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Articulo Ucrania

Este documento analiza las razones que llevaron a Putin a invadir Ucrania en 2022, desatando una guerra en Europa. Históricamente, Rusia y Ucrania han estado estrechamente ligadas y Ucrania ha enfrentado las ambiciones imperiales de varias potencias. La ubicación estratégica de Ucrania entre Rusia y la OTAN, y su búsqueda de valores occidentales, constituyen motivos de preocupación para Putin.

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Articulo Ucrania

Este documento analiza las razones que llevaron a Putin a invadir Ucrania en 2022, desatando una guerra en Europa. Históricamente, Rusia y Ucrania han estado estrechamente ligadas y Ucrania ha enfrentado las ambiciones imperiales de varias potencias. La ubicación estratégica de Ucrania entre Rusia y la OTAN, y su búsqueda de valores occidentales, constituyen motivos de preocupación para Putin.

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Apuntes sobre la decolonialidad y el campo de la comunicación

La Guerra en Ucrania: motivos y probables consecuencias

Lila Roldán Vázquez1

Contribución en la Sección Debates Internacionales

Resumen: Las historias de Rusia y Ucrania han estado estrechamente ligadas desde sus
orígenes: la Rus’ de Kiev, establecida en el año 885 en el centro de Ucrania, es reivindicada
por ambos países como el centro religioso y político del que nacieron sus respectivas
naciones. El pueblo ucraniano debió enfrentarse a lo largo de su historia a las ambiciones
imperiales de distintas potencias: Polonia, el Imperio Austro-Húngaro, el Ducado de Lituania
y Rusia en sus sucesivas manifestaciones: Imperio, Unión Soviética y Federación de Rusia.

La ubicación estratégica de Ucrania entre la Federación Rusa y los países de Europa oriental
miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y su no alineamiento
con las estructuras euro-asiáticas, constituye desde hace tiempo un motivo principal de
preocupación para el presidente Putin. Ambos países comparten una larga frontera común y,
con la excepción de Bielorrusia, la última frontera entre Rusia y países de la OTAN.

Considerando lo señalado, este texto se propone analizar las razones -pretendidas o reales
- que pudieron haber impulsado al presidente ruso Vladimir Putin a invadir Ucrania en 2022,
desatando una guerra que Europa no había visto en su territorio desde el fin de la II Guerra
Mundial.

1. Introducción

Lo que tanto temíamos se ha producido: Vladimir Putin ha lanzado un ataque militar


desproporcionado contra Ucrania, declarándole la guerra y amenazando al resto del mundo,
en flagrante violación a los principios de la Carta de las Naciones Unidas, la paz y seguridad
internacionales.

Es tanto más grave en cuanto Rusia ataca a un país vecino, con el que comparte
lazos centenarios de historia y amistad. Muchos ucranianos y rusos poseen familia y amigos
del otro lado de la frontera, lo que no implica que sean un mismo pueblo, como sostiene el
presidente Putin, ni que compartan la identidad étnica y la pertenencia a la “gran nación rusa”.

1Lila Roldán Vázquez es Embajador, Directora del Grupo de Estudios Contemporáneos del Espacio Euroasiático
(C.A.R.I.) y miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (C.A.R.I.).
Correo electrónico: [email protected]

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Rusia pretende hoy volver a cambiar las fronteras de un estado independiente,


violando una vez más su integridad territorial, como hizo en 2014 con la anexión de Crimea y
su apoyo armado a los separatistas en la región de Donbass.

Lo que se discute hoy como la “crisis de Ucrania”, se enmarca en realidad en la


pretensión de re-estructurar la arquitectura de seguridad euro-atlántica establecida al final de
la Guerra Fría y, en un marco geopolítico más amplio, la re-definición del orden mundial hacia
una configuración de tipo multipolar, en contraposición al mundo unipolar liderado por
Estados Unidos los últimos decenios.

Ucrania es, en ese escenario, un peón en el tablero de ajedrez, lo que no implica


minimizar su importancia. Es un estado clave por su tamaño (el más extenso en Europa),
población, recursos naturales, energéticos y humanos y por su extensa frontera con Rusia.
Su inestabilidad podría además impactar negativamente en sus vecinos europeos más
próximos (Hungría, Polonia, Rumania, Eslovaquia o los países bálticos).

Su posición estratégica y recursos han hecho que, desde sus orígenes, todo el
territorio ucraniano o partes de él fueran objeto de incesantes disputas entre las sucesivas
potencias que la rodearon: Polonia, el Imperio Austro-Húngaro, el Ducado de Lituania y Rusia
en sus formas sucesivas: Imperio, Unión Soviética y Federación de Rusia.

