8 - Ciencia y Conciencia Planetaria
8 - Ciencia y Conciencia Planetaria
8 - Ciencia y Conciencia Planetaria
La parte europea de esta historia empieza en el año europeo de 1735. Al menos, es así
donde empezará la narración; porque la historia tardará unos 20 o 30 años más para echarse
a andar. En ese año, tuvieron lugar dos eventos nuevos y profundamente europeos. Uno fue
la publicación de "el sistema de la naturaleza" de Carl Linneo. En esa obra el naturalista sueco
propuso un sistema de clasificación destinado a categorizar todas las formas vegetales del
planeta, conocidas o desconocidas para los europeos. El otro acontecimiento fue el
lanzamiento de la primera gran expedición científica de Europa, y un emprendimiento que
pretendía determinar de una vez y para siempre la forma exacta de la Tierra. Es mi propósito
sostener que esos dos eventos, y su coincidencia en el tiempo, indican importantes
dimensiones de cambio en la comprensión que las élites europeas tenían de ellas mismas y
de sus relaciones con el resto del mundo. El presente texto trata del surgimiento de una nueva
versión de lo que me gusta llamar la "conciencia planetaria" de Europa, una versión
caracterizada por una orientación hacia la exploración interior y la construcción de
significado en escala global, a través de los aparatos descriptivos de la historia natural.
Señalaré que esta nueva conciencia planetaria es un elemento básico en la construcción del
moderno eurocentrismo.
La Condamine
Bajo el liderazgo francés, la expedición científica internacional de 1735 se dispuso a
resolver una candente cuestión empírica ¿Era la Tierra una esfera, como afirmaba la geografía
cartesiana (francesa), o era, como había supuesto Newton (ingles), un esferoide achatado en
los polos? En este interrogante pesaba fuertemente la rivalidad política entre Francia e
Inglaterra. Un equipo de científicos y geógrafos, fue enviado hacia el norte para medir un
grado longitudinal en el meridiano. Otro se encaminó a América del Sur para hacer la misma
medición en el Ecuador, cerca de Quito; esta expedición pasó a la historia con el nombre de
uno de los pocos sobrevivientes, el geógrafo Charles la la Condamine.
La expedición la Condamine fue una empresa tan difícil que habrían de pasar más de
60 años antes de que alguien volviera a intentar algo semejante. La cooperación internacional
cedió el paso a una interminable disputa con las autoridades coloniales sobre lo que se podía
o no se podía ver, medir, dibujar o tomar como muestra. Los extranjeros, con sus raros
instrumentos y su obsesión por medirlo todo - gravedad, velocidad del sonido, alturas y
distancias, cursos de los ríos, altitudes, presión barométrica, eclipses, refracciones,
trayectorias de las estrellas- eran objeto de permanente sospecha.
Las pesadillas logísticas de la exploración interior también eran nuevas, y a la
expedición la Condamine no les fue ahorrada ninguna. Los rigores del clima andino y los viajes
por tierra eran causa permanente de enfermedades, instrumentos dañados, ejemplares
perdidos, cuadernos de anotaciones mojados, demoras e intolerable frustración. Por último
el grupo francés se desintegró completamente y cada persona quedó liberada a su suerte;
algunos regresaron a su patria y otros quedaron abandonados en América del Sur. Aunque la
expedición Sudamericana había partido un año antes que la del ártico, transcurrió casi una
década antes de que los primeros sobrevivientes empezarán a volver penosamente a Europa.
En cuanto a la cuestión de la forma de la Tierra, para entonces hacía ya tiempo que había
triunfado Newton.
La Condamine se las arregló para convertirse en el principal vocero de la expedición
en toda Europa; y su instrumento fue: La escritura. Los textos y los relatos que la expedición
produjo circularon por Europa durante décadas en circuitos orales y escritos. Por cierto, el
Corpus de textos que surgió de la expedición de la Condamine indica claramente el alcance y
la diversidad de la escritura producida por los viajes a mediados del siglo XVIII; Y, además, esa
escritura presentó partes del mundo ante la imaginación los europeos.
La Condamine versó fundamentalmente sobre su extraordinario viaje de regreso por
el Amazonas y sobre sus intentos de delinear mapas de ese río y sus afluentes. El relato no
está escrito como un informe científico sino más bien como el estilo del popular género de
literatura de supervivencia: Junto con la navegación, los dos grandes temas de la literatura
son: por un lado las dificultades y peligros atravesados; y las maravillas y curiosidades vistas.
La Condamine se encuentra en un mundo nuevo, lejos de todo comercio europeo, navegando
en un mar de agua dulce... " me encontré allí con nuevas plantas, nuevos animales y nuevos
hombres".
