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Tema 6

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TEMA 6

LA PRIMERA GRECIA Y LA GRECIA ARCAICA

1. EL MUNDO DEL EGEO EN LA EDAD DEL BRONCE

La historia de la antigua Grecia se desarrolla en un escenario de difícil definición,


porque no se trata de una nación en el sentido moderno del término, que tenga unas fronteras
bien definidas, y porque, además, ni siquiera poseyó siempre una unidad étnica delimitada,
ni en aspectos materiales que pudieran determinarse de modo preciso, ni en aspectos
subjetivos, pues la conciencia del pueblo griego como tal fue también un resultado del mismo
proceso histórico.

Está formado por el conjunto de territorios en el que se asientan los griegos, las
colonias en las tierras «bárbaras», tanto en el Oriente como en el Occidente mediterráneo y
más adelante, en las tierras en las que penetra el Helenismo (grecia, asia menor, magna
grecia, mar negro, norte de áfrica y mediterráneo occidental) y sociedades que, teniendo
como área central de referencia el mar egeo, se articulan en torno a vínculos
fundamentalmente culturales, bajo distintas fórmulas de organización política independientes
entre sí, con la polis como eje. En esta misma línea, puede decirse que, en cada período,
los escenarios varían de acuerdo con movimientos expansivos u ocupaciones exteriores, de
tal modo que uno de los rasgos para marcar una periodización ajustada podría consistir en
señalar los territorios ocupados por griegos de manera sucesiva.

La antigua grecia, por tanto, es una construcción histórica y cultural, más que una
realidad política, social o territorial, dada su falta de unidad estatal antes de la llegada de
alejandro de macedonia o de roma

Tenemos que tener en cuenta que Grecia y el mundo griego no coinciden jamás.
Grecia es un lugar geográfico desbordado por la cultura griega, y que la cultura griega es un
ejemplo claro de la imposibilidad de explicar la Historia como resultado de la influencia del
medio ambiente. La Historia del Mundo Griego es fundamentalmente la historia del esfuerzo
material e intelectual de la acción del hombre.

En este tema trataremos de indicar la formación de Grecia, la presencia de los griegos


en el territorio al que darán nombre y la formación del pueblo griego propiamente dicho.

2. EL MARCO GEOGRÁFICO

Grecia es la más pobre de las penínsulas del Mediterráneo, debido, en gran parte, a
la aspereza de su suelo y a su clima irregular. Uno de sus rasgos geológicos más
sobresalientes es el predominio de las montañas que ocupan el 80% de su suelo, en el que
la fuerza de la erosión ha contribuido a fragmentar el relieve.

Hay pequeñas llanuras dominadas por medianas alturas mal encadenadas entre sí,
condición favorable, por otra parte, para el fraccionamiento político.

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Sin embargo, la montaña griega, por su poca elevación no supuso un gran obstáculo
para las comunicaciones, aunque Grecia hasta la dominación romana no tuvo buenos
caminos. Aun así, las montañas bastaron para las delimitaciones geográficas que a su vez
sugirieron, por decirlo de algún modo, las delimitaciones políticas en la antigua Grecia.

Los estados griegos tuvieron reducidas dimensiones. Su extensión prácticamente se


limitó a la ciudad con su acrópolis y su entorno rural: Las tierras que cultivaban sus
ciudadanos y los pastos para el ganado.

Las fronteras entre los territorios de las «Poleis» eran inciertas, apenas delimitadas
por mojones, como los «Phtiotis» citados por Pausanias, o simplemente, se utilizaban
separaciones naturales.

En contraste con las ricas civilizaciones de Oriente Próximo, Grecia adolece de una
pobreza natural, agravada por condiciones físicas desfavorables. Los griegos debían realizar
un esfuerzo incesante para explotar sus escasos recursos naturales. Del subsuelo
consiguieron materiales para sus construcciones: arcilla, adobe, la madera de sus bosques,
la piedra (la caliza dura de las colinas de Atenas), el esquisto y el granito en Delos y el
magnífico mármol de Paros, Naxos y Pentélico (Àtica). Aunque la riqueza minera no es
importante, podemos nombrar el cobre de Eubea, el hierro de Laconia, Beocia y Eubea así
como las minas de este metal que se encuentran repartidas por una gran parte de las
Cícladas. En metales preciosos, la plata ocupa el primer lugar, siendo Thasos y Sipnos los
centros más importantes de explotación en la época arcaica. En la época clásica se impuso
la mina argentífera de Laurion, en el Ática. El oro proviene de Thasos, Macedonia y Tracia.

Lo angosto de las Ilanuras y los contrastes climáticos fueron poco favorables para la
agricultura. Las mejores tierras son las de aluviones recientes depósitos lacustres o fluviales.

La agricultura fue siempre para los griegos la ocupación principal y la fuente más
importante de ingresos. Al parecer, el primer cultivo fue el cereal (trigo) y el frutal para, más
adelante, pasar a cultivos más lucrativos como son el viñedo y el olivo. Trigo, viñas y olivo
fueron las «plantas-base», de la economía griega, a las que se añadirían los frutales de tipo
mediterráneo. A los griegos de la llamada época heroica, «comedores de carne», se oponían
los griegos de la época clásica, sobrios vegetarianos, alimentados de pan y legumbres.

La economía agrícola estuvo siempre poco desarrollada. El cultivador griego trataba


de reunir en su entorno todo aquello que necesitaba: cereal, vino, aceite y frutas, además de
sus pastos para las ovejas, en régimen de «Autarkía». Cada propiedad se bastaba a sí misma.

El mar Mediterráneo baña las costas recortadas de Grecia, en las que abundan
buenos puertos. Es realmente el mar la auténtica vía natural de comunicación utilizada por
los griegos. No se puede concebir la vida griega sin la actividad marina, que aporta a la
economía griega importantes recursos:

● El comercio de la púrpura, heredado de los fenicios, cuyo molusco productor, el


«murex», pescaron en diferentes lugares, siendo la púrpura laconia la más afamada.

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● La esponja, que iban a buscar a las orillas del Hellesponto y a las costas de Licia.

● La sal: las sales de Eubea y del Ática eran las más finas, la de Mégara la más gruesa
y la más adecuada para la fábrica de salazones.

