Nutrición y Envejecimiento
Nutrición y Envejecimiento
Nutrición y Envejecimiento
INGESTA CALÓRICA
Las calorías son unidades de calor que se utilizan para medir la energía disponible en los
alimentos consumidos. Dado que en los requisitos energéticos de los individuos existen
amplias diferencias, el número de calorías que necesitan difiere también significativamente.
En la cantidad de calorías utilizadas por una persona influyen numerosos factores: patrones
de actividad, género, complexión, edad, temperatura corporal, estado emocional y
condiciones del clima en que vive. Las enfermedades agudas y crónicas tienen también
incidencia en las necesidades calóricas. En general, cuando la ingesta de calorías de una
persona está en equilibrio con las necesidades energéticas del organismo, el peso se mantiene
constante. En cambio, si la ingesta calórica es superior a dichas necesidades, el exceso se
convierte en tejido adiposo (grasa) y se almacena, con lo que el individuo gana peso. Cuando
la ingesta de calorías es inferior a las necesidades energéticas, la persona adelgaza.
Los distintos nutrientes aportan cantidades diferentes de calorías. Las grasas, que pueden
provenir de fuentes vegetales (como la margarina) o animales (p. ej., la mantequilla),
producen 9 cal/g. En las proteínas y los hidratos de carbono esta cifra disminuye a 4 cal/g.
Las vitaminas, los minerales y el agua no producen calorías. Las generadas por el alcohol,
estimadas en 7 cal/g, carecen de valor nutritivo.
Los estudios han revelado que las necesidades calóricas en personas sanas disminuyen
gradualmente con la edad, ya que existe un descenso en la masa muscular y de tejido magro
y un incremento en el tejido adiposo. Con estos cambios en músculos y grasas, la tasa
metabólica basal (velocidad a la que el organismo consume las calorías) se reduce. La
disminución normal en la actividad física que se observa comúnmente con el envejecimiento
ralentiza aún más el ritmo al que el cuerpo quema las calorías. Las personas sanas que se
mantienen activas y hacen ejercicio probablemente apenas necesitarán modificar su ingesta
calórica. En cambio, los individuos inactivos tal vez tengan que limitar significativamente
esta ingesta. El valor mínimo recomendado diario para cubrir de forma adecuada las
necesidades nutricionales es 1.200 cal.
El índice de masa corporal (IMC) es un número calculado a partir del peso y la estatura que
sirve de indicador fiable para medir la cantidad de grasas corporales de la mayoría de las
personas. Mediante gráficos de IMC es posible determinar si se tiene un peso normal o por
debajo de la normalidad, o bien parámetros ponderales que indiquen sobrepeso u obesidad
NUTRIENTES
Aunque los requisitos calóricos a menudo se reducen con la edad, siempre es preciso incluir
todos los nutrientes. Por tanto, conviene elegir alimentos con alto valor nutricional (densos
en nutrientes) y relativamente pocas calorías para obtener una máxima cantidad de
nutrimento para el organismo, a la vez que se reduce el número de calorías. Los nutrientes
vitales que necesitan todas las personas son los hidratos de carbono, las proteínas, las grasas,
las vitaminas, los minerales y los líquidos. Dado que muchos alimentos contienen
combinaciones diversas de los mismos, se han desarrollado distintos métodos para
determinar el equilibrio nutricional. Una forma de medir la idoneidad de la dieta y de la
ingesta nutricional de una persona consiste en comparar dicha ingesta con estándares
aceptados. Basada en las Guías dietéticas para los estadounidenses, MyPlate es una
representación visual de hábitos de alimentación saludables diseñada por el gobierno de EE.
UU. El plato de la imagen se divide en grupos de alimentos codificados por colores que
comprenden verduras, fruta, cereales y proteínas, con los lácteos a un lado. Con
independencia de la cantidad total de alimentos que se consuman, deberá mantenerse un
equilibrio en la proporción de los constituyentes de cada grupo.
