La Necesidad de La Confecion

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UNIVERSIDAD DE NAVARRA

FACULTAD DE TEOLOGIA

J U A N RAMÓN GARCÍA-MORATO SOTO

LA NECESIDAD
DE LA CONFESIÓN
DE LOS PECADOS
EN DOMINGO DE SOTO

Extracto de la Tesis Doctoral presentada en la Facultad


de Teología de la Universidad de Navarra

PAMPLONA
1988
Ad normam Statutorum Facultatis Theologiae Universitatis
Navarrensis, perlegimus et adprobavimus

Pampilonae, die 11 mensis septembris anni 1987

D r . Ioannes BELDA D r . Marcelus MERINO

Coram Tribunali, die 29 mensis septembris anii 1 9 8 3 , hanc


dissertationem ad Lauream Candidatos palam defendit

Secretarius Facultatis

D r . Ioseph E m m a n u e l ZUMAQUERO

Excerpta e Dissertationibus in Sacra Theologia


Voi. X V n. 4
PRESENTACIÓN

El presente trabajo es una parte de la investigación que lleva-


mos a cabo para obtener el grado de doctor en Teología. Los años
previos a su defensa coincidieron con la preparación del Sínodo de
los Obispos sobre la Reconciliación y la Penitencia. L a mayor
parte de la doctrina de la Iglesia acerca de este s a c r a m e n t o fue
definida en el Concilio de T r e n t o . A la vista de ello, nos pareció
de interés investigar el sentido y las explicaciones teológicas de
sus contenidos en los autores de la época.
D e s p u é s de un status quaestionis que abarca los quince prime-
ros siglos, se nos planteó el modo de abordar el estudio del siglo
X V I , tan fecundo en el quehacer teológico. Tuvimos que decidir-
nos por algunos autores, entre los más representativos. El p a n o -
rama era muy v a s t o . Elegimos, en primer lugar, uno de los
teólogos controversistas: J o h n F i s h e r . A continuación, pensamos
en alguna figura eminente de la teología europea: la elección
recayó sobre R u a r d T a p p e r , mente teológica de primer plano en
la Universidad de L o v a i n a . Su prestigio reconocido y el haber par-
ticipado personalmente en la sesión X I V de T r e n t o , contribuyeron
a nuestra inclinación por él.
F i n a l m e n t e , puesta la m i r a d a en E s p a ñ a fijamos la atención en
la E s c u e l a de S a l a m a n c a y destacaron enseguida dos de sus gran-
des m a e s t r o s : M e l c h o r C a n o y D o m i n g o de Soto. A m b o s atrajeron
poderosamente nuestro interés por su buen hacer teológico, lleno
de afán renovador. Pero Soto nos resultó particularmente intere-
sante: hemos podido comprobar que el adagio de la Universidad sal-
manticense, «qui scit Sotus, scit totum», es una realidad innegable.
Por eso, a la hora de preparar esta publicación, decidimos centrar-
nos en el segoviano. N o hemos salido defraudados en la elección.
A g r a d e c e m o s a la F a c u l t a d de Teología de la Universidad de
N a v a r r a y a sus profesores toda la a y u d a recibida. D e m a n e r a par-
ticular al Prof. D r . J u a n Belda, por su constante estímulo y orien-
tación. Igualmente nuestro agradecimiento a todos los q u e , de una
u otra forma, han colaborado en este trabajo.
Í N D I C E D E LA T E S I S *

Págs.

TABLA DE ABREVIATURAS VII

INTRODUCCIÓN 1

CAPÍTULO I
«STATUS QUAESTIONIS» EN LOS QUINCE PRIMEROS SIGLOS

1. INTRODUCCIÓN 11

2. DELIMITACIÓN DEL ÁMBITO SACRAMENTAL D E LA CONFESIÓN DE LOS


P E C A D O S E N L O S S I G L O S II Y III 15

2.1. Los primeros testimonios extrabíblicos 15


2.2. La Didascalia Apostolurum, fuente para distinguir el fuero inter-
no y externo de la confesión 17
2.2.1. El interés de los textos 17
2.2.2. El contenido de los pasajes: delimitación del ámbito sa-
cramental 21
2.3. La exomologesis en Tertuliano, San Cipriano y Orígenes ... 25
3. D O C T R I N A Y P R A X I S D E L A C O N F E S I Ó N H A S T A E L S I G L O VI 31

3.1. El modo ordinario de conseguir la reconciliación con Dios es con-


siderado como un juicio 31
3.2. La confesión de los pecados es necesaria para obtener el perdón de
Dios por medio de la absolución del sacerdote 35
4. LA E D A D MEDIA 39

4.1. Teología y praxis de la confesión hasta la promulgación del de-


creto Omnes utriusque sexus del Lateranense IV 39
4.2. La acusación de los pecados al sacerdote en la teología escolás-
tica: autores anteriores a Santo Tomás y teólogos contemporá-
neos del Doctor Angélico 47
4.3. Doctrina teológica de Santo Tomás sobre la confesión 57
4.3.1. Encuadre de la Penitencia en la teología del Doctor Angé-
lico 57

* La numeración se refiere al original que obra en la Secretaría de la Facultad


de Teología.
228 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

4 . 3 . 2 . La necesidad de la confesión, consecuencia de la unidad


del Sacramento 60
4 . 3 . 3 . La confesión de los pecados, como parte esencial de
Sacramento, es necesaria 61
4.4. La acusación de los pecados en la teología sacramentaría de
Duns Scoto y su escuela 65
4 . 4 . 1 . El Sacramento de la Penitencia en el marco de la efica-
cia del signo sacramental 65
4 . 4 . 2 . La necesidad de la confesión en la doctrina teológica del
Doctor Sutil 67
4 . 5 . La confesión de los pecados en la escuela nominalista 71
5. B A L A N C E TEOLÓGICO-DOCTRINAL D E QUINCE SIGLOS 78

5 . 1 . La confesión en la Iglesia primitiva y de los Padres: posibles


coordenadas para su entendimiento 78
5.2. El quehacer teológico y sus resultados. Situación al comenzar el
siglo XVI 81

CAPÍTULO II
LA CONFESIÓN EN EL PENSAMIENTO DE JOHN FISHER
Y RUARD TAPPER

1. INTRODUCCIÓN: LAS TEORÍAS D E LA TEOLOGÍA PROTESTANTE 86

1.1. El pensamiento luterano acerca de la justificación y la teoría


protestante sobre la eficacia de los sacramentos 87
1.2. Enseñanza de los reformadores acerca del Sacramento de la
Penitencia 92
1.3. La necesidad de la confesión en la doctrina de la Reforma . . . . 101
1.4. Sentido del ius divinum acerca de la necesidad de la confesión,
en el pensamiento de los reformadores 110
2. JOHN FISHER: DOCTRINA TEOLÓGICA SOBRE LA CONFESIÓN D E LOS
PECADOS E N LAS OBRAS D E L OBISPO D E ROCHESTER 114

2 . 1 . Presentación 114
2 . 2 . El Sacramento de la Penitencia y sus partes 119
2 . 3 . La necesidad de la confesión de los pecados como parte del
Sacramento de la Penitencia 123
2 . 3 . 1 . Aparece en la Sagrada Escritura, Cristo la instituye
como necesaria y así se vive en la Iglesia primitiva 123
2 . 3 . 2 . ¿Cómo es necesaria la confesión? 130
2 . 4 . La confesión y la potestas clavium 134
3. R U A R D TAPPER: N E C E S I D A D D E L A CONFESIÓN E N LAS «EXPLICACIONES
A R T I C U L O R U M (...) C I R C A D O G M A T A E C C L E S I A S T I C A » 140

3 . 1 . Biografía y escritos 140


3 . 2 . La necesidad del Sacramento de la Penitencia, punto de partida
para afirmar la necesidad de la confesión de las culpas 146
LA N E C E S I D A D D E LA CONFESIÓN D E LOS PECADOS E N DOMINGO D E SOTO 229

3.3. La confesión, necesaria para que exista el sacramento: Cristo,


al instituir un juicio, hace necesaria la confesión de los pe-
cados 152
3.4. De qué modo es necesaria la acusación de las culpas: integri-
dad y modo secreto de hacerla 158
3.5. El ius divinum acerca de la confesión en la doctrina teológica
del Rector de Lovaina 175

CAPÍTULO III
MELCHOR CANO: LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS
EN LA «RELATIO DE POENITENTIAE SACRAMENTO»

1. ENCUADRE HISTÓRICO Y C O N T E N I D O D E LA «RELECTIO D E POENITEN-


TENTIAE» 190

2. NECESIDAD DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA: SU CARÁCTER JU-


DICIAL 200

3. NECESIDAD D E LAS PARTES 213

4. LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS Y SU NECESIDAD DENTRO DEL SA-


CRAMENTO 223

4.1. Necesidad de medio y necesidad de precepto 224


4.2. La integridad, cualidad de la confesión necesaria ex iure di-
vino 227
4.3. La confesión secreta, es de institución divina 238
4.4. Sentido del ius divinum en el pensamiento de Melchor Ca-
no 245

CAPÍTULO IV
DOMINGO DE SOTO Y LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN
EN EL «COMMENTARIUM IN IV SENTENTIARUM»

1. APUNTE BIOGRÁFICO D E L TEÓLOGO SEGOVIANO 252

2. LA SACRAMENTALIDAD E N GENERAL Y REFERIDA A LA PENITENCIA 265

2.1. La constitución del signo sacramental 267


2.2. La Penitencia como sacramento. Su necesidad 272
2.3. La necesidad y conveniencia de las partes del sacramento 286
3. NECESIDAD D E LA CONFESIÓN D E LOS PECADOS 296

3.1. La confesión, instituida por Cristo, necesaria ex iure divino . . . . 296


3.2. El carácter judicial de la potestas clavium y la necesidad de la
confesión 304
3.3. Necesidad de la integridad y del modo secreto o público de
confesar los pecacados 310
230 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

3.4. La expresión ius divinum en el pensamiento de Domingo de


Soto 325
CONCLUSIONES 350

BIBLIOGRAFÍA 374

I. Bibliografía citada 375


II. Bibliografía complementaria 399
APÉNDICES 414

I. Didascalia Apostolorum (Selección de textos) 415


II. Intervención de Ruard Tapper en Trento 440
III. Intervención de Melchor Cano en Trento 444
BIBLIOGRAFÍA DE LA TESIS

I. BIBLIOGRAFÌA CITADA

1. FUENTES

P. ABELARDO, Epitome Theologiae Christianae: PL 178.


— Ethica 24: PL 178.
— Sermo VIH: P L 178.
AFRAATES, Demonstrationes, en Patrologia Syriaca, voi. I, I parte (pp. 4-
A

1050) y 2« parte (pp. 2-150), ed. crítica de J. P A R I S O T . París 1894-1907.


S. A L B E R T O M A G N O , Commentarius in IV librum Sententiarum, en Opera
omnia, t. XXIV, Ed. Vives, París 1894.
— De Paenitentia, en Opera omnia, t. XXVI: De Sacramentis, De Incar-
natone, De Resurrectione, Monasterii Westfaliorum in Aedibus Aschen-
dorf, 1958.
ALCUINO, Epistola 112, PL 100.
S. AGUSTÍN, Contra Cresconium Grammaticum: PL 43.
— De baptismo contra donatistas: PL 43.
— De Epistolam Ioannis ad Porthos: PL 35.
— In Ioannis Evangelium: PL 53.
— Sermo 351: PL 39.
— Sermo 392: PL 39.
S. AMBROSIO, De lapsu virginis consecrata: PL 16.
— De obitu Valentinianum consolatio: PL 16.
— De Poenitentiae: PL 16.
— Enarrationes in 12 Psalmum: PL 14.
— In Psalmum 38 homilía: PL 14.
— Sermo 25: PL 17.
S. A T A N A S I O , Contra novatianos: PG 26.
Barnabae Epistola, en F. X. F U N K , Opera Patrum Apostolicorum, Tubin-
gae, 1887.
232 JUAN RAMÓN G A R C Í A - M O R A T 0

S. BASILIO, Regulae brevius tractae: PG 31.


S. BEDA VENERABLE, In S. Ioannis evang. expositio: PL 92.
— Expositio super Iacobi Epistolam: PL 93.
S. BERNARDO, Epistola 77 ad Hugonem: PL 182.
G. BiEL, In IV librum Sententiarum, en Ephitoma pariter et collectorium
circa quatuor Sententiarum libros egregii viri magistri Gabrielis Biel
sacrae theologiae licentiati bene meriti, Ed. W. Steinbac, Lyon, 1514.
S. BUENAVENTURA, Commentarius in IV librum Sententiarum, en Opera
omnia, t. IV, Collegi San Bonaventurae ad Claras Aquas, Quarachi,
1889.
J. CALVINO, Christianae Religionis Institutio (1536), en Ioannis Calvini
Opera Selecta, ed. P. Barth, Monachii, 1926.
M. C A N O , Relectio de Poenitentiae Sacramento, en: SERRY, H., Melchioris
Cani Opera, Madrid 1791, t. II, pp. 442-648.
— Relectio de Poenitentiae Sacramento. Traducción y notas por T O R M O
E D E R R A , J. I.; Tesis de Licenciatura, prò ms. Universidad de Navarra.
Pamplona 1981.
S. CIPRIANO, Ad Demetrianum: PL 4.
— De lapsis: PL 4.
— Epistola 4: PL 4.
— Epistola 16: PL 4.
— Epistola 22: PL 4.
— Epistola 55: PL 3.
S. ORILO DE JERUSALEN, Catecheses mystagogicae: PG 33.
S. CLEMENTE R O M A N O , I Epistola ad Corinthios, en FUNK, F. X., Opera
Patrum Apostolicorum, Tubingae, 1887.
— Epistola I ad Iacobum: MANSI, 1, 125.
DIDACHÉ, en FUNK, F. X., Opera Patrum Apostolicorum, Tubingae 1887.
DURANDO DE SAN PORCIANO, Commentarium in IV Sententiarum, Lugduni
1562.
S. EFREN S I R I O , Sermo de Paenitentia, en Opera Omnia, 6 voi. Ed. J. S.
Assemani, Romae, 1732-1746.
77 Epistola ad Corinthios, en FUNK, F. X., Opera Patrum Apostolicorum,
Tubingae 1887.
Ioannis Fischerii, Rojfensis in Angliae episcopi opera, apud Geor-
J. F I S H E R ,
gium Fleischmannum. Anno MDXCVII. Reedición anastatica (Farnborough
1967).
— Assertio septem sacramentorum, adversus Martinum Lutherum ab Hen-
rico VIII Angliae Rege, Rojfensis tamen hortatu et studio edita, en
FISHER, J . , Opera Omnia.
— Assertionis Lutheranae confutatio, en FISHER, J . , Opera Omnia.
LA N E C E S I D A D D E LA C O N F E S I Ó N D E LOS P E C A D O S E N D O M I N G O D E S O T O 233

— Commentarli in VII P salmos qui de P oenitentiae inseribuntur, en F I ­


S H E R , J., Opera Omnia.
Didascalia et Constitutiones Apostolorum,
F. X . F U N K , Paderbornae, 1 9 0 5 .
— Opera P atrum Apostolicorum, Tubingae, 1 8 8 7 .
S. GREGORIO M AGNO, In Evangelia homiliae: PL 7 6 .
HUGO DE SAN VICTOR, De Sacramentis Christianae ßdei: PL 1 7 6 .
S. IRENEO, Adversus haereses: PG 7.
S. JERÓNIM O, Comm. in Isaiam: PL 2 4 .
— Epistola ad Demetriadem: PL 2 2 .
— Epistola 14: PL 2 2 .
— In Ecclesiast. comm.: PL 2 3 .
— In Evangelium S. Mattaei commentario: PL 2 6 .
S. JUAN CRISOSTOM O, Ad populum Antiochenum homilía: PG 4 9 .
— De Lázaro homilía: PG 4 8 .
— De sacerdotio: PG 4 8 .
— In Genesis 4 homilía: PG 5 3 .
— In Genesis 9 homilía: PG 5 3 .
— In Genesis 11 homilía: PG 5 3 .
LEON X, Bula Exurge Domine, en Dz.­Sch. 1 4 5 0 ( 7 4 0 ) y ss.
S. LEON M AGNO, Carta a los obispos de Campania: Dz.­Sch. 1 4 5 ( 3 2 3 ) .
— Epistola ad Decentium: PL 5 6 .
— Epistola 18 ad Theod: PL 5 4 .
— Epistolae 69: PL 5 4 .
Líber de vera et falsa paenitentia, en PL 4 0 .
Р. LOM BARDO, Sententiae in IV libris distinctae, 2 vol., Collega San Bonaven­
turae ad Claras Aquas, Grotteferrata (Romae, 1 9 8 1 ) .
M. LUTERO, D. Martin Luthers Werke. Kristische Gesamtausgabe, Ed. J . K.
F. KNAAKE­G. KAWERAU­E. THIELE y otros, Weimar, Böhlaus, Graz
1883.
— Assertio omnium articulorum M. Lutheri per bullam Leonis novissime
damnatorum, en Werke, Weimar, V I I .
— Confessio Augustana, en M U L L E R , J. Th., Die Symbolischen Bücher
der evangelischen­Luteranischen Kirche, Gütersloh 1 8 9 8 .
— Conßtendi ratio (1520), en Werke, Weimar, V I .
— Contra malignum I. Eccii iudicum M. Lutheri defensio ( 1 5 1 9 ) , en
Werke, Weimar, II.
— De captivitate Babylonica (1520), en Werke, Weimar, V I .
— Disputationes de fide infusa et acquisita, en Werke, Weimar, V I .
— Disputationes de origine gratiae, en Werke, Weimar, V I .
— Disputatio I. Eccii et M. Lutheri Lipsiae habita (1519), en Werke,
Weimar, I I .
234 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

— Disputano heidelbergae habita, 1518: en Dz.-Sch. 1 4 8 6 ( 7 7 6 ) .


— Ein Sermon von Ablass und Gnade, en Werke, Weimar, I.
— Ein sermo von dem Sacrament der Busse 1519, en Werke, Weimar,
II.
— Evangelium von den zehn Ausfatzigen (1521), en Werke, Weimar
VIII.
— Quaestio circularis de origine gratiae (1520), en Werke, Weimar VI.
— Resolutiones disputationum de indulgentiarum (1518), en Werke,
Weimar.
— Sermo de Poenitentiae (1518), en Werke, Weimar I.
— Von der Beicht, ob die der Bapst mach habe zu gebieten, 1 5 2 1 , en
Werke, Weimar VIII.
J. D . M A N S I , Sacrorum Conciliorum. Nova et amplissima collectio, 55 vol.,
Akademische Druk-Verlagsanstalt, Graz (Austria), 1 9 6 0 - 1 9 6 1 .
F. MELANCHTON, Apología confessionis augustanae, en Corpus Reformatorum,
ed. Gottlieb-Bindseil, Brunsvigae, 1 8 5 4 , vol. XXI. También eri: M U L L E R ,
.1, Th., Die Symbolichen Bücher der evangelischen-lutherischen Kirche,
Gütersloh 1 8 9 8 .
— Loci Communi, en Corpus Reformatorum, ed. Gotlieb-Bindseil. Bruns-
vigae 1 8 5 4 , vol. XXI. También en: M U L L E R , J . Th., Die Symbolishen
Bücher der evangelischen-lutherischen Kirche, Gütersloh, 1 8 9 8 .
G. D E M E L I T O N A , De Paenitentia, en Quaestionis de Sacramentis, 2 vol.,
Biblioteca Franciscana Scholas tica Medii Aevi, t. XXII y XXIII, Colegii
San Bonaventurae et Claras Aquas, Quarachi 1 9 6 1 . .
J. P. MIGNE, Patrologiae cursus completus. Series graeca, 161 vol., Ed. P.
Migne, Paris 1 8 5 7 - 1 8 6 6 .
— Patrologiae cursus completus. Seties latina, 2 2 1 vol., Ed. P. Migne,
Paris 1844-1864.
J. MORIN, Commentarius historicus de disciplina in administratione sacra-
menti poenitentiae tredicim primis saeculis in ecclesiae occidente et hucus-
que in orientale obsérvala, Bruselas 1 6 8 5 .
J. Th. M U L L E R , Die Symbolischen Bücher der evangelischen-lutherischen Kir-
che, Gütersloh, 1 8 9 8 .
G. D E O C K A M , In IV librum Sententiarum, en Opera plurima, t. III y IV:
Super IV libros Sententiarum. Centilogium theologicum, Lyon, 1 4 9 4 - 1 4 9 6 ;
reimpresión fotomecánica, L. Gregg, Paris 1 9 6 2 .
ORÍGENES, In Leviticum homilía: PG 1 2 .
— In Lucani homilía: PG 1 3 .
— In Psalmum 37 homilía: PG 1 2 .
PAULINO D E MILAN, Vita Sancii Ambrosii: PL 1 4 .
S. PIRMINO, Scarapsus: PL 8 9 .
S. POLICARPIO D E ESMIRNA, Epistola ad Philipenses, en: FUNK, F. X., Opera
Patrum Apostolicorum, Tubingae 1 8 8 7 .
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 235

SACRA CONGREGATIO PRO DOCTRINA F I D E I , Normae Pastorales circa absolu-


tionem sacramentalem generali modo impertiendam, I, AAS 64 (1972)
511.
J. DUNS S C O T O , Quaestiones in IV Sententiarum, en Opera Omnia, Ed. Vives,
París 1891-1895.
— Reportata in III-IV libros Sententiarum, en Opera Omnia, Ed. Vives,
Paris 1891-1895.
SIXTO IV, Bulla Licet ea: MANSI, 32.
SOCIETAS GOERRESIANA, Concilium Tridentinum. Diariorum. Actorum. Episto-
iarum. Tractatum. Herder, Friburgi/Br 1961.
D. D E S O T O , Commentariorum Fratris Dominici Soto, Segobiensis, Theologi,
Ordinis Praedicatorum, Caesareae maiestatis a sacris confessionibus,
publici apud Salmanticenses proffesoris, in Quartum Sententiarum Tomus
primus cum privilegio. Salmanticae, Excudebant Ioannes a Cánovas,
1557.
— Fratris Dominici Soto, Segobiensis, Theologi, Ordinis Praedicatorum,
et Caesareae maiestatis Caroli quinti Imperatori a Sacris confessioni-
bus, ad Sanctum concilium Tridentinum De Natura et Grada. Quod
opus ab ipso autore denuo recognitum est, nonnullisque in locis emen-
datum, et Apologia contra reverendum Episcopum Catharinum auctum.
Cum privilegio. Parisiis. Apud Ioannem Foucher, sub scuto Florentiae,
in via ad D . Iacobum, 1549.
— Fratris Dominici Soto, Segobiensis, Theologi, Ordinis Praedicatorum,
et Caesareae maistatis Caroli quinti Imperatori a Sacris confessioni-
bus, Salmantini Professoris.De Iustitia et Iure Libri decem. Cum privi-
ligio. Salmanticae, Excudebat Andreas a Portonariis, S. C. M. Typogra-
phus, 1556.
— De Iustitia et Iure, 4 vols., ed. bilingüe. Introducción histórica y
teológico-jurídica: CARRO, V. D.; traducción: GONZÁLEZ ORDÓÑEZ, M.,
Madrid 1967.
SOZOMENO, Historia Eclesiástica: PG 67.
R. TAPPER, Explicationis articulorum venerandae facultatis sacrae theologiae
generalis studi Lovaniensis circa dogmata Ecclesiastica et annis triginta
quatuor controversa, una cum responsione ad argumenta adversariorum,
Lovanii, Apud Martinum Verhasselt in Pingui gallina, Anno MDLV.
TEODORO DE MOPSUESTIA, Les homélies cathéchétiques, introducción, traduc-
ción y notas de R . TONNEAU-R. DEVRESSE, Typ. Pol. Vaticana, Vati-
cano, 1949.
TEODULFO DE ORLEANS, Capitulare: PG 105.
TERTULIANO, De Baptismo: PL 1.
— De poenitentiae: PL 1.
S . THOMAS AQUINAS, Catena Aurea, Marietti, Taurini 1953.
— Commentum in librum IV Sententiarum, en Opera Omnia, t. X y XI,
Ed. Vives, Paris 1878.
— Summa contra Gentiles, 3 voi. Ed. Marietti, Taurini 1961.
236 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

— Summa Theologiae, 3 vol. Ed. Marietti, Taurini, 1952.


— Super Evangelium S. loannis lectura, cura R. CAI, 5" Ed. Marietti,
Taurinii, 1952.
S. UDALRICO, Sermo Synodalis: PL 135.
F. DE VITORIA, Obras, Introducciones de: URDANOZ, T. Madrid 1960.

