Derecho Penal
Derecho Penal
Derecho Penal
GRUPO No. 9
TEMAS:
1. Consideraciones Generales
2. Problema de la Eficacia Espacial de la Ley Penal
3. Principios para resolver el problema planteado
a. Principios de territorialidad
b. Principio de Extraterritorialidad
c. Principio de la Nacionalidad o la personalidad
d. Principio real de protección o de defensa
e. Principio universal o de la comunidad de intereses
En esta investigación basada en la ley penal establece que es la ley que regula todas las
obligaciones que las personas deben cumplir. Se sustenta en una seria de principios que regulan su
aplicación y alcance. Entre estos principios se encuentran la territorialidad, la extraterritorialidad,
la nacionalidad o personalidad, el principio de real protección o defensa y el principio universal o
de la comunidad de intereses. Estos conceptos, que abordan la jurisdicción, la pertenencia y la
protección, son esenciales para comprender la complejidad y la diversidad del derecho penal en
un contexto globalizado y en constante evolución. Por ejemplo, la territorialidad es un principio
que determina que la legislación penal de un país opera en el territorio de dicho país. Ya que un
individuo podría ser tratado y juzgado por delitos cometidos dentro de los límites geográficos.
Las normas generales que regulan la vida social constituyen el Derecho, siendo un sector
de éste el Derecho Penal, que tiene por objeto la lucha contra el delito, como factor más perturbador
de la convivencia. Así, el Derecho Penal es el sector del Ordenamiento Jurídico Penal del Estado
que asocia un determinado presupuesto (delito) con determinas consecuencias jurídicas (penas).
El derecho Penal se define como aquella parte del Derecho del Estado que regula su capacidad
para prevenir y castigar las acciones criminales, especificándolas y atribuyéndolas consecuencias
jurídicas desfavorables para quien las cometa. (CEREZO MIR, 1982, pág. 6)
Garantía Penal; No será castigado ningún delito ni falta con pena queno se halle prevista
por Ley anterior a su perpetración, (Art. 2º.1.C.P.).c) Garantía Procesal o Jurisdiccional; No
podrá ejecutarse pena nimedida de seguridad sino en virtud de sentencia firme dictada por
elJuez o Tribunal competente, de acuerdo con las leyes procesales,(Art. 3.1. C.P.) d) Garantía de
Ejecución; Tampoco podrá ejecutarse pena ni medida deseguridad en otra forma que la prescrita
por la Ley y reglamentosque la desarrollan, ni con otras circunstancias o accidentes que
losexpresados en su texto, (Art. 3.2. C.P.).Principio de culpabilidad.- Para que alguien pueda
ser castigado, elhecho debe estar tipificado como tal, no hay falta ni delito sin Ley que lotipifique
anterior a su perpetración /Art. 1º C.P.). No hay pena si no sehalla prevista en la Ley (Art. 2.1
C.P.)Principio de resocialización o reinserción social.- La pena debe estarorientada hacia.
PROBLEMA DE LA EFICACIA ESPACIAL DE LA LEY PENAL
Sebastián Soler enseñaba en este sentido que «.la determinación del ámbito espacial de
aplicación de la ley penal es el resultado de un conjunto de principios jurídicos que fijan el alcance
de la validez de las leyes penales del estado con relación al espacio».
Sin embargo, resulta equivocado estudiar esta temática del derecho penal como si se tratara
únicamente de los efectos de la ley penal en relación al territorio porque el ámbito espacial de
validez de un orden jurídico penal resulta mucho más amplio que el territorio, en sentido estricto,
delimitado por las fronteras. Estas últimas significan solo una limitación regular, más no absoluta,
del ámbito de validez.
Sobre este aspecto, con la claridad que lo caracterizaba, decía Soler que «.El principio
según el cual la ley penal vale solamente dentro del territorio, con ser el principio dominante, no
es suficiente para fundar y explicar el alcance espacial de la ley penal; sufre una serie de
excepciones reales determinadas por la aplicación de otros principios. Esas excepciones no tienen
un carácter meramente doctrinario, sino jurídico positivo, y arraigan en el texto mismo de la
Constitución, que se refiere a los delitos cometidos fuera de los límites de la nación, contra el
derecho de gentes, art.102; en tratados, que son ley suprema y, finalmente, en otras leyes dictadas
por el Congreso».
a) “Principio de territorialidad. Sostiene que la ley penal debe aplicarse únicamente a los hechos
cometidos en los límites del territorio de la nación que la expide, y dentro de estos debe aplicarse
a autores o cómplices de los delitos, sin importar su condición de nacional, extranjero, residente o
transeúnte, ni la pretensión punitiva de otro Estado. Se fundamenta en la soberanía, por lo que el
reglamento jurídico no puede ir más allá del territorio donde se ejerce la soberanía. Sin embargo,
el Artículo cuatro del Código Penal establece la excepción a este principio, ya que se aplicaría la
ley de un Estado en otro, según existan tratados internacionales que regulen la materia al respecto.
b) Principios de extraterritorialidad. Es una particular excepción al principio de territorialidad y
sostiene que la ley penal de un país, si puede aplicarse a delitos cometidos fuera de su territorio
teniendo como base los siguientes principios:
Principio de nacionalidad o de la personalidad. La ley penal del Estado sigue al nacional donde
quiera que este vaya, de modo que la competencia se determina por la nacionalidad del autor del
delito y tiene en la actualidad aplicación cuando se dan las siguientes circunstancias, que el
delincuente nacional no haya sido penado en el extranjero y que se encuentre en su propio país. Se
fundamenta en una desconfianza existente respecto de una posible falta de garantías al enjuiciar el
hecho cometido por un nacional de un país extranjero, esto según el inciso tercero del Artículo
cinco del mencionado código.
Principio universal o de comunidad de intereses. Sostiene que la ley penal de cada Estado tiene
validez universal, por lo que todas las naciones tienen derecho a sancionar a los autores de
determinados delitos, no importando su nacionalidad, lugar de comisión de ilícito, ni el interés
jurídico vulnerado, la única condición es que el delincuente se encuentre en el territorio de su
Estado y que no haya sido castigado por este delito, según lo establecido en el Artículo cinco,
inciso cinco del referido código.
