SL504 2024

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MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

Magistrado ponente

SL504-2024
Radicación n.° 94786
Acta 07

Bogotá, D. C., cinco (5) de marzo de dos mil veinticuatro


(2024).

La Corte decide el recurso de casación interpuesto por


la FUNDACIÓN UNIVERSITARIA SAN MARTÍN contra la
sentencia proferida el 31 de enero de 2022, por la Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá,
en el proceso ordinario laboral instaurado por JAIME
EDUARDO MENDOZA OROZCO contra la entidad
recurrente.

I. ANTECEDENTES

Jaime Eduardo Mendoza Orozco llamó a juicio a la


Fundación Universitaria San Martín con el fin de que se
declare que entre ellos existió un contrato de trabajo que se
ejecutó del 21 de noviembre de 1990 al 12 de febrero de 2015,
fecha última en que finalizó por los «incumplimientos

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sistemáticos e injustificados en los que incurrió la FUNDACIÓN


durante la ejecución de la relación laboral».

En consecuencia, solicitó que se condene a la accionada


a reconocer y pagar los salarios debidos desde el 1 de
septiembre de 2014 hasta el 12 de febrero de 2015; la prima
de servicios desde el año 1991 hasta la fecha del finiquito del
nexo; el auxilio de cesantías y sus respectivos intereses; las
vacaciones causadas durante la vigencia del contrato; la
sanción por la no consignación de las cesantías, los aportes
al Sistema de Seguridad Social Integral, las indemnizaciones
por el despido sin justa causa y la moratoria; la indexación
de las condenas; lo ultra o extra petita y las costas del
proceso.

Como fundamento de sus peticiones informó que el 18


de julio de 1990 ingresó a laborar a la Fundación
Universitaria San Martín, mediante contrato de trabajo a
término indefinido, desempeñando de manera personal los
siguientes cargos, fechas y modalidades: jefe de admisiones
y egresados, del 18 de julio al 25 de septiembre de 1996;
secretario general, desde el 26 de septiembre de 1996 hasta
el 14 de junio de 2000; asesor de presidencia a partir del 15
de julio de 2000 hasta el 20 de julio de 2013; y abogado de
la vicepresidencia del 22 de julio de 2013 al 12 de febrero de
2015, cuando dio por terminado el contrato de trabajo en
razón a los incumplimientos sistemáticos e injustificados de
la demandada frente a sus derechos laborales, tales como el
pago de salarios, prestaciones sociales y aportes a la

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seguridad social; y que su última remuneración ascendió a


la suma de $6.734.201.

Arguyó que por los referidos incumplimientos presentó


reclamación escrita el 31 de julio de 2017 solicitando sus
derechos laborales; cuya respuesta del 16 de agosto del
mismo año no solucionó nada; y que a la fecha de la
presentación de la demanda no se habían cancelado las
acreencias laborales reclamadas.

Al contestar el escrito inicial, la convocada a juicio se


opuso a todas las pretensiones. En relación con los hechos,
admitió solo la reclamación elevada por el demandante.
Frente a los demás, dijo que no eran ciertos.

En su defensa, indicó que entre las partes no existió


una sola relación laboral, sino diferentes vínculos
contractuales, principalmente, por prestación de servicios;
que el demandante de manera unilateral y voluntaria en
febrero de 2015 decidió finalizar el último nexo; y que no
adeudaba suma alguna por los conceptos demandados.

Arguye que siempre cumplió sus obligaciones y actuó


de buena fe; que, atendiendo lo dispuesto en la Ley 1740 de
2014 y debido a sus inconvenientes administrativos y
financieros, el Ministerio de Educación dictaminó su
intervención mediante Resolución 0841 del 19 de enero de
2015, en la que se dispuso que todos sus recursos y bienes
fueran manejados a través de una fiducia; así mismo, la
Resolución 1702 del 10 de febrero de 2015 ordenó suspender

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los pagos de las obligaciones causadas hasta el 10 de febrero


de 2015; medidas de salvación que al momento de la
contestación de la demanda seguían vigentes; lo cual, adujo,
la imposibilitaba para «realizar pagos desde el primer
semestre del año 2015»; y que, en todo caso, lo pretendido
estaba prescrito.

