Manuel M Ponce Cartas de Amor Desde Cub
Manuel M Ponce Cartas de Amor Desde Cub
Manuel M Ponce Cartas de Amor Desde Cub
Yael Bitrán':'
La relación de Manuel M. Ponce con la Manuel M.Ponce's relationship with his life-
mujer que lo acompañó toda su vida, long companion, Clementine (etema) Maure!,
Clementine (C Ierna) Maurel, está aún por still remains to be explored. This article dis-
explorarse. Este artículo revela aspectos de la cusses a moment of that relationship, when
relación en el lapso 1915-1916, en que la Ponce's stay in Cuba from 1915 ca 1916
pareja, aún de novios, pasó separada por imposed a forced separation on the then still
encontrarse el compositor en Cuba. A través unmamed couple. A textual analysis of Ponce's
del análisis de texto de las cartas que Ponce leuers to his lover reveals a vanety ofaspects of
envió a su amada, se recuperan aspectos de la the young composer's private life, including
vida privada del compositor que, entre his understanding of love, his view of his and
otros, revelan su postura ante el amor, el his beloved's role within the relationship, his
papel que él desea desempeñar en la pareja, moral assumptions, as well as his insecurities
el que espera que C Ierna desempeñe, sus and fears. Operating within the theoretical
premisas morales, sus inseguridades y framework of gender studies, this article
miedos. El texto se ubica dentro de los estu- highlights the question of human subjectivity,
dios de género y rescata una dimensión que, an object of study increasingly embraced by
cada vez más, las disciplinas humanísticas the humanistic disciplines.
valora como objeto de estudio académico: la
subjetividad humana.
heterofonía 118-119
enero-diciembre de 1998
10 Heterolonía 118-119
) Cartas localizadas en el Archivo Manuel M. Ponce. Cuando consu lté dicho acervo se ha-
llaba en posesión de Carlos Vázquez; desde mayo de este año, éste ha pasado a formar parte
de la Biblioteca Cuicamatini de la Escuela Nacional de Música, México, D.F.
4 De los avatares de Ponce en Cuba me enteré con la lectura del libro de Ricardo Miranda,
Manuel M. Ponce (1882-1948). Ensayo sobre su vida y obra. (México: CNC A, 1998).
Colección ríos y raíces. A dicho autor le agradezco, además, el señalarme la exi tencia de la
correspondencia entre Manuel M. Ponce y C ierna Maure!, y sus amplios conocimientos
sobre este compositor.
12 Heterofonía 118-119
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le costó un altí imo precio: el exilio. Si bien no fue expulsado del país, el
hostigamiento de que fue víctima una vez que Huerta cayó en julio de
1914, hizo insostenible su posición en México.
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[...]Todos mis pequ eños triunfos son para ti, Pingüin ita ado rad a; recíbelos como
homenaje de amor.
[...]Todos esos triunfos , pensaba yo, son un pobre homenaje para mi Cierna, para la
dueña de mi corazón. Porqu e, mi vida, es lo úni co qu e yo puedo ofrecerte...
[... ]Por otra parte, mi rápido regreso a México significaría una derrota. Tendría yo que
aceptar incondicionalmente lo que me ofrecieran y mi situación se volvería angustiosa
desde el momento en que debería hacer frente a la vida con un puñado de papeles que
seguramente no alcanzaría para cubrir las más ingentes necesidades. Mi más ferviente
anhelo es volver a mi patria para verte, para poder llorar sobre tu corazón; pero ese regre-
so, para e! cual no tengo ahora ningunos elementos, no haría sino aumentar mis angustias.
No he podido, hasta ahora fijarte una fecha por temor a engañarte; y así han pasado los
meses en espera de realizar algunos proyectos que me pondrían en mejores condiciones
al ll ega r a Méx ico, ya que entonces podré aceptar o rechazar lo que no me convenga y por
consiguiente encontrar una situación conveniente. Para esto es indispensable que yo
pueda vivir algún tiempo sin necesitar urgentemente nada; de otra manera, e! más obscuro
porvenir me esperaría.
[El subrayado es de! autor]
entonces, que soy tuyo ... para abandonarme en el mar de tu cariño y abismarme en las
profundidades de tus ojos. De tus ojos incomparables.
[...]Estás primorosa, adorable, con tus ojitos de "lagos obscuros y profundos ... "
[... ]tu retrato está frente a mi. Lo he puesto en u n modesto marquito -¡quién pudiera
tener uno de oro!- y desde allí me miran tus ojos soberanos, [¡] tus ojitos únicos, que me
llenan de paz el corazón!