Es el conjunto de normas jurídicas que regulan los delitos, las faltas, las sanciones y las
medidas de seguridad creadas por el Estado. Dentro de las cualidades que sirven para distinguir al
derecho penal de otras ramas del derecho está que: es público, normativo, valorativo, finalista,
sancionador, cultural, preventivo y rehabilitador.
Dentro de las denominaciones que ha recibido esta rama del derecho tenemos: Derecho
criminal, penal, de castigar, represivo, sancionador, determinador, reformador, de prevención,
protector de los criminales y de la sociedad, de lucha contra el delito, de defensa social, entre otros
nombres que se la ha dado a lo largo de la historia.
El General Justo Rufino Barrios acordó nombrar el 26 de junio de 1875, una comisión que
se encargara de redactar los nuevos códigos para la administración de justicia en Guatemala.
El 15 de febrero de 1889, se promulgó un nuevo Código Penal por Decreto número 419,
dictado por el presidente de la República, General Manuel Lisandro Barillas. Este código fue
aprobado por el Decreto número 48 de la Asamblea Nacional legislativa, de fecha 29 de abril de
1889, normando el principal avance que consistió en la supresión del sistema de penas compuestas
para dejarlas fijas a cada delito, sin diversos extremos, para el caso de faltar circunstancias
atenuantes o agravantes.
La mayoría de las leyes penales están compuestas en dos partes que son: a) precepto o
mandato: de ejemplo tenemos el Artículo 123 del citado código. El que cometa el homicidio; y b)
la sanción o consecuencia, en este es la prisión de 15 a 40 años.
El citado código se divide en parte general, especial y de las faltas. Las dos primeras son
las normas que dicen cómo aplicar la ley precepto o mandato, y la parte especial describe los
delitos en concreto sanción o consecuencia. La definición propia de un delito está en la parte
especial y los tipos se definen en la parte general. Los principios que tiene que respetar el derecho
penal están contenidos en la Constitución Política de la República de Guatemala. La ley penal es
expresión clara de la organización estatal de un Estado democrático, al que le corresponde un
sistema como tal, igual como a un Estado totalitario, ya que las primeras leyes que se modifican
son las penales al cambiar de sistema gubernamental. Al Estado de derecho le tiene que
corresponder el derecho penal.
Ámbito de validez de la ley penal Las leyes penales tienen una eficacia temporal vinculada,
a su vigencia, ámbito temporal de validez, las exigencias propias del principio de legalidad,
determinan algunas especialidades en cuanto a su aplicabilidad a hechos cometidos bajo de una y
otra ley.
Extractividad de la ley penal Esta no es más que una “particular excepción al principio
general de irretroactividad en cualquier clase de ley, por el cual la misma solo debe de aplicarse a
los hechos ocurridos bajo su imperio, es decir bajo su eficacia temporal de validez. Según el
Artículo dos del Código Penal, la extractividad se puede dar de dos formas, la retroactividad, que
consiste en aplicar una ley vigente con efectos hacia el pasado, a pesar de que se haya cometido el
hecho bajo el imperio de una norma distinta, ya se haya dictado sentencia; y, la ultraactividad en
el caso que una ley posterior al hecho sea perjudicial al reo, entonces seguirá teniendo vigencia la
norma anterior.
Problemas de eficacia espacial de la ley penal Se puede aplicar la ley penal a un territorio distinto
del país al cual pertenece, y dentro de ese límite la ley penal debe aplicarse a autores o a cómplices
de los delitos, sin importar su condición de nacional o extranjero, residente o transeúnte, ni la
pretensión punitiva de otro Estado. Se fundamenta en la soberanía de los Estados, por lo que la ley
penal no puede ir más allá del territorio donde ejerce su soberanía determinado territorio.
Principios para resolver el problema planteado
3) Garantía jurisdiccional. - no podrá ejecutarse pena alguna sino en virtud de sentencia firme, en
un proceso seguido conforme a la ley.
4) Garantía de ejecución. - la pena debe de ejecutarse tal y como lo prescribe la ley. En este sentido,
el delito y la pena deben estar establecidos en una ley en sentido formal y material. Por ley en
sentido formal, entendemos aquella que esta formulada por el poder legislativo.
2. PRINCIPIO DEL ACTO Y DE AUTOR: Principio del acto y de autor se habla de un derecho
penal del acto cuando las normas punitivas se dirigen a lo que el hombre hace y no a lo que es,
vale decir, a su conducta social y no a su modo de ser, su carácter, su temperamento, su
personalidad, su pensamiento, su afectividad o sus hábitos de vida. En tal sentido el autor Fernando
C. (1989). Se refiere a la “La exigencia de un tal derecho, que constituye la base de su orientación
ideológica, política, depende del grado en que se realice el principio del acto, es decir, en que
efectivamente la represión penal no alcance sino las acciones externas e ínter subjetivas del
hombre. Un puro derecho penal de acto sigue siendo en el mundo un derrotero, pero el principio
del acto sí registra una notoria prevalencia en los ordenamientos democráticos”. Según lo señalado
por el referido autor, el hecho es la causa de la pena y, a la vez, el criterio más importante para la
medición de la pena, como derecho penal de autor podría definirse un derecho penal que está en
primer plano la peculiaridad del autor y que también proporciona el criterio fundamental para
graduar la pena; un extremo derecho penal de autor, tendría una peculiaridad del autor también en
causa de la pena e incluso en punto de partida de la pena, como ocurriría con las medidas o
sanciones de peligrosidad predelictual, la punición de la tentativa inidónea y, en cierta forma, la
represión de actos preparatorios y resoluciones manifestadas, al menos en ciertos casos.