Formuló las excepciones de buena fe, cobro de lo no


debido, compensación y prescripción.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Treinta y Seis Laboral del Circuito de


Bogotá, mediante decisión del 25 de octubre de 2021,
resolvió:

PRIMERO. - DECLARAR la existencia de un contrato de trabajo


a término indefinido entre el demandante señor Jaime Eduardo
Mendoza Orozco y la demandada Fundación Universitaria San
Martín entre el 15 de julio de 2000 al 12 de febrero de 2015.

SEGUNDO. -CONDENAR la demandada Fundación Universitaria


San Martín a cancelar en favor del demandante señor Jaime
Eduardo Mendoza Orozco, los siguientes conceptos:

a. Los salarios insolutos entre el mes septiembre a diciembre


de 2014 la suma de $2.464.000 y para los meses de enero al
12 de febrero de 2015 la suma de $902.090.

b. Por prima de servicios para el segundo semestre de 2014


la suma de $817.850.

c. Por prima de servicios para el primer semestre de 2015 la


suma de $75.140.

d. Por concepto de cesantías por todo el tiempo laborado la


suma de $33.671.010.

e. Por concepto de intereses a las cesantías no prescritas


$196.284.04.

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f. Por concepto de sanción por no pago de los intereses a las


cesantías la suma de $196.284.04.

TERCERO. -CONDENAR a la demandada Fundación


Universitaria San Martín a cancelar en favor del demandante por
concepto de indemnización moratoria de que trata el art. 65 del
CST por valor de un día de salario por cada día de retardo,
has(sic) por los primero 24 meses desde la fecha de la
terminación del contrato de trabajo y a partir del mes 25 los
intereses moratorios a la tasa máxima de créditos de libre
asignación certificados por la Superintendencia Financiera por
los valores adeudados, y hasta cuando se verifique su pago.

CUARTO. -CONDENAR a la demandada Fundación


Universitaria San Martín a pagar en favor del demandante por
concepto de sanción moratoria de que trata el art. 99 de la Ley
50 de 1990, por valor de $99.042.600.

QUINTO. - CONDENAR a la demandada a realizar los aportes a


seguridad social en pensiones en favor del demandante, acorde
lo reglado en el artículo 15 de la Ley 100 de 1993, por todo el
tiempo laborado, para lo cual deberá tener como IBL el monto de
los salarios que se acreditaron en el presente juicio, previo el
cálculo actuarial de la administradora a la cual se encuentre
afiliado el actor, teniendo en cuenta los salarios acreditados.

SEXTO. -ABOSLVER (sic) a la demandada de las demás


pretensiones incoadas en su contra, de conformidad a lo
expuesto en la parte motiva de esta providencia.

SEPTIMO. - DECLARAR probada parcialmente la excepción de


prescripción propuesta por la parte demandada.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Por apelación de ambas partes, la Sala Laboral del


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, mediante
decisión del 31 de enero de 2022, resolvió:

PRIMERO: CONFIRMAR la sentencia proferida el 25 de octubre


del 2021, por el Juzgado Treinta y Seis Laboral del Circuito de
Bogotá, conforme a la parte motiva de esta providencia.

SEGUNDO: SIN COSTAS en esta instancia. Las de primera se


confirman.

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En lo que interesa al recurso extraordinario, comenzó


por indicar que en virtud de los recursos de apelación y el
principio de consonancia previsto en el artículo 66A del
CPTSS, debía dilucidar los siguientes problemas jurídicos: i)
si la demandada fungió como empleadora del actor en el
interregno comprendido entre el 15 de julio de 2000 al 12 de
febrero de 2015, como consecuencia de la aplicación del
principio constitucional de la realidad sobre las formas; ii) si
existieron dos contratos de trabajo, uno entre el 18 de julio
de 1990 y el 14 de junio de 2000 sobre el que no había
discusión y otro entre los extremos mencionados en el punto
anterior, o dicha vinculación fue una sola; iii) determinar el
salario probado para liquidar las acreencias laborales; si
operó o no la prescripción sobre estas; y si era procedente
condenar al pago de las vacaciones; iv) si «el demandante
probó haber puesto en conocimiento de la enjuiciada las
causas aducidas en la demanda como justas para dar por
terminado el vínculo laboral y si aquellas fueron demostradas
lo que daría lugar a conceder la indemnización por despido
indirecto»; y v) si se equivocó la juez de primer grado al
condenar la indemnización moratoria de que trata el artículo
65 del CST, en tanto que la accionada consideraba que no
actuó de mala fe.

