Dsi 2
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II
(LOS PRINCIPIOS)
La doctrina social de la iglesia considera que
la persona es el centro de toda acción
humana.
Desde la segunda mitad del siglo XIX y sobre
todo durante todo el siglo XX el mundo
occidental ha asistido a la confrontación de
dos ideologías completamente opuestas. El
marxismo que entendía al hombre como ser
colectivo y el capitalismo que lo considera
simplemente como individuo.
El cristianismo considera que la vida del
hombre se mueve en un equilibrio entre la
dimensión individual y colectiva. Para el
cristianismo ese equilibrio lo constituye la
persona.
Pero en esa relación con los demás la persona no debe ser receptor egoísta de los
beneficios de esas relaciones, debe emplear sus capacidades al servicio de los demás eso se
llama VOCACION.
De la unión del principio de persona y el principio de vocación, nace el principio
fundamental de la doctrina social de la iglesia el principio de EL BIEN COMUN.
La doctrina social de la iglesia
tiene siete principios. Siete
normas que orientan la vida del
cristiano.
Veámoslas.
Por ejemplo, el estado no puede quitar a la familia su autonomía si ella puede por si
misma realizar las tareas que le corresponden.
Participación Social.
Participar es tomar parte activa en algo común, intervenir, colaborar en algo que
es obra conjunta de varios. El ser humano tiene la obligación de contribuir a la
vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece.
Por otra parte no basta sólo con la vida, sino que al hombre le es necesaria la calidad de
vida. Dicho en otras palabras. No es garantizar la existencia sino la existencia plena y
feliz. El ser humano debe tener garantizada la salud de calidad (con todos los aspectos
bioéticos que ello implica), la realidad social y económica, el acceso a los medios
técnicos, pero también el ecosistema, el tiempo libre, el conocimiento…
La existencia de una ley moral
Combinar individualidad y pluralidad solo es
posible si se defiende la existencia de unos
valores humanos universales, basados en la Ley
natural universal inscrita en los corazones de
todos los hombres. Solo es posible la
interculturalidad si existe un respeto a unos
derechos humanos universales y la
transcendencia del ser humano.
Pero la existencia de unos valores universales de alguna manera conlleva la creencia en
que existe una verdad última.
Por el contrario, la no existencia de unos
valores absolutos hace que las acciones
humanas puedan ser instrumentalizadas
fácilmente para fines de poder. Una
democracia sin valores se convierte con
facilidad en un totalitarismo visible o
encubierto, como demuestra la historia.
Para los cristianos, la ley moral se deriva de 3 fuentes: la Revelación, el Magisterio Social, y
la conciencia.