2. OTROS ESTUDIOS

M. ANDRÉS MARTIN, Historia de la Teologia en España (1470-1570),


Roma 1962.
A. BAEZA, Apuntes biográficos de escritores segovianos, Segovia 1877.
A. BANDERA, Introducciones al tratado de la Penitencia, en la edición bilingüe
de la Suma Teológica, Madrid 1957.
K. J . BECKER, Tradición manuscrita de las Prelecciones de Domingo de Soto,
en «ArchThGr» 29 (1966) 125-180.
A. BELDA PLANS, Estudio histórico-sistemático de la relección «De Sacramen-
tis in genere» de Melchor Cano, Tesis doctoral, pro ms. Universidad de
Navarra, Pamplona, 1981.
J. BELDA PLANS, «Magisterium Ecclesiae» y «Sensus Fidelium» según Mel-
chor Cano, Pamplona 1982.
— La estructura lógico-formal del método teológico según Melchor Cano,
en «Actas del I Symposium de Teología Histórica de la Facultad de
Teología de S. Vicente Ferrer», Valencia, 1980.
J. BELDA PLANS-J. R. GARCIA-MORATO SOTO, El sentido del «ius divinum» de
la confesión en Trento, en: Reconciliación y Penitencia, V Simposio Inter-
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J. BELLAMY, Actes des Apotres, en DTC 1, 346-362.
V. BELTRANDE HEREDIA, Domingo de Soto en el Concilio de Trento, en «CT»
63 (1942) 113-147; 65 (1943) 59-82.
— Domingo de Soto. Estudio biográfico documentado, Salamanca 1960;
Madrid 1961.
— El Maestro Domingo (Francisco) de Soto en la Universidad de Alcalá,
en «CT» 43 (1931) 357-373; 44 (1931) 28-52.
— El Maestro Domingo de Soto, Catedrático de Vísperas en la Universi-
dad de Salamanca (1532-1549), en «CT» 57 (1938) 38-67, 281-
302.
— Melchor Cano en la Universidad de Salamanca, en «CT» 87 (1960)
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SOTO, De Iustitia et Iure, Fratris Dominici Soto, Segobiensis, Theologi,
Ordinis Praedicatorum, et Caesareae maistatis
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nibus, Salmantini P'roffessoris, De Iustitia et
Iure Libri decern. Cum privilegio, Salmanticae,
Excudebat Andreas a Portonariis, S. C. M.
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SOTO, De Natura et Gratia, Fratris Dominici Soto, Segobiensis, Theologi,
Ordinis Praedicatorum, et Caesareae maistatis
Caroli quinti Imperatoris a Sacris conffessio-
nibus, ad Sanctum Concilium Tridentinum De
Natura et Gratia. Quod opus ab ipso autore
denuo recognitum est, nonnullisque in locis
emendatum, et Apologia contra reverendum
Episcopum Catharinum auctum. Cum privile-
gio. Parisiis. Apud Ioannem Foucher, sub scuto
Florentiae, in via ad D . Iacobum. MDXLIX.
SOTO, In IV Sent., Commentariorum Fratris Dominici Soto Sego-
biensis, Theologi Ordinis Praedicatorum, Cae-
sareae maistatis a sacris conffessionibus, publici
apud salmanticenses professoris, in Quartum
Sententiarum Tomus primus cum privilegio, Sal-
manticae Excudebat, Ioannes a Cánovas, 1557.
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248 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

TAPPER, R., Explicationis Explicationes articulorum venerandae faculta-


articulorum circa dogmata tis sacrae theologiae generalis studii Lovanien-
eclesiástica, sis circa dogmata Ecclesiastica et annis triginta
quatuor controversa, una cum responsione ad
argumenta adversarioum, Lovanii, Apud Marti-
num Verhasselt in Pingui gallina, Anno MDLV.
THOMAS AQUINAS, S . , In THOMAS AQUINAS, S., Super Evangelium S.
Ioann. Ev., Ioannis lectura, Cura R. CAI, 5» ed., Ed.
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Paris 1878.
LA NECESIDAD
DE LA CONFESIÓN
DE LOS PECADOS
EN DOMINGO DE SOTO

1. I N T R O D U C C I Ó N

1.1. Algunos rasgos biográficos

L a biografía de D o m i n g o de Soto h a sido realizada c o n preci-


sión y profundidad T a n sólo q u e r e m o s r e c o r d a r algunos m o m e n -
tos y c i r c u n s t a n c i a s de su vida m á s directamente r e l a c i o n a d o s con
el t e m a del estudio q u e a h o r a n o s o c u p a . 2

N a c e en Segovia en 1 4 9 5 . E n 1 5 1 3 - 1 5 1 4 c o m i e n z a sus estu-


3

dios en la U n i v e r s i d a d de A l c a l á , o b t e n i e n d o el grado de bachiller


en 1 5 1 6 . A c u d e a P a r í s , d o n d e estudia teología; allí c o n o c e , p r o -

1. Una magnífica biografía es la llevada a cabo por V. BELTRAN DE HEREDIA,


Domingo de Soto. Estudio biográfico documentado. Salamanca 1960.
2. Además del estudio de BELTRAN DE HEREDIA, se puede consultar también
otros más breves: V. D . CARRO, Domingo de Soto y su doctrina jurídica, Madrid
1943. V. BELTRAN DE HEREDIA, Introducción biográfica, en: V. D. CARRO,
Domingo de Soto y su doctrina jurídica, Madrid 1943, pp. 13-60. V. D . CARRO,
Introducción histórica y teológico-jurídica, en: SOTO, De iustitia et iure, 1.1, ed.
bilingüe, Madrid 1967, pp. XIII-LXX. V. D . CARRO, Los dominicos y el Concilio
de Trento, Salamanca 1948. A. VlEL, Dominique Soto au Concile de Trente et
contre le protestantisme, en «RevTh» 14 (1906), 167-191. K. J. BECKER, Tradi-
ción manuscrita de las Prelecciones de Domingo de Soto, en «AschThGr» 29
(1966), 125-180. P. RODRIGUEZ-R. LANZETTI, El Catecismo Romano: Fuentes e
Historia del texto y de la redacción, Pamplona 1982, pp. 166-173. D . DE COLME-
NARES, Historia insigne de la cuidad de Segovia, Madrid 1640. C. Pozo, Soto,
Domingo de, O. P., en «LThK» 9 (1964), 897-898. A. FEUZIANI, La causalità
dei Sacramenti in Domenico Soto, en «Angelicum» 16 (1939) 51.
3. Como hace notar V. D . CARRO, así lo declara el mismo SOTO en su obra De
natura et gratia, lib. III, cap. 3; además, en las portadas de otros libros suyos se
llama «segoviense». Cfr. al respecto nota 25. En: V. D . CARRO, Síntesis biográ-
fica de Domingo de Soto, en SOTO, De Iustitia et Iure, Introducción general, cap.
II, pp. XIX-XXVI.
250 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

bablemente, a Vitoria y se gradúa como M a e s t r o de A r t e s . E n


4

1519 vuelve a la Complutense, en donde permanece hasta


1524. E n esta época escribe y explica las Súmulas . 5

En 1524, acude a M o n s e r r a t en petición de consejo sobre


su posible entrada en religión. P o c o después ingresa en el con-
vento de los D o m i n i c o s , de Burgos, haciendo su profesión reli-
giosa el 2 3 de julio de 1 5 2 5 . A finales de este mismo año llega
a S a l a m a n c a . H a s t a 1931 enseña teología a los frailes de su
orden en el convento de San E s t e b a n . E n el curso 1531-32
sustituye a Vitoria, ausente por enfermedad. E l 2 2 de diciembre
de 1932 gana en propiedad la C á t e d r a de Vísperas de la U n i -
versidad de S a l a m a n c a , que regirá durante 16 a ñ o s . Son años
6

en que expone cerca de diez relecciones, a d e m á s de explicar


varias veces a Santo T o m á s . Escritor f e c u n d o , se muestra
7

buen conocedor de la filosofía y de las artes, de la teología y


del derecho canónico. «Qui scit Sotum, scit totum». E s t a frase,
que llegó a consagrarse como un adagio, era repetida de boca
en boca en la Universidad Salmantina.
E n 1 5 4 5 , comienza u n a etapa nueva en la vida de Soto.
Carlos V lo m a n d a a T r e n t o como teólogo imperial, y el 6 de
junio de ese año llega a la ciudad sede del Concilio, a c o m p a -
ñado de Bartolomé de C a r r a n z a . D u r a n t e u n a t e m p o r a d a
8

ocupa u n a posición privilegiada en la asamblea conciliar: hasta


el 29 de abril de 1546 ostenta la representación del M a e s t r o
General de su O r d e n . C o m o teólogo, participa en las Congrega-
ciones de teólogos. E n cuanto representante del G e n e r a l de los
Dominicos, interviene en las Congregaciones G e n e r a l e s de los
Padres del C o n c i l i o S u primera intervención amplia fue en la

4. V . BELTRAN DE HEREDIA, op. cit., cap. I , pp. 9-24.


5. Ibidem, cap. I I , pp. 28-34.
6. Ibidem, cap. I I I , pp. 63-93.
7. Sobre la producción de SOTO, tiene particular interés: K. J. BECKER,
Tradición manuscrita de las Prelecciones de Domingo de Soto, en «ArchThGr»
29 (1966), 125-180. Aunque estudia, sobre todo, los manuscritos inéditos hasta
esa fecha, al final del artículo ofrece un cuadro sinóptico de todas las obras del
teólogo segoviano, impresas o no; la visión de conjunto acerca de los escritos
de SOTO se consigue bien teniéndose delante. También: V . BELTRAN DE HERE-
DIA, Domingo de Soto. Estudio biográfico documentado, Salamanca 1960,
cap. X I V , pp. 526 ss.
8. V . BELTRAN DE HEREDIA, Domingo de Soto. Estudio biográfico docu-
mentado, Salamanca 1960.
9. En la Congregación General del 22-XII-1545, SOTO pidió ser admitido
en el Concilio como Procurador del General de su Orden. El caso no era claro
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 25 1

Sesión IV: el canon de la Sagrada Escritura y la autoridad de


la Vulgata. Aprovecha esta oportunidad para resaltar el valor de
la ciencia teológica, para evitar que no se deslicen errores entre
los propios católicos . D u r a n t e la sesión V se encuentra
I 0

ausente, en R o m a , participando en el capítulo general de la


Orden; pero regresa a tiempo de trabajar en la V I , sobre la j u s -
tificación. E n manos de los teólogos y padres conciliares se
encontraba su obra De natura et gratia. Soto interviene una y
otra v e z , por extenso. Su influencia llega a ser decisiva en el
documento final . 11

Aquí finaliza su participación directa en T r e n t o . E n 1 5 4 8


es nombrado confesor del E m p e r a d o r , sustituyendo a P e d r o de
Soto . E s un período breve, pues en los comienzos de 1550
12

renuncia al cargo y vuelve a E s p a ñ a . L a Inquisición y la 13

Universidad de S a l a m a n c a son tareas de esta época. A l renun-


ciar C a n o a su C á t e d r a de P r i m a , Soto es designado para ocu-
parla p o r unanimidad en 1552 . Muere pocos años m á s tarde,
M

en septiembre de 1 5 5 9 .

1.2. La cuestión que se investiga. Elección del autor y deter-


minación y uso de las fuentes

1.2.1. Objeto del trabajo

N o s proponemos a h o n d a r en la necesidad de u n a de las


partes del S a c r a m e n t o de la Penitencia: la confesión de los

jurídicamente, pero fue admitido «ut vir doctissimus et prudentia plurium


pollens»: SGTr, I V , 538.
10. Es conocido cómo SOTO se opone en varias ocasiones a teólogos y
obispos de distintas naciones que, sin una sólida formación teológica, pretenden
sentenciar en todas las controversias. Cfr. SOTO, Apología contra Catharinum,
cap. I ; V . D . CARRO, Introducción histórica y teológico-jurídica, en: SOTO, De
iustitia et iure, ed. bilingüe, Madrid 1967, cap. I I , p. X X I I .
11. V . BELTRAN DE HEREDIA, Domingo de Soto. Estudio Biográfico docu-
mentado, Salamanca 1960, cap. I V , pp. 117-175. V . D . CARRO, LOS Domini-
cos y el Concilio de Trento, Salamanca 1948. A. VIEL, Dominique Soto au
Concile de Trente et contre le Protestantisme, en «RevTh» 14 (1906) 167-191.
12. V . D . CARRO, El Maestro Fr. Pedro de Soto y las controversias
político-teológicas del siglo XVI, Salamanca 1950, t. I , cap. X I I , pp. 117-
206.
13. V . BELTRAN DE HEREDIA, Domingo de Soto. Estudio biográfico docu-
mentado, Salamanca 1960, cap. V I , p. 231.
14. Ibidem, cap. V I I I , pp. 300 ss.
252 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

pecados . P o r qué es necesaria y c ó m o . C u á l es o cuáles son


15

los fundamentos de esta necesidad. Q u é relación tiene c o n el


hecho de que el Sacramento de la Penitencia s e a necesario, e t c .
La época elegida ha sido el siglo X V I . L a teología de este
período estuvo presente en T r e n t o . Y este Concilio continúa
siendo el punto de referencia obligado para centrar la ense-
ñanza solemne de la Iglesia acerca de este s a c r a m e n t o y de sus
partes . 16

1.2.2. Elección del autor

Con ocasión de la realización del trabajo de investigación


para obtener el grado de doctor, tuvimos la oportunidad de
acceder a algunos autores del siglo X V I , en cuyos escritos
estudiamos esta misma cuestión. F u e r o n elegidos J o h n F i s h e r ,
Ruard T a p p e r , Melchor C a n o y D o m i n g o de Soto. P u e s bien,
el segoviano sobresalió enseguida entre ellos. E s t o hizo q u e n o s
adentráramos m á s en su vida y escritos, pudiendo apreciar a s í
su talla intelectual, n o ajena a los afanes que caracterizaron el
movimiento de renovación del siglo X V I e s p a ñ o l " . C o n
acierto, se h a podido decir de él q u e «su teología está fuerte-
mente a c u ñ a d a p o r el h u m a n i s m o sin c a e r p o r ello en los exce-
sos de la teología positiva» . P e r o es m á s que e s o . Su
1 8

formación es amplia y profunda. Sabe acudir a las fuentes c o n


indudable acierto. « F u é , sobre t o d o , u n profundo conocedor de

15. A lo largo del trabajo, cuando utilizamos las expresiones: «confesión»,


«confesión de los pecados», nos queremos referir siempre a la parte del sacra-
mento. Cuando queramos tratar todo él, utilizaremos otras expresiones.
16. «Firmiter tenenda et fideliter in praxi applicanda manet doctrina S .
Concila Tridentini (...). Praeter praeceptum divinum, in Concilio Tridentino
declaratum, ad hoc urget maximum animarum bonum, quod saeculorum expe-
rientia, ex individuali confessione, recte facta et administrata, provenit». SACRA
CONGREGATO PRO DOCTRINA FJDEI, Normae pastorales circa absolutionem
sacramentalem generali modo impertiendam, A A S 64 (1972), 510-511. Esta
misma doctrina se expresa en el Ordo Poenitentiae, Praenotanda, n. 31. Y en
CIC, ce. 959-964 y 987-988. Con estas premisas nos resultó de particular inte-
rés tratar de ver cual era el pensamiento teológico de esa época. Qué entendían
necesario, por qué, cuales eran sus puntos de apoyo, qué significado daban a
las expresiones que se utilizaron en el Concilio, etc.
17. Una explicación detallada de este fenómeno se puede encontrar en: M .
ANDRES MARTIN, Historia de la Teologia en España (1470-1570), t. I: Insti-
tuciones teológicas, Roma 1962.
18. C. Pozo, Soto, Domingo de, en: «LThK» 9, 897.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 253

la teología tomasiana y también de las corrientes intelectuales


de la Baja Escolástica y del siglo X V I europeo. L a s investiga-
ciones bíblicas y patrísticas que en aquel tiempo se realizaron
en E s p a ñ a influyeron no poco en los escritos sotianos, lo
mismo que los estudios lingüísticos y literarios sobre los clási-
cos griegos y latinos. T o d o ello contribuye a d a r a su obra esa
amplia ambientación doctrinal y literaria que singularizan a la
escuela tomista del X V I español»

1.2.3. Determinación y uso de las fuentes

El trabajo de Becker a que nos hemos referido antes nos 2 0

permite conocer cuales son los manuscritos de Soto donde trata


del S a c r a m e n t o de la Penitencia:
a) Ottobonianus latinus 714: abarca sus explicaciones
sobre la Summa Theologiae, I I I , q. 6 0 a Suppl. q. 1 1 , a. 4
(año 1533-34) y Suppl. q q . 1 2 - 2 3 , a. 1 (año 1534-35) . 21

b) Ottobonianus latinus 1010: no es claro que sea de


Soto, al menos en su totalidad. Sólo los folios 2 7 6 5 - 2 9 4 4 ,
sobre Suppl. q. 6, a. 3 - q. 1 3 , pueden ser de Soto. N o se
conoce el a ñ o . 22

H a s t a aquí, los escritos todavía inéditos.


D e entre los q u e están impresos, hemos escogido como
texto-base el Commentarium in quartum sententiarum, redac-
tado y d a d o a la luz pública en su segunda época de docencia
salmantina. E s su obra de m a d u r e z , en la que recoge su saber
2 3

19. P. RODRÍGUEZ-R. LANZETTI, op. cit., pp. 167-168.


20. Cfr. nota 7.
21. K. J . BECKER, op. cit., pp. 128-130.
22. Ibidem, pp. 138-140.
23. El mismo Soto testimonia su propósito de comentar los cuatro libros d e
las Sentencias. Pero sus amigos, ante la muerte cercana del Catedrático sal-
manticense, le pidieron que comenzara por e l cuarto: «Sententias patrum, quas
Petrus Lombardus de Sacra Theologia benemeritus, i n quatuor libros graphice
digessit, animus mihi S e m p e r tulerat a primo libro exordivi, ut meo tenui
cálamo totas exponerem. At vero quoniam mihi alus laboribus iam protrito,
omnes cernunt, vires i n dies elanguescere, metuentes n e m e i n medio cursu Spi-
ritus deficeret, instantius precando e x m e multi efflagitarum, ut a quarto libro
rem auspicaret, quem libris e Iustitia et Iure adhiberem». SOTO, In IV Sent.,
Proemium, p. 1. (La transcripción del texto latino respeta e l original d e la edi-
ción de 1579; cfr. nota 26. Habrá que tener presente esta observación cuando
la grafía n o coincida con la usada ahora).
254 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

y su experiencia docente sobre la teología s a c r a m e n t a r í a . N o


parece a v e n t u r a d o s u p o n e r que la d o c t r i n a teológica presente en
los m a n u s c r i t o s —de fecha anterior— esté incluida en ella. E l
Libro IV de las S e n t e n c i a s lo h a b í a e x p l i c a d o d u r a n t e tres cur-
sos a c a d é m i c o s . U n o de ellos, coincidente con la fecha de la
2 4

primera p a r t e del Ottobonianus latinus 714. L a o b r a está divi-


dida en dos v o l ú m e n e s , que salen de la i m p r e n t a en distinta
época . E s e s t a , sin d u d a , u n a de las o b r a s teológicas m á s leí-
2 5

das del siglo X V I . A l c a n z a un éxito s o r p r e n d e n t e . E s t á divi-


2 Í

dida en 5 0 « d i s t i n c i o n e s » : 2 3 en el p r i m e r t o m o y las 27
restantes en el s e g u n d o . D e t o d a s f o r m a s , «a p e s a r del título,
es m á s bien un c o m e n t a r i o a la p a r t e c o r r e s p o n d i e n t e de la
Summa Theologica del D o c t o r A n g é l i c o , que bien p o d r í a titu-
lar De sacramentis in genere et in particulari, necnon de
novissimis» 2 7
. E n c o n t r a de lo que era c o s t u m b r e h a b i t u a l de
los c o m e n t a d o r e s del M a e s t r o de las S e n t e n c i a s , S o t o n o r e p r o -
duce el textus de la o b r a de P e d r o L o m b a r d o . E n su lugar, él
m i s m o h a c e un prólogo i n t r o d u c t o r i o , d o n d e r e s u m e la m a t e r i a

24. 1533-1534, 1542-1544 y 1552-1554. Cfr. A. FELIZIANI, La causalità


dei Sacramenti in Domenico Soto, en «Angelicum» 16 (1939) 51.
25. En 1557 el primer tomo y en 1560 el segundo. El título que lleva la
primera edición es: Commentariorum Fratris Dominici Soto Segobiensis,
Theologi ordinis Praedicatorum, Caesareae maistatis a sacris conjfessionibus,
publici apud Salmanticenses proffessoris, in Quartum Sententiarum. Tomus
primus cum privilegio, Salmanticae. Excudebat loannes a Cànova. MDLVII.
El tomo segundo dice lo mismo con las siguientes variantes: Secundus Tomus,
Salmanticae, Excudebat Andreas a Portonariis, MDLX. Datos tomados de G.
A. PALAU y DULCET, Manual del librero hispanoamericano, 22 (1970) 49-50.
V. BELTRAN DE HEREDIA, op. cit., da cuenta de la existencia de dos ejemplares
del primer tomo: uno en la Biblioteca Pública de Toledo, y otro en la Biblio-
teca Nacional de Madrid (R/29861); y de un ejemplar del tomo segundo en la
Biblioteca Nacional de Madrid (R/311655).
26. En poco más de 40 años se llegan a hacer 32 ediciones, en las mejores
imprentas de Europa. Nos parece una muestra suficiente para la afirmación que
hemos hecho. Además de varias ediciones castellanas, ha habido otras, por
ejemplo, en Venecia (1570, 1575, 1584, 1589 y 1598), en Lovaina (dos en
1573) y en Duaci (1563). La edición que aquí utilizamos es la realizada en
Medina del Campo a expensas de Benito Boyer en 1579. Forma parte de una
encuademación en dos volúmenes: el primero de ellos corresponde al tomo I
del Commentarium; el segundo volumen incluye el tomo II del Comentario, y
añade además el De natura et gratta, la Apología contra Catharinum, la
Relectio de ratione tegendi et detegendi secretum y la In causa pauperum deli-
beratio. Esta encuademación pudo ser realizada en alguna de las librerías de
Medina del Campo, como era habitual en aquella época. Cfr. C. PEREZ PAS-
TOR, La imprenta en Medina del Campo (Madrid 1985) p. X-XI.
27. V. D . CARRO, Los dominicos y el Concilio de Trento, Salamanca
1948, p. XXVI.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 255

que va a tratar en esa distinción . « P e r o , en c a m b i o , —como


28

bien se ha hecho notar— encontramos reproducido íntegramente


todo lo que enseña Santo T o m á s en la Suma Teológica sobre
los Sacramentos y en el Comentario al IV de las Sentencias
sobre los Sacramentos no tratados en la Suma y sobre la E s c a -
tología» . Evidentemente, no se trata de una reproducción lite-
29

ral del Angélico, aunque en algunos casos se le aproxima. El


mismo Soto advierte que su modo de proceder no es la trans-
cripción literal (non quidem eius litteram ut iacet, transcñ-
bendo), sino el parafrasear explicando a la vez (sed paraphras-
ticam eius narrationem praemittendo: hoc est eius sententias
variato aliquatenus stylo explicando) . 30
A este respecto, no
hemos de pensar «en un Domingo de S o t o , como un simple
repetidor de textos tomistas. H a y en él una asimilación de la
doctrina del Angélico, y una elaboración personal de la misma.
Ello no será óbice t a m p o c o para q u e , en ocasiones se aparte de
los argumentos tomistas, manifestando libremente sus persona-
les opiniones. O también que interprete a Santo T o m á s , tra-
tando de colmar alguna laguna» . 31

E s t a realidad se comprueba al leer la obra del segoviano.


P o r todas estas razones la hemos elegido como pauta a la hora
de desarrollar el presente trabajo. Los temas que tratamos se
encuentran en el primer t o m o , y no t o d o , como es lógico. D e la
distinción II a la X I I I , trata del Bautismo, la Confirmación y
la Eucaristía. P a r a nuestra t a r e a , nos interesan m á s especial-
mente la I, y las comprendidas entre la X I V y la X X I I , aun-
que no siempre en la misma intensidad . 32

2 8 . Expone por extenso las razones de este modo de proceder en el Proe-


mium de su obra. Cfr. SOTO, In IV Sent., proemium, I , pp. 1-2.
29. P. RODRIGUEZ-R. LANZETTI,, op. cit., p. 1 7 0 .
30. SOTO, In IV Sent., d. 1, q. 1, a. 1, p. 7.
3 1 . D . RAMOS-LISSON, La ley según Domingo de Soto, Pamplona 1 9 7 6 ,
nota 2 , p. 3 2 .
3 2 . Ofrecemos el enunciado de las distinciones y, en su caso, el de las
cuestiones de cada distinción, que nos han parecido de mayor interés. Entre
paréntesis se indica —respectivamente— el número total de cuestiones y artícu-
los de que se componen cada una. La estructura de estas partes se puede resu-
mir asi:
I. De Sacramentis in genere ( 6 qq).
1. De defìnitione sacramenti et eius partibus ( 8 aa).
2. De sacramentorum necessitate et institutionis causa et tempora ( 4 aa).
5. De sacramentorum ministris ( 1 0 aa).
6. De numero et necessitate sacramentorum ( 4 aa).
256 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

A lo largo de estas distinciones —sobre t o d o , en la X V I I y


X V I I I — va tratando la necesidad de la confesión. N o deja nin-
gún resquicio. Su pensamiento queda perfectamente engarzado
por todas partes. Su doctrina, acorde con el Concilio de
T r e n t o . H a s t a el punto que en las sucesivas ediciones nada
debe cambiar, respecto a sus lecciones de cátedra.
N o es ésta, sin embargo, la única fuente a la que hemos
acudido. H e m o s encontrado alguna referencia a la necesidad de
acusar los propios pecados en De Natura et Grada . Y hemos 33

acudido también al De Iustitia et Iure p a r a penetrar m á s en


3 4

profundidad en el concepto y significado que tiene p a r a Soto la


expresión iure divino.

1.3. Estructura del trabajo

El teólogo segoviano se nos presenta con un rasgo bien


característico: la nitidez de la exposición j u n t o a la precisión y
concatenación casi exhaustiva de su p e n s a m i e n t o . E s t o permite
ir descubriendo cuales son los fundamentos que va poniendo
p a r a , después, con firmeza, situar sobre ellos la necesidad de la
confesión de los p e c a d o s como parte del S a c r a m e n t o de la

XIV. De poenitentia secundum se (2 qq).


1. De sacramento poenitentiae, qua ratione est sacramentum (10 aa).
2. De sacramento poenitentiae, secundum quod est virtus (6 aa).
XV. De effectu poenitentiae (2 qq).
XVI. De reditu peccatorum et recuperatone virtutum (2 qq).
XVII. De confessione (4 qq).
1. De necessitate confessionis (5 aa).
2. De quidditate et qualitatibus confessionis (6 aa).
3. De effectibus et defectibus confessionis (3 aa).
4. De ministris sacramenti poenitentiae (6 aa).
XIX. De satisfactione et de purgatorio (3 qq).
XX. De clavibus ecclesiae (2 qq).
1. De clavium assertione (5 aa).
2. De virtute et effectu clavium (3 aa).
XXI. De indulgentiis (2 qq).
XXII. De excomunicatione (3 qq).
33. Fratris Dominici Soto, Segobiensis, Theologi, Ordinis Praedicatorum,
et Caesareae maistatis Caroli quinti Imperatoris a Sacris conjfessionibus, ad
Sanctum concilium Tridentinum De natura et gratia. Quod opus ab ipso aut-
hore denuo recognitum est, nonullisque in locis emendatum, et Apologia con-
tra reverendum Episcopum Catharinum auctum. Cum privilegio, Parisiis. Apud
Ioannem Foucher, Sub scuto Florentiae, in via ad D . Iacobum, 1549.
34. SOTO, De Iustitia et Iure, 4 vols. ed. bilingue. Madrid 1967.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 257

Penitencia. N o s planteamos el desarrollo del presente estudio


en dos grandes a p a r t a d o s : el primero, sobre la sacramentalidad,
en general y referida a la Penitencia; la necesidad de la confe-
sión es el objeto del segundo.
E n lo que se refiere al por qué de cada uno de ellos hemos
de decir que, para nuestro autor, la confesión es necesaria por-
que es una parte del Sacramento de la Penitencia. P o r ello,
abordaremos —brevemente— su pensamiento acerca de la cons-
titución del signo s a c r a m e n t a l , en un primer punto; en un
segundo m o m e n t o , estudiaremos dicha sacramentalidad referida
a la Penitencia, para concluir de ahí su necesidad en cuanto
sacramento; un tercer punto está dedicado a la necesidad y
conveniencia de las partes consideradas en su conjunto.
Con estas premisas —bien enraizadas en la mente del que
fue confesor de Carlos V— iniciaremos el segundo a p a r t a d o : la
necesidad de la confesión de los p e c a d o s . C u a t r o serán los
aspectos que abordaremos en esta ocasión. El comienzo, trata-
remos de la institución por Cristo —y la necesidad ex iure
divino— de la confesión de los p e c a d o s . P a s a m o s , en un
segundo término, a estudiar —merece sede propia— uno de los
fundamentos de esa necesidad: la potestas clavium y su c a r á c -
ter judicial. El siguiente punto nos conduce al estudio del cómo
es esa necesidad de la confesión: su integridad y el m o d o
secreto o público de confesarse. C o m o colofón, en cuarto lugar
analizaremos el sentido de la expresión ius divinum q u e , en la
mente de nuestro autor, califica a la necesidad de la confesión.
T o d o ello con u n a profundidad —lo adelantamos ya— que no
hemos encontrado en los d e m á s autores del X V I que hemos
tenido ocasión de estudiar: C a n o , T a p p e r y F i s h e r .

