Ficha - INTRO BIBLIA

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FICHA DE EVANGELIZACIÓN

COMPRENDIENDO LA
SAGRADA ESCRITURA
INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA

1 Juventud y Familia Misionera


Material elaborado por la Oficina de Juventud y Familia
Misionera para México y Centroamérica.
© Copyright
Todos los derechos reservados
Centro de Promoción integral A.C.
www.demisiones.org

Juventud y Familia Misionera 2


ÍNDICE
Antes
1. ¿Por qué es tan importante este tema?
2. ¿Cuáles son las ideas clave?
3. ¿Qué necesito preparar?

Despertar
1. Lectura del Evangelio
2. Puntos de reflexión del evangelio

Responder
1. Contenido formativo
2. Actividad para niños, jóvenes y adultos

Acompañar
1. Convicciones: Actitudes concretas para vivir.
2. Decisiones: Propósito personal (positivo, concreto y medible).
3. Rincón de la oración

Material de Apoyo
Bibliografía

3 Juventud y Familia Misionera


Antes

¿POR QUÉ ES TAN


IMPORTANTE ESTE TEMA?
La Sagrada Escritura narra nuestra historia de salvación. Es uno de los medios,
junto con la Sagrada Tradición, que Dios utiliza para transmitir su revelación a los
hombres a lo largo de los siglos. Es importante saber que fue escrita por autores
humanos, inspirados por el Espíritu Santo, en idiomas, lugares, culturas y contex-
tos históricos muy diferentes al de nosotros. Por esto, no siempre es fácil entender
correctamente lo que el autor humano quiso decir en lo que escribió. La manera
correcta de interpretar la Biblia es por medio de la acción del Espíritu Santo en
la Iglesia, que la guía para que todo lo que enseña sobre ella sea verdadero y no
contenga errores. Jesucristo confirió a sus apóstoles la autoridad y el don de la
infalibilidad para enseñar la revelación a todas las naciones. Los obispos, que son
sus sucesores, llevan a cabo esa misión doctrinal en el mundo el día de hoy.

¿CUÁLES SON LAS IDEAS


CLAVE?
• La Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y tienden a un
mismo fin, las dos constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios que
fue entregado a la Iglesia. Su auténtica interpretación ha sido confiada al Magiste-
rio, es decir, a la autoridad doctrinal de la Iglesia Católica que, con su don de infali-
bilidad conferido por Cristo, la custodia y expone con fidelidad (DV, 10).

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• Decir que la Escritura está inspirada por Dios y que es su Palabra, significa
que Dios es su autor. Él inspiró a los autores humanos, actuando en ellos y por
ellos. Así, Dios se aseguró de que los autores enseñaran, sin error, las verdades ne-
cesarias para nuestra salvación.

• La Biblia es una colección de libros que fueron escritos en diferentes luga-


res, a lo largo de varios siglos, por diferentes autores humanos que fueron inspira-
dos por Dios. Más tarde, estos escritos fueron recopilados por la Iglesia Católica en
un solo libro.

• La Biblia es obra de la Iglesia, ella decidió cuales libros son los que la confor-
man. Además, es importante recordar que la Tradición antecede a la Escritura y que
la Escritura procede en gran medida de la Tradición oral. Así, “la Escritura se ha de
leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita” (DV 12,3). Por esto,
solo el Magisterio sabe entender e interpretar el verdadero sentido y significado de
lo que en ella está escrito.

• Hay tres criterios fundamentales que debemos respetar para leer e interpre-
tar la Biblia conforme al Espíritu que la inspiró (CEC 111): estar atentos al conteni-
do y unidad de la Sagrada Escritura; leer la Escritura en la Tradición viva de toda
la Iglesia; estar atentos a la analogía de la Fe.

¿QUÉ NECESITO
PREPARAR?
• Estudiar el tema y preparar la plática.
• Llevar el material necesario para las actividades: Versículos e instrucciones.
• ¡Orar! Haz una oración por todas las personas que van a estar en la catequesis.

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TÉRMINOS IMPORTANTES
-ALIANZA: juramento sagrado que establece un vínculo familiar eterno.

-BIBLIA: colección de libros cuyos autores humanos fueron inspirados por el Es-
píritu Santo para escribir las verdades de fe.

-CANON: lista de los libros de la Biblia que la Iglesia reconoce como inspirados.

-INSPIRACIÓN: significa la guía o influencia de Dios. Los autores humanos de la


Sagrada Escritura escribieron por inspiración del Espíritu Santo todo lo que Él les
indico y nada más. Debido a esta acción, Dios es el autor de todos los libros de
la Biblia.

-INFALIBLE: incapaz de confundir o de engañar. La Biblia y la doctrina de la


Iglesia, cuando enseñan sobre materias de fe o de moral, son infalibles debido a
la protección especial de Dios.

-INERRANTE que no contiene errores. La Escritura es inerrante; es decir, siempre


enseña la verdad, nunca la falsedad.

-MAGISTERIO: autoridad doctrinal de la Iglesia que, guiada por el Espíritu Santo,


interpreta las Escrituras y la Tradición.

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Despertar

LECTURA DEL EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 18-20

“Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y
le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos
ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los
amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está
con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y
entonces ayunarán en aquel día”.

PUNTOS DE REFLEXIÓN
DEL EVANGELIO
• ¿Por qué Jesús responde diciendo que sus discípulos no pueden ayunar
mientras Él siga con ellos?

• ¿Por qué se autonombra “el esposo”?

• ¿Quién es la “esposa” de Cristo?

• ¿Por qué va a haber un momento en el que Cristo ya no este con los apóstoles?

• ¿Qué significa que el esposo será arrebatado y “entonces ayunarán en


aquel día”?

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REFLEXIÓN
San Juan Pablo II, papa
Audiencia general, 23 de noviembre de 1994.

[…] 2. En el ambiente de la tradición de su pueblo, Jesús toma esa imagen para


decir que él mismo es el esposo anunciado y esperado: el Esposo-Mesías (cf. Mt
9, 15; 25, 1). Insiste en esta analogía y en esta terminología, también para expli-
car qué es el reino que ha venido a traer. «El reino de los cielos es semejante a
un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo» (Mt 22, 2). Parangona a sus
discípulos con los compañeros del esposo, que se alegran de su presencia, y que
ayunarán cuando se les quite el esposo (cf. Mc 2, 19-20). También es muy conoci-
da la otra parábola de las diez vírgenes que esperan la venida del esposo para una
fiesta de bodas (cf. Mt 25, 1-13); y, de igual modo, la de los siervos que deben
vigilar para acoger a su señor cuando vuelva de las bodas (cf. Lc 12, 35-38). En
este sentido, puede decirse que es significativo también el primer milagro que Je-
sús realiza en Caná, precisamente durante un banquete de bodas (cf. Jn 2, 1-11).