Brzezinski (1992), al igual que otros como Kissinger o Mearsheimer, han advertido
sobre la necesidad de tomar en cuenta los “intereses fundamentales” de Rusia para la
contención efectiva de un actor estratégico, que se agravia ante el avance de la Organización
del Tratado del Atlántico Norte hasta incluir países que eran parte de la Unión Soviética y su
“escudo”. Ucrania es una parte esencial de ese escudo, fue y es el estado tapón (buffer-state)
entre Rusia y la OTAN (Milosevich-Juaristi, 2017).

Hoy, la cruenta realidad de la invasión rusa nos lleva a re-examinar estas


consideraciones y a sopesar las responsabilidades del Occidente en la degradación de la
situación entre la Federación Rusa y Ucrania, así como las razones invocadas por Putin para
desatar una guerra de todas maneras injustificable.

2. La Historia compartida

Aunque la primera razón dada por el Presidente Putin para justificar la agresión
armada fue la “defensa de nacionales rusos” en las regiones del Donbass temporalmente
ocupadas por separatistas y reconocidas como repúblicas independientes por Rusia tres días
antes de la invasión, existen motivos más lejanos en el tiempo.

Las historias de Rusia y Ucrania han estado estrechamente ligadas desde sus
orígenes: la Rus’ de Kiev, establecida en el año 885 en el centro de Ucrania -más de dos

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Apuntes sobre la decolonialidad y el campo de la comunicación

siglos antes que la fundación de Moscú en 1147- es reivindicada por uno y otro como el centro
religioso y político del que nacieron sus respectivas naciones.

La Rus’ de Kiev regida por la dinastía rúrika fue, entre los siglos IX y XIII, el punto en
el que convergían diversas tribus eslavas que se nutrieron de muchas influencias, incluida la
de tribus nórdicas que comerciaban entre el Mar del Norte y el Mar Negro, a través de la gran
vía fluvial del Dnieper. En 1147, las tribus rusas del norte arrasaron la capital Kiev y la
debilitaron, posibilitando así la invasión de los tártaros en 1240 y causando su declinación a
favor de Moscú, que se tornó el centro de poder. A partir de ese momento, comenzó una
doble memoria sobre el origen de ambos pueblos, reivindicando cada uno para sí la
preeminencia del “pueblo original”.

El pueblo ucraniano, como se indicara, debió enfrentarse a lo largo de su historia a


las ambiciones imperiales de diversas potencias. En 1648, liderado por Bogdan Kmelnytskiy,
se rebeló contra el dominio polaco, formando una alianza con Moscovia (Rusia) para combatir
a Polonia. Posteriormente, Kmelnytsky y Moscovia celebraron el tratado de Pereiaslav -1654-
que unificó a ambos estados bajo un monarca común. El tratado, confuso y vago, favoreció
en la práctica una progresiva participación rusa en los asuntos ucranios y finalmente su
absorción. Sin embargo, las disputas de poder y el reparto de territorios no habían terminado:
en 1668 Moscovia y Polonia firmaron un acuerdo de “paz eterna”, distribuyendo entre ellos la
geografía ucraniana sin participación de Ucrania.

En 1917, a raíz de la Revolución Bolchevique que cambió el escenario político en


Rusia, Ucrania consiguió alcanzar su primer período de independencia (1918-1921), antes
de volver a caer bajo dominio ruso. Varios países reconocieron su independencia y entre ellos
la Argentina, único país latinoamericano que lo hizo en febrero de 1921.

Durante la vigencia de la Unión Soviética, de la cual fue uno de los miembros


fundadores y liquidadores junto a Rusia y Bielorrusia, siempre mantuvo un rol central. Como
tal, fue miembro fundador, en nombre propio, de la Organización de las Naciones Unidas y
contribuyó con innumerables nacionales ucranios a la conducción de la URSS. Sin embargo,
fue siempre diferenciada de “la gran” Rusia como “la pequeña Rusia”.

Hoy, la común reivindicación de rusos y ucranianos de la Rus’ de Kiev como origen


de sus respectivas naciones es la base del mito creado por Vladimir Putin para declarar la
“unidad de los pueblos” como fundamento para intervenir en Ucrania. En su interpretación de
la Historia, Putin no reconoce la precedencia histórica de las tribus eslavas que se
establecieron en Kiev y dieron origen al pueblo ucraniano, ni los caminos que se diversificaron
hasta constituir dos naciones y llega a desconocer la existencia del estado ucraniano como
nación independiente y soberana (Putin, 2021). Para él, el elemento “unificador” sería la

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lengua común; sin embargo, el ruso y el ucranio -que fue prohibido por Stalin- son idiomas
diferentes que expresan culturas diferentes.

