Segundo Ensayo Pensamiento Politico
Segundo Ensayo Pensamiento Politico
Segundo Ensayo Pensamiento Politico
El periodo comprendido entre 1830 y 1899 se caracterizó por una gran inestabilidad
política y económica. Se trató de lo que se conoce como la época del sistema
caudillista en Venezuela. Coincide con la época del declive total de la España Imperial y
la consolidación de Inglaterra como poder marítimo y comercial en el mundo. Venezuela
se batía entre dos posiciones políticamente enfrentadas: el conservadurismo y el
liberalismo. Además de una nueva economía de mercado que sólo beneficiaba al
imperio de turno. Es importante indicar que, en esa convulsionada etapa política de
nuestro país, dos personajes caudillistas marcaron la pauta, entre los que cabe destacar
a José Antonio Páez y de Antonio Guzmán Blanco. Pero también es época de líderes
con un alto grado de conciencia en torno a la justicia social y equidad como es el caso
del general Ezequiel Zamora uno de los protagonistas más importantes de la Guerra
Federal, que buscaba, tal y como lo proclamaba su lema de batalla, “tierra y hombres
libres”.
La configuración social de nuestra patria continuaba siendo casi la misma de la época
de la guerra de independencia. No pasemos por alto que los mismos hombres que
lucharon de manera sanguinaria bajo la bandera española, dirigidos por Boves, Yañez,
Morales. son los mismos hombres que acompañarán a Páez como parte del Ejército
Libertador. Son estos mismos hombres a quienes se les ofreció premios de guerra que
no fueron cumplidos. Son los mismos que una vez desaparecida la Gran Colombia,
sintieron que sus anhelos habían sido defraudados. Son los mismos que estaban
acostumbrados a seguir el liderazgo de los caudillos, como únicos elementos de
dirección política que les ofrecían la posibilidad de llenar sus expectativas. Todo lo
anterior probablemente indicaba la necesidad de sintetizar “autocracia y democracia” lo
cual, en resumen, vendría a ser el “Cesarismo Democrático” que indicaba Laureano
Vallenilla Lanz1.
En esta compleja realidad estaba inmersa nuestro pais, con sus avances y retrocesos,
pero sin una conciencia colectiva y clara de nacionalidad. Esta condición nos mantuvo
en una peligrosa debilidad, tanto hacia lo interno como hacia el plano internacional. Por
eso no debe extrañar que sea en ese periodo cuando nuestra patria, perdió miles
kilómetros de territorio. No olvidemos que, hacia el final de este periodo, en 1899,
fuimos objeto del despojo de 159.500 km² de nuestra Guayana Esequiba, todo ello a
través del tristemente celebre Laudo Arbitral de Paris de ese mismo año, incentivado
por los EEUU en el cual los representantes autóctonos de nuestro pais no pudieron
estar presentes puesto que Inglaterra consideraba que éramos “semi salvajes”2.
Es en este contexto cuando irrumpe la Revolución Restauradora la cual produce una
nueva realidad, una nueva época, la cual trataremos de resumir en este corto ensayo.
1
Laureano Vallenilla Lanz fue un escritor, periodista, sociólogo e historiador, uno de los principales
representantes del pensamiento positivista venezolano. Entre sus obras esta “Cesarismo Democrático
y otros Textos”
2
Gros E. (1981) Inglaterra en Asia Central, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas,
página 16,
1
B. Camino Hacia la Nacionalidad Venezolana.
La Venezuela de fines del siglo XIX se encontraba convulsionada a causa de los
diferentes movimientos insurreccionales que propiciaban la inestabilidad política y
económica. El Liberalismo Amarillo conducido por el presidente Ignacio Andrade,
estaba en plena decadencia, causando un gran descontento en la población y
propiciando la perturbación social. En ese contexto, el General José Cipriano Castro Ruiz
(en adelante Castro) a través de la Revolución Restauradora, irrumpe en la escena
política desplazando del poder al presidente Andrade en el año 1899.
Cabe indicar que, durante el gobierno de Castro, se desarrollaron dos hechos que se
relacionan directamente y que impactaron tanto a lo interno como en lo internacional.