Jesús, al definirse a sí mismo con el título de Esposo, expresó el sentido de su


entrada en la historia, a la que vino para realizar las bodas de Dios con la huma-
nidad, según el anuncio profético, a fin de establecer la nueva Alianza de Yahveh
con su pueblo y derramar un nuevo don de amor divino en el corazón de los hom-
bres, haciéndoles gustar su alegría.
Como Esposo, invita a responder a este don de amor:
todos están llamados a responder con amor al amor...

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Responder

CONTENIDO FORMATIVO
1. Sagrada Escritura: historia de amor
La Biblia es una colección de libros que relatan la gran historia de amor entre
Dios y su iglesia. En la Antigua Alianza, la iglesia de Dios fue el pueblo elegido,
Israel. Ahora, en la Nueva Alianza que estableció Jesucristo, su Iglesia somos to-
dos nosotros que hemos sido bautizados. Esta historia de amor comienza en Dios,
en la comunión perfecta de amor eterno de la Santísima Trinidad. Antes de que
existiera la creación, el amor entre Dios Padre, Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo
siempre había existido. Jesús le dice al Padre: “Padre, quiero que los que tú me
diste, estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has
dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo” (Jn 17, 24). Antes
de que algo más existiera, existía el Amor. De ahí que nosotros fuéramos creados.
Dios en su plenitud quiso compartir con nosotros su existencia en el amor y por
esto toda la historia de la salvación es la historia de la alianza matrimonial de Dios
con su pueblo.

Una alianza es un juramento sagrado que crea lazos de parentesco. Es un pacto


que establece un vínculo familiar eterno. Dios hace una alianza con nosotros para que
seamos su pueblo y Él nuestro Dios y así, estemos siempre con Él. Ya no somos sus
creaturas, somos su familia. Él desea una unión tan íntima con nosotros que Él mismo
la describe como una unión esponsal por su intimidad, fidelidad y exclusividad.

Dios se ha revelado como el Esposo de su pueblo para ayudarnos a entender el


lazo de amor que tiene con nosotros y que nos hace su familia. Nuestra unión es
nupcial porque no hay otro lazo relacional más sagrado y de mayor valor entre los
hombres que la alianza matrimonial. El matrimonio fue instituido por Dios para

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ser una imagen de la comunidad de amor de la Santísima Trinidad. El amor entre
las tres divinas personas es tan fuerte que son un solo Dios. De igual manera, el
matrimonio hace que el amor de los esposos sea de tal manera que “los dos se-
rán sino una sola carne” (Mc 10, 8; Mt 19, 5; Gn 2, 24; Ef 5, 31). Desde el inicio,
Dios ha revelado su amor esponsal por su pueblo: “Te hice un juramento. Hice
una alianza contigo y tú fuiste mía” (Ez 16, 8).

“Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y en el derecho, en el


amor y en la misericordia, te desposaré en la fidelidad y tu conocerás al Señor”
(Os 2,21-22).

La relación de Dios con su pueblo es la de un esposo que ama a su esposa con


un amor insondable y eterno, con una fidelidad y ternura inagotable. El Cantar de
los Cantares es un poema que muestra este amor, es el reflejo del deseo de Dios,
que nos busca para unirse a nosotros en una eterna comunión espiritual: “Yo soy
de mi amado, y él me busca con pasión.” (Ct 7, 6).

La historia de la salvación es la historia de la fidelidad de Dios y de la infidelidad


de su pueblo elegido. Después del pecado original, Dios llama y busca renovar su
alianza primero con Noé, después con Abraham, Moisés, David y por último es-
tablece su Alianza Eterna por medio de Cristo. A lo largo de la Sagrada Escritura
los profetas se refieren a la rebelión e idolatría de Israel como un acto de “pros-
titución o adulterio”. La idolatría del pueblo escogido es para Dios un acto de
adulterio o prostitución porqué Él ha amado y se ha entregado completamente y
sin reservas a su pueblo, manteniéndose siempre fiel a él, en cambio Israel adoró
a otros dioses dándoles un culto que era abominable ante sus ojos:

“Tomaste tus joyas hechas con mi oro y mi plata, que yo te había regalado y te
fabricaste imágenes de hombres con las que te prostituiste. Tomaste tus vesti-
dos bordados para cubrirlas, y pusiste delante de ellas mi aceite y mi incienso.
Y el pan que yo te había dado, la mejor harina, el aceite y la miel con la que yo

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te alimentaba, los ofreciste delante de ellas como perfume de aroma agradable,
oráculo del señor. Tomaste a tus hijos y a tus hijas, los que tú habías engendrado
para mí y lo sacrificaste a esas imágenes como alimento. ¿Acaso no te bastaba
con prostituirte, qué también inmolaste a mis hijos y los entregaste, haciéndolos
pasar por el fuego en honor de ellas?” (Ez 16, 17-22).

Dios nos ama tanto que, aún en la infidelidad y en la idolatría, busca a su esposa,
la perdona y vuelve a renovar la alianza matrimonial con ella: “Pero yo me acor-
daré de la alianza que hice contigo en los días de tu juventud y estableceré para
ti una alianza eterna” (Ez 16, 60).

Dios siguió y sigue siendo fiel, por esto prometió a Israel una alianza que perdu-
rará hasta la eternidad: “Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, les daré un cora-
zón íntegro y una conducta íntegra a fin de que me teman constantemente, para
su propia felicidad y la de sus hijos después de ellos. Estableceré con ellos una
alianza eterna, por la cual nunca dejaré de seguirlos para hacerles el bien y pon-
dré mi temor en sus corazones para que nunca se aparten de mí” (Jr 32, 38-40).

Esta promesa se cumple cuando Dios se hace hombre e inaugura el tiempo nup-
cial de la nueva Iglesia. Cristo es el centro y la plenitud de la revelación divina.
Toda la historia de la salvación gira alrededor de Él y así como Dios se mostró
como el Esposo de su pueblo, Cristo es el Esposo de la Iglesia. Él dejó a su Padre
en el cielo para venir a salvarnos y volverse una sola carne con nosotros, encarnán-
dose y haciéndose hombre para siempre (Gn 2, 24). Al hacerse completamente
hombre, Jesús santificó y redimió a la humanidad. Él nos santificó y nos liberó de
la mancha del pecado y de la muerte: “Maridos, amen a su esposa, como Cristo
amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó con el bau-
tismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una iglesia resplandeciente, sin
manchas ni arrugas y sin ningún defecto, sino santa e Inmaculada” (Ef 5, 25-27).

