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DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLES

II
(LOS PRINCIPIOS)
La doctrina social de la iglesia considera que
la persona es el centro de toda acción
humana.
Desde la segunda mitad del siglo XIX y sobre
todo durante todo el siglo XX el mundo
occidental ha asistido a la confrontación de
dos ideologías completamente opuestas. El
marxismo que entendía al hombre como ser
colectivo y el capitalismo que lo considera
simplemente como individuo.
El cristianismo considera que la vida del
hombre se mueve en un equilibrio entre la
dimensión individual y colectiva. Para el
cristianismo ese equilibrio lo constituye la
persona.

El filosofó que con más nitidez expresó esa


idea fue el francés Emmanuel Mounier
Mounier desarrolla el concepto de persona
como una realidad que une lo positivo de
ambas ideologías. El personalismo establece
una relación equilibrada entre individuo y
colectivo. Persona no es un simple sinónimo
de hombre sino un modo concreto y específico
de entender al ser humano.
La persona convive y se desarrolla en
sociedad. Lo importante no es ni la sociedad
ni el individuo aislado sino la persona en
relación con los demás. Esa relación con los
demás la llamamos sociedad. La sociedad es
un entramado de relaciones comerciales,
educativas, de bienestar, salud, etc. al servicio
de PERSONAS, no de las fuerzas colectivas

Pero en esa relación con los demás la persona no debe ser receptor egoísta de los
beneficios de esas relaciones, debe emplear sus capacidades al servicio de los demás eso se
llama VOCACION.
De la unión del principio de persona y el principio de vocación, nace el principio
fundamental de la doctrina social de la iglesia el principio de EL BIEN COMUN.
La doctrina social de la iglesia
tiene siete principios. Siete
normas que orientan la vida del
cristiano.
Veámoslas.

Dignidad de la persona humana.


El cristianismo considera que la persona por estar hecha a imagen y semejanza de
Dios posee una dignidad que la hace superior a los demás seres creados. Pero el
mismo hecho de la creación deriva otras consecuencias:
1º. La igualdad radical de todos los seres humanos independiente de raza o sexo y muy
especialmente la IGUALDAD ENTRE EL VARON Y LA MUJER. En la narración bíblica de la
Creación se dice con claridad que Dios “creo al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios
los creó, varón y varona los creó” (Gn 1, 27).
2º. La igualdad material implica la igualdad de dignidad que proviene del hecho de ser
persona, no de ser de una raza, sexo o clase social concreta.
De este hecho derivan los llamados Derechos Fundamentales del Hombre, proclamados por la
ONU en 1948
3º. La igualdad radical de todos los seres humanos, no se contradice con la diversidad
individual. Algunas de las diferencias vienen dadas por la propia naturaleza. En sí mismas no
son injustas; se transforman en desigualdades injustas cuando a las diferencias individuales se
añaden diferencias sociales. Por ejemplo, sería injusto discriminar a las personas por el sexo o
la religión que profesan.
4º. No se puede atentar contra la vida humana. Por atentados contra la vida se entiende no solo homicidios de cualquier
clase, genocidios, aborto, eutanasia o el mismo suicidio Se atenta también contra la vida humana cuanto viola la
integridad de la persona humana, con mutilaciones, torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la
mente ajena; las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la
prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al obrero al rango de
mero instrumento de lucro.
Principio del Bien común.
El bien común es el centro de toda vocación/actividad/destino de la persona.

Mas detalladamente entenderemos por bien


común el crear condiciones de vida que hagan
posible a las asociaciones humanas
(colectivos, estados, grupos…) y a cada uno de
sus miembros el desarrollo más pleno posible.

Supone el compromiso por la paz , la


correcta organización de los poderes del
Estado , un sólido sistema jurídico , la
protección del medioambiente , prestación
de los servicios esenciales para las personas,
y una verdadera cooperación internacional
en beneficio de la humanidad entera.

Exige la capacidad y la búsqueda constante del bien de los demás como si


fuese el propio bien.
Destino universal de los bienes, solidaridad y respeto a la propiedad privada

El cristianismo considera que Dios ha dado la tierra


a todo el género humano para que ella sustente a
todos sus habitantes.
Este origen universal de los bienes significa que
todo individuo es dueño de ellos y por tanto tienen
un destino universal que exige un esfuerzo de cada
persona y cada pueblo para lograr que todos
dispongamos de lo necesario para nuestra plena
realización.

