Collingwood - Fichage 2
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EPILEGÓMENOS LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA
analizarlas en vez de describirlas, y mostrar cómo se las ha cons- Pero existe una tercera alternativa. Al darse cuenta de su
traído dentro del desarrollo histórico del pensamiento. Por ejem- propia racionalidad, la mente se da cuenta también de la presencia
plo, lo que Kant quería hacer cuando se propuso justificar nuestro en ella misma de elementos que no son racionales. Estos ele-
empleo de una categoría como causación, puede hacerse en cierto mentos 110 son cuerpo, son mente; pero no mente racional o pen-
sentido; pero no de acuerdo con el método de Kant, que se limi- samiento. Para emplear una vieja distinción, son psique o alma
ta a esgrimir un argumento circular, donde prueba que tal cate- en cuanto distintos del espíritu. Estos elementos irracionales son
goría puede emplearse y tiene que emplearse si hemos de tener la materia de la psicología. Son las fuerzas y actividades ciegas
ciencia newtoniana; en cambio, puede hacerse investigando en que llevamos dentro, que forman parte de la vida humana tal
la historia del pensamiento científico. Todo lo que Kant pudo como ésta se experimenta a sí misma conscientemente, pero que
demostrar es que los científicos del siglo xvm pensaban en térmi- no son paite del proceso histórico: sensación en cuanto distinta
nos de esa categoría; la pregunta de por qué pensaban así puede del pensamiento, sentimientos en cuanto distintos de las concep-
contestarse investigando la historia de la idea de causación. Si se ciones, apetito en cuanto distinto de la voluntad. La importancia
necesita algo más, si se necesita una prueba de que la idea es ver- que tienen para nosotros consiste en el hecho de que forman el
dadera, de que la gente tiene razón al pensar así, entonces se medio ambiente inmediato en que vive nuestra razón, así como
está exigiendo algo que según la naturaleza de las cosas no podrá nuestro organismo fisiológico es el medio ambiente inmediato en
satisfacerse jamás. ¿Cómo podremos satisfacernos nunca de que que viven ellos. Son la base de nuestra vida racional, aunque
los principios de acuerdo con los cuales pensamos son verdade- no forman parte de ella. Nuestra razón los descubre, pero al es-
ros, como no sea pensando según esos principios y viendo si a tudiarlos no está estudiándose a sí misma. Al aprender a cono-
medida que trabajamos emergen críticas incontrovertibles de. cerlos, descubre cómo puede ayudarlos a vivir saludables, de
ellos? Criticar las concepciones de la ciencia es la labor de la manera que puedan alimentarla y sustentarla mientras ella pro-
ciencia misma, a medida que avanza; exigir que la teoría del co- sigue la tarea que le es propia, la creación auto-consciente de su
nocimiento anticipe tal crítica es exigir que esa teoría anticipe la propia vida histórica.
historia del pensamiento.
Finalmente, tenemos la cuestión de qué función puede asig-
narse a la ciencia de la psicología. A primera vista su posición pa- § 2. LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA
rece equívoca. Por una parte, pretende ser una ciencia de la men- Entre las tareas que la filosofía puede emprender legítima-
te; pero si es así, su aparato de método científico es simplemente mente se halla una inquisición en la naturaleza del pensar his-
el fruto de una falsa analogía y tiene que pasar a la historia y, tórico, y en este momento [1935] me parece que hay razones
como tal, desaparecer. Y, ciertamente, esto es lo que debiera para pensar que tal inquisición no sólo es legítima sino necesaria.
ocurrir en tanto que la psicología pretende manejar las funciones Porque hay un sentido según el cual, en períodos particulares de
de la razón misma. Hablar de la psicología del razonar, o de la la historia, ciertos problemas filosóficos están, por así decirlo,
psicología del yo moral (para citar los títulos de dos libros muy de temporada, y reclaman la atención especial del filósofo que
conocidos), es abusar de las palabras y confundir las cuestiones, ansia ser útil a su época. Por una parte, los problemas de la filo-
adscribiendo a una ciencia cuasi-naturalista una materia cuyo ser sofía son inmutables; por otra, varían de época en época, de
y desarrollo no son naturales sino históricos. Pero si la psicología acuerdo con las características de la vida humana y el pensa-
evita este peligro y renuncia a interferir con lo que es propia- miento en un momento determinado; y en los mejores filósofos
mente materia de la historia, se halla en riesgo de caer en una de cada época se hallan tan entrelazadas esas dos partes que los
pura ciencia de la naturaleza y convertirse en una simple rama problemas permanentes aparecen sub specie saeculi y los proble-
de la fisiología que trate de movimientos musculares y nerviosos. mas especiales de la época sub specie aetemitatis. Siempre que
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el pensamiento humano se ha visto dominado por algún interés sido ignorar tales cuestiones, y discutir los problemas del cono-
especia], la filosofía más fructífera de la época ha reflejado ese cimiento en aparente indiferencia de que exista cosa alguna como
dominio; no pasivamente, por mera sumisión a su influencia, sino la historia. Es posible defender esta costumbre, claro está. Puede
activamente, haciendo un intento especial por comprenderlo y discutirse que la historia no es conocimiento, sino sólo opinión,
colocarlo en el foco de la investigación filosófica. y que es indigna del estudio filosófico, O puede alegarse que, en
En la Edad Media la teología era el interés que servía de esta cuanto conocimiento, sus problemas son los del conocimiento
manera para enfocar la especulación filosófica. En el siglo XVII era en general y no requiere tratamiento especial. Por lo que a mí
la física. Hoy día, cuando fechamos convencionalmente los prin- respecta, no puedo aceptar ninguna de estas dos defensas. Si la
cipios de la filosofía moderna en el siglo xvn, creo yo que que- historia es opinión ¿por qué habría de ignorarla la filosofía sobre
remos decir que todavía la domina el interés científico que por tal base? Si es conocimiento ¿por qué no habrían de estudiar
entonces empezó a señorear la vida humana. Pero si comparamos sus métodos los filósofos con la misma atención que conceden
la mente del siglo xvn, en su orientación general, con la de hoy, a los muy diferentes métodos de la ciencia? Y cuando leo las
contraponiendo los temas que aparecen en su literatura, no po- obras incluso de los más grandes filósofos ingleses contemporá-
demos menos de tropezar con una importante diferencia. Desde neos y recientes, admirándolos profundamente y aprendiendo
la época de Descartes, y aun desde la de Kant, la humanidad ha de ellos más de lo que espero ser capaz de reconocer, me en-
adquirido un nuevo hábito de pensar históricamente. Con esto cuentro acosado por el pensamiento de que sus soluciones al pro-
no quiero decir que no hubiese historiadores dignos del título blema del conocimiento —basados, como parecen estarlo, en el
hasta hace siglo y medio. Sería falso. Ni aun quiero decir que estudio de la percepción y el pensamiento científico— no sólo
desde entonces ha aumentado enormemente la masa del conoci-
ignoran el pensar histórico sino que son en verdad incongruentes
miento histórico y la producción de libros sobre historia; eso
con el hecho de que existe tal cosa.
