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N º 867

N º 867
Boletín de historia y antigüedades

Parques, plazas y plazoletas: la construcción social


de los espacios públicos en Bogotá
Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno,
Daniela Herrera

Boletín de historia y antigüedades


El reino de los dioses
Belisario Betancur
Héroes y antihéroes: ​la representación de las figuras míticas en Bogotá, la capital
Victoria Peralta de Ferreira
Discurso de recepción
Padre Fernán González González SJ
El proceso de industrialización de América Latina
y la influencia del pensamiento de la CEPAL, 1930-1980
José Antonio Ocampo
Juan José Nieto y Luis Antonio Robles:
dos figuras cimeras de la afrocolombianidad
Amylkar D. Acosta M
El 31 de Julio 1900. Golpe de Estado o cambio de gobierno
Una nueva mirada
Camilo Gutiérrez Jaramillo
70 años después: los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo y el 9 de abril
Javier Guerrero Barón
Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá
Marcos González Pérez

Academia Colombiana de Historia


Retrospectiva de la vida pública de Belisario Betancur Cuartas
Eduardo Durán Gómez

Volumen CV, No. 867, julio – diciembre de 2018. ISSN 0006-6303


0006 6303
ISSN 0006-6303

Volumen CV, No 867, julio – diciembre de 2018. ISSN 0006-6303 Academia Colombian a de H istoria
Boletín de historia y antigüedades
Órgano de la Academia Colombiana de Historia
Volumen CV, No. 867, julio – diciembre de 2018
ISSN Impreso: 0006-6303 / digital: 2357-6553
Boletín de Historia
y Antigüedades
Órgano de la Academia Colombiana de Historia
Volumen CV, No. 867, julio – diciembre de 2018
ISSN Impreso: 0006-6303 / digital: 2357-6553

DIRECTOR
Efraín Sánchez Cabra

EDITOR INVITADO PARA ESTE NÚMERO


Luis Horacio López Domínguez
ACADEMIA COLOMBIANA
ASISTENTE EDITORIAL DE HISTORIA
Calle 10 No. 8-95
Bogotá D.C., Colombia
PBX: (571) 7420848
COMITÉ EDITORIAL Bogotá D.C., Colombia
Diana Bonnett Vélez
Correo electrónico:
Doctora en Historia, Universidad de Los Andes, Colombia
[email protected]
Roberto Lleras Pérez http://www.academiahistoria.org.co
Doctor en Arqueología, Universidad Externado de Colombia
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Artículo 21, parágrafo b de los estatutos:
Doctor en Historia, Archivo General de la Nación. Colombia El contenido de las publicaciones que
Catalina Muñoz Rojas realice la Academia sólo compromete
Doctora en Historia, Universidad de Los Andes, Colombia la responsabilidad de sus autores.
Aristídes Ramos Peñuela
Impreso en Colombia
Doctor en Historia, Pontificia Universidad Javeriana, Colombia
octubre de 2020
COMITÉ CIENTÍFICO INTERNACIONAL
Diseño original:
Anthony McFarlane Torre Gráfica Limitada
Doctor en Historia, University of Warwick, Reino Unido
Frank Safford Diagramación e impresión:
Doctor en Historia, Northwestern University, EE.UU Xpress Estudio Gráfico y Digital S.A.S.
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Doctor en Historia, Universidad Central de Venezuela
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Doctora en Historia, McGill University, Canadá
Marco Palacios
Doctor en Historia, El Colegio de México

COMITÉ DE ÁRBITROS EXTERNOS


Fernán González González SJ
Luis Horacio López
Roberto Lleras Pérez
Álvaro Tirado Mejía
Fernando Mayorga García
Jorge Orlando Melo
Efraín Sánchez Cabra Esta publicación se ha financiado ­mediante la
José Antonio Ocampo transferencia de recursos del ­Gobierno ­Nacional
Edgar Revéis a la Academia Colombiana de ­Historia. El Minis-
terio de Educación ­Nacional no es ­responsable
Germán Mejía Pavón de las ­opiniones aquí expresadas.
Boletín de Historia
y Antigüedades
Volumen CV, No 867
Julio - Diciembre de 2018

Contenido
Contents
5 Presentación

Artículos / Articles

25 Parques, plazas y plazoletas: la construcción social


de los espacios públicos en Bogotá
Roberto Lleras
María del Pilar Quintero
Melissa Osorno
Daniela Herrera

69 El reino de los dioses


Belisario Betancur
Académico Honorario

81 Héroes y antihéroes: ​la representación


de las figuras míticas en Bogotá, la capital
Victoria Peralta de Ferreira
Académica de Número

125 Discurso de recepción


Fernán González González SJ
Vicepresidente

131 El proceso de industrialización de América Latina


y la influencia del pensamiento de la CEPAL, 1930-1980
José Antonio Ocampo
Académico Correspondiente
171 Juan José Nieto y
Luis Antonio Robles: dos figuras cimeras de la afrocolombianidad
Amylkar D. Acosta M.
Académico Correspondiente

185 El 31 de julio 1900. Golpe de Estado


o cambio de gobierno. Una nueva mirada
Camilo Gutiérrez Jaramillo
Académico Correspondiente

207 70 años después: los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo y el 9 de abril


Javier Guerrero Barón
Académico Correspondiente

239 Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá


Marcos González Pérez
Académico Correspondiente

263 Retrospectiva de la vida pública de Belisario Betancur Cuartas


Eduardo Durán Gómez
Presidente

267 Vida Académica

289 Del Boletín


Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

Pres enta ci ón

Esta entrega del BHA Nº 867 corresponde al segundo periodo, julio-di-


ciembre, de 2018 y cubre en su contenido una diversidad de temas vinculados
a acontecimientos políticos del siglo XX, a personajes de relevancia nacional
en la política, la academia y la ciencia, mientras otros textos tratan y analizan
aspectos históricos, urbanísticos y socioculturales del presente siglo. Los textos
reunidos en este número corresponden a exposiciones de académicos de número
ya posesionados y en su casi totalidad a disertaciones de ingreso de académicos
honorarios, de número y correspondientes.
Al hacer una revisión a los temas tratados en las disertaciones encontra-
mos uno sobre un acontecimiento de la historia política nacional al inicio del
siglo XX; otro sobre historiografía en torno a un líder y su movimiento político
en la capital a mediados del siglo XX; un tercero versa sobre los carnavales
estudiantiles de la Universidad Nacional en las décadas de los años 20 y 30 del
siglo pasado; también se incluyen un estudio sobre el rescate histórico y perfiles
biográficos de dos personajes de origen caribeño vinculados a la vida política
del país como exponentes de la afrocolombianidad y un tercero sobre un cien-
tífico estadounidense, texto de ingreso como académico honorario del señor
expresidente Belisario Betancur y que trata de una crónica sobre la vida y obra
de un destacado científico etnobotánico vinculado a las investigaciones de los
ecosistemas amazónicos de Colombia. También aparecen en este número 867
otros temas internacionales como la disertación de historia económica sobre la
influencia de la CEPAL en el proceso de industrialización de América Latina
en un marco desde el inicio de la Gran Depresión hasta la década de los 80.
Hay también sendos textos relacionados con la vida socio-cultural y el espacio
público de Bogotá: el primero trata de la formación de la espacialidad urbana
en un estudio sobre los orígenes y la evolución de los usos públicos de parques,
plazuelas y plazoletas de la capital. El otro analiza las tendencias históricas en la

[5 ]
Presentación

conformación de las huellas de la memoria social y los representaciones cultu-


rales hacia figuras de héroes y antihéroes que identifica como representaciones
míticas en Bogotá y los retos actuales cuando aflora una tendencia iconoclasta.
Este Nº 867 abre con el texto “Parques, plazas y plazoletas: la construcción
social de los espacios públicos en Bogotá”, que reviste especial interés para los
académicos por su visión de conjunto histórico, urbanístico y de monitoreo
arqueológico preventivo de seis lugares emblemáticos del centro histórico de la
capital por los cuales han transitado muchas veces. El texto presenta las sucesivas
intervenciones en los espacios públicos unos de origen colonial y republicano y
otras plazoletas que emergieron como resultado de la intervención urbanística
de iniciativa oficial en el siglo XX.
El autor, académico de número Roberto Lleras Pérez y el equipo de in-
vestigación del proyecto efectúan una reconstrucción histórica que da contexto
espacial y sociocultural a un conjunto de parques, plazas y plazoletas ubicadas en
el centro histórico de Bogotá, y a la par que efectúan una reconstrucción histórica
sobre aquellos espacios, sobre usos y apropiaciones sociales, el equipamiento
y las sucesivas intervenciones por diversas entidades oficiales y asociaciones
cívicas que fueron imponiendo una impronta en sucesivas remodelaciones,
con el propósito oficial de la administración de buscar un mejoramiento del
equipamiento y uso del espacio público capitalino promovido por el Institu-
to Distrital de Patrimonio Cultural. Del trabajo de monitoreo arqueológico
preventivo practicado a los espacios motivo del estudio emergen vestigios del
pasado aborigen y colonial, los hallazgos se ilustran con imágenes y gráficos
acompañadas de vistas panorámicas de los parques y plazuelas en las que se
pueden observar, en el transcurrir del tiempo, las transformaciones de aquellos
espacios y las condiciones actuales de esta infraestructura de la ciudad capital.
A continuación se ofrece un rápido recorrido por los seis espacios tratados
en el informe con la invitación al lector a revisar el contenido integro del texto.
Inicia el registro con el Parque Santander conocido en la época de la Conquista
como Plaza de la Yerba y que por años fue sitio de mercado de los indígenas
sabaneros y de tierras bajas y de vivienda de algunos de los conquistadores. El
estudio registra los diversos intentos por comunicar con puentes el límite sur
del río Vicachá con la otra orilla hacia la plaza mayor y la construcción de la
capilla del Humilladero así como sucesivas transformaciones de este espacio.
Incluye los cambios posteriores de nombre como Plaza de San Francisco por el
convento y templo al costado occidental, y el actual de Santander desde 1879
con la erección de una estatua del estadista republicano. Hace un recorrido por
las sucesivas intervenciones en sus jardines y recubrimiento del suelo, con las

[6 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Presentación

remodelaciones sucesivas introducidas por sociedades cívicas de ornato y las


modificaciones impulsadas en el marco de programas distritales de mejoramiento
urbano. Hace un análisis de los hallazgos arqueológicos del monitoreo preventivo
practicado, las condiciones y uso actual con las medidas de peatonalización del
centro; allí confluyen hoy pensionados, desempleados, lustrabotas, vendedores
ambulantes y peatones en tránsito al Museo del Oro, a las oficinas públicas y
privadas de la plaza y a los templos aledaños.
Le sigue la plazuela adyacente al claustro colonial de la Universidad del
Rosario, un rectángulo resultado de una intervención distrital por razones de
tránsito, estéticas y mejorar la movilidad de los universitarios. Se eliminó el
pasaje Santafé, se le dotó a la plazuela de un estacionamiento subterráneo y
se conservaron locales tradicionales como el Café Pasaje. Registra el texto los
efectos recientes en su circulación de la estación de Transmilenio que acentuó
el uso de sitio de tránsito de peatones, de ventas ambulantes y ferias del libro
usado en algunas temporadas, comercios de esmeraldas y cambio de moneda
extranjera. La Universidad asumió la conservación y enlucimiento de la estatua
del fundador de la ciudad Gonzalo Jiménez de Quedada, trasladada desde el
occidente de la avenida Jiménez.
En el recorrido hacia el norte el estudio se ocupa luego del Parque de los
Periodista, sus orígenes y transformaciones, aunque no logra identificar algún
elemento vinculante al nombre. Quizás antaño asociado como espacio de
encuentro de los periodistas de los diarios de El Espectador y El Tiempo cuyas
oficinas estaban antes ubicadas entre carrera sexta y séptima en la avenida
Jiménez. Registra el texto el traslado de la estatua de Bolívar y el templete, la
intervención con el proyecto del Eje Ambiental del arquitecto Salmona y en su
recorrido menciona los anteriores usos de los espacios e inmuebles adyacentes
y da cuenta sobre los hallazgos arqueológicos. Adicionalmente identifica las
limitantes en la apropiación social de esta plazuela por el intenso flujo vehicular
del eje vial, que impide un uso social adecuado de este espacio.
Ahora una mención a la Plaza de los Mártires que se construyó en terrenos
de la antigua huerta del español Juan Núñez de Jaime, escenario de las ejecu-
ciones de los líderes patriotas en la reconquista de España de 1816. Da cuenta
el texto de las sucesivas intervenciones y del mantenimiento de un obelisco, de
jardines y las posteriores afectaciones impuestas a la plaza con la segmentación
por ampliación de vías y el deterioro social de este espacio en honor a los már-
tires patriotas, adyacente al templo del Voto Nacional. El texto adiciona nuevos
factores de deterioro del sitio por flotas de transporte intermunicipal, microtrá-

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Presentación

fico de drogas y comercio de objetos robados como teléfonos celulares. El texto


ilustra como en los anteriores, los resultados de la exploración arqueológica.
Ahora, hacia el oriente acudimos a la Plaza del Chorro de Quevedo. Una
historia con diversas hipótesis sobre su origen y transformaciones de aquel
espacio en los siglos coloniales y republicanos. Con una abundante registro de
información sobre como una construcción artificiosa de iniciativa privada logró
atraer a este espacio el turismo y constituirse en un activo espacio de recreación
incluido el consumo de bebidas y psicotrópicos.
La Plaza de Armas de las Cruces tiene un origen republicano, reglamentada
por el gobierno nacional al inicio de la Regeneración con una estatua de Ricaurte.
En sus alrededores se levantan tres templos de diverso origen y antigüedad. El
estudio presenta las intervención sucesivas, una de instalación de una fuente
de agua trasladada de otro sitio por la sociedad de ornato, sumada a otras obras
de iniciativa de sus vecinos como la dotación de un espacio popular de eventos
boxístico y de lucha libre. Hoy cuenta la plaza con un sitio de estacionamiento
de vehículos de acarreo, también con un equipamiento de canchas múltiples.
Un conjunto de imágenes panorámicas muestra sus transformaciones en el
tiempo entre estas cómo los antiguos escenarios populares de lucha libre fueron
intervenidos con rellenos. Señala el informe el deterioro de su piso y las excava-
ciones arqueológicas dan testimonio de diversas intervenciones, estilos y usos
del espacio. Hoy convergen allí estaciones de policía, estacionamiento, cancha
deportiva, y el comercio de microtráfico y consumo de drogas.
El texto luego de un recorrido por estos seis espacios públicos capitalinos
hace una síntesis de cada uno de ellos, sobre sus orígenes y sobre las condiciones
actuales de su uso público. Aporta el estudio una distinción tajante entre unos
espacios tradicionales de origen colonial y republicano con otras plazoletas fruto
de intervenciones del Distrito como la plazuela del Rosario y otros de iniciativas
ciudadanas como el Chorro de Quevedo. También identifica el influjo de las
autoridades capitalinas y la intervención de organizaciones cívicas de elite como
la Sociedad de embellecimiento, y la posterior Sociedad de Ornato y Mejoras
que contrastan con otras iniciativas efecto de la espontánea acción de vecinos,
en sus intervenciones y transformaciones, cambios de usos y de equipamiento.
Para concluir, el balance del estudio es muy preocupante al identificar cómo
en la actualidad aquellos parques, plazas y plazoletas muestran las sucesivas
intervenciones efecto de tendencias urbanísticas y de arquitectura moderni-
zantes de los espacios públicos, con la ausencia de unas políticas oficiales de
atención y conservación de estos espacios públicos y su adecuada apropiación
por la ciudadanía; señala los cambios, efecto de la moda del momento como lo

[8 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Presentación

fueron las fuentes de agua. Los identifica como “escenarios de la vida tumul-
tuosa y conflictiva de una ciudad a medio formar y expresión de un acto de la
tragicomedia urbana...”. Porque el estudio nos marca la huella del influjo hacia
la modernidad con modas de origen europeo que modificaron el espacio, los
jardines, la iluminación, ilustrada con los testimonios arqueológicos de su suelo
y el registro fotográfico de aquella multiplicidad de cambios dados por la in-
tervención oficial o de iniciativa de entidades privadas o de los vecinos, en este
estudio promovido por la administración distrital, orientado a la revitalización
y recuperación de aquellos espacios públicos.
El segundo texto corresponde a la disertación de ingreso a la Academia
como académico honorario del expresidente de la República Belisario Betancur.
Un escrito que integra una singular crónica periodística acompañada de un
riguroso análisis historiográfico en el que rescata la trayectoria investigativa en
la Amazonía y Orinoquia colombianas y publicaciones del científico estadouni-
dense Richard Evans Schultes (Boston 1915-2011). En su texto el autor hace una
vívida caracterización de lo orígenes del ilustre científico, su vida universitaria,
como becario, investigador y docente de la Universidad de Harvard en Boston,
graduado como zoólogo, biólogo y botánico. De sus viajes iniciales a Oaxaca
entre los kiowa para investigar los efectos alucinógenos del peyote y luego la
incursión a los territorios de selva tropical húmeda de Colombia para estudiar
sus ecosistemas, por muchas anualidades, en búsqueda de plantas como yagé,
curare, plantas medicinales, resinas, caucho, orquídeas.
En el texto que intituló. “El reino de los dioses” vincula estrechamente al
científico con las etnias que lo acogieron en sus viajes y “que lo respetaban y
querían como uno de los suyos”. Reconstruye los vínculos científicos y afecti-
vos con el país, y destaca su compromiso social con sus aportes de pedagogía
intercultural entre funcionarios que convivían con las etnias nativas, por lograr
contribuir a recuperar una dignidad y supervivencia de las indios, amenazados
en su cosmovisión por la evangelización protestante y católica y la colonización
de mestizos y blancos. Recrea los ambientes y las dinámicas de cambio que
observó en sus viajes entre las etnias nativas de la Amazonía.
En una narrativa de suspenso recrea el primer encuentro en la selva
amazónica del autor con el científico Schultes que se sucede en un viaje de pe-
riodismo investigativo del autor para el diario El Siglo al inicio de 1953, y que
entre los 15 acápites del texto titula “Mañana llega el gringo” orientado con su
magia narrativa reconstruye la predicción del Mama Valencia quien le anuncia
el arribo del avión de lo regresará a Bogotá. “¿Mama cómo lo supo? Yo oír correo

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Presentación

selva, Marandúa, traer buenas noticias”. Así bautizó cuando era Presidente de la
República en la década de los 80, la base naval del Vichada: Marandúa.
Hace luego un recorrido minucioso y colmado de situaciones y anécdotas
de la trayectoria científico e investigativa del doctor Schultes, sus publicaciones,
sus alumnos, su vinculación al museo de orquídeas de cristal. Más allá del perfil
científico y humano de su biografiado a quien consideraba “un santón laico”
consigna un conjunto de reflexiones compartidas con el profesor Schultes,
muchas premonitorias sobre el futuro de la selva húmeda tropical, que hoy pa-
dece de devastación con presiones hacia la potrerización y la agroindustria de
los cultivos de coca, que sume en riesgos la limitada sostenibilidad de aquellos
ecosistemas selváticos.
A continuación se reproduce la disertación de ingreso como académica
de número de Victoria Peralta de Ferreira intitulada “Héroes y antihéroes: la
representación de las figuras míticas en Bogotá, la capital”. Texto orientado a
la conceptualización analítica como representaciones colectivas de las conme-
moraciones públicas consagradas en estatuas a personajes que la sociedad o el
Estado han considerado referentes fundantes para la construcción de la nación
colombiana y los convirtieron en mitos héroes.
Parte de una revisión de múltiples referentes teóricos sobre la memoria y
los procesos de cómo se construye la memoria colectiva de los pueblos y cómo
se logra la representación de los cambios políticos y sociales en las mentalidades
ciudadanas. El texto se orienta a revisar y analizar la tradición histórica de la
sociedad bogotana y tratar de identificar cómo se crearon y destruyen mitos de
sus héroes y también busca indagar los cambios en la transición entre la cultura
del siglo pasado y los cambios impuestos por la modernidad y la postmoderni-
dad. Para concluir que los procesos de institucionalización de estatuas y bustos
no fueron tan sólidos y más bien tardíos por falta de recursos, falta de consenso
y de los mismos procesos de fundición de las estatuas que se entronizaron en
la ciudad capital.
Indaga la autora sobre la memoria colectiva del centenario de la Indepen-
dencia en 1910 y cómo se fue construyendo desde 1810, y hace un recorrido
documental de las conmemoraciones, para conocer quiénes, para qué, cuándo
y dónde se realizaron y se interroga cómo se hará en un futuro próximo. Cómo
se construyeron los mitos en el pasado y cuál la situación actual y estado del
arte de las conmemoraciones a la luz de marcos teóricos que explican los pro-
cesos de construcción de la memoria social, los referentes y las dinámicas para
su apropiación social y como se ubican las expresiones culturales y artísticas
conmemorativas: música, teatro, exposiciones, concursos. Indaga la autora sobre

[ 10 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Presentación

cómo se dio ese proceso de memorización con la erección de monumentos y


estatuaria. Para concluir su análisis sobre las expresiones contemporáneas, ya
marcadas por la modernidad y la postmodernidad.
Reflexiona que al no ignorar ni excluir el pasado, éste debe conectarse
con el presente, de acuerdo con la tradición histórica y recomendable indagar
sobre las experiencias contemporáneas de memorización, incluidos los sitios
de conciencia (sites of conscience) observados en otros países y que muestran
los horrores de la violencia y promueven la no repetición. También hace una
revisión histórica del concepto de mito y el significado de este en la modernidad
contemporánea, con una revisión teórica de sus cambios y cómo la historia
que no es ficción, en su discurso épico conduce a la creación de un mito-héroe
Examina el concepto de representación, dado que monumentos y estatuas
producen representaciones y significados sociales o urbanos según los lugares
de la memoria. Como productos o constructos sociales diferentes considera
que las estatuas de los héroes corresponden a concepciones y acuerdos en la
identidad de la sociedad que los impulsa y acoge.
La autora también identifica en varios países movimientos sociales contra
personajes convertidos en héroes por la historia y cómo han sido destruidos o
banalizados monumentos y estatuas en espacios públicos en diversas ciudades del
mundo. Menciona varios personajes, entre estos el colonizador británico Cecil
Rhodes fundador de Rodesia (hoy Zimbabue) cuestionado en la Universidad
de Oxford por su pasado colonialista. Otro tanto las tendencias iconoclastas
hacia las estatuas de Cristóbal Colón en Buenos Aires, en Caracas y en el Co-
lumbus Circule de Nueva York, al ser considerado Colón hoy como un genocida
de los pueblos americanos. Un primer movimiento impulsado en Venezuela
por el presidente Chávez que transformó el “día de la raza” por el “día” de la
resistencia indígena”. Reseña también el activismo universitario internacional
del movimiento SRRP (Symbolic Reparation Research Project), integrado por
universitarios de varias ciudades norteamericanas incluido la universidad Ex-
ternado de Colombia. Considera que los monumentos no son objetos estáticos
o miméticos fijos y debemos continuar en búsqueda de la civilidad frente a estas
tendencias iconoclastas.
Debemos también observar cómo en la actualidad este movimiento antise-
gregacionista de las minorías étnicas hacia estatuas consagradas por la historia
de varios países se ha activado y expandido en tiempos de la pandemia mundial,
a varios continentes, con mucha concurrencia, beligerancia y colectivos actos
iconoclastas de derrumbamiento de estatuas, en varias ciudades del planeta.
Las consideraciones internacionales anteriores las sitúa ahora en contexto de

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Presentación

las realidades nacionales. Para expresar las dificultades en Colombia para de-
sarrollar una estrategia homogénea y coherente de representación y formación
de un proceso de creación y dotación de referentes que le permitan construir
memoria e imaginar una nación a futuro.
La fragmentación de la sociedad desde los inicios de la Independencia,
los escasos recursos, la dificultad para lograr consensos sobre a cuáles héroes
se pretende exaltar, todo esto incidió en el limitado conjunto de monumen-
tos y estatuas a los héroes colombianos en la ciudad capital, al momento del
centenario de la Independencia nacional en 1910. Anota que el bipartidismo
complicó aún más el clima de polarización en el que emergieron los héroes y
antihéroes, en la relación banderiza entre liberales y conservadores, antes entre
santanderistas y bolivarianos. Considera que debe reconocerse adicionalmente
aquella condición bipolar la de la comunidad imaginada por la cultura popular
y la contrapuesta de la cultura de la élite.
En 1910, los objetivos del primer centenario de la Independencia con la
erección de estatuas, según la autora, se acompañaron de un discurso hegemónico
desde las élites conservadoras, para consolidar un gobierno centralista, católico
y pro hispanista, con las ideas de progreso y civilización. Las estatuas en un
90% fueron individuales como símbolos de realidades particulares de la vida
política, de individuos y no de comunidades imaginadas. Apoyada en fuentes
de investigaciones y proyectos de recuperación de la significación simbólica, el
texto presenta un análisis de cómo se fue construyendo una memoria colectiva
a escala internacional, la formación de un imaginario colectivo en términos de
identidad y el soporte en la estatuaria y bustos de las conmemoraciones públicas
en especial en los espacios públicos consagrados a la memoria colectiva, parques,
plazuelas y monumentos.
Las primeras estatuas erigidas en Bogotá en el siglo XIX correspondieron
a Bolívar, Santander y Mosquera y poco representaron a grupos o eventos
colectivos, con la excepción del Monumento a los mártires de la patria en
1880, del de Ayacucho a Sucre y Córdova en 1930 y de los héroes caídos en el
Ministerio de Defensa en el siglo XX. Influidos por la modernidad y alejados
de lo figurativo los monumentos y esculturas erigidos en el siglo XX ninguno
hace referencia a los héroes fundantes. Más a movimientos reivindicatorios de
la violencia colectiva
Se enfoca en Bogotá en aquella búsqueda de identidad y sobre cómo se
materializó en la erección de estatuas ese culto. Se interroga la autora sobre los
retos del presente de cómo dar coherencia a estos referentes icónicos e históricos
amenazados y enfrentados a tendencias ya mencionadas, de contracorriente

[ 12 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Presentación

social que ha identificado como iconoclastas en Buenos Aires contra el estatua


de Colón y otro tanto en Estados Unidos.
Es concluyente la dificultad tardía para elaborar aquellas representaciones
colectivas. Reitera esa dificultad para disponer de un sistema de referentes que
redunden en una comunidad imaginada que integre a los colombianos en un
Estado Nación. Advierte que para el presente no se logra una homogeneidad que
permita generar una identidad colectiva. Los acontecimientos y enfrentamientos
bipartidistas con el propio repertorio de héroes y antihéroes que se contrapone
al otro partido ha impedido que se avance en ese proceso de integración hacia
la identidad nacional.
La autora pone de presente los cambios de memoralización a que esta-
mos abocados en el presente. Se observa un paso de las memoralizaciones
individuales a las colectivas, a las grupales, a las reparaciones simbólicas y a
los sitios de la memoria. Simultáneamente se identifican cambios ideológicos
y cómo han incidido los cambios políticos en las memoralizaciones. Es decir
que se ha generado un cambio en la forma de recordar, pasándose de los héroes
individuales a colectivos como lo que ha sucedido con los centros de memoria
en Colombia de las victimas de la violencia. Ese cambio también se observa en
otros lugares de América Latina y el mundo, ahora los nuevos monumentos
son “sitios de memoria”, cementerios y nuevos museos de la memoria histórica,
con un cambio en los enfoques sobre lo que se debe recordar, con un cambio
de las dimensiones individuales de los mitos héroes a dimensiones colectivas.
Esto tiene un contexto mundial, que ya se ha señalado, se trata de unos
cambios hacia las nuevas concepciones vinculadas a los cambios hacia los héroes
memorizados y hacerse interrogantes. Tumbar una estatua de Colón, de Belal-
cázar o Jiménez de Quedada implica cambiar la historia? ¿Se puede reescribir
la historia según la moral y la ética actual? Quizás sea posible la corrección
política y la revisión de la historia. Por último, considera la autora que deben
explorarse alternativas para frenar la hiperinformación, las presiones de las redes
sociales, para establecer unos referentes sociales que nos tracen la viabilidad de
una conciencia social sobre las dimensiones de la misma y presencia histórica
contemporánea. El discurso de recepción de la académica Peralta de Ferreira
estuvo a cargo del académico de número Fernán González González SJ.
A continuación se registra el texto de ingreso a la Academia del historiador
económico José Antonio Ocampo Gaviria con un extenso análisis intitulado “El
proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento
de la CEPAL, 1930-1980”. Un tema novedoso para los lectores tradicionales del
boletín en el que se reconstruyen las tendencias macroeconómicas de medio

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Presentación

siglo de los procesos de industrialización en América Latina a partir de la crisis


mundial de la economía de la década de los años 30. En los dos primeros acápi-
tes de seis, trata sobre los antecedentes y caracterización de la crisis económica
mundial. Hace una revisión de los efectos económicos de la Gran Depresión
así como la incidencia de los efectos de la Segunda Guerra mundial en aquel
proceso. El texto hace un recorrido sobre lo que representó la Gran Depresión
en la primera globalización y como reforzó las políticas proteccionistas, el co-
lapso del patrón oro, el sistema financiero privado a escala internacional y las
repercusiones en la economía estadounidense que había llegado a depender en
forma creciente de los países de América Latina.
El autor despliega un análisis macroeconómico, apoyado en sus propias
estadísticas de crecimiento e ilustrado por una serie de cuadros y gráficas. Traza
una caracterización de las políticas macroeconómica de la CEPAL y que según
el autor tomaron en forma directa un manejo de la demanda agregada, con el
propósito de tener algún control sobre los ciclos económicos, los cuales explica
en su análisis a lo largo el medio siglo. Con la tendencia hacia un proceso en el
que el crecimiento industrial y de servicios condujeron a una disminución de
los productos básicos agrícolas. Hace luego una presentación sobre las políticas
de la CEPAL y su aplicación en las economías de la región, otro tanto sobre los
intentos de crear un mercado común y reseña los Acuerdos de comercio en la
región y las diferencias entre estos.
En el acápite siguiente explica las fases del proceso de industrialización en
tres etapas, con las estrategias cepalinas e indicando los avances, de acuerdo con
el tamaño de las economías. En el último acápite a modo de síntesis formula un
balance general de los procesos de industrialización dirigidos por el Estado y los
logros económicos de este proceso e identifica las diferencias entre las economías
de los países de América Latina, el crecimiento del PIB y analiza y compara los
avances entre las economías de los países, incluida la reducción de la pobreza.
Por último, señala cómo uno de los problemas de mayor magnitud fue la
tendencia al desequilibrio externo, a lo largo del periodo. Con una mirada al
contexto de la economía mundial y con el surgimientos de nuevos paradigmas
tecnológicos y la consolidación de una segunda globalización. El texto reúne
una amplia bibliografía para los lectores que busquen profundizar en la temática
de este compacto texto que el autor revisó minuciosamente en el proceso de
edición del boletín.
En el texto siguiente “Juan José Nieto y Luis Antonio Robles: dos figuras
cimeras de la afrocolombianidad” el autor se enfoca en un esmerado análisis de
diversas fuentes históricas y sociológicas con miras a recuperar con una mirada

[ 14 ] Boletín de Historia y Antigüedades


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diferente a la tradicional estos personajes que habían sido ignorados por la historia
social y económica del país. Se centra el autor en reconstruir la trayectoria social
y política de aquellos dos afrodescendientes nacidos en el Caribe colombiano,
Juan José Nieto nacido en Sibarc,o Atlántico en 1805 y el guajiro Luis Antonio
Robles nacido en Camarones en cercanías de Riohacha en 1849.
Fue Juan José Nieto un prolífico escritor, iniciador de la novelística colom-
biana, autodidacta, exiliado a Jamaica donde escribió sin descanso y hábil político
que se formó al lado de José María Obando. Un defensor de la institucionalidad y
simpatizante de la política social y educativa del general Santander, impulsador de
un radicalismo liberal y defensor de la causa de los artesanos. Fue un incansable
luchador de la autonomía regional. En el proceso de recuperación de su figura
política de Juan José Nieto destaca el autor la labor investigativa del sociólogo
Orlando Fals Borda y del investigador Gonzalo Guillén. Labor que incluyó la
recuperación del retrato decimonónico del archivo del palacio de la Inquisición.
Se estableció históricamente su figura presidencial con el ejercicio del poder
ejecutivo entre Mariano Ospina Rodríguez y Tomás Cipriano de Mosquera, del
25 de enero al 16 de julio de 1861, y murió en Cartagena a los 46 años de edad.
Luis Antonio Robles nació en Camarones en cercanía de Riohacha capital
del departamento de la Guajira, en octubre de 1849. Tuvo una multifacética
actividad en la docencia universitaria, en cargos públicos, en el parlamento,
en la guerra, y como escritor. Se graduó como jurisconsulto con honores en la
Universidad del Rosario en 1868; el presidente tolimense Manuel Morillo Toro
lo designó director de educación pública de Magdalena. Fue cofundador de la
Universidad Libre, cuando había sido rector de la Universidad Republicana.
Elegido senador por Magdalena y luego por Antioquia. Ministro de la cartera
de tesoro y crédito público y como polemista parlamentario había dado el de-
bate sobre las emisiones clandestinas del Banco Nacional y también sobre los
vacios de la ley de prensa. El texto corresponde a la disertación de ingreso como
académico correspondiente de Amylkar Acosta.
El texto “El 31 de julio 1900. Golpe de Estado o cambio de gobierno.
Una nueva mirada” corresponde a la disertación de ingreso como académico
correspondiente de Camilo Gutiérrez Jaramillo. Se trata de un extenso ensa-
yo histórico, político y jurídico, apoyado en fuentes de la historiografía de la
época, de las dos vertientes opuestas: aquellas de factura de los “conservadores
nacionales” partido del régimen y contrapuestas a aquellas provenientes de
“conservadores históricos” en la oposición y de documentación de líderes libe-
rales. Hace el autor una lectura analítica sobre los antecedentes y el desarrollo
de la crisis política que desembocó en la asunción del estadista José Manuel

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Marroquín como presidente, el 31 de julio de 1900 seguido del confinamiento


militar del presidente constitucional Sanclemente. Al final incluye con unos
someros comentarios en torno a las consecuencias nugatoria del régimen Ma-
rroquín que rechazó la conciliación de la Guerra de los Mil Días, con las fuerzas
contendientes, al considerar factible exterminar las huestes liberales, a lo que
se suma la ingerencia nefasta como ministro de guerra de Aristídes Fernández
en la administración Marroquín.
Para ilustrar al lector sobre los contextos políticos de la crisis de gobernalidad
que desembocaron en el acontecimiento del 31 de julio se retrotrae al ambiente
político de finales de los gobiernos de Núñez y las aspiraciones reeleccionistas
en el proceso electoral de 1897 del estadista Miguel Antonio Caro. Ante la apa-
rición como opción favorable y autónoma de la candidatura del general Rafael
Reyes, de forma inesperada Caro promueve como candidatos a la presidencia la
dupleta de los provectos políticos Manuel Antonio Sanclemente y José Manuel
Marroquín y el clima político que se desencadena.
El autor logra identificar las fuerzas de oposición de los “conservadores
históricos” a partir de una disección al contenido del documento “Motivos de
disidencia” o “Manifiesto de los 21” impulsado por las fuerzas de oposición contra
el gobierno de Caro, liderados por el político conservador Carlos Martínez Silva;
documento que ilustra sobre los propósitos de recuperar las libertadas abatidas
o aplazadas por el partido de gobierno de los conservadores nacionales, en torno
a la descentralización, a superar la manipulación política de la ley electoral que
no permitió la participación de nuevos diputados de otras vertientes políticas al
parlamento pero sí mantuvo el monopolio de los diputados de la regeneración
en los cuerpos colegiados, y provocó las guerras de 1893 y 1899.
Reconstruye en la crisis política que se analiza, la ingerencia y actuaciones
del ministro de guerra general Casabianca, y el desafortunado nombramiento
por Marroquín del jefe de policía de Cundinamarca como Ministro de guerra.
Recrea al detalle como se dieron los sucesos del 31 de julio y como asumió el
vicepresidente Marroquín el poder presidencial, su manifiesto y la situación
pacífica de orden público apenas turbado por algunas manifestaciones callejeras.
El primero de agosto nombró gabinete y el tres fue inmovilizado militarmente el
presidente Sanclemente y muere el 19 de marzo de 1902. Sin que se identifique
algún acto institucional por un decreto que le diera visos de legitimidad al cam-
bio, solo se conoce de un memorando de Marroquín mediante el cual justifica
la decisión de asumir la primera magistratura. Meses mas tarde intervendrá la
Corte Suprema intentando legitimar el hecho cumplido. Adicionalmente quedó

[ 16 ] Boletín de Historia y Antigüedades


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la constancia histórica que consignó Marco Fidel Suárez jefe de la cartera de


educación de repudio a estos acontecimientos.
El texto hace una reconstrucción del ejercicio limitado del presidente
Sanclemente por motivos de salud y los desmanes surgidos en el gabinete por
la falta de institucionalización del ejecutivo. Analiza desde una perspectiva
jurídica y constitucional la ausencia presencial en la capital y el ejercicio ini-
cial por ochenta días cuando actuó en ausencia del presidente Sanclemente,
el Vicepresidente con autonomía. Muestra un gobierno dislocado y en el que
mediaba una desarticulación institucional en el manejo cotidiano de los asuntos
de gobierno habilitados a través del autarquismo de los ministros, con funciones
unilaterales y sellos de caucho con el autógrafo presidencial. Se sumaba en el
clima político el alzamiento del Partido Liberal que invocó la sin salida de una
reforma electoral, para precipitarse a la contienda armada. Para enfrentar la
guerra el gobierno había acudido a expedientes autoritarios, abusos, emisiones
clandestinas en las que había sido acusado Martínez Silva, reclutamientos y
otros actos lesivos a los derechos constitucionales
Concluye el texto con la designación como ministro de guerra del general
Aristídes Fernández, gobernador de Cundinamarca, como se mencionó antes
y quien logró una gran influencia sobre el vicepresidente Marroquín, quien se
impuso en contra de una salida negociada que diera termino a la Guerra de
los Mil Días. De las actuaciones del ministro Aristídes Fernández hay eviden-
cias sobre los atropellos a los liberales que sometió a prisión en el edificio del
panóptico, sumados a los excesos escandalosos en materia de violación a los
derechos humanos, con la idea de exterminar el partido liberal.
Al cierre, considera el autor que en el imaginario histórico se catalogan
los acontecimientos del 31 de julio en dos vertientes políticas y jurídicas: como
un golpe de estado “a pesar de los escrúpulos de normalidad que tuvieron sus
autores”, mientras los conservadores históricos lo allí ocurrido se denominó
simplemente como “un cambio de gobierno”. Sin que el autor tome partido, más
bien con equilibro ha reconstruido con un enfoque historiográfico neutro, éste
extraño proceso que complicó con su mando presidencial los procesos de paz
de la Guerra de los Mil Días.
El texto de Javier Guerrero para el ingreso como académico correspondiente
intitulado “70 años después: los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo y el 9 de
abril” hace un recorrido por la producción bibliográfica de un periodo de siete
décadas, desde diversas vertientes ideológicas y partidistas, en torno a la figura
del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, el movimiento gaitanista y a partir de su
asesinato el 9 de abril de 1948 en el marco de la IX Conferencia Panamericana

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en Bogotá y que se extendió por todo el territorio nacional. Conocido como


El Bogotazo es sin duda, el único acontecimiento político y de desborde social
violento de Colombia que se ha registrado en las cronologías de acontecimien-
tos internacionales, a la par de la erupción del volcán del Ruiz como catástrofe
natural, por el número de 26.000 muertos de este último. Hace el autor una
revisión de las publicaciones en torno a las causas, procesos y responsables de
la violencia desatada por este magnicidio político.
El texto agrupa por décadas los registros bibliográficos individuales y
colectivos sobre Gaitán, el movimiento gaitanista, sobre El Bogotazo y las inter-
pretaciones en torno al magnicidio. Este recorrido sobre historiografía política
se inicia con la reseña de aquellas obras redactadas antes de la década de los
años sesenta, aquella literatura gaitanistas de amigos y seguidores del caudillo
liberal de sus contemporáneos más cercanos al líder asesinando. También en
autoediciones testimonios sobre su ideología y los vínculos con el político. Más
adelante reseña aquella literatura originada en los partidos liberal y conserva-
dor. En el siguiente apartado registra aquella literatura que según el autor esta
articulada con la memoria del autor del presente texto, como participante en
varios encuentros académicos sobre la Violencia. La siguiente se corresponde
con la producción bibliográfica, originada en la Universidad Nacional y otros
centros investigativos y de estudio. Otro apartado corresponde a estudios origi-
nados en Estados Unidos y otras obras y documentos procedentes de agencias
internacionales y la obra de colombianistas del exterior. El último acápite se
ocupa de la literatura que considera este magnicidio como una de las primeras
manifestaciones en este hemisferio de la Guerra Fría.
Los primeras ediciones registradas versan sobres publicaciones en torno
al fenómeno de la Violencia en Colombia y que se vincularon a lo largo del
siglo XX con las reacciones después del Bogotazo y la obra emblemática “La
violencia en Colombia” de Germán Guzmán, Eduardo Umaña y Orlando Fals
Borda, 1960. Incluye obras representativas de la literatura colombiana y entre
ésta de la novelística nacional, algunas obras vertidas al cine y al teatro como
también otra literatura testimonial que circuló en ediciones artesanales y en
forma clandestina por la represión al momento de su edición.
Entre la literatura gaitanista el autor dedica un espacio considerable a la
obra de denuncia y contestaria sobre las actividades de Gaitán, de pluma de
quien fuera su secretario personal, Fermín López “El apóstol desnudo o dos
años al lado del mito”, 1936. Así mismo obras de los amigos más cercanos al
líder: Antonio García, Luis Vidales y Jorge Ortiz Márquez. En algunos identifica

[ 18 ] Boletín de Historia y Antigüedades


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el valor de sus aportes en el contexto global y a otros títulos los cataloga como
una prosopografía colectiva del personaje.
Le sigue la producción de la literatura partidista, de los liberales, en la
pluma de sus ideólogos, dirigentes y expresidentes con un enfoque de un
gaitanismo fronterizo, y disidente de la línea del oficialismo liberal. Desde la
vertiente conservadora las obras de los más cercanos al régimen del presidente
Ospina y con la denuncia de una pretendida conjura comunista, la que se repite
en la prensa y la diplomacia como primeros expresiones de la Guerra fría y el
macartismo norteamericano. En la disputa bipartidista frustránea por ingresar
a la modernidad y los referentes de una radicalización de Gaitán multiclasista
y antioligárquico.
Incluye además los escritos provenientes del bipartidismo una referencia al
alinderamiento político de los ideólogos de izquierda, la que catalogó el nueve de
abril como una revolución frustránea por el caos, el alcohol, la ausencia de líderes
gaitanista o falta de una vanguardia. Para el autor los comunistas catalogaban al
líder asesinado como fascista, y sin convergencia con los sectores heterodoxos.
A esta historiografía de izquierda la considera el autor incapaz de interpretar el
momento histórico y de traducirlo en la salida al caos y pesimismo armado y
rabioso que surgió de estas jornadas violentas. No presenta, sin embargo, ningún
registro bibliográfico que ilustre en la historiografía escritos sobre la posición
política de los pensadores de izquierda, ni de otros contrapuestos políticamente
a los consignados para liberales y conservadores.
El autor para el análisis de la bibliografía producida en la década de los
años ochenta se aleja de la metodología que ha aplicado en las décadas ante-
riores y para estos años encapsula el recorrido en un ámbito auto testimonial
y pasa a identificar su acercamiento personal al Centro Gaitán, a su directora
hija del líder asesinado aunque no tiene vinculación laboral o investigativa con
este centro, más de aproximación a sus cercanos conocidos entre profesores y
estudiantes universitarios, los que enumera al detalle. Señala un referente inicial
a un conjunto de encuentros sobre La Violencia que se suceden en la Universidad
Nacional y que luego vinculará a la sede en Chiquinquirá de la UPTC. En la
línea de los simposios de violencia en Colombia, alguno con la vinculación del
Centro Gaitán. Asocia la nómina de los investigadores en torno a Gaitán con un
registro de las trágicas muertes de algunos de los investigadores y que formaron
parte de aquel grupo de estudio que luego se conocieron con el genérico califi-
cativo de “violentólogos”, nómina de expertos en esta temática. Este acápite esta
signado por comentarios muy testimoniales hacia sus interlocutores y maestros
y su vinculación afectiva e informativa al Centro Gaitán. En su recorrido pone

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de presente las incoherencias y sus actitudes anímicas de la descendiente del


líder Gaitán al frente del Centro Gaitán que por su errática dirección aunque de
inicios había generado un grupo investigativo y plan editorial coherente. Luego
la doctora Gloria Gaitán se desbordó en un encuentro internacional organizado
con la universidad nacional y disolvió todo su equipo del Centro. Para más tarde
hundirse en contradicciones y forcejeos con los gobiernos de turno durante el
resto del siglo XX, hasta la liquidación y entrega por el Gobierno Nacional del
Centro Gaitán a la Universidad Nacional a partir de 2014 y actualmente sumido
en el abandono físico, investigativo y programático.
Avanza el ensayo historiográfico para tratar el espacio investigativo y de
profesionalización en historia de la Universidad Nacional y su vinculación al
examen de los estudios sobre Gaitán, en seminarios con historiadores nacionales
y colombianistas. Hace una recapitulación del proceso de profesionalización
de los primeros discípulos en historia de Jaime Jaramillo Uribe y la nomina
de profesores en el pregrado y postgrado así como de sociología liderada por
Orlando Fals Borda y también de los jesuitas del CINEP. Seguido de una corta
reseña de libros editados por las universidades Nacional, Libre y la Academia.
Sobre fuentes internacionales de colombianistas vinculados a los estudios
del gaitanismo y El Bogotazo registra en orden cronológico desde el pionero del
diplomático Beaulac “Embajador de carrera” en 1957 que plantea por primera y
aun sin respuesta varios interrogantes: actuó el asesino Roa por si solo. Se trató
de un crimen ordinario. La muerte de Roa fue instigada para que no hablara de
sus razones del crimen. Hace un recorrido por la literatura extranjera de libros y
tesis de grado, sus traducciones o no, que reseña de las décadas sesenta y setenta.
Centra luego su análisis en dos obras editadas en colaboración en 1998 a
cincuenta años de El Bogotazo, que considera superan toda la literatura anterior,
una por su edición gráfica de Sady González “El saqueo de una ilusión, el 9 de
abril cincuenta años después” con una nómina de periodistas, investigadores y
literatos y una visión multidimensional. La segunda en colaboración de colom-
bianistas del exterior y de estudiosos nacionales dirigida por el experimentado
investigador Gonzalo Sánchez “Grandes potencias, el 9 de abril y la violencia”
que reproduce documentos desclasificados de los archivos diplomáticos de
Inglaterra, Francia y Estados Unidos y destaca varios de los documentos allí
reproducidos.
Concluye el recorrido de la obra historiográfica de Gaitán, el gaitanismo
y El Bogotazo con el enunciado de cerca de veinte interrogantes en torno a qué
sabemos y qué ignoramos sobre el tema motivo de su disertación. Este recorrido
agrupa medio centenar de textos registrados en su bibliografía. Anuncia sobre

[ 20 ] Boletín de Historia y Antigüedades


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nuevas indagaciones sobre el sumario y la documentación. Suma un postscrip-


tum de la que considera el síndrome del nueve de abril con una mención a la
tesis del historiador Jorge Orlando Melo sobre un posible anomalía social que
señala frente a la trayectoria sociopolítica de la nación colombiana. Deja para
concluir la incógnita sobre los contenidos de la producción editorial del siglo
XXI en torno a los tres elementos.
En el texto de posesión como académico correspondiente de Marcos
González se intitula “Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo
XX en Bogotá” el autor, en su introducción reconstruye la gestación del movi-
miento estudiantil y su organización universitaria hasta aflorar la celebración
de las fiestas estudiantiles universitarias. Parte de los movimientos estudiantiles
pioneros del Cono Sur, en 1908 Montevideo y Córdoba en 1918 que lograron
cambios sustantivos en autonomía universitaria, cogobierno, libertad de cátedra
y la vinculación de docentes mediante concursos abiertos. A escala internacional
se materializaron en la formación federaciones estudiantiles y la organización de
fiestas estudiantiles, que es el núcleo temático del texto y su trasplante a Bogotá.
Es reconocido Germán Arciniegas como uno de los gestores del movimiento
organizativo, para la época activo líder estudiantil de la Universidad Nacional
quien conoció por intermedio de un arquitecto que estudio en Chile las expe-
riencias de las fiesta de primavera y en forma paralela a través de un estudiante
mexicano Carlos Pullicer sobre como funcionaban las organizaciones mexica-
nas. Aglutinó líderes que buscaban replicar las organizaciones estudiantiles y
la implantación en la capital del día del estudiante.
Para 1919 se inician los preparativos para dar forma organizativa al me-
dio estudiantil y se acuerda impulsar la creación de día del estudiante. Para
septiembre se instala la primera asamblea de estudiantes de Bogotá con 95
delegados de diversas facultades universitarias y colegios de educación media.
Semanas mas tarde con asistencia de ministros, cuerpo diplomático directivas
de los centros docentes y de copioso número de estudiantes se da vida a la
organización estudiantil y se designaron presidente a Eduardo Esguerra y se-
cretario a Germán Arciniegas. En los meses siguientes se amplió a delegaciones
estudiantiles como la escuela de minas de Medellín. Para febrero de 1921 se
convocó para la fundación de la federación de estudiantes. Luego delegados de
Colombia fueron participes en reuniones internacionales como el Congreso de
estudiantes de Guayaquil. También logran que por decreto el gobierno instituya
el día del estudiante mientras los estudiantes adoptan un himno y una bandera
blanco y verde.

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Para 1925 se expide una ley que establece el día del estudiante. La fiesta
del estudiante se inicia en 1921 desde el 21 de septiembre por tres días. El autor
hace un recorrido por la programación de los años 21 y siguientes, con sus acti-
vidades de desfiles, de reinado, competencias deportivas y artísticas. En los años
siguientes se sumaron más actividades becerrada, batallas de flores y confetis y
competencias de natación y regatas en el lago Luna Park. En el reinado participan
varias candidatas y la coronación de la reina se efectuaba en el teatro de Colón.
Se observa cómo se fue configurando en torno a la organización del carnaval
una marcada normatividad para participar en los desfiles con inscripción previa,
restricciones de la policía en las mascaradas y disfraces. Se prohíben los disfraces
de eclesiásticos y políticos por considerarlos injuriosos, cuando en los carna-
vales a escala mundial se invierte todo el orden social y aflora la crítica durante
los festejos. Con el tiempo se le sumaron al carnaval otros elementos lúdicos a
los desfiles como la participación de la “familia Castañeda” (evocación de un
elemento lúdico y folclórico que se perpetua hasta el presente en los desfiles de
ferias y fiestas del país. Se trataba en los inicios de una conmemoración anual
con desfiles de libertos en El Retiro Antioquia de rememoración de la carta
de libertad de 125 esclavos de sus minas que concedió en 1757 doña Javiera
Londoño de Castañeda). La entronización de reinados femeninos se sucedió
con la compleja organización, incluida una corte de colaboradores y los votos
de compraban a cinco centavos y animaba la reina estudiantil su mandato con
bandos cívicos o reales órdenes. A los desfiles de carrozas con premios, se le
habían sumado funciones de cine, bailes, becerrada en San Diego, batallas de
flores y hasta registros fílmicos de los hermanos Acevedo, y concluía el entie-
rro del carnaval con la figura de Pericles en la plaza de los mártires, en desfile
nocturno el último día.
En los años siguientes el Carnaval con desfiles de comparsas, carrozas se
fue fortaleciendo con la participación no solo de los estudiantes sino la asistencia
del presidente, se recuerda cómo en la batalla de las flores tomaban parte las
elites de los clubes sociales, empresarios y comerciantes con los estudiantes. Sin
embargo como lo reconstruye con apoyo de columnas del Tiempo y el Especta-
dor se fueron polarizando las actitudes hacia las fiestas, unos consideraban los
problemas causados por la temporada de lluvias de septiembre y se trasladaron
a julio. Otros estimaban insoportable la algarabía, sumada al consumo de licores
y algunos pidieron la imposición con rigor de la ley seca, efecto de las políticas
de “higiene social” contra el consumo de la chicha de maíz.
Los actos de coronación y bailes se fueron marginando a espacios ex-
cluyentes de clubes sociales y la participación del mismo gobierno municipal

[ 22 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Presentación

fue fruto de cuestionamientos. En un carnaval fue reina la hija del presidente


Carlos E Restrepo y en otro la hija de un empresario cervecero alemán entonces
coincidieron las fiestas con una huelga votada por el sindicato que enturbió el
ambiente festivo. Hubo en otros años problemas de orden público con muerte
de estudiantes a manos de la fuerza pública, que generaron protestas.
El texto hace un registro de la programación y las corrientes de opinión
que fueron conduciendo al marchitamiento del carnaval, después de una corta
vida que involucró por primera vez como protagonistas a los estudiantes de
la Universidad Nacional pero que en su momento logró el concurso de parla-
mentarios, poetas y de gentes de todos los estratos y condición, pero luego se
dividió la opinión pública y llevó a su desmonte. El texto hace un recorrido por
la programación diaria de los carnavales en sus trece años de vida lúdica hasta
su muerte en el gobierno de Olaya Herrera en 1931 cuando se suma el desfi-
nanciamiento por la Gran Depresión a otros factores disolventes acumulados de
una opinión pública polarizada, varios colegios restringieron su participación
y hubo inculpaciones de diversas corrientes de opinión.
El académico presidente Eduardo Durán Gómez redactó una semblanza
de la vida pública del expresidente Betancur y su vinculación a las actividades
de la Academia y quien falleció en diciembre de 2018.
Como es tradicional al final se registra el informe de labores de secretaria
en el acápite de Vida Académica y la plantilla con los académicos honorarios,
de número y correspondientes nacionales así como los académicos del exterior
que fueron elegidos y posesionados en la Academia y la nómina de académicos
que por convenios con las academias de diversos países forman parte de la
Corporación.
Luis Horacio López Domínguez
Editor invitado
Septiembre de 2020

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Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

Parques, plazas y plazoletas: la


construcción social de los espacios
públicos en Bogotá

Roberto Lleras1
María del Pilar Quintero2
Melissa Osorno3
Daniela Herrera4

Resumen
Las plazas, parques y plazoletas son los espacios públicos por exce-
lencia en las ciudades hispanoamericanas. Fuera de la típica plaza funda-
cional, hay entre estos espacios muchas variaciones respecto del origen, la
evolución y la apropiación social. El articulo explora estos factores para
seis plazas y parques del centro de Bogotá: Parque Santander, Plazoleta
del Rosario, Parque de los Periodistas, Parque de los Mártires, Plaza de
Las Cruces y Plaza del Chorro de Quevedo. Se hace uso de información
documental, datos arqueológicos y tradición oral para reconstruir como
1
Antropólogo, PhD en Arqueología, Miembro de Número Academia Colombiana de Historia;
Director Proyectos de Arqueología Preventiva 5 Espacios Públicos y Plaza del Chorro de Queve-
do
2
Historiadora Universidad Externado, Asistente Documentación Histórica Proyecto 5 Espacios
Públicos
3
Antropóloga Universidad de Caldas, Arqueóloga de Campo Proyecto 5 Espacios Públicos
4
Antropóloga Universidad Externado, Arqueóloga Asistente Proyecto Chorro de Quevedo

Cómo citar este artículo


Lleras, Roberto. (María del Pilar Quintero, Melissa Osorno y Daniela Herrera).
“Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá”.
Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 25-67.

[ 25 ]
Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

en estas áreas se ha presentado una lucha por el espacio entre clases


sociales, instituciones y Estado, como parte de la historia de la ciudad.

Palabras clave Bogotá, plazas, parques, apropiación social, urbanismo.

Abstract

Squares, parks and small squares are the most important public
spaces in Hispano-American cities. Apart from the typical foundational
square, there are within this category many variations with respect to ori-
gin, evolution and social appropriation. This article explores these factors
for six squares and parks of central Bogota: Parque Santander, Plazoleta
del Rosario, Parque de los Periodistas, Parque de los Mártires, Plaza de
Las Cruces and Plaza del Chorro de Quevedo. We used documentary
information, archaeological data and oral tradition to reconstruct the
struggle for these spaces between social classes, institutions and the State,
as part of the history of the city.

Keywords Bogotá, squares, parks, social appropriation, urbanism.

Introducción

Las plazas, parques, plazuelas, plazoletas y zócalos son los espacios públi-
cos por excelencia en la América hispana; presentes desde el trazado inicial de
las ciudades por disposición de las normas fundacionales, han evolucionado a
lo largo de cinco siglos cumpliendo múltiples funciones. La imagen típica nos
remite a un espacio cuadrado o rectangular que sirvió de centro para el trazado
de la ciudad colonial; a su alrededor se habrían ubicado la iglesia, la casa cu-
ral, el cabildo, la cárcel, el hospedaje para forasteros y las casas de las familias
notables del pueblo. En el espacio de la plaza se celebraría el mercado semanal,
los actos públicos y se ejecutarían los castigos que usarían el cepo o poste de
suplicio. También aquí estaría uno de los chorros o pilas en el que la población
vecina se abastecería de agua.
Con el paso del tiempo la ciudad y la plaza iban adquiriendo más prestigio
e importancia; la iglesia se habría convertido en catedral, la casa cural en palacio
arzobispal, el cabildo en palacio virreinal y las casas de la aristocracia renovarían
y adornarían sus fachadas para adecuarse a los nuevos tiempos. Con la transición

[ 26 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

a la república no es mucho lo que este simbólico espacio habría cambiado; la


catedral y su palacio seguirían allí y el palacio virreinal devendría capitolio o
palacio del congreso. Los castigos públicos se habrían abolido y eventualmente
los mercados se desplazarían a otras zonas; en su lugar la plaza se afianzaría como
escenario privilegiado de la actividad política. Toda manifestación, protesta o
expresión popular ocurriría allí o, al menos, intentaría hacerlo. Hasta cuando
existieron las grandes concentraciones partidistas que cerraban las campañas
electorales, era tradicional hacerlas en la plaza y cumplir el reto de llenarla. La
plaza era por excelencia, el centro del centro.
Esta imagen típica, central, dominante describe satisfactoriamente la con-
figuración e historia de algunas grandes plazas latinoamericanas, entre ellas la
de la Plaza de Bolívar de Bogotá. Pero los espacios públicos de estas urbes no
se circunscriben a esta imagen; son, por el contrario, increíblemente variados
en su origen, su historia y su función social. Por esto, desafían tajantemente
esta historia oficial de la plaza central y cuentan otras historias de diversidad,
de cambio, apropiación y adaptación. Los espacios públicos de Bogotá son, en
muchos casos, sitios de lo local, de la transgresión y de la construcción colectiva
de narraciones novedosas.
Los proyectos de mejoramiento del espacio público realizados en el cen-
tro de Bogotá entre 2015 y 2017 involucraron parcial o totalmente al Parque
Santander, la Plazoleta del Rosario, el Parque de los Periodistas, la Plaza de los
Mártires, la Plaza de las Cruces y la Plaza del Chorro de Quevedo. En todos los
casos se realizó monitoreo arqueológico preventivo y, complementariamente, una
documentación histórica que permitiera poner en contexto los espacios inter-
venidos. Gracias a estas labores se pudieron recoger algunos datos interesantes
sobre estos sitios que presentamos aquí como soporte de nuestro postulado sobre
la diversidad en origen, historia y función de los espacios públicos de Bogotá.

Parque Santander

La historia del Parque Santander comenzó con los primeros años de la


Conquista y el asentamiento de los españoles en la capital; por entonces este
lugar era conocido con el nombre de Plaza de la Yerbas, un mercado de verduras,
frutas y yerbas situado en la margen derecha del río Vicachá, zona en principio
designada como predio para pastoreo de cerdos y caballos, que fue adquiriendo

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 25-67 [ 27 ]


Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

relevancia como sitio de mercado. Sobre la importancia y las actividades desa-


rrolladas en la plaza de las Yerbas, Ortega Ricaurte hacía la siguiente descripción:
El incipiente poblado de Santafé estaba comunicado con ayende el río por un puen-
tecito de madera, y este pintoresco sitio fue escogido desde un principio para plaza
de mercado, a donde acudían los primeros santafereños a proveerse de los artícu-
los alimenticios más indispensables; los campos más inmediatos a la villa estaban
cultivados por los indígenas y producían en abundancia cereales y hortalizas de
semilla europea y de las tierras calientes traían varios frutos (Ricaurte, 1922: pág.2).

La Plaza de las Yerbas, posteriormente Plaza de San Francisco en 1557


gracias al convento franciscano que en ese año se instaló allí, se fue configurando
espacialmente gracias a la primera repartición que hizo Jiménez de Quesada,
quien según Ortega Ricaurte:
[…] procedió a la cesión de huertas en los parajes comprendidos «desde el agua
i arroyo del mercado, camino de Tunja, hasta la portezuela que está en el caño
de Nuestra Señora de las Nieves sobre la mano derecha a todo el llano hasta que
sale el agua dicha de las sierras del páramo de Chiguachí (Ricaurte, 1922: pág. 2).

Según Ricaurte Posada, en este espacio algunas de las primeras casas


que se construyeron fueron la de Jiménez de Quesada, y posteriormente la del
conquistador y capitán Juan Muñoz de Collantes, a quien se le debe la Ermita
del Humilladero puesto que:
[…] pidió al Cabildo el Miércoles Santo de 1543, en su calidad de Mayordomo de
la Cofradía de la Veracruz, un solar para edificar un Humilladero, […] obtenida la
gracia con la facilidad con que se concedían en aquellos tiempos las peticiones, se
midió el terreno y tomó posesión de él la cofradía de Veracruz (Ricaurte, 1926; pag 3 )

pág. 3).

La primera estructura de la Ermita del Humi- Segunda estructura de El Humilladero. Data


lladero, 1544 de 1591 y fue ampliada y remodelada por Gines de
Vargas en 1713.

El Humilladero, según Ortega Ricaurte fue terminado para el Jueves


Santo de 1544 y consagrado el 6 de agosto del mismo año. Fue una estructura

[ 28 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

sencilla hecha de madera que marcó la historia de la plaza de San Francisco y


posterior Parque Santander desde mediados del siglo XVI hasta su demolición
hacia finales del siglo XIX. Construido entre 1543 y 1544, el Humilladero ocupó
“la esquina norte-occidental de la plazuela, hoy cruce de la carrera 7 con la calle
16, casi al frente del edificio Avianca” (Venero, 1972, pág. 6). Este habría sido el
mismo sitio en donde cinco años antes (1538) se habían erigido la capilla y las
doce chozas de paja que Jiménez de Quesada hizo construir para celebrar la
misa de la primera fundación de Santafé.
Otra estructura importante para la comunicación entre las dos orillas del
río San Francisco, antiguamente río Vicachá, fue la construcción del puente
San Miguel en 1557, una sencilla estructura de madera, con la que se pretendió
facilitar la reciente instalación del convento de los franciscanos y procurar una
vía más cómoda para el paso de los vecinos por el río:
Durante el período de aquel gobernante que despertó el descontento general,
don Juan de Montaño (1551-1558) se construyó un puente de madera de mejores
condiciones al existente, que unía la Calle Real con la plaza de mercado, puente
que se llamó de San Miguel y que años más tarde fue destruido por una avenida
del río (Ricaurte, 1926, pág. 6).

Ortega Ricaurte dice que el puente fue destruido por “una violenta avenida
en el río” lo que hizo que don Juan de Borja lo reemplazará por otro de piedra en
1626, el que fue rebautizado como puente San Francisco, a su vez destruido en
1662. “Procedió enseguida el cabildo a la construcción en el mismo lugar del tercer
y último puente, que subsistió hasta la canalización del río” (Venero, 1972: pág. 20)
A finales del siglo XVI el piso de la plaza era irregular y sujeto a las incle-
mencias del clima, como lo destaca Ortega Ricaurte:
Hagamos una composición de lugar e imaginémonos la Plaza de San Francisco,
tal como se encontraba en el año de 1570: un potrero de piso disparejo, donde
alternaba la arcillosa tierra del suelo con la silvestre yerba y las grandes y verdes
hojas de lengua de vaca, los erizados espinos y los coposos arbustos de alisos alpinos
y las floridas campanillas; limitado al norte por las casas pajizas de González de
la Peña, que hacían esquina con el camino de Tunja, […], algunas casas de mejor
arquitectura en construcción y las que dejó el Conquistador Quesada; al oriente
se divisaban los collados que forman los cerros de Monserrate y Guadalupe, […];
por el occidente, de por medio el camino real de Tunja, la humilde edificación de
la Cofradía de La Veracruz, el convento de los frailes de San Francisco, que estaba
separado del río por una simple tapia de tierra y la incipiente construcción de su
templo, […] por el sur, la plaza estaba abierta y se presentaba a la vista la ciudad,
y separado por una barranca, corría el torrentoso río San Francisco, […] después

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de atravesarlo por el rústico puentecito de tablas de San Miguel; en uno de sus


ángulos se alzaba la devota y pobre ermita del Humilladero, hacia el centro una
fuente y cerca a ella una cruz de madera (Ortega Ricaurte, 1926: pág. 9).

La situación descrita para 1570, contrasta con la de fines del siglo XVIII;
Ortega Ricaurte señala que para esa época ya estaban construidos los cuatro
costados de la plaza de San Francisco, en la que se continuaba celebrando el
mercado.
En la primera parte del siglo XIX la Plaza de San Francisco vivió grandes
eventos políticos: el 11 de agosto de 1808 se llevó a cabo allí la jura del rey
Fernando VII. Casi una década más tarde, entre 1816 y 1817, la plaza fue es-
cenario de los fusilamientos de José María Arrubla y Francisco José de Caldas,
(enterrado en la vecina iglesia de la Veracruz) así como Francisco Morales y
Policarpa Salavarrieta (White, 2004: pág. 232).
Ortega Ricaurte afirma que, en las postrimerías del dominio español y
el nacimiento de una nación libre, se establecieron y formaron los límites y el
contorno de la plaza que “era bastante parecido al de hoy” refiriéndose al año
1926, época en que la describió en los siguientes términos:
Así, poco a poco, al terminar el periodo del dominio español, quedó terminado el
contorno de la plazuela de San Francisco de Santafé, bastante parecido al de hoy,
excepto su esquina noroeste, totalmente cambiada, las refacciones y moderniza-
ción de sus casas, los andenes y el colorido de muros, puertas y ventanas. Testigo
aquel sitio de innumerables escenas, de la apacible vida de sus moradores, sin otro
movimiento fuera de los mercados, que las procesiones de Semana Santa y de la
Concepción, las ceremonias religiosas de los franciscanos, los terceros y los cofrades
de La Veracruz; la engalanada de los balcones y el alumbrado con velas de sebo
para festejar los grandes acontecimientos […] Por su costado occidental pasaba
el camino real a Tunja, entrada forzosa a la ciudad de los que venían del norte, y
que se llamó entonces Calle Larga de las Nieves; paso obligado de la carroza del
Arzobispo y de la del Virrey, tirada por seis mulas (Ortega Ricaurte, 1926: pág. 21).

En la segunda mitad del siglo XIX, la plaza sufrió grandes transformaciones


que respondían al anhelo de convertirla en ejemplo de civilización y modernismo
y de las políticas de progreso de la ciudad. El primer cambio ocurrió en 1850
con la expedición el 6 de mayo del decreto del Congreso de la Nueva Granada
que ordeno erigir el monumento al general Santander; la estatua, encargada al
escultor florentino Pietro Costa, fue inaugurada el 6 de mayo de 1878 (Ortega
Ricaurte, 1926: pág. 37) sobre un pedestal octagonal encerrado por una verja
de hierro fabricada en Bogotá. Un año después la Cámara Provincial de Bogo-

[ 30 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

tá, expidió una ordenanza que decía lo siguiente: “La plaza de San Francisco,
situada al norte de esta ciudad, en la cual existe la casa que habitó y en que murió
el General Francisco de Paula Santander, se denominará, en lo sucesivo Plaza de
Santander” (Venero, 1972: pág. 30).
El tercer y más traumático de los eventos fue la destrucción de la ermita del
Humilladero, demolida en 1887 con la finalidad de dar inicio a la trasformación
de la plaza en parque. Ortega Ricaurte transcribe el fragmento de la corres-
pondencia de Adolfo Cuéllar, Secretario de la Cámara de Representantes que
remitió al señor Gobernador del Estado Soberano de Cundinamarca, Número
164, Bogotá, 20 de abril de 1877 (Ricaurte, 1926, pág. 35):
Hoy ha aprobado esta honorable Cámara la siguiente resolución: - Dígase al Poder
Ejecutivo que la Cámara de Representantes desearía que se apresurase la conducción
a esta ciudad de la estatua del Jeneral […]. Dígase al señor Gobernador del Estado
de Cundinamarca que la Cámara se permite escitarlo para que, como asunto de
policía, haga demoler el pequeño edificio, sin mérito alguno arquitectónico, ni
histórico que, con el nombre de “Capilla del Humilladero”, afea la Plaza de San
Francisco, a fin de ornamentarla convenientemente para recibir la estatua.

Desde finales del siglo XIX el aspecto que debían lucir los espacios públicos,
específicamente los parques, estuvo fuertemente influenciado por la imitación
de las tendencias europeas:
[…] los primeros parques y jardines públicos que surgieron en la ciudad, cuya
función principal era representar a la nación y civilizar. Se trataba de sitios que
debían acoger y salvaguardar estatuas de los héroes y símbolos de la patria, y que
se orientaban en su diseño a las plazas europeas, en una época en la que se trataba
de consolidar una imagen de nación civilizada y en capacidad de estar a la altura
de otros países (Paredes, 2004: pág. 98).

La trasformación de la plaza de San Francisco en Parque Santander fue


solo un ejemplo de este proceso que tenía un trasfondo simbólico. Entre 1877
y 1880, se continuó modificando el parque, instalando:
Elementos de diseño importados de los parques europeos, especialmente franceses:
por esto se cerraron sus cuatro costados con rejas y puertas en las esquinas, se
sembró vegetación en su interior y se instaló un sistema de alumbrado público
que funcionaba con gas (Pizano, Ibel & Salazar, 1998: pág. 50).

La trasformación del Parque Santander se aplicó también al Parque Cen-


tenario, el Parque de los Mártires y la Plaza de Bolívar durante el siglo XIX; el
modelo seguía unas normas generales: un monumento a uno de los héroes o

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a las batallas de la Independencia, “[…] La estatua o monumento se encontra-


ba localizado centralmente y estaba rodeado por un jardín o parque, diseñado
geométricamente, y protegido por una reja, que en la mayoría de los casos, había
sido elaborada en Europa” (Paredes, 2011: pág. 30).
El proyecto para la conversión de la antigua Plaza San Francisco en parque
-jardín fue encomendado en 1881 a Casiano Salcedo, una de las figuras más
importantes en el arte de la jardinería, quien utilizó toda el área del Parque
Santander, creando un espacio que, según la descripción de Palau en la Guía
Histórica y Descriptiva de la Ciudad de Bogotá, lucía en el año 1894 de la si-
guiente manera:
[…] el parque estaba dividido en dos mitades, que incluían varios cuadros y grupos
de árboles. Además existían dos fuentes de bronce y algunos bancos de madera. El
parque estaba encerrado por una reja de hierro y tenía entradas por el lado oriental
y occidental. El parque se convirtió en el sitio de esparcimiento más importante de
la ciudad (Paredes, 2011: pág. 29).

Panorámica de Bogotá, la carrera séptima frente al


Parque San Francisco, Autor: Anónimo, Fuente: Historia de Bo- Parque Santander. Autor: Saúl Orduz, Año: 1945, Colección
gotá Reproducido por Fundación Misión Colombia (1988) Fondo CEAM Museo de Bogotá, Registro: MdB27091
/ Archivo Museo de Bogotá, Registro: MdB14013

Dada la centralidad e importancia del Parque, este se volvió paso obligado


en los recorridos de las primeras vías del tranvía inaugurado en 1884:
Esta primera ruta, la primera ruta del tranvía tirado por mulas sobre rieles de
madera unía la plaza de Bolívar y la Iglesia de San Diego a lo largo de la Calle
Real, fue modificada pronto y desde entonces el Parque Santander se convirtió
en punto de partida hacia Chapinero. Posteriormente en 1910, cuando la admi-
nistración municipal compró la empresa del tranvía e inauguró nuevas líneas, la
ruta que salía del cementerio por la carrera 13 hasta la calle 15 pasó también por
el Parque Santander al empatar un tramo de esta línea con la ruta Chapinero en
el costado Sur. Igualmente existía la línea electrificada entre la calle 26 y el Parque
Santander (Pizano, Ibel & Salazar, 1998: pág. 51).

[ 32 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

A comienzos del siglo XX, el Parque Santander sufrió nuevas reformas


ejecutadas por la Sociedad de Embellecimiento. Daniel Ortega Ricaurte habla
en su texto: “Historia del Parque Santander” de la Sociedad de Embellecimiento
(o Sociedad de Mejoras y Ornato), entidad “que asumió la responsabilidad del
Parque, procedió a arreglar sus jardines, puso instalación de luz eléctrica” (Ri-
caurte, 1926: pág. 43).
Comenzando la segunda década del siglo XX, la Sociedad de Mejoras y
Ornato tomó la iniciativa de modernizar la plaza y el 2 de noviembre de 1922
presentó un proyecto del arquitecto Alberto Manrique Martin al Consejo Mu-
nicipal, para el arreglo del Parque y para “quitar la reja y convertirlo en un jardín
de transito” (Ricaurte, 1926: pág. 44). En 1924, se dio inicio a los trabajos que
consistieron “en la construcción de una serie de terrazas provistas de escalinatas,
bancos y barandas” (Pizano, Ibel & Salazar, 1998, pág. 64), “el retiro de la verja
que rodeaba el parque, trasladada posteriormente al Hospital San Juan de Dios”
(Torres, 2008: pág. 28), la construcción de camellones interiores (Torres, 2008:
pág. 28) y la construcción de dos terrazas con balaustradas en el costado occi-
dental (Pizano, Ibel & Salazar, 1998: pág. 28). Esta intervención coincide con
la realización de los trabajos de canalización del vecino río San Francisco y es
perfectamente coherente con ellos; si el río se iba a volver avenida de tránsito
automotor era lógico que el parque se volviera jardín de circulación peatonal.
La arremetida del progreso, sin duda.
En 1940, el parque sufrió otra remodelación en la que se quitaron las te-
rrazas y las barandas, además se eliminó parte de la arborización del parque y
se remplazaron las fuentes de bronce por un trazado de caminos (Pizano, Ibel
& Salazar, 1998: pág. 71).
En 1959 se planeó y ejecutó la remodelación que daría el aspecto actual al
parque, llevada a cabo por el arquitecto Álvaro Sáenz quien dejó los árboles que
todavía existían, un vestigio del diseño de las plazas y jardines del siglo XIX, pero
cambio el enlosado del piso e hizo el nuevo pedestal y una única fuente. Dicho
trabajo fue completado en 1963 cuando “la firma Esguerra, Sáenz, Urdaneta,
Samper y Cía., como parte del proyecto para el edificio sede para el Banco Central
Hipotecario, le dio el aspecto actual al Parque Santander” (White, 2004, pág. 233).
La intervención incluyó el cerramiento de dos calles en torno al espacio central,
para dejar de esta manera los costados oriental y sur al uso peatonal: los trabajos
concluyeron en 1966 (Pizano, Ibel, & Salazar, 1998: pág. 83).
Después de esa fecha el parque solo volvió a ser intervenido en 2015 como
parte del programa de Mejoramiento de Espacios Públicos en el Centro de Bogotá
del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. En el siguiente plano se pueden

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Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

observar las áreas intervenidas que fueron objeto de monitoreo arqueológico


en el Parque Santander:

Parque Santander, el polígono indica las áreas intervenidas por las obras civiles.

Los hallazgos en el Parque Santander se hicieron gracias a cinco cortes que


realizo CODENSA para la instalación de cuatro postes de luz y el trayecto del
cableado; el monitoreo de esta actividad permitió la recuperación de fragmentos
cerámicos y fragmentos óseos no humanos. En el primer corte bajo una placa de
concreto de 8cms y 25 cms adicionales de recebo se encontró un relleno de tierra
suelta con una coloración negra y textura franco-arcillosa que va hasta 1,40 ms;
entre 40 a 50 cms de profundidad se encontraron cinco fragmentos cerámicos
y doce fragmentos de hueso animal (vacunos), de 50 a 60 cms se encontraron
siete fragmentos cerámicos, cinco fragmentos de hueso animal (vacunos) y un
diente de equino. Los otros tres cortes, hechos para la instalación de postes de
luz, no arrojaron hallazgos.

[ 34 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

Perfil estratigráfico
Corte 1.

Para realizar la conexión entre caja y caja se realizaron excavaciones de 40


cms de ancho y longitudes de entre 0.35 y 2.80 ms, alcanzando una profundidad
de 55 cms. En la excavación de mayor extensión se encontraron 26 fragmentos
cerámicos, 1 fragmento de cobre y 2 de restos óseos animales. El perfil estaba
constituido por 12 cms de placa de concreto, 25 cms de recebo y 20 cms de
material de relleno, horizonte en el que se encontraron los hallazgos.

Fragmento cerámico, Perfil estratigráfico de excavación


Parque Santander para canalización

Restos óseos de animal (vacuno). Fragmento de pieza de cobre. Parque


Parque Santander Santander

El análisis clasificatorio del material encontrado permitió identificar


fragmentos cerámicos que podrían pertenecer a la época colonial temprana, al
estilo altiplano doméstico del tipo desgrasante arrastrado grueso, en el que la

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manufactura de la arcilla se caracterizaba por una apariencia burda. Hay otros


fragmentos cerámicos que pueden estar asociados al estilo vidriado colonial,
periodo en el que las vasijas se elaboraban en arcillas color crema sin desgra-
sante, mediante la técnica del torno y la aplicación de una capa de plomo que
daba como resultado una gama de colores amarillos, verdes y rojos (Therrien
et al, 2002).
La historia reciente del Parque Santander está marcada por una muy fuerte
influencia institucional que se relaciona en un curioso diálogo con el uso popular
y turístico del área. La presencia del Banco de la República que posee edificios
en el costado sur y oriente, de la DIAN (antes el Banco Central Hipotecario)
y el Edificio Avianca, una torre de oficinas públicas y privadas, define unas
características formales serias y rectilíneas que encierran y ahogan el espacio.
En contraste la dinámica social le imprime al Parque un inusitado colorido;
dependiendo de la administración distrital de turno el Parque se mantiene
desocupado o se usa para instalar ferias de libros y ventas artesanales. En este
ambiente medran vendedores ambulantes, emboladores, mimos y vendedores
de café, bebidas y lotería. La vecindad del Museo del Oro, en el costado oriental,
atrae a turistas nacionales y extranjeros que son potenciales compradores para
las ventas ambulantes.
La peatonalización del área es un intento fallido, ya que sobre la calle 16,
y en menor medida sobre la carrera 6, circulan vehículos constantemente; estos
compiten con jóvenes patinadores, peatones y carritos de ventas generando un
micro-caos de tráfico que ocasionalmente genera accidentes. La apropiación
institucional, formalizada a través de la Fundación Parque Santander, desarrolla
tareas de limpieza y mantenimiento del Parque, la fuente y su mobiliario que
son contrarrestadas diariamente por las basuras y las deyecciones humanas. A
pesar de la presencia institucional, el Parque no cuenta con una apropiación
social local; es un espacio de nadie que la gente usa sin mayor cuidado.

Plazoleta del Rosario

La Plazoleta del Rosario es un rectángulo cuyos costados oriental, sur y


occidental no están abiertos al tráfico automotor, mientras que el costado norte
da hacia la Avenida Jiménez frente al Parque Santander. Esta plazoleta tuvo su
origen en la segunda mitad del siglo XX durante la administración del alcalde
Virgilio Barco (1966-1969), pero fue sólo hasta el 29 de agosto de 1972 cuando
se anunció en la alcaldía de Carlos Albán Holguín, su construcción. La creación
de esta plaza fue un proceso que comenzó con la adquisición de los terrenos,

[ 36 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

la elaboración de proyectos y la financiación por parte de la administración


distrital, además de “la demolición de los edificios localizados entre la carrera 6
y el volumen oriental del edificio Santafé (carrera 6), la Avenida Jiménez y la calle
14” (Pizano, Ibel & Salazar, 1998: pág. 81).
Fueron necesidades prácticas, estéticas y de movilidad las que motivaron
la creación de esta plazoleta en el contexto urbano, ya que con ella se buscó:
“descongestionar una céntrica zona, dar vista a los monumentos arquitectónicos
y solucionar un grave problema de estacionamiento” (Pizano, Ibel & Salazar,
1998: pág. 81).
En un artículo de la revista Escala de 1973, se informa que el diseño de
la plaza fue encargado a la firma de arquitectos Obregón Valenzuela & CIA,
mientras que la construcción fue llevada a cabo por la firma Ingeniería y Cons-
trucciones Ltda. de Medellín (Anónimo, 1972: pág. 16-A). En dicho reportaje,
se explicaba el objetivo primordial así:
…la creación de un parque en una zona conglomerada de la ciudad que permita
abrir la fachada del Colegio del Rosario (Monumento Nacional) a la Avenida
Jiménez y dotar esta zona congestionada por el tráfico peatonal de estudiantes
y de más gentes que frecuentan este sector de un lugar tranquilo sin tráfico de
vehículos (Escala, 1973: s.p).

El proyecto contempló la eliminación definitiva del tráfico por la calle 14


y por la carrera 6, que quedarían incluidas en la plazoleta. En cuanto al aspecto
general de la plaza el reportaje señala que: “esta está tratada en distintos niveles
conectados por escaleras y en su centro se levanta una fuente luminosa que a la
vez proporciona iluminación y ventilación al parqueadero subterráneo” (Escala,
1973: s.p). En cuanto a los materiales se dice que: “El piso de la plazoleta está
tratado en ladrillo tolete enmarcado en diversos módulos por ladrillo tablón, con
jardineras sobre el costado occidental que dejan libres las zonas de circulación
peatonal” (Escala, 1973: s.p).
En cuanto al parqueadero, de gran importancia para la ciudad, se espe-
cifica que:
El acceso al parqueadero se diseñó mediante una calzada paralela a la carrera 6
que desemboca a una rampa de doble vía que permite el parqueo sobre la misma
en un ángulo de 90°. Esta solución permite una utilización óptima del espacio
[…] El ancho de la doble vía es de 8 metros permitiendo un fácil acceso (Escala,
1973: s.p).

