria.85

V.2.2. E L RE QUISITO DE “CONFORMIDAD CON LA CONSTITUCIÓN”


PARA INTE GRAR E L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD
E l artículo 22 de la LOTC no sólo describe el tipo de normas que han de su-
marse o entenderse como conformantes del bloque de constitucionalidad. Ha pre-
visto también una exigencia sustantiva no menos importante, pues aún tratándose
de preceptos de una ley orgánica que tengan por objeto determinar las competen-
cias y atribuciones de los órganos constitucionales y de relevancia constitucional, es
necesario que éstas se hayan dictado “dentro del marco constitucional” o, lo que
es lo mismo, se traten de preceptos de una ley orgánica que se encuentren “confor-
mes con la Constitución”.
Por tanto, prima facie, no podrá comprenderse en el parámetro aquellos precep-
tos cuya legitimidad constitucional se haya cuestionado —y, por tanto, ellas mismas
sean objeto del control de constitucionalidad—, o el Tribunal entiende que no se
encuentran conformes con la Constitución. La eventual condición de normas para-
métricas para enjuiciar la constitucionalidad de las leyes se pierde, pues, en el preci-
so momento en que su legitimidad constitucional ha sido impugnada, o porque el
Tribunal Constitucional juzga, en una pretensión destinada a evaluar la validez de
cualquier otro acto legislativo distinto de aquél, que ésta no se encuentra “dentro
del marco de la Constitución”, procediendo a declarar su ilegitimidad.

V.2.3. E L STATUS DE LAS NORMAS QUE FORMAN PARTE


DE L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD
E N E L SISTE MA DE FUE NTE S DE L DE RE CHO
Nada de lo anteriormente dicho enerva el status de normas con rango de ley de
los preceptos que, desde esta perspectiva, forman parte del bloque de constitucio-
nalidad; o, dicho en otras palabras, no porque eventualmente formen parte del blo-
que, ex articulo 22 de la LOTC, los preceptos que la integran se encuentran en una

84 Cfr. un planteamiento general, en F LORIDIA, Giusseppe y SORRE NTINO , Federico, “Regola-

menti parlamentare”, en Enciclopedia Giuridica, Vol. XXVI, 1991, pp. 1-28.


85 Sobre el particular, permítaseme una nueva remisión al trabajo “E l reglamento parlamentario

como canon de control de la acción abstracta de inconstitucionalidad”, en AA.VV. El Derecho Público a


comienzos del siglo XXI. Estudios en homenaje al profesor Allan Brewer Carías, t. 1, citado, pp. 1075 y ss.
110 • E dgar Carpio Marcos

posición semejante a la Constitución. Se tratan, en todos los casos, de normas sub-


ordinadas a la Lex Legum, y bajo ningún punto de vista puede predicarse de ellas un
rango distinto al que tienen las leyes. De manera que no tienen paridad de rango con
la Constitución, ni encontrándose por debajo de ella, por el hecho de formar parte
del bloque, ocupan una posición superior a las demás normas con rango de ley.
Y es que el rango o posición que ocupan en el sistema de fuentes formales no
viene determinado por lo dispuesto en una ley orgánica, como es el art. 22 de la
LOTC; así se trate de aquella que regula al Supremo Intérprete de la Constitución,
sino, por lo que a propósito del tema se haya previsto en la Carta Magna (inc. 4 del
art. 200). E l rango constitucional de una fuente, tratándose de fuentes distintas a
la Constitución —como sucedió con los tratados sobre derechos humanos con la
Constitución de 1979—, no es aquel que una fuente primaria pueda disponer, sino,
cuando así sucede, la que la propia Constitución señala.
Sin embargo, no es esta la lectura que se le ha dado. A juicio de E rnesto Blu-
me, quien ha sido quien mayores esfuerzos ha dedicado al tema,86 su inserción en el
parámetro termina por conferirles el mismo rango de la Constitución. A su enten-
der, el bloque de constitucionalidad “es un conjunto normativo conformado por
los preceptos contenidos en la misma Constitución y los preceptos contenidos en la ley de
desarrollo constitucional y sus complementarias, dictadas dentro del marco constitucional… con-
junto normativo que…, es considerado por el juez constitucional como un todo o
‘bloque’. E l bloque de constitucionalidad, prosigue, es una unidad, que comprende
la sumatoria de ambas normativas… la cual será comparada con la norma cuestio-
nada para determinar su constitucionalidad o su inconstitucionalidad, entendiendo por
constitucionalidad de una norma jurídica aquel vínculo de armonía y concordancia plena entre la
Constitución y las demás normas del sistema jurídico que aquella diseña; tanto en cuanto al
fondo como a la forma”.87
Como antes se ha sostenido, la función de una norma que integra el parámetro

86 B LUME F ORTINI , E rnesto, “E l bloque de la constitucionalidad municipal en el Perú”, en

AA.VV. Temas de Derecho Municipal, CAL, Lima 1999, pp. 150-151.