1.4. La investigación teológica acerca de la confesión en


Domingo de Soto. Situación del presente trabajo en rela-
ción a Soto y a esos estudios

A u n q u e la figura y la obra del segoviano h a n sido estudia-


das en bastantes o c a s i o n e s , no son muchos ni muy amplios los
trabajos realizados en torno al t e m a específico que nos ocupa
ahora. Alguno se podría calificar de colateral, no en c u a n t o a
falta de rigor, sino en tanto que o c u p a unas pocas páginas de
un trabajo amplio sobre otros t e m a s .
258 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

Al Sacramento de la Penitencia en D o m i n g o de S o t o , le
dedica C a r r o unas páginas en su obra « E l M a e s t r o F r a y P e d r o
de Soto y las controversias político-teológicas en el siglo X V I » .
E n ellas expone el pensamiento del segoviano en el contexto
del X V I teológico español; exposición necesariamente breve,
dada la riqueza del entorno. E n las 14 páginas que le dedica,
hace una magnífica exposición sintética del S a c r a m e n t o de la
Penitencia . 35

Por su p a r t e , A . Sarmiento ha publicado dos artículos en


los que se tratan los mismos aspectos de este trabajo: el ius
divinum de la confesión en algunos teólogos del siglo X V I . 3 6

U n a parte la dedica a Soto y al sentido que tiene p a r a él la


expresión ius divinum, en base a su Commentarium in IV
Sententiarum.
C o m o es lógico, los textos del M a e s t r o de Vísperas sobre
este tema estudiados en esos artículos son los mismos que usa-
mos en este trabajo, si bien hemos acudido también a otras
fuentes, que nos h a n permitido concretar m á s aún el concepto
de derecho divino . 37

E s t a s publicaciones son —nos p a r e c e — las que tratan m á s


directamente el t e m a objeto de nuestro estudio sin que la exten-
sión permita, en o c a s i o n e s , m a s que un esbozo de la línea de
pensamiento. H a y algunos artículos de revistas, y a c i t a d o s , o
voces de diccionarios, que se recogen en la bibliografía. A l tra-
tar del autor, tocan p o r breve el tema del ius divinum. Por
ello, nos parece justificado y de interés la presente investigación y
confiamos que contribuya al conocimiento de la doctrina teológica
del Maestro de Vísperas de Salamanca acerca del tema reciente-
mente tratado en el Sínodo de los Obispos de 1 9 8 3 .

35. Cfr. V. D . CARRO, El Maestro Fray Pedro de Soto y las controversias


político-teológicas del siglo XVI, Salamanca 1950, t. II, pp. 664-668 y 721-
727. En las primeras siete páginas trata: la causalidad, el carácter y la institu-
ción; en las otras 7 páginas expone las partes de la penitencia —sin adentrarse
en su necesidad— en su conjunto: partes integrales de la materia, deteniéndose
brevemente en la contrición y la confesión (una página). Sólo a propósito de la
institución de los sacramentos en general habla del ius divinum.
36. Cfr. A. SARMIENTO, El «ius divinum» de la confesión íntegra y secreta
de los pecados (La teología española del XVI, testigo de la interpretación de
Trento) en: Reconciliación y Penitencia, V Simposio Internacional de Teología,
Pamplona 1983, pp. 663-685. La parte referida a SOTO abarca las pp. 671-679.
37. Cfr. V. D. CARRO, Domingo de Soto y su doctrina jurídica, Madrid
1943, pp. 90, 152-154, 342, 386-388.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 259

2. LA SACRAMENTALIDAD, EN GENERAL Y REFERIDA A LA


PENITENCIA

2 . 1 . La constitución del signo sacramental

Soto, al introducir la q. 1 de la distinción 1 8 , resume en


una línea su pensamiento acerca de la necesidad de la confe-
sión de los p e c a d o s . Se plantea demostrar an confessio iure
divino fuerit instituía, tanquam ad salutem necessaria . El 3 8

fundamento en que se va a apoyar aparece un poco m á s ade-


lante. T r a s exponer los argumentos en contra de la necesidad y
de la institución ex iure divino , los rebate aduciendo la auto-
3 9

ridad de la Iglesia. Asistida p o r el Espíritu Santo —dice—,


enumera entre los sacramentos al de la Penitencia, del que es
parte necesaria la confesión. A d e m á s —continúa— no h a y un
verdadero sacramento si no ha sido instituido por Cristo, autor
de la gracia que a través de ellos se nos confiere . 4 0

U n a afirmación, p u e s , —la necesidad de confesar los peca-


dos para obtener el perdón— que en nuestro autor se presenta
con fundamentos inmediatos u n o s , y m á s remotos los otros. L a
concepción misma de sacramento y la sacramentalidad de la
Penitencia están implicadas fuertemente en la necesidad de esa
parte que llamamos confesión. V a m o s , p u e s , a seguir el r a z o n a -
miento del teólogo segoviano desde sus fundamentos.
Efectivamente. A p e n a s c o m e n z a d a la distinción primera, da
un primer p a s o en la definición de s a c r a m e n t o : «un cierto
signo». ¿Qué quiere decir con eso? L o explica c o n precisión: el
sacramento se pone en el signo; es decir, es « u n determinado
signo, al igual que el hombre u n a determinada sustancia» . 4 1

38. SOTO, In IV Sent., d. 1 8 , q. 1 , a. 1 , p. 7 3 4 .


3 9 . Aduce dos textos bíblicos: Ps 2 1 y Mt 1 6 ; además: HUGO DE SAN VÍC-
TOR, T . CANTUARIENSIS, I. THEUTONICI, PANORMITANO, DURANDO y ERASMO;
finalmente, entre los herejes, a WICLEF, LUTERO y los valdenses. Cfr. SOTO, In
IV Sent., d. 1 8 , q. 1, a. 1, p. 7 3 4 .
4 0 . «In contrarium est eccìesiae autoritas quae spiritu sancto afflata inter
sacramenta connumerat, sacramentum poenitentiae, cuius pars necessaria est
confessio: sacramenta vero, nemo, nisi Christus gratiae sacramentorum autor,
instituere potuit». SOTO, In IV Sent., d. 1 8 , q. 1, a.l, p. 7 3 4 .
4 1 . «Sacramentum ponitur in genere signi, hoc est, sacramentum es quod-
dam S i g n u m : sicut homo quaedam substantia». Ibidem, d. 1, q. 1 , a. 1, p.
7.
260 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

U n a comparación que nos parece de interés. O r d i n a r i a m e n t e ,


los signos son considerados accidentes y, por t a n t o , no p e r t e n e -
cientes a la esencia. La sustancia, en c a m b i o , hace que algo
sea lo que es y no otra cosa. Soto, sin embargo, en el caso de
los sacramentos identifica signo y sustancia, poniéndolos en el
mismo género. El hombre deja de ser hombre sin la sustancia
hombre. El sacramento deja de ser s a c r a m e n t o sin el signo
sacramental. M á s aún: el Sacramento es el signo s a c r a m e n t a l .
A h o r a bien, ¿qué significa el signo?, ¿cuál es el significado
del sacramento?, ¿cómo concretar ese algo sin el cual no podría
existir? Sacramento —explica poco d e s p u é s — significa, ante
todo, sacrum misterium in quo latet sanctitas . N o quiere
42

decir esto que todo lo que sea signo de algo sagrado es esa
cierta sustancia que hemos llamado s a c r a m e n t o , sino tan sólo
in quantum homines est sanctijicans . 43

Así p u e s , tenemos algo que constituye el s a c r a m e n t o , en


cuanto que produce un efecto determinado. P e r o , ¿cómo h a de
ser el signo sacramental? L a respuesta no se hace e s p e r a r : 44

sacramentum debet esse sensibile signum, algo que se conozca


por los sentidos. E s e signo sensible h a c e el s a c r a m e n t o .
Citando a San Agustín —accedit verbum ad elementum, et fit
sacramentum— hace ver que una y otra cosa forman el signo,
son la sustancia del s a c r a m e n t o , y son sensibles . 4 5

El siguiente p a s o aparece c o m o algo perfectamente c o n c a t e -


n a d o ; y Soto lo va a dar sin m u c h a t a r d a n z a . Si el signo sacra-
mental h a de ser sensible y consiste en la materia y la forma,
sólo queda explicar qué es c a d a cosa (explorandum de utraque
restat). Comienza por la materia (rebus), afirmando que es
necesario que sea determinada por institución divina. ¿Por qué
esto? E l signo es sacramento en c u a n t o que santifica al h o m b r e ,
y sólo D i o s tiene potestad en nuestra santificación. P o r lo

42. Ibidem.
4 3 . Ibidem, à. 1, q. 1, a. 2 , p. 1 1 .
4 4 . Soto al responder tiene presente a los nominalistas, que afirman que no
es necesario el signo sensible (Ockam, In IV Sent.) o que no existe en algún
caso (Durando, In IV Sent.). Cfr. SOTO, In IV Sent., d. 1, q. 1, a. 4 , pp.
1 8 ss.
4 5 . «Sacramentum debet esse sensibile signum, secundum illud Aug. super
loan, tract. 8 Q. quod re fertur 1 q. 1, ca. Detrahe. Accedit verbum ad elemen-
tum et fit sacramentum ubi tarn verbum quam elementum; hoc est, tarn forma,
quam materia, res sensibilis affirmatur». Ibidem, d. 1, q. 1, a. 4 , p. 1 8 .
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 261

t a n t o , es lógico que a El competat res sacramentorum novae


legis condere, et determinare, quibus homines ipse sanctifi-
cat .
46
D e otra m a n e r a , viene a m o s t r a r lo m i s m o a c u d i e n d o a
Santo T o m á s : es el médico quien, p a r a curar las distintas enfer-
m e d a d e s , decide cuál es el m o d o concreto de c u r a r l a s , la medi-
cina (res) a u t i l i z a r .
47

D e s p u é s , p a s a a analizar ese otro elemento de la sustancia


del s a c r a m e n t o : la forma (verba). ¿Es n e c e s a r i a ? ¿Por qué? La
respuesta de nuestro autor es afirmativa. P u e s la m a t e r i a (res)
por sí m i s m a , no significa la totalidad y la realidad del s a c r a -
m e n t o . L a s p a l a b r a s m u e s t r a n el significado sobrenatural de ese
otro e l e m e n t o sensible y, a la vez, lo p r o d u c e n . 4 S

Así p u e s , el signo s a c r a m e n t a l constituye la esencia del


S a c r a m e n t o y fundamenta la necesidad del t o d o y de las p a r -
tes. P e r o esto es así porque ha sido instituido por J e s u c r i s t o :
«existen sólo por institución divina» . 4 9

M á s adelante, al estudiar el sentido del ius divinum, volvere-


mos de nuevo sobre este punto. Con este recorrido —necesaria-
mente breve, teniendo presente el objeto de nuestro trabajo— da-
mos por terminada esta introducción que nos ha permitido acercar-
nos al concepto de sacramento en la mente del confesor de Carlos V.

4 6 . Ibidem, d.l, q. 1, a. 5 , pp. 1 9 y 2 0 .


4 7 . «Pari modo respondet D . Thom. ad secundum quod in corporalibus
medicamentis, eo quod diversae res eidem medendo morbo habere possunt natu-
rales virtutes: possunt medici alterum pro altero adhibere. In salute autem spiri-
tuali secus censendum. Decuit nanque, diversis effectibus gratiae, quae in
diversis latent sacramentis, diversas res coaptari». Ibidem, p. 2 1 . SOTO, al con-
testar a esta cuestión, no dice más de momento.
4 8 . «At vero, verba in hoc prorsus data sunt nobis, ut expressa essent nos-
trorum conceptum signa. Quo fit ut sacramentorum res absque verbis imperfecta
sint signa. Tinctio enim aquae ablutionem ob suam humiditatem significare
potest, et propter suam frigiditatem, refrigerium. Ob idque necessarium fuit, ut
adveniens verborum forma, Ego te baptizo, restringeret res ad significandum
ablutionem animae. Et hoc est, quod supra citatus Hugo ait sacramenta ex
similitudine representare, et ex institutione, significare gratiam». Ibidem, d. 1,
q. 1, a. 6 , p. 2 1 .
4 9 . Ibidem, d. 1, q. 5 , a. 2 , p. 8 7 . Antes ha afirmado: «In sacramentis
novae legis oportet uti rebus ex divina institutione determinantis». Ibidem, d. 1,
q. 1, a 5 , p. 2 0 . Y más adelante: «Unde quod de sacramentis affirmamus et de
eorum partibus essentialibus sentiendum est, videlicet quod ñeque materiam,
ñeque formam, nec ministrum necessarium potest ecclesia, vel alius quispiam
mutare, nisi solus Deus». Ibidem, d. 1, q. 5 , a. 2 , p. 8 8 . SOTO, al abordar
estos temas, tiene bien presentes a SCOTO (SU afirmación de que el sacramento no
justifica por si mismo, sino que precisa de la acción justificadora de Dios) y los
errores de Lutero (el modo de confesarse es un invento de la Iglesia) y Pedro de
Osma (la confesión de los pecados no es de iure divino). Cfr. Ibidem, pp. 88-89.
262 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

2.2. La Penitencia como sacramento. Su necesidad

Soto se va planteando los posibles interrogantes: si la Peni-


tencia es s a c r a m e n t o , por qué, si ha existido siempre como tal.
Afronta las dificultades y no deja ninguna sin solución. U n a
afirmación le sirve como punto de partida: manifestum est
quod poenitentia quae in Ecclesia agitur, est sacramentum.
P a r a probar esta afirmación explica, en primer lugar q u e , al
igual que el Bautismo se ordena a la remisión del p e c a d o origi-
nal, la Penitencia tiene como fin la remisión del p e c a d o
a c t u a l . A c u d e a A c t 8 p a r a concluir que si el Bautismo es
5 0

sacramento, también lo es la penitencia . E n segundo lugar,


51

repitiendo casi literalmente la argumentación de Santo T o m á s


afirma que el sacramento consiste en una ceremonia que nos
comunica, significándolo, aquello que hemos de recibir santa-
mente. E s claro q u e , en la Penitencia, tanto de parte del peni-
tente como del sacerdote que absuelve, la ceremonia se hace de
tal manera que signifique algo santo C ó m o se realiza esto lo
detalla a continuación: al igual que el pecador, con lo que dice
y h a c e , manifiesta que aparta su corazón del p e c a d o , así tam-
bién el sacerdote, con su acción y sus p a l a b r a s , significa la
remisión del p e c a d o por D i o s \ P o r lo t a n t o , si se da u n a res
5

gesta, que aliquod sanctum significatur, es evidente que es un


verdadero s a c r a m e n t o .
N o acaba aquí su argumentación. La refuerza al asegurar
que esto es así, no sólo porque lo afirme Santo T o m á s , sino
también y sobre todo porque pertenece a la fe ex iure divino.
Lo fundamenta en lá p r o m e s a y en la entrega de la potestas
clavium, j u n t o a las definiciones de Florencia y T r e n t o . 54

50. Ibidem, d. 14, q. 1, a. 1, p. 596.


51. Ibidem.
52. «Sacramentum secundum Gregorium 1. q. 1, can. Multi in aliqua cele-
bratione consistit: cum res gesta, ita sit, ut aliquid significative sancte accipia-
mus, quod sancte accipiendum est. Manifestum est au tern quod in poenitentia
ita res gesta fit, quod aliquid sanctum significatur, tarn ex parte peccatoris poe-
nitentis, quam ex parte sacerdotis absolventis». Cfr. S. Th., III, q. 84, a. 1.
53. «Nam peccator poenitens per ea quae facit et dicit ostendit cor suum a
peccato recessisse: similiter sacerdos per ea quae agit et dicit circa poenitentem
significat opus Dei remittentis peccatum». Ibidem,
54. «Interim ergo hoc solum notato, quod conclusio haec D. Tho. non
solum scholastica est, et doctorum assertio, sed fides catholica, neque tantum
pontificio iure verum et divino firmata. Est enim sacramentum, ut dist. I. expo-
suimos sacrae rei sinum quatenus res illa hominem sacrât: est autem poenitentia
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 263

Un poco después, al contestar a Scoto , va a precisar más


5 5

todavía. Es sacramento por ser instituido por Cristo (requiratur


(...) institutio divina) . Y no basta sólo la forma, pues enton-
56

ces la absolución sería toda la sustancia del sacramento, la


totalidad del signo. Por lo tanto, no habría materia. Y esto es
contrario a la enseñanza del concilio de Florencia: omne sacra-
mentum constat ex materia et forma. N o sólo e s o , sino que
expresamente —continúa Soto— dice que los actos del peni-
tente son quasi-materia. Y aclara esta última expresión dicien-
do que el quasi no es una insinuación acerca de que no sea
verdadera materia, sino tan sólo que no se trata de una materia
puesta desde fuera (materia extrínsecas apposita), como el
agua en el Bautismo, por ejemplo " . Más aún: como hemos

Signum gratiae, qua intus homo a peccatis absolvitur, est ergo facta mentem.
Minor autem fundatur super loco ilio Matth. 16. Tibi dabo claves regni coelo-
rum quodcunque ligaveris super terram, erit ligatum et in coelis. Et Ioannis, 20.
Accipete Spiritum Sanctum quorum remiseritis peccata remissa erunt, et quo-
rum retinueritis retenta erunt. Quae quidem loca citato loco elucidavimus. Qua-
propter ecclesia ca. Ad abolendam de haereticis, eos qui, vel de aliis
sacramentis, vel de de peccatorum confessione aliter sentire, aut docere non
metuunt, perpetui anathematis vinculo innodavit. Et ut alia plura concilia prae-
termittamus. Florentinum, cui et Tridentinum subscripsit. Quartum, inquit,
sacramentum et poenitentia». Ibidem.
5 5 . SOTO tiene presente la afirmación del Doctor Sutil: «Poenitentiae sacra-
mentum est absolutio hominis poenitentis facta certis verbis debita intentione
prolatis a Sacerdote iurisdictionem habente, significans efficaciter ex institutione
divina emundationem animae a peccato». DUNS SCOTO, Reportata pariensien-
sia, IV, d. 1 4 , q. 4 . El segoviano recoge este texto con pequeñas variaciones:
suprime la palabra sacramentum del comienzo; añade una coma después de
verbis, seguida de la preposición cum precidiendo a debita intentione; pone
antes ex institutione divina seguido de efficaciter significantibus (en lugar de
significans efficaciter) y en lugar de emundationem escribre ablutionem. Cfr.
SOTO, In IV Sent., d. 1 4 , q. 1, a. 1, p. 5 9 6 . También tiene en cuenta —sin
cita explícita— otras afirmaciones de SCOTO. Una, que niega la materia del
Sacramento: «Ex hoc sequitur quoddam corollarium, quod ex quo hoc sacra-
mentum non est nisi in fieri, nec habet nisi unum Signum sensibile ut verba
prolata, quod hoc sacramentum habet tantum formam, et non proprie mate-
riam». DUNS SCOTO, Reportata pariensiensia, IV, d. 1 4 , q. 4 . La otra, como
consecuencia: no hay partes; los actos del penitente —que él llama quasi-
materia— son un complemento obligado del juicio: siempre que sea posible rea-
lizarlos, se recibe con más fruto la absolución. Lo expone así: «Sed si
loquamur de poenitentia, quae est Sacramentum, sic dico quod non sunt partes
poenitentiae, nisi valde extendendo poenitentiam, quia poenitentiae Sacramen-
tum nihil aliud est, quam forma audibilis verborum prolatorum super poeniten-
tem a Sacerdote». Ibidem, d. 1 6 , a. 1.
5 6 . Ibidem, p. 5 9 7 .
5 7 . «Dicere, quod absolutio sacerdotis sit sacramentum poenitentiae non
videtur rei consonum imo ut cum bona venia illustris doctoris loquamur, a
264 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

visto antes, no sólo la forma sino también la materia —ratione


fonnae— es signo y causa de la gracia y verdadero instrumento
de Dios . Por lo t a n t o , negar que la Penitencia tiene tres par-
58

tes, también en cuanto que es s a c r a m e n t o , es ir contra la doc-


trina o r t o d o x a , puesto que son precisamente los actos del
59

penitente, sometidos al poder de las llaves, la causa de la gra-


cia sacramental. Por lo t a n t o , son ambos los que hacen que la
penitencia sea sacramento . E s o s actos son la m a t e r i a .
60

H a c e también nuestro autor, en otro m o m e n t o , una distin-


ción que pensamos resultará de utilidad: si materia y forma
constituyen el signo s a c r a m e n t a l , ambas pertenecen a la esencia
del s a c r a m e n t o . P o r lo tanto —objeta— si los actos del peni-
tente son p a r t e s , también lo es la forma. P e r o su respuesta es
negativa: la forma es de la esencia del signo, porque sin ella el
sacramento no se perfecciona (non perficitur); pero no es parte,
de la misma m a n e r a que no es parte de una estatua su forma,
aunque sí es lo que le da su perfecto a c a b a d o . 61

Así las c o s a s , p a s a a plantearse si es un s a c r a m e n t o nece-


sario, y expresa su pensamiento en una serie de conclusiones.
D e la necesidad no d u d a , pero ¿se trata de una necesidad a b s o -
luta? Enseguida ofrece una primera respuesta: «el S a c r a m e n t o
de la Penitencia no es absolutamente necesario p a r a la salva-
ción» . Explica que ésta consiste en la obtención de la gracia
6Z

canonico loquendi more dissonat quia ut Fiorentina Synodus affirmat, omne


sacramentum constat ex materia et forma: iuxta verbum August. Accedit ver-
bum ad elementum, et fit sacramentum. Si autem absolutio est tota substantia
sacramenti, non dabitur huius sacramenti materia, quae sit eius pars. Imo
exprsse, ait Synodus, quod actus poenitentis sunt quasi materia. Neque, ait,
quasi, insinuans non esse vere materiam, sed eo quod non sunt materia extrin-
secus apposita, ut aqua in baptisma, et chrisma in confirmatione». Ibidem.
58. «In sacramentis non sola forma est signum et causa gratiae sacramenta -
lis, sed etiam materia ratione formae: (...) tanquam vera instrumenta Dei concu-
rrere, sicut et actus contrahentium matrimonium qui sunt materia et forma
sacramenti (...). Quamvis forma sacramenti sit causa gratiae, non tarnen ideo
est tota substantia sacramentis». Ibidem.
59. Ibidem.
60. «Unde ad primum argumentum Scoti conceditur, sacramentum esse id
quod est signum et causa gratiae: negatur tarnen, quod sola forma sit tale sig-
num et causa: imo materia est signum ratione formae, acperindè causa. Quare
actus poenitentis clavibus ecclesiae subiecti causa sunt sacramentalis gratiae.
Atque adeo nomen sacramenti pro ipso supponit connotando formam in obli-
quo». Ibidem, p. 598.
61. Ibidem.
62. Ibidem, d. 14, q. 1, a. 4, p. 609.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 265

de D i o s , y ésta se puede obtener también por el Bautismo.


Ahora bien, al concretar el tipo de necesidad, sigue la dis-
tinción que hace el Angélico en circunstancias similares, y con-
testa que es necesario ex suppositione; es decir, no para todos
los hombres, sino sólo para los que están sometidos por el
pecado. La razón —dice— es que el pecado engrendra la
muerte y, por lo tanto, para la salvación del pecador es necesa-
rio que el pecado sea removido. Y esto no puede conseguirse
sin el sacramento de la penitencia, a través del cual opera la
virtud de la Pasión de Cristo por medio de la absolución del
sacerdote simul cum opere poenitentis. Así se consigue la gra-
cia en orden a la destrucción del pecado . 63

Teniendo esto en cuenta, una tercera conclusión aparece de


inmediato: «el Sacramento de la Penitencia es necesario para la
salvación después del pecado, de la misma manera que lo es la
medicina corporal después de que el hombre haya contraído
una enfermedad peligrosa» . 64

De todas maneras, cabe plantearse una duda, y nuestro


autor lo hace, con dos vertientes. D e una parte, es verdad —di-
ce— que el auxilio e Dios es necesario para la remisión de los
pecados; sin embargo, no hay ningún precepto sobre ello . Por 65

otro lado, la virtud de la penitencia puede alcanzar el perdón


de los pecados mortales . Dicho de otra manera: la necesidad
66

del sacramento, ¿es necesidad de medio (necessitate jínis ad


consequendam salutem), o es una necesidad de precepto? La
respuesta es clara e inmediata: para los que han pecado mortal-
mente después del bautismo, es necesario necessitate Jínis, pues
nadie puede obtener la salvación —la gracia— si no es por
medio de él. Ahora bien, al preguntarse si esta necesidad pre-

63. «Secunda conclusio. Hoc sacramentum est necessarium ex suppositione,


non quidem universis hominibus, sed peccato subiacentibus (...). Necessarium
est ad salute peccatoris, quod peccatum removeatur ab eo: id autem absque
poenitentiae sacramento fieri non potest: quippe in quo operatu virtus passionis
Christi, absolutione sacerdotis, simul cum opere poenitentis, qui cooperatur gra-
tiae ad des truc tionem peccati». Ibidem.
64. Ibidem.
65. «Sic (de necessitate finis ad consequendam salutem, et de necessitate
praecepti) enim in praecedentibus sacramentis distinguebamus. Enim, vero auxi-
lium Dei necessarium est ad remissionem peccatorum, tamen non est de ilio
praeceptum ullum». Ibidem.
66. Ibidem.
266 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

cisa de ser realizada efectivamente para que sea válida , ense- 61

guida vemos que no, pues votum sacramenti, quod in contri-


tione includitur, sufficit . 68
P o r lo t a n t o , la necesidad puede ser
in re o in voto. Y en ambos casos se recupera la gracia. H a c e -
mos notar que se está refiriendo al votum sacramenti, no al
votum de la confesión como parte del S a c r a m e n t o . P e r o esta
referencia tiene un matiz importante en el pensamiento de Soto,
que sirve como avance de la fundamentación de la necesidad de la
parte. Se trata de lo siguiente: no sólo la absolución, sino también
los actos del penitente concurren —como partes del sacramento—
a la justificación del p e c a d o r . E s claro que no habla ahora de
69

partes de la materia, sino de partes del signo sacramental.


