Nahuas de Tlaxcala

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II.

Ubicación en el territorio nacional

[ ASPECTOS FÍSICO-GEOGRÁFICOS ]

[ Localización ]

El Estado de Tlaxcala está ubicado en el centro-sur oriente del país (véase mapa 1), sobre el eje
neovolcánico transversal, entre los paralelos 19°05’43’’ y 19°44’07’’ de latitud norte, y entre los
97°37’07’’ y 98°42’51’’ de longitud oeste del meridiano de Greenwich. Los límites del Estado se
establecieron a principios de la época colonial y desde entonces no han sufrido cambios
importantes. Colinda al norte con los Estados de Hidalgo y Puebla; al este y sur con Puebla; al
oeste con Puebla, México e Hidalgo. Cuenta con una superficie total de 3,914 km2, que
representan 0.2% del territorio nacional, ocupando por su tamaño el trigésimo primer lugar entre
los demás Estados. La ciudad de Tlaxcala de Xicohténcatl es la capital del Estado.

[ Clima ]

Prevalece el clima templado subhúmedo con lluvias en verano, el cual domina en el 92.93% de la
superficie estatal, aunque también existen los climas semifrío subhúmedo con lluvias en verano
(6.07% de la superficie estatal), semiseco templado (0.74%) y frío (0.26%). Las precipitaciones
medias anuales son mayores en el centro y sur, donde van de 600 a 1200 mm, en tanto que en el
noroeste y oriente las lluvias son menores a 500 mm al año. En las zonas intermedias y altas del
volcán La Malinche, donde se localiza la población indígena, se realiza principalmente agricultura
de temporal de bajo rendimiento y las comunidades están sujetas al periodo de lluvias.

[ Suelos ]

Algunos suelos de la montaña y laderas del volcán son utilizados por las comunidades indígenas
en la producción agrícola y silvícola. En las laderas inferiores e intermedias del volcán hay suelos
útiles para la agricultura como son los llamados cambisoles crómicos b2 y los regosoles eutríticos,
que se componen por ceniza volcánica, arena, con poco contenido de humus. En la parte alta del
volcán, según apunta Gerd Werner (1988), existe suelo litosol con características de roca oscura y
volcánica, no retiene agua y no es apto para la agricultura; además existen otros suelos
compuestos de roca volcánica que no son adecuados para la agricultura.

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[ Regiones y Cuencas Hidrológicas]

Salvo un área de 750 km2 que drena al golfo, la mayor parte del Estado de Tlaxcala,
aproximadamente 3,051.370 km2 del territorio del centro y del sur (incluye la región del volcán La
Malinche), está comprendida dentro de la región hidrológica Río Balsas. El sistema hidrológico del
Balsas se conduce por el largo de una cuenca de 105,900 km2; es el tercero en importancia en
México y descarga en el Océano Pacífico. Los tributarios más importantes son el Atoyac, Nexapa,
Amacuzac, Zitácuaro y Tepalcatepec (Romero M., 2002).

El Estado recibe anualmente una precipitación pluvial de 879 mm.

[ Elevaciones ]

Dentro de las elevaciones principales en el Estado, mayores a los 3,000 metros de altitud,
podemos mencionar al volcán Matlalcuéyetl o Malintzi (Malinche), con 4,420 metros de altitud, y los
cerros El Huilotepec, con 3,500 metros; Huilapitzo, con 3,500 metros; San Gabriel, con 3,340;
Huintetépetl, con 3,220; Tlacoxolo, con 3,080, y Cerro San Nicolás, con 3,020 metros de altitud. En
las laderas y faldas del volcán La Malinche se encuentra el mayor número de hablantes de lengua
indígena en el Estado; esta proximidad geográfica con el volcán ha contribuido a definir
características socioculturales y productivas particulares de las comunidades indígenas.

[ LAS LOCALIDADES CON 30 POR CIENTO Y MÁS DE HABLANTES DE LENGUA INDÍGENA ]

Según su división político-administrativa, el Estado de Tlaxcala tiene 60 municipios y 1,245


localidades. Para el Censo del 2000, los hablantes de lengua indígena en el Estado eran 26,662,
con presencia considerable (30% y más de HLI) sólo en 11 localidades, ya que con relación a la
población total municipal el mayor porcentaje de HLI es de 16.6% en el municipio de San Pablo del

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Monte, 15.03% en Contla de Juan Cuamatzi, y de 14.62% en el municipio de San Francisco
Tetlanohcan. (Véanse mapas 2 y 3).

De ahí la necesidad de un análisis a nivel localidad para determinar las microrregiones en donde
existe una población indígena representativa, con la finalidad de proporcionar una información más
detallada, para aquellos que deseen conocer o establecer programas o proyectos de desarrollo en
estas comunidades (Mapa 4).

Por la importancia cultural e histórica que reviste, es necesario mencionar que existe un municipio
denominado San Juan Ixtenco, localizado en el oriente del Estado, donde el principal grupo étnico
es el otomí (ñuhmu). Aunque los hablantes de otomí no se consideren representativos en la
entidad, ya que sólo lo habla 3.1% de la población total, representan una cantidad mayor al
promedio de la entidad, que es de 2.7%. Además, en el municipio 8.9% son Hablantes de Lengua
Indígena y de éstos, el 89% habla otomí, por lo que su identidad pervive a través de la lengua y de
otros elementos socioculturales, los cuales analizaremos en el capítulo destinado al proceso
identitario. Como queda dicho, a lo largo de este diagnóstico sólo mostraremos muy brevemente lo
que respecta a la cultura otomí, enfocándonos más a la cultura nahua. Por su singularidad, se le
dedicará una Ficha aparte al grupo otomí, donde se analizará más detalladamente a esta etnia y la
integración que ha tenido en el desarrollo del Estado.

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Aunque para fines prácticos hemos ubicado a la población indígena principalmente por el criterio
lingüístico (30% y más de HLI) que siguen diversos estudiosos e instituciones oficiales, debemos
resaltar que en las proximidades y laderas del volcán La Malinche se encuentra un gran número de
comunidades que mantienen una serie de rasgos culturales y formas tradicionales de organización
propios de las comunidades indias, dentro de los que destaca el sistema de cargos.

Para el investigador Oswaldo Romero (2002), al retomar las características de la región del volcán
La Malinche, las comunidades campesinas tienen una raíz histórica de pertenencia al grupo
indígena nahua, cuyo sistema de habla vernáculo se pierde en las generaciones jóvenes, quienes
se han expuesto al contacto continuo con la lengua española en las ciudades del exterior, por
motivos laborales o educativos. En las comunidades de la montaña todavía quedan hablantes de
náhuatl y en el somontano y la llanura éste casi se ha perdido.

La región del volcán La Malinche se ubica en el suroeste del Estado de Tlaxcala y forma parte de
un área mayor que comprende, a grandes rasgos, un triángulo formado por Apizaco, Puebla y San
Martín Texmelucan, donde se localizan comunidades agrícolas donde a fines del siglo pasado y
hasta hace unos años se hablaba náhuatl principalmente (Nutini e Isaac, 1989). El estudio de
Oswaldo Romero (2002) se apoya en investigaciones de Hugo Nutini, Barry l. Isaac, Alba
González, David Robichaux, Angel Palerm, etc. para obtener una visión general de la región de La
Malinche y definir las tres zonas que la conforman: la llanura, el somontano y la montaña. Esta
región representa un espacio cultural en donde se han reproducido y mantenido, a lo largo del
tiempo, diversas formas de organización y elementos culturales propios de la cultura nahua,
aunque el uso de la lengua haya mermado aceleradamente.

Las poblaciones que conforman cada una de las zonas de la región de La Malinche son:

Llanura: El Carmen Aztama (municipio de Teolocholco); Tepeyanco (Tepeyanco); Santa Inés


Zacatelco (Zacatelco); Panzacola y San Francisco Papalotla (Papalotla de Xicohténcatl); y Santo
Toribio Xicohtzingo (Xicohtzingo).

Somontano: San Pablo del Monte (San Pablo del Monte); San Luis Teolocholco (Teolocholco); San
Cosme Mazatecochco (José María Morelos); La Magdalena Tlatelulco (municipio a partir de 1996);
San Marcos Contla; Santiago Ayometitla y San Miguel Chimalpa (Papalotla de Xicohténcatl); San
Antonio Acumanala (Miguel Hidalgo); y San Miguel Tenancingo (Tenancingo).

La montaña: San Isidro Buen Suceso (San Pablo del Monte); San Francisco Tetlanohcan
(Tetlanohcan); San Pedro Tlalcuapan y San Pedro Muñoztla (Chiautempan); y María Acxotla del
Monte (Teolocholco). (Véase Mapa 5).

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[ Vías de Comunicación ]

El Estado de Tlaxcala tiene una extensa red de carreteras y la mayoría de las localidades están
comunicadas. La región de La Malinche es accesible por vía terrestre y la mayor parte de sus
carreteras están asfaltadas. Para visitar la comunidad nahua de San Isidro Buen Suceso se puede
tomar un autobús en la ciudad de Tlaxcala (frente a la Central Camionera) con destino al municipio
de San Pablo del Monte. A partir de ahí se puede tomar un autobús que proviene de Puebla, o
abordar un taxi. El tiempo de recorrido aproximado, en autobús, de Tlaxcala a San Pablo del
Monte, es de una hora con 15 minutos, y de ahí a San Isidro, de 30 minutos.

En la mayor altura del volcán La Malinche, correspondiente al área de la montaña, hay un camino
carretero revestido (SECODUVI, julio de 1989), que en la región es conocido como carretera
perimetral (Tuxpan, 1990). Dicha ruta, que principia en la cabecera municipal de San Pablo del
Monte, continúa por San Isidro Buen Suceso y se prolonga por el Parque Nacional La Malinche;
entre los municipios que une la carretera están San Pablo del Monte, Teolocholco, Chiautempan y
Huamantla. En el municipio de Teolocholco, en tierras de cultivo agrícola de Santa María Acxotla
del Monte, pasa la carretera perimetral a una altura aproximada de 2,800 a 3,000 metros sobre el
nivel del mar (Romero M., 2002).

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III. Historia

En la época prehispánica, Tlaxcala perteneció al área geográfico-cultural conocida como


Mesoamérica, la cual alcanzó un desarrollo cultural relevante. Se cree que los primeros pobladores
de Tlaxcala datan de hace 12,000 años, según el hallazgo de una punta de proyectil con
acanaladuras tipo “clovis”, que se descubrió en 1957 en las laderas del Cerro Coaxapo.