87 Sin embargo, en un trabajo anterior señaló que “de acuerdo a la doctrina del Derecho Consti-

tucional contemporáneo, la normativa que regula un determinado órgano, ente entidad o institución
del E stado de rango constitucional, conformada por el conjunto de normas contenidas en la propia
Constitución que lo crean, establecen sus características básicas y determinan sus principales compe-
tencias, y la respectiva normativa infraconstitucional de primer rango que contiene su regulación com-
plementaria, conformada por el conjunto de normas contenidas en su correspondiente ley de desarro-
llo constitucional y en las leyes que complementan a esta última, que desarrollan con más detalle sus
características y competencias, así como otros aspectos atinentes a su adecuado funcionamiento, cons-
tituyen el bloque de constitucionalidad.” Cfr. el informe de Blume en el libro colectivo El rango de ley de las
ordenanzas municipales en la Constitución de 1993 (Colisión normativa entre ley del Congreso y Ordenanza Munici-
pal), Municipalidad Metropolitana de Lima, Lima, 1997, p. 32.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 111

de control en la acción de inconstitucionalidad es estrictamente procesal, sin mayor


consecuencia sobre su rango. Y es que no porque eventualmente ciertas disposicio-
nes formen parte del bloque de constitucionalidad, los preceptos que la integran se
encuentran en una posición semejante a la Constitución. Mantienen en todos los
casos, su condición de normas subordinadas a la Lex Legum, y bajo ningún punto
de vista puede predicarse de ellas un rango distinto al que la misma Constitución
les ha conferido.88
Finalmente, no está de más advertir que detrás de esta forma de conceptualizar
lo que sería nuestro bloque de constitucionalidad, se esconde una situación singular.
E xplicándose el modelo español del bloque de constitucionalidad, se ha llegado a
una conclusión semejante a la que se predica del modelo francés, hipótesis que, ni
en la misma E spaña, por cierto, se ha sugerido.

VI. BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD Y CONTROL


DE VALIDE Z DE LAS FUE NTE S PRIMARIAS

Como se ha visto a lo largo del trabajo, si bien la construcción del bloque de


constitucionalidad surgió para dar cuenta de la existencia de un conjunto de normas
de igual rango a la Constitución formal, su paulatina recepción, dentro y fuera de
Francia, obedece a la impronta de explicar que el juicio de constitucionalidad a la
ley no puede efectuarse únicamente a partir de la Constitución. Y es que tras el es-
tablecimiento de una pluralidad de órganos con competencias normativas, la Cons-
titución ha delegado en otras fuentes, de inferior jerarquía a ella, la capacidad para
establecer, en su nombre, condiciones y límites al proceso de producción legislativa.
Tras esta función que ciertas están llamadas a cumplir, se esconde precisamente
el sentido del denominado “bloque de constitucionalidad”, es decir, desarrollar un
fin netamente instrumental, consistente en describir el conjunto de fuentes que, su-
mados a la Constitución, son capaces de actuar como normas paramétricas en el
proceso de inconstitucionalidad de las leyes. La cuestión, por tanto, es ¿el llamado
bloque de constitucionalidad previsto en el artículo 22 de la LOTC era capaz de
cumplir esa función procesal?
Según la fórmula del artículo 22 de la LOTC, el parámetro o canon de control
en el proceso de inconstitucionalidad no sólo estaba compuesta por la Constitu-
ción, sino también por ciertas leyes que regulan la competencia o las atribuciones
de los órganos del Estado. Sin embargo, con poca fortuna, siguiéndose ciertos plan-
teos provenientes de la dogmática y jurisprudencia constitucional española, se pen-
só que con las normas comprendidas en esta disposición de la LOTC, el Tribunal

