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Análisis Funcional

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Facultad de Psicología

Dpto. Personalidad, Evaluación y Tratamiento


Psicológicos

Máster en Psicología General


Sanitaria
EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO EN ADULTOS

Prof. Dra. Dña. Maravillas Amorós (3.31)


mamoros@um.es

Universidad de Murcia, 2019/2020


Análisis Funcional (AF)
¿Qué es? ¿Para qué sirve?

El AF es la herramienta clínica básica. Su objetivo es el


análisis o estudio del comportamiento de las personas
(interacción con el entorno), para conseguir explicar el
mantenimiento o funcionamiento de este: ¿por qué se
comporta como lo hace?

El comportamiento es la interacción entre un organismo y su


entorno. Puede ser tanto manifiesto u observable (puede ser
observado por otros organismos) como encubierto (el único
observador es el organismo que emite el comportamiento).
Ejemplos de comportamiento humano manifiesto son reír,
llorar, bailar, conducir o gritar, y ejemplos de comportamiento
encubierto son pensar, sentir, recordar o preocuparse.
Análisis Funcional (AF)

El AF aplicado al comportamiento humano ayuda a identificar las relaciones


existentes entre las respuestas de la persona y las variables del contexto. De este
modo, es la interacción entre las respuestas de la persona y el contexto lo que nos
interesa en un AF. Dicho de otra forma, lo importante al elaborar un AF es identificar la
función que tienen las respuestas de la persona en el contexto en el que se producen.
Dos personas pueden emitir una respuesta idéntica en cuanto a su forma o topografía
y, sin embargo, en cada caso dicha respuesta puede tener funciones claramente
distintas, lo cual resulta clave para entender por qué se mantiene dicha conducta.

Por ejemplo: Una persona "evita comer” a la hora en que habitualmente suele hacerlo
porque ha comido un buen aperitivo y no tiene hambre; mientras otra persona "evita
comer" porque está insatisfecha con su peso y no quiere engordar. En estos ejemplos
la conducta es la misma pero el contexto cambia, haciendo que el mismo
comportamiento presente funciones distintas: en el primer caso, el no comer es la
ausencia de respuesta debido a que no existe la estimulación previa que llamamos
"hambre"; en el segundo caso, el no comer tiene la función de evitar sentirse culpable
por ganar peso o de conseguir sentirse satisfecho/a por saber "autocontrolarse".
Análisis Funcional (AF)
Qué es y qué no es el AF
• Es, como su propio nombre indica, funcional. Como ya se ha mencionado, no es un análisis
meramente topográfico del problema en el que se describe el comportamiento. Si bien resulta útil
identificar aspectos de la forma en que éste se da (por ejemplo, especificando su duración,
frecuencia e intensidad), esto resulta insuficiente. El análisis descriptivo precede al funcional pero
no lo sustituye.
• Se centra en el presente. Pese a que un evento del pasado pueda estar influyendo sobre el
organismo, será lo que éste haga en el momento actual lo que se considerará fundamental en el
AF. Por ejemplo, si una persona está evitando usar cajeros automáticos porque le atracaron en
uno, es el recuerdo actual de este hecho y el aprendizaje derivado de él lo que se tendrá en
cuenta. En este caso, el evento concreto del atraco sería una variable a tener en cuenta como
facilitadora de la aparición del problema (hipótesis de origen).
• Es dinámico, ya que su contenido (conceptual y metodológico) puede verse modificado en
cualquier momento. No es una explicación estática o “fija”, ya que, aunque los elementos incluidos
en él son los considerados necesarios para la predicción y control de la conducta en un momento
determinado, la persona vive en un entorno cambiante. Es por ello deseable que se revise cada
cierto tiempo su grado de adecuación como explicación del comportamiento de la persona.
• Es idiográfico, puesto que describe modelos e hipótesis enfocados a las características
particulares de la persona en cuestión. No se trata de un modelo estandarizado, nomotético o
generalizable, y su elaboración no permite ni busca establecer principios o leyes generales ni
absolutos.
• Se trata de un heurístico que proporciona un esquema para explicar el comportamiento de la
persona, organizar la información y comprender la conducta, pero no pretende describir "la
realidad" de la conducta humana.
• Es hipotético o probabilístico y no determinístico. Se expresa en términos de hipótesis que se
plantean como explicaciones del comportamiento con mayores probabilidades de ocurrencia.
Análisis Funcional (AF)
Habitualmente, elaborar un AF implica establecer dos tipos de hipótesis: la
hipótesis de origen (cómo se inicia el problema), y la de mantenimiento. Ambas
consisten en un conjunto de secuencias funcionales moduladas o influidas por
variables estructurales (contexto amplio), pero se diferencian en que la hipótesis de
origen ofrece una explicación tentativa de cómo se adquirió el comportamiento y la de
mantenimiento explica por qué dicho comportamiento continúa a día de hoy.