● La pesca: era una importante fuente de ingresos. Se consumía mucho pescado en la


dieta alimenticia griega (anchoa, pulpo, sardina, atún y calamar).

El mar era, sobre todo, vía de comunicación. Los progresos en la navegación fueron
continuos y notables, no sólo en los navíos, sino también en los puertos y abrigos marítimos
y en las técnicas de navegación. De esta forma, las vías marítimas de comunicación se
hicieron más seguras, rápidas y baratas.

Platón cuenta que el pasaje desde El Pireo a Egina sólo costaba dos óbolos y desde
el Ática a Egipto o al Ponto, dos dracmas (PLATÓN, Gorg, 511,d.). Además, los griegos,
gracias a sus avanzadas técnicas de navegación. lograron impulsar y expandir un floreciente
comercio en todo el Mediterráneo.

Esta expansión llegó a convertirse en toda una necesidad y una constante a lo largo
de la historia de la Antigua Grecia. Desde sus principios, la historia griega no evolucionó en
un desarrollo continuado, sino a través de una serie de «pulsaciones» sucesivas en las que
se mezclan los motivos de carácter político e imperialista con los de índole comercial y
económico.

3. CRETA EN EL TERCER MILENIO

Su superficie tiene más de 1.000 km. de costas y su anchura entre 12 y 60 km. de


norte a sur. El 95% de su superficie total es de zona montañosa.

La mayoría presentaba un auténtico abrigo y refugio por su estratégica situación en


las montañas. Además proporcionaban en su interior un clima fresco frente al calor exterior,
e incluso, con frecuencia, agua potable.

La cantidad de plantas era notabilísima, variando la vegetación de una región a otra.


Destaquemos los viñedos y olivos que abundaban en todas partes, los algarrobos de la zona
oriental, los pinos de alepo de la costa meridional, los almendros, los robles, las encinas
moreras, los arces, los membrillos, originarios de Creta. Añadamos aún, las plantas
aromáticas y medicinales, todavía hoy buscadas en la isla. Los cretenses reivindicaban el
honor de ser los descubridores de los cereales.

La isla de Creta se encuentra también en una situación privilegiada para entrar en


contacto con los pueblos más desarrollados del tercer milenio, en las costas orientales del
Mediterráneo. Las relaciones con Egipto, Chipre y Levante ponen las bases para un desarrollo
cultural sobre la recepción de productos elaborados a cambio de exportaciones de madera
para las construcciones del Egipto faraónico. En Creta se van configurando estructuras de
poder en manos de quienes se muestran capaces de controlar los bienes ahora apreciados.

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El tercer milenio es, así, un período de transformaciones en que se introduce el uso
de los metales controlados por grupos reducidos de la población que promueven el desarrollo
desigual entre distintos puntos de la isla y dentro de las mismas comunidades. La zona más
desarrollada en este período fue la de la costa oriental, además de algunos lugares del centro,
en la costa norte, que pueden haber tenido desde entonces contactos con las Cícladas. Así,
pudo influir también en la isla de Creta el apogeo del Bronce Antiguo en el Egeo a mediados
del tercer milenio, hasta el punto de que, en algún momento, el desarrollo de la cerámica
parece indicar una cierta homogeneización. A partir de un momento, en la costa sur, en que
también aparecen signos de contacto con Libia, se puede hablar de una cultura minoica
antigua difundida por la isla, aunque con rasgos heterogéneos. Las comunidades primitivas
subsisten y dejan su rastro en los enterramientos, a pesar de que la introducción de la
metalurgia introduce relaciones violentas entre las comunidades.

3.1. Las etapas de la civilización cretense.

Su pretensión era desentrañar la leyenda del rey Minos y su célebre laberinto.

Este sistema de división ha sido duramente criticado y hasta rechazado por los
especialistas y estudiosos de Creta alegando su artificiosidad y su total falta de base
arqueológica, además de no tener en cuenta otras referencias culturales. A cambio, autores
como N. Platón sugieren otras divisiones como: Período Prepalacial, Palacial y Postpalacial,
que considera más acorde con los actuales conocimientos sobre esta cultura.

Sin embargo, teniendo en cuenta que el sistema introducido por A. Evans nunca se
abandonó totalmente y suele ser utilizado en relación con las culturas de la Edad del Bronce
en el Egeo, citaremos las etapas de la cultura cretense relacionando ambos términos en sus
divisiones.

La cronología utilizada es la sugerida en el último congreso sobre Thera y el mundo


Egeo celebrado en Santorini (3-9 septiembre) en 1989, y publicadas sus actas en Londres,
en 1990, basándose en la fecha dada para la erupción del volcán de Thera en tomo al 1625
a.C., no sin añadir que, debido a los grandes avances producidos por las últimas técnicas de
investigación aplicadas a los estudios arqueológicos, todas estas dataciones están sometidas
a revisión y, por lo tanto, a modificaciones.

3.1.1 Minoico Antiguo (Período Prepalacial) (3000—1900 a.C.)

En los inicios de la Edad del Bronce la isla cobró un gran protagonismo al encontrarse
magníficamente situada en el centro de estas rutas de comercio en el Mediterráneo (comercio
del ámbar y el estaño).

Mientras en el interior y Sur de la isla, fundamentalmente en la llanura de Mesara, la


economía se basaba en la agricultura y la ganadería, en la zona oriental de la isla: Moklos,
Dicte y Zacro destacaron sus fondeaderos, centros de pesca y comercio de una gran actividad
económica y de relaciones comerciales con las Cícladas, Chipre, Cilicia, Siria y Egipto, que
indican ya lo que sería más adelante la rica navegación cretense.

