Derecho Penal

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 43

UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

CENTRO UNIVERSITARIO DE SUROCCIDENTE LICENCIATURA

EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES, ABOGACÍA Y NOTARIADO.

DOCENTE: LIC. HÉCTOR RAFAEL ANTONIO GONZÁLEZ OBREGÓN

CURSO: DERECHO PENAL I

GRUPO No. 9

TEMAS:

1. Consideraciones Generales
2. Problema de la Eficacia Espacial de la Ley Penal
3. Principios para resolver el problema planteado
a. Principios de territorialidad
b. Principio de Extraterritorialidad
c. Principio de la Nacionalidad o la personalidad
d. Principio real de protección o de defensa
e. Principio universal o de la comunidad de intereses

María Luisa López Reyes 200141989


Iselda Concepción Cua de los Santos 201645821
Alvaro Leonel Yancor Dionisio 202044217
Maylin Anelissa Rivera Méndez 202341813
Ofelia Beatriz Guerra Morales 202342026
María Alejandra Martínez Salazar 202345329
Dunia Magaly Ixcoy Alvarado 202343585
Elvis Fransua Juarez Mendez 202341065
INTRODUCCIÓN

En esta investigación basada en la ley penal establece que es la ley que regula todas las
obligaciones que las personas deben cumplir. Se sustenta en una seria de principios que regulan su
aplicación y alcance. Entre estos principios se encuentran la territorialidad, la extraterritorialidad,
la nacionalidad o personalidad, el principio de real protección o defensa y el principio universal o
de la comunidad de intereses. Estos conceptos, que abordan la jurisdicción, la pertenencia y la
protección, son esenciales para comprender la complejidad y la diversidad del derecho penal en
un contexto globalizado y en constante evolución. Por ejemplo, la territorialidad es un principio
que determina que la legislación penal de un país opera en el territorio de dicho país. Ya que un
individuo podría ser tratado y juzgado por delitos cometidos dentro de los límites geográficos.

Así como el principio de extraterritorialidad es un principio que a diferencia de la


territorialidad permite a una nación ejercer su jurisdicción penal más allá de sus fronteras. Esto
puede suceder en determinadas situaciones, como cuando un delito afecta los intereses de la nación
en el extranjero o cuando alguien comete un delito contra uno de sus ciudadanos. Entre ellos
también está el principio de nacionalidad o personalidad, este enfoque determina que un país tiene
la capacidad de aplicar su jurisdicción penal a los ciudadanos.

También se encuentra el principio real o de protección o defensa, este principio permite


que un país ejerza su jurisdicción penal sobre un individuo que hay cometido un delito que afecte
los intereses fundamentales del país incluso si el delito se comete en el extranjero y no involucra
a sus ciudadanos. Y esta el principio universal o de la comunidad de intereses, este principio
establece que ciertos delitos como los crímenes con la humanidad, el genocidio y la piratería son
considerados tan graves que cualquier país tiene la autoridad para procesar y juzgar a los
responsables. Estos principios son fundamentales para determinar la jurisdicción y la aplicación
de la ley penal en un contexto nacional e internacional. Y su comprensión es fundamental para
poder determinar la jurisdicción y la aplicación de la ley penal en un contexto nacional e
internacional.
CONSIDERACIONES GENERALES

Las normas generales que regulan la vida social constituyen el Derecho, siendo un sector
de éste el Derecho Penal, que tiene por objeto la lucha contra el delito, como factor más perturbador
de la convivencia. Así, el Derecho Penal es el sector del Ordenamiento Jurídico Penal del Estado
que asocia un determinado presupuesto (delito) con determinas consecuencias jurídicas (penas).

El derecho Penal se define como aquella parte del Derecho del Estado que regula su capacidad
para prevenir y castigar las acciones criminales, especificándolas y atribuyéndolas consecuencias
jurídicas desfavorables para quien las cometa. (CEREZO MIR, 1982, pág. 6)

El derecho Penal cumple la función de represión, cuando se dan síntomas de máxima


patología social y, la función de prevención en el sentido de que el castigo supone un freno a
conductas delictivas futuras. Se puede complementar con una tercera función que es la de
protectora de los bienes jurídicos más valiosos de la sociedad (la vida, la libertad, la dignidad,
etc.). El castigo constituye un elemento disuasorio para quienes vulneren la propiedad ajena y, por
tanto, se defiende la propiedad de todos.

Dentro del Ordenamiento Jurídico, es la rama cuyo objetivo es la lucha y persecución


contra el delito, como factor más perturbador de la convivencia recibe el nombre de Derecho
Penal.El Derecho Penal, define conductas que se consideran delictivas,determinando las Penas y
medidas de seguridad a los responsables.Desde que se comete la infracción penal, hasta que el
culpablecumple la pena impuesta, se pasa por un camino legal en el que intervienen
3 ramas jurídicas:-El Derecho Penal (recoge conductas delictivas y señala las penas)-Derecho
Procesal (ofrece los medios para juzgar tales conductas)-Derecho Penitenciario (regula las medidas
de ejecución de la pena)

CONCEPTO. Para definir el Derecho Penal, podemos destacar dos conceptos:-En el


sentido subjetivo, es el derecho o potestad del Estado deimponer a los autores de
hechos considerados como delito o falta, laspenas o medidas de seguridad, y hacerlas ejecutar.-En
el sentido objetivo, El Derecho Penal, es el conjunto de normas elaboradas por el Estado
(órgano legislativo), que determina quehechos son delitos o faltas y las penas o medidas de
seguridad queson aplicables a quienes las cometen.Refundiendo estos dos conceptos, podemos
definir el Derecho Penal,como aquella parte de la normativa estatal (Derecho
publico),encargada de prevenir y castigar las acciones criminales, definiendo losdelitos y faltas,
asignando consecuencias jurídicas a los autoresdenominadas, penas de seguridad.La
Constitución, establece en su Art., 149.6.-, que el Derecho Penal yla potestad de dictar normas
penales es competencia exclusiva del Estado, excluyendo de la misma a cualquier otra
entidad de índoleterritorial y al resto de las administraciones publicas.El Derecho Penal cumple
una doble función: Preventiva, al definir lasconductas delictivas, por lo que advierte al posible
autor y le intimida y Represiva, al reprimir las conductas de los autores de los hechos
delictivos.

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES: ESPECIAL REFERENCIA A LA


CONSTITUCIÓN. Dentro del Derecho Penal existen una serie de Principios
Fundamentales, la gran mayoría de ellos obedeciendo mandatoconstitucional y
desarrollados por las Leyes Penales, la doctrina y lajurisprudencia, estando los más importantes
recogidos en el TituloPreliminar del Código Penal (Ley Orgánica 10/95, de 23 de
noviembre),siendo estos:Principio de Legalidad. El Art. 25 de la Constitución establece el
principiode legalidad y señala, “nadie puede ser condenado o sancionado poracciones u omisiones
que en el momento de producirse no constituyandelito, falta o infracción administrativa, según la
legislación vigente enaquel momento”. Las consecuencias que se pueden extraer del Principiode
Legalidad son:a) Garantía Criminal; No será castigada ninguna acción ni omisión queno esté
prevista como delito o falta por Ley anterior a superpetración, (art.1.1. C.P.).b)

Garantía Penal; No será castigado ningún delito ni falta con pena queno se halle prevista
por Ley anterior a su perpetración, (Art. 2º.1.C.P.).c) Garantía Procesal o Jurisdiccional; No
podrá ejecutarse pena nimedida de seguridad sino en virtud de sentencia firme dictada por
elJuez o Tribunal competente, de acuerdo con las leyes procesales,(Art. 3.1. C.P.) d) Garantía de
Ejecución; Tampoco podrá ejecutarse pena ni medida deseguridad en otra forma que la prescrita
por la Ley y reglamentosque la desarrollan, ni con otras circunstancias o accidentes que
losexpresados en su texto, (Art. 3.2. C.P.).Principio de culpabilidad.- Para que alguien pueda
ser castigado, elhecho debe estar tipificado como tal, no hay falta ni delito sin Ley que lotipifique
anterior a su perpetración /Art. 1º C.P.). No hay pena si no sehalla prevista en la Ley (Art. 2.1
C.P.)Principio de resocialización o reinserción social.- La pena debe estarorientada hacia.
PROBLEMA DE LA EFICACIA ESPACIAL DE LA LEY PENAL

Sebastián Soler enseñaba en este sentido que «.la determinación del ámbito espacial de
aplicación de la ley penal es el resultado de un conjunto de principios jurídicos que fijan el alcance
de la validez de las leyes penales del estado con relación al espacio».

Sin embargo, resulta equivocado estudiar esta temática del derecho penal como si se tratara
únicamente de los efectos de la ley penal en relación al territorio porque el ámbito espacial de
validez de un orden jurídico penal resulta mucho más amplio que el territorio, en sentido estricto,
delimitado por las fronteras. Estas últimas significan solo una limitación regular, más no absoluta,
del ámbito de validez.

Sobre este aspecto, con la claridad que lo caracterizaba, decía Soler que «.El principio
según el cual la ley penal vale solamente dentro del territorio, con ser el principio dominante, no
es suficiente para fundar y explicar el alcance espacial de la ley penal; sufre una serie de
excepciones reales determinadas por la aplicación de otros principios. Esas excepciones no tienen
un carácter meramente doctrinario, sino jurídico positivo, y arraigan en el texto mismo de la
Constitución, que se refiere a los delitos cometidos fuera de los límites de la nación, contra el
derecho de gentes, art.102; en tratados, que son ley suprema y, finalmente, en otras leyes dictadas
por el Congreso».

El problema de la eficacia espacial de la ley penal, se centra en si se puede aplicar la misma


a un territorio distinto del país al cual pertenece, por lo que para resolver tal disyuntiva tenemos
los siguientes principios:

a) “Principio de territorialidad. Sostiene que la ley penal debe aplicarse únicamente a los hechos
cometidos en los límites del territorio de la nación que la expide, y dentro de estos debe aplicarse
a autores o cómplices de los delitos, sin importar su condición de nacional, extranjero, residente o
transeúnte, ni la pretensión punitiva de otro Estado. Se fundamenta en la soberanía, por lo que el
reglamento jurídico no puede ir más allá del territorio donde se ejerce la soberanía. Sin embargo,
el Artículo cuatro del Código Penal establece la excepción a este principio, ya que se aplicaría la
ley de un Estado en otro, según existan tratados internacionales que regulen la materia al respecto.
b) Principios de extraterritorialidad. Es una particular excepción al principio de territorialidad y
sostiene que la ley penal de un país, si puede aplicarse a delitos cometidos fuera de su territorio
teniendo como base los siguientes principios:

 Principio de nacionalidad o de la personalidad. La ley penal del Estado sigue al nacional donde
quiera que este vaya, de modo que la competencia se determina por la nacionalidad del autor del
delito y tiene en la actualidad aplicación cuando se dan las siguientes circunstancias, que el
delincuente nacional no haya sido penado en el extranjero y que se encuentre en su propio país. Se
fundamenta en una desconfianza existente respecto de una posible falta de garantías al enjuiciar el
hecho cometido por un nacional de un país extranjero, esto según el inciso tercero del Artículo
cinco del mencionado código.