El plan aspira a ser sencillo, para que puedan utilizarlo personas de todas las edades y sustrato
educativo. Más que una dieta, MyPlate ofrece un plan de salud que estimula a los usuarios a
que adopten hábitos sanos de alimentación e incrementen su actividad Entre las
recomendaciones generales del U.S. Department of Agriculture (USDA) (2015) para la
población general se incluyen:
Seguir un patrón de alimentación sana que mantenga todos los alimentos y las bebidas
dentro de un intervalo de calorías adecuado.
Consumir menos del 10% de calorías al día de azúcares añadidos.
Tomar menos del 10% de calorías al día de grasas saturadas.
Consumir menos de 2.300 mg/día de sodio.
Si se ingiere alcohol, hacerlo con moderación.
Seguir las pautas establecidas de actividad física.
HIDRATOS DE CARBONO
Las proteínas están formadas por aminoácidos, que son esenciales para la reparación y la
cicatrización de los tejidos. Al envejecer, las necesidades de proteínas se mantienen
constantes o pueden incrementarse ligeramente para compensar la pérdida de tejido magro.
Según las Guías dietéticas para los estadounidenses (USDA, 2015), la IDR de proteínas para
las mujeres adultas es de 46 g/día; para hombres adultos, la cantidad diaria recomendada se
sitúa en 56 g/día. Los datos de la National Health and Nutrition Examination Survey revelan
que el 10-25% de las mujeres de más de 55 años consumen menos de la mitad de la cantidad
diaria recomendada de proteínas. El incremento de consumo proteínico se ha vinculado con
una menor incidencia de fragilidad en las personas mayores (Feng, 2017). Este consumo
puede verse afectado por numerosos factores, entre ellos la capacidad de procurarse y
prepararse las comidas, el coste de los alimentos con proteínas e incluso la capacidad de
masticar los alimentos muy proteínicos habituales.
GRASAS
Las grasas son deseables porque añaden sabor a los alimentos y aportan una sensación de
saciedad. Los alimentos sin grasas resultarían menos atractivos, con peor sabor y no muy
satisfactorios. Cuando se considera la ingesta de grasas en la dieta, es importante vigilar los
tipos de grasas que se toman.
El organismo incorpora las grasas en unas sustancias conocidas como lipoproteínas, que
contienen colesterol y proteínas. Existen tres clases importantes de lipoproteínas: de alta
densidad (HDL, high-density lipoproteins), de baja densidad (LDL, low-density lipoproteins)
y de muy baja densidad (VLDL, very low-density lipoproteins). Las lipoproteínas LDL están
formadas principalmente por colesterol y, según se cree, contribuyen a las enfermedades de
los vasos sanguíneos.
Las VLDL están constituidas sobre todo por triglicéridos y pueden contribuir a las
enfermedades de los vasos, aunque en menor medida. Las lipoproteínas HDL, las llamadas
grasas saludables, se componen sobre todo de proteínas que aparentemente protegen frente a
las afecciones de los vasos. Algunas personas que han tomado alimentos ricos en colesterol
durante toda su vida pueden mostrarse reacias a cambiar sus hábitos de alimentación cuando
envejecen. Por otra parte, puede resultarles difícil comprar y preparar las comidas de una
manera distinta. Otras aprenden a cambiar acertadamente su ingesta dietética para evitar los
alimentos con alto contenido en estas sustancias.
VITAMINAS
Las vitaminas son compuestos orgánicos presentes en los alimentos de forma natural.