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El Antiguo Testamento anunció la unión entre Dios y los hombres por medio de
Jesús, y el Nuevo Testamento nos da el contexto espiritual de cómo sucedió. Je-
sús presenta la llegada del reino de Dios como una boda donde Él es el esposo:
“¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con
ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado y entonces ayuna-
rán” (Mt 9, 15). Esta boda se realiza entorno al contexto del matrimonio judío.
Para poder entender mejor las palabras de Cristo, necesitamos conocer como era
una boda judía en el tiempo de Jesús.

La tradición antigua del matrimonio hebreo consistía de dos partes: los esponsa-
les (kiddushin y erusin) y la ceremonia de matrimonio (nisu’in). Kiddushin signifi-
ca literalmente santificación y proviene de la palabra hebrea kadosh que significa
sagrado o consagrado. Los novios se consagraban el uno al otro en la alianza del
matrimonio.

Era costumbre que el pretendiente acudiera junto con su padre a la casa de la


futura novia para acordar los términos del matrimonio, especialmente la dote que
el novio tenía que darle a la familia de la novia. Cuando llegaban a un acuerdo se
llamaba a la novia para que diera su consentimiento bebiendo de la misma copa
de vino del novio y él le entregaba algo de valor que simbolizaba la alianza que
él estaba estableciendo con ella, usualmente era un anillo liso de oro. Después se
firmaba el contrato de esponsales llamado shitre erusin (redactado por las auto-
ridades y costeado por el futuro novio) frente a dos testigos del novio (padrinos).
Para finalizar se hacía una bendición para consagrar la unión de los novios. Desde
ese momento, la pareja era considerada como esposos y el matrimonio tenía
efectos legales. Si se quería disolver era necesario un divorcio legal. La infidelidad
durante esta etapa era tratada como adulterio y la propiedad de la mujer pasaba
a ser virtualmente del esposo. Después de los esponsales, los novios eran sepa-
rados y debían esperar un tiempo más o menos de un año para que se llevará a
cabo la ceremonia de matrimonio y empezaran a vivir juntos.

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Durante este tiempo, la novia se preparaba para su futuro papel de esposa y con-
feccionaba su vestido de novia. Antes de la ceremonia, también debía de cumplir
con un ritual de purificación (Mikve) que la preparaba espiritualmente para su
nueva vida. Al mismo tiempo, el novio preparaba el hogar para la nueva familia
dentro de la propiedad de su padre. A lo largo de este periodo de preparación
los novios no podían verse, solo se podían comunicar por medio de los testigos
del novio. El padre del novio determinaba en qué momento su hijo estaba pre-
parado para ir a buscar a la novia, dependiendo de si el nuevo hogar estaba listo.

Cuando finalmente llegaba el día de la ceremonia nupcial, el novio iba a buscar


a la novia a medianoche. Ella, junto con sus damas, debía de estar preparada
con lámparas para poder formar parte de la procesión hacia la casa del novio. La
parábola de las diez vírgenes imprudentes (Mt 25, 1-13) hace referencia a este
momento. Cuando el novio llegaba a la casa del padre de la novia, anunciaba su
llegada con el sonido del shofar y era recibido por los invitados que habían ido
a encontrarse con él. Así, los novios eran llevados en una procesión festiva llena
de antorchas, música, baile, etc. hasta la casa del padre del novio. Ahí se llevaba
a cabo la ceremonia de bodas y los esposos eran conducidos a la habitación nup-
cial (cheder) y al lecho nupcial (chuppah) para que consumaran el matrimonio.
Después los novios salían de la habitación nupcial para dar comienzo a las festivi-
dades y al banquete de bodas. Las celebraciones de la boda duraban siete días.

Cristo vino a la tierra a firmar los esponsales con nosotros. Tomó


de la copa de la nueva alianza y pagó nuestra dote con su sangre.
Ahora, Él está en a la casa del Padre preparando nuestra morada:
“Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya prepa-
rado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que
donde yo esté estén también ustedes” (Jn 14, 3). Durante esta
etapa a nosotros nos toca prepararnos y estar en vela esperando
el regreso de Jesús.

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“Alegrémonos, regocijémonos y demos gloria a Dios, porque han llegado las bo-
das del Cordero: su esposa ya se ha preparado y la han vestido con lino fino de
blancura resplandeciente. El Lino simboliza las buenas acciones de los santos”
(Ap 19, 7-8). Solo el Padre sabe cuándo estaremos listos para que la ceremonia
de matrimonio comience: “En cuanto a ese día y a la hora, nadie lo conoce ni los
ángeles del cielo ni el Hijo, nadie, sino el Padre” (Mc 13, 32).

Entretanto, Cristo se comunica con nosotros por medio de las Sagradas Escri-
turas. Es como una carta de amor que el padrino de la boda, el Espíritu Santo,
nos hace llegar para que conozcamos y amemos a Cristo mientras Él está en la
casa del Padre. “El espíritu y la novia dicen: ¡Ven! y el que escucha diga: ¡Ven!
Quien tenga sed, que se acerque: el que quiera beba gratis del agua viva… ¡Sí,
volveré pronto!” (Ap 22, 17. 20)

2. Palabra inspirada por Dios


La fe católica es la religión de la revelación divina. Esta ha sido transmitida
por medio de la Tradición y de la Sagrada Escritura, que han sido custodiadas y
difundidas por el Magisterio de la Iglesia Católica. Por esta razón, “la fe cristiana
no es una «religión del Libro»” (CEC, 108), sino la religión de la Palabra de Dios,
que es Jesucristo. En un primer momento, la revelación fue transmitida de forma
oral y más tarde fue puesta por escrito. A esta parte de la revelación divina se le
llama: Sagrada Escritura. Los primeros libros del Nuevo Testamento comenza-
ron a escribirse casi veinte años después de la ascensión de Jesús al cielo. En los
primeros años del cristianismo la predicación y la enseñanza de Cristo, y de los
apóstoles fue transmitida por medio de palabras, testimonios y signos. La Sagra-
da Tradición “transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra
de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con
la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan
con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la
Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas” (DV 9).

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La Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y tienden a un mis-
mo fin, las dos constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios que
fue entregado a la Iglesia. Su auténtica interpretación ha sido confiada al Magis-
terio, es decir, a la autoridad doctrinal de la Iglesia Católica que, con su don de
infalibilidad conferido por Cristo, la custodia y expone con fidelidad (DV, 10).

