Duelo Por Distanciamiento Familiar

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Duelo por distanciamiento familiar: el dolor por los vínculos rotos

En ocasiones, nos vemos obligados a realizar duelos por personas que


siguen vivas. Sucede cuando, por ejemplo, un hijo, un hermano o unos
padres deciden alejarse y dejar de tener contacto con nosotros.
¿Qué pasa si en un momento dado un hijo ya adulto se aleja de nosotros?
Esta es una realidad con la que lidian muchas personas. Son sufrimientos
silenciados, ambivalentes a veces, desconcertantes y muy difíciles de
manejar. El duelo por distanciamiento familiar es un proceso
complicado, tanto si la ruptura del vínculo es justificada, como si es el
resultado de algo inesperado.
En los últimos años, se ha escrito mucho sobre lo recomendable que
resulta poner distancia de esas figuras cercanas que nos hacen daño. Es
cierto, en ocasiones, dar el paso es necesario para salvaguardar nuestra
salud mental. Sin embargo, en ese juego de ajedrez que es a menudo la
familia, acontecen movimientos y dinámicas que no siempre son fáciles de
entender e incluso de justificar. No siempre hay buenos y malos.
Hay hijos que inician una relación de pareja y dejan de hablar a la
familia. Los temas económicos son el eterno combustible para el fuego de
muchas disputas y amargas distancias. Asimismo, también hay casos de
personas que, debido a un problema mental, como puede ser el trastorno
límite de la personalidad (TLP) pueden tomar decisiones impulsivas poco
congruentes.
Son vivencias de gran complejidad que no están exentas de dolor. Por
ello, en muchos casos, podemos vernos abocados a transitar por un duelo
del que no se habla demasiado… Un duelo por personas amadas que aún
estando vivas hemos dejado de ver.

¿Qué es el duelo por distanciamiento familiar?


Establecer distancia con algún familiar es cada vez más frecuente, pero es
también una realidad silenciada y hasta tabú. Al fin y al cabo, la familia
sigue siendo de cara a la galería, esa institución sacra en la que,
aparentemente, nunca hay fricciones y todo reluce. Sin embargo, es en los
países occidentales donde más distancia existe entre padres e hijos.
Karl Pillemer es un sociólogo y gerontólogo que ha estudiado en
profundidad este fenómeno. En su libro Fault Lines: Fractured Families
and How to Mend Them, documenta la elevada prevalencia de esa ruptura
de los vínculos entre miembros de un grupo familiar.
Se estima, por ejemplo, que casi un 27 % de los estadounidenses ha
cortado la relación con un padre, hijo, hermano, etc. Y que ese
distanciamiento duele, ocasiona estrés crónico y un sufrimiento que no se
aborda psicológicamente.
El duelo por distanciamiento familiar define el malestar emocional que se
experimenta cuando un ser querido se aleja o nos alejamos nosotros.
Porque muchas veces, aunque ese acto esté justificado, no deja de
provocar cierta contradicción, cierto vacío y emociones encontradas que
no sabemos muy bien cómo definir.