Inquietante es, sin embargo, la ulterior advertencia de dicho autor, de que un moderado derecho
penal de autor se atiene, sin embargo, al hecho como punto de partida de la pena no castiga sin el
hecho, pero orienta la graduación de la pena a la personalidad del autor, pues este es el caso de
nuestro derecho, al que sería lamentable tener que denominar y tratar como derecho penal de autor.
El derecho penal de acto debe reconocer que no hay caracteres ónticos que diferencien los
conflictos criminalizados de lo que se resuelven por otra vía o no se diferencien los conflictos
criminalizados de lo que se resuelven por otra vía o no se resuelven”. Si no que estos se seleccionan
más o menos arbitrariamente por la criminalización primaria en el plano teórico jurídico y por la
secundaria en la realidad social. Cuando se pretende buscar datos prejurídicos del delito, el primer
argumento suele ser su gravedad, por cierto, que hay delitos atroces y aberrantes, como el
genocidio y algunos homicidios y ambos suelen llamarse crímenes, pero los primeros son
reconocidos como tales, por la opinión publican siempre provocan el ejercicio del poder punitivo
que frecuentemente se usa para controlar a quienes disienten con el poder que lo ejecuta. Siguiendo
el autor; Zaffaroni (2000). El cual nos sugiere que el derecho de autor, se centra en “La
clasificación de discurso legitimantes del poder punitivo desde la perspectiva de las funciones
manifiestas asignada a la pena por las diferentes teorías legitimantes del poder punitivo pueden
reordenarse desde cualquiera de las consecuencias que se derivan de ella”. Desde la función
mediata (distintas versiones de la defensa social), desde los criterios de medición de la pena o de
responsabilidad por el delito o desde la esencia asignada al delito.
b) Función de garantía. Su fundamento se encuentra en el principio de legalidad. Por ello, sólo los
hechos tipificados en la ley penal como delitos pueden ser considerados como tales. Es decir,
únicamente los comportamientos subsumibles en un tipo pueden ser penalmente relevantes. Es
necesario, para que una acción sea delito, que se describa en la ley penal.
c) Función motivadora general. Con la descripción de los comportamientos en el tipo penal, el
legislador indica a los ciudadanos qué comportamientos están prohibidos y espera que con la
conminación penal contenida en los tipos, los ciudadanos se abstengan de realizar la conducta
prohibida. Esta función está claramente relacionada con la teoría de prevención general sobre los
fines de la pena.
Una persona que ha cometido un hecho típico y antijurídico es culpable cuando sea un
adulto con todas sus facultades, que conoce la norma prohibida y sin que exista una circunstancia
que haga inexigible otra conducta. Como se verá más adelante, la culpabilidad se confirmará
cuando no existan causas que la excluyan. Existen distintas teorías que tratan de explicar cuál es
el fundamento de ese juicio de reproche que se realiza a la persona, o visto bajo el ángulo opuesto,
por qué ciertas personas que realizan un injusto no son culpables. Éstas pueden agruparse en dos
grandes grupos:
5.1 La exigencia de dolo o imprudencia No puede existir un delito si no hay dolo o imprudencia
en su autor. Ello quiere decir que no basta que se produzca un resultado lesivo o que se realice un
comportamiento peligroso. Para que haya delito, el autor debe haber querido el resultado o, al
menos, haberlo producido por no haber puesto el debido cuidado. Por ejemplo, un resultado de
muerte no implica necesariamente la comisión de un hecho delictivo. Para que haya homicidio, el
que causó la muerte tiene que haber realizado una acción buscando ese resultado (por ejemplo,
disparar contra ella) o debe haber actuado en forma imprudente (por ejemplo, manejar a gran
velocidad). Si la muerte no se produjo bajo ninguna de esta circunstancia, la persona que la causó
no habrá cometido delito alguno. No obstante, como se verá en otros capítulos, el Código Penal
contiene numerosas vulneraciones a este principio básico.
5.2 La exigencia de comprensión de ilicitud Para que una persona sea culpable, es necesario que
conozca que la conducta que va a realizar es prohibida y que pueda respetar dicha prohibición. De
esta manera, no podrán ser culpables aquellos que por su juventud (menores de edad), enfermedad
mental o desarrollo psíquico incompleto, no tengan la capacidad de entender y comprender el
alcance de sus conductas. De igual manera, tampoco responderán penalmente aquellos que,
habiendo puesto la diligencia adecuada, ignoraban que la conducta que estaban realizando era
prohibida.
6. PRINCIPIO DE BIEN JURIDICO: Por daño o lesión ha de entenderse como la forma la pérdida,
destrucción o disminución de un bien jurídico o daño real, o al menos la creación de un riesgo
innecesario e indebido daño potencial o peligro concreto. Algunos sectores doctrinales hablan de
conductas idóneas para lesionar bienes jurídicos, peligro abstracto o temido. Si el concepto se
limita al daño público propio de todo delito como alarma social, mal ejemplo, estímulo a la
desconfianza en el orden jurídico, desvinculándolo de su relación con bienes jurídicos concretos
contra los cuales atenta, se difumina lo que el principio quiere precaver y garantizar.
El daño público se produce por la afectación del bien jurídico, no por otras causas, y es
solo una resonancia suya, el bien jurídico puede ser individual, social o estatal. El bien jurídico
implica siempre una valoración masiva y universal; se trata de ciertas relaciones sociales que son
consideradas democráticamente esenciales para el sistema elegido con relación a todos sus
miembros, como el caso de la vida, del honor, de la libertad. Por otra parte, los bienes jurídicos
protegidos por sistema penal, están en relación teleológica con aquellos que constituyen sus bases
y condiciones, es decir, tienden a asegurar una libertad e igualdad material de los sujetos, en tanto
que los bienes jurídicos colectivos consisten en una relación social basada en la satisfacción de
necesidades al funcionamiento del sistema social.
