Los 12 Ejercicios Del Estoicismo

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Los 12 ejercicios del estoicismo según Massimo Pigliucci

Los 12 ejercicios espirituales prácticos del estoicismo según Massimo Pigliucci


El estoicismo como forma de vida…
No existe la guía definitiva para ser un estoico ni los 10 mandamientos del
estoicismo (lo siento, millennials).
Hay textos antiguos incompletos y existen lagunas históricas que nos impiden hilar
parte de la historia antigua. Entonces, ¿cómo aplicar una filosofía de más de 2300
años a nuestro día a día?
La solución puede hallarse en una mezcla del hoy con el pasado. Una combinación
de técnicas modernas de terapias cognitivo conductuales con una recopilación de
escritos antiguos. Todo esto, aplicado a lo que a uno mismo le funcione. De poco
servirá tomar estos ejercicios espirituales prácticos si los tomamos como reglas
rígidas pasando por alto las circunstancias personales y el momento actual.
Una recomendación, antes de pasar a los 12 ejercicios espirituales prácticos del
estoicismo, es conocer bien de qué trata esta filosofía para poder comprenderla y así
poder ponerlos en práctica.

12 ejercicios espirituales prácticos estoicos


Los problemas del Siglo II a.C. siguen pareciéndose a los que experimentamos en el
siglo XXI. La tecnología nos ha cambiado la vida pero en esencia nos afectan y
vivimos con las mismas preocupaciones.
Fama
amor
poder
justicia
Los 12 ejercicios espirituales prácticos del estoicismo según Massimo
PigliucciCLICK PARA TWITTEAR
1. Examinar nuestras impresiones
Los eventos, las acciones, las buenas o malas palabras, siempre van a estar ahí. No
van a dejar de suceder. Lo único que podemos cambiar es nuestra percepción sobre
ellas.
A cada reacción sobre un evento externo, debemos repetirnos: “Solo eres una
impresión, no la fuente de la impresión”.
La base es examinar constantemente las impresiones de nuestras emociones. Una
vez que la emoción automática nos embriaga, debemos dejar un espacio reservado al
análisis racional de esta emoción.
Una primera fuente de criba útil es contestar a la pregunta: ¿Está bajo mi control?
Si la respuesta es negativa, la solución vendrá fácil: “No me incumbe”. Si la
respuesta es afirmativa, deberemos actuar en consecuencia.
Un matiz: la frase “No me incumbe” no significa la ausencia de preocupación.
Significa que no existe hecho, acto o palabra que provenga de uno mismo que pueda
hacer que eso cambie, por lo tanto, no deberíamos seguir preocupándonos.
Otras preguntas que se pueden utilizar en ese espacio de análisis son:
^
¿es ésta una reacción proporcionada?
^
¿Sentir esto me beneficia?
^
¿Esta reacción perjudica a mi entorno?
^
¿La gravedad es tal y como me parece?

