Gas

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Gas Natural

La energía en cuanto recurso natural debe ser abordada desde un aspecto


bipolar. Esto es en cuanto elemento de importancia vital para el crecimiento de
la economía de un país y su defensa y atendiendo siempre al carácter utilitario
del recurso como un bien social consagrado a la satisfacción normal y regular
de necesidades colectivas.
El gas natural extraído de los yacimientos, es un producto incoloro e inodoro,
no tóxico y más ligero que el aire. Procede de la descomposición de los
sedimentos de materia orgánica atrapada entre estratos rocosos y es una
mezcla de hidrocarburos ligeros en la que el metano (CH4) se encuentra en
grandes proporciones, acompañado de otros hidrocarburos y gases cuya
concentración depende de la localización del yacimiento.
Por ser el combustible más limpio de origen fósil, contribuye decisivamente en
la lucha contra la contaminación atmosférica, y es una alternativa energética
que destacará en el siglo XXI por su creciente participación en los mercados
mundiales de la energía.
La explotación a gran escala de esta fuente energética natural cobró especial
relevancia tras los importantes hallazgos registrados en distintos lugares del
mundo a partir de los años cincuenta. Gracias a los avances tecnológicos
desarrollados, sus procesos de producción, transporte, distribución y utilización
no presentan riesgos ni causan impacto ambiental apreciable.
El gas natural está mejor repartido a nivel mundial. Se encuentra en muchas
de las regiones del mundo. Sin embargo, la Unión Soviética posee el
porcentaje más alto de este recurso energético. La estimación de las
existencias de gas natural, medidas en toneladas métricas es de 223,200
millones de toneladas. La tasa de consumo actual es de alrededor de las 2,000
millones de toneladas, y la demanda proyectada a nivel mundial crecerá a las
4,000 millones de toneladas ( European Commission, 1999), con lo cual las
reservas confirmadas de este recursos se agotarán en menos de 100 años.
Sin embargo, al igual que el caso del petróleo, existen reservas no
convencionales que pueden extender este recurso mucho más allá.
Las reservas de gas natural

Las reservas mundiales de gas natural, aunque limitadas, son muy importantes
y las estimaciones de su dimensión continúan progresando a medida que las
nuevas técnicas de explotación, de exploración y de extracción son
descubiertas. Las reservas de gas natural son abundantes y ampliamente
distribuidas por el mundo. Se estima que una cantidad significativa de gas
natural queda aún por descubrir.

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Repartición de las reservas de gas natural en el 2004
Las reservas probadas son aquellas que podrían ser producidas con la
tecnología actual.

Las mayores reservas mundiales se encuentran en la antigua Unión soviética,


con el 38% del total mundial. Junto con el Medio Oriente, que representa el
35% de las reservas mundiales, suponen aproximadamente las tres cuartas
partes de las reservas mundiales de gas natural.

Las reservas mundiales de gas natural se han multiplicado por dos en el


transcurso de los últimos veinte años para alcanzar en el 2000, los 150,19
trillones de metros cúbicos.

El ratio mundial de reservas de gas natural respecto a la producción a niveles


actuales esta entre 60 y 70 años. Esto representa el tiempo que las reservas
existentes durarían si se mantuvieran los actuales niveles de producción.

En el año 2000 los principales países productores eran Estados Unidos y la


Federación de Rusia con, respectivamente, el 22,9 % y el 22,5 % de la
producción mundial. Otros países como Canadá, Reino Unido, Argelia,
Indonesia, Irán, los Países Bajos, Noruega y Uzbekistán presentan también
importantes niveles de producción. Estos 10 países representan el 86% de la
producción total de gas natural en el 2000. América del Norte y la antigua
Unión soviética representan el 59% de la producción mundial.

En el 2000 la producción mundial total alcanzó los 2422,3 miles de millones de


metros cúbicos, lo que representa un crecimiento del 4,3% con respecto al año
anterior. Este crecimiento es sensiblemente superior al crecimiento medio
anual durante el período 1990-2000. Aunque la producción haya aumentado en
todas las regiones, el crecimiento más rápido fue registrado en el Medio
Oriente y en África. Durante los años 90, la producción aumentó en todas las
regiones salvo en la antigua Unión soviética.

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Se espera un crecimiento de la producción mundial de gas natural como
consecuencia de la planificación de proyectos de exploración y de expansión
en respuesta a las previsiones de crecimiento de la demanda.

El consumo de gas natural

El gas natural representa casi la cuarta parte del consumo energético mundial.
Como lo muestra claramente el gráfico siguiente, este consumo a aumentado
fuertemente en el transcurso de los últimos 30 años.

Los principales países consumidores de gas natural en el 2000 fueron Estados


Unidos, con 27,2% del consumo total y la Federación de Rusia, con el 15.7%.
Entre América del Norte y la antigua Unión Soviética el consumo totalizó el
55% del gas producido. Europa consumió el 19.1% de la producción total.
Solamente estas tres zonas consumieron las tres cuartas partes de la
producción mundial.

En el 2000 el crecimiento del consumo alcanzó el 4,8%, siendo el crecimiento


mayor en África (12,8%) y en Asia (7,8%). Ese mismo año el consumo mundial
total fue de 2404,6 miles de millones de metros cúbicos.

Las principales agencias energéticas mundiales predicen un fuerte aumento de


la demanda mundial para los próximos veinte años, crecimiento que debería
producirse principalmente en el seno de los países en desarrollo.

Consumo per cápita

El comercio internacional
El denominado gas natural está compuesto por una mezcla de metano y etano.
Se consume en estado gaseoso, generalmente distribuido a través de grandes
redes, o en estado líquido, bajo la forma de gas natural licuado
“GNL”(almacenado a alta presión). El gas de petróleo (GLP) es el nombre
industrial del propano y de los butanos puros o mezclados. La gasolina es una

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mezcla de hidrocarburos de C5 a C7; se separa del gas natural en las plantas
de acondicionamiento para transporte, o bien en las plantas extractoras de
GLP.
"Ningún país del mundo que aliente expectativas de crecimiento de su
economía, que cuente con reservas de gas natural y que especialmente no sea
un país petrolero, no puede dejar de lado el uso intensivo del "GNC" como
combustible alternativo".
En el mediano plazo, el énfasis se dará sobre vehículos y motores
específicamente diseñados para usar "GNC". Esto permitirá el uso de motores
de alta compresión, aprovechando el mayor índice de octano de este
combustible que supera en un 30% a la nafta de mayor calidad, con lo que se
logrará mayor potencia que el correspondiente vehículo naftero. Estos motores
son y serán prácticamente inofensivos para nuestro medio ambiente, reducen
las emisiones de los gases responsables del llamado "efecto invernadero",
hasta en un 40%.
El uso del GLP en los motores ofrece múltiples ventajas que incluyen la
protección del ambiente, además de las ventajas técnicas con respecto al uso
del gasoil. Entre sus principales beneficios ecológicos se encuentran los
siguientes:
Drástica reducción de las emisiones contaminantes y peligrosas para la salud
como: El dióxido de carbono, los óxidos de nitrógeno y azufre, el monóxido de
carbono, los aldehidos y el combustible particular.
Niveles de ruido perceptibles reducido al 50%.
Reducción al mínimo de olores, humos en la aceleración, y vibraciones del
motor.
Y desde el punto de vista técnico:
Combustión limpia y completa, lo que otorga mayor duración al motor.
Menor costo de mantenimiento por menor número de avería y períodos de
cambio de aceite más prolongado, etc.
El gas natural se ha convertido en los últimos años, en una fuente de energía
de creciente importancia, por ser un combustible limpio y más abundante que el
petróleo.
A nivel internacional, el 40% de la demanda de gas proviene de la industria,
alrededor del 25 % se destina al consumo residencial y otra proporción similar,
a generación eléctrica. Tanto a nivel internacional como en la Argentina, gran
parte del crecimiento de la demanda surge de la generación eléctrica. Esto es
así pues el cambio tecnológico unido a la reducción del precio del gas natural
en relación al de otros combustibles, ha hecho económicamente posible la
generación de electricidad en plantas mucho más reducidas, lo que ha tornado
más competitivo al mercado de generación de electricidad. Se estima que hacia
el año 2030, las centrales térmicas explicarán el 30 % de la demanda total de
gas.
Este proceso es notorio en Norteamérica y Europa: hacia principios de los 90 la
Comunidad Europea eliminó la prohibición del uso de gas para la generación
eléctrica, promoviendo intensamente su utilización. En consecuencia, algunos
marcos regulatorios nacionales estimulan la generación por gas; tal el caso del
Reino Unido.

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Evolución del gas en la Argentina

Las primeras empresas de distribución de gas natural (manufacturado) se


formaron a mediados del siglo pasado en la Capital Federal, utilizando carbón
importado como materia prima. Estas eran empresas privadas de capital
extranjero que a lo largo de los años se fueron fusionando hasta formar a
principios del siglo XX la Compañía Primitiva de Gas.
En otras ciudades importantes del interior también se desarrollaron procesos
similares.
El 1º de enero de 1946 se crea, independizándola de Y.P.F., la Dirección
Nacional de Gas del Estado (GdE), poniéndose al frente de la misma al Ing.
Canessa.

Siendo Presidente, Perón concede una de sus primeras audiencias al Ing.