 Principio real de protección de defensa. Fundamenta la extra territorialidad de la ley penal,


diciendo que un Estado no puede permanecer aislado frente a ataques contra la comunidad que
representa por el hecho que realicen en el extranjero, de tal manera que la competencia del Estado
para el ejercicio punitivo, está determinada porque el interés puesto en peligro por el delito sea
nacional. Ejemplo: Falsificación de moneda nacional en el extranjero. Según lo establece el
Artículo cinco, incisos uno, dos, cuatro y seis del anteriormente citado código.

 Principio universal o de comunidad de intereses. Sostiene que la ley penal de cada Estado tiene
validez universal, por lo que todas las naciones tienen derecho a sancionar a los autores de
determinados delitos, no importando su nacionalidad, lugar de comisión de ilícito, ni el interés
jurídico vulnerado, la única condición es que el delincuente se encuentre en el territorio de su
Estado y que no haya sido castigado por este delito, según lo establecido en el Artículo cinco,
inciso cinco del referido código.

Se puede definir el derecho penal sustantivo como el compuesto de normas establecidas


por el Estado que determina los delitos, las penas y las medidas de seguridad que han de aplicarse
a quienes los cometan. Dentro de la doctrina se establece que es el conjunto de reglas jurídicas
establecidas por el Estado, que asocian al crimen como hecho y la pena como legítima
consecuencia. Así, entre otras definiciones se tiene que es el grupo de normas jurídicas que
determinan los delitos, las penas que el Estado impone a los delincuentes y las medidas de
seguridad que el mismo establece.

Es el conjunto de normas jurídicas que regulan los delitos, las faltas, las sanciones y las
medidas de seguridad creadas por el Estado. Dentro de las cualidades que sirven para distinguir al
derecho penal de otras ramas del derecho está que: es público, normativo, valorativo, finalista,
sancionador, cultural, preventivo y rehabilitador.

Dentro de las denominaciones que ha recibido esta rama del derecho tenemos: Derecho
criminal, penal, de castigar, represivo, sancionador, determinador, reformador, de prevención,
protector de los criminales y de la sociedad, de lucha contra el delito, de defensa social, entre otros
nombres que se la ha dado a lo largo de la historia.

En la historia jurídica guatemalteca se puede contar la promulgación de cinco códigos penales


hasta la presente fecha. El primero se promulgó en el año 1834 durante el gobierno del Doctor
Mariano Gálvez; el segundo en 1877, en el gobierno del General Justo Rufino Barrios; el tercero
en 1887, durante el período de gobierno del General Manuel Lizandro Barillas; el cuarto en 1936,
época del gobierno del General Jorge Ubico; y el quinto entró en vigencia el 15 de septiembre de
1973, presidía el gobierno el General Carlos Arana Osorio.

El General Justo Rufino Barrios acordó nombrar el 26 de junio de 1875, una comisión que
se encargara de redactar los nuevos códigos para la administración de justicia en Guatemala.

El 15 de febrero de 1889, se promulgó un nuevo Código Penal por Decreto número 419,
dictado por el presidente de la República, General Manuel Lisandro Barillas. Este código fue
aprobado por el Decreto número 48 de la Asamblea Nacional legislativa, de fecha 29 de abril de
1889, normando el principal avance que consistió en la supresión del sistema de penas compuestas
para dejarlas fijas a cada delito, sin diversos extremos, para el caso de faltar circunstancias
atenuantes o agravantes.
La mayoría de las leyes penales están compuestas en dos partes que son: a) precepto o
mandato: de ejemplo tenemos el Artículo 123 del citado código. El que cometa el homicidio; y b)
la sanción o consecuencia, en este es la prisión de 15 a 40 años.

El citado código se divide en parte general, especial y de las faltas. Las dos primeras son
las normas que dicen cómo aplicar la ley precepto o mandato, y la parte especial describe los
delitos en concreto sanción o consecuencia. La definición propia de un delito está en la parte
especial y los tipos se definen en la parte general. Los principios que tiene que respetar el derecho
penal están contenidos en la Constitución Política de la República de Guatemala. La ley penal es
expresión clara de la organización estatal de un Estado democrático, al que le corresponde un
sistema como tal, igual como a un Estado totalitario, ya que las primeras leyes que se modifican
son las penales al cambiar de sistema gubernamental. Al Estado de derecho le tiene que
corresponder el derecho penal.

Ámbito de validez de la ley penal Las leyes penales tienen una eficacia temporal vinculada,
a su vigencia, ámbito temporal de validez, las exigencias propias del principio de legalidad,
determinan algunas especialidades en cuanto a su aplicabilidad a hechos cometidos bajo de una y
otra ley.

Extractividad de la ley penal Esta no es más que una “particular excepción al principio
general de irretroactividad en cualquier clase de ley, por el cual la misma solo debe de aplicarse a
los hechos ocurridos bajo su imperio, es decir bajo su eficacia temporal de validez. Según el
Artículo dos del Código Penal, la extractividad se puede dar de dos formas, la retroactividad, que
consiste en aplicar una ley vigente con efectos hacia el pasado, a pesar de que se haya cometido el
hecho bajo el imperio de una norma distinta, ya se haya dictado sentencia; y, la ultraactividad en
el caso que una ley posterior al hecho sea perjudicial al reo, entonces seguirá teniendo vigencia la
norma anterior.

Problemas de eficacia espacial de la ley penal Se puede aplicar la ley penal a un territorio distinto
del país al cual pertenece, y dentro de ese límite la ley penal debe aplicarse a autores o a cómplices
de los delitos, sin importar su condición de nacional o extranjero, residente o transeúnte, ni la
pretensión punitiva de otro Estado. Se fundamenta en la soberanía de los Estados, por lo que la ley
penal no puede ir más allá del territorio donde ejerce su soberanía determinado territorio.
Principios para resolver el problema planteado

1. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD: El principio de legalidad establece que nadie podrá ser


penado por acciones u omisiones que no estén expresamente calificadas como faltas en una ley
anterior a su perpetración. Este principio, o sus consecuencias, vienen contemplados en los tratados
internacionales en materia de Derechos Humanos, Constitución, Código Penal y Código Procesal
Penal y es considerado uno de los pilares de cualquier Estado democrático y de Derecho. Las
consecuencias o garantías que emanan del principio de legalidad son muchas. Sin embargo, en este
apartado centraremos el estudio en tres de ellas: la reserva absoluta de ley, la exigencia de certeza
en la ley y la prohibición de la analogía.

Garantías que implica. El Principio de Legalidad implica las garantías siguientes

1) Garantía Criminal. - el delito debe estar previsto en ley formal y material.

2) Garantía penal. - la pena debe estar establecida previamente en ley.

3) Garantía jurisdiccional. - no podrá ejecutarse pena alguna sino en virtud de sentencia firme, en
un proceso seguido conforme a la ley.

4) Garantía de ejecución. - la pena debe de ejecutarse tal y como lo prescribe la ley. En este sentido,
el delito y la pena deben estar establecidos en una ley en sentido formal y material. Por ley en
sentido formal, entendemos aquella que esta formulada por el poder legislativo.

2. PRINCIPIO DEL ACTO Y DE AUTOR: Principio del acto y de autor se habla de un derecho
penal del acto cuando las normas punitivas se dirigen a lo que el hombre hace y no a lo que es,
vale decir, a su conducta social y no a su modo de ser, su carácter, su temperamento, su
personalidad, su pensamiento, su afectividad o sus hábitos de vida. En tal sentido el autor Fernando
C. (1989). Se refiere a la “La exigencia de un tal derecho, que constituye la base de su orientación
ideológica, política, depende del grado en que se realice el principio del acto, es decir, en que
efectivamente la represión penal no alcance sino las acciones externas e ínter subjetivas del
hombre. Un puro derecho penal de acto sigue siendo en el mundo un derrotero, pero el principio
del acto sí registra una notoria prevalencia en los ordenamientos democráticos”. Según lo señalado
por el referido autor, el hecho es la causa de la pena y, a la vez, el criterio más importante para la
medición de la pena, como derecho penal de autor podría definirse un derecho penal que está en
primer plano la peculiaridad del autor y que también proporciona el criterio fundamental para
graduar la pena; un extremo derecho penal de autor, tendría una peculiaridad del autor también en
causa de la pena e incluso en punto de partida de la pena, como ocurriría con las medidas o
sanciones de peligrosidad predelictual, la punición de la tentativa inidónea y, en cierta forma, la
represión de actos preparatorios y resoluciones manifestadas, al menos en ciertos casos.
Inquietante es, sin embargo, la ulterior advertencia de dicho autor, de que un moderado derecho
penal de autor se atiene, sin embargo, al hecho como punto de partida de la pena no castiga sin el
hecho, pero orienta la graduación de la pena a la personalidad del autor, pues este es el caso de
nuestro derecho, al que sería lamentable tener que denominar y tratar como derecho penal de autor.

Sin embargo, el principio del acto es el presupuesto fundamental del principio de


culpabilidad, la cláusula de personalidad en la medida de la pena introduciría una serie y
contradictoria restricción al imperio de la culpabilidad, nuestro derecho penal de acto concibe al
delito como un conflicto que produce una lesión jurídica, provocado por un acto humano como
decisión autónoma de un ente responsable es decir, la persona, a la que se le puede reprocharle por
lo tanto, retribuirle el mal en la medida de la culpabilidad, de la autonomía de voluntad con que
actuó. Siguiente este orden de idea, el autor Zaffaroni (2000) nos señala que “no puede legitimar
la pena porque ignora por completo la selectividad estructural (inevitable) de la criminalización
secundaria, lo que determina que la pena retributiva se convierta en una pena preferentemente
dedicada a los torpes, por lo que no se puede legitimar desde la ética”.

Según Bustos Ramírez:

El derecho penal de acto debe reconocer que no hay caracteres ónticos que diferencien los
conflictos criminalizados de lo que se resuelven por otra vía o no se diferencien los conflictos
criminalizados de lo que se resuelven por otra vía o no se resuelven”. Si no que estos se seleccionan
más o menos arbitrariamente por la criminalización primaria en el plano teórico jurídico y por la
secundaria en la realidad social. Cuando se pretende buscar datos prejurídicos del delito, el primer
argumento suele ser su gravedad, por cierto, que hay delitos atroces y aberrantes, como el
genocidio y algunos homicidios y ambos suelen llamarse crímenes, pero los primeros son
reconocidos como tales, por la opinión publican siempre provocan el ejercicio del poder punitivo
que frecuentemente se usa para controlar a quienes disienten con el poder que lo ejecuta. Siguiendo
el autor; Zaffaroni (2000). El cual nos sugiere que el derecho de autor, se centra en “La
clasificación de discurso legitimantes del poder punitivo desde la perspectiva de las funciones
manifiestas asignada a la pena por las diferentes teorías legitimantes del poder punitivo pueden
reordenarse desde cualquiera de las consecuencias que se derivan de ella”. Desde la función
mediata (distintas versiones de la defensa social), desde los criterios de medición de la pena o de
responsabilidad por el delito o desde la esencia asignada al delito.