También pueden producirse sintéticamente. Las vitaminas son necesarias para diversos
procesos metabólicos y fisiológicos. Se clasifican en liposolubles e hidrosolubles. Las
vitaminas liposolubles comprenden las A, D, E y K. La vitamina C y las del complejo B son
hidrosolubles. Los beneficios de las vitaminas para las personas mayores están siendo objeto
de estudios pormenorizados. Los investigadores que suscriben la teoría de los radicales libres
están analizando los efectos de las vitaminas antioxidantes. Se ha postulado que estas
vitaminas tienen capacidad para bloquear o neutralizar los radicales libres y evitan el daño
celular, con lo cual ralentizan los efectos del envejecimiento y previenen enfermedades como
el cáncer, las cardiopatías y la enfermedad de Alzheimer. Aunque los trabajos científicos en
este campo parecen prometedores, sus resultados todavía no son convincentes en cuanto a la
efectividad de las vitaminas antioxidantes ni ofrecen una comprensión adecuada y
satisfactoria de su método de acción, su dosis terapéutica y sus efectos a largo plazo. Las
vitaminas A, C y E, junto con los β-carotenos, se consideran antioxidantes. Las deficiencias
vitamínicas se han relacionado con diversos problemas padecidos por los adultos mayores,
entre los cuales se incluyen:
Las personas mayores que consumen dietas equilibradas tal vez no necesiten suplementos
vitamínicos. Las que presentan mayores factores de riesgo, como trastornos digestivos o una
ingesta nutricional inadecuada, pueden beneficiarse de suplementos vitamínicos
seleccionados. Los suplementos deben utilizarse con precaución y bajo la tutela del médico
o el dietista. Las cantidades sobrantes de las vitaminas hidrosolubles se eliminan rápidamente
del organismo y plantean menos riesgos. En cambio, las cantidades excesivas de vitaminas
liposolubles (A, D, E y K) se retienen en el tejido graso o se almacenan en el hígado. El
consumo en exceso de estas vitaminas puede llevar a síntomas tóxicos e incluso a una lesión
hepática permanente.
MINERALES
Los minerales son elementos químicos inorgánicos necesarios para muchas de las funciones
del cuerpo. Aunque constituyen una pequeña proporción del peso corporal total, un pequeño
desequilibrio en sus contenidos puede tener efectos importantes.
El calcio, el mineral más abundante en el organismo, es necesario para la formación del hueso
y de los dientes, la transmisión y conducción de los impulsos nerviosos, la contracción
muscular (incluida la función cardíaca) y la coagulación sanguínea. Las principales fuentes
de calcio en la dieta son la leche y los productos lácteos. Normalmente, el calcio se retiene
en los huesos, y solo en una pequeña cantidad (1%) se aloja en los tejidos y en la sangre. Con
el envejecimiento y la pérdida de movilidad, los huesos tienden a perder calcio, con lo que
se produce osteoporosis. En algunos estados patológicos, cantidades anómalas de calcio salen
del hueso, entran en el torrente sanguíneo y provocan hipercalcemia, entendida como
concentraciones elevadas de calcio en la sangre. La hipercalcemia se observa en cuadros de
hiperparatiroidismo, atrofia por desuso, tumores óseos metastásicos y exceso de vitamina D.
Los individuos afectados por hipercalcemia pueden mostrar síntomas como confusión, dolor
abdominal, dolores musculares, debilidad y anorexia. Estos síntomas aparecen a menudo
combinados en las personas mayores, porque son poco visibles y se comparten con otras
muchas afecciones. Las concentraciones extremadamente altas de calcio en la sangre pueden
provocar shock, insuficiencia renal e incluso la muerte. Cuando los riñones intentan
deshacerse del exceso de calcio en el organismo, se observa hipercalciuria (aumento de calcio
en la orina) y aumenta el riesgo de litiasis renal (cálculos en el riñón).
Es importante mantener una ingesta adecuada de calcio durante toda la vida, pero sobre todo
en personas con riesgo de desarrollar osteoporosis, especialmente las mujeres
posmenopáusicas. El calcio puede interrumpir el avance de la osteoporosis. La vitamina D
ayuda a absorber el calcio. Por este motivo, se añade vitamina D a los productos lácteos, la
margarina enriquecida y otros muchos suplementos de calcio. El fósforo se necesita para la
formación normal de los huesos y los dientes, la activación de algunas vitaminas B, el
funcionamiento neuromuscular normal, el metabolismo de los hidratos de carbono, la
regulación del equilibrio acidobásico y otros procesos fisiológicos. Una ingesta nutricional
inadecuada de fósforo puede provocar pérdida de peso o anemia. Las fuentes típicas de
compuestos de fósforo en la dieta son los productos lácteos, la carne, la yema de huevo, los
guisantes, las alubias, los frutos secos y los cereales integrales. Debido a su amplia
disponibilidad, cumplir con los requisitos dietéticos de este mineral no suele ser un problema,
salvo que el afectado siga una dieta muy estricta. El hierro ocupa el centro de la parte hemo
de la hemoglobina.
