Bloque de Constitucionalidad y Proceso de Inconstitucionalidad de Las Leyes - Edgar Carpio Marcos
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I. INTRODUCCIÓN
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80 • E dgar Carpio Marcos
1 Cfr. sobre el particular, G UASTINI , Riccardo, “La Costituzione come limite alla legislazione”,
en Analisi e Diritto, 1998, Giappichelli editore, Torino, 1998, pp. 107 y ss.
2 Cfr. sobre la estructura cada vez más compleja del parámetro en el proceso de inconstituciona-
lidad de las leyes, la síntesis de AJA, Eliseo y G ONZALES, Markus, en el libro colectivo Las tensiones entre el
Tribunal Constitucional y el Legislador en la Europa actual, E ditorial Ariel, Barcelona, 1998, pp. 266-272.
ROUSSE AU, Dominique, La justicia constitucional en Europa, CE PC, Madrid, 2002, pp. 67 y ss. F E RNÁN-
DE Z RODRÍGUE Z , José Julio, La justicia constitucional europea ante el siglo XXI, E ditorial Tecnos, Madrid,
2002, pp. 57 y ss.
3 Tal vez sea este el sentido en el que quepa entenderse la calificación de “feliz expresión” con
que Gustavo Z AGRE BE LSKY [“Processo Costituzionale”, en Enciclopedia del Diritto, t. XXXVI, Milano,
1987, p. 538] se ha referido en torno al bloque de constitucionalidad.
4 E s el caso, por ejemplo, de la doctrina y jurisprudencia constitucional panameña. Cfr. HOYOS,
en E GUIGUREN PRAELI , Francisco, “El Tribunal de Garantías Constitucionales: las limitaciones del mo-
delo y las decepciones de la realidad”, en Lecturas sobre temas constitucionales N. 7, Lima, 1991, pp. 15-59.
LANDA, Cesar, “Del Tribunal de Garantías al Tribunal Constitucional: el caso peruano”, en Pensamiento
Constitucional, Lima, 1995, pp. 73 y ss. E SPINOSA SALDAÑA B ARRE RA, E loy, “E l tratamiento del control
de constitucionalidad en el Perú: balance y perspectivas”, en Prudentia Iuris, N. 31, Buenos Aires, 1993,
pp. 7 y ss.
7 Cfr. AMIRANTE , Domenico, “Annotazioni introduttive ad uno studio della giurisprudenza cos-
nition d´apres la jurisprudence du Conseil constitutionnel”, en AA.VV. Melanges Eisenmann, Cujas, 1975.
La referencia al bloque de constitucionalidad: p. 33.
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realiza antes de que la disposición legislativa entre en vigencia. Cfr. sobre el tema, B E NAZZO , Antone-
lla, “Il sindacato di costituzionalitá in Francia, fra controllo diffuso e ricorso d’eccezione”, en Quaderni
Costituzionali, N°. 3, 1989, pp. 583 y ss. ALE GRE MARTÍNE Z , Miguel Angel, Justicia constitucional y control
preventivo, Universidad de León, León 1995, passim. B RE WE R CARÍAS, Allan, El control concentrado de la
constitucionalidad de las leyes (Estudios de derecho comparado), E ditorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1996,
pp. 70-71.
11 MANILI , Pablo Luis, El bloque de constitucionalidad. La recepción del derecho internacional de los derechos
humanos en el derecho constitucional argentino, E ditorial La Ley, Buenos Aires, 2003, p. 284.
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control constitucional, con sorpresa, E meri señalaría: “on peut á juste titre s´éton-
ner que la Haute jurisdiction…construise ainsi un véritable bloc de la constitution-
nalité [podemos, con justo título, asombrarnos que la Alta jurisdicción haya cons-
truido, de ese modo, un verdadero bloque de la constitucionalidad]”.12
E n cualquier caso, y al margen de a quién se deba la paternidad de la expresión,
lo cierto del caso es que, como indica Manili, Favoreau es quien más ha trabajado,
desarrollado y difundido el concepto, mismo que hoy es de uso generalizado en la
doctrina francesa, si bien en ninguna de aquellas decisiones —y posteriores— el
Consejo Constitucional se haya referido a un bloc de constitutionnalité,13 pues, en su lu-
gar, ha preferido utilizar el de principes et régles de valeur constitutionnelle.14
y ss.
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17 Cfr. F AVORE AU, Louis, Legalidad y constitucionalidad. La constitucionalización del derecho, Cuadernos
del Instituto de E studios Constitucionales, Universidad E xternado de Colombia, N°. 59, Bogotá,
2000, pp. 23 y ss. donde se alude a la transformación progresiva del principio de legalidad “en un tol-
do en el que cabrán no sólo las leyes y los decretos ley, sino también los reglamentos, y después de la
segunda guerra mundial, los principios generales del derecho y la jurisprudencia”.
18 Cfr. sobre el particular, PASSAGLIA, Paolo, “La giustizia costituzionale in Francia”, en AA. VV.,
Esperienze di giustizia costituzionale, T. 1, (a cura di Jorg Luther, Roberto Romboli, Rolando Tarchi),
Giappichelli editore, t. 1, Torino, 2000, pp. 214 y ss. Asimismo, F AVORE AU, Louis, El bloque de constitu-
cionalidad, citado, pp. 30 y ss.