Canessa, quien le explica que la creación de G d E carecía de sentido si no se
traía la Capital Federal el gas que se venteaba en Comodoro Rivadavia, el que
era reemplazado por carbón de hulla importado de Inglaterra, que llegaba a los
usuarios a costos altísimos, imposibilitando el desarrollo popular del gas. Ese
mismo día se resolvió la construcción del primer gasoducto entre Comodoro y
Bs. As. El 01-01-47 Perón y Canessa soldaron el primer caño del gasoducto en
Lavallol, localidad que había sido elegida para evitar las interferencias de las
compañías extranjeras y asegurar su terminación, pues según razonaba
Canessa, si empezaba en Comodoro podía terminar en cualquier parte y no en
Buenos Aires, pero, si se iniciaba en Lavallol, para funcionar, inevitablemente,
tenía que llegar a Comodoro Rivadavia. La monumental obra fue planeada y
construida mayoritariamente por argentinos, aplicando técnicas creadas
localmente, concretando triangulaciones externas destinadas a la provisión de
materiales imprescindibles, terminada antes de lo planificado e inaugurada el
29 de diciembre de 1949. Desde ese momento, se aplicó una política destinada
a lograr una continua baja de tarifas y una expansión del sistema que no puede
menos que ser descrita como espectacular. En esos tiempos, el gasoducto fue
uno de los más largo del mundo y nos colocó entre los tres países más
avanzados en el aprovechamiento del gas, conjuntamente con Rusia y Estados
Unidos, posición que ostentamos hasta la privatización de GdE, momento en el
cual los únicos elogios que nuestro sistema recibe provienen de las empresas y
consultores beneficiarias del negocio.

En 1943, luego de 90 años de explotación del servicio de gas distribuido por


redes en manos privadas, solamente el 6% de la población nacional recibía el
servicio (unos 190.000 usuarios) en el Gran Buenos Aires (incluye Capital
Federal) y otras grandes ciudades del país(La Plata, Rosario, Bahía Blanca,
Tucumán).
En 1944 se produjo la nacionalización de las empresas británicas, pasando el
sistema a Y.P.F. en primer lugar y luego a Gas del Estado en 1946.
Conjuntamente se construye el primer gasoducto troncal entre Comodoro
Rivadavia y Buenos Aires.
Luego de 45 años de explotación estatal, el número de usuarios residenciales
ha llegado a alrededor de 4 millones y representa poco más del 40% de la
población del país desde Jujuy hasta Tierra del Fuego.

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Las compañías privadas de distribución de gas en ningún momento intentaron
utilizar en aquel entonces los recursos energéticos del país, en particular el gas
natural, sino que continuaron abasteciendo el sistema con carbón importado
durante 90 años.
Por el contrario, Y.P.F./Gas del Estado en sólo cinco años inauguraron el
primer gasoducto, de 1.700 Km de longitud, que permitió utilizar el gas natural
de Comodoro Rivadavia en Buenos Aires y ampliar así el servicio.
En diciembre de 1949, se inaugura 1º Gasoducto de Latinoamérica,
comenzaba una etapa fundamental de la Liberación Nacional. Nuestro gas
natural de más de 9.000 calorías reemplazaba al que se manufacturaba con el
carbón importado de Inglaterra, con transporte en barcos ingleses y seguros de
compañías inglesas, convertido en gas de 4.500 calorías. Los 250.000 usuarios
pasarían a ser 3.000.000 y los beneficios de su utilización alcanzarían a los
lugares más inhóspitos y recónditos del país.
La herramienta fue la creación y organización de una Gran Empresa Nacional:
la Dirección General de Gas del Estado inicialmente, y Gas del Estado,
después.
El ingeniero Canessa fue el promotor de ese gasoducto, fue un luchador, que
además de visionario, patriota e idealista, era un conductor, un estadista, un
organizador. Con la fusión del Departamento Gas de Y.P.F., la nacionalizada
Cía. Primitiva de Gas (inglesa) y otros orígenes diversos, formó una empresa
monolítica, férrea, disciplinada, de honda conciencia laboral, con notables
beneficios para sus integrantes. Hizo plenamente posible en ella, la vigencia de
una auténtica Justicia Social, logró altos porcentajes productivos y por sobre
todo le insufló una mística, una personalidad que la convirtió en bandera.
En 10 años más se inauguró un nuevo gasoducto, esta vez desde Salta,
También de 1.700 Km, que permitió la sustitución total del gas manufacturado
por el gas natural, eliminando así la importación de carbón que había subsistido
durante 100 años.
La red de gasoductos troncales alcanzó a más de 12.000 Km y el total de
redes y ramales de distribución y tuberías de captación a cerca de 35.000 Km.
Quién fue entonces más eficiente en la ampliación del servicio y la cobertura
geográfica con una de las fuentes energéticas de mayor calidad?
Si tomamos como punto de referencia la tarifa promedio vigente para el
consumo residencial de la Capital Federal en el momento de la nacionalización,
podemos decir que en menos de 10 años y sin cambios tecnológicos
importantes, se redujo la tarifa a la quinta parte(de un nivel 1000 en 1943/44 a
un nivel 200 en 1952/58).
En la década de los 60 la sustitución total del gas manufacturado por gas
natural y la rápida expansión del servicio, permitieron una reducción adicional
del 40% con lo cual se llega a un nivel 120.
Acá hay un hecho importante que hay que mencionar y es el descubrimiento
en 1975 de Loma de La Lata. Este descubrimiento lo realiza YPF, en un área
que había sido recuperada en 1963 (estaba en poder de Esso), a raíz de la
anulación de los contratos petroleros dispuesta por el presidente Illía, a partir
de ese descubrimiento, se tiene la certeza de que Argentina es un país
gasífero. No dispone de reservas extraordinarias, pero normales de gas y se
acentúa cada día más su escasez petrolera, tanto sea por el bajo nivel de
reservas como por la pobreza geológica de su territorio que, en comparación

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con la producción promedio diario por pozo 1.000 m3 de Arabia Saudita o los
100 m3 de Venezuela, nos muestra un promedio de 7 metros3.
Entre 1967 y 1975 se produce una nueva mejora sustancial (del 50%), con lo
cual la tarifa llega a un valor de 60 o sea 6% de la que cobraba la empresa
privada 30 años antes.
En síntesis, con un nivel tarifario muchas veces inferior al de la empresa
privada, Gas del Estado fue capaz de realizar la expansión antes mencionada,
sin incurrir prácticamente en déficit presupuestarios hasta finales de la década
de los setenta.
La historia nos muestra que la empresa privada no ha sido más eficiente y
barata que la empresa pública.
Entonces nos preguntamos para que se privatizó. Fue para pagar la deuda
externa? Si fue así, como ciudadanos responsables podemos preguntar en
cuanto quedó reducida esa deuda externa como efecto de las privatizaciones,
quizás pudieron existir opciones mejores, mucho menos costosas para el
pueblo argentino y sus generaciones futuras.
Lo primero que habría que decir es que los argumentos que normalmente se
dieron para justificar las privatizaciones son que el sistema anterior era estatal,
y por lo tanto ineficiente, casi como por definición. No se puede negar que
había algo de esto, pero como siempre se pueden ver aspectos de esta
ineficiencia, algunos los enfatizaron en exceso y convirtieron una realidad
parcial en una verdad absoluta. El juego de “mentir, que algo quedará” es muy
efectivo cuando se mezclan aspectos verdaderos con falsos.
El segundo argumento es que el sistema era monopólico e impedía la
“competencia”. Eso es cierto, pero ¿es de por sí intrínsecamente malo?¿se
estaba abusando de los usuarios?.
Y el tercer argumento que los precios “eran políticos”, había muchos subsidios
cruzados y esto lo pagó la sociedad toda con la inflación. En esto hay
argumentos verdaderos y falsos, pero los más importantes son los últimos. Las
respuestas, desde esta perspectiva, fueron: privatizar para mejorar la
eficiencia; desregular para aumentar la competencia y para que exista una
justa asignación de recursos, buenos servicios, etc.
Pienso que aquellos argumentos son mucho más falsos que la parte de verdad
que había en el diagnóstico: ni se privatizó para aumentar la eficiencia, ni se
desregula para aumentar la competencia, ni los precios del mercado
determinan que haya una justa asignación de recursos.
En el tema del gas, el argumento oficial de la privatización fue entonces
aumentar la competencia, o simular competencia y esto se da cuando tengo
dos compañías en lugares distintos y puedo comparar su eficiencia. La
competencia real se da cuando se puede acceder a productores distintos. El
esquema supone que va a ver competencia real a partir de los productores, y
va a haber una emulación entre los distintos distribuidores.
La identificación de las cuencas petrolíferas y gasíferas es primer paso
para la ubicación de los yacimientos.
Argentina cuenta con 24 cuencas sedimentarias, de las cuales cinco son
productivas Neuquina, Austral, Noroeste, Golfo San Jorge y Cuyana. Las
reservas comprobadas de gas natural totalizan unos 690 millones de metros
cúbicos con la siguiente distribución por cuenca sedimentaria: Neuquina 50 %,
Noroeste 25 %, AUSTRAL 22%, San Jorge 2,5% y Cuyana 0,5%.

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La Cuenca del Noroeste: se extiende en el ámbito de las Sierras Subandinas,
en las provincias de Salta y Jujuy. Los Yacimientos en Campo Durán y
Madrejones son los más importantes, el inconveniente de esta cuenca es la
profundidad que deben alcanzar los pozos, hecho que exige fuertes
inversiones.
La Cuenca Cuyana: Se halla en la Prov. De Mendoza, en 1987 comenzó la
explotación de esta cuenca, cuya principal característica es la alta densidad de
sus crudos de tipo parafínico cuyo alto costo de transporte llevó a la instalación
de la destilería de Luján de Cuyo.
La Cuenca del Golfo San Jorge:localizada en los alrededores del Golfo San
Jorge que le da su nombre, se proyecta hacia el interior de la Prov. de Chubut y
por el sur hasta Santa Cruz, esta cuenca se prolonga hacia la plataforma
continental del Mar Argentino.
La Cuenca Neuquina : Abarca toda la Prov. de Neuquen y parte de Río Negro,
Mendoza y la Pampa.
La Cuenca Austral : Se desarrolla sobre ambas márgenes del estrecho de
Magallanes.