sería verdadero pero relativamente sin importancia. Lo que quie-
ro decir es que durante este tiempo el pensamiento histórico ha Sin duda alguna, el pensamiento histórico es en un sentido
forjado una técnica propia, de carácter no menos definido y re- semejante a la percepción. Cada uno de ellos tiene como objeto
sultados no menos seguros que los de su hermana mayor, la propio algo individual. Lo que percibo es este cuaito, esta mesa,
técnica de la ciencia natural; y que al entrar así en el sichere G¡mg este papel. Lo que el historiador piensa es acerca de Isabel de
einer Wissenschaft, ha tomado un sitio en la vida humana desde Inglaterra o de Marlborough, o de la guerra del Peloponeso o
donde su influjo ha permeado y, hasta cierto punto, transfor- de la política de los Reyes Católicos. Pero lo que percibimos es
mado todos los departamentos del pensamiento y la acción. siempre el esto, el aquí, el ahora. Aun cuando oímos una explo-
Entre otros, ha influido enormemente en la filosofía; pero en sión distante o vemos una conflagración estelar mucho tiempo
conjunto, la actitud de la filosofía para con su influencia ha sido después de que ha ocurrido, hay un momento en que es percep-
más pasiva que activa. Algunos filósofos se inclinan a darle la tible aquí y ahora, en que es esta explosión, esta nueva estrella.
bienvenida; otros a resentiría; relativamente pocos han pensado El pensamiento histórico lo es de algo que nunca puede ser un
filosóficamente sobre ella. Se han dado intentos, especialmente esto, porque nunca está aquí y ahora. Sus objetos son aconte-
en Alemania e Italia, por responder a las preguntas: ¿Qué es el cimientos que han dejado de ocurrir y condiciones que ya no
pensamiento histórico? ¿Qué luz arroja sobre los problemas tra- existen. Sólo cuando ya no son perceptibles se convierten en ob-
dicionales de la filosofía?, y al responder a estas preguntas hacer jetos del pensamiento histórico. De ahí que hagan imposible la
por la conciencia histórica de hoy lo que la analítica trascen- historia todas las teorías del conocimiento que conciben el cono-
dental de Kant hizo por la conciencia científica del siglo xvm. cimiento histórico como una transacción o relación entre un su-
Pero por lo común, y especialmente en Inglaterra, lo habitual ha jeto y un objeto que coexisten en lo real, y que se confrontan o
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compresentan mutuamente, teorías que toman la correlación Según esta teoría, las cosas esenciales en la historia son la me-
como esencia del conocimiento. moria y la autoridad. Si un acontecimiento o estado de cosas ha
Hay otra manera en que la historia se asemeja a la ciencia: tan de conocerse históricamente, primero que nada tiene uno que
to en una como en otra el conocimiento es inferencial o razonado. ponerse en contacto con él; luego tiene que recordarlo, después
Pero, mientras que la ciencia vive en un mundo de universales tiene que exponer sus recuerdos de él en términos inteligibles
abstractos, que en un sentido están en todas partes y en otro no para otro y, finalmente, ese otro tiene que aceptar lo expuesto
están en ninguna, en un sentido en todos los tiempos y en otro como verdadero. De esta suerte, la historia es el creer a alguien
en ninguno, las cosas acerca de las cuales razona el historiador no cuando afirma que recuerda algo. El creyente es el historiador;
son abstractas sino concretas, no universales sino individuales, la persona creída se denomina su autoridad.
no indiferentes al espacio y al tiempo sino que tienen un cuándo Esta doctrina implica que la verdad histórica, en lo que tie-
y un dónde propios, aunque el dónde no es necesario que sea ne de accesible al historiador, es accesible para él sólo porque
aquí y el cuándo no pueda ser ahora. Por tanto, no es posible existe prefabricada en las declaraciones preconfeccionadas de
encajar la historia en teorías de acuerdo con las cuales el objeto sus autoridades. Estas declaraciones son para él un texto sagrado
del conocimiento es abstracto e inmutable, una entidad lógica cuyo valor depende enteramente de la continuidad de la tradi-
ante la cual la mente puede adoptar varias actitudes. ción que representan. Por tanto, debe procurar no alterarías bajo
Tampoco es posible definir el conocimiento combinando teo- ningún concepto. Debe evitar mutilarlas, o hacerles adiciones y,
rías de estos dos tipos. La filosofía actual abunda en semejantes sobre todo, no debe contradecirlas. Porque si empieza a selec-
combinaciones. Conocimiento por contacto directo y conoci- cionar y escoger por su cuenta, a decidir que algunas de las
miento por descripción; objetos eternos y las situaciones transi- declaraciones de su autoridad son importantes y otras no, está
torias de las cuales son ingrediente; reino de la esencia y reino pasando por encima de su autoridad para apelar a otro criterio,
de la materia; en estas y otras dicotomías semejantes (como en y esto es, según la teoría, precisamente lo que no puede hacer.
las viejas dicotomías de cuestiones de hecho y relaciones entre SÍ las adiciona, si interpola en ellas construcciones de su cose-
ideas, o de verdades de hecho y verdades de razón) se toman en cha, está creyendo en algo por otra razón ajena al hecho de que
cuenta tanto las peculiaridades de una percepción que capta el su autoridad lo ha dicho, y esto, repetimos, no tiene derecho de
aquí y ahora, como las del pensamiento abstracto que aprehende hacerlo. Lo que es peor, si las contradice, con la pretensión
el dondequiera y el siempre, la aíof?T|0ig y la vóv|atg de la tradi- de decidir que su autoridad ha presentado equivocadamente los
ción filosófica. Pero así como la historia no es ni ctia0rjai¡; ni hechos, y si rechaza sus declaraciones como increíbles, está cre-
vórjai?, tampoco es una combinación de las dos. Es una tercera yendo lo contrario de lo que se le ha dicho y comete la peor
cosa que tiene algunas de las características de una y otra, pero ofensa posible contra las leyes de su oficio. La autoridad puede
que las combina de manera imposible a ninguna de las dos. La ser charlatana, discursiva, chismosa y amante del escándalo; pue-
historia no es parcialmente contacto directo con situaciones tran- de haber olvidado u omitido hechos, puede haberlos expuesto
sitorias y en parte conocimiento razonado de entidades abstractas. torcidamente por ignorancia o mala fe; pero contra estos defectos
Es absolutamente un conocimiento razonado de lo que es transi- el historiador no tiene remedio. Para él, en teoría, lo que le di-
torio y concreto. cen las autoridades es la verdad, toda la verdad accesible y nada
Mi propósito es hacer aquí una breve exposición de esta ter- más que la verdad.
