Rocchietti Et Al - Las Bases Histórico-Politicas de La Interculturalidad (LC)
Rocchietti Et Al - Las Bases Histórico-Politicas de La Interculturalidad (LC)
Rocchietti Et Al - Las Bases Histórico-Politicas de La Interculturalidad (LC)
LA INTERCULTURALIDAD
Jovino Pizzi
(compiladores)
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CAPÍTULO I
PRINCIPIOS DE INTERCULTURALIDAD
Principios de Interculturalidad
Marco histórico-social
La mayoría de las constituciones nacionales reformadas en la década de los
noventa del siglo XX incorporan la noción de Nación pluriétnica, reconocimien-
to que era impensable hace cincuenta años (cuando la tendencia era franca-
mente asimilacionista) y –simultáneamente- fracciones de la sociedad conside-
rada como indígena o de base indígena (“pueblos indios” o “pueblos origina-
rios”) se han plantado frente a los estados y frente a los organismos interna-
cionales para reclamar derechos territoriales, sociales y culturales en un desli-
zamiento desde la identidad negativa (Colombres, 1988) hacia la autoafirma-
ción.
¿Se trata de una nueva fuerza centrífuga –de las que son características en
la historia del continente– de una progresiva re-definición de las sociedades
nacionales o de una afirmación de las regiones como impulso contrario a la
globalización capitalista? Aún cuando su forma y destino todavía no son cla-
ramente definidos, plantean un campo de re-significación de la cultura lati-
noamericana a través del surgimiento de movimientos sociales y políticos que
no eran predecibles hasta hace muy poco tiempo.
En América Latina, las formas definitivas de la organización social de los
países modernos supuso el despojo de las tierras de los indios y la conforma-
ción de una razón latifundista aún cuando la línea dominante de la estructura-
ción económica y social no fue unívoca y dio lugar a algunas situaciones alter-
nativas; pero, en general, en todas partes las condiciones fueron similares: una
sociedad con familias y empresas monopólicas (nacionales y extranjeras). En el
caso argentino las ideas culturales arquetípicas –su proceso civilizatorio– pro-
vinieron del liberalismo económico y cultural. Su consecuencia fue un despre-
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
cio duradero por las clases populares desde la posición del positivismo racion a-
lista. Esta perspectiva nutrió también a los reformadores y a los dirigentes de
distinta extracción.
Las tensiones políticas y sociales, en ese contexto, se atribuyeron a disfun-
ciones, a un pathos colectivo debido a imperfecciones de origen. También –en
el seno del pueblo– quedaron como residuo de una historia guerrera en unos
casos (los indígenas de las pampas) y como lagunas de pobreza extrema en
otros (los Quom, los Wichi, los Guaraní), los descendientes de las poblaciones
asimiladas durante la colonia y la república.
La visibilidad de la cultura
El conjunto social que en América Latina se llama pueblo encierra una mul-
tiplicidad de formas expresivo-políticas; ellas configuran un tipo especial de
visibilidad cultural: aquélla que procura afirmarse en una mirada de identifica-
ciones que llegan hasta nuestro tiempo como tradiciones vivientes aún cuando
el proceso colonial las transfigurara cambiando su dirección y sentido. Porque
es necesario tener en cuenta que estas tradiciones llegan hasta nosotros con-
formadas en una larga presión distorsionadora ejercida por el Estado colonial a
través de la “extirpación de idolatrías” y de “ordenanzas” sobre la vestimenta, la
tierra ancestral y los recursos de vida así como por la selección efectuada por el
Estado colonial sobre los hipotéticos elementos que tendría para dar el indio a
la “cultura nacional”.
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
Interculturalidad y epistemología
La racionalidad administrativa no puede dar cuenta de los repliegues de e s-
ta cuestión en términos sociales y políticos. De ahí su extensión a la epistemo-
logía y al derecho.
Suele designarse modo de vida a la interacción entre sujetos; el desarrollo ca-
pitalista ha conducido a una creciente inversión en los modos de vida para
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
colonial y gobernado a las comunidades o reducciones por medio de autoridades indígenas. Por
otra, cuando se encendió la polémica de los justos títulos de la conquista con participación de
juristas y teólogos, se quiso conocer la legitimidad de las sociedades indígenas. Así se realizan
las discutibles ‘informaciones’ del Virrey Toledo que tratan de conocer el modo de gobierno
incaico y, de paso, investigar si era posible probar la legitimidad del poder político incaico”.
(Marzal, 1981: 19).
Esta afirmación es interesante porque marca un vínculo –remoto– pero
plausible entre epistemología y política, el cual parece ser distinto en nuestra
época pero de raíz común: la interculturalidad podría ser interpretada como un
recuso epistémico para, en realidad, saber si ellos, los otros, son legítimos.
Conclusiones
Entender la permanencia y la reconstitución de los pueblos indígenas con-
siste en referir los procesos que protagonizan al origen y las transformaciones
sucesivas del Estado, en tanto expresión de una sociedad “compuesta y opuesta en
clases” (Iturralde, 1995:107) En este sentido, su actual Manifiesto se vincula
tanto al operar de las fuerzas centrífugas de la realidad latinoamericana como a
las nuevas luchas clasistas que existen a partir de la verdad de la cultura.
Notas
1 En estos esfuerzos se incluyen los indudablemente humanitarios como
los llevados a cabo por Ciro Alegría (El mundo es ancho y ajeno, 1941) y por
José María Arguedas (Los ríos profundos, 1954; Todas las sangres, 1958) por
entender a indios y mestizos en la compleja realidad social del continente.
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
Referencias bibliográficas
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Principios de Interculturalidad
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Principios de Interculturalidad
de vista moral y social, sigue siendo el de la crisis; pero una crisis frente a la cual no se ha
encontrado aún solución, por circunstancial que ésta sea. El mundo actual sigue desajustado
moral y socialmente, y este desajuste no ha encontrado, todavía, la filosofía que intente darle
solución adecuada”. (Zea, 1986:36).
Cambiar la manera de pensar la realidad en su forma predominante a la vez
produce transformación del orden configurado de lo sociopolítico, pero para
ello es importante que desde lo colectivo se puedan construir nuevos proyec-
tos ético-político de sociedad, desde los sin derechos como diría Dussel (2001).
Parafraseando a Alberto Saladino (1999) este pensador latinoamericano,
critica la dominación en cuanto sujeta a ciertos valores universales que sacaban
otros valores de distintos pueblos y culturas como la importancia de nuevos
valores humanistas para la construcción de una sociedad más justa. Valores
que mediante la reflexión intercultural-crítica permite el acercamiento entre las
racionalidades plurales.
“Interculturalidad quiere designar más bien aquella postura o disposición por la que el
ser humano se capacita para y se habitúa a vivir ‘sus’ referencias identitarias en relación con
los llamados ‘otros’, es decir, compartiéndolas en convivencia con ellos […] actitud que abre
al ser humano y lo impulsa a un proceso de reaprendizaje y de reubicación cultural y contex-
tual […] nos permite percibir el analfabetismo cultural del que nos hacemos culpables cuando
creemos que basta una cultura, la ’propia’, para leer e interpretar el mundo”. (Fornet-
Betancourt, 2004:17).
En esto el diá-logos intercultural en Temuco es central, intrínsecamente
ético, sólo que debe hacerlo consciente en la práctica desde sus actores para ir
conformando una nueva lógica de pensamiento-accionar.
En el terreno ético, Miguel Ángel Sobrino (1999) citado por Leopoldo Zea
(1999) menciona que el asumir las historias y las culturas de los pueblos lati-
noamericanos, es una condición necesaria para una Moral situada donde la
pobreza y la conflictividad estructural son relevantes para la reflexión ética [....]
pensar en la dominación latinoamericana. Pero, también reflexionar desde la
riqueza cultural y la racionalidad sapiencial de las culturas.
“Por eso ante la crisis no caben las soluciones elaboradas minuciosamente […] en Amé-
rica no hay otra constante que la de su pueblo. La base de nuestra razón de ser está en el
subsuelo social”. (Kusch, 2008:13).
En esta línea, es importante mentar que la racionalidad dominante es dis-
tinta a la mapuche porque contradice la espiritualidad del ser mapuche que es
un integrante más en el equilibrio de la vida en la tierra, racionalidad sapiencial
donde sus espíritus sostienen la vida de sus integrantes, donde la racionalidad
instrumental impulsada por la ciencia y la técnica es un impedimento en el
resguardo de la armonía del Wall Mapu, conllevando al debilitamiento del ser
mapuche al estar la naturaleza controlada, en consecuencia es fundamental
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Principios de Interculturalidad
hacer un intento más profundo por re-pensar la filosofía que subyace desde el
arraigo cultural, el desgarro de la tierra madre.
Por ello, parte significativa del pensar geocultural es una amalgama de sen-
tido del territorio y cultura que se funde de espiritualidad y ancestralidad. Per s-
pectiva geocultural que nos encamina a un re-encuentro entre las culturas y sus
dia-logos. Al respecto Kusch alude: “Esa visión desgarrada de nosotros mismos […]
no se puede consumir, la sociedad no la acepta pero es precisamente ahí de donde debemos
arrancar para crear una cultura americana”. (Kusch, 1976:108).
Por ello, la preocupación con una tesis de investigación acerca de que en la
mayoría de las instituciones que trabajan con comunidades mapuches en Te-
muco prevalece la racionalidad técnico-científica que socaba el pensamiento
mapuche que no se sustentan en la producción, ni en la técnica, tan valoradas
hoy para los procesos de acumulación económica. La interculturalidad por
tanto hoy no sólo se pregunta frente a esto, sino que también bosqueja una
serie de dilemas éticos-políticos que van del re-conocimiento a la liberación.
“El análisis de las relaciones de poder a nivel intercultural, esto es, en las estructuras
familiares, en la convivencia social, en la organización institucional del culto religioso, etc. en
nuestros mundos culturales propios, implica evidentemente una capacidad de discernimiento
cultural”. (Fornet-Betancourt, 2004:47).