Respecto del primer y segundo aspecto, refirió que no


existía discusión en la prestación personal del servicio por
parte del demandante, motivo por el cual, operaba la
presunción contemplada en el artículo 24 del CST, la cual no
fue desvirtuada por la accionada. Así mismo, señaló que, de
conformidad con las pruebas allegadas al proceso y la

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jurisprudencia sobre las interrupciones mayores a 30 días


entre la finalización y la iniciación de uno y otro contrato,
existieron dos relaciones de trabajo, una del 18 de julio de
1990 al 14 de junio de 2000, sobre el cual no existía debate,
y otra, desde el 15 de julio de 2000 hasta el 12 de febrero de
2015.

Sobre el tercer punto arguyó que no existía prueba


sobre el salario devengado por el actor en el periodo del 1 de
septiembre de 2011 al 31 de julio de 2013, sin que fuera
posible considerar «la declaración que dio el demandante»,
pues de acuerdo a la jurisprudencia, sentencia CSJ SL4350-
2015, nadie podía fabricar su propia prueba, por tanto,
consideró que no erró el a quo al tomar el salario mínimo para
calcular las condenas.

Luego se ocupó de la prescripción e indicó que la


reclamación presentada por el accionante la interrumpió, de
modo que, teniendo en cuenta la fecha de la demanda
inaugural, tal fenómeno operó en relación con los intereses a
las cesantías y su pago doble, la prima de servicios y la
sanción por la no consignación de cesantías causados con
anterioridad al 31 de julio de 2014; y frente a las vacaciones
exigibles con anterioridad al 31 de julio de 2013.

Procedió a analizar las vacaciones y determinó que,


aunque «no existe medio de prueba tendiente a demostrar que
al momento de entrar a disfrutar las vacaciones tal prestación
fue satisfecha», dicho concepto «quedó comprendido en el
pago de salarios que precisamente la juzgadora de primer

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grado condenó desde diciembre de 2014 al 12 de febrero de


2015», por tanto, no había lugar a ninguna otra condena por
tal pretensión.

Respecto al problema jurídico referido al despido


indirecto y su indemnización, el ad quem señaló que no se
allegó prueba de la renuncia motivada y «no se demostró que
al momento de terminar la relación laboral se hubieran
expuesto de manera clara y concreta las razones sobre las
cuales tomaba la decisión» el trabajador, en consecuencia,
confirmó la absolución impartida en la sentencia de primera
instancia.

En relación a la indemnización moratoria prevista en el


artículo 65 del CST, reseñó que la demandada sostenía que
era improcedente, en tanto como empleadora actuó de buena
fe y con la creencia de que entre las partes existió un vínculo
de naturaleza civil, y que, además, dada la intervención que
efectuó el Ministerio de Educación Nacional, el cual dispuso
medidas preventivas para propender por la solución de la
problemática académica, administrativa y financiera que
presentaba, le fue imposible cancelar prestaciones sociales y
salarios a la finalización del nexo contractual.

Para resolver este punto, el ad quem recordó que el


artículo 65 del CST establecía que, si a la terminación del
contrato el empleador no cancelaba a su trabajador los
salarios y prestaciones sociales debidas, salvo los casos de
retención autorizados por la ley o convenidos por las partes,
debía pagarle la indemnización moratoria; y que la

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jurisprudencia reiterada y pacífica de la Corte Suprema de


Justicia, entre otras, la decisión CSJ SL, 5 mar. 2009, rad.
32529, dijo que aquella no era una respuesta judicial
automática, sino que el juez debía en cada caso, de acuerdo
con el material probatorio, establecer si se evidenciaba la
buena fe de aquel frente a tal conducta omisiva; postura que
se acompasaba con lo expresado por la Corte Constitucional
en la sentencia CC T459-2017.

