La Responsabilidad de Los Socios Aparentes y Ocultos
La Responsabilidad de Los Socios Aparentes y Ocultos
La Responsabilidad de Los Socios Aparentes y Ocultos
R. Agustín Vidal*
A mis abuelos: Arturo (in memoriam), Russó, Lita y Ramón.
Introducción [arriba]
6.1. Problemática.
En el derecho penal argentino existen ciertas figuras que, eventualmente, podrían
acarrear la responsabilidad de los socios de las “sociedades comerciales”. A título
meramente enunciativo podríamos mencionar el artículo 173 inc. 7 del CP, que
contempla la denominada “administración fraudulenta”; el artículo 178 del
mentado código, que contempla la responsabilidad penal por quiebra fraudulenta;
los artículos 7, 8 y 9 de la ley 24.769, que regulan delitos relativos a la evasión de
cargas de seguridad social en cabeza del empleador; entre otros.
Y es que el orden penal –y en especial la ley penal tributaria– “nos da una sorpresa,
y es la consideración efectiva de la existencia de individuos físicos que hacen
posibles las operaciones ilícitas, utilizando, para ello, la figura societaria.
Obviamente, como aquí estamos hablando de penas de prisión, el efecto no puede
ser el de la responsabilidad compartida, sino aplicada directamente a los socios
y/o funcionarios de las sociedades”[99].
Bajo esta óptica analizaremos en el presente capítulo el rol del socio aparente y
oculto en lo que refiere a la responsabilidad penal, que se inicia por la comisión de
los delitos que eventualmente podrían llegar a involucrarlos. Y es que tratándose
de figuras penales, la óptica con la que se encare el tema tendrá matices
sustancialmente distintos a los civiles/comerciales que hasta aquí hemos tratado.
6.2. Punto nodal: La participación criminal.
Si bien los tipos penales que pueden generar la eventual responsabilidad del socio
hacen referencia a los directores, administradores o controladores, lo cierto es que
tanto doctrinaria como jurisprudencialmente se admite la extensión de la figura a
los socios. El interrogante lógico será entonces si existe o no violación al principio
de tipicidad.
El Quid de la cuestión reside, pues, en la participación criminal (lato sensu). Y es
que aun cuando el tipo penal solo contemple a los administradores o integrantes
de los órganos de vigilancia[100], la intervención de los socios en tales delitos
puede darse, según las circunstancias particulares del caso, por cualquiera de los
subtipos de participación criminal que tanto la ley como la doctrina penal han
reconocido.
Para ser más precisos –y según las peculiaridades del caso– en el delito penal puede
intervenir un autor inmediato o directo (es decir, aquel que exterioriza su propia
voluntad en relación a la concreción de la acción típica ya sea actuando por sí
mismo, dejando de actuar en la omisión, o a través de otro sujeto a quien fuerza –
vis absoluta– a desplegar la actividad que él quiere[101]); o bien un autor mediato
(quien “no realiza personalmente la acción ejecutiva, sino mediante otro –
instrumento–; y lo que caracteriza el dominio del hecho es la subordinación de la
voluntad del instrumento a la del autor mediato. Los casos en que falte la acción
del instrumento porque se lo utiliza mediante fuerza física irresistible o de una
forma análoga, no dan lugar a autoría mediata sino a autoría directa”[102]).
Sin embargo, el sujeto también puede intervenir en la comisión del ilícito penal
como cómplice (es decir, cuando presta al autor “un auxilio, cooperación o ayuda
que no importa la concreción de un elemento o condición de la acción típica; su
acción queda fuera del tipo, éste se extiende para abarcarla con su punibilidad por
su carácter de contribución a la acción típica del autor”[103]); o bien como
instigador (es el mero motivador, impulsor del delito que otro cometerá; en otros
términos, determina o incentiva a un tercero para que realice la conducta típica).
Por su parte, la doctrina mayoritaria ha entendido que el encubrimiento de un
delito no configura un tipo de participación criminal. En tal sentido, la figura del
encubrimiento “es considerada como una infracción autónoma que afecta o
perjudica el desenvolvimiento de la correcta administración de justicia, y ello se
confirma si apreciamos que el art. 277 del Cod. Penal define el delito de
encubrimiento como el cometido por alguien que, sin mediar una promesa previa,
realiza una serie de actos de receptación o de favorecimiento descriptos en el
mencionado precepto. Significa entonces que una condición esencial para la
comisión de este delito consiste en que no haya mediado una promesa previa; si
ésta existe habría participación, ya que esa promesa constituiría un aporte
causalmente relevante para el actuar delictuoso del autor o autores del hecho
anteriormente ejecutado, ya que podría ser determinante para actuar”[104], se
trata, pues, de la denominada complicidad sub sequens.
Aclarado el panorama en cuanto a los diversos modos de participación,
corresponde deducir que los socios pueden verse involucrados en determinados
delitos vinculados a la actividad empresarial. Ello es así toda vez que, partiendo
desde una perspectiva netamente societaria, los socios tienen conocimiento de la
actuación de sus órganos; el derecho a la información (art. 55 de la LS), el
denominado “quitus” (art. 275 de la LS), aprobación e impugnación de la
contabilidad (art. 69 de la LS), entre otros, son claros ejemplos de la injerencia de
los socios en el giro habitual de la empresa.
A más de esta razón legal, la experiencia nos ha demostrado que, sobre todo en las
pequeñas empresas, los socios se encuentran totalmente inmiscuidos en el giro
diario de la misma. Conocen y participan de los negocios, y el trato con el órgano
de administración deviene directo y diario. Y si bien en algunos supuestos los
miembros del órgano de administración/fiscalización delinquen incluso en perjuicio
de sus socios, en otros casos se hace con la “participación” de estos[105].
Quedará, entonces, a prudencia del juez interviniente, entender en cada caso si
los socios han formado parte –o no– de la comisión del delito.
La discusión sobre la posición de garantía en la empresa se centró, un primer
momento, en el socio como propietario de la misma. “Sin embargo, este
entendimiento solamente se explica en las primeras formas empresariales en las
que el titular de la empresa asumía la gestión del negocio, pues el desarrollo
actual del fenómeno societario ha producido una escisión entre la propiedad y el
control de la empresa, que ha traído como consecuencia que la posición de
garantía en la compañía no se plantee respecto del empresario, sino respecto de
los directivos o administradores. El modelo de empresa no es más la empresa
individual, en la que el empresario la dirige efectivamente, sino una empresa en la
que los propietarios son solo inversionistas que no entran a tallar en la gestión de
la misma, como lo muestran las diversas empresas que cotizan en bolsa. La
posición de garantía respecto a las actividades de la empresa deberá pasar del
empresario a los directivos de la empresa, independientemente de si éstos son
también propietarios de la misma”[106].
Bajo este razonamiento, se ha dicho jurisprudencialmente que lo que interesa, a la
hora de determinar la posible responsabilidad penal de los socios, es su injerencia
en el desenvolvimiento societario[107]. Y es que, lógicamente, solo las
circunstancias del caso podrán evidenciar la participación del socio en
determinado delito. En tal sentido, no existen presunciones ni parámetros teóricos
que puedan aplicarse de manera irrefutable; la responsabilidad penal del socio
surge pura y exclusivamente de la casuística.
El deber de responder, atribuido normativamente al socio, al sancionarlo con la
responsabilidad ilimitada y solidaria (sin importar el tipo social al que pertenezca),
evidencia un cierto grado de incumbencia en cabeza de este, por el accionar de la
empresa. “Este deber de garante del empresario ha de llegar por tanto hasta
donde alcanza su señorío o dominio sobre las cosas y las personas de la empresa y
tiene como contenido la adopción de las medidas de vigilancia, control y
coordinación de sus subordinados, así como la de suspender su actividad en caso
necesario”[108].