La Ley 24.076: de 1992 estableció el nuevo marco normativo, regulando el


transporte y distribución, a los que cataloga como servicio público nacional.
Además parceló a Gas del Estado, en un conjunto de compañías de transporte
(dos) y distribución (nueve) a ser vendidas a operadores privados ( primero
transfirieron los activos a compañías y luego se privatizaron).
Gasoductos: Argentina presenta una extensa red de transporte y distribución
de gas natural, del orden de los 76.000 Km.
1) Campo Durán- Buenos Aires: recorre la totalidad del NOA, atraviesa el
centro de Córdoba y el sur de Santa Fe, para desembocar en el cono
urbano bonaerense. Asimismo está conectado con el gasoducto
boliviano Santa Cruz- Yacuiba.
2) Centro-Oeste : parte de la región cuyana, atraviesa San Luis, Sur de
Córdoba y Santa Fe hasta Buenos Aires.
3) Desde Neuquen: donde se descubrió el gran yacimiento de Loma de la
Lata parten tres redes de transporte fundamentales:
 Una concurre a alimentar el gasoducto Centro-Oeste en la localidad
Puntana de Beazley.
 Otro el gasoducto Neuba II se dirige a Buenos Aires, luego de pasar
por la planta separadora de gases de General Cerri(Bahía Blanca)
 Finalmente, de los yacimientos más antiguos del oeste neuquino,
parte el gasoducto Oeste o Neuba I, de recorrido similar al Neuba II,
hasta Bahía Blanca pero que se dirige luego a servir el oeste
bonaerense, incluido su litoral atlántico.
4) El General San Martín: recorre la totalidad del este patagónico, y
alcanza la región bonaerense luego de que en la planta de Gral. Cerri
le es extraído el etano y otros productos asociados.
En 1997 se pusieron en marcha dos gasoductos a Chile. El primero, une
Tierra del Fuego con Punta Arenas, para abastecer a una planta de
metanol. En el segundo caso se trata del gasoducto Gas ANDES, que una
Mendoza con Santiago.

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En 1998 Une la cuenca argentina con la localidad de Concepción, con
posibles ampliaciones hasta Santiago.
En el norte Gasoducto Gas Atacama y Gas Nor
Gasoducto que une Paraná (Entre Rios) con la ciudad de Uruguayana,
para abastecer una central térmica y posteriormente hasta Porto Alegre.
En construcción Santa Cruz – San Pablo, que posibilitará en envío de gas
Argentino vía Bolivia a través del gasoducto ya existente, que hoy permite la
importación de gas boliviano.
Gasoducto Cruz del Sur: que une a la Mesopotania con el oeste uruguayo, y
un segundo que cruzará el Río de La Plata.

PRIVATIZACIÓN

Introducción
La aplicación de un programa de privatización de empresas públicas implica
una decisión estratégica por parte de un gobierno de retirarse de la actividad
económica directa. Uno de los países precursores en adoptar este tipo de
programas fue el Reino Unido. A fines de la década del 70, el partido
conservador británico puso en marcha un extenso programa de privatizaciones
con la idea de reducir la intervención del gobierno en la actividad económica y
ampliar la participación del sector privado. En América Latina, el primer país en
desarrollar un programa de privatizaciones de gran alcance fue Chile, cuando a
partir de 1974 el gobierno militar transfirió a manos privadas la mayoría de las
empresas que habían sido nacionalizadas por el gobierno anterior,
devolviéndolas a sus antiguos dueños. Unos años después, el programa
también alcanzó a las más grandes empresas públicas de infraestructura y
transporte.
Más tarde, a partir de mediados de la década siguiente y particularmente a
comienzos de los 90”, estos programas comenzaron a llevarse a cabo en un
número importante de países en desarrollo, en especial en América Latina. En
estos países, además de perseguir objetivos de largo plazo, las privatizaciones
fueron una manera de aliviar el abultado déficit presupuestario de los
gobiernos, en un momento en el que el acceso al crédito era muy restringido.
México fue uno de los primeros de la región en emprender un amplio y extenso
programa de privatizaciones. Luego de ventas de empresas públicas menores
llevadas a cabo a mediados de los ochenta, se privatizaron a fines de la
década las dos aerolíneas nacionales y las empresas de telecomunicaciones y,
a principios de los noventa, bancos nacionales y empresas mineras y de
manufacturas de hierro y acero.
El amplio proceso de privatizaciones encarado por el gobierno argentino a
comienzos de la década del noventa se enmarcó en este contexto. En ese
momento, se inició en el país un importante proceso de reformas que apuntó a
la reestructuración de la economía y a la redefinición del rol del estado en la
misma. La privatización de las principales empresas estatales (avalada por la
Ley de Reforma del Estado de 1989) constituyó uno de los lineamientos
principales de la nueva política económica, cuyo primer objetivo residía en la
estabilización de precios, paso primordial para lograr la confianza y credibilidad
de los inversores y la subsiguiente entrada de capitales necesarios para el
crecimiento de la economía.

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La forma en que se realizaron los pagos de las privatizaciones respondió a
distintos motivos prioritarios a lo largo del proceso. Los primeros
desprendimientos realizados por el Estado Nacional tuvieron como objetivo
central reducir la deuda externa y facilitar la regularización de los pagos
externos, requisito necesario para generar confianza en la comunidad de
negocios y crear las condiciones para lograr el acceso a los mercados de
capitales y la estabilidad macroeconómica. Para cerrar el paquete financiero -
que concluyó con la negociación del Plan Brady en 1992- el estado necesitaba
reducir el stock de deuda a refinanciar a un monto compatible con los fondos
disponibles para destinar a la compra de las garantías del nuevo plan de
refinanciación.
Durante los años 1990-1991 fueron vendidos algunos de los activos más
preciados del Estado, a diferencia de otros países que comenzaron sus
procesos privatizadores con la venta de activos menores. En el año 1990 el
valor nominal de los títulos entregados en pago ascendió a U$S 6.343 millones
lo que representó un 47% del total para todo el período. A partir de 1992, ya
lanzado el plan de convertibilidad, con la mejora en el ordenamiento de las
cuentas públicas y con la economía en franca recuperación, las privatizaciones
comenzaron a privilegiar la recaudación en efectivo. cabe resaltar un rasgo
característico de las privatizaciones argentinas, del que mucho se ha hablado:
la celeridad del proceso de privatizaciones, sólo superada por las realizadas en
el ex bloque soviético. A ello se le adiciona lo abarcativo del proceso de
transferencia de activos y de transferencia de poder económico. Al respecto,
existe consenso en cuanto a que el vasto programa privatizador y la celeridad
con que se lo encaró, constituían un papel determinante en la consolidación de
la imagen de Menem frente a la comunidad local e internacional de negocios.
En otras palabras, frente a un nuevo bloque de poder en el que los conflictos y
contradicciones que se remontaban a la cesación de pagos de mayo de 1988
entre la banca acreedora y los grandes grupos económicos locales quedarían
saldados a partir de la convergencia de intereses en los consorcios que se
harían cargo del sector más rico del estado, por las potencialidades que ofrecía
en cuanto a la apropiación de rentas de privilegio: las empresas públicas. Estos
sectores del poder económico que estaban enfrentados en términos de la
apropiación del excedente local -la banca acreedora y los grandes grupos
económicos locales- fueron los partícipes fundamentales en el control de las
empresas privatizadas. Esta celeridad es reconocida aun por los apologistas
del proceso de privatización (como la FIEL), que sostienen que ciertos errores
(u horrores) son perdonables, o quedarían justificados, en función de la
necesidad de dar una "señal política" frente a la comunidad de negocios.

Lo que se intenta demostrar es que, más allá de las urgencias privatizadoras


iniciales, el estado (en todas sus distintas instancias), al cabo de ya más de un
decenio, e involucrando distintas administraciones gubernamentales, por
acción u omisión (según los casos), ha resultado plenamente funcional a la
preservación -o acrecentamiento- de los exorbitantes privilegios de que gozan
las nuevas prestatarias privadas de los servicios públicos. Se trata, en síntesis,
de un concepto que trasciende la usual referencia -como riesgo a minimizar en
todo proceso de privatización- a la llamada "captura del regulador o de la

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agencia reguladora"; en la Argentina lo que ha venido quedando como
denominador común al cabo de más de una década, es un concepto mucho
más abarcativo "la captura institucional del estado en casi todas sus
instancias". En ese marco, y más allá de las acciones u omisiones del Poder
Ejecutivo nacional, el Poder Judicial ha sido en buena medida cómplice o
partícipe pasivo de muchas de las ilegalidades e incumplimientos de las
privatizaciones; el Poder Legislativo, muy particularmente la Comisión
Bicameral de Seguimiento de las Privatizaciones, otro tanto. En tal sentido,
además de la tradicional "captura" de las agencias reguladoras", en la
Argentina esa funcionalidad estatal frente a los privilegios de las privatizadas
involucró a todas las instancias del poder del estado y del poder político.

Al respecto, cabe hacer referencia a un tema central en cuanto a la fiel


demostración de esa captura institucional del estado, en todas sus instancias:
las formas que ha adquirido la regulación tarifaria en el país. En casi todas las
privatizaciones se aplicó lo que se conoce como el sistema del price cap, o
precio tope. Aun sin desarrollar ampliamente las ventajas y desventajas de este
mecanismo de regulación, las dos ventajas esenciales que presenta es que,
por un lado, garantiza que las tarifas reales de los servicios sean decrecientes
en el tiempo, y por otro, incorpora incentivos al prestador de los servicios
públicos en condiciones monopólicas tendientes a maximizar su eficiencia
microeconómica.

A grandes rasgos, en la medida en que en la Argentina se aplicó este sistema,


ventajoso en cuanto es un mecanismo de regulación de las tarifas, sus
resultados efectivos han resultado totalmente contradictorios con esas ventajas
intrínsecas: las tarifas reales de los servicios públicos se han incrementado
holgadamente por encima de la casi totalidad de los restantes precios de la
economía. Cabe preguntarse, entonces, qué factores o peculiaridades locales
son los que explican tal dicotomía.