¿Qué sentido tiene emplear energía en algo en lo que realmente no podemos hacer
nada?
“A los agentes se les impide emprender ningún intento directo para hacer (o ser)
algo que es imposible desde el punto de vista lógico, teórico o práctico”
-Larry Becker, el <<axioma de la futilidad>>
2. Nada es eterno
Héroes del Silencio decía en una de sus canciones: “Para siempre, no hay nada para
siempre”…
…y en el 99,9% de los casos, efectivamente, así es. Piensa en la relación de amistad
con tu mejor amigo o amiga. Valórala, pero piensa que también puede acabar, y no
hay nada malo en ello… el río seguirá su curso.
Cuando beses a tu madre, a tu tio, a tu abuelo, piensa: “Estoy besando a un mortal”
Empieza por las cosas pequeñas, especialmente las materiales. Coge tu disco
favorito, ese que sacaron con el primer single, el mismo firmado por tu cantante
favorito. Cógelo y dí: “si se cae, puede romperse” o “si lo escucho muchas veces,
puede rayarse y dejar de oírse bien”. Es un objeto, trátalo como tal y dale la
importancia justa que tiene.
Este tal vez es uno de los ejercicios estoicos más criticados por muchos puesto que
tiende a malinterpretarse y no tanto por las pertenencias materiales sino en
referencia a las personas allegadas.
El estoicismo es una filosofía basada en el amor y muchas veces se piensa que es
insensible ante los seres humanos. Y nada más lejos de la realidad…
El primer factor a tener en cuenta es el contexto. Hoy en día vivimos en un sistema
(me limito a hablar del continente Europeo) en el que existen multitud de garantías a
nivel social. La comida, agua, techo y medicinas o tratamientos son accesibles a la
gran mayoría. Hace más de 2300 años, la muerte era común y no sólo por las guerras
o el exceso de violencia también por las enfermedades y la falta de comida. La
esperanza de vida era corta y perder seres queridos a una edad temprana (lo que
consideramos a día de hoy prematura) era el pan de cada día.
La clara intención de esta práctica es recordar constantemente lo preciados que son
nuestros seres queridos. ¿Cuántas veces nos habremos arrepentido de no decir un te
quiero o besar a un familiar?
La idea es disfrutar de lo que tenemos hoy ya que mañana no sabemos si podremos
seguir disfrutándolo.
3. Ponerse en situación
Recuerda el típico hecho (al menos, de hace unos meses, antes de la pandemia) de
decidir ir a un centro comercial un sábado para ver una película en el cine.
Antes de coger el coche, ten en mente lo que el plan implica. Ponerse en situación
evitará emociones que nos arruinen el día. Ser conscientes de que es fin de semana,
de que con total seguridad tu y otras 300 familias hayan pensado en que tu plan era
buena idea ese mismo día y a esa misma hora tal vez evite más de un cabreo a la
hora de buscar parking, de hacer cola a la hora de recoger las entradas o de aguantar
al niño maleducado de turno que grita mientras se proyecta el film. Además de
querer ver una película, debemos estar en línea con la naturaleza, por lo tanto, eso es
lo que hemos escogido y eso es lo que experimentamos en consecuencia.

“Esto nunca me va a pasar a mí” o “Esto aquí no pasa” son pensamientos


irresponsables. Por supuesto, no todo irá mal pero tampoco es probable que todo
vaya bien. Las cosas, a pesar de poner toda nuestra voluntad en ello, puede que no
salgan bien y debemos aceptarlas, no pasivamente si no como aprendizaje.
Tu voluntad ha sido ir al cine, los eventos que allí se produzcan no están bajo tu
control.
El objetivo de este ejercicio es disfrutar del viaje, a pesar de las limitaciones que
presente. Al final estamos sujetos a lo que el destino dicte.
4. Usar la virtud
Cada dificultad es una oportunidad para superarse. Soportar dolor te descubrirá
cuáles son tus límites. Privarte de alcohol o dulces descubrirá cuán férreo es el
autocontrol que te procesas. Aguantar a una persona pesada descubrirá qué nivel de
paciencia tienes…
La idea no es sufrir por sufrir. El objetivo es alcanzar lo que los estoicos
denominaban “apatheia”, la denominada tranquilidad mental.
Cada oportunidad es buen momento para practicar la virtud. Epicteto lo resumía en
dos palabras: “Resiste y abstente”
Resistir venía a significar que no hay nada que no podamos soportar.
Abstener se refería, no tanto a renunciar al placer por sistema, si no a mentalizarnos
de que pueden venir circunstancias difíciles en las que tengamos que renunciar al
placer. (Un ejemplo podría ser la pandemia y un placer quedar con familiares o
amigos)
Las vidas sencillas son las más fáciles de llevar, es por esto por lo que los estoicos
no llevaban vidas ostentosas. Preferían vivir con humildad
5. Respira, luego obra
Aquí entraría el dicho: “No ofende quien quiere sino quien puede”.
Si alguien te provoca y tu caes ante esa provocación, sé consciente que tu mente
pasa, en ese mismo momento, a ser cómplice del provocador.
El objetivo es no actuar cegados por el primer impulso instintivo que nos llega ante
una situación problemática. Los pasos vendrían a ser: Detenernos, respirar, analizar
y actuar.
Pensemos en cuánto dolor o cuántas situaciones embarazosas nos habríamos evitado
de no habernos dejado llevar por nuestros impulsos más primarios.
6. Juzga con la misma vara de medir tanto a ti, como a los otros
Así como juzgas a los demás debes juzgarte a ti mismo.
Si en una reunión familiar tu prima pequeña rompe una figura sin querer de tu
estantería y actuamos de manera normal pensando “fue mala suerte”, ¿por qué
habríamos de actuar de distinto modo si nos pasa lo mismo a nosotros? Sea quien
sea el sujeto de la acción, deberemos actuar en consecuencia de la misma forma.
El problema deriva en que normalmente sobrereaccionamos cuando el valor de
juicio es propio.
El buen camino, según los estoicos, es sentir tanto en el infortunio ajeno como en el
propio el mismo nivel de dolor y empatía.
Un suceso muy ejemplarizante es el de dar consejos. Fácilmente tendemos a darlos
pero cuando se trata de aplicarlos a uno mismo, la cosa cambia.