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Por un lado recibía la beneficiosa influencia de las milenarias culturas de Egipto y los
Imperios Orientales; por otra quedaba imbuida en el comercio del Mediterráneo. Como
consecuencia de ello, se transformó social y económicamente.
Las principales características de este período fueron y que se dan en un momento
anterior a la construcción de los primeros palacios:

1. Se introduce el metal (bronce) desde Anatolia.


2. Desarrollo en la zona occidental de la isla y progresivo desplazamiento
al centro: Cnosos y festos.
3. Paso de una economía eminentemente agrícola a otra progresivamente
más abierta a las relaciones exteriores (Egeo, Próximo Oriente, Egipto)
particularmente importantes las de tipo comercial.
4. Desarrollo tecnológico: torno de alfarero, metalurgia del bronce.
5. Incipiente desarrollo urbanístico. Desarrollo de pequeñas aldeas frente
al poblamiento disperso de unidades familiares de la fase anterior

Respecto a la cerámica se desarrolla el estilo Cerámico Minoico Antiguo que


presenta una decoración polícroma de motivos blancos y rojos, y dibujos de espirales,
triángulos y líneas encorvadas, cruces y figuras de peces entre otras…

3.1.2. Minoico Medio y Reciente (Período Palacial) 1900—1600 a.C.

El paso del Bronce Antiguo (MA) al Bronce Medio (MM) en torno al final del II milenio
no está totalmente definido en Creta.

Los estudios arqueológicos sugieren la aparición de un nuevo estilo cerámico y se


detecta una decadencia en los poblados de la Creta oriental. Frente al debilitamiento de las
zonas agrícolas y de clanes del Sur, parece alzarse la preeminencia de la zona Norte y centro
de la isla, en torno al 2000-1800 a.C. Hay que subrayar que la cronología es muy dudosa,
incluso relacionándola con los testimonios egipcios, chipriotas y anatolios, encontrándose en
la actualidad sometida a debate.

Las principales características de este período son:


1. Paso de los proto palacios a los primeros palacios: el palacio como
expresión de un poder centralizado
2. Metalurgia del bronce, torno de alfarero, carro de cuatro ruedas,
escritura jeroglífica
3. Talasocracia cretense
4. Desarrollo urbano
5. Hacia 1650: destrucción de los primeros palacios. 1650 – 1600:
segundos palacios.
6. Desarrollo de la producción (cerámica camares) y de la economía
terciaria (comercio largas distancias).
7. Aparición de la escritura (Lineal A). Los archivos.

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3.1.2.1. Desarrollo urbano y aparición de los primeros palacios

1a FASE. Minoico Medio I; (MMI).

A comienzos del Minoico Medio hubo un gran desarrollo demográfico y los «hábitats»
se modificaron. Este poblamiento es notable en lugares en torno al golfo de Mirabello como
Cnoso, Malía y Festo, los mejores conocidos de este período y donde se construyeron
grandes conjuntos de estancias, talleres, almacenes y santuarios.

Una destrucción brutal afectó el final del MMI, tal vez debido a una catástrofe natural,
aunque en Cnoso los estratos arqueológicos ofrecen un nivel de cenizas. En Festo, Malía y
Tiliso también hay signos de destrucción. Se han dado diferentes interpretaciones a la misma:
— Una posible relación con las invasiones que acabaron con el Heládico Antiguo en
Grecia continental y que afectarían a la isla.
— La llegada de asiáticos que podrían haber arrinconado a los antiguos pobladores
hacia la parte occidental de Creta, si bien, no había en aquel entonces un pueblo en Asia
Occidental con una flota capaz de esta conquista por mar. Además tal invasión hubiera
ocasionado cambios muy distintos a los que se sucedieron.

— Finalmente se piensa en la posibilidad de una revolución interna, quizá


desencadenada por agentes naturales (sequía, movimientos sísmicos, etci) que provocaron
el declive económico y, como consecuencia, el político. Ello es avalado por las diferencias
entre la Creta central y la oriental, así como las desigualdades entre los distintos pueblos que
habitaban en la isla.

Es posible concebir el final de esta etapa por una serie de trastornos naturales y con
ellos revueltas étnicas, regionales o de clanes.

2a FASE PALACIAL (Minoico Medio II, (MM II).


En cualquiera de los casos, pronto surge un nuevo período floreciente.

En esta segunda fase Palacial, se inicia un período de prosperidad durante el cual se


reedifican los palacios con mayor riqueza, esplendor y de mayores dimensiones pero dentro
de una estructura similar. Además, en Hagia Triada se eleva una magnífica ciudad y en Tiliso
destacan casas suntuosas.

En este período florece en Creta la industria en distintas manifestaciones:

● En la alfarería destacan los llamados vasos de Camares, por el lugar donde se hallaron
los primeros, una gruta en el flanco Sudeste del Monte Ida, cerca de Festo, hechos a torno,
de barro cocido de finas paredes y decoración a la barbotina. Tienen gran calidad y
colorido. Su decoración se basa en espirales turbulentas o motivos vegetales estilizados
realizados con una gran variedad y perfección. Los alfareros usaban ya el torno rápido.

● La orfebrería también es notable. Dagas y espadas están finamente trabajadas. Vasos de


plata con montura de oro, joyas y gemas donde se labraron retratos de hombres y figuras
de animales.

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3º FASE PALACIAL Minoico Medio III - (MM III-MR 1)

Minoico Medio (MM III) - Minoico Reciente (MR 1)

Esta tercera fase de los Palacios es también llamada Período Neopalacial, o período
de apogeo de la civilización minoica. Una nueva etapa de confusión se presenta entre el final
del Minoico Medio (MM II) y los inicios del Minoico Reciente (MR 1).

En este nuevo surgimiento, encontramos ciertas modificaciones en la cultura material,


que sin duda se perfecciona, pero también una organización política y social nuevas aunque
se mantiene el modelo minoico hasta el dominio aqueo de micenas.

Puede decirse que, como en el resto del mundo Egeo, esta transición del Bronce
Medio al Bronce Reciente es un paso evolutivo sin ruptura. El Minoico Reciente es el momento
de mayor apogeo de la cultura minoica, también llamado Período o fase de Los Segundos
Palacios.