3. PRINCIPIO DE LA TIPICIDAD: La tipicidad es un elemento del delito que implica una


relación de perfecta adecuación de total conformidad entre un hecho de la vida real y algún tipo
legal o tipo penal. Se entiende por tipo legal, la descripción de cada uno de los actos acciones u
omisiones que la ley penal considera delictivos. En este orden de ideas, Mendoza (1986). Señala
que “la tipicidad no debe confundirse con el de legalidad. La tipicidad es aquella cuando la acción
humana viola una norma, sino además debe reunir otros elementos de encuadre en algunas de las
figuras que establece el Código Penal, o, en leyes especiales. Jiménez de Asúa define la tipicidad
como “La abstracción concreta que ha trazado el legislador descartando detalles innecesarios para
la determinación del hecho que se cataloga en la ley como delito. Se puede definir el tipo penal
como “la descripción de una conducta prohibida por una norma”. Así, la conducta señalada en el
artículo 123 del Código Penal, “matar a otro”, es descripción de una acción que infringe la norma
general de “no matarás”. La tipicidad es la adecuación de un hecho a la descripción que del mismo
se hace en la ley penal. De esta manera la acción de disparar con una pistola sobre una persona
produciéndole la muerte es una acción típica de homicidio del artículo 123 del Código Penal.
Según MUÑOZ CONDE, las principales funciones del tipo son:

a) Función seleccionadora de los comportamientos humanos penalmente relevantes. De todas las


acciones antijurídicas (incumplimiento contractual, infracción de normas de circulación,
homicidio, impago de impuestos, etc.) el ordenamiento selecciona las más intolerables y lesivas
para los bienes jurídicos más importantes (por ejemplo el homicidio) a efectos de castigarlas
penalmente.

b) Función de garantía. Su fundamento se encuentra en el principio de legalidad. Por ello, sólo los
hechos tipificados en la ley penal como delitos pueden ser considerados como tales. Es decir,
únicamente los comportamientos subsumibles en un tipo pueden ser penalmente relevantes. Es
necesario, para que una acción sea delito, que se describa en la ley penal.
c) Función motivadora general. Con la descripción de los comportamientos en el tipo penal, el
legislador indica a los ciudadanos qué comportamientos están prohibidos y espera que con la
conminación penal contenida en los tipos, los ciudadanos se abstengan de realizar la conducta
prohibida. Esta función está claramente relacionada con la teoría de prevención general sobre los
fines de la pena.

4. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD: El estudio de la antijuricidad y la tipicidad determina si


la conducta realizada por el imputado es contraria a la norma. El estudio del injusto (acción típica
y antijurídica) es un juicio sobre la conducta. Una vez afirmada la antijuricidad de la conducta, el
estudio pasa a centrarse en el autor 1. En este momento se determinará si sus circunstancias
personales pueden eximirlo de responsabilidad penal por faltar en su actuar un elemento del delito:
la culpabilidad 2. La culpabilidad puede definirse como el juicio de reproche que se realiza al autor
de un hecho delictivo por haber realizado la conducta antijurídica.

Una persona que ha cometido un hecho típico y antijurídico es culpable cuando sea un
adulto con todas sus facultades, que conoce la norma prohibida y sin que exista una circunstancia
que haga inexigible otra conducta. Como se verá más adelante, la culpabilidad se confirmará
cuando no existan causas que la excluyan. Existen distintas teorías que tratan de explicar cuál es
el fundamento de ese juicio de reproche que se realiza a la persona, o visto bajo el ángulo opuesto,
por qué ciertas personas que realizan un injusto no son culpables. Éstas pueden agruparse en dos
grandes grupos:

a. El fundamento de la culpabilidad es la libertad del individuo. El autor es culpable porque siendo


libre para elegir, optó por cometer una acción típica y antijurídica. El autor pudo actuar de otra
manera, pero escogió la conducta prohibida. Así, el incapaz no será culpable porque no tiene
capacidad para elegir. La principal crítica que se le hace a esta tesis es que es imposible demostrar
que una persona es totalmente libre en su elección. Sin llegar a posturas deterministas, es indudable
que existen condicionamientos sociales, culturales, económicos o de educación que limitan esa
capacidad de elección.

b. El fundamento de la culpabilidad es la motivación por la norma. Deben considerarse no


culpables aquellas personas que no pueden ser motivados o compelidos por las normas penales.
Lo fundamental no será la libertad de la persona al escoger una opción, por cuanto no podremos
demostrar si pudo o no actuar de otra manera. En realidad la norma penal busca motivar a la
persona mediante sus mandatos normativos. Por ejemplo, mediante el artículo 123 del Código
Penal se quiere evitar que el hombre mate a sus semejantes. Por ello no será culpable aquel que no
sea motivarle mediante los mandatos normativos. Si no penamos a un loco es porque al resto de
los locos no les afectará en absoluto esta forma de proceder; ellos no van a dejar de realizar la
acción, por mucho que metamos a otros locos en la cárcel por realizar idéntica acción. Sin
embargo, esta postura no resuelve la objeción que se le puede hacer a la tesis anterior: ¿cómo
sabremos si una persona es o no motivarle por la norma? Personalmente, me parecen más claras
las tesis que parten del libre albedrío. La culpabilidad es reprochabilidad que se dará si el sujeto
pudo entender lo antijurídico de la conducta y si su ámbito de autodeterminación ha tenido cierta
amplitud. La persona será culpable porque eligió realizar un comportamiento que sabía que era
típico y antijurídico.

5. EL PRINCIPIO DE PERSONALIDAD DE LAS PENAS: El principio de personalidad impide


castigar a alguien por hechos ajenos. Hoy en día ya nadie puede admitir la imposición de sanciones
por hechos cometidos por algún familiar. Lamentablemente, en Estados totalitarios así se ha
actuado en numerosas ocasiones. Familias enteras eran detenidas y deportadas por ser alguno de
sus miembros disidente político. Sin embargo, este principio no es común a todas las ramas del
derecho. En numerosas ocasiones, ciertas personas que no cometieron los hechos, deberán
responder civilmente por los mismos. Por ejemplo, los herederos responden civilmente por el
delito cometido por el responsable fallecido (art. 115 CP) o los que tienen bajo su potestad o guarda
legal a un inimputable responden subsidiariamente por los daños causados por éste (art. 116 CP).

5.1 La exigencia de dolo o imprudencia No puede existir un delito si no hay dolo o imprudencia
en su autor. Ello quiere decir que no basta que se produzca un resultado lesivo o que se realice un
comportamiento peligroso. Para que haya delito, el autor debe haber querido el resultado o, al
menos, haberlo producido por no haber puesto el debido cuidado. Por ejemplo, un resultado de
muerte no implica necesariamente la comisión de un hecho delictivo. Para que haya homicidio, el
que causó la muerte tiene que haber realizado una acción buscando ese resultado (por ejemplo,
disparar contra ella) o debe haber actuado en forma imprudente (por ejemplo, manejar a gran
velocidad). Si la muerte no se produjo bajo ninguna de esta circunstancia, la persona que la causó
no habrá cometido delito alguno. No obstante, como se verá en otros capítulos, el Código Penal
contiene numerosas vulneraciones a este principio básico.
5.2 La exigencia de comprensión de ilicitud Para que una persona sea culpable, es necesario que
conozca que la conducta que va a realizar es prohibida y que pueda respetar dicha prohibición. De
esta manera, no podrán ser culpables aquellos que por su juventud (menores de edad), enfermedad
mental o desarrollo psíquico incompleto, no tengan la capacidad de entender y comprender el
alcance de sus conductas. De igual manera, tampoco responderán penalmente aquellos que,
habiendo puesto la diligencia adecuada, ignoraban que la conducta que estaban realizando era
prohibida.

6. PRINCIPIO DE BIEN JURIDICO: Por daño o lesión ha de entenderse como la forma la pérdida,
destrucción o disminución de un bien jurídico o daño real, o al menos la creación de un riesgo
innecesario e indebido daño potencial o peligro concreto. Algunos sectores doctrinales hablan de
conductas idóneas para lesionar bienes jurídicos, peligro abstracto o temido. Si el concepto se
limita al daño público propio de todo delito como alarma social, mal ejemplo, estímulo a la
desconfianza en el orden jurídico, desvinculándolo de su relación con bienes jurídicos concretos
contra los cuales atenta, se difumina lo que el principio quiere precaver y garantizar.

El daño público se produce por la afectación del bien jurídico, no por otras causas, y es
solo una resonancia suya, el bien jurídico puede ser individual, social o estatal. El bien jurídico
implica siempre una valoración masiva y universal; se trata de ciertas relaciones sociales que son
consideradas democráticamente esenciales para el sistema elegido con relación a todos sus
miembros, como el caso de la vida, del honor, de la libertad. Por otra parte, los bienes jurídicos
protegidos por sistema penal, están en relación teleológica con aquellos que constituyen sus bases
y condiciones, es decir, tienden a asegurar una libertad e igualdad material de los sujetos, en tanto
que los bienes jurídicos colectivos consisten en una relación social basada en la satisfacción de
necesidades al funcionamiento del sistema social.

7. EL PRINCIPIO DE INTERVENCIÓN MÍNIMA: El derecho penal es la forma más violenta


que dispone el Estado para responder a las actuaciones contrarias a la ley de los ciudadanos. Por
ello, el artículo VIII de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) estableció
que “la ley no debe establecer otras 3 Algunos autores usan la expresión “interpretación extensiva”
o “interpretación analógica”. Personalmente, prefiero “interpretación amplia” por cuanto las otras
sugieren extralimitación en la interpretación. 19 penas que las estricta y manifiestamente
necesarias”. BECCARIA unos años antes, en su famoso tratado De los delitos y las penas concluía
indicando que “para que la pena no sea violencia de uno o muchos contra un particular ciudadano,
debe ser pena pública, pronta, necesaria, la menor de las posibles en las circunstancias actuales,
proporcionada a los delitos y dictada por las leyes”.

El principio de intervención mínima impide en un Estado democrático la expansión del derecho


penal, debiendo quedar éste reducido a su mínima expresión. A continuación, se desarrollan
algunas consecuencias de este principio limitador del poder de sanción estatal. 3.1 La exclusiva
protección a bienes jurídicos El principio de exclusiva protección a bienes jurídicos es
consecuencia del desarrollo del postulado proclamado desde la ilustración de que sólo deben
considerarse delito las conductas socialmente dañosas: “nullum crimen sine iniura”. Como señala
MIR PUIG, el derecho penal de un Estado social se justifica como sistema de protección de la
sociedad. Los intereses sociales que por su importancia pueden merecer la protección del derecho
se denominan “bienes jurídicos”. De esta manera, la vida, que es un interés social digno de ser
protegido por el derecho penal, se convierte en un “bien jurídico” a proteger. Se establece así una
primera limitación al poder sancionador del Estado. Sólo podrán calificarse como delito aquellas
conductas que lesionen o pongan en peligro bienes jurídicos. En ese sentido, no deben sancionarse
meras conductas que no impliquen una lesión o un riesgo directo sobre el bien jurídico.

