Breve Sinopsis Sobre La Historia de La Gramática

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE VILLA MARÍA

INSTITUTO ACADÉMICO PEDAGÓGICO DE CIENCIAS HUMANAS 1


Prof. en Lengua Inglesa para la E.G.B. y Polimodal Asignatura: Lengua Castellana

UNIDAD Nº 1: Sinopsis de la historia de la Gramática

A lo largo de la historia de la humanidad, el fenómeno lingüístico ha si-


do uno de los interrogantes que ha despertado un interés constante. Desde
los primeros filósofos hasta los actuales investigadores en inteligencia artifi-
cial, pasando, naturalmente, por filólogos y lingüístas, siempre existieron
personas, disciplinas y escuelas que han tratado de entender la enorme com-
plejidad del lenguaje. Los estudios sobre el lenguaje y las lenguas en general
han ido progresando, cambiando de orientación, e inclusive se diversificaron
en función de los diferentes estadios del desarrollo científico e intelectual, de
los diferentes objetivos que los propios investigadores se proponían alcanzar
y de las necesidades que el desarrollo social exigía.

Como en tantos otros temas, los griegos y su singular capacidad de ob-


servación e inteligencia, encabezaron los estudios vinculados al lenguaje. En-
tre otros planteos, discutieron dos cuestiones fundamenteales: a) hasta qué
punto el lenguaje es “natural” y hasta qué punto es “convencional”; b) y en
qué medida es “analógico” (estructurado y ordenado mediante reglas) y en
qué medida es “anómalo” (variable, irregular e impredecible).

En la Grecia clásica encontramos tres tipos de acercamiento al fenó-


meno lingüístico que, en un sentido fundamental, se mantendrán a lo largo
de la historia del mundo occidental: en primer lugar, la filosofía se ocupaba
de las relaciones entre el lenguaje y el pensamiento y, a través de él, de la
concepción del mundo. Así, Platón en su diálogo “Crátilo” plantea la relación
entre el objeto, la cosa y la denominación que recibe - su nombre - como pro-
ducto de una convención social; en segundo lugar, la gramática, servía de
clave para la comprensión de los textos de los autores antiguos que más ade-
lante serían propuestos como modelos, es decir, como referentes del buen es-
cribir; y, por último, la retórica, el arte de la persuación a través del discurso
que proponía modelos del buen decir en los ámbitos de la vida pública.

Para Platón y Aristóteles, la “ciencia de las letras” no era sino el arte de


leer y escribir: tal es el significado original o etimológico de la palabra gramá-
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tica, que viene de un vocablo griego gr£mma (léase gramma) que significa “le-
tra”. A pesar de que Platón y Aristóteles se interesaron por las cuestiones del
lenguaje, fueron los estoicos los primeros en reconocer a los estudios grama-
ticales como algo separado de la filosofía. En la época helenística, estos estu-
dios eran necesarios, ya que el imperio de Alejandro Magno era muy extenso
y dentro de él se hablaban muchas lenguas diferentes. Por eso se crearon
institutos de enseñanza de la lengua griega (la lengua oficial del imperio) co-
mo medio de cohesión y dominio de los pueblos bajo la influencia griega.
Siempre trataron de preservar los niveles de la gramática y estilo griegos que
habían alcanzado los grandes autores clásicos.

Aquellos tres modos de tratar el lenguaje (filosófico, gramatical y retóri-


co) pasarán luego al mundo latino, con estudiosos como Donato, Prisciano,
Cicerón y Quintiliano. Los romanos tradujeron los términos gramaticales
acuñados por los griegos tanto de las partes de la oración como de los acci-
dentes gramaticales y muchas de esas denominaciones han llegado a nues-
tros días (como, por ejemplo, nominativo, singular, neutro, deíctico, etc., etc.).

Basándose en gramaticas griegas, los estudiosos romanos intentaron


concebir la gramática de la lengua latina. Había tantas semejanzas entre am-
bas lenguas que se llegó a difundir la idea errónea de que el latín descendía
directamente del griego. Marco Terencio Varrón (116-27 a. de C.) realizó im-
portantes estudios sobre la lengua latina en la que investigó su gramática,
su historia y su uso contemporáneo. Llegó a la conclusión de que el lenguaje
es análogo, es decir, está gobernado por reglas que el gramático debe descu-
brir y clasificar y que no es parte de su trabajo el tratar de mejorar la estruc-
tura de la lengua desafiando el uso establecido.