En tal sentido, calificada doctrina expresa que los actos delictuales son aquellos
que objetivamente tipifican un delito penal. Estos obviamente son de causa y
objeto ilícitos y por ello extraños al objeto social, por lo que no obligan a la
sociedad ni ésta puede confirmarlos. Bajo este supuesto, el acto delictual es
inexigible a la sociedad por el tercero, de nulidad absoluta e inconfirmable por los
socios, y respecto de él no cabe el quitus por ser contrario a la ley, tal como
acaece con el acto desleal[109].
Ahora bien, en lo que hace al socio aparente y al socio oculto, entendemos que,
por su carácter de socios, podrían verse implicados en la comisión de algún delito
relativo al giro de la empresa. Sin embargo, tratándose de materia penal, creemos
necesario analizar en detalle algunas cuestiones.
6.3. La eventual responsabilidad penal del socio aparente.
Como bien hemos explicado en los capítulos anteriores, el socio aparente es un
mero testaferro. En sí no tiene injerencia alguna en la actividad empresaria, por lo
que, en principio, resulta ajeno a cualquier conducta penal que por ella se genere.
Consecuentemente – y solo en principio – el socio aparente no podría ser
considerado partícipe de delito alguno relativo a la actuación empresaria. Y es que
al ser un mero prestanombre se presume que desconoce lo que realmente ocurre
en la sociedad. Dicha presunción, lógicamente, puede ser desvirtuada en el
proceso penal.
Si bien hemos estudiado la imposibilidad que tiene el socio aparente de hacer valer
su calidad de tal ante terceros (pues implicaría un beneficio para él, lo que
civilmente está vedado), lo cierto es que en el proceso penal tales disposiciones de
derecho común devienen inaplicables. Y es que, por esencia, en el derecho penal
se encuentran reguladas ciertas conductas que exceden el ámbito meramente
patrimonial, y esa relevancia que tienen las conductas típicas se refleja en las
penas que por su comisión se aplican a sus partícipes. La gravedad de aquellas
sanciones y el interés público interesado, impiden transpolar al ámbito penal las
disposiciones ya estudiadas en materia de simulación.
En suma, el socio aparente podrá confesar su calidad de tal en el proceso penal, y
hacerla valer para eximirse de responsabilidad. Sin embargo, quedará a
ponderación del magistrado determinar si efectivamente aquel es un socio
aparente, y si no ha participado directa o indirectamente en la comisión del ilícito.
6.4. La eventual responsabilidad penal del socio oculto.
Si el fiscal de instrucción advirtiera la presencia de un socio oculto, y presumiera
la participación de este en el delito que se investiga, podrá llamarlo a declarar
(conforme las disposiciones procesales locales). Empero, la duda se genera
respecto de cómo se evaluará la simulación en el proceso penal, y ante los futuros
procesos de otra índole (comercial, civil, laboral) que puedan iniciarse.
En primer lugar entendemos que, independientemente del carácter de socio
oculto, el sujeto será condenado por su participación en el delito, y no
precisamente por su calidad de socio; pues como ya vimos, los tipos penales suelen
tipificarse por el accionar de los administradores o controladores, siendo los socios
posibles partícipes, pero difícilmente autores directos.
Ahora bien, si se declarara en sede penal la existencia de un socio oculto, dicha
declaración no puede considerarse equivalente a la sentencia dictada como
consecuencia de una acción de simulación. En tal sentido, creemos que la
resolución penal no estaría revocando la simulación, sino declarando la existencia
de una situación jurídica que ha devenido en una participación criminal[110].
Desde una perspectiva netamente legal, cabe recordar que el CCCN regula los
vínculos entre la acción penal y la civil, sin embargo tales disposiciones no resultan
aplicables. En efecto, aunque la sentencia penal hace cosa juzgada en un proceso
de otra naturaleza (art. 1776), el mentado artículo prevé que dicho precepto solo
opera respecto del hecho principal, y la simulación no sería el hecho principal
investigado en la etapa de instrucción. Tampoco correspondería la suspensión (art.
1775) de una acción de simulación por encontrarse pendiente una acción penal
donde eventualmente se reconozca la existencia de un socio oculto. Básicamente
las normas resultan inaplicables porque el hecho del proceso penal no será la
simulación, sino el accionar de los imputados que configuró la conducta típica.
Desde otra perspectiva (y como bien explicaremos en el capítulo VII) las
presunciones juegan un rol fundamental a la hora de determinar la existencia de
una simulación. Ello choca de manera directa con el paradigma que impera en lo
penal, toda vez que el imputado goza de la presunción de inocencia. “Este
principio constituye un fundamento de las garantías judiciales que implica que el
acusado no debe demostrar que no ha cometido el delito que se le atribuye, ya que
el onus probandi corresponde a quien acusa, y que exige que una persona no pueda
ser condenada mientras no exista prueba plena de su responsabilidad penal.
Asimismo, la CIDH ha establecido que este principio es un elemento esencial para
la realización efectiva del derecho a la defensa y acompaña al acusado durante
toda la tramitación del proceso hasta que una sentencia condenatoria que
determine su culpabilidad quede firme.[111]”.
Entendemos, entonces, que epistemológicamente la presunción de inocencia no
resulta compatible con la revocación del acto simulado (que persigue la acción de
simulación). En efecto, el juicio por presunciones –propio de aquella acción de
simulación– es inalcanzable desde el plexo garantista del imputado en el derecho
penal, pues toda presunción implica un ámbito de duda; y, en el proceso penal,
ante la duda, se debe fallar a favor del reo.
Por todo lo expuesto creemos que la existencia de un socio oculto advertida en un
juicio penal no implica la nulidad de la simulación, y no revoca el acto simulado;
simplemente declara la existencia –o presunción de existencia– de una situación
jurídica determinada.
Para hacer surgir la responsabilidad –“civil”– ilimitada y solidaria que la LS otorga
al socio oculto se requiere necesariamente la interposición de una acción de
simulación, en la que no rijan las garantías propias del proceso penal. Porque
lógicamente el paradigma propio del ámbito penal –donde el acusado se mantiene
“inactivo” mientras el acusador debe encargarse de destruir su estado de
inocencia– no se condice con la naturaleza propia de la acción de simulación. Ello
sin perjuicio de que en dicha acción podrá solicitarse la remisión “Ad effectum
videndi et probandi” del expediente penal (o copia certificada del mismo), como
medio probatorio altamente idóneo para generar la convicción del magistrado que
intervenga en ella.
Capítulo VII. Mecanismos procesales para revelar la existencia de socios ocultos
o aparentes [arriba]
7.1. Acción de simulación. Legitimación, trámite y juez competente.
Como hemos sostenido reiteradamente a lo largo del presente, para develar la
existencia de socios ocultos y/o aparentes, resulta necesaria la interposición de
una acción de simulación. Y es que la misma aparece como el mecanismo legal
idóneo para la consecución del fin inmediato que es hacer visible una situación
jurídica disimulada.
En tal sentido nuestra jurisprudencia ha sostenido que con la acción de simulación
las partes buscan un “reconocimiento por parte de la autoridad judicial del
verdadero estado de sus derechos, y que se borren las apariencias engañosas. Se
trata de una acción declarativa al solo pero eficaz objeto de hacer constar de
modo autorizado la falta de realidad o la verdadera naturaleza de una relación
jurídica”[112].
La acción de simulación, con los caracteres propios que legal, jurisprudencial y
doctrinariamente se le han asignado, tiende a obtener la anulación de la
apariencia y la consiguiente aparición de relación jurídica subyacente con todos
sus efectos propios. Así, la sentencia que se pronunciare en tal sentido beneficia a
todos los terceros que puedan tener interés en impugnar la apariencia, pues es
evidente que un acto no puede ser válido e inválido al mismo tiempo[113].