El artículo 305 del Código Penal sanciona con pena de prisión a “quien infrinja las medidas
impuestas por la ley o las adoptadas por las autoridades sanitarias para impedir la introducción o
propagación de una epidemia”. Una interpretación literal y aislada de este artículo llevaría a
sancionar por la vía penal cualquier incumplimiento de las medidas sanitarias. Sin embargo, en
atención al principio de protección de bienes jurídicos, sólo se puede sancionar a alguien por el
artículo 305, si la infracción al reglamento generó al menos un peligro potencial de lesión al bien
jurídico. En caso contrario, habrá que renunciar a la vía penal y, si procede, sancionar por la vía
administrativa. Ello obliga a determinar cuáles son los intereses sociales que tienen suficiente
importancia como para ser convertidos en bienes jurídicos penalmente protegidos. Un primer filtro
vendrá dado por el texto constitucional. La Constitución de la República establece una serie de
principios y valores que rigen la vida en sociedad del país. Unido a esto, hay que considerar la
finalidad del derecho penal que es asegurar los mínimos que permitan la convivencia pacífica entre
los ciudadanos. Por ello, el Derecho Penal sólo debe proteger aquellos valores contenidos en la
Constitución que, al ser afectados, entorpecen los mínimos requisitos para desarrollar la vida en
comunidad. De esta manera, no pueden ser amparados por el derecho penal intereses meramente
morales. La exigencia de exclusiva protección de bienes jurídicos y de un derecho penal mínimo,
unido al respeto a la diversidad, la libertad de pensamiento y religiosa, y a la pluralidad, contenidos
en la Constitución, obligan al legislador a limitar al máximo los bienes jurídicos objeto de
protección penal. Así, no deberían, por ejemplo, sancionarse conductas que sólo infringen
principios morales o religiosos, que no afectan a bienes jurídicos fundamentales. Son entonces
discutibles la penalización del adulterio y concubinato (arts. 232 a 235 CP)4 , la rufianería (art.193
CP) o el incesto libremente consentido entre adultos (art. 236 CP).

Hay que tener en cuenta que el Derecho Penal no busca que seamos mejores personas, sino
sólo evitar ciertas conductas que imposibilitan la vida en comunidad. Por otra parte, el Estado no
puede proteger por la vía penal los bienes jurídicos del individuo en contra de su propia voluntad.
Cuando ciertas conductas tan sólo afecten los bienes jurídicos del autor, no parece lógico que el
Estado las sancione con una pena. Por ejemplo, el delito de posesión para el consumo de drogas
(art. 39 de la Ley contra la Narcoactividad), aparentemente ampara el bien jurídica salud, que se
concreta en la salud del autor del delito. Para ello, se impone una sanción de cárcel al que sea
sorprendido con droga para su propio consumo.

En primer lugar, resulta discutible que el Estado pueda obligar a los ciudadanos a llevar
una vida sana y sin riesgos. Llevado al extremo, habría que sancionar penalmente a los que beben,
fuman o tienen una dieta alta en colesterol, o a los que practican el alpinismo o el vuelo sin motor.
Pero aún admitiendo esta premisa, no tiene sentido la imposición de una pena de cárcel.
Seguramente es más perjudicial para la salud un año en la Granja Penal Pavón que fumar unos
cuantos cigarrillos de marihuana. En este caso, lógicamente, la sanción lesiona más el bien jurídico
protegido que la conducta prohibida. Subsidiariedad y utilidad del derecho penal En el apartado
anterior, se ha desarrollado la necesidad de que el tipo penal sea creado con la finalidad de proteger
un bien jurídico, sancionando su lesión o puesta en peligro. Sin embargo, el derecho penal ha de
ser el último recurso, la ultima ratio, al que debe recurrir el Estado para proteger un bien jurídico.

De esta manera se explica el carácter subsidiario del Derecho Penal. Es importante recordar que
rara vez la ley penal puede resolver un problema social. Si por ejemplo, frente al alto índice de
accidentes en transporte extraurbano, la única medida que se toma es el incremento de las penas a
los pilotos de camioneta que manejen en forma imprudente, pocos resultados se obtendrán.
Posiblemente, previo a cualquier penalización parecería más razonable, por ejemplo, reforzar las
medidas administrativas de control del Estado de los vehículos, Estos cuatro artículos fueron
declarados inconstitucionales (expdte. 936-95) el 7 de marzo de 1996, si bien dicha
inconstitucionalidad se basó en la violación del principio de igualdad ya que establecían
parámetros distintos entre hombres y mujeres. Los métodos de selección de los pilotos o exigir
seguros de responsabilidad civil a los transportistas. En caso contrario, es posible que sólo se logre
meter de vez en cuando algún piloto en la cárcel, manteniendo el mismo número de accidentes.
Directamente vinculado a la idea de subsidiariedad está el principio de utilidad.

El recurso a la vía penal ha de ser efectivo para proteger el bien jurídico tutelado. En caso
contrario, no se justifica el recurso a esta vía. Por ello, antes de crear cualquier tipo penal, es
necesario determinar si la penalización es una forma útil para proteger un bien jurídico. Si por
ejemplo, se quiere luchar contra el aborto, se puede cuestionar la eficacia de la penalización. Para
evadir la prohibición del aborto, se recurre a centros clandestinos donde, en muchos casos, la
calidad profesional del practicante o las condiciones de higiene son inadecuadas, con el
consiguiente riesgo para la vida de las pacientes. Sería posible pensar que, en realidad, la vida de
los «nasciturus» y sobre todo la de la madre quedarían más protegidos si el aborto pudiese
realizarse en forma no clandestina, y previo al mismo se ofreciese auxilio psicológico y asistencial
a la mujer embarazada, ofreciendo alternativas como la adopción o apoyo económico y ayudándola
a razonar su decisión evitando que esta sea tomada por el temor a la reacción familiar o la presión
del padre de la criatura. En otras palabras, si se quiere evitar que una conducta, considerada lesiva
para un bien jurídico se realice, la prohibición penal no es siempre la vía más acertada. Se deben
favorecer siempre las medidas preventivas y sociales antes que las represivas y penales.

Proporcionalidad de las penas El principio de intervención mínima implica limitaciones en


las sanciones que el Estado puede imponer. Debe existir algún tipo de proporción entre la lesión o
peligro al bien jurídico y la sanción impuesta. Sanciones excesivamente altas, que no mantengan
esta proporción conducen al “terror penal”. Existen innumerables ejemplos históricos, en los que
simples hurtos eran sancionados con mutilación y muerte. En este punto se plantea el problema de
determinar cuál es la sanción proporcionada, es decir, “cuánta” pena hay que imponer por cada
delito. Está claro que no hay una respuesta 23 cerrada, pero sí se pueden establecer una serie de
criterios ilustrativos. En primer lugar, en la determinación de la pena, se deberá considerar tanto
el daño producido por el delito, como la culpabilidad del autor. Las penas más graves deberán

Sin entrar en la discusión de la legitimidad o la utilidad de la pena capital, parece


absolutamente desproporcionada su imposición cuando ni siquiera se ha lesionado el bien jurídico
vida de las víctimas. Asimismo, en la consideración de la pena de prisión se debe tener en cuenta
su finalidad constitucional, establecida en el artículo 19 de la Carta Magna de “tender a la
readaptación social y reeducación de los recursos”, por lo que no son admisibles las penas
privativas de excesiva duración. La proporcionalidad de las penas también se mide comparando
entre los delitos. Se dirá que la pena asociada a un delito es proporcionada, si es menor que la pena
por delitos más graves y mayor que la pena por delitos más leves. Por ello, el legislador busca
unificar en un mismo cuerpo legal (normalmente denominado código penal) la mayoría de los
delitos, ya que así resulta más fácil mantener coherencia entre la gravedad de las penas y de los
delitos.

Lamentablemente, las sucesivas reformas parciales que se realizan en el Código Penal


guatemalteco, desajustan esa lógica interna: tiene más sanción el secuestro (art. 201 CP) que el
genocidio (art. 376 CP). De todas maneras, la desproporción en las penas no siempre se debe a una
incorrecta técnica legislativa. El derecho penal no es aséptico ni apolítico. Los diferentes códigos
penales 5 El mismo Ferrajoli sólo admite límite mínimo para las penas pecuniarias. En las penas
de prisión prefiere limitarlas sólo en lo máximo y confiar en el poder equitativo del juez sin forzar
el mínimo de la pena. 24 reflejan una concepción de política criminal más o menos estructurada,
que puede apreciarse en función de los bienes jurídicos que se consideren dignos de protección,
así como del grado de protección atribuido a los mismos.

En este sentido, el Código Penal de Guatemala defiende especialmente los intereses de una
clase dominante, política y económica, al proteger preferentemente el derecho a la propiedad
privada frente a otros derechos, a priori más importantes. Resulta sorprendente que el hurto de
empleada doméstica (art. 247.1° CP) tenga una pena de prisión de entre dos y diez años, semejante
a la del autor de una quiebra fraudulenta (art.348 CP) o de quien cometa delito de violación a la
Constitución (art. 381 CP). Más llamativa resulta la comparación con el delito de malversación
(art. 447 CP), en el que la sanción más grave es la multa de diez mil quetzales. Según lo señalado
hasta ahora, en la elaboración o modificación de cualquier tipo penal, el legislador, teniendo en
cuenta los principales aspectos del principio de intervención mínima, tendrá que respetar las
siguientes reglas:

• La prohibición de cualquier conducta debe estar encaminada a la protección de un bien jurídico


concreto y no de principios morales o éticos.

• Sólo deben protegerse por la vía penal bienes jurídicos necesarios para permitir la convivencia
en sociedad. No se deben prohibir penalmente las conductas que no afecten a terceros.

• Sólo se debe recurrir a la vía penal, si los bienes jurídicos no pueden ser protegidos por formas
menos violentas (derecho administrativo, derecho civil, etc.).

• Debe rechazarse la vía penal si esta genera más perjuicio que beneficio. • No deben imponerse
penas excesivamente altas ni desproporcionadas.

• Las conductas prohibidas han de describirse en forma concreta, evitándose los tipos penales
abiertos.

• Finalmente, y no por ello menos importante, nunca se debe creer que el derecho penal por sí solo
resuelve problemas sociales.

8. PRINCIPIO DE HUMANIDAD DE LAS PENAS: Este principio se vincula con el de


proscripción de la crueldad, y con la prohibición de las penas de tortura y de toda forma de
tormento. Consagrado expresamente a través de la prohibición de la tortura y de penas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes, Artículo 5 de la Declaración Universal del los Derechos
Humanos, Art. 7 del Protocolo Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 5 de la
Comisión Americana de Derechos Humanos. Este principio de humanidad, que trae consigo, la
eliminación de la tortura y las penas crueles e inhumana, que han sido abolida en Venezuela y
Latinoamérica, lamentablemente, a pesar de estar consagrado en los Tratados Internacionales de
máxima jerarquía, es el principio más ignorado de poder penal. En este sentido y en función el
principio de humanidad, es cruel toda pena que resulte brutal en sus consecuencias como las que
crean un impedimento que compromete toda la vida del sujeto (muerte, castración, esterilización,
marcación, amputación, intervenciones neurológicas). Igualmente son crueles las consecuencias
jurídicas que se pretenden mantener hasta la muerte de la persona, al asignarle una marca jurídica
que la convierte en una persona de inferior dignidad (capitis disminutio). Toda consecuencia de
una punición debe cesar en algún momento, por largo que sea el tiempo que deba transcurrir pero
nunca puede ser perpetua. En Guatemala, el principio de humanidad de las penas está consagrado
en la Constitución Política de la República de Guatemala y en varios instrumentos internacionales
ratificados por el país. Este principio establece que las penas impuestas a los infractores no deben
ser crueles, inhumanas o degradantes. A continuación, proporciono la base legal de este principio:

Constitución Política de la República de Guatemala: El artículo 46 de la Constitución


establece que "Las penas privativas de libertad deben tender hacia la reeducación y la readaptación
social del condenado. No podrán ser crueles, inhumanas ni degradantes. La ley regulará la
aplicación de medidas sustitutivas a la prisión para los casos procedentes."