A la Sagrada Escritura también se le conoce como la Biblia. La palabra Biblia


es un término griego que significa “libros”. La Biblia es una colección de varios
libros que fueron escritos en diferentes lugares, a lo largo de varios siglos, por
diferentes autores humanos que fueron inspirados por Dios. Más tarde, estos
escritos fueron recopilados en un solo libro. Los libros del Nuevo Testamento se
originaron a partir de la Tradición oral de la Iglesia, que más tarde fue consignada
por escrito. En el transcurso de los primeros siglos de la historia de la Iglesia Ca-
tólica, esta reunió todos los escritos considerados sagrados y estableció el canon
o lista de libros inspirados que conforman la Sagrada Escritura.

Decir que la Escritura está inspirada por Dios y que es su Palabra, significa que
Dios es su autor. Él inspiró a los autores humanos, actuando en ellos y por ellos.
Así, Dios se aseguró de que los autores enseñaran, sin error, las verdades nece-
sarias para nuestra salvación. Inspiración significa que el Espíritu Santo asistió
a cada uno de los autores de los libros de la Biblia. Ellos fueron guiados por el
Espíritu Santo, y haciendo uso total de sus talentos y habilidades, escribieron lo
que Dios quería y solo lo que Él quería (CEC, 106). Como dice el Catecismo, “las
verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escri-
tura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo” (CEC, 105).

Inspiración no significa que cada palabra fue dictada, sino que los autores comu-
nicaron las verdades que Dios quería que fueran escritas. Ellos actuaron como
instrumentos libres, subordinados e inteligentes ante la acción del Espíritu Santo,
y así escribieron la verdad de Dios en sus propias palabras y utilizando diferentes
estilos literarios.

15 Juventud y Familia Misionera


En la Escritura, Dios habla al hombre adaptándose a nuestra manera de comuni-
carnos. El mensaje divino queda plasmado en lenguaje humano. Así, como Cristo
es verdadero Dios y verdadero hombre, la Sagrada Escritura es verdaderamente
divina y verdaderamente humana. Por tanto, para una correcta interpretación de la
Sagrada Escritura es necesario investigar con atención qué quisieron realmente de-
cir los autores humanos y qué quiso revelar Dios a través de las palabras humanas.

“La palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al len-


guaje humano, como la Palabra del eterno Padre asumiendo nuestra débil condi-
ción humana, se hizo semejante a los hombres” (DV 13).

3. El contenido sobrenatural de la Biblia


La Biblia es sobrenatural porque su origen es divino. Contiene verdades sobre-
naturales sobre quién es Dios, su voluntad y la economía de la salvación. Todos
estos misterios hubieran sido inalcanzables para nosotros si Dios no nos los hu-
biera revelado, porque superan nuestra capacidad de entendimiento.

Estas verdades sobrenaturales contenidas en la Sagrada Escritura comparten de


las cualidades divinas de su autor. Dios es la verdad y todo lo que nos comuni-
ca es verdadero y no contiene errores. También es bondad y amor, por lo que
no tiene la intención de engañarnos. En consecuencia, la Sagrada Escritura es
siempre verdadera e inerrante. Todo lo que está escrito en ella participa de
estas cualidades.

Lo que está escrito en la Biblia no tiene por objetivo ser un conjunto de infor-
mación exacta sobre diversos aspectos del conocimiento humano, sino ser la
verdad que nos guíe a nuestra salvación. Es decir, “los libros de la Sagrada
Escritura, con todas sus partes, en cuanto inspirados por el Espíritu Santo y por
tener a Dios como autor, se proponen comunicar la verdad en cuanto que está
relacionada con nuestra salvación, que es de hecho la finalidad por la que Dios

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se revela” (Pontificia Comisión Bíblica, 2014). Como revelación de Dios mismo y
de su plan de salvación, la Biblia da a conocer el amor de Dios, manifestado por
Jesucristo, quien por medio del Espíritu nos conduce a la perfecta relación con
Él. Por tanto, la Sagrada Escritura nos enseña la verdad sobre cuestiones de fe y
moral (CEC, 107).

Esto no debe entenderse como si solo fuera verdadero lo que concierne a la fe y


la moral. La inspiración concierne a cada texto en particular y a todo el conjunto
de los libros de la Biblia. Cada escrito que la conforma fue inspirado por el Espíritu
Santo, para que fuera parte del Canon que constituye una sola historia de la salva-
ción. Todo lo que la Biblia narra gira en torno a la plenitud de la revelación que es
Cristo. Él da unidad y coherencia a todos estos libros con orígenes tan diferentes.
Reconocer que un libro bíblico está inspirado, significa entender que ocupa un lu-
gar específico, irremplazable y privilegiado dentro de la revelación divina; y que sus
autores fueron impulsados por el Espíritu Santo para expresar verdades de fe en
una obra escrita en momento determinado de la historia y recibido como normativo
por las comunidades creyentes (Pontificia Comisión Bíblica, 2014, num. 56-77).

La inerrancia significa que toda la Biblia expresa y en-


seña la verdad de Dios sin error por ser obra suya. Los
hagiógrafos o autores inspirados, escribieron todo lo que
contienen los libros sagrados por acción del Espíritu San-
to y por tanto, enseñan sólidamente, fielmente y sin error
la verdad que Dios hizo consignar en ellos para nuestra
salvación (DV, 11).

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4. Santidad de la Biblia
La Biblia es santa por la perfección moral de las verdades que contiene. El
objetivo de la revelación divina es enseñarnos quién es Dios y como llegar a Él. Su
finalidad es conducirnos a la salvación. Por esto, la Sagrada Escritura nos mues-
tra, por medio de su contenido, como adorar y dar culto a Dios, y cómo compor-
tarnos como verdaderos hijos suyos.

En el Antiguo Testamento, Dios instruyó al pueblo de Israel en sus preceptos. Le


dio a Moisés una ley con la cual regir su vida y le enseñó cómo adorarlo. En la
Antigua Alianza, Dios comenzó su obra de salvación y preparó a su pueblo para
recibir la redención de Cristo. La Ley del Pentateuco tenía como objetivo mos-
trarle a Israel la manera como se lograría su salvación; dándole ritos y preceptos
que eran una imagen o tipo de lo que Cristo realizaría. Por ejemplo, la Pascua
judía era una prefiguración de la inmolación de Jesús, el Cordero, que con su
sangre nos liberó de la muerte. Cristo dio plenitud a todas estas enseñanzas de
Dios, dándoles su verdadero sentido en la historia de la salvación. Los preceptos
morales y los sacrificios instituidos en la Torá (el pentateuco) proporcionaban un
medio de expiación, pero no conferían la gracia santificante necesaria para que
las personas pudieran vivir en verdadera santidad. Es hasta que Cristo vino y
perfeccionó los preceptos morales del Antiguo Testamento con sus obras y en-
señanzas, que conocimos su verdadero significado. Él nos enseñó cómo cumplir
con estos preceptos a la luz del mandamiento del amor.