El artículo 305 del Código Penal sanciona con pena de prisión a “quien infrinja las medidas
impuestas por la ley o las adoptadas por las autoridades sanitarias para impedir la introducción o
propagación de una epidemia”. Una interpretación literal y aislada de este artículo llevaría a
sancionar por la vía penal cualquier incumplimiento de las medidas sanitarias. Sin embargo, en
atención al principio de protección de bienes jurídicos, sólo se puede sancionar a alguien por el
artículo 305, si la infracción al reglamento generó al menos un peligro potencial de lesión al bien
jurídico. En caso contrario, habrá que renunciar a la vía penal y, si procede, sancionar por la vía
administrativa. Ello obliga a determinar cuáles son los intereses sociales que tienen suficiente
importancia como para ser convertidos en bienes jurídicos penalmente protegidos. Un primer filtro
vendrá dado por el texto constitucional. La Constitución de la República establece una serie de
principios y valores que rigen la vida en sociedad del país. Unido a esto, hay que considerar la
finalidad del derecho penal que es asegurar los mínimos que permitan la convivencia pacífica entre
los ciudadanos. Por ello, el Derecho Penal sólo debe proteger aquellos valores contenidos en la
Constitución que, al ser afectados, entorpecen los mínimos requisitos para desarrollar la vida en
comunidad. De esta manera, no pueden ser amparados por el derecho penal intereses meramente
morales. La exigencia de exclusiva protección de bienes jurídicos y de un derecho penal mínimo,
unido al respeto a la diversidad, la libertad de pensamiento y religiosa, y a la pluralidad, contenidos
en la Constitución, obligan al legislador a limitar al máximo los bienes jurídicos objeto de
protección penal. Así, no deberían, por ejemplo, sancionarse conductas que sólo infringen
principios morales o religiosos, que no afectan a bienes jurídicos fundamentales. Son entonces
discutibles la penalización del adulterio y concubinato (arts. 232 a 235 CP)4 , la rufianería (art.193
CP) o el incesto libremente consentido entre adultos (art. 236 CP).
Hay que tener en cuenta que el Derecho Penal no busca que seamos mejores personas, sino
sólo evitar ciertas conductas que imposibilitan la vida en comunidad. Por otra parte, el Estado no
puede proteger por la vía penal los bienes jurídicos del individuo en contra de su propia voluntad.
Cuando ciertas conductas tan sólo afecten los bienes jurídicos del autor, no parece lógico que el
Estado las sancione con una pena. Por ejemplo, el delito de posesión para el consumo de drogas
(art. 39 de la Ley contra la Narcoactividad), aparentemente ampara el bien jurídica salud, que se
concreta en la salud del autor del delito. Para ello, se impone una sanción de cárcel al que sea
sorprendido con droga para su propio consumo.
En primer lugar, resulta discutible que el Estado pueda obligar a los ciudadanos a llevar
una vida sana y sin riesgos. Llevado al extremo, habría que sancionar penalmente a los que beben,
fuman o tienen una dieta alta en colesterol, o a los que practican el alpinismo o el vuelo sin motor.
Pero aún admitiendo esta premisa, no tiene sentido la imposición de una pena de cárcel.
Seguramente es más perjudicial para la salud un año en la Granja Penal Pavón que fumar unos
cuantos cigarrillos de marihuana. En este caso, lógicamente, la sanción lesiona más el bien jurídico
protegido que la conducta prohibida. Subsidiariedad y utilidad del derecho penal En el apartado
anterior, se ha desarrollado la necesidad de que el tipo penal sea creado con la finalidad de proteger
un bien jurídico, sancionando su lesión o puesta en peligro. Sin embargo, el derecho penal ha de
ser el último recurso, la ultima ratio, al que debe recurrir el Estado para proteger un bien jurídico.
De esta manera se explica el carácter subsidiario del Derecho Penal. Es importante recordar que
rara vez la ley penal puede resolver un problema social. Si por ejemplo, frente al alto índice de
accidentes en transporte extraurbano, la única medida que se toma es el incremento de las penas a
los pilotos de camioneta que manejen en forma imprudente, pocos resultados se obtendrán.
Posiblemente, previo a cualquier penalización parecería más razonable, por ejemplo, reforzar las
medidas administrativas de control del Estado de los vehículos, Estos cuatro artículos fueron
declarados inconstitucionales (expdte. 936-95) el 7 de marzo de 1996, si bien dicha
inconstitucionalidad se basó en la violación del principio de igualdad ya que establecían
parámetros distintos entre hombres y mujeres. Los métodos de selección de los pilotos o exigir
seguros de responsabilidad civil a los transportistas. En caso contrario, es posible que sólo se logre
meter de vez en cuando algún piloto en la cárcel, manteniendo el mismo número de accidentes.
Directamente vinculado a la idea de subsidiariedad está el principio de utilidad.
El recurso a la vía penal ha de ser efectivo para proteger el bien jurídico tutelado. En caso
contrario, no se justifica el recurso a esta vía. Por ello, antes de crear cualquier tipo penal, es
necesario determinar si la penalización es una forma útil para proteger un bien jurídico. Si por
ejemplo, se quiere luchar contra el aborto, se puede cuestionar la eficacia de la penalización. Para
evadir la prohibición del aborto, se recurre a centros clandestinos donde, en muchos casos, la
calidad profesional del practicante o las condiciones de higiene son inadecuadas, con el
consiguiente riesgo para la vida de las pacientes. Sería posible pensar que, en realidad, la vida de
los «nasciturus» y sobre todo la de la madre quedarían más protegidos si el aborto pudiese
realizarse en forma no clandestina, y previo al mismo se ofreciese auxilio psicológico y asistencial
a la mujer embarazada, ofreciendo alternativas como la adopción o apoyo económico y ayudándola
a razonar su decisión evitando que esta sea tomada por el temor a la reacción familiar o la presión
del padre de la criatura. En otras palabras, si se quiere evitar que una conducta, considerada lesiva
para un bien jurídico se realice, la prohibición penal no es siempre la vía más acertada. Se deben
favorecer siempre las medidas preventivas y sociales antes que las represivas y penales.