En Tlaxcala, la invasión de los olmecas-xilancas en la región de Nativitas ocasionó diversas luchas


por el poder y la tierra. Los olmecas-xilancas fundaron su capital en la fortificación de Cacaxtla y
construyeron pequeñas ciudades-fortalezas alrededor de su capital, como Xochitécatl, y otras en el
área de Calpulalpan. Entre los años 700 y 1100 D. C., algunos grupos de toltecas se establecieron
en Tlaxcala y su alrededores, y fueron esclavizados por los olmeca-xilancas hasta que, con ayuda
de los otomíes, no sólo se emanciparon, sino que los vencieron. Como pago, los otomíes
recibieron tierras en el sur de la actual ciudad de Puebla. Parte de estos otomíes llegaron a
territorio tlaxcalteca y se establecieron en Atlangatepec, Hueyotlipan, Tecoac, Huamantla,
Atlihuetzía y Xaltocan. Uno de sus grupos, muy influidos por los huastecos, ocupó el centro-norte
del actual Estado, dando origen a la cultura Tlaxco.

El grupo teochichimeca-tlaxcalteca invadió el valle de México y después se apoderó de la sierra de


Tepeticpac, que con el tiempo fue llamada Tlaxcallan, que en náhuatl quiere decir “lugar de pan de
maíz o de tortillas de maíz”. Los tlaxcaltecas (también llamados teochichimecas) guiados por su
dios Camaxtli, expulsaron de la región a los olmeca-xilancas y se convirtieron en señores
poderosos. Desde el siglo XIV, grupos de teochichimecas se establecieron en la región, formando
una confederación de por lo menos 17 señoríos autónomos.

Al comenzar la vida social y política de la nación tlaxcalteca, se fundaron los cuatro señoríos
principales. Cada señorío era autónomo en materia de gobierno interior, pero al aliarse formaban la
Confederación de Tlaxcala por medio de sus jefes, que los representaban y decidían los asuntos
comunes a toda la provincia en una especie de consejo.

[ La colonia ]

Los españoles llegaron a Tlaxcala en 1519, y entre este año y 1524 fundaron la ciudad colonial.
Por ello, Tlaxcala es la ciudad más antigua de la Nueva España. En 1535 se le otorgaría el título de
“Leal Ciudad” y su escudo de armas. En 1535, Diego Maxixcatzin se entrevistó con Carlos V y
obtuvo el escudo de armas de la ciudad, el privilegio de que Tlaxcala sólo dependería de la
Corona. El favor del rey fue cimiento de las amplias facultades del gobierno indio en la Tlaxcala
colonial. A la llegada de los españoles, existió resistencia por parte de los pobladores, pero ante su

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inminente derrota, optaron por una alianza militar con los hispanos para llevar a cabo la conquista
de Tenochtitlán, influyendo en esta decisión las continuas e intensas luchas que los tlaxcaltecas
tenían con los mexicas.

Los importantes servicios de los tlaxcaltecas en la conquista de México, les valieron ciertos
privilegios y un tratamiento especial de parte de la Corona de España; por ejemplo, cierta
autonomía política, menos trabajos forzados y la prohibición de la encomienda dentro de su
teritorio (Gibson, 1952), además del derecho a portar armas y montar caballos, aunque con el
correr del tiempo, muchos de estos privilegios se fueron olvidando. Según explica Nutini (1974), la
ausencia de la encomienda, hizo que la población tlaxcalteca estuviera menos expuesta a la
formación de haciendas que el resto del Valle de Puebla-Tlaxcala, al final de la época colonial y
principios de la republicana.

El año de 1545 (Gibson, 1950) resulta de gran importancia para la vida política indígena de
Tlaxcala, porque apareció por primera vez la forma de Cabildo de Indios, que duró hasta fines del
siglo XVI. Su sistema de elecciones es de importancia para las cuatro cabeceras, porque cada dos
años hubo nuevo gobernador para toda la provincia y este nuevo gobernador perteneció a una
cabecera distinta. La sucesión de gobernadores fue en forma de rueda o rotación, que daba vuelta
completa cada ocho años. Hacia fines del siglo XVI, en 1591, cuando Tlaxcala pierde prosperidad,
el cabildo empieza a decaer, porque ya no puede pagar tributo y algunos de sus miembros son
encarcelados. El gobierno indígena es destruido como grupo organizado en forma rotativa y
pierden el poder y el control político sobre su designación. Para el año de 1600, los gobernadores
son elegidos por el Virrey (Romero M., 2002). Tlaxcala permaneció, durante la época novohispana,
como provincia india autónoma con privilegios y distinciones que le permitieron preservar su unidad
política y territorial. En la provincia de Tlaxcala nunca se constituyó un ayuntamiento de españoles.
El Cabildo de naturales, el más importante órgano de gobierno, llegó a alcanzar un gran poderío.

Durante la segunda mitad del siglo XVI, Tlaxcala vivió en relativa estabilidad. El cabildo indio gozó
de fuerza política y autoridad moral. En 1591 el virrey Luis de Velasco el Joven pactó con el cabildo
para que 400 familias tlaxcaltecas se trasladaran a la Gran Chichimeca para pacificarla. Los
nuevos asentamientos contarían con autonomía política, exención de tributos o servicios
personales, gozarían de los privilegios que correspondían a la provincia de Tlaxcala y sólo
recibirían doctrina de los franciscanos. En 1670 el cabildo realizó gestiones contra un nuevo
impuesto sobre los magueyes y el pulque, y para recuperar las faldas boscosas de la Malinche.
Logró que el impuesto sólo fuese pagado por los transportistas del pulque y obtuvo para la
comunidad la posesión de las tierras del monte. Este acontecimiento, se vincula directamente con
la presencia y permanencia, hasta nuestros días, de la población indígena en la región.

Pese a tener privilegios que les había otorgado la Corona Española, durante el siglo XVII, los
indios de Tlaxcala, como los de otras provincias novohispanas, fueron severamente explotados y
empobrecidos. Desde principios del siglo XVIII, varios pueblos lucharon por obtener su autonomía
del gobierno provincial de Tlaxcala. Tepeyanco obtuvo el derecho a elegir su alcalde y dos

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regidores. Huamantla obtuvo también el derecho a proponer a su alcalde y “formar república”, pero
fracasó en su intento de separarse, en 1756, de la jurisdicción de Tlaxcala.

A pesar de que los españoles aceptaron mantener en Tlaxcala un gobierno indígena relativamente
autónomo como recompensa a sus servicios, rápidamente procedieron a neutralizarlo y penetrarlo
con gobernantes, directa o indirectamente, y con instituciones y colonizadores que llevaron a cabo
la hispanización acelerada del área (Brown, 1982). Para Nutini (1974), el Valle de Puebla-Tlaxcala
fue una de las primeras regiones del continente americano que se evangelizó sistemáticamente y
se organizó para la explotación colonial de sus recursos humanos y naturales, y junto con el valle
de México, fueron las primeras regiones de la Nueva España donde la cultura indígena
prehispánica y la cultura española comenzaron a fusionarse, dando así principio al proceso
aculturativo y sincrético que caracteriza el advenimiento de la nación mexicana, o por lo menos de
sus áreas rurales.

Los españoles ocuparon, a su llegada, las mejores tierras, las bajas, e introdujeron ganado, cereal
y trigo, desplazando los cultivos tradicionales de los indígenas. Hacia el norte, en los límites con el
actual Estado de Hidalgo, las haciendas se dedicaron fundamentalmente a la producción de
pulque; en el norte-centro y oriente, a la ganadería de lidia, cereales y pulque, y; hacia el centro-sur
y sur-oeste, a otros cultivos agrícolas y algo de ganadería (Valdivieso Sandoval y Carrillo Huerta,
1998).

En el siglo XVII, Tlaxcala contaba con obrajes, cría de ganado y, para los indígenas, la extracción
de grana o cochinilla representaba una lucrativa actividad que contribuyó a la expansión del nopal
(Opuntia) por una amplia zona en esta parte de la Nueva España. Al parecer las mayores
poblaciones indígenas estaban asentadas en las faldas del volcán La Malinche. Fue también en
1614 cuando Fray Alonso Mota y Escobar (González, 1985), el obispo andarín, reporta que
Tepeyanco y Santa Ana Chiautempan, ubicadas en las laderas occidentales de La Malinche,
hablan lengua mexicana, o sea náhuatl.

Además, diversas investigaciones y estudios resaltan que los españoles se valieron de los
tlaxcaltecas para colonizar diversos lugares de la Nueva España y lejos de sus fronteras.
Acompañaron a Cortés y a su ejército en la conquista de casi todo el territorio de la Nueva España,
Arizona, Texas, Florida y Canadá. Al sur, contribuyeron a colonizar los actuales territorios de
Guatemala, San Salvador, Honduras, Nicaragua, Cuba, República Dominicana, Ecuador y Perú.
Las Crónicas de Humboldt señalan que los tlaxcaltecas también fueron importantes para apaciguar
los movimientos armados de los nativos en diferentes puntos del país, como en Taxco, para evitar
los asaltos en la transportación de la plata.

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[ Independencia ]

La inestabilidad política que siguió a la consumación de la Independencia se extendió


prácticamente durante 50 años hasta la restauración de la República, afectando con ello el
desarrollo del país. La crisis económica que acompañó a esta inestabilidad se reflejó también en el
Estado de Tlaxcala que vivió con dificultad de las actividades económicas tradicionales: agricultura,
ganadería, obrajes de lana, fábricas de loza y molinos.

En la segunda mitad del siglo XIX, la construcción de las vías de ferrocarril México-Veracruz y
posteriormente sus ramales Apizaco y Puebla, facilitaron las comunicaciones entre el Estado y la
Ciudad de México. Para fines de siglo, a las actividades tradicionales se agregaban nuevas
fábricas de hilados y tejidos, fábricas de vidrio y de loza, de fundición y refundición de hierro y
fábricas de almidón (Brown, 1982). De acuerdo con la Ley Lerdo de 1856, la mayoría de las
comunidades indígenas habían fraccionado sus terrenos. Así, hacia 1877, gran parte de los ex
comuneros poseían su parcela y además trabajaban como jornaleros, aunque recibían bajos
salarios.