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a un conjunto de fuentes que, por diversas vías, se consideran que todas forman
parte de la Constitución de 1958. Así sucede, en primer lugar, con la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Sabido es que cuando en 1789 se expidió la Declaración, éste no fue considera-
do como un documento que perteneciera formalmente a la Constitución, al extre-
mo que la expedición de esta última sólo se produjo un par de años después, en
1791. La idea entonces prevaleciente era que su dictado previo a la Constitución te-
nía el propósito de servir como un conjunto de postulados éticos y morales del na-
ciente E stado de Derecho, y que sus derechos, siendo una conquista de los france-
ses, era extensivo para todos los pueblos civilizados.19
Se trataba, por así decirlo, de un documento no normativo. No obstante, más
adelante, el preámbulo de la Constitución de 1946 la incorporaría. Similar criterio,
ya con la fundación de la V República, fue seguida por la Constitución de 1958,
cuyo Preámbulo nuevamente la volvió a enunciar. Aunque la clase política francesa,
la doctrina constitucional y la jurisprudencia inicial del Consejo Constitucional, en
los primeros años siguientes al inicio de sus actividades, fueron reacios a reconocer-
le virtualidad jurídica, sobre la base de que éste había sido reconocido en el Preám-
bulo y no en el articulado de la Norma Fundamental, es lo cierto que su rango
constitucional se derivaba del hecho de formar parte de la Constitución misma,
pues el Preámbulo no es un documento ajeno a la Constitución formal, sino uno
de las partes que la integran.20
E n ese sentido, más que tratarse de una “elevación” a rango constitucional de
la Declaración de 1789,21 con la Decisión de 16 de julio de 1971 el Consejo Consti-
tucional en realidad la rescató del olvido, generando con ello un “aumento” consi-
derable de las disposiciones formalmente constitucionales en Francia.22
Similar es la situación que acontece con el Preámbulo de la Constitución de
19 “E l decálogo del género humano escrito en todos los idiomas”, por aquel “concilio ecuménico
de la razón y de la filosofía modernas”, son las bellas y sintomáticas palabras de LAMARTINE , A. (His-
toria de la revolución francesa, s/f, Sopena, Barcelona, t. 1, p. 225).
20 Sobre el particular, T AJA DURA, Javier, El Preámbulo Constitucional, E ditorial Comares, Granada,
1997. Por lo que al caso francés se refiere, ver, especialmente, pp. 91 y ss.
21 Cfr. T ROPPE R, Michel, “La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789”,
en su libro Por una teoría jurídica del Estado, Universidad Carlos III de Madrid-Dykinson, Madrid, 2001,
p. 297 y ss., en el que plantea el problema de legitimidad del control constitucionalidad a partir de la
Declaración de 1789.
22 Sobre los problemas que ha comportado la introducción de la Declaración de 1789, Cfr. tam-
bién el trabajo de PARDO F LACÓN, Javier, “Parlamento y Juez Constitucional en Francia: ¿Un modelo
de relaciones diferente o simplemente peculiar?”, en AA.VV. Parlamento y Justicia Constitucional, Aranza-
di, Barcelona, 1997, particularmente, pp. 207 y ss. Asimismo, AMIRANTE , Doménico, Giudice Costituzio-
nale e Funzione Legislativa, Cedam, Padova, 1994, pp. 159 y ss.
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23 Con excepción de los 3 últimos párrafos, que se refieren a la desaparecida Unión francesa, el
resto de disposiciones ha sido rescatado por el Consejo Constitucional. Cfr. PARDO F ALCÓN, Javier,
El Consejo Constitucional Francés. La jurisdicción constitucional en la Quinta República, citado, p. 127.
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24 B URDE AU, Georges, HAMON, Fracis y T ROPPE R, Michel, Manuel Droit Constitutionnel, 24 édition,
que”, en Revue francaise de Droit Constitutionnel, N°. 21, 1995, pp. 47 y ss.
26 F AVORE AU, Louis, El bloque de constitucionalidad, citado, p. 24.
27 F AVORE AU, Louis, El bloque de constitucionalidad, citado, p. 41.
28 F AVORE AU, Louis, El bloque de constitucionalidad, citado, p. 42.
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nale: alcuni spunti di riflessione offerti dall´esperienza francese concernente le leggi organiche”, en
AA. VV. Il parametro nel giudizio di costituzionalitá, Giappichelli editore, Torino, 2000, pp. 475 y ss.
32 La misma situación ha podido percibirse en el control de constitucionalidad realizado sobre le-
yes en materia financiera, donde existen pronunciamientos del Conseil en los que el control se ha efec-
tuado con referencia a la ley orgánica introducida mediante Ordenanza del 2 de junio de 1959. Tales
tipos de pronunciamientos, que se inauguraron con la Decisión 60-8 DC, del 11 de agosto de 1960,
ha llevado a este sector de la doctrina plantear que al lado del fenómeno de “inconstitucionalidad di-
recta”, también existe la hipótesis de una “violation médiate”.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 89
33 Cfr. PASSAGLIA, Paolo, “Le fonti primarie como parametro nei giudizi di legittimitá costituzio-
nale: alcuni spunti di riflessione offerti dall’esperienza francese concernente le leggi organiche”, en
AA. VV. Il parametro nel giudizio di costituzionalitá, citado, p. 480.
34 Cfr. MANILI , Pablo Luis, “E l ejercicio incompleto del poder constituyente y el bloque de cons-
titucionalidad en E spaña”, en Revista Peruana de Derecho Constitucional, N°. 2, Lima, 2000, pp. 163 y ss,
donde se da cuenta pormenorizada, sobre todo, de su evolución en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional español.
90 • E dgar Carpio Marcos
35 CABO DE LA VE GA, Antonio de, “Nota sobre el bloque de constitucionalidad”, en Jueces para la
democracia, N°. 24, Madrid, 1995, p. 58.
36 RE QUE JO RODRÍGUE Z , Paloma, “Bloque constitucional y comunidades autónomas”, en Revista
de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, Monográfico sobre “Las perspectivas del E stado
Autonómico”, Vol. II, Madrid, 1998, pp. 117-118.
37 RODRÍGUE Z -ARMAS, Magdalena Lorenzo, “Reflexiones en torno al concepto del bloque de la
constitucionalidad”, en AA.VV. Estudios de Teoría del Estado y Derecho Constitucional en honor de Pablo Lu-
cas Verdú, t. IV, UNAM-Universidad Complutense, Madrid, 2000, p. 2611.
