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La Gula

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LA GULA

Irene Agüero LCR


La gula es el abuso del placer lícito que puso Dios en el comer y en el beber, tan
necesarios para la conservación del individuo.

Expondremos: 1) Su naturaleza. 2) Su malicia. 3) Sus remedios.

1. Naturaleza.
Es el amor desordenado de los placeres de la mesa.
Este desorden consiste en buscar el deleite del sustento por él mismo, y a veces en contra de la
propia salud, considerándole explícita o implícitamente, como un fin. El desorden puede darse
en la cantidad y/o en la calidad de los alimentos y bebidas. Se peca de gula por comer
excesivamente o por excederse en la búsqueda de las exquisiteces (por ejemplo, las golosinas).
El tabaquismo está relacionado con este mismo vicio. Y también la masticación del chicle,
predispone desde niño, para los desórdenes de la oralidad en nuestra cultura.
Los teólogos señalan cuatro maneras de faltar a esas reglas.
Comer antes de sentir necesidad fuera de las horas señaladas para las comidas y sin razón
alguna, solo para satisfacer la gula.
Procurarse manjares exquisitos y cuidadosamente condimentados para gozar mayor
deleite: éste es el pecado de los sibaritas y de los golosos.
Comer y beber más de lo que pide el apetito o la necesidad, atiborrándose con peligro de la
salud. Solo el placer desordenado puede ser la razón de este exceso que en el mundo se llama
glotonería.
Comer con gran avidez como hacen algunos animales. Esto se considera en el mundo
como una grosería.

2. La malicia
Nace de que obliga al alma a servir al cuerpo, materializa al hombre, debilita su vida intelectual
y moral, preparándolo insensiblemente para los deleites de la sensualidad, que, en el fondo,
son del mismo género. Para determinar su culpabilidad es necesario hacer una distinción.

A) Cuándo es pecado grave:


a) Cuando es excesiva y nos deja incapaces por un tiempo notable, de cumplir con las
obligaciones de nuestro estado, o de obedecer a las leyes divinas o eclesiásticas. Cuando
daña a la salud, como ya se ha dicho; cuando es origen de gastos enormes que ponen en
peligro el patrimonio familiar. Y cuando se falta a las leyes de la abstinencia o del
ayuno.

b) cuando es causa de faltas graves.

Según el P. Janvier en su libro Cuaresma (1921), los excesos de la voracidad predisponen


a la deshonestidad, que es hija de la gula.

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* deshonestidad de los ojos y de los oídos, que se gozan con espectáculos, acciones,
bromas, conversaciones, y cantos lascivos.
* deshonestidad de la imaginación que se ofusca y de la memoria que rebusca en el
pasado recuerdos que excitan la voluptuosidad.
* deshonestidad del corazón que demanda afectos carnales, y del pensamiento que se
desboca y se entrega a placeres ilícitos.
* deshonestidad de la voluntad que abdica de su mando para ponerse al servicio de
los sentidos.
* Pecados contra la justicia y la caridad: la maledicencia, la calumnia, la
murmuración, se pronuncian de manera inexcusable y con una libertad
inconcebible... De esta manera se descubren secretos profesionales que son
sagrados; se pone en manos de los demás la buena fama de un amigo, de una
esposa, de una madre, la honra de una familia, y hasta el porvenir de una nación.

B) Cuándo es pecado venial


Cuando nos dejamos llevar del deleite de comer y beber de más, pero sin caer en excesos
graves, sin exponernos a quebrantar precepto alguno de importancia, para hacer honor a una
buena comida, o para dar gusto a un amigo.

C) En el orden de la perfección la gula es un serio obstáculo porque:


1) Fomenta la inmortificación que quita fuerzas a la voluntad.
2) Es origen de muchos pecados como ya se ha visto. Importa mucho reprimirla.