Parte significativa de los desafíos de discernimiento cultural para muchas
comunidades mapuches se relaciona con dialogar y rememorar en base a los
Parlamentos de Quilín y Tapihué, con su memoria histórica de modo de reto-
mar sus propias instituciones ancestrales-culturales. Y no solamente acerca del
Convenio número 169 como lo ha fomentado el Estado y muchas otras insti-
tuciones.
Como primera aproximación hacia una re-definición conceptual de la in-
terculturalidad en Temuco se argumenta que la ética como autonomía es una
convicción central desde los propios lamieng, ngpin, weichafe, loncos como
también una especie de ética de la convivencia que se relaciona con el medio
ambiente, el territorio y los chilenos. En esta perspectiva, aparece el bien
común como una arista a pensar entre pluralidades culturales.
En este lineamiento, la ética de bien común aportada por el profesor Hi n-
kelammert (2008) cobra mucho sentido, sustentada en valores de respeto al ser
humano, a su vida en todas sus dimensiones, de respeto a la vida de la natura-
leza sin la cual se destruyen nuestras vidas en el sentido más elemental de la
palabra. El proyecto globalizador y el bien común según este pensador están
en una relación conflictiva, el sistema colapsado es interpelado por la ética sin
la cual no es posible ya la vida, es la ética del bien común excluida de la jera r-
quía de las ciencias empíricas, irrumpe desde el interior de la realidad misma
nacida de la experiencia de un mundo en conflicto.
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
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Principios de Interculturalidad
Notas
Referencias bibliográficas
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-KUSCH, R. 2008 La negación en el pensamiento popular. Las cuarenta. Buenos Aires.
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Ciudad de México.
-Zea, L. 1999 Latinoamérica encrucijada de culturas. Colección Latinoamérica Fin de Milenio. Fondo de
Cultura Económica. Ciudad de México.
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Principios de Interculturalidad
Introducción
Todos sabemos los ya son por demás conocidos déficits del cientificismo.
El rol de autores que comparten esta crítica es demasiado extenso y no deja de
crecer. Mientras tanto, son pocos los que se atreven a ir más allá y señalar que
el problema de fondo está en el antropocentismo occidental y cristiano. En
efecto, la modernidad ha centrado sus planteamientos en un modelo de ciencia
y de comprensión de mundo desde una perspectiva eminentemente antrop o-
centrada.
La idea es por sí sola extremamente radical. Y no deseamos aquí recons-
truir una teoría de la ciencia, ni desdeñar por completo el lugar y el papel del
ser humano. La pretensión se resume a señalar que los problemas de la ciencia
están directamente relacionados con un modelo de antropocentrismo que, al
final, también ha fracasado. Este es el primer punto de esta exposición (1). El
segundo intenta mostrar que a veces pensamos América Latina desde refere n-
cias foráneas y externas, lo que impide la reconstrucción de nuestros proyectos
desde una base intercultural vinculada a la diversidad de contextos, rechazando
por tanto la alteridad o incluso el reconocimiento y la tolerancia (2). Por fin, el
último punto nos lleva a intentar dibujar algunos presupuestos de una episte-
mología capaz de dar sentido a una interculturalidad desde el oikos-cosmos-logos
(3). Con eses tres puntos, deseamos simplemente traer a la reflexión algunas
bases para la interculturalidad abiertas al debate y declaradamente expuestas al
desafío que ellas representan para los días actuales.
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
desde una ética antropocentrada. Entre otros autores, Jonas subraya que los
cambios de la era de la ciencia han significado una nueva configuración para la
propia ética, acelerando el rompimiento con el antropocentrismo (Jonas,
1997:35). No se trata simplemente de señalar los principios para la acción
humana, sino de buscar una forma de redimensionarla en vistas al medio am-
biente e incluso con una preocupación hacia el futuro de la naturaleza.
Aunque de forma breve, esas consideraciones nos llevan a proponer una
interculturalidad no antropocentrada, sino más bien la idea de una reflexión
desde la ecología o, entonces, desde un oikos-cosmos-logos. Y cuando se trata de
América Latina, empezar a dibujar un proyecto en vistas a sus peculiaridades o
especificidades, y nunca desde un ámbito foráneo o ajeno. Este el punto que
desarrollaremos a continuación y que nos permitirá entender las bases de la
interculturalidad.
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
con las distintas constelaciones, es decir, con las ciencias, la ética, las culturas y
el medio ambiente.
El cambio indica, pues, una perspectiva desde las acrópolis, y nunca desde
las necrópolis (Pizzi, 2010). Estas referencias subrayan la analogía que permite
entender un mundo y una naturaleza viva, es decir, del mundo de las gentes y
de la vida. La idea se refiere, por tanto, al aspecto vivencial y a la pluralidad de
las formas de convivir y realizar las experiencias compartidas entre todos. De
ahí, entonces, la pretensión de una interculturalidad desde un oikos-cosmos-polis,
un horizonte público y en harmonía con la naturaleza –que es vida– en el
sentido de garantizar la hospitalidad convivencional entre humanos y no-
humanos, entre los anthropos y los demás seres y el cosmos como tal. En este
sentido, el convivir significa la búsqueda de hospitalidad intercultural, pues no
se trata apenas de una relación entre humanos, sino de una correlación entre
distintos horizontes, sin una primacía o una superioridad de nadie o de nada.
Referencias bibliográficas
-BEORLEGUI, C. 2004 Historia Del pensamiento filosófico latinoamericano. Una búsqueda incesante de
identidad. Bilbao. Universidad de Deuesto.
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-KANT, I. 2000 Teoría y práctica. Tecnos. Madrid.
-KOYRÉ, A. 1991 Estudos de história do pensamento filosófico. Forense Universitária. Rio de Janeiro.
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-PIZZI, J. 2010 “A pax do oikos-cosmopolis e os males de origem”. In: Fornet-Betancourt, R. (Hrsg.).
Dokimentation des XIV. Internationalen Seminars des Dialogprogramms Nord-Süd. Verlagshaus Mainz
GmbH. Aachen: 193-201.
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Principios de Interculturalidad
Introdução
A temática ambiental, bem como a preocupação com a relação homem-
natureza, adquiriu relevância e ocupa lugar destacado no rol de interesses das
mais diversas organizações sociais da atualidade. Nas últimas décadas, têm-se
notado a adoção de diversas concepções e práticas relacionadas ao assunto e,
igualmente, são diversos os grupos sociais envolvidos na discussão acerca das
problemáticas ambientais. O avanço da legislação ambiental em muitos países,
como é o caso do Brasil, que ocorreu juntamente à emergência do movimento
ambientalista em nível internacional, foi bastante significativo no que tange à
pressão exercida sobre as organizações e a população em geral por um maior
cuidado com o uso dos recursos naturais. Entretanto, a fundamentação da
máxima ecológica acerca da relação do homem “moderno” com os elementos
biofísicos do ambiente em que está inserido aponta para a direção de um pen-
samento único sobre a questão ambiental. Isto evidencia que este pensamento
está embasado em uma matriz filosófica fundamentalmente cartesiano-
racionalista, predominante nas sociedades ocidentais.
Salvo a menção que existem diferentes caminhos para se fazer a leitura so-
bre a relação sociedade e natureza, este texto procurou destacar a contribuição
teórica de Leff (2006; 2007; 2010). O autor levanta a discussão sobre a extern a-
lidade do saber ambiental, apontando para a possível abertura da linha teórica
e da extensão lógica de um método de pensamento. Ou seja, a possibilidade de
“[...] uma nova compreensão que anularia ou superaria o valor epistemológico da abordagem
anterior” (Leff, 2007:10) acerca do saber ambiental. O autor tece suas discuss-
ões com base na racionalidade e na complexidade ambiental que busca con-
templar a diversidade cultural, a identidade e a ética. Assim, o objetivo deste
trabalho encontra-se na busca pela concepção de razão e de racionalidade, a
qual pode ajudar a compreender a dinâmica e complexidade ambiental lançan-
do mão de outros saberes.
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
dade “[...] que significa a reapropriação do conhecimento a partir do ser do mundo e do ser
no mundo; a partir do saber e da identidade que se forjam e se incorporam ao ser de cada
indivíduo e de cada cultura”. (Leff, 2007:218).
Esta aprendizagem é compreensão e transformação do conhecimento sub-
jetivo, ou seja, a partir do saber que constitui o ser. “[...] Toda aprendizagem é uma
reapropriação subjetiva do conhecimento” (Leff, 2007:218).
Os conceitos e categorias de pensamento com os quais o homem codifica e
dá significado à realidade é o que constitui a apreensão do mundo, do con-
hecimento e do saber sobre o mundo, a partir de suas experiências e realidades
empíricas. A pedagogia da complexidade ambiental implica um re-
conhecimento do mundo a partir das leis da natureza e da cultura. Trata-se de
apreender o ambiente a partir do potencial ecológico da natureza e dos senti-
dos culturais que mobilizam a construção social da história.
Segundo os princípios epistemológicos apontados por Leff (2007) quanto à
externalidade do ambientalismo, o ambiente é concebido como: a natureza
externalizada; as identidades desterritorializadas; os saberes são julgados por
uma razão totalitária, sob a ótica de uma globalidade homogeneizante. Já o
saber ambiental complexo entende que o ambiente é integrado por identidades
múltiplas, constituindo-se por saber e não apenas por conhecer. Trata-se de um
saber que constitui o ser, na articulação do real complexo e do pensamento
complexo, no entrecruzamento dos tempos e da reconstituição das identida-
des.
Para tanto, a complexidade ambiental precisa ser concebida enquanto um
processo de hibridizações ontológicas e epistemológicas. O ambiente contem-
pla as dimensões da objetividade e da subjetividade, da exterioridade e da i n-
ternalidade. Contudo, não se ajusta a um conhecimento universalizante e obje-
tivo, nem a um método sistematizado ou a um saber totalitário. Nesta perspec-
tiva, o processo de complexificação implica uma desconstrução do pensamen-
to disciplinar, simplificador, unitário. Pressupõe um debate permanente frente
às categorias e formas de pensamento que foram forjadas em formas do ser e
do conhecer. Tais categorias são moldadas por um pensamento unidimensional
que reduziu a complexidade para ajustá-la a racionalidades totalitárias, a um
pensamento homogeneizante e globalizante. Portanto, a mudança de paradig-
ma implica na desconstrução de certezas insustentáveis e numa construção de
novos sentidos do ser.