En este sentido, el Código Penal de Guatemala defiende especialmente los intereses de una
clase dominante, política y económica, al proteger preferentemente el derecho a la propiedad
privada frente a otros derechos, a priori más importantes. Resulta sorprendente que el hurto de
empleada doméstica (art. 247.1° CP) tenga una pena de prisión de entre dos y diez años, semejante
a la del autor de una quiebra fraudulenta (art.348 CP) o de quien cometa delito de violación a la
Constitución (art. 381 CP). Más llamativa resulta la comparación con el delito de malversación
(art. 447 CP), en el que la sanción más grave es la multa de diez mil quetzales. Según lo señalado
hasta ahora, en la elaboración o modificación de cualquier tipo penal, el legislador, teniendo en
cuenta los principales aspectos del principio de intervención mínima, tendrá que respetar las
siguientes reglas:
• Sólo deben protegerse por la vía penal bienes jurídicos necesarios para permitir la convivencia
en sociedad. No se deben prohibir penalmente las conductas que no afecten a terceros.
• Sólo se debe recurrir a la vía penal, si los bienes jurídicos no pueden ser protegidos por formas
menos violentas (derecho administrativo, derecho civil, etc.).
• Debe rechazarse la vía penal si esta genera más perjuicio que beneficio. • No deben imponerse
penas excesivamente altas ni desproporcionadas.
• Las conductas prohibidas han de describirse en forma concreta, evitándose los tipos penales
abiertos.
• Finalmente, y no por ello menos importante, nunca se debe creer que el derecho penal por sí solo
resuelve problemas sociales.
Código Penal de Guatemala: En el Código Penal guatemalteco, se establecen las penas para los
distintos delitos, teniendo en cuenta el respeto a la dignidad humana y los principios de humanidad
de las penas.
Principio de territorialidad
Según Jiménez “el principio de territorialidad es uno de los fundamentos del derecho
internacional público y establece la autoridad del Estado sobre su territorio y su población,
permitiéndole ejercer su poder político, jurídico, y administrativo”. De acuerdo con este principio,
un Estado tiene control exclusivo sobre su territorio y puede determinar las leyes que se aplican
dentro de él, y los tribunales de ese Estado tienen jurisdicción sobre los casos que se susciten en
su territorio.
Este principio implica que todo acto cometido dentro de un territorio está sujeto a las leyes
de ese Estado. Además, las leyes de un Estado se extienden a todas las personas que estén presentes
en ese territorio, incluyendo los ciudadanos, los extranjeros, y los apátridas. Asimismo, todas las
actividades que se desarrollen en el territorio de un Estado están sujetas a las leyes y regulaciones
de ese país.
1. Aplicación de las leyes nacionales a todas las personas y actividades dentro del territorio del
Estado
De acuerdo con el principio de territorialidad, todas las personas y actividades que se desarrollen
dentro del territorio de un Estado están sujetas a las leyes y regulaciones de ese país. Esto significa
que los tribunales nacionales tienen jurisdicción sobre los delitos cometidos dentro del territorio
del Estado, independientemente de la nacionalidad del infractor o de la víctima.
Por ejemplo, si una persona comete un delito en España, las autoridades españolas tienen la
responsabilidad de llevar a cabo la investigación y el juicio correspondientes, aunque el acusado
sea extranjero. De igual manera, si una empresa extranjera realiza actividades económicas en
territorio español, está sujeta a las leyes y regulaciones españolas, como en cuestiones fiscales,
laborales, y medioambientales.
En general, el principio de territorialidad implica la universalidad de las leyes nacionales para
todas las personas y actividades en el territorio del Estado, lo que garantiza la protección de sus
intereses y la preservación de su orden social.
Por ejemplo, si un Estado vecino intenta imponer su autoridad en el territorio de otro Estado, esto
se considera una violación del principio de territorialidad y una amenaza a la seguridad del Estado
soberano. De igual manera, si un organismo internacional intenta intervenir en los asuntos internos
de un Estado sin su consentimiento, esto se considera una violación de su soberanía territorial.
La territorialidad implica la aplicación universal de las leyes nacionales para todas las personas y
actividades en el territorio del Estado, lo que garantiza la protección de sus intereses y la
preservación de su orden social. De esta forma, se establecen las bases para una convivencia
pacífica y armoniosa entre las personas que habitan el territorio del Estado, lo que es esencial para
su desarrollo y su bienestar.
Este principio tiene implicaciones importantes en diferentes áreas de la ley, ya que determina quién
tiene el poder de tomar decisiones y aplicar sanciones en casos que ocurren dentro de un territorio
en particular. Por lo tanto, entender cómo se aplica el principio de territorialidad es esencial para
entender cómo funcionan diferentes aspectos del sistema legal de un país.
El derecho penal es una de las áreas en las que el principio de territorialidad es más importante.
En general, el principio de territorialidad se aplica en el derecho penal de la siguiente manera:
1. Un Estado tiene el derecho de juzgar y castigar a cualquier persona que haya cometido un delito
dentro de su territorio
2. Si una persona comete un delito en el extranjero y luego regresa a su país de origen, ese país
también podría tener derecho a juzgar y castigar a esa persona, siempre y cuando el delito sea
considerado un crimen en ambos países
3. Si una persona comete un delito en un territorio que no está bajo la jurisdicción de ningún
Estado, entonces el principio de territorialidad no se aplica y no hay un Estado que tenga derecho
a juzgar y castigar a esa persona.
Para ilustrar esto, podemos imaginar el siguiente ejemplo: Un turista estadounidense visita
Guatemala y comete un delito, como el robo a mano armada. Si es capturado antes de salir de
Guatemala, la autoridad guatemalteca tiene el derecho de juzgarlo y condenarlo por ese delito, ya
que ocurrió dentro del territorio de Guatemala. Si el turista logra regresar a los Estados Unidos sin
ser capturado, Estados Unidos podría seguir teniendo derecho a imponer una pena por ese delito,
si éste también es considerado un crimen en ambos países.