En términos por demás estilizados, el mecanismo de price cap funciona así: en


el momento de la transferencia de la empresa se fija un "precio base", que es
aquella tarifa que en principio le daría a la empresa monopolista una tasa de
ganancia "justa y razonable" (tal como se plantea en varios marcos
regulatorios). A partir de allí la misma se ajusta periódicamente por la
aplicación de un índice de precios domésticos que, en buena medida, tendería
a reflejar las alteraciones en los costos reales de la empresa. A ese índice de
ajuste se le sustrae un determinado porcentaje definido como "factor de
eficiencia", con la finalidad de transferir a los usuarios (como una forma de
apropiación social de la renta monopólica) los incrementos en la productividad
y eficiencia de la empresa prestataria durante un lapso determinado y
preestablecido. Esto significa que, por ejemplo, más allá de los ajustes
periódicos que tienden a acompañar el proceso inflacionario, cada cinco años
se revisan las tarifas, período en el que todas las ganancias por eficiencia
microeconómica son apropiadas por el monopolista brindándole, así, incentivos
suficientes para mejorar la productividad y eficiencia de la empresa. Al
momento de la revisión, el usuario del servicio se verá beneficiado en la
medida en que esa eficiencia producto de la condición monopólica se transfiere

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a la tarifa, en tanto el coeficiente resultante se sustrae del derivado de las
variaciones en los índices inflacionarios locales. En otras palabras, cualquiera
sea el nivel de incremento de precios, siempre se garantizaría que las tarifas
fueran decrecientes. Como se señaló, en la Argentina sucedió exactamente lo
opuesto: las tarifas reales de los servicios públicos privatizados crecieron muy
por encima de los restantes precios de la economía. De allí surge la necesaria
revisión de los factores domésticos que han erosionado esas ventajas
"naturales" del price cap y, en ese marco, asumen un papel protagónico en la
explicación de las exorbitantes tasas de rentabilidad que han venido
internalizando las empresas privatizadas.

El primer elemento fundamental que coadyuva a explicar ese peculiar


fenómeno es que, en la Argentina, los "precios base" al momento de la
transferencia de las empresas se fijaron en niveles tales que ya garantizaron
rentas de privilegio; en algunos casos existió un incremento notable en el
período inmediato anterior a las privatizaciones. Así, por ejemplo, durante la
administración de Entel por parte de la Ing. María Julia Alsogaray (privatización
que se realizó en un tiempo récord), en el lapso comprendido entre febrero de
1990 (Pliego de Bases y Condiciones) y noviembre del mismo año
(transferencia de la empresa a las dos nuevas licenciatarias), el valor del pulso
telefónico se incrementó, en dólares, el 711%, al tiempo que los mayoristas
crecieron el 450% y el tipo de cambio, apenas, el 235%. Se trata, en otras
palabras, de un singular incremento tarifario previo a la transferencia de la
empresa. Podría decirse que si en lugar de estar en manos de Telefónica y
Telecom, la telefonía básica hubiera continuado en manos de Entel, con esa
nueva estructura tarifaria, esta empresa pública hubiese pasado a ser, sin
duda, una de las más rentables del mundo.

Otro ejemplo significativo lo brinda el caso de Gas del Estado, cuya


transferencia al capital privado se realizó el 1º de enero de 1993. Si se
compara el valor medio del metro cúbico de gas de 1992 respecto del de 1993,
se constata un incremento real del 23%. En otras palabras, los "precios base"
se fijaron de forma tal de garantizar a las empresas privatizadas tasas de
rentabilidad de privilegio (de las más altas en el plano local e, incluso, en el
nivel internacional).

De todas maneras, el aspecto más peculiar en términos de la aplicación del


price cap en el país, y de, tal vez, mayor significación en cuanto a la erosión de
esas ventajas naturales, surge de la adopción de atípicos índices de precios en
los ajustes periódicos de las tarifas. Cuando se sancionó la ley de
Convertibilidad se prohibió, a partir del 1º de abril de 1991, todo tipo de
indexación de precios, por ajustes monetarios, por incremento de costos, etc.
Hasta ese momento había dos procesos de privatización que contemplaban
ajustes tarifarios en el marco del price cap: el de las concesiones viales de las
rutas nacionales y el de las telecomunicaciones. A fines de 1991 se sanciona
un muy funcional (a los intereses privados) decreto del PEN, el 2585, donde
subyace una artimaña de más que dudosa legalidad que, de allí en más, sería
retomada en los restantes procesos de privatización. Ese decreto señala, en
sus considerandos, que la ley de Convertibilidad se convertía en un "obstáculo

12
insalvable" para indexar y actualizar las tarifas telefónicas, y que, por lo tanto,
era "legalmente aceptable" fijar las tarifas en la moneda de un país estable,
como los Estados Unidos de América, e indexarlas por las variaciones que se
registran en los índices de precios de dicho país. Muy difícilmente pueda
encontrarse experiencia internacional alguna en que se legisle expresando que
sus normas son de aplicación para una determinada moneda. Se trató de una
simple transgresión jurídica por la cual el índice de ajuste tarifario dejó de estar
vinculado con las variaciones que se registraran en la economía local, sino con
la de los Estados Unidos.

Es así que, entre principios de 1995 y junio de 2001, mientras aquí hubo
deflación en el índice de precios minoristas (-1,1%), en los Estados Unidos
crecieron el 18,4%; por su parte, mientras en la Argentina, el índice de precios
mayoristas creció el 1,6% en ese período, en los Estados Unidos registró un
alza de 9,8%. En síntesis, vía tarifas de los servicios públicos, los usuarios
argentinos han venido absorbiendo la inflación de los Estados Unidos. Según
surge de una reciente estimación, circunscripta a los ejemplos que ofrecen las
telecomunicaciones, la electricidad y el gas natural, esos ingresos ilegales -
reconocidos recién a partir del año 2000, en un dictamen del Procurador del
Tesoro y por algunos jueces- ascienden a 9.000 millones de dólares.
El otro factor que ha erosionado esas ventajas naturales del price cap es el que
se vincula con el tratamiento doméstico del "factor de eficiencia", o de
transferencia a los usuarios de las ganancias monopólicas, que garantizaría
tarifas reales decrecientes. En la Argentina hay solamente dos casos en que se
contempló la revisión tarifaria y la aplicación de un factor de eficiencia. Estos
dos casos, los únicos sancionados por ley, son los de la electricidad y el gas
natural. En este último, en 1998 se aplicó el factor de eficiencia, lo que permitió,
según las empresas, una reducción de tarifas del orden del 4% al 6%. En
cuanto a la electricidad, donde la revisión, de acuerdo con el texto de la ley,
debía realizarse a los cinco años, el decreto reglamentario contempla que la
primera revisión tarifaria se realizaría a los diez años (o sea en 2002). Por su
parte, en el caso de las telecomunicaciones se fijaron factores predeterminados
a aplicar a partir del tercer año de la gestión privada (2%) para cada uno de los
servicios (urbano, interurbano e internacional). Sin embargo, aun cuando no
estaba permitido compensar tal reducción entre esos distintos tipos de
servicios, sólo se aplicó al servicio internacional, el único sometido a
competencia.

El último elemento que cabe destacar en cuanto a la regulación tarifaria y a la


funcionalidad del estado frente a las empresas privatizadas, o "captura
institucional" de éste, remite a uno de los principales rasgos distintivos de las
privatizaciones argentinas: la sistemática recurrencia a opacas y nada
transparentes renegociaciones contractuales. En todas las renegociaciones
emergen determinados denominadores comunes: incremento de las tarifas,
postergación de los planes de inversión comprometidos, condonación de
deudas por incumplimientos, extensión de los plazos de concesión, etcéra.

En síntesis, circunscribiendo el análisis al ámbito de la regulación tarifaria


(podría hacerse extensivo a otros planos de la regulación), la captura

13
institucional del estado y su funcionalidad respecto de los intereses de este
nuevo bloque de poder hegemónico queda claramente evidenciada.

Por último, una muy breve reflexión sobre la actitud (amenazante, en algunos
casos; ya adoptada, en otros) de algunas de las empresas privatizadas de
recurrir a tribunales internacionales (en el marco de Tratados Bilaterales para la
Promoción y Protección de Inversiones Extranjeras). Muy probablemente, ello
pueda suceder, pero también cabría hacer un paralelo con lo acaecido en el
país y en el exterior en materia de derechos humanos. Sin duda, los avances
del juez Garzón y de otros muchos tribunales internacionales exceden
holgadamente las actitudes complacientes de nuestro deteriorado sistema
judicial y de nuestra "benemérita" Corte Suprema de Justicia. En la misma
medida, son tantos y de tal magnitud los incumplimientos e ilegalidades
acumulados por las empresas privatizadas -y por quienes, en su calidad de
socios de capital extranjero participan de los respectivos consorcios- en la
Argentina que no es de descartar que los fallos finales no las favorezcan -
aunque resulte difícil, pero por otras razones, mucho más vinculadas con los
derechos humanos que con las privatizaciones- el ejemplo que ofrece la actitud
del ex gobernador de Tucumán, Bussi frente a Aguas del Aconquija -empresa
subsidiaria de quien controla Aguas Argentinas, consorcio responsable de la
prestación del servicio de aguas y saneamiento en la mayor concesión unitaria
del mundo de dicho servicio (la ciudad de Buenos Aires y el conurbano
bonaerense) -, la recurrencia a tribunales internacionales puede resultarles
mucho más perjudiciales que someterse a las -incumplidas- normativas locales.