Para Leff (2007) aprender um saber ser com a outridade significa mais do que
“conhecer a ti mesmo”. O saber ambiental integra o conhecimento do limite e o
sentido da existência. É um saber chegar a ser no sentido de saber que o ser é
num devir no qual existe a marca do já sido, sempre aberto ao que ainda não é.
É a incerteza vista como impossibilidade de conhecer o sendo e a certeza de que
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Principios de Interculturalidad
Considerações finais
Sob o aspecto da complexificação do saber ambiental, a metodologia inter-
disciplinar surge como alternatividade e possibilidade da superação do pensa-
mento cartesiano-racionalista e da fragmentação do conhecimento postulada
pela dita Ciência Moderna. Neste limiar, a interdisciplinaridade é entendida
como uma necessidade prática de articulação das diferentes áreas do conheci-
mento. Apresenta-se como o fundamento de uma articulação prático-teórica, e
constitui um dos efeitos significativos sobre o atual desenvolvimento das ciên-
cias. Assim, a complexificação e a racionalidade do saber ambiental, o diálogo
de saberes e a des/reconstrução do conhecimento fundamentada na metodo-
logia interdisciplinar, são pressupostos teóricos que assumem importante signi-
ficado na busca pela mudança paradigmática do uso e aproveitamento dos
recursos naturais, pautada em um novo projeto de desenvolvimento socioam-
biental com bases sustentáveis.
O propósito da sustentabilidade baseia-se na pretensão de harmonizar o
desenvolvimento com a proteção ambiental, permitindo, ao longo do tempo, a
permanência de características ambientais no sistema sociopolítico. No entan-
to, o debate sobre sustentabilidade tem sido travado a partir de arranjos analíti-
cos desprovidos do contexto social. As concepções e os diagnósticos têm se
pautado em olhares técnicos alheios à dinâmica da sociedade, reproduzindo
noções equivocadas que não contemplam a diversidade social e “[...] as contra-
dições que perpassam a sociedade quando está em jogo a legitimidade de diferentes modalida-
des de apropriação dos recursos territorializados [...]”. (Acselrad, 2003:37).
Ou seja, o que se verifica é uma gama de discursos e projeções pautados
em uma concepção de sustentabilidade que, inerente aos processos e relações
socioambientais que permeiam a sociedade, acaba por resgatar aspectos de
uma então ultrapassada concepção biocêntrica da relação sociedade -natureza.
Deste modo, para o alcance da sustentabilidade, com a construção efetiva
de uma nova racionalidade, pautada no respeito à natureza e às diferenças
socioculturais, se faz urgente o (re)pensar das próprias formas de pensamento,
de apropriação do conhecimento e do desenvolvimento das ciências. Por meio
do diálogo interdisciplinar se mostra possível a compreensão da complexidade
ambiental, o que, assim, poderá exercer transformações profundas no con-
hecimento produzido pela ciência e, consequentemente, evidenciando alterna-
tivas para o enfrentamento da crise socioambiental atual.
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Principios de Interculturalidad
Referências bibliográficas
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CAPÍTULO II
INTERCULTURALIDAD Y SUJETO
Interculturalidad y Sujeto
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Interculturalidad y Sujeto
1.- La visión “tradicional”: “La visión más tradicional concibe a la identidad cultu-
ral de un país- o la identidad nacional- como un conjunto más o menos fijos, vinculados a
cierta territorialidad, a la sangre y al origen, con una esencia más bien inmutable constituida
en un pasado remoto, pero operante aún y para siempre” (Subercaseaux, 1999:41).
Esta conceptualización sobre “lo nacional” estaría fuertemente arraigada en
conceptos tales como el “carácter nacional”, popularizados por el sociólogo
chileno Hernán Godoy Urzúa, quien dirá que los chilenos “estructuralmente”
estarían definidos por: “su sobriedad, seriedad, prudencia, sentido del humor, gran temor
al ridículo, pero también servilismo, crueldad, imprevisión, entre otros muchos otros rasgos”
(Godoy, 1987:505-518).
Esta forma de concebía a la Nación como un todo homogéneo y sin dife-
rencias culturales internas.
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
determinados en nuestra estructura, ya sea como resultado de nuestra propia dinámica estruc-
tural interna, o como cambios estructurales gatillados en nuestras interacciones en el medio,
pero no determinados por éste”. (Maturana, 1979:2).
Lo que define, por ende, a todo Sistema Social es su determinismo estructural
que, partiendo “siempre de sí mismo” conlleva a generar percepciones de lo real,
esta consideración es explicitada de mejor forma por el mismo autor explican-
do que: “Por último, como sistemas determinados estructuralmente, los seres vivos son
sistemas que en su dinámica estructural se constituyen y delimitan como redes cerradas de
producción de sus componentes, a partir de sus componentes y de sustancias que toman del
medio: los seres vivos son verdaderos remolinos de producción de componentes, por lo que las
sustancias que se toman del medio, o se vierten en él, pasan participando transitoriamente en
el ininterrumpido recambio de componentes que determina su continuo revolver productivo”.
(Maturana, 1979:2).
Este planteamiento es a lo que Maturana llamará autopoiesis y nos lleva a
replantear el como las influencias culturales o económicas se relacionan con los
fenómenos sociales, trascendiendo la creencia de que lo externo (lo ambiental)
determina nuestras conductas en última instancia y a ver que tanto de respues-
ta poseen los propios Sistemas Sociales. Ahora, ¿qué se comprende estricta-
mente por Sistema Social?
“Cada vez que los miembros de un conjunto de seres vivos constituyen con su conducta
una red de interacciones que opera para ellos como un medio en el que ellos se realizan como
seres vivos y en el que ellos, por lo tanto, conservan su organización y adaptación y existen en
una coderiva contingente a su participación en dicha red de interacciones, tenemos un sistema
social” (Maturana, 1979:4).
Las condiciones para que un Sistema Social Vivo exista según Maturana
(1979) son:
1.-) La existencia viva de seres vivos en su operar:
“Es constitutivo de un sistema social el que sus componentes sean seres vivos, ya que sólo
se constituye al conservar éstos su organización y adaptación en él, en el proceso de integrar-
lo”. (Maturana, 1979:4).
Dimensión absolutamente contraria a los planteamientos “sistémicos” de
Parsons (Parsons, 1968; Parsons, 1999), quien postula a la acción social como
la unidad elemental de los Sistemas Sociales y a la “nueva sistémica” de Luhmann
quien propone a la comunicación como la base de la sociedad, independieme n-
te de las características (conciencias particulares y particularidades biopsíquicas)
de los miembros que la componen (Luhmann, 1996).
2.-) La realización de determinadas pautas culturales en el operar:
“Cada sistema social particular, es decir, cada sociedad, se distingue por las característi-
cas de la red de interacciones que realizan. Así, por ejemplo, una comunidad religiosa, un
club y una colmena de abejas, en la medida en que son sistemas sociales son sociedades disti n-
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Interculturalidad y Sujeto
tas, porque sus miembros realizan conductas distintas (los comportamientos adecuados en
cada una de ellas son diferentes) al integrarlas. Para ser miembro de una sociedad basta con
realizar las conductas que definen a sus miembros”. (Maturana, 1979:4).
3.- Simbiosis de sus componentes:
“(…) como las propiedades y características de cada ser vivo están determinadas por su
estructura, en la medida en que las estructuras de los seres vivos que integran un sistema
social cambian, cambian sus propiedades y el sistema social que generan con sus conductas
también cambia”. (Maturana, 1979:5).
Si bien es cierto Maturana proclama que “los seres vivos son sistemas que en su
dinámica estructural se constituyen y delimitan como redes cerradas de producción de sus
componentes”, en estudios posteriores complementa diciendo que en el caso de
Sistemas Sociales debiera existir una forma que permita que esos componentes
se reproduzcan. A ese punto es al que llama Alopoesis.
“Así, podríamos imaginar una sociedad intencionalmente constituida por sus componen-
tes como un sistema alopoiético que activamente niega toda jerarquización sistémica entre
ellos, y cuya función sea satisfacer sus necesidades materiales, intelectuales y estéticas, pro-
veyéndoles un medio interesante para su existencia como sistemas dinámicos y cambiantes”.
(Maturana, 1995:113).
Esto es de suma importancia para el análisis de las realidades internas a las
Naciones, porque la Nación (Supra Sistema Social), de acuerdo a esto, no
podría reproducir sus componentes más esenciales sin antes no permitir la
realización de las necesidades de dichas realidades: “proveyéndoles un medio intere-
sante para su existencia como sistemas dinámicos y cambiantes”.
4.-) Conservación de su organización como forma de adaptación
“Toda sociedad es conservadora de su organización como tal sociedad, y de las caracterís-
ticas de los componentes que la generan”. (Maturana, 1979:5).
Este cuarto punto que nos dicta Maturana intenta decirnos que todo Sis-
tema Social tiende a reproducirse de acuerdo a sus propias pautas, ya que son
ellas la que permiten que sobreviva en su entorno. Hay que aclarar, no obstan-
te, que las realidades nacionales no siempre se conservan intactas, esto debido
que, como deben sobrevivir continuamente, muchas veces deben considerar
elementos culturales que no les son históricamente propios, pero si colaborar-
ían con su reproducción. A este punto llamaremos Homeostasis, haciendo
hincapié, en la tendencia hacia a una conservación y adaptación de carácter
selectivo y flexible, sin por eso perder sus elementos históricos fundamentales.
Comprender esta Nueva Concepción ha llevado a autores como López
(1996) a relacionar la comprensión de la Nación hacia la transmutación de una
Nueva Epistemología.
“En un sistema cibernético (no lineal-causal) y efectos no son discernibles aisladamente
de la totalidad del fenómeno. Lo anterior implica que no se puede comprender el proceso a
51
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
través del método cartesiano, reduccionista, ya que las partes no explican el todo, y cualquier
sistema teórico que se desarrolle sobre esta noción es limitado y parcial”. (López, 1996:2).