Es importante señalar que la hipótesis de origen rara vez se establece en base


a datos contrastables: para plantearla, dependemos de la memoria de la persona que
nos cuenta cómo empezó su problema. Por lo tanto, su validez es limitada y no debe
ser una guía para el tratamiento, aunque pueda tener importancia a la hora de explicar
a las personas de dónde vienen sus comportamientos y por qué han surgido sus
problemas.

Pero la hipótesis de mantenimiento, por el contrario, se plantea sobre datos


extraídos directamente del presente, mediante métodos de evaluación lo más
objetivos posibles (registros y observación, además de la entrevista). Por lo tanto, es
esta hipótesis la que resulta esencial para el tratamiento.
Análisis Funcional (AF)

En conclusión, debemos asumir que el objetivo del AF es la explicación, predicción y control


del comportamiento de un organismo. Su utilidad fundamental radica en operativizar los
comportamientos que se quieren modificar/eliminar/instaurar y explicar por qué se mantienen, es
decir, qué variables externas o internas al sujeto pueden estar influyendo en dicho comportamiento
(variables disposicionales/estructurales), en relación a qué estímulos se produce (antecedentes y
consecuentes) y cómo funciona.

En términos clínicos, es la herramienta de gran utilidad para explicar el comportamiento y, en


base a esta explicación, establecer los objetivos de tratamiento adecuados a cada sujeto, así como
las técnicas de intervención pertinentes para lograrlos. Por lo tanto, el AF guía la evaluación e
intervención, representa el puente necesario entre ambas y puede ser revisado siempre que se
necesite.

Referencias:
Haynes, S. N, Godoy A. y Gavino, A. (2011). Cómo elegir el mejor tratamiento. Formulación de
casos clínicos en terapia del comportamiento. Madrid: Pirámide.
Keawe á imoku, J., Godoy, A., O’Brien, W.H., Haynes, S., Gavino, A. (2013). Análisis funcional en
evaluación conductual y formulación de casos clínicos. Clínica y Salud 24 (2013) 11727 Vol. 24
Núm.2 DOI: 10.5093/cl2013a13
Segura Gálvez, M., Barbado Nieto, P. Sánchez Prieto, P. (1995). Análisis funcional de la conducta.
Un modelo explicativo: análisis de casos y supuestos aplicados. Universidad de Granada.
Análisis Funcional (AF)
Para elaborar de forma adecuada un AF, es fundamental saber identificar los
tipos de aprendizaje que se dan en cada caso concreto, de cara a explicar el
origen y mantenimiento del comportamiento de las personas.

• Aprendizaje preasociativo (habituación y sensibilización): exposición repetida a un estímulo


• Aprendizaje asociativo:
• Condionamiento Clásico E-R (fisiológico): EI, RI, EC, RC. NO se aprenden respuestas nuevas
(misma respuesta ante estímulos diferentes). Extinción, generalización, discriminación,
contracondicionamiento.
• Condicionamiento Operante o Instrumental E-R-E: Explica por qué se mantiene el comportamiento
en base a lo que ocurre después. Permite generar respuestas nuevas en la persona y también
eliminarlas. RO, CONSECUENTES (Estímulo Reforzante R+/R-; Castigo C+/C-), Estímulo
Discriminativo y Delta, Extinción.
• Aprendizaje por modelos: Vicario, por imitación o modelado (atención, retención, ejecución y
refuerzo).
• Aprendizaje cognitivo o simbólico (instruccional, adquisición de información o a solucionar
problemas).