Aclarado esto, ¿la necesidad del s a c r a m e n t o supone, o
mejor, exige el votum explícito?, ¿o b a s t a el implícito? E n prin-
cipio, parece inclinarse por el primero, aunque excusaría la
ignorancia. Non erit contritio legitima, nisi quae voto expresso
confessionis fuerit vestita . M á s adelante, manteniendo su opi-
70

nión, manifiesta que en el caso de la Penitencia, al ser un


sacramento tan peculiar, voto includi in contritione . En71

ambos c a s o s , se está refiriendo al s a c r a m e n t o , no a la confe-


sión como p a r t e . C ó m o sucede esto en la Penitencia, lo ha
explicado a n t e s , siguiendo a Santo T o m á s . L a contrición —di-
7 2

67. «Christianis qui post baptismum mortaliter deliquerunt, pronunciar de


sacramento poenitentiae quod est illis necessarium necassitate finís. Itque, sine
illo, salutem, quae per gratiam sit, nullus obtinere valet. Potest tamen hoc
sacramentum homini lapso deesse dupliciter. Uno modo in re, et voto alia
modo in re, licet non in voto». Ibidem.
68. Ibidem.
69. Ibidem, p. 610.
70. Ibidem.
71. «Attamen quia hoc sacramentum ad id remissionis munus institutum
est, suapte natura dicitur voto includi in contritione, sicut eucharistia diximus
voto in baptismo contineri». Ibidem.
72. SOTO tienne bien presente la doctrina de Pedro Lombardo sobre el
tema, puesto que sus enseñanzas han sido fuente de estudios y comentarios
durante siglos. El Maestro de las Sentencias ensaña con claridad que el pecado
se puede perdonar por la contrición (IV Sent., IV, d. 17, c. 1), pero su confe-
sión —al menos in voto, si no hay otra posibilidad— es necesaria, pues mani-
fiesta la verdad de la contrición (Ibidem, IV, d. 17, c. 1). Hay que confesar a
Dios, pero es necesario hacerlo al sacerdote (Ibidem, IV, d. 17, c. 3), para que
pueda juzgar de las faltas cometidas aunque ya hayan sido perdonadas por la
contrición (Ibidem, IV, d. 17, c. 5). De todas formas, parece vaciar de conte-
nido la potestas clavium. Se pregunta lo siguiente: si el perdón de los pecados
se consigue con la contrición unida al votum sacramenti, ¿qué perdona luego el
sacerdote? «Video enim —sigue a continuación— que vinculo eum ligat, scilicet
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 267

ce— en cuanto que es efecto del sacramento, es res, pero en


cuanto que es causa de !a remisión de los pecados es sacra-
mentum ™. Es decir, que la gracia se sirve de la virtud de la
penitencia para remitir los pecados.
Más adelante —y es lo que interesa ahora— relaciona esto
con la necesidad del sacramento diciendo que ha sido instituido
para la remisión de los pecados cometidos después del bau-
tismo. Y por e s o , legitima contritio votum confessionis (se está
refiriendo al votum sacramenti) pro suo tempore debet inclu-
dere, atque adeo in virtute futuri sacramenti peccata remittit . 74

Por lo tanto, de una parte hay que afirmar que es imposible la


remisión de los pecados mortales sin la virtud de la Peniten-
cia . D e otro lado, D i o s puede remitir los pecados sin el
7 5

sacramento de la Penitencia: no sólo in re, sino también in

temporalis poenae, sed non a quo eum absolvat: et ideo quero» {Ibidem, IV, d.
18, c. 1). Al responder, distingue entre la acción de Dios —único que perdona
y retiene— y la de la Iglesia, que ata y desata. Pero esta potestad de atar y
desatar la concibe como el poder de declarar a los pecadores atados o desata-
dos por Dios, sin que la acción del ministro intervenga eficazmente en el per-
dón: «Hoc sane dicere ac sentiré possumus, quod solus Deus dimittit peccata et
retinet; et tamen Ecclesiae contulit potestatem ligandi et solvendi. Sed aliter
ipse solvit et ligat, aliter Ecclesia. Ipsa enim per se tantum dimittit peccatum,
quia et animam mundat ab interiori macula, et a debito aeternae mortis solvit.
Non autem hoc sacerdotibus concessit, quibus tamen tribuit potestatem solvendi
et ligandi, idest ostendi homines ligatos vel solutos. Unde Dominus leprosum
sanctitati prius per se restituit, deinde ad sacerdotes misit quorum iudicio osten-
deretur mundatus (...). Hi ergo peccant et ostendunt» {Ibidem, IV, d. 18, c. 5-
6). Como se puede ver, el autor de los cuatro libros de las Sentencias no capta
el vínculo causal entre absolución y contrición que incluye el votum confitenti.
Para él, la acción de Dios en la penitencia interior es independiente de la
acción del ministro, aunque aquella mueve al pecador a presentarle al sacerdote
para ser declarado absuelto. La contrición queda desligada de la absolución
sacramental. SOTO advierte el peligro de esta concepción del sacramento y su
posible entronque con Lutero y sus seguidores. Por eso lo tiene presente. Cfr.
SOTO, In IV Sent., d. 14, q. 1, a. 1, pp. 601 ss.
73. «Ergo S. Thomae est et verissimus et cordatissimus quos actus interior
potest dupliciter considerari: uno modo, ut est prior natura quam gratia, et sic
non est contritio, sed dispositio materialis, quae non habet rationem meriti,
alias (ut ait Paulus) gratia Dei non esset gratia. Alio modo, ut est posterior
natura, quam gratia per quam informatur, et tune habet rationem contritionis: et
hac ratione est effectus confessionis: et absolutionis, et causa remissionis pecca-
torum. Quare eadem contritio, ut est effectus sacramenti est res, sed ut est
causa remissionis est sacramentum. Accipe primo exemplum in attritione». Ibi-
dem, d. 14, q. 1, a. 1, p. 601. Las afirmaciones de las tres últimas lineas del
texto son de particular interés. En ellas fija juntamente la res et sacramentum
de la Penitencia.
74. Ibidem, d. 14, q. 1, a. 4, p. 606.
75. Ibidem, d. 15, q. 1, a. 2, p. 652.
268 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

voto y de hecho, lo hizo en algunas ocasiones durante su vida


76

en la tierra. Ahora bien, después del Bautismo, esta remisión


de los pecados fuera del sacramento exige el votum sacramenti
y a él conduce.
Para terminar este a p a r t a d o , vamos a ver c ó m o , b a s á n d o s e
en el perdón de los pecados —efecto de la Penitencia— Soto
nos muestra la necesidad del s a c r a m e n t o . C i e r t a m e n t e , la virtud
de la Penitencia puede perdonar los p e c a d o s . A h o r a bien, si
remite la culpa, para qué la necesidad del s a c r a m e n t o . El sego-
viano no vacila en reconocer que «la remisión de la culpa es
efecto de la penitencia en cuanto que es virtud; sin embargo
—añade— lo es más principalmente en cuanto que es sacra-
mento» . La prueba de semejante afirmación nos la ofrece de
77

inmediato: la Penitencia es virtud en cuanto que en ella tienen


su origen los actos h u m a n o s por medio de los cuales detesta-
mos el p e c a d o . A h o r a bien, estos actos se contienen material-
mente en el S a c r a m e n t o , del que son su m a t e r i a . Y al 7 8

acceder sobre ellos la forma, se remite la culpa, principalius


quidem vitute forme ratione clavium (...), secundario autem ex
vi actuum poenitentis pertinentiam ad virtutem poenitentiae
(...) ordinantur ad claves ecclesiae sicut materia ad formam '.
79

A s í p u e s , es el sacramento completo el que concurre a la remi-


sión de la culpa, y lo hace tamquam causa instrumentalis. Lo
explica con más detalle diciendo que la gracia, por la que D i o s
perdona, actúa tamquam causa magis principalis; y los actos
del penitente, quatenus est effectus eiusdem gratiae . Un
80

motivo m á s , p u e s , p a r a afirmar la necesidad del s a c r a m e n t o ,


del que la virtud de la Penitencia se puede considerar como
materia. ¿Cómo es posible afirmar esto? P o r q u e contritio abso-

76. «Secunda conclusio. Absque sacramento poenitentiae, quod officio, et


absolutione sacerdotis ligantis, et solventis perficitur, potest Deus peccata
remittere. Intellige absque sacramento non solum in re, verum etiam in voto.
Probatur, quia Deus non habet suam potestatem sacramentis suis alligatam».
Ibidem.
77. Ibidem, d. 15, q. 1, a. 6, p. 667.
78. «Poenitentia est virtus secundum quod est principium humanorum
actuum, quibus peccata detestamur: actus vero humani, ut supra dictum est,
materialiter se habet in sacramento poenitentiae, quia sunt eius materia, sicut
aqua in baptismo: omne autem sacramentum producit effectum suum, non solum
ratione formae, sed etiam ratione materiae». Ibidem.
79. Ibidem.
80. Ibidem.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 269

lutione informata est causa gratiae, quae remittuntur actualia.


Y no corno algo m e r e c i d o , sino tamquam pars sacramenti ope-
rands ex opere operato . 81

2 . 3 . La necesidad de las partes del Sacramento

Si el s a c r a m e n t o es necesario p a r a la salvación y la materia


(res) y forma (verbum) son de su esencia, a m b a s son también
imprescindibles. Ya hemos visto que la m a t e r i a son los actos
del p e n i t e n t e . P e r o Soto especifica m á s : son materia p r ó x i m a ; y
los p e c a d o s —en c u a n t o que hay que detestar y destruir—
materia r e m o t a . A h o r a bien, puesto que sacramenta
8 2
efficiat
quod figurai, necesse est ut forma significet effectum sacra-
menti proportionabiliter ad materiam, dice nuestro a u t o r . Y
8 3

c o m o el s a c r a m e n t o de la penitencia consiste in remotione et


expulsione materiae remotae, este efecto se significa de m o d o
bien congruente con las palabras de la forma —ego te absolvo—,
puesto que los p e c a d o s son ciertos vínculos o a t a d u r a s de las
8 4

81. «Se tamen si virtus paenitentiae consideretur tanquam materia sacra-


menti, inde sumitur nova ratio, quam facit Sanct. Thomas scilicet, quod sicut
aqua baptismi instrumentali ter est causa gratiae, qua remittitur originale: sic
contritio absolutione informata est causa gratiae, que remittuntur actualia. Ex
quo fit quod isto pacto non est causa meritoria: nam prima gratia, ut dictum est
supra non cadit sub merito, sed est causa tanquam pars sacramenti operantis ex
opere (quod aiunt) operato». Ibidem.
82. «Materia próxima poenitentiae sunt actus poenitentis, quibus homo con-
teritur, confitetur, et satisfacit materia vero remota sunt ipsa peccata, non-
quidem accpetandam quia ille non esset actus virtutis sed detestanda et
destruenda». Ibidem, d. 14, q. 1, a. 2, p. 601.
83. SOTO tiene presentes a los reformadores. En este caso, alude a Wiclef
y Lutero. De este último, hace referencia a los artículos 11 y 12 condenados
por León X en la Bula Exurge Domine (cfr. Dz-Sch 1461-1462). Ambos están
tomados de: M. LUTERO, Sermo de Poenitentia (1518). El texto se puede
encontrar en: D. Martín Luthers Werke, Weimar 1883 ss., t. I, p. 323.
84. «Dictum est arti 1. sacramentum perfici et compleri per ea, quae sunt
ex parte sacerdotis, oportet ergo ut ea cuae sunt ex parte poenitentis, seu
verba, seu facta nempe, confessio, et contritio, et satisfactio, se habeant, ut
materia, ea vero, quae sunt ex parte sacerdotis, se habeant ut forma: cum ergo
sacramenta efficiant quod figurai, necesse est, ut forma dignificet effectum
sacramenti proportionabiliter ad materiam (...). Sacramentum poenitentiae nec
consistit in consecratione materiae, neque in usu eiusdem consecratae, sed
magis in remisione et expulsione materiae remotae: scilicet, peccati, ut dictum
est illa ergo expulsio congruentissime significatur illis verbis. Ego te absolvo: eo
quod peccata quaedam sunt vincula». Ibidem, d. 13, q. 1, a. 3, p. 603.
270 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

que libran las palabras del sacerdote q u e , en este sacramento


—como en todos— instrumentaliter operantur virtute divina . 85

H e m o s visto cómo el sacramento tiene p a r t e s . ¿Por qué?


¿Son igualmente necesarias? ¿Es el único argumento para fun-
damentar la necesidad de la confesión?
Sacramentum poenitentiae habet partes. E s la primera afir-
mación que hace Soto al preguntarse por la conveniencia o no
de que existan. C o m o es lógico no se detiene a h í , sino que
pasa a probarlo. «Las partes —dice— son cosas en las que el
todo se divide m a t e r i a l m e n t e » . Cita a Aristóteles cuando
86

enseña que las p a r t e s , en general, se dicen de la c a u s a m a t e -


rial; y el t o d o , de la causa formal. P u e s donde se encuentra la
razón de materia, allí está la razón de p a r t e s . E n el s a c r a m e n t o
de la Penitencia los actos h u m a n o s se tienen por m o d o de
materia y se requieren p a r a la perfección de la penitencia: la
contrición, confesión y satisfacción son partes que integran el
todo . 87

H a y , pues p a r t e s . P e r o ¿de qué tipo son? C o m o primera


medida, Soto hace u n a distinción, que toma de nuevo del filó-
sofo griego. Se puede ser parte de u n a cosa de dos m a n e r a s :
parte de la esencia (pars essentiae) y parte de la cantidad (pars
quantitatis) .
88

D e las dos formas se puede decir que el sacramento tiene


p a r t e s , y las dos nos v a n a servir como fundamento de la n e c e -

85. «Quod solus Deus per authoritatem et a peccato absolvit, et peccatum


remittít, sacerdotes tamen utrumque faciunt per ministerium, in quantum, scili-
cet, verba sacerdotis in hoc sacramento instrumentaliter operantur virtute
divina, sicut etiam in alus sacramentis». Ibidem, d. 14, q. 1, a. 4, p. 606. El
segoviano mantiene esta doctrina teniendo delante —y citándolos— a P. LOM-
BARDO, S . BUENAVENTURA y SCOTO. Cfr. notas 55 y 72.
86. Ibidem, d. 17, q. 1, a. 1, p. 705.
87. «Ut. 2. Physico. author est Aristotel. partes enim ponuntur in genere
cause materialis, et totum in genere cause formalis: ubicumque igitur ratione
materiae invenitur ratio plurium, ibi est et ratio partium. Dictum est autem
supra, quod in sacramento poenitentiae actus humani se habent per modum
materiae: igitur cum plures actus requirantur ad perfectionem poenitentiae, scili-
cet, contritio, confessio, et satisfactio, illae sunt partes: nam partes sunt ex qui-
bus totius perfectio integratur». Ibidem.
88. «Dúplex enim est pars rei, ut 5. Metaphysic. author est Philosofo scili-
cet, pars essentiae, et pars quantitatis. Et partes rei materialis. Physicae qui-
dem, et naturales sunt materia et forma: logicae autem et per Metaphysicam
abstractionem sunt genus et differentia. Constat enim homo ex corpore et
anima, et logice ex animali et rationali». Ibidem, d. 17, q. 1, a. 2, p. 705.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 271

sidad de la confesión. C o m o a c a b a m o s de ver m á s arriba,


sacramentum constat ex duabus partibus: scilicet, ex rebus et
verbis. P e r o añade enseguida que no es en este sentido en el
que se habla de partes al referirse a la confesión, contrición y
satisfacción: quia in sacramentum poenitentiae, ut dictum est,
materia sunt actus poenitentis. Y se pregunta «si esta materia
del sacramento se divide en p a r t e s , del mismo m o d o que la
cantidad del cuerpo se divide en partes» . 89

A c l a r a d a esta cuestión, afirma que contritio, confessio et


satisfactio sunt partes poenitentiae. L o razona —siguiendo casi
literalmente al Angélico — explicando que la Penitencia con-
9 0

siste en la compensación de la ofensa. P e r o no según la justicia


vindicativa, pues en ella no interviene la voluntad del ofendido
ni la del ofensor, sino tan sólo la decisión del j u e z . E n cambio
en la Penitencia, la compensación se hace según la voluntad
libre del pecador (spontaneam voluntatem peccantis) y según el
arbitrio de D i o s (arbitrium Deum, in quem peccatur). No
basta, p o r t a n t o , u n a restitución en el terreno de la igualdad,
sino q u e se hace preciso recuperar la amistad del ofendido,
según la voluntad de éste y del que ofende. Semejante situación
requiere, p o r parte del penitente, tres c o s a s : u n a voluntas com-
pensandi, quod fit per contritionem; en segundo lugar, que se
sacerdotis artibitrio subiiciat, en cuanto que son administrado-
res en lugar de D i o s , quod fit in confessione; finalmente, que
se dé u n a recompensa secundum arbitrium eiusdem divini
ministri, quod fit in satisfactione. P o r esto mismo las partes
del sacramento no pueden ser ni m á s ni menos que estas
tres .
9 1

89. Ibidem.
90. S. Th., q. 90.
91. «Contritio, confessio et satisfactio sunt partes poenitentiae. Probatur.
Poenitentiae est conpensatio offensae, non quae sit instar vindicative iustitiae:
nam in vindicativa iustitia sit compensano secundum arbitrium iudicis et non ad
libitum offendentis vel offensi: sed in poenitentia sit recompensatio, et secun-
dum spontaneam voluntatem peccantis, et secundum arbitrium Dei, in quem
peccatur: quia hic non quaeritur sola reintegratio aequalitatis institiae, sicut in
iustitia, vindicativa, sed magis reconciliatio amicitiae, quae sit dum offendens
offenso secundum eius voluntatem récompensât. Hac igitur ratione requiritur ex
parte poenitentis: primo quidem voluntas compensadi, quod se sacerdotis arbi-
trio subiiciat tamquam Dei vices gerentis, quod sit in confessione. Tertio, quod
recompenset secundum arbitrium eiusdem divini ministri, quod sit in satisfac-
tione. Sit ergo, ut partes poenitentiae, nec plures sint, nec pauciores his tribus».
SOTO, In IV Sent., d. 17, q. 1, a. 2, pp. 705-706.
272 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

P e r o no es sólo por e s t o . Las partes existen, son n e c e s a r i a s


y son t r e s ; y esta afirmación tiene un fundamento evangélico.
Vamos a ver cuál es el c a m i n o que sigue p a r a llegar a esta
conclusión. Refiriéndose a la p o t e s t a d e n t r e g a d a por C r i s t o a
los A p ó s t o l e s afirma que los constituye j u e c e s de los p e c a d o r e s ,
para que estos se s o m e t a n a juicio manifestando sus p e c a d o s en
este tribunal. A n t e esto se p l a n t e a u n a dificultad: que nadie
puede ser a c u s a d o r de sí m i s m o . P e r o e n c u e n t r a un m o d o de
que esto sea posible y, a la v e z , no contradiga este elemental
principio: que el p e c a d o r manifieste a D i o s los p e c a d o s
mediante la confesión, por la cual se somete al juicio instituido
por Cristo y satisface según su arbitrio . 9 2

Visto e s t o , ¿las p a r t e s son del s a c r a m e n t o o de la virtud?


Sunt ergo partes —dice, siguiendo a S a n t o T o m á s — non qui-
dem poenitentia virtutis (...), sed sacramenti. P u e s , en c o n t r a
de lo que dice Scoto , t o d o s a c r a m e n t o c o n s t a de m a t e r i a y
9 3

forma. Y la contrición, confesión y satisfacción son p a r t e s

92. «Illic enim iudices apostólos eorumque, posteros instituit peccatorum,


quorum adeo iudicio peccatores subiecit, ad quorum tribunal sua peccata défe-
rrent. Nemo autem accusator sui esse potest, nisi, quem erratorum poeniteat,
quibus Deum offendit, et que legitime confessus paratissimum se iudici subdat,
ut secundum eius arbitrium satisfacturum se offerat. Ecce ergo trium partium
poenitentiae evangelium fundamentum». Ibidem, p. 706. También trata de este
mismo tema en el De Natura et gratia, haciendo notar cómo es difícil juzgar
sólo en razón del dolor, sin tener más datos: «Poenitentia vero medio quodam
modo se habet. Nam licet sit sacramentum remissionis peccatorum, sicut baptis-
mus, ille tarnen est sicut gnatio, ubi non concurrunt actus recipientis, ut pars
sacramenti: hoc autem est quasi medicina concurrentibus actibus poenitentis, ut
materia. Et ideo usus non est utriusque idem. Quoniam ad baptismum nulla est,
vel accusatio, vel confessio necessaria: qualis tarnen in sacramento poenitentiae
deposcitur. Qui autem sciret se nos detestati peccata propter Deum, eius pro-
fecto non esset vera accusatio in confessione: siquidem accusatio non est nisi
de offensa Dei, et quatenus est offensa. Quare qui non ita in pectore gereret,
sed solum propter poenas doleret, falso diceret, se accusare peccasse in Deum.
Atque adeo si ita mihi certo constaret, gravissime formidarem, sic affectum
absolvere. Tametsi nisi manifestissima essent indicia, semper in re dubia cre-
dendum est, legitimam esse contritionem: quoniam difficilium est diiudicare
rationem doloris, fit ne propter Deum, an propter alias causas». SOTO, De
natura et gratia, lib. 2, cap. 15, p. 15-; D .
93. Vuelve de nuevo en la exposición de su doctrina, a dialogar con
LUTERO y los autores católicos con los que se mantiene en desarcuerdo a este
respecto. Entre ellos, SCOTO: cfr. nota 55. En cuanto al monje reformador,
saca a colación el artículo 5 condenado por León X en la Bula Exurge Domine
(cfr. Dz-Sch 1455). Está tomado de: M. LUTERO, Sermo de Poenitentia
(1518). El texto se puede encontrar en: D. Martin Luthers Werke, Weimar
1883 ss., t. I, p. 243).
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 273

materiales del sacramento sicuti carnes et ossa sunt partes


materiales hominis . D e todas formas, Soto no desconoce la
94

doble faceta de la Penitencia, ni se limita simplemente a decir


que las partes se dicen del s a c r a m e n t o ; una vez m á s , avanza
sin dejar ni un sólo cabo suelto. E n cuanto que virtud, no se le
asignan p a r t e s , puesto que virtus sit habitus quídam qui est
simplex qualitas mentís; y, en cuanto simple no admite c o m p o -
sición. E n c a m b i o , sí que se pueden decir del s a c r a m e n t o ,
puesto que los actos del penitente no son sino efectos de la
Penitencia virtud , que se manifiestan exteriormente. T a m b i é n
95

la contrición —dice— p u e s , aunque en esencia se encuentra en


el c o r a z ó n , pertenece a la penitencia exterior en cuanto con-
tiene el propósito de confesar y satisfacer . Y este contenido
96

de la contrición se presenta como necesario, porque la contri-


ción es parte quatenus est dolor et destestatio .peccatorum cum
proposito ea tollendi. P e r o —continúa— peccatum non tollitur
nisi per propositum confessionis et satisfactionis. P o r lo t a n t o ,
la contrición —necesaria, como hemos visto— incluye en su
esencia el mismo propósito de confesar y s a t i s f a c e r . 91

E n t o n c e s , ¿cómo se relacionan ambas partes? ¿Qué es lo


que h a c e q u e , siendo una necesaria, lo sean las demás?
¿Sucede así con las tres? ¿Por qué es necesaria la confesión
para que la contrición sea verdadera?; y si la respuesta es que
incluye el votum sacramenti, ¿qué sucede con la satisfacción?
¿Por qué se pruducen los efectos del S a c r a m e n t o antes de que
ésta se dé realmente? . A estas preguntas va a contestar nues-
9 8

94. SOTO, In IV Sent., d. 17, q. 1, a. 2, p. 706.


95. «Poenitentia et est virtus, et est sacramentum, quatenus vero est virtus
non assignatur ei partes, cum virtus sit habitus quídam qui est simplex qualitas
mentís: ñeque vero sacramento huic videntur partes asignandae ex parte mate-
riae, quandoquidem, ñeque, baptismo, ñeque alus sacramentis assignantur nisi
simplex materia et forma. Primum membrum argumenti est Scoti, quo concludit
virtutis poenitentiae millas esse partes. Qua utique ratione et D. Thom. id
ipsum concedit: nam actus isti non sunt nisi effectus, virtutis, qui est simplex
habitus». Ibidem, p. 707.
96. «Quod quamvis contritio, quantum ad essentiam sit in corde, tamen
quatenus propositum continet confitendi et satisfaciendi, ad exterio rem pertinet
poenitentiam». Ibidem.
97. Ibidem.
98. Como es lógico, SOTO conoce las tesis contricionista y atricionista, que
habían producido y seguían produciendo tantas discusiones en la teología cató-
lica. La teoría contricionista aparece en el siglo XII. Son muchos los que sos-
tienen que la contrición es el elemento más esencial en el sacramento de la
penitencia (Pedro Lombardo, Alejandro de Hales, S Buenaventura, S. Alberto
274 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

tro autor seguidamente, diciendo que la contrición es el inicio


de las otras dos partes, distinta de ellas y manifestada exterior-
mente por la confesión y la satisfacción 9 9

D e todas formas, recogiendo el argumento de Durando —que


sin la satisfacción puede darse el sacramento y , por t a n t o , esta
no sería p a r t e — da entrada al modo en que los actos del peni-
tente son partes del sacramento: si esenciales o integrales. R e s -

Magno, y con ellos otros escolásticos). Sus afirmaciones pueden expresarse así:
por la contricción y sólo mediante la contrición, el pecador obtenía ya la remi-
sión de los pecados, y se le perdona la culpa y la pena eterna. Debe acercarse
a la confesión siempre contrito, en estado de gracia y sin conciencia de pecado
mortal, pues sería un sacrilegio lo contrario. El perdón, pues, no es fruto de la
absolución. El penitente tiene la obligación de someter sus pecados al poder de
las llaves pero el sacerdote, al absolver, se limita a declarar judicialmente que
Dios ha perdonado. Esta radicalidad de la teoría contricionista se fué suavi-
zando desde el siglo XIII, pero sin claridad. S. Buenaventura enseña que las
oraciones que reza el sacerdote tienen la eficacia de hacer que, el pecador, de
atrito se haga contrito; e incluso dan por buena la atrición cuando se cree de
buena fe contrición (S. BUENAVENTURA, In IV Sent., d. 1 8 , q. 1, a. 2 , q. 2 ) .
SANTO TOMAS enseña esta doctrina con claridad: el sacerdote, al dar la abso-
lución, confiere la gracia y el perdón al penitente que no pone óbice, sin que
sea necesario que tenga una contrición perfecta; con la sola atrición puede
alcanzar la gracia del sacramento, en virtud de la cual de atrito pasa a ser con-
trito. No obstante, parece tener algunos textos ambiguos en favor del contricio-
nismo. La teoría del atricionismo a ultranza tiene su primer defensor en DUNS
SCOTO y, con él, los demás nomilanistas: basta la sola atrición. Pero al desba-
ratar el sentido del sacramento y de las partes, reduce también la atrición a un
dolor natural y por motivos naturales. Será CANO quien enseñe por primera vez
la doctrina atricionista, en contra de un contricionismo moderado con origen en
Santo Tomás: la atrición sobrenatural eficaz —producida por el temor al
infierno o la fealdad del pecado— es disposición suficiente para recibir la gra-
cia del sacramento de la penitencia (cfr. M. CANO, Relectio de Poenitentiae
Sacramento, en SERRY, H., Melchoris Cano Opera, Madrid 1 7 9 1 , t. II, pp.
4 4 2 - 6 4 8 ) . Esta misma doctrina fué enseñada por la sesión XIV del Concilio de
Trente. SOTO es consciente de las cuestiones planteadas (cfr. nota 7 2 ) . Y las
trata, entre o tros, en los siguientes lugares, que ponemos a disposición del lec-
tor, pues no es el tema objeto directo del presente trabajo; cfr. SOTO, In IV
Sent., d. 1 0 , q. 1 , a. 6 , p. 4 2 5 ; d. 1 2 , q. 1, a. 1 1 , p. 4 9 2 ; d. 1 7 , q. 2 , a. 5 , p.
7 2 5 . (Cfr. T. URDANOZ, Introducción a la Relección Primera, en: Francisco
de Vitoria, Obras, Madrid 1 9 6 0 , pp. 2 0 9 - 2 1 0 ) .
99.«Et ideo sunt tres partes habentes diversas radones, inter quas contritio
est aliarum initium. Nam cum confessio, et vindicado peccati fíeri ab homine
possit vel invito, cum punitur a iudice, et solum ad recompensandam iniuriam
sine intentione amicitiae, vel es solum recompensandam amicitiam, contritio,
illa, quae hoc postremum propositum habet, distincta pars est a confessione, et
satisfactione seeundum se considerads. Itaque contritio est per se pars sacra-
menti, sed non est per se sensibile signum, nisi quatenus per confessionem et
satisfactio non innotescit (...) quod satisfactio conferí gratiam prout est in pro-
posito, et auget eam in exercitatione». SOTO, In IV Sent., d. 1 7 , q. 1, a.
2.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 275

pondiendo al precursor del nominalismo hace una distinción de


interés. U n a cosa —explica— no puede ser tal si le falta una
parte esencial. A h o r a bien, si la falta es de una parte integral
—qualem nos ponimus satisfactionem— entonces sí puede ser
lo que es. R e m a t a su explicación con un ejemplo: el h o m b r e ,
no es tal sin el alma, pero continúa siendo hombre aunque le
falte una m a n o ' . ¿Supone esto una puerta abierta, un punto
00

débil en la cimentación de la necesidad de las partes y, por


tanto, de la confesión de los pecados? A u n q u e así pareciera a
primera vista, enseguida nos damos cuenta de que n o . La argu-
mentación de Soto llama la atención. Citando a Dionisio 101

dice que bonum sit ex integra causa, malum autem ex singula-


ribus defectibus. E s decir, que «se requieren más cosas para el
bien que para el m a l . Por lo t a n t o , en cuanto que el pecado
sólo puede consumarse en el corazón (aquí se daría el ex sin-
gularibus defectibus) la misma perfección del sacramento {inte-
gra causa) exige la confesión de la culpa y la satisfacción» . 102