Esta visión ya empieza a dar sus primeros pasos y es así sociólogos como
Retamal (2008) dirán que: “En resumen, el principio de determinación causal, el natura-
lismo, el racionalismo, la lógica dicotómica, la idea de trascendencia, la creencia en un orden
universal y objetivo y la separación absoluta entre objetividad y subjetividad constituyen las
características centrales del paradigma de la modernidad, paradigma mecanicista-
reduccionista o de las contradicciones secundarias con las que se ha modelado el carácter
ideológico de nuestra formación sociocultural”. (Retamal, 2008:39).
Este paradigma aún existente, merece una revisión de carácter epistemoló-
gico, para el cual es necesario superar los determinismos hasta ahora dominan-
tes y empezar a re-pensar nuestras disciplinas significadas como “sociales”. Así
comprendido, desde esta concepción, la Nación y sus realidades locales no
serían simples creaciones modernas, ni menos “cosas socialmente construidas”, y ni
siquiera “cosas estables determinadas materialmente” (biológica o económicamente).
Al contrario de estas proposiciones la presente propuesta nos invita a reflexio-
nar lo siguiente
Dado que la Identidad, de acuerdo a lo planteado en la Revisión Teórica
recién realizada, es básicamente un fenómeno sociológico que relaciona al
sujeto con su comunidad, todo estudio o conceptualización de las realida-
des locales puede estudiarse como una fenómeno social vivo que depende
de la Nación para su realización y conservación (Alopoiesis).
Los cambios en el ambiente gatillan en transformaciones estrictamente
superficiales, más no en su organización estructural (valores y creencias
históricos, forma de vida, etc.), surgiendo así una dinámica que podríamos
conceptualizar como homeostáticamente conservada (Homeostasis. Del
griego homos que es (ὅμος) que significa “similar”, y estasis (στάσις) “posi-
ción”, “estabilidad”) y que es la característica de un Sistema Autopoético
(como lo son los Sistemas Sociales Locales), especialmente en un orga-
nismo vivo (que posee seres vivos), mediante la cual se regula el ambiente
interno para mantener una condición estable y constante (configuración
identitaria con tendencia hacia la conservación de sus componentes y pau-
tas culturales.
Las Naciones y sus realidades locales en definitiva serían fenómenos vivos
y así humanas, biológicas, culturales y por ende, sociales que enmarcarían sus
patrones de comportamiento en su “propio operar simbólico”. Estos aportes teóri-
cos intentan colaborar con el análisis de la Interculturalidad, en dónde, la “em-
patía hacia otras culturas”, parece ser la clave para comprender como ha fun-
cionado y podría funcionar nuestro Planeta. Sin duda esto es un llamado desde
la Academia, mas la misión de defender las diferencias inter-Nacionales es algo
52
Interculturalidad y Sujeto
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Interculturalidad y Sujeto
55
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
56
Interculturalidad y Sujeto
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Interculturalidad y Sujeto
Larrain (2004) afirma que si bien aún podemos encontrar fuertes elementos
de religiosidad popular en América Latina, estos ya no poseen la centralidad
que tenían en otra época porque la secularización y modernización los ha supe-
rado.
Según Larrain es arbitrario el argumento de que la racionalidad instrumen-
tal es ajena a la vida de los latinoamericanos. “[…] A esto se puede agregar la
referencia al ‘otro’ absoluto y ajeno: la razón instrumental, el discurso logocéntrico, el raciona-
lismo cartesiano, la modernidad occidental o cualquier otro modo de llamarlo. Todo sucede
como si la racionalidad instrumental fuese totalmente ajena al ethos y al modo de sentir
popular latinoamericano; como si el vitalismo religioso fuese totalmente ajeno al ethos euro-
peo”. (Larrain, 2004:201).
Para Larrain los autores que defienden esta postura caen en el esencialismo,
y aunque se esfuerzan en salirse del mismo, no pueden evadirlo. Tratan de
matizarlo aludiendo a que el modo de sentir latinoamericano no es antimoder-
no o antilógico, pero esto no le impide ser absolutamente diferente. Ésta es la
razón por la cual hablan de “otra lógica”, de un “nuevo paradigma”, de la “alternati-
va de la razón instrumental”, son –según Larrain– todas invitaciones a hacer dis-
tinciones fundamentalistas (Larrain, 2004).
60
Interculturalidad y Sujeto
A modo de conclusión
A diferencia de muchos autores latinoamericanos contemporáneos que de-
fienden la idea de que el futuro de América Latina depende de la fidelidad a
determinadas actitudes o principios indígenas, que han sido olvidados o recha-
zados (tanto por la razón instrumental como por las elites ilustradas o los
intentos modernizantes del neoliberalismo), porque los mismos constituyen un
tipo de verdad diferente de racionalidad; consideramos que hablar de identidad
es hablar de un constructo, y que por ende, no todo está dicho. Es cierto que
buena parte de dicha identidad deriva de las comunidades indígenas precolom-
binas pero no se puede obviar a la historia de Latinoamérica en su conjunto.
Tampoco adherimos al “esencialismo cristiano”, si así se lo entiende, pero estamos
de acuerdo en que el cristianismo tiene mucho que ver con la “lógica de la gratui-
dad” de donde se deriva el “ser solidario” que nos caracteriza.
Por eso valoramos el legado de los pueblos indígenas y valoramos también
la herencia cristiana y la fusión de ambos en la construcción histórica de la
identidad latinoamericana. Adherimos más bien al pensamiento de Scannone,
ya que sin descartar la presencia de la racionalidad instrumental en nuestro
continente, reconocemos, no obstante, la “otra racionalidad” (que se expresa en
las actitudes de numerosos sectores de la población) como base para la cons-
trucción de un futuro mejor. Dicha racionalidad es común a las diversas cultu-
ras latinoamericanas –incluidas las provenientes del continente africano– y sus
valores dignifican a los hombres y a los pueblos de América Latina y otorgan
61
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
Notas
cana” no coincide en todos los autores, sino que cada uno de ellos lo aborda
desde su perspectiva ideológica particular.
4 Cabe destacar que dentro del ámbito laboral, tanto indios como españoles
incluye a las culturas provenientes de África, importadas por los esclavos ne-
gros.
6 Scannone introduce en dicha racionalidad el sentido cristiano del hombre,
62
Interculturalidad y Sujeto
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
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Interculturalidad y Sujeto
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Interculturalidad y Sujeto
71
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
“Su intención fue utilizar para sus propios fines los mismos procesos de consumo que lle-
vaban a la gente a alejarse de la posibilidad de comprensión de la realidad” (Camnitzer,
2008: 243).
67
Interculturalidad y Sujeto
américa. Otro tanto ocurre con el papel moneda. Ícono representativo del país,
prototipo del sistema mercantil, o parte de un juego hegemónico del territoria-
lismo (Herkenhoff, 1999), el cruzeiro cambia su convención en tanto, es el
propio artista quien coloca su firma otorgando una nueva legitimación, artifi-
cial o falsificada, donde la palabra autografiada pasa a competir con las letras
estandarizadas y los sellos oficiales. Aparentemente en un absurdo o sin senti-
do, Cildo Meireles increpa el soporte masivo del cambio, del alza financiera o
de la devaluación. Con sus grafías quita o agrega valores, asumiendo una con-
dición metafórica que desestabiliza el símbolo por excelencia de la economía, y
que confirma que la política “es la base de la cultura” (Meireles, 1999:233).
Conclusiones
En el abordaje de la problemática intercultural, Grimson destaca como una
de las extensiones posibles aquella que nuclea a las políticas de Estado, las
cuáles impactan en las prácticas de relacionamiento y de exclusión: en esta
última dirección, las propuestas de Dittborn y Meireles abren el juego en el
mapa intercultural, y evaden las imposiciones postulando una comunicación
independiente. Una base factible de la interculturalidad es la diferencia col o-
nial, y añadiendo el aporte de Mignolo, incluiríamos también las pujas políticas.
Tanto la diferencia como la tensión sociopolítica recurren a la desterritorializ a-
ción como manera productiva de poner en crisis las nociones convencionales
de espacio y el territorio, lo cual expresa una tendencia a la capilaridad de las
representaciones sociales. Así, la cartografía de la interculturalidad cobra senti-
do en dimensiones tales como el fronterismo, el nomadismo y la circulación.
Hemos observado que en el caso de Dittborn los soportes y grafías visuales
que transitan las fronteras en un espacio-tiempo singular, promueven meca-
nismos conceptuales que soslayan las prohibiciones o la censura ideológica:
cruzan países, y son recibidas y decodificadas por otros lectores mundiales. En
Meireles, la palabra atraviesa lo circundante arraigada en el objeto nómada, que
lleva en sí mismo un potencial perturbador o agitador: socava el significado de
un producto globalizado (la Coca Cola) con el agregado de la denuncia, se
dispersa en la comunidad y es devuelto a la circulación.
Los enclaves interculturales irrigan flujos de intercambio artístico y circula-
ción de imágenes, que en estos casos, cobran sentidos diversos al forjar prácti-
cas contra-hegemónicas, tal como la noción misma de interculturalidad que
plantea Walsh, en un medio hostil como el régimen de facto. Cabría pensar
aquí lo intercultural como punta de lanza, instrumento de disrupción que facil i-
ta estas opciones erráticas y elusivas. Tal vez, conspiraciones o atentados con-
tra la dominación destilada en el campo quizás más permeable a las fluctuacio-
nes e incertidumbres históricas y políticas: la cultura.
73
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
Producciones analizadas
Eugenio Dittborn
1. “Pietá (no cor)”, Pintura Aeropostal nº 33, 1985.
2. “Pietá”, Pintura Aeropostal nº 97, 1991-1992. Itinerario: 1992, Santiago de
Chile - Sevilla - París; 1993, Colonia – Rotterdam / “Pintura Aeropostal nº 75”,
1988-1989. Itinerario: 1989, Santiago de Chile - Sydney; 1990, Melbourne -
Canberra - Adelaida; 1993, Rotterdam; 1994, Wellington.