La Constitución de 1857 redundó en la pérdida de grandes cantidades de tierras comunales


indígenas y el crecimiento aún mayor de las haciendas (Nutini, 1989). Este cambio en la tenencia
de la tierra lleva simultáneamente a cambios en la vestimenta y otros elementos que hasta
entonces habían mantenido la identidad indígena, y que dan comienzo a un proceso más
acelerado del paso de status indígena a mestizo (Beals, 1951).

A finales de la dictadura porfirista, a través del gobernador Próspero Cahuantzi, la entidad entra a
otra etapa de desarrollo, caracterizada por un decisivo impulso a la industrialización, lo que requirió
estimular la enseñanza y transformar a una parte del campesinado en mano de obra
manufacturera. Las contradicciones que ocasionaría esta forma de desarrollo y la formación de una
conciencia antirreeleccionista en la entidad, serían la principal condicionante que dio como
resultado el movimiento armado de 1910.

[ Revolución y Modernización ]

La revolución trastrocó el modelo productivo sustentado en la hacienda. La distribución de la tierra


se realizó paulatinamente mediante la repartición de parcelas; con ello se pensaba atenuar una de
las principales demandas de la población campesina e indígena: la tierra.

Después de la renuncia de Porfirio Díaz, los maderistas de Tlaxcala ganan las elecciones y su
dirigente, Antonio Hidalgo, abandera un programa que incluía la devolución de las tierras de las

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haciendas a las comunidades indígenas, la creación de colonias campesinas para los trabajadores
del campo carentes de tierras y condiciones salariales más justas para los obreros y trabajadores
del campo. Pero, en 1917, Carranza ordenó al gobernador provisional regresar la tierra a los
hacendados, lo que no se pudo cumplir cabalmente porque los pueblos se opusieron con las
armas. Finalmente se crearon colonias agrícolas con parcelas de 5 a 15 hectáreas en las
haciendas intervenidas y las parcelas fueron pagadas por los colonos en abonos, mientras que los
propietarios recibieron bonos del gobierno del Estado (COPLADET, Municipio de Tlaxcala).

Para 1923, todavía más del 50% de la tierra rural privada de la entidad tenía extensiones entre las
1,000 y 20,000 hectáreas. El inicio del gobierno cardenista y el impulso a la organización de
obreros y campesinos había llevado a que en Tlaxcala, para 1935, cuarenta haciendas tuvieran
sindicatos de peones y en 27 municipios existieran sindicatos obreros, principalmente en las
fábricas textiles (Ramírez, 1991). Asimismo, la Reforma Agraria avanza considerablemente durante
esta época, repartiéndose alrededor de 100,000 hectáreas. El interés de terminar con el patrón de
desarrollo hacendario y de sustituir a la vieja y caduca industria textil, se manifiesta en las acciones
gubernamentales en pro de la industrialización, la cual no sólo era una medida de desarrollo
económico necesaria, sino que respondía a la oportunidad generada por la crisis norteamericana,
la situación de preguerra y a la necesidad de dar empleo a los tlaxcaltecas desempleados que lo
demandaban y comenzaban fuertes flujos migratorios hacia otras partes del país e incluso hacia el
extranjero (Valdivieso Sandoval y Carrillo Huerta, 1998). En el periodo de 1930 a 1953 termina por
estructurarse la división política del Estado de Tlaxcala y se vive nuevamente un proceso de
industrialización en la entidad.

El amplio proceso de urbanización e industrialización ha modificado sustancialmente los modos de


producción y de vida de los pueblos indígenas que habitan esta entidad. Las diferencias en
estratificación étnica y cultural que actualmente se observan en Tlaxcala no son solamente el
resultado de los diferentes procesos históricos que la afectaron, sino también el resultado
acumulativo de adaptación rural a las exigencias de nuevos modos de producción y condiciones
socioeconómicas durante la época contemporánea. La migración laboral y educativa en las
comunidades indígenas, el trabajo fabril creciente como fuente principal de ingreso familiar, la
agricultura como actividad complementaria y de autoconsumo, el continuo contacto con formas
culturales de índole urbana y el proceso de pérdida de la lengua indígena, son sólo algunos de los
elementos que van configurado una situación muy singular en las localidades que aún mantienen
una fuerte presencia cultural indígena.

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IV. Identidad

El término nahua hace referencia a una comunidad lingüística compuesta por una serie de grupos
que hablan la lengua mexicana y que, herederos de las grandes culturas del Altiplano Central,
llegaron a dominar la Cuenca de México y la región mesoamericana en la época prehispánica. El
vocablo nahua significa hablar con claridad, con autoridad o conocimiento, aunque en algunas
regiones los nahuas se refieren a sí mismos como "macehuali", campesinos, tal vez haciendo
referencia a la antigua división clasista de la sociedad nahua que dividía a la población en "pillis" y
"macehuales". Estos últimos eran la gente del común, los tributarios, casi siempre campesinos.

En el caso de los otomíes, ellos se llaman a sí mismos "hñä hñü", de "hñä", hablar y "hñü", nariz,
es decir, los que hablan la lengua nasal o quien habla, aunque los otomíes de la sierra oriental se
refieren a sí mismos como "n'hyühü". Son un pueblo montañés que habita en las zonas de tierra
fría y templada del centro de la República mexicana y sus altiplanos: la Sierra de las Cruces, la
meseta de Ixtlahuaca-Toluca, la escarpa occidental de la Mesa Central, los valles de Querétaro e
Hidalgo, la Sierra Gorda, el valle del río Laja, los valles de Guanajuato, la Sierra de Puebla y
algunas localidades en el Estado de Tlaxcala. Las lenguas otomíes, también conocidas como "hia
hiu", "hña'no", "ñah ñu", "ñuhu", "ñ'ah ñu", "jia jiu" o "ra yuhu", se derivan del tronco otomangue,
familia otopame (INI, 1995).

[ Lengua ]

La lengua materna ha sido uno de los más importantes rasgos a través de los cuales se construye
la identidad, ya que a través de este elemento de comunicación se transmite el sentir y pensar de
los pueblos. La lengua no sólo representa un instrumento sino conforma una matriz cultural que
transmite diversos valores, prácticas y creencias, además de ser utilizada como un recurso cultural
de sobrevivencia y resistencia ante otros grupos.

Desde el punto de vista lingüístico, las lenguas nahuas, también conocidas como "azteca",
"macehuali", "mexicanero", "mexicano", "náhual" o "náhuat", pertenecen al tronco yuto-nahua, y
junto con el pipil, lengua indígena centroamericana, forman la familia náhuatl, cuya antigüedad es
de aproximadamente 45 a 47 siglos. Los especialistas consideran que el náhuatl tiene cuatro
variantes: a) náhuatl del oeste (Toluca, Michoacán, Guerrero y Morelos), b) náhuatl central (valle
de México, Puebla y Tlaxcala), c) náhuatl septentrional (La Huasteca) y d) náhuatl del este (Puebla,
Veracruz, Oaxaca y el pipil de El Salvador en Centroamérica).

La importancia de la lengua en los grupos indígenas para la conservación de la cultura, nos obliga
a mencionar la abrupta disminución de hablantes de lengua indígena en el Estado de Tlaxcala,

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ocasionada principalmente por los cambios socioeconómicos a nivel nacional, los programas de
educación formal implementados en su gran mayoría en castellano, el fenómeno de la migración,
la extensa red de comunicación, la creciente industrialización y el amplio proceso de urbanización
que ha experimentado la entidad desde hace aproximadamente 50 años. Además, la desaparición
paulatina de la lengua se debe también a la gran desventaja social, económica, política y cultural
que representa el no manejar fluida y funcionalmente el español.

[ porcentaje de hablantes de lengua indígena en Tlaxcala ]

Fuente | Cien Años de Censos de Población. INEGI, México. 1996

En la entrevista realizada al investigador Luis Reyes, éste manifestó que una causa importante de
la abrupta disminución de hablantes de náhuatl es que en Tlaxcala, al igual que en el resto del
país, en la década de 1930, se impuso la visión de una escuela rural sustentada en un “progreso”
que tenía que terminar con todo lo indígena, prohibiéndose el uso de las lenguas indígenas en las
escuelas. Y los niños que sufrieron esta represión son abuelos y padres de las generaciones
actuales.

Durante el trabajo de campo se pudo constatar que en San Isidro la gran mayoría de la población
es bilingüe, pues se comunica en español y náhuatl. En lugares públicos, cuando se encuentran
los pobladores o se realiza algún tipo de comercio, hablan en náhuatl, pero al notar la presencia de
alguien foráneo, empiezan a hablar en español. El náhuatl se habla de preferencia dentro de las
familias, y las mujeres son quienes más lo practican y reproducen, transmitiendo, con ello,
estructura, sentido y concepción culturales que rebasan la idea de catalogar a la lengua sólo como
un instrumento de comunicación.

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En el amplio estudio sociolinguístico “Hablando mexicano. La dinámica de una lengua sincrética en
el centro de México” realizado por Jane y Keneth Hill, acerca del náhuatl hablado en la falda del
volcán La Malinche, se muestra desde una perspectiva relativista que el mexicano (náhuatl)
hablado en La Malinche es una lengua sincrética, es decir una lengua que, al mezclarse con el
español, ha desarrollado recursos para defenderse y proporcionar a sus hablantes mecanismos
para perdurar y seguir siendo ellos mismos (Hill, Jane y Kenneth C. Hill, 1999).

[ Auto-denominación ]

La identidad étnica también se construye a partir de varios elementos, dentro de los cuales
podríamos mencionar la forma de auto nombrarse, lo cual establece una diferencia con los demás
grupos indígenas y con los mestizos. Asimismo, esta diferenciación nominal no sólo sirve para
reconocerse ante los otros, sino también para relacionarse con ellos, otorgándole a los grupos un
sentimiento de pertenencia, constituyendo un “nosotros” en contraposición a lo “otro”, a esa
presente “otredad”.

[ Principales grupos étnicos de Tlaxcala, su auto-denominación y significado ]

La lengua indígena que más se emplea en la entidad es el náhuatl, que representa el 88% del total
de HLI en Tlaxcala; le siguen el totonaca, con 5%, y el otomí, con 3%.