Son, por t a n t o , necesarias aunque sean integrales. M á s aún,


precisamente por serlo. Al desarrollar el concepto de parte inte-
gral y aplicarlo a la contrición, confesión y satisfacción, queda
puesto más de manifiesto que si falta alguna no hay sacra-
m e n t o , pues ninguna de las partes es todo el s a c r a m e n t o , sino
todas j u n t a s , bajo la forma de la absolución . ¿Por qué esto?
103

La forma —explica— se hace presente en todas las partes a la


vez, de la misma m a n e r a que el alma informa todas las partes
del c u e r p o . - A s í sucede con las partes integrales, a las que per-
tenece como algo propio el recibir la forma siendo asumidas
por ella simultáneamente . 1 M

1 0 0 . «Ad argumentum supra factum Durandi, quod cum sine satisfactione


possit esse legitimum sacramentum, sequatur, non esse partem. Negatur conse-
quential sine parte enim essentiali non potest res consistere, sed tamen sine
parte integrali, qualem nos ponimus satisfactionem, esse potest. Homo namque,
quamvis non sine anima, tamen sine manu existere». Ibidem, p. 7 0 8 .
1 0 1 . DIONISIO, De divinibus nominibus, cap. 4 .
102. SOTO, In IV Sent., d. 1 7 , q. 1, a. 2 , p. 7 0 8 .
1 0 3 . «Contritio vero non est sacramentum poenitentiae neque confessio, seu
omnes simul tres partes sub connotatione supervenientis forme absolutionis».
Ibidem, d. 1 7 , q. 1, a. 3 , p. 7 0 8 .
1 0 4 . «Forma sacramenti adest omnibus simul, sicut anima informat omnes
partes corporis. Et haec est propria ratio partium integralium, videlicet, ut
simul sumptae recipiant formam. Illae enim sint partes integrales, ex quibus
totius perfectio integratur: et ex his tribus gerentibus vicem materiae informatae
per absolutionis formam, integratur sacramentum poenitentiae». Ibidem.
276 JUAN RAMÓN GARClA-MORATO

3. N E C E S I D A D D E LA C O N F E S I Ó N D E LOS PECADOS

3.1. La confesión, instituida por Cristo, necesaria «ex iure


divino»

H a s t a ahora, Soto ha ido d a n d o los pasos convenientes en


un orden riguroso: el sacramento es necesario p a r a la salvación;
por lo t a n t o , también sus partes en conjunto. A continuación
pasa a mostrar la necesidad de cada una en particular.
A p e n a s comenzada la cuestión en que trata de la confesión,
se hace un primera pregunta: «¿La confesión fué instituida por
derecho divino como necesaria p a r a la salvación?» . E s t a pre- 105

gunta tiene dos respuestas posibles, que se plantea líneas más


adelante: que esa necesidad sea de medio o de p r e c e p t o . C o m o
se recordará, actuó de igual m a n e r a al plantearse la necesidad
del s a c r a m e n t o . P o r lo t a n t o , teniendo presentes las afirmacio-
nes de los reformadores , abre dos interrogantes. E n primer
106

lugar, «si la confesión fue divinamente instituida como necesa-


ria para conseguir el fin (la salvación), de tal m a n e r a que sin
ella no podemos conseguirlo»; e i n m e d i a t a m e n t e , la otra posibi-
lidad, «si la confesión e s , a d e m á s , necesaria con necesidad de
precepto, sea este divino o h u m a n o » . 107

A partir de a h o r a , c o m e n z a r á a apuntalar esa necesidad


teniendo siempre presente los dos aspectos de la cuestión.
C o m o primera m e d i d a , el fundamento de la institución divina:
«la confesión sacramental —se está refiriendo a la parte del
sacramento y n o a todo él entero— h a sido instituida por
Cristo como necesaria p a r a la salvación, p a r a todos los q u e ,
después de h a b e r sido b a u t i z a d o s , hubieren cometido p e c a d o

105. Cfr. nota 38.


106. Se refiere a la afirmación de Wiclef acerca de que la confesión auri-
cular es de institución papal, en el capítulo Omnes utriusque sexus del Latera-
nense IV. Y sobre todo a Lutero, en dos de sus afirmaciones: 1 ) que no es
necesario confesarse de los pecados veniales y ni siquiera de todos los morta-
les, pues en la Iglesia primitiva sólo se confesaban los mortales manifiestos. Es
decir: los pecados internos no son materia de confesión. 2) que pretender con-
fesar todo es no dejar nada a la misericordia de Dios. Ambas afirmaciones del
reformador se contienen en: LUTERO, Sermo de Poenitentia (1518). Los textos
se pueden encontrar en: D. Martín Luthers Werke, Weimer 1883 ss., I, pp.
322 y 323 respectivamente.
107. SOTO, In IV Sent., d. 18, q. 1, a. 1, p. 735.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 277

mortal». Continúa a renglón seguido que esa necesidad se dice


in re vel in voto: pues si el deseo (votum) de la confesión,
incluido en la contrición es necesario, es porque la confesión
misma in re es necesaria, si bien delante de Dios basta el
deseo .108

P a r a fundamentar esta necesidad de medio, añade enseguida


otro argumento: «si es necesaria para la salvación, se entiende
claramente que es de derecho divino» . Ius divinum 109
que
muestra, en primer lugar, mediante un razonamiento que se
inserta en sus afirmaciones anteriores; y, en segundo término,
aduciendo dos textos de la Escritura. Explica que ha de ser
necesaria ex iure divino en cuanto que nuestra salvación es una
tarea sobrenatural que requiere un especial auxilio de D i o s . Por
lo t a n t o , no es posible que algo sea necesario en orden a este
fin nisi divinitus fuerit institutus . A s í p u e s , la confesión es
n 0

necesaria ex iure divino. Y éste, queda asimilado, en una pri-


mera aproximación, a lo divinamente instituido. P a s e m o s ahora
al fundamento escriturístico de esa necesidad de la confesión.
T r a s hacer referencia a los textos antes m e n c i o n a d o s , comienza
otra explicación. D i o s concede a los sacerdotes —dice— una
potestad plena en orden a la remisión y retención de los peca-
d o s ; por lo t a n t o , los constituye jueces de estas c o s a s , sobre las
que tienen que juzgar. A h o r a bien, para hacerlo rectamente, es
necesario c o n o c e r los pecados . Reafirma más esta conclusión
111

al analizar las funciones de un j u e z , en cuanto se debe imponer


una pena por los crímenes. P e r o el sacerdote e s , a la vez,
médico y vicario de Cristo; y debe imporner —en razón de las
enfermedades— las correspondientes penitencias medicinales, en
orden a la curación. Si antes de c o m e n z a r este razonamiento ha
dicho que Cristo «instituye la confesión como necesaria» , 112

ahora concluye de igual m a n e r a tras la demostración. P a r a que


el sacerdote p u e d a cumplir su función, ha de conocer hasta las

108. Ibidem.
109. Ibidem.
110. Ibidem.
111. «Quod fuerit instituta confessio, et tamquam necessaria. Arguitur enim
sic. Plenariam Deus potestatem impertitut est sacerdotibus remittendi, et reti-
nendi peccata: ergo iudices eos rei huius constituit atque adeo eius iudicium et
sententiam necessariam esse voluit viam ad salutem: iudicare autem de peccatis
recte nequeunt, nisi illa noverint». Ibidem.
112. Ibidem.
278 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

culpas m á s o c u l t a s , cosa que sólo es posible m e d i a n t e la confe-


sión " . E n esta o c a s i ó n , Soto tiene bien p r e s e n t e s las posibles
3

imprecisiones y d i s c o r d a n c i a s q u e , a c e r c a de la consideración
del s a c r a m e n t o c o m o un j u i c i o , tienen algunos a u t o r e s católi-
cos. Imprecisiones que los llevan a concluir que la confesión de
los p e c a d o s n o es de institución divina.
E n primer lugar hace referencia a S. B u e n a v e n t u r a , que al
hablar de la institución del s a c r a m e n t o n o la refiere e n t e r a -
mente a C r i s t o , sino sólo en lo que concierne a la potestas cla-
vium 1 M
. C o m o se p u e d e a p r e c i a r en los t e x t o s que ofrecemos,
el D o c t o r Seráfico p a r e c e c o n t r a d e c i r s e , y el segoviano es c o n s -
ciente de ello, pues tiene delante en esta ocasión el t e x t o c o m -
pleto al que nos e s t a m o s refiriendo y que r e s u m e c o n gran
precisión, permitiéndose a d e m á s afirmar que está c o p i a d o al pié
de la letra de Alejandro de H a l e s 1 I 5
. E l Seráfico concibe el
s a c r a m e n t o c o m o un j u i c i o instituido p o r C r i s t o , p e r o en ningún
m o m e n t o manifiesta q u e la confesión de los p e c a d o s sea igual-
mente de institución divina, en c u a n t o q u e u n i d a i n s e p a r a b l e -
mente al modum de la institución del s a c r a m e n t o : C r i s t o
instituye de m o d o i n m e d i a t o la a b s o l u c i ó n , p e r o n o la confesión

113. «Qui iudicat quod novit, iudex iustitiae est, nam aliter non posset pro
criminis quantitate poenam metiri. Presertim cum sacerdos sic fit iudex, ut sit
etiam Christi vicarius medicus, etque adeo debeat pro morborum ratione medi-
cinales poenitentias imponere: nosse vero nequeunt occulta, et intima cordis nisi
delinquentium confessione; ergo sacramentalis confessio illic est ceu ad salutem
necessaria instituía». Ibidem.
114. «Sacramentum confessionis Dominus instituit per se quoad formale,
quod est po testas absolvendi; sed quoad materiale, quod est peccati detectio,
non per se instituit sive promulgavit, sed per Apostólos auctoritatem dando et
insinuando». S . BUENAVENTURA, In IV Sent., d. 17, p. 2, a. 1, q. 3. Con
cierta sorpresa para el lector, al apoyarse en esto para afirmar la necesidad de
la confesión dice —contradiciendo lo anterior— que la confesión de los pecados
también ha sido instituida por Cristo. Veamos el texto: «Sacerdotium fuit insti-
tutum a Christo ad remissionem peccatorum et absolutionem; sed sacerdos non
possunt nec debent solvere, nisi sciant, a que solvant, sed positi o posteriori,
ponitur prius: ergo si Christus instituit absolutionem, multo fortius confessio-
nem». Ibidem, d. 17, p. 2, a. 1, q. 3.
115. «Bonaventura distinct. 17, art. 1, part. 2, distinctionis quaest. 3, dicit,
quod in sacramento poenitentiae sunt duo: nempe, absolutio, quod est formale
sacramenti, et confessio quod est materiale: quorum primum Christus instituit
Ioann. 20, secundum vero non, sed insinuavit; et ideo confessio, inquit, est a
Christo insinuata, et ab apostolis instituía, et a Iacobo promulgata can 5, Con-
fi temini alterutrum peccata vestra. Quam quidem doctrinam desumsit ad literam
ex Alex. 4 part, quaest. 76, memb. 3, art. 2». SOTO, In IV Sent., d. 18, q. 1,
a. 1, p. 735.
279 LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO

de las culpas, que simplemente insinúa y da autoridad a los


Apóstoles para hacerlo " . Planteamiento que Soto r e c h a z a , y
6

que nos resulta de interés —de p a s a d a — para entender qué


entiende el segoviano c o m o institución divina " . 7

El segunto autor católico que tiene enfrente e s , una vez


m á s , a D u n s Scoto, c u a n d o en el mismo lugar de su comentario
a las sentencias hace referencia a Ioann 2 0 ; de ahí se afirma la
institución del S a c r a m e n t o , pero no como algo necesario sino
tan sólo como algo útil; en ese mismo orden, como es lógico,
sitúa el juicio que debe hacer el sacerdote acerca de los peca-
dos: su utilidad . 118

Con esto queda introducido otro de los fundamentos en que


Soto apoya la necesidad de la confesión: la potestas clavium,
sus características —ejercicio de una potestad judicial— y su
entrega a los Apóstoles y sus sucesores. El punto de partida es
diáfano: Cristo entregó esta potestad ordinaria a los sacerdotes;
si lo hizo, no sería en v a n o , ergo necessarium illud iudicium
illis commissit . Y el hecho de que en este juicio no sólo se
119

p e r d o n e , sino que también sea posible retener, es una muestra


más de la necesidad de la confesión: in hoc, quod dicit, quo-
rum retinentis, necessitatem monstrat confessionis °. l2

116. El texto completo que SOTO tiene delante se encuentra en: S. BUENA-
VENTURA, In IV Sent., d. 1 7 , p. 2 , a. 1, q. 3 , c.
1 1 7 . Así, por ejemplo, en: Ibidem, pp. 739-740. Volveremos a estos y
otros textos en el último apartado del presente trabajo.
1 1 8 . SCOTO afirma que las palabras del Señor, al entregar el poder de las
llaves, sólo puede fundamentar la institución del sacramento, pero no la necesi-
dad de acudir al sacerdote para obtener el pedón: «Si dicatur, quod ratio bene
concludit quod Sacramentum poenientiae est institutum a Christo tanquam utile
et efficax, non tarnen sequitur ex hoc quod sit necessario recipiendum, ut
cadens sub praecepto, quia extrema unctio est instituta a Christo, et confirma-
tionis Sacramentum, ut dictum est supra, et tarnen neutrum est simpliciter
necessarium, nec est praeceptum de isto vel ilio recipiendo; et tunc ad formam
argumenti, sunt arbitri in causa peccati; ergo alii debent se illis accusare; verum
est, ì 1 li qui volunt se eorum arbitrio submittere, et si se submittant, ipsi habent
bene potestatem arbitrandi; sed non sequitur, ergo alii necessitate praecepti
tenentur se submittere eorum arbitrio. Exemplum, quatuor sunt Sacerdotes, quo-
rum quilibet est complete arbiter eius quantum ad protestatem, non tamen tene-
tur se submittere cuilibet, sed uni tantum cui voluerit». Ibidem, d. 1 7 , q. u.
Cfr. también el resto de la d. 1 7 . Cfr. SOTO, In IV Sent., d. 1 8 , q. 1, a.
1, p. 7 3 5 .
1 1 9 . «Vis ergo argumenti est haec. Christus hanc tradidit potestatem ordi-
nariam sacerdotibus: ergo necessarium illud iudicium illis commissit. Idque
piane forma illa demostrat». Ibidem.
120. Ibidem.
280 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

P e r o antes de entrar en el a p a r t a d o siguiente, para d e s a r r o -


llar el carácter judicial de la potes tas clavium como funda-
mento de la necesidad de la confesión, vamos a fijarnos en la
necesidad de precepto, también —lo adelantamos ya— ex iure
divino. P a r a Soto no presenta ninguna dificultad la existencia
del precepto divino sobre la necesidad de la confesión. «La
confesión sacramental está preceptuada por derecho divino». E s
decir —continúa enseguida— q u e , «aunque se h a y a recuparado
la gracia por la contrición, continúa existiendo, por derecho
divino, la obligación de confesar los p e c a d o s , cosa que ya
estaba incluida en la misma contrición» . C o m o es lógico,
121

esta necesidad de precepto por derecho divino, tiene también


una base en la Sagrada E s c r i t u r a . Y , aunque puede resultar
sorprendente a primera vista, el texto aducido es el m i s m o : l o
20, 2 3 . El razonamiento que sigue no ofrece grieta alguna: la
razón más poderosa del precepto de la confesión, se toma de la
necesidad del sacramento de la Penitencia. P o r lo t a n t o , en el
mismo lugar donde es instituida la confesión como necesaria
para la salvación (necesidad de medio) se entiende claramente
dado el precepto de la confesión . 122

E n resumidas c u e n t a s , como dice m á s adelante, la necesi-


dad de medio y de precepto de la confesión, iure divino, «se
funda en firmísimos testimonios del Evangelio, y no sólo por el
uso de las determinaciones de la Iglesia» \ Y ambas cosas —su
1 2

necesidad p a r a la salvación y el precepto divino— son ver-


dades pertenecientes a la fe, que nadie puede negar . A s í , l 2 4

121. Ibidem, p. 738.


122. «Firmissima ergo ratio praecepti confessionis ex necessitate sumitur
sacramenti poenitentiae. Unde eodem ipso loco Ioannis 20. ubi instituía est
confessio tamquam necessaria ad salutem, piane intelligitur datum praeceptum
confessionis». Ibidem. Nuestro autor hace estas precisiones no sin motivo, pues
anda por medio la doctrina de Scoto acerca de loan. 20. El doctor Sutil piensa
que no es posible fundamentar la necesidad de la confesión en este pasaje de la
Escritura. Más aún: sería difícil refutar, en base a él, a quien sostuviera que la
necesidad de confesar no tiene más apoyo que un precepto de la Iglesia. No
obstante, enseguida apoya esa necesidad en el derecho divino positivo; ahora
bien, para hacer esta afirmación no ve más solución que unir al texto de loan
20, 23, el precepto de amar a Dios sobre todas las cosas. «Concluditur neces-
sitai praecepti confessionis no ex isto verbo tantum: Quorum remisetitis, etc.,
sed ex isto et ilio praecepto: Deliges Dominum Deum tuum, etc. simul iuncto».
D U N S SCOTO, In IV Sent., d. 17, q. u.
123. Ibidem, p. 739.
124. «Duae praecedentes conclussiones de necessitate confessionis, et de
ius divino praecepto, sunt veritates catholicae fidei, quas nemo citra haeresis
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 281

acudiendo al Magisterio, cierra la fundamentación de la necesi-


dad de medio y precepto de la confesión, en ambos casos ex
iure divino. V a m o s ahora, como ya habíamos advertido, a estu-
diar la potestas clavium como fundamento de la necesidad de
la confesión en el pensamiento de Soto.

3.2. El carácter judicial de la «potestas clavium» y la necesi-


dad de la confesión

H a b l a n d o de la confesión y de su institución divina, hace


notar cómo estas cuestiones están ligadas a la potestas cla-
vium, y explica brevemente en qué consiste. Partiendo de M t
16 y 18 —donde illa non fuit nisi promissio— y de l o 2 0 , en
que Cristo claves tradidit , hace un análisis de lo que supone
125

abrir y cerrar las puertas del reino de los cielos. «Abrir, no es


otra cosa que quitar el obstáculo que impide la entrada; y eso
es el pecado». Cerrar —continuamos exponiendo su pensamiento—
es no quitar ese obstáculo, al negar la absolución. A h o r a bien,
esto no puede ser efectuado por quienes tienen esta potestad
nisi tamquam iudices; y juzgar no es posible nisi causas cog-
noscendo. E s t o es así sicut ipse Christus facit, a quo potesta-
tem habent. P o r lo t a n t o , «donde les dio la potestad de remitir,
les dio también la potestad de conocer los p e c a d o s , y con ello
obligar a los pecadores a la confesión» . U n poco más ade-
126

labem negare potest». Ibidem, p. 740. Arguye con las respectivas condenas a
Wiclef, en su afirmación acerca de que si el hombre está contrito, la confesión
es superflua e inútil (Conc. Constatiense, sess. VIII, 4-V-1415; Dz-Sch 1157);
Pedro de Osma, cuando enseña que la confesión no fué instituida por Dios,
sino que es de institución humana (Sixto IV, Bulla Licet ea, 9-VIII-1479; Dz-
Sch 1411; y a Lulero y su condena por Trento al decir que la confesión íntegra
de los pecados para los caídos después del Bautismo fué instituida por Jesu-
cristo y es necesaria por derecho divino (Conc. Tridentinum, sess. XIV, cap. V
y can. 6, 7 y 8. En SGTr VII (1, 347 a 350 y 358-360).
125, «Praeterea divina confessionis institutio testimonio illo Matth. 16. ad
Petrum nihilo infirmio reconfirmatur. Tibi dabo claves regni coelorum. Quod-
cumque solveris super terram, erit solutum et in coelis: et quodcumque, ligave-
ris erit ligatum. Sed aiunt, illa non fuit, nisi promissio. Ad verbo, cum divina
promissio divinam habeat fidem, tam certus est id quod promisit, concessisse,
ac si plañe dixisset. Do. Quare Matthae 18. Assertive, ait et Quaecunque alli-
gaveritis super terram erunt ligata et in coelo: et quodcumque solveritis erit
solutum easdem ergo claves tradidit praesenti loco Ioann. 20. et cap. ult.». Ibi-
dem, p. 737.
126. Ibidem.
282 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

lante, vuelve sobre el tema. P l a n t e a que remitir y retener


supone una potestad que alcanza hasta lo m á s oculto, que tam-
bién debe juzgar, y esto sólo es posible por la confesión de los
mismos. Resulta, p u e s , necesaria . 127

Cuando estudia este aspecto con más detenimiento, comienza


haciendo una primera definición: « T o d a potestad espiritual de
la Iglesia se llama, en general, por el nombre de potestad de la
llave» . P e r o antes de seguir, sitúa este poder en el lugar que
128

le corresponde: el orden sobrenatural, la institución divina y,


por t a n t o , su perennidad . Considera, ciertamente, u n triple
l 2 9

oficio en las llaves (triplex esse munus clavium): administrar


los sacramentos (potestas administrandi sacramenta), legislar y
regir (alia est potestas iurisdictionis) y enseñar (ob idque et
praedicare quodammodo ad claves attinet) ° . A h o r a bien, «sin
13

embargo, entendemos que las llaves se refieren, sobre todo a la


potestad de orden que tiene como fin la remisión de los p e c a -
dos. Y estas se llaman llaves sacramentales» . 131

Centrando el concepto de potestas clavium, ¿en qué consis-


ten?: en un juicio, en que se ata o se absuelve, donde el j u e z
admite en el reino o excluye de é l . L o s sacerdotes n o ejercen
, 3 2

esta función como algo propio, sino c o m o ministros. Y no se


trata de una función cualquiera: «la potestas clavium es judicial
(...), pues D i o s , a los Apóstoles y a sus sucesores (...) los
constituyó jueces no sólo p a r a perdonar, sino también para
retener los pecados» . 133

A h o r a bien, ¿cómo poner este poder en ejercicio? Previa-


mente ha afirmado que las llaves non una tantum, sed duae

127. Vuelve a aparecer, de fondo, el error luterano acerca de la no necesi-


dad de confesar los pecados internos: «Rursum Christus loan. 20. spiri tum et
potestatem contulit apostolis remittendi, retinendique peccata quam ipse habet,
et potestas eius ad occultissima etiam cordis extendatur iudicanda, manifeste
inde colligi tur necessitas confessionis etiam corum, quae secretissima sunt».
Ibidem, p. 739.
128. «Omnis ergo spiritualis potestas ecclesiae dicitur generali nomine
potestas clavis». Ibidem, d. 20, q. 1, a. 1, p. 866.
129. «Potestas vero ecclesiae est supernaturalis a Chisti concessa, ad per-
petuitatem attinens regni coelorum». Ibidem.
130. Ibidem.
131. Ibidem. SOTO tiene presentes a Wiclef, Lutero y los valdenses.
132. «Claves sunt discernendi scientia, et potentia iudicandi id est, ligandi
et solvendi, qua ecclesiasticus iudex dignos recipére, et indignos debet exclu-
dere a regno». Ibidem.
133. Ibidem, p. 868.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 283

sunt: (...) potestatis et scientiae. Y sigue: «una de las llaves se


refiere a la potestad de absolver, y la otra a la de retener.
Ahora bien, para ejercer la una, se requiere la otra. P o r lo
cual, cuando se habla de las llaves no se designa la distinción
entre potestad de orden y la de jurisdicción, sino la potestad
para conocer la causa y dar la sentencia» . T e n i e n d o , p u e s ,
134

esto presente, explica más adelante que el uso de la clavis


scientiae debe ser previo al uso de la clavis potestatis. N o se
puede dar una sentencia justa nisi cognita causa. Así sucede
en los juicios humanos y así ha de ser en este juicio divino . 135

Así p u e s , los sacerdotes tienen esta potestad —entregada


por Cristo en l o 20 — que tiene un triple munus y un doble
136

aspecto, ya vistos; y también un efecto: remittendi peccati per


primam gratiam. E s t o es otro punto de apoyo más para la
necesidad de la confesión, el motivo más que suficiente para
obligar al hombre a algo que no carece de dificultad: hacer pre-
sente a otro sus pecados graves . P e r o , a d e m á s , la confesión
137

es parte de un Sacramento —el de la Penitencia—, que confiere


la gracia. Y esto no sería real ni cierto sin la confesión de los
p e c a d o s , que permite juzgarlos para perdonar o retener, para
que actúe el poder de Dios . 138

P o r t a n t o , el sacerdote es j u e z , no un arbitro. Tiene una


potestad sobre el penitente recibida de Cristo y una autoridad
para conocer y, luego, absolver o retener . Y esto sólo lo139

134. Ibidem, d. 20, q. 1, a. 1, p. 868.


135. «Quapropter usus clavis scientiae antecedere debet usum clavis potes-
tatis: quoniam nisi cognita causa nequit iusse sententi a ferri. Sicuti in naturali-
bus, nisi prius agens passum disponat, et praeparet, formam non inducit. Et
confirmatur hoc exemplo externi fori, iudex, non prius exercet potestatem scien-
tiae cogendo testes, et accusatorem, et reum veritatem propalare, et deinde
cogit parere sententiae». Ibidem, d. 20, q. 1, a. 1, p. 868.
136. Ibidem, d. 20, q. 1, a. 2, p. 872.
137. «Si sacerdos non habet potestatem remittendi peccata per primam gra-
tiam: profecto plus oneris quam emolumenti praeceptum confessionis haberet.
Obligare enim hominem ad rem tarn difficilem qua est gravissima peccata alteri
patefacere, nisi beneficium remissionis illic posset quandoque assequi, non vide-
tur id suavi iugo Dei consentaneum». Ibidem, d. 20, q. 2, a. 1, p. 887.
138. «Si poenitentia ex se non haberet, ut quandoque, primam gratiam con-
ferret, persuaderò non posset, esse sacramentum quoniam in evangelio non habe-
batur poenitentia, vel aliud quidpiam esse sacramentum, sed quia ibidem
habetur, conferre gratiam, concilia ex traditione Apostolorum collegerunt sacra-
mentorum naturam, et nomina». Ibidem, d. 20, q. 2, a. 1, p. 887-888.
139. «Sacerdos quidem et iudex, non arbiter, qui potestatem, accipit a poe-
nitente, sed ordinarios a Christo, institutus, qui tamquam eius vicarius eius
284 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

pueden h a c e r , no de cualquier m a n e r a , sed in iudicio, discer-


niendo per clavem scientiae y d a n d o la sentencia o p o r t u n a ,
c o m o se hace —a este r e s p e c t o — en cualquier juicio . 1 4 0

A m o d o de resumen: los A p ó s t o l e s y sus sucesores tienen


una potestad p a r a j u z g a r que exige c o n o c e r , c o m o algo intrín-
seco a la propia p o t e s t a d . Y ese c o n o c i m i e n t o sólo es posible
mediante la confesión de los p e c a d o s . D e esta forma y por un
camino distinto, se nos vuelve a a p a r e c e r c o m o n e c e s a r i a . 1 4 1