3. “La 6º historia del rostro (Camino negro y rojo)”, Pintura Aeropostal nº 71. Itinerario:
1989, Santiago de Chile – Berlín; 1990, Manchester - Banff; 1992, Boston;
1993, Southampton - Rotterdam; 1994, Wellington.
4. “La 7º historia del rostro (El paisaje del cielo)”, Pintura Aeropostal nº 78, 1989.
Itinerario: 1990, Santiago de Chile - Birmingham; 1991, Buenos Aires; 1992,
Sevilla - Paris; 1993, Rótterdam / “La penumbra en el valle”, Pintura Aeropostal nº
74, 1989. Itinerario: 1989, Santiago de Chile - Sydney; 1990: Melbourne -
Canberra - Adelaida; 1991, Buenos Aires; 1993, Londres - Southampton -
Rotterdam.
5. “La 13º historia del rostro (Los portales del hombre)”, Pintura Aeropostal nº 95, 1991.
Itinerario: 1991, Santiago de Chile; 1992, Antwerp; 1993, Londres - Southamp-
ton; 1993, Rotterdam; 1994, Wellington.
6. Tres Pinturas Aeropostales en sobres, en una calle de Santiago de Chile,
diciembre de 1992. Tres meses antes viajaban hacia el “Institute of Contempo-
rary Arts” de Londres; recién retornaban desde Kassel, Boston y Roma, entre
mayo y noviembre de 1992. Contienen: “Cenizas líquidas”, “La 6º historia del
rostro” y “Viajar”.
7. “Cenizas líquidas”, Pintura Aeropostal nº 96, 1992. Itinerario: 1992, Santiago de
Chile - Kassel; 1993, Londres - Nueva York - Rotterdam; 1994, Wellington.
8. “El cadáver; El Tesoro”, Pintura Aeropostal nº 90, 1991. Itinerario: 1991, Santia-
go de Chile - Nueva York; 1992, Sevilla; 1993, Londres - Rotterdam; 1994,
Wellington.
9 y 10. “La 12º historia del rostro (hueso muerto)”, Pintura Aeropostal nº 93, 1991.
Itinerario: 1991, Santiago de Chile; 1992, Londres - Bristol - Birmingham -
Kendall - Belfast; 1993, Aberystwyth - Cardiff; 1993-1994, Rotterdam.
11. “Regresar (RTM)”, Pintura Aeropostal nº 103, 1993. Itinerario: 1993, Santiago
de Chile - Rotterdam; 1994, Wellington.
12 y 13. “La ciudad en llamas”, Pintura Aeropostal nº 110, 1994. Itinerario: 1994,
Santiago de Chile - Amsterdam; 1996, Santiago de Chile; 1997, Nueva York;
1998, Santiago de Chile - Lisboa; 2000-2001, Lisboa.
74
Interculturalidad y Sujeto
Cildo Meireles
14. “Inserciones en circuitos ideológicos: Proyecto Coca Cola”, 1970.
15 a 19. “Inserciones en circuitos ideológicos: Proyecto Cédula”. 1970.
20 y 21. “Inserciones en diarios”, 1970.
22 a 21. “Inserciones en circuitos antropológicos”, 1971.
26 y 27. “Zero Cruceiro”, 1974-78.
28 y 29. “Inserciones en circuitos ideológicos: Proyecto Cédula (¿Quién mató a Herzog?)”.
1975.
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76
Interculturalidad y Sujeto
Introducción
En Colombia y en el Ecuador, como en varios países de América Latina,
las poblaciones afrodescendientes comparten una historia común, historia que
nace con la experiencia de la esclavitud en la época colonial y que posterio r-
mente y a lo largo de los años, se ha caracterizado por manifestarse de manera
violenta e indiferente en la conciencia colectiva en formas simbólicas y afecti-
vas, perneadas en las estructuras, instituciones, organismos y comportamiento
de la sociedad, de tal manera que hasta el día de hoy, en muchas ocasiones, se
“invisibiliza” el ser negro, término con el que trabaja Nina de Friedemann
(1984), en sus estudios sobre la presencia africana en Colombia, donde señala:
“la invisibilidad y estereotipia, como parte del proceso de discriminación socio -racial del negro,
son herramientas de un sistema de comunicación e información hegemónico, dominado por el
pensamiento europeo en su relación con África y América”. (Friedemann, 1984:507).
En la actualidad en el espacio académico se ha manifestado un importante
y creciente interés en el estudio sobre los afrodescendientes y sus diversas
aportaciones a la construcción social de estos países; dichos trabajos de inves-
tigación han logrado rescatar lo valioso de esas huellas de africanía, las que
Friedemann (1986:100) identifica como “ese bagaje cultural sumergido en el subcons-
ciente iconográfico de los esclavos y transformado creativamente a lo largo de los siglos”.
Una de estas aportaciones es sin duda la obra del antropólogo Norman
Whitten, Jr (1992), escrita a partir de su trabajo de campo realizado durante la
década de los años sesenta en la zona geográfica comprendida entre Buenaven-
tura y Esmeraldas, la que él llamó “litoral lluvioso” en el Litoral Pacifico, en el
occidente de Colombia y Ecuador. Este libro presenta la realidad del habitante
negro, a quien el autor ha designado “pionero”, término aplicado “en el sentido de
gente que enfrenta un tipo especial de experiencia cultural ecológica” y que identifica por
su asentamiento en cuatro “nichos socioculturales”: caseríos rurales dispersos,
caseríos rurales compactos, pueblos y ciudades. También analiza sus relacio-
nes sociales, su cultura y su capacidad creativa para adaptarse a su ambiente
ecológico, como él así lo señala: “La gente del litoral lluvioso se enfrenta a una eco-
nomía política caracterizada por auges económicos esporádicos que frecuentemente son
seguidos por periodos de caída económica. Durante las épocas de auge, pueden ganar dinero
trabajando. En períodos de caída económica, la supervivencia consiste en utilizar y vender los
recursos naturales. Durante las épocas de auge, la gente negra del litoral entra al mundo de
77
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
81
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
También en el rito del chigualo se realiza una relación de cooperac ión entre
los roles masculinos y femeninos, siendo las mujeres negras del litoral las que
inician con esta interacción, las que dirigen a los hombres en el ritual y las que
concretan una red de relaciones y de parentesco. La madre del niño difunto
pasa a ser la figura central, quedando plasmada la díada a la que se refiere
Whitten, “madre-niño muerto”.
El arrullo a los santos, es otro de los espacios sagrados que invita a reunirse
a la población del “litoral lluvioso”. Las mujeres planean, organizan, celebran la
fiesta y conservan y mantienen el espacio sagrado, encarnan la estética y la
espiritualidad, reúnen los fondos económicos, motivan a la comunidad a parti-
cipar y son las principales protagonistas del ritual. Uno de los santos más im-
portantes de la región del litoral es San Antonio, lo festejan en su fecha, lo
pasean por la comunidad, por los ríos y por los montes y lo arrullan, a él le
piden las jovencitas novio y las mujeres casadas conservar a sus maridos, ellas
se saben las únicas beneficiarias de la intersección del santo e intervienen a
solicitud de los hombres para pedir por una buena pesca. Otras de las fiestas
importantes de la región y en las que las mujeres del Litoral incluyen a la p o-
blación en un arrullo público, son las que se viven en las ciudades de Guapi,
donde la celebración es en honor a la Inmaculada Concepción y en la ciudad
de Tumaco, donde se festeja a la Virgen del Carmen para agradecer que sus
embarcaciones se mantengan a flote. En estos espacios festivos se reúnen la
música, el baile y la conmemoración. La devoción y la adoración por las vírge-
nes acompañan a estas mujeres que con sus alabados y arrullos y sus bailes al
ritmo de los bombos y guasás y a través de las procesiones en canoas, prepa-
ran, adornan y convocan a la comunidad a convivir y a compartir la ceremo-
nia religiosa. Sus cantos y su música, junto con los adornos de los altares, de
los ríos, de los montes y de los caminos por donde pasa la procesión, vuelven
a ser los ingredientes importantes para todo ritual sagrado.
Otra de las manifestaciones culturales de los habitantes del “litoral lluvioso” y
donde las mujeres negras a través del baile se hacen presentes, son los carnava-
les que se organizan cada año en las ciudades de Tumaco en Colombia y Es-
meraldas en Ecuador, se expresan de manera lúdica y espontánea los senti-
mientos, actitudes y aptitudes mediante diversas formas artísticas y artesanales,
nutriendo procesos estéticos creativos en un escenario efímero, en el que las
mujeres negras del litoral coordinan y promueven la participación de la pobla-
ción para disfrutar de la música y del baile e invitan a jugar al carnaval. Como
lo puntualiza Michael Bachtin (1971:311)
“El carnaval, como fiesta de todos, además de los escenarios para el goce colectivo y todo
una parafernalia festiva, tiene sus protagonistas. El carnaval se vive y durante ese período la
única vida posible es la suya, su tiempo es el de la libertad, de ahí que se use y se abuse de
83
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
ella […] El carnaval es exceso, abundancia, movimiento del cuerpo hasta el desenfreno,
orgía, embriaguez, risa, burla, sátira, canto, juego, comida, bebida, máscara, gesto, maquilla-
je, disfraz, carrozas, ornamentos, instrumentos musicales”.
Los carnavales ponen en escena leyendas locales, mitos ribereños, creen-
cias, rituales y proyectan una visión del mundo y de las cosas, pues en ellos se
recrean los valores que hablan de los aspectos esenciales de la vida de los po-
bladores del Litoral. Son los encuentros colectivos que regalan memoria, con-
vivencia y alegría, en los que convergen diversas formas de pensar y actuar con
un propósito compartido sin distinción de raza, edad, clase social y religión y
con la intención de construir un tiempo y un espacio para disfrutar comunita-
riamente. Son las fiestas en el que se expresan libremente y de manera imagina-
ria los habitantes de la región, viajando por un mundo de fantasía que en oca-
siones llega a trastocar lo cotidiano. La diversidad de elementos lúdicos, de
coreografías colectivas y la magnifica belleza del trabajo artesanal expresado
con creatividad y colorido en las comparsas, carrozas, mascaras, disfraces,
representaciones y bailes, hacen de los carnavales un encuentro abierto, festivo
y comunitario en el que se comparte el sentido de pertenencia, el afecto al
territorio, el reconocimiento y el valor por sus raíces ancestrales, así como el
gusto y el placer por la música y el baile, que se vive y se disfruta en el contexto
de este ritual.