También algunos de los planteos de la retórica clásica son de gran ac-


tualidad. Aristóteles definió la retórica como “el arte de descubrir los medios
de persuasión” y Cicerón la vinculó con la dialéctica, que trata de la acción
humana, y a la intensión del hablante en presencia de un auditorio. En los
tratados de retórica de estos autores y de Quintiliano encontramos numero-
sas alusiones a las partes del discurso y una reflexión sistemática sobre las
tipologías discursivas que proponen. Este último autor considera que la edu-
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cación de la capacidad discursiva, cuyo instrumento es la gramática, es una


parte fundamental de la formación del buen ciudadano para la que todos es-
tán, por naturaleza, preparados: “el nacer algunos rudos e incapaces de ense-
ñanza, tan contra lo natural, es como lo son los cuerpos gigantescos y mons-
truosos, que son muy raros. Prueba es que los niños asoman esperanzas de
muchísimas cosas, las que si se apagan con la edad, es claro que faltó el cui-
dado, no el ingenio”.

Por eso, la lengua y los estudios gramaticales se incorporan entre los


romanos por primera vez en el curriculum escolar, ya sea para estudiar a la
lengua latina en su aspecto estructural o gramatical o bien como punto de
partida para el comentario de autores. De ahí que los dos niveles superiores
de la educación romana tengan denominaciones vinculadas con la enseñan-
za de la lengua: grammaticus, se denominaba al profesor o maestro de se-
gundo nivel y, a su vez, el responsable del último era conocido como rhetor.
Esta inclusión de la lengua y los estudios gramaticales aseguraban el éxito a
cualquier ciudadano romano en la carrera política o en la militar al posibitar-
le un alto nivel de competencia lingüística que se reflejaba en su actividad
particular.

Sin embargo, ni los griegos ni los romanos supieron cómo estaban re-
lacionadas las diversas lenguas, pues en ambas culturas los estudios grama-
ticales se abordaban con una intensión claramente educativa, era una activi-
dad finalista en este sentido. A través de la romanización, los planteos clási-
cos sobre el lenguaje llegarán al resto de los países occidentales y compon-
drán uno de los pilares en los se sustentará la enseñanza durante la Edad
Media, sobre todo en la época del surgimiento de las Universidades europeas
(x. XIII): el Trivium, que incluía la dialéctica, la gramática y la lógica. En la
gramática se ponía especial interés, pues era la base de todo lo demás. El
otro pilar, el Quadrivium, que estaba compuesto por las disciplinas de la na-
turaleza, la física, la matemática, la música y la geometría. Los textos grama-
ticales de los romanos Donato y Prisciano fueron esenciales para la enseñan-
za del latín en la Edad Media. Toda la educación y los estudios lingüísticos
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se basaban en el latín, la lengua oficial del Imperio Romano de Occidente y,


posteriormente, de la Iglesia, que se convirtió en el único sostén de la educa-
ción luego de la caída del Imperio Romano.

Las gramáticas latinas servirán posteriomente, en el Renacimiento, de mode-


los para la elaboración de la gramáticas de las nuevas lenguas y unas y otras
seguirán formando parte de la enseñanza en los monasterios y en la univer-
sidades. La retórica, por su parte, continuará teniendo un lugar especial en
el ámbito de la vida pública, sobre todo dentro del mundo eclesiástico, pues
favorecía el desarrollo de la capacidad discursiva indispensable para la co-
rrecta interpretación de las escrituras y para la transmisión de la palabra di-
vina.

Sólo hacia el año 1200 se comenzaron a escribir nuevas gramáticas


que aspiraban a sistematizar la materia lingüística lógicamente y especulati-
vamente: el Doctrinale de Alejandro de Villedieu (1199) y el Gresismus de
Eberardo de Béthume (1212), que conviven con las tradicionales gramaticas
latinas de Donato y Prisciano. Con los estudios gramaticales vinculados a los
filósofos, se la empezó a considerar como un medio de relacionar el lenguaje
con la mente humana. Esta gramática especulativa tuvo un aporte para la
posteridad importantísimo: la teoría de la existencia de una gramática uni-
versal, que luego terminará de configurarse con la aparición del estadouni-
dense Noam Chomsky a mediados del siglo pasado que es el autor de la gra-
mática llamada “generativa”.

Durante el siglo XIX todas las ciencias experimentan notables avances


y los estudios lingüísticos no quedarán al margen. El descubrimiento del
sánscrito a finales del siglo anterior y el interés, tan propio de la ideología ro-
mánica por el conocimiento de los propios orígenes influirán en el nacimiento
de la gramática histórica y comparada (Rask, Bopp, Grimm) y de la neogra-
mática (Leskien, Brugmann, Osthoff).