En seguida, descendió al caso objeto de estudio,


señalando que no existía ninguna razón para entender que
el actuar de la demandada estuvo revestido de buena fe, no
siendo suficiente argüir que tenía el pleno convencimiento
que entre las partes se pactó un contrato de prestación de
servicios, pues los medios de convicción vertidos al proceso
daban cuenta que la convocada a juicio «quiso utilizar de
forma indebida la vinculación del actor, ocultando que en
verdad la relación rigió bajo los elementos constitutivos
propios del contrato de trabajo», ello por cuanto «se vislumbra
de la actividad personal que desarrolló el actor a favor de la
llamada a juicio, pues esta se realizó bajo su estricta
subordinación y poderío, sin que fungiera como un contratista
independiente y autónomo», razón por la cual no era dable
exonerarla de tal sanción.

Agregó, en cuanto al reparo de la accionada relacionado


con que para el momento en que feneció el vínculo laboral
con el actor, la Fundación se encontraba en incapacidad de
pagar las prestaciones sociales y salarios, dada la
intervención que realizó el Ministerio de Educación Nacional,

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que tal circunstancia no eximía a la empleadora


automáticamente de la indemnización moratoria, tal como lo
indicó la Corte en la CSJ SL5161-2021, de la cual transcribió
un fragmento, haciendo suyos los argumentos.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

El recurso fue interpuesto por la parte demandada,


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte, por lo que
se pasa a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

La Fundación recurrente pretende que la Sala case


parcialmente la sentencia de segundo grado que dispuso
confirmar el fallo proferido por el a quo, para que, en sede de
instancia, revoque el ordinal tercero de la providencia del
juzgado que condenó a la indemnización moratoria de que
trata el artículo 65 del CST y, en su lugar, la absuelva y
provea en costas como corresponda.

Con tal propósito, formula un cargo por la causal


primera de casación, el cual es replicado por el actor y se
resolverá a continuación.

VI. CARGO ÚNICO

Acusa la sentencia confutada de ser violatoria de la ley


sustancial, por la vía directa, en la modalidad de
interpretación errónea del artículo 65 del CST, modificado

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por el artículo 29 de la Ley 789 de 2002, «en armonía con el


artículo 55 ibidem, y artículo 83 superior; Ley 1740 de 2014 y
Resolución No. 1702 del 10 de febrero de 2015».

Argumenta que el juez plural no hizo un análisis sobre


la finalidad de la indemnización moratoria, ni de la vigencia
e incidencia de los «institutos de salvamento» sobre las rentas
y recursos de la Fundación, habida cuenta que debió
establecer las circunstancias que motivaron el
comportamiento del empleador moroso, demostrándose
puntualmente que se sustrajo a sus obligaciones de forma
caprichosa y grosera, examinando ineludiblemente si la
conducta estuvo revestida de mala fe o tuvo alguna
justificación exculpatoria para abstenerse de hacerlo.

Expone que el fallador de alzada ni siquiera hizo una


fugaz referencia a la crisis de la entidad, aunque fuera un
hecho notorio, «y más, por encontrarse señalado en el artículo
14 la ley 1740 de 2014, la manera de darle solución, estando
obligado el operador judicial competente, en aplicar la vigencia
y reconocer la fuerza legal de los institutos de salvamento, al
momento de revisar el estudio de las sanciones que se detallan
en el artículo 65 del CST».

Aduce que el colegiado realizó una interpretación «que


no se compadece con la sanción impuesta, al hacerlo de forma
errónea y a la vez equivocada», por cuanto, si se hubiera
detenido a revisar el artículo 14 de la Ley 1740 de 2014, en
armonía con la Resolución 1702 de 2015, en los que se
detallan los «institutos de salvamento», hubiese encontrado

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que no se estaba en presencia de un actuar de mala fe de la


entidad educativa, sino ante normas de orden público y de
estricto cumplimiento.

Afirma que el artículo 14 de la citada ley:

[…] ordena perentoriamente la “SUSPENSIÓN DE PAGOS DE


LAS OBLIGACIONES CAUSADAS HASTA EL MOMENTO EN
QUE SE DISPONGA LA MEDIDA”, que se materializó el 10 de
febrero de 2015, con la expedición de la Resolución No. 1702 de
2015, facultando también al Ministerio de Educación Nacional
ordenarlo, en el evento que por cualquier circunstancia, no se
hubieren suspendido los pagos, sin que se tenga que hacer
interpretaciones diferentes a las contenidas en la norma legal, y
lo que efectivamente pretende el Legislador, como adelante se
demuestra y justifica en el trámite del proyecto de ley respectivo.

