H5 - Unidad 3 - El Canto Gregoriano
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Con el tiempo, el dibujo de la melodía se hizo más preciso y se apoyó en una o dos
líneas horizontales que representaban alturas fijas de la escala, y que desembocaron en el
tetragrama (s.XI) y el pentagrama (s.XIII), sistemas que coexistieron durante siglos. Por fin
fue posible representar con exactitud el movimiento melódico y las alturas (aunque no el
ritmo), lo cual permitirá preservar para los siglos venideros repertorios musicales que, en
ausencia de la notación, habrían perecido para siempre.
La iniciativa carolingia no fue la primera en intentar registrar los sonidos con signos
gráficos -los antiguos griegos habían desarrollado sistemas alfabéticos para explicar los
intervalos o transcribir eventualmente alguna melodía-, pero sí fue la primera vez en la que
la notación se empleará de forma masiva para transmitir un inmenso legado musical:
el canto llano -popularmente conocido como canto gregoriano-, marcando así el inicio de la
historia de la música occidental.
Ejemplos de notación neumática
Notación sangalense
Ejemplo de notación neumática no diastemática (Suiza, s.X)
Notación beneventana
Ejemplo de notación neumática diastemática con una línea horizontal
(Italia, segunda mitad s.XII)
Notación francesa
Ejemplo de notación neumática sobre tetragrama (norte de Francia, s.XII)
Notación eslovaca
Ejemplo de notación neumática diastemática cuadrada con tetragrama (Eslovaquia, s.XV)
Música y oración
Las liturgias cristianas orientales y occidentales comparten un ancestro en la liturgia
sinagogal judía. El canto gregoriano es el canto litúrgico de la iglesia católica romana. El
canto gregoriano se inserta en una tradición milenaria que los primeros cristianos heredaron
de la liturgia sinagogal judía, una liturgia basada fundamentalmente en la lectura de textos
sagrados y la entonación de los salmos.
Al extenderse el cristianismo por el Imperio romano, la liturgia fue
diversificándose según se tradujo a las distintas lenguas habladas en el Imperio: latín,
griego, siríaco, copto, etc. Los mecanismos que sustentaron el desarrollo y crecimiento del
repertorio musical cristiano durante estos primeros siglos fueron los propios de la tradición
oral: La intercambiabilidad de melodías y textos, la ornamentación de las melodías por los
solistas y el préstamo permanente de influencias entre las distintas regiones del Imperio
hicieron del canto gregoriano y de sus liturgias hermanas un verdadero compendio del arte
musical mediterráneo, desde Hispania y las Galias hasta el Oriente Medio.
El canto ligado a estas liturgias comparte una característica fundamental: procede de la
recitación más o menos adornada de un texto sagrado. Es decir, no se entiende como
música en sí misma, sino como oración. El canto entendido como soporte de un texto cumple
tres funciones esenciales:
1 Memoria. En una cultura de tradición oral en la que los textos deben aprenderse de
memoria, la coincidencia de ritmo y acentuación entre melodía y texto ayuda a retener
con mayor exactitud ambos, reforzándose mutuamente.
2 Amplificación. En ausencia de medios artificiales de amplificación del sonido, el
canto es la forma más eficaz de hacer audible un texto ante asambleas amplias. Es el
mismo fenómeno que encontramos en la recitación de los números del “Gordo” de
Navidad, de los antiguos romances del ciego o las lecturas de los bandos
municipales por los alguaciles en las plazas principales de los pueblos.
3 Emoción. Por muy simples que sean las fórmulas melódicas utilizadas en la
recitación, el canto sitúa instantáneamente al oyente en el plano de las emociones. En
el caso de un texto sagrado, el canto puede transfigurar el texto asemejándolo con la
palabra de dios, conseguir que cobre sentido un texto incomprensible, o que adquiera
una cualidad mística uno repetitivo.
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Por canto gregoriano entendemos el canto romano que ha llegado a nuestros días a
través de los carolingios. Se cree que el canto romano preservado por los carolingios heredó
características del canto galicano, el canto litúrgico autóctono de los francos del que no se
conoce fuentes directas. El canto gregoriano es más diatónico y simple (menos
ornamentado) que el romano, y tiene un ritmo más plano y homogéneo.
La reforma carolingia
Tres siglos después del colapso del Imperio romano, las liturgias latinas de Europa
Occidental estaban fragmentadas en numerosas variantes locales, como la romana (o
gregoriana), la ambrosiana (o milanesa), la visigótica o mozárabe (reino visigodo), o
la galicana (reino franco), entre otras. Es entonces cuando los artífices del Imperio carolingio
se proponen recuperar la unidad de la liturgia para el Occidente cristiano.
La reunificación de las liturgias latinas por parte de Carlomagno obedece a una
estrategia cuyo objetivo político consistió nada menos que en refundar el Imperio romano
de Occidente: En efecto, el pujante reino franco abarcaba por entonces la casi totalidad del
occidente cristiano y se erigía además como el único poder político capaz de frenar
al expansionismo islámico que amenazaba desde el Mediterráneo y los Pirineos.
Sin embargo, para restaurar el Imperio era necesario que el papa de Roma reconociese
(y coronase) al nuevo emperador, como antaño había hecho con los césares. Mediante
la imposición de la liturgia gregoriana a todos sus súbditos y dominios, Carlomagno no
solo se ganaría la alianza del papa sino que además dotaría a su Imperio de una unidad con
un altísimo valor simbólico.
La misa es la celebración a la que acudían diariamente los fieles para recibir la palabra
de dios y obtener el perdón de los pecados mediante la recreación de la Última Cena
(eucaristía), y a la que también se acudía para la celebración de ritos especiales, como la
coronación de un rey o un pontífice o las exequias de un personaje ilustre.
La misa se celebraba con distinto grado de esplendor (también en lo musical) según
la importancia de la celebración, y estaba prácticamente toda ella cantada en latín.
Las celebraciones de la misa y del oficio actuales han abandonado en su mayor parte
el canto llano. Sin embargo, aún es posible encontrar reductos y ocasiones especiales en los
que no ha perdido su vigencia. Ni el canto gregoriano (ni el la lengua latina) son de uso
obligado en la liturgia católica desde el Concilio Vaticano II (1962-65). Sin embargo, en
ocasiones especiales sigue practicándose el rito gregoriano.
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Estilos del Canto Gregoriano
El estilo de los distintos géneros gregorianos varía dependiendo de su origen (romano
antiguo, germánico, etc.) y de la función que cumplen dentro de la liturgia.
En primer lugar cabe destacar los recitativos (como la lectura del Evangelio, más
arriba) de los cantos propiamente dichos. El estilo de los cantos suele clasificarse de este
modo:
Misa de difuntos –
Gradual “Requiem aeternam” [s.VI-IX].
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- El estilo silábico (canto en el que cada sílaba es entonada con una única nota), en
cambio, predomina en las lecturas y los recitativos, así como en cantos asignados
al coro, de carácter popular -como los Himnos- o de origen germánico -como las
Secuencias-.
Venancio Fortunato –
Himno Pange lingua gloriosi [s.VII-XIII].
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Introito “Puer natus est”