“Llegarán los días, dice el Señor, en qué estableceré una Nueva Alianza con la
casa de Israel y la casa de Judá. No será como aquella que hice con sus padres
el día que los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ya que ellos no perma-
necieron fieles a mi Alianza. Yo me despreocupé de ellos, dice el Señor. Y esta es
la alianza que estableceré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el
Señor. Pondré mis leyes en su conciencia, las grabaré en su corazón; yo seré su
Dios y ellos serán mi pueblo” (Heb 8, 6-10 [Jer 31, 31-33]).

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Cristo instituyó la Iglesia y le dio los sacramentos para que, por medio de ellos,
podamos recibir la gracia necesaria para amarlo y seguirlo al cumplir sus manda-
mientos. De esta manera, podemos decir que el Antiguo Testamento nos dirige al
Nuevo y que el Nuevo Testamento perfecciona al Antiguo, siendo los dos santos
y libres de error.

5. La Biblia es literatura sagrada


La Escritura es literatura sagrada porque su autor es Dios. Aunque esté escri-
ta en lenguaje humano, entenderla correctamente requiere cierta preparación y
conocimientos sobre la revelación divina. La Biblia es una colección de muchas
obras escritas por diferentes autores, en diversos lugares, durante miles de años
y en diferentes idiomas. En consecuencia, la forma de pensar y de escribir es
diferente en cada autor. Algunos de ellos escribieron en forma de poesía, como
David y Salomón en los salmos y en el Cantar de los Cantares. Otros, en forma de
carta como Pablo, Pedro y Santiago. Algunos de estos libros están escritos en un
estilo muy sencillo y otros como el Eclesiastés, son filosóficos e intelectuales. En
la Biblia, Dios nos habla por medio de las palabras de los autores humanos que
la escribieron. Por esto, para entender (interpretar) bien la Escritura, es necesario
conocer la intención de los autores. Investigar con atención lo que quisieron ver-
daderamente decir y lo que Dios quiso manifestar en sus palabras (DV 12).

Saber que la Biblia es literatura sagrada nos ayuda a entender que sus autores
utilizaron diferentes formas y técnicas literarias para expresarse. Hay muchos gé-
neros literarios en la Biblia: histórico, poético, sapiencial, profético, apocalíptico,
epistolar, legislativo y narrativo. Los autores sagrados también utilizaron muchas
técnicas literarias diferentes: aliteración, alusión, antropomorfismo, hipérbole,
metáforas, símiles, paralelismos, simbolismos, personificaciones, etc. Si no cono-
cemos cómo funcionan estas formas y técnicas, no podremos entender el verda-
dero significado de lo que los autores inspirados querían transmitir.

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También es importante saber que la Biblia es literatura muy antigua. Sus libros más
recientes son los del Nuevo Testamento y tienen casi dos mil años. No podemos
pretender entender estos escritos a través de los lentes culturales que poseemos
hoy. Es necesario situarnos en la cultura, mentalidad e idioma de los autores para
conocer la manera en la que concebían el mundo y entender el sentido de lo que
escribieron. Para descubrir la intención de los hagiógrafos es esencial tener en
cuenta las condiciones de su tiempo, los géneros literarios usados en esa época,
su forma de pensar y de expresarse. La Biblia que leemos en nuestro idioma es
una traducción de los idiomas originales. Toda traducción requiere un tipo de
interpretación. Es necesario redactar el contenido original de manera que tenga
sentido en el idioma en el que se está traduciendo. La forma de expresarse en el
idioma originario difiere mucho de los idiomas en los que normalmente leemos la
Biblia. Por esto, la traducción nunca es literal. Existen expresiones que si fueran
traducidas literalmente no tendrían sentido en nuestro idioma y en nuestra ma-
nera de concebir el mundo. Es importantísimo contar con una traducción fiable y
aprobada por la Iglesia que nos asegure que el texto no ha sido modificado y que
continente el sentido y significado pretendido por el autor.

5. Interpretación de la Biblia
La Sagrada Escritura es mucho más que un libro de acontecimientos pasados y
enseñanzas morales. Es la Palabra viva y eterna de Dios que siempre es actual.
Por medio de ella, Dios nos habla y cambia nuestros corazones:

“Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber em-
papado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar para que dé la semilla
al sembrador y el pan al que come. Así sucede con la palabra que sale de mi
boca. Ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple
la misión que yo le encomendé” (Is, 55 10-11).

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El designio de Dios fue que la Sagrada Escritura fuera custodiada por la Iglesia
y que ella, por la autoridad con la que Él la confirió, la transmitiera fielmente. La
Biblia es obra de la Iglesia, ella decidió cuáles libros son los que la conforman.
Además, es importante recordar que la Tradición antecede a la Escritura y que la
Escritura procede en gran medida de la Tradición oral. Así, “la Escritura se ha de
leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita” (DV 12,3). Por esto,
solo el Magisterio sabe entender e interpretar el verdadero sentido y significado
de lo que en ella está escrito. El contar con una autoridad competente y fidedigna
para interpretar la Escritura, es muestra de la providencia de Dios hacia su Iglesia.
La autoridad del Magisterio mantiene a la Iglesia en la unidad de la verdad de
Cristo, evitando que sus fieles caigan en errores por interpretaciones personales.

Como ya lo hemos explicado, la Biblia no es un libro fácil de entender por su gran


variedad de estilos literarios, contextos históricos y culturales. Su verdadero senti-
do y significado no siempre es evidente de forma inmediata. Por otra parte, algu-
nos pasajes no pueden ser interpretados de forma aislada, sino que deben ser leí-
dos a la luz de toda la Sagrada Escritura y de la Tradición. Aunque la Biblia consta
de 73 libros individuales, no se deben leer como si fueran libros independientes.
La revelación es una y está centrada en Cristo. Así, la Escritura es una y Jesús
es su centro y corazón. Es indispensable leer todos los libros de la Biblia a través
de las acciones y palabras de nuestro Señor Jesucristo. Es lo que Él les explica a
los discípulos de Emaús: “y comenzando por Moisés y continuando con todos los
profetas, les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras” (Lc 24,27).

La interpretación verdadera de la Biblia solo se encuentra en la doctrina infalible


de la Iglesia. Infalible significa que el Espíritu Santo guía a la Iglesia en la verdad
de lo revelado por Dios. Así, ella no puede enseñar con error en materia de fe y
de moral.

