2 Eldespertardeananda
2 Eldespertardeananda
2 Eldespertardeananda
Una de las leyendas que tratan acerca del esfuerzo espiritual tiene por protagonista a
Ananda, el discípulo amado de Buda.
Dice la historia que llegó el momento en que el Buda enfermó y murió; había estado
enseñando durante cuarenta y cinco años y muchos de sus discípulos habían alcanzado
la iluminación. Pero uno de los que todavía no lo habían conseguido era precisamente
Ananda, el fiel auxiliar y ayudante del Buda.
Esto puede resultar un tanto sorprendente, dado que de todos los discípulos Ananda
había sido el que había oído y recordado cuanto había dicho el Buda. Pero Ananda,
que se veía sometido al ajetreo de las actividades diarias que sin duda nos resultan
muy familiares a todos nosotros, había estado tan ocupado acompañando al Buda allá
donde fuera y resolviendo los problemas que generaba el grupo de los discípulos, que
había tenido poco tiempo para entregarse a la meditación.
La presencia de Ananda era imprescindible en tal reunión ya que era el discípulo que
mejor podía comentar los sutras budistas. Pero como no se hallaba iluminado, no podía
asistir al Consejo. Entonces Ananda hizo la única cosa que le era posible realizar en
tales circunstancias. Igual que si tuviera que prepararse para un examen, se retiró en
una especie de maratón espiritual para alcanzar su iluminación en una lucha
contrarreloj.
Y llegó finalmente la mañana del día anterior al Consejo, y Ananda todavía seguía
retirado en meditación. Llegó la medianoche y Ananda seguía luchando para
conseguir su iluminación, sentado en una pequeña celda monástica. Cuando sólo
faltaban quince minutos para que a las cuatro de la madrugada, sonase la hora de
levantarse Ananda se dio por vencido y pensó :" Bueno, así son las cosas. Está claro que
yo no soy un Arahat ".
1
Agotado por el esfuerzo que había hecho, dio por concluida su postura meditativa y se
dispuso a dormir. Ananda había dejado de intentar ser lo que no era. Y en ese preciso
momento, antes de que apoyase la cabeza sobre la almohada, en ese justo instante, se
convirtió en un Arahat, un ser completamente despierto e iluminado.
Una reflexión
- Yo entiendo -contestó Ananda-, pero de ambas criaturas hay una que es más útil de
las dos. A lo que Buda respondió. - El Ser simplemente Es, no le interesa ser útil o no...
Y una hormiga es una criatura lo mismo que la abeja. - ¿Por qué no hay importancia en
ninguno, Maestro? A lo que Buda respondió. - Porque para el Ser no existe la
importancia, ni la imagen, ni nada, todo es ilusión.
Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado. Un hombre, habla u obra
con un mal pensamiento; y el castigo lo sigue como la rueda sigue al que tira del
carro.
Buda. *
¿Cómo podemos hacerle frente? –La Psicología nos dice que más del 75% de nuestros
pensamientos son negativos. El estrés se crea porque anticipamos problemas futuros,
que desequilibran la mente y el cuerpo. Por eso tenemos que prepararnos y reeducar
nuestro cerebro para que no destruya nuestro cuerpo.
Si uno se conociera tal como es, comprendería que es la fuente, el curso y la meta de
toda la inteligencia fluyente. Lo que las tradiciones religiosas del mundo llaman
espíritu es la totalidad, la continuidad de la conciencia que supervisa todos los
fragmentos y las piezas de la inteligencia.
Son los vacíos en el conocimiento de nosotros mismos los que nos hacen víctimas de la
enfermedad, el envejecimiento y la muerte. Perder la conciencia es perder inteligencia;
perder inteligencia es perder el dominio sobre el producto final de ésta: el cuerpo
humano. Por lo tanto, la lección más valiosa que puede enseñarnos ese nuevo
paradigma es ésta: si quieres cambiar tu cuerpo, cambia primero tu conciencia.
Meditar es una aventura, la aventura más grande que la mente humana puede
acometer. La meditación consiste simplemente en ser, ser sin hacer nada, sin acción, sin
pensamiento, sin emoción. Simplemente eres, y ello es puro gozo. ¿De dónde viene ese
gozo si es que no estás haciendo nada? No viene de ninguna parte, o viene de todas
partes. No tiene causa, ya que la existencia está hecha de esa sustancia llamada gozo. *
Cualquier instrumento de cura sólo puede actuar plenamente cuando en nuestro Ser
existe una verdadera disponibilidad para la transformación. *
El conocimiento tradicional suple parte de nuestras necesidades, pero otra parte sólo
puede quedar satisfecha con el contacto subjetivo e interior con el YO supremo. El
ritmo de la vida normal muchas veces exacerba el uso del conocimiento convencional,
a pesar de que dentro de nosotros exista la posibilidad de valernos de recursos mucho
más vastos, intuitivos y espirituales.
El contacto con el lado subjetivo de las cosas es lo que permite que la energía de cura
actúe en la persona y en los que la rodean. La energía de cura no tiene limites.
Impregna todo y a todos los que se disponen a recibirla.
3
Cuando la persona se va volviendo susceptible a las vibraciones sutiles, es capaz de
recuperarse de un disturbio o de una disfunción valiéndose de recursos cada vez más
simples, porque su estructura orgánica se vuelve ágil, dispuesta a responder a los
impulsos de cura. *
En general la materia física del ser humano no corresponde a ese patrón establecido en
los niveles profundos de la consciencia; el proceso de cura, por tanto, consiste en la
búsqueda de esa perfección. Nos corresponde cuidar de nuestra materia física, no por
motivos egoístas o exclusivamente prácticos, sino para que ésta corresponda a aquello
para lo cual fue creada. Al acercarse a ese patrón superior, puede recibir las vibraciones
del espíritu y transfigurarse.
Pero antes, para que nuestros cuerpos puedan pasar por esa trasformación celular,
tenemos que entregarnos a la cura interior. Cura interior no significa cura física, y es
independiente del estado de la materia física. Surge cuando la consciencia comienza a
percibir los mundos internos, cuando comienza a penetrar los niveles superiores de la
existencia, cuando comienza a elevarse. Mediante la cura interior, la consciencia se va
acercando a su pureza original.
La cura física sólo comienza cuando ese proceso sutil de cura interior está en marcha.
Sólo cuando la consciencia se eleva, las células físicas comienzan a encontrar su
armonía, a cumplir las metas atribuidas desde su creación. Por eso, un proceso de cura
siempre incluye purificación y elevación de la consciencia, y se vale de todos los
medios disponibles. *
J.Raf.