EL proceso de reforma del sector hidrocarburífero culminó con las


privatizaciones de Gas del Estado a fines de 1992, e YPF a mediados de 1993.
Ninguna de estas dos empresas estaba incluida en la Ley de Reforma del
Estado de 1989.
En el debate del Senado Nacional donde se debatió su privatización realizado
el 20 de mayo de 1992, la posición del Justicialismo fue expuesta por el
Senador salteño Juan Carlos Romero, actual Gobernador de Salta, quien como
argumentos básicos para venderla afirmó que: a) GdE no había invertido en
mantenimiento de sus redes –olvidándose que destinó en los meses previos a
su venta, más de 450 millones de U$S en los Gasoductos del Norte y del Sur, a
efectos de entregarlos “OK” a sus nuevos dueños, y b) las tarifas no sólo no
subirían, sino que bajarían en razón de que la misma estaría establecida en el
pliego licitatorio y que el Ente de control tendría la suficiente fuerza para
lograrlo, circunstancias que la realidad ha desmentido. Además de que al
momento de la entrega (28-12-92) subieron más de un 50%, se olvidó Romero
que desde junio de 1989 hasta marzo de 1992, las tarifas -medidas a valores
constantes se habían incrementado entre un 202 y un 605 % para las familias,
un 438 % para el GNC, entre un 70 y 101 para las industrias y en un 180 % en
boca de pozo.

Desde el inicio del proceso desregulador en 1989 hasta nuestros días no se


han construido en el país gasoductos destinados a abastecer el mercado
interno. Adviértase, que el último fue construido y puesto en operación en 1988
por Gas del Estado S.E. - NEUBA II, Neuquén-Buenos Aires-, siendo una de

14
las consecuencias de la matriz energética vigente el desabastecimiento de gas
natural en una amplia región de nuestro territorio.
Las compañías del sector gasífero advirtieron bajo la égida de la
convertibilidad, que el mercado local no iba a expandirse más allá de lo que
estaba. frente a un proceso de desindustrialización continua y a la existencia de
zonas residenciales conectadas al suministro, se avocaron a la construcción de
gasoductos para exportar gas a Chile, Brasil y Uruguay.
Lógicamente, tales inversiones fueron costeadas por los usuarios argentinos
mediante la tarifa. En 2003 el 20 por ciento de la producción neta de gas
natural se exportó a precio dólar deduciéndose la retención. Debe también
agregarse que en 1999, cuando la economía argentina entró en recesión, las
inversiones para expandir producción y transporte interno de energía se
paralizaron, al igual que las destinadas a los sistemas eléctricos de tensión.
“El mayor exportador de gas natural de nuestro país es TGN, operando dos
gasoductos a Chile, uno a Brasil y otro al Uruguay. El segundo lugar lo ocupa
Methanex-PAN de Pan American Energy hacia Chile, continuando Atacama (a
Chile), Methanex de Repsol también a Chile, Methanex-SIP de Sipetrol (a
Chile), Pacífico (a Chile) y TGS (a Uruguay)”. “Los productores de gas y sus
prácticas oligopólicas en el mercado energético argentino”-País Global..
Informe del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (IDICSO) de la
Universidad del Salvador. Buenos Aires.
La reestructuración del sector gasífero argentino, antes montado sobre dos
empresas estatales (YPF en producción y Gas del Estado en transporte y
distribución), se inició con la transferencia de áreas en el segmento de la
producción, y se completó con las reformas en los segmentos de transporte y
distribución, simultáneas a la privatización de Gas del Estado. Obviamente con
la venta de YPF y la llamada desregulación hidrocarburífera, se pasó de tener
un solo productor de gas YPF a un mercado oligopólico donde el 90% está en
manos de nueve empresas, de las cuales sólo una tiene el 100% de su capital
es de capitales nacionales.
La Ley que nos rige es una mala copia de la vigente en los EE.UU., por consejo
del Banco Mundial se eligió como modelo a un país que en el campo de la
energía tiene características propias e irrepetibles. Para que las empresas
privadas se interesaran en el sistema (nada se dice de su ampliación o
expansión, esto planteado en un estudio de la consultora Mc. Kinsey, de origen
norteamericana, cuyos resultados fueron publicados en el Boletín Oficial del
11/1/91 como anexo al Decreto 48/91 de privatización de Gas del Estado),
sería necesario un fuerte incremento de las tarifas residenciales, es un régimen
basado sobre un sistema de costos acumulativos.
La Ley marco 24.076 fue sancionada con el voto de un diputado trucho, y
en la ley original se destinaban los recursos a aumentar los haberes
previsionales, artículo que fue vetado por el Presidente Dr. Menen y sustituido
por CAPITALIZAR EL RÉGIMEN NACIONAL DE PREVISIÓN SOCIAL.
La recaudación total por la privatización de Gas del Estado ascendió a US.
2.077 millones de los cuales US 680 fueron pagados en efectivo y el resto con
títulos de deuda interna y externa.

La gestión del Presidente Néstor Kirchner continúo y profundizo el


neoliberalismo gasífero generado por Carlos Menem. Ante las falencias del

15
sistema respondió con la profundización del mismo. Así tenemos que en marzo
del 2004, cuando en plena temporada veraniega se producen faltantes de gas,
optó por denunciar a las productoras pero, en lugar de quitarles las
concesiones, tal como lo manda la Ley de Hidrocarburos, mediante los
Decretos Nº 180 y 181, redolarizó el precio del gas, estableció un cronograma
de aumentos medidos en dólares y justificados en los precios internacionales y,
finalmente, con la excepción temporaria de los consumos familiares, liberalizó
el mercado, donde todos los usuarios deben adquirir el gas directamente a los
productores –los concesionarios de producción de las Ley de Hidrocarburos- o
recurrir al Mercado Mayorista Gasífero.

Es importante señalar que el 90 % de la oferta está en manos de un oligopolio


integrado por YPF, Total, Petrobrás, Pluspetrol, Pan American (BP), Tecpetrol.
En otras palabras, bajo su discurso populista y crítico de la década del 90', el
gobierno entregó a la voracidad del oligopolio petrolero la totalidad de los
usuarios industriales y comerciales; el conflicto de los estacioneros
independientes de GNC es un ejemplo valedero, donde poco a poco, el valor
del GNC se va acercando al gasoil y a las naftas, sin que interese que
contamine menos y que sea utilizado por los automovilistas y fleteros de menor
poder adquisitivo. Al mismo tiempo, como respuesta a la declinación alarmante
de reservas, en lugar de aplicar la Ley de Hidrocarburos, premio a quienes no
invirtieron concediéndoles beneficios similares a los vigentes en la minería (Ley
Menem.-Mazza), que no existen en ningún país del mundo. Además, mediante
la Ley Nacional del Gas Licuado sancionada en el 2005, legalizó la vigencia del
precio internacional de las garrafas y tubos, agravando aún más la situación
económica de quienes no acceden al gas por redes, que son los argentinos
más pobres.

Como el Presidente Kirchner era un ferviente creyente en los mecanismos del


mercado, estimò correcto que los argentinos pagaran precios internacionales,
ya sea por la producción propia o por la importada; de allí su complacencia con
las exportaciones de petróleo y gas que, en un país donde el Estado tiene la
más baja participación mundial en el reparto de la renta energética, solamente
benefician a las mismas petroleras que están a los dos lados de las fronteras.

Copiando los conceptos escritos en 1946 por el primer Director General de G d


E, Ing. Julio Canessa, podemos ver la vigencia de los mismos y decir que hoy,
al igual que en 1946, que: a) “…el sistema de concesiones en materia de
servicios públicos ha resultado un fracaso; el interés privado se ha sobrepuesto
al interés social y nacional, y la administración pública se ha visto enfrentada y
jaqueada por el concesionario”; b) “Un servicio público se instituye no de
acuerdo con su capacidad de autofinanciación, sino de acuerdo con la
necesidad social que lo reclama”; c) “Cuando toda familia argentina, por
modesta que sea y por lejana que esté la población en que resida, pueda tener
una casa para vivir decorosamente, y pueda disponer en ella de agua corriente
electricidad y gas a precios que contemplen antes que el costo individual su
capacidad para satisfacerlo, habremos dado un gran paso trascendental para la
dignificación y bienestar de una gran parte de la población”.

16
Finalmente comparto las palabras del Ing. Canessa que “...en el caso de la
República Argentina...”, (el estado de prestación de los servicios), “...justifican
aún más el anhelo de su población para que se lleve a cabo, con la urgencia y
en la medida que las circunstancias lo aconsejen, la nacionalización de los
servicios públicos esenciales, actualmente prestados por empresas privadas”.

Privatización de Gas del estado

Se dividió en 2 empresas transportistas y ocho distribuidoras, divididas


geográficamente en dos subsistemas: Sur y Norte.

Se pagó por debajo de los valores reales y con poco efectivo, y muchos vales
de la deuda y transferencia de pasivos.

Dos mercados: Mayorista : se pactan las transacciones de compra venta entre


productores y distribuidores y/o grandes usuarios y/o comercializadores.
Mercado de competencia oligopolizado.

Minorista: transacciones entre distribuidores y usuarios finales. Mercado


regulado de monopolios naturales.

Actores Mercado Regulación


Productor Transacciones libres con
distrib. y grandes usuarios.
Transportista Nexo. Solo cobra peaje (no Ente Nal. Reg. del Gas
compra ni vende). Tarifa (Enargas).
máxima regulada: cargo por m3
de gas consumido, cargo fijo 3 tipos de transporte: Firme,
por factura y un cargo por Interrumpible, y Servicios de
reserva de capacidad.(*) Desplazamiento Intercambio.

Obligación de compartir con


terceros su capacidad no
comprometida.
Gran usuario Pacta con productor y
transportista por separado
(puede tener su propia red de
transporte).
Distribuidoras Entregan el gas comprado en Monopolio. Tarifas reguladas=
el mercado mayorista a los cargo por m3 de gas
usuarios finales en el mercado consumido, cargo fijo por
minorista. factura y un cargo por reserva
de capacidad.. Ajusta tarifas
por cambios en precio
productor y transporte.
Sistema d estimulo (95).

17
(*) El sistema de tarifas es revisado quincenalmente, además, de acuerdo al
PPI de EEUU, un factor de eficiencia y uno de inversión. (Durante los primeros
años desde la privatización -1993 a 1997- ambos factores no podían ser mas
que 0).

c) Consecuencias

- La desintegración vertical buscada se compensó mediante la coincidencia de


propietarios que ahora controlan además la producción y las centrales de
electricidad que funcionan a gas.