Remedios.
Los ayunos y abstinencias que nos manda la Iglesia son una escuela de templanza en el comer.
Así aprendemos a dominar y a mortificar nuestros apetitos, no sólo el de comer y beber, sino
también todos los demás.
1) Lo primero de todo es comer con una intención sobrenatural. Comer a lo
cristiano, empleando las fuerzas que recobramos para trabajar más y mejor para la gloria
de Dios, y en servicio de las almas. Con un corazón agradecido por su bondad que se
digna darnos el pan de cada día. Con humildad, diciéndonos que no merecemos el pan
que comemos. Así cumpliremos la recomendación que hace S. Pablo: “Ya comiereis, ya
bebiereis, hacedlo todo para gloria de Dios” (1 Cor. 10, 31)
2) Esa pureza de intención nos ayudará para comer con sobriedad. Pero no está de
más advertir que hay distintos temperamentos, enfermedades y situaciones que hacen
que la cantidad de comida o bebida no sea igual para todos. Aténgase cada uno a sus
necesidades y a los consejos de su médico.

3) Con la sobriedad se deben practicar algunas mortificaciones.


A) Como es muy fácil caer en la gula, debemos acostumbrarnos a privarnos de algunos
manjares para adquirir cierto dominio sobre el apetito sensible privándole de algunos gustos
lícitos. De esta manera redimimos al espíritu de la servidumbre de los sentidos, le damos
mayor libertad para emplearse en la oración y en el estudio, y evitamos las tentaciones
peligrosas.
B) Otro excelente ejercicio es acostumbrarse a hacer alguna pequeña mortificación en la
misma comida. Esto tiene la ventaja de dar fuerzas a la voluntad sin dañar a la salud, por lo
cual estas mortificaciones pequeñas son preferibles en general a las grandes mortificaciones
que no se pueden hacer sino raras veces.

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También es bueno agregar un motivo de caridad: dejar, por ejemplo, una pequeña porción para
los pobres, y por ende para Jesús que vive en ellos; y como advierte S. Vicente Ferrer, la porción
no ha de ser de los desperdicios sino de lo mejor, por poca que sea. Otro buen ejercicio es
acostumbrarse a comer un poco de lo que nadie quiere.
C) Entre las mortificaciones más convenientes hemos de poner las que se refieren a las bebidas
alcohólicas. Recordemos sobre esta materia los siguientes principios:
a) El uso moderado de los licores no es un mal; no se puede reprochar por esto a los
seglares ni a los sacerdotes que lo tomen con moderación.
b) Hay casos en que la abstinencia es moralmente necesaria. Por ejemplo, si se tuvo la
desgracia de contraer hábitos inveterados de alcoholismo, entonces el único remedio
eficaz es la total abstención.

Reglas para ordenarse en el comer de S. Ignacio de Loyola [Ejercicios Espirituales 210-217]