Cabe hacer la aclaración de que los nahuas y otomíes son considerados como pueblos originarios
de la región, mientras que los Totonacas, junto con otros grupos indígenas que radican
actualmente en Tlaxcala, son inmigrantes que recientemente se han asentado en la entidad .

Además, diversos nombres originarios de la región prevalecen en la mayoría de los municipios en


los que actualmente está dividida la entidad. Así, algunos de los habitantes que pertenecen a los
municipios con población indígena, se identifican de una manera especial con el lugar donde viven
y adoptan el topónimo.

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[ Municipios actuales del Estado de Tlaxcala con su significado en náhuatl ]
Municipio Palabra nahuátl que se traduce como:
Acuamanala de Miguel Hidalgo Recipiente o lugar del depósito de agua buena
Altzayanca Lugar donde se rompen las aguas
Amaxac de Guerrero Donde se bifurca el agua
Apetatitlán de Antonio Carvajal Sobre estera de agua
Apizaco Lugar de agua delgada o riachuelo
Atlangatepec Cerro de las aguas hacia abajo
Benito Juárez
Calpulalpan En las casas o en las casonas
Carmen Tequexquitla, El Lugar de tequezquite
Chiautempan En la orilla de la ciénega
Contla de Juan Cuamatzi Lugar de ollas o lugar de vasijas
Cuapiaxtla Guardamontes o individuos que cuidan los montes
Cuaxomulco En el rincón de los árboles
Emiliano Zapata
Espanta Su nombre antiguo fue Atzatzacuala y significa lugar de represas
Hueyotlipan Sobre el camino grande o principal
Huamantla Lugar de árboles formados o juntos
Ixtacuixtla de Mariano Matamoros En las salinas o en donde se saca la sal
Ixtenco En la rivera o en la orilla
Lázaro Cárdenas
Magdalena Tlaltelulco, La Lugar de terrones
Mazatecochco de José Ma. Morelos En el escondite o abrevadero de venados
Antiguamente este municipio se conoció como Zacatepec, que
Muñoz de Domingo Arenas
significa lugar de zacate.
Nanacamilpa de Mariano Arista Campo sobre los hongos
Nativitas En la tierra nueva
Panotla Pasajero o navegante
Papalotla de Xicohténcatl Lugar de mariposas
San Damián Texoloc Pie del gemelo de Quetzalcóatl
San Francisco Tetlanohcan En el pedregal de las tunas
San Jerónimo Zacualpan Sobre el adoratorio
San José Teacalco Lugar de embarcadores o en la canoa de piedra
San Juan Huactzinco En el venerable lugar seco
San Lorenzo Axocomanitla Lugar donde se extienden las aguas agrias
San Lucas Tecopilco En el lugar de la diadema de piedra
Antes se denominó Cuauhtotoatla que significa agua de pájaro del
San Pablo del Monte
monte
Antiguamente se llamó Tzacualtitla que quiere decir entre o en lugar
Sanctórum de Lázaro Cárdenas
cerrado
Santa Ana Nopalucan Tierra o región de nopales
Santa Apolonia Teacalco En la canoa de piedra
Santa Catarina Ayometla En el acueducto del maguey

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Santa Cruz Quilehtla ?
Santa Cruz Tlaxcala Lugar de tortillas
Santa Isabel Xiloxoxtla Lugar donde abundan los elotes tiernos
Tenancingo Lugar fortificado o amurallado
Teolocholco Lugar donde se escondieron los dioses
Tepetitla de Lardizábal Lugar entre cerros
Tepeyanco En el pueblo nuevo
Terrenote Terreno de color de masa
Tetla de la Solidaridad Lugar pedregoso
Tetlatlahuca Lugar de piedras rojas
Tlaxcala Lugar de tortillas
Tlaxco En el lugar del juego de pelota
Tocatlán Lugar de arañas
Totolac Agua de los pájaros
Tzompantepec Lugar donde se guardan los cráneos
Xaloztoc En la cueva de arena
Xaltocan Arenal de arañas
Xicohtzinco Detrás del jicote
Yauhquemecan Lugar de guerreros vestidos
Zacatelco Adoratorio de zacate
Zitlaltepec de Trinidad Sánchez
Cerro de la estrella
Santos

Fuente | Monografías municipales del Estado de Tlaxcala, Gobierno del


Estado de Tlaxcala

Para Nutini, en Tlaxcala los conceptos o categorías de indio y mestizo tienen poca validez
descriptiva y analítica para la gente, ya que se vive un proceso aculturativo nivelado. En este caso,
es necesario comprender y elaborar una definición dinámica del indígena y su cultura,
conceptualizándolos como una parte integral de la cultura y sociedad regional, no como una
entidad aislada.

Es claro que el criterio lingüístico que aplican algunas instituciones e investigadores para
considerar a la población indígena, aunque es práctico, tiene algunas limitaciones y, en el caso
específico de Tlaxcala, nos podría dar una perspectiva de que se vive un fuerte proceso de
mestizaje cultural y la reducción abrupta y existencia mínima de población indígena en la entidad.
Pero si analizamos algunos rasgos culturales, como el sistema de cargos, podemos notar que es
mayor el número de poblaciones indígenas que mantienen diversas formas culturales propias de
los pueblos originarios.

El desarrollo histórico que se ha vivido en la entidad y el fuerte regionalismo de los tlaxcaltecas en


mantener su identidad étnica y cultural, dentro del proceso de integración y asimilación, ha
generado una uniformidad cultural en la región. En esta continuidad cultural, también es bueno
resaltar que Tlaxcala es el único Estado que se denomina en función de sus pobladores

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originarios. A través de las visitas realizadas a la entidad y a las comunidades, se pudieron obtener
ciertos visos que apuntan a una muy particular forma de definirse como “tlaxcalteca”, lo cual
contiene un cierto orgullo entre su pobladores al compartir una historia común y una pretensión de
definirse como si se tratara de una nación dentro de otra nación.

[ Estructura familiar y parentesco ]

En las poblaciones indígenas aludidas es de gran importancia el parentesco debido a que gran
parte del entramado social se conduce por sus líneas en la práctica de la vida cotidiana. Es posible
sugerir que el parentesco constituye la base de la organización social. Así, el parentesco en este
tipo de sociedades permite sobreponerse en gran proporción sobre otros tipos de actividades. Para
Robert Rowland (citado en Gonzalbo, 1993) las relaciones entre grupos y entre individuos, sean de
naturaleza económica, política o simbólica, son pensadas como si fueran relaciones de parentesco
y de ello derivan los derechos y las obligaciones que las definen. Si bien, las relaciones de
parentesco ocupan un lugar preferente entre los pueblos nahuas, no por ello se quiere sostener
que tales solidaridades sociales o familiares no hayan sido atravesadas por las relaciones
económicas o que no se hayan roto las filiaciones a los grupos familiares y que las relaciones de
parentesco se mantengan estrictamente en todo el cuerpo del entramado social sin que haya
constantes fisuras y rupturas (Viñas, 1998).

Según señala Romero (2002), los patrones de nupcialidad entre los nahuas son: la unión conyugal
del matrimonio ocurre en la comunidad cuando las parejas se casan ante la autoridad del registro
civil en la cabecera de municipio, por liturgia católica y por el robo de la novia, que es también
cuando los hijos cambian de estatus y residencia. Las tres modalidades llevan el cambio de
residencia de la mujer y su adhesión al grupo de parientes del padre del esposo. Si bien ésta es
regla establecida, también el hombre va a residir en casa del padre de la esposa, por razones
económicas.

Los padres del novio piden a la novia; por lo regular visitan a los padres de ella una o dos veces;
llevan regalos (licor, cigarros, charal seco, una cobija y un chiquihuite con pan). Cuando los padres
de la muchacha aceptan el pan, significa que se ha llegado al acuerdo y se fija la fecha del
matrimonio. Si los padres de la novia están conformes, pronto se celebra el matrimonio civil; si se
oponen, los novios se fugan por algún tiempo mientras se calman las cosas. La fiesta de bodas
dura dos días, primero en casa de la novia y después en la del novio. (Romero Contreras, 1998).

En las comunidades nahuas, al casarse, la pareja por lo general se va a vivir a casa del padre del
novio, aunque existen casos en que el hombre tiene que residir en la casa del padre de la novia, lo
que puede provocar ironías y burlas ya que algunos miembros de la comunidad lo consideran
como falta de “hombría” y de capacidad para mantener a la mujer. En este último caso se le asigna
al esposo el mote de “nuero”. Los padres otorgan la herencia o “interés” a los hijos cuando se
casan, que consiste comúnmente en un terreno ubicado en el pueblo o en las laderas del volcán La

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Malinche. Mientras permanece con el padre, formando una familia extensa, la pareja empieza a
ahorrar, según la actividad e ingreso económico fijo que tengan, para construir una casa en el
terreno heredado. La cercanía que tiene el padre con la familia de sus hijos, le permite tener
incidencia en la estructura familiar y, en cierta medida, mantener el poder sobre su familia extensa
corresidencial.

Según el principio de residencia virilocal que prevalece en el modelo cultural nahua de la región de
la Malinche, el hijo menor, llamado Xocoyote, permanecerá en la casa paterna manteniendo y
cuidando a sus padres hasta que fallezcan, recibiendo a cambio la casa y los terrenos de mayor
valor. En casos especiales, la hija desempeña esta función como Xocoyota, siempre y cuando no
existan descendientes varones. El creciente fenómeno de la migración y los cambios demográficos
que se presentan de manera acelerada en la región cultural nahua de Tlaxcala, probablemente
cambien y modifiquen, en los próximos años, las características del patrón cultural de residencia en
las comunidades.

Enuncia Oswaldo Romero que, actualmente, la comunidad nahua de Acxotla del Monte constituye
una comunidad indígena por la reproducción cultural de prácticas como el compadrazgo católico,
las uniones conyugales con residencia virilocal temporal, la herencia familiar mayoritaria a partir de
la reproducción de la últimogenitura, la participación política de los hombres en la asamblea y,
sobre todo, la inclusión de los rituales político-religiosos que norman la vida de los habitantes a
través de la jerarquía cívico-religiosa. Sin embargo, la comunidad, analizada en sus aspectos
materiales de cultura, muestra un alto grado de formas estilísticas urbanas o modernas, puesto que
cuenta con alcantarillado, agua potable, alumbrado público, calles con pavimento, carreteras
asfaltadas, casas de materiales industriales, energía eléctrica, telefonía para larga distancia,
vehículos particulares y residencias de diseños modernos. Desde esta perspectiva la comunidad
erróneamente puede ser vista como formando parte de una "cultura mestiza", si sólo se atiende a
esos aspectos modernos y también a la lengua, vestido industrial y a las formas culturales de corte
urbano, pero la comunidad comparte culturalmente un conjunto de rasgos que le permiten una
cierta conformación identitaria nahua.