88 Cfr. sobre el particular, VALLE -RIESTRA, Javier, “La heterodoxia municipalista”, en Cathedra, N°. 9,
Lima, 2002, pp. 176 y ss, donde realiza un ataque furibundo a esta concepción, que tilda de “aberrante”.
112 • E dgar Carpio Marcos

podría enjuiciar la validez constitucional de las normas con rango de ley. E n reali-
dad, las fuentes que lo componían no ayudaban en esta tarea al Tribunal. Y es que
si una ley ordinaria colisionara con una ley orgánica, la eventual invalidez de aquella
no derivaba de su incompatibilidad con ella, sino de haberse vulnerado los límites
competenciales previstos por la Constitución, al tratarse de una fuente que no tenía
competencia para regular una materia reservada a la ley orgánica89 (vicio de incom-
petencia relativa u objetiva).90
E n la STC 0007-2002-AI/TC, a parte de aludir al bloque de constitucionalidad,
y expresar que lo integran todas aquellas normas que tienen la capacidad de integrar
el parámetro, siempre que “esa condición sea reclamada directamente por una dis-
posición constitucional” [Fund. Jur. N°. 5], ya el Tribunal Constitucional desecharía
que ese bloque, prima facie, esté compuesto por leyes orgánicas [fund. Jur. N°. 7].
“La inconstitucionalidad de una ley ordinaria que regule un aspecto reservado a la
ley orgánica, sostendría, es consecuencia de que la ley ordinaria haya infringido di-
rectamente el artículo 106 de la Constitución, en un doble sentido: a) porque no te-
nía competencia para regular una materia sujeta a reserva de ley orgánica; o, b) por-
que pese a regular una materia sujeta a reserva de ley orgánica, no se aprobó con la
mayoría exigida por el artículo 106 de la Constitución”.
De todas formas, un pronunciamiento tan enfático como el apenas descrito no
puede tomarse en modo alguno como absoluto. Y es que si bien en términos gene-
rales las leyes orgánicas no cumplen ninguna capacidad para limitar el proceso de
producción de las fuentes con rango de ley, existen casos excepcionales en los que
tal capacidad sí es manifiesta. E s el caso, por ejemplo, de lo que sucede con la ley
orgánica de municipalidades y la ley orgánica de regionalización, que tienen la apti-
tud de disciplinar el proceso de elaboración de normas con rango de ley como son
las ordenanzas municipales y las ordenanzas regionales.
Como el propio Tribunal se ha encargado de recordar, para que una norma
con rango de ley forme parte del parámetro de control es preciso que ellas asuman
la condición de “normas sobre la producción jurídica; esto es, [que] … se les en-
carg[ue] la capacidad de condicionar el procedimiento de elaboración de otras fuen-
tes que tienen su mismo rango; y, por otro, [que se traten de] … ‘normas [que inci-
dan] sobre el contenido de la normación’, es decir, cuando por encargo de la
Constitución pueden limitar su contenido” [STC 0007-2002-AI/TC, Fund. Jur.
N°. 5]. Ciertamente esa función las cumplen las leyes orgánicas de municipalidades

89 Cfr. Z AGRE BE LSKY , Gustavo, Manuale di Diritto Costituzionale. Il sistema delle fonti del diritto, t. 1.

UTE T, Torino, 1998, pp. 66-67.


90 G UASTINI , Riccardo, Teoria e dogmatica delle fonti, Giuffrè editore, Milano, 1998, pp. 48 y ss; y 488

y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 113

y de regionalización. Por un lado, pues establecen el procedimiento de elaboración


de dichas ordenanzas, y, de otro, porque también fijan los límites competenciales y
materiales que éstas deben observar.
Cualquiera fuera el caso de que se trate, es claro que esta función de norma pa-
ramétrica no se derivaba del artículo 22 de la LOTC, sino de la capacidad para re-
gular el procedimiento de creación de otras fuentes de su mismo rango. Y es que si
en el parámetro de control de la acción de inconstitucionalidad se encuentran (o
deben encontrarse) aquellas normas que fijan los límites que la legislación no debe
exceder, entonces la presencia (o ausencia) del grueso de las leyes orgánicas resulta
irrelevante para que el Tribunal Constitucional juzgue la inconstitucionalidad de
cualquier fuente.
De ahí que al igual de lo que en E spaña se haya sostenido, en el Perú también
era posible afirmar, con Domingo García Belaunde, que en el artículo 22 de la LOTC
no existía “bloque de constitucionalidad” alguno: “las leyes orgánicas no forman par-
te de ningún bloque ni constituyen de por sí bloque alguno. Son leyes comunes y
corrientes que sólo se diferencian en su contenido específico y el quórum requerido
para su aprobación” “cualquier ley orgánica y su contenido pueden ser modificados
por cualquier otra ley que dé el Congreso, siempre que ésta tenga las características
de orgánica”. Cuando el artículo 22 de la LOTC señala que el Tribunal considera las
leyes desarrolladas dentro del marco constitucional, “el verbo considera, es decir, tiene
en cuenta y le sirve como referencia” no obliga al Tribunal “a fallar de acuerdo
con esas leyes ni tiene por qué darse un resultado único en las sentencias, toda vez que
esas leyes de desarrollo constitucional pueden cambiar en cualquier momento”.91

VII. E L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD


Y E L CÓDIGO PROCE SAL CONSTITUCIONAL PE RUANO:
¿LA CAÍDA DE UN FE TICHE ?