Especifica que era imposible que la Fundación


cumpliera con las obligaciones laborales «como quiera, que ya
se habían efectivizado las medidas impuestas por la ley»; y,
en consecuencia, aunque el juez de la alzada soportó la
condena de la indemnización moratoria, lo hizo «de forma
inexacta, al no reconocer las normas que regulan los institutos
de salvamento» de la empleadora.

Señala que para aplicarle a la accionada una


consecuencia tan drástica como la que aquí se impuso,
resultaba indispensable valorar la conducta del empleador,
de manera que, al poderse inferir la buena fe, no era dable
sancionar a la demandada. En esa medida, precisa, que el
sentenciador de segundo grado se equivocó al deducir la
mala fe de forma categórica e inflexible, lo que dista mucho
de lo que la jurisprudencia ha definido en relación con los
presupuestos para impartir esta clase de condena. Trae a

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colación las sentencias CSJ SL436-2016 y CSJ SL3858-


2020.

Remata diciendo que hubo un impedimento legal que le


prohibía a la Fundación cancelar las obligaciones de carácter
laboral, en el entendido que estaba imposibilitada al pago de
acreencias anteriores a la intervención del Ministerio de
Educación; por tanto, esta circunstancia no debe entenderse
como mala fe, sino como un imperativo legal; máxime que la
jurisprudencia ha dicho que la indemnización moratoria «no
comporta una sanción automática, que tenga su fuente en el
simple incumplimiento o retardo en el pago de determinadas
acreencias laborales, ya que antes de su imposición debe el
juzgador examinar las razones que condujeron al empleador
al incumplir con el pago de los salarios o prestaciones
sociales»; y en este caso no existe duda sobre la aplicación de
la referida ley, sin ninguna objeción, en cumplimiento de las
exigencias señaladas en el artículo 230 de la CP.

Finalmente, alude a un salvamento de voto de la doctora


Ana María Muñoz, sin identificar el radicado de la sentencia
y que esta Corte consideró como importante la incidencia de
los «institutos de salvamento» para matizar la imposición de
sanciones.

VII. LA RÉPLICA

El demandante opositor señala que el fallo recurrido se


encuentra ajustada a derecho y no adolece de los errores
que le imputa la recurrente. Añade que el cargo carece de

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los requisitos legales mínimos de forma y fondo y en tal


virtud, debe desestimarse, ello por cuanto no expuso cuáles
fueron los entendimientos de las normas aplicadas por el
juez de apelaciones que no hubiesen correspondido a su
genuino y cabal sentido, además que parte de supuestos de
hecho no demostrados en el proceso.

VIII. CONSIDERACIONES

Debe la Sala comenzar por advertir, que los reproches


que realiza el replicante carecen de prosperidad, toda vez que
en el único cargo propuesto orientado por la vía directa, la
argumentación es de índole jurídica, y está orientada a
determinar que el ad quem cometió una equivocación en la
intelección o alcance impartido al artículo 65 del CST,
modificado por el artículo 29 de la Ley 789 de 2002, al haber
condenado a la indemnización moratoria; pues para la
censura la correcta hermenéutica de la disposición
denunciada consiste en que esa sanción solo procede cuando
existe un actuar de mala fe del empleador, quien, sin
fundamento alguno, se sustrae del pago de los derechos
sociales del trabajador, lo cual no aconteció en el sub lite.

Para la parte recurrente el juez plural incurrió en un


error jurídico al momento de interpretar la norma que regula
la indemnización moratoria, esto es, el artículo 65 del CST,
concretamente, porque, sin analizar la conducta del
empleador y los motivos que tenía para haber omitido el pago
de los salarios y prestaciones sociales del demandante,
impuso tal condena de forma categórica y tajante,

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desconociendo que la entidad fue intervenida por el


Ministerio de Educación, debiendo acatar los mandatos de la
Ley 1740 de 2014, en armonía con la Resolución 1702 de
2015, que dispuso, perentoriamente, la suspensión de pago
de las obligaciones causadas, situación que no le permitía
cumplir con la cancelación de acreencias, por lo que
considera, debía revocarse la condena impartida.