Si en el minoico medio parece que la zona más avanzada fue en general la franja
central de la isla, de norte a sur, a partir de 1600 a.C., en que se inicia el minoico reciente, el
poder parece concentrado en un solo palacio, el de Cnosos. Aquí es donde el apogeo parece
más definido y donde los rituales femeninos, relacionados con cultos zoomórficos vinculados
al toro, representados en las figuras de Minos, Pasifae y Ariadna, se convierten en
instrumentos de control ideológico, modos de utilización del mundo imaginario que, a pesar
de haber surgido de los sectores más vinculados a la tierra y preocupados por la reproducción,
quedan en manos, como todo control, del poder organizado, de tal modo que las mujeres de
las clases poderosas y las diosas conservan en su nuevo papel una posición socialmente
dominante. Tal era la situación cuando se produjo en Creta la irrupción de los griegos
micénicos, que aprovecharon aspectos autóctonos como la escritura lineal A, que fue utilizada
por el griego como lineal B, e introdujeron aspectos formales y culturales que trajeron desde
el continente. Ahora Creta queda incorporada a la civilización micénica.
La reconstrucción del palacio de Cnoso viene acompañada, lógicamente, de ciertas
innovaciones pero conservando las características generales del MMA. Sin embargo, Malía,
Festo y Zacro alcanzan su estructura arquitectónica definitiva. Son edificios de gran
dimensión y monumentalidad, compactos en torno a un gran patio central y numerosas
dependencias.

Quizá este carácter monumental se acentúa en esta fase de los segundos palacios:
se aumenta la suntuosidad y riqueza de los revestimientos del suelo, los muros, la decoración
mural de los frescos y sus juegos de columnas y pilares.

Destacan en este período (MR I):

● Las grandes casas, a modo de mansión, o «pequeños palacios», como los de Hagia
Triada, Gurnia, Tiliso, Norou Khani y Pirgos, denominados generalmente «Villas»

Aunque pueden carecer del característico patio central, como la gran casa de Gurnia,
presentan un conjunto residencial que imita la arquitectura palacial con diversas habitaciones,
almacenes, archivo e incluso santuario y una explanada más reducida. Su fachada construida

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de grandes bloques tallados, su suntuosidad y decoración de frescos murales son dignos de
un palacio.

Algunas de estas edificaciones están cercanas a los palacios, como la llamada «Villa
real» de Cnoso, la «Casa Epsilon» de Malía. Otras son edificios principales en poblaciones o
aglomeraciones rurales e incluso existen «Villas» aisladas a modo de fincas rurales, sobre
una colina o dominando un valle como la «Villa» de Pirgo.

Desconocemos a quién pertenecían estas mansiones y cuál era realmente su


finalidad. Es posible que pertenecieran a gobernadores locales o funcionarios de alto rango,
no sólo por el lujo de la vivienda sino por encontrarse en ellos, sellos, documentos y archivos
administrativos.

Incluso, en el caso de la «Villa» de Hagia Triada se encontraron dependencias y


talleres para escribas, artesanos y obreros al servicio de la casa.

● Las «ciudades» neopalaciales:

La reconstrucción de las poblaciones destruidas en tomo al 1600 marca una nueva


etapa hacia un desarrollo urbano. Estas poblaciones del MR 1, mejor conocidas, son ciudades
en expansión con barrios y bloques de viviendas separados por toda una red de calles
pavimentadas que se extiende en tomo a vías principales con alcantarillado y hasta un cierto
urbanismo.

La densidad de población es difícil de evaluar. Por lo general, son poblaciones


pequeñas situadas fundamentalmente en la Creta oriental en torno a asentamientos
portuarios dedicados a la industria y al comercio y en torno a las grandes construcciones
palaciales. En torno a estos centros de producción crecería una clase artesana y mercantil
floreciente.

En Cnoso se han encontrado una cincuentena de placas de loza representando unas


casas de dos o tres pisos con fachadas más altas que anchas, decoradas de ocre rojo y
abundantes ventanas. Tal vez representaran las casas de esta población artesana y mercantil
minoica.

● Las innovaciones técnicas se remontan al MM, éstas se traducen en un gran progreso y


un notable desarrollo económico, manifestado en la utilización de los objetos de metal, una
de las principales características de este período: herramientas, joyería, vasos, armas.

● Evolución de las llamadas «artes palaciales» que se desarrollaron en los talleres de los
palacios, magnífico testimonio de la riqueza, el lujo e incluso de la vida y los rituales y
creencias religiosas de la época: los frescos, la cerámica (vasos de estilo marino), la
estatuaria y la escultura minoica en piedra, marfil y orfebrería son sin duda prueba de la
belleza y la elegancia de la Vida palacial.

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3.2. La arquitectura de los palacios

Los primeros palacios cretenses son mal conocidos. Destruidos brutalmente y, debido
a que se construyó sobre ellos, son difíciles de analizar y estudiar. Esta segunda fase se
encuentra mejor analizada aunque hay partes adicionales más tardías, como la llamada «Sala
del trono» en Cnoso, que pertenecería al MR II.

Cnoso es la mayor de las edificaciones cretenses de este período palacial con sus
más de 1450 habitaciones y almacenes que, junto a las tablillas encontradas, indican su
función administrativa y económica.

Distinguía tres sectores: el palacio, propiamente dicho; un sector de edificaciones a


su alrededor, que consideraba viviendas de aristócratas o personas al servicio del palacio; y
un sector más externo, que comprendía la zona del poblado con los terrenos agrícolas y las
necrópolis.

El palacio era una construcción construida alrededor de un patio central, con muchas
habitaciones conectadas por pasillos, esquinas y escaleras, dando la impresión de no tener
ninguna salida. A. Evans pensó que encontró el famoso Laberinto y decidió que era necesario
reconstruirlo para que el público entendiera la complejidad del edificio. Desafortunadamente,
los materiales que utilizó -hierro, cemento y concreto- no perduraron en el tiempo y pusieron
en peligro todo el edificio. Por otro lado, los criterios estéticos que siguió al restaurar la imagen
pública del palacio responden más bien al ideal de la época -el Modernismo-, que a la realidad
arqueológica. Así, la intervención de Evans, históricamente hablando, también ha tenido
consecuencias negativas, creando una nueva realidad -el palacio reconstruido- que tiene su
propia existencia y superpone el original, remodelando la percepción de la cultura minoica a
través de una entidad ficticia.

Al principio, se limitó a apuntalar diversas zonas apoyándose en los conocimientos de


sus propios operarios pero pronto surgió la idea de llevar a cabo una futura reconstrucción de
tan rico yacimiento.

