SUC - Unidad 12
SUC - Unidad 12
SUC - Unidad 12
La revocación es el acto por el cual el testador deja sin efecto una disposición testamentaria anterior.
La declaración de voluntad que el testador materializa en el testamento tiene como destino regir para
después de su muerte. Hasta ese momento, los instituidos no adquieren derecho alguno, y el testador puede
modificar su voluntad exteriorizando dicho cambio, puesto que el testamento es un acto esencialmente
revocable. Así el art. 2511 prescribe: “El testamento es revocable a voluntad del testador y no confiere a los
instituidos derecho alguno hasta la apertura de la sucesión. La facultad de revocar el testamento o modificar sus
disposiciones es irrenunciable e irrestringible”.
La revocación priva de sus efectos al testamento o a la cláusula o las cláusulas revocadas. Y los que eran
beneficiarios no podrían pretender del testador un resarcimiento de daños por el hecho de haber ejercitado
éste la facultad de revocar un testamento, puesto que los instituidos no gozan de ningún derecho en vida del
causante.
De todas maneras es preciso hacer una salvedad: el testamento revocado queda privado de todos sus efectos
en cuanto acto de disposición de bienes, pero si el acto contiene otras manifestaciones, tales como
reconocimiento de hijos, reconocimiento de obligaciones, etcétera, estas manifestaciones no son alcanzadas
por los efectos de la revocación, ya que no quedan privadas de eficacia las declaraciones del testador que
configuren una confesión extrajudicial de relaciones jurídicas con terceros
La revocación de los testamentos puede provenir de una manifestación de voluntad expresa del testador
materializada en un nuevo testamento (Art. 2512, CCC) o tácita, esto es cuando la ley dispone ese efecto
ante el acaecimiento de determinados hechos o actos del testador que demuestran la insubsistencia de la
voluntad plasmada en un testamento anterior, como sucede con la revocación por matrimonio posterior ( Art.
2514, CCC), o por testamento posterior (Art. 2513, CCC).
Según lo establece el Artículo 2512 del CCC “La revocación expresa debe ajustarse a las formalidades propias
de los testamentos”. La revocación supone, al menos indirectamente, una disposición de bienes para después
de la muerte, en realidad se trata de un acto equivalente a testar. Para revocar un testamento es necesario un
acto jurídico que tenga todas las formalidades de los testamentos.
TESTAMENTO POSTERIOR.-
Art. 2513.- El testamento posterior revoca al anterior si no contiene su confirmación expresa, excepto que de las
disposiciones del segundo resulte la voluntad del testador de mantener las del primero en todo o en parte.
En su redacción original, el derogado CC exigía la confirmación del testamento anterior por uno posterior. Así,
surgía del artículo 3828, en su versión original: "El testamento posterior anula el anterior en todas sus partes, si
no contiene confirmación del primero". Disposición ésta que, a raíz de las dificultades y discusiones que
originaba en la práctica, fue modificada por la Ley 17711 que dispuso que: "El testamento posterior revoca al
anterior sólo en cuanto sea incompatible con las disposiciones de este".
Tal modificación posibilitó que se interpretara que la incompatibilidad entre testamentos podía ser material o
intencional, es decir, no solo podía surgir de la imposibilidad de cumplir simultáneamente los testamentos,
sino también de la voluntad del testador de revocar el anterior testamento y ello podía inferirse del último'. Su
determinación era una cuestión de interpretación en cada caso, partiendo del principio general de que el
testamento posterior no revoca al anterior. y ante la duda, debía considerarse que ambos eran compatibles.
El Código Civil y Comercial retoma el criterio del Código Civil originario e incorpora entonces, la
confirmación expresa del testador para que el testamento posterior no revoque al anterior, con la salvedad de
que no habrá revocación si del último testamento surge que la voluntad del testador no es dejar sin efecto el
anterior.
MATRIMONIO POSTERIOR.-
Art. 2541.- El matrimonio contraído por el testador revoca el testamento anteriormente otorgado, excepto que
en éste se instituya heredero al cónyuge o que de sus disposiciones resulte la voluntad de mantenerlas después
del matrimonio.
El artículo en comentario se relaciona con el art. 3826 del Código Civil, al cual perfecciona y aclara
determinando en forma precisa que el matrimonio posterior no establece una presunción iuris et de iure de
revocación del testamento.