Por otro lado, si el turista estadounidense comete el delito en alta mar, entonces no hay un Estado
específico que tenga derecho a juzgar y condenar al turista. En este caso, el delito quedaría impune
a menos que se presente ante una corte internacional o se establezca una ley en la que se determine
una penalización para los delitos cometidos en alta mar.
En resumen, el principio de territorialidad en la ley penal establece que los delitos cometidos dentro
del territorio de un Estado pueden ser juzgados y castigados por ese Estado.
En resumen, el principio de territorialidad en el derecho fiscal establece que los Estados tienen
derecho a imponer impuestos a las personas y empresas que generan ingresos dentro de su
territorio.
Principio de Extraterritorialidad.
Según el autor Diez Repolles “es una excepción al principio de territorialidad y sostiene
que la ley penal de un país, si puede aplicarse a delitos cometidos fuera de su territorio”, para su
aplicación se deben de tomar en cuenta los siguientes principios:
La Ley penal del Estado debe aplicarse a todos los delitos cometidos por sus ciudadanos,
en cualquier lugar del extranjero, ya sea contra sus ciudadanos o contra extranjeros. Este principio
manifiesta que la Ley del Estado sigue al nacional donde quiera que éste vaya, de modo que la
competencia se determina por la nacionalidad del autor del delito, tomándose en cuenta los
siguientes presupuestos; que el delincuente nacional no haya sido penado en el extranjero y que se
encuentre en su propio país.
Este principio indica que un Estado no puede permanecer aislado frente a ataques contra la
comunidad que representa por el sólo hecho de que se realicen en el extranjero. Ejemplo: La
falsificación de moneda nacional en el extranjero.
Principio de Universalidad.
Sostiene que la ley penal de cada Estado tiene validez universal, por lo que todas las naciones
tienen derecho a sancionar a los autores de determinados delitos, no importando su nacionalidad,
el lugar de comisión del delito ni el interés jurídico vulnerado, la única condición es que el
delincuente se encuentre en territorio de su Estado y que no haya sido castigado por este delito.
Según esta definición, a efectos legales estos lugares están exentos de cumplir la legislación
del Estado en cuyo territorio o aguas se encuentran, estando solo obligados a cumplir aquella
legislación que sea o bien de su país de origen, o bien de aceptación internacional o interterritorial.
Los tres casos más comunes y aceptados internacionalmente hacen referencia a las
personas y las propiedades de soberanías extranjeras, de los embajadores y algunos otros agentes
diplomáticos, y las naves oficiales en aguas extranjeras. A menudo se extienden también a los
militares aliados o amigos, particularmente en los casos de permisos para atravesar el territorio
propio.
Según Beristan “la ley penal del Estado sigue al nacional donde quiera que este vaya, de
modo que la competencia se determina por la nacionalidad del autor del delito y tiene en la
actualidad aplicación”, cuando se dan las siguientes circunstancias: Que el delincuente nacional
no haya sido penado en el extranjero y que se encuentre en su propio país. Se fundamenta en una
desconfianza existente respecto de una posible falta de garantías al enjuicia el hecho cometido por
un nacional de un país extranjero.
Es el principio que justifica la aplicación de la ley penal a hechos cometidos fuera del territorio
del Estado en función de la nacionalidad del autor (principio de la nacionalidad activo) o del titular
del bien jurídico lesionado o puesto en peligro por el delito (principio de la nacionalidad pasivo).
La idea fundamental del principio en su aspecto activo es la obediencia exigida al súbdito de un
Estado respecto de la legislación de éste, cualquiera sea el lugar en que se encuentre. Por lo general,
el principio de la nacionalidad o personalidad tiene en la actualidad una vigencia muy reducida.
En ejercicio de las facultades que le confiere el inciso l° del artículo 170 y con base en el artículo
12 de la Constitución Política de la Republica de Guatemala.
LEY DE NACIONALIDAD
CAPITULO I
Disposiciones fundamentales
Artículo 1º.-
Artículo 2º.-
Artículo 4º.-
Artículo 5º.-
Artículo 6º.-
Para los efectos de esta ley, los términos de “natural”, “de origen” y “por nacimiento”,
referidos a la nacionalidad, son sinónimos; el término de “nacional por nacimiento” incluye tanto
la nacionalidad por “jus solí” como por “jus sanguinos”; los términos de “centroamericano” y de
“Centroamérica”, comprenden a las repúblicas que constituyeron la Federación de Centroamérica.
Artículo 8º.-
Toda persona que esté comprendida en cualquiera de las disposiciones del Capítulo II,
Título I de la Constitución, tiene derecho a que se declare que es guatemalteca o que ha conservado,
recobrado o perdido la nacionalidad, siempre que acredite en forma legal los presupuestos
constitucionales del caso, así como las circunstancias que fueran jurídicamente necesarias para su
correcta aplicación, y cumplan con los requisitos y formalidades correspondientes. El hecho de
haber sido reconocido como guatemalteco en un “status” determinado no impide serlo en otro más
amplio, siempre que exista fundamento legal.
La personalidad
Se podría decir que la personalidad es aquel atributo que diferencia a una persona de otra,
muchas veces se confunde la personalidad con la personería en el ámbito jurídico, pero es de
resaltar que la personalidad es la aptitud de ser sujeto de derechos y obligaciones y la personería
se refiere a la representación legal para que una persona pueda comparecer en juicio o formar parte
de un negocio, aunque generalmente este término es utilizado para las personas colectivas las
cuales se analizan con posterioridad.
Ya con estos conceptos se puede concluir que la personalidad es la investidura jurídica que
da el estado por medio de la ley para ser susceptibles de derechos y obligaciones y que por supuesto
tiene un inicio y un fin. En este punto nace la pregunta ¿cuál es el momento en el cual la
personalidad tiene su inicio? Y es aquí donde doctrinariamente surgen varias teorías.
Teorías de la Personalidad. Las teorías del principio de la personalidad según Beltranena son:
1) teoría de la concepción,
3) teoría de la viabilidad, y
4) teoría ecléctica;
estas cuatro teorías serán analizadas a continuación para tener un panorama más amplio del
problema que estamos investigando.