El alcance de la restauración de Evans tuvo consecuencias a largo plazo.

La primera fase (1901 – 1906), es cuando se cubre por primera vez la Sala del Trono y
cuando se introduce en el uso del hormigón.
La segunda fase (1907 – 1919) cuando se procede a consolidar y cubrir las zonas principales
del palacio para protegerlo de la erosión y los elementos.
La tercera fase (1923 – 1939) es la más decisiva, porque es cuando Evans diseña el aspecto
que él concibe que debe tener el palacio y pone en práctica la idea de «reconstituir» el edificio
utilizando materiales resistentes y rápidos: hierro y hormigón.

En algunos casos, la base era muy escasa para llevar a cabo la reconstrucción. En
otros, simplemente era inexistente.

Sigue en importancia Malía (en donde subsiste solamente el sector Noroeste de su


primera fase, que correspondería a una zona de los almacenes). También destacan los

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palacios de Festo, Zacro y Hagia Triada. Estas grandes construcciones cretenses no siguen,
por lo general, una ordenación establecida como los grandes complejos del Próximo Oriente.
Tienen en común su estructura en torno a un patio rectangular central (50 ni X 22 ni más o
menos) con explanadas a lo largo de sus fachadas de grandes espacios suficientes para
albergar a la población en las celebraciones populares o religiosas. En su interior se hallaba
el llamado «Megaron cretense», sala que se ha encontrado en los cuatro principales palacios:
varios tabiques son reemplazados por paredes con vanos.

Es posible que los Primeros Palacios tuvieran ya decoraciones en sus muros


interiores, aunque los célebres frescos de pintura al temple y escenas de carácter naturalista
son propios de la segunda fase en su período de esplendor. Otro gran avance en la
decoración fue el revestimiento de alabastro en las paredes utilizando sierras y escoplos de
bronce que daban un magnífico aspecto. Completan estos complejos arquitectónicos talleres
y los almacenes con sus filas de «Pithoi» (grandes tinajas ) y cistas (recipientes
cuadrangulares), para contener fundamentalmente alimentos y otras mercancías como los
que ocupaban la parte Norte del palacio de Cnoso.

3.3. El significado de los palacios minoicos

De los muchos interrogantes que nos plantea la cultura minoica es, quizá, el
significado de estas grandes construcciones uno de los más problemáticos y del que aún no
se ha encontrado una respuesta definitiva y concreta. ¿Eran estas edificaciones la residencia
de los grandes señores? Si es así, ¿eran estos monarcas al estilo de las teocracias orientales
o, como sugería A. Evans, reyes-sacerdotes, siguiendo la teoría del sociólogo Ji Frazer? A.
Cotterel, siguiendo muy de cerca a A. Evans, considera esta grandiosa arquitectura como
verdaderos palacios; es más, piensa que la Creta minoica de este período «no estaba
dominada por templos como los de las culturas del Próximo Oriente» y admite la distribución
tradicional de A. Evans de salas particulares, habitaciones de servicio, etc. Esta consideración
hace estimar estas edificaciones como análogas a los palacios mesopotámicos como el de
Man en el Éufrates, los anatólicos como el de Beycesultan en el valle superior del Meandro o
los sirios como el de Alalah o el de Ugarit, e incluso se han querido comparar con las regias
arquitecturas egipcias en general y con Tell-El-Amarna en particular. Salen al paso de estas
teorías las críticas de Jawa Graham y Ji Deshayes que piensan que los caracteres
arquitectónicos y decorativos de la cultura minoica no se derivan de otras arquitecturas sino
que indican una gran originalidad Para P. Faure «estos supuestos grandes palacios cretenses
son más bien equivalentes a los grandes templos del Asia Anterior, los mesopotámicos en
particular».

Este autor supone que sus talleres, almacenes, lugares de administración,


residencias, santuarios, etc. son semejantes a los de templos de Ur, Lagash, Uruk, como
centros económicos y religiosos, con grandes posesiones y territorios, centros agrícolas y de
comercio. Pi Faure basa su teoría en los numerosos signos de tipo religioso que encuentra
en estas edificaciones (símbolos y figurillas de carácter sagrado, mesas de ofrenda, las
grandes explanadas y corredores que consideran lugares de culto o de procesión“). En todas
las civilizaciones, concluye P. Faure: «Los dioses siempre han estado mejor alojados que los
hombres. En Creta, civilización paralela a la egipcia, la anatólica o la siria, faltaban los grandes
santuarios religiosos que las caracterizan. Sugiere como conclusión que Cnoso, Festo, Malía,
Zacro pudieran ser estos santuarios, siendo las casas reales las viviendas más amplias y

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lujosas, como el llamado «palacio de Gurnia», «la casa de Hagia Triada» o «el pequeño
palacio de Cnoso», edificaciones situadas en los núcleos urbanos que se formaron en tomo
a estos «grandes templos.

Carecemos aún de testimonios históricos que constaten la verdadera función de estas


grandes edificaciones, así como la identidad de sus señores. Es muy posible que sus
atribuciones fueran de poder político, económico y religioso, pero lo que realmente se
constata es su actividad económica y la regulación administrativa centralizada. La existencia
de un control económico se encuentra atestiguada por los documentos escritos y los sellos
de arcilla marcados, descubiertos en Cnoso (depósito de la sala XXV), Malía y Festo. A través
de un complicado sistema de contabilidad, se controlaban las salidas y entradas de
mercancías en los almacenes, así como los artesanos y el personal trabajador de los palacios.
Toda esta estructura urbana y económica exige una composición social organizada
jerárquicamente con artesanos especializados y toda una red administrativa a cargo de
funcionarios en torno al palacio, en el que se encontraba todo el poder político y económico.

3.4. Estructura social y política

Desconocemos cuál sería su sistema de gobierno estructura social y política. Los


objetos de valor y la riqueza suntuaria del material encontrado en los palacios hablan al menos
de una élite social o de altos funcionarios, quizá en torno a un poder unitario central que tal
vez tuviera el monopolio del comercio y la economía palaciega.