38 E ntre una de las posiciones, escasas, que han observado, por el contrario, una importante la-
donde indica que inicialmente el Tribunal Constitucional incluyó dentro del bloque a la Constitución a
los E statutos de Autonomía, para hacerlo posteriormente con el reglamento parlamentario.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 91
Tal vez el mejor intento por esclarecer los diversos significados que en la doc-
trina española se le ha brindado al “bloque de constitucionalidad”, sea el realizado
por Antonio de Cabo.41 Según este autor, cuatro son al menos los significados que
se han atribuido al bloque de constitucionalidad.
E n primer lugar, como equivalente a lo que en la doctrina italiana se denomina
“normas interpuestas”, esto es, aquellas normas que no siendo formalmente consti-
tucionales, sin embargo, sirven de parámetro para determinar la validez de otras
fuentes. Incluidos en esta concepción del bloque, estarían las normas de delegación
de facultades legislativas, los reglamentos de las cámaras, los estatutos de autono-
mía y ciertos tratados sobre derechos humanos. Con esta descripción del bloque,
en realidad reflejaría sólo un concepto procesal: “no existe nada que las unifique si
no es el hecho de que ‘sirven’ para determinar la constitucionalidad de otras según
lo dispuesto en la Constitución”.42
Aunque Antonio de Cabo lo plantee como uno de los significados con que se
ha hecho uso de la expresión, vinculada a la inmediatamente precedente, está
aquella comprensión del bloque según el cual se trataría de “un conjunto concreto
de normas que sirve para enjuiciar la constitucionalidad de otra norma específi-
ca. E l bloque sólo surgiría en el supuesto de su impugnación. Se habla así de la
determinación de ‘su bloque’ (de la norma impugnada), y no de (un) bloque en
general”.43
E ste último alcance del bloque, en Italia, se encuadran también bajo la proble-
mática de las denominadas “normas interpuestas”, pues, como han puesto de relie-
ve Paolo Carnevale y Alfonso Celotto, en relación a determinadas fuentes, además
de la Constitución en el parámetro, es posible encontrar otras normas o hechos
normativos, de carácter aleatorio, cuya presencia es, precisamente por ello, de ca-
rácter “eventual”.44 E s el caso del tertium comparationis, en aquellos casos en los que
se impugna a una ley o norma con rango de ley por infracción de este principio. E n
efecto, en hipótesis donde se cuestiona la violación del principio de igualdad, no es
suficiente que se indique la norma impugnada y el precepto constitucional que lo
contiene. E s preciso indicar un término de referencia, que se designa como tertium
comparationis, respecto al cual la igualdad se reputa lesionada. “La indicación de un
ulterior elemento (de comparación) es necesaria para mostrar el por qué se considera
violada la norma constitucional que consagra el principio de igualdad”.45
Según una tercera impostación, con la expresión el bloque de constitucionali-
dad se aludiría a aquellas normas “materialmente” constitucionales que, por supues-
to, no se encuentran recogidas en la Constitución formal o escrita. Tal impostación
del bloque es, desde luego, directamente tributaria de la distinción difundida por
Carl Schmitt entre Constitución y leyes constitucionales. E s decir, de la distinción
entre lo que formalmente integra la Constitución de aquellas leyes que si bien for-
malmente tienen en el ordenamiento una jerarquía inferior, sin embargo, “por su
contenido” forma parte del “concepto” de Constitución.
Desde esta perspectiva, el bloque comprendería a aquellas fuentes que, inde-
pendientemente del rango formal que pudieran tener, disciplinan tópicos “material-
mente constitucionales”.46 E n tal condición se encontrarían las leyes orgánicas47 y
los reglamentos parlamentarios.48 A lo que se añadiría, en aquellos países como el
44 Cfr. CARNE VALE , Paolo y CE LOTTO , Alfonso, Il parametro “eventuale”. Riflessioni su alcune ipotesi
atipiche di integrazione legislativa del parametro dei giudizi di legittimitá costituzionale delle leggi, Giappichelli edi-
tore, Torino, 1998.
45 CE RRI , Augusto, Corso di Giustizia Costituzionale, Giuffré editore, Milano, 2001, p. 114. E n la
doctrina italiana, Antonino Spadaro y Antonio Ruggeri han sugerido comprender bajo la idea del
“blocco di costituzionalitá”, tanto a los elementos de naturaleza normativa como a las de carácter
“factual” del parámetro, en tanto que elementos compenetrados los unos con los otros. Cfr. SPADARO ,
Antonino y RUGGE RI , Antonio, Lineamenti di giustizia costituzionale, Giappichelli editore, Torino, 2001,
p. 104 y nota 12.
46 Sobre los diversos sentidos que pueden brindarse a la expresión “constitución en sentido ma-
terial”, veáse G UASTINI , Riccardo, Estudios de Teoría Constitucional, UNAM, México, 2001, pp. 43 y ss.
Asimismo, MORTATI , Constantino, La Constitución en sentido material, CE PC, Madrid, 2000 y, en particu-
lar, el epílogo de Gustavo Zagrebelsky a la edición en castellano, a pp. 229 y ss.