De esta manera las mujeres negras desde el espacio lúdico contribuyen una
vez más a desarrollar la ritualidad de la fiesta, a preservar los valores de la
cultura, a mantener la memoria colectiva y a fortalecer el sentido comunitario
de la gente del litoral.
Reflexiones finales
Las mujeres negras del litoral Pacífico, son reconocidas, valoradas y respe-
tadas por su cultura, ya que su presencia es fundamental en el núcleo familiar y
en las relaciones de parentesco. Fortalecen los lazos familiares y su relación
con la comunidad y en torno a ellas se estructuran de manera dinámica los
códigos y los símbolos de la etnia; es a través de la oralidad que las mujeres
negras conservan y trasmiten tanto los saberes como la tradición, asimismo
guían los comportamientos y los valores característicos de su cultura.
Activan la economía en los espacios productivos y de comercialización, in-
teractuando en los ámbitos locales y nacionales, desempeñando un papel de
mediadoras entre su cultura, el mundo indígena y el mestizo, y tejiendo hábil-
mente sus actividades de la esfera privada y la esfera pública donde desarr ollan
un papel fuerte y autónomo. Organizan el espacio social cuando establecen
relaciones constantes y permanentes con todos los integrantes de la comunidad
84
Interculturalidad y Sujeto
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85
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
86
CAPÍTULO III
EL CAMPO PRÁCTICO DE LA
INTERCULTURALIDAD
El Campo Práctico de la Interculturalidad
Introducción
En la trayectoria biográfica relacionada con la disciplina antropológica, el
sujeto cognoscitivo –ya sea aspirante a profesional o posea cuantiosos créditos
académicos– ha transitado o transitará por lo menos por tres etapas en el pro-
ceso de adquisición y generación de conocimiento.
En una primera fase, su formación en universidades, el acercamiento a la l i-
teratura especializada, las conversaciones informales con profesores y pares así
como el aprendizaje teórico del funcionamiento de las sociedades que ha estu-
diado la disciplina le proveen de una mirada intelectualizante de las personas y
los procesos sociales. A esta altura, sólo ha visto genealogías de parentesco y
esquemas de intercambios matrimoniales reflejados en papel. Esta etapa está
marcada por un saber y una experiencia que lo exceden y les son propios sólo
porque los internalizó a partir de su estudio. Sin embargo es, como señala Da
Matta (1974), un conocimiento producido por otros.
Nuestra disciplina ha generado manuales etnográficos que vienen a paliar la
ausencia de experiencias de primera mano. Notes and Queries in Anthropology1,
Guía para la Investigación de datos culturales 2 y Systems of Consanguinity and Affinity of
the Human Family3 son obras que, por lo general, ponen el acento en modelos y
métodos de recolección de datos, pero poco dicen sobre la relación entre el
antropólogo y los sujetos etnografiados. La incertidumbre inicial se sosiega con
la autoridad etnográfica que emana de los manuales de la disciplina.
Sin embargo, cuando comenzamos a tener nuestras primeras experiencias
profesionales, notamos que nada de lo que habíamos internalizado hasta el
momento nos había preparado para las vicisitudes que el campo nos deparaba.
Esto nos lleva a un segundo momento: la elección de un campo empírico.
Wright (1994) ha advertido que la práctica antropológica está inmersa en
un campo geopolítico que la condiciona y particulariza. La producción antro-
pológica y, en nuestro caso, como eslabón anterior, la elección de un espacio
social donde se desarrollan nuestras investigaciones, no es azaroso o neutral.
Para el autor, Inglaterra, Francia y Estados Unidos han sido tradicionalmente
considerados polos de generación de conocimiento antropológico, rodeados
por periferias influidas por estos centros neurálgicos. Distintas geografías se
constituyeron como arquetipos culturales, como por ejemplo Sudamérica para
el estudio del dualismo mitológico o la India para el análisis de los sistemas de
89
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
96
El Campo Práctico de la Interculturalidad
ción, como suele suceder en la práctica. El poder simbólico que ostentan los
hombres a través de la ejecución de determinados instrumentos musicales y su
liderazgo dentro de las comunidades andinas en Buenos Aires, tiene una gran
estrechez con su visión de raza y etnicidad, cuestiones que superan este traba-
jo9. Así y todo, este marco establecido por el mismo campo también tiene
fisuras y modificaciones cuando nuevas relaciones intersubjetivas así lo permi-
ten. Los relatos etnográficos son en esta dirección explicativos de cómo se
genera el conocimiento en el campo y de cómo nuestra participación más
activa y menos exploratoria, puede permitirnos reflexionar la dimensión
simbólica de las prácticas y discursos, tanto a nuestros colaboradores como a
los antropólogos en el terreno.
define a la vez que torna coherente un sistema de prácticas que activan tanto
creencias y emociones como un proceso de construcciones cognitivas y socio-
culturales. Pensar la etnografía en términos de una experiencia compartida, nos
hace ser “los otros” al tiempo que “nosotros” y, de este modo, nos conduce a una
creación intersubjetiva. Por ende, la etnografía –motivada por el investigador y
puesta en juego por los actores presentes- muta en una experiencia creativa,
cuyos límites estarán supeditados a la dinámica intersubjetiva y las búsquedas
propias y colectivas.
Este método “privilegiado” (Clifford, 1997:84), hoy legado indiscutible de las
ciencias antropológicas, no sólo permite activar un proceso de descentramien-
to de la realidad propia sino que conforma un modo de encontrar la diferencia
cultural constituida en el discurso dialógico (Scott, 1989). Asimismo, la et-
nográfica requiere de una contextualización que, luego de atravesar los proce-
sos postcoloniales, atraviesa por un cambio rotundo a partir del cual ya no sólo
Europa estudia a los otros (africanos, árabes, etc.), sino que estos mismos
comienzan a escribir sobre su historia. Finalmente, como expresa Scott
(1989:78)
“Es este movimiento, quiero argumentar, de ida y vuelta, el que organiza las disposicio-
nes epistemológicas y geográficas de la mirada antropológica” 10.
Notas
100
El Campo Práctico de la Interculturalidad
7 Los cerros son los espacios de pastoreo pero también son el dominio de las
almas de las personas que han muerto en situaciones trágicas -los condenados-.
A su vez, en términos ontológicos, son el lugar de lo “salvaje” y caótico, de los
encuentros sexuales furtivos.
8 Tocadores de sikus, instrumento pan-andino.
9 El punto de vista indigenista y cosmovisional que proyectan determinadas
Referencias bibliográficas
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102
El Campo Práctico de la Interculturalidad
Introducción
En la Argentina buena parte de las organizaciones indígenas buscan evi-
denciar su pre-existencia étnica –y en especial como naciones- respecto del
Estado Nacional a través de la historia. Sus miembros, además de recuperar los
relatos orales, revisan críticamente la producción académica porque la misma
permite, en algunos casos, fundamentar sus derechos. En consonancia con
ello, valorizan la documentación sita en Archivos (nacionales, provinciales y
municipales) a la par que discuten intensamente los discursos académicos
relativos a su pasado. Paralelamente convocan a investigadores en Ciencias
Sociales a participar, en calidad de testigos, difusores y constructores, de sus
luchas contemporáneas.
La relación entre indígenas y los sectores académicos entronca en un pasa-
do asimétrico en donde el lugar de los últimos estuvo estrechamente ligado a la
política interétnica del Estado argentino. Hacia fines del siglo XIX los escritos
del Coronel Lucio V. Mansilla (1993 [1870]), de Estanislao Zeballos (2001
[1884, 1886, 1888]), de Francisco Moreno (2004 [1896]), entre otros, definie-
ron un modelo de sociedad indígena. Sus registros demarcaron un posiciona-
miento académico cimentado, paralelamente, en los supuestos de lejanía cultu-
ral y de la inviabilidad de un proyecto político en manos indígenas. En térmi-
nos generales, los historiadores y los antropólogos del siglo XX siguieron el
esquema de sus predecesores. Inclusive, incorporaron el supuesto de que las
poblaciones indígenas se habían asimilado en la Argentina moderna –de rai-
gambre europea-.
En la década de 1970, un conjunto de antropólogos comprometidos con la
realidad latinoamericana, formularon la Declaración de Barbados. En ella de-
nunciaron el rol de los Estados, de la Iglesia y de los propios académicos en la
situación de opresión de los indígenas del continente. Los años siguientes
dieron lugar a un conjunto de nociones, tales como pluriculturalismo, multicul-
turalismo, diversidad cultural, entre otras, que buscaron conceptualizar la com-
plejidad del tejido social latinoamericano, y simultáneamente, tendieron a defi-
nir el tipo de vínculos que debían entablar los Estados con las organizaciones
indígenas. El reconocimiento de la variedad cultural no implicó el abandono de
las prácticas de discriminación y despojo. Por el contrario, éstas se acentuaron
a través de métodos más sutiles, tales como el programa político de la intercul-
103
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
Notas
1 Entrevista realizada por la autora de este tr abajo el 22 de agosto de 2008 en la
ciudad de Río Cuarto (Argentina).
2 En el evento participaron Germán Canhue (Presidente de la Asociación
Referencias bibliográficas
109
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
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110
El Campo Práctico de la Interculturalidad
Introducción
Que la globalización haya posibilitado una amplia visualización de las di-
versidades culturales, resulta hoy en día una situación social difícil de cuestio-
nar. Que esas diversidades se hayan multiplicado, incluso que la globalización
haya motorizado la producción de otras nuevas, puede ser un proceso cue stio-
nable que además requeriría restablecer algunos de los debates teóricos que la
misma globalización ha generado llegando incluso a provocar una exponencial
multiplicación de esos espacios de intercambio sin que ello nos permitiera en la
mayoría de los casos, alcanzar instancias superadoras de las problemáticas
estudiadas.