Surgen las especulaciones sobre el origen del lenguaje, iniciadas en el


s. XVIII y, ya a finales del siglo XIX, de los estudios dialectológicos y también
de la fonética, que abordan los elementos físicos de la lengua, es decir, sus
sonidos.
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Sin embargo, la figura fundamental para los estudios lingüísticos y


gramaticales es Ferdinand de Saussure (1857-1913) quien, sumándose a
una tendencia de su época que procuraba la identificación del objeto de es-
tudio de cada una de las ciencias del momento, considera que el objeto de la
lingüística es el lenguaje en general. En el libro “Curso de lingüística gene-
ral”, editado por dos de sus discípulos a la muerte de su maestro, se encuen-
tran conceptos fundamentales para el desarrollo de la lingüística moderna.
Entre ellos se destacan:

a) La distinción dentro del fenómeno del lenguaje de la lengua (langue)


y el habla (parole). La lengua es el sistema que sostiene cualquier idioma
concreto y que permite la producción y la comprensión de los mensajes lin-
güísticos de los usuarios de la misma; es homogénea (dado que es un con-
junto de reglas y normas), social (pues es patrimono de la comunidad) y, co-
mo tal, es el objeto de estudio de la gramática. Tiene varios niveles, cada uno
con sus elementos propios (fonemas, morfemas, sintagmas y semantemas)
que se convierten en objeto de estudio de disciplinas particulares (fonética,
morfología, sintaxis y semántica, respectivamente) que se relacionan en esa
gran estructura. El habla, por su parte, es la realización concreta de la len-
gua pero no es lo que describe la gramática; es individual y heterogénea, por
lo que no puede ser un objeto aislable para el estudio en la perspectiva saus-
sureana. Decenio más tarde surgirá la pragmática como disciplina particular
que la abordará.

b) La noción de “signo lingüístico” como la unión de un significante


(componente fónico) y un significado (componente semántico) que originó
posteriormente la consolidación de disciplinas como la fonética y la semiolo-
gía;

c) Las diferentes perspectivas a partir de las cuales pueden enfocarse


los estudios lingüístico: sincronía, es decir, abordar la lengua en un período
concreto de su existencia, y diacronía¸ es decir, observar la evolución de la
lengua a través de la historia en alguno de sus diferentes niveles.
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A partir de la dicotomía saussureana lengua y habla dentro del lenguaje se


considera que el objeto de la gramática es la lengua, en tanto que el habla es
el campo de estudio de otras disciplinas, como la pragmática, que estudia los
actos de habla preferentemente según ya se señaló.

Ya en el siglo pasado, aparece otro tipo de gramática denominada ge-


nerativa, de elaboración debida a los trabajos de Chomsky, y se concentra en
el estudio del conjunto finito (limitado) de elementos que produce un número
infinito (ilimitado) de oraciones de una lengua. Esta gramática generativa tie-
ne dos formas: la dintagmática, que limita su análisis a la estructura super-
ficial, y la transformativa, que por debajo de la estructura superficial, extien-
de su análisis a la estructura profunda.

En las enseñanzas no universitarias todavía perviven los modelos tra-


dicionales de la enseñanza de la gramática entendida como el “arte de hablar
y escribir correctamente una lengua”.

La gramática tradicional ha sido objeto de múltiples críticas basadas


en sus presupuestos teóricos inconsistentes, en la mezcla de criterios a la
hora de definir las unidades de análisis, en la confusión entre descripción y
prescripción y en haberse basado para sus análisis en la lengua escrita olvi-
dando la primacía de la lengua oral. No obstante, lo anterior no debiera im-
pedir apreciar las innegables aportaciones de la gramática tradicional sobre
el hecho lingüístico, indispensables para el surgimiento de otras corrientes
científicas. La gramática histórica y la dialectología se han desarrollado gra-
cias a la escuela comparatistas y neogramáticas cuyos avances se vieron su-
perados por los avances de la lingüística y de otras disciplinas más actuales.

Se ha señalado más arriba que el estudio del lenguaje empieza por la


gramática normativa, es decir, por una disciplina que, basándose en un cri-
terio de autoridad, distingue usos legítimos e ilegítimos, o sea correctos e in-
correctos. Pero luego aspira a dar un fundamento teórico a esa distinción y
entonces se vuelve científica. Así es como surgen los tres tipos tradicionales
de grámatica: lógica, psicológica e histórica. Las dos primeras consideran al
lenguaje desde el punto de vista sincrónico, es decir, que lo consideran en un
momento determinado de su evolución, mientras que la gramática histórica
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lo considera a través de su evolución, o sea, desde el punto de vista diacróni-


co.

Ahora bien, más allá de las características del sistema de cada lengua,
tembién se reconoce su importancia para manifestar emociones e incluso in-
fluir en los demás; esto es lo reconocido por las dos primeras gramáticas y
son conocidas también como “trascendentes” porque buscan la explicación
del lenguaje fuera del lenguaje mismo a las que se le opone la gramática es-
tructural que se puede considerar “inmanente”, pues estudia el lenguaje des-
de el punto de vista interior al mismo.

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