47 E s el caso de RAMÓN F E RNÁNDE Z , Tomás, Las leyes orgánicas y el bloque de la constitucionalidad,
español, que se hayan configurados como E stados compuestos, las fuentes que re-
gulan la configuración de las regiones, como los estatutos de autonomía, o lo que
en nuestra experiencia podrían ser las leyes marco de regionalización, etcétera.49
No es, por cierto, este último significado un tema que goce predicamento ge-
neralizado. Sin perjuicio de que quepa aquí reproducirse las alegaciones contra el
concepto de constitución en sentido material que se ha formulado en la doctrina,50
una crítica frontal a tal pretensión (la de equiparar la noción del bloque como un
conjunto de normas materialmente constitucionales) es la que ha formulado Juan
Luis Requejo Pagés: “Hablar de ‘Constitución en sentido formal’ y, por contraste,
de ‘Constitución en sentido material’ es, jurídicamente, tan incorrecto (…) como
referirse a la Trinidad disociando la terna, indisoluble, que la compone. E n térmi-
nos jurídicos y en un ordenamiento organizado en función de formas, no hay más
Constitución que la que formalmente tiene tal carácter; no hay norma al margen de
la forma ni normas revestidas de una forma específica que, en virtud de funciones
‘materiales’, puedan recabar para sí las cualidades propias de normas albergadas en
formas distintas. Admitir la existencia de normas que, sin serlo formalmente, son
materialmente constitucionales, por tener como objeto la producción de normas
por los órganos superiores del E stado, supone partir del presupuesto de que, en
primer lugar, lo definitivo de las constituciones es precisamente tal objeto y de que,
en segundo término, el que positivamente no se formalicen como constitucionales
normas que inequívocamente lo son desde el punto de vista lógico no tiene mayor
trascendencia que la dificultad que con ello se genera a la hora de identificar las
verdaderas normas constitucionales de un ordenamiento, algo que, con mayor al-
cance, termina redundando en la consiguiente desjuridización de aquellas normas
formalmente constitucionales que no pueden ser calificadas lógicamente como tales
en sentido propio por tener atribuidos objetos diferentes”.51
la distribución territorial del poder”, en AA. VV. Il parametro nel giudizio di costituzionalitá, citado,
pp. 341 y ss.
50 Sobre el tema de la Constitución en sentido material, perceptible ya en el pensamiento de
Sieyés, entre la mucha bibliografía existente: Cfr. MORTATI , Constantino, La Constitución en sentido mate-
rial, CE PC, Madrid 2000, con epílogo de Gustavo Zagrebelsky. Un tratamiento especial, denunciando
el multiuso de su formulación, en SPADARO , Antonino, Contributo per una teoria della costituzione. Fra
democrazia relativista e assolutismo etico, t. 1, Giuffré E ditore, Milano, 1994, pp. 23 y ss. Para las referen-
cias al pensamiento de Sieyés, permítaseme la remisión a mi trabajo, “La Jury Constitutionnaire en el
pensamiento de Sieyés”, en Boletín Mexicano de Derecho Comparado, N°. 95, UNAM, México, 1999,
pp. 269 y ss.
51 RE QUE JO PAGÉ S, Juan Luis, “Constitución y remisión normativa. Perspectivas estática y diná-
52 Ver, entre la abundante bibliografía existente en este sentido, a parte de las ya citadas, las re-
flexiones de Francisco T OMÁS Y VALIE NTE en su informe presentado a la Sexta Conferencia de Tribu-
nales Constitucionales E uropeos. AAVV., Tribunales constitucionales europeos y autonomías territoriales, CE C,
Madrid, 1985, pp. 175 y ss.
53 G ARCÍA ROCA, Javier, “E l concepto actual de autonomía local según el bloque de la constitu-
cionalidad”, en Luis López Guerra, Coordinador, Estudios de Derecho Constitucional. Homenaje al profesor
Dr. D. Joaquín García Morillo, Tirant lo blanch, Madrid, 2001, pp. 641 y ss. La cita a pp. 655-656.
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54 RUBIO LLORE NTE Francisco y F AVORE AU, Louis, El bloque de la constitucionalidad, citado, pp.
p. 120.
96 • E dgar Carpio Marcos
pp. 120-121.
58 R E QUE JO R ODRÍGUE Z , Paloma, “Bloque constitucional y comunidades autónomas”, citado,
p. 121.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 97
59 Cfr. O SUNA PATIÑO , Néstor, “Los primeros diez años de la Corte Constitucional colombiana”,
en AA.VV. Tribunales y justicia constitucional, UNAM, México, 2002, p. 326. T OBO RODRÍGUE Z , Javier,
La Corte Constitucional y el control de constitucionalidad en Colombia, E diciones Jurídicas Gustavo Ibañez,
Bogotá, 1996, p. 74.
60 NARANJO ME SA, Vladimiro, “La nueva jurisdicción constitucional colombiana”, en AA. VV. V
Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, UNAM, México, 1998, pp. 601 y ss. Ver, asimismo, el
número monográfico “E l impacto de la jurisprudencia de la Corte Constitucional en la creación y el
desarrollo del derecho”, de la Revista de Derecho Público, N°. 15, Universidad E xternado de Colombia,
Bogotá, 2002, donde desde diversos frentes se alude a la forma cómo la jurisprudencia de la Corte
Constitucional ha influido en el desarrollo del derecho en Colombia.
61 Cfr. D UE ÑAS RUÍZ , Oscar José, Control constitucional. Análisis de un siglo de jurisprudencia, E dicio-
Año LX II, segunda época, Vol. LIX , N°. 133-134, Universidad de Antioquia, Antioquia, 2000,
pp. 13 y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 99
63 Cfr. sobre el particular, el clásico trabajo de CRISAFULLI , Vezio, “Gerarchia e competenza nel
sistema costituzionale delle fonti”, en Rivista trimestrale di diritto pubblico, Anno X, 1960, pp. 775 y ss.
64 Ciertamente, el establecimiento de que en caso de conflicto entre una ley y un tratado, deba
prevalecer el tratado no se desprende automáticamente que los tratados tengan jerarquía constitucional.