Evitar conversaciones vacías


¿Qué te pareció el gol del jugador “X”?, ¿qué opinas del vestido de la actriz ”Y”?
Son conversaciones que no nos llevan a ninguna parte y hacen perder nuestro
tiempo. Vivimos con la idea de que las conversaciones serias pueden ser aburridas.
Los estoicos valoraban una cena en función del tipo de conversación que se tenía
alrededor de ella.
evitar juicios de valor, cotilleos o rumores
7. Hablar poco y bien
Lo bueno si es breve, dos veces bueno.
Epicteto nos recuerda en esta práctica dos cosas: Evitar conversaciones vacías y
evitar juicios de valor, cotilleos o chismes.
Ambas conversaciones no nos llevan a ningún sitio por lo que deberíamos evitarlas
en la medida de lo posible.
Esta puede que sea una de las prácticas más complejas puesto que somos seres
sociales y hablar es una de nuestras habilidades pero también una de nuestras
perdiciones.
Al final el objetivo es reconducir las conversaciones a algo en firme. A algo que nos
haga crecer como individuos, que nos aporte a nivel intelectual.
8. Escoger la compañía
La vida es corta, por lo tanto, elige bien con quién la compartes.
Aristóteles decía que quería estar con amigos que fueran mejores que él para, de esta
manera, poder aprender de ellos.
9. Reaccionar bien ante las provocaciones
Varios son los casos de estoicos que vestían con ropajes feos y salían a la calle con
el simple objetivo de oír burlas hacia ellos. De esta manera, cuando fueran a dar
mítines ya habrían sentido en sus propias carnes lo que es la mofa y la burla.
Hacer caso omiso a las faltas de respeto de otros dejará desarmado al atacante.
Esta forma de reaccionar ante los hostiles nos proporcionará tranquilidad. Una
reacción que seguro no guste a nuestro “adversario”.
Este tema es delicado puesto que muchos carecen de autoestima o incluso han
llegado a quitarse la vida por este tipo de increpancias. Es por esta razón que si
tenemos la capacidad individual de ignorar un ataque, estará bien llevado pero ante
una injusticia, debemos pasar a la acción, especialmente cuando este tipo de
violencia se practica ante personas vulnerables como pueden ser niños, mayores o
personas con problemas psíquicos.
Importante también es saber diferenciar un insulto de una crítica constructiva. Hacer
oídos sordos ante un insulto es práctico. Ignorar una crítica que pueda hacernos
mejorar en algún ámbito, no.
epicteto
“Si alguien te dice que una persona determinada te ha estado criticando, no te
molestes en excusarte o defenderte. Limítate a sonreír y responde: <<Supongo que
esa persona no conoce mis demás defectos. De no ser así no habría mencionado sólo
eso>>”
10. No hablar en demasía de nosotros mismos a los demás
Contar nuestros éxitos o hazañas suele agradarle más a nuestro oído que al oído del
acompañante. Date el protagonismo que mereces, no lo sobredimensiones.
Tal vez ejercer el autocontrol sea la opción a corto plazo más sencilla.
Piénsalo en tercera persona. ¿Sería agradable escuchar la vida de una persona cual
monólogo dos o tres horas?
11. Hablar sin emitir juicios
Algunos son expertos en hablar sin saber. Seguro que conoces a alguien. ¿Te pasa?