cera cosa que es la historia, y empezaré por exponer lo que po- Hay que exponer estas consecuencias de la teoría del sentido
dría denominarse la teoría que de ella tiene el sentido, la teoría común sólo para repudiarlas. Todo historiador sabe que a veces
que la mayor parte de la gente cree, o se imagina creer, cuando modifica lo que encuentra en sus autoridades en las tres maneras
empiezan a pensar en el problema. acabadas de mencionar. Selecciona de ellas lo que le parece im-
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272 EPILEGÓMENOS
fuerce en hacerlo, estará siempre seleccionando, simplificando,
portante y omite el resto; interpola en ellas cosas que no dicen
esquematizando, dejando fuera lo que no considera importante
explícitamente; y las critica al rechazar o enmendar lo que con-
y tomando lo que le parece esencial. El artista, y no la natura-
sidera fundado en mala información o mendacidad. Pero no estoy
leza, es el responsable de lo que entra en el cuadro. De la misma
seguro de si los historiadores nos damos cuenta siempre de las
manera, no hay historiador, ni siquiera el peor, que se limite a
consecuencias de lo que hacemos. Por regla general, cuando me-
copiar a sus autoridades; aun cuando no ponga nada de su parte
ditamos en nuestro trabajo, aceptamos en apariencia lo que he
(lo cual nunca es realmente posible), siempre deja fuera cosas
llamado teoría del sentido común, al mismo tiempo que recla7
que, por una razón o por otra, decide que su obra no necesita o
mamos nuestros derechos de selección, construcción y crítica. No
no puede utilizar. Por tanto, es él y no su autoridad el respon-
hay duda de que estos derechos son incongruentes con la teoría;
sable de lo que se incorpora. En ese punto es él su propio amo:
pero tratamos de suavizar la contradicción empequeñeciendo la
su pensamiento es, hasta ese punto, autónomo.
medida en que se les ejercita, pensando en ellos como en medidas
En lo que hemos denominado construcción histórica encon-
de emergencia, como en una especie de rebelión a que se ve
tramos un ejemplo todavía más claro de esta autonomía. Las
obligado ocasionalmente el historiador por culpa de la excep-
autoridades hablan al historiador de tal o cual fase de un proceso
cional incompetencia de sus autoridades, pero que no perturba
cuyas fases intermedias dejan sin describir; el historiador inserta
fundamentalmente el normal régimen pacífico en que cree plá-
estas fases por cuenta propia. La imagen que trace del asunto,
cidamente lo que se le dice porque se le dice que lo crea. Sin
aunque consista parcialmente en exposiciones sacadas de las au-
embargo, estas cosas, por poca que sea la frecuencia con que se
toridades, consiste también, y cada vez más a medida que aumente
hagan, resultan o crímenes históricos o hechos fatales para la teo-
su capacidad como historiador, en afirmaciones a las cuales llega
ría; porque, según ésta no habría que cometerlos, no digamos
por inferencia a partir de aquéllas que están de acuerdo con su
raras veces, sino nunca. Y, en realidad, no son ni criminales ni
propio criterio, sus propias reglas de método y sus propios cáno-
excepcionales. A lo largo del curso de su trabajo el historiador
nes de pertinencia. En esta parte de su trabajo no depende jamás
escoge, construye y critica; sólo con el ejercicio de estas cosas
de sus autoridades en el sentido de repetir lo que éstas le dicen;
mantiene su pensamiento en la sichere Gcmg emer Wissenschaft.
depende de sus propios medios y constituyéndose en su propia
Al reconocer explícitamente este hecho es posible efectuar lo
autoridad, mientras que las llamadas autoridades dejan de serlo
que, para utilizar otra frase kantiana, podría denominarse revo-
para convertirse en simple testimonio histórico.
lución copernicana en la teoría de la historia: el descubrimiento
de que, lejos de apoyarse en otra autoridad que no sea él mismo, Sin embargo, la crítica histórica nos proporciona la demostra-
y a cuyos dictados debe conformar su pensamiento, el historiador ción más clara de la autonomía del historiador. Así como la cien-
es su propia autoridad y su pensamiento es autónomo, auto-auto- cia natural encuentra su método apropiado cuando el hombre de
rizante, dueño de un criterio al cual deben conformarse sus lla- ciencia, según la metáfora de Bacon, interroga a la naturaleza y
madas autoridades y por referencia al cual se las critica. la tortura con los experimentos para arrancarle respuestas a sus
preguntas, de la misma manera encuentra la historia su método
La autonomía del pensamiento histórico se manifiesta con la
apropiado cuando el historiador pone a sus autoridades en el ban-
máxima sencillez en el trabajo de selección. El historiador que
quillo de los acusados y por medio del interrogatorio las obliga
trata de trabajar de acuerdo con la teoría del sentido común y
a proporcionarle informes que en sus afirmaciones originales ha-
reproducir exactamente lo que encuentra en sus autoridades, se
bían retenido, fuera porque no querían darlos o porque no los
asemeja al pintor de paisajes que trata de trabajar apegado a la
tenían. Por ejemplo, un comandante se atribuye en sus despachos
teoría que ordena al artista copiar la naturaleza. Acaso imagine
una victoria; el historiador, al leer esos despachos con espíritu
que reproduce dentro de su medio propio las formas y colores
crítico, preguntará: "Si fué una victoria ¿por qué no siguió a de-
verdaderos de las cosas naturales; pero, por mucho que se es-
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•lante de esta o aquella manera?", y de esta suerte puede declarar incluso que, hasta el momento de descubrirlo él, nadie sabía si-
al autor culpable de ocultamiento de la verdad. O bien, emplean- quiera que hubiese ocurrido. Esto lo hace en parte mediante el
do el mismo método, puede encontrar culpable de ignorancia a tratamiento crítico de declaraciones contenidas en sus fuentes, y
un. predecesor menos crítico que aceptó la versión de la batalla en parte mediante el empleo de lo que se ha llamado fuentes no
que le dieron esos mismos despachos. escritas, que se emplean en proporción cada vez mayor a medida
:. La autonomía del historiador se manifiesta aquí en su forma que la historia se siente más segura de sus métodos y su criterio
propios.
