Clarice Lispector - Día de La Madre
Clarice Lispector - Día de La Madre
Clarice Lispector - Día de La Madre
13 de mayo
DÍA DE LA MADRE
–Yo –me dijo la bailarina del cuerpo de baile del Municipal– bailé una vez
sin saber que estaba embarazada. Y después me culpé por eso, pero fue una danza
lenta que no hacía mal. Después, cuando sospeché, mandé a hacer el análisis. No
escrito positivo. Mi alegría fue tan intensa, pero tan loca que abracé y besé al
El sol se estaba poniendo mientras la bailarina hablaba. Era muy frágil, casi
Porque tengo el aparato genital infantil, soy fértil pero no puedo concebir, no tengo
lugar para el feto. Entonces pasé meses en la cama para ver si así no perdía el niño.
Me quedaba acostada, hablando con el bichito que estaba dentro de mí. Le decía:
“Mira, bichito, nosotros dos tenemos que vencer y tú vas a nacer, así es, es difícil
nacer”. Hasta parecía que me oía y respondía: “Está siendo difícil”. Yo tenía tantas
ganas de oírlo llorar… como forma de respuesta a la vida: llorar la vida es una
leve, con las piernas cruzadas a la manera budista. Pero el torso se mantenía
creer. Y cuanta más sangre se derramaba, más me desesperaba. Hasta que ocurrió:
perdí a mi hijo. Era un niño. Llegué a verlo, pedí verlo: allá estaba él todo
acurrucado dentro del óvulo. Me acordé de un pajarito recién nacido que vi una
vez y que tenía el cuerpo mínimo casi transparente y un pico enorme. Parecía que
la muerte de un niño. Todos me decían: “Pero, Gisele, no era todavía un niño, era
sólo un feto…”. Nadie entendía que para una mujer tan pequeña como yo el feto
Mientras ella hablaba yo imaginaba la tierra del jardín con el ser allí
–Lo peor, como ya dije, era el sentimiento de culpa: sólo imagina, haber
bailado ballet en aquel estado. Pero a veces lograba razonar más claro: tú no tienes
infantil. Pero yo creía que no había hecho todo por él, que tal vez hubiese faltado
algo.
ninguna luz.
–De tener un hijo. El médico dijo que podría perderlo de nuevo. Pero, aun
veces y acepto la posibilidad de perderlo. Hasta que un día, allá un día, con mucho
cuidado lo conserve en mí nueve meses, dándole hasta entonces muchas cosas
buenas para que beba y coma a través de mi sangre que voy a enriquecer. Hasta
que nazca. Y será una victoria nuestra, mía y de él. Porque lo sé: en verdad es
difícil nacer.
La miré casi en la oscuridad. Sufrida, herida, valiente. Sí, ella era una madre,
la bailarina de Degas.