Tema 5 - Discapacidad
Tema 5 - Discapacidad
Tema 5 - Discapacidad
La legislación española sobre la materia ha ido avanzando hacia un modelo social que se
caracteriza fundamentalmente por entender que la integración social de las personas con
discapacidad requiere, sobre todo, la adaptación del entorno social a las especiales
capacidades de las personas, de tal forma que se ha de garantizar que aquellas personas
con discapacidad tengan las mismas oportunidades que el resto de los individuos de la
sociedad.
Esta Ley modifica el actual sistema, en el que predomina la sustitución en la toma de las
decisiones que afectan a la persona con discapacidad, por otro basado en el respeto a su
voluntad y a sus preferencias, de modo que, como regla general, será ella misma la
encargada de tomar sus propias decisiones.
→ Las personas con discapacidad son titulares del derecho a la toma de sus propias
decisiones, derecho que ha de ser respetado; se trata de una cuestión de derechos
humanos.
En suma, la discapacidad no existe tanto por las deficiencias que pueda tener una persona,
sino más bien por los obstáculos con los que se enfrenta para poder gozar plenamente de
todos sus derechos, entre los que se incluye el del ejercicio de su capacidad jurídica.
Para lograr la plena inclusión e integración en la sociedad de lo que es un colectivo muy
amplio de individuos es preciosa que se establezcan los ajustes razonables y
mecanismos adecuados para ello, como pueda ser la regulación legal de las medidas de
apoyo para que se permita a la persona tomar sus propias decisiones, sea cual sea su
limitación o enfermedad.
De acuerdo con el art. 249 CC, las personas que por causa de su discapacidad no puedan
ejercitar adecuadamente su capacidad jurídica, podrán proveerse de una medida de apoyo,
de diferente tipo y origen, que tendrán por finalidad permitir el desarrollo pleno de su
personalidad y su desenvolvimiento jurídico en condiciones de igualdad.
Las medidas de apoyo voluntarias están reguladas en los artículos 254 al 262 CC, y se
pueden acuerdan en 2 supuestos:
-Persona no emancipada mayor de 16 años y menor de 18 años: cuando se prevea de
manera razonable y a partir de los 16 años, que un menor sujeto a patria potestad o tutela
pueda, después de cumplir los 18 años, precisar apoyos en el ejercicio de su capacidad
jurídica, la autoridad judicial, a petición del propio menor, de sus progenitores, del tutor o
Ministerio Fiscal, podrá acordar las medidas de apoyo que procedan.
Si el menor ha hecho alguna previsión para cuando alcance la mayoría de edad se le dará
participación en el proceso de adopción de medidas, teniendo en cuenta sus previsiones.
Estas medidas pueden ser tanto para el presente como para el futuro, unilaterales o
contractuales, típicas o atípicas, siempre que tengan la finalidad de prestación de apoyos.
COMPLETAR
La guarda de hecho se configura, tras la reforma, como una medida de apoyo a la persona
con discapacidad, de carácter informar, que puede existir cuando no haya medidas
voluntarias o judiciales que se estén aplicando eficazmente (Art. 263 CC). Se trata, por
tanto, de una medida subsidiaria, si bien es cierto que habrá supuestos en los que pueda
convivir con otros apoyos.
Ahora bien, no será necesario obtener autorización judicial cuando el guardador solicite una
prestación económica a favor de la persona con discapacidad, siempre que esta no
suponga un cambio significativo en la forma de vida de la persona, o realice actos jurídicos
sobre bienes de esta que tengan escasa relevancia económica y carezcan de especial
significado personal o familiar.
5.3.3. LA CURATELA
La curatela es una medida formal de apoyo que se aplicará a quienes precisen el apoyo de
modo continuado (art. 250 CC).
Solo en los casos excepcionales en los que resulte imprescindible por las circunstancias
de la persona con discapacidad, la autoridad judicial determinará en resolución motivada los
actos concretos en los que el curador habrá de asumir la representación de la persona con
discapacidad (Art 269, párrafo 3º)
También podrá exigir en cualquier momento al curador que, en el ámbito de sus funciones,
informe sobre la situación personal o patrimonial de aquella. Sin perjuicio de las revisiones
periódicas de estas resoluciones, el Ministerio Fiscal podrá recabar en cualquier momento
información que considere necesaria a fin de garantizar el buen funcionamiento de la curatel
También debemos mencionar la denominada autocuratela, que regula el art. 271 CC, a
cuyo tenor cualquier persona mayor de edad o menor emancipada, en previsión de la
concurrencia de circunstancias que puedan dificutarte el ejercicio de su capacidad
jurídica en igualdad de condiciones con las demás, podrá proponer en escritura pública el
nombramiento o la exclusión de una o varias personas determinadas para el ejercicio de la
función de curador.