En 1974 se le entregó a la ciudad una plazoleta al nivel aproximado del


antiguo pasaje Santa Fe con cuatro sótanos para estacionamiento con una capa-

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Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

cidad de 303 vehículos y con comunicación inferior entre los estacionamientos


y el Banco de la República. Dicha plazoleta, en comparación con otros espacios
similares ubicados en el centro de la ciudad, surgió como una plaza de orden
secundario, rodeada de cafés, sitios para la tertulia y por el claustro del Colegio
del Rosario.
Trece años después de su inauguración se decidió intervenir la plazoleta,
dado el estado de abandono en el que se encontraba; sobre esta situación un
artículo publicado en El Tiempo el 9 de mayo de 1984 destaca que pese a los
intentos de los gobiernos locales por estabilizar la plazoleta como: “un lugar
elegante y acogedor”, la realidad entre 1974 y 1984 era:
La fuente luminosa quizás nunca estuvo encendida. El surtidor de agua apenas
ha cumplido su objetivo por breves temporadas, según recuerdan el Vicerrector
del Rosario, Álvaro Daza Roa, y el propietario del café “Pasaje”, Jorge Velázquez.
Los adoquines del piso, por lo común, se saltan; y los sótanos o parqueaderos, con
frecuencia, se inundan. La fuente suele ser ocupada por los gamines, para piscina
pública. O se llena de lama verde, repugnante, de papeles y, aún, de llantas viejas.
A la gente le da pereza cruzar por esa zona, llamada a jugar un papel dignificante
y animoso en la vida capitalina (Cabrera, 1984: pág. 6-B).

Si bien no fue hasta 1987, cuando se llevó a cabo la intervención de la


Plazoleta del Rosario, que le daría su aspecto actual, si se sabe que en 1984, se
llevaron a cabo algunas reparaciones en aspectos relacionados con los servicios
de energía, agua y limpieza, entre otros:
En lo tocante a la plazoleta y a la fuente, el Director de la División de Parques y
Avenidas de la Secretaria de Obras Públicas […] informó que ya está terminado el
programa a cargo de las Empresas de Acueducto, Energía y Teléfonos, la primera
de las cuales realizo las correcciones de tubería, la segunda repuso los reflectores
sumergibles de 550 vatios y revisó los cables; y la tercera hizo la limpieza y la
impermeabilización, así como otros arreglos similares.

Finalmente se encargó de la “tutoría” a la División de Parques y Avenidas, la cual


reparó la semana pasada los pisos y está analizando una solución para el aposa-
miento de agua sobre la Avenida Jiménez de Quesada (Cabrera, 1984: pág. 6-B).

[ 38 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

Plazoleta del Rosario, el polígono indica las áreas intervenidas en las obras civiles; los puntos representan
intervenciones puntuales sobre la plataforma

Ya para 1987, en el marco de las acciones emprendidas por el Plan Centro


de Bogotá, un programa de la Alcaldía Distrital creado por el alcalde Julio Cé-
sar Sánchez, la Universidad de los Andes, junto con el Banco de la República
elaboraron el proyecto de intervención, el cual consistió en:
Eliminar la fuente central, diseñó de un nuevo trazado de pisos y modificar la
rampa para acceder a los sótanos solamente a través de la esquina de la carrera
6 y calle 14, con el objetivo de lograr una mejor relación entre la plazoleta y la
Avenida. El nuevo tratamiento de pisos se realizó en piedra con dilataciones en
ladrillo y la fuente fue sustituida por la estatua de Gonzalo Jiménez de Quesada,
trasladada desde la carrera 8. También se instalaron postes de iluminación, bancas
y algunos árboles en su contorno (Pizano, Ibel & Salazar, 1998: pág. 86).

En la actualidad la Plazoleta es, sobre todo, un lugar de descanso y tránsito


de los estudiantes de la Universidad del Rosario. La construcción de la estación
de Transmilenio en la Avenida Jiménez, frente a la plazoleta, acentuó este carácter
de lugar de transito rápido. El parqueadero subterráneo continúa funcionan-
do, aunque no así la comunicación directa con el Banco de la República. En

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Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

el costado occidental hay varios cafés y restaurantes muy concurridos, entre


ellos el tradicional Café Pasaje; el costado oriental está dominado por casas de
cambio y el Museo del Cobre, sobre la Avenida Jiménez se instalan vendedores
ambulantes y comerciantes de esmeraldas. Eventualmente se hacen aquí mer-
cados de libros y artesanías. Un aspecto que hace a ese espacio particularmente
desapacible es la ausencia de mobiliario y áreas verdes; a menos que se use el
pedestal de la estatua central o las escaleras del costado occidental, no hay allí
donde descansar o sentarse a admirar el entorno.

Parque de Los Periodistas

Este espacio triangular, bordeado en su perímetro oriental y sur por el cauce


del río San Francisco se conocía tradicionalmente como Parque de la Romana.
Se dice que siempre fue sitio preferido para los encuentros de los periodistas y
escritores que trabajaban en los grandes diarios ubicados en la Avenida Jiménez.
Con ocasión de la celebración del Sesquicentenario de la Independencia (1969)
se trasladó el templete circular con la estatua del Libertador que antes se encon-
traba en el Parque del Centenario. El Parque ha sido objeto de, al menos, una
remodelación con ocasión de las obras del Eje Ambiental. En la época colonial
el espacio del Parque hacia parte del sector de Las Aguas, una zona situada en
el perímetro del casco urbano, vecina a los molinos de trigo del San Francisco
y el convento e iglesia de Las Aguas. Es muy probable que en este sector exis-
tieran casas y construcciones. En la época republicana hubo cerca de allí varias
fábricas de sombreros, tejidos, papel, jabón, vidrio y cerveza. Adicionalmente
se construyeron en este sector dos puentes, el de Las Aguas de 1801 y el puente
colgante de Santander de 1879.
Las intervenciones se realizaron en un polígono adyacente a la Avenida
Jiménez, alrededor del templete de la estatua del Libertador. Una vez levantado
el adoquín se encontraron unas cintas de concreto. La distancia entre una y otra
varió entre 4.70 y 5.30 ms y con un espesor de 23 cms. Esta estructura cumplía
la función de guía maestra para el diseño del adoquín en una de las intervencio-
nes anteriores. Las excavaciones continuaron hasta los 40 cms de profundidad.
Sin embargo, durante el proceso de excavación se observó que entre las zonas
de las cintas 3, 4 y 5 se presentaba una filtración de agua, por lo que se decidió
seguir excavando; la composición del material encontrado era de relleno con
inclusión de escombros. A los 85 cms se halló un bordillo de concreto con unas
dimensiones de 3 ms y una altura de 15 cms; a 1.0 ms. se encontró suelo de
concreto. Esto indica que en el sector suroriental del Parque de los Periodistas se

[ 40 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

han hecho rellenos relativamente profundos (hasta 1.0 ms) en épocas recientes,
muy probablemente durante la construcción del Eje Ambiental; no se tenían
noticias de estas modificaciones de la topografía en este sector.

Parque de los Periodistas, el poligono señala el area intervenida en las obras civiles

Panorámica Parque de los Periodistas, adoquín levantado

En el sector nororiental del área intervenida se encontró a 25 cms de


profundidad una caja de inspección de alcantarillado. Al levantar la placa de
concreto, se encontró relleno con material de recebo, bloques de cemento y
una tapa de alcantarilla (Ver Foto 38). La orientación de la caja es de 70°, posee
unas dimensiones de 1,60 x 1,70 ms, las paredes externas están compuestas de

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ladrillo y concreto mientras la cara interna es de concreto liso. Una vez realizada
la excavación al interior de la caja, se encontró el suelo a una profundidad de
1,37 ms. La tubería que llega a la caja es de 8 pulgadas y va en dirección al oeste.

Caja de inspección; antes de excavar (izq.) y al terminar la excavación (der.).

En la actualidad el Parque de los Periodistas participa de esa situación


ambigua generada por el vecino Eje Ambiental; no hay, excepto por el ocasional
vendedor ambulante, una verdadera apropiación social del espacio. Las áreas
con prado y arboles están confinadas por muros de concreto de unos 50 cms.
de altura, de manera tal que no es fácil para todas las personas acceder a ellas;
el resto de áreas adoquinadas son fundamentalmente corredores de tránsito
que bordean el Eje Ambiental o lo comunican con la carrera 4 y la calle 17. Esto
contrasta con la adyacente zona peatonal ubicada sobre lo que era la calzada
occidental de la carrera 3; aquí hay usualmente una gran actividad, tanto en el
día como en la noche. De un tiempo para acá el Parque de los Periodistas registra
una fuerte incidencia de tráfico y consumo de drogas, lo que ha acentuado su
reputación de espacio sombrío y peligroso.

Plaza de Los Mártires

La Plaza de Los Mártires surge a mediados del siglo XIX cuando se decide
construir un monumento en honor de los mártires fusilados en el terreno que
antes fuera conocido como “Huerta de Jaime”, llamado así por su propietario:
el español Juan Alonso Núñez de Jaime o “Jaymes” (White, 2004: pág. 233).
Antes de ser conocida como Plaza de los Mártires, en la huerta de Jaime se lle-
varon a cabo los fusilamientos de 1816, a raíz de la entrada de Pablo Morillo a la
ciudad y entre las personalidades de la historia política que perdieron la vida en
ese lugar se encontraban Francisco José de Caldas, José Lozano, José María Cabal,
Manuel Ramón Torices, Antonio M. Palacio, Miguel Pombo y Francisco Ulloa.
(White, 2004: pág. 233).

[ 42 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

Un año después de su creación (1850), se dio inicio al proyecto del mo-


numento que sería diseñado por Thomas Reed. Pero no fue sino hasta el 9 de
marzo de 1880 cuando se inauguró oficialmente el monumento de la plaza
realizado por Mario Lambardi, muy semejante a los otros proyectos de Reed
del siglo XIX. La transformación de la plaza de estilo colonial a parque público
le correspondió también a Casiano Salcedo (Paredes, 2011: pág. 33). Esta tras-
formación implicó la creación de jardines, el cerco del parque con una reja y la
instalación del alumbrado público.
A finales del siglo XIX, Vergara y Velasco ofrece una descripción del aspecto
de la plaza y describe su importancia como lugar de tránsito para conectar la
capital del país:
[…] una de las que tiene mejor situación y forma más regular. Mide 126 metros
de largo con 106 de ancho. Dista cinco cuadras de la plaza de Bolívar […] Era un
punto de partida de todos los carruajes y de la carga de todas las mercancías que
transitaban por el camino a occidente hasta 1878 en que empezaron las obras de
embellecimiento de que goza hoy (White, 2004: pág. 239).

Entre los años 1917 y 1919 se hicieron algunas reformas en la plaza por parte
de la Sociedad de Embellecimiento. Y, las obras siguieron pocos años después;
en 1923 la Sociedad de Embellecimiento reseñaba, a través de su boletín, que
ese año se habían realizado en la plaza las siguientes obras:
…la reparación total de los camellones; la construcción de cuatro prados en con-
torno de la base del obelisco, sembrados de geranio y hierba; y la construcción
de sus respectivos camellones de dos metros de ancho, y sus sardineles de piedra
y ladrillo en una extensión de 45 metros; se contemplaron también los sardineles
de los prados en una extensión de 240 metros; en el costado Oriental […] se
hicieron 3 prados nuevos que sirven de decoración al carrusel; se repararon 12
bancas de armadura de hierro […] y por último se puso una nueva instalación de
acueducto para surtir de agua la pila y para atender a la irrigación de los prados.
(Anónimo, 1923: pág. 75).

Gracias a esta descripción se sabe que, a principios del siglo XX, la plaza
conservaba el modelo del siglo XIX y con ello la importancia de la vegetación y
flora como elementos del parque público; además la mención a la pila de agua
recuerda la gran importancia de este elemento en el ornato de las plazas.
Tiempo después, otro boletín de la Sociedad de Embellecimiento informa
sobre reparaciones adicionales en la Plaza de los Mártires, en este caso moti-
vadas por la conmemoración del décimo aniversario de la sociedad. Entre los
años 1927 y 1928 la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá emprendió unas

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reformas que incluyeron la instalación de candelabros, construcción de andenes


y camellones, el retiro del carrusel, la construcción de un espejo de agua y el
mantenimiento del monumento (Torres, 2008: pág. 24).
Respecto a la trasformación de esta plaza, menciona el discurso de Julio
Garzón Nieto, presidente de la Sociedad de Embellecimiento, lo siguiente:
Podéis contemplar […] la vetusta Huerta de Jaime, consagrada a los mártires, ha
renacido a la vida y en ese venerado lugar que recibió el último suspiro de nuestros
héroes magnos, hace una centuria, ha llegado a manos piadosas de esta institución
que con cariño […] cultiva las plantas germinadas en la tierra humedecida por la
sangre de los bravos patriotas […] Ved ahora ese parque restaurado con respeto,
pero embellecido y alegrado por muchos candelabros que parecen rememorar
otros tantos patíbulos. Y este parque que hoy inauguramos es la coronación de
un esfuerzo, aquí no veis derroche de lujo pero si un cambio radical de la antigua
plaza que con su mercado y sin pavimentos parecía de misérrimo pueblo, sustituida
por un lugar que por lo menos no desdice de la ciudad (Anónimo, 1927: pág. 5).

Parque de los Mártires Autor: Anónimo, 1920, Fuente: 75 Años de Fotografía 1865-1940. Reproducido
por: Roberto Herrera de la Torre (1988) Fondo CEAM / Archivo Museo de Bogotá Registro: MdB13827

Un año después, en 1928, el Boletín de la Sociedad de Embellecimiento


describe algunas obras que siguieron haciéndose en la plaza, reinaugurada un
año antes:
La Comisión de Parques en su deseo de modernizar este parque no ahorró esfuerzos
y […] se hizo la obra, quedando dotado de las comodidades que se imponían por
ser este sitio uno de los más habitados por los estudiantes de las diferentes univer-
sidades de la ciudad: en él se construyó un pequeño lago rústico al costado oriental
[…] en su totalidad quedó compuesto de 24 prados sembrados en su mayoría de

[ 44 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

grama, y ornamentados con una variedad de plantas de jardín de diferentes clases


florales. Tiene también una dotación de alumbrado instalada en 16 candelabros
de armadura de cemento con una lámpara […] y cuatro elegantes candelabros en
contorno del obelisco dotados de 5 lámparas cada uno […] el alumbrado aéreo
se compone de 24 lámparas y en general se puede asegurar que este es uno de los
parques mejor alumbrados de la ciudad.

Para su ornamentación se construyeron 6 pilastras de piedra de labor, las que


llevan jarrones de cemento armados pintados en imitación bronce. Dos bancos
de piedra situados sobre la pradera alta del lago; 13 bancos rústicos construidos
de los troncos de los árboles y diseminados en torno a las praderas y 12 bancas
de armadura de hierro distribuidas en la parte central del parque. (Anónimo,
1928: pág. 72).

Parque de los Mártires, Autor: Anónimo, 1938. Fuente: Del Bogotá de Ayer y de
Antier Reproducido por: Julio Barriga Alarcón (1987) Fondo CEAM Archivo Museo de
Bogotá, Registro: MdB13800

A finales de la década de 1940, el Parque de los Mártires había sufrido


varias transformaciones, como lo cuenta una crónica escrita por Gustavo del

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Castillo en 1948, en la que da testimonio de como el parque de antaño, consa-


grado como espacio público y consagrado a la naturaleza, había pasado a ser
una zona comercial, terminal de transporte:
El solariego Parque de los Mártires ha venido a convertirse hoy en estación sureña
de la ‘Avenida Caracas’ merced al impulso rápido y progresista iniciado por las
autoridades municipales. El perímetro, antaño arborizado, hoy es residencia de
vehículos, oficina de fotógrafos ambulantes y plaza mercantil al por menor de
fruteros, heladistas y bomboneras, entre un continuado deambular de campesinos,
obreros, gitanos, vagabundos y burgueses, que le restan el aspecto melancólico
que ha poco poseyera, aumentado por el chillido de los guatos migratorios en las
horas del atardecer (Castillo, 1948: pág. 12).

Más adelante, Gustavo del Castillo recuerda el origen de la plaza y hace


una descripción de los principales cambios que había sufrido el recinto y como
habían variado los edificios a su alrededor.
El recinto legendario, glorificado por la historia, se hallaba circundado de una verja
colonial y el monumento en cuya base están grabados los nombres de los próceres
sacrificados […] Al frente en el local que ahora ocupa la Escuela de Medicina, se
hallaba una quinta que servía de cuartel a la Escuela Militar […] Posteriormente
en uno de los rincones de este parque, en los días festivos daba vueltas el curioso
carrusel del señor Marcos Peinado, aparato compuesto de diversidad de animales
de madera […] ensillados con multicolores galápagos […] En su esquina suroeste,
moderadamente convertido en gabinete de química, se erigió un circo de toros en
el cual realizaron sus faenas Manacho, Piedra Cacheta, Chamuparro, los hermanos
Sotos y muchos otros aficionados, al arte de Pepe Hillo. (Castillo, 1948: pág. 12).

Como lo describe la crónica, la Plaza de los Mártires gozó de gran vida


como espacio de esparcimiento con el carrusel y el circo de toros y así era recor-
dada por este cronista. Con motivo del Sesquicentenario de la Independencia
Nacional, la Ley 95 de 1959 ordeno una nueva remodelación de la plaza; en esta
etapa, “la más significativa obra que se llevó a cabo fue la reparación del pedestal
del monumento y su traslado al costado occidental” (Torres, 2008: pág. 24)
Por otra parte, el desarrollo urbano y la ampliación de la malla vial afec-
taron a la Plaza de los Mártires; las obras de la Avenida Caracas determinaron
que el parque fuera fragmentado en dos partes. El obelisco fue encerrado, por
segunda vez, con una verja de hierro y se desplazó hacia el costado occidental,
junto al templo del Voto Nacional. Además, la plaza se complementó: “con la
siembra de nuevos árboles y senderos y una moderna instalación de alumbrado

[ 46 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

público que generó la supresión del parqueadero en que se había convertido el


parque”. (Torres, 2008: pág. 24)

Plaza de los Mártires,


áreas de intervención (Zonas I1,
I2, I3) y puntos perimetrales de
los antiguos dados de los sopor-
tes de la reja.

La nueva reinauguración de la Plaza de los Mártires se efectuó el 17 de


Julio de 1960, como parte de los actos del Sesquicentenario. Estos trabajos de
embellecimiento se vieron ensombrecidos por el paulatino deterioro del espacio
a partir de la década de los 60; la profusión de agencias de flotas intermunicipales
genero un tráfico muy denso y las zonas al oriente, sur y occidente de la Plaza
se convirtieron progresivamente en sectores afectados por el tráfico de drogas,
la compra y venta de objetos robados y la prostitución. Para la década de 1990
la situación llegó a un punto crítico que fue manejado por las autoridades dis-
tritales con la demolición del sector del “Cartucho”, la construcción del Parque
del Tercer Milenio y el desplazamiento de una gran cantidad de indigentes y
recicladores. Estas medidas no lograron el objetivo de rehabilitar la zona que
sigue hasta ahora siendo una de las áreas más deterioradas y de mayor peligro-
sidad de la ciudad.
Las obras de mejoramiento de 2015 se realizaron en tres sectores (esquinas
suroriental, nororiental y costado sur). En el sector nororiental de la Plaza se
encontraron cuatro tramos de bordillo de concreto de 20 cms de ancho y lon-

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gitudes de 5.40, 6.70, 8.00 y 5.40 ms. Los bordillos forman pares; en cada par,
uno de ellos está orientado en dirección 124º y el otro en dirección 158º, en los
extremos que dan hacia el exterior de la plaza los bordillos se curvan hacia dentro
para cerrar el espacio formando una figura similar a un pétalo. En la esquina
noroccidental de la plaza, se encontraron dos bordillos con unas dimensiones
de 15 cms de ancho y una longitud de 9.0 y 5.50 ms. A medida que se continuo
con la excavación quedaron a la vista 6 placas de concreto de 3,30 x 2,80 ms
que corresponden al suelo del diseño anterior. En la porción suroccidental de la
plaza, se encontró, a una profundidad de 25 cms, una placa de concreto con un
diseño similar al de los bordillos. Esta estructura marca una separación entre
el sardinel y el pavimento; a 15 cms de esta se encontró el suelo, compuesto por
placas de concreto con diferentes dimensiones.
Con base en el testimonio de uno de los trabajadores de la obra, que ha
vivido en el sector toda su vida, y con la información hallada sobre la historia
de la Plaza se llegó a la conclusión de que se trata de los remanentes de los bor-
dillos que delimitaban las áreas de prado de la plaza en la época en que está se
encontraba enrejada y tenía cuatro entradas, una en cada esquina. Esta configu-
ración posiblemente data de 1960 cuando se realizó la penúltima remodelación
general de la Plaza y subsistió a la ampliación de la Avenida Caracas en 1967.
Los remanentes de las rejas de la Plaza de los Mártires fueron retirados a finales
de la década de 1990 a la par con la demolición del Cartucho; es probable que
también entonces se cambiara el diseño de las áreas de prado delimitadas por
los bordillos hallados.

Remanentes de bordillos y placas de concreto del piso anterior.

Sobre el andén de la Plaza se encontraron expuestos 115 dados, las bases


de las estructuras que funcionaban como rejas en el diseño anterior de la Plaza
de los Mártires; las dimensiones de los dados varían entre los 0,42 y 0,44 cms a
0,52 y 0,55 cms, el diámetro del tubo de acero es de 13 cms. La distancia entre
dado y dado es de entre 2,60 y 2,70 ms.

[ 48 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

Dados de los
tubos de acero que sos-
tenían la antigua reja.

Las operaciones que definieron la demolición del Cartucho y la construc-


ción del Parque del Tercer Milenio en la banda oriental de la Avenida Caracas
no lograron detener el deterioro del sector de la Plaza de los Mártires. El tráfico
de drogas, la prostitución y el comercio de objetos robados se desplazaron a
la calle del Bronx y, tras la intervención de esta, se diseminaron por todo el
sector. El espacio de la Plaza de los Mártires permanece ocupado por indigen-
tes y consumidores de drogas que son difícilmente mantenidos a raya por los
comerciantes de la vecindad. Disfrutar de este espacio como sitio de esparci-
miento es imposible, ni siquiera la presencia del batallón de Policía Militar, en
el costado sur, logra disuadir la delincuencia. El panteón de los Mártires, en
el costado occidental aún funge como escenario de celebraciones patrias, pero
su acceso requiere de operativos de seguridad. Se trata, mal que bien, de una
apropiación social de un espacio público, aun si se hace por parte de un sector
marginado de la sociedad.

Plaza de Armas de Las Cruces

La Plaza de Armas de las Cruces, está ligada a la formación del barrio de Las
Cruces y a la historia de su iglesia, ofrecida al Señor del Despojo, reverenciado
por los militares y nombrado como Jefe de Plaza y defensor de la ciudad. La Plaza
fue creada de manera oficial por el gobierno nacional mediante decreto no. 30
de 1886, como Plaza de Armas de Bogotá, adornada con una estatua fundida
en bronce, del capitán de la independencia Antonio Ricaurte.
Según Ximena Ángel, la Plaza de Armas o de Las Cruces no ha variado
mucho desde su origen como plaza republicana y está rodeada por tres iglesias:
la de las Cruces, la del Carmen y la de la Santa Trinidad. La segunda fue consa-
grada como el Santuario Nacional de Nuestra Señora del Carmen, patrona de
las Fuerzas Armadas; fue construida por primera vez en 1665, destruida en 1826
por un terremoto y reconstruida en 1835 en su localización actual. En 1915 se

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erigió el templo actual realizado con el apoyo de particulares y del Ministerio de


Guerra. La de la Santa Trinidad, ubicada sobre el costado oriental de la Plaza, fue
promovida por las Hermanas Terciarias Dominicanas y se terminó de construir
en 1927. Hay también un teatro ubicado en el costado occidental del marco de la
plaza; funcionó desde 1956 hasta 1986. Además, el parque cuenta con servicios
como los estacionamientos de acarreos en el costado sur de la plaza, función que
se conserva desde el momento en que la plaza funcionaba como mercado. Hay
por último, unas canchas múltiples localizadas en el costado suroccidental de
la plaza, construidas a principios de la década del 80 por la Secretaría de Obras,
División de Parques y Avenidas. (Angel 2000, s.p).
En 1911 se instaló la pila de agua, conocida como la “Fuente de la Garza”,
importada de Nueva York desde 1875. En 1927, con motivo del décimo aniver-
sario de la Sociedad de Embellecimiento, la Plaza de las Cruces fue remodelada
y rebautizada con el nombre de Parque Girardot:
Los trabajos contaron con la colaboración de la junta de mejoras públicas de Las
Cruces. Las obras que se llevaron a cabo sirvieron para resaltar la belleza de la
fuente en el remodelado parque, pues fue reparada y limpiada. Además allí se
conformaron catorce prados, donde se sembró una gran variedad de flores y de
árboles, separados por camellones con sus respectivos sardineles, con algunos
cercados en madera y con bancas de armadura de hierro (Torres, 2008: pág.43).

La tradición oral recogida entre los vecinos del barrio da cuenta de la


existencia de un pequeño escenario deportivo, aparentemente construido por
la Junta de Acción Comunal y en el cual esta entidad organizaba semanalmente
espectáculos de boxeo, lucha libre y otros. A estas sesiones asistía mucha gente
del barrio y de otros sectores vecinos como Los Laches, el Policarpa Salavarrieta,
el Olaya Herrera, etc. Este cuadrilátero funciono aparentemente entre 1950 y
1980. Con el tiempo se suspendieron los espectáculos y la estructura cayo en
desuso; finalmente fue sepultada bajo el relleno con el que se construyeron los
dos niveles de terrazas artificiales de la esquina suroriental de la Plaza.

Plaza con la vieja iglesia, Año


Plaza de las Cruces,
1890, Archivo General de la Nación,
Año: 1930. Atlas Histórico de
Atlas Histórico de Bogotá 1538-1910.
Bogotá 1538-1910

[ 50 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

La Plaza de Las Cruces fue también el lugar donde se instaló la primera


bomba de gasolina de la ciudad de Bogotá, la instalación constaba de un pequeño
tanque metálico enterrado, unido a un surtidor mediante tubería y bomba manual
y estaba localizada en la esquina nororiental de la Plaza. El surtidor se mantuvo
en su lugar tiempo después de que cayera en desuso, hasta cuando fue robado.
Actualmente en el lugar solo subsiste la parte superior de la tubería de bombeo
del combustible rodeada por un corral metálico que se colocó para protegerla.
Las intervenciones en este espacio se concentraron en la zona suroriental
de la plaza y sobre el andén de la carrera 6. En este mismo sector, a 20 cms de
profundidad se encontró una caja de inspección que albergaba una tubería de
gasolina, parte de la bomba que funciono en este sector.

Plaza de Armas de Las Cruces, el


poligono señala el area intervenida en las obras
civiles

A una profundidad aproximada de 70 cms. bajo la superficie de la terraza


artificial en proceso de demolición se realizó el hallazgo de una hilera de baldo-
sas de 34 cms. de ancho; se continuó descubriendo el resto de la estructura que
resultó ser el antiguo cuadrilátero de la Plaza. La estructura está conformada

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por una plataforma de concreto de 6 x 6 ms. rodeada por tres de sus lados por
un corredor de 1.50 ms. y tres niveles de graderías con sillín de baldosa de gres.
Las esquinas de las graderías están redondeadas. En las cuatro esquinas de la
plataforma central (el cuadrilátero) hay tubos metálicos de 3 pulgadas que
conservan algunos de los ganchos soldados que servían para sostener y tensar
las cuerdas. Su extremo oriental está a una distancia perpendicular de 13.0 ms.
del borde interior del sardinel de la carrera 7 y su extremo sur a 9.10 ms. del
borde interior del sardinel de la calle 1D Bis. El tramo de graderías más alto
de la estructura está a 2 cms. por encima del nivel del sardinel de la carrera 7.

Levantamiento de adoquín, hallazgo de caja con tubería de gasolina a 20 cms. de profundidad

Cuadrilátero, sección central y parte de las graderías

Aspectos de la estructura, plataforma central y esquina suroriental del cuadrilátero

[ 52 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

Perfil de la estructura del cuadrilátero, graderías laterales (un sector) y plataforma central.

Reconstrucción 3D del cuadrilátero como debió lucir en la época en que allí se desarrollaban espec-
táculos de lucha y boxeo.

La estructura es representativa de una tradición cultural de este barrio,


vigente por unos 30 años, según el testimonio de los habitantes. No obstante, se
encuentra en muy mal estado de conservación, ya que fue parcialmente demo-
lida cuando se enterró bajo el relleno de la terraza. La plataforma central está
ahuecada, las graderías incompletas y desportilladas, los tubos del cuadrilátero
cortados y doblados.
Desde el punto de vista arquitectónico la Plaza de Las Cruces es una mez-
cla, no muy bien lograda, de diversos estilos y funciones. Hay áreas verdes y
arborizadas, canchas deportivas, una fuente neoclásica, un CAI de Policía sin
mérito alguno, aceras adoquinadas, caminos en concreto, etc. La apropiación
del espacio es igualmente variada; la esquina suroriental es de los camiones de
acarreo y mudanzas, al occidente están las áreas de deportes y la Policía, en el
resto del área hay caminos peatonales usados por adolescentes del barrio. Las
enormes iglesias dominan el panorama, aunque en verdad no parecen recibir
mucha clientela. Las calles que bordean la plaza mantienen un activo comercio.

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Hay en el sector cierta preocupación por la incidencia de la delincuencia y el


consumo y tráfico de drogas.

Esquina suroriental de la Plaza de las Cruces, detalle con la


ubicación del cuadrilátero

Plaza del Chorro de Quevedo

El sector que hoy se conoce como la Plaza del Chorro de Quevedo y su


entorno figuran en la historia de Santafé desde la época misma de la llegada de
los conquistadores europeos y la fundación de la ciudad en 1538. Los datos sobre
el sitio no son precisos ni detallados y esto ha dado lugar a un buen número de
hipótesis y confusiones. Martínez (1987) y otros sostienen que este era el lugar
del asentamiento muisca de Teusaquillo (Tybsaquillo), un poblado indígena
de cierta importancia en el que el Adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada
determinó situar una guarnición militar; esto es muy coherente con el hecho de
que esta aldea estaba ubicada loma arriba de la ciudad blanca recién fundada,
lo que le otorgaba una ventaja estratégica en caso de una insurrección; para los

[ 54 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

españoles era imprescindible mantener control sobre las poblaciones indígenas


vecinas y prevenir ataques sorpresivos.
El establecimiento de la guarnición militar europea dio pie para la primera de
las confusiones que han rodeado la historia del sector y que consiste en postular
que este fue el lugar de la fundación inicial de Santafé. Tal afirmación ha sido
rebatida por varios historiadores (Martínez, Zambrano, Ortega Ricaurte) para
quienes el lugar del Chorro era el asiento del Pueblo Viejo o pueblo indígena,
pero no el sitio de la fundación de la ciudad europea; no hay realmente ninguna
evidencia histórica o arqueológica que apoye esta hipótesis. Durante la Colonia
el Pueblo Viejo de Teusaquillo quedo por fuera del perímetro urbano original de
Santafé y continuó mencionándose como tal, al menos por 60 años después de
la fundación de la ciudad; aun hoy la calle 14 (antigua nomenclatura, hoy calle
12C) se llama Calle del Pueblo Viejo, pues era la que comunicaba este sector
con Santafé. No se sabe cuánto tiempo pudo durar allí la guarnición militar de
Jiménez de Quesada, pero no debió ser mucho porque la amenaza real de un
ataque indígena a la ciudad desapareció muy pronto; los muiscas vecinos de la
ciudad blanca fueron diezmados, evangelizados y sojuzgados rápidamente. No
es probable, sin embargo, que el sector quedara completamente deshabitado;
en los mapas de finales del siglo XVIII (Domingo Esquiaqui, Carlos J. Cabrer)
el sector de Pueblo Viejo se representa, por fuera de la ciudad, pero con vías de
acceso y áreas construidas.
Esta situación, en los extramuros de la ciudad, dejó al sitio del Chorro de
Quevedo por fuera del desarrollo urbano por mucho tiempo. Lo que hoy se
considera una de las plazas o plazuelas más tradicionales de Bogotá no tuvo tal
categoría, ni se menciona en las listas de los espacios públicos de este tipo en
la ciudad; como plaza no aparece en los mencionados planos de Esquiaqui y
Cabrer, y ni siquiera en el proyecto para la defensa militar que se realizó después
de la Revolución de los Comuneros. Parece ser que el sitio perdió a lo largo de
la Colonia incluso su original importancia estratégica militar.

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Plano geométrico de Santafé por Vicente Talledo y Rivero, 1810

El lugar solo se menciona en la lista de pilas y chorros de la ciudad en el


siglo XIX; a principios de la República hacía parte del barrio del Príncipe; el
lugar estaba cruzado por la Quebrada San Bruno, afluente del río San Francis-
co y tenía un puente. Al parecer el Padre Quevedo, un agustino, construyó la
pila y el puente en ese lugar en 1832 para beneficiar a los vecinos. El Chorro,
o pila, estuvo en funcionamiento hasta el año de 1896; entonces, durante una
creciente de la Quebrada San Bruno, se derrumbó el muro oriental del puente
impidiendo el paso del agua y arruinando la pila. En algún momento posterior,
no bien determinado, la pila fue reconstruida y funciono por algún tiempo más;
no obstante, las pilas en Bogotá comenzaron a volverse obsoletas por la cons-
trucción del acueducto con tuberías de hierro con conexión domiciliaria de la
concesión de Ramón Jimeno (1888). Poco después, en los albores del siglo XX,
la canalización del río San Francisco determinó que sus tributarios, entre ellos
la Quebrada San Bruno, fueran también parcialmente canalizados. El tiempo
de las pilas y los chorros había pasado; la pila del cura Quevedo desapareció en
algún momento no bien establecido, entre principios del siglo XX y 1940, pero
su recuerdo sobrevivió.

[ 56 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

Hacia principios del siglo XX el sector del Chorro de Quevedo estaba, más
o menos, integrado a la estructura urbana, como lo muestra el Plano Topográfico
de Bogotá de 1910 de Alberto Borda Tanco; aunque las calles aún no seguían
el patrón de retícula del resto de la ciudad. Es muy probable que el sector fuera
afectado en algún grado por las obras del Plan del Centenario que se implementó
en esta área con el sub-proyecto del Paseo Bolívar (hoy Avenida Circunvalar)
a partir de 1937; este ordenamiento de la parte alta de la ciudad termino de
integrar al antiguo Pueblo Viejo con la ciudad; en una fotografía aérea de 1940
ya se observa el trazado de calles ajustado al damero urbano (ver más adelante).
Un elemento fundamental en la fisonomía del sector durante mucho tiem-
po, hoy completamente obliterado, fue la Quebrada San Bruno. Este curso de
agua nace en las ladeas del cerro de Guadalupe y discurre en su primer tramo
en sentido oriente-occidente. Su zanjón marca el límite norte del barrio Egipto
hasta llegar a la Avenida Circunvalar. Actualmente solo este tramo del curso
es observable, de allí en adelante la Quebrada San Bruno esta canalizada hasta
su desembocadura en el canal del río San Francisco (Avenida Jiménez). En la
época del acueducto de Ramón Jimeno (1888) parece ser que la Quebrada se
usaba para alimentar el tanque de Egipto, pero debió existir un desagüe del
tanque que le permitía seguir corriendo loma abajo, como se ve en la mencio-
nada fotografía aérea de 1940. El canal actual pasa por debajo de la Universidad
Externado y la calle 12 y llega a la esquina suroccidental de la Plaza del Chorro,
justo frente a la Ermita del Príncipe; desde allí se dirige al norte y pasa bajo el
callejón noroccidental de la plaza y bajo las casas que dan frente a la calle 12C
(antigua calle de Pueblo Viejo) en su curso hacia el San Francisco.
La canalización de la Quebrada no se realizó en una sola etapa. La primera
fase de canalización involucró solo la parte inferior de su curso en la confluencia
con el río San Francisco, en donde se presentaban inundaciones, y coincidió,
por tanto, con la canalización de este último en la etapa que se cumplió entre
1921 y 1927 (Atuesta, 2011). El curso medio de la Quebrada, a partir de la salida
del tanque de Egipto incluyendo el paso por el sector del Chorro permaneció
descubierto hasta poco después de 1940, como lo atestigua la fotografía aérea
C-604-0057 de 1940. Sin embargo, para la época en que comienzan los recuerdos
de Pedro Enrique Garzón y María Sabina Ramírez, alrededor de mediados de
la década de 1940, ya la Quebrada no era visible en el sector del Chorro, pero
si más abajo, donde están los baños y sale a la antigua calle 14 (hoy 12C). hubo
pues, una segunda etapa de canalización que incluyo el sector de la plaza del
Chorro y probablemente el resto del curso aguas arriba hasta la curva de la calle

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Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

12 (poco después de 1940) y una tercera etapa en la que se canalizó el tramo entre
el sector del Chorro y la primera canalización contigua a la Avenida Jiménez.

Fotografía aérea C-604-0057 de 1940. Resaltado en


negro el curso visible de la Quebrada San Bruno, enmarcado
en blanco el sector de la Plaza del Chorro de Quevedo.

Con la canalización de la Quebrada en el sector del Chorro de Quevedo


este espacio debió cambiar considerablemente; por un lado, desapareció el
obstáculo al tránsito y, por otro, creció el área utilizable con la desaparición del
zanjón. Solo entonces fue posible rellenar el espacio, labor que debió hacerse
poco después de la canalización. El relleno, observado en el perfil estratigráfico,
consta de recebo y escombros, como fragmentos de teja y ladrillo, consistentes
por su manufactura con el tipo de materiales usados en Bogotá en esa época.
El relleno disminuyó la pendiente de la plaza dándole su actual topografía de
plano con inclinación suave oriente-occidente. En la parte occidental, donde el
relleno es más profundo, este alcanza hasta 1.7 ms. (1.54 ms. registrados en el
perfil). La superficie de la plaza que conocieron Pedro Enrique y María Sabina
correspondió a este relleno. En esta época la Plaza del Chorro no tenía fuente;
se trataba de un espacio comunal en el que había varias chicherías en las que
acostumbraban parar los arrieros de burros aguateros en su camino de subida
y bajada hacia la ciudad. Se cuenta que traían, en vasijas de barro, agua muy
pura del Chorro de Padilla y del páramo y también traían carbón de leña de
unas carboneras ubicadas cerro arriba. Las casas que bordeaban el espacio eran
viviendas sencillas, ranchitos de un piso con una o dos piezas. Sobre la calle
12, donde hoy está la ermita y en el predio siguiente hacia occidente había dos
casas muy grandes, inquilinatos en los que existían 15 o 20 piezas de alquiler,
en cada uno. También se cuenta que uno de ellos fue prostíbulo. Pedro Enrique
y María Sabina recuerdan un ambiente tranquilo y sin problemas.

[ 58 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

Contenedor para árbol que permite apreciar


la estratigrafía de la Plaza

La apariencia actual de la plaza del Chorro de Quevedo se debe, en parti-


cular, a un personaje: el abogado boyacense Eduardo Mendoza Varela. Escritor
y erudito, nacido en Guateque en 1919, Mendoza Varela estableció su residencia
en el casco histórico de Bogotá y dedico buena parte de su vida a trabajar por la
ciudad antigua. Hacia finales de la década de 1960, Mendoza Varela logro adquirir
una de las grandes casas de inquilinato sobre la calle 12, la que hizo demoler.
En su lugar se propuso construir una capilla, pero no cualquiera, sino una que
reviviese la memoria de uno de los más importantes hitos arquitectónicos de
Bogotá, torpemente demolido a fines del siglo XIX: la capilla del Humilladero,
originalmente ubicada en la esquina noroccidental de la Plaza de las Yerbas,
hoy Parque Santander.
La obra incluyó la instalación de una fuente de piedra, recuerdo del pri-
mitivo chorro del padre Quevedo, y la pavimentación de toda la superficie de
la plaza con cantos de río (o piedra-bola). Para 1969 se había creado la plaza
“colonial”. Es muy probable que esta reconstrucción no guarde similitud alguna
con el aspecto original de este sitio en el siglo XIX ni con su aspecto ya modifi-
cado con la Quebrada San Bruno canalizada y el suelo rellenado y nivelado. El
hecho es que esta imagen fue la que se fijó en la mente de los bogotanos, sitio
en el cual adquirió bien pronto, la cualidad de lugar “tradicional”. En el perfil
estratigráfico esta intervención quedó registrada con un mortero de nivelación,
una placa de concreto base, el mortero de pega y el pavimento de cantos de río.

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Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

Izquierda, la ermita del Príncipe en la Plaza del Chorro de Quevedo. Derecha, la


capilla del Humilladero en el Parque Santander, grabado del siglo XIX.

Pese a lo artificial que pueda parecer la obra, lo cierto es que, para los
vecinos del sector, la transformación tuvo un sentido importante. La capilla se
convirtió en un lugar de culto en el que se celebraban eucaristías, bautizos y otros
sacramentos y se recibían allí las procesiones que bajaban desde la parroquia de
Egipto; la cercanía de la nueva capilla era importante porque a varias cuadras
a la redonda no había otra. La apropiación de este espacio por la comunidad,
desde este sentido religioso, genero una nueva dinámica social que marcó la
vida del sector en las siguientes décadas. No fue solo la capilla, sino la plaza y
las calles vecinas las que resultaron apropiadas de esta forma.

Plaza del Chorro


de Quevedo, toda el área
sombreada fue intervenida

[ 60 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

La segunda gran intervención ocurrió en 1985; en ese año la Corporación


La Candelaria determinó extender un nuevo pavimento de adoquín sobre el
piso de cantos rodados; en nuestro perfil aparece, en efecto, una nueva capa
de concreto y el adoquín de barro cocido. En ese momento la pila de piedra se
trasladó hacia el norte, a un lugar más central de la plaza. La obra más impactante
en esa etapa fue, no obstante, la construcción de la gran arcada rectangular de
estilo Art Deco en el extremo norte. La arcada es una estructura masiva que
irrumpe agresivamente en el espacio y cuya única virtud es ocultar un edificio,
aún más feo, que cierra la plaza en el costado norte. Sobre la arcada se instalaron
varias esculturas de algunos legendarios personajes de la antigua Bogotá que,
con tres excepciones, han desaparecido. En el sector occidental se instalaron
algunas canecas para basura, un contenedor de libros y una estructura metálica
masiva que podría ser una obra de arte (?).
La dinámica social del sector es muy distinta a como la recuerdan Pedro
Enrique y María Sabina: la Plaza del Chorro está en el camino de los estudian-
tes de las universidades Externado y La Salle hacia los ejes de transporte de la
Jiménez y la Avenida Tercera. La dinámica social local ha cedido frente a este
gran flujo que trae consigo un abundante tráfico y consumo de drogas. No obs-
tante, la Plaza del Chorro es un espacio muy dinámico y lleno de vida, en él se
reúnen jóvenes y viejos, grupos de turistas, escolares y transeúntes, hay varios
restaurantes y bares muy concurridos y se escucha música, narraciones, etc. A
nadie parece importarle la “artificialidad” del sitio, más bien se busca resignifi-
carlo y disfrutarlo de acuerdo con los propios intereses. Como resultado de esta
dinámica se ha presentado un muy buen índice de conservación y valorización
de los inmuebles vecinos.

Discusión

Seis espacios con seis historias distintas, seis configuraciones y seis moda-
lidades de apropiación; una micro-variedad que revela, no obstante lo pequeño
de la muestra, la heterogeneidad de los espacios públicos de Bogotá. En retros-
pectiva, una sucinta interpretación de la historia de cada uno de los espacios
podría escribirse, más o menos, así:
• El Parque Santander, nació como una plaza fundacional. El hecho de que Jiménez
de Quesada ignorase las reglas de la fundación de ciudades y que omitiese algunas
de las más importantes, no le quita a este sitio el haber sido el lugar donde se
manifestó por primera vez la voluntad de fundar una ciudad, el que se hubieran
repartido los solares entre los principales y que se celebrase la famosa misa en la

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Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

capilla pajiza con sus doce chozas. Pero la posterior fundación legal en la actual
Plaza de Bolívar relegó a este sitio a un lugar secundario. Aun así, el tener el
conjunto franciscano en uno de sus costados y estar en el camino de Tunja, uno
de los más transitados en la Colonia, la mantuvo como espacio principal. Que
su trascendencia original no fue olvidada lo prueba el que el capitán Collantes
se hubiera tomado el trabajo de edificar el primer Humilladero. Como Plaza de
las Yerbas fue escenario de uno de los mercados más concurridos de Santafé y
aún de la Bogotá republicana. La república modernizante del siglo XIX tuvo a
bien conferirle el estilo de parque francés y plantar allí un símbolo patrio, hasta
entonces ausente. Se conformo entonces un parque enrejado y arborizado con
fuente y bancas, propio para el descanso y la contemplación de la naturaleza,
al cuidado de la prestigiosa Sociedad de Embellecimiento. Pero esto no habría
de durar mucho; el progreso, de la mano con la Sociedad de Embellecimiento,
ahora Sociedad de Ornato y Mejoras, modernizó de nuevo el espacio. Se quitó
la reja, se desmontó parte de la arborización y se adecuó todo para el tránsito
urbano, nuevo patrón al que era preciso sacrificar los antiguos espacios de des-
canso. Reforma tras reforma, la plaza patriótica llegó a ser rodeada por un nuevo
enrejado, invisible pero no menos efectivo, el de las poderosas instituciones que
la circundan. La dinámica que buscaron imprimirle el Banco de la República,
el Banco Central Hipotecario, el Jockey Club y el Edificio Avianca encontró su
contraparte en el uso popular que insiste en hacerse presente en la Plaza. Al final
se configuró esta curiosa mezcla entre lo institucional, lo turístico-cultural y lo
popular, tendencias que compiten por este espacio, a veces incluso con inusitada
agresividad.
• La Plazoleta del Rosario es, sin duda, el ejemplo más patético de lo artificial que
no logra dejar de serlo. Sacada de la demolición de antiguos edificios y concebida
fundamentalmente como la cubierta de un gran parqueadero no logra siquiera
una precaria estabilidad constructiva. Tal vez su principal mérito sea darle vista
a la magnífica fachada del Colegio del Rosario; de allí en adelante no es más que
un corredor de paso de estudiantes y un enorme local para cambistas de divisas
y comerciantes de esmeraldas. De nuevo el manejo institucional, que quisiera
un espacio limpio y abierto, se pelea el control con los comerciantes locales, su
facción opuesta.
• El Parque de los Periodistas se implanta, casi de la nada, sobre lo que parece
haber sido un pequeño espacio verde, el Parque de la Romana, donde iban
tradicionalmente los novios. A diferencia de su predecesor, el nuevo parque
no ofrece nada amable, las zonas verdes son difícilmente accesibles y el intenso
tránsito no propicia ningún tipo de uso social. Especialmente fuera de contexto
es la implantación del símbolo patrio, la estatua de Bolívar, que parece haber

[ 62 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

llegado allí porque no había otro sitio mejor para colocarla. Resulta bien curioso
que en el Parque de los Periodistas no haya nada alusivo a ese gremio ni que los
periodistas lo reconozcan como espacio propio. Es otro caso de un espacio que
como plaza o parque es completamente fallido.
• La Plaza de los Mártires es uno de los casos más interesantes. Inicialmente fue
solo una gran huerta, pero el que allí se hubiera fusilado a algunos de los rebeldes
independentistas la catapulta al estrellato patriótico. En el siglo XIX y parte del
XX la Sociedad de Embellecimiento y su sucesora, la de Ornato y Mejoras, se
esfuerzan en mejorar y mantener el espacio con gran ahínco y dedicación; iglesia,
enrejado, fuente, obelisco, alumbrado, arborización, todo con tal de hacer de
este un espacio bello y elegante. Por un tiempo esto se logra, pero es de nuevo
el progreso, ese fantasma traidor, el que echa todo a perder. La Avenida Caracas
corta el hermoso parque en dos y lo condena para siempre; vienen después los
paraderos de flotas y buses y el vecindario se deteriora irremediablemente. De
patriótica plaza aristocrática se hace tránsito a un peladero plagado de drogadictos,
prostitutas y ladrones. De nada valen las arremetidas institucionales, las remode-
laciones, la demolición del Cartucho, el operativo del Bronx, la cosa no mejora.
En esta lucha por el espacio la aristocracia bogotana perdió frente al lumpen.
• La Plaza de las Cruces es otro espacio inicialmente arrebatado por el impulso
patriótico a la comunidad local. De tranquila plaza de barrio se convierte de
pronto en plaza de armas del ejército. Con el pie militar adentro, la plaza cae
bajo el influjo modernizador de la Sociedad de Embellecimiento y pasa por el
habitual proceso de instalar bancas y rejas, sembrar árboles y prados, construir
paseos e instalar una monumental fuente. En este sitio se fue aún más lejos, se
la rebautizo como Parque Girardot; quizás para suprimir un nombre –Las Cru-
ces– que no gozaba de buena reputación entre la aristocracia por ser allí donde
vivían “los indios”. La fachada remodelada de la plaza de Las Cruces fue víctima
de dos terribles enemigos de la elegancia; por un lado, el progreso que terminó
instalando un surtidor de gasolina, algo fuera de lugar en un espacio bucólico. Y,
por otro, el uso popular del espacio que llevó a la construcción del cuadrilátero
de boxeo y lucha libre y luego a las canchas de juego. La pelea entre la tendencia
de la elegancia aristocrática y la apropiación popular y comercial fue mucho más
corta: la Sociedad de Ornato y Mejoras se batió en retirada, la plaza volvió a lla-
marse de Las Cruces y a ser la plaza del barrio, las rejas y bancas desaparecieron
y la enorme fuente se quedó sin agua y sin espectadores.
• El Chorro de Quevedo es un caso sui generis. Donde nunca hubo plaza, ni iglesia
ni lugar de recreo, se conformó un espacio artificial que terminó validándose
y que sirve por igual al uso de turistas locales y estudiantes y que se ha ganado

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 25-67 [ 63 ]


Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

además la insólita reputación de sitio tradicional. El Chorro nunca fue objeto


de los costosos y aparatosos esfuerzos institucionales, tan solo bastó el esfuerzo
individual de un solitario abogado para desencadenar toda una invención cul-
tural exitosa. La clave fue la vinculación de la comunidad a través de la ermita y
el manejo del espacio. Entre todos los espacios estudiados el Chorro es, quizás,
el más democrático y el menos conflictivo, aquel donde, a pesar del tráfico de
drogas y los ocasionales abusos de algunos de los vecinos, se respira un aire de
libertad y alegría, como el que idílicamente se espera de todos los parques urbanos.
Lo que salta a la vista es que estos espacios públicos, los parques, plazas
y plazoletas, son escenarios de lucha y competencia de los grupos sociales que
componen la ciudad.
Para empezar, en todos ellos se han implementado, en mayor o menor grado,
medidas para imprimir el sello patriótico y católico. Tres iglesias y una estatua
en el Parque Santander, una estatua en el Rosario, una estatua en el Parque de
los Periodistas, una iglesia y un obelisco en la Plaza de los Mártires, tres iglesias
en Las Cruces y una iglesia en el Chorro. Donde no está lo patriótico esta lo
católico, o están ambos. De esta forma, concreta y efectiva, se fijan los valores
nacionales en el espacio público.
Una segunda serie de acciones la emprende la Sociedad de Embellecimien-
to, o su sucesora la Sociedad de Ornato y Mejoras, entidades conformadas por
miembros de la aristocracia y con cierto margen de acción garantizado por la
delegación que les hace la ley y por una buena financiación pública y privada. Las
acciones de este ente son completamente arbitrarias, no consultan el parecer de
los vecinos y siguen únicamente los criterios de elegancia y moda de cada época.
En desarrollo de su labor intervienen, modifican y hasta rebautizan las plazas y
lo hacen una y otra vez. El objetivo fundamental, evidente y declarado, es dar a
estos espacios el toque de clase que los haga aptos para el uso de la aristocracia.
Las acciones de los sectores populares; vecinos del barrio, comerciantes,
estudiantes, traficantes y consumidores de drogas, turistas, etc. son espontáneas,
ocasionales y carecen de un propósito general sobre el espacio. Es construir el
cuadrilátero de boxeo, las canchas deportivas, instalar la bomba de gasolina,
destruir o vandalizar cercas, bancas, fuentes, estatuas o, en la mayoría de los
casos, simplemente ocupar. Este ocupar con carritos de ventas ambulantes, ca-
setas de ferias artesanales, equipos de música, mediante actividades religiosas,
con prácticas deportivas, o simplemente con la persistente presencia de grupos
de personas, resulta ser la más eficaz de las armas. Gracias a esta ocupación las
plazas se vuelven irremediablemente sitios de la gente y cualquier reclamación
aristocrática caduca.

[ 64 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

Hay, no obstante, algunos de estos espacios tan genéticamente estériles que


no logran concitar la emoción de casi nadie. Es el caso de la Plazoleta del Rosario
y del Parque de los Periodistas, que solo son notables por ser lugares de paso en
los que, irónicamente, no pasa nada interesante. Estas plazas terminan perdiendo
sentido y se vuelven lugares muertos. Desde otro punto de vista, todo esto es
producto de las sucesivas tendencias del urbanismo y la arquitectura de espacios
públicos; desde que se inauguró en Bogotá la idea de la planeación urbana, ha
faltado una política clara de construcción y mantenimiento de espacios públicos.
Un claro ejemplo de este problema se puede ver en el manejo del agua y,
más concretamente, del agua en las plazas y parques. La instalación de pilas y
fuentes se hizo norma en algunas épocas simplemente porque estaba de moda
y por ello se construyeron en plazas donde originalmente no las hubo y donde
no tenían sentido funcional ni conmemorativo: Parque Santander, Plaza de Las
Cruces, Plazoleta del Rosario y Parque de Los Mártires. Eventualmente la fuente
deja de funcionar, se abandona y se convierte en un muladar. No es raro que las
intervenciones y remodelaciones consideren entre sus objetivos la restauración
de las fuentes; incluso en las obras recientes esto sigue siendo un punto obligado.
Como estas seis que hemos estudiado, otras varias plazas y parques de
Bogotá son escenario de la vida tumultuosa y conflictiva de una ciudad a medio
formar. Cada una, con su propia historia y dinámica social, representa un acto
particular de la gran tragicomedia urbana. Allí están esperando contarnos su
propia vida y enseñarnos que la historia oficial es la menos importante de las
historias.

Agradecimientos

Expresamos nuestro reconocimiento al Instituto Distrital de Patrimonio


Cultural, a su Directora en 2015, María Eugenia Martínez, al arquitecto Carlos
Laverde y los demás funcionarios que nos ofrecieron la oportunidad de partici-
par en el proyecto de mejoramiento del espacio público en el centro de Bogotá,
así como a los ingenieros, arquitectos y obreros de las empresas contratistas
por su acompañamiento y colaboración. Estamos agradecidos con el Museo
de Bogotá por el uso de las fotografías antiguas de su colección, que ilustran el
texto. En el proyecto del Chorro de Quevedo agradecemos muy especialmente
al arquitecto Germán Ayarza del Consorcio G&G, a la arquitecta María José
Quiroga y a los empleados y obreros de la empresa contratista, cuya colabora-
ción fue vital. Especial mención merecen Pedro Enrique Garzón y María Sabina

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Roberto Lleras, María del Pilar Quintero, Melissa Osorno, Daniela Herrera

Ramírez, gracias a cuyos recuerdos fue posible reconstruir parte de la historia


reciente de este lugar.

Bibliografía

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[ 66 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Parques, plazas y plazoletas: la construcción social de los espacios públicos en Bogotá

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Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 25-67 [ 67 ]


Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

El reino de los dioses

Belisario Betancur
Académico Honorario

“…los años felices que viví en aquella selva tropical…”.


Richard Evans Schultes.

“…la selva del Amazonas desafía las hipérboles… Joseph Conrad describió la
selva como un tumulto primigenio de un bosque, un vestigio de una era distan-
te en que la vegetación se rebeló y devoró el mundo”.
Wade Davis (“Los guardianes de la sabiduría ancestral”).

“Oh selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina…”


José Eustasio Rivera (citado por Schultes).

1. Preámbulo. Perfil de un sabio

Uno de los más profundos conocedores de la Amazonía y la Orinoquía, fue


el estadounidense Richard Evans Schultes. Desde la presentación de la película
“El abrazo de la serpiente” del director colombiano Ciro Guerra, sobre su vida; y

Cómo citar este artículo


Betancur, Belisario. “El reino de los dioses”.
Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 69-79.

[ 69 ]
Belisario Betancur

desde la aparición del libro “El río” de su discípulo el investigador Wade Davis12,
el mundo científico ha descubierto a un ser fuera de lo común, en la línea de
los grandes viajeros investigadores a través de la historia.
La curiosidad se dirige, además, al autor de siete libros; trescientos ochenta
artículos científicos; y veinticinco documentos sobre el caucho. Y se acrecienta
esa curiosidad al saber que se trata del director del Museo Botánico de la Univer-
sidad de Harvard e impulsor, allí mismo, del Museo de Cristal de Bohemia, en
el que se han reproducido millares de orquídeas de la Amazonía y la Orinoquía.
Más adelante se analiza este fascinante episodio.

2. Vida en la selva

¿Quién fue este personaje, bien conocido en el mundo científico pero


desconocido entre lectores comunes, y cuyos trabajos de investigación durante
largos años de vida recoleta, mezcla de misterio y de asombro, es ya materia de
películas, seminarios, densos libros, pero también de olvidos?
Este hombre singular nació en un hogar humilde cerca a Boston, Estados
Unidos, el 12 de enero de 1915; y murió en la misma ciudad el 10 de abril de
2011. Lo que quiere decir que vivió 86 años, en buena parte consagrados a la
ciencia en lugares prestigiosos; pero también en territorios incultos y sin otro
prestigio que el de sus enigmas y su significado incitante para el mundo. Pues
estudió en la Universidad de Harvard a donde ingresó, mediante becas sucesi-
vas y donde se licenció en biología, botánica, zoología, tres especialidades que
complementaría con investigaciones en Oaxaca, México, pero principalmente
en la Amazonía y la Orinoquía.
El propio Schultes cuenta el comienzo de sus preocupaciones científicas
en la introducción de su libro El reino de los dioses2:.
Como joven botánico, armado con un reluciente doctorado de la Universidad
de Harvard, decidí en 1941 empezar mis estudios de plantas medicinales, nar-
cotrópicas y venenosas, usadas por los indígenas de la Amazonía Occidental.
Poco imaginé entonces que la fortuna me permitiría disfrutar de 14 años casi
ininterrumpidos en esa remota región; y que, luego, al regresar de Harvard en
1954, podría realizar nuevas visitas anuales a Colombia, solo o con estudiantes
interesados en la botánica tropical.

1
Editado por varias editoriales: El Fondo de cultura Económica de México y Pretextos, de Va-
lencia España
2
Richard Evans Schultes, El reino de los dioses: paisajes, plantas y pueblos de la Amazonia colom-
biana, (Bogotá, El Navegante Editores, 1989).

[ 70 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Reino de los Dioses.

3. Vida en Har vard

Sí, aquella vocación había tenido un comienzo inesperado. Sin recursos


en su humilde familia, a los 18 años de edad Schultes fue el primero de sus
hermanos en entrar a una universidad. Por iniciativa propia hizo una solicitud
de beca a la Universidad de Harvard; y fue aceptado en 1933: entró a Harvard,
para no desvincularse nunca de esa prestigiosa institución!
En Harvard empezó a estudiar medicina, pero la lectura juvenil de los
diarios del renombrado científico inglés Richard Spruce sobre el Amazonas,
le hizo cambiar de vocación. Con avidez penetró en el estudio de los efectos
farmacológicos del peyote, adelantados por él botánico Oakes Ames; quien
se entusiasmó tanto con el frenesí del discípulo, que en 1936, le financió la
investigación, entre los indios comanches de Oklahoma, con quienes convivió
por etapas.

4. La Amazonía y la Orinoquía 3

Cuando Schultes hablaba y escribía con delectación sobre “el mar verde”,
se refería al bosque más extenso del mundo, la cuenca del río Amazonas y sus
afluentes, con seis millones de kilómetros cuadrados de extensión, pertenecien-
tes a nueve países, a saber: Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador,
Guyana, Guayana Francesa y Surinam.
Los ríos que tributan el río Amazonas desde Colombia, son: el Putumayo,
el Caquetá, el río Negro, el Apaporis, el Brazo Casiquiare.
Una de las regiones con mayor biodiversidad en el mundo, el 11 de no-
viembre de 2011 fue declarada por la New Open World Corporation (NOWC)
como una de las siete maravillas naturales del planeta.
En cuanto a la Orinoquía, de 350.000 kilómetros cuadrados de extensión,
el río Orinoco juguetea con la naturaleza y con la política, entre Venezuela y
Colombia. Porque nace en la cuenca amazónica venezolana, viaja hacia el oc-
cidente a esperar al Barón de Humboldt en “La estrella fluvial del sur”, donde
recibe el tributo de los ríos Guaviare, Inírida y Atabapo; la ciudad venezolana
San Fernando de Atabapo le ordena doblar hacia el norte. Pero antes, envía
mensajeros a saludar al Amazonas a través del Brazo Casiquiare y el Río Negro,
en Manaos; fluyendo hacia el norte, recibe el tributo de los río Guaviare, Inírida,

3
Se dice indistintamente Amazonía o Amazonia; Orinoquía o bien Orinoquia. En francés Ama-
zoníe; o bien Orinoquie; en inglés Amazonia, y Orinoquia.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 69-79 [ 71 ]


Belisario Betancur

Atabapo, Vichada y Arauca, dejados los cuales, regresa hacia el Oriente a buscar
el Océano Atlántico.
Y fue en los Llanos del Orinoco venezolano, en donde se gestó la guerra de
independencia que glorificaron entre otros el Libertador Bolívar, y el General
Santander. Y donde hoy germina un nuevo país con la creatividad y el coraje
del pueblo llanero.
El río dominante de la hoya, el Amazonas, nace en los fríos Andes del Perú
y desagua una región de 7 millones de km, cuadrados, casi el doble de la mayor
hoya que la sigue en extensión en el planeta. El Amazonas, a su vez el mayor del
mundo por su volumen de agua, mide 6.400 km de longitud y, como lo señaló el
explorador británico Richar Spruce en sus escritos de hace 150 años, “el mayor
río del mundo corre a través de su mayor selva.
El río Amazonas es básicamente lento. Es un lago que camina. Así en sus
últimos 3000 km solo desciende 70 metros, o sea 2.3 cm por kilómetro. La des-
embocadura mide unos 260 km de ancho y los barcos de mar pueden penetrar
hasta Manaos, puerto brasilero situado a más de 1600 km de la desembocadura.
Los efectos de las mareas se sienten hasta 640 km aguas arriba de la boca y en
esta parte inferior los barcos deben navegar con brújula por la gran anchura del
río. Con razón los primeros exploradores lo llamaron el río-mar.

5. El santón laico

Aquel mar verde, atrapó a Schultes. Sus estudios en la Amazonía, no cesaban,


en busca de plantas medicinales, de resinas, de orquídeas, del caucho; y siempre
sembrando pedagogía entre funcionarios y tribus, que lo respetaban y querían
como a uno de los suyos, por la unción ante sus costumbres, sus leyendas, sus
mitos, sus chamanes. Y por la celosa vigilancia y respeto que ejercía sobre la
identidad de los aborígenes, con indagaciones sobre sus más ancestrales cos-
tumbres, y con unción por sus eclécticas participaciones religiosas y políticas.
Era una especie de santón laico de alta pipa, gruesas gafas, casco irrompible
y largas botas, que predicaba protección a las comunidades indígenas; y a los
árboles; y a los ríos; y a los arroyos; y a los bejucos. Hablaba también con sus
extensos silencios; y con imágenes de una cámara fotográfica infatigable y certera.

[ 72 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Reino de los Dioses.

6. Vida en la jungla

La exposición de Schultes en un encuentro improvisado en el puerto de “Tío


Barbas”4, Alto Vaupés, (en el que participé por mi vinculación con misioneros
católicos y protestantes), su lección científica y pedagógica ante centenares de
pertenecientes a varios credos, funcionarios e indígenas, estuvo llena de natu-
ralidad, sabiduría y coraje; porque al tiempo que descorría velos sobre plantas,
hacía rectificaciones antropológicas sobre el comportamiento de los indios
macunas, de los cuales sostenía que no es cierto que sean traicioneros sino que
son altivos, arrogantes y orgullosos de su identidad.
Y muchas fueron las enmiendas que, no obstante su discreción, se alcanzaron
en el tratamiento de las comunidades indígenas por parte de las autoridades y
de los religiosos, gracias a sus profundas observaciones, recogidas en numerosos
escritos, principalmente en su obra fundamental “The Healing Forest”, plan-
tas medicinales y tóxicas de la Amazonía, escrito con el etnobotánico Robert
Raffauf; con prólogo del Duque Felipe de Edimburgo, presidente del “Fondo
Mundial por la Naturaleza”5.

7. Las tertulias

Hablé antes de las tertulias con Schultes.


¡Qué tardes de conversación en Bogotá, aquellas en las que Schultes y el
antropólogo alemán Gerardo Reichel–Dolmatoff, con su esposa la profesora Alicia
Dussán, llenaban el ambiente de investigaciones y de anécdotas. ¡Encuentros
inolvidables! El profesor siempre hospedado en la discreta “Pensión Inglesa” de
la señora Gaul en la carrera séptima de la capital; tanto como los ratos deleitosos
cuando llegó de Boston con su esposa a recibir la “Cruz de Boyacá”, que en su
modestia no se cansaba de preguntar por qué se le había concedido6.

4
Así apodado por el apodo del colono Gómez que dominaba con amplias barbas toda la nave-
gación y la región, desde Mitú hasta el Alto Vaupés, en una pequeña nave construida por la
sabiduría aborigen.
5
Richard Evans Schultes and Robert F. Raffauf, The healing forest: medicinal and toxic plants of
the northwest Amazonia, Portland (Estados Unidos), Diocorides Press, 1990.
6
Con el consentimiento de otros botánicos, entre ellos el profesor Hernando García Barriga, el
Profesor Schultes bautizó con el nombre de “Prunis Betancurii” un arbusto de la selva hasta
entonces desconocido. Era la abundancia de su generosidad, porque antes nos había dedicado
“El reino de los dioses”, y “The Healing Forest”.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 69-79 [ 73 ]


Belisario Betancur

8. El hálito de la brisa amazónica

A manera de prólogo al descomunal y fascinante libro de Margaret Mee


“Flores do Amazonas”7 Schultes escribe palabras consagratorias y definitorias,
en el sentido de que la parte más rica en biodiversidad, está en la frontera
colombo-brasilera, “el paraíso verde” que la pintora Mee recogió en acuarelas
indescriptibles “para gentes que talvez nunca sentirán el hálito de la brisa ama-
zónica”, dice Schultes. Agrega que aquel “desierto de árboles” que hay quienes
toman por un “infierno verde”, contiene, sin embargo, los componentes de
la mandioca, principal fuente de carbohidratos como el manihot escutenta; y
que el teobroma cacao, base del chocolate, se da en abundancia y se agrega a la
alimentación de las distintas tribus. Concluye con la afirmación categórica de
que no es cierto que el coco se dé solamente en los litorales, como suele creerse,
porque él encontró millares de palmas en la selva.

9. Navegación, sacudida y hallazgo

“El Navegante Editores”, y la “Fundación Ospina Pérez” dirigida por el


ingeniero Mariano Ospina Hernández, hicieron en diciembre de 1989 la pu-
blicación de la obra El reino de los dioses: paisajes, plantas, pueblos de la Ama-
zonía colombiana, con textos y fotos de Schultes; y conceptos de científicos y
novelistas, (entre ellos José Eustasio Rivera), traducida del inglés por el propio
Ospina Hernández.
En dicho texto, Schultes con palabras simples, relata un episodio que vivió
al superar una de las peligrosas cachiveras o raudales del Apaporis.
Dice que: la lancha hace agua en forma alarmante; un joven indígena achica
continuamente y el chapoteo nos mantiene despiertos toda la noche… El paso
de los primeros rápidos fue muy difícil y peligroso… Temí que no lo lograríamos
cuando quedamos balanceándonos en una roca afilada…
En otro texto, Schultes relata una conmovedora vivencia:
…A eso de las 5 a.m. se sintió una sacudida con fuerte ruido de madera rajándo-
se. La lancha chocó con un tronco y la cabina quedó destruida. Con mi linterna
vi que el árbol tenía frutos con ovarios recientemente fecundados y corté varias
ramas. Resultó ser micrandra minor que estaba ansioso por colectar. Los demás

7
De grandes dimensiones, publicado por el gobierno de Brasil: Margaret Mee, Flores do Ama-
zonas, (Rio de Janeiro : Record, 1980).

[ 74 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Reino de los Dioses.

a bordo se divertían al ver mi admiración por el árbol que nos había causado el
susto. (En El reino de los dioses)8.

10. La orquídea en Bohemia

Regresemos a la persona de Schultes y a su personalidad, con notas ex-


traídas de informaciones de sus numerosos libros como El reino de los dioses,
Plantas de los Dioses, The Healing Forest; también, de referencias establecidas en
varias instituciones científicas como las de los profesores Santiago Madriñán y
Felipe Aramburo Jaramillo, ambos de la Universidad de Los Andes, en Bogotá.
Pues bien, ya he dicho antes que de modesta familia, fue el primero de sus
hermanos en incorporarse a una Universidad, Harvard, donde se transmutó en
“hombre de Universidad”, como de una segunda naturaleza. De talante victo-
riano, nunca se interesó por la política norteamericana, al punto de que en toda
elección presidencial en los Estados Unidos, votaba por la reina de Inglaterra
Elizabeth II. Y solía advertir que votaría por algún compatriota suyo para la
más alta investidura, si tuviera la certeza de que había estudiado en Harvard, o
era profesor en Harvard; o si llevaba alguna investidura de Harvard. Era la gran
motivación académica que lo impulsaba.
La escena comienza en el Museo Botánico de Harvard. Numerosos visitantes,
Schultes de bata blanca sin percatarse de los turistas. Numerosas interrogaciones
de los turistas a los guías. El profesor impávido, sobre unos textos. De repente
a Schultes lo interesó la curiosidad de unos turistas europeos interesados en
adquirir orquídeas amazónicas naturales. Cuando supo que se trataba de dueños
de factorías del fino cristal de Bohemia en Checoslovaquia, que querían donar
orquídeas talladas en aquel cristal, el Director se interesó. Así reverdeció el
“Museo de Cristal de Harvard”: se acordó de inmediato un primer envío desde
Bohemia, el cual requería aprobación de la Universidad. La tuvo. Cajas hechas
con primor, que viajarían en avión en clase VIP. Schultes viajaría VIP con las
cajas, aunque siempre viajó en clase turista.
Las cosas habían empezados en Dresden, Alemania, en 1886; año en el cual
el profesor George Lincoln Goodale, de Harvard, se entrevistó en aquella hermosa
ciudad con Rudolf Blaschka y su padre Leopoldo, propietarios de una fábrica
de cristal. Y les propuso elaborar unos ejemplares de orquídeas para Harvard,
cuya curaduría Goodale desempeñaba. Se hizo el acuerdo con facilidad porque

8
Tomado de: Richard Evans Schultes, El reino de los dioses…

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 69-79 [ 75 ]


Belisario Betancur

ambas partes tenían interés. Las flores viajaron por barco, en primera clase, como
un pasajero VIP, empacadas con primor, y con acompañantes igualmente Vips.

11. Mañana llega el gringo

Permítanme ahora algunas evocaciones de carácter personal.


“Mañana llega el gringo”, nos dijeron aquella tarde de comienzos del año
de 1953, en la maloca en donde nos había dado posada una pareja de colonos
blancos, en mitad de la jungla amazónica. Estábamos de regreso a Jinogojé,
después de haber intentado navegar desde la madrugada por el torrentoso río
Apaporis –afluente del río Vaupés y éste del Amazonas–, para curiosear en las
cachiveras imponentes de Jirijirimo. Había sido un día, lleno de miedos de las
implacables pirañas que no perdonan piel ni herida, y persiguen toda huella de
sangre como atraídas por un magnetismo frenético. “Sí, mañana llega el gringo”,
nos repetían los colonos anfitriones. Llegaría por el río. Nosotros lo habíamos
hecho por aire, aquella vez al igual que tantas otras veces a lo largo de varios
años, desde los cuales nos tragó la selva como a los protagonistas de La Vorágine
de José Eustasio Rivera.
El hidroavión “Catalina” que nos llevó, pertenecía a la pequeña compañía
de nombre operático, “Aida”, por “Aerolíneas de la Amazonía”, fundada por el
empresario Miguel Dumit, en Manizales. El negocio consistía en llevar víveres y
medicinas a poblados y colonos en aquel “mar verde”, como lo llamaba Schultes;
y traer fibra de caucho y plantas medicinales a Bogotá. El piloto era el alemán
Liberman, llamado “el rey de la selva” por su conocimiento de todos los ríos de
Amazonía y Orinoquía. Falleció en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín,
de un infarto, al aterrizar, lo que no le impidió llevar el avión hasta el final de
la pista donde dobló la cabeza. Murió en su ley.

12. Noticias de Marandúa

Volviendo con Schultes, en efecto, al día siguiente llegó, el gringo. “Me llamo
Richard Evans Schultes”, me dijo; “Soy botánico, busco plantas medicinales y
caucho”. De mi parte le expresé: “Me llamo Belisario Betancur, soy periodista,
trabajo para el periódico El Siglo, de Bogotá”. Y le presenté a otro periodista,
también de El Siglo: se trataba de Enrique Gómez Hurtado, hijo del entonces
presidente Laureano Gómez .
Por cierto, el avión de Aida no llegaba. Entonces le pregunté al gurú, el
Mama-Valencia, quien entró conmigo unos metros a la selva. Le encendí un

[ 76 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Reino de los Dioses.

tabaco de hojas secas. Y el gurú mirando a los cielos, me dijo: “Avión, llegar
mañana a la una tarde. Yo le repliqué: “Mama, gracias, dígame cómo lo supo?
Mama dijo: “Yo oír correo selva, Marandúa, traer buenas noticias”.
Así bautizamos la base naval de desarrollo del Vichada: Marandúa. Así
se llama.

13. Humboldt y Mutis

En El reino de los dioses, Schultes elogia con desmesura la conducta pro-


tectora de la Amazonía en nuestro país, desde la Real Expedición Botánica a
comienzos del siglo XIX, con el sabio José Celestino Mutis y con el equipo de
jóvenes investigadores y libertadores, cuando se produjo la visita del Barón de
Humboldt, durante tres meses, a Bogotá.
En los comienzos de 1953 Schultes llevaba doce años continuos en la
Amazonía y pasaría muchos más, estudiando especies, descubriendo y custo-
diando de los procedimientos anti conservacionistas, que los ha habido, según
reconocimiento de Schultes. Detengámonos en su propia voz. En El reino de
los dioses dice:
Hay otra razón que me lleva a ofrecer a los lectores el conocimiento de las belle-
zas de la Amazonía colombiana. Esta región no ha sufrido aún el saqueo físico
y cultural que está asolando a otras partes de la Amazonía como resultado de
programas comerciales o gubernamentales eufemísticamente llamados de “civi-
lización” o de “modernización”. El único río de la Amazonía colombiana que es
navegable es el Putumayo; todos los demás son interrumpidos por numerosos
rápidos, chorreras o saltos. Se puede decir que la Naturaleza ha querido proteger
la región contra los intrusos; los bosques no han podido penetrar desde Brasil y
la presión de colonos del occidente de Colombia no es aún muy fuerte, fuera de
algunas zonas del piedemonte de la Cordillera Oriental.

Y agrega Schultes esta increíble anécdota:


Hace algunos años escuché a un diplomático de otro país suramericano decir ante
el Senado de Colombia que la Amazonía era “un desierto de árboles, los cuales
había que talar para bien de la humanidad”. Afortunadamente en Colombia se
está formando una sana mentalidad conservacionista y se ha aprobado legislación

9
En el libro de Wade Davis, El río: exploraciones y descubrimientos en la selva amazónica, publica-
do por primera vez en Colombia en el 2002 por el Banco de la República, con una segunda edi-
ción el 2004 en la que participaron el Banco de la República, el FCE y el Ancora Editores y en el
2014 una tercera edición de la Editorial Planeta. Se cuenta esta historia.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 69-79 [ 77 ]


Belisario Betancur

destinada a promover el estudio y la conservación racional de los recursos natu-


rales, asì como el establecimiento de una admirable serie de Parques Nacionales
y reservas biológicas. Naturalmente será muy difícil dar protección adecuada a
esas reservas por falta de partidas presupuestales para vigilantes e investigadores.

14. La prestancia victoriana

Vimos antes que de los primeros desplazamientos científicos de Schultes


fueron a Oklahoma, a estudiar los efectos alucinógenos del cactus peyote entre
los indios Kiowa; a Oaxaca en México, el alucinógeno Ololiuqui; y en repetidas
ocasiones a Colombia tras el yagé, el curare, generalmente con el apoyo del
gobierno norteamericano para indagar sobre el caucho, a consecuencia de la
guerra del Pacífico, cuando se habían agotado las fuentes cauchíferas en los
países orientales
Repitamos que los relatos amazónicos de Schultes cubrían todos los
ámbitos, la naturaleza, los aborígenes, los discípulos. Y que se le recuerda en
Harvard como profesor de biología entre 1970 y 1985, humeante la infaltable
pipa, el andar lento y más lento el mirar que escondía detrás de unos gruesos e
invariables anteojos. Las agencias lo recuerdan así:
… Su prestancia victoriana, las conferencias dictadas mientras usaba una bata
blanca de laboratorio, la insistencia en memorizar los nombres científicos (en
latín) de las especies; las películas mostrando rituales nativos del uso de las plantas
embriagantes; las demostraciones en vivo, fumando pipas y las manipulaciones
de granos, papeles, cafeína… Su propia persona serena, altamente agradable, en
combinación con su expresividad y gesticulación narrando sus exóticas expe-
riencias, ayudaban a capturar la imaginación de los muchos estudiantes que se
inspiraron en él…

En palabras del profesor Mark Plotkin, director de Conservación de Plantas


en el Fondo Mundial de la Vida silvestre, “a medida que avanza el movimiento
conservacionista internacional pasando de la defensa de animales raros a la
preservación y estudio de los grandes ecosistemas tropicales que sostienen la
vida en el planeta, el status de Schultes va cambiando de ser un mero influjo
importante, a ser uno de los grandes fundadores”.

[ 78 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Reino de los Dioses.

15. El Faro

Cuando Schultes murió, era miembro de la Academia Nacional de Ciencias


de Estados Unidos; de las Academias Científicas de Colombia, Argentina, Costa
Rica y otros países americanos y europeos. Y profesor emérito de la Cátedra de
Biología de la Universidad de Harvard. Su memoria se guarda como la de un
dios en la Amazonía y en la Orinoquía. Y se guarda como un faro intensamente
iluminante en las comunidades científicas del mundo entero.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 69-79 [ 79 ]


Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

Héroes y antihéroes:​
la representación de las
figuras míticas en Bogotá,
la capital
Victoria Peralta de Ferreira
Académica de Número
[email protected]

Resumen
Este trabajo trata la forma como se construyó la memoria colecti-
va y los referentes con los cuales se edifica y guarda la memoria de una
nación. Es por tanto, el estudio de la manera como se erige el imaginario
que construyó la nación colombiana. Se usan los referentes utilizados por
las conmemoraciones públicas que implican arte y oficio en su represen-
tación, y que se ubican en áreas urbanas y públicas para la ciudadanía.
Se utilizará como fuente principal las representaciones conmemorativas,
particularmente la estatuaria urbana. Las estatuas y bustos ubicados en
los espacios públicos de la ciudad de Bogotá, la capital de Colombia debió
haber generado referentes culturales para toda la nación.

Se responde a las siguientes preguntas: ¿A qué criterios obedece la


escogencia de los personajes, objetos e ideas que se han conmemorado en las
calles y plazas bogotanas? ¿A quién se ha homenajeado para la posteridad?
¿Por qué se lo ha homenajeado? ¿Han redundado las conmemoraciones

Cómo citar este artículo


Peralta de Ferreira, Victoria. “Héroes y antihéroes: la representación de las figuras míticas en
Bogotá, la capital”. Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 81-124.

[ 81 ]
Victoria Peralta de Ferreira

en una coherente comunidad imaginada? ¿El gobierno de Colombia —de


la nueva nación, desde su nacimiento en 1810— ha valorado la labor de
colombianos ilustres, guerreros, juristas, escritores, poetas, etc.? ¿Qué
criterio se ha usado para escoger la ubicación de los monumentos? Las
respuestas evaluarán el estado del arte de las conmemoraciones a la luz
de las nuevas propuestas y tendencias internacionales en el siglo XXI, y
se verán sus efectos sobre la memoria social colombiana. Igualmente, se
detectarán las principales dificultades de los colombianos para crear su
memoria social y su comunidad imaginada.

Palabras clave: Memoria social. Formación colectiva de memoria. Mo-


numentos. Recuerdos. Bogotá. Historia cultural. Referentes culturales.
Héroes. Antihéroes

Abstract
This work is about how collective memory in Bogotá has built the
memory of the nation. Is about the way a system of referents has helped
keeping the memory of the nation alive. In this sense, we study the path
a collective imaginary has built a nation. We use referents that imply art
in its representations, meaning commemorations deserved for public
exposure; therefore, we use as a source urban statuary set up in Bogotá
since 1810.

To fulfill the objectives, we answer the following questions: Who


has been chosen to commemorate and to be remembered over posterity.
What criteria is used to choose personages, objects and places of represen-
tations set up in bogotano plazas and streets? Have these representations
reproduced a coherent imagined community for the country? Have the
several governments of Colombia since 1810 valued the roll of promi-
nent Colombians such as military, poets, politicians, Scientifics, artists,
etc., and therefore have been represented in the statuary? The answers
to these questions will consider the state-of-the-art under the light of
21st century commemoration tendencies. This will allow us to track the
effects of memorials in Bogota over the social memory of Colombia. At
the same time, we will distinguish the principal difficulties Colombia
faced to consolidate social memory and its imagined community.

[ 82 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

Keywords: Social Memory. Collective Memory Formation. Monuments.


Remembrances. Bogota. Cultural history. Cultural referents. Heroes. Antiheros.