Estamos hablando de la “Revolución Libertadora” y el Bloqueo Naval del cual fue objeto
Venezuela por parte de potencias extranjeras. La Revolución Libertadora tuvo por objeto
desplazar del poder al presidente Castro y se originó por el temor de sus enemigos que el
andino se convirtiese en el líder absoluto de los destinos del país.
La guerra civil, liderada entre otros por el banquero Manuel Antonio Matos, representante
del poder económico de las potencias en el país, también contó con los medios de
comunicación de la época, quienes desarrollaron una especie de “guerra mediática”, con
que trataban de ridiculizar y debilitar la posición del presidente Castro, buscando afectar
la imagen del líder, así como a su vez, la estabilidad y seguridad de la nación.
El Bloqueo Naval se produjo ante la negativa del presidente Castro de pagar las deudas
internacionales — entre ellas a la compañía francesa de cable; al llamado gran ferrocarril
alemán y a la compañía de vapores del Orinoco de Inglaterra— por lo cual y
aprovechando el torbellino político y económico venezolano, las potencias coloniales de
Alemania, Inglaterra e Italia decidieron efectuar, en diciembre de 1902 tal acción de
guerra contra nuestro país.
La respuesta de Castro ante el atropello fue el de llamar a la unidad nacional para
defender la soberanía e integridad del país. Se puede decir que, hacia lo interno, Castro
logró una victoria, debilitando a los sectores opositores a su gobierno. Castro frente a la
agresión externa logró conformar un frente común, despertando en el pueblo un
sentimiento nacionalista y antiimperialista.
Un aspecto a tomar en consideración es que Castro entendía tal como Carl Schmitt que
“la historia universal, es la historia de la lucha entre las potencias marítimas contra las
terrestres…”, por ello, al llegar al poder, se dio a la tarea de mejorar el poder naval
venezolano. Pero aun, con sus buenas intenciones, nuestra armada no estaba preparada
para enfrentar a las fuerzas de las escuadras extranjeras.
El bloqueo a Venezuela produjo importantes cambios en la realidad política internacional.
EEUU se propuso como una especie de “mediador”, sin poner en la práctica su “Doctrina
Monroe”, al tiempo que argumentaba que la misma era para “proteger a los países de
invasiones territoriales, pero no por problemas de deuda”. Con base a ello el presidente
Theodore Roosevelt “ajustó” la doctrina, en lo que se denominó “el corolario Roosevelt”,
en el cual se justificaba la intervención de la nación del Norte ante la supuesta
incapacidad de los países latinoamericanos y caribeños para gobernarse a sí mismos y
supuesta falta de responsabilidad de estos ante sus compromisos financieros
internacionales. Es decir, dicho corolario autorizaba, de facto, la intervención militar a los
países de nuestra región.
2
Estábamos ante el inicio por parte de EEUU de una política exterior más agresiva,
buscando su consolidación y hegemonía en el hemisferio, concentrándose en la defensa
de sus intereses geoestratégicos y en la contención de las potencias coloniales europeas
tratando de impedir su influencia en la región. El imperialismo de EEUU se erigía en
contraposición al de una Europa muy debilitada que dejaba de ser el “ombligo del
mundo”. En resumen, la participación de EEUU, en ese conflicto de 1902, tuvo dos claros
objetivos: reafirmar su hegemonía sobre nuestra región y delimitarla como su área de
influencia frente a la Europa colonial.
No debemos pasar por alto las acciones que en el marco de este bloqueo colonial realizó
el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Luis María Drago, en respuesta a la
actuación imperialista de esas potencias europeas. Se desarrolla una respuesta jurídica
que manifiesta que “ningún Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación
americana con la finalidad de cobrar deudas financieras”. A esto se le conoció en
adelante como “Doctrina Drago” la cual, por supuesto, enfrentaba la opinión de los EEUU
gobierno que la valoraba como elemento que promovía el incumplimiento de pagos de
deudas. Todo esto denota claramente la intencionalidad hegemónica de los Estados
Unidos de Norteamérica, desde su conformación como país soberano.