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“Para mantener a la Iglesia en la pureza de la fe transmitida por los apóstoles, Cris-
to, que es la Verdad, quiso conferir a su Iglesia una participación en su propia infa-
libilidad. Por medio del “sentido sobrenatural de la fe”, el Pueblo de Dios “se une
indefectiblemente a la fe”, bajo la guía del Magisterio vivo de la Iglesia” (CEC 889).

Como católicos, podemos estar seguros y confiados de la autoridad doctrinal de


la Iglesia. Ella es guardiana de la Sagrada Escritura y de la Tradición, y preserva y
comunica el auténtico significado de las palabras de Cristo, a lo largo de todas las
generaciones, gracias a la asistencia del Espíritu Santo.

6. Sentido Literal y Espiritual


Para poder comprender a la Escritura, la Iglesia distingue dos sentidos en la que
puede ser interpretada: el sentido literal y el sentido espiritual (CEC, 115-119):

1. Sentido literal Es el que el autor inspirado pretendía expresar


directamente. No se debe confundir con un sentido “literalista” que significaría
traducir el texto palabra por palabra de manera explícita y primaria. El Magisterio
enseña que todo en la Sagrada Escritura es “literalmente” verdadero cuando se
trata de cuestiones de fe y de moral porque fue inspirada por Dios para que nos
conduzca a la santidad (CEC 107, 116). Sin embargo, hay ocasiones en las que
el texto debe interpretarse literalmente dependiendo su estilo o género literario
y la intención del autor, entre otras razones. Para descubrir la intención del autor
es necesario tener en cuenta las condiciones de su tiempo y cultura, los géneros
literarios usados en aquella época, la forma de hablar, sentir y de narrar en aquel
tiempo. En algunas ocasiones, el autor quiso comunicar hechos históricos sobre
acontecimientos reales, como lo que narran los evangelios sobre la pasión y resu-
rrección de Cristo. Sin embargo, es importante recordar que el propósito princi-
pal de la Escritura no es el de presentar hechos científicos o históricos, sino el de
presentarnos lo necesario para nuestra salvación.

Juventud y Familia Misionera 22


Por ejemplo, el relato de la creación en el libro del Génesis. Los tres primeros ca-
pítulos presentan la verdad de como Dios creó todo de la nada, que la creación es
buena, que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, etc. Pero el libro
del Génesis no fue escrito con la intención de hacer una descripción científica de
cómo fue la creación del mundo.

Otro ejemplo sería en un texto metafórico, donde su sentido literal no es lo que


captaríamos del significado inmediato de las palabras: “Yo mismo apacentaré a
mis ovejas y las llevaré a descansar, oráculo del Señor. Buscaré a la oveja perdida,
haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero extermi-
naré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré en justicia” (Ez 34,15-16).

El sentido literal es aquel que corresponde al uso metafórico de las palabras:


Dios nos cuida y protege como un pastor a sus ovejas. También, cuando se trata
de una narración, el sentido literal no significa necesariamente la afirmación de
que los hechos que se están narrando realmente hayan sucedido; de hecho, una
narración puede no pertenecer al género histórico y ser fruto de la imaginación,
como lo es el libro de Job (Pontificia Comisión Bíblica, 1993).

Para comprender en plenitud la Sagrada Escritura es indispensable buscar definir


el significado preciso de los textos como fueron compuestos por sus autores hu-
manos. El sentido literal de la Escritura es aquel querido y expresado claramente
por su autor y en el que se basan los demás sentidos. Siendo fruto de la inspi-
ración, ese sentido también es querido por Dios, su autor principal. El sentido
literal se discierne gracias al análisis preciso del texto, situándolo en su contexto
literario e histórico. El deber de la exégesis (interpretación) es utilizar todas las
posibilidades de la investigación literaria e histórica para poder definir el sentido
literal de los textos bíblicos con la mayor certeza posible. Por esto, el estudio de
los géneros literarios antiguos es muy importante y necesario. La Iglesia, por tan-
to, no propone un enfoque literalista o fundamentalista de la Escritura, sino más
bien un enfoque contextualista (Pontificia Comisión Bíblica, 1993).

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2. Sentido espiritual Como la Biblia es Palabra viva de Dios
contiene una profundidad y alcance inagotable. A la par de su significado literal,
descubrimos un significado espiritual entendido según la fe en Cristo, cuando la
leemos bajo la guía del Espíritu Santo, a la luz del misterio pascual. Es la unidad
que hay dentro de la historia de la salvación, donde todos los acontecimientos
que han sucedido encuentran su sentido y significado en Cristo, sin importar el
momento histórico en el que sucedieron. Todo lo que está escrito en el Antiguo
y en el Nuevo Testamento converge en Jesús y encuentra su plenitud en Él. Es
decir, además de la intención específica del autor, lo que se narra también puede
ser entendido y aplicado a otro momento dentro del contexto de la historia de
la salvación. De tal modo que un suceso histórico narrado dentro de la Escritura
puede ser vivido y entendido en otra situación o contexto diferente.

Por ejemplo, el éxodo de Moisés fue una prefiguración de la redención de Cristo,


que nos liberó de la opresión de la muerte y del pecado (la esclavitud y opre-
sión del Faraón) para llevarnos a la tierra prometida del Reino de Dios, gracias
a las aguas del bautismo (cruce del mar rojo). El Espíritu Santo a menudo hace
posible que haya más de un sentido en un pasaje, incluso sin que el mismo autor
humano fuera consciente. El sentido espiritual nos revela que estas realidades
y acontecimientos son signos de algo más. Otro ejemplo es cuando Jesucristo
citó el salmo 22 cuando estaba en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”. Cuando el Rey David escribió el salmo estaba describiendo sus
propios sentimientos en un momento de dificultad. El sentido literal de este sal-
mo es la descripción de la experiencias y sentimientos del autor, mientras estaba
siendo atacado por sus enemigos. Gracias a que es palabra inspirada, este pasaje
no solo significa el hecho específico que describe, sino que también representa
otros sucesos dentro de la historia de la salvación. Así, en su sentido espiritual, es
la descripción de los sufrimientos de Cristo en la cruz. El catecismo dice: “gracias
a la unidad del designio de Dios, no solamente el texto de la Escritura, sino también
las realidades y los acontecimientos de que habla pueden ser signos” (CEC, 117).

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El sentido espiritual siempre tiene que estar unido al sentido literal, que es su fun-
damento. De igual manera, no se podría hablar del cumplimiento de las Escrituras
si no entendiéramos de manera literal los sucesos narrados dando una continui-
dad y conformidad a la Biblia.