La jerarquía que una fuente formal del derecho pueda tener en el sistema jurídico no se determina
en función de criterios materiales, sino en base a razones estrictamente formales. Un buen ejemplo
de ello, nos lo puede dar la Constitución peruana de 1979, que previó, por un lado, que los tratados
sobre derechos humanos tenían formalmente rango constitucional (art. 105), en tanto que los demás
tratados con habilitación legislativa, un rango inferior a la Lex Legum, pero superior a la Ley, pues
en caso de conflicto, éstos prevalecían sobre la ley parlamentaria. Sobre la ordenación de las fuentes
del derecho, que en general en América Latina se ha descuidado, pueden verse, entre la abundante
bibliografía, B ALAGUE R CALLE JON, Francisco, Fuentes del Derecho. I. Principios del ordenamiento constitu-
cional, t. 1, E ditorial Tecnos, Madrid, 1991, pp. 81 y ss. Z AGRE BE LSKY , Gustavo, Manuale di Diritto
Costituzionale, Il sistema delle fonti del Diritto, t.1. UTE T, Torino, 1998, pp. 13 y ss, donde se alude a las
fuentes del derecho como expresión de los procesos de unificación política en la esfera del ordena-
miento jurídico.
65 E n la sentencia T-447 de 1995, expedida unos meses después, la Corte consideraría, por ejem-
plo, que los tratados internacionales sobre derechos humanos incluso tenían rango constitucional du-
rante la vigencia de la Constitución anterior a la de 1991.
100 • E dgar Carpio Marcos
writing.pdf, p. 18 del manuscrito [publicado también en Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los derechos humanos. Compilación de jurisprudencia y doctrina nacional e internacional. De-
rechos humanos, Derecho internacional humanitario y Derecho penal internacional, Vol. I, Bogotá, 2001, p. 97 y
ss]. Allí se indica que de estos iniciales pronunciamientos no se infería con claridad cuál era la función
o la naturaleza del bloque de constitucionalidad. “Así, la sentencia C-225…señala que el bloque incor-
pora las “normas de rango constitucional”, lo cual no incluye a las leyes estatutarias que no tienen esa
jerarquía normativa. E n cambio, en las sentencias C-578… y C-135…la Corte adopta un concepto
más amplio, pues incluye también a las leyes estatutarias; en estas providencias, el bloque de constitu-
cionalidad parece entonces referirse a todas aquellas disposiciones cuya violación acarrea la inconstitu-
cionalidad de una ley…”.
67 Cfr. asimismo, la sentencia C-582, de 1999.
68 Sobre el tema, RAME LLI , Alejandro, “Sistema de fuentes del derecho internacional público y el
de las que regulan los E stados de E xcepción, a las que el artículo 214 de la Consti-
tución les ha dotado de un status especial.69
Asimismo, se encuentran excluidos del bloque las leyes orgánicas, pues como
recuerda la sentencia C-423, de 1995, éstas “a pesar de tener características especia-
les y gozar de prerrogativas también especiales, no tienen el rango de normas cons-
titucionales; son normas intermedias entre el ordenamiento superior y las normas
ordinarias que desarrollan la materia que ellas regulan, las cuales están sujetas en
todo a su contenido; y segundo, porque en un régimen en el que prima la Constitu-
ción sobre la voluntad del legislador, el único habilitado para convalidar la inconsti-
tucionalidad de una norma por ser contraria o vulnerar con su contenido el bloque
de constitucionalidad vigente, es el Constituyente”. A juicio de la Corte, “La ley or-
gánica no tiene el rango de norma constitucional, porque no está constituyendo
sino organizando lo ya constituido por la norma de normas, que es, únicamente, el
estatuto fundamental. La ley orgánica no es el primer fundamento jurídico, sino
una pauta a seguir en determinadas materias pre-establecidas, no por ella misma,
sino por la Constitución”.
Pero si la Corte, por un lado, ha excluido del bloque de constitucionalidad a
determinadas fuentes, como las antes señaladas, por otro lado, en recientes pronun-
ciamientos ha comprendido a otras que no dejan de llamar la atención. De particu-
lar relieve es la sentencia C-191, de 1998, que sugiere que los tratados sobre límites
de Colombia forman parte del bloque de constitucionalidad, pues el artículo 102 de
la Carta de 199170 les habría dado jerarquía constitucional.71 Tal tesis fue confirma-
da en la sentencia C-1022, de 1999, en la que señaló que los tratados sobre límites
ya perfeccionados “no pueden ser demandados, puesto que en el fondo son nor-
mas que integran el bloque de constitucionalidad”.72
69E l artículo 214 de la Constitución de 1991 establece que “Los estados de excepción a que se
refieren los artículos anteriores se someterán a las siguientes disposiciones: (…) 2. No podrán suspen-
der los derechos humanos ni las libertades fundamentales. E n todo caso se respetarán las reglas del
derecho internacional humanitario. Una ley estatutaria regulará las facultades del Gobierno durante los
estados de excepción y establecerá los controles judiciales y las garantías para proteger los derechos de
conformidad con los tratados internacionales. Las medidas que se adopten deberán ser proporcionales
a la gravedad de los hechos”.
70 E l artículo 102 de la Constitución colombiana establece que “E l territorio, con los bienes pú-
Convenios de la OIT. Así lo sostuvo en las sentencias T-568, de 1999, y C-567, del 2000, si bien se
señaló que ello se derivaba del hecho de que se trataban de instrumentos internacionales que recono-
cían derechos que no podían ser suspendidos durante los estados de excepción.