Después de concluir el bloqueo contra nuestro país, el presidente Castro, consideró
necesario con base a la experiencia obtenida, que una cobertura jurídica era necesaria
para que el Estado-Nación pudiera accionar, dentro de la carta magna, y pode responder
adecuadamente ante una nueva agresión y/o situación de emergencia en el país,
producto de las ambiciones imperiales reinantes. De allí que, en la Constitución de 1904,
en el artículo Nº 80, en torno a las atribuciones del Ejecutivo Federal, en su numeral 8, se
estableció “lo que está permitido hacer en caso de guerra y/o conmoción interior”,
indicando en su aparte G: “Expedir patentes de corso y autorizar represalias”
La patente de corso no era lo único que estipulaba la Constitución. Además de dichas
patentes también la Carta Magna permitía a la República emprender “represalias”, de
manera legal, ante las acciones enemigas. Todo enemigo de la Patria tenía que estar
consciente que cualquier acción suya contra el país iba a ser objeto de respuestas de
igual o mayor magnitud, amparadas en el derecho que tiene pueblo a ser por siempre
libre y soberano.
Al mismo tiempo, durante la presidencia de Castro, en términos generales se produjo la
integración de una vasta región del país que se había desarrollado, hasta entonces, casi
de manera independiente sin una dirección de centralidad, restaurándose el
nacionalismo, y fortaleciéndose el poder central de la república. Podríamos decir que con
Cipriano Castro se inicia también una mirada distinta, seria y comprometida, en torno a lo
que corresponde a la seguridad de la nación de nuestro país, creándose las bases y
condiciones necesarias que con el tiempo permitirían desarrollar el actual concepto de
unión cívico-militar que es parte fundamental de nuestra seguridad y desarrollo.
Pero el Gobierno de Castro no fue inmune a los errores tal como lo indica Domingo
Alberto Rangel. No trató de zanjar las diferencias, impulsando la unidad, lo cual le habría
permitido aislar a los enemigos inoculados por Matos. Pareciera que pudo más su
soberbia que terminó por llevar al ocaso a su Gobierno, en parte al no aprovechar la
circunstancia del bloqueo como elemento unificador de un nacionalismo que requería una
permanente vigilancia para que se mantuviera en el tiempo.
3
Todo lo anterior desembocó en el Golpe de Estado que le propinó en ausencia su
“compadre” el General Juan Vicente Gómez (en adelante Gómez) un 19 de diciembre de
1908, gobernando a Venezuela desde ese día hasta su muerte en 1935. Tiempo después
de la llegada de Gómez al poder, se produce lo que va a considerarse el cambió
económico más significativo de la historia de Venezuela: la irrupción de la explotación del
petróleo. La posibilidad de comercializar el “oro negro” a través de las transnacionales
inglesas y posteriormente americanas, permitieron un cambio de la configuración fiscal de
la Venezuela de ese entonces. Se debe tomar en consideración que los insumos más
rentables, hasta entonces, eran el café y el cacao. Estos, al poco tiempo, van a ser
desplazados por esta nueva realidad.
Sus inicios el régimen de Gómez se sustentó en la misma arquitectura de poder que tuvo
el Gobierno de Castro. En contraposición a la política de Castro — como muy bien lo
sugiere Rangel — Gómez permitió que muchos exiliados regresaran a Venezuela. Es
decir, en sus primeros años Gómez “respetó en cierto modo las libertades públicas en un
país que quería algo distinto”. Los viejos caudillos que regresaron habían perdido la
conexión con la realidad de un pueblo que había realizado enormes sacrificios sin
obtener recompensas. Gómez aprovechó esta circunstancia a fin de eliminarlos
completamente creando una suerte de organismo burocrático que no tenía poder alguno:
el llamado Consejo Federal, en donde incluyó a muchos de estos generales, para que
tuvieran la ilusión de que aún tenían cierta influencia, cosa que no era cierta, incluso
Gómez llamaba sarcásticamente a esta dependencia “El potrero”, haciendo alusión que
allí los tenía, controlados y agrupados.