La especificidad de su misión impide que otros medios que parecieran aplicables,
como la acción meramente declarativa (art. 322 del CPCCN), resulten idóneos para
tales fines. Ello por cuanto las sentencias de pura declaración estiman la demanda
del actor cuando tiende, no a la realización de un derecho, sino cuando se limita a
pedir que sea declarada la existencia de un derecho propio o la inexistencia del
derecho ajeno[114].
Esencialmente, la sentencia que hace lugar a una acción de simulación determina
la anulación del acto irreal y la revelación del oculto. En cambio, la sentencia
dictada en el marco de una acción meramente declarativa no constituye “un
estado jurídico ni genera novación alguna en la situación de derecho; solamente
presta seguridad al declarar sobre los alcances y contenidos de una relación
jurídica”[115]. Además, y si bien tiende a hacer cesar un estado de incertidumbre,
su procedencia está subordinada a la inexistencia de otra vía legal más
idónea[116]. Estos motivos justifican la improcedencia del mecanismo legal
analizado para desenmascarar la simulación de socios aparentes y ocultos.
En consonancia con lo expuesto a lo largo del presente, resultan legitimados para
interponer la acción de simulación: a) los terceros interesados, b) las partes de la
simulación (si fuera lícita), y c) las partes de una simulación ilícita cuando el juez
advierta que no pueden beneficiarse de su ejercicio. Sin perjuicio de lo expuesto,
ya hemos expresado en el punto 2.4. del presente, que la actuación del socio
oculto deberá presumirse como una simulación ilícita, porque el engaño no se
explica habitualmente en un marco de licitud.
Respecto al tipo de proceso, se le ha asignado en la práctica el trámite previsto
para los juicios ordinarios[117], siempre en procura de otorgar a las partes la
mayor amplitud probatoria. Sin embargo, calificada doctrina sostuvo la posibilidad
de oponer la simulación como excepción –de fondo– cuando la contraria intente
hacer valer los efectos del negocio aparente[118]. Además podríamos agregar el
supuesto en el que una de las partes –o partícipes– de la simulación ilícita pretenda
ejercer alguna acción relativa a ella.
Es dable destacar que, con alta probabilidad, la acción de simulación sea un
expediente vinculado a otro “principal” (v.gr. a un expediente laboral). En tal
sentido, y conforme las normas que rigen la competencia, entendemos que el juez
a quien compete entender –originariamente– este tipo de cuestiones es el juez
comercial (o civil y comercial) que según el territorio corresponda. No vemos
viable que, por la “conexidad” antes mencionadas, pueda entender en la acción de
simulación el juez que previno en el proceso “principal”, y cuya sentencia
eventualmente afectará al socio oculto, si este no es competente en razón de la
materia. Lógicamente la sentencia que declara la existencia de un socio oculto
podrá hacerse valer en otros procesos, quedando siempre expedita la remisión “ad-
effectum videndi et probandi” de dichas actuaciones.
Y es que puede ocurrir que en el mundo de las relaciones jurídicas se presenten
simultánea o sucesivamente situaciones o pretensiones que, analizadas en sus
elementos constitutivos, resulten total o parcialmente superpuestas[119]. Sin
embargo, tal circunstancia no habilita a vulnerar las normas relativas a la
competencia en razón de la materia. Además, no debe olvidarse que conforme
artículo 56 de la LS, la sentencia dictada en contra de la sociedad hace cosa
juzgada respecto de sus socios, incluyéndose lógicamente al socio oculto, por lo
que bastaría con acreditar la resolución que declara la existencia de un socio
oculto en el proceso de ejecución de sentencia para habilitar el supuesto de
responsabilidad del artículo 34 de la LS (a mayor abundamiento nos remitimos a lo
expresado en el punto 3.3. del presente).
De igual manera, resulta evidente que solo la casuística determinará la suerte de
este punto, pues cada juez analizará, en el caso concreto, si admite su
competencia –o no– para entender en la acción de simulación sometida a su
conocimiento.
7.2. La prueba en la acción de simulación. Prueba de presunciones.
La prueba por excelencia de la simulación es el contradocumento. Sin embargo, la
práctica nos ha demostrado que, en la mayoría de los casos, dicho medio es
inexistente o bien las partes se rehúsan a acompañarlo. Ello por cuanto, en
principio, ningún sujeto puede ser obligado a declarar en contra de sí mismo (art.
18 de la CN), sin perjuicio de que el magistrado actuante pondere el hecho de
haber evitado cumplir con la exhibición de documentación en su poder (Conf. Art.
388 del CPCCN).
Cuando no hay contradocumento, operan como pruebas de la simulación las
presunciones muy fuertes y con sólido basamento, reveladoras no solo de la
“apariencia negocial” y de la realidad oculta, sino también de la imposibilidad de
obtener el contradocumento. Si la acción de nulidad del acto simulado es ejercida
por quien no ha sido parte del mismo, difícilmente se cuente con un
contradocumento, por lo que se puede recurrir a todos los medios de prueba, ya
que no puede exigírsele la demostración directa, inequívoca y concluyente,
justamente, porque siempre que la simulación apunta a perjudicar a terceros, se
trata de rodear al acto de todas las apariencias de realidad y se ocultan indicios
comprometedores[120].
De lo expuesto puede concluirse que en materia de prueba de la simulación rige el
principio de amplitud probatoria y que, en caso de exista imposibilidad de
presentar judicialmente un contradocumento, adquiere especial relevancia la
prueba de presunciones, siempre que las mismas sean lo suficientemente
contundentes para acreditar el negocio aparente y la realidad oculta.
La prueba de presunciones en este tipo de juicios tiene singular importancia y
decisividad, más aún cuando la acción es ejercida por terceros, pues aquellos
naturalmente son ajenos al acto y se hallan en la imposibilidad de obtener pruebas
directas de la simulación[121]. Dichas presunciones constituyen un medio
autorizado por la ley, y para ser admitidas como tales se requiere que sean graves,
precisas y concordantes, fundadas en hechos reales y probados[122]. La gravedad
ha de referirse a un hecho importante (conjetura que se aproxima a la certeza); la
precisión debe ser directa con relación al hecho invocado; y la concordancia
implica que no exista contradicción entre los indicios[123].
En esencia, presunciones e indicios resultan equivalentes, de allí que suele
hablarse de prueba indiciaria o prueba de presunciones, en sentido idéntico[124].
Pero lo que resulta importante es que aquellos indicios –o presunciones– surgen de
hechos que “aislados no prueban circunstancia alguna, pero ligados y vinculados
con otros adquieren valor probatorio y hacen desaparecer la duda, creando de ese
modo una fuente de presunción de simulación”[125].
Las presunciones judiciales son concebidas por descarte o exclusión (conforme
artículo 163, inc. 5, 2º párr. del CPCCN), pues las consecuencias jurídicas de una
situación dada no son predeterminadas por el legislador, “sino que las infiere el
juez, partiendo de uno o más hechos reales, ya sean estos probados o exentos de
prueba”[126]. En tal sentido, la eficacia de las presunciones será mayor o menor,
según la índole de la cuestión controvertida. Asumen gran valor en los juicios de
simulación y filiación[127], sin dejar de tenerlo en muchos otros. Para apreciar su
convicción, la valoración debe hacerse en conjunto, relacionándolas unas con
otras, y todas entre sí[128].
Las presunciones dependen de las particularidades que presente cada caso
concreto. Sin embargo, en el ámbito de este trabajo, y a título meramente
ejemplificativo, cabe señalar que pueden interpretarse como indicios de la
existencia de socios ocultos o aparentes:
· El parentesco[129] o amistad[130] existente entre las partes del negocio.
· La ausencia de prueba eficaz de la capacidad económica del adquirente[131];
aplicable al caso del socio que no puede demostrar cómo llegó a integrar el aporte,
o a adquirir la participación social.