72 E sta última afirmación lleva implícita y sugiere que los tratados sobre límites forman parte del
denominado “bloque de constitucionalidad en sentido estricto”, pues sólo a partir de su rango formal-
mente constitucional, es impracticable cualquier control de validez constitucional.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 103
E n suma, por muy discutible que pueda ser su construcción, en Colombia con
la idea de “bloque de constitucionalidad” se expresa dos cosas distintas. Por un
lado, un concepto sustantivo, que identifica a todas aquellas fuentes que en el orde-
namiento colombiano tienen rango constitucional. De otro, con la misma expresión
se hace referencia a un concepto estrictamente procesal. Desde esta perspectiva, el
bloque estaría compuesto por todas aquellas fuentes que son capaces de insertarse
en el parámetro con el cual la Corte juzga la validez constitucional (la exequibilidad
o no) de las normas que tienen rango de ley. E sta última comprensión del bloque,
que la Corte ha denominado en sentido lato, no sólo comprendería a las fuentes
que integran el bloque en sentido estricto, sino, además, a las fuentes de rango legal
que, por reenvío de la Constitución, son capaces de fungir en el parámetro de la ac-
ción de inexequibilidad.
V. E L BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD E N E L PE RÚ
Con matices, sobre los que volveremos, en el Perú, con la expresión bloque de
constitucionalidad cierto sector de la doctrina nacional entendió que el legislador
(orgánico) no sólo había regulado la composición “legislativa” del parámetro de
control en la acción de inconstitucionalidad, sino, incluso, que extendió el mismo
rango de la Constitución a ciertas fuentes legislativas, como la ley orgánica.73 Por
cierto, el uso del concepto no ha pasado por desapercibido en la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional, la que en alguna que otra ocasión se ha hecho eco del
concepto.74
Sin embargo, esta recepción ha sufrido un proceso que no deja de ser sorpren-
dente. Por un lado, cuando se tuvo la oportunidad de formular un auténtico bloque
de constitucionalidad, al estilo del modelo francés, éste no sólo no adquirió carta de
ciudadanía sino, incluso, pasó desapercibido. Y, de otro, cuando desaparecieron sus
presupuestos normativos, al entrar en vigencia la Constitución de 1993, paradójica-
mente hay quienes han pretendido rescatarlo.
cir, con el mismo rango de la Constitución escrita, y por disposición de ella misma,
las disposiciones formalmente constitucionales no se reducían a los 307 artículos
que ella anidaba, sino comprendía también a todas aquellas cláusulas de los tratados
ratificados por el E stado peruano que versaran sobre derechos humanos.
Tal extensión de las normas con valor constitucional, por cierto, no compren-
día sólo aquellas que se habían ratificado antes de la Carta de 1979. Abarcaba tam-
bién a aquellas que con posterioridad a su entrada en vigencia el E stado peruano
ratificase, y en la medida, naturalmente, que reconocieran derechos esenciales del
ser humano. Con una fórmula de esta naturaleza se habilitaba la posibilidad real de
plantear la existencia de un bloque de constitucionalidad integrado por fuentes que
en su conjunto se caracterizaban, como en Francia, por tener “unidad formal de
rango” y, en esa medida, como competentes para servir de parámetro de cualquier
tipo de legislación infra-constitucional. Se trataba, desde luego, de un modelo abier-
to, y no cerrado, como su par francés, pues a diferencia de aquél, que ya no puede
extenderse, los alcances del habilitado por la Constitución de 1979 dependía sim-
plemente de que el E stado peruano ratificase tratados sobre derechos humanos.75
No obstante ello, la doctrina de la década de los 80´ no reparó en que era posi-
ble plantear la existencia de un bloque de constitucionalidad compuesto por un
“conjunto compacto, granítico, indisoluble”76 de normas formalmente constitucio-
nales, y desde luego indisponible para el legislador ordinario.77
Una tímida referencia al concepto de “bloque de constitucionalidad” sólo se
pudo observar más adelante, al ponerse en funcionamiento el Tribunal de Garan-
tías Constitucionales, e incorporarse en su Ley Orgánica (Ley N°. 23385) una nor-
ma, semejante a una existente en la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional espa-
ñol, por medio de la cual se estableció que “Para apreciar la constitucionalidad o la
inconstitucionalidad de las normas mencionadas en el artículo 19, el Tribunal consi-
dera, además de los preceptos constitucionales, las leyes que, dentro del marco
constitucional, se hayan dictado para determinar la competencia de los órganos del
E stado”.
Se sostuvo entonces que la referencia a las leyes que efectuaba el artículo 21 de
la LOTGC, a fin de que el Tribunal de Garantías Constitucionales juzgue la validez
recho internacional de los derechos humanos por el Derecho Constitucional”, en Revista Jurídica del
Perú, N°. 39, 2002, pp. 23 y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 105
constitucional de las normas con rango de ley, no podían ser otras que la propia ley
orgánica,78 pues éstas eran las únicas competentes para determinar “la competencia
de los órganos del E stado”. Quedaba, de esta forma, marcado el sendero del suce-
sivo debate en torno al bloque de constitucionalidad: no sobre la base del rango
constitucional de los tratados, sino en función de la propiedad que podían tener las
leyes orgánicas en el proceso de inconstitucionalidad de las leyes.
E n definitiva, si bien durante la Constitución de 1979 hubo la posibilidad de
introducir, con propiedad, el concepto de bloque de constitucionalidad, éste no
sólo no fue expresado, sino que ni siquiera fue rescatado por el Tribunal de Garan-
tías Constitucionales en ninguno de los pocos casos en los que tuvo la oportunidad
de resolver acciones de inconstitucionalidad. Tal posibilidad de desarrollar una ver-
sión en cierta forma parecida a la que existe en Francia, desde luego, no se derivaba
del artículo 21 de la LOTGC, sino del artículo 105 de la Constitución de 1979.
nalidad de las normas jurídicas de carácter general”, en E GUIGURE N PRAE LI , Francisco, Director, La
Constitución peruana de 1979 y sus problemas de aplicación, E ditorial Cuzco, Lima, 1987, p. 358.
