INDEPENDECIA

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INDEPENDECIA

La Independencia de México es uno de los pasajes más importantes en la historia


de nuestro país y la máxima celebración de la nación. La enorme fiesta que se
lleva a cabo los días 15 y 16 de septiembre no se quedan solo en México.
El periodo de nuestra historia conocido como la Guerra de Independencia empieza
(estrictamente hablando) la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando el
padre Miguel Hidalgo da el llamado «Grito de Dolores» y termina el 27 de
septiembre de 1821 (11 años después) con la entrada triunfal del Ejército
Trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, a una
jubilosa Ciudad de México.

El objetivo principal de este movimiento (armado y social) era liberar a nuestro


territorio del yugo español y que, en cada rincón de la Colonia se olvidase por
completo el concepto de virreinato.

LA CORRIENTE DE LA ILUSTRACIÓN
En la historia de Europa, la Ilustración fue un movimiento cultural e
intelectual surgido en Francia, Inglaterra y Alemania a mediados del siglo XVIII.
Hasta el siglo XIX trajo consigo profundos cambios en la cultura y sociedad de la
época, razón por la cual al siglo XVIII se le conoce como el “Siglo de las Luces”.

Su principal objetivo era combatir la ignorancia y el fanatismo religioso “mediante


las luces del conocimiento y de la razón”. Los pensadores ilustrados sostenían
que, mediante el uso de la racionalidad y la acumulación de saberes,
la humanidad podría combatir la superstición, el oscurantismo y la tiranía.

Así, la Ilustración se proponía avanzar hacia un mundo más próspero y más justo.
De esta manera se asentó la fe en el progreso en el seno de la cultura Occidental,
lo cual puede comprenderse como consecuencia de la creciente celebración de la
razón humana, iniciada con el Renacimiento.

El pensamiento ilustrado se extendió por toda Europa, especialmente entre


la burguesía y parte de la aristocracia, a través de los medios impresos y de las
reuniones sociales. También fue difundida por intelectuales y divulgadores que
escribían sobre ciencia, filosofía, política y literatura.

La Ilustración se halla conectada y emparentada con el siglo XVI y XVII,


específicamente con el período conocido como la Era de la Razón, dado que en él
se dieron todos sus antecedentes filosóficos.
Dicho período presenció las guerras religiosas europeas que enfrentaron a
católicos y protestantes, que culminaron con la Paz de Westfalia en 1648. Europa
quedó sumida en un clima de inestabilidad, en el que se tenía a las revelaciones
religiosas individuales como la fuente genuina y principal de conocimientos. En
ese entonces, alrededor de un 70% de la población europea era analfabeta.

Sin embargo, ese panorama no tardó en cambiar, a medida que tuvo lugar
la Revolución Científica, gracias a la obra de científicos como Galileo Galilei
(1564-1642), Blaise Pascal (1623-1662), Gottfried Leibniz (1646-1716), e Isaac
Newton (1643-1727), cuyo aporte en la sustitución de un mundo religioso por uno
científico sembró las semillas que luego recogería la Ilustración.

El siglo XVIII marcó el inicio de las Revoluciones Burguesas, esto es, el inicio de la
caída del Antiguo Régimen y de la Monarquía Absolutista, que culminaron en la
década de 1770.

Posteriormente se dio una transformación profunda de los modelos económicos,


políticos y sociales de Europa y Occidente, con el advenimiento de la Revolución
francesa, la Revolución estadounidense, y la Revolución industrial en Inglaterra.

CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Iniciada en 1789, la Revolución Francesa agitó los cimientos sociales, políticos e


