Unidad 1
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Unidad 1
La idea de las primeras tres clases es hacer una rápida revisión del debate sobre la
cuestión nacional en el marxismo, desde el Manifiesto del Partido Comunista hasta el
fin de la III Internacional, durante la segunda guerra mundial, es decir, hasta el
momento mismo en que comenzó el surgimiento del peronismo.
Eso nos permitirá luego examinar las interpretaciones de los marxistas argentinos a la
cuestión peronista como parte del problema que la cuestión nacional planteó al marxismo.
Introducción
En ese lapso se había presentado como una ciencia de la sociedad y la toma del poder
por los marxistas en Rusia en 1917 y, la construcción de un estado socialista en la
Unión Soviética, parecía dar la razón a quienes pensaban que la historia se dirigía
hacia un fin: el comunismo.
Aunque a lo largo de ese siglo de historia del marxismo ya habían surgido discordias acerca de cuál era
el camino hacia la revolución proletaria -que era considerada la puerta de entrada al comunismo- los
marxistas no dudaban acerca del sentido de la historia ni de la fuerza social que finalmente triunfaría.
Esta, el proletariado, era así, la portadora de la historia.
Cualquiera fuese el camino, más o menos violento, a través de una revolución o de una reforma
paulatina, el proletariado, expresado en su partidos de clase, el partido socialista, llevaba sobre sus
hombros el peso de la historia.
Marx expuso esa visión en el “Manifiesto del Partido Comunista”, escrito con Engels en
1848. Toda la historia era la historia de la lucha de clases. La burguesía había llevado
a cabo su revolución; el proletariado llevaría a cabo la suya. “¡Proletarios de todos los
países, uníos!”: ése era el llamado del Manifiesto y en las décadas siguientes el
proletariado escuchó el llamado.
Lo escuchó al menos allí donde existía: en Europa occidental, donde desde fines del siglo
XVIII y a lo largo del siglo XIX se estaba produciendo el proceso de industrialización, cuya
consecuencia era el nacimiento de un nuevo sector social, los obreros fabriles, el
proletariado. Este fue organizado políticamente a fines del siglo XIX y comienzos del siglo
XX por el partido de clase, el partido socialista, que era la institución que contribuiría al
triunfo de la clase obrera.
En el filo del siglo surgieron algunas disidencias dentro de esos partidos acerca del papel de
los mismos y de las características del proceso de transición del capitalismo al socialismo,
pero la clase obrera europea no abandonó a los partidos socialistas.
La primera guerra mundial quebró la unidad de los partidos socialistas y reveló que el
llamado de Marx a la unificación de los proletarios de todos los países era desoído por los
proletarios, o al menos por los partidos de clase. Las dificultades que esa desviación
producía fueron oscurecidas por la revolución rusa de octubre de 1917.
A partir de entonces, el surgimiento de un estado proletario, cambió las reglas de la política europea,
socialista y mundial.
y de esa división surgieron los partidos comunistas, que eran los que seguían
decididamente el modelo revolucionario ruso.
La creación de la III Internacional en 1919 sirvió para retornar a las raíces internacionalistas del
marxismo, que Lenin había defendido durante la guerra. La revolución rusa era la ruptura del eslabón
más débil del imperialismo (un concepto introducido en la tradición marxista por Lenin) y otras
revoluciones debían seguirla en Europa occidental.
Los partidos comunistas de los distintos países del mundo, sin embargo, aun cuando
formaran parte de la III Internacional y siguieran la política soviética, no perdían de vista
su condición de partido de clase y, si no podían organizar a la clase obrera, al menos
aspiraban a hacerlo.
un partido ajeno a la clase. No era el primer problema, ni sería el último que una
realidad extraeuropea, la latinoamericana, planteaba al marxismo.
En los años veinte, en Perú, se había producido una disputa acerca del
papel de la clase media y de los indígenas en la revolución proletaria.
La cuestión peronista, sin embargo, pegaba en el centro de la política marxista. No era que el
proletariado estuviese distraído y otros hicieran una revolución por él: estaba políticamente activo y
fuera de toda tradición marxista. El sujeto de la revolución marxista parecía traicionar su cita con la
historia.
Este curso trata de las respuestas teóricas que dieron distintos marxistas argentinos a la cuestión
peronista. Esas respuestas deben ser divididas:
Introducción - 2
Ese proceso de clarificación del peronismo no simplificó la tarea de los marxistas, ya que si
antes los trabajadores habían seguido a un lider en el gobierno, entonces seguían a un líder
derrotado y exilado.
Los mismos marxistas que antes habían explicado el peronismo, como Ramos y Puiggrós,
debieron ensayar nuevas respuestas; otros, como Codovilla, se atuvieron a las antiguas
fórmulas; y otro, Juan José Hernández Arregui, produjo una de las interpretaciones más
influyentes y duraderas.
En realidad, la cuestión nacional había quedado abierta desde el mismo momento en que
Marx y Engels redactaron el Manifiesto del Partido Comunista.
La lectura del Manifiesto, como la de cualquier texto, puede hacerse desde diversas
perspectivas. En este caso hay que leerlo para responder a esas preguntas y a
otras que puedan surgir de la pregunta más general ¿dónde, cuándo y cómo pasa
lo que Marx y Engels dicen en el Manifiesto?
ACTIVIDAD 1
Lecturas:
Tarea: escribir un informe de trescientas palabras sobre esas lecturas, contestando las
preguntas aquí formuladas.