79 Cfr. B E RNALE S B ALLE STE ROS, E nrique, La Constitución de 1993. Análisis comparado, CIE DLA,
Lima, 1996, p. 581. LANDA ARROYO , César, “Jerarquía de los tratados internacionales en la Constitu-
ción del Perú de 1993”, en Revista Jurídica del Perú, N°. 16, 1998, pp. 3 y ss. CIURLIZZA, Javier, “La in-
serción y jerarquía de los tratados en la Constitución de 1993: retrocesos y conflictos”, en AA.VV., La
Constitución de 1993. Análisis y comentarios, Vol. II, CAJ, Lima, 1995, pp. 65 y ss.
106 • E dgar Carpio Marcos
ción al artículo 21 de la antigua LOTGC. Dicho precepto legal señala que: “al apre-
ciar la constitucionalidad o no de las normas objeto del control, (el Tribunal) debe
tomar en consideración también aquellas leyes que, dentro del marco constitucio-
nal, se hayan dictado para determinar la competencia o las atribuciones de los órga-
nos del E stado”.
Como es evidente esta construcción (y deformación) de la idea del bloque de
constitucionalidad toma como referencia al modelo español de justicia constitucio-
nal, y no al francés, de donde es originaria la expresión y tiene un significado y con-
tenido totalmente diferente, como hemos visto. Y es a esta construcción a la que
los escasos estudios sobre el tema han dirigido su crítica. Antes, sin embargo, de in-
gresar a desarrollar esa crítica es preciso aún detenernos en el análisis del contenido
de ese bloque descrito en el art. 22 de la LOTC.
80
Cfr. PINIE LLA SORLI , Juan-Sebastián, Sistema de fuentes y bloque de constitucionalidad, E dit. Bosh,
Barcelona, 1994.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 107
81 E rnesto B LUME entiende que también habría que incluir en el Bloque a las Ordenanzas Muni-
cipales. Cfr. Su trabajo, “E l despojo normativo y las alternativas para enfrentarlo a la luz de la Constitu-
ción de 1993”, en AA. VV. El rango de ley de las ordenanzas municipales en la Constitución de 1993, Munici-
palidad de Lima, Lima, 1997, pp. 28 y ss.
108 • E dgar Carpio Marcos
nar la competencia o las atribuciones” de tales órganos. Por tanto, preceptos de una ley
orgánica destinados a regular aspectos distintos de aquél “contenido” se encontra-
rían excluidos prima facie del bloque.
b) ¿El Reglamento del Congreso de la República?
Cabe, no obstante, preguntarse si la referencia a las “leyes” que regulan las atri-
buciones y competencias de los órganos del E stado se cierra con los preceptos de
las leyes orgánicas a los que antes se hizo mención, o también comprende al Regla-
mento del Congreso, pues si bien el reglamento cumple una finalidad análoga a las
leyes orgánicas, en tanto que regula la estructura y funcionamiento del Parlamento,
no es propiamente una “ley”, y tampoco formalmente una “ley orgánica”.82
E l Tribunal Constitucional, al parecer, ha admitido esa posibilidad. E n la STC
expedida en el E xp. N°. 004-96-AI/TC sostuvo que el artículo 75 del Reglamento
Parlamentario no se encuentra “comprendido dentro del ámbito de aquellas nor-
mas que determinan la competencia o las atribuciones de los órganos del E stado
(por lo que ) no forma parte del bloque de constitucionalidad…”. Lo que significa
que, eventualmente, existirían otras disposiciones reglamentarias que, en la medida
que sirvan para determinar la competencia o las atribuciones del Congreso de la
República, podrían ingresar dentro de los alcances del artículo 22 de la LOTC. Tal
afirmación del Tribunal Constitucional pone de relieve, prima facie, que al igual de lo
que sucede con determinados preceptos de la Ley Orgánica, no todos los preceptos
del Reglamento del Congreso —si es que el reglamento forma parte— se integran
al bloque de constitucionalidad, sino sólo aquellos que desarrollan competencias y
atribuciones del Congreso previstas en la Constitución.
Sucede, sin embargo, que si efectivamente (ciertas normas) (d)el Reglamento
parlamentario sirven para juzgar si una determinada fuente con rango de ley [ley or-
dinaria, ley orgánica o ley de delegación de facultades] es inconstitucional por la
forma,83 esa declaración de inconstitucionalidad no se debe siempre y en todos los
casos a la transgresión de las disposiciones que regulan las atribuciones y compe-
tencias del Parlamento, ni, en fin, el reglamento parlamentario es una “ley”, aunque
de ello no se pueda deducir que no se trate de una fuente formal del derecho, o
que no tenga el rango de las leyes (por lo demás explícitamente anunciado por el in-
82 Cfr. CARPIO MARCOS, E dgar, “E l reglamento parlamentario como fuente del derecho”, en Re-
vista jurídica del Perú, N°. 39, 2002, pp. 15 y ss.