· La causa simulandi, una vez corroborada por el análisis de la prueba
colectada[132].
· El hecho de haber sido anteriormente socio de la sociedad[133] (aunque se
alegare posteriormente transferencia de la participación social).
· La persistencia del enajenante en la posesión de la cosa vendida[134]; aplicable,
por ejemplo, al caso en que no se inscribiere la transferencia de cuotas sociales
conforme art. 152 in fine de la LS.
También la actitud de las partes puede presentarse como un indicio. En tal
sentido, si el socio oculto es intimado a acompañar un contradocumento (cuya
existencia resultara presumible por otros elementos del juicio), y evadiera cumplir
el mandato judicial, tal actitud sería ponderada como una presunción en su contra;
pues así lo ha previsto expresamente el artículo 388 del CPCCN.
En suma, resulta claro que la casuística determinará los indicios que habilitarán la
convicción judicial. Empero resulta necesario recalcar que, en la práctica, el
medio de prueba comunmente empleado por los jueces para fallar en materia de
simulación es la prueba de presunciones. Y es que, lógicamente, aquellos que han
otorgado el acto simulado actuarán en el proceso en pos de impedir la revelación
de la realidad subyacente.
7.3. El principio de las cargas probatorias dinámicas.
Tradicionalmente se sostuvo que “la prueba de que el negocio simulado
corresponde a quien lo invoque, sea como acción, sea como excepción, y tal regla
rige tanto en el caso de que la acción sea iniciada por una de las partes del
acuerdo simulatorio, como cuando es entablada por terceros. Funciona en todos
los casos el principio general en materia de onus probandi, de que la carga de la
prueba corresponde al actor a quien se excepciona”[135].
En contraposición a lo expuesto, la doctrina judicial sostuvo que el demandado por
simulación también tiene la obligación moral de aportar la mayor suma de
antecedentes para llevar a la conciencia del Juez la convicción de la licitud de los
actos sospechados, demostrando así su buena fe y el sincero propósito de
contribuir a la averiguación de la verdad. Esa obligación, en cierto aspecto es
legal, y consiste en aportar al proceso el mayor número de pruebas para dejar
acreditada la realidad del acto impugnado, aunque ello no implique exonerar de
esa carga al impugnante. La ausencia de prueba de descargo crea graves
presunciones, porque en estos procesos no rige en forma absoluta el principio del
"onus probandi"[136].
El principio de las cargas probatorias dinámicas, receptado ampliamente por el
CCCN para diversas materias, impone que “el juez debe priorizar la aplicación de
los principios básicos del debido proceso y, entre ellos, tiene especial importancia
el de igualdad que, como todos aquellos, tiene base constitucional (art. 16 de la
CN). La denominada carga probatoria ´dinámica´ permite atribuir esa carga a una
u otra de las partes en el proceso, según las particularidades de cada caso, en vez
de ceñirse a reglas ´estáticas´, preestablecidas y aplicables de manera uniforme
en todos los supuestos sin distinguir quién estaba en mejor posición para aportar la
prueba del hecho controvertido; su finalidad es igualar a quien se encuentra en
inferioridad de condiciones frente a su adversario”[137].
Nuestra jurisprudencia, ya ha receptado este principio para las acciones de
simulación, aunque sin reconocerlo explícitamente. Y es que “si bien –en principio–
la prueba recae sobre quien impugna el acto simulado, ello no significa que la
accionada no deba realizar su aporte probatorio en aquellos aspectos que solo ella
está en condiciones de suministrar”[138].
“Igualmente falta traer a cuento que al despuntar los tiempos procedimentalistas
constituyó dogma de fe (siendo por ende, inmodificable) el principio actor
incumbit probatio (al actor, le incumbe probar), luego algo morigerado por el
esquema según el cual al demandante le corresponde la carga de probar los hechos
constitutivos y al demandado acreditar los hechos modificativos, impeditivos y
extintivos invocados en su propio beneficio. De todas maneras, dicho mecanismo
tradicional estaba teñido por un ´apriorismo´ inaceptable que, fatalmente,
distribuía las cargas probatorias de un cierto y determinado modo”[139].
En efecto, resulta lógico pensar que si un tercero interpusiere una acción de
simulación para desenmascarar la existencia de socios ocultos o aparentes, serían
ellos quienes estarían en una posición más favorable para acreditar la falta de
verosimilitud del hecho constitutivo del proceso. Además, no puede obviarse que,
en caso de no aportar elementos probatorios sinceros que permitan al juez
interviniente esclarecer la ´verdad´ de los hechos controvertidos, entran en juego
las pruebas de presunciones que, indefectiblemente, serán interpretadas en contra
de los accionados.
Entendemos que, en el nuevo paradigma procesal, corresponde la carga de la
prueba a quien “se encuentra en mejores condiciones de probar”. Y que en el caso
de esta tesis, con alta probabilidad, serán los presuntos socios aparentes u ocultos
quienes tendrán acceso a medios probatorios más idóneos, a fin de desacreditar los
hechos constitutivos y las presunciones que la acción de simulación generará en su
contra.
VIII. Conclusiones [arriba]
Como corolario de todo lo expuesto cabe concluir que:
· La actuación de socios aparentes u ocultos deviene siempre de una simulación.
· Dicha simulación será, en principio, reputada ilícita porque el engaño no se
explica habitualmente en un marco de licitud.
· En principio, por tratarse de una simulación ilícita tanto el socio aparente como
el oculto no poseen acción respecto de la simulación, pues eventualmente se
beneficiarían de ella.
· Tampoco tendrían acción respecto de la simulación aquellos que, aún de manera
indirecta, participaron de ella, conociéndola y consintiéndola.
· La responsabilidad del socio aparente dependerá del tipo social del que forme
parte, mientras que la responsabilidad del socio oculto será siempre ilimitada,
solidaria y subsidiaria
· Declarada la quiebra de la sociedad corresponde declarar la quiebra del socio
oculto, en los términos del artículo 160 de la LCQ, dado el carácter de socio
ilimitadamente responsable que este detenta.
· La solicitud de extensión de la quiebra al socio oculto importa una verdadera
acción de simulación sumergida en el proceso concursal.
· La declaración de un socio oculto en el ámbito laboral opera como garantía del
crédito del trabajador; y como mecanismo de presión en aquellos procesos
laborales que imponen una instancia de conciliación obligatoria.
· Los socios pueden ser considerador partícipes de ciertos delitos cometidos en el
marco de la actuación social. Lógicamente el socio oculto puede ser reconocido en
sede penal, como así también su vínculo en la participación de la conducta típica.
· El reconocimiento, en sede penal, de la existencia de un socio oculto no implica
la nulidad de la simulación, y no revoca el acto simulado; simplemente declara la
existencia –o presunción de existencia– de una situación jurídica determinada. Para
hacer surgir la responsabilidad ilimitada y solidaria que la LS otorga al socio oculto
se requiere necesariamente la existencia de una acción de simulación.
· La acción de simulación es el mecanismo legal idóneo que otorga el ordenamiento
jurídico argentino para revelar la existencia de socios aparentes y ocultos.
· En el marco de la acción de simulación cobra especial relevancia la prueba
indiciaria.
· Correspondería aplicar el principio de las cargas probatorias dinámicas a la acción
de simulación (y así lo ha reconocido nuestra jurisprudencia, implícitamente) para
desenmascarar a socios aparentes u ocultos, porque sobre estos también pesa una
obligación moral de aportar la mayor suma de antecedentes para llevar a la
conciencia del Juez la convicción de la licitud de los actos sospechados,
demostrando así su buena fe y el sincero propósito de contribuir a la averiguación
de la verdad.
· Será la casuística la que determinará cuáles de los elementos aportados al
proceso resultan hábiles para generar la convicción judicial acerca de la existencia
o inexistencia de simulación.