3.3. Necesidad de la integridad y del modo secreto o público


de confesar los pecados

El teólogo segoviano a b o r d a e x p r e s a m e n t e e s t a c u e s t i ó n y
se pregunta si la confesión tiene que ser íntegra; es decir, si el
penitente está obligado a confesar t o d o s los p e c a d o s , de m a n e r a
tal, que h a y a n de manifestarse todos ellos con sus c i r c u n s t a n -
cias, debiendo a d e m á s confesarlos t o d o s al m i s m o s a c e r d o t e . 1 4 2

L a respuesta no ofrece d u d a s : «todo fiel cristiano e s t á obligado


a confesar todos los p e c a d o s mortales que h a y c o m e t i d o d e s -

potestate, et authoritate utitur: ergo potest poenitentem, vel absolvere, vel si


iudicio suo iustum iudicaverit non in totum absolvere, sed ab ligando ad ali-
quam satisfactionem suis culpis dignam». Ibidem, d. 20, q. 2, a. 1, p. 891.
140. «Deus commisit sacerdotibus potestatem absolvendi, non quomodo
cumque, sed in iudicio ad quod cía vis scientiae servit ergo sacerdos per eandem
clavem discernere debet non solum an paenitens sit absolutione dignus: sed
quomodo sit dingus: nam inter dignum et indignum est médium, ut quis sit
absolutione dignus cum aliquo ligamine et onere, sicut contingit in foro exteriori
iudiciario. Nuil a enim est ratio cur in hoc forum conscientiae a foro exteriori
differat». Ibidem, d. 20, q. 2, a. 1, p. 891.
141. Nos parece de interés hacer notar como M. CANO, contemporáneo y
colega de SOTO en la Universidad de Salamanca, afirma también el carácter
judicial del Sacramento, por institución divina. Por tanto, los jueces han de
conocer. Hasta aquí, nada diferente. Pero luego, funda la necesidad de las par-
tes: si es un juicio, su integridad consta de las mismas cosas que son necesarias
para que el juicio sea íntegro. Ellas integran el juicio. Sin ellas, no existiría. La
necesidad de las partes se deducen del carácter judicial. Y son partes integra-
les, no de la materia, sino del juicio. Por eso, son 4: confesión, contrición,
satisfacción y absolución.
142. «Utrum confessio debat esse integra sic, ut omnia peccata poenitens
confiteatur. Ex hiis sexdecim recensitis conditionibus tres sunt, quae amplius, et
pressius requirunt examen: nempe integra, nuda, secreta, et de quibus quatuor
reliquos artículos subiungamus oportet. Nam integra duplicem habet sensum.
Primum, quod omnia cum suis circunstantiis quisque confiteatur, et secundum,
quas omnia confiteatur eidem sacerdoti». Ibidem, d. 18, q. 2, a. 3, p. 757.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 285

pues del Bautismo, ya los haya cometido en el corazón, de


palabra o de obra» . 1 4 3

Al hablar de confesión se está refiriendo al acto del peni-


tente q u e , junto con la contrición y la satisfacción, constituye
la quasi-materia del s a c r a m e n t o . L a define (sacramentalis con-
fessio) como «la acusación sacramental de los pecados en
orden a obtener el perdón, en virtud del poder de las llaves de
la Iglesia» . Califica de sacramental la acusación para distin-
1 4 4

guirla de la sola contrición, que sería acusación también, pero


mental n a d a m á s . Y especifica que ha de ser de los pecados
para explicar la materia y la causa por la que se h a c e : d a r a
conocer los p e c a d o s , cosa que n o es posible nisi peccator
confiten .
145

Así p u e s , ya ha puesto en relación la necesidad de la inte-


gridad c o n la potestas clavium q u e , a la v e z , —lo hemos
visto— fundamenta la necesidad y el precepto de la confesión.
E s lógico. L a afirmación de la necesidad del sacramento lleva a
la necesidad de la confesión. Y fundada ésta, los mismos pun-
tos de apoyo sostienen sus características y, p o r lo t a n t o , la
integridad. E n contrario, negar cualquiera de estas cuestiones
conduce —no pocas veces— a la negación de las d e m á s . A s í lo
piensa Soto y nos lo muestra c o n un ejemplo ilustrativo. Wiclef
y Lutero —dice — comenzaron negando la obligación de con-
1 4 6

fesar los pecados ocultos y del corazón. L a consecuencia final


fue que terminaron p o r n o admitir t a m p o c o la necesidad de que
la confesión fuera íntegra y , finalmente, negaron la necesidad e
incluso la existencia del sacramento de la Penitencia . E igual 1 4 7

143. Ibidem, d. 18, q. 2, a. 3, p. 758.


144. Ibidem, d. 18, q. 2, a. 1, p. 755.
145. «In hoc vero quod dicitur, sacramentalis, distinctio sita contrione,
quae est mentalis tantum accusatio. Sed in hoc quod ponitur, peccatorum,
explicatur materia et causa agens nam peccata non nisi peccator confiten
potest». Ibidem.
146. Ibidem, d. 18, q. 2, a. 3, pp. 757-758.
147. SOTO tiene presente a LUTERO y su itinerario. En 1520 afirma la
necesidad de la confesión (LUTERO, Werke, Weimer, VI, p. 162). Pero duda de
la necesidad de confesar los pecados ocultos (Werke, Weimer, VI, p. 161).
Dos años más tarde —1922— lo niega (LUTERO, Briefe, ed. Enders, VI, p.
179). Queda, pues, todo reducido a una simple confesión de culpabilidad. A lo
largo de todo este apartado se comprueba cómo nuestro autor tiene siempre
presente una idea: demostrar la necesidad de confesar también los pecados
internos.
286 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

fue el camino —aunque en otra dirección— de P e d r o de O s -


ma . Este convencimiento de nuestro autor es —junto a su
148

capacidad de penetración— lo que le hace ir p a s o a p a s o ,


teniendo siempre presente lo expuesto hasta el m o m e n t o o ade-
lantando su posterior y m á s detallada fundamentación. E n este
aspecto, hemos podido apreciar la oportunidad y precisión con
que remite a los lugares a d e c u a d o s , dentro de su propia
obra.
Antes de continuar ¿en qué consiste esta integridad? ¿Cómo
conseguirla? L a respuesta n o s llega precisa: « T o d o s y sólo los
pecados mortales cometidos después del Bautismo, q u e se tie-
nen en la memoria o que se recuerdan diligentemente c o n todas
sus circunstancias agravantes, es necesario confesarlos» . 1 4 9

Y p a s a luego a probar su necesidad aduciendo u n a serie de


razones. E n primer lugar, b u s c a el fundamento de la Sagrada
Escritura. D e l o 2 0 afirma que la potestad recibida p o r los
apóstoles y sus sucesores es de remitirlos todos. Se apoya en el
carácter judicial de la potestas clavium p a r a concluir la necesi-
dad de la integridad ' . Y continua de inmediato: « D a d o que
5 0

los sacerdotes no pueden perdonar los pecados a n o ser como


j u e c e s , y que no pueden juzgar de ellos ni de sus causas a n o
ser que los conozcan a través de la llave de la ciencia, se con-
cluye que Cristo obligó a toda su familia (los cristianos) a con-
fesar (a los sacerdotes) todos los p e c a d o s m o r t a l e s , incluidos
hasta los m á s ocultos y secretos del c o r a z ó n . P u e s como las
obras —continúa Soto, profundizando m á s en sus razonamiento—
hay que juzgarlas p o r sus c a u s a s y , como dice C r i s t o , las obras
proceden del corazón, de a h í que esas raíces ocultas y secretas
de los pecados h a y a q u e manifestarlas al confesor» . 1 5 1

Los otros dos argumentos q u e utiliza en favor d e la integri-


dad no tienen su igual en C a n o . E l primero de ellos se apoya
en la imposibilidad, para D i o s m i s m o , de perdonar un sólo
p e c a d o mortal sin hacerlo con todos los demás {nequit ullum

148. MANSI, 2 1 , 3 7 8 .
1 4 9 . Ibidem, d. 1 8 , q. 1, a. 4 , p. 7 4 9 .
1 5 0 . Así lo hacía también CANO, como hemos visto, pero con matices dis-
tintos: éste, apoyado en el carácter judicial del sacramento; el teólogo sego-
viano, circunscribe su primera argumentación en torno al carácter judicial del
perdón (SOTO, In IV Sent., d. 1 8 , q. 2 , a. 7 , p. 7 5 8 ) .
1 5 1 . SOTO, In IV Sent., d. 1 8 , q. 2 , a. 3 , p. 7 5 8 .
LA N E C E S I D A D D E LA C O N F E S I Ó N D E L O S P E C A D O S E N D O M I N G O D E S O T O 287

moríale absque ómnibus remitiere), porque la remisión se hace


por la gracia . E s lógico: el pecado mortal es aversio a Deo,
1 5 2

la amistad con Dios es efecto de la gracia, y ésta no puede


darse si en el hombre existiera un sólo pecado mortal; por
tanto, es necesaria la integridad, a no ser que a los pecados
ocultos se les niegue la razón de p e c a d o .
El último argumento lo pone limitándose a explicitar el fin
de la confesión: «la confesión sacramental tiene como fin la
reconciliación y la amistad con Dios y corregir al hombre; sin
embargo, esto no puede realizarse a no ser que el penitente
exponga al sacerdote el estado de su corazón, tal como
esté» . P o r lo t a n t o , h a y que confesar tanto los pecados
1 5 3

públicos como los ocultos. Respecto a estos últimos afirma que


semper in ecclesia in usu fuerit etiam occultorum confessio 154

apoyándose en San Agustín, San Cipriano, Tertuliano, Oríge-


nes, e t c . . E n cuanto a la necesidad de confesar los públicos,
1 5 3

la prueba partiendo de la argumentación del D o c t o r Angéli-


co , para después completar con el razonamiento que ha
1 5 6

puesto antes en defensa de que la integridad abarca todos los


pecados: «Puesto que el juicio de las cosas se ha de tomar de
sus causas —dice—, es necesario que el penitente abra su cora-
zón, p a r a que c o n o z c a (el sacerdote) el fin y las causas p o r las
que hizo aquello» . 1 5 7

Con estas p r e m i s a s , y tras haber relacionado la integridad


con el carácter judicial de la confesión va a p a s a r a estudiar
con detalle c ó m o es esa integridad, en sus dos vertientes: el

1 5 2 . «Quemadmodum Deus, ut supra dictu est, nequit ullam mortale abs-


que omnibus remittere: quoniam remissio fit per grati am, et amie i ti am eius: ita
ñeque sacerdotes eius vice et muñere fungentes possunt nisi omnis simul remit-
tere». Ibidem.
1 5 3 . «Confessionis vero sacramentalis finis est reconciliare amicitiam Dei,
et hominem corriegere: hoc autem fieri non potest nisi poenitens suum statum,
qualis fit, sacerdoti pandat. Id quod nisi omnia peccata etiam intima cordia
aperiat, perficere nequit». Ibidem, d. 1 8 , q. 2 , a. 3 , p. 7 5 8 .
1 5 4 . «Quod semper in ecclesia in usu fuerit etiam occultorum confessio,
patet ex loco citato Augustini serm. 5 5 . tertiae partis sermonum, et refertur
can. Agite de poenitentia dist: 1. Agite enim inquit, poenitentiam, qualis agitur
in eccleisa». Ibidem, d. 1 8 , q. 2 , a. 3 , p. 7 5 8 .
1 5 5 . Ibidem, pp. 7 5 8 - 7 5 9 : S . AGUSTÍN, Sermo 5 5 , 3 ; ORÍGENES, In 37
Os.; S . JERÓNIMO, In Eccl., 1 0 ; S . CIPRIANO, De lapsis, 5; y TERTULIANO,
De Paenitentia.
1 5 6 . Ibidem, p. 7 5 9 .
157. Ibidem.
288 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

número y las circunstancias de los p e c a d o s . C o m o punto de


partida, vuelve de nuevo a la potes tas clavium y al carácter
judicial. «La confesión es un acto judicial por medio del cual el
j u e z , al oir la confesión debe hacer un juicio sobre la p e r s o n a .
Con este fin se le ha dado la llave de la ciencia». Continúa
explicando que de esta forma, conociendo el estado del h o m b r e ,
puede juzgar, imponer la penitencia, e t c . C o s a que no es posi-
ble «si no se especifica el número de los pecados con sus cir-
cunstancias» . ¿Cómo conseguir que esto sea una realidad?
158

N u e s t r o autor nos va a responder primero con tres p u n t o s , a


tener presentes respecto al n ú m e r o :
a) E s necesario confesar el número de los pecados 139
.
b) N o pertenece a la integridad enumerarlos uno a u n o ,
individualmente. Basta explicarlo de m a n e r a tal que el sacer-
dote puede hacerse un juicio suficiente y, para ello, basta expli-
car el género y la especie del p e c a d o ° . l6

c) P o r lo t a n t o , mentir en la confesión acerca de materia


grave, es grave; pero si es sobre faltas veniales, no es ni
siquiera venial . 161

A continuación, se va a referir a las circunstancias, necesa-


rias —veremos cómo y en qué medida— p a r a que la confesión
sea íntegra. A n t e s que n a d a manifiesta que se pueden conside-
rar dos cosas respecto a las circunstancias. U n a , cuáles son y
su n ú m e r o ; otra, su confesión al s a c e r d o t e . E n u m e r a y
162

explica las circunstancias y se detiene luego en lo que interesa:


su confesión. Su pensamiento acerca de la necesidad de hacerlo
queda expuesto en los siguientes p u n t o s :
a ) E s t a m o s obligados a la confesión íntegra; es decir, de
todos los pecados con sus circunstancias . 163

b) Sin embargo, no es necesaria la confesión de todas las cir-


cunstancias. Unas son impertinentes (no aumentan ni disminuyen
la malicia) y otras, pertinentes (la aumentan o d i s m i n u y e n ) . 164

158. Ibidem, d. 18, q. 2, a. 4, p. 760.


159. Ibidem.
160. Ibidem.
161. Ibidem, p. 761.
162. «De circunstantiis vero duplex est consideratio, una scilicet de quiddi-
tate earum et numero atque altera de earum confessione». Ibidem, p. 762.
163. Ibidem.
164. Ibidem.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 289

c) L a s circunstancias impertinentes no es necesario confe-


sarlas; hacerlo impediría que la confesión sea simple . 1 6 5

d) Respecto a las pertinentes que disminuyen la malicia del


p e c a d o , es necesaria su confesión si son tales que impiden que
haya culpa o bien hacen que un posible pecado grave sea
venial. P e r o si apenas disminuyen la malicia —el pecado conti-
núa siendo mortal— no es necesario confesarlas . 1 6 6

e) E n c a m b i o , de las circunstancias agravantes —aquí


manifiesta su propia opinión, tras exponer la d e los demás — 1 6 7

es necesario confesar todas aquellas q u e , a juicio de los enten-


didos, agravan el pecado, cambien o no la especie del mismo , 168

aunque si ese aumento de la gravedad es m u y p e q u e ñ o , no


importaría no hacerlo . 1 6 9

f) L a s circunstancias de tiempo, no es necesario confesar-


las; sí las de lugar, pero sólo cuando añadan nueva malicia
al p e c a d o ° .
17

A c l a r a d a la integridad, vamos a estudiar qué piensa nuestro


autor respecto al m o d o público o secreto de confesarse. A l
igual que C a n o , relaciona la integridad con el carácter auri-
1 7 1

cular y secreto d e la confesión. M á s en concreto dice: «sobre


este punto y a t r a t a m o s en el a. 3 de c ó m o los herejes tejen
1 7 2

la c a d e n a d e s u s errores. Porque la razón de negar la confesión


auricular n o es otra que la d e llegar a la negación de la confe-
sión de todos los pecados ocultos. E n efecto —continúa con
sutil perspicacia, n o exenta de ironía—, si se admite que sólo
es necesaria la confesión pública, entonces, se concluye sufi-
cientemente q u e , p o r derecho natural, no h a y q u e hacer confe-
sión de los p e c a d o s ocultos» . 1 7 3

¿Quiere decir con esto que la confesión h a d e ser secreta?


C u a n d o la describe, dice d e ella que es la que se hace e n s e -

165. Ibidem.
166. Ibidem.
167. SANTO TOMÁS, In IV Sent., d. 16, q. 3, a. 2 y q. 5; SAN BUENAVEN-
TURA, In IV Sent., d. 17, q. 6; DURANDO, In IV Sent., d. 16, q. 4; SCOTO, In
IV Sent., d. 17, a. 2.
168. Ibidem, p. 763.
169. Ibidem, p. 764.
170. Ibidem, p. 765.
171. MELCHOR CANO, Relectio de Poenitentiae, V, p. 538, 543-546, etc.
172. SOTO, In IV Sent., d. 18, q. 2, a. 3.
173. Ibidem, d. 18, q. 2, a. 6, p. 779.
290 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

creto al sacerdote, confesando todos los pecados ocultos e


internos, «hasta los que son más secretos y ocultos del cora-
zón» . Pero no es el único m o d o . La necesidad, se refiere a
m

la confesión, pero que se haga en público o en secreto no es


e s e n c i a l . Sin ella —dice más adelante— la confesión es
175

válida y verdadera . P e r o de h e c h o , este modo de confesarse


176

de tal manera es necesario q u e , si faltara, el sacramento de la


Penitencia no podría conservarse en la Iglesia . E s t a afirma-
177

ción la explica unos artículos más adelante: confessionem esse


secretam est ad eius sustentationem necessarium, no sólo por
derecho pontificio, sino por derecho divino. P a r a probarlo,
acude a la ley natural. Si p a r a fundamentar la necesidad de la
confesión no le ha parecido un argumento válido, le resulta de
primera utilidad a la hora de razonar el ius divinum de la con-
fesión secreta (aunque, c o m o hemos visto, admite también la
posibilidad de que sea pública). Sin embargo, la argumentación
del segoviano nos parece más completa aún, si c a b e , que la de
su colega salmantino. V e á m o s l o : la ley de la gracia no destruye
la ley de la naturaleza, sino que la perfecciona. Y la ley natu-
ral enseña y amonesta a no publicar los crímenes ocultos. P o r
lo tanto, la confesión ha de ser secreta. L o contrario sería obli-
gar a hacer públicos los propios delitos . M á s aún: este m o d o
178

de confesarse secretamente está instituido en el Evangelio.

174. «Quod concedere renuunt esse necessarium peccata occulta confiteli.


Qui enim hoc concederet, manifeste convinceretur confessiionem debere esse
secretam». Ibidem, d. 18, q. 2, a. 3, p. 758.
175. «Confessio, quae fit sacerdotibus sit necessaria. Conditio autem ilia,
quod in secreto fiat, aut in publico, clam, aut palam, non est de eius essentia,
tametsi, ut confessionis religio omnium occultorum criminum pure in ecclesia
necessarium sit, secrete fiat, quod quaestio sequente articul. 6. monstrabimus
optimis etiam sanctorum patrum fundamentis fulciri». Ibidem, A. 18, q. 1, a. 1,
p. 740.
176. Ibidem, d. 18, q. 2, a. 6.
177. Ibidem, d. 18, q. 2, a. 2.
178. «Confessionem esse secretam est ad eius sustentationem necessarium,
atque adeo, sit, ut eius secretum et poenitenti congruat sacerdoti confessionem
audienti sit necessarium non solum ex iure pontificio, sed ex divino colligatur.
Probatur conclusio. Legem naturae lex gratiae non destruit, sed perficit: lex
autem, naturae docet, et admonet, ne occulta verendaque crimina in publicum
via iuris ad eorum vindictam proferatur, lex autem gratiae divina iubet omnia
peccata etiam occulta confiteri, ergo inde colligitur confessionem debere esse
secretam, alioqui renuent natura aut homines non possent, aut non nisi violen-
tissime possunt ad confessionem adducit; cum tarnen divina Providentia iuxta
cuiusque naturam, et ingenium suaviter omnia disponat». Ibidem, d. 18, q. 2, a.
6, p. 779.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 291

¿Cómo es ésto? Efectivamente. E n él se hace entrega de la


potestad de perdonar todos los p e c a d o s . P o r lo t a n t o , también
los ocultos. E s t o exige conocerlos y, por su propia naturaleza,
no deben ser dichos en público. «Por lo t a n t o , la confesión
secreta está instituida en el Evangelio» . 179

Si esto es así, para nuestro autor resulta intocable este


modo de confesar. ¿Por qué? Insiste de nuevo en la misma
idea: si fuese sólo de ture positivo, la Iglesia podría obligar a
confesar en público los pecados ocultos, cosa q u e es falsa.
Pues aunque hacerlo no llevara consigo un cambio en la m a t e -
ria del s a c r a m e n t o , sin embargo, el sacramento acabaría por
hacerse insoportable . 1 8 0

4. SENTIDO D E L «IUS DIVINUM» EN EL PENSAMIENTO D E D O -


MINGO D E SOTO

Iniciamos esta última parte del trabajo con la intención de


mostrar q u é sentido tiene la expresión ius divinum p a r a nuestro
autor. E n esta ocasión, hemos procurado contrastar su parecer
con el de otros contemporáneos suyos, presentes también en
Trento . 1 8 1

C o m o hemos visto, para S o t o , la confesión de los pecados y


que ésta s e a íntegra, es necesario ex iure divino. L a fundamen-
taron viene de lejos: parte de que el sacramento de la Peniten-
cia es necesario iure divino. M u e s t r a que la confesión también
lo e s . P o r lo t a n t o , igualmente su integridad. Si ésta no se
diera, n o podría hablarse de verdadera confesión.
N o es u n t e m a q u e trate por encima, pues en el pensa-

1 7 9 . «Igitur cum haeretici nos interrogando perurgent, ubi secreta confessio


in evangelio reperiatur instituta, satis nobis est responderé, in evangelio coll atas
esse ecclesiae claves, et potestatem remittendi omnia peccata, quae Deus remit-
tit: ergo omnis etiam occultissima cordis, et hoc non nisi periuditium quod cau-
sae cognitionem requirit, et eius naturae est, ne occulta in publicum proferantur:
ergo in evangelio est secreta confessio instituta». Ibidem.
1 8 0 . «Et quod id non sit solum de iure possitivo, confirmatur: nam si hoc
esset verum, posset nunc ecclesia praecipere, ut occultorum confessio in publico
fieret, quod profecto falsum est nam licet hoc non esset materiam omnino con-
fessionis mutare, esset tarnen sic eius modum variare, ut fieret intolerabilis».
Ibidem.
181. En concreto, a MELCHOR CANO y RUARD TAPPER. Las referencias a
su pensamiento las haremos a pie de página.
292 JUAN RAMÓN GARClA-MORATO

miento del confesor de C a r l o s V es algo fundamental: h a y que


afirmarlo, sostenerlo y defenderlo desde todos los p u n t o s de
vista posibles. E n c o n c r e t o , a p e n a s c o m e n z a d a la d. 18 —sobre
la confesión— trae a colación el p e n s a m i e n t o de Scoto acerca
de la institución y de l o 2 0 . Y antes de r e s p o n d e r l e , sienta
1 8 2

las b a s e s de su p o s t u r a . L a verdad sobre el d e r e c h o divino de


la confesión íntegra le parece de primordial i m p o r t a n c i a ; t a n t o
que la inseguridad del D o c t o r Sutil —y c u a n t o s piensen c o m o
él— acerca de su fundamentación en l o 2 0 , le parece un flaco
servicio a la defensa de la fe. M á s a ú n : la Iglesia siempre h a
fundamentado la confesión en el d e r e c h o divino. Y la t a r e a de
los teólogos y de la teología n o es poner dificultades al M a g i s -
terio, sino estudiar e interpretar c o n verdad los t e x t o s , de
m a n e r a que la verdad a l c a n z a d a c o n c u e r d e con sus e n s e ñ a n z a s
y las apoye .
1 8 3

182. «Ex hoc (sc. Ioh. 20, 23) arguitur uno modo sic: hie data est potestas
Apostolis, et in eis omnibus Sacerdotibus, remittendi peccata; non principaliter,
quia hoc est proprium Dei, ergo ministeraliter et arbitrative; sed non possunt
arbitrari in causa ignota; ergo est eis manifestanda causa, in qua debent arbi-
trari. Haec manifestatio est confessio; ergo ex ista collatione potestatis arbitra-
riae Sacerdotibus in causa peccati, obligatur peccator ad accusandum se eis
tanquam arbitris, quod est confiten» (...).- «Si tertium membrum teneatur, scili-
cet quod confessio non cadit nisi sub praecepto Ecclesiae, non potest faciliter
improbari, nisi quia vel Ecclesia non attentasset tarn arduum praeceptum impo-
nere omnibus Christianis, nisi esset praeceptum divinum, vel quia non invenitur
ubi ab Ecclesia imponatur istud praeceptum, quin ante hoc Sancti reputarent
hoc praeceptum de confessione obligare». D U N S SCOTO, In IV Sent., d. 17,
q. u.
183. «Cogit me tarn necessaria haec catholica Veritas hoc verbum dicere:
nam sit in hoc testimonio non firmiter stabiliatur confessionis necessitas, non
habemus robustius aliud adversus haereticos. Quo circa cum tanti ecclesiae
referat confessionem in iure divino fundare, munus theologi est hunc locum non
debilitare, sed interpretando corroborare». SOTO, In IV Sent., d. 18, q. 1, a.
1, p. 736.- Aunque no vamos a transcribir todas las respuestas de Soto al
pensamiento del Doctor Sutil, nos parece de interés presentar como entiende
el texto de lo 20, 23. En concreto, dice lo siguiente: «posset quempiam
fallere, quod sancti vocant sacerdotes arbitros inter Deum et homines; non
tamen id intelligitur in hoc sensu, quod in nostro sit arbitrio illis subiici, vel
non subiici, sed quod tanquam ordinarii Dei iudices arbitrantur de peccatis nos-
tris, utrum remittere ea nobis, an retiñere debeant, cum hac vel ilia iniuncta
poenitentia.- Vis ergo argumenti est haec. Christus hanc tradidit potestatem
ordinariam sacerdotibus: ergo necessarium illud iudicium illis commisit: Idque
plane forma ilia demostrat, Quorum remiseritis, remissa: et quorum retinueritis,
retenta erunt. Sed ait Scotus, verbum illud non esse praecisum: id est, non alia
remittentur nisi quae vos remiseritis, neque alia retinebuntur: quoniam sacerdos,
inquit, neque remittit, nec re tine t nisi quae audit in confesione, praeter quae
tamen Deus alia remittit, atque alia retinet, id est, in inferno punit. Solutio
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 293

Con semejante postura a radice, no nos puede sorprender la


fundamentación que Soto ofrece, en esta y las siguientes distin-
ciones, en apoyo del ius divinum de la confesión y su
integridad.
Efectivamente, sacramentalis confessio iure divino est prae-
cepta . Y más adelante, tras hacer referencia de nuevo a Sco-
l 8 4

to , acude a la Sagrada Escritura y a la Tradición para


l 8 5

concluir insoslayable: ecce ius divinum confessionis fundatum


in evangélico verbo, quo loco datae sunt claves ecclesiae . 186

Por lo t a n t o , podemos afirmar al menos que dice ius divinum


de lo instituido por Cristo, de lo determinado así por E l .
A p a r t e de ser éste el sentido de los comentarios de los textos
de la E s c r i t u r a , en los que —como hemos ido viendo— funda-
menta la necesidad de la confesión y que ésta sea íntegra, tene-
mos otros lugares que apoyan esta afirmación. C o m o primera
medida, en cuanto que Soto lo defiende en contrario a como
era negado por los que no admitían esta verdad. N o sólo los
reformadores y sus antecesores —Wiclef, P e d r o de O s m a ,
Lutero...— que defendían que la confesión no era más que una
institución papal . Sino también contra autores católicos —el
187