Podría, pues, admitirse un monopolio de la autoridad central, a la manera egipcia con


atribuciones religiosas, tal vez, paralelas a las monarquías orientales con las que sostuvieron
tanta relación. La tradición literaria y mitológica nos habla de Minos, rey de Creta, al que se
le confiere un carácter divino como hijo de la princesa fenicia Europa y Zeus con el cual se
relacionaba cada nueve años (El rey Minos era llamada «Enneoros» cada noveno año),
donándole sabiduría para gobernar a su pueblo. No hay datos sobre la existencia y naturaleza
de una posible realeza minoica. H. van Efenterre basándose en lo que se denomina «el ágora
o plaza pública» de Malía supuso que el poder político del monarca estaría limitado y
asesorado por una asamblea popular y/o un consejo de ancianos, pero tales apreciaciones
resultan muy aventuradas y no existen testimonios que lo justifiquen. Monarcas, dinastas,
altos personajes o sacerdotes, vivieron en estas grandes edificaciones y controlaron una
importante actividad económica y Templos o palacios (con este segundo término los
denominaremos por ser el más difundido) fueron sin duda centros de manufactura, almacén
y comercio, a la vez que controlan amplios territorios de su entorno, como parecen indicar las
poblaciones secundarias, cercanas, como Gumia, Pirgos y Palaicastro.

3.5. La economía de los palacios

La agricultura era una de las bases de la economía del Minoico Medio (MM). El
palacio poseía su propio territorio, donde habitaban campesinos a su servicio. En sus
almacenes se encontraban grandes vasijas de barro o «Phi- toi» y «cistas» para depositar
vinos, aceite, cereales, verduras, miel y otros productos que debieron exportar y fueron una
de las bases de su riqueza.

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La ganadería también se encuentra documentada en las tablillas minoicas y, aunque
pertenezcan al mundo micénico, los estudiosos suponen una continuidad. Se citan grandes
rebaños de carneros, cabras, cerdos y vacas; también animales domésticos y de tiro.

La economía Manufacturera además de la transformación de los productos agrícolas


como el vino, cereal y el aceite, había talleres artesanos para diferentes materiales: los vasos
realizados en piedra son numerosos en los palacios, algunos de gran tallar. Es utilizada con
frecuencia la obsidiana imitando la cerámica. También se trabajaba la fayenza (esmaltado de
origen fenicio). Además de los alfares, hubo talleres de carpintería, lapicistas y escultores,
vidrieros, herreros, curtidores, la tintorería y los telares dedicados a elaborar los productos
necesarios para la subsistencia y el comercio de estos centros palaciegos.

Mercantil. La segunda base de la prosperidad minoica es su gran actividad mercantil


y marinera. Ya en la épica homérica se cita a Minos como el primer dominador de las aguas
de ultramar. La importancia y la expansión de lo que se denomina la Talasocracia
minoica en el Mediterráneo está documentada a través de testimonios arqueológicos:

● Asentamientos comerciales minoicos o productos de esta procedencia en distintos


lugares del Mediterraneo.

● Los topónimos «Minoa» o «Minoia», referidos a los puertos señala la posible existencia
de más de once fondeaderos antiguos. Además las excavaciones arqueológicas han
demostrado la existencia de más de 22 puertos en la costa Sur de la isla, así como
talleres de construcción naval.

Si seguimos la opinión de Pi Warren, el nombre del «Minoia» o «Minoa» también se


podía aplicar a algunos emplazamientos arqueológicos de las Cícladas y el Peloponeso que
conservaban el recuerdo de algún fondeadero o factoría comercial cretense.

En los inicios de la Edad del Bronce la isla cobró un gran protagonismo al encontrarse
magníficamente situada en el centro de estas rutas de comercio en el Mediterráneo (comercio
del ámbar y el estaño).

Comerció en el Mediterráneo (comercio del ámbar y el estaño). Mientras en el interior


y Sur de la isla, fundamentalmente en la llanura de Mesara, la economía se basaba en la
agricultura y la ganadería, en la zona oriental de la isla: Moklos, Dicté y Zacro destacaron sus
fondeaderos, centros de pesca y comercio de una gran actividad económica y de relaciones
comerciales con las Cícladas, Chipre, Cilicia, Siria y Egipto, que indicaban ya lo que sería
más adelante la rica navegación cretense.

Por un lado recibía la beneficiosa influencia de las milenarias culturas de Egipto y los
Imperios Orientales; por otra quedaba imbuida en el comercio del Mediterráneo.

Los barcos minoicos son conocidos a través de los depositados en tumbas y


santuarios o los representados en sellos, en la glíptica o en pinturas. También deben citarse
los dos frisos hallados en Akrotiri, cuyos frescos representan navíos (uno de ellos es conocido
como «la batalla naval»). Por ellos se deduce la existencia de varios tipos de embarcaciones,
algunos de gran potencia, con 30 remeros y doble verga, otros navegación a vela gracias a

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la colocación de un mástil central y una gran vela rectangular. Incluso algunas embarcaciones
con 50 remeros, de entre 40 y 50 metros que eran buques de navegación marítima confirmado
gracias al descubrimiento de un gran astillero en la costa de San Teodoro, cerca del castillo
minoico de Níru Háni”.

Los investigadores actuales han descubierto que tras la fabricación de la embarcación


se podía trasladar a través de sofisticados sistemas de poleas a uno de los dos tanques
construido con piedra caliza, que se llenaban con agua de mar a través de distintos canales.
El primer tanque descubierto tiene 48 metros de largo por 10,60 de ancho y una profundidad
entre 1,80 y 1,30 metros, confirmando que se podía utilizar tras fabricar una embarcación de
hasta 45 metros con capacidad para cincuenta remeros y una gran vela, mientras que las
embarcaciones máspequeñas podían utilizar el otro tanque de 25 x 8 metros.

Fue además en la época minoica cuando se modificaron los barcos de la época, que
hasta entonces eran largos, estrechos y movidos a fuerza de remos.

