Sistema Nervioso

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BIOLOGÍA

En el sistema nervioso de las aves es de destacar que poseen un cerebro mucho más
desarrollado que el de los reptiles, peces y anfibios, siendo este la estructura primordial del
sistema nervioso de las aves, pero también hay otras estructuras de gran importancia como
lo son el encéfalo, cerebelo, lóbulos ópticos y médula espinal.

Está constituido por el encéfalo, la médula espinal, los nervios craneales y raquídeos.
El encéfalo, que es una masa esferoidal contenida en el cráneo y unida a la médula por el
bulbo raquídeo, comprende el cerebro, cerebelo e istmo del encéfalo.

El sistema nervioso integra y controla las distintas funciones del cuerpo, mientras que los
órganos sensoriales detectan los distintos estímulos del entorno del ave a los que reacciona.
Las funciones se controlan de
forma activa (voluntaria) o
automática (involuntaria):

El control voluntario se produce


cuando el animal, en su respuesta a
alguna actividad o estímulo, puede
elegir qué acciones (si las hay)
puede realizar. Elige responder de
una manera u otra, como por
ejemplo mover una o varias partes
de su anatomía. Los nervios que
componen esta parte voluntaria
del sistema nervioso se denominan nervios voluntarios o somáticos.

El control involuntario existe cuando el animal no tiene elección y la respuesta a una


actividad o evento se produce sin que el animal tenga ningún control consciente. Ejemplos
del funcionamiento de esta parte del sistema nervioso son la regulación de los latidos del
corazón y la circulación, la digestión y la respiración. Es obvio que el animal no puede
permitirse el lujo de tener que recordar que su corazón late, que su sistema digestivo
funciona o incluso que simplemente respira. La parte del sistema nervioso que regula estas
funciones tan importantes se llama sistema nervioso autónomo o involuntario.

Las aves tienen un gran cerebro en relación a su tamaño corporal. No en vano, la parte del
cerebro que controla el vuelo es la mas desarrollada. El gran tamaño del cerebro en las aves
también se refleja en su alto nivel de inteligencia y en su complejo comportamiento.
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La función principal del sistema nervioso de los peces es la de la integración por medio del
control sobre los órganos y las conexiones con el medio ambiente circundante. El sistema
nervioso de los peces y el endocrino se consideran independientes, pero a menudo trabajan a
la par. Ambos se encargan de transmitir señales a los órganos efectores de maneras
distintas. Las señales del sistema nervioso de los peces son de naturaleza eléctrica y viajan
rápido a través del cuerpo, mientras que las señales del sistema endocrino son hormonales y
viajan lento.

El sistema nervioso de los peces se divide en dos


partes: el sistema cerebroespinal y el sistema
autónomo o vegetativo. El sistema cerebroespinal
está conformado por el cerebro, la médula espinal,
ganglios y nervios craneales y espinales. Por su
parte, el sistema autónomo lo conforman ganglios
y nervios simpáticos y parasimpáticos. Los ganglios
están localizados afuera de la médula espinal y el
cerebro, se tratan de aglomeraciones de somas de neuronas que actúan como centros de
retransmisión por medio de sinapsis con neuronas preganglionares. Los nervios, que son
parte fundamental del sistema nervioso periférico, están formados de conjuntos de fibras
rodeados por tejido conectivo. Éstos transmiten información sensorial y motora entre los
tejidos y órganos, también entre el cerebro y la medula espinal.

Generalmente hablando, los peces tienen cerebros pequeños en relación a su peso corporal.
Los elasmobranquios (tiburones y rayas) tienen un cerebro ligeramente más grande para
una misma masa corporal que los peces óseos. La función básica del cerebro y la médula
espinal es la de coordinar los estímulos sensoriales con las respuestas de músculos y
glándulas. Éstos se encuentran ubicados dentro de estructuras óseas protectoras como lo
son el cráneo y la columna vertebral respectivamente. Del mismo modo se encuentran
rodeados por un sistema de dos membranas llamadas meninges de las cuales una es interna
(endomeninge) y la otra es externa (ectomeninge).