[ Compadrazgo ]

Con la excepción de la estructura familiar, no hay otra institución social que tenga una incidencia
más uniforme y extensa que el compadrazgo al nivel comunal y regional. El compadrazgo es una
institución compleja y diversificada que todavía existe en la entidad y aún más en las comunidades
indígenas nahuas. Además de los tipos de compadrazgo sacramental o de fe –bautizo,
casamiento, confirmación y primera comunión– la comunidad promedio posee otros tipos que
pueden incluir una serie de eventos y actividades en el ciclo de vida y el ciclo ritual y ceremonial,
siendo los principales: parada de cruz, de entierro, bendición de objetos nuevos, sacada a misa,
escapulario, coronación de la Santísima Virgen, y bendición de casa.

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[ Religión ]

Es evidente que indios y mestizos no necesariamente tienen diferentes instituciones políticas, pero
sí diferentes actitudes e interpretaciones del comportamiento político. Por estas razones, la
presencia del escalafón sociorreligioso donde se combinan puestos civiles y religiosos está
eminentemente asociada a comunidades indígenas, y generalmente al nivel comunal y no
municipal. (Nutini, 1974). La organización religiosa de las comunidades, además de satisfacer los
requerimientos impuestos por el dogma católico, se caracteriza por elementos que, desde el punto
de vista ritual y ceremonial, son ajenos a la ortodoxia formal. Hay todavía muchas comunidades –
en mayor medida las que contienen aún una fuerte presencia indígena– donde la religión católica
se mezcla con creencia paganas, con sus respectivos ritos y ceremonias. Esta religión,
denominada folk por Nutini, se caracteriza por la presencia de instituciones como el sistema de
mayordomías, las hermandades, la organización de los barrios, el ayuntamiento religioso, y otras
instituciones religiosas menos importantes de tipo sincrético.

La vida de un gran número de comunidades está centrada alrededor de las fiestas religiosas y del
ciclo ritual y ceremonial anual. La administración y jerarquía religiosa, las numerosas mayordomías,
fiestas religiosas y semirreligiosas comunales como el día del santo patrón, el carnaval, los
danzantes, etc., ocupan gran parte del tiempo de los pobladores, y en varias localidades
prevalecen las estructuras tradicionales. Pero prevalecen los patrones de conducta sociorreligiosa
tradicional, dominando fuertemente en las localidades nahuas la iglesia católica. Para el Censo del
2000, las localidades con mayor presencia indígena se encontraban así:

[ población según religión en localidades con 30% ]

Fuente | INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000

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La fiesta más representativa de Tlaxcala es el carnaval, en él participan casi todos sus habitantes.
El carnaval por lo general se lleva a cabo los tres días que anteceden al miércoles de ceniza,
aunque la variedad de días depende de la población donde se festeje. En esta festividad se
encuentra, como un acontecimiento sustancial, la práctica de danzas y bailes exclusivos para estos
días, principalmente las llamadas “Cuadrillas”, danzas realizadas por grupos de bailadores, a los
cuales nombran de varias formas. El más usual es el de “Camada”, y en algunos otros sitios son
nombradas con otros términos, como: “huehues”, “enmascarados”, “máscaras”, “catrines”,
“comparsa”, etc. (Sevilla et al., 1985).

Es el tradicionalismo del núcleo cultural alrededor del cual gira la vida comunal, lo que ha permitido
a muchas comunidades mantener su identidad étnica, su autonomía e independencia
sociorreligiosa y política, a veces con la presencia de fuertes presiones externas. En las
comunidades con fuerte presencia indígena, el sistema de mayordomías y el ayuntamiento
religioso, en cierto modo han permanecido y funcionan como el núcleo central de la actividad
comunal, siendo elementos indispensables de la integración tradicional. En muchas comunidades
el núcleo tradicional sigue teniendo eficacia como mecanismo de integración sociorreligiosa local.

Las fiestas y celebraciones católicas están estrechamente ligadas al sistema de mayordomías.


Existen mayordomías que se festejan de manera común entre las comunidades, como la del Santo
Patrón, la Semana Santa y Todos los Santos, y otras varían según la comunidad que las recrea.

El día del Santo Patrono, San Isidro, es el 15 de mayo y la fiesta está a cargo de la mayordomía.
Existen mayordomos de las siete imágenes del pueblo: San Isidro Labrador, San Miguel, San
Javier, Nuestro Señor Jesús, El Corazón de Jesús, Nuestra Señora de Ocotlán y la Virgen de
Guadalupe. Las fiestas de las otras imágenes son menos costosas. La de San Isidro es la única
celebración dedicada a la agricultura, lo cual tiene su lógica debido a la actividad económica del
pueblo. En la misa se pide por el buen resultado de la cosecha; se efectúan procesiones ese día,
en las cuales el Santo sale por el pueblo en andas, sobre una mesa sostenida por los jóvenes
pertenecientes a la mayordomía. La fiesta del día 12 de diciembre es la única que compite en
suntuosidad con la de San Isidro. La práctica de religión protestante es escasa en la población
contemporánea (Romero Contreras, 1998).

A la mayordomía del santo patrón, La Santísima Trinidad, se le denomina fiscalía. Cuando estos
pueblos tlaxcaltecas celebran la fiesta del santo patrón, las mayordomías o fiscalías invitan a
participar a sus homólogos de pueblos colindantes. Las imágenes invitadas llegan al templo y la
costumbre es quedarse durante una semana. Dichas celebraciones trascienden en aquellas
demarcaciones representativas con la asistencia de muchos invitados a la comida del habitual
mole. Para poder asistir a la celebración de la fiesta del patrón de un pueblo la fiscalía debe ser
invitada directamente por sus homólogos. Posiblemente esta práctica ritual se ha mantenido de
manera permanente fuera del control de los sacerdotes. Este patrón cultural de invitación es una
tradición y una práctica sociocultural entre las mayordomías o fiscalías. Por otra parte, es una
trama social que se entreteje formando redes anuales y un tejido de amistades, familiaridades y
lazos de parentesco y vínculos solidarios entre los devotos de los diferentes santos patrones. Si las

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visitas se practicaban entre diferentes pueblos rurales circunvecinos, se dedujo que podía ser un
patrón cultural propio de estos pueblos cristianizados de origen nahua (Carrasco Rivas, 2001).

[ Sistema de Cargos ]

La jerarquía cívico-religiosa, también llamada sistema de cargos, se desarrolla y reproduce a través


de prácticas religiosas mediante el cumplimiento de cargos civiles y religiosos en escalafón que
proporcionan prestigio y poder a sus integrantes. En algunas comunidades indígenas se ha
reorganizado y reestructurado el sistema de cargos, suprimiendo en algunos casos los gastos
suntuosos y la comida ritual, modificando la jerarquía, destinando los recursos para servicios y
obras materiales requeridas por la iglesia y la comunidad. Se han creado cargos auxiliares que
contribuyan al gasto general de la celebración. Además, la migración laboral, y concretamente el
trabajo de los pobladores como obreros en las ciudades, contra lo que se podría pensar, ha
contribuido a la permanencia de la jerarquía cívico-religiosa, mediante recursos monetarios que
invierten los migrantes, fortaleciendo la identidad de las comunidades nahuas en Tlaxcala.

Algunas investigaciones importantes sobre los sistemas de cargos son las tesis de Jesús Quirós y
Quirós (1977) y el trabajo de Garry E. Chick (1981). En la de Jesús Quirós (1977: XlI-XIII) se
analiza el impacto modernizador que resulta de los migrantes y las personas que se relacionan con
el exterior comunitario en San Pedro Tlalcuapan, Tlaxcala, y cómo la modernización ha llegado a
influenciar las relaciones y el comportamiento tradicional de los sujetos en la comunidad,
afectándose las instituciones tradicionales –las mayordomías, el ayuntamiento religioso y aspectos
del compadrazgo y el parentesco–, lo cual redunda en la transformación de la realidad social
tradicional, que el autor llama la nueva realidad secular o económica. El trabajo de Chick (1981:
217) compara un modelo conceptual de la organización de un sistema de cargos de San Rafael
Tepatlaxco, Tlaxcala, con los patrones de funcionamiento que en realidad ocurren en el poblado
(Romero M., 2002)

Con el sistema de cargos se está ante una autoridad de gran investidura en la comunidad o en el
barrio. Los fiscales o principales son los depositarios de ese poder, quienes ejercen la dominación
sobre los miembros de la sociedad campesina (Aguirre, 1966: 547; Bonfil, 1988: 230; Falla, 1969:
926-927; Nutini e Isaac, 1989: 325-326: Smith, 1981: 53-54). Las jerarquías cívico-religiosas como
formas tradicionales de control social, religioso y político, pueden también limitar la participación de
la gente (Nutini e Isaac, 1989). Según abundó el investigador Romero, en la entrevista que le
realizamos, los jóvenes de diversas comunidades han intentado abrir los espacios políticos y se
han opuesto a algunas formas tradicionales de poder y de toma de decisiones en sus localidades,
cuestionando las estructuras rígidas de poder tradicional, tratando de obtener voz y voto dentro de
las asambleas comunitarias.