Esto no quiere decir que no se produjeron movimientos insurreccionales, pero estos
tuvieron otros caudillos más jóvenes los cuales no lograron aglutinar fuerzas suficientes,
incluso en sus lugares de origen, por lo que no pudieron poner en peligro el régimen del
“Benemérito”. Recordemos que los campesinos fueron el eje de la lucha social
venezolana y por ella consintieron sacrificios que nadie se había impuesto en nuestro
país. ¿Hasta cuándo ese sector podía resistir sin ninguna victoria palpable?
Con el hallazgo petrolero en Venezuela, durante la segunda década del siglo XX, la
industria de hidrocarburo creció rápidamente, desplazando a la economía agraria
anterior, y transformando radicalmente la sociedad. Comenzó la formación de una
economía y una población urbana, la cual gravitaba alrededor de la administración
pública, la industria petrolera y el auge de la construcción. Todo ello se desarrollaba en el
marco de una debilidad nacional que le permitió al imperialismo ingresar a nuestro pais a
través de los capitales extranjeros. Las empresas trasnacionales tuvieron libertades que
les facilitaron imponer una enorme influencia.
Lo anterior permitió formar una clase media urbana en torno a la vida universitaria. Y tal
como lo dijimos anteriormente la dictadura gomecista tuvo diferentes adversarios, pero no
fueron en realidad un peligro para la continuidad de su gobierno. Sin embargo, la
generación del 28 sería el surgimiento de una oposición nueva, con métodos de lucha
distintos, y con un proyecto político que se oponía a Gómez como paradigma político del
caudillismo. Reabierta, en el año 1922, la Universidad Central de Venezuela (UCV), los
jóvenes que ingresan a ella, entre los años 1923 y 1925, se agrupan en torno a las ideas
políticas que prevalecen en esa época. Constituyen órganos de representación y crean la
Asociación General de Estudiantes (1921), luego Federación de Estudiantes de
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Venezuela (1927). La lucha como indicaba Linares “no va a ser regida por caudillos, sino
por partidos”
Esta generación del 28 aparece históricamente en el carnaval universitario de febrero de
1928. Entre las actividades que acompañaban la festividad, se generaron
pronunciamientos políticos y poéticos que hablaban de libertades democráticas y de la
defensa de la patria, en una clara alusión contra el régimen gomecista. Estos
pronunciamientos generaron un gran apoyo entre los estudiantes y la población en
general. En dicha actividad surgieron personajes como el poeta larense Pío Tamayo, los
estudiantes Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Joaquín Gabaldón Márquez. De allí que
un grupo de estudiantes fueron encarcelados posteriormente, junto a Pío Tamayo. Ante
esto, cientos de estudiantes expresaron su solidaridad y su vinculación a los
acontecimientos, generando un encarcelamiento masivo. La situación generó un malestar
social general que logró la presión necesaria para que se liberaran a los estudiantes tan
solo semanas después. La desproporcionada reacción del gobierno contra los
estudiantes tuvo un efecto adverso: pretendiendo ejercer un castigo ejemplar contra una
rebeldía todavía ingenua, los jóvenes que sufrieron torturas con cadenas y grilletes,
terminarán convertidos en héroes populares y saldrán de prisión con sus ideas
antigomecistas más fortalecidas. Sería las primeras manifestaciones de un descontento
social, que ya no se expresaría con alzamientos de caudillos militares sino con la protesta
de calle y las manifestaciones sociales.
Es oportuno indicar, que se considera a Pío Tamayo precursor de las ideas marxistas en
Venezuela, además de fundador del Primer Partido Comunista cubano. Así que su
presencia destacada, en la programación de la Semana del Estudiante de 1928. señala la
orientación ideológica de los organizadores. Y la manera cómo se manejó “aparición” del
petróleo, y con él la subsiguiente intervención de Estados Unidos en la escena nacional,
produjo en la generación del 28 el caldo de cultivo para que buena parte del estudiantado
se alineara a estas nuevas ideas en Venezuela.