Bibliografía [arriba]
Alvarado Velloso, Adolfo. “Jurisdicción y competencia”. Artículo publicado en
http://campus.aca demiadederech o.org/upload/Cva av/Pdf/NF%20% 20AD
/Ad/Jurisdiccio n_y_Competen cia__AAV.pdf
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OTROS S/COBRO DE PESOS
Notas [arriba]
* DIRECTOR DE TESIS: Dr. Sebastián Balbin
TÍTULO A OBTENER: Magíster en Derecho Empresario
INSTITUCIÓN: Facultad de Derecho de la Universidad Austral, Buenos Aires.
AÑO: 2016
[1] Peña Guzman, Luis Alberto y Argüello, Luis Rodolfo. “Derecho Romano”. Tomo
I. Editorial TEA. Año 1962. Pag. 379.
[2] VVAA, Rivera, Julio Cesar – Medina, Graciela (Directores) “Codigo Civil y
Comercial de la Nación comentado”. Tomo I. Buenos Aires. Ed. Thompson Reuters –
La Ley. Buenos Aires. Año 2014. Pag.759.
[3] CNCiv. A, 14/8/80, LL 1981-A-310 y JA 981-II-49.
[4] VVAA. Lorenzetti, Ricardo Luis (Director). “Codigo Civil y Comercial de la
Nación. Comentado”. Tomo I. Editorial Rubinzal-Culzoni. Santa Fe. Año 2015. Pag.
352.
[5] Rivera…ob.cit.
[6] CNCiv. Sala G. 25/9/80, ED 91-308.
[7] Lorenzetti…ob. cit. Pag. 353.
[8] Llambias, Jorge Joaquín. “Tratado de Derecho Civil. Parte General” Tomo II.
Ed. Perrot. Buenos Aires. Año 1980. Pag.518.
[9] Salas, Ernesto Acdeel. “Código Civil y Leyes Complementarias. Anotados”. Ed.
Depalma. Buenos Aires. Año 1992. Pag. 468. CCiv.1ª, 2/9/38, LL 11-969; CCiv. C,
27/12/68, LL 134-827; CTuc., 15/10/56, JA 1959-III-S-147. En igual sentido,
Rivera…, ob. cit. pag. 761.
[10] CNCiv., sala I, noviembre 3-1998. “Rui Lopez, María A. c. Nesprias, Miguel A. y
otros.”
[11] Camara, Héctor. “Simulación en los actos jurídicos”. Ed. Depalma. Buenos
Aires. Año 1958. Pag. 199.
[12] Ob. Cit. Pag. 200.
[13] En tal sentido, CNCiv. F, 31/8/88, LL 1989-A-168.
[14] C.Com.; “J.A.”, 1944-IV, p. 666
[15] Camara…ob. cit. Pag. 270. En tal sentido, manifiesta el autor que la
simulación ilícita es solo inoponible a los terceros de buena fe.
[16] Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, “D.J.B.A.”, 1984-XXIII, p. 17.
[17] Borda, Guillermo A. “Manual de Derecho Civil – Parte General”. Ed. Perrot.
Buenos Aires. Año 1996. Pag. 527.
[18] Roitman, Horacio. “Ley de Sociedades Comerciales Comentada”. Ed. La Ley.
Buenos Aires. Año 2006. Pag. 572.
[19] Nissen, Ricardo. “Ley de Sociedades Comerciales” Tomo I. Ed. Abaco. Buenos
Aires. Año 1982. Pag. 164.
[20] Halperin, Isaac – Butty, Enrique M. “Curso de Derecho Comercial” Volumen I.
4º Edición. Ed. Depalma. Buenos Aires. Año 2000. Pag. 360.
[21] Cam. Civ. Y Com. De Bahía Blanca. Sala II. La Ley Cita online:
AR/JUR/875/1993
[22] Zaldivar- Manovil- Ragazzi- Rovira- San millan. “Cuadernos de Derecho
Societario” Volumen I. Abeledo-Perrot. Buenos Aires. Año 1980. Pag. 195.
[23] CNac.Com. Sala C, 24-10-2008, Finek S.A. c. Longhi Elsa Beatriz y otro. En
igual sentido Zaldivar -Manovil…ob. cit. Pag. 195.
[24] Zaldivar, Enrique. “Filosofía y principios de nuestra ley de sociedades
comerciales”. LL, 1975-D-558.
[25] Balbin, Sebastián. “Curso de derecho de las sociedades comerciales”. Ed. Ad-
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[26] Roitman…ob. cit. Pag. 575. CNac.Com. Sala A, 30-8-2007. “Adsur S.A. c/ Sant
Luis s/ ordinario”. - CNac.A.Trab., Sala I, 27-03-2013,
Salgado, Lorena Elizabeth c/ Baif Freight S.R.L. y otros s/ despido.
[27] Grispo, Jorge D. “El socio aparente y el socio oculto en la Ley de Sociedades
Comerciales”, en página web: http://www.abogado s.com.ar, argentina,
28.10.2010.
[28] Favier Dubois, Eduardo M. (P) – Favier Dubois, Eduardo M. (H). “La actuación
de testaferros en el derecho societario. El socio aparente y el socio oculto.” En
página web: http://www.f avierduboisspa gnolo.com/traba jos_doctrina/TESTA
FERROS_ EN_EL_DERE CHO_SOCIET ARIO.pdf. GRISPO…Ob cit..
[29] Así aconteció en autos “Juhal Eduardo J. v. Fumo, Claudio A. y otro”, donde
el magistrado de primera instancia entendió que la constitución de la sociedad fue
solo aparente, por cuanto si todos los socios fueran aparente el ente sería nulo. Tal
decisión fue criticada por la sala D de la Excelentísima Camara Nacional en lo
Comercial, criterio al cual adherimos.
[30] En un sentido similar, ver el fallo “Gago Sergio c/ Luporti Luis s/ ordinario”
(Sentencia número 136300/00, del 13/11/2007) dictada por la CNacCom, Sala B. En
dicho resolutorio se sostuvo que la nulidad recaía sobre la exteriorización del acto
serio y oculto, y no sobre la constitución de la sociedad.
[31] IBAÑEZ, Carlos Miguel. “Derecho de los contratos: Parte general”. Ed. Abaco
de Rodolfo Depalma. Buenos Aires. Año 2010. Pag. 197 y ss. Sostenemos que el
contrato de sociedad es siempre plurilateral de organización, con excepción de la
sociedad anónima unipersonal que configura un tipo sui generis dentro del elenco
societario que prevé la ley 19.550.
[32] Del voto del Dr. Gerardo G. Vasallo, en autos “Juhal Eduardo J. v. Fumo,
Claudio A. y otro”.
[33] CNACCom San Juan: "MADCUR S.A. S/ CONV. EN CONCURSO PREVENT.- INC.
IMPUG. AL ACUERDO DED. P/ ISAIGO S.A. Y OTRO", Sala 3, 30 –09-2.004
[34] Salvatierra, L. “Nulidad del acto jurídico societario”, en RADE, nº 2, Ed. Ad-
Hoc. Buenos Aires. Año 2005. Pag. 268.
[35] Roullion, Adolfo. (Director) – Alonso, Daniel F. (Coordinador) “Código de
Comercio, Comentado y Anotado”. Tomo III. Ed. La Ley. Buenos Aires. Año 2006.
Pag. 88.
[36] Cierta doctrina ha entendido que la simulación puede tener causa licita “por
ejemplo, si quien pretende adquirir un “paquete accionario” a través de una
sociedad interpuesta y/o de un “testaferro” y lo logra lo único que desea –en la
realidad de los hechos– es pagar un menor precio por él, que no conseguiría si se
presentara a título personal, puesto que –como es evidente– tanto las acciones de
una sociedad anónima argentina dueña de una gran estancia como una mansión en
Palermo Chico no suelen serle ofrecidas al mismo valor a Juan Pérez que a Bill
Gates o al Sultán de Brunei”. (Delellis, Marisa Sandra y Martorell, Ernesto Eduardo.