En principio el matrimonio posterior revoca el testamento porque el legislador presupone que el nuevo
matrimonio del causante produce un desplazamiento de afectos y de deberes.
La excepción a esta previsión legal se configura cuando en el testamento se instituye heredero al cónyuge, o
cuando de sus disposiciones resulta la voluntad de mantenerlas después del matrimonio, en este caso, el
testamento será válido.
El artículo claramente dispone que se trata de una presunción iuris tantum porque admite prueba en
contrario, ya que permite que el testamento anterior al matrimonio tenga valor si de sus disposiciones resulte
la voluntad de mantenerlas después del matrimonio.
Art. 2515. - El testamento ológrafo es revocado por su cancelación o destrucción hecha por el testador o por
orden suya.
Cuando existen varios ejemplares del testamento, éste queda revocado por la cancelación o destrucción de todos
los originales, y también cuando ha quedado algún ejemplar sin ser cancelado o destruido por error, dolo o
violencia sufridos por el testador.
Si el testamento se encuentra total o parcialmente destruido o cancelado en casa del testador, se presume que la
destrucción o cancelación es obra suya, mientras no se pruebe lo contrario.
Las alteraciones casuales o provenientes de un extraño no afectan la eficacia del testamento con tal de que
pueda identificarse la voluntad del testador por el testamento mismo.
No se admite prueba alguna tendiente a demostrar las disposiciones de un testamento destruido antes de la
muerte del testador, aunque la destrucción se haya debido a caso fortuito.
Mientras que la destrucción se refiere al destrozo material del testamento ológrafo, la cancelación tiene lugar
cuando en el texto del testamento se introducen rayas o se colocan inscripciones tales como "anulado "o
"cancelado".
En ambos casos, para que sean supuestos de revocación del testamento, deben originarse en actos llevados a
cabo por el testador, o por un tercero pero en cumplimiento de una orden del testador. Además, es necesario
que resulten afectados todos los originales que existan del testamento, salvo que haya quedado algún
ejemplar sin ser cancelado o destruido por error, dolo o violencia sufridos por el testador.
Es importante destacar, que como el testamento es la declaración de última voluntad si fue destruido antes de
la muerte del testador, aun por caso fortuito no es admitida la prueba de las disposiciones que contenía. La
misma solución preveía el Código derogado. Ahora, si la destrucción se produce luego de fallecido el
testador, no provoca su revocación, dado que no fue su voluntad destruirlo. Queda la posibilidad de probar el
contenido de sus disposiciones una vez abierta la sucesión.
Artículo 2516.- La transmisión de la cosa legada revoca el legado, aunque el acto no sea válido por efecto de
forma o la cosa vuelva al dominio del testador. El mismo efecto produce la promesa bilateral de compraventa,
aunque el acto sea simulado.
La subasta dispuesta judicialmente y la expropiación implican revocación del legado, excepto que la cosa vuelva
a ser propiedad del testador.
La transformación de la cosa debida al hecho del testador importa revocación del legado.
La enajenación de cosa cierta, a título oneroso o, a título gratuito realizada con posterioridad al testamento,
produce la revocación del legado. Independientemente si la enajenación contiene un pacto de retroventa o la
cosa reingresa al patrimonio del testador.
Todo acto de disposición voluntaria que transmita el dominio de la cosa produce este efecto revocatorio,
como la venta, la permuta, la dación en pago, la donación, el leasing si el tomador ejerce la opción de compra,
etcétera.
La doctrina entiende que la enajenación debe ser realizada por el propio testador o, en su defecto, por un
mandatario con poder especial para que produzca efecto revocatorio. El efecto revocatorio se produce por la
voluntad de enajenar manifestada por el testador, independientemente del resultado, por lo tanto, si no se
transfiere el dominio por causas ajenas al testador, la disposición testamentaria queda igualmente revocada.
Respecto de la nulidad del acto de enajenación, durante la vigencia del derogado Código Civil se distinguía
según el motivo de la nulidad: si era por defecto de forma o por afectación del discernimiento del testador",
pues lo importante era establecer si tuvo intención de dejar sin efecto su disposición de última voluntad. Sin
embargo, el artículo 2516 deriva la revocación tanto por la nulidad por defecto de forma o, en forma genérica,
"la cosa vuelva al dominio del testador''. es decir, sin distinguir la causa de la nulidad.