Los cretenses exportaban fundamentalmente productos agrícolas y de artesanía Los


jarros pintados contenían aceite, vinos, miel y hierbas aromáticas. Otros menos decorados
portaban conservas de pescados y olivas. También comerciaban con cereal, leguminosas y
almendras, y además con joyas, armas y cerámica. A su vez los marinos cretenses
importaban obsidiana de Milos y Nisiros, pórfido y piedra de Lacedemonia, plata de Sifnos y
cobre de Eubea. Heródoto y Tucídides coinciden en sus relatos sobre el mundo minoico en
que estas gentes eran marinos y colonizadores en territorios de debieron situar diversas
factorías tanto comerciales como diplomáticas en el Egeo. Así piensa N. Marinatos que
deberían interpretarse las colonias que, según Tucídides, fueron fundadas en el Egeo por el
propio Minos (TUCÍDIDES, H.“ de la Guerra del Peloponeso 1, 3-5).

También fue importante el comercio con Egipto, atestiguado por numerosos objetos
de intercambio encontrados. Egipto importaba de Creta plata, cuyo valor era el doble que el
oro, maderas, cerámicas y una pasta vegetal resinosa semejante al ládano. A cambio Egipto
proporcionaba el papiro, oro, lapislázuli y piedras preciosas, amuletos e incluso animales
exóticos traídos por las caravanas y representados en las pinturas de Cnoso y Thera. Era
importante la relación comercial con Chipre cuyo principal producto era el cobre.

De Asia Menor se importaba el oro y el marfil de Jaso y Mileto, el natrón, la madera y


el papiro de Biblos, de Siria traían figurillas y objetos de lujo.

De este modo, se produjo una relación y expansión cultural entre el mundo cretense
y los Imperios y las ciudades orientales que repercutirá sin duda en la vida y la evolución
histórica del mundo mediterráneo. Este tipo de comercio exigió la necesidad de crear unos
patrones y medidas para el intercambio. Se crearon medidas de capacidad para líquidos y
grano. También hubo un sistema de pesas y balanzas, contando por el sistema decimal,
siendo la unidad mayor el talento, de origen babilonio. Están descifrados los numerales en la
escritura Lineal A.

Añadamos a ello las vías de comunicación abiertas por la isla y, sobre todo, la precisa
y concreta contabilidad y administración llevada a cabo en los palacios cretenses. Es posible
que gran parte de estas anotaciones se realizará en material perecedero (cuero, papiro,

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madera), pero las tablillas de arcilla secadas al sol escritas en Lineal A han permanecido
como testimonio valioso y decisivo de la escritura y de las actividades mercantiles minoicas.

4. LA ESCRITURA MINOICA

4.1. Caracteres y problemática

De las tres escrituras utilizadas en el mundo egeo cretense, denominadas


convencionalmente: «Jeroglífica», «Silabario A» y «Silabario B», ninguna arroja una luz
decisiva sobre el problema de la identidad minoica, aunque sabemos que fueron utilizadas
las dos primeras, escritura jeroglífica y Lineal A, en los períodos palaciales minoicos (Minoico
Medio y Reciente 1).

Los tres sistemas de escritura son Silabarios abiertos, es decir, cada uno de los signos
aparece en un grupo que representa una sílaba, indicando una consonante o un grupo de
consonantes y una vocal o también una sola vocal. Junto a estos signos silábicos
(Silabogramas), las tres escrituras tienen también anotaciones numéricas (Caritmogramas) y
signos que representan un sistema de medidas con sus unidades, múltiplos y submúltiplos
(Metrogramas).

Es muy posible que el proceso mercantil exigiera unos sistemas económicos


relativamente complejos que, junto a las relaciones exteriores, provocaran la invención de la
escritura, en torno al III milenio.

Por ello, los primeros sistemas de escritura están condicionados por la adopción de
contabilidades elementales, archivos económicos y recuentos de las entradas y salidas de
mercancías. Más del 95% del total de la documentación escrita encontrada son trozos de
arcilla donde se apuntaba la contabilidad (270 objetos están escritos en escritura jeroglífica,
14427 en Silabario A y 4.621 en Silabario B).

En el Bronce Antiguo (MA), los signos de escritura se encuentran a menudo aislados,


en vasos y en sellos minoicos. En principio pudieran ser anotaciones simbólicas de las que
todavía se nos escapa su significación y a las que aún no podemos calificar como escritura
propiamente dicha. En el Bronce Medio (MM) aparecen en marcas de alfarero, ya
atestiguadas en el Minoico Medio 1 (MM 1), pero no pueden ser consideradas como
escrituras. Indican el origen o destino de la mercancía y, en cierta forma, su propiedad e
identidad. Son marcas apotropaicas, pero no una escritura organizada.

Los signos que se encuentran en los sellos del período Prepalacial (MM l-A) se han
encontrado en otros documentos diferentes. Aunque no se puede hablar de escritura en un
sentido estricto, sí podría decirse que indican su arranque o inicio, que parece que sucediera
entre el período prepalacial y la época de los Primeros Palacios (MM l-A y MM II).

La escritura denominada Jeroglífica fue hallada principalmente en Cnoso y Malía. Es


difícil de analizar y descifrar, debido principalmente a la pobreza de su documentación. Los
signos de su escritura son difíciles de identificar por los especialistas que dudan en definir si
éstos pertenecen a una lengua única y por lo tanto, comunes a todos los documentos
jeroglíficos o, por el contrario, estos signos pertenecen a diversas lenguas, lo que hace

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lejanas las perspectivas de su desciframiento. Tampoco se percibe una evolución a lo largo
del período de su utilización. La escritura Lineal A, en cambio, manifiesta una cierta evolución.
Así los estudiosos consideran la existencia de una escritura «proto lineal A» perceptible en
alguna documentación hallada en Festo, fechada a comienzos del MM, más arcaica y otra
más evolucionada, entre el Minoico Medio final y Minoico Reciente, época final de su
utilización. Se han establecido algunas teorías lingüísticas en lo que se refiere a la naturaleza
y origen de esta escritura. Es posible que esta derivara, en parte, de las escrituras autóctonas
de la isla A. Sin embargo otros autores se inclinan por un origen externo C. H. Gordon cree
encontrar en la escritura Lineal A caracteres semitas. L. R. Palmer considera el Silabario A
una lengua emparentada con el luwita, el hitita o con una de las lenguas originarias del Asia
Menor anatólico. F. Schachermeyr defiende un tercer origen de la escritura Lineal A.
Considera esta lengua como esencialmente egea. Esta teoría se completa con las opiniones
de Wi Merlinger y A. J. Windekens, que dan al Lineal A un origen pelásgico, o «lengua de los
pueblos del archipiélago», y subrayan sus paralelos con el tracio. El Silabario A se encuentra
en un área geográfica más extensa que la jeroglífica: Cnoso, Malía, Hagia Triada, Zacro,
Tiliso e incluso en las Cícladas (Filacopi, Akrotiri, Melos). A pesar de ello, contamos con un
núcleo relativamente reducido de documentos (vasos votivos, tablillas, utensilios de metal,
hachas votivas, fíbulas, inscripciones murales, etc.). Es prácticamente seguro que todos los
documentos del Lineal A son de la misma escritura. La dificultad de identificar ciertas
palabras, quizá topónimos o antropónimos, ha hecho pensar en la posible existencia de dos
tipos de lengua: una lengua «profana» o «popular» y otra «sagrada» o «culta», ambas con
unas raíces y palabras comunes.

