El documento describe una conversación sexual explícita entre dos personas a través de una videollamada. Luego cambia a describir un encuentro tenso entre una mujer y su ex pareja en el baño de un club, donde él la acosa e intenta agredirla hasta que ella lo amenaza con un peine para defenderse.
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El documento describe una conversación sexual explícita entre dos personas a través de una videollamada. Luego cambia a describir un encuentro tenso entre una mujer y su ex pareja en el baño de un club, donde él la acosa e intenta agredirla hasta que ella lo amenaza con un peine para defenderse.
El documento describe una conversación sexual explícita entre dos personas a través de una videollamada. Luego cambia a describir un encuentro tenso entre una mujer y su ex pareja en el baño de un club, donde él la acosa e intenta agredirla hasta que ella lo amenaza con un peine para defenderse.
El documento describe una conversación sexual explícita entre dos personas a través de una videollamada. Luego cambia a describir un encuentro tenso entre una mujer y su ex pareja en el baño de un club, donde él la acosa e intenta agredirla hasta que ella lo amenaza con un peine para defenderse.
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Estás tan sexy, Sin. Realmente caliente”.
Sus dedos recorren mi pecho, luego mis
abdominales y siento su tacto en todas partes. "¿Puedo tocarte?" Pregunta, sus dedos juguetean con la cintura de mis pantalones cortos. Me gusta cuando eres rudo conmigo —murmuro, sorprendida de que esas palabras escaparan. Me gruñe como un animal y luego sus dedos están entre nosotros. Lloro de placer cuando su largo dedo se frota contra mi clítoris. A diferencia de los chicos con los que he estado, Rick sabe cómo tocarme. Me da masajes hasta el mejor orgasmo de mi vida. Pierdo todo sentido de la realidad a medida que el mundo explota a mí alrededor. Me contesta en Facetime, claramente en el baño del club, donde probablemente se esté vistiendo para ir a casa. Me quejo. Iba a hablar, a pedirle su opinión, a dejar que me tranquilizara... pero al verla, me doy cuenta que quiero otra cosa. Quiero saber que sigue siendo mía. Las palabras envenenadas de Justin llenan mi cabeza, cubriendo mi cerebro hasta que lo único que puedo pensar es endemostrarle a él y a mí que ella es mía. Solo mía. Nunca suya, nunca más. Ella es mi maldito ángel. —Hola, Ty, ¿cómo fue...? —Cierra la puerta, quítate los pantalones. Ahora —le ordeno. Ella parpadea, mirándome por un momento, aunque veo que la excitación llena sus ojos. El celular es colocado en el mostrador, y un momento después, escucho el clic de la cerradura antes que su rostro vuelva a aparecer en la pantalla. —¿Ty? —pregunta. —¿Es ese mi nombre? —pregunto. Se estremece y sus labios se separan en un jadeo. —No —susurra. —Dilo. —Papi. —Sonríe. —Buena chica, ahora muéstrale a papi a quién perteneces. Deja que vea ese bonito coño mío. Tócalo —le ordeno, poniéndome cómodo en el asiento del conductor mientras observo a mi chica. Ella se lame los labios y luego, con una sonrisa, se pasa la mano por el pecho hasta llegar a sus tetas, que aprieta mientras inclina la cámara para mostrármelas. Gimiendo, veo cómo la pasa por su estómago desnudo hasta llegar al pequeño tanga de encaje que lleva. Lo tira hacia un lado, mostrándome su coño ya mojado. —Mierda, Ángel —gimo, mi polla se sacude en mis pantalones mientras la observo, pero no se trata de mi placer ni del suyo. Se trata de asegurarnos a los dos que Justin no se ha interpuesto entre nosotros. Que yo soy suyo y ella es mía. —Fóllate con los dedos, hazte correr mientras miro. —Ella gimey se sacude el clítoris antes de pasar el dedo por su coño mojado y deslizarlo dentro. —Buena chica —digo—. Mierda, mira lo mojada que estás. Puedo ver cómo te aprietas alrededor de tus dedos, nena, está tan jodidamente caliente. Estoy sentado en mi maldito auto tratando de no explotar en mis pantalones como si fuera un adolescente. —Hazlo —murmura ella—, y enséñame. Desearía que estuvieras aquí, desearía que estos fueran tus