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[ Día de Muertos ]

Entre los nahuas de Tlaxcala, específicamente en la comunidad de San Isidro Buen Suceso, según
nos describe Yolanda Ramos (1992), la celebración del Día de Muertos se inicia con la preparación
de la ofrenda, en la que participa toda la familia. Los hombres cortan y acarrean la leña que se
utilizará para cocer el pan, preparar el mole, los tamales y el atole; también traen la hoja del ocote
para hacer las cruces y el adorno de la mesa en la que se coloca la ofrenda. Las mujeres preparan
los alimentos. Los diversos objetos que se requieren para elaborar una ofrenda se compran con
semanas o meses de anticipación. La celebración del Día de Muertos se inicia el 28 de octubre, día
dedicado a las “ánimas de los accidentados”. Al mediodía, los familiares del difunto le colocan una
ofrenda en el altar de la casa en que vivió, rezan un Rosario con letanía “para adulto” y,
posteriormente, van a adornar con flores de cempasúchil la tumba del finado y el lugar en que
murió. El 31 de octubre, día dedicado a los “niños muertos”, en la mayoría de las casas del poblado
colocan, sobre una mesa cubierta con un petate, las ofrendas a las doce del día. Se invoca primero
a las ánimas de los niños de la familia, de quienes se pronuncian los nombres; después, se ponen
piezas pequeñas de pan de muerto, fruta, tamales y cirios y se ofrecen para todos los niños
huérfanos del mundo. En seguida se reza un Rosario con letanía a la Virgen; al terminar se
detonan cohetes y se llevan flores de nube y gladiolas blancas para adornar las tumbas. El día 1º
de noviembre, a las doce horas, sobre un petate se pone la ofrenda para los familiares muertos
cuyo nombre se invoca. A las ánimas se les indica el camino haciendo vereditas con ocoxal y
pétalos de cempasúchil que van desde el lugar en que se colocó la ofrenda hasta la entrada de la
casa; en este sitio se clava, en el piso, una rama de ocote en forma de cruz. A continuación se reza
un Rosario con letanía para adulto y después se va a limpiar las tumbas, se les quitan las hierbas,
se barren y se enfloran cubriéndolas con ocoxal, pétalos de cempasúchil, alhelí. También se pone
una veladora que permanecerá encendida hasta el día siguiente. Como a las dos de la tarde, las
campanas del templo empiezan a repicar “el doble” indicando que es la celebración del Día de
Muertos y que se debe orar por las ánimas. El repique está a cargo de los “semaneros”, unos tocan
las campanas mientras otros recorren el pueblo portando dos faroles y la imagen de las ánimas, al
tiempo que cantan letanías de casa en casa y piden pan para el campanero (Ramos Galicia,
Yolanda et al., 1992).

[ Indumentaria ]

En el medio tlaxcalteca, la situación es aún más homogénea en cuanto a que el traje indígena
tradicional ha desaparecido casi totalmente y la región está mucho más integrada a la cultura
regional y nacional. El traje tradicional indígena casi se ha extinguido totalmente y se utiliza más,
bien, sólo en algunas ferias y fiestas tradicionales. El huipil bordado con diseños florales tiene uso
solo en algunas comunidades y los pobladores usan actualmente pantalón de mezclilla o de telas
sintéticas, camisa de algodón, zapatos y/o tenis, y gorra. Sólo algunos hombres de edad avanzada
portan la vestimenta tradicional.

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[ TRANSFORMACIONES CULTURALES ]

La permanencia de ciertas prácticas se debe a la resistencia cultural que han desarrollado los
pueblos indígenas nahuas y otomíes, basándose en las fortalezas prehispánicas existentes en su
entorno. A pesar de que la configuración etnográfica de las comunidades ha cambiado
significativamente, existen comunidades que no han modificado su carácter y estructura tradicional.
La vida comunal ha permanecido a través de la ideología religiosa, el sistema de mayordomías, las
festividades y carnavales, y varios elementos referentes al parentesco y compadrazgo,
constituyendo una resistencia muy fuerte a los cambios que se introducen, sobre todo, en lo que
respecta a la cultura material.

La influencia de la cultura nacional sobre la cultura comunal ha ocasionado transformaciones,


impactando algunas comunidades nahuas y otomíes, principalmente en el ámbito de la cultura
material y en los patrones de subsistencia, pero manteniendo algunas instituciones fundamentales
de la comunidad. La amplia red de carreteras y sistemas de comunicación existentes en la
pequeña entidad, han contribuido a introducir elementos culturales externos en las comunidades
indígenas, lo que ha reconfigurado su composición y establecido nuevas formas de permanencia y
desarrollo, acelerando su integración a la cultura dominante.

Actualmente, la gran mayoría de las comunidades de Tlaxcala tiene una economía y una cultura
material con un alto grado de modernización, pero a pesar de esto, en muchas de ellas, el sistema
de mayordomías, la organización en barrios, el ayuntamiento religioso, algunas formas de control
social y político siguen teniendo una estructura y eficacia tradicionales. Varias instituciones
tradicionales han podido sobrevivir, y entre ellas podemos mencionar: un conjunto extenso de
creencias y prácticas paganas; la organización católica folk centrada en el culto de los santos; el
sistema de mayordomías y el ayuntamiento religioso; la organización de barrios; ciertos aspectos
del sistema de parentesco, especialmente la organización de la familia extensa y patrones de
cooperación, así como el sistema de compadrazgo.

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V. Demografía

El desarrollo poblacional de los indígenas de Tlaxcala que se estima de 1519 a 1810, es el


siguiente:

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Del año 1895 al 2000, existe una reducción abrupta de hablantes de lengua indígena en Tlaxcala
que va de 23% a 3% en casi 100 años, lo cual es señalado con una gráfica y abordado en el
capítulo 4, relativo a la identidad y cultura.

Según INEGI, la población total del Estado de Tlaxcala en 1995 era de 883,924, y para el censo de
2000, de 962,646 habitantes, existiendo en la última década una tasa de crecimiento promedio
anual de la población de 2.4, la cual es mayor a la de 1.9 registrada a nivel nacional. De la
población total del 2000, el 78.4% es considerada población urbana y 21.6% rural, existiendo en
esta entidad federativa una densidad de población de 238 habitantes por kilómetro cuadrado. El
descenso poblacional en el Estado, de 1990 a la fecha, se asocia con factores como el aumento de
nivel de escolaridad de las mujeres, el incremento de su participación en el mercado de trabajo o el
amplio acceso de la población femenina a los métodos de planificación familiar.

En este Estado, 26,662 personas de 5 años y más hablan alguna lengua indígena, lo que
representa 2.7% del total de los habitantes de la entidad. Dentro de este universo de hablantes de
lengua indígena, la lengua que se practica en mayor medida es el náhuatl, ya que cuenta con
23,737 hablantes, representando el 89% del total. Le siguen, en un número mucho más reducido,
los 1,210 (5%) hablantes de totonaca, 834 (3%) hablantes de otomí, 173 (0.6%) hablantes de
zapoteco y 136 (0.5%)hablantes de mixteco (véase gráfica 3 y Mapa 6).

[ Hablantes de lengua indígena en Tlaxcala ]

Fuente | INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000

Dentro de la población hablante de lengua indígena en la entidad, 25,329 personas son bilingües y
432 monolingües, lo que representa el 98.3% y 1.7% respectivamente. Mientras que en las
localidades con fuerte presencia indígena, donde reside aproximadamente 45% de hablantes de
lengua indígena, hay 6,639 bilingües y 333 monolingües, representando el 95.22% y 4.78%
respectivamente (Gráfica 4).

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[ Población de 5 años y más en localidades de 30%
y más de hablantes de náhuatl, 2000 ]

Fuente | INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000

Según la condición de habla, es más elevado el número de personas monolingües en las


localidades con fuerte presencia indígena que en el resto del Estado. Para el INEGI, la población
indígena monolingüe del Estado está compuesta por 29.2% de hombres y el 70.8% de mujeres, lo
que muestra que existe un número más elevado de mujeres monolingües, quizá a causa de que
los hombres tienen una integración más dinámica en la vida económica y social de las
comunidades, mientras que las mujeres indígenas permanecen en mayor medida en las
localidades, desempeñándose como amas de casa o en faenas que no requieren el dominio del
idioma español. En las comunidades nahuas las mujeres desempeñan un papel cultural
fundamental, ya que son las principales reproductoras de la lengua indígena dentro de las
unidades domésticas.

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VI. Migración

Desde el comienzo del siglo XIX, la erosión y falta de tierras cultivables han sido un serio problema
en la región tlaxcalteca. Bajo estas circunstancias, la migración laboral de comunidades indígenas
a las ciudades del valle –especialmente Puebla, Atlixco y Texmelucan– y fuera del valle –
especialmente la ciudad de México y Veracruz– ha sido un rasgo permanente en la región por casi
150 años. El rápido incremento de la migración laboral ha sido facilitado por la construcción de una
buena red de carreteras y caminos de terracería y la introducción de eficientes medios de
transporte, de manera que ninguna comunidad de la región se encuentra a más de dos horas de
las ciudades y los centros de emigración laboral.

A su vez, la falta de oportunidades laborales y el bajo rendimiento económico de la agricultura


tradicional ocasionado principalmente por la erosión, agotamiento de los terrenos y posesión
restringida de tierras, se ha traducido desde hace décadas en una gran migración laboral a centros
urbanos, fábricas y centros comerciales, dentro y fuera del valle. Por esto, el investigador Nutini ha
caracterizado a los tlaxcaltecas de diversas comunidades como un proletariado rural, pero todavía
con una ideología campesina. Como en otras comunidades del país, la migración en Tlaxcala se
ha convertido en una estrategia de sobrevivencia y en un medio accesible de lograr un mejor nivel
de vida, complementando el ingreso familiar. Gran parte de los pobladores de las comunidades
indígenas migran diariamente a sus centros de trabajo o instituciones educativas, regresando por
la tarde o noche a sus hogares. Este desplazamiento poblacional cotidiano podemos denominarlo
como migración pendular.