Si bien la transformación de la cosa legada produce la revocación del legado, ello no sucede en todos los
casos, ya que es necesario determinar si la transformación fue por el testador o como consecuencia de un
hecho ajeno a su voluntad, como por ejemplo, por caso fortuito o por el hecho de un tercero. Solo cuando la
transformación sea a causa de la voluntad del testador se considera revocado el legado.
Es principio de la sucesión mortis causa que el beneficiario de la transmisión debe sobrevivir al causante, ya
que es su sucesor. En este sentido, el art. 2518 del Código Civil y Comercial dispone: "La institución de
heredero o legatario caduca cuando el instituido muere antes que el testador o antes del cumplimiento de la
condición de la que depende la adquisición de la herencia".
La regla general del artículo en comentario no se aplica cuando el legado es hecho a favor de una persona y
sus herederos, supuesto en el cual la muerte del legatario antes de las épocas indicadas en la citada norma, no
causa la caducidad del legado, que pasa a sus herederos .
Otra excepción tiene lugar cuando se trata de legados hechos al título o cualidad de que el legatario estaba
investido, más que a su persona. Así, por ejemplo, "si el legado fuese hecho al titular de un cargo caducaría si la
función hubiese dejado de existir".
Art. 2519 - El legado de cosa cierta y determinada caduca cuando ésta perece totalmente, por cualquier causa,
antes de la apertura de la sucesión o del cumplimiento de la condición suspensiva a que estaba sometido;
también cuando perece por caso fortuito, después de la apertura de la sucesión o del cumplimiento de la
condición.
Si la cosa legada perece parcialmente, el legado subsiste por la parte que se conserva.
El legado caduca por la transformación de la cosa por causa ajena a la voluntad del testador, anterior a la
muerte de éste o al cumplimiento de la condición suspensiva.
El legado caduca cuando la cosa "determinada en su individualidad" desaparece o se pierde totalmente, antes
de la muerte del testador, pues es evidente que si el objeto legado ha dejado de existir al momento de la
apertura del sucesorio el legado carece de objeto. En estos supuestos, resulta indiferente la causa del
perecimiento, ya que el legado caducará tanto si aquél se debe al hecho del testador o de un tercero, o ha
mediado un caso fortuito.
En cambio, si la cosa perece luego del fallecimiento del causante, ésta se pierde para el legatario que la ha
adquirido de pleno derecho, salvo, claro está, que la adquisición esté sujeta a una condición y la pérdida se
produzca antes de su cumplimiento por caso fortuito.
En caso de que la cosa haya perecido parcialmente, la manda tendrá eficacia por lo que subsista de aquélla.
Cuando con posterioridad al testamento la cosa cierta legada es objeto de una transformación, dando
surgimiento a una nueva especie es menester distinguir dos supuestos:
1. Si la transformación resulta del hecho voluntario del testador: debe reputarse que ha mediado un
supuesto de revocación tácita del testamento, ya que es dable presumir su intención de no mantener la cosa
legada en su patrimonio en el estado en que se encontraba al tiempo de otorgar el testamento.
2. Si la transformación obedece a un caso fortuito o al hecho de un tercero —o incluso al acto
involuntario del testador—: se juzga que se trata de un supuesto de caducidad en los términos del artículo por
inexistencia de la especie original en el patrimonio del causante.
La distinción formulada cobra relevancia por cuanto en la primera hipótesis, la revocación del legado impedirá
definitivamente su eficacia, aun cuando la cosa recuperara su forma o especie original; en tanto que en la
segunda, de recuperar la cosa su estado original, hará revivir la manda.
“El legatario puede renunciar al legado en tanto no lo haya aceptado” (Art. 2521, CCC). Cualquier interesado
puede pedir al juez que se fije un plazo para que el instituido se pronuncie, bajo apercibimiento de tenerlo
por renunciante.
Como los legados son indivisibles, el legatario no puede aceptarlo solo en parte. Por ello la renuncia del
legado no puede ser parcial (Art. 2522, CCC). El mismo artículo establece que en caso de ser beneficiario de
dos o más legados y uno de ellos sea con cargo, el legatario no puede renunciar a este y aceptar los legados
libres. Es decir, la renuncia al legado es total y a todos los legados, si es que alguno era con cargo. Pero nada
obsta a que si todos los legados son con cargo, se renuncie a todos ellos.