dedos... tu lengua o tu polla. Lo necesito tanto. Estaba pensando en ti antes que llamaras, de pie en el baño donde me follaste por primera vez. Maldita sea. Todavía recuerdo la forma en que gimió mi nombre, la primera sensación de su apretado coño alrededor de mi polla, de mi ángel salvaje y el éxtasis que encontré en sus brazos. —Eso es, Ángel, piensa en mí. Cuando te vea mañana, enterraré mi cara entre esas hermosas piernas durante horas. Quiero tu crema empapándome mientras gritas mi nombre —gruño, apretando la mano contra mi polla por encima del pantalón mientras intento calmarme. Pero debería haberlo sabido. Cuando se trata de mi chica, estoy indefenso. Me vuelve loco hasta que me olvido de todo menos de ella. Viendo sus dedos entrar y salir de su apretado coño, sus gemidos y jadeos llenando mi pantalla, no puedo evitarlo. Miro a mi alrededor, al estacionamiento en la oscuridad, mientras reclino mi asiento. Gracias a Dios, he aparcado cerca de la parte trasera y no hay nadie que me vea. Me desabrocho el cinturón, saco mi polla y la acaricio mientras la observo. —No puedo evitarlo, me estoy tocando, Ángel, ¿quieres ver? — Ella gime en respuesta—. ¿Quieres ver mi gorda polla que estará dentro de ti mañana? —Sí, papi, por favor —suplica, sus dedos se aceleran mientras añade otro, estirando su coño como lo hace mi polla. Inclinando la cámara hacia abajo, dejo que me vea empujando mipolla mientras la acaricio. —Mierda —dice. Levantando las caderas, empujo hacia mi mano. —Buena chica, ya estás cerca, ¿verdad? Me doy cuenta, ¿te vas a correr para mí como un buen ángel? ¿Dejarás esa mano mojada? —Sí. Estoy tan cerca, mierda, mierda —murmura, inclinando sus caderas mientras se frota desesperadamente con los dedos. Gruñendo, me acelero, intentando luchar contra mi liberación mientras mis pelotas se tensan. —Ahora —exijo con brusquedad, vaciando mi descarga sobre el volante y sobre mí con un gemido, observando cómo ella gime con fuerza. Su coño se aprieta alrededor de sus dedos mientras se corre, y su crema gotea por ellos como yo pedí. Jadeando, veo cómo los libera. Al volver a enfocar la cámara hacia su rostro sonrojado y llena de lujuria, veo cómo los lame hasta dejarlos limpios. — Arrastrando la mano por detrás del tocador, agarro un peine de bordes afilados, por si acaso. Tiene una mirada maniática que me pone de los nervios. No creo que vaya a hacerme daño, pero ¿Por qué está aquí? La intensidad de su expresión, mezclada con el hecho que se dirige hacia mí, hace que me ponga en guardia. Se detiene cuando está pegado a mí, como si creyera que tiene todo el derecho a tocarme solo porque solíamos follar. Su mano se dirige a mi mejilla, pero me alejo. La deja caer y estrecha los ojos. —No respondes a mis llamadas ni a mis mensajes, solo quiero hablar. —Bien, pero no aquí, reúnete conmigo fuera del club... —No —dice en mi rostro, y me echo hacia atrás de nuevo—. Solo nosotros dos. Donde nadie pueda distraerte o influenciar tu decisión. ¿De verdad cree que los demás tienen algo que ver con que no quiera volver con él? —Justin, no quiero hablar contigo, y menos volver contigo.Metiste tu polla en otra mujer y éramos una pareja desdichada. Supéralo y déjame en paz —digo, molesta por su constante acoso y su falta de voluntad para dejarme ir. Nunca fue tan entregado cuando estábamos juntos. Tal vez si lo hubiera sido, no estaría durmiendo con su padre. —No, no, no. No lo entiendes. —Suspira y da un paso atrás, pasándose la mano por el cabello—. Fue un error, ¿sí? Me disculpé. —Se gira, con los ojos perdidos y el cabello alborotado. Trago saliva con inquietud. Algo no va bien... ¿Ha estado bebiendo?