Mayo 2024
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PAZ Y BIEN
BOLETÍN PARROQUIAL
AÑO XXIX MAYO 2024 - NRO. 328
Oremos: Sostenidos por el patrocinio del Esposo de tu Santísima Madre, rogamos Señor
de tu clemencia hagas que nuestros corazones, despreciando todo lo terrenal, te amen, a
ti, Dios verdadero, con perfecta caridad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
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3 hermanas que te pueden hacer perder el cielo
Así como las virtudes nos ayudan a perfeccionarnos, los vicios y malos
hábitos se juntan para llevarnos a la perdición si no los controlamos
Con frecuencia nos sentimos tristes, aburridos y desganados; todo nos da lo mismo
y tal parece que nada de lo que pasa a nuestro alrededor nos importa. Las personas que
tenemos cerca, de buena voluntad y por preocupación, nos dan «consultas» gratis y nos
llenan de consejos para resolver nuestro problema.
Las enfermedades emocionales están a la orden del día, por eso surgen por doquier
los «coaches» de vida que pretenden terminar con los males del mundo. Sin embargo, ol-
vidan lo más importante: enfocarse en que el ser humano también se ve atacado por des-
cuidar su parte espiritual.
1.- APATÍA
Si leemos el Catecismo de la Iglesia ca-
tólica encontramos que
«La indiferencia descuida o rechaza la consi-
deración de la caridad divina; desprecia su ac-
ción preveniente y niega su fuerza» (CEC
2094).
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La persona que es atacada por la indiferencia sufre de inmovilidad espiritual para
actuar a favor suyo o del prójimo, así como a entenderse de cualquier forma con Dios,
porque simplemente, no le interesa.
2.-ACEDIA
Menciona el catecismo de la Iglesia católica:
«Otra tentación a la que abre la puerta la presunción es la acedia. Los Padres es-
pirituales entienden por ella una forma de aspereza o de desabrimiento debidos a la
pereza, al relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del co-
razón. «El espíritu […] está pronto pe-
ro la carne es débil» (Mt 26, 41). Cuan-
to más alto es el punto desde el que
alguien toma decisiones, tanto mayor
es la dificultad. El desaliento, doloro-
so, es el reverso de la presunción.
Quien es humilde no se extraña de su
miseria; esta le lleva a una mayor con-
fianza, a mantenerse firme en la cons-
tancia. (CEC 2733)
Estamos hablando, entonces, de la falta de fe y de la dificultad para hacer ora-
ción o de perseverar para evitar las tentaciones. Se tiende a creer que, como las fuer-
zas propias no alcanzan, entonces es imposible vencer o alcanzar un objetivo.
3.- PEREZA
Hablar de la pereza es referirnos a un pecado capital, llamado así porque genera
otros pecados, de acuerdo con el catecismo de la Iglesia católica (CEC 1866). Incluso,
acedia y pereza se tomaban como sinónimos: «La acedía o pereza espiritual llega a re-
chazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino» (CEC 2094).
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Revertir los daños para alcanzar el cielo
Estos males son más comunes de lo que podemos imaginar. ¿Cuánta gente se pierde
en medio del activismo diario y deja para después el cuidado de su alma? Tal parece que
el trabajo y las distracciones tienen prioridad. Llegan a casa y en lo único que pueden
pensar es en descansar, comer y distraerse. Sí hay tiempo para orar, para leer un poco la
Biblia o un libro sobre la vida de un santo, pero es prefieren revisar las notificaciones de
las redes sociales o ver una película.
Al final, el daño espiritual va mermando la cercanía que la persona tiene con Dios y
con su prójimo. Por eso, hay que com-
batir estos vicios con la práctica de
las virtudes; especialmente la caridad,
que conlleva interesarnos en cultivar
nuestra relación con el Señor a través
de la oración, sacramentos, lecturas
piadosas, estudio y obras de miseri-
cordia.
Además, tener un guía espiri-
tual que nos escuche puede ser de magnífica ayuda, porque podremos ponernos objetivos
y revisarlos junto con él para medir nuestro avance espiritual. Reforzar nuestra voluntad
y actuar con constancia nos ayudará a vencer y a alcanzar el Cielo.
10 de Mayo
Comienza la Novena de Pentecostés,
Virgen del Rocío y Ntra. Sra. de la Libera
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¿Malos pensamientos?