Código Penal de Guatemala: En el Código Penal guatemalteco, se establecen las penas para los
distintos delitos, teniendo en cuenta el respeto a la dignidad humana y los principios de humanidad
de las penas.

Convenciones y Tratados Internacionales: Guatemala ha ratificado diversos tratados


internacionales que prohíben las penas crueles, inhumanas o degradantes, como la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José) y la Convención contra la Tortura y
Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de las Naciones Unidas.

Principio de territorialidad

Este principio se aplica cuando el suceso reglamentado se da en forma completa o parcial


en el territorio del Estado que reglamenta, cuando se trata del estatus de los bienes y derechos, que
se encuentran situados en dicho Estado. Para la reglamentación de las conductas es suficiente con
que los elementos individuales (la acción o las consecuencias) se encuentren dentro de la
jurisdicción territorial del Estado (ejemplo: un disparo sobre la frontera, la ejecución en el territorio
estatal de un acuerdo entre empresas extranjeras que limite la competencia).

Según Jiménez “el principio de territorialidad es uno de los fundamentos del derecho
internacional público y establece la autoridad del Estado sobre su territorio y su población,
permitiéndole ejercer su poder político, jurídico, y administrativo”. De acuerdo con este principio,
un Estado tiene control exclusivo sobre su territorio y puede determinar las leyes que se aplican
dentro de él, y los tribunales de ese Estado tienen jurisdicción sobre los casos que se susciten en
su territorio.

Este principio implica que todo acto cometido dentro de un territorio está sujeto a las leyes
de ese Estado. Además, las leyes de un Estado se extienden a todas las personas que estén presentes
en ese territorio, incluyendo los ciudadanos, los extranjeros, y los apátridas. Asimismo, todas las
actividades que se desarrollen en el territorio de un Estado están sujetas a las leyes y regulaciones
de ese país.

En resumen, el principio de territorialidad es esencial para la existencia y el funcionamiento de


cualquier Estado soberano, ya que le brinda la autoridad y el control necesarios para garantizar la
seguridad y el bienestar de su población.

¿Cómo se aplica el principio de territorialidad?

El principio de territorialidad tiene implicaciones importantes en el ámbito del derecho


internacional y se aplica de diversas formas, tanto en el ámbito interno del Estado como en su
relación con otros Estados y organismos internacionales. A continuación, se detallan algunas
formas en las que se aplica este principio:

1. Aplicación de las leyes nacionales a todas las personas y actividades dentro del territorio del
Estado

De acuerdo con el principio de territorialidad, todas las personas y actividades que se desarrollen
dentro del territorio de un Estado están sujetas a las leyes y regulaciones de ese país. Esto significa
que los tribunales nacionales tienen jurisdicción sobre los delitos cometidos dentro del territorio
del Estado, independientemente de la nacionalidad del infractor o de la víctima.

Por ejemplo, si una persona comete un delito en España, las autoridades españolas tienen la
responsabilidad de llevar a cabo la investigación y el juicio correspondientes, aunque el acusado
sea extranjero. De igual manera, si una empresa extranjera realiza actividades económicas en
territorio español, está sujeta a las leyes y regulaciones españolas, como en cuestiones fiscales,
laborales, y medioambientales.
En general, el principio de territorialidad implica la universalidad de las leyes nacionales para
todas las personas y actividades en el territorio del Estado, lo que garantiza la protección de sus
intereses y la preservación de su orden social.

2. Exclusividad jurisdiccional del Estado sobre su territorio

El principio de territorialidad también implica la exclusividad jurisdiccional del Estado sobre su


territorio, lo que significa que ningún otro Estado puede ejercer su poder dentro de ese territorio
sin el consentimiento del Estado soberano. Esto se traduce en la prohibición de la intervención
extranjera en los asuntos internos del Estado, incluyendo la ocupación de su territorio por fuerzas
militares y la imposición de políticas o reglamentaciones contra la voluntad del Estado.

Por ejemplo, si un Estado vecino intenta imponer su autoridad en el territorio de otro Estado, esto
se considera una violación del principio de territorialidad y una amenaza a la seguridad del Estado
soberano. De igual manera, si un organismo internacional intenta intervenir en los asuntos internos
de un Estado sin su consentimiento, esto se considera una violación de su soberanía territorial.

La exclusividad jurisdiccional del Estado sobre su territorio es un principio fundamental que


garantiza la independencia y la autonomía del Estado en la toma de decisiones y en la defensa de
sus intereses y valores. Asimismo, es un principio clave para la prevención y la resolución de
conflictos entre Estados.

3. Soberanía territorial y relaciones internacionales

El principio de territorialidad es un elemento clave en la relación entre los Estados y en la


organización política y jurídica del mundo. La soberanía territorial es un principio fundamental
del derecho internacional y una pieza clave de la organización política y jurídica del mundo, y se
encuentra reconocida en la Carta de las Naciones Unidas como uno de los pilares de la convivencia
pacífica entre los Estados.

En el ámbito de las relaciones internacionales, el principio de territorialidad se refleja en la


normativa que regula la delimitación de las fronteras y la determinación de los límites de la
jurisdicción territorial de los Estados. Las disputas territoriales entre los Estados pueden presentar
graves problemas de seguridad y estabilidad, por lo que se promueve que los Estados negocien y
resuelvan sus diferencias a través de medios pacíficos y de conformidad con el derecho
internacional.

En general, el principio de territorialidad es esencial para la organización y la estabilidad


del orden internacional, y se encuentra en la base del derecho internacional en lo que se refiere a
la soberanía, la autonomía, y la independencia de los Estados.

¿Por qué es importante el principio de territorialidad?

El principio de territorialidad es fundamental para la existencia y el funcionamiento de cualquier


Estado soberano, ya que le brinda la autoridad y el control necesarios para garantizar la seguridad
y el bienestar de su población. A continuación, se detallan algunas de las razones por las que este
principio es tan importante:

1. Protección de la seguridad y el bienestar de la población

El principio de territorialidad permite al Estado ejercer su poder político, jurídico, y administrativo


sobre su territorio y su población, lo que le permite garantizar la seguridad y el bienestar de las
personas que residen dentro de su territorio. Gracias a este principio, el Estado puede establecer
leyes y regulaciones que promuevan el orden y la estabilidad, y llevar a cabo acciones y políticas
que aseguren la protección y el desarrollo de su población.

2. Preservación del orden social

La territorialidad implica la aplicación universal de las leyes nacionales para todas las personas y
actividades en el territorio del Estado, lo que garantiza la protección de sus intereses y la
preservación de su orden social. De esta forma, se establecen las bases para una convivencia
pacífica y armoniosa entre las personas que habitan el territorio del Estado, lo que es esencial para
su desarrollo y su bienestar.

3. Defensa de la independencia y la autonomía del Estado

El principio de exclusividad jurisdiccional del Estado sobre su territorio, garantiza su


independencia y autonomía en la toma de decisiones y en la defensa de sus intereses y valores.
Gracias a esto, ningún otro Estado o organismo internacional puede interferir en los asuntos
internos del Estado sin su consentimiento, lo que protege su soberanía territorial y su identidad
como Estado soberano.

4. Promoción de la convivencia pacífica entre los Estados

La territorialidad es un elemento clave para la prevención y la resolución de conflictos entre los


Estados, ya que permite que cada Estado tenga control exclusivo sobre su territorio y su población.
De esta forma, se reduce la posibilidad de disputas territoriales y de conflictos bélicos entre los
Estados, lo que es esencial para la estabilidad y la seguridad internacional.

En resumen, el principio de territorialidad es esencial para la existencia y el funcionamiento de


cualquier Estado soberano, ya que le brinda la autoridad y el control necesarios para garantizar la
seguridad y el bienestar de su población, promover la convivencia pacífica entre los Estados y
proteger su independencia y autonomía en la toma de decisiones y la defensa de sus intereses y
valores.

¿Qué es el principio de territorialidad en la ley?

El principio de territorialidad en la ley es un concepto básico del derecho internacional que


establece que un Estado tiene soberanía y jurisdicción exclusiva sobre su territorio. Esto significa
que las leyes y las regulaciones que se aplican dentro de las fronteras de un Estado son válidas
dentro de ese territorio y deben ser obedecidas por todas las personas que se encuentren allí.

Este principio tiene implicaciones importantes en diferentes áreas de la ley, ya que determina quién
tiene el poder de tomar decisiones y aplicar sanciones en casos que ocurren dentro de un territorio
en particular. Por lo tanto, entender cómo se aplica el principio de territorialidad es esencial para
entender cómo funcionan diferentes aspectos del sistema legal de un país.

¿Cómo se aplica el principio de territorialidad en la ley penal?

El derecho penal es una de las áreas en las que el principio de territorialidad es más importante.
En general, el principio de territorialidad se aplica en el derecho penal de la siguiente manera:

1. Un Estado tiene el derecho de juzgar y castigar a cualquier persona que haya cometido un delito
dentro de su territorio
2. Si una persona comete un delito en el extranjero y luego regresa a su país de origen, ese país
también podría tener derecho a juzgar y castigar a esa persona, siempre y cuando el delito sea
considerado un crimen en ambos países

3. Si una persona comete un delito en un territorio que no está bajo la jurisdicción de ningún
Estado, entonces el principio de territorialidad no se aplica y no hay un Estado que tenga derecho
a juzgar y castigar a esa persona.

Para ilustrar esto, podemos imaginar el siguiente ejemplo: Un turista estadounidense visita
Guatemala y comete un delito, como el robo a mano armada. Si es capturado antes de salir de
Guatemala, la autoridad guatemalteca tiene el derecho de juzgarlo y condenarlo por ese delito, ya
que ocurrió dentro del territorio de Guatemala. Si el turista logra regresar a los Estados Unidos sin
ser capturado, Estados Unidos podría seguir teniendo derecho a imponer una pena por ese delito,
si éste también es considerado un crimen en ambos países.

Por otro lado, si el turista estadounidense comete el delito en alta mar, entonces no hay un Estado
específico que tenga derecho a juzgar y condenar al turista. En este caso, el delito quedaría impune
a menos que se presente ante una corte internacional o se establezca una ley en la que se determine
una penalización para los delitos cometidos en alta mar.

En resumen, el principio de territorialidad en la ley penal establece que los delitos cometidos dentro
del territorio de un Estado pueden ser juzgados y castigados por ese Estado.

¿Cómo se aplica el principio de territorialidad en la ley fiscal?

El principio de territorialidad también es importante en el derecho fiscal, ya que afecta cómo se


gravan los ingresos y las ganancias generadas dentro de un territorio en particular. En general, los
Estados tienen derecho a imponer impuestos a todas las personas y empresas que operan dentro de
su territorio, independientemente de su nacionalidad o lugar de residencia.

En el caso de las empresas, el principio de territorialidad se aplica a través de la determinación del


lugar donde se encuentra su actividad económica. Las empresas que tienen actividades económicas
en varios países están sujetas a diferentes regulaciones fiscales y pueden estar obligadas a pagar
impuestos en cada uno de los países donde operan. A menudo, los países tienen acuerdos
bilaterales para evitar la doble imposición y para diseñar un sistema equitativo de tasación.
Por otro lado, los individuos también están sujetos a diferentes regulaciones fiscales en función
del lugar donde generaron sus ingresos. Si una persona trabaja en un país diferente al de su
residencia, es probable que tenga que declarar y pagar impuestos en ambos países. En los Estados
Unidos, por ejemplo, el ingreso generado por ciudadanos estadounidenses y extranjeros que
trabajan en el país está sujeto a impuestos federales.