[ ...]EI Sagrado Corazón que me mandaste lo puse en la cabecera de mi cama, por venir
de ti. Le pido que te cuide siempre, porque lo mereces: eres buena y gentil y no has hecho
ningún daño.
[... ][¡]Pero sueño o pesadilla, para mí has sido mi grande amor, mi definitivo amor, mi
ilusión más amada, mi tesoro más caro, mi adorada y misteriosa visión de felicidad para
la qu e he levantado en lo más recóndito de mi corazón un altar, ante el cual el alma mía
trémula de pasión, no hace más que adorarte!
[ ...]Ya ti te digo muchas cosas dulces, muchas frases tiernísimas; [¡]y te beso en un
solemne beso infinito y puro, como a una hostia!
[Los subrayados son míos]
Otro aspecto que revela un pudor poco común hoy en día es la manera
en que se habla de salud, tema conspicuo en la correspondencia entre
Manuel y Clema. En las respuestas del músico se vislumbra la fragilidad
de la salud de su amada que, constantemente, está enferma o recuperán-
dose de una enfermedad. Sin embargo, en las cartas nunca se entra en los
pormenores de las enfermedades y se usan más bien términos vagos que
revelan la preocupación más no la naturaleza de la dolencia. Esto pudiera
deberse a que el tema era considerado de mal gusto en la época, pero
también es digno de mención el peso emocional de la enfermedad, que
parece privar en el corazón del amante sobre el peso físico. Finalmente,
la aterrorizante perspectiva de la muerte es la amenaza más definitiva de
separación. A continuación se exponen algunos ejemplos de diferentes
fechas (23 de octubre, 16 y 20 de noviembre, respectivamente):
A cada momento pienso en ti, en tu salud, y más que en lo delicado de ella, en lo poco
qu e te preocupas -me co nsta- por cuid arte y evitar de ese modo, nuevas complicaciones.
Es indispensab le que te corrijas Pingüinita adorada.
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[...lEn fin, dej emos esas boberías y hablemos de ti, de ti que ocupas todo mi pen-
samiento y llenas con tu recuerdo mi vida atormentada; de ti, mi vida, que vas dentro de
mi co razón, confortándome por el camino tan lleno de piedras punzadoras ...
Cartas de amor desde Cuba 19
[... ]Mi vid a ¿me has pensado? Yo constantemente te recuerdo, y te extraño a cada
instante. Tú has llenado mi vida con tu espíritu y tu personalidad.
[ ...]Y bien: tú sabes muy bien que he salido de México para busca rm e la vida que de
día en día se hacía más difícil ganarse allá. ¿Tu sabes que soy un pobre y desgraciado
artista que lucha no por conquistar gloria, sino un poco de pan para aliviar la situación de
la anciana madre y las enfermas hermanitas lejanas?
[...]Ya ves, mi vida, que si no he regresado no ha sido por falta de deseos - que los
tengo infinitos de verte - sino por la crueldad de mi destino, que ha querido que desde los
cato rce años, luche yo desesperadamente con la miseria. Gracias a Dios, hasta ahora he
podido salir avante; y ahora, en estos momentos en que se va a resolver mi situación, [¡]tu
vas a abandonarme!
derecho de creer en una futura dicha ... Me dices que todo habrá sido un sueño y te
agradezco la frase; tal vez hubieras podido escribir "una pesadilla".
[...]Si tú por acompañar a tu hermana me abandonas a mí, ¿qué puedo pensar de tus
palabras de amor? ¿Por qué esa contradicción incomprensible entre tus planes futuros y
las últimas palabras de tu ca rta, tan apasionadas y convincentes? Tú, probablemente, no
mediste todo el sufrimjento que podías causarme con tus proyectos qu e, si me lo permjtes,
llamaremos desde hoy "desdichados", ya que han vellido arteramente a echar más hjel en
mi vida, más amargura en mi ya amarga existencia.
[Los subrayados son del auror]
[ ... ]pongo estas líneas con la creencia de que serán más serenas, más ecuánimes. Hubo
un momento en que pensé no decirte una sola palabra respecto de cierta frase de tu carta
-que desde ahora llamaremos "desdichada"- (si te parece); pero en ese caso te habría
escriro tal vez fríamente, porque yo no puedo fingir; de manera qu e me ha causado pro-
fundas amarguras, tristes horas de crueles conjeturas, momentos angustiosos de suposi-
ciones tal vez abs urd as ...
Tú has abierro la puerta a rodas las fantasías al qu erer ocultarme algo que yo no te he
preguntado. No quiero pensar más en esro.