Este es el tercer texto sobre la memoria que escribo para la Academia Co-
lombiana de Historia. La memoria es un tema que produce diariamente cientos
de documentos, por lo que se puede afirmar que está en producción continua.
En esta trilogía de escritos sobre la materia, cada documento se comple-
menta con el otro. El primero, con motivo de mi posesión como académica
correspondiente, versó sobre los manuales de historia en la enseñanza de Co-
lombia y su importancia en la construcción de nación y en la estructuración
de referentes en la vida de los individuos, especialmente en tiempos de cambio
vertiginoso1, como los actuales.
El segundo fue sobre el recuerdo de los mártires en el bicentenario del
fusilamiento de Policarpa Salavarrieta y de sus ocho acompañantes de lucha
anticolonial, leído en la iglesia de la Veracruz en Bogotá, donde se encuentran los
mausoleos correspondientes2. Y este tercero, sobre la conmemoración pública a
personajes que la sociedad o el Estado han considerado referentes para la nación.
Esta trilogía es una muestra de mi obsesión por la memoria. Pero más que
por la memoria a secas, por la forma como se construye la memoria colectiva
de un pueblo, por la manera como se construyen referentes a través de hechos
con el fin de recordar, del modo como se construye un imaginario que cons-
truye una nación “clara y distinta. En el Nuevo Mundo en el que estamos, no
se hace tan evidente la construcción de referentes en territorios baldíos porque
no hay árboles, piedras, ríos o quebradas para utilizar como referentes y cons-
truir memoria. Esto último se hace con hechos, y para Marc Bloch los hechos
históricos son hechos psicológicos. En nuestro caso, en Colombia, no ha sido
fácil, pero debe ser tarea cotidiana y continua hacerlo. Pero, precisamente, ahí
está la dificultad…
Sin referentes, no hay memoria, y sin memoria, no hay construcción.
Esta trilogía de escritos sobre la memoria se ha estructurado con los pa-
rámetros de la Escuela de Frankfurt, es decir, se ha enmarcado en la teoría de
la modernidad.
1
Victoria Peralta, “Indagando sobre memoria y modernidad en los manuales de historia de
Colombia”, Boletín Cultural y Bibliográfico. Vol. CIII, No. 862, (enero-junio, 2016): 93-136.
2
Victoria Peralta, Obituario a los mártires de la lucha anticolonial de Colombia, con motivo del
segundo centenario del fusilamiento de Policarpa Salavarrieta y de sus ocho compañeros, ocu-
rrido en Bogotá, 14 de noviembre de 1817. “Recordación de la participación de las mujeres en la
Independencia de Colombia”, https://www.youtube.com/watch?v=tqQ8gI4lCvk, (Acceso el 15 de
enero de 2018).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [ 83 ]


Victoria Peralta de Ferreira

Antes de comenzar mi intervención, quiero agradecer en especial al presi-


dente de la Academia, Dr. Eduardo Durán; a su vicepresidente, el padre Fernán
González S.J., y al secretario académico, Dr. Luis Horacio López Domínguez,
por reabrirme las puertas al quehacer histórico; también quiero darles las gracias
a los encargados de editar el Boletín de Historia y Antigüedades, órgano oficial
de la Academia Colombiana de Historia, por haber luchado sin tregua para fo-
mentar y difundir la memoria de Colombia, ya que merced a su valioso trabajo
he encontrado en sus páginas fuentes primarias invaluables para el análisis que
me propongo hacer.

1. Introducción

El tema central de este trabajo es ver las dificultades que ha tenido la forma-
ción de la memoria colectiva en Colombia a través del caso Bogotá. Utilizaremos
como fuente principal las representaciones conmemorativas, particularmente la
estatuaria urbana, todo dentro del marco de la historia de Colombia: la política,
la cultural y la urbana.
Hasta hace muy poco, los personajes fueron parte fundamental en la for-
mación de la memoria de las colectividades. Los héroes no son nuevos en la
investigación histórica. El filósofo-sociologo marxista Henri Lefebvre escribió
varias biografías de hombres importantes para su tiempo —Descartes, Diderot,
Pascal, Musset, Rabelais—, y a través de ellas no solo estudió al hombre, al héroe,
sino el momento histórico que lo concibió, lo impulsó y lo realizó3.
Recientemente, en la última visita que hice a Washington, D.C., me llevé
una grata sorpresa en el museo del Instituto Smithsoniano: una exposición
de cuadros y parafernalia de los 43 presidentes de la historia republicana de
Estados Unidos. La importancia de la exhibición, que se titula “The American
Presidency: A Glorious Burden” (“La Presidencia Americana: una gloriosa
carga”), radica en la forma como se curó, pues una exposición cuyo tema son
personajes o presidentes corre el riesgo de verse anticuada.
Pero ¿por qué una institución tan de vanguardia como el Smithsoniano
pudo realizar esta muestra en 2017-2018? El museo lo justifica por el contexto
en que se inserta a los presidentes, ya que se los muestra no como hombres que
hicieron sus trabajos solos, ni como héroes, sino como hombres que sobrellevaron
una carga como jefes de un equipo, con dificultades para gobernar, para sacar
3
Henri Lefebvre, Musset: essai (Paris : L’Arche, 1970). Henri Lefebvre, Diderot Ou Les Affirma-
tions Fondamentales Du Matérialisme (Paris: L’Arche, 1983),https://www.todostuslibros.com/
libros/diderot-ou-les-affirmations-fondamentales-du-materialisme_978-2-85181-028-1, (Acce-
dido 11 de junio de 2018).

[ 84 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

adelante sus proyectos. Por eso subtitulan la exhibición “una gloriosa carga”.
Este puede ser el comienzo de la ola del retorno del tema de los personajes, pero
ahora como parte de un contexto, con sus obras, sus destrezas, sus habilidades
para gobernar, y también con sus éxitos y fracasos, y no solo como héroes per se.
Estaríamos hablando de un viejo tema: el individuo, el personaje. Y de un nuevo
tema: el personaje dentro de un nuevo contexto y con una nueva interpretación.
Umberto Eco dijo que en la época de Leonardo da Vinci la sociedad estaba
dividida en hombres en posesión de instrumentos culturales y hombres excluidos
de dicha posesión. Los poseedores de valores culturales detentaban la cultura
en su totalidad: Leonardo era matemático y técnico, y proyectaba máquinas
posibles y acueductos concretos4. Con los derechos a la educación universal
proclamados por la Revolución francesa, dos siglos después esta situación fue
cambiando progresivamente. En el siglo XX, con el auge de la sociedad de masas,
de la sociedad de consumo y la democracia participativa, se les dio la vocería
a las masas, se les puso una mordaza a los críticos (de arte, de literatura, etc.)
y, sobre todo, se desvalorizaron las ideas individuales. Nada queda de hombres
como Leonardo en el siglo XXI.
El cambio entre la cultura tradicional y la nueva cultura moderna lo in-
terpreta Walter Benjamin en su famoso ensayo “La obra de arte en la época de
su reproducibilidad técnica”5, en el que utiliza el cine y su repetición técnica
para interpretar la sociedad industrial en general y la sociedad de masas en
particular. El arte, convertido en cine, repetitivo y técnico, conduce a la caída
de la proporción áurea del arte y del crítico, a la desvalorización de lo indivi-
dual, de lo tradicional, del arte original y único6. En razón de que en la era de
la mecanización hay una incapacidad de percibir la singularidad, se encuentra
una salida homóloga con la importancia de las abstracciones; en consecuencia,
hay un cambio de percepción que no atañe solo a los objetos de arte sino que se
refleja en ellos en cuanto es una característica propia de la modernidad.
En esta Academia de Historia nos atañe la tradición, por lo que quiero
destacar aquí la distinción que hace Benjamín entre la tradición y el objeto
reproducido gracias a la técnica reproductiva. Es decir, que la técnica repro-
ductiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición7 y el reflejo de
este proceso sobre la realidad dificulta la percepción de las individualidades.
Por esta argumentación causa interés la exposición sobre los 43 presidentes de

4
Umberto Eco, Apocalipticos e integrados (Barcelona: Lumen, 1984), 67.
5
Walter Benjamin, “The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction”, en Illuminations,
(New York: Schocken Books, 1969), 217-251.
6
Benjamin, The Work of Art, 222, 224-225.
7
Benjamin, The Work of Art, 219-220.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [ 85 ]


Victoria Peralta de Ferreira

Estados Unidos. ¿Estamos volviendo nuevamente a la figuración, después de


un siglo de abstracción?
Henri Lefebvre, Umberto Eco y Walter Benjamin nos enfocan sobre los
cambios culturales entre la nueva y la vieja cultura, y la exposición en el Smi-
thsoniano nos pone a pensar si el péndulo de la abstracción está retornando
otra vez a la figuración.
La memorialización de los colombianos —objetivo de este trabajo— por
intermedio de sus estatuas está enmarcada dentro de este recorrido cultural:
del personaje héroe o mito hasta su desfiguración y negación. Mirado desde la
historia de Colombia no es banal, es el camino recorrido hacia la formación o el
fracaso del Estado nación, es ver cómo esta senda formó o no formó la memoria
social sine qua non de la existencia del Estado moderno8.

2. Objetivos

Conmemorar es un verbo que encierra en su estructura interna el concepto


de memoria. Implica, en su definición, recordar solemnemente algo o a alguien,
en especial con un acto o mediante un monumento, con una placa, un busto,
una estatua, etc.; por lo tanto, este trabajo tiene que ver con forma y contenido
a la vez. Ambos apoyan la memoria. En este trabajo sobre recordar a los héroes
fundacionales, queremos responder a las siguientes preguntas: ¿A qué criterios
obedece la escogencia de los personajes, objetos e ideas que se han conmemorado
en las calles y plazas bogotanas?¿A quién se ha homenajeado para la posteridad?
¿Por qué se lo ha homenajeado? ¿Han redundado las conmemoraciones en una
coherente comunidad imaginada? ¿El gobierno de Colombia —de la nueva
nación, desde su nacimiento en 1810— ha valorado la labor de colombianos
ilustres, guerreros, juristas, escritores, poetas, etc.?¿Existe algún criterio para
escoger la ubicación de los monumentos?
En este texto nos limitaremos a las conmemoraciones públicas que im-
plican arte u oficio en su representación, y que se presentan en áreas urbanas y
públicas para la ciudadanía; además, se hicieron para perdurar en el tiempo. No
incluiremos conmemoraciones religiosas ni temporales, como las procesiones
y los carnavales que se llevan a cabo año tras año.
Así las cosas, los objetivos principales serán los siguientes:
• Primero, ¿cómo se empezó a construir la memoria social colombiana a partir de
las memorializaciones durante la república desde 1810?

8
Benedict Anderson, Imagined Communities (London: Verso, 1991).

[ 86 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

• Segundo, ver la senda recorrida por las memorializaciones realizadas en Colombia


y en Bogotá, como caso específico. Responder a las preguntas a quién, para qué,
cómo y dónde se hicieron las conmemoraciones.
• Tercero, ¿cómo se crearon los mitos y héroes dentro de la tradición colombiana?
• Cuarto, evaluar el estado del arte de las conmemoraciones a la luz de las nuevas
propuestas y tendencias internacionales en el siglo XXI, y ver sus efectos sobre
la memoria social colombiana.
• Quinto, detectar las principales dificultades de los colombianos para crear su
memoria social y su comunidad imaginada.

3. Fuentes

Con los desarrollos de la historiografía del siglo XX, entre estos la intro-
ducida en Francia por la Escuela de los Anales a mediados de dicho siglo, se
abrieron las posibilidades de hacer historia “científica” con fuentes o documentos
no escritos. Tal es el caso del presente trabajo, en el que se emplearán fuentes
emanadas del arte de la estatuaria, en particular las generadas en los espacios
públicos por las memorializaciones, principalmente en Bogotá. Consideramos
estas fuentes nuestros documentos. Por supuesto, se utilizarán fuentes secun-
darias, las cuales complementarán los contextos teórico e histórico.
En cuanto a las fuentes primarias, esto es, la estatuaria pública en Bogotá,
contamos con archivos de imágenes y con las estatuas mismas, ya que buena
parte de ellas permanecen en el espacio público bogotano. En lo relacionado
con los archivos de imágenes, tenemos:
• Archivo de imágenes de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá.
• Archivo de imágenes del Museo de Bogotá.
• Archivo del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), Bogotá.
• Archivo y colección de la Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República,
Bogotá.
• Archivo y colección del Museo Nacional de Colombia, Bogotá.
• Colección Fondo Cultural Cafetero, Bogotá.
Para el análisis de la estatuaria pública bogotana contamos con la exce-
lente obra de Carolina Vanegas Carrasco, quien estudia, critica y relaciona con
el contexto histórico las memorializaciones realizadas en Bogotá y Colombia.
Vanegas ha estudiado el tema desde múltiples facetas, pues ha interpretado y

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [ 87 ]


Victoria Peralta de Ferreira

criticado históricamente las memorializaciones a Bolívar9, Nariño10 y Policarpa


Salavarrieta, entre otros11.
Sobre las fuentes primarias editadas, que apoyan las fuentes primarias,
podemos decir que algunas de ellas carecen de interpretación teórica o histó-
rica, es decir, son meramente descriptivas. No es el caso de todas. El primer
libro dedicado a la escultura pública en el contexto bogotano fue Monumentos,
estatuas… (1938)12, de Roberto Cortázar; después vino Escultura colombiana en
el siglo XX… (1983)13, de Germán Rubiano Caballero, y ya en el siglo XXI hay
varios textos que llaman la atención, como Bogotá, un museo a cielo abierto…
(2008)14, de Hugo Delgadillo y María Clara Torres. Sobre el centenario de la In-
dependencia sobresale El kiosco de la luz y el discurso de la modernidad (2002)15.
En general, se puede decir que existe una buena cantidad y calidad de
fuentes primarias y textos que aluden e interpretan a la estatuaria como elemento
de memorialización en Bogotá y Colombia.

4. Teoría y definición de términos

Vamos a definir aquí cuatro sistemas teóricos relacionados unos con otros
en este trabajo: Memoria social, Memorialización, Mitos y héroes, y Represen-
tación y memoria. La idea central de este trabajo es ver cómo se construye la
memoria social a través de las memorializaciones. Cómo las memorializaciones
representan héroes y construyen mitos.

9
Carolina Vanegas Carrasco, “Iconografía de Bolívar: revisión historiográfica” En Ensayos. His-
toria y teoría del arte. Bogotá, D. C., Universidad Nacional de Colombia, 2012, núm. 22, pp. 112-
134.
10
Carolina Vanegas Carrasco, “In- visibilidades de la estatua doble del prócer colombiano Anto-
nio Nariño”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Vol. 42, n.o 2 (1 de julio de
2015): 385-410, https://doi.org/10.15446/achsc.v42n2.53341.
11
Carolina Vanegas Carrasco, Disputas simbólicas en la celebración del centenario de la indepen-
dencia de Colombia en Bogotá (1910): los monumentos a Simón Bolívar y a Policarpa Salavarrieta
(Bogotá: Ministerio de Cultura, República de Colombia, 2012).
12
Roberto Cortázar, Monumentos, estatuas, bustos, medallones y placas conmemorativas existen-
tes en Bogotá en 1938 (Editorial Selecta, 1938).
13
German Rubiano Caballero, Escultura colombiana del siglo XX (Bogotá: Fondo Cultural Cafe-
tero, 1983).
14
Hugo Delgadillo etal., eds., Bogotá un museo a cielo abierto guía de esculturas y monumentos
conmemorativos en el espacio público (Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá, Instituto Distrital del
Patrimonio Cultural, 2008).
15
Fabio Roberto Zambrano Pantoja, El Kiosko de la luz y el discurso de la modernidad (Bogotá:
Alcaldía Mayor, 2002).

[ 88 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

Memoria social o colectiva

Tratar de entender cómo funciona la memoria es ya un proceso complejo,


sobre todo si nos referimos a la memoria social, a la memoria colectiva.
La memoria social no solo tiene que ver con la formación de la sociedad
imaginada, del nacionalismo, como lo explica Benedict Anderson, sino con la
formación de la civilización humana. La memoria social implica que toda la
sociedad esté interesada en las mismas memorias y sea capaz de evocarlas. Los
grupos proveen a los individuos de referentes con los cuales los recuerdos se
localizan en un mapa en el que se sitúa lo que recolectamos. De todas maneras,
los mapas reciben apoyo de los grupos sociales y se retroalimentan de ellos16.
Por lo anterior, podemos comenzar diciendo que la memoria es un pro-
ceso, no un resultado17, tal como lo afirma Pierre Vilar: “Tanto en el caso de los
grupos como en el de las personas, la memoria no registra sino que construye”18.
Alfredo López Austin complementa dicha frase al señalar lo siguiente: “Esto
implica la existencia de una percepción selectiva, una aprehensión de la realidad
condicionada por un orden social que valora, clasifica, relaciona, invierte y, en
una palabra, capta el mundo en forma específica”… Se considera necesario,
por tanto, “ubicar a los creadores del registro histórico dentro de su particular
concepción de la dinámica del cosmos para comprender la particular formación
de los documentos”19.
Tal ubicación del registro histórico por intermedio de sus creadores, de
su concepción del cosmos, es lo que llamamos referentes. En este proceso de
construcción de la memoria cumplen un papel clave las estructuras ideológi-
cas, ya que a través de su normativa son las que, en cierta manera, procesan la
desordenada información proveniente de lo cotidiano. Esto tiene que ver con
la manera como los grupos sociales captan y ordenan los acontecimientos, de
conformidad con cánones particulares20. “Este proceso es necesariamente diná-
mico, es decir, que la vida social y el devenir histórico modifican los sistemas,
motivando sus conflictos, sus contradicciones, un movimiento lógico permanente
de reestructuración y corrección en el ámbito del pensamiento abstracto”21. En
16
Paul Connerton, How Societies Remember, Cambridge: Cambridge University Press, 1989, p. 37.
17
Guideline on the Use of Art in Symbolic Reparations. En Symbolic Reparations Research Pro-
ject. p.3., http://www.symbolicreparations.org/projects-publications-/588/. (Acceso el 8 de enero
de 2018).
18
Pierre Vilar, Iniciación al vocabulario del análisis histórico (Barcelona: Editorial Crítica, 1980),
29.
19
Agustín López Austin, “La construcción de la memoria” en La Memoria y el Olvido (México:
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1985), 75.
20
López, La construcción de la memoria, 76.
21
López, La construcción de la memoria, 76.

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Victoria Peralta de Ferreira

este proceso hay orden, hay estructura, hay lógica, hay congruencia, y todo esto
conforma la cosmovisión del macrosistema ideológico globalizante22.
Paul Connerton, en su famoso libro How Societies Remember, va más allá
y explica cómo se construye la memoria social desde lo cotidiano. La memoria
social —la lengua, la raza, la religión— implica memoria de hábito. Connerton
cita a Maurice Halbwachs, quien cree que la memoria colectiva solo ocurre
mediante la pertenencia a un grupo social —parentesco, afiliación de clase o
religiosa—; estas pertenencias ayudan a los individuos a localizar y recordar —
personas, lugares, fechas, palabras—. En otras palabras, se recuerda con todo el
ensamble de nociones que poseemos: moral, vida material, vida cotidiana, etc.23.
A su vez, Halbwachs cita a Comte, quien dice que nuestro equilibrio men-
tal se debe, primero que todo, al hecho de que los objetos físicos con los que
estamos en contacto diario no cambian mucho, o casi nada; esta estabilidad
nos provee de una imagen estable y permanente del mundo. No existe memoria
colectiva sin referencia a una sociedad y a un marco de referencia espacial pre-
ciso. Es decir, nuestras imágenes de los espacios sociales, en razón de su relativa
estabilidad, nos dan la ilusión de no cambio y de redescubrir el pasado en el
presente. Nuestras memorias están localizadas dentro de los espacios mentales
y materiales del grupo24.
Por lo tanto, podemos concluir que para Connerton la memoria social
requiere referentes fijos espaciales o temporales, además de relaciones entre
significante y significado25; por esto dice que en el estudio de la formación social
de la memoria hay que mirar lo cotidiano en tres niveles: primero, los actos
de transferencia; segundo, las prácticas incorporadas, y tercero, las prácticas
inscritas26.
Primero, explica que los actos de transferencia son los que nos posibilitan
recordar en comunidad. Estos actos hacen que recordar sea volver el pasado actual
todos los días27. Vamos a ver ejemplos de estos actos de transferencia temporal
y espacial. Los actos de transferencia temporal tienen que ver con la organiza-
ción y relación del año con la patria, esto es, con la organización del calendario
recurrente cada año. Las ceremonias, festivales, mitos, rituales, símbolos, etc.,
todo aquello que nos relacione el pasado de la patria con el presente continuo,
22
López, La construcción de la memoria, 76.
23
Connerton, How Societies Remember, 36-37.
24
Connerton, How Societies Remember, 37.
25
Connerton, How Societies Remember, 39.
26
Connerton, How Societies Remember, 72-73. Connerton, en su libro, considera dos grandes
bloques formadores de la memoria social: las ceremonias conmemorativas y las prácticas del
cuerpo. Yo creo que podemos considerar los tres niveles mencionados.
27
Connerton, How Societies Remember, 39.

[ 90 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

cada año28. Para Colombia serían, por ejemplo, los desfiles de la celebración de
la Independencia el 20 de julio de cada año, o las hoy inexistentes procesiones
por las calles circundantes a la iglesia de la Veracruz o el Panteón Nacional en
Bogotá, con las que se homenajeaba a los mártires de la Independencia cada 14
de noviembre. En estas procesiones, que eran una manifestación anticolonial,
participaban la Academia, las autoridades, y se llevaba en andas una imagen
del Cristo de los Mártires. Dicha celebración dejó de existir durante el gobierno
del general Rojas Pinilla, en 1957. En este caso se rompió la secuencia, se dejó
de relacionar el pasado con el presente en un momento en el tiempo. Habría
que indagar las razones.
Y desde el punto de vista espacial, en razón de que nuestras memorias están
localizadas dentro de espacios mentales y materiales del grupo, los referentes
espaciales están vinculados con los marcos espaciales de una cultura, que son la
localización cultural de la memoria. La forma como establecemos los referentes,
es decir, donde se ubican los espacios, es un trabajo esencial para la localización
de la memoria social29. Por ejemplo, Bogotá se organizó tomando como refe-
rente la plaza de Bolívar. El centro de la ciudad tenía el edificio más grande y
más alto, que era la Catedral, hasta bien entrado el siglo XX. La Catedral creó el
marco a través del cual se construyó la ciudad: calles y carreras. Hacia el norte,
los estratos altos; hacia el occidente, los obreros; hacia el sur, los populares, etc.
El punto más alto desde donde se podía ver la ciudad era Monserrate, un cerro
que era referente religioso y al que había que acceder. El nombre de Bogotá lo
originó el nombre de la capital de los zipas: Bacatá. El significado etimológico
era “fuera del campo de labranza”. Durante la historia de la ciudad se ha alter-
nado el nombre indígena con el castellano católico Santafé, lo que significa una
ciudad mestiza desde el comienzo. Todo esto combinado, crea referentes en la
memoria social de los bogotanos.
Segundo, las prácticas incorporadas, lo que se logra con las formas repeti-
tivas que se realizan y repiten cotidianamente, muchas veces sin que lo notemos.
Este es otro modo de mantener el pasado en la mente. Las prácticas incorpo-
radas son formas representadas con el cuerpo; por ejemplo, las maneras en la
mesa, las formas de saludar, la etiqueta, todos estos son modos que recuerdan
un pasado común30.
Tercero, las prácticas inscritas, que implican información impresa, enci-
clopedias, índices, códigos, etc., pasan por el proceso de lectoescritura31. Aquí
28
Connerton, How Societies Remember, 39.
29
Connerton, How Societies Remember, 99.
30
Connerton, How Societies Remember, 72-95.
31
Connerton, How Societies Remember, 73.

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Victoria Peralta de Ferreira

debemos distinguir entre memoria social y reconstrucción histórica. Esta última


implica escribir la historia, para lo cual se debe aludir a la memoria recolección
física32.
Tanto las prácticas incorporadas como las inscritas son los objetos de
nuestra actividad interpretativa. Estas contienen una unidad hermenéutica
que reside en la unidad del proceso, el cual debe ser consecuente en cualquier
objeto y práctica capaz de contener un significado. Aquí se ubican el arte, la
composición musical, las representaciones teatrales, las monedas, los actos
rituales, los monumentos y, por supuesto, la estatuaria, que es el tema que nos
ocupa en este trabajo. En otras palabras, cualquier estatua urbana debe conte-
ner un significado que implica toda una unidad de proceso. Es lo que Ricoeur
consideraba “la hermenéutica en su conjunto”33.

Memorialización

Situándonos en el tema de este trabajo en particular, en el proceso de


ordenamiento de los acontecimientos, así como también de ruptura a partir de
la independencia que realizó la sociedad colombiana en Bogotá, encontramos
un proceso de memorialización. La memorialización tiene que ver con la cons-
trucción de memoria, y en el caso que nos ocupa este proceso se hace a través
de monumentos y estatuas representantes de la memoria que se quería guardar
para el futuro después de la Independencia; por consiguiente, la memorializa-
ción es el proceso de crear monumentos públicos34. Estos monumentos, que son
representaciones físicas que conciernen a personajes o eventos y se encuentran
en espacios públicos, están diseñados para evocar una reacción específica o un
conjunto de reacciones, entre estas el reconocimiento público de un hecho o
de las personas representadas35. Como el proceso de construcción de la me-
moria es dinámico, hay monumentos antiguos y también contemporáneos;
estos últimos pueden complementar los monumentos más antiguos, pero no
socavarlos. El pasado no debe ignorarse, y para esto los monumentos deben
conectar hechos del pasado con el presente. Deben traer el pasado para que
generaciones emergentes conozcan la historia36. Estos objetivos son importantes
en los monumentos, vistos desde hoy.
32
Connerton, How Societies Remember, 23.
33
Connerton, How Societies Remember, 95-96.
34
Sebastian Brett, Louis Bickford, Liz ševčenko, Marcela Rios. “Memorialization and Democra-
cy: State Policy and Civic Action” en Syria Justice & Accountability Centre Washington D.C., June
2007. p. 1., http://syriaaccountability.org/library/memorialization-and-democracy-state-poli-
cy-and-civic-action/. (Access el 15 de Enero de 2018).
35
Brett, Bickford, Memorialization and Democracy, 1.
36
Brett, Bickford, Memorialization and Democracy, 3-4.

[ 92 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

El arte relacionado con los monumentos, al igual que la memorialización,


es diverso y depende de la cosmovisión de cada lugar. Por ejemplo, en Marruecos
no hay monumentos. Marruecos no es una democracia, el reino no tiene mu-
seos, ni estatuas, ni placas conmemorativas. Ellos creen que no son necesarios
porque la historia de su reino es tan vasta que está presente en su cotidianidad:
la cocina, la ropa, la arquitectura, el lenguaje, etc. ¡Todo los diferencia! No es
el caso de América Latina, pues aquí nos cuesta diferenciarnos37, por lo que
debemos ubicar el rol de la memorialización en nuestro contexto.
Una forma usada muy recientemente para hacer conmemoraciones son
los sitios de conciencia (sites of conscience), monumentos públicos o museos
históricos que se construyen con fines específicos. Los objetivos pueden ser
diversos, como crear compromisos democráticos por medio de programas que
estimulan el diálogo para refinar criterios sobre legados o problemas contem-
poráneos, o ser también sitios para concientizarse de lo que no debe volver a
ocurrir. Estos lugares se han vuelto cruciales en la lucha por la democracia y por
defender los derechos humanos38. Por ejemplo, en Camboya dos de los cuatro
principales atractivos turísticos están relacionados con el genocidio del régimen
del Khmer Rouge, y millones de personas los visitan anualmente porque son a
la vez fascinantes y horripilantes39.
Estos sitios de conciencia, si se utilizan de la mejor manera, pueden con-
tribuir a crear culturas más democráticas y más amplias, dando lecciones sobre
el pasado a las nuevas generaciones, al tiempo que pueden ayudar a formar
una identidad nacional. Por eso no deben orientarse necesariamente hacia la
política, puesto que pueden enfocarse hacia la educación, el arte, la estética o
la historia misma.

El mito y los héroes

Si una sociedad se decide a utilizar la memorialización para recordar,


deben existir sujetos, acciones o acontecimientos que se quieran recordar. Aquí
comienza la respuesta a la anticuada pregunta: ¿a quién recordar? Y a la nueva
pregunta: ¿por qué recordar?
La noción de mito y sus explicaciones es muy compleja. Sus implicaciones
varían según el ángulo adoptado para explicarlo. En Palabras claves: un vocabu-
lario de la cultura y la sociedad, obra de Raymond Williams, encontramos que
la palabra mito ha evolucionado desde el ángulo literario, cuando en el siglo XV
se la asociaba a las mitologías y en el XVIII a las fábulas, hasta la forma como
37
Brett, Bickford, Memorialization and Democracy, 17-18.
38
Brett, Bickford, Memorialization and Democracy, 1
39
Brett, Bickford, Memorialization and Democracy, 1.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [ 93 ]


Victoria Peralta de Ferreira

la empleó Coleridge en el siglo XIX, cuya acepción aún hoy en día es común.
Esta acepción se refiere a una compleja construcción imaginaria40. Coexistió
en el siglo XIX, con el sentido que le dio Coleridge, la concepción antropoló-
gico-etnográfica al estilo de Frazer, Harrison y Lang, que relaciona los mitos
con los rituales41.
Igualmente, ya en el siglo XX, se desarrolló la significación psicológica,
que según José María Mardones, en su ensayo El retorno del mito. La raciona-
lidad mito-simbólica, sería la de Carl Jung. Para Jung, “el mito es un producto
colectivo, de raíz inconsciente, surgido en el transcurso de la evolución humana
y en el esfuerzo individual por llegar a sí mismo”42; en resumen, los mitos es-
tán recorridos por “arquetipos” o “imágenes primordiales”, como los nombra
Jung, que se forman en la memoria colectiva al transmitirse de generación en
generación, y que hablan del psiquismo del hombre43.
Para Mardones, la consideración popular actual de la noción de mito tie-
ne dos acepciones principales: la primera está relacionada con que el mito se
puede ver como una narración falsa o sin base ni fundamento, lo cual implica
ubicarlo del lado de la explicación precientífica, ingenua, y asimilarlo al cuento
y la leyenda. Y la segunda tiene que ver con “la exaltación de los personajes a
las alturas ideales”... Según Mardones, alguien llega a ser un mito cuando por
sus cualidades se eleva sobre los mortales y se lo pone como modelo de su
profesión, deporte u oficio. Así, merced al juego de los mass-media actuales y
de la publicidad, tenemos mitos más o menos coyunturales o persistentes del
cine, el deporte y hasta la ciencia44.
De acuerdo con Kohan, la forma del mito contemporáneo, que puede ser
una institución, un concepto, una figura deportiva, tiene su función, siempre la
misma: ser un conjunto de significados que tienden a ser aceptados colectiva-
mente como ciertos45. Para Kohan, “la figura heroica de José de San Martín, su
condición de padre de la patria, su jerarquía de prócer sin igual, resultan de la
manera en la que fue representado y en la que fue contada su vida”46; es decir,
el discurso épico se vuelve indispensable en la creación de un mito-héroe. La
historia no es una ficción, los hechos reales existen objetivamente [...]. Pero es
40
Raymond Williams, Keywords: A Vocabulary of Culture and Society (New York: Oxford Uni-
versity Press, USA, 1985), 211..
41
Williams, Keywords: A Vocabulary, 211.
42
Cécile Cifola Ramirez, Martín Kohan o la desarticulación de las figuras míticas argentinas,
p. 2, http:/cle.ens-lyon.fr/art-et-litterature-+/martin-kohan-o-la-desarticulacion-de-las-figuras-
miticas-argentinas-92430.kjsp?RH=CDL_ESP050000. (Accedido 8 de enero de 2018).
43
Cifola, Martín Kohan o la desarticulación, 2.
44
Cifola, Martín Kohan o la desarticulación, 2, cita a José María Mardones, en su ensayo El retor-
no del mito. La racionalidad mito-simbólica (Madrid, Editorial Síntesis, 2000), 39.
45
Cifola, Martín Kohan o la desarticulación, 3.
46
Cifola, Martín Kohan o la desarticulación, 5.

[ 94 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

la narración la que imprime en ellos un sentido, ya sea por la manera como los
selecciona, con un determinado criterio de relevancia, o por la forma como los
conecta, por medio de una cierta lógica causal o temporal47.

Representación y memoria

El concepto de representación es esencial para este estudio, en razón de que


los monumentos y estatuas producen representaciones y significados sociales
o urbanos, todo lo cual crea referentes importantes para la memoria social.
Este concepto se originó en la tradición microsociológica del sociólogo
norteamericano Erving Goffman (1959)48, pero si queremos rastrear sus orígenes
el sendero nos llevaría a Emile Durkheim, con su sociología clásica, y también
a Sigmund Freud.
El abordaje culturalista que estudia las representaciones ha sido claramente
desarrollado por sociólogos tales como Stuart Hall, Peter Hamilton, Antonio
Gramsci, Michel Foucault y Edward Said. En la introducción de su libro Re-
presentation: Cultural Representations and Signifying Practice [Representación:
representaciones culturales y prácticas significativas] (1997), Stuart Hall liga
estrechamente representación y significado, por lo que todo está ligado a la
cultura y a la sociedad. Sin significado no hay representación. Interesado en
identificar las formas y mecanismos de esta relación, Hall plantea y responde
algunas preguntas básicas: ¿cómo y dónde se originan las representaciones?
¿Qué son? ¿Quién las produce?

47
Cifola, Martín Kohan o la desarticulación, 6.
48
Erving Goffman, The Presentation of Self in Everyday Life (New York: Anchor Books). Sobre
este tema, ver también y especialmente la obra de Cristina Rojas sobre la representación de la
violencia en Colombia siglo XIX intitulado Civilización y violencia: La búsqueda de la identidad
en la Colombia del siglo XIX (Bogotá: Norma, 2001).

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Victoria Peralta de Ferreira

La cultura se ocupa, esencialmente, de la producción e intercambio de


significados entre los miembros de una sociedad o grupo. La importancia del
significado es clave porque organiza y regula las prácticas sociales, ejerce in-
fluencia sobre la conducta humana y, por lo tanto, tiene efectos prácticos reales.
“Son los participantes de la cultura quienes dan significado a la gente, los objetos
y los eventos. Por medio de nuestra forma de utilizar las cosas, lo que decimos,
pensamos o sentimos al respecto —las maneras como las representamos—, les
asignamos un significado”49.
Así las cosas, el significado es asignado por un marco de interpretación que
llevamos a los objetos, los eventos, las personas, las palabras que usamos para
referirnos a ellos, las historias que contamos de ellos, las imágenes que repro-
ducimos de ellos, las emociones que asociamos con ellos, nuestras maneras de
clasificarlos y conceptualizarlos, los valores que les adjudicamos. La cultura, en
este sentido, permea toda la sociedad. Es lo que distingue el elemento “huma-
no” de la vida social de las simples necesidades biológicas50. Por tales razones,
los miembros de la misma cultura deben compartir una serie de conceptos,
imágenes e ideas, es decir, los mismos códigos culturales. Estas ideas nos lle-
van inevitablemente al problema clave de la identidad, de la memoria social o
colectiva, de la sociedad o comunidad imaginada.
Como ya se dijo, la representación y su producción de significado son
producto de una interacción social y cultural. Este proceso va más allá de la
simple producción de un significado; las representaciones y sus respectivos
significados no son aislados ni individuales, sino que forman redes que ayudan
a organizar la vida social. Por lo tanto, las representaciones y sus significados
se organizan en un marco que, a su vez, arma “sistemas de representaciones”.
Por ejemplo, los pensamientos y sentimientos son, en sí mismos, “sistemas de
representaciones” en los que nuestros conceptos, imágenes y emociones se
presentan en nuestra vida mental, lo que existen “allá afuera” en el mundo51.
Los significados, pues, regulan y organizan nuestra conducta y nuestra práctica,
ya que ayudan a establecer las reglas, normas y convenciones por medio de las
cuales se ordena y gobierna la vida social.
La organización de la vida social y cultural proporciona mecanismos
que adjudican significado colectivo a las representaciones. Para Hall, estos
mecanismos relacionan las representaciones entre sí, a través de procesos de
clasificación, las cuales dan sentido al cosmos de representaciones en cierto
marco sociocultural. El “otro” es indispensable para el significado. Al mismo
49
Stuart Hall, Representation: Cultural Representations and Signifying Practices. (Londres y Thou-
sand Oaks: Sageen asociación con la Open University, 1997), 2-3.
50
Hall, Representation: Cultural Representations, 2-3.
51
Hall, Representation: Cultural Representations, 4.

[ 96 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

tiempo, sin embargo, las culturas estables necesitan que las cosas permanezcan
en su lugar designado. Los mecanismos estabilizadores enumerados por Hall
son diferencia, poder y conocimiento. En cuanto a la diferencia, dice esto: “La
cultura depende de darles significado a las cosas al asignarles diferentes posi-
ciones dentro del sistema de clasificación. Hacer la diferencia es, así, la base del
orden simbólico que llamamos cultura”52.
El segundo aspecto del proceso de clasificación que deben tener las re-
presentaciones para adquirir significado es su relación con el poder, que está
cercanamente relacionado con la diferencia. Hall entiende el poder no solo en
materia de explotación económica y coerción física, sino en términos culturales
o simbólicos más amplios, “incluyendo el poder para representar a alguien o algo
de una cierta forma, dentro de un cierto ‘régimen de representación’. Incluye el
ejercicio del poder simbólico a través de prácticas de representación. Establecer
estereotipos es un elemento clave en este ejercicio de violencia simbólica”53.
Aquí resulta útil explicar la idea de Edward Said (1979) sobre “orientalis-
mo”, para ilustrar la estrategia de poder, la estrategia ligada al mismo tiempo al
conocimiento, para otorgar significados sociales, organizar y establecer muchos
tipos de relaciones sociales: nacional, colonial, imperial, etc. El orientalismo es
el estudio de la manera como Europa construyó una imagen estereotipada de
Oriente. Era el discurso “por medio del cual la cultura europea pudo manejar e
incluso producir al Oriente política, sociológica, militar, ideológica, científica e
imaginativamente durante el periodo posterior a la Ilustración. Tercero, dentro
del marco de la hegemonía occidental sobre Oriente, emerge un nuevo objeto de
estudio en el mundo académico, para mostrar en museos, para reconstruir en la
oficina colonial, para ilustrar en estudios de antropología, biología, lingüística,
etc.”54. Esta forma de poder está conectada con lo que Foucault llamaba “poder/
conocimiento”55.
Me gustaría especificar aquí que la estatuaria-memorial tomada como
representación de los héroes-mitos de Bogotá y de Colombia se equipara en
este trabajo con estructuras de significado, expresadas en narrativas o “cuentos”,
que encierran no solamente redes sociales sino relaciones sociales y significados
múltiples. Estas estructuras de significado social, a su vez, se hallan enraizadas
en los individuos. Las estatuas de los héroes-mito serán estructuras significativas
para los propósitos de este trabajo, puesto que sus historias pueden almacenar
redes de relaciones, las cuales existen de manera muy real dentro de nosotros.

52
Hall, Representation: Cultural Representations, 236.
53
Hall, Representation: Cultural Representations, 259.
54
Edward Said, Orientalism: Western Concepts of the Orient (Nueva York: Vintage Books, 1979),
7-8.
55
Hall, Representation: Cultural Representations, 259.
Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [ 97 ]
Victoria Peralta de Ferreira

5. El estado de la discusión
en el contexto internacional

El avance de los derechos humanos y del ciudadano, y su desarrollo en


la conciencia de la población general del mundo, así como su efecto sobre el
conocimiento en cuanto a temas históricos, incluso en América Latina, ha
generado reacciones en contra de personajes convertidos en héroes por la
historia. Estatuas y monumentos ubicados en distintos lugares públicos en el
mundo han sido destruidos o vandalizados, y las manifestaciones en su contra
amenazan la paz ciudadana.
Un ejemplo de esto es el caso del inglés Cecil Rhodes (1853-1902), que desde
2016 ha ocasionado vetos a conferencistas, acosos a profesores y revisiones de la
historia en las universidades británicas. Rhodes, que se hizo rico en Sudáfrica, a
donde emigró y donde amasó una fortuna con las minas de diamantes, fue un
claro representante del imperialismo británico. Fundó Rodesia (hoy Zimbabue),
y también uno de los colleges que conforman la Universidad de Oxford. Con su
legado otorga, aún hoy, becas a estudiantes africanos para sufragar sus estudios56.
Un becario sudafricano comenzó una campaña en Twitter, llamada “Rhodes
debe caer”, para derribar la estatua del colonizador británico, con el argumento
de que Rhodes cometió crímenes en Sudáfrica y que robó dinero allí. El rector
de Oxford, Chris Patten, un prohombre británico, replicó que no se puede es-
cribir la historia según la moral de hoy57. La estatua, en últimas, siguió en pie.
Otro caso reciente sobre la caída de héroes tiene que ver con estatuas de
Cristóbal Colón vandalizadas en varios lugares del mundo: en Caracas (Vene-
zuela), en Columbus Circle (Nueva York), etc.58.
56
Mordaza en los campus anglosajones (ABC, 27 de marzo de 2016), http://www.abc.es/cultura/
abci-mordaza-campus-anglosajones-201603270838_noticia.html.
57
Mordaza en los campus anglosajones.
58
“Colón, ¿héroe o genocida?”, en Semana, http://www.semana.com/cultura/articulo/colon-he-

[ 98 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

La historia de la revolución simbólica en Venezuela comenzó cuando Hugo


Chávez, en el 2002, firmó un decreto por medio del cual el tradicional Día de
la Raza pasaba a denominarse Día de la Resistencia Indígena. En Caracas, el 12
de octubre de 2004, los seguidores de Chávez demostraron que, efectivamente,
la Revolución Bolivariana estaba llena de símbolos. “Lo que hicimos fue armar
un juicio a Colón, un juicio simbólico. Luego de la condena, rápidamente se
hizo la operación de tumbar la estatua. Unos muchachos que se subieron a la
cabeza de Colón colocaron unas cuerdas en el cuello de la estatua”, recuerda con
una sonrisa Roland Denis, entonces director de Economía Social del Ministerio
de Planificación en el gobierno de Chávez, y ahora crítico con el gobierno de
Nicolás Maduro desde la izquierda. “No se conformaron con dejar la estatua ahí
quebrada, sino que la arrastraron hasta el teatro Teresa Carreño para terminar
de colgar a Colón y condenarlo a la horca”, rememora Denis59. Hoy no se sabe
qué pasó con la estatua, ni dónde está o dónde quedó.
Algo parecido ocurrió con la emblemática estatua de Cristóbal Colón
localizada en Columbus Circle, en Manhattan60. El público argumenta que
Colón mató indios y que es un símbolo antidemocrático y ofensivo. El alcalde
de la ciudad, Bill de Blasio, conformó una comisión para determinar qué mo-
numentos podían ser ofensivos para los neoyorquinos. Efectivamente, solicitó
remover la estatua de J. Marion Sims, un médico que en el siglo XIX llevó a
cabo experimentos ginecológicos con los esclavos norteamericanos. La estatua
estaba ubicada en la Quinta Avenida con 103, en el norte del Central Park, y
fue llevada al sitio de la tumba del médico en Brooklyn. De Blasio actuó de
acuerdo con el Movimiento Antiestatuas y Antimonumentos de Personajes
de la Confederación, que fue un grupo muy violento contra los supremacistas
blancos iniciado en Charlottesville (Virginia).
Así mismo, todavía está en discusión si se retira la estatua del presidente
Theodore Roosevelt situada afuera del Museo Americano de Historia Natural.
En ella, Roosevelt aparece a caballo, con un hombre negro y un hombre indí-
gena a cada lado, por lo que muchos consideran que la estatua es racista. Los
críticos aún esperan que el alcalde De Blasio construya nuevos monumentos

roe-o-genocida/540627. (Accedido 22 de enero de 2018).


59
“¿Dónde está la estatua de Cristóbal Colón que fue juzgada, condenada y colgada el 12 de
octubre de 2004 en Caracas?», http://www.wradio.com.co/noticias/sociedad/donde-esta-la-
estatua-de-cristobal-colon-que-fue-juzgada-condenada-y-colgada-el-12-de-octubre-de-2004-
en-caracas/20161012/nota/3271827.aspx. (Accedido 10 de enero de 2018).
60
Mara Gay, “Christopher Columbus Statue Will Stay in Columbus Circle”, en Wall Street Jour-
nal, US, https://www.wsj.com/articles/christopher-columbus-statue-will-stay-in-columbus-cir-
cle-1515777407. (12 de enero de 2018).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [ 99 ]


Victoria Peralta de Ferreira

para honrar a figuras olvidadas y que han contribuido al desarrollo democrático


de la ciudad y el país61.
¿Son posibles la corrección política y la revisión de la historia? ¿Se puede
reescribir la historia según la moral de hoy? ¿Tumbar una estatua implica cam-
biar la historia? ¿Tumbar estatuas es una señal de que la vieja cultura y la vieja
memoria llaman a un cambio?
Recientemente, la forma de actualizar las conmemoraciones ha sido la
siguiente: las universidades de Estados Unidos se han movilizado alrededor del
tema desde la nueva cultura moderna y desde la nueva memoria, entendida a
partir del pensamiento de Walter Benjamin ya citado. Tal es el caso del Symbolic
Reparations Research Project (SRRP), un grupo que se inició en la Universidad
de Harvard e integrado hoy por voceros de reconocidas universidades estadou-
nidenses, como las de Boston, de Connecticut, de Puerto Rico, y la Universidad
Externado de Colombia, al igual que por humanistas, abogados y juristas de
Colombia, Estados Unidos y Perú.
Los miembros de este colectivo consideran que los monumentos no son
objetos estáticos o monumentos miméticos fijos. Ellos no piensan en la tradi-
cional estatua ecuestre del héroe sobre un pedestal, que posiciona al observador
como un sujeto pasivo que recibe un significado preconcebido62; ellos piensan en
obras de arte, que no necesariamente deben involucrar la característica estética
de estas, pero sí el arte para evocar, como medio para proponer aprendizaje y
pensamiento crítico, al igual que para facilitar intercambio cultural, reconstrucción
social y diálogo. Este intercambio y este diálogo pueden lograrse interactuando
con el pasado histórico, por supuesto, pero desde el presente. El monumento
debe evocar, propiciar el diálogo, sin desestimar la transformación social hacia
el civismo. Además, el SRRP proporciona análisis sobre el uso del arte, la arqui-
tectura y la estética en el proceso de hacer monumentos que provean reparación
y satisfacción a las víctimas, sin desestimar en la propuesta el diálogo público63.
Doris Sommer, gestora y miembro del grupo SRRP, piensa que se debe
homenajear o conmemorar, no solo a personajes como se ha hecho hasta aho-
ra, sino también a símbolos, leyes, etc.; es decir, todo lo que pueda recobrar o
propiciar civilidad64. Coincide la visión de Sommer con la ya citada de Martín
Kohan y su concepción de mito, la forma del mito contemporáneo, que puede
61
Gay, Christopher Columbus Statue.
62
SRRP | Symbolic Reparations Research Project, (Accedido 10 de enero de 2018), https://symbo-
licreparations.org/.
63
Symbolic Reparations Research Project.
64
Doris Sommer, “Symbolic Reparations, A Good Joke”, Yale Journal of Law & the Humanities,
27, N° 2 (2 de octubre de 2016), http://digitalcommons.law.yale.edu/cgi/viewcontent.cgi?arti-
cle=1446&context=yjlh

[100 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

ser una institución, un concepto, una figura deportiva; tiene su función, siem-
pre la misma: ser un condensado de significados que tienden a ser aceptados
colectivamente como ciertos65.
La idea es que los monumentos perduren en el tiempo, y solo el arte que
trasciende puede llevar a tiempos futuros ideas, momentos, hechos que fueron
importantes en tiempos pasados. En este punto, quiero sentar mi posición frente
a lo dicho hasta aquí: si bien el arte puede verse y utilizarse para muchos fines
(como reparación simbólica, como medio educativo, como arte conceptual,
como placer estético, como medio recreativo), el arte único y estético, que
Walter Benjamin catalogaba como anterior al arte de la revolución mecánica,
el arte de la época de Leonardo debe volver. Y está volviendo. Si la exposición
de los presidentes del museo del Instituto Smithsoniano es un hito sobre el
nuevo comienzo del arte figurativo, no abstracto, pero con nuevos temas, con
nuevas ideas, siempre buscando la civilidad, como es una de las propuestas del
Symbolic Reparations Research Project, sería una nueva forma de llamarle la
atención a una audiencia cansada del arte político, abstracto, recreativo y sin
trascendencia estética.
Además, pienso que la posición kantiana de la estética, la que entraña
una excitación estética desinteresada, abre unas compuertas, unas grietas en lo
cotidiano que permiten acceder a la conciencia del juicio político. Es la visión
del arte que le abre nuevas posibilidades a la razón: retomar a la humanidad
como medida y liberación del pensamiento matemático66.

6. Contexto histórico de la memorialización en


Colombia desde Bogotá, la capital

En esta parte, quiero centrar el objetivo en las dificultades que ha tenido


Colombia desde la Independencia para desarrollar una estrategia homogénea y
coherente en el proceso de creación de referentes que le permitieran construir
una memoria e imaginar una nación. Se toma la Independencia como el inicio de
la modernidad en Colombia, como el inicio de la creación del Estado moderno
con las premisas de libertad, igualdad y fraternidad.

65
Cifola, Martín Kohan o la desarticulación, 3.
66
Doris Sommer, “Symbolic Reparations, A Good Joke”, Yale Journal of Law & the Humanities
27, no 2 (2 de octubre de 2016), p. 408. http://digitalcommons.law.yale.edu/cgi/viewcontent.
cgi?article=1446&context=yjlh

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [101 ]


Victoria Peralta de Ferreira

6.1 Modernidad y memoria: el bipartidismo

Para mostrar las dificultades del proyecto moderno desde el punto de


vista cultural, nos vamos a basar en algunos estudios políticos, como los del
padre Fernán González, S.J., y el de Helen Delpar. Ellos nos ilustrarán sobre el
complejo proceso por el que tuvo que andar Colombia para construirse políti-
camente como nación.
El padre González menciona varios factores principales como los que pro-
piciaron la fragmentación social desde 1810, impidiendo la unidad requerida
para formar y fortalecer el Estado nación67. Aludo al texto del padre Gonza-
lez: durante el periodo de la Patria Boba, las diferencias regionales frente a la
restauración monárquica acentúan la división entre los criollos, otrora unidos
frente al yugo colonial. La fragmentación de las elites regionales imposibilita
la existencia de un proyecto nacional y la construcción del Estado moderno. A
esta división entre las elites se puede agregar la diversidad étnica en el interior
de las regiones y la dificultad o desinterés de integrarlas al discurso moderno.
Las elites regionales se dedicaron a defender su poder político y económico,
así como a rechazar el centralismo y la antigua capital virreinal como sede del
gobierno central. La incomunicación por razones geográficas propició el auge
de las tradiciones y las autonomías locales. La resistencia frente al control central
de Santafé coexistió con unas elites regionales precarias, todo dentro de cada
región. Esto condujo a que los primeros años de la república se pasaran entre
elecciones y guerras civiles.
En 1812, España se convirtió en la enemiga de la libertad de sus antiguas
colonias, siendo este el inicio del imaginario local, de la toma de conciencia de
la identidad nacional. Nuevas guerras se suman: centralistas vs. federalistas, y
los fracasos de Bolívar en el norte y de Nariño en el sur, dividían a los criollos
entre dos mundos: el de los invasores europeos y los legítimos provenientes de
otros países. Lo anterior hace pensar a Bolívar que su idea de Iberoamérica es
un fracaso.
En razón de que la Nueva Granada no existía como entidad unificada, las
elites regionales daban más prioridad a defender su autonomía que a formar
el Estado nación. En las llamadas campañas del sur se empezaba a crear una
resistencia de neogranadinos contra los militares patriotas, a quienes veían
como extranjeros. Bolívar era uno de estos extranjeros. Esta lucha de fracciones
impidió el inicio del culto local a Bolívar, al tiempo que Bolívar y Santander se
67
Fernán González S.J. “Antecedentes y primeras expresiones de autonomía política” en Semi-
nario Taller. El Bicentenario de la Independencia de Colombia 2019. Y retos de la Celebración.
Un encuentro entorno a las nuevas corrientes historiográficas (Bogotá: Academia Colombiana
de Historia, 14-15 de junio de 2018).

[102 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

distanciaban, lo que ponía en entredicho la figura de héroe de Bolívar en varias


regiones y sectores de la sociedad. Aún hoy, en el departamento de Nariño se
controvierte la figura de Bolívar como héroe.
A una escala más global, la Gran Colombia, que en la práctica tampoco
existió como entidad política unificada, los regionalismos impidieron la crea-
ción de una nación panamericana compacta. Aunque sí hubo alianzas frente al
imperialismo, por ejemplo de Estados Unidos, se reprodujo el escenario local
(luchas locales por el control político y económico, etc.) en el ámbito de la Gran
Colombia.
La situación política de los primeros años de la república no fue distinta a
lo largo del siglo XIX. En el trabajo de Helen Delpar sobre los partidos políticos
en Colombia, ella asegura que aún en 1979 Colombia era el único país de Lati-
noamérica en el que dos partidos políticos aún dominaban el sistema político
del país. A estos partidos políticos, que estaban asociados con los colores rojo
y azul, se les podía rastrear su origen hasta mediados del siglo XIX68.

Esta situación política, para los efectos culturales de la comunidad imagi-


nada, fue atípica e incluso podríamos calificarla de desastrosa. El bipartidismo
lo que hizo fue multiplicar los panteones donde los héroes de un lado eran
los antihéroes del otro. Estas dos historias paralelas de Colombia impidieron
apropiar los héroes en conjunto, para construir la comunidad imaginada69, es
decir, como referentes de la nación. Los rojos y los azules —los nuñófilos y nu-
ñófobos— condujeron a que Bolívar, ya un extranjero desde 1830, se convirtiera
en símbolo unificador con muchos detractores70. Tal es el caso de la primera
estatua de Bolívar, ordenada por su amigo íntimo, José Ignacio París, y donada
68
Helen Delpar, Red Against Blue: The Liberal Party in Colombian Politics, 1863 - 1899. (Tusca-
loosa: University of Alabama Press, 2010), IX.
69
Anderson, Imagined Communities
70
González, Comentarios a la ponencia.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [103 ]


Victoria Peralta de Ferreira

al Congreso de la República de Colombia en 1846. La estatua, a su llegada, tuvo


que ser custodiada para que no la derribaran los antibolivarianos71.

6.2 Modernidad y memoria: los héroes populares y de


las élites

La forma como surgen los mitos para crear héroes y, en consecuencia,


para construir memoria social y comunidad imaginada, se desarrolla en una
sociedad concreta; en este caso, la colombiana. Colombia cuenta con el bagaje
histórico que vamos a considerar en este análisis. Se tratarán dos perspectivas: la
primera, la comunidad imaginada producida por la cultura popular, y la segun-
da, la producida por la élite poscolonial. Esta última es la élite que se conformó
después de la Independencia de 1810 y que fue la encargada de posicionar los
nuevos referentes: los republicanos.
Jacques Lafaye, en su famosa introducción al libro Mesías, cruzadas, utopías.
El judeocristianismo en las sociedades ibéricas72, plantea varios temas, relevantes
para introducir el proceso de construcción de los héroes en la memoria en Amé-
rica Latina y, por ende, en Colombia. En otras palabras, la trama cultural con la
cual se construyen la memoria de los héroes y los mitos en la cultura popular.
Lafaye considera, citando a Marc Bloch, que “los hechos históricos son hechos
psicológicos”. Esto, para nuestro trabajo, significa que cada monumento, cada
estatua, cada memorialización de un personaje, de un héroe, o según Symbolic
Reparations Research Project (SRRP), de un símbolo, de una institución, etc.,
que se instala en la plaza central de una ciudad o un pueblo, cada museo que se
abre, tiene un trasfondo psicológico. Al igual que para Kohan, este mismo hecho
contiene un conjunto de significados que tienden a aceptarse colectivamente73.
Uniendo las dos ideas, hay, por un lado, un trasfondo psicológico, y por el otro,
una condensación de significados.
Dice Lafaye que “la historia de América Latina no es un simple reflejo de
la historia del hemisferio euroatlántico, ni siquiera del conjunto cultural ibérico
al que pertenece primordialmente”74. Esto es importante porque Lafaye apoya
la idea de que América Latina —y por lo tanto Colombia— ha construido su
propia historia. La apropiación del espacio americano está bien demostrada con
71
Carolina Vanegas Carrasco, Disputas simbólicas en la celebración del centenario de la indepen-
dencia de Colombia en Bogotá (1910): los monumentos a Simón Bolívar y a Policarpa Salavarrieta
(Bogotá: Ministerio de Cultura, República de Colombia, 2012.) 39.
72
Jacques Lafaye, Mesías, cruzadas, utopías: el judeo-cristianismo en las sociedades ibéricas (Fon-
do de Cultura Económica, 1984).
73
Cifola, Martín Kohan o la desarticulación, 3.
74
Lafaye, Mesías, cruzadas, utopías, 3.

[104 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

la religión católica y su sincretismo. El cristianismo, el judaísmo y el islamismo


han dado una forma original al catolicismo latinoamericano, sumado a los
politeísmos indígenas.
Este sincretismo ha propiciado un mecanismo para enfrentar la dependencia
colonial, la opresión y la pobreza, que es la aparición de líderes mesiánicos y
cruzadas de salvación o liberación. Aquí unimos los movimientos mesiánicos
con los héroes míticos políticos aparecidos en México y Colombia, tales como
Emiliano Zapata y Camilo Torres… Lafaye menciona también a Rojas Pinilla.
Son casos en los que “es forzoso observar que la contemplación religiosa y el
activismo político van a la par”75. Así, se pregunta Lafaye: ¿qué pasa con la mente
popular latinoamericana? ¿En qué alquimia mental se origina la permanente
confusión entre lo secular político y lo tradicional católico?76. “Dicho en una
forma más explícita, en un grupo étnico o nacional surge un mesías cuando toda
solución racional a las dificultades del momento parece inalcanzable. Exaltar
una figura de salvador y dotarla mágicamente de poderes carismáticos es otra
forma de encomendarse a Dios”77.

¿Estaríamos hablando aquí de una mentalidad premoderna, o como dice


Kant, que no ha llegado a su mayoría de edad?78. Para Kant, la Ilustración es
la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad
significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de
otro. La Ilustración es la entrada al mundo de la razón. Lafaye admite y explica
que, efectivamente, esta es la situación en el mundo ibérico. Dice que la pervi-
vencia del tomismo en las aulas hispánicas, hasta una época en que Descartes,
Leibniz y aun Spinoza habían invadido el ámbito intelectual europeo, mantuvo

75
Lafaye, Mesías, cruzadas, utopías, 9-10.
76
Lafaye, Mesías, cruzadas, utopías, 10.
77
Lafaye, Mesías, cruzadas, utopías, 19.
78
Immanuel Kant. Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? http://www.swarthmore.
edu/Humanities/mguardi1/espanol_11/kant.htm. (Acceso el 24 de enero de 2018).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [105 ]


Victoria Peralta de Ferreira

un sistema educativo incapaz de imponer a la juventud los criterios del razonar


racionalista en todos los campos.
Hay, por lo tanto, dos situaciones bien marcadas: la religiosa, para la cual
el mesianismo es un acto de fe en el destino del pueblo, en la protección divi-
na y en el carisma del caudillo79, y la ilustrada, hija de las filosofías inglesa y
francesa, de la que Bolívar, Hidalgo, Belgrano —y yo diría también Santander
y Antonio Nariño— son hijos de primera generación. Ellos eran miembros de
la burguesía criolla urbana, y en ningún caso emanaban del pueblo rural de fe
sencilla y ciega confianza80.

6.3 Bolívar el extranjero

Bolívar nació en Caracas (Venezuela) en 1783 y murió en Santa Marta


(Colombia) en 1830. En la época de su nacimiento, Caracas formaba parte de
la Real Audiencia de Santo Domingo, Virreinato de Nueva España. La actual
Colombia pertenecía al Virreinato del Nuevo Reino de Granada, cuya capital y
sede del virrey era Santafé de Bogotá. Bolívar no pudo hacer realidad su sueño
de unificar las nuevas repúblicas por él liberadas; la Gran Colombia, goberna-
da por Bolívar como presidente —quien se consagraría en el poder mediante
el Congreso de Cúcuta de 1821— y con Francisco de Paula Santander como
vicepresidente. Bolívar renunció en 1830, tras la disolución de la Gran Colom-
bia en la Nueva Granada, Venezuela y Ecuador. Bolívar murió en diciembre de
1830. Venezuela, con su deseo de autonomía, creó el Estado de Venezuela y su
primer presidente se posesionó en 1831; desde entonces, Bolívar es venezolano.
Para recapitular, tenemos dos conflictos importantes en el interior de la
sociedad colombiana, que impedirían a cual más la formación de una sociedad
moderna, con referentes homogéneos y estables sobre su comunidad imagina-
da y que formarían los imaginarios equilibrados y persistentes de una nación
moderna81: primero, el bipartidismo marcado a ultranza. Es esta una división
vertical. Segundo, la división cultural dentro de cada entidad o sistema político,
que es una división horizontal entre la cultura popular y la cultura ilustrada
en el interior de cada partido, de cada región. Si a lo anterior le sumamos que
el héroe máximo de la nación, Simón Bolívar, era y es un extranjero, el rigor
que requiere la formación de la memoria social, y su consecuencia en la comu-
nidad imaginada, se vería una vez más traicionado. Sobre este piso resbaloso,
la comunidad imaginada perdía nitidez y precisión a su paso por la historia82.
79
Lafaye, Mesías, cruzadas, utopías, 22.
80
Lafaye, Mesías, cruzadas, utopías, 22.
81
Paul Connerton, How Modernity Forgets (Cambridge University Press, 2009), 5 y 11.
82
Connerton, How Modernity Forgets, 5 y 11.

[106 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

Podemos concluir que Colombia en su experiencia moderna, al intentar


consolidarse como una nación moderna, tuvo muchos tropiezos y desarrolló
una modernidad fragmentada, una comunidad imaginada dividida83. Como
la modernidad es un proceso, esto no quiere decir que no se puedan unir los
fragmentos, que no se puedan superar las divisiones, y que, como un rompeca-
bezas armado, la nación colombiana tome forma compacta en algún momento
de su historia.

7. La memorialización en Colombia. Sus mitos


y sus héroes: el caso Bogotá

En este aparte vamos a estudiar, en primer término, cómo fue el contexto


histórico en que se llevó a cabo la memorialización en Colombia; en segundo
lugar, qué criterios se utilizaron para realizar las memorializaciones, y en tercera
instancia, cuál fue la evolución de la memorialización desde la Independencia
en 1810 hasta finales del siglo XX. Todo utilizando el caso de Bogotá. Y los
estudios de Paul Connerton en cuanto a cómo recuerdan y cómo olvidan las
sociedades en la historia.
Las sociedades, en su proceso de recordarse a sí mismas, se representan
deliberadamente. Para Paul Connerton, en How Modernity Forgets, la memoria
social requiere un sistema estable de lugares en relación explícita con el cuerpo
humano y a escala humana84. Este es un proceso en el que se crean representa-
ciones premeditadamente, en el que nada se deja al azar y en el que desempe-
ñan un rol importante las elites antiguas y las nuevas elites, en los procesos de
cambio, de relevo social y cultural. Los momentos en los que se hace visible la
voluntad de recordar, de representar una sociedad, son los momentos de cam-
bio, de revolución, etc. Por ejemplo, en el texto complementario de Connerton,
How Society Remember, se toma el caso de los líderes de la Revolución francesa,
quienes juzgaron a Louis y enfrentaron este problema. Problema no solo de
ellos mismos, sino que es la dificultad que confronta cualquier régimen nuevo,
en este caso contra el Ancien Régime. El problema radica en cómo sustituir y
83
David Frisby, Fragments of Modernity. Cambridge, Mass.: The MIT Press, 1986. https://
mitpress.mit.edu/books/fragments-modernity. El libro, cuyo título es una metáfora de las dificul-
tades de aprehender la modernidad, de su forma fragmentada de experimentar, relaciona las nue-
vas formas de experimentar el mundo desde la maduración de la economía mundial (Simmel),
el proceso de racionalización del capital (Kracauer) y el fetichismo producido por las fantasías
de mundo de las mercancías de consumo masivo (Benjamin). Estos fragmentos, que se viven de
manera caótica en la mente de los hombres modernos, van formando un todo, que va tomando
forma con el transcurrir del tiempo en la modernidad. Ver también sobre este tema la obra de Paul
Connerton, How Modernity Forgets.
84
Paul Connerton, How Modernity Forgets (Cambridge: Cambridge University Press, 2009), 5.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [107 ]


Victoria Peralta de Ferreira

representar el nuevo orden social. Cómo hacer olvidar el viejo orden y legitimar
a los victoriosos. La manera de juzgar el viejo orden es la manera de construir
el nuevo orden85.
En el tránsito de un orden a otro ocurren cambios cuyas imágenes permiten
representar el nuevo orden. Estos se realizan por medio de nuevos actos repe-
titivos, nuevos rituales, nuevas representaciones. Por ejemplo, es a través de la
vestimenta, de las maneras, de las representaciones, etc., como se buscó, en este
caso particular, representar la modernidad: la igualdad, la libertad, la fraternidad.
Con todo esto, se fuerza el olvido al pasado y se convoca a nuevos referentes que
enmarcan la nueva sociedad que se quiere formar. Cuando se asignan nuevos
nombres a las calles, a las plazas, al calendario, aquellos que las nombran están
conscientes de lo que quieren que se recuerde. De este renombramiento, mu-
chos actos recordatorios son específicos del lugar, del emplazamiento86. Todo
este proceso consolidó el imaginario y los símbolos formadores de los nuevos
imaginarios colectivos de la Primera República Francesa87.
Efectivamente, los hombres de la Revolución tuvieron una clara conciencia
de estar viviendo un periodo de ruptura, señalado por un antes y un después. Se
cambió el calendario; por ejemplo, el 14 de julio de 1790 fue el segundo año de
la libertad. De hecho, se encuentran monedas con la inscripción de “año III de la
libertad”, refiriéndose a 1790. El periodo de la Convención cambió los nombres
de los meses, siendo el 18 brumario el día 18 del segundo mes del calendario
republicano francés, es decir, el 9 de noviembre de 1799, día en que Napoleón
Bonaparte dio el golpe de Estado que terminó con el Directorio. En la moda,
todo cambió también; se botaron las pelucas de los aristócratas del Antiguo
Régimen y se comenzó a usar la coleta como símbolo revolucionario. El estilo
del arte volvió a mirar a Roma, siendo el neoclásico el estilo que remplazó al
rococó, y así sucesivamente…
¿Existió en Santafé de Bogotá ese renombramiento de todo con la Inde-
pendencia? ¿Se cambió el nombre de las calles, plazas, puentes después de 1810?
¿Coexistieron los toponímicos de la Colonia con los de la República? ¿Hubo
detrás de la toponimia una carga ideológica que permitiera que la ciudad fuera
un lugar que propiciara la nueva memoria social, la nueva realidad de la Co-
lombia poscolonial?
El caso colombiano es muy particular, y por eso queremos precisarlo. Para
responder estas preguntas, acudimos a los estudios sobre el tema hechos por
Carolina Vanegas, quien efectivamente asegura que, en el caso de Colombia, la
85
Paul Connerton, How Societies Remember (New York: Cambridge University Press, 1989), 7.
86
Connerton, How Societies Remember, 7, 11, 12
87
Vanegas, Disputas simbólicas, 17. Carolina Vanegas cita aquí a Benedict Anderson (1993) entre
otros teóricos del tema.

[108 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

estatuaria tuvo intenciones de legitimación política, de celebración de progreso y


modernidad, además de celebrar la Independencia. Pero también afirma que con
el bipartidismo empezaron las luchas a favor y en contra de las memorializaciones,
según el partido: los conservadores celebraban el pasado colonial y los liberales
querían borrarlo. Tal es el caso de la primera estatua de Bolívar, ordenada por
su amigo José Ignacio París y donada al Congreso de la República en 1846. La
estatua fue custodiada hasta su lugar de instalación para que no la derribaran
los antibolivarianos88.
La ruptura histórica de la Independencia a través de las memorializacio-
nes de la ciudad no se reflejó sino hasta esta fecha de mediados del siglo XIX.
Según Germán Mejía, la usanza colonial persistió hasta bien entrado el siglo
XIX. Por ejemplo, la hoy plaza de Bolívar solo se bautizó con ese nombre en
1847. “En las obras de Daniel Ortega Ricaurte y de Carlos Martínez se afirma
que dicho lugar fue conocido como Plaza Mayor hasta 1821, fecha en que se le
cambia el nombre a plaza de la Constitución, manteniendo ese nombre hasta
1846”89. Pero, según Mejía, la población bogotana no usó el nombre de plaza
de la Constitución, sino que saltó al de plaza de Bolívar cuando se familiarizó
con la estatua a partir de 1846.
Igual ocurrió con los nombres de las calles de Bogotá, las que solo tuvieron
una nomenclatura republicana hasta 1849, cuando el gobernador de la provincia
de Bogotá, el Sr. Lombana, la impuso. Así, la calle del Señor Caído pasó a deno-
minarse calle de Tarqui; las calles comenzaron a llamarse según las batallas de la
Independencia, al igual que algunos puentes de la ciudad recibieron el nombre
de próceres de la Independencia90. De todas maneras, Mejía insiste en que los
nombres republicanos no se usaron, pues los nombres coloniales persistían en
la memoria de los ciudadanos91. En 1876 se adoptó la nomenclatura numérica
al estilo de Nueva York, borrando alusiones al pasado revolucionario, evocado
a través de los nombres de las calles, puentes y plazas.

88
Vanegas, Disputas simbólicas, 31-32.
89
Germán Rodrigo Mejía Pavony, Los años del cambio: historia urbana de Bogotá, 1820-1910.
(Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2000), 201.
90
La plazuela de San Francisco pasó a llamarse plaza-parque de Santander, y la plazuela de San
Victorino pasó a denominarse plaza de Nariño. Sin embargo, aún hoy se conocen como se las
llamaba en la Colonia.
91
Mejía, Los años del cambio, 202 y 417.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [109 ]


Victoria Peralta de Ferreira

Las representaciones urbanas de la Independencia, 1810


La causa de la persistencia de la Colonia en la vida cotidiana de los bogo-
tanos pudo deberse a que la ciudad solo transformó su figura urbana signifi-
cativamente hasta cien años después de la Independencia. Podemos decir que
hasta las primeras décadas del siglo XX permaneció con su aire colonial. Sin
duda, la resistencia al cambio se debió en buena parte a la ruina económica en
que quedó la nueva república tras la Independencia; o sea, que si bien hubo
cambios en la política y la legislación, la vida cotidiana y las representaciones a
través de la memorialización no tuvieron grandes cambios.
Según Carolina Vanegas, en 1910 apenas seis estatuas poblaban el espacio
público bogotano; aunque los primeros bustos y las primeras estatuas se ordenaron
al escultor italiano Pietro Tenerani antes de la disolución de la Gran Colombia,
en 1830, solo hasta después de mitad de siglo XIX llegaron y se instalaron para
adornar el espacio urbano bogotano92.
En 1846 se instaló la primera estatua de Bolívar pedestre con capa, orde-
nada por José Ignacio París y encargada a Pietro Tenerani, emplazada en la hoy
plaza de Bolívar93. En 1876 se instaló en el parque de Santander la estatua de
Francisco de Paula Santander, elaborada por Piero Costa. En 1883 fue el turno
de la del general Tomás Cipriano de Mosquera, hecha por Ferdinand von Mü-
ller, instalada en el Capitolio Nacional. En esa misma fecha la segunda estatua
de Bolívar pedestre y melancólica, ejecutada por Antoine Desprey, se ubicó
temporalmente en el parque del centenario, y después siguió su peregrinación
hasta Tunja y luego retornó a Bogotá. Continuaron la estatua de Cristóbal
Colón y la de Isabel la Católica, hechas por Cesare Sighinolfi (1893-1906). Es
importante también mencionar el monumento a los Mártires, elaborado por
Thomas Reed en 188094.
El objetivo del primer centenario de la Independencia de Colombia, cele-
brado en Bogotá, fue la creación de monumentos con un discurso hegemónico
desde la elite conservadora para consolidar un gobierno centralista católico y
92
Vanegas, Disputas simbólicas, 39-40.
93
La historia de la hoy plaza de Bolívar se remonta a 1584, cuando el oidor Alonso Pérez de
Salazar, atendiendo las peticiones de los vecinos que reclamaban agua en su puerta, hizo instalar
en la plaza Mayor una pila con cuatro pajas de agua. Este fue el primer y único monumento pú-
blico de la ciudad, el cual se convirtió en el lugar del agua en Bogotá. Solo alrededor de 1750 la
pila fue intervenida y se la decoró con una escultura de san Juan Bautista ubicada sobre ella. La
pila permaneció en el centro de la plaza hasta 1846, cuando se instaló la escultura ornamental de
Simón Bolívar traída de Italia. Ver Hugo Delgadillo et al., eds., Bogotá un museo a cielo abierto
guía de esculturas y monumentos conmemorativos en el espacio público. (Bogotá: Alcaldía Mayor
de Bogotá, Instituto Distrital del Patrimonio Cultural, 2008), 9
94
Vanegas, Disputas simbólicas, 39-40 y 62. Ver también, Delgadillo, Bogotá un museo a cielo, 26,
29, 35 y ss.

[110 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

prohispanista, así como las ideas de progreso y civilización95. En 1910, para el


festejo del centenario de la Independencia, Bolívar contaba con tres estatuas y
varios bustos96, convirtiéndolo en símbolo unificador.
Las estatuas del Libertador Simón Bolívar estaban acompañadas por otras
tres estatuas: el busto-estatua-monumento a Policarpa Salavarrieta, única hecha
por un colombiano —Dionisio Cortés— y ordenada por el pueblo bogotano
—Asociación del Barrio de Las Aguas—. Esta obra disentía de la política hege-
mónica ya comentada97, pues era de emanación popular. Además, estaban las
estatuas de Antonio Nariño y Francisco José de Caldas98.
Con el primer centenario de la Independencia en el año 1910, se produjo
un cambio importante en la memorialización, ya que se fundó la Sociedad
de Mejoras y Ornatos de Bogotá, institución encargada de posicionar a los
personajes llamados ilustres —como sinónimo de héroe, pero que evocaban la
Ilustración— en la época. Entonces se inició la política de instalar obras de arte
y esculturas en sitios públicos de la ciudad.
A esta política se deben las estatuas y bustos de Rufino José Cuervo en
1914, la de Miguel Antonio Caro en 1917 y la de Salvador Camacho Roldán
en 1919, entre muchas más99. Todos estos personajes, sin duda artífices de la
estructura política y cultural de la nación, fueron los primeros referentes patrios
en el espacio urbano, pero insuficientes para afirmar referentes colectivos que
acentuaran la idea de nación en un país multirracial, multicultural y un poco
también multilingüe. Definitivamente, no fue con referentes culturales creados a
través de las memorializaciones como se construyó la primera idea de la nación
colombiana en la mente de los ciudadanos. Precedieron a las conmemoraciones
de arte urbano, las leyes, la Constitución, la defensa de la religión católica y de
la lengua castellana, etc., referentes que, a posteriori, los ciudadanos usarían en
lo cotidiano.
Para recapitular, podemos ahora preguntarnos, primero que todo, sobre la
temática. ¿Qué significan los referentes utilizados en las temáticas en las estatuas
bogotanas? Segundo, con respecto al espacio, ¿las conmemoraciones escultóricas
se ubicaron según un sistema de referentes estable en cuanto a los lugares en

95
Vanegas, Disputas simbólicas, 27.
96
Delgadillo, Bogotá un museo a cielo, 10 y siguientes. El libro relata que entre los bustos estaba
el de José María Rivas Groot de 1896 y el monumento fue el Obelisco a los mártires de la patria
inaugurado en 1880. Estas esculturas y monumentos los diseñaron y elaboraron extranjeros, en
su mayoría italianos.
97
Vanegas, Disputas simbólicas, 107-108.
98
Delgadillo, Bogotá un museo a cielo, 44-53.
99
Delgadillo, Bogotá un museo a cielo, 44-53. Ver también Mercedes Medina de Pacheco, Las
estatuas de Bogotá hablan (Bogotá: Prolabo, 2000).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [111 ]


Victoria Peralta de Ferreira

relación explícita con los ciudadanos bogotanos?100. Tercero, con respecto al


tiempo de la ubicación, ¿a qué obedeció y cuáles fueron las consecuencias para
la comunidad imaginada del retraso en la aparición de las representaciones
republicanas?
La Alcaldía de Bogotá, por intermedio del Instituto Distrital de Patrimonio
Cultural (IDPC), comenzó en el año 2005 un inventario guía de esculturas y
monumentos conmemorativos en el espacio público de la ciudad, y halló 700
obras que componen la colección de esculturas y monumentos de Bogotá en la
época101. Vamos a utilizar esta información para interpretar las representaciones
usadas en el espacio público bogotano.
En cuanto al tema, encontramos que hasta la década de los setenta este iba
desde la mitología griega, pasando por la cosmología cristiana, por la historia
colonial, la república en los siglos XIX y XX, hasta el arte abstracto de los últimos
años. Todo nos remite a la tradición de la cultura occidental. El conglomerado de
estatuas y monumentos emplazados en Bogotá muestra la voluntad de pertenecer
a Occidente, si bien hay algunas excepciones; por ejemplo, en 1948 se ubicó en la
avenida de las Américas un monumento a Sía, diosa del agua de la cosmogonía
muisca, y en 1971 Feliza Bursztyn hizo un monumento a Ghandi102, más por
homenajear su lucha por la libertad que por vincularse a la cultura india. Hay
también una muy tímida representación de las realizaciones mestizas del país;
tal es el caso del monumento al bambuco, hoy desaparecido103.

Las estatuas representan, en el 90 % de los casos, personajes individuales;


aun cuando son símbolos de la vida política, social y cultural del país, muy
pocos representan grupos o eventos, los que a su vez son escasos; tal es el caso
del monumento a los mártires de la patria (1880); el monumento conmemora-
tivo de la batalla de Ayacucho (1930), ubicado a pocas cuadras de la Academia
100
Connerton, How Modernity Forgets, 5.
101
Delgadillo, Bogotá: un museo a cielo abierto, 11.
102
Delgadillo, Bogotá: un museo a cielo abierto, 11.
103
Medina de Pacheco, Las estatuas de Bogotá hablan, 10-80.

[112 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

Colombiana de Historia; el monumento a las banderas (1948), y el monumento


a los militares y policías caídos en combate, ya del siglo XXI.
Así mismo, el 99 % de los monumentos se refieren a hombres en el sentido
masculino del término, a santos, a dioses. Hay muy pocas mujeres, incluso ni
siquiera se reflejan vírgenes ni santas. Sobresale el nombre de Policarpa Sala-
varrieta, al igual que los de una que otra diosa o personaje mítico de la época
griega, latina o muisca. La religión católica cumplió un papel marginal en la
decisión de elegir los personajes memorializados. El 99 % de ellos son hombres
que participaron en la gesta emancipadora, que construyeron la Constitución,
las leyes y el Estado de la nueva república. En los monumentos los acompañan
presidentes, hombres de letras, etc. Las figuras de carácter religioso o católico
fueron pocas104.
Así las cosas, es posible concluir que los monumentos inventariados e
instalados en la ciudad son, en su gran mayoría, de hombres ilustrados. En
otras palabras, se puede afirmar categóricamente que la idea moderna de la
Ilustración fue la gestora de los monumentos en Colombia durante su historia.
En cuanto a la localización espacial de las estatuas y si estas se ubicaron
según un sistema estable de lugares en relación explícita con los ciudadanos
bogotanos105, podemos decir que las primeras esculturas de Bolívar, Santander y
Tomás Cipriano de Mosquera se instalaron en sitios emblemáticos de la nación
y ahí reposan hasta hoy. La de Bolívar, como ya se dijo, en la actual plaza de
Bolívar; la del general Francisco de Paula Santander, en el parque que lleva su
nombre y que fue uno de los sitios en los que originalmente se fundó la ciudad.
Este lugar tuvo importancia notable durante los primeros años de la conquista
española, ya que ahí quedaba la residencia del fundador de la ciudad, el español
Gonzalo Jiménez de Quesada; la del general Tomás Cipriano de Mosquera se
emplazó en el patio central del Capitolio Nacional. Todas ellas identifican al
héroe con la institución republicana y el lugar donde se ubicaron.
Sin embargo, no fue así con todas las esculturas o monumentos instalados en
el espacio urbano de la ciudad. Gracias a la investigación-inventario de estatuas
del IDPC se encontró que muchas estatuas desaparecieron, que unas obras de
urbanismo se trasladaron y que otras se demolieron. Por ejemplo, el monumento
a Antonio Ricaurte se inauguró el 7 de agosto de 1924 se demolió en 1936. Caso
parecido fue el de las reformas sucesivas al parque de los Mártires, ejecutadas
entre 1919 y 1960. Al parque no solo le pasó por la mitad la ampliación de la
avenida Caracas, donde está localizado (entre calles 10 y 11), sino que sufrió
varias remodelaciones durante medio siglo. El obelisco en conmemoración a
104
Delgadillo, Bogotá, un museo a cielo abierto, 14-16, 235, 299.
105
Connerton, How Modernity Forgets, 5.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [113 ]


Victoria Peralta de Ferreira

los mártires, inaugurado en 1880, objetivo central del parque, fue y vino de un
lado al otro del parque hasta su reinauguración, el 17 de julio de 1960.
Aquí podemos concluir que no todas las estatuas, especialmente durante
el siglo XX, se ubicaron guardando un referente ciudadano, razón por la cual
muchas se han borrado de la memoria social bogotana, siendo una de las más
importantes el monumento a los mártires. Mártires que ya hoy no se recuerdan
y que, por lo tanto, se dejaron de homenajear.
Con respecto al momento histórico del emplazamiento de las estatuas o
monumentos, ya habíamos comentado su retraso en la aparición en el escenario
urbano de Bogotá. Estos solo aparecieron a mitad del siglo XIX, en razón de la
falta de presupuesto, del retraso y complicaciones para su diseño y elaboración
en Europa, particularmente Italia y Francia, y de las luchas bipartidistas para
decidir sobre uno u otro personaje. Con esto podemos concluir lo siguiente: que
la idea de memorializar existió en los gobernantes colombianos desde comienzos
de la república, pero su concreción estuvo mediada especialmente por el bipar-
tidismo. La ubicación de las primeras imágenes fue bien pensada y comenzó
a tener repercusión en los ciudadanos una vez colocadas a mediados del siglo
XIX. Solo hasta finales del siglo XIX y principios del XX hubo una apropiación
certera de los monumentos por parte del público local. Sobre esta apropiación
ciudadana podemos citar como ejemplo los famosos poemas de José Asunción
Silva (1895) y de Miguel Antonio Caro (1910) a la estatua de Bolívar106.
Martín Kohan se refiere en cita anterior a que la jerarquía de un prócer
resulta no solo de la manera como se le representó, sino también de cómo se
contó su vida107. A sabiendas de que los homenajeados fueron hombres ilustrados
y que el propósito del homenaje fue exaltar la vida republicana, su conformación
y logros, podemos afirmar ahora que las representaciones fundamentales de la
nación fueron escritas, el pueblo analfabeto e iletrado recordó a Bolívar y sus
batallas a través de la memoria y la tradición popular, ya que solo hasta me-
diados del siglo XIX se lo incorporó visualmente por medio del arte público108.