Por último, el art. 2520 del CCC establece que los legados pueden ser revocados a instancia de los
interesados por:
a) ingratitud del legatario, que se produce cuando después de haber entrado en el goce de los bienes
legados, este injuria gravemente la memoria del causante;
b) incumplimiento de los cargos impuestos por el testador, si son la causa final de la disposición; en este
caso, los herederos quedan obligados al cumplimiento de los cargos.
El derecho de acrecer tiene lugar en las sucesiones testamentarias, y es aquel que le permite al heredero o
legatario aprovechar la parte de su coheredero o colegatario cuando este no la recoge.
Conforme ya estudiamos, los herederos tienen un llamamiento universal, es decir, vocación al todo de la
herencia. De allí que ante la falta de un coheredero, los restantes pueden expandir su vocación a la totalidad
de la herencia. En cambio, los herederos de cuota o los legatarios tienen una vocación limitada al legado. Por
ello, el testador puede disponer expresamente en su testamento que les reconoce el derecho de acrecer. Pero
no es el único caso, porque también puede presumirlo la ley.
El art. 2489 del CCC dispone: “Cuando el testador instituye a varios herederos en una misma cuota, atribuye
un bien conjuntamente a varios legatarios, cada beneficiario aprovecha proporcionalmente de la parte
perteneciente al heredero o legatario cuyo derecho se frustra o caduca. Los favorecidos por el acrecimiento
quedan sujetos a las obligaciones que pesaban sobre la parte acrecida, excepto que sean de carácter personal. El
derecho de acrecer se transmite a los herederos”.
Entonces la institución de varios herederos en una misma cuota o la atribución conjunta de un bien conlleva el
derecho de acrecer sobre la porción perteneciente al coheredero o legatario que finalmente no la recibe.
El Código velezano, no contenía ninguna regla sobre el acrecimiento en la sucesión legítima, tratando el
derecho de acrecer solamente respecto de la sucesión testamentaria.
El derecho de acrecer favorece a los herederos de una misma cuota, o a los legatarios a los que se les atribuye
conjuntamente un bien. Para que proceda el acrecimiento se requiere que el derecho que corresponde a un
heredero sobre su parte, o al legatario, se frustre o caduque (e.g. renuncia, premoriencia o incapacidad de uno
de los herederos testamentarios). En ese supuesto, el otro coheredero o colegatario aprovecha
proporcionalmente la parte perteneciente al heredero o legatario cuyo derecho se frustra o caduca.
Dentro de la esfera en que el testador puede disponer, su voluntad es decisiva, mientras no pretenda darle un
sucesor al sucesor, puede no solamente determinar quién lo sucederá, sino además quién se beneficiará en
caso de que falle alguno de los llamamientos.
Puede ocurrir que el testador instituya a varios herederos en una misma cuota, o atribuya un bien
conjuntamente a varios legatarios, imponiendo el cumplimiento de determinadas obligaciones u cargas. Los
favorecidos por el acrecimiento quedan entonces sujetos a las obligaciones y cargas que pesaban sobre la
parte acrecida, excepto que sean de carácter personal.
El acrecimiento impone a quienes aprovechan la parte vacante todas las obligaciones o cargas que el testador
había dispuesto a la parte perteneciente al heredero o legatario cuyo derecho se frustra o caduca. Esta regla
se aplica, salvo que se tratare de obligaciones o cargas que, por su naturaleza, hayan sido impuestos de
manera personal por el testador.
En la institución de heredero, el CC se servía de las conjunciones que podían darse en el llamamiento a los
herederos para la interpretación de la voluntad del testador. Esas conjunciones constituían presunciones iuris
tantum y eran de tres tipos:
Real. Cuando el testador deja una misma cosa a dos o más personas en un mismo testamento, pero
en cláusulas separadas (e.g. “Lego mi viña a Francisco. Lego mi viña a Valentina”).
Verbal. Cuando el testador llama a dos persona a la misma cosa en una misma declaración, pero con
expresando que no deja a cada una sino cierta parte determinada (e.g. “Dejo mis bienes a Juan y a Dolores por
partes iguales”).
Real y Verbal. Cuando el testador deja una misma cosa a dos o más personas en una misma cláusula
simplemente y sin división de partes (e.g. “Lego mi camioneta a Luis y a Daniel”).