Breves estudios de Derecho Laboral Societario “Quiebra de la sociedad
empleadora: responsabilidad del socio oculto frente al trabajador que no cobró”.
El Derecho 256-699 [2014])
[37] CNac.Com. Sala A, 26-12-97, “Alvear 1850 S.R.L. s/ quiebra s/ Inc. de
extensión de quiebra”
[38] Ver. Artículo 56 de la Resol. 7/2015 de la IGJ.
[39] La presunción pareciera ser iuris tantum, pues puede ocurrir que en una gran
sociedad anónima algunos accionistas desconozcan el elenco de socios, ya que
muchas veces se trata de meros inversores. En el caso de las pequeñas empresas,
difícil resulta creer que los socios no conozcan quienes son verdaderamente sus
pares.
[40] Camara, Héctor. “Simulación en los actos jurídicos”. Ed. Depalma. Buenos
Aires. Año 1958. Pag. 193.
[41] Lorenzetti, ob. cit. pag. 361.
[42] Anaya, Jaime L. “El enigma del socio oculto”. Revista de Derecho Comercial y
de las Obligaciones, Nº 228- A. Ed. Lexis-Nexis. Año 2008.Pag. 81.
[43] Muguillo, Roberto A. “Manual de sociedades civiles y comerciales”. Ed.
Abeledo-Perrot. Buenos Aires. Año 2012. Pag. 134. En igual sentido, OTAEGUI, Julio
C. “Sociedad comercial y publicidad”, LL del 18/12/2006.
[44] Más que un adagio lo entendemos como un verdadero principio del derecho
(Artículo 2 del Código Civil y Comercial de la Nación.)
[45] “Ubi lex non distinguit, nec nos distinguere debemus”.CSJN. 20.3.2007. “EMM
S.R.L. c. TIA S.A. s. incidente de medidas cautelares”; SCBA. 15.05.1996. ”Manso,
Gabriel Feliciano s/ robo calificado”; CNac.Trab. Sala III. 22.10.2012. “Iglesias,
Antonio J. v. Simon Cachan S.A. y otros s/ despido”, entre otros fallos.
[46] Cámara Civil y Comercial de la Provincia de Tucumán. Sala II. 17.07.2014.
“Quiros Moises Antonio v. Vargiu y Asoc. “JAPA S.R.L. y otros s/ contratos
(ordinario)”.
[47] Balbin, Sebastián – Larrañaga, Pablo. “Modificaciones a la Ley General de
Sociedades. Relaciones y efectos recíprocos entre la regulación del Código Civil y
Comercial y la Ley General de Sociedades”. Año 2015.
[48] Roitman…ob. cit. Pag. 726. En igual sentido, NISSEN…ob. cit. Pag. 165.
[49] Mencionan la existencia de este elemento: CNCiv Sala H S., V. R. c. H., R. y
otro. 06/11/1998. Publicado en: LA LEY 1999-E , 732 • DJ 1999-3 , 696. También,
ALVAREZ, Osvaldo Onofre, “La colación de acciones societarias ante la simulación
en perjuicio de los herederos forzosos”, El Derecho 208-172 [2004].
[50] Zamenfeld, Víctor. “Publicidad de los actos inscriptos en los registros públicos
de comercio. Nueva normativa de la IGJ”. Revista La Ley. 30/03/15.
AR/DOC/715/2015.
[51] CSTuc. Autos: “ZAVALETA ALEJANDRO JOSE C/ZAVALETA ASESORES DE
SEGUROS SRL s/COBRO (INCIDENTE DE EXTENSION DE RESPONSABILIDAD PROM. POR
LA ACTORA)”, Fecha: 03/12/2002, Sentencia Nº: 1071.
[52] CNac. Com. Sala D. Autos: “ETERNEL SRL C/ CONFECCION NOBLEX SCA” Fecha:
05/06/1973; en igual sentido: CNac. Com. Sala C. Autos: “ YAMIL Y NURI CABULI SC
S/ QUIEBRA” Fecha: 07/06/1983.
[53] CNac. Com. Sala A. Autos: “HOFMAN JUAN S/ TERCERIA DE DOMINIO EN 'JOSE
CAMPOS Y CIA. C/ WESTEND ARGENTINA SCA” Fecha: 17/09/1979
[54] NISSEN, Ricardo. “Ley de sociedades comerciales. Comentada, anotada y
concordada” Ed. Abaco. Buenos Aires. Año 1982. Pag. 194.
[55] Rezzonico, Luis María. “Estudio de las obligaciones en nuestro derecho civil”.
Volumen I. Ed. Depalma. Buenos Aires. Año 1964. Pag. 635.
[56] Pizarro, Ramón D. – Vallespinos, Carlos G. “Instituciones de derecho privado:
Obligaciones.” Ed. Hammurabi. Buenos Aires. Año 2009. Pag. 587.
[57] Moisset de espanes, Luis. “Curso de obligaciones” Tomo II. Ed. Zavalía. Buenos
Aires. Año 2004. Pág. 59.
[58] Llambias, Jorge Joaquín. “Manual de derecho civil: Obligaciones”. Ed.
Abeledo-Perrot. Buenos Aires. Año 2005. Pág. 335.
[59] Este artículo rige el “cumplimiento de la prestación por un tercero”. En
efecto, no sería conveniente ni lógico que los socios alegaran la existencia de un
socio oculto.
[60] Nissen, ob. cit. pag. 195.
[61] Roitman, Horacio. “Ley de Sociedades Comerciales Comentada”. Tomo I. Ed.
La Ley. Buenos Aires. Año 2006. Pag. 572. En sentido similar
[62] Farina, Juan M. “Tratado de sociedades comerciales. Parte general.”, Ed.
Zeuz, Rosario, 1980, p.412.
[63] Zarlenga sola, Edgardo J. “El socio colectivo en caso de demanda contra la
sociedad”, Ll, LV-1987. Pag. 382 y 383; en Veron, Alberto Victor. “Sociedades
comerciales. Ley 19.550 comentada, anotada y concordada.” Tomo V. Ed. Astrea.
Buenos Aires. Año 1996. Pag. 154.
[64] Quintana Ferreyra-Alberti, "Concursos. Ley 19551. Comentada, anotada y
concordada", T. III, pág. 82; Rivera-Roitman-Vítolo, "Ley de Concursos y Quiebras",
T. II, págs. 458, 461 y 468. Otaegui, tratando la figura del inc. 2° del art. 165 (hoy
161 de la LCQ) dice que al disponer la quiebra del controlante en determinados
supuestos, impone una pena privada o pena civil que no importa el resarcimiento
de un daño sino el castigo de una inconducta ("Algunos aspectos de la extensión de
la quiebra", E.D. 153, págs. 652 y sgts., en especial pág. 656).
[65] “La quiebra se extiende como sanción. El presupueso de la insolvencia o
cesación de pagos del extendido no es indispensable, o al menos sin que
necesariamente se compruebe tal estado” (Rouillon, “Reformas ... pág. 241
[66] Quintana Ferreyra-Alberti, op. cit, pág. 87, nota 33, sostiene también en
forma categórica la tipicidad, y por ende, la imposibilidad de recurrir a la
analogía. Héctor J. Miguens, “Alternativas a los sistemas de extensión de la
quiebra en los grupos de sociedad”, RDCO, 1997, año 30, pág. 253; Lorente-
Barreiro, “Ponderación de la prueba relativa a la interposición vinculada de una
persona de existencia legal”, Revista de las Sociedades y Concursos, Bs. As. Ad Hoc
N° 4, mayo/junio 2000, pág. 90; Lidia Vaiser, “Extensión de quiebra por abuso de
control: ¿Control de hecho o de derecho?”, LL 1995-B-1124.