No se niega el derecho a la propiedad privada,


todos los hombres tienen derecho a su acceso. Pero
la propiedad privada como derecho no es un
derecho absoluto y no puede ir contra el reparto
equitativo de los bienes, afirmando que el rico
tiene derecho a serlo aunque el pobre muera.
Nadie tiene derecho a más de lo que necesita,
mientras a otras les falta lo necesario. La pobreza es
injusta e incompatible con la dignidad de la persona
humana.
Principio de subsidiaridad
La subsidiariedad es el complemento de la
solidaridad, protege a la persona, a las
comunidades locales y a los “grupos
intermedios” del peligro de perder su legítima
autonomía. Los individuos, cuanto más
indefensos están en una sociedad tanto más
necesitan el apoyo y el cuidado de los demás,
en particular, la intervención de la autoridad
pública.
Cada persona tiene el derecho y el deber de ser
el autor principal de su propio desarrollo pero
necesita de la ayuda de los demás para llevarlo
a cabo. Las sociedades superiores deben suplir
las deficiencias de las personas y de las
comunidades menores mientras no puedan
hacerlo por si mismas. Pero no debe buscar la
eliminación de las estructuras inferiores.

Por ejemplo, el estado no puede quitar a la familia su autonomía si ella puede por si
misma realizar las tareas que le corresponden.
Participación Social.

Participar es tomar parte activa en algo común, intervenir, colaborar en algo que
es obra conjunta de varios. El ser humano tiene la obligación de contribuir a la
vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece.

Pero la participación no puede ser limitada a


un contenido particular de la vida social. Por
ejemplo la vida política. Sino que está
asociada también en la participación
económica, es decir, de los trabajadores en la
gestión y en las utilidades de las empresas.

La ética cristiana nos obliga a ejercer


nuestras responsabilidades, grandes o
pequeñas, con la mejor información posible
La participación social exige preparación,
información y un discernimiento ético sin el
cual, más que ayudar, podemos causar un
daño.
Cultura de la vida y de la calidad de vida
Este principio realmente tiene dos componentes. Por una parte la cultura de la vida
pretende resumir una línea de pensamiento caracterizada por un profundo respecto a
la vida, hacia toda forma de vida en sentido amplio. La «cultura de la vida» significa
respetar la naturaleza y cualquier forma o expresión de la vida, de manera especial de
la vida humana. De tal forma que la «cultura de la vida» está en contra de las
prácticas que puedan significar no solo destruir sino degradar la vida y, muy
especialmente la vida humana.

Se opone a la llamada “cultura de la muerte”


que crea ideologías en la que se presenta la
muerte como una “solución” aceptable ante
ciertos problemas existenciales. Por ejemplo
la pena de muerte. Entender la muerte como
una realidad humana no debe significar
entender la muerte como algo positivo.

Por otra parte no basta sólo con la vida, sino que al hombre le es necesaria la calidad de
vida. Dicho en otras palabras. No es garantizar la existencia sino la existencia plena y
feliz. El ser humano debe tener garantizada la salud de calidad (con todos los aspectos
bioéticos que ello implica), la realidad social y económica, el acceso a los medios
técnicos, pero también el ecosistema, el tiempo libre, el conocimiento…
La existencia de una ley moral
Combinar individualidad y pluralidad solo es
posible si se defiende la existencia de unos
valores humanos universales, basados en la Ley
natural universal inscrita en los corazones de
todos los hombres. Solo es posible la
interculturalidad si existe un respeto a unos
derechos humanos universales y la
transcendencia del ser humano.
Pero la existencia de unos valores universales de alguna manera conlleva la creencia en
que existe una verdad última.
Por el contrario, la no existencia de unos
valores absolutos hace que las acciones
humanas puedan ser instrumentalizadas
fácilmente para fines de poder. Una
democracia sin valores se convierte con
facilidad en un totalitarismo visible o
encubierto, como demuestra la historia.

Para los cristianos, la ley moral se deriva de 3 fuentes: la Revelación, el Magisterio Social, y
la conciencia.

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