El cerebro y la médula tienen espacios internos denominados respectivamente ventrículos y


conducto ependimario, a través de los cuales el fluido cerebroespinal corre. Este fluido es
producido por áreas altamente vascularizadas del cerebro conocidas como plexos coroideos
y su función es la de distribuir nutrientes y retirar metabolitos.

La mayoría de los órganos internos se encuentran conectados por fibras de ambos sistemas
y las respuestas son casi siempre antagonistas entre ambos. Este sistema entre otras
funciones regula al corazón, los movimientos de ventilación de las branquias y los
movimientos peristálticos del tubo digestivo.
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Si bien, las diferencias son notables entre el cerebro de un monotrema y el de un delfínido o


un primate antropomorfo, en general, la masa cerebral de todos los mamíferos presentan
una complejidad y un grado de desarrollo que no tiene comparación en el reino animal. A
medida que avanzamos dentro de la clase hacia especies más evolucionadas, la corteza
cerebral o substancia gris, considerada la parte noble del cerebro incrementa su volumen, a
la vez que lo hace el número y complejidad de
sus circunvoluciones. El volumen del cerebelo es
también mayor en los mamíferos.
La actividad psíquica de los mamíferos es muy
superior a la del resto de los animales, y en las
especies más evolucionadas se aprecian rasgos
de memoria e incluso de inteligencia.

El sistema nervioso de los animales


vertebrados mamíferos se encarga de captar las
señales tanto externas como internas, las procesa y actúa en consecuencia. Todo
movimiento, proceso y función está mediado por el sistema nervioso.

Las células que componen el sistema nervioso son las neuronas y las células gliales. Aunque
las neuronas reciben la mayor atención, también la glía es imprescindible. Se estima que
hay unas 86000 millones de neuronas en el encéfalo humano, mientras que el número de
células gliales, dependiendo de la especie, puede ser similar. Las neuronas son células que se
comunican entre sí fundamentalmente mediante sinapsis y cada neurona puede recibir
información de miles de otras neuronas, enviando a su vez información a otras tantas
neuronas. Pero además, las señales que se envían las neuronas entre sí son muy diversas y
su efecto en la neurona diana depende del tipo de receptor que ésta contenga y de la
información que está recibiendo simultáneamente de otras neuronas. Con estos números y
este grado de interconexión es fácil imaginar la enorme tarea que supondrá para la ciencia
entender cómo funciona el sistema nervioso.

Algo a tener en cuenta es que las neuronas de un invertebrado simple son esencialmente
iguales a las de vertebrado con un gran cerebro, y lo que hace realmente distinto a un
encéfalo de un vertebrado de un ganglio de un invertebrado es el número de células
implicadas, y sobre todo cómo están conectadas entre sí formando conexiones funcionales.
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El sistema nervioso de los anfibios, al igual que en otros animales, cuenta con una central
nerviosa: el cerebro. Este órgano se define como relativamente simple en las ranas,
salamandras y cecilias. Sin embargo, la disposición simplificada de las neuronas y fibras
nerviosas de los cerebros, cuentan con todos los aspectos estructurales que presentan los
vertebrados amniotas.

De esta manera, el cerebro de los anfibios tiene las


mismas regiones principales que otros grupos como los
reptiles y mamíferos, aunque muchos de estos
compartimentos tienen un desarrollo limitado, mientras
otras se han especializado. En el sistema nervioso de los
anfibios, el cerebro tiene una forma alargada, con
algunas flexiones menores, excepto en las gimnofionas
(cecilias), en las cuales existe una flexión pronunciada en
el eje longitudinal del tronco encefálico. El lóbulo
anterior cuenta con hemisferios telencefálicos tubulares
con ventrículos laterales anchos. Estos son bastante
prominentes en las cecilias, pues se extienden en sentido
caudal, cubriendo una buena porción del tronco encefálico. Por su parte, el telencéfalo
tiene bulbos olfativos principales, así como accesorios, que se ubican en el polo rostral.