LA PERSONALIDAD
DEFINICIÓN
La personalidad principia desde que está concebido el ser. Se basa en el principio de que
la personalidad se inicia desde el momento de la concepción. Si la personalidad jurídica, afirman
sus seguidores, es inherente al ser humano, resulta lógico y consecuente que sea reconocida a partir
de la concepción, máxime si se toma en cuenta que la ley protege la existencia humana aún antes
del nacimiento.
La teoría de la concepción es adoptada en determinados casos, pues como bien se hace énfasis no
se determina aun el día exacto en que el ser humano es concebido, pero la legislación guatemalteca
empieza a proteger la vida de este desde el momento en que se tiene conocimiento de su existencia.
Esta corriente se funda en que durante la concepción el feto (nasciturus) no tiene vida
independiente de la madre, y que el reconocimiento de su responsabilidad presenta como obstáculo
el inconveniente práctico de la imposibilidad de determinar el momento de la concepción. Sostiene
que la personalidad comienza en el instante mismo del nacimiento, desde que el nasciturus sale a
la vida exterior con vida propia, ya que durante la concepción el feto no tiene vida independiente.
Está teoría lo que quiere dejar claro es que la persona hasta que nace y sale del vientre de su madre,
puede ser sujeto de derechos, pues antes de esto no se tiene certeza de su nacimiento y aun no se
puede contar con la existencia de este. c. Teoría de la Viabilidad Exige para el reconocimiento de
la persona no sólo el hecho de que al nacer está viva, sino, además, la aptitud de seguir viviendo
fuera del claustro materno.
Agrega esta teoría, al hecho físico del nacimiento, el requisito de que el nacido tenga condiciones
de viabilidad, de que sea viable, es decir, que haya nacido con aptitud fisiológica para seguir
viviendo fuera del vientre materno, por sí solo. Afirmando con esta teoría que la persona debe de
nacer en estado de viabilidad para su protección, pues no se puede proteger a alguien que ya no lo
necesite. Poniendo como prioridad hasta aún después de su nacimiento y esto que debe de nacer
en estado viable, para que pueda ser reconocido como persona y ser poseedor de derecho.
• Teoría Ecléctica
Se afirma que la personalidad tiene origen con el nacimiento, pero reconoce como una ficción de
derechos al concebido, o retrotrayendo los efectos del nacimiento al tiempo de la concepción. Esta
teoría fue desarrollada por el maestro SAVIHNI, que trata de conciliar las tesis anteriores. Nuestro
Código Civil adopta esta teoría pues en su artículo uno al señalar que: “La personalidad civil
comienza con el nacimiento y termina con la muerte, sin embargo, al que está por nacer se le
considera nacido para todo lo que le favorece, siempre que nazca en condiciones de viabilidad”.
Nuestra legislación
Establece en su artículo las dos teorías anteriores pues le otorga derechos a la persona desde que
se encuentra en el vientre de la madre, protegiéndole así el derecho a la vida, pero que este debe
de nacer en condiciones de viabilidad para otorgarle el resto de derechos y obligaciones. Siendo
esta corriente la más aceptada en la legislación guatemalteca, pues se protege desde varios puntos
al ser humano, reconociéndolo siempre como persona para dotarlo de todos sus derechos.
Podemos concluir, entonces, que son varios los elementos comunes de los diferentes conceptos y
definiciones del principio cosmopolita.
ordinarios. Sin embargo, en el caso de que se persigan crímenes internacionales, se puede exigir
la presencia del responsable en el Estado que ejerce la jurisdicción universal en un tratado
internacional entendiendo este requisito como un requisito procesal, pero no jurisdiccional; y
Dos son las bases que el autor señala que permiten superar el concepto de soberanía
respecto a las facultades de dictar sentencia y hacer que se cumpla o, lo que es lo mismo, dos son
las posiciones que permitirían el ejercicio de la jurisdicción universal. La primera de ellas es la
posición universalista derivada de una cosmovisión idealista y que “reconoce ciertos valores
centrales y la existencia de intereses internacionales dominantes que son comúnmente compartidos
y aceptados por la comunidad internacional y por lo tanto que trascienden la singularidad de los
inter- eses nacionales”. La segunda base es una posición pragmática que se orienta a políticas “que
reconozcan que en ocasiones ciertos intereses comúnmente compartidos de la comunidad
internacional requieren un mecanismo de coacción que trascienda los intereses de la soberanía
singular”.
A partir de los años veinte13, los Estados comienzan a incluir vínculos de conexión en el
ejercicio de su jurisdicción penal extraterritorial: personalidad activa, personalidad pasiva y
protección real. Incluso, señala BASSIONI, tras la II Guerra Mundial, también los Estados
expandieron su facultad de prescribir “siempre que la conducta extraterritorial producía un impacto
territorial y también como una forma de proteger a sus ciudadanos en el exterior”; estamos ante la
jurisdicción nacional extraterritorial que en absoluto debemos confundir con el principio de
jurisdicción universal. El fundamento del ejercicio de este principio, y por tanto su ejercicio en sí,
no está tan claro, de ahí que sea necesario, para sobrepasar la idea de simple desiderátum, encontrar
las fuentes que fundamentan qué es, pudiendo diferenciarla de qué debería ser14.
En nuestra opinión, la jurisdicción universal cuenta con dos fundamentos básicos: el fundamento
natural o lógico, esto es, es la especial gravedad de algunos crímenes cometidos la que justifica el
ejercicio de la jurisdicción universal por cualquier Estado, pues se trata de crímenes que afectan
directamente a los intereses de la Comunidad internacional en su conjunto, al bonum orbis e,
indirectamente, a la paz y la seguridad internacionales. El otro fundamento es el jurídico, pues los
Estados, aún cuando representan a la Comunidad internacional en su conjunto ejerciendo la
jurisdicción universal, deben actuar basándose en una norma internacional, esto es, en una fuente
del Derecho internacional.