P a n o r m i t a n o , D u r a n d o , E r a s m o , entre otros— q u e , defendiendo


La necesidad de la confesión y de su integridad, la deducían «a
partir de la tradición de la Iglesia universal» . 188

autem haec vim verborum non infringit: nam si Deus alia remittit quae non
exponuntur iudicio sacerdotis, est, quia non adest confesarii copia pro tempore:
et si alia retinet, est propter culpam hominis ea non confitentis, iuxta praescrip-
tum ecclesiae». Ibidem, d. 1 8 , q. 1, a. 1, p. 7 3 6 .
1 8 4 . «Sacramentalis confessio divino iure est praecepta. Itaque non solum
necessaria est ad consequendam gratiam, ut de contritione diximus, qua quidam
gratia recepta, ut non est amplius necessaria, ita neque habet, iam pro tunc
necessitatem praecepti. Imo postquam quis per contritionem suscepit gratiam,
tenetur iure divino ad confessionem, quae in contritione voto fuerat inclusa, ut
articul. 4 latius monstrabitur». Ibidem, d. 1 8 , q. 1, a. 1, p. 7 3 8 . De igual pare-
cer son: MELCHOR CANO (Cfr. Relectio de Poenitentiae V , p. 5 4 9 ) y RUARD
TAPPER (cfr. Explicationes articulorum circa dogmata ecclesiastica, I, a. 5 ,
p. 2 0 0 ) .
185. SOTO, In IV Sent., d. 1 8 , q. 1, a. 1, p. 7 3 8 .
186. Ibidem, p. 7 3 9 .
187. Ibidem, d. 1 8 , q. 1, a. 1, p. 7 3 4 .
1 8 8 . «Quinto demum accedit glossa Ioannis Theutonici in initio d. 5 . de
poenitentia, adstruentis quod melius esset dicere institutam fuisse confessionem
a quadam universalis ecclesiae traditione, quam ex novi aut veteris testamenti
autoritate. In quam opinionem Panor. Super ca. omnis utriusque sexus, licet
vacillans inclinare videtur. Et Duran. disti. 1 7 . q. 1 4 , licet quodammodo ambi-
294 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

A d e m á s , no puede ser de otra forma. Refiriéndose al texto


de Iac 5, explica que «el Apóstol no puede instituir el sacra-
mento, de m a n e r a que confiera la gracia, sino D i o s , que es el
autor de la misma gracia» . Lo q u e Santiago recomienda, es
1 8 9

señal de la existencia de un precepto divino ° . D e todas for- 19

guus, tamen in hanc plus partem propendet, quod can. Omnis utriusque sexus
non faciat praeceptum, sed consilium. Et Erasmus in scholis super Epistolis
Hiero, nempe, super epitaphium Fabiolae ad Occeanum, sacramentalem confes-
sione singulorum peccatorum negat fundamentum habere in antiquis». Ibidem.
189. Ibidem, d. 18, q. 1, a. 1, p. 739.
190. «Quod ergo Iacobus admonet, signum est divini praecepti». Ibidem, p.
740.- CANO explica también con precisión esta relación entre enseñanza de los
Apóstoles, precepto divino y derecho divino. Afirma que lo que ha sido insti-
tuido por Cristo y los Apóstoles, no puede ser rechazado o cambiado por la
Iglesia promulgando una ley contraria, ergo est de iure divino (M. CANO, op.
cit., p. 549). Así pues, la institución divina es la causa del ius divinum, que
convierte lo instituido en ley: el precepto divino. Es interesante esta precisión.
Interesa resaltar que algo instituido por Cristo entre en el ámbito del ius divi-
num y se vierte en uno o varios preceptos divinos. Y a la inversa: un precepto
divino es algo que mana ex iure divino de su misma institución por el Señor.
De todas formas, parece quedar un punto oscuro: lo instituido por los apósto-
les, hemos visto que es también ius divinum. ¿Cómo entender esta afirmación?
¿Acaso puede alguna cosa ser de institución divina si no tiene su origen inme-
diato en Cristo? Hay una expresión que usa Cano cuando, referioda a la confe-
sión secreta, se pregunta an confessio, quae sacerdotibus in aurem fit,
Evangélico iure sit praecepta (Ibidem, VI, p. 557). ¿Cuál es el contenido del
ius evangelicum, que fundamenta ese precepto? Lo explica enseguida. Identifica
plenamente ius divinum y evangelicum al afirmar que «tal precepto del derecho
divino no se encuentra en ningún lugar de las Sagradas Escrituras» (Ibidem,
VI, p. 559). Son palabras sinónimas. Y no se refiere en ningún momento —esto
es lo que pretendíamos mostrar antes de continuar— a una posible distinción
entre lo que es instituido por Cristo (ius divinum) o lo instituido de forma
mediata por los apóstoles (ius evangelicum). ¿Qué entiende entonces al decir
que lo instituido por los Apóstoles es de derecho divino? Lo explica al tratar
de la obligación de confesar antes de comulgar, si se está en pecado mortal.
Expone su opinión con claridad: Nos divinum preceptum esse arbitramur, quod
per manus a Christo ad Apostólos, ad Apostolis ad nos venit (Ibidem, VI, p.
635): el precepto divino se apoya en el ius divinum, que mana de la institución
por Cristo. Y lo instituido por Cristo y los Apóstoles, es ius divinum. Pero,
referido a estos últimos, en el sentido que se acaba de explicar: el que ellos
han recibido del mismo Cristo y nos han entregado a nosotros.- Más en con-
creto, cuando se refiere a la institución del sacramento, el término ius divinum
quiere decir que ha sido instituido por Cristo mismo (a solo Christo) (Ibidem,
VI, p. 574). Y no sería así si se hubiera debido a los apóstoles, en cuyo caso
—en esta ocasión está rebatiendo a San Buenaventura— la confesión sacramen-
tal ya no sería de derecho divino (Ibidem, V, p. 528).- De igual precisión, a
pesar d e su formación nominalista, nos parece la exposición d e RUARD TAPPER.
El Rector de Lovaina afirma que se dice que es de derecho divino (ius dicatur
divinum) no sólo aquello que se contiene expresamente en la Sagrada Escri-
tura, sino también lo que es una consecuencia evidente y necesaria de lo que
en ella se contiene (sed etiam quod necessaria ac evidenti consequentia ex eis
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 295

m a s , no deja de lado nuestro autor la posibilidad de que Cristo


podría transmitir su potestad de excelencia a los Apóstoles u
otras p e r s o n a s , aunque niega que eso haya sucedido. Simple-
mente — a ñ a d e — han sido constituidos administradores, según
se desprende de I C o r 4: sic nos existmet homo sicut minis-

infertur). Sentadas estas premisas, hace una afirmación: ita credendum est
quod confessio peccatorum sacerdoti faciendo ius est divinum (Explicationes
articulorum circa dogmata eclesiástica, I, a. 5, p. 196).- De lo visto hasta
ahora, podemos apuntar una primera interpretación: ius divinum es lo instituido
por Cristo, como necesariamente unido a sus palabras, que nos ha sido entre-
gado por los Apóstoles y es acorde con el sentir de los Padres. Pero más ade-
lante, en respuesta a los errores de los reformadores, afirma de la confesión
que divinum est institutus, et aut scripturis expressum, aut Apostólica tradi-
tione de manu in manum acceptum (Ibidem, I, a. 5, p. 216). Luego las tres
características se añaden a las anteriores para definir el derecho divino en
nuestro autor. Detalles en que insiste en otras ocasiones, hablando de esa nece-
sidad de acusar los pecados conformi patrum interpretatione et doctrina (Ibi-
dem, I, a. 5, p. 220).- Ahora bien, Tapper utiliza alguna vez la expresión iure
evangélico referido a la necesidad de confesar. ¿Qué está diciendo entonces?
En primer lugar hemos de decir que en ningún momento hemos encontrado que
lo contraponga a ius divinum, como ha hecho en otra ocasión, oponiendo lo
instituido por Cristo a lo mandado por los hombre (Ibidem, I, a. 5, p. 198).
Aunque sí se puede apreciar que no lo asimila estrictamente a la institución
divina, pues afirma, de la necesidad de confesar al sacerdote, que sine dubio
intelligens ex institutione divina et iure evangélico (Ibidem, I, a. 5, pp. 196-
198). ¿Por qué, a pesar de esto, insistimos en que no lo equipara al ius huma-
num! En el pasaje que acabamos de citar, está hablando —lo hemos podido
apreciar— de la condena del error de Wyclef que llama superflua e inútil a la
confesión en el caso de estar debidamente contrito. Es entonces cuando hace la
anterior afirmación y aparece la expresión iure evangélico como algo cuyo con-
tenido es radicalmente distinto del ius humanum, pues de inmediato afirma
que ea quae iuris sunt humani non sint materia fidei, nec inter credenda
habeantur (Ibidem). Así pues, una nueva aportación a este apartado de nuestro
estudio: el ius evangélico se opone al ius humanum que, a su vez, también se
opone a lo instituido por Cristo. Ahora bien: el ius evangelicum es objeto de la
fe, y las cosas que se deben creer. Exactamente igual que lo instituido por
Cristo, que también lo denomina precepto divino (Ibidem, I, a. 5, p. 200).- De
todas formas ¿deja entrever nuestro autor, en algún lugar, lo que entiende por
iure evangélico"! Vemos que sí, y muy por lo concreto, cuando dice que es
necesario confesar todos los pecados al sacerdote ex Christi commissione,
atque ita ex iure evangélico potestas remitendi peccata in Deum commisa. Y
cuatro líneas después explica —de este derecho evangélico— an sit praecepta a
Christo, et ex eius institutione per manus ad Apostolis et maioribus nobis tra-
dita: an ex apostólica traditione, an ex ecclesia iussione dictante spiritu
sancto (Ibidem, I, a. 5, p. 191). Parece como si estuviera llamando ius evange-
licum al derecho divino no contenido expresamente en las palabras de Cristo,
sino deducido necesariamente de ellas. Por eso, quizá, cuatro páginas más ade-
lante explica que ius dicatur divinum non solum quod expressis verbis literae
sacrae continent, sed etiam quod necessaria ac evidenti consequentia ex eis
infertur (Ibidem, I, a. 5, p. 196).
296 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

tros Christi et dispensatores mysteriorum Dei . La gracia es


1 9 1

don s o b r e n a t u r a l ; D i o s es su autor y quien decide c o m o distri-


buirla a los h o m b r e s ; por lo t a n t o , todo lo que es necesario
para alcanzarla es de iure divino . 192

Soto es bien consciente de que este p l a n t e a m i e n t o pertenece


a las verdades de la fe. N o d u d a , por ello, de a r g u m e n t a r con
el decreto tridentino acerca del s a c r a m e n t o de la P e n i t e n c i a .
1 9 3

C o m o c o n s e c u e n c i a , es e s p e r a d a la afirmación que hace más


a d e l a n t e , d e s p u é s de p l a n t e a r s e la d u d a : «¿ha sido siempre
herético en la Iglesia negar que la confesión es n e c e s a r i a de
iure divino o sólo a partir del D e c r e t o del Concilio L a t e r a -
nense IV?» 1 9 4
. L a respuesta despeja toda posible d u d a en el
lector: la necesidad de la confesión siempre h a sido u n a verdad
de fe creída por t o d o s ; e igualmente, afirmar lo c o n t r a r i o fue
c o n s i d e r a d o como herejía 1 9 5
. D e aquí se nos a p a r e c e n varios
aspectos del ius divinum, c u a n d o n u e s t r o autor p r u e b a su a n t e -
rior afirmación: su fundamentación en la S a g r a d a E s c r i t u r a ;
1 9 6

como deducción lógica del c a r á c t e r judicial de la potestas cla-

191. «Ex Augustine- colligimus, potestatem excellentiae, per quam Christus


sacramenta instituit, licet communicare potuerit, tarnen neque apostolis, neque
ulli creature communicavit, sed administrationem eorum illis commisit, iuxta
verbum Paul. 1. Corint. 4. Sic nos existimet homo sicut ministros Christi et
dispensatores mysteriorum Dei». Ibidem, p. 739.
192. «Duae precedentes conclusiones de necessitate confessionis, et de eius
divino precepto, sunt veritates catholicae fidei, quas nemo citra haeresis labem
negari potest. Ex testimoniis enim citatis, praecipue ex prioribus ecclesia elicuit
anathemate illos ferendos, qui negaverint praeceptum esse divinum confessionis.
In Concilio enim Constantiensi sessio 3, et postea in bulla Martini 5, eiusdem
concilii confirmatoria, damnatus est inter alios S e p t i m u s error Witcleff dicentis:
Si homo fuerit contritus est ei superflua et inutilis. Ubi licet non fiat expresa
mentio divini iuris, tarnen cum decernitur confessionem esse necessariam ad
peccatorem remissionem, piane decernit necesariam esse de iure divino: nam ut
supra diximus, cum gratia sit supra naturalis, onmia, quae sunt ad ipsam com-
parandam necessaria, sunt de iure divino». {Ibidem, p. 740).
193. «Ac demum in concilio Tridentino adversus Lutherum sessio 4. sub
Iulio capit. 5. decretum suit integram peccatorum confessionem a Domino
fuisse institutam, post baptismum lapsis iure divino necessariam existere». (Ibi-
dem, d. 18, q. 1, a. 1, p. 741).
194. Ibidem, p. 741-742.
195. «Confessionem sacramentalem esse ad salutem necessarium semper ab
orbe redempto fuit catholica Veritas, et eius assertio contraria fuit haeretica».
Ibidem, p. 742.
196. «Probatur primo, quia ecclesia non potest facere propositionem e non
haeretica hereticam nisi articulum veritatis e Sacra scriptura explicando».
Ibidem.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 297

vium ; a d e m á s , como contenida en el Evangelio se encuentra


197

en la Tradición, y, a través de ella nos llega, según muestra el


teólogo segoviano con abundantes referencias . 198

D e todas formas, resulta particularmente interesante, en


orden a precisar el sentido del ius divinum, los argumentos de
Scoto y San Buenaventura, contra los que el teólogo segoviano
concluye afirmando el derecho divino. El D o c t o r Seráfico sos-
tiene que la confesión sólo fue insinuada por Cristo; pero su
institución corresponde a los Apóstoles y su promulgación a
Santiago . Y Scoto, cuando comenta l o 20, sostiene que
199

197. «Secundo quia quanta claritate habetur in evangelio facultas clavium


apostolis collata ad remittenóum peccata, habetur, id non posse facere nisi tam
quam peccatorum iudices, atque adeo tanquam causarum cognitores, quod
facere non posset, nisi per peccatorum confessionem». Ibidem.
198. «Tertio evidenter arguitur. Hae Veritas non solum semper fuit certa in
evangelio, verum et patribus semper cognita». Ibidem.
199. «Duo sunt in confessione: unum formale et completivum, et hoc est
absolutio sive potestas absolvendi vel medicandi; et hanc dominus instituit, qui
potestas clavium concessit; et penes hoc residet virtus. Aliud autem est mate-
riale, et hoc est detectio peccati sive morbi; et hoc Dominus non instituit in se,
sed insinuavit.- Ratio autem, quare non instituit, ut dicunt aliqui, haec fuit, quia
sufficit aegroto exponere medicum et medicinam; et alterius confessio peccati
non valet extorta, sed debet esse voluntaria: ideo Dominus insinuavit, relin-
quens hoc in voluntatem aegrotantium. Et hoc quod dicit Hugo (Liber II de
Sacram., p. XIV, c. 1): 'Medicis dixit, ut curarent, sed infirmis non dixit, ut ad
medicos curandi causa venirent; hoc quasi certum esse voluit, quod aegri liben-
ter salutem quaererent et se curandos offerrent, si medicos invenirent'.- Et licet
hoc satis probabile, potest tamen et aliter dici, quod Dominus confessionem per
se non instituit, quia est in remedium recidivantium. Quia Christus erat Eccle-
siae fundator, et venientibus omnium peccatorum per baptismum fiebat remissio;
ideo ab eo non debuit institui confessio, ne ex verbo Domine daretur aliquibus
recibivanti occasio. Cum autem Ecclesia fuit instituta, labi hominis coeperunt;
et tunc remedium, ne desperarent, vel contemneret, publicari oportuit: et ideo
per Apostolos confessio debuit institui auctoritati sibi a Domino tradita in cla-
vibus sibi datis, in quibus potestatem acceperant quidem erat pero morbi detec-
tionem et peccantis humiliationem et sacerdotalem absolutionem. Et ideo
confessio fuit a Domino insinuata, ab Apostolis instituta, ab episcopo Ierosoly-
mato, scilicet Iacobo, promulgata, sicut et sententia de non servandis legalibus
promulgata fiut, Actuum decimo quinto; sic et confessio omnibus peccantibus
indicta et imposita fuit, Iacobe quinto: 'Confitemini alterutrum' etc.- Et iterum,
non solum haec ratio, sed etiam ulterior esse potest. Confessio enim hominis
est opus pure; unde non est data virtus Sacramenti ipsi confessioni, sed absolu-
tioni; et ideo recte hominibus puris institutio debuit reservari.- Ex his quae
dicta sunt, quatuor possunt rationes elici, quare Dominus inmediate confessio-
nem et expresse non instituit: prima quidem, quia non oportuit; secunda vero,
quia in hoc voluntariam esse debere docuit; tertia, quia est sacramentum recidi-
vantium; quarta, quia quantum est de se, est opus humanum. Unde credo, quod
per se non instituit; et si dicatur instituisse, hoc est intelligendum insinuando et
auctoritatem dando». SAN BUENAVENTURA, In IV Sent., d. 17, p. 2, a. 1, q. 3, c.
298 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

basándose en él —no se puede desautorizar al que piense que


la necesidad de la confesión es sólo un precepto eclesiástico,
aunque lo lógico es sostener que es de derecho divino ° . P o r 20

lo t a n t o , podemos deducir que nuestro autor entiende el ius


divinum como algo distinto a ab apostolis institutum o & de
praecepto ecclesiae.
Vamos a expresarlo de otra m a n e r a . E l derecho divino, para
él, va unido a la institución inmediata por C r i s t o . C u a n d o trata
de los sacramentos en general, al abordar su institución se
plantea «si los sacramentos existen sólo por institución divi-
na» . Y respecto a esto contesta que sólo D i o s puede haber-
2 0 1

los instituido (solus Deus est sacramentorum institutor). ¿Ra-


zones? Sólo E l puede darles la virtud de santificar (solus Deus
impertiti potest virtutem sanctificandi), para la que son instruc-
mentos (instrumenta sunt spiritualium effectum) . 202

P o r e s o , recogiendo las anteriores afirmaciones, concluye


que todo aquello que pertenece a la esencia de los mismos n o
puede cambiarlo nadie, salvo D i o s : ni siquiera la Iglesia . 2 0 3

Vemos así c o m o , al ir contra el planteamiento de S a n Buena-


ventura, n o hace sino aplicar a la Penitencia lo q u e es válido y
verdadero en todos los s a c r a m e n t o s . P o r q u e , en efecto, Scoto
se plantea si cabe la posibilidad de q u e algo sea de iure divino

200. «Videtur rationabilius tenere secundum membrum, scilicet quod con-


fessio cadat sub praecepto divino positivo». D U N S SCOTO, In IV Sent., d. 1 7 ,
q. u.
201. SOTO, In IV Sent., d. 1, q. 5 , a. 2 , p. 8 7 .
202. Ibidem. Cfr. CARRO, V., op. cit., pp. 6 6 6 - 6 6 8 . - El signo sacramental
queda constituido a través de la institución por Jesucristo, pues sacramentorum
sanctificationem nostram ex Dei institutione repraesentet (SOTO, In IV Sent.,
d. 1, q. 1, a. 3 , p. 1 6 ) ; y además, In Sacramentis novae legis oportet uti rebus
ex divina institutione determinantis (d. 1, q. 1 , a. 5 , p. 2 0 ) ; y de otra parte,
evangelica sacramenta, quia instrumenta sunt quibus ipse nostram operatur
salutem, debuerint ad ipso (Deo) solo instituí (d. 1, q. 1, a. 5 , p. 2 0 ) . - Ante el
a. 2 de la d. 1, q. 5 , inmediatamente después del título (—utrum sacramenta
sint solum ex iustitatione divina— añade: hie titulus in primis intelligitur de
sacramentis novae legis, quae virtutem habent et robur sanctificandi (...)
Solum Deus est sacramentum iustitutor; (...) solus Deus impertiri postest vir-
tutem sanctificandi (d. 1, q. 5 , a. 2 , p. 8 7 ) .
2 0 3 . «Nostra vero sacramenta propter supernaturalem virtutem, quam
habent sanctificandi, a solo Deo possunt ceu a primario autore, institui. Unde
quod de sacramentis affirmamus et de eorum partibus essentialibus sentiendum
est, videlicet quod ñeque materiam ñeque formam, nec ministrum necessarium
potest ecclesia, vel alius quispiam mutare, nisi solus Deus». Ibidem, d. 1 , q. 5 ,
a. 2 , p. 8 8 .
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 299

sin que h a y a sido instituido inmediatamente por C r i s t o . Cues


tión que resuelve afirmando que la Penitencia —forma, materia
y ministro— es de iure divino -en c u a n t o que instituida por
Cristo 2 0 4
. Ser autor de algo —explica— se dice, de un lado,
respecto de quien es la c a u s a a la q u e , por su naturaleza y
según su propio d e r e c h o y a u t o r i d a d , le corresponde h a c e r l o .
P e r o también alguien puede ser autor en c u a n t o que ha recibido
la misión y la potestad de h a c e r l o , por quien es c o m p e t e n t e
para ello. T r a s esta distinción, a ñ a d e que D i o s es autor de los
s a c r a m e n t o s , no sólo en c u a n t o que es el único que tiene la
propia autoridad, sino en el de que han sido instituidos por
Cristo 2 0 5
.
¿Qué decir entonces de los textos de M t 16 y l o 2 0 , en los
que Cristo entrega toda potestad a los A p ó s t o l e s ? N o p a s a por
alto esta posible objeción: al recibir la potestad sin limitación,
la Iglesia, podría instituir los s a c r a m e n t o s , c a m b i a r l o s , etc.; e
igualmente los A p ó s t o l e s . P e r o la desarticula de i n m e d i a t o . E s

204. «Utrum sacramenta sint solum ex institutione divina.- Hie titulus in


primis intelligitur de sacramentis novae legis, quae virtutem habent et robur
sanctificandi. Et respondet unica conclussione affirmativa. Solus Deus est
sacramentorum institutor».- Un poco mas adelante, sienta las bases de su res-
puesta: «Nostra vero sacramenta propter super naturalem virtutem, quam
habent sanctificando a solo Deo possunt ceu a primario autores, institui. Onde
quod de sacramentis affirmamus, et de eorum partibus essentialibus sentiendum
est, videlicet quod neque materiam, neque formam, nec ministrum necessarium
potest ecclesia, vel alius quispiam mutare, nisi solus Deus».- Y, refiriéndose al
Sacramento de la Penitencia manifiesta: «Poenitentiam autem no defuerunt qui
diceret a iacobo fuisse institutam cap. 5. ubi ait. Confitemini alter utrum pec-
cata vestra. Id autem falsisumum est institutum enim fuit illud sacramentum,
Matteh. 16 et 18. per ilia verba. Quaecumque ligaveritis super terram, ligata
erunt et in coelo; et quaecumque solveritis super terram, erunt soluta et in
coelo: turn expressius loan. 20. Sicut misit me viviens pater, et ego mitto vos,
accipitate Spiritimi sanctum, quorum remisseritis peccata remissa erunt. Potes-
tas enim illa remittendi peccata, institutio fuit sacramenti poenitentiae. Unde
iam olim in quadam extravagante condemnatus fuit de hoc errore quidam His-
panus Osonensis, qui aiebat, sacramentum confessionis non esse de iure divino
(...) haeriticum scilicet esse negare, haec omnia instituta fuisse a Christo». Ibi-
dem, d. 1, q. 5, a. 2, pp. 87-89.
205. « Insti tuere sacramenta bifariam cuipiam competere posse. Uno modo
tanquam causae, cui suapte natura, suopte ve iure et authoritate proprium est.
Altero vero modo per commissionem. In praesenti ergo articuli probatur non
modo quod solum Deus instituerit, verum quod nemo alius per se potuerit
sacramenta instituere. Quo circa rationes presentes non solum ut congruentiae
existimari debent, verum uti demostrationes, quas ratio sert theologa. Et enim
sicut nemo legem instituere potest, nisi qui vim habet gubernandi: ita neque
sacramenta, quae instrumenta sunt gratiae, nisi qui talem virtutem illis potest
impartiri». Ibidem, p. 87
300 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

verdad, dice, que el Señor entrega a su Iglesia t o d a p o t e s t a d , y


que los Apóstoles son sus ministros y h a c e n sus v e c e s . P e r o
«no lo son en lo que se refiere al régimen de la Iglesia, ni en
cuanto a sus fundamentos, que son la fe y los s a c r a m e n t o s . E n
la fe y los s a c r a m e n t o s tienen que transmitir lo que han reci-
bido: no pueden construir o t r a fe ni instituir otros s a c r a m e n -
tos» . U n a m u e s t r a m á s de la mente de n u e s t r o autor sobre el
2 0 6

ius divinum: algo que es instituido a solo Deo, no ab aposto-


lis, aunque se diga que estos actúan por m a n d a t o de C r i s t o . E s
de derecho divino lo instituido por el Señor per se, no per
commissionem . 207

E v i d e n t e m e n t e , esto presenta un posible resquicio, que no


se le e s c a p a a nuestro autor y que ya h e m o s visto a n t e s . N o
obstante volvemos a él de n u e v o . ¿ A c a s o C r i s t o n o p u d o c o m u -
nicar a sus ministros la p o t e s t a d que tenía sobre los s a c r a m e n -
tos? ¿Es esto posible? D e h e c h o —lo h e m o s c o m p r o b a d o — no
fue así. P e r o antes de afirmarlo, va a estudiar la posibilidad
m i s m a de confiar a sus m i n i s t r o s , n o la potestas auctoritatis
que tenía en c u a n t o D i o s , exclusiva de E l e incomunicable de
por sí ; sino la potestad —potestas
2 0 8
excenllentiae— que tenía
sobre los s a c r a m e n t o s c o m o h o m b r e . N o sería contradictorio