106
Estos poemas se leyeron públicamente en Bogotá en las fechas señalas. Miguel Antonio Caro,
“A la estatua del libertador: En la plaza mayor de Bogotá”, Boletín Cultural y Bibliográfico 7, n.o 04
(1964): 619-22. Y, José Asunción Silva, “Al pie de la estatua”, Boletín Cultural y Bibliográfico 7,
n.o 04 (1964): 623-29.
107
Cifola, Martín Kohan o la desarticulación, 5.
108
Delgadillo, Bogotá un museo a cielo abierto, 10-128.

[114 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

8. Memoria y olvido. Los vertiginosos cambios del siglo


XX y XXI
Según Paul Connerton en How Society Remember, la idea de la modernidad
invita a borrar todo aquello que estaba antes109. Es la idea deliberada del olvido
con el propósito de crear un nuevo orden. En la modernidad sobresalen cuatro
elementos principales que provocan el olvido: la hiperinformación, que no per-
mite visualizar ideas esenciales; la velocidad o aceleración de los procesos, que
borra los puntos de referencia estables y que propicia el olvido; la separación de
la vida social de un lugar estable y con dimensiones humanas, y finalmente, la
destrucción intencional de ambientes construidos, lo que genera una paulatina
amnesia110. En otras palabras, es consecuente con la teoría cultural de Walter
Benjamin sobre el arte en la era de la mecanización, ya esbozada anteriormente,
cuyo recorrido conduce del personaje héroe o mito hasta su desfiguración y
negación.
En Bogotá, con posterioridad al resto del mundo, a finales del siglo XX las
nuevas formas de homenajear se volvieron más abstractas y perdieron la relación
directa con la historia de Colombia. Los monumentos del siglo XX son piezas
neutras en su contenido temático. Tal es el caso del Hombre a caballo, donado
por Fernando Botero en el año 2000 y ubicado en el parque del Renacimiento.
Otras obras abstractas, localizadas todas en la avenida El Dorado, son Eclipse,
de Ángela Gurria; Horizonte, de Édgar Negret; Intiwatana, de Fernando de
Szyszlo; El viajero, de Fernando Seguí, que tienen algún valor estético y decoran
la ciudad en forma sublime, mas no ofrecen explícitamente referentes históricos
ni sociales111.
Podemos decir que la forma abstracta se toma la memorialización del siglo
XX y deja la figurativa atrás, por lo que hay un desvanecimiento de la figura de
los héroes; así mismo, se crean nuevos sitios de la memoria y los héroes pasan
de ser individuales a convertirse en grupos, en masas; además, con la creación
de políticas de planeación pública sobre patrimonio cultural en Bogotá, hay
un mayor interés en los nuevos monumentos, ahora abstractos, masivos, sin
evocación a héroes históricos, pero sí a hechos históricos como las masacres,
las víctimas de la violencia, etc.
Estos cambios, que ocurrieron simultáneamente a transformaciones claves
en la economía, en la sociedad y, por supuesto, en la cultura, se hicieron a partir
109
Connerton, How Societies Remember, 61. Connerton cita a de Man, quien invita a pensar en
la modernidad como un proceso de crear un nuevo orden a través del olvido. https://read.amazon.
com/.
110
Connerton, How Modernity Forgets, 27, 61, 116 y 125.
111
Delgadillo, Bogotá un museo a cielo abierto, 351-355-361.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [115 ]


Victoria Peralta de Ferreira

de 1970. En esta fecha aparecieron las primeras esculturas abstractas, que deco-
raron calles, plazas y parques en Bogotá. Comenzaron a instalarse así: Gandhi
(1971), de Feliza Bursztyn, ubicada en la calle 100 con 7ª; Dinamismo (1974),
de Édgar Negret, situada en la plaza de la Procuraduría General de la Repúbli-
ca, en la carrera 5ª con calle 15; Torres (1973), de Eduardo Ramírez Villamizar,
localizada en la avenida Circunvalar con calle 35; Lanzando la onda (1975), de
Alejandro Obregón, ubicada en la calle 24 con carrera 13, y así sucesivamente se
fue poblando la ciudad con esculturas de arte abstracto, hasta que por iniciativa
de Ana Milena Muñoz de Gaviria, en 1994 se creó el Museo Vial Avenida El
Dorado. Es en esa avenida donde reposan la mayoría de las esculturas de arte
abstracto de la ciudad. ¿Los bogotanos recuerdan estas esculturas abstractas?
¿Se ubicaron espacialmente siguiendo algún referente social o político? ¿Hay
algún sistema que las organice urbanamente y que conduzca a algún propósito
colectivo, o esto se hizo al azar?
El pasado es un país al que las nuevas generaciones deben viajar; se trata
hoy de construir una nueva memoria que traspase la abstracción. Desde el asunto
que nos ocupa en este trabajo —los monumentos públicos—, sí hay intentos de
sobrepasar la abstracción como tema. Aparecen los nuevos sitios de memoria,
los museos de memoria, los centros de memoria histórica, etc. En ellos, los
héroes se vuelven colectivos, sin características individuales. Podríamos hablar
de héroes masa y de una nueva narración antiépica que sustenta los grupos
que se quieren recordar. En el caso de Colombia, hablamos de las víctimas del
conflicto armado. Se lucha por recordar, por no olvidar, para que no se repita
la historia, para reparar simbólicamente a las víctimas; en ese orden de ideas, se
han proyectado y construido en Colombia varios museos y centros nacionales
de memoria histórica, pero el más reconocido de todos es el Museo Nacional
de Memoria Histórica, en Bogotá.
Para concluir, quiero retomar aquí el papel de una institución clave en
salvaguardar la memoria contemporánea. Se trata del Instituto Smithsoniano,
que, por un lado, fue el asesor original del Museo Nacional de la Memoria en
Bogotá112, y por otro, es el curador de la controversial exposición llamada “La
presidencia americana: una gloriosa carga”. Esta última es, sin duda, parte del
proceso de búsqueda de nuevos referentes —históricos, sociales y culturales—
en que se encuentra la humanidad actualmente.

112
revistaarcadia.com, “¿En qué va el Museo Nacional de la Memoria?” https://www.revistaarca-
dia.com/noticias/articulo/el-museo-nacional-de-la-memoria-de-colombia-posconflicto-repara-
cion-simbolica/48532.

[116 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

9. Conclusiones

El registro de la memoria social a través de la memorialización con escul-


turas públicas en Bogotá fue muy particular.

El comienzo de la formación de la nación

En lo que atañe al comienzo de la formación de la nación, podemos concluir


que en relación con el momento de la Independencia (1810) se puede decir que
el proceso de ejecución de las esculturas públicas fue lento y, por lo tanto, tardío
por varias razones: la falta de recursos económicos; la lentitud en el proceso
de concretar las ideas de como qué esculpir, para qué o a quién; igualmente, la
tardanza en el diseño de las figuras en Europa, ya que no se conocía a los per-
sonajes y los bocetos enviados divergían unos de otros; así mismo, el proceso de
fundición y transporte de las esculturas desde Europa hasta Santafé de Bogotá
implicaba tiempo adicional; la división del país político no se ponía de acuerdo
sobre los héroes a los que había que homenajear; la persistencia de la cultura
colonial en la vida cotidiana de los nuevos ciudadanos y, por ende, la lentitud
con la que la población se apropiaba de los cambios culturales republicanos,
esto es, nuevos nombres, nuevos héroes, nuevos mártires... En definitiva, nuevo
cosmos republicano.
A manera de conclusión, podemos afirmar que la asimilación de la cultura
y, en consecuencia, de los referentes republicanos por parte de los ciudadanos
apenas empezó a mediados del siglo XIX, es decir, cuatro décadas después de la
Independencia. Si este proceso se compara con el producido por la Revolución
francesa, podemos decir que este último fue casi inmediato.
En lo que respecta al espacio, es posible concluir que si bien la ciudad
era pequeña durante todo el siglo XIX, su población pasó de 20.000 a 40.000
habitantes a lo largo de esa centuria y su área urbana en 1900 medía tan solo
326 ha², las pocas esculturas figurativas ubicadas durante el siglo se hallaban en
sitios emblemáticos de la ciudad, aunque no siempre fueron sus referentes. Por
ejemplo, la estatua del Libertador, desde su instalación en la renombrada plaza
de Bolívar, se mantiene hasta hoy como referente central de la ciudad, rodeada
por el alto gobierno colombiano: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, además
de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Adicionalmente, el nombre de la plaza se em-
pleó en plazas centrales de ciudades capitales de departamentos de Colombia,
como Tunja, Cartagena, Santa Marta o Medellín.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [117 ]


Victoria Peralta de Ferreira

El ejemplo contrario está en otro prócer, Antonio Nariño, cuya escultura


no corrió con la misma suerte que la de Bolívar y la ubicaron en lo que desde
la Colonia se conoce como plaza de San Victorino. Para su emplazamiento,
en 1910, se rebautizó el sitio como plaza Antonio Nariño, pero ese nombre no
tuvo la acogida esperada y los ciudadanos la siguen llamando hasta hoy como
en la época de la Colonia113: plaza y barrio de San Victorino. Además, en los
discursos de inauguración de la estatua en Bogotá se habló de Nariño como
“Héroe calumniado y proscrito”, “Edipo americano”, “gran vencido de nuestra
historia”, “sempiterno proscrito”, “el prócer más perseguido”114, etc., lo que no
ayudó a la formación ni a la consolidación de Nariño como héroe-mito. Su
estatua en Bogotá se reubicó tres veces entre 1910 y 1980, pero sus espacios de
emplazamiento no se han convertido en referentes emblemáticos para la capital
del país115. No sucedió lo mismo con la estatua de este prócer en Pasto (Nariño),
ciudad que sí la acogió como a su héroe máximo116.
El ritmo y el lugar de localización de las estatuas muestran cómo se desa-
rrolló la memorialización en Bogotá; si a esto se suma el contexto histórico de
bipartidismo y guerras civiles permanentes, se evidencian las grandes dificul-
tades que debió afrontar el proceso de construcción de la memoria social del
país. Cabe señalar que la aceptación de los referentes por parte de los miembros
de una comunidad ha de ser homogénea para poder crear la comunidad ima-
ginada, pero lamentablemente esta uniformidad no se encontró en el proceso
bogotano, motivo por el cual su eco en el resto del país se oyó con discordancia
y desacuerdo.
Cuando decíamos que para crear memoria social los grupos proveen a los
individuos de referentes con los cuales los recuerdos se localizan en un mapa en
el que se sitúa lo que recolectamos y, por lo tanto, se ayuda a organizar la multitud
de eventos provenientes de la vida cotidiana y con el proceso cumplido, se da a
entender que los miembros de la misma cultura deben compartir una serie de
conceptos, imágenes, ideas y códigos culturales. Para Bogotá, como capital del
país, las estatuas son representaciones de recuerdos históricos, referentes que
pasan de los grupos hacia los individuos. Sin embargo, esto no ocurrió así tan
nítidamente en la ciudad, por lo que es posible concluir que definitivamente, en
el caso bogotano, no se logró un sistema homogéneo, y que, por ende, no todos
los miembros de la comunidad recuerdan, que otros rechazan los recuerdos y
113
Carolina Vanegas Carrasco, «In-visibilidades de la estatua doble del prócer colombiano An-
tonio Nariño», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 42, n.o 2 (1 de julio de
2015): 385-410, https://doi.org/10.15446/achsc.v42n2.53341.
114
Vanegas, In- visibilidades de la estatua, 2.
115
Delgadillo, Bogotá, un museo a cielo, 48-51.
116
Vanegas, In- visibilidades de la estatua, 406.

[118 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

que otros más no se dan por enterados. Esto muestra las dificultades que hay
para recordar, para tejer un sistema de referentes que redundara en una comu-
nidad imaginada que integrara mentalmente a los colombianos dentro de un
Estado nación117.
Si retomamos la idea de Comte, quien dice que nuestro equilibrio men-
tal depende en gran medida del hecho de que los objetos físicos con los que
estamos en contacto diario no cambien mucho y permanezcan estables en un
marco espacial y temporal preciso, podríamos concluir que, al tomar como
ejemplo las conmemoraciones a través de las esculturas públicas ubicadas en
la capital del país, la ausencia de estabilidad y el permanente movimiento de
los referentes no ayudaron a que los bogotanos tuvieran un gran equilibrio a
causa de que sus referentes no fueron estables ni en el tiempo ni en el espacio;
por el contrario, la inestabilidad predominó en el proceso de construcción de
la memoria social de la nación, todo lo cual proveyó a los ciudadanos de una
mirada caótica e inconexa frente a los procesos políticos, económicos y sociales,
entre otros, del país.

El proceso del olvido

A partir de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad de masas, el arte


abstracto y mecánico118, la hiperinformación, la rapidez de los procesos, entre
otros sucesos de la modernidad, conquistaron el mundo, lo que condujo nece-
sariamente a un olvido sistemático e inevitable del pasado119.
Bogotá no estuvo ausente de esta tendencia mundial. Además, muchas de
las esculturas y estatuas emplazadas en las calles de la ciudad durante el siglo XX
ayudaron a decorar la capital del país y no se usaron únicamente para servir de
referentes históricos y traer el pasado al presente. El proceso de la modernidad
en este periodo no solo impidió la culminación de la etapa de fijar referentes y
de crear héroes, ya comenzado tímidamente en la ciudad a mediados del siglo
XIX120, sino que también le dio vía libre al olvido producido por los vertiginosos
cambios económicos, sociales y culturales generados por la nueva Revolución
117
López Austin, La construcción, 75-76.
118
Benjamin, The Work of Art,.
119
Connerton, How Modernity Forgets.
120
Vanegas, Disputas simbólicas, 25. Dice citando a Choay (2007) y a Aloïs Riegl, que la escultura
conmemorativa es un tipo de monumento que se deriva de monere: “avisar, recordar. Todo arte-
facto edificado por una comunidad de individuos para recordar a otras generaciones… eventos,
sacrificios, ritos o creencias”. Son monumentos intencionados que, por voluntad de sus creadores,
han de rememorar un momento del pasado. Su función es permitir que ese monumento manten-
ga eternamente el presente.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [119 ]


Victoria Peralta de Ferreira

Industrial. Esto significa que la premisa de que la memorialización de todo


artefacto edificado por una comunidad de individuos para recordar a otras
generaciones, eventos, sacrificios, ritos o creencias del pasado, y que su función,
permitir que ese monumento se mantenga eternamente en el presente continuo,
no se han cumplido en Bogotá, ni mucho menos en las provincias colombianas.
Lo anterior condujo al desvanecimiento gradual de los héroes patrios. No
obstante, la estocada final a los héroes nacionales se les dio cuando se quitó la
cátedra de historia, en 1989. Los detractores de esta cátedra en Colombia mataron
a unos héroes, pero no construyeron su remplazo121. Los contrarios a los héroes
incluidos en los manuales de historia, al igual que Martín Kohan, pensaban que
los discursos monolíticos y glorificantes que petrifican los contenidos generan
gran desconfianza entre los críticos y lectores122. Efectivamente, la narrativa
hiperbólica y de tono glorificante era la que dominaba los manuales escolares
en la época en que existía dicha cátedra. En Colombia, este tema no se retomó
para estudiar su cambio hacia los héroes masa o antihéroes de la nueva cultura.

Las nuevas formas de representar en el siglo XXI

Ocurren dos cambios importantes en las memorializaciones en el siglo XXI:


• El tránsito hacia las nuevas memorializaciones, pues de las memorializaciones
de individuos héroes se pasa a las grupales, a las reparaciones simbólicas y a los
sitios de conciencia.
• Los cambios ideológicos y las correcciones políticas ocurridas en las últimas
décadas a escala mundial, que se reflejan en las memorializaciones.
Lo primero se refiere a las nuevas maneras de recordar, ya no a héroes
individuales sino a colectivos, como por ejemplo a los defensores de nuevos de-
rechos, entre estos las Madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires (Argentina),
las víctimas de la violencia en Colombia, Médicos Sin Fronteras... Los nuevos
monumentos son sitios de memoria, o cementerios, o museos de memoria
histórica, con objetivos muy claros sobre lo que hay que recordar.
Lo segundo tiene que ver con el proceso mundial relacionado con la revisión
histórica a los héroes memorializados. Nos hacemos las siguientes preguntas
al respecto: ¿tumbar una estatua implica cambiar la historia? ¿Son posibles la
corrección política y la revisión de la historia? ¿Se puede reescribir la historia
según la moral de hoy?
121
Victoria Peralta, “Indagando sobre memoria y modernidad en los manuales de historia de
Colombia”. En Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá: Vol. CIII, nº 862, enero-junio, 2016, pp.
93-136.
122
Cifola, Martín Kohan o la desarticulación, 4-5.

[120 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Héroes y antihéroes: la representación de las figuras mitícas en Bogotá, la capital

Carolina Vanegas Carrasco responde, que mientras siga vigente la ideología


que concibió el monumento, ya sea esta social, política, religiosa o cultural, no
habrá protestas ni contra las ideas que lo vieron nacer ni contra el monumento
mismo123.
Lo anterior nos lleva a pensar que en el momento en que cambie la ideo-
logía en Colombia y Colón se conciba como un matón de indios, el nombre de
Colombia quedará en entredicho y el teatro Colón dejará de ser el tradicional
teatro Colón…
Lo que resulta claro es que se deben prever estrategias para afrontar la
hiperinformación que nos azota, la rapidez que nos hostiga, la abstracción que
nos encandila, todo con el fin de recordar, de no olvidar. Las estrategias para
recordar se deben hacer más refinadas, más elaboradas. Tienen que llegar a lo
esencial, crear permanentemente referentes sociales para construir conciencia
sobre el lugar donde estamos, del que venimos y al que vamos.

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Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [121 ]


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nota/3271827.aspx.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 81 - 124 [123 ]


Victoria Peralta de Ferreira

Iconografía

Estampillas

-1962 Estatua de Policarpa Salavarrieta. Bogotá. Derechos políticos de la mujer. LT 1064.


-1972 La Rebeca. Bogotá. LT 1265.
-1980 Estatua de Antonio Nariño. Plaza de Armas. Casa de Nariño. Bogotá. LT 1474.
-1990 Estatua de Francisco de Paula Santander. Parque Santander. Bogotá. LT 1817.

Fotografías

Simón Bolívar.
Nombre: Monumento a Simón Bolívar
Autor: Pietro Tenerani
Ubicación: Plaza de Bolívar - BOGOTÁ
Inauguración: 20 de julio de 1846
Imagen tomada de internet: https://es.wikipedia.org/wiki/Plaza_de_Bol%C3%ADvar

Minerva
Nombre: Monumento a Minerva
Autor: Vico Consorti
Ubicación: Carrera 4, Calle 11, Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de de la República-
BOGOTÁ
Inauguración: Abril de 1958
Imagen tomada del libro: Bogotá, un museo a cielo abierto. Guía de esculturas y monu-
mentos conmemorativos en el espacio público, de la Alcaldía Mayor de Bogotá,
2008, p. 130.

Hombre a Caballo
Autor: Fernando Botero
Ubicación: Acceso Principal al
Parque El Renacimiento,
Calle 26 con Carrera 22 - BOGOTÁ
Inauguración: 3 de noviembre de 2000
Imagen tomada del libro: Bogotá, un museo a cielo abierto. Guía de esculturas y monu-
mentos conmemorativos en el espacio público, de la Alcaldía Mayor de Bogotá,
2008, p. 359.

[124 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

Discurso de recepción

Fernán González González SJ


Vicepresidente
[email protected]

En primer lugar, me siento muy honrado por la oportunidad de comentar


el discurso de posesión de la doctora Victoria Peralta de Ferreira como miembro
de número de esta Academia, aunque me temo que hubiera necesitado más
tiempo para desarrollar unos comentarios que hicieran más justicia a la riqueza
de posibilidades que ofrece el texto.

La preocupación por la memoria colectiva

Ya para entrar en materia, comenzaría por señalar que su obsesión por


analizar la manera como se construye la memoria colectiva de los pueblos ha
marcado significativamente buena parte de la vida académica de la doctora
Victoria Peralta. Así, su publicación más reciente en nuestro Boletín de la Aca-
demia versaba sobre la manera como se percibía la relación entre memoria y
modernidad en los manuales para la enseñanza de nuestra historia. Años atrás,
la Academia había publicado su libro sobre los cambios culturales en Bogotá
durante la república liberal en los años treinta, que fue también el tema de su
disertación doctoral en Sociología histórica en la New School of Social Research
de Nueva York, centrada en el tema de la representación cultural de la república
liberal, bajo la dirección de Charles Tilly, el ilustre sociólogo histórico, inspirador

Cómo citar este artículo


González González, Fernán. “Discurso de recepción”.
Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 125-129

[125 ]
Fernán González González SJ.

de buena parte de nuestras investigaciones sobre la historia comparada de la


formación del Estado.
Esta preocupación por el tema de la representación cultural de los cam-
bios políticos y sociales aparece reiterativamente en otras publicaciones de la
autora, como las dedicadas al análisis sobre el juego y los placeres y sobre las
transgresiones que se censuraban en la Bogotá decimonónica, que reflejan la
mirada que se tenía entonces sobre la moral. En ese mismo sentido publicó, en
coautoría con el psicoanalista Alberto Fergusson, un estudio sobre la industria
del placer. Y, complementariamente a esos textos, la doctora Peralta publicó
varios estudios sobre la ausencia del tema de la prostitución en las representa-
ciones escritas sobre la vida cultural de la Bogotá del siglo XIX. Finalmente, el
discurso pronunciado en la celebración de la eucaristía de la conmemoración
de los mártires de la independencia en el bicentenario del fusilamiento de
Policarpa Salavarrieta reitera su preocupación por los referentes culturales que
tiene nuestra población con respecto a nuestra historia.
Y, además de estos análisis concretos sobre la vida cultural de Bogotá du-
rante el siglo XIX y primeras décadas del XX, la doctora Peralta se ha ocupado
de temas más generales como los referentes a las relaciones entre modernidad
y sociedad civil, la recepción traumática de la modernidad en Colombia y los
aportes de Marshall Berman sobre la modernidad líquida, como también a la
cultura popular posmoderna, que de alguna manera inspiran su discurso actual.

La Memoria y las transformaciones sociales


de la modernidad

Por eso, estas referencias a algunos aspectos de la producción académica


de nuestra recipiendaria me sirven como introducción a mis comentarios sobre
su discurso de posesión, que parte de los aportes de la escuela de Frankfurt
sobre la modernidad para acercarse al uso de memoriales para la construcción
de referentes culturales de la Nación como comunidad imaginada, en términos
de Benedict Anderson.
Así, la presentación de la doctora Peralta comienza por recorrer la tradición
histórica de las conmemoraciones históricas en Bogotá para intentar detectar
la manera como se crean o destruyen los mitos de sus héroes, como base para
indagar los cambios que la transición entre vieja y nueva cultura producen en
los modos de su representación. Desde este recorrido se pregunta sobre cómo se
comenzó a construir la memoria colombiana a partir de los orígenes hispánicos
y la fundación de la república para llegar a los cambios del siglo XXI. Finalmente,

[126 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Discurso de recepción a cargo del académico de número

la recipiendaria busca evaluar el estado del arte de las conmemoraciones a la


luz de las nuevas tendencias internacionales
Para esa indagación, el hilo conductor de sus reflexiones es el interrogante
sobre hasta qué punto los cambios culturales introducidos por la modernidad
y post modernidad modifican las percepciones y concepciones de las conme-
moraciones públicas de los personajes de nuestra historia. Así, siguiendo a
Umberto Eco, muestra que el contexto cultural que enmarcó a Leonardo da
Vinci como genio individual y solitario no existe ya en la sociedad actual, como
resultado de la democratización de la cultura que comienza con la revolución
francesa. Y retoma los planteamientos de Walter Benjamin sobre el impacto de
las técnicas repetitivas del cine en la percepción de la obra de arte para sub-
rayar la desvalorización de lo individual en el arte, que hace casi imposible la
percepción de la singularidad en la sociedad industrial moderna. Además de
esta desvinculación que Benjamin introduce entre el objeto representado y la
tradición, la doctora Peralta retoma otra de las ideas de este autor, la conversión
del espectador en experto capaz de opinar o juzgar, otro aspecto de los efectos
de la democratización masiva de la cultura.
Estos planteamientos sobre la superación del actor individual explica la
insistencia de la recipiendaria en la exposición del museo Smithsonian sobre los
presidentes norteamericanos que son presentados como líderes de equipos de
trabajo colectivo en un contexto cultural que sirve de referente de su accionar y
no como individuos excepcionales que superan solos los problemas de su entorno.

La necesidad de considerar los referentes culturales

A partir de esa introducción, la doctora Peralta muestra la necesidad de


ubicar a los personajes históricos dentro de sus referentes culturales, entre los
cuales se destacan las estructuras ideológicas de su cosmovisión ya que la me-
moria no es un simple registro de los hechos sino una construcción selectiva
que refleja la manera dinámica como la sociedad percibe y valora los hechos.
De ahí que la memorialización de los hechos refleje las diferentes situaciones y
cosmovisiones de las naciones, como ilustran los casos de Marruecos y Cam-
bodia, cuyas historias son muy diferentes de la de América Hispana
Para referirse al caso de Iberoamérica, la recipiendaria se apoya en el trabajo
de Cecile Cifola sobre los mitos de la cultura popular de Argentina, con algunas
referencias a los análisis de Raymond Williams, José María Mardones y Martin
Kohran. El recorrido por los aportes de estos autores conducen a concebir el
mito como una condensación de significados que tienden a ser asumidos co-

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 125 - 129 [127 ]


Fernán González González SJ.

lectivamente como ciertos. En el caso argentino, se muestra así la exaltación e


idealización de José de San Martín, como padre de la patria, que contrasta con el
caso colombiano, con su pluralidad de héroes fundadores que compiten entre sí.

Los problemas de la memoria en la historia


colombiana

Esta referencia de la recipiendaria a la comparación entre los casos de


Argentina y Colombia me sirve para introducir algunos comentarios, en el
sentido de que es necesario introducir como un punto necesario de reflexión el
papel que juegan las adscripciones políticas para la memorialización de hechos
y personajes. En el caso colombiano, la mayor parte de la historiografía política
está marcada por el mito bipartidista que nos ha llevado a escribir dos historias
paralelas contrapuestas, con dos panteones de personajes mitificados donde los
héroes de un panteón son los antihéroes del otro. Esta contraposición de héroes
impide tomarlos como referentes fundacionales de la nación como comunidad
imaginada de compatriotas, que el mito bipartidista ha transformado en dos
comunidades contrapuestas de copartidarios. Esta comunidad imaginaria es-
cindida ha hecho que Helen Delpar, la historiadora norteamericana de Rojos y
Azules, sostenga que es casi imposible escribir la historia política del siglo XIX
sino se supera la contradicción entre nuñófobos y nuñólatras.
De ahí la necesidad de acercarnos a los procesos de construcción de
las historias de nuestros líderes mesiánicos, como sugiere la doctora Peralta,
siguiendo el libro de Jacques Lafaye, Mesías, cruzadas, utopías. El judeocristia-
nismo en las sociedades ibéricas, que continúa su línea de investigación que lo
había hecho famoso en su obra anterior, Quetzalcóatl y Guadalupe. En ese libro,
que combina los movimientos mesiánicos de salvación con los héroes míticos
políticos de México y Colombia aparecen mencionados Emiliano Zapata, Ca-
milo Torres Restrepo y hasta Rojas Pinilla, que tienen dificultades obvias para
su memorialización oficial.
Esta necesidad de considerar el impacto de los cambios políticos en los
procesos de las conmemoraciones se puede ilustrar con la referencia que hace la
doctora Peralta al caso de Rodhes, colonizador de lo que se llamaba Rodhesia y
hoy se ha rebautizado como Zimbabue, cuya estatua no ha podido ser derribada
en la Universidad de Oxford, a pesar de las denuncias de sus violaciones de
derechos humanos en África. Otro caso sería el de los procesos contra Cristó-
bal Colón en Nueva York y Caracas, que nos afectarían como país que lleva su
nombre. Además, la recipiendaria se refiere también a los recientes movimien-

[128 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Discurso de recepción a cargo del académico de número

tos contra las estatuas de los líderes del sur de los Estados Unidos en la guerra
de secesión. A esto se podría añadir los movimientos contra las estatuas de
Franco en España e incluso los problemas del departamento de Nariño contra
la memoria de Bolívar y Sucre.

Los interrogantes del momento actual

Estas referencias llevan a la recipiendaria a plantearse algunos interrogan-


tes que nos conciernen a los miembros de esta Academia, especialmente en los
momentos actuales cuando discutimos el tema de la enseñanza de la historia
en el bachillerato: ¿Es posible y necesario reescribir nuestra historia según lo
que hoy consideramos políticamente correcto? ¿Cómo enseñar hoy historia
patria teniendo en cuenta las investigaciones históricas más recientes que nos
obligarían a revisar nuestra lista de héroes y mitos? ¿Cuáles serían los límites,
si los hubiera, para los procesos desmitificadores del revisionismo histórico?
¿Cómo utilizar el arte como instrumento de reparación simbólica?
En ese sentido, se refiere la doctora Peralta al tema del desvanecimiento
paulatino de los héroes en los manuales de la enseñanza de la historia, que
llega a su punto culminante con la desaparición de la cátedra de historia, Sin
embargo, ella también subraya, siguiendo a Martin Kohan, la desconfianza que
los discursos glorificantes y petrificantes del pasado que dominaban en los ma-
nuales escolares producían en críticos y lectores, porque no se logró construir
una nueva memoria que hiciera justicia a los actores colectivos y las nuevas
interpretaciones producidas por las investigaciones más recientes. El problema
consistió, según nuestra recipiendaria, en que las celebraciones y conmemo-
raciones se inspiraron en los valores contrapuestos de la Francia ilustrada y la
tradición hispánica, que correspondían a los fundadores de nuestra república,
sin tener en cuenta la mentalidad popular basada en el sincretismo religioso al
que se refería la obra de Jacques Lafaye.
En conclusión, el discurso de la doctora Peralta nos invita a examinar la
manera como representamos nuestra historia tanto en nuestras actividades
docentes como en nuestras publicaciones y cómo nos imaginamos el papel de
nuestros héroes y contrahéroes en la construcción de nuestra nacionalidad.
Obviamente, esta invitación se hace más relevante en los momentos actuales
de nuestra Academia, cuando estamos discutiendo sobre la manera como se
integra la Historia en el sistema educativo, pero también en la actual coyuntura
que vive el país en torno a la discusión sobre los acuerdos de La Habana y el
Teatro Colón.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 125 - 129 [129 ]


Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

El proceso de industrialización de
América Latina y la influencia del
pensamiento de la CEPAL,
1930-1980

José Antonio Ocampo


Académico Correspondiente
[email protected]

Resumen
Este ensayo analiza los orígenes y consolidación del proceso de
industrialización como motor del desarrollo de las economías latinoa-
mericanas desde la Gran Depresión de los años 1930 hasta la década de
1970. Discute primero la importancia que tuvieron las perturbaciones
externas generadas por la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial
en la gestación de dicho proceso. Considera posteriormente el impacto
que tuvieron las ideas de la CEPAL en la consolidación de la estrategia de
industrialización, las fases de dicho proceso y su alcance variable en los
distintos países de la región. Por último, analiza los resultados de dicha
política, tanto económicos como sociales, y explora sus efectos sobre
las exportaciones, el desarrollo agropecuario y la estabilidad macroeco-
nómica, examinando en este último caso los orígenes de la crisis de la
deuda de los años ochenta, que marca el fin definitivo de la estrategia
de industrialización.

Cómo citar este artículo


Ocampo Gaviria, José Antonio. “El proceso de industrialización de América Latina y la
influencia del pensamiento de la CEPAL, 1930-1980”.
Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 131-170.

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José Antonio Ocampo

Abstract

This paper analyzes the origins and consolidation of industrialization


as the engine of growth of the Latin American economies from the Great
Depression of the 1930s until the 1970s. It discusses first the relevance of
the external shocks generated by the Great Depression and the Second
World War in the origins of this process. It considers then the impact of
the ideas of ECLAC on the consolidation of the industrialization strategy,
its phases and its variable reach in different countries in the region. It
finally analyzes its outcomes in economic and social terms, and explores
its effects on exports, agricultural development and macroeconomic
stability, examining in the latter case the origins of the debt crisis of the
1980s, which led to the collapse of the industrialization strategy.

I. Los antecedentes

En contra de la visión tradicional según la cual la industrialización de


América Latina surgió de la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado1,
varias investigaciones nacionales han demostrado desde hace ya algún tiempo
que la industria moderna se inició durante la fase de desarrollo liderado por
las exportaciones de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX (la “era de las
exportaciones”, como la denominaré aquí). Ya para 1929, la industria manu-
facturera representaba el 16% del Producto Interno Bruto (PIB) en los países
del Cono Sur (Argentina, Chile y Uruguay) y 20% en Argentina, la economía
latinoamericana más desarrollada de entonces (Bértola y Ocampo, 2013, Cuadro
3.19). Brasil y México mostraban también un proceso de industrialización en
marcha, y la industria representaba en esos países el 12-13% del PIB. Colombia
se atrasó relativamente, debido al rezago en garantizar un desarrollo exportador
dinámico y una infraestructura de transporte moderno, pero aun así, al estallar
la Gran Depresión se había superado definitivamente la era de los pioneros de
la industrialización, para utilizar la terminología de Ospina Vásquez (1955). En
todas estas economías, incluyendo Colombia, este proceso estuvo cimentado en
una política de protección, siguiendo por lo demás la tendencia de Europa con-
tinental de fines del siglo XIX y de los Estados Unidos desde su independencia.
México bajo el Porfiriato es quizás el mejor ejemplo de ello. Respondía así a una
1
En el resto del ensayo, cuando me refiero a una década, se sobreentiende que corresponde al
siglo XX.

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visión según la cual la producción para el mercado interno no era incompatible


con el desarrollo exportador sino más bien una oportunidad adicional para el
desarrollo de actividades económicas modernas.
El desarrollo temprano de la industria tuvo varias fuentes. La primera
fue el procesamiento industrial que requerían algunos productos de exporta-
ción. Esto fue notablemente cierto en las actividades de fundición y a veces de
refinación en las economías mineras, así como de las exportaciones de azúcar, de
carne refrigerada y aún de café, aunque en este caso solo mínimamente (trilla).
Otros renglones de exportación, como el petróleo y el banano, requerían redes
especiales de transporte pero no un procesamiento considerable. La segunda
fuente fue la demanda interna generada por el crecimiento exportador, asociada
además a la integración del mercado interno que se generó con el desarrollo de la
infraestructura de transporte moderna (especialmente ferrocarriles) y el proceso
de urbanización que acompañó el crecimiento económico. Nuevamente estos
procesos fueron particularmente notables en el Cono Sur, donde ya en 1930 el
57% de la población residía en zonas urbanas y donde, además, se produjo un
intenso proceso de migración de mano de obra europea. La tercera fuente fue la
protección, lo cual fue notablemente cierto en caso de la industria textil en casi
todos los países de la región. Cabe agregar que la protección natural generada
por los costos de transporte fue también importante en el surgimiento de algu-
nas industrias, notablemente la cerveza, las bebidas gaseosas y los materiales de
construcción; de igual manera, la protección natural generada por las demandas
locales específicas fue también importante en la industria editorial.
El crecimiento industrial durante la era de las exportaciones tuvo, sin
embargo, límites marcados y difícilmente estaba en condiciones de generar un
profundo cambio estructural de las economías latinoamericanas. Este fue el
proceso que se puso en marcha a raíz del colapso del comercio internacional
durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, que obligó a la re-
gión a reorientar su desarrollo. El comercio mundial ya había experimentado
fuertes debilidades con la desaceleración de la economía europea desde la
Primera Guerra Mundial, que afectó fuertemente a los países del Cono Sur, y
notablemente a Argentina, pero su colapso tuvo lugar durante los años treinta.
El patrón oro, la base del sistema monetario internacional de la época, tuvo que
ser suspendido por los países europeos durante la Primera Guerra Mundial, no
se pudo restablecer en forma estable durante la década del veinte y colapsó de-
finitivamente durante la Gran Depresión. El propio sistema financiero privado
internacional colapsaría igualmente durante los años treinta. Sin embargo, más
que una transición súbita hacia un nuevo modelo de desarrollo, lo que se dio

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en América Latina como resultado del colapso de esta “primera globalización”,


como se le ha llamado en la historiografía económica moderna, y de los choques
macroeconómicos de gran intensidad que la acompañaron, fueron respuestas
pragmáticas, en no pocos casos francamente improvisadas o replicando acciones
que estaban llevando a cabo los países industrializados.
A nivel mundial, los cambios que tuvieron como resultado del colapso
de la primera globalización fueron la creciente intervención del Estado en la
economía y el retroceso del liberalismo a nivel mundial. El primero de estos
procesos fue notable con el ascenso del fascismo y el comunismo, pero fue
cierto igualmente de las economías que mantuvieron tendencias más liberales.
La esfera de acción del Estado se amplió también bajo la presión por reformas
sociales para responder a los movimientos obreros, lo que incluyó la primera
organización internacional dedicada a asuntos sociales, la Organización Inter-
nacional del Trabajo, en 1919. La acción estatal fue impulsada además por la
planeación económica y las fuertes regulaciones a la actividad privada generadas
por las necesidades de manejo económico durante las dos guerras mundiales y
la obligación de administrar los efectos del colapso del patrón oro, del sistema
financiero y los altos niveles de desempleo generados por la Gran Depresión.
Como resultado de todos estos procesos, surgiría en América Latina
un nuevo patrón de desarrollo, que con otros autores hemos venido a deno-
minar como industrialización dirigida por el Estado2. Este concepto es mucho
más apropiado que el tradicional de “industrialización por sustitución de
importaciones”, porque el proceso sustitutivo fue muy diverso en los distintos
países y a lo largo del tiempo, y no fue necesariamente su característica más
importante. Los dos elementos decisivos, que se captan adecuadamente en el
nuevo concepto, fueron el foco creciente en la industrialización como el motor
del desarrollo y la ampliación significativa de las esferas de acción del Estado
en la vida económica y social. Un tercer elemento fue la orientación hacia el
mercado interno, el aspecto que resaltan tanto el concepto de la CEPAL de “de-
sarrollo hacia adentro” como el foco del concepto tradicional mencionado en
la sustitución de importaciones. Sin embargo, más allá de la orientación hacia
el mercado interno, se trataba de un proceso que generó cambios en múltiples
estructuras y políticas económicas y sociales internas.
La industrialización dirigida por el Estado cubre dos fases enteramente
diferentes. La primera, durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial,
fue un período de transición, generado por las respuestas macroeconómicas
pragmáticas e incluso improvisadas para manejar las perturbaciones económi-
2
Este concepto fue acuñado por Thorp (1998) y Cárdenas, Ocampo y Thorp (2003) y lo hemos
utilizado ampliamente en Bértola y Ocampo (2013).

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cas generadas por la Gran Depresión, pero que se caracterizó también por el
surgimiento de nuevas formas de intervención estatal. Como un todo, fue un
período de lento crecimiento económico (2,6% anual o 0,6% por habitante3),
pero aun así superior al promedio mundial de la época4. La segunda fase, entre
el final de la Segunda Guerra Mundial y 1980, que puede considerarse como el
período más clásico de la industrialización dirigida por el Estado, dio lugar al
mayor crecimiento de la economía latinoamericana en toda su historia (5,5%
anual y 2,7% por habitante) y, como veremos, también a los mayores ritmos
de aumento de la productividad. Es interesante observar que el aumento del
PIB por habitante fue alto pese a la explosión demográfica que caracterizó este
período. En todo caso, los desarrollos durante ambas fases fueron muy diversos
a lo largo y ancho de la región.
También tuvo un impacto el despegue de la “segunda globalización”: el
rápido crecimiento del comercio internacional desde la década del cincuenta,
las oportunidades que comenzó a ofrecer para las exportaciones industriales
de países en desarrollo desde mediados de la década del sesenta, la reconstruc-
ción del sistema financiero privado internacional desde fines de los cincuenta
(aunque sus efectos fueron importantes para América Latina solo en la década
del setenta) y las críticas crecientes al intervencionismo estatal que acompa-
ñaron estos procesos. Sin embargo, sus efectos más notorios sobre la región (y
el mundo en general) se sentirían más allá del período que cubre este ensayo.

II. Los choques externos y la lenta gestación


de una nueva época

La Gran Depresión representó el golpe definitivo a la primera globalización:


desordenó el comercio mundial, profundizó las tendencias proteccionistas, generó
el colapso del patrón oro y del sistema financiero privado internacional y generó
una dramática depresión en los Estados Unidos, la economía industrializada
de la cual había venido a depender crecientemente América Latina después
de la desaceleración de las economías europeas que se produjo a partir de la
Primera Guerra Mundial. Los precios de los productos básicos comenzaron a
3
Las estadísticas de crecimiento que utilizo en este ensayo están tomadas de Bértola y Ocampo
(2013), Cuadros AE.1 y AE.2.
4
Por ejemplo, de acuerdo con las conocidas estimaciones de Angus Maddison, el crecimiento
conjunto de Europa Occidental y los “Retoños Occidentales” (Estados Unidos, Canadá, Aus-
tralia y Nueva Zelanda) fue del 1,2% anual en 1929-39 (para excluir los efectos de la Segunda
Guerra Mundial) y del 1,8% en 1929-50 (para incluir los años de reconstrucción económica de
Europa después de la Guerra). Los de las principales ocho economías de América Latina fueron
de 2,2 y 3,5% anual durante estos períodos, de acuerdo con este mismo autor.

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caer desde mediados de 1928, antes del derrumbe de Wall Street y, en algunos
casos, como el azúcar y el cacao, desde mucho antes. También desde mediados
de 1928 comenzó a enfriarse el auge de financiamiento internacional que había
beneficiado a la mayoría de los países latinoamericanos durante los años veinte
(con México como gran excepción, debido al impacto de su Revolución).
El colapso de las exportaciones y la interrupción brusca del finan-
ciamiento internacional generaron tensiones en la balanza de pagos y en las
cuentas fiscales. Aunque los países latinoamericanos estaban acostumbrados a
estos fenómenos, esta vez la escala de los acontecimientos fue mucho mayor5.
Si bien el grueso de los países (entre ellos, y en forma notoria, Colombia) se es-
forzaron inicialmente por mantenerse dentro de las “reglas del juego” del patrón
oro, ajustando las finanzas públicas y permitiendo que la cantidad de dinero
en circulación se redujera en forma dramática a medida que disminuían las
reservas internacionales, todos terminaron abandonando dicho patrón cuando
la madre de dicho régimen, Gran Bretaña, lo hizo en septiembre de 1931. Esto
estuvo acompañado en la mayoría de los países por una devaluación del tipo
de cambio con respecto a la moneda internacional emergente, el dólar de los
Estados Unidos. El uso en gran escala en el mundo industrializado de controles
de cambios, de tasas de cambio múltiples, de mayores aranceles y controles a las
importaciones, y de acuerdos bilaterales de comercio y de pagos, se difundió
hacia los países de la región. Los pocos países que evitaron el uso de los nuevos
instrumentos cambiarios fueron países pequeños bajo una fuerte influencia de
los Estados Unidos o que usaban el dólar como medio de pago (Cuba y Panamá,
en particular).
Con el colapso de los precios de productos básicos, se generalizaron
los mecanismos para administrar los mercados internacionales de productos
básicos, los cuales tenían antecedentes, entre ellos los tres utilizados por Brasil,
bajo el liderazgo del estado de São Paulo para manejar la oferta de café desde
comienzos del siglo XX. Las medidas, impulsadas ahora por el gobierno federal
de Brasil, se hicieron más agresivas durante la Gran Depresión e incluyeron
la destrucción física de inventarios6. Brasil intentó llegar a un acuerdo con
Colombia para manejar el mercado cafetero desde 1931, pero estos esfuerzos
solo fructificaron muy temporalmente en 1936-37, ya que Colombia suspendió
unilateralmente el acuerdo después de intervenir en el mercado durante solo
seis meses (octubre de 1936 a marzo de 1937). El primer éxito estable fue el
5
Véase un análisis pormenorizado de los efectos de la Gran Depresión en América Latina
en Díaz-Alejandro (1988), el volumen compilado por Thorp (1988) y Bulmer-Thomas
(2003, cap. 7).
6
Para la historia de estas intervenciones véase, entre otros, Delfim Netto (1979).

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Acuerdo Interamericano de Café de 1940 promovido por Estados Unidos para


manejar el mercado durante la Segunda Guerra Mundial. En el caso del azúcar,
el colapso temprano de los precios desde 1925 dio lugar primero a medidas para
restringir la producción en Cuba y posteriormente a la promoción por parte
de este país de un acuerdo para restringir la oferta de varios países productores
(y una colonia holandesa, Java), que se firmó en 1931. Sin embargo, los países
participantes, que representaban cerca de la mitad de las exportaciones mun-
diales, tuvieron que abandonar el acuerdo en 1935 porque perdieron veinte
puntos porcentuales de participación en el mercado. Este sería sucedido por el
primer Acuerdo Internacional del Azúcar, en 1937, firmado en Londres por 41
países, que incluía algunos consumidores.

La magnitud del colapso del comercio exterior latinoamericano fue


notoria (véase el Gráfico 1, que resume las principales variables para las siete
principales economías de la región). El quantum de exportaciones se redujo
un 28% entre 1929 y 1932 y, debido además a la fuerte caída de los términos
de intercambio, su poder de compra disminuyó un 48% hasta dicho año y un

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51% en su punto más bajo, en 1933. Como resultado de la interrupción del


financiamiento externo, las importaciones cayeron aún más: casi dos terceras
partes entre 1929 y 1932. Chile y Cuba fueron los países más golpeados, en
tanto que Colombia fue uno de los menos afectados (Bértola y Ocampo, 2013,
Cuadro 4.1). Aunque hubo una recuperación en los años posteriores, el poder
de compra de las exportaciones y el volumen de importaciones continuaron
deprimidos por la recuperación incompleta de los precios internacionales de
productos básicos. Esta recuperación se frenó, además, en 1937 por una nueva
recesión en los Estados Unidos, la cual fue sucedida por los impactos de la
Segunda Guerra Mundial sobre el comercio internacional.
Dado el colapso del comercio y la falta de financiamiento internacional,
no es extraño que se produjera una oleada de moratorias de la deuda externa,
siguiendo por lo demás una tendencia internacional en los años treinta y, adi-
cionalmente, sin que el gobierno de los Estados Unidos mostrara intención de
intervenir para evitar las suspensiones en el servicio de la deuda externa por
parte de los países deudores7. Argentina y Venezuela fueron las principales
excepciones, en el primer caso como parte de un acuerdo comercial celebrado
con el Reino Unido y en el segundo porque terminó de pagar su deuda externa
en 1930. Los países en moratoria hicieron algunos pagos parciales en algunos
años (especialmente algunos pequeños muy dependientes de Estados Unidos) y
recompraron parte de los bonos a los precios deprimidos del mercado. En todo
caso, en 1935 el 97,7% de los bonos en dólares emitidos por América Latina
estaba en mora, y 65,0% continuaban estándolo en 1945, si se excluyen en ambos
los emitidos por Argentina (Naciones Unidas, 1955, Cuadro XII).
Con el colapso definitivo del patrón oro y sus “reglas de juego”, se pro-
dujeron cambios de fondo y duraderos en la forma de hacer política macroeco-
nómica. El nuevo “paquete” de políticas incluyó la devaluación de la moneda
en un amplio grupo de países, el abandono de la ortodoxia monetaria de atar
la oferta monetaria a las reservas de oro de los bancos centrales y el alivio fiscal
generado por la moratoria de la deuda externa. Todo esto se tradujo en políticas
expansionistas, más monetarias que fiscales, que favorecieron la recuperación
de la demanda interna. Es difícil hablar, por el contrario, del surgimiento ex-
plícito de una nueva estrategia de desarrollo basada en la industrialización. El
aumento de la protección representó, sin duda, un paso en tal sentido, al lado
de la creación de varios bancos comerciales estatales y de bancos de desarrollo.
Argentina, Brasil, Costa Rica y Uruguay ya contaban con bancos públicos impor-
tantes desde el siglo XIX o comienzos del XX. Colombia, entre otros países, creó
7
Para un análisis detallado de estos procesos, véanse Marichal (1989, caps. 7 y 8) y Stallings
(1987, cap. 2). Véase también la información y análisis muy útiles de Naciones Unidas (1955).

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dos bancos estatales a comienzos de la crisis: la Caja Agraria y el Banco Central


Hipotecario. Chile, Colombia y México instituyeron sus principales bancos de
desarrollo entre 1934 y 1940. La nacionalización de la industria petrolera de
México en 1938 representó, por su parte, el paso hacia el control por parte del
Estado de sectores considerado “estratégicos”.
Las devaluaciones de los tipos de cambio, las medidas de protección y
los emergentes controles de importación generaron fuertes incentivos para la
producción interna de manufacturas. La recuperación de la demanda interna en
economías más protegidas y con tipos de cambio más competitivos constituyeron
incentivos adicionales. La industrialización recibió así un nuevo impulso, lo que
benefició a los países (generalmente grandes) para los cuales este proceso estaba
en plena marcha, pero también para otros, entre los que se destaca Colombia,
cuyo despegue industrial se había iniciado, pero era todavía incipiente. Varios
países, especialmente algunos pequeños y medianos, también experimentaron
procesos de sustitución de importaciones agrícolas.
El crecimiento económico resultante fue, como vimos, superior al que
caracterizó la economía mundial durante estos años, pero inferior en cualquier
caso al de los años veinte (véase el Gráfico 4 más adelante). Más importante
que el crecimiento económico agregado fue, por lo tanto, la expansión y diver-
sificación de la producción manufacturera que se experimentó durante estos
años (Haber, 2006), generando lo que se puede denominar la fase “pragmática”
de sustitución de importaciones. El auge de la industria textil, de alimentos
procesados para el mercado interno, de bebidas, de cemento, la refinación de
petróleo, la industria farmacéutica, y en algunos países la siderúrgica, son el
reflejo de ello, al igual que la sustitución de importaciones agrícolas. Colombia
fue el caso más destacado de crecimiento de la producción industrial durante
estos años, seguida por Costa Rica, Brasil y México (Cuadro 1). La reorientación
de la infraestructura hacia carreteras en vez de ferrocarriles, y los importantes
planes de expansión vial que pusieron en marcha muchos países como parte
de los programas de reactivación, contribuyeron también a la integración del
mercado interno.

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Sin embargo, más que un cambio súbito y radical en los patrones de de-
sarrollo de América Latina, la Gran Depresión representó una fase de transición.
En particular, los países no descartaron la posibilidad de que las exportaciones
se recuperaran, como había acontecido en el pasado y como sucedió de hecho
entre 1932 y 1937. Los efectos de la nueva recesión de los Estados Unidos de
1937 y el estallido dos años después de la Segunda Guerra Mundial fueron, por
eso, la ratificación de que la era de las exportaciones había llegado a su fin. Como

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lo indica el Gráfico 2, el coeficiente de exportaciones como porcentaje del PIB


colapsó entre 1937 y 1949 a menos de la mitad (si se excluye a Venezuela). El
“cierre” de las economías latinoamericanas se había perpetuado, esencialmente
como resultado de factores externos.

La Segunda Guerra Mundial proporcionó un nuevo impulso al inter-


vencionismo estatal y a la industrialización. La interrupción del abastecimiento
de algunos productos, como resultado de los racionamientos y escaseces típicas
de la guerra, generó una nueva caída en las importaciones y sirvió como justifi-
cación para la promoción de un nuevo conjunto de actividades manufactureras
en los países donde el proceso de industrialización se había arraigado. Las
escaseces generadas por la guerra terminaron siendo, además, una bendición
para algunos países latinoamericanos. México experimentó un corto auge de
exportaciones de manufacturas hacia Estados Unidos, especialmente de texti-
les, que no se sostuvo después de la guerra. Venezuela y Cuba se beneficiaron
de tener productos estratégicos (petróleo) o escasos (azúcar). La recuperación
del volumen de exportaciones, la continuada expansión del mercado interno
y la sustitución de importaciones sirvieron de base para una aceleración mo-
derada del crecimiento en relación con los años treinta; en algunos casos, sin
embargo (entre ellos el de Colombia), el crecimiento se redujo un poco (véase
nuevamente el Cuadro 1).

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Debido a las restricciones de la guerra, los ingresos por exportaciones


no pudieron ser gastados enteramente en importaciones y generaron una acu-
mulación de reservas internacionales. Estos recursos servirían para financiar
un gran auge de inversión en la inmediata posguerra, así como la compra de
empresas extranjeras de infraestructura y servicios públicos, entre las cuales se
destaca la nacionalización de los ferrocarriles británicos por parte del General
Perón en Argentina. Por su parte, Estados Unidos comenzó a promover la re-
negociación de las deudas externas de los países latinoamericanos, generando
acuerdos que fueron en general muy favorables8. Este fue parte de un paquete
más grande de apoyos de los Estados Unidos a los países latinoamericanos, que
incluyeron también el Acuerdo Interamericano de Café, préstamos del Banco
de Exportaciones e Importaciones y la iniciativa (no aprobada por el Congreso
de ese país) de crear un Banco Interamericano de Desarrollo. La acumulación
de reservas internacionales, conjuntamente con la moratoria y la generosa
reestructuración de la deuda externa, permitieron que América Latina comen-
zara la posguerra con unos coeficientes de endeudamiento público y externo
extremadamente bajos.

III. Ideas e instituciones que moldearon la


industrialización. El papel de la CEPAL.

Los acontecimientos de la década de treinta y la Segunda Guerra Mun-


dial fueron, así, la semilla de una nueva época, pero el período de gestación fue
largo y careció de una dirección clara por mucho tiempo. Hicieron parte, en
todo caso, de una tendencia mundial a la creciente intervención estatal en las
economías, que se acentuaría en las décadas siguientes.
El elemento más destacado durante este primer período fue, sin duda,
el surgimiento de una política macroeconómica más activa. Sin embargo, la
naturaleza de estas políticas tuvo sentidos muy diferente en el “centro” y en la
“periferia” de la economía mundial, para utilizar dos términos favoritos de la
CEPAL. En el centro, éstas tomaron directamente la forma de un manejo activo
de la demanda agregada, con el objetivo de moderar los ciclos económicos. Esta
idea que se entronizó en la propia teoría económica a partir de la publicación
en 1936 de la “Teoría General” de John Maynard Keynes. En la periferia, el ac-
tivismo macroeconómico tendría otros signos, ya que la fuente principal de los
ciclos económicos eran los choques externos que se transmiten desde los países
8
Véanse al respecto Eichengreen y Portes (1989), Jorgensen y Sachs (1989) y Marichal (1989,
cap. 8).

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El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

industrializados hacia la periferia a través del comercio y del financiamiento


internacional. Por eso, el manejo macroeconómico se centró en intervencio-
nes directas en la balanza de pagos. Por lo demás, la capacidad de expandir la
demanda durante las fases cíclicas adversas enfrenta típicamente restricciones
asociadas a la disponibilidad de divisas, una lección que aprenderían una y otra
vez las autoridades económicas latinoamericanas.
Los problemas asociados al manejo de la balanza de pagos enmarcaron
el debate macroeconómico regional durante medio siglo. Las autoridades eco-
nómicas centrarían su atención en la racionalización de los egresos de divisas
durante las crisis y, crecientemente, en la generación de nuevos ingresos por
exportaciones. Las posibilidades de manejo anticíclico de la demanda eran mucho
más limitadas. De hecho, durante las crisis, el Fondo Monetario Internacional,
creado en 1944, presionaría en favor del manejo procíclico de la demanda (es
decir, medidas de austeridad durante las crisis), siguiendo principios de hecho
similares a las “reglas del juego” del patrón oro, aunque ahora moderados por
la posibilidad de reajustar los tipos de cambio y de conseguir financiamiento
multilateral. En otros términos, mientras el eje del pensamiento keynesiano fue
la estabilización de la demanda agregada a través de las políticas fiscal y mone-
taria, el manejo de los choques de oferta agregada provenientes de la balanza
de pagos se convirtió en el tema principal para las economías latinoamericanas.
Por otra parte, y con contadísimas y matizadas excepciones (Estados
Unidos, en particular), las visiones sobre el papel más activo del Estado en el
desarrollo económico y social se consolidaron en el mundo entero después de
la Segunda Guerra Mundial. Las visiones oscilaron entre la creación de econo-
mías mixtas y la planeación central. Siguiendo a Europa Occidental, América
Latina optó por modelos de economía mixta, es decir, por menos y no por más
Estado. Las otras regiones del mundo en desarrollo, de Asia y África, optarían
por modelos más intervencionistas. Solo Cuba adoptaría, y mucho después, un
modelo de planeación central, al cual se unirían los experimentos fallidos de
la Unidad Popular en Chile a comienzos de los años setenta y de la Revolución
Sandinista en Nicaragua a partir de 1978, ambos con más matices de economía
mixta que el modelo cubano.
En el caso de América Latina y del mundo en desarrollo en general,
algunos elementos de la evolución de la economía mundial siguieron siendo,
además, decisivos para las opciones de desarrollo que estaban disponibles. Uno
de estos hechos más importantes es que, hasta mediados de los años sesenta, la
reconstrucción del comercio internacional no ofreció grandes oportunidades
a los países en desarrollo. Más aun, la exportación de productos básicos siguió

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jugando un papel importante durante toda esta nueva fase de desarrollo, entre
otras razones porque la industrialización siguió dependiendo en gran medida
de las divisas que generaban las exportaciones de dichos productos. Una de las
implicaciones de ello, en la visión de Hirschman (1971), es que la “industriali-
zación tardía” de los países latinoamericanos se caracterizó por la debilidad de
los intereses industriales en relación con los primario-exportadores.
A pesar de su papel mucho más reducido en las economías de la región,
las exportaciones continuaron desempeñando una función fundamental, no
solo como fuente de divisas en todos los países sino también de financiamiento
gubernamental en los de vocación petrolera y minera. Además, casi todos los
países medianos y grandes introdujeron mecanismos de promoción de expor-
taciones desde los años sesenta, coincidiendo con las mayores oportunidades
que comenzaba a ofrecer la economía internacional. Por su parte, los países
más pequeños, cuyas oportunidades de industrialización eran más limitadas,
promovieron el surgimiento de nuevas exportaciones de productos básicos
desde los años cincuenta. Como veremos más adelante, la integración regional
constituyó un tercer elemento de la estrategia. Como resultado de ello surgió
un “modelo mixto” que combinaba la sustitución de importaciones con la
promoción de exportaciones y la integración regional. El modelo era también
“mixto” en el sentido de que promovía activamente la modernización agrícola.
Aparte de las intervenciones en el manejo del comercio exterior, el
Estado asumió nuevas funciones: un papel fortalecido (incluso monopólico)
en el desarrollo de la infraestructura, la creación de bancos de desarrollo y de
varios comerciales, el diseño de mecanismos para obligar a las instituciones
financieras privadas a canalizar fondos hacia sectores prioritarios (crédito
dirigido), el aliento a la empresa privada nacional mediante la protección y los
contratos gubernamentales y la fuerte intervención en los mercados agrícolas
de productos agropecuarios. En el ámbito social incluyó un papel muy activo
en la provisión de educación, salud, vivienda y, en menor medida, seguridad
social. Este conjunto de intervenciones estatales al igual que el carácter mixto
del modelo de comercio exterior es precisamente lo que hace que el concepto de
“industrialización por sustitución de importaciones” sea totalmente inadecuado
para caracterizar esta etapa del desarrollo regional.
A fines de la década de los años cuarenta y principios de la de los
cincuenta, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América
Latina (CEPAL)9, bajo el liderazgo de Raúl Prebisch, articuló una teoría de la
industrialización. Esta teoría no solo hizo parte de los debates de la emergente
literatura académica sobre desarrollo económico, sino también sobre las polí-
9
Más tarde, de América Latina y el Caribe.

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El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

ticas públicas a nivel internacional, a través de la Conferencia de las Naciones


Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) a partir de 1964 y de las
negociaciones sobre un “Nuevo Orden Económico Internacional” que la suce-
dieron. Sin embargo, muchos patrones, prácticas e incluso ideas precedieron
a la creación de la CEPAL. Como lo ha señalado con particular claridad Love
(1994, p. 395): “La industrialización de América Latina fue un hecho antes de
que fuera una política, y una política antes de que fuera una teoría”. De todas
maneras, la CEPAL produjo la mejor defensa conceptual de la nueva estrategia
y creó, además, un sentido de identidad regional. Como se ha dicho a menudo,
la CEPAL “creó” a América Latina10.
Las ideas de la CEPAL fueron tan difundidas como criticadas, con
frecuencia en este último caso como crítica a una caricatura de sus concepcio-
nes. Pertenecieron, además, a la familia de nuevas teorías sobre el desarrollo
económico, que en general identificaban el desarrollo con la industrialización.
Debe resaltarse, además que, al menos hasta los años setenta, el Banco Mundial
apoyó la industrialización como un elemento esencial del desarrollo económi-
co, como lo reflejan las ideas del primer economista jefe del Banco Mundial
en los años setenta, Hollis Chenery (véase, por ejemplo, Chenery, 1979) y los
primeros “Informes sobre el desarrollo mundial” producidos por el Banco a
fines de dicha década.
El elemento común más importante de estas visiones era la caracteriza-
ción del desarrollo como un proceso en el cual la participación de la industria y
los servicios modernos tienden a aumentar, y el peso de los productos básicos,
especialmente los agrícolas, a disminuir. En la visión de Prebisch, se destaca-
ban, además, dos ideas fundamentales: la industrialización como el mecanismo
principal de transferencia del progreso técnico y la necesidad de redefinir los
patrones de inserción de los países latinoamericanos en la economía mundial.
En efecto, en su visión, que encarnó en particular en el “manifiesto latinoame-
ricano”, como denominó Hirschman al informe de la CEPAL de 1949 (Prebisch,
1973), la solución no era aislarse de la economía internacional, sino redefinir la
división internacional del trabajo. En esta visión, el desarrollo implicaba dejar
de ser meramente un exportador de productos básicos y transformarse en pro-
ductor y exportador de manufacturas. Ello implicaba un esfuerzo explícito por
transformar las estructuras productivas y sociales, un proceso que Sunkel (1991)
denominó desarrollo desde dentro, en lugar de hacia adentro. Otro elemento de
la visión de Prebisch, que la CEPAL adoptó como su propia doctrina, fue que
10
En su libro semi-autobiográfico, Furtado (1989) proporciona una fascinante historia inicial de
la CEPAL y Dosman (2008) una excelente biografía de Prebisch en el contexto de las controver-
sias intelectuales de su época.

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José Antonio Ocampo

los términos de intercambio de los productos básicos tendían a deteriorarse


inevitablemente a lo largo del tiempo, una visión que la literatura posterior
no corroboró, al menos para el período de industrialización durante la cual la
CEPAL tuvo su mayor influencia.
Las políticas de industrialización y las visiones de la CEPAL variaron
a lo largo del tiempo, en parte para corregir los excesos de este proceso y en
parte para responder a las nuevas oportunidades que comenzó a brindar la
economía mundial desde los años sesenta. Como lo han resaltado diversas his-
torias del pensamiento cepalino (Bielchowsky, 1998; CEPAL, 1998; Rosenthal,
2004), desde los años sesenta la CEPAL se volvió persistentemente crítica de los
excesos de la sustitución de importaciones y defensora de un modelo “mixto”,
que combinaba la sustitución de importaciones con la diversificación de la base
exportadora y la integración regional. Las ideas en este último sentido fueron
formuladas por Prebisch en 1958 en su propuesta para crear un “mercado común
latinoamericano”, en cierto sentido como reflejo de las iniciativas europeas de
la época que se plasmaron en el Tratado de Roma de 1957. La CEPAL jugó un
papel central en la creación de Asociación Latinoamericana de Libre Comer-
cio, ALALC, en 1960 (más tarde Asociación Latinoamericana de Integración,
ALADI), el Mercado Común Centroamericano en el mismo año y el Acuerdo
de Cartagena (Grupo Andino) en 1969. De acuerdo con la concepción que
formuló la CEPAL, la integración regional reduciría los costos de la sustitución
de importaciones y permitiría generar un mayor nivel de industrialización en
las economías más pequeñas. Además, imponía cierta disciplina de mercado
a los sectores protegidos, que habían alcanzado altos niveles de concentración
industrial, y servía como plataforma para el desarrollo de nuevas actividades
exportadoras, en particular de manufacturas. La CEPAL presionó también en
favor de reformas en el ámbito social, algunas de las cuales fueron apoyadas
más tarde por los Estados Unidos bajo la Alianza para el Progreso lanzada por
el Presidente Kennedy a comienzos de la década del sesenta.
La estrategia de industrialización respondía también a las circunstancias
propias de la economía mundial durante los primeros años de la posguerra. Las
crisis de balanza de pagos retornaron muy pronto, en particular con el fin del
auge de posguerra de precios de los productos básicos después de la Guerra de
Corea. La escasez de financiamiento externo fue un elemento adicional: el poco
financiamiento disponible dependió de la ayuda bilateral norteamericana y de los
aportes de créditos limitados del Banco Mundial. Los altos niveles de protección
eran todavía la regla en los países industrializados. Aunque en 1947 se firmó
el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), con la participación

[146 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

de varios países latinoamericanos11, la idea de una institución más fuerte para


regular el comercio mundial se congeló durante varias décadas debido a que el
Congreso de los Estados Unidos no ratificó la Carta de la Habana, que había
aprobado la creación de la Organización Internacional del Comercio (OIC).
Aunque el acuerdo de 1947 estaba incorporado en la Carta de la Habana, el
hecho de que la OIC nunca se pusiera en marcha hizo que el GATT fuera el
marco institucional para el comercio internacional por casi medio siglo. Pronto
fue claro, sin embargo, que los sectores en los que los países en desarrollo tenían
mayor potencial de exportación (agricultura y textiles) serían excepciones a la
liberalización comercial dentro del GATT. Todo esto fomentó el “pesimismo de
las exportaciones” que caracterizó algunas visiones de posguerra y el sentimiento
de que los esfuerzos de sustitución de importaciones y el estrecho manejo estatal
de las escasas divisas eran esenciales para superar las persistentes restricciones
de la balanza de pagos.
Las reglas del comercio internacional en los años posteriores a la Segunda
Guerra Mundial incluyeron también el desarrollo del Sistema Generalizado de
Preferencias (SGP), la materialización de algunas de las ideas promovidas por la
UNCTAD, y la secuencia de acuerdos de productos básicos, que revivieron con
fuerza con la caída de los precios de los productos básicos desde mediados de los
años cincuenta. Entre estos últimos se destacan nuevamente, por su importan-
cia para varios países latinoamericanos, los acuerdos cafeteros que se iniciaron
de manera parcial a fines de los cincuenta y se transformaron en los sucesivos
Acuerdos Internacionales que, con breves interrupciones, regularon con cuotas
el mercado cafetero entre 1962 y 1989. Adicionalmente, el Banco Interamericano
de Desarrollo fue creado en 1959 y desde mediados de la década del sesenta
y, especialmente, desde comienzos de la del setenta empezaron a surgir para
los países en desarrollo alternativas privadas de financiamiento internacional.

IV. Las fases del proceso del proceso de


industrialización y sus efectos sobre la agricultura y
las exportaciones

La industrialización latinoamericana atravesó por tres etapas diferentes


durante el período analizado. La primera fue la fase “pragmática” de sustitución
de importaciones inducida por la respuesta ante los choques externos que expe-
rimentaron las economías de la región durante la década de treinta y la Segunda
11
Brasil, Chile, Cuba, Nicaragua, Perú, República Dominicana y Uruguay fueron fundadores o
miembros tempranos de dicha organización, a los cuales se agregó Argentina en 1967.

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José Antonio Ocampo

Guerra Mundial y que fueron objeto de atención en la segunda sección de este


ensayo. Estos acontecimientos y especialmente la Guerra dieron nacimiento a
los primeros planes para promover nuevas industrias y para reducir la depen-
dencia de las importaciones, sobre todo en sectores considerados “esenciales”
o “estratégicos”.
La segunda etapa, que podríamos denominar la fase “clásica” de la in-
dustrialización latinoamericana, tuvo lugar entre el fin de la Guerra y mediados
de los años sesenta. La escasez de divisas siguió siendo uno de sus elementos
determinantes. Las reservas internacionales se agotaron rápidamente, dada la
demanda represada de importaciones, a lo cual se agregó la oleada de crisis de
balanza de pagos a partir de la caída de los precios de los productos básicos
después de la Guerra de Corea. De acuerdo con las tendencias que se habían
impuesto durante la fase “pragmática”, las respuestas de política siguieron un
patrón según el cual cada crisis aumentaba los niveles de protección. Pero
ahora surgió una estrategia de industrialización más consciente, enmarcada
generalmente en planes explícitos de desarrollo, cuyo diseño contó en muchos
casos con el apoyo de la CEPAL. Una característica esencial del modelo fue
que, en lugar de modificar la estructura de protección para promover nuevas
industrias, se superpusieron capas de protección nuevas a las antiguas. Esto se
debió obviamente a la economía política que caracterizó el proceso, en la que
la protección de un sector específico se consideraba una conquista permanente
del sector que se beneficiaba con ella.
La principal idea para racionalizar la estructura de protección fue la
integración regional. Sin embargo, si se excluye el Mercado Común Centroa-
mericano, la integración manifestó pronto los mismos problemas de economía
política que enfrentó la racionalización de la protección en general, es decir una
fuerte oposición a la liberalización de las importaciones que competían con la
producción interna. Hubo también, en el marco centroamericano y, especialmente,
en el andino, un intento de programar el desarrollo industrial en un mercado
ampliado, pero esos esfuerzos fueron, casi invariablemente, grandes fracasos.
La tercera etapa, desde mediados de los años sesenta y durante los
setenta, puede considerarse como la fase “madura” de la industrialización di-
rigida por el Estado. Sin embargo, la característica dominante de ese período
fue la diversidad creciente de las tendencias regionales. Pueden diferenciarse
tres grandes estrategias, que se adoptaron a veces en forma secuencial en paí-
ses individuales. La primera, y la dominante entre mediados de la década del
sesenta y el primer choque petrolero (y también la más cercana a las visiones
de la CEPAL) fomentó de manera creciente la promoción de las exportaciones,

[148 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

generando lo que he denominado el “modelo mixto”. Este incluyó el diseño de


un cúmulo de incentivos a las exportaciones, así como cierta racionalización
de la estructura de protección existente, la unificación o simplificación del ré-
gimen de cambio múltiple y una política cambiaria más flexible (el sistema de
minidevaluaciones o crawling peg) en varios países.
La segunda estrategia fue profundizar la sustitución de importaciones.
Rompiendo con su propia tradición primario-exportadora, Perú optó por una
política más orientada hacia adentro a fines de la década del sesenta. A ello se
agregan los ambiciosos planes de inversión industrial en bienes intermedios y
de capital de Brasil, México y Venezuela después del primer choque petrolero
(negativo para el primero, positivo para los dos últimos), que estuvieron acom-
pañados, en todo caso, por un impulso mayor a las exportaciones en Brasil.
Entre ellos, Brasil terminó por construir la estructura industrial más completa
de la región.
La tercera estrategia fue un ataque frontal contra el papel del Estado
en el desarrollo. En efecto, desde mediados de la década del sesenta hubo un
desplazamiento en los debates intelectuales hacia una concepción más liberal de
las políticas económicas. Los países del Cono Sur (notablemente Chile) fueron
los pioneros en este giro hacia políticas de liberalización comercial y de menor
intervención estatal en general.

En parte como reflejo de esta creciente diversidad de experiencias, la


industrialización alcanzó su mayor nivel en América Latina en 1973-74 (Grá-
fico 3). El proceso de industrialización fue, en cualquier caso, disparejo a nivel

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José Antonio Ocampo

regional (Cuadro 2). Entre los países más grandes, los mayores aumentos en
la participación de la industria manufacturera en el PIB entre 1950 y 1974 se
alcanzaron en Argentina, Brasil, Colombia y México; por el contrario, fueron
muy inferiores en Perú y Venezuela y marginales en Chile. Pero la industriali-
zación también avanzó rápidamente en varios países pequeños, en particular
en Ecuador y varios centroamericanos, mezclada en ellos con una estructura
primario-exportadora. Entre 1974 y 1980 la industrialización avanzó en muy
pocos países: algo en México y Venezuela, entre los más grandes, y especialmente
en Ecuador y Nicaragua entre los pequeños. En Brasil se redujo marginalmente
su participación en el PIB, pero el crecimiento industrial siguió siendo muy
dinámico.

El avance de la industrialización dependió estrechamente del tamaño


de las economías, tal como se refleja en su estructura (Bértola y Ocampo, 2013,
Cuadro 4.7). En las economías más pequeñas, las ramas más tradicionales de
la industria siguieron representando entre el 60 y el 80% del valor agregado
industrial al final del período más intenso de industrialización, pero aún en
Colombia y Perú representaban en torno a la mitad. Chile y Venezuela tenían
una estructura donde un sector era el que tenía un papel importante (metales
básicos y refinación de petróleo, respectivamente). De esta manera, solo Brasil,

[150 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

México y Argentina habían alcanzado un alto grado de diversificación, seguidas


por Colombia.
El proceso de industrialización estuvo acompañado, por último, de la
acumulación de capacidades tecnológicas locales. En algunos casos, dichas capa-
cidades vinieron de la mano de la industrialización misma, especialmente en la
forma de nuevos equipos que incorporaban mejor tecnología y la experiencia que
fueron acumulando los equipos técnicos en las empresas. En otros llegaron con
la inversión extranjera. Más allá de ello, la industrialización requirió un esfuerzo
explícito de aprendizaje y adaptación de tecnología. En los casos más exitosos,
las firmas correspondientes adquirieron conocimientos suficientes para vender
tecnología, en forma de licencias y servicios de ingeniería, especialmente a otros
países de América Latina12. Sin embargo, los sistemas nacionales de innovación
que se desarrollaron fueron incapaces de generar redes tecnológicas sólidas y,
por ello, no condujeron a una reducción sostenible de la brecha tecnológica con
los países industrializados.
En contra de la visión según la cual América Latina rechazó la Inversión
Extranjera Directa Directa (IED), la promoción a la inversión de multinacionales
en nuevas actividades industriales fue un ingrediente central de la estrategia.
Varias empresas estatales entraron en asociación estratégica con multinaciona-
les. Sin embargo, muchos países de la región adoptaron simultáneamente una
oposición cada vez más frontal contra las formas tradicionales de inversión
extranjera en recursos naturales e infraestructura. De hecho, hasta la década de
los setenta, la región atrajo la mayor parte de los flujos de IED que se dirigieron
hacia el mundo en desarrollo: en 1973-81, por ejemplo, recibió cerca de 70%
del total de dichos flujos (Ocampo y Martin, 2003, cuadro 3.2).
Sin embargo, la incapacidad para racionalizar el complejo sistema de
protección tuvo, a la larga, costos importantes. Para las industrias estableci-
das, esta protección dejó de desempeñar un papel positivo como incentivo a
la inversión y se convirtió cada vez más en una fuente de rentas y de una alta
concentración industrial. El sistema de protección fue, además, parcialmente
autodestructivo en términos de su objetivo explícito de reducir la dependencia
de insumos y tecnología importados, ya que muchas de las actividades nuevas
eran muy intensivas en dichos insumos. En términos más amplios, el sistema no
concibió la protección como un instrumento acotado en el tiempo y careció en
general de la idea de vincular los incentivos al desempeño, un tema en el cual
las experiencias de Asia Oriental superaron ampliamente las latinoamericanas.

12
Este “microeconomía de la sustitución de importaciones” está asociado muy especialmente al
trabajo de Jorge Katz (véanse, por ejemplo, Katz, 1984, y Katz y Kosacoff, 2003).

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José Antonio Ocampo

Más allá de esta limitación, las críticas al proceso de industrialización


latinoamericano han resaltado los sesgos en contra de la agricultura y las ex-
portaciones, y los desequilibrios macroeconómicos que generaron. Aquí me
concentraré en los dos primeros temas, dejando el tercero para la última sección.
La primera de estas apreciaciones, que ha sido resaltada por Anderson
y Valdés (2008), entre otros, es claramente incorrecta. Sin duda, la estrategia
discriminó contra los productos tradicionales de exportación, especialmente
el café y el azúcar, con impuestos o tasas de cambio diferenciales. Al mismo
tiempo, sin embargo, protegió la producción agropecuaria que competía con las
importaciones y promovió nuevos productos agropecuarios de exportación13.
La protección incluyó la obligación de los industriales en muchos países de
adquirir las cosechas de ciertos cultivos o el uso de monopolios de importación
públicos para evitar que las compras externas afectaran las cosechas nacionales.
Más aún, el aparato de instituciones estatales creadas para apoyar la
modernización del sector agropecuario fue más desarrollado que el que pro-
movió directamente el desarrollo industrial. Incluyó un aparato de instituciones
orientadas a proveer servicios tecnológicos, extensión agrícola, crédito y comer-
cialización. En materia tecnológica, el apoyo al sector agropecuario fue mucho
más explícito que al industrial. Incluyó la adaptación de nuevas variedades de
productos, el uso de semillas mejoradas y avances en materia de mecanización e
irrigación. La política fiscal incluyó también menores aranceles para los insumos
y maquinaria agrícolas y beneficios específicos para el sector agropecuario en
el impuesto de renta. Gracias a la expansión de la infraestructura de transporte,
la expansión de la frontera agraria desempeñó también un papel importante en
muchos países y notablemente en Brasil.
Los resultados en materia de crecimiento indican que la agricultura no
estuvo ausente de la trayectoria de desarrollo regional. A pesar de que, como
corresponde a los patrones generales de crecimiento económico, su participa-
ción en el PIB se redujo, la producción agrícola creció a una tasa anual de 3,5%
en 1950-1974, que se aceleró al 4,3% en 1974-1980, aunque con diferencias
notorias entre distintos países (Cuadro 2 y CEPAL y FAO, 1978). Estos ritmos
fueron superiores a los patrones internacionales, con lo cual la región aumentó
su participación en la producción agropecuaria mundial. Por su parte, gracias a
la mezcla de cambio tecnológico y de sustracción de los excedentes de mano de
obra subempleada en el campo, la productividad agrícola aumentó de manera

13
Esta es una lectura apropiada de la información que proporcionan Anderson y Valdés (2008)
que la de un sesgo más generalizado contra el sector agropecuario. Véase, por ejemplo, el Gráfico
1.3 de dicho estudio, que muestra que los productos que competían con las importaciones tuvie-
ron casi siempre una protección positiva.

[152 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

rápida14. Subsistieron muchas actividades pecuarias extensivas y, mucho más


preocupante, se desarrolló un creciente dualismo, ya que el dinamismo de la
agricultura empresarial no estuvo acompañado de un desarrollo equivalente de
la agricultura familiar (campesina).
El sesgo en contra de las exportaciones fue un fenómeno más impor-
tante. En efecto, una de las mayores desventajas de la industrialización dirigida
por el Estado fue su incapacidad para explotar a cabalidad los beneficios del
creciente dinamismo del comercio mundial en la posguerra. Si se excluye Cuba,
la participación de América Latina en el comercio mundial se redujo a poco
más del 4% a comienzos de los años setenta, unos tres puntos porcentuales
menos que en 1925-1929 o en la antesala de la Primera Guerra Mundial15. La
pérdida de participación en el comercio mundial de productos básicos fue el
fenómeno más importante (Cuadro 3 y Ffrench-Davis, Muñoz y Palma, 1998).
Sin embargo, en el caso de los alimentos, donde el deterioro fue particularmente
agudo, una parte fundamental de la explicación fue el proteccionismo de los

14
En su análisis de las fuentes de aumento de la productividad de las seis principales economías,
Astorga, Bergés y Fitzgerald (2011) encuentran que el período 1936-1977 ha sido el de mayor
aumento de la productividad agrícola, tanto en relación con las primeras décadas como de las
últimas décadas del siglo XX.
15
La disminución fue mucho más alta en relación con los niveles de comienzos de la posguerra,
cuando en algunos años alcanzó 10% o más. Sin embargo, estas altas participaciones reflejaban
los bajos niveles de comercio derivados de la devastación europea y los altos precios de produc-
tos básicos de esos años y, por este motivo, no resulta una comparación relevante.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 131 - 170 [153 ]


José Antonio Ocampo

países industrializados y los crecientes subsidios que otorgaron a la producción


y la exportación, que golpearon duramente a Argentina, Cuba y Uruguay. La
pérdida de importancia en las exportaciones de combustibles fue aún más
acentuada, ya que la producción mundial se desplazó hacia el Oriente Medio.
Esta tendencia general estuvo determinada por algunos países. Ar-
gentina, el líder en la era de las exportaciones, tuvo el desempeño exportador
más decepcionante, sobre todo hasta mediados de la década del sesenta. Su
participación en las exportaciones mundiales se redujo del 2,6% en 1925-1929
(y una cuantía ligeramente inferior antes de la Primera Guerra Mundial) a solo
0,4% al final del período de industrialización. Cuba, el otro gran éxito de la fase
primario-exportadora, que representaba cerca al 1% del comercio mundial
todavía en los años veinte, tuvo también un colapso de su participación en las
exportaciones mundiales, tanto antes como después de su revolución. En tér-
minos relativos, las participaciones de Chile y Uruguay en el mercado mundial
también se redujeron a una fracción de lo que habían sido hasta los años veinte.
Es decir, los países líderes de la era de las exportaciones hasta comienzos del siglo
XX, fueron los grandes fracasos en materia de desarrollo exportador durante la
industrialización dirigida por el Estado.
La experiencia de Brasil en materia exportadora no fue mejor hasta
mediados de los años sesenta. México, después de un dinamismo exportador
satisfactorio durante los años de la Segunda Guerra Mundial y la inmediata
posguerra, tuvo también un desempeño pobre en esta materia entre mediados de
la década del cincuenta y mediados de la del setenta. Venezuela, la economía con
mayor dinamismo exportador en las primeras décadas de la posguerra, mermó
dicho dinamismo desde los años sesenta y perdió rápidamente participación en el
comercio mundial de petróleo desde entonces; redujo, además, sus exportaciones
de combustibles durante la década del setenta como resultado de su ingreso a la
OPEP, una entidad de la cual fue uno de sus principales promotores.
En todo caso, después de una experiencia exportadora decepcionante
del conjunto de la región durante los primeros años de la posguerra, la situa-
ción mejoró de manera significativa desde mediados de la década de 1950,
sobre todo para las economías pequeñas, cuyas exportaciones experimentaron
un crecimiento rápido desde entonces, y para el conjunto de la región desde
mediados de los años sesenta. En realidad, en muchos casos, en especial de las
economías pequeñas, pero también Perú y Venezuela entre las medianas, la

[154 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

sustitución de importaciones que se llevó a cabo se superpuso a lo que continuó


siendo en esencia un modelo primario-exportador. En todo caso, el colapso
de la participación de las exportaciones en el PIB que se produjo entre 1937 y
1949, fue seguido de un deterioro más lento a partir de los años cincuenta y
se interrumpió en la década del sesenta, cuando se excluye a Venezuela (véase
nuevamente el Gráfico 2).
El cambio de orientación de la política económica en la década del
sesenta en varios países medianos y grandes hacia un “modelo mixto”, tuvo
efectos positivos en términos de dinamismo exportador. El resultado principal
de este cambio fue el aumento de las exportaciones de manufacturas hacia los
países industrializados y los de la región, como producto en este último caso de
los emergentes procesos de integración. Por lo tanto, en las décadas del sesenta
y setenta, la participación de las manufacturas en el total de las exportaciones
latinoamericanas inició una tendencia ascendente (Cuadro 4). El giro hacia el
modelo mixto facilitó también el surgimiento de nuevos productos agrícolas
de exportación en muchos países.