En el primer caso puede ejercerse derecho de acrecer, puesto que Valentina y Francisco se repartirán con
igualdad la viña del causante, y si alguno de ellos falta o no concurre, el otro tomará para sí la totalidad del
legado.
En el segundo caso, en tanto, no puede darse el derecho de acrecer, porque como Juan y Dolores son
herederos llamados a porciones distintas de la herencia, puede decirse que son herederos de cosas distintas.
Finalmente, en la conjunción verbal y real sí debe darse el derecho de acrecer, puesto que si se reconoce el
mismo ante diferentes cláusulas, más todavía cuando se trata de una sola en que no se señalen partes, siendo
más estrecha la unión en la cosa y en las palabras.
El derecho de acrecer se transmite a los herederos. Si uno de los herederos o legatarios llamados
conjuntamente fallece, transmite su derecho a sus propios herederos.
El albacea o ejecutor testamentario es la persona designada por el testador para hacer cumplir sus
disposiciones de última voluntad.
Zanonni explica: “El testador puede designar a una o más personas como encargadas de velar por el
cumplimiento de estas obligaciones, pago de legados, modo de realizar los bienes, etcétera. Si no lo hace así,
dicho cumplimiento quedará a cargo de los herederos dentro del proceso sucesorio y será el juez quien, en última
instancia, establezca el alcance de las disposiciones testamentarias frente a un conflicto con terceros interesados
en ese cumplimiento”.
Art. 2323.- Las atribuciones del albacea designado en el testamento son las conferidas por el testador y, en
defecto de ello, las que según las circunstancias son necesarias para lograr el cumplimiento de su voluntad.
El testador no puede dispensar al albacea de los deberes de inventariar los bienes y de rendir cuentas.
Si el testador designa varios albaceas, el cargo es ejercido por cada uno de ellos en el orden en que están
nombrados, excepto que el testador disponga el desempeño de todos conjuntamente. En tal caso, las decisiones
deben ser tomadas por mayoría de albaceas y, faltando ésta, por el juez.
La redacción del nuevo CCC sintetizó las atribuciones del albacea y la cantidad de personas que pueden
designar los testadores para ejecutar su testamento en un solo artículo.
Respecto de la pluralidad de albaceas, el nuevo CCC mantiene el principio general en cuanto será ejercido por
cada uno de los albaceas en el orden en que estuviesen designados en el instrumento testamentario, salvo
que el testador hubiese dispuesto el ejercicio conjunto.
En este último supuesto, el CCC agregó que a los efectos de tomar decisiones se computará los votos por la
mayoría de los albaceas y a falta de ésta, lo será por el juez interviniente. En relación a la cantidad de albaceas
que pueden ser designados y la forma de ejecución del o de los testamentos, el nuevo CCC ha suprimido de
su anterior redacción la solidaridad de los albaceas cuando fueron designados en el cargo para ejercer el
albaceazgo de común acuerdo.
El nuevo CCC ha mantenido el respeto a la voluntad del causante, asignándole al albacea, en principio, las
facultades que surjan expresamente del testamento. Recién ante el silencio del testador, el juez interviniente
podrá avocarse a la labor de interpretar la última voluntad del causante y rellenar los vacíos o los silencios
dejados por el testamento. Siempre, claro está, honrando el espíritu del instrumento que instituye al albacea
como tal y en el marco del mismo.
Atento a que el albacea administra, en definitiva, bienes ajenos con el solo fin de cumplir con el cometido
instituido en el testamento por el causante resulta imposible dispensarlo de la obligación de rendir cuentas.
Art. 2524 - El nombramiento del albacea debe ajustarse a las formas testamentarias, aunque no se realice en el
testamento cuya ejecución se encomienda.
Pueden ser albaceas las personas humanas plenamente capaces al momento en que deben desempeñar el cargo,
las personas jurídicas, y los organismos de la administración pública centralizada o descentralizada. Cuando se
nombra a un funcionario público, la designación se estima ligada a la función, cualquiera que sea la persona que
la sirve.
Si bien el nuevo Código no establece fórmulas sacramentales, la designación debe hacerse por instrumento
expreso y manifiesto de donde surja claramente la intención del testador de encargar su última voluntad a
una o varias personas. Ello, dentro del mismo testamento que se encomienda o bien fuera de él, bajo las
formalidades establecidas para los testamentos. Para tal nombramiento, se podrá entonces, seguir cualquier
de las formas ordinarias o especiales de testar.