extrema porque es evidente que de algún modo, en virtud de su
actividad como historiador, tiene el poder de rechazar algo que He hablado del criterio de verdad histórica. ¿Qué es este
le dicen explícitamente sus autoridades y sustituirlo por otra criterio? Según la teoría del sentido común es la concordancia
cosa. Si tal cosa es posible, el criterio de la verdad histórica no de las afirmaciones hechas por el historiador con las que encuen-
puede ser el hecho de que una autoridad afirme algo. Lo que tra en sus autoridades. Ahora sabemos que esta respuesta es falsa
está en cuestión es la veracidad y la información de la llamada y tenemos que buscar otra. No podemos renunciar a la búsqueda.
autoridad; y a esta cuestión tiene que responder el historiador Tiene que haber alguna respuesta a la cuestión, porque sin cri-
por cuenta propia, con fundamento en su propia autoridad. Por terio no puede haber crítica. El más grande filósofo inglés de
tanto, aun cuando acepte lo que sus autoridades le digan, lo acep- nuestro tiempo ha dado respuesta a esta pregunta en su folleto The
ta no por la autoridad de éstas sino por la suya propia; no porque Premppositions of Critical History. El ensayo de Bradley fué
éstas lo digan sino porque satisface su criterio de la verdad his- uno de sus primeros trabajos del cual se sintió insatisfecho en la
tórica. madurez; pero, por insatisfactorio que parezca, y lo es, lleva
La teoría del sentido común, que basa la historia en la me- la impronta de su genio. En él se enfrenta Bradley a la cuestión
moria y en la autoridad, no necesita mayor refutación. Su banca- de cómo es posible para el historiador, desafiando la teoría del
rrota es evidente. Para los historiadores no puede haber autori- sentido común, volver las tornas a sus llamadas autoridades y
dades; porque las llamadas autoridades están sujetas a un veredicto decir: "Esto es lo que registran nuestras autoridades; pero lo que
que sólo el historiador puede pronunciar. Sin embargo, la teoría realmente aconteció debe haber sido esto y no aquello."
del sentido común puede reclamar una verdad calificada y rela- La respuesta que dió a esta cuestión es que nuestra experien-
tiva. Hablando en términos generales, el historiador trabaja un cia del mundo nos enseña que algunas clases de cosas acontecen
tema que otros han trabajado antes que él. A medida que sea y otras no; esta experiencia es, pues, el criterio que el historiador
más novicio en tal cual tema particular o en la historia como aplica a las declaraciones de sus autoridades. SÍ éstas le dicen
totalidad, sus precursores serán, relativamente a su incompetencia, que acontecieron cosas que según su experiencia no ocurren, se
autoritarios; y en el caso límite en que su incompetencia e igno- ve obligado a no creer en ellas; si las cosas que comunican son
rancia sean absolutos, se les podrá calificar sin más de autoridades. de aquellas que según su experiencia ocurren, es libre de aceptar
A medida que domine más y más el oficio y el tema, aquellos sus declaraciones.
precursores se vuelven cada vez menos sus autoridades, y más y Hav muchas objeciones obvias a esta idea, en las cuales no in-
más sus colegas, a los cuales hay que tratar con respeto o menos- sistiré. Está profundamente teñida de la filosofía empírica contra
precio de acuerdo con sus merecimientos. la cual habría de rebelarse Bradley con tanta eficacia. Pero, apar-
Y así como la historia no depende de la autoridad, tampoco te de esto, hay ciertos puntos especiales en los cuales el razona-
depende de la memoria. El historiador puede redescubrir lo que miento me parece defectuoso.
se ha olvidado por completo, en el sentido de que ninguna tra- Primero, el criterio propuesto no es un criterio de lo ocu-
dición ininterrumpida, que arranque de los testigos presencia- rrido sino de lo que podría ocurrir. En realidad, no es sino el
les, le entrega afirmación alguna al respecto. Puede descubrir criterio aristotélico de lo que es admisible en la poesía, y por
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lo mismo no sirve para distinguir entre la historia y la ficción. estudio de sus autoridades un criterio propio por referencia
Sin duda lo satisfacerían las afirmaciones de un historiador, pero al cual juzga a las autoridades mismas. Qué es ese criterio, no
lo satisfacerían no menos adecuadamente las de un novelista his- pudo descubrirlo Bradley. Queda por ver si, sesenta años más
tórico. En consecuencia, no puede ser el criterio de la historia tarde, su problema —que por lo pronto creo que ningún filósofo
crítica. inglés lo ha discutido en letras de imprenta— puede llevarse más
Segundo, debido a que no puede decirnos qué ocurrió, nos adelante de donde él lo dejó.
deja que, para eso, nos apoyemos en la pura autoridad de nues- Ya he hecho notar que, además de escoger entre las declara-
tro informante. En el momento de aplicar este criterio, nos pro- ciones de sus autoridades aquellas que considera como importan-
ponemos creer todo lo que nuestro informante nos dice en tanto tes, el historiador debe ir en dos sentidos más allá de lo que sus
satisfaga el criterio meramente negativo de ser posible. Esto no autoridades le dicen. Uno de estos sentidos es el camino crítico,
es volver las tornas contra nuestras autoridades; es aceptar ciega- y este es el que Bradley trató de analizar. El otro es el camino
mente lo que nos dicen. No se ha alcanzado aún la actitud constructivo. Sobre éste no ha dicho nada, y a éste me propongo
crítica. volver ahora. Describí la historia constructiva como la interpo-
Tercero, la experiencia que el historiador tiene del mundo en lación, entre las afirmaciones tomadas de nuestras autoridades, de
que vive sólo puede ayudarle para comprobar, incluso negativa- otras implícitas en ellas. De esta suerte, nuestras autoridades nos
mente, las afirmaciones de sus autoridades en la medida en que dicen que un día estuvo César en Roma y que en otro día pos-
éstas se ocupan no con la historia sino con la naturaleza, que ca- terior estuvo en la Galia; nada nos dicen sobre su viaje de un
rece de historia. Las leyes de la naturaleza han sido siempre las lugar al otro, pero nosotros lo interpolamos con absoluta tran-
quilidad de conciencia.