V. Un balance general de la industrialización dirigida


por el Estado

Durante el período de industrialización dirigida por el Estado, América


Latina logró crecer por encima de la media mundial y mantener el ritmo de
crecimiento de los países más desarrollados (“Occidente” en el Cuadro 4). Se
trata de un desempeño destacado, ya que después de haber crecido más rápido
que el mundo desde 1870, incluso durante las turbulencias internacionales que
caracterizó el periodo de entreguerras, América Latina hizo parte del auge eco-
nómico posterior a la Segunda Guerra Mundial, también el período de mayor
crecimiento de la economía mundial en su historia, en particular, aquél en el
cual las economías más industrializadas vivieron su “edad de oro” (hasta 1973).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 131 - 170 [155 ]


José Antonio Ocampo

El Gráfico 4 muestra las tasas decenales de crecimiento económico de la


región. Como se puede apreciar, la tasa de crecimiento que caracterizó al período
entre 1945 y 1980, del 5,5% anual en promedio, había sido alcanzada solo de
forma esporádica con anterioridad (durante los diez años anteriores a la Primera
Guerra Mundial y en los años veinte), pero nunca se había experimentado por
un período de tiempo tan prolongado, ni se volvería experimentar durante las
tres décadas posteriores a la crisis de la deuda de los años ochenta. No en vano,
esta fase del desarrollo regional ha sido caracterizada por Hirschman (1987)
como “les trente glorieuses” y por Kuczynski y Williamson (2003, pp. 29 y 305)
como la “edad de oro” del crecimiento económico latinoamericano.

[156 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

El crecimiento de la productividad también alcanzó durante estos años


los ritmos más altos de la historia regional. El Cuadro 5 estima que el PIB por
trabajador aumentó al 2,6% por año entre 1950 y 1980. Astorga, Bergés y Fitz-
gerald (2011) han señalado que la productividad laboral de las seis economías
más grandes de la región experimentó tres fases definidas a lo largo del siglo
XX: lento crecimiento hasta 1936, una aceleración entre dicho año y 1977, y un
estancamiento posterior (hasta fines del siglo, con los datos que analizan). Estos
autores muestran que lo mismo es cierto de la productividad total de los factores,
donde los métodos de cálculo son, sin embargo, muy variados. En todo caso,
e independientemente de las metodologías de cálculo, una literatura copiosa
indica que la productividad total de los factores experimentó un importante
crecimiento entre 1950 y 1975, sucedido de un relativo estancamiento hasta la
crisis de la deuda y una caída posterior; solo en años recientes ha comenzado
a recuperarse del retroceso que experimentó durante casi tres décadas (véase,
por ejemplo, estudio del BID, 2010)16. Todos estos estimativos son consistentes
con la percepción de que los mayores aumentos de la productividad se dieron
durante los años de mayor avance del proceso de industrialización.
16
Véanse los trabajos que reseñan Astorga, Bergés y Fitzgerald (2011), así como Hofman (2000),
Aravena et. al. (2010) y BID (2010).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 131 - 170 [157 ]


José Antonio Ocampo

El PIB per cápita creció a un ritmo del 2,7% anual entre 1945 y 1980,
el más alto que ha experimentado para un período de tiempo de esta duración,
pero inferior al de las economías más dinámicas de Europa o Asia. Esto refleja,
sin embargo, la explosión demográfica que experimentó la región durante este
período. De hecho, la capacidad para absorber este choque demográfico y,
además, el rápido proceso de urbanización que lo acompañó, debe considerarse
como un resultado favorable del proceso de industrialización. Cuando se incluye
el rápido crecimiento poblacional, se observa que la participación de América

[158 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

Latina en la producción mundial continuó aumentando, hasta llegar en 1980 al


9,5%, dos puntos porcentuales más que a fines de la Segunda Guerra y cuatro
más que en 1929 (Cuadro 4).
El crecimiento fue también destacado por el fuerte cambio en la es-
tructura productiva y el dinámico desarrollo institucional que lo acompañó
(Thorp, 1998, Cap. 5). El sector manufacturero fue el motor del crecimiento
económico, pero también se expandieron significativamente los servicios mo-
dernos: los financieros, la infraestructura de transporte (ahora vial y aérea más
que ferroviaria) y de telecomunicaciones y los servicios públicos domiciliarios
(electricidad, acueducto y alcantarillado). El Estado jugó un papel directo, a
través de la creación de empresas públicas, en el desarrollo de los servicios
modernos y, en algunos países, de algunos sectores industriales estratégicos.
También jugó un papel decisivo en los principales sectores mineros (petróleo
y gran minería), en muchos casos mediante la nacionalización, siguiendo la
tendencia que había inaugurado México en 1938.
Para el conjunto de la región, el patrón temporal fue una aceleración
del crecimiento económico en la inmediata posguerra, facilitada por los buenos
precios de productos básicos, sucedida por una desaceleración entre mediados
de las décadas del cincuenta y el sesenta, generada por una oleada de crisis de
balanza de pagos asociada a la caída de dichos precios. A fines de la década del
sesenta y principios de la siguiente se produjo una fuerte aceleración, gracias a
la cual los ritmos de crecimiento económico alcanzaron su máximo nivel entre
1967 y 1974 (6,7% por año), los más altos de la historia latinoamericana. Aunque
el crecimiento se frenó después del primer choque petrolero, continuó siendo
rápido al final del período de análisis. Sin embargo, las crisis de balanza de pagos
se hicieron nuevamente frecuentes y los cimientos del proceso de crecimiento
se tornaron más frágiles. Esto incluye el estancamiento o retroceso del proceso
de industrialización y la explosión del endeudamiento externo, que daría lugar
a la crisis de la deuda de los años ochenta.
El crecimiento económico no fue, sin embargo, uniforme a lo largo y
ancho de la región (Cuadro 5). Por el lado positivo, lo más sobresaliente fue el
crecimiento de las dos economías más grandes, Brasil y México, cuyo desem-
peño fue particularmente destacado entre 1967 y 1974. Las mayores economías
andinas tuvieron también un buen desempeño, particularmente Venezuela en las
primeras fases de la posguerra (cuando fue, de hecho, la economía más dinámica
de la región) y Colombia desde 1967, pero no así Perú. Por el lado negativo,
sobresale el lento crecimiento en las economías más exitosas de la era de las
exportaciones: las tres economías del Cono Sur (Argentina, Chile y Uruguay) y

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José Antonio Ocampo

Cuba17. La historia de las economías más pequeñas fue muy heterogénea. Costa
Rica, Ecuador y Panamá experimentaron a largo plazo un crecimiento del PIB
per cápita superior al promedio latinoamericano. A ellas habría que agregar
República Dominicana y Guatemala durante el auge de 1967-74, y Paraguay
en 1974-80. Por el contrario, Bolivia y Nicaragua tuvieron, en el conjunto del
período, el peor desempeño regional en términos de crecimiento per cápita.
Cabe agregar que la mayoría de los países de peor desempeño tuvieron
rupturas revolucionarias: Bolivia, Cuba, Chile y Nicaragua, en secuencia histórica.
Los otros dos, Argentina y Uruguay, también experimentaron una historia de
fuertes rupturas político-institucionales, bajo la forma de dictaduras militares,
al igual que Chile después de la Unidad Popular. La frecuencia de dictaduras
militares y la ausencia de continuidad de las instituciones democráticas fue, en
general, una característica de la región durante el período analizado. Por otro
lado, con la excepción de Costa Rica y Panamá (las dos economías con buen
desempeño), la región centroamericana se hundió en una fase de guerras civiles
hacia el final de nuestro período de análisis. Colombia también estuvo sumida
en su propia guerra civil (el período llamado simplemente como “La Violencia”)
durante la primera fase de la posguerra, la de peor desempeño económico.
Sin ahondar en los indicadores correspondientes, conviene resaltar que
en materia social los resultados fueron diversos. La extensión de cobertura de la
educación básica, el desarrollo de sistemas de salud modernos, de capacitación
de mano de obra y, en menor medida, de sistemas de seguridad social recibió
un impulso considerable durante la industrialización dirigida por el Estado. El
Gráfico 5 muestra, en efecto, que el mayor avance en los índices de desarrollo
humano en relación con los países industrializados se logró entre 1940 y 1980,
y se estancó en las dos últimas décadas del siglo XX. El trabajo de Astorga,
Bergés y Fitzgerald (2005) llega a la misma conclusión mirando un conjunto
algo diferente de indicadores (la tasa de alfabetización como indicador de desa-
rrollo educativo). Además, aunque persistieron diferencias importantes en los
niveles del PIB per cápita, hubo una convergencia considerable en los índices
de desarrollo humano de los países de la región.

17
En el caso de Cuba, cuyos registros no se reproducen en los cuadros mencionados, su PIB per
cápita en 1957 era virtualmente el mismo que el de 1916. La transición hacia una economía cen-
tralmente planificada generó un retroceso adicional que solo comenzó a superarse años setenta
(véase Santamaría, 2009).

[160 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

La generación de empleos fue también razonablemente dinámica.


La fuerza de trabajo no agrícola creció a una tasa muy rápida en el período
1950-1980: 4% anual, una tasa superior a la de los Estados Unidos durante
su período de inmigración masiva, 1870-1910. Aunque esto se reflejó en una
informalidad laboral creciente en las ciudades, la disminución del empleo en
la agricultura tradicional fue aún más acelerada, lo que generó en el conjunto
de la región una disminución del subempleo total (urbano y rural): del 46%
en 1950 al 38% en 1980, aunque concentrado en las economías más dinámicas
(García y Tokman, 1984).
Aunque la información es fragmentaria, en materia de pobreza hubo
también avances. Las primeras estimaciones de la CEPAL sobre este tema indican
que la pobreza se redujo del 40% de los hogares en 1970 a 35% en 1980 (alrededor
de 40% de la población, dado el mayor tamaño de las familias pobres). Londoño
y Székely (2000, Cuadro 2) estimaron una reducción aún más marcada: del 43,6%
en 1970 a 23,7% en 1982, pero esta es posiblemente una sobreestimación de las
tendencias favorables. Basado en inferencias indirectas, Prados de la Escosura
(2007) ha calculado que el grueso de la reducción de la pobreza que se logró a
lo largo del siglo XX se produjo entre 1950 y 198018.
Los resultados más ambivalentes se obtuvieron en materia de distri-
bución del ingreso, la cual continuó siendo muy desigual en la mayoría de los

18
En efecto, de acuerdo con este autor, la pobreza se redujo en seis países (Argentina, Brasil,
Chile, Colombia, Uruguay y México) del 71% en 1913 a 27% en 1990; de esta reducción, 30 pun-
tos porcentuales (es decir, poco más de dos terceras partes) tuvieron lugar entre 1950 y 1980.

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José Antonio Ocampo

casos y experimentó patrones opuestos en distintos países19. En amplio contraste


con su pobre desempeño económico, los países del Cono Sur experimentaron
una mejoría distributiva hacia el inicio de la industrialización dirigida por el
Estado (desde los años veinte en el caso de Uruguay), pero también un deterioro
fuerte a fines del proceso de industrialización, durante las dictaduras militares
que experimentaron todos ellos. Fuera del Cono Sur, la tendencia fue, por el
contrario, adversa durante la mayor parte de la industrialización dirigida por el
Estado, debido a la persistencia de grandes excedentes de mano de obra. Algunos
países comenzaron a experimentar una mejoría distributiva al final del período:
Costa Rica y México desde mediados de los años sesenta y Colombia y Vene-
zuela en los años setenta. Esta mejoría no fue ciertamente generalizada, como
lo indica el caso de Brasil, que continuó con una tendencia distributiva adversa
hasta finales de la fase de industrialización. Sin embargo, aunque las tendencias
favorables predominaron en los años setenta según Londoño y Székeley (2000),
la distribución era posiblemente peor al final de la industrialización dirigida
por el Estado que al comienzo de esa etapa.
Los beneficios del desarrollo se concentraron en los sectores de altos
ingresos, pero también llegaron a una “clase media” que incluía a la población
urbana empleada por el Estado y por empresas privadas grandes y medianas,
pero su magnitud variaba considerablemente entre país y país al final de esta
etapa del desarrollo. Estos sectores medios fueron también beneficiados por el
emergente Estado de bienestar, cuyas prestaciones, especialmente en el caso de
la seguridad social (salud y pensiones, en particular, y unos pocos beneficios
contra el desempleo), se concentró en los trabajadores del sector formal. En todo
caso, el grueso de la población pobre también se benefició de los esfuerzos más
generales de expansión de los servicios sociales, especialmente en educación y
salud, tal como se refleja en los indicadores de desarrollo humano del Gráfico
5. El resultado de ello fue un Estado de bienestar segmentado (Ocampo, 2004,
ensayo 3) o truncado (Ferreira y Robelino, 2011), para utilizar dos denomina-
ciones que ha recibido.
Los beneficios de la modernización rural se concentraron en manos
de los grandes propietarios, reproduciendo desigualdades históricas profundas.
Hubo varias reformas agrarias, las más ambiciosas de las cuales estuvieron aso-
ciadas a grandes cambios sociales y políticos: México en la década de treinta,
Bolivia y la fallida de Guatemala en la del cincuenta, Cuba a comienzos de la
del sesenta, Chile en la del sesenta y principios del setenta, Perú en los años
19
Las anotaciones que siguen están basadas en una literatura parcial, cuyos principales aportes
son trabajos comparativos de Altimir (1996 y 1997), Frankema (2009), Londoño y Székely (2000)
y Székely y Montes (2006), cuyas apreciaciones no son necesariamente consistentes entre sí.

[162 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

setenta y Nicaragua en los ochenta (Choncol, 1994). Las tres últimas fueron
objeto de reversión posterior. Otros procesos, muchos de ellos inducidos por
la Alianza para el Progreso en la década del sesenta, fueron menos ambiciosos.
Sin embargo, con la notable excepción de Cuba, aún las reformas agrarias más
radicales no beneficiaron a la totalidad, o incluso a la mayoría de la población
campesina; incluso la más ambiciosa, la mexicana, dejó de lado a la mitad de la
población campesina y al 57% de la tierra (de Janvry, 1981, cap. 4). En su con-
junto, apenas rasguñaron la estructura de la propiedad de la tierra, que siguió
siendo altamente desigual (Frankema, 2009, cap. 3). La desaparición gradual
de las formas más serviles de relaciones laborales y sociales del campo fue, en
todo caso, uno de los principales resultados del proceso de industrialización, y
a ella contribuyeron las reformas agrarias, pero su principal determinante fue
el proceso de urbanización.

VI. Los desequilibrios macroeconómicos


y el fin del modelo

Independientemente de estas tendencias de largo plazo, lo que resultó


fatal para la industrialización dirigida por Estado fue el agudo ciclo de auge
y contracción de la financiación externa privada. El auge se inició en forma
modesta en algunos países a mediados de la década del sesenta, se generalizó
en la región a lo largo de la del setenta, especialmente después del choque pe-
trolero de 1973, y terminó con un colapso en los primeros años de la década
de los ochenta que dio paso a lo que la CEPAL denominó la “década perdida”.
Este ciclo de auge y colapso del financiamiento externo fue la repetición de
fenómenos similares del pasado, el último de los cuales había sido de auge y
colapso del financiamiento externo de los años veinte y treinta. Así pues, y en
forma por lo demás paradójica, la inestabilidad del financiamiento internacional
terminó determinando la suerte tanto de la era de las exportaciones como de la
industrialización dirigida por el Estado.
La nueva fase de auge de financiamiento externo de América Latina fue
parte de un proceso más amplio de reconstrucción del mercado internacional
de capitales, que se había iniciado a fines de la década del cincuenta (el enton-
ces denominado mercado de eurodólares, con su epicentro en Londres). Por
este motivo, los choques externos jugaron el papel central en la dinámica de la
crisis. El punto de inflexión fue la decisión tomada a fines de 1979 por la Junta
de la Reserva Federal de los Estados Unidos de elevar notoriamente las tasas
de interés para cortar de tajo la aceleración de la inflación que venía experi-

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 131 - 170 [163 ]


José Antonio Ocampo

mentando dicho país. Esto tuvo un efecto directo sobre el servicio de la deuda,
ya que gran parte de las obligaciones externas de América Latina eran créditos
sindicados contratados con la banca internacional a tasas de interés flotantes.
A ello se agregó un fuerte deterioro de los precios reales de productos básicos.
Los fuertes desequilibrios macroeconómicos que caracterizan el auge
de financiamiento externo de los años setenta y la crisis de la deuda han lle-
vado a la visión según la cual la falta de disciplina macroeconómica era una
característica inherente al modelo de industrialización dirigida por el Estado.
Sin embargo, en contra de esta percepción, la indisciplina macroeconómica fue
menos generalizada de lo que se señala a menudo.
En primer término, en contra de la percepción muy generalizada so-
bre la propensión inflacionaria de América Latina, la alta inflación no fue una
característica generalizada de la región. En realidad, como lo señaló Sheahan
(1987), en los años cincuenta y sesenta, solo cuatro países (Brasil y los tres del
Cono Sur) tuvieron tasas de inflación más altas que el resto del mundo. A ellos
hay que agregar Bolivia y Paraguay durante las turbulencias políticas de los años
cincuenta. En promedio, la mediana de la tasa de inflación de las economías no
inflacionarias osciló entre el 2 y el 4% entre mediados de los años 1950 y 1971.
Incluso en los inflacionarios, la tasa de inflación tendía a retornar a niveles entre
10 y 20% después de desbordes esporádicos.
La aceleración de la inflación en los años setenta fue, además, parte de
un fenómeno de alcance mundial. Las economías no inflacionarias de América
Latina mostraron nuevamente un comportamiento favorable. En efecto, si se
excluyen las economías más inflacionarias de la región (Brasil y los países del
Cono Sur), el promedio simple de las tasas de inflación de los países de América
Latina en 1971-1980 fue de 14,2% vs. 17,1% que el FMI calcula para el conjunto
de países en desarrollo. Nuevamente las noticias más desfavorables se dieron
en los países con tradición inflacionaria, que inauguraron la era de la inflación
de tres dígitos20, en general como parte de fuertes crisis políticas, pero también
de fenómenos económicos (la fuerte indexación de precios y salarios). De esta
manera, la explosión generalizada de la inflación fue un fenómeno característico
de la década de 1980 y puede verse, por lo tanto, más como efecto que como
causa de la crisis de la deuda.
La evolución de las cuentas fiscales muestra también que, como parte
de una tendencia internacional, el gasto público tendió a aumentar a largo plazo,
duplicando el tamaño promedio de los gobiernos centrales entre 1950 y 1982,
del 12 al 22% del PIB. Sin embargo, esta expansión fue financiada con aumen-
20
Esta había tenido, sin embargo, su antecedente en las explosiones inflacionarias durante las
guerras civiles de Colombia y México de comienzos del siglo XX.

[164 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

tos en los impuestos, de tal forma que los déficits fiscales fueron, en general,
moderados hasta los años sesenta, nuevamente con excepciones (generalmente
temporales) en Brasil el Cono Sur. De esta manera, el aumento en el número de
países con déficits fiscales importantes solo se produjo en forma tardía, en la
segunda mitad de la década del setenta, y estuvo íntimamente asociado al auge
del financiamiento externo que tuvo lugar durante esos años.
En contra de otras críticas tradicionales, tampoco hubo una explosión
de la participación de las empresas públicas en la economía. Según el Banco
Mundial (1995), la participación promedio de las empresas estatales en el PIB no
agropecuario de América Latina fue del 9,7% en 1979-81, inferior al promedio
de las economías emergentes (que alcanzaba 12,1%). Esto sirve para corroborar
la apreciación formulada en una sección anterior según la cual la opción de
América Latina después de la Segunda Guerra Mundial fue por menos y no
por más Estado. La gran excepción fue, como ya hemos señalado, la decisión de
controlar más estrechamente los recursos mineros, incluidos los hidrocarburos,
así como el sector de infraestructura. Por eso, las participaciones más altas de
las empresas públicas en la actividad económica se observaron en general en
países con importantes sectores petroleros y mineros (Venezuela, Bolivia, Chile
y México, en ese orden).
De esta manera, el problema macroeconómico más importante que en-
frentaron los países latinoamericanos durante la etapa de industrialización dirigida
por el Estado fue la tendencia al desequilibrio externo. Su principal expresión
fueron las oleadas de crisis de balanza de pagos, en particular entre mediados de
las décadas del cincuenta y el sesenta y después del primer choque petrolero de
1973. Sin embargo, en contra de la percepción según la cual su causa principal
fue una tendencia a la sobrevaluación de los tipos de cambio no es acertada,
Jorgensen y Paldam (1987) han mostrado que no hubo una tendencia de largo
plazo hacia la apreciación de los tipos de cambio oficiales en términos reales
durante el período 1946-1985 en ninguno de los ocho países latinoamericanos
más grandes. La característica más preocupante de los regímenes cambiarios
de la época fue, más bien, la marcada volatilidad alrededor de la tendencia de
largo plazo del tipo de cambio real, sobre todo en las economías más proclives a
la inflación, un patrón que se intentó modificar con la introducción del sistema
de minidevaluaciones desde mediados de la década del sesenta.
El desequilibrio externo más marcado fue, por supuesto, el que se
experimentó en la segunda mitad de los años setenta y que dio lugar a la crisis
de la deuda. Sus contrapartidas fueron los déficits comerciales y fiscales que
he mencionado, estos últimos más bien novedosos como patrón generalizado

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 131 - 170 [165 ]


José Antonio Ocampo

de la región. A ello se agregó, sin embargo, un problema nuevo: los riesgos


masivos en los que incurrieron las instituciones financieras nacionales en los
países donde se dieron procesos de liberalización financiera. Por este motivo, la
crisis fue más problemática en los países del Cono Sur, donde la liberalización
financiera hizo parte de procesos de liberalización económica más amplio, y
donde el desplome de los sistemas financieros fue una de las características
dominantes de la crisis de la deuda. Esto indica que la dinámica macroeconó-
mica, más que las deformaciones en la estructura productiva generadas por el
modelo de industrialización dirigida por el Estado, fue el factor principal que
explica la erupción e intensidad de la crisis. Por lo demás, el hecho de que las
economías exportadoras de América Latina hubiesen enfrentado dificultades
similares para manejar el agudo ciclo financiero externo de los años veinte y
treinta, y que las economías ya más liberalizadas enfrentaran fenómenos simi-
lares a fines de la década del noventa, indica que la propensión al auge y la crisis
como resultado de la inestabilidad del financiamiento externo es un fenómeno
general y ciertamente no una característica particular de la industrialización
dirigida por el Estado.
La pregunta de qué hubiese pasado de no mediar el choque externo
masivo de los inicios de los años ochenta es difícil de responder. Es posible
que la región hubiese podido transitar hacia un modelo de industrialización
más balanceado entre el mercado interno y el externo, como el que ya estaba
emergiendo, o evolucionar hacia modelos con mayor contenido exportador
pero con alta intervención estatal que estaban desarrollando los países de Asia
Oriental. La crisis de la deuda bloqueó, sin embargo, esta posible transición y
dio paso, más bien, al triunfo de las reformas de mercado. América Latina se
constituyó, de hecho, en la región del mundo en desarrollo que avanzó en forma
más temprana y radical en esa dirección.
Esta transición tuvo como trasfondo otros cambios de mucha considera-
ción a nivel mundial. En particular, a partir de los años setenta hubo importantes
transformaciones en el propio mundo industrializado, que se caracterizaron
por agotamiento de muchos de los elementos dinámicos de la edad de oro del
capitalismo, el surgimiento de nuevos paradigmas tecnológicos y la consolida-
ción de la segunda globalización. De esta manera, los países latinoamericanos
no solo debieron enfrentar los desafíos del agotamiento, en grados diversos,
de su ya viejo modelo industrialista y su escasa capacidad de generación de
tecnología. Por eso, lo que se necesitaba no era meramente la apertura hacia
la economía mundial y la retracción del Estado, sino un salto en materia de

[166 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El Proceso de industrialización de América Latina y la influencia del pensamiento de la
CEPAL

desarrollo tecnológico, mediante un avance significativo de los sistemas nacio-


nales de innovación, apoyados en un esfuerzo paralelo en materia educativa. A
la postre, ello no se hizo, y la crisis de la deuda limitó las opciones de hacerlo.
Por eso, el giro hacia una estrategia basada en reformas de mercado no ofreció
la solución a las limitaciones que experimentó el modelo de industrialización
latinoamericano. En particular, no puso en el centro el desarrollo a los sistemas
de innovación, ciencia y tecnología. Esa es una tarea que sigue pendiente.

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[170 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

Juan José Nieto y


Luis Antonio Robles: dos figuras
cimeras de la afrocolombianidad
Amylkar D. Acosta M.
Académico Correspondiente
[email protected]

“Los hombres y los siglos vuelven cíclicamente”


Jorge Luis Borges

Resumen
Juan José Nieto y Luis Antonio Robles, dos figuras cimeras de la
afrocolombianidad, dos personalidades afines ideológicamente, con
muchas similitudes, que van desde la humildad de los hogares que los
acogieron en su seno hasta la rauda carrera política, siempre nadando
contra la corriente, que emprendieron ambos hasta alcanzar el pináculo
de la grandeza. No les fue fácil, a ninguno de los dos, abrirse paso en una
sociedad cerrada y elitista, como era la de la época, como tampoco les fue
fácil abrirse un espacio propio en el ámbito de la política, máxime cuando
si algo los caracterizó fue su espíritu rebelde, díscolo y contestatario.

Ellos, al igual que Miguel de Cervantes Saavedra, el Manco de Lepanto,


alternaron la pluma con la espada, pues por aquellos tiempos de bárbaras
naciones, en las que proliferaron las guerras civiles, les tocó recurrir a

Cómo citar este artículo


Acosta Medina, Amylkar. “Juan José Nieto y Luis Antonio Robles: Dos figuras cimeras de la
afrocolombianidad”. Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 171-183.

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Amylkar Acosta Medina

las armas para defender sus ideas, ya fuera desde la institucionalidad


amenazada por los contrarios o para hacerse a ella para reivindicarlas.

Palabras claves: afrodescendiente, democracia, discriminación, estados


soberanos, federalismo y radicalismo.

Abstract
Juan José Nieto and Luis Antonio Robles, two leading figures of
Afro-Colombianity, two ideologically related personalities, with many
similarities, ranging from the humility of the homes that took them in
their womb to the political race, always swimming against the current,
which they undertook both until they reached the pinnacle of greatness.
It was not easy for either of them to make their way in a closed and elitist
society, as it was at the time, nor was it easy for them to open their own
space in the field of politics, especially when something characterized
them was his rebellious spirit, wayward and contestant.

They, like Miguel de Cervantes Saavedra, the Manco de Lepanto,


alternated the pen with the sword, because in those times of barbaric
nations, in which civil wars proliferated, they had to resort to weapons
to defend their ideas, and outside the institutions threatened by opposites
or to be made to claim them.

Keywords: afro-descendant, democracy, discrimination, sovereign states,


federalism, radicalism.

En primer lugar, permítaseme expresar a la Academia Colombiana de


Historia, particularmente a quienes integran la Comisión de Candidaturas,
mi agradecimiento por su deferencia al hacerme el honor de recibirme como
Miembro Correspondiente de la misma. Para mí es muy honroso hacer parte de
esta benemérita y centenaria institución, que le ha prestado y le sigue prestando
invaluables servicios a Colombia. Debo, también, expresar mi gratitud a los dos
académicos de Número que tuvieron el encargo por parte del señor Presidente
de la Academia de evaluar y emitir su concepto, luego de analizar el texto que,
en cumplimiento de sus Estatutos, sometí a su consideración y análisis. Tengo
que decir que sus comentarios fueron muy afortunados y me sirvieron de valor
agregado para lograr pergeñar un texto final mucho mejor que el original. El

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Juan José Nieto y Luis Antonio Robles: Dos figuras de cimeras de la afrocolombianidad

mismo estará a disposición de ustedes, quienes tendrán la última palabra para


juzgar su contenido después de su lectura.
Quise que la ceremonia de mi ingreso a la Academia se diera justo el día
de hoy, como homenaje a Luis Antonio Robles, el Negro Robles, pues hoy que
lo rememoramos, se cumplen 168 años de su natalicio. Gracias, nuevamente, a
la Academia Colombiana de Historia por acogernos en su seno, mi satisfacción
es tanto mayor porque la Academia es lo mío y a ella le he dedicado los 42 años
que estoy cumpliendo de ejercicio de la docencia y la investigación universitaria.

Vamos al grano

Ahora sí, vamos al grano. Juan José Nieto y Luis Antonio Robles, dos figuras
cimeras de la afrocolombianidad, dos personalidades afines ideológicamente,
con muchas similitudes, que van desde la humildad de los hogares que los
acogieron en su seno hasta la rauda carrera política, siempre nadando contra la
corriente, que emprendieron ambos hasta alcanzar el pináculo de la grandeza.
No les fue fácil, a ninguno de los dos, abrirse paso en una sociedad cerrada y
elitista, como era la de la época, como tampoco les fue fácil abrirse un espacio
propio en el ámbito de la política, máxime cuando si algo los caracterizó fue
su espíritu rebelde, díscolo y contestatario. Ello les valió la persecución, el ex-
trañamiento y hasta el exilio, sin que tales vicisitudes los doblegara y mucho
menos los hubiera llevado a abjurar o a renegar de su ideario. Intrépidos ellos,
el coraje y la bizarría nunca les faltó, como tampoco su grandeza y generosidad
cuando se imponían a sus adversarios, que no fueron pocos.
Si algo los distinguió a ellos en las múltiples batallas que debieron librar,
por fuerza de las circunstancias, fue el temple en la lucha feral y la templanza a
la hora del triunfo. Ellos, al igual que Miguel de Cervantes Saavedra, el Manco
de Lepanto, alternaron la pluma con la espada, pues por aquellos tiempos de
bárbaras naciones, en las que proliferaron las guerras civiles, les tocó recurrir a
las armas para defender sus ideas, ya fuera desde la institucionalidad amenazada
por los contrarios o para hacerse a ella para reivindicarlas. Si descontamos el
sinnúmero de grescas intestinas dentro de los límites de los estados federales,
entre 1812 y 1886 se registraron nueve guerras civiles de alcance nacional.
Aunque el dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht diga que “toda guerra es
una derrota”, para la época que les cupo en suerte vivir y luchar era más bien
“la continuación de la política por otros medios”, como lo sostuvo Carl Von
Clausewitz. Ello explica que Nieto alcanzara el grado de General y Robles el de
Coronel, a despecho del talante civilista de los dos.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 291-296 [173 ]


Amylkar Acosta Medina

Cómo cambian los tiempos, en su época se tenía por norma no escrita el


régimen de Gobierno – Oposición, que muchos años después entronizara el
presidente Virgilio Barco, contrario al esquema del bipartidismo y la alterna-
ción del Frente Nacional y del colaboracionismo de connotados miembros del
partido político que está en la oposición con el socorrido ardid de hacer parte
del Gobierno de turno a título “personal y técnico”, contrariando las directrices
de sus partidos. Y quienes así actúan, recurriendo a la práctica del travestismo
político se justifican con la manida frase según la cual “la política es dinámica”.
Ello ha dado pie a la práctica del transfuguismo, que tanto daño le ha hecho a
los partidos políticos que, después de la Constituyente de 1991 y gracias a la
nueva Constitución, experimentaron una especie de “Big Bang” de ellos, dando
lugar a la eclosión de más de 70 partidos, de los cuales han sobrevivido 14. Es
consabida la profusión de dirigentes políticos que no resisten ser excluidos de la
nómina oficial o de las partidas presupuestales sin doblegarse; en cambio, Nieto
y Robles pagaron con cárcel y hasta con el destierro su lealtad con el Partido
Liberal sin que por ello desertaran; nunca cedieron ni ante el halago ni ante
la amenaza. Estos son otros tiempos, en los cuales los partidos políticos han
venido a menos y pende sobre ellos la amenaza de su extinción. Y ¡Democracia
sin partidos políticos no es Democracia!
Tanto Juan José Nieto como Luis Antonio Robles han sido discriminados
hasta después de muertos, pues no de otra manera se puede interpretar su
invisibilización. Deliberadamente han sido borrados de la historiografía, por
ello el conocimiento sobre ellos es muy precario, las fuentes de investigación
para profundizar en su trayectoria, en su pensamiento y ejecutorias son muy
escasas, la información a la que hemos podido acceder para elaborar este en-
sayo es fragmentaria y dispersa. No es coincidencia que Juan José Nieto, quien
ocupó la Presidencia de los Estados Unidos de la Nueva Granada (enero – ju-
lio de 1861), no figurara en la galería de expresidentes en la Casa de Nariño,
como no ha habido un lugar en el Ministerio de Hacienda para Luis Antonio
Robles en la galería de ex ministros de esa cartera, no obstante que fue titular
de la misma. Ello hace más meritorio el esfuerzo de dos personajes del Caribe
de aquilatadas calidades intelectuales para rescatar a Nieto y a Robles, como el
sociólogo Orlando Fals Borda y el jurista Jacobo Pérez Escobar, respectivamente,
quienes sin proponérselo se convirtieron en los biógrafos de uno y otro, en su
orden. Ellos han contribuido enormemente a sacarlos del anonimato y para
que ocupen el sitial que sus méritos y merecimientos le ganaron en franca lid
en la historia de Colombia.

[174 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Juan José Nieto y Luis Antonio Robles: Dos figuras de cimeras de la afrocolombianidad

Qué bueno volver sobre los pasos de la historia y darnos una cita con ella,
para indagar por los personajes y los acontecimientos que marcaron el curso
de nuestra vida republicana, en este caso Nieto y Robles. La historia tuvo un
principio, pero no tiene fin; solo una torcida interpretación del pensamiento
de Federico Nietzsche pudo llevar a Francis Fukuyama a sentenciar el fin de la
historia, pues de sus tesis jamás se puede colegir tan descabellado planteamien-
to. Esta, al igual que la ideología, se rige por la ley del movimiento perpetuo,
caracterizado por un constante y recurrente volver a comenzar, claro está so-
bre bases renovadas y cada vez más elevadas, en forma de espiral. La historia,
como la vida misma, fluye, sigue su senda, con nosotros o sin nosotros; somos
necesarios, más no imprescindibles para ella. No es posible detener las ruedas
de la historia sin perecer arrollados por ella; solo nos es posible incidir, torcer
su curso o, de lo contrario, dejarnos arrastrar por ella. La historia trabaja para
nosotros, sólo a condición de que nosotros trabajemos para ella, pues, como lo
afirma Vittorio Messori, “cada quien es rehén de su propia historia”.
Resulta hercúlea, pero fascinante, la tarea de adentrarnos en los vericue-
tos y laberintos de la historia e intentar su escrutinio, a partir de una lectura
transversal de sus hitos y de quienes los protagonizaron. Al aproximarnos a la
historia e indagar en ella, nos tropezamos con un primer obstáculo: la forma
simplista y sesgada como muchas veces se abordó por quienes la escribieron.
No pocas veces los escribanos de la época fungían como amanuenses de los de-
tentadores del poder; por ello, se suele decir que la historia la escriben, siempre,
los victoriosos y no quienes muerden el polvo de la derrota. La distorsión y la
trivialización de la historia la falsean y hacen más difícil dar con las claves que
nos permitan emitir un juicio desprejuiciado, alejado de los apasionamientos
y las animadversiones maniqueas, como fieles intérpretes y no como subjetivos
panegiristas. Trataremos de apartarnos de la versión interesada tanto de la le-
yenda rosa como de la leyenda negra, de buenos y malos, como en las películas
de vaqueros, sin perder de vista que también se puede entrar a la historia por
la puerta cochera, como ciertos personajes de opereta, que hicieron historia a
su manera.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 291-296 [175 ]


Amylkar Acosta Medina

Hablemos de Nieto

Juan José Nieto nació el 24 de junio de 1805 en el caserío de Sibarco, locali-


zado entre los municipios de Baranoa y Tubará (Atlántico), ocupó la Presidencia
de los Estados Unidos de la Nueva Granada, pero antes de ello se desempeñó
como Gobernador del Estado de Bolívar, varias veces. Reconocido intelectual,
autodidacta, respetable y respetado por sus semejantes, que admiraban en él su
afán de superación y su vocación de servicio. Le cabe el mérito a Nieto de ser el
autor de la primera novela en Colombia y sus obras tuvieron un gran recono-
cimiento tanto en el país como en Jamaica, en donde aprovechó su exilio para
escribir varias de ellas. Nieto fue un hombre sobresaliente, que nunca pasaba
por desapercibido en donde llegaba, que descolló y brilló con luz propia. Fals
Borda lo describe como “un hombre fornido, de piel cetrina clara (o trigueña
oscura), ojos zarcos verdosos, nariz recta y amplia, labios finos, cejas arqueadas
y cabello negro medio rizado”1.
Fue un hombre luchador y abnegado, que no ahorró esfuerzos para de-
fender y fortalecer la institucionalidad, lo que lo llevó a ser un gran admirador
y seguidor del libertador Francisco de Paula Santander. Desde bien temprano
abrazó la causa del naciente radicalismo liberal y la defensa de los artesanos
frente al aperturismo comercial de la época, el librecambismo. Fue defensor,
como el que más de los derechos fundamentales, especialmente los de los más
débiles y vulnerables, quienes veían en él su más autentico y consecuente vocero.
En ello era intransigente y nunca dio su brazo a torcer. Se abrió paso a codazos,
no se arredró ante las amenazas y persecuciones, se hizo respetar, no se dejó
ningunear y quienes lo intentaron se llevaron su sorpresa, con él no pudieron.

1
“La historia del único presidente negro que ha tenido Colombia”, El Tiempo, Bogotá, 20 de
septiembre de 2016.

[176 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Juan José Nieto y Luis Antonio Robles: Dos figuras de cimeras de la afrocolombianidad

Juan José Nieto fue uno de los forjadores de nuestra institucionalidad


apenas en ciernes, al lado de personajes de la talla de Rafael Núñez, José Hilario
López, José Ignacio de Márquez, Pedro Alcántara Herrán, José María Obando,
Manuel Morillo Toro y Tomás Cipriano de Mosquera, entre otros. Con este
último su relación fue tormentosa y la rivalidad entre los dos fue la constante.
Con Núñez tuvo al comienzo una relación cordial, fue, además, su colaborador
en una primera etapa, pero después se distanció de Nieto y se alineó al lado de
Mosquera cuando la confrontación de este con Nieto se tornó antagónica. Su
enfrentamiento con Mosquera llegó a su clímax en la Convención de Rione-
gro, presidida por él, quien en su discurso de instalación se refirió a Nieto en
términos desafiantes.
En su intervención, Tomás Cipriano de Mosquera manifestó: “sensible me
es, señores, que cada vez que hablé sobre negocios que se rozan con las funcio-
nes del expresado General en Jefe, tenga que informar que este General se ha
sobrepuesto constantemente a la autoridad del Gobierno Nacional”2. Juan José
Nieto, que no le guardaba agua en la boca a nadie, le ripostó con gran altivez
y gallardía en los siguientes términos: “ni el general Mosquera ha nacido para
mandarme a su manera, ni yo he nacido para obedecerle según la mía… La
caridad cristiana condena el orgullo y la soberbia, pero no el sentimiento de la
propia dignidad”3.
Retirado a la vida privada, Nieto murió en Cartagena el 16 de julio de
1866. Sus exequias tuvieron lugar en la Catedral y sus despojos mortales fue-
ron sepultados en el cementerio de Manga, un barrio de Cartagena, en donde
yace y por disposición de la Asamblea Legislativa de Bolívar (22 de octubre de
1866) se le erigió un Mausoleo en su honor, con su retrato labrado en piedra y
una loza de mármol, con una dedicatoria, a manera de epitafio, que a la letra
dice: “al incontrastable republicano”. Y allí está este altar de la patria, erigido en
honor a este hombre grande, adelantado de su época y esclarecido exponente
de su raza negra.
Juan José Nieto puede considerarse como “precursor de la lucha por la
autonomía de las regiones frente al Gobierno central”. Él explicaba en cartas
al general Santander por qué era un “federalista por opinión informada y no
por caprichos del corazón”, porque él aspiraba “a una forma de gobierno que le
abriera espacios y posibilidades eficaces al desarrollo de nuestra provincia”. 150
años después de su muerte (1866), su bandera, su anhelo de que las regiones
dejen de ser alfil sin albedrío del centralismo, sigue vigente. La semana anterior,

2
Ídem.
3
Ídem.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 291-296 [177 ]


Amylkar Acosta Medina

al constituirse la Región Administrativa y de Planificación del Caribe, se le hizo


este reconocimiento.
De no haber sido por el reputado sociólogo Orlando Fals Borda y por el
periodista Gonzalo Guillén, Juan José Nieto habría continuado siendo un ilus-
tre desconocido para los colombianos, ellos se atrevieron a levantar el velo que
impedía saber de él. Ellos se propusieron rescatarlo del olvido y de la discrimi-
nación post mortem de la cual venía siendo objeto. Gracias a la gestión de ellos,
el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ante la contundencia de las
pruebas aportadas, dictaminó que efectivamente Juan José Nieto fue Presidente
de Colombia entre el 25 de enero de 1861 y el 18 de julio del mismo año, lo que
hasta entonces se desconocía olímpicamente.
A todo señor todo honor, hay que reconocer que, luego del fallecimiento
de Fals Borda, Guillén fue quien continuó con la ímproba tarea que él había
emprendido y en su empeño de “proteger la memoria del primer Presidente
afrodescendiente”4 interpuso ante el presidente Juan Manuel Santos un derecho
de petición tendiente a su reivindicación, el cual fue respondido positivamente.
El presidente Santos se comprometió a instalar en la Casa de Nariño, como lo
demandó Guillén en su derecho de petición, “el único óleo que existe de él, alte-
rado por las vicisitudes que han querido borrar su raza”5. Entre estas vicisitudes
se cuenta el hecho del hallazgo por parte de Fals Borda de dicho óleo, arrumado,
abandonado y apolillado en el cuarto de San Alejo en el Palacio de la Inquisición
en Cartagena. El mismo, según el relato de distintas fuentes, fue a parar a París
en un intento por “blanquearlo” y así poderlo presentar en “sociedad”. Bien dijo
Fals Borda a Guillén poco antes de morir que “a Nieto lo excluyen por ser negro
y por costeño”. Así de claro y obscuro fue este vergonzoso episodio, que pasará
a la historia como una página ignominiosa.
Según se ha podido establecer, el cuadro había sido pintado antes de que
Nieto llegara a la Presidencia y posteriormente le fue pintada la banda presi-
dencial sobre su pecho cuando asumió la Presidencia y tras su muerte, como
lo indica Fals Borda en su obra, fue enviado a París “para que fuera retocado a
la manera de un mandatario francés, el mismo que de retorno se colocó en los
salones del Museo Histórico de Cartagena, hasta cuando fue retirado en 1974,
luego de una restauración que no fue aprobada por los académicos de la ciudad”6,
cuenta Fals Borda en la biografía que escribió sobre el presidente olvidado. La

4
Gonzalo Guillén. Derecho de petición dirigido al presidente Juan Manuel Santos y recibido en
Casa de Nariño el 7 de junio de 2016.
5
Ídem.
6
Orlando Fals Borda, Historia doble de la Costa 2. El presidente Nieto, (Bogotá, Universidad
Nacional de Colombia, Banco de la República y Áncora Editores, 2002).

[178 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Juan José Nieto y Luis Antonio Robles: Dos figuras de cimeras de la afrocolombianidad

orden está dada y el óleo restaurado de Nieto debe ir a llenar el vacío que había
dejado su exclusión, como un acto de tardía reparación histórica.
Ahora toca instalar su óleo entre los también expresidentes Mariano Ospina
Rodríguez, su antecesor y Tomás Cipriano de Mosquera su sucesor. De modo que
al reordenar la secuencia de quienes han ejercido la Presidencia, el presidente
Santos ya no es el Presidente número 114 en la lista que lleva la Biblioteca Luis
Ángel Arango del Banco de la República, sino el 115, porque Juan José Nieto
se les “coló” en el puesto 41. Sólo resta que el Congreso de la República tramite
una Ley de honores al expresidente Juan José Nieto para hacerle justicia y ubi-
carlo en el lugar que se merece por su meritorio desempeño y liderazgo. Si este
esbozo biográfico llegara a servir de insumo para la exposición de motivos del
proyecto de ley a presentar a la consideración del Congreso de la República, me
daría por bien servido y sería de mucha satisfacción para mí.

Hablemos de Robles
En esta exposición analizaremos también la vida y obra de un personaje,
grande entre los grandes, que descolló a lo largo de la segunda mitad del siglo
XIX. Me refiero a Luis Antonio Robles Suárez, hijo ilustre de La Guajira, nacido
en la población de Camarones, situada en las goteras de Riohacha, capital del
Departamento de La Guajira, el 24 de octubre de 1849, luchador incansable y
figura señera del liberalismo. Si nos atuviéramos al Hermano Justo Ramón o a
Henao y Arrubla, Robles nunca existió, lo refundieron en el anonimato, desde
donde él había irrumpido, altivo y desafiante, para abrirse paso, a mandoblazos,
hasta ocupar un sitial de privilegio en la historia. Fue un hombre que jamás pasó

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 291-296 [179 ]


Amylkar Acosta Medina

inadvertido en donde quiera que llegaba; siempre estuvo en el ojo del huracán
en los procelosos tiempos que le cupo en suerte vivir. Era la elocuencia hecha
verbo. La política es destino y ese fue el suyo; el Negro Robles, como cariño-
samente, lo llamaban, fue un político hasta los tuétanos, imbuido del ideario
liberal, convencido y convincente.
Para utilizar la expresión de Saramago, ¡Luis Antonio Robles fue un liberal
hormonal! Llegó hasta las más encumbradas posiciones, alcanzadas siempre
con denuedo, tesón y perseverancia, sin abandonar sus principios ideológicos
y sin renegar jamás a su bandería política. Fue un adelantado de su época y
supo mirar el futuro con anticipación, por ello trascendió a su época, merced a
sus actuaciones y a su espíritu visionario. Desde temprana edad se alistó en las
filas del radicalismo, del cual fue uno de sus más caracterizados exponentes;
se contaba entre sus ideólogos y voceros autorizados. Defendió con ardentía y
valor la causa de la libertad y la democracia, en momentos en que una y otra
eran escarnecidas; así como la independencia tuvo sus precursores, podemos
afirmar sin hipérboles que Robles y el radicalismo fueron los precursores de la
democracia colombiana.
Luis Antonio Robles fue multifacético y gozaba de una gran versatilidad,
desempeñándose con brillo y competencia en la academia, en la política, en el
parlamento, en el litigio, en el periodismo, como escritor y no lo fue menos en
las artes de la guerra, cuando el destino puso a prueba su espíritu civilista. A él
sí que le es aplicable el aserto de Benjamín Franklin: “Si no quieres perderte en
el olvido tan pronto como hayas muerto, escribe cosas dignas de leerse y haz
cosas dignas de escribirse”. Todo cuanto escribió, todavía, pese al paso inexo-
rable de los años, bien vale la pena leerlo y cuanto hizo lo hizo merecedor de
cuanto se ha escrito a propósito de su vida, condensación de una de las más
bellas epopeyas de nuestra historia republicana. Trataremos de no ser gigantes
en el resumen ni enanos en la síntesis, para ceñirnos rigurosamente al tiempo
estipulado para esta disertación.
Me he hecho el propósito de sacar a Robles del anonimato en que injus-
tamente se le tenía hasta hace muy poco. Cuando el Partido Liberal creó su
Academia de Historia, promovida por el académico Rodrigo Llano Isaza, entre
sus primeras actividades programó un ciclo de conferencias sobre los grandes
del liberalismo y al hacer memoria colectiva de los mismos advertí que entre
los nombrados y renombrados faltaba un grande y ese era El Negro Robles. Se
me asignó la tarea, fascinante para mí, de estudiar, de escudriñar el trasegar de
este ilustre hijo de mi tierra, La Guajira, para disertar sobre él. Oh, sorpresa la
que me llevé, al adentrarme en el conocimiento de este personaje altivo, alta-

[180 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Juan José Nieto y Luis Antonio Robles: Dos figuras de cimeras de la afrocolombianidad

nero si se quiere, e inteligente, que asombró con su pluma y con su verbo a sus
contemporáneos. El auditorio escuchó más atónito que atento mi exposición,
no salía de su asombro y nadie se explicaba cómo se había invisibilizado a un
hombre de su talla, que tantos servicios le prestó tanto al Partido Liberal como
al país. Me cabe la satisfacción que, desde entonces, siempre que se habla de los
grandes del liberalismo se incluye, en el lugar de privilegio que merece, a Robles.
Robles fue primero en todo: el primer negro en ser colegial de la Uni-
versidad del Rosario en donde se graduó con honores en 1868, fue el primer
negro en ocupar una posición relevante en el Gobierno Nacional, cuando a la
edad de 22 años fue nombrado por el presidente Murillo Toro como Director
de Educación Pública del Estado soberano del Magdalena en 1872, fue el pri-
mer negro en ser rector de una universidad, La Republicana, de donde nació la
Universidad Libre de Colombia, de la que fue cofundador, fue el primer negro
en llegar al parlamento colombiano, varias veces, dos por el Estado Soberano
del Magdalena y una por Antioquia (¡!), fue el primer negro en ser Ministro
del Tesoro y Crédito Público, a los 26 años y en cuya cartera, hoy en día, hace
falta su retrato en la galería de la sede del Ministerio de Hacienda, de quienes
han ocupado esa cartera.
Entre sus debates en el Parlamento se destacan dos: el de las emisiones
clandestinas por parte del Banco Nacional, y el otro, en contra de la censura de
prensa y la ley de los caballos. En el primer caso, puso al descubierto las emisio-
nes que de manera soterrada se estaban haciendo por parte del Banco Nacional,
a ciencia y paciencia del gobierno. “Dejadme penetrar en Banco Nacional y
os señalaré con el dedo en dónde están en los libros del mencionado Banco
las pruebas de las emisiones clandestinas” le planteaba Robles al Congreso. A
renglón seguido, propuso se conformara una Comisión que adelantara la in-
vestigación y estableciera la veracidad de sus denuncias. El ministro del Tesoro,
Carlos Calderón, en una salida en falso amenazó con recibirla con la punta de
las bayonetas del ejército permanente, si es que osaba asomarse a las bóvedas
del Banco. A ello ripostó, airado y con el puño en alto, en actitud desafiante,
Robles emplazándolo en los siguientes términos: “Si esta Comisión se nombra, le
pido a la Cámara que yo sea designado: qué honor y qué gloria, caer atravesado
por las bayonetas pretorianas, al intentar abrir las puertas del local en donde se
manejan en misterio los caudales de la Nación” e insistió, “dejadme penetrar en
él y os señalaré con el dedo la prueba de las emisiones clandestinas”.
Efectivamente, la Comisión cumplió con su cometido, sus sospechas se
confirmaron y unánimemente, a pesar de estar integrada por cuatro conserva-
dores y un solo liberal, acusaron a varios ex funcionarios como responsables del

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 291-296 [181 ]


Amylkar Acosta Medina

ilícito, proposición que desde luego no tuvo acogida en la plenaria de la corpo-


ración. Uno de quienes resultó salpicado fue el representante Carlos Martínez
Silva, exministro del Tesoro de Carlos Holguín, a quien se le increpaba el haber
tenido conocimiento de las emisiones clandestinas y no puso en conocimiento
de ello al Congreso de la República. Esta vez la solidaridad de cuerpo de la
bancada oficialista no funcionó y lo dejaron solo, hecho este que contribuiría
al agrietamiento del conservatismo que terminó dividido entre nacionalistas
e históricos. No obstante, sobrevinieron sanciones, aunque estas se quedaron
como suele ocurrir a menudo, en el nivel de los mandos medios, pues el gobierno
eludió su responsabilidad. A la postre sus denuncias contribuyeron a adquirir
conciencia de los riesgos de jugar con la confianza y al expedirse la Ley 70 de
1894, esta derivaría en la disolución del propio Banco, que se había convertido
en la caja de caudales para financiar la guerra por parte del gobierno. Este se
constituyó en uno de los triunfos más resonantes del Negro Robles a su paso
por el parlamento.
Otro debate importante fue el que adelantó a propósito de la censura de
prensa que se impuso a través del artículo K transitorio de la Constitución de
1886, según el cual hasta que no se expidiera la Ley de Prensa, el gobierno que-
daba facultado para prevenir y reprimir los asuntos atinentes a ella, lo cual se
convirtió en una verdadera mordaza para la prensa opositora. Robles primero
y Uribe Uribe, después, pedían insistentemente que la Ley se expidiera, pero
pudo más la tozudez de Núñez, quien deliberadamente dilataba su expedición,
para seguir con las manos libres y mantener a raya a la prensa, por la que tenía
una fobia visceral. Se imponía, entonces, la versión oficial de las noticias y las
opiniones políticamente correctas, contribuyendo de esta manera a atizar la
hoguera, ya que como lo dijo el expresidente Alberto Lleras Camargo “en un
país mal informado no existe opinión sino pasión”. Al fin y al cabo, como lo
sostuvo Ortega y Gasset la verdad oficial no es más que “una administración
prudente de la falsedad”. Con base en este frase fueron clausurados los periódicos
El Correo y El Relator, del radicalismo.
Abundan, entonces las razones para considerar a Robles como el paladín
de la democracia de la segunda mitad del siglo XIX, las cuales me llevaron a
percatarme y a persuadirme de su importancia y trascendencia; por ello, con
el ánimo de hacerle justicia, presenté a la consideración del Congreso de la
República un Proyecto de ley para rendirle el tributo que se merecía. Así fue
como se expidió la Ley 570 de 2000, mediante la cual se le rinde honores. Entre
las disposiciones allí previstas está el traslado de sus restos mortales desde el
Mausoleo en donde estaban en el Cementerio Central de Bogotá a su natal Ca-

[182 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Juan José Nieto y Luis Antonio Robles: Dos figuras de cimeras de la afrocolombianidad

marones, en La Guajira. Me lo propuse y lo logré: darle cumplimiento a dicho


cometido y hasta allá se trasladaron y hoy reposan en la humilde casa en donde
nació, la cual fue declarada Monumento Nacional.

Colofón

Se trata, de dos ilustres desconocidos, por cuenta de su invisibilización para


la historia, que ha sido injusta con ellos, pues estos dos prohombres fueron figuras
destacadas, adelantados de su época, precursores de la lucha por la democra-
cia, defensores de los indefensos y comprometidos con los derechos humanos.
Nieto en la primera mitad del siglo XIX y Robles en la segunda mitad fueron
grandes protagonistas del acontecer político; el primero justo cuando Colombia
como Nación balbuciente sólo contaba con un proto-estado en formación y él
contribuyó a su defensa y consolidación, como institucionalista que fue. Por su
parte, a Robles le correspondió participar activamente en la vida nacional, en
primera línea, durante un período bastante convulso y de gran crispación, de
abierta confrontación entre federalistas y centralistas, de transición de la Con-
federación a Estado Centralista que se entronizó con la Constitución de 1886.
Cualquier parecido de las circunstancias y de la vida aciaga que les tocó
vivir a estos fogoneros de la revolución democrática, que fueron en vida Juan
José Nieto y Luis Antonio Robles, con las que hoy vivimos, no es coincidencia.
De tales raíces depende el fruto amargo de la violencia que nos asola y nos
conturba. Bien se ha dicho, que la historia se repite, una vez como tragedia y
otra como comedia, al parecer nos ha tocado padecer la tragicomedia de una
Nación a pesar de sí misma7, presa de esta racha cruel y cruenta que asoló el
país por más de 50 años, pero que ahora, gracias al Acuerdo Final con las FARC
y a las negociaciones en curso con el ELN aspiramos y esperamos dejar atrás.
Es como si de pronto despertáramos después de una larga pesadilla. Con todos
estos antecedentes históricos, que por ignorados no son menos aleccionadores,
aún no nos hemos convencido de que “no hay guerra buena ni paz mala”.
Concluyamos con este apotegma del Quijote, el Hidalgo de la triste figura:
“La historia es émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado,
ejemplo y aviso de lo presente y clara advertencia de lo porvenir”.

7
David Bushnell, Colombia una nación a pesar de sí misma: nuestra historia desde los tiempos
precolombinos hasta hoy, (Bogotá, Planeta, 2001), Decano de los colombianistas norteamerica-
nos.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 291-296 [183 ]


Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

El 31 de Julio 1900. Golpe de


Estado o cambio de gobierno.
Una nueva mirada

Camilo Gutiérrez Jaramillo


Académico Correspondiente
[email protected]

Resumen
Los sangrientos episodios de la última guerra civil del siglo die-
cinueve en Colombia, que se inició en las postrimerías del 1899, y que
se extendieron hasta 1902, han sido objeto de la constante atención de
nuestros historiadores, opacando la crisis política que ocurrió al interior
del régimen conservador el día 31 de julio de 1900, en plena guerra civil,
calificada por unos como “golpe de estado”, y por otros como “cambio de
gobierno”. Este episodio terminó por frustrar, los intentos para negociar
una paz digna entre los contendientes y por lo tanto, se tradujo en la
innecesaria prolongación de la guerra durante cerca de dos años, con los
efectos devastadores que ella tuvo para la Colombia de la época.

Importa entonces conocer los pormenores políticos de esa crisis,


así como los designios de sus protagonistas, para evaluar en su verdadera
dimensión la relación de causalidad existente entre ese “cambio de go-
bierno” y la prolongación de la guerra que condujo a Colombia a los días

Cómo citar este artículo


Gutiérrez Jaramillo, Camilo. “El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.
Una nueva mirada”. Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 185-205.

[185 ]
Camilo Gutiérrez Jaramillo

más oscuros de nuestra historia, en los cuales iniciamos el siglo 20, que de
alguna forma son el umbral de los lamentables suceso de Panamá en 1903.

Abstract
The bloody episodes of the last nineteenth-century civil war in
Colombia, which began in the late 1899’s, and extended until 1902, have
been subject of the constant attention of our historians, overshadowing
the political crisis that occurred inside the conservative regime on July
31, 1900, in the midst of civil war, described by some as “coup d’état”, and
by others as “change of government.” This episode ended up frustrating
the attempts to negotiate a dignified peace between the contenders and
therefore, resulted in the unnecessary prolongation of the war for about
two more years with devastating effects for the Colombia of the time.

It is therefore important to know the political details of that crisis,


as well as the designs of its protagonists to evaluate in its true dimension
the existing causal relationship between this “change of government” and
the prolongation of the war that led Colombia to the darkest days of our
history in which we began the 20th century, and that in some way are the
threshold of the unfortunate event of Panama in 1903.

Los antecedentes

Lamentablemente el devenir político de los colombianos en el siglo die-


cinueve, es el del brutal enfrenamiento, en el plano político y militar de los
dos partidos que entonces se disputaron el poder, en una maleable y precaria
institucionalidad. El trágico corolario de este pleito terminó en la gran guerra
civil que conocemos como de los “mil días”, en medio de la cual concluyó el
siglo diecinueve, y así nos asomamos al siglo veinte, en el umbral de otras
violencias. Ocurre que por cuenta de ese enfrentamiento, perdió visibilidad
histórica un bizarro episodio político ocurrido el día 31 de julio del año de
1900, cuyos pormenores ameritan una nueva lectura en vista de que este tema
poco se volvió a considerar luego de la desaparición de sus protagonistas. De
hecho a partir de 1970, salvo escasos comentarios, el tema desapareció del foco
de nuestra historiografía. Me propongo entonces incursionar brevemente en
aquellos matices que permitan resignificar un episodio insólito en la crónica
de nuestras rupturas constitucionales.

[186 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.Una nueva mirada

Al finalizar la guerra civil de 1876, a principios de 1877, las tropas conser-


vadoras al mando del general Marceliano Vélez, se encontraban atrincheradas
en Manizales, amparadas en su escarpada topografía. De esta suerte los sitiados
podían escoger ante quien rendirse y dependiendo de ello, capitalizar las ven-
tajas políticas de la capitulación. Dos caudillos liberales, disponían de fuerzas
aptas para vencer a Vélez; de una parte el general Julián Trujillo, vencedor en
los Chancos, pero simpatizante de Núñez, y de la otra Santos Acosta, caracte-
rizado radical. En Manizales se encontraba el gran estratega del conservatismo,
don Carlos Holguín Mallarino quien entendió perfectamente la repercusión
política que tendría la caída de Manizales, desde donde no ahorró esfuerzo
alguno enviando cartas y diseñando estrategias para evitar que Santos Acosta
llegara primero a esa ciudad. Desde la derrota de Garrapata en noviembre de
1876 hasta abril de 1877, alentó a quienes defendían el último reducto militar
del conservatismo, esperando hasta poder entregar el premio de la rendición al
enemigo más apropiado. Son elocuentes las palabras de Holguín a este propósito:
…El jefe liberal que obtenga la liberación de Manizales será el futuro Presidente.
Si lo es Acosta continuará el régimen radical, y nosotros vencidos para siempre.
Si nos entendemos con Trujillo, su presidencia no hará sino preparar la del doctor
Núñez y con este triunfaremos…1.

Esta estrategia que le abrió paso a la regeneración convirtió a don Carlos


Holguín en la figura más descollante del Partido Conservador a quien Núñez
supo agradecer y retribuir. Los sucesos se encadenaron exitosamente. Julián
Trujillo, simpatizante de Núñez recibió la capitulación de los conservadores y
con ese crédito llegó a la presidencia en 1878. Al tomar posesión, el presidente
del Congreso Rafael Núñez señaló los extremos del derrotero que le dio fin al
radicalismo en el poder “…Regeneración fundamental o catástrofe..”. El punto
de inflexión ocurrió en 1880 con ocasión de la candidatura independiente de
Núñez a la cual los radicales enfrentaron con un candidato impresentable, el
general Tomás Rengifo que venía de pacificar a sangre y fuego a los conservado-
res antioqueños, de suerte que así llegó Núñez al poder. En ese bienio de 1880 a
1882, Núñez adelantó una estrecha colaboración con el Partido Conservador, el
preludio de lo que luego fue la regeneración. Expresión de eso fue la designación
de la figura descollante del conservatismo, don Carlos Holguín Mallarino como
primer plenipotenciario de Colombia en Madrid2 a propósito del inicio de las
relaciones diplomáticas entre Colombia y España en enero de 1881. Los dos
1
Gustavo Humberto Rodríguez, Santos Acosta – Caudillo del Radicalismo, (Bogotá, Biblioteca
Colombiana de Cultura – Colcultura, 1972), 210.
2
Raimundo Rivas, Historia Diplomática de Colombia, (Bogotá, Ministerio de Relaciones Exte-
riores, Imprenta Nacional, 1961), 490.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 185 - 205 [187 ]


Camilo Gutiérrez Jaramillo

estados pactaron paz perpetua y olvido de todo lo pasado, más de sesenta años
después de terminar la guerra de Independencia. Núñez luego de retornar al
poder en 1884 enfrentó al año siguiente a los radicales alzados en armas contra
su gobierno, pero fueron derrotados en la batalla de la Humareda que tuvo lugar
el 17 de junio de 1885. El efecto de esta derrota fue el de convertir al presidente
en el dueño del espacio político con lo cual pudo impulsar la construcción de
un nuevo orden político y jurídico, definitivamente diferente al del radicalismo
federal contra el cual venía luchando de tiempo atrás. El día 10 de septiembre de
1885, Núñez desde uno de los balcones de la actual Cancillería de San Carlos,
mediante un discurso en el cual se refirió al triunfo militar de la “Humareda”
sepultó el orden constitucional de 1863, con estas palabras “... la constitución
de Rionegro ha dejado de existir…” . Pudo entonces Núñez impulsar la Carta
de 1886, que reemplazo la del 63. Básicamente esta Constitución estableció un
régimen centralista confesional y autoritario, con base en el cual los nueve estados
soberanos pasaron a ser nueve departamentos, meras secciones administrativas
dependientes del gobierno central.
De esta suerte, el engranaje que permitió operar políticamente la transi-
ción a la regeneración, fue el partido nacional, su brazo político. Este nuevo
colectivo impulsado por Núñez estuvo integrado por conservadores y liberales
independientes3 en una romántica y sincrética aspiración suprapartidista. Accedió
así Núñez en 1886 a una indiscutible magistratura política la cual le permitió
controlar a sus anchas el espacio político hasta su muerte en 1894, sin ocuparse
por lo demás de los pormenores cotidianos de la presidencia los cuales eran
gestionados por designados y vicepresidentes atentos a las instrucciones que
Núñez dispensó desde el Cabrero a partir de 1888.
En estos términos al interior del partido nacional ocurrió lo inevitable, es
decir, la imposible cohabitación de liberales independientes y conservadores.
Esta alianza no pudo superar el episodio de un pulso político ocurrido a me-
diados de 18874, en el que el vicepresidente Eliseo Payán, entonces al frente de
la primera magistratura en reemplazo de Núñez quien se hallaba en el Cabre-
ro, decidió restablecer la libertad de prensa, evocando sus simpatías liberales.
Alarmados con este avance liberal, los conservadores llamaron a Núñez quien
reasumió el poder privilegiando en adelante a los conservadores al interior del
partido nacional, de suerte que se le abrieron al conservatismo las puertas del
poder, y la regeneración quedo en manos de Holguín y de Caro. Se inició allí
3
Helen Delpar, Rojos contra Azules – El Partido Liberal en la Política Colombianas 1863 -1899,
(Bogotá, Colección el Liberalismo Radical, Procultura 1994), 313.
4
Germán Cavelier, Las Relaciones entre la Santa Sede y Colombia, Volumen I, (Bogotá, Editorial
Kelly, 1988), 585.

[188 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.Una nueva mirada

una discrepancia entre dos vertientes que terminaron en una cita que ocurrió
el 31 de julio de 1900 muchos años después.

Nacionalistas e históricos

En efecto, como designado, Carlos Holguín ejerció la Presidencia de 1888


a 1892, período en el cual la suerte de los independientes se hizo más lánguida
hasta eclipsar durante ese cuatrienio. En ese lapso consolidó el control del partido
nacional sobre todos los resortes del estado y por supuesto de los beneficios de
los que estuvieron privados los conservadores en los tiempos del “Olimpo Radi-
cal”5. Por lo demás, durante el mandato del Holguín se agudizaron las fisuras al
interior del régimen a propósito del tema territorial. Ello por cuanto el tránsito
de la federación al centralismo unitario no ocurrió con la sola virtud de la carta
del 86, de modo que para disipar el aun protagonismo de los departamentos
en 1886 Holguín propuso fraccionar estas entidades en dos provincias, cada
una con un gobernador y además con su cámara provincial6, so pretexto de la
descentralización administrativa territorial. Esta propuesta que no tuvo éxito
generó una fuerte discrepancia al interior del partido nacional, que expresaba
la tensiones entre la capital y las regiones, que a la postre terminaron por ro-
bustecer el poder central.
El siguiente desencuentro tuvo lugar en 1892, a propósito del debate
electoral7, para el siguiente período presidencial, un prolongado sexenio que se
extendería hasta 1898. Dos luminarias del partido nacional se enfrentaban allí
por la casilla de la vicepresidencia de Núñez, que entrañaba el ejercicio efectivo
del mando, en vista de la lejanía del Presidente en Cartagena. De un parte Mi-
guel Antonio Caro el gran protagonista de la carta de 1886, capitalino y además
cuñado del presidente Holguín, provisto de una mera noción libresca del país
nacional, pues nunca salió de la sabana de Bogotá8, y de la otra el general Mar-
celiano Vélez antioqueño y figura respetada del conservatismo de la provincia.
En esta pugna y por cuenta de las usuales tensiones electorales Núñez terminó
distanciado de Vélez y se abrió paso la formula Núñez y Caro. Este último que-
dó en 1892, como Vicepresidente ante la ausencia de Núñez, de modo que al
fallecer Holguín y Núñez en el segundo semestre de 1894 y apagarse entonces
5
Helen Delpar, Rojos contra Azules..., 326.
6
Luis Martínez Delgado, República de Colombia (1885 – 1895). Historia Extensa de Colombia,
Volumen X, Tomo I, (Bogotá, Academia Colombiana de historia, Ediciones Lerner, 1970) 435.
7
Gustavo Otero Muñoz, La Vida Azarosa de Rafael Núñez – Un hombre y una época, Biblioteca
de Historia Nacional, Volumen LXXXIII, (Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1951) 377.
8
Eduardo Lemaitre, Rafael Reyes - Biografía de un gran colombiano, (Bogotá, Ediciones Espiral,
1967), 181.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 185 - 205 [189 ]


Camilo Gutiérrez Jaramillo

la regeneración, Caro quedó al frente del estado y del partido nacional atento
a conjurar autoritariamente cualquier amenaza.
En este escenario se configuró un sector conservador integrado por los
inconformes de la derrota de Vélez en 1892 liderado por la prestante figura de
don Carlos Martínez Silva, quienes se dieron a conocer como los conservadores
“históricos”. En efecto, Caro y quienes lo acompañaban en el poder y el partido
“Nacional” perdieron la transparencia, y se enredaron en el almíbar del mando,
refractarios a cualquier crítica como suele ocurrir en estos casos. Por el contrario
los “históricos” inconformes con el rumbo de la regeneración, configuraron la
pugna entre estos dos grupos que discrepaban sobre la visión y alcance de la
Carta de 1886, que a juicio de los “históricos” no había sido cabalmente aplicada
en vista del autoritarismo de Caro. Aspiraban a que al amparo de la carta todos
los partidos políticos pudieran coexistir libremente sin restricciones.
Pero llama la atención la entidad ideológica de este nuevo colectivo el
de los “históricos”, que lejos de actuar en forma inopinada y eruptiva, señala-
ron coherentemente su derrotero doctrinario en un texto político de especial
significación9, expresado en un extenso memorial, fechado en enero de 1896,
titulado como “Motivos de disidencia” y conocido como el “Manifiesto de los
21” suscrito por el mismo número de seguidores de Carlos Martínez Silva, y
probablemente fruto de la pluma de este último, quien dejó su sello literario
característico en el texto del mismo.
Destaco los puntos relevantes en este documento que vuelve al genuino
realismo ecléctico de la carta de 1886 rescatando la noción abstracta de la libertad
aplazada artificiosamente durante diez años. Paradójicamente, los delegatarios del
86 enunciaron generosamente un catálogo de derechos y garantías, que fueron
limitados arbitrariamente por la regeneración y el nacionalismo, de modo que
son los “históricos” quienes llaman a hacer efectivas esas garantías. Igualmente
denuncian los 21 en este documento la falacia de la predicada descentralización
administrativa enunciada en la carta, como reacción a la federación de 1863,
descentralización que por el contrario robusteció las prerrogativas centrales del
estado en Bogotá desvaneciendo en exceso las potestades de las secciones terri-
toriales. Discreparon además los firmantes del manifiesto del nugatorio sistema
político que se incluyó en la ley electoral el cual, de espaldas a lo previsto en la
carta permitió la llegada a los cuerpos colegiados solamente a los miembros de
la regeneración, de suerte que en los 10 años de vigencia de la carta, el Partido
Liberal solo había podido llegar al Congreso con un solo diputado, es decir
una hegemonía al margen del sistema republicano, lo cual provocó la guerra
9
Adelaida Sourdis Nájera, “De los Conservadores Históricos y Nacionalistas a la Unión Repu-
blicana”. Revista Memoria, (Bogotá, Archivo General de la Nación, No. 17, 2017), 8.

[190 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.Una nueva mirada

de 1895 y la guerra de 1899. Denunciaron con vigor igualmente el rampante


desconocimiento del artículo 42 de la carta relativo a la libertad de prensa en
tanto que en esos diez años no se expidió la ley de prensa sino que se estableció
una censura sistemática de espaldas a lo previsto en la carta10. Se observa con
interés en el manifiesto la deliberada abstención de los firmantes de formular
acusaciones personalistas apelando solamente a la responsabilidad del Partido
Conservador. Este vigoroso documento fue la plataforma de la oposición con-
servadora al gobierno de Caro, con lo cual se deslindaron del partido nacional
y de la obra de Caro procediendo como “conservadores históricos”. En política
este tipo de sucesos no ocurren inopinadamente, pues además de las razones
ideológicas, siempre hay erupciones personales que alimentan esos sucesos.
Por ello no sobra revelar que el líder de los históricos, y el gran protagonista
de los sucesos del 31 de julio de 1900, que se comentan, don Carlos Martínez
Silva en 1894 había sido fuertemente maltratado por Caro, a pesar de haber
cultivado con él una fértil y prolongada amistad. Se trató de acusaciones que
le formularon ese año, relativas a las emisiones clandestinas en los tiempos del
gobierno de Holguín siendo ministro del tesoro Martínez Silva, quien con más
ahínco lideró a los “históricos”.
Con esta plataforma, procedieron los “históricos” a adelantar en la prensa y
en el parlamento, a título de control político, una aguda oposición al gobierno de
Caro en el marco de un delicado momento, el del umbral de la campaña electoral
de 1897, por lo demás en una situación fiscal tremendamente apurada que cercaba
angustiosamente a Caro. En este adverso escenario Caro acariciaba la idea de
buscar la reelección. Una mala idea, de una parte pues habría permanecido en
el poder durante doce años lo cual era un disparate político insostenible, y de
la otra, porque a la luz del artículo 127 de la carta vigente, y del cual era autor,
su reelección se subordinaba al retiro del cargo durante dieciocho meses antes
de la elección. Procedió de esta suerte11 a apartarse del poder abriéndole paso
al designado Guillermo Quintero Calderón. No obstante el designado decidió
actuar sin subordinación a Caro quien se apresuró a reasumir el poder con lo
cual quedó inhabilitado, creando de paso un teatro electoral impredecible. Así,
tomó cuerpo la candidatura del general Rafael Reyes quien el año anterior en
1895 había triunfado militarmente frente a los liberales en esa breve guerra civil,
y con ese prestigio tenía una muy buena opción pues además no despertaba
mayores reservas ente los “históricos”12. Reyes se hallaba en Paris como plenipo-
tenciario de Colombia en Francia y por ello alejado del debate electoral. Si bien
10
Luis Martínez Delgado, República de Colombia, 389.
11
Eduardo Lemaitre, Rafael Reyes, 174.
12
Eduardo Lemaitre, Rafael Reyes, 178 y 179.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 185 - 205 [191 ]


Camilo Gutiérrez Jaramillo

Reyes manifestó su aceptación, lo hizo expresando que lo hacía sin compromisos


ni ataduras, lo cual alarmó a Caro sabedor del alcance de su influencia en el
resultado de las elecciones. Así, Caro sorprendió al mundo político imponien-
do unilateralmente la plancha integrada por Manuel Antonio Sanclemente y
José Manuel Marroquín13. Es materia de especulación establecer cuales fueron
las elucubraciones que ocurrieron en la calculadora mente de Caro, renuente
a perder el poder, para tomar esa extraña decisión, si se tienen en cuenta los
extraviados y nefastos efectos que terminaron por tener para Colombia en
los siguientes años, algunos de los cuales se incluyen en estas reflexiones. El
signo de esta decisión se encuentra en la avanzada edad de los dos personajes.
Sanclemente accedería al poder a los 84 años y Marroquín a los 71, los cálculos
de Caro apuntaban a las pocas energías de Sanclemente y a la poca vida que le
quedaba, elementos que hacían contraste con el alcance de los desafíos que en
aquellos días enfrentaba Colombia en lo político y lo económico, y en el caso
de Marroquín, un poco menor, si bien ferviente católico y conservador, se había
mantenido ajeno a los pormenores de la vida política, pues su escenario había
sido la literatura, la academia y la pedagogía como rector del Colegio Mayor
de Nuestra Señora del Rosario, como hacendado sabanero, y un caracterizado
benefactor que desde la dirección de la sociedad San Vicente de Paul14 se ocupó
laboriosamente de ejercer la caridad, exhibiendo una poco discreta renuencia a
aceptar la postulación. No obstante, llama la atención un razonamiento evocado
por Uribe Uribe en un texto inédito de su archivo personal citado por Rivade-
neira que a la letra dice al referirse a esta decisión de Caro que:
Esperando que, al fin, el general Reyes acabaría por plegarse a las exigencias del
Gobierno, más una vez que se vio lo contrario, fue lanzada la candidatura de los
Srs Dr. Manuel A. Sanclemenente y D. José Manuel Marroquín para Presidente y
Vicepresidente, respectivamente. Mas como el primero cuenta ya con ochenta y
cuatro años, y el segundo más de setenta, se cree que ninguno de los dos llegaría a
ejercer el poder, o no lo harían por el período completo; en ese caso, la solución del
problema estaría en la elección del 1er. Designado, que corresponde al Congreso,
quien la haría en el señor Caro o en alguna de sus hechuras pues en esa Corpora-
ción tiene el Gobierno indiscutible mayoría. De suerte que la elección de esos dos
ancianos, retirados hace años de la política, sería una especie de voto en blanco…15.
13
Luis Martínez Delgado, Historia de un Cambio de Gobierno, estudio crítico – histórico de la
caída del gobierno del doctor Manuel Antonio Sanclemente, (Bogotá, Editorial Santafé, MCMLVl-
ll), 26.
14
José Manuel Marroquín Presbítero, Don José Manuel Marroquín Íntimo, (Arboleda y Valencia.
MCMXV), 227.
15
Antonio José Rivadeneira Vargas, Aquileo Parra y la ideología Liberal. Biografía, (Bogotá, Edi-
torial Planeta, 2001), 163.

[192 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.Una nueva mirada

En otras palabras la plancha Sanclemente Marroquín era la más propicia


para desatar una insólita crisis como evidentemente ocurrió, en tanto que na-
cionalistas e históricos jugaban a capitalizar las ventajas del vacío de poder que
se avecinaba, engañándose unos y otros.

Sanclemente y Marroquín

Finalmente el cuatro de julio de 189816 triunfó la fórmula Sanclemente


Marroquín, que tenía el sello continuista de Caro, pero la dinámica de los he-
chos, destruyó sus designios.
Lo cierto es que el 7 de agosto de 1898, terminó el sexenio de Caro, con
lo cual llegó a su fin en la practica el régimen del partido nacional, en tanto
que Caro no pudo prolongar su influencia más allá de esa fecha, pues perdió el
control sobre los integrantes del nuevo gobierno que llegaron al poder gracias
a él, como suele suceder.
En estos términos, al iniciarse el nuevo gobierno ocurrió un episodio con
el cual no contaba Caro, que es, si se quiere el preludio del golpe y una insólita
irregularidad institucional. En efecto, por razones de salud, el presidente electo
no pudo trasladarse de Buga a Bogotá el 7 de agosto para tomar posesión del
cargo, de suerte que juró en esa fecha y ejerció la presidencia el vicepresidente
Marroquín quien hasta entonces veía esa dignidad como “una horrorosa calami-
dad”17 que en la vida de Marroquín se conoce como la “primera administración”
que duró ochenta días hasta el 3 de noviembre. En ese lapso el vicepresidente
procedió con autonomía, oyendo a históricos y nacionales y además cambiando
el mapa político al desvanecer las herramientas autoritarias de Caro, como la
famosa “ley de los caballos” y la censura de prensa, e impulsando la reforma a
la ley electoral que tenía a los liberales fuera del congreso18, lo cual agravó la
división conservadora. Estos episodios despertaron en el grupo de los “históricos”
la mayor simpatía por Marroquín quien tomaba distancia de Caro. Así, lo que
Marroquín veía como una calamidad, no lo fue tanto, pues en esos ochenta días
le permitieron hacer un apropiado ejercicio de realismo político, en medio de
las mieles del poder. Ello por cuanto en ese lapso, Marroquín cambió el mundo
político evidenciando que era posible marchitar la entidad del partido nacional.