El Silabario A se encuentra en un proceso de estudio preliminar a su desciframiento,


aunque, aún está lejos su total conocimiento, el minucioso estudio realizado sobre el material
existente de esta escritura y sus posibles relaciones con el Silabario B, el chipro—minoico y
el silabario chipriota clásico podrían contribuir o, al menos, ayudar al desciframiento de esta
escritura minoica con un estudio comparativo. Sobre la naturaleza de ambas y su función se
abren en la actualidad varios interrogantes:

1. ¿Por qué la escritura jeroglífica y el Lineal A coexisten históricamente, teniendo


aparentemente ambas la misma función ornamental, contable y administrativa?
2. ¿Por qué la escritura jeroglífica es la única hasta la fecha que aparece grabada en los
sellos minoicos y no el Lineal A?
3. ¿Por qué la escritura jeroglífica desapareció totalmente en el período de los segundos
palacios (MR 1)?

5. FIN DE LA CULTURA MINOICA

La mayor parte de los centros minoicos fueron destruidos en torno a la mitad del
segundo milenio. Aunque la relación entre esta erupción volcánica y la caída del mundo
minoico sigue teniendo una importante aceptación, los nuevos estudios y métodos de
investigación han puesto de relieve algunas cuestiones, principalmente cronológicas. La isla
cicládica de Thera sufrió al menos tres grandes erupciones volcánicas tras el período
Pleistoceno. La última de ellas está datada en la Edad del Bronce.

Los resultados de las excavaciones arqueológicas indican con bastante exactitud que
la isla estaba habitada en el Bronce Antiguo y Medio, alcanzando una gran prosperidad y

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densidad de población al principio del Bronce Reciente (CRI), siendo la ciudad de Akrotiri
abandonada en tomo a este período. Según N. Marinatos, cuando ocurrió tal catástrofe, el
estilo cretense cerámico pertenecía al MRI-A, estaba al termino de su evolución y el MRI-B,
aún no estaba claramente representado. Estudiosos del mundo Egeo consideran la erupción
del volcán de Thera decisiva para establecer los períodos cronológicos de esta zona
geográfica, pues representaría con ello la caída de los Segundos Palacios (3a Fase Palacial).

N. Marinatos indicaba con bastante acierto en torno al 1930 la notable relación entre
la destrucción de los yacimientos minoicos y la erupción de este volcán. Esta teoría fue
reforzada tras las excavaciones realizadas por el mismo en Akrotiri (Thera) desde 1967 a
1974 obteniendo espectaculares resultados. N. Marinatos estableció en torno al 1500 a.C.,
su erupción, si bien las últimas investigaciones ofrecen variaciones es esta datación:
● La ofrecida por el C14, sugiere una cronología absoluta comprendida entre el 1620 al
1610 a.C.
● Los estudios dendrológicos llevan esta fecha al 1628-1626 a.C.
● Las investigaciones realizadas en Groenlandia sobre las cenizas volcánicas y los
estudios sobre las cenizas de Thera sugieren una datación más alta, en tomo a 1645
a.C.

Todos estos resultados, aunque fueron parcialmente publicados ya entre 1986-87 y


discutidos en el último congreso de Thera. Sin llegar a poder confirmar una fecha concreta
sobre la destrucción de la isla y con ella, relacionar la de los «Segundos Palacios Minoicos»
que podría situar se en tomo al 1600-1625 a.C.

Los efectos de la erupción volcánica fueron destructivos en el mundo egeo en una


dirección Oeste-Sur y en un radio de más de 120 kilómetros a causa de la lluvia de ceniza y
los efectos del gigantesco maremoto producido. Sin embargo, conocemos que Cnoso como
otros centros minoicos sufrió varios movimientos sísmicos a los que la población supo
sobreponerse, restablecerse e incluso superando su prosperidad económica.

El problema surge ante el total abandono de edificios y tierras tras la destrucción y la


siguiente aparición de otro tipo de cerámica y otra forma de vida donde la población vuelve a
surgir.

Al período hegemónico palacial minoico le sucedería otro de decadencia, de luchas


internas, descomposición del poder político, pérdidas humanas, caída del comercio y la
economía.

Los desastres y las catástrofes naturales no hicieron sino aumentar, o tal vez
provocar, la caída total del poder y esplendor minoico y fueron diversas causas las que
provocaron la caída del poder minoico y la ruina de su talasocracia.

Los mitógrafos cuentan la rivalidad entre los soberanos cretenses Minos y Sarpedón,
reyes de Cnoso y de Iltos por las posesiones de Mileto, las guerras llevadas a cabo por
Radamantis, rey de Festo, contra Megara y también las desastrosas relaciones con Sicilia.
Estas fuentes informan sobre una nueva dominación extranjera: los sucesores de
Radamantis, Deucalión e Idomeneo, son nombres griegos. También se relaciona con este
momento la llegada de Teseo, hijo del rey Egeo de Atenas, vencedor del Minotauro.

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La teoría de que la decadencia y caída del mundo minoico fue aprovechada por los
micénicos que implantaron su hegemonía en el Mediterráneo e instalaron una nueva dinastía
en Cnoso no deja de ser seductora para el historiador; sin embargo hay serias dificultades
para su aceptación decisiva.

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