Esta sustancia, presente en los eritrocitos, transporta oxígeno a las células y extrae de ellas el
dióxido de carbono. Sin cantidades adecuadas de hierro, el organismo no puede producir
suficiente hemoglobina. Cuando las concentraciones de hemoglobina descienden por debajo
de lo normal, se produce anemia.
Las personas aquejadas de anemia pueden manifestar una amplia diversidad de síntomas,
según la gravedad de la afección: fatiga, disnea con el ejercicio, taquicardia, palpitaciones,
cefalea, insomnio, vértigo, palidez (sobre todo de las membranas mucosas) y frialdad en las
extremidades. Los cambios normales del envejecimiento u otros procesos patológicos pueden
emular estos síntomas e impedir que se reconozca la anemia. Se necesitan estudios de
laboratorio de los valores de hemoglobina para determinar si existe una anemia. Por lo
común, en las personas mayores se observan dos formas de anemia nutricional: ferropénica
y perniciosa.
El sodio es un mineral muy común en la naturaleza y uno de los elementos más importantes
del organismo. Los iones de sodio intervienen en los equilibrios acidobásico e hídrico, la
transmisión de impulsos nerviosos y la contracción muscular. El sodio se encuentra
principalmente en el líquido extracelular. Los valores de sodio están regulados por los
riñones, que retienen o eliminan este elemento de acuerdo con las necesidades del cuerpo. El
sodio interacciona con el potasio como parte del intercambio de líquidos a través de las
membranas celulares. Muchos alimentos tienen un alto contenido en sodio de forma natural.
La modalidad más común y concentrada es el cloruro de sodio, o sal de mesa. La dieta
estadounidense típica suele ser más rica en sodio de lo que se necesita nutricionalmente. Los
adultos mayores a menudo comen alimentos procesados, ya sea en lata o congelados, que
utilizan sodio como conservante. Muchas personas echan sal a la comida antes de probarla.
Unos valores excesivos de sodio en la sangre, o hipernatremia, pueden provocar retención de
líquidos e hipertensión, así como elevar el riesgo de osteoporosis, ya que el sodio sobrante
fomenta un aumento de la excreción de calcio en la orina. Por lo común, las personas con
hipertensión, insuficiencia renal o afecciones cardíacas deben seguir dietas bajas en sodio, y
para muchas de ellas la comida pierde sabor y atractivo si se prepara con menos sal. Como
consecuencia, estas personas podrían reducir su ingesta en general.
El potasio es el principal ion intracelular del organismo. Los iones de potasio desempeñan
un papel importante en los equilibrios acidobásico e hidroelectrolítico y en la función
neuromuscular normal (con el sodio). El potasio es menos abundante en las dietas de las
personas mayores que otros minerales. Las fuentes naturales de este elemento comprenden
los cítricos, la leche, los plátanos y el zumo de manzana. La deficiencia de potasio, o
hipopotasemia, es relativamente común en los adultos mayores. Muchos diuréticos y
antihipertensivos consumen el potasio del cuerpo, como sucede también, por ejemplo, en
caso de diarreas frecuentes o prolongadas. Entre los síntomas de hipopotasemia se incluyen
debilidad muscular, anorexia, palpitaciones, irritabilidad, somnolencia, depresión y
desorientación. La debilidad muscular intensa es un signo muy habitual relacionado con una
disminución en las concentraciones de potasio. La hipopotasemia secundaria a tratamientos
digitálicos es una causa frecuente de arritmias cardíacas. Como no todos los pacientes que
presentan concentraciones reducidas de potasio muestran síntomas observables, los
profesionales de enfermería deben revisar los estudios de laboratorio para verificar los
valores de los electrólitos. A menudo se prescriben suplementos para elevar las bajas
concentraciones de potasio en la sangre.
Williams, Patricia A.. Enfermería geriátrica (Spanish Edition) (p. 112). Elsevier
Health Sciences. Edición de Kindle.