Movimiento Estudiantil de 1968 en México
Movimiento Estudiantil de 1968 en México
Movimiento Estudiantil de 1968 en México
El movimiento estudiantil de 1968, tuvo también carácter social, ya que además de participar los
estudiantes universitarios, preparatorias y vocacionales entre otros, se unieron profesores,
obreros, amas de casa, sindicatos e intelectuales tanto de la Ciudad de México como del interior
de la república. Los terribles hechos ocurridos en Tlatelolco opacaron la política oficial de
promoción internacional de nuestro país a través de la celebración de actividades relacionadas con
el deporte universal, pues por primera vez en la historia una ciudad latinoamericana sería la
encargada de organizar el acontecimiento deportivo más importante del mundo, los Juegos
Olímpicos; en contraste, esa época ya es recordada como la matanza de Tlatelolco, del 2 de
octubre de 1968.
Aquel día miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas, a donde arribó también
el ejército con el pretexto de vigilar la seguridad, ante el temor de cualquier disputa o riña. Los
miembros del Batallón Olimpia, para no ser detectados, vistieron de civiles y portaron un guante o
pañuelo blanco en la mano izquierda para identificarse. Su objetivo fue infiltrarse en aquella
manifestación y llegar al edificio Chihuahua, lugar donde se encontraban los oradores del
movimiento y varios periodistas.
Ese día los estudiantes expusieron seis demandas, las cuales eran consecuencia de eventos
violatorios de los derechos humanos por parte de la policía y las fuerzas armadas desde el inicio de
la protesta estudiantil; particularmente en respuesta a la ocupación militar y policial de planteles
escolares bajo la justificación que encontraban en la riña entre alumnos de la vocacional 5 y la
preparatoria particular Isaac Ochoterena, el 23 de julio de 1968. Las demandas que se
consensuaron y expusieron ese 2 de octubre fueron:
Minutos antes de las 6 de la tarde de ese día, el mitin estaba casi por finalizar cuando un
helicóptero comenzó a sobrevolar la plaza. Desde él se dispararon bengalas, siendo ésta la señal
para que los francotiradores del Batallón Olimpia comenzaran a abrir fuego sobre la gente
reunida; estudiantes, madres, hijos, profesores, obreros. En medio del caos, toda la población civil
ahí reunida corrió por la Plaza de las Tres Culturas y las inmediaciones del edificio Chihuahua,
tratando de protegerse. Manifestantes que lograron escapar del tiroteo se refugiaron en los
departamentos de los edificios cercanos, pero esto no los salvó del ejército; sin orden judicial, los
soldados irrumpieron en cada uno de los departamentos para capturar a los jóvenes que se habían
ocultado en ellos.
El número oficial de muertos por la masacre ascendió a 30; en los hospitales se reportaron 53
heridos graves; se calculó que el número de detenidos en el Campo Militar Número Uno llegó a
dos mil; sin embargo, con el paso de los años, diversos testimonios, acceso a archivos y
expedientes sobre aquel movimiento, las cifras demostraron ser otras. El reporte de la Fiscalía
Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, difundido en 2006, mencionó que no es
posible dar una cifra exacta, aunque en su informe consignó alrededor de 350 muertos.
Por su parte, el 27 de noviembre de 2001, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)
dirigió al entonces presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Vicente Fox
Quesada (2000-20006), la Recomendación 26/2001, a efecto de que su Gobierno asumiera el
compromiso ético y político de orientar el desempeño institucional en el marco del respeto a los
Derechos Humanos, el cual reconoce y garantiza el orden jurídico mexicano, y evitara por todos los
medios legales que sucesos como los ocurridos desde fines de la década de 1960 hasta principios
de la de 1980 se puedan repetir. De igual forma recomendó que en los casos en donde se acreditó
la desaparición forzada, en atención al lugar en donde pudo ubicarse con vida por última ocasión a
las personas, se revise la posibilidad de reparar el daño, mediante servicios médicos, de vivienda,
educativos y otras prestaciones de índole social, a los familiares de las víctimas de la desaparición
forzada.
Con la consumación de esa terrible matanza el Estado Mexicano realizó graves violaciones a los
derechos humanos de la población, como los siguientes:
Derecho a la vida
Derecho de libre expresión
Derecho a la seguridad jurídica
Derecho a la libertad
Derecho a la legalidad
Derecho a la procuración de justicia de los agraviados y sus familias
Derecho a la integridad personal
Derecho a la protección contra la detención arbitraria
En 2018, el titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), Jaime Rochín, precisó
que la CEAV se había reunido con víctimas de la masacre del 68 y ex dirigentes estudiantiles en
busca de la reparación del daño y una disculpa pública por parte del Gobierno federal. Asimismo,
recomendó al Estado mexicano:
Reconocimiento de que las acciones del gobierno —entonces encabezado por Gustavo
Díaz Ordaz— tuvieron impacto y daños en el acto individual y colectivo al señalar a los
estudiantes por su ideología;
Implementación de medidas de satisfacción de carácter colectivo mediante la Colección
M:68 —recopilación de decenas de documentos que dan cuenta de los movimientos
sociales de la década de los 60—, con lo que se busca permitir la reconstrucción de los
hechos; y
El pleno reconocimiento de que las medidas de satisfacción colectiva no condicionan ni
extinguen el derecho de las víctimas a tener acceso a la reparación total del daño.