83 Sobre la parametricidad del reglamento parlamentario en el juicio constitucional de la ley, Cfr.
RAVE RAIRA, Margherita, “Le norme dei regolamenti parlamentari come oggeto e come parametro nel
giudizio di legittimità costituzionale”, en Giurisprudenza Costituzionale, 1984, pp. 1849 y ss. CARPIO
MARCOS, E dgar, “E l reglamento parlamentario como canon de control en la acción abstracta de in-
constitucionalidad”, en AA.VV. El Derecho Público a comienzos del siglo XXI, citado, pp. 1075 y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 109
ciso 4º del artículo 200 constitucional).84 Y es que si ciertas disposiciones del regla-
mento parlamentario sirven para evaluar la validez formal de las leyes, esas disposi-
ciones no son precisamente las que regulan las atribuciones y competencias del
Congreso en cuanto órgano constitucional, sino, aquellas que, al tener relación con
el procedimiento legislativo, expresan, a su vez, sendos principios constitucionales
en las relaciones entre mayoría y minoría parlamentaria.85
tucional contemporáneo, la normativa que regula un determinado órgano, ente entidad o institución
del E stado de rango constitucional, conformada por el conjunto de normas contenidas en la propia
Constitución que lo crean, establecen sus características básicas y determinan sus principales compe-
tencias, y la respectiva normativa infraconstitucional de primer rango que contiene su regulación com-
plementaria, conformada por el conjunto de normas contenidas en su correspondiente ley de desarro-
llo constitucional y en las leyes que complementan a esta última, que desarrollan con más detalle sus
características y competencias, así como otros aspectos atinentes a su adecuado funcionamiento, cons-
tituyen el bloque de constitucionalidad.” Cfr. el informe de Blume en el libro colectivo El rango de ley de las
ordenanzas municipales en la Constitución de 1993 (Colisión normativa entre ley del Congreso y Ordenanza Munici-
pal), Municipalidad Metropolitana de Lima, Lima, 1997, p. 32.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 111
88 Cfr. sobre el particular, VALLE -RIESTRA, Javier, “La heterodoxia municipalista”, en Cathedra, N°. 9,
Lima, 2002, pp. 176 y ss, donde realiza un ataque furibundo a esta concepción, que tilda de “aberrante”.
112 • E dgar Carpio Marcos
podría enjuiciar la validez constitucional de las normas con rango de ley. E n reali-
dad, las fuentes que lo componían no ayudaban en esta tarea al Tribunal. Y es que
si una ley ordinaria colisionara con una ley orgánica, la eventual invalidez de aquella
no derivaba de su incompatibilidad con ella, sino de haberse vulnerado los límites
competenciales previstos por la Constitución, al tratarse de una fuente que no tenía
competencia para regular una materia reservada a la ley orgánica89 (vicio de incom-
petencia relativa u objetiva).90
E n la STC 0007-2002-AI/TC, a parte de aludir al bloque de constitucionalidad,
y expresar que lo integran todas aquellas normas que tienen la capacidad de integrar
el parámetro, siempre que “esa condición sea reclamada directamente por una dis-
posición constitucional” [Fund. Jur. N°. 5], ya el Tribunal Constitucional desecharía
que ese bloque, prima facie, esté compuesto por leyes orgánicas [fund. Jur. N°. 7].
“La inconstitucionalidad de una ley ordinaria que regule un aspecto reservado a la
ley orgánica, sostendría, es consecuencia de que la ley ordinaria haya infringido di-
rectamente el artículo 106 de la Constitución, en un doble sentido: a) porque no te-
nía competencia para regular una materia sujeta a reserva de ley orgánica; o, b) por-
que pese a regular una materia sujeta a reserva de ley orgánica, no se aprobó con la
mayoría exigida por el artículo 106 de la Constitución”.
De todas formas, un pronunciamiento tan enfático como el apenas descrito no
puede tomarse en modo alguno como absoluto. Y es que si bien en términos gene-
rales las leyes orgánicas no cumplen ninguna capacidad para limitar el proceso de
producción de las fuentes con rango de ley, existen casos excepcionales en los que
tal capacidad sí es manifiesta. E s el caso, por ejemplo, de lo que sucede con la ley
orgánica de municipalidades y la ley orgánica de regionalización, que tienen la apti-
tud de disciplinar el proceso de elaboración de normas con rango de ley como son
las ordenanzas municipales y las ordenanzas regionales.
Como el propio Tribunal se ha encargado de recordar, para que una norma
con rango de ley forme parte del parámetro de control es preciso que ellas asuman
la condición de “normas sobre la producción jurídica; esto es, [que] … se les en-
carg[ue] la capacidad de condicionar el procedimiento de elaboración de otras fuen-
tes que tienen su mismo rango; y, por otro, [que se traten de] … ‘normas [que inci-
dan] sobre el contenido de la normación’, es decir, cuando por encargo de la
Constitución pueden limitar su contenido” [STC 0007-2002-AI/TC, Fund. Jur.
N°. 5]. Ciertamente esa función las cumplen las leyes orgánicas de municipalidades
89 Cfr. Z AGRE BE LSKY , Gustavo, Manuale di Diritto Costituzionale. Il sistema delle fonti del diritto, t. 1.
y ss.
Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes • 113
La reciente expedición del Código Procesal Constitucional (Ley n.° 28237) pa-
rece haber reordenado el debate en torno al bloque de constitucionalidad en el
Perú. Y es que si bien puede discutirse si la subtitulación establecida por el legisla-
dor a cada una de sus disposiciones pueda considerarse vinculante o no, una dispo-
sición semejante al ahora derogado artículo 22 de la LOTC (Ley n°. 26435), que se
ha reproducido en dicho Código Procesal Constitucional, se ha calificado como de
un “principio de interpretación” aplicable en el seno de los procesos de acción po-
pular y de inconstitucionalidad de las leyes (art. 79 del CPC).
92 E sta fórmula, explicable en un contexto en el que el uso [y abuso] del concepto del bloque de
constitucionalidad, llevó a muchos a considerar que la inconstitucionalidad de una norma se podía de-
rivar de su infracción a la ley orgánica, sin embargo, vista en perspectiva, adolece del defecto de escla-
recer, con excesivo casuismo, sólo una hipótesis de inconstitucionalidad directa, de las múltiples e in-
definidas que se podrían imaginar.
93 Cfr. SICLARI , Máximo, Le norme interposte nel giudizio di costituzionalità, Cedam, Padova, 1992.
G IOCOLI NACCI , Paolo, “Norme interposte e giudizio di costituzionalitá”, en Scritti su la giustizia costitu-
zionale in onore di Vezio Crisafulli, t. I, Cedam, Padova, 1985, pp. 359 y ss. CARPIO MARCOS, E dgar,
“Normas interpuestas en la acción de inconstitucionalidad (E l caso peruano)”, en AA.VV. Instrumentos
de tutela y justicia constitucional, UNAM, México, 2002, pp. 101 y ss.