La Tradición de la Iglesia nos dice que hay tres sentidos espirituales que se deben
considerar:
a. El sentido alegórico o tipológico se refiere al significado más profun-
do que se encuentra oculto bajo la superficie del texto. Todo lo que precedió a
Cristo es una imagen o prefiguración (tipo) de lo que había de llegar con su encar-
nación y redención. Las personas y los acontecimientos del Antiguo Testamento
son “tipos” de las personas y/o acontecimientos que encontrarán su equivalente
en el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento, interpretado tipológicamente,
es una profecía de los eventos que ocurrieron en el Nuevo. Por ejemplo, Isaac
cargando la leña para su sacrificio en el libro del Génesis 22, es un tipo de Jesús
cargando la cruz al Calvario. En este sentido, las palabras escritas señalan más allá
de sí mismas, son un signo de una verdad espiritual más profunda.

b. El sentido moral o tropológico ve las lecciones morales de las acciones


de los personajes bíblicos para que nos ayuden a apartarnos del mal y a acercar-
nos al bien. Los eventos en el pasado del pueblo de Israel fueron escritos “para
que nos sirva de lección a los que vivimos en el final de los tiempos” (1 Co 10,
11). Por tanto, podemos aprender a vivir moralmente estudiando la historia de
Israel, las palabras de los profetas y los consejos que se encuentran en los libros
sapienciales y, de hecho, a toda la Biblia.

c. El sentido anagógico nos muestra las realidades y acontecimientos


descritos en la Biblia con relación a la vida eterna. La Iglesia en la tierra es sig-
no de lo que viviremos en el Reino de Dios. El sentido anagógico nos enseña
que nuestra meta no está en este mundo, sino que vamos de camino a la casa
del Padre, en la eternidad.

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Ejemplo para entender cada uno de estos sentidos con la palabra: Templo

• Sentido literal: el Templo en este sentido se refiere al Templo de Jeru-


salén, el edificio físico que una vez fue el centro de culto para el pueblo judío y
donde los sacerdotes ofrecían sacrificios para expiar por los pecados del pueblo.
Ahí, antes de la invasión de Babilonia, estaba la presencia de Dios.
• Sentido alegórico: el Templo también es un tipo de Cristo. Él mismo lo
dice: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar. Los judíos le
dijeron: han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo ¿t tú
lo vas a levantar en tres días? Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso,
cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto y creye-
ron en la escritura y en la palabra que había pronunciado” (Jn 2,19-22).
• Sentido moral: las Escrituras se refieren a nuestro cuerpo como “templo
del Espíritu Santo” (1 Cor 6, 19), gracias al bautismo tenemos la presencia de
Dios habitando dentro de nosotros.
• Sentido anagógico: la Biblia hace referencia al Templo celestial donde
Dios vive y que es nuestro destino eterno.

Por lo tanto, un pasaje de la Biblia debe leerse siempre en su sentido literal, pero
sin excluir su sentido espiritual.

7. Analogía de la Fe
La Sagrada Escritura se debe entender dentro de “la cohesión de las verdades de
la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación” (CEC, 114). Esto significa que
se debe interpretar a la luz y en concordancia de la fe católica. Por ejemplo, en
el Antiguo Testamento se permitía el divorcio entre los matrimonios judíos. Jesús
explicó que Moisés lo permitió por la “dureza de su corazón” pero que esa nunca
fue la intención de Dios cuando instituyó el matrimonio (Mt 19, 3-9). Lo mismo
sucede con la poligamia. Podemos leer que los patriarcas tenías varias esposas
y concubinas. Pero eso no quiere decir que es moralmente lícito para nosotros

Juventud y Familia Misionera 26


tener varios cónyuges. Para interpretar correctamente la Biblia, también hay que
considerar lo que enseñan la ley natural, los demás libros de la Escritura, las prác-
ticas reales de los primeros cristianos (Tradición) y lo que enseña la Iglesia.

Es común que, en la Escritura los autores humanos simplemente informaran so-


bre como vivían y actuaban ciertas personas cómo los reyes y los patriarcas, sin
hacer juicios o comentarios morales sobre ellos. Sin embargo, esto no significa
que sus acciones fueran aprobadas por los autores inspirados. Hay casos en el
Antiguo Testamento donde la intención del autor es solamente la de describir los
sucesos que acontecieron dentro de la historia de la salvación, aunque estos sean
moralmente reprochables como: adulterios, asesinatos y otros delitos morales.
En otras ocasiones, el mismo texto narra las consecuencias de estos delitos, pero
no siempre. En cualquier caso, solamente porque el autor sagrado describa una
acción o situación, no justifica en modo alguno imitarlo hoy en día.

8. La Biblia es siempre actual


La verdad de la Sagrada Escritura es atemporal y siempre es relevante para
todos nosotros por que participa de la eternidad de Dios. En Él, siempre es
presente. Aunque la Biblia fue escrita hace mucho tiempo y contiene historias,
relatos y enseñanzas sobre acontecimientos del pasado, es Palabra viva de Dios.
Su autor humano se encontraba en un momento determinado de la historia, pero
su autor divino es atemporal. Cristo instituyó la Iglesia para que siguiera su obra
dentro de las coordenadas del tiempo y espacio, a las que nosotros por ser hom-
bres estamos sometidos. Le dio a Pedro, a los otros apóstoles y sus sucesores la
autoridad para enseñar en su nombre bajo la guía del Espíritu Santo. Ese man-
dato y asistencia divina permite a la Iglesia enseñar la verdad de la Escritura y de
la Tradición en todas las épocas y lugares sin error. Esta transmisión de la verdad
de fe va acompañada con el desarrollo de su doctrina, que es su profundización
ante problemas y preocupaciones particulares. La verdad es siempre la misma,
la manera de expresarla para transmitirla efectivamente a cada generación, en
cada idioma y cultura puede variar.

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ACTIVIDAD PARA NIÑOS
JÓVENES Y ADULTOS
A. Actividad para niños.
“Yo soy el buen pastor”

Objetivo:

Que los niños niños entiendan el significado de la parábola del Buen Pastor.

Desarrollo:

“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. En cambio, el asala-
riado, el que no es el pastor ni dueño de las ovejas cuando ve venir al lobo, las aban-
dona y huye, y el lobo las arrebata y dispersa. Como es un asalariado, no le importan
las ovejas. Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí”
(Jn 10:11-14).