mismas, y lo que ahora es contra natura fué contra natura hace
dos mil años; pero las condiciones históricas de la vida del hom- Este acto de interpolación tiene dos características significa-
bre, en cuanto distintas de las naturales, difieren tanto en épocas tivas. Primera, no es en modo alguno arbitrario ni meramente
diferentes que no será posible sostener ningún razonamiento ba- caprichoso: es necesario, o, según el lenguaje kantiano, a priori.
sado en la analogía entre unas y otras. El hecho de que griegos Si llenáramos la narración de los actos de César con detalles fan-
y romanos abandonaran a los recién nacidos a fin de regular el tásticos tales como los nombres de las personas que se encontró
número de la población no es menos verdadero por ser distinto en el camino y lo que les dijo, la construcción sería arbitraria;
de lo que acontece en la experiencia de los contribuyentes a la sería en verdad la especie de construcción que hace el novelista
Cambridge Ancient History. A decir verdad, el tratamiento que histórico. Pero si nuestra construcción no abarca nada innecesa-
Bradley da al tema nació no del curso ordinario del estudio de la rio al testimonio histórico, entonces es una construcción histórica
historia, sino de su propio interés en la credibilidad de las na- legítima de una especie sin la cual no puede haber historia alguna.
rraciones del Nuevo Testamento, y en particular del elemento Segunda característica, lo que se infiere de esta manera es
milagroso en éstas contenido; pero un criterio que sólo sirve en esencialmente algo imaginado. Si miramos hacia el mar y perci-
el caso de los milagros es tristemente inútil para el historiador bimos un barco, y cinco minutos más tarde volvemos a mirar y
cotidiano. lo percibimos en un lugar diferente, nos vemos obligados a ima-
A pesar de todo, el ensayo de Bradley sigue siendo memora- ginarlo como habiendo ocupado posiciones intermedias cuando
ble por el hecho de que en él se ha cumplido en principio la no lo estábamos mirando. Este es ya un ejemplo de pensamiento
revolución copernicana en la teoría del conocimiento histórico. histórico; y no de otra manera nos vemos obligados a imaginar a
Para la teoría del sentido común, la verdad histórica consiste en César como habiendo viajado desde Roma hasta las Galias cuando
la aceptación por parte del historiador de las afirmaciones de sus se nos dice que estuvo en diferentes lugares en tales momentos
autoridades; Bradley ha visto que el historiador lleva consigo al sucesivos.
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EPILEGÓMENOS LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA
A esta actividad, con su doble carácter, la llamaré imagina- puede desarrollarse de otra manera que como lo hace; al imagi-
ción a priori; y, aunque más adelante tendré más que decir sobre narlo, el novelista no puede imaginarlo desarrollándose de otra
ella, por el momento me contentaré con hacer notar que, por manera que como se desarrolla. Aquí vemos en ejercicio, e igual
muy inconscientes que seamos de su funcionamiento, es esta la ac- sucede en otras clases de arte, a la imaginación a priori. Su otra,
tividad que al salvar los huecos entre lo que nuestras autoridades función familiar es lo que podría llamarse la imaginación percep-
nos dicen, le da continuidad a la narración o descripción histó- tual, que completa y consolida los datos de la percepción de la
rica. Es lugar común decir que el historiador tiene que emplear manera tan bien analizada por Kant, presentándonos objetos po-
su imaginación; para citar el Essay on History de Macaulay, "un sibles de percepción que no se perciben en realidad: la parte de
historiador perfecto tiene que poseer una imaginación lo sufi- abajo de esta mesa, el interior de un huevo intacto, el otro lado
cientemente vigorosa para volver su narración emocionante y de la luna. Aquí la imaginación es de nuevo a priori: no pode-
pintoresca"; pero esto significa menospreciar el papel que des- mos menos de imaginar lo que no puede menos de estar ahí. La
empeña la imaginación histórica, que no es propiamente orna- imaginación histórica difiere de ésta no en que sea a priori, sino
mental sino estructural. Sin ella el historiador no tendría narra- en que tiene como tarca especial imaginar el pasado: que no es un
ción alguna que adornar. La imaginación, esa "facultad ciega objeto posible de percepción, puesto que no existe ahora, sino que
pero indispensable" sin la cual, como Kant ha demostrado, no po- puede convertirse, a través de esta actividad, en objeto de nues-
dríamos percibir el mundo que nos circunda, es indispensable de tro pensamiento.
la misma manera para la historia; es la que, operando no capri- De esta manera, la imagen que el historiador se hace de su
chosamente como la fantasía, sino en su forma a priori, hace el tema, trátese de una secuencia de acontecimientos o de un estado
trabajo entero de construcción histórica. pasado de cosas, aparece como una red construida imaginativa-
Y aquí debemos cuidarnos de dos equívocos. Primero, po- mente entre ciertos puntos fijos que le han proporcionado las
dría pensarse que al imaginar sólo podemos representarnos lo afirmaciones de sus autoridades; y si estos puntos son suficien-
que es imaginario en el sentido de ficticio o irreal. Basta men- temente abundantes y si los hilos tendidos de uno se han cons-
cionar este prejuicio para disiparlo. Si yo me imagino que un truido con el cuidado debido, siempre por la imaginación a priori
amigo que ha salido hace poco de mi casa entra en este momento y nunca por la mera fantasía arbitraria, la imagen entera se ve-
a la suya, el hecho de que yo imagine tal acontecimiento no rificará constantemente por referencia a estos datos y no corre
me da razón para suponerlo irreal. Lo imaginario, simplemente mucho riesgo de perder contacto con la realidad que representa.
en cuanto tal, no es real ni irreal. Verdaderamente esto se asemeja mucho a la manera como
Segundo, hablar de una imaginación a priori podría parecer consideramos el trabajo histórico, cuando la teoría del sentido co-
una paradoja, porque cabe pensar que la imaginación es esen- mún ha dejado de satisfacernos y hemos caído en la cuenta del
cialmente caprichosa, arbitraria, meramente fantasiosa. Pero ade- papel que en él representa la imaginación constructiva. Pero hay
más de su función histórica hay otras dos funciones de la imagi- un sentido en que tal concepción falla seriamente: en que pasa
nación a priori que son, o debieran ser, familiares a todos. Una por alto el papel, no menos importante, que desempeña por la
es la imaginación pura o libre, pero de ninguna manera arbitraria, crítica. Pensamos en nuestra telaraña de construcción, por así
del artista. Un hombre que escribe una novela compone un re- decirlo, como clavada en los hechos por las afirmaciones de las
lato donde diversos personajes desempeñan varios papeles. Perso- autoridades, a las cuales consideramos como datos o puntos fijos
najes e incidentes son todos igualmente imaginarios; sin embargo, para el trabajo de construcción. Pero al pensar así hemos vuelto
el propósito cabal del novelista es mostrar los personajes actuando a deslizamos hacia la teoría, que ahora sabemos falsa, de que la
y los incidentes desarrollándose de una manera que determina verdad se nos entrega pre-confeccionada en estas afirmaciones.