- Evolución relativa de las tarifas a consumidores finales desde la privatización:


aumentaron un 121% las residenciales (mayor aun para los de menores
ingresos) y bajaron las industriales. Se sintieron menos por la paridad
cambiaria.

Se prevé un aumento en el futuro por la exportación a Chile.

La estructura adoptada desalienta la expansión de los ductos interzonales y el


transporte hacia las distribuidores periféricas.

- Distribución de la renta. Favorece la concentración en los productores


vinculados a los grandes centros de consumo.

ETAPAS EN LA PRODUCCIÓN DE GAS NATURAL

La oferta en el mercado de gas se integra con las etapas de producción,


transporte y distribución, y se pueden distinguir mercados “mayoristas” y
“minoristas”.
En los artículos 10, 11, 12, 13 y 14 se definen los agentes económicos que
participan del negocio del gas en cada uno de los segmentos

Producción:

En la Argentina, esta etapa no está regulada (como tampoco los procesos de


captación y tratamiento del gas), y se rige por la Ley de Hidrocarburos (ley
17.319), sus modificaciones y los decretos referidos al tema.
La Producción no presenta características de monopolio natural.
(Se denomina monopolio natural a aquella empresa que bien tiene ventajas
naturales como para serlo, como por ejemplo el hecho de ser propietario de
una única fuente de abastecimiento de recursos naturales, o bien posee una
tecnología o un mercado pequeño respecto a una escala productiva, tal que le
permite disminuir costos medios a medida que incrementa su producción.
Asimismo puede operar con una función de costos creciente. En este caso, la
regulación también se justifica en la medida que exista sub-actividad de costos,
que hacen que socialmente convenga la existencia de una única empresa en el
mercado, o la presencia de economías de alcance.

18
Varios estudios empíricos avalan la afirmación sobre las características
competitivas de esta etapa productiva. Por ejemplo, en los Estados Unidos, en
el caso Phillips Petroleum Company v. Wisconsin (1954), se demostró que
la concentración de la producción de gas, hasta ese momento desregulada, era
menor que la concentración promedio de la industria manufacturera.
Anecdóticamente, este juicio culminó con la orden de la corte de regular los
precios del gas en boca de pozo.
El Ministerio de Economía estará encargado de fijar un valor de transición para
el gas natural en boca de pozo, luego de lo cual, se negociará libremente, el
precio del gas se desregula efectivamente con el decreto 2731 del 1/1/94. Este
decreto también afirma que constituye un deber irrenunciable del estado
asegurar la existencia de un mercado competitivo cuyas condiciones permitan
la formación de precios óptimos para beneficio de los consumidores; además,
se refiere al requisito de transparencia y de información en tiempo real. El
precio del gas en boca de pozo es uno de los componentes de la tarifa al
usuario final; se refiere al precio en el punto de ingreso al sistema de
transporte, y apunta a compensar los costos por explotación, delimitación de
reservas y comprensión del gas. El Enargas debe promover también la
competencia en esta etapa.
Art. 10: Se considera productor a toda persona física o jurídica que siendo
titular de una concesión de explotación de hidrocarburos, o por otro título legal,
extrae gas natural de yacimientos ubicados en el territorio nacional disponiendo
libremente de su uso.

Transporte y Distribución:

Desde el lugar de producción, el gas natural entra a la red de transporte de alta


presión, (La presión a la que se transporta el gas requiere caños sin costura), y
luego a los gasoductos de distribución regional, donde la presión se reduce.
Dentro del transporte, además, se incluye la captación (transporte del gas
desde el pozo hasta el caño troncal) y el acondicionamiento (si se deben
eliminar componentes corrosivos y no comercializables).
Tanto el transporte como la distribución tienen características de monopolio
natural, independientemente de su alcance regional. Esto es así pues:
1. la inversión requerida para instalar un gasoducto es de gran magnitud,
configura un costo hundido para el transportista, por lo que se puede
interpretar como una significativa barrera a la entrada a este mercado.
2. Las características de la tecnología disponible dan lugar a la existencia
de economías de escala, que tornan ineficiente la competencia entre
transportistas proveyendo las mismas áreas. Las economías de escala
surgen porque el costo del gasoducto es relativamente proporcional al
diámetro del caño y a la máxima presión operativa, mientras que la
capacidad de transporte de un caño es proporcional al cuadrado de su
diámetro.
(En 1935 la Federal Trade Comisión (FTC) investigó prácticas de los
gasoductos interestaduales y determinó que tenían características de
monopolio natural, por lo que estableció que la regulación federal debía limitar
el poder monopólico que surgía de la estructura del sector. En aquel momento
se optó por regular el transporte interestadual y la venta para reventa de gas. Si

19
bien el Congreso estadounidense no admitió la regulación de la producción,
como resultado de algunos casos judiciales se terminó regulando todas las
etapas, desde la producción hasta la venta al usuario final.
El gasoducto compite con ventaja respecto de otros medios de transporte
debido al espacio que ocupa el gas: a temperatura ambiente y con presión
atmosférica normal, la energía contenida en un metro cúbico de gas se
almacena en 1 litro de nafta.
En la Argentina, el diseño de la red de gasoductos tiende a converger hacia los
centros de demanda, por lo que se dirigen – grosso modo – a Buenos Aires, sin
prácticamente existir nodos de intercambio y redistribución.
El precio del fuel oil impone un techo al precio a pagar por el gas, aunque se
debe destacar que no es un sustituto perfecto, especialmente en el corto plazo.
Para que la amenaza de sustitución sea creíble y afecte el poder del fuel oil
por gas se funda en razones ambientales, lo que ha dado lugar a la predicción
del alza del precio del gas a consumidores industriales en el largo plazo.
Art. 11: Se considera transportista a toda persona jurídica del derecho privado
que habilitadas por concesión, licencia o permiso (por 35 años) es responsable
del transporte de gas natural desde el punto de ingreso al sistema de
transporte, hasta el punto de recepción por los distribuidores, almacenadores o
grandes consumidores
El art. 33 de la ley 24.076 de 1992, establece una separación entre la actividad
de transporte y la actividad de comercialización con objeto de evitar que el
transportista distorsione la competencia en el segmento de la comercialización
y de esta forma eliminar los incentivos para discriminar el servicio de transporte
entre los usuarios o productores en función de su actividad de comercializador.
La Ley especifica que los transportistas no podrán comprar ni vender gas, con
excepción de las adquisiciones que puedan realizar para su propio consumo y
del gas natural necesario para mantener en operabilidad los sistemas de
transporte, cuyo volumen será determinado por el ente en cada caso.

Distribución:
Artículo 12: Se considera distribuidor al prestador responsable de recibir el gas
del transportista y abastecer a los consumidores a través de la red de
distribución, hasta el medidor de consumo, dentro de una zona, entendiéndose
por tal, una unidad geográfica determinada. El distribuidor, en su carácter de
tal, podrá realizar las operaciones de compra de gas pactando directamente
con el productor o comercializador. Al sector distribuidor del gas se lo considera
monopólico.
Es de aplicación el principio de libre acceso, las empresas de distribución, a
efectos de abastecer a sus propios mercados, deben suscribir contratos de
suministros con los productores y contratar la capacidad de transporte con las
empresas transportistas.

Comercializador:

La categoría de comercializador está definida por el artículo :


Art 14 : “Se considera comercializador a quien compra y vende gas natural por
cuenta de terceros” Estos comercializadores, que son lo que materializan la
posibilidad de conectar el gran consumo con la producción, juegan un papel

20
clave para estimular la competencia por mejores precios aguas abajo. La
capacidad de intermediación tiene que estar garantizada por el derecho de
acceso abierto a las redes y de by pass físico.

Acceso abierto de terceros a la red y capacidad de elección de los


consumidores:

Art. 26: “ Los transportistas y distribuidores están obligados a permitir el


acceso indiscriminado de terceros a la capacidacidad de transporte y
distribución de sus respectivos sistemas que no esté comprometida para
abastecer la demanda contratada”...
La Ley establece la libertad del consumidor para elegir el comercializador.
Aquellos usuarios con requerimientos mayores a 5.000 m3 (hasta el año 2000
era de 10.000 m3) pueden prescindir del servicio de comercialización de la
distribuidora, y adquirir la energía con los productores o comercializadores.
Para hacer viable la libertad de los consumidores, la regulación permite por un
lado, la construcción de ductos que “puenteen” (by pass físico) las redes
existentes. Así, el Art 49:”...Los consumidores que contraten directamente con
el productor podrán construir, a su exclusivo costo, sus propios ramales de
alimentación para satisfacer sus necesidades de consumo”. Por otro lado, esta
ley prevé la posibilidad de by pass comercial en su Art 13:”Sin perjuicio de los
derechos otorgados a los distribuidores por su habilitación, cualquier
consumidor podrá convenir la compra de gas natural directamente con los
productores o comercializadores, pactando libremente las condiciones de
transacción”.

El Ente Regulador
¿QUIS CUSTODIET CUSTODES?

Por qué hay que regular los servicios públicos?

Fundamentalmente porque son monopolios. Si no se regula un monopolio,


hace lo que quiere en términos de precios o de algún tipo de práctica que
pueda alterar la competencia o ir en contra del interés de los consumidores. La
teoría dice que cuando hay un monopolio, hay que regularlo porque es una
forma no eficiente de existencia de un mercado. La regulación compensa esa
estructura de mercado ineficiente, simular competencia. Si hay monopolio,
tiene que haber regulación porque sino el consumidor está sujeto a eventuales
prácticas abusivas. O sea, si hay monopolio hay que regularlo y más cuando
son ligados a la prestación de servicios básicos: agua, electricidad, gas.
Los Entes surgieron sin que existiera una real conciencia de regulación, la
situación contextual superó la necesidad de expresar una visión mediano o
largo placista. En tal sentido, no podía esperarse que el diseño y
funcionamiento de los Entes Reguladores apunte a la defensa de los usuarios.
Se consideraba que la sociedad civil podría por si misma resolver los
problemas de irregularidades en los mercados. Por otra parte, debe
considerarse la baja cultura institucionalista de nuestro país y el temor a
desincentivar las inversiones en tales sectores.