En resumen, el principio de territorialidad en el derecho fiscal establece que los Estados tienen
derecho a imponer impuestos a las personas y empresas que generan ingresos dentro de su
territorio.

Principio de Extraterritorialidad.

Según el autor Diez Repolles “es una excepción al principio de territorialidad y sostiene
que la ley penal de un país, si puede aplicarse a delitos cometidos fuera de su territorio”, para su
aplicación se deben de tomar en cuenta los siguientes principios:

Principio de Nacionalidad o de la Personalidad.

La Ley penal del Estado debe aplicarse a todos los delitos cometidos por sus ciudadanos,
en cualquier lugar del extranjero, ya sea contra sus ciudadanos o contra extranjeros. Este principio
manifiesta que la Ley del Estado sigue al nacional donde quiera que éste vaya, de modo que la
competencia se determina por la nacionalidad del autor del delito, tomándose en cuenta los
siguientes presupuestos; que el delincuente nacional no haya sido penado en el extranjero y que se
encuentre en su propio país.

Principio Real o de Defensa.

Este principio indica que un Estado no puede permanecer aislado frente a ataques contra la
comunidad que representa por el sólo hecho de que se realicen en el extranjero. Ejemplo: La
falsificación de moneda nacional en el extranjero.

Principio de Universalidad.

Sostiene que la ley penal de cada Estado tiene validez universal, por lo que todas las naciones
tienen derecho a sancionar a los autores de determinados delitos, no importando su nacionalidad,
el lugar de comisión del delito ni el interés jurídico vulnerado, la única condición es que el
delincuente se encuentre en territorio de su Estado y que no haya sido castigado por este delito.

Se llama extraterritorialidad a la ficción jurídica, admitida en el derecho internacional, por la cual


un edificio o un terreno se considera en país extranjero, como una prolongación del país
propietario, como en el caso de las embajadas, consulados, sauvetés, bases militares y, en ciertos
aspectos, los buques. En realidad no supone la conversión a todos los efectos de ese territorio para
que si bien sea una prolongación del país propietario, sino que queda exento a efectos de
jurisdicción de la aplicación de la ley del país en el que está ubicado.12 La causa de esta exención
se ubica en el resultado de negociaciones diplomáticas.

Según esta definición, a efectos legales estos lugares están exentos de cumplir la legislación
del Estado en cuyo territorio o aguas se encuentran, estando solo obligados a cumplir aquella
legislación que sea o bien de su país de origen, o bien de aceptación internacional o interterritorial.

Los tres casos más comunes y aceptados internacionalmente hacen referencia a las
personas y las propiedades de soberanías extranjeras, de los embajadores y algunos otros agentes
diplomáticos, y las naves oficiales en aguas extranjeras. A menudo se extienden también a los
militares aliados o amigos, particularmente en los casos de permisos para atravesar el territorio
propio.

Organizaciones y órganos extraterritoriales

En esta clase se incluyen las actividades de un gran número de organizaciones


internacionales, como las Naciones Unidas y sus organismos especializados, órganos regionales,
etc., la Organización de los Estados Americanos, el Consejo de Asistencia Económica Mutua, las
Comunidades Europeas, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, la
Organización de la Unidad Africana, la Liga de los Estados Árabes, el Consejo de Cooperación
Aduanera, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, el Fondo Monetario Internacional,

En la misma se incluyen las actividades de las misiones diplomáticas y consulares cuando se


clasifican en función del país en el que se encuentran y no del país al que representan. Y se
excluyen la administración y funcionamiento de las misiones diplomáticas y consulares localizadas
en el extranjero y en oficinas de organizaciones internacionales, ya que son relaciones exteriores
del país de que dependan.
Principio de Nacionalidad o de la Personalidad

Según Beristan “la ley penal del Estado sigue al nacional donde quiera que este vaya, de
modo que la competencia se determina por la nacionalidad del autor del delito y tiene en la
actualidad aplicación”, cuando se dan las siguientes circunstancias: Que el delincuente nacional
no haya sido penado en el extranjero y que se encuentre en su propio país. Se fundamenta en una
desconfianza existente respecto de una posible falta de garantías al enjuicia el hecho cometido por
un nacional de un país extranjero.

Es el principio que justifica la aplicación de la ley penal a hechos cometidos fuera del territorio
del Estado en función de la nacionalidad del autor (principio de la nacionalidad activo) o del titular
del bien jurídico lesionado o puesto en peligro por el delito (principio de la nacionalidad pasivo).
La idea fundamental del principio en su aspecto activo es la obediencia exigida al súbdito de un
Estado respecto de la legislación de éste, cualquiera sea el lugar en que se encuentre. Por lo general,
el principio de la nacionalidad o personalidad tiene en la actualidad una vigencia muy reducida.

En ejercicio de las facultades que le confiere el inciso l° del artículo 170 y con base en el artículo
12 de la Constitución Política de la Republica de Guatemala.

LEY DE NACIONALIDAD

CAPITULO I

Disposiciones fundamentales

Artículo 1º.-

La nacionalidad guatemalteca es el vínculo jurídico-político existente entre quienes la Constitución


de la República determina y el Estado de Guatemala. Tiene por fundamentos un nexo de carácter
social y una comunidad de existencia, intereses y sentimientos e implica derechos y deberes
recíprocos.

Artículo 2º.-

Todo lo relativo a la adquisición, conservación, pérdida y recuperación de la nacionalidad


guatemalteca, se rige exclusivamente por las leyes de Guatemala.
Artículo 3º.-

A ningún guatemalteco de origen puede privársele de su nacionalidad, una vez adquirida es


irrenunciable, aun cuando se hubiere optado por la naturalización en país extranjero. Se exceptúan
los casos en que la renuncia sea obligatoria para dicha naturalización.

Los guatemaltecos de origen, naturalizados en el extranjero, que hubieran perdido la


nacionalidad guatemalteca por renuncia obligatoria podrán constituir domicilio nuevamente en
Guatemala y recuperar la nacionalidad guatemalteca de conformidad con esta ley. Se exceptúan
aquellos que habiendo renunciado obligatoriamente a la nacionalidad de origen. Ratifiquen ante el
Ministerio de Relaciones Exteriores su renuncia, con el fin de conservar exclusivamente la
nacionalidad extranjera para gozar de los privilegios económicos que su país de país de adopción
les proporciona, en cuyo caso deberán inscribirse como extranjeros en los registros
correspondientes. (artículo modificado por Decreto número 86-1996)

Artículo 4º.-

No se reconoce la naturalización en otro país de guatemaltecos domiciliados en Guatemala,


salvo la naturalización de la mujer por matrimonio y siempre que no sea por efecto exclusivo de
la legislación extranjera.

Artículo 5º.-

En los casos de doble o múltiple nacionalidad concurrentes en guatemaltecos de origen, el


Estado de Guatemala, dentro de sus límites territoriales les reconoce exclusivamente la propia, sin
perjuicio que en el territorio de los Estados que les atribuyan nacionalidad, ejerzan los derechos y
obligaciones propios de los nacionales de esos países, no pudiendo en ningún caso invocar otra
soberanía frente a la de Guatemala. (artículo modificado por Decreto número 86- 1996)

Artículo 6º.-

La nacionalidad adquirida o recuperada conforme a una ley anterior se conserva bajo el


imperio de otra posterior. Esto no significa convalidación de actuaciones nulas conforme al
Derecho.
Artículo 7º.-

Para los efectos de esta ley, los términos de “natural”, “de origen” y “por nacimiento”,
referidos a la nacionalidad, son sinónimos; el término de “nacional por nacimiento” incluye tanto
la nacionalidad por “jus solí” como por “jus sanguinos”; los términos de “centroamericano” y de
“Centroamérica”, comprenden a las repúblicas que constituyeron la Federación de Centroamérica.

Artículo 8º.-

Toda persona que esté comprendida en cualquiera de las disposiciones del Capítulo II,
Título I de la Constitución, tiene derecho a que se declare que es guatemalteca o que ha conservado,
recobrado o perdido la nacionalidad, siempre que acredite en forma legal los presupuestos
constitucionales del caso, así como las circunstancias que fueran jurídicamente necesarias para su
correcta aplicación, y cumplan con los requisitos y formalidades correspondientes. El hecho de
haber sido reconocido como guatemalteco en un “status” determinado no impide serlo en otro más
amplio, siempre que exista fundamento legal.

La personalidad

Se podría decir que la personalidad es aquel atributo que diferencia a una persona de otra,
muchas veces se confunde la personalidad con la personería en el ámbito jurídico, pero es de
resaltar que la personalidad es la aptitud de ser sujeto de derechos y obligaciones y la personería
se refiere a la representación legal para que una persona pueda comparecer en juicio o formar parte
de un negocio, aunque generalmente este término es utilizado para las personas colectivas las
cuales se analizan con posterioridad.

Beltranena Valladares de Padilla María Luisa, Lecciones de Derecho Civil, Cabanellas


también da su concepto de Personalidad “Aptitud legal para ser sujeto de derechos y obligaciones”.

Ya con estos conceptos se puede concluir que la personalidad es la investidura jurídica que
da el estado por medio de la ley para ser susceptibles de derechos y obligaciones y que por supuesto
tiene un inicio y un fin. En este punto nace la pregunta ¿cuál es el momento en el cual la
personalidad tiene su inicio? Y es aquí donde doctrinariamente surgen varias teorías.
Teorías de la Personalidad. Las teorías del principio de la personalidad según Beltranena son:

1) teoría de la concepción,

2) teoría del nacimiento,

3) teoría de la viabilidad, y

4) teoría ecléctica;

estas cuatro teorías serán analizadas a continuación para tener un panorama más amplio del
problema que estamos investigando.

LA PERSONALIDAD

DEFINICIÓN

Aptitud para ser sujeto de derechos y deberes o de relaciones jurídicas. La apreciación de


la persona, física o jurídica, considerada en si misma, en cuanto a su existencia y capacidad, como
sujeto de derecho, determina y constituye la personalidad.

La personalidad es el complejo de derechos que el ordenamiento reconoce al hombre por el hecho


de serlo. En sustancia, personalidad significa titularidad de derechos fundamentales, lo que implica
una concepción unitaria y dejar de lado el tradicional tratamiento civilista, basado en criterios
prioritariamente patrimoniales.

La personalidad es el criterio previo que determina la posibilidad de adquirir derechos,


obligaciones y titularidades, un concepto previo sobre el que se edificará todo el sistema y un valor
fundamental del ordenamiento jurídico, tutelado por este ordenamiento y garantizado por el Estado
social de derecho. La existencia de la persona implica la personalidad y es el elemento
determinante para la atribución de derechos fundamentales y para el reconocimiento de
titularidades patrimoniales; consecuencia de la personalidad es la capacidad jurídica, que permite
el tratamiento unitario de la persona.

La personalidad es la condición de la persona, fijada en cualidades abstractas porque se


predica de la persona como tal sin fijarse en actos ni hechos concretos, en la cual se establece como
una condición previa para la adquisición de cualquier derecho u obligación, siendo esta
permanente pues solo se extingue cuando se produce el fallecimiento, pues no es otorgada por el
derecho sino que sólo la reconoce. La personalidad se concibe como la confluencia de una serie
de derechos innatos, derivados de la misma naturaleza del hombre, entre los que se encuentran el
de ser posible titular de derechos y obligaciones civiles.