Con, respecto a la naturaleza jurídica del albaceazgo adelantamos que a lo largo de los años se han
desarrollado numerosas teorías, aunque la mayoritaria ha procurado explicarlo remitiéndose a otras
instituciones, recurriendo a analogías y a la hermenéutica de la casuística:
a) Teoría del mandato post mortem. Se ha sostenido que la naturaleza jurídica del albaceazgo es un
mandato para ser cumplido después de la muerte del mandante y con las particularidades que son propias de
la institución.
b) Teoría de la representación. Sencillamente, esta teoría asimila al albacea a la figura del representante,
es decir el albacea será el representante del testador, de los legatarios, herederos y etc.
c) Teoría de la curatela. Se relaciona o encuentra puntos de contacto con el instituto de la curatela. Así
las cosas, esta teoría entiende que el albacea es una especie de curador de los bienes del causante legados en
el testamento.
d) Teoría del oficio. Esta teoría sostiene que el albaceazgo es un instituto por el cual se ejerce una función
de carácter privado. Es decir, el albacea es investido por el testador para obrar con determinados poderes y
está obligado a ejercerlos honrando su voluntad, siempre que acepte el cargo. Obrará, en definitiva, en
nombre propio pero con un interés ajeno.
Como conclusión, se trata de una institución propia del derecho sucesorio, con una misión concreta: hacer
cumplir la voluntad del testador, expresada en las disposiciones que contiene su testamento, y cuyas
funciones y características surgen de la regulación legal.
Art. 2525 - El albacea no puede delegar el encargo recibido, el que no se transmite a sus herederos. No está
obligado a obrar personalmente; le es permitido hacerlo por mandatarios que actúen a su costa y por su cuenta
y riesgo, aun cuando el testador haya designado albacea subsidiario.
Si el albacea actúa con patrocinio letrado, los honorarios del abogado patrocinarte sólo deben ser sufragados por
la sucesión si sus trabajos resultan necesarios o razonablemente convenientes para el cumplimiento del
albaceazgo.
La nueva redacción del Código Civil y Comercial incorporó los gastos de los honorarios del patrocinio letrado
requeridos por el albacea como costos deducibles de la sucesión y cargo de ésta, siempre y cuando resultase
necesario o razonablemente conveniente para el cumplimiento del albaceazgo. Por el contrario, si dichos
gastos no fuesen necesarios para el cumplimiento del mandato, deberían ser solventados por el albacea, ya
que el legislador procuró cubrir aquellos gastos convenientes o necesarios al cumplimiento del albaceazgo.
Como adelantamos, esta prohibición de sustituir o delegar no impide que el albacea pueda contratar
mandatarios para que obren por cuenta y orden de él, sin perjuicio de que el causante haya nombrado un
albacea subsidiario.
La responsabilidad del albacea respecto del mandatario nombrado por él no cesará aún en el caso en que el
causante le hubiere facultado para nombrar mandatario.
En definitiva, puede colegirse que si el albacea obra a través de mandatarios será solidariamente responsable
por su obrar y deberá cargar no sólo con los gastos y costos, sino también con el riesgo, siendo responsable
directamente ante el juez interviniente, los herederos y legatarios.
Esta circunstancia constituye una diferencia que debe ser resaltada, toda vez que el nuevo codificador ha
optado por eliminar la responsabilidad solidaria en el instituto del albaceazgo, erigiéndose la presente
situación en la única excepción a la regla aquí prevista.
Si bien el albaceazgo es un cargo personalísimo y como tal no puede ser sustituido ni heredado, en los casos
en que la designación o el nombramiento se hizo en razón del cargo o función pública, el mandato pasará a la
persona que lo suceda en el cargo o en la función y si ésta desapareciese, el albaceazgo cesará.
Art. 2526.- El albacea debe poner en seguridad el caudal hereditario y practicar el inventario de los bienes con
citación de los interesados.
Debe pagar los legados con conocimiento de los herederos y reservar los bienes de la herencia suficientes para
proveer a las disposiciones del testador dándoles oportunamente el destino adecuado. Debe demandar a los
herederos y legatarios por el cumplimiento de los cargos que el testador les haya impuesto.