institucionales de toda Europa. Nacida desde abajo, entre el grueso de la
población, buscó derrocar el absolutismo y los privilegios de los poderosos.
Culminó con la proclamación de la Primera República Francesa en 1792 y con el
ajusticiamiento por guillotina de Luis XVI y su esposa María Antonieta.
Las motivaciones históricas que abonaron el terreno para que estallase la
revolución tienen un origen político, económico, social y cultural. La primera de las
grandes causas fue el rechazo de la institución monárquica francesa, con una
serie de reyes manirrotos dados al exceso que culminó en la figura de Luis
XVI. Luis XVI no estaba preparado para afrontar las responsabilidades de la
corona. El título de rey le correspondía a su hermano, pero su muerte prematura,
seguida del fallecimiento tanto de su padre, Luis XV, como de su madre lo dejaron
a cargo del trono.
El descontento por las políticas económicas llevadas a cabo por Luis XVI se había
generalizado entre el grueso de la población. Francia había participado en la
represión de la Revolución de las Trece Colonias (1763-1783), que había
permitido la independencia de las colonias americanas y su consiguiente
conformación en los Estados Unidos. La deuda acumulada por la intervención en
las colonias americanas obligó a Luis XVI a plantear una reforma que grabase los
bienes territoriales de los nobles, algo inusitado que no agradó a los más
pudientes.
Mientras tanto, la presión fiscal se hacía insostenible para los menos privilegiados.
El sistema tributario grababa a unos súbditos cada vez más necesitados de ayuda
y asistencia, mientras favorecía las economías de las clases privilegiadas, esto es,
la nobleza y el clero. Aunque el pueblo llano o Tercer Estado constituía más del
95% de la población y la creciente burguesía generaba un gran volumen de
riqueza, su peso en las decisiones políticas y económicas del país era casi
inexistente.
Una serie de carestías debidas a las malas cosechas, las sequías reincidentes y el
encarecimiento del pan, alimento básico de la población, endurecieron las
condiciones de vida. Aunque la agricultura constituía la actividad económica
básica del país, el sistema de producción resultaba anticuado y dependiente de las
condiciones atmosféricas, las plagas y las catástrofes naturales.
En mayo de 1789, el monarca francés convocó en Versalles los Estados
Generales, en los que se reunieron representantes de los tres estamentos
sociales: el clero, la nobleza y el pueblo. El Tercer Estado presionaba para que
el voto se realizase por cabeza y no por estamento, como se venía haciendo hasta
entonces, una reivindicación que ya había hecho Jacques Necker, el destituido
ministro de finanzas de Luis XVI. Siguiendo el llamamiento de Emmanuel-Joseph
Sièyes, diputado que representaba a la burguesía y el pueblo llano, numerosos
miembros del clero y de la nobleza menos privilegiada se unieron a las
reivindicaciones del Tercer Estado. Juntos formaron la Asamblea Nacional, que
desempeñó un papel esencial tanto en la Revolución Francesa como en la
elaboración de una constitución que rompiese definitivamente con los pilares de
desigualdad sobre los que se asentaba el Antiguo Régimen.
Los rumores de un golpe militar llevaron a los parisinos a arrasar la Bastilla para
asegurarse armamento en caso de que la lucha se hiciese inminente. Era el 14 de
julio de 1789. Esto dio pie a una serie de revueltas violentas en las que los
campesinos, como reacción a las injusticias cometidas durante siglos, se
dedicaron a arrasar, quemar y destruir las casas de los poderosos. Nacía así la
época del Gran Miedo. Ese mismo año, la Asamblea General hizo pública la
Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Luis XVI se resistió a
reconocer la autoridad de la Asamblea Nacional, lo que produjo numerosos
enfrentamientos y protestas. El rey se mostró indeciso en los momentos clave del
conflicto, intentó huir del país y prefirió refugiarse en la caza y otras actividades de
ocio antes que enfrentarse a los problemas urgentes que acuciaban el país. Esta
actitud tampoco contribuyó a dulcificar el conflicto.

INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOS


Si bien el 4 de julio de 1776 se señala como el día en que nació Estados Unidos,
el territorio que se independizó de los británicos era mucho más pequeño que el
país que conocemos actualmente.
Se trataba de 13 colonias que tenía Reino Unido en la costa este de América del
Norte y que, de norte a sur, eran: Massachusetts, Nuevo Hampshire, Rhode
Island, Connecticut, Nueva York, Pensilvania, Nueva Jersey, Delaware, Maryland,
Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia. Fueron fundadas en los
siglos XVII y XVIII por colonos británicos y tenían sistemas políticos,
constitucionales y de leyes muy similares entre sí.
Formaban parte de los territorios de Gran Bretaña en el Nuevo Mundo, que
también tenía colonias en la actual Canadá y el Caribe, así como en el este y en el
oeste de Florida.
Durante el siglo XVIII, el gobierno central administraba sus propiedades en las
colonias para beneficio de la metrópoli desde un enfoque mercantilista.