• TEORÍAS QUE EXPLICAN EL ORIGEN DE LA PERSONALIDAD

Teoría de la Concepción, sostiene que el concebido tiene existencia independiente y, por


consiguiente, ha de ser tenido como posible sujeto de derechos, aún antes de nacer.

La personalidad principia desde que está concebido el ser. Se basa en el principio de que
la personalidad se inicia desde el momento de la concepción. Si la personalidad jurídica, afirman
sus seguidores, es inherente al ser humano, resulta lógico y consecuente que sea reconocida a partir
de la concepción, máxime si se toma en cuenta que la ley protege la existencia humana aún antes
del nacimiento.

Esta teoría no ha tenido, ni en la antigüedad ni en los tiempos modernos, una aceptación


más o menos general. Se la ha criticado, porque científicamente resulta muy difícil, y quizás
imposible hasta ahora, comprobar el día en que la mujer ha concebido. Un hecho tan importante
como lo es determinar cuándo comienza la personalidad, no puede quedar sujeto a la eventualidad
de una difícil prueba.

Nuestra Constitución Política de la República de Guatemala, vigente, en su artículo 3, adopta esta


teoría puesto que afirma claramente que “El Estado garantiza y protege a la vida humana desde la
concepción, así como la integridad y la seguridad de la persona”.

La teoría de la concepción es adoptada en determinados casos, pues como bien se hace énfasis no
se determina aun el día exacto en que el ser humano es concebido, pero la legislación guatemalteca
empieza a proteger la vida de este desde el momento en que se tiene conocimiento de su existencia.

• Teoría del Nacimiento

Esta corriente se funda en que durante la concepción el feto (nasciturus) no tiene vida
independiente de la madre, y que el reconocimiento de su responsabilidad presenta como obstáculo
el inconveniente práctico de la imposibilidad de determinar el momento de la concepción. Sostiene
que la personalidad comienza en el instante mismo del nacimiento, desde que el nasciturus sale a
la vida exterior con vida propia, ya que durante la concepción el feto no tiene vida independiente.

Está teoría lo que quiere dejar claro es que la persona hasta que nace y sale del vientre de su madre,
puede ser sujeto de derechos, pues antes de esto no se tiene certeza de su nacimiento y aun no se
puede contar con la existencia de este. c. Teoría de la Viabilidad Exige para el reconocimiento de
la persona no sólo el hecho de que al nacer está viva, sino, además, la aptitud de seguir viviendo
fuera del claustro materno.

Agrega esta teoría, al hecho físico del nacimiento, el requisito de que el nacido tenga condiciones
de viabilidad, de que sea viable, es decir, que haya nacido con aptitud fisiológica para seguir
viviendo fuera del vientre materno, por sí solo. Afirmando con esta teoría que la persona debe de
nacer en estado de viabilidad para su protección, pues no se puede proteger a alguien que ya no lo
necesite. Poniendo como prioridad hasta aún después de su nacimiento y esto que debe de nacer
en estado viable, para que pueda ser reconocido como persona y ser poseedor de derecho.

• Teoría Ecléctica

Se afirma que la personalidad tiene origen con el nacimiento, pero reconoce como una ficción de
derechos al concebido, o retrotrayendo los efectos del nacimiento al tiempo de la concepción. Esta
teoría fue desarrollada por el maestro SAVIHNI, que trata de conciliar las tesis anteriores. Nuestro
Código Civil adopta esta teoría pues en su artículo uno al señalar que: “La personalidad civil
comienza con el nacimiento y termina con la muerte, sin embargo, al que está por nacer se le
considera nacido para todo lo que le favorece, siempre que nazca en condiciones de viabilidad”.

Nuestra legislación

Establece en su artículo las dos teorías anteriores pues le otorga derechos a la persona desde que
se encuentra en el vientre de la madre, protegiéndole así el derecho a la vida, pero que este debe
de nacer en condiciones de viabilidad para otorgarle el resto de derechos y obligaciones. Siendo
esta corriente la más aceptada en la legislación guatemalteca, pues se protege desde varios puntos
al ser humano, reconociéndolo siempre como persona para dotarlo de todos sus derechos.

Principio Universal o de la Comunidad de Intereses


No existe una única definición de lo que entendemos por jurisdicción universal, y así lo
señaló, por ejemplo, la juez ad hoc VAN DEN WYNGAERT en el asunto de la orden de arresto
en su Opinión Disidente3 en 2001. Tampoco existe un solo término que la designe, pues el
principio de jurisdicción universal es conocido también como principio de justicia universal o
principio universal, principio de justicia internacional, principio de derecho mundial o
cosmopolita, principio de justicia penal universal o universal penal; e, incluso, REMIRO
BROTÓNS se refiere al mismo como principio de persecución universal4 Podría decirse que no
existe una definición oficial por la propia dificultad que conlleva dar una definición del principio
de jurisdicción universal.

Así, podemos entender el principio de jurisdicción universal como el derecho, o la obligación, de


los tribunales internos de un Estado de perseguir y enjuiciar, en su aplicación de las normas de
Derecho internacional penal de ius cogens, a cualquier persona que haya cometido un crimen grave
que afecte a los intereses de la Comunidad internacional en su conjunto, independientemente de la
nacionalidad del sujeto o de la nacionalidad de la víctima o víctimas afectadas por la conducta de
aquel sujeto, e independientemente también del lugar de la comisión del delito8. Instrumento que
no está exento de críticas ya que deteriora el principio de soberanía y no injerencia en los asuntos
internos de un Estado

Podemos concluir, entonces, que son varios los elementos comunes de los diferentes conceptos y
definiciones del principio cosmopolita.

a) Es un principio del DI de cooperación judicial-penal internacional recogido en tratados


internacionales;

b) es un título de jurisdicción complementaria contemplado en la legislación interna de un


Estado que le per- mite la aplicación extraterritorial de su ius puniendi;
c) es aplicable sólo frente a los crímenes más graves del DI, no a delitos internos, que dañan
bienes jurídicos internacionales;

d) es efectivo no sólo en lugares no sometidos a soberanía, sino también en cualquier Estado,


sin que pueda suponer un ataque al principio de no intervención pues estamos ante conductas que
afecta a la Humanidad en su conjunto y, por tanto, no es exigible una conexión con el Estado que
lo ejerce;

e) es indiferente la presencia del responsable en el territorio del Estado que ejercita la


jurisdicción universal, para no confundir este principio con el principio de justicia supletoria en el
caso de que se trate de delitos

ordinarios. Sin embargo, en el caso de que se persigan crímenes internacionales, se puede exigir
la presencia del responsable en el Estado que ejerce la jurisdicción universal en un tratado
internacional entendiendo este requisito como un requisito procesal, pero no jurisdiccional; y

f) los Estados que lo ejercen, lo hacen en representación de la CI, anteponiendo la protección


de los intereses y valores de ésta sobre los suyos propios individuales.

Fundamento de la jurisdicción universal

Fundamentar la jurisdicción universal no es empresa fácil. Compartimos con BASSIOUNI la idea


de que la jurisdicción universal no se encuentra tan bien establecida en el Derecho internacional
convencional y consuetudinario como se pretende por parte de la doctrina, y que ello da lugar a
falsas expectativas y desilusión10. Jus tificar que un Estado ejerza una action popularis contra los
hostis humani generis sin ningún tipo de conexión con el delito cometido, esto es, con sus
perpetradores, con sus víctimas o con el lugar de comisión, siempre conlleva respuestas del Estado
contra quién se ejerce la misma; pero no tanto del resto de Estados.
Por el contrario, sí existe acuerdo respecto a que el fundamento de la jurisdicción universal
se encuentra en la especial naturaleza del crimen, por más que no siempre haya sido así. Hasta los
años veinte, la jurisdicción se ha encontrado unida históricamente a la soberanía de los Estados,
de forma que éstos la aplicaban en su territorio11, evitándose con ello conflictos jurisdiccionales
estatales12. Siguiendo el análisis que BASSIOUNI lleva a cabo del termino jurisdicción, ésta
conlleva tres facultades: la facultad de prescribir, de dictar sentencia y de hacer que se cumpla la
sentencia. Sólo la facultad de prescribir puede ser ejercida exclusivamente por los Estados, ya que
las facultades de sentenciar y de hacer cumplir la sentencia no necesariamente tienen que ser
ejercidas por los Esta- dos soberanos en ese territorio, con lo que se trasciende el concepto de
soberanía y se permite así el ejercicio de la jurisdicción universal.

Dos son las bases que el autor señala que permiten superar el concepto de soberanía
respecto a las facultades de dictar sentencia y hacer que se cumpla o, lo que es lo mismo, dos son
las posiciones que permitirían el ejercicio de la jurisdicción universal. La primera de ellas es la
posición universalista derivada de una cosmovisión idealista y que “reconoce ciertos valores
centrales y la existencia de intereses internacionales dominantes que son comúnmente compartidos
y aceptados por la comunidad internacional y por lo tanto que trascienden la singularidad de los
inter- eses nacionales”. La segunda base es una posición pragmática que se orienta a políticas “que
reconozcan que en ocasiones ciertos intereses comúnmente compartidos de la comunidad
internacional requieren un mecanismo de coacción que trascienda los intereses de la soberanía
singular”.

A partir de los años veinte13, los Estados comienzan a incluir vínculos de conexión en el
ejercicio de su jurisdicción penal extraterritorial: personalidad activa, personalidad pasiva y
protección real. Incluso, señala BASSIONI, tras la II Guerra Mundial, también los Estados
expandieron su facultad de prescribir “siempre que la conducta extraterritorial producía un impacto
territorial y también como una forma de proteger a sus ciudadanos en el exterior”; estamos ante la
jurisdicción nacional extraterritorial que en absoluto debemos confundir con el principio de
jurisdicción universal. El fundamento del ejercicio de este principio, y por tanto su ejercicio en sí,
no está tan claro, de ahí que sea necesario, para sobrepasar la idea de simple desiderátum, encontrar
las fuentes que fundamentan qué es, pudiendo diferenciarla de qué debería ser14.
En nuestra opinión, la jurisdicción universal cuenta con dos fundamentos básicos: el fundamento
natural o lógico, esto es, es la especial gravedad de algunos crímenes cometidos la que justifica el
ejercicio de la jurisdicción universal por cualquier Estado, pues se trata de crímenes que afectan
directamente a los intereses de la Comunidad internacional en su conjunto, al bonum orbis e,
indirectamente, a la paz y la seguridad internacionales. El otro fundamento es el jurídico, pues los
Estados, aún cuando representan a la Comunidad internacional en su conjunto ejerciendo la
jurisdicción universal, deben actuar basándose en una norma internacional, esto es, en una fuente
del Derecho internacional.