Mientras no conozcamos sus razones, ¿cómo podemos atrevernos a afirmar si lo que
hace esa persona es correcto o no?
Epicteto decía que debemos distinguir entre los hechos que podemos expresar si
estań justificados por la observación y las valoraciones que lanzamos sin tener la
información suficiente. Que una persona haya descuidado su “línea” no es motivo
para entrar en juicios de valor. ¿Qué hay detrás?, ¿tiene algún tipo de problema?,
¿en qué contexto se encuentra?, ¿es dejadez o simplemente se encuentra más
relajado con su alimentación?
En vez de quedarnos en la crítica fácil deberíamos preguntarnos:
^
¿puedo, de alguna forma, ayudarle?
12. Reflexionar sobre nuestro día
Séneca nos animaba a, justo antes de dormir, buscar un lugar tranquilo y oscuro en
casa para poder reflexionar ahí sobre cómo habíamos enfrentado nuestro día.
A algunos les ayuda mucho escribir sus reflexiones en un cuaderno, como Marco
Aurelio. De ahí salió uno de los libros más famosos del estoicismo: “Meditaciones”.
Las tres preguntas que Séneca se hacía eran:
^
¿Qué he hecho mal hoy?
^
¿Qué he hecho bien?
^
¿Qué podría haber hecho mejor?
Sopesando en una balanza buenas y malas conseguiremos poco a poco, con la
práctica de este ejercicio, que ésta se vaya inclinando hacia el lado de las buenas.
Y al contrario de lo que pueda parecer en una primera impresión, el objetivo no está
en castigarnos, ni en encontrar arrepentimiento, consiste en analizar esa situación en
la que nos hemos comportado de una forma que no consideramos correcta y ver qué
alternativas positivas tenemos al alcance de nuestra mano para poder revertir esa
acción o ese sentimiento indeseado.
Biografía de Massimo Pigliucci
Roma fue su ciudad natal. Allí creció y se desarrolló. Su curriculum impresiona. Es
doctor en filosofía y en biología, concretamente en genética y biología evolutiva.
Actualmente es profesor de filosofía en el City College de Nueva York.
Se especializó en estudiar el estoicismo en profundidad y aún a día de hoy se sigue
considerando estudiante, según su perfil en Twitter.
Podemos leer algunos de sus artículos en el New York Times o en el Washington
Post.
A menudo suele escribir en las
webs platofootnote.wordpress.com y howtobeastoic.org
El ser científico y filósofo le ha llevado a buscar las maneras más coherentes de
entender el mundo y las mejores opciones para vivirlo.

Él define el estoicismo como una filosofía de vida, como también lo son el budismo,
el taoísmo o las religiones, descritas por él también como filosofías de vida puesto
que estas comparten los dos pilares básicos de toda filosofía: la metafísica y la ética.
La metafísica no es más que el cuestionamiento de cómo funciona el mundo y la
ética es la encargada de dictar cómo te comportas en él. La base entonces radica en
conocer cómo funciona el mundo para realizar acciones acordes que comulguen con
éste.
Al final, el estoicismo puede verse como una alternativa a la hora de orientarse en la
vida y él ha encontrado una filosofía racional abierta a la revisión, eminentemente
práctica.

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