Otro elemento que podría haber impulsado al Presidente Putin a tomar la decisión es
que Ucrania es una democracia que busca compartir los valores occidentales y afianzar su
pertenencia a ese mundo, lo que constituye un peligro para un régimen autoritario como el
suyo. Ello se evidenció en el comunicado que suscribieron los presidentes Xi Jinping y Putin
durante la visita oficial del presidente ruso a Pekín - inauguración de los Juegos Olímpicos
de Beijing- en el cual rechazaron las prerrogativas que se atribuyen ciertas potencias para
calificar las democracias y se manifestaron contra las “revoluciones de colores”.

Ucrania es el único país ex-soviético en el cual hubo dos revoluciones para defender
la democracia.

3. La neutralidad de Ucrania y su relación con la OTAN

La estratégica ubicación geográfica de Ucrania entre la Federación Rusa y los países


de Europa oriental miembros de la OTAN y su no alineamiento con las estructuras euro-
asiáticas, ha sido sin duda desde hace tiempo el principal motivo de preocupación para Putin.
Los dos países comparten una larga frontera común y, con la excepción de Bielorrusia, cuyo
gobierno es aliado del Kremlin, la última entre Rusia y la Alianza Atlántica.

Desde los primeros años de independencia, Ucrania inició sus contactos con la Unión
Europea y con la OTAN, estableciéndose desde 1997 mecanismos de cooperación entre
ambos, a través de la Comisión OTAN-Ucrania, creada ese año. Su cooperación se intensificó
exponencialmente a partir de la anexión de Crimea en 2014.

Esta posibilidad comenzó a considerarse con más fuerza en el país después de la


guerra ruso-georgiana, en agosto de 2008. Pocos meses antes, en la cumbre de la OTAN en
Bucarest, última a la que asistió Vladimir Putin como invitado, la Organización extendió
invitaciones a Georgia y Ucrania para acceder a la membresía (Tratado del Atlántico Norte),
aunque no se acordó una fecha para la futura incorporación y tampoco se ofreció a los dos
países un plan de acción para alcanzar ese objetivo (Sarotte, 2019). Hasta hoy, la cuestión
de esas incorporaciones no fue definitivamente resuelta, por diversos motivos.

La prolongada espera que impuso esa falta de definición de la OTAN fue enrareciendo
cada vez más el clima político entre Kiev y Moscú, que siempre consideró esa eventual
incorporación como una infranqueable “línea roja”, y contribuyó a un creciente
intervencionismo ruso en la política interna de Ucrania, que llegó incluso a declararse “neutral”
durante más de cuatro años (2010-2104).

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Ucrania siguió privilegiando la orientación pro-occidental y en abril de 2019 se


incorporaron a su Constitución enmiendas para garantizar la consecución del ingreso a la
Unión Europea y a la OTAN, como un “curso irreversible del país”, apoyado por los candidatos
presidenciales de ese año, entre ellos el actor Vladímir Zelenski, que resultaría electo.

El peligro de una posible incorporación a la OTAN de Ucrania, principal “buffer state”


entre aquélla y Rusia, reavivó la cuestión de la polémica promesa que funcionarios de la
OTAN habrían hecho a Rusia de no extenderse “ni un centímetro más” hacia el Este. Según
documentos secretos de los Estados Unidos y Alemania, de 1989 y 1990, recientemente
desclasificados, no habría habido un compromiso formal sino sólo una frase de un alto
funcionario estadounidense -el Secretario de Estado Baker- durante un coctel y una expresión
de deseos de Gorbachov.

4. Exigencias, estrategia final e invasión

Desde abril de 2021, la Federación de Rusia comenzó a concentrar tropas cerca de


la frontera con Ucrania, llegando a reunir más de 150.000 efectivos con armamento y equipos
de combate. En diciembre de ese año, Putin presentó a consideración de los Estados Unidos
y la OTAN sendos proyectos de tratados, a través de los cuales los miembros de la Alianza
Atlántica debían comprometerse “por escrito” a no ampliar la OTAN -más aún, a volver a las
fronteras de la Alianza de 1997- y a no conducir ninguna "actividad militar sobre el territorio
de Ucrania ni en los demás países de Europa del este, Cáucaso del sur y Asia Central".

Entre las exigencias del presidente ruso, basadas en la tradicional percepción rusa de
su seguridad, se destacan la prohibición de que Ucrania ingrese a la OTAN, el fin de la
actividad militar de la Alianza en Europa del Este, y el compromiso de que ni Washington ni
Moscú desplieguen misiles de corto o medio alcance fuera de sus territorios.

Washington consideró inaceptables tales peticiones y aunque la OTAN no respondió


por escrito, su Secretario General, Jens Stoltenberg, declaró que la Organización no podía
permitir que un estado no miembro de la alianza pretendiera influir en sus decisiones y que
la soberanía de Ucrania debía ser respetada.

Desde la asunción del Presidente Putin en el año 2000, las señales de descontento
del Kremlin -directas e indirectas- fueron numerosas y cada vez, Occidente ha fallado en
reaccionar de forma adecuada.