[...]Te sueño en fiestas ruidosas, así como aquella noche de último de año, cuando me
hablaste por teléfono y yo oí la algazara de la fiesta burguesa. Así te pienso, y siento
deseos de embarcarme ... para México dirías tu; pues no. Me embarcaría en un pequeño
remolcador que sale todas las tardes, al morir el día, del puerto. y entonces, cuando ape-
nas se esfumasen las luces de la Habana, entonces ... un salto, unos instantes de deses -
peración y tutto finito. El mar guardaría mis ansias y mi melancolía. Pero dispénsame, mi
vida; no hagas caso de estas locuras. Recibe mi vida un ardiente beso que envío, y mi amor
delirante y angustiado.
Para esto es indispensable que yo pueda vivir algún tiempo sin necesitar ttrgentemente
nada; de otras manera, el más obscuro porvenir me esperaría.
Ya ves, mi vida, que si no he regresado no ha sido por falta de deseos -que los tengo
infinitos de verte- sino por la crueldad de mi destino, que ha querido que desde los
catorce años, luche yo desesperadamente con la miseria. Gracias a Dios, hasta ahora he
podido salir avante; y ahora, en estos momentos en que se va a resolver mi situación, [¡]tú
vas a abandonarme!
Eres cruel, sin quererlo, mi vida. Y tal vez tengas razón. Tu te vas a París y ... adiós al
triste músico perdido entre la multitud hambrienta, si n horizonte, sin esperanza, sin el
derecho de creer en una futura dicha ... Me dices que todo habrá sido un sueño y te
agradezco esa frase; tal vez hubieras podido escribi r "una pesadilla". Pero sueño o
pesadilla, para mí has sido mi grande amor, mi definitivo amor, mi ilusión más amada, mi
tesoro más caro, mi adorada y misteriosa visión de felicidad para la que he levantado en
lo más recóndito de mi corazón un alta r, [¡]ante el cual el alma mía trémula de pasión, no
hace más que adorarte!
[ ... ]Y parece definitiva tu resolución, aunq ue no es razonable; porque si tú me quieres,
¿cómo arrancarte mi cariño, así, con la mayor facilidad, sin pensar en el medio de evitar
la separación eterna, que sería la muerte de mi corazón? Si tú por acompañar a tu her-
mana me abandonas a mí, ¿qué puedo pensar de tus palabras de amor? ¿Por qué esa con-
tradicción incomprens ible entre tus planes fu turos y las últimas palabras de tu carta, tan
apasionadas y convincentes? Tú, probab lem ente, no mediste todo el sufrimiento que
podías causarme con tus proyectos que, si me lo permites, llamaremos desde hoy "des-
dichados", ya que han venido arteramente a echar más hiel en mi vida, más amargura en
mi ya amarga existencia.
Dispénsame, amor mío: soy egoísta y te quiero mucho ...
[...]Perdóname, mi vida, de nuevo te lo ruego, esta larga y deshilvanada carta.
¿Todavía podré enviarte mis besos, ahora tristes, y mj amor infinüo?
Tuyo, Manuel.
[... ]No creas nada, mi vida, pues en México, tienen la costumbre inveterada de calum-
niarme noche y día, de desprestigiarme a fuerza de mentiras, ya que artísticamente nece-
sitaban confesar que yo valía un poco. [...]Ahí están las 216 obras que tengo escritas, que
atestiguan, más de lo qu e pudiera decir, qu e un perdulario no tendría ni tiempo ni posi-
bilidad para componer eso.
[... ]Por otra parte, yo te doy la razón y positivamente sufro con estas cosas. Yo no
te engaño, mi vi da; a ti solamente qui ero, me he entregado sin reservas a ti; y esa persona
de quien sospechas, ha sabido, por mis propios labios, que a ti sólo quiero y que soy ene-
migo de engañar a nadie. ¿Estás ahora convencida? Soy absolutamente libre para quererte;
no tengo ligas ni compromisos con ninguna mujer; [¡len lo más intimo de mi alma hay un
altar para ti, solamente! [.. .]Si públicamente he confesado que tú eres el único amor de mi
vida, la dueña absoluta de mi amor y de mi dolor.
Entonces, ¿por qu é sufres sin justi ficación y por qué amargar más nuestras exis tencias
ya tristes por la ausencia?
Créeme, alma mía, te quiero infini tamente, te pienso a cada momento, te sueño como
una es trella que Dios hizo bajar de su cielo para mí, para alu mbrar mi vida, para brillar
en mi noche... Soy todo tu yo, para siempre.
6 Para un comentario detallado de este viaje véase Ricardo Miranda, op. cit., pp. 31-39.