El diencéfalo representa la porción caudal del lóbulo anterior y se presenta como un cilindro
estrecho. En esta región hay un tercer ventrículo cubierto de manera dorsal por un plexo
coroideo, así como con ganglios habenulares conspicuos. Por su parte, el mesencéfalo es
característicamente grande en los anfibios anuros (ranas y sapos), en comparación con los
otros dos grupos de esta clase. Esto se debe a la expansión del techo óptico y la región del
torus semicircularis. Estas son homólogas al colículo superior e inferior de los mamíferos. En
las cecilias, al contrario de los anuros, el mesencéfalo resulta muy pequeño, lo que se
relaciona a la simplificación secundaria del techo óptico. Esto tiene mucho sentido si
recordamos que la mayoría de cecilias tienen hábitos fosoriales, por lo cual, tienen un
sentido de la visión bastante reducido.

El sistema nervioso de los anfibios, en etapa embrionaria, cuenta con tres vesículas
primarias, el rombencéfalo, mesencéfalo y prosencéfalo. Estas se dirigen en sentido caudal a
rostral. El rombencéfalo consiste en siete a ocho rombómeros, mientras que el mesencéfalo
tiene un mesómero. El prosencéfalo se divide en dos secciones o componentes que son el
diencéfalo caudal y el prosencéfalo secundario rostral. Este último es el que da origen a la
región ventral del hipotálamo, la región dorsolateral de las vesículas oculares y las vesículas
telencefálicas y área preóptica. Según los modelos establecidos en el sistema nervioso de los
anfibios, el hipotálamo se vuelve topológicamente rostral al diencéfalo, mientras que el
telencéfalo se desarrolla a partir de la región dorsal o alar del hipotálamo.
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El sistema nervioso autónomo de los reptiles consta de dos cordones nerviosos de


funcionalidad antagónica. En la médula espinal se observa una clara separación entre las
neuronas sensitivas y las motoras, igual que en los mamíferos. Los ojos de los reptiles pueden
presentar párpados móviles o no.

El sistema nervioso de los


reptiles está formado por un
encéfalo con forma alargada,
es estrecho, sobresalen lóbulos
ópticos y poseen un tercer ojo
vestijal con la característica de
ser un foto y termo receptor.
Además de encontrar en la
retina
tanto conos como bastones. La
piel posee muchas terminaciones nerviosas ayudando al animal a desarrollar una sensibilidad
hacia todos los cambios o alteraciones producidos en su alrededor.

El sistema nervioso de los reptiles es muy diferente al de los mamíferos. A diferencia de los
mamíferos, está compuesto por dos subespecies diferentes: el sistema nervioso central
(SNC) y el sistema nervioso axónico. El SNC se divide en tres patrones principales: encéfalo,
médula espinal y nervios periféricos. Están conectados entre sí para coordinar la actividad
motora y sensorial. El encéfalo es el área más grande del SNC y se compone de cuatro partes
principales: el cerebro dorsal (cerebro reptiliano), el mesencéfalo, el prosencéfalo y el
telencéfalo. Estas partes del encéfalo están conectadas por una gran cantidad de
conexiones neuronales y cumple una amplia gama de funciones, que incluyen desde el
procesamiento sensorial hasta el control de la actividad motora.

El sistema axónico a su vez se compone de dos subespecies: los glomérulos y los ganglios. Los
ganglios son agrupaciones de neuronas que se encargan principalmente de recopilar
información y enviarla al sistema nervioso central. Los glomérulos por su parte son núcleos
individuales que reciben información del ambiente exterior y la transmiten al sistema
central para procesarla y generar respuestas.
Los reptiles se caracterizan fundamentalmente por un sistema nervioso muy primitivo,
compuesto por un conjunto de músculos que se encuentran conectados a los ganglios. Estos
ganglios están conectados por un tejido nervioso central a diversos órganos. Esto provoca
una incontrolable respuesta a los estímulos externos.

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