21
Sin embargo, una vez estabilizadas las condiciones generales en las cuales se
establecieron las empresas prestadoras, no solo debe esperarse sino también
impulsarse un funcionamiento de dichos Entes más acorde a los intereses de
los usuarios.
Para concluir podemos decir que el proceso privatizador desplazó al Estado
como propietario de numerosas empresas de servicios pero no creo nuevas
condiciones de mercado que aseguren el óptimo funcionamiento. El cambio de
propiedad no fue acompañado por el cambio en las reglas de juego.
Distintos problemas en cuanto al diseño de los Entes parecen demostrar que
no están dadas las condiciones para que se produzca una efectiva y
transparente regulación del sistema. En general estos inconvenientes no
devienen de un incumplimiento de la ley sino de ciertos aspectos de ella o de
zonas grises. Así debemos preguntarnos ¿Hasta qué punto es posible superar
los problemas propios de los Marcos Regulatorios que dan forma a los Entes
Reguladores al mismo tiempo que a los sectores a regular? En esta cuestión se
debe considerar no sólo las trabas jurídico- institucionales, sino también las
provistas en relación a la imagen internacional de un país emergente. Otra
cuestión a considerar, son las líneas que limitan las posibles reformas a las
políticas regulatorias en nuestro país. Sin embargo, no deberían cargarse todas
las tintas contra la configuración general del Ente, puesto que esta tiene una
importancia fundamental sobre el desarrollo futuro del mismo, pero por si sola
no alcanza para obtener óptimos resultados en el accionar de los mismos.
Podríamos preguntarnos hasta qué punto mejoras introducidas en las
cuestiones operativas podrían aumentar la eficiencia de estos organismos en
cuanto al cumplimiento de sus objetivos.
Así, en tanto los ’90 abrieron el camino a la privatización de los servicios
públicos, esperamos que con el nuevo milenio se vislumbren mejoras en las
políticas de regulación de modo tal que el usuario deje de ser siempre el más
perjudicado. La desigualdad social y una posible solución: la educación en
valores humanos
En lo atinente al ejercicio de la actividad de control, la ley Nº 24.076 creó el
Ente Regulador del Gas (ENARGAS) a fin de adoptar las medidas conducentes
al cumplimiento de los objetivos de regulación del transporte y distribución del
gas natural con particular énfasis en lo relativo a la protección del consumidor,
de la competitividad de los mercados, la lealtad comercial y el resguardo
ambiental (Véase art. 2 inc. a) b) d) y f) – Ley Nº 24.076). En otras palabras la
creación del Ente implicó disociar las potestades reglamentarias y de contralor,
de las actividades operativas o de la prestación del servicio público de gas.
El transporte y distribución del gas se encuadra dentro de los denominados
monopolios naturales. Tal criterio no se conmueve por la existencia de diversas
transportadoras o distribuidoras toda vez que dentro de las áreas donde se
presta la actividad ésta ofrece un esquema monopólico dentro del cual el
usuario aparece cautivo de aquellas empresas que se han apropiado del
mercado.
Frente a tales circunstancias la actividad del Ente podría calificarse como
insuficiente, máxime frente a la posibilidad de “captura” o “cooptación” del
órgano de control por las empresas que prestan el servicio y su palmaria
manifestación en la adopción de reglamentaciones que impidan el ingreso al
mercado de otros competidores, como ocurre con el art. 4 de la Ley Nº 24.076.

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En la Ley se ha consagrado una clara limitación respecto del Estado Nacional
y las Provincias para la prestación de los servicios de transporte y distribución
por cuanto no podrán desarrollar tales actividades salvo que no existieren
oferentes a los cuales no pueda adjudicarse la prestación de los mismos o
habiéndose adjudicado la misma, se extinguiera por alguno de los supuestos
previstos en la habilitación y se diera la situación mencionada. En otros
términos, el mismo Estado se excluía de la prestación del servicio como una
forma de garantizar a las grandes y fuertes compañías su retirada del mercado,
para asumir la prestación del servicio en situaciones de escasa rentabilidad
ajenas al interés empresario.
Por otro lado, resulta evidente que el peligro de cooptación reclama la adopción
de una normativa, como del ejercicio de facultades punitivas, a fin de evitar su
burocratización y propender a la especialidad de su función a través de la
profesionalización de sus directivos, cuadros técnicos y administrativos. Vaciar
al Ente y convertirlo en una estructura inerte frente al accionar de las grandes
empresas desembocaría sin duda en una situación de imprevisibles
consecuencias.
Adviértase, que la Ley Nº 24.076 (art. 53) determina que el ENARGAS estará
dirigido y administrado por un Directorio compuesto de cinco miembros, los
cuales son designados por el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) pero
seleccionados entre personas “con antecedentes técnicos y profesionales en la
materia”. Dos de esos directores son propuestos por los gobernadores de las
Provincias (Art. 54). En la designación interviene también una Comisión del
Congreso Nacional ante la cual el PEN debe comunicar los fundamentos de su
designación.
Si bien el Art. 13 otorga la posibilidad a cualquier consumidor pactar libremente
las condiciones de la compra de gas con los productores o comercializadores
es obvio que dicha norma está referida a los grandes usuarios.
Como ejemplo de lo dicho pude citarse el reciente fallo "REPAR, José A.
s/sobreseimiento" la Sala I de la Cámara Criminal y Correccional Federal que
condenó a los integrantes del Directorio del ENARGAS en su anterior
composición teniendo en cuenta la participación accionaria de José A. Repar,
en las firmas Enersur S.A. y Equip-Gas S.A. y su desempeño como
Vicepresidente del Ente Nacional Regulador del Gas (ENARGAS), además de
las incompatibilidades establecidas por las leyes 24.076 y 25.188, constituyó a
través de las contrataciones efectuadas entre Gas Nea S.A. y Equip Gas S.A.
en mayo de 1998 y abril de 1999 para la Ejecución de Obra para la provisión de
gas natural a la localidad de General Ramírez (Pcia. de Entre Ríos) y Red de
Distribución de Gas de la ciudad de Formosa, respectivamente, el delito de
negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública (art. 265 del
CódigoPenal).

Regulación tarifaria:

Tarifas

Sistemas que se utilizan para regular las tarifas


En Estados Unidos lo que se regula es la tasa de ganancia, y el sistema se
conoce como cost plus. Se le dice a la empresa: ‘Uds. pueden tener una tasa

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de ganancia de tanto por ciento’. La misma presenta una estructura tarifaria
que le permita acceder como máximo a ese nivel de tasa de ganancia. En
cambio, el price cap -que se utiliza en Inglaterra y se usó mucho en Argentina-
es un mecanismo que no regula la tasa de ganancia sino que trata de
garantizar tarifas reales decrecientes. Cada tanto, las empresas están
obligadas a transmitir al usuario las ganancias de productividad que tienen. Es
decir, si son más productivas y por lo tanto tienen un incremento en la
productividad, una parte de ese incremento tiene que ser transferida a los
usuarios a través de tarifas reales más bajas. Es mucho mejor el price cap
porque en el cost plus la empresa puede manipular sus costos y modificar la
tasa de ganancia, con lo cual es muy difícil controlar bien porque tenés que
acceder a información de los costos empresarios. En el otro caso, se les dice:
‘En tal período Ud. va a transmitir a los usuarios el tanto por ciento de las
ganancias de eficiencia que tuvo’. ¿Cuál es el incentivo para la empresa? Ser
mucho más eficiente porque cuanto más eficiente sea gana más.Si en nuestro
país se usó mucho el sistema de price cap, entonces, ¿por qué no decrecieron
las tarifas?
El price cap es decreciente porque a la evolución de la inflación del país, hay
que sacarle el coeficiente de eficiencia. ¿Y qué pasó en la Argentina? Primero,
la demora regulatoria. Cuando se aplicó, como en el caso del gas, fue en un
nivel mucho más bajo que las ganancias efectivas de eficiencia de las
empresas. Es decir, podrían haber transferido a las tarifas un coeficiente
mucho más grande del que transfirieron. Pero fundamentalmente, no
decrecieron las tarifas porque las ajustaban por los índices de precios
norteamericanos.
¿Con qué justificación?
El sector que empezó esto fue el de las telecomunicaciones. Ellos ajustaban
por precios al consumidor y mayoristas. Con la ley de convertibilidad en el ‘91
dicen: ‘Como la ley de convertibilidad no dice nada sobre el ajuste en otras
monedas, entonces es legalmente aceptable’. El argumento es: dolarizamos las
tarifas y empezamos a ajustarlas por la inflación norteamericana. Esto se
repitió en gas, electricidad, agua y algo parecido en peajes. FLACSO( Facultad
Latinoamericana en Ciencias Sociales) hizo un estudio: si se toma la década
del ‘90 y se ve cuánto facturaron de más las empresas por haber tomado el
índice de afuera, da 9 mil millones de dólares. Las empresas tuvieron ingresos
extra e ilegales por 9 mil millones de dólares. Así se explica por qué, cuando
todos los precios caen, algunos suben, como el de los servicios públicos.
¿Cómo definimos las tarifas justas y razonables? Estos son dos adjetivos que
figuran en todos los marcos regulatorios, pero que no se cumple...
¿Qué sería una tarifa justa y razonable? Que se adecue al riesgo empresario
involucrado en la prestación. En otros países, la tasa de ganancia de los
servicios públicos tiende a ser la más baja de la economía. En la Argentina de
los 90s, las tasas de ganancia de los servicios públicos han sido las más altas
de la economía. Si se tiene mucho riesgo, se juega en la timba financiera, por
lo tanto, se va ha pedir una tasa de retorno alta. Si va bien, se va a cobrar
mucha plata, pero el riesgo de que vaya mal es alto. Cuando se tiene un
monopolio como los servicios públicos con el nulo riesgo que se formó
alrededor con toda la normativa, ¿Cuál es el riesgo? La experiencia histórica
del capitalismo dice que se tendría que tener las tasas de ganancia más bajas

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porque no hay riesgo. Acá se ve la paradoja: nulo riesgo y las ganancias más
altas. Eso muestra la irracionalidad e injusticia de las tarifas.