1ª regla: del pan conviene abstenerse menos, porque no es un manjar por el cual el apetito se
suela desordenar tanto, o en que la tentación insista tanto como con los otros manjares.
2ª regla: parece más provechosa la abstinencia en el beber, que no acerca de comer pan; por
tanto, se debe mucho mirar lo que es provechoso, para admitirlo; y lo que hace daño, para
rechazarlo.
3ª regla: acerca de los manjares se debe tener la mayor y más entera abstinencia; porque el
apetito en desordenarse, y la tentación en instigar, son más prontos en esta parte. La
abstinencia en los manjares para evitar desorden, se puede hacer dos maneras: la una, en
habituarse a comer manjares gruesos; la otra, si son delicados, comerlos en poca cantidad.
4ª regla: guardándose de no caer en enfermedad, cuanto más el hombre quitare, alcanzará más
rápido la medida que debe tener en su comer y beber, por dos razones:
la primera, porque ayudándose y disponiéndose así, muchas veces sentirá más las
internas noticias, consolaciones y divinas inspiraciones para mostrarle el medio que le
conviene.
la segunda, si la persona se ve en la tal abstinencia, y no se siente con tanta fuerza
corporal ni disposición para los ejercicios espirituales, fácilmente vendrá a juzgar lo que
conviene más a su sustentación corporal.
5ª regla: mientras la persona come, considere que ve a Cristo nuestro Señor comer con sus
apóstoles, y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla; y procure imitarle. De manera que la
principal parte del entendimiento se ocupe en la consideración de nuestro Señor, y la menor
en la sustentación corporal, para que así entienda mejor cómo se debe gobernar.
6ª regla: también, mientras come, puede tomar otra consideración como la vida de los santos,
o alguna pía contemplación, o algún negocio espiritual que haya de hacer; porque estando en
tales cosas atento, sentirá menos delectación en el manjar corporal.
7ª regla: sobre todo guardarse de no estar todo atento a lo que come, ni en el comer vaya
apresurado por el apetito; sino que sea Señor de sí mismo, tanto en la manera de comer, como
en la cantidad que come.
8ª regla: para quitar el desorden es provechoso que después de comer o en otra hora que no se
sienta apetito (es decir que no se esté tentado por él), determine la comida siguiente, la
cantidad que conviene comer, y así cada día; por ningún apetito ni tentación pase adelante. Y
para vencer el apetito desordenado y la tentación del enemigo, si es tentado a comer más,
coma menos.

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Gula por defecto
El Padre Horacio Bojorge S.J. nos advierte que también se puede pecar de gula por defecto,
por no comer lo suficiente. Lo cual puede acarrear problemas como la bulimia y la anorexia:
Actualmente la cultura y los medios de comunicación, así como la industria de los alimentos,
contribuyen a conductas de gula que redundan en enfermedades. Por un lado la propaganda
incita a comer y a beber en exceso. Por otro lado ofrece comidas "light" y productos dietéticos,
que reducen el daño producido por los abusos. Pero también presiona para que algunos grupos
de la población se abstengan de comer por vanidad, en aras del culto de la figura corporal.
Por los excesos en la comida se puede enfermar de muchas enfermedades: insuficiencias
digestivas, circulatorias y cardíacas”… “o la obesidad, común en algunos países o medios
sociales.
… Actualmente, la cultura y los medios de comunicación presionan sobre los jóvenes,
especialmente sobre ellas, para que no coman.

Esto se difunde por distintos medios y mecanismos culturales:


Las muñequitas que forman la imagen de sí misma en la niña pequeña. Una niña que
juega con bebés, se hace de sí misma la idea y la imagen de madre. En cambio, la que juega
con una muñeca modelo flaca, para vestir, se forma una imagen de sí misma a semejanza de
esa modelo. Más tarde, en comparación con esa muñeca, siempre se encontrará gorda.
Las "modelos" y los "modelos" entre los que se cuentan las y los artistas y demás astros e
ídolos.
Los deportes, y las gimnasias, rítmicas o con aparatos, destinados a la "modelación"
corporal o a la exhibición del cuerpo.
Los concursos de belleza o de reinas, y los desfiles de moda.
La industria de la confección, que difunde medidas normativas de lo que debe ser el
cuerpo de la mujer (90-60-90). O que diseña prendas destinadas a la exhibición narcisista
del cuerpo. Narcisista quiere decir enamorado de sí mismo, autocontemplativo ( 1).
Las revistas, donde tienen difusión tanto las modas como las más variadas dietas.
Todos estos y otros estímulos, impulsan, sobre todo a los jóvenes a dos conductas de gula por
defecto que se llegan a convertir en enfermedades psíquicas de difícil curación y en muchos
casos, con consecuencias mortales.
La bulimia consiste en comer en exceso para vomitar luego. Así se satisface primero el apetito,
pero luego se evita asimilar y engordar. El vómito repetido llega a provocar graves hemorragias.
La anorexia nerviosa es la falta de apetito y el ayuno exagerado.
Muchos jóvenes que padecen de estas dolencias psíquicas no se dan cuenta de ello hasta que el
mal se hace grave. Y tampoco la familia se da cuenta muchas veces.
Los jóvenes son particularmente débiles ante estas manipulaciones del imaginario corporal
porque precisamente en los años de la adolescencia están elaborando la relación con su cuerpo
de adolescentes que es para ellos una novedad. En esos años se desarrolla y crece, y adquiere
características propias, al margen y a veces contra su voluntad, que debe reconocer y aceptar,
como parte de la aceptación de sí mismo.