16
Carlos Sanclemente, El presidente Sanclemente – Un Magistrado Ejemplar, Biblioteca de Histo-
ria Nacional, Volumen CXLV, (Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1996), 44.
17
Carlos Sanclemente, El presidente Sanclemente, 45.
18
Carlos Eduardo Jaramillo, “Antecedentes generales de la guerra de los Mil Días y golpe de
estado del 31 de julio de 1900”, en Nueva Historia de Colombia, Historia Política 1886-1946, (Bo-
gotá, Editorial Planeta, 1989), 71.
Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 185 - 205 [193 ]
Camilo Gutiérrez Jaramillo

Alarmados con estos sucesos, en noviembre de 1898 los nacionales


llamaron al presidente Sanclemente, a quien trajeron de Buga a Bogotá a las
volandas19 para tomar el mando, de modo que el pulso político entre las dos
facciones escaló a propósito de la posesión precipitada de Sanclemente quien a
la luz del artículo 116 de la carta debía jurar ante el Presidente del Congreso. No
obstante la Cámara de Representantes se encontraba integrada en su mayoría
por miembros de la facción “histórica”, por lo cual se abrió paso el designio de
impedir la posesión de Sanclemente, quien optó, de acuerdo con el artículo 117
por tomar posesión ante la Corte Suprema de Justicia. La opinión en la capital
era adversa a Sanclemente de suerte que frente a su residencia se aglomeró
una multitud amenazante que impidió el desplazamiento del mandatario a la
sede de la Corte. Se acudió entonces a un expediente rayano en la ilegalidad,
pues tuvo que desplazarse la Corte escoltada por la tropa a la casa donde se
encontraba hospedado el presidente para tomar juramento, lo cual ocurrió el
3 de noviembre. Marroquín se retiró a su residencia en la hacienda del Chicó
y lo más grave, el presidente Sanclemente hizo lo propio, pero con dirección
a Anapoima, desde donde despachaba. Este episodio deja constancia de la
desaprobación que de Sanclemente hacia el Congreso, preludio de la crisis que
removió al presidente el 31 de julio de 1900. A lo que se agrega que sin duda
este episodio de los ochenta días en el ejercicio del poder cambió radicalmente
a Marroquín quien desde el poder cobró plena conciencia de la gravedad de los
acontecimientos que se avecinaban y de allí su disposición a permitir el tránsito
de gobierno, al del 31 de julio.
Con base en los decretos que habilitaban a Núñez para ejercer el gobierno
fuera de Bogotá, Sanclemente se instaló en Anapoima cuyo clima le permitía
sobrevivir. Pero más allá de la formal legalidad del ejercicio de la Presidencia
de un mandatario, muy mayor, padeciendo serios quebrantos de salud, imposi-
bilitado de hacer presencia en Bogotá, sede de los poderes públicos, ni siquiera
episódicamente, lo ocurrido en Colombia en aquellos meses fuera uno de los
mayores desbarajustes institucionales de nuestra historia.
Dos facetas ilustran esta afirmación. De una parte, la imagen de un gobierno
dislocado. Los méritos y antecedentes del señor Sanclemente no se ponen en
duda, pero un gobierno presidido por una persona permanentemente ausente
de la capital donde se encuentran las dependencias de un estado, unitario, y
las sedes de las legaciones extranjeras, entrañaba una desarticulación institu-
cional desproporcionada, en la cual los ministros y los demás funcionarios del
gobierno, necesariamente terminaron ejerciendo unilateralmente sus funciones,
y además en su área suplantando al presidente. La noción de gobierno entraña
19
Eduardo Lemaitre, Rafael Reyes, 189.

[194 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.Una nueva mirada

la visión de una acción unitaria y articulada dirigida por el Presidente como un


sistema destinado a llevar a la práctica un proyecto político con un conductor
al frente. Así, lo ocurrido en Colombia entre el tres de noviembre de 1898 y el
17 de octubre de 1899, fecha en la cual se inició la guerra civil con la orden del
alzamiento en armas de los liberales impartida por Pablo Emilio Villar20, fue el
de un pavoroso desorden en la administración pública. Cuando se habla del 31
de julio de 1900 se evoca el episodio del célebre sello de caucho provisto con la
firma del presidente Sanclemente, el cual portaban los ministros y con el cual,
cada uno por su lado, expedía decretos que supuestamente llevaban la firma
del Presidente lo cual no era otra cosa que una punible suplantación, que se
toleraba como una necesidad en vista de la ausencia del Presidente. Había pues,
una apariencia de normalidad institucional pero el país político, los miembros
del conservatismo de los dos bandos y del Partido Liberal eran conscientes del
tamaño de la crisis y de las consecuencias que ello entrañaba.
De otra parte, se encontraba el desafío que enfrentó el gobierno de San-
clemente, en semejantes condiciones al iniciarse la última gran guerra civil
colombiana del siglo diecinueve el 17 de octubre de 1899. En efecto, en ese año
de 1899 los jefes del liberalismo colombiano encontraron cerradas las opciones
para la aprobación de una reforma electoral, que permitiera el libre juego de
los partidos, y una razonable presencia de los mismos en el Congreso, de modo
que optaron por el alzamiento militar, el cual tuvo que enfrentar un gobierno
ausente. Y luego de la primera fase de la guerra que llega hasta la derrota de
los liberales en Palonegro el día 26 de mayo de 190021 se hizo más dramática
la discrepancia entre ese gobierno de Anapoima y la urgencia de articular la
realidad política de lo que ocurría en Bogotá, a lo que se agregaba el ya titilar
de las facultades mentales de Sanclemente. Relata Luis Martínez Delgado un
episodio escalofriante que a la letra dice:
Para que se vea que no exageramos viene aquí a pedir de boca referir que el doctor
Sanclemente le escribió por esos tiempos al señor Marceliano Vargas una carta
recomendándole a cierto individuo para un puesto público; el señor Vargas le
acusó recibo de la comunicación al doctor Sanclemente, y le contestó con ironía
manifestándole que “por decreto de su excelencia hacía dos meses que había
dejado de ser ministro…”22.

20
Luis Henrique Gómez Casabianca, El general Manuel Casabianca y su Tiempo. Una historia
épica, (Bogotá, Cámara de Representantes, Fondo de Publicaciones, 1997), 248.
21
Carlos Eduardo Jaramillo, “Antecedentes generales…, 96.
22
Luis Martínez Delgado, Historia de un cambio, 54.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 185 - 205 [195 ]


Camilo Gutiérrez Jaramillo

Además, se hizo explícito el hecho que suele ocurrir en este tipo de si-
tuaciones, en el sentido que las limitaciones de un mandatario, se traducen en
depositar excesiva confianza en un funcionario que termina por llenar todos los
espacios. De modo que el entonces ministro de gobierno, señor Rafael Palacio
quedó convertido en una especie de superministro al cual debían consultar los
demás ministros, que se ubicaban en una especie de segundo rango, desnatu-
ralizando aún más la función presidencial.
A expensas de la institucionalidad, los hechos terminaron por desbordar el
derecho, de suerte que por razones de espacio no me detendré en la descripción
de los pormenores de los sucesos del 31 de julio de 1900 sino de la significación
jurídica y política de los mismos. En efecto era claro entre los dirigentes de
los liberales, y de los históricos que resultaba imperativo tomar medidas para
conjurar esa anómala situación y que había llegado el momento de proceder.
Se trataba de un secreto a voces. Don Carlos Martínez Silva, líder de los histó-
ricos, el mismo redactor del “manifiesto de los 21”, coordinó el núcleo de los
conjurados un grupo de 31 personalidades, provistas del designio de llevar a
cabo el cambio. La iniciativa de Martínez Silva entrañaba una peligrosa apuesta
en vista de las medidas que era dable adoptar, más aun si se tiene en cuenta que
esas acciones eran decididamente extraconstitucionales y les urgía contar con
apoyo militar. Debían actuar con cautela pues se corría el riesgo de pasar de un
gobierno débil a uno decididamente autoritario léase dictatorial, por cuenta de
una brutal e improvisada ruptura institucional.

El 31 de julio de 1900

Inicialmente evocaron los conjurados el primer gobierno de Marroquín


quien ostentaba aun su calidad de Vicepresidente, para evitar un burdo des-
garro constitucional y brindar una apariencia de continuidad legal y para ello
consultaron con Marroquín quien brindó su anuencia a asumir el mando, al
consolidarse los hechos. De igual forma se conversó con el jefe de los liberales,
para lo cual fue necesario llevar a cabo clandestinas entrevistas con don Aquileo
Parra, quien se hallaba escondido y a quien se le prometió llegar a generosos
acuerdos de paz luego de la sustitución de Sanclemente23. Faltaba el apoyo militar.
El ministro de guerra era el caballeroso y veterano general Manuel Casabianca,
que con cabal profesionalismo conducía las operaciones relativas a la guerra
civil contra los liberales. Si bien Casabianca era leal al gobierno, igualmente era
plenamente consciente de la crisis de gobernabilidad, y por lo tanto sabedor de
23
Antonio José Rivadeneira, Aquileo Parra y la ideología, 172.

[196 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.Una nueva mirada

que algo se estaba fraguando. La dinámica de la guerra condujo a contar en las


fuerzas armadas con militares simpatizantes de los históricos. Uno de ellos, el
que finalmente apoyó el procedimiento de cambio, fue el general Jorge Moya
Vásquez, a quien recientemente el general Casabianca le había entrego mil
hombres para enfrentar a los liberales en la región del Sumapaz. Llegado el 31 de
julio el general Moya le hizo saber a su superior el Ministro de guerra, como un
ardid de distracción, que se haría presente en Villeta para inmovilizar al presi-
dente. Por el contrario Moya llegó a Bogotá y desde la plaza de Bolívar envió sus
hombres a los cuarteles en los que no se encontró resistencia. De inmediato se
oyeron las voces de los conjurados y de varios estudiantes a favor de Marroquín,
quienes además coparon las edificaciones públicas. En el cuartel de San Agustín
se encontraba el general Casabianca quien se opuso verbalmente al movimiento
pero sin ofrecer resistencia militar alguna. La conducta de Casabianca hunde
el gobierno de Sanclemente y evita el derramamiento de sangre. El primero de
agosto en Villeta Sanclemente recibió la renuncia de Casabianca informando
lo ocurrido y señalando a Sanclemente la inmensa corriente de opinión a la
cual no se opuso. Solo faltaba el principal protagonista, el vicepresidente Ma-
rroquín quien se hallaba en Bogotá, pero en sitio desconocido, a la espera del
resultado de los acontecimientos que sabía ocurrirían ese día, por información
que el mismo Casabianca le suministró en la mañana24, y a quien los históricos
buscaban afanosamente para que asumiera el poder. Por intermedio del señor
Tomás Brigard, se supo ya entrada la noche donde se encontraba Marroquín
quien fue conducido por los “históricos”, entre ellos Miguel Abadía Méndez, al
palacio de San Carlos, previa una comunicación de los conjurados firmada a
las siete de la noche en la cual invocando el patriotismo del Vicepresidente lo
llamaron a encargarse del poder ejecutivo de inmediato. Marroquín contestó la
misiva afirmando que el carácter pacífico del movimiento le permitía invocar el
artículo 124 de la carta que facultaba al Vicepresidente para ejercer el poder por
falta accidental del Presidente. Marroquín terminó su misiva con el siguiente
recato: “Ustedes mismos me excusaran de que no me preste por el momento, a
ser objeto de aclamaciones ruidosas, que me son repugnantes, y que en ningún
caso son convenientes”25.
De suerte que a las once de la noche una salva de artillería en la plaza de
Bolívar, anunció la asunción de Marroquín quien como vicepresidente terminó
el periodo presidencial el 7 de agosto de 1904. De hecho en adelante Marroquín
se anunció en todos los decretos como “Vicepresidente de la República encargado
24
José Manuel Marroquín, Escritos Históricos, Volumen 109, (Bogotá, Biblioteca Banco Popular,
1982), 220.
25
José Manuel Marroquín, Escritos Históricos, 412.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 185 - 205 [197 ]


Camilo Gutiérrez Jaramillo

del poder ejecutivo”, como se lee en una de las placas que presiden la sala de
actos de la Academia Colombiana de Historia.
Por lo demás, el día 3 de agosto en Villeta, el presidente Sanclemente fue
reducido, limitada militarmente su movilidad y en esas condiciones falleció
el día 19 de marzo de 1902, no sin maltratos excesivos, pues se quería evitar
que se empleara la figura de Sanclemente para establecer eventualmente un
gobierno paralelo.
Consumado el cambio de gobierno, importa observar que el acceso de
Marroquín al poder, no supuso la menor violencia. No se produjo ni un ras-
guño, ni empujones, golpes o maltratos físicos, solo gritos, proclamas y hechos
cumplidos. De hecho la apariencia de normalidad institucionalidad que se le
quiso dar a ese episodio consistió en que a partir del 1° de agosto del año de
1900, en el palacio de San Carlos había un nuevo inquilino sin siquiera tomar
posesión, sin la expedición de un decreto que le diera un ropaje de formalidad
al cambio, sin la reunión de las cámaras para dar cuenta de la imposibilidad
de Sanclemente para continuar en el cargo, solamente el designio político de
resolver una crisis en el marco del régimen constitucional vigente, manejando
el bochorno de haber forzado el artículo 124 de la carta ya citado, como un
simple bache institucional en el devenir jurídico de la República. El anuncio
hecho por Marroquín acerca de los sucesos del 31 de julio, fue un manifiesto
dirigido a sus conciudadanos fechado el primero de agosto anunciando que
asumía la primera Magistratura y señalando las razones.
Por lo demás, resultan paradójicos los escrúpulos jurídicos de los conjurados,
preocupados por la legalidad del cambio de gobierno frente a la institucionalidad
de la carta de 1886, en momentos en los cuales, la guerra civil comprometía la
supervivencia del orden político de la regeneración. Y peor aún, si se tiene en
cuenta que para enfrentar a los rebeldes se acudió a expedientes autoritarios, a
abusos, a emisiones clandestinas, a reclutamientos forzosos, y en fin a actuacio-
nes abiertamente reñidas con las garantías consagradas en la carta de la época.
La conciencia que tenían los conjurados del exceso en el cual se empeña-
ron los llevó a obtener una bendición jurídica, que se produjo meses después
por parte de la Corte Suprema de Justicia, la cual no con base en una sentencia
sino mediante un simple acuerdo a propósito de la exequibilidad de un decreto
expedido por Marroquín el cual expresó que: “…La Corte Suprema de la Nación
declara que el Vicepresidente de la República, en virtud del título de que esta
investido, ha podido asumir, por derecho propio, el Poder Ejecutivo para ejercer
las atribuciones de Presidente…”26.

26
José Manuel Marroquín, Escritos Históricos, 412.

[198 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.Una nueva mirada

El eje de la motivación de esta providencia es la inteligencia de las dispo-


siciones de la carta sobre la ausencia del Presidente. La Corte ancló su razona-
miento en la inexistencia de una norma en la Carta que facultara al Presidente
para ejercer el mando indefinidamente fuera de la capital. Para la Corte, el Pre-
sidente solo podía hacerlo por encontrarse al frente de operaciones militares en
caso de guerra, a la luz del ordinal noveno del artículo 120 de la Carta de 1886,
caso en el cual el Vicepresidente quedaba encargado de las demás ramas de la
administración. De modo que por no ser este el caso, enunció la Corte en la
parte motiva del “acuerdo” que : “…la ausencia del presidente de la capital debe
considerarse como falta que ha de llenarse por el vicepresidente de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 124 de la misma Constitución…”27.
Este beneplácito jurídico de la Corte olvidó un detalle que siempre hizo
imposible presentar como normal el cambio de gobierno, y es que el presidente
titular se encontraba privado de la libertad y fuertemente custodiado por las
fuerzas militares, sin mediar orden judicial alguna, ni procedimiento de ninguna
clase, condición en la cual fue mantenido hasta su muerte, y solo a partir de
allí sobrevino la serenidad institucional del presidente Marroquín. Más allá de
sus motivaciones, repito, este episodio entrañó inequívocamente una ruptura
constitucional, razón por la cual importa discernir las dos visiones del mismo
a la luz de los protagonistas y evaluar su alcance. De parte del vicepresidente
Marroquín, talentoso escritor, se produjo, años después un documento en
el cual condensó sus recuerdos sobre el 31 de julio, escrito que solo se hizo
público en 192728 en el cual afirmó la convicción que cobró en las horas en
la cuales permaneció oculto, que en el evento de negarse a asumir al poder,
los conjurados declararían dictador a uno de ellos, de suerte que para evitar
mayores males se sumó al movimiento, por razones de conciencia. Sin duda
otra hubiera sido la suerte de esta operación de haberse negado Marroquín a
asumir el poder en vista de su investidura de Vicepresidente, y la apariencia de
legitimidad que esa calidad le daba. Para los conjurados era muy difícil imponer
un presidente “histórico” solo por la fuerza. Es tema de especulación, lo cierto
es que más adelante los autores del cambio se arrepintieron profundamente. De
modo que los pretextos y escrúpulos jurídico y constitucionales esgrimidos por
Marroquín ese día, pesaron menos que el designio de encargarse del poder en
los siguientes cuatro años.
De otra parte importa destacar una voz disidente, inconforme con lo su-
cedido el 31 de julio. Se trata de don Marco Fidel Suárez, quien hasta esa fecha
ocupó la cartera de instrucción. Suárez, caracterizado miembro del partido
27
José Manuel Marroquín, Escritos Históricos, 412.
28
José Manuel Marroquín, Escritos Históricos, 215.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 185 - 205 [199 ]


Camilo Gutiérrez Jaramillo

nacional, que era desalojado del poder, en un coherente ejercicio de lealtad,


acudió a un curioso expediente consistente en insertar, en el libro de posesiones
del Ministerio de Instrucción Pública un escrito muy severo, castizo y coherente,
desprovisto de expresiones altisonantes, pero con la contundencia de una pulcra
redacción, fechado el primero de agosto, en el cual protestó por lo sucedido,
recordando además a los conjurados los juramentos por ellos hechos, de cumplir
con la Constitución. Esta protesta de Suárez, lejos de censurar individualmente
a los treinta y un conjurados, se dirigió a responsabilizar en forma puntual a
José Manuel Marroquín, a quien calificó de usurpador acompañado de varios
sujetos armados. Llama la atención que este manifiesto se produjo en forma
individual, formulado aisladamente por don Marco Fidel no como vocero de
Sanclemente ni del gobierno caído, dejando claro que no contemporizaba de
ninguna manera con lo ocurrido. El núcleo de la protesta de don Marco, a pesar
que en estos sucesos no hubo derramamiento de sangre, fue la censura al empleo
de la fuerza militar para respaldar el nuevo gobierno “…como título de poder y
autoridad…”29, es decir la ruptura institucional que el episodio entrañaba, como
un pésimo precedente y el inicio de episodios peores. Ciertamente, el cambio de
gobierno generó reacciones de los nacionalistas e intentos políticos de reversar
el cambio, por ello se destaca este documento de don Marco, aislado y sincero,
que resaltan sus biógrafos y que perturbó el triunfalismo de los exitosos conju-
rados. Finalmente llamó la atención don Marco, el primero en hacerlo, acerca
de la diferencia que se erigía entre lo ocurrido el 23 de marzo de 1867, cuando
los liberales sacaron por la fuerza del poder al presidente Mosquera, por haber
cerrado el Congreso, y los sucesos del 31 de julio en su opinión desprovistos de
justificación, a lo que se agrega que en esa fecha aún no se tenía noticia en la
capital del cautiverio injustificado al cual se vio sometido Sanclemente, detalle
no menor que seguramente habría censurado enérgicamente Suárez.

Colombia ante el exterior

El primero de agosto de 1900, se exteriorizó la primera decisión del nuevo


gobierno consistente en la designación de los nuevos ministros del gabinete. La
más notable, el nombramiento de don Carlos Martínez Silva, el promotor del
cambio, como Ministro de Relaciones Exteriores. De modo que importa destacar,
el escrúpulo con el cual desde el gobierno, Martínez Silva llevó a cabo la más
elocuente conceptualización de las justificaciones del cambio de gobierno. Y lo
hizo redactando y enviando a los ministros diplomáticos de Colombia acredita-
29
Carlos Sanclemente, El presidente Sanclemente, 70.

[200 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.Una nueva mirada

dos en el exterior una circular fechada el 16 de agosto, en la cual se estableció la


presentación a la comunidad internacional y puntualmente a los gobiernos con
los cuales Colombia sostenía entonces relaciones diplomáticas, de las causas y
la justificación del tránsito ocurrido el 31 de julio. Por supuesto, estas circulares
le permiten a los jefes de las misiones diplomáticas informar a los gobiernos,
acerca de la naturaleza y alcance de los episodios que ocurren en el país. Se trata
de un relato extenso y detallado, desprovisto de animosidad hacia Sanclemente,
pero resaltando las dificultades de la ausencia del mismo en la capital. Luego
se detiene Martínez Silva en la evaluación acerca de la legalidad de la ausencia
del Presidente de la Capital resaltando el aislamiento en el cual se encontraba,
además de la ostensible merma de sus facultades, asunto que si bien ameritaba un
trámite de interdicción no resultaba presentable políticamente. Para las formas
de la diplomacia contemporánea, este documento se encuentra excesivamente
cargado de detalles, que eventualmente no era del caso ventilar en el exterior,
como el tema de los sellos y la frágil autenticidad de los documentos públicos
que llevaban la firma del presidente, incluyendo los tratados públicos, sobre los
cuales no era oportuno sembrar inquietudes en el exterior. De modo que con
base en esa motivación Martínez Silva se solaza en seguida en la justificación
del movimiento, que en su sentir explican la concurrencia de una gran masa
de ciudadanos que se tradujo en la proclamación del Vicepresidente como en-
cargado del poder ejecutivo con respaldo en las normas constitucionales. Era
la voz del nuevo gobierno explicando su conducta.

El factor Fernández

Puede aseverarse que lo ocurrido el 31 de julio de 1900, como operación


política, resultó exitoso. El efecto inmediato al que aspiraban los “históricos”, se
logró en tanto que desvanecieron los planes continuistas de Caro, los núcleos del
partido nacional quedaron al margen del poder, y se solucionó el enojoso asunto
de un gobierno disfuncional y dislocado. Lo que no advirtieron los “históricos”
es que a la cabeza del gobierno no llegaba un “histórico” sino un gobernante que
a título de encargado tenía ante sí cuatro años al frente del poder, sin sujeción
alguna a Sanclemente, quien no saldría vivo de su cautiverio, y además sin
sujeción a los históricos. Bien lo decía Marroquín en el célebre verso de una de
sus poesías “La Perilla” que a la letra dice: “…pues en más de una ocasión sale lo
que no se espera…” Ello por cuanto uno era el dubitativo Marroquín que nadie
encontraba el 31 de julio atento al desenlace, y otro era el Marroquín en pleno
ejercicio de sus facultades presidenciales del primero de agosto.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, Páginas 185 - 205 [201 ]


Camilo Gutiérrez Jaramillo

En efecto, don Luis Martínez Silva, uno de los caracterizados articuladores


de la conjura, en las tratativas con el jefe de los liberales, don Aquileo Parra
acordaron varios temas para contar con el apoyo de esa colectividad alzada en
armas, uno de los cuales era la promesa de no llamar al nuevo gobierno al Jefe
de la Policía, el general Arístides Fernández. No obstante, por petición del yerno
de Marroquín el general Marceliano Vargas, y para sorpresa de los históricos,
obtuvo la designación como gobernador de Cundinamarca, de Fernández, con-
servando además su calidad de Jefe de la Policía, quien luego sería el ministro
de la guerra, y el hombre fuerte del régimen. En su recuento de los sucesos del
31 de julio Marroquín finaliza con estas líneas;
…el 1° o el 2 de agosto se reunieron en casa muchos de los del movimiento para
increparme el nombramiento de Fernández para gobernador. Yo entreví que alguno
atribuía ese nombramiento a influencia de Marcelino Vargas. Yo me arrebaté: les
eché ajos, les declaré que si habían esperado, al elevarme, tener en mí un instru-
mento se habían equivocado...30.

Uno de los patrióticos designios que tenían los “históricos”, en esta aventura
política era concertar el fin de la funesta guerra con los liberales. No obstante,
Fernández fanático y enceguecido, y sin limitaciones en el nuevo gobierno, re-
dobló los esfuerzos militares contra los alzados en armas. De él dice don Joaquín
Tamayo: “…su inteligencia sin ser extraordinaria fue suficiente para inclinar en
su provecho el rígido carácter del señor Marroquín…”31.
Paulatinamente se consolidó la ruptura entre el gobierno de Marroquín
a medida que se robustecía la influencia autoritaria de Arístides Fernández,
lo cual desvaneció uno de los designios de los conjurados, el de llegar a un
acuerdo para terminar la guerra civil. Si bien el aliento militar liberal se había
desvanecido con la derrota de Palonegro, los liberales persistieron en su empe-
ño impulsando una guerra de guerrillas hasta finales de 1902, lesionando por
lo demás severamente la economía colombiana: “…Los efectos de la guerra
guerrillera fueron terribles, se produjeron interrupciones en las exportaciones,
no solamente por falta de trabajadores en las haciendas sino también por las
interrupciones en el transporte…32.
A lo anterior se agregan los excesos escandalosos de Fernández en materia
de violación de derechos humanos, que resultaron escandalosos.

30
José Manuel Marroquín, Escritos Históricos, 225.
31
Joaquín Tamayo, La Revolución de 1899, Volumen 76, (Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1975) 87.
32
Antes de la separación de Panamá: Thomas Fischer, “La Guerra de los Mil Días, el contexto
Internacional y el Canal”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, (Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia, No. 25, 1988).

[202 ] Boletín de Historia y Antigüedades


El 31 de julio de 1900. Golpe de estado o cambio de gobierno.Una nueva mirada

No es dable escudriñar lo que ocurrió en la mente de Marroquín, que lo


condujo a esa extraña “transfiguración”, tomando distancia de quienes impul-
saron el golpe para actuar en forma autónoma e impredecible. El rumbo de la
historia depende a veces de los caprichos de los líderes, que transitan por cami-
nos extraviados, de modo que más allá de los pormenores de este episodio, la
consecuencia más lamentable fue la poner en manos de Arístides Fernández la
conducción de la guerra y por lo tanto la ruptura de los diálogos con los líderes
del Partido Liberal que conducían a pactar el fin de la guerra, lo cual le habría
ahorrado a los colombianos de entonces dos años de un conflicto que estas
alturas tenía una baja intensidad, luego de Palonegro, pero no por ello menos
dañina y cruel. Tremenda ceguera la de Marroquín y Fernández, la de pensar
que era dable acabar y arrasar con el Partido Liberal, entonces una corriente
presente a plenitud en la vida política de la época. La estrategia del exterminio
conduce por el contrario al robustecimiento del enemigo.
Es ese el sello impredecible de los sucesos del 31 de julio de 1900, que des-
bordaron los sensatos y patrióticos propósitos de los conjurados, y así la guerra
se prolongó hasta 1902, y luego ocurrieron los sucesos de Panamá y episodios
paradójicos como fue la prisión que tuvo que sufrir Carlos Martínez Silva por
orden del general Arístides Fernández. Fue este el triste e inesperado efecto que
tuvo el episodio del 31 de julio de 1900.
En el imaginario histórico de quienes simpatizaron con los nacionalistas,
incluso entre quienes suelen repudiar las rupturas institucionales, lo ocurrido
el 31 se califica como un “golpe de estado”, a pesar del escrúpulo de normalidad
que tuvieron sus autores. En el otro extremo, quienes acompañaron el legado
histórico del grupo así llamado, entre ellos el más caracterizado cronista de este
episodio, don Luis Martínez Delgado, hijo y sobrino de los cabecillas, lo allí
ocurrido se denomina simplemente como un “cambio de gobierno”.
Se trató en fin, de un episodio que admite ser evocado como un peldaño
más, en la prolongada y extraviada construcción de nuestra institucionalidad,
que tal vez es el único remedio para apagar definitivamente las violencias que
gravitan en la historia de los colombianos.

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Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

70 años después: los estudios sobre


Gaitán, el gaitanismo y el 9 de
abril

Entre la historiografía y la
memoria
(Primera parte – el siglo XX)

Javier Guerrero Barón


Académico Correspondiente
[email protected]

Resumen
Hace setenta años se produjo un estallido popular que propagó el
incendió político por muchas regiones de Colombia. En su momento
se popularizó con el nombre de “El Bogotazo”, que indudablemente se
quedó pequeño. El presente ensayo hace un balance de los principales
libros escritos sobre el tema antes del año 2000, haciendo un recorrido, en
primer término, por la ideología gaitanista de simpatizantes y seguidores
contemporáneos desde antes del crimen. Continúa con la historiogra-
fía partidista que, desde cada orilla del conflicto, ha tratado de contar
una visión colectiva e interesada de los hechos de este período que se
transforma de manera efímera a partir de 1960, pero que rápidamente se

Cómo citar este artículo


Guerrero Barón, Javier. “70 años después: los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo y el 9 de
abril. Entre la historiografía y la memoria (Primera parte – el siglo XX)”.
Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 207-238.

[207 ]
Javier Guerrero Barón

ahoga en los pactos de “perdón y olvido” del Frente Nacional. A finales


de los años setenta y en los ochenta emerge vigorosamente una gran
producción que se relata articulada con la memoria del autor, en tanto
participante en la construcción de reflexiones sobre el tema en diversos
encuentros académicos que se realizaron durante aquellos años, en diálogo
con otros autores. Una sección se dedica a los estudios norteamericanos
y a las miradas de colombianistas y extranjeros, hasta culminar con los
estudios que construyeron la tesis de que el 9 de abril configura el primer
acto internacional de la Guerra Fría en el hemisferio. La segunda parte se
ocupa de los estudios y miradas en el siglo XXI, ofreciendo una rápida
referencia a investigaciones de grado y una revisión de las hipótesis más
relevantes.

Palabras claves: Jorge Eliécer Gaitán-Colombia; Colombia-Bogotazo;


Colombia-9 de abril de 1948; Colombia-Gaitanismo; Colombia-Guerra
Fría; Colombia-Violencia; Colombia-Magnicidio; Colombia-Siglo XX.

Abstract
Seventy years ago there was a popular outbreak that spread the poli-
tical fire across many regions of Colombia. At the time it became popular
as “El Bogotazo”, name which undoubtedly fell small. This essay reviews
the main books written on the subject before the year 2000, taking a tour,
first, through the Gaitanista ideology of contemporary followers since
before the crime. Then it continues with partisan historiography that,
from each bank of the conflict, has tried to tell a collective and interes-
ted view of the events, a period that transforms ephemerally since 1960,
but quickly drowns in the pacts of “forgiveness and forgetfulness ”of the
Frente National. In the late seventies and eighties, a great production on
the topic emerges, which is articulated with the author’s memory, who
participated in the construction of reflections on the subject in several
academic meetings that were carried in those years. A section is dedicated
to American studies and the eyes of Colombian and foreign, until the
studies that concluded that April 9th configures the first international
act of the Cold War in the hemisphere. The second part of the essay deals
with studies and looks in the 21st century, a quick reference to academic
researches and a review of the most relevant hypotheses.

[208 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

Keywords: Jorge Eliécer Gaitán-Colombia; Colombia-Bogotazo; April 9th,


1948; Colombia-Gaitanismo; Colombia-Cold War; Colombia-Violence;
Colombia-Magnicide

Presentación
“Desde muy temprano, se consolidó la afirmación de que el “bogotazo” había
partido en dos la historia del país. La generalización de la violencia, la peculiar
historia de estrechamiento político que se vivió luego, el ingreso a un período
que, como señaló Luis López de Mesa, impediría al mundo reconocer la existen-
cia de una verdadera cultura colombiana, de alguna manera encontraban su
punto de origen, el comienzo de su genealogía, el 9 de abril de 1948”.

Jorge Orlando Melo

Hace setenta años se produjo un estallido popular que propagó el incendió


político por muchas regiones de Colombia. En su momento se popularizó con el
nombre de “El Bogotazo”. Así se conoce por ejemplo en los archivos secretos de la
CIA y de los asuntos exteriores de muchos estados americanos y europeos. Hoy
está claro que el nombre le quedó pequeño al suceso nacional más relevante del
siglo XX colombiano y el que hizo que este país, entonces poco conocido hasta
por sus vecinos, se volviera notorio en las secciones internacionales de la prensa
y en las columnas de los corresponsales extranjeros. Es decir, que el nombre de
Colombia y de los colombianos, en adelante se insertará negativamente en el
contexto internacional por cuanto el país inició un tránsito en fases de conflicto
armado interno, de violencias y guerras regionales y que en varios momentos
fueron catalogados como conatos de guerra civil que hoy, siete décadas después,
no se han superado y, por el contrario, tienden a prolongarse. Y aunque no se
puede hablar de un solo conflicto continuo, si se puede afirmar que se trata de
oleadas conectadas espacial y temporalmente con ese suceso originario, aunque
de naturaleza distinta y cambiante.
Muchos factores hicieron que, en un contexto altamente conflictivo, como
si en una burbuja de un gas explosivo en el gran invernadero nacional, se fue-
ran acumulando conflictos hasta que una chispa causara una gran explosión
incontrolable de todas las tensiones sociales y políticas acumuladas por varios
lustros. Y aunque la violencia no comenzó el nueve de abril, dado que en los
años anteriores hubo casi 14.000 muertes violentas, en 1948 se llega a 43.500,

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [209 ]


Javier Guerrero Barón

en 1949 a 18.500 y en 1950 se sobrepasa la cifra de 50.000, para solamente


mencionar algunos años cercanos1.
Esta primera parte de un inventario sobre las diferentes visiones sobre
estas temáticas, muestra la incapacidad histórica de resolver las preguntas que
surgen de la jornada “nueveabrileña”, para lo cual es necesario un ejercicio
analítico de los diferentes temas que se aglomeran alrededor del núcleo y que
se pueden desglosar; esa noción de “magma”, definido como nudo de proble-
mas, o multiplicidad inconsistente, en una totalidad indiferenciada de repre-
sentaciones, sean recuerdos, fantasías, sueños. Y la pregunta es si se podrían
ordenar, contar, separar, recortar. El primer nivel de problemas es el sujeto y
principal protagonista, estudios biográficos y de alguna forma lo que sería una
prosopografía colectiva de Gaitán; un segundo nivel, el gaitanismo, entendido
como los movimientos sociales y políticos derivados de las diferentes etapas
de su actividad política; otro, los sucesos de la coyuntura del 9 de abril, los días
anteriores y posteriores y finalmente los sucesos que de estas jornadas se derivan
en la corta duración, en lo que se le dio el nombre de La Violencia, “la guerra
civil no declarada” como la denominó Hobsbawm2 y en la mediana duración,
las sucesivas guerras de insurgencia y contrainsurgencia que en el contexto de la
Guerra Fría se conectaron en el clima nacional que se incubó en esas jornadas.
Es de resaltar que, a pesar de los numerosos trabajos realizados durante estos
setenta años, muy pocos estudios han logrado de manera convincente explicar
comprensivamente por qué se dio este estallido de ira popular de manera casi
automática tras la noticia del asesinato. Dos excepciones merecen mención si
se hacen lecturas críticas e integrales: El Libro Colectivo de Gonzalo Sánchez,
y un destacado grupo de historiadores “Grandes potencias, el 9 de abril y la
violencia”3, con el que se cierra esta primera parte de este escrito, que además
de presentar lo más avanzado en documentación específica en los 50 años
transcurridos, pasa cada detalle por la criba de una crítica especializada, hasta
presentarle al lector un buen estado del arte de los aspectos más relevantes, como
1
Las cifras son tomadas de Paul Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia, (Bogotá:
Instituto de Estudios Colombianos, 1978), 322.
2
Dice Hobsbawm en 1968 a raíz de los sucesos posteriores al asesinato de Gaitán el 9 de abril y
la guerra civil y las matanzas que se derivaron: “[…] Será suficiente concluir, con el profesor Or-
lando Fals Borda, que la Violencia procede de una revolución social frustrada. Esto es lo que pue-
de suceder cuando las tensiones revolucionarias sociales no son disipadas por el pacífico desarro-
llo económico ni atajadas para crear estructuras sociales nuevas y revolucionarias. Los ejércitos
de la muerte, los desarraigados, los mutilados físicos y mentales son el precio que paga Colombia
por este fracaso” p. 273. “X. La Anatomía de «La Violencia» En Colombia”, en E. J. Hobsbawm,
Rebeldes primitivos: estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos XIX y
XX, (Barcelona: Ariel, 1967), 263.
3
Gonzalo Sánchez et al., Grandes potencias, el 9 de abril y la violencia, (Santafé de Bogotá: Pla-
neta, 2000).

[210 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

lo veremos en una rápida reflexión final. El otro libro, que sobrevive, es el que
desde una visión conservadora pero comprensiva de las visiones liberales y sin
que ese sea su tema central, que por demás será examinado en la segunda parte
donde corresponde cronológicamente, con una mirada erudita centrada en uno
de los protagonistas del momento, es el texto magistral de James Henderson,
La Modernización en Colombia: Los años de Laureano Gómez, 1889-1965. Una
lectura combinada de estos dos textos, el primero como un ejemplo de visión
crítica y el segundo como una visión bien informada, sería el comienzo de un
viaje por el extraño mundo de estos setenta años de una especie de trauma
nacional no superado.
Una advertencia adicional. No es fácil abordar el tema, pues estos hechos
y sus antecedentes y consecuencias constituyen el núcleo de sucesos nacionales
más estudiados del siglo XX y tal vez el más “opinado” por varias generaciones,
y recurrentemente cada 9 de abril se vuelve objeto de conferencias, crónicas
periodísticas, debates, libros superficiales que no concluyen, muchas veces, más
que en visiones generales u opiniones antes que en avances de nuevos conoci-
mientos. Una especie de síndrome y fantasma elusivo enmascara los hechos de
generación en generación.
Este ensayo: solo pretende hacer una reflexión de corte historiográfica des-
criptiva sobre las preguntas que desde hoy nos haríamos para poder comprender
nuestra historia nacional y nuestra inserción en el contexto latinoamericano y
mundial de la Guerra Fría. Hemos abordado la primera y más simpe pregunta:
qué se ha escrito, es decir, un inventario una revisión de literatura, para luego
poder preguntarnos qué sabemos de la historia del 9 de abril.
El presente texto, que es una primera parte, da cuenta de lo que se ha
escrito en el Siglo XX y consta de siete partes. Se trató de agrupar por décadas
un registro de los principales libros de autores individuales o colectivos escritos
antes del año 2000, tratando en lo posible de escoger aquellos que hicieran alu-
sión directa al tema. Se hace un recorrido, en primer término, antes de 1960, en
segundo está la historiografía gaitanista de los próximos, amigos y seguidores
contemporáneos. En tercer lugar, la historiografía partidista. La cuarta sección,
a partir de los años ochenta cuando emerge vigorosamente una gran producción
que se relata articulada con la memoria del autor, como participante activo de
la construcción de reflexiones sobre el tema en varios encuentros académicos,
y la forma como se construyeron los estudios más estratégicos del período. La
quinta sección se dedica a la producción de la Universidad Nacional y otros
núcleos investigativos. La sexta sección se dedica a los estudios norteamericanos
y a las miradas de colombianistas y extranjeros, hasta culminar en la séptima,

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [211 ]


Javier Guerrero Barón

con los estudios que construyeron la tesis de que el 9 de abril configura el pri-
mer acto internacional de la Guerra Fría en el hemisferio, con el que se cierra
esta primera parte.
La segunda parte se ocupará de los estudios y miradas del siglo XXI, una
rápida referencia a las tesis de grado y una revisión de las hipótesis relevantes.

Antes de 1960

Se podría decir que la historiografía de El Bogotazo y La Violencia tiene


un primer impulso en la década de 1960 con la publicación y el debate que se
desata con el libro La violencia en Colombia4 que es el primer estudio que con
su amplio impacto y su irrefutable documentación primaria significa el salto
que permitió la superación de la literatura bipartidista, que es la anterior etapa.
Pero es un impulso efímero que sucumbe con el pacto de “perdón y olvido que
significó el Frente Nacional” y que impactó severamente la historiografía sobre
el tema5. A partir de 1980 se da un el “boom” de estudios sobre La Violencia y
se vuelve a retomar el hilo.
Los primeros libros que se escribieron sobre el tema, en su mayoría crónicas,
relatos partidistas y justificaciones o juicios de valor sobre lo sucedido, tienen
cierto parecido con lo que en la literatura de ficción se denomina “literatura
nueveabrileña”, un apelativo despectivo para muchas novelas autobiográficas
y narrativas que se mueven entre la literatura y los relatos memorialistas hasta
que aparece una literatura mayor cuyas primeras manifestaciones podríamos
ubicar con las novelas Viento seco (1955)6 y Cóndores no se entierran todos los
días (1972)7 –llevada al cine magistralmente por Francisco Norden en 1984–
se sumó a las contribuciones de la las artes escénicas a la ola de imaginarios y
estudios sobre el tema de La Violencia, creando una oleada literaria en la que

4
Germán Guzmán Campos, La violencia en Colombia: estudio de un proceso social, (Bogotá:
Ediciones Tercer Mundo, 1960).
5
En los preliminares de este libro se encuentra una reflexión sobre el olvido y la memoria de La
Violencia y sobre el impacto del estudio de Guzmán, Umaña y Fals y el pacto de silencio que
firmaron los directores de la casi totalidad de los diarios escritos de no hacer referencia en las
noticias ni a la Violencia ni a sus protagonistas. Javier Guerrero Barón, Los años del olvido: Boyacá
y los orígenes de la violencia, (Tunja: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 2007),
15-32, 2.ed. Ver Prólogo a la Primera edición de Gonzalo Sánchez e Introducción.
6
Daniel Caicedo, Viento seco, (Bucaramanga: Imprenta Meridiano,1955). Tuvo una primera
edición artesanal en 1954, sin datos de imprenta.
7
Gustavo Álvarez Gardeazábal, Cóndores no se entierran todos los días, (Barcelona: Destino,
1972).

[212 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

se inscribe parte de la obra de Gabriel García Márquez8 y de los más notables


escritores contemporáneos9.
Algo equivalente sucede con la historiografía. Muchos sujetos creen te-
ner la versión de la “verdadera historia” por haber sido testigos, familiares o
protagonistas. La fuerte represión que se desató después de El Bogotazo hace
que mucha de esta literatura circule clandestinamente, impresa en pequeñas
imprentas de pueblo o reprográficamente por mecanismos artesanales como
mimeógrafos o simplemente mecanografía con varias copias al carbón, pocos
ejemplares de mala calidad o corta duración de los materiales que lo soporta-
ban, y por lo menos en Boyacá la experiencia es que muchos archivos de baúl
han desaparecido paulatinamente, pero esa historiografía memorialista tuvo
un papel primordial en el ejercicio colectivo de contar la pesadilla nacional.

Los gaitanistas y contemporáneos

Podríamos hablar en primer término de una historiografía gaitanista de


los próximos, amigos, seguidores, en general, admiradores contemporáneos,
muy abundante, que podría agruparse como una prosopografía colectiva del
personaje. El primer libro significativo es un retrato sicológico y autobiográfico
contra Gaitán, en el que incluso lo trata de traidor de la causa agraria por haber
formado en 1933 la Unión Izquierdista Revolucionaria, UNIR y abandonado
abruptamente en 1935 cuando, intuitivamente, tras un rotundo fracaso electoral,
regresó a las toldas liberales para dejar atrás un énfasis rural de su praxis política
y convertirse en un adalid urbano; terminaba una etapa en la que defendió radi-
calmente la idea de las reformas posteriormente contribuyó a que se cristalizaran
en la reforma constitucional y la Ley 200 de 1936. Se trata de una memoria muy
crítica de quien fue su secretario en los años treinta , el señor Fermín López
Giraldo, quien escribió El apóstol desnudo o dos años al lado de un mito (1936)10,
texto que no alcanzó a comprender el agudo sentido político de un Gaitán que
8
Manuel Antonio Arango, Gabriel García Márquez y la novela de la violencia en Colombia, (Mé-
xico: Fondo de Cultura Económica, 1985).
9
Entre las obras literarias más destacadas están, José Antonio Osorio Lizarazo, El día del odio,
(Buenos Aires, Ediciones López Negri, 1952). Publicada con el título: Gaitán, vida, muerte y per-
manente presencia. Otra novela fue la de Pedro Gómez Corena, El nueve de abril (novela), (Bo-
gotá: Editorial Iqueima,1951). Hay noticia de otra novela de Ignacio Gómez Dávila, Viernes 9
(Novela), (México: Impresiones Modernas, 1951). Fue notable de Eduardo Caballero Calderón,
El Cristo de espaldas (Novela), (Lima: Editora Latinoamericana,1947), que desarrolla el tema de la
violencia en Boyacá, pero su escritura es anterior a El Bogotazo. Otros escritores destacados sobre
el tema fueron Manuel Mejía Vallejo y Manuel Zapata Olivella.
10
Fermín López Giraldo, El apóstol desnudo o dos años al lado de un mito, (Manizales: A. Zapata.
1936).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [213 ]


Javier Guerrero Barón

entendió a tiempo la inoportunidad de hacer oposición al López Pumarejo de


la “Revolución en Marcha”, de cómo se sube al tren de las reformas, como se
articula a la política activa desde una visión urbana, su retorno a la cátedra en
la Universidad Nacional y en la Universidad Libre donde sería su rector, y su
vinculación al gobierno, aceptando la polémica alcaldía de Bogotá por 8 meses,
para insertarse definitivamente en el epicentro de la política nacional.
Posteriormente, aparecen los primeros textos casi inmediatamente después
de su muerte. Entre los libros de amigos, seguidores y contemporáneos, los más
interesantes son: de Luis David Peña, Gaitán Íntimo (1948)11; posteriormente
Jorge Ortiz Márquez se suma con Julio El hombre que fue un pueblo (1978)12 a las
biografías tradicionales y entusiastas. Especial atención merece el libro de Luis
Vidales, La insurrección desplomada: el 9 de abril, su teoría, su Praxis (1948)13,
a quien unió cercana amistad y por ser un análisis de un marxista que, por sus
ideas de la resistencia, años después debe salir al exilio. Es el que primero esboza
la tesis de que el 9 de abril sucedió en Colombia una revolución frustrada, que
va a ser posteriormente una tesis recurrente en la historiografía. Uno de los
primeros estudios analíticos de este período que interpretan en el gaitanismo y
el 9 de abril como un proceso de revolución valorada positivamente, y desde un
punto de vista socialista, es el texto de Antonio García, Gaitán y el problema de
la revolución en Colombia (1955)14. A este grupo décadas después se les sumará
El hombre que fue un pueblo (1978)15 de Julio Ortiz Márquez, uno de los más
próximos amigos contemporáneos. Un buen esfuerzo de recopilar fuentes bio-
gráficas de la época temprana es el texto como estudiante de Alberto Figueredo
Salcedo, Documentos para una biografía (1949)16. Los textos de este trayecto se
caracterizan por ser escritos biográficos y memorialistas, descriptivos y apolo-
géticos que demuestran permanentemente su entusiasmo, su esperanza, en vida
del caudillo y, claro está, y esa es la paradoja, su desesperanza, frustración y el
vacío de la muerte súbita, como sujetos que vivieron esa historia.
Sobre el 9 de abril existen muchos documentos de testigos y participantes,
apasionados y muchas veces inexactos, pero indispensables. En este campo de
los nunca próximos pero contemporáneos, se ubica un libro de excepcional im-
portancia policiaca, con las debidas reservas, del jefe de detectives de la Policía
11
Luis David Peña, Gaitán íntimo, (Bogotá: Editorial Iqueima1948).
12
Julio Ortiz Márquez, El hombre que fue un pueblo, (Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1978).
13
Luis Vidales Jaramillo, La insurrección desplomada: (el 9 de abril, su teoría, su praxis), (Bo-
gotá: Editorial Iqueima, 1948).
14
Antonio García, Gaitán y el problema de la revolución colombiana: responsabilidad de las clases,
las generaciones y los partidos, (Bogotá: [s.n.], 1955).
15
Julio Ortiz Márquez, El hombre que fue un pueblo, (Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1978).
16
Alberto Figueredo Salcedo, Documentos para una biografía. (Bogotá: Imprenta Municipal,
1949).

[214 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

y posteriormente político conservador, Alberto H. Niño, Antecedentes y secretos


del 9 de abril (1949)17. Otro contemporáneo temprano es el de Humberto Palza,
La noche roja en Bogotá: páginas de un diario (1949)18, interesante crónica en su
calidad de filósofo, literato y diplomático delegado del gobierno boliviano en la
Conferencia Panamericana, texto que llega hasta el 7 de mayo de 1948, relatando
lo ocurrido los días posteriores desde la visión de un humanista perplejo ante
la imagen de una Colombia culta y tal vez atravesada con el mote de Bogotá, la
Atenas Suramericana, pero con colombianos capaces de matar y hacerse matar
de la manera como captaba su experiencia inmediata y sobre todo la incapacidad
de superar esas circunstancias.
Una extensa serie de relatos, materiales testimoniales periodísticos y
entrevistas a figuras políticas del momento estarían representados en Gonzalo
Canal Ramírez, Nueve de abril, 1948 (1956) y Arturo Abella, Así fue el 9 de
abril (1973), entre muchos otros.

La historiografía partidista

Desde cada una de las orillas de este conflicto político se ha tratado de


contar una visión colectiva e interesada de los hechos, que vista hoy críticamente
tiene mucho significado para comprender el conflicto, pues es la visión con la
cual cada uno construyó los imaginarios del enemigo. Numerosa, o mejor, in-
terminable nombrar la abundante literatura liberal, distinta a la gaitanista, que
en sus escritos relatan el repertorio de crímenes y persecuciones que llevaron
al 9 de abril y a los levantamientos posteriores. La síntesis de muchas de ellas
se podría leer en numerosos escritos de Otto Morales Benítez, como Maestro
Darío Echandía (1982)19. Quizás la versión liberal más extendida es la de Carlos
Lleras Restrepo, De la República a la dictadura: testimonio sobre la política co-
lombiana (1955)20. Otro libro, que además de los gaitanistas, puede representar
al pensamiento del partido liberal es el de Milton Puentes, “Gaitán” (1950)21.
Otra visión de una representativa personalidad del liberalismo es Abelardo
Forero Benavides con su libro Por la conciliación nacional: un testimonio contra
la barbarie política” (1953)22.
17
Alberto Niño H., Antecedentes y secretos del 9 de abril, (Bogotá: Librería Siglo XX, 1948).
18
Humberto Palza S., La noche roja de Bogotá, páginas de un diario, (1949).
19
Otto Morales Benítez, Maestro Darío Echandía, (Bogotá: Banco de la República, 1982).
20
Carlos Lleras Restrepo, De la República a la dictadura testimonio sobre la política colombiana,
(Bogotá: Editorial Argra, 1955).
21
Milton Puentes, Gaitán, (Bogotá: Editorial ABC, 1950).
22
Abelardo Forero Benavides, Por la conciliación nacional: un testimonio contra la barbarie polí-
tica, (Bogotá: Editorial los Andes, 1953).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [215 ]


Javier Guerrero Barón

La historiografía liberal invariablemente es reiterativa en las imputaciones


al gobierno de Ospina y a líderes conservadores como Laureano Gómez, lite-
ratura que refleja un sentimiento de mayorías sin poder y su idea de que con
las mayorías parlamentarias y políticas se podrían tomar decisiones más allá
de la democracia acudiendo a las vías de hecho; liderado por un Gaitán que en
su última etapa, antes del asesinato, como jefe del partido desde 1946, y que se
sentía arrolladoramente ganador de las elecciones de 1947, se le acusa de pecar
de exceso de confianza en sus mayorías. Antes del 9 de abril, la prensa y la li-
teratura nos muestran un liberalismo errático, privado de la experiencia de los
estadistas, que tras la derrota y resentidos, habían abandonado la escena pública,
especialmente en el caso de López, Santos, los Lleras y sus principales alfiles, los
que siempre se llamaron “oficialistas”, para denostar de un gaitanismo siempre
fronterizo y disidente. Muchos de sus líderes explicitan desafecto por Gaitán
como persona y por lo que representaba y critican su discurso antioligárquico,
sus histriónicas apelaciones populistas e implícita o explícitamente le apostaban
al fracaso de su programa, pero no tenían nada que hacer porque habían sido
derrotados no solo política sino electoralmente. Muestran un Gaitán arrogante
y triunfalista en el momento de su muerte, acompañado de un gaitanismo que
ya se sentía virtualmente ganador y al cual veían vociferante y agresivo.
En tanto que en las provincias se muestra un liberalismo que debe enfrentar
la actitud revanchista y abiertamente violenta de unas huestes conservadoras
alentadas desde los directorios conservadores, bajo la conducción de otro
triunfalista, Laureano Gómez, y por la prensa conservadora doctrinaria que se
apoyaba en el resucitado discurso católico intransigente que desde los púlpitos
los atacaba y tachaba indistintamente de comunistas.
Esta literatura sin excepción refleja cómo el liberalismo provinciano en-
frenta una violencia que se desataba a partir de las gobernaciones y alcaldías y
no tanto por parte de Ospina, que en la esfera nacional mantenía un discurso
sorprendentemente moderado. No obstante, se describe una violencia elec-
toral donde el conservatismo no tiene reato en usar cualquier método para
transformar electoralmente una minoría en mayoría, como efectivamente lo
logró mediante el uso sistemático de la violencia entre 1946 y 1949. Después
del 9 de abril, el discurso liberal cambia, el Partido liberal se unifica alrededor
del ingreso al gobierno de Ospina y en el sepelio simbólico del 21 abril en el
Parque Nacional, donde ante una multitud nunca vista, el principal discurso
es asignado a uno de sus principales contradictores, Carlos Lleras Restrepo,
vocero del santismo y al que asistieron los representantes de los dos partidos y
del gobierno. Paradójicamente muy pocos periódicos liberales publicaron las

[216 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

fotografías, mientras desconocían a los líderes gaitanistas, ahora perseguidos


por un gobierno de conservadores y liberales. De alguna forma el liberalismo
“oficialista” le jugó a la persecución de los “nueveabrileños”, hasta que se dieron
cuenta que ellos eran los siguientes en la lista negra de los “pájaros y chulavitas”,
como lo demostró experiencia de muchas regiones y en la capital con el incendio
de las casa de los patriarcas Alfonso López Pumarejo y Lleras Restrepo, las sedes
de los periódicos “El Tiempo”, “El Espectador”, y la sede de la Dirección Nacional
Liberal, el 6 de septiembre de 1952, sin que las autoridades trataran de evitarlo.
De la otra parte, los relatos conservadores buscan justificar lo sucedido
y además de exculparse de las imputaciones de los liberales, invariablemente
atribuyen al comunismo los excesos y el magnicidio mismo, asumiendo hipótesis
explicativas que ayudan a entender el contexto, pero que podrían ser incon-
sistentes. Es bueno aclarar que las imputaciones al comunismo, como muchas
otras acusaciones contra líderes conservadores y contra el gobierno, se hacen
sin prueba alguna y muchas veces, contra toda evidencia empírica. Algunos de
ellos son textos imprescindibles para el historiador.
Quizás una de las primeras narraciones conservadoras de lo sucedido son
los textos de Joaquín Estrada Monsalve, El 9 de abril en palacio: Horario de un
golpe de estado23 que complementado con su otro texto Así fue la Revolución del 9
de abril al 27 de noviembre (1950)24, del mismo autor, nos presentan una versión
de los hechos menudos de lo que pasó en los alrededores de la cúpula del poder.
En la misma línea, Francisco Fandiño Silva, periodista conservador, con su texto
La Penetración Soviética en América y el 9 de abril (1949)25. El libro conservador
por excelencia, revelador desde su título mismo, es el de Rafael Azula Barrera,
De la revolución al Orden Nuevo, Proceso y Drama de un Pueblo (1956)26 que
muestra una reflexión integral del proceso de “la revolución conjurada”, con la
más radical interpretación de la “Revolución en Marcha”, además tiene el valor
agregado de ser la crónica del secretario de la presidencia de Ospina, testigo de
excepción de la noche más larga. Con ellos podríamos tener todos los detalles,
la hora a hora y el día a día de lo sucedido. Este cuarteto de libros cierra con
otro imperdible, el de José María Nieto Rojas con su descriptivo título La batalla

23
Joaquín Estrada Monsalve, El 9 de abril en palacio: Horario de un golpe de Estado, (Bogotá:
Editorial Cahur, 1948).
24
Joaquín Estrada Monsalve, Así fue la revolución: del 9 de abril al 27 de noviembre, (Bogotá:
Editorial Iqueima, 1950).
25
Francisco Fandiño Silva, La penetración soviética en América y el 9 de abril, (Bogotá: Editorial
ABC, 1949).
26
Rafael Azula Barrera, De la Revolución al Orden Nuevo, proceso y drama de un pueblo, (Bogotá:
Editorial Kelly, 1956).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [217 ]


Javier Guerrero Barón

contra el comunismo en Colombia: capítulos de historia patria, que deben ser faro
y brújula para las futuras generaciones de Colombia (1956)27.
Para todos ellos, el 9 de abril era parte de la conjura comunista por lo que
la llegada del régimen de Laureano Gómez era la culminación de ese proceso de
restauración del “Orden Novo”, así en términos musolinianos, especialmente en
el caso de Azula. Según este último autor todo tiene que ver con una reacción
acumulada desde la “Revolución en Marcha” porque se estaba gestando una revo-
lución comunista y que, como lo hizo Franco en España, había que revertirla. El
sentido de la característica fundamental de la literatura partidista conservadora
consiste en que sus principales autores dan por sentado que en Colombia hubo
una revolución de carácter comunista. López Pumarejo ya no era para ellos un
liberal reformista, émulo de Lázaro Cárdenas o un aliado de la época en que
los partidos liberales del mundo participaron en los frentes populares promo-
vidos por las izquierdas para derrotar al fascismo, sino que ahora era dibujado
como un instrumento del estalinismo. Todos están inmersos en la tesis que el
general Marshall, presidente de la numerosa delegación estadounidense ante
la IX Conferencia Panamericana, hizo dominante en los tres días siguientes a
los sucesos de abril sobre el “complot” comunista que luego fue repicada por lo
informes diplomáticos secretos y las agencias de prensa. Pero los dos últimos
son una reflexión más sistemática. No solamente es una coyuntura donde los
comunistas matan a Gaitán para sabotear la IX Conferencia Panamericana, son
parte de la ofensiva sobre occidente de los soviéticos. Son textos que ya estaban
imbuidos de los efectos internacionales de la persecución anticomunista impul-
sada por el senador Joseph McCarthy en Estados Unidos cuando se reactiva el
Comité de Actividades Antiamericanas del Senado condenando a la cárcel y al
ostracismo hasta al maestro del cine mudo Charles Chaplin, y a muchos otros
intelectuales, en uno de los capítulos más notorios de la intolerancia de comien-
zos de la Guerra Fría que hoy nos parecen caricaturescos. Eran los tiempos de
la gran paranoia que nos llevó a ser el único país de América Latina que fue a
pelear en la Guerra de Corea para que el comunismo no se viniera a Colombia.
Pero en algo tienen razón esas versiones conservadoras: El 9 de abril de
alguna forma es la culminación de un proceso histórico de media duración en
el que las luchas religiosas revivieron con mucha fuerza y se sumaron a un pro-
fundo miedo a las reformas de la modernización, que el liberalismo finalmente
abandonó una a una. Lo que para estas versiones pasa desapercibido es que
también una a una fueron recogidas y radicalizadas por Gaitán más que en su
27
José María Nieto Rojas, La batalla contra el comunismo en Colombia: capítulos de historia pa-
tria, que deben ser faro y brújula para las futuras generaciones de Colombia, (Bogotá: Empresa
Nacional de Publicaciones, 1956).

[218 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

programa político, en su discurso, en una apelación permanente a una noción


de pueblo genérica que quitaba merecimientos a los dos partidos e incluso al
Partido Comunista, a los que en muchos episodios disputó sus huestes, porque el
carisma fue tan fuerte, que las tres vertientes ideológicas le tributaron seguidores
a un gaitanismo multiclasista y multipartidista y plebeyo que terminó siendo
más radical que el mismo Gaitán.
En tanto, que en general las visiones de la izquierda de esos tiempos perciben
el 9 de abril en clave revolucionaria pero negativamente, como una revolución
social frustrada por el caos, el alcohol y la falta de una vanguardia o un lideraz-
go del gaitanismo, algunas veces caracterizado como un movimiento pequeño
burgués, que quedó paralizado por la tragedia y la desaparición de un caudillo
que suplantaba a las masas, sin que pudiera canalizar los ímpetus populares de
innumerables juntas revolucionarias y por la posición timorata y calificada por
las posiciones más radicales como traidora, de la dirigencia liberal oficialista y
anti gaitanista. En tanto que los comunistas caracterizan a Gaitán como fascista,
nunca lo vieron como un posible aliado, lo cual contribuyó a que hubiera po-
cos puntos de convergencia con los sectores heterodoxos de la izquierda. Caso
excepcional fue el de Barrancabermeja, por la fuerte organización obrera y la
tradición de lucha sindical y la rápida organización de la junta revolucionaria que
impidió que el caos se generalizara, como en la mayoría del país. Por lo demás,
todo se trasluce en una historiografía de izquierda contemporánea al Bogotazo,
también incapaz de interpretar el momento histórico y de traducirlo en una
salida al caos y al pesimismo armado y rabioso que surgió de estas jornadas.

Historiografía y memoria de la década de 1980

En los años 80 definitivamente hay un salto fundamental en la historiografía.


Vamos a tratar de hacer una trayectoria desde la experiencia personal con el
tema que nos ocupa. Esta tiene un tono autobiográfico para rendir un homenaje
a quienes nos enseñaron este capítulo de la historia colombiana. La afinidad
con el tema viene desde los relatos paternos, de un bogotano contemporáneo
de Gaitán, y de la condición de quien habla, de asistente de Eduardo Umaña
Luna en el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional, por quien
pudimos conocer a los otros pioneros de ese libro imprescindible, a Guzmán y
a Fals, coautores de La violencia en Colombia (1962)28 y posteriormente, a través
de Gonzalo Sánchez, director del Centro de Memoria Histórica, quien conformó
28
Germán Guzmán Campos, Eduardo Umaña Luna, y Orlando Fals Borda, La violencia en Co-
lombia: estudio de un proceso social, (Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1962).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [219 ]


Javier Guerrero Barón

lo que llamaríamos hoy un semillero de jóvenes investigadores con estudiantes


de Historia en un convenio con el Centro Gaitán, entonces dirigido por la hija
del caudillo, Gloria Gaitán, grupo integrado por colegas, todos ellos historia-
dores recién graduados, quienes fueron Mario Aguilera, Ricardo Peñaranda,
Elsy Marulanda, David Moreno e Iván Marín, junto a otras personas de nuestra
generación como Magdalena Cabrera del Archivo Nacional y Darío Betancourt
y, aunque los tres últimos no éramos parte de su equipo, por su cercanía pudi-
mos conocer algunos aspectos del extenso Archivo Gaitán y conocer muchos
secretos que allí se guardaban, pero sobre todo, un acercamiento intelectual a
las dimensiones humanas e históricas del personaje, de su época, de su mundo
familiar, de su mundillo político, y de manera privilegiada pudimos conversar
muchas horas con todas estas personas, un círculo informado formidable, que
se sumaba a muchos académicos y a viejos gaitanistas de las élites y del pueblo
que visitaban el Centro, sin que tuviéramos vínculo institucional alguno, pues en
nuestro caso, estábamos vinculados a la Universidad Pedagógica y Tecnológica
de Colombia en Chiquinquirá. Nos unía el interés por el conocimiento de la
historia política y por qué no decirlo, de admiración por el fenómeno Gaitán,
pues ellos, nuestros próximos y amigos, administraban el archivo y sus tesoros,
donde estaban incluso hasta los restos mortales del caudillo enterrados en la
sala de la casa-museo.
El primer escenario de debate y confrontación de ideas fue en el Primer
Seminario Sobre Movimientos Sociales: “Gaitanismo y 9 de abril”, en el audi-
torio Camilo Torres de Sociología de la Universidad Nacional en 1982, donde
pudimos conocer los primeros documentos de la CIA traídos de Washington
por Álvaro Tirado Mejía29. Meses antes Jacques Aprile-Gniset dictó un taller
para pocas personas sobre su libro en construcción sobre el impacto del 9 de
abril en el Centro de Bogotá (1983)30 en el CINEP, donde además nos enseñó
la pasión por el tema y por los métodos de investigación social urbana. En el
mismo escenario conocimos los procesos de investigación del caso del Tolima,
por el investigador Carlos Eduardo Jaramillo (1983)31. Con Gonzalo Sánchez fue
el acercamiento a un gran maestro, a partir de la lectura del libro y los debates
con los jóvenes historiadores alrededor de Los días de la revolución: Gaitanismo
29
Álvaro Tirado Mejía había publicado “Un Documento Secreto del Departamento de Estado de
Estados Unidos. La participación comunista en los hechos del 9 de abril”, El Espectador, 18 de
abril de 1978. En esos días del evento publicó su ponencia: “La Internacional Comunista en el 9
de abril”. El Espectador, 25 de abril de 1982. Dichos textos nos llenaban de nuevas dudas e incer-
tidumbres, y deseos de seguir buscando los orígenes, sus autores intelectuales y materiales.
30
Jacques Aprile-Gniset,.. El impacto del 9 de abril sobre el centro de Bogotá. (Bogotá: Centro
Cultural Jorge Eliécer Gaitán, 1983).
31
Carlos Eduardo Jaramillo Castillo, Ibagué, conflictos políticos de 1930 al 9 de abril. (Bogotá:
Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán, 1983).

[220 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

y 9 de abril en provincia, (1983)32 que mostraba una dimensión desconocida de


lo que fue el “bogotazo fuera de Bogotá”; y con David Moreno, ya fallecido, un
estudiante de la carrera de Historia, quien publicó antes que todos nosotros su
ópera prima, Trayectoria del pensamiento político de Gaitán (1983)33 tuvimos
las primeras conversaciones-confrontaciones que nos permitían una distancia
crítica para no caer en un peligroso “síndrome de Estocolmo” con la figura
carismática de Gaitán, que después de muerto seguía embrujando a la audien-
cia con su verbo electrizante y su martirio que lo convertía en una figura aún
más llamativa para las nuevas generaciones de esos tiempos llenos de política
y anhelos de militancias intelectuales y tal vez políticas. Guillermo Hernández
Rodríguez, expuso con brillante lucidez el “Plan Gaitán”, que habían diseñado
los intelectuales que como Antonio García acompañaban la campaña desde la
jefatura única del liberalismo, desde 1947, casi convenciéndonos de que Gaitán
había hecho tránsito de demagogo de plaza pública a estadista y que se perfilaba
para ser el próximo y el más inteligente presidente de la República de toda la
historia y que por su coherencia programática sería algo así como un segundo
Simón Bolívar. A esto se sumaban algunas tertulias con Luis Emiro Valencia,
el exyerno del caudillo, lleno de vivencias, y con la misma Gloria Gaitán, con
sus relatos sobre la revolución imaginada y sus recuerdos de infancia. Harto
nos costó tomar distancia de tan halagüeña perspectiva del pasado y sus fuentes
vivas diciéndonos que todo tiempo pasado fue mejor.
Aguilera era desde entonces un ejemplo a seguir. Además de ser, como todo
el grupo, lleno de humor negro e ironías sobre qué hubiera pasado si Gaitán no
hubiese sido asesinado, tenía la cualidad de ser uno de los más críticos, además
de ser de lejos el mejor historiador, pues había ganado en 1981 el premio 200
años del Movimiento Comunero con una inmejorable investigación sobre el tema
para una monografía de pregrado y nos involucró en su idea de que existía una
línea de rebeldía popular de larga duración entre los comuneros y el gaitanismo,
hipótesis que logró plasmar en otro excelente trabajo realizado con Renán Vega,
titulado inicialmente “Revolución Francesa: Simbología y Movimiento Popular”,
que obtuvo el premio del concurso de la Universidad Nacional de Colombia y
el Fondo de Promoción de la Cultura del Banco Popular, con motivo de la con-
memoración del Bicentenario de la Revolución Francesa, que culminaba como
ideal democrático y revuelta popular con el pensamiento gaitanista (1991)34.
32
Gonzalo Sánchez, Los Días de la revolución: Gaitanismo y 9 de abril en provincia, (Bogotá:
Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán,1983).
33
David Moreno, Trayectoria del pensamiento político de Gaitán, (Bogotá: Centro Cultural Elie-
cer Gaitán, 1983).
34
Mario Aguilera Peña y Renán Vega Cantor, Ideal democrático y revuelta popular: bosquejo his-
tórico de mentalidad política popular en Colombia 1781-1948, (Santafé de Bogotá: Instituto María

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [221 ]


Javier Guerrero Barón

Un acápite especial merecen las largas conversaciones con Arturo Alape,


especialmente alrededor de varios temas: su magistral entrevista a Fidel Castro,
testigo de excepción de los pormenores del crimen y el alzamiento popular
(1984)35. Además, su libro El Bogotazo: memorias del olvido (1983)36 es sin
duda la mejor investigación empírica, hasta hoy modelo de estudio sobre los
hechos de Bogotá; y la entrevista y transcripción del audio del documental del
interrogatorio al agente de CIA, Spiritto, capturado en Cuba en 1959 que con-
fesó la “Operación Pantomima” para asesinar a Gaitán37 y las afirmaciones de
Gloria Gaitán sobre la participación del máximo organismo de inteligencia en
los hechos, junto con el Gobierno colombiano, ejecutado y coordinado por los
agentes Thomas Elliot y el mismo Spiritto, por orden del gobierno de los Estados
Unidos, y el coronel Virgilio Barco Céspedes y Plinio Mendoza Neira, por el de
Colombia. Y aunque escuché atentamente sus argumentos, siempre me pregunté
por qué el mismo Alape, algunas personalidades colombianas que conocieron
de esta pieza documental, y las autoridades cubanas desecharon de manera
rápida este material que aún hoy sigue siendo una pieza clave en la investiga-
ción de los autores intelectuales y materiales. También tuvimos la oportunidad
de conversar sobre estos y otros temas con Eduardo Umaña Mendoza, quien
por el contrario la valoraba en forma distinta y desde 1998 había aceptado ser
abogado de la parte civil en la reapertura del proceso Gaitán, y particularmente
se habló sobre los riesgos que entrañaba esta actuación procesal. El 9 de abril
de reveló que estaba amenazado de muerte y el 18 de abril de ese año 1998 fue
asesinado. Hoy muchos nos preguntamos si este pudo ser el móvil del crimen
ejecutado por el jefe paramilitar Carlos Castaño.

Los simposios sobre La Violencia


En este clima intelectual, académico y políticos de la década de 1980 que
surge en las universidades del país tomamos la iniciativa de organizar los Sim-
posios Nacionales sobre La Violencia en Colombia, en Chiquinquirá en 1982,
1986 y 199038, el primero de ellos con apoyo del Centro Gaitán, en un momento
Cano, ISMAC, 1991).
35
Fidel Castro y Arturo Alape, De los recuerdos de Fidel Castro: el Bogotazo y Hemingway: entre-
vistas, (La Habana: Editora Política, 1984).
36
Arturo Alape, El Bogotazo memorias del olvido, (Bogotá, Colombia: Fundación Universidad
Central, 1983).
37
John Maples Espiritto o John Meckpless Spiritto. Confesión del agente norteamericano involu-
crado en el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, (Audio, que reposaba en el Centro Gaitán y que fue
transmitido a la madrugada por Caracol Radio). Ver también: Arturo Alape, “La Confesión del
Agente Espirito”, El Tiempo, 15 de octubre 2000.
38
Únicamente se obtuvieron recursos para la publicación del segundo. UPTC, II Simposio Na-
cional sobre la Violencia en Colombia, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Ins-

[222 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

de intolerancia cuando hablar de violencia era altamente sospechoso y podía


involucrar a quien lo hiciera con alguno de los numerosos grupos armados de
la época, y acompañar el simposio internacional sobre la Violencia en la Uni-
versidad Nacional en 198439 eventos académicos que se convirtieron en sitio de
encuentro nacional e internacional de estudiosos del tema. Además de Umaña40,
Fals41, Otto Morales, Alfredo Vásquez Carrizosa, Arturo Alape, Pierre Gilhodes,
Álvaro Villar Gaviria, Eduardo Pizarro, Francisco Leal Buitrago, Álvaro Camacho
Guizado, Malcolm Deas, Jaime Arocha, John Agudelo Ríos, Juan Manuel López
Caballero, Alfredo Molano, Alonso Salazar, Eduardo Umaña Mendoza, Gustavo
Gallón, Ramón Jimeno, Marck Chernik, Diego Montaña Cuellar, Renán Vega, y
Darío Betancourt, entre muchos otros. Los generales Joaquín Matallana y Luis
Alberto Andrade Anaya, relataron sus percepciones cuando los militares no
podían ni querían hablar de estos temas ante públicos universitarios. Gonzalo
Sánchez y Donny Meerteens presentaron allí otro esencial libro que marcó el
debate sobre el tema: Bandoleros Gamonales y campesinos (1984)42 y abrió la
puesta a una visión llena de matices sobre las violencias de los partidos y su
transición hacia una nueva época a partir del Frente Nacional. Adolfo Atehor-
túa, por esos años estudiante de la Universidad del Valle, presentaba su trabajo
sobre La Violencia en el Norte del Valle43 y claro está los trabajos iniciales del
inmolado profesor de la Universidad Pedagógica Nacional, Darío Betancourt44,
sobre gaitanismo, el problema agrario, la colonización y el papel de León María
Lozano el 9 de abril en Tuluá y la posterior conformación de “los pájaros” por el
Directorio Conservador y apoyados por el General Rojas Pinilla, comandante
tituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior & Fondo Colombiano de Investiga-
ciones Científicas y Proyectos Especiales Francisco José de Caldas. (1988). II Simposio Nacional
sobre la Violencia en Colombia: Memorias: Chiquinquirá, septiembre 4, 5, 6 y 7 de 1986. Bogotá,
D.E: ICFES.
39
Las memorias de dicho evento se recopilaron y lleva varias ediciones en varios idiomas y por
muchos años fue un referente fundamental. Gonzalo Sánchez G. y Ricardo Peñaranda, Pasado y
presente de la violencia en Colombia, (Bogotá: Fondo Editorial CEREC, 1986).
40
Eduardo Umaña Luna, El estado de sitio, (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facul-
tad de Ciencias Humanas, Departamento de Sociología,1978).
41
Dos trabajos de su extensa obra nos sirvieron en esa época para dar contexto del 9 de abril.
Orlando Fals-Borda, Historia de la cuestión agraria en Colombia, (Bogotá: Carlos Valencia Edito-
res, 1982). Y Subversión y cambio social, (Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1968).
42
El tema del Bandolerismo y sus nexos con la política generó uno de los libros que rompió con
las visiones estereotipadas y transformó la visión de La Violencia que ha sido un referente inter-
nacional de los estudios sobre el tema y que muestra la complejidad de las consecuencias del 9 de
abril de los sucesos posteriores. Ha sido traducido a varios idiomas; Gonzalo Sánchez y Donny
Meertens, Bandoleros, gamonales y campesinos: el caso de la violencia en Colombia, (Bogotá: El
Ancora, 1985).
43
Adolfo León Atehortúa Cruz, El Poder Y La Sangre. Las Historias De Trujillo-Valle, (CI-
NEP,1995).
44
Darío Betancourt y Martha García, Matones y cuadrilleros. Origen y evolución de la violencia en
el occidente colombiano, (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1990).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [223 ]


Javier Guerrero Barón

por esos días de la Brigada del Valle y quien según crónicas periodísticas, lo
mandó liquidar, (asesinar), en Pereira en 1956. Apolinar Díaz-Callejas merece
atención especial por su libro El 9 de abril 1948 en Barrancabermeja: diez días
de poder popular45 que muestra una cara muy estratégica de lo que pudo haber
sido una revolución obrera en medio del caos nacional. También asistió el
entonces Procurador Carlos Jiménez Gómez, hizo una intervención magistral
sobre los orígenes de la Justicia privada46. Carlos Medina Gallego, indagaba
por esos tiempos por las guerrillas liberales del Magdalena Medio47, y sobre la
participación de Gaitán en el movimiento estudiantil de 192948, entre muchos
otros personajes que intelectualmente tuvieron que ver con la historiografía
del 9 de abril.
Otros aportes destacables de este núcleo que circuló por estos encuentros,
fueron los de Julio Daniel Chaparro, desde el periodismo de El Espectador, ase-
sinado luego de comprometerse con el grupo de Chiquinquirá a escribir “lo que
la Violencia se llevó”, una serie de crónicas periodísticas a partir de los sucesos
de abril hasta la conformación de las guerrillas y la masacre como expresión
recurrente entre las viejas violencias de los años 50 y las que afloraban desde
1980 y se agudizaban en los años 90. Solo había publicado cuatro crónicas de
cerca de unas 40 que se propuso, cuando fue asesinado junto al reportero gráfico
Jorge Torres Navas el 24 de abril de 1991, cuando documentaba la masacre de
Segovia (Antioquia), el 11 de noviembre de 1988.
Algunos de ellos sucumbieron a la violencia de la nueva generación de
herederos de pájaros y chulavitas, los paramilitares y el sicariato cuya misión
era continuar la tradición criminal de El Bogotazo, pero ahora con ametralla-
doras, pistolas con o sin silenciador y motosierras y a nivel urbano movilizados
en motocicletas de alto cilindraje asesinando jueces, periodistas, intelectuales,
defensores de derechos humanos y activistas divergentes, alimentados desde el
proyecto político macabro del narcotráfico que se convertía en el brazo armado
de una difusa contrainsurgencia, muy seguramente controlada por elites políticas
regionales y nacionales.
Otro hecho memorable como aprendizaje y que se deriva de esos tiempos
de Chiquinquirá fue el aporte intelectual de la obra de Daniel Pécaut, uno de los
colombianistas más prolíficos y críticos sobre el tema. La deuda con toda su obra
45
Apolinar Díaz Callejas, Diez días de poder popular: el 9 de abril 1948 en Barrancabermeja,
(Bogotá, Colombia: FESCOL, 1988).
46
Carlos Jiménez Gómez, Los documentos del procurador, (s.c.: s.e., 1987).
47
Carlos Medina Gallego, Autodefensas, paramilitares y narcotráfico en Colombia: origen, desa-
rrollo y consolidación: el caso “Puerto Boyacá”, (Bogotá, Editorial Documentos Periodísticos,
1990).
48
Carlos Medina Gallego, 8 y 9 de junio, “Día del Estudiante”: crónicas de violencia, 1929 y 1954,
(Bogotá, 2004).

[224 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

es crucial, especialmente con su libro Orden y Violencia (1987)49 que ha tenido


varias ediciones y que sigue siendo un referente. Sus artículos y libros de esos
años pasaron por Chiquinquirá y posteriormente por Tunja y han alimentado
sobresalientes debates sobre el 9 de abril, sobre los conflictos que sobrevinieron,
y el desarrollo del conflicto armado interno y su salida negociada. Desde una
posición crítica y en contravía de las simpatías por un personaje idealizado,
Pécaut siempre propuso una caracterización crítica sobre el populismo de Gai-
tán, tanto en su discurso sobre la dicotomía oligarquía-pueblo, así como por el
vínculo caudillo-masas, las estructuras organizativas que poco diferenciaron
entre organización gaitanista como movimiento político y los movimientos
sociales reivindicatorios que animaba. También fue uno de los pocos críticos
que señaló sus ambigüedades frente al partido liberal.
En 1984 Gonzalo Sánchez y el Centro Gaitán organizaron el Primer Sim-
posio Internacional Sobre La Violencia en Colombia50, en el auditorio León de
Greiff de la Universidad Nacional, donde obviamente el punto de partida fue
la reflexión sobre el 9 de abril. Allí se reencontraron por última vez en vida
los autores del mencionado libro angular La Violencia en Colombia, Guzmán,
Umaña y Fals, al lado de Catherine Legrand, Malcolm Deas, David Bushnell,
Charles Bergquist, Pierre Gilhodes, Daniel Pécaut, Medófilo Medina, Eduardo
Pizarro, Bernardo Tovar, Carlos Eduardo Jaramillo y Carlos Miguel Ortiz, con
un capítulo especial por la reflexión magistral de ese gigante de la historia del
siglo XX, Eric J. Hobsbawm sobre el Bandolerismo.
En medio de estos debates un suceso inesperado alteró el clima intelectual
del evento. En la ponencia de Herbert Braun, “Los mundos del 9 de abril, o la
historia vista desde la culata [del arma del asesino]”51 y que era el anticipo de
su libro que años después sería un hito editorial y referente obligado sobre el
tema, “Mataron a Gaitán: vida pública y violencia urbana en Colombia”52. Era
un trabajo para la época innovador, que proponía nuevas miradas sobre el tema.
En el texto afirmaba que se había presentado un conflicto entre lo público y
lo privado, entre la familia de Gaitán y el nuevo gabinete de reconciliación
del gobierno de Ospina liderado por el dirigente liberal Darío Echandía, en
diferendo con la familia por el entierro público del asesinado líder. La viuda, la
señora Amparo Jaramillo, decía que el cadáver no saldría de la sala de su casa
49
Daniel Pécaut, Orden y violencia, 2v, (Bogotá: CEREC, 1987).
50
Las memorias del evento fueron publicadas y posteriormente han tenido tres ediciones en
español: Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda, Pasado y presente…
51
Herbert Baun, “Los mundos del 9 de abril, o la historia vista desde la culata”, en Gonzalo Sán-
chez y Ricardo Peñaranda, Pasado y presente…, 195-231.
52
Herbert Braun y Hernando Valencia Goelkel, Mataron a Gaitán: vida pública y violencia urba-
na en Colombia, (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1987).

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [225 ]


Javier Guerrero Barón

hasta tanto no se cayera el gobierno de Ospina, lo cual fue aprovechado por el


gobierno para lograr que no hubiera un acto público ante el temor de que se
reiniciaran los disturbios en el sepelio. Afirma Braun que el conflicto se solu-
cionó cuando Echandía propuso que el cadáver no saliera, que fuera enterrado
en la sala y que se comprara la casa y fuera declarada monumento nacional, en
tanto que se haría un entierro simbólico en un sitio público, como en efecto
se hizo en el Parque Nacional, cercano a la residencia. Algo disgustó a Gloria
Gaitán, la hija y directora del Centro, anfitrión coorganizador del evento, quien
recusó al ponente y entró en cólera, recriminando a los investigadores por no
haber advertido y censurado dicha “calumnia” del historiador, en un acto des-
mesurado que costó mucho dinero y desgaste en demandas, los declaró cesantes
en sus funciones, terminando unilatralmente el convenio con la Universidad
Nacional y con su coordinador, Gonzalo Sánchez, alterando la programación
y ejerciendo un evidente maltrato verbal con los invitados internacionales,
nacionales, asistentes y organizadores. Era un final lánguido para una fecun-
da etapa de investigaciones y actividades conmemorativas, de ejercicio de la
memoria mediante exposiciones, conferencias, publicaciones alrededor de El
Bogotazo y del movimiento gaitanista desde sus fuentes primarias, su archivo,
su museo, clausurando una etapa de producción intelectual y visibilidad de la
entidad creada para honrar la memoria del líder inmolado. Ese fue el comienzo
irreversible del entierro del Centro Gaitán, el cual fue liquidado por el gobierno
de Álvaro Uribe en el año 2014 y su sede entregada a la Universidad Nacional,
que aduce no tener recursos para su funcionamiento adecuado, siendo en la
actualidad un edificio inconcluso y fantasmal53.

La escuela de la Nacional y otros núcleos de


investigación universitaria

La Universidad Nacional es un capítulo trascendental en la historiografía


y el pensamiento sobre el 9 de abril y La Violencia. Es sabido que la creación
del primer núcleo de profesionales de Historia se dio por iniciativa de Jaime
Jaramillo Uribe, quien después de El Bogotazo había sido desvinculado por
comunista en la Escuela Normal Superior Nacional. Luego se vinculó a la Uni-
versidad Nacional en 1960 al Departamento de Filosofía, donde promovió la
formación de la primera generación de la Nueva Historia, la cual se consolidó
en 1965 con la creación del Departamento de Historia, adscrito a la nueva Fa-
53
El Instituto Colombiano de la Participación “Jorge Eliécer Gaitán” – COLPARTICIPAR, entró
en proceso de liquidación mediante el Decreto 271 del 29 de enero de 2004.