¿Cuáles son las estrategias para afrontar este tipo ruptura del vínculo
con un ser querido?
Las razones que desembocan en la ruptura de un vínculo son múltiples y
altamente complejas. A veces, el origen está en los desacuerdos. Padres
que no aceptan a las parejas de sus hijos. Hijos que escapan de sus padres
tras una serie de vivencias traumáticas. Están los conflictos económicos y,
por supuesto, los mentales.
Una parte amplia del duelo por distanciamiento familiar se debe a las
fricciones vividas con un familiar que sufre problemas de salud mental.
Una persona con un trastorno psicológico determinado o con algún tipo
de adicción puede dificultar por completo la convivencia.
¿Cómo lidiar con estas situaciones? Lo analizamos.
Más allá del estigma: aceptar que estas situaciones son comunes.
Hemos asumido que cortar el vínculo con la familia es un estigma. Vemos
con malos ojos al hijo que no se habla con sus padres. Criticamos a los
hermanos que hace 10 años no quieren saber los unos de los otros. Ante
estas situaciones, debemos entender que es un fenómeno común y
altamente extendido.
El problema que tenemos es que no se habla lo suficiente de las
desavenencias familiares y los distanciamientos. También,
que necesitamos mejores profesionales especializados para ayudar a las
personas en estas vivencias. Muchos desean reconciliarse y carecen de
estrategias válidas para hacerlo.
La importancia de la comunicación para aclarar el problema y tomar una
decisión
Buena parte de la dificultad de llevar un duelo por distanciamiento
familiar está en los problemas de comunicación. Trabajos como los
realizados en la Universidad Estatal de Utah, insisten en algo
primordial. En este tipo de situaciones es clave saber comunicarse de
manera asertiva, clara y respetuosa.
Tanto si hay necesidad de reconciliarse, como de suspender el trato de
manera definitiva, es necesario expresarlo y dar argumentos. Solo así
facilitamos el posible acercamiento o el poder manejar el duelo por
ruptura de vínculo. Muchas veces, padres, hermanos o hijos se encuentran
con la ausencia inesperada de ese ser querido y esto es algo traumático.
Lo más decisivo es dejar siempre las cosas claras. Vivir con una
incertidumbre constante sobre el estado de la relación puede ser
devastador y generar situaciones muy volcánicas

Comprensión de las emociones surgidas por el vínculo roto


El duelo por distanciamiento familiar puede suscitar emociones
ambivalentes que van desde la tristeza hasta la rabia. Uno siente dolor por
esa situación, pero también desconcierto e incluso vergüenza. Vergüenza
social, por ejemplo, por tener un hijo que no nos habla. Por tener
hermanos con los que no tenemos relación.
Cada persona vivirá esta situación de una manera única y toda realidad es
respetable.
No debemos reprimir todas esas emociones, porque si hay algo común en
las rupturas de lazos familiares es “no querer pensar en ello”. Sin
embargo, ese vacío está lleno de incomodidades, vacíos, nudos sin
desenredar, palabras dichas y no dichas… Son dimensiones que es
necesario abordar.
Profundicemos en cada emoción sentida, en cada pensamiento
doloroso… Hablar con figuras de apoyo válidas sobre todo lo que sentimos
nos será de gran ayuda
El duelo por distanciamiento familiar requiere reformular nuestros lazos e
intentar vivir en el presente.
La familia no es una institución sagrada que todo lo vence y que siempre
se mantiene a flote. A veces, puede desintegrarse. En ocasiones, hasta se
reformula de otro modo, con otros miembros más significativos. Sea como
sea, el duelo por distanciamiento familiar nos obliga a reflexionar sobre
nuestros vínculos y dar forma a una nueva etapa.
Es frecuente que muchas de esas personas están separadas de un
miembro de la familia, vivan esa realidad con tristeza y anhelo de
reconexión. Desearían volver atrás y resolver ciertas cosas. Sin embargo,
esto no siempre es posible. El duelo nos obliga a sanar el pasado y
centrarnos en el presente.
Si tenemos un hijo, hermano, padre o madre que no desea vernos,
aceptemos su decisión. Focalicémonos en quienes tenemos cerca,
amando y cuidando de esos vínculos que sí son gratificantes y
correspondidos; tanto si son familia como si no. Echar de menos es
permisible, añorar situaciones positivas del pasado también.
Por otro lado, si somos nosotros quienes hemos decidido poner distancia,
recordemos las razones que nos han llevado a ello. Hay decisiones
tajantes que deben tomarse por nuestro bienestar. Sentir cierta tristeza
por lo que no pudo ser también es lógico y respetable.
Para concluir. En la actualidad son cada vez más quienes llevan a la
espalda el peso de una mochila llena desencuentros y malestares a causa
del distanciamiento familiar. Necesitamos abordar esta realidad de
manera especializada para reconducir a quien sufre por ese lazo roto,
hacia un espacio de mayor tranquilidad y aceptación.

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