una necesidad interna a ellos mismos. Si el relato es bueno, no Sabemos que la verdad se alcanza, no tragándonos lo que las
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autoridades nos dicen, sino criticándolo; de suerte que los pun- Un dato así sería, por ejemplo, si la investigación se ocupa de
tos supuestamente fijos, entre los cuales teje su red la imagina- la guerra del Peloponeso, cierta afirmación de Tucídides acep-
ción histórica, no se nos dan pre-confeccionados, sino que hay tada como sustancialmente verdadera. Pero cuando preguntamos
que obtenerlos con el pensamiento crítico. qué es lo que entrega este dato a la imaginación histórica, la res-
Fuera del pensamiento histórico mismo, no hay cosa alguna, puesta es obvia: el pensamiento histórico se lo da a sí mismo, y
por referencia a la cual puedan verificarse estas conclusiones. por tanto, en relación con el pensamiento histórico en general,
El historiador piensa exactamente como el héroe de una novela no es un dato sino un resultado o logro. Es nuestro conocimiento
policíaca en el momento en que, partiendo de los indicios más histórico el que nos dice que estos curiosos signos sobre papel
diversos, construye el cuadro imaginario de cómo, y quién, ha son letras griegas; que las palabras que forman tienen cierto sig-
cometido un crimen, Al principio, este cuadro es una simple nificado en dialecto ático; que el pasaje es auténtico de Tucídi-
teoría que espera una Verificación que debe venir de afuera. Di- des y no una interpolación o corrupción; que en esa ocasión
chosamente para el detective, las convenciones de esa forma lite- Tucídides sabía de qué estaba hablando y trataba de decir la
raria dictan que, cuando su construcción esté completa, la co- verdad. Aparte de todo esto, el pasaje no es más que un conjunto
rrobore limpiamente la confesión del criminal, hecha en tales de signos negros sobre papel blanco: no es en modo alguno un
circunstancias que su autenticidad queda fuera de duda. El his- hecho histórico, sino algo que existe aquí y ahora y que lo per-
toriador es menos afortunado. Sí después de convencerse, me- cibe el historiador. Todo lo que el historiador quiere decir cuan-
diante un estudio de los testimonios históricos disponibles, que
do habla de ciertos hechos como de sus datos, es que, para los
Bncon escribió las obras de Shakespeare o que Enrique VII ase-
propósitos de un trabajo en particular, hay ciertos problemas
sinó a los príncipes en la torre, encontrara un documento autó-
históricos pertinentes a ese trabajo que por el momento se pro-
grafo que confesara el hecho, no habría confirmado en manera
pone tratar como establecidos; aunque, si están establecidos, es
alguna sus conclusiones; el nuevo documento, lejos de cerrar la
sólo porque el pensamiento histórico los ha establecido en el pa-
investigación, no haría más que complicarla suscitando un nue-
sado, y establecidos quedan hasta que él o algún otro decida
vo problema: el problema de su propia autenticidad.
volver a plantearlos.
Empecé examinando una teoría de acuerdo con la cual todo Por tanto, su red de construcción imaginativa no puede de-
está dado: de acuerdo con la cual toda la verdad, en lo que cual- rivar su validez del hecho de estar clavada, como la describí an-
quier verdad tiene de accesible para el historiador, se la dan tes, a ciertos hechos dados. Esta descripción representaba un
prefabricada en las declaraciones prefabricadas de sus autorida- intento por quitar al historiador la responsabilidad de los puntos
des. Luego, advertí que mucho de lo que el historiador considera nodales de su construcción, al mismo tiempo que admitía su res-
verdadero, no se le da de esta manera sino que lo construye él ponsabilidad por lo que construye entre esos puntos, A decir
misino con su imaginación a priori; pero todavía pensaba yo que verdad, es tan responsable de los unos como de lo otro. Acepte,
esta imaginación trabajaba por inferencia partiendo de puntos rechace, modifique o reinterprete lo que le dicen las llamadas
fijos dados en el mismo sentido. Ahora me veo obligado a con-
autoridades, es él quien responde de la afirmación que haga des-
fesar que para el pensamiento histórico no hay puntos fijos así
pués de criticarlas debidamente. El criterio que lo justifique al
dados; en otras palabras, que en la historia, así como no hay
hacerlo no podrá ser nunca el hecho de que se lo haya dado una
autoridades propiamente dichas, no hay tampoco datos propia-
autoridad.
mente dichos.
Con esto vuelvo al problema de qué es este criterio. Y aquí
Indudablemente los historiadores piensan que trabajan con se puede va dar una respuesta parcial y provisional. La red de
datos, y por datos quieren decir hechos históricos que ellos po- construcción imaginativa es algo mucho más sólido y potente
seen, prefabricados, al empezar tal o cual investigación histórica. de Jo que hasta aquí hemos pensado. Lejos de depender para su
27.4 EPILEGÓMENOS LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA 283
validez del apoyo de los hechos dados, en realidad sirve como exposición de motivos, análisis de personajes. Cada uno de ellos
piedra de toque con la cual decidimos si los pretendidos hechos se propone hacer de esta imagen un todo coherente donde cada
son genuinos. Suetonio me dice que cierta vez Nerón trató de personaje, cada situación, está tan ligada al resto que este per-
evacuar Bretaña. Yo rechazo esta afirmación, no porque alguna
sonaje en esta situación no puede menos de actuar de esta manera
autoridad superior la contradiga de plano, porque, claro está,
v no podemos imaginarlo actuando de otra. La novela y la histo-
ninguna lo hace, sino porque mi reconstrucción de la política de
ria tienen que ser igualmente coherentes, nada es admisible en
Nerón, basada en Tácito, no me permitirá pensar que Suetonio
ninguna de ellas sino es necesario, y el juez de esta necesidad
tiene razón. Si se me dice que esto no es más que preferir a Tá-
es en ambos casos la imaginación. Tanto la novela como la his-
cito sobre Suetonio, confieso que así es; pero lo hago sólo porque
toria son auto-explicativas, auto-justificantes, son el producto de
me encuentro capaz de incorporar lo que Tácito me dice en una
una actividad autónoma o auto-autorizante; y en ambos casos
imagen coherente y continua de mi cosecha, y no puedo hacer
esta actividad es la imaginación .tf priori.
lo mismo con Suetonio.