[226 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

cultad de Ciencias Humanas. Paradójicamente, el tema no fue de interés en la


primera época sino posteriormente cuando se consolidó la primera generación
de historiadores-filósofos, algunos con formación en Derecho, generación en
la que Gonzalo Sánchez y Medófilo Medina, desde ópticas distintas y a veces
contradictorias, consolidaron líneas y núcleos de investigadores sobre proble-
mas del siglo XX. Allí también surgieron Jorge Orlando Melo, Jorge Palacios y
Hermes Tovar de la primera generación de la Nueva Historia.
Sobre el tema que nos ocupa, un generador incansable de ideas y proyectos
fue Gonzalo Sánchez, nacido en El Líbano (Tolima), donde desde su infancia vivió
la Violencia que afectó a su familia; estudió derecho y filosofía en la Universidad
Nacional, antes de hacer su maestría en historia en la Universidad de Essex en
Inglaterra, con la dirección de Eric J. Hobsbawm y su Doctorado en Sociología
Política en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS) de
París. Alrededor de su liderazgo académico en el Departamento de Historia se
aglutinaron investigadoras como Isabel Sánchez, quien adelantó una primordial
recopilación del cine sobre Violencia, así como Bernardo Tovar y Hermes Tovar.
Posteriormente llegaron Mauricio Archila, Cesar Ayala, Carlos Miguel Ortiz
y Mario Aguilera; Ricardo Peñaranda, Ricardo Sánchez, Alejo Vargas y Carlos
Medina, quienes hicieron sus aportes desde la Facultad de Derecho, todos ellos
tributarios de estos temas colaterales al 9 de abril.
Posteriormente emergieron con la fundación de Maestría en Historia las
obras de Marco Palacios, José Antonio Ocampo, Jesús Antonio Bejarano, Salomón
Kalmanovitz, luego en el doctorado con Carlos Miguel Ortiz, Mauricio Archila
y el mismo Medófilo Medina, con aportes de quienes allí estudiamos cercanos
a estos temas como Rocío Londoño y Juan Camilo Rodríguez y generaciones
posteriores que siguen contribuyendo al desarrollo de los conocimientos pero
que se escapan de esta rápida mirada.
Simultáneamente, este desarrollo de la historiografía desde la década de 1960
se vio reforzada con la fundación por Orlando Fals de la Facultad de Sociología
en 1959, donde el tema de La Violencia y sus orígenes tomó interés de profeso-
res como Camilo Torres Restrepo, Roberto Pineda y Eduardo Umaña Luna, y
visitantes como Daniel Pécaut, caso fuera de serie para estos temas sobre el cual
ya se ha hablado, y David Bushnell, egresado de Harvard y desde muy temprano
uno de los pocos profesores de este centro académico que excepcionalmente
ingresaron a la Academia Colombiana de Historia desde 1970, que aunque
centrado en los orígenes de la República, se manifestaba informalmente con
estudiantes y profesores sobre la importancia del tema de El Bogotazo como un
hecho extraordinario en el contexto latinoamericano. Aunque no publicó ningún

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Javier Guerrero Barón

texto específico, sus preocupaciones se vieron reflejadas en un buen capítulo


sobre el 9 de abril y La Violencia en su libro Colombia, una Nación a pesar de
sí misma (1994)54. Pero definitivamente, el tema llegó para quedarse principal-
mente con quienes ubicaron la temática como foco de su actividad docente e
investigativa. De allí emergen los trabajos de Alfredo Molano, principalmente.
Contemporáneos con estos desarrollos de la Universidad Nacional nuestra
generación tiene deudas de los aportes de un conjunto de investigaciones del
CINEP, que, aunque no hacen referencia específica al 9 de abril, si constituyen
un avance hacia un amplio contexto sobre el tema de la Violencia, especialmente
del académico Fernán González. También Francisco de Roux, hoy presidente
de la Comisión de la Verdad, María Victoria Uribe, Ingrid Bolívar, Teófilo
Vásquez y de Gustavo Gallón55. Desde ópticas más regionales nos debemos a
los trabajos del asesinado Hernán Henao, el asesinado profesor de la Universi-
dad de Antioquia, y a Magdala Velásquez y Catalina Reyes, de la Universidad
Nacional Sede Medellín.
En 1985 se funda el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Interna-
cionales, IEPRI, que reincorporó de nuevo a Orlando Fals quien en 1970 había
renunciado a la Universidad y a la facultad que él mismo había fundado, cuando
un sector intolerante injustamente lo había acusado de ser agente de la CIA; a
Álvaro Tirado, Jorge Orlando Melo, Eduardo Pizarro, Alejandro Reyes y el mismo
Gonzalo Sánchez y posteriormente con Mario Aguilera y Ricardo Peñaranda,
Instituto que vinculó en sus proyectos como investigadores externos a Darío
Betancourt, Elsy Marulanda, Carlos Medina, Reinaldo Barbosa y al autor de
estas notas, quienes interactuamos con investigadores de trayectoria como los
ya mencionados, y ocasionalmente a Daniel Pécaut y el recientemente fallecido
Marc Chernick, entre muchos otros, aglutinando un núcleo de historiadores
que desde una perspectiva interdisciplinaria generó una reflexión histórica
que contribuyó a dar un nuevo ordenamiento y sistematicidad a los temas del
9 de abril y sus consecuencias en las violencias y las resistencias armadas que
de allí se derivaron.
Fuera de estos circuitos y debates académicos en el mismo período his-
toriográfico hubo textos que merecen noticia en este análisis. Uno de ellos fue
la publicación por parte del abogado de la parte civil Rafael Galán Medellín, El
crimen de abril: lo que no se ha revelado del proceso Gaitán (1986)56 , libro que
54
David Bushnell, Colombia: una nación a pesar de sí misma: nuestra historia desde los tiempos
precolombinos hasta hoy, (Bogotá: Planeta, 2011).
55
Gustavo Gallón, Entre movimientos y caudillos: 50 años de bipartidismo, izquierda y alternativas
populares en Colombia, (Bogotá, Colombia: CINEP, 1989).
56
Rafael Galán Medellín, El crimen de abril: lo que no se ha revelado del proceso Gaitán, (Bogotá,
D.E., Colombia: Ecoe, 1986).

[228 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

contiene aspectos inéditos y documentos del proceso penal. De Eduardo Santa,


miembro de la Academia Colombiana de Historia, “¿Qué pasó el 9 de abril?:
itinerario de una revolución frustrada” (1982)57.
Cierra el capítulo de la producción universitaria el libro escrito por el aca-
démico Julio Roberto Galindo Hoyos, Benjamín Herrera, Jorge Eliécer Gaitán
grandes caudillos liberales, gestores de la Universidad Libre (1998), texto que hace
una remembranza de quien fuera su rector entre 1936 y 1939, además de hacer
exaltación de las ideas y los valores liberales representados en Gaitán.

Una mirada internacional: los estudios de extranjeros

En una historia tan compleja y que ha afectado tan profundamente los


imaginarios de los colombianos es necesario tomar distancia, no en el tiempo,
pues ya han pasado siete décadas. Una visión desde la mirada de analistas ex-
tranjeros de diferentes épocas y condiciones es clave y hoy tenemos relevantes
referencias desde diferentes orígenes geográficos, los más notables, a saber:
El primer libro publicado por un extranjero es del embajador de Estados
Unidos, Willard Leon Beaulac, Embajador de carrera (1957)58, ya mencionado.
Lo más destacado de su libro —aparte de lo mucho de lo que ya había infor-
mado al departamento de Estado—, es que se plantea dudas sobre el asesino
material: “¿Actuó Roa por sí mismo, o fue un instrumento de otros? ¿Fue su
acción un crimen ordinario, o tuvo motivos políticos? Estas preguntas todavía
no han sido respondidas” luego agrega: “¿Fue Roa muerto por personas tan ai-
radas por el crimen que había cometido que no temían tomar venganza en ese
mismo momento? ¿O fue su muerte instigada o causada por personas ansiosas
de que no viviera para declarar las razones por las que cometió el crimen?”. Los
interrogantes del embajador aún hoy siguen sin resolverse.
El trabajo de J. Cordell Robinson, El movimiento gaitanista en Colombia,
1930-1948 (1976)59, un notable historiador, abrió un capítulo de trabajos ape-
gados a un método riguroso de selección de fuentes documentales, con mucho
énfasis en las características del liderazgo político y los rasgos personales de
Gaitán, constituyendo el comienzo de una línea de reflexión.
El libro de Paul Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia (1978)60,
fue en su momento un texto innovador, escrito desde la ciencia política, con
57
Eduardo Santa, ¿Qué paso el 9 de abril?: itinerario de una revolución frustrada, (Bogotá: Tercer
mundo, 1982).
58
León Beaulac, Embajador de carrera (1957).
59
J. Cordel Robinson, El movimiento gaitanista en Colombia (1930-1948), (Bogotá, Tercer mun-
do, 1976).
60
Paul Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia, (Bogotá, Instituto de Estudios Colom-

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [229 ]


Javier Guerrero Barón

un gran rigor documental reconstruye año a año las cifras de muertes violentas
llegando a la conclusión de una cifra cercana a las 200.000 muertes, y aunque
se le acusa de subregistro, disminuyendo en 100 el cálculo de trabajos iniciales
como el de Guzmán, Umaña y Fals, hace una contribución sustancial al estudio
cuantitativo de la Violencia; desarrolla la tesis del “derrumbe parcial del Estado”
que movió muchos debates de su tiempo. Además, hizo otro gran aporte a las
ciencias sociales al dirigir las bases de datos electorales de la Universidad de
los Andes, que ha sido fundamentales para la investigación empírica sobre la
política colombiana del siglo XX.
El trabajo de Vernon Lee Fluharty, La danza de los millones: régimen militar
y revolución social en Colombia: 1930-1956 (1981), escrito en 1956 y publicado
por la Universidad de Pittsburg en 1957, se tradujo y se publicó en español sola-
mente hasta 1981. Se trata de un funcionario del Departamento de Estado, con
base en Medellín, que hace una de las primeras reflexiones sobre la República
Liberal, el 9 de abril y la Violencia, desde una mirada socialista y crítica, y uno
de los primeros autores que habla de una revolución social frustrada; escrito en
medio de la dictadura de Rojas Pinilla la cual valora positivamente, así como la
transición hacia la superación de la violencia en la coyuntura posterior a la crisis
de la democracia y los partidos tradicionales que se da en el período 1946-1953.
En 1962 hace una disertación con honores en la Universidad de Harvard
Martin Joel Beckwith con The Bogotazo: pathology of democracy in Colombia (El
Bogotazo: patología de la democracia en Colombia)61, que no ha sido publicado
en Colombia, pero referenciado en varios textos como un hito sólido.
En 1962 apareció en inglés el libro de John D. Martz, Colombia. A Con-
temporary Political Survey, publicado en Colombia en 1969 como Colombia, Un
estudio de política contemporánea. Se trata de un autor con amplia experiencia
en estudios políticos sobre otros países latinoamericanos, inscrito dentro de los
que reflejan la preocupación por el comunismo latinoamericano en línea con
la posición de los Estados Unidos sobre la Guerra Fría, una de las ideas fuertes
a propósito de lo que hoy llamaríamos cultura política es que la concepción de
que la democracia de los colombianos implica muy pocas responsabilidades de
los ciudadanos y muchas libertades, lindando con la anarquía, para así explicar
muchos de los problemas del régimen político, el 9 de abril y La Violencia. En
clave liberal hace una valoración muy positiva del gobierno de López, atribuyendo
a Santos el freno a las reformas; realiza un análisis muy bien documentado en
el periodo 1946-1960 que da luces sobre el funcionamiento del régimen presi-
dencial. Sobre el 9 de abril no es muy prolífico, pues se limita a reproducir las
bianos, 1978) 322.
61
Martin Joel Beckwith, The Bogotazo: pathology of democracy in Colombia (1962).

[230 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

ideas centrales de los informes sobre El Bogotazo emitidas por el Departamento


de Estado. Hoy es imprescindible como percepción de los sectores liberales de
la academia estadounidense.

El saqueo de una ilusión y las grandes potencias

Cerramos esta mirada panorámica sobe los estudios del siglo XX con dos
trabajos fuera de serie, ambos escritos con motivo de los 50 años.
El primero de ellos, el libro colectivo fuera de serie por la calidad de sus
ensayistas y su excepcional material gráfico, El Saqueo de Una Ilusión, el 9 de
abril 50 años después (1998)62, profusamente ilustrado por Sady González, un
reportero gráfico del El Tiempo que tomó alrededor de 180 fotografías durante
la jornada del 9 de abril en el centro de Bogotá que constituyen un testimonio
gráfico invaluable, con sorprendente pertinencia como si hubiera sido llamado a
los lugares donde se protagonizaban cada uno de los sucesos. Los textos, excelen-
tes ensayos interpretativos en su mayoría, están escritos por Antonio Caballero,
periodista y escritor; William Ospina, escritor de varias novelas históricas; Silvia
Galvis, periodista e historiadora, Arturo Alape, escritor, historiador y periodis-
ta; Rafael Humberto Moreno Durán, escritor; Carlos Niño Murcia, arquitecto
urbanista; Luis Carlos Restrepo, psiquiatra y posteriormente alto comisionado
de paz del gobierno Uribe. Cierra con una entrevista a Gaitán, publicada en
1943 en el periódico de su contradictor Laureano Gómez, El Siglo. Este libro,
recomendable aún hoy, presenta una visión multidimensional de El Bogotazo,
desde el título hasta la última página y es un aporte valioso a la interpretación de
su significado histórico y del imaginario colectivo de la jornada y del personaje.
Cierra el ciclo del milenio el libro Grandes Potencias (2000)63, que en su
conjunto, con los documentos de las embajadas de Estados Unidos, Francia e
Inglaterra, anexos, y trabajados por el colectivo de Gonzalo Sánchez, integrado
por Eduardo Sáenz Rover, sobre el contexto económico internacional; Pierre
Gilhodés, contexto político; Douglas Osher Sofer, sobre la mirada del gobierno
de los Estados Unidos; Renán Vega y Sara Jauregui, sobre la mirada francesa;
y Gonzalo Sánchez, quien trabajó los archivos ingleses. La riqueza de fuentes
primarias reveladas en conjunto, pasadas por la criba de la crítica y la mirada
de los historiadores especializados, muestra una visión integral de los archivos
secretos y diplomáticos, la mayoría de ellos hasta entonces inéditos en los que
62
Antonio Caballero, Sady Gonzalez y otros. El saqueo de una ilusión: el 9 de abril: 50 años des-
pués, (Colombia: Número Ediciones, 2007).
63
Gonzalo Sánchez y otros, Grandes potencias, el 9 de abril y la violencia, (Santafé de Bogotá:
Planeta, 2000).

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Javier Guerrero Barón

muchas cosas nuevas se dicen allí. Mereció nuestra perplejidad en especial el


informe secreto del 18 de mayo de 1948, elaborado por el Agregado Naval de
la embajada estadounidense que da una visión completa con hipótesis y acu-
saciones concretas de posibles responsables y ante todo por cuanto reconoce
al Bogotazo como “una fracasada revolución en Colombia”64. En su conjunto,
estos textos constituyen una mirada excepcional del 9 de abril, del país, del go-
bierno, de las personalidades públicas y de la coyuntura política que hoy debe
ser revisada desapasionadamente. Sin duda, la más elaborada reflexión sobre la
temática y que concluye que el 9 de abril de 1948 constituye el primer episodio
de la Guerra Fría en el hemisferio occidental.

Preguntas sin respuesta

Como se podrá concluir, aún siguen muchas preguntas por resolver:


La primera: ¿Quién o quiénes estaban interesados en la muerte de Gaitán?
Si el acto solitario de Roa Sierra está prácticamente descartado y se habla de la
participación de al menos otro hombre ¿Quién o quiénes estaban detrás de el
o los gatilleros?
¿Qué papel jugaron otros personajes como el “hombre de la gabardina” que
menciona García Márquez? ¿Y el teniente Cotes que in artículo mortis confesó
ser el asesino? ¿O el comandante de la Policía Virgilio Barco Céspedes, quien se
encontraba en el Café Gato Negro, a pocos metros de los sucesos?
¿Por qué el investigador Ricardo Jordán Jiménez obstaculizó sistemática-
mente la investigación de Scotland Yard y les ocultó información?
¿Por qué algunos informes del Departamento de Estado inculpan en público
y hacia afuera a los comunistas en tanto que inicialmente acusan con nombre
propio “un plan diseñado por una pequeña conspiración de furibundos con-
servadores, posiblemente Laureano Gómez, el coronel Virgilio Barco Céspedes,
director general de la Policía", ¿y José Antonio Montalvo? ¿Y por qué en mayo
18 se considera esta la hipótesis más consistente?
¿Por qué la salida de Laureano Gómez del país?
¿Por qué los informes hablan de locura posterior del coronel Barco? ¿Qué
seguimientos se hicieron a la conducta inmediata de los sospechosos?
¿Qué elementos existen para hablar sobre el complot de los comunistas y
por qué realizarían un magnicidio que les fue rotundamente contraproducente?

64
El documento a que hacemos mención es: inscrito en la sección de anexos de la Embajada de
Estados Unidos. Fecha: 18 de mayo de 1948. Serie B. “-S-48, Número 104-100 202-200 BID-0105
De: Agregado Naval”, en Gonzalo Sánchez y otros, Grandes potencias….

[232 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

¿Por qué en los documentos de Scotland Yard se insistió en involucrar a


los estudiantes cubanos? ¿Por qué se abandonó la posibilidad de que tuvieran
algún papel en los sucesos? ¿Qué validez tienen los testimonios que mostraban
indicios de estar involucrados en el núcleo del huracán de los hechos?
¿Luego de la muerte de Fidel Castro por qué no se examina mejor el papel
que pudo haber jugado en el núcleo duro de los hechos? ¿Por qué las incon-
sistencias en los relatos del joven estudiante cubano y las diferentes versiones?
¿Qué papel jugó la recién creada Agencia Central de Inteligencia America-
na, CIA? ¿Por qué no ha revelado la totalidad de documentos 70 años después
cuando la reserva legal de 25 y 50 años ya obliga a su desclasificación?
¿Las hipótesis que involucraron a algunos liberales no se documentaron?
¿Por qué y sobre qué pruebas la familia Gaitán sigue sindicando la participación
del exministro de López y dirigente liberal Plinio Mendoza Neira?
¿Se descartan móviles familiares señalados como disputas con hijos natu-
rales del padre de Gaitán?
¿Qué sucedió con consagrados líderes gaitanistas como Antonio García y
el mismo exsecretario de Gaitán, yerno del caudillo, Luis Emiro Valencia? ¿Qué
nuevos papeles o indicios podrían aportar ¿Cuál fue su trayectoria posterior?
Hubo hipótesis sobre la conspiración gaitanista para el golpe militar en
el año de 1947 y 1948. ¿Qué se puede decir de los conspiradores gaitanistas
radicales? ¿De los policías y militares involucrados?

Epílogo

Hemos tratado de presentar, a vuelo de pájaro, una rápida visión de la


historiografía contenida en los principales libros que el siglo XX ha produci-
do sobre Gaitán, el gaitanismo y el 9 de abril. Muchísimos, muy seguramente
eminentes pueden haber quedado por fuera de este inventario. El ejercicio de la
historiografía de manera descriptiva y vivencial, como lo hemos escogido para
esta ocasión, parece árido. Los escuchas y lectores comprenderán que sea una
visón rápida por cuanto la profusión de textos así lo exige. Queda el trayecto de
los libros producidos en los últimos 20 años para una segunda parte.
Nuestra generación nació pocos años después del 48. Y hemos crecido,
como haciendo el guion de una película ligada al desarrollo de nuestra propia
vida. Investigando el nueve de abril algunos de ellos vieron comprometida su
integridad. Y otros murieron. La duda más grave es la que pesa tras la muerte
del abogado de los familiares para la reapertura del caso judicial, José Eduardo
Umaña Mendoza.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 207-238 [233 ]


Javier Guerrero Barón

El pasado lunes 9 de abril de 2018, familiares del prócer colombiano y


miembros de la Comisión de la Verdad le pidieron a la Fiscalía General de la
Nación, que declaré la muerte de Gaitán como un delito de lesa humanidad.
Piden además la invalidez del fallo por estar incurso en inexactitudes ju-
rídicas, tanto en el manejo de pruebas, como en los diagnósticos de psiquiatría
forense.
Se propone que el padre Francisco de Roux, junto a otros especialistas de
la Comisión de la Verdad, realice un informe preliminar con las inconsistencias
que se cometieron durante la investigación, así como la información del geno-
cidio del Movimiento Gaitanista, como punto de partida de la reflexión sobre
los orígenes del conflicto actual.
En Estados Unidos algunos historiadores e investigadores piden que la
documentación no desclasificada por la CIA y el Departamento de Estado sea
entregada a una comisión internacional para el esclarecimiento del magnicidio.
Entre tanto, muchos otros investigadores, algunos de ellos amenazados,
serían quienes completarían el cuadro de una época de historiadores compro-
metidos y de vivencias donde los libros se jugaban más que el hilo de la verdad,
la vida, porque desde el 9 de abril la historia que escribimos no era un problema
de erudición inútil, es parte de la suerte de Colombia, el país de las dificultades
para que la pluma de Clío nos ayudara a salir de las violencias y de las perma-
nentes y diversas formas de amenaza de guerra civil amorfa y mutante que nos
consumió durante estas siete décadas y que algunos colombianos insisten en
prolongar y lo están logrando.
Cualquiera que sea la posición de los historiadores, no queda duda de
que los hechos del Bogotazo siguen siendo un síndrome que ronda el pasado y
el presente de la nación colombiana y el fantasma del magnicidio se consolida
como una de las “formas de lucha” que se “combinan” para “cambiar el rumbo
de la política” sin que una de las democracias más “estables” del continente se
altere sustancialmente.

Postcriptum

En las elecciones de 2018, en palabras del historiador Jorge Orlando Melo,


Colombia vivía aún el síndrome del nueve de abril que sigue teniendo mucha
actualidad. Dice que ese síndrome tiene varias representaciones: una de ellas
es que la figura de Gaitán es evocada ritualmente cada 9 de abril, para invitar a
la paz, paradójicamente. Y agrego, a una paz elusiva producto de una violencia
mutante que se niega a abandonar este terreno tan fértil para la crueldad extrema
que no construye y para la muerte inútil. Otra forma de expresar el síndrome es

[234 ] Boletín de Historia y Antigüedades


70 años después los estudios sobre Gaitán, el gaitanismo, y el 9 de abril.
Entre la historiografía y la memoria

que con cada nuevo suceso trágico el país tiende a encuadrarlo nuevamente en el
molde de El Bogotazo. “Donde la muerte de los caudillos populares, de los políticos
con amplio respaldo, de las figuras radicales o moralistas que se han enfrentado
al consenso dirigente, como Jaime Pardo, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro o
Luis Carlos Galán”, el surgimiento de cualquier líder con prestigio popular, está
acompañado del temor de que este patrón del magnicidio se perpetúe. Ojalá
no sea parte de la llamada “combinación de todas las formas de lucha” que no
solo fue practicada por izquierdas armadas radicalizadas de los años sesenta
del siglo pasado que creyeron ingenuamente habérsela inventado, cuando la
historia nos demuestra que ella es ampliamente practicada desde el surgimiento
de la República, con muchas muertes como la de Sucre, la de Córdova, la de
Padilla o con el mismo parricidio frustrado de la noche septembrina, para no
hablar de la muerte de Uribe Uribe, en los albores de ese siglo. Porque no es el
único síndrome que aqueja a Colombia. También padecemos el “síndrome de
Caín” de una sociedad que ha practicado muchas formas de aniquilamiento
político, de limpieza social y o, para no ir más lejos, miles de “falsos positivos”
para mejorar las estadísticas de sus guerras absurdas. El temor, y así muchos lo
manifiestan “sotto voce”, es que el magnicidio ya se haya convertido en parte
de las formas de la lucha política y que se siga repitiendo, acompañado de la
muerte rutinaria de los líderes de movimientos sociales o políticos disidentes
como lo fue casi siempre el gaitanismo.
De otra parte, jugando con la tesis de Melo, hay una incapacidad manifiesta
de pasar esa página dolorosa, que hace de la imagen de la muerte del caudillo, (y
tal vez se refiera a esa fotografía en la que su amigo levanta la cabeza al cadáver
ante la cámara del fotógrafo), y que “esta figura simbólica de gran fuerza emo-
cional y retórica, que se evoca con frecuencia para subrayar una continuidad casi
natural en las frustraciones históricas de los colombianos que se iniciaron en ese
día trágico de 1948”. Otra manifestación del síndrome, dice Melo, es el miedo al
populismo. Varios historiadores entre ellos Marco Palacios, han hecho referencia
al excepcionalmente escaso desarrollo de proyectos populistas en la Colombia
del siglo XX, en contraste con América Latina. Dice el historiador Melo:
[…] el temor a un resurgimiento de Gaitán, la idea siempre presente de que un
movimiento populista tendría un potencial de destrucción y de revuelta plebeya
similar al del 9 de abril, lo que hizo que buena parte de los dirigentes tradicionales
colombianos trataran de prevenir a toda costa [..] el surgimiento del populismo, y
rodearan de hostilidad y cuarentenas sanitarias a todo movimiento, a toda disidencia
política, a todo dirigente que empezara a mostrar síntomas de contaminación [..]65.
65
Jorge Orlando, “Gaitán: el impacto y el síndrome del 9 de abril”, en Credencial Historia, No 96,
abril de 1988.

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Javier Guerrero Barón

El 10 de mayo de 1957, mañana hará 61 años, se creyó que se repetiría


la escena. O tal vez eso explique los sucesos corrosivos para la democracia del
19 de abril de 1970, por parte del presidente Carlos Lleras Restrepo. El joven
Alfonso López Michelsen, señaló cómo el origen de la democracia restringida
colombiana y el especial control sobre la radiodifusión era el miedo a las re-
vueltas populares y el 14 de septiembre de 1977, él mismo, ante las cámaras de
televisión, luego de más de 50 muertos en las calles de Bogotá para restablecer
el orden público en medio de un gran paro cívico nacional, habló de un “pe-
queño 9 de abril”. Dejemos así para no traer ejemplos de estos días de agitación
política. Pero parece que el historiador tiene razón: Colombia 70 años después
aún convive con el síndrome del 9 de abril.

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Vidales, Luis. La insurrección desplomada: el 9 de abril, su teoría, su praxis. Bogotá:
Alberto Estrada, 1979.

[238 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

Los carnavales estudiantiles de los


años 20 y 30 del siglo
XX en Bogotá

Marcos González Pérez.


Académico Correspondiente
[email protected]

Resumen
Las fiestas más suntuosas realizadas en la Universidad Nacional
de Colombia han sido los carnavales estudiantiles puestos en escena
entre 1921 y 1934. Según cuenta Germán Arciniegas, (estudiante de la
Universidad Nacional en los años 20) la información sobre estos fastos le
llegó en los años 20 a través de Pablito de la Cruz, arquitecto que estudió
en Chile. Empezaban el primer día de la primavera, el 21 de septiembre,
como un gigantesco carnaval. Los estudiantes salían por las calles en
planes de farra extraordinaria.
Otro de los precedentes de esta fiesta estudiantil tiene que ver
con las informaciones que trajo en 1918 el estudiante mexicano Carlos
Pellicer cuando arribó a Bogotá, haciendo parte de la legación consular
de México y como representante de la Federación de estudiantes de su
nación. Estableció amistad con varios líderes estudiantiles, entre otros

Cómo citar este artículo


González Pérez, Marcos. “Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX
en Bogotá”. Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 239-262.

[239 ]
Marcos González Pérez

con Germán Arciniegas, ya destacado como fundador de revistas y líder


estudiantil y entre los proyectos que discutieron se comprometieron en
desarrollar labores para crear una organización estudiantil, similar a la
de México y a impulsar la creación del día del estudiante.
Estos dos activistas iniciaron en marzo de 1919, el proyecto para
constituir en Bogotá la primera organización estudiantil de Colombia. La
iniciativa toma forma en julio de ese año cuando se realiza en Bogotá un
encuentro pionero para dar forma a esta propuesta organizativa. Entre
las conclusiones se acordó impulsar la creación del Día del Estudiante
que con el tiempo se constituyó en una fiesta que se convertiría en los
carnavales de los estudiantes.
Este ensayo da cuenta de la historia de estos carnavales organiza-
dos por la Universidad Nacional de Colombia y que este año cumplen el
primer centenario de su puesta en escena.

Palabras claves: Carnaval. Pericles. Estudiantes. Universidad Nacional.


Reinas.

Abstract
The Student Carnivals of the 20s and 30s of the twentieth century
in Bogota. The most sumptuous festivities held at the National Univer-
sity of Colombia have been the student carnivals staged between 1921
and 1934. According to Germán Arciniegas, (student of the National
University in the 1920s) the information of these fastos came to him in
the 20s through Pablito de la Cruz, architect who studied in Chile. They
began on the first day of spring, September 21, as a gigantic carnival.
The students took to the streets in plans of extraordinary farra. Another
precedent of this student festival has to do with the information that mexi-
can student Carlos Pellicer brought in 1918 when he arrived in Bogota,
being part of the consular legation of Mexico and as a representative of
the Federación of Mexico’s consular legation and as a representative of
the Federation of Students of his nation. He established friendship with
several student leaders, including Germán Arciniegas, already prominent
as magazine founder and student leader, and among the projects they
discussed pledged to develop efforts to create a student organization ,
similar to Mexico’s and to boost the creation of the student’s day. These
two activists started in March 1919, the project to establish in Bogotá the
first student organization of Colombia. The initiative takes shape in July

[240 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

of that year when a pioneering meeting is held in Bogotá to shape this


organizational proposal. Among the conclusions was agreed to promote
the creation of the Student Day that eventually became a party that would
become the carnivals of the students. This essay tells the story of these
carnivals organized by the National University of Colombia and that this
year -2019- marks 100 years since its staging.

Keywords :Carnival. Percicles. Students. National University. Queen.

Introducción

En los años 20 y 30 del siglo XX se llevaron a cabo en Bogotá los carnavales


estudiantiles más suntuosos vistos hasta ahora en Colombia. En el libro Carnes-
tolendas y carnavales en Santafé y Bogotá –Intercultura, Bogotá, 2005– di cuenta
de algunos aspectos de esos carnavales estudiantiles, tema que hoy presento con
varios avances y nuevas indagaciones bajo el título: Los carnavales estudiantiles
de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá.
Este tema adquiere de nuevo pertinencia histórica por la conmemora-
ción, este año, de los 150 años de la fundación de la Universidad Nacional de
Colombia (22 de septiembre de 1867); por los 100 años de conmemoración del
movimiento universitario de Córdoba en Argentina (1918-2018), acontecimiento
que transformó radicalmente la universidad latinoamericana; y en el 2019, por
los 100 años de creación de la primera organización de estudiantes fundada
en Bogotá y que dio origen entre sus actividades a los carnavales estudiantiles.
Para esta exposición haré referencia en primer lugar a los orígenes y ciertas
particularidades de los carnavales estudiantiles para luego presentar un extraor-
dinario material fílmico que nos muestra cómo eran estas fiestas que se ponían
en escena hace ya casi 100 años, lideradas por estudiantes de la Universidad
Nacional, del Externado de Colombia, de la Universidad Libre (1923), así como
varios colegios de la ciudad, entre otros el Gimnasio Moderno.

El contexto

Un precedente de estos festejos se encuentra en los documentos que dan


cuenta del primer congreso internacional de estudiantes americanos reunido en

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 239-262 [241 ]


Marcos González Pérez

Montevideo en enero de 1908, en donde se acogió el 21 de septiembre (inicio


de la primavera) como fecha para organizar la fiesta de los estudiantes1.
Posteriormente en el año de 1918 los estudiantes de la Universidad de
Córdoba –Argentina–, después de un intenso movimiento, lograron una serie
de cambios en su institución, conocidos como La Reforma Universitaria de
Córdoba, cuyos logros notables fueron: conseguir la autonomía universitaria,
el cogobierno, la extensión universitaria, la libertad de cátedra y la realización
de concursos para vincular docentes. Estas reformas se propagaron por varias
universidades de América Latina y contribuyeron además a la organización de
un movimiento estudiantil de gran alcance que creó asambleas y federaciones
a través de la cuales se planificaron actividades en beneficio de este estamento
y entre otros temas se trató el tema de la fiesta estudiantil.

En Bogotá

Según cuenta Germán Arciniegas, en sus conversaciones con Antonio


Cacua Prada2, la información de estos fastos le llegó en los años 20 a través de
“Pablito de la Cruz, arquitecto que estudio en Chile. Empezaban el primer día
de la primavera, como un gigantesco carnaval. Los estudiantes salían por las
calles en planes de farra extraordinaria.
(…) Cuando Pablito de la Cruz nos contó lo de las fiestas de la primavera
en Santiago, inmediatamente se me ocurrió hacer lo mismo en Colombia, en
una forma postiza. Establecimos un carnaval. Desde luego esto no se había ce-
lebrado jamás en Bogotá. El carnaval fundamentalmente es una fiesta costeña,
del Caribe principalmente. Salir en traje de disfraz en Bogotá con ese frio, que
cosa más absurda”3.
Otro de los precedentes de esta fiesta estudiantil tiene que ver con las
informaciones que trajo en 1918 el estudiante mejicano Carlos Pellicer4 cuan-
do arribo a Bogotá, haciendo parte de la legación consular de México y como
representante de la Federación de estudiantes de su nación. Estableció amistad
con varios líderes estudiantiles, entre otros con Germán Arciniegas, ya destacado
como fundador de revistas y líder estudiantil y entre los proyectos que discu-
1
“El 21 de septiembre” en Universidad, Bogotá, 22 de septiembre de 1928.
2
Antonio Cacua Prada, Germán Arciniegas. Su vida contada por él mismo, (Bogotá: ICELAC,
1990).
3
Antonio Cacua Prada, Germán Arciniegas, 111-112.
4
Carlos Pellicer Cámara, arribó a Bogotá el 25 de diciembre de 1918 junto a Gersayn Ugarte,
delegado como ministro de México en Colombia. En José Abelardo Díaz Jaramillo, “‘Yo vine a
crearlo todo’: Carlos Pellicer y la Asociación de Estudiantes de Bogotá 1918-1920”, Memoria y
Sociedad, 20, n. º 40 (2015): 170-184. http://dx.doi. org/10.11144/Javeriana.mys20-40.vctc

[242 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

tieron se comprometieron en desarrollar labores para crear una organización


estudiantil, similar a la de México y a impulsar la creación del día del estudiante.

Las asambleas de estudiantes

Estos dos activistas iniciaron en marzo de 1919, el proyecto para constituir


en Bogotá la primera organización estudiantil de Colombia. La iniciativa toma
forma en julio de ese año cuando se realiza en Bogotá un encuentro pionero
para dar forma a esta propuesta organizativa. Entre las conclusiones se acordó
impulsar la creación del Día del Estudiante y el lograr conseguir una Casa para
sus actividades.
Así pues siguiendo los lineamientos del movimiento estudiantil latinoame-
ricano se crea en Bogotá, una Asamblea General que toma como principios la
defensa de los derechos de los estudiantes y proclaman “ser a un mismo tiempo,
fuerza apreciable en la vida de la nación”5.
En septiembre se instala esta primera Asamblea de Estudiantes de Bogotá
en la cual participaron “95 delegados en representación de la Escuela de Dere-
cho, Ingeniería, Medicina, Agronomía, Comercio, Colegio Dental6, Colegio de
Araujo y Ramírez, Colegio Universitario, Colegio de Restrepo Mejía, Colegio de
San Bartolomé, Escuelas Unidas y Gimnasio Moderno”7.
Varias semanas después volvió a reunirse esta Asamblea, esta vez con el
propósito de inaugurar pública y formalmente la naciente agremiación estudiantil.
Al acto asistieron Ministros, miembros del Cuerpo Diplomático, los rectores de
los establecimientos de educación de la capital y muchos estudiantes. El evento
sirvió para que Carlos Pellicer presentara sus credenciales como delegado de
los estudiantes mexicanos.
Esta reunión con delegaciones de todas las facultades universitarias y cole-
gios de la capital realizada el 14 de septiembre de 1919 designó como presidente
a Eduardo Esguerra y como secretario perpetuo a Germán Arciniegas y tuvo
como gran acto una sesión solemne el 16 del mismo mes en honor de México8.
En 1920, en una reunión de la ya constituida Asamblea se rindió homenaje
a la delegación de estudiantes de la Escuela de Minas de Medellín, quienes en un
acto de confraternidad y con la perspectiva de ampliar la organización a nivel
5
“Asamblea General de Estudiantes” en El Tiempo, septiembre de 1919.
6
“(…) el bumangués Guillermo Vargas Paredes (considerado el padre de la odontología en
Colombia) en compañía de los doctores Nicolás Rocha Caicedo y Alejandro Salcedo, graduados
en Filadelfia, fundaron el Colegio Dental de Bogotá el 2 de enero de 1888, convirtiéndose por su
carácter en el primero de Sur América” en www.bdigital.unal.edu.co
7
En José Abelardo Díaz Jaramillo, 176.
8
“La manifestación de ayer a México” en El Tiempo, 17 de septiembre de 1919.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 239-262 [243 ]


Marcos González Pérez

nacional se hicieron presentes en estas fechas y se determinó además aprobar la


proposición del Centro de Derecho Internacional de la Universidad Nacional de
transmitir un saludo a la República Dominicana y de protestar por la violación
de la libertad e independencia de esa nación por parte de los EEUU.
Entre 1919 y 1921 sesionaron tres asambleas estudiantiles y cada una de
ellas contó con una junta directiva, constituida por un presidente y un secre-
tario, elegidos por delegados que representaban a facultades universitarias y
colegios de la ciudad.
Para esa época Germán Arciniegas, estudiante en la escuela de derecho y
ciencias políticas de la Universidad Nacional, había fundado la Revista Univer-
sidad y publicó en el número 7 del 12 de mayo de 1921 un mensaje de la junta
de la Asamblea “llamando a fortalecer La Federación, a fundar un Club como
elemento de primer orden en la solidaridad; a establecer clínicas gratuitas para
estudiantes, y abrir una campaña contra las enfermedades sociales; a organizar
una gran oficina de información estudiantil de gran desarrollo, con secciones
de estadística, etc.; a emprender cruzada de pro-extensión universitaria que
trascienda a las clases populares, y a solemnizar las fiestas del 21 de septiembre,
a fin de que sean como un florecimiento de alegría estudiantil”9.
Ya creadas varias asambleas, Germán Arciniegas, en compañía del mexicano
Carlos Pellicer, convocan en febrero de 1921 a delegados de estas y “fundan la
primera Federación de Estudiantes, que se organiza en Colombia10, en la cual se
designa a Arciniegas, Secretario Perpetuo de esa entidad11. Fue instalada el día
15 de septiembre con asistencia del Ministro de Instrucción, de los diplomáticos
sudamericanos, de los rectores de los colegios y de estudiantes de preparatoria
y profesional.

La fiesta del estudiante

Para el año de 1921, ya creada la Federación de Estudiantes de Bogotá y en


concordancia con los planes de acción trazados por la Federación Internacional
en el Congreso realizado en Guayaquil, con la asistencia de tres delegados de
Colombia, se programa la fiesta estudiantil en la semana de septiembre en la que

9
Mensaje a los estudiantes de Bogotá. Revista Universidad, Número 7 del 12 de mayo de 1921.
10
Antonio Cacua Prada, Germán Arciniegas, 74.
11
En las elecciones para la Junta Directiva de la Federación no se tuvo en cuenta a Germán Ar-
ciniegas y él mismo cuenta que “como algunos se dieron cuenta de la tremenda injusticia cometi-
da con quién había sido el organizador y creador de la Federación, entones nuevamente volvieron
a nombrarme secretario perpetuo de la Federación de Estudiantes”, 90.

[244 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

“revienta la primavera que conmueve todas las repúblicas del Sur”12, es decir a
partir del 21 de septiembre.
En Bogotá se acoge la orientación y la Federación adopta sus propios
emblemas: una bandera con los colores verde y blanco –que se deposita cere-
monialmente en una facultad diferente cada año– y el himno del estudiante,
símbolos que bajo las consignas de “mejoramiento y de progreso” circulan en
los “cortejos estudiantiles” de 1921, como imaginarios de estas generaciones.
El evento cuenta con el aval oficial y en ese marco se establece por de-
creto del Gobierno Nacional “El Día del Estudiante13, concediendo “asueto”14
en todos los colegios y universidades oficiales de la República en los días de
programación del fasto.
En 1925 se inauguró la Casa del Estudiante y por ley 33 de ese año se
estableció la Fiesta del Estudiante Colombiano15.

Las actividades

Los festejos eran responsabilidad de una Comisión organizadora que se


designaba por la Asamblea de Estudiantes de Bogotá, a partir de la convocatoria
que hacía El Comité Ejecutivo Nacional. Dicho Comité, integrado en 1925 entre
otros por Germán Zea Hernández y por Evaristo Sourdis, tenía la función de
acompañar la organización de las comisiones que designaba el Centro departa-
mental de estudiantes para cada número del programa, así como lo concerniente
a las relaciones con otras entidades para la buena marcha del evento.
La Fiesta del Estudiante se programa a partir del año de 1921 durante tres
días , actos que realizados desde el 21 de septiembre comprenden: el primer
16

día un festival en el Bosque, consistente en una venta de flores en el parque de la


independencia en las horas de la mañana y en la tarde la realización de un desfile
que en ese año hace honor a Chile. Los días martes y miércoles se programan
la mascarada, la exposición de costuras en el teatro Colón, la fiesta del árbol,

12
“La fiesta de los estudiantes” en El Tiempo, Bogotá, 22 de septiembre de 1921.
13
“Fiesta del Estudiante” en El Tiempo, Bogotá, 14 de septiembre de 1921.
14
Se decreta conceder asueto el día de la Fiesta del Estudiante a los estudiantes de las Facultades,
Colegios y Escuelas Oficiales de la República. “Decreto No 1092 de 1921” en Universidad, 21 de
septiembre de 1921, firmado por el presidente Marco Fidel Suárez y el ministro de Instrucción
Pública, Miguel Abadía Méndez.
15
Carlos Uribe Celis, Los Años Veinte, 135.
16
Las actividades de cada año de la fiesta estudiantil se han publicado en Marcos González Pérez,
Carnestolendas y Carnavales en Santafé y Bogotá, (Bogotá: Intercultura, 2005). Apartes de estos
fastos se pueden ver en fragmentos del cine silente de los años 20 y 30 en Colombia. Fundación
Patrimonio Fílmico Colombiano.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 239-262 [245 ]


Marcos González Pérez

las funciones en el teatro municipal, el paseo de la bandera de la federación y


las competencias deportivas en el lago de Luna Park17.
En el desfile, abre la marcha desde la Plaza de Bolívar una Banda Militar
del Ejército que precede la bandera de Colombia, portada por el presidente de
la Federación y la de Chile por seis estudiantes, luego están los boy-scouts de la
Escuela Ricaurte, las comisiones de Senado, Cámara y del Concejo Municipal,
sigue una delegación de la Escuela Militar, enseguida los representantes de todos
los centros científicos, de los literarios y de las Sociedades y cierra la marcha
el público en general.
La programación en 1921 se cierra con los concursos deportivos o juegos
olímpicos, realizados en Luna Park donde se combinan las carreras “a pie”, con
las de bicicletas, las regatas y la natación. Es en este año que se proyecta el paso
hacia “un carnaval de disfraces” en el que puedan participar los cerca de cuatro
mil estudiantes que tiene la ciudad18.
En 1922 el programa comenzó el día 21 a las 8 de la mañana con la siembra
del Árbol, consagrado como emblema de una nueva era y que recogía simbóli-
camente los festejos de los “Mayos” de la Revolución Francesa y de las siembras
del árbol de la libertad realizadas en 1813, en Santafé, por Antonio Nariño19. La
programación se completa con un campeonato de fútbol, con la ceremonia de
entrega del pabellón de los universitarios a la Facultad de Medicina por parte
de la facultad de Derecho en el marco de “una procesión cívica” y se cierra con
una velada en el teatro Colón que comprende dos actos: en el primero se canta
por los asistentes el Himno Nacional de Colombia y luego hay un concierto.

La reglamentación

Una característica de la fiesta del estudiante era su orden reglamentado


que se hacía a través de una serie de disposiciones donde lo prohibido era la
norma, tal como se puede ver en las orientaciones dadas en 1925. No se podía
llevar disfraz, salvo previa licencia de la alcaldía de la ciudad, no se podían
arrojar explosivos, ni proferir gritos o ejecutar actos contrarios al respeto y por
supuesto a la moral, y no se podían utilizar disfraces o comparsas referidos a
asuntos políticos, religiosos o que ofendieran a determinadas personas.

17
“En 1921 Luna Park es el nombre que se da a un lago y a las instalaciones que se acaban de
construir para que aquello sirva de parque y pulmón a la ciudad” Carlos Uribe Celis, Los Años
Veinte, 159.
18
“Los Festejos en Luna Park” en El Tiempo, 22 de septiembre de 1921.
19
“Los Estudiantes y la Siembra del Árbol” en El Tiempo, 22 de septiembre de 1920.

[246 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

Los trajes de las mujeres que participaban en las comparsas eran los de
las manolas o las gitanas y las que asistían a la becerrada debían lucir la “clásica
mantilla española”. Un buen detalle de esta influencia lo resume un estudiante
orador en 1921 cuando afirma que esta fiesta del estudiante debe servir para
combinar “las melancólicas cadencias de nuestros bambucos indios con el alegre
ruido de las castañuelas españolas”20. Lo que entrecruza esta convocatoria es su
forma reglada en el marco del “Orden y de la Cultura”, que se entienden como
normas de comportamiento.
El programa de los desfiles centrales, por lo menos en 1925, tenía tres
componentes: en primer lugar desfilaba la Familia Castañeda21, luego iban los
carros y disfraces de estudiantes y particulares y por último las comparsas de
universitarios en caballos, burros o bueyes.
Para esta época ya se definía la fiesta como un carnaval a la que se dota
de un nuevo himno, aunque más pensado como un homenaje a la nueva reina.
El programa general se complementaba con competencias de natación
y de regatas en el lago de Luna Park, la iluminación de la avenida Colón y de
la carrera séptima, la gran becerrada estudiantil en el Circo de San Diego, la
coronación de la reina del carnaval en el teatro Colón, las programadas batallas
de confetis, flores y serpentinas, el concurso de murgas en el teatro municipal,
el entierro del carnaval realizado en el marco de un desfile fúnebre nocturno,
desde la casa del Estudiante hasta el parque de los Mártires, donde se enterra-
ba la representación de las fiestas estudiantiles. Cerraban estos actos con un
homenaje a la “madre del estudiante” el día miércoles, acto que consistía en
ofrecer funciones gratuitas en los teatros Faenza y Olimpia para los niños de
las escuelas públicas.

20
“La fiesta de los estudiantes” en El Tiempo, Bogotá, 22 de septiembre de 1921.
21
Debe su costumbre a la actitud de doña Javiera Londoño de Castañeda, quién el 19 de septiem-
bre de 1757 dio carta de libertad a 125 esclavos de sus minas de oro en El Retiro –Antioquia–, con
la condición de regresar cada año en una fecha especial para celebrar fiestas de conmemoración
de su libertad. En estas fiestas lo esencial era el desfile. En el carnaval bogotano de los años veintes
la comparsa de los Castañedas emulaba con otra muy original que se llamaba “trasteo de pobres”
y en ella aparecían todas las míseras pertenencias de la familia pobre, las escasas vituallas, los
muebles desvencijados, las materas con plantas de medicina casera y hasta la lora y el gato. Ver:
Guillermo Abadía Morales, Compendio General del Folklore Colombiano, 3ed., (Bogotá, Instituto
Colombiano de Cultura, 1977), 334 a 338.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 239-262 [247 ]


Marcos González Pérez

Primera foto lado Izquierdo, Pericles Carnaval, símbolo de los carnavales estudiantiles . Colección Daniel
Rodríguez, Museo de Bogotá. Segunda foto, Doña Elvira Zea, Reina de los carnavales estudiantiles en 1923. Cro-
mos, No 371, septiembre de 1923. Biblioteca Nacional de Colombia. Foto: Marcos González Pérez.

Los desfiles

Para participar en los desfiles de comparsas, carrozas o de jinetes se requería


una previa inscripción en los registros de la policía tanto de las personas como
de los camiones o automóviles. El desfile salía de la plaza de San Agustín por la
carrera octava hacia el norte hasta la calle 20 (plaza de Las Nieves) por donde
subía a la carrera séptima, para regresar por allí hacia el punto de partida; desfile
que se podía observar desde los balcones alquilados para tal fin y desde donde
se entablaba una batalla de serpentinas y confetis con los peatones. En estos
carnavales parece participaba la mayor parte de los estudiantes de la ciudad y
se esmeraban para que estos y los niños tuvieran acceso a los espectáculos con
boletas a precio rebajado. El presidente de la República era invitado de honor
y presidía junto con la reina los espectáculos taurinos.
El carnaval se cerraba con la “muerte” de su símbolo principal Don Pericles
carnaval, (muñeco de trapos) unas veces enterrado, otras hurtado, y en otras
enjuiciado como “perturbador de la marcha normal de la política, del comercio y
de la banca en la capital de la República”22, quien simbólicamente sentenciado a
muerte era fusilado y sus restos mortales despachados en un globo de hidrógeno.

22
“El juicio Final” en El Tiempo, 19 de julio de 1932.

[248 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

Los reinados

Uno de los elementos destacados de la fiesta estudiantil, dirigida por la


Asamblea de Estudiantes, era la organización de los reinados dada la función
representativa que adquiría la ganadora tanto por su responsabilidad en las pro-
puestas en beneficio de la ciudad23 y de los estudiantes como por ser este evento
uno de los más sobresalientes en la consecución de recursos, en razón de ser
una especie de reinado cívico en el que podía participar cualquier persona cuyo
apoyo o voto se daba a través de la compra de boletos a razón de cinco centavos.
Desde los primeros días de septiembre y durante dos semanas se llevaba a cabo
el proceso de votación por las candidatas del reinado.
Los programas de las reinas estaban orientados por conceptos que deter-
minaban sus propias acciones, que por supuesto hacían parte de la situación
social, y bajo ese marco La Fraternidad, La Tolerancia y El Patriotismo como
base de la unión de los estudiantes era eje imaginario de sus acciones. No obs-
tante, estos actos eran también el escenario de inconformidades y las crónicas
dan cuenta de desórdenes y enfrentamientos entre grupos por las candidatas
o de los irrespetos que sufrían estas con el lanzamiento de serpentinas con la
intención de golpearlas o gritarles frases “poco dignas”24.
Cada reina elegida constituía un gabinete de colaboradores para su propio
“gobierno”, que comprendía una Princesa Real, varias Damas de Honor, Minis-
tros de su “Reino” o Gobierno: Premier, Canciller, Paz y Amnistía, Salubridad y
Beneficencia, Canalización, Marina y Flotas, Comunicación y Deportes, Inicia-
tivas y Cañas, Armonía y Conciertos y otro de Alegría y Farándulas, designaba
además un Procurador General del Reino, un Jefe de Protocolo, un Contralor
General, y un Abogado de la Corona25, así como también se presentaban ante la
reina de turno las credenciales de los embajadores que cada reina departamental
designaba para representarlas en la capital.
Estos reinados estaban entrecruzados tanto por los intereses de cada
institución académica como por los avatares políticos, de tal manera que las
diferencias de partido hacía su presencia en estos eventos. En algunos casos
las candidatas eran familiares de presidentes o representantes políticos, hecho
que originaba reacciones diversas de las participantes. En 1924, la candidata
Elena Ospina, quien finalmente resulto elegida, era la hija del presidente de la
23
El primer decreto de Elvira, reina en 1923 fue el de crear la Orden de los Caballeros de la Patria
que estaría formada por todos aquellos que se comprometieran a enseñar a leer y a escribir dos
compatriotas o a iniciarlos en defensa de la raza y en la higiene social y privada. “Decretos de la
Reina “en El Tiempo, 24 de septiembre de 1923.
24
El Tiempo, 9 de septiembre de 1925.
25
“Primera Orden Real” en El Tiempo, miércoles 17 de septiembre de 1924.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 239-262 [249 ]


Marcos González Pérez

República, Pedro Nel Ospina, situación que genero un ambiente de supuesta


participación gubernamental a favor de la candidata a tal punto que de 48 can-
didatas inicialmente inscritas solo permanecieron seis hasta el final.
En 1922, se presentaron más de veinte candidatas apoyadas por alrededor
de catorce mil votantes26 resultando elegida la señorita María Vega Jaramillo con
un total de 1.868 votos, seguida por Lucía Lombana Buendía con 1.841 votos y
por Blanca Uribe Portocarrero con 1.835.
La elección cobraba su mayor importancia una vez la elegida iniciaba la
promulgación de sus “reales órdenes”, una especie de Bandos festivos, como parte
de los programas que se querían impulsar, que para ese año hacía referencia a la
declaratoria de la ciudad de Bogotá como centro en “estado de regocijo general”27,
de tal manera que como lo expresaba María I eran de rigor el buen humor, la
alegría, la jovialidad en los días 20 y 21, y declarando obligatoria la asistencia a
los programas de la fiesta en el teatro Colón, la Plaza de Toros y la mascarada.

La polémica sobre la fiesta

Desde 1921 la polémica sobre la razón de ser de la fiesta estudiantil hizo


parte de los debates universitarios. Basándose en un imaginario social se con-
trastaba la importancia de las alegres diversiones propuestas por los estudiantes
con la creencia de que en Bogotá toda “celebración resulta fúnebre” (...) dado
que somos un pueblo triste, callado, lúgubre, quieto, “somos un pueblo de car-
tuchos agonizantes”28.
A esta apreciación, se comentaba, se debía oponer la idea de trabajar “con
patriotismo” para enderezar tales orientaciones y se intentaba propiciar para la
fiesta estudiantil un espacio donde lo alegre, tumultuoso y carnavalesco fuera
el antídoto contra un carnaval tímido y encogido o atado en cada movimiento
por la “tiranía de nuestros modales eclesiásticos”29.
Estos contrastes se manifiestan además en otras situaciones: una de ellas,
era la política de algunos planteles30 de prohibir la participación de sus estu-
diantes en los regocijos estudiantiles, o la de amenazarlos con la expulsión si
se disfrazaban, mientras otros como el Gimnasio Moderno31 en cabeza de sus
26
El Tiempo, 24 de septiembre de 1922.
27
“La Fiesta del Estudiante” en El Tiempo, jueves 21 de septiembre de 1922.
28
“La fiesta del estudiante” en El Espectador, 15 de septiembre de 1921.
29
Ibíd.
30
“Sabemos de fuente segura que los Directores del Colegio de San Bartolomé no dejarán tomar
parte a sus discípulos en ninguno de los números que componen la fiesta de los estudiantes” en El
Tiempo, 18 de septiembre de 1924.
31
En estas mismas fechas trajeron a Ovide Decroly el pedagogo belga que impulsa la pedagogía

[250 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

directivos Tomás Rueda Vargas y Agustín Nieto Caballero apoyaban los eventos
y cedían gratuitamente sus instalaciones para los actos programados; otra, la de
caracterizar a los bogotanos como gentes que no saben divertirse colectivamente.
Se leía en alguna crónica que los bogotanos ignoran las grandes fiestas cí-
vicas que asocian a todo un pueblo en un mismo regocijo y se daba como causa
a un “no se qué hurañez ingénita que tiene repercusiones fatales sobre la vida
de la colectividad” dado que nuestra capital es una ciudad “triste y morosa”32;
así como la de poner en escena demasiados referentes españoles expresados
en el concurso de manolas, en las corridas de toros y en los mismos disfraces.
Estos pierrots, colombinas, manolas, payasos, criadas, jamonas, bailarinas,
pajes y soldados eran considerados, en un cuadro falso, como concepciones de
la “realidad satírica y agresiva”33 que propicia la fiesta34.
Así también los programas festivos estudiantiles eran acogidos por los
gobiernos en cabeza del Presidente de la República quién se hacía presente en
muchos de los festejos, especialmente en la sesión de coronación en el Teatro
Colón.
En 1823, el consumo de alcohol se convierte en el centro de polémica “por
su carácter odioso y repulsivo”, y en ese marco en oportunidades se solicita que
durante la fiesta sea aplicada la ley seca “en todo su rigor”35, petición que en
muchos casos era de difícil cumplimiento por los intereses de los expendios.
Igual suerte prohibitiva se aplicaba, mediante instrucciones de los Mi-
nisterios de Gobierno y de Salud Pública, para que no se utilicen los disfraces
de Arzobispo, Obispo o sacerdote, etc., “por considerar tales disfraces como
injuriosos”36.
Acciones de esta naturaleza pueden enmarcarse en una situación global en
razón de que esta década se caracteriza por la lucha antialcohólica en varios países,
principalmente en Inglaterra y Estados Unidos, y que repercute en Colombia
como rehabilitación de la fuerza de trabajo y como parte de una campaña por
la “higiene social” que involucra a la chicha como factor de embrutecimiento,
aunque es necesario verla en el auge de las campañas propagandísticas de las
compañías cerveceras, o en las campañas de moralización de la sociedad que
llevan a demandar de la iglesia católica “la unción de pecado” para el consumo
de la misma al ser considerada como el origen de los males de la nación.

de la Escuela Nueva.
32
“La Fiesta Universitaria” en El Tiempo, 26 de septiembre de 1922.
33
“Los festejos estudiantiles de ayer” en El Tiempo, 22 de septiembre de 1922.
34
Ibíd.
35
“La ley seca y la fiesta del estudiante” en El Tiempo, 17 de septiembre de 1924.
36
“Los estudiantes y el alcohol” en El Tiempo, 21 de septiembre de 1923.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 239-262 [251 ]


Marcos González Pérez

En este año, al lado del programa habitual de la festividad se agregaron


actos como la inauguración de la avenida de los estudiantes37, la manifestación al
Congreso de la República para pedir que se dicten leyes que modernicen todos
los sistemas docentes y se centralicen las enseñanzas en todo el país, propuesta
elaborada por técnicos alemanes y colombianos, y la aparición de comparsas de
jinetes disfrazados cuyo gran suceso fue la de Los Caballeros del Ku-Klus-Klan38.
Sobre las polémicas de la fiesta en 1925, a través de un editorial de prensa se
lanza esta pregunta: ¿Está o no Bogotá capacitada para una fiesta de Carnaval? 39
Esta pregunta surge por la transformación de la fiesta del estudiante en un
Carnaval y origina varias reacciones. Mientras se argumenta que los carnavales
se realizan en todas las partes del mundo que gozan de tener “fama de cultura
auténtica”, pues Bogotá sería un lugar propicio para realizar este fasto dado que
tiene esta fama. Sin embargo últimamente, con la puesta en escena del carna-
val, lo que han aparecido son brotes de anti-civismo y mala educación, de tal
manera que si los estudiantes quieren tener un carnaval el primer elemento es
reprimir todo brote de incultura y para esto es necesario que cada uno sea un
guardián de la cultura, un guardia de honor del carnaval que debe oponerse a
“una orgía de tres días, a una bacanal grotesca de muñecos” por todas las calles
de la ciudad. Se debe prescindir de diversiones poco cultas “como la de arrojar
cosas fétidas a los transeúntes”40.
Un cuadro de la fiesta dibuja un tanto ciertos aspectos del fasto: en algu-
nos cafés de la ciudad, dice un cronista, se quitaron los espejos de sus sitios y
los guardaron en el sótano, las vidrieras fueron blindadas con hoja de zinc, los
cuadros cubiertos con cartones, de tal manera que en algunos lugares la ciudad
se preparaba para un bombardeo41. Se aducía, entre otras cosas, que el Carnaval
había traído consigo un aumento considerable de borrachos y también el deseo
inmoderado de estos por dar gritos42. No obstante, uno de los contrastes de
las reseñas entre los días de carnaval y los llamados festejos populares que se
hacían en las fiestas patrias del 20 de julio tenía que ver con los llamados “casos
de sangre”43 que se presentaban en los barrios obreros y en los cuales se hacía
resaltar la violencia que imperaba por estos lugares.

37
Calle 11 en “Los festejos Estudiantiles de Hoy”. El Tiempo, viernes 21 de septiembre de 1923.
38
“La Reina acompañada de los enmascarados y escoltada por la cabalgata Los Caballeros del
Ku-Klus-Klan será llevada en triunfo junto con su corte de honor al circo de San Diego” en El
Tiempo, viernes 21 de septiembre de 1923.
39
“Cosas del Día” en El Tiempo, domingo 20 de septiembre de 1925.
40
“Hoy debe reinar la cultura” en El Tiempo, 12 de julio de 1929.
41
“Todavía hay mucho alcohol” en El Tiempo, 14 de julio de 1929.
42
“Por el decoro de las calles” en El Tiempo, 21 de septiembre de 1925.
43
“Cerca de 40 casos de sangre” en El Tiempo, 19 de julio de 1932.

[252 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

Bajo estas consideraciones se señalaba que para poder confrontar la civi-


lización con la incivilización, la fiesta con la farsa monótona, el buen caballero
ceñido a las reglas del decoro con el aplebeyamiento de costumbres, se impone
una diferenciación clara. Para ello es esencial que cada estudiante porte un
distintivo, iniciativa de la reina de 1925, Emilia I, para diferenciarse de los ma-
leantes que se introducen en todo movimiento de tal manera que en una fiesta
como el carnaval, que ya abarca a todos los habitantes de la misma, se pueda
confrontar el espectáculo de una ciudad embriagada y vulgar con una ciudad
admirable por su alegría y su corrección.
El fomento de la alegría como se denominaba el evento de la fiesta se
convirtió en una constante de cada año. Con base en campañas diversas, entre
otras la de las rebajas de pasajes en los trenes que se dirigían en esta época a la
capital o la solicitud de asueto para los empleados, se hacía eco de esta festividad.
Considerada Bogotá, como un lugar ausente de alegría, algunos editoriales de
prensa coincidían en la necesidad de fomentar actividades de alegría tal como
se repetían en urbes bien constituidas y para lograrlo se proponía la creación en
el ministerio de Instrucción Pública de una sección con estas responsabilidades
así como la contratación de expertos extranjeros para “resolver el problema de
nuestra secular tristeza”44.
El carnaval estudiantil se fue imponiendo en la época de tal manera que
se convirtió en un referente central festivo en una ciudad que no había podido
tener “una fiesta de todos, un día de desbordamiento de todas las actividades
traviesas y de todas las alegrías contenidas”45.

Los programas

Un ejemplo de las actividades que se realizaban lo podemos ver en el


programa de 1924.
Los días determinados para la Fiesta de estudiante iban del 20 al 23 de
septiembre, y se designaban comisiones para: votaciones, murgas: que interpre-
taban sobretodo “pasillos, marchas, foxes y bambucos”46, placas de homenaje,
proclamación de la reina, traslado de la bandera de los estudiantes, exposición
de pintura, retretas, coronación, bandas militares, carnaval y batalla de flores,
colocación de los carros para el desfile, teatro municipal, marcha de antorchas,
becerradas, carreras bufas y para el entierro de las fiestas. También se designaban
jurados para los diferentes eventos, entre otros el de poesía.
44
“El fomento de la Alegría” en El Tiempo, 10 de julio de 1927.
45
“El Carnaval” en El Tiempo, 23 de septiembre de 1925.
46
“Las serenatas” en El tiempo, martes 6 de julio de 1926.

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Marcos González Pérez

Actos preliminares

Día 17 a las 4 p.m. una manifestación estudiantil al Congreso Nacional con


el fin de reafirmar las peticiones estudiantiles en pro de una Reforma Universi-
taria, vocería encomendada a Guillermo Valencia ante el Senado y a Alejandro
Villa Álvarez ante la Cámara.
El 18 a las 9 p. m. las murgas de estudiantes acompañadas de los estudiantes
recorrerán la Avenida de la República y darán serenata a la reina de los estudiantes.
Los festejos empezaron desde el viernes en la noche con un gran baile para
cuatrocientas parejas organizado en los salones del Hotel Atlántico.

Actos centrales

El día 20 a las 10 a. m. se hará entrega en la Academia de la Lengua de la


Bandera del Estudiante por parte de la Universidad Libre a la Facultad Nacional
de Medicina y Veterinaria
A las 3 p.m. inauguración de la exposición del Centro Nacional de Bellas
Artes en donde participara Ricardo Rendón. El acto se realiza en la Academia
de la lengua y será presentado por Germán Arciniegas.
A las 6 p.m. retreta de gala en honor de la reina doña Elvira I y luego la
velada de coronación en el Teatro Faenza. Interviene Guillermo Valencia y los
poetas que han sido premiados en concurso, los que finalmente no pudieron
leer sus obras por el bullicio del público entretenido en la guerra de serpentinas
y confetis.
A las once de la noche realización de la gran verbena47 en el Circo de Toros.
El día 21 a las 5 y 30 a.m. “los hijos del dios Momo”48 darán comienzo al
carnaval con una caravana precedida de las murgas y de una banda de músi-
ca, desfile que recorrerá las carreras 7ª y 8ª , la avenida de Colón y la calle del
estudiante.
A las 10 a. m. comienza la reunión de disfraces49, más de tres mil, en el
parque de la Independencia y luego la marcha hacia el centro de la ciudad en
medio de una lluvia de flores, confetis y serpentinas, para desfilar ante Helena
I, Reina de los estudiantes y del jurado calificador.
El desfile será:
47
Llamadas las verbenas españolas comprendía actividades como: película, fuegos artificiales,
globos, cohetes, un árbol de carnaval o vara de premios custodiada por un toro, todo esto acom-
pañado de murgas. “La verbena de esta noche” en El Tiempo, 11 de julio de 1929.
48
El Tiempo, miércoles 17 de septiembre de 1924.
49
La placa correspondiente al número de inscripción del disfraz costaba diez centavos. El Tiem-
po, 16 de septiembre de 2004.

[254 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

a. La carroza de la reina anterior, de sus damas de compañía y como


escolta la caballería de la Escuela Militar;

b. Banda de música;

c. Las carrozas de las damas;

d. Disfraces de estudiantes y de particulares;

e. Comparsas de universitarios en caballos, burros o bueyes.


Los premios para las carrozas y disfraces de particulares y para los de damas,
serán en objetos de arte, mientras que los carros y los disfraces de los estudiantes
se dan en dinero entre 100 y 25 pesos y se premia a: la comparsa más artística,
la comparsa más original, para el carro artísticamente más adornado, para el
más extravagante, para el mejor disfraz y para el más original. El jurado estaba
compuesto de Enrique Grau, del embajador de España, de Enrique Cavalier y
de varias damas.
A la 1 p.m. se dispersaban las personas disfrazadas por los cuatro costados
de la ciudad.
A las 3 y 30 p.m. se realiza la gran de batalla de flores entre los bandos
“Mosqueteros del Funza” compuesto por el Jockey Club, el club Médico, el club
internacional, El Nuevo Tiempo, El Tiempo, Cromos, Mundo al Día, el comercio
de la plaza de Bolívar y de la calle de Florián, las distintas fábricas de la ciudad,
la Facultad de Medicina, el Colegio de Araujo y Zabala, el Rosario, la Escuela de
Ingeniería, el Colegio de Ramírez, el Liceo Pío X, la Escuela de Veterinaria, el Colegio
Universitario, la Escuela de Bellas Artes, la Escuela Militar y la Escuela Ricaurte,
contra el bando “Granaderos del Águila Negra” compuesto por el Gun Club, el
club de Abogados, el club Angloamericano, el club Santander, el club Friends, el
Espectador, el Diario Nacional, El Gráfico, Semana Cómica, el comercio de la 1ª,
2ª y 3ª Calles Reales, los bancos de la ciudad, la Facultad Nacional de Derecho,
la Universidad Libre, La Salle, Instituto Técnico Central, Externado de Colombia,
Escuelas y Colegios Dentales, el Conservatorio nacional de Música, el Gimnasio
Moderno, la Escuela de Agronomía y la Escuela Superior de Guerra.
A las 8 p.m. se efectúa la marcha de antorchas que conducirla la reina del
Palacio Real al Teatro Municipal donde se realizará una velada cómica y se
llevará disfraz.
A las 12 p.m. retreta.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 239-262 [255 ]


Marcos González Pérez

Día 22

A las 10 a.m. se colocará una placa de mármol en el pabellón de estudiantes


del hospital de San José en homenaje a la reina saliente Elvira I ofrecida por la
VI Asamblea de Estudiantes y en reconocimiento por la creación del pabellón
de la Cruz Roja para la juventud.
A las 3p.m. Gran becerrada estudiantil en el circo de San Diego que estará
precedida de:
1 p.m. Reunión en la plaza de Armas de los carros de disfraces artísticos
de señoritas (andaluzas, manolas, madrileñas, mejicanas, gitanas y geishas), de
niños, de las reinas anteriores, y de los estudiantes toreros.
2. p.m. Desfile general con la Reina
El acto se cierra con el desfile de regreso a las 5 y 30 p.m. y a las 8p.m se
continúa con el carnaval en las calles.

Día 23

3p.m. Se adjudicarán los premios del carnaval en el Parque de la Indepen-


dencia y se harán unas carreras especiales: las de burros, las de encostalados,
las de hombres gordos, las de parejas atadas y las de espaldas.
Por ofrecimiento de los señores Di Domenico se realizó en el Salón Olimpia
una función cinematográfica para los niños de las escuelas públicas.
Finalmente a las 8 y 30 p.m. se realiza el desfile de cierre del carnaval desde
el parque de la Independencia hasta el parque de los Mártires, acompañado de
estudiantes plañideros y de sacerdotes rituales.

Fechas del carnaval

La lluvia de septiembre impedía llevar a cabo todos los programas y la


realización del carnaval en cruce con el año escolar motivaron la propuesta de
trasladar la fecha a la época de julio una vez los estudiantes quedarán libres de
sus obligaciones académicas.
Bajo las consideraciones anteriores desde 1926 la fiesta se traslada para
los días 12, 13 y 14 de julio, en los cuales se llevara a cabo el acostumbrado
programa de los carnavales.
Uno de los aspectos sobresalientes de las festividades de este año se presento
a propósito de la escasa participación “de las altas clases sociales, que antaño

[256 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

representaban la base fundamental de la fiesta”50 debido según los analistas a la


tremenda crisis económica que se vivía la ciudad y la nación, aunque es nece-
sario destacar que por estos años hay un empuje esencial de las organizaciones
de trabajadores y se destaca María Cano quién precisamente es elegida “Flor
del trabajo en Colombia”51, así como es el año en que “se pone en discusión la
idea de construir una ciudad universitaria en Bogotá”52.
Al mismo tiempo un proyecto que daba curso en el Senado contra la finan-
ciación de la casa del estudiante y por supuesto contra el carnaval no prospero
y por ahora la fiesta y la casa se mantuvieron con recursos.

El final

Con el argumento de “que la guerra que se ha venido haciendo contra la


fiesta no puede prosperar”53, se hacían llamados públicos en búsqueda de ayu-
das para conservar este fasto considerado el más prestigioso de la ciudad y uno
de los actos claves en la transformación de Bogotá como ciudad moderna, que
además significaba, por sus múltiples actividades programadas, una ocasión a
los gremios del comercio e industrias de la ciudad para activar sus negocios,
según se pregonaba.
Las candidatas participantes del reinado de ese año publicaron una “prag-
mática” mediante la cual condenaron al destierro perpetuo de sus dominios “al
dios Baco, así como a todos sus partidarios, sus familiares, propagadores, amigos
y personas de su corte y feudo”54.
En 1929, las actividades del carnaval estuvieron enmarcadas por la con-
memoración de los sucesos sangrientos del mes anterior en que fueron muertos
los estudiantes Federico Schiller y Gonzalo Bravo, por acciones de la policía en
contra de las manifestaciones de protesta contra la llamada “Rosca” que mane-
jaba la administración de la ciudad.
Sin embargo las actividades del carnaval, paradójicamente, contaron este
año con una serie de contrastes que dibujan un tanto ciertas actitudes del co-
lombiano ante la tragedia. De una parte se presento una destacada participación
de mujeres y de otra una concurrencia sin precedentes en las votaciones para
el reinado, lo cual se supone fue determinada por el “ímpetu y decisión de las
boinas vascas merced al cual el comercio y en general toda la ciudadanía y los
50
“La fiesta Estudiantil” en El Tiempo, 14 de julio de 1926.
51
Carlos Uribe Celis, Los Años Veinte, 48.
52
Carlos Uribe Celis, Los Años Veinte, 133.
53
“La fiesta del estudiante” en El Tiempo, lunes 2 de julio de 1928.
54
“El debate estudiantil” en El Tiempo, 2 de julio de 1928.

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Marcos González Pérez

elementos todos de la producción, pudieron librarse de una rosca que significaba


el desprestigio para el municipio de Bogotá”55.
Los actos se iniciaron desde el 28 de junio, una fecha inusual por lo antici-
pada, con la proclamación de las candidatas y la apertura desde el día siguiente
de las votaciones para elegir reina. Las coplas y sátiras del carnaval en esta
oportunidad tuvieron en la mira los sucesos políticos:
A Pericles ha ocurrido
lo mismo que a Chichimoco
quién como palma ha subido
y ha bajado como un coco.
Don Pericles se murió
Cosa es de volverse loco
Y dicen que lo mato
La rosca de Chichimoco56.

Desde el 1º de julio el programa se cumplió como en los años anteriores,


es decir desfile de antorchas y de faroles en honor de las candidatas y de la reina
saliente, un día después la función en el teatro Municipal, el 3 de julio función
en el Cinerama y los días 4, 5 y 6 dedicados a recolectar fondos para los respec-
tivos comités de las candidatas, además de la proyección en el teatro Faenza de
la primera parte de película sobre este carnaval realizada por la casa Acevedo
e Hijos y a quienes se ha encomendado el trabajo de filmar todo el carnaval.
El 7 de julio se proclamó como reina a Maria Teresa Roldán, quién representa
la “generación de la boina vasca”57 adornada con borlas rojas, adoptada como
emblema distintivo de los estudiantes. El 8, la colocación de una placa conme-
morativa en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional en memoria de
Gonzalo Bravo Paéz, sacrificado en las jornadas del 8 de junio58.
El día 9, se realizo la fiesta en la Casa del Estudiante para colgar el retrato
de la reina saliente. El carnaval comenzará desde el día 11 con el recorrido de
las bandas de música de la ciudad y de las murgas de los estudiantes para cerrar
con la coronación de la nueva reina, acto que de nuevo se realiza en el Teatro
Colón. A las 10 a.m. de ese día se realizo un desfile de banderas de los países
55
“Bogotá y los estudiantes” en El Tiempo, 9 de julio de 1929. La inconformidad tuvo su punto
crítico con la designación de Arturo Hernández, alias Chichimoco, cuota del presidente Abadía,
en la administración del tranvía.
56
El Tiempo, lunes 15 de julio de 1929.
57
“S. M. María Teresa” en El Tiempo, 7 de julio de 1929.
58
Ese día se había organizado una manifestación de protesta contra la política del presidente
Miguel Abadía Méndez y en los enfrentamientos fue muerto Bravo Pérez, un estudiante cuyo
acudiente era el presidente de la República y quién no hacía parte del mitin. Ciro Quiroz, La Uni-
versidad Nacional de Colombia en sus pasillos, (Bogotá, Editorial Universidad Nacional, 2002), 92.

[258 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

latinoamericanos como homenaje de la Federación Nacional de Estudiantes a


las juventudes latinoamericanas.
En 1930, los carnavales estudiantiles estuvieron acompañados de constan-
tes referencias a la crisis financiera que vivía el país y la ciudad, los cuales eran
considerados sin embargo como una etapa necesaria en el duro transcurrir de
esa realidad.
Aunado a este fenómeno el 13 de julio en el circo de San Diego, debido a la
inmensa cantidad de personas que deseaban observar la becerrada se presentó
un fuerte disturbio que dejo como saldo un muerto y más de 50 heridos entre
policías y particulares59.
Bajo el marco también de un cambio de gobierno por la llegada al poder
del partido liberal en cabeza de Enrique Olaya Herrera, los actos preliminares
del carnaval se iniciaron ese año con el estreno del Noticiero Nacional No 14 de
la Casa Acevedo e Hijos, evento al cual fueron invitadas la reina saliente y las
cuatro candidatas que fueron aceptadas para este año y que culmina con una
copa de vino en el reinaugurado Teatro Real. Prosiguen las actividades con un
novedoso Festival de carreras organizado por el club Hípico de Bogotá y que
sirve de preámbulo para la llegada de D. Pericles Carnaval y Neira a la ciudad.
Los programas en general se llevaron a cabo y se cumplieron los días 11 de julio
con la coronación de la reina, el 12, con la mascarada y el desfile central y la
premiación, el 13, con la becerrada y el 14 de julio con el entierro.
En 1931 no se realizaron los carnavales estudiantiles decisión soportada
además, según los estudiantes, a la crisis económica que atraviesa la nación, a la
escasez de medio circulante y a la restricción de gastos por parte de las familias.
Esta decisión les sirvió a algunos editorialistas para decretar la muerte del car-
naval, aduciendo que este tipo de fiesta era ya un fracaso en todo el mundo no
sólo por razones económicas sino de que ese “algarabía funambulesca (...) casi
siempre antiestética de máscaras” no responde a los sentimientos modernos.
Acusada la fiesta estudiantil de diversión exótica, que siempre degeneraba en
bacanales era condenada a no ser avalada por la juventud que hoy no encuen-
tra apropiado el echarse a la calle disfrazado de payaso para galantear mujeres
“que muchas veces esconden una fealdad espantable debajo de la mascarita”60,
se hacía un llamado para recuperar los espacios de una fiesta verdaderamente
estética y propia para que se arraigue en nuestras costumbres.
Sin embargo en 1932 se reanudaron las fiestas en la fecha acostumbrada,
aunque en esta oportunidad abarcaron los días del 10 hasta el 19 de julio. Para el
59
“Un muerto y multitud de heridos ayer frente al circo de toros de S. Diego” en El tiempo, 14 de
julio de 1930.
60
“La muerte del carnaval” en El Tiempo, 2 de julio de 1931

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 239-262 [259 ]


Marcos González Pérez

certamen se inscribieron tres candidatas al reinado cívico, entre ellas la Señorita


Atlántico, quién resulto electa, respaldada por la Universidad Libre, algunos
colegios de secundaria y la colonia costeña residente en la capital, cuyo comité
de apoyo era presidido por Darío Samper.
El evento transcurrió bajo el programa acostumbrado, es decir, con la
proclamación de las candidatas, el traslado de la bandera de los estudiantes del
Colegio del Rosario al Externado Nacional de Derecho, ceremonia revivida en
esta ocasión, las funciones de gala en los teatros con el fin de recaudar fondos
para las campañas, el recibimiento de don Pericles Carnaval Neira y Godoy61,
en esta oportunidad descendiendo en paracaídas en el Hipódromo, las carreras
de burros y de caballos, las batallas de serpentinas y de confetis, la participación
de las murgas, los concursos de juegos florales, entre estos los de poesía, soneto
y cuento, de disfraces, de comparsas y de los balcones mejor adornados, la be-
cerrada, la vara de premio, los fuegos artificiales, los desfiles, las mascaradas, la
elección y coronación de la reina en el Teatro Colón, el discurso de coronación
encargado este año a Alberto Lleras Camargo, el baile oficial de coronación en
el Gun Club, las visitas de rigor por parte de la reina a asilos y casas de bene-
ficencia, las retretas y serenatas y por último “el fusilamiento” de Don Pericles
Carnaval, satíricamente llamado el ilustre guerrillero de García Rovira62 razón
por la cual es procesado, sentenciado, fusilado y volatizado63.
En 1933, la polémica sobre el sentido del carnaval se vuelve a poner en el
escenario. Considerada como una fiesta de ricos, “la exhibición de unos pocos
entre el tedio del público” se volvía a la pregunta central: ¿Carnaval en Bogotá?
o más bien ¿una fiesta más bogotana?. Bajo estos interrogantes lo que se buscaba
inducir también era la renovación de una fiesta que no tenía a lo público como
uno de sus orientadores dado que los actos centrales eran cada vez programados
en sitios más cerrados. Utilizar los sitios más abiertos como el circo de toros o el
hipódromo, tratar de buscarle una fecha fija que no coincida en manera alguna
con los festejos patrios y agudizar la imaginación dado que la “famosa Atenas
Suramericana no ha dado muestra alguna de tener talento para lo que más se
necesita: para divertirse noble y gallardamente”64, eran las premisas para que el
carnaval se mantuviera.
En 1934, se inicia el desmonte de la fiesta de los estudiantes argumentando
“el evitar los abusos que en él se cometen y que tomen parte en la fiesta elementos

61
Godoy, por la Orden de los nobles caballeros de la Legión Godoy, creada para custodiar a la
reina.
62
“Real Orden” en El Tiempo, 17 de julio de 1932.
63
“El juicio Final” en El Tiempo, 19 de julio de 1932.
64
“Renovar la fiesta” en El Tiempo, 8 de agosto de 1933.