Así las cosas, el problema jurídico a dilucidar, consiste


en determinar si el Tribunal erró al condenar a la
indemnización moratoria, con desconocimiento de las reglas
legales y jurisprudenciales, en torno a la correcta
interpretación del artículo 65 del CST.

Para dirimir este cuestionamiento, debe comenzar la


Sala por recordar, que esta corporación ha sostenido de
manera reiterada, que la indemnización moratoria
contemplada en la citada disposición, no es de aplicación
automática, sino que es obligación del juez al momento de
imponerla, analizar la conducta del empleador con el fin de
determinar si estuvo revestida o no de buena fe.

Al respecto, la Corte en decisión CSJ SL4432-2018, rad.


45745, puntualizó:

1. INDEMNIZACIÓN MORATORIA.

Esta Corporación explicó, en la sentencia CSJ SL 24397, 13 abr.


2005, respecto de la indemnización moratoria consagrada en el
artículo 65 del CST, lo siguiente:

[…] deben los jueces valorar ante todo la conducta asumida por el
empleador que no satisface a la extinción del vínculo laboral las

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obligaciones a su cargo, valoración que debe hacerse desde luego


con los medios probatorios específicos del proceso que se
examina...”, como lo dejó sentado en la sentencia del 15 de julio
de 1994, radicación 6658. “Así, pues, en materia de la
indemnización moratoria no hay reglas absolutas que fatal u
objetivamente determinen cuando un empleador es de buena o de
mala fe. Sólo el análisis particular de cada caso en concreto y
sobre las pruebas allegadas en forma regular y oportuna, podrá
esclarecer lo uno o lo otro. En ese sentido se pronunció igualmente
la Corporación en providencia del 30 de mayo de 1994, con
radicación 6666, en la cual dejó consignado que: ‘Los jueces
laborales deben entonces valorar en cada caso, sin esquemas
preestablecidos, la conducta del empleador renuente al pago de
los salarios y prestaciones debidos a la terminación del vínculo
laboral, para deducir si existen motivos serios y atendibles
que lo exoneren de la sanción moratoria...’.

Y, en la sentencia CSJ SL6621-2017, recordó que esta sanción


por mora no se impone de manera automática. Se expresó que
«la Corte en desarrollo de su función de interpretar las normas del
trabajo y crear jurisprudencia, ha sostenido que la sanción
moratoria no es automática. Para su aplicación, el juez debe
constatar si el demandado suministró elementos de persuasión
que acrediten una conducta provista de buena fe (CSJ SL8216-
2016)». Negrillas de esta Sala.

Posición reiterada por la Corporación, entre otras, en las


sentencias CSJ SL458-2013, CSJ SL589-2014, CSJ SL11591-
2017, CSJ SL17429-2017 y CSJ SL912-2018.

En este orden de ideas, teniendo en cuenta los


anteriores precedentes, la Sala advierte que el Tribunal no se
apartó del correcto entendimiento del artículo 65 del CST, ya
que, contrario a lo que asegura la recurrente, la colegiatura
no impuso tal condena de forma automática o irreflexiva,
sino que analizó la conducta o proceder subjetivo de la
empleadora.

Lo anterior, por cuanto el ad quem aludió en su decisión


expresamente que tal condena «no es una respuesta judicial
automática frente al hecho objetivo de que el empleador, al
terminar el contrato de trabajo, no cancele al trabajador la

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totalidad de salarios y prestaciones sociales adeudados»,


precisando que debía verificarse, en cada caso, la conducta
del empleador a fin de determinar si se enmarcaba en los
postulados de la buena fe, tanto así que trajo a colación las
sentencias CSJ SL, 5 mar. 2009, rad. 32529 y CC T459-2017
e indicó que de conformidad con las normas como de las
reglas jurisprudenciales aplicables, y analizadas las pruebas
obrantes en el plenario, no existía una razón valedera para
estimar que la demandada haya actuado de buena fe, sin que
fuera suficiente argüir que tenía el pleno convencimiento que
entre las partes se pactó un contrato de prestación de
servicios, por cuanto:

[…] los mismos medios de convicción vertidos al proceso daban


cuentan sin mayores discusiones que la dadora de laborío quiso
utilizar de forma indebida la vinculación del actor, ocultando que
en verdad la relación rigió bajo los elementos constitutivos
propios del contrato de trabajo, pues así se vislumbra de la
actividad personal que desarrolló el actor a favor de la llamada a
juicio, pues esta se realizó bajo su estricta subordinación y
poderío, sin que fungiera como un contratista independiente y
autónomo.