En 2008, Rusia despojó a Georgia de dos provincias; en 2014, anexó Crimea y


respaldó a separatistas en las regiones orientales de Ucrania con soldados y armamento.

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El documento de Vladimir Putin de julio de 2021 y su declaración del 21 de febrero de


2022 anunciando el reconocimiento de las auto-proclamadas repúblicas de Donetsk y
Lugansk, fueron suficientemente claros sobre su pensamiento y propósitos. Finalmente, el 24
de febrero se inició la invasión de Ucrania desde tres frentes: las fronteras este y nordeste,
desde Rusia; la frontera norte, desde Bielorrusia y al sur desde la base naval rusa en Crimea.

La falta de reacción occidental ante la guerra ruso-georgiana, la anexión de Crimea o


la abierta intervención rusa en respaldo de los separatistas del este de Ucrania, responde por
lo demás a un patrón consecuente de falta de percepción y adecuada interpretación de los
intereses, agravios y potencial rusos.

5. Conclusiones

La guerra en Ucrania no se debe sólo a la particular y ambigua relación entre Rusia y


Ucrania, sino también a la rápida evolución del escenario mundial en los últimos años, en un
movimiento tendiente a superar el orden unipolar surgido de la Guerra Fría y a establecer un
nuevo patrón de relaciones internacionales basado en un delicado equilibrio entre varias
potencias.

En ese intento de re-configuración se inscribe la pretensión de Rusia de revisar la


arquitectura de seguridad euro-atlántica y obtener mayor seguridad para sus fronteras.

Sin embargo, la aceleración y profundidad de las demandas de Putin tienen que ver
con la circunstancia que Vladimir Putin gobierna la Federación de Rusia hace veinte años -
con crecientes problemas de orden interno- y las condiciones de debilidad interna y externa
de los Estados Unidos -en términos de alianzas y participación en organismos internacionales
a partir de la Administración Trump, así como la polarización doméstica. Es también
consecuencia de la actitud displicente del Occidente frente a los constantes reclamos de
Rusia.

Más allá de las razones que impulsaron o favorecieron la decisión de Vladimir Putin
de invadir Ucrania, en evidente violación de los principios y mandatos de la Carta de las
Naciones Unidas, lo cierto es que ha provocado un cataclismo en la política y la economía
mundiales. Producirá también seguramente un re-alineamiento de posiciones entre los
Estados y las regiones del mundo, según su cercanía a la Federación Rusa o a las potencias
occidentales, en un probable regreso a la noción de las “áreas de influencia”.

Los organismos internacionales deberán encontrar soluciones más efectivas para


impedir o combatir las amenazas a la paz y la seguridad internacionales y el uso de la fuerza,
con particular énfasis en la conformación y facultades del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas. Deben afrontar asimismo un nuevo desafío: la elaboración de un

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mecanismo eficaz para la prevención y contención de accidentes nucleares y del eventual


uso de armas químicas y nucleares.

En el plano más inmediato de las relaciones entre rusos y ucranianos, los efectos de
la guerra se sentirán durante mucho tiempo. Por el momento, el mayor desafío es detener
inmediatamente esta guerra que, en pleno siglo XXI, destruye vidas y ciudades en pos de
objetivos que deberían ser perseguidos exclusivamente por la vía de la negociación.

Referencias

Brzezinski, Z. (1992, Fall). The Cold War and Its Aftermath. Foreign Affairs.
https://www.foreignaffairs.com/articles/russia-fsu/1992-09-01/cold-war-and-its-
aftermath

Comunicado conjunto de a Federación Rusa y la República Popular de China sobre el inicio


de una Nueva Era en las Relaciones Internacionales y el Desarrollo Global
Sustentable/ Joint Statement of the Russian Federation and the People’s
Republic of China on the International Relations Entering a New Era and the
Global Sustainable Development (4 de febrero de 2022).
http://en.kremlin.ru/supplement/5770

Milosevich-Juaristi, M. (23 de marzo de 2017). Ucrania, piedra de toque para Occidente.


Real Instituto Elcano. Temas. https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/ucrania-
piedra-de-toque-para-occidente/

Putin, V. (12 de julio de 2021). Sobre la Unidad Histórica de Rusos y Ucranianos.


http://en.kremlin.ru/events/president/news/66181

Sarotte, M. E. (2019). Rusia y la OTAN: ¿promesas rotas? Política Exterior, (192).


https://www.politicaexterior.com/articulo/rusia-la-otan-promesas-rotas/

Tratado del Atlántico Norte. Disponible en


https://www.iri.edu.ar/publicaciones_iri/manual/Ultima-
Tanda/OTAN/Tratado%20del%20Atl%E1ntico%20Norte.pdf

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