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Otra parte de los emigrantes opta por quedarse en los lugares de destino, estableciéndose con su
familia y desarraigándose de sus comunidades de origen, mientras que la mayoría labora en otras
partes de manera temporal y retorna continuamente a su región de origen. La ubicación del Estado
y las actividades fabriles que desarrolla también lo hacen atractivo para emigrantes indígenas de
otras regiones, de ahí, que a pesar de que la población indígena no es muy numerosa, hay una
presencia de 36 grupos indígenas que radican actualmente en la entidad siendo los más
numerosos: 23,737 hablantes de náhuatl, que representan el 89% del total de HLI; 1,210 hablantes
de totonaca (5%); 834 hablantes de otomí (3%); 173 hablantes de zapoteco (0.6%); 136 hablantes
de mixteco (0.5%); 86 hablantes de mazateco (0.3%); 63 hablantes de huasteco (0.2%); 50
hablantes de mazahua (0.2%), entre otros. Cabe recordar que de estos grupos indígenas, los
nahuas y otomíes son originarios de la entidad. Asimismo, el Estado es uno de los mejor
comunicados en la República Mexicana, lo que ha facilitado la migración temporal de muchos
jóvenes que estudian en las ciudades, quienes logran una escolaridad superior a la media y
acceden a puestos de trabajo que le permiten arraigarse en los lugares de destino, iniciando un
proceso de aculturación

El patrón migratorio que han establecido los hombres casados o solteros consiste en que su
estancia en las ciudades es sin el acompañamiento de la esposa y de los hijos (sólo algunos
parientes o amigos viven en el mismo departamento o cuarto de vecindad en donde forman grupos
domésticos). La familia del trabajador migrante siempre se queda en su lugar de origen, encargada
del proceso de producción agrícola, los animales, la asistencia a la escuela, la compra-venta de
mercancías y el cumplimiento de los sistemas de cargos o mayordomías. La residencia del hombre
que trabaja en la fábricas en la ciudad de México consiste, por un lado, vivir en la residencia con el
grupo doméstico que conforman su esposa e hijos en su pueblo, durante el sábado, domingo y
parte del lunes. En el curso de la semana el padre vive en compañía de obreros como él, que no
siempre forman una familia, aunque también vivan allí amigos o conocidos, ni tampoco conforman
un solo grupo doméstico. En cambio, la residencia para los obreros que trabajan en los corredores
industriales Malintzi, Xiloxoxtla o en las ciudades de Santa Ana Chiautempan y Tlaxcala, por el
retorno diario que hacen a su comunidad, implica la única vivienda que comparte con su esposa e
hijos. (Romero Melgarejo, 1996).

Para Marroni, el fenómeno reciente más significativo, en términos de desplazamiento laboral y que
se hace visible a partir de la década de 1990, es la migración a Estados Unidos y Cánada. Entre
sus rasgos principales destacan los siguientes elementos: a) La influencia de la conformación de
redes migratorias cuyo origen parece encontrarse en el Estado de Puebla. b) En el Estado de
Tlaxcala –en donde el sector agropecuario tuvo menor importancia y se observó una diversificación
productiva y ocupacional desde varias décadas antes–, la migración externa parece responder más
a la crisis generalizada de los demás sectores y a las restricciones al empleo en general. No
obstante, en Tlaxcala, los desplazamientos internacionales son precedidos de flujos de migración
interna que respondieron, en épocas anteriores, tanto al deterioro de actividad agrícola, como a los
procesos de crecimiento industrial del centro del país. c) Tlaxcala ocupa, con el 23 por ciento del
total, el primer lugar nacional en los convenios con Cánada para contratación de mano de obra
mexicana para laborar en este país. Se trata del Programa de trabajadores agrícolas mexicanos de
temporada lanzado oficialmente en 1974. El programa ha crecido, de cerca de 200 trabajadores en
sus inicios, a más de 5 mil hoy en día. (Preibisch, 1998).

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El Plan Bracero fue un convenio binacional (México-EU) iniciado en la década de 1940 que generó
muchas expectativas laborales en la población, y que desde hace tiempo está cancelado, pero que
ha despertado un movimiento denominado Unión de Braceros Tlaxcaltecas, mediante el cual los
pobladores que participaron en tal negociación, exigen que se les devuelva el fondo de ahorro que
fue constituido con el 10% de su salario retenido en ese tiempo por el gobierno. A principios del
mes de abril del 2003, se vive la movilización y negociación de estos braceros, quienes demandan
ante el gobierno federal que se les restituya, con un valor monetario actualizado, los recursos que
les retiraron.

Actualmente se ha acrecentado la migración femenina, como estrategia para contribuir y fortalecer


con su trabajo productivo a la economía familiar en las comunidades. Muchas mujeres se emplean
en actividades domésticas en las ciudades, aunque prefieren el trabajo fabril o en las
maquiladoras, pues a pesar de la excesiva carga de trabajo a la que a veces son sometidas, con
esta actividad obtienen un poco más de ingresos. También entran como dependientes en negocios
o establecimientos, o al mercado de trabajo informal, comerciando principalmente los pocos
productos que logran producir como excedente en la comunidad.

Según el proyecto de investigación “Desarrollo económico, condiciones de vida y cambio


demográfico en el Estado de Tlaxcala: estudio comparativo de zonas urbanas y rurales”, que
realizó Bertoldo Sánchez Muñoz con base en la aplicación de una encuesta en 20 localidades (10
rurales y 10 urbanas) del Estado de Tlaxcala, el destino de la migración más significativa es la
estatal (40.1%); el segundo tipo de migración es regional, en la que el movimiento de trabajadores
se realiza en los Estados del centro del país: Puebla, Veracruz, Hidalgo, México y el D. F. Un
importante porcentaje de trabajadores (22.99%) emigra al extranjero (Sánchez Muñoz, 2001)

Como en muchos emigrantes de la República Mexicana, en las comunidades indígenas de


Tlaxcala se mantienen fuertes lazos con la región de origen, lo que ocasiona que la mayoría de los
migrantes no pierden contacto con sus comunidades y regresan normalmente porque han dejado a
su familia en la comunidad, poseen o heredan tierras para trabajar o asisten a las fiestas
tradicionales de la comunidad.

En Tlaxcala, según el Censo del 2000, el porcentaje de la población inmigrante es de 4.7% y de la


población migrante de 3.2%, lo que da un saldo neto migratorio en la entidad de 1.5%. De los
pobladores de las localidades con considerable presencia indígena, 10266 nacieron en la entidad y
1,287 provienen de otros Estados, lo que representa el 89 y 11%, respectivamente (gráfica 5).

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Población de las localidades con 30% y más de HLI,
según condición migratoria, 2000 ]

Fuente | INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000

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VII. Economía

La composición de la economía local varía en las comunidades y depende de la calidad y cantidad


de tierras cultivables, medios de comunicación, ubicación geográfica cercana a centros
comerciales o fábricas, etc. En general la agricultura en la entidad tiene un porcentaje bajo de
participación económica que se complementa con la migración laboral y el empleo que obtienen los
pobladores en las industrias y maquiladoras que existen en su región. Las artesanías tienen gran
importancia para algunas comunidades donde son significativas para la economía local, como por
ejemplo en el municipio de San Bernardino Contra y, aún más, en el municipio de Santa Ana
Chiautempan, donde la realización y manufactura de sarapes y otros productos textiles
representan una parte muy importante de la economía local. Las principales artesanías son la
producción textil (sarapes, tapetes, suéteres de lana, cobijas de lana, ceñidores, jorongos, jergas,
etc.), alfarería y cerámica, productos de madera tallada, bordado de blusas, orfebrería, etc.

Un caso especial en el sector de las artesanías lo representa la comunidad de San Felipe


Cuahutenco, que se transformó, a partir de la década de 1980, en un centro de desarrollo textil al
combinar la tradición artesanal del sarape con las exigencias del mercado exportador (Preibisch,
1998).

La distribución de la tierra es más o menos equitativa, pero lo fundamental es que no hay


suficientes tierras cultivables que permitan una economía agraria satisfactoria y a un nivel un poco
más alto que la subsistencia mínima. Sólo en algunas comunidades se mantiene la fuerte ideología
campesina de la región, con una subsistencia agrícola, complementada con la alternativa del
trabajo industrial y comercial y la migración laboral.

La zona de producción comercial del pulque, conocida en Tlaxcala, es la de Calpulalpan y sus


alrededores. Todavía existen mercados de primera categoría, dentro de los cuales podemos
mencionar el de Tlaxcala, Apizaco, Huamantla, Apetatitlán, Chiautempan y Zacatelco, además de
diversos mercados locales o secundarios en cabeceras municipales. Muchos de estos mercados
se remontan a tiempos prehispánicos.

En el sur del Estado se encuentra la zona industrial; se concentran ahí fábricas de motores de
combustión interna; de aguardiente, vinos y licores; de acumuladores para automóviles e industrias
de hilados y tejidos de algodón y sintéticos; y de bujías, radios y otros accesorios de la industria
automotriz auxiliar. Otra localidad de importancia es Santa Ana Chiautempan, donde hay varias
empresas textiles en las que se elaboran desde hilados y casimires hasta prendas de vestir.
También hay que hablar de Apizaco, que ocupa el tercer lugar como fuerza industrial en el Estado,
con sus fábricas de papel absorbente, de productos químicos y plásticos, de celulosa de madera y
de productos alimenticios. Calpulalpan tiene plantas maquiladoras de radios y artículos

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electrónicos, de bobinas para radio y televisión y de antenas, terminales eléctricas y memorias
electrónicas.

Otras poblaciones que a últimas fechas han crecido debido a la instalación de fábricas son: El
Carmen, Tlaxco, Contla y Huamantla de Juárez. Aunque no sean precisamente poblaciones, vale
la pena mencionar aquí dos corredores industriales: el de San Martín Texmelucan, Puebla-
Tlaxcala, y el de Apizaco-Huamantla. La Encuesta Nacional de Empleo 2000, a cargo del INEGI y
la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, informa que en el caso de las mujeres la participación
más alta ocurre en el sector manufactura y se ubica en los Estados de Chihuahua, Tlaxcala y Baja
California.

La amplia cobertura en caminos y carreteras, incluyendo las comunidades nahuas, y la cercanía de


la entidad con otros Estados, permite que los pobladores asistan frecuentemente a las ciudades
próximas a trabajar y realizar sus compras o comerciar sus productos. En las comunidades
indígenas existe también una tendencia progresiva a la industrialización local.

Las comunidades indígenas ubicadas en la región del volcán de La Malinche se dedican


fundamentalmente a cultivar productos agrícolas como el maíz, frijol o ayocote, calabaza y quelite.
Además de la recolección de hongos, elaboración de carbón vegetal y venta de leña o madera
procesada. La agricultura está sujeta principalmente a la temporada de lluvias y se basa en el
manejo de los sistemas agrícolas del callal acompañado de los huertos, el pantle y el metepantle,
cuyos productos finales están destinados principalmente al consumo entre los miembros de los
grupos domésticos. Sólo algunos pueblos, en su mayoría de la parte baja de la región del volcán,
cuentan con un sistema de riego y con tecnología agrícola más compleja, utilizada para producir
alfalfa, tomate, maíz, hortalizas, etc., que se vende en los mercados.

En algunas tierras de cultivo cercanas a la unidad doméstica o en el patio de algunas casas existen
huertos familiares, que son cuidados principalmente por las mujeres, quienes cultivan plantas
comestibles, medicinales y de ornato, además de árboles frutales. Estas mujeres no sólo cuidan
sino conocen las propiedades de las plantas que principalmente son: epazote, manzanilla, ruda,
romero, albahaca, árnica, iztafiate, chichicastle, y santamaría.