[67] Roullion, Adolfo A. N. “Régimen de Concursos y Quiebras”. Editorial Astrea.
Buenos Aires. Año 2012. Pag. 273.
[68] Pesaresi, Guillermo Mario. “Ley de Concursos y Quiebras. Anotada con
jurisprudencia”. Ed. Abeledo-Perrot. Buenos Aires. Año 2008. Pag. 627.
[69] Champaud, Claude; “Le pouvoir de concentration de las societés par actions”,
Paris, Sirey. Año 1962. Págs. 106 y 107.-
[70] Grispo, Jorge Daniel - Balbin, Sebastián; “Extensión de la quiebra”, Bs. As.,
Ad-Hoc, 2000, pag. 22.
[71] Otaegui, Julio C.; “La extensión de la quiebra”. Editorial Abaco. Buenos Aires.
Año 1998. Pag. 82.
[72] Si se cumplen todos los extremos establecidos por la norma.
[73] Etcheverry, Raul A. “Supuestos de extensión de la quiebra”, LL, 1982-B-812.
[74] C2a. CCom. de Córdoba, "Banco Comercial, Hipotecario y Edificador de
Córdoba S.A. s/Quiebra pedida s/Incidente de extensión de quiebra a Bagur, Jorge
B.", Revista de Derecho Privado y Comunitario, N° 14, 1995, p.356.
[75] Camára Civil y Comercial de Bahia Blanca. Sala II. 18/05/93 "Industria
Metalúrgica Surmet s/ Incidente de extensión de la quiebra". LLBA 1994, 555.
[76] CNacCom. Sala A. 29/12/2009. “Nefros S.A. s/ Quiebra c/ Tanus, Roberto s/
Ordinario”.
[77] CC Comercial de Rosario, sala IV, 13.10.96 "Sosa, Ramón T. Construcciones
S.R.L. s/ quiebra", LL Litoral 1998-885
[78] Bonelli, Gustavo. “Del fallimento”. Tomo II. Milán. Año 1939. Pag. 233.
[79] CNCom., Sala A, 23/8/00; Scilingo, Miriam Raquel s/ Incidente de extensión
de la quiebra.
[80] Nunca por los propios socios, pues por tratarse de un acto simulado no puede
ser alegado por las partes que intervinieron en la simulación (Cnf. Art. Del Código
Civil y Comercial de la Nación).
[81] Rivera- Rotman- Vitolo. “Ley de concursos y quiebras”. Ed. Rubinzal Culzzoni.
Año 1995. Pag. 260.
[82] Favier Dubois, Eduardo M. (P) – Favier Dubois, Eduardo M. ob. cit.
[83] Dasso, Ariel Ángel. “El concurso preventivo y la quiebra”. Tomo II. Editorial
Ad-Hoc. Buenos Aires. Año 2000. Pag. 783.
[84] Montesi, Víctor Luis. “Extensión de la quiebra”. Editorial Astrea. Buenos Aires.
Año 1985. Pag. 42.
[85] CNCom., Sala B, 24/5/01; Angorissima S.R.L. s/ Quiebra c. Helou, Alberto
Daniel y/o s/ Ordinario, Revista de las Sociedades y Concursos Nº 11, Julio/Agosto
2001, Pag. 256. En..
[86] Camara, Héctor. “Simulación en los actos jurídicos”. Editorial Depalma.
Buenos Aires. Año 1958. Página 246 y ss.
[87] Otaegui…ob. cit. pag. 49.
[88] LLC 2001, 820. Véase también “Tratado jurisprudencial de concursos y
quiebras: Ley 24522”. Compilado por: Garcia, Silvana; Bollero, Florencia y Micelli,
María. Ed. Juris. Rosario. Año 2005. Pag.
[89] Convenio N° 95/1948 de la ORGANIZACION INTERNACIONAL DEL TRABAJO
(O.I.T.).
[90] Delellis, Marisa Sandra y Martorell, Ernesto Eduardo. Breves estudios de
Derecho Laboral Societario “Quiebra de la sociedad empleadora: responsabilidad
del socio oculto frente al trabajador que no cobró”. El Derecho 256-699 [2014]
[91] Grisolia, Julio Armando. “Manual de derecho laboral”. Ed. Abeledo-Perrot.
Buenos Aires. Año 2013. Pag 109.
[92] Vazquez Vialard, Antonio. “La responsabilidad en el derecho del trabajo”.
Editorial Astrea. Buenos Aires. Año 1988. Pag. 46.
[93] Ver: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, sala I. “Macarrone, Angel F.
c. Top Green S.A. y otros” • 11/04/2006. LL 02/08/2006 , 7 • LL 2006-D , 601 •
IMP 2006-13 , 1664 • ED 220 , 377
[94] Veron, Alberto Víctor. “Responsabilidad laboral de socios y gerentes de una
S.R.L.” LA LEY 09/12/2008, 09/12/2008, 3 - LA LEY2008-F, 718.
[95] Ferrer, Germán Luis. “Nuevamente sobre la responsabilidad de los
administradores societarios y el trabajo no registrado. A doce años de "Duquelsy"
con pocos avances”. LL 21/10/2010 , 4 • LL 2010-F , 19.
[96] Cámara del Trabajo de la Provincia de Tucumán, Sala 3. Sentencia Nº 13,
23/02/11. “SOBERON NANCY FABIOLA Vs. AIRE 25 S.R.L. Y OTRO S/COBRO DE
PESOS” y Sentencia Nº 202, 25/10/13. “RODRIGUEZ ANGEL ALFREDO Vs. SERMICO
SRL S/DESPIDO”. Vocales: Diaz Ricci –San Juan.
[97] CNAT, sala I, 21-3-2001, "Ferreyra, Francisco c. Metro Medición S.A. y otros s.
despido", TySS, ’02-531.
[98] CSJTucumán, Sala Laboral y Contencioso Administrativo. Sentencia: 1117
Fecha de la Sentencia: 14/11/2014. “PASCUAL MARCELO GREGORIO Vs. SAIKO
S.R.L. Y OTROS S/COBRO DE PESOS”
[99] Cañal, Diana Regina. “Responsabilidad ilimitada y solidaria de directores y
socios de sociedades comerciales”. Editorial Errepar. Buenos Aires. Año 2011. Pag.
65.
[100] A modo de ejemplo: Art 14 de la ley 24.769: “Cuando alguno de los hechos
previstos en esta ley hubiere sido ejecutado en nombre, con la ayuda o en
beneficio de una persona de existencia ideal, una mera asociación de hecho o un
ente que a pesar de no tener calidad de sujeto de derecho las normas le atribuyan
condición de obligado, la pena de prisión se aplicará a los directores, gerentes,
síndicos, miembros del consejo de vigilancia, administradores, mandatarios,
representantes o autorizados que hubiesen intervenido en el hecho punible
inclusive cuando el acto que hubiera servido de fundamento a la representación
sea ineficaz”.
[101] Creus, Carlos. “Derecho penal. Parte general”. Editorial Astrea. Buenos
Aires. Año 2003. Pag. 388.
[102] Bacigalupo, Enrique. “Manual de derecho penal”. Editorial Temis. Bogotá.
Año 1996. Pag. 191.
[103] CREUS, ob. cit. pag. 400.
[104] Fierro, Guillermo Julio. “Teoría de la participación criminal”. Ed. Astrea.
Buenos Aires. Año 2004. Pag. 25.