En la generación del 28, tal y como lo indica José Gregorio Linares, “Jóvito Villalba,
Miguel Acosta Saignes, Rómulo Betancourt (entre otros) eran todos políticos
profundamente antiimperialistas”. Sin embargo, tras arribar algunas de estas figuras al
poder, olvidaron el papel fundamental no sólo de Pío Tamayo, sino también de otros
líderes de izquierda como Rodolfo Quintero, Miguel Acosta Saignes y Salvador de la
Plaza. Los estudiantes estaban divididos en dos aguas, aquellos a los que el profesor
Linares califica como “fascistas, clasistas y clericales”, entre los que figuraban Raúl Leoni,
quien por cierto era el presidente de la FEV, y por otro lado aquellos que creían que era
importante un cambio más radical, dirigido por la doctrina socialista y comunista. Los
años siguientes transcurren entre la conflictividad y la decadencia del gomecismo.
Gómez se mantuvo en el poder hasta su muerte en el año 1935, dando paso a una larga
transición en donde actuarían las tendencias políticas modernas que surgirían entre los
protagonistas de 1928. La lucha por la democracia y una concepción nacionalista para el
desarrollo económico generaría la disputa entre demócratas liberales, socialdemócratas y
socialistas que daría forma a los partidos políticos de las décadas siguientes. Además de
lo anterior, también surgirían las nuevas tendencias literarias que formarían parte de la
nueva identidad nacional, en donde la influencia de Rómulo Gallegos es fundamental.
Se generaría una reflexión artística sobre el país que nacía entre la modernización
petrolera y la decadencia del mundo rural, así como diferentes interpretaciones y
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expresiones artísticas del proceso de modernización. Entre las figuras que se reconocen
como parte de esta manifestación se encuentran: Jóvito Villalba, Raúl Leoni, Miguel
Acosta Saignes, Rómulo Betancourt, Juan Bautistas Fuenmayor, Andrés Eloy Blanco,
Rodolfo Quintero, Joaquín Gabaldón Márquez, Valmore Rodríguez, Rafael Vegas, entre
muchos otros.
La muerte de Gómez trajo al centro de la escena política al General Eleazar López
Contreras, (en adelante López) quien provenía del gomecismo, pero con la particularidad
de aun cuando no era un militar de carrera, era un hombre con una alta preparación
académica, lo que le favorecía para discernir adecuadamente el desarrollo de los
acontecimientos que se generarían ante la ausencia del liderazgo férreo de Gómez. No
fue fácil para López enfrentar, por un lado, la presión de la familia y adeptos al
gomecismo que lo empujaban a continuar con las políticas del “Benemérito” y por otro
lado a un pueblo que clamaba un gobierno más libre y democrático.
Aun con toda esta presión, López mitigó el autoritarismo que caracterizó al Gobierno de
Gómez, dando con ello inicio a la transición hacia un sistema político con mayores
libertades. Durante su gestión, se promulgó la Constitución de 1936, se creó la Guardia
Nacional, así como también el Banco Central, este último le permitiría al gobierno el
control de los ingresos petroleros los cuales — aun con las desventajosas negociaciones
con las trasnacionales— producían grandes ingresos a la República.
El gobierno de López no estuvo exento de controversias, como fue el caso de los hechos
sangrientos originados al tratar de controlar la manifestación del 14 de febrero de 1936, la
cual le exigía entre otras cosas la disolución del Congreso, de mayoría gomecista, y la
convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Así mismo, aun cuando dio un giro
más democrático a su gestión, también aplicó medidas autoritarias como la proscripción
del comunismo o el exilio de rivales políticos.
Sin embargo, si analizamos objetivamente el desempeño de este líder político, podríamos
indicar que aun con sus aciertos y errores, se constituyó en el catalizador necesario de un
momento político extremadamente difícil. Recordemos que se estaba pasando de una
dictadura de más de un cuarto de siglo, a un proceso que debería enrumbar a Venezuela
hacia un proyecto político adecuado y saludable para el pueblo de Bolívar. Se le debe dar
el mérito a López de haber facilitado el proceso de cambio, permitiendo además que
llegara a la presidencia un hombre con ideas revolucionarias y nacionalistas, estamos
hablando del General Isaías Medina Angarita (en adelante Medina)
C. El ocaso de una de una incipiente democracia.
El General Medina fue electo presidente en el año 1941, a través del Congreso de ese
entonces, venciendo a su contendor más inmediato Rómulo Gallegos. Su Gobierno se
caracterizó por conferir mayores libertades y cuidados desde el punto de vista social,
diferenciándose drásticamente de sus antecesores.
