Irene Sobol

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Irene Sobol

DEL GRITO A LAS PALABRAS


La complejidad del lenguaje; su estructura formal, sus funciones, sus bases neurobiológicas, sus implicancias
psíquicas, cognitivas y sociales, nos interesan a una diversidad de disciplinas. El lenguaje admite diversos
niveles, dimensiones y perspectivas de análisis de concepciones teóricas y criterios de abordaje terapéutico
de sus trastornos.
El lenguaje posibilita que dos o más personas se vinculen, se relacionan, se comuniquen, se unan mediante
el uso del sistema de signos lingüísticos: la lengua, el niño deberá apropiarse de ella.
El lenguaje es posible compartir, participar, intercambiar ideas, deseos, juicios, creencias, afectos y
emociones, opiniones, conocimientos. El niño queda expuesto a restricciones y padecimientos si no accede
al lenguaje o lo desarrolla perturbadamente. Aporta una concepción simbólica del mundo. La
intencionalidad subyace en lo que siento, en lo que deseo, siento y pienso al hablarle a otro, a mi
interlocutor eventual, circula en mi discurso.
La subjetividad del hablante esta entramado en su discurso: el gran hito del desarrollo del lenguaje se
produce cuando el niño, a los tres años de edad, comienza a usar la forma verbal “YO” para simbolizarse,
auto-referirse, representarse como diferente de otra persona que es no-yo, a hablar desde un lugar y una
perspectiva propia, singular.
El niño cursa un complejo proceso de construcción del lenguaje hasta lograr la conquista implicada en todas
las actividades humanas. Irá registrando e interpretando la intencionalidad comunicativa de las
verbalizaciones de quienes le hablan y lo escucha.
La intencionalidad se vehiculiza en los matices expresivos de la voz articulados con los recursos para-verbales
como la mirada, actitud corporal, gestualidad, mímica facial. Las pausas y los silencios cobraran significación.
Los bebes son sensibles a estos caracteres expresivos que complementan y/o contradicen el discurso del
hablante.
Antes de poseer el dominio del lenguaje, registra variaciones del tono de la voz, en la expresión del rostro y
las posturas y movimientos corporales de las personas de su entorno y les atribuyen un valor afectivo
emocional, un sentido en función del cual este decir no-verbal los calma, irrita, atemoriza o los contiene
amorosamente.
Su comprensión lingüística posibilitara interpretar perfectamente los “actos de habla”. Interpretara si se
trata de una advertencia, un elogio, una orden, un reproche, una amenaza, una declaración, una invitación,
etc.
Su capacidad de comprensión lingüística supera en complejidad a la producción verbal; comprenden mas de
lo que hablan. Recién alrededor de los seis a siete años, el niño comienza una interpretación de chistes
verbales, metáforas, sentido figurado, ironías.
En el transcurso de los cuatro años y medio, logra construir la infraestructura básica de su lenguaje y
complejizara las estructuras lingüísticas que comprende y produce, estas deberán ser pertinentes a la lengua
del medio sociolinguistico al que pertenece, posibilitándole integrarse y participar de su comunidad.
El niño que presenta trastornos del lenguaje queda expuesto a padecer dificultades en su vida social.
El lenguaje verbalizado es una sucesión continua de percepciones ordenadas en una secuencia temporal.
La palabra hablada transcurre en el tiempo, desaparece en una instancia de tiempo única e irrepetible.
El niño deberá desplegar su potencialidad cognitiva realizando operaciones mentales en relación con los
elementos que conforman la lengua (discriminaciones, diferenciaciones, categorizaciones,
conceptualizaciones, análisis y síntesis, memorización, asociaciones); también deberá inferir y aceptar las
reglas que rigen: el uso de los fonemas que garantizan una verbalización inteligible; las reglas para la
morfología de las palabras y su ordenamiento secuencial (sintaxis) para conformar adecuadamente las
frases; las reglas semánticas que rigen las relaciones entre los significados de las palabras, de tal modo que
los enunciados tengan una significación y un sentido posibles de ser comprendidos e interpretados por otros
hablantes que comparten el mismo conocimiento de su idioma.
El niño no solo deberá apropiarse del repertorio de fonemas y del léxico, sino que también deberá registrar,
aceptar y aplicar (de modo no consciente) las reglas y normas ejecutadas por los hablantes de su comunidad.
Quienes cumplen la función maternizante y la función paterna, son sus primeros referentes, sus