A lo que agregó que la circunstancia de la incapacidad


de pagar las prestaciones sociales y salarios dada la
intervención que realizó el Ministerio de Educación Nacional,
no eximía a la Fundación automáticamente de la
indemnización moratoria, tal como lo tenía adoctrinado la
Sala de Casación Laboral en la sentencia CSJ SL5161-2016,
la cual transcribió, haciendo suyos los argumentos allí
expuestos.

Lo dicho en precedencia desvirtúa las afirmaciones de


la censura respecto a que se trató de una condena «categórica

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y automática» sin ningún análisis previo, cuando realmente


la alzada hizo un análisis del proceder de la empleadora, de
cara a la situación del demandante, que llevó a la conclusión
de que su conducta no se enmarcaba en el terreno de la
buena fe.

Por consiguiente, quedan sin sustento los supuestos


yerros jurídicos derivados de una intelección equivocada de
la norma aplicable al caso, en el punto relativo a la
indemnización moratoria.

Ahora, frente a las razones de tipo económico y de crisis


financiera que invoca la Fundación recurrente para justificar
la omisión en el cumplimiento de sus obligaciones laborales
como empleador y en favor del aquí accionante, debe decirse
que no son atendibles ni permiten deducir la buena fe en la
forma en que se ejecutó y terminó el vínculo contractual; así,
lo ha sostenido esta Corte, por ejemplo, en decisión CSJ SL,
24 ag. 2010, rad. 38189, reiterada en CSJ SL1885-2021, en
la que se discutía un asunto similar contra esta misma
accionada, y en la cual se señaló:

En primer término, es preciso señalar que la discusión se enfoca


en establecer si el incumplimiento de la entidad universitaria en
el pago de las obligaciones laborales, que se encuentra fuera de
discusión desde la contestación de la demanda, lleva a concluir
con el superior que el actuar de la demandada no estuvo asistido
de la buena fe, habida cuenta que no demostró el pago total de
las prestaciones sociales…o, con la demandada recurrente, que
no puede endilgarse mala fe … al tardarse en el pago de tales
sumas, …pues mi representada no sólo ha reconocido tal
obligación, sino que en la medida de la situación financiera de la
empresa, realizó los primeros pagos que se vieron
interrumpido(sic) por la presentación e inicio de la demanda.

No aparece en modo alguno justificable del incumplimiento en el

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pago de las obligaciones laborales las dificultades financieras que


pudiere afrontar un empleador, y, menos aún, como en el sub
lite, que no honre sus propios compromisos resultantes de un
acuerdo realizado con las demandantes posterior a su
incumplimiento inicial; además, que disculpe la falta de
cancelación del saldo insoluto en la acción judicial a la que se
vieron obligadas a incoar las actoras para reclamar el pago total
de sus acreencias.

Dista la conducta de la demandada de un proceder ajustado a la


buena fe que la ley demanda de los contratantes y que exige al
empleador que, sin dilaciones ni excusas, responda a sus deberes
contractuales en la oportunidad debida y en las sumas que con
suficiencia paguen las obligaciones dinerarias resultantes del
vínculo que ató a las partes.