La oposición de los herederos o de alguno de ellos al pago de los legados, suspende su ejecución hasta la
resolución de la controversia entre los herederos y los legatarios afectados. El albacea está obligado a rendir
cuentas de su gestión a los herederos.
El art. 2523 del CCC dispone: "Las atribuciones del albacea designado en el testamento son las conferidas por el
testador y, en defecto de ello, las que según las circunstancias son necesarias para lograr el cumplimiento de su
voluntad".
El testador, entonces, designa a quién o quiénes ejercerán el cargo de albacea y confiere las atribuciones que
considere necesarias. Si solo designó albacea y no previó qué debía hacer para dar cumplimiento a su
voluntad, las atribuciones son aquellas útiles para tal finalidad según las circunstancias.
Con arreglo al art. 2526, podemos identificar las principales obligaciones de los albaceas: a) poner en
seguridad el caudal hereditario; b) realizar el inventario de los bienes; c) citar para ello a los interesados; d)
pagar los legados con previo conocimiento de los herederos; e) reservar los bienes suficientes de la herencia
para cumplir con las mandas del causante; f) demandar a los herederos y legatarios el cumplimiento de los
cargos que el testador les hubiese impuesto; y finalmente g) rendir cuentas de sus gestión a las herederos.
Art. 2527 - "El albacea responde por los daños que el incumplimiento de sus deberes cause a herederos y
legatarios.”
El nuevo Código plantea el mismo tipo de responsabilidad que establece el anterior Código Civil. Según
ambos cuerpos jurídicos, el albacea debe responder por los daños que cause a los herederos y legatarios por
el incumplimiento de sus funciones.
Sin embargo, cierto es que la nueva redacción del Código no requiere la afectación de intereses como
condición de procedencia de la responsabilidad del albacea. La mera verificación del daño ocasionado a los
herederos y legatarios por el incumplimiento de sus deberes es elemento suficiente para configurar la
responsabilidad del albacea.
El albacea es responsable de los daños ocasionados a los herederos y legatarios en la ejecución del mandato
por los actos que haya cometido u omitido por culpa o dolo.
Art. 2529 - Cuando no hay herederos o cuando los legados insumen la totalidad del haber sucesorio y no hay
derecho a acrecer entre los legatarios, el albacea es el representante de la sucesión, debiendo hacer inventario
judicial de los bienes recibidos e intervenir en todos los juicios en que la sucesión es parte.
Le compete la administración de los bienes sucesorios conforme a lo establecido para el curador de la herencia
vacante. Está facultado para proceder, con intervención del juez, a la transmisión de los bienes que sea
indispensable para cumplir la voluntad del causante.
Siempre que se cuestione la validez del testamento o el alcance de sus disposiciones, el albacea es parte en el
juicio aun cuando haya herederos instituidos.
En la redacción anterior se preveía que no existiendo herederos legítimos o instituidos y las disposiciones del
testador tuviesen sólo por objeto hacer legados, la posesión de la herencia correspondía al albacea.
Ahora bien, el nuevo Código Civil y Comercial es más amplio y generoso a la hora de determinar el supuesto
de inexistencia de herederos. Así las cosas, prevé que cuando no existan herederos o cuando los legados
insuman la totalidad del acervo, siempre que no exista derecho de acrecer entre herederos, el albacea se
constituye en el único representante de la sucesión. Ocurrido esto, el albacea tiene la obligación de hacer
inventario judicial de los bienes recibidos e intervenir en todos los juicios en que la sucesión es parte.
El Código Civil prohibía al albacea representar en juicio a la sucesión. En efecto, en el art. 3862 preveía que el
albacea podría intervenir en forma acotada, es decir sólo en contestaciones relativas a la validez del
testamento o sobre la ejecución de las disposiciones que contuviera, más no podría hacerlo en pleitos que
promoviesen los acreedores de la sucesión o terceros, donde sólo eran parte herederos y legatarios.
La nueva redacción abre las puertas de la intervención judicial del albacea, la estipula expresamente aun
cuando hubiere herederos instituidos. Es menester considerar que el albacea es la persona encargada por el
testador o por el juez de cumplir la última voluntad del causante, custodiando sus bienes y dándoles el
destino que corresponde según la herencia. Entonces ha de otorgársele, como lógica consecuencia de su
cometido, la facultad para intervenir en aquellos juicios en los que el interés del testador esté cuestionado, sea
por herederos o por terceros interesados.