Fundamento natural o lógico

Respecto al primer fundamento, inspirándonos en la idea de Francisco DE VITORIA15,


entendemos el bonum orbis o bienestar de la Comunidad internacional como el fundamento natural
o lógico de la jurisdicción internacional. Este bienestar de la Comunidad estaría, a su vez, basado
en dos aspectos. El primero de ellos sería, como señalaba DE VITORIA, el hecho de que el bien
común está por encima de los intereses individuales de los Estados, de ahí que podamos deducir
que existen unos valores comunes e intereses de toda la Comunidad internacional que son
compartidos y aceptados y, en consecuencia, deben ser protegidos por todos los Estados frente
aquellos delitos más graves16. Sería, por tanto, la naturaleza de los crímenes la que constituyen el
primer objeto que fundamenta la aplicación del principio de jurisdicción universal y así lo señalan.
En este sentido, el Tribunal Constitucional español ha señalado que:

“El fundamento último de esta norma atributiva de competencia radica en la universalización de


la competencia jurisdiccional de los Estados y sus órganos para el conocimiento de ciertos hechos
sobre cuya persecución y enjuiciamiento tienen interés todos los Estados”.

Podemos decir que los jueces de cada Estado se convierten en “guardianes del Derecho”18 o
“agentes del orden internacional”19, siendo el principio de jurisdicción universal “un instrumento
de solidaridad internacional”20.
Ahora bien, esto no siempre ha sido así. En 1883, la resolución adoptada en Múnich por el
Instituto de Derecho Internacional21 señala que los Estados cristianos que custodiaran a
delincuentes podían juzgar y castigar si no pudiera precisarse el locus delicti o cuando su
extradición, aún a su propio Estado, no se concediera o se entendiera peligrosa22. Como
consecuencia, el principio de jurisdicción universal no se aplicaba teniendo en cuenta la naturaleza
grave del delito sino más bien el lugar de comisión, como el alta mar, donde ningún Estado tenía
jurisdicción23. No fue hasta la resolución de 1931 del Instituto de Derecho Internacional24 que se
comienza a tener en cuenta, para la aplicación del principio de jurisdicción universal, la naturaleza
especialmente grave del crimen in- ternacional25. Esto es, el fundamento jurídico del ejercicio del
principio de justicia universal se encuentra en el bien jurídico protegido26 que se ve lesionado por
los graves crímenes contra los que puede ser ejercido: los valores e intereses de la Humanidad, de
la Comunidad internacional en su conjunto27, de ahí que cuando un Estado ejerce la jurisdicción
universal lo hace teniendo en cuenta los intereses superiores de la Comunidad internacional por
encima de los suyos propios.

Así lo indica también el Estatuto de la Corte Penal Internacional: los crímenes


internacionales lesionan “los bienes jurídicos supranacionales de la Comunidad Internacional”,
pues “esos graves crímenes constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar de la
humanidad” 29. Se trata, además, como han señalado números autores30, de crímenes que afectan
no sólo a la Humanidad en su conjunto y a los valores humanos protegidos por la Comunidad
internacional (la paz y la seguridad internacionales), sino también a las víctimas (bienes jurídicos
individuales31).

Podemos concluir, pues, que el fundamento natural del principio de justicia universal reside
en aquéllos crímenes que dañan el interés superior de la Comunidad internacional en su conjunto
y que, por su propia naturaleza, se encuentran protegidos por el Derecho internacional32.

Ahora bien, debemos “sostener la necesaria jurisdicción sobre esos mismos crímenes de todos los
Estados de la Comunidad Internacional, en tanto que carecería de sentido que, de un lado, se afirme
que el bien jurídico que lesionan pertenece a esa Comunidad, pero, del otro, que sólo algunos de
sus (Estados) miembros pueden a través de sus tribunales, perseguirlos y castigarlos.

En la actualidad, sin embargo, pareciera que se debate este fundamento natural o lógico del
principio cosmopolita restándosele importancia a la gravedad del crimen internacional. Aparece
en escena la real politik y priman, al contrario de lo que hemos señalado, los intereses individuales
de determinados Estados por encima de los propios de la Comunidad internacional, pues se tiene
más en cuenta, como señala SIMON35, el lugar de comisión del hecho delictivo que el hecho
delictivo en sí. Baste señalar el hecho de que no es lo mismo un crimen perpetrado por Estados
Unidos o China que por Somalia36. ¿Acaso nos encontramos en la actualidad ante una
desnaturalización del fundamento del principio de jurisdicción Universal? ¿Es hoy en día menos
importante el hecho de que los crímenes más graves atentan contra la humanidad en su conjunto
que contra un Estado en concreto?

Fundamento jurídico

En segundo lugar y respecto del fundamento jurídico, debemos partir de la idea de


universalidad y hacer un estudio del fundamento jurídico del principio de jurisdicción universal
desde el ámbito de los Derechos humanos para utilizar esa misma idea de universalidad en la
represión, también universal, de los crímenes internacionales, pues como señala MARTÍNEZ
ALCAÑIZ, no se puede negar “la vinculación existente entre la paz y seguridad internacional y
los derechos humanos”37, de forma que son los Estados los responsables de proteger aquellos
Derechos humanos a través del nuevo Derecho internacional penal, incluido el principio de
jurisdicción universal38, cuando el Estado donde se cometió el crimen no haya dado una respuesta
adecuada o no haya sido tampoco enjuiciado por un tribunal internacional y, añadimos, prevea en
su legislación interna el principio de jurisdicción universal para ese crimen en concreto,
cumpliendo así con el nullum crimen sine lege. No se puede desconocer, por tanto, la estrecha
relación que existe entre el principio de jurisdicción universal y los Derechos humanos39.

Ahora bien, coincidimos con Antonio REMIRO en que “no existe, por ahora, una norma
internacional general que obligue a los Estados a incorporar el principio de jurisdicción universal
a sus leyes”, pero “con la misma oportunidad debe decirse que tampoco existe norma internacional
general que prohíba a los Estados incorporar el principio de jurisdicción universal a sus leyes en
relación con los más graves crímenes internacionales.

Por otro lado, también nos encontramos con autores que señalan que “el fundamento de la
territorialidad en el ámbito del Derecho penal internacional, no es un fundamento jurídico, sino un
criterio de oportunidad política”. Pero añade OLLÉ SESÉ: “esa prioridad del lugar de comisión
del delito no va a existir respecto a otros principios extraterritoriales de jurisdicción”, por lo que
es una excepción al principio de territorialidad44.

El principio de territorialidad ya fue criticado por DIEGO DE COVARRUBIAS en los


siglos XVI y XVII45. Por ello, en el intento de resolver situaciones de impunidad o de conflictos
de jurisdicción cuando se trataba de un crimen que había sido cometido en varios Estados o,
incluso, ante la comisión de un crimen donde ningún Estado tenía soberanía, los Estados han
creado tres excepciones al principio de territorialidad46: el principio de personalidad, el principio
de protección del Estado y, el que nos encontramos analizando, el principio de universalidad47.

El principio de personalidad tiene una doble vertiente, de forma que podemos hablar del
principio de personalidad activa, conforme al cual los órganos judiciales de un Estado tendrán la
obligación de conocer de todos los de litos cometidos por sus nacionales, independientemente del
lugar de comisión y de la nacionalidad de la víctima; y del principio de personalidad pasiva, según
el cual aquellos órganos deberán conocer, independientemente del lugar de comisión y de la
nacionalidad del presunto delincuente, de aquellos delitos causados contra sus nacionales48. Junto
al principio de personalidad, el principio de protección del Estado o principio real consiste en que
los órganos judiciales podrán conocer de aquellos delitos que afecten gravemente a intereses de
ese Estado, independientemente del lugar de comisión o de la nacionalidad del presunto autor o de

paradigmático son los Convenios de Ginebra92. Ahora bien, como señala ORIHUELA
CALATAYUD, su eficacia quedará condicionada en gran parte a la cooperación internacional
respecto “a la búsqueda, captura y juicio de los presuntos culpables de estas normas del Derecho
Internacional Humanitario. De ahí que la obligación revista un carácter especialmente imperioso
para el Estado en cuyo territorio se encuentra el presunto delincuente”.
CONCLUSIONES

Estas consideraciones abarcan principios como la presunción de inocencia, el debido


proceso, la proporcionalidad de las penas y la responsabilidad individual. Además, la aplicación
coherente y justa de las leyes penales requiere una comprensión profunda de los derechos
humanos, la ética y los valores sociales prevalentes. En última instancia, el derecho penal debe
aspirar a garantizar la protección de los derechos individuales y la seguridad pública, promoviendo
al mismo tiempo la rehabilitación y la reintegración de los infractores a la sociedad.

Es fundamental adoptar principios y estrategias que promuevan la armonización legal y el


respeto por la soberanía del país, existen algunos principios importantes que se deben de incluir
en cada proceso para trabajar hacia una mayor responsabilidad de las leyes penales y
procedimientos entre las jurisdicciones, al resolver un problema planteado en derecho penal se
debe garantizar la justicia, equidad y eficacia en la aplicación de las leyes penales.

El estado establece una jurisdicción sobre los delitos cometidos dentro de su territorio, la
aplicación de estos principios permite a los sistemas legales definir quién tiene la autoridad para
legislar, enjuiciar y aplicar las leyes en relación con un individuo en particular. Además, facilita la
protección de los derechos y el acceso a la justicia, al tiempo que establece límites claros sobre la
extensión del poder estatal. Asimismo, implica proporcionar recursos adecuados para la defensa
pública y promover la igualdad de los derechos para todos los individuos, independientemente de
su situación económica o social. Los derechos humanos son inherentes a todas las personas,
independientemente de su nacionalidad, raza, género, religión u orientación política. Por lo tanto,
subraya la importancia de proteger y promover estos derechos en todo el mundo.

La Constitución Política de la República de Guatemala en el Artículo 142 inciso a)


establece que el Estado ejerce plena soberanía sobre el territorio nacional el cual es integrado por
su suelo, subsuelo, aguas interiores, el mar territorial en la extensión que fija la ley y el espacio
aéreo que se extiende sobre los mismos.

Se puede llegar a aplicar la ley penal guatemalteca a delitos cometidos fuera del territorio
de Guatemala, esto únicamente en los casos excepcionales regulados en el artículo 5 del código
penal.
BIBLIOGRAFIA

BUSTOS RAMÍREZ, Juan y LARRAURI, Elena. La imputación objetiva.Editorial Temis.


Bogotá. 1989.

BUSTOS RAMÍREZ, Juan. Bases críticas de un nuevo Derecho Penal. Editorial Temis. Bogotá.
1982
BUSTOS RAMÍREZ, Juan. Introducción al Derecho Penal. Editorial Temis. Bogotá. 1986.

CEREZO MIR, José. Derecho penal. Madrid, España: Ed. Tecnos, 1982.

CREUS, Carlos. Derecho Penal. Parte general. Editorial Astrea.Buenos Aires, 1990.

Definición. De, Julián Pérez Porto y María Merino. DEFINICIÓN DE TERRITORIALIDAD


(2014) https://definicion.de/territorialidad/ Fecha de consulta: 24.08.2020 Significados,
Significado de territorialidad https://www.significados.com/territorialidad/ Fecha de consulta:
24.08.2020

DIEZ RIPOLLÉS, José Luis (Coordinador), Manual de derecho penal guatemalteco, Artemis
Edinter, 2001.

FERRAJOLI, LUIGI. Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal. Editorial Trotta.

JIMÉNEZ DE ASUA, Luis. Tratado de Derecho Penal, (7 tomos). Editorial Losada. Buenos Aires,
1964.
E-grafía

http://biblioteca.usac.edu.gt/tesis/04/04_8942.pdf Fecha de consulta: 24.08.2020

https//:biblioteca.usac.edu.gt

https//:significadolegal.com
https//:www.acnur.org
https//:microjuris.com
https//:inteligenciajuridica.com

También podría gustarte