—. ¡Tienes que escucharme! ¡Mierda! —grita, y su puño pasa volando por encima de mí. Caigo a un lado mientras golpea el espejo. Me vuelvo horrorizada y miro el cristal roto y luego a él. Retrocedo sujetando el peine en mi mano y le apunto con él. —¡Tienes que salir! Ahora —casi grito, pero me tiembla el dedo cuando se acerca, bajando la barbilla. —¿O qué, Lexi? —Me agarra y me lanza contra un tocador, su mano se dirige a mi garganta—. ¿Quieres pelear? ¿Es eso? ¿Es algún tipo de juego enfermizo con el que te estás divirtiendo? —No —digo, dándole una patada y empujándolo hacia atrás—. No puedo ser más clara, pero lo intentaré una puta vez más, así que escucha. —Me acerco más, presionando el filo del peine contra su garganta, haciendo que esta vez sea él quien se quede quieto, no yo. Estoy harta que los hombres se crean dueños de mí solo porque me han metido la polla. No tienen derecho a tocarme a menos que yo lo diga, y tienen que darse cuenta de ello, porque estoy cansada de aceptarlo sin más—. No quiero follar contigo, ni tocarte, ni tener una relación contigo. Quiero que dejes de llamar y enviar mensajes de texto. Quiero que me dejes en paz, maldita sea. —Te gustaron las flores, ¿no? —interviene, con una sonrisa de satisfacción. Las flores... Joder, ¿eran de él? —¿Eran tuyas? —Suspiro—. Justin... —Espera, ¿pensabas que eran de otra persona? ¿A quién mierdaestás follando? —exige, apretando el peine, y yo jadeo y lo tiro hacia atrás, pero es demasiado tarde. Una gota de sangre se forma en su cuello donde se ha cortado accidentalmente. Empieza a retroceder mientras habla. —Lexi, ¿a quién mierda te estás tirando? —¡No es de tu incumbencia! —grito en su cara—. ¡Déjame en paz, maldito acosador! Se acabó. Se acabó ¿Lo entiendes? Fuiste un error desde el principio, ahora déjame seguir con mi vida, o te juro que... —¿Qué? —Ríe—. ¿Qué vas a hacer? ¿Apuñalarme con tu pequeño peine? Sonrío entonces, negándome a dejarme intimidar por este imbécil. —Sí, y luego te echaré de aquí. Déjame en paz. Me observa, claramente analizando mis palabras. Sus hombros se desploman mientras se restriega la cara. —Solo quería hablar... —¿Así que te presentas en mi trabajo borracho y rompiendo los bienes de esta propiedad? —Me miro al espejo—. Bien hecho, ahora lárgate. Suspirando fuertemente, se aleja. —Lo siento, Lexi, por favor... piensa sobre lo que he dicho... — implora casi con esperanza. —¿Me estás tomando el pelo? —digo entre dientes—. No, es un no, siempre va a ser un no, y esta mierda es uno de los motivos. — Justo entonces, oímos los pasos de las chicas bajando las escaleras desde el escenario. Se detienen al vernos. Sus risas y voces se cortan al ver mi expresión, el espejo roto y a Justin. —Sal o te daré una patada en el culo, pervertido —grita Allegra mientras otra chica va por la seguridad.—Fuera antes que te saque las tripas como el imbécil que eres — dice Blair, e incluso saca una cuchilla de algún sitio. Con una mirada más hacia mí, desaparece y caigo rendida. Todas se precipitan y empiezan a hacer preguntas. —Estoy bien, juro que estoy bien. —Suspiro. Aparece el personal de seguridad y les aseguro que estoy bien, pero les pido que no dejen entrar más a Justin. Después de limpiarme el rostro, recojo mi bolsa y me acompañan a la puerta principal para asegurarse que llego bien a casa. Pero una vez que se abre la puerta, toda mi ansiedad y mi miedo se transforman en alivio y felicidad. Tyler. Cuando veo a Tyler esperando fuera, todo lo demás se desvanece. Justin, el terror, nada más que él importa. Me abalanzo sobre sus brazos y él me envuelve con ellos antes de retirarse y besarme con fuerza. Sé que debería decírselo, pero eso puede esperar hasta más tarde. Ahora mismo, solo quiero estar con mi hombre. Me sujeta las mejillas y sonríe. —He estado pensando, hay una comida familiar en mi casa el sábado, ¿vienes? —Pero... —Me tapa los labios y entrecierra los ojos en señal de advertencia, haciéndome temblar. —No tienes que decir que estás conmigo. Justin no estará ahí, pero todos te quieren, así que ni siquiera lo cuestionarán... Ven, Ángel, ¿por favor? Hazlo tolerable... —suplica. —¿Prometes al menos tocarme por debajo de la mesa? — murmuro, incapaz de decirle que no. —Te haré algo mejor, te follaré mientras están comiendo en la planta baja —bromea sonriendo. Me inclino y lo beso.—Bien, pero me debes orgasmos por tener que aguantar las constantes preguntas de Flo sobre los bebés. —Trato —murmura contra mis labios—. Ahora vamos a llevarte a casa para que pueda arrancarte la ropa y empezar con esos orgasmos.