Los pueblos como Santa María Acxotla del Monte, San Francisco Tetlanohcan y San Isidro Buen
Suceso, entre otros, que tienen acceso a tierras donde abunda el bosque, realizan actividades para
obtener productos como leña, madera, carbón vegetal y recolección de hongos, que utilizan
indirectamente para la satisfacción alimenticia de los grupos domésticos, pero también los
comercian en los mercados de Chiautempan, Tlaxcala y Zacatelco. La producción de pulque
satisface el consumo a nivel comunal y se comercia en pequeñas cantidades entre los grupos
domésticos. Los que cuentan con árboles de nogal recogen sus frutos entre julio y agosto, pero
encuentran mercado en ciudades como Tlaxcala y Puebla. Aunque identificados como pueblos
cultivadores con un solo ciclo de agricultura de temporal, las condiciones en las que desarrolla

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muestran suelos erosionados y deteriorados, demasiada altura y clima no favorable, lo que impide
que sus cosechas logren satisfacer la alimentación de los grupos domésticos (Romero, 1996).

En las comunidades de la región del volcán, según señala el investigador Oswaldo Romero (2002),
los pobladores han tenido que diversificar sus actividades económicas, destacando por las
particularidades que presentan las siguientes:

[ El bosque y los productores de carbón vegetal y cortadores de árboles ]

Los fabricantes de carbón se enfrentan a las condiciones del mercado y a la creación de


programas como el de Parques Nacionales, que impiden a los carboneros talar el bosque, y se
confirma la veda con la entrada de la ley en 1940. Hasta mediados del siglo XX la producción de
carbón ocupaba un lugar importante en la vida económica y religiosa de la comunidad. Al mismo
tiempo que la comunidad persistía en esa actividad, el gobierno continuaba con sus políticas de
protección al bosque, como la iniciativa estatal de 1945 o federal de 1960, cuando se crea la
Comisión de La Malinche.

[ La agricultura por sistema de barbecho y su ciclo agrícola ]

Los campesinos, al no abandonar la producción agrícola, responden a una estrategia de


reproducción en la que los ubica y articula el sistema económico envolvente y mayoritario, más que
a sus propias decisiones individuales. El sistema capitalista tiene la particularidad de succionar
mano de obra de Santa María Acxotla del Monte para los procesos productivos necesarios en la
industria y en las urbes, pero también los mantiene ubicados bajo coerción en la tierra donde
obtienen magras cosechas agrícolas. En la actualidad, la agricultura local se realiza con trabajo
doméstico, manteniéndose la propiedad de la tierra, el autoconsumo y cierta especialización en
productos obtenidos del ambiente y vendidos en minúsculas cantidades en el mercado regional.
Sin embargo, las tierras de estos productores se encuentran en un proceso irreversible de erosión
que afecta los suelos donde realizan sus cultivos agrícolas. La conformación de su territorio está
compuesta por pendientes con continuos deslaves y cuya capa vegetal se pierde por el arrastre del
agua, sin que haya vegetación arbórea que detenga o aminore los efectos. La tierra donde se
produce esta agricultura no es la más propicia desde el punto de vista edafológico, climático y
altitudinal.

En la comunidad, la agricultura la producen los campesinos en los terrenos llamados callal que hay
en sus viviendas y en las laderas de la montaña. La producción agrícola en el callal es de
policultivo, con maíz acompañado de calabaza y quelites, en un mismo espacio agrícola. También
se siembra cempoaxóchitl o flor de muerto, al lado de la milpa en un espacio ex profeso. Los
cultivos del “monte”, a más altura en la montaña, se componen de policultivos de maíz, haba,
quelites y frijol, aunque éste raramente se siembra.

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La producción agrícola tiene una clara vinculación con la jerarquía de cargos, puesto que la
siembra de las semillas (maíz, frijol, haba, calabaza y cempoaxóchitl) no se realiza si en la
festividad del cargo de la Virgen de la Candelaria (2 de febrero) no son bendecidas en la misa.
Asimismo, la agricultura está sujeta a las concepciones mágico- religiosas, pues un obrero en la
ciudad de México informó que para realizar la siembra de maíz en Tlaxcala se requiere que la luna
esté “recia”, para que no se agusane y el aire no tire las plantas. La siembra nunca se realiza
cuando la luna está “tierna” o nueva, porque las plantas no crecen, se quedan “tiernas”, y el maíz
no sirve para comer (Osvaldo Romero, 1995; Robichaux, 1985).

[ Rituales Agrícolas ]

[ El trabajo de obrero en la industria ]

Ésta constituye la principal actividad y es el motivo fundamental de la migración que se


experimenta en las poblaciones nahuas. Se analiza a lo largo del capítulo.

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[ Los proxenetas: una categoría laboral ]

Los hombres de diferentes grupos familiares se especializan laboralmente en prostituir mujeres


como una forma de obtener dinero; estos proxenetas inducen a mujeres de la región y de otras
partes de la República Mexicana. El primer proxeneta causó gran impacto en la cultura nahua
puesto que, cuando retornó a su comunidad, gastó dinero en bebidas alcohólicas embotelladas en
tiendas pobres, donde 1os campesinos acostumbran beber pulque. El derroche conspicuo causó
admiración entre los hombres jóvenes que gozaban de su amistad: conformó un grupo de adeptos
entre ellos, porque entre la población no era aceptado.

Los jóvenes que comenzaron en 1960 a prostituir mujeres en el Distrito Federal, son los que
actualmente cuentan con residencias, autos lujosos, y son considerados hombres ricos, al lado de
otros dedicados a labores agrícolas que no han sido proxenetas. Aquel grupo formó una amplia red
de proxenetas en torno a parientes y amigos, vinculados a las comunidades del suroeste de
Tlaxcala. Entre ellos mantienen lazos de amistad, admiración y respeto, pero en ocasiones, cuando
ebrios, las rivalidades se hacen presentes.

[ El comercio de la arena ]

En algunas comunidades campesinas existen áreas que contienen bancos de arena que han sido
comercializados, favoreciendo a algunos grupos de poder y no a la comunidad entera.

[ El trabajo de albañilería ]

Esta actividad la desarrolla la población masculina desde la década de 1950, siendo la comunidad
de la Magdalena Tlatelulco la más conocida por tener una amplia población dedicada a este oficio.
Es un trabajo que se aprende a través de la enseñanza de los “maestros” albañiles a los “chalanes”
y/o que se transmite de padres a hijos; genera inestabilidad porque no es permanente, el ingreso
que se obtiene es limitado y no proporciona prestaciones sociales.

[ EI trabajo doméstico en las ciudades ]

Las mujeres que se emplean en el trabajo doméstico, o sirvientas, se dirigen principalmente a las
ciudades de Chiautempan, Puebla y la Ciudad de México. En 1991 existían mujeres que iban y
venían diariamente de las ciudades cercanas de la región, y que preferían sobre todo ir unas horas

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para lavar ropa o realizar trabajos domésticos, puesto que debían estar pendientes de sus propias
actividades domésticas.

Se constató en la visita de campo realizada en San Isidro Buen Suceso que la comunidad no tiene
un mercado o “tianguis” de manera permanente, por lo que la población tiene que acudir a surtirse
a la vecina comunidad de San Miguel Canoa, que pertenece al Estado de Puebla. Además, en San
Isidro gran parte de la población se ha dedicado a obtener recursos del bosque y a realizar las
actividades económicas descritas por Melgarejo, a pesar de las restricciones que el gobierno
federal ha impuesto para que sigan apropiándose sin control de los recursos forestales.

La industrialización se inicia en Tlaxcala en la década de 1970, y toma fuerza especialmente a


partir del gobierno de Emilio Sánchez Piedras, quien es considerado el precursor de la
modernización tlaxcalteca, pues durante su sexenio se instalaron alrededor de 250 empresas, que
generaron 32,200 empleos (Ramírez, 1991). La proliferación de industrias a lo largo de la entidad
tlaxcalteca ha ocasionado un amplio proceso migratorio en las comunidades campesinas e
indígenas. Las actividades económicas realizadas en la región, por lo general son complemento
del trabajo que realizan la mayoría de los campesinos en los corredores industriales de Tlaxcala,
Puebla y la ciudad de México. En las ciudades, la población campesina también se ocupa en la
economía informal y en el sector servicios, realizando actividades como albañiles, sirvientas,
costureras, choferes, vendedores ambulantes, etc.

Tlaxcala, territorio de haciendas pulqueras y cerealeras, se configuró a partir de su posición


estratégica entre el área metropolitana del Distrito Federal y el Golfo de México, lo que le ha
permitido la expansión de una extensa infraestructura de comunicaciones, una de sus principales
ventajas comparativas en la actualidad. La intensa circulación de bienes y servicios, garantizada
por la infraestructura que converge al centro del país, vincula en distintos grados y modalidades los
espacios rurales tlaxcaltecas con el entorno regional y nacional. El proceso de ejidalización de la
propiedad –sobre todo con la expropiación de haciendas ganaderas y cerealeras ubicadas en las
áreas de agricultura comercial–, fue el mecanismo a través del cual se consolidó la producción
familiar en gran parte del territorio. A partir del ejido se aglutinaron las demás formas de propiedad
y se constituyó un nuevo patrón de usufructo de la tierra. Éste incluyó la presencia de la propiedad
privada y la combinación entre ambas, en la medida en que muchos ejidatarios tuvieron acceso a
superficies no ejidales (Marroni, 2001).

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No varía mucho la situación del Estado de Tlaxcala con respecto a la de la población
económicamente activa e inactiva en el país. Aún así, es considerable su 45.2% de Población
económicamente inactiva. En el caso de las localidades con más de 30% de presencia indígena, la
población de 12 años y más asciende a 7,882 personas, de las cuales, la económicamente activa
es de 4,196 personas y la económicamente inactiva de 3,654 personas, lo que representa 47% y
53% respectivamente. En estas cifras podemos darnos cuenta, que una mayor población indígena
se considera inactiva, tanto por el número de personas que se encuentran estudiando como por
aquellas que se dedican a las labores del hogar, lo cual, hasta ahora, se cataloga como inactividad
(Gráfica 6).

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