En 1763 finalizó la guerra de los Siete Años que involucró a la mayoría de las
grandes potencias de la época y en la que los dos principales contrincantes
fueron Francia y Gran Bretaña.
La principal finalidad del conflicto era establecer la supremacía colonial en todo el
mundo y por eso esta guerra tuvo lugar en varios frentes: Europa, Norteamérica,
Centroamérica, África Occidental, India y Filipinas.
Con la firma del Tratado de París entre Francia, España y Gran Bretaña en 1763,
los franceses renunciaron a sus aspiraciones sobre las 13 colonias británicas en
Norteamérica.

Aparecieron grupos de oposición, se organizaron reuniones como el congreso de


representantes que en 1765 emitió una declaración de derechos y agravios, y
empezaron a darse incidentes violentos y movilizaciones populares, entre las que
sobresale el motín del té en Boston el 16 de diciembre de 1773 en el que se
tiraron grandes cantidades de té británico al agua.

El 7 de junio de 1776, el abogado de Virginia Richard Henry Lee presentó una


moción en la cámara para declarar la independencia,
Otros congresistas estaban de acuerdo, pero pensaban que algunas colonias no
estaban listas aún.
Se creó un comité para elaborar una declaración de independencia y se le
comisionó la tarea a Thomas Jefferson, un abogado y político también de Virginia
que años después se convertiría en el tercer presidente de EE. UU.

FUENMAGES
La Declaración de Independencia fue aprobada en el Congreso Continental de las
13 colonias que Gran Bretaña tenía en América del Norte.
Benjamin Franklin y John Adams revisaron el borrador de Jefferson. Mantuvieron
la idea original, aunque eliminaron algunos pasajes que podían encontrar más
oposición, como por ejemplo los que eran contrarios a la esclavitud.
Sus pasaje más renombrados dicen: "todos los hombres son creados iguales" y "la
vida, la libertad y la búsqueda de felicidad" son derechos naturales e inalienables.
El comité presentó la versión final ante el Congreso el 28 de junio de 1776 y el
voto para la independencia se ganó el 2 de julio.
Sin embargo, el documento no se imprimió hasta el 4 de julio, de ahí que esa sea
la fecha que se ha convertido en celebración nacional.
La Declaración de Independencia no puso fin a la guerra con los británicos.
Tendrían que pasar otros siete años hasta que llegara el final formal del conflicto,
el 3 de septiembre de 1783.
Los británicos ratificaron la declaración de paz el 9 de abril de 1784.

REFORMAS BORBONICAS
Entre 1521 y 1700 gobernó en la Nueva España la dinastía real de los Habsburgo
o Austria. Al quedarse el rey Carlos II de Habsburgo sin descendiente directo, la
Casa de Borbón tomó el poder en España. Era una familia real de origen francés
(Bourbon), una rama de la Dinastía de los Capetos, la más antigua de Europa.
Gobernaron primero Navarra y Francia, y en el siglo XVIII sus miembros llegaron a
los tronos de España e Italia, además de varios pequeños ducados y condados.

El primer miembro Borbón que sucedió a los Habsburgo en el trono español, fue
Felipe de Anjou o Felipe V, nieto del rey Luis XIV de Francia y desde entonces han
gobernado España hasta la actualidad, excluyendo algunos periodos de lucha por
la independencia, la república, la democracia y la dictadura de Francisco Franco.

Durante el gobierno de los Habsburgo, en la Nueva España se había creado un


sistema político denominado patrimonialista donde se compraban los cargos
públicos, los funcionarios imponían los tributos, se desarrollaban y protegían
monopolios y mediante la corrupción se evadía el control de la Corona.

Por ello, el rey Carlos III de Borbón, influido por las ideas de la Ilustración, llevó a
cabo un proceso de modernización por medio de las llamadas “Reformas
Borbónicas” que impusieron una serie de cambios políticos- administrativos,
económicos, militares y culturales en las colonias americanas. Estas reformas
buscaban modernizar internamente a España y su relación con las colonias,
respondiendo a una nueva concepción de Estado, que se propuso retomar todos
los derechos que se habían delegado en grupos y corporaciones, además de
asumir la dirección política, administrativa y económica del reino.

En 1765 fue nombrado el visitador José de Gálvez, con el encargo de retomar el


control político y administrativo de la Nueva España y aplicar de manera
sistemática las reformas, restarle poder a los grupos, corporaciones e incluso al
propio virrey, e incorporar funcionarios adeptos a los propósitos de la Corona.

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