La piedra angular de todo el andamiaje energético argentino es el precio del


gas natural. El precio del gas natural es formador de precios eléctricos (rige el
costo marginal de corto plazo)
Art. 42: dispone que cada 5 años el ENARGAS revisará el sistema de ajustes
de tarifas. La revisión deberá ser consistente con lo que establecen los Art 38 y
39: las tarifas deberán proveer a los transportistas y distribuidores la
oportunidad de obtener ingresos suficientes para satisfacer todos los costos
operativos, impuestos, amortizaciones y una rentabilidad razonable, similar a
otras actividades de riesgo comparable y equiparable y que guarden relación
con el grado de eficiencia y prestación satisfactoria de los servicios, como así
también mantener la clásula de “pass through” en las variaciones del precio de
gas en boca de pozo
Las tarifas de transporte y distribución se regulan a través de la determinación
por parte del regulador de precios máximos. En los pliegos de condiciones de
las licitaciones para transporte y distribución se fijaron tarifas topes, sometidas
a revisión quinquenal. Existen factores de aplicación general que deben
considerarse en la determinación de los precios, y cláusulas específicas para
cada una de las partes intervinientes en la cadena del gas natural. Entre las
primeras están los ajustes por eventuales variaciones del tipo de cambio,
variaciones impositivas, cambios internacionales abruptos o causas nacionales
de “fuerza mayor”. Entre las cláusulas específicas se aceptan precios
diferenciales de acuerdo a la estación (invierno-verano) y posibles ajustes por
acuerdo entre las partes. El ajuste en la tarifa se produce semestralmente
(enero- julio de cada año) de acuerdo al índice de precios mayoristas de USA.
Cada 5 años las tarifas pueden sufrir descuentos por mayor eficiencia (factor
X), e incrementos por nuevas inversiones (factor K). A partir de 1998 las
empresas han sufrido una reducción de sus tarifas como consecuencia de la
aplicación del factor X.
Las tarifas fijadas por el Enargas operan como tarifas máximas. Si bien las
mismas pueden ser reducidas, no se aceptan los subsidios cruzados.
La tarifa final a los usuarios consta de tres componentes, el precio de
transporte, el de distribución y el precio del gas en el punto de ingreso al
sistema( Estos se diferencian del costo en boca de pozo ya que están sumados
los costos de tratamiento, acondicionamiento y transporte de los mismos. De
esta forma, el proceso hasta la red de transporte define la calidad del gas y su
correspondiente precio según el poder calórico, impurezas presentes y
sustancias contaminantes y otros elementos nocivos). De esta forma, el
usuario, cuyo consumo es comercializado por la distribuidora, absorbe el precio
del gas negociado por esta última. Mientras que el usuario que negocia
directamente absorbe el precio acordado con el comercializador.

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Prácticas monopólicas:

Art. 33: Los transportistas no pueden comprar ni vender gas, con excepción de
aquellas adquisiciones para consumo propio o para mantener la operatividad
de los gasoductos.
Art. 34: Ningún productor, almacenador, o transportista podrá tener
participación accionaria controlante de una sociedad habilitada como
distribuidora de gas.
Art. 34: Ningún consumidor que contrate directamente con un productor podrá
tener participación accionaria controlante de una sociedad habilitada como
distribuidora de gas que corresponda a la zona geográfica de su consumo.

Inversiones:

Art. 16: Establece que ningún transportista o distribuidor podrá comenzar la


construcción de obras de magnitud, ni la extensión o ampliación de las
existentes, sin obtener del Enargas la correspondiente autorización.
Al mismo tiempo, en los pliegos licitatorios se establecieron inversiones
obligatorias tanto para transportistas como para las distribuidoras. En ausencia
de éstas, los transportistas no están obligados a llevar a cabo extensiones de
los gasoductos. Sin embargo para las distribuidoras, existe la obligación de
expandir sus redes para proveer a terceros que así lo soliciten, siempre y
cuando las tarifas autorizadas para los clientes de la zona donde se solicite la
extensión provean el ingreso suficiente a la distribuidora para financiar su
construcción.

Competencia por Comparación:

Si bien la ley 24.076 no habla de la competencia por comparación como


mecanismo regulatorio, la partición horizontal de los segmentos de transmisión
y distribución permite al regulador la comparación de la eficiencia de las
empresas. Sin embargo, el organismo regulador, a pesar de la posibilidad en el
acceso a la información de las empresas, no ha realizado, hasta el momento,
comparaciones para la determinación de las tarifas.

MECANISMOS DE PARTICIPACIÓN DE LOS USUARIOS EN EL CONTROL


DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS PRIVATIZADOS

Los sondeos de opinión y las Audiencias Públicas


La única iniciativa de formalización de un nivel básico de participación de los
usuarios en el control de los servicios, como es el sondeo de opinión de los
usuarios por parte de la administración, se desarrolló en el caso del servicio
telefónico.
El resto de los entes no ha instrumentado mecanismos sistemáticos de
consulta para conocer la opinión de los usuarios acerca de la calidad de los
servicios que reciben. El ETOSS y el ENARGAS llevaron a cabo encuestas a
los efectos de evaluar su imagen institucional, en las que tangencialmente

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indagaban la opinión de los usuarios respecto de algunas condiciones de los
distintos servicios (comprensión de las facturas, recepción en término,
presencia de errores, etc.). En ambos organismos, la posibilidad de recurrir en
forma periódica a este tipo de mecanismo no está del todo consensuada por
considerar como efectivos y suficientes los relevamientos efectuados por las
prestadoras de servicios. Pero si bien las empresas realizan sondeos de
opinión por su propia iniciativa, éstos no están sujetos a ninguna
reglamentación que garantice la validez de los datos obtenidos, en términos de
representación de las distintas categorías de usuarios, áreas geográficas de
cobertura y tipo de servicios ofrecidos.
Otro de los canales implementados para la participación de los usuarios es el
mecanismo de Audiencia Pública, que hace posible que los diversos actores
involucrados en el proceso de regulación expongan sus puntos de vista y, de
esta manera, aporten información relevante para la toma de decisiones. Las
Audiencias operan exclusivamente como instancias de consulta, ya que no se
prevé que las posturas y recomendaciones que surjan de las mismas impliquen
algún tipo de compromiso para los reguladores ni que puedan funcionar como
espacios de concertación con los usuarios. En todos los casos, la convocatoria
a las Audiencias es facultad del ente regulador y la conducción de las mismas
está a cargo del directorio respectivo. Las cuestiones que obligan a la
convocatoria de una Audiencia han sido precisadas en los reglamentos
elaborados por el ENRE, el ENARGAS los temas a tratar son los que “el ente
establezca”.
En el ENRE, el ENARGAS existe la figura del “defensor del usuario”, que
brindan asistencia legal y técnica a los usuarios durante el desarrollo de las
Audiencias. En este sentido, las asociaciones de usuarios coinciden en
señalar que la intervención de estos funcionarios no llega a subsanar los
problemas de la regulación, que se ponen de manifiesto en la instrumentación
de las Audiencias: notorias asimetrías de información y desigualdad de
recursos técnicos entre las partes, que derivan en una virtual sobre
representación de los intereses empresariales.
En el ENARGAS es obligatorio convocar a una Audiencia Pública para los
siguientes casos: otorgamiento de autorizaciones para la prestación de
servicios y para construir y ampliar instalaciones; operaciones de
consolidación, fusión y adquisición de acciones entre empresas y grupos de
empresas prestadoras; frente a denuncias de conductas anticompetitivas o
abusivas de la situación de monopolio; modificación de las tarifas; declaración
de una tarifa como “injusta” o “irrazonable”, indebidamente discriminatoria o
preferencial; violaciones al marco reglamentario y renovación de habilitaciones.

La incorporación de los usuarios en los entes reguladores

La mayoría de los entes reguladores aún no ha creado los canales


institucionales necesarios para hacer efectiva la disposición constitucional que
incorpora a las asociaciones de usuarios en estos organismos.
El ENARGAS considera innecesaria la formalización de la representación de
los usuarios en el directorio del Ente. Expresan que “lo importante es el
contacto”.

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La imprecisión en relación con los derechos y obligaciones de empresas y
usuarios da lugar a una cuota considerable de discrecionalidad en la
interpretación y aplicación de la normativa. Un ejemplo de esto es el
reconocimiento formal del carácter de servicio público de las actividades
privatizadas, que resguardaría la regularidad, continuidad y accesibilidad de las
prestaciones, pero que es relativizado por disposiciones específicas que
sujetan la extensión del servicio a criterios de rentabilidad empresaria.
Por ejemplo, el marco regulatorio para la provisión de gas establece la
obligación de los distribuidores de satisfacer toda demanda “razonable”,
excluyendo de la categoría de tal a toda demanda que “no pueda ser satisfecha
obteniendo el distribuidor un beneficio acorde con los términos de la
habilitación” (Ley 24.076). Por su parte, el marco regulatorio que rige el servicio
de electricidad establece que “los contratos de concesión podrán obligar a los
transportistas y distribuidores a extender o ampliar las instalaciones, cuando
ello resulte conveniente a las necesidades del servicio público” (Ley 24.065).
Planteado en estos términos, no se asegura plenamente la satisfacción de las
nuevas demandas de servicio, sobre todo si se considera que los contratos
vigentes no contienen obligaciones de inversión por parte de los operadores.

Dra. María Cristina Betti

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