En la segunda mitad del siglo XVIII, la exploración científica se convertiría en un imán
que atraería las energías y los recursos de complicadas alianzas de elites intelectuales y
comerciales en toda Europa. Y lo que es Igualmente importante, la exploración científica sería
un foco de intenso interés público y la fuente de algunos de los más poderosos aparatos de
ideas y de ideología, por medio de los cuales las ciudadanías europeas se relatarían a sí
mismas ante otras partes del mundo.
La expedición la Condamine tiene además una significación más específica. Es un
ejemplo temprano de una nueva orientación hacia la exploración y documentación de las
tierras interiores continentales, en contraste con el paradigma marítimo que había ocupado
el centro del escenario durante trescientos años. Hacia los últimos años siglo XVIII, la
exploración interior había llegado a ser el objeto más importante de las energías y la
imaginación expansionistas. Este cambio tuvo importantes consecuencias para la literatura
de viajes, al reclamar y hacer surgir nuevas formas de conocimiento y autoconocimiento de
Europa, nuevos modelos para el contacto europeo más allá de sus bordes, nuevas maneras
de codificar las ambiciones imperiales de Europa.
Como viaje, por lo tanto, la expedición de la Condamine marca el comienzo de una era
de viajes científicos y de exploración interior, lo que a su vez indica un cambio en la
concepción de Europa de sí misma y de sus relaciones globales. En sus calamitosos fracasos,
la expedición es precursora. Como escritura, ejemplifica configuraciones de la literatura de
viajes que, a medida que las formas burguesas de autoridad ganaban impulso, se
reorganizaría totalmente.
En la segunda mitad del siglo XVIII muchos escritores viajeros se apartarían de
tradiciones tales como la literatura de supervivencia, para dedicarse íntegramente al nuevo
proyecto de construcción de conocimiento que proponía la historia natural. El surgimiento de
este proyecto es por el segundo evento de 1735: la publicación del libro "el sistema de la
naturaleza" de Carl Linneo.
El sistema de la naturaleza
Mientras la expedición de la Condamine atravesaba el Atlántico en nombre de la
ciencia, un naturalista sueco de 28 años mandaba a la imprenta su primera contribución
importante al campo del conocimiento. Ese naturalista se llama Carl Linneo y el libro se tituló
"El sistema de la naturaleza". Se trataba de una extraordinaria creación qué tendría una
influencia profunda y duradera no sólo sobre los viajes y la literatura de viajes sino también
sobre las maneras generales en que los ciudadanos europeos construían y explicaban su lugar
en el mundo.
El sistema de la naturaleza fue un sistema descriptivo destinado a clasificar todas las
plantas de la Tierra, conocidas y desconocidas, según las características de sus partes
reproductoras. Se identificaron y clasificaron 24 configuraciones básicas de estambres,
pistilos, etc. ordenándolas según las letras del abecedario. Completaban la taxonomía cuatro
parámetros visuales: número, forma, posición y tamaño relativo. Todas las plantas de la
tierra, afirmaba Linneo, podían incorporarse a este sistema único de distinciones, incluyendo
las que aún eran desconocidas para los europeos.
La combinación del ideal de un sistema de clasificación unificado todas las plantas y
una indicación concreta y práctica de cómo construirlo significó un enorme avance. Se
percibió que su esquema ponía orden al caos.
A esta obra debe la ciencia europea la nomenclatura botánica normalizada que asigna
a las plantas el nombre de su género seguido por su especie, seguido por cualesquiera otras
diferencias esenciales para distinguirlas de tipos adyacentes. También se propusieron
sistemas paralelos para los animales y los minerales.
El sistema de Linneo resume las aspiraciones continentales y transnacionales de la
ciencia europea. Linneo revivió deliberadamente el latín para su nomenclatura, precisamente
porque no era un lenguaje nacional.
El sistema de la naturaleza inició una empresa europea de construcción de
conocimiento en una escala y con una aceptación sin precedentes. Sus páginas y páginas de
listas en latín podrían parecer estáticas y abstractas, pero lo que hicieron, fue poner en
marcha un proyecto a ser realizado en el mundo en los términos más concretos posibles.
Cuando su taxonomía se afirmó en toda Europa en la segunda mitad del siglo XVIII, sus
"discípulos" se lanzaron a recorrer el mundo por mar y por tierra. Se hicieron acuerdos con las
compañías de ultramar, para que dieran pasajes gratis a los alumnos de Linneo, quienes
empezaron a aparecer por todas partes recogiendo plantas e insectos, midiendo, anotando,
preservando, dibujando y tratando desesperadamente de llevarse todo intacto.