El responsable de la actividad leerá a los niños la parábola del Buen pastor y les
dará una explicación breve de lo que significa y les hará las siguientes preguntas:
1. ¿A qué se dedica un pastor?
2. ¿Qué les pasa a las ovejas cuando no hay un pastor cuidándolas?
3. Si, ustedes estuvieran cuidando a sus ovejas ¿qué harían si se les aparece un lobo?
4. ¿Qué creen que Jesús haría si a ustedes se les apareciera un lobo?

Al terminar de reflexionar la parábola pueden jugar el siguiente juego:

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EL BUEN PASTOR Y EL LOBO

¿Puede el buen pastor atrapar al lobo para salvar a las ovejas?

Introducción:

Vamos a jugar un juego llamado “El buen pastor y el lobo”. Jesús nos dice, “yo
soy el buen pastor que da su vida por sus ovejas”. Nosotros somos sus ovejas y
Él es quien nos cuida. Las ovejas dependen del pastor para estar a salvo. Van a
haber lobos que nos quieran atrapar, pero nuestro Pastor siempre nos está cuidan-
do. Cuando Él ve a un lobo, ¿qué es lo que hace? Lo corretea. En nuestro juego,
vamos a ver si el lobo puede escapar del buen pastor.

Cómo jugar:

Hay que escoger a un niño para que sea el primer “lobo”. Los demás se sientan
haciendo un círculo grande. Todos los niños que están sentados son las “ovejas”,
y con la excepción de uno, que el lobo va a escoger para que sea un “pastor”.

El lobo empieza a caminar alrededor del círculo y mientras va tocando la cabeza


de cada niño diciendo “oveja”. El lobo puede decir “oveja” cuantas veces quiera,
pero en algún momento va a tener que nombrar a un “pastor”. Cuando nombre
al pastor, ese niño debe pararse y perseguir al lobo. Si el lobo consigue entrar
al círculo de los niños sentados después de dar una vuelta y sin que el pastor lo
toque, cambia su lugar de lobo para sentarse en lugar vacío. Si el pastor toca al
lobo antes de que entre al círculo, el pastor puede regresar a su lugar y el lobo
trata de nuevo.

Se recomienda seguir con el juago hasta que la mayoría de los niños haya pasado.

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B. Actividad para adultos y jóvenes.
Aprender a distinguir: sentido literal y sentido literalista de la Biblia

Objetivo:

Que los participantes entiendan cuál es el sentido literal en el que se debe inter-
pretar la Biblia, es decir, respetando el significado directo querido por su autor.

Desarrollo:

Los participantes discutirán sobre el verdadero significado de los versículos que


se proponen, basándose en las siguientes preguntas:

• ¿Cuál es el contexto de estos versículos?


• ¿Cuál es la diferencia entre una lectura literal y literalista de este pasaje?
• ¿Cómo podría la analogía de la fe ayudar a saber qué es lo que Cristo nos
está pidiendo?

Versículos para analizar:


• “Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala
lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo
tu cuerpo sea arrojado al Gehena.” (Mt 5,30).
• “Si alguien llega a escandalizar a uno de estos pequeños que creen en mí,
sería preferible para él que le ataran el cuello una piedra de moler y lo arrojaran
al mar” (Mc 9:42).
• “Sí, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico
entre en el reino de Dios” (Lc 18, 25).
• “Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas” (Lucas 12, 35).

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Acompañar
CONVICCIONES: Actitudes
concretas para vivir.
¿A qué convicción llegaron?

• La Biblia es Palabra viva de Dios que me habla y me busca para hacerme feliz.

• Cristo es el centro y el corazón de la Biblia. Todo lo que esta escrito en


ella habla sobre Él.

• La Biblia está escrita por autores humanos que fueron guiados (inspirados)
por el Espíritu Santo. Esto quiere decir que su autor es Dios.

• Como Dios es el autor de la Biblia, todo lo que está escrito en ella es verda-
dero y no contiene error.

DECISIONES: Propósito
personal.
¿Cómo voy a vivir mis convicciones en mi vida diaria?

• Voy a tener una Biblia en mi casa para poder conocer mejor a Cristo.

• Trataré de meditar durante la semana las lecturas de la misa del domingo


para entender mejor lo que Dios quiere decirme por medio de la liturgia.

• Le daré las gracias a Dios por siempre buscarme y haberme dejado la Biblia.

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RINCÓN DE LA ORACIÓN
Se recomienda terminar la catequesis con una oración espontanea para dar gra-
cias a Dios por la oportunidad de conocerlo y amarlo mejor. Hay que buscar un
lugar que ayude a las personas a entrar en oración como puede ser una capilla o
un lugar sin ruido.
Oración antes de leer la Sagrada Escritura

Padre Celestial, Quien a través del poder del Espíritu Santo hizo que
todas las Sagradas Escrituras fueran escritas para nuestro aprendizaje,
oramos para que diligentemente estudiemos Tu Palabra,
leamos, marquemos, aprendamos y digiramos interiormente
todo lo que Tú has provisto para nosotros,
para que podamos llegar al conocimiento de la salvación
y Tu voluntad para nuestras vidas.

Abre los ojos de nuestro entendimiento y prepara nuestros corazones


por el poder de Tu Espíritu, para que podamos recibir Tu Palabra
con mucho gozo y regocijo y que podamos salir esta noche
teniendo un entendimiento más profundo de Quien eres.

Que, como Job nos maravillemos de Tu gloria y majestad


mientras desplegamos las preciosas verdades
que están contenidas dentro de sus páginas y que podamos decir
como él, “He escuchado de Ti con mis oídos
pero ahora has abierto mis ojos a verdades espirituales
y entendimiento que nunca antes había tenido”.
Te lo pedimos en el precioso nombre
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, Amén.

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Material y Bibliografía

MATERIAL DE APOYO
3MC - 3 Minute Catechism - Episodio 09 ¿Cómo se transmite la Reve-
lación?
https://youtu.be/2osF-06WtgM

CATEQUIZIS 7 PALABRA DE DIOS Juan Manuel Cotelo


https://youtu.be/kmPjl-QhFRw

VI. BIBLIOGRAFÍA

Concilio Vaticano II. (1965). Constitución Dogmática, Dei Verbum: so-


bre la Divina Revelación.
https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/docu-
ments/vat-ii_const_19651118_dei-verbum_sp.html

Pontificia Comisión Bíblica. (1993). La interpretación de la Biblia en la


Iglesia. https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_
documents/rc_con_cfaith_doc_19930415_interpretazione_it.html

Pontificia Comisión Bíblica. (2014). La inspiración y la verdad de la


Sagrada Escritura.
https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_docu-
ments/rc_con_cfaith_doc_20140222_ispirazione-verita-sacra-scrittu-
ra_sp.html

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