[260 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Los carnavales estudiantiles de los años 20 y 30 del siglo XX en Bogotá

ajenos a los estudiantes”65. Una fiesta que, a causa de esta controversia, demoró
en ser autorizada por el Ministerio de Educación Nacional, de tal manera que
sus preparativos no permitieron sino actos como la batalla de flores y un espec-
táculo de aeroplanos, desde los cuales se arrojan flores sobre la ciudad. Además
no se llevó a cabo el reinado y por lo tanto, la reina en ejercicio, Mariana I, tuvo
que prolongar su mandato.
Paralelo a esto se desató una protesta de los trabajadores de la cervecería
“Germania” apoderados por Jorge Eliécer Gaitán, en demanda de mejoras so-
ciales, en la que se vio involucrada la reina, Mariana I, hija del propietario de la
empresa D. Rudolf Kohn, quien fue objeto de consignas en su contra propagadas
en carteles por varios sitios de la capital.
El movimiento de los trabajadores y el reinado fueron entonces centro
de controversia directa. Una vez se inició la huelga se declaró el cierre de la
fábrica, aduciendo como uno de los factores, la actitud asumida por los obreros,
quienes han llevado este asunto, según los propietarios, al campo puramente
personal, “publicando carteles injuriosos para la familia, con motivo de una
supuesta intervención de la reina de los estudiantes”66, quien fue acusada de
haber llevado en su automóvil particular a unos jefes de policía el día en que
estalló la huelga en Bogotá. En las marchas de los obreros se gritaban abajos al
imperialismo yanqui y a doña Mariana Kohn Olaya, de tal manera que una de
las condiciones impuestas por los dueños de la empresa para reabrir la fábrica
fue la de destituir a los “agitadores” que hacían parte de la dirección del sindi-
cato, acción que finalmente se cumplió, no obstante las diversas aclaraciones
de los implicados en el sentido de haber condenado los incidentes y la de haber
desautorizado toda actuación ultrajante “[...] porque aun cuando el Estado no
les dio educación suficiente, ellos saben comprender sus deberes [...]”67.
Un buen número de estudiantes participantes en el reinado se declaró en
defensa de la reina de los estudiantes y culpó a los “intelectuales marxistas y a los
estudiantes uniristas68, y comunistas” de haber propiciado los ataques contra la
señorita Kohn, tanto en carteles como en las manifestaciones, declaraciones que
validaron la ya existente escisión entre el gremio estudiantil, en una época de
fuertes debates sobre la situación social, que repercutieron tanto en la renuncia
de la reina de los estudiantes como en la extinción del carnaval estudiantil, visto
más como una fiesta de los de arriba.
65
“La Fiesta Estudiantil” en Mundo al Día, sábado 30 de junio de 1934.
66
“Estallo huelga en la Dorada; Cerrada la Fábrica Germania” en El Espectador, viernes 13 de
julio de 1934.
67
“No ultrajaron a la señorita Kohn los obreros de Germania” en El Espectador, viernes 3 de
agosto de 1934.
68
Del Movimiento político UNIR.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 239-262 [261 ]


Marcos González Pérez

Un referente notable de la situación en el seno de los estudiantes puede


verse en la declaración del Centro Cultural Santiago Pérez, adscrito al Colegio
de Ramírez, establecimiento siempre presente en los fastos estudiantiles, cuyos
miembros protestaron contra “el llamado carnaval estudiantil” y lo desautori-
zaron aduciendo como razón principal, la exclusión de estudiantes liberales de
la dirección de éste.
Culmina así una de las acciones claves de los estudiantes que en su trans-
currir ve nacer tanto diversas tendencias políticas como ideológicas, las cuales
enriquecieron el proceso de formación de un movimiento estudiantil que iría
a tener una enorme influencia en los años venideros.

[262 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Boletín de historia y antigüedades /Vol. CV, No 867, Julio - Diciembre de 2018

Retrospectiva de la vida pública de


Belisario Betancur Cuartas

Eduardo Durán Gómez


Presidente
[email protected]

Para la Academia Colombiana de Historia, resultó particularmente infausta


la noticia del fallecimiento del expresidente de la República, Belisario Betancur
Cuartas, Académico Honorario de esta corporación.
Belisario Betancur, oriundo de Amagá, Antioquia (1923) hijo de humildes
labriegos de la región, supo apreciar su talento desde muy joven, y fue así como
se introdujo en lecturas tempranas sobre los mas diversos acontecimientos del
país, temas que complementaba estudiando grandes autores, cuando tenía la
oportunidad de acercarse a las bibliotecas públicas o a la merced de quienes
podían poseer los textos disponibles de la época.
Luchó en solitario para poder estudiar, hasta llegar a vincularse a la univer-
sidad Pontificia Bolivariana de Medellín, en donde obtuvo el título de abogado.
Allí aprendió no solo las ciencias del Derecho, sino que también las conductas
que debía adoptar para abrirse camino no solo en el ejercicio de la profesión, sino
en los complejos recodos de la política, por los cuales sintió especial atracción,
cuando pudo experimentar el debate de las ideas, en los cuales la universidad
exhibía un alto grado de participación.

Cómo citar este artículo


Durán Gómez, Eduardo. “Retrospectiva de la vida pública de Belisario Betancur Cuartas”.
Boletín de Historia y Antigüedades 105: 867 (2018): 263-266

[263 ]
Marcos González Pérez

Tal vez ésta la razón, por la cual muy pronto se vinculó al periodismo, en
donde logró colaborar para muchos periódicos y revistas, en donde exponía
sus puntos de vista como militante del partido Conservador y de paso se daba
a conocer en los amplios círculos de la opinión pública, así como dentro de los
estamentos de su colectividad.
Durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, se destacó como
un acérrimo contradictor y no vaciló en participar de toda clase de actos pú-
blicos para rechazar su gobierno y sus políticas fundamentales. Debido a su
beligerancia, fue reducido a prisión y le correspondió asumir el costo político
de la defensa de sus ideas.
Superada la dictadura, Betancur logra ser elegido al Congreso y allí tuvo
una amplia participación, que lo llevó a ser protagonista de intensos debates,
en las dos cámaras legislativas a las que perteneció.
Al lograr convertirse en un político con figuración nacional, el presidente
Guillermo León Valencia no dudó en vincularlo a su gabinete de ministros y
le ofreció la cartera de Trabajo, tal vez pensando en sus fuertes arraigos con las
clases populares del país, cargo que asume en 1963.
Vino el momento en que pensó que podía ser presidente de la República
y en la medida en que obtuvo apoyos de significación lo intentó en tres opor-
tunidades, sin que su proyecto llegara a tener el éxito requerido para obtener
las mayorías populares; sin embargo al intentarlo en una cuarta oportunidad
lo logró, al derrotar a Alfonso López Michelsen, quien ya había sido presidente
y se presentaba en ese momento a la reelección.
Al llegar la hora de su mandato, tuvo muchas ideas nuevas para implemen-
tar: en primer lugar nombró mujeres en todos los viceministerios y de paso el
género femenino accedía al poder a través de todas las carteras ministeriales.
En segundo lugar, habló de diálogo, y se mostró resuelto a superar los
conflictos sociales y políticos derivados de la existencia de una guerrilla que se
enfrentaba con violencia al establecimiento.
El doctor Betancur mostró en ese momento su talante conciliador y su
poder expresado en la palabra, para crear escenarios de discusión que permi-
tieran construir acuerdos que llevaran a superar los episodios de violencia en
el país, y llamó a un grupo muy destacado de intelectuales encabezados por
Carlos Lleras Restrepo y Otto Morales Benítez para darle fuerza a su proyecto
de diálogo directo entre las partes en conflicto, empresa que se vio abruptamente
abortada cuando el movimiento M-19 tomó la decisión de acometer una acción
terrorista, tomándose el palacio de Justicia y propiciando de paso la inmolación
de la mayoría de los magistrados de las altas cortes, así como del personal que
allí laboraba.

[264 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Retrospectiva de la vida de Belisario Betancur

En tercer lugar, quiso abrir espacios para una fuerte inversión social y puso
en marcha un programa pregonado en su campaña y que consistió en ofrecer
soluciones de vivienda sin cuota inicial, tal vez una de las claves de triunfo de
su audaz campaña electoral.
Muchos problemas tuvo que sortear, pues además de su malogrado diálogo
con los alzados en armas, se encontró con las primeras grandes arremetidas
de los narcotraficantes, que ante la decisión de poner a funcionar el tratado de
extradición con los Estados Unidos, resolvieron tomar represalia asesinando a
su ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, una personalidad muy influyente
en la política colombiana, y que era un decidido partidario de emprender una
guerra frontal contra el narcotráfico y sus protagonistas.
El doctor Betancur concluye su periodo y manifiesta que se retiraría defi-
nitivamente de la política, promesa que cumplió a cabalidad y que se tradujo en
la incorporación a una actividad netamente cultural, en donde todo su tiempo
lo empleaba en la literatura, en el estudio de la historia y en el apoyo filantrópico
a muchas entidades.
Abrió un segundo domicilio y escogió la población santandereana de
Barichara, en donde fundó talleres de arte y propició espacios para fomentar
la cultura.
De otro lado, se vinculó muy estrechamente, primero a la Academia Co-
lombiana de la Lengua y posteriormente a la Academia Colombiana de Historia,
en donde se convirtió en un asiduo asistente que participaba con entusiasmo
de todas las actividades que se programaban.
Lo recordaremos con especial afecto y admiración: llegaba con una o dos
horas de anticipación a la sesión; se instalaba en la mesa de juntas de la presi-
dencia, y allí se iniciaba una amena y fluida tertulia sobre los mas diversos temas
de la historia, que incluía comentarios sobre el trabajo asignado a la sesión.
Además siempre requería a sus compañeros para que le prestaran libros sobre
determinados temas, los cuales acostumbraba devolver puntualmente, con nota
remisoria, que resumía la utilidad que había derivado de ellos. Su último tema
fue la vida de don Carlos Martínez Silva “qué interesante la vida de ese godo”
anotaba en sus comentarios jocosos.
Quedan para la posteridad sus innumerables escritos y conferencias, en
donde seguramente los investigadores podrán encontrar el sentido de muchas
de sus actuaciones como gobernante, pero por sobre todo, su particular ma-
nera de interpretación de los hechos del pasado, a los cuales incorporaba toda
su capacidad de análisis, muchas veces rebatiendo todas las teorías existentes.

Vol. CV No 867, Julio - Diciembre de 2018, páginas 263-266 [265 ]


Boletín de historia
y antigüedades
Volumen CV, No 867
Julio - Diciembre de 2018

Vi d a a c a d ém i c a
Vida académica

INFORME DE LABORES
DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE HISTORIA
Periodo de julio - diciembre de 2018
LUIS HOR ACIO LÓPEZ D OMÍNGUEZ
Secretario Académico

Introducción 199° aniversario del triunfo de la Batalla de


Boyacá. El discurso de orden en dicha sesión
El presente texto registra las líneas de acti-
lo pronunció el padre Fernán González.
vidad académica concentradas en los meses
de julio a diciembre de 2018 e incluye el
Obituario
obituario, la posesión de académicos, las
sesiones de la asamblea con las ceremo- Durante el periodo se registró el falleci-
nias de posesión de los Académicos de miento del académico honorario Belisario
Número y Correspondientes y las lectu- Betancur el 7 de diciembre en Bogotá; del
ras de académicos activos e invitados. En académico de número Fernando Restre-
segundo término, las actividades conexas po Uribe el 29 de junio en Bogotá; y del
de funcionamiento, consulta, estudio e académico correspondiente (electo) Luis
investigación de la historia; la publicación Wiesner Gracia el 3 de julio en Bogotá.
seriada Boletín de Historia y Antigüedades
y un libro publicado sobre historiografía Sesiones de la Asamblea de Académicos
institucional. Durante el periodo julio - diciembre de
2018, con una frecuencia quincenal, la
Posesión de la Mesa Directiva para el
Asamblea de la Academia se reunió en
periodo 2018-2020
sesiones ordinarias.
El 17 de julio del año en curso se realizó
en las instalaciones de la Corporación la En las sesiones, el Presidente dio conocer
Sesión Estatutaria de elección de miembros de las actividades de la Mesa Directiva para
de la Mesa Directiva para el periodo 2018- dar curso a las conmemoraciones históricas
2020. Al final de la sesión fueron elegidos del bicentenario, la implementación de la
los siguientes académicos: Eduardo Durán ley 1874 y asunto afines.
Gómez, Presidente; Fernán González Gon-
zález, S.J., Vicepresidente; Luis Horacio De cada sesión se hace un registro en audio
López Domínguez, Secretario Académico; o audiovisual de archivo de la palabra y
Gustavo Altamar Laiseca, Tesorero; Roger de transcripción para redacción de actas.
Pita Pico, Coordinador de Biblioteca y
A continuación, en orden cronológico se
Archivo; Efraín Sánchez Cabra, Director
reseñan las sesiones ordinarias y públicas
de Publicaciones.
realizadas
Su posesión se dio el 8 de agosto en la
Sesión Solemne de conmemoración del

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [269 ]


Vida académica

Julio 17. Sesión estatutaria de elección de Octubre 30. Sesión ordinaria de conmemo-
Mesa Directiva para el periodo 2018-2020 ración del 250º aniversario del nacimiento
de Francisco José de Caldas y disertación
Julio 19. Homenaje a las mártires de la del Académico Alberto Gómez Gutiérrez
Independencia en la Parroquia de la Vera- sobre la presencia de Caldas en las edicio-
cruz Panteón Nacional. Obituario a cargo nes del siglo XX del Boletín de Historia y
del académico numerario Santiago Luque. Antigüedades de la Academia Colombiana
de Historia y de la Academia Colombiana
Agosto 8. Sesión solemne conmemorativa de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
del 199º aniversario de la Batalla de Bo-
yacá. Posesión de Mesa Directiva periodo Noviembre 6. Presentación del historiador
2018-2010.Discurso de orden a cargo del invitado por la Mesa Directiva, Jorge Or-
Vicepresidente Fernán González SJ. “Los lando Melo González quien disertó sobre
retos de las conmemoraciones del Bicente- el tema “La enseñanza de la Historia en el
nario de la Independencia Nacional 2019”. sistema escolar. Antecedentes y procesos
de exclusión. Perspectivas y los usos de
Agosto 29. Presentación del Plan de Manejo materiales didácticos y uso de manuales”.
Especial del Campo de Boyacá, presentado
por la Dirección de Patrimonio del Mi- Noviembre 21. Reconocimiento al Senador
nisterio de Cultura. Arquitecta Eugenia lván Darío Agudelo por la Academia Co­
Serpa coordinadora de bienes muebles y lombiana de Historia por su impulso a la
la restauradora Diana Martínez. Ley 1874 que ordenó la enseñanza obli-
gatoria de la historia en el sistema escolar
Septiembre 4. Sesión especial para la revi- colombiano.
sión y aprobación del acta de la sesión del
17 de julio en la cual fue elegida la Mesa Exposiciones museográficas
Directiva para el periodo 2018-2020.
Entre los meses de julio a septiembre estuvo
Septiembre 18. Disertación del Académico abierta al público la exposición museográ-
Antonio José Rivadeneira sobre el tema “El fica “La recuperación de la memoria social
lienzo de La Virgen de Chiquinquirá y el una urgencia del presente”, conmemorativa
inicio de la Campaña Libertadora, abril del vigésimo aniversario de la muerte del
de 1816”. Expresidente Virgilio Barco. A mediados
del mes de septiembre se inició su desmonte
Octubre 2. Apertura de la exposición con- para darle paso a la nueva exposición.
memorativa del octogésimo aniversario de
la muerte del expresidente Enrique Olaya Se trató de la exposición conmemorativa del
Herrera (1937 2017). Discurso de orden 80° aniversario de la muerte del expresidente
a cargo del académico Benjamín Ardila Enrique Olaya Herrera. Las fichas técnicas
Duarte. y las imágenes complementarias fueron el
resultado de un trabajo de investigación en
el Archivo General de la Nación. Así mismo

[270 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Vida académica

el acopio de caricaturas suministradas por Todas la metas señaladas en el convenio se


la curadora de la exposición Teresa Morales cumplieron; se distribuyeron las memorias;
de Gómez e imágenes de la Fundación de se estableció un sistema de interlocución
Patrimonio Fílmico de la inscripción como de la Academia con las academias depar-
candidato presidencial y de localización de tamentales y los centros locales de cultura;
libros sobre el homenajeado Olaya Herrera y se logró constituir una agenda de trabajo
en la biblioteca Eduardo Santos. El nuevo y líneas de acción para implementar du-
material se incorporó a los formatos mu- rante el 2019 año del Bicentenario de la
seográficos diseñados por la Academia para Independencia.
estas actividades de promoción visual de la
memoria del expresidente homenajeado. Boletín de Historia y Antigüedades
Durante este periodo se realizó la fase
La exposición sobre la vida pública del
final de preparación del Boletín 863, que
expresidente Enrique Olaya Herrera se
incluyó su revisión y aprobación, así como
abrió al público el 2 de octubre de 2018en
su producción y entrega de los ejemplares
sesión especial. La presentación la realizó
a los académicos.
el académico Roger Pita integrante del
comité de curaduría de la exposición y Por otra parte, la nueva Mesa Directiva
unas palabras del académico Benjamín decide promover la actualización de la
Ardila sobre el expresidente Olaya Herrera. producción periódica de la revista ins-
titucional, la cual presenta un atraso en
Convenio de asociación interinstitucional
sus entregas, delegando a algunos de sus
441/18 con el Ministerio de Cultura
miembros su preparación. Es así como
En este periodo se entregan y presentan los números 864 y 865 son asumidos por
las memorias del encuentro. Se publica- Roger Pita coordinador de la Biblioteca y
ron dos tomos: uno de las actividades y Fernán González vicepresidente respecti-
propuestas de los encuentros regionales vamente. Ellos inician su trabajo de manera
y el nacional, y otro dedicado a reunir las paralela teniendo en cuenta el cronograma
ponencias sobre corrientes historiográfi- de actividades realizadas en la Academia
cas. Adicionalmente se le entregaron a los durante el 2017.
asistentes al encuentro del mes de junio y
posteriormente a los señores académicos Producción editorial
otras dos publicaciones sobre la Batalla de Con la coordinación editorial del Secretario
Boyacá y sus narraciones documentes de la Luis Horacio López y del coordinador de la
confrontación y una compilación exclusiva Biblioteca Roger Pita se inicia la recopila-
para los participantes. Con la entrega formal ción de textos de las academias de historia
de las memorias del encuentro se elabora nacional de Colombia, Ecuador y Venezuela
y presenta el informe final al interventor para una obra editorial conjunta entre las
del convenio. tres instituciones, cuyo título tentativo será:
“América Meridional. Independencia de
Colombia, Ecuador y Venezuela. A través

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [271 ]


Vida académica

de campañas y batallas, 1813-1823”. Al final Disertaciones de invitados a la Academia


del semestre se inició el proceso de digita-
La Mesa Directiva en el marco de las se-
lización de los textos. La diagramación se
siones ordinarias del segundo semestre
inició en este periodo, pero su producción
programó dos reuniones con invitados: el
se realizará en el 2019
29 de agosto se dio la presentación del Plan
de Manejo Especial del Campo de Boyacá,
Donación de obra pictórica
la disertación la realizaron la arquitecta
Durante el desarrollo de la sesión solemne Eugenia Serpa coordinadora de bienes
del 199° aniversario del triunfo de la ba- muebles y la restauradora Diana Martínez
talla de Boyacá realizada el 8 de agosto de de la Dirección de Patrimonio del Minis-
2018 la artista plástica Maripaz Jaramillo terio de Cultura. Y el 6 de noviembre se
le donó a la Academia un cuadro de su desarrolló la charla del historiador Jorge
autoría titulado “Batalla de Boyacá”. El Orlando Melo González sobre el tema
acto de donación se realizó al final de la “La enseñanza de la Historia en el sistema
ceremonia con unas palabras del Presidente escolar. Antecedentes y procesos de exclu-
de la Academia y de la Artista. El ingreso sión. Perspectivas y los usos de materiales
de esta obra a la pinacoteca de la Academia didácticos y uso de manuales”.
marca la entrada al siglo XXI y a nuevos
estilos pictográficos.

[272 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Vida académica

PROPOSICIONES DE DUELO, FELICITACIÓN


Y CONMEMORATIVAS

Proposición de duelo reconocimiento a su carrera como histo-


riador e investigador social al académico
La Academia Colombiana de Historia en su Álvaro Tirado Mejía al ser distinguido por
sesión de la fecha, registra el fallecimiento Colciencias como investigador en mérito y
el día 3 de julio de 2018 del académico postulado para este honor por la Academia
correspondiente (electo) Dr. Luis Eduardo Colombiana de Historia.
Wiesner Gracia y expresa sus condolencias
a su familia. En Bogotá a 29 de agosto de 2018

Por secretaria académica se enviará esta El Presidente, Eduardo Durán Gómez


proposición de duelo en nota de estilo. El Secretario Académico, Luis Horacio
López Domínguez
En Bogotá a 13 de julio de 2018
Proposición de duelo
El Presidente, Eduardo Durán Gómez
El Secretario Académico, Luis Horacio La Academia Colombiana de Historia en la
López Domínguez sesión de la fecha expresa sus condolencias
al académico Marco Palacio Rozo por el
Proposición de duelo fallecimiento de su señora madre fallecida
el 11 de septiembre en Bogotá, envíese por
La Academia Colombiana de Historia ex- secretaria la presente proposición en nota
presa sus condolencias al académico de de estilo.
número Pablo Fernando Pérez Riaño y a
su señora madre y a sus hermanos por el En Bogotá a 2 de octubre de 2018.
fallecimiento de su padre fallecido en Bo-
gotá la segunda semana del mes de agosto, El Presidente, Eduardo Durán Gómez
por secretaria se enviara esta proposición El Secretario Académico, Luis Horacio
en nota de estilo. López Domínguez

En Bogotá a 29 de agosto de 2018 Proposición de duelo


El Presidente, Eduardo Durán Gómez
El Secretario Académico, Luis Horacio La Academia Colombiana de Historia en
López Domínguez la sesión de la fecha al establecer que se
ha completado el periodo de duelo por el
Proposición de felicitaciones fallecimiento del académico de número
Don Fernando Restrepo Uribe, declara
La Academia Colombiana de Historia ex- vacante la silla número 9 que ocupaba
presa sus felicitaciones por el merecido

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [273 ]


Vida académica

hasta su muerte a partir de la fecha podrán


inscribirse candidaturas para ocuparla,

En Bogotá a 2 de octubre de 2018.

El Presidente, Eduardo Durán Gómez


El Secretario Académico, Luis Horacio
López Domínguez

[274 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Vida académica

ACADEMIA COLOMBIANA DE HISTORIA

MESA DIRECTIVA
Periodo 2018-2020

Presidente EDUARDO DURÁN GÓMEZ


Vicepresidente FERNÁN E. GONZÁLEZ GONZÁLEZ S.J.
Secretario LUIS HORACIO LÓPEZ DOMÍNGUEZ
Tesorero GUSTAVO E. ALTAMAR LAISECA
Coordinador de Biblioteca y Archivo ROGER PITA PICO
Director de publicaciones EFRAÍN SÁNCHEZ CABRA

ACADÉMICOS HONORARIOS

Diego Uribe Vargas


Antonio Cacua Prada
Jaime Posada
Eduardo Santa
Adolfo de Francisco Zea

ACADÉMICOS DE NÚMERO POR ANTIGÜEDAD DE POSESIÓN

Orden Nombre Silla Orden Nombre Silla

1 Camilo Riaño Castro 25 21 Roberto Pineda Camacho 16

2 Vacante 39 22 Adelaida Sourdis Nájera 20

3 Jorge Arias de Greiff 14 23 Napoleón Peralta Barrera 17

4 Gonzalo Correal Urrego 35 24 María Clara Guillén de Iriarte 22

5 Vacante 23 25 Efraín Sánchez Cabra 18

6 Enrique Gaviria Liévano 7 26 Juan Camilo Rodríguez Gómez 12

7 Alberto Corradine Angulo 27 27 Gentil Almario Vieda 36

8 Jorge Morales Gómez 6 28 Eduardo Durán Gómez 10

9 Luis C. Mantilla Ruiz O.F.M. 2 29 Fernán González González S.J. 30

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [275 ]


Vida académica

ACADÉMICOS DE NÚMERO POR ANTIGÜEDAD DE POSESIÓN

10 Vacante 9 30 Benjamín Ardila Duarte 4

11 Javier Ocampo López 5 31 Rodrigo Llano Isaza 3

12 Fernando Mayorga García 19 32 Roger Pita Pico 11

13 José Roberto Ibáñez Sánchez 33 33 Santiago Luque Torres 31

14 Carlos José Reyes Posada 37 34 Alberto Gutiérrez Jaramillo SJ 13

15 Luis Horacio López Domínguez 29 35 Roberto Lleras Pérez 32

16 Antonio José Rivadeneira-Vargas 28 36 Ricardo Esquivel Triana 40

17 Vacante 24 37 Rodolfo Segovia Salas 15

18 Teresa Morales de Gómez 1 38 Victoria Peralta de Ferreira 34

19 Pilar Jaramillo de Zuleta 38 39 Gustavo Altamar Laiseca 21

20 Vacante 8 40 Pablo Fernando Pérez 26

[276 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Vida académica

MIEMBROS CORRESPONDIENTES DE NACIONALIDAD


COLOMBIANA POR ANTIGÜEDAD DE POSESIÓN

1. Téllez, Germán. 1971. 16/02. 19. Gutiérrez Velásquez, Amado. 1996.


2. Urrutia Montoya, Miguel. 1974. 26/11.
04/11. 20. Aristizábal SJ, Tulio. 1997. 21/11.
3. Londoño Paredes, Julio. 1975. Cartagena.
04/02. 21. Soto Arango, Diana. 1998. 07/07.
4. Dangond Uribe, Alberto. 1980. Tunja.
19/02. 22. Espinel Riveros, Nancy. 1999.
5. Gómez Aristizábal, Horacio. 1983. 23/11. Villavicencio.
17/05. 23. Suescún Monroy, Armando. 2000.
6. Rivera Sierra, Jairo. 1985. 03/09. 18/07. Tunja.
7. Palacios Rozo, Marco. 1986. 20/03. 24. Cuervo Jaramillo, Elvira. 2001.
Ciudad de México. 12/06.
8. Ricaurte Uribe, Alfonso. 1986. 25. Eastman Vélez, Jorge Mario. 2001.
07/09. 04/12.
9. Galvis Arenas, Gustavo. 1987. 26. Viloria de La Hoz, Joaquín 2002.
08/09. Bucaramanga. 05/0. Santa Marta.
10. Plazas Vega, Luis Alfonso. 1988. 27. Nieto Olarte, Mauricio. 2002.
18/10. 11/06.
11. Cuartas Coymat, Álvaro 1992. 28. Martínez Garnica Armando. 2002.
19/05. Ibagué. 17.09.
12. Ospina Cubillos, Carlos Enrique. 29. Gavassa Villamizar, Edmundo.
1993. 03/12. 2002. 26/09. Bucaramanga.
13. Navas Sierras, J. Alberto. 1994. 30. Herrera Ángel, Marta Clemencia.
05/04. Monterrey, México. 2003. 01/03.
14. Huertas Ramírez, Pedro Gustavo. 31. Garrido Otoya, Margarita. 2003.
1994. 04/10. Tunja. 03/06.
15. Uribe Ángel, Jorge Tomás. 1995. 32. Ballestas Morales, Rafael. 2003.
07/03. 15/07. Cartagena.
16. Porto de González, Judith. 1996. 33. Cuellar Montoya, Zoilo. 2004.
08/08. Cartagena. 13/04.
17. Restrepo Manrique, Daniel. 34. Ortiz Rodríguez, Álvaro Pablo.
1996.03/09. Madrid España. 2004. 25/05.
18. Sanclemente Villalón, José Ignacio. 35. Meissel Roca, Adolfo. 2004. 18/08.
1996. 22/09. 36. Falchetti Monti, Ana María. 2004.
26/10.

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [277 ]


Vida académica

37. Muñoz Cordero, Lydia Inés. 2005. 57. Uribe-Urán, Víctor. 2010. 27/07
15/03. Pasto. Miami.
38. Bravo Betancourt, José María. 58. Báez Osorio, Myriam. 2010. 07/09.
2005. 17/05. Medellín. Tunja.
39. Pérez Ochoa, Eduardo. 2005. 59. Correa Restrepo, Juan Santiago.
24/05. Brasil. 2010. 16/11.
40. Groot de Mahecha, Ana María. 60. Corradine Mora, Magdalena. 2011.
2005. 30/08. 22/03.
41. Gómez Casabianca, Luis Henrique. 61. Pinilla Monroy, Germán Mons.
2006. 28/03. 2011. 05/04.
42. Galindo Hoyos, Julio Roberto. 62. Bastidas Urresty, Edgar. 2011.
2006. 29.08. 16/08.
43. Mejía Pavony, Germán Rodrigo. 63. Herrera Soto, Roberto. 2011. 06/09.
2006. 17/10. 64. Barbosa Delgado, Francisco Ro-
44. Salas Ortiz, Camilo Francisco. berto. 2011. 04/20.
2007. 24/04. Medellín. 65. Esquivel Triana, Ricardo. 2011.
45. Bonnet Vélez, Diana. 2007. 23/10. 25/10.
46. Múnera Cavadia, Alfonso. 2008. 66. Santos Molano, Enrique 2011.
26/02. Barranquilla. 15/11.
47. Guerra Curvelo, Wielder 2008. 67. Gutiérrez Ardila, Daniel. 2011.
06/0. Riohacha. 29/11.
48. Restrepo Manrique, Cecilia. 2008. 68. Tirado Mejía, Álvaro. 2012. 28/02.
27/05. 69. Restrepo Olano, Margarita. 2012.
49. Pardo Rueda, Rafael. 2008. 03/06. 03/07
50. Díaz Díaz Rafael, Antonio. 2008. 70. Abello, Alberto. 2012. 24/07.
15/07. 71. Toquica Clavijo, Constanza. 2012.
51. Betancourt Mendieta, Alexander. 04/09.
2008. 9/12. San Luis Potosí, México. 72. Almario García, Oscar. 2015.
52. Rosales Ariza, Gustavo Gr. 2008. 16/05. Medellín.
17/03. 73. Restrepo Salazar, Juan Camilo.
53. Garzón Marthá, Álvaro. 2009. 2015. 07/07.
14/04. 74. Borja Gómez, Jaime Humberto.
54. Ramos Peñuela, Arístides. 2009. 2015 28/07.
28/03. 75. Cardona Angarita, Jorge Mauricio
55. Langebaek Rueda, Carl Henrik. Cap. 2016. 06/09.
2001. 18/05. 76. Vela Orbegozo, Bernardo Eugenio.
56. Díaz López, Zamira. 2010. 06/07. 2016. 20/09.
Popayán.

[278 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Vida académica

77. Acevedo Tarazona, Álvaro. 2016. 84. González Pérez, Marco. 2017.
04/10. 29/08.
78. Sotomayor Tribín, Hugo Armando 85. Arias Arias, Inés 2017. 12/09.
2016. 18/10. 86. Acosta Medina, Amylkar. 2017.
79. Gómez Gómez, Ignacio. 2017. 24/10.
06/06. 87. Ocampo Gaviria, José Antonio.
80. Gómez Gutiérrez, Alberto. 2017. 2018. 20/02.
20/06. 88. Gutiérrez Jaramillo, Camilo. 2018.
81. Pabón Cadavid, Jhonny Antonio. 17/04.
2017. 04/07. 89. Guerrero Barón, Javier. 2018.
82. Valencia Llano, Albeiro. 2017. 08/05.
18/07. 90. Bermúdez Cujar, Egberto. 2018.
83. Valencia Llano, Alonso 2017. 19/06.
15/08.

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [279 ]


Vida académica

ACADÉMICOS CORRESPONDIENTES
DEL EXTERIOR ELEGIDOS POR LA ACH

ALEMANIA • Safford, Frank Robinson


• Bushell, David, Q.E.P.D.
• König, Hans Joachim
FRANCIA
CHILE
• Baulyn. Olivier
• Bravo Lira, Bernardino • Gómez y Gómez, Joseph, Q.E.P.D.
• Dougnac Rodríguez, Antonio
• Martínez Baeza, Sergio GRAN BRETAÑA

ESPAÑA • Deas, Malcolm Douglas


• McFarlene, Anthony
• Alvar, Manuel • Lynch, Jhon, Q.E.P.D.
• Borques Morán, Pedro
• Borrego Pla, María del Carmen HOLANDA
• Del Molino García, Ricardo
• Domínguez Ortega, Montserrat • Van Hoboken, Willemn Johannes
• Lucena Giraldo, Manuel • Van Lier Rudolf, Assuer Jacob
• Luque Alcaide, Elisa
• Moreno Cebrián, Alfredo ITALIA
• Peláez del Rosal, Manuel
• Puig Samper-Mulero, Miguel Ángel Antei, Giorgio
• Quintero Saravia, Gonzalo Splendiani de Díaz, Ana María
• Ruíz Rivera, Julián
• Sánchez Aguilar, Federico MÉXICO
• Sánchez Bella, Ismael Lira González, Andrés
• Saranyana Closa, Joseph Ignasi Vásquez, Josefina Zoraida
• Szászdi León-Borja, Istvan
PORTUGAL
ESTADOS UNIDOS
Verissimo Serrao, Joaquim
• Arbena, Joseph L.
• Beerman, Eric SUIZA
• Davis, Robert Henry, Q.E.P.D.
• Phelan, John Helg, Aline

[280 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Vida académica

ASOCIACIÓN IBEROAMERICANA DE ACADEMIAS


ACADÉMICOS CORRESPONDIENTES DEL EXTERIOR POR
CONVENIOS DE RECIPROCIDAD CON LA ACH

ARGENTINA • Tau Anzoátegui, Víctor


• Ternavasio, Marcela
ACADEMIA NACIONAL DE • Zimmermann Eduardo, Alberto
HISTORIA DE LA REPÚBLICA
ARGENTINA
BOLIVIA
• Amaral, Samuel
• Aspell, Marcela ACADEMIA BOLIVIANA DE LA
• Barba, Fernando HISTORIA
• Bazán, Armando Raúl
• Botana, Natalio R. • Arze, José Roberto
• Burucúa, José Emilio • Baptista, Gumucio Fernando
• Cortés Conde, Roberto • Barnadas Andinach, Joseph M.
• Dardo Pérez, Gilhou • Barragán Romano, Rossana
• De Asúa, Miguel • Bridikhina, Eugenia
• De Marco, Miguel Ángel • Cajías de la Vega, Magdalena
• Devoto, Fernando • Choque Canqui, Roberto
• Díaz Couselo, José María • Escobari de Querejazu, Laura
• Fernández Latour de Botas, Olga • Gómez de Aranda, Blanca
• Figallo, Beatriz J. • Ligerón Casanovas, Arnaldo
• Frías, Susana • Límpias Ortiz, Víctor Hugo
• Guglielmi, Nilda • López Beltrán, Clara
• Gutiérrez, Ramón • Medinaceli Gonsález, Ximena
• Martiré, Eduardo • Mendieta Parada, Pilar
• Miguez, Eduardo José • Mesa Gisbert, Carlos D.
• Moreyra, Beatriz Inés • O’Connor D’Arlach, Trigo
• Otero, Hernán • Peña Azbun, Paula
• Oyarzábal, Guillermo Andrés • Pinto Parada, Rodolfo
• Páez de la Torre, Carlos • Querejazu Leytón, Pedro
• Rípodas Ardanaz, Daisy • Sandóval Rodríguez, Isaac
• Romero, Luis Alberto • Soux Muñoz, María Luisa
• Ruiz Moreno, Isidoro J.
• Sánchez de Loria Parodi, Horacio
BRASIL
• Seanz Quesada, María
• Seghesso de López Aragón, Cristina INSTITUTO DE GEOGRAFÍA E HIS-
• Silva Hernán, Asdrúbal TORIA
• Soria, Diego A.
• Almeida Barata, Carlos Eduardo

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [281 ]


Vida académica

• Apparecida de Siquiera, Sonia • Karp Vasquez, Pedro


• Bastos Pereira das Neves, Lucia Ma. • Mendes de Almeida, Cândido An-
• Boechat Rodrigues, Lêda tonio
• Boschi, Caio Cesar • Moreira Bento, Claudio
• Bottrel Tostes, Vera Lúcia • Moreira de Ipanema, Cybelle
• Britto Knox Falci, Miridan • Niskier, Arnaldo
• Cabana de Queiroz Andrade, Vera • Ottoni Wanderley de Araújo Pinho,
Lucia Joao Mauricio
• Cabral de Mello, Evaldo José • Paschoal Guimaraes, Lucia Maria
• Caldas Bertoletti, Esther • Silva, Eduardo
• Cavalcanti de Albuquerque, • Teixeira Vinhosa, Francisco Luiz
Roberto • Viana Lyra, Maria de Lourdes
• Chacon de Alburquerque • Villela de Carvalho, Affonso Celso
Nascimento, Vamireh • Wehrs, Carlos
• Chermont de Miranda, Victorino • Wehling, Arno
Coutinho
• Correa Ciribelli, Marilda
• Corrêa do Lago, Pedro Aranha ECUADOR
• Da Costa Abreu, Antonio Izaías
• Da Costa e Silva, Alberto ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
• Da Cunha, Waldir DEL ECUADOR
• Da Silva Telles, Pedro Carlos • Alarcón Costta, César Agusto
• De Alenca Silva Neto, José Almino • Ayala Mora, Enrique
• De Mallet Joubin, Pedro Jacinto • Barriga López, Franklin
• De Mello Franco, Affonso Arinos • Borrero Vega, Ana Luz
• De Moraes Coutinho Beltrao, Maria • Bravo Calle, Kléver Antono
da Conceicao • Burgos Guevara, Hugo
• De Oliveira Casadei, Thalita • Cárdenas Reyes, María Cristina
• De Saxe - Coburgo Braganca, Carlos • Castillo Illingworth, Santiago
Tasso • Cordero Iñiguez, Juan
• De Seixas Correa, Luiz Felipe • Escudero Albornoz, Ximena
• De Senna Bittencourt, Armando • Estrada Guzmán, Eduardo
• Dias Tavares, Luis Henrique • Estrada Ruiz, Jenny
• Ferreira Dias Junior, Ondemar • Freile Granizo, Carlos
• Ferreira Júnior, Mauricio Vicente • Garaicoa Ortiz, Xavier
• Filho, Alberto Venancio • Gomezjurado Zevallos, Javier
• Fragoso Pires, Fernando Tasso • Hoyos Galarza, Melvin
• Franklin Leal, Joao Eurípides • Jurado Noboa, Fernando
• Frota, Guilherme de Andrea • Londoño López, Jenny
• Guimaraes Sanches, Marcos • Marcos Pino, Jorge
• Jaime Antunes da Silva • Molina Cedeño, Ramiro

[282 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Vida académica

• Moreno Proaño, Agustín ESPAÑA


• Muñoz Borrero, Eduardo
• Núñez Sánchez, Jorge REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
• Paz y Miño, Juan José
• Pérez Ramirez, Gustavo • Alcalá Zamora y Queipo de Llano,
• Robalino Bolle, Isabel José, Q.E.P.D.
• Rodas Morales, Raquel • Almagro Grobea, Martín
• Rosales Valenzuela, Benjamín • Anes y Álvarez de Castrillón, Gon-
• Rosero Jácome, Rocio zalo, Q.E.P.D.
• Serrano Pérez, Vladimir • Artola Gallego, Miguel
• Barrios Pintado, Feliciano
• Blázquez Martínez, José María,
EL SALVADOR Q.E.P.D.
• Cañizares Llovera, Antonio
ACADEMIA SALVADOREÑA • De Cuenca y Prado, Luis
DE LA HISTORIA Alberto
• De Salazar y Acha, Jaime
• A. Turcios, Roberto • Díaz Esteban, Fernando
• Ayala Benítez, Luis Ernesto • Diez García, José Luis
• Bonilla Bonilla, Adolfo • Enciso Recio, Luis Miguel, Q.E.P.D.
• Castellón Osegueda, José Ricardo • Escudero López, José Antonio
• Cañas Dinarte, Carlos • Fanjul García, Serafín
• Delgado Acevedo, Jesús • Fusi Aizpúrua, Juan Pablo
• Erquicia Cruz, José Heriberto • García Moreno, Luis Agustín
• Escalante Arce, Pedro Antonio • Gil Pujol, Xavier
• Franklin Knut, Walter Gallardo Mejía, • Iglesias Cano, María del
Francisco Roberto Carmen
• Gutiérrez Castro, Mauricio • Ladero Quesada, Miguel
• Herodier Samayoa, Gustavo Ángel
• Herrera Mena, Sajid Alfredo • León-Castro, Alonso María del
• Lindo Fuentes, Héctor Pilar
• López Bernal, Carlos Gregorio • Marías Franco, Fernando
• López Velásquez, María Eugenia • Martínez Shaw, Carlos
• Lovo Castelar, José Luis • Menéndez Pidal de Navascués,
• Marroquín Maldonado, Víctor René Faustino
• Orrellana Trigeros, Carlos Antonio • O’Donell y Duque de Estrada,
• Parker Escolán, Armando Hugo
• Pérez Pineda, Carlos • Ochoa Brun, Miguel Ángel
• Tovar Astorga, Romeo • Pérez Moreda, Vicente E.
• Pérez Sánchez, Alfonso, Q.E.P.D.
• Puerto Sarmiento, Francisco
Javier

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [283 ]


Vida académica

• Remesal Rodríguez, José • Lehnhoff, Dieter


• Ribot García, Luis Antonio • Luján Muñoz, Jorge
• Rodríguez Adrados, • Mac Donald Kanter, Rodolfo
Francisco • Molina Calderón, José
• Ruíz-Manjón Cabeza, • Navarrete Cáceres, Carlos
Octavio • Ortega Gaytán, Jorge Antonio
• Sánchez Asiaín, José Ángel, • Pérez de Antón, Francisco
Q.E.P.D. • Ramírez Samayoa, Oscar Gerardo
• Sanz Ayán, Carmen • Romero Florian, Sergio Francisco
• Seco Serrano, Carlos • Torres Rubín, Miguel Francisco
• Sesma Muñoz, José Ángel • Urruela Villacorta de Quezada, Ana
• Suárez Fernández, Luis María
• Tedde de Lorca, Pedro • Von Hoegen, Miguel
• Viguera Molins, María Jesús • Wagner Henn, Regina
• Vila Vilar, Enriqueta • Zilbermann de Luján, María Cristina

GUATEMALA PANAMÁ
ACADEMIA DE GEOGRAFÍA E HIS- ACADEMIA PANAMEÑA DE LA HIS-
TORIA DE GUATEMALA TORIA

• Aguado de Seidner, Siang • Alfaro, Rogelio


• Álvarez – Lobos Villatoro, Carlos • De la Guardia, Roberto
Alfonso • Méndez Pereira, Alejandro
• Anchisi Mencos de Rodríguez, Ana • Mendoza, Carlos Alberto
Coralia • Moscote, Rafael E.
• Arroyo López, Bárbara • Osorio Osorio, Alberto
• Asturias de Barrios, Linda María
• Bendaña Perdomo, Ricardo
• Cal Montoya, José Edgardo PARAGUAY
• Chinchilla Mazariegos, Oswaldo
• Chutan Alvarado, Edgar Fernely ACADEMIA PARAGUAYA DE LA
• Del Valle Pérez, Hernán HISTORIA
• Díaz Romeu, Guillermo • Acosta Toledo, Gustavo
• Escobedo Ayala, Héctor Leonel • Bartomeu, Melia, Q.E.P.D.
• Fahsen Ortega, Federico • Benítez, Luis Gilberto
• Falla Sánchez, Juan José • Boccia Romañach, Alfredo
• García Laguardia, Jorge Mario • Caballero Aquino, Ricardo
• Gutiérrez Mendoza, Edgar Salvador • Causarano, Mabel
• Johnston Aguilar, René • De Kostianovsky Olinda, Massare
• Knoke de Arathoon, Bárbara Isasi, Q.E.P.D.

[284 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Vida académica

• Durán Estrago, Margarita • Barbosa V. de Rosario, Pilar, Q.E.P.D.


• Espínola, Julio • Bayrón Toro, Fernando
• Grau, Jaime • Canino Salgado, Marcelino
• Laterza Rivarola, Gustavo • Castro Arroyo, María de los Ángeles
• Mazó, Carlos Alberto • Córdoba, Gonzalo F.
• Meliá, Bartomeu • Delgado Sintrón, Carmelo
• Mendoza, Hugo Ramón • Fernández, Delfina
• Monte de López Moreira, María • Gelpí Baíz, Elsa
Graciela • González Vales, Luis E.
• Pastore, Mario • Hernández Cruz, Juan E.
• Peña Villamil, Manuel, Q.E.P.D. • León de Szaszdi, Dora
• Prieto Yegros, Margarita, Q.E.P.D. • Marrero Artiles Levi Q.E.P.D.
• Pavetti, Ricardo • Moscoso, Francisco
• Quevedo, Roberto, Q.E.P.D. • Pérez Vega, Ivette
• Rivarola, Milda • Ramos, Héctor Feliciano
• Rivarola Paoli, Juan Bautista, Q.E.P.D. • Rigau, Jorge
• Rodríguez Alcalá, Guido • Rigau Pérez, José Gabriel
• Rodríguez Alcalá de González Od- • Rodríguez Beruff, Jorge
done, Beatriz, Q.E.P.D. • Rosario Rivera, Raquel
• Salas, José Luis • Sepúlveda Rivera, Anibal
• Scavone Yegros, Ricardo • Torres Oliver, Luis, Q.E.P.D.
• Sosa Costantini, Ángel • V. Dávila Rodríguez, Arturo
• Szaran, Luis • Vivoni Farage, Enrique
• Telesca, Ignacio
• Velilla Laconich de Arrellaga, Julia
• Velilla Talavera, Margarita REPÚBLICA
• Verón Maidana, Luis DOMINICANA
• Vivieres Banks, Lorenzo, Q.E.P.D.
• Zanardini, José ACADEMIA DOMINICANA DE LA
HISTORIA

PUERTO RICO • Amadeo Modesto, Julián Cedano


• Avelino García, Francisco Antonio
ACADEMIA PUERTORRIQUEÑA DE • Balcácer, Juan Daniel
LA HISTORIA • Bernaldo de Quirós, Roberto Cassá
• Chez Checo, José
• Alegría, Ricardo E., Q.E.P.D. • Cordero Michel, Emilio
• Alvarado Morales, Manuel Q.E.P.D. • Dobal Márquez, Carlos Máximo
• Álvarez Curbelo, Silvia • Domínguez, Jaime de Jesús
• Álvarez Nazario Manuel, Q.E.P.D. • García Arévalo, Manuel Antonio
• Arana Soto, Salvador, Q.E.P.D. • González de Peña, Raymundo Ma-
• Barceló Miller, María de Fátima nuel

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [285 ]


Vida académica

• Henríquez Vásquez, Francisco A.,• Figueira, José Joaquín


Q.E.P.D. • González Lapeyre, Edison
• Landolfi Rodríguez, Ciriaco • Gonzalo Aguirre, Ramírez
• Moreta Castillo, Américo • Gros Espiell, Héctor
• Moya Pons, Frank • Gulla, Walter C.
• Mu-Kién, Adriana Sang Ben • Iturria, Raúl
• Pérez Memén, Fernando • Koncke Miranda, Alfredo
• Pérez Montás, Eugenio • Lamónaca, Víctor H.
• Pichardo Franklin, Franco, Q.E.P.D.
• Lazo, José María
• Pichardo, José del Castillo • Loustau Infantozzi, César
• Sáez, José Luis S.J., Q.E.P.D. • Mañe Garzón, Fernando
• Yunén Zouain, Rafael Emilio • Martins Daniel, Hugo
• Vega de Boyrie, Bernardo • Maruri Berterretche, Juan
• Vega Boyrie, Wenceslavo • Mena Segarra, Enrique
• Veloz Maggiolo, Marcio • Monreal, Susana
• Musso Ambrossi, Luis Alberto
• Mones, Álvaro
URUGUAY • Padrón Favre, Óscar
• Patiño Gardone, Héctor
INSTITUTO HISTÓRICO GEOGRÁ- • Puiggros, Ernesto
FICO DEL URUGUAY • Ranguís, Carlos A.
• Rodríguez Varese, Susana
• Acosta y Lara, Eduardo Federico
• Rovera, Héctor
• Acuña, Ivho
• Sagrera, Carlos
• Acuña Esquivel, Jacinto
• Santos Pírez, Manuel
• Anastasia, Luis Víctor
• Soiza Larrosa, Augusto
• Arteaga, Juan José
• Torrendell, Beatriz
• Arocena Olivera, Enrique
• Vega Castillo, Uruguay
• Barrios Pintos, Aníbal
• Bidegain, Ana María • Vélez Iturriaga, Fabián Melogno
• Blíxen, Olaf
• Burbaquis, Enrique
VENEZUELA
• Canessa de Sanguinetti, Martha
• Castagnin Lacassagne, Daniel ACADEMIA NACIONAL DE L A
• Castellano Christy, Ernesto HISTORIA - VENEZUELA
• Corrales Elhordoy, Ángel
• Chebataroff, Fernando • Bencomo Barrios, Héctor
• Daragnes, Ernesto • Bruni Celli, Blas
• Del Pino, Alberto • Cardozo Galué, Germán
• Domínguez de Minetti, Raquel • Carrera Damas, Germán
• Etchechuri, Carlos Paulino • Carrillo Batalla, Tomás Enrique
• Fernández Parés, Juan José • Colsalvi, Simón Alberto

[286 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Vida académica

• Cortés Santos, Rodulfo • Morón, Guillermo


• Cunill Grau, Pedro • Pino Iturrieta, Elias
• De Veraocechea, Ermila • Ponce Senior, Marianela
• Del Rey Fajardo, José • Quintero Montiel, Inés
• Donís Ríos, Manuel • Rodríguez Campos, Manuel
• Duarte Gaillard, Carlos Federico • Sanoja Obediente, Mario
• González Deluca, María Elena • Tovar López, Ramón Adolfo
• Lovera, José Rafael • Troconis de Veracoechea, Ermila
• Mondolfi Gudat, Edgardo • Velásquez, Ramón J.
• Zamudio, Eda Ofelia

Vol. CV No 867, Junio - Diciembre de 2018, páginas 267 - 287 [287 ]


Boletín de historia
y antigüedades
Volumen CV, No 867
Julio - Diciembre de 2018

D el B ol e tí n
Autores

L os autores

Amylkar David Acosta Medina


Economista de profesión. Expresidente del Congreso de la
República, exministro de Minas y Energía, miembro de número
de la Academia Colombiana de Ciencias Economicas y miembro
correspondiente de la Academia Colombiana de Historia. Docente
e investigador de las universidades Externado de Colombia, Los
Andes y Rosario. Autor de 44 obras publicadas y columnista de los
principales diarios del país.

Eduardo Durán Gómez


Abogado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, con
especializaciones en Derecho Público, Dirección de Empresas, Re-
cursos Energéticos de la misma universidad y de Derecho Notarial
y Registral de la Universidad Externado de Colombia, además de
un Master en Historia y un Doctorado en Filosofía y Educación
de la Universidad Atlantic International University. En el campo
profesional se ha desempeñado en los siguientes cargos: profesor por
11 años de las universidades Autónoma de Bucaramanga, Industrial
de Santander y Manuela Beltrán; abogado litigante en el área del
Derecho Civil; gerente de los bancos Occidente y Popular durante
seis años: concejal de Bucaramanga durante dos periodos, suplente
de Luis Carlos Galán; presidente del Concejo de Bucaramanga;
diputado y presidente de la Asamblea de Santander; alcalde encar-
gado de Bucaramanga; gobernador de Santander Ad Hoc; director
del diario Vanguardia Liberal de Bucaramanga durante 10 años y
notario 38 de Bogotá desde agosto de 2001. Se ha desempeñado
como miembro de diversas juntas directivas de organizaciones en
el departamento de Santander y en Bogotá de organismos naciona-
les. En el plano académico es miembro de número de la Academia
Colombiana de Historia y miembro correspondiente de varias
academias departamentales de historia de Colombia. Actualmente
se desempeña como Presidente de la Academia Colombiana de
Historia durante el periodo 2018-2020.

Vol. CV No 867 , Junio - Diciembre de 2018, páginas 289 - 296 [291 ]


Del Boletín

Marcos González Pérez


Premio Vida y Obra 2018. Alcaldía Mayor de Bogotá; Instituto
de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá. Doctor y Magister en
Historia de la Universidad de París; Magister en Cine Antropológico
Documental de la Sorbona de París y Magister en Educación con
Especialización en Investigación Socio Educativa en la Universidad
Pedagógica Nacional. Miembro correspondiente de la Academia
Colombiana de Historia. Ha ejercido como docente-investigador en
la Universidad Nacional de Colombia y en la Universidad Distrital
en Bogotá, así como profesor visitante en varias universidades co-
lombianas y extranjeras. Ganador de varios premios nacionales por
sus investigaciones académicas. Tiene un registro audiovisual sobre
los Actos de Memoria en Colombia producidos en los albores del
siglo XXI. Dentro de sus publicaciones más recientes se destacan:
Las Fiestas de Nación en Colombia; Los Nuevos Ceremoniales en Co-
lombia; La Fiesta. Ensayos sobre América y Europa. (Coordinador);
La Fiesta en Colombia. (Editor); Credencial Historia; Ceremoniales
Festivos. (Coordinador), e-book, Intercultura, Barcelona-Bogotá;
Fiesta y Nación en América Latina; Ceremoniales, Fiestas y Nación.
Bogotá como escenario. De los rituales muiscas al himno nacional;
Carnavales y Nación, Estudios sobre Brasil, Colombia, Costa Rica,
Cuba y Venezuela, (Coordinador); Fiesta y Nación en Colombia; Fiesta
y Región en Colombia; Carnestolendas y Carnavales en Santa Fe y
Bogotá; El Mapa Festivo de Bogotá; Investigación Interdisciplinaria.
Coordina en la actualidad la Red Internacional de Investigadores
en Estudios de Fiesta, Nación y Cultura REDRIEF.

Javier Guerrero Barón


Sociólogo (1980), Magister en Historia (1989) y Doctor en
Historia de la Universidad Nacional de Colombia (2004), con
Estudios en Bibliotecología y un Posgrado en Métodos de Investi-
gación Aplicados. Su trayectoria laboral ha estado marcada por la
investigación. Se ha desempeñado como Coordinador del Grupo
de Investigaciones sobre Conflictos Sociales y Políticos del Siglo
XX de la UPTC; Investigador invitado del IEPRI de la Universidad
Nacional; Investigador principal en proyectos presentados y termi-
nados a Colciencias; Miembro del Consejo de Ciencias Sociales y
Humanas de Colciencias y Par Evaluador. Se ha desempeñado como

[292 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Autores

presidente de la Asociación Colombiana de Historiadores (2010-2012


y 2012-2014); Miembro del Consejo Nacional de Ciencias Sociales y
Humanas de Colciencias; Investigador invitado en Barcelona España,
en el Instituto de Historia Jaume Vincent Vives de la Universidad
Pompeu Fabra; además de conferencista y profesor invitado en varias
universidades de Colombia y el Exterior entre otros. Y durante el
periodo 2015-2019 se desempeño como representante del Presi-
dente de la República ante el Consejo Superior de la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas. Actualmente es: presidente de la
Comisión Asesora para la Enseñanza de la Historia del Ministerio
de Educación, (2020); profesor de la Escuela de Ciencias Sociales,
Maestría y Doctorado en Historia, en la Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia – UPTC desde 1980; y presidente de la
Asociación Colombiana de Historiadores, Capítulo Boyacá.

Fernán González González, SJ


Sacerdote jesuita con larga trayectoria en la academia. Nacido
en Tolú, Sucre, en 1939, hizo su pregrado en la Pontificia Univer-
sidad Javeriana, donde estudió Teología y Filosofía y Letras. En la
Universidad de los Andes terminó una maestría en Ciencia Política
y en la Universidad de California-Berkeley obtuvo otra maestría y
un doctorado en Historia. En 1976, entre su pregrado y su primera
maestría, se ordenó como sacerdote jesuita. Ha sido investigador
del CINEP/Programa por la Paz durante 45 años, sus principales
campos de investigación son el análisis de las relaciones entre Iglesia
y Estado en la historia colombiana, los procesos de formación del
Estado-Nación en Colombia y América Latina, y más recientemente,
el trasfondo histórico de las violencias en Colombia. Dentro de los
reconocimientos que ha recibido se destacan: la Mención honorífica
en el Premio Nacional de Ciencias Sociales, Fundación Alejandro
Ángel Escobar en la edición del 2004; distinguido como profesor
jesuita visitante en la Universidad Georgetown en 2006; su obra
Poder y Violencia en Colombia fue declarada fuera de concurso por la
Fundación Alejandro Ángel Escobar en el 2015; Investigador Emérito
de Colciencias en 2016, postulado por la Academia Colombiana
de Historia; actualmente es miembro de número de la Academia

Vol. CV No 867 , Junio - Diciembre de 2018, páginas 289 - 296 [293 ]


Del Boletín

Colombiana de Historia y hace parte de su Mesa Directiva para el


período 2018-2020 como Vicepresidente.

Camilo Gutiérrez Jaramillo


Abogado de la Facultad de Jurisprudencia del Colegio Mayor
de Nuestra Señora del Rosario. Titular de la cátedra de Derecho
Internacional Público en la misma facultad. Doctor en Educación
de la Universidad de La Salle de San José de Costa Rica. Miembro
correspondiente de la Academia Colombiana de Historia. Miembro
de la Academia Colombiana de Derecho Internacional.

Daniela Herrera
Antropóloga Universidad Externado, Arqueóloga Asistente
Proyecto Chorro de Quevedo.

Roberto Lleras Pérez


Antropólogo de la Universidad de Los Andes. Máster en métodos
científicos en arqueología y arqueo metalurgia, Universidad de Brad-
ford, Gran Bretaña. Doctor en Arqueología de la Universidad College
London, Gran Bretaña. Cuenta con más de 30 años de experiencia en
investigación, trabajo en museos y docencia. Experiencia en trabajo
de campo en las regiones de la Sierra Nevada de Santa Marta, San
Agustín, Nariño, Santander y el altiplano cundiboyacense. También
se ha desempeñado como Jefe de Divulgación y curador del Museo
del Oro durante 20 años. Participante en numerosos congresos y
eventos científicos en Colombia y el exterior. Ha estado vinculado
a la docencia en la Universidad Externado de Colombia. Director
Proyectos de Arqueología Preventiva 5 Espacios Públicos y Plaza
del Chorro de Quevedo. Académico de Número de la Academia
Colombiana de Historia.

José Antonio Ocampo Gaviria


Co-Director del Banco de la República (banco central) de
Colombia y Presidente del Comité de Políticas de Desarrollo del
Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. También es
Profesor (en licencia) de la Universidad de Columbia y enseña
regularmente en la Universidad de los Andes y otras universidades
colombianas, miembro de número de la Academia Colombiana de

[294 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Autores

Ciencias Económicas y miembro correspondiente de la Academia


Colombiana de Historia. Ha ocupado numerosos cargos en las
Naciones Unidas y en Colombia, entre ellas Secretario General
Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Socia-
les, Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL) y Ministro de Hacienda, Ministro de
Agricultura y Director de Departamento Nacional de Planeación de
Colombia. Ha recibido numerosas distinciones académicas, entre
ellas el Premio Jaume Vicens Vives de la Asociación Española de
Historia Económica en 2012 por el mejor libro de historia econó-
mica de España y América Latina del bienio, el Premio Leontief
para el Avance de las Fronteras del Pensamiento Económico en
2009 y el Premio Nacional de Ciencias Alejandro Ángel Escobar
en Colombia en 1988.

Melissa Osorno
Antropóloga Universidad de Caldas, Arqueóloga de Campo
Proyecto 5 Espacios Públicos.

Victoria Peralta de Ferreira


Ph.D., historiadora, socióloga y crítica cultural. Nacida en
Bogotá. Estudió, inicialmente, una Licenciatura en Historia Con-
temporánea y Filosofía de la Estética en la Universidad de Lovaina
(Bélgica francesa) donde fue alumna de Jaques Taminiaux y Roger
Aubert; Un M.A. en Historia Moderna en Northwestern University,
Evanston Ill., con el profesor Frank Safford y; finalmente se doctoró
en sociología-histórica en The New School for Social Research de
la ciudad de Nueva York, donde fue alumna de Jacques Derrida,
Agnès Heller, Louise Tilly, Vera Zolberg entre otros. Y, haciendo
uso del consorcio entre universidades de la ciudad de Nueva York
en CUNY fue alumna de Marshall Berman y en Columbia Uni-
versity de Charles Tilly, quien fue su director de tesis doctoral. Su
foco central de análisis ha sido la “Vida cotidiana como fenóme-
no social”. Es miembro de número de la Academia Colombia de
Historia y miembro correspondiente de la Real Academia de la
Historia de España. Es autora de varios libros y artículos entre los
que se destacan: Me abrigaba con Cantos, Poemas; El Ritmo lúdico
y los Placeres en Bogotá; Los Colombianistas; “El silencio de la pros-

Vol. CV No 867 , Junio - Diciembre de 2018, páginas 289 - 296 [295 ]


Del Boletín

titución. Las representaciones de la Atenas Sur Americana en las


letras”, en Placer, Dinero y Pecado; “Bogotá: From Colonial Village
to Cosmopolitan Metropolis. A cultural history case”, in Literary
Cultures of Latin America: a Comparative History; “Distinciones y
Exclusiones”, en Busca de cambios culturales en Bogotá durante las
Repúblicas Liberales. Una historia cultural de Bogotá (1930-1946);
Bogotá, El tiempo del juego y los placeres. Siglo XIX; “Reflexiones
sobre memoria y modernidad en los manuales de historia de
Colombia”, en Boletín de Historia y Antigüedades; Vida cotidiana
durante la Independencia, a través de la correspondencia femenina
Nueva Granada y Venezuela 1810-1830 (En proceso de Edición).

María del Pilar Quintero


Historiadora Universidad Externado, Asistente Documentación
Histórica Proyecto 5 Espacios Públicos.

[296 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Indicaciones para los autores

INDICACIONES PARA LOS AUTORES

El Boletín de Historia y Antigüedades, se reciben documentos inéditos resultado


órgano oficial de la Academia Colombiana de investigaciones, discusiones teóricas y
de Historia, desde su fundación en 1902 balances historiográficos. No se aceptan
se ha dedicado a fomentar y a difundir la capítulos o partes de obras publicadas en
publicación de artículos, documentos y cualquier medio y artículos que se en-
monografías sobre el acontecer histórico de cuentren en proceso de arbitraje en otras
Colombia, gracias a las contribuciones de publicaciones. Se podrán incluir algunas
un sin número de prestigiosos historiadores traducciones, como también artículos en
y académicos nacionales y extranjeros. El otros idiomas.
Boletín es una de las publicaciones periódi- Los artículos publicados se podrán
cas más antiguas de Colombia e Iberoamé- consultar en la página web de la Academia
rica en temas referentes a nuestro pasado. [http://www.academiahistoria.org.co/bole-
El Boletín es una publicación se- tin/] y serán enviados en medio magnético
mestral (enero–junio y julio–diciembre), a las diferentes bases de datos y sistemas
en idioma español que cuenta con una de indexación para la divulgación de su
tradición acumulada en más de cien años. contenido a nivel nacional e internacional.
Promueve la discusión, el análisis teórico Una vez los artículos son aceptados
y crítico de la historia de Colombia, desde para su publicación, los autores autorizan
los tiempos prehispánicos hasta el presente, por medio de una licencia de uso la edición,
abarcando los temas relacionados con la publicación, reproducción, distribución y
historia, la antropología, la arqueología, la comunicación pública de la obra tanto en
geografía, la ciencia política y la historia medio físico, como digital. Los autores con-
económica, entre otros relacionados con servan los derechos de autor y garantizan
las ciencias sociales y humanas. El Boletín al Boletín el derecho de realizar la primera
está dirigido a estudiantes, profesionales, publicación del trabajo. A sí mismo, la
investigadores e interesados en la historia revista cuenta con una licencia Creative
nacional, como también de América Latina Commons Attribution [http://creative-
y el resto del mundo. commons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/co/]
El Boletín contiene artículos, re- de Reconocimiento No Comercial–Sin
flexiones históricas, recensiones y vida Obra Derivada.
académica1. Para la sección de artículos
Proceso de evaluación

Una vez recibidos, los artículos serán


1
Se hace registro de conmemoraciones,
decesos de sus destacados académicos, remitidos al menos a dos árbitros externos,
proposiciones y actividades realizadas en quienes darán un primer concepto del
la Academia.

Vol. CV, No 867, julio - diciembre de 2018 [ 297 ]


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documento. Este proceso de evaluación de la 2nd World Conference on Research


es anónimo. El resultado de la evaluación Integrity, Singapur, Julio 22-24 de 2010
será estudiado por el Director y el Comité [http://publicationethics.org/files/Inter-
Editorial del Boletín, quienes tomarán la national%20standard_editors_for%20
decisión definitiva sobre la publicación website_11_Nov_2011.pdf]. Las direc-
del mismo. trices para autores se pueden consultar
La evaluación, que ante todo es un en: [http://publicationethics.org/files/In-
proceso de retroalimentación y crítica ternational%20standards_authors_for%20
constructiva, será adelantada por árbitros website_11_Nov_2011.pdf], como parte de
anónimos de la más reconocida idoneidad su ética y buenas prácticas en publicación.
académica. Este proceso tarda de dos a A su vez, como parte de su declaración de
tres meses aproximadamente. La revista privacidad, la información manejada en
comunicará a los autores los comentarios de su base de datos (nombres, direcciones de
los examinadores y mantendrá el carácter correo electrónico, etc.) es de uso exclusivo
confidencial de las evaluaciones. Una vez para los fines expresados por el Boletín y
incluidas en el texto las correcciones suge- no estará disponible para otro propósito
ridas, el Director emitirá la decisión final o persona.
respecto de la publicación de los artículos.
El Boletín se reserva el derecho de Recepción de artículos y reglas de edición
hacer correcciones de estilo, siempre y
Los artículos deben entregarse en
cuando lo considere pertinente. De acuerdo
medio magnético a los correos del Bo-
con los Estatutos de la Academia Colom-
letín: boletí[email protected]
biana de Historia, en el capítulo V: de
y [email protected] Estos
las publicaciones, artículo 21, parágrafo
deben remitirse en formato Word, con una
b: el contenido de las publicaciones que
extensión de máximo 25 páginas (resumen,
realice la Academia sólo compromete la
notas al pie, anexos y bibliografía), tamaño
responsabilidad de sus autores. Al remitir
carta, a espacio sencillo, tipo de letra Times
su contribución, los autores deberán mani-
New Roman, tamaño de 12 puntos para el
festar con claridad: 1. si está de acuerdo con
texto y de 10 puntos para las notas a pie de
la Política Editorial del Boletín de Historia
página. Las reseñas, deben presentarse a
y Antigüedades, órgano de la Academia
espacio sencillo, letra Times New Roman,
Colombiana de Historia; 2. si su artículo
tamaño de 12 puntos, máximo de 3 páginas
es inédito o no; y 3. que el artículo no se
y en tamaño carta. Todas las páginas deben
encuentra en proceso de evaluación en
llevar numeración consecutiva.
otra revista u órganos editoriales.
Como parte de las reglas de edición,
El Boletín está comprometido con
tenga en cuenta que:
los estándares internacionales de publi-
• Los títulos y subtítulos deben ir en
cación científica, siguiendo las directrices
negrilla.

[ 298 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Indicaciones para los autores

• Las citas textuales que sobrepasen palabras, palabras clave (de cuatro
los cuatro renglones, deben apare- a seis) en ambos idiomas, nom-
cer en un párrafo aparte, a espacio bre del autor o autores, filiación
sencillo, tamaño de 11 puntos, en institucional actual, ciudad, país y
márgenes reducidas, sin comillas correo electrónico. Tenga en cuenta
y sin cursiva. que puede emplear el nombre que
• Los términos en latín, palabras ex- aparece en sus diferentes trabajos
tranjeras o palabras resaltadas por académicos y que se encuentra en
el autor, deben ir en letra cursiva. las bases de datos bibliográficas. Si
• Los documentos, cuadros, fotogra- el artículo es resultado de una inves-
fías, mapas y gráficos que acompa- tigación financiada, debe incluirse
ñen el texto deben adjuntarse por el nombre del proyecto, nombre de
separado, en formato JPG o TIFF la institución, fecha de aprobación
y no sobrepasar la resolución de y razón de su financiamiento. Para
300ppp. Cada uno debe ir numerada las palabras clave, se recomienda
en forma consecutiva, acompañado consultar el tesaurus BISG – Book
con su respectivo pie de foto, indi- Industry Study Group – en el si-
cando título, fuente y su ubicación guiente vínculo: https://www.bisg.
dentro del texto. org/complete-bisac-subject-hea-
• La bibliografía, ubicada al final dings-2013-edition.
del texto, debe presentarse en le- En un archivo aparte, el autor debe
tra Times New Roman, tamaño anexar una breve nota biográfica que in-
de 11 puntos, espacio sencillo, en cluya su formación académica, filiación
orden alfabético y organizada en institucional actual, áreas en las que se
Documentos y seriados (fuentes desempeña, sus últimas publicaciones, co-
primarias como archivo, revistas, rreo electrónico (institucional y personal),
prensa, y libros dependiendo de dirección de envío y números de contacto.
su estado) o Informes y sentencias,
Artículos y libros (fuentes secunda- Referencias
rias) y Recursos de Internet. Cada
El Boletín de Historia y Antigüe-
referencia a nota de pie de página en
dades utiliza una adaptación del Chi-
el artículo debe llevar su correspon-
cago Manual of Style, en su edición
diente mención en la bibliografía, no
número 15, versión Humanities Style
se incluyen aquellos que no hayan
[http://www.chicagomanualofstyle.org/
sido referenciados.
tools_citationguide.html]. En el texto,
• La página inicial del artículo debe
la nota al pie (1), debe ir después de la
incluir título y resumen en espa-
palabra o al finalizar la cita sin espacio.
ñol e inglés, que no supere las 150
Luego de la primera citación, no se

Vol. CV, No 867, julio - diciembre de 2018 [ 299 ]


Del Boletín

utilizan Ibíd., Ibídem, cfr ni op. cit. A S: Apellido y Apellido, ed., una palabra
continuación se utilizan los siguientes del título…
ejemplos para diferenciar la forma de B: Apellido(s), Nombre, y Nombre
citar en las notas a pie de página (N), Apellido(s), ed. Título completo.
la segunda citación (S) y en la biblio- Ciudad: Editorial, año.
grafía (B):
Libro de autor institucional:
Libro (de un solo autor):
N: Dependencia, País, Título del libro
N: Nombre Apellido(s), Título com- (Ciudad: Editorial, año), 35.
pleto (Ciudad: Editorial, año), 35. S: Tres palabras del título…, 35
S: Apellido, tres palabras del título, 35 B: Dependencia, País. Título del libro.
B: Apellido(s), Nombre. Título com- Ciudad: Editorial, año.
pleto. Ciudad: Editorial, año.
Artículo en libro:
Libro (de dos a tres autores):
N: Nombre Apellido(s), “Título
N: Nombre Apellido(s) y Nombre Ape- artículo”, en Título completo, ed.
llido(s), Título completo (Ciudad: Nombre Apellido(s) y Nombre
Editorial, año), 35-80. Apellido(s) (Ciudad: Editorial,
S: Apellido y Apellido, tres palabras año), 35.
del título, 35 S: Apellido, “dos palabras del título
B: Apellido(s), Nombre, y Nombre artículo”, 35-36.
Apellido(s). Título completo. Ciu- B: Apellido(s), Nombre. “Título artí-
dad: Editorial, año. culo”. En Título completo, editado
por Nombre Apellido(s) y Nombre
Libro (de cuatro o más autores): Apellido(s). Ciudad: Editorial, año,
N: Nombre Apellido(s) et al., Título 35-80.
completo (ciudad: Editorial, año),
35-80. Artículo en revista:
S: Apellido et al., una palabra del tí- N: Nombre Apellido(s), “Título
tulo… artículo”, Título revista Vol.: No
B: Apellido(s), Nombre, et al. Título (año): 35.
completo. Ciudad: Editorial, año. S: Apellido, “dos palabras del título
artículo”, 35-36.
Libro editado:
N: Nombre Apellido(s) y Nombre
Apellido(s), ed., Título completo
(Ciudad: Editorial, año), 35-80.

[ 300 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Indicaciones para los autores

B: Apellido(s), Nombre. “Título Entrevistas:


artículo”. Título revista Vol.: No
Entrevista a Apellido(s), Nombre, Ciu-
(año): 35-80.
dad, fecha completa.

Artículo de prensa:
Publicaciones en Internet:
N: Nombre Apellido(s), “Título
N: Nombre Apellido(s), Título comple-
artículo”, Título periódico, Ciudad,
to (Ciudad: Editorial, año) http://
día y mes, año, 35.
press-pubsuchicago.edu/founders
S: Apellido, “dos palabras del título
(fecha de consulta).
artículo”, 35-36.
S: Apellido, Dos palabras del título
B: Apellido(s), Nombre. “Título
artículo, 35-36.
artículo”. Título periódico, Ciudad,
B: Apellido(s), Nombre. Título com-
día y mes, año, 35-40.
pleto. Ciudad: Editorial, año. http://
press-pubsuchicago.edu/founders.
Tesis:
N: Nombre Apellido(s), “Título tesis” Nota: El Director como el Comité
(tesis pregrado/maestría/doctoral/ Editorial no aceptarán artículos que
postdoc., Universidad, año), 35. no se sujeten a las normas precedentes.
S: Apellido, “dos palabras del título
artículo”, 35-36.
B: Apellido(s), Nombre. “Título tesis.”
tesis pregrado/maestría/doctoral/
postdoc., Universidad, año.

Fuentes de archivo:
La primera vez se cita el nombre com-
pleto del archivo y la abreviatura
entre paréntesis.
N: Nombre completo del archivo (si-
gla), Sección, Fondo, vol./leg./t.,
f. o ff. (lugar, fecha y otros datos
pertinentes).
S: Siglas del archivo, Sección, Fondo,
vol./leg./t., f. o ff.
B: Nombre completo del archivo (si-
gla), Ciudad-País, Sección, Fondo,
vol./leg./t.

Vol. CV, No 867, julio - diciembre de 2018 [ 301 ]


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GUIDELINES FOR AUTHORS

The Boletín de Historia y Antigüe- may include some translations, as well as


dades, official organ of the Colombian articles in other languages.
Academy of History, since its founding in Published articles will be posted on
1902 has been dedicated to promoting and the website of the Academy [http://www.
disseminating the publication of articles, academiahistoria.org.co/boletin/] and will
papers and case studies on historical events be sent on magnetic media to the differ-
in Colombia, thanks to the contributions ent databases and indexing systems for
of a free number of respected historians the communication of its contents at the
and scholars and foreign nationals. The national and international level.
newsletter is one of the oldest journals in Once the articles are accepted for
Colombia and Latin America on issues publication, the authors authorize via a
related to our past. license editing, publication, reproduction,
The Boletín is published twice a year distribution and public communication of
(January-June and July-December) in Span- the work both in the physical environment,
ish language has accumulated more than and digitally. Authors retain copyright
one hundred years tradition. Promotes and guaranteeing the Gazette the right to
discussion, theoretical and critical analysis the first publication of the work. In itself,
of the history of Colombia, from pre-His- the magazine has a Creative Commons
panic times to the present, covering topics Attribution [http://creativecommons.org/
related to history, anthropology, archeology, licenses/by-nc-nd/2.5/co/] Recognition
geography, political science and economic Noncommercial-No Derivative Works.
history, among other related to the social
and human sciences. The Bulletin is intend- Evaluation Process
ed for students, professionals, researchers
Once received, items will be sent at
and stakeholders in the nation’s history,
least two external referees, who will give
as well as Latin America and elsewhere.
a first idea of the document. This evalua-
The newsletter contains articles,
tion process is anonymous. The result of
historical reflections, book reviews and
the evaluation will be considered by the
academic life. To the articles section unpub-
Director and the Editorial Committee
lished documents resulting from research,
Board of the Boletín, who will make the
theoretical discussions and historiographi-
final decision on publication.
cal balances are received. Chapters or parts
The evaluation, which is primarily
of works published in any medium and
a process of feedback and constructive
items that are in the process of arbitration
criticism, will be conducted by anonymous
in other publications will be accepted. This
referees of the most recognized academic

[ 302 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Indicaciones para los autores

qualifications. This process takes two to by the Bulletin and will not be available
about three months. The magazine will for another purpose or person.
notify authors of the reviewers comments
and keep confidential evaluations. Once Reception of articles and editing rules
included in the text suggested corrections,
Items must be submitted on magnetic
the Director will issue a final decision on
media to e-Newsletter: boletín@academi-
the publication of the articles.
ahistoria.org.co and boletinacademia@
The Boletín reserves the right to make
outlook.com These should be submitted
corrections of style as long as it deems ap-
in Word format, with a maximum length
propriate. According to the Statutes of the
of 25 pages (abstract, notes, appendices
Colombian Academy of History, Chapter
and bibliography ), letter, a single space,
V: publications, Article 21, paragraph b:
font Times New Roman, size 12 for text
the content of the publications that make
and 10-point for notes page. Reviews must
the Academy only assume responsibility of
be submitted single-spaced, Times New
their authors. By submitting your contri-
Roman, size 12, maximum of 3 pages and
bution, authors should state clearly: 1. If
letter size. All pages should be numbered
you agree with the Editorial Policy of the
consecutively lead.
Boletín de Historia y Antigüedades, organ
As part of the editing rules, note that:
of the Colombian Academy of History; 2.
• Titles and subtitles must be in bold.
If your item is unpublished or not; and 3.
• The quotations that exceed four
that the article is being evaluated in another
lines should appear in a separate
journal or publishing organs.
paragraph, single spaced, 11 point,
The Boletín is committed to inter-
in reduced margins, unquoted and
national standards of scientific publica-
italics.
tion, following the guidelines of the 2nd
• Latin terms, foreign words or words
World Conference on Research Integrity,
highlighted by the author, should
Singapore, July 22 to 24, 2010 [http://pub-
be in italics.
licationethics.org/files/International%20
• Documents, pictures, photographs,
standard_editors_for%20website_11_
maps and charts accompanying the
Nov_2011.pdf]. Guidelines for authors
text should be attached separately
can be found at: [http://publicationethics.
in JPG or TIFF format and not ex-
org/files/International%20standards_au-
ceed the resolution of 300dpi. Each
thors_for%20website_11_Nov_2011.pdf],
should be numbered consecutively,
as part of their ethics and good practice
its corresponding caption, indicat-
publication. In turn, as part of its privacy
policy, the information used in your da-
tabase (names, email addresses, etc.) is
used exclusively for the purposes stated

Vol. CV, No 867, julio - diciembre de 2018 [ 303 ]


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ing title, source, and its location In a separate file, the author must
within the text. attach a brief biographical note including
• The bibliography located at the end your educational background, current
of the text should be in Times New institutional affiliation, areas in which her​​
Roman, 11 point, single spaced, in latest posts, email (corporate and personal),
alphabetical order and organized shipping address and contact numbers is
documents and serials (primary performed.
sources such as file, magazines,
newspapers, and books depending References
on their state) or reports and state-
The Bulletin of the History and An-
ments, articles and books (second-
tiquities uses an adaptation of the Chicago
ary sources) and Internet Resources.
Manual of Style, edition number 15, version
Each reference to footnote on page
Humanities Style [http://www.chicagoman-
in the manuscript should have the
ualofstyle.org/tools_citationguide.html]. In
corresponding references in the
the text, the footnote (1), must be followed
literature, does not include those
by the word or the end of the appointment
that have not been referenced.
without space. After the first citation, not
• The home page of the article should
used Ibid, Ibid, cfr., or op. cit. Then the
include title and abstract in Span-
following examples are used to differentiate
ish and English, not exceeding 150
the citation in notes (N), the second citation
words, keywords (four to six) in both
(S) and the bibliography (B):
languages, the name of the author,
current institutional affiliation, city,
Book (one author):
country and e-mail. Note that you
N: First Name Last Name(s), Complete
can use the name in its various
title (City: Publisher, year), 35.
academic papers and found in bib-
S: Last Name, three words of the title, 35
liographic databases. If the article
B: Last Name(s), Name. Complete title.
is the result of research funded, the
City: Publisher, year.
project name, name of institution,
date of approval and because of
Book (two or three authors):
their funding should be included.
N: First Name Last Names(s) and First
For keywords, you should consult
Name Last Names(s), Complete title (City:
the thesaurus BISG - Book Industry
Publisher, year), 35-80.
Study Group - at the following link:
S: Last Name and last name, three words
https://www.bisg.org/complete-bi-
of the title, 35
sac-subject-headings-2013-edition.
B: Last Name, First Name, and First Name
Last Name. Complete title. City: Publisher,
year.

[ 304 ] Boletín de Historia y Antigüedades


Indicaciones para los autores

Book (four or more authors): Article in Journal:


N: First Name Last Name(s) et al, Complete N: First Name Last Name(s), “Article Name”,
title (City: Publisher, year), 35-80. Journal Name Vol: No (year): 35.
S: Last Name et al, title word .... S: Last Name, “Article Name two words,”
B: Last Name(s), First Name, et al. Complete 35-36.
title. City: Publisher, year. B: Last Name(s), First Name. “Article
Name”. Journal Name Vol: No (year): 35-80.
Edited book:
N: First Name Last Name(s) and First Press article:
Name Last Name(s), ed, Complete title N: First Name Last Name(s), “Title of
(City: Publisher, year), 35-80. article”, Newspaper Name, City, Day and
S: Last Name and last name, ed, a word Month, Year, 35.
from the title.... S: Last Name, “Article Name two words,”
B: Last Name(s), First Name, and First 35-36.
Name Last Name(s), ed. Complete title. B: Newspaper Name, City, Year.
City: Publisher, year.
Thesis:
Book corporate author: N: First Name Last Name(s), “Thesis Title”
N: Dependence, Country, Complete title (Undergraduate/Master’s/PhD/Postdoc.
(City: Publisher, year), 35. thesis in, University, Year) 35.
S: Three words from the title ... 35 S: Last Name, “Article Name two words,”
B: Dependence, Country. Complete title. 35-36.
City: Publisher, year. B: Last Name(s), First Name. “Thesis Title”.
Undergraduate/Master’s/PhD/Postdoc.
Article in book: thesis in, University, Year.
N: First Name Last Name(s), “Article Name”,
in Complete title, eds. First Name Last Archive Sources:
Name(s) and First Name Last Name(s) The first time the full file name and ab-
(City: Publisher, year), 35. breviation in parenthesis appointment.
S: Last Name, “Article Name two words,” N: Full name of the Archive (abbreviation),
35-36. Section, Background, vol/leg/ t, f. or ff.
B: Last Name(s), First Name. “Article Name (place, date and other relevant data).
“. In Complete title, edited by First Name S: Abbreviation. Section, Background, vol/
Last Name(s) and First Name Last Name(s). leg/ t, f. or ff.
City: Publisher, year, 35-80. B: full filename (abbreviation), City-Coun-
try, Section(s), Fund(s).

Vol. CV, No 867, julio - diciembre de 2018 [ 305 ]


Del Boletín

Interviews: B: Last Name(s), First Name. Complete Title.


Interview to Last Name(s), First Name, City: Publisher, Year. http://press-pubsuchi-
city, complete date. cago.edu/founders.

Internet Publications: Note: The Director and the Editorial Com-


N: First Name Last Name(s), Complete Ti- mittee will not accept items that will not be
tle (City: Publisher, Year) http://press-pub- subject to the above provisions.
suchicago.edu/founders (date accessed).
S: Last Name, Two words Article Name,
35-36.

[ 306 ] Boletín de Historia y Antigüedades


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