Podemos decir que los jueces de cada Estado se convierten en “guardianes del Derecho”18 o
“agentes del orden internacional”19, siendo el principio de jurisdicción universal “un instrumento
de solidaridad internacional”20.
Ahora bien, esto no siempre ha sido así. En 1883, la resolución adoptada en Múnich por el
Instituto de Derecho Internacional21 señala que los Estados cristianos que custodiaran a
delincuentes podían juzgar y castigar si no pudiera precisarse el locus delicti o cuando su
extradición, aún a su propio Estado, no se concediera o se entendiera peligrosa22. Como
consecuencia, el principio de jurisdicción universal no se aplicaba teniendo en cuenta la naturaleza
grave del delito sino más bien el lugar de comisión, como el alta mar, donde ningún Estado tenía
jurisdicción23. No fue hasta la resolución de 1931 del Instituto de Derecho Internacional24 que se
comienza a tener en cuenta, para la aplicación del principio de jurisdicción universal, la naturaleza
especialmente grave del crimen in- ternacional25. Esto es, el fundamento jurídico del ejercicio del
principio de justicia universal se encuentra en el bien jurídico protegido26 que se ve lesionado por
los graves crímenes contra los que puede ser ejercido: los valores e intereses de la Humanidad, de
la Comunidad internacional en su conjunto27, de ahí que cuando un Estado ejerce la jurisdicción
universal lo hace teniendo en cuenta los intereses superiores de la Comunidad internacional por
encima de los suyos propios.
Podemos concluir, pues, que el fundamento natural del principio de justicia universal reside
en aquéllos crímenes que dañan el interés superior de la Comunidad internacional en su conjunto
y que, por su propia naturaleza, se encuentran protegidos por el Derecho internacional32.
Ahora bien, debemos “sostener la necesaria jurisdicción sobre esos mismos crímenes de todos los
Estados de la Comunidad Internacional, en tanto que carecería de sentido que, de un lado, se afirme
que el bien jurídico que lesionan pertenece a esa Comunidad, pero, del otro, que sólo algunos de
sus (Estados) miembros pueden a través de sus tribunales, perseguirlos y castigarlos.
En la actualidad, sin embargo, pareciera que se debate este fundamento natural o lógico del
principio cosmopolita restándosele importancia a la gravedad del crimen internacional. Aparece
en escena la real politik y priman, al contrario de lo que hemos señalado, los intereses individuales
de determinados Estados por encima de los propios de la Comunidad internacional, pues se tiene
más en cuenta, como señala SIMON35, el lugar de comisión del hecho delictivo que el hecho
delictivo en sí. Baste señalar el hecho de que no es lo mismo un crimen perpetrado por Estados
Unidos o China que por Somalia36. ¿Acaso nos encontramos en la actualidad ante una
desnaturalización del fundamento del principio de jurisdicción Universal? ¿Es hoy en día menos
importante el hecho de que los crímenes más graves atentan contra la humanidad en su conjunto
que contra un Estado en concreto?
Fundamento jurídico
Ahora bien, coincidimos con Antonio REMIRO en que “no existe, por ahora, una norma
internacional general que obligue a los Estados a incorporar el principio de jurisdicción universal
a sus leyes”, pero “con la misma oportunidad debe decirse que tampoco existe norma internacional
general que prohíba a los Estados incorporar el principio de jurisdicción universal a sus leyes en
relación con los más graves crímenes internacionales.
Por otro lado, también nos encontramos con autores que señalan que “el fundamento de la
territorialidad en el ámbito del Derecho penal internacional, no es un fundamento jurídico, sino un
criterio de oportunidad política”. Pero añade OLLÉ SESÉ: “esa prioridad del lugar de comisión
del delito no va a existir respecto a otros principios extraterritoriales de jurisdicción”, por lo que
es una excepción al principio de territorialidad44.
El principio de personalidad tiene una doble vertiente, de forma que podemos hablar del
principio de personalidad activa, conforme al cual los órganos judiciales de un Estado tendrán la
obligación de conocer de todos los de litos cometidos por sus nacionales, independientemente del
lugar de comisión y de la nacionalidad de la víctima; y del principio de personalidad pasiva, según
el cual aquellos órganos deberán conocer, independientemente del lugar de comisión y de la
nacionalidad del presunto delincuente, de aquellos delitos causados contra sus nacionales48. Junto
al principio de personalidad, el principio de protección del Estado o principio real consiste en que
los órganos judiciales podrán conocer de aquellos delitos que afecten gravemente a intereses de
ese Estado, independientemente del lugar de comisión o de la nacionalidad del presunto autor o de
paradigmático son los Convenios de Ginebra92. Ahora bien, como señala ORIHUELA
CALATAYUD, su eficacia quedará condicionada en gran parte a la cooperación internacional
respecto “a la búsqueda, captura y juicio de los presuntos culpables de estas normas del Derecho
Internacional Humanitario. De ahí que la obligación revista un carácter especialmente imperioso
para el Estado en cuyo territorio se encuentra el presunto delincuente”.
CONCLUSIONES
El estado establece una jurisdicción sobre los delitos cometidos dentro de su territorio, la
aplicación de estos principios permite a los sistemas legales definir quién tiene la autoridad para
legislar, enjuiciar y aplicar las leyes en relación con un individuo en particular. Además, facilita la
protección de los derechos y el acceso a la justicia, al tiempo que establece límites claros sobre la
extensión del poder estatal. Asimismo, implica proporcionar recursos adecuados para la defensa
pública y promover la igualdad de los derechos para todos los individuos, independientemente de
su situación económica o social. Los derechos humanos son inherentes a todas las personas,
independientemente de su nacionalidad, raza, género, religión u orientación política. Por lo tanto,
subraya la importancia de proteger y promover estos derechos en todo el mundo.
Se puede llegar a aplicar la ley penal guatemalteca a delitos cometidos fuera del territorio
de Guatemala, esto únicamente en los casos excepcionales regulados en el artículo 5 del código
penal.
BIBLIOGRAFIA
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