La reciente expedición del Código Procesal Constitucional (Ley n.° 28237) pa-
rece haber reordenado el debate en torno al bloque de constitucionalidad en el
Perú. Y es que si bien puede discutirse si la subtitulación establecida por el legisla-
dor a cada una de sus disposiciones pueda considerarse vinculante o no, una dispo-
sición semejante al ahora derogado artículo 22 de la LOTC (Ley n°. 26435), que se
ha reproducido en dicho Código Procesal Constitucional, se ha calificado como de
un “principio de interpretación” aplicable en el seno de los procesos de acción po-
pular y de inconstitucionalidad de las leyes (art. 79 del CPC).

91 G ARCÍA B E LAUNDE , Domingo, “E stado y Municipio en el Perú”, en Anuario de Derecho Consti-


tucional Latinoamericano, citado, pp. 411-412.
114 • E dgar Carpio Marcos

Al mediar el legislador en el debate en torno a los alcances del llamado “bloque


de constitucionalidad”, en buena cuenta, ha precisado que allí en realidad no se es-
condía “bloque” alguno y, ni siquiera, una función procesal de las normas que la in-
tegraban. Como se establece en el artículo 75, in fine, del Código Procesal Constitu-
cional, la eventual colisión de una norma con rango de ley con una ley orgánica no
se resuelve en una declaración de inconstitucionalidad de la primera por afectación
de la ley orgánica, como en determinado momento se insinuó, sino, en concreto, en
una infracción directa del artículo 106 de la Constitución.92
E videntemente esta precisión sobre el sentido, los alcances y los límites que las
leyes orgánicas están llamadas a cumplir en el control de validez constitucional de
la ley no ha terminado con desconocer o ignorar que el parámetro del proceso
de inconstitucionalidad de las leyes pueda estar integrado por otras fuentes distin-
tas de la Constitución escrita. Todo lo contrario. A diferencia de lo que sucedía con
las disposiciones de la LOTGC y de la LOTC, que, salvo esta idea errada del bloque,
no admitían formalmente hipótesis de inconstitucionalidad mediata, nuevamente el
artículo 75 del Código Procesal Constitucional ha precisado que una infracción a la
Constitución puede ser “directa” o “indirecta”.
E sta alusión a la hipótesis de la inconstitucionalidad indirecta, implícitamente
evoca la necesidad de comprender en el parámetro del proceso de inconstitucionali-
dad de las leyes a fuentes distintas de la Constitución formal; fuentes que, con inde-
pendencia de su rango, por reenvío de la Norma Suprema son capaces de estable-
cer límites en el proceso de producción legislativa y, por tanto, de integrarse al
canon con el cual el Tribunal Constitucional cumple su tarea de órgano de control
de la constitucionalidad del sistema jurídico peruano.
De ahí que, en vez del concepto “bloque de constitucionalidad”, de equívoco y
confuso significado, consideremos que puede ser más útil que se aborde la integra-
ción legislativa del parámetro en la acción de inconstitucionalidad bajo lo que en la
doctrina italiana se ha denominado “normas interpuestas”.93
Lima, junio de 2004.

92 E sta fórmula, explicable en un contexto en el que el uso [y abuso] del concepto del bloque de
constitucionalidad, llevó a muchos a considerar que la inconstitucionalidad de una norma se podía de-
rivar de su infracción a la ley orgánica, sin embargo, vista en perspectiva, adolece del defecto de escla-
recer, con excesivo casuismo, sólo una hipótesis de inconstitucionalidad directa, de las múltiples e in-
definidas que se podrían imaginar.
93 Cfr. SICLARI , Máximo, Le norme interposte nel giudizio di costituzionalità, Cedam, Padova, 1992.

G IOCOLI NACCI , Paolo, “Norme interposte e giudizio di costituzionalitá”, en Scritti su la giustizia costitu-
zionale in onore di Vezio Crisafulli, t. I, Cedam, Padova, 1985, pp. 359 y ss. CARPIO MARCOS, E dgar,
“Normas interpuestas en la acción de inconstitucionalidad (E l caso peruano)”, en AA.VV. Instrumentos
de tutela y justicia constitucional, UNAM, México, 2002, pp. 101 y ss.

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