1
El mito de Narciso cuenta que un joven adolescente, llamado Narciso, vio su figura reflejada en el
agua y se enamoró de su propia imagen. Por buscarla, se arrojó al agua y se ahogó. La moraleja del
mito es que los que se buscan a sí mismos, mueren.

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El adolescente es espectador asombrado de los cambios que se producen en él. Por eso, como
Narciso, al descubrirse a sí mismo, tiende a atender mucho a su figura, lo cual es natural en el
adolescente. Pero a veces esta actitud perdura en los adultos inmaduros.
Como se ve, en la gula ya sea por exceso ya sea por defecto, influyen o se reflejan otros deseos,
ansiedades, temores, e insatisfacciones acerca de sí mismo. Se ve también cómo se puede pecar
de gula por vanidad o vanagloria, orgullo o soberbia”.

VIRTUD CONTRARIA: FRUGALIDAD O TEMPLANZA.

Continuamos citando al Padre Bojorge S.J.:


La Templanza es una de las cuatro virtudes cardinales. Consiste en el recto y moderado uso de
los bienes. Cuando uno aprende a comer templada y moderadamente, también usará más
fácilmente con templanza y moderación todos los demás bienes deleitables: el sueño, las
fuerzas físicas, el dinero, el trabajo, las diversiones, el esparcimiento, el deporte....
Jesús es nuestro modelo de templanza, tanto en el ayuno como en el comer. Jesús ayunó como
el Bautista, pero también comió con publicanos y pecadores, y con sus discípulos. Por eso lo
criticaron algunos:
Ha venido Juan Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: “tiene demonio”. Ha venido
el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: “ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de
publicanos y pecadores. (Lucas 7,33-34)
Jesús nos enseña que la mesa es una ocasión sagrada y religiosa del encuentro de personas. Y
así ha de ser la mesa familiar, de la que hay que desterrar toda discusión, ira, violencia o malos
sentimientos. Y en la que se debe evitar todo lo que impida o dificulte la comunicación entre
las personas: por ejemplo, la televisión, las lecturas, etc.
Por algo Dios ha elegido la Eucaristía, es decir un banquete, una comida, y los sacramentos del
pan y el vino, para comunicársenos y darnos vida. Jesús nos enseña también que nuestro
cuerpo es un instrumento del encuentro con Dios y con los demás. Él nos da su cuerpo en
alimento. Así que nuestro cuerpo no es, como lo sugiere la propaganda de nuestra cultura, para
ser contemplado y cultivado como un fin en sí mismo. Eso es egolatría y soberbia de esta vida.
El cuerpo es instrumento de encuentro con Dios y con los demás e instrumento de la
propagación de la vida a través de la maternidad y la paternidad.
Los corintios tenían un refrán que decía: "La comida para el vientre y el vientre para la
comida". San Pablo lo retoma pero lo corrige diciéndoles: "lo uno y lo otro lo destruirá el
Señor. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el
cuerpo... ¿no sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Glorificad, por tanto, a Dios
en vuestro cuerpo" (10 Corintios 6, 12-19).

*****

Bibliografía

Adolfo Tanquerey Compendio de teología ascética y mística – Desclée y Cía. Madrid, 1930
Horacio Bojorge El lazo se rompió y volamos – Ed. Lumen, 2001

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