Muy importante no confundir los consecuentes con las "consecuencias". Consecuente es el término
psicológico que hace referencia a algo específico que ocurre tras la respuesta de la persona y tiene una
relación funcional con ésta. Estrictamente, un consecuente es un refuerzo o un castigo.

Hay que recordar que los efectos del R y C no son permanentes, dependen de:
la proximidad temporal, consistencia, magnitud del consecuente y de proponer
una conducta alternativa (en el caso del castigo).
Análisis Funcional (AF)
A diferencia de los consecuentes, una consecuencia no tiene ninguna
función sobre la conducta que la precede. En el análisis funcional lo utilizamos
para designar los efectos que tiene el comportamiento de la persona a
medio y largo plazo.

Por ejemplo: María tiene depresión (explicamos AF)

Antecedente Respuesta Consecuente Consecuencias


Piensa que no tiene No salir de casa Evita hacer esfuerzo Cada vez se siente
amigos de conocer gente y más hundida
enfrentarse (R-)
Análisis Funcional (AF)
Referencias :

Bandura, A. (1977). Social Learning Theory. General Learning Press


Domjan, M. (2009). Principios de aprendizaje y conducta. Madrid: Paraninfo
Froján, M.X., Pardo, R., Vargas, I., y Linares, F. (2011). Análisis de las reglas en el contexto clínico.
EduPsykhé, 10 (1), 135-154.
Froján, M.X. y Santacreu, J. (1999). Qué es un tratamiento psicológico. Madrid: Biblioteca Nueva.
Méndez, F.X., Olivares, J. y Ortigosa, J.M. (1998). Técnicas de modelado. En En J. Olivares y F.X.
Méndez, F.X. (Dir.). Técnicas de modificación de conducta (pp. 193-224). Madrid: Biblioteca Nueva.
Pavlov, I.P. (1970). Los reflejos condicionados. Madrid: Morata.
Pérez, V., Gutiérrez, M.T., García, A. y Gómez, J. (2005). Procesos psicológicos básicos. Un análisis
funcional. Madrid: Pearson-Prentice Hall.
Saavedra, M. A. (1998). Principios de aprendizaje. Santiago de Chile: EditorialUniversitaria.
Segura, M., Sánchez, P. y Barbado, P. (1991). Análisis funcional de la conducta: unmodelo
explicativo, en el capítulo 2: “Principios básicos de aprendizaje”.
Skinner, B. F. (1981). Ciencia y conducta humana. Barcelona: Fontanella.
Análisis Funcional (AF)
Las variables moduladoras o estructurales son todos aquellos factores que, sin ser
estímulo ni respuesta en la cadena conductual, tienen efecto sobre ella. Estos factores modulan la
vulnerabilidad que tiene un individuo de perder su equilibrio ante una determinada situación o evento
“desestabilizador”/”retador”.

En la práctica, las variables moduladoras ejercen su efecto aumentando o reduciendo la


vulnerabilidad de la persona, es decir, aumentando el riesgo o la protección de la persona. A su vez,
estas variables pueden referirse al propio individuo (variables disposicionales) o al entorno (variables
ambientales), configurando un entramado de factores a tener en cuenta a la hora de tratar el
problema, mitigando en unos casos la influencia problemática o potenciando en otros casos los
recursos adaptativos.

Es importante destacar que, en algunos casos, incidir sobre dichas variables en el tratamiento
puede ser más importante que hacerlo sobre los propios elementos de la cadena. Estamos hablando
de casos como, por ejemplo, la conducta gobernada por reglas (en la que habría que incidir sobre
las reglas que guían el comportamiento de la persona, dada la menor sensibilidad del mismo a las
contingencias del entorno), la intervención con personas mayores (en muchos casos, disminuyendo
las barreras del entorno que imposibilitan o dificultan en gran medida la conducta adaptada) o
cambios vitales significativos (que pueden estar influyendo en el problema que presenta por la
propia incertidumbre que generan).
Análisis Funcional (AF)
Estas variables moduladoras suelen hacer referencia a características de la
persona o su ambiente con cierta consistencia transituacional; aunque en teoría
algunas variables moduladoras pudieran ser puntuales (por ejemplo, un estado de
deprivación de agua que explique la urgencia de una persona por beber de una fuente
sin valorar las consecuencias negativas que esto pueda tener sobre su salud), en la
práctica las variables moduladoras suelen presentarse de una forma más continuada;
por ejemplo, la deprivación de atención de un niño por parte de sus padres podría estar
modulando la tendencia a emitir conductas disruptivas al recibir la atención de éstos.