Retomar el análisis de algunos de los ejes del discurso y la política neolibe-
ral a la luz de la problemática de la interculturalidad y de la construcción de un
currículum educativo intercultural, resulta de sumo interés, ya que el escenario
político actual en nuestra región atraviesa un proceso de cambio inédito en
cuanto a los cuestionamientos de aquellas premisas y prácticas neoliberales, al
rol del Estado, a la educación y su función social y, por sobre todo, al rumbo
que podría tomar este proceso globalizador que sería algo así como volver a
permitirnos el debate de qué sociedad queremos construir.
111
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
convencional acerca de la nueva era en que estamos entrando y las promesas que implica”;
siguiendo a los ideólogos de la globalización el autor desmenuza sus funda-
mentos discursivos a partir de los postulados de Anthony Lake (entonces
asesor de Seguridad Nacional de Clinton) y las teorías del politólogo norteame-
ricano Samuel Huntington, para llegar a sostener que la misma es presentada
como una nueva era de inmensas oportunidades, que permitirá consolidar la
democracia tolerante con sistemas políticos que garanticen las libertades indi-
viduales y todo ello redundará en beneficio de las naciones porque “su identidad
nacional está definida por una serie de valores políticos y económicos universales” (Chomsky
y Dieterich, 1995:16). ¿Cuántas veces hemos leído y escuchado que la globali-
zación con su revolucionaria innovación científico-técnica nos ponían al alcan-
ce de la mano todos los insumos que posibilitaban nuestro desarrollo indivi-
dual que, por defecto del devenir histórico, no había podido desplegarse en
procesos sociales anteriores?
El discurso y la práctica neoliberal se irguieron sobre esta “perspectiva libe-
ral”, asumiendo que la globalización era un proceso natural del sistema capita-
lista y que en él podrían desarrollarse, ampliarse, multiplicarse, todos y cada
uno de los preceptos constitutivos de la tradición liberal: libertad individual,
libertad de mercados, igualdad de derechos, democracias representativas, esta-
dos mínimos, etc. Atrapados en vertiginosos procesos de renovación tecnoló-
gica y modificaciones de los patrones productivos con reconversiones “mo-
dernizadoras” de las economías regionales, fuimos seducidos por los nuevos
discursos que nos invitaban a participar de la “fiesta de la libertad” que ponía el
mundo a nuestros pies con tan solo un “click”. Y es en este contexto de evapo-
ración de una vasta trayectoria de luchas sociales, de yuxtaposición de nuevos
lenguajes que reinterpretaron nuestro quehacer político y social, en el que se
vehiculizó el discurso de la diferencia.
Lo que la globalización o más bien las políticas neoliberales imperantes
han pretendido instalar es una “objetivación” de las diversidades como resultado
de procesos de elección individual, como expresión máxima de los principios
liberales de la voluntad del hombre, ideales supremos del capitalismo. En este
sentido, esas diferencias “electivas” dejan de interpretarse como resultado de
procesos históricos y pasan a considerarse emergentes de las búsquedas indivi-
duales, logrando con ello equiparar, por ejemplo, las diferencias resultantes de
los gustos musicales con las pertenencias étnicas, las expresiones artísticas con
los grupos indígenas, etc., todos ellos valorados y valorables en tanto produc-
tores de objetos representativos de esa diversidad y subsumibles a la lógica del
mercado. A instancias de Smith, el desarrollo de verdaderas sociedades libera-
les se lograría obtener gracias al efecto movilizador que, en el plano social,
tendrían las acciones resultantes de la voluntad individual. Sin embargo,
112
El Campo Práctico de la Interculturalidad
“Toda la dificultad está allí. El triunfo del individualismo aporta consigo un formidable
potencial de progreso y, al mismo tiempo, de padecimientos. El mercado mundial impulsa el
crecimiento y destruye puestos de trabajo; permite financiar la economía pero limita los
márgenes de maniobra presupuestarios; multiplica las riquezas pero aumenta las desigualda-
des hasta lo intolerable. Del mismo modo, el movimiento de la democracia libera a los indivi-
duos pero atomiza el cuerpo social y deshace las solidaridades”. (Fitoussi y Rosanvallon,
1997:14).
Resulta significativo observar que, aun en el marco de la más férrea defensa
de la teoría liberal clásica, la “libertad individual” no resulta ser una categoría que
alcance al conjunto social sino todo lo contrario. Aunque no es nuestro objeti-
vo el historizar al liberalismo, consideramos necesario por lo menos plantear
que el mismo adquiere en nuestro presente connotaciones muy diversas a las
alcanzadas en su etapa de formulación; pero incluso hoy tendríamos que hacer
el ejercicio teórico de resignificación de sus postulados si es que, como parece,
existe la intención de utilizarlos como categorías actuales de análisis socio-
político. ¿Cuál es el alcance de la libertad individual? ¿Qué relación hay entre la
libertad individual y las diversidades culturales? En síntesis ¿son las categorías
de libertad e igualdad, categorías absolutas o resultan construcciones socio-
históricas concretas? Nos parece significativo detenerse al menos un momento
a observar el mecanismo de articulación entre unos discursos motivadores del
cambio, de la modernización, de la aceleración en las relaciones económicas
globales, y la defensa casi cruzada de los principios liberales sin más, que pro-
duce como resultado la construcción de discursos y prácticas dogmáticas que
fuerzan las categorías históricas de la teoría liberal en “valores universalistas”
atemporales y carentes de conflictividad social.
Aunque la perspectiva neoliberal homologó este proceso de individualiza-
ción extrema del individuo con la multiplicación de opciones resultantes de las
interconexiones cibernéticas, y todo ello con la representación más acabada de
la consecución de los principios liberales de la libertad individual, las diferen-
cias socio-culturales se constituyeron en “resistencia” de la lógica del mercado
global, posibilitando así la visualización de unas problemáticas sociales y políti-
cas que habían quedado subsumidas al renovado proyecto de progreso
económico.
114
El Campo Práctico de la Interculturalidad
115
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
118
El Campo Práctico de la Interculturalidad
119
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
Conclusiones
La globalización ha posibilitado la visualización de las diversidades cultura-
les, incluso ha transformando gran parte de los discursos políticos; un reflejo
de ello son las modificaciones en las cartas constitucionales latinoamericanas
en las que se incluyeron los términos “plurinacional” y “multiétnica” para dar
cuenta de esas diversidades. Sin embargo las políticas neoliberales vinculadas a
esa visualización, se articularon alrededor de la tardía consecución de los prin-
cipios liberales de la libertad y la voluntad individual, reemplazando los históri-
cos procesos de luchas populares por unas búsquedas y acciones de carácter
individual o de pequeños grupos. La perspectiva liberal de la globalización
potenció profundos procesos de fragmentación social que fomentaron la exal-
tación del éxito individual en consonancia con las lógicas del mercado.
El nuevo escenario regional ubica al Estado frente al desafío de superar es-
tas formas de la diversidad a través del desarrollo de políticas que sostengan la
inclusión y la equidad social, y promuevan la construcción de sociedades inter-
culturales.
En este sentido, la educación adquiere un rol central como generadora de
discursos y prácticas innovadoras. El desarrollo de un currículum intercultural
nos interroga respecto de la complejidad de este proceso en relación a la def i-
nición de los contenidos y procedimientos, los actores intervinientes en su
elaboración, el rol y la formación de los docentes y, principalmente, respecto
de la interculturalidad como tal, entendiendo que la misma no se circunscribe a
un modelo educativo para indígenas sino que se constituye en un nuevo para-
digma cultural y herramienta de acción en la construcción social.
Es por ello que, desde la perspectiva de la interculturalidad crítica se trata
de ahondar en procesos políticos superadores del mero reconocimiento a la
diversidad cultural. Interrogarnos, cuestionarnos, debatir y construir espacios
amplios de intercambio y reflexión, es el paso que debemos dar hacia la cons-
trucción de políticas educativas y sociales interculturales que promuevan ciu-
dadanos libres y verdaderas sociedades democráticas e interculturales. El curr í-
culum intercultural es un paso y una herramienta central en este proceso.
120
El Campo Práctico de la Interculturalidad
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121
El Campo Práctico de la Interculturalidad
“La negación de los derechos humanos fundamentales, la destrucción del ambiente, las
humillantes condiciones bajo las cuales las personas (apenas) sobreviven, la falta de un futuro
significativo para miles de niños […] constituyen una realidad brutal que millones de perso-
nas sienten cotidianamente en sus propios cuerpos.
El trabajo educativo que no esté fuertemente relacionado con una profunda comprensión
de dichas realidades […] corre el peligro de perder su propia alma”.
Michael W. Apple
123
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
124
El Campo Práctico de la Interculturalidad
fines del siglo XVIII principios del siglo XIX, por las posiciones antagónicas
de ilustrados y románticos respecto del pueblo en política y en cultura.
De estar fuera del régimen estamental propio del orden feudal, vemos
cómo la figura del pueblo dentro del proyecto de la Ilustración, y desde los
escritos de Maquiavelo hasta Rousseau y sobre todo en Thomas Hobbes, se va
constituyendo en el nuevo legitimador del poder político, aunque a su vez es
temido por ser una amenaza a las instituciones políticas y al orden civil. En
este sentido a la noción política del pueblo como instancia legitimante del
Gobierno civil, corresponde en el ámbito de la cultura una idea radicalmente
negativa de lo popular, que sintetiza para los ilustrados todo lo que éstos qui-
sieran ver superado, todo lo que viene a barrer la razón: superstición, ignoran-
cia y turbulencia.
Esta contradicción surge porque el pueblo no es tomado como un sujeto o
actor social, sino como condición necesaria para una posible sociedad. El
mismo Rousseau considera que el pueblo es tal a partir del pacto social. Es
decir, ante el hecho inevitable de la civilización (o sea que no se puede regresar
a un estado de naturaleza), es este contrato social el que posibilita un nuevo
gobierno y una nueva sociedad (moderna) constituida desde la voluntad gene-
ral, que a su vez constituye al pueblo como pueblo. Y en esta contradicción se
desarrolla el complejo dispositivo de “inclusión abstracta y exclusión concreta”, o sea,
el pueblo en política es legitimador del poder de la burguesía y, por lo tanto, de
las diferencias sociales, y en cultura, es excluido y degradado.