interlocutores primordiales que “encarnan” la lengua.
Además, cada idioma tiene contornos melódicos, entonativos, rítmicos propios y estos son registrados muy
tempranamente por el bebe, durante el balbuceo, en el sexto mes, imprime secuencias de silabas que
producen la melodía de su lengua materna.
La construcción del lenguaje es producto de un activo y complejo proceso que cursa entramado con su
desarrollo biológico, cognitivo, psicomotriz, emocional, social y en simultaneidad con su estructuración
psíquica.
Julia Kristeva: el lenguaje “es el producto de un proceso de productividad”. Es la producción singular,
particular, única de cada sujeto hablante. En la actividad discursiva el hablante construye creativamente sus
verbalizaciones.
A los dos años, comienzan a hacer combinatorias de palabras (sintaxis rudimentaria), inician el despliegue
creativo que no son meras repeticiones de modelos registrados.
El ser humano está dotado de la capacidad de simbolización, de comprender y estructurar sistemas de signos
lingüísticos (orales y escritos), dispone de la facultad de realizar representaciones verbales de personas,
objetos, sucesos, estados, experiencias, usando símbolos y signos.
El despliegue simbólico es entre los tres y cinco años: va complejizando su lenguaje y enriqueciendo su juego
representativo y su actividad grafica.
Julia Kristeva: “el lenguaje es una forma de ser del pensamiento y al mismo tiempo su realidad y realización”.
El lenguaje tiene un fundamento neurobiológico, el sistema nervioso posee estructuras especializadas y
despliega funciones especificas que le posibilitan la apropiación y uso de la lengua materna.
El ser humano esta genéticamente dotado de saberes y habilidades potenciales, llamadas competencias
comunicativas y lingüísticas, que al desarrollarse le posibilitaran comprender y usar el lenguaje.
CUADRO
Estos factores propiciantes del acceso al lenguaje-fundamento neurobiológico, indemnidad estructural y
funcional auditiva y de los órganos fonoarticulatorios-no son suficientes. El lenguaje no se desarrolla solo
madurativamente; al lenguaje no se accede en soledad, se construye en múltiples y cotidianas experiencias
de comunicación con y para otros hablantres-escuchantes con quienes el niño establece vínculos afectivos
significativos en un espacio de encuentro, de participación, de comunicación, en situaciones de interacción
verbal.
Las manifestaciones del bebé como el grito y el llano deberán ser escuchadas, valorizadas como un modo de
“decir”, atribuyéndoles una significación. La madre o quien ocupe ese lugar que interpreta
satisfactoriamente, además de las acciones que realice para ofrecerle una experiencia satisfactoria,
propiciara que esos gritos/llantos adquieran intencionalidad y un valor comunicativo.
Juana Levin: “el lenguaje se construye creativamente con otro, por otro y para otro”.
“Con otro que le hable, lo escuche y le brinde verbalizaciones adecuadas a sus posibilidades de comprensión;
“por otro”, si no hay alguien que le demande palabras en lugar de acciones o solo gestos, tampoco se
propicia el despliegue del lenguaje; y “para otro”, si no hay alguien a quien y con quien hablar y que lo
escuche, co actitud de aceptación y valorización como hablante, no se genera condiciones que motiven el
uso del lenguaje.
En el periodo del balbuceo en el sexto mes, se instaura la matriz del dialogo, hito fundamental para generar
el desarrollo del lenguaje.
Entre ambos participantes, el dialogo establece una relación significativa, de aceptación; se realiza una
alternancia de un turno para hablar y escuchar; se plantean dos lugares: un hablante y un lugar de escucha:
se dinamiza en un dar y un recibir.
Valentin Voloshinov: “el dialogo es eminentemente social”. Modelo de relaciones reciprocas entre un
hablante y un oyente escuchante. La palabra es un puente virtual entre yo y otro diferente a mí.
En la génesis del lenguaje es fundamental la indemnidad organiza y funcional, así las cualidades y la calidad
de las experiencias de dialogo que el niño vivencie con quienes le hablan y lo escuchan para propiciar el
despliegue de sus potencialidades.
La oportuna detección e intervención terapéutica de los trastornos de la comprensión, producción y
funciones del lenguaje infantil propiciaría la optimización de las condiciones y posibilidades de despliegue de
su potencialidad cognitiva, de su estructuración psíquica y de su vida sociocultural.

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