2 0 6 . ' «Contra primum autem respossionis membrum arguitur. Ecclesiae


donata est a Christo pienissima potestas remittendi peccata, iuxta illud citatum
Matt. 16. Tibidabo claves regni coelorum, et quodcumque ligaveris super
terram, erit ligatum et in coelo et quodcumque sol veris super terram erit solu-
tum, et in coelo. Et secundum illud loan. 20. Data est mihi omnis potestas in
coelo et in terra, sicut misit me vivens pater, ego mitto vos, accipite spiritum
sanctum, quorum remiserítis peccata, remissa erunt, etc. (...).- Respondetur,
apostolorum facultatem et eorum successorum non esse, nisi ut sint vicarii. Dei
quantum ad ecclesiae régimen, quae quidem per fidem fideique sacramenta
constituta est. Unde sicut non licet eis fidem aliam, aliamve ecclesia consti-
tuere, ita neuque alia sacramenta, quam illa quae de latere Christi pendentis in
cruce fluxerunt quibus ecclesia fabricata est». Ibidem, pp. 89-90.
207. Cristo —dice Soto— instituyó ore proprio todos los sacramentos; ahí
tiene su fundamento el ius divinum. En algunos casos los instituye vivam
vocem y son promulgados por los apóstoles. En este sentido se podría hablar
de institución ex commissione. Ibidem, d. 1, q. 5, a. 2, p. 89.- «La predicación
de los discípulos —afirma en otro lugar— no constituía una nueva obligación,
sólo tenía por objeto dar a conocer la ley a que Cristo había sometido al
mundo» SOTO, De Iustitia et Iure, I, q. 1, p. 16.
208. «Subsequitur de ita potestate Christi, an potuerit illam alus communi-
care. Et respondet D. Tho. subdistinctione duabus conclusionibus. Prior est.
Potestatem autoritatis, quam Christus habuit, inquantum Deus, nemini commu-
nicare potuit, sicut nec suam essentiam, quae eadem res est, quae sua autori-
tas». Ibidem, d. 1, q. 1, a. 4, p. 93.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 301

que lo hubiera hecho, bien a los Apóstoles o a la Iglesia . D e 209

esta manera y con ese poder, ellos instituirían los sacramentos


y Cristo daría después la donación efectiva de la gracia. Con
ello, cualquier sacramento así instituido, sería signo eficaz de la
gracia y, por t a n t o , verdadero sacramento p u e s , en definitiva,
se deberían a la institución de Cristo ° . 21

T r a s esto —única vía posible para que algo del orden de la


gracia sea de iure divino sin ser, a la vez, inmediatamente ins-
tituido por C r i s t o — , afirma lo ya visto en páginas anteriores:
que el Señor j a m á s comunicó a nadie esta potestad " . D e c i r lo
2

contrario —continúa explicando— es ir abiertamente en contra


de la Escritura, además de ser opuesto a la manera que tiene la
Iglesia de entender la institución divina de los sacramento:
Cristo es su único autor, en cuanto a la materia, la forma, el
ministro o la necesidad de los mismos . 2 1 2

Vamos c o m p o r b a n d o como el teólogo segoviano va cerrando


todas las puertas a la posible tergiversación de que el ius divi-
num sea algo distinto a lo inmediatamente instituido por Cristo.
Y más adelante, al tratar de la confesión de los pecados remata
en plenitud esta argumentación aplicada al sacramento de la
Penitencia y, más en concreto, a la acusación de los p e c a d o s .
E s posible que alguien plantee —objeta Soto— que entre un
precepto divino y otro eclesiástico no hay diferencia algua. ¿En
qué se fundaría para hacerlo? La Iglesia, según ellos, no puede
establecer ningún precepto si no es con la autoridad concedida
por D i o s . P o r lo t a n t o , todos sus preceptos son divinos . 2 1 3

P a r a argumentar en contra de los que así piensan, acude a

209. Ibidem, d. 1, q. 5, a. 4, p. 93.


210. «Potestatem excellentiae, quam habuit inquantum homo potuit minis-
tris communicare quantum ad omnia quatuor membra. Potuit, inquam, apostolis,
et subinde ecclesiae tantam gratiae plenitudinem impertiri, ut eorum meritum,
ad sacramentorum effectum operaretur: et ut ad eorum invocationem sacramenta
sanctificarentur, et ut sacramenta possent instituere, et ut eorum effectus ubique
ipsis solo suo imperio producerentur. Et ratio est: quia instrumentum coniunc-
tum, quanto fuerit fortius, tanto efficacius virtutem suam instrumento separato
impingit, sicut manus baculo». Ibidem.
211. Ibidem.
212. Ibidem, p. 92 y 94.
213. «Quod si quis arguat nullum esse discrimen inter divinum et ecclesias-
ticum praeceptum: nam cum ecclesia nulla praecepta faciat nisi per potestatem
sibi divinitus concessam: sua etiam praecepta sunt divina, iuxta illud Lucae 10.
Qui vos audit, me audit». Ibidem, d. 18, q. 1, a. 1, p. 741.
302 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

su obra De iustitia et iure en cuyo libro 1 trata de este


2 1 4

tema. ¿Cómo aborda la cuestión? H a y que distinguir entre dar


preceptos con base en una potestad divinamente recibida y con-
cretar lo que es un precepto divino general. La Iglesia recibe la
potestad de legislar, lo mismo que los reyes —argumenta en
Prov 8: per me reges regnant— y nadie duda que las leyes rea-
les son humanas . ¿Cómo considerar entonces la ley divina?
2 1 5

214. SOTO, De Iustitia et Iure, Salamanca 1556-1557; Madrid 1967-1968.


215. «De hoc libr. 1 de Iustit. et iure e. 6, arti. 4 satis contra Gerso.
Scripsimus hac ratione tenetem, omnis praecepta ecclesiae esse divina. Est
enim latum discriminem inter hoc, quod est praecepta faceré per potestatem
divinitus susceptam, et hoc quod esta praecepta divina generalia in particulari
determinare. Eternim quamvis ecclesia potestatem a Deo receperit condendi
leges, quas expredire iudicaverint, nihilominus ipse est, quae illas condit, ut est
lex quadragesimalis ieiunii, et ne bigami, aut sanguinis effusores ordines suci-
piant quae ex sua institutione viam habent obligandi. Pariter et regibus dedit
potestatem condendi leges, ut est Proveb. 8. Per me reges regnant: et nihilomi-
nus regiae leges humanae sunt». SOTO, In IV Sent., d. 18, q. 1, a. 1, p. 741.-
Nos parece interesante transcribir lo que dice en el De Iustitia et Iure; lo
hacemos según la traducción de González Ordoñez, M.: «Seguidamente Juan
Gersón, hombre de reconocida fama en otro tiempo, nos obliga a traer aquí a
discusión si semejantes leyes humanas nos obligan de suyo, en cuanto son
humanas, es decir, en cuanto que han sido establecidas por la potestad otor-
gada a los hombres, o más bien tan sólo porque están basadas en la ley divina.
Efectivamente en el Tratado de la vida espiritual, sostiene una opinión parti-
cular sobre este asunto, a saber: que ninguna ley, ni civil, ni eclesiástica, ni
natural obliga en conciencia, bajo pecado, sino solamente la ley divina, y la
humana sólo en cuanto es una interpretación de ésta. Tal opinión no se diferen-
cia solamente en el nombre, como dicen algunos, de la común, sino también y
muchísimo, en la sustancia. Quiero decir que no afirma solamente que las leyes
humanas obligan, porque se ha dado para ello potestad a los hombres por Dios,
lo cual también reconocemos nosotros, sino que afirma que no existe ninguna
potestad creada, a la cual le haya concedido Dios el poder y declarar el dere-
cho divino. Por consiguiente según él, cuando el Papa ordena la confesión
anual, no obliga en virtud de su autoridad, sino que lo que hace es declarar
solamente el derecho divino. Porque, dice él, antes de establecerla el Papa
existía ya una ley divina que nos mandaba confesar una vez en el año, pero
como nos era desconocida, la ignorancia nos excusaba de ella. De la misma
manera, si no fuera un derecho divino, el precepto del Papa de ayunar en la
Cuaresma, no nos obligaría a pecado; pero como existía ya tal derecho, una
vez declarado por la Iglesia, nos obliga.- Y con mucha razón, como él afirma,
las leyes de los Príncipes, si no son una declaración de derecho divino, no obli-
gan en manera alguna a pecado. De igual manera el mandato del médico que
ordena al enfermo privarse de algún alimento nocivo, no obliga tampoco a
pecado, sino que el enfermo incurre en él porque traspasa la prohibición divina
del homicidio, en que el médico declara incurrirá comiendo semejante alimento.
Y de esta manera deduce él hasta catorce sorprendentes corolarios. En suma:
Pretende él que así como la Iglesia no puede establecer artículos de fe, a no
ser explicando los que en la Sagrada Escritura estaban ocultos, así tampoco
puede establecer leyes. Más aún, ni la misma ley natural obliga por motivo
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 303

¿En que se la distingue de la humana? ¿Cuáles son sus caracte-


rísticas? ¿Qué repercusión tiene esto en la confesión? ¿Nos
aporta algo al sentido que el ius divinum tiene para Soto?
Veremos de inmediato que la contestación a las demás pregun-
tas hace que la respuesta a este último interrogante sea un sí,
en cuanto que especifica y confirma la institución inmediata por
Cristo.
Efectivamente. « E s ley divina —sigue a continuación el
último párrafo citado— la que Dios instituyó inmediatamente
por sí mismo. Ahora bien, el precepto de la confesión no está
m a n d a d o por la Iglesia en base a la potestad ordinaria recibida
de Dios de instituir leyes. Porque dicha potestad no se extiende
a la institución de los s a c r a m e n t o s . El precepto de la confesión
ha sido d a d o inmediatamente por Cristo y, por t a n t o , es divi-
no» . Lo único que ha hecho la Iglesia —continúa explicando—
216

es determinar el tiempo de su cumplimiento. Y esto, es evidente


que es de derecho h u m a n o , aunque realizado en base a la auto-
ridad recibida del Señor. M á s adelante expresa esta misma
idea, pero yendo más al fondo: la Iglesia no tiene potestad
sobre el precepto de la confesión en cuanto a lo sustancial;
pero no cabe duda de que sí puede determinar el tiempo, pues
esto no afecta a la esencia del s a c r a m e n t o . Así pues, ius
217

divinum es lo instituido por Cristo de modo inmediato. P e r o no


sólo e s o . T a m b i é n es lo contrario al ius humanum.
H a y un aspecto que queremos tratar, siquiera sea breve-
m e n t e , porque en él se aprecia una diferencia clara entre Soto
y C a n o . E s t e afirmaba que la necesidad de la confesión íntegra
y el modo secreto de confesar los pecados —al menos los ocul-

alguno, a no ser cuando explica el Derecho divino. He aquí la opinión de Ger-


són, entendida por muy pocos y por ello admitida por algunos». SOTO, De Ius-
titia et Iure, I, q. 6, a. 4.
216. «Lex autem divina est, quam Deus per se immediate condidit. Atqui
praeceptum confessionis non est ab ecclesia positum per ordinariam potestatem
quam habet a Deo condendi leges: quia illa non se extendit ad condenda sacra-
menta: quare praeceptum hoc immediata fuit a Christo latum, atque adeo est
divinum: sed tarnen quia conmisit potestatem ecclesiae iura divina quo ad tem-
pus et alias qualitates determinandi, fecit hanc temporis determinationem, quae
est de iure humano». Ibidem.
217. «In primis enim ecclesia, ut identidem diximus, praeceptum confessio-
nis quantum ad substantiam non posuit: quia est divinum, sed tempus determi-
navi!, quod absque dubio faceré potuit: hoc enim non est mutare substantiam
sacramenti». Ibidem, p. 744.
304 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

tos— era también de derecho n a t u r a l . Cierto que lo afirmaba


2 1 8

en tanto que Dios —decía— no podía ir en contra de esa ley al


instituir el modo de confesar. Soto lo niega en redondo: confes-
sio sacramentalis neutiquam esse potest de iure naturae . Y 219

explica a continuación con precisión —no olvidemos su m e n t a -


lidad jurídica— el por q u é . « E l derecho natural, como su pro-
pio nombre indica no es aplicable en lo m á s mínimo a lo

2 1 8 . Sus palabras son precisas. A continuación de las pruebas que aporta


en apoyo de la confesión íntegra, afirma que «establecidas así estas cosas, se
deduce muy claramente que esta confesión secreta de los pecados secretos (a la
que, ciertamente algunos llaman auricular, otros, oculta), es de institución
divina, no humana, es decir, que Cristo ha instituido que los pecados secretos
se han de confesar secretamente». ¿Cómo prueba esta afirmación? Parte, de un
lado, de la necesidad de confesar los pecados ocultos; y hay que tener presente
—continúa— que pertenece a la razón natural que se purguen con una correc-
ción oculta. No se detiene aquí, sino que llega —como es habitual en el—hasta
el final: Dios hace las cosas según la recta razón. Por lo tanto, cum Christus
instituent hoc iudicium fieri secundum rectam rationem, constituit ex conse-
guenti, occulta peccata occultae esse iudicanda. (M. CANO, op. cit., V , p.
528).
2 1 9 . «Confessio sacramentalis neutiquam esse potest de iure naturae, hoc
est, sola natura, earn docente, et fieri dictante». Ibidem, d. 1 8 , q. 1, a. 2 , p.
7 4 5 . - En el De Iustitia et Iure pone por claro su pensamiento. Dios da al
hombre normas naturales para que se gobierne conforme a la razón: la ley
natural, que no es otra cosa que los principios que todos conocemos sin necesi-
dad de estudio. De ella, el hombre constituye otras leyes. Pero como el hombre
fue creado también para un fin sobrenatural, Dios da otras leyes que nos guien
a ese fin: la ley divina: «Quatuor sunt legis species, quae in titulo quaestionis
(aeterna, naturalis, humana et divina) proponuntur. Lex enim, ut supra expo-
nentes dicebamus, nihil aliud est quam regula et praeceptio prudentiae per
quam que curam gerit Reipublicae illam gubernat et administrât: gubernatorum
autem primus supremus qui est Deus, unde omnis potestas derivatur. Secundus
vero, homo qui ejus minister est porque ejus auctoritatem institutus: ergo secun-
dum conditiones et modos gubernandi tarn in Deo quam in homine rimandus est
samendusque legum numerus. Quod autem hac ratione quatuor distinguantur
legis species sic patet. Deus in primis universalis gubernator, ab aeterno univer-
sorum ordinem ad dispositionem et regimen concepit: cujus conceptionis instar
leges omnes constituendae: ilia ergo ordinatio et praeceptio lex aeterna secun-
dum naturam suam nuncupatur. Mox quia idem Deus auctor est naturae singu-
lis rebus suos indidit instinctus et stimulos quibus in suos fines agrerentur: sed
homini praecipue naturalem normam mente impressit, qua se secundum ratio-
nem quae íIli naturalis est gubernaretur: atque hae est lex naturalis...» «Deinde
et eidem homini facultatem tribuit ut pro temporum, locorum ac negotiorum
qualitate per eamdem naturae, quas alias expediré iudicaret, ratiocinando cons-
tituera: quae ideo leges ab auctore suo humanae nuncupantur. Attamen quia
non ad finem tantum naturalem, qui est pacifius quietusque Reipublicae status
conditi sumus, ad quem finem praedictas leges suffice rent: verum et ad superna-
turalem felicitatem creati aliam Deus nobis insuper posuit supernaturalem finem
nos perduceret. Et hac est lex divina». SOTO, De Iustitia et Iure, I, q. 3 ,
a. 1.
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 305

s o b r e n a t u r a l ; y los s a c r a m e n t o s de la nueva ley son s o b r e n a t u -


r a l e s » . A c u d e enseguida a la definición que da C i c e r ó n de
derecho natural (illud quod non opinio ingenuit, sed naturalis
quaedam vis inservit), h a c i e n d o n o t a r que n o sucede así con
los s a c r a m e n t o s . N i su c o n o c i m i e n t o , ni su utilización son inna-
tos a la n a t u r a l e z a h u m a n a , sino que se nos dan a conocer por
virtud divina 2 2 0
.
F i n a l m e n t e , p a r a t e r m i n a r , vamos a analizar la mente de
Soto acerca del posible ius humanum de la necesidad de la
confesión. D e r e c h a z o , una v e c e s , y directamente otras nos ser-
virá p a r a concretar en qué consiste el ius divinum, por
contraposición.
Al c o m e n z a r el estudio de la necesidad de la integridad,
plantea lo siguiente: «el d e r e c h o divino, en c u a n t o que D i o s es
Señor de t o d o , obliga a todos los h o m b r e s (...). L a confesión es
de iure divino, tal c o m o h e m o s d i c h o . P o r lo t a n t o todos los
hombres están obligados a ella» . Y en otro m o m e n t o s u b r a y a
2 2 1

que el ius divinum semper est permanens en lo que se refiere a


la esencia del s a c r a m e n t o si bien cabe que se d e t e r m i n a d o
2 2 2

por la Iglesia en lo que es a c c i d e n t a l . E n c o n c r e t o , del tiempo


de la confesión establecido por el L a t e r a n e n s e IV dice q u e ,
ciertamente est expressio et determinatio divini iuris . Como
2 2 3

220. «Probatur, quia ius naturae, ut nomen sonat minime ad super naturalia
extenditur, sacramenta vero evangelica sunt süpernaturalia, tum quia ut initio
primae distinctionis diximus: sunt protestationes supernaturalis fidei, tum quod
effectum habent supernaturalis gratiae, dictamen ergo naturalis iuris docere non
sufficit confitendum esse sacerdoti spe veniae obtinendae. Et confirmatur. Natu-
rale ius, ait Cicero, est illud, quod non opinio ingenuit, sed naturalis quaedam
vis inservit nempe, ex principiis naturae sacramentorum vero cognitione, et
infusionem non innata, sed divina virtus nobis inservit: igitur ut miraculorum
operatio, et mysteriorum coelestium revelatio, sic et sacramentorum institutio
res supernaturalis est». Ibidem.
221. «Ius divinum, eo quod Deus universalis est omnium Dominus, univer-
sos obligat mortales: quare lege baptismi suscipiendi universus mundus obliga-
tur: confessio autem, ut supra diximus, est de iure divino: ergo ad illam
universi mortales tenentur». Ibidem, d. 18, q. 1, a. 3, p. 746.
222. «Sed arguitur rursum. Ecclesia, ut definivit annum, potuisset definire,
ut bis in anno vel semel in biennio fieret confessio: ius autem divinum semper
est permanens. Respondetur, quod licet sit permanens in substantia confessio-
nis, tamen tempus Deus ecclesiae arbitrio definiendum comissit, et ideo quod
ipsa decreverit, id Deus approbat. Veruntamen cum spiritus sancti ducatu rega-
tur, deniare ab eo, quod expediens erat, non potuit: si tamen ultra biennium
confessionem differret, imo forsam ultra annum, non esset satis christianae
familiae consultum». Ibidem, d. 18, q. 1, a. 4, p. 752.
223. Ibidem, d. 18, q. 1, a. 3, p. 746.
306 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

es lógico, no es que n u e s t r o autor confunda ius divinum y ius


humanum o ecclesiasticum. L o deja bien claro en otro m o m e n t o ,
refiriéndose también al d e c r e t o Omnes utriusque sexus. Hay
que considerar en él —dice— dos c o s a s : el p r e c e p t o de confe-
sar los p e c a d o s , que es d e r e c h o divino, y la d e t e r m i n a c i ó n del
t i e m p o , que pertenece al d e r e c h o h u m a n o . P e r o por este lado
2 2 4

(iure ecclesiastico), no t e n e m o s obligación de confesarnos nisi


semel in atino .
2 2 ¡

P e r o n o se limita a dejar c l a r a esta distinción, sino que la


explica por e x t e n s o , a p r o v e c h a n d o las o p o r t u n i d a d e s que se le
p r e s e n t a n . C u a n d o está d e m o s t r a n d o la n e c e s i d a d de la integri-
d a d , incide en el t e m a s a c a n d o a colación la p o t e s t a d de la
Iglesia sobre el ius divinum y el ius humanum. « L a Iglesia, así
como n o p u e d e instituir los s a c r a m e n t o s , t a m p o c o puede
2 2 6

c a m b i a r la forma ni la m a t e r i a » . A h o r a bien —continúa— los


p e c a d o s que se confiesan son m a t e r i a n e c e s a r i a por d e r e c h o
divino, y en e s a m e d i d a la Iglesia h a de m a n d a r que se confie-
sen. E n c a m b i o , los que n o son n e c e s a r i o s de confesar ex iure
divino (los veniales), la Iglesia no puede hacerlos necesarios . 2 2 7

224. «Quod cum nemini Deus potestatem excellentiae instituendi sacra-


menta comunicaverit, nunquam postuisset ecclesia praeceptum de tempore
sacramenti adhibere, nisi in genere praeceptum esset divinum. Igitur in hoc
ecclesiastico statuto duo sunt consideranda, scilicet, praeceptum confitendi, et
hoc es de iure divino, et determinatio temporis, et hoc est de iure humano».
Ibidem, d. 18, q. 1, a. 1, p. 741.
225. Ibidem, d. 18, q. 1, a. 4, p. 749.
226. El por qué, se ha visto en päginas anteriores.
227. «Ecclesia sicut sacramenta instituere non potest, ita neque formam
materiam mutare: peccata autem confessa sunt necessaria materia: ergo quamvis
daremus, illud esse aliud praeceptum distinctum a divino, si de iure divino
venialia non sunt necessaria materia non potuit ecclesia eadem facere necesaria
potissimum cum esset praeceptum divinum aggravare: et sunt multa peccata
venialia mentalia, quorum ecclesia per se non est inmediatus iudex (...). Per
hoc ergo solvitur argumentum Sanct. Bonaventv. quod est hoc. Ecclesia praeci-
pe omnes confiteli semel in anno: qui habent peccata venialia, habent materiam
confessionis: ergo tenentur confiteri. Respondetur, quod non iubet confiteli nisi
ea, quae homo tenetur iure divino. Quod si contra rursus arguas. Iure divino,
data est sacerdotibus potestas remittendi omnia peccata tam mortalia, quam
venialia. Quorum remiseritis, et sed tanta esse debet subditorum, obligatio ad
confitendum, quanta est praelatorum potestas absolvendum: ergo sub praecepto
est confiteri venialia. Negatur minor, quoniam facultas remittendi debet esse
amplissima pro illis etiam, qui sua sponte peccata quae non tenentur, confiteri
coluerint, ut si quis aliis temporibus, quam ab ecclesia consitutis voluerit confi-
teri, et peccata iam confessa in confessionem reducere, et pariter si venialia
quis voluerit confiteri. Obligatio vero iudicari debet ex natura peccatorum, et
quia confessio instituta est ad recuperandam Dei amicitiam, quae per venialia
LA NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS EN DOMINGO DE SOTO 307

D e todas formas, más adelante va a pormenorizar, cimen-


tando sus posiciones, al plantearse la posibilidad de que el pre-
cepto de la necesidad de la confesión sea dispensado. «La
Iglesia —afirma de entrada—, en cuanto que la confesión es
parte del sacramento de la penitencia, no tiene potestad sobre
ella» . ¿Qué sucede entonces? D e lo visto hasta el momento
228

podemos deducir que esta afirmación se refiere al ius divinum


—materia, forma y ministro— pero no a lo que sea ius eccle-
siasticum. Así lo explica Soto. En primer lugar, la Iglesia —Papa
o Concilio— no pueden dispensar de la obligación de confe-
sarse, en cuanto a lo esencial de este precepto. ¿Por qué esto?:
quia praeceptum confessionis est divinum, y el inferior no
puede dispensar de las leyes dadas por un superior. P e r o no
sólo por esto, sino que hay otra razón: la confesión es p a r t e ,
pertenece al s a c r a m e n t o , y los sacramentos son el fundamento
de la Iglesia . ¿Cómo relaciona esto con la capacidad de dis-
229

pensa del precepto? A c u d e , una vez más a la potestad recibida


por los A p ó s t o l e s , y siguiendo a Santo T o m á s , explica que los
ministros no fueron instituidos en orden a los fundamentos de
la Iglesia, cuyo autor es Cristo. P o r lo t a n t o , no pueden
cambiarlos ° .
23

A h o r a bien —y es el segundo punto que aborda el segovia-


n o — el P a p a o el Concilio E c u m é n i c o pueden dispensar del
tiempo —semel in anno—, a alguna persona concreta y siempre

non amittitur, nulla extat confessionis eorum obligatio». Ibidem, d. 18, q. 1, a.


4, p. 748.
228. «Quod confessio est pars sacramenti poenitentiae, quod est necessita-
tis ut baptismus: et ecclesia nequit facere, quod baptismus non sit omnibus
necessarius: ergo neque quod confessio non sit omnibus post baptismus mortali-
ter peccantibus ad remissionem peccatorum necessaria». Ibidem, d. 18, q. 1, a.
5, p. 753.
229. «Ecclesia, scilicet, papa aut concilium super substantiam praecepti
confessionis, videlicet, ut quisquam nunquam confiteri teneatur, dispensare neu-
tiquam potest. Probatur primo ratione communi, quia praeceptum confessionis
est divinum: inferior autem super legibus superioris dispensare nequit. Secundo
peculiaris etiam probatur: quia confessio non est utcunque de iure divino, sed
pertinens ad sacramentum: et sacramenta veluti sacra scriptura, sunt ecclesiae
fundamentum». Ibidem, d. 18, q. 1, a. 5, p. 753.
230. «Unde distinct. 17. quaest. 3. articul. 1. quaestione. 5. S. Tho. optime
sic arguit. Ministri ecclesiae non sunt instituti ad fundandam ecclesiam, unus
enim fuit eius fundator Christus institutione, constituti sunt eius ministri, qui
fundatam rite, et gubernarent: veluti ad operationes rerum naturalium supponitur
earum supernaturalis creatìo: quare ministri ecclesiae non possunt eius funda-
menta mutare, sed dispensare». Ibidem, d. 18, q. 1, a. 5, p. 754.
308 JUAN RAMÓN GARCÍA-MORATO

que haya justa causa, puesto que la determinación del tiempo


es de iure positivo ecclesiastico . 231

Con esto, damos por concluido nuestro estudio sobre el


pensamiento del Catedrático salmanticense acerca del ius divi-
num. AlgO que está fundado en las palabras del Evangelio
(fundatum in evangélico verbo) e instituido por Cristo, no por
el P a p a y ni siquiera por los apóstoles (non ab apostolis insti-
tutum); se contiene, a d e m á s , en la Tradición. La institución
divina que lo fundamenta es inmediata, a solo Deo, per se, no
per commissionem. El derecho divino escapa a la potestad de
los hombres —de la Iglesia: P a p a o Concilio— y es contrario
al ius humanum o ecclesiasticum. A d e m á s , es inmutable (sem-
per est permanens) y obliga a todos (universos obligat morta-
les). P o r t a n t o , no es dispensable.

231. «Papa vel concilium generale iusta de causa dispensare valet in tem-
pore cum aliqua singulari persona (...), quia ilia temporis determinano, ut dic-
tum est, est de iure positivo ecclesiastico». Ibidem.
ÍNDICE

Pág.

PRESENTACIÓN 225

ÍNDICE DE LA TESIS 227

BIBLIOGRAFÍA DE LA TESIS 231

TABLA DE ABREVIATURAS 245


1. INTRODUCCIÓN 249
1.1. Algunos rasgos biográficos 249
1.2. La cuestión que se investiga. Elección del autor y determinación
y uso de las fuentes 251
1 . 2 . 1 . Objeto del trabajo 251
1 . 2 . 2 . Elección de autor 252
1 . 2 . 3 . Determinación y uso de las fuentes 253
1.3. Estructura del trabajo 256
1.4. La investigación teológica acerca de la confesión en Domingo
de Soto. Situación del presente trabajo en relación a Soto y a
esos estudios 257
2. LA SACRAMENTALIDAD, EN GENERAL Y REFERIDA A LA PENITENCIA . . . 259
2 . 1 . La constitución del signo sacramental 259
2 . 2 . La Penitencia como sacramento. Su necesidad 262
2 . 3 . La necesidad de las partes del Sacramento 269
3. NECESIDAD DE LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS 276
3 . 1 . La confesión, instituida por Cristo, necesaria «ex iure divi-
no» 276
3.2. El carácter judicial de la «potestas clavium» y la necesidad de
la confesión 281
3 . 3 . Necesidad de la integridad y del modo secreto o público de
confesar los pecados 284
4 . SENTIDO DEL «IUS DIVINUM» EN EL PENSAMIENTO DE DOMINGO DE
SOTO 291

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