Cómo luchar cuando nos invaden
“Los malos pensamientos, dijo un anciano, son como ratones en una
casa". Así que ten cuidado y acaba con ellos de una vez
Aquellos monjes, de los primeros tiempos del cristianismo, que surgieron a finales
del siglo III son conocidos como Padres del desierto. Estos hombres decidieron vivir re-
tirados del mundo en los desiertos de Egipto, Palestina y Siria, solos o en grupo, con el
objetivo de encontrar sentido a sus vidas y paz interior a través de la práctica de la as-
cesis y la oración. Liberándose de todos aquellos pensamientos que los apartaban de su
propósito que era Dios.
Dejaron un legado de historias, llamadas apotegmas, que contaban a sus discípulos
y visitantes, para «sanar y salvar sus almas», parafraseando a san Antonio Abad, el pri-
mero en retirarse al desierto en el año 270. Fue así como nos llegaron estas palabras de
un anciano que compara los pensamientos negativos con ratones que infestan nuestras
almas.
«Los malos pensamientos, dijo un anciano, son como ratones en una casa. Si los
matamos uno tras otro a medida que entran, todo irá bien. Pero si esperamos hasta
que la casa esté infestada de ellos, tendremos todos los obstáculos imaginables para
darles caza. Incluso si lo consiguiéramos, la casa quedaría devastada».
Los malos pensamientos, como la ira, los celos, el miedo o el odio, se infiltran por
los intersticios del alma y se instalan ahí si no hacemos nada para desalojarlos. A los Pa-
dres del desierto les gusta recordarnos que el nacimiento de estas emociones no depen-
de de nosotros pero que, en cambio, sí está en nuestro poder ofrecerles resistencia y
expulsarlos.
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«Que los pensamientos nos perturben o no
forma parte de esas cosas que no dependen de
nosotros», escribió uno de los Padres, Juan Da-
masceno, en su Discurso útil al alma. «Pero que
permanezcan o no en nosotros, que susciten o no
las pasiones, es parte de lo que sí está en nuestro
poder».
vos uno por uno y de inmediato, sin esperar a que proliferen y devasten nuestra alma. Nos
corresponde a nosotros observar, discernir, como un vigilante del corazón, los sentimien-
Según destaca Anselm Grün en su libro Sabiduría de los padres del desierto, «lo
importante es enfrentarnos a ellos. No podemos matar el odio, por ejemplo, pero podemos
Detrás del odio, explica, a menudo hay una necesidad de protegernos de alguien a
quien le gusta ofender o herir. Dar caza al odio y ahuyentarlo significa, por lo tanto, cen-
Secuencia Ven
Espíritu Santo
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
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salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
mal de otro va a escondidas, tira la bomba, y se va. Y la bomba destruye". El Papa propone
un remedio: "Cuando tengas ganas de hablar mal de otro, muérdete la lengua. Lo más
En otras palabras, cree lo que tal o cual persona te hayan dicho. Ellos piensan
realmente que lo que han dicho es verdad, y desde su perspectiva es verdad. Sin embargo,
recuerda que siempre, siempre, siempre existe otra versión de la historia. Por tanto, no
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No confundas los hechos con la palabra de nadie. Averigua lo que sucedió realmente
consultando a tantas personas como sea posible.
3. Acude a la fuente
Por el amor de Dios, ten la valentía y la gracia y el sentido común de acudir a la
fuente. Si Mildred te cotillea sobre George, acude a George para averiguar los hechos.
4. Concédele a todo el mundo el beneficio de la duda
Cree lo mejor, no lo peor. Si oyes algo malo de alguien, imagina por qué lo
hicieron (si es que realmente lo hicieron) y cuáles pudieron ser sus motivaciones.
5. Cállate
No estás obligado a hablar ni a decirlo todo a todo el mundo. Incluso un tonto
parece sabio si guarda cerrada la boca. Habla, como mucho, la mitad de lo que
escuches.
6. Cuestiona el chisme
No lo creas, y dile suavemente a la persona:
que deberías mantener la boca cerrada!” (Post scriptum: No les gustará que se lo
digas.)
8. Pon tus ojos en la verdad
¿Sabes por qué te gusta murmurar? Porque te hace sentir superior. Murmuras
negativamente de otros porque crees que eres mejor que ellos. Así que estás dispuesto a
envenenar y destruir sus vidas para sentirte bien por unos momentos. ¡Qué asco!
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Ntra. Señora
de la Libera
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