Se encargó de modificar leyes que se relacionaban con la renta petrolera, junto con la
adecuación de los impuestos sobre esta actividad. Todo ello, en la búsqueda de una
redistribución adecuada del ingreso petrolero que permitiera revertir la deficiente balanza
de pagos, así como la necesidad de diversificar la producción de alimentos con el fin de
abastecer a nuestro pueblo, tomando en cuenta la escasez originada por el impacto
ocasionado por la Segunda Guerra Mundial.
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La administración de Medina demostró tempranamente su respaldo a la causa de los
Aliados contra el eje nazi-fascista durante la guerra — aun cuando no declaró la guerra a
la Alemania Nazi sino al final del conflicto — proporcionó el apoyo petrolero necesario a
fin de impulsar el esfuerzo bélico de los aliados. Tomemos en cuenta que los EEUU
desarrollaba la política denominada del “buen vecino”. asumida por la administración del
presidente Roosevelt, la cual proclamaba el reconocimiento de la soberanía y el apoyo a
los países de América para su crecimiento material, una vez superada la guerra. La
actuación de Medina le permitió crear una buena relación con los EEUU. Ese clima de
respaldo se mantendría por cierto tiempo haciendo contrapeso a las apetencias de la
burguesía nacional, que quería deshacerse de los controles que ya se anunciaban para
reorientar la economía.
Las cosas comienzan a cambiar con la promulgación de la Ley de la Reforma Agraria el
13 de septiembre de 1945. Esta Ley pretendía reformar el sistema de latifundio que
imperaba en Venezuela. La ley traía aparejada una serie de disposiciones que permitían
expropiar tierras ociosas pertenecientes a particulares cuando el Estado lo requiriese.
Éste era el punto más crítico y temido por los latifundistas.
Se podría decir que el pensamiento político de Medina distaba bastante del que tenían
sus antecesores. Muy al contrario de López, Medina autorizó a los partidos políticos
incluso al partido Comunista. Esto produjo serias diferencias con López, diferencias que
llegarían a su punto culminante cuando Medina decreta el Día Internacional de los
Trabajadores como feriado. Esto fue considerado por López una especie de celebración
"revolucionaria". Todo ello imprime en López el proyecto de sondear las posibilidades de
su reelección presidencial. Esto no pasó desapercibido por los adecos, especialmente por
Rómulo Betancourt y sus aliados, quienes aun cuando reconocían los avances
democráticos de Medina, buscaban acceder al poder y para ello, proponían la realización
de elecciones presidenciales universales, secretas y directas.
En paralelo a lo anterior, surgía una “logia” en la oficialidad militar, conformada por
descontentos con la actitud de Medina hacia las Fuerzas Armadas. Consideraban al
presidente un militar con ideas obsoletas. Entre estos militares estaría el que después
sería dictador, el Teniente Coronel Marcos Pérez Giménez. Las dos corrientes (militares
jóvenes y AD) finalmente se unen, creando una coalición cívico-militar que desembocaría
en el golpe de Estado de octubre de 1945, despojando del poder a Medina y fracturando
los avances cívicos alcanzados en su gobierno.
A raíz de los eventos anteriores, algunos autores sostienen que esta situación fue
originada en parte por la controversia que se suscitó una vez que el candidato de Medina,
Diógenes Escalante — supuestamente aceptado por el partido Acción Democrática —
enfermó, no llegándose a un acuerdo en torno a su reemplazo. Todo ello — según
distintos autores — hicieron temer una posible regresión en la evolución política de
Venezuela. Otros opinan que la caída de Medina radica en la promulgación de la
Reforma Agraria, la cual era uno de los objetivos planteados por el Gobierno con el fin de
llevar la mayor justicia social al pais. Con ello, el pensamiento político venezolano perdía
su cauce normal en la historia venezolana.
