Acróstico
F uiste la sonrisa de mi infancia
E res mas que una joya y su elegancia
L os años no envejecen tu dulce mirada
I luminas mi conciencia, mi sentido
Z umbido grato a a mi oido tus palabraas
D ibujas el camino cuando estoy perdido
I ntentarías todo por estar conmigo
A brazas mi espalda cuando tengo frío.
M e tocas con tus manos tiernas, bellas
A bres tu corazón para escucharme
M iras mis fallas para corregirme
A lcanzarías por mi, miles de estrellas
¡MADRE MIA!
Cuando los ojos a la vida abría,
al comenzar mi terrenal carrera,
la hermosa luz que vi por vez
primera
fue la luz de tus ojos, ¡madre mía!.
Y hoy que, siguiendo mi escarpada
vía,
espesas sombras hallo por
doquiera,
la luz de tu mirada placentera
ilumina mi senda todavía.
Mírame, ¡oh madre!, en la postrera
hora,
cuando a las sombras de mi noche oscura
avance ya con vacilante paso.
Quiero que el sol que iluminó mi aurora
sea el mismo sol que con su lumbre pura
desvanezca las brumas de mi ocaso.