[105] En un fallo reciente de la Cámara Federal de Casación Penal – Sala IV, en
autos: “Boffil, Alejandro A. y Otros s/Recurso de Casación” (28-08-2012) se
dispuso: “La coautoría penal -para no dejar inconcluso el punto atinente a la
calificación legal provisoria de que vengo hablando- en tanto quedaría sellada a
partir del enfoque que sobre esa temática tiene la teoría funcionalista-radical –que
comparto lógicamente-: “La coautoría concurre cuando, según el plan de los
intervinientes, se distribuyen las aportaciones necesarios para la ejecución […]. La
configuración del hecho consiste en disponer el suceso que realiza el tipo en su
desenvolvimiento concreto, tal como se perfecciona desde la acción de ejecución
hasta la consumación (o hasta su fracaso, en la tentativa […]”(confr. “Derecho
Penal, Parte General. Fundamentos y teoría de la imputación”, Marcial Pons,
Ediciones Jurídicas S.A., Madrid, 1995, pág. 745/751). En ese entendimiento,
nótese que cada imputado desde su posición particular –Andrés Eduardo TESORIERE
en su carácter de representante del Estado Nacional por el 10% de la acciones de
“Tandanor” y Juan Ives Illan ÁLVAREZ DE TOLEDO, Miguel María de LARMINAT,
Alejandro Arturo BOFFIL, Eduardo Andrés DONATO, Omar CALCULLI, Delia Antonia
LAFRANCO, Juan Andrés VLASTO y Nachat SAMMAN, ya sea en calidad de
accionista-directores, accionista síndico, o simplemente accionistas de las
sucesivas empresas que tenían la cartera del 90% restante de la acciones de
Talleres Navales Dársena Norte-, habrían confluido en la meta, a saber: ocasionarle
perjuicio al erario público; requisito típico de la figura agravada de defraudación
plasmada en el inc. 5º del art. 174 del Código Penal y, en ocasionar la
desestabilización del sistema social, escenario que el derecho positivo pretende
evitar” (Voto del Dr. Juan C. Gemignani). Nótese que cuando el migistrado dispone
“o simplemente accionistas” queda corroborada la posibilidad de que los sujetos,
por su calidad de socios, y en orden a algún tipo de participación criminal, puedan
ser procesados por delitos de este tipo.
[106] Garcia Cavero, Percy. “La imputación jurídico-penal a los miembros de la
empresa por delitos de dominio cometidos desde la empresa”.
https:// www.unifr. ch/ddp1/derech openal/ob rasportales/ op_2009100 5_03.pdf
[107] Cámara Fed. en lo Penal de Quilmes, Sala III, “DI C. N.E.G., DI C. , R. U.T.E.
s/ Infracción ley 24.769 art. 9” (13-07-2011).
[108] Peñaranda Ramos, Enrique. “Autoría y participación en la empresa”. En VVAA
(Directores: Arrozo Zapatero- Lascano-Nieto Martin) “Derecho Penal de la
empresa”. Ed. Ediar. Buenos Aires. Año 2012. Pag. 194.
[109] Otaegui, Julio: Actos extraños al objeto social, ED, 187, 2000, p. 32 y
siguientes.
[110] Sin perjuicio de que el expediente penal sea luego remitido, como prueba,
“Ad effectum videndi et probandi” en un proceso de otra naturaleza.
[111] Corte Interamerica de Derecho Humanos, fallo “Rosenda de Cantú y otra c.
Estado de México” (15-05-2011).
[112] CC1º LPl.2ª, 25/2/97, Juba7 B151931. En SALAS – TRIGO REPRESAS – LOPEZ
MESA. “Código Civil Anotado”. Tomo IV A. Ed. Depalma. Buenos Aires. Año 1999.
Pag 418.
[113] CNCiv. Sala D. 27/6/84, ED 111-353.
[114] Chiovenda, Giuseppe. “Curso de derecho procesal civil”. Tomo IV. Editorial
Cárdenas. México. AÑO 1998, Pag. 86.
[115] Gozaini, Osvaldo Alfredo. “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Comentado y anotado”. Tomo II. Ed. La Ley. Buenos Aires. Año 2003.Pag. 182.
[116] En tal sentido: Palacio, Lino Enrique – Alvarado Velloso, Adolfo. Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación. Comentado y anotado jurisprudencial y
bibliográficamente”. Tomo VII. Ed. Rubinzal Culzoni. Buenos Aires. Año 1999. Pag.
174. Y CS, 1987/02/3, ED, 123-421.
[117] Rabinovich-Berkman, Ricardo D. “Derecho civil parte general”. Ed. Astrea.
Buenos Aires. Año 2003. Pag. 763.
[118] Ob. Cit. Pag. 759
[119] Alvarado Velloso, Adolfo. “Jurisdicción y competencia”. Artículo publicado
en http://c ampus.academiade derecho.org/ uploa d/Cvaav/Pdf/N F%20-%20
AD/Ad/Juris diccion_y_Co mpetencia__ AAV.pdf
[120] C. Nac. Civ. Sala G, 16/12/2011, Autos, “S., A. A. v. S., A. y O.” Publicado
en: http:// tho msonreute rslatam.com /2012/02/24 /presunciones- de-una-simu
lacion-en-com praventa-de-inm uebles/
[121] CC Ros. II. 30/10/87, J 81-141.
[122] CNac. Civ. Sala E, La Ley 117-809-11.376.
[123] Cam. Nac. Esp. Civ. y Com., sala IV, JA 1973-19-61; La Ley 150, 640.
[124] Ver: Chiappini, Julio. “La prueba de presunciones”. Ed. FAS. Rosario. Año
1999. Pag. 83 y ss.
[125] CNac. Civ. Sala D, 4-7-81, ED 95-468.
[126] Leguisamón, Héctor Eduardo. “Presunciones judiciales y los indicios”. Ed.
Rubinzal Culzoni. Santa Fe. Año 2006. Pag. 37.
[127] Colombo, Carlos J. “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Anotado
y Comentado” Ed. Abeledo-Perrot. Buenos Aires. Año 1975. Pag. 287.
[128] Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires. Digesto La Ley Derecho procesal
2, 1160, 3189.
[129] CNac. Civ., Sala D, 9-2-88; ED 129-350
[130] CNac. Civ., Sala F, 28-11-91; LL 1992-B-542.
[131] CNac. Civ., Sala D, 9-2-88; ED 129-350
[132] CCCom. De Rosario, sala 4ª, 17-10-84, “Mayoraz Mackey, Alberto y otra c/
Paita de Mayoraz, Elena V. y otras”, JA 1986-I-66.
[133] CNac. Com., Sala A, 30-08-2007. “Adsur S.A. c/ Sant, Luis A. y otro”.
[134] CNac. Civ., Sala G, 2-7-85; LL 1986-A-278.
[135] Brebia, Roberto H. “Hechos y actos jurídicos”. Tomo II. Ed. Astrea. Buenos
Aires. Año 1995. Pag. 322.
[136] (Cfrs. C.Apel.C.C., Junín, LL, 1991-D-497 y DJ. 1990-2-602; C.N.Civ., Sala G,
ED, 110-140; C.N.Fed.C.Adm., Sala III, LL, 1990-C-149; C.N.Civ., Sala D, LL, 1991-
C-25 y DJ, 1991-2-14 y ED, 140-519; entre otros.).
[137 ]Arazi, Roland - Berizonce, Roberto O.- Peyrano, Jorge W. “Cargas probatorias
dinámicas”. Publicado en: LA LEY 01/08/2011, 01/08/2011, 3 - LA LEY2011-D,
1038.
[138] Excma. Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Mar del Plata, Sala
Primera. 10/AGO/06. Autos: “CHAIA ELENA R. C- CHAIA ALBERTO Y OTRO - ACCION
DE REDUCCION - FRAUDE - SIMULACION"
[139] Peyrano, Jorge W. “Doctrina de las cargas probatorias dinámicas”. Publicado
en: LA LEY1991-B, 1034