En cuanto obras de la imaginación no difieren el trabajo del
De esta manera es como el historiador tiene que justificar las historiador y el del novelista. Difieren en tanto que la imagen
fuentes empleadas en la construcción de su imagen del pasado, del historiador pretende ser verdadera. El novelista sólo tiene
imagen que es el producto de su propia imaginación a priori. Estas una tarea: construir una imagen coherente, que tenga sentido.
fuentes son fuentes, es decir, se les concede crédito, sólo porque El historiador tiene una doble tarea: tiene que hacer esto y ade-
se justifican de esta manera. Porque cualquier fuente puede es- más construir una imagen de las cosas, tales como ellas fueron, y
tar contaminada: este escritor prejuiciado, aquél otro mal infor- de los acontecimientos, tales como ocurrieron. Esta otra nece-
mado; esta inscripción mal leída por un mal epigrafista, aquélla
sidad le impone la obediencia a tres reglas de método de las
maltratada por un cantero descuidado; este trozo de vasija pue-
cuales, por regla general, está libre el novelista o el artista.
de haber quedado fuera de su contexto por culpa de un excavador
La primera de estas reglas es que su imagen tiene que estar
incompetente, y aquél por un inocente conejo. El historiador
localizada en el espacio y en el tiempo. La del artista no tiene
crítico tiene que descubrir estas y muchas otras especies de falsi-
que estarlo; en lo esencial, las cosas que imagina las imagina como
ficación. Lo hace, y sólo puede hacerlo, viendo si la imagen del
sucediendo en ninguna parte y en ninguna fecha. Se ha dicho
pasado a donde le lleva el testimonio histórico es una imagen co-
bien de Cumbres borrascosas que la escena está situada en el in-
herente y continua, si tiene sentido. La imaginación a priori que
fierno, aunque los toponímicos sean ingleses; y fué un seguro
hace el trabajo de construcción histórica proporciona, también,
instinto lo que llevó a otro gran novelista a reemplazar Oxford
los medios de crítica histórica.
con Christminster, Wantage con Alfredston y Fawley con Mary-
Liberada de su dependencia respecto de puntos fijos propor- church, para evitar la discordancia del hecho topográfico en lo
cionados desde fuera, la imagen que el historiador traza del pa- que debería ser un mundo puramente imaginario.
sado es así, en todos sus detalles, imaginaria y su necesidad es en La segunda regla es que toda la historia tiene que ser cohe-
todos los puntos la necesidad de la imaginación a priori. Cual- rente consigo misma. Los mundos puramente imaginarios no
quier cosa que entre en ella no lo hace porque la imaginación del pueden chocar y no es necesario que concuerden; cada uno de
historiador la acepte pasivamente sino porque la exioe activa- ellos es un mundo en sí mismo. Pero sólo hay un mundo histó-
mente. rico y en él todas las cosas tienen que estar en alguna relación
Aquí llega a su punto culminante la semejanza entre el his- con las demás, aun cuando esa relación sea sólo topográfica y
toriador y el novelista, de la cual he hablado ya. Cada uno de cronológica.
ellos se interesa por construir una imagen que es, en parte, narra- La tercera regla, y la más importante de todas, es que la ima-
ción de acontecimientos y, en parte, descripción de situaciones, gen del historiador mantiene una relación peculiar con algo que
27.4 EPILEGÓMENOS LA IMAGINACIÓN HISTÓRICA 285
se denomina testimonio histórico. La única manera en que el diante la cual nos esforzamos por dar a esta idea innata un con-
historiador u otro cualquiera puede juzgar, siquiera por vía de tenido detallado, lo cual hacemos empleando el presente como
prueba, de su verdad, es considerando esta relación. Y en la prác- testimonio de su propio pasado. Cada presente tiene un pasado
tica, lo que queremos decir al preguntar si una afirmación histó- que le es propio, y cualquier reconstrucción imaginativa del pa-
rica es verdadera es si puede justificarse acudiendo al testimonio sado tiende a reconstruir el pasado de este presente, el presente
histórico. Porque una verdad que no pueda justificarse así no en que se efectúa el acto de imaginación, tal como se percibe
puede ser interesante para el historiador. ¿Qué es esta cosa de- aquí y ahora. En principio, el fin de tal acto es aprovechar ín-
nominada testimonio histórico y cuál es su relación con la obra tegro el aquí-y-ahora perceptible como testimonio del pasado
histórica acabada? íntegro a través de cuyo proceso ha cobrado existencia. En la
Ya sabemos lo que no es el testimonio histórico. No es cono- práctica, este fin no se alcanza jamás. El aquí-y-ahora percep-
cimiento histórico prefabricado que la mente del historiador debe tible no puede jamás percibirse, mucho menos interpretarse, en
tragar y regurgitar. Es testimonio histórico todo aquello que el su integridad; y el proceso infinito del tiempo pasado no puede
historiador puede utilizar como testimonio histórico. Pero ¿qué jamás contemplarse en total. Pero esta separación entre lo que
es lo que puede utilizar así? Tiene que ser algo perceptible para se intenta en principio y lo que se alcanza en la práctica es rasgo
él, aquí y ahora: esta página escrita, esto que se dijo de viva común de toda la humanidad, no una peculiaridad del pensar his-
voz, este edificio, esta huella digital. Y de todas las cosas per- tórico. El hecho de que se la encuentre ahí no hace sino demos-"
ceptibles para él no hay ninguna que no pueda utilizar como prue- trar que, en este respecto, la historia es como el arte, la ciencia, la
ba histórica en alguna cuestión, si la aborda con la pregunta justa filosofía, el cultivo de la virtud y la búsqueda de la felicidad.