Pese a que una variable moduladora no pertenece estrictamente a la cadena


conductual, es importante indicar sobre qué elementos de la cadena está afectando,
con el fin de explicar mejor dicha cadena y valorar si es posible o necesario actuar
sobre ella.
Análisis Funcional (AF)
Tipo de variables moduladoras/estructurales

1. Variables moduladoras personales o disposicionales: Hacen referencia a factores


individuales y con consistencia transituacional, si bien se enmarcan en las propias secuencias
funcionales y respuestas del organismo ante un contexto concreto.

Podríamos agrupar este tipo de variables en dos subgrupos:

a) Biológicas u organísmicas: enfermedades, alteraciones funcionales (alteraciones


funcionales por causas psicofisiológicas o causas fisicoquímicas, estado emocional en el
momento presente, privación/saciación, estados carenciales, efectos de sustancias...),
alteraciones estructurales (malformaciones, lesiones), momento evolutivo (infancia,
adolescencia, vejez...). Es importante no confundir “biológico/organísmico” con otros términos
como “innato”, “genético” o “médico”; un ejemplo muy claro de esto es el síndrome de
abstinencia, uno de cuyos efectos es modular (en este caso aumentando) la urgencia de
emitir una conducta de consumo, siendo esa urgencia derivada de la conducta previa de
consumo, no innata sino adquirida. Ejemplos: un niño con hemofilia que tiene un menor
acceso a múltiples actividades típicas de la niñez, viéndose afectada su integración social; una
mujer embarazada que ve aumentada su labilidad emocional por efecto de las alteraciones
hormonales; un profesor en la vejez que ve alteradas sus capacidades de memoria y su visión,
dificultándose de este modo su actividad académica. En cada caso, las variables estructurales
biológicas u organísmicas serían: ser niño + tener hemofilia, estar embarazada, ser anciano +
disminución de las capacidades de memoria + disminución de las capacidades visuales (ej:
nada más empezar las vacaciones de verano, te rompes una pierna y en mes no podrás salir
de casa, perdiendo con ello un gran porcentaje de actividad social. Esto, seguramente,
afectará tu estado de ánimo; variable moduladora disposicional?: movilidad reducida)
Análisis Funcional (AF)

b) Psicológicas/conductuales (repertorios de conducta): presencia o ausencia de


historia de aprendizaje y condicionamiento, habilidades y competencias específicas o
generales (resolución de problemas, habilidades sociales), creencias o esquemas
cognitivos disfuncionales (reglas verbales), tolerancia a la frustración, perfeccionismo,
presencia física, tasa de estimulación reforzante (cómo se encuentra la persona en su
vida de cara a obtener refuerzo y la disponibilidad de este, así como la habilidad de la
persona para acceder a esos refuerzos), otros factores de personalidad. Ejemplos en
el caso de Carmen: creer “nunca volveré a encontrar trabajo”, “no sirvo para nada”,
“siempre tengo mala suerte”, así como el hecho de que si las cosas no surgen de
forma natural, no se pueden disfrutar. Otros ejemplos: un joven que, fruto de un
historial de acoso escolar en la adolescencia por el que se recluyó en casa, no ha
desarrollado las habilidades sociales que le podrían permitir hoy tener relaciones
satisfactorias (variable moduladora: no salir de casa)
Análisis Funcional (AF)
2. Variables moduladoras del entorno o facilitadores ambientales

Las variables moduladoras ambientales o facilitadores ambientales hacen referencia a


aspectos del entorno físico, social y cultural que influyen sobre la conducta. Estas
variables pueden estar presentes en el contexto más próximo (interacción,
configuración o disposición de objetos, personas y hechos dentro de la propia situación),
contexto lejano (elementos temporales y espaciales no tan próximos y definitorios de la
interacción pero que siguen presentes) o en los propios valores sociales (de qué manera
el entorno se pronuncia en cada interacción a través de normas, valores, modas, etc.).