La información daba origen a libros; los ejemplares, que estaban muertos, eran
incorporados a la colección de Historia Natural; y llegaron a ser hobbies serios para gente rica
de toda Europa; Y si estaban vivos, eran plantados en jardines botánicos que también
empezaban a surgir, en ciudades y predios privados en todo el continente europeo.
La Historia Natural puso en acción una tarea universal y secular qué, entre otras cosas,
hizo de las zonas de contacto un sitio de trabajo manual e intelectual, e instaló allí la distinción
entre ambos. Al mismo tiempo, el proyecto de sistematización de Linneo, tuvo una dimensión
marcadamente democrática, popularizando la investigación científica como nunca antes
había sido popularizada.
Los viajes y la literatura de viajes jamás volverían a ser los mismos. En la segunda
mitad del siglo XVIII, todas las expediciones y los viajeros, tuvieron algo que ver con la historia
natural. La recolección de ejemplares, la construcción de colecciones, la denominación de
especies nuevas, el reconocimiento de las conocidas, todo ello llegó a ser un tema obligado
en los viajes y en los libros de viajes. En las fronteras, junto a la figura del Marino, el
conquistador, el diplomático, empezó a aparecer por todas partes la figura benévola y
decididamente culta del "herbolario", quién, armado con una bolsa de recolección, un
cuaderno de notas y algunos frascos, sólo pedía que lo dejaran en paz con sus bichos y sus
flores.
Con el establecimiento del proyecto global de clasificación, la observación y la
catalogación de la naturaleza se tornó narrable. Podría constituir una secuencia de hechos y
hasta producir una trama argumental. Podía ser la historia principal de un relato. Desde cierto
punto de vista, lo que se cuenta es la historia de europeos que se urbanizan e industrializan y
al mismo tiempo se lanzan por el mundo en busca de relaciones de no explotación con la
naturaleza, aun cuando en sus centros de poder estén destruyéndolas. También, aparece la
narrativa de "anti-conquista", en la que el naturalista “naturaliza” la presencia y la autoridad
globales de la Europa burguesa. Esta narrativa de naturalistas habría de seguir teniendo una
enorme fuerza ideológica hasta nuestros días.
La sistematización de la naturaleza es un proyecto europeo nuevo, una nueva forma
de lo que podríamos llamar conciencia planetaria entre los europeos. El periodismo y la
narrativa de viajes fueron mediadores fundamentales entre la red científica y el público
europeo más amplio. Ellos fueron agentes centrales en la legitimación de la autoridad
científica y su proyecto global.
La historia natural reclamó la intervención humana (principalmente la intelectual)
que compusiera un orden. Los sistemas clasificatorios del siglo XVIII generaron la tarea de
ubicar a todas las especies en el planeta, sacándolo de su entorno arbitrario (el caos) y
colocándolo en un sitio adecuado dentro del sistema (el orden: libro, colección o jardín) con
su nuevo nombre europeo, secular.
Una por una, todas las formas de vida del planeta habrían de ser retiradas de los
enmarañados hilos de su entorno vital y entretejidas en las tramas europeas de unidad global
y orden. El ojo (instruido, masculino, europeo) qué sostenía el sistema podía familiarizar,
naturalizar nuevos sitios inmediatamente y por contacto, al incorporarlos al lenguaje del
sistema. Las diferencias de ubicación geográfica, de distancia perdían importancia.
La historia natural no sólo sacaba a los ejemplares de sus relaciones orgánicas o
ecológica con los otros, sino también de su sitio en las economías, historias y sistemas sociales
y simbólicos de otros pueblos.
Dondequiera que fue aplicada, la historia natural como manera de pensar interrumpió
las redes existentes de relaciones históricas y materiales entre las personas, las plantas y los
animales. El observador europeo mismo no tiene lugar en la descripción. Con frecuencia el
proyecto de Linneo ha sido representado gráficamente como Adán en los jardines del Edén.
La naturaleza era una inmensa colección de objetos naturales entre los cuales él transitaba
como superintendente pegando etiquetas. El acto de nombrar de la historia natural es más
directamente transformador, porque saca a todas las cosas y las reorganiza dentro de nueva
formación de pensamiento cuyo valor radica en ser diferente del caótico original. Aquí el
nombrar, el representar y el reclamar son una sola cosa; el acto de nombrar produce la
realidad del orden.
Actividad:
1. Describir brevemente el acontecimiento llamado “Expedición La Condamine”
2. Describir el proyecto “El sistema de la naturaleza” de Carl Linneo
3. ¿De qué manera transformaron el mundo estos acontecimientos?