“La invocación al pueblo legitima el poder de la burguesía en la medida exacta en que
esa invocación articula su exclusión de la cultura. Y, es en ese movimiento en el que se gestan
las categorías de “lo culto” y “lo popular”. Esto es de lo popular como in-culto, de lo popular
designando en el momento de su constitución en concepto, un modo específico de relación con la
totalidad de lo social, la de una identidad refleja, la de aquello que está constituido no por lo
que es sino por lo que le falta. Definición de pueblo por exclusión, tanto de la riqueza, como
del “oficio” político y la educación” (Martín Barbero, 1982:15-16).
Así se va conformando la distinción de lo culto y lo popular, entendido es-
te último por lo que le falta, por lo negativo y lo inculto. A partir del rechazo
que los ilustrados muestran por toda manifestación cultural proveniente del
pueblo es que se entiende la reacción romántica. Si bien esta última rescata la
idea de pueblo y de lo popular como espacio de creatividad, de actividad y de
producción (éste es su gran aporte), toma al primero -pueblo- como algo
homogéneo, autónomo y manifestación de los valores perdidos a los que habr-
ía que volver, y a lo segundo -lo popular- también con una autonomía (imagi-
nada), sede de lo auténticamente humano y esencia pura de lo nacional. Es en
definitiva una visión metafísica que imagina al pueblo “como el lugar en el que se
conservan intactas virtudes biológicas (de la raza) e irracionales (del amor a la tierra, a la
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El Campo Práctico de la Interculturalidad
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
“La historia del arte y la literatura, que se ocupan de lo culto, el folclore y la antropolog-
ía, consagrada a lo popular, y los trabajos sobre comunicación, especializados en la cultura
masiva”. (García Canclini, 1990:15).
Lo que hace esta visión dividida y compartimentada, es establecer para c a-
da categoría propiedades intrínsecas y características que le serían p ropias en
relación a las culturas que se enfrentan. Y en definitiva, define de una vez para
siempre el contenido de cada concepto sin atender al cambio que sufre período
tras período, ni a los procesos de resignificación y resemantización, ni a las
transformaciones del sentido.
Por último, y después de tantos planteos criticados y desechados, arriba-
mos a un cuarto intento para definir a la cultura popular, al cual nos adscribi-
mos.
Del romanticismo, si bien destacamos el rescate de lo popular como espa-
cio de creación, nos oponemos a que se lo tome como lo puro, auténtico,
incontaminado, y sin contacto, ni conflictos con el capitalismo y la cultura
hegemónica.
Respecto de la Escuela de Frankfurt afirmamos que es valiosa la apertura
filosófica acerca de la cultura dentro de la izquierda, y algunos aspectos de los
conceptos de racionalidad instrumental e industria cultural, pero no podemos
aceptar sin más la idea de pueblo (o por extensión de consumo) sumergido en
una pasividad absoluta, especie de “tontos culturales” en boca de Hall, sin
dejar de soslayar la existencia real de una dominación o un poder cultural,
aunque sus efectos no sean ni omnipotentes, ni exhaustivos.
Y por otra parte, tampoco podemos partir de una cultura popular definida
por su origen o por el conjunto de bienes que le correspondería, en plena
hibridación cultural y descolección posmoderna.
Con los aportes de los Estudios Culturales en sus orígenes, especialmente
la obra de Raymond Williams, hemos tratado de formular un concepto de
cultura popular que nos permita salir, aunque sea provisoriamente, de ciertas
ambigüedades semánticas y avanzar en el conocimiento de la confrontación
que implica nuestra hipótesis inicial al señalar el espacio escolar como un espa-
cio conflictivo entre la cultura popular de quienes aprenden y la cultura oficial
de quienes enseñan.
En este sentido, la caracterización de cultura popular a la que se ha arriba-
do en nuestro marco de análisis reuniría estos aspectos:
a) Es una cultura que tiene lugar por fuera de la institución escolar y en la
que niños y adolescentes encuentran las significaciones más valiosas para
su vida cotidiana.
b) Es la cultura que interviene fuertemente en la formación de valores, de las
percepciones básicas de la vida propia y ajena, de “la estructura del senti-
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El Campo Práctico de la Interculturalidad
129
Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
Notas
social escogido, representa un lugar que entrecruza grupos humanos heterogéneos, que portan
saberes e historias personales y sociales diferentes y que allí deben ser puestas en juego”.
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El Campo Práctico de la Interculturalidad
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
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El Campo Práctico de la Interculturalidad
Introducción
Presentamos, en esta oportunidad, el adelanto de un trabajo en realización
que incluye, en las conclusiones, algunas propuestas en el marco de la educa-
ción intercultural bilingüe. Se trata de un caserío ribereño de la Amazonia
peruana, la Comunidad Nativa Mai Juna, de la Quebrada del Sucusari, situada
en el rio Napo, afluente del rio Amazonas, Departamento de Loreto, Perú. El
trabajo de campo se realiza en el marco del Convenio Interinstitucional entre
el Centro de Investigaciones Precolombinas, del Instituto del Profesorado
Joaquín V. González, Buenos Aires, y la Universidad Nacional de la Amazonia
Peruana, Iquitos, Perú.
A nuestro entender, la enseñanza intercultural bilingüe, en contexto
amazónico, se vuelve una práctica con doble intencionalidad: pedagógica y
política. Pedagógica en tanto procura la socialización en función de un desarr o-
llo integral de las personas y los conjuntos sociales. Y política, por cuanto es su
intención generar estrategias contra los desequilibrios y desigualdades sociales
agudos, profundizados en los últimos años.
El trabajo se organiza en antecedentes sobre el contexto amazónico en la
región de Loreto; la Quebrada de Sucusari, Comunidad Nativa Mai Juna; el
Modulo Bilingüe Sucusari utilizado en la escuela de la comunidad; la intercult u-
ralidad; y, finalmente, las conclusiones.
Antecedentes y contexto
La composición sociocultural de la amazonia loretana abarca distintos as-
pectos. Según la antropóloga Rosa Aguilera de la Universidad Nacional de la
Amazonía Peruana, estos son, sensu Aguilera Ríos (2001): migración y coloni-
zación del área andina; expulsión de población de la selva atraídos por la ilusión
citadina de Iquitos, Perú, que rápidamente los margina a sus áreas más preca-
rias y hostiles, como es el caso del Mercado de Belén, en Iquitos, ampliando la
franja de miseria de la ciudad.
La Amazonía peruana comprende cuatro departamentos: Loreto, Ucayali,
Madre de Dios (selva baja) y San Martín (selva alta). Se diferencia en dos áreas:
área de selva amazónica y área de la cuenca del rio Amazonas, sensu Moscoso
Conde (2001). La economía campesino-ribereña es muy compleja, su pobla-
ción es la más flexible para moverse entre la economía de mercado y la pro-
ducción para el autoconsumo. Sus actividades son la pesca, caza, agricultura
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
migratoria por roza. En las chacras cultivan yuca, maíz, frijoles, plátanos. En
ellas trabajan las mujeres para el cultivo y la recolección; mientras los hombres
preparan las chacras, la roza, el desmonte. También crían gallinas, patos, cerdos
(Moscoso Conde, 2001). La economía indígena, por su parte, con ocupantes
ancestrales de las cuencas fluviales, desarrollaron su cultura e identidad a pesar
de soldados, misioneros, regatones, colonos, caucheros, petroleros y última-
mente, narcotraficantes (Aguilera Ríos, 2001). Combina agricultura de peque-
ña escala, horticultura, caza, pesca, extracción forestal, industria artesanal.
Hombres y mujeres reparten tareas de chacra, unos rozan, tumban, queman,
pescan, etc. Mientras ellas siembran, cultivan, cosechan, preparan comidas,
hilan y tejen, cuidan de los niños.
En este contexto, Garcia Sotil (1997, 2004, 2007) sostiene que el maestro
bilingüe no está preparado para la interculturalidad; por el contrario, egresa del
instituto o de la universidad con una formación fuertemente etnocéntrica que
continua presentando el relato de la historia mestizo-criolla del Perú, relato que
solo considera historia nacional los acontecimientos de la sierra y la costa pe-
ruana y excluye la historia de la selva.
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
La interculturalidad
La interculturalidad es un concepto producido en las últimas décadas en el
marco del avance de las políticas económicas monetaristas de la Escuela de
Chicago de 1950 y su versión neoliberal (Achili, 2006). Entre los aspectos que
incidieron en su formación se pueden hacer notar la transformación socioe-
conómica y política en las formas actuales del neoliberalismo, acentuando la
especulación financiera, la concentración del capital con desindustrialización,
desempleo, exclusión del mercado laboral, empobrecimiento de amplios secto-
res de trabajadores.
La aplicación de estas políticas, en los gobiernos latinoamericanos de fina-
les del siglo XX, produjo el debilitamiento en el rol del Estado como garante
de derechos sociales. Se incremento la fragmentación social con un fuerte
individualismo competitivo, incluidas las políticas educativas, con el despresti-
gio de las prácticas educativas escolares por ineficaces y falta de calidad (Achili,
2006). Ello incentivo la retirada del Estado de la educación para promover, en
su reemplazo, comunidades educativas de padres, alumnos y educadores ge s-
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
Agradecimientos
-Al Profesor Gabel Daniel García Sotil por su amable generosidad y sus co-
mentarios sobre estudios de la educación intercultural bilingüe en la región
Omagua.
-Al CIP (Centro de Investigaciones Precolombinas), Instituto del Profesorado
Joaquín V, González. Buenos Aires.
Notas
1En visitas realizadas en los meses de febrero de 1998, 1999, 2000, 2002 y en
2004 cuando visitamos las Comunidad Mestiza de Centro Arenal. En el marco
del Convenio Interinstitucional entre el CIP y la UNAP.
Referencias Bibliográficas
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LOS AUTORES
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
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ÍNDICE
Prologo………………………………….………………..……….....…....5
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Las Bases Historico-Politicas de la Intercuturalidad
Los autores…………………………………………………………...13 9
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