Por ejemplo, en el caso de una persona en paro habría diversas variables moduladoras
del entorno próximo: estar en el paro, en la medida en que disminuye su nivel de
actividad y, además, disminuiría sus recursos económicos, lo cual afectaría a otras
muchas áreas; vivir sola, con lo que el contacto social estaría a priori disminuido. A un
nivel más amplio, se pueden encontrar otras variables moduladoras como la difícil
situación económica y sociolaboral del país (incluyendo las políticas que hayan conducido
a la destrucción de puestos de trabajo y precarización de los restantes).
Análisis Funcional (AF)
Fortalezas de la persona o factores de protección

Habitualmente, al realizar el AF sería suficiente con tener en cuenta los factores


que predisponen o precipitan determinada conducta, en tanto que tienen valor
explicativo directo. Sin embargo, dado que el objetivo último del AF es guiar y facilitar
la intervención, puede ser interesante atender a las fortalezas de la persona o factores
de protección, para que no queden al margen del tratamiento. En primer lugar, porque
permiten comprender por qué la persona no está peor. Esto puede servir para evitar
el empeoramiento y para invertir recursos en que no desaparezcan las fortalezas.
En segundo lugar, porque permite maximizar los recursos personales y
ambientales de que la persona dispone, lo cual va en la dirección de no sólo
personalizar la evaluación sino también el tratamiento: es más fácil y ecológico
potenciar aquellos aspectos pro-terapéuticos ya presentes que introducir unos
nuevos. En tercer lugar, por el posible efecto motivador que tenga sobre la persona
el hecho de que se le explique que actualmente ya cuenta con determinados factores
positivos para conseguir alcanzar sus objetivos (adecuada red social, motivación para
el cambio, aprendizaje de experiencias pasadas, alta calidad de vida en otros
aspectos diferentes al área problema). Esto, en el marco de una explicación funcional,
pone el foco en los aspectos positivos sobre los que trabajar.
Análisis Funcional (AF)

Pasos:
1. Identificar el problema/problemas y operativizar
2. Identificar variables moduladoras/disposicionales (tendencias estables del paciente
o que no se observan siempre, como tener creencias religiosas pero que pueden
influir en el problema), que están influyendo o han originado el
problema/problemas
3. Elaborar las hipótesis de mantenimiento: realizar las conexiones entre los
antecedentes, las respuestas (si son condicionadas suelen ser emocionales,
fisiológicas o pensamientos no controlables; si son operantes son motoras y
visibles, y pensamientos premeditados como rumiación o preocupación), y los
consecuentes (si son refuerzos, o castigo)
4. Relacionar las variables disposicionales que están influyendo
5. Elaborar el plan de intervención (objetivos y técnicas)
Análisis Funcional (AF)

Dificultad y disparidad entre profesionales, pero


conocimientos y reglas imprescindibles.
Análisis Funcional (AF)
Análisis Funcional (AF)
Análisis Funcional (AF)
Análisis Funcional (AF)
Análisis Funcional (AF)
Análisis Funcional (AF)
Análisis Funcional (AF)

Tabla 4. 3
Análisis Funcional de R.T.

Antecedentes Variables Conductas Consecuentes Consecuencias


Disposicionales Problema
Matrimonio Madre alcohólica Abuso de Percepción de Insomnio
Deja el trabajo Hermana adicta al alcohol autoeficacia y que Dependencia del
Está en casa sola todo juego Irritabilidad el tiempo pasa más alcohol
el día Rasgos obsesivos Tristeza deprisa (R+), Incremento de la
Críticas a su gestión Menopausia Ansiedad Alivio de la ansiedad y la
doméstica Pérdida de ansiedad y irratibilidad
Sensación de sueño conflictos (R-) Síndrome de
frustración y baja Cansancio abstinencia
eficacia Empeoramiento
del estado de
ánimo

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