en la mente. El ensanchamiento del conocimiento histórico se Por esa misma razón en la historia, como en todas las cues-
produce principalmente por el descubrimiento de cómo utilizar tiones fundamentales, ninguna conquista es definitiva. El testi-
a manera de testimonio histórico esta o aquella clase de hecho monio histórico disponible para resolver cualquier problema cam-
percibido, que hasta entonces los historiadores han considerado bia con cada cambio de método histórico y con cada variación en
como inservible. la competencia de los historiadores. Los principios según los
Por consiguiente, la totalidad del mundo perceptible es po- cuales se interpretan los testimonios, cambian también, puesto
tencialmente y en principio testimonio histórico para el histo- que su interpretación es una tarea a la cual tiene que aportar el
riador. Se convertirá en testimonio histórico en la medida en hombre todo lo que sepa: conocimiento histórico; conocimiento
que pueda utilizarlo. Y no podrá utilizarlo a menos que lo aborde de la naturaleza y del hombre; conocimiento matemático; cono-
con la especie justa de conocimiento histórico. Mientras más co- cimiento filosófico; y no sólo conocimiento, sino hábitos men-
nocimiento histórico poseemos, más podemos aprender de cual- tales y posesiones de toda clase, ninguno de los cuales es inmuta-
quier testimonio histórico determinado; si no poseyéramos nin- ble. A causa de estos cambios, que no cesan jamás, por lentos
guno no podríamos aprender nada. El testimonio histórico es que puedan parecer a observadores miopes, cada nueva genera-
testimonio histórico solamente cuando alguien lo considera his- ción tiene que rccscribir la historia a su manera; cada nuevo
tóricamente. De otra manera, no pasa de ser un hecho pura- historiador, no contento con dar nuevas respuestas a viejas pre-
mente percibido, históricamente mudo. De ahí se sigue que el guntas tiene que revisar las preguntas mismas, y —como el
conocimiento histórico sólo puede surgir del conocimiento his- pensamiento histórico es un río en el que nadie puede bañarse
tórico, en otras palabras, que el pensar histórico es una actividad dos veces— incluso un mismo historiador que trabaja en el mis-
original y fundamental de la mente humana, o, como hubiera mo tema por cierto lapso, se encuentra, cuando al tratar de re-
dicho Descartes, que la idea del pasado es una idea "innata". plantear una vieja cuestión, con que la cuestión ha cambiado.
El pensar histórico es aquella actividad de la imaginación me- No es esto un argumento en favor del escepticismo histórico.
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296 EPILEGÓMENOS LA EVIDENCIA DEL CONOCIMIENT O HISTÓRICO
Es sólo el descubrimiento de una segunda dimensión del pensa- bra; porque en la tradición del habla europea, retrocediendo hasta
miento histórico, la historia de la historia: el descubrimiento de los tiempos en que los latinos tradujeron eí griego EJTIOTTIÍÍT] con
que el historiador mismo, junto con el aquí-y-ahora que forma su propia palabra scientia, y continuando ininterrumpidamente
el cuerpo total del testimonio de que dispone, forma parte del hasta nuestros días, la palabra "ciencia" significa cualquier cuerpo
proceso que estudia, tiene su propio sitio en ese proceso y sólo organizado de conocimiento. Si es eso lo que significa la palabra,
puede verlo desde el punto de vista que en el momento presente Bury tiene incontestablemente la razón, la historia es una ciencia,
ocupa dentro de él, nada menos.
Pero ni la materia prima del conocimiento histórico, el de- Pero si no es "ni menos", es ciertamente "más". Porque cual-
talle del aquí y ahora tal como se lo da la percepción, ni las quier cosa que es ciencia tiene que ser más que simplemente una
varias dotes que le asisten en la interpretación del testimonio ciencia, tiene que ser una ciencia de alguna clase especial. Un
histórico, pueden dar al historiador su criterio de verdad histó- cuerpo de conocimiento nunca está simplemente organizado,
rica. Ese criterio es la idea misma de la historia. La idea de un siempre está organizado de alguna manera especial. Algunos cuer-
cuadro imaginario del pasado. Tal idea es, en lenguaje cartesia- pos de conocimiento, como la meteorología, están organizados
no, innata; en lenguaje kantiano, a priori. No es" un producto mediante la compilación de observaciones concernientes a acon-
casual de causas psicológicas, es una idea que todo hombre posee tecimientos de cierta especie que los científicos puedan presenciar
como parte de su equipo mental, y cuya posesión descubre a me- a medida que ocurren, pero que no pueden producir a volun-
dida que se hace consciente de lo que es tener una mente. Como tad. Otros, como la química, están organizados no sólo mediante
otras ideas de la misma clase, es una idea a la cual no corresponde la observación de acontecimientos a medida que ocurren, sino
exactamente ningún hecho de la experiencia. Por muy larga y haciéndolos ocurrir bajo condiciones estrictamente gobernadas.
fielmente que trabaje, el historiador no podrá decir jamás que Otros, a su vez, están organizados no mediante la observación de
su trabajo, ni aun en su esquema más general o en este o aquel acontecimientos, sino haciendo ciertas suposiciones para luego
pequeño detalle, está acabado de una vez por todas. No podrá proceder con la mayor exactitud a la discusión de sus conse-
decir jamás que su imagen del pasado sea en ningún punto ade- cuencias.
cuada a su idea de lo que debiera ser. Pero, por fragmentarios y La historia no está organizada de ninguna de estas maneras.
defectuosos que puedan ser los resultados de su trabajo, la idea Guerras, revoluciones, y los otros acontecimientos de que trata,
que gobernó su curso es clara, racional y universal. Es la idea de no los producen los historiadores bajo condiciones de laboratorio
la imaginación histórica como forma de pensamiento auto-depen- ' para estudiarlos con precisión científica. Ni siquiera los obser-
diente, auto-determinante y auto-justificante. van los historiadores, en el sentido en que los científicos de la
naturaleza observan los acontecimientos. Meteorólogos y astró-
nomos hacen costosos y arduos viajes con el fin de observar por
§ 3. LA EVIDENCIA DEL CONOCIMIENTO HISTÓRICO
sí mismos aquellos acontecimientos que les interesan, porque su
norma de observación es tal que no pueden satisfacerla con des-
Introducción
cripciones de testigos inexpertos. Pero los historiadores no orga-
"La historia —decía Bury— es una ciencia, ni más ni menos." nizan semejantes expediciones para ir a los países donde tienen
Quizás sea "ni menos". Depende de lo que quiera uno decir lugar las guerras y las revoluciones, Y no se debe a que los his-
por ciencia. Hay un uso del lenguaje callejero, como aquél para toriadores sean menos enérgicos o valientes que los científicos
el cual "salón" significa "salón de baile", y según el cual "cien- de la naturaleza, o menos capaces para obtener el dinero que cos-
cia" significa la ciencia natural. Sin embargo, no es necesario ni tarían tales expediciones. Se debe a que los hechos que podrían
preguntar si la historia es una ciencia en ese sentido de la pala- aprenderse con tales expediciones, como los hechos que se apren-