Por otra parte, el nuevo Código instituye al albacea como la persona a la que le compete la administración de
los bienes del sucesorio, debiendo regirse por las normas establecidas para el curador en la situación de
herencia vacante. Recordemos que el curador es la persona elegida o nombrada por el juez para cuidar de los
bienes o negocios de un menor, o de quien no estaba en estado de administrarlos por sí.
Art. 2530. - El albacea debe percibir la remuneración fijada en el testamento o, en su defecto, la que el juez le
asigna, conforme a la importancia de los bienes legados y a la naturaleza y eficacia de los trabajos realizados.
Si el albacea es un legatario, se entiende que el desempeño de la función constituye un cargo del legado, sin que
corresponda otra remuneración excepto que deba entenderse, según las circunstancias, que era otra la voluntad
del testador.
Deben reembolsarse al albacea los gastos en que incurra para llenar su cometido y pagársele por separado los
honorarios o la remuneración que le corresponden por trabajos de utilidad para la sucesión que haya efectuado
en ejercicio de una profesión.
En el CC contemplaba el derecho del albacea de percibir una retribución por su labor por medio de una
comisión graduada en función al trabajo efectivamente realizado y la importancia de los bienes involucrados.
A diferencia de la redacción anterior, el nuevo Código prevé como primera alternativa la posibilidad de que se
estipule en el testamento la retribución del albacea. Ya no se utiliza el término ‘comisión’, sino que se habla
directamente de ‘retribución’ en un sentido más amplio. Si no estuviera previsto retribución alguna, será
determinada por el juez tal como estaba estipulado en el Código anterior.
La nueva redacción del Código Civil introduce la posibilidad que el albacea sea legatario, en cuyo caso no
corresponde retribución alguna más allá del cargo del legado, salvo que la voluntad del testador sea diferente.
En el derecho civil argentino el instituto del albaceazgo no es gratuito, esta característica permanece incólume
con la redacción del nuevo Código Civil y Comercial. Mas este último utiliza un término distinto al referirse a la
retribución de la labor del albacea.
El Código anterior hablaba de la comisión que le correspondía al albacea por la ejecución de su labor. Ahora
bien, la nueva redacción del Código Civil utiliza el término ‘remuneración’, el término válido para el nuevo
Código es más amplio y no se limita a un porcentaje, sino que por el contrario reconoce la labor del albacea
como merecedora de remuneración, como una actividad que puede y debe producir una ganancia.
Art. 2531.- El albaceazgo concluye por la ejecución completa del testamento, por el vencimiento del plazo fijado
por el testador y por la muerte, incapacidad sobreviniente, renuncia o destitución del albacea.
Cuando por cualquier causa cesa el albacea designado y subsiste la necesidad de llenar el cargo vacante, lo
provee el juez con audiencia de los herederos y legatarios.
En el articulado anterior se preveía la posibilidad de que únicamente los herederos o agregamos, por lógica el
juez natural interviniente, pidieran la destitución del albacea, por su incapacidad para el cumplimiento del
testamento, o por mala conducta en sus funciones, o por haber quebrado en sus negocios (Art. 3864, CC).
El nuevo articulado nada dice respecto de quien puede solicitar. Simplemente hace mención a la posibilidad
de que el albaceazgo concluya, enumerando sus causas. En este sentido, el nuevo articulado no limita, en
forma alguna, la legitimidad de quien quiera o pueda solicitar la conclusión del albaceazgo. Es decir,
entendemos que con la nueva redacción cualquier persona que demuestre un interés legítimo podrá solicitar
la conclusión del albaceazgo ante el juez competente.
En ambos articulados se advierte la posibilidad lógica de que el albaceazgo concluya por la ejecución
completa del testamento. Sin embargo, el Código Civil anterior no preveía la necesidad de nombrar un nuevo
albacea ante la vacancia e inejecución del testamento o ejecución inconclusa. La nueva redacción contempla la
posibilidad que sea el juez, cumpliendo con una audiencia previa, quien designe al continuador y a quien
ocupe el puesto vacante y concluya el mandato.
El nuevo artículo no contempla la posibilidad que el albaceazgo concluya por mala conducta en las funciones
del albacea