El hecho es que se consumó un Golpe de Estado que tuvo el “visto bueno” de los EEUU,
conformándose una “Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt
y por personeros civiles y militares entre ellos: Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto Figueroa y
Gonzalo Barrios, el mayor Carlos Delgado Chalbaud y el capitán Mario Vargas y el
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médico Edmundo Fernández. Esta junta de Gobierno dio paso a la presidencia de
Rómulo Gallegos (en adelante Gallegos), la cual marcó un hito en la historia política
venezolana al ser la primera vez en fue electo un presidente a través del voto universal,
directo y secreto. Con la presidencia de Gallegos se cumplía el ciclo denominado “trienio
adeco”.
Una de las decisiones más trascendentales que toma Gallegos en la presidencia fue la de
elevar la participación fiscal de Venezuela en la renta petrolera: lo que se denominó
«fifty/fifty». Muy posiblemente lo anterior, afectando directamente los intereses de las
transnacionales petroleras, fue la causa principal de su pronto derrocamiento — estando
9 meses en el cargo — por parte de un grupo de militares, entre ellos su propio Ministro
de la Defensa Carlos Delgado Chalbaud (en adelante Chalbaud).
Los hechos parecen darle la razón histórica a Medina, cuando se opuso a la forma de
escogencia presidencial que propiciaba AD. Pareciera que Venezuela no estaba
preparada aun para una democracia de estas características: si lo hubiera estado, el
pueblo de alguna manera habría salido a defender a su presidente. Por tanto se inicia el
ocaso de esta incipiente democracia que comenzó con Medina y finalizó con Gallegos.
Se iniciaba la era de la dictadura militar en Venezuela.
Con el derrocamiento de Gallegos, Chalbaud asume como presidente de una Junta
Militar integrada además por Marcos Pérez Jiménez y Luis Llovera Páez. Es importante
indicar que la cohesión de la Junta Militar se fue resquebrajando por las diferentes
miradas sobre el futuro político de Venezuela. Chalbaud aparentemente era de la idea de
ir desarrollando estrategias a fin de efectuar una transición a una institucionalización más
democrática, civil, perfilándose él mismo como un posible candidato. Pérez Jiménez no
compartía esta posición. Además, no conforme con esto a Chalbaud le correspondió
enfrentar una huelga petrolera, la cual paralizó la industria petrolera del pais por cerca de
10 días, enrareciendo aún más el clima político venezolano.
Tal clima político llegó a violentarse de tal manera que un 13 de noviembre de 1950, en
horas de la mañana, Chalbaud fue secuestrado y asesinado por un grupo, encabezado
por Rafael Simón Urbina. Urbina luego fue detenido y murió asesinado en extrañas
circunstancias. El crimen de Chalbaud nunca fue resuelto. Su muerte ocasionó un
reacomodo entre los integrantes de la Junta Militar, nombrando como presidente de la
misma al abogado, entonces Embajador en Perú, Germán Suárez Flamerich (en adelante
Flamerich)
Juramentado Flamerich se toma la decisión de liberar presos políticos y se informa que el
objetivo final de la Junta de Gobierno seria llevar al pais a un proceso de elecciones a fin
de renovar los poderes públicos —faltaban muchos años para que hiciera presencia la
figura de Hugo Chávez Frías quien haría realidad este anhelo de nuestra sociedad —
además se restablecieron las garantías de asociación y reunión, así como de
funcionamiento de los partidos políticos, a excepción del Partido Comunista y Acción
Democrática.
Las cosas no se dieron de ese modo. Flamerich era simplemente la cabeza del gobierno,
donde la “mano que mece la cuna” era Pérez Jiménez. Por ello arrecia la represión contra
los luchadores políticos llegando incluso al asesinato como es el caso del dirigente y
secretario general de AD en la clandestinidad, Leonardo Ruiz Pineda cuyo crimen quedó
impune. Sin embargo, pese a todo, se convocan elecciones para una Asamblea
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Constituyente el 30 de noviembre de 1952 a fin de redactar una nueva constitución.