En línea con lo dicho, en sentencia CSJ SL2014-2023,


se iteró que, en el marco de las medidas de salvamentos
financieros dispuestos por el Ministerio de Educación
Nacional, en aras de afrontar la situación económica y
académica de la Fundación, no se puede con ello justificar la
omisión en el pago de los derechos laborales, máxime cuando
esta conducta venía ocurriendo con anterioridad a la
intervención dispuesta por el ente ministerial. Los apartes
pertinentes de esa providencia indican:

Ahora, en cuanto a la segunda problemática, es importante


recordar que la jurisprudencia de esta Sala ha establecido de
forma reiterada que la indemnización moratoria establecida en el
artículo 65 del Código Sustantivo del Trabajo no procede de
forma automática, sino que, en cada caso, es menester auscultar
los medios de convicción con el fin de verificar si el empleador
actuó de buena fe (CSJ SL9641-2014, CSJ SL8216-2016 y CSJ
SL18619-2016), de modo que si se prueban razones atendibles
que justifiquen el impago, no procede su imposición.

En esa perspectiva, esta Sala de la Corte ha analizado en diversas


ocasiones la procedencia de la sanción referida en el marco de
las medidas de salvamentos financieros dispuestos por el
Ministerio de Educación para afrontar la situación económica y
académica de la Fundación San Martín y al respecto ha precisado
que (CSJ SL2258-2022):

Esta Sala se ha pronunciado en casos idénticos al aquí analizado,

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donde funge como demandada la misma recurrente, entre otras,


en la citada sentencia CSJ SL3288- 2021, donde ha sostenido
que la Fundación venía sustrayéndose del pago de las acreencias
laborales, prestaciones sociales y demás emolumentos con
anterioridad a la intervención y vigilancia especial del Ministerio
de Educación Nacional y que los hechos originarios de esas
medidas acaecieron por culpa de la institución, dado el
inadecuado manejo de sus recursos, de modo que, el
incumplimiento de las obligaciones venía de tiempo atrás sin
justificación alguna.

Lo anterior implica que la Fundación alega en su beneficio su


propia culpa, situación proscrita en el ordenamiento jurídico,
máxime, cuando de plano la demandada sabía que el vínculo con
la actora se encontraba regida por una relación de índole laboral
subordinada, motivo que lleva a concluir a la Sala que no se
equivocó el Tribunal al fulminar condena por la indemnización
por falta de pago, advirtiendo que el actuar de la demandada
estuvo desprovisto de cualquier tipo de buena fe.

De acuerdo con lo expuesto, la Fundación San Martín no podía


justificar la omisión en el pago de los derechos laborales
exclusivamente en las medidas de salvamento en mención,
justamente porque el impago de los derechos laborales venía
ocurriendo con anterioridad a la intervención y vigilancia
dispuesta por el Ministerio de Educación Nacional.

(Subraya la Sala).

Cabe destacar que, para la resolución del presente


asunto, se está siguiendo la línea jurisprudencial actual
trazada por la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema
de Justicia, a la que imperiosamente está sometida esta Sala
de Descongestión, en virtud de lo previsto por la Ley 1781 de
2016, por medio de la cual se modificó los artículos 15 y 16
de la Ley 270 de 1996.

Por ello, resulta intrascendente si la parte recurrente


comparte lo decidido en el «salvamento de voto de la Dra. Ana
María Muñoz Segura» manifestado dentro de un proceso
resuelto por otra Sala de Descongestión, al que hace
referencia sin indicar el radicado; en la medida que esa

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actuación, de acuerdo con las consideraciones que se acaban


de hacer, no es soporte de esta sentencia de casación.

En consecuencia, el colegiado interpretó correctamente


la norma denunciada.

Conforme a todo lo expuesto, el Tribunal no incurrió en


los yerros jurídicos enrostrados y, por consiguiente, el cargo
no prospera.

Las costas estarán a cargo de la recurrente demandada


y a favor del opositor demandante. Fíjense como agencias en
derecho la suma de $11.800.000, la que debe incluirse en la
liquidación que el juez de primera instancia realice, con
arreglo a lo dispuesto en el artículo 366 del CGP.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia proferida el 31 de enero de 2022, por la Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá,
en el proceso ordinario laboral instaurado por JAIME
EDUARDO MENDOZA OROZCO contra la FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA SAN MARTÍN.

Costas como se indicó en precedencia.

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Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase al


Tribunal de origen.

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Firmado electrónicamente por:

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

OLGA YINETH MERCHÁN CALDERÓN

Este documento fue generado con firma electrónica y cuenta con plena validez jurídica, conforme a lo dispuesto en artículo
103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

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