De acuerdo con el artículo 295 CC, se nombrará un defensor judicial de las personas con
discapacidad en los casos siguientes:
1º. Cuando, por cualquier causa, quien haya de prestar apoyo no pueda hacerlo, hasta que
cese la causa determinante o se designe a otra persona.
2º. Cuando exista conflicto de intereses entre la persona con discapacidad y la que haya de
prestarle apoyo.
3º. Cuando, durante la tramitación de la excusa alegada por el curador, la autoridad judicial
lo considere necesario.
Partiendo de los supuestos descritos, sigue vigente, como antes de la reforma, esta figura
del defensor judicial como solución coyuntural ante impedimentos, conflicto de intereses u
otras circunstancias que afecten a las medidas de apoyo, pero además, tras la reforma, se
regula un defensor judicial como medida de apoyo ocasional, aunque sea recurrente de la
persona con discapacidad, de carácter autónomo y desvinculado de otras medidas de
apoyo.
Por lo que se refiere a sus funciones, de acuerdo con la doctrina, se entiende que la
autoridad judicial en la resolución que lo nombre deberá puntualizar las concretas funciones
que le asigna o los asuntos en los que tendrá intervención, dependiendo del caso para el
que es designado.
1. Mayoría de Edad
En nuestro Derecho la mayoría de edad se alcanza de manera automática a los 18 años
cumplidos, tal como establece el artículo 12 CE y el artículo 240 CC.
Existen algunos supuestos legales de carácter excepcional que requieren tener una edad
superior a la mayoría de edad.
Por ejemplo, para adoptar es necesario tener 25 años (art. 175 CC)
Fuera de esos casos excepcionales, la plena capacidad de ejercitar sus derechos por parte
del mayor de edad es la regla general.
Estas instituciones protectoras se hallan presididas por la idea del beneficio del menor y el
respeto al libre desarrollo de su personalidad (arts. 154 y 200 CC)
Por otro lado, también a los poderes públicos les corresponde la protección de los
menores de edad por mandato constitucional.
Así, partiendo del artículo 39 CE, los citados poderes han de ayudar a la familia en el
ejercicio de sus funciones de asistencia a los hijos.
Paralelamente, los poderes públicos están obligados a velar porque los responsables del
menor cumplan debidamente los deberes inherentes a sus funciones de guarda, de manera
que si constatasen que un menor se encuentra en situación de indefensión por el
incumplimiento de aquellos deberes, los órganos públicos competentes deberán intervenir y
brindar al mismo la protección necesaria.
Dada su falta de madurez, el menor de edad carece de la capacidad o aptitud para realizar
cualquier acto con plena eficacia jurídica. De ahí que deba ser representado o, en su caso,
asistido por sus padres o tutor.
-A partir de los 14 años, el menor puede optar por la nacionalidad española o solicitarla por
carta de naturaleza con la asistencia de sus representantes legales
-A partir de los 16 años, el menor puede realizar actos de administración ordinaria sobre los
bienes adquiridos con su trabajo e industria, aunque para los actos que excedan de ella
necesitará el consentimiento de sus padres o tutor (art. 164.3 CC)
Por otro lado, respecto a los actos que puede realizar el menor en función de su madurez,
es de destacar el mencionado artículo 162.1 CC, de acuerdo con el cual quedan excluidos
del ámbito de la representación legal de los padres “los actos relativos a los derechos de la
personalidad que el hijo, de acuerdo con su madurez, pueda realizar por sí mismo”, si bien
“los responsables parentales intervendrán en estos casos en virtud de sus deberes de
cuidado y asistencia”.
Consecuentemente, el menor podrá ejercer por sí los actos concernientes a sus derechos
de la personalidad si tiene madurez suficiente o capacidad natural de actuar
jurídicamente para ello, y siempre y cuando no haya límites legales en la edad para el
ejercicio eficaz de los mismos.
Dicha capacidad natural debe entenderse como aptitud psíquica para entender y querer el
acto concreto que se pretende realizar, aptitud medida para cada caso según la complejidad
y trascendencia del citado acto.