Jóvito Villalba era el líder de la oposición logra ganar las elecciones presidenciales. La
junta desconoce el resultado dando como resultado que al final Pérez Jiménez fuese
nombrado por las Fuerzas Armadas, presidente provisional de Venezuela.
El Gobierno de Pérez Jiménez se puede caracterizar como controversial entre otras
cosas porque aun cuando se caracterizó por la restricción de libertades individuales,
torturas abusos policiales, persecución de los llamados enemigos del Estado, también
logró avances en materia económica, de infraestructura, militar, financiera y de salud.
Tuvo el apoyo de los EEUU, tal como todas las dictaduras de la región en esa época, con
base a la estrategia de contención que se desarrollaba en la región a fin de enfrentar al
comunismo, todo ello en el marco de la Guerra Fría.
El Gobierno de Pérez Jiménez se fue desgastando a causa, entre otras cosas, a los
abusos cometidos por la policía política del momento, la Seguridad Nacional. Así como
también los enfrentamientos soterrados que se produjeron con los EEUU, todo ello causó
que el 23 de enero de 1958, la dictadura llegara a su fin. Se iniciaba un nuevo ciclo en el
que los venezolanos pondrían sus esperanzas y anhelos.
D. Inicio de la democracia bipartidista causante de la desesperanza de un pueblo.
Como indicamos en la sección anterior, el 23 de enero, el dictador huye del país, los
venezolanos celebran en las calles, a la vez que protestan por la presencia en la Junta de
Gobierno de reconocidos miembros del perezjimenismo; quienes fueron obligados a
renunciar y fueron reemplazados, el día 24 de enero, por dos representantes del gremio
empresarial y oligárquico venezolano, Eugenio Mendoza y Blas Lamberti. El pueblo forzó
la modificación del primer gabinete que asumió el gobierno; frustró la visita de Nixon a
Venezuela, el golpe del general Castro León en julio de 1958 y en la calle se convirtió en
un poder. Betancourt reprimió este proceso, provocando el inicio de la lucha armada, al
cercenar todos los canales para la participación democrática de los sectores más
nacionalistas y revolucionarios.
El 31 de octubre de 1958 fue firmado el Pacto de Punto Fijo, entre las cupulas
proimperialistas de AD, COPEI y URD, excluyendo al Partido Comunista de Venezuela
(PCV), que tuvo parte destacada en la gesta histórica-popular del 23 de enero. De esta
manera, se inician los 40 años de la democracia puntofijista, al servicio de los sectores
empresariales dominantes y los intereses de las compañías transnacionales de las
grandes potencias.
Se configura, de este modo, la traición al gran movimiento popular que se movilizó para
derrocar a la dictadura, traición llevada a cabo por la alianza de los dirigentes de los
partidos burgueses, la oligarquía y las transnacionales. El inicio y posterior derrota de la
guerrilla de los años 60, permitiría que, durante cuatro décadas, se expoliaran nuestras
riquezas y se impusiera un régimen de exclusión y represión, todo lo cual fue
produciendo el acumulado histórico que condujo al surgimiento victorioso del movimiento
bolivariano.
Las fuerzas populares y revolucionarias, protagonistas de primera línea del
derrocamiento de la dictadura, se agruparon, una y otra vez, a pesar de la exclusión y la
brutal represión, y en medio del derroche de la enorme renta petrolera, sembraron las
suficientes energías para que se levantara el poderoso movimiento revolucionario que se
reuniría en torno al liderazgo del comandante Hugo Chávez para dar al traste con la
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traición y rescatar el espíritu del gran movimiento popular que produjo la gesta del 23 de
enero de 1958.
Es oportuno indicar que la supuesta democracia pregonada por el Pacto de Punto Fijo,
durante el gobierno de Rómulo Betancourt, aprueba el 16 de enero de 1961 una nueva
Constitución y casi de inmediato se suspenden las garantías, algo que se repetiría 15
veces durante cuatro décadas, tal como lo reseña el “Informe Final Contra el Silencio y el
Olvido”.
E. Algunas conclusiones.
Bibliografía
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